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La energía en Euskadi

2017, La energía en Euskadi Elementos para la consecución de un modelo sostenible y socialmente integrador

La Comunidad Autónoma del País Vasco es una región pequeña en cuanto a territorio pero inmensa según su consumo. El modelo energético actual es absolutamente dependiente de los combustibles fósiles generando grandes perjuicios a la balanza comercial local y al medio ambiente global. Este trabajo investiga en profundidad el modelo energético en Euskadi y analiza propuestas para la consecución de un nuevo modelo energético basado en la electrificación renovable además del descenso de la demanda.

La energía en Euskadi Elementos para la consecución de un modelo sostenible y socialmente integrador Trabajo Final Máster Oficial en Cooperación y Desarrollo Internacional Reallizado por: Sara Iturriaga De la fuente Dirigido por: Roberto Bermejo Gómez De Segura 1. Diagnóstico a 2015 1.1. Datos estadísticos sobre consumo Definir la política energética de Euskadi es tarea del Departamento de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Gobierno Vasco. En junio de 1981 se terminaron de definir las competencias que quedaban transferidas al ejecutivo autonómico, entre ellas, bastante capacidad de gestión en materia energética. Un año más tarde se creó en Ente Vasco de la Energía (EVE). Es el organismo oficial que, además de dibujar las líneas estratégicas, recopila y proporciona datos sobre en qué formas y de qué manera se consume energía en la Comunidad Autónoma. El informe completo más reciente sobre datos energéticos revisa el año 2015. Es una fecha interesante por varios motivos. Por un lado se produce un descenso generalizado en el precio de los combustibles fósiles, especialmente del crudo, por otro, se logran las mayores cuotas históricas en instalación renovable en el mundo. El precio del crudo en el mercado internacional llegó a desplomarse hasta un 70% en menos de un año. 2015 es también el ejercicio en que Euskadi abandona la tendencia de descenso del consumo energético que mantenía desde 2010, aumentando en un 1% el consumo final al albor de cierta recuperación económica. El aumento en la demanda, el consumo de energía y electricidad en este período se observa a su vez en el resto del estado. Según datos del Club Español de la Energía, “la demanda de energía primaria o total se ha incrementado notablemente, el +4,6%” entre el 2014 y el 2015 (Club Español de la Energía, 2016). Aunque estos datos no son de estricta actualidad, son perfectamente útiles para realizar una radiografía de la situación en que se encuentra el territorio. Por todo ello, el análisis sobre la coyuntura energética que se presenta a continuación está basado en el estudio del documento que los comprende, llamado Datos Energéticos 2015 (EVE, 2016). 1.1.1. Consumo per cápita Uno de los indicadores más utilizados para valorar el consumo en una población es su reparto por habitante. Aunque presenta lagunas y puede no resultar representativo (por ejemplo en áreas con muy baja población donde existe un centro 1 industrial muy consumidor) este indicador permite realizar comparaciones entre áreas geográficas. En 2013 el Consumo Interior Bruto per cápita en Euskadi era de 2.93 Toneladas Equivalentes de Petróleo por habitante (tep/hab). Es probable que esta cifra haya aumentado en relación con el crecimiento del consumo energético general de los últimos años. Aun así, es una cifra menor que la del conjunto de la Europa de los 28 de aquel entonces que alcanzaba un 3.27 tep/hab. Conviene explicar que las características particulares de cada región suponen variaciones importantes en este indicador, de forma que las enormes diferencias en cuanto a densidad de población que se dan entre la provincia de Bizkaia y Araba hacen que la representatividad del dato quede trastocada. Bizkaia es la provincia más densamente poblada y su nivel de industrialización es muy superior que el de sus aledañas, por tanto, es la Diputación Foral más consumidora. El Consumo Interior Bruto de Bizkaia representa más de la mitad del consumo total vasco, alcanzando en 2015 el 51.2%, sin embargo, tiene el menor consumo per cápita. Araba supone únicamente el 17.7% del total del consumo y sin embargo, al tener una baja densidad de población, es la provincia con un mayor consumo energético per cápita. El EVE estudia este fenómeno teniendo como referencia los datos del 2014. Aquel año el consumo final de energía per cápita en Álava era de 3,17 tep/hab, seguido del guipuzcoano con 2,61 tep/hab y en último lugar se encontraría Bizkaia con 1.85 tep/hab. 2 Es significativa la diferencia que existe entre el consumo y la generación por habitante. En la comparativa que el Ente ofrece entre Estados de la Unión Europea se puede observar que la producción de energía primaria en Euskadi es de apenas 0,2 tep por habitante, mientras que su consumo ronda los 3 tep (2,9). El Reino Unido presenta consumos cercanos a los vascos (2,94 tep/hab) pero, a diferencia de la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE), dispone de recursos fósiles propios y su nivel de producción es de 1.67 tep/hab. 1.1.2. Por sectores El efecto de la crisis económica sobre la demanda energética se reflejó de forma más tardía en Euskadi que en el resto del estado. Desde el año 2010 las cifras recogen un descenso paulatino ligado especialmente a la menguante producción industrial. El ejercicio 2015 es el primero en reflejar un cambio en esta tendencia. Los datos del Ente certifican que en ese año el consumo energético interior bruto creció un 1.5%. Todos los sectores aumentaron su consumo a excepción de la industria, donde se produjo una reducción de hasta el 2,8%. Destaca sobremanera el aumento de un 5,1% en el sector doméstico y el sector de servicios que hinchó su consumo un 4%. También es notable el aumento en el transporte, un 3,4%. A diferencia de los dos sectores mencionados con anterioridad, que consumen principalmente energía eléctrica, la movilidad en la CAPV se alimenta básicamente de petróleo y derivados siendo su crecimiento el más preocupante de cara a la sostenibilidad. El sector primario ha aumentado un exiguo 1,4%. Por desgracia, este también es un sector muy intenso en el uso de combustibles fósiles. 3 Industria, pesada consumidora e insostenible La industria vasca consume principalmente gas natural y energía eléctrica. Su merma productiva es la causante del descenso del 3% en la demanda del hidrocarburo. De todas formas, el sector industrial sigue siendo el principal cliente del mercado gasista vasco, correspondiéndole más del 44% de la demanda total de Gas Natural, seguido por la generación eléctrica (37,2%). El hecho de que la industria y la generación eléctrica mantengan una fuerte dependencia del Gas Natural importado responde a las políticas que desde los años ochenta se han implementado desde el Gobierno Vasco que apuestan por hacer de este el elemento energético principal. Un informe publicado en 2016 por el EUSTAT afirma que: “en comparación con otras economías, la estructura productiva vasca se asemeja más a Alemania que a España o a Francia”. Señala que los sectores que tradicionalmente han tenido mayor peso, como la metalurgia y la máquina herramienta siguen siendo los pilares del tejido productivo vasco a pesar de la drástica reducción que han sufrido entre 2008 y 2014. En la otra cara están las áreas productivas con menor importancia, según el EUSTAT: “Los sectores con menor peso dentro de la Industria de la C.A. de Euskadi son el de Industrias Extractivas y Coquerías y refino de petróleo, que únicamente representa el 0,4% cada uno” (EUSTAT, 2016). Transporte, totalmente fósil. Absolutamente desfasado El sector vasco del transporte es el principal consumidor de petróleo y derivados como fuelóleos o linóleos, keroseno u otros (86,1%). La situación es muy 4 preocupante dada la absoluta falta de diversificación de los combustibles y el preponderante papel del transporte por carretera. El gasóleo de automoción supone un 74% del total de la demanda de estos derivados del petróleo. Las propuestas gubernamentales y los fondos públicos que deberían haber sido destinados a la electrificación renovable de la movilidad no se han empleado correctamente. No se han puesto en marcha medidas que dieran lugar a un trasvase efectivo de la distribución de mercancías por tren o cualquier medio alternativo al motorizado. Se han menospreciado las oportunidades para implementar el vehículo eléctrico (incluyendo vergonzosos casos de corrupción) y no se ha investigado y desarrollado con la seriedad requerida, llegando a 2017 con un modelo de transporte más acorde a la situación de finales del siglo XX que a la actual. 1.1.3. Por tipo de energía La forma de energía que tuvo un mayor aumento en la demanda en 2015 fue la electricidad. Este aumento vino ligado al crecimiento en el sector residencial y de servicios. El debilitamiento de la siderurgia fue causante de la única merma en la demanda eléctrica. En el lado contrario, la forma de energía con menor peso en el mix vasco son el carbón y sus derivados. A pesar del aumento de la electrificación, el País Vasco sigue siendo profundamente dependiente de los combustibles fósiles y la energía en forma eléctrica solo supone el 25,6% del consumo final total. 5 De la energía eléctrica que consumimos más del 60% proviene de fuera de la comunidad, produciendo de forma local poco más del 37%. Lamentablemente, los kilovatios que se generan en Euskadi son principalmente sucios y dependientes de los combustibles fósiles. De hecho, un 37.2% del Gas Natural que Euskadi importa se dedica en exclusiva a la producción eléctrica en centrales de ciclo combinado. Gorka Bueno, profesor de la UPV-EHU valoró este modelo de generación fundamentado en el consumo de gas natural en el año 2008. Bueno denunciaba que: “No existe nada semejante en ningún otro país desarrollado del mundo. En 2007, los únicos estados que tenían un porcentaje más alto eran Uzbekistán, Catar, Turkmenistán, Bangladesh, Belarús, Emiratos Árabes Unidos, Algeria, Azerbaiján, Rusia, Irán y Argentina” (Bueno, 2008). En el informe en que Bueno aportaba esta información se preguntaba a su vez si estos eran los países de referencia para Euskadi, añadiendo que “En la Unión Europea el consumo de gas natural es el 24,9% del consumo primario y en la OECD el 23,7%” (Bueno, 2008). Combustibles fósiles, lo más demandado Las fuentes de energía no renovables y en especial aquellas que se obtienen a partir de recursos fósiles siguen siendo la base de la dieta energética de Euskadi. Aunque por fin el uso de carbón es prácticamente cero, la suma del petróleo y sus derivados junto con el Gas Natural suponen aún el 77% de la demanda. Durante el ciclo 2014-2015 convergen diversas situaciones que contextualizan los movimientos en el consumo interno de combustibles fósiles. El mercado internacional es presa de una situación de incertidumbre que da lugar a una volatilidad en el precio del crudo. Se producen sucesivas inundaciones del mercado del gas y el petróleo por la explotación de yacimientos mediante técnicas no convencionales junto con una gran caída de la producción a nivel mundial. El barril de Brent llegó a situarse en el entorno de los 37 dólares por barril. Este derrumbe de los precios animó el uso del vehículo privado al traducirse en “rebajas” en las gasolineras. La demanda de gasóleos B y C creció un 14% en el territorio respecto a los valores del año anterior (EVE, 2016). El único movimiento a celebrar en este período es el cierre de única central operativa de generación eléctrica mediante la combustión de carbón que quedaba en Euskadi, relegando la piedra sucia pero densa energéticamente a usos industriales que no alcanzan el 1% del consumo energético total. Energías renovables, suspenso absoluto 6 El porcentaje que la energía renovable supone sobre el total del consumo en Euskadi es apenas el 7%. En Europa sólo regiones como Reino Unido e Irlanda presentan porcentajes tan pequeños o inferiores, claro que estas disponen de recursos fósiles propios. Estamos muy lejos del objetivo del 20% pautado por la Comisión Europea para 2020. Pero alcanzarlo, e incluso superarlo no es imposible. Así lo manifiesta el 36% de cobertura del consumo por medios renovables alcanzado por Suecia o el 30% de Austria y Finlandia. La renta de estas regiones tampoco sirve como excusa. España, con un nivel de renta muy inferior, llega a satisfacer por estos medios el 15 % e Italia el 18%. El repaso a las estrategias energéticas aprobadas en Euskadi desde el año 2000 evidencia que el problema es la falta de seriedad para enfocar las inversiones y los planes en esta dirección. Es posible enumerar una larga lista de fracasos, objetivos incumplidos y políticas incoherentes. Euskadi tiene un gran margen para aumentar su utilización de energía renovable en especial en el aprovechamiento eólico y fotovoltaico. 1.2. Impactos del elevado consumo 1.2.1. Ambientales ¿Es Euskadi sostenible? Antes de responder conviene hacer una reflexión sobre el propio concepto de sostenibilidad. Hay que valorar si lo que se espera sostener es una actividad en el tiempo o si son las condiciones medioambientales el objeto de interés. Qué es la sostenibilidad y en qué se diferencia del llamado desarrollo sostenible. Las propuestas que surgen de las instituciones vascas insisten en la idea de potenciar un crecimiento económico inteligente, cada vez menos intenso en consumo energético y de recursos, más limpio y eficiente. Desafortunadamente, estas proyecciones son muy difíciles de lograr y por supuesto no existen al margen de un planeta que ya se está calentando, cuyos recursos se están agotando y que requiere poner en duda de forma urgente el propio concepto de crecimiento. El Gobierno Vasco lleva años haciendo apología de una buena intención en cuanto a reducir el impacto ambiental de la comunidad. Periódicamente son publicados datos sobre emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) e incluso hay aprobada una 7 Estrategia de Cambio Climático del País Vasco 2050. El ejecutivo considera que de continuar con las políticas actuales las emisiones de GEI se llegarían a reducir un 40% en 2050 respecto a los datos de 2005 pudiendo llegar hasta el 80% de realizarse mayores esfuerzos. La primera medida para lograrlo es: “apostar por un modelo energético bajo en carbono”, que pretende alcanzarse: “caminando hacia un transporte sin emisiones” (Gobierno Vasco, 2015). Según ese documento la CAPV supone: “una aportación del 0,5 % del total de emisiones de la Unión Europea” (Gobierno Vasco, 2015). En los últimos años se puede observar una reducción de las toneladas anuales emitidas, sin embargo, tal disminución está muy ligada a la caída productiva por efecto de la crisis económica. Cabe esperar que la recuperación de los sectores productivos genere de nuevo aumentos en las emisiones de GEI. El Inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero de 2014 del Departamento de Medio Ambiente y Política territorial del ejecutivo mantiene que: “respecto al año 2005, las emisiones han disminuido un 25%, estando ligeramente por debajo de la senda marcada para conseguir los objetivos de la Estrategia Vasca de Cambio Climático” (IHOBE, 2015). Lo más probable es que no se logren los objetivos propuestos en cuanto a reducción de emisiones, tanto los de las estrategias a corto plazo (2020, 2030) como en las proyecciones a 2050. Así viene ocurriendo sucesivamente con todas las metas al respecto aprobadas hasta el momento. Es trágico que mientras otras regiones europeas dan muestras de esfuerzo por lograr los objetivos propuestos desde la Comisión Europea para la sostenibilidad, la Comunidad Autónoma Vasca no esté haciendo lo suficiente. Constantemente se minusvaloran las externalidades negativas de nuestro sistema productivo. En el informe sobre las emisiones de GEI del 2014, los autores describen que: “de acuerdo con los datos se ha calculado un incremento del 0,02%, lo cual no es significativo” (IHOBE, 2015). 1.2.2. Sobre la salud Otro efecto pernicioso del actual modelo energético es su afección sobre la salud pública. Un mix fundamentado en los combustibles fósiles incide negativamente en las condiciones de salubridad. Además de las emisiones de gases tóxicos asociadas a los procesos de combustión, los hidrocarburos conllevan otro tipo de impactos. En los años 50 el desarrollismo británico basado en la combustión de carbón 8 supuso una contaminación atmosférica brutal. Fue entonces cuando, debido al aumento de las necesidades médicas por problemas respiratorios e infartos, se comenzó a investigar la relación entre contaminación y enfermedad. Un estudio realizado por el Institut Valencià d'Estudis en Salut Pública (IVESP) da cuenta de los efectos que sobre la salud tienen los combustibles fósiles. Explica que determinar cuáles son las afecciones a corto plazo y cuál es el elemento que las causa es confuso, ya que situaciones meteorológicas así como otros elementos estacionales producen variaciones. El Institut concluye que es innegable que existe una estrecha relación con la exposición a contaminantes derivados de los hidrocarburos en ciertos tipos de patologías (Institut Valencià d'Estudis en Salut Pública (IVESP), 1999). El informe, que fue publicado por la Revista Española de Salud Pública, determina que las afecciones derivadas de la contaminación atmosférica “van desde un aumento de la mortalidad total y por causas respiratorias y cardiovasculares a las alteraciones del funcionalismo pulmonar”. Los autores señalan que en las ciudades y áreas con baja calidad del aire el número de visitas médicas por habitante es más alto que en las regiones con menor tráfico o presencia industrial. Las afecciones a largo plazo que actualmente se relacionan con la baja calidad del aire son, entre otras, el bajo peso al nacer, algunos problemas en el desarrollo cognitivo de los infantes, el asma, el cáncer de pulmón además de otras acusaciones respiratorias y cardiovasculares e incluso la reducción de la fertilidad (Institut Valencià d'Estudis en Salut Pública (IVESP), 1999). De cara a reducir los problemas de salud producidos por el modelo energético existe una vía con incidencia directa, el ataque radical a un parque automovilístico casi totalmente motorizado mediante los combustibles fósiles. Aunque no existe un automóvil con impacto cero, los vehículos que queman diésel emiten más dióxido de carbono que los de gasolina, estos más que los que funcionan con gas natural y todos ellos mucho más que el vehículo eléctrico y el propulsado con tecnología de hidrógeno renovable. Hay que trabajar para que estas tecnologías tengan un encaje económico. Entre los gases dañinos que salen de los tubos de escape se encuentran: hidrocarburos que no han sido quemados (HC), óxidos de nitrógeno (NOx), monóxido de carbono (CO), dióxido de azufre (Cox), aldehídos, partículas enanas pero tóxicas de hollín (Mp) y por supuesto el conocido dióxido de carbono (CO²). La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió al CO² como “asesino silencioso” (Institut Valencià d'Estudis en Salut Pública (IVESP), 1999). Hasta la prohibición de la gasolina con plomo, este venenoso elemento formaba parte del coctel de emisiones. 9 En una nota de prensa publicada en diciembre de 2015, el Gobierno Vasco exponía los comportamientos de la sociedad vasca respecto del transporte. Reconocía que: “El coche o moto privado es la forma de transporte más habitual entre la población de Euskadi, el 35% lo utilizan todos o casi todos los días”. En el mismo documento se admitía que: “La razón principal por la que se elige un medio de transporte u otro es la comodidad” (Gobierno Vasco, 2015). Además, en los estudios del EUSTAT que dan pie a la publicación de esta nota de prensa se recoge que el vehículo privado es el medio más utilizado para los desplazamientos más frecuentes de la población, tales como, acudir al lugar de trabajo o al centro de estudios (Gobierno Vasco, 2015). He aquí un elemento a transformar para una posible transición energética. Este tipo de movimientos se realizan en su mayoría en zonas urbanas y periurbanas entre distancias no demasiado amplias. Son por tanto los que mejor capacidad tienen para realizarse mediante vehículos eléctricos dado que las limitaciones de las baterías obligan, por el momento, a relegar el uso del vehículo eléctrico a trayectos de pocos kilómetros. De invertirse en implementarse con seriedad una infraestructura de carga y facilitación del vehículo eléctrico podría suponer una mejora ambiental y en términos de salud pública. El tema de la contaminación de las ciudades debido a la densidad del tráfico motorizado que albergan ha estado recientemente de actualidad. La alcaldía de Madrid tomo la determinación de limitar los vehículos que circulan por la M30, principal arteria de la ciudad. Para ello, estableció un sistema de cuotas alternas en base al número de las matrículas, de modo que unos días los automóviles cuya matrícula terminara en un número par podían moverse, al día siguiente era el turno de los números impares. Esta medida, sin duda, resultó incómoda para muchas personas, algunas de las cuales mostraron un profundo rechazo ante la necesidad de adaptar sus costumbres. No obstante, se trata de un primer intento de restringir el uso del vehículo privado, algo nunca visto en España pero que tiene que ir convirtiéndose en parte de la cotidianidad, si no es por motivos ecológicos, por la escasez de recurso fósil o simple y llanamente por salud. Al consistorio madrileño le tocó la papeleta de defender su propuesta, que aunque no es idílica, responde a una alarmante situación de afectación a la salud pública. El aire de Madrid superó durante varias series temporales los umbrales estipulados como aceptables por la Unión Europea. El límite está en los 180 microgramos de dióxido de carbono por metro cúbico de aire y la alerta salta cuando esta concentración se alcanza durante 18 horas. Un artículo publicado por Ecologistas en Acción alerta de que: “la contaminación por dióxido de nitrógeno causa cada año 5.900 muertes 10 prematuras en el Estado español, según las estimaciones más recientes de la Organización Mundial de la Salud” (Ecologistas en Acción, 2016). La Unión Europea ha realizado un proyecto llamado APHEIS, cofinanciado por el programa de Enfermedades Relacionadas con la Contaminación puesto en marcha por la Comisión. Entre las publicaciones a que ha dado lugar se encuentra una evaluación de los impactos de la contaminación por partículas en cinco ciudades españolas, Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia y Bilbao. Estudiaron la incidencia de partículas de tamaño inferior a un micrómetro (PM10) y sus concentraciones en diferentes períodos. De las conclusiones obtenidas, los autores destacan que: “Los niveles diarios de PM10 (…) en Bilbao, Madrid y Sevilla son responsables de 1,4 muertes prematuras por 100.000 habitantes y año debido a sus efectos a corto plazo y de 2,8 muertes/100.000 en un periodo de hasta 40 días tras la exposición” (Fustel, 2005). 1.2.3. Deuda ecológica El desarrollismo vasco que ha permitido alcanzar una renta per cápita, una producción y un consumo elevados se sirve de la destrucción de las condiciones necesarias para la vida y para un medio ambiente saludable en otras regiones del planeta. Por ello, otro concepto a tener en cuenta a la hora de valorar el modelo de desarrollo (y energético) es el de Deuda Ecológica (DE). Este término es relativamente reciente. Hace referencia al deber contraído por una región con aquellas otras que se han visto afectadas negativamente por su actividad económica. Es una valoración monetaria del expolio pasado y presente de recursos 11 naturales, la exportación de impactos sobre el medio ambiente y el uso del espacio global como vertedero (Ekologistak Martxan y Euskal Begia, 2005). La Deuda Ecológica se contrapone a la Deuda Externa. Frente a la contraída por las regiones empobrecidas mediante créditos para el desarrollo concedidos por entes financieros internacionales y países con economías potentes, la Deuda Ecológica es contraída por estos últimos sobre los primeros. Viene a denunciar el ideal del desarrollo evidenciando algunos de los aspectos negativos de este y poniendo de manifiesto que a aquellos a los que se les exige el pago de deudas financieras quizás sean quienes deben recibir una compensación. Hay cuatro componentes de la DE: la Biopiratería o el acaparamiento que la agroindustria y los laboratorios hacen de saberes sobre semillas, plantas medicinales y otros conocimientos indígenas sin compensación a estos y por los que al final obtienen beneficios, la Deuda de Carbono por el vertido constante de GEI a la atmósfera, los Pasivos Ambientales derivados de la extracción de recursos naturales sin atención a la afección ambiental y por último la Exportación de residuos tóxicos (Ekologistak Martxan, et al. 2005). Como región fuertemente industrializada, gran consumidora pero escasa en recursos endógenos la Comunidad Autónoma Vasca tiene una gran DE. El primer componente, la Deuda de Carbono, se calcula teniendo en cuenta la cantidad de emisiones que el Panel Internacional de Expertos por el Cambio Climático (IPCC) consideró como nivel crítico. Según este organismo, desde 1967 las emisiones superan las capacidades de los sumideros naturales para hacerles frente. Para darle un valor monetario se calcula la tonelada de CO² entre el PIB. En el trabajo realizado por Ekologistak Martxan y Euskal Begia titulado La Deuda Ecológica en Euskadi; ¿Quién debe a quién? Se afirma que sólo monetizando las emisiones de GEI, el territorio es “deudor ecológico por más de 22.000 millones de euros, siendo la deuda del año 2000 cercana a los 800 millones de euros”. En el momento en que Euskal Begia y Ekologistak Martxan realizaron el informe la unidad de deuda de carbono (la tonelada de CO² entre el PIB) valía 58€. Realizar esta valoración en términos financieros permite comparar la cantidad que supone la Deuda de Carbono en relación con la Deuda Externa. El trabajo de Euskal Begia y Ekologistak Marxan concluye que en el año 2000 la Deuda de Carbono acumulada mundial ascendía a 14.5 billones de euros, siete veces la cantidad que el Banco Mundial reconocía como Deuda Externa. Las grandes cifras que presenta la CAE en cuanto a emisiones de GEI que hinchan la Deuda Externa son en buena medida fruto del modelo energético. Los combustibles fósiles son los causantes de tres cuartas partes de las emisiones. Ante tal situación, 12 los autores de la publicación anteriormente citada consideran que: “lo que pide el sentido común, es aplicar el principio de prevención y poner freno a nuestro derroche actual, reconvirtiendo nuestro sistema energético hacia los recursos renovables” (Ekologistak Martxan, et al. 2005). Por desgracia, algunos de los métodos renovables no hacen sino agravar la Deuda Ecológica. En ocasiones se buscan soluciones llamadas renovables que permitan mantener los funcionamientos sociales y económicos que asfixian al planeta pero generan una vida cómoda en las regiones enriquecidas. Así está ocurriendo, por ejemplo, con la producción de Agro Combustibles. Debido a la escasez y la carestía de los terrenos en Europa se utilizan campos de regiones donde es más barato producir para instalar monocultivos destinados a crear biodiesel. La Unión Europea importa masivamente aceite de palma de Indonesia con este fin. Las estimaciones apuntan a que hasta 6 millones de hectáreas podían haberse deforestado en la región asiática por este negocio (Bermejo, 2017). El concepto de DE no tiene relevancia jurídica hoy en día. No es exigible su compensación a ningún estado, ni supondría una compensación real, dado que no es posible recuperar el daño ambiental a través de la moneda. No obstante, es útil para acercar el debate acerca del impacto sobre el medio a sectores de la sociedad que, habiendo asumido el lenguaje del dinero, no comprenden ni valoran este tipo de cuestiones. 1.3. Tendencias hacia un aumento del consumo Pilar Urrutikoetxea, ex directora del Ente Vasco de la Energía, realizó un interesante Diagnóstico de la situación Energética donde analiza las tendencias y las estrategias de cara a 2030. Sugiere que el consumo energético vasco aumentará sustancialmente a pesar de los esfuerzos por desligar la producción del consumo energético y de los avances en materia de eficiencia. Estima que: “la energía que requeriría Euskadi para satisfacer sus necesidades, podría incrementarse en 15 años un 14% alcanzando los 7,2 Millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep) en 2030” (Urrutikoetxea, 2015). El aumento de la demanda vendría ligado a la recuperación económica, esto nos coloca ante el dilema sobre la conveniencia de favorecer el crecimiento del Producto Interior Bruto a pesar de que ello suponga ahondar en la problemática ambiental. Es destacable que la energía de procedencia renovable sería la forma que experimentaría 13 un mayor crecimiento (en torno a un 22%). A pesar de tal empuje, al partir de una situación de muy exigua contribución al mix de demanda total, continuaría satisfaciendo una porción limitada. De hecho, la proyección de Urrutikoetxea mantiene que la cuota de energía renovable sobre la demanda total seguirá en 2030 en el 7%, es decir, porcentualmente estaría en el mismo punto que se encuentra hoy día y muy lejos del 30% que para la misma fecha espera alcanzar la Unión Europea. Las estimaciones indican que no será superado el modelo energético actual basado en la dependencia de los combustibles fósiles. Las formas de energía que se cree que vivirán un mayor aumento serán el Gas Natural (20%) y el petróleo y sus derivados (11%). Esta última fuente continuará siendo la más demanda (42%) y junto con el Gas Natural supondrá que los combustibles fósiles aporten casi un 70% a la demanda total. En resumen, el consumo energético aumentará y cada vector crecerá de forma paralela al aumento general, deviniendo en el 2030 en un mix energético prácticamente idéntico al actual (Urrutikoetxea, 2015) . 2. Causas de la actual situación de insostenibilidad 2.1. Históricas, un desarrollo de espaldas al medio natural 14 El actual escenario socioeconómico vasco es el resultado de una historia de desarrollo al margen de cualquier valoración sobre de los impactos ambientales de las actividades económicas. La actual demanda de recursos energéticos y bienes de consumo supera la media española y la del conjunto de la Unión Europea como consecuencia de un pasado en el que el crecimiento venía ligado a la combustión y al extractivismo. Y el crecimiento nunca se ponía en duda, aunque supusiera la destrucción del medio ambiente. Hoy, se anuncia una reconversión de la economía para poder seguir creciendo pero de forma menos contaminante. Se alardea de la búsqueda de la eficiencia y del valor añadido. Las promesas políticas exponen con entusiasmo una Euskadi líder en innovación y desarrollo, amable con el medio ambiente, incluso vanguardia en sostenibilidad. Se vende el humo de un sector servicios y de producción industrial inteligente que vendría a tomar el relevo al humo tóxico que supone la industria pesada en su papel de motor económico. Sin embargo, esta no es la primera vez que la economía vasca busca una transformación y la historia demuestra que los impulsos para tales cambios no tienen nada que ver con criterios ambientales, sino que se han debido a la búsqueda de rentabilidad de las actividades. Los balleneros se transformaron en boniteros y después en barcos de pesca de bajura según el sector pesquero se topaba con los límites causados por la sobreexplotación del mar Cantábrico. A mediados del siglo XVII la población de cetáceos estaba prácticamente extinta. Los marineros vascos exprimieron su actividad económica sin valorar el recurso natural del que se valían. Por aquella época empezó a intensificarse la explotación de mineral de hierro, especialmente en la margen izquierda del Nervión. Se produjo una revolución industrial que derivó en un estallido poblacional y un aumento espectacular de la contaminación atmosférica. Como resultado se estableció un modelo económico cuyo pilar era la industria pesada. A mediados del SXX Altos Hornos de Bizkaia.SA era la mayor empresa del estado, el paisaje se tiñó de negro y hasta que la falta de rentabilidad no era angustiosa no existió ningún interés por replantear el modelo productivo. Esta forma de actuar, priorizando el interés económico del momento sin atender a la sostenibilidad no ha desaparecido. Es el modus operandi de la economía actual. 15 El abandono de aquellas industrias se debió a la merma de sus beneficios. El resto: la limpieza, los árboles, centros comerciales, museos y turistas son consecuencia de la necesaria búsqueda de otro medio de generación de empleo y capital. La Fundación Deusto, desde su Instituto de la Competitividad publica un Informe de la Competitividad del País Vasco. En el último expresan que la economía vasca necesita dirigirse a “una competitividad de carácter más proactivo (basada en la calidad y eficiencia), para llegar a una tercera fase en la que se busca una competitividad más participativa y sistémica (basada en la innovación)” (ORKESTRA, 2015). Entre las reflexiones que están abriéndose paso en los discursos económicos se encuentran aquellas que tratan de la desmaterialización y descarbonización de la economía. El objetivo es promover mercados en los que el valor añadido y, de forma especial, la separación entre aumentar el capital y el consumo de energía requerido para ello (intensidad energética). Estas ideas tienen un margen cada vez mayor para permear entre instituciones financieras internacionales y políticas locales. Su encaje en el sistema económico y social actual es más sencillo que el de aquellos discursos sobre el decrecimiento o los que promueven una congelación del PIB. En definitiva se trata de fomentar nuevas formas de hacer comercio, no de paralizarlo. En el año 2011 el Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial, Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco expuso que una de las vías por las que atacar los efectos que la crisis estaba teniendo sobre la economía vasca era potenciar la 16 industria “verde”. Lo hizo en una publicación titulada Mercados y empleos verdes 2020; El papel de la Industria Vasca hacia una economía sostenible. El ejecutivo expresaba la voluntad de dirigirse hacia una economía: “baja en carbono y con sistemas de producción ecoeficiente que minimizan la utilización de materiales, la generación de residuos y la contaminación ambiental” (Gobierno Vasco, 2011). En todo el documento está presente el interés de embarcarse en la senda del respeto al medio ambiente. Aunque la motivación sea la oportunidad de mercado, dice ir en pos de una mejora en de la situación del planeta justificando que ello constituye una oportunidad de mercado. La Consejera Pilar Unzalu señala que se trata de: “uno de los nichos de oportunidad con mayor potencial de desarrollo en los próximos años. Las previsiones indican que el mercado verde global se va a multiplicar por 3 en la próxima década” (Gobierno Vasco, 2011). La realidad es que la economía de la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE) sigue pivotando en el sector industrial. Este sector continúa suponiendo más del 21% del Producto Interior Bruto de la autonomía (EUSTAT, 2016), y aún es demasiado intenso en energía, demasiado dependiente y demasiado contaminante. 2.2. Apuestas equivocadas 2.2.1. Gas natural, Shale Gas, estrategia inerte El Ente Vasco de la Energía explica que fue la crisis del petróleo de los años 70 un elemento que vino a marcar las políticas sobre materia energética se han ido adoptando en la CAE hasta la actualidad. La dependencia que la industria vasca tenía del petróleo hizo que se viera muy afectada, por ello, cuando se tuvo oportunidad de legislar al respecto se establecieron las líneas que marcarían el resto de decisiones. Tal como lo expone el EVE, lo más importante era la búsqueda de mayor seguridad y diversificación. Para ello se realizó “una apuesta clara por el gas natural, para satisfacer las necesidades de la industria, así como las actividades domésticas y comerciales, y posteriormente también para la producción eléctrica, impulsando así el desarrollo de las necesarias redes de distribución” (EVE, 2014). Hace apenas siete años que el EVE y el Gobierno jaleaban la idea de explotar hidrocarburos en Euskadi. El rechazo social y la evidencia de la inconveniencia de tales propósitos han logrado paralizar los proyectos. El mapa de Euskadi y de los 17 alrededores fue dividido en cuadrículas a repartir entre aquellas empresas que pudieran investigar y valorar las reservas de Gas Natural y otros tipos de hidrocarburo. Entre ellas, y como facilitadora de muchas de las prospecciones se encontraba la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi (SHESA). Una empresa de capital público que hace evidente el ínfimo interés de los gestores de la política vasca en abandonar el caduco modelo energético carbonizado. En los años que siguieron al 2010 se fantaseó con la exploración y posterior explotación de yacimientos de gas no convencional. El sector energético tenía sus miras en obtener Gas Natural en el territorio mediante técnicas como la fracturación hidráulica (fracking). Se trata de tecnologías más incisivas que permiten acceder a recursos de difícil extracción. Con anterioridad el uso de estas técnicas no era interesante, dado que aún se disponía de recursos de fácil acceso y por ello no tenía sentido implementar más tecnología y mayores costos. No obstante, los yacimientos fáciles de extraer son cada vez más escasos y ello incentiva que la industria ponga en marcha estas tecnologías denominadas no convencionales. El impulso a las renovables fue eclipsado por exploraciones para futuras posibles prospecciones en busca de hidrocarburos tanto en el continente como bajo el mar. En la CAPV, por ejemplo, hay gas de esquistos o lutitas disperso entre los poros de la roca pizarra. En territorio costero existen además vetas de flish negro, un tipo de crudo que también requiere de complejas tecnologías para su extracción. Las empresas interesadas en estas explotaciones cuentan con un aliado de gran valor, la SHESA. Esta empresa figura junto con otras en las solicitudes de permisos de investigación de shale gas y otros combustibles, no solo en la comunidad autónoma sino también en provincias limítrofes como Burgos. Algunas de las exploraciones planteadas afectan a las cuencas hidrográficas de los principales pantanos de abastecimiento de poblaciones como Gazteiz y Bilbao. Es el caso de los permisos Angosto 1 y 2, que se encuentran en pleno nacimiento del río Kadagua cuyas aguas alimentan el pantano de Ordunte. Cuando se aprobó la Estrategia Energética de Euskadi 2020 (3E2020) los terribles impactos negativos del uso a gran escala de las tecnologías no convencionales para la extracción de hidrocarburos no se habían hecho todavía. Seísmos, contaminación de aguas 18 subterráneas y superficiales, gran generación de emisiones de GEI y afecciones sobre la salud debidas en gran parte a los químicos requeridos en las explotaciones. El Lehendakari de aquella legislatura era Patxi López (PSE). Aunque no fue su ejecutivo, sino el anterior del PNV, quien inició los trámites para que las empresas norteamericanas (que eran quienes disponían de la tecnología) se interesasen por los yacimientos vascos. López desveló estos proyectos a la opinión pública viajando a Dallas a visitar distintas explotaciones. Dallas es uno de los lugares donde más se ha utilizado la técnica consistente en la fracturación hidráulica de la roca para alcanzar el gas que alberga. Al principio, menospreciando el impacto ambiental evidente por la ocupación del territorio y el aumento del tráfico de camiones, las explotaciones se publicitaron como potentes generadores de capital. La zona vivió un auténtico boom. Se generaron miles de puestos de trabajo y la gente se instalaba incluso en autocaravanas al calor del negocio producto del fracking. En pocos años comenzaron los problemas de mayor gravedad. Accidentes con vertidos de productos tóxicos y reparaciones costosas en las carreteras hasta patologías provocadas por la contaminación además de temblores del suelo. El diario El Mundo se hizo eco de una publicación de Nature Communications bajo una información titulada: “Un estudio vincula el 'fracking' a 30 terremotos en Texas en 2014” (Corral, 2015). En cuanto la sociedad civil contó con información suficiente sobre los peligros que los proyectos podían acarrear se produjo una intensa reacción. Los movimientos ecologistas emprendieron campañas informativas y de denuncia. Por todas las regiones afectadas surgieron plataformas de rechazo y numerosos municipios (la mayoría de los afectados) firmaron mociones declarándose “Libres de Fracking”. Tal reacción llegó a manifestarse en sede parlamentaria en forma de una Iniciativa Legislativa Popular que buscaba, directamente, la prohibición de este tipo de tecnologías. Con el paso de los años, los beneficios que para la economía vasca deberían tener estos proyectos han sido denostados. Excepto la formación Balmaseda (en territorio burgalés y vasco), el resto de formaciones no presentan un volumen de contención de hidrocarburo tal que compense los daños que las explotaciones podrían suponer sobre otros sectores. Existe el temor de que los impactos repercutan gravemente en las zonas turísticas o de valor agrícola. Hoy, el fantasma de que, de una forma u otra, los yacimientos no convencionales de la península sean explotados no ha desaparecido. Afortunadamente, existe mayor 19 información sobre su peligrosidad y todo intento de su puesta en marcha será vigilada con atención. 2.2.2. Hormigón y asfalto Es ineludible una transformación urgente del sector del transporte. Actualmente constituye un enorme problema para avanzar en materia energía-clima además de ser un lastre para la independencia energética y de cara a la seguridad. En Euskadi este sector es el responsable de cerca del 37% del consumo final de energía y la mayor parte de su demanda viene dada por el transporte por carretera. No se está realizando el esfuerzo necesario de cara a favorecer la movilidad sostenible. Un ejemplo evidente es la limitada capacidad del tendido ferroviario frente a las infraestructuras para vehículos. El último gran éxito ferroviario ha cumplido ya diez años y fue la inauguración de Metro Bilbao. Ciertamente, no era una apuesta demasiado compleja, pues se trataba de la modernización de una vía ya existente de Eusko Tren. Aun así, logró facilitar la movilidad de la ciudadanía del área del Bilbao metropolitano desincentivando la utilización de medios más contaminantes especialmente el vehículo privado. Lamentablemente, desde entonces apenas se han hecho modificaciones en la red de cercanías que une los tres territorios apenas que es francamente deficiente. El Gobierno Vasco cuenta con un organismo dedicado a ponderar la situación de este sector dentro de la Dirección de Planificación del Transporte del Departamento de Desarrollo Económico e Infraestructuras. Se trata del Observatorio del Transporte en Euskadi (OTEUS) y como parte de su labor elabora diversas publicaciones. Analizando estas publicaciones y las inversiones realizadas en el sector parece que el modelo del asfalto y el combustible fósil está aún lejos de perder peso. Una publicación de referencia es la Panorámica del Transporte en Euskadi, la más reciente data de 2015. Este documento afirma que entre los años 2013 y 2014 el sector del transporte de mercancías creció por encima de un 10% concentrándose el aumento en el transporte por carretera y aéreo (OTEUS, 2015). Estos son medios de transporte muy intensos en su consumo de combustibles fósiles y por lo tanto esta es una evidencia de que el modelo está manteniendo una inercia contraria a los objetivos de sostenibilidad. Las estadísticas muestran que el sector del transporte no ha hecho más que aumentar su consumo energético y su nivel de emisiones desde 1990. 20 De cara al futuro, tanto desde la Consejería de Transporte del ejecutivo como desde la Unión Europea, se muestra interés por que el transporte de mercancías vaya desplazándose de las carreteras hacia el ferrocarril. En este sentido se promueve la ampliación de la autopista ferroviaria VIIA que actualmente une el puerto británico de Calais con Le Bolou en Francia para que llegue a Álava. La línea se proyectaba para el 2020 teniendo como destino una estación intermodal en Júndiz que albergaría a su vez el Tren de Alta velocidad de la “Y” vasca. Estos proyectos suponen costes inmensos y no están llegando a completarse, mientras, las carreteras vascas siguen llenas de camiones. Recientemente la Unión Europea ha exhortado a reformar 11 túneles del Tren de Alta Velocidad que se suponían terminados dado que no cuentan con las medidas de seguridad suficientes. Para poner estos túneles al día se requerirán otros 52 millones de euros con cargo a la hucha del Ministerio de Industria del Gobierno de España junto con nuevas expropiaciones. Otra inversión ejemplo del despilfarro y de la inercia del no cambio ha sido la Variante Sur Metropolitana. Realizada bajo el pretexto de acabar con los enormes atascos de la autovía A8 abrieron en 2011 los primeros tramos. La autopista más costosa por kilómetro de España y de la que varias agrupaciones consideran que “nace obsoleta” (Supersur Ez, 2008). No se han logrado los resultados esperados y cabe preguntarse por qué los 952 millones de euros dedicados a su construcción no se han invertido en movilidad alternativa al automóvil consumidor de hidrocarburo. También la corrupción está siendo un lastre para la puesta en marcha de un mejor sistema de transporte. Destaca el caso Hiriko, proyecto que nace en 2010 para el desarrollo del coche eléctrico. Se trata de un consorcio en el que un conjunto de empresas y entidades debían gestionar varios millones de euros de procedencia pública para poner en circulación varios automóviles eléctricos. Dentro de este 21 entramado se encontraban dos asociaciones sin supuesto ánimo de lucro así como un nutrido grupo de hombres relacionados con el Partido Nacionalista Vasco y el alto empresariado de la región. Actualmente, seis personas están acusadas de fraude y blanqueo de capitales por su relación con el desvío de al menos 6.4 millones de euros. Una pequeña porción de los hasta 18 millones de los fondos públicos con muy dudoso recorrido (Rioja, 2016). 2.2.3. Descrédito a las renovables y a la eficiencia Nunca se alcanzan los objetivos que el EVE propone en sus estrategias respecto de la participación de las energías renovables en la satisfacción de la demanda energética final. Titulares como el del medio on line Energías Renovables que reza: “Euskadi no ha mejorado su cuota renovable ni una sola décima en diez años” evidencian el fracaso. El reportaje abre con la siguiente frase: “7,2% en 2005, 7.2% en 2015” (Barrero, 2016). No hay demasiado hueco a la esperanza en este aspecto del mix energético. En el análisis de Pilar Urrutikoetxea cuando se dibujan las tendencias a 2030 se mantiene una cuota de renovables similar. De cara al año 2010 el Gobierno Vasco y el Ente Vasco de la Energía dieron forma a una Estrategia Energética que en su título decía aspirar a “Un desarrollo energético sostenible” (EVE, 2005). Entre otros ambiciosos objetivos, uno de los más llamativos era satisfacer hasta el 12% de la demanda mediante fuentes renovables. Al final de la década no se había alcanzado el 7%. En definitiva, aquel periodo sirvió para consolidar el modelo energético basado en el consumo de Gas Natural, cuya demanda creció un 120%, poniendo en evidencia que ese “desarrollo sostenible”, aunque sugerente, no era prioritario. Las siguientes estrategias siguieron la misma línea. La estrategia que se aprobó para la siguiente década (3E20202) llevaba unos objetivos tan disparatados que tuvo que ser revisada a mitad de plazo. La cuota sobre la demanda que se esperaba cubrir con energía de procedencia renovable era del 14% (EVE, 2012). Con frecuencia se confunde energía renovable con energía amigable para el medio ambiente y esto no es cierto. Conviene desglosar las fuentes de obtención de energía que el Gobierno Vasco y el EVE incluyen entre las renovables. Entre los métodos renovables de generación encontramos que el uso de biomasa supone más de un 68% de la producción renovable local total. Aquí se incluye la revalorización de 22 residuos, una práctica de dudosa conveniencia medioambiental. El siguiente método de aprovechamiento energético renovable en la CAPV son los biocombustibles que suponen más del 15% de la producción renovable local. Las tecnologías hidroeléctricas suponen un 8,2% y la eólica y la solar son curiosamente los medios de generación renovable menos utilizados (EVE, 2016). Entre la biomasa hay que distinguir la que proviene de cultivos y la que proviene del aprovechamiento de residuos, bien urbanos como industriales u agropecuarios. El uso de residuos para la producción energética es interesante para las autoridades dado que están en la obligación de gestionarlos y de esta forma pueden valorizarlos. Es, junto con los tratamientos de reciclaje, la forma de dar salida a la gran cantidad de deshechos que genera la sociedad (Lomas, 2001). Los métodos más relevantes de generación mediante biomasa utilizados en Euskadi son las centrales térmicas y de cogeneración como la planta de Zabalgarbi, que se nutre de los residuos urbanos de Bilbao. Es importante el papel de las calderas instaladas en las viviendas que ha contado con un plan del EVE de ayudas a su instalación y la recuperación del uso de biogas (EVE, 2016). Repercute en el uso del suelo y los ecosistemas boscosos además de en muchos casos (como en el de los pellets) requerir de procesado y distribución industrial. Por lo tanto, el concepto de biomasa no tiene por qué ir ligado al de sostenibilidad, sino que debe ser controlado para que efectivamente su uso tenga un impacto positivo. Por otra parte están los biocombustibles. El fomento de su utilización para la diversificación del transporte y las ayudas a la instalación de plantas para su procesamiento inciden en el establecimiento de monocultivos además de suponer una presión para el alza del precio de semillas que podrían servir como alimento. También existe debate al respecto de la generación eléctrica hidráulica. Aunque en territorio vasco la mayor parte de las instalaciones son de pequeño tamaño, afectan a 23 las cuencas hídricas, a los cauces y ecosistemas de los ríos. Además, los mecanismos por los cuales en una época se favoreció su instalación para, posteriormente, pasar a un segundo plano o ser objeto de desidia por el Ente ha favorecido también su rechazo. En cuanto a la generación de energía eléctrica por métodos de aprovechamiento de la fuerza eólica, el mayor problema está relacionado con el sistema eléctrico español. El actual modelo eléctrico es centralizado, requiere de grandes centros productivos desde los que colectar kilovatios para que una empresa pueda gestionarlos. De esta manera, un grupo reducido de empresas (véase, Endesa, Iberdrola, EdP y Gas Natural Fenosa) pueden controlar el mercado eléctrico, consolidándose como oligopolio. Logran que las leyes y planes energéticos del poder ejecutivo se adapten a sus intereses, ya que de ellas depende el suministro de un elemento imprescindible. El poder de estas empresas está retrasando la implementación de cambios normativos que serían necesarios para lograr una transición energética, por ejemplo, medidas que permitan la generación eléctrica distribuida y a pequeña escala. En Euskadi no existen espacios amplios y con las características necesarias para la instalación de grandes campos de generación eólica y por ello su importancia es escasa. Lo mismo ocurre con la generación fotovoltaica. Si bien presenta un gran potencial para satisfacer pequeños consumos, ese tipo de instalaciones no han sido suficientemente incentivadas. Sólo en la etapa en que desde el Gobierno de España se dieron facilidades para la instalación de estas tecnologías se logró alcanzar el objetivo propuesto por los entes autonómicos. De hecho, es el único elemento de la estrategia por “Un desarrollo sostenible” aprobada en 2005 de cara a 2010 que se alcanzó. Muy diferente de lo ocurrido con la tecnología Solar térmica. Pese a estar en un avanzado 24 estado de madurez, las instalaciones termo-solares apenas se potenciaron. Del objetivo de alcanzar 152 miles de metros cuadrados en instalaciones solo se lograron 20 (EVE, 2012). 3. Estrategias y políticas de instituciones superiores 3.1. NN.UU: COP 21 y estrategias para el desarrollo sostenible 3.1.1. COP 21, aceptación internacional del cambio climático Por fin se ha logrado un consenso global sobre que emprender acciones es urgente para no perder las condiciones que permiten la existencia de nuestra forma de vida sobre el planeta. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático celebrada en París en diciembre de 2015 (COP21) supuso un antes y un después en cuanto a la aceptación evidente y unánime del cambio climático. Todos los países se comprometieron a aceptar comprometerse, lo que en el lenguaje diplomático internacional supone un gran avance. La Cumbre de Acción por el Clima (COP21) tuvo como punto de mayor relevancia el consenso de las 165 naciones reunidas en torno a que, de mantenerse los modelos actuales de producción, las consecuencias climáticas llevarían al desastre. El aumento de la temperatura global debido al efecto invernadero conduce inexorablemente a la sucesión de fenómenos climáticos de los cuales se desconoce cuán grave e imposible de gestionar pueden llegar a ser sus consecuencias. Se estableció que debían de realizarse enormes esfuerzos para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los 2ºC. Dos grados centígrados es el umbral ante el cual las consecuencias son inimaginables para el Panel de Expertos sobre Cambio Climático, lo que no quiere decir que con un aumento menor no se vayan a producir un cúmulo de desastres. La situación es apremiante. La conclusión de las conferencias atajó que lo deseable sería que el aumento no sea superior al grado y medio. Sin embargo, para lograr este objetivo la reducción de emisiones debería ser drástica, lo que no se está produciendo, 25 además de precisar de la implementación de tecnologías de captación de CO2 y otras tecnologías cuya implementación a día de hoy no es realmente factible. Aunque el acuerdo final no se expresa la búsqueda de economías hipocarbónicas, representantes de algunos estados europeos como Francia y Alemania si definieron esta vía. A pesar de la postura negacionista respecto al cambio climático del actual presidente de los EE.UU, Donald Trump, su predecesor, Barack Obama, firmó el acuerdo en que se comprometía con la lucha global para evitarlo. La mayor economía del planeta junto con la China, que siempre habían permanecido al margen de los intentos de las Naciones Unidas de controlar el nivel de emisiones de GEI (siendo a su vez las más contaminantes) aceptaron la necesidad de enfrentar este problema. Es de celebrar la implicación de las naciones que habían rechazado otros intentos internacionales de atención al medio ambiente como podían ser el Protocolo de Kioto de 1997 o las conclusiones de la Conferencia de Dorha de 2012 pero no debe tomarse como la panacea definitiva. La realidad es que el texto final de la COP 21 no establece mecanismos sancionadores para aquellos estados que actúen en contra de los objetivos plasmados. Además, no menciona en ningún momento a los hidrocarburos causantes de la mayor parte de las emisiones y olvida diagnosticar la necesidad de lograr economías hipocarbónicas o pasos definidos por los que guiarse hacia la consecución de los objetivos. Por otro lado, queda abierto el establecimiento de revisiones del documento cada cinco años. Teniendo en cuenta que pasados solo un par de ellos desde su firma, el actual jefe de Estado de EE.UU ha rechazado el tratado, cabe pensar que incluso la primera revisión de este tendrá un tono negativo. Aun así, las naciones reunidas reconocieron que los impactos económicos que cabe esperar de los desastres ambientales derivados de la acción humana serán inmensos. Para enfrentarlos se propone consolidar un fondo financiero global. Euskadi, al no hacer suficiente por variar su modelo productivo y de consumo se está marginando, no sólo del impulso europeo hacia un mayor compromiso ambiental, sino de un movimiento que implica a las Naciones Unidas y que aboga por tomar cartas urgentes en el asunto. La falta de seriedad en los objetivos respecto a la implementación renovable desmarca a la CAPV de la senda que están recomendando los organismos internacionales de mayor rango. 3.1.2. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible El concepto de Desarrollo Sostenible ha sido objeto de manipulación desde su surgimiento. En la primera conferencia internacional en que se utilizó este concepto 26 fue en relación directa con la necesidad de priorizar el cuidado medioambiental, hoy se ha vaciado su contenido para llenarlo con otro mejor adaptado a las dinámicas del mercado. En concreto es la palabra “sostenible” la que más ha mutado. El factor de sostenibilidad se ha ligado al de desarrollo y este último siempre en relación con el crecimiento económico. De esta forma se ha logrado que cuando se habla de la sostenibilidad de una acción, un elemento o una empresa, la semántica conduce a interpretar que aquello podrá mantenerse en el tiempo. No significa que tenga poco impacto sobre el entorno o el medio ambiente sino que será perdurable. La reflexión sobre la sostenibilidad atendía en su nacimiento, hace trescientos años, a una cada vez mayor preocupación sobre el futuro de la vida humana en la tierra, sobre si sería posible su continuidad y si se daría con cierta estabilidad (Bermejo, 2014). Sin embargo, al embarrarse en el debate sobre cómo ligar esta sostenibilidad al modelo económico imperante y abrazar el término desarrollo, ha sido profundamente tergiversado. Roberto Bermejo considera que a través de su uso en diferentes declaraciones y cumbres internacionales, el Desarrollo Sostenible “deja de ser un concepto y se convierte en un término de referencia, un icono” (Bermejo, 2017). Las Naciones Unidas tienen aprobados 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Vienen a reemplazar a los 8 Objetivos del Milenio (ODM) aprobados en noviembre del 2000 en la denominada Cumbre del milenio. En aquel momento ya se reconoce la necesidad de trabajar por la sostenibilidad ambiental (era el séptimo objetivo). La fecha límite para su revisión era 2015. Una vez concluido el plazo, si bien se habían logrado importantes avances por la reducción de la pobreza extrema, en especial en India y China, no se podía celebrar un mejor estado de los ecosistemas mundiales. A ello se debe en buena medida que cuando se elaboran los ODS se pivota sobre la idea de que sin un planteamiento a cerca de la sostenibilidad no se 27 puede terminar con la pobreza. De hecho, el destrozo ambiental genera y perpetúa las situaciones de conflicto y pobreza. Tanto los ODM en su día como los ODS actuales son soft law, es decir, no son vinculantes. No obstante se elaboran mediante aportaciones de delegados y expertos de organizaciones internacionales y Estados miembro de las NN.UU y representan la voluntad de dirigirse hacia ellos. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible buscan unir el desarrollo de las naciones con la reducción de gases de efecto invernadero y otras medidas en pos de la sostenibilidad (Verdes-Montenegro et al, 2015). El primero de los objetivos sigue siendo el fin de la pobreza, pero a partir del sexto (agua limpia y saneamiento) ya se especifican materias más estrictamente medioambientales. El séptimo se corresponde con el logro de energía no contaminante y asequible, el onceavo busca la sostenibilidad de las ciudades y comunidades, el doceavo habla de dirigirse hacia una producción y un consumo responsable, el treceavo es la acción por el clima y los dos a continuación tratan del cuidado de los ecosistemas marinos y terrestres. Será el paso del tiempo el que evidenciará los avances en cada una de las materias propuestas, no obstante es positivo que existan acuerdos fundamentales para que las naciones no potencien su economía totalmente al margen de los ecosistemas de los que se sirven. 3.2. La política energética de la Unión Europea El Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea dispone tres líneas que deben ser transversales a toda actuación en materia de política energética, estas son la competitividad, la seguridad del suministro y por último la sostenibilidad. Actualmente está en vigor un conjunto de medidas respecto a energía y clima conocido como Directiva 20/20/20 (Directiva 2009/28/CE, 2009). Los objetivos buscan alcanzar el año 2020 con un nivel de emisiones de GEI un 20% inferior a los niveles de 1990, mejorar en eficiencia de forma que las previsiones de consumo para esa fecha se reduzcan en un 20% y, por último, que un 20% del consumo final bruto de energía sea cubierto con fuentes renovables. Todo parece indicar que las metas ambientales de esta estrategia serán alcanzadas. Concretamente, en una valoración que la Comisión hizo pública en Marzo de 2014 se daba por logrado el objetivo de reducción de emisiones, dado que en 2012 eran un 18% inferiores respecto a los niveles del año 90. Cabe apuntar que la caída en la producción debida a la crisis económica ha contribuido en esta disminución (Gallo, 28 2015). También en 2012 se logró que de las necesidades energéticas un 14,4% fuera satisfecho por fuentes renovables y aunque se redujo el consumo de energía primaria no se puede descartar que la recuperación económica dificulte en parte la consecución del objetivo de un 20% de mejora de la eficiencia. De cara a 2030 la Unión Europea pretende aumentar estos objetivos, llegando a un 40% en la reducción de emisiones siempre según los niveles de 1990, una cuota de suministro renovable del 27% y un porcentaje idéntico en mejora de la eficiencia. Estas propuestas fueron signadas en diciembre de 2014 y están en consonancia con la Hoja de ruta para una economía hipocarbónica competitiva para 2050, la Hoja de ruta de la energía 2050 y lo expuesto en el Libro Blanco sobre el transporte. La Unión Europea Hipocarbónica competitiva que se dibuja en estos documentos para mediados de siglo un objetivo de reducción en emisiones de GEI de entre el 80% y el 90%, de los cuales hasta un 60% devendrían del sector del transporte (Comisión Europea, 2011). El tratado de Maastricht en que se da forma a la Unión contempla que la relación con el medio en la satisfacción de las necesidades materiales y energéticas será un ámbito de implicación de la Unión (Unión Europea, 1992). Más adelante, en 2004 y valiéndose del principio de prevención de daños y de que “quien contamina paga” la Comisión aprobó una Directiva vinculante en cuanto a Responsabilidad Ambiental. Desde la consolidación de la Cumbre sobre el Clima de 2014 las medidas regulatorias sobre emisiones y la cuestión energética han tomado mayor calado en las medidas que se proponen desde la Comisión Europea y el Parlamento. La meta final es consolidar una Unión de la Energía en la cual el suministro esté asegurado de forma económicamente competitiva al tiempo que menos dañina para el medio ambiente. Cuando un usuario accede a la página web oficial de la Unión Europea y se interesa por la sección dedicada al medio ambiente encuentra la siguiente afirmación: “La naturaleza es nuestro sistema de soporte vital, por lo que debemos cuidar de ella. Al igual que compartimos los recursos como el agua y el aire, los hábitats naturales y las especies que albergan, también compartimos las normas medioambientales para protegerlos. Europa trabaja para salvaguardar estos recursos naturales y detener la desaparición de especies y hábitats amenazados”. Pero la situación de los Estados miembro es muy diferente entre unos y otros, tanto por el nivel de consumo como por su contribución ambiental o la posibilidad de emprender mejoras en estos campos. La Comisión Europea es consciente de ello, por tanto “no sólo se encarga de fijar objetivos para el conjunto de la UE sino que también, los traduce a objetivos nacionales” (Gallo, 2015). El punto de mayor importancia de las políticas 29 medioambientales europeas es el compromiso con una reducción de entre un 80% y un 95% las emisiones de GEI de cara a 2050. Este es el elemento clave para el resto de políticas y sirve de base al empuje de cualquier medida estatal, autonómica o regional que ayude a la mitigación. Es el trampolín en que impulsar políticas para una transformación radical del actual mix energético. 3.2.1. La UE y el transporte fósil Uno de los mayores problemas que encuentra la Comisión Europea con respecto a su futura sostenibilidad es el sector del transporte. Supone un 5% del PIB de la Unión y su consumo energético es fundamentalmente dependiente de los combustibles fósiles (Comisión Europea, 2011). Para atajar la problemática al respecto se han aprobado varias directivas y una serie de Libros Blancos. El primer Libro Blanco se aprobó en 2001 y desde entonces varios le han sucedido corrigiendo y ampliando los objetivos en relación a su vez con lo estipulado en la Hoja de Ruta para una economía hipocarbónica competitiva. La Comisión no plantea restricciones al respecto de la movilidad, sino generar las infraestructuras o tecnologías que sean necesarias. La Comisión Europea no busca lograr un transporte empujado totalmente mediante renovables sino que se conforma con avanzar en lo que denomina combustibles alternativos. 30 La Unión Europea define como Combustibles Alternativos (CA) a los que “sustituyen, al menos en parte, a los combustibles fósiles clásicos como fuente de energía en los transportes y que pueden contribuir a la descarbonización de estos últimos y a mejorar el comportamiento medioambiental del sector del transporte” (Directiva 2014/94/UE, 2014). Entre estos se encuentran los agro combustibles, la electricidad, el hidrógeno pero también, y de forma muy importante, el gas natural. Este es un elemento controvertido, dado que su implementación se apoya en el mito sobre las amplias posibilidades de sus reservas y de su menor contribución al cambio climático. Lo cierto es que aunque durante la combustión el gas natural emite menos CO² que el petróleo, en sí mismo su contribución al efecto invernadero es mayor. Cuando se valora el gas en cuanto a combustible se desatiende a la contribución al calentamiento global que suponen las fugas de metano desde el momento de su explotación, por lo tanto no conviene tomar a este como un elemento en el que sostener el consumo energético del futuro. La Comisión Europea espera que este hidrocarburo haga las veces de puente que permita reducir la dependencia del petróleo mientras se consolida un sistema de transporte menos intenso en combustibles fósiles. Un hándicap para la consolidación del nuevo modelo de transporte es que en algunos puntos de la normativa aprobada en 2014 se delega a la acción de los estados miembro. Ocurre así con los puntos de recarga para los vehículos eléctricos, sobre los que se expresa la necesidad de que para 2025 las naciones cuenten con un número adecuado de puntos de recarga. Es una recomendación demasiado vaga a añadir al hecho de que los vehículos eléctricos tienen aplicaciones limitadas. Variar el modelo de transporte supondrá aumentar el consumo de algunos materiales y la construcción de nuevas infraestructuras. La UE es consciente de que poner en marcha una transición en el sector del transporte supondrá agravios tanto en materia ambiental como, y en especial, económica. Su apuesta es mantener el movimiento tanto de ciudadanos como de productos dentro de unos parámetros menos emisores pero igual o más competitivos en la economía mundializada. 3.2.2. La Electricidad en la Unión Europea Para lograr una Unión Europea baja en carbono es indispensable un tejido eléctrico adaptado. Los movimientos realizados por los agentes implicados en el mercado de la electricidad en la Unión y las instituciones se encaminan hacia un mayor centralismo. El discurso oficial mantiene que se “impulsa una Unión Energética en la que los ciudadanos estén en el centro del sistema” (Mejía, 2014), sin embargo, se ha 31 consolidado una liberalización del mercado eléctrico en el que a la vez que se proyectan grandes centros de generación y redes de Muy Alta Tensión el poder de decisión popular queda siempre pendiente. La Comisión Europea considera que la mayor dificultades “la carencia más importante y persistente es la falta de integración entre mercados nacionales” (J.I. Pérez Arriaga, 2006). En el proceso de integración de las naciones respecto del mercado energético se ha creado un sistema o algoritmo de acoplamiento, el Multi-Regional Coupling. En él, los principales operadores de algunos estados comparten sus precios diarios de la energía tratando de valorar un precio medio de esta. No es el único intento, existen otros proyectos similares pero en ninguno participan la totalidad de los mercados nacionales. La pauta es a una mayor integración entre estos pero aún faltan muchos elementos. Mientras las instituciones y los grandes operadores buscan mayor interconexión, las regiones más pequeñas y los planteamientos ambientalistas hacen apología de modelos menos conectados. Es una batalla abierta entre la consolidación de un modelo de generación eléctrica de gran potencia y centralizado o la generación descentralizada. Desde la Comisión Europea se han aprobado una serie de infraestructuras consideradas claves para la Unión de la Energía. Entre los denominados Proyectos de Interés Común, la mayoría están relacionados con la mejora del tendido eléctrico, consolidando redes inteligentes y líneas de Muy Alta Tensión que conecten regiones haciendo especial énfasis en el báltico y la península además de contemplar cómo adaptar la red para la inclusión de generación eléctrica renovable. El siguiente tema al que se presta atención es a la distribución y utilización del Gas Natural. 3.3. La política energética del Estado Español El marco legislativo español establece que tanto la planificación como el desarrollo de las energías renovables son campos de actuación compartida entre el Estado y las Comunidades Autónomas. Estas tienen margen para gestionar cómo aprovechar los recursos renovables de su territorio y para la coordinación se creó la Conferencia Sectorial de Energía. No obstante, toda actuación debe estar sujeta al marco legal del Estado manteniéndose en la línea de los compromisos internacionales de los que este forme parte. España, como Europa y Euskadi enfrenta una situación muy compleja en cuanto a su modelo energético. Es tremendamente dependiente del exterior, especialmente de los 32 combustibles fósiles, de países geoestratégicamente complicados además de tener un mix muy contaminante (CES, 2011). Tanto la política exterior y de defensa como la económica y ambiental se ven muy influenciadas por esta situación. Las directivas vinculantes de la Unión Europea respecto del Estado español para el 2020 exigen una serie de cuotas para la consecución de los objetivos generales de la Unión. España debe reducir su nivel de emisiones de GEI al menos un 10% respecto a los valores de 1990, un 20% del consumo energético ha de tener procedencia renovable además de realizar un enorme esfuerzo en materia de eficiencia energética, campo poco cultivado hasta el momento. De hecho, los porcentajes acordados por la comisión contemplan un aumento superior al 121% dado que se parte de un punto paupérrimo (Gallo, 2015). En 1994 se aprueba un Real Decreto que estipula algunas fuentes de energía bajo la consideración de Régimen Especial, este término engloba a las renovables excepto la gran hidráulica. Las deferencias que el Gobierno Español de José Luís Rodríguez Zapatero (PSOE) tuvo para favorecer la instalación de renovable dieron con un importante aumento en la potencia instalada. Durante este periodo las fuentes energéticas consideradas de régimen especial contaron con ayudas a su puesta en funcionamiento. El 27 de Enero de 2012 el nuevo ejecutivo presidido por Mariano Rajoy aprueba un Real Decreto que contempla una moratoria a la instalación de renovables y suspende las primas. A consecuencia del desincentivo gubernamental, el sector fotovoltaico pasó de emplear a más de 40.000 personas de 2008 a apenas 7.500 en 2012. Los cambios en la política energética española han sido valorados por multitud de expertos y en diferentes foros. Una idea que trasciende es la expresada por Aitor Urresti en su página web que considera que el posicionamiento actual supone una desventaja para los consumidores. Dificulta el autoconsumo y mantiene una electricidad cara en un mercado que favorece a las grandes compañías (Urresti, 2015). El marco actual en que se desenvuelve la política energética viene marcado por el Plan de Energías renovables 2011-2020, la Ley 2/2011 de 4 de Marzo de Economía Sostenible, el Plan Nacional de Acción de Eficiencia Energética 2014-2020 y la Estrategia de Seguridad Energética Nacional aprobada en 2015. La Estrategia de Seguridad Energética hace patente la nula atención del ejecutivo español por la energía de origen renovable. De hecho, en todo el documento las referencias a estas fuentes son exiguas. Un primer ejemplo de ello se observa en la 33 presentación del documento, firmada por el Presidente Mariano Rajoy. En un momento hace referencia a las características geográficas de España en cuanto a su relación con el sector energético. A pesar de que el Estado el que mayor irradiación solar recibe de toda Europa, este elemento ni siquiera aparece. Al respecto, el documento señala que: “la posición geográfica de nuestro país presenta, en particular, dos grandes oportunidades. De un lado, la facilidad para conectar a Europa con la cuenca atlántica y, de otro lado, el papel clave que podemos desempeñar como potencial puerto energético de llegada y distribución diversificada de recursos energéticos a la Unión Europea” (Gobierno de España, 2015). La estrategia desliza aquí la perspectiva de que el Gas natural juegue un papel fundamental en la sustitución del crudo, atendiendo al papel de puerto central en Europa que pude jugar la península. Alemania recibe muchas menos horas de luz solar a lo largo de un año que España, y los rayos que le llegan tienen una incidencia menor. No obstante, desde su gobierno sí se ha potenciado la electrificación de origen renovable, por lo que la región ha sido durante años líder europeo en instalación de tecnología solar fotovoltaica, teniendo hasta ocho veces más potencia instalada que España. El Diario de Noticias de Gipuzkoa valoró este hecho en un artículo publicado en 7 de Mayo de 2017 cuyo titular informa: “El país germano acumula más de 39,7 GW de capacidad solar fotovoltaica instalada frente a los 5,4 GW españoles” (Noticias de Gipuzkoa, 2017). De la presentación que el presidente Rajoy hace de la estrategia se desliza que cualquier avance en materia de generación renovable responde a la necesidad de cumplir con lo pactado con la Unión Europea más que una voluntad o compromiso medioambiental interiorizado. Se deja ver su desdén cuando describe un suministro energético asegurado: “a través de recursos externos pero también y cada vez más por medio de la generación de fuentes autóctonas, en el marco de los compromisos que hemos asumido” (Gobierno de España, 2015). El modelo español de generación eléctrica se basa en grandes centros de producción y una extensa red de distribución. Por ello, en vez de favorecer las instalaciones de pequeño tamaño para el autoconsumo, las inversiones realizadas han buscado los terrenos donde poder plantar aerogeneradores e instalaciones fotovoltaicas de gran potencia. Las tecnologías renovables tienen un gran potencial para romper con el sistema eléctrico centralizado. Permiten establecer sistemas de cercanía, son el medio para lograr sistemas con diversidad de puntos de generación y consumo y por tanto suponen un reto y una amenaza para el actual mercado energético Español y sus grandes corporaciones. 34 4. Desarrollo de las tecnologías necesarias para crear un modelo energético sostenible Existen fórmulas para abandonar el sistema actual de consumo de energía, pero la transición hay que hacerla ya. Este trabajo busca denunciar que no se está haciendo lo suficiente para la consecución de un modelo energético justo con el medio ambiente y con la población mundial, pero a su vez quiere señalar que existen vías para lograrlo. Es preciso actuar políticamente para que el sistema energético se adecue a la situación real. Desde una ciudadanía informada y consciente al establecimiento de sistemas que satisfagan las necesidades sin sobre-consumir ni sobre-explotar a otras regiones del planeta. Promover un sistema descentralizado, renovable y adaptado a economías de escala para lo que es necesaria una transformación de la infraestructura energética y el mercado energético actual. Uno de los cambios más urgentes es poner en movimiento un auténtico relevo industrial y tecnológico, mediante el cual se logre que la producción de bienes y servicios necesarios para la sociedad siga funcionando pero con otros medios. Los medios de producción que hasta ahora funcionaban en un modelo basado en el consumo de combustibles fósiles deben adaptarse, cambiar, para poder seguir cubriendo la demanda pero mediante tecnologías que utilicen principalmente energía renovable. Diversos autores, investigadores, instituciones y organismos que van desde los más cercanos, cono Antonio Martínez Turiel (CSIC) hasta el World Energy Council, apuntan a que un modelo energético lógico de cara al futuro es aquel que tiene como pilares las energías renovables. Para darles la estabilidad necesaria habría que acompañar esta generación con el uso de hidrógeno renovable como célula de combustible. De esta forma se podría almacenar la energía para utilizarla en forma de electricidad cuando se requiera además de permitir un sistema de transporte efectivo. Sin embargo, ningún esfuerzo será suficiente si no se produce de forma paralela una reducción de la demanda y el consumo. 4.1. Transformar requiere tiempo y recursos, cuanto antes mejor Llevar a cabo el relevo industrial exige generar toda una nueva infraestructura y por lo tanto debe hacerse cuando aún existe un excedente energético. El excedente energético permite un margen de consumo de energía para producir aquello que sea necesario para lograr la transición del modelo productivo sin que la sociedad o el 35 planeta tengan que sufrir de forma demasiado grave las consecuencias. Cuanto menor sea este excedente, mayores serán los impactos que la población y el medio ambiente tenga que enfrentar para poder lograr a futuro una economía que pueda seguir proporcionando aquello que sea necesario. Este planteamiento lo expuso el investigador Robert L. Hirsch en el conocido como “Informe Hirch” publicado en 2005 y realizado por encargo del Gobierno de los Estados Unidos. El problema que investigó Hirsch fue el declive a nivel mundial de las posibilidades de extraer crudo de petróleo. El llamado Peak Oil o Pico del petróleo impone la crisis energética, dado que este producto y sus derivados resultan imprescindibles para el desarrollo de cualesquiera otras fuentes de obtención de energía. No hay placas solares sin el petróleo implicado en la extracción de los materiales que precisan, el transporte de todos los elementos y la industria que las fabrica. Todo el sistema por el que actualmente se satisfacen las necesidades necesita crudo a un precio razonable. El título original del documento es “Peaking of World Oil Production: Impacts, Mitigation and Risk Management”. En él se describen diferentes escenarios según la anticipación con la que una economía realice los esfuerzos para anticiparse al pico de extracción de petróleo. La conclusión fundamental es que el pico del petróleo supone un impacto de gravedad en cualquier sociedad y que para hacerle frente es preciso organizarse con anterioridad. Si no existen medidas anticipadoras y los cambios se empiezan a producir una vez alcanzado el techo de extracción de petróleo las consecuencias serán muy graves (Hirsch, 2007). Se producirá una escasez de combustibles que obligará al racionamiento y hará desestructurarse el sistema económico con consecuencas que pueden durar hasta dos décadas. De anticiparse diez años al techo de extracción, los impactos para la sociedad serán menores aunque contundentes. Este escenario es menos doloroso para la sociedad aunque igualmente perjudicial. Hirsch estima que las medidas previas deben tomarse hasta con veinte años de antelación. Estima que es entonces cuando el excedente energético permite realizar la transición industrial para que una vez alcanzado el pico la economía pueda seguir funcionando sin demasiado impacto. Cuando Robert L. Hirsch publicó su investigación el debate acerca de cuándo iba a alcanzarse el punto de inflexión en la extracción de crudo estaba candente. Distintas fuentes barajaban diferentes datos e incluso potencias como Arabia Saudí jugaba con la información sobre sus reservas haciendo variar el panorama según su conveniencia. En 2010 la Agencia Internacional de la energía reconoció que dado que no se estaban 36 descubriendo nuevos yacimientos de gran tamaño y valorando los rendimientos de las explotaciones existentes el pico se alcanzó en el año 2006 (Turiel, 2010). Preguntarse si esta fecha es exacta no tiene mucho sentido. Lo importante es que ya no hay margen alguno para la anticipación. Habiendo dejado pasar probablemente una década, es el momento de actuar sin más contemplación. La Doctora Kenetth Ramírez defiende la necesidad de actuar con urgencia en su tesis Nuevo Regionalismo, cooperación energética y el desarrollo de una Estrategia Energética Global. Hacia una política de Transición. Kenetth mantiene que: “Dada la gran inercia de los sistemas energéticos, a causa de la larga vida económica y elevado coste de las instalaciones y de la dificultad en cambiar los hábitos de consumo, el momento de actuar es ahora” (Ramírez, 2008). España y Euskadi no deben dejar pasar el tren de la implementación de tecnologías renovables. Para ser producidas precisan materiales e industria para cuya existencia a día de hoy son necesarios los combustibles fósiles. Bien para extraer las materias primas, bien para transformarlas además de para lograr la red de cableado, baterías y demás requerimientos para la puesta en marcha de fuentes de energía renovable siguen siendo precisos elementos no renovables. Es por ello que autores como Pedro Prieto (ingeniero técnico experto en energía) o Antonio Martínez Turiel (miembro del CSIC) insisten en que las renovables tienen sus limitaciones. Una de ellas es que si se espera demasiado tiempo para realizar los esfuerzos necesarios para su implementación los costes serán mayores, pudiendo limitar excesivamente las capacidades para realizarlo. 37 4.2. Propuestas para la transición global Hay al menos tres referencias que esbozan líneas de actuación para una transición energética. Todas tienen sus puntos débiles pero a su vez aportan visiones sobre cómo orientar un trabajo que (algo en lo que todas coinciden) debe empezar a realizarse cuanto antes. Las tres propuestas que tomo como ejemplo de impulsos al cambio global son las realizadas por el World Energy Council (WEC), por la International Renovable Energy Agency (IRENA) y por la organización ecologista Greenpeace. Todas ellas comparten elementos imprescindibles a la hora de enfrentar la problemática. El primero sería el reconocimiento internacional de que el sistema energético actual no es sostenible y la urgencia de su transformación. También es común la idea de que tanto el consumo como demanda deben reducirse de forma notable al tiempo que la eficiencia ha de mejorar. Otro elemento constantemente señalado es la mayor contribución que las fuentes renovables deben tener sobre el mix final de consumo. Por otra parte se insiste en aspectos sociales como la toma de medidas regulatorias y económicas que hagan a los estados más tendentes a la sostenibilidad a la vez que se empuje desde la educación para que las poblaciones interioricen cuál es el paradigma energético actual en realidad y actúen en consecuencia. La guía más antiguas de las mencionadas es la publicada por el World Energy Council (WEC) en 2001. Su informe, titulado Living in one world, valoraba las posibilidades para una transición energética. Expone como, de no hacer nada, los escenarios tendenciales serían nefastos. Contempla una merma de la población mundial por la imposibilidad de hacer frente a enfermedades y por la incapacidad de enfrentar las necesidades de la agricultura debido a la carestía de los sistemas dependientes de los combustibles fósiles implicados en la revolución verde de la ganadería y la agricultura. Añade que gran parte de la población continuará buscando aun el nivel de vida que el desarrollismo de los anteriores siglos había logrado mientras no existen los recursos para satisfacerlo y el mundo anteriormente aventajado trata por todos los medios de impedir el asedio de los movimientos migratorios (WEC, 2001). Los datos actualizados hacen que las perspectivas del WEC se queden cortas respecto a la posible magnitud del desastre). El WEC elabora a su vez un escenario positivo en el que se aprovecha 38 el margen dado por la actual disponibilidad de reservas para acometer grandes reformas en el modelo de abastecimiento energético mundial. Las ideas expuestas por este organismo no tienen el calado suficiente, son en definitiva más difusas y laxas que las presentadas por ejemplo por la Agencia Internacional de la Energía Renovable (IRENA). La Hoja de Ruta propuesta en el año 2016 por IRENA llamada REmap 2030-2050 dibuja una transición hacia un abastecimiento energético fundamentado en tecnologías bajas en carbono. Además de una absoluta transformación hacia la electricidad de origen renovable, IRENA expone que otros medios no fósiles son necesarios en la generación de calor o frío e incluso en el transporte (la biomasa, por ejemplo). Un valor añadido al trabajo de esta organización es que atienden a las diferencias regionales y al factor económico de las propuestas de transición que proponen. El objetivo general de esta publicación es lograr un modo de cumplir con el mandato de Naciones Unidas de que en el año 2030 la cuota de las renovables sobre el consumo final se haya duplicado, llegando a suponer un 36%. La Hoja de Ruta denuncia que este primer paso es vital para lograr una economía descarbonizada en un margen de al menos cincuenta años y absolutamente imprescindible para controlar el aumento de la temperatura global (IRENA, 2016). En la REmap se especifican cinco áreas de actuación obligatoria. La primera sería corregir el mercado energético internacional para crear un tablero de juego más equilibrado que permita la transición. Seguidamente insiste en que la red de suministro debe ser adaptada a los requerimientos de las tecnologías renovables. Además, señala la necesidad de implementar e investigar los mecanismos de calor y frío de origen no fósil que se deben instalar en los perímetros urbanos e industriales. En cuanto al transporte, enarbola las soluciones renovables junto con el uso de biocombustibles. Por último, ensalza las posibilidades de las bio-energías. Este modelo tiene muchos puntos discutibles. Plantea cuadruplicar la producción de agrocombustibles, aprovechar toda hidroeléctrica de gran tamaño que sea posible además de la energía nuclear y tecnologías que actualmente no son viables económicamente como el secuestro de carbono. Por último están las ideas que Greenpeace propone desde dos escenarios. El Energy Revolution básico que lleva publicándose desde 2005 y el menos realista Energy Revolution Powered by 100% Renewables. En el primer escenario el objetivo principal es limitar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero de forma drástica. Dibuja un 2050 donde no se sobrepase un total de emisiones de 4 Gt al tiempo que no estén en 39 funcionamiento ninguna central nuclear ni de lignitio. Para ello insiste en la implementación absoluta de medidas de eficiencia además del uso de energía de fuentes renovables tanto para la electricidad como para el calor. En este escenario no se desestima el papel que los agro-combustibles o la biomasa pueden tener a la hora de hacer frente a la intermitencia de las tecnologías solar y fotovoltaica. Es especialmente relevante que Greenpeace admite en este escenario que para lograr la centralidad de las fuentes de energía renovable, el hidrógeno renovable, como combustible y para el almacenamiento de energía sería indispensable (Greenpeace, 2015). El segundo escenario propuesto por Greenpeace es bastante discutible. Un 2050 donde todo el mix energético depende de energías de origen renovable además de un gran protagonismo del hidrógeno en el transporte. Exige unos esfuerzos magnánimos que no tienen visos de ocurrir además de exigir una transformación absoluta del sistema eléctrico hacia una compleja combinación que albergara la generación descentralizada y la centralizada. En conclusión se trata de un modelo que con las perspectivas reales no es posible alcanzar. 4.3. Producción eléctrica renovable: la eólica y la fotovoltaica, una revolución en el mundo En diferentes áreas del planeta se están llevando a cabo iniciativas de transición que muestran la pauta a seguir. Las energías renovables están suponiendo una revolución. Durante este siglo la potencia acumulada global de generación renovable es mayor año a año y la tendencia es a que siga aumentando. Algunas tecnologías como la eléctrica fotovoltaica, la solar térmica y algunos parques de generación eólica han logrado establecerse en paridad de costes o incluso resultar en ocasiones más baratas que las fuentes tradicionales. La paridad de costes es el concepto con el que se indica que una tecnología de generación eléctrica es capaz de verter a la red la energía eléctrica que produce a precios iguales que las fuentes como la nuclear, los ciclos combinados u otras fuentes convencionales. No es correcto mantener que las tecnologías renovables son el futuro, son el presente. 40 Los primeros esfuerzos en el desarrollo de las economías y sistemas renovables partieron en su mayoría de Europa. Toman fuerza en la década de los noventa y es la República Federal de Alemania quién los abandera. Ponto aprueba una Ley de Energías Renovables y primas para el impulso de tecnologías renovables. El país germano confía en prescindir de todas sus centrales nucleares en 2020 y que en 2050 un 85% de su electricidad sea suministrada por energías renovables (Bermejo, 2017). El Consejo Europeo es, de entre los Organismos Internacionales, el que con mayor rapidez ha aprobado medidas vinculantes respecto del cumplimiento de metas en cuanto a suministro eléctrico por medios renovables. En la COP21 se vieron tendencias muy positivas en este sentido. La cumbre fue un éxito en múltiples sentidos, entre otros por el compromiso de más de 195 países por dirigirse hacia un modelo que tenga en cuenta la deriva climática. Destaca el caso de China, que entre sus Contribuciones Nacionales Determinadas afirmaba que en 2020 sus emisiones de GEI dejarían de aumentar. Para lograrlo, un 20% de su electricidad debería tener su origen en fuentes limpias. Desde 2011 China ha vendido ampliando su parque renovable de forma espectacular. El año 2016 se vio un bajón en el ritmo de instalación de las tecnologías eólicas aunque el país asiático siguió siendo el líder, estableciendo un 43% del total instalado en el mundo. Superando ampliamente a los siguientes mayores instaladores, Estados Unidos y Alemania (IRENA, 2017). En varios países NO-OCDE se puede observar un interés sólido en el desarrollo de fuentes de energía renovables para asegurar el suministro energético. Durante el año 2015 la mitad de los esfuerzos en instalación renovable los realizó la República Popular China (IRENA, 2016). 41 Las tecnologías de menor tamaño pueden cubrir la demanda de fincas pequeñas o viviendas individuales con consumos moderados mientras que otras más complejas pueden servir para edificios de familias. Existen modelos de aerogeneradores y sistemas fotovoltaicos de pequeña escala que podrían satisfacer las necesidades de algunos tipos de consumidores. Se pueden considerar generadores de pequeña escala a aquellos que van desde los 100 w hasta los 500 Kw. Estos medios deslocalizados de generación pueden combinarse, por ejemplo, fotovoltaica y eólica para generación eléctrica, solar térmica para el calor además de medidas de eficiencia pueden dar cobertura a las necesidades energéticas de las familias. El Gobierno de Uruguay, está azuzando el uso de tecnologías renovables de pequeña escala y favoreciendo un modelo de generación y consumo distribuido. Desde el departamento dedicado a la energía se elaboran guías para que los ciudadanos puedan conocer y utilizar tecnologías renovables de pequeña escala. El tirón que supone que las políticas institucionales apoyen tales medidas ha conducido a la república americana a reducir vertiginosamente su dependencia de los combustibles fósiles. En diez años ha logrado que un 56,5% de su energía sea abastecida por fuentes renovables (Gobierno de Uruguay, 2016). 4.4. El desarrollo de las baterías y el hidrógeno renovable, el camino para adaptar el transporte Para enfrentar la gestación de un mundo más sostenible hay que abordar seriamente la cuestión del transporte. Los únicos medios que pueden llegar a suponer un nuevo modelo realizable son la combinación del vehículo eléctrico y el hidrógeno renovable como combustible. Durante décadas se ha focalizado la atención en el desarrollo de Combustibles Alternativos, priorizando la investigación en los Agro-combustibles acompañado de un cierto desdén en el establecimiento del vehículo eléctrico como medio de movilidad ciudadana. Pero aunque por estos motivos no exista aun un paradigma de motorización sostenible no queda otro remedio que buscarlo y desarrollarlo. 42 En cuanto a los Agro Combustibles (AC) hay que señalar que se valora la existencia de cuatro generaciones en su investigación y no obstante no se han obtenido resultados concluyentes que favorezcan su uso a gran escala. En un primer momento se investigó con plantas con valor alimenticio, lo que suponía un elemento de competencia en el mercado y podía disparar el precio de los alimentos. Cuando el estudio se centró en las plantas sin valor alimenticio otro problema salió a relucir, la escasez del terreno cultivable suponía otra forma de competitividad. Para evitarlo llegó la tercera generación, las algas, el mar como campo de cultivo y posteriormente el uso de plantas y restos forestales. Impactos negativos como el uso de pesticidas y fertilizantes, la necesidad de agua para cultivos y refinerías y otras variables de la producción de agro combustibles han motivado su rechazo, además de que en el ciclo total de generación de algunos tipos de AC la cantidad de emisiones de GEI puede ser incluso superior a la de los hidrocarburos convencionales (Bermejo, 2017). El coche eléctrico tal y como está mercantilizándose actualmente dispone otras limitaciones. La principal es que la movilidad eléctrica está condicionada a la autonomía de las baterías, aunque la tendencia es a su mejora, actualmente limita su aplicación a vehículos de transporte de pasajeros que realicen trayectos cortos. Los países líderes en su desarrollo son Estados Unidos, Japón, Corea del Sur además de Noruega y otros estados avanzados. De momento es una tecnología costosa. Los principales compradores son individuos con rentas medias y altas quienes lo utilizan como segundo vehículo recargando las baterías en el hogar o en el centro de trabajo. La Unión Europea quiere lograr en 2020 un objetivo de entre 8 y 9 millones de vehículos eléctricos vendidos, pero a menos de tres años, tal objetivo no parece alcanzable. El elemento que se presenta como piedra angular para lograr un nuevo paradigma en el transporte es el uso del Hidrógeno Renovable. El teórico más conocido sobre las posibilidades del hidrógeno es j. Rifkin. Este sociólogo, economista y activista estadounidense publicó en 2002 un libro titulado La economía del hidrógeno donde mantiene que de este material depende el logro de una revolución tecnológica y social que permita a las sociedades humanas adaptarse al fin de la era de los combustibles fósiles. El uso de este material permitiría generar sistemas eléctricos descentralizados y de gran capacidad gracias a la Célula de Hidrógeno (CH). No se habla de hidrógeno sino de Hidrógeno Renovable y de Célula de Hidrógeno (CH) ya que el elemento no se utiliza tal y como se encuentra en la naturaleza sino que requiere diferentes procedimientos. En primer lugar, el hidrógeno necesita ser 43 generado, para ello se utiliza energía eléctrica y agua, se lleva a cabo un procedimiento llamado electrólisis por el cual se separa el hidrógeno del oxígeno. Lo interesante es que esa electricidad puede venir de los excedentes de producción de las redes renovables que debido a su carácter aleatorio generan picos de producción que no tienen por qué coincidir con los de consumo. Por ejemplo, si un parque eólico o solar está generando más de lo que la red requiere en ese momento, el excedente puede utilizarse para realizar electrólisis y el hidrógeno resultante sería almacenado. Se trata de Hidrógeno Renovable cuando la electricidad implicada en su proceso de obtención proviene de fuentes renovables. El hidrogeno es el combustible más ligero, tiene una alta densidad energética y además se considera la mejor opción para almacenar grandes cantidades de energía durante largos periodos de tiempo, su uso resta la problemática de la intermitencia de algunas formas de generación renovable (Bermejo, 2017). En un informe realizado por la Agencia Internacional de la Energía se mantiene la idea de que únicamente “el hidrógeno encierra el potencial para modos de transporte de larga distancia no conectados a una red, tales como el transporte de mercancías por carretera, la aviación y la navegación” (IEA, 2014). Además de como combustible, el hidrógeno tiene muy interesantes aplicaciones en la forma de Células de Hidrógeno. Son tecnologías asimilables a las baterías pero de muy alta eficiencia. Son dispositivos que al inyectárseles hidrógeno generan electricidad y calor desechando vapor de agua. Existen diferentes tipos de células con distintas aplicaciones, pero sus ventajas comunes son su alta eficiencia y rendimiento, la capacidad de esta tecnología para adaptarse a diferentes dispositivos según tamaño y requerimiento de energía y por supuesto la ausencia de emisiones tóxicas. La mayoría de los desarrollos se están centrando en el transporte vehicular, marítimo y ferroviario debido a que el tamaño de las células de hidrógeno es considerable lo que dificulta su aplicación para el tráfico aéreo. 44 Hay ejemplos de medios de transporte propulsados de esta forma en todos los campos. En la automoción Asia ha sido la región con mayores avances, Europa y Estados Unidos están ahora abriendo este nicho de mercado. Toyota fue la empresa pionera, comercializando un coche de célula de hidrógeno en el año 2014. Le siguió Hyundai y más tarde Honda. Los mayores impulsos a esta tecnología en su uso ferroviario los está dando el Ministerio de Transportes alemán, debido a que la mitad del su red de raíl no está electrificada y hacerlo sería muy costoso investiga en las posibilidades de sustituir las unidades que funcionan con diésel por otras de célula de hidrógeno. En la aviación se están realizando múltiples proyectos pero no se espera su pronta aplicación comercial. La NASA trabaja en un prototipo capaz de mover a nueve personas, el centro aéreo-espacial alemán ha desarrollado un modelo (Hy4) con cuatro asientos y Boeing obtiene buenos resultados en las pruebas que hace desde 2007. Se trata de aviones pequeños pero son buenos comienzos. En la navegación el campo es muy interesante. En Hamburgo funciona hace casi una década un barco para 100 pasajeros y en cuanto al transporte de mercancías también se ha observado su correcto funcionamiento. Actualmente el uso de estas tecnologías enfrenta barreras importantes, en su mayoría relacionadas con la falta de maduración. Aunque se está investigando en la mejora de las necesidades tecnológicas y en lograr la reducción de costes, su implementación está bastante retrasada. Hay que insistir en su desarrollo dado que el hidrógeno como combustible y su aplicación en células de hidrógeno son las vías con más posibilidades para lograr a futuro el funcionamiento de un sistema de transporte en economías descarbonizadas. 45 5. Hacia un modelo energético vasco sostenible, descentralizado y socialmente incluyente El modelo energético vasco debe ser reformado en su totalidad. Las claves son: reducir de forma acusada el consumo, limitar los combustibles fósiles y favorecer una electrificación renovable y descentralizada. Además es deseable que la ciudadanía esté bien informada y forme parte de los procesos de decisión para lograr que el modelo energético responda a criterios más democráticos. Los ejemplos de Dinamarca y Alemania demuestran que cuando las políticas públicas son favorables para la creación de modelos descentralizados los avances en generación renovable son espectaculares. El Gobierno Vasco mantiene una Estrategia sobre Cambio Climático (KLIMA) con ambiciosos objetivos de reducción de emisiones de GEI, un 40% en 2030 y hasta un 80% en 2050 en relación con los valores de 1990. Las proyecciones de esta estrategia no se van a lograr si el ejecutivo no da un giro de 360 grados a sus políticas. Debe favorecer la remunicipalización de los servicios y favorecer el cooperativismo, rompiendo con la relación de sumisión a los grandes operadores que mantienen el anticuado sistema existente. Como se ha explicado, del suministro total de energía de la CAPV incluyendo las importaciones, las energías renovables sólo suponen un 6,8% y esto contando con la gestión de los residuos, lo cual es bastante fraudulento, pues no son prácticas definidas por la sostenibilidad ni por la búsqueda de un modelo renovable y “verde” real. Prácticamente la mitad de la producción eléctrica interna (un 46,7%) se genera en centrales de ciclo combinado. En 2005 el EVE se hacía eco de este error, de tal modo que en la estrategia aprobada ese año hacían explícito lo recomendable de que: “para el año 2010 se cierren las centrales térmicas existentes de combustibles fósiles tradicionales, y que sean sustituidas por un parque de generación avanzado más eficiente, competitivo y respetuoso con el medio ambiente” (EVE, 2005). La 3E2020 establecía el siguiente reto como una de las claves de la planificación energética: “basar el modelo energético en una mayor presencia de energías menos contaminantes, más eficientes y menos costosas, como es el caso de una adecuada combinación entre gas natural y energías renovables con tendencia a la evolución de las segundas en detrimento de la primera” (EVE, 2005). 46 Para la consecución de un modelo energético vasco sostenible hay que establecer prioridades. En primer lugar hay que asimilar que se debe reducir drásticamente el consumo energético en todos los sectores de la economía. El sector industrial debe afrontar una transición en la que se abandone la industria pesada en favor de aquella que pueda servir a la generación de un modelo sostenible. La generación de la infraestructura para el nuevo modelo energético es una oportunidad para generar gran cantidad de empleo verde. Por su parte, el transporte debe reducir al máximo el parque de motor fósil. Para ello es imprescindible desarrollar las tecnologías de hidrógeno como combustible y la célula de hidrógeno además de que el transporte de mercancías se realice principalmente por ferrocarril y transporte marítimo. En cuanto a la edificación, la Hoja de Ruta de Edificación Sostenible del País Vasco no debe quedarse en una declaración de intenciones. La eficiencia y el menor consumo de los edificios son prioritarios. La siguiente prioridad es invertir y desarrollar un modelo energético fundamentado en las energías renovables. Las instituciones y las empresas cuentan con información suficiente sobre qué tecnologías de generación renovable tienen aplicabilidad en Euskadi y cuales no. Además, hay que adaptar la red de distribución para dar cobijo a formas deslocalizadas de producción y facilitar la generación y el consumo de menor distancia. Todos estos cambios deben pasar por una democratización de los procesos de decisión sobre qué modelo energético se desea, informando previamente y de forma seria a la población. Se puede tomar ejemplo de los procesos de municipalización de los servicios energéticos alemanes o estadounidenses. Solo de esta forma podremos afrontar el futuro atacando la pobreza energética y la crisis de recursos pero siendo más benevolentes con el medio ambiente y con el resto del planeta. 5.1. El reto: satisfacer las necesidades en un modelo renovable Euskadi es escasa en recursos energéticos propios por lo que tremendamente dependiente. Ocurre así con todos los bienes en general, pero en el caso que nos ocupa, esta problemática es extrema y constituye el gran reto a dirimir. ¿Es siquiera posible satisfacer las necesidades de la economía y la sociedad vasca por medios mayoritariamente renovables? 47 La capacidad interna de generar energía es exigua. Entre el resto de socios comunitarios solamente Luxemburgo supera a Euskadi en dependencia. La CAPV es en más de un 93% dependiente de fuentes de energía que provienen del extranjero. Este es un escollo de cara al futuro y un más que probable foco de inestabilidad. Resulta imposible imaginar un nivel suficiente de autosatisfacción a través de renovables que permita satisfacer la demanda actual además de producir hidrógeno que será necesario para completar el modelo. Los puntos clave son: Desarrollar al máximo las capacidades renovables para lo cual es conveniente favorecer la generación distribuida, reducir drásticamente el consumo energético, transformar en su práctica totalidad el transporte además de favorecer el autoconsumo y la formación de comunidades con poder para comercializar y potenciar la energía renovable. A pesar de la disponibilidad de medios económicos y un cierto margen en la gobernanza, la CAPV mantiene un mix energético muy mejorable. El profesor Gorka Bueno apunta: “la clave para romper con la dependencia hacia los combustibles fósiles, y para hacer frente a la inseguridad energética y climática: reducir considerablemente el consumo energético y fomentar la producción propia, autóctona” (Bueno, 2008). 5.2. Potencial de energía renovable en el momento actual de Euskadi El Consejo Económico y Social (CES) Vasco publicó en 2011 un pormenorizado informe sobre las capacidades locales en cuanto a energías renovables. Valora las diferentes fuentes: eólica, océanos, biomasa, geotermia, solar e hidroeléctrica para posteriormente estudiar las posibilidades en Euskadi y plantearse un horizonte a 2050. Es muy positivo que en el trabajo realizado por el CES no se fantasea con desarrollos tecnológicos futuros sino que se valoran las posibilidades teniendo en cuenta los costes y dificultades derivados de factores tecnológicos, técnicos, socio-económicos, medioambientales, administrativos y legislativos. Las conclusiones de este estudio reconocen que ciertas fuentes de energía renovable no tienen potencial suficiente, otras pueden aportar una cuota de generación muy limitada mientras que en algunas es interesante y apremiante invertir. A diferencia de los recursos fósiles como el petróleo o el gas que pueden ser transportados con relativa facilidad, los recursos renovables han de ser endógenos. El CES advierte que: 48 “este aspecto supone disponer en el propio emplazamiento de un valor mínimo del recurso por debajo del cual no es rentable su aprovechamiento” (CES, 2011), es decir, invertir en renovables es necesario, pero no en todas sus formas, hay algunas que no tienen sentido dadas las condiciones de Euskadi. De la energía del viento, existe cierto potencial on-shore, en las cimas de algunos montes, aunque se han producido situaciones de rechazo social a estas instalaciones. En cuanto al viento en el mar, la profundidad de la plataforma continental impone dificultades para cimentación o el anclaje de aero-generadores off-shore aunque es uno de los campos en los que más se está investigando. Las esperanzas más interesantes están en el aprovechamiento del viento en el mar mediante plataformas flotantes. En el océano, ni la diferencia entre las mareas (alta y baja) ni la fuerza de las corrientes es suficiente como para motivar la inversión en energía mareomotriz o de captación por las corrientes marinas. Tampoco existe un cambio de temperatura que haga pensar en el aprovechamiento de la tecnología mareomotérmica, por lo tanto, la única tecnología realmente interesante para aprovechar el océano es la de captación de la energía de las olas o undimotríz. Tampoco hay en la CAPV capacidad para aprovechar la geotermia para producir electricidad, si bien se puede utilizar el calor de la tierra para mantener templados algunos edificios pero este recurso tendrá una importancia muy limitada. En cuanto al sol, el nivel de radiación de Euskadi permite la implantación de fotovoltaica aunque de forma “muy ajustada” (CES, 2011). También es viable el uso de la energía solar para cuestiones térmicas (solar térmica) no así para la solar termo-eléctrica, que necesita mayores niveles de radiación. El informe del CES plantea como escenarios futuros los años 2020 y 2050. Es demasiado complejo valorar con acierto la situación de las tecnologías renovables a largo plazo, pues el cumplimiento o no de los objetivos y normativas así como las situaciones de mercado y los avances tecnológicos pueden desbaratar enormemente lo proyectado. 49 El horizonte a 2020 es demasiado cercano, por tanto, aunque las referencias a tal fecha son las más probables de cumplirse no hay que desatender las tendencias que el CES espera para mediados de siglo. Desafortunadamente, la próxima década llegará bajo un mix de generación renovable bastante parecido al actual. Las tecnologías de las que el organismo espera un mayor crecimiento de cara a 2050 son aquellas que aprovechan los recursos marinos (mareas, corrientes, olas y mareomotérmica, aunque esta última está en un estado embrionario). Para la obtención de calor y frio el medio renovable más importante será la biomasa en su conjunto, que completará hasta el 80% de la generación térmica renovable y lo hará casi absolutamente en forma de calor. La solar térmica y la geotermia tendrán un papel residual. Sobre cuánta energía renovable puede llegar a producir Euskadi en el 2050, el CES se aventura a proponer una cifra superior a las 4.820 toneladas equivalentes de petroleo al año (Ktep/año). En el escenario tendencial que propone Pilar Urrutikoetxea para el año 2030 Euskadi tendrá un consumo superior a las 7,2 Ktep/año, y cabe esperar que siga aumentando. Es posible que de las necesidades energéticas vascas a 2050 lleguen a satisfacerse por medios renovables aproximadamente el 40% y así se considera en la Estrategia Energética 2015-2025. 50 De cualquier forma, las premisas con las que el CES elabora su estudio son muy conservadoras y pueden verse superadas por el avance de la tecnología y la disminución de costes que se está produciendo. De hecho, el potencial de la generación fotovoltca distribuída para satisfacer necesidades en el propio emplazamiento o cerca es una tecnología poco valorada y con un creciente potencial. 5.3. La necesidad imperiosa de reducir el consumo energético Hablando en plata: el elevado consumo actual no podrá ser satisfecho mediante fuentes renovables por más que estas se potencien. Tampoco los objetivos plasmados en la estrategia KLIMA sobre reducción de emisiones serán alcanzados si para satisfacer la demanda se continúa utilizando fuentes contaminantes y no renovables. No queda otra opción, la CAPV está obligada a reducir su consumo energético. 5.3.1. Reducir la intensidad energética El Gobierno Vasco y el Ente Vasco de la energía celebran en sus publicaciones que la Intensidad Energética se redujera dos puntos entre el año 2014 y el 2015. La Intensidad energética (IE) es el índice que refiere a la cantidad de energía utilizada en la generación de una unidad de Producto Interior Bruto. Una economía es más intensa energéticamente en la medida en que para lograr un punto de crecimiento en la producción necesite mayores cantidades de energía, y al contrario, si para lograr ese crecimiento utiliza menos unidades energéticas será una economía con menor Intensidad Energética. Este indicador proporciona una idea sobre la eficiencia de una economía y ayuda a observar si se está produciendo una desvinculación entre el aumento en el consumo y el aumento en la generación de PIB. Aunque tradicionalmente se ha aplaudido el factor consumo de energía como variable sobre el potencial de una región (es uno de los criterios utilizados por las Naciones Unidas para considerar el “poder” de un estado), hoy en día las necesidades respecto al medio ambiente, la eficiencia y la producción segura y sostenible abogan por establecer economías con menor IE. 51 El Instituto Vasco de la Competitividad Orkestra ha estudiado como afecta el consumo energético al sector industrial. Desde 1993 ha visto crecer su consumo energético por encima de un 25% (ORKESTRA, 2013). La reforma de los métodos mediante los cuales se abastece tiene un peso atroz sobre la demanda y el impacto ambiental de la comunidad autónoma. El abandono del carbón supone un punto de inflexión al tratarse del combustible más contaminante, pero el reto de lograr una producción industrial limpia aún es lejano. 5.3.2. Mutar el transporte El sector del transporte en Euskadi tiene características obsoletas, la transformación que ha de producirse cambiaría radicalmente la distribución actual de los movimientos tanto de personas como de mercancías. El punto principal es reducir los desplazamientos por carretera y la dependencia que este sector tiene del petróleo, siendo en la actualidad responsable de un 80% del consumo total de este hidrocarburo en la CAPV (Gobierno Vasco, 2016). Los últimos datos recogidos en las encuestas sobre movilidad señalan que la inmensa mayoría (98,8%) de los desplazamientos realizados por personas tienen como origen y destino la comunidad autónoma. Son por tanto movimientos de corto recorrido. Aunque el uso del vehículo privado desciende ligeramente, mantiene la segunda posición en cuanto a medio de transporte utilizado. El uso de la bicicleta aumenta de forma muy somera pasando del 1,9% en 2011 al 2.2% en 2016. También se observa una ligera disminución en la demanda de transporte colectivo. Para lograr un sistema de transporte de viajeros más acorde a los tiempos hay que tratar de fomentar el uso de la bicicleta y los medios no motorizados, para lo que se deben revisar medidas urbanísticas y de infraestructuras que faciliten este tipo de desplazamientos. Además, hay que lograr que los medios de transporte colectivo resulten más atractivos. Reducir los precios de los billetes y mejorar la oferta serían medidas adecuadas. Los autobuses urbanos deben ir adaptándose impulsando el uso de electricidad y célula de hidrógeno. Igualmente se deben emprender iniciativas que hagan que la población abandone sus vehículos de motor de combustión. Para ello hay que lograr que las tecnologías menos contaminantes sean cada vez más accesibles. Medidas fiscales en favor del vehículo eléctrico, medidas técnicas que 52 faciliten su establecimiento así como una intensa labor de información y concienciación ciudadana son indispensables. En Euskadi se da un uso intensivo de las carreteras para el desplazamiento de mercancías, por lo que una parte fundamental del sistema económico está profundamente anclada en la insostenibilidad. El peso del asfalto para tales movimientos es muy superior al que presenta la Europa de los 28 y desafortunadamente la tendencia es a su intensificación (OTEUS, 2015). El Plan Director de Transporte Sostenible de Euskadi 2030 valora trabajar para lograr un mayor equilibrio entre medios de transporte. Entre sus objetivos considera necesario “incentivar los modos de transporte más sostenibles, como el marítimo y el ferroviario” (Gobierno Vasco, 2017). El traslado de las mercancías a través del mar sería una buena medida que además podría acompañar los esfuerzos para la consolidación del uso del hidrógeno como combustible, dado que el marítimo es un medio con gran potencial para estas tecnologías. Por otro lado, el tejido ferroviario “responde a trazados y funcionalidades diseñados en el SXIX y, por tanto, requiere una modernización” (Gobierno Vasco, 2017). Otros estados han emprendido cambios a este respecto. Destaca el caso de Suiza, que desde hace más de una década obliga a los camiones que transportan mercancías a través de su territorio a hacerlo subidos en trenes. Es interesante también la propuesta Sueca que en el año 2016 estrenó una prueba de dos kilómetros de autopista eléctrica para camiones con catenaria. De momento no existe una solución unitaria para un modelo de transporte realmente sostenible en el campo ambiental y soportable en el campo económico. Transformar este sector va a conllevar esfuerzos económicos de calado. La apuesta más 53 congruente es potenciar un sistema eléctrico combinado con el uso de célula de hidrógeno e hidrógeno como combustible e ir trasladando las mercancías de las carreteras a redes ferroviarias y marítimas optimizadas. Además, es primordial favorecer la movilidad en transporte colectivo, tratar de disminuir el uso del vehículo privado poniendo los medios necesarios para hacer interesante a la población el uso de este tipo de medios. 5.3.3. Edificación para el SXXI Existen multitud de medidas que se pueden aplicar desde la rehabilitación y la nueva construcción a fin de que los edificios tengan un mejor comportamiento ambiental. La construcción, utilización y demolición genera enormes impactos entre emisiones de GEI, uso de materias primas, agua y energía además de generar toneladas de residuos. Este sector es el principal causante de la artificialización del suelo y de su pérdida, siendo este un recurso no renovable en Europa (IHOBE, 2014). En Euskadi existen ciertas obligaciones al respecto del comportamiento ambiental de los edificios además de diversas guías para la edificación y rehabilitación sostenible. Por otro lado, Comisión dispone en una Directiva aprobada en 2010 que toda nueva construcción debe tender a un consumo energético casi nulo (Directiva 2010/31/UE, 2010). Entre las medidas imprescindibles para lograr una mayor sostenibilidad se encuentra la potenciación al máximo de la eficiencia energética. Se debe trabajar en la inercia térmica, superando las construcciones funcionales ajenas al entorno y favoreciendo el almacenamiento de calor con zonas soleadas orientadas al sur además de blindar toda pérdida de calor indeseada. En aquellas construcciones en que sea posible (viviendas, comercios…) la energía que se consuma debe proceder de fuentes renovables. No hay que menospreciar la capacidad de la generación in situ, cuyas tecnologías mejor desarrolladas son la fotovoltaica y la eólica de pequeño tamaño. En un futuro otras tecnologías que aun no están en un grado de maduración suficiente vendrán a sumarse a estas. Para todo ello es preciso que desde las instituciones se apoye la instalación de estas tecnologías, pues para el usuario los costes económicos pueden suponer un enorme desincentivo, más como sociedad, es el coste ecológico el que ha de ser solventado sin mayor dilación. El consejero de Obras Públicas y Transportes del Gobierno Vasco, Iñaki Arriola, describe claramente el camino a seguir en la presentación de la Guía de Edificación Sostenible para la Vivienda en la CAPV: 54 “Resulta primordial promover una arquitectura más ecológica y respetuosa con el entorno, capaz de construir edificios bioclimáticos que propicien la eficiencia energética, la gestión sostenible de residuos, el equilibrio medioambiental y, en definitiva, la adaptación de las intervenciones urbanísticas al medio en que se realizan” (Gobierno Vasco, 2009). 5.4. Generación eléctrica distribuida y autoconsumo Las energías renovables tienen un innegable potencial para romper con las retrógradas condiciones del mercado energético actual. El caso de la fotovoltaica es especialmente poderoso. Hay que forzar a las instituciones para que aprueben políticas que faciliten una red eléctrica con pequeños puntos de producción renovable. La generación distribuida mediante tecnologías renovables y controlada desde los municipios es el camino para lograr un modelo energético más sostenible e inclusivo. Es la forma de minimizar la posibilidad de que las personas se queden sin acceso a la energía eléctrica por las condiciones de mercado al tiempo que constituye la vía para lograr economías de escala. La energía se trata como un bien de mercado y no como una necesidad básica. El mercado eléctrico en el Estado, al igual que en Europa, ha vivido un proceso de privatización, consolidándose empresas con gran capacidad para influenciar en las normativas al respecto y en conclusión, logrando un modelo que genera mayores beneficios para estas. Sin embargo, el acceso a la energía es indispensable para desenvolverse en la sociedad dentro de los parámetros de respeto a la dignidad. La generación renovable distribuida, más allá de las ventajas ambientales, conlleva beneficios sociales. Tienen la capacidad de introducir mayor competencia en el mercado energético, permitiendo que los precios respondan a criterios más justos. Un mercado más plural podría lograr una bajada en el precio de la electricidad (Bermejo, 2017). 5.4.1. Cooperativas Energéticas para la transición Una forma de búsqueda de la consolidación de un nuevo mercado energético que gana fuerza de forma espectacular es el cooperativismo. Gracias a la puesta en marcha de cooperativas que se integran en el mercado energético se da cobertura a 55 proyectos de generación renovable además de alimentar el proceso de acercar a la población la gestión de la energía como recurso necesario más allá de ser un bien de mercado. En general estas devienen de grupos de consumidores que tomando conciencia se unen para formar corporaciones que puedan comercializar energía que tenga asegurada una procedencia renovable. Son una de las más valiosas herramientas para lograr un cambio en el modelo energético. Constituyen un ataque al oligopolio al incluir nuevos operadores en el mercado. Además, la experiencia expone que cuando estas cooperativas alcanzan una disposición de capital suficiente, invierten en la instalación de puntos de generación renovable. SOMenergia, nacida en Girona en 2010 fue la pionera y actualmente tiene más de 36.500 socios y gestiona 54.800 contatos de electricidad. De entonces hasta ahora se ha producido una explosión del cooperativismo en el Estado. Operan más de una decena de este tipo de empresas en el Estado y surgen nuevas y nuevos proyectos relacionados con ellas constantemente. En Euskadi la cooperativa de mayor tamaño es GOIENER, con alrededor de 7.080 socios gestiona más de 8.580 contratos. En el haber de esta empresa está la lucha por la soberanía energética teniendo como referencia ámbitos geográficos de pequeña escala, por lo que centra su actividad en la CAE y Navarra. Además de comprar energía eléctrica de procedencia renovable para la comercialización entre sus socios, ejerce un papel colaborador, sirviendo de comprador para otros proyectos cooperativos de menor tamaño que aún no pueden acceder al mercado primario de la electricidad. 5.4.2. Lucha contra la pobreza energética La generación distribuida renovable junto con la popularización y democratización del mercado de la energía constituyen una forma de atacar la creciente problemática que de la pobreza energética. La Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) describe que un hogar o una familia se encuentran en este tipo de pobreza “cuando es incapaz de pagar una cantidad de servicios de la energía suficiente para la satisfacción de sus necesidades domésticas y/o cuando se ve obligado a destinar una parte excesiva de sus ingresos a pagar la factura energética de su vivienda” (ACA, 2014). Hay tres elementos fundamentales que intervienen en la pobreza energética. Por un lado la renta percibida, pero por otro se encuentran dos elementos más directamente ligados con campos a trabajar de cara a una transición energética, la calidad y eficiencia de las viviendas y el precio de la energía. 56 Existen ejemplos interesantes de reversión del proceso de privatización del mercado eléctrico, en Alemania por ejemplo entre 2007 y 2012 un total de 230 empresas de servicios energéticos pasaron de manos privadas a ser gestionadas municipalmente (Bermejo, 2017). Las redes inteligentes o smart grids permiten controlar las necesidades del sector, junto con el desarrollo de las renovables que se ha producido en el país germano han facilitado el proceso de municipalización. Una ventaja de estas redes de producción y distribución de escala municipal es que permiten una mayor implicación de la ciudadanía a la hora de tomar decisiones. Crear empresas municipales para gestionar elementos como el calor, la electricidad y el gas acercaría la gestión de un bien necesario a la población. Estas empresas pueden unirse mediante consorcios para evitar que debido a su pequeño tamaño se vean en desventaja en el mercado. Los ejemplos de municipalización de la energía observables en el mundo indican que este tipo de empresas invierte más en renovables que las empresas privadas, por lo que es más fácil consolidar un mix energético sostenible. Al estar sujetas tanto a las necesidades como al control público, las empresas municipales se apresuran más en hacer frente a los impactos. En Estados Unidos, cuando el huracán Sandy golpeó los servicios energéticos en 2012 las empresas públicas lograron reestablecer el suministro en apenas un par de días, mientras que las privadas se demoraron aproximadamente una semana. 6. Conclusión En el mundo se están produciendo cambios de importancia en cuanto a la energía. Desde la aceptación de una crisis energética que impone un cambio de modelo por el agotamiento de los combustibles fósiles hasta la asunción del cambio climático y la puesta en marcha de medidas urgentes para limitar sus consecuencias. Las fuentes de energía renovables están viviendo un crecimiento explosivo con visos de cambiar el panorama, especialmente el aprovechamiento solar aunque sin menosprecio del resto. La investigación en esta materia es un campo en constante crecimiento y no cabe duda de que el mundo se dirige hacia una mayor utilización de la electricidad en detrimento de los combustibles. Euskadi con un modelo energético más sostenible debería ser: Muy inferior en su consumo. Abandonando la industria pesada por la producción de bienes y servicios que sean necesarios para la satisfacción de las necesidades de la 57 población en coherencia con el medio. Con una intensidad energética muy pequeña y un consumo principalmente eléctrico y renovable. El transporte de ciudadanos dentro de la CAE se daría en lo posible por medios no motorizados, transporte colectivo mejorando las conexiones de ferrocarril así como autobuses y vehículos eléctricos. Las mercancías deben trasladarse a los raíles y a un transporte marítimo. El desarrollo de la tecnología de hidrógeno es el pilar en el que apoyar un nuevo sistema de transporte. La edificación debe lograr la máxima eficiencia caminando hacia una demanda energética y unas emisiones irrisorias, favoreciendo en lo posible la autogeneración. Convivir en una economía de escala. Favoreciendo la producción y el consumo de cercanía. Para lo cual conviene apoyar un sector primario que actúe con medios adecuados, sin agotar los suelos y siendo menos intenso en el uso de energía. Sistemas agrícolas integrados en los que el ecosistema se vea como un conjunto donde todos los elementos se necesitan, evitando el monocultivo y el uso de agroquímicos derivados de los hidrocarburos. Ganadería ponderada a las necesidades y a las disposiciones medioambientales así como un sector pesquero responsable. No se produciría para llenar los mercados a precio asequible sino para satisfacer las necesidades. Disponer de una red renovada de generación y transporte de energía. Permitiendo la generación eléctrica distribuida. Favoreciendo la existencia de multitud de puntos de generación. Las anteriores apuestas por el Gas Natural han logrado un tejido de distribución que puede ser utilizado para el hidrógeno renovable, dado que en cierta proporción este último facilita el movimiento del primero. Contar con una potente infraestructura de generación renovable de aquellas formas que tienen capacidad real de funcionar en Euskadi. Con eólica of shore flotante y habiendo desarrollado y madurado el aprovechamiento de las olas sin menosprecio de los sistemas de pequeño tamaño aplicables a edificios y centros de consumo. Toda esta transformación requiere una sociedad implicada, informada y coherente. Gorka Bueno propuso en 2014 cómo podría ser una Euskadi sostenible. En su opinión, el consumo energético debería reducirse a la mitad en cuatro décadas, el transporte se reduciría en un 75% y la industria en un 40%. El sector primario volvería a ser central para cubrir las necesidades. En ese hipotético futuro, observa “las inversiones que hubieron de ser realizadas durante la primera década de la transición fueron 58 enormes, y supusieron un gran esfuerzo para la sociedad. Posteriormente, sin embargo, estas inversiones han sido más que compensadas” (Bueno, G, 2014) Euskadi de esta forma sería más justa. Con quienes la habitan, pues estaría menos contaminada y habría dado con la facilitación de lo indispensable desde la cercanía, tanto alimentos o vestido como calor y electricidad. Mejorando las relaciones interpersonales favoreciendo el intercambio y la cooperación entre vecinos. Pero también, muy intensamente, en sus relaciones con el resto del planeta. Reduciendo las importaciones de elementos en cuya explotación se apisonan las formas de vida de otras comunidades tanto como los ecosistemas de regiones alejadas destrozando sus posibilidades vitales y agravando una huella ecológica inmensa. Actualmente la CAPV invierte una importante suma de capital financiero y humano en la ayuda al desarrollo de regiones empobrecidas, sin embargo, es el sistema vasco el que ha de invertirse para permitir que esas zonas dejen de perder. Hay que poner patas arriba el actual modo de vida. Sólo cambiando aquí se podrá conseguir un mejor vivir en las regiones que digieren sin quererlo las externalidades negativas del sobreconsumo local. 59 Bibliografía Asociación de Ciencias Ambientales (ACA). (2014). ciencias ambientales. 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