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omo es por todos conocido, Chalcatzingo se encuentra al oriente del estado de
Morelos, municipio de Jantetelco, al pie
de tres imponentes cerros; los cuales se
les llama el Cerro Gordo, el Cerro delgado y el Cerro de la Cantera. El sitio presenta una ocupación
muy larga, la más importante es la que ocurre
entre los años 1200 a.C hasta el 400 a.C.
Este largo periodo, que corresponde al final
del Preclásico Temprano (1500 a 1000 a.C.) y todo
el Preclásico Medio (1000 - 400 a.C. ) se caracteriza por la existencia de lo que se ha denominado el
fenómeno o la cultura olmeca; momento en que la
vida aldeana se hace más compleja y comienza a
manifestarse el fenómeno urbano, las sociedades
dejan de ser igualitarias y comienza la diferenciación social, el ritual deja de ser principalmente a
la fertilidad femenina y comienzan a aparecer los
sobrenaturales masculinos, que posteriormente
darán pie de las deidades mesoamericanas. Este
fenómeno se extiende por una gran parte de Mesoamérica.
Se considera que la cultura olmeca no fue
producto de un pueblo en específico, sino el resultado de la interacción de muchos pueblos que
crearon una nueva ideología, tomando como base
la cultura aldeana preexistente, y que lograron difundir esta nueva forma de pensar y organizar a la
sociedad a través una poderosa herramienta, un
código, que sin recurrir a la lengua que hablaba
cada uno de los grupos, podía plasmar en la cerámica, en la piedra y muy probablemente pintado
en muchos materiales esta nueva cosmogonía,
con sobrenaturales tan impresionantes que hasta
la fecha el observador moderno se siente sobrecogido ante las poderosas representaciones de
estas entidades.
Las investigaciones dirigidas por David
Grove entre los años 1971 y 1974 en Chalcatzingo, permitieron establecer una secuencia cultural
para el fenómeno olmeca que abarca tres grandes
fases, a las cuales denominó Amáte (1200 — 1000
a.C.), Barranca (1000 — 800 a.C) y Cantera (800
— 400 a.C.).
Para la fase Barranca fue tallado el Monumento 22 que da pie al presente artículo, resulta
una mezcla de los dos tipos de altar trono, tanto
los encontrados en la Costa del Golfo, como los
que están hechos por medio de una estructura
arquitectónica (figura. 1). Este altar estuvo formado por por lo menos tres hiladas de enormes
bloques de roca andesita labrados con forma
rectangular, casi como sillares, estando las dos
primeras hiladas alineadas, mientras que la tercera se dejó sobresalir con una ligera cornisa lo
que le da el aspecto de mesa que tienen los altares de la Costa del Golfo. La cara del altar fue
decorada con los ojos del Monstruo de la tierra.
Originalmente, debió de encontrarse en un lugar
público, donde todos pudieran presenciar cómo
el gobernante ocupaba el centro del universo y
desde allí estableciera políticas, impartiera instrucciones y administrara justicia. sin embargo,
para el final de la fase Barranca fue removido de
Figura 1. Izquierda. Monumento 22 de Chalcatzingo visto desde el Norte. Derecha, visto desde el Noroeste.
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Figura 2. Cista de piedra donde se inhumó el cuerpo del entierro 105
de Chalcazingo, al interior del Monumento 22. Tomada del artículo:
Flash, William. 1984: 88 fig. 7.13
donde quiera que fuera su lugar original y trasladado hasta donde se encuentra actualmente.
bezas no representan a personajes míticos. Por
el contrario, se trata de retratos de individuos
de personas que anduvieron en esa población y
que interactuaron con sus habitantes. Muy probablemente, se trata del retrato del gobernante
que utilizó el altar-trono y la conversión del altar-trono a la cabeza colosal, debió tener un fin
similar a la reconstrucción del altar de manera
“equivocada”. De tal manera para finales de esta
fase e inicio de la Fase Cantera (800 — 400 a.C.)
se removió por completo el altar, y se trasladó
hasta la ubicación actual donde existía una casa
de la Fase Barranca, la cual tuvo por lo menos
dos entierros de dos personajes muy importantes (entierros 109 y 112) —que serán motivo para
otro artículo—.
El altar-trono de Chalcatzingo
(el monumento 22), el entierro 105
y su ofrenda.
Donde originalmente existía una casa, cuyos entierros muestran la pertenencia a la élite gobernante de Chalcatzingo para la fase Barranca, fue
trasladado el altar y se construyó una nueva plataforma que destruyó y cubrió los restos de esta
casa. Sin embargo, el altar no fue reconstruido
exactamente tal y como debió de estar originalmente; sino que una de las piedras donde estaba
el globo ocular izquierdo, se colocó de manera
equivocada como parte de la cornisa del otro extremo del altar. No se sabe si esto fue un error por
parte de quienes reconstruyeron el altar, o si esto
se realizó de manera intencional, con el propósito de “matar” al altar y “desactivar” las fuerzas
mánticas que debía contener dicha estructura.
Este evento nos permite a su vez hablar de un fenómeno que al parecer fue exclusivo de la región
de la costa del golfo. En algún momento a finales
de esta etapa, entre el año 900 a 800 a.C. y durante los siguientes 200 años —de acuerdo con el
consenso de los investigadores—, los pobladores
de San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes comenzaron a destruir los altares para convertiros en
las representaciones de personas en específico.
A diferencia de las representaciones llevadas a
cabo durante los 400 años anteriores, estas ca-
Figura 3. Entierro 105 de Chalcatzingo, una vez removida la tapa de la
cista. Se observa la ofrenda compuesta por el sauhmerio y los platos
sobre las rodillas del personaje. Tomada del Artículo: Flash, William.
1984: 88 fig. 7.14
CONEXIÓN CON EL MUNDO CELESTE Y EL INFRAMUNDO: CHALCATZINGO
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Figura 4. Sahumerio de la ofrenda del
entierro 105 de Chalcatzingo. Se observan los ojos, los apéndices, la gran boca
del monstruo de la tierra y el asa de canasta con la representación del cerro.
Figura 5. Sahumerio de la ofrenda del entierro 105 de
Chalcatzngo vista desde el frente.
Durante la reconstrucción del altar, se
destruyó la casa de la fase Barranca y se construyó un patio hundido a manera de pequeña plaza,
de tal manera hubo un cambio diametral entre el
uso público del altar, para convertirlo en un trono-altar de culto privado. Así mismo, se colocó de
manera “equivocada” dos lozas, con el propósito
de desactivar las fuerzas del altar. Para esto, se
excavo parcialmente la terraza natural y se construyó un primer muro para retener la excavación
por 70cm detras del actual muro expuesto. De
acuerdo con el arqueólogo William Flash, responsable de la excavación de esta área, en el momento de la construcción del altar se realiza la
inhumación del personaje del entierro 105 (Flash,
William. 1984: 94) (Figuras 2 y 3) de tal manera,
se construyó una cista o cripta en palabras del
autor, con grandes lajas de piedra. Al interior de
esta tumba se colocó a un individuo adulto acostado de espaldas, con la cabeza viendo hacia el
Norte. Tuvo a manera de ofrenda 7 vasijas, cuatro
de ellas son las que han sido seleccionadas para
el presente artículo y fueron colocadas sobre sus
rodillas, una quinta olla fue colocada a los pies
del personaje y un segundo sahumerio se colocó
sobre las lozas que cerraban la cripta. Una cuarta vasija, similar al sahumerio, la colocarán sobre
las lajas que tapan la cista de piedra, pero que se
fragmentó.
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Figura 6. Sahumerio de la ofrenda del
entierro 105 del Chalcatzngo vista desde atrás. Se observa los signos incisos y
calados sobre la superficie.
Las piezas de la ofrenda seleccionadas
son un pequeño sahumador del tipo denominado “Blanco Amatzinac” (Figuras 4 — 6) que se
caracteriza por tener un baño blanco sobre una
superficie alisada; y tres pequeños platos que
estaban al interior del mismo. El sahumador tiene una base anular y tiene una base plana, pero
las paredes crecen a lo largo de la pieza formando
una enorme boca. En la parte superior, se tiene un
asa tipo canasta de medio círculo con aplicaciones triangulares y trapezoidales. a cada lado de
del asa, se observan dos aplicaciones circulares
y más abajo otras dos largas aplicaciones rectangulares, mientras que, en la parte inferior se tienen
una aplicación circular en cada lado.
Si suponemos que dos de aplicaciones
circulares representan los ojos de un animal, y
las largas son como branquias, entonces podemos considerar que las aplicaciones inferiores
corresponden a las “barbas” de ciertos animales
acuáticos como los bagres o los ajolotes (figura 7). Ya el propio Grove propuso en el artículo
de 1984, que se trata de un rostro monstruoso,
y que por lo tanto representa al monstruo de la
tierra; interpretación que apoyamos plenamente,
pero que es posible esté inspirada en alguno de
estos dos animales, especialmente ya que el bagre es un terrible depredador, similar al jaguar en
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Figura 7. Ariba izq. Un bagre de río. Arriba der. Cabeza de un ajolote.
Abajo. Un camaleón Toro o Cornudo.
los ríos y por otra parte, el ajolote es considerado
un animal monstruoso dentro de la cosmovisión
mesoamericana.
Por lo que respecta al asa de estribo, ya
sea que se trate de los apéndices nasales del Bagre, o los apéndices de la cabeza del ajolote, es
evidente por su forma que está representando un
cerro, tal como se observa el cerro de la Cantera
al pie del asentamiento, mientras que, las aplicaciones triangulares y trapezoidales son el signo de lo “rugoso” lo “duro” la “roca”y la piel del
monstruo de la tierra, siendo las montañas las
protuberancias de su piel, tal como la boca es la
cueva y el acceso al inframundo.
Igual de importante que el rostro y sus
apéndices, la “espalda” de la vasija presenta un
conjunto de signos esgrafiados (figura 8). al centro, se tiene un cuadrado el cual está dividido en
cuatro secciones triangulares por medio de una
cruz de San Andrés. El cuadrante superior, presenta un círculo calado que atraviesa la pared
de la pieza. Por encima del cuadrado se observa
un motivo con forma de letra V repetido. A la izquierda y a la derecha se observan repetidos dos
grandes triángulos relativamente anchos y en
medio de ellos un tercer triángulo más estrecho.
En cuanto al significado de estos signos,
debemos considerar que el cuadrado con la cruz
de San Andrés, está representando un fenómeno
que se repite año con año, el desplazamiento del
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Figura 8. Signos esgrafiados y calados en la parte superior del sahumerio. 1. El plano con el desplazamiento solar, denota día, año, pero
también es el mundo y sus esquinas, así como el lomo del monstruo
de la Tierra 2. oradación que representa el sol. 3. Las motañas en cada
una de las esquinas del mundo como pilares que sostienen la bóveda
celeste y también las patas del monstruo. 4. La apertura de la tierra,
pero tambiénla boca y la cabeza del monstruo.
sol en su salida y puesta del Sur hacia la parte
central del horizonte desde el solsticio de invierno
hasta el equinoccio de primavera, para comenzar
su tránsito hacia el extremo sur en el solsticio de
verano para regresar a la parte central en el equinoccio de otoño y comenzar su desplazamiento
hacia el sur hacia el solsticio de invierno (figura 9).
De tal manera, por una parte, representa la
fuerza caliente del sol y su desarrollo a lo largo del
año, pero a su vez con su tránsito establece las
cuatro esquinas de la tierra, conformando el cosmos tal como lo plasmaron los pueblos mesoamericanos. Muy probablemente, el círculo calado
haga referencia al sol (figura 6), al mismo tiempo
que de haberse usado el sahumerio, la luz de las
brazas y el humo del copal habría salido por esa
horadación desde la boca-inframundo para unirse
al cielo-sol sobre la superficie del bracero, uniendo una vez más las fuerzas mánticas telúricas
con las celestes. Los cuatro signos con forma de
triángulos grandes, refuerzan el concepto de los
cuatro rumbos del universo, las cuatro esquinas,
y en cada una de ellas un cerro o triángulo sosteniendo la bóbeda celeste, tal como lo estableció
el primer signo (figura 8). Esta reiteración es muy
común en el código de representación olmeca,
pretendiendo establecer la sacralidad del objeto
repitiendo una y otra vez un concepto ya sagrado de por si. Los dos motivos con forma de letra
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Figura 9. Representación del tránsito solar desde la perspectiva de la
superficie terrestre. vista desde el frente.
Figura 10. Platos que se encontraban al interior de la boca del
sahumador.
V, representa además de la cabeza del monstruo
(figura 8), está repitiendo un motivo que se repite insistentemente en el código de representación olmeca, la V, es tanto la abertura que hace el
bastón plantador para permitir el sembrado de la
semilla, como es la apertura de la tierra, una vez
más, la boca de la cueva lugar por el cual se logra la comunicación con los sobrenaturales, los
hombres-jaguares que comparten esa hendidura
al igual que el cráneo del jaguar. De tal manera,
toda la superficie de la tierra no es sino la piel del
monstruo primigenio sobre el cual se desarrolla
la vida, tal como se presenta en el camaleón toro
(figura 7) y es la cueva, el acceso sagrado que
permite ingresar al tiempo y espacios sagrados.
su lomo) y el mundo celeste (el humo del copal al
ser utilizado o el propio espacio fuera del bracero)
Del mismo modo, el personaje inhumado comienza
un periplo que va de su introducción al inframundo en su tumba hasta finalmente alcanzar el plano celeste, sin abandonar la boca del monstruo de
la tierra. Así mismo, cualquier cosa que haya sido
ofrendada dentro de cada uno de los platos, debió
de servir para su tránsito a lo largo de los tres niveles del cosmos para una vez más, tal como cuando
usaba su altar-trono, establecer la unión entre el
mundo celeste, el de los hombres y el inframundo
y así traer el tiempo y espacio sagrado a los hombres, dar los mandatos y ofrecer justicia.
Referencias
Por último, al interior de la boca del monstruo se colocaron tres pequeños platos del mismo tipo Amatzinac Blanco (figura 10), los tres
son semiesféricos sin embargo, uno de ellos fue
decorado con pequeños festonados en el borde,
dandole una apariencia más rugosa y que, de
acuerdo con la ilustración que presenta el artículo original, fue colocado hasta abajo, por lo
que, refuerza la hipótesis de que cada uno de los
platos representa uno de los niveles del cosmos.
Así, el platito festonado representa al inframundo, el segundo plato el de las fuerzas celestes
y por último el tercer plato representa al plano
celeste. Una vez más nos encontramos frente a
la típica reiteración olmeca, donde en la boca del
Monstruo se encuentran a su vez, los tres niveles
del universo y su unión y es el propio sahumerio a
su ves la representación del inframundo (el monstruo) la superficie de los hombres (el esgrafiado en
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Fash, William Jr. “7. The Altar and Associated
Features” en Ancient Chalcatzingo. David C. Grove ed. University of Texas Press,
Austin. 1987. pp- 82 - 94.
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Editor de este número:
Giselle Canto Aguilar
Órgano de difusión de la
comunidad del INAH Morelos
Consejo Editorial
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Giselle Canto Aguilar
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Raúl González Quezada
Luis Miguel Morayta Mendoza
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de sus autores.
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Coordinación de difusión
Adriana Paola Ascencio Zepeda
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Crédito foto portada:
Sahumerio de la ofrenda del entierro
105 del Chalcatzngo vista desde atrás.
Se observa los signos incisos y calados
sobre la superficie.
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Matamoros 14, Acapantzingo,
Cuernavaca, Morelos.
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