Durante las últimas décadas, lugares o destinos que antes solo estaban al alcance de unos pocos se han convertido en medianamente cotidianos. Es así como el turismo de masas ha invadido ciudades, pueblos y lugares naturales que antes disfrutaban de un status que casi rozaba la utopía inalcanzable. Un fenómeno que conlleva algunos beneficios y muchos problemas.
Entre los pros destaca el beneficio económico, aunque no se reparte equitativamente entre la población, sino que juega a favor de los principales agentes turísticos de la zona.
Sin embargo, los contras están mucho más extendidos y afectan a más gente. Algunos de ellos son la subida de los precios de alquileres, restaurantes y otras actividades comerciales relacionadas con el turismo; la degradación del medio ambiente; la presión extra a la que se somete a los servicios públicos del lugar (transporte, hospitales…); y el desplazamiento de la gente local, que no puede hacer frente a los precios de las viviendas en las zonas turísticas y deben llevar su vida a otra parte.
En algunos destinos, las luces de alarma llevan tiempo encendidas y necesitan medidas de urgencia. Se han convertido, sobre todo durante sus temporadas altas, en auténticos hormigueros. Estos son algunos de los destinos que se ahogan en el turismo de masas.
Venecia, Italia
Venecia, una ciudad única en el mundo por sus canales y su rica historia, enfrenta una grave crisis de masificación turística. Cada año, más de 25 millones de personas visitan esta pequeña ciudad, que tiene apenas unos 50.000 residentes en su casco antiguo. Las calles, los puentes y las plazas, como la famosa Piazza San Marco, están constantemente abarrotados.
Este turismo excesivo no solo afecta a la calidad de vida de los residentes, sino también a la integridad de la ciudad, que está en peligro por el aumento del nivel del agua y la presión de los grandes cruceros, que ahora deben atracar en puertos alternativos, como el de Marghera. Para abordar el problema, las autoridades han implementado medidas como el cobro de un impuesto de entrada y restricciones al turismo de un día.
París, Francia
Con sus icónicos monumentos, como la Torre Eiffel, el Louvre y Notre Dame, recibe más de 30 millones de visitantes al año. Este enorme flujo de turistas genera largas colas en los principales puntos turísticos, congestión en el transporte público y una experiencia menos auténtica en zonas como Montmartre o el Barrio Latino.
Además, el turismo ha encarecido servicios básicos, desplazando a los residentes en las zonas más visitadas. Las autoridades locales han promovido iniciativas para fomentar el turismo fuera de temporada y diversificar las rutas turísticas hacia lugares menos frecuentados, como el distrito de La Défense o los parques en las afueras de la ciudad.
Barcelona, España
Barcelona es uno de los destinos más visitados de Europa, atrayendo a más de 12 millones de viajeros anualmente. Lugares emblemáticos como la Sagrada Familia, el parque Güell y La Rambla se ven constantemente saturados de visitantes. La masificación ha generado un alza en los precios de alquiler y servicios, lo que ha provocado tensiones entre turistas y locales.
Las protestas contra el turismo masivo son comunes, especialmente en el barrio Gótico y en áreas cercanas a las playas. Las autoridades de la Ciudad Condal han tomado medidas como limitar las licencias de alquiler turístico y fomentar el turismo sostenible para reducir la presión en los puntos más concurridos y proteger la calidad de vida de los barceloneses.
Dubrovnik, Croacia
Dubrovnik, famosa por su casco antiguo amurallado y su papel como escenario de la serie Juego de Tronos, recibe millones de visitantes cada año, especialmente durante el verano.
La llegada masiva de viajeros, muchos de ellos procedentes de cruceros, ha generado serios problemas de saturación. El pequeño tamaño del casco histórico no está diseñado para manejar grandes multitudes, lo que afecta tanto a la experiencia de los visitantes como a los residentes.
En respuesta, la ciudad ha limitado la cantidad de turistas que pueden acceder diariamente al casco antiguo, además de establecer horarios específicos para los cruceros. Estas medidas buscan proteger el patrimonio histórico y cultural de este destino único en la costa del Adriático.
Santorini, Grecia
Con sus casas blancas, cúpulas azules y vistas al mar Egeo, es uno de los destinos más fotografiados del mundo. Sin embargo, esta belleza tiene un coste, ya que la isla recibe más seres humanos de los que puede manejar. Durante la temporada alta, especialmente en verano, las pequeñas calles de Oia –una de las localidades más pintorescas de la isla– están abarrotadas de personas buscando la mejor vista para el atardecer.
La llegada de los grandes cruceros ha agravado el problema, con miles de personas desembarcando a diario. Las autoridades locales han impuesto límites en el número de visitantes y promovido medidas para distribuir el turismo a lo largo del año, con el objetivo de aliviar la presión en la infraestructura y preservar la calidad de vida local.
Bali, Indonesia
Conocida como la isla de los dioses, es un paraíso que atrae a millones de viajeros cada año. Esto ha hecho que la isla enfrente graves problemas de masificación, que han llevado a la contaminación de sus playas, la sobreexplotación de recursos naturales y un aumento en el tráfico de vehículos. Destinos como Kuta y Seminyak están saturados, lo que ha reducido su encanto.
Además, el aumento en los desechos plásticos pone en peligro los ecosistemas marinos y terrestres. En un esfuerzo por contrarrestar estos problemas, el gobierno local ha lanzado iniciativas para promover prácticas de turismo sostenible, como la reducción del plástico de un solo uso y la protección de las áreas naturales más vulnerables.
Machu Picchu, Perú
Machu Picchu, la ciudad inca que permaneció oculta durante siglos, es uno de los destinos más emblemáticos de América del Sur, pero el turismo masivo amenaza la conservación de este sitio arqueológico. A pesar de las restricciones en el número de entradas diarias, el flujo de visitantes sigue siendo alto.
Las caminatas en el Camino Inca y las visitas a las ruinas generan una presión significativa sobre el entorno natural y la infraestructura local. Esto ha afectado incluso a los asentamientos cercanos, como Aguas Calientes, que se enfrenta a problemas de crecimiento desordenado y gestión de residuos. El gobierno peruano ha tomado medidas como establecer horarios de visita y rutas específicas para reducir el impacto, pero se necesita un enfoque más integral para garantizar la sostenibilidad del turismo en la región.
Nueva York, Estados Unidos
La ciudad que nunca duerme es también una de las más visitadas del mundo. Atracciones como Times Square, Central Park y la Estatua de la Libertad atraen a millones de viajeros cada año. Aquí, el turismo masivo genera desafíos significativos, como la congestión del transporte público, la saturación de restaurantes y el encarecimiento de ciertos barrios.
Durante eventos especiales, como el Año Nuevo en Times Square, las multitudes pueden ser abrumadoras tanto para los visitantes como para los residentes. Las autoridades locales están trabajando en estrategias para dispersar a los turistas hacia áreas menos concurridas de la ciudad, como los distritos de Queens y el Bronx, para equilibrar la experiencia turística.
Islas Galápagos, Ecuador
Las Islas Galápagos son un ejemplo claro de cómo el turismo puede poner en riesgo ecosistemas frágiles. Conocidas por su biodiversidad única, estas islas atraen a miles de turistas anualmente, lo que genera presión sobre los recursos locales. Los desechos, las actividades humanas y el tráfico de barcos turísticos afectan tanto a la flora como a la fauna endémicas. Aunque las autoridades han implementado estrictos controles, como límites en el número de visitantes y regulaciones ambientales, el impacto del turismo sigue siendo preocupante.
Se están promoviendo iniciativas de ecoturismo y educación ambiental para garantizar que los visitantes respeten las normas de conservación y apoyen el desarrollo sostenible de las comunidades locales.
Mallorca, España
Mallorca es un destino popular para turistas europeos, especialmente durante el verano. Lugares como Palma y Magaluf se han convertido en sinónimo de turismo masivo, con playas abarrotadas, un aumento en los desechos y problemas de convivencia entre locales y visitantes.
El turismo de bajo coste ha exacerbado la saturación, causando un alza en los precios de los bienes y servicios básicos. Para combatir estos problemas, las autoridades locales han introducido medidas como límites en el número de cruceros que pueden atracar diariamente y restricciones a los alojamientos turísticos. Además, se están promoviendo iniciativas para diversificar el turismo hacia actividades culturales y naturales menos conocidas.
Estos son solo algunos ejemplos, pero podríamos incluir muchos más, como mi querida Islandia, donde llevo trabajando como guía turístico varios años y he podido sentir, en primera persona, los efectos del turismo de masas.
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Allí, las infraestructuras son las que son y los islandeses no necesitan el turismo para vivir bien, por lo que se niegan a construir más hoteles o resorts que estropeen sus espectaculares paisajes. Aun así, ya se nota la saturación turística en muchos lugares del país, sobre todo en la zona sur.
Está bien conocer mundo y ampliar miras, pero no convirtamos el placer y honor de viajar con pasearnos como borregos por lugares a los que todo el mundo va, y en los que tomarnos una foto ‘cool’ para las redes sociales. El mundo está repleto de rincones auténticos en los que seremos bien recibidos y podremos experimentar, realmente, un impacto cultural.