Carlos II. La Nobleza
ELOÍSA RAMÍREZ VAQUERO
C
omo se va exponer en algunos de los puntos más conflictivos del complejo tema, la larga generación conformadora del reinado de Carlos II
(1349-1387) marca el tramo final de la gran inflexión tardo-medieval del
círculo hereditario de poder que había sido la vieja nobleza navarra, armadura primordial de la monarquía desde lejanos albores.
El bloqueo definitivo de la frontera política, las alternativas dinásticas, el
ritmo cambiante de la vida económica y el robustecimiento del grupo social
burgués -los «francos» o «ruanos» de las «buenas villas»-, habían cooperado
desde comienzos del siglo XIII a un progresivo desajuste entre las dimensiones estructurales y el peso funcional de la aristocracia de sangre de los «infanzones» o «hidalgos». Estas constituían a mediados de la siguiente centuria
aproximadamente un 15% de la población del reino. La espiral de las fragmentaciones sucesorias de la hacienda inmueble familiar y la devaluación
creciente de las rentas campesinas habían mermado los medios ordinarios de
subsistencia de la mayoría. Por añadidura, sólo una pequeña parte podía
hallar acomodo en el ancestral oficio de las armas, la «caballería», y la correspondiente lucración de soldadas o «mesnaderías».
El escalón minoritario de los «caballeros» -la nobleza media- acaparaba
también los servicios y emolumentos de la creciente burocracia civil y los
beneficios eclesiásticos mejor dotados, sectores a los que tuvieron igualmente
acceso cada vez más frecuente los miembros de la boyante burguesía. Como
el deterioro de la posición y las expectativas económicas de los «infanzones»
de base fue acompañado por el paulatino desgaste de su fuerza política hasta
la yugulación definitiva de las «juntas» en el primer tercio del siglo XIV, el
«estado» o representación de la nobleza en las Cortes del reino acabó asimismo monopolizado por las estirpes más afortunadas de «caballeros». Incluso
algunas de éstas hallaron con Carlos II y en sus audaces empresas insospechadas oportunidades de prosperidad y medro político y social, y mediante
convenientes lazos de parentesco pudieron alcanzar incluso el supremo peldaño de la alta nobleza.
La cúspide selecta de los simbólicos doce linajes de «ricoshombres» -perpetuados en la emblemática- se había fracturado gravemente como consecuencia de la conmoción dinástica de 1274 y sus secuelas inmediatas; se
añadió enseguida el hiriente impacto de las crisis económicas en los sensibles
rendimientos de unos patrimonios fundamentalmente agrarios. Sólo los circuitos endogámicos de casta pudieron salvar del naufragio a algunas ilustres
prosapias, y otras debieron su crecimiento a la aplicación por Carlos II del
sistema de mercedes o «donos» -de momento prevalentemente temporales o
vitalicios- de parcelas o productos del dominio de la Corona.
[1]
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ELOÍSA RAMÍREZ VAQUERO
Todas estas mutaciones de pausada génesis confluyen en el traumático
período de Carlos II. Se eclipsaron entonces algunas viejas estirpes, otras se
renuevan y acrisolan, emergen con pujanza las oriundas de la «reserva» humana de Ultrapuertos, y se remodelan con viveza las redes de clanes transfronterizos. Se insinúa además el alumbramiento de óptimas alcurnias desde
las ramas bastardas de la propia familia regia. Por otra parte, se camina ya
hacia la ruptura, más o menos simulada, del hermetismo sucesorio del grupo
nobiliario mediante la concesión graciosa de las «hidalguías» como formalidad mentalmente enaltecedora y requisito de cualquier promoción, aunque
con escasa repercusión directa en la forma de vida y la posición económica.
La evolución del régimen tributario -en particular la generalización de las
«ayudas» y «peticiones», teóricamente extraordinarias- había ido menguando la cuantía relativa de los tradicionales privilegios fiscales y acortando, por
tanto, las distancias reales entre los «hombres de linaje» y la masa de condición inferior de los «labradores», «collazos» o «pecheros».
REMUNERACIÓN DE SERVICIOS Y FIDELIDADES
La etapa que ocupa el reinado de Carlos II se caracteriza, entre otras
cosas, por grandes necesidades militares; primero en Francia y luego en
Navarra, para no hablar de la expedición a Albania (1376) y la de Portugal
(1384). Mencionando sólo las más relevantes, contamos además con intervenciones de guerra en 1354 (Normandía), 1362-63 (Aragón), 1368 y 1378 (Castilla); todas ellas dan al estamento nobiliario ocasión para ejercer una de las
funciones que mejor lo caracterizan, el servicio de armas. Ya entonces los
beneficios reales que estos servicios conllevan son, además de una dotación
de medios económicos para mantener la hueste, un premio a la función
defensiva y un afianzamiento de los vínculos de fidelidad. Durante el reinado
de Carlos II todavía los nobles no son sistemáticamente dotados de patrimonio a costa de los bienes de la corona, aunque se vislumbra una tendencia
hacia esa práctica. En 1350, por ejemplo, sólo dos ricoshombres poseen
bienes donados por el rey bajo condición de perpetuidad (hereditarios): el
señor de Agramont y el de Luxa 1. Hasta 1364 no se incrementará esta
nómina de donaciones a perpetuidad; entonces Berradeco de Saint Per recibe
un importante lote de rentas y heredades en la tierra de Osses (Cisa) y en los
peajes de Pamplona y Roncesvalles
en razón del homenaje ligio que ha prestado al rey de Navarra 2.3 También entonces Mores de Buck recibe 4rentas en
Larraga por igual razón , aunque al año siguiente ya no se le cita .
En 1368 aparece en este apartado el canciller de Hanencourt, valioso
servidor de Carlos II en Francia, a quien había ayudado a liberar de prisión.
Recibirá, y así las conservará hasta 1373, las villas de Lesaca y Vera, aparte de
una serie de ferrerías e ingresos procedentes de peajes, sin la soberanía, pero
para cobrar de su propia mano 5 .
1. A.G.N. Comptos, Registro 61, f. 96.
2. 7 de julio de 1364. A.G.N. Comptos, Reg. 111, f. 47.
3. 24 de julio de 1364. A.G.N. Comptos, Reg. 111, f. 47
4. A.G.N. Comptos, Reg. 113, f. 51 v.
5. A.G.N. Comptos, Reg. 125, f. 46v-47 y Reg. 148, f. 41v.
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[2]
CARLOS II. LA NOBLEZA
En los años siguientes, después de la sentencia del cardenal de Boulogne,
las donaciones a perpetuidad vuelven a ser únicamente las de los señores de
Luxa y Agramont, aunque todavía en 1373 cobraba el señor de Saint Per 6.
No será hasta 1387, y por concesión de Carlos III, cuando se 7introduzca un
nuevo destinatario de este tipo de rentas, Robin de Echesnes .
Junto a la escasez de los donos hereditarios, sí son, en cambio, abundantes
las donaciones de tipo vitalicio o temporal. En ellas se entregan fracciones de
rentas o bienes raíces (excepcionalmente la totalidad de las pechas) y sirven de
pago de servicios, mesnadas, oficios, etc. Así, García Martínez
de Peralta
cobra en 1370 un dono «mientras siguiese al servicio del rey»9 8, y Carlos de
Beaumont otro «hasta que fuese proveído de rentas» en 1377 . Sabemos que
muchas de estas rentas parciales o totales, concedidas con carácter vitalicio o
temporal en estas fechas, se convertirían en posesiones hereditarias en el siglo
XV. Así, los bienes que recibieron los Lacarra en Ablitas en 1361 -con
carácter temporal- se convirtieron en vitalicias con Carlos III y, a finales del
siglo XV, la familia los poseía a perpetuidad 10. De igual manera, el dono
vitalicio de la mitad de las pechas de Valderro que tenían Oger de Garro y
María de Echauz en 1386 sería el núcleo fundamental del11 futuro vizcondado
de Valderro que ostentarían sus descendientes en 1408 .
El lugar de Rada sería objeto de largas vicisitudes a lo largo de todo el
siglo. El rey Luis el Hutín lo había cedido a Oger de Mauleón a perpetuidad a
cambio del lugar de Mauleón en una fecha tan temprana como 1307 y con un
indudable deseo de implantar a la12familia en la Navarra peninsular; sólo había
retenido la alta justicia y el resort . En 1351 Juan de Mauleón había prestado
homenaje ligio por ello, y recibido la jurisdicción simple 13 ; parece, así, que
desde la donación inicial se va produciendo un retroceso en los derechos del
titular14 del señorío. En 1364 Carlos II nombró a un Azagra como alcaide del
lugar y en 1375 dio el señorío a Nicolás de Beaufort, señor de Caumont 1 5 ;
finalmente, en 1379, Pedro Arnalt de Mauleón volvió a recibirlo en homenaje
ligio pero sin la justicia alta, baja ni mediana y de forma vitalicia 16. No sería
hasta el reinado de Carlos III cuando el señorío volvería
a los Mauleón con
carácter hereditario, aunque a una rama femenina 17 que había emparentado
con los Agramont.
6. A.G.N. Comptos, Reg. 151, f. 59v.
7. A.G.N. Comptos, Reg. 193, f. 57v.
8. A.G.N. Comptos, Reg. 137, f. 71v.
9. A.G.N. Comptos, Reg. 161, f. 175v.
10. J.R. CASTRO, Catálogo de la sección de Comptos. Documentos, III, n. 796 y XXVI,
n. 56.
11. 15 de mayo de 1408. J.R. CASTRO, Catálogo, XXVII, n. 1.246.
12. J.R. CASTRO, Catálogo, II, n. 665.
13. J.R. CASTRO, Catálogo, II, n. 388.
14. J.R. CASTRO, Catálogo, V, n. 231.
15. J.R. CASTRO, Catálogo, IX, n. 923.
16. J.R. CASTRO, Catálogo, XII, n. 945.
17. J.R. CASTRO, Catálogo, XXV, n. 113 y Reg. 309, f. 2r-4r.
[3]
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ELOÍSA RAMÍREZ VAQUERO
FIGURAS REPRESENTATIVAS DE LA ALTA NOBLEZA DE
SANGRE Y DE SERVICIO
Un repaso a las actas de coronación de los reyes Evreux permite esbozar
algunas consideraciones. Entre 1329 y 1350 (Coronación de Juana II y Felipe
III y la de Carlos II) aparecen, en la nómina de ricoshombres que están
presentes en el acto, ocho nombres nuevos (de un total de 12 y 14, respectivamente). Son Martín Enríquez de Lacarra -alférez-, el señor de Luxa, Gil
García de Yáñiz -señor de Otazu-, Fernando Gil de Asiáin, el señor de
Ahaxe, Martín García de Olloqui, Juan Martínez de Eusa y Juan Ramírez de
Arellano. Entre una y otra fecha sólo se mantienen las familias de Lehet,
Medrano, Agramont y Monteagudo. En la coronación de Carlos III (1390)
solamente permanecen -de los presentes en 1350- el señor de Agramont, el
de Luxa, el linaje de los Lacarra, los Medrano y una rama de los Arellano;
están sin embargo el señor de Domezáin, el capitán de Lourdes (Juan de
Bearne), Pedro de Laxaga y Leonel de Navarra (hijo ilegítimo de Carlos II),
junto con algún navarro.
Falta, con todo, Carlos de Beaumont, ricohombre y
alférez del reino 18.
Así pues, entre 1329 y 1390, a la vez que se observa una continuada
presencia de ciertas familias -Agramont, Medrano, Sault- vemos una relativa
movilidad y un notable ascenso de familias procedentes de las tierras de
Ultrapuertos.
Aparte de las razones biológicas -suficientemente
explicadas 1 9 - cabe distinguir aquí una serie de procesos: ajustes de fidelidades, promoción a través de la guerra y un constante juego de intereses dentro
del intenso reinado de Carlos II.
Junto a una serie de linajes identificados de un modo u otro con la política
castellana -fundamentalmente- y aragonesa, que tras diversos vaivenes quedaron total o parcialmente excluidos de la confianza del rey, hay otros que se
mantienen junto a los monarcas, vinculados a él por diversas razones: un
progresivo ascenso en el escalafón de las funciones públicas (Laxaga, Peralta)
o pactos expresos de fidelidad (Agramont, Luxa, Domezáin). A partir fundamentalmente de 1378 el rey protegió y consolidó a miembros ilegítimos de su
propia familia: los Navarra y los Beaumont.
18. J. ZABALO ZABALEGUI, La administración del reino de Navarra en el siglo XIV,
Pamplona, 1973, p. 210-211 (nota 945).
19. S. DE MOXÓ estudió ampliamente estas cuestiones para el reino de Castilla (De la
nobleza vieja a la nobleza nueva. La transformación nobiliaria castellana en la Buja Edad
Media, «Cuadernos de Historia de España», 3, Madrid 1969, p. 1-210. E. PERROY {Social
mobility among the «french noblesse» in the later Middle Ages, «Past and Present», n. 21, p.
31-34) explica que, tras un rastreo de las familias nobles entre 1200 y 1300 en Forez (actual
departamento del Loira), se puede concluir que la extinción de linajes es un hecho habitual que
obliga a una constante renovación. En cada siglo -explica- la nobleza pierde en torno a la
mitad de su gente, de forma que un linaje no sobrevive -por lo general- más de 3 ó 4
generaciones. Ya en esa fecha (s. XIII) indica también que la renovación procede de ramas
menores de la propia familia, de nobleza menor de regiones cercanas, de parientes del señor del
lugar y de personajes prósperos en los negocios y los oficios burocráticos. Autores
como P.
CONTAMMINE (The french nobility and the war, en «La France au XIVe et XVe siécles.
Hommes, mentalités, guerre et paix», X, p. 140) hablan incluso de una inexorable «ley de
extinción». Para Navarra ver también E. RAMÍREZ VAQUERO, La nueva nobleza navarra
tardómedieval. El linaje de los Lacarra, «Primer Congreso General de Historia de Navarra»
Pamplona, 1986.
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[4]
CARLOS II. LA NOBLEZA
LOS LINAJES TRANSFRONTERIZOS
Desde 1362 Carlos II permanecería en Navarra con relativa asiduidad,
pasados los momentos álgidos de sus maniobras políticas en Francia. Coincidía así con el recrudecimiento de las luchas peninsulares entre Pedro I de
Castilla y su hermanastro Enrique de Trastámara. La nobleza local, que
también había servido en Francia, se ocupó entonces -con mayor o menor
acierto- en la tortuosa política navarra de estos años, formando parte de los
continuos pactos del rey con uno y otro bando. Enseguida llama la atención
un sector de la nobleza situado de alguna manera en torno a la frontera o a los
intereses castellanos.
El infante Luis, gobernador del reino, había prohibido (1356) a los nobles
navarros formar parte2 0de los bandos que enfrentaban a Pedro I de Castilla y a
Pedro IV de Aragón ; aunque en 1361 acudieron tropas al mando del propio infante. En ellas iban también
Juan de Grailly, el señor de Oñate, García
Martínez de Peralta, y otros 21 . La venida del rey en 1362 propició una serie
de pactos con Castilla de tal forma que ese mismo año constan los gajes de las
tropas que iban en ayuda del monarca aragonés, dirigidas por Martín Enríquez de Lacarra -alférez-, Ramiro, señor de Asiáin, Juan Ramírez de22 Arellano -mariscal del rey-, Oger de Mauleón, Rodrigo de Uriz y otros .
Años después, cuando Enrique II, victorioso en Montiel (1369), se vio en
la necesidad de consolidar su trono, premiaría a una serie de nobles extranjeros y los dotaría de bienes en una zona fronteriza con los reinos de Aragón y
Navarra. Es el caso, por ejemplo, de Beltrán Du Guesclin (duque de Molina,
señor de Soria, Atienza y Almazán: 5 mayo, 1369) y también el del navarro
Juan Ramírez de Arellano, designado señor
de Cameros ya en 1366, en la
primera entrada de Enrique en Castilla 23 . Luis Suárez 24 explica que Enrique II pretendía asegurar la fidelidad de una especie de «marca fronteriza».
Las medidas que había tomado el infante Luis respecto a los nobles navarros
en 1356 y estas acciones de Enrique II en 1369 hacen pensar que la frontera
resultaba una zona de fidelidades personales variables. En la guerra castellana, la franja navarro-riojana y alavesa parecía tener un mayor peso petrista,
que es el partido que aparentemente Carlos II apoyó con mayor constancia.
El rey navarro ocuparía desde 1368 las plazas de Logroño, Salvatierra, Vitoria
y Laguardia 25 .
La zona navarro-guipuzcoana plantea además otros problemas que conviene tener en cuenta. Tal y como explica A. Insausti, los distintos intereses
de los bandos26 guipuzcoanos favorecieron diferentes actitudes ante la política
de Carlos II . Así, los oñacinos -que antes parecían enfrentarse a las autori20. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla (1350-1406) en «Historia de España» (Dirigida por
R. M E N É N D E Z PIDAL), XIV, p. 49.
21. A.G.N. Comptos, Reg. 99 f. 102-109v.
22. J. ZABALO ZABALEGUI, Participación navarra en la guerra de los dos Pedros. La
expedición a Murviedro de 1363, en «Homenaje a José María Lacarra», II, p. 780-781.
23.
L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla, p. 134-135.
24. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla, p. 129.
25. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla, p. 129.
26. A. INSAUSTI, LOS intereses banderizos en la definitiva configuración de la frontera
entre Guipúzcoa y el reino de Navarra, en «Primer Congreso General de Historia de Navarra»,
Pamplona, 1986.
[5]
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ELOÍSA RAMÍREZ VAQUERO
dades navarras- mantendrían una actitud favorable a Carlos II en 1368, puesto que -al contrario de los Guevara- les interesa una frontera fluida que les
permita acceder a los pastos de las sierras de Urbasa y Andía 27 . El mismo A.
Insausti recalca que son vasallos de Carlos II en 1350 (señor de Lazcano y los
Murúa, Oñaz y Blastegui) y que en 1368 lo apoyaron en su entrada a Guipúzcoa. Los compromisos de estos guipuzcoanos con Carlos II debieron de
ir en aumento a partir de 1350; en 1364 vemos entre los mesnaderos de la
merindad de las Montañas a Lope Ochoa de Murúa, Juan García de Murúa,
Martín Ibáñez, Pedro López, Jimeno Ibáñez, Juan Sánchez y Sansol de Urquiola;28y en la merindad de Estella a Beltrán Vélaz de Guevara señor de
Oñate . La documentación revela además que no sólo ayudaron a Carlos II
en su entrada a Guipúzcoa, sino que se trató de un apoyo eficaz y continuado
por parte de una serie de linajes relacionados con el banco oñacino: el señor
de Amézqueta protegía Villafranca de Ordicia -aparte de su propio castilloy enseguida aparece como merino de las Montañas (principios de 1369) 29 ,
Ayoro, señor
de Ugarte, guarnecía Rentería y servía al rey en Oyarzun en
30
esas fechas
,
y
Miguel Ibáñez de Urquiola era el alcaide de Atáun en junio
de 1369 31 . Constan igualmente los servicios del señor de Lazcano32(con el de
Luxa) en la penetración del rey en Guipúzcoa en ese mismo año . Cobran
además gajes por sus servicios al rey de Navarra el señor de Zabaleta, los del
linaje de Murúa y los de San Millán y Berástegui 33 . Todos ellos guarnecían
sus tierras respectivas; de tal forma que toda la franja navarro-guipuzcoana
quedaba protegida por gentes al servicio de Carlos II: Villafranca, Hernani y
Oyarzun.
Aún después de 1379 (paz de Briones) y de la consiguiente devolución de
las tierras guipuzcoanas a Enrique II, algunos señores de la zona siguieron
percibiendo algunos honorarios del Tesoro navarro: el señor de Lazcano
todavía cobraba su dono a voluntad por una orden del 24 febrero 1380 34 y el
navarro señor de Zabaleta mantenía su dono a vida sobre
los herbazgos del
Bidasoa y los molinos de Lesaca en 1381, 1385 y 1386 35 .
Tres linajes navarros sirven para ilustrar la basculante fidelidad de algunas
familias nobles: Uriz, Asiáin y Arellano.
El linaje de Arellano procede de la zona estellesa de La Solana, en donde
concentraron sus patrimonios
navarros. Juan Ramírez de Arellano era merino de la Ribera en 1350 36 y señor de Allo en38 1354 37 , acudió a Normandía al
servicio de Carlos II y estaba allí en 1357 , entre las tropas que llevaba el
27. La frontera navarro-guipuzcoana era relativamente fluida desde tiempo atrás, con
frecuentes operaciones de bandidaje. Vid. R. CIERBIDE MARTINENA, Conflictos fronterizos
entre Navarra, Guipúzcoa y Álava en el siglo XIV, en «Actas del I Congreso de Estudios
Históricos: Vitoria en la Edad Media». Vitoria, 1982, p. 449-470.
28. A.G.N. Comptos, Reg. 111, f. 23-24v.
29. A.G.N. Comptos, Reg. 132, f. 63-111.
30. A.G.N. Comptos, Reg. 132, f. 64v-65v.
31. A.G.N. Comptos, Reg. 132, f. 67v.
32. A.G.N. Comptos, Reg. 125, f. 75v.
33. A.G.N. Comptos, Reg. 132, f. 56v; 63v y 65v, f. 65 y 64v-65.
34. A.G.N. Comptos, Reg. 163, f. 37v.
35. A.G.N. Comptos, Reg. 169, f. 30-34v.; Reg. 183, f. 24; Reg. 189, f. 49v.
36. A.G.N. Comptos, Reg. 61, f. 75.
37. J.R. CASTRO, Catálogo, II, n. 611.
38. J.R. CASTRO, Catalogo, II, n. 1.074.
650
[6]
CARLOS II. LA NOBLEZA
alférez Martín de Lacarra 39. En agosto del año siguiente sería, junto al alférez, uno de los dos delegados de 40Carlos II que negociaron el tratado de
Bretigny firmado
en mayo de 1360 , y este mismo año se titulaba mariscal
del reino 41 .
Carlos II había tornado a Navarra una vez apaciguada la situación en
Francia y con él había vuelto gran número de tropas. El nuevo juego de
alianzas en la Península obligó a Navarra, como ya se ha visto, a intervenir
contra el rey de Aragón, con tropas entre las que sirvieron el alférez, Ramiro
Sánchez señor de Asiáin, Juan de Grailly -captal de Buch-, el mariscal Juan
Ramírez de Arellano -con otros miembros
de su linaje- y Rodrigo de Uriz
-capitán de Sangüesa y Lumbier- 42. El mariscal intervino además en la preparación de las vistas celebradas en Sos entre los reyes de Aragón y de
Navarra.
La década que va de 1360 a 1370 resulta de gran actividad para el rey y sus
ricoshombres. Por un lado, las posiciones navarras en Normandía seguían
reclamando atención; desde 1364 está entre los capitanes Rodrigo de Uriz 43 ,
que se titulará enseguida señor de Luxa por su matrimonio con la señora del
lugar y que en 1365 aparece como merino de Estella 44 . En esta 45
fecha (1365)
Juan Ramírez de Arellano recibía las villas de Arellano
y
Subiza
, así como
la condición de ricohombre para su hijo homónimo 46 .
La entrada de Enrique de Trastámara en Castilla en 1366 había ido precedida de una larga serie de negociaciones entre todos los reinos. En 1364 había
sido el mismo Juan Ramírez de Arellano quien -en nombre de Carlos IIhabía pactado con Aragón contra Pedro I de Castilla 47 ; pero Carlos II estaba
jugando dos48bazas a la vez, pues en noviembre de ese año firmaba acuerdos
con Pedro I . En diciembre, también a través del Arellano, Carlos II suscribió un acuerdo secreto con Pedro IV y con el pretendiente Trastámara que
permitirá49la entrada y posterior proclamación del conde como rey de Castilla
en 1369 . Por esto en la primera hornada de mercedes otorgadas por el
pretendiente castellano estaba, como ya se ha visto, la del señorío de Cameros, con todos los demás bienes de la casa castellana de Haro, para Juan
Ramírez de Arellano. También el señor de Asiáin había tomado parte en los
movimientos de tropas navarras
en torno a la frontera; en enero se había
aparejado51para la guerra 50 y en febrero era capitán de Murillo el Fruto y
Santacara . Hacia estas fechas Rodrigo de Uriz era merino de Estella (4
39. J.A. BRUTAILS, Documents des Archives de la chambre des comptes de Navarre
(1196-1384), París, 1890, n. 52 y 53.
40. J.M. LACARRA, Historia política del reino de Navarra desde sus orígenes hasta su
incorporación a Castilla, III, Pamplona, 1973, p. 65.
41. J.R. CASTRO, Catálogo, III, n. 532.
42. J.R. CASTRO, Catálogo, IV, n. 1.445. A.G.N. Comptos, Reg. 104, f. 116ss. y f.
91-106.
43. J.A. BRUTAILS, Documents, n. 96.
44. J. BALEZTENA, Catálogo del Archivo general Sección de Comptos. Papeles sueltos.
Segunda serie. (1237-1399) I, n. 146.
45. J.R. CASTRO, Catálogo, XX, n. 9.
46. J.R. CASTRO, Catálogo, V, n. 922.
47. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla, p. 89.
48. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla, p. 91.
49. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla, p. 100.
50. J.R. CASTRO, Catálogo, VI, n. 39.
51. J.A. BRUTAILS, Documents, n. 135.
[7]
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ELOÍSA RAMÍREZ VAQUERO
febrero 1366) y el rey le ordena inspeccionar las plazas de San Vicente,
Laguardia, Viana, Los Arcos y, si fuera necesario, las villas situadas «más allá
de Los Arcos»
para velar por su protección ante las compañías de Du
Guesclin 52.
Tras la primera victoria de Enrique de Trastámara y su posterior huida a
Francia, Carlos II continuó los contactos diplomáticos. El señor de Arellano
seguía siendo fiel al pretendiente castellano, sin dejar su vasallaje navarro. En
1368, por ejemplo, continúa titulándose mariscal de Navarra y cobrando sus
donos a voluntad 53 , mientras Carlos II iba progresivamente decantándose a
favor del rey castellano legítimo, y ese mismo año tomaba las plazas de
Logroño, Salvatierra, Vitoria y Laguardia, que no sólo eran de tradición
petrista, como se ha indicado, sino que además eran precisamente
las prometidas por Pedro I a Carlos II en el tratado de Libourne 54 . Entre los ricoshombres navarros que tomaron parte en la entrada a Castilla están Rodrigo
de Uriz y el señor de Asiáin (el alférez moriría ese mismo año y le sobrevivió
su hija Juana, casada precisamente con el señor de Asiaín); falta sin embargo
Juan Ramírez de Arellano,
y de su linaje sólo está presente Ramiro, que era el
merino de Estella 55 .
Enrique II se proclamó rey de Castilla de forma definitiva en 1369 -haciendo entonces efectivas las donaciones otorgadas en 1366, incluyéndola del
señorío de Cameros-, y Carlos II intentaría entonces un acercamiento al
vencedor a través de Juan Ramírez de Arellano. El 1 de mayo de 1370 se
firmaron las treguas; las posteriores negociaciones encargaron la solución de
los problemas navarro-castellanos a una sentencia arbitral 56. El señor de
Cameros siguió al servicio de Carlos II al menos hasta que en 1371 la reina
Juana -con un poder del rey del 28 de mayo de 1369 5 7 - le autorizó a
desligarse de su homenaje. Desde entonces Juan actuará desde la corte castellana, aunque todavía en 581377 cobraba por un reciente viaje a Sevilla al
servicio del rey de Navarra . Igualmente Rodrigo de Uriz, que mantenía su
vasallaje navarro, iría ganando prebendas en la corte
de Enrique II, y más
adelante casaría con una sobrina del rey castellano 59 .
Según las treguas firmadas, las plazas en litigio debían ser puestas en
rehenes: Logroño quedaría en manos de Ramiro de Arellano -que no se
había desligado de sus deberes con el rey de Navarra- y Vitoria sería encargada a Rodrigo de Uriz. El 16 de diciembre de 1371 todas están en manos de
Juan Ramírez de Arellano 60 . Junto a él está el representante francés
Jacques
de Penhaodit, a la espera del arbitraje del cardenal de Boulogne 61 .
Juan de Arellano no deja, sin embargo, de cobrar sus rentas en Arróniz y
52. J.A. BRUTAILS, Documents, n. 195.
53. A.G.N. Comptos, Reg. 125, f. 63.
54. S. HERREROS LOPETEGUI, La intervención de Carlos II en Álava, (1368) en «La
Formación de Álava», Congreso de Estudios Históricos, Comunicaciones I, p. 472.
55. S. HERREROS LOPETEGUI, La intervención de Carlos II..., p. 474-477.
56.
L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla, p. 147-148.
57. J.R. CASTRO, Catalogo, VIII, n. 554.
58. A.G.N. Comptos, Reg. 159, n. 37v.
59. La crónica de los reyes de Navarra del príncipe de Viana, Ed. Carmen Orcástegui,
Pamplona, 1978, p. 203-204.
60. J.R. CASTRO, Carlos III el Noble, rey de Navarra, Pamplona, 1967, p. 48.
61. J.R. CASTRO, Catálogo, VIII, n. 637 y 702.
652
[8]
CARLOS II. LA NOBLEZA
Sesma 62, las pechas de Allo 63 , los productos
de heredades en Arellano 64 , y
65
todo el resto de sus posesiones
de Arellano . Su hijo Juan aún recibiría una
gracia especial en 1376 66. Mientras tanto, el mismo señor de Cameros entregaría las plazas riojanas y alavesas a Enrique II, según la sentencia emitida el 3
de octubre de 1373, y ejercería
luego funciones de procurador del rey caste67
llano ante
Aragón
y
Francia
.
Su
hijo Juan casaría con Teresa Manrique en
Castilla 68 y a ambos
-a
él
y
a
su
mujer- Carlos II les haría una merced
voluntaria en 1376 69.
El doble juego de Rodrigo de Uriz está peor reflejado en la documentación. Casado también en Castilla y merino de la Ribera, pactó con los castellanos la entrega de los castillos navarros de Tudela y Caparroso. Capturado
según parece el 28 de marzo de 1377, fue condenado y ejecutado por orden de
Carlos II. El 4 de septiembre se decretó la confiscación de todos sus bienes,
citándose concretamente los lugares de Mendinueta y Arruazu, que había
comprado al señor de Asiáin hacía
poco y que entonces se entregan a Juan
Ramírez de Arellano «el Mozo» 70. Otros bienes pasarían al año siguiente a
su hermano Martín que, si bien había tenido tratos con Enrique II, lo había
hecho estando prisionero y se consideraba que había sido forzado a ello.
Meses después veremos a este Martín 72al frente de gentes de armas navarras 71
y en 1379 como merino de Sangüesa .
La versatilidad de los Arellano se mantendría durante poco tiempo. En
1378 Enrique II tuvo a mano la excusa para invadir
Navarra. Carlos II había
mantenido negociaciones con Pedro Manrique 73 -pariente precisamente de
los Arellano-, capitán castellano de Logroño, para que le entregara la
plaza 74. Mientras, en Francia caían prisioneros Jacques la Rue y Jacques du
Tertre y quedaban al descubierto las dobles alianzas del rey navarro.
Aunque engañado por Manrique, Carlos II no cayó sin embargo en la
trampa de dejarse capturar en Logroño; Enrique II podía, sin embargo, intervenir directamente en Navarra. Al frente de las tropas castellanas iba Juan
Ramírez de Arellano, con su hijo y su nieto. Carlos II, que sólo podía contar
con la ayuda inglesa, tendría que negociar con Castilla. Sus embajadores
serán Miguel de Tabar -prior de Pamplona- y Ramiro de Arellano -hermano
de Juan- y las negociaciones darán como resultado la firma del tratado de
Briones 75.
62.
63.
64.
65.
66.
67.
1373: A.G.N. Comptos, Reg. 148, f. 25r.-v.
A.G.N. Comptos, Reg. 149, f. 185.
A.G.N. Comptos, Reg. 149, f. 185v.
A.G.N. Comptos, Reg. 149, f. 195v.
J.R. CASTRO, Catálogo, X, n. 365.
L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla, p. 174-176.
68. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla, p. 189.
69.
70.
71.
72.
J.R. CASTRO, Catálogo, X, n. 365 y 431.
J.R. CASTRO, Catálogo, X, n. 658.
A.G.N. Comptos, Reg. 161, f. 79v.
J.R. CASTRO, Catálogo, XII, n. 1.133.
73. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla, p. 193.
74. El 26 de abril de 1378 recibió Manrique un dono a voluntad de 1.000 florines (800
Ib.) -A.G.N. Comptos, Reg. 161, f. 30- ye dos meses más tarde está fechado el acuerdo con
Carlos II (B. LEROY, La Navarre su XIV siécle sous la dynastie d'Evreux (1328-1387). Un
exemple de royanme ibérique gouverné par des rois franqais, en «Les Communications dans la
Péninsule Ibérique au Moyen Age», París, 1981, p. 101-102).
75. J.M. LACARRA, Historia política, III, p. 127-130.
[9]
653
ELOÍSA RAMÍREZ VAQUERO
Tras la paz de Briones, Carlos II se comprometía a ofrecer amnistía para
todos los nobles navarros que hubieran servido
a Castilla, pero exceptuó
precisamente a todo el linaje de los Arellano 76. En los registros de cuentas
del reino seguirán apareciendo los asientos de los donos que deben cobrar,
pero no se registra el pago de cantidades 77. El cumpliminto del tratado sería
garantizado por tres árbitros: Pedro Fernández de Velasco -por Castilla-,
Ramiro de Arellano -por Navarra- 78y el arzobispo de Zaragoza -Lope de
Luna- por acuerdo de ambas partes . Evidentemente Ramiro de Arellano
no se consideraba incluido en el destierro de su hermano y de la descendencia
del mismo. Posteriormente, rectificado el tratado por Juan I, el rey castellano
obtendría como rehenes navarros, además de los que ya tenía, al propio
Ramiro y a Ochoa de Urtubia.
El señor de Asiáin también había mantenido contactos con Castilla, pero,
sin embargo, 79cuando ocurre la invasión de 1378 ya estaba otra vez al servicio
de Carlos II y lo vemos80 como capitán de varias tropas desde febrero de
1378 hasta junio de 1379 . En julio de 1379 figuraría, con Ochoa de Urtubia, como representante de los «mayores veinte hombres
del reino» que
debían jurar el cumplimiento del tratado de Briones 81. Los meses que siguen
resultan un tanto confusos. Tenemos noticia de que en agosto se dispuso
todo para que el señor de Asiáin celebrara duelo con el señor de Camer (hijo
del señor de Agramont)82. La 83razón no está clara, pero se trataba de «cosas
referentes a la persona del rey» . La súplica de las Cortes evitó el duelo y el
rey encerró a ambos, al Agramont en San Juan de Pie de Puerto y al Asiáin en
la torre de Tafalla 84. Seis meses más tarde se alzó el señor de Asiáin en Tafalla
y sería entonces reducido
por tropas del rey y ejecutado por orden suya en
enero de 861380 85 tras haberse confiscado todos sus bienes el 5 de
septiembre .
HACIA UNA RENOVACIÓN DE LOS CUADROS
ALTONOBILIARIOS
Al finalizar la década de 1370 tres de los más cercanos colaboradores de
Carlos II habían desaparecido: el señor de Arellano, el de Asiáin y Rodrigo
de Uriz. Sus familias siguen presentes en la vida pública del reino: Ramiro
-hermano de Juan de Arellano- se mantiene al servicio de Carlos II, al igual
que lo harán sus descendientes. Otros Asiáin también permanecen en las
listas de caballeros, al igual que otros miembros de la familia de Uriz, empezando por Martín, hermano de Rodrigo.
76. J.R. CASTRO, Carlos III, p. 92.
77. A.G.N. Comptos, Reg. 161, f. 170 y Reg. 163, f. 17 y 31v.
78. J.M. LACARRA, Historia política, III, p. 132.
79. J.M. LACARRA, Historia política, III, p. 207.
80. A.G.N. ,Comptos, Reg. 161, f. 78-79v. y 217v.
81. A.G.N. Comptos, Caj. 40, n. 17, f. 21v.-24.
82. J.R. CASTRO, Catálogo, XII, n. 1.043.
83. J.M. LACARRA, Historia política, III, p. 136.
84. J.M. LACARRA, Historia política, III, p. 136.
85. J.M. LACARRA, Historia política, III, p. 137 y J.R. CASTRO, Catálogo, XXXIX, n. 2.
86. A.G.N. Comptos, Caj. 40, n. 41, II.
654
[10]
CARLOS II. LA NOBLEZA
La firma del tratado de Briones obligó a Carlos II a abandonar sus vaivenes políticos: estaba totalmente acorralado por Castilla y su hijo era prisionero del rey de Francia. Nuevos personajes, aunque de probada fidelidad familiar, parecen ir tomando el relevo: Martín Enríquez, hijo de la señora de
Lacarra -viuda del señor de Asiáin-, se denominará mariscal del reino en
1389. Se inicia también entonces el ascenso de ramas ilegítimas de la propia
familia real, cuya fidelidad de sangre quizá sea garantía de una mayor lealtad:
Carlos de Beaumont, sobrino de Carlos II por vía ilegítima, había recibido su
primer 88dono temporal el 20 de marzo de 1377 87, «hasta que recibiese otras
rentas» . El 29 de julio de 1379 se le hace ricohombre y se le encomiendan
mesnaderos 89. Este mismo año se
titulaba ya alférez del reino y era castellano
de San Juan de Pie de Puerto 90, culminando un proceso muy similar al
seguido varios años antes por el alférez Martín Enríquez -abuelo del mariscal- 91 . En 1385 Carlos recibió todas las rentas y pechas de Larraga 9 2 ; desde
entonces el ascenso de los Beaumont será continuo durante el resto del
siglo XIV y en el XV.
Otros linajes consolidan también ahora su posición entre la alta nobleza;
se trata de familias enraizadas lejos de las fronteras castellanas y con antiguos
lazos de vasallaje y compromisos de fidelidad: los Agramont, Luxa, Garro,
Echáuz, Mauleón, etc., cuyo proceso de implantación progresiva no es posible resumir aquí. La lista de barones del registro de 1386, por ejemplo, es más
bien corta; aparte del ya mencionado Carlos de Beaumont y de Pedro de
Laxaga -del que luego hablaremos- sólo están el señor de Agramont, el de
Domezáin y el de Luxa 93 . Permanece -fosilizado- el asiento del nieto del
señor de Arellano, ahijado del rey, que no cobra nada. Una lista de gentes al
servicio del rey en diciembre de ese mismo año da, entre otros, los nombres
del alférez, el vizconde de Baigorri, Arnalt de Urtubia, el señor de Ursúa, el
de Lizarazu, el de Zabaleta y algunos
pertenecientes a los linajes de Asiáin
(Ramiro) y Uriz (Martín Martínez) 94 . Un repaso a las listas de alcaides de
castillos en 1385 permite ver un alto índice de nombres nuevos, y si nos
fijamos concretamente en algunas plazas, podemos apreciar que Carlos de
Beaumont es el alcaide de Larraga, Guillem Arnalt de Sault el de Mendavia,
Pedro de Laxaga está en95 Miranda, Robert de Picquigny en Falces y Ramiro
de Arellano en Estella .
También la probada fidelidad de algunos nobles dedicados a actividades
burocráticas o mercantiles les otorga ahora un aval que los coloca entre los
más cercanos colaboradores de los monarcas. A García Martínez de Peralta lo
encontramos al servicio real desde fechas tempranas: en 1362 cobraba como
notario de la Cort 96 y en 1364 ya era secretario del rey 97 y tenía donos en
87.
88.
89.
90.
91.
92.
93.
94.
95.
96.
97.
[11]
E. RAMÍREZ VAQUERO, La nueva nobleza navarra.
A.G.N. Comptos, Reg. 159, f. 39.
A.G.N. Comptos, Reg. 161, f. 175v.
A.G.N. Comptos, Reg. 163, f. 17.
A.G.N. Comptos, Reg. 163, f. 24v.
E. RAMÍREZ VAQUERO, La nueva nobleza navarra.
A.G.N. Comptos, Reg. 183, f. 26.
A.G.N. Comptos, Reg. 189, f. 24-25v.
A.G.N. Comptos, Reg. 189, f. 42-43.
A.G.N. Comptos, Reg. 185, f. 12-13; 135r.-136; 196-197.
A.G.N. Comptos, Reg. 107, f. 105v.
655
ELOÍSA RAMÍREZ VAQUERO
Peralta 98 . Su hijo, llamado «el Joven», es capitán de gentes de armas en
1378 ", mientras que el padre llegaría a consejero real y ejercería como
capitán de Peralta 100 ese mismo año. El hijo continuó la carrera del padre y
uno de
los dos cobraba dos mesnadas asignadas sobre las pechas de Funes en
1381 101. Su definitivo ascenso se dará durante el reinado de Carlos III y
sobre todo en el de Blanca y Juan II.
Un noble dedicado a los negocios que también asciende progresivamente
en estos años es Pedro de Laxaga, hijo de Nicolás, señor de Laxaga y enriquecido en las actividades comerciales del puerto de Bayona. Este Nicolás había
participado y financiado las campañas de Normandía en 1355 y era ujier de
armas de Carlos II. Pedro casó en 1372 con una hija ilegítima de Luis de
Beaumont (hermano
del rey), con el cual iría luego a las campañas de Albania
(1376-1380) 102. En 1384 era caballero del infante 103
Carlos, aunque lo hallamos
en las listas de caballerías de barones desde 1377 . En 1386
cobraba él, de
su propia mano, ingresos en concepto de barón del reino 104. La ascendente
carrera del linaje se vería truncada en el siglo XV por falta de descendencia
masculina y así no alcanzó las cotas a las que llegaron los Peralta.
El infante Carlos, que volvería en 1381 de su confinamiento en Francia,
iría adquiriendo un protagonismo cada vez más relevante en la vida del reino
y se acompañaba de un hostal mayormente compuesto por gentes traídas de
Francia 105 . Cuando en 1384 acude a Castilla en ayuda del rey Juan frente a
Portugal, lo acompañan los hombres de su confianza: Pedro de Laxaga,
Pedro de Saut -chambelán-, Maliret de Villiers -maestrehostal-, Español de
Mazparraute, Pedro de Ezpeleta, Beltrán de Lacarra -hermano del mariscaly otros varios. Como gentes de armas se citan expresamente el señor de
Domezáin, Robert de Picquigny, Gaillart de Fourdenay, Juan de Lizarazu,
Miguel de Echeverce, Sancho de Urdincho, García Arnalt, Juan de Agramont, Guerviet de Frisson y el ya mencionado Pedro de Laxaga 106 .
Hay que pensar que el advenimiento de Carlos II a la corona consolidaría
y afianzaría las tendencias de renovación nobiliaria que se venían esbozando
desde años antes y que parecen fortalecerse tras el giro definitivo que toma la
política del reino a partir de 1378.
98. A.G.N. Comptos, Reg. 111, f. 49v.
99. A.G.N. Comptos, Reg. 125, f. 108v.
100. A.G.N. Comptos, Reg. 161, f. 93.
101. A.G.N. Comptos, Reg. 161, f. 27v. y 76.
102. A.G.N. Comptos, Reg. 169, f. 18v.
103. B. LEROY, Un seigneur de Navarre d la fin du XIVé siécle: Pes de Laxague, «Revue
de Pau et du Béarn», n. 12 (1984-1985), p. 111-130.
104. A.G.N. Comptos, Reg. 189, f. 25.
105. J.R. CASTRO, Carlos III, p. 80.
106. A.G.N. Comptos, Reg. 172, f. 56v-59v y 94v.
656
.
[12]