PUBLICACIONES DEL MUSEO ARQUEOLóGICO
PROVINCIAL DE BADAJOZ
EL PALACIO-SANTUARIO
DE CANCHO ROANO V-VI-VII
(LOS SECTORES OESTE, SUR Y ESTE)
Autores:
Sebastian Celestino Pérez
Javier Jimenez Ávila
Asunción Martin Bañón
Ana Hemández Carretero
Ignacio Pavón Soldevilla
Edita:
-Dirección General del Patrimonio Cultural
Consejería de Cultura y Patrimonio
Junta de Extremadura
-Programa Leader. CEDER liLa Serena"
-Bartolomé Gil Santa cruz
Maquetación:
Javier Jimenez Ávila
Fotomecánica e impresión:
M. Picasso Artes Graficas S.L.
Telf.: 91-653 1993
28100 Alcobendas (MADRID)
©Autores
Madrid,1.996
Dep. Legal: M-43132-1.996
I.S.B.N.: 84-7671-350-9
SUMARIO GENERAL
Presentación ......................................
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El Palacio Santuario de Cancho Roano V -El Sector Oeste(Sebastián Celestino Pérez y Javier Jiménez Ávila) ................ o..... o..........
7
13
El Palacio Santuario de Cancho Roano VI -El Sector Sur(Sebastián Celestino Pérez, Ana Hernández Carretero, Javier Jiménez Ávila,
Asunción Martín Bañón e Ignacio Pavón Soldevilla)
225
El Palacio-Santuario de Cancho Roano Vil -El Sector Este(Sebastián Celestino Pérez y Asunción Martín Bañón)
275
o o •• o ••••••••••••••••••••• o...
APÉNDICES:
Conclusiones Generales
331
Bibliografía actualizada.
349
Láminas
355
5
APÉNDICES
1.- Conclusiones Generales
Durante los últimos siete años las excavaciones en el Palacio-Santuario de Cancho
Roano se han centrado de modo preferente en la exhumación y estudio de los terrenos
inmediatamente adyacentes al edificio principal. Previamente a estos trabajos en extensión
el profesor Maluquer había realizado algunas catas de sondeo en este área. Así, junto al
ángulo nordeste de la terraza, detectó en 1979 un muro paralelo al edificio y una serie de
objetos (un braserillo de manos, una urna cerámica, tabas ... ) que le llevaron a interpretar
la zona como una necrópolis de incineración correspondiente al santuario protohistórico;
en el sector Este, delante del patio H-12 excavó en 1986 los restos de una serie de
habitaciones en las que creyó ver la zona de residencia de posibles servidores del
complejo.
La excavación en extensión de todos estos terrenos ha venido a contradecir estas
primeras valoraciones pues, una vez retirados los estratos superiores se ha puesto de
manifiesto que todas las estructuras y objetos localizados pertenecían a una serie de
habitaciones que rodean perimetralmente al edificio central por sus cuatro costados y cuya
funcionalidad parece revestir un marcado cariz cultual.
Los Sectores Norte, Oeste y Sur: Las habitaciones perimetrales
Estas habitaciones o estancias perimetrales se organizan al exterior en forma de cuatro
largas y estrechas naves paralelas a las terrazas de la construcción central y separadas de la
misma por un pasillo de 2 m. de anchura a través del cual se accedería a ellas. Las
estancias de los sectores N arte y Oeste presentaban un magnífico estado de conservación:
sobre los basamentos de los muros aún se mantenían en pie parte de los alzados de adobes
335
El Palacio-Santuario de Cancho Roano
enlucidos con cal. Sobre los suelos, de arcilla roja, y ocupando un estrato de cenizas y
carbones producto de un incendio, se documentaron sendos depósitos de materiales
arqueológicos que fueron hallados tal y como los ocupantes del complejo los dejaron. En
las habitaciones del Sector Norte fueron especialmente abundantes los jarros y los
braserillos de bronce, uno de ellos el rescatado por Maluquer y atribuido al ajuar de una
tumba. Igualmente eran habituales los asadores y los arreos de caballos. En el sector Oeste
no se documentó vajilla de bronce y en su lugar se hallaron los restos de dos telares junto
con abundantes objetos relacionables con labores textiles (fusayolas, agujas ... ). También
es de destacar la aparición en una de las cámaras de ese sector occidental de una escultura
en bronce representando un caballo ricamente enjaezado. Tanto en el Norte como en el
Oeste todas las habitaciones contaban con un ánfora (excepcionalmente dos) conteniendo
en algún caso restos de cereal carbonizado, así como una nutrida colección de vasos
cerámicos de distintas especies.
Esta convivencia de objetos de la más diversa índole, unido a otras causas entre las
que destacan las reducidas dimensiones que estos espacios presentan (1,40 x 4 m.), o el
carácter ritual de gran parte de los objetos en ellas depositados, nos han llevado a
interpretarlas como capillas donde se realizarían determinadas ceremonias religiosas al
tiempo que se depositarían ofrendas. También hemos querido ver una segmentación
sexual entre las series de estancias del norte, en las que se aprecian elementos
tradicionalmente vinculados a los hombres en las culturas del Mediterráneo antiguo, y las
del oeste, ocupadas por enseres que en esas mismas culturas suelen ir asociados a las
mujeres. Puede que esta diferenciación sexual aluda más bien a la divinidad venerada que
a los propios fieles u oferentes, tal y como se sugirió en el estudio del Sector Oeste. Las
habitaciones del Sector Sur se hallaban totalmente arrasadas. Sólo en una de ellas se
recogieron materiales que parecen indicar que en su día tuvieron unos depósitos de
ofrendas similares a los rescatados en el norte y en el oeste.
Algunas de las habitaciones del norte y el sur suprimieron su función inicial para
acoger una serie de canales que permiten la evacuación de aguas hacia el exterior de las
edificaciones. Tal acontece con las denominadas N-3, S-3 y S-5. En el Sector Oeste
dichos canales se adosan a los muros que separan las estancias entre sí, permitiendo el uso
conjunto de las mismas. Los canales de los sectores Norte y Sur estarían descubiertos; los
del Sector Oeste se cubren con una sucesión de losas de piedra. Unos y otros nacen en el
pasillo perimetral, aprovechando sendas interrupciones del muro interior y, una vez
atravesadas las estancias forman una tubería de piedras que, tras perforar el muro de cierre
o exterior, continúan su recorrido apoyados en unas rampas de arcilla roja que por su
inclinación facilitan el vertido. Sobre las rampas rojas y cubriendo las canalizaciones se
deposita un terraplén o agger de balastro que se adosa a la pared exterior de las estancias
sobremontando la línea de suelo.
El Sector Este: La Entrada Monumental
El esquema presentado por las naves longitudinales de los sectores Norte, Oeste y
Sur, se modifica sustancialmente en el flanco oriental, coincidiendo con la fachada
principal del monumento. De este modo las habitaciones perimetrales, donde el
336
Apéndices
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Planta de la fase A-3 de Cancho Roano una vez incorporadas las edificaciones de los sectores Sur y Este
337
El Palacio-Santuario de Cancho Roano
arrasamiento que ha sufrido esta zona impide confirmar si contaban con depósitos de
materiales parejos a los del Norte y el Oeste, interrumpen su recorrido en la parte central
para generar un pasillo de 2 m. de anchura que da paso a todo el complejo. Es posible que
esta interrupción sólo afectara a las paredes y no al techo, de modo que vista desde arriba,
la serie de naves perimetrales aparecería como un rectángulo ininterrumpido. A partir del
nivel de base de las habitaciones y hacia el este se construyó un aterrazamiento
pseudociclópeo y ataludado que contribuía a sobreelevar el núcleo principal del terreno
circundante. Este aterrazamiento, de 1,5 m. de altura, se interrumpe igualmente en su
parte central para dar paso a un corredor continuación del que crea la interrupción de las
habitaciones perimetrales y que, como él, mide 2 m. de anchura. Para salvar el desnivel
generado por el aterrazamiento se construyó una escalera constituida por dos losas de
piedra. El inferior de los ellos resultó ser una estela grabada con un guerrero acompañado
de su armamento, y su emplazamiento en ese punto de acceso y con la parte decorada
bien visible permite atribuirle una finalidad simbólica. En la última fase de utilización del
complejo la estela habría quedado oculta. La entrada monumental se complementa con la
edificación de dos cuerpos poligonales que flanquean al corredor proyectándose hacia el
este y cuyo alzado es difícil de reconstruir. Por su constitución recuerdan las torres o
balúartes de una muralla.
También en el Sector Este se construyó un canal de desagüe que circula desde el patio
hasta el exterior adosándose a uno de los muros internos de los cuerpos poligonales.
Debió contar con una arqueta protegida por una rejilla de pizarra cuyos restos se
encontraron en el patio. Es posible que su cubierta, en la zona del corredor, actuase como
rampa de acceso paralelamente a la escalinata.
El Patio
Las excavaciones desarrolladas en el Sector Este han modificado la reconstrucción
del patio H-12 que se presentó en las primeras memorias. Es posible que el patio estuviese
cerrado por los restos de un murete que todavía se conservan. Existe una piedra en el
centro de este murete que pudo actuar como umbral de la puerta de acceso. En relación
con esta puerta se ha interpretado como quicialera una piedra de diorita aparecida en las
proximidades y algunos hierros. Una vez dentro se ha constatado que el enlosado de
pizarras descrito por Maluquer se restringe al fondo y los laterales del espacio,
adosándose a las banquetas. La parte central estaría pavimentada con arcilla roja y en la
mitad se ubicaría un pozo de agua que busca la capa freática del cercano Cagancha. Este es
el aspecto que presentaría el patio en la última fase de ocupación (A-3), en el momento del
incendio final, que a su vez, supone una serie de remodelaciones respecto de las subfases
anteriores.
El Foso
Uno de los descubrimientos más recientes proporcionado por las excavaciones de los
últimos años ha sido el de un gran foso que parece circundar todo el complejo. Aunque se
descubrió en el Sector Norte en 1990 no fue reconocido como tal hasta la campaña de
1992, durante trabajos conjuntos realizados tanto en el norte como en el sur. La
338
Apéndices
excavación de una unidad de estas proporciones requerirá vario.s años de esfuerzo.. En
1994 se co.ncluyó la mayor parte del tramo. no.rte y se comenzó la del este despejándose
una de las dudas que no.s había planteado su detección: si el foso enlazaría con el río o
do.blaría antes. Podemos avanzar que el foso dobla hacia el sur antes de llegar al arroyo.
envo.lviendo al co.njunto monumental en un estrecho margen de terreno.. La siguiente duda
a despejar es si la excavación del foso se interrumpió ante la entrada monumental para
dejar un istmo. de acceso. o. si, por el contrario, es una zanja continua que habría requerido
de un puente o pasarela, tal vez abatible, para permitir el paso.
To.dos los canales de drenaje de las habitaciones perimetrales irían a verter al foso. por
lo. que hay que supo.ner que estaría continuamente lleno. de agua.
Las Fases Constructivas
Pero los trabajos arqueológicos desarrollados durante esto.s últimos años no sólo han
permitido. reconstruir el aspecto. del complejo arquitectónico y su función en el mo.mento
final, cuando fue incendiado y abandonado, también ha proporcionado sólido.s dato.s que
permiten restablecer las etapas culturales y constructivas que fue atravesando a lo largo de
su existencia. De este modo. se han recono.cido tres fases principales asociadas a tres
edificios distintos y superpuestos. A las fases e y B, las más antiguas, co.rrespo.nden los
altares recientemente publicados mientras que la fase A, la fase final, es la que co.incide
con el edificio que ho.y podemos ver, con las habitaciones perimetrales, co.n la entrada
mo.numental y con el fo.so. Esta fase A es susceptible de ser subdividida al menos en tres
subfases o. periodos constructivos meno.res, atendiendo fundamentalmente a los dato.s
estratigráficos pro.porcionado.s por el estudio de los sectores este y sur que compensan así
la escasa información que ambas zonas ofrecían para el momento de incendio y abando.no
del conjunto..
- La subfase A-l, la más antigua, presenta una organización de las estructuras
netamente distinta de la que ho.y po.demos observar, aunque el edificio central es el
mismo.. Este edificio' no. parece contar en este momento. con las do.s alas salientes que
acogen las habitacio.nes H-l y H-ll, co.mo. denuncia el que éstas se eleven sobre el
pavimento. de este perio.do.. Debía ser, entonces, una co.nstrucción más o menos
rectangular a la' que se accedía por el frontal este, a través de una puerta que ha sido
recientemente detectada en el muro de separación de H-2 con el patio y que posteriormente
fue cegada. Tampoco parece que el edificio A en su subfase 1 co.ntase co.n terrazas
perimetrales, o almeno.s éstas no serían de tanta monumentalidad como. las po.sterio.res.
En este mo.mento ya debieron existir una serie de estancias perimetrales circundando. la
construcción central, aunque sólo. se han detectado. vestigio.s de las mismas en el Secto.r
Sur. Lo. más probalJle es que las habitaciones perimetrales de esta subfase se limitaran a
ocupar lo.s flancos no.rte, oeste y sur dejando expedita la fachada principal. La estrechez
del pasillo que esta.primera serie de habitaciones deja con la terraza del edificio central es
precisamente lo que' hace sospechar que ésta no existiera en este período, o bien que fuera
meno.s ancha. Las estancias de este momento descansan so.bre una rampa de arcillas rojas
que experimenta un acentuado buzamiento hacia el exterior.
339
El Palacio-Santuario de Cancho Roano
N O se ha podido conectar estratigráficamente este momento con ninguna de las fases
de la entrada monumental, aunque lo más verosímil es que ya existiese algo equivalente o
parecido.
- La subfase A-2 marca las primeras modificaciones importantes en la organización
del espacio ocupado por el edificio de A-l. Éste se dota de las alas salientes H-1 y H-11
aunque mantiene el acceso occidental en eje con la entrada monumental. También es éste el
momento de construcción de la terraza perimetral. La expansión del edificio provocaría el
que se arrasara la antigua serie de habitaciones perimetrales y se construyera otra nueva en
su lugar dejando un pasillo suficientemente practicable. Las naves perimetrales de este
período adoptarían la configuración de las de la fase A-1, es decir, se restringirían a los
sectores norte, oeste y sur, dejando visible la flamante fachada monumental. Es muy
posible que las naves perimetrales de este momento mantuviesen las rampas rojas del
período anterior, sobre las que apoyan sus cimientos.
A esta subfase se adscribe ya la primera configuración constatada para la entrada
monumental: contaría con dos lienzos rectos, algo retranqueados respecto de los que hoy
se observan, que darían paso a un pasillo central, ocupado por la escalinata monumental
con estela incluida. Los cuerpos poligonales no existían en este momento aunque sí los
muros internos que luego los definirán.
- Subfase A-3: aunque no representa modificaciones estructurales importantes si se
alteran algunos de los elementos que, desde un punto de vista semántico o cualitativo,
podemos considerar fundamentales. De este modo se anula la puerta de acceso al edificio
central situada en el fondo oeste del patio y en su lugar se construye otra en el flanco norte
que da paso a la habitación H -1 a través de una escalera de piedra. Esta modificación
rompe el principio de axialidad y simetría que se había estado manteniendo desde la fase
A-1 y en el que Maluquer creyera antes de descubrir que en la mitad sur del patio no
existía una escalera opuesta a la de H-l.Contribuye igualmente a romper este esquema
axial de la concepción arquiter:;tónica del conjunto el taladro de un pozo aproximadamente
en el centro del patio. El pozo perfora todos los estratos anteriores confirmando su
excavación en este momento. También ahora se recubre el patio con un pavimento de
pizarras que se restringe a los espacios laterales, manteniéndose en el centro el pavimento
rojo de la fase A-2. Otra modificación que desde el punto de vista arquitectónico no reviste
demasiada relevancia, la marca la cubrición de la estela como consecuencia del trazado de
un nuevo canal de drenaje. Este hecho, sin embargo, pudo tener cierta trascendencia desde
el punto de vista simbólico.
Las habitaciones perimetrales en la fase A-3 invaden el Sector Este impidiendo la
contemplación de la fachada monumental desde el río. Siempre nos llamó la atención el
hecho de que una fachada tan vistosa como la que presentaría el frontispicio del palacio se
ocultara con la anteposición de la tanda oriental de habitaciones perimetrales, que sólo
ofrecerían al observador unos antiestéticos paredones de adobe. Hoy creemos poder
confirmar que esta ocultación no responde al planteamiento inicial del arquitecto que
diseñó el edificio de planta en U y sus aledaños, sino a una modificación posterior.
340
Apéndices
La pared este de las estancias perimetrales orientales se eleva muy próxima a la línea
que dibuja el aterrazamiento de la fase A-2. Tal vez por ello se refuerza la terraza con la
adjunción de dos lienzos ataludados a los que se añaden sendos cuerpos poligonales,
configurando de este modo el aspecto definitivo de la entrada monumental.
Aunque requiere ser confirmado en el futuro, lo más probable es que sea también
durante la fase A-3 cuando se construyen los definitivos canales de drenaje de las
habitaciones perimetrales y cuando se vierte sobre ellos el agger o terraplén de balastro,
ocultando las antiguas rampas de arcilla roja. Si estas rampas o su coloración revestían
algún significado especial éste se anula igualmente.
Finalmente, parece acaecer también en este momento final la construcción del foso
que rodea al complejo: las cerámicas áticas halladas en el fondo de la zanja así parecen
confirmarlo, pues se trata de una especie poco habitual en las subfases A-l y A-2.
En este estado de cosas el Palacio-Santuario de Cancho Roano fue incendiado y
abandonado. Varios siglos después el antiguo solar protohistórico fue ocupado por
edificaciones de época romana que hicieron mella, aunque no trágica, en sus sedimentos.
Los problemas de esta ocupación trasciende los objetivos del estudio del complejo
monumental.
Cronología
No han sido especialmente pródigas las excavaciones de los últimos años en datos u
objetos que permitan una fechación absoluta e irrevocable de todas y cada una de las fases
individualizadas en el desarrollo estratigráfico del asentamiento. Los indicios con que
contamos apuntan, sin embargo, a que el lapsus de tiempo en que Cancho Roano fue
ocupado no fue demasiado amplio. Así, cotejados con la estratigrafía horizontal propuesta
para la necrópolis de Medellín, único referente firme para la zona, los materiales de las
fases B y e apuntan a unas cronologías dentro ya del siglo V a.n.e. o, todo lo más, de la
segunda mitad de la centuria anterior. Dado que la fecha del incendio y abandono
definitivo del yacimiento se sitúa en torno al 400 obtendríamos un desarrollo temporal no
muy superior a 100 años para las tres fases de ocupación del complejo. Las condiciones
de la estratigrafía y la homogeneidad del material arqueológico permiten suponer que
existió continuidad inmediata entre las tres fases por lo que no parece apropiado establecer
lapsus intermedios. De confirmarse, este esquema vendría a rebatir la fecha del siglo VII
propuesta en la memoria del norte para las fases más antiguas y que se sostenía en
argumentos enormemente débiles, como en su día fue señalado. Tampoco son
especialmente sólidos los que hoy nos avalan para situar la fase C por lo que no sería
extraño que futuros hallazgos nos obligaran a modificar de nuevo nuestro actual punto de
vista. En cuanto a la fecha propuesta por Maluquer de finales del siglo VI sólo sería
aceptable para la edificación inicial, es decir para Cancho Roano C, y nunca para el último
edificio, al que se infraponen estratos con cerámicas de barniz negro ático fechables ya en
el siglo V.
341
El Palacio-Santuario de Cancho Roano
La secuencia estratigráfica: una explicación socio-política
El esquema secuencial y cronológico que acabamos de exponer implica la
construcción de tres edificaciones de cierto porte en el espacio temporal de poco más de un
siglo. Aunque no corresponde aquí el análisis del edificio B y su correspondiente fase, en
las excavaciones del Sector Este se han obtenido algunos datos acerca del mismo sobre los
que es conveniente reflexionar. El estado de los restos permite pensar que la construcción
de A sigue al arrasamiento de B sin solución de continuidad. No parece que el edificio B
se hallara en estado de ruina cuando fue destruido pues sus muros conservan una potente
altura y solidez. Sin embargo la construcción de B debió estar debilitada en algún
momento, como se constata por los reforzamientos de los muros mediante potentes
contrafuertes que se adosan en las esquinas tapando, incluso, el enlucido de la pared
primitiva. El alto grado de conservación de las paredes del edificio B con sus alzados de
adobe y sus revocos de cal lleva a creer que no sufrió un proceso de abandono a la
intemperie sino que fue inmediatamente nivelado y amortizado con los restos de su propia
destrucción. Por otro lado, la destrucción de B no presenta síntomas traumáticos: no hay
vestigios de incendio ni ruina, sino de una demolición meditada y programada en función
del trazado de las nuevas construcciones. De ahí que sus restos se conserven mejor en la
parte correspondiente al espacio ocupado por el edificio principal durante la fase A,
donde, por estar los suelos elevados, no se hizo necesario arrasar las estructuras
preexistentes, que fueron respetadas e incluso utilizadas como contenedores de las capas
de nivelación. El edificio B, en suma, debía hallarse en pie poco antes de que comenzasen
las obras de A, evento que,· de modo aproximado, cabe situar hacia mediados del siglo V,
Y fue derribado para elevar sobre sus restos las nuevas edificaciones de la fase A. Algo
similar debió ocurrir en el ínterin C-B aunque la menor extensión del área excavada no
permite afirmarlo tan taxativamente.
Ante este estado de cosas la primera cuestión que surge es la de intentar explicar por
qué se produce el abandono y destrucción del edificio B. Una diferencia notable respecto
de la ruina de A es la ausencia casi absoluta de materiales arqueológicos abandonados en
los niveles de ocupación. Se diría que, al contrario de lo que sucede en A, todo el ajuar de
B ha sido recogido y extraído previamente a su demolición. Es posible que este material,
en todo o en parte fuera destinado a ser usado en el nuevo edificio, lo que podría explicar
la presencia de objetos antiguos entre las cenizas del edificio A, y sugerir una comunidad
funcional entre las dos construcciones. Pero no son descartables otras posibilidades como
que los objetos fueran recogidos y depositados en un lugar no localizado, a modo de
favissa que podría marcar un cambio en la significación cultural y funcional del
monumento. El carácter sacral del edificio B está fuera de dudas habida cuenta la presencia
de un altar en forma de piel de toro extendida en su interior. Directamente sobre los restos
de ese altar se edificó el controvertido pilar de la habitación H-7, que desde las primeras
excavaciones se interpretó como sancta sanctorum o, más impropiamente, adyton del
edificio A. Es muy posible que este pilar sustituyera al antiguo altar en sus funciones
sacrales, por lo que habría que considerar un mantenimiento de esta funcionalidad sacra en
la fase A, funcionalidad que, por otra parte, parece confirmada por la explicación cultual
dada a los espacios perimetrales de los Sectores Norte y Oeste.
342
Apéndices
Tampoco parece plausible que la causa del abandono de B sea una ampliación o
remodelación de estructuras originada por una necesidad de crecimiento del santuario
antiguo. Ninguna obra de este género implicaría el arrasamiento total de las construcciones
ni, mucho menos, el enterramiento de los monumentos sagrados como el altar en forma de
piel de toro que preside la fase B. Entonces ¿Por qué se abandonó?
Si considerásemos una duración uniforme para cada una de las tres fases establecidas
obtendríamos un dato interesante: la extensión temporal de cada una de ellas sería de,
aproximadamente, unos 30 años, el tiempo comúnmente aceptado parael desarrollo de
una generación humana. Ya ha quedado señalado en reiteradas publicaciones cómo la
función sacra del complejo de Cancho Roano coexiste y se aglutina con una función áulicao
o palacial de manera que sería ocupado por un personaje notable que haría las veces de un
rey-sacerdote, figura representativa de la organización social del Mediterráneo antiguo.
Se nos ha ocurrido pensar para la explicación de la superposición arquitectónica
constatada en la estratigrafía del complejo en la existencia de una vinculación tan estrecha
entre el rey-sacerdote y su palacio-santuario que, caso de desaparecer uno implicaría
inexorablemente la desaparición del otro. Nos hallaríamos, pues, ante una posible
sucesión dinástica de tres personajes que a su llegada al poder han edificado su residencia
y su lugar de cl:llto sobre las ruinas de la de su antecesor, ritualmente destruida con motivo
de su fallecimiento. Naturalmente esta sucesión de edificios ha mantenido el elemento
simbólico y sagrado de la localización espacial. En este sentido no resulta baladí el que los
sancta sanctorum se hayan superpuesto directamente los unos sobre los otros existiendo,
incluso, un contacto directo entre las estructuras rituales o altares de los diferentes
horizontes cronológicos.
Evidentemente, para confirmar esta hipótesis, es necesario tener muchos más datos
acerca de los horizontes B y C, datos que sólo la extensión de las excavaciones podrán
proporcionar. Lo hasta ahora 」ッョゥ、セ@
permite asegurar que los edificios B y e contaban
con un espacio destinado a actividades sacras presidido por un altar; sin embargo, es
posible que en torno a estos sancta-sanctorum no se articule un área residencial como la
que configura el edificio A. Estaríamos entonces ante meros santuarios que repetirían el
esquema propio del lugar de culto mediterráneo u oriental, lo que implicaría la existencia
de una evolución funcional de los edificios de Cancho Roano tal vez pareja a un proceso
de cambio social, que haría aún más atractivo el estudio de la secuencia. En cualquier caso
serán los datos de futuras excavaciones los que orientarán el camino a seguir.
Cancho Roano ¿principio y fin de una realidad histórica?
Cuando presentábamos la memoria del Sector Norte señalábamos como uno de los
temas prioritarios para la investigación futura el establecimiento de la cronología de las
fases antiguas. La visión que hoy tenemos, aún distando mucho de ser definitiva, parece
indicar que todo el desarrollo histórico del Palacio-Santuario en sus diversas fases no
abarcó mucho más de un siglo: las últimas décadas del siglo VI y todo el siglo V a.n.e.
Este lapsus coincide con una de las encrucijadas fundamentales de la Protohistoria del
Valle Medio del Guaruana: el tránsito de una sociedad orientalizada y plagada de estímulos
meridionales a otra poblada de elementos septentrionales. Los trabajos arqueológicos
343
El Palacio-Santuario de Cancho Roano
desarrollados en los últimos años no señalan una relación directa entre Cancho Roano y el
Período Orientalizante. Bien al contrario, el primer edificio parece ser una fundación ex
novo situable ya a partir del 550. No parece confirmarse, pues la relación de un vínculo
directo entre las jerarquías del Período Orientalizante en la región y las que ocuparon el
Palacio-Santuario unos años después. Sin embargo, existen elementos de continuidad
con el sustrato orientalizante como el uso del conjunto ritual jarro-braserillo o la propia
concepción de monarquía sagrada l. ¿Hubo continuidad o hubo ruptura? Es una
pregunta cuya respuesta, necesariamente, requiere de un superior conocimiento del mundo
Orientalizante Pleno en la región.
En el extremo opuesto del calendario hay que preguntarse cómo se engrana el final de
Cancho Roano con el proceso de ocupación del territorio que le postcede y que, según
todos los indicios, viene ilustrado por el fenómeno arqueológico de los oppida y los
castros. En este sentido hay que comenzar recordando que la destrucción de las
construcciones de la fase A se nos presenta como netamente distinta a la de los momentos
anteriores.
son
elementos fundamentales que la diferencian: primero, fue
provocada por un devastador incendio; segundo, no se procedió a vaciar previamente el
edificio de sus riquezas: vasijas, joyas, vajilla de bronce ... todo el ajuar contenido en el
inmueble se hallaba en su interior en el momento del incendio, a no ser que falten los
sacra u otros elementos de prestigio del monarca y tercero, la destrucción del edificio A
supuso el abandono definitivo del solar ocupado durante más de 100 años. Ninguna
edificación vino a aposentarse sobre sus ruinas hasta varios siglos después, y entonces se
trató, sin duda, de una ocupación de signo bien distinto (aunque el carácter sagrado de la
zona pudo ser retomado por el vecino santuario de la Cueva del Valle). No es fácil buscar
una explicación a todas estas discordancias con el, por así llamarlo, comportamiento
habitual que muestra el resto de la secuencia. Podemos, en principio suponer que la causa
de la destrucción del edificio A es la misma que la que hemos propuesto para sus
precedentes, a saber, la desaparición del personaje ilustre que lo habitaba. La no
reedificación de un nuevo edificio puede deberse a varios factores: el traslado a una sede
diferente es arduamente aceptable, pues hemos admitido que la ocupación continuada de
este espacio ha generado un valor simbólico en el mismo que debió convertirlo en un lugar
de difícil desarraigo. Además un cambio de sede no tiene por qué acarrear el abandono de
todo el rico mobiliario del edificio, máxime tratándose en gran medida de pequeños
objetos de fácil transporte (joyas, ungüentarios, cajas de marfiL .. ) más bien parece
interpretarse en todo este proceso de destrucción y abandono que se asiste al fin definitivo
no ya de un personaje, sino de todo el sistema de organización que representa, a la
extinción de la dinastía, si se quiere. Pero, ¿sería suficiente este hecho físico o natural para
explicar todos los procesos de ,transformación cultural que se producen a continuación del
momento de destrucción y abandono de Cancho Roano? Para responder a este
interrogante contamos con dos vías de aproximación: el análisis de los cambios que se
producen en la subfase A-3 y la observación de los procesos históricos que suceden en
algunos yacimientos del mismo horizonte cultural y cronológico. Ya hemos advertido
1 ALMAGRO-GORBEA, M.: Las necrópolis ibéricas en su contexto mediterráneo", Congreso de
Arqueología Ibérica: Las necrópolis, Madrid, 1992, pp. 37 ss.
344
Apéndices
cómo las modificaciones que definen la fase A-3 de Cancho Roano, sin ser
arquitectónicamente importantes, comportaron una carga simbólica fuerte: ruptura de la
axialidad originaria, ocultación de la estela y con ella de los posibles mensajes que este
monumento explicitara, ocultación de las rampas roj as. .. a ellos hemos de añadir una
modificación muy significativa observada en las excavaciones del interior del edificio: el
macizado y anulación de la habitación H -7 o sancta sanctorum, que propició que en
1978, durante la excavacion de Maluquer se hallase desprovista de los estratos de
carbones y materiales arqueológicos que caracterizaban a las otras habitaciones.
Efectivamente, la habitación H-7 en el momento del abandono debía hallarse amortizada
por un relleno de adobes intencionalmente arrojados en su interior, lo que motivó que al
excavarla no apareciera el más mínimo vestigio de incendio. Los otros cambios de la fase
A-3 también son reveladores: en esta etapa se diría que el complejo monumental, antes
abierto, se repliega sobre sí mismo con la construcción de las habitaciones orientales.
Además el palacio explota al máximo su potencialidad defensiva mediante la construcción
de un agger, el robustecimiento del aterrazamiento inferior o la excavación de un foso que
lo rodea por sus cuatro costados. La apertura de un pozo en el patio H-12, una zona que
debió jugar un papel fundamental en las subetapas anteriores, también debe entenderse
dentro de esta serie de modificaciones. La presencia de una construcción de estas
características sorprende sobremanera si se tiene en cuenta que el palacio tiene garantizada
la aguada en el arroyo Cagancha, que corre a tan sólo 50 m. del mismo y que, incluso en
épocas de estiaje mantiene su curso hídrico por ser zona de manantiales que se encuentran
situados unos 400 m. al sur. Todas estas transformaciones parecen hacerse eco de una
serie de cambios tanto internos como ambientales. Los primeros, como ya hemos
señalado, se traducen en una ocultación de referentes fundamentales, algunos, tal vez, de
carácter simbólico y sagrado como la estela o el pilar de H-7. Sin embargo, no debemos
creer que el complejo perdió su función como centro religioso. Las actividades cultuales
se mantuvieron hasta el último momento tal y como delatan los depósitos de ofrendas de
las habitaciones perimetrales.
En cuanto a los agentes externos, se diría que en este momento el conjunto
monumental de Cancho Roano sufre una crisis de autoprotección y se dota de las medidas
necesarias para subsistir en condiciones adversas. El foso, el pozo, tal vez las escasas
armas rescatadas en el interior, estarían en esta línea. Para sondear qué está sucediendo en
la región por estas fechas y poder detectar síntomas de convulsiones sociales hemos de
distanciarnos un poco en el espacio dado que en las proximidades no se conocen
contextos coetáneos suficientemente válidos. Nos desplazaremos, por lo tanto, hasta el
Suroeste de la provincia de Badajoz adentrándonos, incluso, en la de Huelva. En esta
zona contamos con los poblados de Capote (Higuera la Real, Badajoz) y, sobre todo, El
Castañuelo (Aracena, Huelva). Este último enclave presenta una ergología enormemente'
próxima a la de Cancho Roano y, desde luego, representa un horizonte cronológico
idéntico: ánforas tipo CR, copas cástulo, cuencos de bordes engrosados y, conviviendo
con ello, los primeros elementos que marcan el proceso que se ha llamado de celtización,
representados por un morillo zoomorfo con decoración incisa2• Algo similar ocurre en
2DEL AMO, M.: "El Castañuelo.Un poblado céltico en la provincia de Huelva", HuArq V, 1978, pp. 299340 Y PÉREZ MACÍAS, J.A.: Castañuelo, los orígenes de la Baeturia Céltica, Huelva 1991.
345
El Palacio-Santuario de Cancho Roano
El Castrejón de Capote, donde a los estratos fechables en el siglo V se superponen los
elementos septentrionales, destacando un colgante articulado 3 . Parcos son los datos
pero parecen apuntar en la misma dirección: la destrucción y abandono de Cancho Roano
coincide en el tiempo con la llegada al Suroeste de los primeros estímulos septentrionales
que, como se ha señalado, es muy posible que respondan a desplazamientos de población
más o menos amplios4 . ¿Se tradujo esta relación de contigüidad en otra de causalidad?
o, dicho de otra manera, ¿fueron estos desplazamientos de población los responsables
directos de la devastación de Cancho Roano y del fin del sistema de organización social
que representa? No sería la primera vez que se especula conel recurso a un agente externo
de signo violento para explicar el incendio y ruina del Palacio SantuarioS, pero los
arqueólogos somos proclives a asociar los niveles de cenizas y carbones a incursiones
violentas tal vez con demasiada ligereza. En el caso que nos ocupa hay evidencias que
apuntan a que no fue una intervención violenta la causante del incendio final: el edificio no
estaba pillado y mantenía en su interior abundantes objetos de lujo, entre ellos joyas de
oro y vasos de bronce, botines codiciados en cualquier acción de rapiña que se precie. Por
otro lado hay indicios que sugieren el carácter simbólico de la clausura definitiva del
complejo: al reiteradamente aludido cegamiento de la puerta de H-1 6 hay que añadir
otros detalles como el hallazgo de un soliferrum doblado sobre sí mismo y depuesto en el
patio 7 . En el mundo ibérico se entiende esta práctica bajo una óptica puramente
pragmática según la cuál se explica este hecho por ser la única forma de que estas largas
piezas quepan en las tumbas. Pero el patio H-12 es lo suficientemente amplio como para
que quepa en él un arma de este tipo sin restricciones de espacio, por lo que parece lógico
entender una motivación ritual o simbólica en la inutilización de este objeto antes de su
deposición. Por último hay que señalar la ausencia de cadáveres humanos entre las ruinas
del edificio. No está confirmado a través de un estudio osteológico serio que haya restos
humanos en el interior del palacio y las condiciones de conservación constatadas para el
hueso obligan a pensar en que, de haberse producido un genocidio entre las paredes del
edificio A los esqueletos de los cadáveres tendrían que haber sido recuperados
prácticamente al completo.
No parece, pues, que la destrucción de Cancho Roano fuera obra de agentes externos
sino que, tal y como se ha venido manteniendo desde que comenzaran las excavaciones en
1978, obedeció a motivaciones de carácter ritual que ahora creemos poder precisar y
materializar en el óbito del personaje ilustre que lo habitaba.
No obstante no hay que despreciar la importancia que los movimientos demográficos
pudieron tener en toda la serie de modificaciones que se observan en el último período y, a
la larga, en la sustitución de un orden establecido durante un período de un siglo por otro
3BERROCAL, L.: El Altar Prerromano de Capote. Ensayo etno-arqueológico de un ritual céltico en el
Suroeste peninsular, Madrid, 1994, pp. 241 ss. fig. 82.
4BERROCAL, L.: Los Pueblos célticos del Suroeste de la Península Ibérica, Madrid, 1992.
5 ALMAGRO-GORBEA, M; DOMÍNGUEZ, A y LÓPEZ-AMBITE, F.: "Cancho Roano. Un palacio
Orientalizante en la Península Ibérica", MM 31, 1990, p. 278.
6En la campaña de 1992,en tareas de limpieza apareció formando parte de la tapia que ciega la puerta un
escarabeo que puede acrecentar el valor simbólico de esta clausura. Actualmente se halla en estudio.
7 CR. n, Fig. 50.
346
Apéndices
nuevo. Un combinado de causas externas e internas debieron coaligarse para propiciar un
cúmulo de cambios sociales y culturales que hoy arduamente llegamos siquiera a
bosquejar.
Cancho Roano: una primera aproximación a nivel semimicroespacial
Junto con el establecimiento de la cronología de las fases antiguas proponíamos en la
memoria del Sector Norte como objetivo prioritario a proseguir en el futuro la
determinación del carácter aislado o incluido en un conjunto poblacional más amplio del
complejo monumental de Cancho Roano. Para cumplimentar este propósito se han
realizado una serie de sondeos en los alrededores del yacimiento cubriendo un radio de
unos 200 o 300 m. a la redonda. El resultado ha sido siempre negativo: invariablemente
bajo un leve estrato de tierras agrícolas aparece la roca madre granitosa. Tan sólo en el sur
se rompe esta dinámica pues, a pocos metros del palacio se detectó la presencia de muros
de piedra. Sin embargo su asociación a elementos constructivos latericios obliga a
considerar a estas estructuras como pertenecientes a la ocupación romana. No parece pues
muy probable que el complejo arquitectónico de Cancho Roano estuviese comprendido en
un entorno urbanístico más amplio y, desde luego, resulta poco verosímil su proximidad
física a ningún núcleo importante de carácter urbano o protourbano.
Remontando el Cagancha unos 400 Ó 500 m. hacia el sur se encuentran en superficie
algunos vestigios de una posible ocupación protohistórica. Los materiales no son en
absoluto determinantes y, de hecho, algunos pueden responder a la ocupación romana de
la zona. Pero otros podrían ser coetáneos al santuario, incluso se registró la presencia de
un molino de granito naviforme idéntico a los que aparecen en el entorno del Palacio-
Santuari0 8 . A juzgar por la intensidad y extensión de los vestigios no parece
corresponder a los restos de un poblado extenso.Tal vez se trate de un grupo de viviendas
o talleres dependientes del santuario que albergaría algunas instalaciones que, por las
molestias, ruidos u olores que pudieran ocasionar convenía mantener alejadas del núcleo
residencial. En este lugar o en otros lugares similares deberían hallarse las cuadras o
caballerizas, a buen seguro existentes en un yacimiento tan pródigo en arreos ecuestres, o
posibles talleres de fabricación y reparación de piezas metálicas o cerámicas. En un futuro
próximo será conveniente intensificar las prospecciones del entorno inmediato al
yacimiento a fin de poder identificar nuevas agrupaciones similares a ésta así como poder
definir mejor su cronología y posible utilidad.
Perspectivas de futuro
N o honraría a la verdad afirmar que la investigación del yacimiento no ha avanzado
desde que se sistematizaron los últimos resultados en la memoria del Sector Norte, hace
ahora un par de años. Pero sería igualmente falso afirmar que se han resuelto
satisfactoriamente todos los problemas que entonces planteábamos. Una parte de ellos
comienza a ver solución, pero en la mayoría de los casos los datos sobre los que se
sostienen las urdimbres explicativas son muy precarios.
8Tampoco es descartable que pertenezcan a la dispersión de las terreras que se han formado desde 1978, año
en que comenzaron las excavaciones.
347
El Palacio-Santuario de Cancho Roano
La primera asignatura pendiente de esta segunda fase de trabajos arqueológicos es el
análisis estratigráfico de las estructuras y estratos que se han exhumado en las esquinas de
los aterrazamientos inferiores. Como recordarán los lectores habituales de las memorias de
Cancho Roano, las esquinas del complejo han sido siempre lugares especialmente
castigados por la erosión, por lo que reconstruir su estado primitivo a partir de los
derruidos restos no es tarea fácil. En las esquinas del aterrazamiento inferior,
particularmente en la esquina nordeste, se superponen y entremezclan las estructuras
arquitectónicas en una malla difícil de desmadejar9 . Hemos preferido contar con algunos
datos acerca de la técnica constructiva y la orientación de las estructuras de las fases C y B
para poder aislar las unidades pertenecientes a cada momento con criterios más sólidos, de
modo que en un futuro más o menos próximo se podrá acometer esta tarea que permitirá,
a buen seguro, presentar una reconstrucción mucho más fiable del aspecto que presentaba
el complejo monumental en cada una de las etapas constructivas por las que discurrió su
devenir histórico.
También la culminación de la excavación del foso y el estudio de sus materiales
contribuirán a un mej or conocimiento de esta construcción y ayudarán a precisar con más
certeza su encuadre cronológico dentro de la fase A. Por último, el ya comenzado
reestudio de los distintos grupos de materiales procedentes de las antiguas campañas de
excavación y acumulados en los almacenes del Museo de Badajoz durante años, vendrá a
actualizar la sistematización de la Cultura Material de la fase final, lo que permitirá
individualizarla y distinguirla con más fiabilidad de la de las fases anteriores. Con todo
ello, poco a poco podremos ir sustituyendo los condicionales por indefinidos en el
conocimiento, aún incompleto, del último momento de ocupación de este singular
yacimiento.
Pero, sin lugar a dudas, el reto más importante que tiene planteada la investigación
del Cancho Roano en los próximos años es el de la exhumación y estudio de las fases B y
C. Los trabajos ya han comenzado con espectaculares y esperanzadores resultados. El
grado de conservación de las estructuras va a propiciar una reconstrucción planimétrica
bastante amplia del edificio By, con toda probabilidad, también del C. Aunque los
materiales arqueológicos de estos períodos antiguos no son precisamente abundantes, es
de creer que la continuación de los trabajos de excavación irá enriqueciendo el acervo de
restos para, a partir de ellos, ensayar unas tipologías y unas series estadísticas que cotejar
con las de otros yacimientos o con las de las distintas fases de esta misma estación. Todo
ello vendrá sin duda a precisar aspectos hoy por hoy muy borrosos como la cronología
absoluta de estas dos fases antiguas o la funcionalidad de los edificios que las definen.
Trascendiendo ya las fronteras impuestas por el propio asentamiento se hace cada día
más necesario el conocimiento de yacimientos pertenecientes a este mismo horizonte
cultural del siglo V a.n.e. en la Baja Extremadura. Resulta obvio que Cancho Roano no
basta para explicarse a sí mismo. Van pasando los años y el panorama de la geografía del
Guadiana Medio a mediados del Primer Milenio permanece inalterado: no se producen
descubrimientos significativos que enriquezcan el mapa y la tipología de asentamientos de
este horizonte cronológico; en los escasos yacimientos que presentan períodos
9CELESTINO,
s.:
"El yacimiento de «Cancho Roano». Campañas 1986-1990", EA
348
n,
1991, fig. 2.
Apéndices
ocupacionales coetáneos no sólo no se inician nuevas actividades arqueológicas sino que,
incluso, se abandonan las ya comenzadas; las noticias procedentes de nuevas
intervenciones son en extremo escuetas para que sean útiles ... La ausencia de datos es
especialmente grave para el mundo funerario que nos impide cualquier aproximación de
tipo social. Cancho Roano sigue constituyendo el único punto de referencia disponible
para ilustrar este momento crucial de la protohistoria suroccidental. Es ardua tarea
recomponer la trama de unos procesos históricos que afectan a una zona amplia a partir de
los datos procedentes de una sola estación arqueológica. A 10 dificultoso del esfuerzo se
suma la potencial fragilidad de las hipótesis que pueden ser rebatidas por las primeras
informaciones procedentes de un conocimiento general de los yacimientos del entorno más
inmediato.
Sebastián Celestino Pérez
Javier Jiménez Á vila
Asunción Martín Bañón.
Febrero 1995
349