EL AMAUTA NÚM. 13
DICIEMBRE 2022
Los discursos del miedo en La Española: terror y racialización
Javier Laviña
Universitat de Barcelona
Van arribar-proesguí Biassou- els enmics de la regeració de la humanitat,
aquests blancs, aquests colons, aquests plantadors, aquests homes de negoci,
verdaderos demonis vomitats de la boca g¡de Alecto¡. Van arribar amb
insolencia. Ells, els superiors, anaven vestits, armats, plens de coses
magnifiques I ens menynspreaven perqué som negres I anem despullats.1
Introducción.
Escribir sobre los sentimientos es una de las últimas tendencias historiográficas
nacidas al albor de la escuela de Annales de Francia2 y donde se entremezclan la psicología
y algo de sociología.3 El miedo es uno de los sentimientos más comunes de la humanidad y
es importante como fuerza histórica que no sólo generó discursos, sino decisiones políticas
que influenciaron de forma clara sobre los acontecimientos.4 Como escriben Manuel Chust
y Claudia Rosas.
“Los temores y los sentimientos en general no son cosas etéreas gaseosas o
abstractas como algunos señalan, para insistir en la dificultad –e incluso la
imposibilidad- de estudiarlas o analizarlas. Los miedos colectivos se
Víctor Hugo, Bug-Jargal. Edicions de 1984, Barcelona, 1994, p. 79. Traducción: “Llegaron-siguió hablado
Biassou-los enemigos de la regeneración de la humanidad, estos colonos, estos plantadores, estos hombres de
negocio, verdaderos demonios vomitados de la boca de Alector. Llegaron con insolencia. Ellos, los superiores,
iban vestidos, armados, llenos de cosas magníficas y nos menospreciaban porque somos negros y vamos
desnudos”.
2
Jean Delumeau, La peur en Occident. Ed. Fayard, París, 1979; Georges Lefebvre, La grand Peur de 1789. Ed.
Armand Colin, París, 1932, (edición española: El gran pánico a 1789. Ed. Paidós, Barcelona, 1986). Pilar
Gonzalbo Aizpuru, Anne Staples y Valentina Torres Septién (eds.), Una historia de los usos del miedo. El
Colegio de México-Universidad Iberoamericana, México, 2009; Carlos Altagracia Espada, “‘...sin dejar piedra
sobre piedra’: imágenes de la Revolución Haitiana en Puerto Rico a comienzos del siglo XIX”, en El Amauta.
Universidad de Puerto Rico, Recinto Arecibo, Núm. 3, págs. 1-19.
3
Jordi Roca Vernet, “Cicatrices de la nacionalización del republicanismo catalán. Las Fiestas Nacionales”, en
Geraldine Galeote, María Llombart y Maitane Ostolaza (eds.), Emoción e identidad Nacional: Cataluña y el
País Vasco en perspectiva comparada. Editions Hispaniques, Collection Histoire et Civilisation, París, 2015,
Págs. 117-132.
4
José María Perceval, El terror y el terrorismo. Cómo ha gestionado la humanidad el miedo. Ed. Cátedra,
Madrid, 2017, Págs. 15-59.
1
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exteriorizan a través del discurso, se manifiestan en acciones, se expresan en
fenómenos sociales o políticos, e incluso económicos”.5
El miedo se disparó en la América colonial durante los períodos de crisis o de cambios
políticos. Para el caso de la América hispana la llegada de los Borbones y la aplicación de
las nuevas políticas fiscales provocó toda una serie de levantamientos en los primeros años
80 del siglo XVIII en prácticamente todo el territorio colonial, desde Nueva España al
Virreinato del Río de la Plata. Estas sublevaciones de los sectores populares de la población
generaron una nueva forma del miedo y la creación de sujetos a los que temer –el miedo al
otro–, que en América colonial se cernió sobre los grupos mayoritarios de la población que
habían protagonizado las protestas contra las políticas fiscales de la corona.6
De hecho, el miedo al otro fue una tónica general en las colonias desde el inicio de la
ocupación territorial. La caracterización de algunos grupos indígenas como caníbales no era
sino el miedo a poblaciones que no se dejaban someter y que en algunos casos fueron
aniquiladas, o la práctica deshumanizadora de los esclavos a los que se les atribuían todo tipo
de vicios y defectos. Estas caracterizaciones dieron lugar a extremar la vigilancia sobre los
grupos sospechosos que se podían convertir en tumultuosos sujetos políticos capaces de
quebrar el orden institucional.7
Estos temores o en algunos casos, pánico, se recrudecieron en el siglo XVIII como
consecuencia de los cambios de política fiscal decretados por la Corona a la llegada de los
Borbones al trono de España. Las revueltas, protestas e insurgencias se extendieron por los
virreinatos, tanto en las ciudades como en los campos. La violencia con las que se combatió
a estos grupos echó por tierra los ideales de justicia ilustrada. Los jóvenes cadetes de la
Manuel Chust y Claudia Rosas Lauro, “Los miedos revolucionarios en los procesos de independencia de
Iberoamericana”, en Manuel Chust y Claudia Rosas Lauro (eds.), Los miedos sin patria. Temores
revolucionarios en las independencias iberoamericanas. Editorial Silex, Madrid, 2019, p. 15.
6
Claudia Rosas Lauro (ed.), El miedo en Perú. Siglos XVI al XX. Pontificia Universidad Católica del PerúSeminario Interdisciplinario de Estudios Andinos, Lima, 2005.
7
Chust y Rosas Lauro, “Los miedos revolucionarios en los procesos de independencia Iberoamericanos” en
Chust y Rosas Lauro (eds.), Los miedos sin patria; Miguel Izard, El miedo a la revolución. La lucha por la
libertad en Venezuela (1777-1830). Ed. Tecnos, Madrid, 1979, p. 15; Javier Laviña, “Revolución francesa y
control social en Venezuela”, en Tierra Firme. 7, Vol. VII, (julio-septiembre) Caracas, 1989, Págs. 272-285;
Juan Marchena Fernández, “Las clases de las razas. El temor a la guerra de razas en la costa Caribe de Nueva
Granada a fines del siglo XVIII”, en Chust y Rosas Lauro (eds.), Los miedos sin patria, Págs. 151-195.
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Academia de Matemáticos de Barcelona, creada para fomentar una guerra ilustrada entre
caballeros, se truncó cuando se enfrentaron a los indígenas de Perú y el Alto Perú y que acabó
con la vida de los líderes de la protesta.8
Sin embargo, hubo un acontecimiento que superó todos los límites de miedo y se
extendió por todo el mundo occidental: fue la convocatoria de los Estados Generales en
Francia. No se trató de que la Revolución Francesa se convirtiera en el modelo de revolución
en todo el mundo, sino que en las colonias francesas de América la interpretación de la
convocatoria de los Estados Generales dio lugar a un nuevo fenómeno. Nos referimos, en
primer lugar, al levantamiento de señores y propietarios, que luego se convirtió en protestas
de mulatos y negros libres, y posteriormente en la movilización de los esclavizados que
culminó en la independencia de un nuevo país, Haití, con características desconocidas hasta
el momento.
La Revolución Haitiana fue el acontecimiento más desgarrador para las potencias
coloniales, superando a los conflictos que se habían dado en el Nuevo Mundo hasta el
momento. Es cierto que las 13 colonias inglesas ya habían comenzado su andadura como país
independiente, pero esta gesta política contó con el reconocimiento de todas las potencias
europeas. Incluso España, metrópoli de las Américas, envió tropas para combatir el poder
británico en las 13 Colonias del norte de América. En el caso de la revuelta que se dio en
Saint Domingue la actitud fue de abierta hostilidad y puede decirse que no sólo en las
potencias coloniales, sino todo el mundo occidental quedó impresionado por la enorme
capacidad de organización y de resistencia de los más oprimidos.
La Revolución Haitiana fue la gran revolución Atlántica. Africanos casi recién
llegados a la colonia francesa, esclavizados criollos, grandes propietarios franceses, mulatos
afrancesados, blancos pobres, en fin, todos los sectores poblacionales de la colonia
participaron de una forma u otra de la gran explosión que se generó a partir de la mecha que
Juan Marchena Fernández, “Al otro lado del mundo: Josef Reseguín y su "generación ilustrada" en la
tempestad de los Andes, 1781-1788”, en Tiempos de América. Revista de Historia, Cultura y Territorio. Núm.
12, 2005, Págs. 43-111.
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inició en la metrópoli: la convocatoria de los Estados Generales, que finalmente llevaron al
establecimiento de la Convención y el fin de los Borbones en Francia.
La ejecución de los monarcas franceses y de parte de la nobleza y el clero que
conspiraban contra la Convención desató una alianza internacional para poner coto a lo que
los monárquicos calificaban de “terror popular” contra los poderes legítimos de las Coronas.
Guerra que, en Saint Domingue, la gran colonia francesa del Caribe que era el primer
productor mundial de azúcar, se tradujo en un levantamiento casi general de los esclavizados
contra los propietarios de la colonia.
El terror en Saint Domingue.
La sociedad de Saint Domingue, como la de cualquier colonia de plantación
azucarera, era enormemente desigual. La población esclavizada giraba en torno a 500.000,
mientras que los blancos apenas eran 30.000 y los libertos ocupaban la tercera posición
siendo alrededor de los 27.000. Hasta 1789, esta colonia era el modelo ideal en el imaginario
de los propietarios caribeños.9 Con esta realidad poblacional desproporcionada, no es de
extrañar que los libres tuvieran temor ante la posibilidad de una revuelta generalizada de los
esclavizados. Sin embargo, el temor de los blancos se proyectaba más sobre los libres de
color, tanto negros como mulatos, ya que podían moverse con libertad y en algunos casos
formaban parte de las élites económicas de la colonia. No obstante, las diferencias en el
interior de este grupo eran tan notables como entre los blancos.
Los mulatos libres habían estado presionando a los gobiernos para obtener los mismos
privilegios que los blancos. Había un sector de propietarios de color a los que el código negro
pretendía garantizar los mismos derechos y privilegios de los que disfrutaban los blancos.10
9
Carlos Altagracia Espada, La utopía del territorio perfectamente gobernado. Miedo y poder en la época de
Miguel de la Torre, Puerto Rico 1822-1837. Puerto Rico, 2013, Págs. 65-102.
10
" Octroyons aux affranchis les mêmes droits, privilèges et immunités dont jouissent les personnes nées libres
; voulons que le mérite d'une liberté acquise produise en eux, tant pour leurs personnes que pour leurs biens,
les mêmes effets que le bonheur de la liberté naturelle cause à nos autres sujets.”. Code noir de 1665, Art. 59
en http://www.haiti-reference.com/histoire/documents/code_noir.
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Sin embargo, la realidad estaba muy lejos del optimismo proclamado por las leyes porque
los libertos (affranchis), tanto mulatos como negros, tenían enormes restricciones sociales.11
Sólo los hijos de algunos plantadores mulatos se educaban en Francia. Esta situación cambió
a partir de 1778, año en que se les prohibió residir en el país, contraer matrimonio con blancos
y recibir el tratamiento de señor.12 Claro, estas leyes nunca fueron de cumplimiento estricto.
La preocupación entre los blancos por el aumento de los libertos estuvo presente, ya en 1775,
tres años antes de que la corona prohibiese que se les diera el tratamiento de señor, cuando
al referirse a ellos escribían:
"Esta especie de hombres comienza a llenar la colonia y es el más grande de
los abusos verlos cada vez más numerosos en medio de los blancos, y a veces
superarlos por la opulencia o riqueza (...) esas gentes de color imitan pronto
el tono de los blancos y tratan de borrar el recuerdo de su origen primitivo".13
Su aspiración de obtener la igualdad política con los blancos los llevaba a alejarse de
los esclavos. De hecho, algunos libertos eran propietarios de esclavos, lo que los hacía
sentirse más próximos a los intereses de los plantadores que a la reivindicación de libertad
de los eslavos.14 En este sentido, las declaraciones de Vincent Ogé, uno de los líderes de los
mulatos durante la revolución fueron esclarecedoras:
"el negro libre jamás entenderá que debe trabajar (...). Solamente mediante
la fuerza y coacción se ha desarrollado la inteligencia del negro (...). Quitenal
negro el sentimiento del miedo, háganlo libre, se volverá salvaje y
vagabundo; al ser más numerosos que los europeos y nosotros se volverá
feroz, llevará en todo lugar el incendio y la desolación, en fin, reemplazará
la civilización por la barbarie".15
11
Yves Benot, La révolution française et la fin des colonies 1789-1794. Ed. La Découverte, París, 2004, Págs.
58-86.
12
S. Peabody, The Political Culture of Race and Slavery in the Ancient Regime. Oxford University Press,
Oxford-New York, 1966; .A. Saint Louis, La presociologie Haïtienne. Lemèac, Quebec, 1970, Págs. 39-63.
13
J.L. Franco, Historia de la revolución de Haití. Academia de las Ciencias de Cuba, La Habana, 1966, p. 160.
14
Alejando E. Gómez, “¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color
durante las revoluciones franco-antillanas, 1788-1804”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos. mis en ligne le 15
novembre 2007, consulté le 14 mars 2020, Pp. 117-158. http://journals.openedition.org/nuevomundo/9973;
«Images de l’apocalypse des planteurs », L'Ordinaire des Amériques [En ligne], 215 | 2013, mis en ligne le 23
février 2014, consulté le 27 février 2021. URL : http://orda.revues.org/665.
15
Jean Casimir, La cultura oprimida. Ed. Era. México, 1981, p. 181.
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Pero cuando la Asamblea de París decretó la igualdad entre libres, al margen del
color, el miedo de los blancos se focalizó en los mulatos, no porque fuese un grupo
mayoritario, sino porque eran beneficiarios de haciendas y propiedades, y pasarían a ser
competidores con plenos derechos sin ningún tipo de restricción social ni política. Los
colonos de Saint Domingue, a raíz de la convocatoria de los Estados Generales, intentaron
tener una nueva relación con la metrópoli y decidieron convocar asambleas regionales para
gestionar, entre otras cosas, el comercio exterior. Sin embargo, la metrópoli no aceptó la
propuesta colonial. A medida que el proceso revolucionario francés iba avanzando las
colonias aplicaban las normas según interesaba a los grandes propietarios, hasta que los
jacobinos se hicieron con el poder y la Convención de París, presionada por monárquicos y
girondinos, decidió acabar con el sistema monárquico e instaurar lo que se ha conocido como
el régimen del terror. Estos rumores e intentos más o menos reales de retorno al absolutismo
fueron un detonante para que la Convención pusiera en marcha una serie de medidas que
acabasen con los posibles absolutistas. Para ello, la primera persona a la que debían eliminar
era al monarca y a la familia real, junto con una parte del clero comprometido con el Antiguo
Régimen. Este uso, aparentemente indiscriminado de la violencia para acabar con los
enemigos políticos, es el que ha recibido el apelativo de régimen del terror.16 La discusión
está en torno a dos cuestiones fundamentales sobre el apelativo y la realidad de la aplicación
de estas medidas a los enemigos políticos. La historiografía francesa está revisando en estos
últimos años la política de la Convención y comparando la persecución política de este
período con el anterior del Directorio y parece que los resultados son más bien favorables al
Directorio. La persecución política durante el Directorio fue mayor y más sangrienta que
durante la Convención.
Pero, ¿fue el terror el fruto de una política programada por los jacobinos o el resultado
del miedo a la contrarrevolución que parece planeaban los monárquicos y girondinos? Por
otro lado, en el caso de Saint Domingue, ¿fueron los esclavos los que implantaron el terror o
su política contra los blancos fue la respuesta a la violencia y el terror impuesto por los amos?
La Asamblea de París había decretado la igualdad de blancos y libres de color. Desde ese
16
Slavoj Žižek, Robespierre, virtud y terror. Ed. Akal, Madrid, 2010.
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momento las Asambleas de las parroquias del norte se negaron a aceptar la orden de la
Asamblea de París.17 Un grupo de mulatos, dirigidos Ogé pretendió que se aplicara y, ante la
aparente negativa, organizó un ejército para que se cumpliese.18 Tanto las autoridades
absolutistas como las de la Asamblea no estaban dispuestos a tolerar la “insolencia de los
mulatos”. Se dio un enfrentamiento con las fuerzas destacadas en la colonia y Ogé se refugió
en la parte española de la isla, pero finalmente fue entregado a las autoridades coloniales
francesas y condenado a muerte junto con otros de los cabecillas de la protesta, Jean Baptiste,
conocido como Chavanne, y Jaques Ogé conocido como Jacquot. Éstos y siete personas más
fueron descuartizados en público; pero también se levantaron voces de protesta de los
mulatos en otros departamentos de la colonia que se saldaron con la muerte de los
“sublevados”. Las ejecuciones supusieron el punto de ruptura entre los blancos y la población
de color libre, así como la implantación de un régimen de terror, anterior al conocido en
Francia. Los mulatos y negros libres vieron como los colonos franceses se aferraron a sus
privilegios y no permitieron que los demás hombres libres de la colonia pudieran gozar de
los privilegios que ellos tenían y que desde parís se les había concedido.
En 1791 se produjo, así mismo, el primer levantamiento de esclavizados de la colonia.
Parece que había corrido el rumor en Saint Domingue de que la corona había decretado la
abolición de la esclavitud y que los propietarios se negaban a cumplir la orden. Esta noticia
se difundió por las plantaciones y haciendas y provocó un levantamiento casi generalizado
en las plantaciones. Uno de los líderes de estos levantamientos era Jean François, esclavo
que juraba lealtad al rey de Francia frente a los asambleístas, porque creía que el rey de
Francia había decretado la libertad de los esclavos y que los propietarios se negaban a cumplir
la orden llegada de París.
Por otra parte, las monarquías europeas ante el temor, o el miedo, a la propagación
de las ideas republicanas en sus territorios declararon la guerra a la Francia jacobina, la guerra
17
Javier Laviña, De Saint-Domingue a Haití: conflicto y revolución. Ed. Centro de Estudios Iberoamericanos,
Universidad de Puerto Rico, Recinto Arecibo, Arecibo, 2019.
18
Gómez, “¿Ciudadanos de color? El problema de la ciudadanía de los esclavos y Gente de Color durante las
revoluciones franco-antillanas, 1788-1804”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos. mis en ligne le 15 novembre
2007, consulté le 14 mars 2020, Págs. 117-158. http://journals.openedition.org/nuevomundo/9973.
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de la Convención, que la monarquía española aprovechó para reclutar entre sus filas a los
líderes de los esclavos en armas, Biassou, Jean François, y Toussaint. Todos los prejuicios y
miedos que despertaban los esclavizados y libres de las castas en los territorios españoles se
disiparon cuando los esclavizados se pasaron al servicio del rey de España.
La modulación de los discursos.
Los primeros informes que pasaron desde Santo Domingo al Rey provenían de
militares destacados en la frontera que vigilaban para que el conflicto no se extendiera a la
colonia española. Éstos advertían al gobernador de la colonia española de los sucesos en la
parte francesa. En 1792 se previene a la corona que los negros del norte de la parte francesa
de la isla estaban refugiados en las montañas y que bajan a las llanuras para robar y saquear
las haciendas. Habían llegado a decapitar a un par de negros encargados de unas haciendas
porque los esclavos seguían trabajando, pero no todos los saqueos e incendios eran cometidos
por los exesclavos. Se sospechaba que los mulatos concentrados en Juana Méndez, en la parte
norte de isla, estaban detrás de algunos incendios, pero todavía en enero de ese año ninguno
de los contendientes había extendido el conflicto a la parte española. El discurso sobre el
conflicto se modula y carga, en parte, la culpa sobre los blancos, que defienden desde la
monarquía a la Convención y escriben libelos en contra de los enemigos políticos.19
Mientras la situación era más inestable en Sainte Domingue, Arango y Parreño se
desplazó a la colonia francesa para conocer los acontecimientos de primera mano.20 Arango,
que era partidario de desarrollar de forma intensiva el cultivo de la caña de azúcar en Cuba
quería conocer de primera mano el por qué de la sublevación de los esclavizados de Sainte
Domingue y que consecuencias podían darse en Cuba. Su opinión era clara, la causa de la
sublevación era que:
19
Archivo General de Simancas. (A partir de ahora AGS) SGU, Leg 7157, 18. Informe del gobernador de Santo
Domingo. Noticias sobre la frontera de Dajabón. 25 de enero 1792.
20
Francisco Arango y Parreño, uno de los hacendados más importantes de La Habana, fue un hombre
pragmático que concibió el desarrollo azucarero de Cuba con la esclavitud como base productiva. Fue, además,
político y un patricio notable de la ciudad.
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“Los franceses los han mirado (a los esclavos) como bestias y los españoles como
hombres:... su legislación negrera ha sido siempre el excesivo rigor, infundir a sus
esclavos todo el temor que se pueda, creídos de que de este solo modo era capaz
un blanco de gobernar cien negros en el dentro de los bosques y en medio de unas
tareas tan fuertes y tan continuas.
De aquí el derecho de prisión, de mutilación, el de vida y muerte; … y así no debe
extrañarse ver en las llanuras de Guarico las mismas guerras de esclavos que
ocuparon y pusieron en tanto riesgo a los romanos”.21
Este discurso, que exoneraba a los esclavos y ponía la culpa sobre los propietarios,
parece que se permeó entre las autoridades coloniales de Santo Domingo. Si en un principio
habían visto con enorme temor los sucesos del Guárico, en algunos momentos fueron
modulando sus discursos en los informes enviados a la corona. El hecho de que los partidarios
de la Convención llegaran al poder y que condenaran a muerte al rey de Francia parecía un
ejemplo claro de los excesos de los franceses.
En 1792, los esclavos se levantaron en armas contra los propietarios de las
plantaciones y dio comienzo un proceso que llevaría a la independencia de la colonia
francesa, momento que aprovecharon españoles e ingleses para lanzarse contra Saint
Domingue, en el marco de la llamada guerra de la Convención, para intentar conquistar el
territorio más productivo del Caribe. Los ingleses ocuparon una parte de las planicies
azucareras del Sur y el Oeste, mientras que los españoles, ayudados por las tropas auxiliares
de negros franceses, ocuparon una parte de los territorios fronterizos con Santo Domingo.
Si en la península ibérica los franceses entraron por los Pirineos y se hicieron con
buena parte de Cataluña; en la parte occidental de la isla Española los éxitos se decantaron
por las tropas de la alianza anglo-española que lograron mantener posiciones y hacerse con
buena parte del territorio. Los triunfos militares de las tropas españolas y los auxiliares
exesclavos hicieron recuperar la confianza en el triunfo a las autoridades españolas de las
colonias y en la posible ocupación de toda la isla; el regente de la audiencia escribía:
21
Francisco Arango y Parreño, Obras. Vol. I, Biblioteca de Clásicos Cubanos. Ensayo introductorio,
compilación y notas de Gloria García Rodriguez. Imagen Contemporánea, Ciencias Sociales, La Habana, 2005,
p. 141.
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“Lo más difícil será restaurar el orden y el sosiego en la parte francesa, pero
sus habitantes estarían dispuestos a entregarse a cualquier potencia
que
ponga en orden a los negros”.22
La cuestión de controlar la población de negros insumisos se mezclaba con la
problemática de ocupa el territorio. ¿Qué hacer con los esclavos que habían obtenido la
libertad con las armas durante el proceso de insurgencia? Por otro lado, las autoridades
parecían convencidas de que una vez lograda la paz, conquistada una parte o toda la isla y
ganadas las negociaciones, se podía ocupar una parte mayor de la isla y entregar otra a una
potencia aliada, que no fuese Inglaterra porque no se fiaba de la alianza con ésta.
“Conozco señor Exmo, mi limitación para exponer a la vista de circunstancias
tan delicadas mi opinión sobre cual partido nos sería más útil si el de adquirir y
conservar toda la colonia vecina o se conquistasen las partes o parte que
conviniese, o que después de conquistado el todo por nosotros se entregasen
partes de ella dándonos una compensación y tomándonos lo que nos acomodase
a alguna potencia amiga que no hubiese que temer de ella para lo venidero”.23
El nudo de la situación española era de difícil solución. Desde 1791, las autoridades
de la colonia española establecieron contacto con los jefes rebeldes y les proporcionaron
suministros para la guerra.24 Sus avances militares, por ejemplo, estaban estrechamente
relacionados con el papel de las tropas auxiliares comandadas, entre otros, por Biassou. Este
protagonista de la revuelta de esclavos, uno de esos hombres que estaba clasificado como
bárbaro en el discurso y la realidad de los españoles, era un general del ejército al que había
que suministrar insumos para continuar con los triunfos en la colonia. Después de todo,
cuando su ejército tomaba un territorio, desde Santo Domingo enviaban tropas para asumir
la posesión en nombre del rey de España.25 Por otro lado, ¿cuál sería esa potencia amiga?
¿Debería ser una Francia derrotada? Hay que resaltar la fecha del informe del Regente: 25 de
septiembre de 1793, cinco meses antes de que la Convención aboliera la esclavitud por
22
Archivo General de Indias (A partir de ahora AGI), Estado 13, N1. Carta de Antonio Urízar al ministro don
Pedro Acuña. Santo Domingo, 25 de septiembre de 1793.
23
AGI, Estado 13, N1. Carta de Antonio Urízar al ministro don Pedro Acuña. Santo Domingo, 25 de septiembre
de 1793.
24
J. Victoria Ojeda, Las tropas auxiliares de Carlos IV. De Saint-Domingue al Mundo Hispano, Ed. Universitat
Jaume I, Castellón de la Plana, 2011, Págs. 63-68.
25
Archivo General de Simancas. En adelante, AGS. Sección SGU. Leg. 7157, 20. El gobernador de Santo
Domingo instruye sobre el número de parroquias francesas rendidas a la obediencia de Su Magestad, 12 de
enero, 1794.
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decreto, pero casi dos años después del levantamiento de los esclavos contra los propietarios.
En ese momento, las autoridades españolas ya veían con cierto recelo el levantamiento de los
exesclavizados porque establecida la paz éstos no aceptarían regresar a la situación de
esclavitud. Pese a los éxitos militares, el gobernador de la Española se fue distanciando del
discurso de la bondad de las tropas auxiliares y cada vez era más difícil mantener a los
ejércitos auxiliares en obediencia a los militares españoles. El Regente tenía una pésima
opinión de los exesclavos:
“está VE instruido como también del fanatismo de sus habitantes y de la
animosidad de los negros y sus generales partidarios nuestros, que aunque al
principio lograron harto la protección de SM cada día van demostrando los
efectos de su vil condición, grosera educación de infame conducta con que se
han manejado de muchos años a esta parte. Con arte, política, regalos, y
esperanzas de altos puestos se les está divirtiendo y embelesando mientras llega
algún auxilio por decoro para evadirnos de los riesgos y peligros que de ellos
debemos temer”.26
El miedo que despertaban las tropas auxiliares venía dado por la dureza con la que se
enfrentaban a los franceses, que les hacía tomar territorios casi sin entrar en combate.
Especialmente dura fue la conquista de Bayajá, donde los exesclavos, siempre según la
opinión de los españoles, entraron a cuchillo atemorizando a los pobladores franceses que
esperaban un trato amable por parte de los españoles. Uno de los jefes de las tropas auxiliares
Jacinte, al que las autoridades españolas nombraban Jacinto, se excedió en sus funciones,
pedía fondos a los españoles y a los franceses y campeaba por el territorio sin obedecer las
órdenes de los oficiales. Finalmente, fue reducido por Toussaint, todavía aliado de los
españoles, y conducido a Puerto Príncipe donde fue ejecutado.
“[…] En la serie de asuntos dirigidos a su M de la colonia francesa por el
ministerio de Estado de Gracia y de Justicia, he dado parte del triste fin que ha
tenido el jefe Jacinto, nacido de su genio ambicioso y su conducta cautelosa con
la que quiso vivir contemporizando y tomando dinero de los comisarios civiles y
de nosotros, hasta que engañado con ofrecimientos le condujo su mal proceder
a aceptar un convite en casa de un republicano donde fue preso y conducido
según las últimas noticias a Puerto de Príncipe, donde pagó en un palo sus
crímenes y doble corazón. Antes del desgraciado suceso de Jacinto tuve la
26
AGI, Estado 13, N1. Carta de Antonio Urízar al ministro don Pedro Acuña. Santo Domingo, 25 de septiembre
de 1793.
11
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satisfacción de que las buenas acciones de Toussaint de Luverture me hicieron
conocer la grande alma que le animaba y que cifrando sus deseos en acreditar
al gobierno español su amor y lealtad no ha perdido ocasión para justificar su
sumisión y trabajo con eficacia y tino poco conforme con los de su color y
disposición para cuanto ocurra. En distintas épocas tengo hablado en mis
reservadas a favor de ese negro al secretario de Gracia y Justicia y hecho ver su
conducta. En esta virtud con el beneplácito de VE resuelvo luego que lleguen las
medallas destinar una de las de oro para este buen negro a fin de empeñarle más
en la subordinación y lealtad e inspirarle los mayores sentimientos de amor y
ciega obediencia”.27
Si las autoridades españolas no se podían confiar en Inglaterra, menos valía fiarse de
los exesclavos liberados a través de su propia lucha armada. Sólo se salvaba de las críticas
Toussaint Loverture. El miedo al bárbaro estaba por encima de los desprecios entre europeos:
“[…] está VE instruido como también del fanatismo de sus habitantes y de la
animosidad de los negros y sus generales partidarios nuestros, que aunque al
principio lograron harto la protección de SM cada día van demostrando los
efectos de su vil condición, grosera educación de infame conducta con que se
han manejado de muchos años a esta parte. Con arte, política, regalos, y
esperanzas se les dieron altos puestos se les está divirtiendo y embelesando
mientras llega algún auxilio por decoro para evadirnos de los riesgos y peligros
que de ellos debemos temer”.28
El optimismo de las autoridades españolas ante los triunfos en la parte francesa de la
isla los llevó a establecer una estrategia para la conservación de los territorios conquistados.
El regente de la Audiencia de Santo Domingo, elaboró un plan para el gobierno de las nuevas
posesiones, en principio el nuevo gobierno intentaría recoger las costumbres de gobierno de
los franceses. Pese a la redacción del proyecto, el Regente reconocía que habría dificultades
para establecerse de forma definitiva en los nuevos territorios y su proyecto se llevaría a cabo
en Bayajá.29 El gobierno recayó sobre el capitán general de Santo Domingo, que tenía las
atribuciones de repartir tierras, los jefes militares fueron también gobernadores de los
27
AGI, Sección Estado 14, N 89. Noticias sobre la parte francesa de Santo Domingo.
AGI, Estado 13, N1. El regente de la real Audiencia de Santo Domingo Antonio Urízar al ministro don Pedro
Acuña. Informe sobre los ingresos y gastos de la colonia de Saint Domingue y de la situación de la revolución.
Santo Domingo, 25 de septiembre de 1793.
29
Laviña, “Los viajes del miedo. De Saint-Domingue a Santo Domingo”, en Chust y Rosas Lauro (eds.), Los
miedos sin patria, Págs. 125-140.
28
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territorios e intendentes de la real hacienda.30 Los territorios conquistados se dividieron en
tres departamentos, Gonaives, Guarico y Bayajá, de esa forma se podría controlar mejor la
conquista.
Una de las dificultades estaría en el restablecimiento de la religión, porque los colonos
eran de “espíritu turbulento y poco respetuosos”.31 Los párrocos serían los encargados de
templar los ánimos desde los púlpitos, por lo que esperaban mantener en sus puestos solo a
los que tuviesen una conducta decorosa y expulsar de la administración a todos aquellos que
fuesen proclives a la revolución. Vigilarían los pasquines y folletos que se imprimieran y
distribuyeran por la isla para evitar la propaganda revolucionaria y “libros impresos
fabulosos y perjudiciales”. Además, se prohibían las reuniones sin la presencia de jueces u
oficiales reales que velasen por el buen orden.32 Se mantendrían las brigadas de vigilancia
que funcionaron durante la ocupación francesa que, entre otras funciones, debería “frenar a
los negros alzados” y capturar a los negros fugitivos. La actuación de estas brigadas en la
captura de negros fugitivos fue enormemente efectiva, como muestra la documentación del
archivo de Santo Domingo en la que aparecen las alcabalas pagadas por los captores, negros
auxiliares, por los esclavos huidos de las plantaciones que recorrían el territorio sin sujeción
y que fueron vendidos como esclavos.33 Las brigadas las debían organizar los gobernadores
de cada uno de los territorios ocupados por los españoles. Los gobernadores también se
encargarían de regular los derechos de agua y navegación de los ríos y, para entrar en los
territorios conquistados, debían expedir permisos a los extranjeros, incluidos los franceses, y
sólo se permitiría el paso de gente que tuviera la licencia correspondiente. Así se evitaría el
paso de espías o de agentes perturbadores de la paz en los territorios ocupados por los
españoles en la parte francesa de la isla.
30
AGI, Estado 13, N3. El regente de la Audiencia de Santo Domingo remite el reglamento provisional para el
buen gobierno de las posesiones conquistadas. Santo Domingo, 2 de febrero de 1794. Artículo 4.
31
AGI, Estado 13, N3. El regente de la Audiencia de Santo Domingo remite el reglamento provisional para el
buen gobierno de las posesiones conquistadas. Santo Domingo, 2 de febrero de 1794.
32
AGI, Estado 13, N3. El regente de la Audiencia de Santo Domingo remite el reglamento provisional para el
buen gobierno de las posesiones conquistadas. Santo Domingo, 2 de febrero de 1794. Artículo 3.
33
Cfr. Laviña, “Santo Domingo-Sainte Domingue. Espacios en tiempos de guerra” en Javier Laviña, Ricardo
Piqueras y Cristina Mondéjar (eds.), Afroamérica: espacios e identidades. Ed. Icaria, Antrazyt, Págs. 43-64.
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Para controlar a los esclavos se aplicaría el Código Negro que se presentó en 1789 y
que no se había utilizado en ninguna de las colonias españolas por la oposición de los
propietarios.34 La propuesta de implantar este reglamento en la parte francesa recién
conquistada tenía como propósito mantener una cierta tranquilidad entre los esclavos.
Conservando los derechos de los amos, la corona esperaba que al ser una colonia de nueva
incorporación no hubiese oposición a su puesta en marcha. Sin embargo, se podía producir
un problema ya que las autoridades coloniales habían reconocido la libertad a todos los
esclavos que habían pasado a la parte española de la isla, antes del conflicto, y contaban con
la ayuda de tropas de esclavos franceses, ya libres por estar al servicio del rey de España.35
Por otro lado en la parte española de la isla se mantenía la esclavitud y, de hecho, algunos
soldados de las tropas auxiliares recogían exesclavos, no incorporados al ejército, que habían
huido de las haciendas y recorrían los montes y caminos para venderlos como esclavos en la
parte española de la isla.36 En el caso del general Biassou, por ejemplo, se mantenían los
elogios, pese a que hubo un momento en que parecía que quería el restablecimiento de la
monarquía en Francia y que estaba conquistando la parte francesa de la isla para Luis XVII.37
El decreto de libertad de los esclavos en los territorios franceses dado por la
Convención cambió el sentido de la guerra. Biassou y Jean François siguieron como
generales al servicio del rey de España. A Biassou lo trasladaron a Florida y Jean François
fue destinado a Cádiz, pero Toussaint Louverture se pasó con la mayor parte de los
exesclavos al lado de la Convención.
La paz de Basilea, firmada el 22 de julio de 1795, establecía que a cambio de los
territorios conquistados por los franceses en la península ibérica, España entregaba a Francia
la isla Española. Con la llegada de la soberanía francesa muchos propietarios de Santo
34
Vid. Supra, artículo 12.
Véase: M. Lucena Salmoral, Los códigos negros de la América Española. Ed. UNESCO/Universidad de
Alcalá, Alcalá de Henares, 1996, Págs. 23-48, 95-124; L. Sala Molins, L’Afrique aux Amériques. Le Code noir
espagnole. PUF, París, 1992, Págs. 60-85.
36
Laviña, “Santo Domingo–Saint Domingue. Espacios en tiempos de guerra”, en Laviña, Piqueras y Mondéjar
(eds.), Afroamérica, espacios e identidades. Ed. Icaria, Col. Antracyt, Barcelona, 2013, Págs. 43-64.
37
AGS. SGU. Leg 717.15. Carta del Capitán General de la isla Joaquín García al general Biassou. Santo
Domingo, 22 de octubre 1793.
35
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Domingo, o bien se marcharon a otras colonias del Caribe hispano, o se apresuraron a vender
a sus esclavos ya que Francia había abolido la esclavitud.38
El capitán general de Caracas, Guevara Vasconcelos, trasladó al Rey las noticias que
había recibido de Santo Domingo, en el que se denuncia a Maurice, un militar haitiano negro,
sobrino de Toussaint, que había matado a 250 blancos.39 Toussaint ordenó su muerte y la de
48 negros que le habían secundado en la matanza. Aquí hay algunos aspectos que destacar.
Por un lado, desde las autoridades españolas Toussaint era, por su valor e inteligencia, el fiel
general de gran corazón y virtudes del que hablaba el Gobernador de Santo Domingo,
Antes del desgraciado suceso de Jacinto tuve la satisfacción de que las
buenas acciones de Toussaint de Luverture me hicieron conocer la grande
alma que le animaba y que cifrando sus deseos en acreditar al gobierno
español su amor y lealtad no ha perdido ocasión para justificar su sumisión
y trabajo con eficacia y tino poco conforme con los de su color y disposición
para cuanto ocurra. En distintas épocas tengo hablado en mis reservadas a
favor de ese negro al secretario de Gracia y Justicia y hecho ver su conducta.
En esta virtud con el beneplácito de VE resuelvo luego que lleguen las
medallas destinar una de las de oro para este buen negro a fin de empeñarle
más en la subordinación y lealtad e inspirarle los mayores sentimientos de
amor y ciega obediencia”.40
Po otro lado, tras su nombramiento como gobernador de la isla y la firma del tratado
de Basilea el hombre ejemplar pasó a convertirse en el negro y el tirano que gobernaba la isla
con mano de hierro. El cambio fue recogido en un diario anónimo y remitido el 9 de marzo
de 1802 al Secretario de Estado, Pedro Cevallos Guerra, por el Capitán General de Caracas,
Guevara Vasconcelos, antes del desembarco de Leclerc en la isla. El Capitán General informa
que Toussaint se está preparando para la invasión, que está reclutando tropas, o bien, como
sugiere unas líneas más adelante, sólo quiera hacer un traspaso de poderes, lo que considera
improbable porque ha acuñado moneda con su nombre.41
José Luis Belmonte, “Esclavitud, libertad y status social en Santo Domingo y Puerto Rico durante la diáspora
de la Revolución Haitiana”, en Jonis Freire y María Verónica Secreto (orgs.), Formas de liberdade. Gratidâo
condicionalidadee incertezas no mundo escravitas nas Américas, Mexico, Cuba, Porto Rico, Santo Domingo,
Caribe Francés, Brasil e Argentina. MADUAD, Río de Janeiro, 2018, Págs. 71-102; Laviña, “Venezuela en
tiempos de Revolución”, Boletín Americanista. 61 (2010), Págs. 111-131.
39
AGI. Estado 60, N,13. El capitán general de Caracas al Rey, 28 de marzo de 1802.
40
AGI, Sección Estado 14, N 89. Noticias sobre la parte francesa de Santo Domingo.
41
AGI. Estado, 60, N9. Carta del Capitán General de Caracas al primer secretario de Estado, 9 de marzo 1802.
38
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El diario, lo recibió Guevara Vasconcelos de alguien, posiblemente el teniente
Francisco Aparicio, al que Toussaint autorizó para ir a Maracaibo y que se embarcó el 20 de
enero y, posiblemente, entregó el diario al gobernador de Maracaibo, quien lo remitió al
Capitán General de Venezuela. No podemos afirmar la autenticidad de este documento, no
tenemos más referencias que las que nos ofrece el oficio que Guevara Vasconcelos envió a
Cevallos Guerra. El tono del diario nos muestra una racialización del miedo. El vecino
informante nos habla de la consternación que causó entre los habitantes de los lugares por
donde pasaba la comitiva, pero el problema, como describe el informante en su diario, fue
que se ordenó hacer una recepción con honores y fuegos artificiales bajo pena de multa:
“En consequencia todos se preparan al obsequio (muchos de ellos contra lo
que les dicta su corazón poco acostunbrados ha hacer obsequios a negros”.42
Junto a este recibimiento, Toussaint incorporó a sus tropas al Batallón fijo, de acuerdo
con las autoridades francesas y el beneplácito de la corona española. El 7 de enero mandó a
reunir a toda la población disponible, excepto menores de 6 años y enfermos. Cuando reunió
a toda la población la dividió por columnas de hombres blancos, mujeres blancas, mulatos,
mulatas, negros libres y “domésticos”. Su intención era formar batallones divididos por color,
para reforzar la seguridad de la colonia, siempre al servicio de Francia y de la República.
Entre las órdenes dadas por Toussaint estaba la de reclutar a los músicos militares y
embarcarlos al este de la isla. Las quejas de los músicos –de falta de dinero y que tenían
familia– las solucionó pagando 300 pesos a cada una de las familias. En el diario se indica
también que iba a misa cada día y concluye con una frase en la que reaparece la racialización:
“les dijo el general que solo tenia la desgracia de tener aquel color pero que
ningún hombre le aventajaba en ciencia”.43
Pese a los éxitos de Toussaint y su capacidad para controlar a las tropas, la expedición
42
AGI. Estado, 60, N9. Carta del Capitán General de Caracas al primer secretario de Estado, 9 de marzo 1802.
Diario de lo ocurrido en Santo Domingo desde el 1º de enero de 1802 hasta el 20 del mismo con motivo de la
llegada del gral negro Toussaint Louberture.
43
AGI. Estado, 60, N9. Carta del Capitán General de Caracas al primer secretario de Estado, 9 de marzo 1802.
Diario de lo ocurrido en Santo Domingo desde el 1º de enero de 1802 hasta el 20 del mismo con motivo de la
llegada del gral negro Toussaint Louberture.
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que enviaron los franceses a la isla apresaron a Toussaint y fue conducido a Francia, a Fort
De Jox en el Jura, donde murió en 1803.44
Su captura no hizo retroceder a los habitantes de color ya libres de la colonia. La
guerra continuó. Los negros comandados por Dessalines y los mulatos bajo el mando de
Rigaud enfentaron a las tropas de Napoleón y consiguieron derrotarlas. La parte española de
la isla quedó bajo el control de los mulatos y asumió la presidencia Petion, mientras que el
norte quedó bajo el control de los negros dirigidos por Dessalines. Finalmente, España volvió
a recuperar el control de la parte española en 1808, pero 1822 volvió a caer en manos de los
haitianos y éstos reunificaron nuevamente la isla.
En 1811, Manuel Caballero y Masot, gobernador y Capitán General de Santo
Domingo, informó al secretario de Estado de la coronación de Henry Cristophe, luego de un
golpe de Estado contra Dessalines. Los términos de la comunicación vuelven a mostrar el
miedo por la falta de ejército y de dinero en la colonia, y al referirse a Cristophe señala:
“En este estado de cosas he mantenido el equilibrio político contestando al
negro Enrique Cristobal en las correspondecias q han ocurrido, como
presidentede Hayti, dandle el tratamiento de alteza serenisima, y al mulato
Alexandro Petion, jefe del otro partido con el de excelencia, por considerarse
también presidente de Hayti, siguiendo sin alteración el método del Capitán
General difunto”.45
Los éxitos del ejército auxiliar de los españoles en la guerra de la Convención, la
ocupación de Santo Domingo por Toussaint y Dessalines, no dejaba de planear sobre los
gobernantes españoles. Despreciaban a la gente por su color y su origen africano. Los
exesclavos racializados inspiraban miedo, el temor a lo que los españoles llamaban la guerra
de castas. Si los discursos de las autoridades españolas iban cambiando en función de los
resultados de la guerra, los discursos pictóricos se radicalizaron a partir de la declaración de
independencia de Haití. Los grabados y pinturas mostraban la radicalidad de los negros de la
Vide. Sigfrido Vázquez Cienfuegos, “Someruelos y el fin del ejército francés en Haití”, en Temas
Americanistas. 15, Sevilla, 2002, Págs. 90-94.
45
AGI. Estado 12 N 56. Informe del Capitán General Manuel Caballero al Secretario de Estado, Santo
Domingo, 20 de junio de 1811.
44
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isla. La barbarie fue la tónica general que se empleó para mostrar la crueldad de los negros.46
La emancipación y la creación del Haití independiente tras la guerra no fue un regalo
concedido por Europa y su sentido de humanidad y justicia. Nadie reconoció al nuevo país:
ni el Vaticano –pese a que la religión católica era oficial– ni Los Estados Unidos de América,
que habían obtenido la independencia de Inglaterra, ni Bolívar, que tuvo ayuda de los
haitianos en su lucha contra España. Sólo el compromiso de indemnizar a Francia por las
pérdidas sufridas por los antiguos propietarios sirvió para que todas las potencias europeas
reconocieran a Haití.
FUENTES
AGI. Estado 12 N 56. Informe del Capitán General Manuel Caballero al Secretario de
Estado, Santo Domingo, 20 de junio de 1811.
AGI. Estado 13, N1. Carta de Antonio Urízar al ministro don Pedro Acuña. Santo Domingo,
25 de septiembre de 1793.
AGI. Estado 13, N1. El regente de la real Audiencia de Santo Domingo Antonio Urízar al
ministro don Pedro Acuña. Informe sobre los ingresos y gastos de la colonia de Saint
Domingue y de la situación de la revolución. Santo Domingo, 25 de septiembre de 1793.
AGI. Estado 13, N3. El regente de la Audiencia de Santo Domingo remite el reglamento
provisional para el buen gobierno de las posesiones conquistadas. Santo Domingo, 2 de
febrero de 1794.
AGI. Sección Estado 14, N 89. Noticias sobre la parte francesa de Santo Domingo.
AGI. Estado 60, N 13. El capitán general de Caracas al rey, 28 de marzo de 1802.
AGI. Estado, 60, N 9. Carta del Capitán General de Caracas al primer secretario de Estado,
9 de marzo 1802, Diario de lo ocurrido en Santo Domingo desde el 1º de enero de 1802
hasta el 20 del mismo con motivo de la llegada del gral negro Toussaint Louberture.
AGS. SGU. Leg 717.15. Carta del Capitán General de la isla Joaquín García al general
Biassou. Santo Domingo, 22 de octubre 1793.
Gómez, «Images de l’apocalypse des planteurs », L'Ordinaire des Amériques [En ligne], 215 | 2013, mis en
ligne le 23 février 2014, consulté le 27 février 2021. URL : http://orda.revues.org/665.
46
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AGS. SGU. Leg 7157, 18. Informe del gobernador de Santo Domingo. Noticias sobre la
frontera de Dajabón. 25 de enero 1792.
AGS. Sección SGU. Leg. 7157,20. El gobernador de Santo Domingo instruye sobre el
número de parroquias francesas rendidas a la obediencia de Su Magestad, 12 de enero
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