Lomeda está situado sobre un cerro, planificado de forma cuadrangular en torno a una amplísima plaza.
Era propiedad de la marquesa de la Lapilla. Sus habitantes eran quiñoneros, no eran dueños de las casas ni de las tierras, una modalidad de arrendamiento en la que tenían contrato vitalicio y tenían que pagar todos los meses una cantidad a determinar, en especies antes de la guerra civil y en dinero después.
La marquesa solía acudir algunas veces por el pueblo, aunque solamente por unas horas, saludaba a todo el mundo y se reunía con los cabeza de familia de cada casa.
En el pueblo solo podían vivir nueve familias, en las casas donde había más de un hijo era el pequeño el que se quedaba en la casa, cuidando a los padres y trabajando las tierras, indistintamente del sexo, el resto de hermanos se tenía que ir a trabajar y a vivir a otros lugares.
Arroyo de la Hocecilla
Carramonte
Cerrillo Las Monjas
El Galayo
El Palo
El Portillo
Hoya de Valdemínguez
La Cespedera
Las Quebradas
Parideras de Lomeda
Valdesalobre
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Lomeda que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
Tenían buenas tierras dedicadas al cultivo de trigo, cebada, patatas y garbanzos. En la ganadería era la oveja el animal fundamental, pero en pocas cabezas, pues cada familia tenía derecho a tener un máximo de 60 ovejas, 1 cabra y 5 caballerías, ello se debía a que había poco terreno para pasto. Buena fama tenían los corderos criados en este pueblo que se vendían a carniceros de Arcos de Jalón.
A Sigüenza les tocaba ir una vez al mes para pagar las rentas al administrador de la marquesa.
Llegaron a conocer la luz eléctrica en las casas, no así el agua que además lo tenían un poco retirado del pueblo, había que ir a buscarla a una fuente con caballerías llevando cuatro cantaros y se almacenaba en las casas en tinajas de barro. Para lavar los cacharros iban al río y para lavar la ropa más lejos, al lavadero que se encontraba en la Ucecilla.
El cura venia a dar misa primero desde Jubera y luego desde Velilla de Medinaceli, de este pueblo venia también el médico cuando era necesario, de Velilla venia también el cartero todos los días que previamente había recogido la correspondencia en Jubera.
Para moler el grano para comida de los animales acudían al molino de Velilla y el grano para amasar pan se llevaba a la fábrica de harina de la estación de Salinas de Medinaceli.
Las fiestas patronales eran el 23 de enero dedicadas a San Ildefonso, el día 21 los mozos pedían el aguilando por las casas, el 22 comían y cenaban en la casa del alcalde y el día 23 era la fiesta propiamente con misa y procesión además del baile, donde los Albarquillas procedentes del pueblo de Somaén ponían la música para hacer bailar a todos los presentes, siendo otras veces Melchor y Tiburcio de Velilla de Medinaceli los músicos que acudían a las fiestas.
El señor Sixto de Velilla montaba un bar y un puesto de chucherías para estas fiestas de Lomeda, a las que acudía muchísima gente de los pueblos de alrededor.
Estas fiestas se repetían otra vez el 17 de septiembre, duraban dos días y se hacían porque la de enero hacía mucho frío y las inclemencias meteorológicas varios años no dejaban disfrutarlas como era debido.
Otra fecha muy celebrada también era la matanza. Acudían familiares a ayudar y por la noche se iba a la casa donde se había matado el cerdo a tomar café, pastas, jugar a las cartas y charlar.
En Nochebuena los mozos hacían una hoguera muy grande en mitad de la plaza. Sacaban turrón y bebidas y todo el mundo cantaba. Los niños pequeños iban pidiendo el aguinaldo y los mayores se lo quitaban para hacerles rabiar.
Todo tipo de transeúntes aparecían por Lomeda, desde vendedores ambulantes que traían pescados, tejidos, paños, utensilios de cocina, pasando por quincalleros, sogueros, cardadores de lana, compradores de pieles de corderos e incluso se daba la anécdota de los gitanos que venían vendiendo cestos que habían fabricado con el mimbre que habían robado previamente por los campos de Lomeda.
Además los lunes se iba a Arcos de Jalón donde había mercado a vender los productos como huevos, zanahorias, patatas, etc, y se compraba lo que fuera necesario.
Los domingos como no había bar ni sitio de reuniones la gente se juntaba en las casas a jugar a las cartas, oír la radio, charlar. Se acudía a las fiestas de los pueblos de al lado y también a Arcos donde había cine y baile.
"Aunque no éramos propietarios se vivía muy bien, no faltaba de nada (frutas, verduras, huevos, pollos, corderos, la matanza del cerdo), eran tierras muy fértiles, en la temporada de cosechas se contrataba mano de obra con segadores que venían de Aragón para las tareas de siega y recolección, para el ganado había contratados pastores para todo el año en las casas donde no tenían muchos hijos.
Como había de todo tipo de productos del campo venían estraperlistas en la época de la guerra y la posguerra a comprar harina, alubias, garbanzos, etc. Con esto del estraperlo había una anécdota muy curiosa de una mujer que venía desde Madrid (señora Julia), llevaba una faja de tela gruesa cosida a franjas por dentro de su ropa y se la llenaban de harina, con una cuchara se la iban llenando durante algunas horas hasta meterla unos cuatro kilos, como era una mujer entrada en carnes no la solían registrar y además entre su peso y el ¨peso extra¨ siempre la tenían que ayudar a subir al tren. Venía a Lomeda cada quince días y siempre pagaba con dinero".
ÁGUEDA PEREGRINA.
En los años 60 se fue marchando la gente del pueblo en busca de un mejor futuro, unos se fueron para Alcalá de Henares y otros para Sagunto, la gente joven se había marchado y en muchos casos se fueron los padres detrás de ellos. Como por el tipo de contrato que tenían no se los podía expulsar del pueblo, la gente se fue marchando voluntariamente y firmando un papel con la renuncia para que pudiera ser arrendado a otras personas, lo que hizo luego el administrador con los nuevos ocupantes de Lomeda, pero eso ya es otra historia....
"Yo me fui en junio de 1962 a Barcelona a trabajar porque tenía una hermana allí. En esa fecha quedaban cinco familias en el pueblo y en diciembre de ese mismo año una vez terminada las cosechas y la matanza se fueron todos. En poco tiempo ya estaban labrando la tierra los nuevos arrendatarios".
ÁGUEDA PEREGRINA.
La marquesa quiso vender el pueblo pero no se puede hasta que no pase la quinta generación.
El pueblo en la actualidad no tiene habitante alguno pero es aprovechado para la ganadería lanar, siendo algunas de sus casas utilizadas como parideras.
Agradecimiento muy cordial para Águeda Peregrina, emocionada y nostálgica informante del pueblo que la vio nacer y donde vivió sus primeros veinte años de vida (Conversación mantenida por correo electrónico por medio de terceras personas).
Visita realizada en agosto de 2009.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Entrada al núcleo central, formado por una gran plaza cuadrangular.
Interior de la iglesia. Altar mayor y retablo al fondo.
"Estaba el patrón San Ildefonso, la virgen del Carmen, Santa Águeda, el Corazón de Jesús y María y un altar llamado de las Animas. Como el sacerdote solo venía a decir misa los domingos y no todos, mis amigas y yo rezábamos a las flores de mayo, en la Cuaresma rezábamos el Vía Crucis todos los viernes, el domingo que no venia el cura rezábamos el rosario a las cuatro de la tarde, acudía todo el pueblo y después a jugar a las cartas. Particularmente a mi hermano y a mí nos gustaba subir a tocar las campanas en las misas y oraciones".
ÁGUEDA PEREGRINA.
Entrada a la sacristía, confesionario y por encima están los ex-votos (piezas normalmente de cera que solían representar alguna parte del cuerpo, generalmente extremidades que se colgaban ahí en agradecimiento de la milagrosa sanación que se había producido en algún enfermo).
Interior de la iglesia, el coro al fondo y pila bautismal debajo.
Parte central de la plaza donde se realizaba el baile, años atrás había varios olmos y el frontón, el cual tenía más de dos metros de alto en el desnivel del terreno apenas ya visible. Detrás la iglesia y a su izquierda el granero comunal donde antiguamente venia el administrador a cobrar la renta en especies. También servía como salón de baile en las fiestas cuando las inclemencias del tiempo no permitían hacerlo en el exterior. Era de todo el pueblo pero lo utilizaba un vecino que pagaba una pequeña renta a los demás.
La misma parte de la plaza en 1986. Estaba presente el frontón hoy día ya desaparecido.
El ayuntamiento a la izquierda (puerta más pequeña), la escuela y la casa del maestro a la derecha. Don Joaquín Rodríguez fue uno de los maestros que estuvo impartiendo enseñanza en Lomeda durante 9 años.
Escuela de Lomeda en 1986. Amplia sombra muy utilizada por los niños para jugar en los días de sofocante calor que daban los frondosos olmos (había uno en la puerta de cada casa).
Pegada a la escuela estaba la casa de Jesús Peregrina y Juliana Peregrina. Aquí vivía el maestro de patrona.
"En casa éramos siete (mis padres y cinco hijos, aunque los hermanos mayores se fueron marchando), también estaba el maestro que vivía con nosotros y en verano además se llenaba de gente la casa porque venían unos familiares de Madrid a pasar el verano y mi hermano mayor que vivía en Arcos venia con su mujer y sus dos hijos. Todos cabíamos y había muy buena armonía, mis padres eran muy queridos por todo el mundo. En verano hacíamos la comida en el portal.
Los días de matanza eran muy amenos pues venían dos tíos míos que tocaban la guitarra y el laúd con lo cual había canciones y baile".
ÁGUEDA PEREGRINA.
Placa grabada en piedra, alusiva a la construcción de las viviendas (casi todas tenían una).
¨Por disposición del mismo Señor y siendo igualmente D. Mariano Benito quien cuidó de su cumplimiento, se edificó de planta la del Numero 9 en el año de 1850¨.
Horno comunal y transformador de la luz. Los martes era el día de hacer el pan, cada semana le tocaba encender el horno a una familia, la víspera se amasaba el pan y muchas clases de pastas.
Era propiedad de la marquesa de la Lapilla. Sus habitantes eran quiñoneros, no eran dueños de las casas ni de las tierras, una modalidad de arrendamiento en la que tenían contrato vitalicio y tenían que pagar todos los meses una cantidad a determinar, en especies antes de la guerra civil y en dinero después.
La marquesa solía acudir algunas veces por el pueblo, aunque solamente por unas horas, saludaba a todo el mundo y se reunía con los cabeza de familia de cada casa.
En el pueblo solo podían vivir nueve familias, en las casas donde había más de un hijo era el pequeño el que se quedaba en la casa, cuidando a los padres y trabajando las tierras, indistintamente del sexo, el resto de hermanos se tenía que ir a trabajar y a vivir a otros lugares.
Arroyo de la Hocecilla
Carramonte
Cerrillo Las Monjas
El Galayo
El Palo
El Portillo
Hoya de Valdemínguez
La Cespedera
Las Quebradas
Parideras de Lomeda
Valdesalobre
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Lomeda que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
Tenían buenas tierras dedicadas al cultivo de trigo, cebada, patatas y garbanzos. En la ganadería era la oveja el animal fundamental, pero en pocas cabezas, pues cada familia tenía derecho a tener un máximo de 60 ovejas, 1 cabra y 5 caballerías, ello se debía a que había poco terreno para pasto. Buena fama tenían los corderos criados en este pueblo que se vendían a carniceros de Arcos de Jalón.
A Sigüenza les tocaba ir una vez al mes para pagar las rentas al administrador de la marquesa.
Llegaron a conocer la luz eléctrica en las casas, no así el agua que además lo tenían un poco retirado del pueblo, había que ir a buscarla a una fuente con caballerías llevando cuatro cantaros y se almacenaba en las casas en tinajas de barro. Para lavar los cacharros iban al río y para lavar la ropa más lejos, al lavadero que se encontraba en la Ucecilla.
El cura venia a dar misa primero desde Jubera y luego desde Velilla de Medinaceli, de este pueblo venia también el médico cuando era necesario, de Velilla venia también el cartero todos los días que previamente había recogido la correspondencia en Jubera.
Para moler el grano para comida de los animales acudían al molino de Velilla y el grano para amasar pan se llevaba a la fábrica de harina de la estación de Salinas de Medinaceli.
Las fiestas patronales eran el 23 de enero dedicadas a San Ildefonso, el día 21 los mozos pedían el aguilando por las casas, el 22 comían y cenaban en la casa del alcalde y el día 23 era la fiesta propiamente con misa y procesión además del baile, donde los Albarquillas procedentes del pueblo de Somaén ponían la música para hacer bailar a todos los presentes, siendo otras veces Melchor y Tiburcio de Velilla de Medinaceli los músicos que acudían a las fiestas.
El señor Sixto de Velilla montaba un bar y un puesto de chucherías para estas fiestas de Lomeda, a las que acudía muchísima gente de los pueblos de alrededor.
Estas fiestas se repetían otra vez el 17 de septiembre, duraban dos días y se hacían porque la de enero hacía mucho frío y las inclemencias meteorológicas varios años no dejaban disfrutarlas como era debido.
Otra fecha muy celebrada también era la matanza. Acudían familiares a ayudar y por la noche se iba a la casa donde se había matado el cerdo a tomar café, pastas, jugar a las cartas y charlar.
En Nochebuena los mozos hacían una hoguera muy grande en mitad de la plaza. Sacaban turrón y bebidas y todo el mundo cantaba. Los niños pequeños iban pidiendo el aguinaldo y los mayores se lo quitaban para hacerles rabiar.
Todo tipo de transeúntes aparecían por Lomeda, desde vendedores ambulantes que traían pescados, tejidos, paños, utensilios de cocina, pasando por quincalleros, sogueros, cardadores de lana, compradores de pieles de corderos e incluso se daba la anécdota de los gitanos que venían vendiendo cestos que habían fabricado con el mimbre que habían robado previamente por los campos de Lomeda.
Además los lunes se iba a Arcos de Jalón donde había mercado a vender los productos como huevos, zanahorias, patatas, etc, y se compraba lo que fuera necesario.
Los domingos como no había bar ni sitio de reuniones la gente se juntaba en las casas a jugar a las cartas, oír la radio, charlar. Se acudía a las fiestas de los pueblos de al lado y también a Arcos donde había cine y baile.
"Aunque no éramos propietarios se vivía muy bien, no faltaba de nada (frutas, verduras, huevos, pollos, corderos, la matanza del cerdo), eran tierras muy fértiles, en la temporada de cosechas se contrataba mano de obra con segadores que venían de Aragón para las tareas de siega y recolección, para el ganado había contratados pastores para todo el año en las casas donde no tenían muchos hijos.
Como había de todo tipo de productos del campo venían estraperlistas en la época de la guerra y la posguerra a comprar harina, alubias, garbanzos, etc. Con esto del estraperlo había una anécdota muy curiosa de una mujer que venía desde Madrid (señora Julia), llevaba una faja de tela gruesa cosida a franjas por dentro de su ropa y se la llenaban de harina, con una cuchara se la iban llenando durante algunas horas hasta meterla unos cuatro kilos, como era una mujer entrada en carnes no la solían registrar y además entre su peso y el ¨peso extra¨ siempre la tenían que ayudar a subir al tren. Venía a Lomeda cada quince días y siempre pagaba con dinero".
ÁGUEDA PEREGRINA.
En los años 60 se fue marchando la gente del pueblo en busca de un mejor futuro, unos se fueron para Alcalá de Henares y otros para Sagunto, la gente joven se había marchado y en muchos casos se fueron los padres detrás de ellos. Como por el tipo de contrato que tenían no se los podía expulsar del pueblo, la gente se fue marchando voluntariamente y firmando un papel con la renuncia para que pudiera ser arrendado a otras personas, lo que hizo luego el administrador con los nuevos ocupantes de Lomeda, pero eso ya es otra historia....
"Yo me fui en junio de 1962 a Barcelona a trabajar porque tenía una hermana allí. En esa fecha quedaban cinco familias en el pueblo y en diciembre de ese mismo año una vez terminada las cosechas y la matanza se fueron todos. En poco tiempo ya estaban labrando la tierra los nuevos arrendatarios".
ÁGUEDA PEREGRINA.
La marquesa quiso vender el pueblo pero no se puede hasta que no pase la quinta generación.
El pueblo en la actualidad no tiene habitante alguno pero es aprovechado para la ganadería lanar, siendo algunas de sus casas utilizadas como parideras.
Agradecimiento muy cordial para Águeda Peregrina, emocionada y nostálgica informante del pueblo que la vio nacer y donde vivió sus primeros veinte años de vida (Conversación mantenida por correo electrónico por medio de terceras personas).
Visita realizada en agosto de 2009.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Llegada a Lomeda.
Entrada al núcleo central, formado por una gran plaza cuadrangular.
La plaza vista desde abajo.
La plaza vista desde arriba.
Otra imagen parcial de la plaza.
La iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora.
Interior de la iglesia. Altar mayor y retablo al fondo.
"Estaba el patrón San Ildefonso, la virgen del Carmen, Santa Águeda, el Corazón de Jesús y María y un altar llamado de las Animas. Como el sacerdote solo venía a decir misa los domingos y no todos, mis amigas y yo rezábamos a las flores de mayo, en la Cuaresma rezábamos el Vía Crucis todos los viernes, el domingo que no venia el cura rezábamos el rosario a las cuatro de la tarde, acudía todo el pueblo y después a jugar a las cartas. Particularmente a mi hermano y a mí nos gustaba subir a tocar las campanas en las misas y oraciones".
ÁGUEDA PEREGRINA.
Entrada a la sacristía, confesionario y por encima están los ex-votos (piezas normalmente de cera que solían representar alguna parte del cuerpo, generalmente extremidades que se colgaban ahí en agradecimiento de la milagrosa sanación que se había producido en algún enfermo).
Interior de la iglesia, el coro al fondo y pila bautismal debajo.
Parte central de la plaza donde se realizaba el baile, años atrás había varios olmos y el frontón, el cual tenía más de dos metros de alto en el desnivel del terreno apenas ya visible. Detrás la iglesia y a su izquierda el granero comunal donde antiguamente venia el administrador a cobrar la renta en especies. También servía como salón de baile en las fiestas cuando las inclemencias del tiempo no permitían hacerlo en el exterior. Era de todo el pueblo pero lo utilizaba un vecino que pagaba una pequeña renta a los demás.
Foto cedida por Rosa Ballano.
La misma parte de la plaza en 1986. Estaba presente el frontón hoy día ya desaparecido.
El ayuntamiento a la izquierda (puerta más pequeña), la escuela y la casa del maestro a la derecha. Don Joaquín Rodríguez fue uno de los maestros que estuvo impartiendo enseñanza en Lomeda durante 9 años.
Foto cedida por Rosa Ballano.
Escuela de Lomeda en 1986. Amplia sombra muy utilizada por los niños para jugar en los días de sofocante calor que daban los frondosos olmos (había uno en la puerta de cada casa).
Pegada a la escuela estaba la casa de Jesús Peregrina y Juliana Peregrina. Aquí vivía el maestro de patrona.
"En casa éramos siete (mis padres y cinco hijos, aunque los hermanos mayores se fueron marchando), también estaba el maestro que vivía con nosotros y en verano además se llenaba de gente la casa porque venían unos familiares de Madrid a pasar el verano y mi hermano mayor que vivía en Arcos venia con su mujer y sus dos hijos. Todos cabíamos y había muy buena armonía, mis padres eran muy queridos por todo el mundo. En verano hacíamos la comida en el portal.
Los días de matanza eran muy amenos pues venían dos tíos míos que tocaban la guitarra y el laúd con lo cual había canciones y baile".
ÁGUEDA PEREGRINA.
Viviendas.
Placa grabada en piedra, alusiva a la construcción de las viviendas (casi todas tenían una).
¨Por disposición del mismo Señor y siendo igualmente D. Mariano Benito quien cuidó de su cumplimiento, se edificó de planta la del Numero 9 en el año de 1850¨.
Horno comunal y transformador de la luz. Los martes era el día de hacer el pan, cada semana le tocaba encender el horno a una familia, la víspera se amasaba el pan y muchas clases de pastas.
Cementerio.
Era de trillar.