Langues romanes non standard
Iwona Piechnik & Marta Wicherek (éds)
Uniwersytet Jagielloński, Biblioteka Jagiellońska
Kraków 2021
Raúl FERNÁNDEZ JÓDAR
Universidad Adam Mickiewicz de Poznań (Polonia)
ORCID https://orcid.org/0000-0002-5173-5897
La adquisición del léxico
del insulto en L2
1. Introducción
Es de sobra conocido por todos los que nos dedicamos a la enseñanza
de una L2 que la lengua y la cultura no deben tratarse como elementos
ajenos, y que centrarse exclusivamente en el desarrollo de la competencia lingüística no es suficiente para manejarse plenamente en ningún idioma. Por lo tanto, en el proceso de enseñanza y adquisición no
se debería dejar de lado la competencia intercultural ni pragmática para
lograr que los aprendices se familiaricen con modelos culturales diferentes a los propios. Así, no solo se usarían unas estructuras correctas desde el punto de vista gramatical, sino también se sabría qué comportamientos lingüísticos son naturales en una situación determinada.
Según Byram et al. (2002: 10), el desarrollo de la competencia intercultural en la enseñanza de lenguas persigue fomentar los siguientes puntos:
• capacitar a los aprendices para interactuar con personas de otras
culturas;
• facilitarles comprender y aceptar a personas de otras culturas;
• facilitarles darse cuenta de que se trata de una interacción enriquecedora.
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Así, se considera que el aprendizaje de una L2 junto con su cultura
debe permitir a los aprendices asumir la existencia de diferentes marcos culturales, los cuales, por una parte, rigen ciertas pautas lingüísticas que se deben conocer (por ejemplo, la cortesía) y, por otra parte,
también permite que los aprendices tengan una visión más amplia
y completa de la propia cultura y lengua materna.
Todo esto convierte en fundamental que en la clase de L2 se muestren las diferencias y similitudes entre culturas y lenguas. Sin embargo, a pesar de toda esta importancia que se le concede a la competencia pragmático-cultural, el registro coloquial y más en concreto el
léxico del insulto, suelen quedar aparentemente al margen, dejando
que su aprendizaje se lleve a cabo principalmente durante la interacción en contextos reales con personas para las que la L2 sea L1, mediante transferencia de la L1 y, ocasionalmente, en contextos educativos formales. En la presente investigación pretendemos mostrar cómo
influyen dichas variantes en el proceso de adquisición del léxico del
insulto, concretamente en el caso de aprendices polacos de español
como lengua extranjera.
2. Sobre el léxico del insulto
Según el DLE, insultar significa “[o]fender a alguien provocándolo
con palabras o acciones” (DLE 2020: s.v. insultar). Aunque, como bien
señala la definición, la capacidad de insultar incluye las acciones, en la
presente investigación nos centraremos en el insulto lingüístico, el
utilizado en la comunicación verbal.
Se trata de un fenómeno de carácter universal que puede acompañar a nuestra comunicación. En todas las culturas y lenguas encontramos términos que conllevan una finalidad insultante. Sin embargo,
hay que tener en cuenta el hecho de que el léxico del insulto es un
elemento social y variable. Dicho de otra forma, la carga despectiva
asociada a un vocablo puede variar a lo largo del tiempo, del espacio
y de la clase social. Una palabra puede dejar de ser ofensiva por diferentes motivos, lo que puede conllevar una variación en forma de
refuerzo morfológico (más adelante comentaremos el caso de la serie
mariquita/marica/maricón/mariconazo) o simplemente la aparición de
una nueva palabra.
El uso del léxico del insulto depende de diferentes factores como el
nivel sociocultural, la edad y el género del hablante, el contexto comunicativo, etc. (Briz Gómez 1996). De esta manera, una palabra o una
expresión puede considerarse por una parte de los hablantes como
insultante, lo que puede no depender de la palabra en sí, sino del con-
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texto, del uso de dicha palabra o de las intenciones de los hablantes. El
léxico del insulto, además, se enmarca en una tradición cultural, la
cual, si no se comparte, puede desembocar en malentendidos. Es decir,
debemos entender que el léxico del insulto es universal, pero no la
forma en la que se percibe cada uno de sus elementos.
Se recurre al léxico del insulto no con un único motivo, sino que
puede tener diferentes funciones. Por una parte, podemos usar el insulto como recurso puramente ofensivo y por lo tanto con una gran
carga negativa; pero, por otra parte, el léxico del insulto también refuerza actos en los que destacan la proximidad y la afectividad entre
los hablantes. Dentro de esta proximidad y afectividad, el insulto incluso puede aparecer con valor encomiástico, de alabanza o admiración. Gaviño Rodríguez (2008: 87) señala respecto al uso del léxico
del insulto con carga positiva que “(l)a pérdida de agresividad verbal
de los insultos tiene en el habla coloquial dos funciones principales: 1)
es un recurso con el que se establece mayor proximidad, y 2) sirve
para hacer informales las situaciones comunicativas”.
En nuestro análisis nos centraremos en palabras pertenecientes al
léxico del insulto referentes a los ámbitos del intelecto y la sexualidad,
e intentaremos analizarlas en su valor intrínseco, dejando de lado
cualquier contexto.
3. Aspectos y recomendaciones generales en cuanto a la
enseñanza del español coloquial y el léxico del insulto
Desde el punto de vista de la didáctica del español como lengua extranjera se ha tendido a no explicitar la enseñanza del registro coloquial y mucho menos del léxico del insulto, obviando de esta manera
que su enseñanza y aprendizaje permiten desarrollar la comprensión
de la realidad con la que se encuentra cualquier usuario de una lengua. Así, aunque se suele recomendar el uso de materiales reales,
y más a medida que se avanza en el aprendizaje, estos no suelen incluir muestras que se podrían encontrar en una producción propia del
registro coloquial.
En la enseñanza en el contexto de la educación superior se acentúa
todavía más si cabe esta omisión al centrarse en usos académicos,
a pesar de que inevitablemente los aprendices entrarán en contacto
con el registro coloquial. Recordemos que en el Marco Común Europeo
de Referencia para las lenguas (2002) se destaca el desarrollo del registro formal y académico en los niveles superiores.
En todo caso, parece obvio que se debería proporcionar a los aprendices las herramientas necesarias para manejarse en los diferentes
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registros, tanto en la producción como en la comprensión de textos. Si
un aprendiz concluye su proceso de aprendizaje formal sin ser consciente de que las diferencias entre los registros van más allá del léxico, significará que la enseñanza no habrá sido tan efectiva como
debería haberlo sido.
Por ello, debemos tener en cuenta los siguientes puntos:
• El registro coloquial aparece desde el principio del proceso de enseñanza. Como mostramos en Fernández Jódar (2020), desde el inicio
de la enseñanza se recurre, por ejemplo, a pro-verbos1 por su rentabilidad. En los niveles inferiores se prefiere el aprendizaje de verbos
que puedan utilizarse con un amplio número de significados en vez de
aprender palabras que corresponden a niveles superiores. Cuando se
alcanzan dichos niveles, se amplía el léxico para que sea acorde al
registro formal. Sin embargo, los pro-verbos que se adquieren en un
principio corresponden al registro coloquial para los nativos, hecho
que escapa a los aprendices de una lengua extranjera, quienes perciben estos verbos como neutros. Es por ello que debemos concienciar
a los aprendices que alcanzan el nivel C de que existen ciertos elementos que corresponden al registro coloquial, aunque los perciban como
neutros.
• Es en este nivel C en el que también deberíamos introducir la enseñanza del registro coloquial de manera sistemática o generalizada,
lo cual no se contrapone con la introducción parcial de contenido
léxico en niveles inferiores. Introducir el registro coloquial de forma
minuciosa en niveles inferiores podría provocar que este fuera percibido de forma neutra, tal y como ocurre con los pro-verbos.
Cuando nos referimos a la introducción del registro coloquial, aludimos no solamente a cuestiones de vocabulario, sino a otras características como las palabras ómnibus, marcadores del discurso, estrategias conversacionales, etc. Cabe añadir que no deberíamos omitir la
enseñanza del léxico del insulto, ya que, en caso de hacerlo, su adquisición se vería claramente influida por la lengua materna o por el
eventual contacto con la lengua segunda en contextos no formales.
Así, por ejemplo, deberíamos tener en cuenta que en español la fuerza
ilocutiva de ciertos vulgarismos ha ido variando con el tiempo y no
tiene por qué coincidir con la fuerza ilocutiva que tenga un término en
polaco aparentemente equivalente. De hecho, ni siquiera tiene que ser
igual en las diferentes variedades del español. Todo lo cual podría proComo vimos en Fernández Jódar (2020) los pro-verbos se enmarcan dentro
de las palabras comodines, denominadas también como pro-forma o palabras ómnibus, las cuales, por su significado difuso, sustituyen polisémicamente a amplios
grupos de palabras y, según Gómez Torrego (1995: 186–191), deben ser utilizadas
exclusivamente en el registro coloquial.
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vocar que nuestros aprendices de español se encontraran en situaciones en las que una palabra usada en una L2 pueda ser percibida como
neutra por el aprendiz, mientras que para los nativos sea tenida por
un vulgarismo, o viceversa.
4. Análisis del léxico del insulto
según su reconocimiento y percepción
4.1. Metodología
El aspecto teórico de la metodología utilizada para estudiar los factores que influyen en la adquisición del léxico del insulto ha sido expuesto con detalle en Fernández Jódar (2021) y previamente ejemplificado en Fernández Jódar (2019a, 2019b, 2019c y 2020).
En pocas palabras, podríamos afirmar que nuestro objetivo es responder a las siguientes preguntas:
1. ¿Conoce el aprendiz el significado de un determinado recurso
de la lengua? (conocimiento)
2. ¿Puede el aprendiz determinar si dicho recurso es propio del
registro formal o del coloquial? (reconocimiento)
3. ¿Hasta qué punto puede el aprendiz precisar si un recurso es
más o menos formal o más o menos coloquial? (percepción)
Para lograrlo, nos basamos en encuestas similares a las pruebas de
evocación, en las que se pide a los hablantes que evalúen la aceptabilidad o gramaticalidad de ciertas construcciones. En nuestra investigación, sin embargo, el hablante debe evaluar ciertos elementos propuestos, vinculados en este caso con el léxico del insulto, y situarlo en
una escala que va desde -5, lo que equivaldría a un grado máximo de
coloquialidad, a 5, equivalente a un grado máximo de formalidad,
siendo el 0 (medio punto por encima o por debajo) un valor neutro.
En estas encuestas la evaluación por parte de los hablantes se realiza sin ningún tipo de contexto que modifique su visión del elemento
evaluado. Esto se debe a que la intención no es analizar la influencia
de un contexto sobre un elemento, sino el valor intrínseco que se le
otorga a dicho elemento. Debemos hacer aquí hincapié en que no estudiamos actos de habla, sino registros, los cuales se dan en cualquier
acto de habla.
Los elementos del léxico del insulto que vamos a analizar se refieren a la baja capacidad intelectual y a la sexualidad. Dejaremos de
lado en esta ocasión otros vocablos referidos a la locura, al comportamiento o a rasgos físicos como la fealdad, la gordura o la altura.
Las encuestas se han realizado a un total de 77 sujetos, todos ellos
estudiantes universitarios: 28 aprendices polacos de español como len-
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gua extranjera (nivel C1) que han realizados estancias Erasmus en
España, 40 aprendices polacos de español como lengua extranjera (nivel C1) que nunca han realizado estancias superiores a las dos semanas en países de habla española y 9 nativos españoles que forman el
grupo de control.
4.2. Intelecto
Insultos referidos a la baja capacidad intelectual podemos encontrar de tipo general como tonto, estúpido, necio, lelo, etc. Sin embargo,
como señala Gaviño Rodríguez (2008: 87), también los encontramos
en referencia a objetos (ser un cencerro, un panoli, un zoquete, etc.),
a vegetales (alcornoque, melón, etc.), a animales (bestia, animal, burro,
asno, besugo, etc.) o al cuerpo humano (ser duro de mollera, no tener
dos dedos de frente, tonto del culo, etc.).
4.2.1. Serie tonto/estúpido/idiota/imbécil
A pesar de la gran variedad de insultos relacionados con el intelecto, nos hemos centrado en el análisis de los datos obtenidos de la
serie tonto/estúpido/idiota/imbécil, ya que estos son posiblemente los
que tengan una mayor frecuencia de uso, tanto en español como en
sus equivalentes polacos.
El DLE define tonto en su primera acepción, la cual no aparece marcada como coloquial ni como insulto, de la siguiente manera: “Dicho
de una persona: Falta o escasa de entendimiento o de razón” (2020:
s.v. tonto). El insulto estúpido aparece definido como “[n]ecio, falto de
inteligencia” (2020: s.v. estúpido) y tampoco aparece señalado como
coloquial ni insulto. Ambos se traducen al polaco como głupi. De entrada, cabe suponer que esta traducción al polaco, en la que estos términos aparecen como equivalentes, puede tener influencia en la percepción que se tenga de estos términos en español.
El término idiota es definido por el DLE como “[t]onto o corto de
entendimiento” (2020: s.v. idiota) y en este caso sí que se añade la
información de que es usado también como insulto. En polaco se traduce como idiota/idiotka, en masculino y femenino respectivamente.
Esta similitud en la forma evitaría que apareciera la dicotomía anterior a la hora de usarlo, ya que, en principio, un aprendiz polaco de
español como segunda lengua lo percibiría tal y como lo percibe en su
lengua materna. Evidentemente, como comentamos anteriormente, el
hecho de que una palabra coincida formal y semánticamente en dos
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lenguas distintas no significa que tengan la misma carga ofensiva,
como comprobaremos en el posterior análisis de los datos.
Finalmente, el término imbécil es definido como “[t]onto o falto de
inteligencia” (2020: s.v. imbécil) y también se añade la información
de que puede ser usado como insulto. Existe el equivalente polaco
imbecyl, aunque su frecuencia de uso es menor por tratarse de una
palabra algo obsoleta y arraigada en el estilo literario.
Curiosamente, aunque todas las definiciones hacen referencia a la
falta o escasez de inteligencia o entendimiento, no todos los términos
aparecen marcados como insultos, lo cual puede llevarnos a pensar
que exista quizá una diferente percepción de estos términos en cuanto
a su carga de coloquialidad, a pesar de no haberse explicitado en el
diccionario.
Pasando al análisis de los datos obtenidos, lo primero que cabe mencionar es que el 100% de los aprendices polacos conocían los cuatro
términos, lo que no debería sorprendernos. Otros términos no analizados aquí no arrojan datos tan elocuentes, como, por ejemplo, respecto
a necio, conocido por un 50% de los aprendices polacos, o bobo, conocido por un 80% de los mismos.
En cuanto al reconocimiento, es decir, a la capacidad de ubicar cierto
elemento en un registro u otro, podemos comprobar en el gráfico siguiente que todos los datos obtenidos de los cuatro términos analizados en los tres grupos se sitúan en valores negativos. Por lo tanto, se
enmarcan en el registro coloquial. Sin embargo, cabe añadir aquí que
para los nativos españoles el término tonto se podría considerar como
neutro, al situarse en tan solo medio punto por debajo del 0.
Debemos destacar tres aspectos respecto a la percepción, la cual,
recordemos, señala hasta qué punto un término es considerado más
o menos coloquial:
• En primer lugar, los nativos muestran una progresión casi precisa
en la que cada nuevo término presenta un -0,4 más de carga de coloquialidad. Como se observa en el gráfico, la serie tonto (-0,5) / estúpido
(-0,89) / idiota (-1,33) / imbécil (-1,78) crea una línea recta descendente.
• En segundo lugar, esta progresión tan precisa que se da en los
nativos, no aparece en ninguno de los dos grupos de aprendices polacos. Al contrario, los términos tonto y estúpido presentan valores muy
similares y parecen tenerse como plenamente sinónimos en cuanto
a su carga de coloquialidad: respectivamente, -1,03 y -1.05 en el grupo
de aprendices sin estancias y -0,7 y -0,79 en el grupo con estancia.
Evidentemente, podemos considerar que esto se debe a que ambos términos se traducen como głupi al polaco.
• Finalmente, los datos muestran cómo el término idiota es considerado como más ofensivo y con carga de coloquialidad por parte de
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los aprendices polacos frente a los nativos españoles. De esta manera,
si para los nativos la serie sería tonto<estúpido<idiota<imbécil, para
el aprendiz polaco sería tonto=estúpido<imbécil<idiota.
Gráfico 1. Reconocimiento y percepción de la serie
tonto / estúpido / idiota / imbécil
4.3. Sexualidad
Los insultos referidos a la sexualidad también son abundantes y se
pueden agrupar según traten sobre actividades sexuales (puta, putón,
pajillero, etc.), palabras relacionadas con la homosexualidad (maricón,
bollera, etc.) o derivado de actividades sexuales de otros (hijo de puta,
cabrón, etc.).
En los siguientes apartados presentamos los datos obtenidos respecto a la serie mariquita/marica/maricón/mariconazo y al par puta/
hijo de puta.
4.3.1. Serie mariquita/marica/maricón/mariconazo
El DLE define mariquita (2020: s.v. mariquita) como hombre afeminado y señala el término como coloquial. Respecto a marica (2020: s.v.
marica), lo trata como término despectivo y malsonante y lo define
como hombre afeminado, pusilánime u homosexual. En cambio, maricón (2020: s.v. maricón), aparte de ser descrito como despectivo y mal-
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sonante, también se indica que es un insulto, aunque significa lo mismo que marica. Finalmente, mariconazo no aparece registrado.
Según podemos deducir de estas definiciones aportadas por el DLE,
parece existir una progresión en cuanto a la carga despectiva de estos
términos. El primero aparece descrito simplemente como coloquial, el
segundo como despectivo y malsonante, el tercero como despectivo,
malsonante e insulto. Podemos también deducir que los sufijos son consecuencia de las cargas despectivas y de las connotaciones que puedan
aportar. Así, un diminutivo resultará atenuante, mientras que un aumentativo como -ón tenderá a intensificar. Por otra parte, también es
cierto que las cargas despectivas de un término pueden variar a lo largo
del tiempo e incluso desaparecer y deben ser reforzadas mediante la
adicción de un nuevo sufijo. Puede ser lo ocurrido en el caso de mariconazo, en el que se añade un aumentativo a otro aumentativo anterior.
En cuanto al conocimiento de los términos por parte de los aprendices polacos, como se puede observar en el gráfico, la estancia lo mejora en todos los casos. Sin embargo, cabe destacar el bajo porcentaje
presentado por los términos marica (52,5%) y mariconazo (55%) en el
grupo de los aprendices polacos sin estancia.
Gráfico 2. Conocimiento de la serie mariquita/marica/maricón/mariconazo
En cuanto al reconocimiento podemos comprobar en el gráfico situado a continuación que todos los datos obtenidos de los cuatro términos analizados en los tres grupos se sitúan claramente en valores
por debajo del cero, lo que en el cuestionario de respuesta completado
por los participantes corresponde al registro coloquial.
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Respecto a la percepción destacamos dos puntos:
• En primer lugar, en los tres grupos existe una progresión entre
los cuatro términos según la cual mariquita es el que menos carga despectiva tiene y mariconazo es el que mayor carga despectiva tiene
(mariquita<marica<maricón<mariconazo). Es decir, la aparición de un
término con doble sufijo aumentativo, como es el caso de mariconazo,
se debe realmente a que maricón ha perdido cierta fuerza despectiva.
• En segundo lugar, los aprendices polacos consideran en general
que estos términos conllevan una carga mayor de coloquialidad y desprecio frente a los nativos españoles, siendo mariconazo el único término en el que coinciden los tres grupos.
Gráfico 3. Reconocimiento y percepción de la serie
mariquita/marica/maricón/mariconazo
4.3.2. Par puta/hijo de puta
Los términos puta e hijo de puta aparecen en el DLE con un claro
rasgo que los distingue. Si bien del segundo se informa de que se usa
como insulto (2020: s.v. hijo de puta), el primero solo es descrito como
malsonante (2020: s.v. puta). Por otra parte, el término puta también
se usa para ponderar o para enfatizar la ausencia o escasez de algo,
y no solo para denigrar.
Ambos términos presentan un elevado porcentaje de conocimiento
que ronda el 100% entre los aprendices polacos. Otro término como
zorra, no analizado aquí, también presenta un porcentaje superior al
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96%. Sin embargo, el término furcia es solo conocido por un 10% de
los aprendices.
Respecto al reconocimiento podemos comprobar en el gráfico siguiente que todos los datos obtenidos de los dos términos analizados
en los tres grupos se sitúan cerca del grado máximo de coloquialidad.
Sin embargo, una vez pasamos a detallar las diferencias presentadas en la percepción de los términos, encontramos una diferencia importante entre los grupos de aprendices polacos y el grupo de nativos
españoles. Para los dos grupos de aprendices polacos no existe una diferencia sustancial entre ambos términos y los sitúan en torno al -4,5.
El grupo de control también sitúa el término hijo de puta en torno al
-4,5. No obstante, dicho grupo lo diferencia claramente del término
puta, el cual tiene un nivel de percepción de -3,44, más de un punto de
diferencia, así que resulta menos ofensivo. Recordemos que el DLE no
lo describía como insulto, lo que sí hacía con el término hijo de puta.
A esta diferencia también puede contribuir el hecho de que los nativos
lo utilizan con otros valores, los cuales, aunque coloquiales, no resultan siempre ofensivos.
Gráfico 4. Reconocimiento y percepción del par puta/hijo de puta
Conclusión
Como hemos comentado anteriormente, el registro coloquial y, en
particular, el léxico del insulto suelen quedar en un lugar muy marginal durante el proceso de enseñanza, provocando que en ocasiones sea
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la lengua primera la que ejerza interferencia en la lengua segunda, lo
cual puede ser corregido con una estancia o durante las clases.
Así, hemos comprobado como los términos tonto y estúpido son usados como sinónimos a causa de la lengua primera, aunque en español
no se perciben de la misma manera. De hecho, la serie tonto/estúpido/
idiota/imbécil no presenta la misma progresión entre nativos españoles y aprendices polacos.
También hemos comprobado cómo una estancia prolongada, de seis
meses en el caso de los estudiantes que han participado en nuestra
investigación, mejora el conocimiento frente a estudiantes que nunca
han estado en un país hispanohablante y que, por tanto, nunca han
debido usar la lengua en un contexto social natural. Ese es el caso de
los términos marica y mariconazo, los cuales eran conocidos por alrededor del 50% de los aprendices antes de la estancia y pasan a ser conocidos por un 80% después de la estancia.
Por otra parte, en general podemos concluir que los aprendices polacos consideran los términos analizados como iguales o, en su mayoría, más ofensivos que los nativos, a excepción del término imbécil,
por interferencia de la lengua materna.
No cabe duda de que estas diferencias, en principio tan sutiles, pueden ser el origen de interpretaciones erróneas en el contacto entre diferentes lenguas. Aplicar la percepción que tenemos de un término en
nuestra lengua materna a una lengua segunda no es recomendable, porque seguramente deformará la imagen que tenemos de los hablantes
de la otra lengua. Cuando consideramos que los hablantes de otra lengua suelen ser más o menos vulgares, puede que nos estemos dejando
llevar simplemente por la percepción que tenemos en nuestra propia
lengua de ciertos términos, y no por una realidad incuestionable.
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Abstract
Acquisition of the lexicon of insult in L2
The acquisition of the lexicon of the insult is mainly carried out during
interaction in real contexts with people for whom L2 is L1, through transfer
of L1 and occasionally in formal educational contexts. In this text we present
how the forms of acquisition influence the learning process of the lexicon of
the insult. For this we will take three groups of study subjects, two of Polish
university students, and Spanish university students (control group). The
results show what differences appear in these groups with respect to the
gradation of insults or the perception of insults linked to different aspects
such as intellectual capacity and sexuality.
Keywords: register, colloquial, insult, lexicon, Spanish as a foreign language.