Es el 29 de febrero un fecha un tanto especial, por cuanto se repite solamente cada cuatro años. Para mí tiene también una cierta peculiaridad, parece ser, como yo no existía no puedo corrorobarlo, que era el día en el que mi madre salía de cuentas, el día determinado para mi nacimiento. Pero no sé si el cansancio de mi madre, harta de llevarme dentro teniendo en cuenta que la mujer estaba a punto de cumplir los cuarenta años, o la impaciencia que me ha acompañado a lo largo de mi vida, me llevaron a adelantarme un par de semanitas. Con todo, sin llegar a la peculiaridad absoluta que hubiera supuesto nacer un 29 de febrero, y que me hubiera encantado, todo hay que decirlo, el nacer en febrero de un año bisiesto da un cierto, o a mi me lo parece, aire de peculiar, y no es que me guste destacar, que supongo que eso le gusta a todo el mundo, lo que me priva es ser minoritario, estar con las minorías señaladas con dedo acusador por las mayorías. Y que conste que eso no me califica como perdedor, ya que me encanta ganar, me produce extraordinario placer que mi minoría devenga mayoritaria, para así darme el gustazo de borrarme de ella y despreciarla. Afortunadamente para mí esto ocurre escasas veces, y en el terreno de la política no me ha ocurrido jamás. Supongo que cualquier psiquiatra o psicólogo, medianamente experimentados, descubrirían tras mi comportamiento un fuerte grado de narcisismo y un notable complejo de superioridad. Lo admito, e intento luchar contra ello, pero es que queridos amigos, en cuanto me salgo del reducido grupo de gente con la que me relaciono intelectualmente, tanto personal como cibernéticamente, no encuentro más que mediocridad y caspa, y en esas condiciones liberarse de esos defectos de carácter que he mencionado antes es harto difícil. Supongo que es eso lo que me lleva a tener destacado en el curriculum vitae personal el hecho de que exceptúando, mis votos a don Enrique Tierno Galván, de los que no me arrepiento en absoluto, nunca he votado una candidatura vencedora, e incluso en alguna ocasión he votado listas que no tenían absolutamente ninguna posibilidad de sacar ni siquiera un diputado por Madrid, por ejemplo en las elcciones de 1979, las que siguieron a la aprobación de la Constitución, es decir las de la I legislatura, vote a la candidatura del PCT que incluía en sus listas militantes del todavía ilegal PCE (VIII-IX), claro que en este último militaba yo entonces, e incluso iba en las listas. Fue este partido, pequeño en cuanto a número de militantes pero de mucha firmeza ideológica, el último en ser legalizado, y lo fué por una sentencia del Tribunal Supremo, puesto que el Ministerio del Interior de don Rodolfo Martín Villa, se negaba a su inscripción basándose en el nombre, y aquí había presiones del PCE oficial de Santiago Carrillo, en que propugnábamos la República Socialista como forma de estado y en que dependíamos de una potencia externa, la URSS, lo cual era rigurosamente falso. De la embajada soviética lo más que sacabamos era material literario de Editorial Progreso, folletos de la Agencia de prensa de Novosti y chapas, insignias y otros objetos que junto con nuestra prensa, Mundo Obrero con la cabecera en rojo, vendíamos, fundamentalmente en un puesto a la cabecera del rastro, en el que un domingo si y otro tambien, acabamos dirimiendo nuestras diferencias ideológicas con grupos de extrema derecha que intentaban boicotearnos. Y no siempre fuimos los más perjudicados en el orden físico, puesto que no acudíamos con las manos precisamente vacias a hacer nuestra labor de agit-prop. Para no alargarme, aquella unión electoral termino siendo el PCEU , uno de los grupos que en el Congreso de Unidad de los Comunistas, dieron lugar al PC. posteriormente PCPE, dirigido por Ignacio Gallego del que acabe desvinculándome, después de una integración en Iu, por la, desde mi punto de vista, puerta falsa. Han tenido que pasar muchos años, exactamente treinta y siete, para que yo vuelva a militar en el PCE, miento, en el Partido nunca llegué a militar, estuve vinculado a la juventud. Y para ello han tenido que acabar dándome la razón, y hoy dentro del PCE nadie con algún peso político habla de Eurocomunismo ni de ningún otro invento o novedad, novedades que tenían poco de novedosas dado que no eran otra cosa que reformulaciones de lo que fue el revisionismo marxista de finales del XIX, del menasje de Bernstein o Kautsky, al de Enrico Berlinguer o Santiago Carrillo, hay muy pocas diferencias, si acaso que aquellos tenían más peso intelectual. Los que defendían esas posiciones están hoy, y hacen bien porque es su acomodo natural en el PSOE que en 1974 renovaron Felipe González y su equipo.
He dado este rodeo, que comienza con el día que me hubiera gustado nacer, y termina con mi ubicación política actual, para dejar claro que soy una persona con una ideología clara y definida, ideología que he defendido contra viento y marea en condiciones a veces muy dificiles, y no sólo por la presión a la que nos sometía el franquismo, aproximadamente igual para todos los antifranquistas, sino a las que me sometía el hecho de defender la política de la Unión Soviética, como la "piedra de toque del internacionalismo". No era sencillo, sufriendo los rigores de la dictadura franquista, defender las características democráticas de la dictadura del proletariado. No es fácil desde una dictadura defender otra, por más que en aquellos momentos, e intentábamos dejarlo claro, por lo que luchábamos era por un régimen de libertades en el que todos, aunque nosotros de manera estratégica, estabamos de acuerdo. Los maoistas , ORT, PCE(i), PTE, MC-OIC, etc.., nos consideraban socialimperialistas, los trotskistas LC, LCR-ETA(VI),etc..., nos consideraban socialfascistas, los eurocomunistas a sueldo de la KGB y los chicos de Felipe González no nos consideraban nada porque no aparecían por ningún sitio. Con los que teníamos mejor relación, a lo mejor porque también eran pocos, era con los llamados socialistas del interior (¿Sería premonitorio?) que posteriormente se articularían como PSP en torno al profesor Tierno. Incluso asistí, sin decir ni pío porque mi misión era otra, a una reunión en Paris, entre Eduardo García (Primer secretario del CC del PCE{VIII-IX}) y Raúl Morodo,persona de confianza del profesor , con el objetivo de incorporarnos a la Junta Democrática, incorporación que el propio Carrillo vetó de inmediato. He sido siempre persona de convicciones arraigadas, y siempre las he defendido políticamente con argumentos, creo que, de peso. Aclaro que tampoco soy un troglodita incapaz de reflexionar, la evolución de la URSS, su caída arrastrando a todo el bloque socialista, ha sacado a la luz importantes defectos estructurales, para mí ignorados, y el análisis de lo acontecido podría ser objeto de una interesante discusión, pero no es el objeto de esta entrada.
Todo esto viene por las críticas que he recibido, que no han sido pocas, sobre todo desde fuera de la blogosfera, por la excesiva agresividad de mi campaña en favor del voto a Iu, mi excesivo antisocialismo. No ha sido así, desde luego no ha sido mi intención, y en cualquier caso no ha sido en Iu donde hemos empezado. Desde antes de la campaña, precampaña y preprecampaña, ha habido una muy agresiva campaña, aunque puede que muy suave en sus formas, para que el voto fuera a la urna y no a la papelera, y si no se ha dicho directamente así, que en algún caso se ha dicho, era ese el eje del mensaje. Se ha llegado decir, queridos amigos, que votar a Iu en Teruel, Soria, Alava o Salamanca era tirar el voto, votos que para una organización condenada de antemano a tener menos representación en las urnas que influencia tiene en la sociedad, son vitales para llegar al 5% y poder tener un grupo parlamentario. Bien está, es legítimo, yo lo aplaudo, que se pida el voto para PSOE porque se cree en su programa de futuro, y se valora como globalmente positiva la gestión de esos cuatro años, pero pedírselo al electorado que ideológicamente estaría más cerca Iu con el argumento de :"Es que pueden venir los otros", me parece, sinceramente, cargado de mezquindaz.
Nosotros, o por lo menos yo así lo creo y así actúo, tenemos que pedir el voto por nuestro programa, y para ello tenemos que destacar los incumplimientos del gobierno de Rodríguez Zapatero, que no han sido pocos. Y no vamos a destacar los aspectos positivos, que probablemente los habrá, que para eso está su campaña. ¡Hagan esa campaña! ¡Hagan valer su gestión! ¡Ilusionen con sus proyectos de futuro! Pero no sieguen la hierba bajo nuestros pies, porque no tendremos más remedio que defendernos. ¡Pesquen en le caladero de la derecha! como sugirió su candidato por Toledo, y si quieren pescar en el nuestro, que sería legítimo, háganlo con un programa, un programa de izquierda, sin miedo a poderes fácticos con traje talar, sin miedo a Consejos de Administración, sin miedo a imposiciones macroeconómicas dictadas en Bruselas. A lo mejor su programa nos seduce y nos retirabamos. A mi personalmente no me importaría, no estoy en política en busca de cargos ni prebendas, lo he demostrado en numerosas ocasiones.
Por último, entre mis muchos defectos, no entra ni el rencor ni el gusto por la ofensa, y si alguno de los considero mis amigos, se han sentido en algún momento ofendidos a título personal por su apuesta por el PSOE, lo siento de verdad, nunca ha sido mi intención. Para mí el afecto personal, la empatía que tengo por algunos de los contertulios, por más que algunos los he visto una vez, en una tarde deliciosa, y a otros ni eso, está por encima, muy por encima, de una o dos campañas electorales. Pero soy así, así es el acero bochevique, por más que el mío diste mucho de estar bien templado.
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