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Conexión con el mundo celeste y el inframundo: Chalcatzingo

2021, Suplemento Cultural El Tlacuache

En el entierro 105 de Chalcatzingo, asociado a una casa de la fase barranca, se encontró un pequeño bracero acompañado por tres platos. El bracero estaba marcado con una serie de signos asociados al código de representación olmeca, y la propia forma del mismo también está asociado al mismo código por lo que se hace una propuesta en referencia a su significado, el cual estuvo cargado de referencias a conceptos asociados a la sacralizad olmeca.

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA C omo es por todos conocido, Chalcatzingo se encuentra al oriente del estado de Morelos, municipio de Jantetelco, al pie de tres imponentes cerros; los cuales se les llama el Cerro Gordo, el Cerro delgado y el Cerro de la Cantera. El sitio presenta una ocupación muy larga, la más importante es la que ocurre entre los años 1200 a.C hasta el 400 a.C. Este largo periodo, que corresponde al final del Preclásico Temprano (1500 a 1000 a.C.) y todo el Preclásico Medio (1000 - 400 a.C. ) se caracteriza por la existencia de lo que se ha denominado el fenómeno o la cultura olmeca; momento en que la vida aldeana se hace más compleja y comienza a manifestarse el fenómeno urbano, las sociedades dejan de ser igualitarias y comienza la diferenciación social, el ritual deja de ser principalmente a la fertilidad femenina y comienzan a aparecer los sobrenaturales masculinos, que posteriormente darán pie de las deidades mesoamericanas. Este fenómeno se extiende por una gran parte de Mesoamérica. Se considera que la cultura olmeca no fue producto de un pueblo en específico, sino el resultado de la interacción de muchos pueblos que crearon una nueva ideología, tomando como base la cultura aldeana preexistente, y que lograron difundir esta nueva forma de pensar y organizar a la sociedad a través una poderosa herramienta, un código, que sin recurrir a la lengua que hablaba cada uno de los grupos, podía plasmar en la cerámica, en la piedra y muy probablemente pintado en muchos materiales esta nueva cosmogonía, con sobrenaturales tan impresionantes que hasta la fecha el observador moderno se siente sobrecogido ante las poderosas representaciones de estas entidades. Las investigaciones dirigidas por David Grove entre los años 1971 y 1974 en Chalcatzingo, permitieron establecer una secuencia cultural para el fenómeno olmeca que abarca tres grandes fases, a las cuales denominó Amáte (1200 — 1000 a.C.), Barranca (1000 — 800 a.C) y Cantera (800 — 400 a.C.). Para la fase Barranca fue tallado el Monumento 22 que da pie al presente artículo, resulta una mezcla de los dos tipos de altar trono, tanto los encontrados en la Costa del Golfo, como los que están hechos por medio de una estructura arquitectónica (figura. 1). Este altar estuvo formado por por lo menos tres hiladas de enormes bloques de roca andesita labrados con forma rectangular, casi como sillares, estando las dos primeras hiladas alineadas, mientras que la tercera se dejó sobresalir con una ligera cornisa lo que le da el aspecto de mesa que tienen los altares de la Costa del Golfo. La cara del altar fue decorada con los ojos del Monstruo de la tierra. Originalmente, debió de encontrarse en un lugar público, donde todos pudieran presenciar cómo el gobernante ocupaba el centro del universo y desde allí estableciera políticas, impartiera instrucciones y administrara justicia. sin embargo, para el final de la fase Barranca fue removido de Figura 1. Izquierda. Monumento 22 de Chalcatzingo visto desde el Norte. Derecha, visto desde el Noroeste. 2 SUPLEMENTO CULTURAL EL TLACUACHE / NÚMERO 985 CENTRO INAH MORELOS Figura 2. Cista de piedra donde se inhumó el cuerpo del entierro 105 de Chalcazingo, al interior del Monumento 22. Tomada del artículo: Flash, William. 1984: 88 fig. 7.13 donde quiera que fuera su lugar original y trasladado hasta donde se encuentra actualmente. bezas no representan a personajes míticos. Por el contrario, se trata de retratos de individuos de personas que anduvieron en esa población y que interactuaron con sus habitantes. Muy probablemente, se trata del retrato del gobernante que utilizó el altar-trono y la conversión del altar-trono a la cabeza colosal, debió tener un fin similar a la reconstrucción del altar de manera “equivocada”. De tal manera para finales de esta fase e inicio de la Fase Cantera (800 — 400 a.C.) se removió por completo el altar, y se trasladó hasta la ubicación actual donde existía una casa de la Fase Barranca, la cual tuvo por lo menos dos entierros de dos personajes muy importantes (entierros 109 y 112) —que serán motivo para otro artículo—. El altar-trono de Chalcatzingo (el monumento 22), el entierro 105 y su ofrenda. Donde originalmente existía una casa, cuyos entierros muestran la pertenencia a la élite gobernante de Chalcatzingo para la fase Barranca, fue trasladado el altar y se construyó una nueva plataforma que destruyó y cubrió los restos de esta casa. Sin embargo, el altar no fue reconstruido exactamente tal y como debió de estar originalmente; sino que una de las piedras donde estaba el globo ocular izquierdo, se colocó de manera equivocada como parte de la cornisa del otro extremo del altar. No se sabe si esto fue un error por parte de quienes reconstruyeron el altar, o si esto se realizó de manera intencional, con el propósito de “matar” al altar y “desactivar” las fuerzas mánticas que debía contener dicha estructura. Este evento nos permite a su vez hablar de un fenómeno que al parecer fue exclusivo de la región de la costa del golfo. En algún momento a finales de esta etapa, entre el año 900 a 800 a.C. y durante los siguientes 200 años —de acuerdo con el consenso de los investigadores—, los pobladores de San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes comenzaron a destruir los altares para convertiros en las representaciones de personas en específico. A diferencia de las representaciones llevadas a cabo durante los 400 años anteriores, estas ca- Figura 3. Entierro 105 de Chalcatzingo, una vez removida la tapa de la cista. Se observa la ofrenda compuesta por el sauhmerio y los platos sobre las rodillas del personaje. Tomada del Artículo: Flash, William. 1984: 88 fig. 7.14 CONEXIÓN CON EL MUNDO CELESTE Y EL INFRAMUNDO: CHALCATZINGO 3 INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA Figura 4. Sahumerio de la ofrenda del entierro 105 de Chalcatzingo. Se observan los ojos, los apéndices, la gran boca del monstruo de la tierra y el asa de canasta con la representación del cerro. Figura 5. Sahumerio de la ofrenda del entierro 105 de Chalcatzngo vista desde el frente. Durante la reconstrucción del altar, se destruyó la casa de la fase Barranca y se construyó un patio hundido a manera de pequeña plaza, de tal manera hubo un cambio diametral entre el uso público del altar, para convertirlo en un trono-altar de culto privado. Así mismo, se colocó de manera “equivocada” dos lozas, con el propósito de desactivar las fuerzas del altar. Para esto, se excavo parcialmente la terraza natural y se construyó un primer muro para retener la excavación por 70cm detras del actual muro expuesto. De acuerdo con el arqueólogo William Flash, responsable de la excavación de esta área, en el momento de la construcción del altar se realiza la inhumación del personaje del entierro 105 (Flash, William. 1984: 94) (Figuras 2 y 3) de tal manera, se construyó una cista o cripta en palabras del autor, con grandes lajas de piedra. Al interior de esta tumba se colocó a un individuo adulto acostado de espaldas, con la cabeza viendo hacia el Norte. Tuvo a manera de ofrenda 7 vasijas, cuatro de ellas son las que han sido seleccionadas para el presente artículo y fueron colocadas sobre sus rodillas, una quinta olla fue colocada a los pies del personaje y un segundo sahumerio se colocó sobre las lozas que cerraban la cripta. Una cuarta vasija, similar al sahumerio, la colocarán sobre las lajas que tapan la cista de piedra, pero que se fragmentó. 4 Figura 6. Sahumerio de la ofrenda del entierro 105 del Chalcatzngo vista desde atrás. Se observa los signos incisos y calados sobre la superficie. Las piezas de la ofrenda seleccionadas son un pequeño sahumador del tipo denominado “Blanco Amatzinac” (Figuras 4 — 6) que se caracteriza por tener un baño blanco sobre una superficie alisada; y tres pequeños platos que estaban al interior del mismo. El sahumador tiene una base anular y tiene una base plana, pero las paredes crecen a lo largo de la pieza formando una enorme boca. En la parte superior, se tiene un asa tipo canasta de medio círculo con aplicaciones triangulares y trapezoidales. a cada lado de del asa, se observan dos aplicaciones circulares y más abajo otras dos largas aplicaciones rectangulares, mientras que, en la parte inferior se tienen una aplicación circular en cada lado. Si suponemos que dos de aplicaciones circulares representan los ojos de un animal, y las largas son como branquias, entonces podemos considerar que las aplicaciones inferiores corresponden a las “barbas” de ciertos animales acuáticos como los bagres o los ajolotes (figura 7). Ya el propio Grove propuso en el artículo de 1984, que se trata de un rostro monstruoso, y que por lo tanto representa al monstruo de la tierra; interpretación que apoyamos plenamente, pero que es posible esté inspirada en alguno de estos dos animales, especialmente ya que el bagre es un terrible depredador, similar al jaguar en SUPLEMENTO CULTURAL EL TLACUACHE / NÚMERO 985 CENTRO INAH MORELOS 4 1 2 3 3 Figura 7. Ariba izq. Un bagre de río. Arriba der. Cabeza de un ajolote. Abajo. Un camaleón Toro o Cornudo. los ríos y por otra parte, el ajolote es considerado un animal monstruoso dentro de la cosmovisión mesoamericana. Por lo que respecta al asa de estribo, ya sea que se trate de los apéndices nasales del Bagre, o los apéndices de la cabeza del ajolote, es evidente por su forma que está representando un cerro, tal como se observa el cerro de la Cantera al pie del asentamiento, mientras que, las aplicaciones triangulares y trapezoidales son el signo de lo “rugoso” lo “duro” la “roca”y la piel del monstruo de la tierra, siendo las montañas las protuberancias de su piel, tal como la boca es la cueva y el acceso al inframundo. Igual de importante que el rostro y sus apéndices, la “espalda” de la vasija presenta un conjunto de signos esgrafiados (figura 8). al centro, se tiene un cuadrado el cual está dividido en cuatro secciones triangulares por medio de una cruz de San Andrés. El cuadrante superior, presenta un círculo calado que atraviesa la pared de la pieza. Por encima del cuadrado se observa un motivo con forma de letra V repetido. A la izquierda y a la derecha se observan repetidos dos grandes triángulos relativamente anchos y en medio de ellos un tercer triángulo más estrecho. En cuanto al significado de estos signos, debemos considerar que el cuadrado con la cruz de San Andrés, está representando un fenómeno que se repite año con año, el desplazamiento del 3 3 Figura 8. Signos esgrafiados y calados en la parte superior del sahumerio. 1. El plano con el desplazamiento solar, denota día, año, pero también es el mundo y sus esquinas, así como el lomo del monstruo de la Tierra 2. oradación que representa el sol. 3. Las motañas en cada una de las esquinas del mundo como pilares que sostienen la bóveda celeste y también las patas del monstruo. 4. La apertura de la tierra, pero tambiénla boca y la cabeza del monstruo. sol en su salida y puesta del Sur hacia la parte central del horizonte desde el solsticio de invierno hasta el equinoccio de primavera, para comenzar su tránsito hacia el extremo sur en el solsticio de verano para regresar a la parte central en el equinoccio de otoño y comenzar su desplazamiento hacia el sur hacia el solsticio de invierno (figura 9). De tal manera, por una parte, representa la fuerza caliente del sol y su desarrollo a lo largo del año, pero a su vez con su tránsito establece las cuatro esquinas de la tierra, conformando el cosmos tal como lo plasmaron los pueblos mesoamericanos. Muy probablemente, el círculo calado haga referencia al sol (figura 6), al mismo tiempo que de haberse usado el sahumerio, la luz de las brazas y el humo del copal habría salido por esa horadación desde la boca-inframundo para unirse al cielo-sol sobre la superficie del bracero, uniendo una vez más las fuerzas mánticas telúricas con las celestes. Los cuatro signos con forma de triángulos grandes, refuerzan el concepto de los cuatro rumbos del universo, las cuatro esquinas, y en cada una de ellas un cerro o triángulo sosteniendo la bóbeda celeste, tal como lo estableció el primer signo (figura 8). Esta reiteración es muy común en el código de representación olmeca, pretendiendo establecer la sacralidad del objeto repitiendo una y otra vez un concepto ya sagrado de por si. Los dos motivos con forma de letra CONEXIÓN CON EL MUNDO CELESTE Y EL INFRAMUNDO: CHALCATZINGO 5 INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA N W E S Figura 9. Representación del tránsito solar desde la perspectiva de la superficie terrestre. vista desde el frente. Figura 10. Platos que se encontraban al interior de la boca del sahumador. V, representa además de la cabeza del monstruo (figura 8), está repitiendo un motivo que se repite insistentemente en el código de representación olmeca, la V, es tanto la abertura que hace el bastón plantador para permitir el sembrado de la semilla, como es la apertura de la tierra, una vez más, la boca de la cueva lugar por el cual se logra la comunicación con los sobrenaturales, los hombres-jaguares que comparten esa hendidura al igual que el cráneo del jaguar. De tal manera, toda la superficie de la tierra no es sino la piel del monstruo primigenio sobre el cual se desarrolla la vida, tal como se presenta en el camaleón toro (figura 7) y es la cueva, el acceso sagrado que permite ingresar al tiempo y espacios sagrados. su lomo) y el mundo celeste (el humo del copal al ser utilizado o el propio espacio fuera del bracero) Del mismo modo, el personaje inhumado comienza un periplo que va de su introducción al inframundo en su tumba hasta finalmente alcanzar el plano celeste, sin abandonar la boca del monstruo de la tierra. Así mismo, cualquier cosa que haya sido ofrendada dentro de cada uno de los platos, debió de servir para su tránsito a lo largo de los tres niveles del cosmos para una vez más, tal como cuando usaba su altar-trono, establecer la unión entre el mundo celeste, el de los hombres y el inframundo y así traer el tiempo y espacio sagrado a los hombres, dar los mandatos y ofrecer justicia. Referencias Por último, al interior de la boca del monstruo se colocaron tres pequeños platos del mismo tipo Amatzinac Blanco (figura 10), los tres son semiesféricos sin embargo, uno de ellos fue decorado con pequeños festonados en el borde, dandole una apariencia más rugosa y que, de acuerdo con la ilustración que presenta el artículo original, fue colocado hasta abajo, por lo que, refuerza la hipótesis de que cada uno de los platos representa uno de los niveles del cosmos. Así, el platito festonado representa al inframundo, el segundo plato el de las fuerzas celestes y por último el tercer plato representa al plano celeste. Una vez más nos encontramos frente a la típica reiteración olmeca, donde en la boca del Monstruo se encuentran a su vez, los tres niveles del universo y su unión y es el propio sahumerio a su ves la representación del inframundo (el monstruo) la superficie de los hombres (el esgrafiado en 6 Fash, William Jr. “7. The Altar and Associated Features” en Ancient Chalcatzingo. David C. Grove ed. University of Texas Press, Austin. 1987. pp- 82 - 94. SUPLEMENTO CULTURAL EL TLACUACHE / NÚMERO 985 CENTRO INAH MORELOS Editor de este número: Giselle Canto Aguilar Órgano de difusión de la comunidad del INAH Morelos Consejo Editorial Erick Alvarado Tenorio Giselle Canto Aguilar Eduardo Corona Martínez Raúl González Quezada Luis Miguel Morayta Mendoza Tania Alejandra Ramírez Rocha El contenido es responsabilidad de sus autores. Karina Morales Loza Coordinación de difusión Adriana Paola Ascencio Zepeda Formación y diseño Apoyo operativo y tecnológico Centro de Información y Documentación (CID) Sugerencias y comentarios: [email protected] Crédito foto portada: Sahumerio de la ofrenda del entierro 105 del Chalcatzngo vista desde atrás. Se observa los signos incisos y calados sobre la superficie. Centro INAH Morelos Matamoros 14, Acapantzingo, Cuernavaca, Morelos. 11