Domingo, 13
diciembre de 2020
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LOS COMUNEROS
V CENTENARIO (1520-2020)
LA EJECUCIÓN DE LOS COMUNEROS DE CASTILLA, de ANTONIO GISBERT PÉREZ
Patrocinado por las Cortes
de Castilla y León a través de
la Fundación de Castilla y León
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
2 EL ADELANTADO DE SEGOVIA
LOS COMUNEROS, V CENTENARIO (1520-2020)
ÍNDICE de contenidos
Presentación
Luis Fuentes Rodríguez, presidente de las Cortes de Castilla y León . . . . . . . . . . pag. 3
Introducción
Ángel González Pieras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . pag. 4 y 5
¿Revolución moderna o simple algarada?
Ángel González Pieras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . pag. 6 y 7
El Consejo Real ante las Comunidades de Castilla
Ignacio Ezquerra Revilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . pag. 8 y 9
Revuelta y profecía
Jaime Contreras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . pag. 10 y 11
La escurridiza tumba de Juan Bravo
Mª Pía Senent Díez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . pag. 12, 13 y 14
La huella de la Guerra en los documentos
Mª Pía Senent Díez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . pag. 15
Microbiografías de las Comunidades en Segovia
Efrén de la Peña Barroso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . pag. 16 y 17
Traicionando la rebelión
Eduardo Juárez Valero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . pag. 18 y 19
DISEÑO Y MAQUETACIÓN: A. RINCÓN GONZÁLEZ
La batalla de Villalar de Manuel Picolo y López.
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EL ADELANTADO DE SEGOVIA 3
2021: celebremos
la universalidad del legado
de LOS COMUNEROS
LUIS FUENTES RODRÍGUEZ (*)
C
astilla y León conmemorará,
en 2021, el V centenario de la
Guerra de las Comunidades,
un episodio histórico que liberó un
caudal político, intelectual, social y
cultural de enorme calado. Porque
hace 500 años los comuneros lideraron un movimiento que abrió la senda por la que
la sociedad feudal transitó hacia la modernidad y
sentó las bases de la participación del ciudadano
en los órganos de gobierno. Es por ello por lo que
siempre incido en lo orgullosos que tenemos que
sentirnos de su lucha contra las injusticias y de sus
logros, que en buena medida constituyen los pilares sobre los que se asientan algunos de los principios de nuestro Estado. Porque el movimiento de
las Comunidades, en el que Segovia tuvo un papel
protagonista, ya es universal.
Desde la Fundación Castilla y León queremos no
solo recordar, sino sobre todo actualizar y acercar a
toda la sociedad este proceso histórico a través de un
programa conmemorativo que, concebido como proyecto de Comunidad, reúne bajo el título «El tiempo
de la libertad. Comuneros V centenario» decenas de
actividades sustentadas en cuatro pilares.
El primero es un Congreso internacional, que en
mayo de 2021 acercará a Castilla y León a destacados ponentes internacionales. Esta cita científica,
que contará con el respaldo del sistema universitario de la Comunidad, busca revisar y actualizar
aquel episodio y propiciar la apertura de nuevas
líneas de investigación.
La actividad cultural descansará en dos grandes
proyectos. El primero es la exposición ‘Comuneros,
500 años’, una propuesta didáctica que mostrará
cerca de 150 piezas entre las que destaca la treintena incluida en el tesoro enviado por Hernán Cortes
a Carlos I en 1519. El segundo es una ópera en tres
actos que arranca en 1517, con la gestación de la revuelta, y culmina en la derrota de Villalar.
Además, y con el deseo de que todos los castellanos y leoneses puedan disfrutar de esta efeméride,
la Fundación apoyará el desarrollo de 28 iniciativas
que se desarrollarán en 65 municipios de Castilla y
León, siendo sus Ayuntamientos nuestros mejores
aliados. Hasta abril de 2022, se pondrán en marcha
conferencias, recreaciones históricas, mercados, cómics, murales, ciclos de cine, jornadas educativas y
gastronómicas para recordar aquellos hechos.
Queremos que este ambicioso programa llegue a
todos los rincones de la Comunidad para, entre todos, hacer perdurar el recuerdo y el legado de los comuneros y también para seguir nutriendo su conocimiento. Les invito, por tanto, a participar, disfrutar y
contribuir a este gran proyecto para Castilla y León.
--(*) Presidente de las Cortes de Castilla y León.
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LOS COMUNEROS, V CENTENARIO (1520-2020)
Fotografías de la plaza de San Martín (hoy plazuela de San Martín y plaza de Medina del Campo), antes y después de la instalación de la estatua de Juan Bravo.
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EL ADELANTADO DE SEGOVIA 5
Introducción:
las peripecias sobre la estatua
de JUAN BRAVO en 1921
ÁNGEL GONZÁLEZ PIERAS (*)
E
l Adelantado rinde su particular homenaje a las Guerra de las Comunidades en el 2020. No esperamos al
2021, cuando se celebrarán otros, según explica el presidente de las Cortes de Castilla
y León en la presentación de este especial.
Creemos que fue en 1520 cuando sucedieron
los hechos más significativos de la rebelión
en nuestra ciudad; aquellos que dejaron su
impronta tanto en el ideario colectivo como
en el funcionamiento de las instituciones del
reino. A lo que significaron las Comunidades nos acercamos en este especial en el que
queremos abordar distintos aspectos que se
concitaron: su naturaleza de rebelión moderna, sus protagonistas, la incidencia en el
lenguaje revolucionario de las órdenes regulares, la adopción de parte del programa político por el Consejo del Reino y una suerte de
arqueología cultural que refresca quinientos
años después la búsqueda de los restos de los
ajusticiados.
Hace cien años, nuestros colegas se centraron en la fecha de la derrota de Villalar.
No olvidaron a Juan de Solier, degollado el
14 de agosto de 1522 en la Plaza Mayor de
Medina del Campo, pero las honras se centraron en Juan Bravo. Y aquí comenzaron los
problemas. El acto central de la conmemoración residiría en la erección de una estatua al
comunero en la Plazuela de San Martín. La
Plazuela era de los rincones de más puro aire medieval, sugestivos y bellos de la ciudad.
Solo las escalinatas del siglo XIX y el cubo
del altar mayor de San Martín, que sustituyó
a su ábside principal, del siglo XII, ponían
una nota que superaba el románico, el isabelino y el plateresco, un conjunto armónico de
estilos al que se unía la solidez de las torres
infanzonas. Pero no molestaban en demasía
a la belleza del conjunto. Con esa fina socarronería que le caracterizaba, el Marqués de
Lozoya reconocía que la escalinata, la fuente
y las esfinges –todas del siglo XIX- aumentaban “su romántico encanto”, y eso que ese
siglo había dejado su “siniestra huella en el
arte segoviano” (La Tierra de Segovia, 4 de
febrero de 1921).
El caso es que la erección de la estatua no
tuvo el consenso esperado. El lugar elegido
fue responsabilidad de quien después sería
su escultor, Aniceto Marinas, autor del monumento a Daoíz y Velarde, en la luego plaza
de la Reina Victoria Eugenia. Se le ofrecieron
como alternativas las plazas de Los Huertos
o la entrada a Segovia por la estación de tren,
pero al parecer el ilustre escultor dijo que en
la plazuela o en ningún sitio. Incluso el alcalde
de la ciudad, Pascual Guajardo, tuvo dudas.
Había que desplazar la fuente. El 20 de abril
de 1921, el Delegado Regio de Bellas Artes,
Juan de Contreras, Marqués de Lozoya, dirigió un oficio al director general de Bellas
Artes en el que, después de “protestar” ante
el hecho de la erección de la estatua en ese
sitio, le rogaba un informe para la resolución
del asunto. Alegaba el Delegado “el menoscabo de la armonía de la plaza, que es una
de las más bellas de España”. Dos días antes,
un conjunto de intelectuales segovianos –el
propio Marqués, Mariano Quintanilla, Ignacio Carral, Blas Zambrano…- se dirigieron
al alcalde para que acordara lo procedente
para que el monumento al comunero no se
levantara en el sitio prefijado. El Ayuntamiento, en sesión de 23 de abril, rechazó la
petición con el argumento de que la población segoviana se había mostrado favorable
a esa colocación.
La resolución de Bellas Artes tardaría en
llegar. Después de una visita para inspeccionar el terreno por parte de académicos de
Bellas Artes de San Fernando (El Adelantado 13 de mayo de 1921) la Real Academia
dictaminó el 24 de junio que la escultura
no producía “daños contra la unidad del
conjunto”. Pero, además, el informe introducía otro elemento de discordia, la figura
del comunero debía “ofrecer necesariamente en su aspecto el carácter de su época”.
Es interesante esta reseña puesto que se
recriminaba que la imagen que había pasado a la historia de los revolucionarios era el
del cuadro de Antonio Gisbert, Suplicio de
los comuneros, que reproducimos en la portada de este suplemento –por cierto, no muy
lejana del busto pictórico de Lope Tablada en
el teatro Juan Bravo-. Juan Comba, profesor
de indumentaria en el Conservatorio de Madrid, escribió en ese mismo mes de abril un
artículo en ABC sobre la cuestión, acusando
al cuadro de Gisbert –fruto del romanticismo- de “puro anacronismo indumentario,
porque están vestidos del modo de vistieron
treinta y nueve años más tarde, no pudiendo tener tampoco el pelo cortado y las barbas aguzadas, cuando el propio Carlos V y
sus caballeros f lamencos llevaban todavía en
aquel año de 1521 melenas”. Después describe cómo debía vestir el Juan Bravo de la estatua – sayos de cortas sayuelas abiertas por
delante, tabardos, calzas enteras y zapatos
de buen cordobán-. Justo como aparecía en
el proyecto de Aniceto Marinas.
El respeto histórico no convenció a los críticos, que hicieron chirigotas sobre “la cara
de angustia” de la estatua después de tantos
afeitados y mudanzas de trajes y la posición
del comunero que “con una de sus piernas se
esfuerza en conseguir una actitud de tenor
de ópera en la romanza de su primer acto”.
Estas palabras pertenecen a Ignacio Carral,
que junto a Mariano Quintanilla encabezaron
las protestas. Apostillaban que justo cuando
se iba a quitar la estatua de Montero Ríos –
presidente que fue del Consejo de Ministrosde la plaza del Obradoiro compostelana, por
discordar con el entorno, se recorriera el camino contrario en Segovia.
Pero así fue. Y el 24 de abril, domingo, el
Rey Alfonso XIII puso la primera piedra del
monumento, como ya hiciera –con la misma
compañía de la infanta Isabel, La Chata- el 6
de mayo de 1908 con el monumento a Daoíz y
Velarde frente al Alcázar. El modernismo de
Aniceto Marinas era calificado por el díscolo
Carral como un escultor capaz de, “a fuerza
de guirnaldas y molduras, tornar el aspecto
de materia ruda en el de un sabroso pedazo
de mantequilla”.
Las protestas no menguaban. Dado que no
consiguieron –y bien que se lo reprocharonanuencia en la prensa local, los díscolos iconoclastas –definición de un anónimo suelto
en El Adelantado- acudieron a Madrid. El
día anterior a la inauguración del monumento, un número considerable de intelectuales
españoles mandaba una instancia al Ayuntamiento de Segovia pidiendo que fuera otro
el sitio de erección del monumento. Lo firmaban, entre otros, Antonio Machado, José
Ortega y Gasset, Ignacio Zuloaga, Valentín
de Zubiarre, Azorín y Manuel B. Cossío. Sin
éxito, como se sabe.
Solo le cupo a Ignacio Carral escribir un
hilarante opúsculo en 1922 sobre sus peripecias con la estatua. Terminaba así: “A nosotros nos causa la impresión de un festejo
más de las ferias, como los caballitos del tío
vivo o las guirnaldas con que el arte municipal engalanó la plaza. Y que como ellas no
tardará en ser retirado. Ahí está el ejemplo de
la estatua de Montero Ríos, que por fin parece
que desaparecerá de la plaza del Obradoiro”.
El subrayado, obviamente, es mío.
--(*) Director General de EL ADELANTADO.
6 EL ADELANTADO DE SEGOVIA
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LOS COMUNEROS, V CENTENARIO (1520-2020)
¿Revolución moderna
o simple ALGARADA?
ÁNGEL GONZÁLEZ PIERAS (*)
munidades de Villa y Tierra y de Ciudad y
o es la revolución moderna una
Tierra). Y entre esos hechos que cambian
revuelta sin más, tampoco una
la visión del rey se encuentra la Guerra de
mera rebelión, la muestra de un
las Comunidades.
Por supuesto que la idea de imperio
descontento, un movimiento espontáneo
–que los españoles siempre hemos asocuyo único sentido reside en la fuerza de
ciados a la herencia germánica: Carlos I
los hechos, con una dinámica interna sin
de España y V de Alemania- no se había
dirección precisa y que por ello, triunfe o
despojado, como dijimos, de su carácter
pierda, está destinada al fracaso.
Las rebeliones gremiales en la Edad
patrimonial ni de la formulación medieMedia (Marqués de Lozoya) se agotaval del Sacro Imperio Germánico. Dicho
ban en la misma chispa que la había gede otra manera: la ligazón que unía a los
nerado, resultando a la postre la manifesdistintos territorios no era otra que la pertación de agravios que iban prendiendo
tenencia a un mismo soberano. El conentre sus protagonistas de manera puncepto nación quedaba entonces lejos de
la idea de Carlos V (Lalinde Abadía). Me
tual, sin organización lógica y sin otro objetivo que la obtención de satisfacciones
pregunto si pasaba lo mismo en el ánimo
particulares que compensaran la situade quienes participaron en la Guerra de
las Comunidades. En todo caso, si hay
ción de descontento que periódicamente
que otorgar el calificativo de moderno a
alteraba el ánimo de un sector de poblaalguno de los bandos enfrentados en la
ción (Huizinga). No pasaba su naturaleza
la de una rebeldía (Huizinga, Maravall),
contienda sin duda alguna habría que atrifrente a las revoluciones modernas, que
buírselo a quienes enarbolaban la bandera
surgen dotadas de un sentido ideológico
de las Comunidades (Maravall).
y político; y de reconocimiento colectivo,
Probablemente, algunos de los elemenentendida esa colectividad de la manera
tos de la revolución moderna ya están premás transversal posible al estar todavía
sentes también en los movimientos inen mantillas la generación de la conciensurreccionales que tuvieron lugar en la
cia de clase (Marx, Lenin).
Francia del siglo XVI (Pillorget) o en las
Conciencia no significa solo reconociGermanías valencianas de la misma época
miento de una situación de oprobia, si(García Cárcel). Pero habría que admitirno la voluntad de alterar el orden de las
se en todo caso que ninguna de ellas tuvo
cosas (Marx) y la capacidad de asunción
la duración, la pervivencia en la memoria
de liderazgo (Ortega) para alcanzar los
colectiva ni el alcance social de las Comuobjetivos perseguidos. Por lo tanto dotanidades. Más parecido se encuentra en la
da esa conciencia de una triple considerevolución inglesa que se desarrolló algo
ración: moral, ideológica y política. Sin
más de un siglo después (Stone).
infravalorar las dos primeras, es indis¿Qué elementos concita la acción de los
pensable esta última para estar enfrenComuneros para ser conceptuada como
te de la verdadera revolución; una consirevolución moderna, si acaso la primera?
Carlos I de Bernaerd Van Orley.
deración que se concreta en la voluntad
Esencialmente su carácter de proyecto
de representación política para alterar el
colectivo, más allá de la iniciativa persoestado de la cosa pública y en un inequívoco cuestiona- de Karl Brandi, recogida por Menéndez Pidal (La idea nal de un líder o de un concreto segmento poblacional.
miento del poder (Maravall, Fernández Almagro); in- imperial de Carlos V), según la cual “hasta 1528, es de- Hago hincapié en los dos conceptos: en el de proyeccluso primando ambos elementos sobre la satisfacción cir, hasta nueve años (sic) después de
to y en el de colectivo. La Castilla del siglo XVI había
de los intereses particulares.
experimentado en su estrato social un importante
ser rey, no completó Carlos V su
El simple hecho de la adopción de la palabra “Comu- idea imperial”.
movimiento ascensional vertical en sectores de
La invocación
nidad” para definirse y de la apelación al “bien público”
su población motivado por la expansión de la
Cuando Carlos llega a
del bien común
y a “todo el reino” que se desprenden de las manifesta- España, se halla todavía
actividad económica y el crecimiento demoes uno de los componentes
ciones de los rebeldes comuneros evidencian una fase plenamente inmerso en
gráfico. Los siglos que antecedieron fueron
de este celo de república;
protonacional en la evolución de unos actos que van un concepto patrimode una considerable movilidad horizontal
concepto que por supuesto
desde la inicial y simple –con independencia de su vio- nialista de sus domiproducto de la repoblación, pero ya existía
se adelanta a los tiempos.
lencia- protesta por lo injusto de una carga tributaria a nios, que se deriva de
en ellos el germen de la porosidad social
El ensayo de “ciudades-estados”
una posición política clara y definida en su desarrollo su herencia borgoñepor motivos de guerra, financieros o simo “pequeñas repúblicas” no
plemente de influencia en la Corte.
ulterior. El contenido social que subyace a ella, tal como sa (Maravall). Sus adse
consumó, pero impregnó
se verá, posee tanto peso en la comprensión de los he- ministradores lo eran
El siglo XVI consolida esa movilidad aslas estructuras comunales
chos que acaecieron como su postrer afán institucional “ad hominem” (Carancendente (Maravall, Carande). Considero que
de la futura Castilla
(Danvila, Maravall, García de Valdeavellano). Y, por su- de). Necesitaría el joven
este vector sociológico posee mayor relevancia
puesto, en Segovia alto peso tendrá el descontento que monarca la fuerza de los heen Castilla que el de la confianza en las energías
se mascaba desde la segregación de la parte de la Tierra chos para comprender la distinta
individuales que trajo consigo el Renacimiento. En
en 1480 (Colmenares. Álvarez de Frutos).
Castilla, y especialmente en Segovia, estaba muy destradición que se vivía en Castilla, deEl movimiento comunero fue presentado a finales del bida, sin duda, a su vinculación leonesa y a los inicios de pierta la crítica contra la élite del poder, de reciente pesiglo XIX y primeras décadas del siglo XX como una un tímido esbozo de parlamentarismo en las Cortes de digrí y sujeta a favores reales. Fue ella la causa de nufuerza regresiva frente a la modernidad que represen- ese reino (Cortes de León de 1188 y sus Decreta); pero merosas revueltas y algaradas durante el último tercio
taba la idea de imperio de Carlos V (Menéndez Pelayo, también a la impronta que la organización del territo- del siglo XV (González Herrero). Probablemente estas
Unamuno, Marañón). Sería ocioso desarrollar la tesis rio había dejado en estas tierras tras la conquista (Co- tensiones evidenciaron la necesidad de fomentar gru-
N
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Padilla levanta el sitio de Segovia (1853 - Lit. de Donon).
Palacio de Pimentel, Valladolid.
pos intermedios entre la plebe y la élite de
to de la producción de cereal- antecede al enpoder alrededor del monarca. Este es un
riquecimiento debido al Descubrimiento
elemento identificador e innovador en
de América y poco tiene que ver con él.
Lo mismo que el importante crecila concepción de la Guerra de las Comiento demográfico.
munidades. Los Cabrera y BobaEste es el magma en el que se
dilla habían sido sustituidos esta
vez por aquellos otros extranjegestó la revolución comunera: las
ros que acompañaban, incluso
precondiciones (Stone); su mera
antecedieron (Carande), al rey
existencia y las consecuencias
extranjero. El caldo de cultivo
posteriores superan, como se
decía al inicio de este artículo,
era el perfecto: descontento soel simple hecho de su estallicial por una política impositiva de oscuros fines (revuelta de
do, y van conformando la carga
mayo de 1520) y un atasco en
ideológica y social que durante
la circulación de la movilidad
esos años (1520-1523) caractesocial vertical por la rigidez del
rizará a la Guerra de las Comusistema que impedía el ascennidades. Sin duda que el reinado
so de sectores de población que
de los Reyes Católicos contuvo el
se sentían con capacidad y deremagma revolucionario. También
cho para ello; y a la vez un asentala doble regencia de Fernando. Pero
miento en la cúspide de la pirámide
estaba latente. No desapareció. Los
acuerdos de las Cortes de La Coruña
de foráneos que simplemente gozaban
de mayo de 1520 fueron el hecho desendel favor real y eran contemplados por los
cadenante, pero la presión social y las asnaturales sin condiciones objetivas para
Fernando El Católico.
piraciones de cambio de los estratos meocupar tal privilegiada posición.
El auge económico de Segovia (y de
dios estaban presentes desde hacía décadas.
Castilla) durante la segunda mitad del siglo XV y priCarlos de Gante y su nomenklatura no solo eran forámera década del XVI propició ese dinamismo social. neos, también limitaban esa porosidad social a la vez que
También posee este características propias: la riqueza constreñían los derechos económicos de los distintos esdel negocio pañero y de la actividad roturadora de las tratos de la población. Y no comprendían la tradición de
tierras repobladas -que conllevará un notable incremen- un pueblo que vinculaba a los fueros y a la organización
EL ADELANTADO DE SEGOVIA 7
del territorio sus conquistas históricas (Lalinde Abadía).
No es de extrañar tanto las sucesivas reclamaciones de
la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia contra su
desmembramiento (Álvarez de Frutos) como que repetidamente se solicitaran en todas las Cortes la reserva
de puestos en la Administración e incluso en la Iglesia
para los naturales del reino. No se puede obviar ese deseo de ascenso social en una persona como Juan Bravo
(ya en la nómina funcionarial de la Corte), pero tampoco utilizarla como motivo para despreciar las causas
de la Guerra de las Comunidades. Antes al contrario, la
aspiración de movilidad social es uno de los elementos
definidores de las revoluciones modernas, y se reproducen en los dos ejemplos de revolución moderna por
antonomasia: la americana y la francesa de finales del
XVIII. Es el proyecto (social, político) que subyace a toda revolución, tan distinto de la simple manifestación
de un descontento espontáneo.
Acaso hubieron pasado meses de la conclusión de la
revolución cuando reunido el reino en Cortes en Valladolid y en los meses de julio y agosto de 1523, Carlos
aceptó parte del programa político que formaba parte
del ideario de los comuneros; estuvieran o no recogido
en la Ley perpetua destos reynos redactada en 1520 en
la ciudad de Ávila y promulgada en septiembre en Tordesillas por las Cortes y la Santa Junta. Hemos aludido al deseo de ascenso social de quienes formaban los
comuneros. Hablamos ahora de su concepto de “bien
común del reino” o “bien público” que caló en el pensamiento político de un Juan de Valdés años después, en
ese esplendoroso siglo XVI para la teoría política y moral que resultó en España. “El bajo clero, especialmente
las órdenes mendicantes, tomaron parte en la redacción
del programa político de los comuneros. Y ese programa está impregnado de ideales republicanos”, escribe
Antonio Suárez Varela. La invocación del bien común,
que se decía, es uno de los componentes de este celo de
república; concepto que por supuesto se adelanta a los
tiempos. El ensayo de “ciudades-estados” o “pequeñas
repúblicas” (Cortes de Toledo de 1520; Comunidades de
Ciudad y Tierra o Villa y Tierra en Segovia, más que el
ejemplo de las Señorías del centro de Italia) no se consumó, pero impregnó las estructuras comunales de la
futura Castilla. Fue el éxito posrevolucionario de los Comuneros. Y el hecho de que se le conmemore hoy, más
allá de los fastos románticos del XIX, como una revolución cuyo legado pervivió y enriqueció el pensamiento
moderno de conceptos como bien común o celo cívico.
--(*) Director General de EL ADELANTADO.
Bibliografía básica
Maravall, J.A. (1979). Las Comunidades de
Castilla.
Marqués de Lozoya, (1921). Historia de las corporaciones de menestrales en Segovia.
Menéndez Pidal, Ramón (1941). La idea imperial de Carlos V.
Álvarez de Frutos, P. (1987). La Revolución comunera en tierras de Segovia.
González Herrero, M. Segovia y la Reina Isabel I.
Stone, L. (1966). Theories of Revolution. The causes of the english revolution.
Huizinga. J. (1930). El otoño de la Edad Media.
Ortega y Gasset, J. (1937). La Rebelión de las
masas.
García Cárcel, R (1975). Las Germanías de
Valencia.
Suárez Varela, A. (2007). La máxima política
del procomún en la revuelta comunera.
Lalinde Abadía, J. (1978). Introducción histórica al Derecho español.
Carande, R. (1968). Carlos V y sus banqueros.
Colmenares, Diego de (1969). Historia de la insigne ciudad de Segovia.
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8 EL ADELANTADO DE SEGOVIA
LOS COMUNEROS, V CENTENARIO (1520-2020)
El Consejo Real ante las
Comunidades de CASTILLA
De la represión a la asimilación
IGNACIO EZQUERRA REVILLA (*)
L
a evolución del Consejo Real de Castilla
durante el primer cuarto del siglo XVI tuvo mucho de paradójico, puesto que su evidente consolidación institucional se produjo en un
contexto de profundas convulsiones políticas. Este
hecho permite deducir que el proceso de fortalecimiento orgánico vivido por el Consejo desde las
Cortes de Toledo de 1480, bajo el amparo directo
de los Reyes Católicos, había conseguido dotarle
de gran estabilidad. Complementariamente, y en
relación con una cuestión tan importante como
su identificación con la propia persona real, la
consolidación del Consejo Real derivó de su
capacidad jurisdiccional, y de su función
legitimadora y legalizadora. Cualquier
aspiración en el orden político, cualquier manifestación de dominio de
cierto grupo de poder (fernandinos,
isabelinos, f lamencos) dependía
para ser válida de tal capacidad
del Consejo, convertir en auto,
provisión real o pragmática
una manifestación concreta
de poder.
Con tales fundamentos, el
Consejo fue instrumento en
el citado periodo, cuya fase
culminante coincidió con la
presidencia de Don Antonio
de Rojas Manrique (15141524), para la consolidación
de la naciente monarquía
de Carlos V, al facilitar la
integración del elemento
exógeno, el propio rey, en
el engranaje de su sistema
político-administrativo. La
encarnación jurisdiccional
del propio rey representada
por el Consejo y su capacidad
legitimadora permiten comprender el papel que desempeñó ante el movimiento comunero, en el que la moderación y el
cálculo político quedaron claramente postergados al decidido ejercicio de esas funciones y, por lo tanto,
a una política abiertamente represiva.
EL LEVANTAMIENTO
Y SU REPRESIÓN
Concluidas precipitadamente las Cortes de La
Coruña con la partida real y el nombramiento del
cardenal Adriano como gobernador, se inició en
Castilla un clima de franca contestación social por
la gran contribución aprobada, que tuvo sus episodios más destacados en Zamora, Burgos, Guadalajara y sobre todo en Segovia. En esta ciudad, una
vez llegado el procurador Rodrigo de Tordesillas la
multitud destruyó el cuaderno en que daba razón
de sus actos en la asamblea y le estranguló en la calle. Estas alteraciones eran motines que carecían
todavía de objetivo político, cuya deriva en revolu-
ción consciente -en torno a la junta de ciudades en
Cortes propuesta por Toledo- debió mucho a la intransigencia de Rojas y el Consejo Real. Si bien la
inestabilidad política y la inquietud social fueron
comunes en Castilla desde la muerte de Isabel la
Católica (1504). En el caso de Segovia, las tensiones pueden rastrearse, incluso, hasta el secuestro
Retrato de Antonio de Rojas Manrique.
de la princesa Isabel en el Alcázar en 1476, por los
Arias Dávila, quienes habían sido partidarios de la
Beltraneja. El hecho dio lugar a una insurrección
popular resuelta con gran pulsión dramática por la
propia reina en su patio de armas.
El 10 de junio de 1520, el alcalde Ronquillo recibió el encargo de investigar el asesinato de Tordesillas, pero ante la falta de colaboración convirtió sus indagaciones en misión de castigo. Desde
Santa María la Real de Nieva atacó Segovia, lo
que sólo consiguió encastillar a sus habitantes
bajo las órdenes de Juan Bravo. La radicalización
del gobernador y sus asesores conllevó la respuesta de otras ciudades. La marcha del ejército toledano de Padilla en auxilio de Segovia condujo a
Adriano a ordenar al jefe del ejército real, Antonio de Fonseca, la toma de la artillería de Medina del Campo, operación frustrada en cuyo
curso esta ciudad fue pasto de las llamas.
Las decisiones represivas del mes de junio habían convertido unos disturbios
de base fiscal -con ser graves y ref lejar un sostenido mar de fondo- en
toda una sublevación que pretendía la transformación radical de
la monarquía.
De ello fueron conscientes los
asesores del gobernador ya durante el desarrollo de los sucesos, sobre todo aquellos
favorables a soluciones
negociadas como el
El 10 de junio
condestable, quien
de 1520, el alcalde
no dudó en acuRonquillo recibió el encargo
sar del rigor usade investigar el asesinato de
do al presidente
Tordesillas, pero ante la falta
Rojas, llegando
de colaboración convirtió sus
a afirmar que si
indagaciones en misión de
el emperador
castigo. Desde Santa María la
no le controlaReal de Nieva atacó Segovia,
ba, los “reynos
lo que sólo consiguió
llevan camino de
encastillar a sus habitantes
perderse”. Conocido el incendio de Medina, Valladolid se sumó
al levantamiento y Rojas sólo
se salvó de una muerte segura por vivir con el gobernador,
a quien los sublevados parecían
respetar. A partir de ese momento, el Consejo Real vivió sumido en
la confusión, disuelto de hecho por
imposición de la Junta comunera. El
presidente terminó refugiado en tierra
del Condestable con algunos consejeros,
y terminaba la carta en la que daba cuenta de estos sucesos a Carlos V, el 4 de octubre, con las siguientes palabras: “por todos los
lugares que agora he pasado no hay hombre que
ose nonbrar el nombre de Vuestra Majestad”. No
menos tajante era el Consejo a la hora de describir
la situación al Emperador: “... han venido las cosas en tal estado, que no solamente no nos dejan
administrar justicia, pero aun cada hora esperamos ser justiciados... Vuestra Majestad tiene contra su servicio Comunidad levantada, y a su real
justicia huida,…”.
Pero ya entonces el organismo era consciente de
su responsabilidad en el peligroso camino que ha-
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
bían tomado los hechos. La conv icEl proceso
ción al respecto
culminó con la sustitución
alcanzó tanto
en septiembre de 1524
a los propios
del
propio presidente Rojas
dirigentes
por
Juan Pardo de Tavera,
del bando
quien
fue su estrecho
real, caso
colaborador
en la imposición de
del almila
reforma
de
molde comunero.
rante, como
Su
cese
formó
parte del
a la Junta cocoste
de
normalización
munera, quien
posterior a la revuelta
entre sus peticiones incluyó un
completo programa
de reconversión judicial.
LAS DEMANDAS
COMUNERAS
Las peticiones de los comuneros relativas al Consejo Real y
el resto de tribunales castellanos constituyeron un programa
ideal de reforma, en respuesta a
las disfunciones que afectaban
al aparato administrativo desde
la llegada del rey Carlos. Se iniciaban solicitando la remoción
de los oidores del Consejo y la
inspección cuatrienal de consejos y audiencias. Asimismo, sus
oficios no deberían proveerse por
favor ni petición, sino por habilidad y merecimiento, “que sea
la provisión a los oficios, no a las
personas...”, ni en quienes hubiesen salido recientemente de los
estudios. Estos puntos, que denunciaban el uso del aparato administrativo hecho por f lamencos y “fernandinos”, continuaron
con la demanda de que los cargos judiciales de cualquier rango
El cardenal Tavera, sucesor de Antonio de Rojas Manrique.
en Castilla no fueran ocupados
por extranjeros, así como que los
miembros del Consejo, oidores
y alcaldes de corte y chancillerías no pudieran tener más de
un oficio.
Diferentes peticiones relativas
al procedimiento se orientaron
a dificultar el tráfico de mercedes practicado por los servidores
extranjeros del rey. Los asuntos
de justicia que pudieran tocar a
perjuicio de parte, debían librarse por el Consejo Real y no por la
Cámara. Igualmente, los miembros de esta no debían votar en
el Consejo, en pleitos dependientes de cédulas expedidas por el
comité de la gracia. Asimismo,
los camaristas no debían tener
más retribución que la fijada por
el rey, ni solicitar mercedes para sus deudos. El capítulo de demandas procesales se completaba solicitando que los ministros
que hubiesen tomado parte en la
Iglesia de San Miguel.
sentencia de un pleito, no pudiesen verlo en grado de revista, así
como el nombramiento de un veedor para cada una Consejo. Cabe añadir a estas peticiones el deseo
de las audiencias y chancillerías reales, al tanto de comunero de terminar con las fidelidades genesu funcionamiento. Asimismo, se demandaba el radas entre jueces y oficiales en el transcurso de
despacho de los pleitos por su orden de entrada, un largo ejercicio, imponiendo que estos últimos
que el rey no diera ninguna cédula en derogación no fueran perpetuos, y otras solicitudes relativas
de las Ordenanzas, y que los pleitos que hubieren a alcaldes de Casa y Corte y corregidores, de los
de verse en las chancillerías no se remitieran al que preocupaba especialmente la remuneración.
EL ADELANTADO DE SEGOVIA 9
LA ASIMILACIÓN
POR EL CONSEJO
DEL PROGRAMA
ADMINISTRATIVO
COMUNERO
Lo destacable es que la derrota
de las Comunidades no supuso la
relegación de su programa reformista, sino que este se integró en
la transformación administrativa
acometida después de las alteraciones, según han puesto de manifiesto autores como Haliczer, Garriga o Rady. Albaceas del legado
político de las Comunidades fueron las Cortes castellanas, con las
que Carlos V mantuvo una fluida
relación y que reiteraron peticiones relacionadas con las indicadas
demandas. Desde la conclusión
del movimiento, las Cortes fueron convocadas regularmente, se
atendieron muchas de sus peticiones y adquirieron nuevas funciones administrativas sobre las sumas recaudadas. En la asamblea
de 1523, hubo capítulos explícitamente dedicados a la provisión de
oficios, la reforma del Consejo, la
creación de nuevas audiencias y la
intervención irregular del rey en el
funcionamiento judicial. En definitiva, se acometió un programa de
reformas en cuya iniciación cupo
mucha responsabilidad a Antonio
de Rojas, mientras los cronistas
reales se entregaban a limpiar su
bien ganada fama represiva.
La atención real al programa comunero de reformas se tradujo en
las inspecciones realizadas a lo largo
de 1522 y 1523 a las chancillerías de
Valladolid y Granada, las universidades de Salamanca y Alcalá, los tribunales de Sevilla y la administración
navarra. Incluso el propio Consejo
Real se vio afectado las demandas
de los derrotados, al encomendarle
el cumplimiento de sus atribuciones
inspectoras sobre los jueces inferiores, antes que un conocimiento judicial que no le era propio, así como la
dotación de las vacantes en titulados
universitarios. A su vez, su plantilla fue remodelada para alejar a los
consejeros que habían sostenido la
política de fuerza, lo que implicó el
acceso de, entre otros, el segoviano
Pedro de Medina Garciavela, nombramiento que tuvo una fuerte carga simbólica.
El proceso culminó con la sustitución en septiembre de 1524 del propio presidente Rojas por Juan Pardo de Tavera, quien fue su estrecho
colaborador en la imposición de la
reforma de molde comunero. Su cese
formó parte del coste de normalización posterior a la revuelta. En defiNEREA LLORENTE
nitiva, de la represión se había pasado a la asimilación de importantes
principios ideológicos de los sublevados, en una medida que en absoluto hacían presagiar el ajusticiamiento
de sus cabecillas y el amplio elenco de exceptuados en
el Perdón General de octubre de 1522.
--(*) IULCE (Universidad Autónoma de Madrid). CEDIS (Universidade Nova de Lisboa).
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
10 EL ADELANTADO DE SEGOVIA
LOS COMUNEROS, V CENTENARIO (1520-2020)
Las Comunidades de Castilla:
REVUELTA Y PROFECÍA
JAIME CONTRERAS (*)
E
n aquellos tiempos, finales de la vida del
rey Fernando, el malestar social y político
de las ciudades de Castilla parecía crecer
y, aunque el inmediato futuro era enigmático,
unas y otras buscaban acomodarse a la nueva
situación política que ya se adivinaba cercana.
Desde la muerte del rey Felipe, en septiembre
de 1506, los conflictos entre los tres grandes poderes del reino- señores, ciudades y Corona- se
habían manifestado de manera explícita y adoptado formas hoscas de
violencia. Así ocurrió en Toledo, por
ejemplo, cuando la casa noble de los
Silva presionó, con acritud, al concejo urbano exigiendo ciertos derechos exclusivos sobre las tierras comunales; algo parecido hicieron los
Medina-Sidonia en Gibraltar y los
Lemos en Ponferrada. En el conjunto del Reino, podía decirse que los
Grandes, con este tipo de conducta,
esperaban influir en el poder monárquico detrayendo de la jurisdicción
realenga atributos y concesiones específicas. Por su parte, la Corona,
aunque desde los buenos tiempos de
la reina Isabel, había conseguido ser
reconocida con la plena potestad sobre el principio de soberanía, ahora
pasaba por momentos de inestabilidad a pesar de los esfuerzos de Cisneros por mantener su autoridad.
Por lo que a las ciudades se refiere,
éstas, que tenían como referencia política las Señorías de sus homólogas
italianas, pugnaban por mantener
su capacidad jurisdiccional en sus
territorios siguiendo los principios,
del bien común, que argüía la Corona, aunque ese bien común (“el bien
universal destos reinos y su buena
gobernación”, como decían los frailes predicadores) se encontraba ya
condicionado por razones poderosas
de la Razón de Estado, lo que significaba de hecho que las oligarquías
urbanas estaban perdiendo su duelo
con el autoritarismo regio.
Tal era el estado de las tendencias
de fondo que jugaban en el escenario de Castilla, cuando en abril de
1520 la ciudad de Toledo se declaró en rebeldía e impidió que sus representantes acudiesen a las Cortes que Carlos había convocado en
La Coruña. Era el inicio de las Comunidades, el movimiento que expresaba, sustancialmente, una profunda crisis de la sociedad
castellana. Que allí, en aquella revuelta, se revelaba un problema de naturaleza política, parece tan
evidente como, de seguido, añadir que, en aquel
movimiento, también se luchaba para determinar
qué tipo de solución se debería de adoptar para
dar solución a los problemas que existían en el
proceso de reforma de la Iglesia, reformas en la
comunidad cristiana, ahora, enfrentada consigo
misma. Y ocurre que el movimiento comunero fue
el marco más apropiado para expresar las múltiples formas de tal proceso de reformas; y, desde
la vertiente religiosa más estricta, esta revuelta
se expresó adoptando un notorio carácter mesiánico y milenarista. Porque todos, o casi todos, sus
principales ideólogos fueron religiosos, franciscanos y domínicos principalmente; y en los cierto
discursos y sermones de muchos de ellos se puede
percibir un sentir profético, según el cual parece que aquellos frailes creían que la revuelta que
Retrato de Antonio de Acuña.
animaban, no sólo era justa, sino también santa.
Y como santa obedecía a evidentes inspiraciones
divinas que habían tenido lugar en los pueblos
“para venir – como escribía la Junta a la ciudad
de Burgos - al remedio destos reinos”.
Y por ser justo y santo, el movimiento comunero era también legítimo; en consecuencia, su organización política, la Santa Junta, resultaba ser,
igualmente, legítima de pleno derecho; en tales
argumentos insistían los sermones de los frailes
“implicados” en el conf licto que, con toda la ra-
dicalidad de sus discursos proféticos, rechazaban
ser considerados, al decir de los “grandes”, como
peligrosos subversivos que renegaban de su lealtad
a la Corona. Ante tales acusaciones, la respuesta de los frailes no se hacía esperar y obedecía al
esquema profético tradicional: eran los pecados
colectivos de estos reinos, los que habían ocasionado tan grandes desgracias, pero resultaba evidente que no todo el conjunto de los mismos tenía
la misma responsabilidad. En efecto, en los sermones proféticos se insistía en que
la ira de Dios se había desatado, sin
duda, por los constantes abusos que
los grandes y poderosos señores venían cometiendo usando de su poder “soberbiosamente” y causando
tantas calamidades al conjunto de
la república “(…) sin dolerse del bien
de la comunidad”.
Pero los “grandes”, a juicio de los
frailes, no eran los únicos culpables.
El Reino, en cuanto tal, también se
había atraído la ira de Dios y, por
ello, merecía el castigo de ver, ahora, a tantos extranjeros acaparando la mayoría de sus principales
oficios y beneficios; y ello contra el
derecho sagrado que exigía que tales
prebendas se otorgasen, exclusivamente, a naturales. Así parece que
lo predicaba fray Juan de San Vicente: “(…) que mirasen - decía desde el púlpito-que por pecados deste
reyno permitía Dios los tales males, porque, aunque el rey nuestro
señor, era natural y de la sangre de
los reyes de España, los han venido
a governar de tan lexos”. Un señor,
el rey, legítimo por razón de derecho
dinástico, pero un rey secuestrado,
tapado y rehuido como el Mesías que
Juan Bautista predicaba en Betania,
la otra orilla del Jordán; así lo predicaba este fraile, fray Juan de San
Vicente, encarándose, con tono airado, a los “grandes” de España, “(…)
¿Y vosotros, por qué no lo conocéis?,
recriminándoles, de paso, no ayudarle en el gobierno del Reino.
El contenido de estos discursos,
subversivos de todo punto, pretendían legitimar el proceso político de
la revuelta entroncando sus raíces
con la propia palabra de Dios. Por
ello el movimiento no podía dejar de
ser profético y apocalíptico a la vez.
Religión y política estaban, en consecuencia, íntimamente ligados entre sí; y la acción
de los frailes resultaba ser un eficaz instrumento
de propaganda. La conflictividad del movimiento
“ justificaba” que sus sermones, inf lamados de la
verdad divina, no buscasen una concordia terrenal,
sino una justificación más trascendente: construir
de inmediato el tiempo venidero. Fin teleológico,
sin duda. Con la plebe en la calle, los predicadores
lograron estructurar una verdadera “guerra santa”
que otorgaba a las capas populares el protagonismo
del conflicto. Porque, desde su versión profética, en-
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
tendieron muy bien la diferencia que había entre
el movimiento (comunidad) y sus dirigentes representados en la Santa
Junta. Para ellos Comunidad significaba el protagonismo de las capas
sociales más menesterosas y se mostraban orgullosos de comprobar
cómo las revueltas estaban dirigidas por hombres del “arrabal”. Gentes de la ciudad, pero de
sus espacios marginales,
de aquellas zonas donde
el entorno urbano se difuminaba en el campo,
allí donde habitaban los
artesanos menos cualificados y donde la plebe
se mezclaba en confusa
algarabía. Estas gentes
eran, en verdad, el Común; lo eran esencialmente porque habían
conquistado para sí el
derecho de protagonismo. Así había sucedido
en Ávila, donde un peEstatua de Savonarola en Ferrara.
layre se constituyó en líder, o en Burgos, donde
fue un cerrajero quien encabezaba las algaradas, o en PaPara el
lencia, un alguacil, o en Meradicalismo
dina, un tundidor. Todos,
profético
líderes naturales, en opiel Rey Carlos no podía
nión de los frailes, porser otro que la encarnación
que habían entendido la
del Anticristo. “Hijo de
justicia de su causa, una
una esclava, esclava de sus
justicia santa que habría
delirios”, decía, con rotundo
de conducir al común haexabrupto, un fraile predicando
cia el “milenio igualitario”,
en Segovia al referirse
objetivo inevitable de todo
al Emperador
punto. La chusma convertida
en pueblo de Dios; así los describió el Dr. Francisco López de Villalobos, el médico personal, en sus últimos
días, del Rey Fernando, un converso
notorio, adivino y hechicero que odiaba profundamente el séquito flamenco
del joven monarca.
Desde esta óptica milenarista, para
el radicalismo profético, el Rey Carlos
no podía ser otro que la encarnación
del Anticristo. “Hijo de una esclava,
esclava de sus delirios”, decía, con
rotundo exabrupto, un fraile predicando en Segovia al referirse al Emperador. Grave acusación ésta, la del
fraile segoviano, que sin duda había
leído varias profecías que se trasmitían con rapidez, algunas de las cuales
decían que el Anticristo había nacido en Babilonia y era “fixo de mujer
vil”. Y así, manipulando el discurso,
Carlos devenía en el Anticristo porque era el hijo de una esclava, esclava de sus delirios, ahora recluida en
el torreón de Tordesillas y encarcelada bajo la vigilancia del Marqués de
Denia. Así predicaba este fraile segoviano, radicalizado, como otros muchos, que negaba la legitimidad del
rey acudiendo al argumento primero
del Apocalipsis. De tal manera hablaMonolito en la Plaza Mayor, en recuerdo de la batalla de Villalar.
ban los signos proféticos de Dios. Pe-
EL ADELANTADO DE SEGOVIA 11
ro…¿cuáles fueron éstos?. Las respuestas de
los predicadores eran
muchas, aunque pueden resumirse en dos:
la ruina de Castilla, en
manos de la rapacidad
f lamenca y la constatación, por otra parte, de
que Carlos había comprado, con dineros, la
Dignidad Imperial, un
concepto lejano, pero
del cual, si algo se sabía aquí, era que la dicha Dignidad estaba
ungida por la propia
Divinidad.
Y claro que los predicadores pretendieron inf luir y, también,
deslegitimar a la Junta. Ellos sabían que ésta por Santa que fuera, no era plenamente
la Comunidad. Porque,
en verdad, la junta era
otra cosa. En ella, decían, no hablaba el “común” sino los políticos.
Tanto en su vertiente de
cortes extraordinarias
como en la de Junta General del Reino, en ella se concentraba
el ejercicio de la soberanía, pero allí
también se hacía la gran política; claro que en ella había grandes teólogos,
pero ninguno de ellos militaba en el
profetismo radical de los frailes franciscanos. En la Junta, pues, hablaban
los políticos. Gran patriciado urbano,
la mayoría de ellos ennoblecidos, todos “(…) grandes letrados, así como
juristas, como teólogos, como tantos
caballeros y tan honradas personas
otras y tan sabias”. ¿Cómo fue, entonces, la relación entre el radicalismo
profético y los miembros de la Junta?
Ambivalente, sin duda, y con altas dosis de escepticismo. Ello, sin embargo,
en la Junta existía la creencia común
de que la profecía resultaba inevitable aún cuando, siempre, acababa en
humo de pajas.
Finalmente, las Comunidades fueron derrotadas y, por lo mismo, los
reinos hispánicos entraron de lleno
en la óptica de la geopolítica europea. Carlos, tras Villalar, convocó a
las ciudades a este proyecto y éstas,
con certero criterio político, aceptaron participar en él; se logró consolidar una mutualidad de intereses lo
que supuso que los profetas radicales
desaparecieron refugiándose en sus
conventos, donde supieron del desencanto de la derrota y la decepción
de que todo fue inútil. Era el sino inevitable de todos los apologetas del
Apocalipsis. Quedaba detrás un frenesí de masas y una furia sin ningún
sentido. Desde ahora el espacio de la
profecía quedaba ocupado por otros
voceros más pragmáticos que alababan al Cesar como el Emperador de
los últimos días.
--(*) Catedrático Emérito. Univ. de Alcalá.
12 EL ADELANTADO DE SEGOVIA
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
LOS COMUNEROS, V CENTENARIO (1520-2020)
La escurridiza tumba
de JUAN BRAVO
Mª PÍA SENENT DIEZ (*)
se desarrollaron los acontecimientos de Torreloa Guerra de las Comunidades es un acon- batón o Villalar por citar ejemplos concretos.
tecimiento de gran complejidad para quiePero al enfrentarnos a los comuneros, las
nes lo estudian y se debe a que supone el técnicas arqueológicas más tradicionales
tránsito desde la Edad Media a la época Moderna han estado presentes desde hace muchos
donde se mezclan cambios de tipo social, cultural, años y siempre hay quien se ha vanagloeconómico, político y estratégico. Castilla pasa de riado de ello. Como hemos señalado, el
ser un estado volcado en el fin de la Reconquis- cambio social que supuso la guerra lo
ta para abordar el problema de las minorías reli- podemos ref lejar en la figura de Juan
giosas, judía y protestante, que tan presentes es- Bravo, que es un buen exponente del
tuvieron en los conf lictos del reinado de Carlos I mismo. Un galán de muy buena
desde 1520 en adelante. España, con una monar- familia de abolengo castellaquía única desde los Reyes Católicos, se sumerge no, segundón de los Mendoza,
en los asuntos europeos como nunca antes, se es- se casa dos veces con cristiatructura como un estado moderno y su economía nas nuevas. Tanto Catalina
gira hacia América para convertirse en el puente del Río como María Coronel
entre los dos lados del Atlántico. Como vemos, los procedían de familias concambios son continuos, los choques recurrentes y versas. Sabemos que tanla adaptación se hará imprescindible. Su estudio, to los del Río, futuros conpor tanto, ha traído de cabeza a los investigadores des de los Villares, como
que han tratado de entender y explicar este mo- los Coronel, difuminaron
su sangre judía, con mamento histórico.
Para abordar el conocimiento de las Comunida- tr imonios opor tunos y
des de Castilla de una manera sistemática debemos con sepulturas de envergadura.
acercarnos a las fuentes que han llegado
La Iglesia de San
a la actualidad. Cualquier histoMar tín o el Moriador avezado buscaría allí
nasterio de El
donde hay algo que aporLa Guerra de
Pa r ra l a c o te una pequeña luz que
las Comunidades
g ier on lo s
le permita vislumbrar
es un acontecimiento
los hechos que quiere
restos morde gran complejidad
relatar. A veces esta
tales de estas
para quienes lo estudian
búsqueda es inf inita
familias rey se debe a que supone el
y la encontramos por
cién cristianitránsito desde la Edad Media
muchas vías. Tratando
zadas
empaa la época Moderna donde
rentados
por
de resumirlas las agruse mezclan cambios de tipo
matrimonio
páramos en tres categosocial, cultural, económico,
con el héroe.
rías: Fuentes arqueológipolítico y estratégico
Sus capillas fucas, fuentes bibliográficas y
nerarias compefuentes documentales.
tían con aquellas de
Quizá a un profano en la materia le resulte sorprendente tratar con
cristianos viejos. El mismetodología arqueológica un acontecimiento acae- mo Juan Bravo se supocido durante el siglo XVI. Sin embargo, desde los ne que fue trasladado al
años setenta del pasado siglo, las fuentes escritas Convento de Santa Cruz la
se completan con el conocimiento generado por Real tras el ajusticiamiento, pero estos edifilos arqueólogos que ya no reducen sus trabajos a cios, desamortizados y saqueados, que habían
excavar yacimientos de la Edad Antigua, ahora albergado muchas de las capillas funerarias que
compaginan esfuerzos en todos los campos, apli- se perdieron durante el siglo XIX, entre ellas la
cando, incluso, nuevas técnicas no invasivas. Has- del comunero segoviano. Todo parecía terminar
ta la fecha es poco lo que se ha hecho en relación aquí, sin embargo, la historia del lugar de eterno
a las Comunidades de Castilla desde una pers- descanso de Juan Bravo no es tan sencilla.
pectiva arqueológica científica, sin embargo, sus
El 3º centenario de la batalla de Villalar coinmétodos serían aplicables. La fotografía aérea, la cidió con un periodo revolucionaortofotografía, la fotogrametría, el scaner 3D o el rio que encontró en los cogeoradar, por un lado, y la genética, los sistemas mu ne r o s u n
de rayos X o ecografías, por citar algunos, se aña- buen ejemden a los trabajos arqueológicos más tradicionales plo a seguir.
y dan muy buenos resultados. En el caso que nos Es entonces
ocupa dentro de los que podemos llamar historia c u a n d o s e
militar, las batallas comuneras pueden ser estu- plantea por
diadas a través de fotografías más o menos anti- pr imera vez
guas, anteriores a la concentración parcelaria, que poner en vatanto ha cambiado el paisaje durante el siglo XX, lor la hazaña
hasta las más recientes tomadas desde satélites. castellana de
Monumento a Juan Bravo.
Son técnicas aplicables que nos revelarían cómo 1521 comen-
L
zando por la recuperación de los cuerpos de
Bravo, Padilla y Maldonado. No deja de sorprender quien incoa el expediente que permita la exhumación de los tres cadáveres. La
iniciativa partió de Juan Martín Díaz, el Empecinado, a la sazón General Gobernador de
la plaza de Zamora. Resulta curioso el documento, ya que ref leja cómo se llevó a cabo una
excavación controlada, levantando topografía
no solo del área del supuesto enterramiento, sino de la batalla al completo. Más tarde, en presencia de las autoridades locales, el párroco, el
médico y un abogado, se procedió a excavar dos
tumbas ubicadas entre el rollo jurisdiccional
de la villa y el atrio de la Parroquia. En la primera sepultura se hallaron dos cadáveres y, como manda la tradición, no
se localizaron cráneos. El tema
prometía. En una segunda fosa
apareció un único cuerpo pero,
para sorpresa de todos, contenía los restos de la cabeza. A
pesar de todo y basándose en la tradición oral,
nadie puso en duda la
autenticidad.
El ha lla zgo f ue
documentado en
un expediente
que fue entregado al Empec i n a do p a r a ,
posteriorment e , r e m i t i rlo a l
Congreso de la Nación para su custodia. Todos los huesos
inhumados junto a
varios objetos encontrados en el lugar de
los enterramientos
y en la campa de la
batalla se guardaron en una urna
de tres llaves que
se entregaron al
alcalde de Villalar, al párroco y
al comisionado
de la prov incia
de Zamora, respectivamente, co-
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
EL ADELANTADO DE SEGOVIA 13
locando la urna sobre un catafalco funerario jun- otro imperial reconocido, se ocupó de evitar más
to a la picota y tras un sepelio y actos religiosos, tumultos patrullando calles y plazas lo que llevó
la urna se llevó en procesión, pasando por la casa a los partidarios de Juan Bravo a sentirse en millamada de la Placica, donde estuvieron presos en noría sobre todo después del ajusticiamiento de
capilla antes de ser ajusticiados, hasta la iglesia de los dos cabecillas de la organización del funeral.
San Juan Bautista donde se conservarían para su
Quizá el calificativo que Vozmediano da a Juan
eterno descanso. El asunto quedaba zanjado. Los Bravo, “era muy liberal y gastador” sirva para encomuneros se habían localizado en Villalar y sus
Juan Martín Díaz,
restos yacían en la iglesia
el Empecinado
de San Juan.
El 3º centenario de
Pero, por lo que sabela
batalla de Villalar
mos por otras fuentes y
coincidió
con un periodo
el relato se lo debemos
revolucionario
que encontró
a Juan de Vozmediano,
en
los
comuneros
un
Secretario del Emperabuen ejemplo a seguir. Es
dor y protagonista desentonces cuando se plantea
de el bando imperial de
por primera vez poner en
los acontecimientos, el
valor la hazaña castellana
cuerpo de Juan Bravo,
de 1521 comenzando por
sin cabeza, fue recupela recuperación de los
rado por sus familiares,
cuerpos
de Bravo, Padilla
tanto por parte de su priy
Maldonado.
La iniciativa
mera mujer, Catalina del
partió
de
Juan
Martín
Río, como de su segunda
Díaz,
el
Empecinado,
a la
esposa, María Coronel,
sazón
General
Gobernador
y sus amigos. Los restos
de la plaza de Zamora
llegaron a Segovia y se
propuso realizar un funeral homenaje. La comitiva recorrió la ciudad y el valle del Eresma
hasta el Convento de Santa Cruz donde fue enterrado en medio de una multitud que le consideraba aun héroe. Tampoco faltaron sus detractores y
cuando un contrario grito “Mirad cuál traen este
traidor”, muchos de los amigos de Bravo se abalanzaron sobre él despedazándolo. Sin embargo,
el suegro de Vozmediano, Gonzalo de Herrera,
tender el interés que tres siglos más tarde mostró
el liberal y héroe de la Guerra de la Independencia,
El Empecinado, por los acontecimientos de 1521.
Según Vozmediano, ya parecía que Juan Bravo
gozaban de cristiana sepultura en el Convento de
Santa Cruz la Real, aunque tal como hemos vistos,
también se recuperara en Villalar, sus restos resurgen en medio de la leyenda popular entre Segovia
y Muñoveros. Un siglo después de las excavaciones en Villalar promovidas por El Empecinado,
el Ayuntamiento de Segovia se propuso localizar
su sepultura. Corría el año 1921 y el tsunami de la
Desamortización de Mendizábal había arrasado
el convento dominico entre ambos centenarios. El
Consistorio levantó una losa bajo la que se suponía que descansaba el héroe y lo que encontraron
o no encontraron nunca
lo sabremos. Los restos,
si existieron alguna vez,
habían desaparecido. Ya
no estaban en Segovia.
Con los años corrió el
rumor de que, en secreto,
se trasladaron a Muñoveros, villa donde había
nacido Catalina del Río,
y fueron depositados, según la tradición oral, en
la Iglesia de San Félix,
en la capilla de la Purísima. Luego se volvieron a
reubicar bajo una lápida,
a la entrada del templo,
y allí se excavó en 1921
sin aparentes resultados. Tan sólo quedaba
una inscripción en piedra que rezaba “CJB está aquí” y que siempre se
ha interpretado como “Comunero Juan Bravo está
aquí”. Sea como sea, es cierto que en la entrada de
la Iglesia encontramos el homenaje que Muñoveros hace a Juan Bravo en el que se puede leer «El
heroico capitán comunero, ejemplo de dignidad
y libertad. Tuvo posesiones y a temporadas vivió
en este pueblo. Sus restos reposan en esta iglesia
Con los años corrió el rumor de que los restos de Juan Bravo se trasladaron a Muñoveros y fueron depositados en la Iglesia de San Félix.
JOSE ANTONIO SANTOS
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
14 EL ADELANTADO DE SEGOVIA
LOS COMUNEROS, V CENTENARIO (1520-2020)
Capilla de los Bravo de Laguna en Berlanga de Duero.
según se ha transmitido de generación en generación, desde aquellos lejanos tiempos hasta nuestros días». En este municipio segoviano también
encontramos una escultura de Abellá que representa a Juan Bravo en el patíbulo.
La búsqueda del cuerpo del comunero no terminó con el chasco de 1921. Muchos años después,
a finales de la década de 1970 o principios de los
ochenta, alguien se propuso encontrar a Juan Bravo entre los cimientos de la iglesia de Muñoveros.
Según cuenta alguno de sus protagonistas, se removió el suelo del templo y se hallaron los restos
de un cadáver, decapitados como mandan los cánones, que conservaba ropa propia del siglo XVI.
Junto al cuerpo apareció una espada en cuya empuñadura se leía la inscripción “JB”. Una vez más
en estas excavaciones siempre aparecían restos
bien señalados. Las letras, como no puede ser de
otra forma, indicaban que su dueño había sido
Juan Bravo y no a una conocida marca de whisky.
La espada, según se dicen los rumores estuvo en
el Ayuntamiento de Muñoveros hasta que, como
cabía de esperar con un hallazgo de esta envergadura, oportunamente se perdió no fuera a ser
que algún especialista se propusiera estudiarla y
terminara con el relato romántico de leyenda. En
resuman. Por tercera vez, Juan Bravo se escaquea
de quienes querían localizarlo. Parece que El Empecinado tuvo más suerte a juzgar por el acta de
exhumación de 1821.
El problema es que se en 1821 y 1921, la arqueología
científica no se había desarrollado y carecía de técnicas, hace cuarenta años, las técnicas arqueológicas
se estudiaban en cualquier universidad. De ahí, si de
verdad existió una tumba de Juan Bravo en Muñoveros y se había conservado a lo largo de los siglos bajo
el suelo de su parroquia, a estas alturas no queda ya
nada. En la actualidad los estudios sobre ADN están
a la orden del día. El linaje ascendente de Juan Bravo
es de sobra conocido y permite hacer
Si durante el 3º centenario El Empeanálisis comparativos de datos. Él
cinado mandó excavar la plaza de
había nacido en Atienza, donde
Villalar, durante el 4º centenario
su padre, Gonzalo Bravo de
el Ayuntamiento de Segovia
Lagunas, era alcaide de la
excavó en Santa Cruz la Refortaleza. Su madre, Maal y en Muñoveros, ahora,
ría de Mendoza, era hija
que vamos a conmemorar el 5º centenario, ya
del conde de Monteagudo, por lo que Juan
se ha propuesto la búsBravo era, además,
queda de los cuerpos
pr imo de Ma r ía
de los comuneros. El
Pacheco, la espo22 de abril de 2018,
sa de Juan de PaEl Adelantado de
Segovia publicadilla y miembro de
ba la noticia de las
la notable familia
intenciones de la
de Mendoza. Era
Junta de Castilla y
también sobrino,
por línea paterna,
León que “llevará a
de Juan de Ortega
cabo investigaciones arqueológicas
Bravo de Lagunas,
para localizar los
Obispo de Ciudad
restos de los capitaRodrigo, Calahorra
y Coria y, tanto este
nes Comuneros Juan
tío como su padre, que
Bravo, Juan de Padiprocedían de la villa de
lla y Francisco Maldonado...” Quizá esta vez
Berlanga de Duero (Sotengamos más suerte, lo
ria), están sepultados en la
hagamos mejor y los resulColegiata de Nuestra Señotados sean mejores. No creo
ra del Mercado en un precioposible hallar los cuerpos de los
so sepulcro tardo gótico ubicado
ajusticiados en Villalar, pero sí creo
en la capilla conocida como de los
que la arqueología científica puede
Bravo de Lagunas. Está claro que
Retrato de Juan Bravo.
el movimiento de tierras en la Igleaportar mucho sobre la estrategia de
sia de Muñoveros hace ya imposible
las batallas comuneras, así como de
determinar por comparativas de ADN si los restos los cambios urbanísticos sufridos en la ciudad de Sede Juan Bravo siguen o no allí, y de tener suerte de govia tras la revuelta de 1521.
continuar, están mezclados y contaminados tanto --por el resto de los cuerpos como de sus supuestos (*) Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios
descubridores.
y Arqueólogos.
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
EL ADELANTADO DE SEGOVIA 15
La HUELLA de la GUERRA de las
Comunidades en los documentos
Mª PÍA SENENT DIEZ (*)
tariales, donde contratos, acuerdos entre particueguir la pista de los comuneros castellanos es lares y testamentos forman grupos de documentos
una labor conjunta de historiadores, archive- homogéneos. En ellos estudia donde y que poseían,
ros, bibliotecarios y arqueólogos pero mientras a quien dejaron sus bienes y los litigios que surgieestos últimos han trabajado poco en este tema, las ron entre ellos. En el Archivo Histórico Provincial
fuentes documentales y los libros han vertido ríos de de Segovia podemos a María Coronel separando su
herencia de los bienes de Juan Bravo para recupetinta sobre el tema.
Debemos aclarar que mientras que la documen- rarla y poderla legar a sus hijos. Lo más relevante
tación nace como proceso sujeto a la normativa de los protocolos reside en que relatan el proceso de
legal, los libros son fruto de la voluntad del autor. asimilación entre comuneros e imperiales en el siglo
Esta doble naturaleza lleva a buscar fuentes por XVI. Esto queda patente en la figura de María Corodos vías. El rastreo de los documentos conservados en los
archivos donde estos documentos son estudiados por historiadores desde hace siglos pero
acceder es difícil por su naturaleza misma. Las fuentes bibliográficas se localizan en las
bibliotecas y son el resultado
de trabajos de historiadores,
sin embargo, el tema comunero ha sido tratado, también, por
poetas y guionistas. Todos ellos
han dejado su impronta ideológica sobre los hechos acaecidos en 1521.
La documentación básica se localiza en el Archivo General de
Simancas, depósito de los documentos de la Corona de Castilla,
en dos grupos: Patronato Real,
donde iban a parar los asuntos que importaban de verdad,
y las secciones de Contaduría,
que conserva la documentación
económica. En ellas vemos desde problemas militares y hasta
la sentencia a muerte de Padilla,
Bravo y Maldonado, o los sueldos como continos, contables, de
Juan Bravo o de Juan de Solier.
La documentación de Patronato
Real fue tan estudiada en 1921,
que llegó a configurar un grupo
concreto dentro del Archivo. Sin
embargo, los documentos contables se escondieron a los estudiosos hasta hace poco.
Tras la guerra fueron muchos
los pleitos y reclamaciones que
se hicieron, por lo que en el Archivo de la Chancillería de Valladolid, el archivo judicial de
Castilla, conserva litigios cuyas
fechas se extienden en los años
que siguieron a la contienda. CoSentencia comunera.
mo protagonistas que fueron de
los acontecimientos, los nobles
conservaron documentos que hoy en día se pueden nel. Sin embargo, entristece que el Archivo Municiconsultar en el Archivo General de Nobleza de Tole- pal de Segovia, la ciudad que vivió la revuelta desde
do. La documentación de familias nobles relata cómo el comienzo, no conserva las actas capitulares que
estos ocuparon cargos en ejército y presenciaron en contendrían una información relevante de primer
primera línea las batallas comuneras de Torreloba- orden. La revuelta se extendió por toda Castilla por
tón, Medina del Campo o Villalar.
lo que los archivos municipales de cada escenario de
Cuando buscamos la vida o los hechos relaciona- la guerra suponen un tesoro que no puede dejar de
dos con personas tan relevantes en la historia, nos ser estudiado junto con las actas de las Cortes Casolvidamos que también tenían una vida corriente. tellanos de los primeros años del reinado de Carlos I.
Esta vida cotidiana se localiza en los protocolos noCon estos datos los historiadores relataron la
S
Guerra de las Comunidades siempre marcados por
la corriente historiográfica dominante. Los textos
van cambiando en tono. Durante los primeros años,
Carlos I considera a Bravo, Padilla y Maldonado
unos traidores que merecían la muerte, pero esta
idea se difumina. Carlos I, que llega a Castilla con
la idea de explotarla económicamente como país
atrasado y medieval, acaba siendo más castellano
que cualquier labriego de su reino.
En los siglos XVI y XVII la guerra pasa de ser una
revuelta contra el rey a ser el inicio de la resistencia
contra los herejes flamencos y se
desarrolla la idea de lucha castellana contra la imposición extranjera. Diego Colmenares es un buen
ejemplo. Sin embargo, cuando los
ilustrados empiezan a divulgar las
ideas liberales, los comuneros se
revisten de romanticismo y a mediados del XIX ya aparecen como
los héroes de Castilla. Sus figuras
son el ejemplo que, liberales como
El Empecinado, elogiaran creando la eterna dicotomía que vemos
en ellos. Carlos de Lecea ampliará
el elenco heroico, sacando a la luz
la figura de un 4º comunero, Juan
de Solier, otro segoviano que muere por la causa.
El 4º centenario de Villalar
marcará el punto álgido de esta
dicotomía. Detractores e impulsores se agruparon para defender
o atacar a los comuneros. Basta
con leer la prensa de la época, EL
Adelantado, para ver como la estatua de Juan Bravo supuso una
lucha entre los intelectuales del
momento. Juan Bravo es héroe y
villano a la vez, como lo son sus
compañeros Padilla y Maldonado. En los años posteriores a la
Guerra Civil, historiadores como
el Marqués de Lozoya presenta
los hechos como revuelta contra
el rey, salvando su heroísmo castellano, mientras que el director
de cine más a fin al régimen hace una epopeya de la figura de
María de Padilla en su “Leona
de Castilla” de 1951. La dicotomía continúa hasta que en 1972,
Luis López Álvarez escribe el “Romance de los Comuneros” que fue
musicalizado por el Nuevo Mester. Ahora ya no son solo héroes,
han entrado de lleno en la épica
castellana con el Cid o Fernán
González. Sus gestas se narran
en romance como hacían los juglares medievales.
Esta visión se mantendrá con las referencias que el
proyecto de Estatuto de Autonomía de 1936 y, después de la aprobación de la Constitución de 1978, se
estableció el sistema actual de comunidades autónomas quedando los tres comuneros como referentes
de Castilla y León.
--(*) Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios
y Arqueólogos.
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
16 EL ADELANTADO DE SEGOVIA
LOS COMUNEROS, V CENTENARIO (1520-2020)
Microbiografías de las
Comunidades en SEGOVIA
EFRÉN DE LA PEÑA BARROSO (*)
INTRODUCCIÓN
La revolución de las Comunidades de Castilla es,
sin duda alguna, uno de los movimientos más complejos e interesantes de la Historia de España. Sus
participantes, lejos de tener actitudes, posturas y
opiniones personales perfectamente definidas, evidenciaron una diversidad de criterios que, en ocasiones, evolucionaron y cambiaron en función de las
circunstancias. De ahí la importancia de conocer
a los protagonistas de la revolución comunera en
Segovia con unas breves pinceladas que nos aclaren los matices de su participación en aquel proceso revolucionario.
LOS COMUNEROS
Juan Bravo de Mendoza
Juan Bravo fue el comunero más insigne de la ciudad
de Segovia. Pertenecía a la alta nobleza castellana
aunque era segundón de una rama de la poderosa
familia de los Mendoza. Intentó acrecentar su patrimonio con dos enlaces matrimoniales estratégicos.
El primero con Catalina del Río, de noble familia
segoviana, infructuoso porque enviudó antes de lo
previsto. El segundo con María Coronel, de sangre
judeoconversa, que le proporcionó el acceso al regimiento de Segovia.
Fue contino de la Casa Real y participó en las levas
para la creación de las Gentes de Ordenanza ideadas
por el cardenal Cisneros, por lo que su experiencia
militar estaba sobradamente acreditada. Esto le valió el nombramiento de capitán general de
las milicias segovianas en cuanto se
inició la sublevación.
Juan Bravo defendió fielmente
la causa popular todo el tiempo
que duró la revolución comunera, tanto que fue uno de los tres
grandes capitanes ajusticiados en
Villalar acusado de un crimen de
lesa majestad. Ese hecho, que le
robó la vida en la flor de su juventud, también le otorgó la fama
eterna y su vinculación inmortal
con la ciudad de Segovia.
Recreación de la boda de Juan Bravo y María Coronel en la localidad de Bernardos
con Juan Bravo acabó por salpicarle. Así, en algún
momento después de la batalla de Villalar huyó a la
ciudad sevillana de Osuna, donde murió en soledad
a finales de marzo de 1522.
María Coronel
Era hija de Íñigo López Coronel y fue la segunda mujer de Juan Bravo de Mendoza, con quien casó en la
villa de Bernardos. Aunque no participó activamente en la revuelta, quizá le tocó interpretar uno de los
papeles más difíciles de todos al sufrir la repre-
CÉSAR ALDECOA
sen devueltos la mayoría de los bienes de la familia.
Los caprichos de la Historia hicieron que, en la última fase de su vida, María Coronel contrajese matrimonio con Gonzalo de Tordesillas, hijo del regidor
Rodrigo de Tordesillas asesinado por los comuneros.
Ella fue el mejor ejemplo de conciliación entre las dos
posturas y de la superación de aquel enfrentamiento
entre castellanos.
Juan de Solier
La figura del regidor Juan de Solier fue recuperada hace más de cien años por
Carlos de Lecea, cronista oficial de Segovia, quien rescató
su memoria para la posteridad.
Juan de Solier fue uno de los
procuradores de Segovia en la
Santa Junta, primero en Ávila y luego en Tordesillas. Participó con determinación en
todas las decisiones importantes que allí se tomaron y
también pagó muy cara su
implicación en la causa popular. Así, cuando las troÍñigo López Coronel
pas realistas tenían cercada
Íñigo López Coronel era hijo de
la villa de Tordesillas para
intentar recobrarla, Sodon Abraham Seneor, el último gran rabino de Castilla. Vilier optó por no escapar de
vía en el imponente complejo
ella, como hicieron otros
familiar que aún se conserva
procuradores, y se quedó
en la judería de Segovia. Fue
luchando y defendiendo a
rentista y regidor de la ciudad
la reina Juana. Eso le vahasta que traspasó el oficio en
lió su captura, su encarceJuan Bravo con motivo de las calamiento y, tras un breve lapso
Exposición sobre el Centenario del Matrimonio de Maria Coronel y Juan Bravo.
pitulaciones matrimoniales que se
en que fue puesto en libertad
acordaron para el matrimonio de
con cargos, su traslado a Meeste con su hija María Coronel.
sión del emperador por partida doble: porque perdió dina del Campo y su ejecución pública en la Plaza
Aportó grandes sumas de dinero propio a la causa a su esposo y quedó desamparada con dos criaturas Mayor de la villa.
La historiografía tradicional ha tratado la muercomunera y ejerció durante un tiempo el cargo de te- recién nacidas; y porque tuvo que pelear contra el
sorero general y contador de la Junta en Tordesillas, Fisco para intentar recuperar todo el patrimonio que te de Juan de Solier como totalmente innecesaria y
pero luego fue acusado de ciertas irregularidades y le había sido confiscado a su padre. Su esfuerzo du- fuera de lugar, toda vez que se produjo en agosto del
cesado. Desde entonces se mantuvo al margen de rante años de continuos litigios contra la Corona se año 1522 cuando el movimiento comunero ya había
los acontecimientos, aunque su vinculación familiar vio recompensado y finalmente consiguió que le fue- sido totalmente vencido y silenciado.
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
EL ADELANTADO DE SEGOVIA 17
Bachiller Alonso de Guadalajara
El bachiller de Guadalajara fue también enviado a la
Junta General de Ávila como procurador de Segovia,
donde fue uno de los miembros más respetado y de
mayor entendimiento. De hecho, parece que no hubo resolución de la Santa Junta que no contase con
su parecer, hasta el punto de que en enero de 1521 se
dispuso que no se otorgase ninguna provisión que no
fuese firmada antes por este distinguido bachiller.
Defendió siempre la rectitud en el comportamiento
de las tropas comuneras y reprendió sus rapiñas cuando tuvo que hacerlo. Precisamente, los desmanes cometidos por el común de la Comunidad de Valladolid
le empujaron a renunciar a su puesto y a permanecer
desde entonces al margen de los acontecimientos.
Diego de Barros y Diego de Heredia
Estos dos caballeros segovianos, regidores del concejo, cumplieron misiones militares específicas en favor de la comunidad urbana. Diego de Barros ya había participado en 1506 en un grave altercado entre
los seguidores de don Juan Manuel, entre los que se
encontraba, y los de don Andrés de Cabrera por la alcaidía del Alcázar y el dominio de la ciudad. Tal vez
por eso durante las Comunidades fue enviado junto
con Diego de Heredia y varias escuadras de soldados
a reducir los estados del conde de Chinchón. Ambos
regidores cumplieron con éxito su cometido, pues lograron rendir el castillo de Chinchón y derrocar la
fortaleza de Villaviciosa de Odón. Sin embargo, los
dos caballeros lograron que no se les castigase cuando
terminó el movimiento, a pesar de las quejas del conde
para que le fuesen restituidas sus pérdidas materiales.
Los capitanes de Juan Bravo
Los seis capitanes del ejército de Segovia fueron Antonio y Pedro de Buitrago, Francisco del Castillo, Antonio de la Hoz, Francisco de Tapia y un tal Rincón.
Todos ellos pusieron sus escuadras a las órdenes de
Juan Bravo, le siguieron en sus desplazamientos y
llevaron a cabo fielmente las misiones que les fueron encomendadas.
Cada capitán cumplió obedientemente su cometido. A Francisco del Castillo, por ejemplo, la Santa
Junta le encomendó la misión de prender en VallaFotografía actual de la Casa de los Buitrago, en la plaza de Santa Eulalia (Segovia).
dolid al regente el cardenal Adriano de Utrecht y a
los miembros del Consejo Real. El resto de
capitanes acompañó a Juan Bravo en los
LOS REALISTAS
general de las tropas y los combates en connivencia
combates contra las tropas realistas.
con Juan de Padilla y Juan Zapata para alejarle de la
María Coronel
Lamentablemente, la actualidad
Rodrigo de Tordesillas
ciudad en dirección a Santa María de Nieva.
Era hija de Íñigo López
y Juan Vázquez
no recompensa los servicios de
Coronel y fue la segunda mujer
del Espinar
Nuño de Portillo
uno de ellos, Antonio de Buide Juan Bravo de Mendoza,
Los regidores Rodrigo de Tor- La figura de Nuño de Portillo ha sido recuperada retrago, cuyas casas en la Plaza
con quien casó en la villa de
de Santa Eulalia se encuendesillas y Juan Vázquez del Es- cientemente para reconocer el importante papel que
Bernardos.
Aunque no participó
tran al borde de la ruina y en
pinar fueron los dos procura- jugó en la defensa del Alcázar y el auxilio prestado a
activamente en la revuelta,
un contencioso que parece no
dores enviados por el concejo los hombres del conde de Chinchón no desde el inquizá le tocó interpretar uno
tener fin.
de Segovia a la reunión de Cor- terior de la fortaleza sino desde la antigua catedral.
de los papeles más difíciles
tes de Santiago y La Coruña de Desde las dependencias del templo se enfrentó con
de todos al sufrir la represión
Diego de Riofrío
1520. Su voto favorable a la con- tesón a los soldados comuneros, motivo por el cual
del emperador
cesión del cuantioso servicio que se produjo la ruina del edificio, que tuvo que ser deEste labrador acomodado es recornecesitaba Carlos I para pagar a los molido y trasladado a su emplazamiento actual aldado no tanto por su tardía pero ferviente participación en favor de la cauelectores imperiales, que hicieron a cam- gunas décadas después de Villalar.
sa popular sino porque al poco de iniciarse
bio de una buena suma de maravedíes y de la
Gonzalo de Herrera
el conflicto estuvo al borde de perder la vida a ma- perpetuación del oficio de regidor, levantó los ániy Juan de Vozmediano
nos de aquellos a los que precisamente luego apoyó. mos de las gentes del común de Segovia. Ese hecho
Se cuenta que cierto día que volvía de trabajar su ha- le costó la vida al primero y el incendio de sus casas Estos dos caballeros encarnaron la feroz represión y el
cienda, unos arcabuceros del Alcázar le robaron los bue- en El Espinar al segundo.
castigo del emperador a los comuneros segovianos más
yes de labranza que traía. Cuando llegó a su casa un grucomprometidos. Los dos, junto con sus hombres de arEl alcalde Ronquillo
mas, provocaron un sonado altercado durante el traspo de gentes del común, en vez de lamentar el robo de
los animales, le acusó de haber querido abastecer de vi- Antiguo conocido en Segovia, pues allí había ejercido lado del cuerpo sin vida de Juan Bravo al monasterio
tuallas a los resistentes de la fortaleza. Inmediatamente de alcalde ordinario a comienzos del siglo XVI, el al- de Santa Cruz. Pero es que Juan de Vozmediano, yerno
fue prendido y casi ahorcado con la soga que lanzó una calde Ronquillo fue designado por el sector más du- de Herrera y secretario de los virreyes, fue incluso más
mujer a su paso por la calle actualmente llamada “de ro del Consejo Real para que investigase y reprimie- lejos e intentó que se dictase una orden de exilio fuera
la Muerte y la de Vida”. Por fortuna, Diego de Riofrío se los alborotos que se produjeron en la ciudad tras de Segovia contra María Coronel y sus criados, petición
fue puesto a salvo y con el tiempo acabó implicándose el asesinato del regidor Rodrigo de Tordesillas. Sus que fue desestimada por los gobernadores del Reino.
en la Comunidad en la forma de procurador sustituto métodos expeditivos fueron la chispa que encendió --de Juan de Solier cuando la Santa Junta fue traslada- las iras del pueblo y, posteriormente, su organización (*) Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios
da a Valladolid.
armada, la designación de Juan Bravo como capitán y Arqueólogos.
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
18 EL ADELANTADO DE SEGOVIA
LOS COMUNEROS, V CENTENARIO (1520-2020)
Traicionando
LA REBELIÓN
EDUARDO JUÁREZ VALERO (*)
C
omo si de un mal adagio se tratara, esto de apuntarse a la rebelión comunera viene siendo una
máxima que todo aquel que se precie
tiende a hacerlo en algún momento de
su vida. No importa que sea nacionalista, regionalista o localista; centralista,
autonómico, federalista, independentista o secesionista; monárquico, conservador, demócrata, liberal, socialista,
comunista o anarquista; historicista,
tradicionalista, católico, hereje, apóstata, confesional, agnóstico o un paisano
que pasaba por allí: todos, todas, en algún momento de su vida se han sentido cercanos a lo que en su fuero interno
han querido entender por comunero. Es
llegar el 23 de abril, entrar en Villalar,
aunque sea de refilón por la autopista
de La Coruña, acercarse a la plaza de
Medina del Campo en Segovia, llevar el
camino de la casa de María Padilla en
Toledo o entrar accidentalmente en la
capilla de los Maldonado en la catedral
vieja de Salamanca y sentir un fuego en
las entrañas que no se puede soportar.
Que, para todo castellano, esto de ser comunero es un síntoma de salud terrenal
difícilmente explicable. Lo mismo que
español en Sevilla, independentista el
11 de septiembre, padre de la patria en
Asturias, demócrata convencido en el
Valle de los Caídos y franquista de toda
la vida rodeado de una manifestación
de falangistas.
Sea como fuere, esto de apuntarse a
lo que convenga tiende a ser una práctica nacional ceñida a la máxima de Juan
Peiró sobre las leyes que todo lo rigen: el
interés y la necesidad. Sin ninguna de
esas fuerzas mayores, a ver quién era capaz de seguir el camino de la rebelión
sabiendo que la primera parada era la
traición al rey, al sistema, a la sociedad.
Y, a pesar de ello, gran parte de las comunidades lo hicieron. Último estertor
del poder político local y regional, las
ciudades, villas y poblaciones ostentadoras de fuero, aunque fuese el regalado por Alfonso X a mediados del siglo
XIII, habían experimentado una lenta y continua sangría de poder en favor
de la centralización monárquica. Primero, con las reformas de Alfonso XI
en el Ordenamiento de Alcalá de 1348,
los concejos abiertos fueron perdiendo
la preeminencia de sus fueros frente a
las leyes del rey, para acabar siendo gobernados por los regidores nombrados
por el monarca, reforzados posteriormente por los Reyes Católicos con los
corregidores fruto de las Cortes de Toledo de 1480, de modo que el gobierno
local cayera en manos de las oligarquías
comerciales urbanas, más proclives a la
merciales que habían medrado al calor
de los privilegios de explotación y gestión asociados al control de la política
local. Desde ese punto de vista, los primeros traidores, los caballeros villanos
y los comerciantes burgueses, traicionaban al rey, pero no al sistema. La voluntad de Juan Padilla, Juan Bravo, Pedro
Maldonado, María Pacheco, Pedro Laso de la Vega o Luis de Quintanilla no
iba más allá del reajuste de la política
regia. Quizás un cambio de monarca en
ese preciso momento o la asunción del
trono por parte de la reina Doña Juana
habría pacificado la revuelta.
En el momento en que no ya la burguesía, sino el pueblo llano se implicó en
la rebelión, la revuelta acabó por transformarse en revolución como no se había
visto en Europa aún. Del mismo modo
que ocurriría por los mismos años en
los reinos de Valencia y Mallorca con
las germanías, la participación del pueblo trató de llevar más allá la rebelión e
implementar una nueva sociedad donde
el privilegio quedara abolido. Así ha de
entenderse el lema comunero, “nadie es
más que nadie” y el espíritu de la letra
escrita en la ley perpetua de Ávila de
1520, ampliamente estudiada por Ramón Peralta e ignorada por todos los currículos educativos desarrollados en este
país desde tiempos de Claudio Moyano.
Por tanto, el objetivo final de aquella rebelión transmutada en revolución
no fue otro que constatar el
catálogo de reformas coPedro Téllez
nocido como Proyec-Girón y Fernández
to Reformador de
de Velasco pensó que
las Comunidades
podría rascar algún reintegro
de Castilla. Dicho
como hicieran Juan Pacheco y
de otra manera,
los suyos con Juan II y Enrique
la junta resultanIV, hasta que se vio inmerso
te de la traición
en una revolución que podía
trató de transforacabar no sólo con la monarquía
mar aquella Casticentralista, sino con su
lla de los privilegios
posición privilegiada
y el poder centralizado en una sociedad regida por un conjunto de leyes
que abolieran los franquicias sangrantes; que supeditara la acción ejecutiva del rey a la constitución de las
cortes integradas por los diputados de
Pedro Téllez-Girón y Fernández de Velasco.
las comunidades; y, en definitiva, que
establecieran un estado constituyente
defensa de los intereses de estamento celosas de su independencia en la gestión dos siglos y medio antes de que los coloque a la protección del común.
de los recursos propios no vieron otra nos anglosajones de América del Norte
Así que, llegado el momento de la cen- salida que llamar a la rebelión traicio- siquiera pensaran en rebelarse contra el
tralización del poder, de la asunción de nando la voluntad integradora del po- monopolio inglés.
los recursos propios de las comunida- der constituida por el rey.
De modo que, metidos de lleno en un
des por parte del monarca en aras de
Ahora bien, ese rebelarse contra la proceso constituyente soportado por el
una política global centrada en una acu- voluntad acaparadora de poder, de re- estamento bajo, que eso del estado llamulación de competencias entorno a la cursos y, en definitiva, de dinero de los no suena demasiado bien en francés, la
estructura jurídico-administrativa que impuestos por parte del rey conllevó la rebelión contra el mangoneo de los triconstituía el Estado Moderno, las élites traición de las citadas élites urbanas co- butos por parte del rey y sus secuaces
DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020
EL ADELANTADO DE SEGOVIA 19
Reciente homenaje a la figura de los Comuneros en la Plaza de Medina del Campo en Segovia.
pintó una revolución en toda regla, atemorizando incluso a los que se habían
apuntado de partida en la pesca de las
ganancias que aquellos ríos revueltos solían dejar a la nobleza media y baja castellana. Seguro que Pedro Téllez-Girón y
Fernández de Velasco pensó que podría
rascar algún reintegro como hicieran
Juan Pacheco y los suyos con Juan II y
Enrique IV, hasta que se vio inmerso en
una revolución que podía acabar no sólo
con la monarquía centralista, sino con
su posición privilegiada. Que no pocos
revolucionarios patrios lo han sido desde la cómoda atalaya que la burguesía y
la aristocracia proveían hasta que percibieron las orejas del lobo.
Quizás por ello, este Pedro Girón acabó por traicionar la traición inherente a
la rebelión. Quizás por ello, la justicia del
rey que le perdonó fue inmisericorde con
los verdaderos pilares de la traición. Quizás por ello, la ejecución de los capitanes
comuneros tras la derrota de Villalar tuvo más de aviso a navegantes que de venganza o castigo ejemplar. Decapitados,
desposeídos de su grandeza y expuestos
como traidores ante la promesa de sociedad que habían liderado, los capitanes de
Castilla han vagado por la historia como
un recurso mal explicado a la juventud española. No fuera a ser que el dar un paso
adelante contra lo injusto y tratar de poner
remedio se convirtiera en recurso de una
sociedad belicosa venida a menos por siglos de represión del sentido común y tergiversación de la justicia en traición, de la
necesidad en fruslería banal y oligárquica.
Mientras otras sociedades occidentales
han educado a su juventud en la defensa
de la justicia, en la necesidad de romper
las cadenas que cierran el espacio común,
abierto, justo y tolerante, aquí nos hemos
conformado con el heroísmo infructuoso
y absurdo del que corre demente hacia un
molino de viento.
Reducidos, pues, los comuneros y su
hazaña al campo del sacrificio romántico, no es de extrañar que nada quede en el acervo cultural de la ley perpetua de Ávila y el proceso reformador de
una sociedad moderna como ninguna en
aquella Europa dominada por el misticismo. Sólo así se puede comprender que
el primer monumento al capitán comunero lo erigieran en Segovia hacia 1921,
quinientos años después de la ejecución,
y apenas hace un lustro en Toledo. En
ambos casos, recuerdos al sacrificio de
un líder militar, de un capitán rebelde
y no a los legisladores de la que debería
ser considerada primera constitución
europea.
Por todos ellos, por todos nosotros,
nuestros hijos, los que nos han precedido y vendrán, no tenemos otra salida
que recordar la Guerra de las Comunidades con el mismo interés que las
Cortes de Cádiz de 1810; con la misma
necesidad que el proceso constituyente
de 1977. De no ser así, como hicieran
Pedro Girón y Pedro de Ayala en 1524,
estaríamos perpetuando la traición a la
rebelión que había nacido para liberar
esta tierra. Estaríamos olvidando que
no hay héroes solitarios en Castilla, ni
condenas eternas que nos hagan perder el camino mostrado por las estelas dibujadas en el mar de llamas que
consumieron los pinares y el encinar.
--(*) Cronista Oficial del Real Sitio.
Catedral Vieja de Salamanca, Capilla de los Anaya, sepulcro de Don Diego de
Anaya y Maldonado.
Escultura en honor a Juan Padilla en la ciudad de Toledo.
20 EL ADELANTADO DE SEGOVIA
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DOMINGO, 13 DE DICIEMBRE DE 2020