EL 22 de marzo de 2006, la organización terrorista ETA hace público un comunicado en el que anuncia un «alto el fuego permanente», efectivo a partir de las 00.00 horas del día 24, con el objetivo de «impulsar un proceso democrático en Euskal Herria». «La superación del conflicto, aquí y ahora, es posible», afirma la banda.
El anuncio llegó después de que en mayo de 2005, el Congreso de los Diputados —con la única oposición del PP— autorizara al Gobierno para emprender un diálogo con la banda terrorista siempre que ésta abandonara la violencia, y tras casi tres años sin víctimas mortales —Bonifacio Martín Hernando y Julián Embid Luna son las últimas víctimas mortales de la banda, en mayo de 2003—, aunque los terroristas no habían llegado a abandonar del todo su actividad (en los meses previos al comunicado de alto el fuego, la organización ha estado especialmente activa con la colocación de artefactos explosivos de pequeña potencia). «Éste es el mejor momento en muchos años para empezar a ver el inicio del principio del fin de la violencia», anunciaba el presidente Zapatero en febrero de 2006.
Precisamente el término de «alto el fuego» utilizado en esta ocasión por ETA, es el mismo que empleó el grupo terrorista IRA cuando en 1994 dio el primer paso que contribuyó a iniciar el proceso de paz en Irlanda del Norte; en 1997, el Sinn Fein se unía por primera vez en la historia a las negociaciones de paz que desembocaron en la firma del histórico acuerdo de Viernes Santo —cuatro meses después, una escisión del IRA, el 'IRA Auténtico' ponía en peligro el proceso con el atentado de Omagh, el peor ataque en casi tres décadas—; y aún pasaron 11 años hasta que anunciara, el 29 de julio de 2005, su renuncia a la lucha armada.
El anuncio de «alto el fuego permanente» fue recibido tanto por el Gobierno y los distintos partidos políticos con esperanza y prudencia.
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