http://elrincondelaluna-lunaroja.blogspot.com.es/2013/12/las-otras-vidas-primera-parte.html
5
Alguien acecha en las sombras. Vigilo expectante cada día. Cada noche.
El cielo me devuelve silencios rotos por el aullido de hienas hambrientas.
Esta cueva helada me mantiene despierto, con la frente apoyada en el filo rocoso y frío...esto me calma a pesar del miedo...con escalofriante claridad , aquí estoy.
Expuesto asustado y entregado. No sé a qué.
Ella duerme por fin al abrazo del fuego en un rincón oscuro de la cueva.
La miro despacio, deteniéndome en sus ojos húmedos aún de llanto. Tiene tanto miedo como yo. Solo quiero protegerla y salvarla.
La amo tanto.
Me acerco en silencio y la beso suavemente sintiendo que el color negro de sus ojos estará atrapado en mi corazón para siempre.
La cubro con mi manta y salgo fuera. La noche profunda me hiela la sangre, entonces, me siento en la loma mirando al horizonte emborronado de penumbras y respiro, vigilante...
Súbitamente llega el peligro por detrás.
Apenas logro oír un seco crujir de piedras y al instante, la descarga feroz de un enorme palo de madera se estrella con tanta fuerza en mi cabeza, que el dolor es una presión inmensa estallando en la nuca y congelando para siempre el grito clavado en mi garganta.
Sin un porqué...sin saber...sin entender qué ha pasado...sin explicaciones...Toda mi fuerza truncada para siempre.
Y caigo desmadejándome. Sabiendo que me muero.
Sin darme apenas cuenta.
Porqué me mataron.
Porqué nadie me explicó.
Porqué...porqué.?
Omar, el pasado en Africa
6
El sonido de mi grito prolongado y agónico me despierta con la fuerza de una bofetada y el dolor de cabeza es tan intenso que siento que me voy a morir.
Estoy fría, agarrotada de miedo. Espantada y conciente. Cada célula de mi cuerpo aúlla de dolor.
Me agarro la cabeza y me acurruco como un animal herido, tapándome y abrazándome.
Tiemblo y lloro...es como un gemido desconocido, demasiado fuerte para mi vapuleado ánimo.
He sentido como es la muerte, la delgada línea que separa un instante del otro, la luz y la sombra. Pero el terror de no saber que es, me paraliza.
Con los ojos clavados en la ventana, buscando inútilmente algo que me serene, contemplo la lluvia deslizarse mansamente por los cristales que como mis lágrimas no cesan de caer.
He revivido la muerte, y tan solo el hecho de recordarlo me sume en el llanto estremecido.
Mi mente no puede encajar todo esto. Mi corazón está desbordado.
Necesito ayuda. Sola es imposible.
Estoy tan perdida que busco desesperada algo concreto y querido al que aferrarme como si un talismán pudiera obrar el milagro. Para darme cuenta de que estoy aquí, que soy yo...
Enciendo un cigarrillo, y esa primera inhalación me arde en la garganta rasposa y dolorida del llanto y la angustia.
Recuesto la cabeza contra la almohada y cierro los ojos, fumando y tranquilizando mi corazón.
Y así de pronto en el acto tan sencillo como el de recostarme y fumar , es cuando empieza a esbozarse una posibilidad tan clara que no entiendo como no la ví antes.
Mi amigo Francisco, mi fiel amigo,un buen terapeuta.
Habíamos hablado varias veces de sus terapias, de la forma en que las personas contactaban con sus miedos y sus fobias a través de técnicas de regresión. Francisco, había dejado caer sencillamente su información , sin forzar jamás, y a mí en un principio me parecían poco fiables y creíbles, sin embargo, movida por su estimulante visión, leyendo y hablando de ellas, me sentía mas abierta a posibilidades menos científicas.
Y ahora con el miedo más profundo clavado en mi cuerpo necesito consuelo y ayuda.
No puedo más.
Dispuesta por fin a intentar otro camino, mi mente se abre a otra salida.
Apago el cigarrillo, y ya mas tranquila busco el teléfono para concertar una cita.
Marina, el presente...
7
Extrañamente, la noche anterior a mi encuentro con Francisco ,no soñé nada.
Era como si ese descanso actuara como preludio de lo que me va a tocar vivir.
Una sensación inconsistente, mezcla de las emociones que me han sacudido estos días me acompaña. He tocado el timbre, armándome de valor, apoyando mi frente en el frío metal del portero eléctrico.
Estoy nerviosa ,es la primera vez que hago algo así. Francisco merece toda mi confianza, ha tratado a mucha gente ayudándola a pasar diferentes procesos a través de la regresión.
Como una especie de oración tranquilizadora me repito mentalmente que no corro peligro, que no dejaré de estar conciente, que solo es una aproximación con el solo interés de ver que hay. Y yo...yo quiero saber.
Francisco me recibe con su cálida y envolvente mirada, me abraza invitándome a sentarnos.
Lentamente desgrano esta especie de locura onírica los sentimientos tan reales que vivo como propios a pesar de pertenecer a otro, cómo empezó a esbozarse esta historia paralela a mi, y como yo, siento tan profundamente que me pertenece...que es un pedazo de mí misma. Que estoy abierta a todo, a lo que sea que tenga que conocer, desde la lógica más aplastante a lo más transpersonal que surja, ya no hay límites.
Yo misma me he visto morir, he sentido esa muerte como propia, he padecido la agonía de Omar. Ya no hay vuelta atrás.
- Acuéstate...cierra los ojos...respira profundamente...déjate llevar...no temas...todo está bien...relájate...siente...déjalo que llegue...yo estoy aquí.-
La voz de Francisco comienza a diluirse, se va perdiendo como una dulce canción de cuna.Sin embargo comprendo todo lo que me dice, sé donde estoy.
Una luz amarillenta me recibe, sé que voy al encuentro de Omar, reconozco el paisaje desértico que aparece en mis sueños.
Tierra. Calor. Polvo y rocas.
Mi pensamiento atraviesa distancias locamente.
Quiero encontrarlo.
Marina, en el presente
8
Veo el cuerpo malherido de Omar bajo el sol implacable del desierto.
Mira al cielo con los ojos perdidos y agónicos.
Su cabeza herida se apoya en la tierra, humedecida con la sangre que comienza a secarse.
La palidez de su hermoso rostro contrasta con su barba y sus ojos renegridos. El pecho ronco esforzándose en respirar, sube y baja con un movimiento rápido y superficial. Es lo único que se mueve.
El tiempo se ha detenido en el silencio total.
Con la ligereza de la irrealidad, del sueño inducido de mi corazón rebosante de emoción, traspasada de amor, entro en el espacio que lo rodea...estoy disuelta en el aire.
Frágil como la brisa ,lo sobrevuelo hasta colocarme por encima de su cuerpo y encuentro sus ojos.
Su mirada perdida se funde con la mía, en un amor infinito, por un solo instante, me confundo en sus ojos oscuros que se deshacen en los míos, claros como la miel.
Omar...Omar...vengo a encontrarte, o a buscarme. Y es desde aquí, desde mi certeza, desde la claridad repentina que se abre paso dulcemente en mi alma, que te tiendo las manos, y te aferras a ellas....en un contacto casi transparente. Es ahora cuando comprendo al fin que ese rostro fue el mío alguna vez.
Las lágrimas anegan mis ojos, cuando siento el hilo sutil que nos conecta el alma. La mía que es la tuya. La tuya que es la mía.
Y cuando me pregunto donde estás...yo sé, que en donde sea, en el cielo, en el silencio del aire, en el sueño, en donde estés....estás.
El alma, inmortal, eterna, inconmensurable.
Siento tu susurro que me pide ayuda, aprisionando mis manos, negándote a soltarlas, negándote a morir y a descansar.
-¿Qué necesitas?- Te susurro.
-Te he buscado a través de los tiempos, la distancia y los amores. Nuestras vidas tocándose como por un milagro.-
Tu voz llega a mi mente con claridad, es algo extraño, porque te oigo con mi corazón...no con mis oídos, a pesar de que apenas un hilo de vida te mantiene.
-Busca a Miriam...búscala, y a través de ti, llévale todo lo que no pude darle.
Y la verás...seguro que la verás...tu corazón la reconocerá cuando mires sus ojos, la mirada que tanto amé volverá a ti, a reencontrarse, a cerrar el círculo eterno de los regresos. A que mi alma que es la tuya pueda concluir esta vida sin rendijas abiertas y tú puedas volar al fin con la tuya...sólo eso. Ayúdame a irme ya.-
El llanto me quiebra la garganta, las lágrimas forman ríos salados que inundan mi cara ,el corazón me estalla de emociones.
Un halo de amor nos rodea y los ojos nos hunden en una sola alma.
La nuestra, que es la misma.
Asiento lentamente a su pedido desgarrado. En un instante que es toda una eternidad, nuestras manos comparten la despedida.
Y con un sollozo desde lo más profundo de mi corazón desbocado te dejo ir...me deja ir.
Su pecho exhala suavemente el descanso tan esperado y sus ojos, se desprenden de los míos.
El círculo de la vida se ha cumplido.
Muy sutilmente a medida que se diluye la imagen de Omar, me siento envuelta en la misma luz amarillenta , a la vez que oigo, como desde muy lejos la voz de Francisco ayudándome a volver a este momento.
Con tanta dulzura, su calmado tono me arrulla y empiezo a abrir los ojos suavemente.
Cuando enfoco su rostro afable me sonríe dulcemente tendiéndome un pañuelo.
Sollozo suavemente, sobrecogida por la intensidad de ese momento. Por el esfuerzo emocional por el que había pasado. Es casi un milagro.
Haber vivido en un instante dos vidas.
Un regalo de amor.
Me siento traspasada de sensaciones, tocada en lo más profundo y no puedo de dejar de llorar .La memoria de mi alma se enriquece y es así desde estas lágrimas que puedo limpiar mi corazón.
Cuando levanto mis ojos enrojecidos, la mirada franca y generosa de Francisco se eterniza un instante en cada rincón de mi vulnerabilidad...Su mirada, en la que nunca me había detenido.
Su amorosa mirada ,sus ojos negros y su hermoso rostro moreno.
Cómo no lo había visto?
Alguien acecha en las sombras. Vigilo expectante cada día. Cada noche.
El cielo me devuelve silencios rotos por el aullido de hienas hambrientas.
Esta cueva helada me mantiene despierto, con la frente apoyada en el filo rocoso y frío...esto me calma a pesar del miedo...con escalofriante claridad , aquí estoy.
Expuesto asustado y entregado. No sé a qué.
Ella duerme por fin al abrazo del fuego en un rincón oscuro de la cueva.
La miro despacio, deteniéndome en sus ojos húmedos aún de llanto. Tiene tanto miedo como yo. Solo quiero protegerla y salvarla.
La amo tanto.
Me acerco en silencio y la beso suavemente sintiendo que el color negro de sus ojos estará atrapado en mi corazón para siempre.
La cubro con mi manta y salgo fuera. La noche profunda me hiela la sangre, entonces, me siento en la loma mirando al horizonte emborronado de penumbras y respiro, vigilante...
Súbitamente llega el peligro por detrás.
Apenas logro oír un seco crujir de piedras y al instante, la descarga feroz de un enorme palo de madera se estrella con tanta fuerza en mi cabeza, que el dolor es una presión inmensa estallando en la nuca y congelando para siempre el grito clavado en mi garganta.
Sin un porqué...sin saber...sin entender qué ha pasado...sin explicaciones...Toda mi fuerza truncada para siempre.
Y caigo desmadejándome. Sabiendo que me muero.
Sin darme apenas cuenta.
Porqué me mataron.
Porqué nadie me explicó.
Porqué...porqué.?
Omar, el pasado en Africa
6
El sonido de mi grito prolongado y agónico me despierta con la fuerza de una bofetada y el dolor de cabeza es tan intenso que siento que me voy a morir.
Estoy fría, agarrotada de miedo. Espantada y conciente. Cada célula de mi cuerpo aúlla de dolor.
Me agarro la cabeza y me acurruco como un animal herido, tapándome y abrazándome.
Tiemblo y lloro...es como un gemido desconocido, demasiado fuerte para mi vapuleado ánimo.
He sentido como es la muerte, la delgada línea que separa un instante del otro, la luz y la sombra. Pero el terror de no saber que es, me paraliza.
Con los ojos clavados en la ventana, buscando inútilmente algo que me serene, contemplo la lluvia deslizarse mansamente por los cristales que como mis lágrimas no cesan de caer.
He revivido la muerte, y tan solo el hecho de recordarlo me sume en el llanto estremecido.
Mi mente no puede encajar todo esto. Mi corazón está desbordado.
Necesito ayuda. Sola es imposible.
Estoy tan perdida que busco desesperada algo concreto y querido al que aferrarme como si un talismán pudiera obrar el milagro. Para darme cuenta de que estoy aquí, que soy yo...
Enciendo un cigarrillo, y esa primera inhalación me arde en la garganta rasposa y dolorida del llanto y la angustia.
Recuesto la cabeza contra la almohada y cierro los ojos, fumando y tranquilizando mi corazón.
Y así de pronto en el acto tan sencillo como el de recostarme y fumar , es cuando empieza a esbozarse una posibilidad tan clara que no entiendo como no la ví antes.
Mi amigo Francisco, mi fiel amigo,un buen terapeuta.
Habíamos hablado varias veces de sus terapias, de la forma en que las personas contactaban con sus miedos y sus fobias a través de técnicas de regresión. Francisco, había dejado caer sencillamente su información , sin forzar jamás, y a mí en un principio me parecían poco fiables y creíbles, sin embargo, movida por su estimulante visión, leyendo y hablando de ellas, me sentía mas abierta a posibilidades menos científicas.
Y ahora con el miedo más profundo clavado en mi cuerpo necesito consuelo y ayuda.
No puedo más.
Dispuesta por fin a intentar otro camino, mi mente se abre a otra salida.
Apago el cigarrillo, y ya mas tranquila busco el teléfono para concertar una cita.
Marina, el presente...
7
Extrañamente, la noche anterior a mi encuentro con Francisco ,no soñé nada.
Era como si ese descanso actuara como preludio de lo que me va a tocar vivir.
Una sensación inconsistente, mezcla de las emociones que me han sacudido estos días me acompaña. He tocado el timbre, armándome de valor, apoyando mi frente en el frío metal del portero eléctrico.
Estoy nerviosa ,es la primera vez que hago algo así. Francisco merece toda mi confianza, ha tratado a mucha gente ayudándola a pasar diferentes procesos a través de la regresión.
Como una especie de oración tranquilizadora me repito mentalmente que no corro peligro, que no dejaré de estar conciente, que solo es una aproximación con el solo interés de ver que hay. Y yo...yo quiero saber.
Francisco me recibe con su cálida y envolvente mirada, me abraza invitándome a sentarnos.
Lentamente desgrano esta especie de locura onírica los sentimientos tan reales que vivo como propios a pesar de pertenecer a otro, cómo empezó a esbozarse esta historia paralela a mi, y como yo, siento tan profundamente que me pertenece...que es un pedazo de mí misma. Que estoy abierta a todo, a lo que sea que tenga que conocer, desde la lógica más aplastante a lo más transpersonal que surja, ya no hay límites.
Yo misma me he visto morir, he sentido esa muerte como propia, he padecido la agonía de Omar. Ya no hay vuelta atrás.
- Acuéstate...cierra los ojos...respira profundamente...déjate llevar...no temas...todo está bien...relájate...siente...déjalo que llegue...yo estoy aquí.-
La voz de Francisco comienza a diluirse, se va perdiendo como una dulce canción de cuna.Sin embargo comprendo todo lo que me dice, sé donde estoy.
Una luz amarillenta me recibe, sé que voy al encuentro de Omar, reconozco el paisaje desértico que aparece en mis sueños.
Tierra. Calor. Polvo y rocas.
Mi pensamiento atraviesa distancias locamente.
Quiero encontrarlo.
Marina, en el presente
8
Veo el cuerpo malherido de Omar bajo el sol implacable del desierto.
Mira al cielo con los ojos perdidos y agónicos.
Su cabeza herida se apoya en la tierra, humedecida con la sangre que comienza a secarse.
La palidez de su hermoso rostro contrasta con su barba y sus ojos renegridos. El pecho ronco esforzándose en respirar, sube y baja con un movimiento rápido y superficial. Es lo único que se mueve.
El tiempo se ha detenido en el silencio total.
Con la ligereza de la irrealidad, del sueño inducido de mi corazón rebosante de emoción, traspasada de amor, entro en el espacio que lo rodea...estoy disuelta en el aire.
Frágil como la brisa ,lo sobrevuelo hasta colocarme por encima de su cuerpo y encuentro sus ojos.
Su mirada perdida se funde con la mía, en un amor infinito, por un solo instante, me confundo en sus ojos oscuros que se deshacen en los míos, claros como la miel.
Omar...Omar...vengo a encontrarte, o a buscarme. Y es desde aquí, desde mi certeza, desde la claridad repentina que se abre paso dulcemente en mi alma, que te tiendo las manos, y te aferras a ellas....en un contacto casi transparente. Es ahora cuando comprendo al fin que ese rostro fue el mío alguna vez.
Las lágrimas anegan mis ojos, cuando siento el hilo sutil que nos conecta el alma. La mía que es la tuya. La tuya que es la mía.
Y cuando me pregunto donde estás...yo sé, que en donde sea, en el cielo, en el silencio del aire, en el sueño, en donde estés....estás.
El alma, inmortal, eterna, inconmensurable.
Siento tu susurro que me pide ayuda, aprisionando mis manos, negándote a soltarlas, negándote a morir y a descansar.
-¿Qué necesitas?- Te susurro.
-Te he buscado a través de los tiempos, la distancia y los amores. Nuestras vidas tocándose como por un milagro.-
Tu voz llega a mi mente con claridad, es algo extraño, porque te oigo con mi corazón...no con mis oídos, a pesar de que apenas un hilo de vida te mantiene.
-Busca a Miriam...búscala, y a través de ti, llévale todo lo que no pude darle.
Y la verás...seguro que la verás...tu corazón la reconocerá cuando mires sus ojos, la mirada que tanto amé volverá a ti, a reencontrarse, a cerrar el círculo eterno de los regresos. A que mi alma que es la tuya pueda concluir esta vida sin rendijas abiertas y tú puedas volar al fin con la tuya...sólo eso. Ayúdame a irme ya.-
El llanto me quiebra la garganta, las lágrimas forman ríos salados que inundan mi cara ,el corazón me estalla de emociones.
Un halo de amor nos rodea y los ojos nos hunden en una sola alma.
La nuestra, que es la misma.
Asiento lentamente a su pedido desgarrado. En un instante que es toda una eternidad, nuestras manos comparten la despedida.
Y con un sollozo desde lo más profundo de mi corazón desbocado te dejo ir...me deja ir.
Su pecho exhala suavemente el descanso tan esperado y sus ojos, se desprenden de los míos.
El círculo de la vida se ha cumplido.
Muy sutilmente a medida que se diluye la imagen de Omar, me siento envuelta en la misma luz amarillenta , a la vez que oigo, como desde muy lejos la voz de Francisco ayudándome a volver a este momento.
Con tanta dulzura, su calmado tono me arrulla y empiezo a abrir los ojos suavemente.
Cuando enfoco su rostro afable me sonríe dulcemente tendiéndome un pañuelo.
Sollozo suavemente, sobrecogida por la intensidad de ese momento. Por el esfuerzo emocional por el que había pasado. Es casi un milagro.
Haber vivido en un instante dos vidas.
Un regalo de amor.
Me siento traspasada de sensaciones, tocada en lo más profundo y no puedo de dejar de llorar .La memoria de mi alma se enriquece y es así desde estas lágrimas que puedo limpiar mi corazón.
Cuando levanto mis ojos enrojecidos, la mirada franca y generosa de Francisco se eterniza un instante en cada rincón de mi vulnerabilidad...Su mirada, en la que nunca me había detenido.
Su amorosa mirada ,sus ojos negros y su hermoso rostro moreno.
Cómo no lo había visto?