¿Y si todo lo que nos han contado fuera precisamente al revés de cómo nos lo han contado?¿Y si después de todo los “mercados” no están en lucha contra los países periféricos (Grecia, Italia, Portugal, España...) sino que están en guerra, realmente, contra Alemania?¿podemos ponernos en “sus” mentes por un momento e intuir qué cojones es lo que quieren con tanto desconcierto y alboroto? Vamos a intentarlo.
Supongamos que estos “mercados” como todo capitalista financiero, persiguen prestar un dinero para, más tarde obtener la devolución de lo prestado junto con los correspondientes intereses. En la actualidad se encuentran con diversos tipos de papel para su adquisición: en unos pone que después de prestado el dinero, “El Gobierno de España se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un 5 % de lo prestado”; en otros pone “ El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un 7 % de lo prestado”, en otros “El Gobierno de Francia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un 3 % de lo prestado”, o bien “El Gobierno de Alemania se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un 1 % de lo prestado” y así, sucesivamente como el chiste de nunca acabar.
Pero si hacemos abstracción de lo que pone en esos pagarés, la formula es siempre la misma: “El Gobierno de Z se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de X euros con los correspondientes intereses calculados como un Y % de lo prestado”. De la serie anterior se desprende que Y es función Z, de forma que a Grecia le corresponde un 12%, a Italia un 7%, a España un 5% y así sucesivamente. El comprador de estos papeles aspira a obtener el Y mayor, pero sabe que para eso tiene que aceptar una Z (un país) peor. Nada nuevo bajo el sol, pues esa es precisamente la clave de cómo funcionan los mercados financieros: tipos más altos para inversiones de más riesgo, y así hasta concluir en que es buen negocio prestar dinero al pobre de la esquina siempre que se le exija un interes del 4000%(*).
Una vez que tengo comprado el papel me interesan varias cosas: en primer lugar que pueda recuperar X, en segundo lugar que pueda recuperar los intereses también: el negocio especulativo redondo es conseguir comprar un papel en el que ponga, por ejemplo “El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un 7 % de lo prestado” y luego, por arte de birbibirloque, la tinta del papel mute y se acabe leyendo “El Gobierno de Alemania se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un 7 % de lo prestado” ¿Cómo se consigue esto?
En primer lugar sabemos cómo NO se consigue: evitando a toda costa que el Gobierno de turno no me devuelva lo que le presté o no me lo devuelva todo, o, incluso, que no me devuelva los intereses que habíamos pactado: por eso mismo hay que conseguir que cumplan sus acuerdos, modificando la Constitución si es preciso y aunque para ello tengan que vender los útiles de trabajo con los que se ganan la vida.
Tampoco se consigue, desde luego, devolviendo soberanía a los Estados emisores de los papeles y mucho menos si con esa soberanía se salen de la “foto”. Si el papel dónde ponía “El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un 7 % de lo prestado” se transforma en otro que dice “El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros, cantidad que de acuerdo con nuestras cuentas y para el día de hoy corresponde a 100.000 liras con los correspondientes intereses calculados como un 7 % de lo prestado” el patatús del tenedor es de los que hacen época. Antes de eso se invade el país y se les impone como moneda de cambio lo que ya es “de facto” moneda extranjera: el euro(**).
¿Qué hay que hacer entonces para que gane la banca? Tomemos otra vez el papelito que dice que “ El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un 7 % de lo prestado” y añada la Señora Merkel de su puño y letra, y con firma y sello, lo siguiente “El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un 7 % de lo prestado, y si no lo pudiera hacer, en su lugar y con las mismas condiciones(***), lo abonará el Gobierno de Alemania”. En cuanto consigamos esto los mercados brindarán con champán (francés por supuesto).
Pues en esas estamos. En el fondo no es una batalla contra nosotros, nosotros sólo somos las víctimas civiles del conflicto financiero: esto es una guerra para conseguir que el rico pague la deuda de los pobres, mejor dicho, para que los ciudadanos pobres del país rico paguen la deuda contraída por los ciudadanos ricos de los países pobres, al menos en defecto o en lugar de los ciudadanos pobres de los países pobres, que son los primeros llamados al pago.
Y, en estas estamos: rezando para que cuando Merkel escriba esa apostilla en el papel, no se le vaya la mano y añada “ El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un 7 % de lo prestado, y si no lo pudiera hacer, en su lugar y con las mismas condiciones, lo abonará el Gobierno de Alemania, que a su vez una vez satisfecha la deuda, tendrá acción contra el Gobierno de Italia para obtener su resarcimiento” resarcimiento que, más propiamente debería llamarse “botín de guerra” y sin especificar si será en dinero o en especie, como el tributo de las cien doncellas.
P.D. ¡Qué fácil es criticar! Que diría Borja Pérez. ¡Pues sí!, ¡pues sí!, pero hay una solución que no pasa ni por romper el euro, ni por dejar de pagar (al menos nominalmente), ni porque Alemania tenga que enmendar esos papeles: ¡La máquina, estúpido, la máquina!: El papelito finalmente quedaría redactado así: “El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un 7 % de lo prestado, y si en ese momento no lo tuviera, el Banco Central Europeo se compromete a imprimir cuantos billetes sean necesarios para hacer el pago y prestárselos al Gobierno de Italia, al tipo del 0,00000001% y a devolver, sin más dilación, el día 23 de marzo del año 7.017, exactamente a las 11:45, hora universal coordinada”
(*) Es una pelea doctrinal que sostengo respecto de que el riesgo no puede ir (o no siempre) incluido en el tipo de interés. Creo que ya tengo convencido a Stiglitz :)
(**) De hecho de unos días acá he dejado de llamar euro a la moneda que llevo en el billetero. La llamo “marco”, creo que es más propio, aunque quizá lo más correcto sería llamarlo “marco del cuarto reich”.
(***) Es decir de forma solidaria: a cada uno se le puede pedir el todo y sin necesidad de interpelar previamente al deudor principal.