Vivimos inmersos en la mentira. Hemos convertido a la mentira en el caldo de cultivo donde toda la actividad humana encuentra su acomodo. Dignos herederos de Rinconete y Cortadillo, trileros de la verdad, estafadores, embaucadores, arribistas, los pícaros modernos no llevan agujereados los zapatos ni visten harapos ni conocen penurias, necesidades, hambre. Tampoco son incultos iletrados. Tienen sólida formación política, religiosa, empresarial. Pero esa formación no les impide utilizar la mentira de forma habitual para medrar, para conseguir sus objetivos,
Hablan de austeridad, de sacrificio y no les tiembla el pulso para bajar el sueldo a miles de trabajadores, intentando convencernos de la necesidad de esas medidas mientras ellos siguen con salarios altísimos, incrementando exponencialmente las huestes de asesores de todo tipo, de altos cargos, de coches oficiales, de dietas astronómicas, cargando al erario público, incluso sus visitas a burdeles de lujo.
Hablan de santidad, hacen votos de castidad y de pobreza, demonizan el aborto, las relaciones libres, la homosexualidad, el uso de preservativos. Sin embargo históricamente se han revestido de lujo y ostentación, han nadado en la abundancia y la riqueza, han gozado del sexo, han abusado de su posición dominante para cometer las más abyectas aberraciones con menores.
Hablan y dicen que son creadores de riqueza, "su" riqueza. Pero en la trastienda, esta riqueza se cimenta en salarios bajos, empleo precario, componendas con el poder, obtención de subvenciones, sobornos. Aprovechando la crisis, muchos de estos tiburones de traje impoluto y aviesas intenciones han saneado sus empresas despidiendo personal “para poder sobrevivir”, y repartiendo el exceso de carga de trabajo entre los trabajadores que han tenido la “bondad” de no despedir.
Trabajadores que consideran que merecen todos los derechos pero no creen ser deudores de ninguna obligación, que se inventan bajas por enfermedad mientras prestan sus servicios en otros menesteres, que tienen dobles trabajos pero cotizan sólo en uno de ellos, que procuran ser puntuales al salir del trabajo, ya que no lo fueron al entrar, son también mentirosos pues esas prácticas van en contra del resto de trabajadores.
Ayer el pais vivió una huelga general. ¿Necesaria? Estoy seguro de que sí, pero era necesaria mucho antes, cuando la crisis comenzaba y el Gobierno se preparaba para adoptar medidas a todas luces impopulares.
Pudimos vivir en todas su plenitud ese caldo de cultivo mentiroso que al principio mencionaba.
Trabajadores que querían ejercer su derecho a trabajar pero que tenían que desistir ante la capacidad de “persuasión” de piquetes que se declaraban “informativos”. La cifra de huelguistas, se convierte así en una gran mentira.
Trabajadores que querían ejercer su derecho a la huelga, pero eran “amablemente” invitados a que desistieran de su empeño, con la amenaza de despido. La cifra de trabajadores que no secundaron la huelga, se convierte así en otra gran mentira.
Un Gobierno que contempla como organizaciones sindicales, en su órbita ideológica, se ven obligadas para no perder aún más una credibilidad más que perdida, a echarle un simulacro de pulso, un pulso de guante blanco cuando todas las medidas están ya tomadas. No sé si es una gran mentira, pero es una gran parodia.
Una oposición que tiene la desfachatez y el descaro de simular su desacuerdo con la huelga, en consonancia con su tendencia política, pero que en esta ocasión, por lo que tiene de desgaste del Gobierno, desearon ansiosamente, aunque nunca lo reconocerían, que tuviera lugar con un masivo seguimiento.
Y adornando la tarta, la guinda de organizaciones juveniles de las llamadas anti-sistema, con estética marginal, que sin embargo se han aprovechado del sistema, para alimentarse, para tener una formación (o deformación), y que cargan vandálicamente contra las fuerzas de orden público, incendiando mobiliario urbano, sembrando el caos, sin aportar ideas para superar este modelo de sociedad, a no ser, claro, que su idea de sociedad sea precisamente una sociedad sumergida en un continuo caos.
No son los únicos frentes donde la falsedad y la mentira se manifiesta diariamente en nuestra sociedad, es sólo un pequeño botón de muestra, tratado a vuelapluma.
Caería en la misma mentira que estoy intentando criticar si no dijera que existen políticos, religiosos, empresarios, trabajadores honestos. Claro que sí. Seguramente constituyen mayoría, pero es esa mayoría silenciosa la que sufre los devastadores efectos de estos y otros comportamientos.
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GUS