Desde el renacimiento pasando por Goethe podemos rastrear esquemas colorimétricos que incluyen el amarillo entre los tonos esenciales. Sin embargo, si analizamos el espectro de ondas visibles, en apariencia resulta más natural el modelo...
moreDesde el renacimiento pasando por Goethe podemos rastrear esquemas colorimétricos que incluyen el amarillo entre los tonos esenciales. Sin embargo, si analizamos el espectro de ondas visibles, en apariencia resulta más natural el modelo colorimétrico RGB, ya que el tono verde queda en el centro del espectro y los tonos rojo y azul en los extremos, resultando el amarillo en una posición extraña del espectro colorimétrico como para darle una importancia especial. Sin embargo, para poder comprender la importancia del amarillo es necesario analizar la fisiología del propio ojo, ya que los conos (células fotosensibles responsables de la percepción del color) no tienen una percepción homogénea en todo el espectro cromático, sino que tiene una mayor precisión en el rango comprendido entre verde y rojo, donde se encuentra la tonalidad del amarillo. La percepción del color tiene unos condicionantes indudablemente culturales, pero también existe una gran cantidad de condicionantes fisiológicos que lo determinan. Entender las características cognitivas, desde la propia fisiología del ojo como primer órgano receptor hasta los procesos neuronales que se desencadenan para dar sentido a lo que observamos, nos permite poder abordar de forma científica diversas teorías estéticas sobre el uso del color. De esta forma, entender las características específicas del sistema cognitivo nos permite tener una mejor comprensión del uso del color en el arte, pudiendo obtener conclusiones sobre cuáles son los colores básicos a nivel cognitivo y como resulta más natural en su percepción una composición figura–fondo.