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El origen del Reino de Asturias en las fuentes árabes

Nuevas visiones del Reino de Asturias. Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos, 2020

Depósito legal: AS 00207-2021 Imprime: Gofer Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma y por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin permiso previo por escrito del autor.

ACTAS DEL CONGRESO INTERNACIONAL NUEVAS VISIONES DEL REINO DE ASTURIAS Coordinador: JAVIER RODRÍGUEZ MUÑOZ CECEL GOBIERNO DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS CONFEDERACIÓN ESPAÑOLA DE CENTROS DE ESTUDIOS LOCALES © de esta edición, Real Instituto de Estudios Asturianos® Plaza de Porlier, 9 - 1.a planta 33003, OVIEDO Teléfono: 984 18 28 01 Correo electrónico: [email protected] ISBN: 978-84-123122-4-9 Depósito legal: AS 00207-2021 Imprime: Gofer Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma y por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin permiso previo por escrito del autor. REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS OVIEDO - 2020 EL ORIGEN DEL REINO DE ÁSTURIAS EN LAS FUENTES ÁRABES ALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN Universidad de Huelva Introducción El origen del reino de Asturias constituye una de las cuestiones historiográficas más debatidas del periodo medieval peninsular, respecto al que se han desarrollado planteamientos y tendencias de naturaleza absolutamente contrapuesta. La controversia ha alcanzado una especial intensidad en relación con Pelayo y Covadonga, en particular debido a la relevancia que se ha atribuido a su figura en el discurso historiográfico españolista. En 1921, el hispanista francés L. Barrau-Dihigo formulaba la siguiente conclusión, al hilo del análisis de los relatos sobre Covadonga de las fuentes asturianas 1: A ojos de un hombre cultivado, pero crédulo, del siglo IX, sólo una brillante victoria había podido liberar a Asturias de la dominación musulmana; sólo un héroe con la ayuda de Dios había podido expulsar al invasor; en otras palabras, hacía falta un milagro en los orígenes de la monarquía asturiana y ese milagro fite narrado. Aceptemos pues ingenuamente el testimonio del Pseudo-Alfonso si nos apetece; rechacémoslo si queremos; pero no intentemos corregirlo. Sería quitarle su valor simbólico, que es el único que posee. Del reinado de Pelayo tan solo conocemos un acontecimiento: la batalla de Covadonga. Así pues, una vez descartada la leyenda de Covadonga, el reinado de Pelayo queda reducido a nada. Frente a la lúcida visión crítica del hispanista francés, la historiografía española, lastrada por los prejuicios del nacionalcatolicismo, ha generado una acusada tendencia a favor de la magnificación y glorificación de Pelayo y Covadonga, elevados al rango de «hecho fundacional» de la Reconquista, el proceso de lucha de liberación nacional culminado con la conquista de Granada en 1492. Fue, sobre todo, C. Sánchez-Albomoz el autor más influyente a la hora de difundir esta perspectiva, que durante buena parte del siglo xx ha gozado de una posición hegemónica, tanto en el mundo académico como extra académico 2• 1 Lucien BARRAU-DIHIGO. Historia política del reino asturiano (718-910): Gijón, Silverio Cañada, Editor, 1989, p. 112. 2 Alejandro GARCÍA SANJUÁN. «Al-Andalus en la historiografía nacionalcatólica española: Claudio Sánchez-A1bornoz». En eHumanista, 37 (2017), pp. 305-328. 102 EL ORIGEN DEL REINO DE ASTURIAS EN LAS FUENTES ÁRABES ALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN A comienzos del siglo XXI, una obra de gran difusión escrita por uno de los autores más influyentes en la historiografía conservadora reciente relativa al período medieval peninsular proclamaba que, frente a la presunta perseverancia de la izquierda en sus propios «pantanales» la derecha se había «apeado» de forma definitiva de «algunos» de sus mitos nacionales y qu~ había «suavizado» la carga de otros (entre ellos, Covadonga). En realidad, un somero repaso a la historiografía académica relativa al medievo ibérico de los últimos treinta años pone de manifiesto la naturaleza errónea de este diagnóstico 3 • En efecto, los mitos españolistas no solo perviven, sino que, en los últimos años, han experimentado un notable auge, en particular por lo que se refiere al más importante de ellos, el de la Reconquista. En la elaboración de ese mito desempeña un papel fundamental la cuestión de los orígenes del reino de Asturias y la figura de Pelayo. En el prólogo a la novela Don Pelayo, el rey de las montañas, publicada por J. l. Gracia Noriega en el año 2006, el historiador ovetense J. Uría Maqua (1931-20 11) afirmaba lo siguiente: «Fue aquí donde se inició la Reconquista frente al islam, un proceso que duraría ocho siglos, y que conforma uno de los componentes específicos que definen, desde el punto de vista histórico, nuestra identidad como Nación Española»4. Desde una perspectiva similar, en estudios académicos del siglo XXI dedicados de forma monográfica al estudio de los orígenes del reino de Asturias no solo se critica la «minusvaloracióm> de Covadonga, sino que se insiste en calificarla nada menos que como «batalla decisiva en la historia de España» 5, una caracterización similar a la utilizada por el historiador franquista Luis Suárez Femández, presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos, según el cual «en Covadonga se jugaba el futuro de España» 6 • Pese a su manifiesta naturaleza anacrónica y teleológica, estas expresiones quedan reducidas a la categoría de mera anécdota frente a otras más recientes en las que se alcanzan cotas de auténtico delirio nacionalcatólico en la valoración de la figura de Pelayo y del episodio de Covadonga7 : Hoy estamos ante otra nueva fase de la reinterpretación del sentido de Covadonga en clave reductora e incluso negacionista. Las ideas ahora dominantes dejarán su huella, pero también pasarán. Es lícito esperar, como quienes escribieron la Crónica Profética hace casi doce siglos, la «Restauratio Hispaniae», y con ella una nueva interpretación del sentido de la historia de Covadonga y de España que permita enlazar con lo que aquellos hombres afirmaron con alegría y confianza: que Dios no abandona a su pueblo ni traiciona su alianza. Esta clase de pronunciamientos revelan, no sólo la pervivencia de activos sectores nacionalcatólicos en la historiografía académica española del siglo XXI, sino la continuidad de las consignas patrióticas y religiosas propias del fundamentalismo católico decimonónico más reaccionario, consignas en las que el conocimiento histórico queda reducido a la categoría de mera caricatura8• En consonancia con estos planteamientos, la organización de ultraderecha 103 x decidía iniciar su campaña para las elecciones generales de 2015 en Covadonga, «como bolo de la reconquista de la regeneración de España y sus valores» 9 • snn Así pues, por 1o tanto, 1eJOS . de ese pretend'd . 1 o «apeamtento» de la derecha de sus mitos \/¡ 0 , historiográficos fundacionales, la realidad parece ser justo la contraria, tal y como supo prosticar Eduardo Manzano en 2006, cuando apuntaba al surgimiento de <<Una incalificable n:acción conservadora» frente a la visión idealizada de al-Andalus y de una «enardecida vuelta r la ideología de "reconquista"» 10 • Lo que tal vez no era tan fácil de prever entonces son las que, ~oce a~os más tarde, ha alcanzado ~ste auténtico retomo a ;reocupantes di~enso, las esencias nacwnalcatohcas mas ranctas y trasnochadas de la Espana eterna. En un contexto historiográfico tan complejo y, en ocasiones, deprimente, como el actual, considero que resulta de interés volver a plantear el problema del origen del reino de Asturias a la luz de las fuentes árabes. En efecto, aunque el papel atribuido a dichas fuentes ha sido decisivo en el análisis de hechos históricos considerados fundamentales en la tradición nacionalcatólica, lo cierto es que su tratamiento se ha caracterizado, hasta tiempos muy recientes, por unas perspectivas bastante limitadas, cuando no manifiestamente erróneas, como veremos a continuación. Este tratamiento no puede desvincularse de la propia naturaleza del discurso nacionalcatólico. Elevado al rango de hecho fundacional de la nación española, la historiografía españolista ha desarrollado desde el siglo XIX lo que solo puede calificarse como una auténtica obsesión respecto a Pelayo y Covadonga, una obsesión que se manifiesta en el esfuerzo permanente por dotarlo de una base empírica que permita garantizar su plena historicidad y, por lo tanto, su naturaleza incuestionable de hecho fehaciente contrastado en las fuentes, un elemento imprescindible debido al papel atribuido a Covadonga en la noción de «Reconquista», pilar conceptual del relato historiográfico conservador en España. El grave problema de dicho relato es que la narración tradicional de Covadonga descansa, de forma exclusiva, en los relatos de las fuentes asturianas, relatos que, por su propia naturaleza providencialista y milagrosa, dentro de un marco general de fuertes reminiscencias bíblicas, no pueden proporcionar la ansiada base empírica que garantice la plena fiabilidad del hecho histórico. Los musulmanes son designados como «caldeos» y la hiperbólica cifra de sus contingentes, nada menos que ciento ochenta y siete mil, está tomada de forma casi literal del pasaje del Antiguo Testamento en el que se narra el ataque sobre Jerusalén del rey asirio Senaquerib. Las piedras que los musulmanes lanzaban desde las catapultas se volvieron contra ellos mismos y miles cayeron al río gracias a la acción divina, que hizo derrumbarse la montaña, acción que las crónicas equiparan a la apertura de las aguas del Mar Rojo 11 • A dichas connotaciones se añaden otros elementos, en particular la total ausencia de referencias cronológicas en dichos relatos y, sobre todo, la inexistencia de informaciones sobre una derrota musulmana en contexto asturiano en otras fuentes, tanto en los textos latinos coetáneos como en las posteriores fuentes árabes. Entre las primeras, resulta de especial significación el completo silencio de la crónica anónima de 754, donde no se menciona a Pelayo y se describe el primer episodio de resistencia frente a los musulmanes en la Península como 3 Serafín FANJUL. Al-Andalus contra España. La forja del mito. Madrid: Siglo XXI, 2000, p. 97. Juan U RíA MAQUA. «Prólogo» a José I. GRACIA NORIEGA. Pelayo, el rey de las montañas. Madrid: La Esfera de los Libros, 2006. 5 Armando BESGA MARROQUÍN. Orígenes hispano-godos del Reino de Asturias. Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos, 2000, p. 242. 6 Luis SUÁREZ FERNÁNDEZ. «La "pérdida de España". En Vicente PALACIO ATARD (ed.). De Hispania a España. El nombre y el concepto a través de los siglos. Madrid: Temas de Hoy, 2005, p. 61. 7 Rafael SÁNCHEZ SAUS. «Covadonga y su sentido 718-20 18». En ABC, 14 septiembre 2018. 8 Alejandro GARCÍA SANJUÁN. «La persistencia del discurso nacionalcatólico sobre el medievo peninsular en la historiografia española actual». En Historiografías, revista de historia y teoría, 12 (2016), pp. 132-153. 4 9 «VOX comienza la campaña electoral en Covadonga». En https://www.voxespana.es/vox-comienza-la-campanaelectoral-en-covadonga. 10 Eduardo MANZANO. Conquistadores, emires y califas. Los Omeyas y la formación de al-Andalus. Barcelona: Crítica, 2006, pp. 21-22. 11 Javier ZABALO. «El número. de musulmanes que atacaron Covadonga. Los precedentes bíblicos de unas cifras simbólicas». En Historia. Instituciones. Documentos, 31 (2004), pp. 716-727; Michael SCHULZE EOBERG. «La mitificación bíblica de la historia los árabes y la batalla de Covadonga en la Crónica de Alfonso III». En C. E. PRIETO ENTRIALGO (coord.). Arabes in patria Asturiensium. Oviedo: Universidad de Oviedo, pp. 39-51. 104 105 ALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN EL ORIGEN DEL REINO DE ASTURIAS EN LAS FUENTES ÁRABES una escaramuza acaecida hacia 115/733 en la zona pirenaica durante el gobierno de Ibn Qatan, octavo valí de Córdoba 12 • Debido a aparentes similitudes con los relatos asturianos, lo narrado en dicha crónica fue considerado como un «eco» de Covadonga por el jesuita francés Jules Tailhan (18161891 ), editor en 1885 del texto, una tesis a la que se han sumado con posterioridad investigadores como J. Gil (1973) y L. García Moreno (1997), en lo que conforma la más tardía de las tres propuestas de la datación de Covadonga, que se retrasaría, así, hasta el año 733. De esta forma, son tres las propuestas de datación que se han formulado hasta ahora sobre Covadonga, la tradicional (718), que se remite a las fuentes asturianas, la de 722, formulada en 1944 por Sánchez-Albornoz y basada, sobre todo, en los textos árabes, y la del «eco» de la crónica mozárabe, la más tardía de todas (733). Como veremos más adelante, la segunda de ellas es la que parece haber tenido una mayor aceptación, lo que nos remite a la importancia de las fuentes árabes. sados por los musulmanes, fueron muriendo de hambre, hasta quedar reducidos a un grupo formado por unas decenas de hombres y mujeres que sólo disponían de miel para alilll ~ta;se. Los musulmanes, debido a su escasa importancia numérica y a la dificultad de acrn~e a ellos por lo abrupto del terreno, consideraron que no podrían causarles ningún daño cedecidieron dejar de hostigarlos. Y A continuación me propongo reproducir los distintos textos árabes, dando mis propias ersiones de los mismos, siguiendo el orden en el que, supuestamente, se desarrollan los hevhos. Por lo tanto, debemos comenzar con la tradición relativa a la época del valí al-I:Iurr, ci~ad en una fuente árabe muy tardía, la del célebre compilador magrebí al-Maqqari (986-1041 1 I578-1632), el cual16la registra sin mencionar su obra de procedencia ni identificar de forma individual a su autor : La aportación de las fuentes árabes: la rebelión de Pelayo El análisis de los textos árabes relativos al origen del reino de Asturias cuenta con una tradición historiográfica de cierta amplitud, aunque, como veremos más adelante, cuestionable en distintos aspectos. De hecho, hasta épocas muy recientes no se han realizado análisis específicos de estos textos, lo cual explica, en buena medida, su deficiente utilización en la tradición historiográfica previa. En este sentido, los trabajos de Arbesú (20 11) y, sobre todo, Manzano (20 16) suponen un punto de inflexión en la valoración historiográfica de estas fuentes. Como señala Manzano, los textos árabes sobre Pelayo son de una gran similitud en sus respectivos relatos y presentan muchas coincidencias 13 , siendo la diferencia principal entre ellos la relativa a la cronología, ya que distintas fuentes sitúan su acción en tres momentos distintos, que corresponden al gobierno de tres valíes o gobernadores musulmanes: el cuarto, al-I:Iurr ibn 'Abd al-Ral)man al-1)qafi (97-99 1 716-719), el séptimo, 'Anbasa ibn Sul)aym al-Kalbi (103-107 1 721-726), y el decimosexto, 'Uqba ibn al-I:Iaggag al-Salüli (116-122 1 734-740) 14 • Estos tres valíes no se suceden de manera consecutiva, de forma que entre ellos transcurre un lapso de tiempo de 24 años (97-122 1 716-740), fechas que conforman la horquilla cronológica dentro de la cual las fuentes árabes sitúan la acción de Pelayo. Esta cronología, como veremos a continuación, coincide a grandes rasgos con la que suministran las fuentes asturianas, que datan su reinado entre 718-73 7. Las dos notas características más importantes de los relatos de las fuentes árabes, todos ellos de contenido muy similar, son, por un lado, la completa ausencia de referencias específicas a Covadonga y a cualquier derrota musulmana en contexto asturiano, y por otro la atribución de la acción a la figura de Balay, el cual protagoniza una rebelión contra los musulmanes en la zona montañosa de Gil1Iqiya 15 , donde se refugió con sus compañeros. Allí, 12 Continuatio Isidoriana Hispana. Crónica Mozárabe de 754, ed. y trad. Jose Eduardo LóPEZ PEREIRA. León: Centro de Estudios e Investigación San Isidoro. Caja España de Inversiones. Archivo Histórico Diocesano, 2009, n° 81. 13 Eduardo MANZANO. «La rebelión de los astures en las fuentes árabes». En Mainake, 36 (2016), p. 284. 14 Cronología basada en Pedro CHALMETA. Invasión e islamización. La sumisión de Hispania y la formación de alAndalus. Madrid: Mapfre, 1994, pp. 255, 270, 274, 293. Sigo la enumeración de valíes establecida por Philippe SÉNAC y Tawfiq BRAHIM. Los precintos de la conquista omeya y la formación de al-Andalus (711-756). Granada: Universidad de Granada, p. 45, quienes mencionan a Müsa ibn Nut?ayr como el primero. Tanto al-I:Iurr como 'Anbasa son citados en sendos precintos de plomo: Philipe SÉNAC y Tawfiq IBRAHIM. Los precintos, pp. 71-72 y 75. 15 Sobre este concepto geográfico, véase Ana M." CARBALLEIRA. Galicia y los gallegos en las .fuentes árabes medievales. Madrid: CSIC, 2007. ~crno Dice cierto cronista: el primero que reunió a los cristianos derrotados en al-Andalus después de que hubieran sid~ vencidos por los árabes, fue un bárbaro ('ilfD llamado Balay, del pueblo de los astures de Gillfqiya, que había sido entregado como rehén en garantía de obediencia de la gente de su territorio. En los días de al-lfurr ibn 'Abd al-Rabman al- I.aqafi, segundo de los emires árabes de al-Andalus, huyó de Córdoba, en el sexto año de su conquista, es decir, el año 98 de la hégira (716-717). Los cristianos se levantaron con él contra el representante de al-lfurr ibn 'Abd al-Rabman, al que expulsaron, apoderándose del país, de tal modo que han mantenido el poder hasta el momento actual. Hasta los días de al-N~ir li-Dfn Allah han gobernado entre ellos un total de 22 reyes. Fin de la cita. Eduardo Manzano ha llamado la atención de manera acertada sobre la enorme relevancia de este texto anónimo, poniendo de manifiesto, entre otros elementos, la notable precisión que revela en sus datos, ya que la referencia al califa 'Abd al-Ra]lman III (m. 961) coincide con los veintidós reyes cristianos que se habrían sucedido desde Pelayo, y que nos sitúan en el segundo período del reinado de Sancho I el Craso (960-966), lo que implica que el texto se debió componer a finales del gobierno del primer califa cordobés o a comienzos del de sucesor, al-ijakam II 17 • Al-Maqqari es, asimismo, el compilador de otros dos textos relativos a Pelayo, lo cual lo convierte en una de las fuentes árabes de referencia más importantes en relación con dicho tema 18 • En ambos casos los hechos se sitúan en tiempos del valí 'Anbasa y resultan casi idénticos en cuanto a su redacción y contenido, si bien se atribuyen a dos cronistas árabes distintos. Por orden de antigüedad, el primero de ellos es 'lsa ibnAl)mad al-Razi (m. 3791 989), tercer y último miembro de una célebre familia de historiadores 19 , y dice lo siguiente20 : 16 AL-MAQQARI. Nafo. al-tzb, ed.II:ISAN 'ABBAS. Beirut: 1968,8 vols., IV, p. 350. Véase la versión de Pedro CHALMETA. Invasión e islamización. La conquista de Hispania y la formación de al-Andalus. Madrid: Mapfre, 1994, p. 272, nota ll: «Algunos historiadores dicen que el primero que reunió a los fugitivos cristianos de al-Andalus -después de la victoria árabe- fue un bárbaro, llamado Pelayo 1 Balay. [Era] de las gentes de AstüriS de Óilllqiya. Estuvo [en residencia forzosa] como rehén para [responder] de la sumisión de la gente de su tierra, pero escapó de Córdoba, en tiempo de al-I:Iurr, 2. 0 de los emires árabes de al-Andalus. Esto fue a los 6 años de la conquista, el año 98. [Entonces] los cristianos se sublevaron con él, en contra del delegado 1 na 'ib de al-I:Iurr, le expulsaron y se adueñaron del país, donde siguieron reinando hasta ahora; habiéndose sucedido 22 reyes suyos hasta finales del [califato] de al-Nat?ir». 17 Eduardo MANZANO. «La rebelión de los astures», p. 286. 18 A pesar de su importancia respecto al origen del reino de Asturias, estos textos no figuran en la obra de Gustavo TuRIENzo. El Reino de León en las .fuentes islámicas medievales (siglos II H. 1 VIII d. C.-VI H. 1XII d. C.). León: Universidad de León, 2010, pp. 319-360, que consiste básicamente en un elenco de textos árabes relativos a Óilllqiya, nombre árabe que incluye los territorios del reino de León. Los dos citados textos de al-Maqqañ se refieren a Óilllqiya. 19 Luis MOLINA. «Al-Razl, 'lsa'». En J. LIROLA (dir.). Biblioteca de al-Andalus. Almería: Fundación Ibn Tufayl, 2012, VII, pp. 163-168. 20 AL-MAQQARI. Nafo., IV, pp. 350-351. 106 ALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN En tiempos de 'Anbasa ibn Su/:taym al-Kalbf se levantó en el territorio de Gülfqiya un malvado bárbaro ('ilg) llamado Balay 21 . Los cristianos (al-farang) se pusieron a defenderse de los musulmanes en las tierras que les habían quedado, algo que hasta entonces no habían anhelado. Los musulmanes se habían apoderado en al-Andalus de los cristianos y los habían expulsado, conquistando sus territorios hasta alcanzar Narbona 22, en el territorio de los francos (al-farang), y llegando a conquistar Pamplona 23 en el territorio de Gillfqiya, de tal forma que no les quedó más que la peña ($ajra) en la que se refugió un rey llamado Balay. Los musulmanes lo atacaron con 300 hombres y estuvieron combatiendo contra él hasta que sus compañeros murieron de hambre, de forma que solo quedaron treinta hombres y diez mujeres cuyo único sustento era la miel que había en las grietas de la peña, de la cual se alimentaban. No sabiendo qué hacer con ellos, los musulmanes los despreciaron (il)taqarü-hum), diciendo: «treinta bárbaros (' ilg), ¿qué pueden hacernos?». Sin embargo, a nadie se le oculta la importancia y el número que alcanzaron con posterioridad. El citado Balay murió en el año 133 (750-751) y tras él gobernó su hijo Fajilah. Balay reinó 19 años y su hijo, dos. Después de ambos reinó Adfúns ibn Bftr, antepasado de esos Banü Adfuns cuyo poder continúa hasta hoy y que quitaron a los musulmanes lo que ellos habían tomado de su país. Fin del resumen. EL ORIGEN DEL REINO DE ASTURIAS EN LAS FUENTES ÁRABES dientes de los que estaban allí se apoderasen de las principales ciudades, al punto que incluso la capital, Córdoba, Dios la restituya, está hoy día en sus manos. El tercero de los valíes en cuya época las fuentes árabes sitúan la figura de Pelayo es ~e Córdoba. ~st versió~ ~gura_e la crónica anónimaAjbar 'Uqba, decimosexto go~ernad agmü 'a 26 y es sustancialmente Igual a las atnbmdas a 'Isa al-Razi e Ibn I:Iayyan, tanto en su mantenido como en su propia redacción, si bien, en este caso, ni siquiera se habla de rebelión eor parte de Pelayo contra los muslan~: A continuació? ofrezco mi propia traducción del fexto, ampliamente basada en la que reahzo Lafuente Aleantara en el siglo xrx 27 : Llegó a al-Andalus en el año IJO (728-729) y permaneció allí dos años, durante los cuales emprendió la conquista del territorio, hqsta alcanzar Narbona, y se hizo dueño de Gillzqiya, Alava y Pamplona, sin que quedase en Gillfqiya aldea por conquistar, salvo la peña en la que se rejitgió con 300 hombres el rey llamado Balay, al que los musulmanes no dejaron de combatir y acosar, hasta el extremo de que muchos de ellos murieron de hambre; otros acabaron por prestar obediencia, y fueron así disminuyendo hasta quedar reducidos a 30 hombres, que no tenían 1O mujeres, según se cuenta. Allí permanecieron encastillados, alimentándose de miel, pues tenían colmenas y las abejas se habían reunido en las hendiduras de la roca. A los musulmanes les resultaba difícil llegar hasta ellos, de tal modo que los dejaron, diciendo: «Treinta hombres, ¿qué pueden importar?». Los despreciaron y llegaron al cabo a ser asunto muy grave, como, Dios mediante, referiremos en su lugar oportuno. La segunda versión que registra al-Maqqari relativa al gobierno de 'Anbasa se atribuye al célebre cronista cordobés Ibn I:Iayyan (377-469 1 987-1076), cuya obra se basa, en buena medida, en la aportación previa de los al-Razi, en particular respecto a los períodos emiral y califaF4 . De hecho, esta segunda versión, como decimos, resulta casi literalmente idéntica a la anterior25 : Dice lbn lfayyan que, en su tiempo, se levantó en Gillfqiya un malvado bárbaro ('ilg), llamado Balay. Reprochando a los bárbaros ('ulüg) su prolongada huida y apelando a sus virtudes, logró estimularlos a la rebelión y a la defensa de su territorio. Desde su época, los cristianos de al-Andalus iniciaron la resistencia frente a los musulmanes en las tierras que habían podido preservar en sus manos y la protección de sus santuarios (l)arim), algo que hasta entonces no habían anhelado. Se dice que no había quedado sin conquistar en el territorio de Gillfqiya aldea ni población de categoría superior, salvo la peña ($ajra) en la que se había refugiado ese bárbaro ('ilg). Sus compañeros fueron muriendo de hambre hasta que no quedaron más que treinta hombres y unas diez mujeres, que sólo tenían para alimentarse la miel de abejas de unas colmenas que tenían en las grietas de la peña. Se mantuvieron inexpugnables en ese lugar abrupto (wa'ir) hasta que los musulmanes, no sabiendo qué hacer con ellos, los despreciaron (il)taqarü-hum), diciendo: «treinta bárbaros ('ilg), ¿qué pueden hacernos?». Nadie ignora la importancia que, después de aquello, llegaron a alcanzar por su poder, su número y sus conquistas. Después de él reinó Alfonso, antepasado de los grandes y célebres reyes de ese nombre. Dice Jbn Sa 'fd: el desprecio (il)tiqar) de esa peña y de quienes se refugiaron en ella dio lugar a que los deseenSuprimo la fórmula min waq 'atajada al-na$iira bi-1-Andalus, que parece corrupta, tal y como sugiere la comparación con la versión de este mismo texto de Ibn Uayyan, apud AL-MAQQARL Nafo., III, p. 17: wa-min waqti-hi ajada na$iira al-Andalus. 22 La edición dice Aryüla, pero debe tratarse de Arbüna (Narbona). 23 La edición dice Balbüna, pero debe tratarse de Bambalüna (Pamplona). 24 José MoHEDANO. «lbn Uayyan al-Qurtubi, Abü Marwan». En Jorge LIROLA (dir.). En Biblioteca de al-Andalus. Almería: Fundación Ibn Tufayl, 2004, III, pp. 356-374. 25 AL-MAQQARI. Nafo., III, p. 17. Mi versión del texto sigue sustancialmente la publicada en Alejandro GARCÍA SANJUÁN. La conquista islámica de la península ibérica y la tergiversación del pasado: del catastrofismo al negacionismo. Madrid: Marcial Pons, 2013, pp. 412-413. Véase la de Pedro CHALMETA. Invasión e islamización, p. 272: «Durante los días de su [gobierno], se sublevó en Gilliqiya un malvado bárbaro 1'ilg llamado Pelayo. Reprochó a los [otros] bárbaros su cobardía, incitándoles a buscar el desquite y defender su tierra, hasta que se levantaron con él. Desde entonces los cristianos de alAndalus empezaron, en aquellas tierras que aún poseían, a resistir a los musulmanes y a defender a sus familias. Cosa por la que no se habían preocupado /la yatma 'ü antes». Aunque Chalmeta remite este texto aAL-MAQQARI. Nafo., III, p. 17 y IV, p. 350 y Fatb, en realidad esos tres textos no son exactamente coincidentes, como él da a entender. 21 107 Ajbiir magmü 'a hace una segunda referencia a Pe layo algo más adelante, en un contexto cronológico que se sitúa más tarde, en el año 133 (750-751 ), volviendo a aludir a su rebelión contra los musulmanes28 : La gente de Gillfqiya se rebeló contra los musulmanes y se complicó 29 el asunto del bárbaro ('ilg) llamado Balay, al que ya nos hemos referido al comienzo de nuestro libro. Salió de la peña y se apoderó de la cara de Asturias (Wastüris), atacando a continuación a los musulmanes de Gillfqiya y atacando Astorga durante largo tiempo, hasta que tuvo lugar la fitna entre Abü-l-Jattar y [awaba. En el año 133, derrotaron a los musulmanes y los expulsaron de toda Gillfqiya. Dado que la fecha de fallecimiento de Pe layo, según las crónicas asturianas, sería 73 7, D. James afirma en su traducción de Ajbiir magmü 'a que este texto no puede referirse, en realidad, a Pelayo, sino, con toda probabilidad, a Alfonso I (739-757)3°. La redacción del primero de ambos textos de Ajbiir magmü 'a resulta muy similar a la del atribuido a 'Isa al-Razi, de tal modo que cabe considerarlo una versión más del mismo, versión que hubo de ser compilada, como muy pronto, durante el califato, aunque es muy probable que, en realidad, lo fuese más tarde. Así lo sugiere la referencia final, en la que se alude 26 La cronología de esta fuente ha sido objeto de amplios debates, situándose entre el califato y el siglo xm: Dolores ÜUVER PÉREZ. «Ajbar maymü'a». En Jorge LIROLA (dir.). Biblioteca de al-Andalus. Almería: Fundación Ibn Tufayl 2012, I, pp. 57-77. 27 Ajbiir, ed. Emilio LAFUENTEALCÁNTARA. Madrid: 1867, p. 28 (árabe) y pp. 38-39 (trad.); ed. lbrahimAL-ABYARI. Beirut: 1989, p. 34; trad. David JAMES. A History ofEarly al-Andalus: The Akhbar majmü 'a. Londres y Nueva York: Routledge, 2012, p. 61. 28 Ajbiir, ed. Emilio LAFUENTE, pp. 61-62 (árabe) y p. 66 (trad.); ed. AL-ABYARI, p. 61; trad. David JAMES. A History of Early al-Andalus, pp. 80-81. 29 Sigo la edición de al-Abyari, que trae gala'?a, mientras que Lafuente lee galata, cuyo significado («equivocarse») no encaja en el contexto. La traducción inglesa de James sigue asimismo la primera lectura («became more pressing» ), pero no alude a las diferencias entre las distintas ediciones del texto árabe. 30 David JAMES. A History ojEar/y al-Andalus, pp. 165-166. 108 EL ORIGEN DEL REINO DE ASTURIAS EN LAS FUENTES ÁRABES ALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN a la gravedad de las consecuencias de dejar a los rebeldes en la peña, pensando que eran inofensivos. Esta referencia probablemente indica que el texto fue escrito cuando las conquis~ tas cristianas habían logrado avances importantes, con probabilidad en el siglo XI, o tal vez incluso más tarde, aunque no es posible precisar con mayor exactitud. Diversas versiones del mismo texto, con ligeras variantes y extensiones, se registran en dis~ tintas fuentes árabes. Así sucede en el caso de la crónica anónimaFatb al-Andalus, que sitúa los hechos en época de 'Anbasa y supone, en realidad, un simple resumen de las versiones anteriores ' limitándose a señalar la rebelión contra los árabes en Óilliqiya de Pelayo hijo de Fáfila31 : En tiempos de 'Anbasa, un bárbaro perverso, uno de sus nobles, de nombre Balaya b. Fafila se sublevó en tierras de Gillzqiya contra los árabes que dominaban los confines de esta región: expulsándolos de alli. Gobernó durante dos años, al cabo de los cuales subió al trono su hijo F afila hasta su muerte, acaecida en el año 13 3 [7 5 0-751}. Luego gobernó sobre los habitantes de Gillzqiya Adfuns b. Bztra, antepasado de esos Banü Adfuns cuyo poder continúa hasta hoy. Entre las crónicas más tardías que registran textos relativos a Pelayo se encuentra la del magrebí Ibn 'Idari finalizada a comienzos del siglo XIV. Esta obra registra dos textos relativos a la figura del primer rey astur. El primero de ellos presenta el interés de citar como fuente originaria de la información ciertas fuentes latinas, que, por desgracia, no menciona por su título, si bien, en cambio, no sitúa el relato en ninguna cronología determinada32 : Dice el autor de Bahgat al-nafs: he visto en algunos libros latinos que los musulmanes alcanzaron la ciudad de Lawtün, capital de los francos 33, y que, de lo que había tras dicha ciudad, no quedó a los musulmanes sin conquistar más que los montes de Qarqüsa 34, los montes de Pamplona y la peña de Gillzqiya. En cuanto a la peña, no quedaron alli con el rey de Gillzqiya más que 300 hombres, muy dañados a causa la muerte, el hambre y el asedio, de tal forma que, cuando solo quedaban 300 hombres, los que estaban llevando a cabo el asedio los despreciaron y los dejaron y, desde entonces, no dejaron de crecer, hasta que se convirtieron en la causa de la expulsión de los musulmanes de Gillzqiya, que es Castilla. Aunque la redacción de este texto es algo distinta a los atribuidos a 'lsa al-Razi e Ibn I:-Iayyan, su contenido es bastante similar, incluyendo la coletilla final que relaciona el desprecio de los musulmanes por el enemigo, debido a su escaso número, con las graves consecuencias posteriores de dicha actitud. Por otro lado, esta versión no atribuye los hechos a una época determinada y ni siquiera menciona a Pelayo por su nombre, aunque tal vez el dato más significativo sea el hecho de que la información proceda de kutub al- 'agam. La voz árabe 'agam designa, habitualmente, al que no habla árabe, de tal forma que la expresión debería traducirse, de forma literal, como «libros no escritos en árabe», si bien entendemos que, al situamos en el contexto peninsular y tratándose de información relativa a Pelayo, se está aludiendo, sin duda, a textos escritos en latín. El cronista magrebí, por otro lado, afirma haber tomado esta información a través de una obra árabe anterior, Bahgat al-nafs wa-rawc;lat al31 Fatf:z al-Andalus, ed. Luis MüLINA. Granada: CSIC, 1994, p. 48, no 16; trad. Mayte PENELAS. La conquista de alAndalus. Madrid: CSIC, 2002, 38, no 16. 32 lBN 'li)ARL Bayan, ed. !USAN 'ABBAS. Beirut: 1983,4 vols, II, pp. 12-13; ed. BM;sAR 'AWWAD MA'RüF y MUI:IAMMAD BASSAR 'AWWAD. Túnez: 2013,4 vols., II, pp. 18-19; trad. Francisco FERNÁNDEZ Y GONZÁLEZ. Historias de alAndalus, por Abén-Adharí de Marruecos. Granada: Imprenta de Don Francisco Ventura y Sabatel, 1862, pp. 39-40; trad. Edmond FAGNAN. Histoire del 'Afrique et del 'Espagne intitulée Al-Bayano 'l-Mogrib. Argel: Imprimerie Orien- tale P. Fontana, 1901-1904, 2 vols., II, p. 19. 33 Debe tratarse de Lyon o, más probablemente, de Autun. 34 Podría tratarse de Qarqasüna (Carcasona). 109 («Regocijo del alma y jardín de solaz»), de Abu-1-Walid ibn Hisam al-Azdi (m. 606 1 ), de la que apenas sab~mo nad~, aparte de ~u. título 35 • 9 El segundo text<? que cita el cromsta magreb1 tiene un formato mucho más parecido a la ·ón estándar de 'Isa al-Razi e Ibn I:-Iayyan, si bien, al igual que Ajbiir magmü 'a, sitúa los l vers hechos en época de1 va1'1 'Uqb a36 : ~; Sus conquistas abarcaron toda Gillzqiya, salvo la peña en la que se refugió el rey de Gillzqiya con 300 hombres. Los musulmanes no dejaron de acosarlos hasta que quedaron 30 de ellos, los cuales se quedaron sin provisiones, de manera que solo se alimentaban de la miel que había en las rendijas de la peña. No sabiendo qué hacer con ellos, los musulmanes los dejaron. Esta versión se atiene al relato estándar de la reducción progresiva del número de enemigos y de su alimentación exclusiva mediante la miel de las grietas de la peña, hasta que los musulmanes decidieron dejarlos en paz por su escasa relevancia si bien, en este caso, se omite la alusión final habitual a las graves consecuencias que se derivaron de esa decisión por el crecimiento posterior del enemigo. La evidencia de la influencia de los relatos cristianos sobre los árabes se aprecia de manera más fehaciente en las fuentes árabes más tardías que citan a Pelayo. Tal es el caso, por ejemplo, de la narración incluida en la crónica Kitiib a 'mal al-a 'liim, obra del polígrafo lojeño Ibn al-Jatib (713-776 1 1313-1374). Esta obra contiene un capítulo en el que resume la historia de los reyes cristianos de al-Andalus, dedicado sobre todo al reino de Castilla, el cual arranca desde la conquista musulmana y el surgimiento del reino de Asturias 37 . Ibn al-Jatib mantuvo contactos fluidos con los cristianos peninsulares de su época, de tal forma que incluso habría actuado como consejero del rey Pedro I, algo de lo que él mismo deja constancia en sus obras 38 • Estos contactos probablemente le permitieron estar bien informado de la historia de los cristianos peninsulares. De hecho, al comienzo del texto en el que narra el origen del reino de Asturias, el autor nazarí afirma haber pedido información sobre la historia de los cristianos al médico de los reyes de Castilla, el judío Yüsufibn Waqqar al-Isra'm al-J'ulaytuli, médico de Pedro I de Castilla. Basándose en un estudio del orientalista M. Steinschneider (1816-1907) (Die Arabische Literatur der Juden, 1902), M. M. Antuña identificó a este personaje como el autor de un resumen en árabe de la Estoria de España de Alfonso X, resumen que, según Steams, podría haber entregado o dejado copiar a Ibn al-Jatib 39 • El texto de Ibn al-Jatib sobre Pelayo ha sido objeto de varias ediciones40 así como de, al menos, dos traducciones, de las cuales me remito, a continuación, a la más reciente y fiable, elaborada por Víctor de Castro41 : 35 Alfonso CARMONA. «lbn Hisam al-Azdi, Abü 1-Walid». En J. LJROLA (dir.). Biblioteca de al-Andalus. Almería: Fundación Ibn Tufayl, 2004, III, pp. 459-462. lBN 'lOAR!. Bayan, ed. 'ABBAS, Il, p. 39; ed. MA 'RüF y 'AwwAD, II, p. 37; trad. FERNÁNDEZ Y GüNZÁLEZ, 1862, p. 71; trad. Edmond FAGNAN. Histoire de l'Afrique et de l'Espagne, II, p. 41. 37 Capítulo analizado por Justin STEARNS. «Two passages in Ibn al-Khatib's account ofthe kings ofChristian Iberia». En Al-Qantara, XXV-I (2004), pp. 157-182, el cual, sin embargo, no se ocupa de manera específica de la parte relativa a Pelayo. 38 Julie MARQUER. «La figura de lbn al-Jatib como consejero de Pedro I de Castilla: entre ficción y realidad». En e-Spania, 13 (juin 2012). 39 Melchor M. ANTUÑA. «Una versión árabe compendiada de la "Estoria de España" de Alfonso El Sabio». En AlAndalus, 1-1 (1933), pp. 114-115; STEARNS. «Two passages», p. 172. 40 lB N AL-JATIB. A 'mal al-a 'lam, ed. Melchor M. ANTUÑA. «Una versión árabe compendiada», pp. 116-117; ed. Evariste LÉVI-PROVEN(:AL. Beirut: 1956, 323; ed. SAYYID KASRAWI l::IASAN. Beirut: 2003, 2 vols, II, pp. 277-278. 41 Víctor DE CASTRO. lbn al-Ja{ib, símbolo de la cultura andalusí del reino nazarí de Granada. Análisis y traducción al castellano del Kitab a 'mal al-a 'lam. Salamanca: Universidad de Salamanca. TD inédita, 2015, pp. 427-429. Com36 110 ALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN Se menciona en la citada historia que la tierra ahora llamada Qarrzyün, en tiempos anti~ guas Qantabriya (Cantabria), estaba en manos de hombres poderosos llamados duques. Sur~ gieron entre ellos disputas y diferencias que obligaron a que se marchase uno de estos jefes llamado Pelayo, hijo del duque Fájila, el cual se estableció en la tierra de Asturias (Astürzs), que está entre las tierras de León y Galicia. Cuando los árabes cruzaron a al-Andalus en la época de al-Walld b. 'Abd al-Malik, en el año 92 de la hégira, y conquistó el país Tariq b. Ziyad cliente de Müsa b. Nu$ayr, el cual vino después de él, y se apoderaron los musulmanes de 1~ mayor parte de las provincias de al-Andalus, y alcanzó la conquista a la tierra de Asturias donde estaba el mencionado Pelayo, que se levantó para defender la tierra. Se unieron a él u~ pequeño grupo de hombres valientes y adalides. Protegió la región de Asturias y expulsó de ella a los musulmanes. Su resistencia y protección se extendió a la región de León y de Portugal. Fue [Pelayo} capaz de asumir aquella [tarea} y de rechazar a los árabes, pues estaba acostumbrado a atacarlos y habían sido [ya] numerosos los combates contra ellos. Las gentes de aquellas regiones estuvieron de acuerdo en proclamarle rey, por ser merecedor de ello por mé~ ritos propios y por el linaje [del que descendía}, si bien él había emigrado de su tierra. Tuvo lugar aquello en el año 757 de la era cristiana, que correspondía con el [año] 99 de la hégira. Fue el primero en esta tierra en ser llamado rey, después de la entrada de los árabes. Duró su reinado trece años. Aunque ofrece detalles que no figuran en los textos anteriores, esta versión no cuenta una historia sustancialmente diferente. Pelayo aparece descrito como un líder local que se le~ vanta contra los árabes para defender su territorio, una actitud que le valió para ser proclamado rey. El escaso número de seguidores que inicialmente lo acompañaba es una de las pocas coincidencias exactas entre el relato del polígrafo nazarí y los de las fuentes árabes anteriores. Asimismo, destaca la referencia al año 99 1717-718 como fecha de la proclamación de Pe layo, una información que no figura en el resto de los textos analizados y que, aparentemente, vendría a coincidir con la datación admitida de manera tradicional y establecida a partir de las crónicas asturianas. El autor árabe más tardío que se ocupa del origen del reino de Asturias es el tunecino de origen sevillano Ibn Jaldun (732-808 1 1332-1406). Su relato se inserta en su gran crónica, Kitiib al- 'ibar, al final de los capítulos que dedica a la historia de los soberanos musulmanes de al-Andalus, en forma de apartado complementario a los anteriores. Su extensión apenas alcanza las ocho páginas y cronológicamente abarca desde la conquista musulmana hasta hepárese con la de Gustavo TURIENZO. El Reino de León, 222-223: «Consta en la historia de esta cuestión que el territorio llamado al-Anqarr1yün (¿Los Ancares?), fue llamado Qantabriya (Cantabria) en tiempos pretéritos; (dicho territorio) se hallaba entre las manos de algunos prominentes personajes, llamados düqfs (duques), cuyas disputas y querellas intestinas no cesaban en momento alguno, de tal forma que el poder se deslizaba sin pausa de las manos de los unos a las de los otros; en resumen, sus pleitos eran inacabables. Pero sucedió a la sazón que uno de sus caudillos, llamado don Fafila, (Fafila?) alcanzó la primacía sobre el resto; habitaba en un lugar llamado Astur1s (Asturias, -mejor Asturq1s, Astorga), que se emplazaba entre los territorios de Luyün (León) y Gallsiya (Galicia). A la sazón, los árabes se apoderaron de al-Andalus y pactaron, bajo al-Walld ibn 'Abd al-Malik, en el año 92 de la Hégira (710-711 d. C.). la Después, le siconquista (de al-Andalus) fue emprendida por Tariq b. Ziyad, liberto (maula) de Müsa b. Nu~ayr. guieron Müsa y las tropas musulmanas, quienes se desparramaron por todo el país de al-Andalus, progresando hasta conquistar el territorio de AsturiS (¿el convento jurídico astur?), donde el mencionado incremento de su poder se hizo insufrible, por lo que su población se levantó contra un poder tan pesado. Se aliaron las grandes facciones de valientes y recios hombres que habían restado (tras la invasión musulmana) y que eran enemigos del (Islam). Se refugiaron en AsturiS y la defendieron con tesón de los musulmanes; se multiplicaron y se defendieron, corriéndose hacia los extremos de Liyün (León) y Burtuqal (Portugal); las noticias acerca de estos acontecimientos se difundieron, y los árabes los rechazaron, matando a muchos de ellos; sus muertos fueron pues abundantes. Después de estos hechos, la gente alzó al poder a un rey (malik) que no cedía en nobleza ni a su gente ni al resto de su Casa (dawla) y que no era extraño al país. Esto ocurría en el año 757 de la Era Cesariana, que corresponde al año 99 de la Hégira. Fue el primero de los que se titularon reyes del territorio tras la entrada de los árabes. Y reinó trece años». EL ORIGEN DEL REINO DE ASTURIAS EN LAS FUENTES ÁRABES ~e ~nas que ap 111 lativos al siglo xr. A continuación ofrezco mi versión de la parte de este texto en la Jaldun alude al surgimiento de un poder dinástico en la zona de Óil1Iqiya42 , una versión difiere de la que hizo en su día Dozy43 : Cuando los musulmanes vencieron a los cristianos al producirse la conquista del año 90 de la hégira mataron a Rodrigo, rey de los godos, se extendieron por todos los rincones de la península de al-Andalus y todos los grupos de cristianos huyeron ante ellos, buscando rejitgio en la zona costera del Norte, cruzando los desfiladeros situados tras Castilla. Se reunieron en (;i!lzqiya y gobernaron sobre ellos tres reyes: Ibn Naqila 44, que reinó durante 19 años y murió en 133; luego reinó dos años su hijo Qafila 45 ; cuando murió reinó sobre ellos Adfüns ibn Bztruh, cuyos descendientes gobiernan hasta la época actual. Su linaje pertenece a los bárbaros ('agam) de Gillzqiya, como se dijo antes. Ibn lfayyan pretende que son descendientes de los godos, pero, en mi opinión, eso no es cierto, pues la nación de los godos se desvaneció, se extinguió y quedó olvidada, y es raro que el poder vuelva a resurgir una vez desaparecido. Más bien debía tratarse de un rey nuevo que gobernó sobre un pueblo distinto. Pero Dios es más sabio. El texto de Ibn Jaldun difiere de forma ligera de la tradición árabe anterior ya que, por ejemplo, no menciona el nombre «Balay» como primer soberano, sino que utiliza el de Ibn Naqila 1 Fabila. Respecto a su acción, se limita a reseñar la huida de los cristianos hacia el norte en el momento de la conquista islámica y el consiguiente surgimiento de un linaje de reyes en el territorio de Óilliqiya. La diferencia tal vez más importante es que no menciona la rebelión o levantamiento de Pelayo contra los musulmanes. Respecto a la cronología, Ibn Jaldun sitúa la conquista de la Península por los musulmanes y la muerte de Rodrigo en el año 90 (708-709), en contra de la tradición árabe predominante, que fecha esos hechos en el año 92/711 de forma prácticamente unánime. Por otro lado, Pelayo habría muerto en 133 (750-751), tras 19 años en el poder, lo que significa que habría empezado a gobernar en 114 (732-733), unas fechas tardías que contradicen tanto las fuentes árabes como las latinas. Tal vez el aspecto de mayor interés de este texto radique en la reflexión final, relativa al linaje de los reyes asturianos. A este respecto, Ibn Jaldun contradice de forma abierta la opinión de Ibn I:Iayyan, según la cual dicho linaje de reyes sería de origen godo. El polígrafo tunecino desmiente esta pretensión sin aportar datos alternativos procedentes de otros autores, basándose en argumentos relacionados con su teoría de la evolución del poder, en función de los cuales se inclina a favor de la idea de un origen nativo del linaje cristiano surgido en Óilliqiya. 42 JALDON. '!bar. Ed. JALIL SAI;II;IÁDA y SUHAYL ZAKKAR. Beirut: 2001, 8 vols., IV, pp. 229-230. Reinhart DOZY. Investigaciones acerca de la historia y de la literatura de España durante la Edad Media. Sevilla-Madrid: 2 vols. 1878 (reedición Pamplona: Analecta Ediciones, 2001 ), I, pp. 150-151: «Cuando los musulmanes vencieron a los cristianos el año 96 de la hegira (sic) y mataron a Rodrigo, rey de los godos, se estendieron (sic) por todas las provincias de España, mientras que los cristianos, huyendo de ellos, pasaban los desfiladeros de Castilla y se retiraban a la parte del Norte. Reunidos en Galicia proclamaron rey a Pelayo, hijo de Favila, que reinó diez y nueve años y murió en 133 (9 agosto 750-30 julio 751 ). Sucedió le su hijo Favila que reinó dos años. A su muerte los cristianos proclamaron a Alfonso, hijo de Pedro, cuyos descendientes reinan todavía. Estos reyes son de una familia de Galicia; verdad es que Ibn-Hayyan pretende que son descendientes de los godos; mas tal opinión es errónea a mi parecer, pues esta nación había perdido ya el poder y rara vez acontece que nación que lo ha perdido llegue a recobrarlo. Era una nueva dinastía que reinaba sobre un pueblo nuevo; pero solo Dios sabe la verdad». 44 Debe tratarse de Ibn Fafila, es decir, Pelayo. 45 Debe tratarse de Fafila, es decir, Favila. 43 lBN 112 EL ORIGEN DEL REINO DE ASTURIAS EN LAS FUENTES ÁRABES ALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN Pelayo en las fuentes árabes y en las asturianas: análisis comparativo Tras revisar el conjunto de textos árabes sobre Pelayo, procede, a continuación, realizar una valoración de la información que contienen desde una perspectiva comparativa doble, es decir, respecto a los distintos textos árabes entre sí, por un lado, y en relación con las fuentes asturianas, por otro. . . , Las diferencias internas más importantes entre los distmtos textos arabes se refieren a la atribución cronológica de la acción de Pelayo a la época de distintos valíes, un aspecto que, como afirma E. Manzano, se explicaría por la existencia de dos líneas de transmisión que se separaron antes de finales de época omeya. El texto anónimo que registra al-Mq~ri rep~­ senta en este sentido, un caso singular, que podría remontarse, tal vez, a Ibn ijayyan, «qmen lo of;ecería en paralelo al procedente de 'Isa b. Al).mad al-Razi, dando así una doble versión 46 . del mismo suceso, tal y como suele ser habitual en él» . Al margen de estas diferencias, todos los textos árabes, como ya se h~ dicho, presentan una gran similitud, tanto de contenido como de redacción. Ello resulta particularmente claro en las versiones de 'Isa al-Razi, Ibn ijayyan y Ajbar magmü 'a, lo que ha llevado a tanto aArbesú como a Manzano a plantear la posibilidad de que todas ellas procedan de una fuente común, que podría ser la célebre obra perdida Te:_ 'rfjfi ajbar mulük al-And~us, obra de Al).mad al-Razi (274-344 1 888-955), padre del citado 'Isa47 . No obstan~, como senala :wanz~o, esta hipótesis resulta, en realidad, poco probable, ya que, de haber sido realmente asi, habna que48 dado alguna huella en la amplia transmisión textual posterior de la obra de Al).mad al-Raz1 . Por otro lado, existen dos fuentes árabes (Ibn 'Igari e Ibn al-Jatib) que afirman de manera Este hecho obliga explícita haber obtenido su información (o parte de ella) de fuentes cristan~. a plantear la cuestión de la compatibilidad entre los :el~tos de las fuentes astur;anas y ?e los t~xos árabes. Respecto al contenido, a diferencia de la cromca de 754, las fuentes arabes SI menciOnan a Pe layo pero, en cambio, al igual que dicha crónica latina y como ya señaló P. Chalmeta en 1994, no aluden a Covadonga49 ni tampoco, cabría añadir, a ninguna derrota musl~an en ~ontex asturiano. Asimismo, por lo que se refiere a los aspectos formales, tal vez la mas clara diferencia radique en la completa ausencia de elementos de naturaleza providencialista en los relatos de las fuentes árabes, mucho más sobrios y escuetos que los asturianos. . Estos dos elementos plantean la existencia de diferencias importantes entre ambas tradiciones literarias, si bien, pese a ello, resulta bastante exagerado hablar de su naturaleza «contradictoria»50 o de su «total oposición» 51 . De hecho, hay una serie de elementos en los textos Ent:~ ellos se encuent;a: en árabes que son coincidentes con la tradición cronística ovet~s. primer lugar, la localización de los hechos, que las fuentes arabe.s srtuan d~ forma un~me en Óilliqiya, en un entorno geográfico montañoso, en las cuales mcluso existe un top~m «peña de Pelayo» ($a}rat Balay), lo cual coincide con las narraciones de las fuentes astunanas, en particular respecto a la referencia a la cueva o cavern~ del monte Ause:a: . Existen más detalles en los que, asimismo, se aprecian claras compatibilidades entre las fuentes asturianas y algunas narraciones árabes. En consonancia con lo que establece la ver- . , Rotense de la Crónica de Alfonso 111, el texto anónimo citado por al-Maqqari que data f nhechos en época de al-ijurr afirma que Pelayo fue enviado a Córdoba, ciudad de la que52 10 ;s ó en el año 98 (716-717), de tal modo que, a su regreso a Asturias, inició su rebelión . s~bre esta coinde~a existen, no obstante, alg~ns dif~rencas relativas a los motivos de la ·da de Pelayo a la capital musulmana. La fuente arabe senala que fue entregado «como rehén 1 garantía de obediencia de la gente de su territorio», mientras que la asturiana pretende que ~e enviado por Munnuza «con el pretexto de una comisión», con la secreta intención de apartarlo para poder casarse con su hermana Ermesinda. Por otro lado, el texto árabe afirma que huyó de Córdoba, mientras que el asturiano simplemente indica que volvió. La forma de describir la actuación de Pelayo respecto a los musulmanes representa otro aspecto que permite establecer claros paralelismos entre ambas tradiciones literarias. En efecto, las fuentes árabes utilizan para caracterizar su acción dos verbos de sentido muy parecido. El más frecuente es Jara, que significa «levantarse», «alzarse» o «sublevarse», del cual procede el término Jawra, que implica la idea de «levantamiento» o «revolución». La segunda forma verbal es qama, que asimismo contiene la acción de «levantarse» o «alzarse». Esta descripción de la acción de Pelayo resulta plenamente coincidente con las crónicas asturianas, entre ellas la versión Rotense de la Crónica de Alfonso 111, en la que, a raíz de su regreso de Córdoba y de su enfrentamiento con Munnuza, gobernador árabe de Gijón, los contingentes árabes informan al valí de Córdoba que Pelayo «era rebelde manifiesto» (manifestum ese reuellem )53 . De forma similar, la Crónica Albeldense emplea idéntica conceptualización al señalar que Pelayo «fue el primero que inició la rebelión contra ellos en Asturias» (iste primum contra eis sumsit reuellionem in Asturias) 54 • En relación con este último aspecto existen, asimismo, otros dos detalles que revelan coincidencias entre ambas tradiciones. Por un lado, tanto el texto anónimo citado por alMaqqari como los atribuidos a al-Razi e Ibn ijayyan identifican a Pelayo como el primer cristiano que se rebeló contra los musulmanes en la Península. Por otra parte, el texto anónimo indica, además, que los rebeldes expulsaron al representante (na'ib) del valí al-ijurr en aquel territorio, una afirmación que coincide con la presencia de un gobernador árabe en Gijón que indican las fuentes asturianas. Un cuarto punto de coincidencia, asimismo relativo a la figura de Pelayo, consiste en la idea de su proclamación como soberano. La Crónica de Alfonso 111 aporta dos versiones distintas respecto a la elección de Pe layo como príncipe, ya que la Rotense señala que fue elegido por los ástures, mientras que la «A Sebastián» afirma que fueron los godos 55 . Aunque Ibn alJatib es el único autor árabe que menciona de manera explícita su proclamación, otras fuentes lo identifican como «rey» y señalan que gobernó por determinado tiempo, siendo el origen de un linaje regio. Otra cuestión de interés es la relativa a la identidad de Pelayo. Varios de los textos árabes coinciden en caracterizarlo, a él y a sus seguidores, como 'ilg (pl. 'ulüg), término que designa al asno u onagro y, por extensión, a una persona bárbara o salvaje 56 . Esta denominación aclara poco sobre el origen local (asturiano) o la estirpe visigoda de Pelayo. Ahora bien, el texto 52 Eduardo MANZANO. «La rebelión de los astures», pp. 286 y 287. 47 Luis MoLINA. «Al-Razi, Al)mad». En Jorge LIROLA (dir.). Biblioteca de al-Andalus. Almería: Fundación Ibn Tufayl, 46 2012, VII, pp- 159-163. . 48 David ARBESÚ. «De Pelayo a Belay: la batalla de Covadonga según los historiadores árabes». En Bulletin ofSpanzsh Studies, 88-3 (2011), p. 323; Eduardo MANZANO. «La rebelión de los astures», p. 284. 49 Pedro CHALMETA. Invasión e islamización, p. 272. 5o Evariste LÉVI-PROVEN(:AL. España musulmana (711-1031). La conquista, el Emirato, el Califato. Madrid: Espasa Calpe, 1950 (reed. 1982). p. 41. 5 1 David ARBESÚ. «De Pelayo a Belay», p. 324. 113 Juan GIL Y OTROS. Crónicas asturianas. Oviedo: Universidad de Oviedo, 1985, no 8: «El antes nombrado Munnuza envió al dicho Pelayo a Córdoba con el pretexto de una comisión, a causa de su hermana; pero antes de que volviera, por medio de un engaño, se unió en matrimonio con la hermana». 53 Juan GIL Y OTROS. Crónicas asturianas, n° 8. 54 Juan GrL Y OTROS. Crónicas asturianas, XV, l. 55 Juan GIL y OTROS. Crónicas asturianas, n° 8. 56 Sobre este término, véase Eva LAP!EDRA. Cómo los musulmanes llamaban a los cristianos hispánicos. Valencia: Generalitat Valenciana, 1997, pp. 189-247, según la cual la traducción que más se acerca a la denominación árabe es la de "incivilizado". 115 ALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN EL ORIGEN DEL REINO DE ASTURIAS EN LAS FUENTES ÁRABES anónimo que cita al-Maqqari señala de forma más explícita su origen local;., identificándolo como un 'ilg de los asturianos del territorio de Gilliqiya (min ahl astürfs min Gilliqiya). Como hemos visto con anterioridad, Ibn J aldün, que se refiere a Pelayo de forma implícita como Ibn Fafila, es decir, hijo de Favila, niega su identidad goda, en contra de la opinión de Ibn bárbaros ijayyan, y afirma de manera explícita su origen local, «su linaje pertenece a l~s ( 'agam) de Gilliqiya», siendo el único autor árabe que se manifiesta de forma abierta al respecto. . Frente a esta identidad local de Pelayo, otras fuentes árabes, en consonancia con las asturianas lo identifican como hijo de Favila, entre ellas la crónica anónima Fatb al-Andalus y el políg;afo nazarí Ibn al-Jatib, coincidiendo con lo que establece la versión «A Sebastiám> de la Crónica de Alfonso IIJ5 7 • Dado que el duque Favila sería «de linaje re~l» (ex semine regio), dicha filiación forma parte del proceso dirigido a fomentar la idea del remo de Asturias como sucesor y heredero del reino visigodo de Toledo 58 • La cronología representa el sexto punto de coincidencia entre las dos tradiciones literarias sobre Pelayo, aunque, en este caso, solo de forma parcial. Las crónicas asturianas señalan que murió en la era 775, equivalente a 737, especificando la Crónica de Alfonso JI! que ocupó el trono durante 19 años, lo que significa que fue proclamado en 718 59 • Esta cronología es comlos dos más antiguos, sitúan patible con todos los textos árabes, tres de los cuales, entre ~los la acción de Pelayo durante el gobierno del valí 'Anbasa ('Isa al-Razi, Ibn ijayyan y Fatb), mientras que otros dos (Ajbéir magmü 'a e Ibn 'Igari) lo hacen en el de 'Uqba, habiendo solo uno que apunta a la época del valí al-ijurr. Los gobiernos de esos tres valíes se encua.dra? cronológicamente durante los años 717-740, coincidiendo, a grandes rasgos, con lo que mdican las fuentes asturianas. Asimismo, existen otros elementos de compatibilidad cronológica. Ibn al-Jatib establece como fecha de proclamación de Pe layo el año 99 (718-719), la misma que implícitamente señalan las fuentes asturianas, mientras que, en cambio, le atribuye un reinado de sólo 13 años. Otros textos árabes ('Isa al-Razi, Ibn I:Iayyan, Ajbéir magmü 'a e Ibn Jaldün) no ofrecen una fecha concreta de su rebelión ni de su proclamación, pero, en consonancia con las fuentes asturianas, le atribuyen un reinado de 19 años. Algunas fuentes árabes, en concreto 'Isa al-Razi e Ibn Jaldün, fijan su fallecimiento en el año 133 (750-751 ), por lo tanto fuera del marco cronológico que indican las fuentes asturianas. El séptimo y último elemento en el que cabe hablar de coincidencia se refiere a la valoración de las consecuencias históricas de la acción de Pelayo. Varias de las fuentes árabes ('lsa al-Razi, Ibn J:Iayyan, Ajbéir magmü 'a e Ibn 'Igari) señalan que, pese a su insignificancia inicial, la acción de Pelayo tuvo una enorme trascendencia, ya que fue el origen de un proceso que, tiempo más tarde, terminó causando serios perjuicios a los musulmanes. En efecto, l?s cronistas árabes afirman que sus sucesores arrebataron el territorio a los musulmanes, una circunstancia que explica que dichas fuentes lamenten el «desprecio» con el que lo trataron cuando se escondió en la montaña con su pequeño grupo de seguidores. Este último aspecto constituye otro elemento de interés, ya que la cifra de seguidores que las fuentes árabes atribuyen a Pelayo representa una referencia bíblica bien conocida: con un ejército de 300 combatientes, Gedeón derrotó a un ejército de miles de madianitas (Jueces 7). Aunque esa cifra no figura en los relatos de las fuentes asturianas sobre Pelayo y .covadonga, es sabido que dichos textos se basan en arquetipos bíblicos. En particular, la cifra de mil musulmanes que atacan a Pelayo representa un trasunto casi exacto de los 185 mil 187 . ·os que Senaquerib envió contra Jerusalén y, de igual modo, los 124 mil musulmanes que aslflrieron en Cova donga se aproximan · b astante a 1os 120 m1·¡ mad'1amtas · · vencidos por GeT~ n6o De hecho, existe una relación entre Gedeón y los musulmanes en la tradición cristiana ~mdieval, ya que desde el Pseudo-Metodio (s. vm) se le identifica como el encargado de ~ chazar y confinar en sus inhóspitas tierras desérticas a los ismaelitas 61 . re La valoración de estas coincidencias entre ambas tradiciones textuales nos obliga a plant ar la cuestión de la relación existente entre las mismas. La influencia de fuentes cristianas e~tá acreditada de forma explícita en el caso de algunos de los textos árabes más tardíos, _en concreto Ibn 'Igari e Ibn al-Jatib, pero no así en el de los más antiguos (texto anónimo, 'Isa ai-Razi, Ibn ijayyan y /ljbéir magmü 'a). No obstante y en consonancia con lo que sugiere Eduardo Manzano 62 , considero que estos textos se basan, fundamentalmente, en la información de las fuentes asturianas, debido a tres factores principales. En primer lugar, el análisis previo revela que la comparación entre ambas tradiciones, asturiana y árabe, arroja un resultado ambivalente, habiendo importantes diferencias pero, asimismo, varias coincidencias significativas, en algunos casos relativas a detalles muy específicos, tales como la identidad de Pelayo, la duración de su reinado o su propia condición de «rebelde» contra las autoridades cordobesas. Respecto a las diferencias, aunque los textos árabes omiten toda alusión a una derrota musulmana en Asturias, ello no significa que minimicen el papel de Pelayo ni que, por lo tanto, quepa hablar de «censura musulmana» 63 en relación con su tratamiento. Bien al contrario, como hemos visto, se le otorga una importante relevancia en términos explícitos. De hecho, la consideración de Pelayo como antecedente de las futuras victorias de los cristianos y, por lo tanto, de las desgracias presentes de los musulmanes (presentes en el momento en el que escriben sus textos), representa otra manifestación de la clara conciencia de los musulmanes de que los cristianos querían arrebatarles su territorio, una realidad que está acreditada en otros textos árabes y que parece ya estar bien formada en la época califal. En segundo lugar, la cronología de ambas tradiciones textuales constituye otro argumento a favor de la transmisión textual. Las fuentes árabes más antiguas, en particular la de Ibn I:Iabib (m. 238 1 852) 64 , ignoran a Pelayo, el cual, como apunta Manzano, solo aparece en los textos árabes a partir de la segunda mitad del siglo x 65 , es decir, con posterioridad a la redacción de las fuentes asturianas y en el momento en el que la tradición cronística cordobesa se consolida de la mano de los al-Razi y ligada de manera muy estrecha a la elaboración de una memoria dinástica omeya. De la misma forma, creo que la propia autoconciencia del error de menospreciar a Pelayo debido a las consecuencias posteriores (cuestión que se menciona ya en el texto árabe más antiguo, el atribuido a 'lsa al-Razi) podría reforzar la idea de la existencia de una transmisión de las fuentes asturianas a las árabes en época califal. En efecto, el reino leonés se fortalece durante el siglo x, sobre todo con Ramiro II (931-951), que infringió al califa 'Abd al-Rahman III su más dolorosa derrota en la célebre batalla de Simancas (327 1 939). Resulta 114 57 Juan GIL y OTROS. Crónicas asturianas, no 8. ss Abilio BARBERO y Marcelo VI GIL. La formación del feudalismo en la Península Ibérica. Barcelona: Crítica, PP· 263 y 297-300. 59 Juan GIL y OTROS. Crónicas asturianas, no 11 y XV, l. 60 Javier ZABALO. «El número de musulmanes», pp. 719-721. Carlos DE AYALA. «Sentimiento apocalíptico y movimiento cruzado». En Temas Medievales, 24 (20 16), p. 27, nota 6. Agradezco al autor su amabilidad al facilitarme esta referencia. 62 Eduardo MANZANO. «La rebelión de los astures», pp. 286 y 287, habla de indicios que apuntan a un cierto conocimiento de las fuentes cristianas en la cronística andalusí. 63 Armando BESGA MARROQUÍN. Orígenes hispano-godos, p. 240. 64 lBN HABIB. Kitab al-Ta'rij, pp. 136-155. 65 Eduardo MANZANO. «La rebelión de los astures», p. 287. 61 116 ALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN lógico que la naciente cronística cordobesa, destinada, fundamentalmente, a servir de altavoz propagandístico del califato, necesitara dotarse de referencias que permitiesen explicar el contexto político del momento, del cual formaba parte la consolidación de un enemigo inicialmente poco amenazante pero que había adquirido suficiente entidad como para ser capaz de vencer al fundador del califato cordobés, el soberano peninsular más poderoso de su época. Ello explicaría tanto el interés en adquirir de información sobre los orígenes del reino leonés como, asimismo, el lamento por no haber valorado correctamente la relevancia de esa entidad en sus comienzos. En definitiva, en línea con lo sugerido por Manzano, aunque llevando el argumento algo más lejos, considero que hay razones suficientes para afirmar, con bastante verosimilitud, que los textos árabes sobre Pelayo elaborados en el contexto cordobés de la segunda mitad del siglo x se basan, fundamentalmente, en las fuentes asturianas, lo cual permite considerar como escasamente probable la idea de una tradición árabe anterior independiente de la cristiana, tal y como sugirió Lomax (1933-1992) en 1978 66 y ha apuntado más recientemente D. Arbesú. Las fuentes árabes en la historiografía sobre los orígenes del reino de Asturias Frente a la amplia atención recibida por los textos latinos en relación con el estudio de los orígenes del reino de Asturias, en cambio las fuentes árabes han sido objeto de un tratamiento que, con las ya citadas excepciones de Arbesú y Manzano, debe ser calificado de deficiente. El primer investigador que les dedicó una atención específica fue C. Sánchez-Albomoz, dedicándose a ellas con su habitual exhaustividad, si bien su aproximación está fuertemente lastrada por una lectura sesgada y muy forzada derivada de su empeño en otorgar plena historicidad a Covadonga, así como por la imposibilidad de acceder a las versiones originales árabes y su consiguiente dependencia de las traducciones. Con posterioridad a esta aportación se han desarrollado trabajos de investigadores especializados como P. Chalmeta y F. Maíllo, que han contribuido a una valoración más apropiada de las narraciones, aunque sin llegar a desarrollar un análisis pormenorizado de las mismas ni entrar en una valoración crítica de lo realizado con carácter previo por Sánchez-Albomoz. Por otro lado, dichas fuentes han sido objeto, asimismo, de consideraciones bastante contradictorias en estudios de diverso tipo relativos al origen del reino asturiano, como veremos más adelante. En tales condiciones, resulta procedente plantear una revisión crítica de la cuestión, si bien me parece necesario advertir, de entrada, que la escasa y errónea valoración de los textos árabes en la tradición historiográfica sobre el origen del reino de Asturias se debe, sobre todo, a la ya citada ausencia de trabajos especializados hasta tiempos muy recientes, hecho que ha imposibilitado una correcta utilización de estas fuentes. Sin duda, fue Sánchez-Albomoz quien dio un papel más relevante a estos textos, si bien la utilización que dicho autor hizo de los mismos resulta bastante cuestionable en determinados aspectos, en particular por lo que se refiere a la datación de Covadonga. La historiografía posterior, en cambio, no parece haber otorgado una relevancia particular a los textos árabes, con ciertas excepciones. Derek W. LOMAX. La Reconquista. Barcelona: Crítica, 1984, p. 40: «Si bien pueden estos autores haber leído las crónicas asturianas, se sirven de un sistema cronológico distinto y posiblemente tomaron la historia de la miel y el reducido número de rebeldes de alguna fuente musulmana primitiva». 66 EL ORIGEN DEL REINO DE ASTURIAS EN LAS FUENTES ÁRABES 117 La contribución de Sánchez-Albomoz está fuertemente condicionada por dos importantes metodológico, la depn~cia de versiones traduactores. En primer l,ugar, desde. un pl~o. ~idas de las fuentes arabes y la Imposibilidad de a~cer a las versi?nes. o~ignales. Por otro su afán por datar Covadonga con el fin de atnbmr una plena histoncidad a un episodio d ~nametl1 en el relato españolista de la Reconquista como origen de España. Basándose, sobre todo, en la mayor antigüedad de ambos autores, el célebre medievalista inclinó por dar mayor fiabilidad a los relatos atribuidos a <fsa al-Razi e Ibn I:Iayyan, los s~ale datan su rebelión en época de <Anbasa67 • Superado el primer escollo, Sánchez-Albomoz ~nteó aquilatar de una manera algo más precisa esa datación, con el fin de reducir los már~ens de duda. De nuevo, la solución vino a través de las fuentes árabes, aunque desde unas premisas muy cuestionables, como ya señalé en un trabajo anterior publicado en 2011 68 • En este caso, el célebre medievalista acudió a dos repertorios biográficos andalusíes de los siglos xn-xrn que no contienen información alguna relativa al origen del reino de Asturias, pero que registran una entrada relativa a un personaje llamado Nu<aym ibn 'Abd al-Ral,lman ibn Mu'awiya, al que Sánchez-Albomoz otorgó un protagonismo decisivo en su datación de Covadonga. La más antigua de ambas obras es la de al-Oabbi (m. 599 1 1203), autor de Bugyat almultamis fi ta 'rij rigiil ahl al-Andalus 69 , mientras que el segundo autor que menciona a dicho personaje es el polígrafo valenciano Ibn al-Abbar (595-658 1 1199-1260), cuya obra al-Takmila li-kitiib al-.$ila, que registra unas 3.600 entradas, constituye una de las obras más importantes de este género en la tradición andalusF 0 • Los textos sobre Nu<aym en estos dos repertorios son casi idénticos y, aunque ambos son muy tardíos, lbn al-Abbar se remite al citar a dicho personaje a una fuente muy anterior, del siglo x. Se trata del egipcio Ibn Yünus (m. 347/958), autor de una obra hoy perdida y que en al-Andalus fue utilizada, sobre todo, por el cordobés Ibn al-Farac;li (351-403/962-1013), que compuso en época califal un repertorio biográfico muy importante 71 • Según ambas fuentes biográficas, Nu<aym ibn <Abd al-Ral,lman ibn Mu'awiya vino a alAndalus para practicar el yihad, siendo muerto por los cristianos (rüm) el día de <Arafa del año 103 de la hégira, es decir, el noveno día del último mes del calendario islámico (r;jü-lbigga)72. A juicio de Sánchez-Albomoz, en esa fecha, correspondiente al 30 de mayo de 722 de nuestra Era, el único frente que los musulmanes tenían con los cristianos era el asturiano, por lo que la muerte de dicho personaje sólo habría podido producirse en Covadonga73 . Siendo benevolentes, la lectura de los textos relativos a N u' aym en clave asturiana debería ser calificada como muy imaginativa, debido, entre otros motivos, a que, en esa fecha, se encontraban en pleno desarrollo las campañas ultrapirenaicas, como veremos a continuación, por lo que la muerte del citado personaje combatiendo a los cristianos pudo también ha67 Claudia SÁNCHEZ-ALBORNOZ. Orígenes de la nación española. Estudios críticos sobre la historia del Reino de Asturias. Oviedo: Instituto de Estudios Asturianos, 1974, pp. 103 y 134. 68 Alejandro GARCÍA SANJUÁN. «Al-Andalus durante los primeros emires, 716-756». En Zona arqueológica, 15-1 (2011), pp. 184-185. 69 Cristina ÁLVAREZ MILLÁN. «Al-Pabbi, Abü Ya'far». En Jorge LIROLA (dir.). Biblioteca de al-Andalus. Almería: Fundación Ibn Tufayl, 2012, I, pp. 307-304. 70 Jorge LrROLA, «lbn al-Abbar al-Quc;la'I, Abü 'AbdAllah». En Jorge LIROLA (dir.). Biblioteca de al-Andalus. Almería: Fundación Ibn Tufayl, 2012, I, pp. 535-563, 552-559 (sobre la Takmila). 71 Maribel FIERRO, «lbn Yünus, fuente de Ibn al-Farac;li». En Homenaje al Prof Daría Cabanelas Rodríguez, O.FM ~on motivo de su LXX aniversario. Granada: Universidad de Granada, 1987, 2 vols., I, pp. 297-313. - AL-DABBL Bugya. Ed. RAWI:IIYYAT 'ABDAL-RAI:IMAN AL-SUWIFL Beirut: 1997, p. 418, no 1403; lBN AL-ABBAR. Takmila. Ed. BASSAR 'AwwAo MA'RüF. Túnez: 2011,4 vols., II, p. 466, no 1922. 73 Claudia SÁNCHEZ-ALBORNOZ. Orígenes de la nación española, pp. 128-135. 119 ALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN EL ORIGEN DEL REINO DE ASTURIAS EN LAS FUENTES ÁRABES berse producido en otros contextos distintos al asturiano. Es cierto, no obstante, que Sánchez~ Albornoz mostró cierta cautela al expresar sus conclusiones, señalando que <<nada garantiza> que Nu' aym muriese en Covadonga y que su propuesta debía entenderse a título de «aventu~ rada conjetura», una cautela que, como veremos a continuación, parece haberse diluido con el paso del tiempo, ya que la fecha de 722 ha adquirido carta de naturaleza de forma genra~ lizada como datación firme del episodio. Antes de analizar la influencia de la propuesta de Sánchez-Albornoz debe indicarse que en su obsesión por datar Covadonga, el célebre medievalista no solo forzó los textos árabes' sino también los latinos, en concreto la crónica de 7 54 que, en referencia a 'Anbasa, afirm~ fascibus honorum apud Spanias ualde triumphat. La lectura que Sánchez-Albornoz hizo de este texto, convirtiéndolo en un eco de Covadonga («obtuvo un importante triunfo sobre los españoles»)1 4 , fue con posterioridad corregida por J. Gil («Anbasa gobierna triunfalmente con grandes honores en Hispania» )1 5, así como por E. López Pereira («cargado de honores, gobierna triunfalmente España») 76 • A pesar de haber sido formuladas a título de mera «aventurada conjetura», las conclusiones alcanzadas por Sánchez-Albornoz respecto a Pelayo y Covadonga y, en particular, su propuesta de datación en 722, han ejercido notable influencia en la historiografía posterior. Entre quienes suscriben esa datación se encuentra F. Maíllo, el cual considera que «la fecha de 722 casaría mejor con el alzamiento de Pelayo, habida cuenta de que en 721 el nuevo wiilf 'Anbasa exigió el tributo doblado, lo cual significaba la ruptura de cualquier pacto» 77 • Asimismo, dicha cronología se registra en conocidas plataformas divulgativas en términos de dato perfectamente contrastado, sin referencia alguna a la condición de «aventurada conjetura» con la que fue propuesta78 . No obstante, no han faltado, asimismo, voces críticas respecto a sus propuestas, como veremos a continuación, así como autores que optan por no pronunciarse de manera abierta a favor de ninguna de las dataciones propuestas sobre Covadonga, entre ellos Lomax79 . Frente al papel decisivo atribuido a las fuentes árabes por Sánchez-Albornoz, la historiografía posterior ha mostrado actitudes muy distintas, que oscilan entre el amplio soslayo y el tratamiento escasamente riguroso. La primera tendencia se aprecia ya en el caso del célebre arabista francés E. Lévi-Provenc;al, quien, pese a su enorme conocimiento de las fuentes árabes, se limitaba a señalar el carácter «contradictorio» de las versiones árabe y cristiana sobre Pe layo y Covadonga. Por otro lado, menciona la propuesta de datación de Sánchez-Albornoz, pero parece inclinarse por la fecha tradicional de 718, aunque de manera poco entusiasta («no es fácil tomar partido») 80 . Una actitud similar de completo soslayo se aprecia en el caso de Barbero y Vi gil quienes, breves páginas que dedican a Pelayo en su célebre monografía de 1978, no citan en en. 1asna ocaswn . , 1as fiuen tes ara , b es si . nmg~ret a la aparente ausencia de interés por parte de ciertos investigadores, otros han opd0 por integrar los textos árabes en sus análisis, aunque con resultados no mucho más aforta dos que los alcanzados por el propio Sánchez-Albornoz, en particular en el caso de autores tun:rabistas. Resulta significativo, a este respecto, el británico R. Collins, el cual, de entrada, 1 ~ nimiza la relevancia de las fuentes árabes sobre el reino de Asturias al considerarlas «de ~ance limitado y de carácter fuertemente partidista». Al mismo tiempo, sin embargo, no ~ da en afirmar que Sánchez-Albornoz presentó «argumentos convincentes para creer que la f:Cha correcta es 722» 82 , argumentos que, sin embargo, como hemos visto, se basan en exclusiva en las fuentes árabes que parece denostar. En la misma obra, el propio Collins, desdiciéndose de sus anteriores palabras, desautoriza de forma explícita, sin mencionarlo, a Sánchez-Albornoz. En efecto, en la parte de su estudio que dedica a «Pe layo y la revuelta asturiana», el historiador británico afirma: «Ya hemos considerado antes una línea de argumentación alternativa que asigna a la rebelión y a la batalla una fecha algo posterior, 722, pero no hemos juzgado esa argumentación suficientemente sólida como para requerir el ajuste de esta cronología tradicional». De este modo, adhiriéndose a la citada «cronología tradicional», Collins concluye que <<Una cronología que sitúe la rebelión en el período comprendido entre los gobiernos de al-I:Iurr y al-Saml;l, es decir, alrededor de 718, es verosímil, considerando la participación de este último en la eliminación del reino visigodo residual de N arbona y la iniciación de la guerra con los aquitanos» 83 . En otra obra más reciente, Collins parece haber tomado conciencia de estas contradicciones y corrige algunos de sus planteamientos previos: admite haber tratado de forma excesivamente frívola las fuentes árabes y se muestra menos seguro a la hora de establecer la datación de Covadonga, señalando que la revuelta protagonizada por Pelayo en Asturias sucedió «posiblemente en el año 718 o 722» 84 . Similares contradicciones respecto a los textos árabes se aprecian en el caso de otra conocida monografía sobre los orígenes del reino de Asturias. En consonancia con Sánchez-Albornoz, A. Besga se inclina, en principio, por otorgarles mayor fiabilidad frente a las fuentes asturianas («parece más ajustada a la realidad la versión de los historiadores musulmanes»), de tal modo que «Covadonga se debió parecer más al relato musulmán». Acto seguido, sin embargo, pasa a desacreditar las fuentes árabes con el argumento de que «parecen una fabulación, recuerdan a la fábula de la zorra y las uvas, y es evidente su exageración» 85 , una desacreditación, además, no exenta de ciertos errores en la valoración cronológica de dichas fuentes 86 • A esta contradictoria apreciación general del valor de las fuentes árabes se suman otras incluso más flagrantes, ya que, como hemos visto, Besga afirma que «Covadonga debió parecerse más al relato musulmán», y, por otro, en cambio, mantiene su grandilocuente caracterización tradicional en términos de «batalla decisiva en la historia de España». En realidad, 118 Claudia SÁNCHEZ-ALBORNOZ. Orígenes de la nación española, pp. 126-128. Juan GIL. «Para la edición de los textos visigodos y mozárabes». En Habis 4 (1973), pp. 227-228. 76 Continuatio, 124-147, n° 74. 77 Felipe MAÍLLO. Acerca de la conquista árabe de Hispania. Imprecisiones, equívocos y patrañas. Madrid: Abada, 2016, p. 75. En una ocasión anterior, en cambio, parecía mostrar una actitud menos explícita: Felipe MAíLLO. «El Reino de Asturias desde la perspectiva de las fuentes árabes». En La época de la Monarquía Asturiana: Actas del Simposio celebrado en Covadonga (8-10 de octubre de 2001). Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos, 2002, p. 236 («Que el episodio pelagiano se diera en 718, o en 722, o que sea el reflejo de la resistencia efectiva indígena, acaecida en los altos valles del Pirineo Occidental en 733, es algo que no varía en nada los planteamientos que aquí se van a hacer»). 78 Así lo revela, por ejemplo, el artículo «batalla de Covadonga» de la más difundida enciclopedia electrónica, Wikipedia: https://es. wikipedia.org/wiki/Batalla_de_ Covadonga. Acceso 18 Noviembre 2018. 79 Derek W. LOMAX. La Reconquista: «Es probable que el levantamiento ocurriese entre 716 y 719 (y posiblemente en 718), mientras que el período 721-726 (y dentro de éste el año 722) acaso corresponda a la victoria de Pelayo, que sin duda se obtuvo sobre una fuerza musulmana bastante pequeña». 80 Evariste LÉVI-PROVEN<;:AL. España musulmana, pp. 41-42. 74 75 81 Abilio BARBERO y Marcelo VIGIL. Laformación del feudalismo, pp. 295-302. Roger COLLINS. La conquista árabe, 710-797. Barcelona: Crítica, 1991, pp. 50 y 127. Roger COLLINS. La conquista árabe, pp. 134-135. 84 Roger CoLLINS. Califas y reyes. España, 796-1031. Barcelona: Crítica, 2013, p. 116. 85 Armando BESGA MARROQUÍN. Orígenes hispano-godos, pp. 236-237. 86 Armando BESGA MARROQUÍN. Orígenes hispano-godos, 65: «se ha usado y se usan con naturalidad estas fuentes que a veces remontan al siglo XVII, como la obra de Al-Makkari». Aquí se confunde al transmisor (al-Maqqar1) con el autor del texto, en este caso, Ibn I:Iayyan. 8 " 83 120 121 ALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN EL ORIGEN DEL REINO DE ASTURIAS EN LAS FUENTES ÁRABES como ya se ha repetido de forma insistente, en las fuentes árabes solo se alude a la rebelión de Pelayo, pero no se menciona ninguna batalla ni derrota musulmana alguna en territorio asturiano. Al margen de estas cuestiones, hay otros detalles que, asimismo, revelan una apresurada lectura de los textos árabes. Así sucede respecto a la afirmación siguiente: «de las fuentes árabes no se puede extraer información que confirme la teoría indigenista del reino de Asturias (de hecho, nadie lo ha intentado siquiera)» 87 . En realidad, como se ha comprobado con anterioridad, tanto el texto anónimo que cita al-Maqqari como Ibn Jaldün apuntan de manera explícita a un origen local, indígena, de Pelayo, aunque otras fuentes árabes, en cambio, señalan su condición de hijo del duque Favila, en consonancia con la versión «A Sebastián» de la Crónica de Alfonso !JI. Por lo demás, Besga parece querer pasar de puntillas por la cuestión específica de la datación de Covadonga, ya que, aunque menciona la propuesta de Sánchez-Albomoz sin formular ninguna objeción, tampoco la corrobora de manera explícita, limitándose a señalar que la noticia relativa a Nu'aym ibn 'Abd al-Malik es «tardía pero creíble» 88 . Se trata, en definitiva, de una serie de planteamientos que revelan una más que cuestionable interpretación de los textos árabes relativos a Pelayo, algo que, como ya se ha dicho, no cabe atribuir en exclusiva al autor, sino que se explica en buena medida debido a la inexistencia de una tradición historiográfica especializada dotada de suficiente consistencia. La crítica más explícita a las propuestas albomocianas sobre la revuelta de Pelayo ha sido la desarrollada por J. Montenegro y A. Del Castillo, en una serie de trabajos publicados desde 1990, el primero de los cuales se refería, de manera específica, a la cronología de Covadonga. El centro de la discusión se sitúa, de nuevo, en las fuentes árabes, que los autores malinterpretan, en consonancia con la mayoría de la historiografía relativa a este asunto. Siguiendo una inercia de la que participó el propio Sánchez-Albomoz, Montenegro y Del Castillo parten de una premisa errónea, la de que las fuentes árabes aluden a una derrota musulmana 89 • Frente a Sánchez-Albomoz, pretenden recuperar la cronología tradicional, la que se deriva de la lectura de las fuentes asturianas. Desde esta perspectiva, consideran «asombrosa» la conclusión de que Pelayo se sublevara en 718 y que, en cambio, Covadonga se produjese cuatro años más tarde, en 722 90 • Al margen de ese aspecto, dichos autores sugieren la imposibilidad de una transmisión textual de las fuentes asturianas a las árabes, aunque sin aclarar las razones que lo explicarían91 • Esta breve revisión pone de manifiesto la existencia de una tradición bastante deficiente en la utilización de las fuentes árabes relativas a Pelayo, una circunstancia cuya causa inicial, como ya he dicho, obedece a la ausencia de trabajos especializadus de crítica textual hasta tiempos muy recientes. consideraciones finales Sobre la base de una tradición historiográfica muy desigual e irregular en el tratamiento loración de los textos árabes relativos a la figura de Pe layo, no exenta de notorios errores Yva ageraciones, el análisis previo nos ha permitido realizar una revisión global de dichos Ye;os los cuales conforman un conjunto de diversa procedencia y cronología, si bien pretex , h , .d d . sentan relatos bastante omogeneos en cuanto a su contem o, aunque no exentos e ciertas diferencias. La datación de Covadonga en 722 por Sánchez-Albomoz en base a textos biográficos , abes representa el mejor ejemplo de lautilización sesgada de dichas fuentes. Aunque fue ;~rmulad por su autor en t~rminos de <;av~nturd conjet~ra», la propuesta ha alcn~do ~na notable difusión, debe considerarse, mas bien, como un eJemplo de lectura forzada, mducida por la obsesión por dotar de una cronología fiable a Covadonga y sustentar, así, empíricamente, su plena historicidad, requisito imprescindible para legitimar la glorificación del episodio dentro del discurso nacionalcatólico españolista. Lo que los textos árabes ponen de manifiesto es que Pelayo protagonizó una rebelión contra los musulmanes, refugiándose en una zona montañosa de dificil acceso con un pequeño grupo de seguidores, ~otiv ~or el c~alos mus.la~e lo desp~ciaron y decidieron dejar de hostigarlo, al considerarlo mofensivo. No existe nmguna aluswn, por lo tanto, a derrota alguna de los musulmanes en contexto asturiano, lo cual resta verosimilitud a las narraciones sobre Covadonga, aunque, en cambio, los autores árabes sí consideran que los musulmanes cometieron un grave error al despreciarlo, ya que ello generó graves consecuencias posteriores. La ausencia de referencias a la derrota musulmana es la principal diferencia entre las crónicas asturianas y los textos árabes, si bien ambas tradiciones literarias presentan una serie de coincidencias que obligan a plantear la existencia de una relación entre ambas. La cronología sugiere que esa relación consistió en un proceso de transmisión de las fuentes asturianas hacia las árabes, ya que los textos árabes sobre Pelayo se datan a partir del siglo x, siendo 'lsa al-Razi el cronista al que se atribuye el relato más antiguo sobre su actuación. Dicho proceso de transmisión textual se produjo durante la época califal, en un período en el que la cronística andalusí se desarrolla de la mano de los al-Razi y cuando la consolidación política y territorial del reino leonés representa un hecho de innegable relevancia, ya que fue el principal rival peninsular del califato cordobés, lo que ayudaría a entender las alusiones al error que significó el desprecio hacia Pelayo. Que dicha transmisión no incluya la idea de una gran derrota musulmana en Asturias obedecería, no a una inexistente «censura» por parte de los cronistas árabes, sino, con toda probabilidad, a la naturaleza selectiva de dicho proceso y a la completa ausencia en la tradición andalusí de una memoria histórica relativa a ese episodio cuya historicidad, por lo demás, resulta bastante cuestionable. Armando BESGA MARROQUÍN. Orígenes hispano-godos, p. 67. Armando BESGA MARROQUÍN. Orígenes hispano-godos, p. 238. 89 Julia MONTENEGRO y Arcadio DEL CASTILLO. «Pelayo y Covadonga, una revisión historiográfica». En La época de la Monarquía Asturiana: Actas del Simposio celebrado en Covadonga (8-1 Ode octubre de 2001). Oviedo: Real Instituto de Estudios Asturianos, 2002, p. 117: «las fuentes árabes son contradictorias entre sí en lo que atañe al momento en el que tuvo lugar la batalla». 90 Julia MoNTENEGRO y Arcadio DEL CASTILLO. «En torno a la conflictiva fecha de la batalla de Covadonga». En Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, 8 (1990-1991), p. 11. 91 Julia MONTENEGRO y Arcadio DEL CASTILLO. «Pelayo y Covadonga», p. 114: «también menciona la estancia de don Pelayo en Córdoba alguna fuente musulmana, cuyo autor no pudo conocer las crónicas del ciclo de Alfonso III». 87 88