La conversación profunda y distendida es uno de los patrimonios más valiosos de la convivencia humana. Yo tuve ese privilegio con la destacada dramaturga y autora chilena Isidora Aguirre. Una experiencia que quedó condensada en la primera...
moreLa conversación profunda y distendida es uno de los patrimonios más valiosos de la convivencia humana. Yo tuve ese privilegio con la destacada dramaturga y autora chilena Isidora Aguirre. Una experiencia que quedó condensada en la primera edición del libro Conversaciones con Isidora Aguirre.
Al revisar el manuscrito original para esta nueva edición recordé mis visitas a su casa entre los años 2006 y 2009. Tocaba el timbre del edificio ubicado en la calle Rengo 29, en Ñuñoa, y a los pocos segundos ella me lanzaba las llaves por el balcón para no bajar desde el segundo piso. Yo tomaba en el aire la llave atada a un hilo, abría el portón y subía los peldaños de las macizas escaleras de piedra hasta llegar al umbral donde ella me esperaba sonriente. Con la perspectiva del tiempo, creo que en este gesto se enhebraba el hilo que iríamos trenzando entre ambas.
Isidora se convirtió, sesión a sesión, en mi tutora y en mi amiga. Tutora porque significó un enorme aprendizaje sobre el teatro chileno, la historia latinoamericana, la escritura y la vida. Sé que suena atrevido hablar de esta grande como una amiga, pero así lo sentí. La Nené fue amiga de mi familia, regaloneó con mis hijos y, al mismo tiempo, me hizo parte de su familia, de sus cumpleaños, de sus encantadores hijos, nietos y cuñados. También me permitió conocer a personas extraordinarias, como Fabiola Neira, archivista, bibliotecóloga y compañera de casa, la dramaturga Ana María Vallejos, el tenor mapuche José Quilapí, la investigadora española Carmen Márquez y tantos más. En su política de puertas abiertas, entraba y salía gente de su departamento pidiendo materiales prestados o compartiendo anécdotas. Yo observaba en silencio esta dinámica, completando mi mirada caleidoscópica sobre esta personaje y autora.
Este libro fue presentado el año 2009, cuando celebramos sus 90 años en el marco del “Encuentro Internacional Isidora Aguirre: memoria, historia y compromiso” celebrado en la Universidad de Santiago de Chile. Durante tres días hubo mesas redondas, conferencias y testimonios de personas que habían trabajado con ella. El salón estaba colmado de espectadores, estudiantes, investigadores, familiares, floristas y admiradores, con ella sentada en primera fila interviniendo y disfrutando su homenaje.
La primera edición de Conversaciones… fue publicada por Frontera Sur Ediciones, dirigida por Francisco Albornoz, con el apoyo de un Fondo del Libro, un tiraje acotado que muy pronto se agotó. Por eso agradezco que esta publicación tenga una segunda oportunidad, una segunda vida, en el marco del Centenario de Isidora Aguirre este 2019, período en el que se impulsan distintas iniciativas para difundir el legado de esta excepcional artista gracias al apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
En esta oportunidad el libro se presenta en un sello de larga trayectoria y con especial énfasis en la escritura de mujeres, como lo es Cuarto Propio, bajo la dirección de Marisol Vera. Esta edición contiene algunos textos nuevos, una mínima actualización, una revisión general de detalles realizada junto a Paloma Bravo y, también, un nuevo diseño gracias al arte de Rosana Espino.
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En esta segunda versión me animo a compartir algunas reflexiones.
Primero, hay algo sustanciosamente distinto y es que Isidora ya no está. Cuando murió, el 27 de febrero de 2011, me entristecía la idea de que, con su fallecimiento, se cortara ese hilo vital que habíamos enhebrado y que quedó sellado en la primera versión del libro.
Por cierto, de acuerdo a su personalidad y vida, su funeral fue una despedida masiva. Sus casi 92 años de existencia se despidieron con lecturas, actuaciones, videos y música. Cuando el ataúd se cerró éramos muchos aplaudiendo de pie en el Teatro Nacional Antonio Varas. Luego, bajo el sol de una tarde de febrero, se desplegó una amplia procesión compuesta por su descendencia familiar, colegas, amigos de diversas generaciones, admiradores y camaradas, mientras se coreaban estribillos de las canciones de sus obras: “¿Quiere flores señorita, quiere flores el señor?”, “aunque mil veces te maten / tu huella queda encendida”, de la pieza Manuel Rodríguez o los vítores “Compañera Isidora, presente”. Cuando se transitó por Avenida La Paz, decenas de pergoleras lanzaron pétalos a su féretro y un caballero mayor, sentado en una silla, colgaba de su cuello un letrero que decía “Gracias, Isidora”. Por supuesto que hubo lágrimas, la sensación de corte, la intuición de un vacío que se aproximaba. Pero, por otra parte, en un punto una muerte así es, en un punto, una celebración de la vida plena de una artista excepcional e imprescindible.
Tras su partida, paradójicamente (o quizás por eso mismo), se activaron varios proyectos alrededor de su patrimonio material. Y todo ellos en alianza con queridos colegas.
El primero de ellos fue la creación del Fondo documental: Archivo Isidora Aguirre junto a un equipo conformado por los archiveros Fabiola Neira, Marcelo Gómez y Juan Carlos Vega, así como por las investigadoras Pía Gutiérrez Díaz y quien les habla. Los cinco integrantes tuvimos la oportunidad de conversar con Isidora Aguirre, de visitar su casa y de acceder a sus papeles. Así fue como quisimos alimentar el diálogo teatral y artístico que emanaba de su legado a través de un proyecto que buscaba organizar sus materiales. Hacia el año 2014, con apoyo de FONDART, nos pudimos concentrar más intensamente en esta tarea. Desde el conocimiento y experiencia en archivística y en el análisis textual, iniciamos un trabajo colectivo para ir registrando y comprendiendo el material que emergía desde cajas, cajones, repisas y archivadores.
El resultado fue la clasificación de más de tres mil documentos correspondientes a casi 40 mil páginas de diversa naturaleza: manuscritos, material de investigación, diarios de trabajo, afiches, diarios de vida, recortes de prensa, programas de mano, dibujos y fotografías, entre otros. Cada documento fue resguardado con papeles libres de ácido, carpetas y cajas de materiales adecuados. Parte de las reflexiones surgidas tras el estudio de los archivos se ha difundido y compartido en congresos, tesis doctorales, publicaciones, montajes y medios, y continuará con nuevas líneas de análisis. Esperamos que ese acervo siga inspirando a nuevas generaciones de artistas e investigadores.
Las etapas de este trabajo fueron registradas en fotos, bitácoras de trabajo y en un video dirigido por el cineasta Nicolás Superby, codirector, junto a Christian Aylwin, del documental Isidora, la película, además de ser sobrino de la autora. En la última etapa del proyecto se sumó Pablo Serrano, diseñador del libro Archivo Isidora Aguirre. Composición de una memoria, un caleidoscopio visual y textual de algunos de los materiales de la autora junto a los textos de trece investigadores y creadores.