Ya vamos consiguiendo hacer con las tintas, las estilográficas y los pinceles de agua algo parecido a lo que se pretende. Aquí se ve el trabajo con los colores fundidos en húmedo, los trazos que se desdibujan al pasar por encima el pincel mojado, las manchas que se extienden al pintar de nuevo sobre la capa anterior, todavía húmeda, algunos detalles aplicados en seco al final... Una técnica muy parecida a la acuarela, aunque las tintas también tienen su carácter.
La imagen anterior es un detalle ampliado del siguiente dibujo, en este caso uno de esos asombrosos ficus elástica que abundan en algunas plazas y paseos de Alicante. Alcanzan un tamaño inmenso, y dejan caer desde sus gruesas ramas raíces aéreas que llegan hasta el suelo, donde se anclan y engrosan hasta formar nuevos troncos. En su base el árbol se ensancha y forma arquitrabes que refuerzan la estructura como si fuera una catedral gótica. Muy buenos para dibujar, por sus formas redondeadas, con suaves líneas curvas que se retuercen y producen luces y sombras, por sus hojas grandes y relucientes...
Llegamos a Alicante buscando el sol, huyendo del frío de Albacete en estos días y fuimos al puerto y al paseo paralelo, La Explanada, lugar muy a propósito para nuestra intención, pues pensábamos comer por allí, al aire libre. Después de oler el mar, ver los barcos y hacer unas fotos para dibujar después, aunque estos lugares me los sé de memoria, quedé atrapado por el sonido de la trompeta de Louis Amstrong que ponía música a la presencia de un trompetista, marioneta a quien daban vida el artista que la manejaba y las notas de La vie en rose, exactamente como se puede escuchar en el enlace. Imposible no quedarse cerca a seguir disfrutando de la escena y de la música. Para mayor comodidad, tomo asiento en un cómodo sillón de mimbre en la terraza de enfrente y pido una cerveza, enorme por cierto, que la deshidratación es un peligro a ciertas edades y más con tanto sol.
Tan cómodamente instalado, tampoco puedo evitar sacar el cuaderno y los apechusques de dibujar y, mitad mirando, mitad imaginando, hago un apunte de la escena, como se puede ver. Aunque llevo varias plumas con tintas surtidas, anoto que me falta una de color rojo rubí.
Un poco más a la derecha había un artista haciendo caricaturas. A la otra mano, a unas decenas de metros, otro dibujante de retratos. Mientras el trompetista de tela descansaba y buscaba la partitura de otro tema de Louis Amstrong, se me va la vista hacia un fotógrafo que tengo casi enfrente de mí. Vestido con traje negro, con sombrero como el de Stan Laurel, Joaquín Sabina o Winston Churchill, haciendo juego con su maravillosa cámara de fuelle de ciento diez años, según me cuenta, montada en su trípode. En pocos minutos impresiona y revela una foto en blanco y negro, acelerando el proceso de una forma asombrosa. Le pido permiso al fotógrafo para metafotografiarlo y, amablemente, me lo concede. Luego lo dibujaré, que si me quedo aquí voy a tener que pedirme otra cerveza y va a ser peor. Por lo pronto, aquí van las fotos:
Cuando algún turista o grupo pide ser fotografiado, el fotógrafo proporciona el atrezzo. Con unos sombreros, un pañuelo y poco más, los transfigura en la imagen de sus bisabuelos en dos minutos. Luego mete la cabeza bajo la tela negra, enfoca, encuadra, sale raudo para recolocar un sombrero, girar una cara unos grados para añadir mordente a la mirada, revisa el efecto y, ya satisfecho, dispara con su cable. En honor y agradecimiento al fotógrafo, un artista que tan amable fue conmigo, le quito el color a mis fotos. Ganan mucho en blanco y negro.
A estas alturas ya me había quitado la chaqueta. La bufanda mucho antes, al mismo bajar del coche al llegar a Alicante. De forma que en manga corta nos fuimos a comer a la terraza de un restaurante cercano, sin perder de vista el mar, las flores y las palmeras. Tampoco la mesa ofrecía mal paisaje, que el arroz al lado del mar gana mucho. No penséis mal de mi, que no estaba solo para comerme todo eso, sino muy bien acompañado. Tal vez por nostalgia de Albacete, añado al menú unas chuletitas de cordero en su más tierna infancia. Helas:
De camino hacia otra terraza en El Postiguet, sin tiempo para dibujar los mil temas que salen al paso, les hago unas fotos para, con más reposo, pintar algo después. Por ejemplo:
Nos sentamos en la terraza de una cafetería enfrente de la playa, en unos confortables sillones que tienen en el respaldo una mantita por si algún turista tiene frío. Viniendo de Albacete que, por estas fechas, viene a ser como Groenlandia, o mirando a los turistas que se dejan caer desde Alemania o Noruega hasta Alicante para tomar el sol, las mantas deben de estar sin estrenar. Un cremoso cortado y un Vichy Catalán mientras, en un alarde de oportunidad y buen gusto, con un sonido más que decente, se puede escuchar el saxo de Stan Getz dando contrapunto a la voz de Astrud Gilberto, que canta las bossanovas de un disco que hace muchos años yo escuchaba en vinilo. Doble con sus tapas verdes.
Mientras escucho tal maravilla, saboreamos el café y conversamos sin prisas, no se me olvida que a mi espalda queda el castillo de Santa Bárbara, encaramado en el Benacantil desde que los árabes lo levantaron allí a finales del siglo IX, y que navegando sobre esas olas que ahora lamen la arena, llegaron griegos, fenicios, cartagineses, romanos, árabes, piratas berberiscos y otros turistas. Casi se pueden ver desde aquí, al menos se adivinan, las balsas talladas en la roca de la factoría de salazones donde los romanos fabricaban el garum y que ahora llaman los Baños de la Reina.
En fin, un día redondo si así lo quiere uno ver. También se podría interpretar, sin faltar a la verdad, que vine a Alicante, comí, me tomé un café y que me dolían las piernas. Pero para eso están la literatura, la música y la pintura, para embellecer la vida. La propia y, si puede ser, la ajena.
Ya en casa, todavía en Alicante, pinto unas frutas con tintas de colores y otra vez con tinta china. También el tiovivo del puerto, de memoria, con unos boligrafos Bic de colores que acababa de comprar. Tiene unos toques de tinta con Parallel Pen.
La siguientes fotos muestran los utensilios que llevaba en el bolso para hacer estos dibujos.