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Síntesis general y conclusiones

2014

Antes de proseguir con las conclusiones de este estudio debemos recordar a los lectores, que los límites por el interior del llamado “Bronce valenciano o levantino”, cuya denominación aquí no debatiremos, en el caso de la provincia de Castellón, se extienden por el área del sistema Ibérico turolense, tierras orientales de Cuenca, así como por el extremo meridional de Catalunya (comarcas tarraconenses de Montsià, Baix Ebre y Terra Alta). Por este motivo algunos autores tam bién lo denominan como “bronce íbero-levantino” o “bronce levantino”. En nuestro caso nos hemos limitado a relacionar las fases con los periodos convencionales de la Edad Bronce para evitar adscripciones demasiado localistas, puesto que probablemente estos periodos culturales ya estu vieron impregnados de contactos externos, continentales y marítimos; sin embargo en este amplio territorio, en ningún caso, desde su aparición hasta su máximo desarrollo, creemos que las influencias argáricas del Sudeste llegaron a rep...

SINTESIS GENERAL Y CONCLUSIONES F. Gusi - C. Olària Antes de proseguir con las conclusiones de este estudio debemos recordar a los lectores, que los límites por el interior del llamado “Bronce valenciano o levantino”, cuya denominación aquí no debatiremos, en el caso de la provincia de Castellón, se extienden por el área del sistema Ibérico turolense, tierras orientales de Cuenca, así como por el extremo meridional de Catalunya (comarcas tarraconenses de Montsià, Baix Ebre y Terra Alta). Por este motivo algunos autores también lo denominan como “bronce íbero-levantino” o “bronce levantino”. En nuestro caso nos hemos limitado a relacionar las fases con los periodos convencionales de la Edad Bronce para evitar adscripciones demasiado localistas, puesto que probablemente estos periodos culturales ya estuvieron impregnados de contactos externos, continentales y marítimos; sin embargo en este amplio territorio, en ningún caso, desde su aparición hasta su máximo desarrollo, creemos que las influencias argáricas del Sudeste llegaron a repercutir. A lo largo de este estudio hemos podido comprobar las peculiares características del yacimiento de Orpesa la Vella. Un poblamiento que difiere Fig. 111.- Mapa de yacimientos en el entorno territorial de Orpesa la Vella. 285 completamente de los restantes asentamientos encontrados en las comarcas de Castellón, y también de aquéllos que se encuentran en sus territorios más próximos como Tossal Redó, Castell, El Coniller, El Mortorum, Torre la Sal, El Campello, Casa Coba, Mas de Tarambana, Castell de Miravet, La Zufera y Les Plagetes (Fig. 111). Orpesa la Vella resulta ya diferente por su misma ubicación sobre un promontorio o pequeña península unida por un estrecho itsmo a tierra firme; el poblado se ubicó en la misma línea de mar, en un lugar de muy difícil visibilidad, quedando completamente oculto y refugiado entre sus acantilados y su sistema defensivo. Esta infrecuente posición no parece que fue arbitraria sino muy intencionada, probablemente con el fin de ser poco accesibles y menos visibles. ¿Por qué desearon permanecer tan ocultos? Podemos preguntarnos la razón pero pensamos que no se puede explicar a través de la mera voluntad del camuflaje ante un ataque fortuito, aunque también. ¿Pero qué hacían, o qué había en este lugar, que le confería tanto valor? Sin duda a nuestro juicio la razón última es que se trataba de una sociedad experta en las artes metalúrgicas. Algo verdaderamente preciado, más que ninguna otra cosa en esta época; la posesión de utensilios de metal constituía un lujo, a la vez que demostraba un status social de prestigio. En el poblado de Orpesa la Vella, cuando menos en la Fase II, perteneciente al Bronce medio, fabricaron todo tipo de utensilios especialmente de bronce. Si bien es cierto que en el registro arqueológico no aparecen grandes cantidades de objetos metálicos, se debe probablemente al abandono del asentamiento, llevándose consigo la mayor parte del preciado metal; sin embargo, hemos encontrado todos los elementos que pueden confirmar esta conclusión: crisoles, moldes, escorias, hornos de fundición y toberas; todos ellos muestran que esta actividad no fue esporádica sino que se mantuvo durante todo el periodo del Bronce medio, y ya se había inciado en el Bronce medio antiguo. Otra prueba de la singularidad de este poblamiento, se identifica a través de su diferen­ ciadora forma de construir y distribuir los espacios de ocupación, completamente distinta al resto de poblamientos de la misma etapa cultural. Es cierto que hay algunas escasas evidencias de construcciones similares como el piso enlucido del Torrello de Onda (Onda, Castellón) (Gusi, 1974), pero para encontrar firmes analogías deberemos remitirnos al yacimiento inédito de Hoya Quemada (Mora de Rubielos, Teruel) (Burillo y Picazo, 1987), si bien en éste los pisos son de tierra batida endurecida, pero nunca enlucidos. Nos preguntamos por qué estas construcciones manteadas de barro y enlucidas con cal sólo han sido detectadas en tan escasos yacimientos. La riqueza mineral de cobre en Castellón es moderamente abundante, algo más que en las limítrofes tierras de Valencia. Este hecho quizá pueda expli286 car que estos asentamientos, como Torrelló, Orpesa la Vella y Hoya Quemada fueron posiblemente los que se sirvieron de estas afloraciones y vetas cupríferas (Fig. 109). En la zona meridional de la actual provincia de Castellón, se encuentran unos pobres criaderos de azurita y malaquita; también afloraciones cupríferas, junto a plomo, zinc y plata en el valle del río Palancia, las tierras montañosas de la sierra de Espadán y sus estribaciones, muy especialmente en el comarca del Alto Palancia (Altura, Azuébar, Begís, Caudiel, Chovar, Matet, Soneja y Viver), y también en la comarca de la Plana Baixa (Artana, Betxí, Eslida, Onda y Vall d’Uixó). Otras fuentes cupríferas, de menor importancia, afloran en la zona central castellonense, concretamente en las comarcas del Alto Mijares (Castillo de Villamalefa, Cedramán y Villahermosa del Río); así mismo en la comarca del Alcalatén (Lucena y Vistabella), y finalmente en la Plana Alta en la serranía de Les Santes (Benicàssim, Cabanes), y la sierra de Les Comtesses (Sant Joan de Moró, Vilafamés, Borriol y Pobla Tornesa). Por el contrario en las comarcas septentrionales de Castellón apenas se han reconocido afloramientos, salvo en la comarca de Els Ports, donde se registra la presencia de cuprita en Villafranca del Cid; y por último en la comarca del Baix Maestrat existe una pobre presencia de azurita y malaquita en la localidad de Alcalà de Chivert. Sin embargo el cobre será el mineral mayoritario, puesto que en estas regiones citadas no existe estaño, a lo sumo se alearán el cobre con minerales arsenicales o antimoniales. Pero antes de proseguir nos detendremos para considerar los grupos humanos que generaron el definitivo asentamiento de poblados de la Edad del Bronce. Por otra parte los grupos sociales que protagonizaron la Edad del Bronce en las comarcas de la actual provincia de Castellón, a nuestro juicio (Gusi, 2001: 243) constituyeron dos grupos diferenciados en el espacio. Por una parte lo formarían ya los grupos cazadores pastoriles cuyas raíces parten desde el neo-eneolíto; y por otra, grupos humanos totalmente sedentarios de economía agricultora y ganadera. Ambos coincidirían en el mismo momento dentro del II milenio. Pero serán los cazadores-pastores los que conformaron un horizonte cultural más retardatario y que denominamos provisionalmente “grupos de facies cazadora-pastoril del Maestrat-ElsPorts” (Gusi, 2001), formando agrupaciones locales y autónomas, cuyo foco principal se centraría en las altas tierras Nordoccidentales castellonenses, llegando su influencia hasta las cuencas de los ríos turolenses del Matarraña, Bergantes y Guadalope; y por el Norte hasta tierras tarraconenses a través de las cuencas fluviales del Canaleta, Siurana, Montsant, y los restantes afluentes de ambas riberas del río Ebro. Usaron como asentamientos habituales las cuevas y los abrigos en cotas que oscilan entre los 700 a 1300 m.s.n.m.; y en ciertas zonas bajas los asentamientos se organizarían en campamentos al aire libre. El segundo grupo, que tuvo su origen a comienzos del III milenio, reforzó su presencia a partir del cambio de milenio (circa 2000) con la llegada de los portadores del horizonte campaniforme de transición, puesto que sus asentamientos se fortificaron en ese momento. Estos grupos aún eneolíticos creemos fueron los precedentes de los pobladores del Bronce medio; con ellos se crearon numerosas aldeas, con planificación interna del espacio, con un tipo de construcciones comunales, recintos defensivos, y probablemente también con una economía que se basó en el pastoreo además de la explotación agrícola, pero poseyendo ya unos conocimientos de la metalurgia del cobre. No olvidemos que desde la cultura del Vaso Campaniforme, ya se practicaron las artes minerometalúrgicas a pequeña escala, como ha sido demostrado en el yacimiento de Loma de Tejería, en Albarracín (Almagro, Collado, 1981: 87-102); y más tarde estudiado por (Montero Ruiz, Rodríguez de La Esperanza, 2008). Posteriormente se ha comprobado que en el periodo del Bronce antiguo, siguen las tradiciones derivadas de las cerámicas de tipo campaniforme, como ocurre efectivamente en el área septentrional del Sistema Ibérico, también en la Meseta Norte y en las zonas lindantes con el valle del Ebro. Una vez se registran los asentamientos del Bronce antiguo, conformando unas poblaciones dispersas, cuya situación es precaria y conflictiva, si tenemos en cuenta que en su mayoría se asientan en altura; también observamos que sus características constructivas parecen marcar los precedentes para algunos de los poblamientos del Bronce medio; nos referimos, a las técnicas de manteados de barro, enlucidos de paredes, suelos de tierra batida, primeros indicios de estructuras defensivas, etc., que efectivamente en poblados turolenses como castellonenses, y en general en el País Valenciano se registran estos modelos. Por ejemplo en tierras turolenses existen abundantes pruebas: Muela del Sabucar (Alfambra, Teruel ) datado en 1965 ±20 BC, Peña Dorada (Alfambra, Teruel) (2088-1978 calBC), Castillo de Frías (Alabarracín) con datación de 1735 BC; Cabezo Sellado (Alcañiz) y otros muchos yacimientos aragonenses que finalizarían a finales del 1600 ANE. Por el momento algunos autores admiten encontrar ciertas analogías con la fase A de la cultura argárica, lo cual nos parece bastante forzado, a la luz de la documentación disponible. Para Castellón tenemos pocas evidencias arqueológicas de este Bronce antiguo, una, es la cueva de Forat de Cantallops (Olaria,Gusi 1976), datada en 1880±70 BC el nivel II, y otra la de Cova de Mas d’Abad (Coves de Vinromà), cueva funeraria, con una datación de 1939-1515 cal ANE (Gusi, Olària, 1976). Pero recordemos que también en Orpesa la Vella poseemos dataciones absolutas de 1770±100 BC y 1760±100 BC. En conclusión, a pesar de la moderada riqueza metálica, existió una explotación de carbonatos cupríferos en la provincia de Castellón. Es obvio que representa una facies regional marginal respecto al fenómeno europeo, incluyendo al mediodía francés, Catalunya, Sudeste peninsular y costas atlánticas y portuguesas (Gusi, 2001: 193). Pero a modo de hipótesis, no nos parece descabellado pensar que el Bronce medio representado por el yacimiento Orpesa la Vella pudiera indicar que en las comarcas de la mitad meridional castellonense se desarrollara una minería de pequeña escala, que abastecía a otros centros locales metalúrgicos periféricos; los cuales quizá intercambiaban sus productos metalúrgicos a cambio del mineral cuprífero extraido, una vez molido; o también refundirían aquellos útiles amortizados, y a cambio, el centro de fundición de Orpesa la Vella abastecía de elementos metalúrgicos a todos los clientes de los territorios vecinos. También, como hemos dicho, durante el Bronce medio, fue cuando se hizo más patente la fragmentación del territorio y el poblamiento, encontrando diferentes modelos de asentamientos y probablemente estructuras sociales diferenciadas. Sin embargo las influencias argáricas no traspa­ saron los límites más allá de las comarcas alicantinas, y las comarcas que reciben restos de la corriente argárica, sólo han quedado patentes a través de la tradición tipológica cerámica de algunos morfotipos; tan sólo un único yacimiento situado en el valle del río Palencia, que es Peña de la Dueña (Teresa), contine vestigios controvertidos a este respecto, pues se registraron tres inhumaciones de dos adultos y un subadulto, bajo el piso de una de las dos viviendas excavadas, colocados en decúbito lateral; este sistema funerario recuerda sin duda a algunos de los practicados en la cultura argárica, especialmente para neonatos e infantiles. En este mismo yacimiento se encontraron tres crisoles. Estos elementos metalúrgicos, junto al molde de fundición hallado en el yacimiento del Punta o Pico Nabo (Segorbe), y la presencia, en la desembocadura del valle del Palencia, de los poblados del Bronce: Les Rabosses (Albalat de Tarongers) en el que se encontró otro molde, y Pic del Corbs (Sagunt) en el que halló un mazo metalúrgico y escorias de cobre, parecen confirmar la existencia de un interés común hacia la explotación y práctica metalúrgica a nivel doméstico o a pequeña escala. En este sentido nos parece muy interesante valorar los hallazgos vinculados a la metalurgia (Fig. 112), porque creemos que ésta es la clave de la propia personalidad del Bronce medio en las comarcas turolenses y castellonenses. Veamos primero qué sucede en tierras de Castellón, asociando la dispersión del hábitat de este periodo con los afloramientos y vetas de cobre. Ciertamente se muestra una concordancia entre uno y otro, 287 Figura 112.- Mapa de yacimientos en los que aparecen utensilios asociados a la metalurgia. Según Simón (1998) y Barrachina (2012). 1.- Ereta del Castellar. 2.- Tossal del Mortorum. 3.- Orpesa la Vella. 4.- Castellet de Nadal. 5.- Castell d'Almançor. 6.Artana. 7.- Santa Barbara. 8.- Peña la Dueña. 9.- Puntal del nabo. 10.- Alto de la Peña Cortada. 11.- Castillarejo de los Moros. 12.- Casa del Camp. 13.- La Atalayuela. 14.- Puntal dels Llops. 15.- Els Trencalls. 16.- Les Rabosses. 17.- Pic dels Corbs. 18.- El Castillarejo. 19.- Muntanyeta de Vabrera. 20.- La Peladilla. 21.- El Cerro Santo. 22.- Les Oliveretes. 23.- Muntanya Assolada. 24.- Les Carasetes. 25.- Ereta del Pedregal. 26.- La Peña de San Diego. 27.- Castell de Bairen. 28.- Tossalets de Potries. 29.- L'almuixic. 30.- Sant Antoni. 31.- Frontera. 32.- Puntal del Fossino. pero a la vez podemos superponer los hallazgos vinculados a la actividad minero-metalúrgica para observar las características de estos poblamientos del Bronce medio. Si iniciamos el reconocimiento por el Norte vemos que en el poblado de Ereta del Castellar tan sólo se recogieron escorias de cobre; en Tossal del Mortorum (Cabanes) se localizó un mazo metalúrgico pero desconocemos si pertenece al Bronce medio o Final, porque no ha sido publicado; en Orpesa la Vella se han identificado crisoles, moldes, toberas, horno de fundición y escorias de cobre, y es por el momento el lugar donde se han recogido más evidencias de dicha actividad metalúrgica; en Castellet de Nadal (Castellón) y Castell d’Almaçor (Almassora) sólo se encontraron escorias de cobre; el yacimiento de Santa Bárbara 288 (Vilavella) parece seguir en importancia a Orpesa la Vella, con un conjunto de crisoles, moldes y escorias; también se encuentra Artana en el que se ha encontrado un molde; Peña la Dueña (Teresa) con tres crisoles, como ya hemos dicho y evidencias de escorias de cobre; también el citado Puntal o Pico Nabo (Teresa) donde se localizó un molde. El resto de yacimientos se introducen ya en la actual provincia de Valencia, siguiendo una delineación Este-Oeste que conectaría con las comarcas turolenses: Alto de la Peña Cortada, Castillarejo de los Moros, Casa del Camp, La Atalayuela, Puntal dels Llops, Les Rabosses y Pic dels Corbs. Las afloraciones minerales de metales se encuentran repartidas desde el Alto al Bajo Palancia, Sierra de Espadán, Plana Baja y Alto Mijares, es precisamente esta última comarca la que conectaría probablemente, como un eje transversal importante, que uniría el litoral de las tierras de Castellón con las tierras interiores turolenses (Fig. 113). El resto de yacimientos de tierras valencianas no superan en ningún caso los registros vinculados a la metalurgia que han sido detectados en el Norte del País valenciano; los que se presentan como más significativos se encuentran en Orpesa la Vella (Orpesa del Mar) y en Santa Bárbara (La Vilavella). Estas razones nos sugieren que la dispersión poblacional no es arbitraria, sino más bien mediatizada por la adquisición del cobre, fuera por la cercanía de afloramientos, vetas o más raramente minas de cobre, o por dominar una zona de aprovisionamiento próximo, con la ayuda de otros grupos humanos capaces de extraer el mineral para comerciar con los conocedores de las artes metalurgicas. Ante todo lo expuesto, creemos que fueron escasos los grupos humanos que dominaron la producción metalúrgica, y quizá no nos equivocamos, si apuntamos que uno de estos centros de cierto control metalúrgico fue Orpesa la Vella durante el Bronce medio. Estas razones explicarían la peculiaridad y personalidad propia de este yacimiento frente a los restantes. La detallada documentación que nos ofrece la interesante obra sobre la metalurgia prehistórica valenciana (Simón, 1998), nos ha permitido recopilar los datos referidos a los afloramientos metálicos en la zona Norte del País valenciano, incluyendo unos pocos de la “frontera Sur” de Castellón con la provincia de Valencia, que presentamos en la tabla 69. Al observar la tabla 69 se perciben claramente dos agrupaciones de afloramientos metálicos, una, en la cual predomina la presencia de cobre, tanto en la sustancia, como en la mena, acompañadas por mercurio, níquel, y cobalto; otra agrupación se presenta en yacimientos cuya afloración principal es el plomo, y en la mena, va acompañado de zinc y plata. Orpesa la Vella pertenece a este segundo grupo. Los yacimientos de afloraciones de cobre por su situación geográfica parecen situarse siguiendo el valle del río Palancia, hasta penetrar en Teruel: Algimia, Artana, Eslida, Azuebar, Bechí, Chovar, Alfondegilla, Parial, Pina de Montalgrao, Vall d’Uixò. Mientras que aquellos afloramientos de plomo, como son: Borriol, Castillo de Vilamalefa, Gátova, Lucena, Sagunto, Segorbe, Vilafamés, Villahermosa y Zucaina, se extienden, con excepciones, por la cuenca del río Millars y penetran también en Teruel. La excepción de esta situación sería Segorbe situado en el río Palancia y con afloramientos de plomo, al igual que Sagunto, junto con el yacimiento de Pic dels Corbs, cercano a la desembocadura del Palancia. Desde la perspectiva de un análisis de situación geográfica, la moderada riqueza de minerales en el marco de las tierras de Castellón, parece por el momento, que se circunscribe a la mitad Sur de la actual provincia de Castellón. Aún cuando las minas de hierro se extenderán por el Norte. Pero para el caso que nos ocupa, la Edad del Bronce, nos interesa enfatizar este primer modelo de situación de afloramientos cupríferos, puesto que creemos que tuvo una importancia sustancial a la hora de Tabla 69.­ Tabla de yacimientos con afloramientos metálicos en las comarcas castellonenses. 289 Fig. 113.­ Mapa de distribución de afloramientos y minas en la provincia de Castellón y límites con el Norte de Valencia. Según Gusi 2001. analizar los orígenes y evolución de esta etapa cultural del Bronce medio (Fig. 113). En efecto, vemos con bastante claridad la relación entre Aragón (Teruel) y País Valenciano (Castellón) y sus fuentes metálicas que principalmente ocupan las vías hidrográficas fluviales del Palancia y el Mijares, por un lado; también observamos que existen afloraciones “fronterizas” de plomo, zinc y plata, como sucede en la población rural de Zucaina (Castellón), que se encuentran a poca distancia de las afloraciones cupríferas turolenses, como la de Linares de Mora, próxima al poblamiento de Hoya Quemada, en Mora de Rubielos; a un mismo tiempo este yacimiento de Hoya Quemada, presenta suficientes analogías con Orpesa la Vella, encuadrado cronológicamente en el del Bronce medio; y además se localiza también próxima al yacimiento de Hoya Quemada, la afloración de plomo de Alcalá de la Selva, situada en la cabecera del río Mijares (Teruel) donde se encuentran también afloraciones de cobre. En Albarracín, Gea de Albarracín y Torres de Albarracín también existen tres afloramientos de cobre. Finalmente en la margen derecha del río Guadalaviar y en la margen derecha del río Turia, se encuentran afloramientos de cobre (Simón, 1998: 193). Esta riqueza de surgencias cupríferas quedaban conectadas también al espacio territorial de la actual provincia de Cuenca, en la cual se encuentran las 290 afloraciones de Graballa y Talayuelas con cobre y plomo, por una parte, ademas de Saelices con presencia de cobre nativo. Así la corriente de la difusión del metal parece seguir un camino entre el interior y la costa mediterránea; donde muy probablemente tendremos que buscar la evolución de la Edad del Bronce mediterránea, especialmente en su fase media, cuando menos para las comarcas meridionales de Castellón y parte de Valencia, quizá también para Tarragona, y el Bajo Aragón. En cuanto al origen es probable que se fuera propagado a traves de las influencias del Vaso Campaniforme de transición, junto a las interinfluencias marítimas y continentales. En efecto, la documentación sobre la metalúrgia aportada por Simón (1998) nos indica que ya en el Sistema central, se encuentra cobre de estaño y plomo, variedad de cobre con estaño, con arsénico o simple cobre (Simón, 1998:193), que no sólo se hace patente en los afloramientos de la actual comunidad de Madrid, sino también se extiende por Toledo, donde se encuentran las ricas extracciones de los Montes de Toledo y las correspondientes a la margen izquierda del río Tajo. Tampoco podemos olvidar que la misma situación litoral del poblado de Orpesa la Vella, nos indica la posible existencia de unas vías de comunicación e intercambio costera, estas vías marítimas, quizá mediante la navegación de cabotaje, explicarían el contacto con la desembocadura del Ebro. En efecto, la situación “privilegiada” de Orpesa la Vella, en la mismo litoral marítimo mediterráneo pudo ofrecer otras posibilidades dentro del desarrollo económico, la innovación de técnicas metalúrgicas y la expansión cultural a través de las vías de comunicación y las rutas marítimas . Según Simón (1998:363) este momento de expansión marítima coincidiría con las fechaciones radiocarbónicas de Orpesa entre el siglo XVI al siglo XII ANE., y que a su juicio se podrían relacionar con la tesis de Chapman (1991) según la cual el comercio micénico se traslada y se centraliza en Cerdeña a partir del siglo XVI al siglo X ANE, influyendo en las áreas orientales del Mediterráneo peninsular. Ciertamente sobre estas influencias micénicas no podemos pronunciarnos a a luz de los hallazgos, aunque ciertos materiales como los extraños conos y bolitas quizá se impusieron a través de esas influencias como un sistema de medidas de peso o contabilidad. Todo ello es posible, pero no probable por el momento. Fuera como fuese, no hay duda Orpesa la Vella sostuvo relaciones marítimas, cuando menos en el litoral más inmediato de su entorno. Así pues en Castellón la geografía minera, de afloramientos y vetas, es bastante coincidente con la expansión de poblamientos iniciados en la metalurgia, si bien la mayoría de fuentes responden a afloramientos o vetas cupríferas locales. También creemos que la ausencia de estaño, en tierras de Castellón, obligó al establecimiento de contactos con las tierras del interior, hasta llegar a la Meseta, siguiendo las vías fluviales. En el resto del País Valenciano, quizá menos en el Sur de Valencia, y sin duda en Alicante, estos contactos los establecieron con los proveederos de estaño del Sudeste. En definitiva parece que la expansión metalúrgica se inició a partir de la segunda mitad del II milenio, aunque muy probablemente tuvo unos precedentes anteriores que pueden remontarse al III milenio con la expansión de la cultura del Vaso Campaniforme (Rodríguez de la Esperanza, Montero Ruiz (2003), que ya se percibe a fines del III milenio e inicios del segundo milenio en algunos poblados de tierras de Castellón. Por todo lo expuesto pensamos que ya no es posible mantener las tesis de las influencias argáricas en esta geografía del Mediterráneo central, es cierto que en un solo yacimiento ya citado Peña Dueña (Teresa, Castellón) encontramos aún ciertas influencias algo espúrias, pero es el único que aparentemente las recibe, y en este caso si se nos permite decirlo así “la existencia de una flor no significa que hubo primavera”. El resto de poblamientos ya no parece que se ajusten a este modelo, sino al de la explotación de las fuentes primarias de metal en afloraciones locales, que contarán con las transmisiones técnicas y estagníferas procedentes de la Meseta. Por otra parte las estructuras sociales no coinciden exactamente, en el caso de Orpesa la Vella, con los modelos propuestos para el resto de las poblaciones de esta etapa del Bronce medio, que en las tierras turolenses son identificadas como del “Grupo Mijares” y que probablemente sus influencias hayan revertido en otros tantos poblados de la misma etapa en tierras de Castellón; si así fuera debería denominarse “Grupo Mijares/Millars”. Aunque la antigüedad de este modelo del campesinado no se retrotrae más allá de la Historia, como ya admite Boguslaw Galeski (1977) “El más antiguo y universal modo de producción conocido en la historia….”. También Eric R. Wolf (1971: 19), nos dice que para la creación de un sistema de campesinado es necesario un “fondo de renta” o impuestos, lo que implica a la vez la existencia de un orden social en el cual unos terratenientes, a través de su poder, exigen pagos a los otros, realizándose una transferencia de productos de valor. Esta condición, según Eric R. Wolf, provoca que no pueda darse esta estructura social del campesinado con anterioridad a un modelo de rango estatal o similar. Así pues valoramos críticamente la adscripción de la “estructura social del campesinado” para las comunidades sociales del momento prehistórico del Bronce medio. Podríamos aceptarla en todo caso si fuera una estrucutura social “de pre-campesinado” pero a nuestro juicio las evidencias arqueológicas que tenemos por el momento son insuficientes. Entre varias razones porque los tipos de poblamiento no están regularizados, unos asentamientos se encuentran en cuevas e incluso en abrigos, y los poblados se adaptan más a los conceptos de pequeñas aldeas encastilladas sobre cimas o cerros; puesto que dentro de sus territorios no existen evidencias que hayan grandes centros de poblamiento con poder suficiente para regular los excedentes económicos mediante transferencias de riquezas. A pesar de lo sugerente del modelo turolense, sin embargo en este caso Orpesa la Vella no se ajusta demasiado, por varias razones. La ubicación del poblado de Orpesa no coincide con la norma de pequeños poblados encastillados sobre cerros de más o menos altura situados en el interior de montaña. Aunque sí se encuentra fuertemente defendido por su ubicación litoral a la vez que por sus espectaculares defensas. Por otra parte, los restos constructivos mejor conservados, pertenecientes al Bronce medio, tienen unas características más elaboradas, pisos enlucidos y no de tierra batida, bancos corridos, plataformas, vasares incrustados en los muros, etc.; también, a nuestro juicio, escapan a la estructura social de asentamiento de tipo “campesino”, ya que cada uno de los recintos bien definidos no son coincidentes con el parámetro: una vivienda = una familia. En Orpesa la Vella tales recintos no se definen por la existencia de una vivienda adaptada al habitáculo 291 de una familia nuclear, con un hogar propio, el cual caracterizaría la ocupación unifamiliar; sino más bien por un recinto identificado a través de una función específica explicitada con bastante claridad. Este el caso, de los sectores Q-10 y Q-8, que en conjunto nos demuestra que dicho espacio tuvo una clara funcionalidad como área de fundición y moldeado metalúrgico, demostrada por la presencia de un horno de fundición, con restos de escorias, extensas y gruesas soleras superpuestas y la presencia de un crisol fragmentado, así como su misma orientación al Norte nos sugieren que ocupó el área más aireada y fría; cuya función es perfectamente perceptible pese a las notables destrucciones provocadas por la construcción de la torre islámica por una parte, a la vez que por limitación del espacio que ocupó la torre del Bronce medio. Recordemos que en la Fase I del sector Q-21 se localizaron los restos de un probable horno de fundición, que perteneció al Bronce medio inicial, también orientado al Norte. Otros ejemplos podríamos añadir, aunque ya han quedado expuestos en el capítulo referido a las estructuras constructivas. Las evidencias de prácticas metalúrgicas en Orpesa la Vella superan en mucho, a las halladas en otros yacimientos, y no pensamos que se trate del simple conjunto tecnológico, como los presentados por otros yacimientos del Bronce medio. Como innovadores y probablemente difusores de la metalurgia de bronce, este poblado, que ocuparía una media hectárea, pero su zona habitada superaría en mucho los 600 metros cuadrados excavados, se adaptaría mejor a un modelo de estructura social de “poblado comunal” o “casa comunal”, similar al que podría darse en un gran caserío, masía o masada fortificada; lugar quizá habitado por un grupo humano parental, quizá en un principio matrilineal, que conformaron una pequeña élite local de metalúrgicos, posiblemente derivando a un sistema patriarcal provocado por la posesión y los secretos de las artes metalúrgicas; unidos probablemente por fuertes lazos de consaguineidad, resultado del viejo sistema parental matrilineal que garantizaría la coherencia y solidaridad de esta población; y cuya economía de producción agropecuaria les proporcionó la seguridad del abastecimiento cotidiano necesario, con una divisón de la fuerza de trabajo, cuyas funciones se reflejan en los mismos recintos del poblamiento; siendo sin duda las mujeres del poblado las que aportaron en este sistema económico la mayor parte de la fuerza de trabajo: producción alfarera, producción alimentaria, ordeño y preparación de productos lácteos: queso,requesón, etc., producción de tejidos derivados del ganado lanar y preparación de la vestimenta y calzado de cuero, 292 recolección de frutos (bellotas), alimentación del ganado, especialmente porcino con los restos de cocina y bellotas, supervisión de almacenamiento de productos de grano; recolección de mariscos y caracoles, matanza de pequeños animales y tratamiento de los productos cárnicos para su conservación; mantenimiento de los hogares; molienda de cereales; y un largo etc. Nos cuesta mucho creer que las mujeres pudieron estar casi esclavizadas o controladas durante la prehistoria, como se sugiere en otros periodos del Bronce medio argárico; su gran valor intrínseco se centra ya no sólo en el amplísimo espectro productivo que aportan al conjunto del grupo poblacional, y la diversidad y especialización de su fuerza de trabajo, sino en la exclusiva y valiosísima capacidad reproductiva insustituible para el mantenimiento de la producción, la fuerza de trabajo, y la demografía de una población estable. Esta facultad de reproducción significa sin duda que además de su fuerza de trabajo de amplia diversificación, sumada a la facultad de la reproducción les obligaba a ocuparse del amamantamiento, crianza y educación de su descendencia. Ardua tarea que ejercían sin necesidad de estar subyugadas a los hombres; aún hoy día en el siglo XXI, siguen perdurando estos hábitos de trabajo de las mujeres campesinas, en el medio rural. Los hombres construyeron las defensas y casas del poblado; cuidaban y defendían las riquezas del poblado, incluidas las mujeres y la prole como un bien muy preciado; hacían frente a los piratas e invasores; practicaban la caza y la metalurgia; se ocupaban de los intercambios y trueques, por vía terrestre o marítima; ejercían la matanza de los animales domésticos de gran talla; y quizá también se ocuparon del pastoreo, aunque desde el Mesolítico final y Neolítico inicial, como se refleja en el arte rupestre levantino, fue una tarea realizada también por mujeres, pero quizá ahora con la posesión del caballo es probable que lo realizaran los hombres. El Bronce final aportará no sólo una tecnología diferente, sino también unos asentamientos de modelos constructivos totalmente distintos como ya hemos visto, así como una cultura material con personalidad propia, que ya no tendrá apenas relación con la etapa anterior. La defensa del poblamiento parece ya no tener la importancia que tuvo, prueba de ello es que Orpesa la Vella se destruyen parcialmente para construir sus viviendas circulares, de tipo cabañas, con la piedra que sustraen al sistema defensivo de la etapa del Bronce medio.Sin embargo su asentamiento se realiza sobre las mismas zonas, 1 y 2, que ocuparon los recintos del Bronce medio.