Los terceros de San Francisco (Anotado)
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Está protagonizada por San Luis de Francia y Santa Isabel de Hungría, a quienes se s
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Los terceros de San Francisco (Anotado) - Félix Lope de Vega
Los terceros de San Francisco
Lope de Vega
FIGURAS
- SAN FRANCISCO.
- ARNESTO.
- CONDE DON HUGO.
- FLAVIO,
- MAURICIO.
- EL DUQUE DE LATORINGIA.
- PATACÓN,
- MARGARITA,
- Dos o tres pobres.
- FEDERICO.
- ROSAURA.
- EL REY SAN LUIS.
- ORBELIO.
- RECAREDO,
- ROBERTO,
- SANTA ISABEL.
- LISARDO,
- XIXÓN,
- NISIRO.
- Dos caballeros.
- Músicos.
Jornada I
Sale el DUQUE por una parte, y FEDERICO por otra.
FEDERICO
Juez absoluto sin pasión ni enojos,
divino amor de ciencia y experiencia,
que entre contentos mezclas los enojos,
penas y celos con temor y ausencia:
suspensa el alma, mártires los ojos,
espero la resulta de tu audiencia,
y la sentencia de este pleito largo,
con dulce aliento y con recelo amargo.
DUQUE
Fortuna siempre favorable mía,
dichoso curso de felice estrella,
esta ha de ser la noche, este es el día
de mi felicidad, si he de tenella.
El alma espera, el pecho desconfía,
en pecho y alma de su prenda bella,
de quien aguarda un alma siempre amante
el fin alegre de un amor constante.
FEDERICO
¡Duque de Latoringia, señor primo!
DUQUE
¡Oh, noble Federico, primo amado!
FEDERICO
Por venturoso mi cuidado estimo
si el mismo amor os cuesta este cuidado,
aunque yo a proseguirle no me animo;
que tal competidor no me ha dejado
esperanza ninguna, y no se alcanza
el término do falta la esperanza.
DUQUE
No pensé yo que se doraban celos,
pues al carbunco comparar se pueden,
cuyo gran resplandor no, cubren velos,
porque los rayos de su luz exceden.
Mas no han de permitir los altos cielos
que las sospechas de ese amor se queden
sin declararse más, porque no importa
en quejas largas una lengua corta.
FEDERICO
Yo me daré a entender. Pretendo y pido
a la señora Infanta por esposa;
su padre, el Rey de Hungría, ha pretendido
nombrarte dueño de su prenda hermosa.
Ha entrado en consulta, y yo he temido
con el temor de un alma deseosa;
que el que pretende el bien, hasta que alcanza
su entera posesión, teme mudanza.
DUQUE
Con el mismo deseo el mismo efeto,
y a este mismo lugar vengo yo agora;
soy hombre como vos, y tan sujeto
al venturoso amor de esta señora.
Ni debo yo guardaros el respeto,
ni vos a mí, pues cada cual ignora
el pecho, la intención y competencia
de quien aguarda en su favor sentencia.
Yo no sabía que era empresa vuestra,
ni vos imaginasteis que era mía,
y así el deudo, amistad y sangre nuestra
no ha perdido el decoro que tenía;
y la fortuna, en el amor maestra,
le concede esta suerte a quien la envía
Dios por su voluntad, que es la fortuna
del consejo de Dios más oportuna.
FEDERICO
Yo puedo pretender.
DUQUE
Y yo pretendo
y puedo pretender; que, primo hermano,
soy, Federico, vuestro, y así entiendo
que no es deseo de ambición tirano.
Noble y rico nací; ni al Rey ofendo,
ni a la Infanta, ni a vos, pues en su mano
da la fortuna, y de su gracia oculta
espero en mi favor esta consulta.
Si es tanta la igualdad de pensamientos,
calidad, voluntad, gustos y amores;
si tan conformes son merecimientos,
servicios, esperanzas y temores,
excusados serán los sentimientos,
pues no hay desigualdad en los favores,
porque yo de Isabela estoy bien cierto
que a ninguno jamás se ha descubierto.
Si desde tierna edad es una santa
en las divinas obras que ejercita;
si es su modestia virginal que espanta,
y teme el Rey que algún esposo admita;
si nadie priva con la hermosa Infanta,
ni da favores ni esperanzas quita,
a mí y a vos conviene igual cuidado:
puede estar cada uno enamorado.
FEDERICO
Sea como decís.
DUQUE
La verdad digo.
FEDERICO
Pues yo tengo esperanza...
DUQUE
Y yo estoy cierto.
FEDERICO
¿Cierto de qué?
DUQUE
De que la adoro y sigo,
y he de llegar con mi esperanza al puerto.
FEDERICO
Al cielo, tengo yo por fiel testigo.
DUQUE
¿De gracia, de palabra o de concierto?
FEDERICO
No, sino de deseo, y de esperanza.
DUQUE
Más tengo yo si quien espera alcanza.
(Sale PATACÓN, lacayo.)
PATACÓN
Escuchando estoy aquí,
nobles príncipes de Hungría,
vuestra amorosa porfía,
de las más lindas que vi.
Venía yo confiado
que me alcanzara un favor,
por acertallo el mejor
soldado que el sol ha dado.
Pido al Rey. pues le serví,
de comer. Y es cosa vana
ver mi comida terciana,
un día no, y otro día sí.
FEDERICO
Agora no hay ocasión;
entra acá.
PATACÓN
Rigor es ese;
nunca a un príncipe le pese
de honrar los de su nación;
que es bien que escuche, las quejas
de los pies y del menor,
pues, si es cabeza el señor,
la cabeza tiene orejas.
FEDERICO
Déjame agora, después
te escucharé.
PATACÓN
¡Vive el cielo,
que pienso hacer lo que suelo,
y haré lo que suelo, pues!
Miren no me determine;
que haré lo que suelo, digo.
DUQUE
¿Qué soléis hacer, amigo?
PATACÓN
Volverme por donde vine.
DUQUE
¡Buen humor!
FEDERICO
Y gusto vario.
PATACÓN
Y gran soldado también,
y tengo de hombre de bien
más humos que un incensario.
Y si alcanzare el favor
que pretendo con Su Alteza...
Y no tratéis, que es flaqueza.
agora cosas de amor.
FEDERICO
Luego el amor es locura.
PATACÓN
Mal argumento habéis hecho;
bueno es temor que en mi pecho
tengo yo mi matadura.
Pero vuestro amor no es
sino quimera notoria,
malo para pepitoria,
sin cabeza, alón, ni pies.
Ahora escuchadme: haced cuenta
que yo os vengo a entretener
mientras da su parecer
la Infanta, y sale contenta.
DUQUE
Di, que con gana te escucho.
PATACÓN
¿Por qué pintaron, señor,
los sabios niño al Amor,
siendo el Amor viejo, y mucho?
DUQUE
No sé.
PATACÓN
Fue para mostrar
que un niño, forzosamente
le han de dar quien le alimente
y quien le pueda criar:
y tiene necesidad
de otra persona segunda.
en que se ampare y se funda,
que es de su ser la mitad.
Y así, no es temor, ¡por Dios!,
si es expósito y ajeno