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El Muro de Lagunillas: convirtiendo amenazas en oportunidades

2020

La siguiente columna de opinión aborda el caso de "el Muro" de Lagunillas, en Venezuela, situación de vulnerabilidad ambiental y socioeconómica causada por las amenazas de inundación de una extensa área de instalaciones petroleras y población residente, debido al fenómeno de subsidencia del nivel superficial del suelo, tras décadas de intensa extracción de volúmenes de petróleo.

Universidad de Chile Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones Curso “Vulnerabilidades ante desastres socionaturales VI” EL MURO DE LAGUNILLAS: CONVIRTIENDO AMENAZAS EN OPORTUNIDADES Dr. RICARDO CUBEROS MEJÍA Noviembre 2020 Desde inicios de la actividad petrolera en áreas de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, en Venezuela, los técnicos de las empresas transnacionales que allí operaban detectaron un previsible descenso del nivel superficial del suelo, ocasionado por el desplome compensatorio de los volúmenes de petróleo extraídos del subsuelo. Es así que, desde 1936 hasta la actualidad, ese proceso ha ocasionado una subsidencia de la superficie que llega a unos 11 metros (o incluso más) por debajo de la línea de marea alta del lago. En virtud de esa alteración geográfica antropogénica, desde mediados del siglo XX se decidió reticular una extensa superficie del territorio en celdas de confinamiento cautelar con diques protectores, de modo que el terreno natural se fue interviniendo para convertirse en un conjunto de pólderes preventivos ante un posible avance de las aguas del lago. Un extenso dique (conocido como “el Muro”) se construyó y se amplió en repetidas ocasiones sobre la línea de costa, y complejos sistemas de control y bombeo se instalaron del lado interior del dique, de manera de poder evacuar la escorrentía natural de quebradas y drenajes durante las 24 horas del día. Con ello, se pretendió mitigar los eventos de inundación en las áreas urbanizadas más cercanas a la costa. Como es usual en este tipo de industrias que ofrecen empleo atractivo, se desarrolló en la periferia de tales instalaciones industriales, una extensa ocupación residencial tanto planificada como espontánea, que multiplicó la dimensión y ocupación de los caseríos que existían ancestralmente en la zona. Los desarrollos planificados, construidos para los empleados de las empresas petroleras y sus familias, se mantuvieron bajo una estricta supervisión ambiental, con planes activos de contingencia y evacuación. Pero los extensos asentamientos que se dieron fuera de tales campos residenciales contaron con poca o ninguna política efectiva de mitigación de la vulnerabilidad a inundaciones (con sus efectos consecuentes), sufriendo ocasionales conatos de posibles desastres socio-ambientales. Fue así que desde los años ’90, tras cinco décadas de urbanización progresiva, se impulsaron estrategias de reubicación de decenas de miles de familias hacia nuevos asentamientos planificados lejanos de "el Muro" y su sistema de diques, fuera del área de riesgo. Estas experiencias evidenciaron una destrucción del tejido social existente, el reubicar inapropiadamente a las familias en poblados-dormitorio que ofrecían poca o ninguna posibilidad para el empleo, además de una exclusión físico-espacial forzando largos recorridos de transporte público ineficiente hasta los espacios urbanos de tradicional significación popular. Muchas de tales familias regresaron a las áreas de subsidencia, ya severamente tugurizadas por el abandono de su mantenimiento urbano. 1 Es así como resultan imprescindibles nuevas estrategias respecto a tal situación, que deben abordar dos frentes: las comunidades que viven bajo la amenaza de desastre ambiental por inundación, y las familias forzosamente desplazadas que ahora son víctimas del desempleo, con pobreza y crecientes tasas de criminalidad. Así, es necesario: • A nivel territorial, recuperar y actualizar los sistemas de protección de inundaciones, sustituyendo tecnologías obsoletas e inoperantes para la prevención y control de desastres, insertando sistemas de alerta temprana y demás tecnologías para el monitoreo y manejo de posibles emergencias. Esto debe ser considerado incluso como parte de la restitución de la infraestructura de las áreas pretendidamente a desalojar por riesgos de inundación. • Respecto a la identidad local, promover acciones de participación a través de encuentros comunitarios y culturales, recuperando memorias históricas y exaltando fortalezas de las herencias culturales, incluso en actividades productivas a través de cooperativas y pymes (tanto en las áreas en subsidencia como en los nuevos asentamientos externos). Es así como se puede alentar la reconstrucción de un tejido social sano y proactivo. • Respecto a los objetivos de la acción, se pretende constituir el riesgo en una oportunidad para impulsar una cultura de la prevención y de resiliencia, no sólo en el ámbito específicamente ambiental, sino incluso económico y social, con una inclusión orientada al buen vivir tanto de adultos como de niños y adolescentes. • Respecto a los actores, es necesario fortalecer las iniciativas de abajo hacia arriba, entre las cuales las comunidades organizadas, las instituciones académicas y las empresas privadas entre otros, constituyan una avalancha cultural que demanden y cristalicen acciones de gobierno. De esta manera, se podrán crear los marcos jurídicos y planes de gestión política encaminados a empoderar los ciudadanos, y articular sus actividades bajo una conciencia de los riegos y oportunidades del territorio que habitan y desarrollan. Esto no es tarea fácil. De hecho: la asimetría económica y cultural que se dio entre las actividades de la industria petrolera y sus empleados (con cómodos niveles de recursos económicos) respecto a las precariedades vitales de las comunidades locales (tanto las ancestrales como las generadas de manera espontánea e irregular), impulsó un comportamiento social inclinado al reclamo y la dádiva, en una espiral alimentada por el clientelismo y el populismo. Esto afectó tanto a los desalojos como la asignación de nuevas viviendas para los reubicados, con grandes pérdidas financiera para el Estado como en calidad de vida para los afectados. La crisis financiera nacional reciente, y el colapso operacional y financiero de la industria petrolera venezolana, terminó de desnudar un drama de desamparo y aparente incapacidad para recuperar caminos de desarrollo integral, incluso sin haberse producido un desastre socio-natural local. La rotura de “el Muro”, la combinación de lluvias copiosas y la interrupción prolongada del bombeo de la escorrentía local, pueden conformar una “tormenta perfecta” para el desastre. Es en ese marco que resulta oportuno e indispensable articular acciones multilaterales para gestar una nueva cultura del riesgo y una conciencia ambiental responsable, a través de procesos educativos que involucren incluso al funcionariado y los dirigentes políticos y comunales, como principales actores para la coordinación de presupuestos y la facilitación de una gestión urbana realmente participativa y sostenible. Los medios audiovisuales tradicionales, las redes sociales, los mecanismos de la educación formal, deben aunar esfuerzos a través de un plan integral de prosperidad sostenible, y somos muchos los que desde las universidades podemos ser portavoces de esta necesidad y protagonistas de estos procesos. https://uabierta.uchile.cl/courses/course-v1:Universidad_de_Chile+UCH_43+2020/course/ (Certificado emitido el 19 de noviembre de 2020 bajo el ID d12697cfface429c960d76d9448eebc1) 2