Juegos de la mente
Por Hannah Howe
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Un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma. Sasha Pryce, una prodigiosa ajedrecista adolescente, me trajo un problema. Quería que siga la pista de Steve Chapin, su asistente entrenador. Steve había desaparecido misteriosamente sin dejar rastros sobre su paradero. Sin embargo, Sasha insistió que debía seguir sus instrucciones estrictamente. Su padre, el Profesor Christian Pryce, un eminente farmacólogo, no debía saber sobre su investigación.
Mientras tanto, el Profesor Pryce había contratado a un apuesto guardaespaldas, Blake, para proteger a Sasha. ¿Por qué? No tenía idea. Y para complicar aún más las cosas, Blake decidió poner sus ojos lascivos en mi tímida y romántica asistente y amiga, Faye Collister.
Juegos de la mente, un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma, una exploración sobre los diferentes aspectos del amor.
Hannah Howe
Hannah Howe is the bestselling author of the Sam Smith Mystery Series (Sam's Song, book one in the series, has reached number one on the amazon.com private detective chart on seven separate occasions and the number one position in Australia). Hannah lives in the picturesque county of Glamorgan with her partner and their two children. She has a university degree and a background in psychology, which she uses as a basis for her novels. Hannah began her writing career at school when her teacher asked her to write the school play. She has been writing ever since. When not writing or researching Hannah enjoys reading, genealogy, music, chess and classic black and white movies. She has a deep knowledge of nineteenth and twentieth century popular culture and is a keen student of the private detective novel and its history. Hannah's books are available in print, as audio books and eBooks from all major retailers: Amazon, Barnes and Noble, Google Play, Kobo, iBooks, etc. For more details please visit https://hannah-howe.com The Sam Smith Mystery Series in book order: Sam's Song Love and Bullets The Big Chill Ripper The Hermit of Hisarya Secrets and Lies Family Honour Sins of the Father Smoke and Mirrors Stardust Mind Games Digging in the Dirt A Parcel of Rogues Boston The Devil and Ms Devlin Snow in August Looking for Rosanna Mee Stormy Weather Damaged Eve's War: Heroines of SOE Operation Zigzag Operation Locksmith Operation Broadsword Operation Treasure Operation Sherlock Operation Cameo Operation Rose Operation Watchmaker Operation Overlord Operation Jedburgh (to follow) Operation Butterfly (to follow) Operation Liberty (to follow) The Golden Age of Hollywood Tula: A 1920s Novel (to follow) The Olive Tree: A Spanish Civil War Saga Roots Branches Leaves Fruit Flowers The Ann's War Mystery Series in book order: Betrayal Invasion Blackmail Escape Victory Standalone Novels Saving Grace: A Victorian Mystery Colette: A Schoolteacher's War (to follow) What readers have been saying about the Sam Smith Mystery Series and Hannah Howe... "Hannah Howe is a very talented writer." "A gem of a read." "Sam Smith is the most interesting female sleuth in detectiv...
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Juegos de la mente - Hannah Howe
LOS JUEGOS DE LA MENTE
LOS JUEGOS DE LA MENTE
Hannah Howe
Editorial Goylake
Derechos reservados © 2017 Hannah Howe
Todos los derechos están reservados.
Se ha declarado el derecho moral de la autora.
No está permitida la reproducción, transmisión, descarga o archivado en un sistema de recuperación de esta publicación, de ninguna forma o por cualquier medio, sin el permiso previo por escrito del editor.
Goylake Publishing, Iscoed, 16A Meadow Street, North Cornelly, Bridgend, Glamorgan. CF33 4LL
ISBN: 978-0-9933827-5-8
Impreso y encuadernado en Gran Bretaña por Imprint Digital, Exeter, EX5 5HY
Este libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares y eventos son producto de la imaginación de la autora o se usan de manera ficticia. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, hechos o lugares es pura coincidencia.
The Sam Smith Mystery Series por Hannah Howe, están disponibles de manera impresa, como eBooks y audio libros.
El canto de Sam
Amor y Balas
El gran frío
Ripper
The Hermit of Hisarya
Secretos y mentiras
El honor de la familia
Pecados paternos
Humo y espejos
Stardust
Juegos de la mente
A mi familia, con amor
Capítulo Uno
______________________________________________
Estacioné mi Mini en el muelle y entre en la casa flotante. Debido a un reciente incendio en la oficina, ésta pasó a ser nuestro improvisado cuartel principal. Cuando nuestras finanzas lo permitan, rentaremos una oficina adecuada
en el centro de la ciudad o en algún lugar frente al mar. Sin embargo, por ahora, esta casa será suficiente como punto de encuentro para nuestros clientes, como para romper el hielo.
Colgué mi chaqueta de cuero en el perchero y admiré el interior. La casa estaba limpia gracias al trabajo diligente de mi colega, Faye Collister. El bote tenía cierta cantidad de luces tenues que colgaban del cielorraso, paneles de pino, sofás con texturas y sillas sencillas. Los lados se inclinaban un poco, mientras que las alfombras cubrían el entablillado pulido pero algo nudoso. La decoración interior había sido en verde oliva, aunque recientemente levantamos la atmósfera con varias capas de pintura verde lima.
Desde mi oficina, ingresé a la cocina en la que había un microondas, una heladera y un compactador de basura. Allí, me preparé un café instantáneo. Agitando levemente la taza, regresé a mi escritorio donde me senté y examiné el último reporte de Faye.
Éste detallaba el hecho de que los clientes habían usado el estacionamiento del hospital como una zona de aparcamiento libre. Una compañía de seguridad había instalado un sistema de monitoreo Big Brother para atrapar a los consumidores. La empresa distribuyó oportunamente notificaciones con detalles de cómo pagar las multas. Sin embargo, muchos ignoraron esas cartas, por lo que la compañía de seguridad nos había cargado con la fama de cobradoras de deuda gloriosas. Era una tarea desagradable y mediocre, pero era el tipo de tarea que mantenía nuestro negocio a flote. Generalmente le asignaba ese asunto a Faye y para ser justa con ella, invariablemente cumplía.
Faye era una buena amiga y una colega leal. Sin embargo, tenía asuntos personales que resolver, asuntos que se remontaban a su niñez. Después de consultas semanales con un psicólogo, ella estaba haciendo progresos. Aunque a menudo su TOC, su trastorno compulsivo por la excesiva pulcritud, hervía bajo la superficie, gradualmente iba tomando el control.
Archivé el reporte, sorbí mi café, entonces levanté la mirada cuando unas pisadas perturbaron el silencio. Alguien había abordado nuestra casa flotante.
─ Hola ─ una voz femenina y algo vacilante llamó. ─ ¿Hay alguien en casa?
─ Aquí ─ respondí.
Una mujer joven, al final de su adolescencia, bajó la escalera caracol y entró al salón al área utilizada como la oficina de Faye y nuestra sala de recepción. Se detuvo al lado de una puerta corrediza que yo, frecuentemente, mantengo abierta.
Mientras ella hizo una pausa junto a la puerta, yo me tomé un momento para estudiarla. Tenía cabello oscuro con raya a la derecha que caía sobre sus hombros. Sus ojos también eran oscuros, casi negros, muy sensuales. Su cara era bonita con mejillas regordetas, el tipo de mejillas que a menudo los parientes sienten el deseo de pellizcar cuando eres un bebé. Esbelta y atractiva, usaba vaqueros azules, zapatillas negras y una camiseta verde con capucha.
─ ¿Esta es la Agencia de Investigaciones de Sam? ─ preguntó.
─ Esta es ─ dije.
─ ¿Y usted es Sam?
Asentí con la cabeza ─ Soy yo.
Ella frunció el ceño ─ ¿Y usted es una detective privada?
Le ofrecí a mi cliente potencial una sonrisa ganadora. ─ De hecho, lo soy.
─ Ah. Hizo una pausa, frunció el ceño y vaciló. ─ Es que yo esperaba... Con un suspiro se encogió de hombros. Luego se acomodó la camiseta con capucha, sacudió su cabello sobre los hombros y se sentó en la silla del cliente. ─ No estoy segura de lo que esperaba.
─ ¿Un hombre? Me aventuré.
─ Tal vez. Pero me alegro de que sea una mujer. Es más fácil hablar con mujeres.
─ Depende de la mujer ─ le dije. Inclinándome hacia adelante, recogí una lapicera y acomodé mi libreta de notas. Yo era una tomadora de notas empedernida, mejor registrar todo en blanco y negro que guardar la información en mi cabeza. ─ ¿Quiere hablar conmigo? Le pregunté, acariciando la lapicera, marcando una S en el anotador para estimular alguna capilaridad.
La joven mujer asintió. Luego, observó la casa flotante. Aunque nuestra oficina improvisada lucía peculiar, con sus literas, cocina y baño privado, estaba amarrada de manera segura y conectada a los principales suministros de agua y red eléctrica. Lo que es más, la dirección en la costanera se veía bien en el membrete.
Inclinándose hacia mi, la joven habló con un susurro conspirador, ─ Todo lo que digo aquí es confidencial ¿Verdad? ¿Como si fuera un doctor o un abogado o un sacerdote?
─ Estrictamente confidencial ─ le dije. Nosotras nos enorgullecemos de nuestra discreción.
─ ¿Nosotras? ─ frunció el ceño.
─ Sí, tengo una asistente, Faye Collister.
─ Ah ─ dijo inclinándose hacia atrás.
─ En este momento Faye está fuera, en una misión.
La jovencita sonrió. Tenía una sonrisa agradable y cautivadora. ─ Suena emocionante ─ dijo.
─ Puede ser ─ le contesté.
Se inclinó hacia adelante una vez más. Otra vez murmuró ─ Estoy aquí, pero ustedes no me han visto ¿Entendido?
─ ¿Usted requiere ese nivel de privacidad? ─ le pregunté.
─ Así es.
─ ¿Por alguna razón en particular?
Se mordió el labio inferior y entrecerró los ojos. ─ Mi padre me mataría si supiera que estoy hablando con usted.
─ ¿Y su padre es...?
─ El Profesor Christian Pryce. Mi nombre es Sasha Pryce. Soy ajedrecista.
─ Lo sé ─ le dije. En fin, me pareció que su cara era familiar.
─ ¿Lo sabe? ─ frunció el entrecejo.
─ Sí, disfruto del ajedrez. Juego un poco. Vi su foto en los medios.
─ Ya veo. Sasha se recostó en la silla. Me pareció a mí que tal vez su hábito de inclinarse hacia adelante y atrás se debía a su profesión, de pasar horas sentada frente a un tablero de ajedrez. ─ Entonces sabe todo sobre mi ─ dijo.
─ Lo que sé es que es una muy buena ajedrecista ─ le dije. ─ Aparte de eso, nada.
Sasha miró hacia abajo. De manera distraída, jaló un cordón y jugueteó con su remera con capucha. ─ Mi padre es muy protector conmigo ─ dijo. ─ Mi madre murió cuando yo era pequeña, una bebé, así que prácticamente él me crió.
─ ¿Sin ayuda?
─ Con la ayuda de las niñeras. Mi padre era farmacólogo. Tenía un trabajo muy demandante. La presión es enorme.
─ Puedo imaginarlo ─ dije.
─ A veces él exagera con lo que tiene que ver conmigo. Hace poco, contrató un guardaespaldas para que me proteja.
Anoté eso en mi libreta ─ ¿Por qué motivo? ─ le pregunté.
─ No lo sé ─ Sasha suspiró. ─ Lo atribuí a una reacción exagerada.
─ ¿Alguien la amenazó?
Sonrió con cierto nerviosismo, emitió un sonido agradable, inocente e ingenuo. ─ ¿Por qué alguien amenazaría a una ajedrecista? ─ preguntó.
Pensé un momento en eso, sin ningún efecto. Luego dije ─ Estoy segura de que leí en algún lugar que se está preparando para un torneo de ajedrez.
Sasha asintió ─ Espero dar otro paso para llegar a gran maestro y obtener otra norma. Necesito tres para llegar a ser gran maestro y ya tengo dos. Hay mil quinientos gran maestros masculinos pero solo treinta y tres femeninos, así que sería todo un logro.
─ Un gran logro ─ comenté.
Ella sonrió ─ Gracias.
─ Su padre ─ le dije ─ Tal vez contrató un guardaespaldas para eliminar distracciones.
─ Viktor Kamkin hace eso ─ dijo Sasha. ─ Se asegura de que esté cien por ciento concentrada en el ajedrez.
─ ¿Quién es Viktor Kamkin? ─ le pregunté.
─ Mi entrenador.
Anoté algo más en mi libreta, luego miré mi café que ahora estaba frío e imposible de beber. Mirando a Sasha, dije ─ Entonces, su padre está preocupado y le contrató un guardaespaldas... ¿hombre o mujer?
─ Hombre, se llama Blake. Tiene muchos tatuajes, muchos músculos. Está muy bueno.
─ No lo veo por aquí ─ dije.
─ Me escabullí. Sasha sonrió con picardía. ─ En la cafetería. Le dije que necesitaba orinar.
─ Traviesa ─ le dije.
─ Le pediré disculpas. Pero necesitaba librarme de él. Quería hablar con usted.
─ ¿Sobre qué? ─ le pregunté.
─ Usted encuentra gente ¿No es así?
Asentí con la cabeza ─ En ocasiones, busco personas.
─ Quiero encontrar a alguien, para mi.
─ ¿A quién? ─ le pregunté.
─ Steve Chapin. Él también es ajedrecista, tiene diecinueve, la misma edad que yo. Lo conocí en un torneo de ajedrez hace unos meses, en los Países Bajos. Nos llevamos bien juntos, así que lo invité a que se una a mi equipo.
En mi mente se deslizaron imágenes de los Países Bajos y pensamientos de una visita reciente. Pero rápidamente regresé a Sasha y me anclé en el presente. ─ ¿Qué pensó su padre sobre esto ─ le pregunté ─de que Steve sea parte de su equipo?
─ No estaba muy contento.
─ ¿Y la reacción de Viktor Kamkin?
Sasha sacó su labio inferior e hizo puchero con su boca. ─ Tampoco estaba contento.
─ ¿Pero los convenciste?
Sasha sonrió. Una vez más reveló su diablillo interno. ─ Puedo ser muy obstinada, cuando quiero serlo. Después de fruncir el ceño y un silencio reflexivo, continuó ─ Puedo entender que se opongan. La mayoría de los ajedrecistas luchan con la economía. Prácticamente, me estoy tomando un año sabático de la universidad, estoy estudiando matemáticas y mi padre me está financiando. También se aseguró un paquete de patrocinio. Viktor Kamkin quiere moldearme a su imagen y semejanza, en sus días fue un estupendo gran maestro. Viktor considera que Steve no es tan bueno como para llevarme a la cima de la pirámide del ajedrez. Por un lado, tiene razón. Steve nunca será un aspirante al título. Pero también se equivoca porque Steve posee una mente analítica genial y puede ayudarme con mi análisis, especialmente el análisis de mi juego inicial.
─ ¿Y que pasa con los sentimientos de Steve sobre todo esto? ─ le pregunté.
Sasha se recostó en la silla. Con la mano derecha jaló su cabello y lo enroscó entre sus dedos. Ella dijo ─ Al principio, Steve no estaba seguro. Pero estuvo de acuerdo en echar una mano, a medio tiempo; él trabaja como diseñador de videojuegos, en Videojuegos El Dragón Rojo, cerca de los muelles. Se puso el pelo entre los labios, luego lo apartó con irritación, como si recordara un mal hábito que había abandonado recientemente. ─ Todo estaba marchando bien hasta antes de ayer.
─ ¿Qué sucedió? ─ le pregunté.
─ Steve desapareció. Me envió un mensaje de texto, decía que renunciaba sin explicar por qué.
─ ¿Le respondiste el mensaje?
─ Sí, pero no me contestó. Traté de comunicarme por teléfono varias veces, pero lo había apagado. Me gustaría saber dónde está, si está bien y por qué renunció.
─ ¿Tú crees que tanto tu padre como Viktor Kamkin lo presionaron, por así decirlo?
─ Estoy segura de que lo hicieron ─ dijo Sasha, con tono duro, determinado. Entonces, con un murmullo, agregó ─ ¿Encontrará a Steve por mi?
─ Puedo buscarlo ─ le dije.
─ Oh, por favor, hágalo por mí. Pero mi padre no debe enterarse que la contraté. Y usted no puede contactarme. Voy a esperar veinticuatro horas y luego me comunico yo. ¿Está bien?
Tomé nota del pedido de Sasha en mi libreta, seguida por un signo de interrogación. ¿Que estaba pasando aquí? ¿Tenía el dinero para pagarme? Le comenté mi tarifa actual y dijo ─ No se preocupe, tengo mi propia cuenta; puedo pagarle.
─ Está bien ─ le dije. ─ Buscaré a Steve. ¿Tienes alguna foto actual?
─ En mi teléfono. ¿Puedo enviársela a su móvil?
─ Adelante ─ le dije y con la magia de la tecnología moderna, la foto de Steve Chapin apareció en mi celular. ─ Guapo ─ sonreí mirando la foto.