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Apuntes sobre un enigma filosófico

2021, Cuadernos Filosóficos / Segunda Época

Resumen: ¿Cómo podemos pensar la Comuna de París (1871) si no es como una revolución prematura (Marx) o como la responsable de haber salvado la República en Francia? Si el acontecimiento no procede de ninguna necesidad histórica, ¿qué sentido tiene el enigma de esta afirmación inesperada de un principio político, bajo la bandera de una República universal, y que ve a un pueblo entero de sin nombres constituirse en sujetos de la emancipación, en la existencia misma en acto de un poder de igualdad y en la experiencia inédita de la democracia contra el Estado? Palabras clave: Comunero; barbarie letrada; república universal; educación integral.

Dossier A 150 años de la Comuna de París Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Notes on a philosophical enigma: The Universal Republic and the Paris Commune (1871) PATRICE VERMEREN1 Traducción y corrección: Susana Villavicencio2 Resumen: ¿Cómo podemos pensar la Comuna de París (1871) si no es como una revolución prematura (Marx) o como la responsable de haber salvado la República en Francia? Si el acontecimiento no procede de ninguna necesidad histórica, ¿qué sentido tiene el enigma de esta afirmación inesperada de un principio político, bajo la bandera de una República universal, y que ve a un pueblo entero de sin nombres constituirse en sujetos de la emancipación, en la existencia misma en acto de un poder de igualdad y en la experiencia inédita de la democracia contra el Estado? Palabras clave: Comunero; barbarie letrada; república universal; educación integral. Abstract: Is it possible to think the Paris Commune (1871) other than as a premature revolution (Marx) or as having saved the Republic in France? If the event did not stem from any historical necessity, what is the meaning of the enigma of this unexpected affirmation of a political principle, under the banner of a universal Republic, which sees the nameless people constituting themselves as subjects of emancipation in the existence in act of a force of equality and in the unprecedented experience of a democracy against the state? Keywords: Commoner; literate barbarism; universal republic; integrated education. ________________ Cómo citar: Vermeren, P. (2020). Un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871). Cuadernos Filosóficos, 17. Publicado bajo licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 4.0 Internacional [CC BY-ND 4.0] Fecha de recepción: 10/01/2021 Fecha de aprobación: 12/03/2021 1 Universidad París 8 (Saint-Denis, Isla de Francia, Francia). ORCID ID: https://orcid.org/0000-0002-5976-4393. [email protected] 2 Universidad de Buenos Aires (Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina). PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París La Comuna de París comienza por una insurrección en la colina de Montmartre el 18 de marzo de 1871 y termina 72 días después, en las últimas barricadas al este de París. Durante estos 72 días, una asamblea ‘comunalista’ se instala en el Hotel de Ville de París a manos de los `comuneros’ (communards). La represión fue feroz: 20.000 muertos, con certeza, 10.000 condenados por insurrección deportados a Nueva Caledonia o a Argelia, y 6.000 exiliados — la mayoría en Inglaterra, pero también en América del Sur. 1) A fines de 1871, Elme Caro, profesor de filosofía de la Sorbona que dedicó toda su vida a defender la sociedad francesa contra la invasión del ateísmo y del pesimismo en nombre del espiritualismo, escribe: “acabamos de escaparle a la barbarie, pero lo que debemos saber es que, en ese furioso asalto contra la civilización, se trató de una barbarie ilustrada” (Caro, 1872). A este juicio, según el cual la Comuna de París ha sido en verdad una invasión de la bohemia literaria y filosófica en un gobierno hecho a su imagen, responde como en eco la lectura que hace George Sand –no obstante partidaria de la revolución precedente, la de la República de 1848– del capítulo “La orgía roja” del libro de Paul de San Víctor, donde la insurrección de 1871 es descrita como una parodia grotesca y sangrienta de la de 1793 (de Saint Victor, 1871; Sand, 1987, p. 52 y ss.). O bien la reacción de Nietzsche frente al falso anuncio del incendio del Louvre por los insurgentes. El razonamiento de Nietzsche en El nacimiento de la tragedia (Nietzsche, 1977)3 es que el destino de la cultura es el de una horrible destrucción, porque la fe en la felicidad terrestre de todos tiene por efecto sacudir a la sociedad, sembrando el descontento en una “clase bárbara de esclavos” capturada por utopías que les hacen ver su existencia como una injusticia y que no hay más fe que en las revueltas incesantes. Sabemos que la palabra ‘bárbaro’ (adjetivo calificativo) fue utilizada por primera vez en la antigua Grecia para designar aquellos que no son griegos, que hablan mal y por lo tanto piensan y actúan mal, que viven en el exceso, en la hubris, y son incapaces de instaurar un orden político fundado en la razón. La palabra barbarie (sustantivo común) fue inventada por los romanos y los cristianos, que reivindican, cada uno a su manera, la humanidad contra la bestialidad de aquellos que optan por la inhumanidad. Pero la palabra barbarie cobró un sentido más fuerte en la Modernidad, mediante 5 rasgos particulares: el goce de matar, la insensibilidad, la interioridad, la destrucción de la civilización, la ausencia de organización política (Droit, 2019; Navet, 1982). 3 Ver también Nietzsche (1992, p. 188; 1968, p. 344). Cuadernos Filosóficos 17 (2020) ISSN: 2683-9024 2 PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París 2) ¿Qué es de hecho la Comuna? En cierto modo es la cuarta tentativa de revolución en la Francia del siglo XIX: después de la Revolución francesa de 1789, que dio lugar a la primera República seguida por el imperio napoleónico y la restauración de la monarquía de los Borbones, de la revolución malograda de 1830, confiscada al pueblo por la monarquía constitucional de Louis-Phillipe, y de la revolución traicionada de 1848, que instala la segunda República y termina con el golpe de Estado del presidente Luis Napoleón Bonaparte, engendrando el Segundo Imperio, un régimen de facto y autoritario. Después de 18 años de reinado, Napoleón III, físicamente enfermo, declara la guerra contra la Alemania de Bismarck el 19 de julio de 1870, provocando la invasión de Alsacia y Lorena, el arresto del Emperador y la derrota desastrosa de Sedán, y finalmente la capitulación de la Armada francesa en Metz el 2 de septiembre. El 4 de septiembre se proclama la República; una República conservadora, la República de los Jules: Jules Favre, Jules Simon, Jules Ferry, que reemplaza el Segundo Imperio y capaz de restaurar la monarquía. Dicha república se dota de un gobierno de Defensa Nacional, mientras que París se encuentra sitiada por los prusianos. Un París poblado en un 60% por asalariados, obreros, empleados, domésticos o conserjes, sin contar numerosos artesanos y artistas, un pueblo tradicionalmente animado por el patriotismo luego de la Revolución Francesa y, entre sus elementos más avanzados, por el sueño internacionalista de una República universal garante de la paz mundial y de la fraternidad entre los pueblos. El 28 de enero 1871 se firma el armisticio, pero París, que se encuentra aún bajo sitio, rechaza los compromisos del tratado de paz, entre ellos la pérdida de Alsacia y Lorena y una indemnización de 5 millones de francos a los alemanes. El problema para el gobierno burgués será cómo desarmar a la población parisina, que frente al peligro había sido movilizada para integrar la guardia nacional. En París, a las 3 de la mañana del 18 de marzo, los soldados de la Armada de la República intentan recobrar los cañones de la Guardia Nacional que estaban en manos del pueblo. La población parisina, y en particular las mujeres, los niños, los guardias nacionales, resisten. Los soldados fraternizan con el pueblo insurgente, dos generales son ejecutados, se erigen barricadas. Thiers huye de la capital y ordena la evacuación del Gobierno fuera de París. Nos encontramos pues frente a una situación donde la legalidad republicana se refugia en Versalles mientras que en París los insurgentes han elegido un Comité central de la Guardia Nacional que se apodera del Hotel de Ville y propone organizar elecciones municipales. Estas elecciones, consideradas ilegales por Versalles, tienen lugar el 26 de marzo y proclaman la Comuna de París. 3) ¿Qué es un ‘communard’ (‘comunero’)? O mejor, ¿qué es un ‘ communeux’? Ya que éste es el término más utilizado por los reaccionarios de aquel entonces para designar Cuadernos Filosóficos 17 (2020) ISSN: 2683-9024 3 PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París peyorativamente a los partisanos de la comuna. Lo encontramos sobre todo bajo la pluma de escritores y periodistas anticomuneros y es sinónimo de revoltoso alcohólico, pillo e incendiario, cuando no bestial, sanguinario y alienado. Pero a su vez el término hace referencia particular a los “sin nombre”. Edmond de Goncourt, por ejemplo, paseando por el Boulevard de Montmartre y viendo un afiche del comité de la Guardia Nacional, escribe un 19 de marzo en su Diario: “veo publicados los nombres del nuevo Gobierno, son nombres tan desconocidos que todo aquello se asemeja a una mistificación” (de Goncourt & de Goncourt, 1895, p. 231); y Maxime du Camp, autor de Convulsiones de París afirma: “evidentemente, el Comité Central compuesto, como sabemos, de un montón de gente desconocida, nombrada por gente que tampoco los conoce, este Comité central se erigía como Gobierno” (du Camp, 1878, p. 6). Del lado de los “comuneros”, como Arthur Arnould, también son descritos como un pueblo de anónimos aquellos que acceden al Comité Central el 18 de marzo 1871: “La primera ciudad del universo, la más esclarecida, aquella que estamos habituados a considerar como la vanguardia de la civilización y del progreso, pertenecía no solamente a lo desconocido, sino a los desconocidos [...] ni un solo miembro de las clases gobernantes estaba allí, una revolución que no estaba representada ni por un abogado, ni por un diputado, ni por un periodista, ni por un general. En su lugar, un minero de Creusot, un encuadernador, un cocinero, etc.” (Arnould, 1878, p. 96). Lo que resulta más sorprendente entonces es el hecho de que en el Hotel de Ville de París se haya instalado un Comité Central de la Guardia Nacional electo por ésta e integrado por los sin nombre. Podríamos evocar aquí el análisis que hace Jacques Rancière de una célebre revuelta de esclavos en la antigua Roma, conocida como la secesión de la plebe romana sobre el monte Aventino (según el relato de Tito Livio), y comentado en 1829 por Pierre-Simon Ballanche (2017). La plebe abandona la ciudad y el Senado la insta a regresar cueste lo que cueste: hasta le concede el reconocimiento de tribunos de la Plebe, representantes inviolables del pueblo. Rancière escribe que para que exista la lucha de clases, fue menester que los sin nombre adquirieran un nombre, que los sin historia se concedieran una familia y una tradición, que los sin voz se pusieran a hablar, que los invisibles aparecieran. Dicho de otro modo, la emancipación no es un producto de la lucha sino más bien la condición propia de la lucha. El sujeto de la emancipación no preexiste al movimiento que le da nacimiento. Lo que puede pensarse también a través de otro concepto de Rancière, el de escena: “trabajar sobre la escena implica rechazar toda una lógica de la evolución, del largo plazo, de la explicación a partir de un conjunto de condiciones históricas, o de una realidad oculta a través de las apariencias. En el concepto de escena hay una cierta idea de una temporalidad discontinua, la elección de un cierto modo de racionalidad” (Rancière & Cuadernos Filosóficos 17 (2020) ISSN: 2683-9024 4 PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París Jdey, 2018, p. 11). La cuestión deviene entonces: ¿qué es lo que está en juego en esta singularidad que es la Comuna de París, más que partir del enunciado infinito de sus condiciones? 4) El acontecimiento no procede de ninguna necesidad histórica. Siempre podrá decirse que el advenimiento de la Comuna fue preparado por el recuerdo de 1798, de 1830, de 1848, por las ideas republicanas defendidas en la prensa de oposición al imperio, la influencia del pensamiento de Proudhon, de Blanqui o de la Asociación Internacional de Trabajadores, la agitación de las clases trabajadoras y las huelgas que marcaron el fin del reinado de Napoleón III, o bien que la composición de la población parisina había evolucionado, pero la insurrección fue más bien del orden de un levantamiento inesperado, difícilmente percibido como insurrección por sus propios actores. Conocemos las dos historiografías dominantes que han presidido la representación y la comprensión de la Comuna. Por un lado, la del comunismo de Estado: Marx escribió que la Comuna de París fue una revolución prematura, y cuando Lenin vio arribar el día 73 de la revolución soviética, habría bailado en la nieve delante del Palacio de Invierno, ya que ésta había sobrepasado los 72 días que duró la Comuna; como si el partidoEstado bolchevique, el Estado nuevo de la dictadura del proletariado, concretizara aquello que la Comuna de París no había podido realizar de manera duradera. Por otro lado está la historiografía de la historia nacional de la Francia republicana, en donde los miles de insurgentes que combatieron y murieron en París habrían salvado la República. 5) El Comité central electo por la Guardia Nacional no busca gobernar, sino entregar el poder a aquellos electos por el pueblo. Organiza entonces elecciones para el 26 de marzo y de las cuales resulta un Consejo Comunal de 79 miembros entre los cuales hay una treintena de obreros y artesanos (se distingue, no obstante, una mayor cantidad de zapateros, sombrereros, orfebres y encuadernadores que de proletarios), 25 periodistas o letrados (maestros o médicos…), algunos artistas como Gustave Courbet; son mayormente franceses, parisinos, pero también extranjeros de todas las edades y de todas las tradiciones políticas: viejos republicanos y ‘jacobinos’ nostálgicos de la convención ‘montañarde’ de 1793 y de Robespierre, o seguidores de Blanqui (aunque el propio Blanqui está en prisión) que defienden la acción de una vanguardia seguida de una dictadura revolucionaria, socialistas internacionalistas de la Asociación Internacional del Trabajo que creen en una organización del trabajo fundada sobre la asociación mutualista, o en el colectivismo antiautoritario y federalista a la manera de Proudhon. Es así como a partir del 26 de marzo hay dos órganos coexistentes: el Comité central de la Guardia Nacional y el Consejo de la Comuna, con una decena de Cuadernos Filosóficos 17 (2020) ISSN: 2683-9024 5 PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París miembros pertenecientes a los dos órganos, situación que no estará exenta de conflictos en los repartos de poder. 6) El 28 de marzo la Comuna es proclamada y la ruptura con la Asamblea de Versalles consumada. ¿Qué quiere decir “Comuna”? La palabra está cargada de una pluralidad de sentidos. En primer lugar, quiere decir que los gobernantes de la ciudad son elegidos por el pueblo de París en lugar de ser nombrados por el poder central. Esto connota para muchos el recuerdo de la comuna insurreccional de agosto de 1792, que marca la toma de poder de los sans-culottes parisinos. Prefigura asimismo una Comuna autónoma parisina gobernándose sola, convirtiéndose en el modelo para las demás ciudades de Francia, entendida como una federación de comunas. Se crean 9 comisiones, que corresponden en cierto modo a ministerios, pero cuya dirección electa es colectiva, y cuyos miembros celebran sesión a diario en la asamblea comunal del Hotel de Ville. El ideal de la democracia directa es visible incluso en la vida de los comités locales, en las circunscripciones, con el riesgo consecuente de una dispersión de fuerzas y de la confusión de los órdenes establecidos. 7) El 3 de abril la Comuna intenta una primera salida militar contra la Armada de Versalles, salida que fracasa y los prisioneros terminan siendo masacrados por los militares (singularmente por Flourens y Duval). El 9 de abril el general Dombrowski -republicano polaco que se puso al servicio de la Comuna- consigue reconquistar Asnières. El 16 de abril se organizan elecciones complementarias para reemplazar a las personas electas que han renunciado. Entre el 9 y el 14 de mayo la situación militar se degrada con la caída de los fuertes de Issy y Vanves en manos de los versalleses. Pero lo que caracteriza todo el periodo de fines de marzo al 21 de mayo es la calma que reina en París: la gente del pueblo vive y trabaja, en los teatros hay conciertos y espectáculos, mientras que al mismo tiempo se discuten gran cantidad de medidas sociales en el ámbito del trabajo, de la educación, del arte y de la situación de la mujer. Aparte de Rimbaud, Verlaine y Victor Hugo (este último sin comprender del todo bien lo que sucede, pero resueltamente hostil a la represión), todos los escritores y filósofos, desde Flaubert a Dumas hijo, de los hermanos Goncourt a George Sand, apoyan a Versalles. Paul Lafargue testimonia durante su estadía parisina del 7 al 18 de abril: “La más libre y tranquila circulación está permitida en todos los barrios. Desde la desaparición de la policía, como por acto de magia, ya no se escucha más hablar de robos ni de asesinatos” (Lafargue, 24-28 de abril y 3 de mayo de 1871). Y Villiers de l’Isle Adam, en un artículo del Diario de Lissagaray y Le Pelletier afirma: “Uno entra, circula, se agrupa. La risa de los niños de París interrumpe las discusiones políticas. Cuadernos Filosóficos 17 (2020) ISSN: 2683-9024 6 PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París Acérquese a los grupos, escuche. El pueblo entero discute de cosas importantes; uno escucha por primera vez a los obreros intercambiar sus apreciaciones sobre problemas que hasta ahora habían sido abordados únicamente por los filósofos. Ningún rastro de controladores; ningún agente de policía obstruye la calle, ni molesta a los paseantes. La seguridad es perfecta” (citado en Badiou, 2009, p. 142). Pero el 21 de mayo las tropas de Versalles entran en París, provocando la caída, una por una, de las barricadas, y la semana sangrienta, que se extiende hasta el 28 de mayo concluye con la masacre de 20.000 personas, fusiladas sin proceso, y el arresto de otras 50.000. 8) Podríamos sostener que el poder comunalista, nacido de una reacción defensiva y del rechazo a resignarse a la derrota, atormentado por la traición de una República que sospechaba capaz de retornar a la monarquía en cualquier momento, habría dudado bastante antes de transformarse en un gobierno revolucionario. Pero también podríamos sostener, siguiendo a Arthur Arnould, autor de una Historia popular y parlementaria de la Comuna de Paris (1878) y a Kristin Ross, autora de El imaginario de la Comuna (2015), que la Comuna no fue tanto una insurrección como la afirmación de una política, de un principio que ya existía de hecho, bajo el estandarte de la República universal. La expresión es de Anacharsis Cloots, que afirma la revolución francesa sobre bases internacionalistas, y es retomada por la comuna, en ruptura con la revolución burguesa de 1789 y a favor de un verdadero internacionalismo obrero. Se trata de un sistema material de deseos, de identificaciones y de prácticas que significan en primer lugar el desmantelamiento del Estado autoritario y de la Nación imperial, de toda autoridad estatal y centralizada, con su burocracia, su ejército profesional, su policía. Y desde este punto de vista, podemos destacar, junto a Kristin Ross, 3 actos importantes de la comuna: a) El incendio de la guillotina de la Plaza Voltaire el 10 de abril de 1871: un grupo de mujeres la prende fuego para quemar cualquier equiparación entre revolución y cadalso. b) La destrucción de la columna Vendôme el 16 de mayo, monumento a la gloria de las conquistas napoleónicas y del militarismo de los tiranos. Se trata de protestar contra las guerras entre los pueblos y de defender la fraternidad internacional. Sabemos que Gustave Courbet fue considerado culpable y obligado a reintegrarla toda su vida (González, 2021). c) La creación de la Unión de Mujeres por la joven rusa de 20 años Elisabeth Dimitrief, enviada como observadora por Marx, quien buscó crear una convergencia entre la creencia de Tchernichevski en el potencial emancipador de la comuna campesina y las teorías Cuadernos Filosóficos 17 (2020) ISSN: 2683-9024 7 PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París económicas de Marx. Los actos son los que gestan los sueños. En el libro de Tchernichevski ¿Qué hacer?, Véra Pavlovna fundaba una cooperativa de costureras, y con ese mismo modelo Dimitrief organizó, junto con Louise Michel y Paula Minck, la Unión de Mujeres para la Defensa de París y el Cuidado de los Heridos, con el fin de reorganizar por completo la labor de las mujeres, y brindarle a estas cooperativas un espíritu de federación que pudiera impactar en Francia y en el extranjero. Ya sea como un acto audaz de internacionalismo, ya que la Comuna no se contentó con contar entre sus miembros con muchos extranjeros (el general Dombrowski y Wroblewski -a menudo se incluye a La Cécilia, pero él en realidad había nacido en Tours-, la rusa Dimitrief, el polaco Fränkel; hecho que les era reprochado por Thiers y los versalleses), ésta se presentó como la tentativa de favorecer la asociación voluntaria de todas las iniciativas locales, más allá de las fronteras. Los Versallais pretendieron en vano ver en la Comuna la injerencia de poderes extranjeros, como el de la Internacional o también de los Francmasones, también adeptos a la República universal (Clément, 2014). 9) La Comuna de París no debe concebirse como la que “salvó” la República, por su patriotismo, su lucha por las libertades republicanas, sus logros (las guarderías, la instauración de la escuela gratuita, laica y obligatoria, etcétera). Por el contrario, hay que sustraerla de la ficción de que ya ocuparía un lugar en la historia republicana liberal francesa: “los comuneros querían la república universal democrática y social, y no plutocrática”. Como bien se sabe, Marx no solamente expresó que la comuna había sido una revolución prematura, sino que dijo también que su importancia residía no sólo en los ideales que pretendió alcanzar, sino en su propia existencia en acto, al ser un laboratorio de invenciones políticas, sociales, educativas, artísticas, así como una experiencia de igualdad en acción. 10) Diré algunas palabras a propósito de un libro que acaba de editarse de Jean-François Dupeyron, En la escuela de la Comuna de París. La historia de otra escuela (Dupeyron, 2020). Al menos 3 hipótesis presiden este estudio. La primera, foucaultiana, establece que el objetivo de la escolarización de los niños del pueblo en el siglo XIX fue el gobierno de las clases peligrosas a través de la modelación escolar de sus menores. Es decir, el efecto de un ejercicio racional del poder aplicado a la acción del Estado y dirigido hacia la población. La segunda, rancieriana, sostiene que la emancipación del niño y del dominado es condición primera de su instrucción, y que ella no constituye simplemente un resultado posible. La tercera, dupeyroniana, es que la nueva educación no fue una reacción a posteriori a los defectos de la escuela pública republicana, sino que la precedió (y esta anterioridad engendra Cuadernos Filosóficos 17 (2020) ISSN: 2683-9024 8 PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París asimismo una exterioridad, ambas atestiguadas por los proyectos de educación llevados a cabo por los socialismos y por el movimiento obrero del siglo XIX). Jean-François Dupeyron se ubica claramente, aunque jamás utilice la palabra, en la corriente que reconoce una tradición oculta, presente por ejemplo en los trabajos de François Jacquet-Francillon, que juega un poco aquí -a pesar de sí mismo- un rol análogo a aquel de John Lewis para Luis Althusser o al de Daniel Lindenberg para Jacques-Alain Miller. Pero si Jaquet-Francillon no menciona la experiencia de la Comuna de París ¿lo hará por ignorancia o porque su horizonte estaría limitado al modelo dominante, republicano, de la historia escolar francesa? ¿No será más bien que no tomó la Comuna de París como objeto porque no cree que su experiencia educativa se inscriba en la tradición singular de la Nueva Educación? ¿Qué es una tradición? Ésta plantea un origen, sea mítico (en nuestro caso, el plan Lepelletier de Saint-Fargeau) o real (como el programa de enseñanza de la Asociación fraternal de institutores, institutrices y profesores socialistas, redactado por Gustave Lefrançais y compañía en 1849 y la Fundación de la Sociedad la Nueva Educación en abril de 1871). Define a su vez una ortodoxia por exclusión de lo que no es (la educación gubernamental y la educación confesional). Legitima un presente que puede ser pura repetición de lo mismo, o la invención de algo nuevo. Si existe una tradición socialista oculta, ésta valoriza el trabajo por encima del saber -este último constituiría más bien una herramienta al servicio del trabajo y de la producción- y promueve cuatro elementos rechazados por el pensamiento pedagógico del Ministerio de Instrucción Pública y de la historiografía republicana oficial: la educación integral politécnica (o enseñanza integral, concepto ya presente en los furieristas y en Blanqui, teorizado y experimentado por Paul Robin, al que la Asociación Internacional de Trabajadores le agrega la enseñanza politécnica), la escuela taller (Marx dirá que “todo niño, a partir de los 9 años, debe ser un trabajador productivo”, una idea cercana a la de la pedagogía del trabajo de Fourier, Cabet y Proudhon), el método sindical (método autogestionario de educación en común apelando a las iniciativas corporativas ilustradas por Edouard Vaillant que dirigía la delegación de la enseñanza de la Comuna, en contra de la injerencia del Estado sobre la educación y no solamente de la Iglesia), y el método experimental que privilegia la ciencia y el contacto directo con la experiencia. Las experiencias educativas de la Comuna de París -sobre las cuales este libro nos brinda indicaciones valiosas- deberían restituirse siguiendo esta lógica. Postula allí que la construcción de la escuela republicana va a la par de aquella de la escuela socialista. Señala a su vez el rol crucial que tuvieron las mujeres en la creación de la Sociedad la Nueva Educación (la figura emblemática es, sin duda, Louise Michel) y de manera más general, la imbricación de múltiples redes: comités republicanos, asociaciones femeninas, secciones de Cuadernos Filosóficos 17 (2020) ISSN: 2683-9024 9 PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París la AIT y logias masónicas republicanas. Lo que se construye aquí, a la imagen de la democracia contra el estado representada por la Comuna de París, sería una educación tanto contra la Iglesia como contra el estado, factible de ser pensada bajo la categoría de pedagogía demopédica, expresión de Proudhon acuñada por Jules Andrieu (1869, p. 420). Este último dirigió a partir del 20 de abril los servicios públicos de la Comuna y ofrecía en su domicilio un curso secundario de enseñanza para los obreros, coronado por un curso de filosofía, que, contra la filosofía dogmática, ponía en relación la filosofía y la historia. La experiencia “demopédica”, es decir, una autoeducación social y moral que demuestra la potencia de la acción y la capacidad de aprender propios del pueblo es entonces lo contrario de un catecismo republicano. La tesis de Dupeyron buscaría entonces mostrar, oponiéndose a las interpretaciones republicanas, que la Comuna es un momento privilegiado de la experimentación de “otra escuela”, alejada tanto de la escuela estatal de los “republicanos de orden”, así como de la escuela confesional de las congregaciones religiosas; una escuela emancipada, construida por y para el pueblo. 11) ¿Qué repercusión tuvo la experiencia de la Comuna de París del otro lado del Atlántico, particularmente en los países del Cono Sur? a) En primer lugar, después de la gran cantidad de exiliados que se instalan en América Latina luego de 1848, como Amadeo Jacques, quien participa de la construcción de un sueño pedagógico de la República Argentina (Vermeren, 1998), ¿podemos hablar de una segunda ola de exiliados, compuesta por los comuneros que integrarían sobre todo la prensa radical, o de la experimentación de una escuela emancipada? Entre los más célebres figura Arthur Arnould, quien esperaba asociarse à Massenet de Marancourt en Buenos Aires en 1873 (Arnould, 25 de agosto de 1874). Habría que señalar igualmente las luchas de las mujeres que se sucedieron en Argentina y Chile, y entre ellas el destino singular de Herminie Cadolle, cercana a Louise Michel, quien evoca en sus memorias su detención en la prisión de Versalles. Corsetera de profesión, participa de la Unión de Mujeres por la Defensa de la Paz y el Cuidado de los Heridos durante la Comuna de París, luego pasa seis meses en prisión, mientras su marido, pintor de viviendas, cumple una pena de dos años en la prisión de Rouen. Después de la Comuna, ella continuó la lucha por los derechos de la mujer y, ya viuda, se exilió en Buenos Aires en 1887, donde abrió un taller y tuvo la idea de cortar el corsé en dos para así liberar el cuerpo de la mujer. Será célebre por su contribución a la emancipación de la mujer creando el Cuadernos Filosóficos 17 (2020) ISSN: 2683-9024 10 PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París soutien-gorge [sostén], presentado en la Exposición Universal de 1889 y la de 1900 (Aprile, 2017). b) Podemos señalar asimismo la difusión de la experiencia de la educación integral de Paul Robin en Cempuis por parte de José ingenieros: “Nada más pernicioso que suponer completa e indiscutible la enseñanza que da el Estado; éste no puede dar todo lo que es necesario saber, ni todo lo que da es necesariamente útil y exacto. El individuo debe adquirir, por su propia iniciativa, y con esfuerzo privado, lo que constituirá su personalidad intelectual y científica; ésta nace de la diferenciación y no puede ser el producto de la educación oficial que es uniforme, sino más bien de la autoeducación que es individual y, por lo tanto, diferenciada” (Ingenieros, 1901)4. Antiguo alumno de la Escuela Normal Superior de París, había escrito tres artículos en la Revista Positivista de Littré y Wiroubof, para demostrar que el hombre, en cuanto ser aislado, tiene derecho al desarrollo completo de sus facultades intelectuales y físicas, y, en cuanto órgano de la colectividad, tiene el deber de participar en el trabajo total necesario: “en una sociedad donde los productos estuvieran repartidos equitativamente, donde el trabajo fuera naturalmente equilibrado, donde reinara en todo la conformidad a la justicia, la igualdad estaría consagrada por la educación integral”. Robin escribe un informe sobre la enseñanza para la Asociación Internacional de Trabajadores -que no pudo discutirse en el Congreso de Bale de 1869- y otro sobre la enseñanza integral para el Congreso de Mayence (julio 1870), estuvo en residencia en Brest en octubre 1870, y más tarde se exilió en Londres — no participó, por ende, de las experiencias de la educación integral de la Comuna de París. En Londres fue alumno de John Stuart Mill y de Marx. En 1880, Ferdinand Buisson, simpatizante de la Comuna de París y director de enseñanza primaria del Ministerio de Jules Ferry, le encomienda la dirección del orfanato de Cempuis, dependiente de la ciudad de París, para experimentar la educación integral. Este hecho nos obliga a preguntarnos sobre la capacidad del Estado de apropiarse de la tradición de la pedagogía de la emancipación. La experiencia se termina por un escándalo organizado por la oposición, a través de una campaña de prensa orquestada en La Libre Parole de Drumont. c) Contamos, finalmente, con el famoso relato de Paul Groussac, que asistió al proceso de Louise Michel, condenada luego de una manifestación anarquista de obreros desempleados que termina con el saqueo de muchas panaderías en 1883: “esa ‘institutriz sin estudiantes’, ese ‘espantapájaros’: una figura horrible, desencarnada, sin cabellos, pálida, que parece una histérica escapada de la Salpétrière”. Y también: 4 Ver también Vermeren (1984) y Vermeren & Villavicencio (1998). Cuadernos Filosóficos 17 (2020) ISSN: 2683-9024 11 PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París cerca de mí, una docena de anarquistas en camisa y redingote, estudiantes perdidos y obreros desocupados, discutían con esa violencia vacía de sentido y febril que no es expresión de nada, ni siquiera de una veleidad de acción. Primaban las frases idiotas y las fórmulas estereotipadas de todas las reuniones anarquistas, pero sin el mínimo acento de convicción. Algunos curiosos, con manos enguantadas, señoras con sombreros y velo, se paraban tranquilamente delante de estos falsos energúmenos como si tuvieran frente a ellos una tropa de saltimbanquis en la feria de Neuilly. [...] El batallón de anarquistas es el refugio de los rechazados de todo tipo de carrera y profesión. Guesde, Lafargue, Lissagaray son los fracasados de la literatura; Louise Michel, Paula Minck, las desechadas del amor, agreguemos a esto los abogados sin causa, los médicos sin diploma, los químicos sin laboratorio, todos los buenos para nada del mundo de la ciencia y del trabajo. Ninguno de esos seres inconsistentes tiene en él un solo grano capaz de fecundar el presente o el futuro. En sus mentes huecas y en sus corazones inertes reina el vacío; su exasperación es un delirio de impotencia. Ellos no saben nada, no pueden hacer nada, y por eso mismo, no quieren nada. (Groussac, 2 de agosto de 1884)5 1. Referencias Andrieu, J. (1869). Démopédie. En P. Larrouse (ed.), Grand Dictionnaire universel (Vol. 4). Administration du Grand Dictionnaire Universel. Aprile, S. (2017). Exilé(e)s et migrant(e)s transatlantiques: histoires entremêlées, historiographies parallèles. Almanack, 17, 3-18. Arnould, A. (1878). Histoire populaire et parlementaire de la Commune de Paris . Payot. Arnould, A. 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Le Télémaque, 59. 5 Ver también González & Vermeren (2007). Cuadernos Filosóficos 17 (2020) ISSN: 2683-9024 12 PATRICE VERMEREN Apuntes sobre un enigma filosófico: La República universal y la Comuna de París (1871) Dossier A 150 años de la Comuna de París González, H. & Vermeren, P. (2007). Paul Groussac. La lengua emigrada. Colihue. Groussac, P. (2 de agosto de 1884). Luisa Michel. Los anarquistas, los obreros. El Diario, 559, I col 1-4. Ingenieros, J. (1901). Sobre Educación integral, Los ensayos pedagógicos de Cempuis. Revista Nacional, 32 (2), 112-125. Lafargue, P. (24-28 de abril y 3 de mayo de 1871). Une visite à Paris. La Tribune de Bordeaux. Navet, G. (1982). Le rationalisme de M. Renan. Le barbare et l’huître à perles. Raison Présente, 63, pp. 99-112. Nietzsche, F. (1968). Oeuvres philosophiques complètes (Vol. 3.2). Gallimard. Nietzsche, F. (1977). Naissance de la tragédie. Gallimard. Nietzsche, F. (1992). Correspondance (Vol. 2). Gallimard. Rancière, J. & Jdey, A. (2018). 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