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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
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Movimiento pretende intervenir en debates en torno a ideas políticas, a la
democracia y la política, a los actores políticos y sociales no estatales, y a
las políticas públicas, incluyendo normas, programas y provisión de bienes
y servicios por parte del Estado.
Los artículos y comentarios firmados reflejan exclusivamente la opinión de
sus autores. Su publicación en este medio no implica que quienes lo dirigen
o producen compartan los conceptos allí vertidos.
La reproducción total o parcial de los contenidos publicados en esta revista
está autorizada a condición de mencionar expresamente el origen y el
nombre de sus autores.
SUMARIO
POLÍTICAS POSPANDEMIA
LA MAYORÍA POPULAR
PABLO BELARDINELLI .................................................................................. 7
PANDEMIA, GLOBALIZACIÓN Y PERONISMO
CARLOS M. VILAS......................................................................................... 8
¿HABRÁ UNA POSTPANDEMIA?
ERNESTO F. VILLANUEVA ........................................................................... 12
LA DIMENSIÓN CULTURAL DE LA PERSUASIÓN
FEDERICO ESCRIBAL ................................................................................... 16
PERONISMO, MODERACIÓN Y ODIO
GUSTAVO PETERS ....................................................................................... 19
LO ELECTORAL ES POLÍTICO (II)
MARCOS DOMÍNGUEZ ................................................................................. 21
DE FRENTE ELECTORAL A COALICIÓN DE GOBIERNO
ISIDORO ARAMBURÚ ................................................................................... 23
UNA NUEVA ESTATALIDAD
MARINA ACOSTA ........................................................................................ 26
¿EL CORONAVIRUS ES UN INVENTO?
DANIEL E. HERRENDORF ............................................................................ 28
UNA ARGENTINA ANTICULTURAL, ENTRE EL DELIRIO
Y LA DESIGUALDAD
JUAN PEDRO DENADAY .............................................................................. 30
LA POLÍTICA DE LA POST-PANDEMIA
RODRIGO JAVIER DIAS ................................................................................ 33
LA MULTIPLICIDAD DE LA POLÍTICA SOCIAL:
HACIA LA NUEVA NORMALIDAD POSPANDEMIA
NICOLÁS DVOSKIN Y SOL MINOLDO........................................................... 37
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ENAMORARSE DEL CRECIMIENTO: LA ECONOMÍA
DESPUÉS DE LA PANDEMIA
MARCOS FONTELA ...................................................................................... 43
CINCO PUNTOS PARA EL CRECIMIENTO
MARTA M. GIANA, MARIO KRIEGER, KELLY OLMOS, JAVIER MOURIÑO ... 46
ACUERDOS MÍNIMOS EN LA CUARENTENA: UNA ESTRATEGIA
HACIA EL NÚCLEO DURO DE LA OPOSICIÓN
HORACIO CAO ............................................................................................. 49
CONSECUENCIAS Y DESAFÍOS DEL COVID-19
ERNESTO LÓPEZ .......................................................................................... 52
COVID-19: CRISIS DE LA GOBERNANZA GLOBAL
JUAN CARLOS HERRERA ............................................................................. 55
EL PERONISMO DESPUÉS DE LA PANDEMIA
EDUARDO J. VIOR ....................................................................................... 58
EL TELETRABAJO OBLIGA A REPENSAR NUESTRAS
FORMAS DE ORGANIZACIÓN
JORGE ZACCAGNINI .................................................................................... 63
¿SE PUEDE PENSAR EN UN PERONISMO POST-PANDÉMICO?
MÓNICA G. SLADOGNA ............................................................................... 66
TELETRABAJO, FORMAS DE ORGANIZACIÓN, PROBLEMAS Y
DESAFÍOS: APUNTES PARA APORTAR AL DEBATE
FRANCISCO CORREA Y CAROLINA MOLTRAZIO .......................................... 68
LA CONSTRUCCIÓN DE LX SUJETX POLÍTICX
IVANA SALEMI Y SANTIAGO F. RICHETTI ................................................... 76
LA PANDEMIA, LA AGRICULTURA Y EL ROL DE NUESTRO
MOVIMIENTO JUSTICIALISTA
JAVIER PRECIADO PATIÑO .......................................................................... 82
PERONISMO Y “EL CAMPO”: NECESIDAD DE CONSTRUIR
UNA POLÍTICA INTELIGENTE
DAMIÁN DESCALZO .................................................................................... 84
NACIONALIZAR, NACIÓN Y NACIONALISMO: PARA EL
PUEBLO LO QUE ES DEL PUEBLO
FACUNDO DI VINCENZO ............................................................................. 88
DESARROLLISMO LIBERAL O PERONISMO SOBERANO: LAS
ENCRUCIJADAS DEL JUSTICIALISMO POST-PANDEMIA
GUSTAVO ADOLFO KOENIG ........................................................................ 90
LA REALIDAD TÉTRICA DE LA POLÍTICA Y LA GESTIÓN
GUBERNAMENTAL: MÁS QUE HOUSE OF CARDS,
LA POLÍTICA ES EL TETRIS
PABLO RODRÍGUEZ MASENA ...................................................................... 93
DESAFÍOS DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS POSPANDEMIA
HUGO CABRAL ............................................................................................ 97
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JUSTICIA ESPACIAL
ROBERTO DOBERTI ................................................................................... 100
DESAFÍO EDUCATIVO: UNA SOCIEDAD (RE)ESCOLARIZADA
EN LA ALTERNANCIA
JAVIER RIO ................................................................................................ 102
PANDEMIA, CUARENTENA, DOS INTERVENCIONES Y UNA
CATARATA DE CAUSAS POR ESPIONAJE ILEGAL: DESAFÍOS
POST COVID-19 PARA EL PERONISMO EN LAS ÁREAS DE SEGURIDAD
PÚBLICA E INTELIGENCIA NACIONAL
GLEN EVANS ............................................................................................. 107
ANTONIO CAFIERO
ELOGIO ACADÉMICO DE ANTONIO CAFIERO
JOAQUÍN PEDRO DA ROCHA ...................................................................... 115
ANTONIO CAFIERO Y LA MÍSTICA
ESTEFANÍA P. CUELLO .............................................................................. 118
LA DOCTRINA ECONÓMICA DE ANTONIO CAFIERO
MARIANO FONTELA .................................................................................. 122
RAZONES PARA SER PERONISTA
ANTONIO CAFIERO .................................................................................... 125
HISTORIA
IAPI: UNA POLÍTICA DE COMERCIO EXTERIOR SOBERANA,
A PROPÓSITO DE VICENTIN
DIONELA GUIDI ......................................................................................... 129
BREVE PANORAMA DE LAS POLÍTICAS DE POBLACIÓN
DURANTE EL PRIMER PERONISMO (1945-1955)
SUSANA NOVICK ....................................................................................... 135
MERCANTE, EL CORAZÓN DE PERÓN Y EL CEREBRO
DE LA GESTIÓN BONAERENSE
EMANUEL BONFORTI ................................................................................ 138
UN PUNTO DE VISTA: EL DE KEYSERLING ANTE LA VIDA
RAMÓN CARRILLO .................................................................................... 141
JUAN IGNACIO SAN MARTÍN: LEALTAD Y LUCHA
POR LA RUPTURA DE LA DEPENDENCIA
JUAN GODOY ............................................................................................ 151
LA RESTAURACIÓN JUSTICIALISTA: EL RENACER DE
LA UTOPÍA SOCIAL EN LA SEGUNDA ETAPA DE LA REVISTA
HECHOS E IDEAS (1947-1955)
FABIÁN LAVALLÉN RANEA ....................................................................... 160
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DEMOCRATIZACIÓN DEL GOCE Y DERECHO A LA ASISTENCIA:
HITOS DEL PERONISMO
MATÍAS SABA Y PAULA MESCHINI ........................................................... 182
16 DE JUNIO, BOMBARDEO A LA CIUDAD DE BUENOS AIRES:
LOS RESPONSABLES
CARLOS ‘PANCHO’ GAITÁN ...................................................................... 190
DOCTOR CENTENO: LA ÉTICA PROFESIONAL Y MILITANTE
EN EL MARCO DE UNA CGT MARPLATENSE INFESTADA POR
UNA MAREJADA FASCISTA. ANIVERSARIO DE LA TRÁGICA
NOCHE DE LAS CORBATAS, 7 DE JULIO DE 1977
DANIEL PARCERO Y JOSÉ LUIS PONSICO .................................................. 192
¿POR QUÉ NOS PASÓ EL MENEMISMO?
BRUNO BECCIA ......................................................................................... 199
POESÍA, PRENSA Y POLÍTICA EN LA PRIMERA
RESISTENCIA PERONISTA
JULIO MELON PIRRO Y DARÍO PULFER ..................................................... 202
FICCIÓN
AHÍ ANDAMOS, GENERAL, DANDO BATALLA
JULIO FERNÁNDEZ BARAIBAR................................................................... 261
VAMOS A VOLVER
ANABELLA ZOCH ...................................................................................... 263
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REVISTA MOVIMIENTO
Director: Mariano Fontela
Consejo de Redacción: Enrique Del Percio, Pablo Belardinelli,
Florencia Benson, Kevin Axel Costa, Lucas N. Diez, Julio Fernández
Baraibar, Juan Godoy, Aritz Recalde, Tomás Rosner, Pablo Adrián
Vázquez y María Alejandra Wagner
Entrevistas: Beto Emaldi
Editor: Fernando Proto Gutiérrez
Correo Electrónico:
[email protected]
ISSN: 2618-2416
Arkho Ediciones. RL-2017-23569986-APN-DNDA#MJ.
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LA MAYORÍA POPULAR
Pablo Belardinelli
En el escenario político argentino conviven una fuerza popular y una fuerza
conservadora, ambas con profundo arraigo histórico, aunque su configuración actual
es reciente. Ambas fuerzas tienen potencial mayoritario, como quedó demostrado en
las últimas dos elecciones presidenciales. Así, la democracia argentina tiene la
fortaleza de la representatividad.
La fuerza popular es mayoritariamente peronista y la enorme mayoría de los
peronistas integramos la fuerza popular organizada en el Frente de Todos.
Las disputas entre ambas fuerzas cubren un amplio espectro que va desde los
símbolos de la tradición nacional hasta la inserción internacional de la Argentina,
pasando por las prioridades de la economía, los modelos de estratificación social y
las funciones estatales.
A la fuerza conservadora, en su carácter opositor de estos días, le alcanza con
mantener movilizada a su minoría radicalizada en torno a oposiciones simples, tales
como comunismo-capitalismo, populismo-república o infectadura-democracia.
Nosotros tenemos el desafío de consolidar la mayoría popular mediante la
atención adecuada de los problemas cotidianos. Nuestra acción de gobierno debe ser
intensa, diversificada, eficaz y coordinada.
La pandemia COVID-19, además del problema sanitario, forzó una abrupta
caída de la actividad económica y colocó al mundo en una situación de
incertidumbre absoluta: nadie sabe cuándo se termina la epidemia y los gobiernos
proceden por ensayo y error.
La mayoría de los argentinos elegimos resolver los problemas de todos, con
todos y para todos. Hoy, más que nunca, necesitamos conformar ámbitos pluralistas
de concertación sectorial para la construcción de una agenda de futuro.
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PANDEMIA, GLOBALIZACIÓN Y PERONISMO
Carlos M. Vilas
I
El COVID-19 se manifestó en Argentina tras cuatro años de endeudamiento
que el propio FMI consideró insostenible, elevada y persistente inflación, retracción
de la producción durante dos años consecutivos, fuga masiva de capitales y
empobrecimiento de amplios sectores de población, en un marco de inestabilidad de
los escenarios internacionales y desaceleración fuerte del crecimiento, que no pudo
recuperarse de la recesión de 2008-2009. Se agregó a todo ello, en años recientes, el
conflicto político-comercial entre las mayores economías del globo. En el terreno
político, estaba dando sus primeros pasos el gobierno del Frente de Todos, amplia
coalición electoral.
Es excesivo hacer responsable al capitalismo neoliberal del COVID-19, pero
es innegable la contribución de muchos de sus aspectos a su veloz expansión. El
auge de la globalización en décadas recientes favoreció el rápido despliegue de la
nueva peste, capturando inicialmente, sobre todo, a las naciones y regiones más
ampliamente insertas en ese proceso: Europa Occidental y Estados Unidos. El auge
del turismo global contribuyó adicionalmente a una más amplia y rápida difusión.
En el siglo XIV se necesitó una década para que la peste negra se propagara desde
China hasta Europa continental a través de la ruta de la seda. Con el capitalismo
consolidado y en su fase imperialista, la “gripe española” de 1918-1919 se propagó
en menos de un año desde bases militares en Estados Unidos a Europa y el resto del
mundo, afectando a 40% de la población global. En 1957 el virus H2N2 demoró casi
seis meses en pasar de Singapur, vía Hong Kong, a las ciudades costeras de Estados
Unidos. El coronavirus en cambio tardó unos pocos días en propagarse desde Wuhan
a otras ciudades chinas, y solo dos semanas en salir de China a lo largo de las
principales cadenas de suministro, comercio y rutas de viaje aéreas al Asia oriental,
Oriente Medio, Europa, Estados Unidos y América Latina.
Es interesante destacar que Wuhan es posiblemente una de las ciudades
chinas más integradas a los circuitos del capitalismo globalizado. Se estima que
51.000 empresas de todo el mundo tienen uno o más proveedores directos en
Wuhan, mientras que 938 de las 1.000 empresas mayores de la lista de Fortune
tienen proveedores de nivel uno o dos en esa región. El énfasis puesto en décadas
recientes en la producción lean, la entrega just-in-time y, más recientemente, en la
competencia basada en el tiempo, junto con la actualización de la infraestructura de
transporte y distribución, han acelerado la velocidad de transmisión.
II
En nuestro país el Estado asumió en la pandemia un protagonismo que
tensiona sus recursos y la efectividad de sus competencias frente a las resistencias de
los poderes fácticos. En términos concretos, crudamente realistas, nuestro Estado es
lo que sobrevivió al desguace y a las ineficiencias programadas del cuatrienio
anterior. Aclaro: ineficiencias programadas porque obedecieron a un diseño
estratégico de las acciones de gobierno con el fin de promover transferencias de
recursos desde las clases populares hacia los niveles altos y muy altos de ingreso y
propiedad de activos, desde la producción y el empleo al sector financiero y a través
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de éste al exterior; todo ello mediante una reorganización y reorientación de los
poderes públicos de acuerdo a esos objetivos. Cambiando éstos, cambian los
instrumentos institucionales requeridos para su logro.
La necesidad actual de potenciar la eficacia estatal y la celeridad de sus
intervenciones, de reunir y analizar la mayor cantidad posible de información
pertinente, la orientación hacia metas de equidad social y de prevención de daños,
excede con frecuencia las capacidades operativas y de gestión. La excepcionalidad
de la situación obliga a apelar a acciones heterodoxas: “la política en tiempos
difíciles” (Gourevitch). No son solamente un Estado y un sistema de gestión pública
vaciados de competencias y de recursos: Estado y sistema han sido perforados por
intereses, mentalidades, inercias y funcionarios sobrevivientes del naufragio
electoral de octubre 2019. Por voluntad popular nos liberamos de Mauricio Macri,
pero el macrismo subsiste en muchos resquicios y recovecos del Estado y en sus
esquemas y herramientas de gestión.
El enfrentamiento a la pandemia se traduce inevitablemente en incremento
del control de la población, un control que se registra de manera desigual entre
clases y grupos sociales, oficios y profesiones, territorios. La reglamentación o
prohibición de desplazamientos físicos y de actividades tiene lugar junto al control,
típicamente ineficaz en el capitalismo periférico, de los agentes económicos:
especulación con insumos estratégicos, sobreprecios en los productos de primera
necesidad, operaciones de cambio, una matriz de articulaciones público-privadas en
la que no son infrecuentes las complicidades y turbiedades. La urgencia de las
necesidades colisiona con el ritmo de los procesos administrativos. La visión
normativa del Estado se enfrenta a los intereses y resistencias de los poderes
fácticos. La temprana iniciativa de coordinar integralmente la acción preventiva del
sector público de salud con el privado chocó con la resistencia de las grandes
empresas prestadoras, varias de ellas meros inversores financieros, y a regañadientes
debió recular. La prohibición de suspensiones y despidos sin causa obtuvo como
casi inmediata respuesta la cesantía de casi 1.500 trabajadores de Techint, poniendo
en evidencia la incapacidad política del Estado para ejercer efectivamente su
soberanía –en este caso: quién manda en el mercado de trabajo.
Se llama la atención sobre las limitaciones que la respuesta estatal impone a
algunas libertades individuales y se expresan dudas o sospechas sobre el uso que
hace el Estado de la información que recoge y el que hará después de la emergencia.
Esos resquemores no provienen únicamente de gente partidaria de concepciones
auto-identificadas como libertarias o “anticuarentena” y de sus expresiones
mediáticas. Existe en Argentina una prolongada y traumática experiencia con los
“sótanos de la democracia”, como los denominó el presidente en su toma de
posesión, que alimentan esos temores en toda la sociedad y sobre todo en los
sectores populares y franjas de las clases medias, víctimas históricas de su
operatoria. Las fuerzas de seguridad a las que se encomienda garantizar la
observancia del aislamiento social son, sin escala intermedia, las mismas que
durante los últimos cuatro años practicaron la doctrina del gatillo fácil y la violencia
sin freno contra las clases populares y la protesta social.
Con estas características generales, el gobierno nacional ha encarado la
pandemia con una amplia, multidimensional y expansiva política asistencial
orientada a atender los problemas más apremiantes de amplios sectores de la
población, al mismo tiempo que pone en evidencia la tensión entre urgencias
sociales y restricciones fiscales, agravadas por la pandemia misma: la caída –aquí y
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en todo el mundo– de la actividad económica efecto de la prevención del contagio
conduce a una fuerte retracción de la recaudación y a la necesidad de financiamiento
por el Banco Central.
La política asistencial se dirigió en primera instancia a las familias más
vulnerables. Los ocho millones de personas que comenzaron a recibir asistencia
alimentaria rápidamente aumentaron a once millones. El crecimiento acelerado de la
pobreza por encima del casi 40% registrado a fines de 2019 se encaró con el Ingreso
Familiar de Emergencia (IFE) que actualmente y en vísperas de una tercera emisión,
ronda los nueve millones de perceptores. El impacto del coronavirus sobre los
sectores informales o no registrados de la economía develó su dependencia de los
niveles de actividad de la economía registrada. El déficit de información oficial
adecuada respecto del mapa social y la fragmentación de la aportada por las
organizaciones sociales contribuyeron a muchas de las ineficiencias experimentadas
en las primeras semanas de implementación del programa. Se mantienen los planes
sociales –casi 600.000 perceptores– y la AUH que cubre a cuatro millones de niños
a través de sus madres.
En el marco de la emergencia pública (Ley 27.541 y DNU 320/20) el
gobierno nacional emitió normas prorrogando los contratos de alquiler,
suspendiendo por seis meses los desalojos y la ejecución de sentencias judiciales,
congeló el precio de los alquileres y ordenó la subsistencia de las fianzas, medidas
que afectaban tanto a unidades de vivienda como a consultorios u oficinas de
profesionales, autónomos y monotributistas (DNU 320/20). El DNU 329/20
prohibió los despidos sin justa causa o por falta o disminución de la actividad de la
empresa –prorrogado por el DNU 487/20. El DNU 426/20 –prorrogado por el DNU
543/20– congeló las tarifas de los servicios públicos en beneficio de perceptores de
jubilaciones y pensiones no contributivas hasta dos salarios mínimos, empleadas de
casas particulares, inscriptos en el monotributo social, perceptoras de la AUH y de la
asistencia por embarazo, desempleados perceptores del seguro de desempleo. Varias
de estas medidas asisten a sectores medios golpeados directa o indirectamente por la
pandemia y las medidas preventivas. Implican un reconocimiento de que el concepto
de “los y las más vulnerables” no es homogéneo; surge de los modos específicos de
inserción en la estructura y el funcionamiento de la sociedad en sus variadas
dimensiones materiales y espaciales.
El programa ATP asiste a empresas en el pago de los salarios, de acuerdo al
nivel salarial de los trabajadores y las trabajadoras –hasta el 50% del salario– y tipo,
ubicación geográfica –de acuerdo a niveles diferenciados de aislamiento
obligatorio– y desempeño previo de la empresa –por ejemplo, se excluye del
beneficio a las empresas que hubieran distribuido dividendos hasta el 31-12-2019,
comprado divisas o efectuado operaciones en el exterior– y se mantuvo y amplió el
programa REPRO. Por su parte, el BCRA ordenó a los bancos la concesión de
créditos a tasa cero a monotributistas y autónomos y a tasas reducidas a cooperativas
(18%) y PyMES (24%). Una política de asistencia selectiva que presta atención a
sus destinatarios directos e indirectos y suficientemente flexible para reformularse
en función de la experiencia recogida en los meses iniciales de su implementación y
de la evolución de la emergencia en diferentes regiones del país y de las cambiantes
coyunturas.
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III
Las acciones adoptadas por el gobierno de Frente de Todos, con la
colaboración de gran parte de la población, han resultado exitosas y reciben el justo
reconocimiento internacional. Responden en líneas generales a un enfoque de
gestión de riegos en el que los pasos a dar se definen y redefinen permanentemente
de acuerdo a la evolución de la coyuntura y a la espera de que la ciencia aporte la
ansiada vacuna.
Entre tanto, corresponde trabajar en la pospandemia. En consecuencia, la
configuración del mundo post pandemia comienza a diseñarse desde las estrategias,
políticas y acciones encaradas durante la pandemia. El futuro del capitalismo y de la
Argentina deben discutirse ahora, no después de la pandemia. En el comportamiento
de las élites y los grandes actores de la economía vemos que –para esos grupos– ya
empezó la pospandemia: especulación cambiaria, remesas de utilidades y salida de
capitales, despido o suspensión de trabajadores, reparto de dividendos,
enfrentamiento e incumplimiento de mandatos legales. Si dejamos libradas las cosas
a su inercia, el mundo que emergerá de la pospandemia será de profundo y amplio
empobrecimiento, mayor centralización del capital, masivo desempleo,
profundización de las desigualdades y crecimiento exponencial de la pobreza. Es
decir, peor que el de la pre pandemia.
La pandemia no es un tiempo de espera; es el tiempo en el que las propuestas
de redefinición estructural de la Argentina deben ser planteadas y comenzar a
ponerse en ejecución si realmente pretendemos construir una Argentina mejor, más
justa, más independiente dentro del mundo globalizado, efectivamente soberana:
reforma tributaria a fondo, donde el que más tiene más paga, nacionalización de los
servicios públicos para que sean efectivamente públicos y se desempeñen al servicio
de la población y el desarrollo, reforma profunda del poder judicial, reforma del
sector financiero poniéndolo al servicio de la economía real, dotar de eficacia y
eficiencia a los aparatos de gestión pública, una política exterior acorde con esas
transformaciones.
En resumen: encuadrar las acciones contra la pandemia como parte de una
estrategia de construcción de poder que impulse una nueva relación de fuerzas
conducente a esas transformaciones. No se trata únicamente de restañar o aliviar los
daños que, con pandemia y sin pandemia, la estructura político-económica del
capitalismo neoliberal ocasiona en el tejido popular, sino de comenzar a construir
una Argentina en la que vuelvan a flamear las banderas históricas del peronismo en
un mundo que las desafía y al mismo tiempo las reclama.
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¿HABRÁ UNA POSTPANDEMIA?
Ernesto F. Villanueva
¿Qué haremos cuando pase la pandemia? Es la pregunta que ronda siempre
en nuestras cabecitas y nuestras ansiedades. Es la pregunta que abre casi todos los
encuentros virtuales de estos días en todos los lugares y en todas las temáticas.
Ahora bien, si creemos que la vacuna famosa no estará disponible en el corto plazo,
ese interrogante adquiere un tinte dramático, si no trágico.
El tono de la pregunta, la incertidumbre en la que vivimos, la esperanza en
una mejora que puede estar pero que también no, y que depende de personas –
científicos, gobiernos y empresas– muy lejos de la posibilidad de acción del común
de los mortales, nos retrotrae a épocas premodernas: confianza en los dioses, temor
por un futuro que no controlamos, sensación de finitud muy fuerte y de
provisoriedad hacia todo lo que hacemos y tocamos.
La cuestión es que, a mi juicio, lo más probable es que efectivamente no haya
una salida limpia, definitiva, total, de la pandemia en el corto plazo, sino reaperturas
espasmódicas, peleas internas en cada uno de nosotros entre vivir peligrosamente o
cuidarnos de un modo aburrido, salidas para unos, escondites para otros, retornos
sucesivos al mundo que se vivía en épocas de la edad media: una ciudad muy
afectada, otra no a pocos kilómetros, viceversa un mes después, el invierno más
riesgoso con la aglomeración de personas en lugares cerrados, el verano con ganas
de divertirse y sus riesgos… esto es, la enfermedad coexistiendo con seres humanos
que pretenden vivir “normalmente” en un mundo que no es normal, otros a quienes
el miedo los convierte en enemigos del resto de la humanidad, enfermedades graves
que tendían a matar a una proporción importante de la población, la peste bubónica o
la peste negra, en fin, conocemos de esas terribles tempestades que arrasaban
poblaciones.
Lo de estos días no tiene las mismas proporciones cuantitativas, ni mucho
menos, pero el hecho de que el mundo preexistente nos había introducido en la
ilusión del control total sobre nuestros destinos nos hace muy vulnerables a este
azote, que no es un tsunami, ni una erupción volcánica, ni una guerra, ni una bomba
atómica. De pronto, desde nuestra propia actividad, desde la globalización tan
aplaudida, nos llega este desastre que los países europeos creyeron imposible, y así
les fue. Y así le va hoy a los Estados Unidos.
Por ello, creo que, por un tiempito –no para siempre, porque con el desarrollo
tecnológico actual finalmente va a haber una solución con vacunas o medicamentos–
vamos a tener que acostumbrarnos a una dinámica irregular en lo económico, en lo
social, en lo educativo. Y digo “irregular” para referirme a resoluciones que no
siempre serán lógicas ni coherentes unas con otras, producto de ese panorama
también imprevisible.
Indudablemente, esta pandemia nos dejará más pobres que al principio en
todo el mundo. Y, por lo tanto, la cuestión que cruzará todas nuestras expectativas se
centrará en cómo se distribuyen las cargas, las pérdidas, y cómo iniciamos las tareas
de reconstrucción en nuestro país. No está de más aclarar que ambas cuestiones
están definitivamente entrelazadas.
En este punto convendría diferenciar andariveles que también tenderán a
entrecruzarse de manera más o menos imprevisible. En primer lugar, deberíamos
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considerar el panorama mundial, sobre todo el modo en que saldrán los Estados
Unidos de la pandemia, y en estos meses preelectorales rogar para que no sucedan
aventuras bélicas que, por los antecedentes, podrían involucrar a nuestro
subcontinente. En segundo lugar, y ello nos toca muy directamente, la manera en
que se irá encauzando la competencia económica –y no conflicto hasta ahora– entre
esa gran potencia americana y China. En tercer término, la inestabilidad crónica de
nuestra región seguramente conocerá una nueva vuelta de tuerca con situaciones
muy oscilantes.
Un segundo andarivel que debemos atender es el modo en que el
establishment pretende salir de esta pandemia. Hay un punto que debemos subrayar:
la actitud de las autoridades del PRO es muy clara: cargar el costo de la pandemia
exclusivamente en el Frente de Todos. Seamos claros: nuestro gobierno se ha
manejado impecablemente frente a la pandemia, pero el COVID-19 no es un bien, es
un mal –y terrible, por cierto– así que, por más que aplaudamos esta política, tendrá
apectos en el balance final que no serán agradables. Es ahí dónde juega el PRO con
la idea de que todos los males actuales provienen de cómo se ha comportado el
gobierno. Lo vemos respecto de cada iniciativa de Alberto Fernández, en la
discusión sobre las jubilaciones, en el cierre de comercios, en un conjunto de
reivindicaciones que muy justamente pensamos nosotros surgen de problemas
nacidos durante la gestión Macri, pero que ellos –con su concepción ahistórica y
amparándose en una corriente de pensamiento que nos cuenta todo como si nunca
hubiera sucedido antes– tratarán de negar.
Del mismo modo, si analizamos los medios hegemónicos, encontramos en
una primera etapa cierta condescencia en relación a Alberto, luego una presión
fuerte para una diferenciación entre presidente y vicepresidenta, un trato
amabilísimo respecto del presidente de la Cámara de Diputados, y ahora un ataque
casi permanente al gobierno, haciendo por supuesto especial hincapié en el de la
Provincia de Buenos Aires. No se observan grandes variaciones respecto de lo que
ocurría el año anterior. Por ahora, ellos viven de la famosa grieta y la alimentan con
fruición.
Por lo que se refiere al círculo rojo, que ha sido más prudente que los otros
dos factores arriba menionados, apoya en la cuestión de la deuda, en la
institucionalidad, pero no está nada dispuesto a conceder lo más mínimo en el
impuesto a la riqueza o como se llame, ni en la anécdota Vicentin. En esta última
cuestión, la existencia de dos proyectos en pugna para nuestra Patria se observó con
una crudeza inusual. Si no avanzamos en el control activo de nuestros empresarios,
que cada vez más son gerentes de empresas trasnacionales, poco es lo que podremos
hacer para una nación más justa e independiente. En síntesis, y para ser claros, el
establishment pretenderá que exclusivamente paguen los platos rotos los sectores
populares, amparándose en dos grandes factores: la pobreza sobreviniente y nuestra
(des)organización.
A pesar de la táctica para ahondar las diferencias ideológicas entre los
argentinos –que ha llegado incluso hasta la amenaza del separatismo mendocino–
hasta la fecha la actitud y la estrategia del gobierno han sido claras. Hasta marzo,
centrándose casi exclusivamente en la deuda. Desde marzo a la fecha, deuda más
pandemia. Y en función de ello, gran política de unidad nacional, reunir a todos los
argentinos frente a estas dificultades. Lo cierto es que hasta el momento nuestro
gobierno ha sido muy coherente respecto a todas las provocaciones, dejando siempre
firme su posición en lo económico, planteando con claridad una nueva normalidad
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para el futuro, haciendo hincapié en los desafios que tenemos por delante.
Asimismo, tiene un manejo internacional muy prudente, ha llevado la política de
este desastre pandémico de manera extraordinaria, lo que coloca a la Argentina
como uno de los países con menos muertos por millón de habitantes del mundo.
Por supuesto, dentro de nuestras propias filas surgen voces disonantes acerca
de una inacción, o que estamos perdiendo los primeros meses del gobierno. A mi
juicio esta crítica no es muy correcta, porque la esperanza de que en los primeros
meses siempre la oposición tiene una actitud amable no ha ocurrido en este caso: las
declaraciones de los representantes opositores son de una dureza increíble. Se han
amparado en la pandemia para impedir que funcione el Congreso, amén de
subestimar el problema de gobernabilidad que implicaría un fracaso total en el
manejo de la deuda.
Aquí aparece la madre del borrego. Nosotros, los sectores populares. La
cuestión es engorrosa porque, en general, la potestad o el poder proveniente de los
sectores más vulnerados y más pobres surge de su capacidad de protesta en las
calles. En el mundo de lo público, a diferencia de lo que ocurre con los poderosos
que aprietan con los medios, con las especulaciones financieras, con el poder
judicial o con el desabastecimiento, los humildes desarrollan su poder en la calle, en
la protesta pública. Todos los que leemos esta hermosa publicación sabemos que la
democracia no es sólo el día de las votaciones, que se revalida día a día.
¿Cómo puede llegarse a una reconstitución de un poder popular en esta
situación? Cierto es que, en estos meses, organizaciones como el Evita o la Cámpora
se han multiplicado en los barrios; cierto es que el movimiento obrero está revelando
un grado de madurez y de prudencia extraordinarios; cierto es que hay consenso
entre nosotros acerca de la imprescindibilidad de que nos mantengamos unidos. Pero
me interrogo si eso alcanza.
En particular, deberemos buscar nuevas formas de presencia que combinen la
calle y otros mecanismos, que se me escapan por ahora, pero que surgirán de la
inventiva popular, seguramente. A la semi salida de este primer brote, el gobierno
tratará de avanzar equlibrando las cargas con la contribución extraordinaria a los
ricos, dejando que por su propio peso finalmente Vicentin termine con cierta forma
de control estatal, con un intento tibio de reforma del poder judicial, con políticas de
reactivación de la demanda para volver a marzo, que era un mes muy malo. Por eso
me parece que el gobierno va a tratar de avanzar en mejorar en algo las cargas, a
través también de un intento de modificación tributaria, que eso sí es muy difícil de
lograr, y sobre todo tenemos el intríngulis de no tener asegurada la mayoría en la
Cámara de Diputados.
Tenemos el desafío de empezar a remunerar mucho mejor a quienes hemos
definido como actividades esenciales: enfermeros, médicos, pero también policías,
trabajadores de la basura; pagar a quienes trabajan gratuitamente; y reducir las rentas
exorbitantes de quienes tienen ingresos sin otro trabajo que la especulación. El
ingreso mínimo universal está picando en la expectativa de todos, lo que aumentará
el salario mínimo, incluso el negro. Tengamos presente que hoy el gobierno nacional
tiene un nivel de acuerdo extraordinario, pero también es verdad que en cuanto vaya
mejorando un poco la situación, todos querremos olvidarnos de lo que hemos
pasado, y estaremos viviendo un presente económico peor que el actual. De ahí que,
a mi juicio, ya mismo nuestro gobierno tiene que desarrollar iniciativas tendientes a
que las cargas de este desastre sean más equitativas, construyendo una normalidad
diferente a la actual.
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¿Alcanzará todo eso? Me esfuerzo por creer que la pelota está de nuestro
lado, que dependerá de nuestra capacidad de movilizar nuestras fuerzas para que los
votos del año pasado se multipliquen en fuerza cotidiana que posibilite lograr las
primeras medidas que den vuelta a esta distribución tan regresiva del ingreso, a esta
desnacionalización total de nuestros recursos, a esta decadencia de nuestra Patria.
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LA DIMENSIÓN CULTURAL DE LA PERSUASIÓN
Federico Escribal
En las últimas semanas, el poder concentrado de la Argentina volvió a ganar
cierta iniciativa política, operando a través de sus resortes tradicionales la
actualización de una serie de configuraciones estereotipadas sobre el peronismo
actor nuclear que –en el marco de una amplia, generosa y heterogénea coalición
frentista nacida ante la urgencia electoral– nuevamente gobierna el Estado. Este
artículo reflexiona sobre ciertas modalidades culturales que asumen algunos sectores
del frente nacional a la hora de adecuar la comunicación en un escenario en que –
como nunca– ésta es multifocal y colectivamente interpretada. Para ello, asume
ciertas limitaciones propias, siendo que aquello que está a nuestro alcance modificar
es en lo que debemos centrar la introspección militante.
En primer lugar, planteamos que es imprescindible distinguir identidad de
cultura. Por la primera, entenderemos los sentimientos de pertenencia, con la
consecuente adopción de una paleta de representaciones simbólicas construidas
complejamente. Por la segunda, una sumatoria de prácticas que operan como una
suerte de inconsciente colectivo, condicionando prácticas sociales. Si bien
claramente las fronteras son difusas, y hay dialéctica entre ambas, homologarlas es
un pecado que nos quita claridad en algunos análisis relevantes. Nuestra doctrina es
robusta, y clara: prioriza la Patria al movimiento y a las personas. Tenemos que
dejar eso en claro cuando emitimos mensajes. No solo el Gobierno comunica: el
movimiento también lo hace hoy, desde múltiples trincheras de sentido que
habilitaron las redes sociales con la hiperconectividad tecnológica.
Mas allá de cuál sea el resultado final de la pulseada, la decisión de avanzar
sobre Vicentin –empresa que presentaba una generosa paleta de desmanejos,
incluyendo la evasión fiscal y el lavado de dinero, vinculaciones partidarias con
aportes de dudosa legalidad, una tendencia al vaciamiento de la empresa para
defraudar al Estado, entre otras– es una medida adecuada en nuestra mirada política
y que abreva en nuestra doctrina. Dejaremos en este artículo el análisis del tenor de
la medida y su implementación, fuera de nuestro margen de intervención y sujetos a
una sumatoria de informaciones relevantes que carecemos. Buscamos poner en
relieve el por qué –con un empresariado de características que se corresponden con
la picaresca noventosa que goza de particular mala fama en nuestra sociedad– la
construcción de legitimidad pública se buscó a posteriori de la medida, y no en la
previa, para facilitar su traducción ante esa porción flotante de la sociedad que
acompañó la elección del Frente de Todos, no necesariamente por convicción
programática, sino traccionada en muchos casos por el horror ante el saldo
económico y social del gobierno apátrida.
Cuesta más aún entender cómo una porción considerable de nuestra masa
orgánica, incluyendo cuadros intermedios y dirigentes, salieron en manada a reforzar
las categorías simbólicas propuestas por el entramado oligopólico. Por citar un
ejemplo, ante la anacrónica y ridícula acusación de “comunistas” –en pleno siglo
XXI, atrasando treinta años, hasta una época donde no existía la telefonía móvil–
parte de la tropa propia reproduce orgullosamente una imagen de Alberto
mimetizado en la figura de Chávez. No se va a encontrar en esta pluma una crítica a
la figura del enorme comandante. La revolución bolivariana a su mando generó un
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marco de posibilidad para la irrupción de gobiernos integracionistas y
emancipatorios a inicios de siglo: la mejor experiencia política de nuestra
generación. Está de más decirlo en este ámbito. Pero es necesario aplicar una mirada
crítica a la incapacidad de ciertos sectores del movimiento nacional para comprender
la necesidad de operar sobre el campo de significación de la sociedad, más allá de la
reafirmación identitaria constante. A veces, además de ser hay que parecer. A veces,
para ser no hay que parecer.
La apropiación de las categorías que el enemigo usa para cargarnos
negativamente en lo semántico sirve para fortalecer el espíritu de pertenencia. En
este fenómeno se basa la referencia a la fe de los conversos. Banalizar términos
como choriplanero –para el uso interno– llevándolo como insignia orgullosa, sirve
para ironizar y afianzar el marco identitario, pero puede volverse un búmeran si se
usa indiscriminadamente en lo público, generando que algunos sectores de la
sociedad –permeables a la perversa y fértil retórica antipolítica, que en nuestro país
es un salvoconducto del antiperonismo– sientan que no solo validamos las bajezas
de las que se nos acusa más de 100 horas por día –24 horas diarias por cada canal de
noticias– sino que además nos burlamos de los otros. No podemos olvidarnos que
necesitamos que muchos de esos otros se sumen a la causa nacional, y que –así
como hay sanamente conversos en nuestras filas– los del mañana son
imprescindibles.
Como militantes, tenemos que afinar nuestra práctica comunicacional
cotidiana. El mensaje tiene que ser efectivo para seguir ampliando las mayorías,
combatir la antipolítica, aportar a la actualización doctrinaria y al trasvasamiento
generacional. No sirve sobreactuar peronismo, ni ensalzarnos en nuestra propia
identidad reforzando la dimensión divisoria de nuestras fronteras. Éstas deben ser
porosas, especialmente para el ingreso al campo nacional. La cultura –y su
divulgación– tiene que ser un imán potente, que seduzca constantemente para lograr
plantear la semilla de la duda en las subjetividades producidas conforme al manual
de la cultura neoliberal imperante. Abracemos fraternalmente a esos compatriotas
alienados por las artes imperiales, que son siempre sutiles para ser efectivas.
Rompamos el encanto del entretenimiento, apuntemos a generar vínculos para
reforzar el sentido comunitario de la cultura nacional.
Tenemos con qué. Consideremos que la “indigencia espiritual” con la que el
gorilismo de Héctor Murena nos quería encasillar hace cincuenta años desde las
recoletas páginas de la revista Sur es patrimonio exclusivo de la tilinguería
posmoderna, incluso disfrazada de progresía discursiva, que cambió la patrimonial
París por la insulsa Miami con tal de insistir en la colonialidad de cuyas sobras
viven. Dejemos atrás la idiotez dicotómica de oponer alpargatas a libros. El
peronismo es filosofía política basada en el nacionalismo cultural, una de las nuevas
banderas que Perón nos dejó como legado. El peronismo es al unísono industria e
indagación simbólica. Separar una de otra es un vicio de la modernidad que –
arraigando en la ontología americana– no nos podemos permitir.
Reivindiquemos la profunda expansión de la política de promoción del libro
llevada adelante por Horacio “El Tanque” Velázquez, quien –entendiendo al libro
como un objeto no suntuario– promovió la industria editorial nacional, multiplicó las
bibliotecas a nivel federal –inaugurando algunas en sedes sindicales y bases
militares– y multiplicó exponencialmente la compra y la distribución de libros por
parte del gobierno nacional en nuestra época dorada. Varios años antes de la
experiencia de Malraux como ministro de Cultura de Francia, a quien
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recurrentemente nos quieren vender como inventor de las políticas culturales
modernas.
Rodolfo Kusch –reflexionando sobre la experiencia artística– sumaba una
tercera dimensión a las dos tradicionalmente analizadas en la historiografía
occidental del arte. A artista y obra, proponía sumarle el análisis del Pueblo y cómo
éste reaccionaba a la experiencia artística, incorporándola o no a su experiencia
cotidiana. Si la cultura determina la felicidad de los pueblos, y todos somos
productores de contenidos, generemos mensaje desde el amor y la igualdad.
Impongamos la apropiación del amor por la igualdad en nuestros compatriotas, que
es pura ganancia. No nos dejemos arrastrar al código del odio. Es jugar en su
cancha. Inútil, como intentar ganarle al polo a los argentinos.
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PERONISMO, MODERACIÓN Y ODIO
Gustavo Peters
Si se presta la suficiente atención, cualquier tema al que se aluda habla en
definitiva del peronismo. Por eso es posible también hablar del peronismo para
expresar pareceres de cualquier otro tema de la vida, y viceversa. Porque se habla de
un movimiento político que aun a su pesar lo atraviesa todo. Se lo califica, a la vez
que indefectiblemente se califica uno mismo, y a la vez se hace alusión al pasado y
al presente y al futuro. Como una suerte de ‘todos los peronismos el peronismo’. Lo
cierto es que en este país el peronismo, por sobre todas las cosas, es.
La última de las intenciones de este texto es desembocar en un lugar
meramente abstracto o –mucho peor– solemne, sino solo dar contexto para expresar
un parecer. La intención es ver al gobierno desde el peronismo, antes que al revés.
La realidad que atraviesa el gobierno es desfavorable, sobre todo en cuanto a la
relación entre el margen para aplicación de políticas y las expectativas que la
sociedad deposita en él. Se trasluce al claro en las dificultades que encontraron el
impuesto a las grandes fortunas, la intervención de Vicentin y actos de mucha menor
trascendencia. Ahora bien, no hay motivo para creer que estas hostilidades tiendan a
ceder comunicando bien. Por el contrario, en los últimos días la intensidad crece en
cada nuevo punto de la agenda, de forma inusual para un año no electoral.
Probablemente sea porque, a pesar de no haber elecciones, evidentemente se están
jugando cosas.
Como nunca nada es poco, ya hace unos años sabemos que el statu quo de las
democracias liberales de occidente se encuentra cuestionado y ve incursiones
reaccionarias con una efectividad creciente. Si bien en Argentina ninguna de esas
expresiones autoritarias logra –por ahora– tener representatividad electoral, sí nos
encontramos al día con la principal causa de su anclaje. Al igual que en los lugares
donde el autoritarismo de derecha logró asentarse, hace tiempo que no se logra
ofrecer un sendero de movilidad social ni mucho menos un programa efectivo de
distribución del ingreso. Por lo pronto, la realidad pareciera estar rodeándonos de
restricciones para cualquiera de estas dos salidas.
Aquí va mi punto. Es una gran oportunidad para que otra vez el peronismo dé
forma a la excepcionalidad argentina y detenga la expansión de este fenómeno. Al
disiparse la niebla de la pandemia y la reestructuración de la deuda, el gobierno se
va a encontrar eyectado a definirse. Lamentablemente, la iniciativa no aguarda a ser
tomada y en caso de no proyectar su marca en la gestión hay otros que lo van a hacer
por él. Basta con ver los últimos desencuentros comunicacionales. Ya fueron agenda
un comentario, una declaración o hasta un retweet que no buscaban ningún impacto
específico. Actos vacíos fueron llenados de significado enseguida por la oposición.
Parte del problema es que nos llenen de significado. Es momento, también, de
significar.
Ya sabemos que ofrecer una salida de igualdad y redistribución a este
contexto agresivo no va a ser fácil. Pero nunca lo fue. En esto que intentamos, de
pensarnos a partir del peronismo, tenemos noción de que todas las expresiones de
los peronismos tomaron siempre cuenta de su realidad y mantuvieron un hilo
conductor: la gravitación. Un gobierno peronista nunca puede permitirse la levedad.
Es una obligación para ser conscientes de nuestra época empezar por comprender
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que el sustento de los extremismos no es solo una gran cantidad de boludos
enojados, sino que hay un bagaje de frustraciones sociales irresueltas: esa falta de
movilidad de la que hablábamos. Para combatir esta ola de odio creciente no basta –
como para tratar con la oposición actual y los medios– solo con un posicionamiento
discursivo inteligente. En este nuevo mundo pareciera que el amor no vence al odio,
o por lo menos no por sí solo. El discurso moderado –el cual creo indispensable– es
difícil de mantener si del otro lado solo se hacen oír las voces más extremas. Yo
también creo, como decía Guillermo Moreno, que es muy difícil tomar decisiones
acertadas si no es desde el amor. Pero, como en la vida, si es uno solo el que ama, no
basta. Por esto creo que el camino es no solo encontrarle el pulso a la moderación,
sino también volver trazar un camino de crecimiento y distribución.
Cuando decimos tomarle el pulso a la moderación lo hacemos sabiendo que
es un verdadero arte. La moderación es un desafío porque no implica, como muchos
creen, dejar satisfechos a todos, sino muchas veces es no dejar satisfecho a ninguno.
Tampoco brinda el cobijo de los incondicionales, así que se debe pensar cada paso
con la suficiencia para que se pueda defender por sí mismo. No obstante, no hay
plafón para otra cosa. Es imposible encarar una agenda reformista con una parte del
país decididamente en contra. Y estimo que aquí no debe haber contradicción,
porque lo que se pretende es un discurso moderado que genere las mejores
condiciones de posibilidad para medidas audaces.
Por otro lado, cuando sostenemos trazar un sendero de crecimiento y
distribución también sabemos que las condiciones objetivas no son similares a las de
2003, no como para esperar un despegue en ese sentido. Pero a la vez contamos con
herramientas que por ese entonces no existían, como programas sociales,
universidades en las periferias y desarrollo en ciencia y tecnología. Aquí podría estar
el eje para pensar un plan que nos permita salir de esta trampa de estancamiento y
proveer movilidad social. No se trata de buscar idear un programa desde una nota,
sino de plantear la necesidad de generar las condiciones políticas que permitan
desarrollarlo, y para eso no hace falta esperar al fin de la pandemia.
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LO ELECTORAL ES POLÍTICO (II)
Marcos Domínguez
Los huracanados vientos algorítmicos y el “arte de dividir”
Sabemos que buena parte de las identidades políticas sobre-representadas en
redes sociales –también la de buena parte del progresismo latinoamericano– son
poco empiristas y muy aficionadas a vagas generalizaciones. Este tipo de
identidades, estas formas de adhesión a la discusión política, están lejos están de
organizarse en torno a problemas concretos, sino que más bien se estructuran
sobrevolando las representaciones que la política descafeinada nos propone. Esto
determina que los conceptos polisémicos pero rimbombantes circulen a la velocidad
que requiere la autopista algorítmica. Pero ampliemos la mirada.
En ese torrente de sobreinformación compulsiva y desjerarquizada ingresa la
discusión política, ya no para orientar el sentido, sino para resquebrajarse en ese
convite mediático donde las y los dirigentes políticos son evaluados por sus
características personales y no por su actuación política. El sistema operativo de
occidente, el liberalismo, marca en sus axiomas este destino. Es por esto que, si la
política oficia solo de ingrediente pseudo-polemista, se desjerarquiza y se transforma
en teatralización vacía, en frases embriagadoras desprovistas de base de
instrumentación real, en gritos de verdades en el desierto de las burbujas
endogámicas de la microsegmentación que vinculan por semejanza aquello que ya es
semejante. La tumba de la persuasión.
En este contexto, el gobierno tiene por fin, naturalmente, gobernar el
conflicto, no producirlo. Por eso diremos que la “grieta” puede entenderse como
hecho histórico que matiza los contextos donde las fuerzas sociales disputan la
distribución de capitales de todo tipo –económicos, sociales, culturales, etcétera–,
distinta de la “grietología”, patología mediática tendiente a producir conflicto por
fines estrictamente comerciales.
El “arte de dividir” trabaja en las redes sociales, convertidas en un espejo de
algoritmos calculadamente roto. Allí no hay nada en su justa medida. Allí no hay
nada armoniosamente. Nada nuevo, pero a la velocidad del consignismo del hashtag.
De las emociones efímeras comandadas por la indignación permanente. Donde la
polarización de la opinión refleja un nivel de fragmentación sólo posible en el
mundo de los caracteres. Y claramente, la vida politizada en red representa un
universo mucho más acotado del que parece. Si esto es así, sería bueno regular las
ansiedades, las autorreferencias y la compulsión a reafirmar la propia identidad,
comprendiendo que –por fuera de las minorías intensas hiperpolitizadas de nuestra
fauna de “orgas” y especies varias– existe un pueblo que consume 15 minutos
diarios de TV e información completamente desjerarquizada y agobiante. A la fecha,
nadie ha muerto de literalidad.
Vale decir que este “arte de dividir” no es producto de las estrategias
maquiavélicas de un asesor caro. Nunca lo fue. Tampoco es resultado de la
miserabilidad de un esquema de medios envilecedores de la opinión pública, que
trabajan para destruir cualquier atisbo de conciencia nacional desde 1810. El arte de
dividir se alimenta de lo efímero de las emociones. Requiere una velocidad de
circulación de información específica y creciente. Información que debe ser lo
suficientemente superficial como para circular rápido, pero debe tener una cuota
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suficiente de emocionalidad para conformar una verdadera “dictadura de la
novedad”. Lo importante es comprender que el rédito político del antiperonismo –
hoy difuso en su embalaje, pero homogéneo en su contenido– no depende del evento
que utiliza para dividir al campo nacional, sino de la capacidad o incapacidad del
campo nacional para no dejarse dividir. De esos anticuerpos depende, en gran parte,
el destino del país.
En este marco, el sector más radicalizado de la oposición, cuyo hábitat
predilecto son las redes sociales, vuelve sobre una estrategia previsible: la
“venezualización” del debate público. De momento, esta oposición “a la
venezolana” construye una imagen envenenada, intransigente, copiloteando la fiebre
de las redes sociales. No obstante, desde lo estrictamente político, no parece tener
una estrategia clara –por ahora– para maximizar sus chances electorales. Su objetivo
–el de esta estrategia– es simplemente golpear y debilitar al gobierno. Nada más.
Pero nada menos.
En este contexto, las y los paladares negros de nuestro querido movimiento
debieran resignar esa actitud adolescente de reclamarse críticos y “antiobsecuencias”, al calor de la métrica de la chicana twitera. Por innecesario. Por
inconducente. Porque acercar posiciones resulta mucho más imprescindible que
radicalizar diferencias. Mantener la unidad es el único camino para aumentar el
volumen político del gobierno, y otorgar mayor densidad a las líneas de acción
venideras. Hablar de nuestros proyectos y políticas, y no quedar encorsetados en una
estrategia constantemente “defensiva” puede resultar una buena táctica para salir –
otra vez– del laberinto por arriba.
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DE FRENTE ELECTORAL A COALICIÓN DE GOBIERNO
Isidoro Aramburú
¿Se puede hablar de política –y de Alberto Fernández– eludiendo al COVID19 y la reestructuración de la deuda con el FMI? Lo intentaremos. Por supuesto que
son temas transversales e inevitables, pero más allá de las urgencias que lógicamente
se imponen, otros desafíos esperan al presidente. El primer paso ya fue dado hace un
año: la consolidación de un frente electoral potente. El siguiente paso es la
configuración de una coalición de gobierno poderosa.
El gobierno de Alberto Fernández ha llegado a una nueva etapa. O debería
hacerlo. Y decimos de Alberto Fernández y no del Frente de Todos, porque nos
centramos en el liderazgo del presidente. Está clara su voluntad en pos del consenso
y se vislumbra en las reiteradas declaraciones acerca del trabajo conjunto que
desarrolla con los más diversos funcionarios, sin discriminar facciones políticas. En
este sentido, repite incansablemente que este es un gobierno de “un presidente y 24
gobernadores”. La foto que define esto último es conocida por todos: en conferencia
de prensa, el abanderado Fernández y sus escoltas, Axel Kicillof y Horacio
Rodríguez Larreta.
No nos detendremos en la eficacia de esa estrategia, que no es solo una pose
o una manera de encarar la comunicación política, sino que tiene su correlato en la
manera de ejercerla. El tiempo dirá si la publicidad gratuita al jefe de gobierno
porteño no le obsequia a la oposición un líder claro, luego de la orfandad provocada
por la estrepitosa derrota de Mauricio Macri. Y más aún, si esto no resultará de igual
modo que la elección de Cristina Kirchner a Macri como enemigo político, con el
resultado que todos conocemos. O bien, si la estrategia de instalar a Rodríguez
Larreta rápidamente como rival, a tanto tiempo para la disputa que tarde o temprano
llegará, le brinda el tiempo necesario para ir esmerilando su figura que, al menos
mediáticamente, hasta ahora parece intocable tanto para oficialistas como para
opositores.
Aunque no parezca, nos vamos acercando a lo que queremos decir, que tiene
que ver con esta nueva etapa que se vislumbra. Pero antes hay que ponernos en
contexto. La dialéctica hegeliana habla de tesis, antítesis y síntesis: una fórmula que
se puede comprobar si nos paramos sobre cualquier línea del tiempo, tomando un
lapso de tiempo mayor o menor según la idea que nos interese comprobar. En este
sentido, la exacerbada valoración del consenso por parte de Alberto Fernández
puede suponer una antítesis de la tesis que infiere la hipersensibilidad sectaria que
supuso la tan mentada grieta, alimentada por todos, en el último decenio.
El apotegma peronista, “todo en su medida y armoniosamente”, tiene que ver
con esta dialéctica que busca siempre la síntesis como mejor verdad posible, situada
sobre –y no entre– las tesis y las antítesis más extremas. También sobrevuela la
metáfora del avión que, según Perón, él conducía y cuyo arte era el de mantener el
equilibrio entre las alas. Quiero decir que el nuevo desafío del presidente tiene que
ver con sostener lo conseguido –un consenso elevado y niveles de conciliación
sorprendentes teniendo en cuenta el pasado reciente–, pero sumando, a su vez, un
respaldo propio que permita enfrentar los momentos en que ese tejido –que tan bien
supo enhebrar– pudiera agrietarse.
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Esto requiere la construcción de un relato que genere –por sobre la amplia
aprobación media que tiene el presidente, que incluye a quienes alientan, quienes
acompañan y quienes simplemente dejan hacer– una identificación más profunda en
aquellos que estarían dispuestos a poner el cuerpo cuando el fuego se acerque. Es
decir, reorganizar la propia tropa en base a una épica, interpretando adecuadamente
cuáles son los puntos en común de esa base más férrea, para definir la síntesis
convertida en relato, en proyecto y en modelo.
Cabe aclarar que aquí el orden de los factores sí altera el producto. Si
conducir es interpretar, primero deberá entender claramente cuáles son los respaldos
que tiene, más allá de la aceptación superficial que engorda la sorprendente imagen
positiva que demostraron las últimas encuestas –vale recordar, al paso, los
candidatos con mejor imagen positiva en las sucesivas elecciones presidenciales de
nuestro país: personajes que no generan pasiones, ni por odio ni por amor, y
terminaron con números de los más escuetos, como Roberto Lavagna, Ricardo
Alfonsín o Margarita Stolbizer; pero este es otro tema, que dará pie a alguna otra
nota.
Lo que nos interesa es que la imagen positiva global es una base importante,
pero sin paredes que blinden lo dejan a uno a merced de los vientos. Lo virtuoso
sería, siguiendo con la metáfora, que dichas paredes no deriven en un techo –cuánto
se ha hablado del famoso techo de Cristina, el mismo que le permitió ganar las
elecciones, pero le impidió encabezar la fórmula presidencial.
Pensemos juntos: ¿cuál es, hoy, la tropa de Alberto? ¿El peronismo (¿cuál?),
el progresismo, el kirchnerismo, el massismo, el camporismo? Si ninguna respuesta
nos resulta definitiva, avancemos. Otra vez, tenemos que hablar de síntesis, camino
que el denominado campo nacional y popular está recorriendo hace tiempo y cuya
primera parada fue la construcción electoral poderosa del Frente de Todos. Pero hay
una diferencia fundamental entre coalición electoral y coalición de gobierno. Ese
paso es el que Alberto Fernández debería dar. Si se sobreentiende que el presidente
lo tiene claro y está tomando carrera y observando el suelo para que el paso no sea
en falso, aquí finaliza la nota. Si no vislumbramos en su gestualidad esta búsqueda,
seguimos.
De tomar la decisión de armarse de una tropa propia y poderosa, no sólo se
hará de una herramienta fundamental para sortear las vicisitudes que toda gestión
que se autodefine reformista enfrenta, sino que también, de ser virtuoso dicho
proceso, estaríamos hablando de la gestación de “algo nuevo”. La ecuación es obvia:
la creación de algo nuevo demuestra que antes, allí, nada existía. Pero lo nuevo
jamás nace de la nada, sino que se forma con pedazos de algo preexistente, con un
“algo” agregado, que es lo que lo hace nuevo. Jorge Luis Borges habla del “hronir”.
Un hronir es un objeto que el recuerdo aggiorna. Cuántas veces, al contar una
historia, no sabemos qué partes fueron reales y cuáles inventadas, y producto de
haberlas contado tantas veces, terminan infladas y definitivas, con mezclas de datos
concretos y recuerdos que la pintan, que le dan contexto y que son contingentes,
pues se pueden agregar al relato o no, pero cuya inclusión o exclusión modifican el
sentido de la historia y la enriquecen.
El desafío para Alberto Fernández es convertir en recuerdos a todos los ismos
que integran su gobierno, para generar un hronir mucho más actual y poderoso. Que
el presidente haya dicho en reiteradas ocasiones que no quiere hacer “albertismo” es
toda una definición política. Pero no quita que alrededor de esa idea contraria al
personalismo no se puedan generar pasiones, entendidas como sentimiento
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profundo, como la necesidad de la tropa por proteger de acechanzas lo que considera
propio.
Néstor Kirchner, por ejemplo, supo sumarle a la histórica y poderosa base
peronista la adherencia progresista de la clase media, a base de una agenda común
que tejió una alianza entre sectores aparentemente irreconciliables. De esta manera
construyó algo nuevo: el arrasador kirchnerismo que luego se fue desdibujando.
Según el politólogo jesuita Rodrigo Zarazaga, dentro de la grieta histórica –
peronismo-antiperonismo– surgió otra grieta intestina del peronismo que encontró
un representante en el massismo. Vale decir que, si el kirchnerismo conjugaba al
progresismo académico de las capas medias urbanas, interpelado por las políticas de
derechos humanos, mezclado con sectores humildes que percibían con urgencia la
Asignación Universal por Hijo, el massismo interpeló a un sector trabajador de clase
media que quedaba en el medio y que, por imponer un ejemplo, no quería pagar
ganancias. Este trazado –por supuesto, a grandes rasgos– explica, en parte, la
histórica derrota peronista del año 2015.
En síntesis –para ser consecuentes– y si nos ponemos lúdicos, podemos decir
que la llave para destrabar el nudo giordano se encuentra en el propio nombre de la
coalición que el presidente lidera. El desafío de Alberto Fernández es convertir ese
frente electoral que logró unir las partes del jarrón chino –que se había roto– en una
poderosa coalición de gobierno que logre difuminar un poco los bordes de cada una
de las partes, para convertirlas en un todo –para seguir con la metáfora: según el
budismo, el jarrón chino es “la totalidad”.
En fin, son conocidas las habilidades del flamante presidente como armador
de partes que parecen pertenecer a modelos para armar diferentes. Con el modelo en
la mano, el siguiente paso es ponerlo a trabajar. El arte de la conducción se verá en
la mano de orfebre que requiere la empresa, teniendo en cuenta que, cuanto más
valioso el jarrón, más tiembla el pulso de quien lo sostiene.
En el cierre de campaña del Frente de Todos en Mar del Plata, Alberto
Fernández decía: “Con los avatares de la política que a uno le toca transitar, un día
me llamó Cristina y me dijo: ‘Alberto, es tu turno’. Y uno, que es militante, se sacó
el saco del que operaba por la unidad y se puso el saco del que tenía que conducir
este tiempo”.
Este es el tiempo que le tocó al presidente. Y más allá de la pandemia, la
reestructuración de la deuda y una crisis económica profunda, hay un desafío de
fondo que debe enfrentar sin dilaciones. En paralelo a las urgencias, cuya resolución
será decisiva para el futuro de nuestro país, se impone para el gobierno la necesidad
de forjar un relato que le brinde textura y respaldo, basado en una agenda común que
logre amalgamar intereses tan disímiles como las facciones que integran la
coalición. Ese relato deberá apuntar, más allá de las medidas coyunturales, a definir
claramente cuál es el programa, el proyecto y el modelo de país que se nos propone.
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UNA NUEVA ESTATALIDAD
Marina Acosta
La pandemia de COVID-19 puso al Estado en el centro del debate público.
Por estos días, en las democracias liberales se discute cuánto más o cúanto menos es
necesaria la presencia estatal para hacer frente a una epidemia que las ha vuelto
vulnerables. Por primera vez estamos descubriendo la realidad de un mundo
globalizado que –como advierte el economista Dani Rodrik, último ganador del
premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales– se preocupó por acumular más,
pero se despreocupó de los bienes comunes.
En Argentina, en medio de este problema mundial, desde el inicio de la
pandemia la ciudadanía ha vuelto a mirar al Estado, a quien concibe como la única
acción de defensa contra la crisis. Con todas las aclaraciones y reparos conceptuales,
tal reconocimiento coincide con la resolución hobbesiana del dilema entre libertad y
seguridad. En el Leviathan, Thomas Hobbes señala que, entre sabernos libres pero
inseguros o inseguras, optaremos por la seguridad; en una situación de crisis, el
único que puede garantizar esa seguridad es el Estado. En otras palabras, cuando
surgen nuevos peligros y aumentan las percepciones del riesgo, los ciudadanos y las
ciudadanas buscamos refugio en el Estado.
Los estudios de opinión pública que venimos realizando en el contexto
pandémico revelan información importante que reafirma esa premisa. A inicios de
marzo –cuando la situación se caracterizaba por una alta incertidumbre derivada de
las pocas respuestas que había aún sobre la enfermedad y una gobernanza global
insuficiente en términos de trazado de medidas sanitarias– la ciudadanía argentina
reconocía que el Estado no estaba preparado para contener la enfermedad. Ese dato
comenzó a revertirse y hoy la percepción predominante es que, políticas públicas
mediante, se ha podido preparar al sistema de salud.
En el inicio de la situación extraordinaria e inédita también se
experimentaron fuertes comportamientos especulativos de un sector del
empresariado. Preguntamos por ello a las argentinas y los argentinos, y una gran
mayoría –ocho de cada diez– nos dijo que estaba de acuerdo con que el Estado
tomara el control de la producción y la distribución de bienes o productos esenciales.
Otra mayoría sostuvo, además, que el Estado debía fijar precios máximos para
ciertos productos imprescindibles. Estos datos demuestran que no es que la sociedad
se haya desplazado hacia el materialismo histórico, sino más bien que la ciudadanía
valora el poder punitivo y la organización estatal para regular a quienes rompen el
pacto social y aprovechan las circunstancias para aumentar sus márgenes de
ganancias. En este caso, los empresarios.
La demanda de intervención del Estado para atenuar la crisis fue sostenida y
bastante horizontal desde marzo hasta ahora. Incluso llegó a filtrar en los segmentos
opositores. Hoy lo que se presenta es una demanda diferencial de mayor apoyo
estatal entre los opositores, más que entre los oficialistas.
Esto marca un claro contraste con el rol que jugó el Estado en la
administración Cambiemos y su programa neoliberal. La disminución del papel
regulador del mercado y la reducción del gasto público derivaron en el
fortalecimiento del capital privado transnacional, la promoción de estructuras
concentradas de la economía y el predominio del capital financiero por sobre el
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productivo. Los resultados fueron inevitables e injustos: enormes disparidades en la
distribución de la riqueza y, consecuentemente, profundas desigualdades sociales y
económicas. La salud, la ciencia y la educación, áreas básicas para el desarrollo de
cualquier país, también fueron relegadas. Así, en diciembre de 2019, el gobierno de
la coalición Frente de Todxs se encontró con un Estado desguazado que desde
entonces está rearmando. En ese sentido, el desafío que tiene el gobierno es colosal,
pues debe reconstruir una nueva estatalidad basada en reglas de solidaridad y
cooperación. Nos hemos dado cuenta de que lo racionalmente individual suele
derivar en un fracaso colectivo.
Organismos multilaterales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario
Internacional o la CEPAL han advertido que la caída del PIB global será estrepitosa
y que las consecuencias en las economías domésticas, en rigor, no pueden
predecirse. Lo único que parece tener algún tipo de certeza es que sólo una
cooperación internacional responsable podrá enfrentar la debacle social y económica
que dejará el paso de la COVID-19. Los Estados nacionales tendrán que continuar
desarrollando una participación activa en la pospandemia. Los sacrificios de todos
los sectores de la sociedad serán inevitables. Por eso será fundamental la aplicación
de políticas redistributivas que hagan, por caso, que las grandes fortunas puedan
ayudar con sus impuestos a quienes tienen menos. No será fácil. Las élites
económicas no sólo están inquietas por la pérdida de su rentabilidad, sino sobre todo
por la evidente erosión que está sufriendo su control social. En esta línea se ha
activado, en efecto, un discurso ideológico que reivindica las libertades individuales
y la propiedad privada, y que cristaliza indefectiblemente en un conjunto de
narrativas basadas en la “preocupación por el avance estatal”.
El Gobierno nacional cuenta, no obstante, con bases de apoyo para poder
intervenir con instrumentos de redistribución del ingreso, tales como gravámenes a
los grandes patrimonios, expropiaciones o rescate de empresas. Para ello debe
mostrar convicción en los tres frentes que ocupan en estos momentos a la opinión
pública: el futuro inmediato, la pandemia y la economía.
Marina Acosta es doctora en Ciencias Sociales y directora de Comunicación de
Analogías.
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¿EL CORONAVIRUS ES UN INVENTO?
Daniel E. Herrendorf
Los “negacionistas”, con torpeza inigualable, sólo esquivan el riesgo personal
racionalizando y negando hechos que son inconfundibles.
La pandemia y sus consecuencias han generado dispares interpretaciones. El
hecho clínico no es ficticio y nadie puede desmentirlo: las personas se infectan y
algunos mueren a causa del COVID-19, aproximadamente el 5 por ciento de los
contagiados. Es un hecho, no es un supuesto, y los hechos son sagrados. Es la
realidad realísima que, como decía Lacan, “irrumpe” lo cotidiano y lo transforma.
De pronto dejamos de ser un espíritu para ser puro cuerpo, un cuerpo que
puede enfermar y morir. Al menos así lo creemos porque nos han enseñado que
somos solamente un cuerpo que crece, envejece y muere, y esas enseñanzas,
ocasionalmente, nos juegan una mala pasada, pues omitimos nuestra naturaleza
espiritual.
El COVID-19 constituye “lo real que irrumpe” al modo lacaniano. Todos nos
vemos comprometidos con una nueva forma de convivencia que no nos gusta: las
cuarentenas nos han cortado literalmente las alas, y la ausencia de esparcimiento
genera más temor de lo normal ante una enfermedad. El tema no puede eludirse en
la vida familiar: los medios informan con escándalo, los cuidados personales
permanentes nos recuerdan que estamos en riesgo todo el tiempo y, en suma,
presentimos que la pandemia está destrozando nuestros nervios y vínculos
simbólicos.
No han faltado ni faltan, pues, los “negacionistas” del coronavirus, aunque
sea un hecho verificable fácilmente. Si esa fuera la posición de gente sin
responsabilidad política, formaría parte de su libertad de pensamiento y nada más.
Cuando la convicción de que el coronavirus es mentira anida en la mente de alguien
con poder, la tragedia empeora. Los ejemplos son clarísimos: Trump, Bolsonaro y
López Obrador tienen esa actitud distendida en América, actitud negatoria y del todo
inútil que pone en riesgo a todo el continente. Trump llegó al colmo del sarcasmo
sugiriendo a la gente que se inyectara lavandina, en plena burla por las nuevas
costumbres relativas a los desinfectantes.
Esa teoría negacionista ha comenzado en el mundo académico, que se
encarga de enseñar y difundir por qué todo es una gran falsedad creada,
diversamente, por naciones o laboratorios médicos que se beneficiarían con ello.
Imaginan una gran conspiración contra toda la especie humana.
Entre los negacionistas se destaca la pensadora francesa Valérie Bogault,
quien sostiene que la pandemia es sólo un intento por establecer “un gobierno
mundial”. Se basa, faltaba más, en filósofos franceses, básicamente Deleuze,
Baudrillard y Foucault. La falta de sustento de esa teoría la torna ferozmente torpe.
Pero de algún modo ese pensamiento convenció a muchos académicos –que sin duda
no tienen coronavirus– que comenzaron a imaginar teorías conspirativas. El biólogo
y científico Shiva Ayyadurai, por ejemplo, doctorado por el Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT), publicó que el coronavirus entrará en la historia como “uno de
los mayores fraudes para manipular la economía, eliminar el disenso y empujar
remedios obligatorios” (Papers, MIT University Press, 2020), una posición que
reafirmó tras el alud de críticas del que fue merecedor.
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El hecho como una distracción intelectual no sería objetable en alguien que
no se encarga de divulgar su negacionismo. Quien deliberadamente lo divulga corre
un enorme peligro ético: producir una alteración de la percepción del riesgo en la
comunidad que empeore las consecuencias pandémicas.
Incluso si los negacionistas tuvieran algo de razón, faltaría tiempo e
investigación para comprenderlo todo. No es responsable difundir ampliamente una
teoría académica pergeñada a las apuradas cuando aún no hay certezas sobre el
origen del mencionado virus y tal opinión podría poner en riego a los pueblos.
El miedo, es cierto, empeora un poco las cosas. La idea permanente,
persistente, atroz, de que el “otro” puede ser el camino a la muerte no cabe en la
estructura del alma de nadie. Aún siendo cierto, no podemos dejar de echar de
menos al “otro”, pues es quien nos tiende una mano, nos abraza, nos besa, nos
brinda calidez. Allí radica una rara paradoja que no carece de dolor. Como fuere, el
negacionismo no hace más que confundir.
Sé de otra solución: los negacionistas son rutilantes temedores de la muerte.
En el fondo de sus inconscientes, temen al coronavirus de forma tan vertiginosa que
prefieren racionalizarlo con la fantasía. Racionalizar es fácil; aceptar la realidad de
miles de muertos es, en cambio, un hecho emocional complejo que no está exento de
angustias.
Ahora bien. ¿Qué pasará después de la pandemia? Un día terminará y dejará
a los pueblos empobrecidos, miserables y hambrientos. Si se descubre un antiviral o
una vacuna, no serán los pobres –que comen de vez en cuando– quienes dispongan
del dinero necesario para un tratamiento. Los Estados tendrán que intervenir con
políticas sociales muy directas. Los gobiernos tendrán que hacer un esfuerzo
ciclópeo para reestructurar economías devastadas. Felizmente, en Argentina la
pandemia llegó bajo un gobierno con alta sensibilidad social, que va equilibrando
como se puede el rigor que siente la sosiedad respecto de su economía familiar.
Terminada la pandemia, es muy probable que la recuperación económica
tarde unos cuatro o cinco años en comenzar a producirse, según informes de
economistas expertos. El hecho de que casi todos los países del mundo tengan sus
economías muy comprometidas no es auspicioso, pero si el mundo se ha repuesto a
dos guerras mundiales y a la pandemia última –la de la gripe española de 1919, sin
recursos médicos y sin las medicinas actuales– es porque la pulsión social por la
vida –la pulsión erótica freudiana– es siempre más fuerte en los seres humanos que
el temor y la pulsión de muerte.
Mientras tanto, el Estado argentino ha preparado planes de contingencia de
impacto y protección social. Con el lento paso del tiempo podrá evaluarse el costo
real de la pandemia y el lapso para la recuperación financiera.
Es preciso atenerse a realidades y no jugar con fantasías catastróficas –
aunque sean inevitables– pues ellas nos distraen inútilmente. Contamos con un
Estado muy lejano a la indiferencia social, comprometido con la lucha contra el
hambre y la miseria. Eso no tiene precio, y debemos evaluarlo dentro de las buenas
prácticas en una proyección razonablemente optimista.
Daniel E. Herrendorf es presidente del Capítulo para las Américas del Instituto
Internacional de Derechos Humanos: www-iidhamerica.org.
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UNA ARGENTINA ANTICULTURAL,
ENTRE EL DELIRIO Y LA DESIGUALDAD
Juan Pedro Denaday
“La política, se dice, es una necesidad ineludible para la vida humana, tanto
individual como social. Puesto que el hombre no es autárquico, sino que depende en
su existencia de otros, el cuidado de ésta debe concernir a todos, sin lo cual la
convivencia sería imposible. Misión y fin de la política es asegurar la vida en el
sentido más amplio. Es ella quien hace posible al individuo perseguir en paz y
tranquilidad sus fines no importunándole –es completamente indiferente en qué
esfera de la vida se sitúen dichos fines: puede tratarse, en el sentido antiguo, de
posibilitar que unos pocos se ocupen de la filosofía o, en el sentido moderno, de
asegurar a muchos el sustento y un mínimo de felicidad” (Hannah Arendt).
En el marco de la actual pandemia mundial por el virus denominado COVID19, en la Argentina se han presenciado algunas escenas dantescas. Las
manifestaciones anticuarentena exhibieron grupos de la población que se encuentran
en un estado de enajenación lindante con la psicosis, o sea, con la pérdida completa
del sentido de realidad. Si bien el atractivo popular de las teorías conspirativas y las
pseudociencias no representa ninguna novedad, hoy parecen encontrar un fácil canal
de difusión a través de Internet, en mala compañía con falencias educativas
crecientes. Un poco más llamativo es que las pseudociencias, la carencia de
argumentación lógica y las conductas transgresoras arraiguen con fuerza en sectores
extendidos de las élites. Ya en otras pandemias de siglos anteriores se registraron
demandas y comportamientos semejantes en los actores interesados en priorizar las
ganancias económicas sobre las medidas preventivas de salud pública. En la
actualidad a ese predecible comportamiento se le añade en varios países –algunos de
importancia geopolítica, como Estados Unidos y Brasil– la conducta delirante de sus
propios primeros mandatarios.
En la Argentina, donde por suerte ha imperado el raciocinio y se ha
escuchado a los expertos, lo bochornoso ha sido el intento de politizar la cuarentena
por parte de un sector de la oposición. Hay quienes llegaron a afirmar, sin
ruborizarse, que el presidente se había “enamorado” de la cuarentena, mientras
algunos “intelectuales” firmaron una solicitada denunciando la existencia de una
supuesta “infectadura”. Se puede ser un liberal-conservador o adoptar cualquier otra
posición legítima en la disputa pública, pero otra cosa muy distinta es decir todo tipo
de irresponsabilidades con tal de obtener rédito político. Hace pocos días murió por
Coronavirus un militante radical que vivía en el barrio de Mataderos y se dedicaba a
organizar marchas anticuarentena. En una de las fotografías estaba con Fernando
Iglesias, un exaltado cuya explicación sobre lo humano y lo divino consiste en
recurrir de un modo obsesivo a la supuesta culpabilidad omnipresente del
peronismo. El diputado considera a este movimiento político una rémora del pasado,
pero el anacrónico parece ser él: su lenguaje se asemeja al de un Comando Civil de
los años cincuenta. Según informaron sus familiares a la prensa, el hombre fallecido
hacía campaña a favor del PRO “para que no vuelvan los comunistas”. El ejemplo
sirve para poner de relieve que los discursos radicalizados e irresponsables de
sectores dirigentes no tienen efectos inocuos. Se advierte, en este aspecto, una clara
diferencia interna en el PRO entre aquellos que tienen un discurso racional –Horacio
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Rodríguez Larreta, Jorge Macri, Nicolás Massot– y quienes infunden odio mediante
discursos extremistas e irracionales –Iglesias, Patricia Bullrich, Mauricio Macri– en
línea con la propaganda de baja estofa de un sector autorreferencial del
“periodismo” interesado en arrastrar a los políticos opositores al fango de su propia
batalla.
Otros propagadores de los discursos de odio que, de un tiempo a esta parte,
recorren la vida pública a nivel mundial son la pléyade de economistas neoliberales
que deambulan por los canales de televisión repitiendo con necia soberbia recetas ya
tristemente célebres. A esta altura es dable sospechar que se trata más de una
cuestión de meros intereses que de auténticas posiciones ideológicas. Una ubicación
extrema dentro de esta corriente la expresan los llamados libertarios, con poco peso
real entre la sociedad, pero con mucha presencia mediática. Si hubo un partidario de
la autonomía individual y contrario al hombre masificado, ese fue Sigmund Freud.
Pero la autonomía individual no significaba para Freud el ejercicio de una –
imposible– libertad irrestricta. Por el contrario, para ingresar en la cultura y convivir
con otros seres humanos, el individuo necesita de unas represiones internas para
domeñar sus pulsiones y de un mundo exterior provisto de limitaciones jurídicas,
cuyo respaldo último no es otro que el monopolio estatal de la fuerza. Porque, de
hecho, la libertad individual, sostenía Freud, no es como tal un fenómeno de la
cultura, sino anterior a ella. Por ello el “esfuerzo libertario” puede orientarse a
“favorecer un ulterior desarrollo de la cultura”, en la medida que se proponga
reparar “una injusticia vigente”; o, caso contrario, “provenir del resto de la
personalidad originaria, un resto no domeñado por la cultura, y convertirse de ese
modo en base para la hostilidad hacia esta última”.
Jacques Lacan definía metafóricamente a la función paterna que encarna la
ley con la figura de una “carretera principal”. La carretera principal es el medio que
brinda cierta seguridad para partir de un destino y arribar a otro, señalando un rumbo
y otorgando un sentido de la orientación. Cuando la función paterna por algún
motivo falla, el sujeto se va hacia los pastizales o se extravía en caminos
secundarios. De modo semejante, el individualismo anticultural genera una
desorganización inconducente que impide la construcción de cualquier proyecto
colectivo. En rigor, el autoritarismo es contrario a la función paterna que, bien
entendida, se vincula con la protección. El escritor y director cinematográfico
alemán Alexander Kluge señala que la pregunta que surge cuando se indaga en torno
al sentido de lo comunitario es: “¿En quién puedo confiar? Protego ergo sum.
Protejo, luego existo. Porque soy capaz de proteger, porque soy capaz de despertar
confianza, por eso soy, por eso tengo autoridad”.
Aunque reconocían antecedentes durante el gobierno vicario de José María
Guido (1962-1963), las políticas económicas neoliberales se aplicaron con
determinación a partir de la última dictadura militar y el tejido social experimentó
desde entonces una drástica reconfiguración. Más allá de errores políticos que quien
escribe estas líneas ha insistido en la necesidad de corregir, el fuerte rechazo que el
kirchnerismo ha concitado en el establishment no está, desde luego, disociado de su
intento por revertir las políticas económicas neoliberales. Por causas múltiples que
para ser explicadas demandarían un desarrollo que excede el alcance de este texto, lo
cierto es que las administraciones kirchneristas pudieron cambiar algunos
lineamientos macroeconómicos, el sentido de la redistribución del ingreso nacional y
la orientación de algunas políticas públicas. Por cuestiones que, desde luego, no se
reducen a un problema de mero voluntarismo político, de ese modo lograron
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atenuar, pero no eliminar el fenómeno de la extendida pobreza estructural. Suena
muy cínico que el antedicho facilismo argumentativo sea con frecuencia invocado
precisamente por los mismos que resultan ser los eternos oponentes a todas las
políticas destinadas a alterar la matriz socioeconómica profundamente desigual que
impera en la Argentina. En dichas condiciones, al gobierno macrista le alcanzó con
desajustar algunos tornillos para desatar una crisis social de magnitud que, con los
recortes al gasto público y el deterioro del salario real, dañó asimismo los elementos
contracíclicos, estimulando el desarrollo de la crisis económica.
La actual administración no tenía, desde el vamos, una tarea fácil por delante,
pero el carácter imprevisto de la pandemia ha agravado un cuadro socio-económico
ya de por sí delicado. Es vox populi que el conurbano bonaerense vive una situación
cargada de tensión social y nadie está en condiciones de asegurar que no se desaten
estallidos en sus zonas más carenciadas. Amén de las políticas urgentes requeridas
para paliar la situación de emergencia, si la Argentina no encara seriamente un
proyecto orientado a organizar un capitalismo nacional, de perfil productivo y
redistributivo, indefectiblemente vamos a vivir en una sociedad cada vez más
deteriorada y peligrosa. Por tal motivo, al mismo tiempo que resulta importante dar
el ejemplo con una cultura política que no entre en el juego histérico de los
vocingleros, lo cierto es que sería demasiado cándido suponer que se pueden
producir cambios sin concitar resistencias ni generar conflictos de intereses. Una
cosa es no alimentar innecesariamente la llamada “grieta” y otra es aspirar a una
vida pública plenamente armónica que se parezca más a la paz de los cementerios
que a la necesaria conflictividad democrática. Después de todo, como gustaba decir
el general Perón, para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos.
Referencias bibliográficas
Arendt H (2013): ¿Qué es la política? Buenos Aires, Paidós, 1956-1959.
Freud S (2014): “El malestar en la cultura”. En Obras completas, tomo XXI. Buenos
Aires, Amorrortu, 1930.
Kluge A (2014): El contexto de un jardín. Discursos sobre las artes, la esfera
pública y la tarea de autor. Buenos Aires, Caja Negra.
Lacan J (2017): El seminario 3: Las psicosis. Buenos Aires, Paidós, 1955-1956.
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LA POLÍTICA DE LA POST-PANDEMIA
Rodrigo Javier Dias
Casi dos siglos atrás, Friedrich Engels recorría las calles de una hacinada y
precaria barriada industrial de Manchester, elaborando la crónica de lo que luego
sería su obra La condición de la clase obrera en Inglaterra, denunciando las
indisimulables complejidades que una avasallante expansión de la producción
industrial le había generado a la sociedad inglesa. Polarización social, segregación
espacial, pobreza, marginalidad y una creciente fragmentación del lazo social, todo
ello enmarcado en un territorio volcado a la producción textil que fue violentamente
transformado y sobrepoblado por el caudal de personas que abandonaban –
voluntaria o forzosamente– las áreas rurales en busca de alternativas. El lapidario
diagnóstico del intelectual alemán dio cuenta de los problemas que un modelo de
producción en expansión causaba, al mismo tiempo que puso en evidencia el
desinterés –solo por ser sutil– del Estado Liberal sobre esta naciente Cuestión
Social.
Tiempo después, Pierre Bourdieu cristalizaba un análisis muy similar en su
trabajo Argelia 60. Un Estado en pleno proceso independentista, azotado por una
Francia que era anticolonial solo en teoría, que además de estar jalonado por el
conflicto –que se extendió hasta 1962– se veía afectado también por el impacto
directo que la transformación del capitalismo había impregnado en su estructura
socioeconómica, y que permitía ver en el horizonte la figura de un liberalismo
remozado que, agazapado, esperaba por salir a escena.
Ese desafío lo asumió Robert Castel, quien supo, a fines del siglo XX,
esbozar un diagnóstico de los impactos que el capitalismo había generado en la
sociedad, y plantear dos quiebres en la forma de pensar lo político y hacer la
política: una primera cuestión social a mediados del siglo XIX, que provocaría
cambios en la estructura de los derechos civiles, políticos y sociales de los decenios
inmediatos; y una nueva cuestión social emergente a partir de la llegada del
neoliberalismo en el último tercio del siglo XX, para la que aún no existe una
estrategia eficaz.
No obstante, la llegada de la pandemia ha traído consigo un escenario inédito
para el desarrollo de la sociedad global. Tramitando su desenlace, este contexto ha
puesto de manifiesto la aparición de un tercer quiebre, sobre el cual es necesario
comenzar a esbozar quizás no un diagnóstico, pero sí algunas líneas directrices que
permitan reconocer puntos críticos de partida: cuestiones de urgente tratamiento que
puedan funcionar como orientación para el devenir de la política en la postpandemia. Los invito a reflexionar.
Reconocer una crisis que ya no es crisis
A casi medio siglo de los primeros experimentos neoliberales, el panorama
que se observa a nivel global muestra pocos puntos destacables. La concentración de
la riqueza en cada vez menos manos, un horizonte próximo de agotamiento de los
Recursos y Bienes Estratégicos y una sociedad cada vez más escindida, polarizada y
precarizada son solo tres de los principales problemas derivados de un modelo cuyo
límite aún no ha aparecido.
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En este sentido, la reiteración cíclica de las crisis económicas ha adquirido
velocidad y dinamismo: son cada vez más frecuentes, aunque localizadas a escala
micro y con efectos colaterales que se desplazan temporalmente.1 Estas microcrisis
globales-locales se han vuelto tan frecuentes que no es ilógico pensar en un contexto
en el cual la crisis se haya convertido en la nueva normalidad.
Pese a algunos intentos formales de sustentar el desarrollo humano a nivel
global, de buscar otras alternativas posibles, lo cierto es que, tras cuatro décadas de
crisis, hablar de ello es referir hoy a algo cotidiano. Una crisis que lleva cuarenta
años no es crisis: desde la pobreza estructural hasta el debilitamiento de la esencia
democrática, la crisis es la nueva normalidad. There is no alternative2 más que un
eslogan fue una advertencia, que la pandemia supo refrendar incluso en lo peor de su
expansión. Partir del reconocimiento de esta situación es crucial para pensar en los
cimientos de la política post-pandémica.
El mito de la integración
En segundo lugar, reconocer que la idea del trabajo como motor y
combustible de un sistema funcional que contribuye a la integración es algo utópico.
Con el advenimiento del neoliberalismo, las fracturas ya existentes durante el Estado
Social se han convertido en grietas irreparables. No solo el trabajo ya no garantiza
una vida digna, sino que es también incapaz de asegurar sustento y estabilidad en el
corto plazo.
La especialización productiva y la tecnologización y la jerarquización de la
división del trabajo han terminado por derrumbar la posibilidad de una sociedad más
igualitaria y equitativa desde su mismo nacimiento, algo que John K. Galbraith y
Gunnar Myrdal habían planteado al discutir la opulencia de la sociedad en los años
inmediatos a la posguerra: producción económica no equivale a desarrollo ni
integración. La flexibilización y precarización laboral que acompañan a las lógicas
neoliberales han mostrado en este contexto de pandemia que ni siquiera el trabajo
alcanza cuando la amenaza se cierne sobre la estructura del sistema.
Como Robert Castel planteaba en su libro La inseguridad social, la
centrifugación de cuerpos económicos que el neoliberalismo realiza, lanzando a
todos hacia una exclusión inevitable, lleva a la necesidad de pensar en alternativas
que garanticen la estabilidad del sujeto y del colectivo en base a su aporte, más allá
de toda flexibilización posible. El Estado se ha mostrado ineficaz para dar
contención a todas sus partes constituyentes desde mediados de los 70, pero con la
llegada del COVID-19 esta ineficacia ha alcanzado límites preocupantes. Pensar en
la política post-pandemia implica volver al tablero de diseño con las garantías
inherentes del trabajo, si es que aún se puede defender la cohesión social por esta
vía.
1
Sobre este proceso, el geógrafo británico David Harvey acuña el concepto Spatial fix o Ajustes
espaciales, para caracterizar una dinámica propia del capitalismo en la que, cuando se agotan o
reducen los márgenes de ganancia en un territorio en particular, este se traslada hacia otras
regiones donde puedan sostenerse.
2
No hay alternativa (o TINA, su acrónimo), fue un eslogan político atribuido a Margaret
Thatcher, que resumía la adopción de un modelo centrado en el mercado, el capitalismo y la
globalización.
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El proceso de desnacionalización, o el reconocimiento de la pluralidad
subjetivante
Los estados naciones modernos se han forjado al calor del sentimiento
nacional. La creación de una nación, de una identidad, ha sido el objetivo
fundamental en la constitución de estos, en donde lo público se anteponía a lo
privado. Primero se era ciudadano de, luego se existe. Pero la posmodernidad –como
Francois Dubet refiere en ¿Por qué preferimos la desigualdad?– ha traído consigo
una resignificación de lo privado: el sentir nacional se ha diluido, ya no es lo
primero que nos identifica como parte del Estado, sino que lo que surge como fuerza
sociopolítica es aquello que verdaderamente nos reinvindica como sujetos, y es esta
resignificación la que lleva a cabo un proceso de desnacionalización.
Así como la nacionalización se apoyó “en la afirmación de una soberanía
política absoluta y centralizada” (Dubet, 2015), esta desnacionalización vigente
deberá renovar su respaldo en un Estado que sea capaz de comprender la pujante
diversidad de los individuos y colectivos sociales que la componen, aún si para ello
debe reconstituirse desde su base. Esto no implica la desaparición del concepto de
nación, claro está. Pero sí resquebraja la fetichización que la idea de Nación ha
operado sobre un crisol de singularidades, poniendo de manifiesto que la sociedad es
muchas cosas antes de ser argentina, chilena o brasileña, y que ha adquirido aún
mayor trascendencia durante este período de incertidumbre global.
El desafío que los Estados en esta post-pandemia deben atender para
renegociar el contrato social implica, impostergablemente, incorporar a la agenda
política la efervescencia de una pluralidad subjetivante que es, a la vez,
constituyente e identitaria.
¿Una nueva cuestión social?
Todo nos remite al comienzo, a aquel diagnóstico de coyuntura. Aquella
primera cuestión social de las sociedades industriales parece recobrar fuerza cuando
se piensa en la actualidad, y los Estados, al igual que entonces, parecen no tener en
su agenda inmediata una respuesta adecuada al contexto. Lo que hoy la pandemia
deja en claro es que el mundo está irremediablemente fragmentado.
Al igual que en su época para Engels, Bordieu y Castel, somos hoy testigos
de la obsolescencia de lo establecido, de una estable crisis sistémica cuya larga
duración nos ha acostumbrado a la lógica del consumo y el progreso, pero que cada
vez más dificulta el acceso a ambos. Sociedades polarizadas, identidades
resquebrajadas, democracias desgastadas, todo ello sobre un aparato estatal que en
plena pandemia se encierra en su último bastión, el monopolio del uso de la fuerza,
señalando culpables y víctimas en un indeseable regreso de presuntas “clases
peligrosas”, geográficamente localizadas e involuntariamente perpetuadas por su
propio accionar, que no hacen más que demostrar que es urgente una reconstitución
de sus dinámicas actuales.
Falta mucho por recorrer para ver la luz al final del túnel en esta oscuridad
medieval que la pandemia trajo consigo. Pero quizás sea el momento adecuado para
interpretar el contexto y pensar en cómo encarar un proyecto político para el día
después, porque si existe alguna enseñanza que este tiempo nos deja, es que estamos
posiblemente frente a un tercer quiebre –paradigmático– que puede marcar el
nacimiento de una nueva cuestión social cuya atención, por el bien de la sociedad
global, debe ser impostergable.
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Bibliografía de referencia
Bordieu P (2013): Argelia 60. Estructuras económicas y estructuras temporales.
Buenos Aires, Siglo XXI.
Castel R (2013): La inseguridad social. Buenos Aires, Manantial.
Castel R (1995): Las metamorfosis de la cuestión social. Buenos Aires, Paidós.
Dubet F (2015): ¿Por qué preferimos la desigualdad? Buenos Aires, Siglo XXI.
Engels F (1845): La condición de la clase obrera en Inglaterra.
https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/situacion/index.htm.
Rodrigo Javier Dias es licenciado en Enseñanza de las Ciencias Sociales con
orientación en Didáctica de la Geografía (UNSAM); profesor de Geografía (ISP
“Dr. Joaquín V. González”), con especializaciones en Geografía de África y
Oceanía, Geografía de Asia y Geografía de la República Argentina-Procesos
Sociales y Económicos; docente en nivel medio, en formación docente y en la
Universidad Autónoma de Entre Ríos; maestrando en Sociología Política
Internacional (UNTREF); creador de Un espacio Geográfico.
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LA MULTIPLICIDAD DE LA POLÍTICA SOCIAL:
HACIA LA NUEVA NORMALIDAD POSPANDEMIA
Nicolás Dvoskin y Sol Minoldo
El contexto de la pandemia de COVID-19 que azotó al mundo entero durante
el primer semestre de 2020 implicó una amplia resignificación de la política social.
Sin embargo, más allá de las medidas excepcionales que demanda la emergencia, el
contexto de la pandemia abre interrogantes que claramente la trascienden. Por un
lado, al agudizarse, algunas cuestiones estructurales se han hecho completamente
evidentes. Por otro, cuando pase lo peor de la crisis sanitaria, serán necesarias
múltiples estrategias para salir de la crisis social y económica. El desafío será de tal
magnitud que es necesario empezar, desde hoy, a planificar y diseñar esas
estrategias.
En este sentido, en este breve texto nos proponemos pensar algunas
prioridades y posibles orientaciones de las políticas públicas, considerando las
distintas funciones que cumple o puede cumplir la política social.
Cabe aclarar que, en esta cuestión, ninguna mirada es políticamente neutral.
La política social es un ámbito en disputa con larga trayectoria histórica, sensible a
debates sobre cómo se entiende que funciona la economía y cuáles deben ser los
márgenes de autonomía de los distintos actores económicos, cuáles han de ser el rol
y las responsabilidades del Estado, cuáles competencias del mercado, del ámbito
privado de las familias y de organizaciones de la sociedad civil.
Breve recorrido histórico sobre los significados de la política social
En los inicios del siglo XX, la política social de América Latina era ante todo
“asistencia social”. Consistía en un conjunto de “ayudas” ante situaciones de
carencia extrema. Esto configuraba una política “residual”: se trataba de una medida
de alcance restringido, prevista para circunstancias “excepcionales”. En el caso
argentino, estuvo fuertemente atada al concepto de caridad cristiana. Existían
además redes de apoyo de diferentes colectividades y agrupaciones de trabajadores,
sociedades de ayuda mutua o “mutuales” que funcionaban como resguardo frente a
algunos riesgos, aunque de manera fragmentada, atomizada y extra estatal.
Hacia mediados del siglo, en toda la región, la política social se expandió de
la mano de derechos sociales atados a la relación laboral. En Argentina, con el
peronismo como hito histórico casi fundacional, los derechos laborales se
masificaron, en muchos casos expandiendo y respaldando estatalmente el esquema
de organizaciones civiles y laborales de ayuda mutua. En este marco, la asistencia
social pasó a insertarse como complemento de una política social que,
principalmente, estaba centrada en derechos sociales atados a la relación laboral.
El rol de la asistencia social y de los derechos laborales en la política social
fue fuertemente reformulado en los años 90, con la consolidación en la región del
ideario neoliberal. La reforma del Estado, considerado ineficiente y “distorsivo” de
la economía, y la flexibilización de condiciones laborales “para dinamizar el
empleo”, implicó una recuperación del paradigma centrado en la asistencia:
focalizada en sus beneficiarios, acotada en su duración, limitada en sus montos y
condicionada a la capacitación laboral o a alguna contraprestación.
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En el siglo XXI, ese paradigma volvió a ser puesto en cuestión. Ya en 2002
el Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados implicó el fin de la focalización. En
2004 el Plan Familias y en 2009 la Asignación Universal por Hijo significaron el fin
de la restricción temporal y de las condicionalidades laborales y el intento de
instituir a las transferencias monetarias como derechos. El horizonte de la inclusión
social permitió relegitimar a la política social y despegarla parcialmente de la
relación laboral. Casi veinte años después de la crisis de 2001, el paradigma
neoliberal y el de la inclusión siguen disputándose la hegemonía en el diseño de la
política social en Argentina. Pero más allá de las controversias, algunas
reivindicaciones y logros sociales históricos han arribado a consensos
internacionales que fueron plasmándose en instrumentos de derechos. Además, en
estos días, se extienden consensos en torno a que la salida de la crisis económica
requerirá tomar amplias medidas orientadas a la activación del consumo.
La política social y económica para salir de la crisis
La reducción o pérdida de ingresos de millones de personas implica a la vez
un problema social y un problema económico. La recesión ha llevado y llevará a
miles de unidades productivas a la ruina económica, retroalimentando el problema
social por la pérdida de empleos. Como problemas interrelacionados y que se
retroalimentan, consideramos que para la salida de la crisis debemos pensar
estrategias que articulen políticas económicas con políticas sociales.
A la vez que garantiza derechos socioeconómicos, la implementación de la
política social puede contribuir a reactivar el consumo interno, con efectos virtuosos
tanto económicos como sociales. De manera análoga, las políticas económicas como
exenciones impositivas, ayudas o rescates a unidades productivas pueden maximizar
su efecto si, además de evitar una quiebra y de preservar las fuentes de trabajo en
riesgo, se usan como una oportunidad para exigir el cumplimiento de prácticas
económicas y laborales socialmente responsables. En definitiva, no sólo importará el
tamaño del “gasto” implicado en las políticas, sino también su diseño.
Políticas de transferencias de ingresos
En el caso de la política social, las transferencias de ingresos constituyen una
estrategia evidentemente clave para reducir la pobreza. De hecho, el primer objetivo
planteado por la política social, para el cual las transferencias de ingresos son el
medio más ágil, es garantizar la supervivencia económica de aquella parte de la
población cuyos ingresos son insuficientes. Jacques Donzelot entiende esto como
una necesaria intervención ante las tensiones que causa, en sociedades democráticas,
la convivencia de principios de igualdad política con las desigualdades de la vida
civil: toda democracia está interpelada a –de algún modo– asegurar la supervivencia
económica de sus ciudadanos.
Además, las transferencias de ingresos tienen efectos económicos más allá de
la población directamente beneficiaria. Principalmente en el contexto de economías
deprimidas, las transferencias monetarias pueden estimular el consumo, incentivar la
demanda y motorizar a la economía en su conjunto. Principalmente en contextos de
alto desempleo y baja utilización de la capacidad instalada –como el que se espera a
la salida de la pandemia– las transferencias, al estimular la demanda, permiten la
recuperación de la producción y, por consiguiente, del empleo.
El contexto de la pandemia ha implicado que las transferencias desde el
Estado alcancen un número récord de beneficiarios, si contamos tanto a quienes
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venían recibiendo asignaciones desde antes de la misma y a quienes empezaron a
recibir el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Si sumamos a los beneficiarios del
Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), se vuelve
mayúsculo. Es altamente probable que las condiciones económicas pospandemia
requieran mantener este universo de beneficiarios. En este mismo sentido, resulta
evidente la necesidad de ampliar estos programas en un mediano plazo y, sobre todo,
dar a los beneficiarios la certeza de que seguirán recibiendo sus transferencias
durante los próximos meses. En cuanto a los montos, los alcances del IFE ya se
están demostrando insuficientes, y lo serán aún más si el costo de vida sigue
aumentando.
Posiblemente sea necesario, incluso, implementar nuevos programas de
transferencia de ingresos. En tal sentido, ha de tenerse en cuenta que, al diseñar estas
políticas, la tarea no consiste sólo en establecer los montos de dichas transferencias,
la cantidad de población alcanzada y su extensión temporal, sino también en que los
mecanismos de selección maximicen la progresividad en su distribución. Asimismo,
en que su diseño evite “efectos secundarios” como, por ejemplo, la trampa de la
pobreza, la del desempleo o el aliento de la informalidad laboral.
“Desmercantilización” de parte de los gastos familiares
Una de las desventajas de centrar la política social en transferencias de dinero
es que ello implica que la satisfacción de necesidades quede mediada por el
mercado. En tanto este no es neutral ni democrático, algunos sectores monopólicos o
cartelizados pueden aprovecharse de la creciente demanda e incrementar los precios,
diluyéndose así parcialmente el efecto deseado. Así, otra manera de mejorar la
capacidad adquisitiva es satisfacer necesidades de manera pública, de modo que se
libere a los ingresos de cargas que hoy son privadas, desmercantilizando su acceso.
Nos referimos, por ejemplo, a cobertura de medicamentos, políticas de vivienda,
provisión de guarderías y cuidados para personas mayores. Su impacto, nuevamente,
dependerá no sólo de su amplitud, sino de que su diseño se oriente a maximizar un
impacto progresivo sobre los ingresos. Algunos supondrían además la creación de
puestos de trabajo, con un efecto conjunto en términos sociales y económicos.
Avanzar en la creación de un sistema nacional de cuidados podría constituir
una estrategia con múltiples potencialidades. Por un lado, supondría generar puestos
de trabajo permanentes y, eventualmente, activar la obra pública –para generar
infraestructura. Para miles de familias que delegan ese trabajo contratando servicios,
liberaría parte de sus ingresos para destinarlos a otros consumos. Para las que se
ocupan de manera privada de proveer el cuidado, las liberaría de una carga de
trabajo no remunerado que tiene un particular rol en las asimetrías de género. Como
insistentemente señalan los estudios de género y el movimiento feminista, existe una
división sexual del trabajo que adjudica principalmente a las mujeres tareas de
cuidados que no son remuneradas. Ello tiene consecuencias en su autonomía
económica, dado que dichas tareas obstaculizan su inserción en el trabajo
remunerado. Al condicionar su disponibilidad de tiempo, también afecta su
capacidad de elegir dedicarse a otras actividades, así como sus oportunidades de
desarrollo profesional y personal. Al respecto, la pandemia y las medidas de
confinamiento han visibilizado la enorme importancia del trabajo de cuidados, así
como su asimétrica distribución. Asimismo, el hecho de que los cuidados ya no
dependan de los recursos de las familias –tiempo o dinero– permite democratizar
genuinamente el acceso a cuidados para quienes los necesitan.
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Políticas redistributivas
Otra estrategia clave consiste en maximizar la redistribución progresiva del
gasto social y la recaudación que ya existe. Ello podría implicar no sólo mejorar la
eficacia de las políticas en sus objetivos sociales, sino también su impacto relativo
en el destino de los ingresos al consumo. En esta dimensión adquiere importancia la
realización de una reforma tributaria, pero también la de la política previsional, que
constituye el principal gasto social del Estado, tanto en monto como en personas
implicadas. Con mecanismos contributivos de acceso y cálculo de haberes, el
sistema tiende a concentrar una mayor cantidad de recursos en personas más
favorecidas en la escala de ingresos.
Actualmente, 7,3 millones de personas –16,1% de la población– perciben
prestaciones previsionales o pensiones no contributivas. El gasto social de marzo por
este concepto ascendía casi 190 mil millones de pesos. Sin embargo, su potencial
para mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables se reduce
fuertemente, debido al diseño con el que se define no sólo el acceso sino,
principalmente, el monto de los beneficios. Según datos de INDEC, a fines de 2019
el 49% del gasto previsional se concentraba en la población de los tres deciles más
altos de la escala de ingresos per cápita familiar. En contraste, sólo el 12% se
destinaba a la población de los tres deciles más desfavorecidos. La mayor parte de la
diferencia –80% de la misma– se explicaba por la estratificación de los beneficios –
con montos más altos para beneficiarios ubicados más arriba en la escala de
ingresos. La brecha era aún más evidente entre la población de quintiles extremos:
mientras que había un 44% más de beneficiarios previsionales en el quintil más alto
que en el más bajo, el gasto destinado al mismo equivalía a 5,2 veces el gasto
destinado al más bajo. En este marco, existe amplio margen para incrementar el
impacto socialmente progresivo del gasto social introduciendo mecanismos que
incrementen la equidad en su distribución.
Si bien la recaudación fiscal no es el único camino para financiar políticas
sociales –y en el caso del sistema previsional una fuente muy importante son los
aportes y contribuciones específicos–, el diseño de una política redistributiva no
puede mirar solo los gastos, sino también la recaudación. En Argentina esta depende
mucho del impuesto al valor agregado (IVA), cuya progresividad es muy baja.
Como los más pobres consumen una parte mayor de su ingreso que los más ricos, el
cociente entre el pago del IVA y los ingresos es mayor. Esto se compensa con otros
impuestos, como el Impuesto a las Ganancias, pero la desactualización de sus
escalas hace que hoy por hoy se llegue muy rápido a la alícuota máxima del 35%,
con lo que, por un lado, sectores no tan ricos –que igual están en los deciles 9 y 10–
pagan la misma alícuota que los más ricos y, por el otro, en comparación con las
tasas máximas de otros países, en Argentina es menor. Además, el Impuesto a las
Ganancias permite a quienes lo pagan hacer deducciones –por ejemplo, por hijos a
cargo– que podrían ser entendidas como transferencias a esos sectores. En suma, la
estructura tributaria argentina no es todo lo progresiva que podría ser y, en tanto
hace mucho tiempo que no se la discute integralmente, profundiza inequidades. La
por ahora fallida discusión sobre un impuesto especial a las grandes fortunas en el
contexto de la pandemia da cuenta de las dificultades políticas de una reforma
integral, pero al mismo tiempo las condiciones sociales y económicas dan cuenta de
la imperiosa necesidad de transformar el sistema tributario en uno mucho más
progresivo, que permita encauzar una redistribución de los ingresos.
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La protección en el trabajo regulado
La regulación del trabajo formal cumple un rol fundamental en la protección
de los ingresos de los hogares. Asimismo, tiene un papel clave en la dimensión
distributiva, al incidir sobre la distribución primaria del ingreso –es decir, entre el
capital y el trabajo. El hecho de que una gran proporción del trabajo se realice por
fuera de esta esfera pone en perspectiva la importancia de implementar estrategias
para reducir la informalidad, así como de regular formas laborales precarizadas que
desdibujan la relación laboral en formatos pseudo independientes –como ocurre, por
ejemplo, con las plataformas. Más allá de los mayores o menores éxitos en ese
desafío, la regulación del trabajo formal permite proteger a millones de trabajadores
y establecer estándares a los que debieran orientarse las medidas para la protección
del resto de las personas.
La regulación en esta esfera puede cumplir, como en los casos comentados
más arriba, con objetivos a la vez sociales, redistributivos y económicos. En este
marco, tiene particular potencialidad el incremento del salario mínimo. Por otro
lado, en el marco de la crisis de muchas unidades productivas, la continuidad de los
salarios fue en sí misma un enorme desafío, quedando relegadas las paritarias
salariales. Resulta fundamental atender el hecho de que “saltear” un año de
negociaciones paritarias, o conseguir una negociación modesta, tendrá
consecuencias no sólo para los ingresos este año, sino que el “atraso” se arrastrará a
futuro, profundizando la caída de los salarios reales que se ha verificado en los
últimos años. Por tanto, deberían tomarse previsiones para que las distintas medidas
de alivio a las empresas puedan implementarse sin perjuicio de los trabajadores y sus
salarios actuales y futuros. Los mecanismos de intervención del Estado sobre la
distribución primaria no son los mismos en contextos de recesión que en contextos
de recuperación: hacia la salida de la pandemia es imperioso que se regulen los
medios para que los salarios reales puedan empezar a recuperar parte de lo que
perdieron durante los cuatro años de gobierno de Macri.
Por último, la crisis ha puesto en evidencia que el sistema de seguridad social
carece de un sistema sólido de seguro frente al desempleo, que no sólo sirve como
resguardo constante de los ingresos, sino que puede activarse de manera automática
ante situaciones excepcionalmente críticas.
Conclusiones
A nivel mundial, la pandemia ha vuelto a poner en escena que la
organización económica y social en que vivimos no es natural, no está regida por
leyes eternas y por ende puede ser transformada. La política pública, entonces,
puede ser un medio para transformaciones sustanciales y no solo para cambios
marginales. Específicamente, la política social puede erigirse como un medio no
solo para modificar los ingresos de los más humildes y evitar que caigan en la
pobreza, sino también para redistribuir los ingresos, modificar las relaciones de
poder y garantizar el cumplimiento de derechos.
La particularidad de esta pandemia es que nos ha hecho reconocer que no
existen soluciones desde lo individual. El poder contagiarnos los unos a los otros de
forma tan simple hace pensar que solo una acción colectiva organizada –en este
caso, la cuarentena– puede ser la solución. ¿Por qué no pensar que en tiempos
pospandemia la solución pueda seguir siendo colectiva? Sin cuarentena, desde ya,
pero con nuevos mecanismos que organicen la vida social de una manera mucho
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más solidaria, comunitaria y radicalmente igualitaria que la que conocimos en
nuestra vieja normalidad prepandemia.
Nicolás Dvoskin es economista, investigador en CEIL-CONICET. Sol Minoldo es
socióloga, investigadora en CIECS-CONICET.
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ENAMORARSE DEL CRECIMIENTO:
LA ECONOMÍA DESPUÉS DE LA PANDEMIA
Marcos Fontela
En la Argentina trabajan o buscan trabajar aproximadamente 20 millones de
personas, de las cuales dos millones no encuentran empleo. De los restantes 18
millones, trabajan en el sector informal cerca de 6,5 millones, y otros dos millones
están en otras situaciones de precariedad laboral: autoempleo, subempleo, etcétera.
Es decir, de un total de 20 millones de personas que desean trabajar, más de 10
millones están excluidas del mercado laboral formal, en tanto solo un poco más de
8,5 millones tienen empleos formales estables. Unos 6,5 millones de esas personas
trabajan en el sector privado.
Cualquier sendero de desarrollo sostenido para la Argentina, cualquier
solución duradera a la situación de pobreza de más del 40% de los argentinos,
requiere revertir dramáticamente esta radiografía del mercado laboral argentino:
entre la mitad y dos tercios de nuestros recursos humanos están subutilizados. Para
que una economía crezca se requiere que una porción cada vez mayor de su fuerza
laboral sea absorbida por sectores dinámicos de alta productividad. En nuestro caso,
estos sectores necesitan más que duplicar su tamaño actual.
¿Cómo hacerlo? No es la intención de este artículo delinear un plan. Sí, en
cambio, quiero revisar dos aspectos que considero importantes: el espíritu de base y
algunos puntos comunes que he visto en algunos planes que han circulado entre los
equipos técnicos del Partido Justicialista.
Cómo pensar el crecimiento
Según dijimos, tenemos que pasar de seis millones de empleos privados
formales a no menos de 14 o 15 millones. ¿Suena mucho? Es muchísimo, un desafío
majestuoso, quizás comparable al que enfrentó Néstor Kirchner en 2003, cuando
partió de 3,5 millones de empleos privados –¡la mitad de los de hoy!– y en pocos
años los duplicó. Lo que permitió que esto ocurriera fue el crecimiento a “tasas
chinas”: siete u ocho creciendo a una velocidad que no se registraba hacía más de
100 años en nuestro país.
¿Qué es lo primero que se necesita ahora para que ello ocurra? Ambición,
grandeza. O –dicho en palabras que alguna vez le escuché decir a Carlos Leyba–
necesitamos una generación de economistas enamorados del crecimiento.
El gobierno nacional debería desechar cualquier plan que no genere al menos
un millón de puestos de trabajo por año. Para ello, se necesita como mínimo una tasa
de crecimiento de 6% anual, si no más. Todo, absolutamente todo lo que no logre
estos objetivos debe ser desechado. Este debe ser el objetivo de mínima, y todas las
demás variables deben ajustarse detrás. “Los números deben cerrar con la gente
adentro” es una síntesis genial. Con descaro, me permito reformularlo. La gente
debe estar adentro, hagamos los números y resolvámoslo. No hay tarea más
importante que esta. No debemos aceptar plan B, ni negociar subóptimos. Que
millones de argentinos permanezcan en la pobreza, que deban esperar unos años
para ser integrados a la sociedad, no es subóptimo: es injusto e indeseable.
La primera buena noticia es que este desafío no es nuevo para el peronismo.
Lo tuvo Perón en el 46, lo tuvo Néstor en 2003, lo tenemos hoy. La segunda buena
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noticia es que hay algunos compañeros que han elaborado planes, quizás
perfectibles, pero que demuestran que la búsqueda de nuevos horizontes existe.
Probablemente no estén en las consultoras de la city, ni en los economistas de las
agencias de desarrollo. Pero están, y solo hay que coordinarlos.
Ahora sí, paso a enumerar algunos componentes que vi en algunos de esos
planes, que en muchos casos rompen con la lógica tradicional. Lo que sigue no es un
decálogo taxativo, sino un punteo subjetivo de aspectos novedosos en algunas
propuestas que han circulado.
Planes de crecimiento: componentes comunes
• Primero el trabajo. Todas las inversiones y planes de desarrollo deben ser
realizados priorizando aquellos que son más intensivos en empleo. Por ejemplo,
no es lo mismo invertir 100 millones de dólares en un plan de viviendas que en
un puente sobre un río. El primero tendrá un impacto mucho mayor en el empleo.
Otro ejemplo: entre el desarrollo de biocombustibles como el etanol o el petróleo,
vale la pena considerar el impacto de una y otra alternativa en el empleo y las
PyMEs argentinas.
• Nuevas modalidades de organización. La mayor parte de los planes apuestan al
cooperativismo y a la economía social como nuevas modalidades de
organización, con mucho mayor potencial de generación de empleo que la simple
apuesta a los grandes empresarios. El establishment es el que es: más que
confrontarlo, hay que buscar alternativas que hagan lo que los grandes grupos
empresarios no harán.
• Priorizar el uso de divisas. Antes de la crisis de la deuda en 2018, el saldo neto
de divisas por turismo era negativo por 10.000 millones de dólares anuales. Esos
mismos fondos, vertidos al mercado interno, podrían haber generado hasta
500.000 puestos de trabajo. Como ese ejemplo hay muchos otros. La Argentina
debe asegurarse de que las divisas que genera se orienten a inversiones
productivas que generen empleo y modernicen su estructura económica. Todo lo
demás, puede esperar.
• Ahorro interno. Los argentinos año tras año ahorran más dinero del que se
invierte en el país. Retener el ahorro argentino es fundamental para no estar
sujetos a los vaivenes y estados de ánimo de los mercados internacionales.
• Ciencia y tecnología. Un kiosco que emplea a tres personas no requiere inversión
en ciencia y tecnología. Una economía que crece y busca oportunidades
dinámicas de atraer trabajadores a segmentos de alta productividad, sí. Si
queremos que nuestra fuerza laboral obtenga trabajos de alta remuneración,
debemos aumentar sostenidamente la inversión en ciencia y tecnología.
• Aumento de la tasa de inversión. La inversión en capital productivo debe saltar
drásticamente. ¿Necesitamos “tasas chinas” de crecimiento? Mejoremos la tasa
de inversión, que es lo que hacen los chinos.
• El Estado como garante. El punto anterior quizás haya sonado a expresión de
deseo. Claro que todos quieren que aumente la inversión. ¿Cómo hacerlo? Al
mirar la experiencia de los países que han transformado su estructura económica
en la magnitud que necesita la Argentina, se ve siempre un Estado que se ocupa
de que ello ocurra. En algunos casos, como en China, invirtiendo directamente y
movilizando el ahorro hacia fines productivos. En otros casos, como el coreano,
organizando al sector privado para que oriente sus excedentes de ahorro hacia
sectores de alta productividad. No es el mercado el que va a asignar esos
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recursos. El Estado debe ser el garante de que los recursos del país se inviertan en
fines socialmente útiles y en emprendimientos de alta productividad.
• Fiscalidad sana y efectiva. El Estado debe ser capaz de financiar adecuadamente
su gasto y el esfuerzo de inversión que se requiere. Sin finanzas saneadas, no hay
Estado eficaz. El uso de fondos públicos debe orientarse cada vez más a la
inversión que el sector privado no realizará ni ha realizado nunca. Esto es un
desafío enorme, ya que también se requiere de un Estado que garantice un piso de
derechos que el mercado está lejos de asegurar. Por ejemplo, debemos sanear
urgentemente el déficit en las cuentas fiscales generado por el sector energético,
sin trasladar el costo de ese saneamiento a los sectores de menor poder
adquisitivo, y trasladar el ahorro generado a inversión productiva.
Una nueva oportunidad
No es mi intención caer en el optimismo cándido: sería una falta de respeto a
una enorme parte del pueblo que la está pasando mal. Si la economía argentina
presentaba desafíos antes de la pandemia, hoy son mucho más agudos y urgentes.
Pese a ello, creo que la pandemia representa una nueva oportunidad para
repensarnos. Quizás salgamos de esta crisis con algunas convicciones fortalecidas: el
Estado es el que en última instancia garantiza la paz social y el bienestar de los
argentinos; el establishment empresario presionará siempre por sus intereses, aun a
costa de poner en riesgo la salud pública; la inmensa mayoría de los argentinos sabe
solidarizarse y hasta resistir situaciones extremas en pos de un bien social superior;
el Estado, solo el Estado, puede mediar entre los ciudadanos, las ciudadanas y el
mercado.
También es una oportunidad para cuestionar los saberes económicos
reinantes. Lo que nos trajo hasta esta situación no nos va a sacar de acá.
Necesitamos una nueva organización social, con nuevos actores coordinados por el
Estado. Es hora de ver nuevas caras, nuevas formas de pensarnos. Lanzarnos a un
drástico cambio de modelo de desarrollo.
Es hora de enamorarse de los planes de grandeza.
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CINCO PUNTOS PARA EL CRECIMIENTO
Marta M. Giana, Mario Krieger, Kelly Olmos, Javier Mouriño
Las siguientes reflexiones surgieron a partir de una reunión por videoconferencia
del día 16 de junio pasado, coordinada por los autores y convocada por el Instituto
de Formación y Actualización Política. Los temas fueron los cinco puntos
planteados por el ministro Martín Guzmán para el crecimiento de Argentina, que se
distribuyeron previamente a todos los invitados. Concurrieron 94 personas de
distintas edades y especialidades.
Es de destacar el apoyo generalizado al ministro Martín Guzmán y el
consenso que recibieron los puntos expresados por él durante la entrevista con
Fontevecchia. Para nuestra generación, la aparición de una generación joven con
valentía, formación y compromiso resignifica la trayectoria del peronismo y
fortalece la esperanza. Martín Guzmán y su equipo son centrales entre la dirigencia
emergente que incluye otros miembros del Gabinete, dirigentes políticos y sociales.
El gobierno actual tiene un plan, cuyo primer paso es la renegociación de la
deuda. Es la primera vez, después de muchos años, que se percibe que el ministro y
el gobierno tienen pensado elaborar un plan en base a estos ejes: un plan estratégico
gubernamental macro. Habría que remontarse a los planes quinquenales y al trienal
para reconocer un antecedente de que el peronismo gobierna con planes de mediano
plazo. Hubo planes durante el kirchnerismo, pero fueron sectoriales.
Se reclama una visión de país, un proyecto de país. Se plantea la necesidad de
construir un plan estratégico participativo, no uno hecho entre cinco genios
alrededor de un escritorio.
Inclusión
Bajo el concepto de Pacto Social o Consejo Económico Social se incorpora el
tema de la necesidad de consensos para alcanzar una sociedad más justa, reuniendo
actores relevantes para formular un plan para el país. Esa presencia de distintos
actores también debe incluir a los medios de comunicación. Las reuniones del
presidente con empresarios y diversos actores de la política y economía del país son
entendidos como prolegómenos de algo que requerirá mucho tiempo para lograrse y
concretarse. El presidente no ceja en su esfuerzo y parece dispuesto a darle el tiempo
de persuasión necesario para llegar con los temas madurados.
La inclusión no puede faltar en una visión peronista, siempre que esté basada
en una redistribución del ingreso sustentable. La AUH y el IFE, como antecedentes
de un Ingreso Básico Universal, van en ese camino. En contraposición se opina que,
siendo el trabajo un valor muy acendrado en el peronismo, se destaca que no se
puede asalariar la exclusión. Para eso se requiere crecer y tener un alto producto per
cápita y, como dice el ministro, generar trabajo, teniendo en cuenta la estructura
regional y poblacional de la Argentina. La inclusión también debe contemplar
medidas que mejoren la situación de la clase media, como el impuesto a las
ganancias o una vivienda accesible. El peronismo tiene una histórica contraposición
de intereses con la clase media que le resta inserción en este segmento. Se reclama
un plan de vivienda para sectores medios que no acceden al Plan Procrear y no
llegan a tener casa propia.
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La situación actual requiere la movilización de todos los recursos humanos
que tiene Argentina, fundamentalmente teniendo en cuenta nuevos actores de gran
dinamismo, las mujeres y los jóvenes, con una mochila cargada con una experiencia
histórica muy diferente a las generaciones peronistas anteriores.
Productividad
La concepción de Plan parecía haberse resignado, pero vemos gratamente que
no es así. El neoliberalismo pretende adueñarse del concepto de productividad, pero
es algo que preocupa al peronismo desde muy temprano en su proceso. Se debe
recordar que el primer congreso de productividad en nuestro país fue en un gobierno
peronista, en 1952.
Se aprueba calurosamente la búsqueda de una visión que se diferencie de la
concepción industrialista propia de los 50 y de los 60 que hoy no resultaría
competitiva, en una situación en que las exportaciones y el consiguiente ingreso de
divisas genuinas son pilares esenciales en la estrategia de crecimiento, ya que
reconocemos a la externa como la principal restricción para alcanzar estabilidad con
crecimiento e inclusión.
Resulta imprescindible la articulación entre Estado, conocimiento y empresa
privada, tal como se está haciendo con productos y servicios imprescindibles para la
pandemia: test, respiradores, vacunas, biotecnología y nanotecnología, etcétera.
Argentina tiene capacidad de innovación –INVAP, ARSAT, biotecnología. La
cooperación público-privada en materia de generación de conocimiento y tecnología
aparece como virtuosa. Se recuerda que la exportación de servicios es la tercera
fuente de divisas de Argentina, y está muy ligada a la innovación.
No se debe temer hablar de Reforma Agraria en un país que tiene 30 millones
de hectáreas que son propiedad del Estado. Se debe apoyar a los jóvenes dirigentes
que proponen medidas audaces.
Estabilidad
Se celebra el acento puesto en la estabilidad para evitar la recurrente crisis de
balanza de pagos. Es muy importante que el peronismo hable de estabilidad
macroeconómica: no es un valor que debamos regalarle al neoliberalismo. Néstor
Kirchner lo hizo cuando planteaba los superávit gemelos.
Federalismo
Argentina necesita un reordenamiento demográfico para romper con el
gigantismo del AMBA y permita una distribución de población en el territorio. La
consigna política de Alberdi “gobernar es poblar” mantiene su vigencia: necesitamos
duplicar el número de habitantes para tener un mercado interno potente, tal como
Alemania tras la reunificación. Debemos revertir el paradigma neoliberal de
desterritorialización de la política y de la economía. Reconocemos en el discurso de
Martín Guzmán una propuesta claramente situada en la realidad de la Argentina.
Es necesario ocupar el inmenso territorio desocupado que tiene Argentina. El
aspecto demográfico supone un reordenamiento poblacional que rompa con la
estructura Cabeza de Goliat del AMBA. Se deben crear cien ciudades medias en el
interior que generen procesamiento productivo de la materia prima en origen, con
una calidad de vida que evite la migración hacia el AMBA.
Ahora debemos pensar en el país, sin desmedro de tener presente la situación
geopolítica global y en particular la de América Latina, generando cadenas de valor
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regionales con países limítrofes. La integración Latinoamericana es una meta
innegociable, a pesar del mapa político regional adverso en esta coyuntura.
Soberanía
Es necesario desarrollar un Plan peronista para la Argentina. Martín Guzmán
siempre reitera que el plan es “nuestro”.
La soberanía es una construcción a largo plazo. Basta mirar los ejemplos de
China, Alemania de post guerra, o Francia.
La pandemia en alguna forma va a reconfigurar el mundo. Aparecen posibles
nuevos enemigos. La aparente pérdida de peso específico de Estados Unidos en el
concierto mundial y la salida de Gran Bretaña del Mercado Común Europeo hacen
vislumbrar una nueva alianza atlántica que fue nuestro mayor perjuicio durante casi
dos siglos de existencia. También hay actores mundiales que resurgen con gran
vigor e iniciativa: China y Rusia.
Debemos reflexionar sobre cuál va a ser nuestro posicionamiento en esa
nueva configuración, siendo un país periférico con un Mercosur en crisis. Debemos
mirar fronteras hacia adentro, pero también fronteras hacia afuera. Ha habido un
proceso de extranjerización, no solo de empresas, sino también del suelo. Esto
alcanza las mentes y la cultura, con ideas neoliberales que es necesario revertir. La
soberanía comienza con la decisión política democrática y se nutre a través del
conocimiento, la educación, la tecnología y la innovación.
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ACUERDOS MÍNIMOS EN LA CUARENTENA: UNA
ESTRATEGIA HACIA EL NÚCLEO DURO DE LA OPOSICIÓN
Horacio Cao
Antes de meternos en tema, un par de comentarios sobre los acuerdos. Es un
lugar común en este país que la derecha –y sus jefes, quienes expresan el poder
económico y mediático concentrado– cuando pierde el gobierno hable de acuerdos y
Moncloas. Se esconde, detrás de un discurso que se pretende de madurez
institucional, reservarse el poder de veto o torcer la voluntad de un gobierno que no
le responde de manera directa. Por otro lado, no es que alcanzar un entendimiento
los deje satisfechos. Cada vez que los gobiernos cedieron, fueron un primer paso
para una escalada que no tenía fin y que sólo podía terminar con el descrédito del
oficialismo. En síntesis, cuando articulistas de La Nación arrancan con esto de los
discursos racionales y serios, a mí me dan ganas de vomitar. En última instancia, se
está pidiendo que se vacíe de contenido a la democracia, como ocurría en los 90,
cuando no importaba el resultado de las elecciones porque de antemano sabíamos
quién iba a gobernar.
Rechazando de plano este tipo de estrategias que sólo logran desvirtuar la
voluntad popular y debilitar la democracia –y partiendo del supuesto que el
escenario económico y social de los próximos meses va a ser durísimo– quien esto
escribe considera que hay una base mínima de compromisos mutuos a alcanzar con
las fuerzas políticas opositoras. Ya debe haber quedado claro que se trata de algo
totalmente distinto de lo que se busca con el Consejo Económico y Social, en donde
hay que articular fuerzas que buscan sumarse a un frente nacional y que tienen
elementos en tensión.
Aquí nos referimos a una operación dirigida hacia aquellos actores políticos
con los que no tenemos ninguna empatía y que presentan valores y puntos de vista
totalmente diferentes de los nuestros. Al fin y al cabo, si la Convención de Ginebra
establece reglas para las fuerzas beligerantes, debería haber alguna posibilidad de
construir algún puente de contacto entre quienes tenemos pensamientos
diametralmente opuestos.
La operación no se dirige a “convencer” a los neoliberales para que dejen de
serlo, sino a aislar, dentro del dispositivo opositor, a una minoría minúscula de
terraplanistas, nazis, anarco-liberales, nostálgicos de la dictadura, cruzados católicos,
integristas israelíes, etcétera, posiblemente activada por servicios varios. La
actividad de estos grupúsculos es utilizada por el bloque de la derecha para hostilizar
al gobierno popular e incrementar su margen de maniobra. En el extremo, buscan
desestabilizarlo. Esta minoría es irreductible, pero plausible de ser aislada del centro
de gravedad del armado opositor y quitarle así un instrumento que, amplificado por
los medios y en un escenario volátil, puede terminar siendo peligrosa para la
democracia.
Para analizar a esta estrategia de neutralización voy a utilizar textos de
Chantal Mouffe (2007, 2014) en lo que refiere a los formatos de los escenarios
político-electorales contemporáneos. Esta autora describe tres escenarios
diferenciados: antagónico –de puja entre actores incompatibles; agónico –de disputa
en un marco institucional; y uniforme –en donde sólo intervienen actores afines. El
análisis clave pasa por diferenciar entre antagonismo y agonismo. En el primer caso
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se trata al oponente como enemigo y, en el extremo, se busca liquidarlo por la
fuerza. En el segundo, se reconoce en el adversario su legitimidad y el conflicto se
conduce a través de las instituciones.
El agonismo es una forma de sublimar un antagonismo que “está allá, pero
está ‘puesto en escena’ de manera tal que los oponentes no se van a tratar como
enemigos, sino como adversarios” (Mouffe, 2007). Las partes aceptan dirimir sus
diferencias en un ámbito institucional, a partir de reglas que, grosso modo, todos
respetan. El centro de gravedad de la puja política se da principalmente en el ámbito
de la hegemonía, por imponer los propios valores en la esfera electoral, que ambos
respetan.
Vamos ahora a los hechos concretos.
Las contradicciones inherentes al capitalismo y la reconocida y aceptada
pluralidad de valores de la sociedad actual hacen pensar en que los escenarios
uniformes sean más la excepción que la regla. Esto, que parecería ser obvio para el
nivel global en la pandemia, lo es mucho más en América Latina: las propias
tensiones de sus sociedades desiguales y heterogéneas y las relaciones complejas
que mantiene con el mercado mundial hacen que sea bastante remoto pensar en
escenarios uniformes que se sostengan en el mediano plazo.
Qué decir del tema en Argentina, en donde parecen consolidarse dos bloques
con valores, programas de gobierno y visiones de la inserción del país en el mundo
que tienen características polares. A esto hay que agregar que, en el corto y mediano
plazo, estamos viendo un escenario local que no parece vaya a producir cambios de
profundidad: ni la nueva derecha logra desmontar el movimiento nacional popular,
ni las condiciones internas –y el contexto global– hacen pensar en ventanas de
oportunidad para desarrollar un programa postcapitalista que termine con las bases
económicas y sociales de la oposición.
Ahora bien, más allá de que la grieta se mantiene abierta, consideramos que
hay ciertos valores sociales que, al menos desde lo discursivo, son comunes a ambos
lados y que pueden servir para construir el escenario agónico. Hago una corta
enumeración, seguramente teñida por mis valores nacional-populares, y que
tendríamos que estar dispuestos a consensuar con opiniones cambiemitas:3 en lo
social, igualdad ante la ley, inclusión de todos los argentinos, rechazo del racismo y
sexismo; en lo político, aceptación del gobierno de mayorías y respeto de las
minorías. Los asuntos púbicos son gestionados sobre la base de esta división.
Asumir el escenario agonístico implica aceptar que podrá haber cambios en
los favores electorales que pueden implicar transformaciones trascendentes en la
orientación gubernamental. Para nosotros, las marchas y contramarchas son muy
costosas –que te lo cuenten Guzmán, Arroyo y Cía– pero, al fin y al cabo, es la
decisión de la ciudadanía y todos deberíamos aceptarla como una situación
emergente de lo que es nuestra sociedad.
Si esto es así, implicaría considerar el escenario político como una arena en
donde legítimamente confrontan proyectos de sociedad disímiles. En algún punto, se
trata de hacer de la necesidad una virtud pues, dada la correlación de fuerzas a nivel
global, la alternativa al escenario agonista es, al menos en el corto plazo, una guerra
con muchas posibilidades de terminar en escenario “uniforme” con la hegemonía de
las fuerzas conservadoras.
3
O como quiera que dé en llamarse el nuevo agrupamiento que logre la derecha.
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Hasta podríamos ponernos en optimistas y –con un toque hegeliano– pensar
que la disputa entre fuerzas políticas con claras diferencias programáticas generará,
en su puja, situaciones y políticas públicas novedosas y virtuosas. No digo que sea
fácil, hay un montón de cosas en el límite: cobrar impuestos –y expropiar empresas
deudoras– no tendría que ser considerado una violación del acuerdo; utilizar a los
servis y la justicia para operar sobre la fuerza adversaria, sí.
Tengo claro que poner en valor lo institucional restringe de alguna manera el
margen de maniobra gubernamental. Como lo último que se pretende es traicionar la
voluntad popular –ver el principio de esta nota– habrá que mostrar alta pericia y una
extrema astucia para no desviar las políticas públicas de la línea que votó la
ciudadanía.
En suma, en un escenario con alta volatilidad y con una correlación de
fuerzas compleja, habría que buscar acuerdos mínimos de respeto institucional,
aislando los bolsones autoritarios –que existen y sueñan con eliminar al peronismo–
y obligando al resto a retractarse o pagar el costo de quedar expuestos como actores
hostiles al juego democrático.
Referencias bibliográficas
Mouffe C (2007): En torno a lo político. Madrid, Fondo de Cultura Económica.
Mouffe C (2014): “Democracia y conflicto en contextos pluralistas (entrevista con
Chantal Mouffe)”. História, Ciências, Saúde, 21-2, Manguinhos, Rio de Janeiro.
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CONSECUENCIAS Y DESAFÍOS DEL COVID-19
Ernesto López
Podría decirse que el COVID-19 presenta por lo menos tres inquietantes
facetas: a) alcanza un desarrollo planetario como nunca lo ha tenido peste alguna y
posee además una alta capacidad de propagación; b) viene envuelto en un velo de
incertidumbre que lo torna todavía más acucioso; y c) está causando ya visibles
estragos económicos y sociales –entre varios otros– y preanuncia que también lo
hará en la esfera política.
Con sus más y sus menos, la pandemia ha llegado prácticamente a todo el
mundo. Viaja rápido e infecta con ritmo veloz. Es natural que, dadas estas
circunstancias, el COVID-19 genere incertidumbre: además de la amenaza que
porta, no se vislumbra un final, lo que en un contexto de cuarentena produce
ansiedades y angustias de diversa intensidad. Afortunadamente se está trabajando en
varias partes del mundo para crear una vacuna cuyo logro parecería estar cerca, pero
aún no se ha concretado. Obviamente, este recurso permitirá salir de esta por
momentos agobiante situación, que ha producido ya centenares de miles de muertos
en el orbe y millones de contagiados: 565.333 personas en el primer rubro y
12.691.625 en el segundo, al día en que se redacta esta nota (12-7-2020).
Por otra parte, es ampliamente conocido ya que la pandemia ha tenido un alto
impacto negativo, a escala mundial, sobre los planos económico, social y político –
además de otros. El World Economic Outlook Database de abril de este año, del
FMI, indica que en recién en 2021 el mundo podrá alcanzar un crecimiento del PBI
apenas mayor que el de 2019, estimado en 149.128.013 billones de dólares
norteamericanos contra 142.005.647 billones de dólares en el segundo, medición
hecha a paridad de poder adquisitivo y precios corrientes. Por otra parte, en la
Actualización de las perspectivas de la economía mundial, de junio de 2020, de la
misma institución, se ofrecen estos datos sobre la variación porcentual anual del PBI
real:
2018 2019 2020 2021
Mundo
3,6
2,9
-4,9
5,4
Estados Unidos
2,9
2,3
-8,0
4,8
China
6,7
6,1
1,4
8,2
Rusia
2,5
1,3
-6,6
4,1
India
6,1
4,2
-4,5
6,0
Reino Unido
1,3
1,4 -10,2
6,3
Alemania
1,5
0,6
-7,8
5,4
América Latina y el Caribe
1,1
0,1
-9,4
3,7
De esto se desprende que la pandemia está ya causando un impacto negativo
sobre la economía mundial. También que Estados Unidos, Reino Unido y Alemania
lo sienten con mayor intensidad y que Rusia está apenas un poco mejor que los tres
anteriores. En tanto que China e India muestran las mejores performances y América
Latina y el Caribe exponen resultados claramente negativos –no hay una medición
de la región desagregada en el cuadro, solo se mide a Brasil que presenta niveles
muy parecidos a los del conjunto de América Latina y el Caribe y a México, cuyos
números son peores. El año 2021 marca una mejora. Pero nadie se atreve a
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pronosticar una rápida recuperación. Al contrario, el propio FMI la califica de
incierta.
Hay un “paisaje” que se repite por doquier y es el típico de las recesiones
graves: descenso de la actividad económica, quiebras, achicamiento de empresas,
penuria financiera, incremento del desempleo, precariedad laboral, caída de las
ganancias empresariales y también de los honorarios, sueldos y salarios percibidos
por profesionales, empleados, obreros y demás categorías laborarles.
Es esperable, además, que se desarrolle un proceso de reconversión
estructural de la economía global. La interdependencia, que fue uno de los pilares de
la globalización que se ha conocido hasta ahora, está grogui –como se decía antes en
el boxeo– tanto a nivel productivo como comercial. La pretendida autorregulación
sistémica ligada a la mendaz pretensión de que funcionaba adecuadamente un
fundamentalismo de mercado está prácticamente knock out. Como contracara,
comienza a perfilarse un regreso del Estado como actor destacado. El avance de la
automatización laboral en el campo de la producción y de los servicios, empero, no
dejará de estar presente, como ha sido hasta ahora, lo cual perjudica el
mantenimiento o la generación de empleo.
Estas son, con sus pros y sus contras, algunas de las señales que abren la
expectativa de que se desenvuelva un proceso de cambio: es difícil imaginar que
después de esta fenomenal tormenta la vida continuará tal y como era antes.
La política, por su parte, deberá hacerse cargo de todas estas mudanzas y de
otras que sería excesivo exponer en este espacio. Sobrevendrán reacomodamientos y
pujas, como suele suceder en estos casos, en los que la inercia de lo viejo y los
nuevos vientos conviven, casi siempre, a los tirones, sin que pueda darse por
anticipado un ganador.
El próximo 3 de noviembre la elección presidencial norteamericana será
probablemente un test que permitirá vislumbrar qué rumbo tomarán los Estados
Unidos, nada menos: si persiste Donald Trump –un enemigo de la globalización tal
como se la ha conocido hasta ahora– o es reemplazado por un demócrata.
Argentina
Argentina se encuentra en una situación muy comprometida. A diferencia de
la mayoría de los países del mundo, no solamente debe enfrentar las difíciles
condiciones macro y microeconómicas que deja la pandemia. Debe también resolver
una muy exigente renegociación de su deuda externa, como bien se sabe o, lo que
sería menos conveniente, declarar un default. Y para colmo de males, acarrea un
lastre heredado del presunto expresidente Mauricio Macri, cuyo record económico
es de lejos el peor entre quienes han pasado por el sillón de Rivadavia a partir de
1983: tres de sus cuatro años de gestión han tenido un crecimiento negativo tanto del
PBI como del PBI per cápita. Un verdadero desastre que se combina con una
exorbitante toma de deuda externa asociada a un irresponsable fomento de
formación de activos externos –léase salida de divisas: dólares– facilitada por el
propio Banco Central.
Así las cosas y dando por sentado que la pandemia será controlada, el
presidente Alberto Fernández deberá abocarse ineludiblemente a recuperar nuestro
país del fenomenal naufragio al que ha sido sometido por los negativos impactos de
la pandemia y del macrismo presidencial. En este caso, sus prioridades mayores
serían: renegociar la deuda externa, como ya se indicó, elevar el nivel de actividad
económica, fomentar el empleo y estimular el comercio exterior, con el objeto de
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obtener dólares para hacer frente a los desembolsos que se exigirán si hay un
acuerdo de renegociación con los acreedores. Esto solo alcanza y sobra para un
período de gobierno: si el país se estabiliza y recupera su andar se habrá
materializado una hazaña.
No será tarea fácil. Está cada vez más claro que una porción de la oposición
está haciendo ya todo lo posible para que nuestra módica recuperación
reestabilizadora no ocurra. Hay un macrismo cerril que encabeza precisamente el
expresidente, que está ya jugando a esmerilar y desestabilizar al gobierno actual:
lamentable e incalificable, pero real. Es desleal y diríase que hasta antiargentino.
Pero existe y bien haría el gobierno en prestarle mucha atención a este accionar.
Sería también conveniente que se pusiera el ojo sobre una propuesta de
desarrollo que vaya más allá de las inevitables prioridades de la coyuntura. Pero
atención. Si algo está demostrando también la pandemia es que a aquel viejo debate
que aún hoy reverbera, en el que descollaron Raúl Prebisch, Mario Diamand y Aldo
Ferrer, entre otros, habría que pegarle una profunda revisada. Son numerosos ya los
indicios –en alguna medida colocados por la propia pandemia– de que hay
dimensiones insoslayables actualmente en Argentina, como la demográfica y la
ambiental, que deben estar indisoluble y concretamente ligadas a la cuestión del
desarrollo. Son hoy tan importantes como la agraria y la industrial.
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COVID-19: CRISIS DE LA GOBERNANZA GLOBAL
Juan Carlos Herrera
La irrupción de la pandemia del COVID-19 ha planteado una
excepcionalidad sin precedentes en el mundo. La expansión del virus, su agresividad
en el contagio y las formas de mutación que se están observando, ponen de
manifiesto que estamos ante la más extendida epidemia de carácter global, pues el
antecedente más próximo –la Gripe Española en 1918– dejó a salvo espacios del
planeta que no experimentaron su virulencia por las limitaciones existentes en los
desplazamientos de personas a nivel planetario.
En este contexto, podemos observar los déficits que se ponen de manifiesto
en cuanto a las capacidades globales para la coordinación de políticas. La OMS,
organismo competente para entender en la pandemia, fue adecuando sus
recomendaciones al ritmo de su expansión, con una dinámica de ensayo y error en
función de la información producida en el nivel de los diferentes países. Los
sistemas de alerta epidemiológica no funcionaron de modo oportuno y la única
estrategia adecuada fue la de evitar los contactos interpersonales restringiendo la
movilidad de la población, a la espera de reducir la velocidad de los contagios para
no colapsar los sistemas sanitarios. Estrategia de cuarentena del siglo XIV para un
virus del siglo XXI, pero sin dudas la más eficaz de todas.
La potencialidad del virus no está solamente vinculada al ámbito biomédico.
Más allá de lo imaginado, el virus ha demostrado su capacidad para transformar un
modo de vida, no sólo en la emergencia, sino de extenderlo en el tiempo, cambiando
las condiciones de la sociabilidad humana donde la expansión de formas digitales de
comunicación y estructuración del trabajo están perfilando una nueva normalidad en
la que coexistirán espacios y momentos de inmunidad con rebrotes intermitentes.
No parece fácil pronosticar si el futuro será mejor y si los diversos actores
que toman decisiones a nivel global promoverán ámbitos de cooperación para
coordinar políticas que preserven la vida en condiciones renovadas de bienestar
socioeconómico, o si decidirán acelerar la marcha inercial hacia la maximización de
la rentabilidad económica a costas de mayor exclusión y miseria de los pueblos en
los cinco continentes.
Algunos acontecimientos recientes sirven como indicadores: la puja entre las
principales potencias para apropiarse de material sanitario en los aeropuertos; el
agravamiento de sanciones y bloqueos económicos unilaterales a naciones que
demandan auxilio humanitario; la competencia entre corporaciones financieras y
biomédicas para tener la primacía de royalties en la invención de una vacuna; y las
imposiciones de los fondos de inversión a países endeudados, muchos de ellos
utilizados como plazas de maniobra financiera para sustraer recursos de la economía
productiva y fugar divisas. Alumbra un horizonte poco conducente para un proyecto
de transformación centrado en valores más humanitarios.
Así, resulta claro que asistimos a lo que podría caracterizarse como segunda
fase de la crisis del modelo de Gobernanza Global desatada por la hecatombe
financiera mundial de 2008 a partir de la quiebra del banco Lehman Brothers. En
efecto, aquella crisis puso de manifiesto el inestable equilibrio de fuerzas ínsito en el
modelo de gobernabilidad del Consenso de Washington para gerenciar el proceso de
globalización derivado de la conjunción entre revolución tecnológica de las
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comunicaciones y crecimiento exponencial de la velocidad transaccional y la
circulación financiera global. En aquella oportunidad quedó demostrado que los
agentes de esta nueva dinámica de globalización neoliberal negaban toda
responsabilidad institucional por sus acciones, y los Estados nacionales debieron
asumir el pasivo del colosal endeudamiento generado por el fraude de las “garantías
sub prime”.
Desde entonces se evidenció que el modelo de gobernanza global postulado
como un sistema de acuerdos para coordinar políticas globales en instancias
supranacionales no institucionalizadas (G7 y G8, posteriormente G20) resultaba
ineficaz, mientras los organismos de las Naciones Unidas perdían capacidad de
regulación sobre las relaciones interestatales. La OIT no puede morigerar las
prácticas de flexibilización laboral y asiste impotente a las formas de precarización
del trabajo en el mundo. Lo mismo ocurre en la Organización Mundial del Comercio
(OMC) que no logra avanzar en regulaciones del comercio y es avasallada por
imposiciones unilaterales de sanciones económicas que configuran acciones de
guerra comercial de final insospechado. En consecuencia, no extraña que la OMS
deba asumir decisiones y recomendaciones de manera errática, en tanto sufre
presiones como el reciente anuncio de Donald Trump de quitar la cuota de
financiamiento obligada por la suscripción de un tratado internacional.
De este modo, no resulta aventurado afirmar que la epidemia de COVID-19
ha puesto a descubierto las falencias del orden internacional hegemonizado por el
modelo de globalización neoliberal sustentado en la hegemonía geopolítica de los
Estados Unidos. Previo a la pandemia, dicha hegemonía ya era desafiada por el
crecimiento de la economía china, el posicionamiento geoestratégico de Rusia, con
preferencia en el Medio Oriente y Venezuela, las tensiones crecientes en las
relaciones con una Europa que pugna por mayor autonomía para relacionarse con el
mundo, el provisionamiento energético de Rusia (Alemania) y Defensa Militar
(Francia), con demandas de cambios a nivel de la OTAN. Asimismo, el escenario de
las próximas elecciones estadounidenses a celebrarse en el mes de noviembre
muestra crecientes turbulencias por la gestión de la pandemia y los conflictos socioétnicos recientes. Es evidente que la estabilidad del sistema unipolar derivado de la
caída del mundo soviético se ve erosionada por la pérdida de eficacia y legitimidad
del liderazgo norteamericano en el escenario internacional, a pesar de los arrestos de
nacionalismo xenófobo de Donald Trump y algunos regímenes cautivos fuera de los
Estados Unidos.
Lo mencionado hace pensar en una profundización de la crisis del sistema
global, incapaz de garantizar el equilibrio necesario entre los intereses de los
concentrados económico-financieros y las estructuras institucionales de regulación
internacional para ofrecer un horizonte de estabilidad y progreso sustentable. El
sistema más avanzado y consistente con el paradigma globalizador lo constituye la
Unión Europea que ha logrado una integración socioeconómica y política multinivel,
articulando desde el umbral local hasta el nacional y europeo. Sin embargo, la crisis
del COVID-19 está planteando dudas sobre su continuidad, debido a las tensiones
crecientes para definir un modelo de recuperación más o menos equitativo entre los
países para recuperar los índices de bienestar de sus poblaciones.
En consecuencia, hay suficientes indicios para pensar que el mundo verá
agudizarse la incertidumbre debido a: a) las limitaciones de la investigación
científica para prevenir a tiempo las potenciales amenazas sanitarias; y b) la
ausencia de reglas de juego estables entre los detentadores de poder global, que
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además compiten en esferas desterritorializadas –finanzas, comunicación y
vigilancia digital– y divorciadas de las necesidades de la producción, del trabajo, la
educación, la preservación del ecosistema y las demandas de bienestar que angustian
a los pueblos del mundo.
En este panorama, una mirada a nuestro país descubre los esfuerzos
denodados de un gobierno que a los dos meses de asumir debe enfrentar una
pandemia global sin los recursos necesarios, de los que fue privado por una
administración que durante cuatro años no trepidó en destruir los sectores
productivos más integrados, agudizar la pobreza de los contingentes sociales más
vulnerables, contraer deuda en condiciones leoninas para los intereses nacionales, y
enajenar recursos para consolidar una base de poder oligárquico con hegemonía
financiera y comunicacional que está demostrando una alta capacidad de
desestabilización democrática.
El gobierno nacional se vio urgido para construir una agenda de emergencia
contra la difusión del virus con base en una opción diferente a otras estrategias, en
este caso, privilegiando el cuidado de la vida. Son decisiones de extrema
racionalidad porque se impone la actitud de prevención y se desalienta el riesgo. Sin
embargo, los agentes locales del poder transnacional han visto una coyuntura
propicia para arremeter contra un proyecto de gobierno que pone en cuestión la
impunidad de sus privilegios. Estos actores del poder oligárquico son conscientes de
los costos que podrían pagar si se profundizan los procesos de concientización de
derechos que se manifiestan dentro y fuera de nuestro país. El debilitamiento del
ensayo político neoliberal en el continente –Chile, Ecuador, Colombia, Bolivia,
Brasil, etcétera– sumado a la incertidumbre de la elección en Estados Unidos les
exige actuar con premura y salir a impugnar al gobierno democrático, porque en un
escenario de desestabilización confían con poder arbitrar desde espacios del poder
institucional.
Para ello se valen de un discurso con alto impacto emocional que impugna la
racionalidad de las decisiones de gobierno y, al mismo tiempo, busca dinamitar los
ámbitos de discusión política –parlamento, partidos, organizaciones sindicales. Una
estrategia comunicacional en clave metonímica que opera con datos falsos para
construir relatos verosímiles ante supuestas amenazas –comunismo, violaciones a la
propiedad privada– rechazando el debate de ideas que pudiera promover una
oposición republicana. A diferencia del orden conservador que buscaba justificar un
orden jerárquico bajo premisas de legitimidad republicana, la oligarquía neoliberal
no busca imponer un orden, sino la impunidad del privilegio que solo puede existir
en una sociedad vaciada de legitimidad pública y de racionalidad política: un
régimen sin ciudadanos en una sociedad viciada por la exclusión y la ausencia de
responsabilidad en el ejercicio del poder.
Juan Carlos Herrera es doctor en Ciencia Política y docente universitario.
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EL PERONISMO DESPUÉS DE LA PANDEMIA
Eduardo J. Vior
La irrupción de enfermedades contagiosas que afectan todo el planeta obliga
a hallar nuevos equilibrios sociales y ecológicos que el Justicialismo anticipó y
ahora vuelve a proponer.
“Quién dijo que me fui, si siempre estoy volviendo”, decía Aníbal Troilo,
“Pichuco”. Del peronismo se puede decir lo mismo: muchas veces lo dieron por
muerto y siempre está volviendo, igual y renovado. Por ello es el único movimiento
popular de América del Sur capaz de dar una respuesta liberadora a la pandemia que
nos aqueja.
Las sucesivas oleadas de enfermedades virales que azotan el planeta desde
hace 40 años –SIDA, Ébola, SARS-1, H1N1, COVID-19– deben ser ya entendidas
como respuesta del medio ambiente a los excesos de nuestra civilización. Tanto más
imprescindible es hallar formas de vida, trabajo y sociabilidad humana dignas, pero
respetuosas de los límites que impone un entorno natural exasperado. Hace ya 48
años que el Justicialismo propuso una alternativa justa, democrática y popular para
la reforma social y ecológica de la economía mundial que, con pocas
actualizaciones, sigue hoy vigente.
Durante los últimos meses la lucha contra la COVID-19 se ha convertido en
la prioridad de más de 200 países y territorios afectados por la propagación de la
enfermedad. Es muy probable que en los próximos años esta enfermedad contagiosa
y otros brotes infecciosos similares se transformen duraderamente en una de las
principales amenazas para la mayoría de la humanidad. Todavía a principios de este
año el riesgo de una pandemia causada por un agente infeccioso se encontraba
último entre los principales diez peligros enumerados en la edición 2020 del Informe
de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial (WEF, 2020). No obstante, por
primera vez en sus 15 años de historia, el riesgo ambiental apareció en la primera
posición. Parece que el informe no se equivocó tanto, ya que los nuevos patógenos,
como el SARS-CoV-2, tienen su origen en la degradación ambiental.
Los primeros casos humanos conocidos se asociaron con un mercado de
animales silvestres en la ciudad de Wuhan, en el este de China. El contacto cercano
entre animales que habitualmente no conviven en la naturaleza puede permitir a un
virus saltar de un huésped a otro y transmitirse enseguida entre personas. En el caso
del nuevo coronavirus se piensa que se trasmitió de murciélagos a un mamífero
intermediario y de ahí a los humanos. Como ocurrió anteriormente con el SARS
(2003), la gripe porcina (2009) y el MERS (2012), el contacto cercano entre las
especies silvestres y los humanos, así como la cría masiva de animales para
consumo, facilitaron al virus cruzarse entre las especies y generar una nueva
enfermedad humana que se propagó rápidamente por el mundo.
La pandemia pudo trasmitirse tan rápidamente, porque en el sistema
económico mundial organizado desde hace 40 años la deslocalización de las cadenas
productivas, la baja sostenida de sueldos y salarios, la financiarización del
capitalismo y el descenso de los precios de la energía inducen una cada vez mayor
movilidad a mayor distancia de masas humanas siempre más numerosas, lo que
provoca intensos intercambios entre organismos vegetales, animales y humanos,
para los cuales ninguno de ellos estaba preparado.
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El riesgo de aparición de nuevas enfermedades es también especialmente alto
cuando los humanos y la vida silvestre interactúan en áreas de rica biodiversidad,
como los bosques tropicales. Dichos entornos también son la fuente principal de la
mayoría de los recursos naturales que sustentan el modelo actual de desarrollo y
consumo. La extracción de combustibles fósiles, la tala y la agricultura de
exportación son las principales actividades que impulsan la invasión y la
degradación del bosque tropical, lo que representa un doble riesgo para nuestra
salud: primero, la quema de combustibles fósiles y la deforestación de los bosques
tropicales4 son los principales impulsores del cambio climático y la pérdida de
biodiversidad; en segundo lugar, las actividades extractivas en la selva tropical
promueven el asentamiento de poblaciones humanas en esas áreas, multiplicando las
interacciones entre la fauna salvaje y los humanos. Al mismo tiempo, la destrucción
del hábitat de la vida silvestre obliga a muchas especies a buscar su alimento en
zonas ocupadas por humanos, intensificando así un intercambio que antes era
esporádico.
Es preciso, entonces, constatar que los orígenes de esta pandemia y de los
principales riesgos conocidos se deben a la degradación ambiental. En este momento
es imposible prever la duración ni el modo en que esta pandemia remitirá, ni cuándo
habrá una vacuna disponible para toda la humanidad, pero es indiscutible que los
seres humanos debemos cambiar nuestro modo de vida, de trabajo y de
esparcimiento, para evitar la multiplicación de grandes concentraciones de personas
en lugares ajenos a su hábitat habitual.
Por su concepción humanista, su visión sistémica de la vida, la aplicación de
su Tercera Posición a todos los aspectos de la existencia, su perspectiva innovadora
de la evolución y de las capacidades adaptativas de los pueblos, su sentido de la
justicia y su profunda compenetración con la sabiduría y el accionar popular, el
Justicialismo está en inmejorables condiciones de ofrecer una respuesta superadora a
las demandas de la grave crisis ecológica actual.
Las bases conceptuales del general Perón
En febrero de 1972, el general Perón publicó desde el exilio en Madrid su
Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo, para que fuera entregado
en junio siguiente a las delegaciones participantes en la Cumbre de la Tierra de
Estocolmo, Suecia, la primera gran conferencia que se organizó sobre cuestiones
ambientales. El mensaje comienza con la constatación del daño que el desarrollo de
la sociedad humana desde el siglo XIX ha infligido al medio ambiente y la lentitud
con que los seres humanos van tomando consciencia de las consecuencias que un
desarrollo cada vez más acelerado está produciendo en sus condiciones de vida.
Continúa con una severa condena de la sociedad de consumo y su tendencia a
producir para el despilfarro5 y denuncia el modo en que los sistemas de bienestar
social de los países avanzados se sostienen a costa del entonces llamado Tercer
Mundo: “De este modo el problema de las relaciones dentro de la humanidad es
paradójicamente doble: algunas clases sociales (…) sufren los efectos del hambre, el
analfabetismo y las enfermedades, pero al mismo tiempo las clases sociales y los
4
Esta última, principalmente, por el corrimiento de las fronteras ganaderas hacia las periferias,
después de que el uso masivo de transgénicos masificó el monocultivo para la exportación en
las tierras abiertas.
5
“Como ejemplo bastan los autos actuales que debieran haber sido reemplazados por otros con
motores eléctricos”, acota premonitoriamente.
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países que asientan su exceso de consumo en el sufrimiento de los primeros tampoco
están racionalmente alimentados, ni gozan de una auténtica cultura o de una vida
espiritual o físicamente sana”. También denuncia en ese contexto la ilusión
tecnocrática, que supone que los daños generados por la economía de despilfarro
podrían resolverse con más tecnología, mientras se destruyen puestos de trabajo y se
empobrece a los países del Sur. Premonitoriamente, anuncia cómo, luego de haber
destruido 200 especies terrestres en un siglo, la sociedad humana estaba ya entonces
(1972) depredando los mares, y preanuncia la falta de agua potable por la
contaminación de las napas y los cursos de agua, y el despilfarro de las reservas
existentes. Al referirse a la falta de alimentos en grandes regiones del mundo, indica:
“Por otra parte, a pesar de la llamada revolución verde, el Tercer Mundo todavía no
ha alcanzado a producir la cantidad de alimentos que consume, y para llegar a su
autoabastecimiento necesita un desarrollo industrial, reformas estructurales y la
vigencia de una justicia social que todavía está lejos de alcanzar”.
Perón juzgaba muy severamente el crecimiento excesivo de la población
humana y alarmaba sobre la posibilidad de alimentarla en un futuro cercano. Hecho
el diagnóstico, pasa a la concepción de la alternativa: “Si se observan en su conjunto
los problemas que se nos plantean y que hemos enumerado, comprobaremos que
provienen tanto de la codicia y la imprevisión humana, como de las características
de algunos sistemas sociales, del abuso de la tecnología, del desconocimiento de las
relaciones biológicas y de la progresión natural del crecimiento de la población
humana. (…) A la irracionalidad del suicidio colectivo debemos responder con la
racionalidad del deseo de supervivencia”.
Como paso previo a la elaboración de medidas correctivas, enumera algunas
premisas que deben cumplirse previamente:
a) Una revolución mental en los hombres, particularmente en los dirigentes de los
países más avanzados, y una modificación de las estructuras sociales en todo el
mundo, para “el surgimiento de una convivencia biológica dentro de la
humanidad y entre la humanidad y el resto de la naturaleza”.
b) “Esa revolución mental implica comprender que el hombre no puede reemplazar
a la naturaleza en el mantenimiento de un adecuado ciclo biológico general”.
Perón llama a una autocontención de las sociedades humanas, para adecuar su
desarrollo a las posibilidades del entorno.
c) “Cada nación tiene derecho al uso soberano de sus recursos naturales. Pero, al
mismo tiempo, cada gobierno tiene la obligación de exigir a sus ciudadanos el
cuidado y utilización racional de los mismos. El derecho a la subsistencia
individual impone el deber hacia la supervivencia colectiva”.
d) “La modificación de las estructuras sociales y productivas en el mundo implica
que el lucro y el despilfarro no pueden seguir siendo el motor básico de sociedad
alguna y que la justicia social debe erigirse en la base de todo sistema. (…) En
otras palabras: necesitamos nuevos modelos de producción, consumo,
organización y desarrollo tecnológico que, al mismo tiempo que den prioridad a
la satisfacción de las necesidades esenciales del ser humano, racionen el
consumo de recursos naturales y disminuyan al mínimo posible la contaminación
ambiental”.
e) “Necesitamos un hombre mentalmente nuevo en un mundo físicamente nuevo.
(…) Debemos transformar a las ciudades cárceles del presente en las ciudades
jardines del futuro”.
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f) “El crecimiento de la población debe ser planificado, en lo posible de inmediato,
pero a través de métodos que no perjudiquen la salud humana, según las
condiciones particulares de cada país (…) y en el marco de políticas económicas
y sociales globalmente racionales”.
g) “La lucha contra la contaminación del ambiente y de la biosfera, contra el
despilfarro de los recursos naturales, el ruido y el hacinamiento de las ciudades,
(…) no es un problema más de la humanidad; es el problema”.
h) “Todos estos problemas están ligados de manera indisoluble con la justicia
social, el de la soberanía política y la independencia económica del Tercer
Mundo, y la distensión y la cooperación internacional”.
i) “Muchos de estos problemas deberán ser encarados por encima de las diferencias
ideológicas que separan a los individuos dentro de sus sociedades o a los
Estados”.
Finalmente, para “nosotros, los del Tercer Mundo”, el general Perón propone
lo siguiente:
a) “Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la voracidad
de los monopolios internacionales”.
b) “De nada vale que evitemos el éxodo de nuestros recursos naturales si seguimos
aferrados a métodos de desarrollo preconizados por esos mismos monopolios”.
c) “En defensa de sus intereses, los países deben propender a las integraciones
regionales y a la acción solidaria”.
d) “No debe olvidarse que el problema básico de la mayor parte de los países del
Tercer Mundo es la ausencia de una auténtica justicia social y de participación
popular en la conducción de sus destinos. Solo así se estará en condiciones de
enfrentar las angustiosamente difíciles décadas que se avecinan”.
Perón termina la carta con un llamado universal: “la Humanidad debe
ponerse en pie de guerra en defensa de sí misma”.
Herencia y futuro
El Mensaje contiene las bases filosóficas y las principales premisas para la
elaboración de un programa justicialista de reforma ecológica de Argentina y
América Latina. Si se acepta que las pandemias de los últimos 40 años son el
resultado de un modo de producción y consumo que multiplica la movilidad y
aglomeración de seres humanos y mercancías, al tiempo que degrada las bases
naturales y civilizatorias de la existencia, nuestra responsabilidad consiste en
combinar una reforma ecológica en la producción y transporte de los bienes –
productos agropecuarios, mineros e hidrocarburíferos– que principalmente
exportamos con la redistribución de los centros productivos y comerciales en el
territorio, tanto a nivel del país como dentro de cada una de las zonas urbanas, para
reducir las aglomeraciones y el transporte a larga distancia por carretera y por avión.
Esta reforma va a producir una pérdida de empleos en algunas actividades
que debe ser compensada con la creación de otros en diferentes áreas, para lo cual el
adiestramiento y la capacitación profesional de las y los trabajadores es esencial.
Sólo un pueblo informado y educado en los principios de la reforma ecológica puede
aceptar los cambios en los hábitos de vida que la misma implica e introducir los
nuevos instrumentos y modos de producción y consumo en toda la amplitud de su
inagotable complejidad.
Así como la lucha contra la actual pandemia ha obligado a los gobiernos de la
Ciudad y la Provincia de Buenos Aires a cooperar estrechamente más allá de sus
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diferencias ideológicas, la ejecución de la planeada reforma obligará a organizar
nuevas y ocurrentes soluciones políticas e institucionales a distintos niveles –
nacional, provincial, municipal– y muchas veces entre ellos.
Sólo el peronismo puede conducir esta reforma, porque es el único
movimiento de América del Sur con la filosofía, la doctrina y la experiencia
necesarias para adoptar el nuevo rumbo. Pero, para poder hacerlo, el peronismo
también debe actualizarse, incorporando a movimientos sociales, comunidades
originarias, científicos y técnicos, miembros de los tres poderes y de los medios a
sus estructuras de conducción.
Con el gobierno no basta. Con los viejos y nuevos movimientos sociales,
tampoco. La tarea que debemos acometer es inmensa, pero si no lo hacemos
nosotros para la Liberación e Integración de los pueblos, lo hará la reacción para
acabar con nuestra existencia nacional. Habrá mundo para todos, o no habrá mundo
para nadie.
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EL TELETRABAJO OBLIGA A REPENSAR
NUESTRAS FORMAS DE ORGANIZACIÓN
Jorge Zaccagnini
El crecimiento de la modalidad de teletrabajo y teleempleo está produciendo
cambios en las prácticas laborales de un nivel de complejidad y profundidad que
obligan a transitar un camino de reconsideración de conceptos y estrategias en la
defensa de los derechos de trabajadores y trabajadoras.
Tres principios enunciados por el Papa Francisco iluminan ese camino: la
praxis es superior a la teoría; el tiempo es superior al espacio; y el poliedro explica
más que la esfera.
Son esos principios los que le dan sentido al origen y el funcionamiento del
Punto de Encuentro Teletrabajo (PDET). La historia del PDET comienza el 1 de
mayo de 2020, cuando los destacados abogados laboralistas Oscar Cuartango y Raúl
Ferrara exponen en una teleconferencia organizada por el Foro para el Día Después:
www.foroparaeldiadespues.net.ar. La reunión resulta de un inusual nivel de calidad
conceptual, tanto por el aporte de sus expositores como por los de dirigentes
gremiales, políticos y sociales, referentes técnicos y laboralistas que participan en
ella. El impacto de las innovaciones tecnológicas en las condiciones de trabajo y la
aceleración de ese proceso a partir de la pandemia que asola a la Humanidad resulta
el tema central de todos los aportes, lo que pone en evidencia la necesidad de
profundizar esa problemática a través de una sistémica que posibilite la elaboración
de aportes a sus aspectos funcionales y legales a partir de los derechos laborales
vigentes. Así nace el PDET.
Los Puntos de Encuentro tienen una metodología que viene siendo utilizada
exitosamente desde hace muchos años por el Foro para una Nueva Política Industrial
(FONPI). En ellos se trabaja para producir hechos concretos: una ley, una acción de
sensibilización o un producto: los temas que se acuerdan deben proseguirse con
acciones específicas. En el PDET la calidad de los procesos es prioritaria, porque se
reconoce como condición necesaria para alcanzar calidad en los productos, con una
perspectiva que acompasa sus tiempos a los tiempos sociales, integrando las ideas y
las historias de quienes –portando diferentes experiencias de vida y conocimientos
diversos– se encuentran para trabajar tras un objetivo común: la defensa de los
derechos de los trabajadores y las trabajadoras ante el nuevo escenario que instala la
modalidad de teletrabajo y teleempleo.
Articular ideas y propuestas de personas provenientes de distintos ámbitos y
con distintas experiencias es una tarea ímproba. Implica un desafío organizativo que
requiere respuestas poco convencionales. El PDET lo resuelve priorizando dos
aspectos que considera fundamentales: la comunicación y la sistematización del
conocimiento, que instrumenta con el desarrollo de una Base de Conocimientos
específica, diseñada para permitir a las personas acceder al conocimiento que ella
contiene. Las intervenciones que compañeros y compañeras realizan en sus
reuniones y en las organizadas por el Foro Para el Día Después se esencializan y
aportan a la Base de Conocimientos creada, observando los principios de la
metodología WIKI.
En ese contexto, el PDET ha producido la declaración Los derechos de las
teletrabajadoras y los teletrabajadores, un documento que hace pública su tarea,
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que se continúa desarrollando en sus Grupos Temáticos y que anhela ser útil en cada
espacio donde sea necesario discutir y acordar esos derechos.
Los derechos de las teletrabajadoras y los teletrabajadores
“Sabemos que la tecnología, de la cual recibimos tantos beneficios y oportunidades,
puede obstaculizar el desarrollo sustentable cuando está asociada a un paradigma
de poder, dominio y manipulación. En el contexto actual, conocido como la cuarta
revolución industrial, caracterizado por esta rapidación y la refinada tecnología
digital, la robótica, y la inteligencia artificial, el mundo necesita de voces como la
de ustedes. Son los trabajadores quienes, en su lucha por la jornada laboral justa,
han aprendido a enfrentarse con una mentalidad utilitarista, cortoplacista, y
manipuladora” (carta de Francisco al Cardenal Turkson con motivo de la
Conferencia Internacional De Populorum Progressio a Laudato si’, noviembre de
2017).
Los abajo firmantes hemos aportado nuestras ideas al trabajo de articulación
y sistematización que realiza el Punto de Encuentro Teletrabajo (PDET). En ese rol
queremos ratificar y hacer nuestros los contenidos del Proyecto de Ley que establece
los derechos de los teletrabajadores y las teletrabajadoras y que obtuviera aprobación
en Diputados, pasando para su tratamiento al Senado el 25 de junio de 2020.
Este concepto viene siendo sostenido a lo largo de innumerables debates y
por una trayectoria de más de hace 20 años por el proyecto de Alfabetización
Tecnológica llevado a cabo por la Organización Civil Infoworkers Trabajadores de
la Información.
Entendemos al teletrabajo como aquella modalidad del contrato de trabajo
que consiste en la ejecución de obras o prestaciones de servicios en la que el
trabajador o la trabajadora las realiza total o parcialmente en su domicilio o en
lugares distintos al establecimiento del empleador, mediante la utilización de
tecnologías de la información y la comunicación.
Concebimos a la negociación colectiva como una herramienta fundamental
para determinar el derecho de trabajadores y trabajadoras en el marco de la
normativa vigente y los derechos que ostentan el resto de los trabajadores como
parte del movimiento sindical argentino.
Sostenemos que los teletrabajadores y las teletrabajadoras deben gozar de los
mismos derechos que tienen aquellos y aquellas cuya modalidad en la prestación es
presencial, siendo los convenios colectivos instrumentos adecuados para ajustar las
condiciones particulares en que se prestan esos servicios.
Sostenemos la plena vigencia y el necesario reforzamiento de los derechos
colectivos en la modalidad del teletrabajo, promoviendo una representación de
acuerdo al modelo sindical argentino, en el que teletrabajadores y teletrabajadoras
sean reconocidos como pertenecientes a la actividad en que se desarrollen.
El derecho a la desconexión digital, entendido como garantía a la
interrupción en la conectividad de dispositivos y sistemas tecnológicos fuera de los
horarios de trabajo y como la prohibición al empleador de establecer la realización
de tareas fuera de aquellos, resulta fundamental para el respeto de la jornada de
trabajo.
La incorporación de la perspectiva de género resulta saludable para el
desarrollo de esta modalidad, incluyendo herramientas que garanticen, por un lado,
la compatibilización de los tiempos de trabajo con los tiempos familiares y de
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descanso y, por el otro, evitando la sobrecarga con las tareas no remuneradas en el
hogar.
El principio de reversibilidad es uno de los elementos centrales de esta
modalidad laboral, actuando como garantía de la voluntariedad.
El proceso de Alfabetización Tecnológica resulta indispensable para
establecer una verdadera movilidad social ascendente de todos los trabajadores y
todas las trabajadoras, y constituye una herramienta fundamental para que puedan
acceder a las nuevas tecnologías y, por tanto, a la nueva modalidad de contrato de
trabajo, permitiendo una mejor adecuación a la misma y la reducción de la brecha
digital.
En materia de condiciones y medioambiente de trabajo (CyMAT) resulta
indispensable que la autoridad de aplicación dicte –además de las ya existentes– las
normas pertinentes con el objetivo de brindar una protección adecuada, cuyo eje sea
la prevención y con cobertura integral del sistema de riesgos del trabajo.
Esta declaración expresa nuestras más altas convicciones en el sentido de
entrar en una senda virtuosa donde las Tecnologías Convenientes, la negociación
colectiva y el diálogo social, el respeto del modelo sindical argentino, el resguardo
de la dignidad y la vida y, en definitiva, la justicia social, sean los elementos
centrales que guíen a la modalidad del Teletrabajo a partir de la salida del
aislamiento social, preventivo y obligatorio y la superación de la pandemia de
COVID-19.6
6
https://foroparaeldiadespues.net.ar/?page_id=566 es el link donde se reciben las adhesiones a
la declaración. El siguiente listado de adhesiones está actualizado al 5 de julio del 2020: Omar
Plaini, Soledad Alonso, Agustín Amicone, Miguel Ángel Paniagua, Oscar Lamberto, Tomás
Calvo, Raúl Ferrara, Roberto Pons, Alberto Aller, Luis Antonioli, Jaqueline López, Carlos
Enrique Gdansky, Mauricio Benegas, Rosana Cabrera, Aliza Damiani, Rubén Antonio Masetro,
Haydee Regolf, Alejandro Darío Suárez, Osvaldo Pereyra, Marcelo Pedehontaa, Myriam
Espinosa, Guillermo Soria Paz, Gustavo Cousirat, Alberto Lettieri, Juan José Bergia, Juan
Manuel Pedrini, Marino Calcopietro, Yésica Ayala, Jorge Carpinetti, Sergio Ortiz, Mario
Mobilio, Pascual A. Rucireto, Manuel Fasano, Juan José Busleiman, Ana Isabel Obregón,
Julieta Motta, Juana Ayelén Poletti, Emilio Augusto Raffo, María Eugenia Jamarlli, Fátima
Isabel Maguna, María Ofelia Sendes, Cristian Montano, Griselda Noemí Herrera, Fernando
Posadas, Ana Núñez.
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¿SE PUEDE PENSAR EN
UN PERONISMO POST-PANDÉMICO?
Mónica G. Sladogna
El peronismo ha sido la expresión de una ideología que históricamente tiene
su impronta en la construcción de identidades colectivas a través de su presencia en
la gestión de políticas públicas, que buscan combinar crecimiento económico con
inclusión social, a través de:
• Un fuerte rol del Estado con relación al crecimiento económico y la generación
de demanda agregada.
• Distribución de la riqueza a partir de los salarios, la redistribución y las políticas
sociales.
• Impulso al diálogo social de actores que tienen en las organizaciones sindicales
interlocutores válidos para representar los intereses de la clase trabajadora.
• Reconocimiento del rol de las organizaciones sociales para canalizar las
demandas provenientes de la economía popular y quienes en ella se
desenvuelven.
Hoy, un partido que siempre se percibió a sí mismo como idóneo para la
gestión de políticas estatales, se ve desafiado a reconstruir y construir la gestión de
dichas políticas para afrontar los cambios que el COVID-19 en algunos casos
introdujo, pero que fundamentalmente aceleró y amplificó en estos días de
cuarentena. Todo fue muy rápido, pero además no se han desacelerado los procesos
que la cuarentena desencadenó. No se puede dejar para más adelante el análisis y la
elaboración de propuestas de políticas que permitan reconstruir la economía y los
lazos sociales y políticos de nuestra sociedad.
El impacto de las tecnologías de la información, el acceso a ellas –en
particular a la telefonía celular–, los requerimientos basados en las nuevas
infraestructuras –conectividad, banda ancha– y los procesos de digitalización de
tareas y ocupaciones han impactado en quienes trabajan y en sus intereses, y
evidentemente impactarán en las formas de reconstrucción de identidades y
solidaridades. Esta es una tarea fundamental para el accionar sindical, pero también
para un partido político que buscó el desarrollo económico con la inclusión social
ascendente a través de la combinación de educación y empleo de calidad.
Pero los cambios nos parece que son que más profundos que los imaginados.
La pandemia puso en agenda la centralidad de las políticas sanitarias, las
consecuencias en términos de cantidades de personas infectadas, atendidas,
recuperadas y fallecidas, tanto a nivel de los países desarrollados como en
desarrollo. En un mundo globalizado se garantizó la libre circulación de las
mercancías, de las finanzas, relativamente menos de quienes trabajan y por supuesto,
ahora, del virus y sus variantes. El impacto del abandono de las políticas sanitarias
en un mundo globalizado muestra su cara brutal.
El Estado pudo responder a esta necesidad priorizando el cuidado y la
prevención, poniendo la vida por encima de la economía, construyendo una política
amplia y participativa en todos sus niveles nacionales, provinciales, municipales.
Pero esta dinámica de políticas de Estado estuvo muy sesgada hacia la respuesta
sanitaria, y en tal sentido fue pertinente y oportuna, eficaz y solidaria. Hemos
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respondido a la crisis sanitaria, queda preguntarnos: ¿podemos responder a la crisis
económica?
Pensar el día después de la pandemia es afrontar las consecuencias que en
temas de empleo –se está anticipando una cifra cercana a los dos millones de
desempleados y desempleadas, con fuerte incidencia del desempleo femenino y de
jóvenes–, de contracción de la economía –caída del PBI–, de déficit fiscal y de
endeudamiento externo heredado. Esto requiere de políticas más amplias en sus
objetivos, más integradas y con mayores capacidades estatales de gestión.
A eso hay que sumarle las consecuencias que los cambios tecnológicos y
organizacionales –hoy fuertemente concentrados en lo que se denomina
“teletrabajo” o “trabajo domiciliario” – han generado, cuyo impacto y reversibilidad
requiere formas de intervención, de gestión de las instituciones políticas en general y
de las laborales en particular, en dimensiones que aún no terminamos de percibir.
Estos impactos no sólo recaen en los procesos económicos, en la configuración del
mercado de trabajo argentino y en su heterogeneidad estructural, sino también en el
otro pilar de los procesos de inclusión social que es la educación pública y masiva.
El acceso a la educación post-pandémica requiere revisar mecanismos de gestión de
la matrícula, carga horaria, distribución de aulas, formación docente, infraestructura
y mantenimiento sanitario de nuevo tipo. Si esto no es así, ¿por qué hablamos de la
nueva normalidad? ¿Qué va a tener de nuevo?
El día después de la pandemia ya es tarde para pensar el futuro postpandémico. Hay cambios que difícilmente retrocedan. La llamada “nueva
normalidad” da cuenta de temas sanitarios, de cuidado, de prevención, de
mantenimiento o de distancia social que afectan los espacios de socialización
colectiva tradicionales: el trabajo, el empleo, la educación. Y con ello la
configuración del espacio urbano, las concentraciones poblacionales y sus déficits
sanitarios, pero también de transporte, de infraestructura digital, de accesibilidad en
el uso de tecnologías digitales.
Una desigualdad de nuevo tipo se está instalando sobre la desigualdad
histórica de nuestra sociedad. La justicia social ha sido una bandera que –junto con
la independencia económica y la soberanía política– nos ha identificado como un
partido que prioriza las necesidades sociales. Nos queda una pregunta, que nos
permitimos hacer en voz muy baja: ¿es la misma justicia social del 45, del 73, de los
90, del 2002, del 2003-2015, la de la actualidad? ¿Es la misma sociedad? ¿O
estamos frente a sujetos históricos nuevos? El movimiento de mujeres ha
demostrado las formas de expresión de estas nuevas necesidades y demandas, y los
resultados de las elecciones han mostrado cómo es la expresión ciudadana de nuevo
tipo en algunos baluartes históricos. La sociedad del trabajo ha devenido en sociedad
del consumo. ¿Será que ya no hay una sola clase de hombres, sino que hay clases de
hombres y mujeres –y por qué no de otras diversidades? Las identidades históricas
colectivas y homogéneas han demostrado su fluidez y diversidad –incluso hoy,
gracias a las nuevas tecnologías, su individualidad meritocrática– y nada nos hace
pensar que en 2021 no nos puedan sorprender nuevamente en los resultados
electorales.
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TELETRABAJO, FORMAS DE ORGANIZACIÓN, PROBLEMAS
Y DESAFÍOS: APUNTES PARA APORTAR AL DEBATE
Francisco Correa y Carolina Moltrazio
“El trabajo es la suprema dignidad del hombre y la mujer. En la comunidad
argentina existe una sola clase de hombres y de mujeres: la de los que trabajan”.
Los cambios que se produjeron en nuestra vida cotidiana a partir de la
pandemia ocasionada por el COVID-19, la consecuente emergencia sanitaria
decretada en nuestro país y las sucesivas medidas que se han adoptado para su
abordaje, pusieron sobre la mesa un sinfín de problemas y temas de análisis: el rol
del Estado; el rol de las y los trabajadores públicos; la relevancia de la salud y la
educación pública; la acción militante solidaria del movimiento obrero organizado,
movimientos sociales y organizaciones intermedias en general; las condiciones
laborales de trabajadores y trabajadoras; la soberanía tecnológica; las relaciones
afectivas; la configuración de la familia y la distribución de las tareas en el hogar.
Estos son algunos de los puntos que veníamos trabajando, procesando, militando y
que, a raíz de la realidad impuesta por el aislamiento social preventivo y obligatorio
(ASPO), se evidenciaron o se empezaron a enunciar más fuertemente. Uno de ellos
es el llamado “teletrabajo”, concepto que, lejos de ser novedoso, es una forma que se
ha dispuesto hace varios años con el surgimiento de capitales financieros
transnacionales y los avances de las Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones (TIC). Con el presente documento nos proponemos sumar aristas y
“lentes” para el intercambio; incorporar nociones vinculadas con la crisis del
capitalismo y su impacto en los modos de acumulación y el trabajo; cómo concebir
al teletrabajo, problemas y desafíos; y los derechos laborales y la organización
sindical.
Crisis mundial, acumulación y trabajo
Como se viene anunciando en numerosos artículos, estamos viviendo a escala
mundial no sólo una crisis del modelo neoliberal, sino una crisis sistémica del
capitalismo mismo. Crisis que traerá aparejada un nuevo orden económico mundial,
la transición hacia una nueva forma civilizatoria, caracterizada por lo “multipolar” y
lo “pluriversal”. En este sentido, la situación de la pandemia COVID-19 es la
consecuencia de una crisis estructural del sistema y no la causa de la crisis
económica, política y cultural que vive nuestro planeta. Como afirman Formento y
Dierckxsens (2018), esta “crisis tiene entre una de sus características la pelea del
Capital Financiero Global por subordinar al Capital Financiero Multinacional; (…)
el primero identificado económicamente con la gran banca global transnacional
(Citygroup, HSBS, Barclays, Lloyd’s, ING Bahrings, Santander, etcétera). El
segundo con los megabancos multinacionales continentalistas (JPMorgan-Chase,
Bank of America, Goldman Sachs, entre otros) y sus corporaciones, relacionadas
sobre todo con el gran complejo industrial militar, el Pentágono y el poder político
en Washington”.7
7
La tesis enunciada tiene matices que en miras a la brevedad del presente artículo no fueron
desarrolladas. Tal como surge en la obra de Formento y Dierckxsens citada, en medio de la
grieta creada por la lucha y la crisis del enfrentamiento entre el capital financiero global –
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¿Cuál es la particularidad de esta nueva forma de producción del mundo
neoliberal? La consolidación del “Capital Financiero Trasnacional” y su forma de
organización en “la red”. Ha organizado la producción en un formato diferente, en
la cual ha monopolizado el conocimiento estratégico y ha tercerizado los procesos
productivos y las tareas administrativo-contables. El formato que toma es la
monopolización-centralización del espacio dónde se produce el conocimiento
estratégico –gerencias estratégicas– y la descentralización geográfica del resto del
proceso en unidades productivas que envían las piezas que compondrán el producto
final. Las gerencias estratégicas-plataformas de ensamble articulan la fabricación de
mercancías que provienen de unidades proveedoras descentralizadas
geográficamente, que envían las piezas que componen el producto final.
Cuando hablamos de conocimiento estratégico nos referimos a la capacidad
de este nuevo actor social de realizar un diagnóstico-concepción-planificación sobre
la forma de organizarse un proceso productivo para llevar adelante negocios y
obtener ganancias para las grandes empresas mundiales. El poder está en la
capacidad de conocer qué debo vender –diagnóstico–, cómo debo organizar la
producción y la venta –concepción de organización– y cómo debo implementarlo –
planificación.
Esta nueva realidad, esta nueva forma de organizar la producción hace entrar
en crisis al viejo modelo de producción, donde lo central era producir en tal o cual
rama –industria, agro, comercio, bancos, etcétera. La nueva lógica dice que ha
surgido un nuevo actor que se desprende de las formas antiguas de producción y
pone el acento en articular los grandes negocios del agro, la industria, la banca y el
comercio, subordinándolos bajo un plan que se concibe y diseña en las llamadas
gerencias estratégicas-unidad estratégica de planeamiento. Cuando hablamos del
nuevo actor: KFT (“capital financiero transnacional”) y su red, estamos hablando de
la capacidad de articulación de los grandes negocios de la gran banca, la gran
industria, el gran comercio y el gran agro a escala global. El capital financiero
trasnacional es la fracción que coordina estos grandes negocios en el terreno
mundial.
Por lo tanto, un mundo global, un mundo sin fronteras, un mundo
globalizado, es una particularidad de esta nueva forma de producción. Rompe con la
lógica de los Estados Naciones, escala de producción anterior, a los que debe
destruir, porque su formato es global.
Esta nueva forma de capital trae consigo una nueva manera de explotación
del trabajo a nivel global. Estas ideas quizás nos resulten familiares bajo las
denominaciones de “externalización del trabajador o trabajadora”, tercerización,
outsourcing o deslocalización globalizada. Relación que pretende –en definitiva– la
disminución de costos –mano de obra barata– y el incremento exponencial de
ganancias de las mencionadas corporaciones. Esta nueva forma de producción
instaura una red de trabajadores-proveedores altamente reemplazables y con ello
reduce el precio de (re)producción del trabajo a escala global.
¿Por qué decidimos compartir estos conceptos? En primer lugar, por la
importancia de incorporar en nuestros análisis y discusiones una visión estratégica
dominante en lo económico, avanzaba sobre lo político y lo político estratégico– y el capital
financiero multinacional continental –que se retrasa en lo económico y puja por no ceder en lo
político y en lo político estratégico– en los años 2013 y 2014 insurgieron otros actores
estratégicos multipolares pluriversales. Emergencia que termina de explicar la oportunidad en la
constitución de un nuevo orden mundial.
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que permita identificar de qué manera nuestra realidad nacional tiene un marcocontexto regional y mundial que la define, condiciona y ordena. Por otro lado, para
dar cuenta de los conflictos y actores que inciden en los escenarios políticos,
económicos, sociales y culturales de todo el mundo. También, porque la historia de
la humanidad ha demostrado que con la evolución de las formas empresariales y de
los procesos productivos se han dispuesto o diseñado nuevas herramientas de trabajo
–máquinas–, nuevas formas de consumo, nuevas formas de estudio, nuevas formas
de vincularnos, nuevas formas de familia, nuevas formas de organización gremial y
política. Lo que muchas veces parece natural, casual o inocente, responde a intereses
concretos.
En ese sentido, teletrabajo o contrato “hora cero” –tipos adoptados en Gran
Bretaña en función de los cuales las y los trabajadores están disponibles para el
llamado de sus empleadores en cualquier momento por un salario mínimo– no son ni
casuales ni naturales, ni mucho menos un ensayo de “cabotaje” en medio de una
crisis sanitaria, sino más bien realidades laborales representativas de nuevas –o no
tan nuevas– formas de explotación-relaciones de producción.
Hacer estas relaciones nos permitirá entender a qué responden los fenómenos
que se nos presentan; quién se beneficia y cuáles son los problemas que surgen; de
qué manera impacta en nuestras formas de organización y qué de esto –que se nos
“vende” como una opción de avanzada o de prestigio– esconde nuevos mecanismos
de flexibilización utilizados en otros países.
Sería un error reducir el teletrabajo en tanto emergente de la “sociedad de la
información o de la comunicación”, sin ubicarlo en el marco de una sociedad que se
organiza en función de la acumulación del capital, sus clases y su enfrentamiento.
La configuración actual de la sociedad “no responde a determinaciones técnicas,
sino a intereses y objetivos de las clases dominantes” (Vocos y Martínez, 2004).
El trabajo como única fuente de valor: modalidades
El trabajo es, fue y será la única fuente de valor y, por lo tanto, el fundamento
cualitativo de la identidad del ser humano. La discusión en torno a la reproducción
misma del capital y el dinero por sí solo niega la discusión original que nos remite a
que el trabajo y el trabajador y la trabajadora son los únicos con capacidad de
producir riquezas.
El trabajo puede clasificarse de distintas maneras, tomando como base la
función, la actividad y la condición. En ese sentido, decimos que el trabajador o
trabajadora pueden ser:
• Formal o informal: de acuerdo con el tipo de contratación.
• Calificado, semi calificado o no calificado: de acuerdo con el grado de
conocimiento sobre la tarea y complejidades en el proceso –profesionales,
técnicos y operarios.
• De tiempo completo o media jornada: de acuerdo con su tiempo de trabajo con
la tarea.
• Ocupado, semi ocupado o desocupado: con relación a su condición con el
mercado laboral.
• De la producción, distribución o realización: con relación al lugar que ocupa en
el proceso productivo.
• Presencial, semi presencial o virtual: de acuerdo al tipo de vinculación con el
espacio físico –sitio– y modo en que se organiza la relación con el empleador o
empleadora.
70
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•
Sindicalizado o no sindicalizado: de acuerdo con su vinculación con el gremio
de su rama.
• Organizados o no organizados: con relación al nivel de homogeneidad que
tengan con un plan e interés específico.
Esta descripción nos pone de manifiesto que la aparición del “teletrabajo”
como tema a discutir está muy relacionada –en la Argentina de hoy– con el ASPO.
No debemos, entonces, confundir y mezclar la situación particular producida por una
pandemia, con una modalidad de trabajo que tiene su historia y debe analizarse en su
especificidad.
“Teletrabajo” como modalidad
Según la OIT, se entiende al teletrabajo como “una forma de trabajo que se
realiza en un lugar alejado de las oficinas centrales o de las instalaciones de
producción, mediante la utilización de las nuevas tecnologías de la comunicación.
Un sistema de comunicación que puede ser en tiempo real o diferido, y con una
forma de organización que puede ser individual o colectiva y ser llevada a cabo por
trabajadores independientes o asalariados”. De esta forma, podemos afirmar que el
teletrabajo no es una profesión, sino una forma de organizar el trabajo aplicable a
múltiples profesiones u oficios.
Como se dice en el título, concebir al “teletrabajo” como una modalidad y no
como “un trabajo” en sí mismo, es central para dar cuenta de lo siguiente:
a) El “teletrabajo” es una modalidad distinta a las existentes. Su especificidad
tiene que ver con el modo que el trabajador o la trabajadora se relaciona con el
espacio de producción de un determinado producto-mercancía –desaparece la
empresa-fábrica– con la participación necesaria de la tecnología y la
comunicación, las variaciones con relación al tiempo y en algunos casos del tipo
de contratación.
b) La relación social de producción es la misma, lo que cambia es el modo en el
cual se lleva a cabo la producción. Lo que “es nuevo” es la modalidad en el
trabajo y no la existencia de otro tipo de trabajo. Este juego de palabras puede
hacernos confundir el fundamento con el modo, lo que provocaría una pérdida de
sentido del trabajo como constitutivo de la identidad –dignidad– del ser humano
y como única fuente de valor. La definición de teletrabajo nos pone por delante –
no casualmente– el modo o la relación con el espacio físico y no nuestra
condición de trabajadores o trabajadoras. Esto puede llevar a identificarnos con
la modalidad –nueva forma de organizar el trabajo– y no con el fundamento: el
trabajo como factor central en la producción de identificación. Un ejemplo
gráfico es decir: somos los trabajadores o las trabajadoras del ámbito de “la
construcción”, “la educación”, “el Estado”, “el petróleo”, “la justicia”, etcétera, a
decir que somos los trabajadores o las trabajadoras “a distancia”, o “de la
virtualidad”, somos teletrabajadores y trabajadoras. La modalidad no genera
identidad, o nos niega la especificidad constitutiva de nuestra acción cotidiana,
de nuestra actividad. Somos con relación a lo que hacemos todos los días en la
producción, y no la modalidad en que lo hacemos.
c) El “teletrabajo” no nos muestra la relación de dependencia del empresariocapitalista con el trabajador o la trabajadora. La imposibilidad de ver el
“teletrabajo” como un modo-herramienta con relación a una forma de
producción “despersonaliza” la tecnología. La tecnología es, en definitiva, un
artefacto-medio que se relaciona con un lugar, un tiempo y necesidades de una
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comunidad. Lo virtual oculta la relación social de dependencia que subyace a la
relación de producción. La modificación del terreno donde se desarrolla la
relación: del real –presencial o semi-presencial– al virtual –no presencial– nos
quita la posibilidad de ver la relación desigual en la producción. Es tal la
enajenación que nos produce la despersonalización del “teletrabajo” que nos
lleva a ignorar –no preguntarnos– sobre las TIC y quiénes las controlan. Damos
por sentado que las herramientas son parte constitutiva del mismo proceso de
trabajo y no una producción del trabajo. Esto nos lleva a creer que las
tecnologías son neutras y no dependen de un proyecto estratégico de poder.
d) “El teletrabajo ha llegado para quedarse”: si aceptamos esta oración lisa y
llanamente, sin una visión compleja e integral, estamos naturalizando que el
teletrabajo es “algo constitutivo” –constituye al “ser trabajador”–; el teletrabajo
como algo novedoso y casi indiscutible –se queda–; el teletrabajo como “algo
que viene de afuera” y que resuelve ciertos problemas para los cuales no tenemos
solución; el teletrabajo como un fetiche: se le da entidad, sin decir que es
producto del trabajo humano. El teletrabajo asociado inmediatamente al
“aislamiento social preventivo y obligatorio” hace confundirnos y generar una
falsa creencia que hoy –algunos sectores– estamos en teletrabajo. Esta
“confusión” nos puede imposibilitar percibir que hoy se “trabaja como se puede
desde nuestras casas”.
Polifuncionalidad, flexibilización laboral y pérdida definitiva de la identidad
del trabajador: condiciones de trabajo y organización sindical
El desarrollo de nuevas formas de producción modifica el mundo del trabajo.
La dinámica del desarrollo del capital ha ensayado las condiciones para negar al
trabajo como única fuente de valor, y por lo tanto como factor constitutivo de la
identidad de nuestro ser. La forma de consolidarse un proceso de negación debe ser
en términos prácticos y teórico-ideológicos.
En términos prácticos este proceso se da a partir de la instalación de la
polifuncionalidad –un trabajador o trabajadora deben desplegarse en múltiples tareas
y especialidades– y la rotación –un trabajador o trabajadora se ven obligados a
cambiar no sólo de tarea, sino también de rama o empresa. La construcción de
identidad-reconocimiento con su trabajo-empresa-rama cotidiana se ven diluidas.
Los altos grados de rotación en la polifucionalidad muchas veces se nos presentan
como la capacidad de desarrollar varias tareas para comprender la integralidad de un
proceso. El tema en cuestión es que la integralidad es incompatible con los procesos
de especialización que conlleva esta forma de producción. Lo que significa que el
trabajador o la trabajadora, al estar rotando, se subordinan a cada vez más a
singularidades específicas, perdiendo de vista no solo en qué parte de la rama
productiva se encuentran, sino también en qué parte de la fabricación del producto.
La hiperespecialización y fragmentación del proceso productivo es la antesala del
trabajador o trabajadora aislados, prácticamente.
Es aquí donde la negación debe presentarse en términos ideológicos: al
trabajador o trabajadora les queda su identificación como “ser trabajador”, en
abstracto. Pierden la relación con los otros trabajadores o trabajadoras, la relación de
cooperación con su compañero o compañera. Pierden relación con el empleador o la
empleadora. Quedan a disposición para volverse empleados de sí mismos,
empresarios de sí. Surgen los discursos del “micro emprendedor o emprendedora”
como nuevos sujetos que niegan la relación desigual y dependiente de producción.
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Pasan a ser considerados contratistas independientes en sociedad con la empresa
contratista, con fines comunes, pero –por supuesto– con ganancias muy diferentes.
Es decir, el trabajador o la trabajadora dejan de reconocerse como tales y empiezan a
identificarse en la propuesta de esta nueva forma de producción.
La discusión estratégica del “teletrabajo” se inscribe, entonces, en dos
dimensiones. Por un lado, en la posibilidad de negar la esencia como trabajador o
trabajadora. Al negarse en su oficio, su rama, su pertenencia con otros u otras
trabajadoras, pueden identificarse culturalmente con el artefacto –tecnología. El o la
trabajadora niegan, remplazan su fundamento. Lo constitutivo de su ser pasa a ser el
artefacto –tele-modalidad–, sustituyendo su esencia. Nos encontramos con el riesgo
de que esta situación conforme una nueva identidad del trabajador o trabajadora
distinta a la de quienes se sienten parte de un colectivo de trabajo al compartir
diariamente con otros y otras las costumbres, los hábitos o la rutina.
La introducción de las tecnologías y de las comunicaciones permite romper
los límites que suponía trabajar en un mismo espacio físico. La desaparición del
espacio común quiebra las instancias de colaboración. Ese quiebre produce la no
apropiación de un proceso productivo. El trabajador o la trabajadora dejan de
concebirse como eslabón-parte de dicho proceso. Y con ello se desvanece la
posibilidad de imaginarse como engranaje necesario en el desarrollo de un proyecto
soberano de nación.
En segundo lugar, los nuevos modos de sociabilidad en el proceso y
organización del trabajo ofrecen un escenario de fragmentación e informalización
para el sindicalismo. En este sentido, “la misma capacidad de reemplazo del capital
se ocupa primero de destruir la organización sindical, los partidos políticos y el
Estado-práctico-nacional, con el fin de imponerse como hegemónico y después
imponer a trabajadoras y trabajadores y a pequeñas y pequeños empresarios la
misma condición de exclusión. Lo local es fijo y rígido de acuerdo con las
necesidades de lo global, mientras lo global en la doble plataforma de ensamble es
móvil, dinámico y flexible. Este capital financiero global crea una situación en todos
los países donde las autoridades políticas nacionales o locales administran las
políticas globales en lo local o expresan lo nacional-local ante los CEO globales”
(Formento y Dierckxsens, 2018). El plan es global, lo estratégico es la capacidad de
articular ese proceso que acopla lo local con lo global desarticulando,
desorganizando e imposibilitando la estructuración de lo Nacional-Continental desde
una mirada soberana.
Las corporaciones tienen un proyecto de trabajo, un proyecto tecnológico, un
proyecto educativo, un modelo de salud, un modelo de familia y, también, una forma
de “(des)organizarnos” o, mejor dicho, de organizarnos en función de sus intereses.
Poder identificar intereses nos permitirá poder analizar críticamente los nuevos
formatos de organización que surjan y tomarlas-adaptarlas-modificarlas en atención
al único y más importante de todos nuestros intereses: la dignidad del pueblo
trabajador.
La reestructuración del lugar de trabajo no es un tema menor. Es en ese lugar
común en donde el movimiento obrero construye diariamente su base de poder, y su
fortaleza en ese ámbito es lo que le ha permitido avanzar en materia de derechos.
Circulan a nivel global experiencias de organizaciones transnacionales de
trabajadores y trabajadoras. Por ejemplo, mediante un encuentro online titulado
“Conferencia Digital Global de Trabajadores” se presentó la Red Transnacional de
Trabajadores (RTT). Con dicha iniciativa se pretende organizar y conectar
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organizaciones, sindicatos y trabajadores de plataformas o de sectores que se vean
afectados por la irrupción de los gigantes de la tecnología y los procesos de
desregulación que permiten el crecimiento de empresas transnacionales a través de
la figura de falsos autónomos. Vale recuperar que en el armado de estas “redes”
abundan discursos críticos de las herramientas tradicionales de organización de los
trabajadores y las trabajadoras, imputándoles características “corporativas”, “poco
flexibles”, “excesivamente verticales”, “con limitaciones para atender las nuevas
realidades”, sin muchos argumentos y desconociendo los debates estratégicos que
venimos desarrollando. A su vez, parte de estas redes suelen buscar financiamiento
de fundaciones o incluso por parte de las mismas empresas, poniendo así en jaque la
independencia necesaria de las organizaciones libres del pueblo para atender sus
necesidades sectoriales sin condicionamientos de ningún tipo. Sin entrar en detalle
ni abrir grandes juicios de valor respecto del ejemplo que traemos, nos parece
importante señalar que la configuración de dichos formatos no puede llevarse a cabo
a costa de reemplazar, debilitar o dividir a las entidades gremiales existentes. Las
trabajadoras y los trabajadores avanzamos a lo largo de la historia gracias a los
procesos colectivos, solidarios y organizados. La atomización y el aislamiento deben
resolverse tomando lo que emerge y, a su vez, fortaleciendo nuestras herramientas
de participación. El surgimiento de estos esquemas se asienta sobre problemáticas
concretas y necesidades genuinas de la clase trabajadora. Sobre ese punto tenemos
que tomar nota y dar una respuesta. Para evitar, de esa forma, que sea el
“empresario” quien oriente la forma de organización en función de este tipo de
trabajo –fragmentando los colectivos de trabajadores y trabajadoras.
Nuestra realidad y las claves para pensar un abordaje posible
En este último acápite nos gustaría referirnos plantear dos temas. Por un lado
–vinculado a los desafíos de nuestras entidades gremiales– las múltiples
problemáticas gremiales que surgen tras la instalación de este modo. Los derechos
conquistados hasta el momento no pueden verse afectados con la adopción de
“nuevas formas”, así como también debemos desarrollar la estructura institucional
jurídica que legalice nuevos derechos. Al respecto, cabe destacar algunos de los
puntos del proyecto de reforma de la Ley Contrato de Trabajo 20.774, en debate
actualmente en el Congreso de la Nación Argentina. En primer término, se
incorpora bajo el capítulo IV al teletrabajo como una de las modalidades del
contrato de trabajo. Iguala a estos trabajadores y trabajadoras en cuanto a derechos
y obligaciones laborales, así como en lo que respecta a las modalidades de
negociación colectiva y representación sindical a las y los trabajadores presenciales
–de esta forma se evitaría una de las posibles amenazas de este modo: la utilización
del trabajo de oficina-empresa como excusa para cambiar el carácter de asalariado o
asalariada; consagra el derecho a la desconexión digital y a la capacitación; regula lo
referido a la jornada laboral y la especial situación de las personas que tengan a su
cargo tareas de cuidado; afirma que la cobertura de los “elementos de trabajo” –
hardware y software– quedarán a cargo del empleador o empleadora; dispone que
quien trabaje bajo dicha modalidad tendrá derecho a la compensación por los
mayores gastos que tenga en conectividad o consumo de servicios; dispone que el
traslado de una modalidad a otra será voluntario y por escrito, así como otorga el
derecho a la reversibilidad.
En segundo lugar, el movimiento de trabajadores y trabajadoras debe dar
cuenta frente a las nuevas formas de organización de la producción, atendiendo las
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demandas que surjan como resultado de estas nuevas relaciones, y adaptando sus
estructuras a las nuevas realidades del mundo del trabajo. Todo ello, como
intentamos explicar, sin perder de vista que dichas variaciones responden a una
estrategia empresarial mundial. Hoy, la riqueza es fruto del esfuerzo de las y los
trabajadores formales, pero también de quienes trabajan en condiciones de
informalidad y de aquellos que pertenecen a la llamada economía social de
subsistencia. Trabajadoras y trabajadores son quienes realizan tareas de manera
presencial y quienes las llevan a cabo de manera virtual: todas y todos aquellos que
forman parte de una cadena productiva, más allá del país en el cual estén ubicados o
de la gerencia a la cual respondan. Estas diferencias, en cuanto al tipo de
contratación, modalidad o localización no afecta el elemento identitario que las y los
constituye y unifica: ser trabajadores y trabajadoras. Nuestras organizaciones
sindicales tienen el desafío de vincularse con las organizaciones que surgen en estas
realidades laborales, para representar los intereses de estas trabajadoras y estos
trabajadores efectivamente y evitar –a partir de dicha división– la desarticulación
sindical.
Bibliografía
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https://nuso.org/articulo/redes-sindicales-de-trabajadores-desafios-globales-ylocales.
Dierckxsens W y W Formento (2020a): Coronavirus y Crisis Global. Oportunidad
para las naciones y pueblos. https://ciepe.com.ar/coronavirus-y-crisis-globaloportunidad-para-las-naciones-y-pueblos.
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De la Globalización a la Perestroika en Estados Unidos. https://ciepe.com.ar/delchoque-al-dialogo-de-civilizaciones-de-la-globalizacion-a-la-perestroika-en-estadosunidos.
Formento W y W Dierckxsens (2018): Capitalismo, Crisis, Acumulación y Trabajo.
La Crisis Mundial. Trump, Brexit, BRICS, Francisco. Dólar, Bitcoins, Yuan.
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Sforzin V (2020). “Los sentimientos son de nosotros/as, los datos son ajenos”.
www.revistamovimiento.com/politicas/los-sentimientos-son-de-nosotros-as-losdatos-son-ajenos.
Vocos F y OA Martínez (2004): “Nuevas formas de organización del teletrabajo y
movimiento obrero: una visión crítica del teletrabajo”. VI Jornadas de Sociología.
Buenos Aires, UBA.
Francisco Correa es licenciado en Sociología, trabajador del Ministerio de
Desarrollo Social de la Nación, docente de la Facultad de Psicología y de la
Facultad de Artes de la Universidad Nacional de La Plata. Carolina Moltrazio es
abogada (CALP-CFALP), trabajadora del Ministerio de Desarrollo Social de la
Nación, coordinadora del Seminario de Derechos Humanos y Acceso a la Justicia
(FCJS UNLP) y adscripta graduada de la Cátedra III de Derecho Político (FCJS
UNLP).
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LA CONSTRUCCIÓN DE LX SUJETX POLÍTICX
Ivana Salemi y Santiago F. Richetti
El pasado 28 de junio se festejó en nuestro país el Día Internacional del
Orgullo. En esta fecha se conmemora la revuelta de Stonewall Inn (1969) como
visibilización en la agenda pública de la comunidad LGBTIQ+, que en adelante
nombraremos como colectivo disidente o disidencias sexo-genéricas porque, como
le leí a la Modarelli, las siglas pueden ser un techo cuando de identidades en devenir
se trata.
Fuente: Línea de Tiempo construida por Santiago Richetti y Loli Montes (@lamodizn).
La atención hacia aquellas fechas históricas que se traducen en efemérides y
que, sobre todo durante esta nueva anormalidad a la que nos condujo la irrupción del
COVID-19, circulan velozmente por las redes sociales, más que un recordatorio del
paso del tiempo es un ejercicio de construcción o deconstrucción del relato histórico.
Nos referimos a la historia en minúscula, y quizás deberíamos decir las múltiples
historias que se articulan o tejen dentro de la construcción de una efeméride.
Recordar es re-acordar. Es echar luz sobre el pasado, para leerlo en clave presente.
Como bien sabemos, en la Argentina la construcción de la memoria es un ejercicio
ético-político. Para el colectivo disidente la introducción en la agenda pública de las
propias efemérides del relato histórico narrado en primera persona es una conquista
reciente. Y decimos reciente, porque consideramos que esta es en realidad una
conquista democrática, y la democracia es parte de una conquista aún reciente.
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Deudas de la democracia
Alguna vez le escuchamos decir a una compañera del Archivo de la Memoria
Trans (@archivotrans) que la democracia para el colectivo trans-travesti no había
llegado en el 83, como para el resto de lxs argentinxs, sino en 2012, a partir de la
sanción de la Ley de Identidad de Género 26.743. Esto nos marcó profundamente
como militantes. Ahora bien, como sabemos, las leyes son conquistas que se
obtienen a través de la organización política de personas que deciden construirse
como sujetxs políticxs. La noción de sujetx políticx parece pertinente, porque
permite entrever la posición ética de una persona que toma consciencia de sí y de sus
derechos, pero además refiere a la noción de estar sujetx en una trama, en un
contexto. En vínculo constante con otrxs. Retomando el calendario de efemérides
que nos da excusa para reflexionar sobre la actualidad de nuestra sociedad, otra
fecha reciente que se ganó un lugar entre los hitos democráticos es el 15 de julio.
Este año se cumplieron 10 años de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario
26.618.
La sanción de esta ley es otra conquista que se obtuvo a partir de muchos
años de pugna por la reivindicación de derechos democráticos del colectivo
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disidente y que se obtuvo en articulación con organizaciones políticas que no forman
parte del colectivo, pero comprenden que donde hay una necesidad nace un derecho.
Desde aquella primera Marcha del Orgullo o de la Dignidad –como se debatía en
aquel entonces– se avanzó en la visibilización de problemáticas y la implementación
de iniciativas como la del matrimonio igualitario, que llegó muchos años después de
aquella manifestación del colectivo político disidente por la Avenida de Mayo. Si
bien el avance hacia una legislación más inclusiva e igualitaria es reflejo de la
construcción de un país más democrático, la realidad social de muchas personas del
colectivo, exacerbada por la emergencia del COVID-19, invita a abrir la pregunta
sobre las deudas de la democracia. Nos referimos concretamente a que –aunque se
haya modificado el Código Civil Argentino permitiendo que las personas del mismo
sexo se puedan unir en matrimonio– aún existen casos de violencia, discriminación y
asesinato por motivos de género y orientación sexual. También, aunque tengamos
una Ley de Identidad de Género –que es una de las más integrales e integradoras en
el mundo, entre otras cosas por fortalecer la identidad autopercibida como legítima
frente a la sociedad– aún es muy difícil para las personas cuya identidad de género
no se corresponde con el sistema binario hombre-mujer ser integradas y leídas por
las instituciones públicas. Por ejemplo, la escolaridad para lxs niñxs con identidades
disidentes suele ser problemática por situaciones de discriminación de sus pares,
pero más aún por la falta de herramientas pedagógicas y sociales del sistema
educativo para alojarlxs y preservar su derecho a transitar la escolaridad con su
identidad autopercibida. Sí, es cierto, tenemos la ESI –Ley 26.150 de Educación
Sexual Integral. Pero en la práctica cotidiana de las organizaciones que contienen y
acompañan a estas subjetividades, aún se hace evidente que no alcanza con una o
varias leyes para garantizar la inclusión pedagógica y psico-social en instituciones
que están configuradas bajo normas hetero-cis-patriarcales. Es decir, bajo el
paradigma de la heterosexualidad obligatoria y compulsiva, que lee a los cuerpos en
términos de una correspondencia o adecuación entre el sexo asignado al nacer en
función de la diferencia genital, y la identidad de género y roles sociales
determinados por una interpretación histórica de las esferas de lo masculino y lo
femenino.8 Quizás una deuda de la democracia sea territorializar estas leyes.
Federalizarlas, conurbanizarlas, pero sobre todo deconstruir el propio territorio de
8
Desde la perspectiva de género, impulsada principalmente por los feminismos de los años
setenta y ochenta, el binomio sexo-género resulta de gran utilidad para pensar en los modos en
que los cuerpos adquieren significados sociales a partir de su anatomía. La noción de género es
interpretada, desde este punto de vista, como una categoría construida cultural, histórica y
socialmente para definir qué se entiende por masculinidad y feminidad. La adopción de este
concepto contribuye a superar esencialismo o determinismo biológico en la determinación de
los roles y mandatos de género. Cabe considerar que el género suele ser interpretado en función
de su sexo de nacimiento de las personas, el cual depende principalmente de la genitalidad.
Algunxs autorxs, como Gayle Rubin a mediados de la década del ochenta, consideran, en esta
línea, que los rasgos biológicos y anatómicos operan como una suerte de base sobre la cual se
interpreta socialmente cuáles son las formas aceptables de ser varón y mujer en la sociedad. La
postura en cuestión, próxima al fundacionismo biológico: el género es a la cultura lo que el sexo
a la naturaleza. Otrxs, como Donna Haraway o Judith Butler, van más allá arguyendo y ponen
en crisis el binomio cultura-naturaleza. Desde esta postura, la naturaleza ha de ser pensada como
un constructo histórico-cultural. De este modo, surge como necesidad una redefinición de la
categoría de sexo en tanto interpretación histórica y cultural de ciertas diferencias anatómicas o
fisiológicas. Así, es preciso considerar que la lectura de los cuerpos se basa en paradigmas
científicos o médicos y se fundamenta en el discurso de la biología.
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las leyes. Un devenir constante entre la práctica y la norma, que fluyan los derechos
y obligaciones entre las instituciones públicas y el pueblo. En este sentido, la
elevación a rango ministerial de una política pública de inclusión, visibilización y
reparación de las mujeres y disidencias es un hito en la construcción del horizonte
democrático deseado. Esto quedará marcado en la historia de los feminismos, de los
colectivos disidentes y de todo el campo popular argentino. Es el reconocimiento de
una historia y representa la posibilidad de pensarnos y gobernarnos en primera
persona. Hablamos de reparación, porque gran parte de la política pública del
Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad Sexual de la Nación está destinada a
ejecutar programas de reparación e integración de personas –mujeres y disidencias–
víctimas de la violencia patriarcal.
Ni nueva ni vieja normalidad
La emergencia del COVID-19 pone de manifiesto que este sistema es
insostenible, pero sobre todo lo es para aquellxs cuerpos y subjetividades que
escapan de la heteronorma. En Argentina, la pandemia nos encuentra con un Estado
que se hace cargo y le pone el cuerpo a la construcción de redes de contención frente
al desastre sanitario y económico que generó la pandemia –vale recordar, en un país
que no tenía Ministerio de Salud. Pero sobre todo la irrupción del virus en Argentina
se encuentra con redes de cuidado, compromiso y afecto impulsadas por las
diferentes comunidades de todos los territorios del país. Basta ver los comedores y
merenderos impulsados, sobre todo por mujeres, en los diferentes barrios populares
del país. O las redes frente a la emergencia como el #TejeSolidario del Bachillerato
Trans Mocha Celis, y tantas otras organizaciones en todo el territorio nacional. Estas
redes de cuidado se dan en contextos de urgencia alimentaria, sanitaria, laboral, de
vivienda, que evidencian años de invisibilización y olvido por parte del Estado y de
la sociedad toda. Como bien advierte la subsecretaria de Diversidad Sexual del
Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, Alba Rueda, “esta
situación expone las condiciones estructurales de nuestras vidas”. Basta revisar
algunos datos recopilados por la Subsecretaría de Derechos Humanos de la
Provincia de Buenos Aires en articulación con organizaciones de la disidencia y
universidades nacionales para comprender esto:
Fuente: Primer relevamiento de condiciones de vida de la población trans-travesti. PBA.
Derecho al travajo
En este contexto de urgencia, el 23 de junio pasado se reabrió en la Comisión
de Mujer y Diversidad de la Cámara de Diputados de la Nación el debate sobre la
inclusión laboral para personas travesti-trans. Hay 12 proyectos con estado
parlamentario que proponen garantizar un cupo mínimo en la administración pública
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que varía entre el 0,5% y 1,5% destinado a esta población. Las variantes entre los
diferentes proyectos aparecen con relación a qué hacer con el sector privado:
algunos proyectos sugieren un piso mínimo de contratación al igual que en el sector
público, y otros proponen incentivos a través del régimen impositivo. En cualquier
caso, los proyectos buscan diseñar estrategias de reparación para una población
históricamente vulnerada. Los requisitos mínimos de educación o idoneidad para
acceder al empleo son otro punto de discusión. ¿Cómo exigir credenciales laborales
a una población marginada del sistema educativo, sanitario y en consecuencia
laboral? La terminalidad educativa es un horizonte posible para un porcentaje ínfimo
de la población travesti- trans. Si bien esta situación fue mejorando a partir de la
sanción de la Ley de Identidad de Género, como se mencionó anteriormente las
dificultades que presentan las instituciones educativas para alojar a las identidades
que se manifiestan por fuera de la norma son un problema muy actual. Los datos
presentados en el informe La Revolución de las Mariposas demuestran que menos
del 30% de estas personas logran terminar el secundario –este dato se agrava en la
población mayor de 40 años. Este relevamiento demuestra también que es más
difícil completar el tramo escolar definido como obligatorio por el Estado si han
manifestado su transición identitaria antes de los 18 años. Es decir, el debate por una
ley que garantice el acceso a opciones laborales para esta población no puede estar
escindido de las problemáticas integrales que afectan al colectivo y que impiden la
correcta escolarización y eventualmente reducen sus posibilidades de ser
contratadxs. Esta iniciativa es además una de las banderas históricas del colectivo
disidente. Diana Sacayán, Lohana Berkins –y tantxs otrxs– dejaron su vida en este
camino. En este sentido, resulta urgente atender estas demandas y llegar a tiempo.
Actualmente la expectativa de vida de la población travesti-trans no supera los 41
años de edad. Pero, además, la inclusión laboral travesti-trans –ya sea a través de un
sistema de cupo, incentivos impositivos para las empresas o medidas de carácter
integral que mejoren la calidad de vida del colectivo y abran oportunidades
laborales– no es solamente una mejora en la vida de las personas trans. Como solía
decir Lohana, es además un mejoramiento para las instituciones públicas y para la
sociedad toda.
A modo de cierre, en nuestro país el acceso al trabajo formal ha sido una
forma de garantizar derechos básicos de acceso a la salud, la educación y la vivienda
a la población. El peronismo como identidad política del campo popular defendió
estas banderas a lo largo de la historia a través del movimiento obrero organizado,
ya sea en sindicatos o con diferentes asociaciones de la Economía Social y de la
Economía Popular más recientemente. Garantizar oportunidades laborales y –a
través de ellas– el acceso a derechos fundamentales para el colectivo travesti-trans
es sin dudas una bandera a levantar por nuestro movimiento, a favor de la
democracia y de toda la sociedad argentina.
Bibliografía
Richetti S y L Montes (2020): Línea de Tiempo construida por en el marco del Día
del
Orgullo
2020.
Puede
verse
completa
acá:
www.facebook.com/lamodiZN/photos/a.2462611304041192/2462612014041121.
Secretaría de Derechos Humanos (2019): Primer relevamiento sobre condiciones de
vida de la población trans/travesti de la Provincia de Buenos Aires. La Plata,
GPBA.
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
Ministerio Público de la Defensa (2017): La Revolución de las Mariposas. A diez
años de la gesta del nombre propio. Buenos Aires.
Página12 (2020): Suplemento SOY. Buenos Aires, 26-6-2020.
Ivana Salemi es licenciada en Ciencia Política (UBA), docente en el INCAP
(Ministerio del Interior), activista por los derechos de la comunidad disidente en el
Movimiento Disidente de Zona Norte (@lamodizn) y militante del movimiento
peronista en la Provincia de Buenos Aires. Santiago Federico Richetti es escritor,
docente y activista de la disidencia sexual. Se formó en Filosofía (UBA). En 2018,
junto a otrxs compañerxs, creó el Movimiento Disidente de Zona Norte (MoDiZN),
del cual forma parte activa en actualidad.
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
LA PANDEMIA, LA AGRICULTURA
Y EL ROL DE NUESTRO MOVIMIENTO JUSTICIALISTA
Javier Preciado Patiño
La pandemia del COVID-19 puso de manifiesto y visibilizó aún más el papel
de la producción de alimentos y sus cadenas de valor para nuestra sociedad.
Lo primero que se debe decir es que el Decreto 297/2020 definió no solo a la
“industria de la alimentación, su cadena productiva e insumos” como una actividad
esencial, sino también a lo relativo a su comercio exterior. Bajo este marco, el
Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación se abocó a garantizar el
funcionamiento de las cadenas agroalimentarias, tanto en lo referido al consumo
doméstico como a la exportación. Esto significó la elaboración en conjunto con el
sector privado de protocolos sanitarios para atender eventuales casos de enfermedad
entre los trabajadores y las trabajadoras, así como para facilitar y garantizar el
transporte de alimentos dentro del territorio argentino y a nivel regional y de la
exportación.
Los resultados, subjetiva y objetivamente, han sido positivos. En ningún
momento se cortó el abastecimiento de alimentos a nuestra población y el ritmo de
las exportaciones se ha sostenido, e incluso mejorado para algunos productos.
Antes de entrar en el aspecto central de este artículo, que es el papel del
sector agropecuario y agroindustrial en un escenario pospandemia, repasemos dos o
tres números que refuerzan lo expuesto hasta acá. Por ejemplo, el Índice de
Producción Industrial Manufacturero muestra para el rubro Alimentos y Bebidas una
variación positiva en el periodo enero a mayo de 2020 de 0,1% respecto de 2019,
contra una variación negativa de 16,3% del conjunto de las actividades. Ramas
específicas de la alimentación en productos esenciales, como las carnes, lácteos,
harinas y pastas, muestran una variación positiva respecto de 2019 que oscila entre
1,7 y 4,0 por ciento.
En lo que hace a la exportación, contra una caída de 11,5% en el valor de las
mismas para el período enero a mayo de 2020 por un valor absoluto de 2.948
millones de dólares, las exportaciones del sector agropecuario y agroindustrial no
llegaron a caer el 1%, unos 129 millones de dólares.
Se trata en definitiva de algo obvio: en una situación de crisis económica
devenida a raíz de una pandemia, la alimentación es uno de los sectores menos
afectados y que mejor desempeño tiene frente a otras actividades económicas.
De cara al día después, la actividad agropecuaria y agroindustrial queda
ubicada en un lugar privilegiado para poner nuevamente a la Argentina de pie, en un
contexto global complejo y con varias dimensiones a articular.
En primer lugar, es factible que el país sea receptor de inversiones
significativas para la producción de alimentos. La producción de las materias primas
que la alimentación animal requiere es largamente excedentaria en la Argentina.
Nuestro país exporta sin procesar más de la mitad de la producción de maíz y casi
toda la producción de soja. Las condiciones ambientales y sanitarias, más la
disponibilidad de forraje, pueden traccionar inversiones para la producción de
cerdos, la carne más consumida en el mundo después del pescado, y donde muchos
países productores están teniendo serios problemas de sanidad que limitan su
capacidad productiva. Las condiciones sanitarias y ambientales del país permiten
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
esta actividad bajo un esquema de estricto cumplimiento regulatorio, y en un
esquema de “economía circular” donde se genera energía a partir de los mismos
subproductos del proceso y donde otros subproductos –por ejemplo, los desechos
luego de haber generado biogás para generar electricidad– se utilizan como
fertilizantes de los campos que producen el maíz y la soja. Lo concreto es que
transformar hidratos de carbono y proteína vegetal en proteína animal incrementa el
valor de las exportaciones, genera empleo y ocupación territorial, herramienta
indispensable para una política de arraigo.
Una segunda dimensión tiene que ver con incrementar los niveles de
producción, pero aumentando la agregación de valor a esas materias primas. Esto
marca una diferencia significativa con el modelo de la administración Cambiemos,
que intentó volver a un esquema primarizante de producción de granos y
exportación sin procesamiento alguno. El eje de un proceso de transformación
profundo basado en lo productivo significa incrementar la productividad agrícola –la
meta es llegar a 200 millones de toneladas en el mediano plazo– pero buscando el
mayor nivel de transformación in situ de los granos. Por caso, además del cerdo, los
biocombustibles o las energías renovables, en un sentido más amplio, son un
ejemplo de lo perfectamente realizable en esta dimensión.
La tercera dimensión y la más importante es la humana, la del sujeto de
nuestra política agropecuaria. La pospandemia puede resultar en la creación de una
nueva generación de productores rurales, productores y productoras familiares que,
sumados a la agricultura y pecuaria campesina e indígena, estén en condiciones de
abastecer las demandas emergentes de los centros de consumo: abastecer demandas
que valoren la cercanía en la producción de esos alimentos, que valoren los procesos
con los que se obtuvieron y quiénes produjeron sus alimentos.
Ambos modelos –uno de carácter “industrial” o capital intensivo y otro de
carácter familiar o de trabajo intensivo– son complementarios y se potencian para
alcanzar el objeto señalado por nuestro presidente Alberto Fernández de que nuestra
gente tenga la opción de dónde elegir vivir y desarrollarse, sin que lo rural resulte un
ámbito expulsivo.
Uno de los desafíos que habrá que abordar es el de la conectividad
informática en el ámbito de lo rural y la mejora de la infraestructura, tanto en lo que
tiene que ver con los servicios como con los costos logísticos para las producciones
del campo.
Nuestro Movimiento Justicialista se encuentra frente a la oportunidad
histórica de mostrar, como lo hizo en ocasiones anteriores, la capacidad para
conducir a la Argentina en la salida de una crisis, que en este caso no se circunscribe
a nuestro territorio, sino que afecta la economía global en su conjunto.
Javier Preciado Patiño es ingeniero agrónomo (UBA) y subsecretario de Mercados
Agropecuarios del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
PERONISMO Y “EL CAMPO”: NECESIDAD
DE CONSTRUIR UNA POLÍTICA INTELIGENTE
Damián Descalzo
La unidad es superior al conflicto
Históricamente, las relaciones entre el peronismo y el heterogéneo sector
reunido dentro del vago vocablo de “campo” nunca fueron idílicas ni mucho menos.
Sin perjuicio de lo cual, diversos y muy importantes motivos hacen preciso generar
mejores vínculos.
En buena medida, el peronismo es hijo del proceso de sustitución de
importaciones que vivió el país en las décadas del 30 y 40. Nació apostando a la
industrialización, considerada elemento central en el concepto peronista de Defensa
Nacional. Incluso antes de llegar a la Presidencia de la Nación, Juan Perón
explícitamente se mostró favorable a impulsar el desarrollo industrial por encima de
la producción agropecuaria. Se puede rastrear allí la antipatía que gran parte del
sector ha tenido y tiene hacia el peronismo. Sin embargo, hace décadas se ha
entendido que lo razonable –al momento de plantear políticas públicas relativas al
área– es superar el viejo dilema de “industria versus campo”. Pese a eso, nunca se
logró consolidar una auténtica política agroindustrial nacional. Algo similar debe
suceder con la articulación del discurso político. Es tiempo de abandonar la retórica
beligerante que alimenta y termina siendo funcional al discurso de los adversarios
del Movimiento Nacional y Popular, quienes, insidiosamente, intentan mostrar un
“país productivo” contrario al peronismo.
No caben dudas que existe un conflicto y no puede ser ignorado. Es preciso
asumirlo, sufrirlo y resolverlo, como aconseja siempre el Papa Francisco. Luego se
profundizará este asunto.
Política inteligente o torpe
Ante cualquier situación, conflicto o problema político, uno puede tener
respuestas de mayor o menor nivel de inteligencia o, en sentido contrario, de
torpeza. Como se ha recordado anteriormente, la irrupción de la llamada Segunda
Guerra Mundial aceleró el proceso de sustitución de importaciones en nuestro país.
Emanado de aquella vertiginosa industrialización se agravó el conflicto social y
gremial. Entre los revolucionarios de 1943 surgieron, a grandes rasgos, dos posibles
remedios a esta situación. Todos los miembros del GOU –y del Ejército en general–
profesaban un desprecio por las ideas comunistas. Pero había una enorme diferencia
entre ellos. “Los conflictos obreros se resuelven de dos maneras: con la fuerza o con
la justicia. Han pasado los tiempos en que los conflictos podían resolverse con la
fuerza”, señaló Perón el 20 de julio de 1944 y eligió la segunda opción. Propugnó
una política de inspiración socialcristiana, atendiendo lo pertinente de los reclamos y
brindando justicia social. A los otros sólo se les ocurría reprimir obreros. Mientras la
política de resolver las causas –recomendada por las encíclicas papales sobre la
cuestión social– emergía como una solución inteligente y fue la que llevó adelante –
con sumo éxito– Juan Domingo Perón, aparecía como torpe la idea de atacar las
consecuencias con palos y balas.
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
Resolver el conflicto
“Si uno se queda en lo conflictivo de la coyuntura pierde el sentido de la
unidad. Al conflicto hay que asumirlo, hay que vivirlo”, reflexionaba el arzobispo
porteño, Jorge Bergoglio, en 2010. Existen diferencias –y no se piensa eliminarlas–
pero deben resolverse las tensiones para alcanzar un plano superior de unidad, que
es la grandeza de la Patria. Hay mucho para ganar si se logra superar la etapa del
conflicto. No es saludable eludirlo, ni tampoco vivir encerrado en él. Un buen
camino es empezar determinando cuáles son los más graves problemas que se
verifican en la actividad agropecuaria, no desde una mirada sectorial, sino tomando
en cuenta los intereses superiores de la Nación. Es dable suponer que desde el
peronismo se enumeren como principales problemas la extranjerización de las
empresas que controlan la exportación de los agronegocios, la primarización en el
área y los altos niveles de informalidad laboral. El diálogo con el entramado del
complejo agroexportador seguramente sumará nuevos anhelos y necesidades. Es
razonable que el Movimiento Nacional tenga una inteligente estrategia para
solucionar el conflicto y remediar los problemas antes mencionados. Aparece
imprescindible que el Estado Nacional cumpla un rol preponderante sobre el sector y
que logre supervisar o controlar el comercio exterior; consiga mayores niveles de
industrialización; e instrumente una política de formalización laboral, pero nada de
ello podrá llevarse a cabo sin cierto nivel de consenso. Es esencial desarrollar “una
comunión en las diferencias” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 228).
“El campo”
A la hora de articular un discurso que sepa interpelar eficientemente a los
sectores ligados al complejo agroexportador, existe la necesidad de distinguir. “El
campo” es diverso. Hay productores de distintos tamaños, producciones y regiones.
No son lo mismo los latifundistas que los arrendatarios. Tampoco los ocupantes
precarios que los contratistas, ni los chacareros que los estancieros. Hay productores
nacionales y enormes sociedades comerciales extranjeras. El mundo rural,
repetimos, es múltiple y heterogéneo. Es esencial conocerlo para pensar una línea
que convoque a diferentes sectores. Asimismo, es imprescindible contar con la
información necesaria para apreciar los intereses contrapuestos y divergentes que
pueden existir en su seno y, de ese modo, neutralizar las acciones del adversario
político. Englobar a todo ese universo en el simplista concepto de “campo” y, para
colmo, demonizarlo, es un acto de formidable torpeza, es regalarlo en bandeja a las
manos de los contrincantes. Hacerlo es actuar de la misma manera que la fracción
reaccionaria de los militares del 43 que supo vencer Perón. Que exista algo parecido
a una pétrea solidaridad entre todo “el campo” es, en buena medida, responsabilidad
de errores propios, hijos de cierta ignorancia acerca de la realidad de este sector. “En
política, el arma de captación no puede ser otra que la persuasión”, enseñaba Perón
en sus clases de Conducción Política. Los insultos, los agravios y el menosprecio no
son una buena táctica del debate político si se pretende persuadir y obtener apoyo.
El caso de la provincia de Buenos Aires
Luego de las elecciones de 2019 se reprodujeron mapas que mostraban que la
zona central del país –donde se concentra la producción agropecuaria– se había
volcado mayoritariamente por la opción de la alianza Juntos por el Cambio. Entre
algunos partidarios de la opción victoriosa abundaron lecturas torpes de tal
acontecimiento. En vez de aceptar las limitaciones de la propuesta política, se
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
recurrió al agravio de esos votantes y hasta se llegó a sugerir –con dudosa gracia– la
secesión de esas provincias del territorio nacional. En esos mismos mapas, la
provincia de Buenos Aires aparecía pintada de azul –el color del vencedor Frente de
Todos– pero una lectura fina llevaría a matizar –mucho– tal circunstancia. Los
números generales mostraron claras victorias –en torno a los 15 puntos– de los
candidatos Alberto Fernández (52% a 36%, sobre Macri) y Axel Kicillof (52% a
38%, sobre Vidal), en las categorías a presidente y gobernador, respectivamente. Sin
embargo, un análisis más pormenorizado informa que la fórmula presidencial del
FdT ganó en 77 municipios, pero fue derrotado en 58. Todavía menos azulado se
observa el mapa bonaerense si se desglosa municipalmente la elección a gobernador.
De hecho, la fórmula liderada por la exgobernadora María Eugenia Vidal triunfó en
más municipios (69 a 66) y en más secciones electorales (5 a 3).9 Esto denota una
debilidad del Frente de Todos en gran parte de la provincia, especialmente entre las
zonas agropecuarias. La provincia de Buenos Aires es demasiado grande y son
ingentes sus riquezas. El peronismo no puede conformarse con representar –casi
exclusivamente– la problemática de las populosas barriadas de las secciones
electorales del Conurbano bonaerense. Hace muchos actos electorales que viene
siendo predominante la presencia de dirigentes del llamado Gran Buenos Aires o de
la Ciudad de Buenos Aires en las fórmulas a gobernador del peronismo, y también la
problemática urbana ocupó el mayor espacio en la agenda planteada en cada una de
esas campañas. Es necesario ampliar la mirada. “Desconurbanizar el peronismo”
pidió Martín Rodríguez hace unos años, y cada vez se hace más necesario retomar
ese planteo.
La pospandemia
El peronismo necesita generar un discurso que contenga a los sectores
productivos de la zona pampeana. La actividad política implica la persuasión. Y eso
no se limita a los propios adherentes, sino que debe propender a hacerlo, también, en
ámbitos hostiles. Es parte fundamental de su tarea. Es imprescindible que el
peronismo conduzca un proyecto que los haga parte. No puede abandonar sus
históricas banderas de la producción y el trabajo nacionales. En ese sentido, el sector
agrícola ganadero ocupa un papel trascendental. En mayo pasado, el expresidente
uruguayo José “Pepe” Mujica le aconsejó al presidente argentino Alberto Fernández
que “no cometa el error de pelearse con el campo”. Coincidimos con esa
recomendación. Y no se trata de aceptar actos de corrupción ni maniobras
fraudulentas de alguna empresa en particular, ni resignar las justas aspiraciones
estatales de intervenir e incluso supervisar el comercio exterior. Se trata de
prudencia política. Este sector produce alimentos en gran cantidad. Este tipo de
producción debe atender prioritariamente las necesidades de nuestro pueblo: en los
tiempos de la pospandemia el resto del mundo también va a demandar alimentos y
se hace necesario contar con una inteligente relación con quienes van a poder
abastecer a buena parte del resto del mundo y generar divisas que redunden a favor
del interés de la Patria.
Fogonear la “grieta” es negocio de otros. El peronismo no es el movimiento
de las tensiones y los conflictos estériles. Terminó mal cuando se enfrascó en esas
peleas. A situaciones trágicas nos llevó la beligerancia de 1955. Perdió mucho más
el pueblo que sus enemigos. Tampoco concluyó bien lo de 2008: derrota legislativa
9
Los datos los he tomado del informe de Franco Buonacosa, politólogo (UBA).
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
y ruptura con importantes sectores ligados a actividades agropecuarias que se
verificaron con duras derrotas en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba en las
elecciones de 2009.
El peronismo es hijo legítimo de la Revolución de 1943 que tuvo como
principal bandera la Unidad Nacional. “El peronismo anhela la unidad nacional y no
la lucha”, reza la undécima de sus verdades. La pospandemia será muy dificultosa y
se va a requerir una fuerte unidad nacional. El mismo presidente Alberto Fernández
el pasado 1 de julio eligió recuperar al Perón que convocaba permanentemente a la
unidad nacional. Es menester concertar una inteligente política de integración con
una de las actividades más dinámicas de la economía nacional. Algunos creen que es
una ingenuidad proponer esto. Creemos que no hacerlo sería –además de una torpeza
política– un suicidio colectivo.
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
NACIONALIZAR, NACIÓN Y NACIONALISMO:
PARA EL PUEBLO LO QUE ES DEL PUEBLO
Facundo Di Vincenzo
Desde que nuestros libertadores, Simón Bolívar y José de San Martín
vencieron en las luchas de la emancipación, mil preguntas en torno a la idea de
Nación y Nacionalismo se han pensado y discutido en las Américas. Esta semana la
palabra Nacionalización volvió a escribirse en los titulares de los diarios
hegemónicos de Argentina, sin embargo, no apareció ligada al término de Nación,
menos aún al de Nacionalismo. En este sentido, vale preguntarse: ¿Qué significa hoy
que un Estado Latinoamericano nacionalice una empresa privada? ¿Qué relación
tiene con el “pueblo” esta acción? ¿Cómo se vincula con la idea de Nación y de
Nacionalismo?
En el escenario mundial, con o sin pandemia de Covid-19, que un Estado
Latinoamericano o Caribeño nacionalice una empresa privada –de su país o
extranjera–, corta el viento de estos tiempos posmodernos. Las dos primeras décadas
del siglo XXI demuestran un avance vertiginoso de la privatización de las vidas de
seres que habitamos estos suelos. Según un informe de la CEPAL de 2018, la
inversión extranjera directa se acrecentó entre 1990 y 2018, sólo en este periodo se
fueron de la región más de 935 mil millones de dólares, una cantidad similar al PIB
anual de México. ¿Qué dicen estos datos? Que más del 55% de lo generado por las
empresas se ha ha girado a lugares fuera de la región. No es algo enjuiciable, claro
está. No hay valores ni razones espirituosas cuando se habla de intereses
económicos, otra zoncera del progresismo –liberal o marxista–, creer que en la
distribución de la riqueza se esconden la salida de nuestros males. Ahora bien, hay
otro tipo de dinero-divisas que se han retirado de nuestra región bajo formas, ahora
sí, más enjuiciables, condenables e indignas.
Recordemos la operación realizada en el caso de Bolivia y los Hidrocarburos
durante el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997). La dificultad de
los pagos de la deuda externa del gobierno boliviano fue el argumento para que el
Banco Mundial y el FMI impusieran programas de ajuste estructural –reducción de
déficit fiscal, traspaso de excedentes de las empresas públicas al tesoro de la
Nación– acciones encaminadas a desestructurar la empresa estatal de Hidrocarburos
para entregarlas a las corporaciones privadas. La Ley de Capitalización, la Ley de
Hidrocarburos, la Ley de Regulación Social, y las modificaciones en la Legislación
Tributaria, legitimaron la entrega de activos, instalaciones y reservas probadas de
gas y petróleo a las empresas transnacionales. El costo resultante de la privatización
en el país ha sido estimado en US $3.2 mil millones, un equivalente al 64% de la
deuda boliviana. Lo que significa que por cada dólar que ingresó por concepto de
impuestos y regalías –1996 a 2002– el Estado dejó de percibir otros 2 dólares.
En el caso de Brasil, recientemente –enero 2020–, el Banco Nacional de
Desarrollo Económico y Social –Estatal– vendió la mayor parte de sus acciones en
la petrolera Petrobras por cerca de 5200 millones de dólares. La venta de 734
millones de acciones de la petrolera estatal acompaña la agenda de achicamiento del
Estado brasileño en la economía. Estas ventas se suman a otras realizadas bajo la
Presidencia de Jair Bolsonaro. El Banco estatal ya ha vendido acciones de la
compañía frigorífica Marfrig y de la distribuidora de energía Light, y se espera que
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
haga lo mismo con su participación en JBS. En forma paradójica, a pesar de estas
ventas, entre 2018 y 2020 Brasil ha registrado la mayor fuga de dólares de los
últimos 38 años, según los datos oficiales, los inversores y empresas retiraron del
país sólo en el 2019, US$ 62.244 millones.
Podría enumerar otros casos similares –en Perú, Chile, Ecuador, etcétera–,
aunque resulta en estos momentos más importante y hasta indispensable, como dicen
los futboleros: “parar la pelota” y pensar. Históricamente el capital privado –de los
terratenientes o de los empresarios de los enclaves mineros– se desarrolló en la
región bajo un sistema de dominación que incluyo la sociedades con empresas
extranjeras –multinacionales-trasnacionales– motorizando la fuga de capitales. Se
habla de dominación porque la lógica de esos mecanismos excluye todo vínculo
posible con elementos existentes más allá de sus intereses. A la mayoría de estas
transnacionales-multinacionales no le importa el Estado Nacional con el que
intentará negociar, tampoco el suelo afectado por sus químicos y demás destructores
de vida, menos aún los seres que habitan esas regiones. El mundo globalizado
posmoderno en esencia es anti soberanía y no puede convivir con los principios
fundados en elementos colectivos como las ideas Fuerza Vitales de Nación, Estado y
Nacionalismo.
En el caso reciente de Argentina, la empresa Vicentin debía al Banco de la
Nación Argentino más de 18.000 millones de pesos gracias a la adquisición de 72
préstamos obtenidos durante el Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019). En otras
palabras, le debía ese dinero a todas y todos los que forman parte de la Comunidad
Nacional Argentina, ya que fueron prestados por el Banco que administra el esfuerzo
del pueblo trabajador argentino. En consecuencia, su Nacionalización no es un acto
de expropiación sino es un acto de justicia social. Para el pueblo lo que es del
pueblo. ¿Por qué de justicia social? Porque más de un indicador muestra que como
en los casos de Bolivia y Brasil, la empresa Vicentin pudo haber realizado la
triangulación siguiente: a) solicitud y adquisición de préstamos del Estado; b)
compra-venta de divisas en un contexto de alza vertiginosa del dólar en Argentina,
durante 2015-2019 pasó de $14,9 a $68,3. Ganancias millonarias y deudas
millonarias al Estado.
En principio, a pesar que se intente confundir una y otra vez, se debe
subrayar que una empresa que pasa al control del Estado no es una empresa que cae
en manos de personas del gobierno de turno –funcionarios, Presidente– sino que es
una empresa que se transforma en parte del Patrimonio de todas y todos los que
forman parte de la Comunidad Nacional. Al mismo tiempo, en el caso de las
empresas privadas relacionadas con los recursos del suelo o alimentos, su
adquisición por parte del Estado se enlaza con otras dimensiones más profundas. Se
convierte en presente y legado para los que vendrán. En esa medida, se desprende de
la nube tóxica global liberal (trasnacional-ahistórica) que envuelve al mundo en
estos tiempos, para transformarse en fuerza vital, trascendiendo la existencia de
quienes estamos presentes. Puede incluso, si da buenos frutos, entrar en la tradición
de esa comunidad, otro término para estudiar: palabra que deriva del verbo tradere
que quiere decir trasmitir, entregar al otro. Justamente en la trasmisión, el recuerdo y
la memoria, todos elementos anti posmodernos, se encuentra el germen de la idea de
nacionalidad y el impulso de la Nación, que siempre debe entenderse como un
potencial, una misión, una tarea para los que vendrán.
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
DESARROLLISMO LIBERAL O PERONISMO SOBERANO:
LAS ENCRUCIJADAS DEL JUSTICIALISMO POST-PANDEMIA
Gustavo Adolfo Koenig
Peronismo no es ideología, es doctrina
¿Izquierda o derecha? ¿Liberal o marxista? ¿Keynesiano o socialdemócrata?
¿Dónde ubicar con exactitud la más importante tradición política y cultural de la
Argentina? La verdadera contradicción, la principal, la contradicción más profunda
que sufre el Movimiento Justicialista está dada en un dominio superior al ideológico.
La contradicción que nos pertenece se da en otro orden, en un dominio superior. Es
un plano que está muy por encima al mero intelectualismo teórico de las ideas y
apunta a los principios rectores del espíritu.
Más que buscar modelos ideales de sociedad como hacen las ideologías, las
doctrinas apuntan al sentido de la ubicuidad: qué es lo mejor para este pueblo dado
este espacio tiempo concreto. Pero no es pragmatismo. Ese sentido de la ubicación
es aprovechado doctrinariamente sólo si se apunta a la realización de los principios
supremos del movimiento, al sistema de valores espirituales que lo rige.
Modernidad o Tradición, he aquí la verdadera contradicción presentada en
sus verdaderos términos. Dentro de estos dos polos opera la lucha por la soberanía
nacional o la sumisión al desarrollo foráneo. La pertenencia a una tradición cultural
o la entrega de territorio en pos de una tecnificación extranjera y absurda.
La independencia de España y la opción por la modernidad colonial británica
El único antecedente de Unidad Latinoamericana, único real (Real), operativo
y práctico en términos políticos, históricos, económicos y administrativos, fue el de
los Habsburgo: el sistema de capitanías, gobernaciones y audiencias, una red de
comunicaciones montada sobre la sabiduría ancestral de los caminos del incario,
sumados a nuevos lazos de fe que unieron la administración española de la América
Ibérica, el costado andino de Latinoamérica. Luego llegaron los Borbones y
organizaron un embudo extractivo hacia el Atlántico. En las colonias españolas se
estaba produciendo la conjunción del eje vertical cosmos-pachamama con el eje
horizontal del amor al prójimo del cristianismo. Luego, la lucha por la independencia
fue transfigurada con un exagerado rechazo a la tradición hispánica y cristiana,
mientras que nuestros libertadores nunca quisieron una independencia fragmentada
del territorio latinoamericano, ni tampoco una moral liberal predominante en su
cultura. Desde Belgrano, Artigas, San Martín y Bolívar se anhelaban valores
cristianos en una unidad territorial continental.
Pero el resultado de la traición de los puertos fue una balcanización territorial y
una cultural liberal muy lejana a los valores espirituales del cristianismo social. Ganó
la cultura del comercio. ¿Qué fue sino un embeleso por lo moderno, por los encantos
del progreso, los cantos de sirenas de la civilización, lo que eligieron aquellos pulcros
porteñitos unitarios al entregar arteramente el paisanaje criollo al degüello de la
manufactura británica? Ríos de sangre criolla y federal regados para hacer florecer una
moderna colonia británica. Una pequeña flor adornando la expansión geopolítica de
Gran Bretaña en el Atlántico Sur, una colonia separada de su Patria Grande, de su
tradición cristiana. Todo por “el desarrollo”. Veinte hermanas liberales aisladas en
republiquetas portuarias, dándose la espalda y mirando “hacia afuera”.
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
La opción por la modernidad colonial británica y la negación de la negación
Primero la negación española a las cosmovisiones telúricas, a las sutiles
intuiciones del cosmos percibidas por la sabiduría inca. Se superpuso una tradición a
otra, sin incorporar las vertientes espirituales del milenario conocimiento andino.
La Catedral de San Francisco del Cuzco, construida obscenamente encima
del Templo del Inti, es una marca vergonzosa en la humilde tradición cristiana y
dará su antecedente para que el liberalismo materialista vuelva por el mismo
camino: la negación a la tradición telúrica y cósmica del incario volverá en la
negación al humanismo cristiano por parte de la modernidad progresista británica.
Los negadores son negados.
La modernidad colonial hoy: el discurso materialista de la ciencia
El progreso, el desarrollo, la civilización, todas esas pomposas palabras
importadas antaño de Inglaterra son justificadas en nuestros días en el marco del
discurso único de la ciencia. El Siglo XXI nació tecno-progresista, pero ese
desarrollo, ese progreso y esa civilización, si negamos nuestra cultura, nuestra
identidad, nuestra Tradición, termina por negarnos a nosotros mismos. El discurso
de la ciencia nos niega. La ciencia como institución es el gran hegemón del nuevo
siglo. La tecnociencia es la base del poder global.
Es posible que estemos perdiendo la tradición soberana, la ancestral tradición
de luchar por la tierra, en pos de un discurso científico más parecido a un monólogo
técnico, frío, cuantitativo y pulcro. Sacrificamos nuestras tradiciones culturales en el
altar de una tecnificación científica que no persigue sino otro fin que esterilizarnos.
¿Qué es la ciencia? ¿Por qué no puede ser criticada en su modo superficial de
conocimiento? ¿Por qué no está permitido criticar a la ciencia? ¿Será ese el último
eslabón mental de nuestro coloniaje? ¿No estaremos viviendo la sumisión al
monopolio discursivo de la ciencia, al discurso único de la tecnificación?
La ciencia ignorante
La ciencia es únicamente el estudio de los fenómenos del mundo sensible, y
este estudio se conduce de tal manera que no puede estar vinculado a ningún
principio de orden superior, como lo es por ejemplo la Soberanía. La ciencia ignora
resueltamente todo lo que la rebasa. Se hace así plenamente independiente en su
dominio, pero esa independencia, de la que se glorifica, no está hecha más que de su
limitación misma. La ciencia occidental es en definitiva un saber ignorante,
irremediablemente limitado, ignorante de lo esencial, un saber que carece de
principio rector. Es completamente superficial al dispersarse en la multiplicidad
indefinida de los conocimientos fragmentarios y perderse en el detalle innumerable
de los hechos. No aprende nada de la verdadera naturaleza de las cosas, a la que
declara inaccesible, para justificar su impotencia en otros órdenes. La ciencia puede
ser en todo caso instrumental a la Soberanía y la inversión de estos términos –la
soberanía al servicio de la tecnociencia– es la degradación que sufren los principios
rectores y fundantes del Movimiento Justicialista.
Sobre el altar del desarrollo se sacrifica la soberanía
Argentina no maneja el comercio exterior, ni los créditos bancarios, ni sus
comunicaciones. Tiene extranjerizados sus ríos, no dispone de soberanía en su mar
territorial, ha privatizado sus puertos, ha vendido a su enemigo histórico el inmenso
tesoro natural de la Patagonia por viles monedas. Permite, con aprobación de todos
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los partidos políticos, la construcción de un aeropuerto inglés en Zona de Fronteras,
a dos horas de vuelo del territorio usurpado en Malvinas. Toda su estructura
productiva se basa en el monocultivo transgénico para forraje animal en China. Su
pueblo vive hambreado y desesperado por las migajas de la ayuda social, su
dirigencia actúa un simulacro de vedettes televisivas, todo el arco ideológico es
cómplice, hace décadas, de la entrega y la sumisión. El motor que impulsa tal nivel
de colonialidad es la Inversión Extranjera que hace medio siglo viene a
“desarrollarnos”. El Movimiento Justicialista está alejándose de sus bases filosóficas
por aferrarse a un electoralismo supino que identifica el poder en el Estado y no en
donde siempre está: el pueblo.
Movimiento de pinzas
Un sutil movimiento de pinzas nos envolvió por los dos costados. Desde el
menemismo se quiso identificar al Movimiento Justicialista con el goce superfluo
del liberalismo consumista, de la especulación y el lujo vergonzante de los
dirigentes.
Desde el progresismo, la versión de izquierda del liberalismo, se nos quiere
transformar en un partido moderno que sigue las agendas del globalismo financiero,
abandonando las tradiciones telúricas y los anhelos espirituales de nuestra nación.
Volver a la Tercera Posición
La defensa de los valores espirituales, esencia fundamental de la dignidad de
la persona humana, es lo que persigue la Tercera Posición. Ni sumisos obedientes al
avance estúpido de la tecnología transformándonos en maquinas productivas al
servicio de un supuesto “desarrollo”, ni individuos hipnotizados por las novedades
del consumo superfluo.
Grandeza de la Nación y Felicidad del Pueblo. Pero grandeza de la nación
con un pueblo triste, a los peronistas no nos interesa. La grandeza de la nación no es
dejarse arrollar por el desarrollo foráneo de las inversiones extranjeras. Es construir
una obra popular llamada Argentina. La realización, la puesta en acto de esa fuerza
colectiva estructurando un país para nosotros mismos es la felicidad del pueblo,
felicidad que deviene de estar haciendo juntos algo que es y será de todos nosotros.
Es la última oportunidad del peronismo. De seguir transfigurado por la
socialdemocracia, el progresismo liberal o el desarrollismo materialista habrá
quedado en la historia el gesto gigante del espíritu nacional que subvirtió las capas
profundas de la tierra un 17 de octubre de 1945. Tendremos un partidito moderno y
ágil, con globos de otros colores, con facilidad estadística para ganar elecciones,
pero seremos parte de la vehiculización del irreversible proceso de extranjerización
de nuestro territorio. Dejaremos de ser un Movimiento Nacional para ser un Partido
Liberal.
El final del peronismo será traicionarse a sí mismo, convertirse en un
movimiento antinacional, es decir en un instrumento probritánico. Es por eso que
aplaudir a Mindlin es cruzar un límite.
Gustavo Adolfo Koenig es sociólogo (UBA), maestrando en Defensa Nacional
(UNDEF), director del área Recursos Naturales y Medio Ambiente (FIPCA) e
integrante de la Comisión de Defensa (PJ).
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LA REALIDAD TÉTRICA DE LA POLÍTICA Y LA GESTIÓN
GUBERNAMENTAL: MÁS QUE HOUSE OF CARDS,
LA POLÍTICA ES EL TETRIS
Pablo Rodríguez Masena
Pensar analogías entre la política y la gestión gubernamental con juegos es
una tentación recurrente. La política como representación tiene dos características
propias significantes. Implica ponerse en el lugar del otro, instituirlo, llevar su voz,
sus expectativas y sus demandas: representar intereses, actores y sectores en y a la
esfera público-política. Pero también supone una instancia de actuación cuasi teatral
en donde se presentan –actúan– esos intereses, actores y sectores en ciertos ámbitos
con reglas y roles predeterminados, y en donde hay que “hablar para la tribuna”. La
gestión gubernamental es, de aquella representación, su concreción operativa.
El tema es cuál juego y actuación ayudan a entender más cabalmente los
problemas y dilemas de la política, y particularmente de la gestión gubernamental.
El ajedrez es un juego que ranquea alto en la consideración. Un juego de
estrategia cuyo objetivo principal es dar jaque mate al rey oponente, o sea atacarlo,
que no pueda escapar, ni sus piezas protegerlo. Con el ajedrez se entiende fácil
aquello de saber que, cuando se realiza una movida propia, se debe esperar la
movida del otro y por lo tanto es posible prever las reacciones del otro a una movida
propia y actuar en consecuencia. Sabiendo esto es inverosímil que la política sea
sorprendida por una reacción a una decisión. La sorpresa es una demostración de
incapacidad propia para entender el juego, incluso mucho más allá de la sapiencia y
la astucia del contrincante, algo que el jugador debe necesariamente conocer.
El Go es otro que siempre aparece al hablar de juegos y política. Un juego de
estrategia cuyo objetivo no es eliminar al oponente, sino rodear puntos vacíos –
territorio– y capturar oponentes en el proceso. Como empieza con un tablero vacío,
construye desde cero con múltiples y simultáneas luchas. Políticamente sirve para
entender eso de múltiples escenarios y conflictos a los que se enfrenta
permanentemente, sin viso de continuidad y en un mismo plano, quien se encarga de
lo público.
El TEG –Tácticas y Estrategias de Guerra– suele colarse también. El jugador
recibe una consigna y debe cumplirla, apoderándose de países a través de batallas
que se dirimen por el azar y la estrategia. Avanzar sin que los demás descubran el
objetivo propio, desviar la atención, dejar que otro parezca que lo está cumpliendo
para dar estocadas finales, conquistar para acumular, alianzas para engañar,
consolidar posiciones, así como la decisión de dónde reagrupar los ejércitos, a quién
atacar y al final, el peso desmesurado del azar que puede producir las “heroicas
resistencias” de un país que hace cara con pocos ejércitos el embate desde un país
vecino de un ejército más numeroso, pero de escasa suerte con los dados. La clave
política del TEG está en la estrategia para cumplir el objetivo retardando lo más
posible su descubrimiento.
Otro clásico es el Diplomacy, que incluye fases de negociación entre
jugadores y que permite realizar movimientos militares en conjunto.
Otros casos son los videojuegos de guerra que incluyen el conflicto político
en clave Guerra Fría. Quizá el más logrado haya sido Crisis en el Kremlin en donde
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se podía asumir el rol de secretario general del Partido Comunista soviético, de
diferentes posiciones, cuyo objetivo era llevar a una URSS en decadencia a una
nueva era de prosperidad. Contaba con un simulador para probar estrategias e
introducía como concepto la gestión de presupuesto, satisfacción de los ciudadanos,
internas partidarias y diferentes variables económicas. El resultado más probable era
la desintegración de la URSS, lo que mostraba su sesgo.
Otros clásicos videojuegos se vuelcan para el lado de la gestión política y son
útiles para entender ciertas lógicas de la gestión gubernamental, en donde la saga de
SimCity es recordada. Allí se simula ser un alcalde y se debe crear, en un entorno en
tiempo real, zonas de desarrollo de la ciudad y gobernarla, viendo el impacto de
cada decisión. Ya ingresados en el siglo XXI, los juegos de estrategia incluyen
desafíos de gestión política, incluyendo hasta la aprobación de la población para
continuar en el poder.
Para entender sobre gestos y comportamientos políticos es de manual la
referencia al Póker: la cara de póker permite no mostrar emociones faciales frente a
la emoción de una buena mano y desorientar al rival que no puede o no sabe leerlo,
y esa dificultad de lectura de los gestos propios se transforma en una herramienta a
favor. Eso se utiliza mucho para la cuestión de la negociación en donde es clave que
el otro no decodifique ni sepa de antemano las posiciones reales.
Pero también sirve el truco, en donde se sustituye la no emotividad por el
engaño activo, no sólo a través del ocultamiento, sino de la mentira lisa y llana como
estrategia para que el rival no codifique las cartas y el juego. Una máxima de la
política en el Río de la Plata es decir que, en política, todos juegan al truco: todos
mienten, más allá de sus cartas, por lo que el otro jugador descree de lo que uno
dice, porque supone necesariamente que le está mintiendo con lo que tiene, aunque
no necesariamente lo haga. Claramente, pensar la política así hace inviable los
acuerdos.
Ahora bien, todos estos juegos, con sus más y sus menos, permiten ver desde
la capacidad del actor-jugador para definir su entorno. ¿En la vida política real eso
es tan así?
Sin desconocer, ni menos aún minimizar los alcances de estos juegos para
entender el campo de la política y la gestión gubernamental, hay otro juego que
permite una mejor capacidad analítica, particularmente porque minimiza la
capacidad del actor decisor para introducir temas y manejar problemas: el Tetris. Es
un videojuego ruso de rompecabezas que se popularizó en la segunda mitad de la
década del 80 y que todavía se mantiene vigente. El juego consiste en completar
líneas horizontales a partir de acomodar figuras geométricas compuestas por bloques
cuadrados que van cayendo aleatoriamente de a uno desde la parte superior de la
pantalla, mientras se puede ver la ficha que cae y la que le sigue. El jugador puede
rotar la pieza hasta hacerla encajar y decidir en qué lugar la deja caer. Cuando se
completa una línea horizontal con bloques, las piezas que están por encima
descienden una posición, liberando espacio. A medida que pasa el tiempo y se
completan líneas, la caída de piezas se acelera y hasta aparecen dificultades tales
como la incorporación de piezas fijas, por lo que el jugador se queda sin tiempo para
girar la pieza y decidir dónde hacerla caer. Cuando las fichas acumuladas tocan la
base desde donde salen las piezas, en la parte superior de la pantalla, el jugador
“muere” y el juego termina.
Lo interesante del Tetris es que no tiene argumento ni personaje con los que
se tenga que crear avatares, ni simular un rol, pero tiene una narrativa política,
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particularmente de la lógica de la gestión gubernamental, interesante para darle
sentido a la cuestión de la representación política y al tratamiento de las demandas
para todo gobierno.
La gestión gubernamental es una tarea 24x7, permanente. No hay descanso.
La gestión no entra en vacaciones. Siempre se gobierna. Gobernar es tomar
decisiones e intervenir, lo cual incluye decidir no intervenir. A la vez, gobernar es
trabajar sobre conflictos que requieren intervención pública –no pueden resolverse
privadamente–, demandas de grupos de la sociedad que logran alcanzar la esfera de
lo público para que se tenga que tomar una decisión que incumba al colectivo. En
ese sentido, todo gobierno intenta imponer su agenda de problemas a resolver y se
encuentra en tensión con la aparición de problemas que se introducen a la agenda,
aún contra su voluntad, seguro sin su decisión. Eso pone en lugar central la cuestión
de la representación y la canalización instrumental de la demanda societal.
Así, los problemas con los que se enfrenta un gobierno se asemejan a las
piezas que caen en el Tetris. El gobernante, lo que puede hacer es ordenar la
demanda, darle cauce institucional, cómo mínimo reconocerla, cómo máximo darle
satisfacción instrumental: ordenar las piezas. Pero el tema es que, a diferencia del
Tetris, las fichas no caen de a una, sino simultáneamente y como una lluvia, los
problemas van surgiendo desordenados y por todos los flancos. La sapiencia del
conductor es lograr encajar cada demanda en su cauce institucional para evitar que
su insatisfacción genere acumulación de demandas y las piezas desborden y lleguen
al tope que haga perder el juego.
El jugador-gobernante no siempre podrá introducir las piezas que desea. Es
más, lo más probable es que eso lo pueda hacer pocas veces. ¿Alguien en su sano
juicio imaginó la pandemia? Además, el haber “hecho línea” no impide descansar
sobre un éxito relativo, ni ese éxito es permanente, ya que simplemente se convierte
en pasado. Las nuevas piezas, los nuevos problemas, aparecen como nueva demanda
sofisticada respecto a la anterior, y esa nueva demanda puede provocar la derrota.
Por insignificante que parezca, en su acumulación puede ser el significante vacío, la
gota que derrama al vaso.
El gobernante no puede dormirse en el éxito de una gestión realizada, porque
la demanda se sofistica. Así, por ejemplo, se hace una moratoria para que personas
que tenían edad pero no aportes alcancen a una jubilación que de otra forma no
accederían, aunque tengan el derecho: algunos, luego de disponer de una jubilación
mínima que no tenían antes, protestan por lo bajo del beneficio y al momento de
votar lo hacen en contra de quien lo otorgó. Frente a la pandemia, la decisión de la
cuarentena, que sirvió para salvar vidas, se transforma en un problema que genera
nuevas demandas, que incluso pueden hasta desconocer la virtud de su imposición.
¿Quién gana en el Tetris? El jugador no juega más que contra la máquina y
contra su propio récord. A medida que va jugando mejor, acomodando más piezas,
haciendo más líneas, las fichas caen más rápido, empieza a quedarse sin espacio para
maniobrar y aumentan las dificultades. En algún momento, se acumulan las piezas y
se termina el juego. Aquí está el principal motivo por el cual el Tetris es el mejor
juego que permite entender la política y la gestión. Siempre, más temprano que
tarde, se pierde: más allá de las habilidades, siempre gana el juego. Y si bien eso
parece extremadamente desolador, es algo que aplicado a la política es fundamental
admitir: en algún momento, por más poderoso que se haya sido, por más éxitos
electorales que se hayan tenido, el poder se pierde, las elecciones se pierden, el
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fervor popular se pierde, el favor de los poderosos se pierde. Si hay algo que en
política es inevitable, es esa certeza de que el juego termina matando al jugador.
¿Eso significa entonces que no tiene sentido entrar en un juego del que se
sale perdiendo? De ninguna manera. El desafío es jugarlo y aquí está la gracia.
Quien asume los desafíos de la gestión gubernamental sabe o debe saber que,
por más intentos que haga para controlar el entorno y hacer ingresar demandas al
sistema de manera ordenada, la incertidumbre, la sorpresa y hasta el azar juegan y
mucho, y que las insatisfacciones acumuladas por algún lugar se expresan.
¿Quién en su sano juicio pronosticó un mundo en pandemia como el actual?
¿Quién tenía entre sus ropajes propuestas para mitigar riesgos producidos por una
situación inédita en la contemporaneidad de cierres de fronteras? ¿Quién podía
prever que la economía del mundo se paralizaría así y caería tanto?
El gobernante accede al gobierno, intenta imponer su agenda –¿sólo depende
de su voluntad poder hacerlo?–, pero con suerte podrá ser diestro para manejar y
ordenar las demandas que ingresen, y debe saber que la acumulación de demandas
insatisfechas son las piezas que más temprano que tarde le harán perder el juego.
Si el gobernante reconoce que en definitiva llegará el momento en que
perderá, que no es inmortal, podrá evitar llegar a la base del game over, haciéndole
un gambito, ordenando las demandas, ganando tiempo al oxigenarse, cambiando en
la continuidad, empezando una nueva partida, quizá con nuevos jugadores.
Visto así, la política es un martirio y acceder al gobierno es como ir al
cadalso. Sin embargo, hay esperanza. Para eso es necesario volver a los clásicos y,
entre ellos, a Maquiavelo. Para él hay tres conceptos claves para el príncipe: la
fortuna, la virtud y la gloria. De ellos, la gloria aparece como recompensa de la
virtud, como el premio más excelso, que no sólo se vincula al éxito en el
cumplimiento de objetivos, sino que solamente le llega a quien salva a la patria y lo
hace con medios benignos. Por lo tanto, la gloria debe ser la aspiración máxima de
un gobernante.
La gloria es el sacrificio por la patria, es hacerse cargo de que la patria es el
otro, no es la satisfacción de su particularidad individual. Es el mejor premio para un
gobernante en su búsqueda del bien común y puede no recaerle al gobernante en
particular, sino también ser colectiva, lo que la elevaría aún más. La gloria se
desprende de las realizaciones y por ello trasciende al tiempo y a la propia
individualidad del jugador-gobernante.
Cuando se piensa la política y la gestión como un juego del Tetris –en donde
se sabe que se perderá– claramente lo que motiva es alcanzar la gloria y el honor, no
ganarle a otro, no la acumulación, ni siquiera la pelea por la pelea misma.
¿Dónde estaría la gloria en la política y en la gestión gubernamental?
Simplemente, nada más y nada menos, en la trascendencia.
Pablo Rodríguez Masena es licenciado en Ciencia Política (UBA) y magister en
Diseño y Gestión de Programas Sociales (FLACSO).
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DESAFÍOS DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS POSPANDEMIA
Hugo Cabral
“El búho de Minerva solo levanta el vuelo en el crepúsculo” escribía en 1820
Friedrich Hegel. En nuestro país la pandemia no ha llegado a su pico y se advierte
que –en países donde esto ocurrió– hay rebrotes del virus, amenazando con su
permanencia. A pesar de la incertidumbre y de las pocas certezas sobre esta
permanencia y las consecuencias que dejará el COVID-19, la urgencia y la gravedad
de la situación exigen pensar y ejecutar políticas públicas que permitan afrontar los
desafíos que demanda nuestra Nación.
Está claro que la pandemia solo agravó la profunda crisis en que dejó al país
el gobierno de Macri. A un país en ruinas, endeudado desaforadamente y en
emergencia social le llegó este virus, validando el viejo adagio de que cualquier
situación –por más mala que sea– es susceptible de empeorar. Si después del
desastre que dejó el gobierno anterior nuestro país ya era un paciente crítico, hoy
bajo la amenaza del coronavirus debemos asumirnos en grupo de riesgo y extremar
los cuidados, priorizando la vida y con un estado presente cuyo gobierno defina
estratégicamente sus principales intervenciones. Lo estratégico implica definir
prioridades y hacerlo con un alto consenso social. La pandemia nos afecta a todos,
pero más a los pueden ejercer menos derechos.
Sobre este escenario el peronismo y el gobierno del Frente de Todos asumen
nuevamente el desafío de poner a la Argentina de pie, interpretando la realidad que
hoy nos toca vivir. Esta crisis es también una gran oportunidad para construir una
nueva normalidad, caminando por la senda de la transformación social con justicia y
dignidad para todos y todas.
Para ello consideramos imprescindible priorizar políticas orientadas al logro
de grandes objetivos. Proponemos algunos que consideramos básicos: Nuevo
Contrato Social, refundación del Estado argentino, reactivación de la economía con
trabajo y equidad social, integración social, desarrollo territorial equilibrado y la
dimensión ambiental. Estos objetivos debieran dar cuenta de una nueva demanda
social proveniente de los grandes aglomerados urbanos donde la pandemia pegó
fuerte y mucha gente se está replanteando su futuro, creando una oportunidad que el
gobierno puede aprovechar en la planificación para propiciar el desarrollo territorial
equilibrado, integrado, sostenible, equitativo e incluyente, buscando corregir un
problema estructural en nuestro país.
Por último, insistimos en propiciar una eficaz y ambiciosa política integral
del hábitat, convencidos de que a través de ella podemos producir una gran
movilización social y de recursos, públicos y comunitarios, aportando
simultáneamente al logro de los objetivos mencionados, la reactivación de la
economía y la generación de empleo, por un lado, y la integración y el desarrollo
social por otro, contribuyendo además a generar mejores condiciones para el diálogo
y la convivencia social.
Nuevo contrato social y refundación del Estado: nuestra sociedad adolece de
graves problemas que se han visto potenciados por la particular coyuntura sanitaria
que nos toca vivir. La anomia social, la xenofobia, el machismo, la “demonización”
del otro, la proliferación del discurso corporativo, el individualismo, etcétera, son
síntomas de una crisis que va más allá de una gestión de gobierno. Lo que está en
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tela de juicio es el Estado mismo como expresión de un proyecto colectivo, al
mismo tiempo que se revaloriza su importancia como garante del cuidado de la
población. El proyecto gestado hace más de 150 años y que dio lugar al Estado
moderno ha sufrido cimbronazos por la emergencia de nuevos movimientos sociales
y ha perdido vigencia. Más temprano que tarde, tendremos que refundar el Estado y,
para ello, tendremos que revalorizar el Bien Común, la solidaridad, la integración
social, la democracia, el pluralismo ideológico, la diversidad cultural, el desarrollo
sostenible y la relación armónica con la naturaleza. Estamos ante el desafío de
imaginar y aplicar otras formas de intervención pública y organizar un Estado que
construya comunidad. La necesidad de un nuevo contrato social, expresado por
Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández y Jorge Capitanich, entre otros,
constituye uno de los desafíos más trascendentes de cara al futuro.
Reactivación de la economía con producción, trabajo, y desarrollo social:
estamos sosteniendo que la reactivación es con más producción, con más y mejor
empleo, y atendiendo al desarrollo social y comunitario en el camino a lograr una
comunidad organizada donde todos se puedan realizar, sin exclusiones ni
sumisiones. La comunidad organizada es un modelo para inspirar iniciativas
internacionales, como la propuesta de solidaridad global realizada por nuestro
presidente Alberto Fernández ante el G20.
La dimensión ambiental debe integrar el centro de las políticas públicas, y así
como necesitamos construir relaciones más igualitarias y solidarias entre la
población humana, también debemos promover relaciones más armónicas y
respetuosas con la población no humana. Adhiero a la idea de que el virus es un
mensaje de la naturaleza, que nos responde a todo lo expresado con nuestros estilos
de “desarrollo’’. En este sentido, cabe revalorizar la cultura de los pueblos
originarios y su relación con la Pachamama.
El hábitat como trinchera ante el enemigo invisible y otras pandemias
En un artículo anterior publicado en esta revista un mes antes de que el
COVID-19 asomara por estas tierras, destacamos la necesidad de que la política
habitacional sirviera simultáneamente a dos objetivos: la integración social y el
desarrollo local. La búsqueda al mismo tiempo de estos objetivos desde un modelo
de gestión integrada y participativa conseguirá generar un círculo virtuoso y
sinérgico que permitirá intervenir positivamente en la dinámica urbana-territorial,
dándole sustentabilidad a la política. Como lo expresamos en esa publicación, no se
trata solo de construir viviendas, sino también de corregir tendencias en procesos
que históricamente vienen generando exclusión y orientarlos en función de intereses
colectivos, y particularmente de la población más vulnerable. Es importante la
construcción material que constituye el albergue inmediato, pero lo central es la
construcción social que hace a la calidad de vida de las personas.
Hoy, con el coronavirus encima, cobra mayor importancia este propósito y
debiera constituirse en un eje estratégico de acciones de gobierno que logren en un
tiempo razonable garantizar un hábitat digno para todos los argentinos y todas las
argentinas. Es una cuestión de derechos y es también la posibilidad de proteger a
toda la población de este y otros virus que pudieran amenazarnos. Por otra parte, un
conjunto de acciones destinadas a mejorar la situación habitacional repercute
directamente en la actividad económica y la generación de empleo, cuyo alcance
dependerá de las modalidades en que estas acciones se realicen.
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Lograr este propósito es posible, y es urgente hacerlo. La magnitud y la
gravedad de la situación deficitaria de vivienda y hábitat en que se encuentra una
gran parte de la población argentina así lo exige, y es condición necesaria para un
desarrollo sustentable de nuestro país. Garantizar los servicios básicos, incluido
Internet, un techo seguro y un ambiente sano, es posible, promoviendo una amplia,
activa y organizada movilización social alrededor del mejoramiento del hábitat que
despierte potenciales recursos –materiales, organizativos, humanos, financieros,
etcétera– existentes en la comunidad, en sus organizaciones y en instituciones
públicas y privadas. Entre las muchas iniciativas que podemos imaginar para
acompañar la urbanización integral de los barrios populares en grandes aglomerados
urbanos, está la organización de emprendimientos productivos para la fabricación de
partes de viviendas y elementos constructivos. Estos podrían constituir un circuito
productivo que brinde servicios constructivos, generando trabajo genuino y
mejorando masivamente la situación habitacional de los hogares más deficitarios.
A pesar de la crítica situación y de la reprochable actitud de algunos actores
sociales afines a la oposición política –que parecen zombis alimentados de odios y
egoísmo– el gobierno está acertando en el rumbo estratégico para gestionar
positivamente esta crisis y recibe un importante acompañamiento de la población.
La salida requiere del aporte de todos y de aprovechar los distintos recursos
disponibles y potenciales que podamos imaginar. Por dar algunos ejemplos, el
tratamiento y la aprobación del proyecto de ley conocido como impuesto a las
grandes fortunas –que contempla como principal destino específico de esos fondos
el financiamiento de las inversiones establecidas por la ley que creó el Registro
Nacional de Barrios Populares (Renabap)– abre una posibilidad más para el acceso a
la tierra y a un hábitat digno con la realización de urbanizaciones integrales en miles
de asentamientos cuyos habitantes sufren graves situaciones deficitarias en su
hábitat. El ENACOM ofrece hoy programas para llegar a garantizar el acceso a
servicios de conectividad de toda la población argentina, con todo lo que ello
significa, oportunidad que no podemos desperdiciar. La creación del Ministerio de
Desarrollo Territorial y Hábitat fue otro acierto de este gobierno y brinda una
oportunidad histórica para acompañar desde su misión específica esta gran
transformación que el país exige.
Lograr un hábitat digno para toda la población que habita nuestra Argentina
es posible. Nuestro gobierno, con el aporte de todos y todas, tiene la posibilidad de
lograrlo.
Hugo Cabral, político peronista, es arquitecto, magister en Planificación y
Administración del Desarrollo Regional, y diplomado en Gobierno y Desarrollo
Local.
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JUSTICIA ESPACIAL
Roberto Doberti
Cuando las formas de habitar, alteradas súbita y ferozmente por la pandemia,
se recuperen en muchas de sus dimensiones esenciales, un escenario incierto se
abrirá. El peronismo, como gobierno, como posición y concepción política, y como
sentir de un pueblo, nunca tuvo escenarios cómodos y simples. El peronismo
siempre navegó en aguas turbulentas, pero las que tendrá que enfrentar son
especialmente peligrosas, entre otros motivos porque no sabemos cómo serán.
Sabemos que nuestros principios básicos no se alterarán, que muchos
seguimos alentando la esperanza de un mundo mejor. Para eso estamos.
No nos hagamos ilusiones, nada será fácil ni concedido con generosidad.
Nuestros enemigos de siempre –no digo nuestros adversarios, que es otra cosa–
están dispuestos en formación de batalla. Se la daremos. En rigor, serán muchas
batallas en distintos frentes: la batalla cultural, la batalla económica o la batalla
judicial, por nombrar algunas de las más relevantes. Hay una que es menos
mencionada, que no suele aparecer en el horizonte: la batalla espacial. No me estoy
refiriendo a batalla espacial en términos de armamentos o satélites, sino a la
espacialidad cotidiana, a los modos de habitar el territorio, la ciudad, los ámbitos.
Nuestra idiosincrasia peronista estuvo siempre marcada por la voluntad, la
obligación y el placer de compartir. La misma palabra con la que nos nombramos,
‘compañeros’, significa compartir el pan, compartir el alimento material y espiritual.
El espacio compartido de la calle y de la plaza que habitamos históricamente
está hoy inhibido, necesariamente inhibido, y a nosotros nos duele. Pero lo que me
preocupa es que también está necesariamente inhibido el compartir el espacio con
los amigos, los niños y los ancianos. Hace aproximadamente 70 años se creó la
Ciudad de los Niños y el Parque Derechos de la Ancianidad, y el dato no es
desdeñable. Cuando en la plaza, la Unidad Básica, la universidad o el taller se canta
“todos unidos triunfaremos”, eso implica una comunidad de ideales, de posición
política, pero también de cercanía personal, de espacio compartido.
Cuando el peronismo alcanzó –siempre democráticamente– el gobierno se
encontró, en todos los casos, con situaciones altamente deterioradas, sea en el
aparato productivo, en el régimen distributivo, en el sistema judicial, en el
legislativo –por derogación de leyes e imposición de decretos–, en la regulación del
comercio exterior, o en casi todos los campos donde posemos la atención. En
consecuencia, tuvo que emprender una compleja tarea de restauración para superar
esos deterioros, para volver las cosas a su lugar, para arreglar lo aviesamente
desarreglado. Pero el peronismo no se contenta con eso: no basta con volver a
recuperar lo perdido, no basta con la restauración. El peronismo está llamado a
protagonizar la transformación, el paso adelante.
Esta inédita crisis, de base sanitaria, por ser inédita y de un alcance y una
profundidad mayúsculas, tiene varias alternativas de salida, varias lógicas de post
pandemia. Hay quienes, no sin alguna razón, están deseando y propugnando que
todo vuelva al ayer, a esa normalidad de exclusiones y sometimientos, normalidad
que añoran y pintan con colores menos sombríos. Para nosotros, el compromiso no
es la recuperación, es la transformación, es una progresiva y respetuosa pero
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profunda transformación. Se abre la posibilidad, difícil pero accesible, de creación
de nuevas realidades efectivas.
Entre esas posibilidades –en verdad exigencias desde nuestra posición– está
la instauración de una Justicia Espacial. Puede pensarse que esta noción es extraña y
hasta carente de ejercicios concretos en nuestra historia. Pero, aunque no se llamara
así, fueron acciones de Justicia Espacial la apertura de las playas marítimas para
enormes contingentes que nunca habían accedido a ese esplendor, como también lo
fueron los múltiples espacios destinados a la salud, a la educación, al esparcimiento
o a la protección de los más débiles. No menos actos concretos de Justicia Espacial
fueron lugares de la memoria en la ESMA o el precisamente llamado Parque de la
Memoria. Y por cierto, son actos de Justicia Espacial la construcción de miles y
miles de viviendas en distintas gestiones peronistas.
Esto indica que tenemos espaldas. Debemos también tener miradas al frente,
modelando espacios, en todas las escalas, en los que la accesibilidad, los derechos de
uso y las prácticas viejas y nuevas de nuestro Pueblo sean aceptadas e incentivadas.
Nuevas ciudades y nuevos modos de entender y operar las existentes; nuevas
modalidades de vivienda y renovación de su sentido; eliminación de tapias y
enrejados y consecuente derecho a la circulación y la permanencia; destitución de
privilegios dinásticos; y establecimiento de convivencias solidarias y compartidas.
Todo esto es complejo. Será necesario remontar ataduras e imposiciones que
se hacen aparecer como naturales e inconmovibles. Será necesario también ampliar
nuestra lógica del compartir. Es complejo, y difícil, pero nuestra historia, nuestros
líderes y nuestras convicciones pueden o deben intentarlo.
La post pandemia abre un horizonte nuevo: uno donde puede ocurrir lo peor,
lo anodino y lo mejor. Todo puede ocurrir. Confío en que seamos conscientes de la
apertura y capaces de dar los pasos venturosos.
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DESAFÍO EDUCATIVO: UNA SOCIEDAD
(RE)ESCOLARIZADA EN LA ALTERNANCIA
Javier Rio
Desde hace un buen tiempo reconozco que en educación debemos pensar
seriamente el aprovechamiento de los espacios y del tiempo. Está muy bien
preocuparse por los contenidos de la enseñanza. Las reformas suelen mirar los
diseños curriculares, entre otras cosas, y ver que nos siguen preocupando temas que
no terminan de calar en la formación, tales como derechos humanos, educación
sexual integral, formación para el trabajo, conflictos y violencias escolares,
desigualdad educativa, y tantos otros.
¿Cómo mover entonces a la vaca sagrada?
En la universidad donde doy clases propuse dar un seminario sobre
pensamiento pedagógico latinoamericano. No pensé que las circunstancias nos
obligarían a tener que preparar un espacio que exige lectura y debate acalorado, y
tener que realizarlo a través de alguna plataforma virtual.
Sería interesante en este tiempo que se suspendía la vuelta a clases volver a
leer a Iván Illich y su sociedad desescolarizada.
La situación de pandemia que nos atraviesa vino a poner todo en cuestión.
“Invita” a reflexionar acerca del papel de las instituciones de nuestra sociedad, sobre
el rol de los Estados, el estilo de vida que llevamos, cómo consumimos y la forma en
que nos relacionamos entre nosotros y con la naturaleza. La escuela pareciera que
ocupa un lugar central en esta revisión.
Illich pensaba que una sociedad que aspire a repartir equitativamente el
acceso al saber entre sus miembros y a ofrecerles la posibilidad de encontrarse
realmente, debería reconocer límites a la manipulación pedagógica y terapéutica que
puede exigirse por el crecimiento industrial y que nos obliga a mantener este
crecimiento más acá de ciertos umbrales críticos. Desde la perspectiva illichiana el
sistema escolar parecía el ejemplo-tipo de un escenario que se repite en otros
campos del complejo industrial: se trata de producir un servicio, llamado de utilidad
pública, para satisfacer una necesidad llamada elemental. Posteriormente, trasladó su
atención al sistema de la asistencia médica y al sistema de los transportes que, al
rebasar cierto umbral de velocidad, también se convierten, a su manera, en
obligatorios.
Hay “escenas” que observamos en nuestras escuelas hoy: maestros y
profesores esforzándose más que nunca para estar cerca de sus estudiantes,
aprendiendo en tiempo récord nuevas herramientas tecnológicas, desesperando
cuando se dan cuenta de que no alcanza, saliendo de sus casas para repartir
alimentos para las familias de la comunidad educativa que las necesitan, chicas y
chicos que no tienen acceso a las aulas virtuales y padres que muchas veces no saben
cómo acompañar el desarrollo de sus hijos… Es entonces cuando el planteo de Illich
cobra un sentido actual. El sistema educativo solo no iguala. “La desventaja
educativa no puede curarse apoyándose en una educación dentro de la escuela”, y su
sola existencia desanima al pobre y lo invalida para tomar el control de su propio
aprendizaje.
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Se necesitan odres nuevos…
El concepto moderno de “progreso” significa el principio del constante
aumento de la producción, del consumo, del ahorro de tiempo, de la maximización
de la eficiencia y ganancias, del cálculo de todas las actividades económicas sin
tomar en cuenta sus efectos sobre la calidad de la vida y el desarrollo del hombre; el
dogma de que el aumento del consumo conduce a la felicidad del hombre, que el
manejo de las empresas a gran escala debe ser, por necesidad, burocrático y
alienado; que el objeto de la vida es tener –y usar– en lugar de ser –o meramente
estar–; que la razón reside en el intelecto y está divorciada de la vida afectiva; que el
radicalismo es la negación de la tradición; que lo contrario de “ley y orden” es la
falta de estructuras. En pocas palabras, que las ideas y categorías que han surgido
durante el desarrollo de la ciencia moderna y la industrialización son superiores a
todas aquellas de culturas anteriores, e indispensables para el progreso de la raza
humana.
Escribe Illich: “La vaca sagrada fue publicado como artículo en Siempre! en
agosto de 1968. Es mi primer esfuerzo por identificar el sistema escolar como
instrumento de colonización interna. La desescolarización de la Iglesia es el
discurso de apertura que pronuncié en Lima en 1971 para la Asamblea del Consejo
Mundial de Educación Cristiana. El Consejo se disolvió al finalizar este encuentro.
La alternativa a la escolarización es el último de una serie de ensayos que escribí
sobre educación. Con este texto traté de oponerme a la recuperación de mi tesis
expuesta en el libro La sociedad desescolarizada. Varias organizaciones
internacionales se veían obligadas a reconocer los fundamentos de mi crítica al
sistema escolar tradicional, y quisieron utilizar mis argumentos en favor de la
proliferación de nuevas agencias para la educación recurrente, permanente,
interminable. Desde 1971 me opuse a este exorcismo del diablo por Belcebú”.
Cuando se pone el vino en odres viejos se corre el riesgo de perderlo, porque
lo que está “fermentando” lleva la novedad del nuevo fruto.
La mayoría de los estudios sobre Illich y la educación se concentra en los
primeros escritos polémicos de los 70. No se han revisado demasiado sus artículos
publicados en los 80 y 90 que manifiestan cambios en su trayectoria intelectual. Al
momento de la publicación de La sociedad desescolarizada, el mismo Illich marcó
la distancia con el texto como parte de su reflexión histórica y de la memoria, y
destacó su preocupación por la educación como discurso histórico.
En 1995 escribió: “Mientras mi crítica a la escolarización en ese libro puede
haber ayudado a mucha gente a reflexionar sobre los efectos colaterales no deseados
de esta institución –y quizás buscar alternativas significativas– ahora me doy cuenta
que estaba ladrando al árbol equivocado”.
Releer a Illich en este momento de pandemia nos coloca en medio de una
encrucijada. Por diferentes razones, la vida de docentes, padres, niños y jóvenes no
es mejor sin escuela.
Sostener la escuela, más allá de la escuela: la sociedad (re)escolarizada
Es indispensable poder pensar los nuevos sentidos de educar. ¿De qué
manera sostenemos a “la escuela” por fuera de la escuela? ¿Cuáles serán las
prácticas necesarias para sostener esas cuatro paredes, que llamamos aula, desde la
¿comodidad? de nuestros hogares? ¿De qué manera la escuela puede llegar a los
barrios populares, donde los pibes y las pibas no tienen agua para lavarse las manos?
¿A qué costo la escuela se legitima a la distancia impartiendo cuadernillos con
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actividades secuenciadas –con suerte– que buscan una “valoración pedagógica”
como resultado? ¿Cuál es la escucha a la demanda de aprender cosas realmente
importantes?
Repensar los modos en los que decidimos hoy hacer la escuela. Entonces
quizás la propuesta deba ser: a partir de un nuevo pacto pedagógico, “la sociedad
(re)escolarizada”.
En este tiempo de emergencia educativa la docencia se (re)inventó. Se
adecuaron contenidos, se aprendió a las apuradas a manejar plataformas, se hicieron
cursos de diseño virtual, se buscaron tutoriales en la web y se usaron todas las redes
sociales posibles. Se confeccionaron cuadernillos ad hoc, se propusieron clases por
TV. Se trata de un gran esfuerzo, no siempre valorado socialmente. Ahora bien, ¿la
escuela es un cuadernillo de actividades? Pareciera que para la concepción de
quienes hacen escuela “desde fuera” muchas veces podrían responder que sí, que la
escuela es un cuadernillo con actividades. ¿Y qué hacemos con el “choque los
cinco” de todas las mañanas? ¿Cómo le hago llegar mi palmadita de aprobación en
la espalda para que vea que es capaz de leer? ¿Cómo lo miro mediante la pantalla
para hacerle un gesto comprensivo, cuando en su casa no hay una computadora?
¿Cómo llega la escuela a casa cuando no hay una calle asfaltada que lo permita?
No alcanzan los cuadernillos y los programas televisivos, no alcanza la
“valoración pedagógica” como evaluación, porque la situación desnudó las
desigualdades.
Este tiempo, nos invita a continuar haciendo escuela. ¿Pero qué escuela? ¿Y
qué sociedad?
Pensar con Illich cómo (des)escolarizar la escuela para (re)escolarizar la
sociedad. En palabras de Illich, “aprender se ve restringido por la obligación de
asistir a la escuela”. Se entiende que hoy aprender se ve restringido a contar con
pantallas y con una familia que acompañe. ¿Acaso hoy sí podrá ser válido –para los
sectores que lo niegan– que la mayor parte de lo que nuestros estudiantes aprenden
sucede fuera de la escuela? El desafío está en pensar una escuela con espacios y
tiempos alternativos, y para lograrlo la sociedad debería escolarizarse.
La sociedad (re)escolarizada en la Comunidad Organizada: la alternancia
En La sociedad desescolarizada, Illich denuncia una escuela tradicional, en
la que abunda la pasividad del consumo frente a la creatividad de un pensamiento
crítico. Cuestiona el axioma de que el aprendizaje es resultado de la enseñanza,
cuando gran parte de los aprendizajes se reciben fuera de la escuela. Valoriza el
mundo cotidiano como espacio de convivencialidad. Manifiesta la confusión que
hay entre enseñanza y saber, entre promoción y educación, y entre diploma y
competencia.
Propone entonces que la sociedad se convierta en una gran red educativa que
aumente la oportunidad para:
• Que cada uno transforme cada momento de su vida en un momento de
aprendizaje.
• Compartir intereses con otros motivados por iguales cuestiones.
• Lograr un montaje autónomo de recursos bajo el control personal de cada
aprendiz.
• Presentar al público un tema de debate y dar a conocer su argumento.
En la Universidad Nacional de Hurlingham me tocó dirigir un proyecto de
investigación sobre la pedagogía de alternancia a partir de los Centros Educativos
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para la Producción Total (CEPT) que se desarrollan en la provincia de Buenos Aires
desde 1988. La experiencia tiene su historia, animada siempre por Gerardo Bacalini,
si bien no se la conoce como deberíamos.
El enfoque interdisciplinario es esencial en el equipo profesional para
desarrollar una educación con fines sociales, técnicos y productivos. La modalidad
de la pedagogía de alternancia está compuesta por dos matrices: la educativa y la
productiva.
La estrategia de la matriz educativa está basada en la relación de la escuela
con la realidad existente, a través de una propuesta educativa abierta a la comunidad,
lo que le da la particularidad al concepto de escuela abierta.
El formato escolar se caracteriza por la asistencia alternada de los estudiantes
entre el CEPT –una semana de permanencia– y dos semanas en sus hogares,
llevando actividades escolares curriculares que son supervisadas por tutores en la
última semana de estadía en su hogar. Esta dinámica de formato escolar permite
desarrollar hábitos de trabajo autónomos en los estudiantes, proporcionándoles
alternativas de indagación en el medio, como también sistematización de la
información obtenida y preparación para su socialización.
La metodología pedagógica implementada en los CEPT consta de tres fases
nodales:
• Una fase de búsqueda hecha en la vida o en la realidad que despierta el interés de
los jóvenes y adultos, quienes descubren su experiencia y llegan progresivamente
a su toma de conciencia.
• Una fase de adquisición, hecha en el CEPT, utilizando lo descubierto o indagado
por el alumno o la alumna; lo profundiza y consolida con explicaciones
académicas y técnicas, ofreciéndole la base que le permita más adelante buscar,
clasificar, sintetizar y expresar nuevos aprendizajes.
• Una fase de asimilación en el medio de vida, tendiente a que cada alumno o
alumna establezca relaciones y haga síntesis entre ambos aportes.
En esta propuesta con enfoque situacional y organizacional, las áreas de
promoción de: un medioambiente sustentable; la comunidad rural y su cultura; la
comunicación y la producción;10 están a cargo de equipos integrados por un
coordinador o coordinadora y docentes de apoyo competentes en los espacios
curriculares del área. Llevan adelante tareas de docencia, investigación y
organización de los procesos de aprendizaje en las tres fases de la alternancia.
La otra parte de la propuesta de la pedagogía de alternancia es la matriz
productiva. Ambas matrices se retroalimentan en una relación dialéctica,
conformando la propuesta pedagógica-socio productiva. El eje productivo se
concreta dentro de cada CEPT, con la puesta en funcionamiento de los Comités de
Desarrollo Local (CDL) integrados en su mayor parte por productores y productoras
y por docentes con perfil técnico productivo. Estos CDL tienen como tarea principal
la formulación de propuestas y proyectos que promuevan experiencias asociativas o
proyectos que consoliden infraestructura e instalaciones necesarias orientadas al
desarrollo local de la comunidad.
Durante los últimos 39 años, en la provincia de Buenos Aires el contexto del
trabajo cogestivo llevado a cabo entre la Dirección General de Cultura y Educación
y la Federación de Asociaciones Centros Educativos para la Producción Total
10
Según las resoluciones que norman el Programa CEPT: 9589/91, 3184/95, 1874/00 y
2453/07.
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(FACEPT) posibilitó la creación de 35 CEPT distribuidos en cuatro regiones, un
Centro de Formación Profesional y un Instituto Superior de Formación Docente.
Esta evolución tiene fuerte implicancia en la participación del Estado como
uno de los integrantes significativos para que el proyecto se difunda como derecho
en todas las comunidades que así lo requirieran. Al respecto, Claudia Bernazza
afirma que “cuando la política define como prioridad la transformación de este
aparato (El Estado), para ponerlo al servicio de un proyecto, las organizaciones
públicas y sus trabajadores responden”.
Aprender en espacios y tiempos distintos
El desafío de las políticas públicas en educación para los tiempos que se
avecinan será pensar un nuevo itinerario para las propuestas pedagógicas de las
instituciones educativas.
En los últimos días, Diego Golombek tuvo que salir a explicar en algunos
medios la idea de las “aulas burbujas”. Con mucho esmero se están pensando
tiempos y espacios nuevos. La situación de pandemia agudizó nuestra creatividad y
puso en juego nuestra intuición y experticia al servicio de nuevos desafíos.
Habrá que imaginar entonces un nuevo sistema donde la escuela no ejerza el
monopolio de las tareas de enseñar y de aprender, sino que involucre otros espacios
educativos que puedan ser accesibles para todos –habrá que pensar la acreditación
de saberes. Una “sociedad educativa” en la que puedan multiplicarse las
oportunidades y las formas de aprender. Será necesario pensar esa matriz dialéctica
de educabilidad y producción.11
El uso de la tecnología en educación deberá estar al servicio del encuentro,
sabiendo que no sustituye abrazos, miradas y caricias tan necesarios en la educación
emocional de nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Volvió Paka Paka, se
pensaron nuevas propuestas televisivas y se celebran.
Debemos seguir pensando el uso educativo de las redes. Necesitamos
escuelas nuevas, abiertas los fines de semana y en los recesos de invierno y verano.
Orquestas escolares, clubes de ciencias, y la imaginación puede volar…
11
Con la ley Siñani-Pérez, Bolivia ha hecho un interesante recorrido desde 2010 hasta el
presente.
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PANDEMIA, CUARENTENA, DOS INTERVENCIONES Y UNA
CATARATA DE CAUSAS POR ESPIONAJE ILEGAL:
DESAFÍOS POST COVID-19 PARA EL PERONISMO
EN LAS ÁREAS DE SEGURIDAD PÚBLICA
E INTELIGENCIA NACIONAL
Glen Evans
La declaración del COVID-19 como pandemia y la consecuente declaración
de la cuarentena en nuestro país presentan desafíos adicionales para todas las áreas
de la gestión pública. Sin embargo, en la mayoría de los casos esta situación
excepcional hizo crujir los engranajes sociales, generando la profundización de
problemas sistémicos que anteceden a la situación coyuntural y que nos obligan
como partido a acelerar los tiempos en la búsqueda de soluciones inmediatas y a
repensar el ordenamiento de mediano y largo plazo.
La intención del presente artículo es analizar brevemente algunos de los
desafíos que nos esperan en las áreas de seguridad pública e inteligencia nacional en
lo inmediato y en el mediano plazo, tomando como hito temporal el antes y después
de la pandemia y la cuarentena, reconociendo que esta situación profundizó y
permitió visualizar problemas preexistentes.
En este sentido, se dividirá el artículo en tres partes: un primer apartado con
algunas reflexiones sobre la situación general de seguridad pública; un segundo
apartado con algunas reflexiones sobre la situación del Servicio Penitenciario
Federal (SPF); y un último apartado con algunas reflexiones sobre la situación del
Sistema Nacional de Inteligencia.
Algunas reflexiones sobre la seguridad pública
Es casi imposible anticipar con exactitud cuál va a ser la situación de
seguridad pública a nivel nacional en la pospandemia, sobre todo si se tiene una
visión federal reconociendo las grandes diferencias que hay de provincia a provincia
y de ciudad a ciudad. Sin embargo, podemos suponer, en función de la información
disponible, que la situación de encierro, hacinamiento y disminución o inexistencia
de ingresos en muchas familias está generando un ambiente propicio para el
aumento de casos de violencia intrafamiliar, violencia por motivos de género 12 y,
presumiblemente, un aumento en los delitos contra la propiedad;13 esto último, una
12
Desde el 20/3 hasta el 19/6 la justicia porteña recibió 2.844 denuncias de violencia por motivo
de género –un promedio de 31 denuncias diarias– pasando de 741 denuncias en el periodo del
19/3 al 19/4 a 1.067 en el periodo del 19/5 al 19/6. En el periodo del 20/3 al 28/5 se registraron
57 femicidios a nivel nacional –la mayor parte registrados en la Provincia de Buenos Aires, con
27 casos, seguida por Tucumán y Santa Fe, con 6 casos cada uno.
13
Al analizar la información disponible de los 135 distritos de la Provincia de Buenos Aires se
observa una caída de los delitos contra la propiedad a partir de las restricciones de circulación
en el marco de la declaración de la cuarentena. En esta dirección se observa una caída del 49%
de los hechos, comparando marzo con febrero, y una caída del 38% comparando abril con
marzo. Sin embargo, ya en mayo se observa un aumento del 44% con respecto a abril y uno del
18% comparando junio con mayo. En este punto es importante destacar dos categorías que se
definen dentro de las estadísticas globales que nos pueden dar un indicio para la pospandemia.
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vez que se flexibilicen las restricciones de circulación vigentes. Todo esto estará
exacerbado en los centros urbanos de mayor concentración poblacional.
En paralelo a lo mencionado, se acentuarán las diferencias socioeconómicas
preexistentes a la pandemia y a la cuarentena, generando una profundización de las
situaciones de inequidad, sumadas a la incertidumbre propia del devenir económico
pospandemia y las consecuentes dificultades para el acceso al empleo. En el marco
de este escenario, es necesario hacer algunas reflexiones sobre el desafío que se nos
presenta como partido y como gobierno.
a) El desafío inmediato en la pospandemia nos va a enfrentar a una realidad donde
las herramientas tradicionales del Estado para la gestión de la seguridad pública
van a ser insuficientes y su uso, medido y racional imperativo. En esta dirección
es importante entender la prevención del delito, en particular, y la seguridad
pública en general –haciendo un importante paréntesis para excluir el crimen
organizado– desde la perspectiva de la “seguridad sustentable”,14 comprendiendo
que la mejora de la situación de “seguridad” o la reducción de la situación de
“inseguridad” dependen directamente de las capacidades del Estado para
fomentar la inclusión y la reducción de la inequidad. Así, el primer desafío que
vamos a enfrentar como partido desde la gestión de la seguridad pública será el
de acompañar el despliegue de otras áreas del Estado con la responsabilidad de
generar y consolidar condiciones que fomenten la inclusión y la reducción de la
inequidad, tendiendo en lo inmediato redes de contención en todos los niveles –
nacional, provincial y municipal– ante la urgencia económico-alimentaria que
puede profundizarse en la pospandemia.
b) El segundo desafío inmediato que vamos a enfrentar desde la gestión de la
seguridad pública es la necesidad de coordinar a nivel federal la definición de
una estrategia conjunta para la prevención del delito en la pospandemia y el
consecuente ordenamiento de los recursos disponibles para el despliegue y la
distribución territorial en todos los niveles, coordinando las fuerzas federales, las
policías provinciales y los recursos municipales. En este punto es urgente y
esencial la canalización –a través del Consejo de Seguridad Interior– del diálogo
entre la nación y las provincias para consensuar puntos básicos de una política de
prevención del delito en la pospandemia, analizando, en este ámbito, la situación
de cada rincón del país, y centralizando la información disponible para tener un
primer “diagnóstico” y algunos parámetros básicos para definir la necesidad y
distribución de recursos. En esto, tan importante como la coordinación de
recursos para el despliegue territorial es acordar a nivel federal un esquema
inmediato de monitoreo para garantizar el uso racional y medido del recurso
policial para evitar abusos de poder y violencia institucional. En este sentido, ya
se han detectado casos en el marco de despliegues para el control de la
circulación durante la cuarentena en Chubut, CABA, Tucumán, Jujuy y Buenos
Aires, lo que nos indica que es un tema prioritario, ahora y una vez terminada la
cuarentena.
En la categoría “ingreso a fincas”, la cantidad de hechos pasó de 4,35 casos cada millón de
habitantes en enero a 0,96 en mayo, subiendo a 2,88 en junio. Este mismo fenómeno, pero más
acentuado, se da en la categoría “heridos en ocasión de robo”, donde se registraron 0,45 casos
cada millón de habitantes en el mes de enero. pasando a 0,19 en mayo y a un pico de 0,58 en
junio.
14
Pido prestado el concepto al estimadísimo Enrique del Percio.
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c) El punto anterior nos enfrenta al primer desafío de mediano plazo en la gestión
de la seguridad pública: la necesidad de “gestión de la información” con
premisas de producción descentralizada, pero con análisis centralizado. Sin
capacidad de generar información confiable sobre el delito desde una perspectiva
federal, es imposible organizar los recursos del Estado para lograr un efecto real
en la situación de “inseguridad” y la consecuente reducción del delito. Al tratar
la prevención del delito desde la responsabilidad específica de los organismos de
seguridad pública, la única herramienta efectiva con la que cuenta el Estado es la
producción de información-conocimiento sobre el delito simple y organizado.
Sin la capacidad de generar información-conocimiento confiable sobre el delito
desde una perspectiva federal, se vuelve imposible organizar los recursos del
Estado para lograr un impacto real en la prevención y la reducción del delito
desde todos los niveles –distribución operativa de recursos, generación de
política pública, definición de la política criminal. Es necesario entonces generar
los acuerdos y los espacios para la circulación sistemática de la información
sobre el delito en todos los niveles, generando un cuerpo de “reglas comunes”
para permitir la producción de información sobre la situación nacional de
seguridad pública.
d) El segundo desafío que enfrentamos en el mediano plazo es asumir desde la
conducción civil de las fuerzas de seguridad federales la responsabilidad de la
prevención, la investigación y la sanción de todas aquellas acciones vinculadas a
la actuación policial de las fuerzas federales dentro y fuera de servicio,
consideradas como faltas o abusos graves. Es necesario debatir y definir la
creación de una estructura de auditoría dentro del Ministerio de Seguridad de la
Nación, poniendo en manos de personal sin estado policial la investigación de
situaciones consideradas faltas graves, asegurando, en paralelo, la construcción y
el fortalecimiento de las herramientas necesarias para la evaluación, de manera
proactiva, de la idoneidad y ética del personal de las fuerzas a lo largo de su
carrera, priorizando el seguimiento patrimonial y la formación profesional. En
esta misma dirección, es necesario definir un modelo claro de auditoría para
recomendar su implementación por parte de las provincias en el marco de un
consenso federal. Este modelo debe ser debatido en un acuerdo nacional, que
puede ser articulado a través del Consejo de Seguridad Interior, brindando
recomendaciones y asesoramiento para su implementación desde la nación,
buscando la adhesión de cada una de las provincias.
e) En la misma dirección que los dos puntos anteriores, otro de los desafíos a
enfrentar en el mediano plazo es la necesidad de redefinir la matriz con la cual se
piensan las políticas de seguridad pública en el país, definiendo claramente cuál
es la visión del partido y de la gestión sobre este tema, y la consecuente
definición de una “política criminal” detallada, seguida de un plan de acción que
contemple los compromisos de la gestión, por lo menos, por los próximos tres
años. En este puto es indispensable la generación de información confiable que
permita definir las prioridades de la agenda en función de una foto real de la
situación de seguridad en el agregado del país.
Algunas reflexiones sobre el Servicio Penitenciario Federal
Lo acontecido en los últimos meses en torno al SPF refuerza la premisa
inicial que afirma que la pandemia y la cuarentena fueron un factor que profundizó e
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hizo visibles problemas que exceden a la misma. Es interesante entonces repasar
algunos de los sucesos para una mejor comprensión.
En primer lugar, en el marco de la declaración de la cuarentena –producto de
los riesgos para la salud que implica el COVID-19 y a partir de recomendaciones de
organismos internacionales– múltiples tribunales determinaron la prisión
domiciliaria de detenidos con el objetivo de reducir la superpoblación carcelaria y
evitar la propagación del virus dentro de los penales. Esta situación desató reclamos
iniciados desde la oposición y multiplicados por los medios de comunicación,
declarando que existía una estrategia de liberación masiva de detenidos sin realizar
una apreciación detallada de la situación y las posibles consecuencias para la salud.
Exceptuando liberaciones puntuales donde se brindó el beneficio de prisión
domiciliaria a personas detenidas acusadas de delitos graves –abuso sexual,
violación y homicidio– que debieron ser revertidas por no corresponder tal
beneficio, la cantidad de detenidos que accedieron a este privilegio no superó el
2,5% de la población del Servicio Penitenciario Federal y el 2% de la población del
Servicio Penitenciario Bonaerense.15
En segundo lugar, el 24 de abril se inició el motín en el Complejo
Penitenciario Federal CABA –conocido coloquialmente como “la cárcel de
Devoto”– bajo el reclamo de los internos por condiciones de hacinamiento,
suspensión de las visitas y suspensión de las salidas, en paralelo a la detección de un
caso positivo de COVID-19 en el personal penitenciario que cumplía funciones en
esta dependencia. Este motín se dio por finalizado tras la firma de un compromiso
por parte de autoridades del Ministerio de Justicia y del SPF y representantes de los
internos.
En tercer lugar, en el marco de esta misma situación, un testigo protegido
miembro del SPF realizó una declaración donde se vinculaba al área de inteligencia
penitenciaria de esta institución con actividades de espionaje ilegal, articulando los
medios para realizar escuchas a detenidos de alto perfil relacionados a causas de
corrupción, a través de la instalación de micrófonos ambientales en el Complejo
Penitenciario Federal I.
Esta sucesión de hechos culminó con la renuncia del director del SPF, el
pedido de retiro voluntario a la cabeza del área de inteligencia penitenciaria y la
intervención del SPF por un plazo de 180 días a partir del 12 de junio de 2020.16
Todos los puntos mencionados anteriormente, con excepción del espionaje
ilegal, son fenómenos anteriores a la declaración del COVID-19 como pandemia,
pero visibilizados y puestos en evidencia por ésta. Sin embargo, es necesario hacer
algunas aclaraciones. En este escenario es importante reflexionar sobre el desafío
que se nos presenta como partido y como gobierno en cuanto al tema penitenciario,
tomando como referencia la situación del SPF.
a) El primer desafío inmediato y de mediano plazo que tenemos como partido y
como gestión es avanzar en un proceso de descompresión y mejora de las
cárceles federales de manera racional que no se limite únicamente a la
emergencia por el COVID-19. El cierre del Complejo Penitenciario Federal
CABA –una cárcel de 1929– es otro de los desafíos inmediatos. Si bien el
proyecto de cierre y traslado de la población penitenciaria está pautado para fines
15
Los porcentajes del SPF y el SPB son representativos de la situación nacional, dado que entre
ambos servicios representan más del 60% de la población penitenciaria del país:
aproximadamente 63.000 internos, sobre un total nacional de 95.000.
16
De acuerdo a lo contenido en el Decreto 539/2020.
110
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del 2021, este proyecto tiene más de cinco años de atraso proyectando,
inicialmente, su traslado a la inconclusa cárcel de Agote y, actualmente, a la
cárcel de Marcos Paz una vez finalizadas las obras de ampliación. En paralelo,
este proceso tiene que estar acompañado por una estrategia de comunicación
eficiente que evite la interpretación malintencionada de este proceso. La
situación de hacinamiento y las falencias estructurales del SPF no son hechos
fortuitos ni recientes, y la obligación del Estado nacional es buscar soluciones
que permitan el difícil equilibrio entre la necesaria reducción de la población
penitenciaria y la aplicación de criterios claros para lograr que este objetivo
tenga una relación directa con la finalidad del sistema carcelario, que no es otro
que la inclusión y la resocialización del interno –basada en argumentos técnicos
y no políticos. La gestión de Mauricio Macri como presidente de la Nación
(2015-2019) presentó un cambio de eje en cuanto a la política penitenciaria
nacional. El modelo de un sistema basado en la inclusión y resocialización de los
detenidos se vio transformado, virando hacia un discurso orientado casi
exclusivamente al confinamiento de los internos. Este discurso se desarrolló en
paralelo a una política criminal fuertemente punitiva, lo que implicó un aumento
de la población carcelaria sin la disposición de los recursos necesarios para
administrarla.17 Este modelo derivó en la declaración de la emergencia en
materia penitenciaria en abril de 2019, confirmando el fracaso de la política
penitenciaria del macrismo.
b) El segundo desafío inmediato que se nos presenta es dotar al Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos, y en particular a la Subsecretaría de Asuntos
Penitenciarios, de las herramientas necesarias para gestionar, auditar y controlar
los procesos que se decidan llevar adelante sobre el SPF desde la conducción
política. Mas allá de las conclusiones a las que arribe la actual intervención y las
decisiones que se tomen en el marco de esta, es necesario poder consolidar un
esquema que permita la implementación de las reformas que se planteen y un
esquema de auditoría constante por parte de personal civil sin estado policial
para evitar desviaciones, una vez finalizada la intervención, en las áreas más
sensibles de la gestión. Por este motivo es recomendable que el Ministerio cuente
en su estructura con un área específica de Asuntos Internos para la gestión de las
faltas del personal penitenciario, seguimiento patrimonial y de carrera para la
evaluación de los ascensos, y un área específica dedicada a la Auditoría y
Modernización de las unidades penitenciarias, brindando a la Subsecretaría
específica los elementos necesarios para reconocer e implementar las mejores
prácticas penitenciarias reconocidas internacionalmente.
c) El tercer desafío inmediato que se nos presenta no fue producto ni se profundizó
con la pandemia y la cuarentena, pero se dio en paralelo con estos procesos. Si
bien se ampliará sobre este punto en el apartado dedicado a la inteligencia
nacional, es importante hacer una breve mención aquí. En este sentido, el desafío
que enfrentamos es no permitir que el mal uso de la inteligencia penitenciaria y
su manipulación como una herramienta para llevar adelante acciones de
espionaje ilegal por motivos políticos –a esta altura de la historia debería ser
redundante agregar la palabra ilegal– opaquen el debate sobre la temática y nos
lleve a sobre reaccionar eliminando o reduciendo ésta a su mínima expresión. La
17
Como testimonio de lo anterior, la población de internos del SPF y el SPB pasó de 44.488
internos en el año 2014 a 63.094 en el año 2019.
111
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mala utilización de la herramienta no debe llevarse el centro del debate sobre
este tema. La inteligencia penitenciaria tiene un rol fundamental dentro y fuera
del sistema penitenciario, motivo por el cual el debate debe centrarse en la
reforma del sector para cumplir eficientemente su función en el marco de un
estricto control por parte de personal sin estado policial, junto a un esquema de
auditoría efectivo. La función de la inteligencia penitenciaria no es otra que la de
articular la obtención de información de todas las fuentes disponibles para
generar conocimiento bajo la premisa de trabajar sobre tres fenómenos: la
prevención de motines, la prevención de fugas y la producción de inteligencia
criminal sobre las actividades relacionas con la criminalidad organizada que
excedan lo que pasa dentro de los muros de las unidades penitenciarias –en este
último punto, como miembro pleno del subsistema nacional de inteligencia
criminal.
Algunas reflexiones sobre la inteligencia nacional
A partir de la publicación en el boletín oficial del Decreto Nacional 52/2019
del 21 de diciembre del 2019 se dispuso la intervención de la Agencia Federal de
Inteligencia (AFI) por el plazo de 180 días corridos. Este plazo fue prorrogado por
180 días adicionales con el Decreto 540/2020, continuando la intervención hasta
hoy. Si bien la intervención es anterior a la declaración de la pandemia y la
cuarentena, es importante repasar algunos de los hitos que ha marcado la misma para
entender cuáles son los desafíos desde el partido y la gestión en lo inmediato y en el
mediano plazo.
En primer lugar, una de las primeras medidas adoptadas por el Poder
Ejecutivo en el marco de la intervención fue la modificación de la excepción
normativa que permitía a la AFI involucrarse en investigaciones criminales. Hasta la
publicación del Decreto de Necesidad y Urgencia 214/2020 del 4 de marzo de 2020,
la Ley de Inteligencia Nacional 25.520 preveía, en el inciso 1 del artículo 4, la
excepción que permite a los organismos de inteligencia participar como auxiliares de
la justicia en las investigaciones criminales. El mencionado DNU propone la
modificación de este artículo, prohibiendo de manera definitiva la realización de este
tipo de actividades por parte del organismo y dando cierre, de esta manera, a una de
las principales herramientas utilizadas históricamente para intervenir en la justicia.
En segundo lugar, se realizó una detallada auditoría de los recursos de la AFI,
que culminó con la reasignación de la mayor parte de los fondos reservados de los
que disponía el organismo para ser utilizados por Jefatura de Gabinete en la
prevención y combate del COVID-19, y también se dispuso la donación de
armamento y chalecos antibalas propiedad de este organismo al Ministerio de
Seguridad de la Nación.
En tercer lugar, se creó un Consejo Consultivo de la AFI, con diez referentes
de ámbito académico y de la sociedad civil, con el objetivo de iniciar un debate
sobre los lineamientos que deben incluir un anteproyecto de una nueva Ley de
Inteligencia Nacional, y se publicó una nueva estructura de transición del organismo
para la gestión diaria hasta la definición de dicha Ley.
En paralelo a lo anterior, se comenzó una serie de investigaciones sobre
presunto espionaje por motivos políticos, cuya judicialización y avance de las causas
se ha convertido en el eje del debate sobre inteligencia nacional o, por lo menos, del
debate público sobre el tema. Este universo de causas de espionaje por motivos
políticos abarca desde la causa D’Alessio, pasando por las actividades realizadas por
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los miembros del grupo “Super Mario Bros”, hasta la causa que involucra al
personal de inteligencia del servicio penitenciario por las grabaciones en el
Complejo Penitenciario Federal I. A la fecha, existen doce causas relacionadas con
esta actividad, con un saldo de más de veintidós detenidos. La cantidad de causas,
detenidos y organismos relacionados a los sistemas y subsistemas de inteligencia
involucrados pone de manifiesto que la mala utilización de la herramienta de
inteligencia durante la gestión anterior era sistemática y nos enfrenta a las
consecuencias concretas de lo que sucede cuando las funciones de los organismos de
inteligencia no son claras, la formación del personal es inexistente y los decisores no
respetan los límites legales de la actividad.
En este escenario es necesario hacer algunas reflexiones sobre el desafío que
se presenta sobre el Sistema Nacional de Inteligencia:
a) El primer desafío inmediato que tenemos como partido y como gestión es evitar
que el debate en torno al sistema nacional de inteligencia y sobre las leyes que lo
regulen sea simplificado y condicionado por la mala utilización sistemática de
los organismos de inteligencia para la realización de espionaje por motivos
políticos. Si bien es claro que la utilización de los recursos del sistema de
inteligencia para la realización de este tipo de actividades atenta contra la
legitimidad y la confianza en éstos –legitimidad y confianza perdidas mucho
antes de la existencia de estas causas– debemos tener en cuenta que, si nuestro
objetivo es pensar en un sistema nacional de inteligencia con capacidad de
producción y al servicio del Estado, es necesario que el debate no esté
condicionado por estos sucesos y que el foco del mismo esté orientado a la
necesidad informativa por parte del Estado y a la eficacia para lograr la
producción de ésta y no centrado únicamente en los mecanismos de control para
evitar abusos o a la reducción del sistema a su mínima expresión. En este
sentido, urge un serio debate que gire en torno a la necesidad de producción, la
forma en que se va a producir y, una vez que se tomen esas decisiones, cuáles
serán los mecanismos de control. Es importante evitar caer en el reduccionismo
producto de lo anterior. Nuestro país no necesita menos inteligencia; necesita
más inteligencia, más eficiente, al servicio del Estado y con un esquema sólido
de controles.
b) En relación con el punto anterior, el segundo desafío que tenemos en lo
inmediato y en el mediano plazo es iniciar un debate interno en el partido para
consensuar un modelo nacional de inteligencia que dé lugar a la definición
conceptual del sistema nacional de inteligencia que mejor se adapte al mismo y
el consecuente cuerpo normativo que le dé sustento. En resumen, es imposible
discutir la norma antes del modelo. El debate tiene que definir claramente cuáles
son las necesidades informativas del Estado nacional en todos los niveles y de
qué manera trabajamos la inteligencia interior, la inteligencia exterior, la
contrainteligencia, la inteligencia militar y la inteligencia criminal, definiendo
claramente quién o quiénes van a ser los consumidores de la producción de cada
área y el consecuente esquema de obtención, producción, diseminación para
definir, luego, las dependencias y los esquemas de control y auditoría. Este
debate tiene que ser exhaustivo y multisectorial18 para definir un sistema nacional
de inteligencia sólido que nos permita llegar a un proyecto de ley sustentable,
18
No es posible plantear un debate de estas características sin convocar, al menos, a
especialistas en inteligencia estratégica, en contrainteligencia, es defensa e inteligencia militar y
en seguridad pública e inteligencia criminal.
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con el objetivo de lograr los consensos necesarios que permitan instalar la
producción de inteligencia como una política de Estado, priorizando la eficiencia
y logrando la legitimidad de la actividad.
Algunas reflexiones finales
Si bien lo planteado en el presente trabajo dista de ser una lista exhaustiva de
los problemas que vamos a enfrentar en la pospandemia en las áreas analizadas, sí es
representativo de algunos de los temas que van a exigir una intervención inmediata y
sobre los cuales nuestra intervención va a definir la agenda a seguir en los próximos
años de gestión.
En el área de seguridad pública tenemos la obligación de pautar un modelo de
prevención del delito de corte federal, lo cual es imposible sin la construcción de los
consensos necesarios, o sin la información sobre la situación nacional de seguridad
pública que nos permita definir las prioridades de ese consenso.
En el caso del tema penitenciario y de la inteligencia nacional, nos
enfrentamos a dos áreas de gestión que son invisibles para el público y, muchas
veces, para la gestión política hasta el momento en que un motín o una causa por
espionaje ilegal convierten el tema en una prioridad de agenda.
En todos los casos tenemos la obligación de atender la emergencia, pero no
permitir que ella defina la agenda de mediano y largo plazo. En todos los temas
abordados tenemos la oportunidad histórica de hacer cambios significativos que
redunden en el beneficio de la sociedad en su conjunto.
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ELOGIO ACADÉMICO DE ANTONIO CAFIERO
Joaquín Pedro da Rocha
El 16 de julio de 2010 la Universidad de Buenos Aires le entregó el doctorado
honoris causa al doctor Antonio Cafiero. En ese acto el autor leyó este elogio
académico.
Ante todo, mi eterno agradecimiento por haberme hecho el enorme honor en
ser quien diga, como exalumno, egresado y actual profesor de esta casa, este
justificado elogio del doctor Antonio Cafiero, con motivo de la recepción del
doctorado honoris causa de la Universidad de Buenos Aires. Somos muchos, y otros
con mayores méritos que yo, los que podríamos destacar las virtudes del
homenajeado, porque nos consideramos herederos de sus enseñanzas y de sus
ejemplos. Es por eso que trataré de cumplir con este insigne privilegio
argumentando, según mi leal saber y entender, sobre las razones que justifican el
otorgamiento de este doctorado.
Puedo afirmar, sin lugar a dudas, que Antonio Cafiero tiene sobrados
antecedentes para ser merecedor del insigne título que hoy se le ofrece. Porque es un
símbolo de institucionalidad en la Argentina de dos siglos, ya que desde 1940 en
adelante ha venido trabajando la teoría y en la práctica políticas con una coherencia
difícil de encontrar en otros.
Es un maestro de políticos y un hombre público que ha actuado con maestría.
Lo primero, porque muchos le deben lo que saben y muchos más la posibilidad de
haber alcanzado altas responsabilidades en la conducción del Estado. Lo segundo,
porque en cada uno de sus muchos destinos públicos se ha destacado con su espíritu
pragmático y a la vez innovador.
Es un hombre de coraje cívico y personal, porque jamás rehuyó sus
obligaciones patrióticas, aun sufriendo todo tipo de penurias, hasta la pérdida de la
propia libertad. Es un hombre de méritos, porque aplicó su inteligencia y su saber a
la tarea de resolver los problemas más trascendentes de la sociedad argentina.
Convencido de la afirmación de ese otro intelectual que fuera don Arturo
Jauretche –en cuanto a que lo que movilizó a las masas hacia el peronismo no fue el
resentimiento, sino la esperanza– volcó todos sus esfuerzos en explicar y sostener
los argumentos filosóficos de la justicia social, la soberanía política y la
independencia económica.
Antonio Cafiero es un pensador que ha dotado a la política argentina de un
sistema de ideas enmarcadas en el humanismo y en la justicia social. Pero es además
un pensador comprometido con su tiempo y con su pueblo que entendió desde su
juventud el fenómeno popular que encarnaran, cada uno en su momento histórico,
Yrigoyen y Perón, y los nutrió con sus conceptos e ideas frente a quienes sostenían
falsas opciones entre lo culto y lo popular, olvidando que la cultura nacional es una
amalgama de creencias, conocimientos y prácticas sociales que identifican a un
pueblo.
Los más lúcidos de esta intelligentsia divorciada del pueblo se arrepintieron
después. Por dar un ejemplo relevante, decía Ernesto Sabato en los años sesenta:
“los estudiantes de 1930 estábamos equivocados en muchas cosas… y en el 45 nos
volvimos a equivocar. Nosotros, precisamente el sector más ilustrado del país,
dijimos cabecitas negras, hablamos de chusma y de alpargatas, olvidándonos que
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esos cabecitas negras habían constituido el noventa por ciento de los ejércitos
patriotas que habían llevado a cabo la liberación de América… ¡¡qué fácil es
despreciarlos ahora desde nuestras aulas!! Sí, los estudiantes, los doctores, hemos
estado trágicamente separados de nuestros pueblos”.
Antonio Cafiero representa el nexo del segmento universitario que tiende una
mano y que escucha las demandas de justicia social de sus conciudadanos que no
tuvieron las mismas posibilidades de crecimiento en lo educacional, en lo
económico y en lo social.
Es mucho más que un economista o un político. Pertenece a ese corto número
de personalidades en las que está representada la conciencia de su generación, de las
que la precedieron y de las posteriores que hemos aprendido de él. Es quien nos
enseñó a quienes hemos alcanzado una posición de privilegio en la sociedad que
tenemos el deber ineludible de transformar la realidad en beneficio de todos, pero
especialmente de aquellos que no han tenido esa suerte. Es un hombre justo, en los
términos de Aristóteles, cuando decía que lo es el ser humano que en sus relaciones
con los demás solo aspira a la igualdad.
Es el que, cada vez que volvió a la cátedra después de ser perseguido y
apresado, repetía: “como decíamos ayer…”.
Es el que sintió y sigue sintiendo la justa indignación –la némesis
aristotélica– que es el desconsuelo ante la presencia de quienes sufren una desgracia
inmerecida.
Para concretar la descripción de su personalidad me permito recordar algunos
hitos de su historia política y personal: su renuncia al cargo de ministro de Comercio
Exterior, en abril de 1955, para no tener que contraponer su pensamiento político
con su posición religiosa; su paso reiterado por las cárceles de sucesivos procesos
militares, donde aprendió con dolor y sufrimiento a ser más justo y a perdonar a
quienes lo ofendían; su voluntario regreso al país en 1976, pese a tener plena
conciencia de que iba a ser encarcelado por los responsables del último golpe
militar; su capacidad y decisión para salir de las ruinas del peronismo después de la
derrota de 1983, para reconstruirlo desde sus bases con la renovación peronista; su
presencia en la Plaza de Mayo como presidente del Partido Justicialista junto al
presidente Alfonsín, cuando la democracia estaba amenazada por militares
sediciosos; su demostración de sentido democrático cuando, pudiendo haber sido
proclamado candidato a presidente por el Congreso partidario, se sometió al voto de
todos sus compañeros, en la única disputa de este tipo realizada antes o después en
el Partido Justicialista. Su valiente denuncia de irregularidades en el Senado
Nacional, que le generó innumerables agravios.
Como el mismo Cafiero dijo, hace más de veinte años: “nuestro pensamiento
es de síntesis creadora: la libertad debe llevar responsabilidad social, el destino
común, el valor de la nación. En nuestra forma se combina la igualdad social, la
movilidad ascendente, el progreso de las personas y el sistema político plural. Esta
es nuestra utopía”.
Economista, hombre público y, como tal, funcionario, varias veces ministro,
convencional constituyente, diputado, senador, gobernador, embajador. Prolífico
autor de notas, artículos y ensayos sobre los más diversos temas de la realidad
argentina, como el desarrollo humano y el ambiente, y ha recibido numerosas
distinciones y premios, tanto nacionales como internacionales. Creador de distintos
entes de capacitación técnica de cuadros políticos, como el CEPARJ, el Instituto del
Tercer Plan Quinquenal y el Instituto de Altos Estudios Juan Perón, que desarrolla
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una actividad permanente bajo su dirección. Pero siempre maestro, maestro de
sucesivas generaciones de la política, a las que enseñó los secretos de la
organización y la ideología de la causa popular, el valor, la templanza, la modestia,
la amistad, y esencialmente la generosidad.
Guardamos el recuerdo de su paso por las aulas de esta Universidad en la que
enseñó señeramente, de su joven amor por la universidad, de su pasión por la
política universitaria, a la que volvió cada vez que la otra docencia –la política– se lo
permitió.
Porque a Antonio Cafiero le ocurrió lo que señalaba el filósofo del derecho
Norberto Bobbio, cuando explicaba que “la razón fundamental por la cual he
sentido, no el deber, sino la exigencia de ocuparme de la política, ha sido mi
malestar frente al espectáculo de las enormes desigualdades, tan desproporcionadas
como injustificadas, entre ricos y pobres, entre quien está arriba y quien está abajo
en la escala social, entre quien tiene el poder y quien no lo tiene”.
Nuestro homenajeado ha cumplido cabalmente con el imperativo categórico
kantiano: hacer de su conducta una regla ética a la cual podamos imitar todos sus
conciudadanos. Por eso, el doctor Antonio Cafiero es, señor rector, señoras y
señores, digno de la importante distinción que hoy le otorga esta casi bicentenaria
Universidad de Buenos Aires.
Muchas gracias.
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ANTONIO CAFIERO Y LA MÍSTICA
Estefanía P. Cuello
Reseña del libro de Aritz Recalde: Antonio Cafiero. El Estadista Bonaerense,
editado por Fabro en Buenos Aires, 2020, 224 páginas
Hace tiempo que se puso de moda “la mística”. Si usted está necesitando una
dosis, aquí la va a encontrar.
Podríamos decir que, en los cuatro años del gobierno macrista, quienes se
incorporaron a las filas del peronismo se asombraban de dos cosas: la primera es que
para ingresar al peronismo no hace falta pagar ninguna suscripción, no se debe dejar
de ser nada, no se pide ningún certificado de pureza de sangre, sino que se es lo que
se es en libertad, y además se es peronista; y por otro lado, el iniciado o la iniciada
en los placeres del conocimiento de la Doctrina Justicialista quedan perplejos,
enamorados, fascinados, de la mística peronista.
Hay apellidos que tienen mística propia. ¿Qué es lo que pasa cuando se
juntan dos apellidos qué desbordan mística? El resultado es el último libro de Aritz
Recalde, quien propone una biografía distinta de Antonio Cafiero.
Empecemos por el autor: la prosa de Aritz es dramáticamente nacional y
comprometida. Se podría hacer el chiste fácil sobre su herencia vasca. Escuchar o
leer a un Recalde, al mismo Aritz o a su hermana melliza Iciar, conjugan en el
paladar del lector el discreto placer de los sabores robustos y de las decisiones
firmes en el alma. Él forma parte de las autoridades del olimpo de la mítica
Universidad Nacional de Lanús, lugar en el mundo con una de las concentraciones
más altas de mística justicialista del conurbano. La UNLa es como una meca para el
universitario militante nacional y popular. Hace unos cuatro años peregriné hasta allí
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en busca de refugio espiritual, a reconstruirme como miembro del campo nacional y
popular, a lamerme las heridas de una derrota electoral a partir de la profundización
en el pensamiento nacional.19 Fui tras Aritz Recalde como predicador de lo que
consideré siempre la mejor opción para este hermoso país. Aritz me había surgido de
una bibliografía de un proyecto de investigación sobre la historia de la universidad
en Argentina, y corrí tras sus pasos. Pensaba en aquel momento que era un señor
muy mayor, muy ortodoxo y hecho de mármol. Pero no, era un pibe joven,
macanudísimo, con una carrera espectacular y un futuro venturoso. La otra cosa que
me sorprendió de mi expedición a Lanús fue que yacía allí, muy bien cuidada y a
disposición de todas y todos, la biblioteca personal de Antonio Cafiero. Entre los
docentes de la casa, la pluma de Recalde, la biblioteca de Cafiero y la Plazoleta de la
Gratuidad Universitaria, era obvio que teníamos 2019. Sólo restaba militar.
Así pasó. Tuvimos 2019. Al nuevo gobierno del campo popular le tocaron
varias cosas: la caída del patriarcado, el default económico y la emergencia sanitaria
más impactante de la historia desde 1348. Pensé: menos mal que nos tocó a
nosotros, ¿te imaginás si esta crisis la gestionaban ellos? En medio de esta pandemia
global, Aritz Recalde vuelve al rodeo de la mística y en vivo. Por una plataforma
virtual presentó su último libro, resultado de años de investigaciones académicas: a
principios de este siglo lo tuvimos trabajando sobre los municipios bonaerenses, y a
mediados de esta década, estudiando a los gobernadores bonaerenses.
¿Un tercer elemento mistificante? Tengo, se lo muestro: el libro lo editó
Fabro, una editorial argentina dedicada al desarrollo y la difusión del pensamiento
nacional con más de trescientos títulos en su haber.
En un momento de extremada angustia social, con estadísticas de muertos
que crecen minuto a minuto en el mundo, en plena discusión sobre el rol y el tamaño
del Estado, Aritz presenta su libro on line, la biografía del reconstructor del
peronismo del siglo pasado.
En una entrevista hecha el 30 de junio por Silvia Mercado para Infobae, el
doctor Aritz Recalde, sociólogo y doctor en Comunicación, afirmó con una
subjetividad deliciosa: “En la investigación fui a buscar al gobernador Cafiero y me
encontré con un intelectual, con un lúcido economista y con un gran doctrinario.
Posiblemente, junto a John William Cooke, es de los teóricos justicialistas que más
claramente reflexionaron sobre sobre la organización política del peronismo. Cooke
se orientó hacia la izquierda del peronismo y Cafiero, que era cristiano, se mantuvo
siempre más cercano a la idea de comunidad organizada y de la conciliación de
clases”.
Se preguntarán ustedes entonces cómo trabajó Aritz Recalde las ideas de
Antonio Cafiero. Les cuento: tras una tapa con un Antonio Cafiero muy 1987,
descamisado, arengando y exudando doctrina, encontramos una obra ágil y atrapante
de 224 páginas divididas en dos capítulos principales, con subdivisiones
pragmáticas. La primera parte está dedicada a Cafiero como pensador nacional. Se
contextualizan y se desarrollan en cuatro puntos sus principales ideas, resaltando el
doctrinario económico nacional. El capítulo segundo se titula “El Gobierno del
Pueblo de la Provincia de Buenos Aires”: en ocho puntos impecables se describen
los principales puntos de la gestión de Antonio Cafiero como gobernador de la
19
Recomiendo mucho la Especialización en Pensamiento Nacional y latinoamericano del siglo
XX que ofrece la UNLa. Es un posgrado obligatorio.
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Provincia de Buenos Aires entre 1987 y 1991, en un profundo trabajo de
investigación de fuentes originales con nutridos datos duros.
Para quienes vieron la serie alemana Dark en la plataforma de contenido
digital Netflix y se entusiasmaron con la carga mística que tiene el número 33…
pues, hace 33 años del inicio de la gobernación de Cafiero: pueden llevarse de regalo
la idea que una buena gestión peronista, aun en las condiciones más adversas, puede
garantizar la idea de justicia social en un pueblo que tanto la necesita. Para quienes
no la vieron, se las resumo: la tercera posición es la verdadera, por eso es lo que
quiere Perón.
Cafiero sabía de economía, geopolítica e historia. Su postura frente al FMI
tiene una vigencia imperiosa. En la página 15 de la obra –prologada por la doctora
Ana Jaramillo, la Palas Atenea de la mística– Aritz rescata una cita que denota la
actualidad del pensamiento de Antonio Cafiero: “ningún peronista de ley sabe lo que
es renunciar a la esperanza”.
Esta idea de la vigencia actual en los postulados intelectuales del doctor
Cafiero atraviesa la obra en su conjunto. Aquí me tomaré la libertad de señalar
algunas de esas ideas para la gestión de la política pública que planteaba Antonio y
que sintetiza magistralmente Aritz: a) la jerarquización de la Función Pública a
través de la planificación centralizada y la descentralización de la ejecución; b) la
participación; c) la concertación; d) la solidaridad; e) la identidad bonaerense.
Planificación y descentralización: para Cafiero, la planificación de las
políticas públicas debía ser centralizada y ejecutada de manera descentralizada. Esto
le daba protagonismo al desarrollo de los gobiernos municipales. Quizás el dato más
relevante a la hora de la planificación y la ejecución es haberle dado entidad a la
conformación de cuadros técnicos profesionales para este menester. Dos de esos
cuadros son hoy ministros del Gabinete Nacional: en Relaciones Exteriores y en
Salud. Otra vez: gracias a Dios.
Debemos también mencionar la creación del Centro de Estudios para la
Renovación Justicialista (CEPARJ), que estuvo integrado por quienes luego
formaron su gabinete, entre otros miembros. Atentos a la situación de COVID-19 y a
modo de ejemplo, respecto de las políticas de salud pública del gobernador Cafiero
tomaremos una cita que destaca Recalde: “queremos un Estado de Justicia. Ese es el
ideal que desea alcanzar el gobierno bonaerense, porque cuando los hombres no solo
sean libres por sus expresiones sociales y políticas, sino cuando sean libres de sus
necesidades básicas insatisfechas, cuando sean libres de la pobreza, de la
marginación, de la presión social, cuando esas libertades se logren, podremos decir
que ha llegado al Estado de Justicia, de la mano del Estado de Derecho”. “Los
fundamentos filosóficos que orientan la política sanitaria son el producto de una
ideología cuyo objetivo central es la justicia social, y en parte representan una
versión actualizada de los principios doctrinarios de la llamada sanidad justicialista,
concebida y ejecutada [por] el doctor Ramón Carrillo, primer ministro de Salud
Pública argentino y pionero de la medicina social”.
En cuanto a la participación, durante la gestión de Cafiero como gobernador
establecieron todo tipo de canales de participación de sindicatos, colegios
profesionales, movimientos sociales, en la lógica de escuchar a las organizaciones
libres del pueblo. En septiembre de 1989 había caído el muro de Berlín, y en ese
contexto decía Cafiero que había que tirar abajo los muros de las
telecomunicaciones.
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Concertación: para graficarla basta un ejemplo, hubiera dicho el general.
Escribió Cafiero en Razones para ser peronista (2007): “si de noche miramos una
zona pedregosa teniendo a mano sólo una linterna, muchos rincones escaparán a
nuestra vista. De la misma manera, pretender abarcar la compleja y escabrosa
realidad política y social con una sola mirada –ideológica o teórica– provoca que
buena parte de lo que realmente importa quede oculto a nuestra mirada”. He aquí el
cierre de la grieta y el fin de la atomización del peronismo.
Cafiero fue duramente criticado por convocar a los sectores medios a votar al
peronismo y por convocar al diálogo a sectores de centro izquierda. Un ejemplo de
la concertación que proponía el gobernador bonaerense lo podríamos encontrar en el
proyecto de reforma constitucional de la provincia del año 1990 que se replanteaba
el rol del Estado y la función social de la propiedad, entre otras cosas. Para esto se
entendió imprescindible la concertación de todos los sectores políticos y sociales de
la ciudadanía.
Permanece en la trayectoria de Cafiero la idea de que la democracia no es
impedir los conflictos sociales, sino integrarlos. Por eso el peronismo tiene como
función integrar sectores, aun cuando sean contradictorios. Mientras escribía El
peronismo que viene (1995) invitó a discutir gente de derecha y de izquierda.
Respecto de Cafiero como intelectual que pensaba la política exterior y el rol
de América latina, resulta extremadamente valiosa la reconstrucción que realiza
Aritz sobre la relación que advierte Cafiero entre la Argentina y Estados Unidos.
Para él, la respuesta a la globalización debe ser la integración regional. Para eso,
opinaba, se debe revalorizar el peculiar humanismo latinoamericano: la región tiene
ideas ejemplares que puede brindar al mundo, como el mestizaje, la integración
étnica y la inclusión de lo distinto.
La solidaridad que propone está basada en ese humanismo y en la idea de
Comunidad Organizada: “Mantengo la firme convicción de que los principios y
valores que el justicialismo porta desde sus inicios –tales como la dignidad humana
o la justicia social– siguen proyectando una luz cenital sobre zonas veladas de la
realidad política que nos toca vivir”; “el justicialismo sustenta un humanismo
trascendente”; “para los justicialistas, los derechos humanos no se detienen en lo
jurídico institucional, pues también hay otro tipo de derechos sociales, económicos,
culturales y hasta espirituales que lo constituyen. Pues [la persona] es sujeto de
necesidades complejas. Esa es nuestra diferencia con las versiones individualistas o
materialistas sobre los derechos humanos que no parten de esta concepción integral”
de la persona. Estas ideas las resume en un libro publicado en 2007: Razones para
ser peronista.
Respecto de la identidad cultural bonaerense, decía Cafiero que “es un
sentimiento a preservar y una memoria a rescatar de las erupciones del olvido y aún
de las inequidades de la discriminación”. No tenemos actualmente una identidad
cultural bonaerense al estilo de la salteña, por ejemplo. Por eso era menester
rescatarla a través de diversos programas. Es interesante en este punto destacar el
impulso y el cuestionamiento a la ley de coparticipación y la idea de que los
bonaerenses dejaran de ser “los kelpers” –ciudadanos de segunda– de la Argentina.
En resumen, lo que considero más importante del libro de Aritz es que
Antonio Cafiero no fue solamente un estadista, sino el último intelectual del
peronismo. Para conocer esas ideas y la manera que encontró para llevarlas a la
práctica, nada mejor que leer este libro.
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LA DOCTRINA ECONÓMICA DE ANTONIO CAFIERO
Mariano Fontela
Reseña del libro de Santiago Cafiero e Ignacio Lohlé: La independencia económica.
El pensamiento económico de Antonio Cafiero, editado en Buenos Aires por Punto
de Encuentro, 2017, 312 páginas
Según tengo entendido, todos los escritos de Antonio Cafiero hasta 1978
fueron principalmente sobre Economía, aunque nunca se privó de expresar ideas
políticas o sociales. Luego, con la elaboración de un documento sobre Desarrollo
Económico y Progreso Social en la América Latina –un texto de ese año que detalla
los rasgos del humanismo latinoamericano– los temas de su producción escrita se
diversificaron, pero siguió escribiendo sobre Economía, al menos hasta 1995, año en
que publicó El peronismo que viene.
Dos nietos de Antonio Cafiero –uno de ellos actualmente es jefe de Gabinete
de Ministros de la Nación, lo que habría hecho explotar de legítimo orgullo a
Antonio– seleccionaron en este libro reciente algunos de sus textos sobre Economía,
que van desde 1949 hasta 2011. Por ejemplo, el primero de ellos es un informe en el
que desaconseja el ingreso de la Argentina al Fondo Monetario Internacional,
posición que fue acompañada por el gobierno de Juan Perón.
Luego se incluye una transcripción de un fragmento del libro Cinco años
después, reeditado por EUDEBA en 1974. Este libro sufrió una suerte infausta:
editado por primera vez en 1961 por el propio autor, se convirtió en un auténtico
clásico que sirvió para dar a conocer una defensa muy bien fundada –con datos y
argumentos sólidos– de la política económica del peronismo entre 1946 y 1955. En
una carta al autor, Perón afirmó que este libro “es, sin lugar a dudas, la mejor obra
que se ha editado en la posrevolución; su valor es incuestionable, no solo por las
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verdades que contiene, sino también por el esclarecimiento a que conduce al destruir
los sofismas y falsedades de un sistema y de unos hombres que han hecho de la
hipocresía, la mentira y la calumnia sus armas únicas de combate. Ellos podrán decir
millones de mentiras, pero no podrán hacer realidad una sola de sus patrañas”. El
libro de Antonio, para Perón, es “un juicio lapidario para todos los ladrones que
realizaron sus más sórdidos latrocinios en nombre de una honradez que ni siquiera
conocen de lejos”. La edición posterior de EUDEBA –perfectamente justificada,
porque era difícil de conseguir la primera edición– contenía 70 páginas adicionales
con nuevos documentos, algunos muy valiosos, pero fue secuestrada –junto a otros
libros– por el Proceso de Reorganización Nacional, con lo cual hoy es difícil
encontrar una u otra ediciones. Este libro de sus nietos viene a salvar esa escasez.
Destacan en él los debates en la Cárcel de Caseros que mantuvieron los funcionarios
y legisladores ilegalmente detenidos luego del golpe de 1955, acusados de
asociación ilícita y traición a la patria, respectivamente. Allí, a partir de mayo de
1956, armaron un foro de discusión, donde revisaron los fundamentos de muchas de
las decisiones de política económica que había tomado el gobierno de Juan Perón.
En ellos participaron Alfredo Gómez Morales –de quien Cafiero registró con detalle
sus aportes–, Ramón Cereijo, Pablo Ramella, Alberto Rocamora, Héctor Cámpora,
John William Cooke y Oscar Albrieu, entre otros.
Un texto de 1967, referido a la política económica de la dictadura de
Onganía, revisa varios de los debates en los que se vería involucrado el peronismo
en esa y las siguientes décadas. En ese capítulo se analizan variables tales como la
inflación, la devaluación, el mercado de cambios, las exportaciones o los ingresos,
entre otras. El pronóstico de Antonio sobre las posibles consecuencias de la
devaluación selectiva del “Plan Krieger Vasena” podrían ser calcadas para otros
tantos planes posteriores con similares objetivos: los trabajadores y las trabajadoras
recuperaban con el tiempo los ingresos que perdían inicialmente a costa de mayor
inflación y estancamiento económico; o bajaba la inflación, pero perdían ingresos y
aumentaba la desocupación.
Sigue el libro con un fragmento de las memorias de Antonio sobre los años
70, particularmente de su paso por el Ministerio de Economía entre agosto de 1975 y
febrero de 1976: menos de seis meses, pero fueron tan vertiginosos que parecen
décadas. Un detalle curioso es que en distintas etapas de su vida él llevó un diario en
el que anotaba sus impresiones de puño y letra. Eso permite conocer “de primera
mano” la percepción de un actor importante de esos años y, por ejemplo, posibilita
entender de qué manera el gobierno de Isabelita estaba entrampado entre la presión
cruzada de jefes militares y líderes sindicales, aun en decisiones que poco tenían que
ver con los intereses que supuestamente representaban.
Sigue el libro con una transcripción del discurso de casi dos horas de Antonio
en la Cámara de Diputados en marzo de 1986, donde analiza y sintetiza la posición
del peronismo renovador acerca de las alternativas de solución de la dependencia
externa del gobierno de Raúl Alfonsín. Leer este discurso sirve además para recordar
que, además de escribir de una manera clara, amena y sencilla, era un excelente
orador.
El último capítulo del libro de sus nietos transcribe fragmentos de El
peronismo que viene, donde demuele “las veinte verdades del menemismo”. Es un
libro que no solamente contiene sus ideas sobre Economía, sino que también resume
las reflexiones de un sector del Justicialismo que en esos años no se resignaba a
arriar las banderas fundacionales de Soberanía Política, Independencia Económica y
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Justicia Social. Como más tarde describió Antonio, ese libro “a algunos les pareció
herético, porque no acordaba con la propuesta del oficialismo gobernante del
‘pensamiento único’. A otros les pareció insuficiente, porque suponían que mi
postura debía ser la de liderar la condena incondicional hacia todo lo que se hacía en
esa década”. Según él, “estábamos lejos de acordar con quienes confundían las
herramientas con los fines y ponían en peligro nuestra identidad histórica. Más lejos
estábamos todavía de quienes pretendían fundar un futuro abrazándose, sin
autocrítica alguna, a los fantasmas más sombríos de nuestro pasado”.
En El peronismo que viene, Antonio planteaba la necesidad de
“renacionalizar” la economía y de corregir un modelo económico que ya comenzaba
a dar síntomas de agotamiento, mientras aumentaban la pobreza y la desigualdad. A
la vez, llamaba la atención acerca de la urgencia de diseñar un nuevo modelo de
“nacionalismo competitivo”, reconstruyendo el poder del Estado como regulador
público, compensador social y activador de un desarrollo nacional con equidad
social, sustentabilidad ambiental y armonía espacial. También criticó ahí el
mesianismo neoliberal, que trascendía el campo de la Economía para intentar
conformar una cultura individualista, economicista y asolidaria basada en la
omnipotencia y la infalibilidad del mercado. Bregaba además por la implantación de
un nuevo paradigma: el desarrollo humano, mientras rechazaba el pragmatismo a
ultranza, la frivolidad del estilo gobernante y la farandulización de la política, tanto
como el idealismo abstracto o puramente testimonial. Finalmente, en ese libro
postulaba Cafiero la necesidad de instaurar instituciones de control de la ética
pública y la revalorización de la militancia política.
En un discurso pronunciado en 1954 en Río de Janeiro, ante la Reunión de
Ministros de Economía de la Organización de los Estados Americanos, Antonio
Cafiero afirmó que los pueblos latinoamericanos son capaces “de ocupar con
dignidad su lugar en el mundo. Esa fuerza que viene desde el fondo de su historia,
que acunó su nacimiento de comunidades libres, que alentó sus épicas empresas de
organización social y política en el más duro conjunto de dificultades, que le
permitió crecer en todos los órdenes del quehacer nacional y universal, es la base
que permitió proyectar y realizar el mundo mejor, en su vida interna y en sus
relaciones exteriores, a que legítimamente aspira”. Estos ideales “arraigan en su
origen con las culturas milenarias que alumbraron nuestra civilización occidental”.
Es con esta raíz doctrinaria que el entonces joven ministro de Juan Perón impulsaba
reformas económicas en los foros americanos.
Este y otros libros demuestran que Antonio Cafiero escribió un enorme
capítulo de la historia de la doctrina peronista. Sus textos nunca se guarecieron tras
montañas de cifras y pendencias, ni rehuyeron al debate sobre valores y principios.
Tienen además el raro privilegio de no haber perdido vigencia, más allá de los
cambios en el estilo de redacción. Curiosamente, por tratarse de alguien que siempre
buscó actualizar sus ideas a los signos de los tiempos, en sus últimos años podría
perfectamente haber firmado debajo de todas las frases que escribió en más de 60
años. En esto se diferenció manifiestamente de quienes sólo podrían justificar sus
palabras pretéritas amparándolas en el calor de disputas ya olvidadas.
Las páginas de este libro de Santiago e Ignacio resumen una producción
personal que por extensión y profundidad resulta muy difícil de empardar. Por eso
cuesta revisar estos textos de doctrina sin sentir orgullo por ser peronistas.
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RAZONES PARA SER PERONISTA
Antonio Cafiero
El presente texto es una trascripción de la introducción del libro de Antonio
Cafiero: Razones para ser peronista. Medio siglo de escritos sobre doctrina, editado
por Sudamericana-COPPPAL en el año 2007.20
Si de noche miramos una zona pedregosa teniendo a mano sólo una linterna,
muchos rincones escaparán a nuestra vista. De la misma manera, pretender abarcar
la compleja y escabrosa realidad política y social con una sola mirada –ideológica o
teórica– provoca que buena parte de lo que verdaderamente importa quede oculto a
nuestra mirada.
Este libro ensaya una irrupción en un espacio sombrío y prácticamente vacío:
expone razones actuales para ser peronista hoy. Nada más lejos de la paleontología
que estas páginas. Sí se procura aquí sintetizar la forma en que evolucionó la visión
de un viejo militante sobre las ideas que inspiraron e inspiran al movimiento político
más importante del siglo XX y de los tiempos presentes. Con ese fin se compilan
escritos sobre doctrina elaborados durante más de 55 años de actividad política.
Teniendo en cuenta las etapas transcurridas, algunos fueron producidos con
entusiasmo y otros con auténtica decepción. Pero el paso del tiempo no les ha hecho
perder vigencia, aunque algunas ideas fueron ganando importancia en comparación
con otras. Mantengo por eso la firme convicción de que los principios y los valores
que el Justicialismo porta desde sus inicios –tales como la dignidad humana o la
20
El índice del libro puede ser consultado en http://www.peronlibros.com.ar/content/cafieroantonio-razones-para-ser-peronista.
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justicia social– siguen proyectando una luz cenital sobre zonas veladas de la realidad
política que hoy nos toca vivir.
Esta publicación obedece entonces a varios propósitos. En primer lugar,
busco reafirmar convicciones: aspiro a que los partidarios del peronismo puedan
acceder a una cierta versión de nuestra doctrina que ha ido actualizándose con el
correr del tiempo. En segundo lugar, pretendo invitar a leerla a jóvenes que aún no
han despertado a la vida política, para que puedan saber de primera mano cómo
pensamos muchos peronistas. Por último, no pierdo la esperanza de que hasta los
antiperonistas más cegados puedan algún día llegar a entender de qué manera las
ideas del Justicialismo se desarrollaron coherentemente con los momentos históricos
que le tocó vivir: mientras nosotros hemos revisado críticamente buena parte de
nuestros juicios y aceptado públicamente nuestras equivocaciones, muchos
antiperonistas aún hoy siguen repitiendo casi sin variaciones las mismas
insensateces con las que nos amonestan desde hace seis décadas.
Los capítulos están ordenados en forma cronológica, para facilitar en la
lectura una apreciación de la evolución secular del pensamiento peronista y la
comprensión del contexto en que fueron elaborados. Pero hay además motivos
personales. Pese a que el eje doctrinario del peronismo se sintetiza en las “tres
banderas”: soberanía política, independencia económica y justicia social, mi
profesión –doctor en Ciencias Económicas– y mis cargos públicos inaugurales –fui
ministro de Comercio en la segunda presidencia de Juan Perón– explican por qué los
primeros textos ponen mayor énfasis en el principio de independencia económica.
Con el correr de los años –y de las páginas de este libro–, mis inquietudes se fueron
ampliando a las otras dos banderas.
En el último tiempo, en diferentes expresiones literarias, el peronismo se ha
puesto de moda. Se han publicado recientemente cientos de libros de historia,
economía y sociología, ensayos académicos y biográficos, y hasta novelas y obras
teatrales, que de una u otra manera se centran en el peronismo como fenómeno
estrafalario a ser explicado. Sin embargo, no sobran los libros que expliquen qué
pensamos hoy los peronistas sobre nuestros valores y principios. Si bien
históricamente nuestro Movimiento ha dado una importancia fundamental a la
elaboración y la difusión de sus ideas, hoy escasean las voces propias que escriban
sin complejos la historia crítica de la doctrina peronista.
De hecho, son muy pocas las obras recientes que pretenden analizar en forma
amplia la historia de las ideas políticas argentinas. Para colmo, en general las pocas
que existen tienden a sistematizar conceptos de personas determinadas o de períodos
específicos, no corrientes de ideas que lograron extenderse en el tiempo. El
peronismo es una vertiente protagónica del pensamiento nacional que ya ha
atravesado más de seis décadas. Es hora de que obtenga su lugar en una historia que
merece ser contada.
Dos actitudes peculiares conspiran contra este objetivo. En primer lugar,
algunas versiones –favorables o desfavorables– parecen encontrar la verdad absoluta
de las ideas del Justicialismo únicamente en los escritos de Juan Perón, asumiendo
implícitamente que la doctrina peronista es algo que puede cristalizarse en el tiempo
y que no tiene necesidad de actualizarse ni de revisarse. Se pierde así la oportunidad
de evaluar el aporte que para la política nacional y para varias generaciones de
argentinos tuvieron revistas y folletos que diversas agrupaciones peronistas editaron
durante décadas, y obras de pensadores de la talla de Raúl Scalabrini Ortiz, Pablo
Ramella, Arturo Jauretche, Ramón Carrillo, John William Cooke, Juan José
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Hernández Arregui o Rodolfo Puiggrós. Hoy cuesta encontrar publicaciones que
transmitan ideas con la profundidad que tenían los libros de esos y otros autores. El
discurso actualmente predominante se basa casi exclusivamente en diagnósticos o
descripciones de programas, y los documentos políticos suelen guarecerse tras
montañas de cifras y rivalidades circunstanciales, rehuyendo al debate sobre valores
y principios. Así, rápidamente pierden vigencia y resultan irrelevantes con el paso
del tiempo.
En segundo lugar, en tanto el Justicialismo nunca buscó encuadrar sus ideas
en corrientes ideológicas consideradas académicamente respetables –como el
marxismo o el liberalismo–, la academia tendió a responder la afrenta asumiendo
que el peronismo nunca tuvo ideas que merecieran un estudio serio.
Los textos que componen este volumen buscan demostrar que el peronismo
no es precisamente un movimiento sin doctrina. Lo que no tiene es una ideología
cerrada, y eso tal vez confunde a los politólogos enfermos de asepsia política.
Además, la globalización operada a través de los mercados tiende a disolver
las culturas locales y las nacionalidades. Sin embargo, los justicialistas seguimos
creyendo en la Nación como categoría histórica. Es a partir de nuestra propia
identidad desde donde pensamos y obramos, y esto, tan elemental y sensato como
parece, es algo que a veces genera confusiones en los estudios de televisión y en las
aulas universitarias.
El peronismo siempre ha buscado definirse a partir de lo que ha elegido
enfrentar en cada tiempo –aunque en definitiva se tratara de diversas versiones del
neoliberalismo y el materialismo–, pero a la vez se ha afirmado sobre lo que lo
sustenta: un humanismo trascendente. Esto en parte ha caído en el olvido, y por eso
se ha empobrecido el debate político.
Para el peronismo, el ser humano no es sólo un ciudadano, es una
complejidad multifacética, un ser único e irrepetible que trasciende el mundo en que
vive. Por eso el Justicialismo defiende ante todo el respeto a los derechos humanos.
Nuestra construcción ideal alrededor de la persona humana vertical, trascendente,
habla de la existencia de derechos que hay que respetar y fortalecer para que la vida
merezca ser vivida. Para los justicialistas, los derechos humanos no se detienen en lo
jurídico institucional, pues también hay derechos sociales, económicos, culturales y
hasta espirituales que los constituyen, porque el ser humano es sujeto de necesidades
complejas. Esa es nuestra diferencia con versiones individualistas o materialistas
sobre los derechos humanos que no parten de esta concepción integral de la persona.
Por la misma razón, para el Justicialismo la democracia no es sólo pluralismo
político, sino más bien debe concebírsela como una multiplicidad de cuestiones que
se refieren también a otros fenómenos, distintos a la política, que hacen a la justicia
y la dignidad humana. Por eso es necesario avanzar hacia una sociedad donde cada
persona se sienta sujeto en el quehacer de la comunidad que integra. Esta visión de
la democracia, si bien es cercana a algunas versiones marxistas, no supone la
generalización del conflicto social. Lo que postula es la necesidad de ampliar el
debate público, provocando una revisión periódica y sistemática de todas las
estructuras de poder social, con el afán de impulsar un consenso democrático que
busque permanentemente consagrar la justicia y la libertad para todos.
Lejos de las visiones –materialistas– que consideran que los diferentes
intereses sociales son inconciliables, y de aquellas –neoliberales– que pretenden
unanimidad en los asuntos de debate público, para el peronismo la lucha es parte
inescindible de la democracia con justicia social. No nos concebimos como un dique
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de contención de los conflictos, sino como un canal profundo y generoso que ha
nacido para irrigar a toda la estructura social con la energía de las demandas
postergadas. Por eso conformamos y conformaremos la columna vertebral del
Movimiento Nacional.
La vigencia de estas y otras reflexiones me ha llevado a proponer la
publicación de estas páginas. Siempre he preferido la pregunta abierta por el futuro
que la respuesta cerrada, las proyecciones y las propuestas que los diagnósticos
inmodificables. Por eso he impulsado insistentemente la creación de institutos,
cursos y publicaciones para la capacitación política.
Siento orgullo por las ideas que profeso, y obviamente preferiría que cada día
sean más los argentinos que las compartan. Pero me daría por satisfecho si su
difusión por este medio aportara a un debate serio al que todos debemos sumarnos si
queremos ser verdaderos protagonistas de nuestro destino.
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IAPI: UNA POLÍTICA DE COMERCIO EXTERIOR SOBERANA,
A PROPÓSITO DE VICENTIN
Dionela Guidi
El anuncio por parte del gobierno nacional de intervenir la empresa Vicentin,
tras un escandaloso proceso de endeudamiento y quiebra, y de enviar al parlamento
un proyecto para su expropiación abrió una posibilidad histórica de intervenir en el
comercio exterior de granos, actividad central en la generación de divisas para el
país y un drama nodal a través del cual orbita gran parte de las tensiones políticas y
económicas entre los distintos proyectos de país en pugna. La puja alrededor de qué
sectores se apropian de la mayor porción de la riqueza que genera el sector agrario
argentino es un conflicto teñido de sangre, fundamentalmente del campo nacional
que sufrió las embestidas de “los dueños de todas las cosas”.
Las idas y vueltas en el proceso judicial, la presión corporativa del sector
agrario y de sus vasallos políticos, y un endeble poder de iniciativa del gobierno
fueron diluyendo las expectativas de la participación estatal y gubernamental en los
destinos de la empresa y de su rol en el desarrollo de la economía. Existen proyectos
alternativos en la mesa de negociación entre el gobierno, la justicia y los privados,
pero el foco fue virando de gesta nacional a objetivos más modestos como la
conservación de la empresa en manos “argentinas”.
En este sentido traemos a la memoria la experiencia del IAPI durante los dos
primeros gobiernos peronistas, ya que entendemos que puede servir como norte a
partir del cual trazar una política estratégica de recuperación de soberanía en el
comercio exterior. Vicentin puede ser un buen primer paso en esta materia, si viene
a enmarcarse en un proyecto de Nación y no en el mero salvataje con dinero público
de desfalcos privados.
El Instituto Argentino de Promoción e Intercambio fundado el 28 de mayo de
1946 fue el organismo más relevante creado por el gobierno peronista para el control
del comercio exterior. Celso Furtado se refirió al IAPI como “el intento más amplio
que se haya hecho jamás en América Latina de poner las exportaciones bajo el
control del Estado” (Galasso, 2006: 447).
El organismo nació con la misión de intervenir el sector exportador del
comercio de cereales, carnes y oleaginosas, que hasta ese momento se hallaba
controlado por consorcios extranjeros, únicos compradores de nuestra producción.
Con la creación del IAPI, el Estado pasó a monopolizar el comercio exterior. De esta
forma fijó precios, realizó compras para el mercado interno y vendió en el plano
internacional. El IAPI se convirtió en el único comprador de las cosechas de cereales
y oleaginosas y el vendedor en algunos casos exclusivo de estos productos en el
mercado internacional. Asimismo, intervenía como comprador de los productos que
se importaban.
Mientras el consorcio extranjero generaba para sí enormes ganancias, los
productores locales recibían una escueta paga por su producto y la inmensa mayoría
de los argentinos no tenían acceso al pan. Menciona Antonio Cafiero: “La
servidumbre del colono comenzaba por la entrega de su producción a un acopiador
de campaña, quien generalmente era también propietario del almacén de ramos
generales de la zona. De este había obtenido, previamente, el dinero necesario para
sus gastos de siembra, recolección, compra y reparación de bienes de labranza, etc, y
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los medios de subsistencia para la propia familia (…) La “pesada” en las balanzas y
el calado de las bolsas para formar muestras de la mercadería que entregaba al
acopiador para determinar su cantidad y calidad era operaciones que veía realizar
impávidamente, así fueran en la liquidación que se le hacía partes sustanciales de su
legítimo derecho. La fijación del precio quedaba a merced de las oscilaciones de los
respectivos mercados, cuyo manejo ignoraba, cuando no se veía obligado a percibir
nada más que un anticipo- sobre el cual pagaba intereses- a la espera de la fijación
definitiva del mismo. Los pagos en especie y los fraudes a través de manipuleos de
las famosas “libretas”, que contabilizaban los propios acopiadores constituían el
eslabón final de la sutil cadena que lo envolvía, remachada por los precios del
arrendamiento impuesto por el terrateniente. Sobre esta servidumbre, de
características medievales, sentaba su poder el monopolio. La comercialización de
las cosechas argentinas se constituyó en fuente de pingües beneficios para
intermediarios. Desde los acopiadores de campaña, pasando por los corredores,
comisionistas y especuladores de cereales hasta llegar a los exportadores, circulaba
la principal riqueza argentina dejando en cada etapa partes sustanciales del fruto de
los esfuerzos de los productores. Un sistema comercial de crudo capitalismo y un
complejo de prácticas abusivas y desleales succionaban implacablemente tanto la
economía del productor como la del país”. El autor retoma a Lucio Moreno
Quintana cuando dice: “180.000 productores eran expoliados por 3.000 acopiadores
cuyo negocio dependía de cincuenta firmas exportadoras”. Continúa Cafiero: “Las
‘cincuenta’ firmas exportadoras que menciona Moreno Quintana eran en la práctica,
solamente cuatro” (Cafiero, 1974: 171-172).
Con la “práctica” Cafiero argumenta que sólo cuatro firmas controlaban casi
el 90% de la exportación: Bunge & Born, Luis Dreyfus, La Plata Cereal y Louis De
Ridder. Dijo Perón al respecto del rol de los intermediarios: “El sector intermediario
era un tumor que estaba allí, absorbiendo la mayor parte de la vida de todos los
demás tejidos de la economía argentina (…) Cortamos eso, sacamos el tumor y
pusimos la cánula: la cánula ahora es el IAPI”. (Galasso, 2006: 448)
A través del IAPI, el Estado pasó a garantizar a los productores un precio
aceptable por sus productos, a la vez que subsidió alimentos de la canasta familiar y
obtuvo los mejores ingresos de la venta internacional. Al mismo tiempo realizó
transferencias de ingresos para el desarrollo industrial. Menciona Fermín Chávez:
“En su actuación como único comprador con los precios fijados por el Estado, y
luego de cubrir las necesidades del consumo interno, realizaba la venta de los saldos
exportables, negociando con los representantes de las entidades estatales de
gobiernos compradores, coexistiendo también un sistema privado, que se manejaba
comprándole al IAPI los exportadores particulares para luego exportar a los
mercados de destino. La compra a los productores y su posterior venta dejaba a este
organismo buenas ganancias que antes usufructuaban las firmas que canalizaban
estas operaciones, entre ellas Bunge y Born Ltda., Luis Dreyfus y Cía., La Plata
Cereal y Louis de Ridder Ltda., que entre ellas operaban más del 80% de las
exportaciones de cereales”. (Chávez, 1993: 85)
En consecuencia, la creación del IAPI se complementó con otras medidas
orientadas en el mismo sentido que otorgaban el carácter integral a la política de
control del comercio exterior de granos.
La puesta en marcha de este instituto se insertaba en un proyecto más amplio
de recuperación de soberanía, de nacionalización de la economía con justicia social.
Argumenta Norberto Galasso “Este instrumento, montado para lograr una fuerte
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transferencia de ingresos desde el sector agropecuario al Estado, a la industria y a los
trabajadores, se halla orquestado con varias medidas dirigidas a asegurar una
remuneración justa al pequeño productor, así como extraer esa parte de renta
diferencial especialmente a los consorcios cerealistas, a intermediarios financieros y
a los terratenientes. (…) Para esa apropiación de gran parte de la renta diferencial, el
Estado controla el comercio exterior –a través del IAPI– pero asimismo debe
monopolizar el manejo de las divisas y aplicar la paridad bancaria necesaria para
esta política, operaciones para las cuales cuenta con el Banco Central
nacionalizado”. (Galasso, 2006: 448-449)
Sostuvo Perón al enumerar las políticas que contribuyeron a una
redistribución más justa del agro argentino: “Cuando yo me hice cargo del gobierno,
el trigo se pagaba 6 pesos el quintal y cuando dejé el gobierno el trigo se pagaba 60
pesos el quintal. Hubo chacareros que compraron el campo con el beneficio de una
sola cosecha. Se realizó, a pesar de lo que muchos niegan, una reforma agraria que
en el primer Plan Quinquenal, entregó medio millón de hectáreas de propiedad y
deberían haberse entregado un millón de hectáreas en el segundo Plan Quinquenal”.
(Perón en Solanas, Getino, 1971)
Además de los beneficios que implicaban para el productor la intervención
del IAPI, éste contaba con un sistema crediticio ágil y completo motorizado por el
Banco de la Nación Argentina, que lo liberaba del tutelaje de la intermediación
financiera. (Cafiero, 1974) La creación del tractor “Pampa” y del Rastrojero implicó
una modernización del trabajo agropecuario con inteligencia nacional.
El IAPI fue asumiendo variados y diversos roles ajustados a las necesidades
del desarrollo nacional. Como ya mencionamos, como organismo comercial fue
quien monopolizó la adquisición de las cosechas, estableciendo los precios con
suficiente antelación en relación a los costos de producción. De esta manera se
protegió al productor de los vaivenes del mercado y absorbió las diferencias que se
producían al efectivizar las ventas en el ámbito internacional.
Asimismo, negoció con los distintos gobiernos extranjeros la colocación de
esos productos, creando diferentes instrumentos que promovían y protegían los
términos y los montos de tales ventas.
Además, estuvo encargado de la compra de bienes de capital para promover
la industria local. En aspecto sostiene Mario Rapoport: “A medida que la política
económica peronista fue profundizando hacia un modelo económico nacionaldistribucionista, el IAPI fue adquiriendo otras funciones distintas. En el ámbito
interno otorgaba fondos a las diversas reparticiones y entes públicos destinados a la
compra de bienes de capital, operando como un verdadero organismo financiero. En
esta función cumplió un papel muy importante al participar en la nacionalización de
empresas y en la compra de bienes de capital para diversos emprendimientos
estatales. En el ámbito externo, y con el objetivo de expandir el comercio exterior, el
IAPI otorgó financiamiento a otros países para que pudieran comprar en el mercado
argentino especialmente productos alimentarios. También adelantó fondos a
astilleros europeos para la construcción de embarcaciones de pasajeros y de carnes
refrigeradas”. (Rapoport, 2012: 357)
En este rol de “pivote” como lo denomina Antonio Cafiero, fue un factor
crucial para la adquisición de los ferrocarriles controlados por británicos y franceses,
la Unión Telefónica, buques para la Flota Mercante, la construcción del gasoducto
Comodoro Rivadavia – Buenos Aires, obras para Gas del Estado además de escuelas
y fábricas entre otras muchas inversiones. (Cafiero, 1974)
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Fiel a los principios de la Comunidad Organizada, a partir de 1953 comenzó
a ejecutar acciones para realizar el traspaso de las actividades comerciales
controladas por el IAPI a las cooperativas de productores agrarios: “Solamente
habremos de decir que si las cooperativas agrarias comercializaban tan solo el 28%
de la producción de cereales argentina, en los años anteriores a la campaña agrícola
1953-1953, a partir de ésta fueron extendiéndose rápidamente en todo el campo
argentino, a punto tal que en la cosecha 1954-1955 el porcentaje del comercio
agrícola realizado por cooperativas llegó al 51,4% (…) los propios productores
asociados habrían de ser los únicos distribuidores- desde la chacra hasta el puerto de
importación extranjero- de esta riqueza argentina”. (Cafiero, 1974: 181)
Vale mencionar los esfuerzos que ya se venían realizando desde la
revolución del ’43 como antecedentes del IAPI, orientados a suprimir el control del
capital extranjero dentro del mercado de granos. Señala Fermín Chávez “como
antecedente del IAPI, justo es recordar el Decreto 10.107/44 que declaró de utilidad
pública y sujeto a expropiación el uso de elevadores de granos, cargadores,
galpones, etc y otras dependencias de los puertos susceptibles a ser utilizadas para el
almacenamiento y embarque de granos, declarándose la caducidad de los
arrendamientos y cesiones, disponiéndose que su explotación quedaría reservada a la
Comisión de Granos y Elevadores. Con el dictado de dicho decreto, culminó el
privilegio de algunas firmas exportadoras, que abonaban precios ínfimos por
locaciones de estas instalaciones y cobraban altísimos alquileres a la Junta
Reguladora de Granos por el depósito que se realizaba de los mismos”. (Chávez,
1993: 84) Durante este periodo también se congelaron los arrendamientos, medida
que favoreció a los locatarios de los campos, así como la sanción del Estatuto del
Peón Rural que protegía al eslabón más débil del trabajo agropecuario.
Como sostuvo Cafiero: “No solo era necesario regular, orientar y dirigir la
política comercial agraria, en sus aspectos internos y externos, sino que además era
fundamental disponer de los recursos y medios necesarios para realizar una política
de nacionalización y ampliación de los servicios públicos, de fomento de la
industrialización, de regulación del mercado interno en función de la política social
en marcha, de centralización de las compras e inversiones que se aprestaban a
realizar casi todas las reparticiones y empresas de Estado, las Provincias y los
municipios”. (Cafiero, 1974: 178)
La suerte del IAPI estuvo echada producido el golpe de la “fusiladora” en
1955, quien lo disolvió apenas tomó el poder. El retorno a las banderas de “libre
mercado” terminó esta experiencia soberana que se había ganado un odio particular
entre los sectores más concentrados del campo y la oposición liberal que derramó
sobre el instituto todo tipo de denuncias infundadas de corrupción. Dice Alejandro
Tarruela: “Reynaldo Pastor, diputado puntano por el partido conservador exponía las
razones del libre comercio mientras que Silvano Santander, diputado radical,
fabulador que debió reconocer en algún momento que urdía argumentos de sus
imaginerías, dijo en el Parlamento dónde conducía sus ataques al IAPI: “cuál ha sido
el criterio económico, financiero, comercial y jurídico del IAPI en su acción
monopolizadora como importador y exportador”. El General Lonardi se lo
respondería al justificar en el golpe de 1955, la disolución del organismo y afirmar
que se había caracterizado no sólo por una desacertada gestión comercial y
financiera, sino por constantes e injustificadas intervenciones en distintos aspectos
de la actividad económica. Se retornaba así al ideario liberal del libre comercio
(…)”. (Tarruela, 2012: 309)
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A propósito de esta revancha corporativa, Cafiero sostiene: “Ninguna de las
instituciones y sistemas creados para ejecutar el programa de independencia
económica abordado por el gobierno peronista ha sufrido más ataques ni diatribas
que el IAPI. Desde los viejos monopolios de importación y exportación que de
antiguo han actuado con impunidad en el comercio exterior argentino, pasando por
las enfáticas afirmaciones de los sirvientes de los monopolios, hasta llegar a las
voces interesadas de los clientes exteriores del país, un coro ha anatematizado las
funciones y la acción desplegada por el IAPI en los tonos y con los argumentos más
variados, muchos de ellos colindantes con la procacidad”. (Cafiero, 1974: 179)
La Argentina exportó en el último año 100 millones de toneladas de granos y
subproductos por un volumen de US$ 28.500 millones. Solo diez firmas controlan el
91% de la venta de granos al exterior. Veamos algunas firmas extranjeras que
controlan casi el 50% de la comercialización: China Nationals Cereals, Oil
&Foodstuffs comercializa el 15% de las ventas equivalente a 14,2 millones de
toneladas. Luego, encontramos a Cargill que concentra el 12% de las operaciones de
venta por 11,9 millones de toneladas. Continúa la lista Archer Daniels Midland con
el 11% y Bunge con el 9%.
Vicentin y Aceitera General Deheza, empresas con estrechos vínculos con el
capital extranjero, realizaron aproximadamente el 9% de la comercialización cada
una, con 8,7 y 8,4 millones de toneladas respectivamente. Las principales compañías
manejan además los puertos y terminales de embarque. 18 de las 22 terminales
habilitadas se encuentran ubicadas en el Gran Rosario. (Martínez, 2020)
La posible expropiación de Vicentin, llevada a la quiebra por las maniobras
espurias de sus propietarios realizados con el aval de la gestión Cambiemos,
languidecida en los últimos días por la confrontación del conglomerado de la elite
rural, la oposición política y los medios de comunicación afines a estos intereses,
sumada a la falta de organización y estrategia en materia económica por parte del
gobierno nacional, parece abortar una oportunidad sustancial para volver a enarbolar
un proyecto de país acorde a las prioridades que urgen a la Argentina, al borde de
una profunda crisis económica y social. Un proyecto de país que comprenda al agro
como impulsor de una economía más justa y más fortalecida. Que contribuya al
desarrollo de quienes trabajan el campo y no del capital extranjero que controla los
precios de sus productos, su comercialización y remisión de la riqueza del trabajo
argentino a sus casas matrices, ni de los intermediarios que funcionan como
apéndice de esas corporaciones. Sostiene Aldo Ferrer en este sentido: “¿es el campo
argentino un segmento del mercado mundial o un sector fundamental de la economía
nacional? Además ¿la asignación de recursos la determina el mercado mundial o, en
cambio, refleja la estrategia de desarrollo argentina? Las únicas respuestas
compatibles con el despliegue del potencial productivo son que el campo es, en
primer lugar, una actividad fundamental de la economía nacional y luego, que la
estructura productiva debe ser el resultado de nuestra propia decisión”. (Ferrer,
2009: 99)
Si el Estado decidiera tomar las riendas de la principal actividad que
generadora de divisas, además de que la ganancia de nuestra tierra bendecida y de su
usufructo moldeado por el trabajo quedara en el país, lograría intervenir en la
fijación de precios de la compra de los granos y de sus valores de venta en el
mercado interno, pudiendo incidir en el precio local de la harina y el pan, entre otros
productos de consumo básico local. Misiones que lo emparentarían con las
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delegadas en el IAPI aunque de menor magnitud que este último, ya que entre otras
cuestiones implicó la nacionalización del comercio exterior.
Como también pudimos observar, la creación del IAPI funcionó en
consonancia con otro conjunto de medidas económicas y sociales que sirvieron de
motor para la revolución justicialista. En la actualidad, son pocos los elementos
estratégicos que permitan vislumbrar un trazado político en pos de la construcción
de una nación bajo las tres banderas que rigieron al peronismo histórico. En la
medida que el pueblo organizado a través de las instituciones intermedias de la
comunidad no le exija a la dirigencia política el cumplimiento de un programa en
sintonía con los intereses nacionales, seguiremos naufragando en los dimes y diretes
de los avatares de la coyuntura. Como sucedió en el pasado, las mayorías no
dudaron en acompañar y dar su vida bajo el liderazgo de Perón, único intérprete de
una canción cuya partitura creó el pueblo. Siempre estamos a tiempo, como cantó
Zitarrosa “no hay nada más sin apuro, que un pueblo haciendo la historia”.
Bibliografía
AAVV (1993): Historia Argentina. El justicialismo. Tomo XIV. Buenos Aires,
Oriente.
Cafiero A (1974): De la economía social-justicialista al régimen liberal-capitalista.
Buenos Aires, Eudeba.
Ferrer A (2009): Vivir con lo nuestro. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
Galasso N (2006): Perón. Formación, Ascenso y Caída. Buenos Aires, Colihue.
Martínez B (2020): Granos, quiénes juegan en el mercado que aporta los dólares
que necesita el país. www.lanacion.com.ar/economia/campo/asi-funciona-mercadogranos-argentina-nid2379909.
Rapoport M (2012): Historia económica, política y social de la Argentina (18802003). Buenos Aires, Emecé
Solanas F y O Getino (1971): Perón, la revolución justicialista.
www.youtube.com/watch?v=r2VK2YSOpxI.
Tarruela A (2012): Historia de la Sociedad Rural Argentina. De la colonización
española a nuestros días: radiografía de la oligarquía terrateniente. Buenos Aires,
Planeta.
Volkind P (2020): Vicentin: Concentración y extranjerización en un sector
estratégico. elpaisdigital.com.ar/contenido/vicentin-concentracin-y-extranjerizacinen-un-sector-estratgico/27320.
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BREVE PANORAMA DE LAS POLÍTICAS DE POBLACIÓN
DURANTE EL PRIMER PERONISMO (1945-1955)
Susana Novick
El tema poblacional fue relevante para el peronismo desde su inicio, quizá
porque percibía que su legitimidad política se basaba en los grupos sociales
numéricamente más importantes, pero económicamente menos favorecidos. La
cuestión fue incorporada como parte de su política global de desarrollo, planteando
la necesidad de poblar el país para “protección y garantía” de su estrategia y
proyecto político.
En relación con el tema migratorio, la idea de la integración latinoamericana
fue uno de los argumentos en los cuales se fundamentó su política de amnistía
formulada en 1949 y 1951 respecto de todos los migrantes y específicamente de los
limítrofes. Es que la estrategia industrializadora necesitaba una mano de obra que los
inmigrantes de países vecinos podían satisfacer. El Primer Plan Quinquenal21
consideró a la inmigración como un elemento fundamental para el deseado aumento
de la población. El Segundo Plan, sin embargo, colocó el énfasis en el crecimiento
vegetativo. Ya no será la política de puertas abiertas la que regirá el ingreso de
inmigrantes, sino una basada en la selección y el encauzamiento. En efecto, en las
publicaciones de la época persiste la relevancia otorgada a los flujos migratorios,
tanto para poblar las zonas rurales como para estimular el proceso de
industrialización. No obstante, el crecimiento vegetativo –percibido como muy
lento– adquirió luego creciente peso. Por primera vez en las publicaciones
estudiadas afloró la temática del control de la natalidad como un instrumento de los
países centrales para dominar a los de la periferia. Asimismo, perduró con firmeza
en los escritos de la época la tradicional idea de que la Argentina poseía escasa
población y que debía incrementarla.
Con referencia a la colonización, la cuestión aparece reiteradamente asociada
a la inmigración, observándose un avance de la ideología estatista, llegándose
incluso a modificar el derecho hereditario. Por ello, se transformó el concepto
civilista de propiedad privada al facultar al Estado a intervenir siempre que fuera
necesario asegurar la racionalidad en la explotación agropecuaria. El proceso
colonizador se implementó bajo el lema “la tierra debe ser de quien la trabaja”, en
concordancia con las restricciones impuestas a la propiedad rural abandonada y a los
latifundios, basadas en el concepto de la función social de la tierra y su distribución
más justa.
En relación con la nupcialidad, se posibilitó por primera vez en la Argentina
el divorcio vincular –legalizando las segundas nupcias– y se elevó la edad requerida
para contraer matrimonio –14 años la mujer y 16 años el hombre. Por otra parte, los
citados planes quinquenales mencionaban expresamente la variable nupcialidad,
21
El Primer Plan Quinquenal (1947-1951) fue elaborado como respuesta al diagnóstico que
previamente realizara el Consejo Nacional de Posguerra, creado en 1944 por decreto 23.847.
Este primer intento orgánico de planificación económico-social fue en realidad un conjunto de
proyectos de leyes que el Poder Ejecutivo envió al Congreso, de los cuales quince fueron
convertidos en ley y doce no obtuvieron sanción.
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procurando incrementarla mediante incentivos sociales coherentes con la política
pro-natalista que históricamente impulsó el peronismo.
Con referencia a la fecundidad, se introduce una ideología progresista. Así,
con respecto a la filiación se inició una nueva política que tendía a borrar las
discriminaciones en aquel entonces vigentes –hijos legítimos e ilegítimos–
suprimiendo esas antiguas categorías al considerar a los hijos como matrimoniales y
extramatrimoniales. Por otra parte, se legisló por primera vez sobre adopción,
incentivándola. El Estado declaró expresamente su responsabilidad por la salud de la
madre y el niño, y se formuló una política integral que aseguró atención médica
gratuita en todo el país.
Respecto de la mortalidad, considerada demasiado alta, se proyectó su
disminución, centrándose en la lucha contra la mortalidad infantil.
Con referencia a la distribución espacial de la población, mientras el Primer
Plan Quinquenal enfatizó el proceso de colonización como solución para evitar el
éxodo rural, en el Segundo Plan el equilibrio urbano-rural se propició mediante la
industrialización del interior y la descentralización de industrias.
En relación con los censos y las estadísticas, se expandieron las actividades
estatales, dado el sesgo estatista y planificador del gobierno y la carencia de datos,
pues desde el año 1914 no se actualizaba la información censal nacional. Así, las
competencias institucionales dentro del Estado constituyeron la preocupación
esencial del período, siguiéndole en importancia lo socio-poblacional y por último la
actividad minera, industrial y comercial. Los argumentos declarados por el Estado al
elaborar su legislación censal enfatizaron la utilidad de poseer elementos racionales
que le permitiesen conocer sus propios recursos –humanos y naturales– para diseñar
políticas. Subyacía permanentemente una idea clave: estas mediciones “científicas”
le permitirían al Estado no solo modernizarse, sino también adquirir cierta
autonomía relativa, apoyada en el poder que le otorgaba el conocimiento de la
realidad “objetiva”. La evolución de los espacios institucionales dedicados a esta
actividad y la valoración social de sus resultados fortaleció esta tendencia.
La Constitución Nacional sancionada en 1949 contiene explícitas referencias
a las variables demográficas: fomenta la inmigración de origen europeo y declara la
igualdad de derechos civiles entre nacionales y extranjeros. Respecto de éstos
últimos, les concede los derechos políticos luego de cinco años de haber obtenido la
ciudadanía. Se establece que el Estado protege al matrimonio, garantiza la igualdad
jurídica de los cónyuges, la patria potestad y el bien de familia. En relación con la
fecundidad, “la atención y asistencia de la madre y el niño gozarán de la especial y
privilegiada consideración del Estado”.
Por último, el peronismo percibió la necesidad de poblar el país como
garantía de su propia estrategia de desarrollo. Para él, una clase asalariada numerosa,
con elevado nivel de ingresos y consumo, garantizaba la expansión del mercado
interno, el crecimiento de la industria y, simultáneamente, su poder político. Por otra
parte, el proceso industrializador distributivo implementado intensificó la
urbanización y el desequilibrio en la distribución espacial de la población al
aumentar las migraciones internas.
En síntesis, la original experiencia planificadora se basó en diagnósticos
previos acerca de los problemas demográficos del país, pretendiéndose actuar sobre
la totalidad de los fenómenos.
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Bibliografía
Novick S (1992): Política y Población. Argentina 1870-1989. Buenos Aires, Centro
Editor de América Latina, dos volúmenes.
Novick S (1993): Mujer, Estado y Políticas Sociales. Buenos Aires, Centro Editor
de América Latina.
Novick S (2018): Política y población. De los conservadores al peronismo. Buenos
Aires, Instituto de Investigaciones Gino Germani.
Novick S (2019): La actividad censal del peronismo: imágenes, estadísticas y
políticas públicas (Argentina, 1947). Buenos Aires, Instituto de Investigaciones
Gino Germani, Documento de Trabajo 83.
Ministerio de Asuntos Técnicos (1951): Cuarto Censo General de la Nación. Buenos
Aires, Dirección Nacional de Servicios Estadísticos, 3 volúmenes.
Presidencia de la Nación (1953): Segundo Plan Quinquenal. Buenos Aires,
Subsecretaria de Informaciones.
Susana Novick es investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones
Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Este
artículo fue elaborado en base a varios trabajos que se encuentran disponibles
gratuitos on line en: http://pobmigraiigg.sociales.uba.ar.
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MERCANTE, EL CORAZÓN DE PERÓN
Y EL CEREBRO DE LA GESTIÓN BONAERENSE
Emanuel Bonforti
“Y yo, como auténtica descamisada, que nunca elogio, he dicho aun desde el
principio de la Revolución, por lo que conozco al coronel Mercante, que el coronel
Mercante es el corazón de Perón” (Eva Perón).
Existe una serie de nombres que acompañaron el Proyecto de Justicia Social
iniciado en 1945 que fueron omitidos de los grandes relatos históricos. Solo algunos
grupos con compromiso nacional se dedicaron de mantener presentes esos nombres.
Pareciera también que al interior de la militancia política hubo un intento por
interrumpir el relato histórico sobre el legado de aquellos hombres que cambiaron la
realidad de nuestra nacionalidad durante el decenio soberano. Uno de estos hombres
olvidados por la tradición oral y escrita fue Domingo Mercante, en ocasiones
recordado sobre supuestos enfrentamientos con Perón o rencillas de baja estofa,
situaciones de ego político. Parafraseando a Norberto Galasso, Mercante encajaría
en la categoría de olvidados: en esta ingresan aquellos hombres y mujeres que
realizaron hechos significativos y aportaron a nuestra nacionalidad desde diferentes
disciplinas.
El objetivo de este artículo es caracterizar brevemente las principales obras
de gobierno en la provincia de Buenos Aires de Mercante, y también enmarcar estas
obras en un proyecto político nacional que encuentran su especificidad en el diseño
de un plan de gobierno bonaerense.
Mercante nace en 1898, hijo de ferroviario afiliado al gremio de la
Fraternidad. Domingo es un hijo del siglo, tendrá una formación ciudadana al calor
de la Ley de Educación 1420, pasará su infancia en el clima del festejo del
Centenario de la Revolución de Mayo. En un país cuya estructura agroganadera
explicaba los principales ingresos de divisas, el ferrocarril se convertía en una pieza
fundamental. De esta manera, ser trabajador ferroviario era formar parte de una
aristocracia obrera. Mercante recordará algunos viajes realizados con su padre y
empezará a adquirir dimensión sobre la extensión del territorio argentino.
Ingresó al Colegio Militar, institución símbolo de integración a la que podían
acudir los hijos de inmigrantes de los sectores medios, y en 1924 conoció de manera
circunstancial a un joven Perón oficial de Ejército. Diferentes derroteros, opciones
elegidas en la carrera militar, relaciones personales, determinan que recién en 1940
Perón y Mercante establezcan un vínculo consolidado.
El nexo entre Perón y Mercante a partir de este momento es Edelmiro Farrell.
Una vez disuelto el Grupo Obra de Unificación (GOU), la relación entre ambos se
termina de fortalecer producto del trabajo en conjunto en la Secretaría de Trabajo y
Previsión que será el trampolín a la popularidad del coronel obrerista. En ese órgano
estatal Domingo Mercante será Director General de Trabajo y Acción Social.
Mercante establece una táctica de acercamiento al movimiento obrero en la que está
involucrado Juan Perón. Puede decirse que el primero mueve los hilos en el
principio de una relación que será fundamental para comprender todo lo que suceda
en el país después de 1945.
Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión surgen las firmas de nuevas
personerías gremiales, se crean cajas de jubilación y nuevos convenios colectivos de
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trabajo. Perón comienza a diseñar su proyecto con relación a la reorganización del
movimiento obrero. Este trabajo comienza a tomar volumen y Perón ya no es un
coronel que pasaba desapercibido. Para 1944 le dirá a Mercante: “No te preocupes,
pibe; unos gritan viva, otros gritan muera, pero Perón es el objetivo de los unos y de
los otros. Sólo hay que cuidarse de los otros” (Mercante, 1995). Dos posibles
interpretaciones se derivan de la cita: en primer lugar, Perón pareciera dar indicios
sobre el poder que está construyendo; en segundo lugar, la confianza construida con
Mercante. En este punto Carlos Piñeiro Iñíguez considera a Domingo Mercante
como “el primer” peronista.
Las presiones ejercidas para alejar a Perón de los cargos de gestión habían
surtido efecto. Como militar y orgánico, aceptó ser desplazado, pero solicitó al
presidente Farrell que mantuviera a Mercante en su cargo. Algunos analistas
consideran que en la aceptación de Farrell se encuentra el germen movimientista del
17 de octubre. Una vez corrido Perón de escena, Mercante se encarga de fortalecer
el vínculo con el movimiento obrero, afianzando sus lazos de solidaridad con Perón.
El 17 de octubre también fue singular para Mercante: sufría días de detención, pero
se convertiría en el nuevo Secretario de Trabajo y Previsión. En esas jornadas
todavía resuena el canto popular: “Con Perón y con Mercante la Argentina va
adelante”.
Conviene detenerse en la caracterización que hace Juan José Hernández
Arregui con relación a la composición social del Ejército Argentino: sus oficiales no
pertenecen en su totalidad a la oligarquía. Esto posibilitó una serie de cuestiones:
que hombres como Mercante y Perón se formen y egresen de esta institución y sean
los suficientemente amplios a la recepción de planteos del mundo del trabajo. De ahí
la sensibilidad obrera de algunos oficiales para este período.
Cuando la causa nacional es causa provincial
Fermín Chávez (1984) en su obra sobre Perón dice que el peronismo cuando
llega al gobierno ya tiene echadas las bases de planificación social, económica y
cultural, y que esto se desprendía de la experiencia del Consejo Nacional de
Posguerra. A título personal agrego: a la política social desplegada desde la
Secretaría de Trabajo y Previsión Social.
Sin embargo, este gran proyecto de Justicia Social en la mayoría de las veces
es abordado desde un enfoque nacional y no nos permite ver cómo se materializa a
escala provincial. Para esto será interesante detenerse en la gobernación de Domingo
Mercante en la Provincia de Buenos Aires. El diagnóstico que tenía Mercante era
claro: le tocaba gobernar una provincia con grandes déficits, siendo la
infraestructura un elemento central para comprender su gestión. A la tradicional
ausencia de hospitales y escuelas, se le sumaba el déficit en caminos,
comunicaciones o canales de riego. Asistimos a la ejecución de un Plan de
Operaciones al estilo Mariano Moreno en la Provincia de Buenos Aires durante la
década del 40 del siglo XX.
Jorge Abelardo Ramos (1986) sostiene que el Plan de Operaciones emana de
la comprensión profunda de nuestra realidad. Uno podría endilgarle esta facultad al
gobernador Mercante, un conocedor de la realidad de la provincia a través de los
viajes en tren con su padre y un entendido de las necesidades de infraestructura,
producto de su formación militar orientada a la Defensa Nacional. Siguiendo el
marco teórico de Ramos, podríamos decir que el gobierno de Mercante vino a
cumplir las tareas democráticas burguesas ausentes en un país y en una provincia
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donde la oligarquía en tanto clase dominante gobernó históricamente con una lógica
de atraso en la gestión pública. Mercante guió su plan de gobierno bajo esta lógica,
pero comprendiendo que los problemas de la provincia también eran una manera de
interpelar a la causa nacional.
Así, Mercante promovió la obra del ramal Olavarría-Loma Negra, elaboró
una Ley de Mayores Costos orientada al Plan de Obras Públicas, de donde se
desprende un paquete de leyes orientadas a la regulación del Trabajo Público, el
Consejo de Obras Públicas, la creación de diferentes consejos de profesionales, la
fundación de la Dirección de Validad, la creación de Servicios Públicos de
Electricidad, o la implementación del Fondo de la Vivienda. En esa línea se trabaja
en la construcción de plantas de agua potabilizadoras, se sancionan códigos
regulatorios en materia de derecho penal, se funda la Escuela de Policía. Por último,
se otorga un profundo empuje a dos áreas sumamente sensibles: la sanidad, pasando
de 5.000 a 20.000 camas en el sistema de salud pública, y la educación pública, con
la construcción de escuelas, pero también con la creación del Estatuto de Magisterio
y la fundación de una amplia red de jardines de infantes.
El proceso de Justicia Social en su faceta provincial implicó una ruptura y
una nueva forma de organizar la provincia en función de un nuevo plan
infraestructura. El peronismo aparece como un espacio modernizador, pero sobre
todo de mejora de las condiciones de vida. Siguiendo con el esquema propuesto por
Gustavo Cirigliano (Proyecto Umbral, 2009), un proyecto contiene tres
componentes: un argumento, que en el caso del peronismo son las famosas tres
banderas; una voluntad asumida; y también una infraestructura económica. Este
elemento es fundamental para comprender la gobernación de Mercante, que se
explica por las obras y por la nueva infraestructura.
La obra de Mercante y su relación con Perón vienen a desmitificar cierta
lectura liberal que ubica a Perón como el hombre excepcional de este período, y que
lo sucedido entre 1945 y 1955 responde a la mentalidad y al genio de un hombre. En
realidad, Perón es hombre de una generación, la cual se encuentra atravesada por las
problemáticas propias de la época: crisis del 30, Segunda Guerra Mundial, crisis de
las democracias liberales, instituciones obsoletas. Perón será el intérprete de una
generación que se encontraba atravesada por estas discusiones. Mercante es también
un emergente de esta generación, solo que la historia le otorgó otro lugar: la
Provincia de Buenos Aires, para desarrollar su programa, que en realidad ya no era
su programa, sino el de una Nueva Argentina.
Referencias bibliográficas
Chávez F (1984): Perón y el peronismo en la historia contemporánea. Buenos
Aires, Oriente.
Mercante AD (1995): Mercante, el corazón de Perón. Buenos Aires, De la Flor.
Proyecto Umbral (2009): Resignificar el pasado para conquistar el futuro. Buenos
Aires, Ciccus.
Ramos JA (1986): Las masas y las lanzas. Buenos Aires, Hyspamérica.
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UN PUNTO DE VISTA: EL DE KEYSERLING ANTE LA VIDA
Ramón Carrillo
En virtud de los debates suscitados por la supuesta adhesión de Ramón Carrillo a la
eugenesia (ver acá el artículo publicado en el número 21 de Movimiento), y debido
a la imposibilidad de obtener en Internet el texto de Ramón Carrillo, quienes
hacemos esta revista consideramos necesario transcribirlo íntegro desde su original
publicado en la Revista del Círculo Médico Argentino y Centro de Estudiantes de
Medicina, en el año 1929, cuando Carrillo tenía 23 años.
Absolutamente todas las referencias “académicas” a este texto que se pueden
encontrar en Google provienen de personas que evidentemente no lo han leído, o
bien lo han hecho en condiciones misteriosas. Lamentablemente, no es una
excepción cuando se trata de “interpretar académicamente” a los peronistas.
Cuesta imaginar de otra manera que por este artículo se le adjudique a Carrillo,
entre otras ideas: que “‘el estadio anterior al del descenso del espíritu’ sería el
período representado por el último gobierno del presidente radical Hipólito
Yrigoyen”; que “los problemas que atravesaban a la sociedad y a la política
argentinas (…) conducirían inevitablemente a una revolución que sería la
encargada de encontrar en la historia preliberal y preinmigratoria la clave del
futuro”; que “Carrillo también apelaba a rescatar ‘la verdadera cultura argentina’,
basada en ‘la tradición y en los valores gauchescos’”; que el gaucho representaba
“las ‘fuerzas germinales’ que convertirían al país en el ‘más rico en el porvenir’”;
que “los gobiernos radicales habían mancillado la Constitución y que, por lo tanto,
era necesaria una restauración”; que este artículo contiene “declaraciones, teñidas
de un marcado sesgo antiliberal y autoritario” que “apuntaban a que una
revolución moralizadora lograra reconstruir los supuestos valores que permanecían
latentes en la sociedad para así dar luz a una nación poderosa e independiente”;
que la “preservación de la tradición hispánica, católica y criolla se convertiría en
salvaguarda de la identidad argentina”; o que “había dos soluciones posibles: la
apelación a la vía institucional o la intervención militar inspirada en los ejemplos
europeos”.22
Hay premio para quien descubra estas ideas u otras similares en el texto que sigue
de Ramón Carrillo, o siquiera para quien encuentre las palabras que –por estar
entre comillas– son supuestamente textuales del original. Si quiere pistas, salte
hasta las negritas, que fueron agregadas para facilitar la búsqueda.
Por lo demás, el texto tiene mérito suficiente para ser leído íntegro. Seguramente
para algunas personas ampliará la admiración que su autor actualmente genera.
No es posible dejar de interesarse por el movimiento de general curiosidad
suscitado con la visita del conferencista estonio.23 Hace ya más de un año había
expresado en Alemania, en diversas oportunidades, su profundo interés por los
países de Sudamérica.
22
Estas frases son textuales del libro de Karina Ramacciotti La política sanitaria del peronismo,
editado por Biblos en 2009.
23
Nota de Movimiento: Hermann Graf Keyserling nació en Estonia en 1880 y murió en Austria
en 1946.
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
Quienes lo conocíamos por lecturas sueltas de algunas de sus opiniones o de
algún comentario indirecto, participamos del interés más que cualquier otro, máxime
advirtiendo su éxito entre los latinos y no en su propio país. Sus libros fueron
traducidos primero al español y luego recién a los otros idiomas europeos.
Según un dato de un diario de la capital, en Buenos Aires se han vendido más
de 1.500 ejemplares de sus tres únicos libros vertidos al castellano: Diario de viaje
de un filósofo, Un mundo que nace, y Europa, análisis espectral de un continente.
Keyserling, pensador que sólo encuentra “su” verdad y “su” filosofía recorriendo el
mundo, desplazándose constantemente, variando siempre el horizonte, en busca del
comercio de los hombres, a la inversa de Pascal que escapaba para encontrarse en la
soledad de Port-Royal, no titubeó mucho tiempo y en la primera oportunidad lanzose
dispuesto a conocernos. Y a fe, ha hecho bastante para adentrarse en nuestra
conciencia: a poco de estar, diose cuenta que Buenos Aires no es todo el país, como
se cree en el exterior y aun entre nosotros; visitó diversas provincias, y en los
momentos de escribir estas líneas recorre Santiago del Estero y Tucumán, en
aeroplano, aprestándose para atravesar Salta y Jujuy, rumbo a Bolivia.
Creemos justificado el comentario sobre sus ideas, enfocándolo sobre todo
desde nuestra posición: la vida como problema, pero no sólo como problema
positivo de experiencia, sino en cierto modo como suele plantear las cosas de
filosofía primera. Nuestro siglo XX y la segunda mitad del siglo XIX han sido los
siglos de la biología. No puede negarse el hecho, no discutido, de que, dentro de las
culturas superiores, cada época tiene una ciencia que da el tono a toda su
mentalidad. Los griegos en la era precristiana fueron esencialmente físicos y sus
filósofos no eran nada más que físicos. Sócrates marca un nuevo compás: desde su
escuela hasta el final del mundo antiguo, la preocupación moral domina las
reflexiones filosóficas. En la Edad Media se respira un ambiente religioso, donde la
teología cristiana afírmase profundamente en la mentalidad de Occidente. El
Renacimiento trae consigo la astronomía: la mecánica de los cuerpos celestes,
llevada a gran altura por Newton, gravita sobre los pensadores de aquel entonces.
Luego tenemos los grandes filósofos del siglo XVIII, astrónomos y matemáticos a la
vez: D’Alembert, Diderot, Descartes, Leibniz, etcétera.
La contemplación del fenómeno matemático o del fenómeno astronómico,
tan simple y preciso, llevó la convicción de un universo en forma de máquina, donde
las leyes de la mecánica son supremas y lo rigen todo.
Darwin, con su gran hipótesis del origen de las especies, transporta
bruscamente la biología al sitio de las ciencias determinantes. Para los tiempos que
corren el darwinismo ha periclitado, pero no estamos autorizados a subrayar el juicio
del barón von Uesküll: “hay que borrar al darwinismo de la serie de las teorías
científicas”, pues nadie, ni el mismo Keyserling, ha logrado escabullirse de las leyes
y de las consecuencias emanadas del estudio de la vida.
La Sociología, desprendida por Augusto Comte como una consecuencia de la
biología; la Política, la Moral agregada por Spencer a la escala positivista; y la
filosofía toda del siglo XIX están impregnadas de biología.
Pero la influencia de la época mecanicista y matemática, cuya expresión más
concreta encontramos en Descartes, prolonga su influencia sobre Darwin y lo hace
también mecanicista. Como una reacción al dominio de las ideas de Darwin, de
Häeckel y de Spencer, con su ensayo de filosofía evolucionista, se perfila la nueva
concepción de la vida, bajo la forma de un vitalismo de nuevas líneas, fundado en
las experiencias del botánico Hugo De Vries y del embriólogo Hans Driesch, dando
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lugar a una nueva biología, donde se destruye el carácter dogmático de la variación y
de la lucha por la existencia, para acentuar el hecho de que todo organismo es un
conjunto en el cual las diversas partes se encuentran reunidas según un plan
permanente, y no [un] informe montón de elementos que sólo obedecen a leyes
físicas y químicas.
La selección del más adaptado adquiere un sentido opuesto ante la
comprobación evidente de que las condiciones de existencia son tan diversas como
los mismos seres vivos. Cada animal, cada planta, tiene sus especiales condiciones
de existencia, que no pueden serles disputadas en modo alguno. Se comprende que
en la Naturaleza siempre hay relaciones entre vecinos, las cuales no siempre tienen
un carácter amistoso e inofensivo. Pero de eso a hablar de una lucha de todos
contra todos, se comete una exageración de erróneos caminos en el darwinismo
y funestas consecuencias sobre el pensamiento germano que aceptó la vida como
un estado de fuerza, obligándose, por considerar superior al dolicocéfalo rubio, al
dominio. El pangermanismo está implícito en Nietzsche, cuando habla de su
superhombre. Es el darwinismo trasplantado a la política. La actual concepción
biológica del mundo parte de otro principio: arranca de la teoría física de un caos
general de puntos materiales en el espacio, en el cual sólo rigen fuerzas
fisicoquímicas. Este caos forma el informe mundo exterior donde se desarrollan y
crecen los organismos. Cada organismo, conforme a su estructura, sólo entra en
relación con una parte muy pequeña del mundo exterior. Cada ser vivo, mediante
estas relaciones, se crea un mundo circundante, propio para él, en el que se
desenvuelve su vida. La Naturaleza no escoge los organismos adaptados a ella,
como piensa Spencer al hablar de selección del más adaptado, sino que cada
organismo escoge la Naturaleza a él adaptada. Sólo excepcionalmente entran los
organismos en directa oposición unos con otros. Cada ser vivo tendría tendencia a
organizar su parte de mundo exterior transformándolo en su mundo circundante
(Umwelt).
En este momento de las ciencias de los organismos germina el pensamiento
del filósofo de Darmstadt, formando el conocimiento biológico una de sus
determinantes, pues los otros núcleos de sus doctrinas reconocen una genealogía
distinta, no biológica. Para investigarlos y tratar de sacar a luz las concomitancias de
Keyserling con muchos de los pensadores contemporáneos y anteriores a él basta un
somero examen; si se lo despoja de la mágica vestidura, de su estilo, de su forma de
una ductilidad subyugadora, quedan al descubierto las ideas centrales, la mayoría
contenidas en las obras de filósofos precedentes. Sin embargo, sabe vivirlas y las
encarna profundamente: hay un fondo tan personal en sus razonamientos, que al
desmenuzarlos en los elementos que contribuyeron a formar su intelectualidad,
sorprende la trabazón establecida entre ellos; eso es posible por lo que hay de
particular en él: el hombre. Ha asimilado los elementos de la más alta cultura y los
irradia en forma personal; buscando obtener en quien lo conozca la transformación y
transposición que personalmente necesite, ya en el sentido de un mejor
conocimiento de los hechos con que tiene que contar, ya en el de una más profunda
comprensión de su propio problema espiritual.
Ningún maestro puede hacer más que iniciar al discípulo en el proceso de
hallar por sí mismo su camino y ayudarle en ese empeño. Los que han querido
conseguir más, indicando métodos, no han actuado en el sentido de libertar, sino en
el de imponer más vínculos. Todo sistema filosófico no es más que el proceso de
autorrealización, mediante el cual el sujeto que piensa adviene a su profunda verdad,
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verdad que puede ser una y absoluta, pero a la que cada ser puede arribar sólo a
través de senderos personalísimos. Nietzsche fue el primero en sentir intensamente
este hecho y en ese sentido es el maestro más directo de Keyserling. Este, como
aquél, no se propone en su obra darnos una filosofía toda hecha de una pieza, sino
solamente el itinerario de su espíritu en la búsqueda de su filosofía, de su verdad,
para enseñar a buscar la suya propia a todos los que piensan. Esta manera nueva
puede llevarnos más allá de lo sistemático; el pensamiento adquiere una amplitud y
una elasticidad a que nos tenían acostumbrados los clásicos. Es la característica de
los tiempos nuevos. La especulación metafísica se ha trasladado desde el
conocimiento abstracto del mundo exterior hacia la vida ilimitada del espíritu. El
filósofo describe los diversos estados de su conciencia, a través de los cuales se
potencializa hacia su más honda realidad, siguiendo la línea sinuosa de su
espontaneidad creadora, que rehúye toda armadura sistemática. Y muy bien lo dice
Virasoro: el espíritu es, en efecto, una posibilidad infinita y toda sistematización no
hace más que cerrar su infinidad en los límites circunstanciales de un momento
espiritual transitorio. Sin embargo, la tendencia positivista de estratificar el universo
en planos, es de una fuerza extraordinaria y muchos grandes espíritus le han
encontrado doctrina digna de ser vivida para identificarse con ella, dejando sólo la
libertad indispensable a la conciencia creadora. No creemos que Keyserling haya
cometido un pecado juvenil al publicar su Ensayo crítico sobre el sistema del
mundo, donde alienta una ambición sistemática. Más que todo parece orientarse. Y
una vez orientado, da libertad absoluta a su yo en el Diario de viaje de un filósofo.
La universalidad de su espíritu la ejercita Keyserling como posibilidad de vivir las
formas espirituales más opuestas. Pero es que pesan sobre él corrientes
contradictorias, a veces irreconciliables, que lo hacen que sea como es.
Mezcla de asiático y europeo, con sangre germánica, eslava y tártara en las
venas –una abuela de Keyserling descendía de Genghis Khan–, ofrece una
personalidad física pintoresca, con sus pómulos salientes, vestigios de su sangre
oriental, sus maneras correctísimas y finas del viejo aristocratismo feudal y sus
actitudes de gran señor. Bajo esta fase ha creado paralelamente a ella una
personalidad más literaria que filosófica, favorecido por su extraordinaria
flexibilidad mental, que ha ocultado lo sólido existente en su obra. En ciertos
círculos, más sociales que científicos, ha sido precisamente esta intelectualidad
superficial la que ha impresionado. Sin embargo, puede desentrañarse la crítica a
fondo hecha a la vida de la civilización occidental, en un estilo atrayente, pero un
poco confuso. Deberemos poner lo subconsciente nuestro para satisfacer su
aspiración: buscar no de entenderlo, sino de comprenderlo... (No debe ser imposible
desde el momento que muchachas de la Escuela Normal de 16 a 17 años se precian
de llegar a esa comprensión absoluta…) Sin embargo, Keyserling no pudo hablarnos
de otra manera por la naturaleza esencialmente femenina de su público: el mismo
que asistía a las conferencias de Einstein. Sin duda, muchas de las señoras presentes,
en aquel entonces, preocupadas en resolver los más abstrusos problemas del cálculo
integral, de vuelta a su domicilio se enredarían fácilmente en las cuentas de la casa.
Hay tres puntos de vista desde los cuales se puede encarar la vida: 1°) la vida
como una entidad existente, en virtud de principios determinados. Es el punto de
vista de la filosofía primera y se vincula al problema del conocimiento, al origen y
comienzo de la vida; 2°) la vida como efecto, en sus manifestaciones externas. Es el
punto de vista biológico; 3°) la vida como consecuencia indirecta en la agrupación
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de organismos, dando origen a la sociedad humana y las manifestaciones culturales.
Es el punto de vista sociológico.
Creemos que sólo tiene interés en la primera forma de mirar la vida, la
cuestión previa del conocimiento, pues la vida en sí no encontrará su solución en la
metafísica, sino en la experiencia, por eso llevando a Keyserling al terreno de las
cosas concretas aclaramos su situación, aparte de que la legitimidad de la metafísica
en la consideración de la vida no ha sido justificada por los hechos y menos aún por
el progreso de la biología.
De hecho, el autor de la Filosofía del sentido está dentro del relativismo
subjetivo. Si Kant no hubiera establecido la imposibilidad de prescindir de nosotros
mismos en el conocimiento de la realidad, Keyserling no pudo haber existido. El
filósofo de Koenigsberg trató de demostrar que, contrariamente a lo que se creía,
nosotros no giramos alrededor de las cosas, sino que éstas son las que giran
alrededor nuestro. El mundo sería pura representación, por consiguiente, la verdad,
tal como la podemos alcanzar, consiste, pues, no en la conformidad de nuestras
representaciones con las cosas, sino únicamente en la armonía de nuestras
representaciones consigo mismas. De ese modo el conocimiento se limita: el objeto
de la ciencia y de la especulación pertenecería al mundo de los fenómenos, mientras
que el objeto de la acción y de la conciencia sería el mundo de los noúmenos. Se
coloca en el polo opuesto al positivismo, donde se acepta que el espíritu humano es
sólo capaz de alcanzar las verdades de orden experimental, los hechos y sus leyes
que no son más que hechos generalizados. La ciencia humana debe limitar sus
esfuerzos al estudio de los fenómenos, de sus relaciones empíricas de concomitancia
y de consecuencia, sin preocuparse nunca de la naturaleza íntima de las cosas, las
sustancias, las causas y los fines, lo absoluto en una palabra, pues es inaccesible al
conocimiento humano.
Keyserling es kantiano en su afirmación de la incapacidad racional de
comprender el universo, en su insistencia de que la inteligencia discursiva, que nos
da el “saber”, la “ciencia” hecha a base de experiencias, de observaciones del mundo
empírico, no nos puede dar una “comprensión” global, íntima y profunda del
significado del cosmos y de la finalidad de la existencia. También es kantiano en la
importancia que le asigna al sentimiento religioso como expresión de lo más
profundo de la personalidad humana. También es muy de Kant la afirmación de que
la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien no son sino consecuencia objetiva
de un desarrollo puramente subjetivo.
Nietzsche es el otro gran influjo que ha obrado sobre Keyserling después de
Kant. Tiene de Nietzsche el individualismo y esa tendencia hacia el exclusivismo,
cuando afirma la superioridad de las castas y la capacidad constructiva de las
“élites”. El hombre que hace trabajar será siempre superior al que trabaja, dice.
Quizás su antepasado filosófico más remoto fuera Heráclito de Éfeso, un campeón
de la vida, a la que consideraba como el perpetuo devenir de las cosas, pues fue el
primer espiritualista, contrapuesto al Buda que negaba la vida y escapaba a ella. Del
mismo modo Nietzsche, siglos más tarde, defendía la vida ante Schopenhauer,
espíritu indoeuropeo, budista reencarnado en la civilización de Occidente, quien
encontraba en la negación de la vida la forma de no ser juguete de la farsa trágica de
la existencia.
La circunstancia de reconocer antecesores es una ley habitualmente cumplida
en el desarrollo del pensamiento humano. Por otra parte, el problema de la
originalidad en su acepción usual no tiene importancia. Y Keyserling está
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firmemente convencido de ello: la cuestión de la prioridad desde el punto de vista de
la vida carece de interés esencial, dice; lo que se le ocurrió a uno hubiera también
podido ocurrírsele a otro, aunque de hecho no haya sido así. Y pierde toda
significación, tan pronto como se comprende claramente que nadie puede
representar con eficacia lo que no es conforme a su personalidad, pues la fuerza vital
de un impulso espiritual depende tan sólo del “quien” y no del “que”. (Ver su libro
El conocimiento creador). Nadie puede crear algo vivo sino con pensamientos que
correspondan a su personalidad. Y estos pensamientos son suyos indudablemente, ya
se le hayan ocurrido a su propia persona, ya le hayan sido trasmitidos por otra; pues
inventar y comprender significan metafísicamente lo mismo; la preeminencia de lo
primero reside sólo en lo empírico, siendo lo metafísico el lugar ideal de todo
“sentido”. Que esto es así lo demuestran todas las contrapruebas que se hagan con
los faltos de originalidad. Cierto que éstos pueden plagiar y copiar literalmente. Pero
no pueden actuar con lo ajeno de un modo vital. En medio de lo ajeno, siempre
dicen algo que les es propio, ya sea por haber comprendido mal, de un modo
totalmente peculiar lo que les fue trasmitido, ya por haber matado el espíritu vivo,
desorganizando el único cuerpo acomodado a él, ya por haber separado de sus
exactas conexiones algún trozo aislado. Sólo por esto logra tan fácilmente la
investigación posterior establecer quién fue el auténtico padre de ideas importantes.
La actitud keyserlingniana ante el cosmos reconoce a Kant y Nietzsche como
padres entre los europeos y a Lao-Tse y Confucio entre los orientales. Su ubicación
ante la vida, en cambio, tiene amplias concomitancias con Bergson y Driesch, sus
contemporáneos, concomitancias justificadas por la comunidad de fuentes. Antes de
establecer las vinculaciones del pensamiento de Keyserling con el de Bergson y el
de Driesch, corresponde limitar el terreno en el cual se ha desarrollado el
neovitalismo. Hasta el advenimiento de éste, tres corrientes justifican la biología: el
mecanicismo, el organicismo y el vitalismo.
Desde Descartes se concreta el mecanicismo: sus precursores, Epicuro y
Lucrecio, fueron más poetas que científicos. La vida, según ellos, se reduce a un
modo del movimiento, que resulta del arreglo especial de las partes materiales del
ser orgánico. Los fenómenos vitales (respiración, digestión, circulación, etcétera) se
reducen a oxidaciones, a fermentaciones, a combinaciones, es decir, a otros tantos
fenómenos físicos y químicos. El animal y la planta no son, en suma, sino máquinas
un poco más complicadas que las otras. La síntesis de la urea verificada por
Woehler, la reconstrucción artificial de los alcoholes, de los azúcares, de las grasas,
establecen un puente entre la química del elemento orgánico y del inorgánico, o sea
entre la química de la vida y la química de la muerte. El movimiento vital y el
movimiento inorgánico tienen sus analogías; el movimiento del trompo contra las
leyes de la gravedad, o el funcionamiento de una máquina a vapor, hacen pensar que
la biología y la fisiología no son sino ramas de la mecánica. En este sentido se
justifica la utopía de Stephan Leduc, de Albert Mary o de Herrera, de descubrir el
secreto de esa combinación de la materia, de la cual resulta la vida, lo mismo que se
descubren las sales y ácidos en las retortas de un laboratorio; de la plasmogenia, la
ciencia experimental del protoplasma.
Se puede percibir la evolución del pensamiento humano a este respecto,
después de Descartes, siguiendo los pasos de Comte. En un principio, A. Comte
afirmó que los fenómenos vitales son simples modificaciones de los fenómenos
inorgánicos. Pero reconoció ulteriormente que la biología se halla en presencia de un
poder que domina los detalles, los combina y los coordina; y, por consiguiente, que
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el secreto del organismo está en el objeto, en el fin o causa final, y escapa en este
sentido a la ciencia positiva. En esta opinión Comte se aproximó al vitalismo de
nuestros tiempos: así se explica su gran admiración por Bichat, el organicista.
El organicismo, cuyo principal representante es Bichat, explica la vida por la
organización. La organización de la materia en tejidos les confiere a éstos una
propiedad que es la vida, independientemente de los fenómenos físicos y químicos a
los cuales se opone. La vida consiste precisamente en el triunfo de las fuerzas vitales
sobre las fuerzas de la materia (físicas y químicas); la muerte es la derrota del tejido
orgánico por la materia bruta. De ahí la conocida definición de Bichat: la vida es el
conjunto de fenómenos que resisten a la muerte. El organicismo se coloca entre el
mecanicismo y el vitalismo ensayando una conciliación muy difícil.
La vida y los fenómenos vitales son absolutamente inexplicables por las solas
fuerzas de la materia. Hay que recurrir necesariamente a un principio especial
absolutamente distinto de las fuerzas físicas y químicas, que, después de haber
determinado la organización de cierta cantidad de materia, preside a su
funcionamiento (principio vital). Todo ser viviente para el vitalismo está constituido
por un doble elemento: 1°) la materia; 2°) un principio vital, especie de alma inferior
(entelequia de Aristóteles), que, estando sustancialmente unida a la materia, le
infunde la vida, la organiza, le da su unidad, su individualidad propia, al mismo
tiempo que una actividad específica para bien del individuo y de la especie. Lo que
caracteriza al ser vivo, además de la renovación continua de la materia, es la
permanencia invariable de la forma exterior, que hace conservar intactos y hasta en
sus menores detalles todos los rasgos del tipo a que pertenece. El cuerpo en sí, como
todo compuesto molecular, es radicalmente incapaz de esta permanencia, pues él
mismo cambia sin cesar. El vitalismo reconoce en el viviente la acción de las fuerzas
físicas, pero reclama la intervención de una fuerza vital. “Los agentes físicos
producen fenómenos que no dirigen y la fuerza vital dirige fenómenos que no
produce” (Cl. Bernard, Introd. a l’étude de la Méd. Exp.).
El mecanicismo ve en la vida un subproducto del universo. Los electrones
concretándose en átomos, éstos agrupándose en moléculas, las moléculas
organizándose en células habrían dado origen a los organismos vivientes que aquí
sobre la tierra no serían sino un accidente de ese proceso ya indicado por Laplace, de
las nebulosas electrónicas, coagulándose atómicamente en astros incandescentes,
éstos despidiendo de sí en forma centrífuga los planetas que, al enfriarse, cristalizan
molecularmente. El nuevo vitalismo invierte los términos: en lugar de ver en la vida
un subproducto del universo, ve en el universo una manifestación de la vida, del
torrente de la vida universal.
Hans Driesch es el representante más genuino del neovitalismo. Profesor de
la Universidad de Leipzig, nos visitó el año pasado, dando un ciclo de conferencias
en la Facultad de Filosofía y Letras, pero su paso por nuestro país fue desapercibido,
fuera de los círculos especialistas, no teniendo, a pesar de la gran importancia de sus
estudios, la popularidad que le cupo a Keyserling, quizás por el hecho de ser más
hombre de ciencia que literato. Sus estudios de embriología, primero netamente
experimentales, lo llevaron insensiblemente a la filosofía. Dos libros marcan la
iniciación de su era filosófica: El vitalismo, historia y doctrina, y Filosofía de lo
orgánico, del cual está en prensa la primera traducción al castellano.
Weismann supuso que todos los caracteres del individuo encontrábanse
contenidos dentro del huevo; Roux, estudiando la mecánica del desarrollo, realizó la
siguiente experiencia con la cual creía comprobar la doctrina de Weismann: con una
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aguja candente destruía uno de los blastómeros de un huevo de rana. El desarrollo
ulterior daba lugar a la mitad de un embrión de rana. Driesch realizó nuevas
experiencias y llegó a resultados distintos, que lo llevaron en dirección totalmente
opuesta a la de Roux. En efecto: al separar artificialmente los dos blastómeros de la
primera división del huevo de erizo de mar, obtuvo, en vez de dos medios
embriones, dos embriones completos, pero de tamaño reducido. Los resultados
obtenidos por Roux lo llevaron al mecanicismo; en cambio, los de Driesch lo
llevaron a éste al vitalismo. Como se ve, caminos totalmente encontrados.
Rectificadas las ideas de Roux, de la sola gravitación de las fuerzas físicas en el
desarrollo del huevo. Driesch ha debido recurrir a una serie de doctrinas que le
permiten si no explicar, por lo menos expresar más apropiadamente lo que ocurre en
la realidad. Concretamente pueden circunscribirse a tres sus ideas centrales: a) el
concepto de la autonomía de los fenómenos vitales; b) la existencia de sistemas
equipotenciales armónicos; y c) la reedición de la vieja idea aristotélica de la
entelequia, alrededor de la cual gira constantemente en sus especulaciones el
apasionado investigador. Siendo la vida una fuerza autónoma, independiente de las
energías fisicoquímicas, es capaz de moldear para sí los organismos dándoles la
forma apropiada.
Así, los blastómeros tienen una potencia prospectiva, no invariable, sino
susceptible de adquirir formas mientras los anime la vida. Designa con el nombre de
sistema a toda parte de un organismo que podemos considerar como una unidad
desde el punto de vista morfológico. Le llama sistemas armónicos porque el
resultado de su desarrollo es un conjunto de elementos correlacionados entre sí. Es
imposible, según Driesch, explicar esta sistematización orgánica, la embriogenia, la
morfología y la estructura por los factores puramente fisicoquímicos; de donde es
necesaria la entelequia, esa fuerza que coordina y dispone la materia, plasmando un
organismo en el cual y por medio del cual se manifiesta. Habla de entelequia, casi
como un seudónimo de alma organizadora, porque la palabra alma es poco
científica. Se refiere a la fuerza vital que se sirve de la materia para organizar seres
vivientes, pero que es independiente de la materia misma. Es la manifestación
individual de una fuerza general, de una inteligencia universal, pues si no fuera
inteligente no se propondría “fines”, significado preciso de la palabra entelequia.
A estas conclusiones habría llegado Hugo de Vries, botánico holandés,
estudiando el desarrollo de las semillas de ciertas plantas (teoría de las mutaciones).
Tomando en conjunto la vida planetaria, desde la ameba hasta el vertebrado y
de éste al hombre, se comprueba que esa energía inteligente, a la que se refiere
Driesch, está invívita en ese anhelo de superación, en esa “Voluntad de Poder”, de
que nos habla Nietzsche, como constituyente íntimo, secreto y esencia de todo el
devenir cósmico. Esta convergencia a Nietzsche permite unir a Keyserling con
Driesch.
Para Keyserling la vida es la expresión de una fuerza divina. No está
determinada en forma fatal, y mecánicamente por el pasado, como pretendía Darwin
y quieren aún sus discípulos.
No son los antepasados los que fijan obligatoriamente los planes de
estructura, la morfología general, pues la vida se comporta siempre como un
elemento de espontaneidad imprevisible. En el curso de la evolución biológica se
revela como un anhelo de superación, por medio de saltos y mutaciones que
insensiblemente hacen subir el nivel cualitativo de la existencia. Es una mente
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cósmica, animadora del universo. Los mecanicistas le llaman “energía” y los
vitalistas “vida”.
Henri Bergson nos habla de un “elan vital”; concordando ampliamente con
Nietzsche, Driesch, Keyserling y Eucken, este último en su obra El valor y el
significado de la vida. Bergson, filósofo premiado en literatura (Nobel), pensador
sutil de imágenes, de sensibilidad exquisita, trató en consonancia con su
temperamento, de asir la vida en su devenir constante e infinito y, a pesar de ser
geómetra, encaró el problema vital desde un punto de vista netamente subjetivo. La
última esencia de la vida, sostiene en La evolución creadora, es una voluntad
esencialmente libre y espontánea, indomable e imprevisible. Aun cuando
condicionada por la materia mediante la cual se expresa, de la cual se sirve, como un
escultor al emplear la arcilla, esperando que la inspiración le dé forma, la vida es
más fuerte que las limitaciones que la materia le impone. Buscando expresar se
rompen todas las cadenas, en una creación nueva y siempre original, infinita. Su
iniciativa no está limitada por ninguna ley. Las leyes físicas no son sino maneras de
obrar en momentos fugaces que a nosotros nos parecen eternos porque somos
evanescentes. Vivimos equivocados: el hombre que ha visto el cosmos únicamente
como un mecanismo ha sido sencillamente engañado, no por el cosmos, sino por las
modalidades limitadas de su razonamiento.
Esta fuerza universal, creadora, libre, madre de todas las formas, empapa el
“sentido” íntimo de la realidad biológica y también de la realidad social. Y no sólo
crea nuevos tipos biológicos, sino que en el curso de la historia crea nuevas formas
de cultura, revelaciones vivas de una fuerza viva, como antes que Keyserling habían
indicado ya sus compatriotas Rodolfo Eucken, con su obra El valor y significado de
la vida, y Spengler, con su estudio morfológico de la cultura de Occidente.
Para Eucken, el hombre encuentra la realidad en dos formas: a) realidad
aparente de los sentidos, la que está en relación inmediata con la conciencia; b)
realidad íntima, que es un mundo espiritual independiente, incondicionado por el
mundo de los sentidos, que no es real sino aparente. Esta última sólo se llega a
conocer con lo más profundo del ser, con la personalidad, con esa “personalidad
profunda” mencionada por Krause, profesor de Clínica Médica de Berlín, y que la
localiza en el diencéfalo. La sumersión en la realidad es una identificación, un
“proceso vital” profundo e intuitivo.
Keyserling coincide con Driesch en su concepción vitalista del fenómeno
biológico, estando influidos ambos por Nietzsche. Keyserling y Eucken convergen
en cuanto ven en el desarrollo de las culturas humanas la exteriorización de la
misma potencia creadora que origina la vida. Tiene de Bergson la misma forma de
explicar el devenir cósmico, que no es sino una idea más general de la enunciada por
Driesch para interpretar el fenómeno biogenético. Keyserling comparte, por fin, con
Eucken y con Bergson el sentimiento de que, para comprender el “sentido” de la
vida universal, se requiere sumergirse en ella, entrar en contacto íntimo y profundo
con el torrente vital, en lugar de examinarla superficialmente con nuestra razón, que
es un instrumento en absoluto insuficiente para conocer la realidad. Sólo así, piensan
los tres, se puede tener una “intuición” viva de un proceso, una “comprensión”
profunda, que es superior al “saber” puramente racional.
El saber nos lo puede dar la ciencia mediante la razón, pero a la comprensión
sólo podemos llegar mediante una potencialización de todo nuestro ser y de nuestra
subconciencia.
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Siguiendo este camino, Keyserling ha buscado vivir la vida profunda de los
pueblos y de sus culturas, para conocerlos no sólo a través de su historia, sino a
través de su vida misma aun palpitante. Y así ha dicho de nosotros que somos un
pueblo intuitivo, un pueblo emocional, pero de fácil depresión sentimental, esto
último expresado muy bien en una frase genuina, frecuente en los estilos de nuestros
campos: “miel de pesares”, y otras expresiones muy parecidas de las vidalas y
tristes, de los huainitos, de los yaravíes, de los cantos indígenas, donde siempre se
ponen frente a frente los dos polos opuestos de la vida: la tristeza y la dicha. La
cortesía y la bondad argentinas no son sino expresiones de un pueblo que sufre
mucho. Por eso es un pueblo musical, porque la música es la expresión más
inmediata de la vida. Carlos Octavio Bunge ya había enunciado hace algunos años
esta gran modalidad del alma argentina y la señala con la más profunda amargura
por su significado para el futuro de América. Estamos, por otra parte, según
Keyserling en plena crisis de transformación. En efecto: la antigua manera de ser de
la Argentina desaparece. En su tiempo produjo dos tipos perfectos: el gaucho,
último ejemplar del caballero andante, desinteresado, noble, magnífico en su género,
necesariamente pobre y que a causa de su desinterés tiene que ser aventado por el
tipo del hombre interesado y codicioso, característico de nuestra época.
El otro tipo –Keyserling ha conocido algunos– es el hombre de la antigua
cultura porteña, también desinteresado, cordial, amable, que supo realizar un
ejemplar humano, aliando las calidades puramente naturales a un gran
refinamiento de educación. En virtud de la imperceptible, pero formidable
revolución que se opera en nuestro país, estos dos tipos desaparecerán
definitivamente para perjuicio nuestro. Las clases directoras están, por
consiguiente, en la obligación de salvar esta herencia cultural. Pero, por
desgracia, hay en estas clases una inmensa timidez interior, una tendencia por
encerrarse, por retirarse de la lucha. El hecho de que la Argentina se ha retirado de la
Liga de las Naciones y la expresión tan típica entre nosotros, cuando damos un
consejo: “no te metás”, son sintomáticos de un miedo morboso a ponerse en
ridículo, sin tener en cuenta que los grandes pueblos como los grandes hombres
jamás lo tuvieron. Don Quijote no tenía miedo al ridículo. Los ingleses nunca lo
tuvieron y por eso hicieron una gran obra en el mundo. La aristocracia europea tenía
un lema: “noblesse obligue”. ¿Obliga a qué? Pues a meterse, a no quedar retraído, se
tiene el deber moral de hacerlo.
Nuestros dos grandes defectos son: la tristeza y la timidez, de las cuales aún
se puede sacar partido para la construcción de la venidera cultura argentina.
Keyserling ha marchado desde el conocimiento del mundo al conocimiento
de la vida; de la consideración de la vida como fenómeno biológico ha pasado a la
consideración de la misma como fenómeno social. Así ha llegado hasta nosotros.
Pero no ha hecho sino presentar el viejo problema de los organismos, bajo nuevas
formas y sobre todo bajo formas literarias.
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JUAN IGNACIO SAN MARTÍN: LEALTAD Y LUCHA
POR LA RUPTURA DE LA DEPENDENCIA
Juan Godoy
“Vencer las dificultades que se opongan al progreso industrial del país es
contribuir en el modo más decidido a mantener su independencia económica y
política, ya que ésta es función de la primera. (…) El ejército argentino, al cual el
país debe las glorias de su independencia y la grandeza de su territorio, cubre en
esa lucha de la economía nacional los puestos de vanguardia” (Juan Ignacio San
Martín, 1934).
Tres años luego de que se dictara la Ley Riccheri, paso fundamental en la
modernización de nuestras Fuerzas Armadas, nace el 24 de agosto de 1904 Juan
Ignacio San Martín en una familia numerosa: es el menor de 23 hermanos, y en una
Argentina semi-colonial, con una estructura económica dependiente,
fundamentalmente subordinada a Gran Bretaña. El país de cara a Europa,
abastecedor de materias primas para el proceso industrial británico. De esa
dependencia económica se desprende una mentalidad también subordinada que no
observa otro destino para nuestro país que el de ser una semi-colonia. Contra esa
Argentina colonial informal de Gran Bretaña es que emerge la conciencia nacional y
encuentra en Juan Ignacio San Martín uno de sus exponentes tanto en sus ideas
como en su acción concreta. Así lucha a lo largo de toda su vida por romper el orden
semi-colonial, fortaleciendo la conciencia, la autoestima nacional y encarando el
proyecto de una Argentina-potencia para el logro de la plena soberanía. Hernández
Arregui afirma claramente al respecto que “la lucha por la liberación nacional en las
colonias se asocia siempre a la lucha por la industrialización” (Hernández Arregui,
2004: 36).
En 1921 ingresa al Colegio Militar, y en 1924 logra el grado de Subteniente
de Artillería y tres años más tarde el de teniente. Comienza a realizar en esos años
profundos estudios en torno a la cuestión aeronáutica. 1931 se gradúa del Curso
Superior en el Colegio Militar de la Nación. Es técnico aeronáutico. Entre 1931 y
1934 estudia en Italia, en el Real Instituto Politécnico de Turín. En 1934 se recibe de
ingeniero industrial, y ese mismo año el Ejército le otorga el diploma de Ingeniero
Militar. En 1935 logra el título de Doctor en Ingeniería del Instituto Politécnico. En
1936 cumple servicios como titular interino y secretario de primera, en la Dirección
de Aerotécnica y Fabricación Militar de Aviones de Córdoba. Entre 1936 y 1938 se
desempeña como Jefe de Parques de Aeronáutica en la Dirección General de
Material Aeronáutico del Ejército. En 1939 es Jefe de los servicios técnicos de la
Base Aérea Militar “El Plumerillo”. Al otro año asciende a Mayor. En 1941 ocupa la
Dirección General del Material Aeronáutico. En 1944 se desempeña como director
del Instituto Aeronáutico de Córdoba. Al año siguiente pasa a ser presidente del
mismo. En diciembre de ese mismo año asciende a vice-comodoro.
Cabe destacar que las Fuerzas Armadas cumplen un rol fundamental y
primordial como agentes modernizadores y de desarrollo en nuestra historia. Es en
este momento particular donde esa línea es la que tiene una preponderancia absoluta
y profundiza fuertemente nuestro desarrollo industrial. Jorge Abelardo Ramos
(1968), sostiene que ante la debilidad de la burguesía nacional en los países semicoloniales como la Argentina, las Fuerzas Armadas pueden actuar como una suerte
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de sustituto en torno al impulso del desarrollo. Por su parte, Frenkel, en su excelente
biografía de Juan I. San Martín, argumenta que “la vanguardia modernizadora
militar, originariamente integrada por Mosconi, Savio, Baldrich, Oca Balda, etc., fue
complementada por aviadores e ingenieros aeronáuticos como Juan Ignacio San
Martín, que no sólo operaron en la investigación y desarrollo integral del arma aérea,
sino que también lo hicieron como elite de reemplazo en un campo crucial del
desarrollo industrial” (Frenkel, 1992: 140).
El momento más virtuoso de la carrera de San Martín llega con el
advenimiento del peronismo. En 1945 se reúne con Perón, reunión de la que
participa Bartolomé de la Colina. La relación entre ambos se estrecha, y la misma va
a estar “marcada por la admiración recíproca. Del pasado compartían sus respectivas
experiencias profesionales en la Italia de los años 30, del futuro albergan un sueño
común: hacer de Argentina una gran potencia industrial” (Tcach, 2017: 233).
Durante esa década, además del desempeño en los cargos referidos, San Martín tiene
una importante producción de artículos, en uno de los cuales refiere a la necesidad
de industrializar la Argentina, y su vinculación con el apoyo del Estado, sostiene que
“el Estado debe ser el que impulse y encamine hacia la nueva actividad, de cuya
realización obtendremos la independencia económica, de no menor importancia que
la política” (San Martín, RM 404. Junio 1934: 1291).
En 1948 Perón decide proponerle ser candidato a Gobernador por la
provincia de Córdoba. Esta decisión de Perón de promover la candidatura de San
Martín está vinculada, entre otras cuestiones, a la idea de volver a Córdoba un centro
de desarrollo industrial. En el acto de proclamación de su candidatura participa Eva
Perón. Así, ese mismo año es electo como Gobernador de Córdoba, ocupando el
cargo hasta octubre de 1951, cuando pasa a ocupar el de Ministro de Aeronáutica.
Durante sus dos años de gestión como gobernador le otorga rango ministerial
a la Secretaría de Educación, Salud Pública, Asuntos Gremiales, crea la policía de
Córdoba, se construyen 1500 viviendas populares, escuelas, centros sanitarios,
comienza a funcionar el hospital de Córdoba, el pabellón de lactantes del Hospital
de Niños, se hacen obras de provisión de agua, se realiza un plan profundo de obras
públicas, disminuyó rápidamente el desempleo, etc.
César Tcach considera que tres factores contribuyeron al desarrollo de una
gestión exitosa como Gobernador. Primero, el diagnóstico en torno a lo que se
necesitaba para la industrialización y su relación con las necesidades de la provincia.
Segundo, el contundente apoyo de Perón, materializado, entre otras cuestiones, en el
respaldo presupuestario. Por último, el contar con recursos humanos calificados para
la tarea emprendida.
En 1951 se inaugura la Fábrica de Motores y Automotores. Y al otro año, un
hecho absolutamente trascendental, inaugura las Industrias Aeronáuticas y
Mecánicas del Estado (IAME). La creación de IAME se hace bajo la forma de una
entidad autárquica –con un directorio propio– y se pone bajo su órbita todos los
bienes del Instituto Aerotécnico de Córdoba, y la Dirección General de Fábricas. Así
nace con un conjunto de terrenos, maquinarias, herramientas, edificios, etc. Su
presidencia queda para el Ministro de Aeronáutica, por entonces Juan Ignacio San
Martín. No casualmente IAME está ubicada en Córdoba, centro del país, alejada de
las fronteras, protegida ante un posible ataque.
La designación por parte de Perón como Ministro de Aeronáutica se produce
luego del levantamiento frustrado de Menéndez del año 51. Desde dicha función,
como desde IAME, Juan Ignacio San Martín puede profundizar una de las aristas
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principales de su pensamiento y acción: la cuestión aeronáutica, y su desarrollo, que
venía desarrollando fuertemente desde el Instituto Aerotécnico, como veremos. Y
desde allí, otra de las aristas, el desarrollo de la industria automotriz nacional. Tanto
una como otra se vinculan al desarrollo para la ruptura de la dependencia para el
logro de la independencia económica. Piensa en este marco en la protección de la
manufactura y el trabajo nacional, ya que “los estados han ido cerrando sus puertas a
la producción extranjera para estimular la propia” (San Martín, RM 404. Junio 1934:
1291).
Scalabrini Ortíz afirma que “toda independencia política que no se asiente en
la roca firme de la independencia económica, es una ficción de independencia en
que no puede existir nada parecido a la libertad (ni personal ni colectica)”
(Scalabrini Ortíz, 2009: 172). San Martín entiende esta noción y apunta a romper lo
más pronto posible con la importación de productos terminados como de partes para
terminar los productos aquí. El mismo considera que “debía crearse la industria de
base a la concurriese, con su producción de partes, el capital privado local” (Frenkel,
1992: 127). Ya en 1951, cuando San Martin todavía era Gobernador de Córdoba,
para promover la industrialización se dicta una ley que otorga beneficios de
exención impositiva a industrias que quisieran radicarse en la provincia para hacer
productos nacionales.
San Martín busca el estudio de las materias primas de reemplazo que no
llegan del exterior (San Martín. Octubre 1937). Así explota el cedro en Misiones, la
araucaria en Neuquén, etcétera (San Martín, Julio 1942). Entiende que “la capacidad
material del país para la industria aeronáutica ,está ligada más que nada, a la
industria de la materia prima nacional, así como la existencia de talleres que
elaboren estas materias primas y entreguen a la fábrica de aviones los elementos
necesarios” (San Martín, Junio 1937: 214).
En torno a la cuestión aeronáutica, vale resaltar que la Primera Guerra
Mundial demuestra la importancia de la aeronáutica, más aún para los posibles
conflictos armados futuros. Terminada la guerra se desarrollan diferentes doctrinas
aeronáuticas. Cabe destacar que de esa primera, y luego de la Segunda Guerra
Mundial, Perón extrae enseñanzas fundamentales, entre otras, en torno a la
articulación de la defensa nacional y el desarrollo industrial. Estas “lecciones” en
torno a la guerra aparecen claramente delineadas en la famosa conferencia del 10 de
junio de 1944 cuando inaugura la Cátedra de Defensa Nacional. Allí afirma la
noción de desarrollo integral como nación.
Así, en esa conferencia Perón expresa que “referido el problema industrial al
caso particular de nuestro país, podemos expresar que él constituye el punto crítico
de nuestra defensa nacional. La causa de esta crisis hay que buscarla lejos para poder
solucionarla. Durante mucho tiempo, nuestra producción y riqueza ha sido de
carácter casi exclusivamente agropecuaria (…) Felizmente, la guerra mundial de
1914-18, con la carencia de productos manufacturados extranjeros, impulsó a los
capitales más osados a lanzarse a la aventura; y se estableció una gran diversidad de
industrias, demostrando nuestras reales posibilidades. Terminada la contienda,
muchas de estas industrias desaparecieron, por artificiales unas, y por falta de ayuda
oficial otras, que debieron mantenerse (…) Una política inteligente nos hubiera
permitido montar las fábricas para hacerlos en el país, las que tendríamos en el
presente, lo mismo que una considerable experiencia industrial; y las sumas
invertidas habrían pasado de una manos a otras: argentinas todas (…) Lo que digo
del material de guerra, se puede hacer extensivo a las maquinarias agrícolas, al
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material de transporte, terrestre, fluvial y marítimo, y a cualquier otro orden de
actividad (…) La defensa nacional exige una poderosa industria propia” (Perón,
1944: 70-73).
Varios antecedentes y vínculos tiene Juan Ignacio San Martín en torno al
desarrollo aeronáutico que resulta pertinente mencionar brevemente. En la Argentina
la figura de Enrique Mosconi resulta señera en el pensamiento en torno a la
aeronáutica, llegando a ocupar la Dirección del Servicio Aeronáutico del Ejército
desde 1920. Jorge Crespo por su parte asume la Dirección de la Escuela de Aviación
Militar. También desde el ámbito militar son centrales en el desarrollo del
pensamiento aeronáutico en nuestro país son, entro otros, Jorge Crespo, Bartolomé
de la Colina y Franklin Reyes que escriben varios artículos y libros al respecto.
Estos, como asimismo el personaje que nos interesa aquí, desarrollan desde la
finalización de la Primera Guerra Mundial y más aún en años 30 y 40, un conjunto
de reflexiones que resultan nodales para el enorme desarrollo en materia aeronáutica
de nuestro país.
En vinculación a lo institucional en 1912 se crea la Escuela de Aviación
Militar, un hito en el desarrollo de la conciencia aeronáutica en nuestro país. En el
27 se crea la Dirección General de Aeronáutica. Al otro año empieza a funcionar la
Fábrica Militar de Aviones que había comenzado a edificarse pocos años antes, la
cual tiene un importante desarrollo, sobre todo desde la segunda mitad de los 30.
Perón desde sus funciones en la revolución juniana propugna la autonomía de la
aeronáutica como arma. En este sentido, a principios del 45 se crea la Secretaría de
Aeronáutica.
Perón enfatiza al respecto que “es menester establecer el principio
fundamental: hay que hacer fábricas (…) hoy es más importante montar el poder
industrial de un país que realiza ninguna otra concepción para la defensa nacional
(…) o montamos nuestras fábricas o nunca tendremos poder militar suficiente como
para imponer una decisión, ni menos aún como para pensar independientemente en
la decisión que nos interesa (…) que la aeronáutica construya aviones más que
ninguna otra actividad (…) ¿para qué vamos a tener personal capacitado en vuelo, si
no poseemos aviones para meterlos adentro? ¿Para que vuelen en tierra?” (Frenkel,
1992: 38).
En el marco del Primer Plan Quinquenal la Fuerza Aérea promueve y
desarrolla fuertemente la producción nacional. Bajo la Dirección del Instituto
Aerotécnico por parte de San Martín la tarea de producción llevada a cabo es tan
formidable como sorprendente. Así al año de asumir Perón, el 4 de junio de 1947
hace su vuelo de bautismo el avión bimotor de ataque y bombardeo liviano
“Calquín” (“águila real”). Pocos meses después vuela el caza-interceptor, avión a
reacción de diseño propio: “Pulqui” (“flecha envenenada”). Con la fabricación del
“Pulqui” Argentina es el “quinto país en tener aviones a reacción de diseño propio”
(Galasso, 2005: 160), ya que solo Estados Unidos, la Unión Soviética, Alemania y
Gran Bretaña producían aviones a reacción de diseño propio. A su vez es el primer
avión Jet construido en el continente latinoamericano.
En 1947 también vuela por primera vez el “Colibrí”, monoplano biplaza. Al
otro año lo hace el “Ñancú” –el nombre refiere a un aguilucho de la Patagonia,
nominado así por los indígenas–, monoplano bimotor para el combate y caza
nocturna. En 1949 se termina la fabricación de un pequeño avión: “Chingolo”. Ese
mismo año vuela por primera vez el “Clen Antú” (“rayo de sol”). En junio de 1950
hace su bautismo el avión caza conocido como “Pulqui II”. En el proyecto cumple
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un rol fundamental Kurt Tank. Este último avión es una de las realizaciones más
importantes, se erige como uno de los tres aviones más avanzados del mundo, con
uno estadounidense y otro ruso.
En el Instituto Aerotécnico se crea también una División especial para
proyectos espaciales, con el objetivo de fabricar vehículos aéreos teledirigidos y
motores cohetes. Así en 1950 se hacen exitosamente las pruebas de una bomba
voladora.
En 1952 crea la Fuerza Aérea de Tareas Antárticas, poniendo al frente de la
misma al Vice-Comodoro Marambio. Esa fuerza especial llevará adelante tareas de
adiestramiento en la Antártida, siendo un complemento del plan de capacitación
anual de la fuerza. Constituye el aeródromo militar de Mar del Plata, crea el
Departamento Aeronáutico Militar Tandil, una revista vinculada a cuestiones
militares en torno a la guerra aérea, la escuela de sub-oficiales de la Aeronáutica, la
Dirección Nacional de Aviación Civil, los Centros de Producción “El Palomar”,
“Tandil” y “Bariloche” bajo la dependencia de la Dirección General de
Infraestructura aeronáutica, el taller de Comunicaciones regionales, el Centro de
Producción “Industrias Gráficas Aeronáuticas”, etcétera.
Tempranamente San Martín se había preocupado también por tener tanto el
personal técnico capacitado para el desarrollo, como los elementos para la
conservación y mantenimiento del material (San Martín, junio-julio 1936).
Considera la necesidad de articular la formación de ingenieros en nuestras
universidades con el desarrollo, como asimismo la creación y fortalecimiento de
institutos y centros de investigación en la materia (San Martín, junio 1937).
Observando en relación con esto último que dada “la imposibilidad (de la industria
aeronáutica) de costearse sus propios laboratorios de investigación, el Estado, en
aquellas naciones que se esfuerzan por poseer una industria independiente, debe
organizar y sostener centros experimentales y de investigación científica” (San
Martín, agosto 1938: 217). Como asimismo tener un sistema de reclutamiento
adecuado y efectivo para resolver las necesidades de la aviación nacional (San
Martín, diciembre 1939).
En estos pocos, pero intensos años de acción de San Martín en el marco de la
Revolución Nacional peronista, se fabrican dos millones y medio de piezas para uso
aeronáutico. Frenkel afirma que es absolutamente evidente la “preponderancia
argentina en América del Sur” en materia aeronáutica durante los años del
peronismo.
Perón establece a través de un decreto de noviembre de 1951 la creación de
una Fábrica de Motores y Automotores (después de automóviles) en la Ciudad de
Córdoba. Otro decreto complementario del mes siguiente establece el interés
nacional tanto para la fabricación de autopartes como de maquinaria agrícola. Al
otro año, como sabemos, se produce un acontecimiento central: la creación por
medio de un decreto del mes de marzo de las Industrias Aeronáuticas y Mecánicas
del Estado (IAME).
Como antecedentes de IAME en torno a la fabricación automotriz, cabe
mencionar que en 1910 se instala en el país el primer taller de armado de
automóviles que cierra con la Primera Guerra Mundial ante la dificultad de importar
algunas autopartes. Había a su vez en nuestro país varias empresas que se dedicaban
a la importación de autos desde la década del 10, como Fevre y Basset o la misma
Ford, entre otras.
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El primer intento de producir a nivel nacional lo hace en 1935 (hasta 1939),
la Hispano-Argentina Fábrica de Automóviles Sociedad Anónima, bajo la dirección
de Ballester Molina, y luego ya en el 47 se funda la Fábrica Argentina Automóviles,
al poco tiempo abandonado. Dos años más tarde por un decreto se ayuda a la
instalación por parte de Automotores Argentinos Sociedad Anónima (AUTOAR) de
una planta de automóviles y tractores. Hay que tener en cuenta la oposición a la
industria nacional de parte de las empresas extranjeras, al mismo tiempo que de los
gobiernos de los países imperialistas.
En febrero del ʼ52 comienzan a producirse los primeros prototipos, se trata de
tres vehículos: un auto, una rural y un camión pequeño. Asimismo entre los
objetivos que se trazan aparecen dos camiones pequeños con caja, una rural de
carrocería de aluminio, otra rural bajo el nombre de “gauchita”, un coche comando,
y otro automóvil de dos puertas.
En tan solo seis meses comienza la producción del primer automóvil en serie:
el Institec “justicialista”. Poco después vinculado a este produce la pick up conocida
como “Chatita Institec”. El 1° de Mayo al inaugurar las sesiones legislativas Perón
expresa que “en el Instituto Aerotécnico se ha logrado la fabricación total de los
primeros automóviles íntegramente argentinos. Esta realidad no tiene solamente un
objeto experimental. A partir de la fecha se fabricarán 5 mil unidades en 1952,
asimismo, camiones y pick up”. (Perón. Cit. en Frenkel, 1992: 103) Perón enfatiza
en que “también debe señalarse la efectiva cooperación del industria privada
argentina, que ha posibilitado la construcción del automóvil “Justicialista” en todos
sus detalles, sin que ninguna de sus piezas haya tenido que ser importada del
exterior” (Frenkel, 1992: 104).
El Rastrojero nace como iniciativa a partir del estudio y aprovechamiento de
unos tractores (Empire), que había comprado el IAPI. Además de las piezas que se
aprovechan de los tractores, también se utilizan motores nafteros de los Jeep Willys
que estaban fuera de servicio. Luego se los equipó (una vez utilizados los 2500
motores de los Willys), con motores Diesel. Es una pick up para el “hombre de
campo” fundamentalmente. Se fabrican con una mecánica sencilla para su fácil
mantenimiento por el propietario. Rápidamente fabrica 350 unidades por mes, y en
1953 comienza su producción en serie. El Rastrojero tiene varios modelos. Éste se
convierte en el vehículo nacional más popular con más de 130 mil unidades
producidas hasta que la última dictadura cívico-militar cierra la fábrica.
En 1953 se produce un auto de serie limitada con carrocería plástica
reforzada, con motor Porsche. Este material para la producción de autos solo lo
habían usado hasta entonces Gran Bretaña y Estados Unidos. Argentina así es el
tercer país en este tipo de producción. Este Institec Justicialista “Super Sport” fue
exhibido en el Madison Square Garden en Nueva York, donde ganó el gran Premio
al diseño. Perón sostiene que “la fabricación nacional de automotores ha sido posible
gracias a la preparación de nuestros obreros y de nuestros técnicos, desarrollada a
través de muchos años de experiencia en la fabricación de aviones militares”.
(Frenkel, 1992: 104)
Asimismo se comienza a producir en 1952 una motocicleta, la famosa
“Puma”. Su producción en serie logra 400 unidades por mes. Su precio es un 35 por
ciento más económico que las similares de origen importado. Uno de los objetivos
es que sea un vehículo económico y ligero para los trabajadores. Hay imágenes en
video que donde se observa cientos y miles de trabajadores salir de la fábrica
montados en la “Puma” y otros vehículos nacionales. A lo largo de su historia se
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fabrican varias series de la moto que van mejorando su calidad y prestaciones. En
relación a la fabricación de motocicletas, más allá de la “Puma”, el gobierno
nacional también realizó un acuerdo con la SIAM de Di Tella en 1954.
Ese mismo año 52 nace la primera fábrica de tractores y se comienza a
producir el tractor “Pampa” en el marco del Segundo Plan Quinquenal. A tan solo
tres meses de creada la Fábrica de tractores dependiente de IAME están listas las
primeras unidades. El “Pampa” tiene un bajo costo, y permite la modernización del
sector agropecuario, ya que muchos todavía utilizaban la “tracción a sangre”. Tiene
una mecánica sencilla para que pueda ser mantenido fácil y a bajo costo. El mismo
traía su propio manual detallado, y una caja de herramientas para el mismo. Para su
producción IAME hace una alianza con FIAT en torno a la asistencia técnica. Está
vinculado a las políticas diseñadas desde el Instituto Argentino para la Promoción y
el Intercambio (IAPI). Hasta el momento en que se deja de producir en los años 60,
llevaba producidas más de 3500 unidades.
En 1953 comienza la producción motonáutica con dos lanchas de material
plástico, una de carrera y otra turística. Asimismo se produce un velero: “el Tero”,
un chinchorro, una piragua, y un lanchón de pesca.
El Segundo Plan Quinquenal proyecta que para 1957 la maquinaria agrícola
abasteciera totalmente el mercado interno, también traza como objetivo la radicación
de industrias para la fabricación de partes, repuestos, accesorios, carrocerías,
vehículos, etc. nacionales. IAME también monta una red de concesionarias para la
distribución a través del Consorcio Industrial para la Promoción Automotriz
Argentina (CIPA) que depende de IAME. Este enorme conglomerado industrial
emplea para 1955 casi 10 mil personas. La maquinaria casi se duplicó, y la
superficie ocupada cubierta llega a más de 200 mil metros cuadrados. Leopoldo
Frenkel argumenta que “en el cuatrienio 1952-1955, IAME desarrolló una obra cuya
enumeración, tal vez, no alcance a perfilar su magnitud en el cuadro global de la
economía argentina. En efecto, se convirtió en el soporte insustituible para la
producción de tractores, automóviles y motocicletas”. (Frenkel, 1992: 101)
En el segundo plan quinquenal se avanza en el “Justicialista del Aire” cuyo
prototipo realiza su vuelo inaugural el 7 de septiembre de 1953 –luego del 55 se lo
rebautiza como “Huanaquero”. También en el diseño del modelo I.A. 37 que
alcanzó a volar como planeador en 1954. Otro proyecto en el cual se avanza es el de
un ala volante cuatrimotor de transporte, iniciado en 1953. Asimismo el planeador
ala volante biplaza “Urubú” –nombre en lengua indígena de un buitre de la
Patagonia–, que vuela por primera vez en 1953. Otros proyectos, sobre los cuales no
hay muchos datos según indica Frenkel, son el Cóndor II, el I.A. 39, I.A. 40, I.A. 42,
I.A. 44 (cuatrimotor de transporte), I.A. 48 (avión de combate), como asimismo el
“Pulqui III” –probablemente realizado posteriormente por el mismo Tank en la
India.
Hay una cuestión central a destacar que es que el peronismo considera que el
sector automotriz necesita del apoyo estatal y su impulso para lograr resultados
rápidos en la producción, no obstante considera que al mismo tiempo resulta
sustancial la articulación de IAME con el sector privado como efectivamente sucede
en varios casos. En ese marco, certeramente afirma Frenkel que “en la filosofía del
gobierno de Perón, las actividades económicas debían ser cumplidas por las fuerzas
productivas de la comunidad organizada (el capital y el trabajo), y era objetivo del
Estado promoverlas armónicamente” (Frenkel, 1992: 110).
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La articulación e impulso del estado se realiza, indica Frenkel, a través de
diferentes estrategias como la colocación de contratos para la fabricación de
autopartes, la fiscalización técnica, anticipos de producción, dispersión en diversas
zonas del país, asesoramiento para la producción, créditos baratos, facilitamiento de
maquinarias y materias primas, etc. En este marco expresa que la participación del
Estado “en capital o su presencia en los directorios tenía como finalidad impulsar los
proyectos en su etapa inicial, disponer de la información técnica que le permitiera
coordinar la producción y, a la vez, desarrollar nuevas industrias de colaboración,
sustento indispensable de las terminales” (Frenkel, 1992: 110).
Así, IAME hace diversos proyectos a través de su impulso y desarrollo como
el de la fabricación de tractores con Fiat que implicaba la fabricación integralmente
nacional, con Gilera en vinculación a la fabricación de motocicletas también
nacional, el de la fabricación de llantas y ejes por parte de Forja Argentina S. A., la
conformación de la Sociedad Rodamientos S.A. para la fabricación de cojinetes con
la participación de IAME para abastecer al mercado latinoamericano, etc. Asimismo,
constituyó el Consorcio Industrial para la Producción Automotriz Argentina (CIPA),
donde IAME tiene una participación del 30 por ciento –cuyo primer director fue
Alejandro Leloir–, conformó también con Vianini una Sociedad Anónima donde
IAME tiene participación accionaria importante. El proyecto de mayor envergadura
es el que se realiza con lndustrias Kaiser Argentina (IKA), para la fabricación de
automóviles y vehículos livianos, con la radicación de la fábrica en Córdoba que
tiempo después logra la fabricación de un Jeep argentino, entregado a principios del
56.
La acción de la oligarquía ajena a los intereses nacionales luego del golpe del
55 es el comienzo del desguace. En el 57 se le cambia el nombre por Dirección
Nacional de Fabricación e Investigación Aeronáutica (DINFIA). Varios proyectos
quedan paralizados. Se dejan de fabricar varios modelos de automóviles, las
camionetas de reparto, etc. Asimismo cae la producción en un año a prácticamente la
mitad de unidades, algunas de las empresas son intervenidas, los trabajadores sufren
persecuciones y despidos, etc. Finalmente la última dictadura militar termina
cerrando el complejo.
César Tcach afirma que San Martín: “enamorado de la técnica, los aviones y
los automóviles, y apasionado por la posibilidad de producirlos en el país, tres
constantes signaron su biografía política: el profesionalismo técnico, la eficacia en la
gestión del desarrollo industrial y su lealtad a Perón” (Tcach, 2017: 248). En 1955,
con el golpe, se asila en la Embajada de Uruguay. No obstante, acusado falsamente,
decide presentarse a las autoridades para defenderse. Es pasado a retiro, al mismo
tiempo que se le dicta la prisión preventiva. Poco después lo sentencian a tres años
de cárcel. Pasa por varias prisiones hasta que se lo envía a la de Ushuaia, y luego
nuevamente a Magdalena hasta que obtiene su libertad en mayo de 1958. En 1960
“la justicia federal lo sobresee definitivamente en todas las causas” (Galasso, 2005:
161). En diciembre sufre un ataque cerebro-vascular, y tiempo después tratándose en
Estados Unidos, fallece el 16 de diciembre de 1966.
San Martín tuvo siempre una actitud recta y de defensa del interés nacional.
Los agentes estatales aparecen como servidores públicos con la responsabilidad de
desempeñarse con “lealtad y patriotismo”. Considera la interiorización e
identificación entre Estado y Pueblo. La necesidad de avanzar en el sentido de
pertenencia al mismo. Piensa en el fortalecimiento de la comunidad, y que para su
logro el estado debe cumplir un rol central. Afirma que “en el orden institucional
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todos deben grabarse como un lema que lo que es del estado es propio”. Como
asimismo pone en cuestión el consumismo, destacando que “en el orden privado, las
comunidades más felices no son las que más consumen, sino las que trabajan para el
porvenir”. (Frenkel, 1992: 84)
Juan Ignacio San Martín es un ejemplo paradigmático de lo que Perón llama
realizadores, al mismo tiempo que un patriota que supo tejer su pensamiento y su
acción en la mejor tradición nacional de nuestras Fuertes Armadas. Conformando
uno de los pilares del desarrollo en la Revolución Nacional liderada por el General
Perón a quien se mantuvo leal hasta en las horas más difíciles. Patriota abnegado,
demuestra con su acción y tarea la capacidad de nuestro pueblo trabajador para
producir industria nacional de calidad, fortaleciendo la conciencia nacional en la
larga lucha contra la dependencia en virtud de la emancipación de nuestra Patria.
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LA RESTAURACIÓN JUSTICIALISTA: EL RENACER
DE LA UTOPÍA SOCIAL EN LA SEGUNDA ETAPA
DE LA REVISTA HECHOS E IDEAS (1947-1955)
Fabián Lavallén Ranea
La revista Hechos e Ideas fue una importante publicación de Ciencias
Sociales que desarrolló varios períodos de edición a lo largo de la historia argentina.
Comenzó siendo una “revista radical” –como se enunciaba en el subtítulo– que se
publicó entre 1935 y 1941, cuando dejó de aparecer después de 41 entregas. En
agosto de 1947, ya en el campo del peronismo, presentó su número 42; hasta juniojulio de 1955, y con una frecuencia mensual casi permanente, ofreció 93 números.
Posteriormente volverá a intentarse el emprendimiento, en los años setenta,
inaugurándose una tercera etapa, frondosa y con una mirada regional, a cargo de
Amelia Podeti (1974). Asimismo, en los años noventa, por intermedio de Ana María
Aimetta de Colotti, tendrá un nuevo intento de relanzamiento (1997) con un formato
más al estilo de Revista académica, contando con un consejo asesor integrado por
Fermín Chávez, Julián Licastro, Abel Posse y Graciela Maturo. Actualmente, desde
el año 2016 se ha relanzado en formato libro, recuperando ese proyecto de pensar la
Argentina y el Mundo desde una perspectiva situada. La Revista por lo tanto, tiene
dos épocas clásicas, la época radical (1935-1941), y la época peronista (19471955), y luego una serie de iniciativas posteriores en los setenta, los noventa, y hoy
en día.
En lo que hace al período peronista clásico, al cual nos dedicaremos, dicha
publicación no sólo es crucial para reinterpretar y revisar el supuesto que la
academia argentina ha mantenido durante años sobre la no existencia de debates y
ambientes intelectuales durante el primer peronismo, ya que el itinerario de temas
abordados por la revista, la multiplicidad de perspectivas, el número de autores, el
abanico de disciplinas, y el renombre de los intelectuales, nos obligan a re-escribir la
imagen que podemos tener hasta el momento sobre lo que puede considerarse
“intelectualidad” por aquellos años, sino que también, permite identificar una serie
de elementos vitales de la Tercera Posición peroniana que posteriormente serán
sistematizados en la literatura doctrinaria del régimen, y que por ende, podemos ver
en génesis a través de esta Revista.
Desde quien podría considerarse como el “fundador” empírico de la
disciplina de las Relaciones Internacionales, Hans Morgentau, hasta Carl Schmitt,
pasando por Homero Manzi, el historiador español Sánchez Albornoz, o Hans
Kelsen, son muchos los filósofos, historiadores, juristas, economistas y hasta poetas
que publicaron artículos en esta Revista durante el período justicialista. En nuestro
caso, nos abocamos a lo que denominamos el primer ciclo peronista de la revista
Hechos e Ideas (1947-1951), diferenciándolo de un segundo proceso (1951-1955),
atravesados por un una “bisagra” o coyuntura –el año 1951– en la unidad histórica
que el implica el Peronismo, que también se expresa en la publicación. Dicho año
(1951) es de cambios fundamentales en la historia del régimen, e implica notables
cambios en el campo que nos ocupa, el rol de los intelectuales, el adoctrinamiento, la
visión del mundo y el alineamiento exterior de la república.
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De ese “primer ciclo peronista” de la revista Hechos e Ideas (1947-1955),
destacamos en otra investigación el embrionamiento de la Tercera Posición,
puntualmente en la dimension de la Memoria y la Doctrina, es decir, a aquellos
escritos o discursos vinculados al relato historicista y al encuadramiento doctrinario
(Lavallén Ranea, 2016). En otros trabajos también hemos analizado la dimensión de
las políticas de Defensa y la visión geopolítica del Mundo, como parte constitutiva
del proceso de ensamblaje del tercerismo justicialista (Lavallén Ranea, 2015, 2017).
Hemos intentado demostrar en esos estudios, que a lo largo de la revista Hechos e
Ideas, se identifica la emergencia teórica de rasgos fundamentales de la Doctrina
justicialista, como marco referencial del proyecto político, en una representación
revolucionaria del universo simbólico argentino, a partir de una serie de artículos,
papers, ensayos, discursos, etcétera, orientados a modificar la visión del pasado, la
interpretación del presente, y el rol de la Argentina en dicha transformación hacia el
futuro.
Asimismo, consideramos que ese marco teórico expresado en los trabajos
elaborados en los primeros años del gobierno de Juan Perón, nos permiten identificar
un intento de “insubordinación ideológica” –en términos de Marcelo Gullo–
estimulando al Estado Argentino a convertirse en “sujeto” de la política
internacional –trocando su posición de objeto. El ciclo iniciado en el mismo año que
comienza a editarse la revista (1947), no sólo es el “inicio formal” de la Guerra Fría
–y como veremos, también de una Guerra Fría Cultural–, sino también en donde el
régimen justicialista construye gran parte de sus apuntalamientos simbólicos y
doctrinarios. Por ello es interesante ver que la imagen inicial del mundo está
ampliamente diversificada en la publicación, pero compartiendo una representación
agonal de la política mundial, donde se pretende ampliar los márgenes de maniobra
y el “umbral de poder” del estado.
La Revista poseía una sección de bibliografía, además de traducciones, la
permanencia de ciertas políticas editoriales, contactos con el exterior, y la recepción
de artículos especiales de colaboradores latinoamericanos, convocatoria a
intelectuales de prestigio nacional, o la reproducción de artículos internacionales, la
inclusión de autores capaces de emitir opiniones técnicas sobre cuestiones
económicas, jurídicas o institucionales, y hasta “números especiales” dedicados a
temas relevantes, como la economía tercerista y sus implicancias, o la Reforma
Constitucional de 1949. Todo esto, según Alejandro Cattaruzza –uno de los pocos
estudiosos de la publicación junto con Roberto Baschetti– redunda en la búsqueda
de un público “ilustrado”, y quizás también, la intención de crearlo en el interior del
propio peronismo. La importancia del análisis de esta obra editorial, cobra aún más
relieve si se tiene en cuenta que la Revista recogía sistemáticamente trabajos de otros
esfuerzos editoriales que los sectores del estado peronista vinculados a la cultura
realizaban, incluso, llegando a crear una editorial homónima, desde donde se dará
visibilidad a importantes trabajos de la época.
Obra singular, la revista Hechos e Ideas puede ser considerada según
palabras de Horacio González, como un “raro puente” entre la revista socialista
Claridad, y la nacionalista Sexto Continente. Pero aún más interesante, es el
amalgama de una publicación que conjuga intelectuales y funcionarios, en un
binomio paradojal y trascendente. El análisis de la revista Hechos e Ideas nos
permite entonces reconstruir la historia cultural e intelectual del ciclo en cuestión, ya
que como nos dice Flavia Fiorucci, estudiar una revista constituye “una estrategia
recurrente en la historia intelectual”, por el papel que éstas tienen en la
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configuración del campo intelectual. Las mismas “delimitan posiciones, agrupan y
dividen, ponen en circulación polémicas, consagran determinados productos y
figuras, se constituyen en usinas de proyectos colectivos y otorgan identidad”
(Fiorucci, 2011: 25).24 Justamente, como sostiene Guillermo Korn al investigar la
revista Cultura (1949-1951), tomar un objeto concreto de análisis permite mostrar
algunos matices “que quedan encubiertos en afirmaciones tan amplias y asertivas”
(Korn, 2010). Por su parte, Pablo Martínez Gramuglia (2014), analizando otra
revista análoga como Sexto Continente, enfatiza que este tipo de investigaciones
permiten repensar la relación entre los intelectuales y el pensamiento oficialista en
los años del primer peronismo, para “revisar o matizar la idea de una oposición
monolítica del campo intelectual”.
Nuestra aproximación nos permite introducir una serie de categorías sobre la
intelectualidad de los años 1947-1951, que por el momento se resisten en el campo.
El concepto mismo de “intelectualidad embrionaria” hacia el cual dirigimos la
indagación, apunta a inferir la existencia de un grupo de hombres de la cultura, con
reconocimiento entre sus pares, que son parte del proyecto político del gobierno pero
mantienen ciertos márgenes de independencia, lo que se corrobora por enunciados
críticos muy puntuales en determinadas políticas públicas del régimen. La principal
relevancia de nuestra búsqueda, radica en demostrar que aquello que entendemos
por “intelligentzia”, posee un funcionamiento orgánico al interior del Peronismo, el
cual le permite “transferir” políticas al campo de la cultura, donde se evidencia un
estímulo a la insubordinación ante las estructuras hegemónicas del sistema mundo
imperante. En otras palabras, como ya adelantáramos, se debería revisar los
supuestos generales que una parte de la literatura especializada posee acerca de la
dimensión cultural del Peronismo Clásico.
Para Fiorucci, en Hechos e Ideas los intelectuales intentaron inventar una
tradición y una historia para el movimiento, junto con “definir un programa político,
cultural, económico, que se adecuara a sus visiones previas. (…) Un proyecto
económico anti-imperialista liderado por la intervención del Estado en la economía,
un proyecto cultural hispanista y católico, y una democracia que avanzara en el
plano social” (Fiorucci, 2012: 112).
Para estos intelectuales había un punto de partida: la identificación de Perón
como restaurador del proyecto trunco de la gesta de Yrigoyen. Por el contrario, en
la otra vereda, la prestigiosa Revista Sur se incluyó siempre dentro de la oposición al
régimen. Según Terán (2004: 240), desde su comienzo el grupo transmitió un
mensaje elitista y cosmopolita. En palabras de Neiburg son el “lado democrático” de
esa oposición, y durante al década peronista no publicará notas referidas de manera
directa a la realidad política del país, “sólo algunas declaraciones generales de fe
democrática” o de repudio al fascismo derrotado en Europa. Queda claro que en los
patrones culturales del grupo no existía ningún tipo de aprecio por el fenómenos
peronista, ni en Victoria Ocampo, ni en Borges, ni en ninguno de los escritores e
intelectuales que se congregaban en Sur. Ocampo será incluso encarcelada durante
15 días, y Borges tendrá una constante prédica anti-peronista en sus declaraciones
cuando es entrevistado sobre política, a pesar de su reticencia en inmiscuirse en eso
aspectos de la realidad argentina.
24
Flavia Fiorucci (2011) viene desarrollando profundas investigaciones sobre el mundo
intelectual argentino, particularmente durante el período justicialista.
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La revista Hechos e Ideas
Entre los pocos trabajos profundos que indagaron sobre Hechos e Ideas, se
pueden citar a Alejandro Cattaruzza (1993), quien lo abordó en Una empresa
editorial del Primer Peronismo. La revista Hechos e Ideas (1947-1955), siendo uno
de los pocos trabajos que desarrolla todo el período, realizando un relevamiento de
autores, temáticas, e impactos de la publicación. Del mismo modo tenemos el
trabajo de indización ya citado elaborado por Roberto Baschetti (2008). Asimismo,
también lo ha trabajado Gabriel Piñeiro, en la obra Del radicalismo al peronismo:
“Hechos e Ideas” 1935-1941 (1989). Sí existen varios trabajos sobre el período
radical de la revista, como por ejemplo el de Virginia Persello, titulado Liberalismo
y democracia en el pensamiento radical (1992). Sobre otras publicaciones ya se
amplia mucho más el panorama, ya que hay varios trabajos importantes donde se
implementa un análisis de revistas culturales o políticas de la época, como el estudio
de María Isabel De Ruschi Crespo sobre la revista Criterio, el análisis de Edit
Rosalía Gallo sobre la “prensa política del radicalismo”, los trabajos de Claudio
Panella y Guillermo Korn sobre las Revistas Culturales del Primer Peronismo, el
trabajo de César Días sobre la “prédica jauretcheana” en la revista Qué (1955-1958),
y la investigación doctoral para Oxford de Jhon King sobre la revista Sur. Éste
último, advierte que cuando nos encontramos ante un texto múltiple –como es el
caso de Hechos e Ideas– se hace necesario identificar los nexos de cierto número de
textos diversos “sin reducir una empresa compleja a una burda clasificación general
de contenidos”. Por suerte, como dice nos dice el autor inglés, ciertas revistas
declaran sus intenciones, “ofreciendo así sus lineamientos para todo el análisis
ulterior”.
Éste último es el caso de Hechos e Ideas, ya que desde la editorial del primer
número de Agosto de 1947 declara la finalidad de la publicación, y de alguna
manera los esquemas centrales de pensamiento, como veremos más adelante. Como
hemos dicho anteriormente a partir del trabajo de Flavia Fiorucci, el análisis de la
revista Hechos e Ideas nos permite reconstruir la historia cultural e intelectual del
ciclo en cuestión, constituyéndose en una estrategia de la historia intelectual,
identificando el papel que la publicación ha tenido en la configuración del campo
intelectual. Como otras publicaciones, Hechos e Ideas ha logrado poner en
circulación polémicas, consagrando “determinados productos y figuras” (Fiorucci,
2011: 25). Por aquellos años la labor más importante de propaganda del régimen
estará a cargo de la Subsecretaría de Informaciones y la Secretaría de Prensa y
Difusión, las cuales editarán millones de ejemplares de carácter panfletario y
laudatorio, y en donde Raúl Apold cumplirá un rol estratégico desde la Dirección
General de Difusión. Como nos dice Horacio González en un trabajo reciente, a la
luz de “su propia visión” el régimen peronista fue “un conjunto de videncias en
torno a la historia, entre angélica y reparadora”, postulándose su carácter
“iluminado, maravilloso, ejemplar” (Gonzalez, 2007: 45).
Como ya hemos dicho, la revista Hechos e Ideas fue una publicación que ha
desarrollado varios períodos de edición. Comenzó siendo una revista radical que se
publicó entre 1935 y 1941, cuando dejó de aparecer después de 41 entregas. En
agosto de 1947, instalada ya en el campo del peronismo gobernante, presentó su
número 42; hasta junio-julio de 1955, y con una frecuencia mensual casi
permanente, ofreció 93 números. La publicación, como nos dice Magallán, nace en
1935 bajo la influencia de las ideas renovadoras de los jóvenes radicales
yrigoyenistas de la agrupación Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina
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(FORJA). Creada entonces, resulta una “vidriera atractiva” por las posibles
propuestas innovadoras de estos jóvenes de clase media comprometidos con la
revolución, la intransigencia y la abstención electoral en un contexto conservador y
alejado de la democracia constitucional. La incorporación de Hechos e Ideas en
1947 al proyecto ideológico, político y económico del peronismo, de la misma
manera que lo hizo FORJA a finales de 1945 –al disolverse para sumarse al
movimiento liderado por Perón– es otro atractivo para estudiar la revista en tanto
expresión intelectual renovadora y, a su vez, destacar los puntos de contacto entre
ambos proyectos (Magallán, 2014). Nos dice Baschetti que de los casi 100 radicales
que escribieron en Hechos e Ideas en el período radical entre 1935 y 1941, sólo 15
apoyarán al peronismo en algún tramo de su gobierno, de los cuales 11 colaborarán
en la Revista durante los años que analizamos.
La revista está dirigida a un militante con cierto nivel intelectual o de
formación, por lo general al funcionario del aparato estatal o partidario. Del período
justicialista debe destacarse también que se creará una editorial homónima que
subsistirá hasta 1957, la cual publicará trabajos sobre la Constitución de 1949, una
versión parcial de Política Británica en el Río de la Plata de Scalabrini Ortiz, un
frondozo trabajo sobre el Segundo Plan Quinquenal, y dos trabajos más abocado a la
economía y los recursos naturales. Quien más ha estudiado la Revista en el período
justicialista es Alejandro Cataruzza (1993), considerando que la misma es de gran
utilidad “como testimonio” del intento del gobierno por convocar a intelectuales, y
en general, como fuente para identificar las políticas que el primer peronismo
“esbozó hacia el mundo de la cultura” (Cataruzza, 1993: 91).
En las dos etapas, tanto radical como justicialista, pueden identificarse ciertas
líneas editoriales homogéneas, como la sistematicidad en editar traducciones de
artículos importantes, los contactos “con el exterior”, la recepción de artículos de
colaboradores regionales, comentarios bibliográficos, y la “convocatoria a
intelectuales de cierto prestigio nacional” (Cataruzza, 1993: 32). Pero uno de los
aspectos que más nos interesa, es que la publicación apuntaba a la búsqueda de un
público “ilustrado”, y “quizás la intención de crearlo en el interior del propio
peronismo”. Cataruzza observa que la presencia de números especiales dedicados a
la reforma constitucional de 1949, al Segundo Plan Quinquenal, y a “temas
técnicos” de proyectos del gobierno, demuestran –junto a la presencia de profesores
universitarios– que no parece ser entonces una publicación “pensada para un
activista barrial o sindical de base”. En su balance, el autor referido observa que a
partir de estos datos, “podrían revisarse” las opiniones de quienes sostienen la
ausencia de una verdadera política cultural durante el peronismo, o “su pura
reducción a la represión de la disidencia,” y también su supuesto perfil
“exclusivamente reaccionario y ‘tradicionalista’”.
Entre los múltiples temas que abordan Hechos e Ideas, en este caso queremos
destacar la complementariedad con los elementos difundidos por parte del Gobierno
por otros medios, acerca de la transformación que la “Nueva Argentina” imprime a
la historia tradicional del país. Se observa por ejemplo la permanente referencia al
régimen como una Revolución que ha dejado atrás un ciclo oscuro de nuestra
historia, y todos los efectos que dicha alteración conlleva.
También varios artículos son sumamente expresivos de la idea de “misión
especial” que le toca vivir a la Argentina en la coyuntura de posguerra. Por ejemplo,
en las palabras de Scalabrini Ortiz, en un articulo titulado Perspectivas para una
esperanza Argentina, el genial escritor destaca el rol que el líder tiene que cumplir
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para con el destino del país, en momentos tan particulares a nivel global. Para Ortiz,
la Argentina “siente, quizá subconscientemente,” que tiene “un deber que cumplir
con la humanidad”, y para eso, el general Perón “ha demostrado una fina
sensibilidad al captarlo y expresarlo”. Enfatiza que no podemos “permanecer
impávidos e indiferentes ante el desarrollo de los acontecimientos”, aconteceres en
que los hombres “andan como niños perdidos por el bosque.” Debemos oír el “gran
mensaje”, el “deber de humanidad” que nos llama, que nos convoca “a la lucha
activa y decidida en pro de la paz de los extraños” (Scalabrini Ortiz, 1950). En
función de expresar ese mismo mensaje de “coyuntura inédita” en el plano
internacional, y también de oportunidad para nuestro país de aprovecharla, en miras
a protagonizar los grandes cambios del destino del hombre, se acompañan los
artículos como este de Scalabrini Ortiz, con discursos complementarios de Perón,
que por supuesto, enfatizan esa visión. Sobre todo, se expresa permanentemente la
idea de estar “acorde con los tiempos”, y de tomar una actitud de compromiso con el
cambio y la situación decisiva que se estaba viviendo.
Perón destaca en un artículo de 1948, que el Mundo tiene diferentes etapas
en su historia, donde atraviesa momentos de indecisión, de fluctuación, de
resolución, de inevitabilidad, etc. Pues bien, en los momentos que se vivían, expresa
Perón que ha llegado la crucial hora de “definición y decisión”, donde se necesitan
hombres de carácter, valientes y luchadores, que se suman a la responsabilidad vital
(Perón, 1948: 36). Por ello, los “hombres sibilinos no podrán triunfar”, sólo
triunfarán los decididos, “cada cosa en su lugar y cada hombre en su tiempo”.
Al igual que en los artículos de Scalabrini Ortiz, y de los muchos discursos
de Perón en Hechos Ideas, en el que citamos se vuelve a reiterar la propuesta del
régimen acerca del distanciamiento con el “el individualismo pernicioso” del
capitalismo, y de una “socialización constructiva”, no explotadora como la del
comunismo. Asimismo, vuelve sobre la idea que oponerse a las realizaciones que el
régimen está consolidando, no es oponerse a un proyecto político ni a un partido,
sino que es directamente ir en contra del país mismo. Pero por sobre todo, se reitera
la idea, por lo general sobre el cierre de muchos artículos, de los desafíos que se
acercan, donde el pueblo debe permanecer unido y preparado, ya que “tiene el
destino en sus manos”, no depende de nadie, sólo de sí mismo, y tiene como
principal herramienta de lucha la Doctrina Justicialista. Por eso Perón le pide a Dios
que “el pueblo, con nuestra Doctrina y con nuestra mística”, sea iluminado, para que
marche hermanado para realizar el destino común. Esa herramienta, según las
propias palabras del líder en otro artículo, es innovadora en la historia argentina, ya
que “nunca antes” un partido en nuestro país había tenido una “doctrina argentina”
(Perón, 1949), y siempre se habían formado cuerpos doctrinarios –cuando se los
formaba– a partir de lecturas “foráneas y extranjerizantes”. Recomienda para ello
que en las coyunturas venideras se tenga siempre a mano el Manual del Peronista,
donde “está todo perfectamente explicado”, y a partir del cual cada peronista se
puede transformar en un “predicador” de la misma (Perón, 1949).
Roberto Baschetti, quien realiza la indización íntegra de la Revista, le asigna
una serie de puntos trascendentes a la publicación como objeto de investigación: a)
La conjugación de intelectuales y autores de diversa procedencia ideológica, en una
“atípica coexistencia”, tanto del socialismo, del nacionalismo, del forjismo, del
conservadorismo, del anarquismo, del catolicismo, del radicalismo, y del riñón
mismo del peronismo; b) ser el único medio de la época que refleja desde el
discurso, la teoría y la reflexión, puntos profundos de discusión política de aquellos
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años, como por ejemplo: los planes quinquenales, la reforma constitucional, los
derechos sociales, los conflictos estado-iglesia, etcétera; c) ser un instrumento de
difusión doctrinaria y de pensamiento de los dos más grandes movimientos de
masas de nuestro país: el radicalismo primero, y el peronismo después (Baschetti,
2008: 17).
La revista tuvo calidad y duración, y representa esos intentos de los
intelectuales “convertidos al peronsimo”, de crear un polo alternativo de sus
instituciones culturales (Fiorucci, 2012: 110). Relanzada a partir de 1947, nos
permite ver como los intelectuales nacionalistas de derecha comienzan a migrar
hacia la oposición, y en esta publicación de fortalece la representación más pura de
FORJA, lo que durará hasta 1951, cuando el desplazamiento de varios de los
intelectuales más importantes del forjsimo se evidencia en una perdida de calidad de
la Revista.
El período que analizamos (1947-1951) es el ciclo de los ideólogos, de los
nacionalistas populares, es una búsqueda de definir ideológicamente el proyecto,
donde abundan trabajos sobre la memoria y el pasado, muy diferente del segundo
ciclo peronista donde hay artículos técnicos, y de análisis de coyuntura, más
próximos a fines propagandísticos, y se refuerzan los trabajos vinculados a la
Defensa Nacional y la Seguridad Internacional. En el segundo ciclo abundan
artículos que son leyes, decretos o discursos oficiales, como veremos, perdiéndose el
objetivo de nutrir la doctrina, o ampliar el espectro del debate. Incluso, desde 1951
desaparecen de la revista casi todos los referentes del viejo radicalismo, del
forjismo, e incluso cambiará la mirada general sobre el irigoyenismo. Como nos dice
Fiorucci, es un proceso de peronización evidente, sobre el que no existen
investigaciones que den cuenta en profundidad de las razones, lo que al menos
podemos cotejar con el ambiente intelectual de la época, donde se encuentra la
misma evidencia.25
El fin de ese primer ciclo de Hechos e Ideas durante el peronismo (1951),
coincide además con la inauguración de la Escuela Superior Peronista –el órgano
por antonomasia de adoctrinamiento– y la creación de la Revista Mundo Peronista,
revista bimensual de alcances nacionales que llegaba a todas las unidades básicas del
País, a todos los sindicatos, las dependencias de la administración pública y las
escuelas estatales (Bianchi, 2001: 177). En el primer ciclo peronista la Revista
Hechos e Ideas le dedica un lugar trascendente a Hipólito Yrigoyen, lo cual no se
oberva en la segunda parte cuando el gobierno adquiere una connotación más
confrontativa con los intelectuales. Incluso, como cita Fiorucci (2012: 119), al
clausurar al famoso Congreso de Filosofía, Perón da a conocer la comunidad
organizada, sociedad armónica donde ya no están permitidas las disidencias.
En un artículo de la revista Hechos e Ideas, Rivera dando cuenta sobre los
“fundamentos del sistema capitalista”, nos dice que sus teóricos han sabido explotar
hábilmente no solamente los fallidos ensayos de economía social a las que son tan
afectas las inexpertas burocracias, sino también los más generalizados errores de
algunos entusiastas “propugnadores de la reforma económica”, que se empeñan en
adjudicar a la escuela clasica la absoluta y feliz paternidad del régimen capitalista de
explotación. Su panorama en este punto es clarificador de cómo se asume el
capitalismo durante el régimen.
25
Ocurre lo mismo, por ejemplo, en el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de
Rosas.
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La vía reformista intermedia que proponía Perón, con fuerte presencia del
estado en la regulación social, económica y política, lo hacía atractivo tanto para
aquellos que desconfiaban del capitalismo, como para aquellos que temían una
Revolución Socialista en nuestras tierras, ya que no amenazaba el principio de
propiedad privada. El mismo Perón desde iniciado su gobierno, hasta incluso el
proceso final de su poder, deja permanentemente en claro que el ciclo por él
protagonizado es una auténtica Revolución ante los esquemas imperantes,26 como
puede verse en la edición de la Doctrina Revolucionaria en 1946, donde enfatiza la
necesidad imperiosa de contar con una doctrina clara, identificable en cada uno de
sus puntos, y con “un solo intérprete”, su propio fundador (Altamirano,2002). Perón,
por intermedio de estos documentos, expresaba ser un “custodio” de aquellas
visiones y representaciones del pasado –además de las del presente y del futuro– que
iban en consonancia con las nuevas pautas, y que deben ser “restauradas”,
recuperadas, ante el camino perdido y desviado de las últimas décadas.
En el peronismo podemos ver por lo tanto, que se cumplen inicialmente los
dos requisitos para la materialización de una insubordinación fundante: una actitud
de insubordinación ideológica, conjugada con un eficaz impulso estatal. La Revista
Hechos e Ideas, es justamente una combinación de elementos superestructurales de
insubordinación ideológica –los artículos referidos a la memoria y el pasado– con
una fuerte dosis de artículos que implican un estructural impulso estatal, cuando son
trabajos que refieren a balances de gestión, o un detalle sobre la labor realizada en
políticas de estado concretas, las cuales identifican claramente el acuerdo,
complementariedad y coherencia, de la teoría con la praxis, o si se quiere, de cómo
la doctrina deviene en marco referencial, articulando ideas que difieren
notablemente con los postulados hegemónicos.
Una Utopía Restaurada
En el primer número de la etapa peronista de la Revista Hechos e Ideas,
correspondiente a Agosto de 1947 (año VI, tomo XI, número 42), la obra se abre con
un trabajo de la “Dirección” –una suerte de “editorial”– titulada “Lo que tenemos
que decir, a modo de presentación”, y una “Radiografía política del general Perón”
perteneciente a Enrique García, el director durante el ciclo peronista y también el
radical. Comienza la editorial mencionando que se inicia una nueva época en la
Revista, ya que hace cinco años que no se publica Hechos e Ideas. La causa
detallada es la presión ejercida por el Gobierno de Castillo, que con la excusa de
asegurar la neutralidad argentina, había decretado un estado de sitio que hizo inútil
el esfuerzo editorial que representaba la revista para “contribuir a la superación de
las prácticas democráticas y políticas imperantes”.
La Revista intentaba –según declama en este primer número de la segunda
época– plantear los problemas candentes, al margen de las banderías políticas, con
aires de imparcialidad, teniendo como horizonte la “salvaguarda de los intereses
fundamentales” de nuestro país, lo que ya se había vuelto ilusorio. Luego destaca el
trabajo de difusión cultural de “lo argentino”. Paso seguido, puede verse como se
incorporan ya los rasgos esenciales del peronismo en formación, al ensamblaje de
preceptos políticos y directrices que la Revista reivindica.
26
Las referencias a esto son múltiples, pero puede verse por ejemplo en los postreros mensajes
de Eva, como por ejemplo Eva Perón (1951).
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Cuando la editorial define el objetivo de “bregar por la superación de
nuestras prácticas políticas”, deja en claro que lo hace en función de la democracia
social, la soberanía política, y la independencia económica, banderas doctrinarias
fundamentales del régimen, y sin dudas, elementos que alcanzarán el nivel de lema
universal del peronismo. La revista con esto, se ubica en un lugar casi de fuerza
intelectual precursora de ciertos principios fundamentales, dándole rasgos heroicos a
su empresa, cuando declama que han respondido con su esfuerzo a “inmanentes
inquietudes espirituales de solidaridad humana”, las que –determinismo positivo
mediante– tarde o temprano habrán de imponerse (García, 1947: 4).
Es notable como esta primera editorial de la segunda época de la revista
Hechos e Ideas, condensa en pocas páginas, en escasos párrafos, varios de los
principales supuestos filosóficos y de las representaciones que estamos trabajando.
En la segunda página de la editorial, luego de la aclaración epopéyica citada, destaca
que el panorama que ofrecía el país cuando la publicación cerró –y situación que se
prolonga hasta la Revolución de Junio– era de “vapores nauseabundos”. El cuadro
era sombrío y corrupto. La UCR había llegado a su casi total descomposición, la
cual, impotente ante su colosal fracaso, conformó un conglomerado absurdo con el
aporte de socialistas, demócratas progresistas, y comunistas. Con el fraude como
aliado, desmoralizaron la política, siendo sorprendidos por la transformación del 4
de Junio. Ya introducido el movimiento político del 4 de Junio, ya acoplada la
Revista en una lógica de cambio, y justificada la ausencia de la publicación durante
esos años sombríos, en la misma página, en el párrafo siguiente, ya incorpora a la
figura del líder, y el arquetipo de hombre que construirán los sucesivos números de
toda esta segunda época. Lo hace al explicar que los “discursos de bullanga” ya no
pueden distraer más al pueblo, por ello la Revolución del 4 de Junio no necesitó de
mayores explicaciones, simplemente con la caída de la oligarquía, y con la aparición
sorprendente de Juan Domingo Perón, emergió el “redentor social” que no necesita
“ni explicaciones, ni crónicas, ni historias” (Perón, 1947: 4).
Estableciendo una clara línea de continuidad entre el espíritu de la primera
época de Hechos e Ideas y esta segunda etapa, pero más aún, remarcando la
continuidad entre el proyecto político que apoyaba la Revista, y los logros y los
alcances de Juan Domingo Perón, en el siguiente párrafo la editorial enfatiza que la
plataforma electoral sancionada en 1937 por la UCR, la cual “habría de realizar
íntegramente Perón”, fue defendida desde las comunas de la Revista. Para eso,
publica lo que en una editorial de abril de 1936 sostenía la revista once años antes:
“Si aspiramos a una Democracia que sea algo más que formal, resultarán inocuos
todos los esfuerzos que se realicen a favor del perfeccionamiento efectivo de
nuestras instituciones representativas, si, correlativamente, no se acuerdan a las
categorías sociales que actúan en el terreno de la producción el más amplio derecho
a participar en la administración y dirección de las fuerzas productoras. El absurdo
principio de que el radicalismo debe actuar por encima de todos los intereses, es
incompatible con el propósito de consolidar el orden constitucional argentino. Existe
un interés general que debe ser protegido y defendido por el radicalismo; es el
interés general que comprende la defensa del consumidor, de los pequeños y
medianos productores de la industria, del comercio, de la agricultura, de los
empleados asalariados, y que en el proceso histórico argentino representan las únicas
fuerzas auténticas y efectivas que alientan el espíritu democrático de la Nación”
(García, 1947: 5).
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Se permite en esas líneas hacer entonces una síntesis de la simbiosis de
elementos que constituyen el radicalismo. Síntesis y explicación, que poseen el claro
objetivo de acoplar como un todo coherente, o quizás aún más, como algo
“intrínseco” del justicialismo en formación, el propio radicalismo. Como si el
movimiento liderado pro Yrigoyen, hubiera constituído una primera fase de la
revelación doctrinaria, para ser “superada” y actualizada por el peronismo.
“De estas zonas de intereses y aspiraciones ha surgido el radicalismo y es su
más fiel exponente. De ahí pues que el radicalismo no debe ser solamente un
genérico partido de gobierno, antes bien, debe convertirse en una aspecto concreto y
en un movimiento específico de la realidad económica. La clases medias, o mejor
dicho, las clases menores constituyen el terreno natural de su propaganda y de su
acción” (García, 1947: 5).
Joseph Campbell decía en El héroe de las mil caras, pscicoanálisis del mito,
que las imágenes arquetípicas son formas o imágenes de naturaleza colectiva que
“toman lugar en toda la tierra”, son ideas elementales, producto de origen
inconsciente. De alguna manera la revista Hechos e Ideas comienza con este número
a elaborar la idea de un “redentor” arquetípico, un Salvador. Podemos ver que en la
“radiografía política” de Perón que este primer número de la revista Hechos e Ideas
publica, se identifica a Hipólito Yirigoyen como el paralelo de Perón, donde “habrá
de estamparse a fuego” la política de la nueva argentina. Pero también ya se ofrece
una visión evolucionista y superadora en la mirada del líder, detallándose un cuadro
de vida donde el apredizaje para la vida política estuvo dado sin “catálogos de
librerías, ni itinerarios de bibliotecas” (García, 1947: 9), sino que a partir de un
ideario sociológico, que en defensa “temeraria y magnífica de la Patria”, se basó en
el conocimiento personal, directo, de la geografía, la psicología, la política, la
economía de nuestro pueblo.
En ese primer trabajo, ya se comienza a delinear una de las ideas más
profundas de la Revolución de la “Nueva Argentina”: el hecho que el peronismo
incorpora una instancia nueva de expansión de los Derechos Universales,
superadora de los derechos civiles de la Revolución Francesa y la Revolución de
Mayo, con un alcance temerario hacia las nuevas interpretaciones de la idea de
Libertad. En esta oportunidad, el esbozo de esta idea arquetípica del justicialismo es
mucho más sutil que en casos posteriores, por ejemplo cuando dice que la oligarquía
“en sus inmoralidades” llena las décadas más sobresalientes de la libertad
constitucional, y a pesar de ello, esa misma oligarquía, impone una injusticia
económico-social que obstaculiza cualquier derecho humano. Por eso, observa que
como dice Perón, el argentino pobre “no percibe los beneficios de la autonomía y
soberanía patrias”, porque los atrapa la oligarquía (García, 1947: 10). Incluso la
supuesta “apertura” política del sistema electoral argentino, engaña, cuando quiere
hacer creer que se dieron cambios profundos que dignifiquen al trabajador. El obrero
siempre fue un “vulgar elector”, un peón de patio o estancia, o de chacra, o de calle,
o de vías. Aunque se le dio voto, se lo llevo al comicio, también se lo olvidó y
menospreció (García, 1947: 11). Hasta los partidos y agrupaciones de izquierda no
pudieron superar esta “lógica estructural del sistema”, donde el criollo comenzó a
tomar conciencia que se le especulaba en la política, o se lo descalificaba como
chusma y agitador. En un sesgo de profundo revisionismo, posteriormente dice: “En
los Museos, en los Archivos y en las plazas de Buenos Aires y provincias se exhiben
los testimonios de tan grande verdad; sin embargo, la oligarquía, que ha hecho los
libros de la historia, subsidiando historiadores, no guardó consideracioens, ni a los
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indios sometidos. Ni las figuras próceres de nuestros grandes legisladores los
recordaron nunca” (García, 1947: 12).
García amplía diciendo que a medida que desalojaron al salvaje, ocuparon los
campos con los mismos héroes de tantos ataques, y si se derogó la esclavitud como
institución, “se prolongó la servidumbre al extremo” (García, 1947: 11).
“Agreguemos que subsiste (la servidumbre) en regiones provincianas, porque exigir
trabajo en quebrachales, yerbales, arrozales, ingenios, durante jornadas
interminables y no proporcionarles alimentos suficientes, ni vivienda humana, ni
asistencia médica, ni ninguna especie de higiene, no es más que disponer de
elementos deshumanizados” (García, 1947: 12).
Como el general Perón tuvo la “genial ocurrencia” de proclamarse
descamisado, despampanando a millonarios y burgueses, para García es “un enviado
de Dios”, es el “vengador de la raza, del pueblo”, y por eso el dicterio de eleva a
título de dignidad política “que más tarde investirá jerarquía de funcionario
máximo” (García, 1947: 13). Es un nuevo José Hernández, un valiente humanista,
patriota, un conductor, ni rastreador ni demagogo (García, 1947: 15). En un nuevo
detalle revisionista, Perón es para García un superador de Sarmiento, porque no
necesitó poner precio a la cabeza de nadie, como hizo el sanjuanino. A Perón le
basta con “ocupar la tribuna”, utilizar un micrófono, convocar a un cabildo abierto,
“soltar sus colmenares de críticas, admoniciones, verdades”, y aunque sepa que lo
discutirá todo el mundo, a él no le importa, porque hay alguien que lo orienta, que lo
sostiene, que lo impulsa: “es él, el mismo” (García, 1947: 15). En este esbozo, Perón
es un conductor, que no arrea, dirige. Y como conductor, conoce los peligros del
camino, de las pruebas, del derrotero casi iniciático para levantarse en la Nueva
Argentina: “conoce los caminos, desbroza malezales, evita despeñaderos”, encabeza
los comandos, y seguro de su estrella, de su destino, de su instinto, de su energía, de
su posesión: “la justicia social” (García, 1947: 15).
Perón es vengador, un reivindicador, un reparador de injusticias, es un
restitutor orbis. ¿Y por qué “restaurador”? ¿Qué espacio de justicia busca
“devolver”? ¿Qué escenario histórico está restituyendo? Simple: el orbe del
radicalismo yrigoyenista, el kosmos personalista. Dice textual García –recordemos,
el director de la publicación: “Hipólito Yrigoyen, y el radicalismo, y las masas
proletarias tienen su vengador en Juan Domingo Perón” (García, 1947: 16).
Pero como toda restauración, como todo renacimiento, debió darse una era
oscura desde la cual consolidar la restitución de lo perdido. Esa edad oscura,
iniciada por desviaciones, traiciones, organizada desde las sombras, por los poderes
reptantes y conspirativos, tiene fecha de inicio: 6 de Septiembre de 1930. Como un
héroe de estética apolínea y virtudes helénicas, Perón fue puesto a prueba, inició su
camino iniciático a su misión y su gloria, ante adversidades épicas, que se romantan
y entrelazan con las adversidades de su antecesor, Yrigoyen.
Nos dice García (1947: 16) que a Yrigoyen, especie de primer Perón, o
presagio de éste, quisieron marcarle a fuego el rostro que había tomado “ya la forma
eterna de los magnos próceres de la patria”, y lo encarcelaron en la Isla Martín
García, donde se interpreta una suerte de sacrificio, de Pasión, donde luego de su
liberación muere. El ataúd de Yrigoyen pasaba por las calles colmadas como una
bandera nacional de guerra. Es esa bandera la que retoma y restaura Perón,
siguiendo “muy de cerca” trayectos de Yrigoyen, como el encarcelamiento en la
misma Isla Martín García. No sólo ambos dicen con “palabras de sonidos distinto
igual significación”, sino que incluso Perón interpreta la Política Internacional de
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Yrigoyen y sus objetivos, pudiéndose afirmar que “nunca se encontraron en la
historia argentina dos mentalidades tan diversas, y sin embargo, tan parecidas, en su
función de Gobierno” (García, 1947: 17). Sintetiza García en una frase la visión de
Yrigoyen sobre la política mundial: “Argentina debiera estar en la escena del Mundo
como factor concurrente a la obra universal”, por eso Perón coloca a la patria “a la
vanguardia de las naciones civilizadoras más poderosas y antiguas”.
El carácter intrínseco que posee el radicalismo respecto del peronismo queda
claro desde un comienzo de la campaña del mismo Perón, cuando hablando a
dirigentes de las agrupaciones que auspician su candidatura les declara que al
organizarse los tres grandes grupos que lo conforman a su movimiento, tiene
presente al “núcleo radical irigoyenista, que es lo más puro que el ambiente
argentino ha tenido en todos los tiempos”, por eso su Doctrina “tiende a interpretar y
a ejecutar el ideario de Yrigoyen, como base de nuestra concepción integral del
Estado” (García, 1947: 18).
En el número 66-67 de la revista Hechos e Ideas, correspondiente al mes de
septiembre-octubre de 1949, se publica el artículo: “El 17 de Octubre: Día de la
Lealtad”. En el mismo se detalla cómo en el proceso revolucionario argentino, hay
una singularidad en la que sobresalen dos fechas, que marcan distintiva e
históricamente, las etapas de intervención de Ejército y pueblo en la lucha común
por la reivindicación de lo argertino: obviamente, el 4 de junio de 1943, en que
termina un periodo de “gobierno oligárquico”, y comienza a saberse de una nueva
justicia social inspirada por el entonces coronel Perón. La otra fecha, el 17 de
Octubre de 1945, cuando el pueblo sale a la calle para avalar la obra justicialista de
su líder, “rescatándolo de entre las marzos de las fuerzas regresivas que jugaban su
última carta”.
La gran trasnformación que comienza a operar Perón en el estado, es una
suerte de gran despertar social, profundo y manifiesto, que “alarma a los círculos
oligárquicos y sus aliados políticos” sin distinción de matices, quienes ven en ello el
peligro de una pérdida definitiva de las antiguas posiciones de usufructo. El gran
asalto contra el líder llega el 11 de octubre de 1945, cuando “la reacción obtiene la
renuncia y luego el encarcelamiento del coronel Juan Perón”. Así las organizaciones
sindicales de todo el país se aprestaron a la lucha en que se jugaría “el destino
nacional”. A partir de esa fecha, y para todos los años, el 17 de Octubre no es una
simple conmemoración, sino la reactualización manifiesta de la lealtad popular a la
conducción del líder. Es el día de la Lealtad. Lealtad del líder para con su pueblo y
del pueblo para con su líder. Es una alianza.
Luego de los dos escritos introductorios –es decir, la presentación editorial
por el relanzamiento de la publicación, y la “radiografía política” de Juan Domingo
Perón realizada por el director de la revista Enrique García, en ese primer número de
Agosto de 1947 (año VI, tomo XI, número 42)– llegamos al primer artículo
estrictamente historiográfico –sin autor– que se publica en el número siguiente. El
trabajo, muy directo y sin ambigüedades, se titula “Desde la caída de Yrigoyen hasta
el surgimiento de Perón. Esquema sobre nuestro reciente pasado político”
(Septiembre de 1947, año VI, tomo XI, número 43), y organiza en 13 páginas un
recorrido de algunos avatares políticos en el período comprendido entre 1930 y el
advenimiento de la “Revolución de Junio” de 1943. Para darle coherencia y
homogeneidad a todo el ciclo 1930-1943, oscurece todo ese ciclo intermedio entre
los dos líderes populistas –Yrigoyen y Perón– como una edad oscura, caracterizada
por el odio a las masas, a la chusma, a los alpargatados.
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La continuidad de todo el ciclo está dada por la permanencia del desbarajuste,
la corrupción administrativa, la ausencia de justicia, la anarquía institucional, el
favoritismo y el despilfarro. Ese marco de degradación institucional y falta de orden
–recordemos lo caro al peronismo que implica el concepto de “anarquía”– se nutren
de una acción destructora y denigrante en materia doméstica, y el descrédito
internacional, propias de una “incultura agresiva”, el “atropello, el fraude, el
latrocinio, y el crimen”. El hombre más importante de aquel período intermedio
entre el radicalismo personalista de Yrigoyen, y el advenimiento de Perón, el general
Agustín P. Justo, es caracterizado como un “audaz y cínico organizador de todo
género de fraudes”, “prepotente y despótico”, con políticas corruptas,
complicidades, y el desprecio por la “gauchocracia”. Todo lo que marco al sexenio
de Justo para este artículo, fue, además de las lobregueces citadas, el
enriquecimiento ilícito, con el cual además pudo corromper a gran parte del arco
político nacional, sumados a los caudillejos y personeros, junto a los profesionales
del bandidaje comicial.
En este artículo se citan algunas de las innovaciones políticas o de gestión de
esta “edad oscura”, para demostrar que incluso aquellas transformaciones que
podrían verse con buenos ojos, estaban bajo los intereses de las oligarquías. Tal es el
caso de las famosas creaciones gubernativas de Justo, las juntas reguladoras, que
“sólo sirvieron para (…) nivelar en la miseria a las clases productoras argentinas”.
Todo el período estuvo marcado por una “relajación moral”, lo que lleva entre otras
cosas a conocerla como la “década infame”.
Sin pretender analizar cada uno de los actores políticos de aquellas
presidencias, observa el artículo que no fueron mejor las cosas con el Presidente
Castillo, cuyas actuaciones políticas “eran las más antidemocráticas y
anticonstitucionales de los oligarcas anteriores a Roque Sáenz Peña”. Toda la
degradación moral implica un retroceso cultural sin parangón, ya que ante la
decadencia de la clase política, todas las células de la sociedad se “relajan”,
incurriendo en una “crisis espiritual” casi sin precedentes, donde ya no se respetaba
ningún valor moral, crecía el analfabetismo, y comenzaba a dominar el hambre.
Incluso, para ennegrecer el panorama, el Ejército, contralor moral de aquellos años
según las visiones ya expuestas, “había sido completamente descuidado”. Este
panorama comenzó a legitimar la violencia “desde abajo”, ya que la política del
oficialismo “tenía que ser resistida por la violencia organizada, convirtiéndose en
derecho del puedo la Revolución” (García, 1947: 16).
La Revolución del 4 de Junio de 1943, para el articulista, colocó una lápida a
“aquel ominoso asalto al poder que derrocara a Yrigoyen”, no siendo negada por
nadie en aquellos años. Con esto quiere decir, que todo el arco político saludo
jubilosamente la Revolución de Junio, y en aquel momento nadie la discutía, la
negación “vino después”, con el tiempo, cuando se instalen nuevos intereses, pero en
su momento, los líderes que formaban la abrumadora mayoría en el electorado
nacional y en la opinión pública, la festejaron.
Como corolario de esta radiografía epocal, el artículo referenciado profundiza
a continuación, la personalidad y el impacto del General Juan Perón, en esa línea de
recuperar el yrigoyenismo, y traducir en políticas concretas algunas de las
principales iniciativas de justicia que habían fracasado anteriormente. De hecho,
entre los pocos personajes que rescata el artículo, además de los dos grandes héroes,
está Lisandro de la Torre, “heraldo de la acción de justicia social del coronel Perón”.
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En primer lugar, deja en claro el espacio central de Perón en la redacción y
diagramación de la Revolución, y la proclama del 4 de junio.
Para implementar la transformación social que estaba diagramada el 4 de
junio, Perón también se encarga, según el artículo, de analizar las estrategias de
difusión de las nuevas reglas de juego, pero para ello, debió aprender muchas
cuestiones vinculadas al mundo del trabajo, que su oficio de militar no le daba
integralmente. Por esta razón, no queriendo “aprender en los libros”, quiso
aprenderlo “en las fábricas y en todos los sitios donde el hombre trabaja y era
víctima de inconmensurables injusticias”.
En coincidencia con esta mirada de complementar las figuras del líder radical
y el líder peronista, y englobar todo aquello que está en medio de ambos ciclos como
un período oscuro de la Historia Argentina, el artículo más elocuente es el de Raúl
Scalabrini Ortiz, titulado “Identidad de la línea de Yrigoyen y Perón”, publicado en
el número 54 de septiembre de 1948 (año IX, tomo XIV), el cual muestra las
percepciones políticas que el viejo forjismo, devenido en justicialista, retenía como
imágenes de su identidad cultural. En este trabajo Scalabrini Ortiz invierte de alguna
manera el sentido de “edad oscura”, o si se quiere, lo dilata.
El gran escritor argentino apunta que en realidad desde la década de 1860
hasta 1916 hubo una dilatada era de oscuridad en la historia política y social de
nuestro país, con un breve pero contundente período de renacimiento durante el
yrigoyenismo. La prosa de Scalabrini es sin dudas una de las más completas de las
que se acercaron a Hechos e Ideas, y la ornamentación de sus palabras, le otorgan
matices y colores difíciles de encontrar en muchos articulistas de toda la historia de
la revista Hechos e Ideas. Comienza el autor contextualizando la mitad de siglo XX,
donde “densos nubarrones cubren el horizonte del destino humano”. Esta pluma,
como podemos ver, se complementa con esa “mística estatal” que buscaba el
gobierno en su pedagogía política, y le da una profundidad y una estética, totalmente
acordes a la pretensión meta-histórica de la matriz en formación. Scalabrini Ortiz
enfatiza el “momento especial” que vive el mundo, que le toca a la Argentina, y que
por ende, debemos asumir todos en nuestro compromiso con la sociedad. En esa
coyuntura, Juan Domingo Perón, llego para clarificar los roles de cada uno.
Scalabrini Ortiz en otro artículo de la misma revista, titulado “Perspectivas para una
esperanza Argentina”, destaca el rol que el líder tiene que cumplir para con el
destino del país, en momentos tan particulares a nivel global. Remarca que la
Argentina “siente, quizá subconscientemente,” que tiene “un deber que cumplir con
la humanidad”, y para eso, el general Perón “ha demostrado una fina sensibilidad al
captarlo y expresarlo”.
Enfatiza Ortiz que no podemos “permanecer impávidos e indiferentes ante el
desarrollo de los acontecimientos”, aconteceres en que los hombres “andan como
niños perdidos por el bosque.” Casi mesiánicamente, para Scalabrini, debemos oír el
“gran mensaje”, el “deber de humanidad” que nos llama, que nos convoca “a la
lucha activa y decidida en pro de la paz de los extraños”. En función de expresar ese
mismo mensaje de “coyuntura inédita” en el plano internacional, y también de
oportunidad para nuestro país de aprovecharla en miras a protagonizar los grandes
cambios del destino del hombre, se acompañan los artículos como este de Scalabrini
Ortiz, con discursos complementarios de Perón, que por supuesto, enfatizan esa
visión. Sobre todo, se expresa permanente la idea de estar “acorde con los tiempos”,
y de tomar una actitud de compromiso con el cambio y la situación decisiva que se
estaba viviendo.
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Como dijimos, el propio Perón destaca en un artículo de 1948 que el mundo
tiene diferentes etapas en su historia, donde atraviesa momentos de indecisión, de
fluctuación, de resolución, de inevitabilidad, etc. Pues bien, en los momentos que se
vivían, expresa el líder que ha llegado la crucial hora de “definición y decisión”,
donde se necesitan hombres de carácter, valientes y luchadores, que se suman a la
responsabilidad vital (Perón, 1948: 36). Por ello, los “hombres sibilinos no podrán
triunfar”, sólo triunfarán los decididos, “cada cosa en su lugar y cada hombre en su
tiempo”.
Al igual que en los artículos de Scalabrini Ortiz, y de los muchos discursos
de Perón en Hechos Ideas, se vuelve a reiterar la propuesta del régimen acerca del
distanciamiento con el “el individualismo pernicioso” del capitalismo, y de una
“socialización constructiva”, no explotadora como la del comunismo. Asimismo,
vuelve sobre la idea que oponerse a las realizaciones que el régimen está
consolidando, no es oponerse a un proyecto político ni a un partido, sino que es
directamente ir en contra del país mismo. Volviendo al artículo de Scalabrini que
citábamos en el apartado anterior (“Identidad de la línea histórica…”), el autor
referencia el conocimiento detallado que varios intelectuales tenían del “estado de
sumisión” al extranjero en que se encontraba la economía nacional, la política, y
hasta las ideas matrices en torno de las cuales se tejía la vida colectiva. Para
Scalabrini esta situación económica y social tenía serias implicancias culturales,
alimentando el colonialismo ideológico super-estructural que acompaña a las
políticas de sometimiento.
La oligarquía, no hacía más que “refrendar” una posición histórica de
desprecio para lo autóctono, y de sumisión para todo lo foráneo. Entre otras cosas,
esa implicancia cultural es lo que el Peronismo vendría a subvertir. La piedra de
toque de dicha transformación, hilvana la Revolución del 4 de junio, con la
Revolución de Mayo, ya que ambas se forjaron “contra la voluntad de los hombres
pudientes”, consubstanciando “de manera indisoluble” a lo nacional con lo popular.
Salvo esas dos grandes revoluciones, sólo contados casos como el de Yrigoyen,
intentaron transformar el colonialismo cultural que imponían las potencias, y con el
que colaboraban las oligarquías locales. Por ello, como dice Scalabrini, para apreciar
en todo su alcance la obra de gobernante que cumplió el presidente Yrigoyen “habría
que trazar previamente un cuadro minucioso del pavoroso estado de decadencia
física y mental en que se encontraban las grandes masas proletarias, describir la
desesperanza de los pueblos, su desaliento más largo que un cansancio”. Como no
podía ser de otra manera, en el análisis de Scalabrini, el inicio de la lucha de
Yrigoyen contra la dominación extranjera, comienza en el “punto nuclear” de todas
las herramientas de sometimiento: los ferrocarriles, los cuales, gracias a los escritos
del propio Scalabrini, se transformarán en una bandera del peronismo.
El Peronismo, constituye para Scalabrini un “renacer”, cuando “ya todo
parecía perdido y aniquilado”, y se abre un horizonte en “aquella oscura selva de
traiciones y de intereses combinados”. Ese renacimiento social y espiritual, alcanza
su pináculo, como era de esperarse, en el año cero de la nueva era, el 17 de octubre
de 1945, cuando el pujante palpitar de las multitudes, reclamaron su lugar en la
historia, y la misma plaza en la que se habían agolpado los “vecinos” –propietarios y
de buenas familias– de la Revolución de Mayo, ahora ve el avance del tumulto, de la
masa.
Sin dudas, en el artículo que seguimos, Scalabrini le da rienda suelta a su
pluma, cuando tiene que describir ese instancia primordial, donde se desenvuelve la
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génesis del justicialismo, y donde la épica del peronismo encuentra su momento
memorable. Casi cerrando el artículo, Scalabrini alcanza, quizás, a elaborar una de
las páginas más espirituales y de mayor orfebrería literaria de toda la historia de la
revista, donde se identifican las transformaciones espirituales que acompañan al
cambio político, donde se evidencia la mística que alcanza el proyecto político.
Dándole continuidad a ideas expresadas en al número 43 de la Revista
Hechos e Ideas, correspondiente a Septiembre de 1947, en el número siguiente (44,
de octubre de 1947), en al artículo de Enrique García, Director de la Publicación,
que ya hemos citado, titulado “El General Perón: líder de la Justicia Social”, se
amplía el paradigma de “renovación” del Justicialismo en la política argentina, pero
siempre expresado en términos de una recuperación o renacimiento de valores y
políticas expresadas en el yrigoyenismo. Comienza el artículo expresando el
“extravío oligárquico” que implico el paradigma dirigencialista liberal que no
miraba las preocupaciones del pueblo, hasta que la revitalización del organismo
estatal y social propiciado por Perón, redundó en “empresas espirituales y
humanitarias” que permitieron una nueva visión del estado e incluso del hombre
(García, 1947: 109). Este paradigma, sólo tuvo un antecedente en el Gobierno,
Hipólito Yrigoyen, quien es reivindicado por el líder justicialista en ser el primero
en enfrentar el sistema. García cierra la cita, tomando las contundentes reflexiones
de Perón, cuando enfatiza que “Yrigoyen tenía razón”, y atacó a la oligarquía
incansablemente, por eso “fue la reacción de esa misma oligarquía la que volteó a
Yrigoyen” (1947: 110). Perón ante esta postura, asumió el rol de defensor del
verdadero Yrigoyen con su proyecto político y sus decisiones, incluso ante los
propios correligionarios radicales, ya que estos últimos conformaron según García
una especie de “neo-radicalismo”, muy poco ortodoxo en los ideales que expresaba
el líder histórico, y demasiado flexible en el discurso.
Luego de este encadenamiento con el modelo yrigoyenista, García vuelve al
presente, e incluso al futuro, expresando que todas las tentativas reaccionarias que
atravesó la historia reciente argentina, han sido claramente estériles, al no poder
revertir el paradigma que atisbó el primer radicalismo, pero que amplió el
justicialismo, y que según la perspectiva positiva de García, sólo en una cuestión de
tiempo y espacio, el “plan de emancipación” económica obrera se llevará a cago
indefectiblemente (García, 1947: 111).
Así como el Renacimiento –concepto cargado de connotaciones de amplio
debate en la historiografía europea– implicó una “restauración” de ciertos patrones,
representaciones y esquemas mentales del mundo clásico, es decir, del ambiente
greco-latino de la última parte del período antiguo, el peronismo, como hemos
destacado en varias oportunidades, implica un renacimiento de valores y doctrinas
que habían comenzado a implementarse a partir del radicalismo yrigoyenista.
En esa perspectiva, el artículo de Juan de Aguirre, correspondiente al número
46 de enero de 1948, busca interpretar la ubicación del radicalismo en el gran
proceso de la Revolución justicialista (Aguirre, 1948), y para eso, mira
panorámicamente la historia de nuestro país, y observa que la ponderación por la
historia de los grandes héroes, ha limitado y opacado el protagonismo que en todo el
desarrollo de nuestra vida independiente ha tenido el propio Pueblo. Pero establece,
que un “rastro honrado” nos podría señalar la existencia de esa “entidad anónima”.
Para fundamentar esta idea, recorre la vida argentina, comenzando por la
revolución patricia, donde ya fue esencial y substancialmente un acto popular, el
cual acelero el cambio, e incluso pudo formar los ejércitos libertadores. Desde
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Mariano Moreno, hilvana luego las montoneras –“el pueblo en campaña”– que se
enfrentaron a los Señores de las ciudades, y organizaron los primeros reclamos de
justicia social. Es interesante en el punto siguiente, el hecho que el autor toma el hito
de Caseros (1852), como una etapa “en el proceso ascensional evolutivo”, ya que el
país que había asegurado su independencia, y tenía ahora que organizarse, huyendo
“del período del caos en que se debatía” (Aguirre, 1948: 280). Asumiendo a Rosas –
a quien citan con “Z”– era el antagonismo con la Constitución Nacional –“precioso
legado que proporciona ese acontecimiento histórico”– destaca que la consolidación
de la carta magna es un acontecimiento trascendental, la cual no logra consolidar un
régimen democrático real y amplio. Por ello los movimientos revolucionarios de
1890, 1893, y 1905, los cuales buscan asegurar los derechos del pueblo, que luego
son retomados por Yrigoyen.
A pesar de todo esto, Yrigoyen –“como lo señaló con precisión el General
Perón”– no pudo, no obstante su acendrada adhesión al pueblo, asociarlo a su vasto
programa de ahincado nacionalismo” (Aguirre, 1948: 282). Para Aguirre, con la
caída de Yrigoyen, “el último de nuestros auténticos caudillos con matiz popular”, la
República cae en un falseamiento de la expresión popular, comenzando una era de
fraude que burla los derechos fundamentales del Pueblo. Comienza la oscuridad de
la que hablábamos con anterioridad, pero teniendo el antecedente de un “ciclo
dorado” que puede restablecerse. Por eso la Revolución Justicialista recupera lo
mejor de Mayo, y lo mejor del proyecto de Yrigoyen, es un reencuentro “con el
mejor trozo de nuestra historia, con sus ideas, e ideales” (Aguirre, 1948: 283).
Ante esa Restauración, se ve el complemento de varios trabajos de Juan
Perón, cuando advierte sobre los desafíos que se acercan, donde el pueblo debe
permanecer unido y preparado, ya que “tiene el destino en sus manos”, no depende
de nadie, sólo de sí mismo, y tiene como principal herramienta de lucha la Doctrina
Justicialista.
Por eso Perón le pide a Dios que “el pueblo, con nuestra Doctrina y con
nuestra mística”, sea iluminado, para que marche hermanado para realizar el destino
común. Esa herramienta, según las propias palabras del líder en otro artículo, es
innovadora en la historia argentina, ya que “nunca antes” un partido en nuestro país
había tenido una “doctrina argentina”,27 y siempre se habían formado cuerpos
doctrinarios –cuando se los formaba– a partir de lecturas “foráneas y
extranjerizantes”.
Conclusión
En este escrito, así como en otros trabajos, observamos que los artículos
historicistas –vinculados a la memoria y la representación del pasado, que incluyen
principios filosóficos y teóricos– como también los vinculados a la defensa nacional
–visión del mundo, rol de las fuerzas armadas, etcétera– publicados en la revista
Hechos e Ideas durante el primer ciclo del peronismo clásico (1947-1951), permiten
identificar un “embrionamiento paradigmático” –gestación teórica de grandes
perspectivas– de una insubordinación ideológica, instrumentada por intermedio de
un marco referencial múltiple: una suerte de misticismo tercerista de vocación
universal. Dicho misticismo se constituye en una estrategia humanista de superación
del antagonismo bipolar –que se constituía en aquellos años– como así también en
27
En el siguiente trabajo Perón (1949) profundiza varios aspectos doctrinales que poseen en
germen las consideraciones teóricas de la “Nueva Argentina”.
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una herramienta de contención del advenimiento bélico global, del que estaba
convencido Perón. Este constructo, es un eje central de la nueva auto-conciencia
nacional –como lo conceptualizaba Fermín Chávez– propiciada por el peronismo, en
miras a la descolonización mental. En esto es innegable la herencia de FORJA, obra
de elaboración colectiva donde aparecen los primeros “impugnadores” de los
ocultamientos producidos por el uso ideológico de la división del saber, y quienes
germinaron en Perón la óptica de mirar antagónicamente las propuestas culturales
del centrismo europeo, con una vocación de desmenuzar críticamente toda una
forma de conocimiento que era hegemónica, buscando contruir una forma de ver las
cosas “desde aquí”, desde una “posición nacional”, como lo llama Jauretche.
De allí proviene la corrección epistemológica que propone el peronismo,
discusión anterior a cualquier planteo doctrinario. Es decir, que esta subversión de
paradigmas que plantea la Revista, implica una de las instancias donde se evidencia
la “insubordinación ideológica” emanada del revisionismo sobre el pasado argentino
(Marcelo Gullo). Esta tarea se desarrolla en complemento con la instancia de
“momentos de reformas” –como lo trabaja Sabrina Ajmechet– es decir, en paralelo a
una modificación sustancial de las reglas de juego político, donde se plantea el
objetivo de contener los espíritus –ante la crisis y el advenimiento bélico– y superar
el antagonismo estructural de la Guerra Fría.
Ante la interpretación historicista y filosófica que el peronismo realiza del
devenir argentino, vemos que su misticismo constituye un corpus teleológico de
características “agonales” –en el sentido de lucha– a partir del deslizamiento de
elementos de la Teoría de la Guerra hacia la política. Como así también, implica un
corpus meta-histórico –por pretender cierta trascendencia, y estar vinculada a una
dimensión más profunda del ser humano. Del mismo modo se complementa con
visiones utópicas irradiadas desde la literatura, con lo cual es próximo de una
aplicación pedagógico-política –es decir, que tiene relación con la enseñanza o es
propio para la instrucción.
El peronismo se rebela ante el sistema mundo, ante el dispositivo de ideas
políticas predominante –la cual ofrecía la proscripción del pueblo– con una
pretensión meta-histórica. El Peronismo es así una era axial, una vocación de
constituir una matriz epistémica nueva, con una concepción orgánica del Pueblo, y
un claro determinismo gregario. Su audaz fuerza moral, lo lleva a pensarse como un
estímulo que puede llegar a despertar una nueva conciencia en el mundo. Es un
impulso animador y creador, que apela a una reparación integral del origen del
Estado, atendiendo el reclamo de los desposeídos –la queja de Martín Fierro–, único
medio para restablecer la moralidad política, las instituciones de la República y el
bienestar general, devolviéndole a ese pueblo, la condición de protagonista, de
sujeto.
El peronismo es en ese sentido un nodo doctrinario, temprano, de conducción
política y certidumbre social –ante la incertidumbre global– que posee un claro
elementos transformadores de la conciencia histórica y la identidad social.
Constituye una proto teoría periférica –es decir, apartada del “eurocentrismo
cultural”, como lo llamaba Fermín Chávez. Constituye un corpus heroico de mística
nacional, un quijotismo antisistémico si se quiere, con fuerte anclaje identitario, de
raíz sanmartiniana, en contextos violentos de la Guerra Fría y la disputa interhegemónica. Reconfigura por lo tanto, el tradicional “Destino Manifiesto” argentino
propio de los regímenes anteriores, como lo ha estudiado Roberto Etchepareborda
(1978), ahora anclado en una perspectiva latinoamericana y local.
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El peronismo es así emancipador, es un cambio mental para propiciar una
nueva política. Es para García Mellid la “cuarta etapa” de la gran Revolución
Argentina, otorgando al devenir nacional un módulo espiritual de amplias
proyecciones. Pudo hacerse al destruir las bases políticas, económicas y sociales en
que descansaba el sistema de explotación antecedente, inaugurando la era de la
democracia social argentina, con todas las consecuencias de orden moral y material
que se derivan de un cambio tan radical y profundo.
Y como todo cambio profundo, lo que Perón debía iniciar es un cambio de
mentalidad, para a partir de allí comenzar con la Reforma Política, Institucional, etc.
Perón fue consciente que no podría lograrse el programa de vida nacional que se
proponía, si previamente no se liquidaba el sistema de ideas políticas que las clases
conservadoras y reaccionarias habían impuesto al país. Como dice Mellid, el cambio
operado por el Peronismo mediante una “persistente y hábil campaña de
esclarecimiento de la conciencia pública”, fue desarticular el sistema mental en que
se sostenían los caducos enunciados politicos de la oligarquía, basados en “burdas
teorizaciones y ajenos a la realidad vital y concreta representada por el hombre”. Por
eso la reforma educativa se fue desarrollando junto con los otros cambios,
complementándose con la nueva dinámica de las industrias y los métodos de
enseñanza.
Para Perón los valores morales deben compensar las euforias que producen
las luchas y las conquistas, poniendo un “muro infranqueable” al desorden. Esto no
implica perder las individualidades. Debe poder superarse el desolador espectáculo
que implica la vida en las grandes ciudades, donde aparece el peligro de la
“insectificación”, ese mismo que el materialismo “intransigente” observaba como
signo mecánico del progreso. Pero el materialismo, a pesar de advertirnos de este
peligro, provee de un sustitutivo muy negativo de la proporción individual: el
resentimiento.
El peronismo provee de herramientas para invertir los valores, pero desde una
confianza en el nuevo destino, y una promesa de utopía social más inmediata, que
logra anclar una suerte de estado de ánimo más reconciliado con el presente.
En esta perspectiva, el concepto de Tercera Posición determina la
estructuración lógica desde la cual se gestan, relacionan y adquieren significación,
los postulados centrales de la Doctrina Justicialista, tanto desde el ciclo de
adquisición de elementos externos al ideario formativo de Perón, como del proceso
autoreferencial que hemos citado. En ese tercerismo están anclados los componentes
del sistema de ideas propuesto desde la revista Hechos e Ideas, permitiendo
consolidarse un marco referencial que aglutine la memoria, la imagen del mundo, y
el porvenir de la Argentina.
Así, como principio dominante de la “arquitectura ideológica justicialista”, la
Tercera Posición no sólo adquiere “estatura doctrinaria” como la llama Arzarun,
sino que también se constituye en el nexo y nodo teórico, de las ideas políticas y
filosóficas desde las cuales está embriónando el paradigma subvertivo, en el marco
de una historia política y social de clara tendencia hacia la justicia, movimiento
agonal que necesita de la coincidencia de dos elementos: un conductor (genio),
dotado de una clara visión, y “un pueblo decidido a apoyarlo” (Buchrucker, 1987:
326).
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DEMOCRATIZACIÓN DEL GOCE Y DERECHO A LA
ASISTENCIA: HITOS DEL PERONISMO
Matías Saba y Paula Meschini
Inspirados en el Ciclo de Pensamiento Nacional, Popular y Democrático en
Clave Latinoamericana (UNLP) por la conmemoración de los 100 años del natalicio
de Eva Duarte de Perón, desde el Grupo de Investigación Problemáticas Socio
Culturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) se organizó el
ciclo titulado “Evita: cien días para cien años”. El mismo comprendió un conjunto
de actividades que contribuyeron a visibilizar y reconocer en el ámbito académico
en el campo de “lo social” los aportes que realizara Evita, especialmente en materia
de concepciones y perspectivas sobre derechos sociales y políticos. Los debates e
intercambios que se generaron durante estos encuentros pusieron de manifiesto la
invisibilización –injusta e injustificada– que sufrió Evita de su persona, su
pensamiento y su obra, al menos en la formación de trabajadores y trabajadoras
sociales en la UNMDP. De hecho, existen diferentes producciones vinculadas al
tema, escritas por colegas, tales como Norberto Alayón, Alfredo Carballeda, Ana
Arias, José Scelcio, entre otros. En la Facultad de Ciencias de la Salud y Trabajo
Social compartimos la unidad académica con las carreras de Terapia Ocupacional y
Enfermería. Desde esta última –a través del trabajo realizado por Beatriz Morrone–
pudimos tomar contacto con textos que dan cuenta de la relación que existe entre
Evita y la profesionalización de enfermería en el país. Sin embargo, para nosotros
esto resultó alarmante, ya que no habíamos tenido conocimiento de dichas
producciones, debido a que no forman parte de los cuerpos bibliográficos con los
que estudiamos Trabajo Social. A esto debemos sumar que la mayoría de las
instituciones en las que estudiantes de grado y posteriormente graduados y
graduadas se desempeñan profesionalmente formaron parte o estuvieron en contacto
con el conjunto de instituciones creadas por la Fundación Eva Perón (Dahul,
Meschini, Saba y Sosa, 2020).
La Fundación (FEP) constituyó una experiencia política y organizativa que
realizó aportes inconmensurables a la sociedad en su conjunto, y en especial en el
campo de la salud y lo social. A pesar de la infame pintada que celebraba la
enfermedad de Eva –“viva el cáncer”– se presagiaba su muerte después de una larga
y dolorosa enfermedad. Sabemos bien que Evita desapareció físicamente, pero no
murió. A 100 años de su natalicio y a pesar de todo lo que se realizó –y aún se
realiza– para “borrarla de la historia”, podemos afirmar que Evita vive y no
abandonó a su pueblo. El pueblo sigue recordándola. La realización de un ciclo de
actividades nos llevó a definir que no queremos ser parte del grupo de docentes y
trabajadores y trabajadoras sociales que en sus programas de trabajo docente y en
sus clases omiten, excluyen o censuran del canon de formación académica de las
universidades a la figura de Evita.
Este artículo constituye una pequeña contribución para repensar algunas
cuestiones que pasan inadvertidas, o que están y no las podemos leer o descifrar:
¿cuántas veces ejercemos el Trabajo Social en instituciones que se crearon a través
de la FEP? ¿Por qué esta información es omitida o silenciada? ¿Cuántas veces se
invisibilizó lo sucedido en y con las instituciones de la FEP luego de 1955? ¿Acaso
no sabían que las instituciones de la FEP luego de 1955 fueron intervenidas y
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desmanteladas, y que se retiraron de esos espacios los símbolos “peronistas”? A esto
sumemos la destrucción de todos aquellos elementos y accesorios en cuyas placas
estaban grabadas las iniciales de la FEP –pulmotores y frascos de sangre de los
hospitales de la FEP y el asalto militar sobre la Escuela de Enfermeras fundada por
Carrillo, entre tantos otros ejemplos– o el cierre definitivo de esas instituciones. Lo
que no se destruyó, se confiscó. Los muebles de los hospitales, hogares para niños y
hogares de tránsito fueron intervenidos, en medio de una campaña de propaganda
que condenaba “el lujo” que le propinaba la FEP a “sus descamisados”.28 La
asistente social Marta Ezcurra,29 fundadora de la juventud de la Acción Católica en
1931, a quien la unía una estrecha vinculación con la Sociedad de Beneficencia,
ordenó en 1955 la ocupación militar de cada una de las Escuelas Hogar para
“desperonizarlas”. “Se procedió a retirar o destruir todos los símbolos peronistas.
Los niños alojados en ellos fueron testigos, en cada uno de los patios, del fuego en el
que ardieron frazadas, sábanas, colchones, pelotas y juguetes con el logo de la FEP”
(Russo, 2016). Fue la misma Marta Ezcurra30 quien en su momento informó a la
dictadura –que había ocupado el gobierno y destituido al general Perón, quien se
había impuesto en las elecciones por más del 60% de los votos– que desde la FEP
“la atención a los menores era suntuosa, incluso excesiva, y nada ajustada a las
normas de sobriedad republicana que convenía para la formación austera de los
niños”.
Como puede apreciarse, la crítica a la suntuosidad desmedida, al desborde y a
la exageración no son nuevas cuando son referidas al peronismo. Llevan en sí una
genealogía de odio, de inconmensurable incomprensión y desprecio hacia las
personas más humildes de nuestra patria.
28
El 17 de octubre de 1945 era un día muy caluroso, así que en la manifestación que exigía la
libertad de Juan Perón, encarcelado por Farrell, muchos de los manifestantes se sacaran la
camisa, dando lugar al uso despectivo del término por parte de los opositores. Evita llamaba a
“sus descamisados” a las y los militantes peronistas.
29
“Marta Ezcurra descubre con escándalo que ‘Aves y pescado se incluían en los variados
menús diarios. Y en cuanto al vestuario era renovado cada seis meses’. En San Juan un niño
pobre comía 100 gramos de carne por día y 6 cucharadas de leche. En Jujuy –por año– un niño
comía 43 kilos de carne, en La Rioja 27, en Catamarca 26, y en Santiago del Estero tan sólo
19,6 Kilos. En las Escuelas Hogar Eva Perón, los niños y las niñas comían carne todos los días.
Marta Ezcurra cambiará el menú y el nombre de todas esas escuelas. La Dirección de Asistencia
Integral tiene otro incomparable objetivo: intervenir, desmantelar y disolver toda la obra de la
Fundación Eva Perón. Ezcurra (…) ordena el día 23 de septiembre la ocupación militar de cada
una de las Escuelas Hogar. Su política de shock es muy clara: retirar y destruir todos los
símbolos del gobierno. Con los niños como mudos testigos, en cada uno de los patios, el fuego
hace arder pilas de frazadas, sábanas, colchones, pelotas y juguetes diversos con el logo de la
FEP, que los valientes soldados previamente han arrancado de sus camitas y dormitorios. Los
bustos de Eva son decapitados. Dispone la intervención inmediata de cada uno de los institutos
el día 24 de septiembre. Convoca para ello a los miembros de los ‘comandos civiles’ (Acción
Católica Argentina) quienes de inmediato comienzan a realizar la depuración de adictos a la
‘tiranía’”.
Ver:
https://original.revistaelabasto.com.ar/155-Evita-y-la-destruccion-delrecuerdo.htm.
30
Para profundizar acerca de la caracterización biográfica de Marta Ezcurra y su accionar les
proponemos leer el artículo de Daniela Testa “La lucha contra la poliomielitis y la figura de
Marta Ezcurra. ¿Huellas del catolicismo social? Presentado X JIDEEP - Jornadas de
Investigación, Docencia, Extensión y Ejercicio Profesional (La Plata, 2017) y que forma parte
de los avances del Proyecto N A00317 de la Universidad Nacional José C. Paz (UNPAZ),
Resolución 200 del 31 de mayo de 2017
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El decreto-ley 4161/56, firmado por Pedro Eugenio Aramburu, establecía la
prohibición “en todo el territorio de la Nación” de “las imágenes, símbolos, signos,
expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas, la utilización de la
fotografía, retrato o escultura, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del
presidente depuesto, el de sus parientes. Dichos objetos ofenden el sentimiento
democrático del pueblo argentino y constituyen para éste una afrenta que es
imprescindible borrar”. Constituye un instrumento legal pero no legítimo para
ejercer, en el marco de la mal llamada “Revolución Libertadora”, un claro ejemplo
de intolerancia democrática y violencia política. Este decreto, de solo cinco
artículos, se constituyó en la herramienta fundamental para el ejercicio de la práctica
de desperonización en nuestras instituciones. Sin embargo, ante esta prepotencia de
la desmemoria e imposición del silencio y el olvido acerca de las diferentes
preguntas que fuimos realizando y todas las que aún restan hacer y responder,
podemos advertir que poseen una línea en común: todas aquellas medidas que tomó
el peronismo y que implican una ampliación y una universalización de derechos, han
sido consideradas como “lujos” o beneficios. Nunca como derechos. La afirmación
de Evita acerca de que “donde existe una necesidad nace un derecho” habilitó una
nueva interpretación sobre las necesidades sociales que posibilita comprender a la
asistencia social de una forma que hasta ese entonces no se conocía: la necesidad
como la expresión de un derecho vulnerado.
La FEP imprimió una marca de agua en las instituciones de nuestro país a
pesar de los 18 años de exilio, proscripción y dictadura (Dahul, Meschini, Saba y
Sosa, 2020). La marca de agua es esa marca que aparece, pero que en sí no
desaparece de las hojas, de las imágenes. Permanece siempre ahí. Puede intentar ser
borrada. Sin embargo, está. Perdura. Circula. Pueden existir formas e intenciones de
borrar dichas marcas, y ante eso se emplean diferentes formas y mecanismos para
lograrlo.
El programa político de Evita y la consolidación del modelo de ayuda social
que se materializó desde la FEP se inscriben dentro de un proyecto político,
económico y social mayor que es el peronismo, que se expresa a través del Partido
Justicialista y el Movimiento Peronista31 desde 1946 a la fecha, cada vez que
constituyó gobierno para conducir el Estado –nacional, provincial o municipal– y lo
gestionó desde la tensión y la disputa que se dan en relación al ejercicio de la
soberanía, la política internacional, el reconocimiento a los trabajadores y las
trabajadoras, la regulación de la economía por parte de un Estado Social, la creación
de condiciones materiales para la justicia social, la asistencia social y la
democratización del goce para las y los humildes de la patria.
La Fundación Eva Perón y la asistencia social: el surgimiento de una forma de
democratización del goce peronista
La asistencia en Argentina porta una marca de nacimiento que la vincula
directamente al modo de intervención del Estado oligárquico-gendarme y se
instituye durante el modelo de acumulación capitalista denominado agroexportador,
situado en el período 1870-1930 (Torrado, 2003).
31
Al Movimiento Peronista, si bien comparte con el Partido Justicialista las banderas peronistas
de justicia social, independencia económica y soberanía política, lo entendemos como la
agrupación de una serie de corrientes diversas no del todo precisas ni constantes a lo largo de la
historia, a veces enfrentadas, incluso electoralmente. Dentro de este movimiento situamos al
kirchnerismo y a diferentes agrupaciones y movimientos sociales.
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Eva Duarte de Perón realizó una fuerte crítica a la Sociedad de Beneficencia
y a la filantropía, argumentando que instrumentaban su acción a través de una
limosna. Enfrentó con singular vehemencia a los sectores de la aristocracia y de la
oligarquía argentina, replicando que desde un “lugar de diversión perversa” en el
que se organizaban fiestas, agasajos y diferentes clases de eventos culturales y
artísticos, a partir de los cuales se reunían y juntaban fondos para los pobres,
mientras las y los asistentes se divertían. Denunció que estos sectores daban limosna
como una práctica de crueldad. La limosna, tal como se conoce comúnmente,
constituye una práctica que generalmente se realiza basada en la conmiseración y la
compasión de grupos o sectores de la población: viudas, pobres, paralíticos,
huérfanos, presos. Estas caracterizaciones fueron constituyendo una forma instituida
para dar ayuda a quien se considera que “necesita”. Pero la limosna se efectúa desde
en un lugar de superioridad o de asimetría que a su vez profundiza la desigualdad.
Por contraposición, Evita sentó las bases para entender la asistencia como un
derecho social. Siempre manifestó la insatisfacción que siente un pobre al recibir
una limosna y que pensaba y actuaba al servicio del “pueblo” (Cabrera, 2003),
expresando en toda ocasión su desprecio por la beneficencia, que hasta ese momento
era la forma a través de la cual la oligarquía terrateniente argentina se vinculaba con
los pobres. Frente a la limosna, a la caridad, a la filantropía, Evita instaló desde la
Fundación otra manera de ayudar, imprimió una marca personal que la distinguía en
todas sus acciones. En palabras de Eva: “mis ‘hogares’ son generosamente ricos...
más aún, quiero excederme en esto. Quiero que sean lujosos. Precisamente porque
un siglo de asilos miserables no se puede borrar, sino con otro siglo de hogares
excesivamente lujosos” (Perón, 1951: 34).
A decir de sus detractores, se caracterizó por la alta calidad de los materiales
con que se construían los edificios destinados a la asistencia social, a los hogares de
niños y niñas y de adultos y adultas mayores, los “excesivos” y “suntuosos” recursos
que distribuía, las “refinadas” comidas brindadas en los hogares, el “innecesario”
cambio de muda de los que estaban en esos hogares, como así también de las
sábanas y otros elementos similares. Evita siempre hacía alusión a la necesidad de
que esas instituciones y hogares debían ser “lujosos”, con el fin de borrar las
imágenes de asilos miserables (Perón, 1951) a los que se habían confinado a miles
de niñas y niños por el solo hecho de que sus familias eran pobres.
La creación de instituciones como las mencionadas impactó de manera
notoria no solo en la ampliación del acceso y en el ejercicio pleno de derechos
sociales de grandes mayorías que habían sido relegadas, sino que también posibilitó
la construcción de imaginarios sociales diferentes durante la instalación del modelo
industrializador justicialista en Argentina.
Lamentablemente, como sabemos quienes defendemos la causa del
Justicialismo, las diferentes dictaduras cívico militares eclesiales, y la proscripción y
persecución del peronismo no permitieron “un siglo de hogares excesivamente
lujosos”, como pretendía Evita. Los pobres siguieron tutelados, exceptuados de los
derechos sociales, y la ayuda social que recibieron por parte del Estado construirá, a
diferencia de las identidades colectivas que se generan durante el peronismo,
identidades fragmentadas y estigmatizadas.
El peronismo, frente a la lucha de clases y el sacrificio de la gente, propuso la
democratización del goce. Ésta surge de una interpretación vernácula del fantasma
del goce lacaniano realizada por el artista plástico Daniel Santoro, quien sostiene
que es su falta de vocación por la lucha de clases y su propuesta movilidad social
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ascendente desde el capitalismo lo que propuso el peronismo a peones de campo que
migraron a la “ciudad” y luego se constituyeron en obreros que conformaron la
CGT, haciendo de la misma uno de los movimientos sindicales de trabajadores
organizados más importantes de América Latina.
La democratización del goce peronista activa el fantasma neurótico del goce
en las clases medias argentinas, trastoca el orden social y subvierte cuando posibilita
que: “Este negro está gozando de algo de lo que yo debería gozar. Yo no puedo ser
feliz porque este negro es feliz. Este negro debería dejar de ser feliz para que yo
pueda empezar a serlo, esto se ve ahora en los cacerolazos, aparece siempre. Es un
fantasma que despierta el peronismo. Que es especialista en ubicar a un negro
gozando al lado de un blanco que no lo quiere ver gozar. Por eso Eva Perón pone los
hoteles sindicales en el centro de Mar del Plata. Habrá preguntado a sus asesores:
¿adónde van a gozar los blancos? A Mar del Plata, señora, le habrán dicho. Bueno…
ahí vamos a hacer los hoteles sindicales” (Santoro, 2019).
Fue así que sin mucho aviso previo que –en este proyecto político de
democratización del goce– La Plata se convirtió en “la ciudad de los niños” y Mar
del Plata se convirtió en la ciudad de “los grasas”, de los “negros”. Cambiaron los
chalets marplatenses por edificios de altura, a partir de la vigencia de la ley de
propiedad horizontal. Muchas personas accedieron a gozar del aguinaldo y las
vacaciones pagas. A esto debemos sumar, por ejemplo, los hoteles de turismo social,
los Juegos Nacionales “Evita” y los Juegos Bonaerenses que posibilitaron que
muchos niños, niñas, adultas y adultos mayores por primera vez en su vida vieran el
mar. Existen quienes aún continúan añorando la Mar del Plata de la aristocracia
argentina que veraneaba en la ciudad: los Anchorena, los Alzaga Unzué, los Peralta
Ramos, los Martínez de Hoz, los Ocampo, entre otros apellidos. Es necesario aclarar
que aún quedan varias de sus propiedades, sus tierras y sus obras.32
La democratización del goce se convirtió en territorio en disputa entre los
intereses que aún tienen las oligarquías terratenientes y las clases trabajadoras. El
acceso al sistema de seguridad y protección social posibilita acceder también al
derecho al ocio y a vacaciones pagas. Así se fue haciendo efectiva la
democratización del ocio, y con ella la activación del fantasma del goce que impide
romper en esta ciudad el encantamiento que realizaron las oligarquías –que, aunque
no vienen a Mar del Plata, están– por el cual, a pesar de todo lo que el peronismo le
dio a la ciudad, nunca tuvo un gobierno local peronista.
Ahora bien, dicho esto, vale la pena preguntarse: ¿cómo fue que se
democratizó el goce? La respuesta a esta pregunta lleva a relacionarlo con el acceso
a derechos a través de políticas sociales redistributivas del ingreso. Se realizó una
reformulación de la “democratización del goce” que se impulsó a través del
Justicialismo y la FEP.33
32
Con esto hacemos alusión a construcciones tales como capillas, asilos, hospitales, entre otras.
“21 hospitales en 11 provincias y un tren sanitario recorriendo todo el país; 5 policlínicos en
localidades bonaerenses (Avellaneda, Lanús, San Martín y Ezeiza) y el Policlínico para Niños
Presidente Perón, en la provincia de Catamarca; 181 proveedurías, con artículos de consumo
básico a bajos precios para las familias; hogares de tránsito para mujeres y niños sin techo; 5
hogares de ancianos, donde los adultos mayores eran asistidos, tenían un techo, comida y
vestimenta; ciudades universitarias e infantiles, varias colonias de vacaciones y más de mil
escuelas en todo el país: la Ciudad Estudiantil en Capital y la Ciudad Universitaria de Córdoba,
con capacidad de alojamiento para 400 alumnos argentinos y 150 extranjeros; la “Ciudad
Infantil Amada Allen” destinada a niños huérfanos y la República de los Niños en Gonnet, La
Plata; Barrios enteros con todos sus servicios, como Ciudad Evita (La Matanza) y Presidente
33
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Pero aclaremos algo: la asistencia se instituye en Argentina durante la
denominada década infame a partir de la convocatoria que realiza el gobierno del
presidente Agustín Pedro Justo (1932-1938) a la realización de la Primera
Conferencia Nacional de Asistencia Social en 1933. Durante dicho encuentro se
promovió el intercambio entre especialistas, particularmente de los países
anglosajones, quienes desde una posición reformista liberal sostenían la necesidad
de tecnificación y profesionalización de la asistencia (Krmpotic, 2016). Pero Alfredo
Carballeda (1995, 2008) describe que la aparición en forma más sistemática de
Políticas Sociales a través de programas y planes de gobierno puede encontrarse a
partir de 1946.34 A partir de ese momento, las acciones de la Fundación Eva Perón,
el Primer Plan Quinquenal y la gestión de la Secretaría –luego Ministerio– de Salud
Pública de la Nación, sumado a la aparición de nuevas formas de promoción social y
nuevas modalidades organizativas, o resurgimiento de otras –sindicatos,
cooperativas, etcétera– van a ir transformando la trama social argentina. Por otra
parte, existieron modificaciones muy importantes en la estructura social que indican
el impacto del Justicialismo en la vida política, económica, social y cultural
argentina. Apareció la idea de justicia social y, con ella, una serie de obras realizadas
desde la FEP que formaron parte de la operativización –nunca vista hasta ese
momento– de la puesta en acto del derecho a la asistencia.
Es así que, en este esquema, el papel estratégico de la FEP fue definido por la
propia Eva Perón como una forma de “llegar a los lugares donde la Justicia Social
aún no ha llegado”. A partir de esta definición se puede suponer que Evita entiende
la tensión que se genera en todo proceso revolucionario que se desarrolla en el
marco de la democracia y del capitalismo, que no era homogéneo y que no iba a
llegar a los diferentes lugares de nuestro país donde había siglos de injusticia. La
asistencia que se promovió desde la FEP y de las nuevas instituciones que fueron
creadas desde el Estado vincularon a las profesiones que trabajaban en ellas –
medicina, enfermería, trabajo social, entre otras– y al ejercicio profesional con los
derechos sociales y con la idea de dignidad que se fue gestando en ese proceso y que
instauró una nueva direccionalidad y lógica interventiva. La aparición de las
políticas sociales marcó nuevos sentidos que atarán a las prácticas del campo de lo
social. Esta forma de asistencia plantea la posibilidad de que forme parte de políticas
sociales de redistribución de riqueza previamente producida, como reapropiación –
por parte de los sectores populares, que como tal les pertenece inalienablemente– y
como derechos sociales conculcados.
La noción de asistencia que se construyó a través del accionar de la
Fundación Eva Perón forma parte de una innovación social que se desvinculó de
formas previas de ayuda social –limosna, caridad, beneficencia y filantropía– para
Perón (Saavedra); Plan Agrario “Talleres Rodantes” que recorría los campos dando auxilio
mecánico, y “Trabajo Rural Organizado” otorgando créditos a pequeños propietarios de tierras
para potenciar la producción agrícola; Plan de Turismo y Plan de Turismo Infantil: “Usted se
paga el pasaje, y el gobierno el hospedaje” en Mar del Plata, Necochea, Tandil y Carhué.
Guarderías en el sistema penitenciario femenino, a la vez que se enseñaban oficios (peluquería,
corte y confección, etcétera) fueron las principales obras llevadas adelante por la FEP y
financiadas por aportes privados, de sindicatos, del Estado (sobre todo del juego, de los
Casinos) y por los realizados por los trabajadores en los descuentos en sus recibos de sueldo”
(Rivas, 2018: 246).
34
“Las políticas sociales adquirieron un carácter universal, con un sentido amplio del término
dignidad. Y si se quiere, reparador” (Carballeda, 1995: 3).
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inscribirlas como un derecho social, de la dignidad humana de toda la ciudadanía en
su conjunto.
El peronismo, a través de la Constitución Nacional del 49, fijó las prioridades
y los avances en cuanto a los derechos de los trabajadores y las trabajadoras. Se
modificó la concepción del trabajo, que quedará fijada en un mismo capítulo, donde
se contemplan cuatro derechos fundamentales respecto a: la familia, la ancianidad, la
educación y la cultura, y que a su vez sentaron las bases de la Doctrina Justicialista.
En su artículo 37, capítulo III: “Derecho del trabajador, de la familia, de la
ancianidad y de la educación y la cultura” se hace referencia a derechos que
imparten una nueva concepción social e incorporan conceptos que antes no se
habían legislado, revalorizando el papel del trabajador y la trabajadora con una
visión más integral. Considera al derecho a trabajar como una necesidad, tanto
material como espiritual. Esto expone claramente la concepción social e integral del
trabajo, y promueve la protección del trabajador y la trabajadora por parte de la
sociedad, considerándolos con la dignidad que se merecen y proporcionando
ocupación a quien lo necesite.
En esta línea, si bien no es motivo de este artículo, no podemos dejar de
mencionar la similitud que existe entre esa situación y lo que aconteció con las
políticas implementadas durante el ciclo de gobierno nacional, popular y
democrático (Madoery, 2012) inaugurado con el gobierno de Néstor Kirchner y
seguido con el de Cristina Fernández, que incluyó medidas de carácter universal,
tales como la AUH, Conectar Igualdad, Plan Qunita, estatización de los aportes y
acceso masivo a jubilaciones y pensiones, Plan Federal de Viviendas, Pro.Cre.Ar,
Pro.Cre.Auto, entre muchas otras. Se inició un período de doce años durante el cual,
al decir de Daniel Santoro, se “democratizó el goce” (Santoro, 2019).
En estos momentos en que se discuten ideas como la Renta Básica
Universal35 o el Ingreso Ciudadano Universal en nuestro país, creemos que es
necesario discutir las nociones de asistencia desde el legado que dejó el peronismo,
tanto desde su experiencia política como de su doctrina. Ambas han marcado nuestra
historia como pueblo. Bien sabemos que, en estas latitudes, dichas iniciativas
pueden ser consideradas de manera tal que, si no se realizan las mediaciones
pertinentes, pueden no sumar a la construcción del proyecto político nacional y
35
La Renta Básica Universal o Ingreso Ciudadano Universal, según lo define la Red Renta
Básica, asociación sin fines de lucro de España, es “un ingreso pagado por el Estado, como
derecho de ciudadanía, a cada miembro de pleno derecho o residente de la sociedad incluso si
no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho
de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin
importar con quién conviva. En menos palabras: una renta básica es una asignación monetaria
pública incondicional a toda la población”. En Argentina, el Frente Nacional Contra la Pobreza
(FRENAPO) construyó su propuesta sobre esta visión. En 1986 se constituyó la Red Europea
por la Renta Básica (BIEN, Basic Income European Network) y en 2001 la citada filial
española, pero recién en enero de 2017 un gobierno puso en marcha, a modo de experimento,
esta política pública. Finlandia fue el país precursor. Claudio Lozano, economista, político y
actualmente director del Banco Nación de Argentina, en una entrevista manifestó: “Todos
aquellos que no son asalariados formales, aquellos que no están ‘en blanco’ entre los 18 y 65
años, deben tener un ingreso social de emergencia equivalente por lo menos al salario mínimo,
vital y móvil vigente. Eso daría que cualquier hogar tipo tendría unos 34.000 pesos a los cuales
habría que adicionar la extensión y generalización completa de la AUH, que deberíamos
incrementarla a 4.000 pesos por pibe, y estaríamos en 42.000 pesos por hogar”
(https://canalabierto.com.ar/2020/05/13/llego-la-hora-de-la-renta-basica-universal).
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popular. Estas propuestas, así como se están presentando al debate público, poseen
un carácter eurocéntrico que –a nuestro humilde entender– estamos obligados a
discutir. La Constitución del 49, el legado de la FEP, la noción de justicia social
desde una perspectiva Justicialista, seguramente interpelarán desde un pensar
situado a estas propuestas. Son debates que nos debemos, y estamos en la obligación
de realizar desde nuestra posición de trabajadores sociales comprometidos con las
luchas por una vida más digna de nuestro pueblo.
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Miguel Matías Saba y Paula Meschini son licenciados en Servicio Social (UNMDP),
docentes e investigadores del Grupo Problemáticas Socio Culturales, Facultad de
Ciencias de la Salud y Trabajo Social (UNMDP).
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16 DE JUNIO, BOMBARDEO A LA CIUDAD
DE BUENOS AIRES: LOS RESPONSABLES
Carlos ‘Pancho’ Gaitán
El Peronismo y en particular el general Juan Perón, católico, miembro de una
orden Mercedaria, tuvo desde el principio una buena relación con la Iglesia y
dispuso la enseñanza religiosa en las escuelas. En 1954, el Peronismo propuso el
reconocimiento de los hijos “naturales” nacidos fuera de matrimonio, para que
tuvieran similares derechos que el resto de los nacidos, entre otros, los de herencia.
Los intereses existentes en familias adineradas fueron instrumentados
religiosamente, junto a la ley de divorcio vincular. La jerarquía eclesiástica, en ese
tiempo muy reaccionaria, se opuso y empezó una campaña que llevó al
enfrentamiento que se transformó en una campaña destituyente de gran impacto, que
cohesionó a los sectores conservadores de las fuerzas armadas que organizaron un
golpe de Estado, ligados a los mandos gorilas que quedaban desde antes.
El 11 de junio de 1955 la Iglesia convoca a la procesión de Corpus Christi, a
la que se suma toda la oposición política, incluso la izquierda y el Partido
Comunista, reconocidos anticlericales. Participan unas 200.000 personas. Los
monseñores Tato y Novoa azuzan la rebelión desde la Catedral. La manifestación
marcha desde la Catedral al Congreso. Ahí arrancan dos placas de bronce puestas en
homenaje a Eva Perón, arrían la bandera argentina y suben la del Vaticano. Con la
bandera argentina intentan apagar la llama de la lámpara votiva que se encontraba en
la fachada del Congreso en homenaje a Evita, produciendo su quemazón.
Esa noche, la turba ataca diez iglesias del centro de la ciudad, se producen
importantes incendios en las de San Francisco y Santo Domingo, e importantes
daños en la Catedral y en la casa de la Curia. Lo llamativo es que en los barrios,
donde el peronismo controla el territorio, no se produce ningún atentado.
El 16 de junio se produce un bombardeo sobre la Casa de Gobierno, la Plaza
de Mayo, la CGT, la Residencia Presidencial y la Jefatura de Policía, entre otros
lugares. El centro de la sublevación está en la Marina de Guerra. El contralmirante
Samuel Toranzo Calderón aparece como el jefe de la conspiración junto al capitán
de navío Arturo Rial, que habría sido designado maestro 33 de la Masonería, y el
comandante en jefe de la Infantería de Marina Benjamín Gargiulo. El jefe de los
aviadores, capitán de fragata Néstor Noriega, encabeza el bombardeo de los 34
aviones participantes que arrojaron sobre la ciudad 14 toneladas de bombas. Los
aviones partieron de la Base Aérea de Punta Indio. El ataque terrestre sobre la Casa
de Gobierno, que partió de la sede del Ministerio de Marina, en las avenidas Madero
y Corrientes con unos 300 efectivos, fue comandada por el capitán de navío Juan
Carlos Argerich, que fue contrarrestado por la custodia de la Casa de Gobierno, el
Batallón de Granaderos a Caballo. Los “Comandos Civiles”, por su parte, tuvieron la
jefatura de Miguel Ángel Zavala Ortiz, que participó personalmente del bombardeo,
Mario Amadeo y Luis María de Pablo Pardo, todos los cuales debían colaborar con
la infantería rebelde. Estos finalmente se ausentaron, por creer que se había
suspendido el golpe.
La CGT convocó a la militancia obrera y muchos, con palos y algún arma
menor, rodearon a los gritos el Ministerio de Marina. El ministro insubordinado
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preguntó: ¿Que dicen? “La vida por Perón, le contestaron”. “Les daremos el gusto”,
respondió.
A las 15:20 horas se rindió la Marina. Pero luego de eso, el último avión que
pasó por Plaza de Mayo, antes de escapar a Uruguay, tiró sus bombas y el
combustible del avión, como si fuera napalm. Los marinos del Ministerio retiraron
su bandera blanca y siguieron el tiroteo una hora más, hasta rendirse al general Juan
José Valle. El almirante Benjamín Gargiulo se suicidó, único gesto de ética. Los
demás complotados fueron presos y los tres jefes de los Comandos Civiles luego de
septiembre fueron designados embajadores.
Más de 300 muertos, unos 2.000 heridos, muchos ellos mutilados, fue el
luctuoso saldo, más los daños y destrucciones.
Si el magnicidio se producía y la subversión triunfaba, estaba previsto que
asumiría el gobierno un triunvirato compuesto por Miguel Ángel Zavala Ortiz, de la
UCR; Adolfo Vichi, conservador de Mendoza; y Américo Ghioldi, socialista
democrático.
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DOCTOR CENTENO: LA ÉTICA PROFESIONAL Y MILITANTE
EN EL MARCO DE UNA CGT MARPLATENSE INFESTADA
POR UNA MAREJADA FASCISTA. ANIVERSARIO DE LA
TRÁGICA NOCHE DE LAS CORBATAS, 7 DE JULIO DE 1977
Daniel Parcero y José Luis Ponsico
En el nuevo panorama nacional surgido a partir de finales de los 60 aparecen
en escena de las playas marplatenses, el telefónico Nelson Rizzo –desde ese
momento con mayor trascendencia–, el obrero de la construcción Marcelino
Mansilla y el obrero petrolero Roberto Comaschi, quienes en ese orden tendrán un
protagonismo central hacia el interior de la Delegación Regional de la central obrera
local, en la que la misma se convertirá en un stand de vertiginosa violencia.
El sindicalismo marplatense alcanzaría el rigor de las luchas políticas en un
peronismo convulsionado, donde en el orden general, “la izquierda universitaria” se
alimentaba en el campo de la ideología que había tenido impacto con la Revolución
Cubana y la llegada de Fidel Castro y el “Che” (Ernesto) Guevara al Poder en el 59,
en modo que daba pié a la lucha revolucionaria armada, esparciéndose en el resto de
América del Sur.
En su proceso de renovación sindical, tras los vaivenes político
institucionales provocados por la ira antiperonista de las jefaturas militares, el
movimiento obrero en el epicentro de la costa atlántica contará con el arribo de tres
dirigentes destacados de características muy distintas.
Uno de ellos Nelson Rizzo, del gremio Telefónico (FOETRA). Ya habiendo
estado a cargo de la CGT entre 1965 y el convulsionado 1968, quien tendrá como
asesor letrado al doctor Carlos Evaristo Menéndez –quien desde hacía años venía
asesorando a la seccional telefónica y también al Sindicato de Obreros del Pescado,
entre otros– junto a otro notable jurista en lo laboral, el Dr. Norberto Centeno.
Ambos reconocidos en todos los organismos sindicales y ex presos políticos del Plan
CONINTES entre comienzos de 1960 y 1963. Menéndez, años más tarde, en
noviembre de 1972 integrará la comitiva del vuelo chárter que trajo al General Juan
Perón a su país. Más de cien destacados peronistas participaron del vuelo de Alitalia
que partió de Roma el 16 de noviembre.
Otro, Marcelino Mansilla, obrero albañil que llegó lejos en la Mar del Plata
de los 50, tuvo el respaldo del pope de la Unión Obrera de la Construcción
(UOCRA) Rogelio Coria, un “siempre listo” y destacado integrante de la corriente
sindical colaboracionista de la tercera dictadura.
Marcelino, albañil que había llegado del interior como otros tantos
trabajadores llamados “golondrinas”, quedaría signado por la transformación
sindical, política, social y hasta edilicia de la Ciudad, por entonces conocida como
“La Perla del Atlántico”. Luego, “La Feliz”, por inspiración del periodista,
costumbrista, Enrique De Thomas, apodado “Wing”. Uno de sus recordados
comentarios, incluye el dato: “En los ’50, sólo en la Avenida Colón, desde Plaza
Mitre hasta la Loma, existían 12.000 departamentos”. Se refería a la construcción de
la propiedad horizontal en un tramo de diez cuadras hacia el sur de la ciudad.
Rumbo a la zona de Playa Grande, desde el Centro, en el casco de la Ciudad. Mar
del Plata, en los 50, reunía 250 mil habitantes y ya recibía veraniegamente un millón
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de turistas. Diez años después, fuera de la temporada –la televisión llegó en
diciembre del 60. No todos tuvieron acceso, al principio. Recién en 1963 se
estableció el primer taller de fabricación de televisores marplatenses, llamada
Wallace y que facilitó la compra de unidades a menor costo que las marcas de
mercado.
La “clase obrera” parecía que iba al paraíso, en la ciudad de balneario agreste
que pintaba reflejarse en una Nueva York de la Costa Atlántica y donde la “clase
media” los fines de semana llegó a ser habitué del cine. No mucho más.
El escritor Juan José Sebreli, de orientación marxista, sociólogo reconocido
por su anti peronismo a fines de los 60, produjo un impacto literario con su libro
dedicado al “ocio costumbrista” de los porteños en sus visitas a Mar del Plata. El
best seller de la época.
Designado delegado normalizador de su sindicato, en la sucesión de Amalio
Artó, Mansilla se afianzó en la conducción de la seccional local. Luego, mantuvo
duros enfrentamientos por su vida personal que lo alejaba de los obreros, priorizando
su enriquecimiento mediante dudosas maniobras especulativas en el seno de su
propia organización, hasta habiéndose ventilado su directa incumbencia en el
regenteamiento de un prostíbulo ubicado en la ciudad de Batán, ubicada a 110
kilómetros por la Ruta Provincial 88 que comunica el Partido de General Pueyrredón
con Necochea.
En el orden sindical, Mar del Plata, ciudad cabecera del mencionado Partido
bonaerense, estaba lejos de “una ciudad industrial”. De pronto, la Pesca, la
Construcción, el Comercio, los obreros Picapedreros y el Transporte daban cuenta
del rigor de la eterna lucha de los trabajadores, desde los albores del siglo XX por
mejoras salariales.
En cuestiones ideológicas, los participantes iniciales abrevaban en el
Socialismo juanbejustista local, el Partido Comunista, y también en el
acomodamiento ‘independientes’. Mar del Plata crecía con un notable impulso de la
Construcción. Cientos de albañiles iban en bicicletas a las obras en construcción.
Los trabajadores de la industria de la Pesca tendrían una sobresaliente representación
a partir del surgimiento de Abdul Saravia, como secretario general del sector.
El tercer referente en tener incidencia en la superestructura sindical local en
aquellos momentos resultará ser, Roberto Comaschi, quien vino a Mar del Plata a
jugar al fútbol en Talleres Fútbol Club del Puerto, equipo que ganó el ascenso en el
62. Llegó de la mano de su principal respaldo, el dirigente Diego Ibáñez, titular
nacional del Sindicato Unido Petroleros del Estado, marplatense y también
“sponsor” de Talleres en aquel equipo que integraron ‘glorias’ del club. El recuerdo
remite a los futboleros y a Galvarne, Zampatti, Sgró, Roberto Gonzalo, Ferreyra,
Ludmel Molina; Videla, Pepe Schneider, el talentoso tucumano Arnedo y Ponti,
“dream team” inolvidable. Comaschi se quedó a vivir e Ibañez lo hizo empleado del
SUPE. Roberto “6” de Quilmes Athletic Club 1951, 19 años, integrante del Juvenil
que ganó medalla de oro en los Juegos Panamericanos del ’51 Buenos Aires. En Mar
del Plata alcanzaría a convertirse en dirigente sindical.
La CNU de La Plata a “marpla” por el pasillo de la Regional
La CGT Regional, en tiempos de Roberto Comaschi –quien llegaría a ser el
último titular a la llegada de la dictadura genocida cívico militar eclesiástica– viró
hacia la veintena de abogados laboralistas emergentes de la temida Concentración
Nacional Universitaria, a partir del 74. Y a cuatro años (6/12/71) de haber sido sus
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cuadros parapoliciales actores centrales del asesinato de la estudiante Silvia Filler en
los claustros universitarios de la Facultad de Arquitectura.
En el medio, otros dos episodios resultaron trascendentes.
Por varios años hasta 1971, para la conmemoración del 17 de octubre la CNU
realizaría encuentros en la sede de la CGT de la calle Catamarca donde una masiva
concurrencia universitaria “derechosa” asistía para escuchar mensajes grabados por
el General Perón desde su exilio en España, a cuyo final se cantaba la Marcha Los
Muchachos Peronistas, dando por terminado el acto. El mencionado año, para el 23
de mayo, la juvenil derecha católica nacionalista, se concentrará en la sala del
Estadio Bristol, donde el profesor Disandro ofrecerá una charla, a la que asisten,
Rizzo, titular cegetista local, el referente universitario de la CNU Raúl Viglizzo, el
joven de la JP, Antonio Daguzán y como el broche de oro el secretario general
nacional de la CGT, José Ignacio Rucci quien se encontraba al frente de la central
obrera desde el año anterior y Jorge Paladino, delegado personal de Perón. Ambas
personalidades nacionales del justicialismo, se encontraban de visita en la ciudad
con motivo de la realización del Congreso Nacional de la UOM.
Un mes más tarde, Rucci volverá a Mar del Plata y reiterará sus apariciones
públicas junto a dirigentes de la CNU, cuya plana mayor sentía crecer en
posicionamientos hacia el interior del peronismo.
De la CNU a la Triple A: un ida y vuelta
A la muerte del general Juan Perón, con Isabel en el gobierno y José López
Rega “hombre fuerte”, la guerrilla urbana creció y paralelamente se instalaba como
Escuadrón de la Muerte, la sangrienta Triple A, Alianza Anticomunista Argentina.
Con “listas negras” y el raid de homicidios en medio del horror, a lo que la CNU
colaborará con sus archivos y armas de llevar en mano “celosamente” guardadas en
depósitos cegetistas de la sede la calle Catamarca, a metros del Estudio del Dr.
Centeno.
Mar del Plata vivió la etapa de la lucha armada con intensidad. Los abogados
que habían dado dimensión a la defensa de los activistas políticos con proceso
penales fueron “raleados” por el virtual copamiento del poder en dos ámbitos
decisivos: la CGT y la Universidad. En el 74 la CNU dominaba ambas y sumaba la
Justicia Federal.
En medio de aquellas turbulencias, el abogado laboralista más reconocido
entre los 60 y los 70 fue sin dudas el Dr. Norberto Centeno. Nacido en Corrientes, el
letrado siempre decía: “Primero fui peronista, luego abogado de los trabajadores. El
orden no es ocioso”.
Después de “la Libertadora”, ya radicado en Mar del Plata, el Dr. Centeno
“visitó” varias cárceles. Con el Plan CONINTES, tiempos de Arturo Frondizi –el
jurista que en 1974 redactaría el anteproyecto legislativo que fue el antecedente
principal del Régimen de Contrato de Trabajo. Ley 20.744–, había sido trasladado a
la cárcel de Ushuaia. Estuvo preso entre 1960 y 1963.
Comparte el pabellón de presos políticos sindicales, con Amalio Artó,
dirigente comunista de la Unión Obrera de la Construcción marplatense, quien había
sido elegido responsable del sector por los propios detenidos. También estarían los
doctores Carlos Evaristo Menéndez, y Dionisio Pereyra. Centeno le pide a Artó su
autorización para poder reclamar el ingreso al mismo espacio de Armando Nicolella
–vinculado al SUPE–, un nuevo detenido, motivo del cual se origina una discusión.
Para Artó, Nicolella “era un asesino ponebombas”, y para Centeno aquella
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apreciación resultaba una “gorilada”. La historia le dará la razón a Artó, y jamás
podrá disculparse. De permanente armas llevar –y usar– Nicolella, años después será
señalado en haber sido el marcador del secuestro de Centeno –ocurrido en el frente
de un café a dos cuadras de su estudio–, y décadas más tarde será el custodio del
empresario Yabrán. Hasta no hace muchos años atrás, mal trazado y prácticamente
sin dientes, frecuentaba el tradicional Café Manolo del centro marplatense.
En Mar del Plata, a partir de haber recuperado la libertad en el gobierno del
radical Arturo Illia, el Estudio Centeno se convirtió en un lugar de consulta de
cientos de trabajadores de distintos sindicatos. La fama adquirida por el abogado
laboralista lo transformó en una leyenda antes de su salvaje asesinato ocurrido en
julio del 77.
Con él creció otro abogado destacado, el doctor Jorge Candeloro. Antes de
graduarse, siendo estudiante de Derecho en la Universidad de La Plata, Candeloro
visitó a Centeno para decirle que quería colaborar en su Estudio.
“Primero obtenga el título de abogado –dijo Centeno– después venga a
verme” respondió. Candeloro recibido a los 26 años, en el 65, se presentó como
abogado y Centeno lo incorporó.
Cinco años más tarde Mar del Plata, según parte del periodismo dedicado a la
información gremial, reconocía que el Estudio Centeno-Candeloro tenía bajo su
órbita el 80 por ciento de los juicios laborales de “La Feliz”. Centeno, a su vez,
aparecía como representante de una decena de sindicatos influyentes en el escenario
de la CGT Regional.
La primera curiosidad, aparte de la diferencia de edad entre ambos –Centeno
le llevaba varios años a Candeloro–, se verificaba en lo ideológico: Centeno
peronista, “ortodoxo”, formado en la orientación “clásica” de “Conducción Política”
y “La Comunidad Organizada” de los albores de los ’50. Siendo estudiante de
Derecho, Candeloro se graduó en La Plata. tuvo orientación marxista, derivando en
el Partido Comunista hacia mediados de los ’60. Más tarde, pionero del Partido
Comunista Revolucionario de clara orientación “maóista” en 1968.
Candeloro integró la Asociación Gremial de Abogados. En el 71 defendía
presos políticos en transición del régimen militar. A la derrota interna del general
Juan Carlos Onganía –derrocado tras el “Cordobazo”, mayo 69– lo siguió el poco
conocido general Roberto Marcelo Levingston, destacado en Washington, cercano al
influyente general Alejandro Lanusse. Los “azules” de Onganía dejaba paso a los
“colorados” de Lanusse.
En la gremial de Abogados, abrevaron otros letrados enrolados en distintas
corrientes “de izquierda”. En lo que había sido Alianza Popular Revolucionaria de
Oscar Alende y más tarde Partido Intransigente, se sumaron en Mar del Plata los
abogados Armando “El Gogo” Armando Fertita; Raúl Begue, Juez Federal en el
retorno de la democracia en el 83; también un joven recién graduado, Eduardo
Andreotti Romanín; y con Jorge Candeloro, por el lado del PCR, llegaban Tomás
Fresneda, Hugo Alaís y Salvador Arestín.
Candeloro en medio de las nubes sangrientas, se radicó en Neuquén.
Andreotti Romanín en España. Los otros integrantes de la Gremial –la “izquierda”
combativa en los conflictos sindicales– vivieron el virtual desmantelamiento. Crecía
en la CGT la corriente de los abogados “del CNU” como se decía por entonces.
Además de Ernesto Piantoni; el Dr. Gustavo Demarchi, Fiscal Federal designado por
el gobierno e Isabel Perón en el 75. También los hermanos José Luis “Pepe” y
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Héctor Granel, Osvaldo Mairal, Roberto Coronel, entre los más reconocidos,
profesionales del Derecho Laboral.
La organización Montoneros perdió terreno a partir de la brutal represión con
intervención directa del Ejército. El mayor impacto de parte de la “guerrilla urbana”
lo produjo cuando en una acción planeada resultó asesinado el coronel Rafael Reyes,
jefe del GADA 601. Un mes antes del golpe militar, Reyes y la custodia, a hora
temprana, interceptados por dos autos, fueron baleados en un operativo que luego se
supo estuvo a cargo de Montoneros. La represión desatada produjo centenares de
allanamientos.
La tragedia mayor estaba cerca.
Tras llovido, mojado y con rayos eléctricos
“Cayó el gobierno de Isabel Perón”, titula en portada La Capital el 24 de
marzo de 1976. El golpe, cometido en plena madrugada, ha empujado la hora de
cierre hasta las 5 para incluir noticias ocurridas hasta las 3.21., cuando las radios
empiezan a difundir comunicados y marchas militares. La presidenta depuesta es
conducida a su sitio de reclusión en Neuquén y la Junta Militar pone en marcha su
maquinaria antes del amanecer.
El intendente socialista Luis Nuncio Fabrizio concurre por la mañana a su
despacho. Dos ex jefes comunales de su partido –Teodoro Bronzini y Jorge
Lombardo– lo acompañan solidariamente. Hasta las 9:30 Fabrizio sólo ha sido
entrevistado por un teniente que se presentó como encargado de la seguridad de la
Municipalidad abierta, pero casi inactiva porque el asueto decretado por la Junta
Militar no alcanza a la administración pública. En los accesos hay fuerzas militares
que permiten entrar a dos personas por vez luego de palparlas de armas. Algunos
concejales salen portando carpetas, apunta un periodista en su crónica.
El general de brigada Adolfo Sigward asume por la mañana la intervención
militar de la provincia y envía su “circular número 1” a los intendentes,
ordenándoles presentar la renuncia en 24 horas y permanecer en sus cargos
custodiando la documentación hasta que su situación sea resuelta. Fabrizio acata por
telegrama. En mayo será reemplazado por el capitán de Navío Carlos Menozzi,
antecesor de Mario Russak (1978-1981).
Los militares ocupan desde la madrugada LU6, LU9, Canal 8 y Canal 10, así
como todas las emisoras del país. Conectadas en cadena, sólo transmiten
comunicados y música durante todo el día, con una significativa excepción: la Junta
ordena abrir la señal para que el país pueda ver el partido amistoso de fútbol que la
Selección Argentina y la de Polonia disputan en Chorzow.
El diario del 25 de marzo describe el primer día del golpe como “una jornada
tranquila en la ciudad”. Y destaca la sorpresa de los desinformados que al salir de
sus casas encuentran ‘una discreta presencia de tropas’ que ‘los arrojó a la realidad’.
La actividad comercial se desarrolla “sin inconveniente alguno”, rezan las crónicas.
El transporte funciona con normalidad. “A hora temprana hubo algunos
guardapolvos blancos en las calles, pero pronto desaparecieron ante la comprobación
del asueto educacional”. Los empleados bancarios trabajan a puertas cerradas ya que
el feriado alcanza esa actividad al igual que a la bursátil y la cambiaria. Acatando
órdenes difundidas en sucesivos comunicados se suspenden las actividades que
signifiquen reunión de gente, incluyendo espectáculos, bailes, conferencias y hasta
un Magistral de Ajedrez que se disputa en el Hotel Provincial. Rige ya el estado de
sitio y la pena de muerte.
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La policía queda bajo control militar y todas las dependencias exhiben
excepcionales medidas de seguridad. Un cronista deja constancia del emplazamiento
de una pieza de artillería en el Cuartel de Bomberos de Salta casi Falucho, donde
además han cortado el tránsito. En 2014 el lugar fue señalizado como centro
clandestino de detención.
No menos abrumador es el operativo en torno a la Unidad Regional IV de
Gascón y Entre Ríos. Allí, en la mañana del 24 de marzo, constituye su despacho el
coronel Pedro Barda, jefe del GADA y de la subzona militar 15. Fallecerá en 2011,
cumpliendo prisión perpetua en su domicilio por delitos de lesa humanidad. La
mención de su apellido sigue prolongándose en los juicios en curso.
Algunas detenciones concretadas el primer día del golpe aparecen en el diario
en calidad de “averiguación de antecedentes”. Una de ellas es la del abogado
laboralista y asesor de la CGT Norberto Centeno, quien en julio del ’77 será
secuestrado y asesinado durante La Noche de las Corbatas.
También figura la del trabajador ferroviario Nicolás Candeloro que es
detenido por error. En realidad buscaban a su hijo, el abogado Jorge Candeloro,
luego secuestrado y desaparecido en aquella noche de tragedia La nómina de
detenidos que figura en el diario incluye a Osvaldo Demattei (secretario general de
los municipales), Antonio Daguzán (Foetra), Carlos Rohner (SOIP), Roberto
Comaschi y José Landín (CGT), Alejandro Escobedo (JSP), Oscar Intrieri (CdO) y
Pierino Di Toma (interventor del Partido Justicialista).
En la edición del sábado 27 trascienden datos concretos de una detención
clandestina. “Se procura establecer la situación de Amílcar González, secretario
general del Sindicato de Prensa local y de exterior de la Federación Argentina de
Prensa (FATPREN), detenido en la tarde del jueves en el Ministerio de Trabajo de
Luro al 3400, cuando se encontraba realizando un trámite. González fue llevado del
lugar por un grupo de personas fuertemente armadas que tripulaban un Fiat 125
celeste, un Fiat 1500 familiar y un Ford Falcon color crema”. Menciona, además, las
infructuosas gestiones realizadas por familiares y amigos para establecer su
paradero.
González –que también era periodista de La Capital y corresponsal de la
agencia Télam– es torturado casi hasta la muerte en centros clandestinos de
detención. Luego sufre prisión y finalmente el exilio hasta el retorno de la
democracia.
Como cruenta ironía, en la misma página donde figura su secuestro, hay un
comunicado del coronel Barda. Uno de sus párrafos reza: “Ante versiones
interesadas circundantes respecto a que grupos de personas vestidas de civil y
armadas en la ejecución de actos de secuestro contra personas diversas, serían
integrantes de las Fuerzas Armadas o Policías, esta Jefatura Militar aclara en forma
expresa y terminante que el personal a sus órdenes ejecuta actividades cuando
corresponde, identificadas con el uniforme que los identifica y prestigia”
Tiempo después, entre la tarde del 6 y la madrugada del 13 de julio de 1977,
tendrá lugar la mayor operación represora en tan corto tiempo a 16 meses de
instalada la dictadura militar. La ya mencionada Noche de las corbatas.
El nombre dado al suceso tuvo origen en que seis de los secuestrados ejercían
su profesión de abogados. Centeno, Fresneda, Arestín y Alaís, entre otros abogados
del foro marplatense. El último Candoloro, apresado en Neuquén junto a su esposa –
sobreviviente.
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Daniel Parcero y José Luis Ponsico son periodistas marplatenses ex redactores del
diario El Atlántico y La Capital, respectivamente, radicados desde años en CABA.
Ambos pertenecieron al Sindicato de Prensa marplatense. Ponsico dirigente entre
1972 y 1976, y Parcero haciéndose cargo de la reorganización del sindicato entre
1979 y 1983 a través de la Agrupación de Prensa Mariano Moreno. José Luis, ex
miembro del directorio de Télam y subdirector de Prensa del Senado De la HCS y
actual columnista de La Señal Medios. Daniel, exdirector de Prensa de bloques
políticos de la HCD y la HCS provinciales. Actual secretario general de la
Delegación Regional conurbano de los trabajadores de prensa y escritor
revisionista de la ATE y del movimiento obrero. Co-autores de La CGT Regional
Mar del Plata entre las olas y el viento de inminente aparición con el respaldo de la
Delegación Regional que conduce Miguel Gugliermotti.
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¿POR QUÉ NOS PASÓ EL MENEMISMO?
Bruno Beccia
La dirección del peronismo gobernante en la actualidad camina no sin
dificultades sobre sus verdades históricas y sus valores tradicionales, pero esto no
siempre ha sido así. Durante los recordados años noventa el movimiento adquirió un
rostro que nunca había tenido: en pleno auge del neoliberalismo, las ideas del
Consenso de Washington y del “fin de la historia” hicieron mella en la doctrina y
usurparon el espacio político.
¿A partir de qué estrategias sucedió semejante transformación? ¿Qué
proyecto de poder logró filtrar esas ideas y hacerlas socialmente potables a lo largo
de tantos años? ¿Cómo se sostuvo ese plan a pesar de las resistencias internas y
externas? Estas son solo algunas incógnitas que intentaremos dilucidar a
continuación.
Para entender el proyecto de poder de la segunda década infame –como la
bautizó a posteriori Néstor Kirchner– es necesario diagramar de forma teórica seis
plataformas de construcción política sobre las que se erigió el modelo menemista
durante aquellos tumultuosos años, que dieron cierre al siglo XX.
En primer lugar, hubo una virtuosa y oportuna inserción a un clima de época,
tanto global como regional. La caída del muro de Berlín fue el hecho paradigmático
que concluyó un proceso de transformación que había comenzado en los setenta, se
profundizó en los ochenta y que debía consolidarse en los noventa, para siempre. El
fin del mundo bipolar dejaba el camino libre al capitalismo que, en ausencia de
competencia y cuestionamientos, iría a fondo en su voluntad hegemónica. Esta
situación ventajosa y de falta de límites del modelo triunfante suponía la “muerte de
las ideologías” y, por lo tanto, de la política. La muerte de la política alfombraba la
senda de un capitalismo desenfrenado, que abandonaría su matriz productivista por
su cara financiera, fortalecida como nunca antes. Con el capital globalizado
actuando a sus anchas, sin contrapesos ni vigilancia, se desdibujaba la posición
antagónica ocupada durante décadas por la perspectiva socialista clásica, de aquel
mundo bicéfalo de guerra fría. Así pues, el contraste con el enemigo comenzó a
realizarse de modo más eficiente porque del otro lado del globo acababa de estallar
esa mirada alternativa, diluida por los dogmatismos y los errores que rigieron al
marxismo desde 1917. Francis Fukuyama y la Escuela de Chicago tuvieron en
Argentina a muchos de sus mejores alumnos, que lograron filtrar en un movimiento
de masas, nacional y popular los ideales que toda la vida sostuvieron sus principales
detractores y que ahora, en la puerta de entrada del siglo XXI, se constituirían como
aquel organismo patógeno al que se refería el general Perón cuando apuntaba a los
traidores del peronismo. Pero ahora sin generar los prometidos anticuerpos.
El usufructo de la debacle del gobierno radical fue la segunda plataforma
discursiva que posibilitó el diseño de una épica ideal, la de la salida de la crisis. Pero
esta salida no se focalizaría en los defectos de sus antecesores políticos o en la
remanida cultura de la grieta de la cual se abusó durante el macrismo. El eje
polémico, la dimensión contrastante del discurso menemista se basaría en el Estado
prebendario, decadente tras décadas de abandono y autodestrucción, situándolo
como el perfecto antihéroe. Este sería el ejemplo justo desde el cual construir a
contramano de lo público. La deconstrucción de aquel Estado fue la piedra basal de
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la reforma, las privatizaciones y la extranjerización de todo lo que aún seguía en sus
manos. Esa decadencia estatal heredada –con el caso paradigmático de los teléfonos
de ENTel– debía mostrarse como el obsoleto resabio del socialismo vernáculo,
enfrentado al victorioso ejemplo del primer mundo capitalista, en la cresta de la ola,
insuperable, omnipresente. La tarea era presentar la estatalidad como rémora de un
pasado que no merece ser recordado. Esa idea fue exitosa.
Pero ningún modelo se sostiene solo en base a promesas, discursos
polemizantes o viejas antinomias. Menos aún, uno formado y pensado por
peronistas. El consumo es la plataforma más concreta y tangible de esta lista. De
hecho, el crecimiento económico de los primeros años y una estabilidad cambiaria
extrañamente extensa en nuestro país eran una carnada demasiado atractiva para
despreciarla. Parecía aún más deliciosa acompañada de perfume francés, autos
alemanes, aspiradoras japonesas y una coqueta piel de visón para abrigarse en
invierno. Un valor reivindicado por el peronismo desde 1945 volvía a ser central en
la estrategia de comunicación del menemismo, aunque ahora desprovisto de su
identidad nacional y enmascarado tras una falsa ilusión de accesibilidad para toda la
población. Por su parte, el plan de convertibilidad logró un efecto inédito en la
historia argentina hasta ese momento: tendió un puente, una conexión de intereses
entre la burguesía y los sectores del trabajo, que se sintieron partes fundantes de la
misma fiesta, al menos durante un rato. El uno a uno, que desembocaría en la crisis
de 2001, era la medida necesaria para equiparar en los papeles el interés nacional
con el progreso mundial, que tenía al dólar como la divisa todopoderosa, frente a
nuestro zigzagueante peso.
Maquiavelo decía que la verdadera política era la geopolítica. El menemato
ubicó en el centro de su agenda la relación con el mundo. Si el gobierno se deshacía
en elogios hacia el curso del “tren de la historia”, tenía que ganarse a sus máximos
representantes. Durante los años noventa, el eje de la política internacional fue un
capital valiosísimo para legitimar fronteras afuera un neoliberalismo que resultaría
sobreactuado y exagerado, incluso para esos promotores globales. Por medio de la
legitimación simbólica y del apoyo explícito de los centros del poder financiero
mundial, Menem desarrollaba hacía adentro un modelo económico dependiente, a la
medida de los teóricos de la peor ortodoxia, y exhibía una suerte de fetichismo proyanqui con algunas características desopilantes, relaciones carnales de por medio. La
atadura ideológica con el liberalismo de la generación del 80 era evidente, tanto en
su matriz entreguista como en su necesidad de escribir la historia a su modo. Si los
viejos liberales quisieron suprimir la barbarie representada por los indígenas, los
negros y los plebeyos, erigiendo a la inmigración blanca como capital civilizatorio,
los neoliberales hallaron su barbarie en la estatalidad y su civilización, en la mano
invisible del mercado.
Para llevar adelante el plan económico se necesitaba hacer más digerible ese
reformismo permanente y sus consecuencias sociales trágicas y crecientes, más
visibles en los márgenes de las grandes ciudades. La ejecución de una política de la
antipolítica fue una plataforma de construcción de poder más exitosa que el plan de
reforma mismo. La banalización, la farandulización y la degradación de la política
como se la conocía hasta entonces, alcanzó ribetes inesperados. En pos de ocultar o
justificar las inequidades, el darwinismo social y a los olvidados del sistema, se
exploraron caminos argumentales que tendían a quitar al sistema político de la
escena principal, o al menos disfrazarlo de algo bien distinto. Nunca antes, la casa de
gobierno ocupó tantas veces las tapas de las revistas del corazón, ni los políticos
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colmaron las páginas de la sección de espectáculos. Romances, traiciones e
intimidades de funcionarios, auspiciados por un enorme dispositivo mediático que
mediante nuevas programaciones vomitivas, discriminadoras y violentas,
constituyeron una vacuna al espíritu crítico de la sociedad, un mecanismo de
distracción que desviaba la mirada de los nuevos y de los viejos problemas reales.
Como siempre cuando se ejecutan estos planes de exclusión, el gobierno no es el
único culpable. El menemato contó con una prensa que se volvió crítica solo cuando
fue imposible ignorar los efectos del modelo, una Corte Suprema adicta en el marco
de un poder judicial tan malo como el actual, pero con Punto Final y Obediencia
Debida, y un apoyo abierto y explícito de los poderes fácticos que fueron,
obviamente, coherentes con su historia.
La última plataforma discursiva del menemismo en esta humilde
construcción teórica es la construcción de la imagen presidencial. Necesidad vital en
un país presidencialista a ultranza, y más aún en la tradición simbólica del Partido
Justicialista. Carlos Saúl Menem fue todo un producto político: su imagen, sus
formas, su sonrisa, nada fue improvisado. Fue el primer ejemplo de un producto de
marketing invadiendo los territorios tradicionalmente políticos, espacios que al
menos simulaban una seriedad de origen, un modo de actuar con recato y
solemnidad. Dialoguista, comprador, seductor y siempre abierto. Mujeriego,
ganador, caudillo, transformador disruptivo y rebelde. Todas características
alentadas por sus seguidores y explotadas por Menem y su círculo de poder más
íntimo. Se nutría de las críticas, se reía y las usaba para su beneficio. Forjó una
dinámica de gestión única y suya, gozaba del poder como nadie. Fue un hedonista
con todas las letras que de nada se privó ni se interesó por tapar o disimular. Sus
subestimadas virtudes en el plano del liderazgo, la trayectoria y el manejo de los
hilos del poder, lo consagraron como un animal político, alguien que no podrá
prescindir de la labor política hasta el último día de su vida. “El turco” representó a
su modo el paroxismo de la flexibilidad del movimiento peronista, no sin
resquebrajar varias verdades doctrinarias. Su gestión borró de cuajo la
independencia económica, la soberanía política y la justicia social, volviéndose una
pesada mochila que los peronistas debemos aguantar, aunque nos pese o nos dé
vergüenza. Él añadió todas las cualidades del liderazgo peronista a un programa de
gobierno liberal que nunca se había podido aplicar en democracia y que fue la
secuela del plan de Martínez de Hoz, pero con más legitimidad popular. Menem fue
un Macri Champions League. Fue el caballo de Troya del peronismo de esos años:
en campaña acogió la revolución productiva, y en gestión, el Consenso de
Washington. La modernización, la innovación y la inserción al mundo fueron solo
eufemismos que solidificaron un relato creíble y duradero, irreversible en sus efectos
e inolvidable en la memoria histórica de todos los argentinos. Menem lo hizo, y lo
hizo muy bien.
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POESÍA, PRENSA Y POLÍTICA EN LA PRIMERA
RESISTENCIA PERONISTA
Julio Melon Pirro y Darío Pulfer
La relación entre poesía y política en el peronismo, suficientemente
documentado para el primer peronismo (Monti, 1954; Soler Cañas, 1966; Chávez y
Venturini, 1997), ha sido visitada recientemente en aproximaciones que se
propusieron mostrar la relación viva entre política y poesía (Santiago, 2010), la
recuperación de los “poetas depuestos” (Minore, 2011), la reconstrucción de
espacios de referencia mítica (Pulfer y Regolo, 2019) o la trayectoria de revistas
significativas (Hernaiz y Cousido, 2016).
Escaso tratamiento ha recibido el fenómeno de la producción poética en el
contexto de la “primera resistencia peronista”,36 un recurso que encontró
posibilidades de expresión en una prensa generalmente rudimentaria y
frecuentemente clandestina.
Estos materiales no resultan de fácil acceso. Publicados en medios
semiclandestinos que no llegaron a los repositorios públicos, muchos de los textos
fueron anónimos y pocos son los autores que han incluido esa producción en sus
“antologías” u obras. Aunque en algunos casos puede haber pesado algún prurito
relacionado a la calidad de piezas concebidas en la urgencia de la comunicación
política, hay indicios de que en el silencio guardado respecto a ese período haya
influido la necesidad de superar una situación traumática o de contribuir de ese
modo, a la pacificación de los espíritus.
Respecto de la literatura “política” del periodo, se ha privilegiado la obra
canónica, Operación Masacre, de Rodolfo H. Walsh, que denunció y reconstruyó
los episodios trágicos de los fusilamientos, cuyos relatos comenzaron en hojas de
periódicos disconformes con el rumbo del gobierno militar. La importancia de esa
obra y lo magnífico del heroísmo civil, así como del proceso de investigación y
develación progresivo fue dejando en la sombra o lateralizando acontecimientos,
situaciones y personas, así como el ars poética que percibió, primero que nadie, la
magnitud de la tragedia que se cernía sobre el país tras los acontecimientos de junio
del año 1956. La poesía no se concentró con exclusividad en esos acontecimientos,
sino que recorrió hechos (17 de octubre, 16 de junio) y personas (Evita, Perón,
Passaponti) del pasado peronista trayéndolos al presente como modo de ejercicio de
la memoria, como afirmación identitaria y estrategia de lucha y resistencia frente a
los denodados intentos de suprimir ese fenómeno de la historia y realidad del país.
La tarea de reconstrucción de esa producción dispersa resulta compleja para
el historiador, ya que la tarea de búsqueda resulta doble: encontrar el material e
identificar ese tipo de producción particular.
Algunos de los poemas fueron más citados en la tradición oral del peronismo
que publicados, datados y relacionados con sus autores, mientras que otros quedaron
en el olvido.
Presentaremos de manera somera la información de la que contamos sobre
los medios de prensa en la que esa poesía salió directamente a la luz y los casos que,
36
Período comprendido entre el 16 de septiembre de 1955 y la toma del Frigorífico Lisandro de
la Torre en enero de 1959.
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publicados en formato libro, fueron referidos en periódicos. Trataremos de
reconstruir información básica sobre la trayectoria de los autores, de reproducir
algunas de estas piezas y de arribar a una categorización teniendo en cuenta sus
contenidos.
Como sabemos, la “Revolución Libertadora” introdujo cortapisas políticas y
cercenamientos de lenguaje tales que proliferaron los eufemismos. Tanto el gobierno
militar como sus nutridos apoyos civiles, y, en particular la prensa de la época, se
esmeraron en respetar los cánones del célebre decreto 416137 que indujeron a hablar
de “la pasada dictadura”, “el tirano prófugo”, “el partido gobernante hasta 1955”
etc., y a esquivar incluso referencias simbólicas que habían quedado
inequívocamente asociadas al peronismo. Alejandro Olmos, director de Palabra
Argentina, protestaba en mayo de 1956 por la prohibición del uso de palabras y
conceptos: “¿qué vocablos se pueden utilizar en su reemplazo? Si ‘Justicia Social’ fue
una denominación utilizada en extremo por el régimen anterior, ¿queda prohibida su
utilización de acuerdo con el decreto? ‘Independencia económica y soberanía política’,
¿también están prohibidas?” (Palabra Argentina, 5, 10-5-1956: 1). La observación,
interesada en garantizar un espacio de expresión para la sobrevivencia del medio, no
dejaba de dar cuenta de que radicales y socialistas utilizaban profusamente aquellas
‘expresiones significativas’ del peronismo...
Haciendo uso de uno de los eufemismos en boga el escritor Leopoldo
Marechal (1970: 55), por entonces sumido en un ostracismo impuesto por las
circunstancias, evocó tiempo después que “desde 1955, no sólo tuvo nuestro país al
Gobernante Depuesto, sino también al Médico Depuesto, al Profesor Depuesto, al
Militar Depuesto, al Cura Depuesto y (tal es mi caso) el Poeta Depuesto”.
Las poetisas depuestas
Desde la cárcel de Santiago de Chile, John William Cooke, el duro e
intransigente luchador de esa primera resistencia le escribe al líder exiliado del
peronismo: “En septiembre de 1955, María Granata y Alicia Eguren escribieron un
poema cada una, que yo hice imprimir y fueron más efectivos que muchos volantes
como armas de lucha contra el gobierno de Lonardi. Los repartimos en las fábricas y
la gente tenía desesperación por hacerse de un ejemplar de esos volantes”.38
No conocemos el contenido de esas hojas volanteras. Sabemos que María
Granata había participado de la Peña de Eva Perón y comprometido su pluma en
defensa del peronismo en un importante número de publicaciones de la
Subsecretaría de Prensa y Difusión (Pulfer, 2018a) y que Alicia Eguren había
publicado dos libros de poesía bajo el primer peronismo y se había desempeñado
como docente de literatura en La Plata y Rosario. Una y otra habían echado versos
comprometidos con el movimiento en el gobierno. Sumada llama de María Granata
después de ser leído y publicado en la Peña de Eva Perón fue reproducido en Mundo
Peronista y La Prensa. Poema a los cabecitas negras de Alicia Eguren fue incluido
en la obra Talud descuajado, publicada por Sexto Continente (Eguren, 1951).
37
Desde el 5 de marzo de 1956 hasta el 18 de noviembre de 1964, con la excepción parcial de
buena parte del gobierno de Frondizi estuvo vigente el decreto ley 4161, que inhibía la
utilización de los nombres propios de Juan y Eva Perón y cualquier mención que pudiera
asociarse al peronismo. Ver Scoufalos (2005).
38
Carta de Cooke a Perón. 29 de abril de 1957.
203
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El polemista depuesto
En el tiempo rememorado por Cooke en su misiva a Perón, aparece en
Buenos Aires, El 45, tras las limitaciones que sufre la publicación de notas críticas al
gobierno militar y a la política económica implementada por Raúl Prebisch. Dirigido
por Jauretche quien recupera su antiguo alias de Julián Barrientos, el poeta del Paso
de los Libres, celebrado por Borges en los años treinta.
En esa publicación van a ser publicados por vez primera los versos de
Nomeolvides, atribuida a Jauretche (Soler Cañas, 1966: 365).
En la segunda época del mismo medio, ahora publicado clandestinamente
desde Montevideo, Jauretche (1974: 131) escribe en recuerdo de los detenidos en el
reabierto penal de Ushuaia:
De cara al viento sur, frente a los hielos
la noche va cayendo larga, larga…
Es la noche polar; es la de Ushuaia
Soledades del hielo y las estrellas
Y de la negra cárcel clausurada.
¡Silencio de los largos corredores
y en el silencio diecisiete almas!
El agua que se filtra va cayendo
y en estalactitas queda helada.
Y hay un alma sola en cada celda
con la soledad del agua helada,
y está cada celda con su alma
en la noche polar amurallada.
Solas, solas, diecisiete almas,
sin siquiera un diálogo de almas,
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y el frío sube, sube, sube
hasta los mismos tuétanos del alma.
Solo la Cruz del Sur, tiene piedad;
sólo la Cruz del Sur, allá tan alta…
Pero todas las noches la miramos,
en la oración por las diecisiete almas,
que están como la Cruz del Sur
sobre los cielos todos de la Patria.
Por los miles de presos, los hermanos
en pontones, en cárceles y campos;
por la libertad que ellos nos gritan
y que sólo nosotros practicamos;
la libertad de ser nosotros mismos,
¡Nosotros!... ¡Descamisados!
La inmensa multitud que se redime
en su propio dolor de sus pecados,
que tiene asco de vosotros: ¡Santos
con el libro y el látigo en la mano;
soberbios al pecado de los nuestros
y al pecado extranjero arrodillados!
¡Oremos hermanos!
por aquellos diecisiete hermanos,
diecisiete hombres con virtudes,
diecisiete hombres con pecados,
por este pueblo nuestro
bajo la Cruz del Sur crucificado;
por nuestras virtudes
y nuestros pecados,
y después sigamos
como todos los días, avanzando
paso a paso.
Inexorablemente. Paso a paso
Hasta el mar extranjero que los trajo:
¡Traidores sucios y venales Santos!
Una de las manifestaciones de la naciente “izquierda nacional”, el periodico
Lucha Obrera, órgano del PS-RN, acompañante del peronismo en desgracia y poco
afin a la publicacion de este tipo de expresiones, incluye de todos modos, al
cumplirse diez años de su muerte, la recuperación de unos versos de Alberto
Ghiraldo, así como los de alguien que escribe con el seudónimo de “Trigemino”:
¡Apretate el cinturón!
Cambian los tiempos pal pobre
con esta nueva junción.
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Ára qie aura no le sobre
Ni siquiera un triste cobre
Vino la Regolución.
Contra la gente de “abajo”
Prebisch, el “mago” entregón,
Maneja “con gran trabajo”
cantidades a destajo
¡apretate el cinturón!
¡Otros los tiempos pasados
con un criollo en el timón!
Aura nos han “avanzado”
Los que están subvecionados
Por Chicago y Albión.39
El legislador depuesto
Un exlegislador, prófugo, el sanjuanino Miguel B. Tejada (Pulfer, 2017), que
para ese tiempo usa como alias Salvador Moreno (por el lugar de residencia que
debe adoptar), escribe Captura recomendada. Tejada (1973), cuyos versos suaves y
edulcorados habían llevado a que una edición de Mundo Peronista lo destacara
como “poeta de la Nueva Argentina”, cambia radicalmente los contenidos de su
poesía.
No sólo yo, todos, todos
con el Estado de Sitio,
estamos bajo la orden
del Poder Ejecutivo.
Monstruo de acero y de espuma,
el Poder Ejecutivo:
cabeza de General,
patas de bicho marino.
Tiene de fuego el aliento
y afilados los colmillos;
contra el pueblo amedrentado
está lanzando gruñidos.
Dice que vino a salvarlo,
que a “libertarlo” ha venido;
y está levantando rejas
y construyendo presidios
Agua se le hace la boca
y espuma larga el colmillo;
quiere morder en la carne
del pueblo despavorido.
Trigemino: “¡Apretate el cinturón!”, en Lucha Obrera, 15-12-1955. Elías Castelnuovo,
amante de la ciencia médica y dado a usar nombres técnicos de ese campo, podría ser el autor de
estos versos.
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
Para saciar sus enojos
y cumplir sus compromisos,
está firmando decretos
con la espada de su cinto.
Captura recomendada,
la tengo yo y mis amigos,
es decir, muchos millones
de argentinos…
Las cárceles están llenas,
ya desbordan los presidios;
poniendo esposas y grillos.
La “’libertad’ ha triunfado”
y tiene su nuevo estilo.
“Es pecado ser del pueblo,
delito ser argentino…”.
Dos cosas que lo enfurecen
al Poder Ejecutivo.
Tejada (1973) escribe otros poemas para ser leídos en el seno de las familias
peronistas. Uno es Coplas del tiempo de revancha.
Diez años juntaron bronca,
diez años juntaron rabia,
políticos en el sótano
y militares en babia.
Los políticos sin votos
en la puerta del cuartel
quieren ver al General
o hablar con el Coronel.
(No se meta, si no sabe,
no les oiga, mi sargento;
los viejos politiqueros,
me le están haciendo el cuento…).
Juegan con lindas palabras
y con discursos floridos,
los viejos politiqueros
que no se dan por vencidos.
Una Junta Consultiva
y una Junta Militar;
y todas las juntas juntas
contra el ansia popular.
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Revista Movimiento – N° 23 – Julio 2020
Muchas gentes de uniforme
salieron a hacer la guerra;
y consiguieron ascensos
luchando contra su tierra.
Marinos y policías,
gendarmes con su fusil,
y por si esto fuera poco,
anda el “comando civil”.
Capitanes de navío
y armas de todo calibre
más doscientos socialistas
eso es gremialismo libre…
Se vinieron los gorilas,
de la selva se vinieron.
Con garrotes y pistolas
contra todo arremetieron.
En una casa muy linda,
llamada Casa Rosada,
ahora tienen otro nombre,
es la Casa Ensangrentada.
Cogorno, Valle, Ibaceta,
Cortinez, Os, Irigoyen,
más allá de los fusiles
están vivos y nos oyen
Los políticos aplauden,
la prensa aplaude también
y hasta el señor Arzobispo
parece que dijo, “amén”.
“Que les sirva de escarmiento”,
susurran al fusilar
y entonces dice De Andrea:
“es un gobierno ejemplar”.
Y lo mismo dice Ghioldi,
el profesor sin creencia:
“Se acabó con esa gente
la leche de la clemencia”.
El pueblo lucha y luchando
no da tregua ni la pide;
y sobre su pecho ha puesto
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una flor de Nomeolvides.
Nomeolvides, nomeolvides,
que jamás te olvidaré;
en los muros y en mi pecho,
Juan Perón escribiré.
Métanle carbón y tiza,
métanle tiza y carbón;
La verdad está en los muros
y la fe en el corazón.
También este otro titulado Millones de cabecitas (Tejada, 1973):
Millones de “cabecitas”
van tristes por los caminos
de la patria…andan sin patria
por los campos argentinos.
Ayer cantaban…El cielo
y la tierra eran su herencia,
libres sus voces se alzaban
cantando la Independencia.
Sus trinos eran de gloria,
sus vuelos de libertad;
y desde el norte hasta el sur,
“canto de noble igualdad”.
La alegría de la tierra
afloraba en sus canciones:
millones de “cabecitas”
unían sus corazones…
Mas, llegó la extranjería
volcando sobre las playas
sus tropas de desembarco,
con bombas y con metralla.
Fusiles, fusilería,
muertes a diestra y siniestra…
“No ahorren sangre de gauchos
ni de ‘cabecitas negras’”.
Consigna del unitario
cada vez que hace la guerra:
“La sangre criolla sirve
sólo de abono a la tierra…”.
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Millones de “cabecitas”
andan tristes, cabizbajos;
ya no es de ellos la alegría
ni el fruto de su trabajo.
Los quieren hacer colonia,
(pájaros tristes, cautivos)
y que un virrey administre
la sangre de los nativos…
Les quieren cortar las alas
y castrar los sentimientos;
negociarlos como esclavos
y cobrar tanto por ciento.
Millones de cabecitas
andan tristes, perseguidos
cazadores de cabezas
los siguen por los caminos.
Cazadores con las armas
y el uniforme argentino…
¡Es un viento de locura
que andan tronchando destinos!
El sindicalista depuesto
Nicanor García Rodríguez dejó la escuela para dedicarse al trabajo en el
campo. Luego pasa a la ciudad de Mar del Plata y se desempeña como obrero de la
construcción en la obra del Casino de esa ciudad. En el año 1947 es electo como
Secretario General de la Unión Obreros de la Construcción. A principios de la
década del cincuenta había entregado en mano a Perón un trabajo poético en la saga
hernandiana, confeccionado con un amigo, Alcides Atilio Cano, que actuó como
ilustrador de los versos (Garcan, 1952). En el año 1955 es destituido de su puesto en
el sindicato. En ese contexto nace el poema Volvieron los caranchos
Salieron los caranchos de su vieja guarida
con la garra extendida sobre el patrio solar,
exóticos vestigios de cruel apatricida
que en vuelo tenebroso los vemos retornar…
Agüaitan ya la presa que devoran sus ojos,
meditan tendenciosos dispuestos a saciar
el hambre de sus vicios a costas del despojo
que al noble soberano sin duda han de cobrar…
Marcaron ya el retorno con su vulgar graznido
disonante y temido agorero del mal,
tan ruin como bastardo será su cometido
exento del más mínimo sentido fraternal…
Rastrean con las uñas buscando el privilegio,
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son hijos del desprecio por eso nunca oirán
la voz de la conciencia, menos al soberano;
objetivos mundanos no cristalizarán.
Son aves de rapiña de constante acechanza,
en pos de la revancha supieron esperar
que el cóndor de los Andes, indómita esperanza,
trepara hacia la cumbre en un gesto sin par
desistiendo a la lucha sangrienta y fratricida,
sacrificando vidas no quiso ser titán,
prefirió el sacrificio a gloria sin altura;
los caranchos al cóndor jamás alcanzarán.
La vuelta del General
Lucha el noble soberano
en ardua y fiera jornada
reeditando la patriada
del Cóndor Americano.
Lucha inerme desde el llano
contra el extraño rival
con la fe de su ideal
que no muere ni es vencido,
porque el Pueblo ha decidido
la vuelta del General.
No canta más el arado
en la entraña de la tierra
porque el suelo es ultrajado.
Como acudiendo a un llamado
se detiene el manantial,
se hace el grito acción virtual
de los muchos que han caído,
porque el pueblo ha decidido
la vuelta del General.
Corre veloz el pampero,
salta montes y quebradas
arriando mil clarinadas
por el patrio derrotero.
Grita presente el guerrero
desde su bronce inmortal
en esta hora fatal
del poder embravecido,
porque el Pueblo ha decidido
la vuelta del General.
Dios bendiga a los caídos
en tan generoso empeño,
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que tengan paz en su sueño
héroes del deber cumplido.
Luchará sin ser vencido
este Pueblo colosal,
con su Jefa Espiritual
que su acción ha presidido,
hasta que haya conseguido
la vuelta del General.
su sentencia despiadada
con la garra ensangrentada
que hunde en el Pueblo Argentino.
Monta el chasqui del destino
el patriótico bagual
y hace su marcha triunfal
por el deber contraído,
porque el Pueblo ha decidido
la vuelta del General.
Surge un poder de ultratumba
que por su gloria no teme,
es la voz de Martín Güemes
que surge desde la tumba
y en el espacio retumba
con acento de metal
con que a la patria ha servido,
porque el Pueblo ha decidido
la vuelta del General.
En histórico tropel
de la gaucha montonera
retumba en la cordillera
gloria del viejo laurel,
y el celo de Juan Manuel
en acción inmaterial
es temido vendaval
que hasta el Plata ha sacudido,
porque el Pueblo ha decidido
la vuelta del General.
Nicanor García Rodríguez
El poeta depuesto y los fusilamientos
Con el derrocamiento de Perón, Leopoldo Marechal, director de educación
superior y artística del Ministerio de Educación de la Nación, presenta su renuncia al
Dr. Atilio Dell’ Oro Maini y comienza los largos trámites para su jubilación. Cesa la
publicación de sus poemas en periódicos, la edición de libros y, como otros, entra en
un forzado ostrascismo. “Casi desde ‘mi caída’, empecé a sentir el gran vacío que se
fabricaba en torno de mí: rostros amigos me negaron el saludo en la calle, se me
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cerraron todas las puertas vitales y literarias, en una especie de ‘muerte civil’ o
asesinato colectivo. Entonces Elbia y yo tomamos una decisión tan heroica como
alegre: encerrarnos en nuestra casa y practica un ‘robinsonismo’ amoroso, literario y
metafísico” (Andres, 1990: 50).
Aunque pronto la historia llama a sus puertas, el resultado no es sino una
decepción que tendrá consecuencias políticas y literarias marcadas por la tragedia
nacional. Elbia, su compañera, lo ha contado: “a fines de mayo y principios de junio
de 1956, se realizaron en nuestra casa las últimas reuniones de la conspiración
Valle-Tanco, fracasada, en la cual muchos de aquellos queridos compañeros fueron
fusilados, entre ellos nuestro inolvidable amigo Juan José Valle. Pocos días antes, el
General Juan José Valle y Leopoldo habían redactado el manifiesto patriótico,
magnífico, destinado al ‘Pueblo de la Patria’”. A causa del impacto emocional, la
poetisa cae en cama con una parálisis de brazos y piernas que la postran por un año y
medio (Rosbaco Marechal, 1973: 49-50).
Quien hasta poco antes del derrumbe del gobierno peronista brindaba charlas
radiofónicas sobre El simbolismo del Martín Fierro, quien había cantado Al 17 de
octubre (Monti, 1954: 107) y en 1951 había llegado con Antígona Vélez al Teatro
Cervantes, quien se había enrolado en la lucha electoral del año 1946 con el carnet
número 47 del Comando pro-candidatura de Juan Perón y una década después
estuviera tan cercano a la insurrección, se encierra en el departamento de Rivadavia
desde donde había escuchado los rumorosos llamados de la calle en 1945. Enmudece
ante los fusilamientos que marcan su ánimo por mucho tiempo.40
Distinta es la reacción de otro exlegislador, éste encarcelado, quien escribe El
presidente duerme. Se trata de la pluma de un crítico que en el diario Democracia
firmaba como Belgo y que por entonces se iniciaba en los estudios del lunfardo: José
Gobello.
La noche yace muda como un ajusticiado,
Más allá del silencio nuevos silencios crecen,
Cien pupilas recelan las sombras de la sombra,
Velan las bayonetas y el presidente duerme.
Muchachos ateridos desbrozan la maleza
Para que sea más duro el lecho de la muerte...
En sábanas de hilo, con piyama de seda
El presidente duerme.
La luna se ha escondido de frío o desvergüenza,
Ya sobre los gatillos los dedos se estremecen,
Una esperanza absurda se aferra a los teléfonos,
Y el presidente duerme.
El llanto se desata frente a las altas botas.
–Calle mujer, no sea que el llanto lo despierte.
–Sólo vengo a pedirle la vida de mi esposo.
–El presidente duerme
40
Esos duros años serán volcados por Marechal en la obra Megafón o la guerra (1970).
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Reflectores desgarran el seno de la noche,
El terraplén se apresta a sostener la muerte,
El pueblo se desvela de angustia y de impotencia.
Y el presidente duerme.
De cara hacia la noche sin límites del campo,
Las manos a la espalda, se yerguen los valientes,
Los laureles se asombran en las selvas lejanas
Y el presidente duerme.
Tras de las bocas mudas laten hondos clamores...
–¡Cumplan con su deber y que ninguno tiemble
de frío ni de miedo!
En una alcoba tibia
El presidente duerme.
–¡Viva la patria! Y luego los dedos temblorosos,
Un sargento que llora, soldados que obedecen,
Veinticuatro balazos horadando el silencio...
Y el presidente duerme.
Acres rosas de sangre florecen en los pechos,
el rocío mitigó las heridas aleves,
Seis hombres caen de bruces sobre la tierra helada
Y el presidente duerme.
¡Silencio! ¡Que ninguno levante una protesta!
¡Que cese todo llanto! ¡Que nadie se lamente!
Un silencio compacto se adueñó de la noche.
Y el presidente duerme.
¡Oh, callan, callan todos! Callan los camaradas...
Callan los estadistas, los prelados, los jueces...
El Pueblo ensangrentado se tragó las palabras
Y el presidente duerme.
El Pueblo yace mudo como un ajusticiado,
Pero, bajo el silencio, nuevos rencores crecen.
Hay ojos desvelados que acechan en la sombra
Y el presidente duerme.
El exfuncionario del área cultural y poeta Castiñeira de Dios (1982) escribe,
entre los días 11 y 12 de junio, las letras del poema Al fusilador del General Valle,
después de haber acercado elementos para la proclama del levantamiento junto a
Enrique Olmedo y haber participado de la intentona revolucionaria:
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Funesto urutaú, viciosa hiena,
insaciable chacal, serpiente oscura,
por ti mi Patria es toda sepultura,
cárcel, lágrimas, llanto, furia y pena.
¿Cómo parió mi pueblo esta condena
esta bestia de oscura encarnadura?
¿Cómo nació del pueblo y su hermosura
este aborto del asco y la gangrena?
Cruel asesino de mi pueblo, frío
asesino de todo el pueblo mío,
tarde o temprano llegara tu hora.
Sabrás entonces, lobizón oscuro,
que el pueblo nunca olvida, te lo juro
sobre estos muertos que mi pueblo llora.
Fermín Chávez, poeta participante de la Peña de Eva Perón, autor de Como
una antigua queja, antólogo y hasta ese momento animador de empresas editoriales
como Las Estaciones y la oficial Poesía Argentina, se vuelca al periodismo y al
ensayo histórico sin dejar de escribir poemas con “intención”. De los versos
lugareños transita hacia la denuncia:
Primera dedicatoria
A Juan Carlos Livraga, a Miguel Ángel Giunta,
A Norberto Gavino dedico estas canciones.
A Diaz, Benavídez, Dichiano y Juan C. Torres
Dedico estas palabras de pálida hermosura.
A los sobrevivientes cuya faz no conozco
Les mando, conmovido, estos cantos amargos,
Renacidos del fondo de la ternura humana,
Del dolor, del orgullo de sentirme su hermano.
A ti, sereno Julio Troxler, a tu milagro
De Lázaro devuelto al gozo de la vida,
Le dedico el murmullo creciente de estos versos
Que remedas a veces a Robert Brasilach.
Cuando en José León Suárez una sombra agachada
Pisó las latas viejas del campito oxidado,
El aire levemente murmuró a ras de tierra;
“La sangre que ha corrido es siempre sangre pura”.
Detrás del mundo el tiempo movía sus estrellas,
Repartiendo la magia de las tardes felices,
Los nuevos resplandores del corazón, la dicha,
El sabor de los días, su belleza carnal.
A los sobrevivientes, rostros desconocidos,
Les dedico estos versos duros y solidarios,
Como de alguien que aprieta sus dientes, y el aullido,
Viendo crecer las aguas negras de la ignominia.
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Segunda dedicatoria
Ya no está el tobogán de la falda nevada,
No puedes resbalar. Ni en la nieva ni en nada.
No puedes respirar. Nada quedó como antes.
El aire andino es sólo para almirantes.
Un lucero crinudo me dice que no es eso.
Que toda está. La nieva. Y el pueblo y la victoria.
Que aguaitemos –proscriptos– la alborada del hueso
El primer diente, el gato, la alameda ilusoria.
Sé que un día podremos de nuevo “hacer chorizo”
Sobre el césped de un parque, y subir a babuchas,
Y leer unos versos –Abelardo los hizo–
Que digan “y hay gualichos muy buenos por si puchas”.
En Orán resplandece la noche. No es el fuego.
–Usted se ha equivocado, coronel relamido.
Es el alba redonda de algún muerto querido.
Carlos Alberto Burgos, te despido hasta luego.
Las sombras
Los muertos que uno llora ascienden de la tumba
(Robert Brasillach)
Está llegando junio con sus frías pezuñas,
Con el duro cumpleaños y el luto en la solapa.
Están llegando al muro las sombras de los nuestros
Congregados al grito de grises pelotones.
Están saliendo sombras del gran presidio triste,
De mi tierra más triste, del silencio argentino.
El sol ciega sus ojos extraños a la vida
Y los lleva hasta el sitio donde estuvo la muerte.
Están saliendo al patio los queridos espectros
Traídos por un gesto de la patria ultrajada.
–Coronel Irigoyen, tres pasos adelante.
–Albedro, Dante Lugo, otro paso hasta el plomo.
Oscar L. Cogorno, madura flor en llamas.
Jorge Miguel Costales, capitán indomado,
Eloy Caro, Noriega, Dardo Cano, Cortínez,
colmados por el agua nocturna de su estrella.
Gareca, Mario Brion, Ibazeta, Quiroga,
Abadie, Luis Pugnetti, Rojas, Miguel Rodríguez,
Son fantasmas plateados que el oprobio desata.
Lentamente las sombras buscan la arena negra,
La arena coagulada, su corazón caído.
La vida que tuvieron cuando el alba se enfriaba,
El agrio plomo, ardido, sin una abolladura.
Murallones rojizos en la calle Las Heras
Aún guardan el latido del Jefe fusilado.
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Los espectros se acercan a la pared llagada
Y desnudas las bocas de sus pechos vacíos.
Otro poema es el titulado A vosotros, extranjeros:
Aquí en el Sur, cerrando el continente,
Hay un país llamado la Argentina,
Una región de nombre transparente,
Una llanura con vellón de harina.
Aquí en el Sur, ministros extranjeros,
La noche verde la pampa calla,
Mirando está el nacer de la canalla.
Los cien por ciento demoliberales,
Los pálidos corderos jacobinos,
Están aquí sangrando a sus iguales,
Violando el cuerpo de los argentinos.
Los santos laicos, los depuradores,
Paladar de verdugo pervertido,
Andan aquí curando sus rencores
Sobar la piel del pueblo desvalido.
Aquí sobre baldíos sin prontuario.
Don Nicolás Carranza el ferroviario
Cayó como un palito entre la arena.
Allá en un patio gris de Avellaneda
Pepe Irigoyen yace acribillado.
Un gorilita ruin movió la rueda
En nombre del derecho restaurado.
Aquí en el Sur, mojada por luceros,
La noche verde de la pampa calla,
Y el corazón de nuestros compañeros
Mirando está el crecer de la canalla.
Chávez escribe, además, Desiderium dedicado a Fernández Suárez41.
Coronel Desiderio, ¿qué otra cosa desea?
¿Quiere acallar el viento, nocturno y fiel testigo?
Sígalo que anda prófugo. Préndale que no cante.
Mi coronel deseo, silencie a ese enemigo.
Coronel Desiderio, la noche estaba helada.
Para dejar durmiendo tantos hombres al raso.
¡Pobrecito Rodríguez, la nuca destapada,
habrá allí tiritado con un grillo en el brazo!
Mi coronel deseo, ¿no ve las sombras quietas,
esos diez eucaliptos que no dobla la brisa?
Mi pueblo anda callado bajo este junio triste
Enterrando sus huesos como un perro sin prisa (Chávez, 1964).
41
El coronel Desiderio Fernández Suárez fue el jefe de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires que apresó y ordenó el fusilamiento de los militantes peronistas aun antes de que entrara
en vigencia el estado de sitio decretado por el gobierno militar.
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No son los únicos que dedican versos a los caídos. El citado Tejada escribe
los versos de Romance de un coronel en homenaje a Luis Cogorno, otro de los
militares fusilados.
Desde el Comando Naval
pedían a un Coronel,
Oscar Lorenzo Cogorno
y daban las señas de él:
“Mide un metro ochenticinco
y tiene blanca la tez;
nariz mediana, ojos pardos,
con acento cordobés.
“se ordena su captura,
muerto o vino, donde esté;
policías y gendarmes
y militares también
deben salir a la caza,
la caza del Coronel”.
Por radio daban los datos
su imagen por la TV.
Y empezó la cacería,
la caza del Coronel:
policías y gendarmes
y militares también.
Por caminos y senderos
van patrullas en tropel.
Mide un metro ochenticinco
y tiene blanca la tez,
nariz mediana, ojos pardos,
con acento cordobés…
Oscar Lorenzo Cogorno
¿Adónde irás Coronel?
¡Las rutas abren pupilar
desmesuradas por ver!…
Un Kaiser nuevo, celeste
disparaba a más de cien
por la ruta de Belgrano
conduciendo al Coronel,
En los ranchos se detiene
pero nunca falta un buey
trompeta que su corneta
haga sonar en su ley…
218
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Ya estuvo cazado y listo,
cazado ese Coronel,
Oscar Lorenzo Cogorno
y Abadie su amigo fiel.
Tribunal, juicio, condena
y unos segundos después,
juvenil, alto, bizarro,
puesto contra la pared…
Y en el instante que media
entre ser y entre el no ser
dicen que dijo una arenga
con acento cordobés:
“¡Camaradas: el destino
se nos muestra un tanto cruel,
nos premia con un fracaso
y debió ser al revés.
Más no importa, camaradas,
la ley marcial no es la Ley;
A la Ley que está sin trono
queríamos imponer
para que todos se sientan
iguales ante la Ley.
¡Todos somos argentinos
y hermanos debemos ser!
Camaradas: ¡basta, basta!
más sangre no hagan correr.
Guarden las armas, hermanos,
se los pide un Coronel…
Y ahora tiren… ¡A Dios
por mi Patria rogaré!
No sabían los soldados
si “cumplir con su deber”
o dejar las armas quietas
y volverse a su cuartel.
Más, tiraron…Y la sangre
de ese joven Coronel
cuatro rosas dibujaba
como un ramo en la pared.
Mientras tanto, en la distancia
retumbaba el tiro aquel,
era un muro desolado
y enlutado su mujer
y cuatro hijos lo lloran
para siempre al Coronel (Chávez, 1964).
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Antes de partir al exilio al Uruguay, protegido por Scalabrini Ortiz, Vicente
Trípoli,42 el autor de Los Litorales, Espacio Bello y labrado, Los inmortales, logra
publicar la obra La tierra y el vagabundo (Trípoli, 1956). Hasta ahora el autor se
había dedicado a paisajes y tipos humanos asociados. En estos versos la tonalidad
gira hacia el recuerdo de “junio”. El recorte de sus obras, de las que han sido
eliminadas las producciones más vinculadas a su identidad política como la biografía
de Raúl Scalabrini Ortiz o Los inmortales, son muestra de la situación por la que
vivía. Interlunio en la casa dice así:
No tuvo por qué ser la muerte en junio
y vino a dar puntual siembra este año.
Cosecha más lograda en modo extraño
nunca ofreció la casa en infortunio.
Decir desventuranza en plenilunio
y caerse la sal fue grave daño.
Previsto su venir crujió el peldaño
y en cada puerta se anunció interludio.
Pues quien cosecha muerte está de guerra.
Al frente un ser intacto pero en frío
y arriba una misión que nos aterra.
Nunca fue más puntual este vacío.
Exactamente otoño de la tierra
para un dolor, lo digo, el dolor mío.
De manera inmediata a los fusilamientos aparecen los siguientes versos
anónimos que circularon en volante impreso:
Junio de los mártires
Sobre las tumbas de los muertos
Va cayendo la tarde la Patria
Desde el Sur, desde el norte, desde el este,
Desde el oeste, la penumbra baja.
Desde todos los rumbos
Enrojecida…
Y húmeda…
Y sombría…
Lo mismo que pupila ensangrentada.
Sobre las tumbas de los muertos
Va cayendo la tarde de la Patria…
¡Caín!... ¡Caín!... ¡Cómo pudiste hacerlo!...
¡Sangre como la tuya!... ¡sangre hermana!
Sangre que por los siglos de los siglos
42
Carta de Trípoli a Raúl Scalabrini Ortiz. Montevideo, Julio de 1957.
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Llevarás como estiércol en el alma
Y llorarán los hijos de tus hijos
Hundidos en la noche de la infamia…
Como en un pozo negro sin salida…
Como en un cielo gris sin esperanza…
¡Caín!... ¡Caín!... ¡Cómo pudiste hacerlo!...
¡Sangre como la tuya!... ¡sangre hermana!
Desde las tumbas de los muertos
Brota como una fuente la esperanza
Porque la sangre es fértil en la tierra
Sobre las tumbas de los muertos
Florecerá algún día el mañana.43
Cuarenta mil ejemplares de la Oración por los fusilados de junio, el
polichinela y las llagas de Cristo son repartidos por el país. Su autor es Helvio
“Poroto” Botana. Por su relación con Carlos Mori Koenig y los servicios de
información del Estado busca frenar la acción al saber que la intención es proveer un
escarmiento ejemplificador de los revolucionarios. Tras los sucesos, dice “sufrí la
congoja de la represión, como todo el país, agravada por saber de su alevosía…ese
mismo día, ambulando por las calles, escribí para desahogarme un poema, fue el 12
de junio”. Lo pasan en limpio en la escribanía de Gaucherón y Norberto Caffiero se
ocupa de la impresión.
Te molesto, Señor, porque no tengo a nadie con quien hablar en serio.
La culpa es mía, los acostumbré a verme siempre como portador de bonanzas
y ninguno quiere aceptar otra cosa de mí.
Mis ojos están rojos y no creen que son ásperas lágrimas las que los lijaron,
sino, que los imaginan rescoldos de una ardiente borrachera aún no pasada.
Te molesto, porque eres el único Ser que no cree en la predestinación.
Aceptas como natural la pobreza de los ricos, la cobardía de los valientes y
no te parecerá un imposible la terrible tristeza que abruma a tu pequeño
Polichinela.
Me han dado mil razones para justificas mis risas y te traigo una razón para
aspirar a compartir tu llanto.
Me han hecho trampa en el juego y quiero consultarte, no para lograr
hacerme tan astuto que jamás pueda volver a ser burlado, sino para que me
ayudes a seguir creyendo que el mal es sólo un accidente, y pueda, sin
rencores, seguir viviendo, aunque sea defraudado todos los días.
¡Aconséjame, ayúdame!
No dejes que la soberbia de conocer a la humanidad me impida ver lo bueno
que el hombre oculta todavía.
A Ti, que dos mil años de torturas no te han enseñado a ser desconfiado, te
pido que me repitas Tu milagrosa fórmula, no se te vaya a haber olvidado.
Ya sé cuál es Tu permanente contestación, pero quiero oírtela repetir, no vaya
a haber cambiado.
43
Anónimo III. Junio de los mártires (Chávez, 1993: 147). El texto fue escrito en el año 1956 y
permaneció inédito.
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Pues en beatos y beatas que se proclaman tus seguidores, oigo palabras de
odio y venganza.
En los atrios de las iglesias donde está Tu imagen lacerada, se aplaude a los
derramadores de sangre.
¿No estaré equivocado?
¿No habrás cambiado?
¿No te habrá cansado de ser Cristo crucificado y quieras, como tantos, ser
Cristo Crucificador?
¡Todo es posible, me he vuelto desconfiado!
Me he vuelto desconfiado y temo que las bocas de los que creo mansos de
corazón se abran vomitando ira y revanchas.
Repite y déjame repetir contigo tu mágica fórmula: “Amor al prójimo y amor
a Dios”.
Déjame seguirte en tu contumaz locura que dos mil años de expolio no te
quitaron.
Déjame contigo despreciar la cordura de los que a un ojo pagan con un ojo, a
un diente con un diente, al odio con el odio, ignorando la absurda moneda
que inventaste: la moneda de la caridad.
***
Me han hecho trampa; sin avisar cambiaron las normas de nuestro juego.
Aquí en la Argentina, peleábamos de frente, baleándonos si fuere necesario y
luego pagábamos una pequeña multa.
Nuestro juego era de hombres, con piadosas leyes no escritas dignas de
piadosos caballeros medievales.
Se reían de nuestras revueltas llamándolas “Desfiles del amor”.
Y la verdad, hasta hoy, eran desfiles del amor.
Han hecho trampa. En la manga escondida traían la muerte.
No puedo decir los nombres, pero son docenas y docenas.
No conozco sus caras, pero son iguales a quienes viajan junto a nosotros en el
tranvía.
Son seres simples como los que los domingos de sol sacan a pasear a sus
hijitos.
Hubo un músico y un carpintero.
Uno de manos pulcras, otro callosas.
***
Como a las reses en los mataderos, los despenaron sin defensa alguna.
Los destrozaron contra una pared.
Cayeron sin vida en grotescas posiciones.
Los envolvieron en arpilleras.
La muerte entre latinos es solemne, seria, hermosa; se llega a ella luchando o
rodeado de familiar respeto.
Han roto el juego de morir bellamente.
222
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***
No te pido, Señor, piedad por los muertos. Todos ya están contigo, los que
perdieron la vida con razón y sin ella, los que defendieron y los que atacaron.
A igual que los inermes fueron sacrificados por irresponsables pelotones de
ajusticiamiento.
Todos están contigo, como chicos perdidos que reencuentran al padre, se han
abrazado a Ti.
Los recogiste dentro de tus llagas y tu sangre lava la de ellos.
Hasta el más descreído ha comprendido porqué, antes de matar, preferiste
morir.
No te ruego por los que murieron que están en Tu seno, sino por los que
mataron.
Como a Caín, consérvales la vida, para darles el tiempo del arrepentimiento.
Señor, Dios mío, oye mi ruego.
Perdona al que mató, perdona al que injurió.
Ayuda a quien el odio ofuscó su razón.
Ayúdame a mí, que llegué a odiar a quienes convirtieron mi canto en llanto.
Quítame el asco a la sangre que los mancha.
Ayúdame a poder darles mis manos a los que trajeron la muerte fría.
¡Ayúdame, Señor! (Botana, 1985: 396-399)
Antonio Nella Castro “Juan Quebracho” escribe ¡Tantas cosas!:
Hace años, compañeros, yo decía:
“Mi tierra es ancha y honda;
al Norte, los arados, las guitarras;
al Sur, el mar sonoro, nuestras costas.
Un hombre con olor a palo santo
siembra los surcos, canta y se enamora.”
Hace años, compañeros, yo decía…
Pero han pasado tantas, ¡tantas cosas!
Llegaron entre balas. Fusilando.
Llenos de hiel. De maldición. De costras.
Venían con el alma emponzoñada
espumosas las ingles y las bocas.
Eran los niños bien. Los estudiantes.
Las damas copetudas. Y “católicas”.
Las que creen que la Iglesia y los altares
son un cómodo y chic salón de modas.
Y ofrendaron un ramo de cadáveres.
¡Pobre Córdoba!
Mancharon las campanas. Los misales.
¡Pobre Córdoba!
Y en nombre de Jesús todas las calles
se llenaron de sangre. ¡Pobre Córdoba!
¡Se poblaron de muertos populares!
¡Pobre! ¡Pobre Córdoba!
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El tiempo los siguió como una víbora.
Y la víbora fue a morder la historia.
Sus nombres quedarán junto al de Judas
y sus hijos tendrán las manos rojas.
Videla Balaguer. Náusea del mundo.
Hiena podrida. Santulón hipócrita.
¡El cielo de la patria estará limpio
cuando cuelgues hediondo de una horca!
Vinieron después otro. ¡Fue lo mismo!
¡Qué enferma mancería les dio formas!
Capitanes gorilas. Asesinos.
Deshonra de las Armas. ¡Pies y botas!
¡La tierra está afilando los puñales!
¡El viento está buscando las carótidas!
Capitanes gorilas. ¡Asesinos!
¡Mirad, mirad la patria, cómo llora!
Lotearon la Nación. Rompieron todo.
Blanquearon con estiércol sus palomas.
Y el pueblo, nuestro pueblo, el pueblo entero,
Quedó a disposición de la “Corona”.
Los hombres de la Armada. Los marinos,
–miserables sirvientes de la Logia–
Lucieron su uniforme de etiqueta,
su sucia aristocracia cipayona.
–Ya no nos queda nada –me decía
una humilde muchacha de la Boca.
–Ya no nos queda nada, compañero,
como no sea llorar vuestra deshonra–.
¡Mujeres del país! ¡Varones criollos!
Sabemos quiénes son. Cómo maniobran.
Conocemos sus nombres. Sus patrones.
Y entendemos también por qué nos odian.
Pero de pronto el tiempo se detuvo.
Y desde entonces fue la misma hora.
Una hora larga, interminable, seca.
Hora medida con reloj de sombras.
Y allí quedaron Valle e Ibazeta
con la sangre colgada de la gloria.
Y allí quedó Cortines. Y Cogorno.
Fundidos con la patria y con la historia.
Y allí quedamos todos, fusilados,
sin corazón, sin alma, sin memoria.
Pero hay un hombre nuestro en el destierro.
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Un hombre con sabor a cosa propia
que les marca los días, los minutos,
que tomas las medidas de sus fosas
y un alba volverá para que el viento
pueda cantar de nuevo entre las rosas (Chávez, 1964: 173).
El director de variados emprendimientos literarios y poeta de la Peña de Eva
Perón, integrante del colectivo de Buenos Aires literaria, Gregorio Santos Hernando
vuelve a la carga con su hoja Ángel para que “la letra, esa sangre de los poetas que
cada uno de ellos vierte sobre el papel y los identifica igual que su nombre, su
rostro, su poesía” tenga un cauce. En junio de 1956 escribe No nace el sentimiento,
poesía íntima que expresa un desgarro que es el del país (Ángel, 1, Segunda época,
Presentación: 1-3):
No nace el sentimiento
ni la palabra; nada
asciende para darnos
su plenitud de amor.
Quedamos en los días
con desvaídos rostros,
con perdidas memorias, tan sombríos,
que lo amado, lo bello,
lo que tanto se ansía no resurge
con el antiguo signo del consuelo.
¿Qué resta del ayer, qué de los sueños?
Sólo, una carne lacerada, abierta,
cayéndose en girones
como banderas derrotadas;
sólo un cuerpo vacío,
sin pasiones
perdido en sus recuerdos,
que más lo olvidan,
más lo desvirtúan
de su esencia terrena.
¡Sólo un cuerpo, que a veces
deseoso de amor se ofrece al mundo!
En el primer aniversario de los fusilamientos Bernardo Iturraspe escribe su
Arenga del héroe fusilado (Ferla, 1964: 191):
Aquí está el pecho frente a la metralla
No haya un cobarde que al valor traiciones
Debía obedecer a la canalla
que os manda asesinar… ¡Dios os perdone!
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No lagriméis. Tened los ojos fijos
Bravos muchachos de ignorados nombres
¡Ya no saben qué hacer con nuestros hijos
y los hacen verdugos de los hombres!
Mi causa fue la causa de vosotros
El ser vencido es mi único pecado.
Luché y perdí. ¡El crimen es de otros!
Por eso no temáis… ¡Tirad, os ruego!
Romped mi corazón que tanto ha amado…
Soldados atención: ¡apunten!... ¡fuego!
Eva Perón, depuesta y repuesta en el recuerdo
Fermín Chávez, utilizando el seudónimo Cruz Jiménez, escribe 26-VII-1956,
que integra junto a otros poemas un Cancionero de la patria ocupada,
dactilografiado, que circula clandestinamente (Soler Cañas, 1966: 339). En sus
versos enlaza los motivos de “junio” y la inspiración del recuerdo de Eva Perón:
Indestructible aroma te sustenta
corona de dolor, oro deshecho.
En urna no visible, con su helecho
y su ciprés, nos duele como afrenta.
Una Mujer transita por el pecho
de su pueblo ultrajado y lo alimenta.
Pueblo ofendido en junio: experimenta
de nuevo la amargura y el acecho.
De nuevo la amargura, la amarilla
Amargura de fuegos penuriosos
Que ornan la paz los bellos fusilados.
Corona de dolor, ramo de arcilla.
Los perros de la noche están gozosos
por estos cruentos días no vengados.
Carlos Jovellanos y Paseyro, periodista poeta oriental radicado en Buenos
Aires, redactor del Estatuto de la Asociación de Escritores Argentinos –la contraSADE peronista–, escribe en el año 1956 los versos de Dónde estás, preguntándose
por el cadáver de Eva Perón:
…y la tiraron al río…
¿Dónde estás, dónde estás, carne dolida,
frustrada muerte en la tenaz memoria?
¿Dónde estás, dónde estás, propiciatoria
de la esperanza y de la lucha ardida?
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¿Por qué abismo fluvial vas abolida
De toda vana pompa, promisoria
en la severa imagen de la historia
y en la amarga enseñanza de la vida?
¿Puede herirte aún, después de muerta,
profanar tus despojos y en la incierta
cerrazón del olvido sepultarte?
En la vigilia del dolor palpitas
y en la sangre del pueblo resucitas
porque el amor no puede condenarte.
Esos versos quedan en un cajón. Más tarde serán conocidos y difundidos por
otro poeta militante…
Otros poetas depuestos en acción
Castiñeira de Dios, que había involucrado en la acción de Valle al “Poeta
Depuesto”, lo visita asiduamente en su departamento de Rivadavia (Andres, 1990;
Castiñeira de Dios, 2013). Juan Guerrillero es el seudónimo que asume en ese
contexto. Desarrolla así poesía combativa. Fruto de ese trabajo y circulando en hoja
suelta circula, hacia el año 1957, El poema de Juan Guerrillero, que circuló y que
aquí reproducimos:
Canto I
Yo era en un tiempo Juan Pueblo…
Ahora soy Juan Guerrillero
1
Mírenme de arriba abajo,
desde los pies al chambergo;
mírenme hasta las entrañas
del alma que tengo adentro,
porque soy aquel que fui,
pero ya con escarmiento.
Como en el cielo está el rayo,
como en el aire está el viento,
traigo mi escudo de octubre,
tatuado en medio del pecho,
tengo mi patria en la sangre,
como quien trae un incendio.
Los que no me reconocen
es porque nunca me vieron;
los que me ven y se asustan
es que andan duro de cuello,
o han perdido las posturas
en medio del entrevero.
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Cuando viene la tormenta
no es bueno hacerse el rumbero,
quien no esté bien afirmado
puede enredarse los huesos,
y habrán de faltarle piezas
en las listas del recuento.
2
Yo era en un tiempo Juan Pueblo…
ahora soy Juan Guerrillero.
Tengo dos años de vida
y ciento y pico de viejo;
un 16 de setiembre
nací del dolor del pueblo:
mi sueño se llama “Juan”
mi vigilia “Guerrillero”.
Entre aviones y cañones
vi cómo se alzaba un muerto
que velamos en octubre
y enterramos en febrero,
y resucitó el mandinga
para mal de nuestro suelo!
(Dios castiga a los traidores;
Dios castiga a su cortejo:
sables, ateos, sotanas
que a San Martín ofendieron
y a Dios y a la Santa Iglesia
por falta de amor al Pueblo).
3
Yo era en un tiempo Juan Pueblo…
ahora soy Juan Guerrillero.
Yo era manso como oveja,
más alegre que un cencerro;
por mi bandera luchaba,
lidiaba por mis derechos,
crecía en mi corazón
la palabra “compañeros”
Nos apuraron de afuera,
nos madrugaron de adentro;
ellos tenían municiones,
nosotros el sentimiento;
¡pobre del pobre que crea
tener razón sin el fierro!
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Después pusieron la Patria
en venta a libra por metro;
la desollaron en vivo
y al inglés la repartieron…
¡Las horcas que se merecen
las va levantando el tiempo!
4
Yo era en un tiempo Juan Pueblo…
ahora soy Juan Guerrillero.
Como bárbaros avanzan
tocando a muerte y degüello;
querrían cortar de cuajo
la fidelidad del pueblo,
pero no hay arma capaz
de segar un sentimiento.
Torturaron, fusilaron,
pusieron a miles presos;
tiraron sin compasión
contra mujeres y obreros,
pero no pueden matar
la lealtad de mi Pueblo.
Hoy mi Patria es un frontón
de muerte y fusilamientos;
los chacales se alimentan
con sangre de nuestros muertos,
pero mi pueblo está firme
y ellos temblando de miedo.
Yo era en un tiempo Juan Pueblo…
Ahora soy Juan Guerrillero (Chávez, 1964: 161-164).
Mientras componía, junto a su amigo Fermín Chávez buscan salir a la calle
con sueltos e incidir en las publicaciones existentes. En su casa funciona el Centro
de Intelectuales, Periodistas y Artistas del Pueblo, por ellos mismos concebido como
usina para alimentar los medios de prensa de la “resistencia”. Tiene estrecha
comunicación con John W. Cooke quien los alienta en la tarea e incluye el
organismo clandestino en el Plan de Acción de agosto del año 1957.44
Así, en el año 1957, Fermín Chávez, activo en todos los medios de prensa de
la época, da a conocer los versos de ¿Dónde estás? de Jovellanos y Paseyro. Lo hace
en una reedición de De Frente (2, junio-julio 1957) que celebra la huida del Penal de
Río Gallegos de su antiguo director. Junto con la poesía sientan posición con
respecto a la convocatoria eleccionaria: “Forma de votar en blanco. Ningún
peronista, por ninguna causa, puede servir a los intereses políticos de ningún
caudillo. En el caso de elecciones, si el Partido Peronista es declarado fuera de ley,
44
Carta de Cooke a Perón. 28 de agosto de 1957.
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la orden para todos los peronistas es: Votar en una boleta que diga: asesinos”
(Chávez, 2001: 5).
Al mismo tiempo con el seudónimo Juan Montiel el mismo Chávez, publica
en Resistencia Popular el poema Romance por la muerte del General Valle:
Atención pido, señores,
para este simple compuesto:
quiero contarles la muerte
de un general verdadero.
El mes de junio corría
y era duro aquel invierno,
–una fría bayoneta
bajo un aluna de hueso–
El mes de junio empezaba
y el corazón de mi pueblo
andaba por estallar
empujado desde adentro.
Fusiles madrugadores
como unos pájaros negros
llegaban a los hogares
inviolados de mi pueblo.
Estaba el padre dormido
y por eso lo prendieron.
Andaba por reventar
el carozo del silencio.
Allá va el general Valle
sin coraza y sin recelo,
llena de fe la cintura,
de gaucho coraje lleno.
Allá va el general Valle
cual un jefe montonero;
allá va como una luz
en la madera del pueblo.
Los obuses reventaban
en esquinas y paseos
chamuscando la hoja gris
reseca de aquel invierno.
Allá está el general Valle
ocultándose en San Telmo.
Allá va el general Valle
entre el humo de su cielo,
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prendidito a su destino
que es un bagual traicionero,
bagual de trágica estirpe,
duros tobillos de acero.
General Juan José Valle,
de cogollo tan sereno,
el diente de la traición
te debe doler adentro.
A Las Heras te llevaron
en el auto de los reos.
Los ojos te relumbraron
igual que un Cristo sereno.
Sabemos que te entregaste
sólo por llegar al cielo.
Sabemos que fue tu historia
la de un argentino entero.
A Las Heras los llevaron
con la venda del silencio,
amarrándole la fe junto
al muro amarillento.
Aquella tarde de junio,
12 de junio en el tiempo,
12 de junio en el odio,
12 de junio en el rezo,
aquella tarde de junio
el general verdadero
tanteó su pecho y halló
una magnolia de fuego.
El pelotón conmovido
oyó su voz como un trueno.
Balines de hierro cruel
lo bandearon como un cuero.
¡Viva la Patria!, se oyó.
¡Viva Valle!, compañeros.
Ya está la carne dormida,
Ya está el odio satisfecho.
Se marchó como una luz
De blancos huesos saliendo.
¿Qué doctorcito del mal
les dictó la voz de Fuego?
¿A qué boca te entregaste?
¿Quién estuvo en el teléfono?
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¿Qué chaquetilla ordenó
inmolar tus compañeros?
¿Qué fuerzas de la impiedad
tan enorme te volvieron
colocado junto al diente
pequeñito del lucero?
¡Malhaya la tarde oscura
del 12 de junio espeso!
¡Malhaya la piel tan fina,
malhaya los perros negros!
¡Malhaya aquella promesa
que te sacó de San Telmo!
¡Malhaya el buen tirador
del pelotón fusilero!
¡Ay malhaya la amistad
y malhaya los teléfonos! (Montiel, 1957: 4)
Jurista depuesto celebra triunfo votoblanquista
El mismo día de esas elecciones y con el sabor del triunfo en la boca, Julio
César Ranea, abogado salteño que desempeñó funciones como ministro de la Corte
de Justicia de Salta hasta el golpe militar, se aloja en Mar del Plata. Allí escribe Voto
de lealtad popular con la intención, frustrada, de que sea publicado en una revista
porteña.
1
Para qué he de llamarte por tu nombre,
si tú nombre es campana dominguera
que se dice con música de alba.
Es luz de amanecer y Trino. Puerta
de Día y de Esperanza. Duraznero,
que al sol está vistiéndose de fiesta;
o es, acaso, perfume de manzana
que, por el aire sin palabras, llega.
¡Para qué he de llamarte por tu nombre,
si eres Huerta!
Para que he de llamarte por tu nombre,
si eres Llama: tu nombre a fuego suena.
es Lámpara encendida en los hogares
humildes de la Patria y es Luciérnaga
que alumbra los senderos de las Hadas
¡oh, Lumbre Espiritual de Cenicientas!
Si tu nombre es Sonrisa en la alegría
de la niña que peina una muñeca,
para qué he de llamarte por tu nombre
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de tres letras…
Para que he de llamarte por tu nombre,
si tu nombre podría ser Estrella.
O Angel Tutelar… Fervor… Silencio…
O Pétalo de Rosa o… sólo Tierra.
¡Para qué he de llamarte por tu nombre,
si estás muerta!
2
Un viento azul y blanco de bandera
Voló desde los mástiles sagrados:
Heraldo que proclama postulados
De la Nueva Argentina Justiciera.
Y su voz fue paloma mensajera
de inviolables derechos olvidados.
Y fue chispa de los descamisados
sobre el místico yunque de la espera.
Timón y timonel. Y derrotero.
Profeta: luz de instante venidero
y a la vez, realizada profecía.
Y, si soldado sirve de bandera,
de la gloria traspone la frontera
quien de su Pueblo es asta, enseña, guía.
Legislador depuesto escribe a “un fusilado que vive”
Cuando se conoce, a través de las investigaciones de Rodolfo Walsh la
existencia de un “fusilado que vive”, Tejada le dedica una poesía.
Para Juan C. Livraga
La historia dará este fallo
sobre Juan Carlos Livraga;
“fue muerto por asesinos
pero el derrotó a las balas”.
Era un muchacho argentino
ese Juan Carlos Livraga;
De su casa iba al trabajo
y del trabajo a su casa.
Tenía novia y amigos
y limpia tenía el alma.
el azul de la bandera
en sus sueños tremolaba.
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Muchacho como hay millones
en las sierras y en las pampas
era un muchacho argentino
este Juan Carlos Livraga.
Aquella noche de Junio
con sus amigos estaba
escuchando una pelea
que en el Luna se peleaba.
Las noches de San Martín
son como en toda la patria:
los amigos se reúnen,
discuten, conversan, charlan.
¿Qué puede tener de malo,
Señor, esta vida clara?...
¿En qué se puede ofender
de esta manera al que manda?
Pero allí la policía
llegó sin ser invitada
y arrió con todo y a todos
encañonó con sus armas.
“–Están conspirando–”, dice
y ustedes saben la trama,
van a pagar la aventura
y van a pagarla cara”.
Ya están en la Regional,
ya cayeron en las garras
de aquel coronel Fernández
que ha venido de La Plata.
Los meten en el calabozo,
los sacan de madrugada;
los bajan en el camino
y apuntan por las espaldas.
Los faros de la rural
proyectan las sombras largas.
las estrellas en el cielo
se ocultan avergonzadas.
Ordena una voz: “¡Disparen!
y se sienten las descargas.
aquel manojo de amigos
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cae muerto por la espalda.
“Rematen la obra, rematen,
y peguen tiros de gracia”.
Un tiro por cada muerto
y uno a Juan Carlos Livraga.
En la mejilla le pegan
y lo atraviesa la bala.
Muerto no está, pero muerto
en la noche se desangra.
¿Quién restaña las heridas,
y quién los dolores calma?,
Se dice que aquella noche
es enfermera la Patria.
Que anduvo por los caminos
besando heridas de balas
y envolviendo en la bandera
el sueño de muchas almas.
Estuvo muerto, bien muerto
ese Juan Carlos Livraga;
pero la Patria esa noche
quiso que…resucitara.
Lo quiso para que vieran
los que asesinan y matan
que el pueblo no muere nunca,
y aún muerto se levanta.
“Que fue muerto y sepultado
y resucitó en la alborada”…
Así se podrá decir
de nuestro pueblo, mañana.
Mientras tanto por las calles
anda Juan Carlos Livraga
con una herida asesina
que le ha cerrado la Patria.
Funcionario depuesto
No faltan los escritores volcados decididamente a la crítica literaria que, tras
perder sus posiciones burocráticas en el ámbito educativo, dan difusión a estas
producciones realizadas en condiciones de clandestinidad o encierro.
Por ese tiempo José Gobello (1957), aún preso, logra publicar Historias con
ladrones, serie de cuentos imaginados en tiempos de su encierro. Luis M. Soler
Cañas, recién casado cuando pierde su trabajo en el Ministerio de Educación en el
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año 1955 y ahora ocupado en su tarea de crítico desde Mayoría, señala: “víctima de
un proceso que la historia juzgará Gobello purga hoy en la cárcel el delito de la
fidelidad al pueblo”. El timbre de honor de Belgo es haber superado al “poeta
atildado y un tanto frío de los Ángeles Afeitados. Es (ahora) el poeta profundamente
humano de El presidente duerme.45
Osvaldo Guglielmino, poeta de Pehuajó, profesor de la Universidad de La
Plata, autor de Ida y vuelta de Juan sin Ropa,46 convocado en las postrimerías del
peronismo por el Ministro de Educación Anglada a integrarse al gobierno nacional,
da a luz, en junio de 1957, su Juan Sin Ropa.47 El libro lleva una faja con la leyenda:
“La lucha del Pueblo por la Causa Nacional”. Está escrito en metro y lenguaje
populares, en la sextina hernandiana. El autor quiere ubicarse en el sentido estético,
político y social del autor del Martín Fierro. El sujeto de la narración es un gringo
acriollado que sufre el mismo destino del gaucho.
El relato finaliza en un desalojo y la dispersión familiar:
Empieza aquí de mis penas
el remate despiadado.
Con el derecho ganado
–soy parte de su destino–
le pido al pueblo argentino
que lo apunte con cuidado.
…
Yo no quise saber más
Y con otros igualmente
A la mañana siguiente
Empezamos a marchar
En busca de otro lugar
Donde hubiera mejor gente.
...
Después de nuevo en el carro
hacia el Oeste seguí
y cuando me despedí
con la última mirada,
vi que no llevaba nada,
que el alma quedaba allí…
Un tumbo aquí y otro allá
fue nuestra vida rodando;
el hambre vino apurando
y, en medio de tanto mal,
a mis hijos al final
tuve que ir desparramando.
Uno entró en un almacén
por la cama y por el pan;
45
Mayoría, 22, 2-9-1957: 15. Subrayado por Hernández (1996: 75).
Libro publicado en 1949 saludado efusivamente por Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral
(Guglielmino, 2000: 13-16).
47
Guglielmino (1957). El texto está fechado en febrero de 1956.
46
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a otros a veces les dan
ropa en unos menesteres
y a una ciudad las mujeres
para colocarse van.
…
A mí… perdón los cantores
de mis penas la reseña;
por más que sea pequeña
la voz que del alma sale
sí no es por lo que vale,
vale, sí, por lo que enseña (Guglielmino, 1957: 81).
Soler Cañas lo elogia desde Mayoría (24, 16-9-1957: 14). No termina allí su
tarea: “retiré una cantidad de ejemplares de la imprenta para el servicio bibliográfico
a diarios y revistas; que procedía su inscripción y que finalmente le retiré los
ejemplares invendidos a la editorial de efímera actividad, que se había encargado de
su distribución y que poco o nada hizo para promoverlo publicitariamente. También
escribí varios comentarios para los periódicos del movimiento nacional, no menos
efímeros muchos de ellos, que estaban a mi alcance. Le llevé un ejemplar a
Bernardo Ezequiel Koremblit, quien, justo es decirlo, le dedicó un comentario
bibliográfico en la revista Atlántida –¡nada menos!– y una nota mía a ‘Pajarito’
García Lupo, quien ‘funcionaba’ en la revista Qué y la publicó prácticamente toda”
(Soler Cañas, 1981: 13).
Jauretche desde su exilio montevideano envía estos versos gauchipolíticos a
Guglielmino, acusando recibo del libro:
Rumbeando por las estrellas
me ha llegado “Juan Sin Ropa”,
y pingo que así galopa
no ha de ser ningún sotreta…
¡entre tanto buey corneta
llegó uno entero en la tropa!
Yo “Los profetas del odio”
le mando para que hagan yunta
Al pago de los Hernández.
Confiando en la buena junta
lo espero desde esta punta
donde estoy pa lo que mande.
Así como Fierro y Cruz
lucharon por lo argentino,
está clarito el destino
que Hernández amojonó,
mesmo aquí que en Pehuajó,
amigo don Guglielmino.48
48
Salutación de Arturo Jauretche. Citado en Guglielmino (2000: 41).
237
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Profesor depuesto poeta
Manuel Alcobre (1957) había quedado con sus cátedras en la Escuela Técnica
en la que tiene innumerables problemas por su adscripción política. En ese tiempo
publica Estación terminal. En la obra aparece la nostalgia y el recuerdo del “paraíso
perdido” de los primeros años de vida en su San Nicolás natal o el recuerdo del
período en el que se desempeñó como activo secretario de la Asociación de
Escritores Argentinos:
Pero ahora que el bosque es nuestro y nos espera,
preferimos mirarlo como un bien inseguro
lo pasado fue sueño;
lo actual no lo es siquiera.
sólo nos queda el bosque, pero ha de ser futuro.
Quien no cree en sueños pero no quiere dejar de soñar:
Bien sé que estoy llegando
Camino hacia la ausencia.
Los árboles me ofrecen sus
Brazos y percibo su voz:
No cree en sueños, pero sigue soñando.
Alcobre avizora la esperanza de un cambio, superando lo actual:
Los árboles asisten a tu viaje
Como se ve pasar un sentenciado
Y se sienten más fieles al paisaje
Donde su término no está contado.
Pues mientras tu inquietud fluvial avanza
Hacia la sed del mar en que se pierde
Ellos siguen cantando la esperanza
De que siempre en su gris habrá otro verde
Así yo, sin pensar en cómo y cuándo
Querría para mí la arbórea espera,
Con el alma de un pájaro cantando
Y el sueño de una nueva primavera.
Estos versos son publicados al mismo tiempo que escribe el libro Epístola al
cielo, una obra sobre su maestro Horacio Rega Molina, injustamente tratado por el
gobierno militar y sus extensiones civiles en los medios de prensa.
Militar depuesto poeta
Federico Gentiluomo, coronel destituido por acciones conspirativas a
principios del año 1956, antiguo redactor de reglamentos y responsable de
publicaciones militares, pasa 18 meses detenido en Magdalena desde donde impulsa
la salida de Pero… qué dice el pueblo. Antes de salir escribe este poema:
No es la prisión la que mis nervios quiebra
en el paso infinito de las horas;
ni es la soledad la que me aterra
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con su perenne martillar de ola.
No me espanta el idioma de las rejas
en su rudo monólogo de espectro;
ni me apena la luz de alguna estrella
que en la noche se filtra hasta mi lecho.
Tampoco me conmueve en mi firmeza
la amarga desazón de esperar siempre;
es otra causa lo que mi pecho estalla
en angustioso pregonar de muerte.
Lo que rompe mi tensión a golpes,
lo que crispa mi sangre y mis entrañas,
es la impotencia de llevar mi aporte
a la lucha por ellos empeñada.
Por ellos, por mis hermanos de la plebe,
de la chusma bendita de Almafuerte,
que, oprimida en mil garras, se estremece
ansiosa de cambiar su aciaga suerte.
Lo que tiembla en mi celda, acorralado,
es el coraje que reclama a gritos
la justicia que todo ser humano
debe poder hallar en su destino.
Lo que me ciega de furor y llanto
es tener que silenciar el trueno
que en un grito de pasión brotado
atomice a los tiranos en su sueño.
La cárcel no acobarda al hombre puro;
es la energía la que mata a ratos,
como limita la expansión del pulso
el torniquete que presiona el brazo.
La soledad no amilana al hombre fuerte,
sino por la ausencia de enemigos,
ni puebla de ansiedad la mente
como no sea por falta de objetivos.
No es la cárcel lo que mis nervios quiebra
en el paso infinito de las horas.
Lo que mata sin piedad mi vida
es esta estéril fuerza arrolladora.
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Anónimo depuesto
En el semanario Soberanía (33, 19-10-1957) publican Cielito del evocar, de
autor anónimo:
Cielito, cielo que sí;
Cielito para el recuerdo…
¡Con la cruz se levantaron,
y el país se fue al infierno!
Cielito, cielo que sí;
Cielito de los gorilas.
¡En fervor del patriotismo
lo repatriaron a Atila!...
Cielito, cielo que sí.
Cielito, cielo que no.
¡Que aquí ya no manda nadie,
si no manda…el que mandó!
Abogado depuesto ironista
Desde el inicio de la “primera resistencia” en las páginas de El 45 hace su
aparición como poeta ironista Bernardo J. Iturraspe. Abogado santafesino, fundador
del peronismo local, periodista del diario La Capital que combina la defensa de
presos políticos y gremiales con las artes de Safo. Desde la autoría anónima asoma
la ironía: las fábulas de Hisopo responden a su pluma.
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En Federalista está a cargo de “Las fábulas zoopolíticas”49 y en la primera
entrega la emprende con “Los Zánganos”. “Cansados de la dura disciplina /
implantada por rústicas abejas / decidieron los zánganos un día / tomar partido,
también, en la colmena. / En propicia ocasión los holgazanes, / penetraron por fuerza
en las celdillas. / Más pronto hubo problemas de los grandes / al integrar la Junta
Consultiva. / ¡Hay que hacer trabajar a las abejas! / ¡No existen vencedores ni
vencidos! / ¡La miel es nuestra y el trabajo de ellas! / Pero es ley natural que las
obreras / gobiernen el panal desde hace siglos. / ¡Sepa el zángano hallar la
moraleja!” (Federalista, 10-12-1955: 3).
En la segunda entrega presenta “El Buey y la Chicharra”: “El buey iba
tirando del arado / bajo el ardiente sol del mediodía, / y en las cuartillas rústicas del
prado / rurales pentagramas escribía. / La chichara cantora se burlaba / cuando el
buey algún yerro cometía: / ¡Trazaste mal el surco! –le gritaba. / ¡Hiciste mal la
melga! se reía. / El buey paró su marcha ante la vana / provocación del bicharraco
alado. / Y dijo con desprecio a la holgazana: / ¿cómo entiendes que el surco está mal
hecho? / Quizá, porque yo mismo te he enseñado / el modo de trazar uno derecho”
(Federalista, 16-12-1955: 3).
En la tercera entrega se ocupa de “Los Piojos”. “Unos piojos altivos que
habitaban / en bosque de tupida cabellera / decidieron salir de su morada / para
correr el mundo por su cuenta. / Mas no era la aventura cosa simple / pues, odiando
el trabajo, al verse solos, / acosoles el hambre más terrible / y se fueron chupando
unos a otros. / Pasó un rey que sin súbditos andaba / y al ver a la piojera medio
muerta / pensó que a la ocasión la pintan calva. / Y los hizo marqueses,
dignatarios… / Con ellos el país puede que muera, / más los piojos… ¡Están
resucitando!” (Federalista, 23-12-1955: 3).
En la cuarta entrega de la sección “Zoopolítica” aparece una poesía bajo la
firma del doctor Vargas Relmu.50 Se anuncia “Especial para Federalista”: “La Vaca,
la Cabra, La Oveja y el León”. “La vaca, la cabra y la oveja / –nos cuenta en sus
fábulas Fedro– / formaron alianzas estrechas / juntándose al león en secreto. /
Habiendo cazado un buen ciervo, / el león a partirlo se apresta / y en cuatro
porciones el cuerpo / divide tanteando la presa. / ‘Será para mí la primera / –exclama
frunciendo su ceño– / pues soy la mayor de las fieras / y exijo a mi nombre respeto’.
‘También la segunda me tengo / pues doblo a cualquiera en fiereza. / Por ser
superior, la tercera, / ¡y guay del que toque mi resto! / En iguales condiciones /
aunque en menor dignidad / sucedió en revoluciones / que buscaban libertad. / Al
cazar, fueron las partes / iguales en condición. / Y en el reparto, por arte / de una
vieja tradición, / los políticos se alzaron / con la parte del león”.
En el número correspondiente al 13 de enero el “doctor Vargas Relmu”
realiza otra entrega “especial para Federalista”. Se trata de la pieza “El zapatero
hecho médico”: “La miseria empujó a un zapatero / a ejercerla de médico sabio. / Y
en un pueblo donde era extranjero/ vendía un resabio / como antídoto muy
milagroso. / Enfermose un buen día el cuitado / y en probarlo su rey se dio arte. / Y
fingió que un veneno mezclado / con resabio en parte, / ofrecía a beber al malvado. /
Asustado y temiendo la muerte / confesó su traición con sollozos. / Y el monarca,
signando su suerte, / llamó a sí a los mozos / y en el foro, habló en tono fuerte: / ‘No
49
Suponemos que es una creación suya, ya que la utiliza, más tarde, en el periódico
Compañeros. Por ejemplo, en el número 2, 11-4-1957, “Escribe La libertad”.
50
Federalista, 30-12-1955: 3. Entendemos que es un seudónimo de Bernardo J. Iturraspe.
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es locura confiar la cabeza / a quien nadie confió su calzar? / ¡Si lo habéis
despreciado en su mesa / por mal trabajar, / necios sois en pagarle remesa / por un
peor curar! / Saque, compadre, lecciones / de este cuento singular: / ¡nunca triunfó
en elecciones… / ¿cómo le da el gobernar?” (Federalista, 13-1-1956).
En el número 7, en la misma sección, reaparece Bernardo Iturraspe, en un
“especial para Federalista”. “La gallina y los perros” es el título de sus versos: “¡Co
co ro có! Gritaba la gallina / en anuncio triunfal de un rico huevo. / ¡Co co ro có!
Indiscreta repetía / alterando la paz del gallinero. / Una perra holgazana y criticona /
se puso a protestar por tanto grito. / ¡Basta ya de informar sobre tus obras! / ¡Pon un
huevo infeliz, tamaño lío! / Replicó la gallina: haz tú la hazaña / que diariamente con
mi esfuerzo entrego. / Pon un huevo nomás. ¡Si no te callas! / Parece que el milagro
se produjo, / pues no se escucha un solo cacareo / y los perros en cambio ¡ladran
mucho!” (Federalista, 20-1-1956: 2).
En la última entrega de Federalista, Bernardo J. Iturraspe escribe “El
Camaleón”: “En tiempos de antigua dictadura / solía el dictador donar medallas: /
por trabajar, por holgar las unas, / por lealtad, las otras, a la causa. / Recibió un
camaleón este homenaje / en uno de los múltiples repartos, / más pronto hubo
barullo y el donante / se cayó del sillón rivadaviano. / ¡Muera el cruel opresor! ¡Viva
la Patria! / El leal camaleón salió gritando… / pero alguien murmuró de la medalla. /
Y sacando un recibo del empeño, / dijo el bicho: ¡Aquí está! ¡La he despreciado! /
¡Ahora espero otra igual de este Gobierno!” (Federalista, 27-1-1956: 2.).
Como colaborador, Iturraspe incluyó cuadros irónicos en Palabra Argentina
y también lo hizo en Pero…qué dice el pueblo a través de la figura de “El Duende”.
Un ejemplo es el titulado La vaca constituyente, referido a Aramburu:
Dijo la vaca en actitud doliente
mugiendo su venal aramburato:
yo los manejo a bien a los jovatos
que constituyen la constituyente.
Pero el pingüino de afilados dientes,
aquel de marineros celibatos.
le contestó: ¡no seas insentado
que ya perdistes a los intransigentes!
Rumió la vaca su animal respuesta
y dijo así rascándose la testa_
–aunque todo se vayan al 40,
artículo fatal, firme y despacio
lo he de borrar, aun teniendo a cuenta
¡tan solo los bigotes de Palacios!–.
En ese mismo medio incluyeron la Fábula de las palomitas que decían
¡pero… pero…! (Pero… qué dice el pueblo, 1, 28-6-1957)
Cuando el Rey de la Selva, el Rey León,
fue por el Cuervo Rojo destronado,
aprovechando la ocasión
y algunas ayuditas
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fueron apareciendo Bagres y Gallinitas
que, unos por unas libras convertidas en pesos
y otras por moneditas
se tiraron al queso,
es decir, a comerse las blancas Palomitas
que muy tanquilamente
esperaban la vuelta del Ausente
con soguitas colgadas de las verdes ramitas.
Los Bagres, al salir de su agua oscura,
ya no pudieron respirar
y daba gracia verlos, en su última aventura,
hablar, y hablar, y hablar
con la cara más dura que se pudo soñar.
Pero las ambiciosas Gallinitas
siguieron trabajando
y también picoteando,
para que en su orfandad las blancas Palomitas
les dijeran que sí,
y no fue así
ya que a cada piropo lisonjero
tan sólo respondían: “Pero!… Pero!...”
La primera Gallina que dijo sus ronrones
con traidoras intenciones se llamaba León
y quiso, con un golpe audaz y artero
aprovechar la confusión, pero las palomitas dijeron:
“Pero!... Pero”…”
Detrás vino una oscura Gallinita
hija de Chascomús y amiga de León,
que quiso enamorar las blancas Palomitas
con falsía y tesón, pero las Palomitas dijeron:
“Pero!... Pero”…”
Más tarde el Cuervo hizo unas Gallinitas
con plumaje más falso y traicionero
que se llamaban “istas”
(comun-frodi-nacio-popul-istas)
pero las Palomitas dijeron:
“Pero!... Pero”…”
Y como las Palomitas eran muchas, muchas,
y no se hartaban de esperar,
todas las Gallinitas se fueron a…bañar,
bien colmadas sus huchas
con las libras que el Cuervo les hacía llegar
(ya que toda traición
exige por lo menos una retribución).
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Moraleja
para las Gallinitas ambiciosas
Cuando las Palomitas dicen: “¡pero!...”
no hay que meter el dedo en el ujero.
En Compañeros, el medio que dirigió personalmente, escribe la sección de
“La fábula zoopolítica”, esta vez con la temática de La libertad (Compañeros, 2, 114-1957: 1):
¿A cuánto está el pescado, don Pascual?
¿Y el ajo, y el tomate y la cebolla?
¿Y el vino, y la lenteja, y el cereal?
¡Cuánto cuesta, Dios mío, armar la olla!
Mi marido se fue con los pingüinos,
y mi hermano también, y mi cuñado.
Y mi padre ha quedado dolorido
por algún palo suelto que ha ligado.
Se lamenta de vicio usted señora,
dice Pascual cortando letanías.
¡Nunca fuimos tan felices como ahora!
Pues, aunque lo que expresa sea verdad,
hoy podemos gozar las alegrías
de un régimen de pura libertad.
Cura depuesto improvisa versos políticos
En Rebeldía, la publicación que dirige el confesor de Eva Perón y director de
la Revista de la Universidad en tiempos del primer peronismo, aparecen una serie de
materiales de corte poético. En el número 3 aparece los versos de Y el que vota en
blanco está en la “pomada”, tango canción (Rebeldía, 3, 24-7-1957: 3):
Arturo Frondizi, escuchame, ñato,
teneme confianza, aceptame el dato,
ahorrate el disgusto del gran papelón,
levanta el petizo, seguí mi consejo,
que no es de un gilastro y si zorro viejo
para cabulearla en toda elección.
No arriesgués un guita a convencionales,
empácate el vento de tus industriales,
dejate de poses de gran redentor,
no chamuyes tanto de la oligarquía,
pues sos tan tarado que en la minoría,
no ligás ni un puesto de acomodador.
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Acordate, flaco, no hace demasiado,
apenas diez años, siendo diputado,
jugaste al “sistema” de la oposición
entonces no hablabas de soberanía,
de la independencia, de la economía,
ni de la importancia de la religión.
Hoy, sos “flor de un día de libertadura”,
ya no embocás ni una, seco, patadura,
se viene la biaba y, encima, “cargada”;
rompé las boletas, oíme, ché hermano,
recostate al Pueblo, es el Soberano,
y él, que vota en blanco, está en la “pomada”.
En otra entrega escribe “Mirame, San Martín” (Rebeldía, 8, 21-8-1957: 4):
Mirame, San Martín, yo soy tu Pueblo,
el mismo que llevaste a la victoria:
el mismo, sí, que atesoró tu verbo
y por tu verbo penetró en la historia.
“Que los pueblos decidan sus destinos.
¡Jamás derramaré sangre de hermanos!”.
Oyendo estoy, oh Padre de la Patria,
Tu verbo y tus consejos tan lejanos…
“No concibo que existan argentinos
unidos a potencias extranjeras…”
Tu pueblo unido resistió la infamia
Y exigió desagravio a su bandera.
Pero llegó este día… Aquí me tienes
nuevamente bloqueado y perseguido.
Mirame San Martín, yo soy tu Pueblo
Y seré nuevamente lo que he sido…
Sólo que en esta lucha ardua y tremenda
no me acompaña tu fulgente espada.
Rota en pedazos anda cual machete
macheteando mi carne y mis espaldas.
¡Multiplicado corvo sin la lumbre
de la fe y el honor sanmartinianos
ha calado muy hondo y ha esparcido
lo que jamás debió, sangre de hermanos!
Esto quisiste tú: que fuera el Pueblo
el que señale rumbos a la espada.
Más otros dicen: “el machete impone
y el Pueblo no ha de ser… el Pueblo es nada”
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Tu no fuiste un gorila… Fuiste un hombre
el más preclaro de los argentinos.
Mírame, San Martín, yo soy tu Pueblo
Ser o no ser: es este mi destino.
Unido a estas intervenciones de la pluma de Benítez, en cada tapa incluyen
una caricatura acompañada de versos satíricos. Algunos ejemplos. En el número 5,
tras las elecciones del 28 de julio, aparece un gorila con cara de Isaac Rojas diciendo
(Rebeldía, 5, 31-7-1957: 1):
“¡Malhaya el “grasa” ave negra
Nada ciego nada manso,
Que vuelve la leche negra
¡Y al voto lo vuelva blanco!...
En el número 8 bajo el título “Rompehuelgas” aparecen un soldado del
ejército y un marino hombreando bolsas y limpiando, y en el diálogo de Aramburu y
Rojas señalan:
Dijimos que volverían
cumplir con su misión…
R. Pero en tan grave ocasión,
bajo esta libertadura;
hombrear y juntar basura
¡es servir a la Nación!…
Periodista depuesto, perseguido, preso
Otro medio de gran tirada e influencia, el ya mencionado Palabra Argentina,
orientado por el periodista Alejandro Olmos que había dirigido en el pasado la
Revista Juan Manuel, tenía una sección fija que llamaba Lo que canta al pueblo, que
daba lugar a la expresión libre de poesía espontánea y anónima, que utilizaba
subterfugios varios para escapar de la censura del Decreto-Ley 4161:
Somos los muchachos del blanquismo,
Todos unidos triunfaremos
Y como siempre tendremos
Un grito de corazón,
¡Viva el León! ¡Viva el León! ¡Viva el León! (Palabra Argentina, 20-81957)
Nunca te olvidaremos…Nunca…
Infinito héroe de una gran causa;
avanzaremos sin prisa pero sin pausa
para ahogar la traición, para dejarla trunca.
Nunca te olvidaremos… Nunca… (Palabra Argentina, 10-9-1957)
Tu güelta vivo esperando
y a pesar de la tardanza
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acaricio la esperanza
de que me sigas amando. (Palabra Argentina, 17-9-1957)
Versos depuestos, descolocados y diferidos
Entre el fin del gobierno peronista y 1957, Leónidas Lamborghini, joven
poeta que se iniciaba en el espacio y ensayaba formas nuevas de expresión, se
vincula a los poetas de la generación del cuarenta, y en particular a Luis Alberto
Murray. Así en el año 1955 publica el Saboteador arrepentido (Lamborghini, 1955)
en unos “collages” orientados por este autor. En esa edición anuncian la salida de Al
público por ese sello. Ello no sucede razones de orden político vinculadas al golpe
militar del año 1955.
El título saldrá en el año 1957 por Poesía Buenos Aires e incluye los versos
de El solicitante descolocado (Lamborghini, 1957: 7):
Cuando
Llegaron las inversiones extranjeras
Dispuestas a radicarse y preguntaron
Salario real ¿cuál?
Es tu poder adquisitivo.
Cambio
Cambio
Cambio
¿dónde está la moneda simple
Legal
La moneda sencilla
Del menudo candor
¿La moneda de
Cobre?
Y antes de sucumbir
El interés económico pensante
Alcanzó a balbucear
Petróleo, industrias, agro,
Pecuario.
Sin base
Cierro la última
Cotización.
Reproducciones y difusión social de la poesía militante
A medida que el peronismo daba indicios de ganar terreno en el escenario
político social con muestras de su peso electoral, recuperando espacios en el ámbito
sindical y manifestándose en el espacio público de diversas maneras, las empresas
periodísticas fueron cobrando, a lo largo del segundo semestre del año 1957, mayor
envergadura.
De esa manera Rebeldía o Palabra Argentina por citar las de mayor
envergadura pasaron a ser plataformas de difusión de peso considerable en la
disputada opinión de la masa proscripta.
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La existencia de esos medios llevó a la necesidad para la conducción del
peronismo de contar con medios propios y leales a sus directivas. Así nace el
semanario Línea Dura que asume la voz oficial del peronismo. Será para las
efemérides vinculadas al sentimiento peronista que incluyen poemas escritos al
efecto o recuperan materiales previos. Junto a ello, desde el primer número, habilitan
una sección denominada “Para que cante el Pueblo”.51 Allí se hacen eco Del
cancionero infantil:
¡Que llueva, que llueva…!
Laplacette está en la cueva.
Los obreritos cantan
El pueblo se levanta.
Ya cae el chaparrón,
¡…Ron…Ron…Ron! (Línea Dura, 1, 4-11-1957)
Para el aniversario de los fusilamientos de junio de 1956 Línea Dura realiza
una importante convocatoria y luego cobertura en sus entregas sucesivas52 a la vez
que recuerda los bombardeos del año 1955. Como parte de esas rememoraciones
incluyen los versos de Luis Grande titulado Romance del Mes de junio:
A nuestros muertos queridos
Te cambiaremos el nombre:
ya no serás mes de Junio…
Para esta Patria, mi Patria,
Te llamarás mes de Luto.
Tienes dos fechas inscriptas
con caracteres profundos:
“16” con calles y plazas;
“9”, caminos y muros…
“16”… Danza del crimen,
infierno de fuego y humo
que vomitó desde el cielo
un anti - Dios infecundo
El crimen viajó en aviones
aquel 16 de junio,
y gozaron los sicarios
con el festín de infortunios…
Y dijeron que en Tu Nombre,
Dios amado, Dios eterno,
cometieron la ignominia
Copian en este sentido el espacio de Palabra Argentina denominado “Lo que canta el
pueblo”.
52
Línea Dura, 22, 28-5-1957 realiza la convocatoria a los actos. En la entrega del número 23
del 4 de junio aparecen votos de Perón junto a Valle y un detalle de los actos con entrevistas a
familiares de las víctimas.
51
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de masacrar a mi pueblo.
¡Criminales!... ¡Criminales!...
Traidores del mes de Junio;
Yo les perdono mi cárcel,
pero llevo eterno luto.
Dos fechas tiene este mes
que no ha de olvidar ninguno;
“16” calles y plazas…
“9”, caminos y muros…
En la sección “Para que cante el Pueblo” incluyen los versos de Patria en
llanto, zamba (Línea Dura, 25, 18-6-1957: 4):
Gime la Patria
lloran sus hijos
en su quietud serena
siempre están vivos (bis)
Taller y surcos de los confines
horas de lucha anuncian
con sus clarines (bis)
Rompa el sol los nubarrones
Que oscurecen mi Nación
Brilla como antes tierra querida
¡¡Oh!! Nueva Argentina de Perón (bis)
2
Son tres banderas
del pueblo causa
sangre dolor y gloria
nos da la pausa (bis)
Tristes vidalas
la tierra arranca
rumores de su llanto
en queja amarga (bis).
Rompa el sol los nubarrones.
Al acercarse la fecha del aniversario de la muerte de Eva Perón comienzan la
campaña agitativa convocando a actos. Piden por el cadáver de Eva Perón. Es en ese
momento que integran materiales previos y les dan una difusión superlativa. Por
ejemplo, es desde sus páginas donde vuelve a reproducirse los versos de ¿Dónde
Estás? de Jovellanos y Paseyro (Línea Dura, 30, 24-7-1958).
Para el 17 de octubre, además de convocar a los actos conmemorativos,
incluyen poemas alusivos.
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En tapa incluyen los versos de Canto a Octubre de Jorge Perrone, antiguo
director de Latitud 34 y autor de Se dice hombre (Línea Dura, 43, 14-10-1958: 1):
Vinieron con su grito y sus banderas
en un aire de ángeles caídos,
vinieron desde el sur, desde la tierra,
llegaron por el río y el oeste.
Traían su zozobra en agrio jugo,
prendida sobre el hombro una mañana.
Buenos Aires con vírgenes de asombro
florecía de golpe en las esquinas
donde un llanto de piedras y de palomas
subía como el humo por el cielo.
Vinieron con su grito y sus banderas
escoltando la tarde como el agua.
Una ría de estrellas desbandadas
anduvo dando tumbos entre voces
llenando la ciudad de madreselvas
y guerreros en cobre, sin revólver.
Municiones de rabia en los cartuchos
por toda esa esperanza desangrada,
con árboles tumbados y resecos;
por el trigo en flor, por la vidala,
por el hijo nuevo y por la madre;
por el viejo llanto de los mineros;
por los hombres de tabaco, por el norte;
por la mano endurecida entre engranajes;
por la barca, por el sur, y los hacheros;
por el viento dulzón junto a la zafra;
por la parábola bendita del arado;
por el dolor bermejo del resero;
por ciudad, el río y sus banderas,
toda la fe del mundo en los correajes.
Alguno cayó por entre medio.
Alguno cayó despedazado y sin rodillas.
Un sudor de coraje pegado a la camisa
era tu sangre, hermano, entre la angustia.
Una oración ahíta de laureles
rogaba por el hombre sin aliento,
con su celeste corazón caído
sobre los ojos rubios, de muchacho.
Esquirlas de pólvora rojiza
y canciones de vides y amapolas
se treparon llorando a las gargantas
y un galope amanecido se metió
con sus potras en la Patria
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para buscar arcángeles cantando.
En página dos con recuadro transcriben los versos de Marcha Triunfal,
perteneciente al escritor entrerriano, antiguo colaborador de la Revista Tellus
promovida por el gobierno de Maya en la provincia de Entre Ríos, José Arévalo
(Línea Dura, 43, 14-10-1958: 2):
¡Perón!
Por las rutas del mundo toda América expande
el sagrado pregón: “¡Perón!”
Lo acunaron los cóndores en las cumbres del Ande,
se hizo grito en la entraña de la Nueva y Gloriosa Nación.
Lo soñaron un día para asombro del siglo los ojos del Gran Capitán;
fue una herida de bronce en el épico espasmo del viejo clarín;
era el viento del hambre en las trágicas marchas de un pueblo sin pan
y la mano rebelde y fatídica en la orgía inhumana del imperial festín.
¡Perón! Ala en el torrente, brida en la montaña, cielo en la bandera
intemporal
se prendió a la angustia de la Patria como un niño al seno exhausto de la
madre muerta;
golpeó con la palabra milagrosa la pira enorme y putrefacta de cadáveres en
la tierra desierta
y una invasión de lázaros trajo el agua y el canto y la esperanza al páramo
natal!
¡Perón!
En vano las arañas monstruosas del odio y la traición
acecharon su paso de gigante;
más allá de la vida y de la muerte su voz sigue adelante:
“¡Quienes quieran oír que oigan, quienes quieran seguir que sigan! Alta es mi
empresa y clara mi divisa”
Y abre lento la huella en razón de su prisa
tras él una explosión de luz pone en las frentes los rayos salvadores
que transforman en metálicos himnos la maldición de los bíblicos sudores!
“Perón” ruge la tempestad de gargantas argentinas en el tremendo alud;
y los libres del mundo responden: “Al gran Líder, salud”.
En las manos obreras vibra el látigo del riel
los pulpos imperiales sucumbieron por él;
los surcos redimidos recogen las semillas del cántico labriego,
y alza en vilo la madre criolla la verdad del hijo en el ofertorio de su propio
ruego!
¡Ahora el trigo y el alba, ahora el salmo y la máquina, ahora hay risa en los
humildes, confianza en el que espera y amor en el que llora!
La dicha tiene un nombre: ¡Perón! Los pueblos amanecen en la lumbre
bendita del nuevo sol: ¡Evita!
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No más pobres, no más parias, aunque el fecundo lirio
caiga envuelto en las sombras mortales del radioso martirio!
De la vida inmolada surge pujante esta Argentina Nueva
que en sus pupilas de oro el alma toda fuego de la que duerme lleva…
¡Perón!
Músculo en los fuertes y en el niño corazón;
mástil en los barcos inmensos, vértigo en las fábricas y caricia en los linares
ondulantes
donde hallan su bandera de paz y de trabajo los gringos inmigrantes…
Ni el espacio ni el tiempo; ahora el aire, el agua, el fuego conjugados en la
tierra prometida, para el sueño y el gozo de la total redención,
¡Y el grito formidable replicado en la boca de la raza elegida!
“¡Perón!”.
El semanario Norte que reemplaza a Línea Dura en la tarea de expresar al
Comando Superior del peronismo, expresa en sus columnas muchos de los
elementos que habían ordenado la salida del medio anterior y tampoco descuida
rememorar las fechas principales del calendario peronista.
Como Norte cuenta como columnista a Gobello tras su salida de la cárcel, en
el segundo aniversario del levantamiento de Valle y los fusilamientos reproduce El
presidente duerme (Norte, 728, 5-6-1958: 3).
Fermín Chávez escribe A Eva Perón a seis años de su fallecimiento:
No te lastima el río, ni el colmillo lustroso,
ni el fuego que calcina maderas memorables
ni los ruines libelos ni los perjuros sables
porque has vencido al tiempo ignominioso.
No te duele el silencio de tu piel en reposo,
ni el escarnio, ni el filo de sucia dentellada.
vuelve con el otoño tu nerviosa pisada
porque has vencido al tiempo ignominioso.
Señora, éste es el día de luto riguroso,
de la vida violada por la Muerte distante,
y del cielo dorado como aroma exultante
porque has vencido al tiempo ignominioso.
Mira el rostro brillante de mi pueblo en sollozo
sin túmulo ni ritos. Tu presencia argentina
se renueva en la aureola de rubia cinacina
porque has vencido al tiempo ignominioso (Chávez, 1958).
En ese mismo número publican versos del poeta y escritor forjista, autor de
Montoneras y Caudillos en la historia argentina del año 1946 y Proceso al
liberalismo argentino de 1957, Atilio García Mellid quien escribe A Eva Inmortal
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(Chávez, 1958):
Tu cabeza yacente al mundo asomas
y ángeles rubios vuelan de tu pelo.
tu nombre, sobre un lienzo de palomas,
dibuja su ternura desde el cielo.
Tus brazos, como un mar de terciopelo,
derraman sobre el pueblo sus aromas
y de tu frente surgen, en un vuelo
de glorias imperiales, nuevas Romas.
Eres el agua viva de tu muerte.
Tu perenne verdor de rama inerte
da al roble antiguo su lozana esencia
Y ante la multitud que te venera:
tu invierno triste se hace primavera
para que nadie llore por tu ausencia…
Para la fecha fundamental del 17 de octubre, el solícito Chávez escribe Cielo
de Octubre:
En octubre sonó el primer disparo.
¿Te acuerdas camarada Passaponti
cuando el cañón de ocultos fariseos
goteó su fuego seco desde Crítica?
¿Te acuerdas, compañero Passaponti
de aquel madrugador árbol de octubre
que le ganó su sitio al canillita
y se paró temprano para verte
volcando tu fogón sobre la acera?
Apenas quince años te sobraron
para volverte misteriosa forma
o nada cosmogónica, sin tiempo
anterior a la vida o a la muerte.
Los pequeños y grandes fariseos,
tábanos negros de la democracia,
espiaban a tu pueblo y a tu sueño
para matar mejor desde la sombra.
De Crítica salió el primer disparo,
plomo entrañable de la oligaquía.
Allí estaban los ranas del derecho,
los jueces sucios, los instigadores,
los vítolos, zavalas, santanderes,
fittipaldis, gusanos, todos juntos.
Allí estaban en germen, confundidas,
liendres marinas y lombrices cultas,
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un obispo besándose con Busso,
don Frondizi brindando por la SIP
y Bemberg “que nos dio la Libertad”
¿Te acuerdas camarada Passaponti?
En octubre sonó el primer disparo.
En el cielo de octubre brilló Evita
como un sol del escudo proletario.
En el agua de octubre redentora
mojó sus rudos pies, sin nazarenas,
mi pueblo fiel de cabecitas negras.
Octubre es epopeya montonera,
revolución de espaldas castigadas,
estallido varón, puerta del grito,
octubre, epifanía de Perón.
¿Te acuerdas compañero Passaponti?
En octubre sonó el primer disparo
y del plátano gris bajó la muerte
para dejarte a oscuras desterrado.
En junio, en junio del cincuenta y cinco
la muerte descendió de los caranchos
y en el diente traidor de los cobardes.
Pero octubre está aquí, y está mi pueblo
con Caudillo y bandera desplegada,
cargando también balines duros,
empujando la historia, vigilando
los muertos que dormitan en el alba.
Compañero de octubre, junto al plátano,
te estoy viendo nacer en la mañana,
fusilado de luz en la mañana,
mientras me estalla adentro una mañana.53
En otros medios menores, como El Soberano dan lugar también a los versos
de Cailalay titulados Eva de América (El Soberano, 15, 30-6-1958):
¡Salve, Eva de América! Tu nombre
ató en un solo haz a los humildes
sin distinción de credos ni de razas
Eran carne de pueblo, y los quisiste.
Los de manos callosas, los vencidos,
los que la fe y la dignidad perdieron,
los humildes, los pobres, los de abajo
formaron a tu lado. Y te siguieron.
53
Norte, 737, 14-10-1958. En el pasado Chávez había escrito versos en memoria de Passaponti
desde Cuzco, en su condición de seminarista, al enterarse de su asesinato (Fray Benito Enrique
Chávez, 1946).
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Ellos fueron razón de tu existencia.
Les entregaste tu corazón rendido.
Por ellos tu palabra se hizo acero
y por ellos tu pecho se hizo nido.
¡Salve, Eva de América! Tu nombre
será escudo, bandera, y clarinada,
que arrastrará legiones de oprimidos
hacia la luz de la luz de la justicia humana.
En otro semanario difunden Antorcha peronista de autor anónimo:
Soldados de la Argentina,
soldados de Juan Perón,
enarbolemos bien alto
nuestro noble pabellón.
Todos unidos luchemos
por la paz de la nación.
“Sólo unidos triunfaremos”
ya lo dijo Juan Perón.
Es una sola bandera
para una sola legión.
Una sola es la consigna:
¡Con la Patria y con Perón!
Evita, que por el Pueblo
su vida sacrificó,
hoy alumbra desde el cielo
el camino de Perón.
La batalla ganaremos
porque así lo querrá Dios.
¡Justicia es lo que queremos
con Juan Domingo Perón!
Consideraciones finales
Hemos mencionado las
“antiperonismo intelectual” como
producción de estos autores. En el
atacados duramente varios de los
como un “rebaño de traidores”.
denuncias anónimas ejercidas desde el
uno de los factores que incidieron en la
folleto Pax. Epitafios (Anónimo, 1955) fueron
escritores que hemos mencionado, agrupados
Yaces aquí María Granata,
poetisa partidaria…
en la vida literaria
le tocó ser una errata.
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El infame Benarós,
autor de un libro de texto,
junto al nefasto y funesto
de Castiñeira de Dios.
De su musa aprovechada
¿qué sacó?
Nada.
Dio su alma a quien se la dio.
Descansa, Oscar Ponferrada.
Pax
Taormina
Y se anega.
Ya no Rega
Molina
Más.
El inventor de la figura del “poeta depuesto”, era aludido así:
¿Por qué se incorpora,
y llora,
don Leopoldo Marechal
cuando tocan a maitines?
Por succionador de calcetines.
Fermín Chávez, José Gobello, Soler Cañas eran incluidos en la lista de los
“activos –y pasivos– comparsas del régimen”. Esos versos satíricos no quedaron allí.
Hay poetas que son descartados de antologías.
Las intervenciones en los medios periodísticos de la antigua cadena ALEA,
ahora comandados por representantes de los partidos tradicionales, excluyen de sus
redacciones a los autores de la lista. En algunos casos llegaron incluso a los medios
privados, como ocurrió en la redacción de El Mundo de la que fue echado sin causa
Horacio Rega Molina (Pulfer, 2018).
Los medios tradicionales ejercen una censura tácita respecto de referencias de
estos autores54.
La situación de exclusión del partido y el movimiento social y político con el
que voluntariamente se identificaban, sumado a esta situación la expulsión de la
“república de las letras” constituida por las presentaciones y conferencias, la prensa
y el libro condiciona, pues, la producción de estos escritores. Esa exclusión, de todos
modos, no explica acabadamente el proceso por el cual la producción poética pasa a
constituirse en parte del arsenal político del peronismo. Existen, obviamente,
situaciones y acontecimientos concretos que los llevan a poner sus emociones y
sentimientos por escrito para permitir la expresión de la indignación, la queja o la
denuncia. La operación y sus motivaciones, pues, no terminan allí. Es preciso
54
Carta de Antonio Requeri a Blasi Brambilla, 31 de octubre de 1960. Archivo CEDINPE:
“Publicaste alguna vez en ‘La Prensa’ de EPASA o en otros diarios y revistas de decidida
filiación peronista? Te hago esta odiosa pregunta porque en el diario tienen una ‘lista negra’
cuyos nombres repasan antes de dar un libro para el comentario”.
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divulgar. No ya como muestra de capacidades expresivas en una comunidad
intelectual, sino como modo de acción política en las duras condiciones que impone
la “Revolución Libertadora”. Los versos sirven para ser volanteados en las fábricas,
leídos en las casas en la intimidad familiar o el grupo conspirativo, para ser incluidos
en los precarios medios de prensa o llegar a la forma libro en el circuito comercial.
Los motivos de sus versos recorren, como hemos visto, la denuncia por los
atropellos –detenciones, clausuras de medios, intervenciones en los sindicatos–; el
recuerdo de figuras –Eva Perón principalmente– y sucesos festivos y luctuosos –17
de octubre, 16 de junio– junto al homenaje a los caídos en el levantamiento de junio
del año 1956 que se incorpora al patrimonio simbólico del peronismo decididamente
desde 1958, cuando el Comando Superior –Cooke-Perón– envía una misiva
oficializando la reivindicación, no sin aires y giros poéticos en la proclama. 55 El
primero de mayo, ritual obligado de aquel peronismo que había transmutado el
sentido común de los trabajadores y el de buena parte de la sociedad argentina en
torno al significado de ese día, pasando de un registro de sufrimiento y lucha a otro
de celebración y fiesta, de privilegio de lo consensual sobre lo confrontativo, no
ocupa un lugar importante en este tiempo.
Como ha ocurrido en diferentes procesos sociales, el arte se revela capaz de
captar y expresar de manera inmediata fenómenos que los teóricos, cientistas
sociales o analistas tardan en comprender y exponer.
Como hemos visto, aún antes que el magistral registro literario de Walsh
organizara su Operación Masacre y antes, también, de la intervención de las plumas
de los intelectuales luego llamados “nacional-populares”, hubo escritores que
apelaron a formas poéticas para expresar de modo directo y urgente en la prensa o el
suelto generalmente de carácter clandestino, sentires de una masa que se encontraba
desorientada y en la intemperie.
Estas construcciones poéticas colaboraron en la configuración de un nuevo
imaginario en el peronismo que incorporaba a su derrotero unas marcas de las que
carecía hasta el momento y que de alguna manera resultaba antitética a la liturgia
desplegada desde una posición dominante de Estado. Nos referimos a la idea del
sacrificio personal, a la condición de víctimas, de perseguidos, de masacrados… ya
que la noción de mártir hasta ese momento resultaba deletérea en el aislado recuerdo
de Darwin Passaponti.
Ese proceso no fue lineal ni automático. Perón señaló las diferencias entre su
gobierno y el de sus sucesores, pero tardó en reconocer e incorporar al panteón
peronista a los caídos en 1956. En contraste, los poetas “depuestos” se apresuraron
en ungirlos, difundiendo sus versos a través de los precarios medios con los que
contaban.
Fue esta poesía popular y política, por cierto, el primer anclaje semántico de
un contraste más adelante recorrido por la literatura, abordado por las ciencias
sociales, y en el que la historia, como suele ocurrir, encuentra filones inexplotados.
Junto al recuerdo de los hombres de junio la figura de Eva Perón ocuparía el
lugar más significativo y de alguna manera revulsivo en la conciencia de esas
manifestaciones del espíritu. También allí la transmutación de los sentidos asociados
a Eva Perón iban a producir un giro condicionado por el accionar del gobierno
militar: del recuerdo de su entrega se pasa a reclamar por un cuerpo, por un cadáver,
el derecho más elemental esgrimido desde los tiempos de Antígona…
55
Comando Superior. 9 de junio de 1958. Archivo CEDINPE.
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Alicia Eguren, mentada como una de las primeras poetisas de la “primera
resistencia”, cuestionaba, en una reflexión posterior sobre aquel tiempo “a los que
solo escuchan el ruido nuevo de las bombas, lo que, como mínimo significa una gran
superficialidad en el análisis” (Eguren, 1971: 10). La compañera de Cooke planteaba
así que no podía reducirse a ese plano una amplia manifestación de expresiones que
se habían reflejado en actos relámpago, las volanteadas, la lucha por la recuperación
de los sindicatos, la reivindicación de los símbolos y la movilización callejera que
varios trabajos historiográficos se han ocupado de reconstruir (James, 1990; Salas,
1994; Scoufalos, 2007; Melon Pirro, 2018).
En esa lista de manifestaciones “resistentes” podemos incluir, también, una
poesía que pertenece, por tema y lenguaje, al imperio de los sentimientos (Sarlo,
1985) y que es, por forma y contenido, por circulación y consumo, literatura
popular.56
Su autoría se ubica, como hemos visto, en distintos estratos sociales y
profesionales y la adhesión a un movimiento popular no le confiere esa característica
por ese solo hecho. Podemos hablar, entonces, de una poesía de vocación o
intención popular.
Así como ha sido señalado el vínculo entre el melodrama y la narración
discursiva del peronismo gobernante (Karush, 2013), podemos conjeturar que esa
estructura de sentimientos perduró en los años críticos bajo análisis, en los que la
realidad superó a la ficción.
Nuestro propósito, como se ve, no ha apuntado a la caracterización o análisis
literario, sino al significado y proyección social y política de estas expresiones.
Aunque su circulación no haya sido masiva, los responsables de su principal vía de
difusión, los periódicos y semanarios peronistas, sabían y apostaban al impacto de la
prensa escrita. De esa época son aquellos cálculos de Jauretche que inducían a
considerar que a diferencia de la prensa comercial, las hojas de la resistencia eran
mucho más leídas, ya que solían pasar de mano en mano. La pretensión no parece
exagerada habida cuenta de que la edición de revistas en la argentina, aunque no se
cuenta con estadísticas oficiales,57 experimentó, durante estos años, un crecimiento
exponencial. El hecho de que las emisoras radiales estuvieran controladas por el
estado y que la televisión fuera por demás incipiente hizo que la prensa escrita
concentrara las expresiones políticas contemporáneas, algo que incluía a las
peronistas que competían en desventaja. La poesía publicada o referida en sus
páginas fue, como hemos afirmado, literatura política que, en la que probablemente
haya sido una de sus últimas estaciones, remedó las formas del costumbrismo
populista tan presente hasta entrado el siglo XX (Prieto, 1956) y que en remozada
inercia gauchesca o popular expresó y logró comunicar por medio de formas
poéticas conocidas un sentido de contrastes e identidades que perduraron en la
historia del peronismo y de la Argentina contemporánea.
Las operaciones materiales de instalación de mitos, héroes y símbolos para
un peronismo derrotado, excluido, expulsado de la república constituyen el soporte
de una ritualización que se extendería a lo largo de la década dándole carnadura
simbólica a esas resignificaciones y creaciones de los años de la “primera
resistencia”.
56
Desde diferentes perspectivas aparecen reflexiones conceptuales y perspectivas
historiográficas para analizar el fenómeno: Hoggart (2013: 218); Samuel (1984); Chartier
(1994).
57
El IVC solo cuenta con estadísticas oficiales a partir de 1958.
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AHÍ ANDAMOS, GENERAL, DANDO BATALLA
Julio Fernández Baraibar
Se han escrito montañas de letras y tinta:
torrentadas, ríos, maremotos de opiniones,
apasionada, fervorosamente a favor,
fervorosa, odiosamente en contra.
Versos resistentes improvisados en los estadios,
cantos épicos y chuscos lanzados al viento de las multitudes,
platónicos, idealistas sonetos,
rítmicos y pausados versos alejandrinos,
odas clamorosas que celebraban tu epifánica aparición,
aquella hoy lejana tarde de primavera,
cuando era Octubre y parecía Mayo.
Discursos ditirámbicos de fáciles imágenes,
vituperios soeces de oscura retórica,
juicios, análisis, críticas, estudios, investigaciones, tesis y tesinas,
novelas y ensayos,
definiciones y condenas.
Yo lo tuve ahí, general Juan Domingo Perón,
sentado delante mío, fumando, uno tras otro,
los Winstons que había traído de España.
Era joven, como lo éramos todos entonces,
menos usted, General, que era el Viejo.
Durante una hora nos habló del mundo,
de su sistema de intereses y enfrentamientos,
de la pugna de los pueblos por alzarse en su dignidad plena,
de la lucha entre las grandes potencias,
del África y del Asia, nos habló, General,
de Cuba y de Perú, del Brasil y sus militares antiargentinos,
de Chile y de Bolivia nos habló también, General.
Lo miraba, General, casi como si fuera la Historia misma
la que se sentaba ahí, delante mío, ese mediodía, en Vicente López.
Me guiñó ese ojo guiñador con que subrayaba un chiste,
esa voz ajada que era casi como su rostro,
una seña de identidad,
escuchada en grabaciones clandestinas,
en reportajes radiales
en entrevistas televisivas,
en imitaciones profesionales,
en el compañero que al imitarlo quería hacerlo presente,
llenaba el cuarto soleado y remitía a treinta años de extrañarla,
a treinta años de pelear, de morir,
de esperar esa voz inconfundible y ajada.
Ahí estaba el General
que había sido elegido dos veces como presidente
y que todos queríamos que lo fuese una tercera vez.
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Ahí estaba el Pocho,
amado, odiado, caricaturizado,
sin su motoneta, sin su gorrita con visera que se llamaba “pochito”.
Ahí estaba solo,
pero en su voz se cifraba la voz millones,
la esperanza de los desesperanzados,
la memoria de los olvidados,
el pan de los hambrientos,
el amor de los despreciados.
Se suspendió el tiempo ese mediodía.
Duró una eternidad y sigue durando.
Ahí estaba el anciano exilado
con su cortesía criolla,
con el cuero sabio de Martín Fierro frente a sus hijos
y la socarronería de Viejo Vizcacha ante sus enemigos.
Las órdenes de ese General septuagenario
todavía no se cumplieron.
Ya me estoy acercando, General,
a su edad en aquella reunión que la memoria no abandona.
Y los hijos y los nietos de quienes vivaban su nombre en aquellos años
siguen gritando: ¡Viva Perón! En días de dolor y en días de alegría.
Un ejército de hombres y mujeres por nacer
siguen recibiendo, en esta tierra, esas órdenes marciales
que usted, General, lanzó hace ya siete décadas
y nos hizo creer, el arte de la conducción,
que era fácil cumplirlas.
No, por cierto, no,
no nos ha sido fácil llevarlas adelante.
Y vaya a saber usted, General, si lo logramos.
Pero su voz, que todavía recordamos e imitamos,
nos grabó en el alma la patria.
Justa, libre y soberana nos indicó desde el vamos.
Latinoamericana, nos confirmó después.
Y ahí andamos, General,
dando batalla.
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VAMOS A VOLVER
Anabella Zoch
Si has dejado tu adiós
con un beso en la sien,
donde has amado, no hagas promesas
deja el agua correr
en los caminos siempre está escrito
que vamos a volver.
Todo viene y se va
muere y busca nacer
la flor que crece, desde las piedras
demuestra su poder,
es en la lucha de nuestros hijos
que vamos a volver
Nos verán pasar
Nos harán caer
Nos querrán callar
Desaparecer
En las paredes del pueblo
Se escribió la historia
vamos a volver.
Andaremos tal vez
Caminando en el mar
Sin dejar huellas
que nos recuerden
Como hay que regresar
Al fin de cuentas lo verdadero
Siempre aparecerá.
Volveremos al fin
al origen del sol
después de haber vivido el destino
Cumpliendo la misión.
desandaremos hasta encontrarnos
dentro del corazón.
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