sábado, 12 de diciembre de 2009
ESTUDIO DESCRIPTIVO DE "EL FULGOR Y LA SANGRE" de I. Aldecoa
Ignacio Aldecoa comenzó a escribir poesía, luego publicó diversos libros de cuentos y en 1954 publica su primera novela: “El fulgor y la sangre”, que fue finalista del Premio Planeta, siendo la novela ganadora:”Pequeño teatro” de Ana Mª Matute. La novela tendría una continuación, aunque con una acción distinta en “Con el viento solano” .
Aldecoa había proyectado escribir tres trilogías que no completó. La primera, “La España inmóvil”, dedicada al mundo de la Guardia Civil, los gitanos y los toreros. A esta primera trilogía corresponden “El fulgor y la sangre”(1954) y “Con el viento solano” (1956). La segunda trilogía estaba dedicada a los hombres del mar y escribió, “Gran sol” (1957) y trata del mundo de los pescadores de altura y la tercera pensaba dedicarla al mundo de la mina y a los trabajadores del hierro, pero ni siquiera la comenzó.
Para el comienzo de la escritura de la novela se produjo una génesis externa que motiva la situación novelesca inicial. Así explicaba Aldecoa el primer fogonazo de su novela: “Dando vueltas por Castilla, sin rumbo, yendo con Josefina por la carretera de Extremadura, en Maqueda vi un castillo dentro del cual había un Cuartel de la Guardia Civil. Aquello fue el primer golpe del tema. Luego vino la coincidencia de una noticia periodística, de esas tan corrientes, de reyertas de gitanos, y ya estuvo allí la idea de la novela” ( en “Pueblo”, 5/5/1957: “Así trabaja Ignacio Aldecoa de Julio Trenas”).
Pero veamos cuál es su argumento: En las afueras de un pueblo de Castilla la Nueva, en el cuartel de la Guardia Civil(construido dentro de las murallas de un castillo) viven un cabo (comandante de puesto) y cinco guardias civiles con sus familias. La historia se ordena en 7 capítulos titulados con las horas que van desde el mediodía de un ardiente verano (el fulgor) hasta el crepúsculo, cuando se recibe la noticia por teléfono, que uno de las dos parejas, que prestan servicio en la feria, ha sido asesinado (la sangre), sin especificar el nombre. Se enteran primero las esposas de los guardias que están en el cuartel, y éstas han de preparar a las otras para la noticia. Las tensas horas de la espera son interrumpidas por el narrador para contar el pasado de las mujeres , una a una, antes de ser esposas de los guardias civiles. Las presenta desde la infancia hasta el presente y a cada una de ellas le dedica uno de los capítulos, alternando el pasado (tiempo evocado) con el tiempo presente (vivido), que rompen la tensión de la espera.
Al atardecer (crepúsculo) traen el cadáver del cabo Francisco Santos, el único soltero del cuartel, a quien un gitano le ha disparado un tiro de pistola en la feria del pueblo. La vida sigue. El guardia Baldomero recibe la orden de perseguir al asesino y piensa en él, imaginándoselo en la noche, miedoso y sin rumbo: “Un hombre caminaba en la noche, a través de los campos, sin dirección fija, azuzado por el miedo” .
ESTRUCTURA : “El fulgor y la sangre” está estructurada en 7 capítulos, cada uno con su título, que van señalando el paso del tiempo; que va del “Mediodía”(primer capítulo) al “Crepúsculo” (el 7º). Además cada capítulo está dividido en dos tipos de secuencias; unas van separadas por asteriscos que van alternando y marcan el tiempo vivido(presente) y el tiempo evocado. El otro tipo de secuencias se separan por medio de espacios en blanco y las encontramos tanto dentro del tiempo vivido como en el evocado. Dentro del tiempo vivido separan espacialmente, mientras que en el evocado la separación es tanto espacial como temporal.
Los capítulos llevan títulos, que señalan las horas del día, comenzando por el “Mediodía, Dos de la tarde, Tres de la tarde, Cuatro y media, Seis de la tarde, Siete de la tarde y Crepúsculo”. El primero y el último abren y cierran la intriga del relato primario de la novela, cuya duración aproximada es de unas nueve horas, desde unos minutos antes del mediodía hasta el crepúsculo de un atardecer veraniego del mes de julio. Y también es el tiempo aproximado que un lector normal emplearía en la lectura de toda la novela.
Al principio, “Mediodía”, se recibe en el castillo, que sirve de Casa-Cuartel a la Guardia Civil en un innominado pueblo de Castilla-La Mancha(“El timbre del teléfono corrió nervioso las cuatro paredes” (27), una vaga y funesta noticia: “han matado a uno de los nuestros. Ha sido en el campo. Un pastor ha llevado la noticia al pueblo. Hubo esta mañana lío en a feria” (27). Las parejas Baldomero Ruiz y Cecilio Jiménez, Guillermo Arenas y el cabo Francisco Santos han salido por la mañana de servicio para la feria de un pueblo cercano, cualquiera de ellos puede ser la víctima, solo al final se resolverá la angustiosa espera, cuando llegue al cuartel el cadáver del cabo, el único soltero del cuartel. El asesino fue un gitano borracho que armó una zaragata en la feria y al ser perseguido por las dos parejas alcanzó con un tiro de pistola al cabo Francisco Santos, huyendo después.
En los cinco capítulos centrales la acción del relato primario es lineal y escueta: Ruipérez y Pedro, pareja de servicio en el cuartel comunican la noticia a sus respectivas esposas y éstas a las tres mujeres de los guardias que han salido de servicio a la feria. Y no sucede más. Y es que a Aldecoa no le interesa el potenciar el “suspense”, sino utilizar el suceso como pretexto para presentarnos cinco historias, las de la cinco mujeres de los guardias, desde su infancia hasta el momento presente. A cada una de ellas dedicará un capítulo alternando el relato del tiempo vivido y del tiempo evocado.
Así a las “Dos de la tarde” conocemos la vida pasada de Sonsoles, huérfana, interna en un colegio de monjas, acogida, después, en casa de unos tíos paternos, donde conocerá al guardia Pedro Sánchez. En el capítulo siguiente, “Tres de la tarde nos informa de la suerte de Felisa, hija de un obrero, madre de 4 hijos y esposa de (Regino) Ruipérez. “Cuatro y media de la tarde”, aquí entra en escena María Ruiz, maestra de profesión, hija de un militar retirado y esposa de Baldomero Ruiz (matrimonio sin hijos). A las “Seis de la tarde” el narrador nos informa de Carmen, peluquera madrileña, de familia obrera, que se casa con Cecilio Jiménez. A “Las siete de la tarde” se nos ofrece la historia de Ernesta, hija de un labrador pobre extremeño y esposa de Guillermo Arenas.
Sonsoles recuerda el asesinato de su padre el 5 de mayo de 1937. El padre de Felisa fue detenido el mismo 18 de julio de 1936 y estuvo varios años en la cárcel. María asistió en el pueblo de la sierra, donde ejercía de maestra, al fusilamiento del cura. Carmen vivió la guerra en Madrid y Ernesta y vio la recluta de los mozos del pueblo para la guerra. Todos estos relatos evocados (analepsis) rompen la tensión de la espera y la desvían hacia unas vidas vulgares, cuyos ideales, frustraciones y esperanzas nos quiere transmitir, que es, al fin y al cabo, la vida de una generación traumatizada por la experiencia de la guerra civil y el castillo (casa-cuartel) actúa como metáfora de la existencia. El mismo Aldecoa lo dice en una entrevista: “Yo he visto y veo (…) cómo es la pobre gente de España. No adopto una actitud sentimental ni tendenciosa. Lo que me mueve, (…) es el convencimiento de que hay una realidad española, cruda y tierna, a la vez, que está casi inédita en nuestra novela” .
Al final,”Crepúsculo”, se produce el desenlace y se cierra la acción comenzada en “Mediodía”. Sigue la estructura alternante del tiempo vivido y el evocado. En el tiempo presente la acción avanza linealmente hasta la llegada del cadáver del cabo al cuartel y en el tiempo evocado el propio cabo Francisco Santos relata su vida antes de ingresar en la Guardia Civil.
Llega el nombramiento del nuevo cabo y la orden de perseguir al asesino.
La naturaleza de despide en un horizonte de sangre: “vaca desollada lo llamaban los campesinos”
Sin embargo el verdadero estructurador de la novela es el tiempo.
TIEMPO: El tiempo vivido está rigurosamente marcado a lo largo de la novela por la alternancia en la guardia de los dos números que han quedado de servicio en el cuartel: “Ruipérez dijo, mirando a su reloj:
- Ya es la una menos cuarto. Voy a relevarte” (28)
Pero además de las horas del reloj que van marcando los relevos, está el movimiento del sol, desde el mediodía hasta el poniente, que va marcando con su sombra, el paso lento del tiempo, con menos exactitud, pero con más densidad significativa. Así tenemos la metáfora del hombre reloj de sol: “Las doce con las dos agujas, el fusil y el hombre, unidas, sin sombra” (22-23). Y poco antes del crepúsculo: “Del servicio, (…) meditaba Ruipérez, mientras el fusil y el hombre formaban una larga sombra en el umbral de la puerta del castillo” (280).
Además hay otro recurso para mostrar el paso del tiempo en los personajes, como las referencias al aspecto físico de las mujeres, así. “En la cabeza de Sonsoles aparecieron las primeras canas. El trabajo cotidiano, monótono, igual, la desgastaba suave, paulatinamente” (54). Pedro al contemplar a su mujer observa. “Sus amplias caderas, sus grandes nalgas, sus gordas y toscas piernas, en otro tiempo, recordaba, ágiles y bien formadas.¡Cuánto podía el tiempo!”(60) y por último María al mirarse en el espejo exclama: “Estoy vieja, pensó, vieja y cansada, si siquiera hubiera tenido un hijo…”(157).
Luego ya vendría el tiempo presente que viene marcado por los títulos de los capítulos: mediodía , dos de la tarde hasta el crepúsculo, que forman las 9 horas de espera en el cuartel, que han constituido la anécdota generadora del relato y éstas se ensanchan hacia el pasado de las mujeres con un alcance de hasta 20 años atrás.
En efecto se da una alternancia entre el tiempo vivido y el tiempo evocado como principio organizador de las secuencias narrativas. El tiempo vivido (el presente) es la tensa espera en el cuartel desde el mediodía hasta el crepúsculo y tiene un tratamiento lineal. En el primer capítulo, “Mediodía”, se nos cuenta la noticia que reciben por teléfono -“El teléfono, como objeto mortuorio, sobre una repisa”(25)- : han matado a uno de los guardias que han salido de servicio, pero no se sabe a quién.
El segundo plano de la ficción, el tiempo evocado, se descompone en cinco historias, las de las cinco mujeres que habitan la casa-cuartel y son cinco historias que intercalan en las horas del tiempo vivido del mediodía al crepúsculo y esto permite al narrador evocar las biografías de las cincos mujeres, que son las protagonistas de lo evocado. En el paso de la narración del tiempo vivido al evocado no se da ningún tipo de cambio de perspectiva narrativa, es el mismo narrador en 3ª persona, situado fuera del relato (heterodiégetico). Se trata, pues, de un narrador objetivo de la novela moderna, que renuncia a la omnisciencia narrativa, que no sabe más que los personajes.
Las analepsis permiten introducir, en las horas de espera monótona del cuartel, la vida de las cinco mujeres, de sus familiares y de los guardias. Los relatos evocados empiezan en la infancia de las mujeres y el narrador da noticia de tres hitos importantes de la España reciente: la proclamación de la 2ª República en 1931; la revolución de octubre de 1934 y la guerra civil de 1936.
El narrador observa el mundo a través de sus ojos-y con la memoria-de sus personajes, de esta forma nos ofrece la vivencia que de esos hitos históricos ha tenido cada uno de los personajes y su pervivencia en la memoria y en el destino posterior de los mismos.
Conocemos la historia de todos los habitantes del cuartel a través de las cinco analepsis, pero falta la “pre-historia” del cabo Francisco Santos, el único soltero de los guardias del cuartel; por tanto la vida del cabo tendrá que contárnosla él mismo. Así pues, en el último capítulo,”Crepúsculo”, el cabo Santos cuenta a su pareja, el número Guillermo Arenas,la historia de su infancia cuartelera, de su vocación de músico militar truncada por la guerra civil. Pero en el tiempo vivido del último capítulo el cabo Francisco Santos está muerto y no es verosímil que los muertos cuenten historias. Aldecoa recurre a una anacronía de segundo grado: desde el tiempo vivido, al crepúsculo cuando la comitiva fúnebre penetra en el cuartel, retrotrae la ficción a la mañana de ese mismo día, cuando las dos parejas (Baldomero y Cecilio), Francisco Santos y Guillermo descienden del cuartel para la feria y el cabo Francisco Santos distrae la monotonía de la marcha con el recuerdo de la adolescencia. Sería, pues, un relato dentro del relato.
El ritmo narrativo es uno de los recursos que Ignacio Aldecoa utiliza para reflejar la monotonía y la lentitud de la espera. El ritmo del tiempo vivido es lento, mientras que el del tiempo evocado es mucho más rápido, pues es el relato por lo menos de unos 20 años, desde la infancia de las mujeres hasta sus bodas. El relato del tiempo vivido es continuamente suspendido por el relato evocado y así prolonga su duración y hace que el tiempo vivido tenga un ritmo todavía más lento.
EL ESPACIO: La acción de la novela se desarrolla en un pueblo de Castilla La Nueva, dentro del perímetro de un castillo convertido en Casa-Cuartel de la Guardia Civil, situado en lo alto de una loma y cerca del pueblo. Tan solo el asesinato se produce en la feria del pueblo vecino.
Luego a través de las evocaciones de los personajes, sobre todo de las cinco mujeres y el cabo, se nos presentan otros espacios tanto rurales como urbanos. Cabría destacar entre ellos a Madrid. Esos dos espacios nombrados tienen un valor simbólico importante para la novela. El castillo simboliza la monotonía, la soledad, el cumplimiento del deber y la falta de futuro. Madrid, en cambio, simboliza la salida, el espacio soñado y deseado, la libertad para los personajes y el futuro para sus hijos.
Además el castillo-cuartel (las murallas) comprendería el espacio de toda España y simbolizaría la situación político-social de los años 50 y extendiendo más el diámetro de la circunferencia simbolizaría la existencia humana (el “ser para la muerte”) de las corrientes existencialistas de la época.
PERSONAJES. En “El fulgor y la sangre” el protagonista es colectivo y lo forma el grupo de habitantes de la casa-cuartel con un pasado similar, con sus diferencias, un presente común y un previsible destino análogo. Los leitmotives son la soledad, la monotonía, la desesperanza, el hastío y la necesidad del traslado.
Pero, a pesar de ello, tenemos personajes principales en lo individual, que son las cinco mujeres, después los 6 guardias civiles y con mucha menos importancia los niños.
Los personajes secundarios del tiempo vivido serían el cura, el alcalde y el cartero.
Los personajes del tiempo evocado constituyen una prolongación de las mujeres en su entorno familiar durante su infancia o adolescencia; entre ellos tendríamos a Juan Martín, padre de Felisa, el hermano mayor de Felisa y Paulino.
Las mujeres: Felisa era la mujer de Ruipérez, trabajadora desde muy joven. A Sonsoles le gustaba mucho hablar con Felisa. Tiene bondad, egoísmo y religiosidad. María es la más culta e inteligente, maestra de profesión, que no ejerce por los sucesivos traslados de su marido. Está frustrada en su maternidad. Carmen, histérica y agresiva con hábitos arrabaleros. Ernesta es la más joven de todas, infantil y con falta de personalidad.
Los hombres están menos caracterizados. A (Regino) Ruipérez, porque no le gusta que le llamen por el nombre, le gusta la caza y a Baldomero la pesca. El cabo Santos suele ser inflexible con la ordenanza y todos aparecen encadenados al deber. Todos tienen estas cualidades: honestidad, gravedad y una formación patriótica y militar acorde con los tiempos.
En cuanto a los niños, ninguno destaca por una personalidad definida. Son inocentes, ingenuos y se entregan a los juegos y a las travesuras, aún siendo hijos de guardias, ajenos a las preocupaciones de los mayores.
Por último el personaje de los gitanos es marginal. Se les presenta como hábiles y astutos en la trata de ganado, además de pendencieros e impulsivos en sus reacciones.
Estos personajes son perdedores materiales y morales, todavía en la postguerra, perteneciendo al bando vencedor y representándolo desde puestos de autoridad. Pero ¿qué ganaron estos vencedores? ¿Son vencedores o vencidos?
Una constante marca la vida de estos personajes: la necesidad del traslado, salir del castillo, buscar otra realidad, aunque pueda ser parecida, sobre todo pensando en el futuro de los hijos y Madrid está en el deseo de todos.
SIGNIFICACIÓN: Jesús Mª Lasagabaster, en “La novela de Ignacio Aldecoa: De la mimesis al símbolo”. SGEL. Madrid, 1978, propone tres niveles de significación en “El fulgor y la sangre”:
1. El nivel tópico-anecdótico en el que “El fulgor y la sangre” es una novela sobre la Guardia Civil.
2. El nivel socio-histórico que haría referencia a la historia contemporánea de la España inmóvil.
3. El nivel filosófico-existencial, en el que el espacio-tiempo de la vida en el castillo casa-cuartel se convierte en metáfora universal de la existencia humana.
En cuanto al primer nivel la intención de Aldecoa no es representar el tópico de la guardia civil y el gitano, sino destruirlo, dándole sentido. En efecto en este nivel tenemos el tiempo real de la anécdota que son la nueve horas que van del mediodía al crepúsculo, de un día del mes de julio de 1952. Sobre ese tiempo vivido se asienta el primer estrato semántico de la novela: la monotonía alienante de la vida en un aislado cuartel de la Guardia Civil en un pueblo de Castilla La Nueva. Esta monotonía se ve alterada por la muerte de un guardia por un gitano, cuando hacía el servicio en la feria de un pueblo cercano. La noticia, que se comunica por teléfono, va sacudiendo a la gente del cuartel, primero a los dos guardias y luego a las cinco mujeres.
A la hora del crepúsculo el guardia Ruipérez, desde el puesto de guardia, descubre que en las angarillas, dos campesinos sostienen el cadáver del cabo Francisco Santos. En este nivel tópico-anecdótico el novelista se ha fijado en la vida diaria del cuartel, en el traslado como única salida para el porvenir de los hijos, los riesgos del oficio y la conciencia del deber; y todos estos elementos contribuyen a hacer verosímil la historia que se cuenta. Según esto “El fulgor y la sangre” puede ser considerada como una novela sobre la Guardia Civil.
Pero hay otro sentido más importante, que se produce a medida que avanza la escritura del texto novelesco. Así tendríamos el nivel socio-histórico y mediante las cinco historias de las mujeres, la vida del cuartel se inserta en un devenir histórico. Aldecoa sitúa-como se ha dicho- la acción de la novela en el presente histórico, en la tarde del 22 de julio de 1952 y por medio de las “pre-historias” de los personajes da perspectiva y significación histórica a lo ocurrido ese día en el cuartel.
Todos los habitantes adultos del cuartel han sufrido la guerra, algunos, incluso, han sido combatientes (Pedro, Cecilio,Ruipérez) y de la dureza de la guerra este colectivo humano ha coincidido en la vida dura del cuartel y en este sentido podemos decir que el cuartel es la imagen literaria del resultado histórico de la guerra civil. Es como si las murallas del castillo en ruinas, donde está ubicado el cuartel se ensancharan hasta abarcar toda la extensión de España y los habitantes del castillo son la generación que en la España de 1952, en plena autarquía, desea y sueña una salida hacia la libertad.
Probablemente Aldecoa ha plasmado en la ficción novelesca sus propias frustraciones y su amargura de intelectual, nacido en 1925 y condenado a vivir dentro de las murallas de ese castillo simbólico.
El castillo (casa-cuartel) del “El fulgor y la sangre”, monotonía y angustia para las mujeres, presente sin futuro para sus hijos, vendría a ser una interpretación metafórica de la España de los primeros 50, vista con los ojos de Aldecoa, intelectual y escritor para quien el oficio de escribir se identificaba con el tener una actitud ante el mundo (“Ser escritor es, antes que nada, una actitud en el mundo” .Luis Sastre. Entrevista a I. Aldecoa, en “Destino”, dic. 1955).
En este espacio-vida ,el cuartel funciona a nivel claramente connotativo, los personajes pierden su individualidad, se socializan y pasan a significar una situación colectiva. Pasan a ser la pobre gente de España, marcada por la guerra, y condenada a vivir, entre la frustración y la espera, el hastío material y espiritual, limitado a los lados por las murallas y por arriba por inmenso cielo azul.
Y por último el nivel filosófico- existencial: La casa-cuartel como metáfora de la existencia. Así el espacio del castillo., con sus connotaciones de encierro, de aislamiento, soledad y angustia se convierte en espacio-límite, donde el hombre es enfrentado a su propia condición humana. Sobre ese espacio desolado del castillo sobrevuela la realidad de la muerte, unificando los diferentes tiempos de la historia; el presente sacudido por la noticia del asesinato del cabo y convertido en angustiosa espera, hasta conocer la identidad del guardia muerto; el pasado, cuya evocación de la guerra, que mata vidas o trunca proyectos de vidas, y el futuro, donde la muerte se identifica con el traslado (llega la noticia del traslado del cabo Francisco Santos) ,y como dice Carmen: “Parece que se han dicho: ésos se tienen que quedar aquí hasta que se mueran”(198).
El desenlace es agridulce, de alivio momentáneo, porque ninguna de las mujeres ha quedado viuda, pero su vida sigue abocada, de nuevo, al sufrimiento, la soledad y la angustia del presente. El nombramiento del otro cabo supone el restablecimiento del orden alterado y cierra cualquier esperanza a la novela.
“El fulgor y la sangre”, novela social, existencial y neorrealista, se encuadra dentro del realismo simbólico en el que los espacios, las historias y los personajes no se definen por lo que son, sino por lo que significan, así el castillo actúa como metáfora de la España de los años cincuenta y de la condición humana en general
La novela, por otra parte, fue muy bien acogida por la crítica más responsable (Alborg, J.L.,1962, Nora, 1973, Soberano, 1975, Lasagabaster, 1978, Sanz Villanueva, 1980, Esteban Soler, 2004) y desde su publicación en diciembre de 1954 ha sido reeditada por la editorial Planeta en múltiples ocasiones; también ha sido publicada por el Círculo de Lectores, 1969 y por Espasa-Calpe, 1996 y 2004; y es una pena, que una obra de calidad literaria indudable, esté descatalogada en este momento (diciembre de 2009).
NOVELAS DE IGNACIO ALDECOA:
El fulgor y la sangre(1954), Con el viento solano(1956), Gran Sol (1957), Parte de una historia (1967)
BIBLIOGRAFÍA:
. Aldecoa Ignacio. “El fulgor y la sangre” (prólogo de José Manuel Caballero Bonald)
Colección Austral. Madrid, 1996. Ejemplar de lectura y citas.
. Esteban Soler Hipólito. “Configuración y lectura de El fulgor y la sangre : Publicaciones de la U. de Málaga, 2004
. Lagasabaster, Jesús Mª. “La novela de Ignacio Aldecoa: De la mímesis al símbolo”.SGEL. Madrid, 1978
. Lytra Drosoula. “Aproximación crítica a Ignacio Aldecoa” (Compilación e introducción)Selecciones Austral. Espasa-Calpe. Madrid, 1984
. Nora Eugenio de .”La novela española contemporánea (1939-1967)”. Segunda edición ampliada. Gredos, Madrid, 1973
. Villanueva Darío.“Estructura y tiempo reducido en la novela”. Anthropos. Barcelona, 1994.
Madrid, 3 de diciembre de 2009
miércoles, 28 de octubre de 2009
NUEVA LECTURA DE "LA FAMILIA DE PASCUAL DUARTE"
El futuro premio Nobel de Literatura 1988 escribió “La Familia de Pascual Duarte” entre 1940 y enero de 1942 en la oficina del Sindicato Nacional Textil, donde trabajaba como escribiente. También escribió la novela en casa de su novia (Mª del Rosario Conde Picabea con quien se casaría en 1944) y la concluyó en su casa, en la cama, con motivo de una seria enfermedad: “A fines de 1941 (…)caí enfermo. Mi novela estaba no sé si casi terminada o aún por su mitad, o poco más. Lo cierto fue que el día de Reyes de 1942 llamé a mi madre, le pedí los cuadernos donde la iba escribiendo y redacté-para poner punto final- las cartas del cura y del guardia civil”[1].
Una vez terminado el manuscrito viene la búsqueda obligada de editor, que fue laboriosa. Y uno de los primeros lectores y entusiasta del manuscrito fue José Mª de Cossío, a quien regaló y dedicó el manuscrito: “Para José Mª de Cossío, culpable máximo de que esto haya llegado a publicarse, con un abrazo de Camilo José Cela (firma). Fecha en números romanos 1941”[2]. Cossío trata de buscar editor. Pero en el peregrinaje por la editoriales, Cela, cita tres rechazos: la Revista de Occidente, que aduce que hay escasez de papel; Afrodisio Aguado: usted todavía es joven y puede cambiar de oficio; Ediciones Cigüeña de Fermina Bonilla: “-Mire, su libro está muy bien, pero yo no se lo puedo editar(…) de su libro no se vendería más allá de diez o doce ejemplares” (Ob. Cit, 14); pero antes de que prosperaran las recomendaciones de José Mª de Cossío con el editor catalán José Janés, se cruza el joven médico Rafael Aldecoa, hijo del general Aldecoa fundador de la Editorial Aldecoa de Burgos y le dijo:“Yo te la edito”(15)
Así pues, continúa C.J.C.. “Pascual Duarte nació para mí (…), el 28 de diciembre de 1942 (…) en un garaje que hay en la calle Alenza, número 20 (…)y que se llama Continental-Auto” (15), línea de autobuses que hace el servicio de Madrid a Burgos y viceversa, transportando viajeros y equipajes. Ese día C.J.C. recibió 100 ejemplares de la edición corriente y 10 en papel de más calidad.
Ya tenemos en la calle la 1ª edición (tan deseada) de “La familia de Pascual Duarte” impresa en Burgos, en la imprenta Aldecoa, Diego de Siloé, 20, Burgos. La portada lleva una viñeta sobre un dibujo de Domingo Viladomat, donde se ve a Pascual Duarte afanado con sus cuartillas y aparece, también, una horca diminuta. Se tiran 1500 ejemplares. La crítica le fue favorable (Enrique Azcoaga, Juan Sampelayo, Miguel Pérez Ferrero, Ernesto Jiménez Caballero). Pío Baroja también elogia la novela, aunque se había negado a prologarla: -“No, mire, si usted quiere que se lo lleven a la cárcel vaya solo, que para eso es joven. Yo no le prologo el libro”(17).
Antes C.J.C. había leído algún capítulo a sus amigos en el Café de Gijón y pocos días antes de su publicación había aparecido el primer capítulo en “El Español”.
La 2ª edición, también por Aldecoa, salió en noviembre de 1943 y fue la que retiró la censura; pero en 1945 fue autorizada otra vez. Luego vendría la edición de Emecé en Buenos Aires, que sería la 3ª y la cuarta edición vería la luz en 1946 en la editorial Zodiaco con prólogo de Gregorio Marañón. Esta edición de Zodiaco es casi idéntica a la 1ª con alguna corrección hecha por la mujer y colaboradora del novelista, estos son los cambios: 1ª edición: “la senté a la grupa de la yegua del señor Vicente, que para eso me la había prestado” y en la edición de Zodiaco: “la senté a la grupa, que enjaecé con los arreos del señor Vicente, que para eso me los había prestado”(25), porque no era lógico que P. Duarte llevara a su mujer, Lola, en su viaje de novios en la yegua del señor Vicente y que luego la matara Pascual a puñaladas en la cuadra, como consecuencia del aborto de su mujer. También Pedro de Lorenzo (“Y al oeste Portugal”) advierte: 1ª edición: “Al tren lo fui a coger a Trujillo” y en Trujillo no hay tren; edición de Zodiaco: “Al tren lo fui a alcanzar en Don Benito”(26,27).
Después vendría la 1ª edición en la editorial Destino (Colección Áncora y Delfín, nº. 63), que sería la 5ª, en 1951, que se considera definitiva y sale el artículo: “Andanzas europeas y americanas de Pascual Duarte y su familia”, que había publicado C.J.C. en la revista “Bibliofilia” de Valencia en ese mismo año y el prólogo de Gregorio Marañón. No obstante C.J.C. en “Pascual Duarte en limpio”, dice: “Su texto original queda fijado(…) en esta edición y a ella procuraré remitirme siempre que lo necesite”[3], y firma esta introducción el 23 de agosto de 1960 en Palma de Mallorca; aunque luego CJC consideró la versión definitiva el tomo 1º de la O.C. en Destino en 1962.
Después de que la crítica le fuera favorable, el 2 de enero de 1943 le dieron un banquete en el Café nacional de la calle Toledo de Madrid. Asistieron al agasajo José García Nieto, Enrique Azcoaga, Víctor Ruiz Iriarte (a quien dedica la novela editada), Fernando Diaz-Plaja, Pedro Mourlane Michelena y otros.
También tuvo críticas desfavorables en torno a su moralidad, no a su calidad literaria, así la revista “Ecclesia” dice:”Obra literaria notable; no se debe leer, más que por inmoral (…) por repulsivamente realista” (1944)[4]. En 1952, el Secretariado de la Junta Nacional de Acción Católica mantenías aún su calificación de: Dañosa. No se debe leer.
Realizado este recorrido por la andadura inicial de “La familia de Pascual Duarte”, veamos cuál es su argumento:
Pascual Duarte es un campesino extremeño, tiene 55 años y espera en su celda ser ajusticiado e inicia así la escritura de sus memorias: “Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo”[5]. Ha nacido en un pueblo de Badajoz, Torremejía, cerca de Almendralejo. Es hijo de una mujer desabrida y violenta y de un padre áspero, brusco y alcohólico, que muere el día que la madre da a luz un nuevo niño.El medio sórdido y miserable en el que se cría parece ir determinando su vida. Los cinco primeros capítulos nos informan de la vida de Pascual y de su difícil infancia. El capítulo sexto es una reflexión del condenado sobre la muerte y la felicidad de vivir. En los capítulos restantes se suceden los crímenes.
Primero viola a su novia y la deja embarazada. Se casa. Apuñala a la yegua porque su mujer ha perdido el niño que llevaba en el vientre de una caída del animal. Tiene un segundo hijo que morirá a los once meses. Vive Pascual con su madre, su mujer y su hermana ,que ejerce la prostitución.
En el capítulo 13 hay una nueva pausa reflexiva. Pascual se confiesa con el capellán de la cárcel. Continúa el relato de su pasado y cuenta cómo se marcha a Madrid y luego a
Estructura:
El artificio formal aleja al autor del texto y al mismo tiempo permite esa intimidad de la 1ª persona que tanto ha contribuido al logrado tono del relato.
Por otra parte la estructura de la novela es el cuadro que Cela enmarcó con 8 documentos complementarios, simétricamente dispuestos, al principio y al final de las memorias.
Veamos los cuatro primeros:
Una “Nota del transcriptor”(narrador ajeno al relato principal)en cursiva, que nos informa de cuándo y dónde encontró el manuscrito y en la que nos presenta a Pascual Duarte como “un modelo de conductas; un modelo no para imitarlo, sino para huirlo”(100).
Una “Carta anunciando el envío del original” dirigida a don Joaquín Barrera López, amigo del conde de Torremejía, víctima del último asesinato de Pascual, fechada el 15 de febrero de 1937 en la cárcel de Badajoz, donde espera la condena a muerte.
Una “Cláusula del testamento ológrafo otorgado por Don Joaquín Barrera López”, cuyo narrador es ajeno al relato, y que hace verosímil el hallazgo del manuscrito en una farmacia de Almendralejo a mediados de 1939.
Luego hay un cuarto documento que es la dedicatoria por parte de Pascual Duarte: “A la memoria del insigne patricio don Jesús González de la Riva, Conde de Torremejía, quien al irlo a rematar el autor de este escrito, le llamó Pascualillo y sonreía” P. D.
Luego ya vendría el cuadro de la novela que son las memorias de Pascual Duarte y su familia, que comprenden diecinueve piezas sin numeración en las primeras ediciones, aún en la 1ª edición de Destino de 1951, aparecen los capítulos sin numerar.
Pascual Duarte trata de revisar su vida desde la soledad de la cárcel, mientras espera que lo ejecuten. La forja de Pascual en el crimen se ve condicionada por el ambiente de degradación, violencia, pobreza y primitivismo que le rodea. Además del ambiente-la tierra pobre e injustamente repartida- la herencia le es del todo desfavorable: el padre estuvo en la cárcel por contrabandista, “era áspero y bronco”. La madre que vestía siempre de luto y se emborrachaba con frecuencia, “era desbrida y violenta”; además el padre maltrataba a la madre.
Pascual Duarte con escasa instrucción escolar, de naturaleza primitiva asiste a continuas lecciones de violencia : la del “Estirao”, chulo de su hermana Rosario, la del señor Rafael, amancebado con su madre tras la muerte de su padre, hacia su hermano Mario.
En esta situación Pascual emprende su carrera de criminal nato. Apuñala a Zacarías, tras una disputa en la taberna de Martinete el Gallo, a su regreso del viaje de novios a Mérida. Mata a navajazos a la yegua que descabalga su mujer provocándole un aborto. Mata a la perra “Chispa”, porque su mirada era el epítome de las otras miradas (la de la madre y la de Lola) y no las soporta. Mata al “Estirao”en venganza del honor ultrajado de su hermana Rosario y de su propia mujer, que esperaba un hijo del “Estirao”. Pascual mata a navajazos a su madre por los continuos reproches y por el odio contenido y sobre todo por la sinrazón: el hijo infame se venga de su propio origen. Y Pascual mata al conde de Torremejía(no se explica el motivo), corolario de su vida criminal y causa inmediata de su condena a muerte.
Los crímenes de Pascual Duarte, desde su memoria, tienen justificación narrativa. El asesinato del “Estirao”- narrado en el capítulo 16-ya está anunciado en el capítulo 3, cuando el “Estirao” cruza la cara a Rosario con una vara de mimbre:”Aquel día se me clavó una espina en un costado que todavía tengo clavada. Por qué no la arranqué en aquel momento es cosa que aún hoy no sé”(126-127).
El asesinato de su madre se va incubando por los malos tratos que la madre le da a Mario (capit,12). También la muerte de Pascualillo, el hijo de Pascual Duarte, justifica el matricidio, porque Pascual cree que se debe a una maldición de la madre y de Lola. La muerte del hijo es un hecho crucial, que obsesiona al protagonista e impide para siempre sus posibilidades de futuro.
Por último el asesinato del conde de Torremejía también tiene su justificación, no tanto social, sino porque don Jesús González de la Riva había sido a lo largo de su vida lo contrario de Pascual y por tanto ajustando las cuentas con su propio destino personal, el campesino Pascual asesina al conde de Torremejía, el cacique local. Debió ser un acto al que le condujo el odio, pero las memorias de Pascual se interrumpen de forma abrupta y no nos informan de nada. Pascual guarda silencio al respecto.
Al finalizar las memorias de Pascual Duarte aparecen 4 documentos ajenos a la narración-confesión del protagonista. Cerrado el cuadro,aún nos queda la otra parte del marco, los otros 4 documentos complementarios finales, que son:
“Otra nota del transcriptor”, en cursiva, en la que se nos informa que Pascual Duarte debió estar en la cárcel de Chinchilla por el asesinato de su madre desde el 10 de febrero de 1922 hasta 1935 ó 1936, saliendo del penal antes de estallar la guerra civil. También se nos informa que en los días de la revolución en Torremejía, nada se sabe de Pascual, salvo que asesinó a don Jesús González de la Riva, crimen por el que está condenado a muerte.
Por último el transcriptor conjetura que la carta-prólogo de Pascual Duarte a don Joaquín Barrera López coincidiría en el tiempo con la redacción de los capítulos 12 y 13 del relato de Pascual Duarte. De las pesquisas del narrador nacen otros dos documentos, a saber:
Una carta firmada por Santiago Lurueña, Presbítero, capellán de la cárcel de Badajoz y desde el punto de vista del cura los últimos momentos de la vida de P. D. fueron muy cristianos, sólo a última hora de descompuso un poco. Se trata de la opinión de un hombre desde la caridad cristiana.
Una cara firmada por Cesáreo Martín, el guardia civil que le custodió en la cárcel de Badajoz. Cesáreo Martín nos muestra una perspectiva diferente. Pascual Duarte en sus últimos momentos se comportó como un cobarde y además le tilda de loco: “De la salud de su cabeza no daría yo fe aunque me ofreciesen el Dorado, porque hacía tales cosas que a las claras atestiguaba su enfermedad” (225).
En esta carta también se habla de la misiva que Pascual Duarte escribió a Joaquín Barrera López: “-Cuando me lleven, coge usted esta carta, arregla este montón de papeles, y se lo da todo a ese señor”(226). También deducimos que las memorias de Pascual Duarte se publicarán y suponemos que el transcriptor le ha prometido un ejemplar por su colaboración , porque el guardia civil le pide otro para el teniente de la línea: “Le ruego que si le es posible me envíe dos libros, cuando estén impresos”.(227)
Y un último documento , que es la frase final del transcriptor en cursiva. ¿Qué más podía añadir yo a lo dicho por estos señores?(227) y la fecha de conclusión de la escritura: “Madrid, enero de 1942”.
Y todo este marco , siguiendo el juego narrativo que nos presenta Cela para reforzar la autenticidad del relato con el mayor apoyo documental.
En cuanto al punto de vista “La familia de Pascual Duarte” se presenta como una novela autobiográfica en la que Pascual escribe sus memorias en 1º persona, por lo que actúa como narrador-protagonista.
Además hay otros dos narradores (testigos) que fueron testigos de la muerte de Pascual: el sacerdote que le confesó, don Santiago Lurueña, y el cabo de la Guardia Civil, Cesáreo Martín; cada uno de ellos ofrece una versión diferente de la muerte de Pascual.
Tenemos otro narrador en don Joaquín barrera López (“Cláusula del testamento ológrafo…”) que tendría estas funciones: a) justificar la autenticidad del relato: “el paquete de papeles(…) atado con bramante y rotulado en lápiz rojo: Pascual Duarte” b) introducir el punto de vista del censor: sea dado a las llamas(…) por disolvente y contrario a las buenas costumbres”; aunque deja la posibilidad que si sobrevive 18 meses, quien lo encuentre disponga de él según su voluntad
Pero aún hay otro narrador: el transcriptor, que da a la imprenta las memorias de Pascual Duarte y le llamaremos el narrador oculto. Este narrador omnisciente permanece oculto para que su personaje pueda ofrecer su propia visión de los hechos.
En cuanto al tiempo podemos observar que el relato va desde la infancia de P.D. hasta el asesinato de su madre y su salida posterior de la cárcel en 1935 ó 1936 y ocupa unos 53 años, mientras que el tiempo que tarda en escribir las memorias en la cárcel de Badajoz, por el asesinato de Jesús de la Riva, es de unos 5 meses, hasta su ejecución en 1937. De hecho el protagonista da la última noticia directa de su vida en la carta que adjunta al manuscrito de sus memorias, fechada el 15 de febrero de 1937 en la cárcel de Badajoz. Al final el tiempo del relato y el tiempo del narrador confluyen. Sin embargo hay otras notaciones temporales relacionadas con la muerte de don Joaquín Barrera, el destinatario de sus memorias en mayo de 1937; el hallazgo del manuscrito a mediados de 1939 por parte del transcriptor en una farmacia de Almendralejo y por último la nota final del transcriptor en la que se incluyen las dos cartas en las que se cuenta desde diferente perspectiva la muerte de P.D., fechadas en 1942.
En general el tratamiento del tiempo no ofrece complejidades significativas, pero introduce algunos saltos temporales, como la muerte de la Chispa contada en el capítulo 1, cuando el suceso debió producirse en los capítulos 11ó 12, después de la muerte de Pascualillo o cuando en el capítulo 3 Pascual relata la juventud de su hermana Rosario, dice a principio del capítulo 4: “Usted sabrá disculpar el poco orden que llevo en el relato, que por eso de seguir por la persona y no por el tiempo me hace saltar del principio al fin.(…) ya que lo suelto como me sale y a las mientes me viene, sin pararme a construirlo como novela”(128).
Por lo que respecta al espacio, los hechos principales que se narran transcurren en el pueblo del protagonista, Torremejía, situado a unas leguas de Almendralejo, y en los penales donde paga sus crímenes o donde será ajusticiado a garrote vil (cárcel de Badajoz). También P.D. pasa días de luna de miel en Mérida, sin duda los mejores de su vida. Después probará fortuna en Madrid, donde pasa 15 días y luego va a
LOS PERSONAJES:
Pascual Duarte es el personaje protagonista de la historia y aparece en todos los capítulos. Tiene 55 años cuando escribe sus memorias. Asistió a la escuela hasta los 12 años. Se casó con la Lola en primeras nupcias, que tuvo un aborto, luego un hijo,Pascualillo, que murió a los 11 meses, por lo tanto estamos ante un individuo primario, instintivo privado de la paternidad. Después del aborto inicia su carrera de criminal matando a la yegua y un poco antes había apuñalado a Zacarías, porque había atentado contra su honor. Mata al “Estirao”por el adulterio con su mujer y por chulear a su hermana; y ya en el culmen de su carrera asesina a su madre y como colofón al conde de Torremejía.
Pascual Duarte se relaciona con todos los personajes que aparecen en el relato y tenemos un personajes principales como el padre de Pascual, Lola, El Estirao, Rosario, la madre , Jesús González de
Los personajes femeninos tienen mayor relevancia en el relato: Rosario, Lola ,Esperanza, la madre, la señora Engracia y hasta la Chispa y la yegua. Comencemos por la madre.
La madre(personaje innominado, es el único personaje cuyo nombre ignoramos) es “larga y chupada”, tez cetrina, mejillas hondas, desbrida y violenta. Analfabeta, Adúltera, engaña a su marido con el señor Rafael, padre de Mario; después de la muerte de Pascualillo le hará la vida imposible a P.D., junto con Rosario y Lola. Recibe fríamente a Pascual cuando vuelve de la prisión. La madre por ser la antítesis de una madre alimenta el odio del hijo, que terminará asesinándola al final de la novela.
Lola: La primera mujer de P.D. Es una campesina saludable, alta y morena de tez y de pelo, ojos con mirada profunda, carnes prietas y senos abundantes. No ama a Pascual con ternura. Su mentalidad es primitiva. No distingue entre el bien y el mal, actúa por impulsos. Es muy fuerte en ella el instinto reproductor. Tenía 21 ó 22 años cuando Pascual, con 28 ó 30, la viola en el cementerio sobre la misma tumba de su hermano, recién enterrado. Se casa embarazada y a raíz de la pérdida de sus dos hijos cambia de carácter , se vuelve agresiva y culpa a Pascual de las desgracias gritándole: “¡Parir para que el aire se lleve lo parido, mal castigo te espere!”(170). Muere repentinamente, cuando Pascual regresa de La Coruña y está embarazada del “Estirao”.
Rosario: La hermana de Pascual. Es inteligente, pero ladrona y alcohólica. Tiene claro desde muy joven que no quiere vivir las miserias de su casa y con 14 años se marcha a ejercer la prostitución. Rosario aparece en los momentos importantes de la vida de Pascual, hace de madre con su hermano Mario e incluso de Pascual, al que le brinda comprensión y compañía emocional. Rosario carece de autoestima y considera normal recibir malos tratos del “Estirao”. Acepta el mundo sin analizarlo.
Paco López, el Estirao, llamado así porque andaba muy “derechito”. Guapo mozo con un ojo de vidrio, alto, medio rubiales, juncal”. Era un rufián, vivía de las mujeres. Es un tipo violento y mantiene relaciones con Rosario y con Lola, mientras Pascual está en La Coruña. Es asesinado por Pascual.
Don Jesús González de la Riva, conde de Torremejía, que es a quien dedica Pascual sus memorias y última de sus víctimas.
Otro personaje principal que se menciona en la novela es el odio y que determina los actos de Pascual. Aparece primero en forma de rabia contenida, pero a partir de la muerte de su hermano Mario se transforma en odio. A medida que avanza el relato el odio inunda el alma y el cuerpo de Pascual. Por eso el asesinato de su madre supone para Pascual una liberación.
Luego vendrían los personajes secundarios con algún protagonismo en el relato y tendríamos al padre de Pascual, Esteban Duarte Diniz, portugués, contrabandista, de carácter áspero, brusco y muy violento; de escasa cultura, borracho y pendenciero. Solía maltratar a su familia. Sabe leer, eso le hace sentirse superior a su mujer. Su muerte coincide con el nacimiento de Mario. Su muerte se produce por la enfermedad que le trasmite un perro: la rabia. Muere abandonado por todos.
El señor Rafael, amante de la madre de Pascual y padre de Mario. Es un personaje bruto y violento, sobre todo con su hijo disminuido, Mario. Al morir el padre de Pascual se queda en la casa familiar.
Mario: Segundo hermano de Pascual. Nace cuando él tiene 17 ó 18 años. Es hijo del señor Rafael. Disminuido y murió con 10 años. Su vida está marcada por la desgracia: sufrió un sarampión atroz, a los cuatro años unos cerdos le comen las orejas, su padre le maltrata y muere ahogado en una tinaja de aceite. Sólo sonrió una vez cuando después de recibir una patada de su madre, ésta lo durmió acariciándolo.
Pascualillo, hijo de Pascual y de Lola. Sólo vivió 11 meses y frustra los sueños del protagonista: su supervivencia
Esperanza: Sobrina de la señora Engracia, la partera, será la segunda mujer de Pascual. Tenía 32 años cuando se casó con ella. Es la primera mujer a la que Pascual da un beso de amor. La madre de Pascual no la podía ver ni en pintura.
La señora Engracia, medio bruja y partera. Suele asistir a la familia de pascual y a su mujer Lola.
Don Conrado, director de la prisión de Chinchilla. Es un hombre bueno y comprensivo, que ayuda a pascual a salir de la cárcel por primera vez.
Don Santiago Lurueña, capellán de la prisión de Badajoz, que confiesa a Pascual poco antes de ser ejecutado, y al final escribe una carta al transcriptor, contando la muerte de Pascual.
Cesáreo Martín, número de la guardia civil, que conduce a Pascual al patíbulo y escribe una carta al transcriptor, siendo cabo, explicando la muerte de Pascual e interesándose por la novela cuando esté publicada: “Le ruego (…) me envíe dos libros, en vez de uno, cuando estén impresos. El otro es para el teniente de la línea”(227).
Luego hay otros personajes esporádicos o anecdóticos que apenas intervienen y son : Nieves la Madrileña, La Elvira, La Apacha, la madre de la Lola, los vecinos y el señor Gregorio (jefe de la estación) .
Lengua y estilo: Antonio Zubiarre acuñó el término de “tremendismo” para definir el nuevo estilo de la novela de Cela, y Ángel del Río lo define así: “Un realismo que acentuaba las tintas negras , la violencia y el crimen truculento, episodios crudos y a veces repulsivos, zonas sombrías de la existencia”[6]. Cela tacha el término de “etiqueta estúpida que hizo fortuna”[7] y lo define como “la sanguinaria caricatura de la realidad”.
Por otra parte esta corriente tremendista, sin el matiz peyorativo, no es nueva en la literatura española, habrá rasgos tremendistas en “La Celestina”, en la novela picaresca, en “Luces de Bohemia” y en la trilogía de Baroja “La lucha por la vida”.
En cuanto a la lengua podemos ver en “La familia de Pascual Duarte” una estupenda adaptación del lenguaje a sus personajes, como sucede con el transcriptor, el sacerdote o el guardia civil y por supuesto con el propio Pascual Duarte.
Hay un predominio del estilo coloquial con abundantes refranes y dichos populares. También es frecuente el uso de diminutivos, típicos del habla popular. Pascual Duarte los utiliza con carácter afectivo, y a veces con connotaciones despectivas.
También aparecen vulgarismos como: “Me conocía la carácter, la respeto habíasela ya perdido tiempo atrás, voy a ver de empezar de nuevo, la Rosario”.
Los diálogos son cortos y con frases sencillas y reproducen el habla viva de la gente del pueblo (sin términos malsonantes). En la novela hay un único monólogo interior, que reproduce los pensamientos y las frustraciones del personaje. Aparece en el pasaje en que Pascual contempla a su madre dormida: “Pensé cerrar los ojos y herir(…) Había que herir con los ojos bien abiertos, con los cinco sentidos puestos en el golpe(…) El tiempo pasaba y yo seguía allí, parado inmóvil como una estatua, sin acabar(…) No; no podía perdonarla porque me hubiera parido(…)No había tiempo que perder. Había que decidirse de una buena vez” (218-219).
Las animalizaciones son frecuentes y lógicamente tienen por objeto degradar al personaje. De su hermana Rosario, cuando era chica, dice: (…) la vi pegajosa y colorada como un cangrejo”(121) y de su hermano Mario: “el pobre no pasó de arrastrarse por el suelo como si fuese una culebra y de hacer ruiditos con la garganta y con la nariz como si fuese una rata” (130).
Las sensaciones olfativas están muy presentes en el relato, así declara lo que le sucedió en el viaje a la capital para entrar en quintas: “(…) anduve todo el día de Dios desazonado, venteando los aires como un perro de caza. Cuando me fui a acostar, olí mi pantalón de pana(…) Quité la almohada y apoyé la cabeza para dormir sobre mi pantalón doblado”(113).
El intencionado rusticismo de la novela esconde un tratamiento literario muy cuidado y los recursos más frecuentes son: las comparaciones, las repeticiones, enumeraciones, las metáforas, el adjetivo doble o triple y el abundante uso del diminutivo.
En cuanto a los antecedentes literarios en ”La familia de Pascual Duarte” hay ecos de la novela picaresca de “El buscón” de Quevedo y del “Lazarillo de Tormes”. Gonzalo Sobejano también ha notado huellas de Baroja (de “La lucha por la vida”), de los tintes negros de Solana, de los romances de ciego y de la tragedia rural de Valle-Inclán y García-Lorca.
Significación: Es opinión unánime de la crítica que la publicación de “La familia de Pascual Duarte” supuso el punto de partida de la anquilosada narrativa de postguerra en 1942.
Eugenio de Nora (“La novela española…” III. Gredos,1973) destaca dos aspectos principales en la novela: la prosa llena de fuerza y el truculento patetismo del asunto: la vida miserable y los crímenes execrables de un campesino extremeño.
Pero los crímenes de Pascual no son “gratuitos”, son siempre respuestas instintivas provocadas por seres más repulsivos que él, salvo el conde de Torremejía.
La presencia del mal es mucho más patente en las víctimas que en Pascual Duarte. La responsabilidad del mal, que encarna nuestro antihéroe no puede imputárselo a él solo, sino a una organización social injusta, a la miseria y a la ignorancia padecidas históricamente por el pueblo y por la sociedad rural en particular.. Por lo tanto la novela, desde el punto de vista ideológico sería difusamente social, aunque ni Pascual, ni los otros personajes tengan conciencia social.
Pedro Laín Entralgo (“El azar y el destino” en “El País”, 11/10/1984) da otra interpretación a la novela y la sustenta en tres polares: el destino, el carácter y el azar.
En efecto Pascual Duarte cree firmemente en el destino: “Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte”(109). El destino es lo que hace realmente malo a Pascual y lo ha empujado al crimen. En el destino intervienen dos factores la herencia (la constitución biológica) y el ambiente (físico, el medio social y la situación histórica) ambos negativos. Con estos presupuestos Pascual se ha formado un carácter bronco, de homicida reincidente, pero todo esto es la fatal consecuencia del mundo que le tocó vivir.
Por último el azar, que es todo aquello que nos sucede y no podemos controlar; y si analizamos algunos de los eventos de la vida de Pascual, tendremos: ¿Por qué su perra le miró aquel día? ¿Por qué
Y una tercera interpretación: “La familia de Pascual Duarte” es la narración de un condenado a muerte, que confiesa sus culpas para explicar públicamente su conducta. Y ya la primera “Nota del transcriptor” advierte que esta historia “es un modelo no para imitarlo, sino para huirlo”(100). Pero Pascual a pesar de hacer un confesión pública y por tanto el destinatario serían todos los lectores, sin embargo le envía el manuscrito a un amigo de su última víctima-el Conde de Torremejía- al Sr. Barrera; y esto por una razón, porque es el único crimen sin justificación. Es el único crimen social, aunque se nos hurten las causas por las cuales remató a don Jesús.
Pascual al asesinar al conde ha encontrado un culpable distante, de otra clase social. Porque la familia de Pascual no es solo la familia de la sangre, sino la familia social, la sociedad española del momento, la que le volvió la espalda, no le dio oportunidad de emigrar y le condujo como un cordero pascual al sacrificio. Pascual Duarte es víctima de su familia carnal y de su familia social.
Porque Pascual Duarte es un hombre solo, no sólo entre las cuatro paredes de la celda, sino en la vida. Pascual sufre la soledad del emigrante (Madrid,
Pascual Duarte, dice el Dr. Marañón en el prólogo de la 1ª edición de Destino: “ Duarte es mejor persona que sus víctimas(…), que Pascual Duarte es una buena persona y que su tragedia es (…) la de un infeliz que casi no tiene más remedio que ser, una y otra vez, criminal” (38). Pascual nunca goza con el sufrimiento ajeno, lo que hace es disputar, herir y matar. Y a través de la crueldad asoma, a veces, la bondad , la piedad y el aprecio. Todo el aprecio de Pascual se concentra en su hermana Rosario, ella es la única de las tres mujeres enlutadas, que le dice que no está madito, porque su segundo hijo se haya malogrado:” Yo la quería con ternura”-dice Pascual. Rosario es quien le busca a su hermano una nueva esposa, deseando encauzar su vida.
Este contrapunto entre crueldad y piedad en la novela tiene una función moral de catarsis y expresa el odio contra una realidad injusta y el deseo de concordia, de amor, del hijo carnal y social en abandono.
Pascual Duarte nos habla desde su humana realidad de ente de ficción y nos pide un mundo, una sociedad en que su vida no se repita.
Por lo demás la novela fue un éxito literario y desde 1942 no ha dejado de editarse, de tal forma que hay un libro de Fernando Huarte Morton titulado:”La familia de Pascual Duarte”. Recuento del cincuentenario (1942-1992) y alguna papeletas más. Iria Flavia. Fundación Camilo José Cela, 1994, en el que se da noticia de las múltiples ediciones de la novela (208 ediciones, de las cuales 106 en castellano y 102 en otros idiomas).
La crítica también se ocupó de ella desde el primer momento y la bibliografía existente es muy abundante.
También es la obra literaria española más traducida, después del Quijote. Ha sido traducida a más de 50 idiomas, como muestra al caló (lengua minoritaria de la etnia gitana); a los idiomas españoles: catalán, 1956, gallego, 1962 y vascuence,1967 y al latín: “De familia Pascual Duarte”, (traducción de Bárbara Pastor de Arozena). Editorial Coloquio. (Edición bilingüe). Ediciones Clásicas .Madrid, 1990. Hay una edición en Braille (Barcelona, 1967).
Y en 1976, Ricardo Franco rodó el film, “Pascual Duarte”, basado en la novela de Cela, con José Luis Gómez como protagonista.
NOVELAS DE CAMILO JOSE CELA:
La familia de Pascual Duarte(19429, Pabellón de reposo (1944), Nuevas andanzas y desventuras del Lazarillo de Tormes (19449, La colmena (1951), Mrs. Caldwell habla con su hijo (1953), La catira (1955), San Camilo 1936 (1969), Oficio de tinieblas 5 (1973), Mazurca para dos muertos (1983), Cristo versus Arizona,( 1988), La Cruz de San Andrés (1994), Madera de boj, (1999)
BIBLIOGRAFÍA:
. Cardona Rodolfo.”Novelistas españoles de postguerra”. Taurus. Madrid, 1977
. Cela Camilo José. “La familia de Pascual Duarte”. Editorial Destino. Barcelona, 1951
“ “ “ “ “ Introducción de Adolfo Sotelo. Austral Narrativa. 3ª edición .Madrid, 2006
. Martínez Cachero José Mª.”La novela española entre 1939 y 1980. Historia de una aventura”. Edit Castalia. Madrid, 1986
. Nora, Eugenio de.“La novela española contemporánea” III. Edit Gredos. Madrid, 1973
. Urrutia Jorge. “Cela: La familia de Pascual Duarte”. SGEL. Madrid, 1982
. Zamora Vicente. “C.J.C. acercamiento a un escritor” Edit Gredos. Madrid, 1962
REVISTAS:
Insula, 518-519. Febrero-marzo, 1990 (Monográfico dedicado al Premio Nobel,1989)
Papeles de Son Armadans, CXLII, 1968. Gonzalo Soberano: Reflexiones sobre La familia de Pascaul Duarte ( pp. 19-58)
Cuadernos Hispanoamericanos, 337-338, julio-agosto de 1978.
[1] Cela Camilo José. “La familia de Pascual Duarte”.Ediciones Destino,1ª edición.Barcelona, 1951. En Andanzas europeas y americanas de Pascual Duarte y su familia. (pp. 7 y 8)
[2] . Facsímil del manuscrito de “La familia de Pascual Duarte”. Círculo de Lectores. Barcelona, 1990
El manuscrito de la novela al morir José Mª de Cossío pasó por donación a
[3] .Cela Camilo José.”La familia de Pascual Duarte”. Círculo de Lectores. Barceloa, 1972. pag.8
[4] Martínez Cachero, José Mª. “La novela española entre 1939 y
[5] . Cela Camilo José.”La familia de Pascual Duarte”.(Introducción de Adolfo Sotelo). Colección Austral Narrativa.Edit Espasa-Calpe.Madrid, 2006. Todas las citas textuales serán de esta edición. (pag.109)
[6] . Río Angel,del.”Historia de la literatura española desde 1700 hasta nuestros días”.2. Ediciones B. Grupo Z. Madrid, 1996 (pag. 537)
[7] . Amorós Andrés. “Conversaciones con Cela. Sin máscara” Revista de Occidente,XXXIII, 1971 (267-284)
viernes, 11 de septiembre de 2009
UNA LECTURA DE MÍSTER WITT EN EL CANTÓN de Ramón J. Sender
Ramón J. Sender, Chalamera de Cinca (Huesca), 1901-San Diego (California), 1982.
Ramón J. Sender escribió “Míster Witt en el Cantón” en Madrid del día 2 al 25 de noviembre de 1935; así pues empleó 23 días en la redacción, dictándosela a su mujer, Amparo Barayón, que era una excelente mecanógrafa. Dice Sender: “la escribí (recuerdo bien) en veintitrés días, espoleado por esos apremios que han conocido y sufrido todos los escritores, especialmente, en sus comienzos”[1].Quizá sufrió esos apremios por la urgencia de tener el original terminado para su presentación al Premio Nacional de Literatura (dotado con 5.000 pts), que sería fallado en los últimos días de 1935.
El tema de la obra debía tratar de un episodio de la Historia de España de la segunda mitad del siglo XIX. Sender obtiene el premio. (Se le comunica la concesión el 2 de enero de 1936). Formaban parte del jurado Antonio Machado (presidente), Pío Baroja, Pedro de Répide, Ängel González Palencia y José Montero Alonso. Una vez logrado el premio viajó a Cartagena para corregir algún error de atmósfera antes de que Espasa-Calpe publicara la novela y dedicó un par de semanas para la revisión “in situ” de la obra.
Pero lo que no cabe duda es que Sender dedicó más tiempo a la creación de “Míster Witt ..”, el autor en “Conversaciones con Ramón J. Sender” de Marcelino Peñuelas explica el proceso de gestación de sus obras.” Comienzo con un fondo confuso al que no doy importancia mayor aunque sé que sirve a la intención estructural que tenía en la voluntad y en la mente”[2]. Además Sender se documentó en obras de referencia sobre la configuración geográfica de Cartagena y para los hechos históricos del Cantón de 1873 se documentó en el libro ,”El Cantón murciano” del historiador cartagenero Antonio Puig Campillo, publicado en 1932.
La novela se publica por Espasa-Calpe el 9 de Abril de 1936, con una tirada de 3.000 ejemplares y al precio de 7 pesetas. El 18 de julio de 1936 estalla la guerra civil, que dura tres años y la victoria nacionalista llevará consigo la prohibición de las obras de Sender. Se traduce al inglés en 1937 por sir Meter Chalmers Mitchell con el título:”Mr. Witt among the rebels”. En febrero de 1965 se levanta la prohibición sobre la obras de Sender y en un par de semanas se agota la 1ª edición. Y ya en 1968 se publica la 2ª edición por Alianza Editorial y hace que se difunda ampliamente en el lector español e hispanista con sus muchas reimpresiones.
Pero por qué se presentó al premio y por qué eligió el episodio de Cartagena, además de porque lo exigía la convocatoria. Quizá se presentó al premio, al ser un escritor con obra ya publicada (“Imán”, novelas: “O.P”., “Siete domingos rojos” y “La noche de las cien cabezas”), con el objetivo de dar una mayor resonancia a su obra. Y en cuanto al tema, el episodio del cantón de Cartagena era el menos neutro del siglo XIX, ya que para la izquierda política significaba el fracaso de una ilusión. Galdós, republicano convencido, también hizo duras críticas en sus “Episodios Nacionales”: “La 1ª República” y de “Cartago a Sagunto” . En la Segunda República el Cantón es un tópico recurrente y uno de los temas predilectos del diario “La libertad” y sobre todo, cuando se cree que la República peligra. Así pues, Sender no se propuso escribir sobre el Cantón como una recreación del pasado, sino que era un tema que servía de piedra de toque para una reflexión sobre el presente, cuando se avecinaba el peligro.
Pero adentrémonos en la novela y veamos su argumento: En “Mister Witt en el Cantón” se narra la insurrección cantonal de Cartagena en 1873 durante la primera República Española, la “federal”. El relato se cuenta de dos perspectivas: una de ellas retrata la relación entre Míster Witt y su esposa Milagritos, mientras que la otra sigue los sucesos cantonales. Ambas perspectivas se van entrecruzando hasta lograr una única voz. Míster Witt es un ingeniero inglés, que vive en el paseo de la Muralla y trabaja como asesor de la Maestranza (talleres de construcción y reparación de artillería de tierra y mar cartagenera). Es un hombre racional, conservador y puritano. En contraste, su esposa Milagritos, es una española (de Lorca) pasional e instintiva, parienta de un poeta y activista revolucionario, Froilán Carvajal Rueda, que murió fusilado cinco años antes en Ibi, sin que Míster Witt moviera un dedo para evitarlo. Milagritos conserva una venda ensangrentada y un fajo de cartas de Carvajal. Míster Witt tiene una sospecha infundada de infidelidad de su esposa con el líder republicano.
Sin embargo, conforme la rebelión se va extendiendo por toda Cartagena, el carácter y el comportamiento de ambos cónyuges cambia: el inglés envejece, se muestra reservado y contempla con los prismáticos desde su balcón los trágicos sucesos de las calles y del mar. Mientras que su esposa ,Milagritos,recobra la lozanía y el entusiasmo, actuando como voluntaria en la causa de los rebeldes. Empieza a trabajar en el barco-hospital, el “Buenaventura”. Aparece Colau, héroe de la batalla naval, de quien se enamora Milagritos. Míster Witt queda desolado y quema las cartas de Carvajal y la venda con que fue fusilado. Cuando Milagritos se entera le pide explicaciones a su marido sobre la ejecución de Carvajal. Míster Witt confiesa la verdad: él pudo impedir el fusilamiento, ella se va de casa. Permanece recluido en casa y sale decidido a seguir los pasos de su esposa. Se encuentra en el camino con Ricardo Yuste, fogonero de la fragata “Tetuán” y le induce para que provoque la voladura de la fragata. Yuste, después, será detenido como sospechoso por un incendio en la “Tetuán”, pero muere por la explosión de una granada cuando lo llevan preso. Milagritos cuenta a su marido, que antes de morir había dicho algo acusando a Míster Witt.
Acabado el conflicto Milagritos perdona a su marido y vuelve con él.Ambos se van a Madrid a curar la esterilidad, ansiosa de tener un hijo y volver a Cartagena.
La novela “Míster Witt” está dividida en tres libros y 21 capítulos. El libro primero, comienza en marzo de 1873 y comprende los capítulos I,II y III; mayo: capítulos IV y V y julio capítulos VI, VII y VIII. El libro segundo comienza narrando los hechos del mes de agosto, capítulos, IX,Xy XI; sigue en septiembre con los capítulos XII y XIII y octubre con el XIV. El libro tercero comienza en noviembre, capítulos: XV,XVI,XVII y XVIII y diciembre con los tres capítulos finales, XIX,XX y XXI.
En el libro primero se hace una presentación del gabinete de trabajo de Míster Witt, se informa sobre su persona, su carácter y su relación con la gente de Cartagena. Pronto entra en escena su esposa Milagritos y se cuenta cómo se conocieron.
Continúa presentándonos algunos personajes secundarios, que son clientes de “La Turquesa”, taberna y tabernera del barrio portuario del Molinete. Aparece el maquinista gallego Vila de la fragata “Numancia”, el médico don Eladio y hasta Antonete Gálvez, el héroe, aparece en un romance cantado: Antonete está en la sierra / y no se quiere entregar (…) / mientras España no tenga/ República federal (ob. Cit. 181)
Sigue presentándonos el escenario de Cartagena en su conjunto: su estructura social y sus barrios burgueses y obreros para entrar en materia: la lucha política y social. Se produce la muerte de “Cristobaliyo”, un huérfano de 13 años, desatando unas redes de pesca de un patrón sin escrúpulos, muerte que irrita a Paco, el de “la Tadea” y a la gente del barrio de Escombreras, que acaban prendiendo fuego a los barcos y a los almacenes del patrón y la casa del alcalde, que ha escapado con el patrón. Y este sería el primer foco de tensión de la novela: la injusta muerte de “Cristobaliyo”.
Vuelve el narrador a completar la descripción del gabinete de Míster Witt; pero no tarda en volver el desasosiego de la gentes ante el discurso de Pi y Margall decretando constitucionalmente la República Federal como una revolución “de arriba abajo. ¡Qué ingenuidad-pensaba- ¿Cuándo se ha visto una revolución de arriba abajo?” (pag.216) .
Pero de nuevo nos vuelve a hablar el narrador de la vida íntima de Míster Witt, sobre todo en relación con su esposa, Milagritos, cuando contempla la urna con la venda manchada de sangre que llevaba al morir fusilado Froilán Carvajal Rueda, el primo de Milagritos. Y aquí comienzan a aflorar los celos de Míster Witt. Milagritos llega de la calle y da las noticias del día: las tropas del regimiento de África han ido a relevar a los voluntarios, que ocupaban los fuertes del Ferriol y Galeras, pero Antonete ha mandado que no se entreguen los fuertes. Míster Witt comprueba que han izado en el fuerte la bandera turca, como bandera del Cantón (división territorial y administrativa con cierta autonomía política). Esto le hace lanzar una carcajada. Más adelante esta bandera turca(con la media luna y la estrella blanca), que se había izado porque no había otra en el fuerte se tiñó con la sangre del soldado que la izaba.
En la ciudad siguen las algaradas de los intransigentes, que se están haciendo dueños de la situación. Ante el desasosiego de Míster Witt, Milagritos le dice:”- Cuando pase esta revolución de los federales vamos a Madrid a que me vea un médico y después me calas hondo, ¿eh? Quiero tener un hijo tuyo” (pag.280), que será el desenlace de la novela (insólito y abrupto para algunos críticos, pero que ya lo anuncia en el cap. VII).
Milagritos anuncia que la escuadra se ha sublevado y Míster Witt accede a entrevistarse con Antonete Gálvez, que le pide que medie ante el cónsul inglés para que Inglaterra no intervenga en el conflicto entre “leales” y “federales”.
Todo el moroso capítulo octavo está dedicado al conflicto moral y sentimental de Míster Witt. Busca entre los papeles de Milagritos alguna prueba de infidelidad con Carvajal, lee las cartas, que no le aclaran sus dudas. Y piensa que si hubiese corrido con el caballo como era debido, el indulto hubiera llegado a tiempo: “Bastaba con que no hubiera tirado de las riendas al caballo” (324); o haber usado la siguiente fórmula: “Bajo mi responsabilidad puedo pedir, en nombre del Consulado inglés, el aplazamiento de la ejecución (309). Toda la parafernalia de la ejecución evitable de su pariente y causante de los celos, Carvajal, la recordaba Míster Witt cinco años después en su casa del paseo de la Muralla, con la urna con la venda y el bargueño que guardaba las cartas del infortunado vate.
El libro segundo se inicia (capit. IX) con la insurrección de la Cartagena Federal frente al gobierno centralista de Madrid y en una de las pocas ocasiones que el espacio de la novela cambia se organiza la expedición a Hellín al mando del brigadier Carreras y del comisario Gálvez.
Míster Witt, que querría ser neutral, pero el ambiente de la calle y el entusiasmo de su mujer lo envuelven. Recibe otra vez la visita del cónsul inglés y emite juicios agudos y serenos sobre el conflicto e incluso se muestra algo entusiasmado con los cantonales, pero no se lo demuestra a su mujer por esos celos retrospectivos de Carvajal. Fruto de ellos rompe la urna de cristal donde Milagritos guardaba la venda ensangrentada del fusilamiento de su pariente Carvajal.
Más adelante el narrador nos da una relación pormenorizada de la campaña militar fracasada sobre Valencia y el ataque por sorpresa del general Salcedo contra los cantonales en la estación de Chinchilla. Se producen tensiones entre los jefes militares y civiles y la población cartagenera; y Antonete, en un golpe de efecto, logra disolver la protesta popular, encabezada por Hozé, liberando a todos los presos del penal, que pasan a engrosar las filas de los voluntarios.
Se presenta la plaza de Cartagena sitiada por el ejército del general Arsenio Martínez Campos. Comienzan a faltar víveres, medicamentos y personal sanitario. Aparece en escena Bonmatí, que se encarga de la sanidad en tierra y en el mar con el primer barco-hospital, el “Buenaventura”, que hasta el nombre está bien buscado. También aparece Colau, el futuro héroe de la “Tetuán”, admirado por Milagritos, que también desata os celos, ahora actuales, de Míster Witt.
Milagritos se embarca, como enfermera, en el “Buenaventura” llevando mucho material sanitario. Se produce la batalla naval con la escuadra del almirante Lobo, en la que han salido mal los cantonales. Milagritos regresa a casa cuando ha llegado la escuadra con los heridos.
Las dificultades son cada vez mayores llegando a fallecer de hambre tres personas, uno de ellos es el aljecero (yesero), que además había sido autor de “trovos” y romances de intención política. Se nos muestra una ciudad cañoneada, con la gente fuera de las casas, tras los altozanos al abrigo de los cañones. Sólo Colau, con su aureola mágica se perfila como héroe invencible.
“Calnegre”, personaje “fanático”, habla de asaltar las casas de los ricos de la calle Mayor, pero una granada lo mata; Paco, el de “la Tadea, su hermano, va a buscar a su hijo, a quien no conoce, para que le dé el último adiós, pero ya estaba inconsciente.
Ahora la acción retorna a casa de Míster Witt y éste tiene su ánimo interior como la ciudad. En un arrebato busca las cartas de Carvajal y la venda y las echa al fuego; pero al quemarlas se salva un renglón escrito que dice: “gameca.Colau”. Míster Witt piensa que se trata de una cita con Colau en la bahía de Algameca. Después llega Milagritos, se encara con él y le pide explicaciones sobre Carvajal: “¿qué pasó, por qué no llegó el indulto?” Él por fin confiesa:”Fui yo. No quise pedir que se aplazara le ejecución y además impedí que el indulto llegara a tiempo” (pag.495). Milagritos se va de casa.
Sigue el cañoneo sobre la ciudad. Hay confusión y un intento de asalto a las casas de la calle Mayor. El médico don Eladio, personaje itinerante, intenta librarse de los obuses y después de una larga aventura llega a Algameca, donde está Colau en la fragata “Tetuán” y al salir de la habitación del caudillo, ve a una mujer conocida, pero ella trata de ocultarse.¿Es Milagritos? Colau mira al médico amenazante y confía que no dirá en su vida a quien ha visto.( Aquí tendríamos la prueba de la entrega de Milagritos a Colau, con lo cual los celos de Míster Wittt son fundados).
La ciudad cada vez está más desesperada. Míster Witt lleva veinte días de reclusión en su casa. Decide salir y deambulando por la ciudad se encuentra con Ricardo Yuste, un murciano, primo de la cocinera de Míster Witt y fogonero de la “Tetuán”, bajo el mando de Colau. Míster Witt se da cuenta que Yuste está muy resentido con su caudillo e inclinándose en su hombro le susurra algo a Yuste. Después regresa a casa con su mujer, pero no ocurre nada. Colau pasa la noche a bordo de la “Tetuán.
El último capítulo nos pinta el fuego cruzado de la artillería sobre Cartagena. Míster Witt se había instalado con sus gemelos en el balcón de su casa. Y al oscurecer oyó a su mujer: “-Hay fuego en la fragata de Colau”(529). Pero “Al día siguiente fue detenido por sospechas bastante fundadas Ricardo Yuste, el palero pariente de la criada de Míster Witt. El incendio había sido provocado” (535). Yuste ha muerto por una granada,cuando lo llevaban preso, pero antes de morir había nombrado a Míster Witt, sólo lo había oído Bonmatí y el mismo Bonmatí le ha dado el salvoconducto al matrimonio para salir de Cartagena.
Milagritos afirmó ante la negativa de su marido: “-Te vas. Nos vamos los dos” (538)
“Su mujer se dio cuenta de que bajo el paletó míster Witt llevaba el revólver amartillado.(…)
-Dame eso (…) Cuando salieron de la ciudad lo arrojó al camino. Milagritos iba a Madrid dispuesta a curarse su esterilidad”(539).
Y ya en el tren:- A la vuelta me calas hondo, ¿eh? (Capit. VII) con la ilusión de tener un hijo y volver a Cartagena.
El federalista Colau, cuyo papel en la novela no concuerda con el personaje histórico de la revolución cantonal. Colau es un elemento fundamental en el conflicto narrativo y en la relación de Míster Witt y Milagritos. Es un personaje que aparece tarde (capit. XII) y que no suscita demasiadas simpatías en el narrador, pero atrae a Milagritos y alimenta los celos de Míster Witt, que tiene de él una opinión negativa:”Míster Witt lo trataba con frialdad calculada, llena de fórmulas correctas”(402). Contra Colau maquina Míster Witt el sabotaje de la “Tetuán” y se alegra de la destrucción de la nave, pero le alivia que el personaje salga con vida.
El filántropo Bonmatí, que alivia a los necesitados por tierra y por mar, con el barco-hospital el “Buenaventura”.
También están los responsables políticos y militares del Cantón, entre ellos , el conspirador Cárceles, los militares Contreras y Ferrer y el ideólogo Roque Barcia, que tienen un escaso protagonismo en la novela.
Luego están los personajes llamados “fanáticos”. Paco, el de “la Tadea”, Calnegre y Hozé.
Paco el de “la Tadea” es un dirigente obrero espontáneo, de origen humilde que se opone frontalmente a la moderación política de Antonete Gálvez. Paco, el de “la Tadea” representa la desconfianza del pueblo frente a los jefes políticos.
Hozé es un revolucionario ingenuo que clama contra los carlistas y los alfonsinos y lo mismo que el Calnegre, está obsesionado con asaltar las viviendas de la calle Mayor. Cuando Hozé se enfrenta con Gálvez el triunfo dialéctico es de Antonete Gálvez, que calma a los revolucionarios ingenuos abriendo el penal para que los reclusos se unan a los federales.
Luego vendrían los personajes protagonistas de la ficción, la pareja angloespañola formada por Milagros Rueda y Jorge Witt, además del pueblo de Cartagena, el otro gran personaje colectivo protagonista, relegando a segundo plano a los responsables políticos y militares. Solamente cobra fuerza entre los jefes, Antonio Gálvez, verdadero caudillo popular y alma de la insurrección.
Jorge Witt, Mister Witt, míster Guí (así denomina el narrador cuando se degrade moralmente), ¿por qué eligió Sender al ingeniero inglés como protagonista de su novela? Quizá porque el inglés en su versión victoriana, es la más perfecta y acabada encarnación histórica de la anulación de la espontaneidad vital y por el contrario de su afirmación egocéntrica. El contraste entre Míster Witt y el ambiente popular que le rodea denota esa contraposición entre la “personalidad” del inglés y la “hombría” de Milagritos. La cultura popular, la espontaneidad, que se manifiesta en el habla, en las canciones, en las fiestas y en las formas de la vida cotidiana constituyen el concepto de la hombría en Sender, que corresponde a Milagritos.
Ni Antonete Gálvez, ni Milagritos aparecen en el relato como individualidades cerradas, sino como seres humanos inmersos en el ambiente con sus ideas peculiares tendentes a la hombría.
Por el contrario Míster Witt se presenta ante el lector con todos sus signos de civilización burguesa y victoriana: objetos ,recuerdos y hasta sus lecturas recientes.. Dice el narrador que Míster Witt “no admitía otro mundo exterior que el de su despacho, sus vidrios, su barómetro, sus estampas” (223). Frente a esta civilización cientifista, victoriana y burguesa, que corresponde a la “personalidad”(de“persona”: máscara) de Míster Witt, tenemos los signos de una civilización presentada como antagónica, el bargueño traído de Lorca y la urna con la venda ensangrentada de Ibi.
Milagritos es la mujer que motiva de manera inmediata el drama de los celos del protagonista.
La novela, como indica su título tiene dos componentes equilibrados: El Cantón y Míster Witt, perfectamente ensamblados en el campo de la narración y Milagritos desempeña una función subordinada a ambos planos, al Cantón y a su marido.
Milagritos actúa como contrapunto de Míster Witt: generosidad frente a egoísmo, españolismo frente al prudente pragmatismo británico.
Milagritos significa la personificación de un subconsciente colectivo, es el arquetipo humano, que resume las motivaciones y el talante del pueblo lanzado a la aventura de la revolución.
Por otra parte Milagritos es un personaje un poco discordante con la situación social: “Una revolucionaria con sus rentas” (226), ironizará Míster Witt; además es de Lorca, ciudad murciana del interior, de base agraria y estructuras sociales de corte tradicional.
Milagritos, la atractiva, impulsiva, vital y abnegada mujer de Míster Witt comparece en la narración –como se ha dicho- como verdadero contrapunto de la obsesión del inglés por su personalidad, es decir, como encarnación de la “hombría” senderiana.
En Milagritos hay espontaneidad, generosidad y solidaridad a flor de piel y frente al entorno “personal” del inglés-su despacho-, el ambiente y el mundo de Milagritos será la calle bulliciosa y colorista de la ciudad.
Y cuando se cierra la narración con la derrota del protagonista –es descubierto-, será el protagonismo vital de Milagritos el que asuma el relevo y tome la iniciativa: la obtención del salvoconducto y la enérgica negativa al suicidio al reclamar la entrega del revólver amartillado .
Míster Witt muestra, en su derrota final, la sordidez y el egoísmo que ha manifestado en las fases de su proceso psicológico iniciado en la jornada inhibitoria de Ibi. El narrador mantiene hasta el final la coherencia del personaje.
Milagritos que garantiza el secreto del crimen de su marido-la voladura de la “Tetuán”-sólo ella y Bonmatí lo saben, se compadece de su marido- muestra su “hombría”- y rompe la derrota del Cantón, abriendo el camino, con el hijo que ha de llegar, a nuevas utopías. Mientras que Míster Witt siente la derrota como algo definitivo, de ahí la idea del suicidio, primero y el refugio en su egoísmo pasivo, al final. Milagritos, además, dice:”Yo vuelvo a Cartagena, tú verás” (540).
La novela termina con el llanto silencioso de Milagritos: “¿Por Carvajal? ¿Por Colau? ¿Por el Cantón?¿Por ella misma?”(540), que Míster Witt, refugiado en su egoísmo(“personalidad”) renuncia a analizar.
Hay otros personajes secundarios que aparecen en la narración con alguna singularidad ente ellos tenemos al maquinista gallego Vila. Que había navegado todos los mares a bordo de la “Numancia” y contaba sus aventuras en la taberna del Molinete.
Don Eladio Binefar, que era médico y hacía la visita sanitaria a las casas de prostitución del Molinete. Don Eladio sería un personaje itinerante por su profesión y descubrirá a Milagritos en la “Tetuán”, nave comandada por Colau. Además, don Eladio, que tiene ya cerca de 50 años, está esperando heredar de su padre, ya anciano, doscientos mil duros (un millón de pesetas), cifra exagerada para la época. Su padre era un terrateniente de 80 años, católico, monárquico y muy tacaño (el avaro). Don Eladio Binefar, que sería un representante de la clase media profesional, médico, cifra toda su vida, no en el compromiso político, sino en el ascenso económico y social, cuando herede el millón de pesetas de su padre.
El aljecero (yesero) que muere víctima de las privaciones, pero tiene un entierro digno.
Doña Lupita, pariente de aristócratas carlistas arruinados en la guerra del Norte, que viene a representar “el quiero y no puedo” de la clase media tradicional. Doña Lupita se
resiste a acudir al rancho de Bonmatí y esperó a que se hiciera de noche para no ser reconocida en el rancho de los voluntarios.
La “tía Olesana”(de Orihuela), que también va a buscar el rancho y era un vieja mendiga que se había escapado del asilo de la Misericordia y tenía fama de bruja.
Por último, el Cantón como personaje colectivo protagonista, a este respecto Jaime Pérez Muntaner dice: “El Cantón de Cartagena(…) es en realidad el centro de la novela, su presencia está explícita en la mayoría de las páginas y virtualmente condiciona las acciones y los sentimientos del personaje inglés(…). El cantón es el tema fundamental de la primera novela histórica senderiana y dentro del cantón es el pueblo el que hizo posible y mantuvo durante meses esta experiencia federal y el más sufrió la tragedia del hambre y de la derrota, el verdadero protagonista de la obra”[3].
Sólo en dos ocasiones cambia el escenario, en las dos expediciones militares a Hellín y a Chinchilla. Y cuando recuerda Míster Witt el fusilamiento de Carvajal en Ibi.
En cuanto al tiempo del relato, los acontecimientos novelescos se desarrollan de Marzo (Libro I) a diciembre (capit. XIX, Libro III) de 1873, que se acompasan más o menos al tiempo histórico, con sus desajustes temporales intencionados. Pero lo que no cabe duda es que Sender subordina los hechos históricos a la ficción novelesca.
-Es el planteamiento de un problema frecuente en mis modestas novelas. El inconsciente erótico del hombre o de la mujer ligado con el inconsciente colectivo en el panorama de una revolución. Mr Witt, que se considera muy civilizado (…), dejan que fusilen a un hombre cuya vida puede salvar. Después, lleno de sentimientos de culpabilidad y de miedo al castigo providencial, está obsesionado con el castigo de su mujer. Finalmente, Milagritos, que representa la vida, la vida simple y generosa de la naturaleza y quiere un hijo de él (…) Eso no quiere decir que se trate de una novela de tesis y menos de una novela de clave”[4].
En 1968 cuando se publica la 2ª edición de “Míster Witt…” por Alianza Editorial, Sender escribe un breve prólogo y dice: “El libro se publica exactamente igual que salió en la edición primera (…) Si lo escribiera hoy no cambiaría la estructura ni el mensaje, pero cuidaría más el estilo” (Ob. Cit en not. 1). Parece obvio que este mensaje no se refiere al problema de “el inconsciente erótico del hombre o de la mujer …”, apuntado más arriba, sino que el verdadero mensaje de la novela es la apología por la vida y la dignidad humanas. A lo largo de la novela hay una contraposición entre la tendencia destructora y vengativa de los “fanáticos”, deseosos de dar un escarmiento a los burgueses de la calle Mayor, y el llamamiento a la humanidad, a la moderación, al respeto a la persona y a la dignidad del vencido, y todo ello por la actitud de los buenos federales y de su caudillo Antonete Gálvez. Se eluden todos los aspectos cruentos en la lucha civil planteada por los insurgentes; sólo hay una estampa de furor popular, sin daño para las personas. Los incendios que vengan la muerte de “Cristobaliyo”.
Por otra parte la novela tiene un intención didáctica: mostrar que pese a todo, deben unirse el vitalismo ingenuo que encarna Milagritos y el atormentado y dubitativo Míster Witt. En un escenario connotativo, como es la revolución cantonal de 1873, pasa revista a los conflictos personales y sociales que se producen.Se vale de fuentes históricas, pero su conexión con los acontecimientos del presente (Segunda República) son patentes. Muestra el fracaso de la revolución y sus consecuencias: el dolor, el hambre y la muerte.
El final de la novela es coherente, fracasad la utopía, no queda otro remedio que aceptar la realidad, aunque sea gris para mantener la esperanza. Por eso Milagritos se propone tener un hijo y “volver a Cartagena”.
Por nuestra parte creemos que uno de los significados de “Míster Witt…” es el triunfo de la “hombría” frente a la “personalidad, porque la hombría tiene proyecto de futuro en el lugar donde se han desarrollado los hechos, convierte la derrota en victoria.
“Míster Witt..” se publicó en Inglaterra en 1937 y la crítica le fue favorable, a pesar de ser Mister Witt un personaje negativo.
En España a los tres meses de publicada la novela empieza la guerra civil, con lo cual sufrió el bache correspondiente, luego vino la prohibición de las obras de Sender hasta 1965. En 1968 aparece la 2ª edición en alianza Editorial, teniendo muchas reimpresiones, la edición que yo he manejado es la décima reimpresión en 1995. También se publicó en la Obra Completa por la Editorial Destino en 1976 con un prefacio del autor. José Mª Jover Zamora ha publicado una espléndida edición crítica en clásicos Castalia en 1987 con una importante introducción biográfica y crítica y con abundantes notas de pie de página. La novela, por tanto, se ha leído .
BIBLIOGRAFÍA:
. Carrasquer Francisco.”Imán y la novela histórica de Sender. Tamesis Books, London 1970
“Conversaciones con Ramón J. Sender”. Edit Magisterio Español, Madrid,1970
. Jover José Mª. “ Historia, biografía y novela en Ramón J. Sender”. Edit Castalia.2002
. Mainer, José Carlos. “Ramón J. Sender im Memoriam”. Zaragoza, 1983
. Peñuelas Marcelino C. “La obra narrativa de Ramón J. Sender”. Edit Gredos. Madrid, 1971
. Puig Campillo, Antonio.”El Cantón murciano”. Cartagena ,1932.Editora Regional de Murcia, 1986.
REVISTAS:
“ Alazet”, 10 (1998) , Huesca
“Cuadernos Hispanoamericanos” nº 285/ marzo 1984, Madrid
“Letras Peninsulares 16/3.- 2004 Davidson, USA
“Turia” nº 26, 55-56 (2001), Teruel
Madrid, 2 de julio de 2009
Anastasio Serrano
[1] . Sender, Ramón J.”Míster Witt en el Cantón”. Alianza Editorial. Madrid, 1995 (Décima reimpresión en el “Libro de Bolsillo”). Prólogo a la 2ª edición, pag. 9
[2] . Sender Ramón J. “Míster Witt en el Cantón” (Introducción de José Mª Jover). Clásicos Castalia.Madrid, 2001, pag. 52. Todas las citas textuales serán de esta edición.
[3] . Cuadernos Hispanoamericanos nº 285 (Madrid, 1974). Novela e historia en Mr Witt en el Cantón , pp. 635-645
[4] . Peñuelas Marcelino C. “Conversaciones con Ramón J. Sender. Edit Magisterio Español. Madrid, 1970 (pp.129-131)