"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

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miércoles, 11 de julio de 2012

El leuro (y V)


¿Cómo tendría que ser esa nueva política monetaria europea?

                  Lo primero que habría que pedir es que esa política monetaria fuera precisamente eso: “política”, es decir para la “polis”, para los ciudadanos, para todos los ciudadanos, no para esa parte de ciudadanos llamada los mercados (compuestos por una parte de ciudadanos a jornada completa y otra parte por ciudadanos “a tiempo parcial”, es decir, por todos nosotros cuando queremos que nos paguen más por nuestra cuenta en ienegé o que no nos cobren comisiones). Esto supone supeditar la política monetaria a la política económica: al crecimiento.

            Hay que empezar por el asalto al BCE para convertirlo en un instrumento político al servicio de la economía. Al acreedor o mercado que no le guste que se vaya: que cambie sus euros por dólares y verá lo que es caer de la sartén a las brasas: bajo la apariencia de independencia de la Reserva Federal, se hacen cosas que ya es hora de empezar a copiar en este continente. De hecho esto explica por qué, con las dudas constantes sobre el futuro del euro, la inestabilidad de Grecia, los problemas de la Unión... el euro siga holgadamente por encima del dólar.

            En segundo lugar hay que empezar a transferir rentas: la solución del 29 no fue (sólo) un programa de gasto y obra pública muy elevado: la finalidad no era hacer zanjas, era llegar a un nuevo reparto de rentas, igualando a los que más y a los que menos tienen para que de nuevo éstos vuelvan a empezar a consumir lo que se produce. Esto mismo es lo que hay que hacer: “perdonar nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores” es una forma ideal de transferencia de rentas entre el acreedor y el deudor. Otra es recaudar impuestos (aunque sea a tipos de 70 o el 80%, siguiendo no un modelo soviético, sino el que los Estados Unidos aplicaron en el 29) a los que más tienen y repartirlo entre los más pobres, vía Estado de Bienestar, en lugar de recortes...

                    La visión cerril (e interesada) del neoliberal actual (austriaco) es detestar del gasto público porque le parece innecesario, intervencionista, insostenible... razonamiento que arrastra a otras personas más moderadas, olvidándose que el Estado no gasta (en gasto social) por gastar, sino PARA REDISTRIBUIR, es decir, para equilibrar bolsillos porque está demostrado que la economía capitalista sólo crece cuando en todos los bolsillos hay algo y entra en barrena cuándo la mayoría de los bolsillos están vacíos, justamente al revés de lo que sucede en los circuitos eléctricos dónde se precisa una gran diferencia de tensión entre los polos para que salte la chispa.

              Esto se puede y debe hacer desde la Unión Europea y si se hace, el papel del euro será de nuevo secundario. Haciendo un nuevo reparto de riqueza mediante políticas de gasto público y transferencia de rentas dentro de la Unión Europea (el resto del mundo a la Unión Europea siempre le ha importado un bledo) y en euros, logremos reflotar el capitalismo para que siga adelante, en una nueva etapa de crecimiento, volviendo a generar desigualdades, depredando recursos hasta una nueva crisis, aún más grave, que, esperemos, por el bien de la Humanidad, ésta ya sí sea la que definitivamente suponga su desaparición.

martes, 10 de julio de 2012

El leuro (IV)


Soluciones

                Pero nada de esto se hizo y ahora hay que pagar esas deudas. Esas deudas están denominadas en euros (que es nuestra moneda) con lo que no podemos trampear con el valor de la moneda, que para eso ya está el BCE, que mamonea con ella de continuo para favorecer los intereses de los acreedores, manteniendo artificialmente un valor demasiado alto (el euro empezó cercano y en periodos estuvo por debajo, en el intercambio, con el dólar). Además el peso de la deuda deteriora nuestro crecimiento económico por lo que tenemos menos capacidad para poder hacerla frente.

                La solución aparentemente más fácil es salirnos del euro para poder recuperar nuestra política monetaria y entonces, por un lado, pagar nuestras deudas en una moneda que podamos mangonear y por el otro (pero también es lo mismo) devaluar la moneda para aumentar lo que eufemísticamente se llama la “productividad” (que no es otra cosa que el grado en que se aprovecha el capitalista de nuestro trabajo).

               Si se analiza bien, entre seguir en el euro o salirnos de él no hay dilema alguno: en ambos casos nos empobrecemos: si seguimos en el euro porque no podemos hacer frente a unas deudas cuyo intento infructuoso de pago, además supone destruir la (poca) actividad productiva que tenemos en este país. Si salimos nos empobrecemos porque una devaluación es un empobrecimiento (rápido, eso sí) generalizado (menos para los de siempre que tienen sus activos fuera de aquí). El gran economista y conservador (o quizá economista y gran conservador, pero en cualquier caso “engañaprogres”) Krugman defiende esta segunda solución, lo que sirve para que una parte poco ilustrada y bastante alelada de la población que dice ser de izquierdas lo acoja como solución a nuestros problemas. Se descartan al parecer otras soluciones, como si ya aceptáramos que esta crisis la vamos a pagar los de siempre, en euros o en pesetas.

              Pero podría ser aún peor: volver a la peseta no implica recuperar la política monetaria, o por lo menos no recuperar “toda” la política monetaria. Nuestra inserción en el mundo europeo, occidental y capitalista no nos permitiría, ni en pesetas, aplicar políticas (exitosas, éstas sí) como las que han aplicado determinados países latinoamericanos: se nos dejaría, en parte, pagar deuda con pesetas, pero no se nos permitiría dejar de pagar deuda ilegitima, no se nos permitiría restringir la libertad de capitales, podríamos tener que ser, pese a todo, rescatados con condiciones aún más duras (por chulos)... En definitiva, con pesetas, seguiríamos teniendo el dogal al cuello, eso sí, probablemente tirado por tres manos, la del BCE (ya conocida), la de Botín y la de Rosell.

                Luego la solución no es ni la salida del euro ni el empobrecimiento. La solución debe ser el cambio de la política monetaria, concepto distinto de la recuperación de la soberanía monetaria, porque de nada sirve que ésta cambia de manos, si va a manos parecidas o peores. Una de las razones por las que la izquierda patria es tradicionalmente europeísta es porque, dicho sea en términos escatológicos, ante la mierda de poderes fácticos españoles que tenemos (empresarios, políticos, iglesia, burgueses, banqueros...) aspirábamos a depender de la basura de los poderes fácticos europeos (primos hermanos de los de aquí pero un poco más civilizados). El camino debería ser ahora el mismo: tratar de cambiar la política monetaria europea, antes que devolverla a manos del poderoso cavernícola español.

lunes, 9 de julio de 2012

El leuro (III)


La fiesta terminó:

                    Cuando el capitalismo, siempre tan obcecado, volvió a generar su tradicional crisis, debida a que los bolsillos de los obreros están exhaustos y no es posible venderles más mierda de la que producen en sus fábricas y ya no cuela engañarlos metiéndoles en el bolsillo dinero prestado o bajando los precios de lo que compran abaratando costes mediante la deslocalización (que a su vez manda al obrero nacional al paro y le vacía el bolso), entonces, y sólo entonces, el tenderete se cae. Se echan cuentas y resulta que nos sale una pasta a pagar. A la hora de pagar el sector privado (primero los empresarios de la construcción y luego los de la banca privada) se hace el “sueco” (son más europeos que nadie) y las autoridades europeas exigen el pago a los Estados, como responsables subsidiarios o, en algunos casos, con carácter solidario.

                  Los Estados, por su parte, se encuentran con un doble problema: tienen que asumir una deuda que no es suya y, además, generan una deuda propia derivada de, por un lado, la caída de ingresos tributarios por el deterioro de la situación económica y porque tienen una estructura impositiva basada en un crecimiento artificial; por el otro, no tienen ni han hecho “guardiola” (ni la persona ni el cerdito) porque bajar impuestos era de izquierdas, porque ningún ministro de hacienda neoliberal español (Rato, Montoro, Solbes, Salgado) hubieran tolerado que, en época de crecimiento, el Estado hubiera ahorrado un sólo euro, pudiéndolo dejar en manos privadas. Toda esta gente abandonó a Keynes (el gran salvador del capitalismo, con un poco de suerte su abandono supondrá el fin de este ominoso sistema) en la época de la vacas gordas y, ahora, en la época de vacas flacas, se acuerdan, como la cigarra, de lo que no hicieron en su día.

                 Como el lector enseguida se dará cuenta, en toda esta descripción de la crisis el euro juega un papel secundario: hubiera habido o no euros o pesetas la crisis económica mundial se hubiera producido, sería igualmente la crisis más grave del capitalismo y estaríamos en igual o parecida situación, a no ser que hubiéramos tenido políticos de otra talla y valía que hubieran frenado la especulación, regulado y reglamentado la economía y hubieran acumulado fuertes superávits presupuestarios, resistiendo las acusaciones y embates del “facherío burgués-empresarial-españolista-neoliberal” (lo que ahora se conoce de forma sintética como “austriacos” y entonces era la COPE) que, en aquella época les hubieran acusado de “soviético-cubano-venezolano-norcoreanos”.

domingo, 8 de julio de 2012

El leuro (II)


¿Qué pasó después?

           La unión monetaria implica una cesión de soberanía mucho más importante que otras pero menos vistosa (porque no lleva banderas ni uniformes): la cesión de la política monetaria. Con la pérdida de la moneda nacional se pierde también la posibilidad de utilizar la moneda para conseguir el desarrollo y la estabilidad económica del país. Es importante entender que no es una relación biunívoca: una moneda única implica perder soberanía monetaria, pero perder soberanía monetaria no implica una moneda única, que es tanto como decir que podemos tener euros, pesetas o maravedíes y no tener la política monetaria en nuestras manos: de hecho en los momentos previos a la constitución del euro, los estados implicados habían perdido ya su soberanía monetaria.

               Una vez cedida la soberanía monetaria (vía euro) la política monetaria no desapareció sino que recayó en las manos de los Estados más poderosos (económicamente) de la Unión que, son, obvio es decirlo, los que controlan las instituciones políticas de la Unión Europea: ellos son los que dictaron la política monetaria común, en su propio beneficio, que no es otro que el desarrollo productivo de sus empresas, la acumulación de saldos a su favor como consecuencia de la venta de sus productos en un primer momento y del préstamo de los excedentes monetarios generados en un segundo momento, para lo que se necesitaba que en otros Estados corriera el dinero fácil para, en el primer momento indicado poder comprar sus productos (y que lleguen, de ahí la insistencia comunitaria en darnos dinero para carreteras) y, más tarde, endeudarnos.

               Para caer en su trampa se necesitaba, finalmente, hacernos creer que éramos ricos, tan ricos como ellos, para lo que nuestros políticos neoliberales locales (Aznar y ZP) se pintaron solos en la creación (Aznar) y el mantenimiento (ZP) de una burbuja inmobiliaria, consecuencia, además, de una política de tipos bajos en la que te inyectan dinero (que luego hay que devolver) a chorros y que no sabes qué puedes hacer con él, porque no existen, gracias a los empresarios, oportunidades sólidas de inversión en territorio patrio.

sábado, 7 de julio de 2012

El leuro (I)


             Con la tradicional manía que tenemos la humanidad en general y los españoles en particular para concretar en animal, vegetal o cosa la causa de nuestros problemas (la Merkel”, “la pertinaz sequía”, “la burocracia”, “los políticos”, “la pérfida Albión”, “ZP”...) por fin hemos encontrado la causa de todos los quebrantos del solar patrio: “el euro”.

            Se está abriendo un debate (en la izquierda, la derecha no debate, impone, como bien se ve con el gobierno de Rajoy) sobre la posición a adoptar respecto de “la bicha”, digo, “el euro” y sobre si debemos de salirnos de la modestamente llamada “moneda única” o no. En este debate se llega a confundir los males propios de esa moneda (el euro) con los de la política monetaria que lleva aparejada, de forma que se puede caer en el error de que, eliminando el euro pero manteniendo la misma política monetaria, nuestros problemas se solucionarían y, a “sensu contrario” inferir que si mantenemos el euro pero cambiamos su política monetaria no habremos avanzado gran cosa. Ambas posiciones son equivocadas.

¿Cómo vino el euro al mundo (es decir aquí, a Madrid, digo a España)?

              El euro es la moneda que circula entre los países que alcanzan la Unión Monetaria Europea (U.M.E.), que implica el cumplimiento de unos parámetros presupuestarios con ignorancia absoluta de otras cuestiones (económicas y sociales) que pueden seguir “manga por hombro” sin que ningún portero de discoteca te niegue la entrada al recinto: una vez que te cambias los calcetines (cumples el nivel de endeudamiento y de déficit (y el de inflación que se exige a la entrada)) ya puedes entrar sin problemas a un local donde se mezclan skins, negros, ultras de diversos equipos, anarkas, kikos, abertzales, fachas... y dónde se espera que convivirán en perfecta armonía, sin agredirse ni aprovecharse los unos de los otros, por el simple hecho de que todos llevamos los calcetines del mismo color. ¡Ni siquiera un mísero arco detector de metales en la puerta!

          “Ejpaña” no podía quedar fuera del club. Aunque en ese momento Aznar hubiera fichado a la bruja Lola y hubiera visto el futuro, que es nuestro presente, no hubiera podido tomar otra decisión, porque en ese momento, para un país tradicionalmente aislado, acomplejado, con la idea implantada en su subconsciente de que “África comienza en los Pirineos”, haber dicho que no al euro, hubiera supuesto un desastre parecido al del 98. De hecho yo, con mi tradicional pesimismo, intuía una catástrofe parecida a la del la Guerra de Cuba, basada en la superstición de que a este país los fines de siglo le sientan bastante mal; agobio que se me pasó en cuánto vi las trampas que se hacían en éste y en otros países (Francia con la “externalización” de hospitales para que no computarán en el déficit, Alemania con otros servicios públicos, nosotros con la gestión de infraestructuras ferroviarias y con la prorrata de IVA en las subvenciones (copiada de los galos)...) para entrar en la discoteca, y cómo los porteros hacían la vista gorda hasta llegar a dejar entrar a Grecia que... ¡llevaba calcetines blancos!

        La facilidad de acceso a la moneda única unida al hecho de que haber quedado fuera era un quebranto psicológico insoportable para un país acomplejado como el nuestro, hizo imposible decir “no” con la valentía e inteligencia con la que, por ejemplo, actuaron los ingleses, y algunos otros países que por estar en el centro geográfico de Europa y vivir como dios, no afectaba a su condición de europeos plantarse.

sábado, 28 de abril de 2012

¿Cara o cruz?

             ¿Qué deberíamos hacer bajo el supuesto de que los ciudadanos de este país fuéramos soberanos (risas)? ¿Seguir en el euro o salirnos y volver a la peseta? Es la pregunta del millón, especialmente para el especulador de moneda. Para él, acertando, se lleva directamente  el premio de "atrapa un millón".

             Esta pregunta me la han planteado tanto en la presentación de ATTAC Castilla y León como en las jornadas del Ateneo Republicano de Astorga. Mi opinión personal, que allí manifesté, es que abandonar el euro o continuar en él nos lleva al mismo punto: supone un aumento de precios al doble y una disminución del poder adquisitivo a la mitad. La diferencia está en el tiempo: abandonando el euro tenemos este empobrecimiento en diez minutos y continuando en él llegaremos a esa situación de pobreza en 10 años.

             Siendo esa la diatriba parece preferible la segunda opción: 

            - En primer lugar porque el cuerpo se acostumbra al hambre mejor en 10 años que en 10 minutos; 

             - En segundo lugar  porque el escenario de 10 años podría ser reversible si los países que "de facto" dirigen la UE cambian de opinión, lo que podría resultar de un cambio político interno de Alemania y Francia. 

              Para que prospere esta segunda vía realmente no hacen falta grandes cambios, nos basta un "Obama germano", un "Schwarzpresident". Si esto no se consigue y Merkel u otra marioneta que represente el poder económico centroeuropeo sigue al frente del "Tercer Reich económico", habría que pensar en una política de alianzas antialemana en la que, necesariamente, habría que implicar al Reino Unido, política que, entre otras cosas, llevara un cambio de las políticas fiscales. 

              Como las políticas obsesivas de control de déficit y de "blindar la máquina de hacer dinero" son autodestructivas, es posible que el factor tiempo juegue a nuestro favor: diez años dan para que el mito de la contención del déficit afecte a países que hoy lo defienden (se acaba de ver en Holanda) y que los mercados asedien con la prima de riesgo a la deuda pública francesa lo que puede hacer "bajar de la burra" al bloque llamado Mercozy o a sus herederos.

              Mi posición es de permanencia activa en el euro, tratando de facilitar el cambio de rumbo en el plazo fatídico de esos 10 años. Se deberá quizá a la debilidad humana de dejar de fumar, hacer ejercicio y seguir una dieta, hoy no... ¡mañana!

martes, 15 de noviembre de 2011

Un inglés, un francés, un alemán, un italiano... y un español

                ¿Y si todo lo que nos han contado fuera precisamente al revés de cómo nos lo han contado?¿Y si después de todo los “mercados” no están en lucha contra los países periféricos (Grecia, Italia, Portugal, España...) sino que están en guerra, realmente, contra Alemania?¿podemos ponernos en “sus” mentes por un momento e intuir qué cojones es lo que quieren con tanto desconcierto y alboroto? Vamos a intentarlo.

              Supongamos que estos “mercados” como todo capitalista financiero, persiguen prestar un dinero para, más tarde obtener la devolución de lo prestado junto con los correspondientes intereses. En la actualidad se encuentran con diversos tipos de papel para su adquisición: en unos pone que después de prestado el dinero,  “El Gobierno de España se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un  5 % de lo prestado”; en otros pone “ El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un  7 % de lo prestado”, en otros “El Gobierno de Francia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un  3 % de lo prestado”, o bien “El Gobierno de Alemania se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un  1 % de lo prestado” y así, sucesivamente como el chiste de nunca acabar.

               Pero si hacemos abstracción de lo que pone en esos pagarés, la formula es siempre la misma:  “El Gobierno de Z se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de X euros con los correspondientes intereses calculados como un  Y % de lo prestado”. De la serie anterior se desprende que Y es función Z, de forma que a Grecia le corresponde un 12%, a Italia un 7%, a España un 5% y así sucesivamente. El comprador de estos papeles aspira a obtener el Y mayor, pero sabe que para eso tiene que aceptar una Z  (un país) peor. Nada nuevo bajo el sol, pues esa es precisamente la clave de cómo funcionan los mercados financieros: tipos más altos para inversiones de más riesgo, y así hasta concluir en que es buen negocio prestar dinero al pobre de la esquina siempre que se le exija un interes del 4000%(*).

              Una vez que tengo comprado el papel me interesan varias cosas: en primer lugar que pueda recuperar X, en segundo lugar que pueda recuperar los intereses también: el negocio especulativo redondo es conseguir comprar un papel en el que ponga, por ejemplo “El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un  7 % de lo prestado” y luego, por arte de birbibirloque, la tinta del papel mute y se acabe leyendo “El Gobierno de Alemania se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un  7 % de lo prestado” ¿Cómo se consigue esto?

               En primer lugar sabemos cómo NO se consigue: evitando a toda costa que el Gobierno de turno no me devuelva lo que le presté o no me lo devuelva todo, o, incluso, que no me devuelva los intereses que habíamos pactado: por eso mismo hay que conseguir que cumplan sus acuerdos, modificando la Constitución si es preciso y aunque para ello tengan que vender los útiles de trabajo con los que se ganan la vida.

           Tampoco se consigue, desde luego, devolviendo soberanía a los Estados emisores de los papeles y mucho menos si con esa soberanía se salen de la “foto”. Si el papel dónde ponía “El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un  7 % de lo prestado” se transforma en otro que dice “El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros, cantidad que de acuerdo con nuestras cuentas y para el día de hoy corresponde a 100.000 liras con los correspondientes intereses calculados como un  7 % de lo prestado” el patatús del tenedor es de los que hacen época. Antes de eso se invade el país y se les impone como moneda de cambio lo que ya es “de facto” moneda extranjera: el euro(**).

               ¿Qué hay que hacer entonces para que gane la banca? Tomemos otra vez el papelito que dice que “ El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un  7 % de lo prestado” y añada la Señora Merkel de su puño y letra, y con firma y sello, lo siguiente “El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un  7 % de lo prestado, y si no lo pudiera hacer, en su lugar y con las mismas condiciones(***), lo abonará el Gobierno de Alemania”.  En cuanto consigamos esto los mercados brindarán con champán (francés por supuesto).

                Pues en esas estamos. En el fondo no es una batalla contra nosotros, nosotros sólo somos las víctimas civiles del conflicto financiero: esto es una guerra para conseguir que el rico pague la deuda de los pobres, mejor dicho, para que los ciudadanos pobres del país rico paguen la deuda contraída por los ciudadanos ricos de los países pobres, al menos en defecto o en lugar de los ciudadanos pobres de los países pobres, que son los primeros llamados al pago.

              Y, en estas estamos: rezando para que cuando Merkel escriba esa apostilla en el papel, no se le vaya la mano y añada “ El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un  7 % de lo prestado, y si no lo pudiera hacer, en su lugar y con las mismas condiciones, lo abonará el Gobierno de Alemania, que a su vez una vez satisfecha la deuda, tendrá acción contra el Gobierno de Italia para obtener su resarcimiento” resarcimiento que, más propiamente debería llamarse “botín de guerra” y sin especificar si será en dinero o en especie, como el tributo de las cien doncellas.


               P.D. ¡Qué fácil es criticar! Que diría Borja Pérez. ¡Pues sí!, ¡pues sí!, pero hay una solución que no pasa ni por romper el euro, ni por dejar de pagar (al menos nominalmente), ni porque Alemania tenga que enmendar esos papeles: ¡La máquina, estúpido, la máquina!:  El papelito finalmente quedaría redactado así: “El Gobierno de Italia se compromete a devolver en tal fecha la cantidad prestada de 100 euros con los correspondientes intereses calculados como un  7 % de lo prestado, y si en ese momento no lo tuviera, el Banco Central Europeo se compromete a imprimir cuantos billetes sean necesarios para hacer el pago y prestárselos al Gobierno de Italia, al tipo del 0,00000001% y a devolver, sin más dilación, el día 23 de marzo del año 7.017, exactamente a las 11:45, hora universal coordinada

(*) Es una pelea doctrinal que sostengo respecto de que el riesgo no puede ir (o no siempre) incluido en el tipo de interés. Creo que ya tengo convencido a Stiglitz :)
(**)  De hecho de unos días acá he dejado de llamar euro a la moneda que llevo en el billetero. La llamo “marco”, creo que es más propio, aunque quizá lo más correcto sería llamarlo “marco del cuarto reich”.
(***) Es decir de forma solidaria: a cada uno se le puede pedir el todo y sin necesidad de interpelar previamente al deudor principal.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Solón


               A los griegos se les empiezan a hinchar las narices. Se atisba un cambio de rumbo, en la misma línea que Islandia: parece que han leído el post en el que les animaba a que encontraran una Kirchner y la pusieran al mando del gobierno de su país.

             Ya veremos en qué acaba la idea del referéndum, pero, por primera vez, se empieza a pedir opinión a la gente: un rayo de sol. Y esto, a los políticos de los Estados Europeos, les sienta de bien como al mismísimo conde Drácula.

               En cuánto se ha sabido la idea, la mafia del capitalismo financiero ha lanzado una doble amenaza: por un lado a los propios griegos: no pondremos ya el dinero del rescate. Y, de momento, para que se vea que van en serio, la “cabeza del caballo” en la cama: bloqueo de los 8.000 millones previstos “para ya”, para poder pagar sus gastos corrientes.

              Por el otro lado, no se olvide, amenazan a los demás por si se nos ocurre seguir sus pasos: esto será el “acabose”, fin del euro, hundimiento de Europa, recesión... “O yo, o el caos” dice el pensamiento neoliberal único: debería decir “Yo, el caos”; el caos y la destrucción a la que nos conducen con sus políticas.

                 Ya veremos si Papandreu no se arruga; o si va a más: en Islandia, recordemos, el gobierno perdió dos “referendums”, dos, (“referenda” que dirían los latinos clásicos) y con ellos, ya se sabe, se dejó de pagar a los acreedores, se reformó la constitución, se sentó en el banquillo a los gobernantes... sin que hasta ahora, que yo sepa, el país se haya hundido, o haya sido invadido por los “marines”: es lo que tiene ser alto, rubio y de ojos azules o, alternativamente, no estar en el euro y, a cambio, tenerlos bien puestos.
Por cierto, por mero entretenimiento, con las opiniones de nuestros políticos patrios he elaborado el “test de Solón” (*): sirve para medir el grado de aprecio a la democracia real y el respeto por la opinión del pueblo. Basta con preguntar su opinión por el “referéndum griego”: su grado de rechazo es inversamente proporcional a sus valores democráticos, pues no existe otra manera de interpretar el hecho de que antepongan la economía, el euro, la unión europea, la estabilidad, los mercados... a la opinión del pueblo (del “soberano” que diría Anguita) manifestada en una consulta. 

           En el test están empatados los dos candidatos oficiales: Rajoy y Rubalcaba. Fuera de concurso queda Elenita, con sus declaraciones, ayer, en la Ser. ¡Ánimo! Ya te queda menos: dentro de un mes, consejera en cualquier banco.


(*) Acepto otras denominaciones, pero antes, echad un ojo a la wikipedia: ¡Qué curioso!: “Gobernó en una época de graves conflictos sociales producto de una extrema concentración de la riqueza y poder político”, “En su legislación, Solón derogaba la ley vigente en ese entonces según la cual era posible cobrar deudas mediante la esclavitud del deudor y sus familiares”...

miércoles, 26 de octubre de 2011

Trilogía: Luna Nueva


            Y dale con la puta resistencia a aflojar la "mosca": pero si no son más que unos papelines de colores. Hoy precisamente es miércoles, y ¡qué miércoles!... El día “D”: la página web de RTVE ya lo advertía el fin de semana: “dos días vitales para el futuro de la Unión Europea y el euro”. Así visto acojona, aunque luego se veía que no tanto porque la noticia iba por detrás de la "toña" de Simoncelli... Luego, la verdad, no será nada... se habrá llegado al enésismo acuerdo para “arrancar de cuajo los problemas de credibilidad de la deuda pública europea” y así hasta el porrazo definitivo. "Elenita calamidad" seguirá haciendo declaraciones con esa chulería y suficiencia que la caracteriza y que es directamente proporcional a su ignorancia e incapacidad, digna también de figurar en el libro Guinness de los records, del que hablábamos ayer.

              En estos momentos, el socio lúcido es el que ve ya sus barbas, no las del vecino, pelar. Recién estrenada su paternidad, agraviados los gabachos con la humillación de que la hija del "Napoleón del siglo XXI" tenga nombre italiano, Francia empieza a atisbar por dónde podría ir la solución: convertir el fondo de “rescate” en una entidad de crédito que pide prestado al BCE y que luego “represta” al sector bancario: vamos, que ha descubierto la banca pública: el BCE emite billetes se los presta a este fondo (ya veremos si los devuelve y a qué tipo) y con esos billetitos se tapan los agujeritos de la banca: y ya puestos... ¿por qué no se emiten los billetes y se “regalan” a Grecia para que pague sus deudas? Pero, nada no hay manera, Merkel, de momento y hasta que no se vea con el agua al cuello, no cede.

              Y con los pobres griegos ¿qué hacer? Yo creo que habría que fichar a la Kirchner para dirigir el país heleno. Seguro que plantearía un plan A y un plan B: el  plan A consiste en salirse del euro y convertir la deuda al tipo de cambio que les venga bien para poder ir tirando, sin destruir el país. El plan B es convertir toda la deuda en “perpetua”, pagar los intereses y, ya veremos, si, en el futuro, por sorteo vamos amortizando el capital. Y, así, poniendo los cojones encima de la mesa, como suele hacer Cristina, ver cómo se arrugan los funcionarios de Bruselas y sus adláteres, los politiquillos de esta funesta Europa.

martes, 25 de octubre de 2011

Trilogía: eclipse


             El efecto dominó (que los cursis llaman “efecto mariposa”) al que nos tiene acostumbrados Marron en el Hormiguero, se va a desarrollar, en dimensiones dignas de figurar en el libro Guinness, en Europa, si dios (al que Rajoy ya ha pedido ayuda) no lo remedia.

             La primera pieza es Grecia. Con una quita del cincuenta o del sesenta por ciento, al fin, parece, que los ciudadanos de ese país van a empezar a respirar. Pero como en todos los concursos de acreedores, lo que el acreedor deja de pagar, lo soporta el deudor. Así llegamos a la segunda pieza: los bancos europeos. Estos, como en las bifurcaciones de las fichas de dominó, doblan el problema:

-         Por un lado tendrán que dar de baja estos créditos de su activo, o al menos reducirlos en el importe de la quita. Con sus activos menguados el problema inmediato, especialmente en una entidad de crédito, es conseguir otros, puesto que en estas entidades sus activos respaldan sus pasivos (entre otros el dinero que tenemos depositado los impositores y que ya ha sido “represtado” varias veces): a recapitalizar tocan, pero con la que está cayendo ¿quién va a ser el recapitalizador que las recapitalice? ¡qué pregunta!¡pues los de siempre! Con dinero público, claro está. Pero previamente, y por cortesía de insolventes como Salgado se intentará algo de "contabilidad creativa" para salir del paso, sin tener que recapitalizar de verdad: un poco de "polvos mágicos", que si los convertibles computan, que si también tienen que computar los clips y grapas de las sucursales, etc. Pero el conejo no saldrá de la chistera por arte de magia, ni es posible que gente como nuestra Ministra sean capaces de engañar a nadie, y menos a los mercados, durante largo tiempo

-         Por otro lado adiós a los beneficios en la cuenta de resultados: adiós al pago de dividendos y caída libre de la capitalización bursátil. El tenedor de las acciones de estos bancos verá como baja su cartera (que tendrá que provisionar), con el mismo problema ya visto, de forma recurrente, hasta alcanzar el confín de este mundo globalizado financiero.

           Esto en el mejor de los casos: lo cierto es que por el camino, como sucede en el programa de Motos, habrá fallos y algunos bancos se hundirán para siempre, serán irrescatables: esto acarreará una nueva contracción del crédito y problemas que se trasladarán a todas, sí  a todas, las economías reales de los Estados de la Unión Europea. Pero nada, nuestros líderes como la orquesta del Titanic... A tocar hasta que esto se hunda. Hasta el “neocon” Rubalcaba metido a “rojo” por exigencias del guión, se niega a hablar de Banca Publica: pues nada, a seguir regalando dinero a la banca privada para que tape, si es que puede, las vías de agua con un par de esparadrapos y un chicle.

            Al principio de la crisis, cuando se nos llenaba la boca con la pretendida solidez de la banca europea en general, y de la española en particular, nos reíamos de los pobres yanquis y de sus hipotecas “ninjas”, luego reempaquetadas en cdo’s, cso’s, csu’s y similares. ¡Zas en toda la boca! Ya tenemos nuestros guerreros japoneses en escena, sólo es cuestión de esperar a ver quién hace el papel de Lehmann Brothers... ¡Se admiten apuestas!

lunes, 24 de octubre de 2011

Trilogía: crepúsculo

            Los tres posts que siguen, son, efectivamente, una trilogía, para los tres días más complicados para el euro  la Unión europea. Éste es el primero:


                 Bond, mi nombre es Bond, Euro-Bond. Aparentemente soy la solución a todos los problemas de la Unión Europea y de la Moneda Única. Políticos de todos los Estados abogan por mi creación... ¡ignorantes!, no saben que en realidad ya hace casi una década de mi existencia.

              Efectivamente, los eurobonos, para sorpresa de todos ya existen. Yo, por ejemplo, en mi cartera siempre llevo algunos: azules la mayoría, alguno amarillo... pero creo que los hay de otros colores y denominaciones más altas: de 100, de 200, de 500...

                No cabe duda, los billetes, nuestros euros, son en realidad auténticos eurobonos. Al menos eso es lo que se decía, en los buenos tiempos, para justificar la existencia de dinero negro: los billetes de 500 euros que se guardan en las cajas fuertes de los chalets de los “Morenos y Touses” de turno, son deuda pública a interés cero, nos decían los Guindos y compañía: encima había que dar las gracias a los defraudadores, por apoyar, de forma tan desinteresada, la economía de este país.

                Pues eso, el “eurobono” ya está creado: sólo falta ponerlo a trabajar. El problema es que el BCE se niega, parapetado en su pretendida finalidad de servir como instrumento de estabilidad de precios “manque” se muera el enfermo, a utilizarlos. Y es una pena porque la Reserva Federal, muy a su pesar, lleva emitiendo dólares a todo trapo desde hace una temporada, impasible ante la bandada de agoreros neoliberales (alguno lector de este blog) que amenazaban día sí día también con la temida “hiperinflación”. Es lo que hace tener un jefe único, aunque sea negro y de derechas, en lugar de una orquesta desafinada de  jefecillos “rostrospálidos” europeos.

              Queda alguna esperanza, ahora que el nefasto Trichet se retira: es de prever que, con un italiano al frente, y, cuando no quede más remedio, por fin, decidamos poner en marcha la máquina de hacer dinero. ¡Qué gran paso habremos dado cuándo se ponga en funcionamiento! Tendremos resueltos todos nuestros males financieros (de los otros igual no hay cura).

           Si no, me temo que tendremos que recurrir a otro agente secreto: Blond, mi nombre es Blond, Juan Carlos Blond... (la rubia de toda la vida, vamos).

lunes, 3 de mayo de 2010

El señor de los anillos

          Conviene reparar la atención en un aspecto que Miguel Boyer destaca en su excelente (por desacostumbrado) artículo publicado el pasado viernes en el Diario El País (Ganar dinero apostando por el desastre). ¿A quién beneficia realmente el euro?

          Una moneda para someterlos a todos: con la moneda única Alemania elimina a todos los competidores de la eurozona. Si antes, para competir con los germanos a los demás países (especialmente los sureños) sólo nos quedaba el recurso de devaluar nuestra moneda, ahora ni eso. Simplemente no podemos competir con ellos, y se acabó. En segundo lugar un euro concebido como un “marco solidario” (es la terminología que emplea Boyer en ese artículo), tampoco convenía a Alemania, pues era moneda demasiado fuerte. En su lugar, prefiere una moneda relativamente más débil, el euro actual, que le permita competir contra Estados Unidos, una moneda, en definitiva, algo más débil que el dólar. De nuevo la impostura del fuerte: niega a los países menos avanzados la misma medicina con la que él se fortaleza.
              El colmo de la hipocresía germana se advierte en su trato a los griegos, humillándolos y haciéndoles mendigar una ayuda por el excesivo déficit de su balanza fiscal, a sabiendas que el deterioro de Grecia supone el debilitamiento del euro, lo que les permitirá vender sus coches y lavadoras más baratas en el resto del mundo. Y esta vez sin miedo a que nadie les bombardee Berlín.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Empezar la casa por el tejado... El euro

         La moneda, los impuestos y el ejército han sido los tres emblemas de la Soberanía de un Estado: primero un Estado se independizaba y una vez conseguida la unidad política se forjaba el nuevo ejército y la nueva moneda. Incluso hasta bastante tiempo después de haber conseguido la unidad un Estado no empezaba a acuñar su propia moneda, sino que subsistía la propia de cada territorio. Así sucedió en España, Francia, Imperio Germánico... Una visita al olvidado museo de la Casa de la Moneda en Madrid es bastante ilustrativa (además de gratuita). Tampoco está mal darse una vuelta por el Archivo de Indias de Sevilla para ver cómo el primer dólar se “inventó” en territorios que hoy forman pare de Estados Unidos pero que en aquel momento pertenecían a la Corona de España. Cosa distinta es que en diversos territorios circulara como moneda para las transacciones la acuñada en un territorio distinto, pero esto sucede hoy en día si uno viaja, por ejemplo a Rusia, con una maleta llena de dólares.

          Lo que la Unión Europea consiguió en los albores del siglo XXI fue “el mundo al revés”: sin unión política de los Estados, sin cohesión social,  sin apenas transferencias entre Estados, sin impuestos que vayan al mismo “saco”, sin instituciones verdaderamente democráticas...  en fin, sin tan siquiera rey ni ejército, embarcó media Unión en un viaje cuyas consecuencias en forma de de mareo empezamos a vislumbrar a ahora: impuso una moneda común, el euro, una moneda para dominarnos a todos.

    Lo que iba en contra de la Historia se ve ahora que también va en contra de la economía: imposibilidad de devaluar para recuperar competitividad, imposibilidad de animar la economía con gasto público ahora que el gasto y la inversión privada ni están ni se les espera, imposibilidad de “dar  a la máquina de hacer billetes”, imposibilidad de acudir al endeudamiento.... imposibilidad, en definitiva, de hacer cualquier política monetaria que ayude a salir de la crisis.

          Ahora es fácil criticar lo que en su momento fue un logro histórico(*). Yo también creo que fue un gran logro: pero no se hizo lo suficiente: además de una unión monetaria se tendría que haber logrado una unión política, una Europa “Social y democrática de Derecho” por copiar los términos que nuestra Constitución aplica al Reino de España. Los problemas, ahora, serían menos.

          (*) ¿Qué opinión merecen ahora mis amigos, los británicos, que han seguido con su vetusta libra?