jueves, 5 de diciembre de 2013

La vida es sueño


Segismundo: 

"...pues estamos
en un mundo tan singular
que el vivir sólo es soñar,
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive sueña
lo que es hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son."

martes, 12 de noviembre de 2013

Qué sueño...

Era una reunión familiar. Estábamos todos.... Ya habíamos terminado de comer y la sobremesa se formaba de innumerables voces que a los gritos se unían en una sola.
No sé quién era el dueño de casa, pero todos los parientes estaban exultantes. Por momentos yo me veía entre ellos, hablando con unos, riendo con otros, escuchando, jugando …
También por un patio, al que se podía acceder por un enorme ventanal, pasaban varios de mis vecinos.  No cuestioné su presencia, sin embargo me asombré cuando descubrí, entre todos los allí presentes, a Mujica Láinez, quien con ojos tristes y una incuestionable vejez, estaba sentado sobre un sillón.  ¿Cómo sé que era él? Porque era su cara, sí, también su voz y porque en un momento del sueño, yo, con mi ejemplar de Misteriosa Buenos Aires me acercaba y él decidía contarme unos secretos ¿Cuáles? No recuerdo.


jueves, 17 de octubre de 2013

Octubre




y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo. 


                                                                                                                               Alejandra Pizarnik

viernes, 30 de agosto de 2013

¿Quéééé ? ¿Cóóóóóómo?


  En mi lista de días inolvidables, por el cachetazo generacional, en primer lugar se encuentra lo que conté el 3 de julio de 2012 -acá-  Pero, hace unos días, puedo decir que pasó algo. Un suceso que pelea el primer puesto con insoportable soberbia. Un episodio que apareció de sopetón y me golpeó con fuerza de realidad inesperada.
 Necesito escribirlo sin darle demasiada importancia a la forma porque, aunque parezca ridículo, me dejó boyando entre un circunloquio de pensamientos y una imagen desesperada por sobresalir.  Esa imagen es la que me devolvió esa otra que, aparentemente, soy yo.
 Mientras estaba lavándome los dientes un brillito parecía llamarme de la parte superior. El vidrio del espejo, esta vez, no dejó que focalice en los caninos que recibían la fuerza incesante de un cepillo empastado. No. La otra, quería que yo viera la nueva mutación y, como siempre, lo logró. Con la boca similar a la de una perra rabiosa grité: ¡UNA CANA!  ¡UNA CANA!  ¡DOS CANAS! ¡DOS CANAS Y MEDIA! 

viernes, 2 de agosto de 2013

Ojito


  A veces creo leer en las miradas situaciones que sus propietarios no sienten ni desean. Ayer fue un día con planteos internos relacionados con la vivencia, sí…una  media jornada en la que, por alguna razón, me obsesioné con los ojos ajenos.
 Como dice el poeta “hay ojos que lloran-con llanto de pena, unos hacia adentro-otros hacia fuera…” Sí. Pero, yo…con un criterio que es difícil de descifrar, los interpreto a gusto propio. La mirada vidriosa del compañero de trabajo, por ejemplo, mientras hablábamos de un tema que nos relacionaba (laboralmente) me pareció que decía algo más que “es temprano, tengo sueño”. ¿En esos ojos  negros y profundos había complicidad? -me pregunté mientras se iba- Si es así, no lo demuestra de otra manera. (¡Ay! qué me pasa). Idea que me abandonó de forma repentina porque la alegría de otro compañero era evidente cuando llegó y nos dijo: “soy papá”. Sus ojos irradiaban chispitas de luz; todos, estoy segura de que las vimos y hasta las sentimos mientras nos saludaba. Sí. Ellas, primeros nos rozaban y  después nos traspasaban los abrigos.
 Fue una mañana de miradas masculinas. Las únicas representantes femeninas éramos dos y para ser sincera, los otros ojos no me dijeron nada convincente. Estaban serios, se movían de un lado a otro y no planteaban comodidad. De todas maneras, no fueron víctima de análisis y se les restó importancia. Quizá, porque después de las situaciones anteriores una mirada transparente se acercó para saludar y me prendí de la conversación óptica y verbal.  La conexión parecía buena. No había interferencias y el vínculo era ameno.   Aunque el reflejo de los anteojos que lucíamos por primera vez en una charla, por momentos, en mi caso, opacaba el impacto.
  En general, considero que es muy fuerte  la conexión que se logra a través de los ojos. Y no me refiero al descubrimiento  espontáneo en el que dos miradas logran descubrirse en el mismo punto propio. No. Hago referencia, precisamente, a ese momento en el que, si los dos nos quedáramos callados, mirándonos, podríamos entendernos.

martes, 2 de julio de 2013

Lecciones de la metamorfosis




Nube que miras en lo alto del cielo
mi condición humana y modificas
las formas de tu cuerpo y de tus caras:
si alguna vez he visto deshacerse
tu cuerpo de caballo o de sirena,
tus ojos y tu pelo cruel de Erinia,
tus vírgenes perdidas con un ángel
entre las sombra de una playa inmensa,
el velero que se hunde en la tormenta
o un frágil ciervo entre las rosas de oro
de un antiguo poniente indescifrable;
si alguna vez he visto desmembrarse
un reino donde no gobierna nadie,
un templo en que quedaron misa rodillas
prosternadas al pie de un muro blanco,
tan blanco que hasta el sol pierde su faz,
sabrás que sos mi lecho cuando duermo,
que tus lecciones de metamorfosis
he querido seguir hasta la muerte
entregándote toda mi esperanza.
                                                                        Silvina Ocampo

sábado, 22 de junio de 2013

¿Cómo controlar las ideas que nos generamos sobre los otros?


 Aunque no queramos, lo hacemos a diario. Imaginamos la vida del vecino con el que sólo compartimos un “hola, qué tal” y criticamos, “sin querer queriendo”,  las actitudes  de algunos de nuestros conocidos, sin estar al tanto de ciertos aspectos ¿Por qué? Porque creemos que los conocemos, y esto nos habilita a opinar, imaginar o callar.
Ahora bien… ¿Cómo actuar cuando de la otra persona lo único que tenemos es una historia en primera persona relatada a través de letras virtuales?  (Y acá comienza lo autoreferencia) Ustedes, que posan los ojos por aquí, hoy, a veces o siempre, tal vez tengan una imagen mental de lo que soy o de lo que parezco ser ¿No? (Bueno, si no es así, lamento decirles que yo sí me he generado una idea de ustedes) Y esa representación, posiblemente,  no coincida en su totalidad con ciertos aspectos reales, ya sea porque no se logran vislumbrar o porque no forman parte del imaginario de quien los idea.

 Durante unos años mantuve una conversación vía MSN con un chico que no sé bien cómo apareció entre mis contactos. Al principio las charlas eran esporádicas pero, con el correr del tiempo, se volvieron necesarias. Lo que más me gustaba de los diálogos, era que ninguno de los dos, como por un acuerdo tácito, durante mucho tiempo, tuvo foto de perfil y aunque era raro en esta era de Narcisos hacía más interesante la situación.
 El tiempo pasó y haciendo elipsis con la situación en sí. Puedo decir que, aunque nunca nos vimos personalmente, yo me generé una idea de lo que él era. No me refiero a su fisonomía, no. Hago referencia a su forma de ser. Sus gustos, sus actitudes, sus formas de hablar. Sí. Sin escucharle la voz, la cotidianeidad de las charlas, hacía que me generara un tono, así como también, adivinara sus respuestas.
 Entonces…mi pregunta es la siguiente: ¿Podemos conocer al otro sin un contacto real? Sabiendo que el contacto virtual, por ejemplo, genera un acto no continuo que permite, en ciertos casos, ocultar lo desagradable y dilatar lo favorable…  ¿Cuántas representaciones deseadas o propias plasmamos en otros? (Claramente esta pregunta puede aplicarse en el plano real, pero en este caso está  la certeza del conocimiento “¿irreal?”) ¿Qué piensan? Tengo ganas de leer sus opiniones.




lunes, 27 de mayo de 2013

Crecer


 Triste quise ingresar a este rinconcito a lunares para escribir sobre alguien muy importante en mi infancia. Pero, después de varios intentos y tras recibir el cartel que rezaba algo similar a “Usted ha cerrado sesión desde otro sitio”, abandoné la idea y me acurruqué junto a los libros llenos de magia de aquella autora. La letra temblorosa de la solapa y las dedicatorias de quien me los regalaba trajeron a la memoria gratos momentos. Sin embargo, las horas pasaron y con ellas llegaron las obligaciones diarias.

 El sábado recordé el cartelito que me impedía el ingreso a este sitio y empecé a insistir. Usuario. Contraseña. Usuario. Contraseña. Usuario. Contraseña. “Redireccionando”. “Redireccionando”. “Redireccionando”. El mismo cartelito. El mismo cartelito. El mismo cartelito. Sin entender qué pasaba y con la locura de reconocer que ni siquiera podía comentar como “anónima”, me alteré. Porque, obviamente, con mis ideas catastróficas, me convencí de que mi blog había sido víctima de un pirata informático que se iba a dedicar a publicar con mi nombre lunar: pornografía o lo que era peor paidofilia. Mi dramatismo se intensificó cuando logré entrar a la parte llamada “Fuentes de tráfico” y el cartelito bendito me dio el tiempo necesario para leer los nombres de las supuestas páginas. Todas patéticas. Gracias a una pequeña investigación descubrí que forman el llamado spam.

  Desde Gmail, un poco loca, le mandé, ingresando a una vieja conversación, un mensaje a Dan para preguntarle si estaba todo normal por aquí y si sabía qué era lo que sucedía. Mientras, cambiaba contraseñas y hacía todo lo necesario para evitar que quien supuestamente estaba siendo dueño del blog ,no siguiera con su plan (¿Tengo mucha novela encima, no?) 

 Definitivamente, más tarde, le comenté a mi hermana la situación y me dijo “¿Entraste desde otro navegador?”  (¡Similar fue la respuesta de Dan! ) Claramente me ahogué en un vaso de agua porque como verán pude entrar  desde otro navegador y comprobar que aparentemente, cierto virus –o no sé qué- tiene enfermito al que yo siempre usaba para llegar acá. 

 Bien… si alguien lee hasta acá, se preguntará por qué titulé a la entrada “Crecer”. Mi respuesta, un tanto enmarañada, podría ser la siguiente: Así como, hace un tiempo, camino hacia  mi primer día laboral me crucé con quien había sido mi pediatra  (la infancia me saludaba desde un guardapolvo blanco cuando empezaba una etapa como “adulta”) , el viernes y el sábado, cuando fue inevitable no recordar tantas noches de desvelo junto a los Queridos monstruos, tanto Socorro susurrado, varias Corazonadas en La edad del pavo… y agradeciera a Elsa Bornemann porque con sus historias inicié el mágico camino de la lectura, nuevamente, las posibilidades del mundo real: el de hoy, el de los peligros (a pesar de que este haya sido inconsistente), las imágenes groseras y los pensamientos contaminados (para nada inocentes) me vuelven  a colocar entre lo que fui y lo que soy.  Aunque  me considere un anacronismo, en algunas cosas, ya no soy la misma.

domingo, 12 de mayo de 2013

En el pórtico ideal II

 [ En el pórtico ideal I : http://entreeparentesis.blogspot.com.ar/2012/06/en-el-portico-ideal.html ]


Toco timbre. Espero. Me alejo  para ver cómo las sombras se acercan a la puerta de vidrio. El pasado, el presente y el futuro, como imágenes desesperadas, se cruzan, se pisan, se golpean, se despegan y me acercan aún más a este pórtico, en el que tantas otras veces dudé, reí  y lloré. Abren la puerta. Sé que volví, aunque con fecha de vencimiento, pero volví. Digo: -“Qué tal, tanto tiempo, cómo andan (…) saben que es un placer para mí estar acá (…)” mientras un nudo en la garganta presiona un torrente de emoción contenida. 

sábado, 4 de mayo de 2013

¿Para la mona?


 Era muy incómodo tener que lidiar con semejante peso sobre mí. Las situaciones se hacían pesadas e imposibles de sostener con naturalidad. Sin embargo parecía que nadie lo notaba. No. Nadie hacía alusión a la MONA que llevaba sobre mí  (a veces sobre las espaldas, otras entre los brazos) No podía dejarla en una silla, ni apoyarla en el piso. Debía cargar, siempre, en todas mis obligaciones, con ella que lucía un vestido y un enorme moño.
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¿Raro? ¿No?  Hace un tiempo lo soñé y hoy, por alguna causa que desconozco, lo recordé. 

domingo, 14 de abril de 2013

Trazo línea


Cuadrados y ángulos 

Casas enfiladas, casas enfiladas,
casas enfiladas.
Cuadrados, cuadrados, cuadrados.
Casas enfiladas.
Las gentes ya tienen el alma cuadrada,
ideas en fila
y ángulo en la espalda.
Yo misma he vertido ayer una lágrima,
Dios mío, cuadrada.

Alfonsina Storni 

viernes, 5 de abril de 2013


 Siempre intento estar, en este mundo "A lunares", completamente ajena a ciertas realidades. Pero esta vez no puedo. No admito no comentar la situación que está viviendo mi ciudad desde el martes: Lo que en principio parecía ser una lluvia intensa la dejó sumergida ( y no por casualidad utilizo el verbo “sumergir”) en una catástrofe que parece  imitar los castigos bíblicos del Antiguo Testamento o el diluvio de Cien años de soledad
 La capital de las diagonales en menos de cuatro horas vivió instancias aterradoras. Dicen los que saben que llovió en muy poco tiempo lo pronosticado para cuatro meses, por este motivo, las calles se convirtieron en ríos extremadamente caudalosos y los vecinos se encontraron rápidamente con  la presencia de hasta dos metros de agua dentro de sus casas. Como en una guerra entre la naturaleza y los humanos nos hallamos envueltos en una tragedia sin precedentes.
 La zona en la que vivo y trabajo no fue tan afectada. Nadie se puede quejar de la falta de luz, teléfono o agua cuando el techo y la cama calentita están. Por eso desde el miércoles estoy  escuchando los relatos de los alumnos que asisten a las escuelas en donde trabajo. Claramente, los chicos que se acercan al colegio lo hacen para ayudar con las donaciones o simplemente para descargar un poco, en palabras, lo que vivieron. Los ojitos llorosos y la voz temblorosa de algunos cuando relatan haber visto pasar por las calles no solamente animales y personas vivas arrastradas, por la furia de la corriente, sino también cadáveres que flotaban, no va a ser fácil de olvidar.
 “Mi hermanito de seis años estaba con mi mamá en el momento de la tormenta y me dijo que a su más amigo se lo llevó la corriente y no lo encuentran.”  Me cuenta un chico que vive con su abuela y no sufrió lo que el resto de su familia. Otros a viva voz comentan: “Vivo cerca de un  arroyo, dicen que se cayó una camioneta con familia y la corriente se los llevó.”; “Mi tío pasó la noche en el techo porque le llegaba el agua al cuello”; “Estoy viviendo con muchos familiares que se quedaron sin casa”; “Pude salvar a mi abuela que estaba sola y mientras la llevaba, encima de mí con el agua a la cintura, varias personas se me colgaban del cuello pidiéndome ayuda…no sabía cómo hacer.” ; “Volvía de las vacaciones y el colectivo me dejó en la zona más afectada, llegué nadando a mi casa mientras los autos que flotaban y no sé qué otras cosas, porque estaba todo oscuro, se me venían encima.”

 PIDO ENCARECIDAMENTE QUE HAGAN DONACIONES EN SUS LOCALIDADES (colchones, frazadas ,ropa, toallones, zapatos, alimentos, pañales, velas, elementos de higiene personal y general y todo lo que crean necesario)  PORQUE SÉ QUE DIFERENTES ORGANIZACIONES SE ESTÁN AGRUPANDO EN LAS PROVINCIAS Y QUE TODO ESTÁ LLEGANDO PARA LAS ZONAS AFECTADAS. MUCHAS GRACIAS. 

viernes, 15 de marzo de 2013

Blanco


En un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere.”(J.C.)

Me opuse a abrirlo en el micro. No hice el clásico hojeo, me resistí a manosearlo antes de lavarme las manos, sacarme los zapatos y prepararme un té… ¡paf!
Volví a la librería, como loca que se desgarra el piyama, al encontrar que la mitad del libro estaba en blanco.

En una ciudad de Argentina venden libros con la mitad de las hojas en blanco. Si un lector las encuentra después de adquirirlo, saldrá a la calle en pantuflas de garras. 

martes, 5 de febrero de 2013

Ala

A la luz de la luna:

Y allí están los gigantes. Sé que cuando me acerque mi Sancho interior dirá que son  molinos de viento, pero, no, los veré con enormes brazos y ganas ansiosas de poseerme. El viento soplará, las aspas de los molinos se moverán y yo, tan indefensa, sacaré mi lanza de palabras para enfrentarlos con sinestesias. Sin embargo mis términos desordenados tratarán de articular relatos, que frente a los gigantes perderán validez, consistencia, y razón. Por si acaso me iré.

A la luz del día:
Y allí están los molinos de viento. Sé que cuando me acerque mi Quijote interior rezará alguna nueva aventura sin embargo no, no la aceptaré, me aferraré a la imagen visual. El viento soplará y la luz del sol bañará sus aspas movedizas mientras una razón llena de oxímoron guiará mis pasos. Por  si acaso  me iré.