Todos los que me leen saben que no es éste un blog político. No estoy cambiando el rumbo.
Como dije anoche, la noche antes de abrir la computadora y sentir la generosidad de mis bloggeros amigos, estaba pensando en colgar algo "consonante" con eso mismo que recibí. El verano pasado ví tres películas acerca de la vida de este ser humano increíble que fue Ernesto "Che" Guevara. Entre ellas, "Diarios de motocicleta", quizás la más conocida... Pero hay otras, tipo documentales, interesantísimas.
En un programa de la T.V. argentina, que capturó mi atención, Mario Pergolini conduce: "El gen argentino".
Se habló de varios personajes, y, entre ellos, del Che.
Supe, mientras lo veía y escuchaba, que iba a escribir sobre eso.
Él, ocupó siempre un espacio en mi vida. En diferentes épocas, y por distintos motivos...Quienes me conocen desde el principio, saben a lo que me refiero.
Pero esta vez, mi mirada, desde el verano, está más lejos de los ideales que Ernesto sostuvo y que yo padecí.
Eduardo Aliverti, un periodista local, lo equiparó a San Martín, otro prócer, que trascendió las fronteras para libertar países vecinos. Pero ni siquiera: San Martín se exilió, muriendo en Boulonge...
Creo que ambos sabían de que la tan ansiada libertad,
no podía plantearse mirando los límites geográficos...
Perón, indiscutible estratega, también dejó el país, para cuando estuvieran dadas las "condiciones objetivas".
El Che, sólo respondía a las "condiciones subjetivas".
Y sí, su "temeridad" pudo responder a su condición de asmático, desde niño, que, conociendo la delgada línea entre la vida y la muerte, la fragilidad de la vida, hizo que buscara un sentido para vivir, y, por ende no tuvo miedo de morir por esa "causa"
Esa pulsión que no cesó y por la cual no se permitió descansar ni desfallecer, lo transformó en el "Cristo rioplatense".
El Che vivo, era molesto. Pero muerto, fue perfecto.
Su coherencia se vislumbra desde ese primer viaje "científico", que le partió la cabeza, habiendo visto tanta miseria y explotación. Le dolió el dolor del otro, más allá del médico. Y no volvió a ser el mismo... No pudo mirar para otro lado, y su ética fué el SER SOLIDARIO, con la realidad ajena.
Vaya mi reverencia para este rosarino, que se merece el mejor reconocimiento de toda la humanidad.
Pero también no es menor
un detalle que deberíamos tener en cuenta:
el Che nos sigue interpelado con sus ojos abiertos.