Seis meses después del fin de su vida laboral y aquí sigo escribiendo sobre Diana, esa tipeja que no se larga, que sigue trabajando a las once de la noche e influyendo (o al menos intentándolo) en las vidas de personas a las que se resiste a dejar atrás. Esto es lo que ha pasado desde la
sexta entrega de su adiós.
- Ordenador estropeado. A mediados de junio se le
estropeó el ordenador. De pronto no se podía conectar a algunas aplicaciones y
servicios corporativos. Tenía que haberlo entregado el treinta y uno de mayo y,
para mí, fue un toque de atención que le dieron. Por supuesto no se dio por
aludida y tuvo el morro de acudir a una de las delegaciones a que se lo
arreglaran. Es obvio que el técnico no se lo iba a reclamar, probablemente ni
siquiera estaba enterado del asunto, así que le activó los servicios de nuevo y
ahí sigue, trabajando a medianoche y dando el coñazo.
- Las carpetas. Si de algo sirve que todavía tenga
activo su perfil y el ordenador en su poder es que al fin le está explicando a
Sandra cómo están organizadas las carpetas compartidas. Se ha hecho de rogar.
Eso no es una duda que surja tiempo después, es algo que debería haber quedado
listo en diciembre, pero es una artista en racionar las explicaciones claras
para seguir siendo necesaria.
- La jubilación de la Rotten. El año pasado por estas
fechas la Rotten tuvo una conversación privada con Diana en la que le dijo que iba
a seguir trabajando un tiempo después de su momento “oficial” de jubilación (en
marzo de 2023). Diana fue un poco falsa porque le preguntó si eso era posible y
le dijo que esa información le venía muy bien a ella porque quería quedarse
también un poco más. Dos meses después nos enteramos de su jubilación y de que
a esas alturas ya estaba planeando todo para marcharse. No tenía que decir nada,
pero no decir nada significa callarse la verdad… y las mentiras.
Aquí tengo que hacer un parón en la historia. Se acercan
momentos delicados para el departamento porque Violeta está a punto de cogerse
la baja por maternidad y Marisol Marinube va a jubilarse en septiembre. Nos
quedamos bajo mínimos, con gente novata a la que formar en un principio de
curso que suele ser el peor momento del año para mis compañeras.
El caso es que Diana le está diciendo a todo el que la quiere
escuchar que la Rotten se jubila este verano. Una de esas personas fue Carmina,
la jefa entrante, que montó en cólera porque no sabía nada de una baja más
justo cuando van a faltar dos personas. No creo que la
Rotten tenga obligación de avisar antes de lo que le marca la ley. Avisar en una
situación como ésta sería cortés, sí, pero ni le debe nada a la empresa ni
tiene por qué saber cuándo va a jubilarse. A veces se hacen los cálculos de la
pensión día a día y cuando por fin dan, te vas. Pero es que además es una
mentira. Tengo que decir que quizás Diana confundió la situación de la Rotten
con la de Marisol Marinube, aunque lo dudo. Primero, la conversación del año
pasado. Segundo porque sabe que Marisol se jubila. Tercero porque no pierde
detalle de estas cosas. Me parece más otro movimiento en la campaña de acoso
laboral que la Rotten sufre, curiosamente, desde que tuvo esa conversación con ella.
Precisamente por esa fatal coincidencia, esa campaña da para una entrada que no
sé si llegaré a escribir.
- El cheque regalo de despedida. Aquí también hay
antecedentes. A finales del año pasado, nos concedieron un bono extra a algunos
miembros del departamento. Sandra se quedó sin él. Unas semanas después, cuando Diana se despidió y pensamos
que era para siempre, nos fue llamando una a una a su oficina y nos dio un cheque regalo para unos grandes almacenes. A todas menos a Sandra. La Rotten y yo
supusimos siempre que a ella no le había tocado porque yo no la vi salir de la
Sala de control y tampoco vino Diana a verla, pero no teníamos pruebas de su
mezquindad con quien le dio su energía y una parte de su vida. Hasta hace unos
días.
Sandra daba rienda suelta a su envidia mientras se
desahogaba por su falta de dinero y de pronto ahí estaba, la confesión
inocente, sin saber que hay algo más detrás. Me dijo que Diana se había portado
muy mal con nosotras porque a los jefes de grupo, a pesar de que ganan una pasta, les dio un cheque regalo de
esos fantásticos grandes almacenes y a nosotras nada. A nosotras nada.
Esta confirmación fue un mazazo. Que la trataran como basura
dejándola sin bono de Navidad, me afectó muchísimo. Saber que Diana también la
dejó sin tarjeta de regalo, fue el remate para una historia de esas que te
quitan de raíz la esperanza en el género humano. Por mi parte, sólo se enterará si quiero vengarme de algo. No sé si protegerla de la verdad es lo correcto, pero es lo que ahora mismo me pide el cuerpo.
Se acercan las vacaciones y hay otros temas por ahí de los que hablar, así que de verdad espero que la próxima entrega de esta serie sea la despedida real de este ser infecto que va dejando tras de sí un reguero de estiércol radiactivo.