Revista de la Red de Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea
Año 7, Nº 12. Córdoba, Junio-Noviembre 2020. ISSN 2250-7264
Manuel Francisco Martínez Ruesta
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Los orígenes del Movimiento de Independientes 26 de Marzo
The origins of the March 26 Independent Movement
Resumen
El 5 de febrero de 1971 tuvo lugar en Uruguay la culminación de un largo y zigzagueante
proceso; la constitución del Frente Amplio (FA), un espacio que logró unificar a partidos de
izquierda, independientes y sectores progresistas de los partidos tradicionales -Nacional y
Colorado. Aquel nuevo actor llevó a que distintos sectores de la izquierda revolucionaria se
planteasen qué camino seguir frente a la participación política parlamentaria. Las respuestas
no fueron homogéneas, algunos como la Federación Anarquista Uruguaya (FAU) decidieron
no participar del FA; otros optaron por abandonar la clandestinidad y se acercaron a la vía
electoral. Por último, una tercera alternativa fue la implementada por el Movimiento de
Liberación Nacional- Tupamaros (MLN-T); este movimiento político en armas -como se
autodefinía- se inclinó por mantener su clandestinidad y lucha armada, pero brindando un
apoyo crítico. Parte de ese apoyo consintió en la construcción de un movimiento que integró
casi desde sus orígenes al recientemente creado partido de unidad. Dentro de dicho panorama
el presente artículo busca reflexionar sobre las estrategias del MLN-T para conformar y dar
visibilidad a una estructura político legal; el Movimiento de Independientes 26 de Marzo
(MI26M), su “brazo político” dentro del FA. Para tal fin, en un primer momento se presentará
el contexto nacional e internacional en el cual cobró vida el FA, posteriormente se analizará la
relación entre el MLN-T y aquel nuevo actor político, para finalmente describir las
especificidades del MI26M y las respuestas que sus prácticas generaron al interior del frente.
Palabras claves: Movimiento de Independientes 26 de Marzo; Movimiento de Liberación
Nacional- Tupamaros; Frente Amplio.
Summary
February 5th of 1971 took place in Uruguay the culmination of a long and zigzagging process;
the constitution of the Broad Front, a space that managed to unify leftist parties, progressive
sectors of traditional parties -National and Red- and independent. That new actor did rethink
to the revolutionary left what to do about the parlmentary political participation. The answers
were not homogeneous. Some of them, as the Uruguayan Anarchist Federation, decide not
participate in the Broad Front; other, like the Revolutionary Left Movement, chose leave the
underground and enter to the electoral path. Finally, a third alternative, was implemented for
the National Liberation Movement- Tupamaros (MLN-T); this movement decided continue
with underground fight but with and especial support. The construction of a movement that
was part of the Broad Front. The aim of this article is reflect on MLN-T strategies to shape
and give visibility; the March 26 Independent Movement, his “political arm” in the front. To
that end, the national and international context in which the FA came alive will be presented
at first, then the relationship between the MLN-T and that new political actor will be
analyzed, to finally describe the specificities of the MI26Mand the responses that their
practices generated within the front.
Keywords: March 26 Independent Movement; National Liberation Movement- Tupamaros;
Broad Front.
Fecha de recepción: 20 de agosto de 2019
Fecha de aceptación: 03 de diciembre de 2019
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Los orígenes del Movimiento de Independientes 26 de Marzo
Manuel Francisco Martínez Ruesta*
Los orígenes del Frente Amplio: Un largo recorrido
La conformación del Frente Amplio, a inicios de la década del setenta, contó con varios
ensayos previos de unidad. Cada uno de ellos sirvió como capa para poner los cimientos de
una alianza perdurable en el tiempo que tenía como horizonte no solo la contienda electoral de
1971 sino un proyecto alternativo de país.
Un germinal paso se gestó en las elecciones presidenciales de 1962; allí, la izquierda
parlamentaria constituyó dos plataformas electorales: el Frente Izquierda de Liberación
Nacional (FIDEL) y la Unidad Popular (UP) encabezadas por comunistas y socialistas
respetivamente.1 El otro momento de unidad fue la publicación del periódico Época, entre los
años 1962 y 1967; dicho proyecto editorial fue la primera publicación que no respondió a una
línea partidaria ortodoxa, a la vez que contó con la participación de prácticamente toda la
izquierda uruguaya, con la excepción del Partido Comunista -el cual ostentaba su propio
matutino, El Popular.
Estas experiencias frustradas -tras los magros resultados electorales del 1962, que
continuaron en 1966,2 y la dificultad de financiamiento de Época-actuaron como basamentos
prácticos para el futuro frente. A inicios de 1968, el camino a la unidad se comenzó a
concretar con la conformación del Movimiento Nacional por la Defensa de las Libertades
Democráticas (MNDLD);3 aquel movimiento pensado como un espacio de resistencia ante la
creciente represión estatal ejercida sobre los movimiento sociales, sin bien no logró
mantenerse en el tiempo por controversias internas -como la actitud a tomar frente a la
invasión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a Checoslovaquia-, constituyó el
último peldaño previo al FA.
En alusión a dicho proyecto político, por aquel entonces Juan Pablo Terra -dirigente del
Partido Demócrata Cristiano (PDC)- ante las cámaras de televisión realizó el siguiente
llamamiento a la unidad sin exclusiones.
¿Es o no posible en esta grave emergencia nacional unirse en torno a un programa
mínimo común, sumar los esfuerzos para proponer y sostener una alternativa
* Profesor y Licenciado en historia. Universidad de Buenos Aires. Argentina.
[email protected]
1
Dichas alianzas programáticas deben ser enmarcadas en las transformaciones que se estaban gestando al interior
de sus filas. El Partido Comunista (PC) sustituyó a su histórico dirigente Eugenio Gómez por Rodney Arismendi,
en 1955; mientras que en el Partido Socialista (PS), Vivian Trias llegó a desplazar a Emilio Frugoni de la
Secretaría General, en 1960. Por otra parte, ambos redireccionaron sus discursos y planteos programáticos dentro
de la realidad nacional y latinoamericana, lo que trajo aparejado un compromiso mayor con los problemas
endógenos del país, alejándose de la agenda internacional que solía marcar sus rumbos. Al respecto, véase:
Caetano, Gallardo y Rilla (1995).
2
En las elecciones de 1962 el FIDEL alcanzó el 3,49% de los votos válidos, mientras que la UP el 2,31. En las de
1966, los porcentajes fueron del 5, 66 y 0,22 respectivamente.
3
Entre sus miembros se destacaron figuras como Carlos Quijano, José Luis Maserra (PCU), Francisco Rodríguez
Camusso (PN), Wladimir Turiansky (PCU), el pastor evangélico Julio de Santa Ana, Reynaldo Gargajo (PS) y el
sacerdote católico Mauricio García, entre otros. Al respecto, véase: Markarian (2006).
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distinta de política? Es decir, los que discrepamos con la línea actual ¿somos
capaces de formular un programa mínimo común y unir nuestros esfuerzos para
defender y sostener la sustitución de la actual política por una distinta? Porque si
nos siguen viendo totalmente dispersos, ineficaces para sostener una política
diferente, el público puede creer que no hay salida ninguna y que seguiremos de
elección en elección, rotando los grandes partidos en el gobierno hasta la
destrucción total. Y el país no soportará mucho tiempo más ese camino (Terra en
Bruschera, 1986:72).
Ya a principios de la década del setenta, en medio de una creciente crisis política e
institucional, finalmente se logró aminorar diferencias y consensuar ciertos puntos en común
para dar vida a un proyecto firme y sostenible en el tiempo.4 La fundación del FA constituyó
un hito en el proceso de desconfiguración del histórico bipartidismo entre blancos (Partido
Nacional) y colorados (Partido Colorado),5 al conformar una tercera fuerza que amenazó el
status quo al reunir un amplio abanico de opositores al régimen. Entre los que se encontraron
tanto partidos preexistentes (Socialista, Comunista, Demócrata Cristiano, Obrero
Revolucionario), como sectores progresistas provenientes de los partidos tradicionales,6
ciudadanos no sectorizados -muchos de los cuales se encolumnaron detrás del semanario
Marcha y su director Carlos Quijano- y oficiales renunciantes de las Fuerzas Armadas, en
desacuerdo con el papel que Pacheco Areco pretendía asignar a la institución.
Por otra parte, es importante remarcar que la concreción del Frente no fue solo el reflejo
de la maduración de un proyecto de la izquierda uruguaya, sino también la contracara de la
pérdida de filiaciones e identidades políticas que estaban sufriendo las vetustas estructuras e
instituciones políticas tradicionales.7 Una primera muestra de esa desestructuración fue la
derrota electoral del Partido Colorado, en 1958, tras casi un siglo de hegemonía.8
Desde aquel momento y a lo largo del período seleccionado en el presente trabajo, si
bien con sus idas y venidas,9 tanto los gobiernos nacionales o blancos (1959-1963y 1963Las “Bases Programáticas”, aprobadas el 17 de febrero de 1971, señalaron cuatro medidas fundamentales a
adoptar como pilares del proceso transformador: reforma agraria, nacionalización de la banca privada,
nacionalización de los principales rubros del comercio exterior y enérgica acción industrial del Estadoincluyendo la nacionalización de la industria frigorífica-. Aquellos ejes programáticos fueron ratificados y
ampliados en el documento 30 Medidas de Gobierno, redactado el 25 de agosto de 1971.
5
En cuanto al posicionamiento ideológico y la trayectoria de ambos partidos a lo largo del siglo XX, véase: De
Armas, Garcé y Yaffé (2003).
6
Tal es el caso de los movimientos liderados por Zelmar Michelini, Alba Roballo y Amílcar Vasconcellos del
Partido Colorado y Francisco Rodríguez Camusso y Enrique Erro del Partido Blanco. En pos de ampliar sobre
las fragmentaciones y alejamientos que sufrieron ambos partidos, como de sus principales líneas ideológicas,
véase: Nercesian (2013) y Bosch (1971).
7
Para describir dicho escenario, Luis Costa Bonino (1985) propuso implementar el concepto “alienación
política”, entendiendo por éste al fenómeno de la orientación negativa de los individuos con respecto al sistema
político; el cual puede expresarse como una renuncia a tomar parte activa en el proceso político o bien como una
adhesión a un contrasistema (p.43). Uno de estos movimientos fue el MLN-T, el otro contrasistema, más tardío
fue el movimiento militar que asumió el gobierno a partir de 1973.
8
El Consejo Nacional de Gobierno pasó a estar constituido por una mayoría blanca de seis Consejeros
pertenecientes a la alianza entre el Herrerismo y el Ruralismo, y una minoría de tres colorados; dos
representantes de la Lista 15 y uno de la 14.
9
El segundo gobierno nacional intentó preparar una alternativa al proyecto liberal impulsado por sus antecesores,
mediante un retorno al intervencionismo estatal. Pero la esperanza por impulsar un modelo desarrollista
rápidamente fue perdiendo impulso a medida que chocó con obstáculos difíciles de franquear: la espiral
inflacionaria, la sequía de 1965, las disputas intrapartidarias, y la presión del FMI y la banca privada, entre otros
factores.
4
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1967)10 como el colorado (1967-1972) reflejaron el lento camino hacia la apertura externa, el
acercamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la liberación de la economía;
política macroeconómica que se establecería definitivamente bajo el gobierno cívico militar
(1973-1985).
Acuciados por casos de corrupción, la muerte de viejos caudillos,11 un clientelismo cada
vez más exacerbado y la propagación de sublemas al interior de los partidos,12 en el año 1966,
los sectores tradicionales como últimos intentos por reflotar el modelo bipartidista y mantener
el statu quo, recurrieron a la reforma constitucional13 -práctica ya utilizada en 1952- y a
candidaturas de figuras outsider de la política como Oscar Diego Gestido, por el Partido
Colorado.
Gestido fue el primer Presidente electo tras la nueva constitución de 1966, lo que generó
el entusiasmo en un importante sector de la población, pero las constantes muestras de una
ausencia programática tanto en materia política como económica a largo plazo14 y su
repentina muerte desplomó esa débil ilusión. Tras menos de un año de mandato, asumió el
vicepresidente, Jorge Pacheco Areco (1967-1972). Su gobierno se caracterizó, entre otros
aspectos, por la clausura sistemática de medios de prensa opositores, la intervención en los
centros de educación,15 la violenta represión frente a los reclamos populares (con varios
muertos como saldo),16 la militarización de los funcionarios públicos,17 la ilegalización de
movimientos y partidos políticos,18 la aparición de grupos parapoliciales y paramilitares de
derecha19, el aumento de la tasa de desempleo,20 la casi constante aplicación de Medidas
10
Consejo Nacional de Gobierno conformado por una mayoría blanca de seis Consejeros pertenecientes a
la Unión Blanco Democrática, y tres a la minoría colorada; dos de ellos integrantes de la Lista 15 y el restante a
la Unión Colorada Batllista.
11
Luis Alberto Herrera -abril de 1959-, Benito Nardone Cetrulo -marzo de 1964- y Luis Conrado Batlle Berres julio de 1964-, entre otros.
12
A modo de ejemplo, para las elecciones de 1966 se presentaron, sólo en el departamento de Montevideo,
veintitrés listas coloradas agrupadas en siete sublemas y sesenta y tres nacionalistas ligadas bajo diez sublemas.
13
De los cuatro proyectos de reforma constitucional, el victorioso con el 75% de los votos fue el denominado
"naranja". El mismo, auspiciado por importantes sectores colorados y blancos, establecía la sustitución del
Consejo Nacional de Gobierno por un Presidente con mandato de cinco años, sin posibilidad de reelección
inmediata. A su vez, cambiaba la relación entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, dándole más poderes al
primero, otorgándole total control en materia económica y financiera. Al respecto, véase: Pérez Pérez (1987).
14
Las constantes sustituciones en la cartera de economía -Carlos Végh Garzón, Amílcar Omar Vasconcellos
Fernández y César Charlone- fueron solo un ejemplo del aquel vacio programático; que tomó mayores
dimensiones en octubre, cuando la renovación de ministros fue generalizada. Puntualmente, el nueve de octubre
Zelmar Michelini, Amílcar Vasconcellos, Clemente Ruggia y Enrique Véscovi presentaron sus renuncias en
repudio a las políticas emprendidas por del gobierno.
15
A modo de ejemplo, en febrero de 1970, mediante el decreto 88/970, el Poder Ejecutivo estableció la
intervención de la enseñanza secundaria y de la UTU (Universidad del Trabajo del Uruguay) a través de la
implementación de Consejos Interventores. Mientras que, en agosto del mismo año, se decretó la clausura de
todos los cursos de secundaria por el resto del año; en todos los establecimientos de Montevideo, tanto públicos
como privados.
16
Liber Arce (14 de agosto de 1968), Hugo de los Santos (20 de septiembre de 1968) y Susana Pintos (21 de
septiembre de 1968).
17
Por intermedio de los decretos 402/ 968 y 289/969, de 1968 y 1969 respectivamente, por solo mencionar dos
episodios concretos.
18
El Movimiento Revolucionario Oriental (MRO), el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), la
Federación Anarquista Uruguaya (FAU), el Partido Socialista (PS) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR), entre otros espacios.
19
Dentro de los cuales se destacaron la Juventud Uruguaya de Pie (JUP) y el Comando Caza Tupamaros (CCT).
Al respecto, véase: Baumgartner (2011).
20
Fuertemente vinculado con esta pauperización social, entre 1962 y 1967, la inflación alcanzó un promedio de
60% anual; llegando a tener picos de 183% entre junio de 1967 y junio de 1968. Mientras que, si entre 1946 y
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Prontas de Seguridad (MPS),21 la colocación de importantes empresarios en puestos
ministeriales -Carlos Frick Davies en ganadería y agricultura, José Serrato en transporte,
Jorge Peirano Facio en industria y comercio, entre otros22 -y un estrecho compromiso con los
Estados Unidos y su Doctrina de Seguridad Nacional.23 Estas medidas del gobierno actuaron
como el último y determinante catalizador de unidad, situación que quedó de manifiesto en la
“Declaración Constitutiva”, redactada por el germinal Frente Amplio, el 5 de febrero de
1971:
La profunda crisis estructural que el país padece desde hace décadas, su
dependencia del extranjero y el predominio de una oligarquía en directa
convivencia con el imperialismo, han ido creando, por un lado, hondas tensiones
sociales y por otro, un clima de preocupación colectiva sobre el destino mismo de
la nacionalidad oriental. Cuando el deterioro económico desembocó en un proceso
inflacionario paralizante de toda posibilidad de desarrollo, la oligarquía encontró,
en el gobierno actual, un coherente intérprete político de su propia respuesta ante
la crisis. Ambos pretendieron establecer un orden basado en el despotismo;
atropellaron las libertades públicas y sindicales; agredieron física y materialmente
a la Universidad y a la enseñanza media; empobrecieron a los trabajadores al
congelar realmente los salarios y nominalmente los precios. [...] La coyuntura
histórica conducía a una polarización entre el pueblo y la oligarquía que se
hubiera cumplido de cualquier modo, ya que los trabajadores, los estudiantes y
todos los sectores progresistas resistieron las imposiciones antinacionales. Pero la
regresividad y violencia de la política gubernamental, sin precedentes, en el correr
del siglo, ofició como un acelerador en el proceso de enfrentamiento, en la
conciencia colectiva de cambios urgentes y profundos, en la necesidad de
instrumentar un aparato político capaz de aglutinar las fuerzas populares
auténticamente nacionales para agotar las vías democráticas a fin de que el
pueblo, mediante su lucha y movilización, realizara las grandes transformaciones
por las que el país entero clama (p. 1-2).
En pocas palabras, retomando la perspectiva del ex dirigente tupamaro Jorge Zabalza
(2016), el proyecto del FA podría resumirse en: con el pueblo, contra el sistema, por los
cambios sin violencia, a través del voto. Quedaba bien en claro el rechazo a los métodos
guerrilleros y la voluntad de canalizar hacia las urnas la indignación y la bronca popular.
El Frente no fue una creación impulsiva, ni la aparición de una nube en medio de un
cielo azul, sino el resultado de la conjunción de distintos actores, que ya venían expresando su
1955 el crecimiento acumulativo anual del PBI había sido del 4,2%, durante el período 1956 y 1973 apenas
alcanzó un 0,6%. Para ampliar sobre este punto, véase: Finch (1980).
21
Recurso constitucional de suspensión de garantías individuales, establecido en el artículo 168 inciso 17; el cual
sostiene: “Tomar medidas prontas de seguridad en los casos graves e imprevistos de ataque exterior o conmoción
interior. [...] En cuanto a las personas, las medidas prontas de seguridad sólo autorizan a arrestarlas o trasladarlas
de un punto a otro del territorio, siempre que no optasen por salir de él. [...] El arresto no podrá efectuarse en
locales destinados a la reclusión de delincuentes”. Para tomar dimensiones del peso que adquirieron durante el
gobierno pachequista cabe señalar que de los1541 días de mandato, las mismas se mantuvieron vigentes durante
1117.Al respecto, véase: Iglesias (2013).
22
En alusión a dicha práctica, Carlos Real de Azúa (1969) sostuvo: “Se ha llegado desde hace dos o tres años a
una configuración de poder sospechosamente parecida a una élite, a una cima unificada de dominación política,
económica y social [...]. El elenco político dirigencial fue siendo desplazado pausada pero firmemente de los
cuadros de mando por el nivel empresarial. [...]. La irrupción del `intruso político` arrastra tras de él, de modo
general, determinada perspectiva. Es una perspectiva de tipo `productivista` gerencial” (p. 51-53).
23
Al respecto, véase: Aldrighi (2007).
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disconformidad con las políticas estatales, pero de forma independiente. En alusión a los
factores que estimularon su concreción y los sectores que terminaron confluyendo en dicha
amalgama, el candidato a Presidente Liber Seregni, en el primer acto público del FA, expresó:
“El Frente Amplio no es una ocurrencia de dirigentes políticos. Es una necesidad popular y
colectiva del Uruguay. Por eso el Frente Amplio desencadenó tan rápidamente este
movimiento popular de adhesión, participación y militancia. Porque interpreta una necesidad
objetiva de nuestra sociedad” (Seregni en Aguirre Bayley, 1985:28).
Por su parte, el histórico dirigente sindical Hugo Cores (1999), lo resumió al plantear
que “plasmó en una opción electoral y política y en una identificación simbólica y afectiva la
disconformidad y las esperanzas de cambio de sectores popular cada vez más amplios y
movilizados” (p.70).
En sintonía con esta perspectiva, el Dr. Juan José Crottogini -por entonces candidato a
la vicepresidencia por el FA24- sostuvo:
Hay fundamentalmente dos grandes líneas que han permitido la concreción
unitaria del Frente Amplio y una de ellas es la que llamaría etapa de higienización.
Todas las fuerzas que integran el Frente Amplio buscan terminar con los
escándalos económicos, con los escándalos financieros, con el gran contrabando,
con la banca y la para-banca usurarias […]. El segundo aspecto fundamental es
que la unidad nace de la afirmación de un compromiso: el cumplimiento del
programa del Frente Amplio que ya está perfectamente delineado en sus grandes
directivas (Crottogini en Aguirre Bayley, 1985:23).
Por su parte Zelmar Michelini, quien tras abandonar el Partido Colorado había ayudado
a constituir el Movimiento por el Gobierno del Pueblo -Lista 99-, en pleno fragor de los
hechos planteó: “El Frente Amplio no se concibe como un arma fundamentalmente electoral.
Es el instrumento que promoverá hondos cambios en el país. Un arma de lucha popular antes,
durante y después de las elecciones, con amplia participación popular” (Michelini en Aguirre
Bayley, 1985:24).
En síntesis, a nivel nacional, es posible afirmar que aquella unión fue hija y a la vez
heredera de los grandes hitos antisistémicos del período; las movilizaciones estudiantiles de
1958 y 1968, las revueltas de los arroceros desde la década de 1930, la conformación del
Sindicato Único de Arroceros (SUDA) en 1956, la aparición del periódico Época, la
reestructuraciones del PC y el PS, las marchas cañeras promovidas por la Unión de
Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA) desde 1962, y la unidad sindical detrás de la
Convención Nacional de Trabajadores (CNT) en 1964,25 por solo citar los más destacados.
Por otra parte, a dichos episodios locales cabe agregar distintos sucesos del plano
internacional que indudablemente también estimularon la conformación del frente: las
injerencias tanto prácticas como ideológicas que tuvieron la revolución cubana (1959), el
desarrollo de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), los procesos de
descolonización en el 3er mundo, la Guerra Fría, las movilizaciones estudiantiles y obreras
(1968-69), la victoria electoral de la Unidad Popular en Chile (1970), la ola de golpes cívico
24
Ginecólogo, decano de la Facultad de Medicina de la UdelaR (1957-1963) y rector de la UdelaR entre 1964 y
1964. Ingresó al FA como independiente.
25
Para mayor información sobre dichos episodios, véase: González Sierra (1994), Rey Tristán (2005), Markarian
(2012) y Merenson (2010).
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militares en Sudamérica y los escritos de Frantz Fanon, Jean Paul Sartre y Bertrand Russell,
entre otros.26
Puntualmente, el arribo a la presidencia de Salvador Allende se convirtió en un
argumento capitalizador de voluntades para la izquierda y otros sectores progresistas de los
partidos tradicionales que pregonaban la senda pacífica y electoral en la transición al
socialismo. No sólo por su conformación política sino por sus vertientes ideológicas es
posible reconocer puntos de encuentro entre la experiencia chilena y la uruguaya; un claro
ejemplo de ello son las similitudes que existieron entre los lineamientos generales de las
Primeras 40 Medidas de Gobierno de la Unidad Popular27 -tomadas de su Programa Básico
(diciembre de 1968)- y las 30 Medidas de Gobierno del Frente Amplio aprobadas en agosto
de 1971.
En alusión a dicha conexión, un fragmento de la entrevista brindada por “Urbano” -el
por entonces alias de Mauricio Rosencof dentro del movimiento tupamaro- a la revista chilena
Punto Final, en 1970, nos brindará más luz sobre las vinculaciones que los propios
protagonistas identificaban entre la experiencia chilena y la actitud a tomar ante un posible
escenario similar en Uruguay.28
Antes o después, la presencia del pueblo en armas, la vigilancia y la respuesta
armada, la vigilia en armas, pasa a ser el elemento que va a garantizar el
cumplimiento del programa que el pueblo de Chile lleva al gobierno con Allende
[…] y nos parece claro el pronunciamiento del MIR chileno en relación al triunfo
de Allende: es el momento de poner hombres y armas a disposición del programa
de gobierno de la izquierda chilena (p.11-12).
El Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaros y el frente de masas
La nueva etapa que se constituyó con la formación del FA, tras la ruptura del tradicional
bipartidismo que venía dirigiendo la política del país desde el siglo XIX, brindó una nueva
valoración y crédito a la disputa parlamentaria. Dentro de la izquierda revolucionaria oriental
distintos actores que veían -hasta hacía poco tiempo- en el camino de las urnas una mera
pantomima orquestada y dirigida por la clase dominante, ahora -en virtud del transformado
contexto nacional e internacional- estaban dispuestos a participar de la contienda electoral que
tenía fecha para fines de noviembre de 1971. Esa situación llevó a que organizaciones, como
el MNL-T, debiesen plantearse seriamente qué actitud tomar sobre esta nueva variable, con
vistas a no quedar aisladas.29 Fruto de aquella atmósfera, y tras fuertes debates al interior del
movimiento,30 se decidió brindar un apoyo crítico al germinal frente; dicha postura dio origen
26
Para ampliar el análisis sobre dichas vinculaciones, véase: Gilman (2012) y Marchesi (2019).
Material disponible en: https://www.archivochile.com/S_Allende_UP/doc_de_UP/SAdocup0003.pdf. Fecha de
acceso 2/1/2020.
28
A su vez, en el Documento 5 (1971) del MLN-T también es posible apreciar el fuerte vínculo con el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en cuanto a su concepción sobre los alcances y limitaciones de
la vía electoral.
29
En alusión a dicha encrucijada, cabe traer a colación la perspectiva de Ernesto “Che” Guevara (1961): “La real
capacidad de un revolucionario se mide en el saber encontrar tácticas revolucionarias adecuadas en cada cambio
de la situación, en tener presente todas las tácticas y en explotarlas al máximo. Sería error imperdonable
desestimar el provecho que puede obtener el programa revolucionario de un proceso electoral dado, del mismo
modo que sería imperdonable limitarse tan solo a lo electoral” (p. 213).
30
“La necesidad de una decisión política con respecto al Frente Amplio dio lugar a una instancia de discusión
democrática en el patio de recreo del penal de Punta Carretas. Para el asombro de las autoridades, guardias y
presos sociales, en el mes de septiembre de 1970 los más de 200 tupamaros presos se reunieron en asamblea. [...]
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al documento Declaración de adhesión al Frente Amplio (1971), del cual se desprende el
siguiente párrafo:
Mantenemos nuestras diferencias de métodos con las organizaciones que forman
el frente, y con la valoración táctica del evidente objetivo inmediato del mismo:
las elecciones. Sin embargo, consideramos conveniente plantear nuestro apoyo al
Frente Amplio. El hecho de que éste tenga por objetivo inmediato las elecciones,
no nos hace olvidar que constituye un importante intento de unir a las fuerzas que
luchan contra la oligarquía y el capital extranjero. El frente puede constituir una
corriente popular capaz de movilizar un importante sector de trabajadores en los
meses próximos y después de las elecciones. Eso puede ser un instrumento
poderoso de movilización, de lucha por un programa nacional y popular (p.2).
En referencia a dicha actitud Jorge Zabalza (2017) planteó:
Durante meses la política con armas había desplazado a la política electoral del
centro de la atención pública, pero la progresiva militarización de las acciones
guerrilleras y el apartarse del entendimiento popular, se tradujo en un fuerte deseo
de detener el sacrificio y el derramamiento de sangre. En el imaginario popular la
apertura de un camino alternativo a la guerra civil se sintió como un alivio a la
tensión. ¿Cómo desconocer esas esperanzas? Era imposible soslayar el fenómeno
de indudable carácter popular, que introducía un nuevo actor y determinaba una
nueva coyuntura. La oferta de recomponer el país de los amortiguadores de modo
que hiciera posible ‘el cambio revolucionario en paz’ canalizó la lucha popular
hacia lo electoral y lo parlamentario, viraje decisivo de la subjetividad popular que
el MLN (T) contempló al apoyar críticamente el nacimiento del Frente Amplio,
pero que desconoció al persistir en la militarización de su accionar político (p.2).
Por otra parte, una vez superada esa primera incertidumbre, se abrió otra de carácter
programática y organizativa: ¿Cómo un movimiento clandestino en armas podía demostrar y
brindar su apoyo a un frente político legal?
Esta inquietud se debió resolver en medio de una reestructuración que estaba sufriendo
el propio movimiento en su interior; consecuencia del gran caudal de simpatizantes que
deseaban integrar sus filas31 y el arresto de su planta mayor (y suplentes) tras un operativo
policial.32
Se discutió a fondo el problema central que el nacimiento del Frente Amplio planteaba al MLN-T: ¿Cómo
continuar la lucha armada en las condiciones del nuevo escenario político?Salvo la reticencia de algún
compañero y de Héctor Amodio Pérez, por enorme mayoría la asamblea resolvió apoyar críticamente la creación
del Frente Amplio” (Zabalza, 2016:117-118).
31
Como intento por canalizar el fuerte crecimiento de la organización, producto en parte de las radicalizaciones
sociales del período, desde la Segunda Convención Nacional de 1968 se crearon y reestructuraron diversas
columnas: La nº4, nº5 (antes 1), la nº 6 (dirigida por el Sacerdote Juan Carlos Zaffaroni, al poco tiempo disuelta),
la nº 15 (antes 2), la nº 10 (antes 3), la nº 25 (que posteriormente dio lugar a la 70) y la del interior (nº 7); todas
subdivididas en tres frentes: político, militar y de servicios.
32
El 7 de agosto de 1970, un procedimiento policial realizado en la calle Almería 4630 apto 4, produjo la
captura de la dirección del MLN-T y de una dirección de recambio. Entre los detenidos se encontraron Raúl
Sendic, Efraín Martínez Platero, Alicia Rey y Jorge Candán Grajales. Luego de aquel episodio, y tras un nuevo
allanamiento acaecido el día 8 -que posibilitó la detención de otra dirección suplente-, el Ejecutivo quedó
conformado finalmente por dirigentes de algunas columnas: Mauricio Rosencof por la 10, Adolfo Wasen
Alanizpor la 15 y Nelson Barreta por la del interior.
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En alusión a las consecuencias de aquellas detenciones, el filósofo francés Régis Debray
planteó:
La redada de la calle Almería introdujo una ruptura capital en la continuidad del
MLN […], hizo que resultara prácticamente entronizada la tendencia llamada
“samurái”. La falta de preparación y de experiencia, el desconocimiento de las
reglas de funcionamiento de la Organización y una insuficiente capacidad de
análisis político impregnaron entonces la orientación del Movimiento (1975:161).
Por otra parte, al estar los “históricos”33 recluidos en el penal de Punta Carretas, se
precipitó en los hechos un doble comando; dificultando la homogeneización de criterios y
prácticas, sumado a la falta de un diálogo fluido. Aquel panorama se complejizó aún más
cuando algunos militantes -en su mayoría ex miembros de la recientemente disuelta columna
25- comenzaron a cuestionar la falta de democracia interna dentro de la organización y el
desarrollo de ciertas prácticas impulsadas por la nueva dirección; las cuales consideraban
excesivamente militaristas. Fruto de dichas divergencias, y tras acalorados debates, los
disidentes abandonaron el movimiento y conformaron el Frente Revolucionario de los
Trabajadores (FRT).34
Con respecto al cada vez mayor número de postulantes que se acercaban al MLN-T,35 si
bien desde sus orígenes, con el Documento 1 de 1967, los Tupamaros manifestaron que la
organización revolucionaria debía ser político/militar -armada para garantizar la lucha de las
masas y posibilitar el triunfo, pero no sólo militar, porque no es posible una organización
revolucionaria que no esté conectada a través de todos los mecanismos posibles con el
pueblo- fue recién a fines de 1969 que se planteó la necesidad de crear nuevas estructuras y
encuadrar a los individuos que se arrimaban a la organización. La primera etapa destinada a
consolidar la organización clandestina y obtener los materiales necesarios (locales, armas,
documentos, etc.) fue dando paso a estrategias mucho más ambiciosas y complejas.36
Aquel proyecto se plasmó en el Documento 10 puntos (1969), en donde se señaló:
El objetivo estratégico inmediato que nos planteamos –y que será el que cambiará
la mentalidad de trabajo en todas las esferas- es “jugar la carta de las masas”,
entendiendo por tal el pasaje a un enfrentamiento sistemático con el régimen de
forma que se definan los campos y el Movimiento se transforme en una alternativa
histórica (p.1).
33
Se hace mención a los fundadores y principales dirigentes del MLN-T; como Raúl Sendic, Eleuterio Fernández
Huidobro, Julio Marenales y Jorge Manera, entre otros.
34
En el mismo período, otro pequeño grupo tomó la misma decisión; en este caso tras discrepar con el “apoyo
crítico” brindado al recientemente creado Frente Amplio. Lo que dio origen al Movimiento 22 de Diciembre.
35
En alusión al alcance e influencia que llegaron a poseer en aquel entonces, José Mujica afirmó: “Hacia1970 o
1971 -quizás éste fue el punto más alto- debíamos tener tocadas directamente a más de 5000 personas, con un
área de influencia en todos los sectores que debía andar en las 30000 personas (Mujica en Campodónico,
2015:138).
36
Retomando la cronología planteada por el ex tupamaro Rolando Sasso (2012), la etapa inicial abarcó desde
1962 hasta diciembre de 1966, momento en que murieron los primeros tupamaros en enfrentamientos fortuitos
con la policía montevideana; éste período se desarrolló en silencio, sin estridencias, buscando el rumbo y las
definiciones ideológicas de lo que a la postre sería el MLN-T. La segunda llegó hasta la toma de Pando (1969),
en donde el eje estuvo colocado en la propaganda armada y en dar a conocer el símbolo de la estrella con la “T”.
En la siguiente etapa, la “carta de las masas” guió las acciones y estrategias de la organización.
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Una de las consecuencias más inmediatas del cambio de etapa fue la conformación, a
mediados de 1970, de la columna 70. La misma tuvo desde sus orígenes la función de trabajar
como una columna de formación, donde los militantes recibiesen una instrucción básica y
hubiese un espacio para discutir los documentos de la organización.37 A su vez, en palabras de
Alain Labrousse (2009), “esta columna permitió dar un estatuto a las células periféricas que se
transformaron en Comités de Apoyo a los Tupamaros (CAT)” (p.87).
La 70 fue el primer intento, por parte del MLN-T, de conformar un frente de masas
clandestino para dar cabida al importante número de interesados en sumarse a las filas de la
organización; el segundo tuvo lugar un año después, y no ya en la clandestinidad, el
Movimiento de Independientes 26 de Marzo.
Las conformaciones de la columna 70 y del MI26M deben ser entendidas como parte de una
estrategia superadora del MLN-T, que consistió en la construcción de un gran Frente de
Liberación Nacional (FLN), con el fin de organizar y ganar a las grandes masas. En alusión al
FLN, el Documento 5 (1971) expresó:
El FLN como idea, como política y como estructura organizativa es la primera
forma de respuesta del MLN a la cuestión “¿Cómo ganar a las grandes masas?”.
Pasa a ser el núcleo y el norte de nuestra estrategia política a corto y mediano
plazo. [...]. Lo definimos como la expresión orgánica y política de la alianza
indispensable de todos los sectores sociales (potencialmente revolucionarios) que
antes definimos como amigos. [...] El MLN debe actuar dentro de FLN como
dinamizador, pero no diluirse en él (p.7).
A modo de síntesis, se puede señalar que tanto el nacimiento del Frente Amplio como
el del MI26M, no fueron hechos fortuitos sino el resultado de varios factores: la degradación
que venía presentando -desde mediados de la década de 1950- el modelo estatal basado en el
bipartidismo, la escalada de violencia promovida desde el Estado -ya en forma sistemática
con el gobierno de Pacheco Areco-, la reestructuración de la izquierda uruguaya dispuesta a
construir un gran frente electoral, los estallidos sociales -cada vez más seguidos y masivos-, el
cambio de estrategia puesto en marcha por el MLN-T, y el impulso que despertó -para los
promotores de la vía pacífica y electoralista al socialismo- la victoria de la Unidad Popular en
Chile, entre otros.
Por último, en cuanto al accionar tupamaro una vez establecido su apoyo crítico al FA,
cabe destacar que si bien estimuló la construcción del 26 de Marzo, no por ello dejó de actuar
en la clandestinidad ni de llevar a cabo acciones como el Plan Chanchos38 y las fugas de los
penales de Punta Carretas y Cabildo, bajo las operaciones Estrella y Abuso,
37
En refería a las especificidades de esta columna, Mauricio Rosencof -el máximo responsable de la mismaplanteó: “Estaba constituida por agrupaciones que funcionaban en organizaciones de masas, en un triple frente:
estudiantil, barrial y obrero. Contaba con una importante presencia de dirigentes estudiantiles, teníamos
prácticamente la dirección de la mayoría de los centros” (Aldrighi, 2009:26).
38
El mismo consistió en la realización de secuestros a funcionarios y empresarios con el objetivo extraer
confesiones, documentos incriminatorios e intercambiar rehenes. Entre 1970 y 1971, algunos de los
damnificados fueron: Guido Berro Oribe (Procurador General de la Nación), Ulysses Pereira
Reverbel (colaborador de Pacheco Areco y Presidente de la UTE), Jorge Mario Berembau, (Director de la
empresa textil Hytesa), Carlos Frick Davies (estanciero y Ministro de Agricultura y Ganadería durante el
gobierno de Pacheco Areco) y Geoffrey Jackson (Embajador británico en Uruguay). Con respecto a este último
caso, cabe señalar que fue una iniciativa de la columna 15, sin el aval del Ejecutivo; un claro ejemplo de la
fragmentación que estaba teniendo lugar al interior del movimiento. Al respecto, véase: Labrousse (2009).
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respectivamente.39 Pero, si se compara el tipo y la cantidad de acciones de 1971, tanto con el
año previo como con el posterior es posible apreciar un claro descenso de las de neto tinte
militarista, como lo fueron las operaciones Verano Caliente, Cacao o Hipólito;40 ello se debe a
que el movimiento suspendió unilateralmente las acciones de hostigamiento a las fuerzas
represivas y sus aliados, desde diciembre de 1970.
Sin embargo, pese a la disminución del accionar tupamaro, distintas figuras dentro del
FA se mostraron abiertamente disconformes con su proceder y remarcaron las consecuencias
negativas que estas traían a la imagen pública de la recientemente conformada alianza. Al
respecto Liber Seregni, en el libro Seregni Rosencof. Mano a mano (2002), recordó:
Desde que fundamos el Frente Amplio, la estrategia que tenía el MLN por un lado
y la estrategia del Frente Amplio por otro, eran distintas; eran contrapuestas.
Incluso en el accionar: nosotros hacíamos un movimiento de masas impactante y
venía una acción tupamara de las que se hacían en aquel entonces y nos tiraba
abajo, desde el punto de vista de la opinión pública, los esquemas de crecimiento
y de inserción en el medio social, que era lo que nosotros buscábamos (Seregni en
Butazzoni, 2002:43).
El Movimiento de Independientes 26 de Marzo
El MI26M, -cuyo nombre hace referencia tanto al histórico izado de la bandera
artiguista en 1815 después del segundo sitio a Montevideo, como al primer acto del FA en la
explanada municipal de Montevideo en 1971- fue la última y más completa respuesta del
movimiento tupamaro a la influencia de masas que generaba. Fue el corolario de una etapa y
la apuesta a una nueva estrategia revolucionaria.
Sobre sus orígenes, Mauricio Rosencof, sostuvo:
Dentro del ejecutivo del MLN, era yo quien tenía fundamentalmente la
responsabilidad política, por ser el compañero con más experiencia. En ese
momento, en 1971, era el más antiguo de la organización en libertad o en la calle.
[...] Propuse entonces la creación de una organización política legal, adherida al
Frente Amplio desde el pique. Me autorizaron y empecé a crearla. ¿De qué
39
La operación Estrella tuvo lugar el 30 de julio 1971 y consistió en la fuga de 38 presas de la cárcel Cabildo. Por
su parte, la operación Abuso ocurrió el 6 de septiembre del mismo año y precipitó la huida de 106 presos
políticos y 5 delincuentes comunes. Sobre las consecuencias internas que acarreó el Abuso, Aldrighi (2001)
afirmó: La mayor crisis en la dirección política del MLN se produjo en los momentos inmediatamente
posteriores a la fuga de 1971. Ya en las primeras reuniones se verificó un malestar y una suerte de desconfianza
entre los antiguos dirigentes y algunos integrantes de la dirección que los había reemplazado en 1970. Una de las
decisiones más desconcertantes de los dirigentes del primer MLN, en los momentos posteriores a la fuga, fue la
de aceptar su encuadramiento en la base. (p.125).Aquella puja recién se comenzó a saldar en marzo de 1972, con
una reunión entre el ejecutivo y los comandos de columna, en donde se decidió el ingreso al mismo de Eleuterio
Fernández Huidobro y Candan Grajales, siendo desplazados Adolfo Wasen Alaniz, Donato Marrero y Mario
Píriz Budes a otros puestos de responsabilidad, mientras que Mauricio Rosencof y Henry Engler permanecieron
en el ejecutivo. Por otra parte, las masivas fugas también trajeron aparejadas la publicación del decreto nº 566, a
partir del cual, el Poder Ejecutivo decidió encargar a las Fuerzas Armadas-con la colaboración de los efectivos
policiales- la conducción de las operaciones antisubversivas; lo que dio lugar a la conformación de las Fuerzas
Conjuntas (FFCC). Posteriormente, por intermedio del Comando General del Ejército se constituyó el
Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA); uno en cada una de las cuatros divisiones del
Ejército en el país.
40
Para ampliar sobre dicha temática, véase: Actas Tupamaras 1 y 2 (1971 y 1973).
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manera? Convoqué una asamblea, que se realizó en la Asociación Sindical
Uruguaya (ASU). [...] Toda la gente que participaba había llegado a través de mis
conversaciones directas con ellos. Pensé que el nuevo movimiento debía tener una
presencia multifacética (Rosencof en Aldrighi, 2009:26-7).
En ningún momento el 26 fue considerado como un partido en el sentido clásico del
término, sino como una organización de masas, un movimiento policlasista en continua
construcción. En alusión a su estructura, el documento Fundamentos políticos (1971),
sostiene: “prefiere definirse como algo que va siendo, en vez de dibujar límites estrictos
alrededor de su ser y su quehacer. Constituye, por lo tanto, un conglomerado dinámico, en
fusión y ebullición, y no un bloque estático, definitivamente solidificado” (p. 3).
Tras el plenario del 8 de abril, realizado en el local de la Acción Sindical Uruguaya
(ASU), el Comité Ejecutivo del movimiento quedó conformado por el escritor Mario
Benedetti, el antropólogo Daniel Vidart, Emilio Vetarte, y los dirigentes sindicales Kimal
Amir y Rubén Sassano. Desde los orígenes, en sus principios políticos y plan de lucha se
destacó la impronta por modificar la imagen electoralista del orador arengando a las masas
pasivas, las figuras impuestas desde arriba, los tropeles de votantes y los “apadrinadores” de
promesas. Una lucha como la presente -expresaba la proclama Principios políticos y plan de
lucha(1971)- supone un proceso acelerado de acciones concretas, de certidumbres políticas,
de definiciones y objetivos revolucionarios que van más allá de las urnas. No se agota en el
calor de los obligados discursos; no terminará, tampoco, en la noche del 28 de noviembre
(p.2). Pero, cabe preguntarse ¿Qué entendía el 26 por “lucha”? Al respecto, Daniel Vidart
(1971) sostuvo:
Desde su origen y su ideario, se alinea decididamente en la lucha del pueblo
oriental contra una oligarquía agresiva y rapaz que ha sumido al país en la crisis
más honda de su historia y contra el imperialismo; cuya quinta columna cipaya
está constituida por los representantes nativos de esa misma oligarquía
encaramada hoy en el poder y adueñada de los mecanismos coactivos de un
gobierno dictatorial que apela al argumento de la defensa de las leyes y del orden
para violarlos de continuo mediante el ejercicio arbitrario de la fuerza (p.12).
En correlación con dichos lineamientos dos postulados fundamentales prohijaron el
nacimiento del MI26M: formar numerosos comités de base del Frente Amplio como
instrumentos permanentes de lucha, y no propiciar -directa o indirectamente- listas de
candidatos propios, dando plena libertad a sus miembros en el acto electoral.
Con la conformación de los comités se buscó -según se desprende del documento Declaración
constitutiva (1971)- crear un gran ejército civil democrático cuya permanencia orgánica y
funcional fomentase un poder popular actuante y comprometido que luche por las
aspiraciones y derechos populares (p.20).41 Para agosto de 1971, en su edición nº 10, la revista
Cuestión afirmó que el MI26M contaba con 130 grupos de base en Montevideo y 74 en el
interior; lo cual representaba en el conjunto del país, según la estimación de Labrousse
(2009), entre 6 mil y 10 mil militantes.
A su vez, tal como señaló Rey Tristán (2005): “las agrupaciones [de base] se estructuraron con un doble
criterio territorial y sectorial, a partir de los precedentes vistos: el barrio, el lugar de trabajo y el de estudio.
[...]Cada agrupación estaba dirigida por tres representantes que conformaban el FOP: Finanzas, Organización y
Propaganda” (p. 354).
41
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Por otra parte, en cuanto al peso del 26 de Marzo dentro de los comités de base del Frente
Amplio, Kimal Amir afirmó:
La influencia del MLN dependía en líneas generales de cada zona. En la zona de
la costa de Montevideo, la militancia del 26 de Marzo en los comités del Frente
podía ser de hasta un 50%. En algún comité podían llegar a ser amplia mayoría
porque el MLN había prendido muy fuertemente en sectores de nivel educativo
bastante elevado, desde el punto de vista social, de clase media y de clase media
alta. Ya después, dejando la faja de la costa, de Pocitos a Carrasco hacia el interior
del departamento de Montevideo, a medidas que te alejabas de la costa, la
presencia organizativa del 26 en una agrupación era minoritaria en relación a otras
fuerzas, los comunistas e inclusive, en algunas zonas obreras, a los anarquistas de
la Resistencia Obrera Estudiantil (ROE) (Amir en Labrousse, 2009: 92).
Con respecto al proceder de los militantes del 26 dentro de aquellos espacios, el por
entonces frecuente columnista del semanario Marcha y partícipe activo de la experiencia
frenteamplista, Oscar Bruschera planteó:
Es cierto que esta composición mixta y la ignorancia que se daba entre muchos de
los participantes respecto de las reglas de disciplina que pautan el comportamiento
de los militantes de los partidos de cuadros, constituyó un campo fértil para que se
introdujeran quienes, en el fondo, no eran frentistas (me refiero a los
simpatizantes tupamaros, o más bien a los “bocamaros”) haciendo derivar la
temática de las discusiones y polémicas a un campo indebido como era el de
asumir actitudes maximalistas respecto de la estrategia y el programa, que eran,
sin embargo, los presupuestos de la unidad frentista misma y cuya aceptación “a
priori” por todos no debía haber sido puesta en tela de juicio (1986:74).
Por fuera de los comités de base, con miras a ampliar los lazos al interior del Frente
Amplio y evitar el aislamiento, el nuevo movimiento inició una política de alianzas con otros
grupos afines. Entre los que se destacaron el Grupo de Acción Unificadora (GAU), dirigido
por Héctor Rodríguez, la Unidad Popular de Enrique Erro42 y el sector político encabezado
por Zelmar Michelini; estos conformaron lo que se denominó “La Corriente”.
Como herramienta de esta unidad, se fundó el periódico La Idea, en cuya dirección
participaron Héctor Rodríguez, Mario Benedetti, Michelini y Erro.43 A ese matutito se
sumaron Cuestión -revista quincenal que actuó como magazine de actualidad-, Los
Cuadernosdel Movimiento de Independientes 26 de Marzo -mensuales-y Mate Amargo; este
último a partir de 1972.
42
El Senador Erro llegó a alojar a varios integrantes del MLN-T en su residencia particular. Con respecto a dicha
práctica, su mujer María Herminia Brenta de Error sostuvo: “Había inmunidad parlamentaria pero igual era un
riego. Había armas, metralletas, dólares… Yo cuando me acostaba, rezaba ““que no pase nada””. Además, si
entraban no iban a preguntar quién tenía algo que ver y quién no. Siempre había gente tirada en el suelo
durmiendo con el arma al lado” (Caula y Silva, 2017:91).
43
En alusión a aquel espíritu de confraternidad, en el editorial del 11/6/1971, Washington Fernández escribió:
“La Idea se pone al servicio de las fuerzas nucleadas en el Frente Amplio, expresión avasallante de una nueva
conciencia política de las grandes masas definitivamente defraudadas por los usufructuarios de un contenido
emocional que se encarnaba en las divisas, y que concitó desde los albores de nuestra existencia histórica de la
adhesión incondicional de aquellas […]. Creemos que en esta hora de tan tremenda crisis y de tan palpitante
esperanza, hay algunas tareas impostergables para todo habitante digno de esta tierra de Artigas: la liberación de
nuestra patria […], el rescate de la justica y la libertad, para hacer de ellas una realidad concreta para todos los
orientales y no una mentira electoralista en boca de los enemigos del país” (p.9).
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Desde las páginas de Cuestión, bajo la dirección del antropólogo Daniel Vidart, el
movimiento pudo explayarse sobre sus reivindicaciones y lineamientos ideológicos. Las
críticas a la cada vez mayor injerencia de los Estados Unidos en la política interna uruguaya y
al aumento de la escalada de violencia y censura orquestada por el gobierno de Pacheco
Areco,44 la resistencia a la implementación del registro de vecindad, el apoyo a la lucha de los
cañeros de la UTAA, y el pedido de libertad para los presos políticos fueron algunos de los
temas tratados a lo largo de sus números. A su vez, se dedicaron secciones para transcribir
entrevistas a distintos dirigentes -Liber Seregni, Héctor Rodríguez, Nelson Santana, Sergio
Previtali, Enrique Erro, Rubén Sassano …- tanto del propio 26 como del FA y la UTAA, entre
otros espacios vinculados con él; así como para dar a conocer la realización de actos,
festivales y asambleas del movimiento en distintos lugares del país.
Todos y cada uno de sus artículos, desde su aparición a mediados de marzo de 1971,
persiguieron una directriz: organizar al pueblo desde abajo, con la construcción a lo largo y
ancho del país de comités de base, para el ejercicio directo de métodos de lucha que lo
comprometan en la tarea común de la liberación nacional. Lo principal, señalará Rubén
Sassano (1971) -dirigente portuario y miembro del MI26M- es usar las tribunas que nos
ofrece la “democracia burguesa” para poner el acento en cómo debemos organizarnos para
arrancar de raíz al régimen (p.21).
Dicha impronta es posible encauzarla y contextualizarla dentro de la línea del ya
mencionado periódico Época y de las entregas quincenales de la revista Nuestra Tierra. Esta
última, un importante espacio de debate y concientización política desde 1969; en donde, a
partir de investigaciones de neto carácter científico, se dialogó con otro público y bajo otros
términos. Las colaboraciones de especialistas como Carlos Real de Azúa (nº 34), Roque
Faraone (nº 25), Alberto Methol Ferré (nº 35) o Antonio Pérez García (nº 17), permitieron
abordar temáticas tan complejas y nodales como el rol de los medios masivos de
comunicación en el Uruguay contemporáneo, la conformación de la clase dominante
rioplatense, el desarrollo agropecuario y hasta la crisis económica que asolaba al país, en su nº
26.
Cabe señalar que también el MLN-T se valió de los nuevos espacios, entre ellos las
páginas de la revista Cuestión, para publicitar tanto sus acciones -secuestros, reparto de
alimentos en cantegriles, toma de radios y cinematecas, etc.- como sus lineamientos
ideológicos y estrategias revolucionarias.45 Espacios nada desdeñables teniendo en
consideración las complejas acciones que habitualmente debía emprender para transmitir su
mensaje, a la vez que superar el cerco mediático edificado por el Estado y los grandes medios
de comunicación acólitos.46
Al respecto caben señalarse los artículos “el malón contra los liceos” y “el fascismo muestra la pezuña” del
nº5, del 10 de junio de 1971; así como también “censura, libertad de prensa y otras yerbas”, “las ruinas del
SODRE” e “Isla de Flores: de lazareto a campo de concentración”; reunidos en el nº 3, del 28 de abril de 1971.
45
A modo de ejemplo, en su nº 8 -del 28 de agosto de 1971-, se publicó en forma íntegra el Documento 5;
mientras que en la contratapa una caricatura representó la fuga de la cárcel Cabildo, acontecida semanas atrás.
Por otra parte, cabe señalar que dicho documento también fue reproducido por La Idea, en su edición del
17/7/1971.
46
Algunas de las acciones de propaganda y concientización más resonantes fueron: el copamiento de Radio
Sarandí -mayo de 1969- y la posterior intervención de la frecuencia para emitir un comunicado; las ocupaciones
relámpago de cines, para pasar “cortos revolucionarios” o proclamas del movimiento; la intervención de la
frecuencia radial CX 52, con el fin de transmitir en forma clandestina “La voz de los Tupamaros” -alias la
Tartamuda- los miércoles y domingos a las 21hs, durante 1969 y 1970; el copamiento de ciudades, como Pando
44
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Fue tal el peso discursivo y la recepción que generaron tanto la revista Cuestión como el
resto de las publicaciones mencionadas, que el Ministerio del Interior decretó en varias
oportunidades la incautación y decomiso de ejemplares en circulación, y la clausura de
ediciones regulares. Fruto de esa censura estatal, el periódico La Idea sufrió la clausura
temporal de diez ediciones hasta llegar a la definitiva, mientras que la revista Cuestión la de
dos temporales.47 Ésta práctica gubernamental se inscribió en un largo combate ideológico
discursivo que desde hacía varios años venía manteniendo con las distintas corrientes de
izquierda y con el MLN-T en particular; cabe recordar que a comienzos de 1970, el por
entonces Presidente Pacheco Areco dispuso que los diarios sólo podrían publicar, en relación
con el movimiento tupamaro, los comunicados y fotografías que les suministrase la policía;
medida que actuó de complemento a la impuesta en julio de 1969 por el Ministro del Interior,
en donde para despojar a laorganización de toda naturaleza política, se prohibió el uso en los
medios de difusión de expresiones como: “terrorista”, “subversivo” y “delincuente
ideológico”; imponiendo su sustitución por otros como: “delincuente”, “reo” y
“malviviente”.48
Por otra parte, si bien el 26 de Marzo no presentó candidatos propios en las listas del
FA, no por ello sus dirigentes dejaron de participar y organizar actos públicos. El primero de
estos tuvo lugar el 30 de julio de 1971, en el estadio del Club Atlético Platense. Allí, en
alusión al valor de las elecciones presidenciales, Mario Benedetti (1972) exclamó:
Cuando el voto no va acompañado de una toma de conciencia, pasa a ser apenas
una forma pasiva de militancia. Y los militantes del 26 queremos ser activos,
participantes, protagonistas. Queremos que el voto sea uno de los modos activos
de la militancia. Antes y después de noviembre, antes y después de votar, sabemos
que ninguna oligarquía fue despojada de sus privilegios en sólo 24 horas, sino
como resultado de muchas y arduas luchas, previas y posteriores a esa jornada; de
muchos mártires y de incontables sacrificios, previos y posteriores a esa rebanada
de tiempo (p.108).
Tanto desde las tarimas partidarias, las páginas de sus revistas o los manifiestos, en todo
momento el 26 planteó que las elecciones de noviembre solo eran un momento; de ninguna
forma el fin en sí mismas. Las urnas eran una de las herramientas para alcanzar la
concientización, pero no la única. “Despojar a la oligarquía de sus privilegios” como planteó
Benedetti en su discurso, implicaba mucho más que votar; más aún en un clima político que
presentaba estudiantes asesinados por la policía, universidades intervenidas, personas
secuestradas y desaparecidas por grupos parapoliciales -como Abel Adán Ayala Álvez y
Héctor Castagnetto da Rosa49- y gobiernos cívico militares en países vecinos como Paraguay,
(1969) o Paysandú (1971), en donde por un breve tiempo se tomaron las principales instituciones públicas de las
ciudades, se realizaron pintadas y se leyeron proclamas.
47
Para mayor información sobre dichos acontecimientos, véase: Rey Tristán (2005)y Fasano Mertens (1973).
48
Continuando con dicha estrategia, en 1971, mediante dos nuevos decretos Pacheco Areco impulsó otro paso
para “hacer desaparecer” tanto a los “grupos delictivos” como a su prédica. En agosto, mediante el decreto
518/971 se estableció que la Dirección Nacional de Correos no daría curso a la correspondencia, en forma de
impresos, libros, diarios, revistas, folletos, etc., “de carácter subversivo y de origen totalitario, cualquiera sea su
procedencia”. A su vez, el decreto 832/971 -emitido por el Diario Oficial el lunes 20 de diciembre- anunció la
prohibición de la impresión, distribución, comercialización y/o difusión de publicaciones, libros, folletos,
revistas, etc., en los que se traten “los temas de la violencia armada inspirada por los movimientos
internacionales y totalitarios”.
49
Desaparecidos en Montevideo, el 17 de julio y el 17 de agosto de 1971, respectivamente.
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Brasil y Argentina. Ese marco intimidatorio llevó a que el FA y el Movimiento 26 si bien no
estimularan la violencia, no rehuyeran de ella. Frente a la escalada autoritaria del cada vez
más dictatorial régimen pachequista, en un acto del 26 realizado en la plaza Libertad el 12 de
noviembre, Benedetti (1972) planteó: “Si nos llevan al diálogo de los palos, al dialogo de las
balas, al diálogo de la muerte, sepan que el pueblo también puede hablar ese lenguaje”
(p.208).
En sintonía con aquel pensamiento, en referencia a las elecciones venideras,durante el primer
acto de masas realizado por el FA, Liber Seregni (1971) expresó:
Es el último, el definitivo intento del Uruguay para buscar salidas legales,
democráticas, pacíficas. Somos el Frente Amplio una afirmación pacífica; pero no
nos dejaremos trampear nuestro destino. No queremos la violencia, pero no
tenemos miedo a la violencia. Nosotros no queremos ni el caos ni el desorden. El
régimen actual no es el orden, sino el “desorden establecido” (p.7).
Tal era el clima de tensión -influenciado tanto por las dictaduras de Alejandro
Agustín Lanusse en Argentina y Emilio Garrastazu Médici en Brasil, como por el peso de la
política exterior norteamericana en plena guerra fría- que en la primavera de 1971 el MLN-T
realizó conjuntamente con el FA el “Plan de Contragolpe”; el cual proyectaba la resistencia
contra un eventual golpe de Estado, que intentara cerrar el paso al triunfo electoral del
Frente.50
Mientras se acercaba la fecha de las elecciones el marco se tornó aún más hostil51 y los
atentados nocturnos a locales partidarios del Frente Amplio se volvieron algo cotidiano. A
principios de noviembre, en la ciudad de Castillos, el ómnibus en el que viajaban Líber
Seregni y Juan José Crottogini fue atacado a balazos; teniendo por saldo la muerte de un niño
de once años.
Por fuera de la violencia directa frenteal FA, la oposición también incurrió en la injuria.
Al respecto, un aviso propagandístico de la Lista 15, promoviendo la candidatura de Walter
Pintos Risso, sirve de ejemplo:
Ellos votan para que usted no pueda votar nunca más. Empezaron con Cuba,
llegaron a Chile donde ya están pidiendo el paredón […]. Quieren lisa y
llanamente la esclavitud y la dictadura del partido único […]. Cualquier
circunstancia propicia -facilitada por sus legisladores, sus ediles, o los
funcionarios que ellos tienen infiltrados en la administración- servirá para desatar
la presión `desde abajo` que hunda definitivamente al Uruguay. Ellos saben cómo
hacerlo. Para eso han sido entrenados en el extranjero (Acción. 27.11.1971: 8-9).
Así se llegó al 28 de noviembre, una jornada que estuvo plagado de irregularidades:
centros de votación que no abrieron sus puertas al momento convenido -situación que llevó a
que el horario de votación debiese prolongarse hasta las once de la noche-, robo de boletas,
apagones que interrumpieron conteos, denuncias de circuitos que no entregaron el acta al
Ministerio del Interior tras haber concluido el escrutinio, entre otros “datos de color”. En
50
Para ampliar sobre este punto, véase: Aldrighi (2001).
Era la primera vez en la historia del país que se habían establecido sanciones para quienes no votasen. La
obligatoriedad del sufragio estaba consagrada en la Constitución desde 1934, pero las reprimendas se
establecieron recién mediante una leypromulgada el 18 de septiembre de 1970.
51
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dicho contexto, por demás irregular y desfavorable, la fórmula presidencial SeregniCrottogini fue acompañada por 304.275 votos (18,28%).52
Transcurridos apenas veinte días de las elecciones, el Frente Amplio realizó el 1er
Congreso Nacional de Comités de Base de todo el país. Allí, los 2341 delegados redactaron
una declaración final de cinco puntos; entre los que se destacaron:
III. Repudio a la canallesca campaña de atentados y calumnias desatada contra el
Frente Amplio, antes y después del día de las elecciones y, en particular, a la
dirigida contra la limpia personalidad del Gral. Liber Seregni […].
IV. La reafirmación unánime de la voluntad inquebrantable de todos los militantes
del Frente Amplio, de continuar e intensificar en todos los campos, la lucha contra
el régimen, para alcanzar las soluciones nacionales y populares que el Frente
Amplio ha propuesto.
V. Su vigorosa confirmación que es con la unidad y sólo por la unidad férrea del
pueblo que se alcanzarán esas metas liberadoras. Esa unidad es la base de nuestra
fuerza y nos comprometemos a una política antes que todo frentista, para
conservarla y reforzarla hasta la victoria definitiva. ¡El pueblo unido jamás será
vencido! (1971: 1-2).
Por su parte, Mario Benedetti, el 5 de abril de 1972, en el acto de inauguración de la
sede central del MI26M, realizó el siguiente balance sobre las elecciones de noviembre:
Un triunfo del Frente Amplio, a escala nacional, hubiera sido, a esta altura, un
milagro. Quizá por eso no sucedió. Lo que sí aconteció fue que un vasto sector de
pueblo adquirió conciencia de quienes eran los expoliadores, los saboteadores del
bienestar colectivo, los grandes mercaderes del trabajo nacional, los verdugos de
la libertad. Lo que si sucedió fue que trescientos mil ciudadanos adquirieron
conciencia de que la derecha autoritaria, esa inflexible partidaria de la línea más
dura, era la responsable de la gran estafa al país […].
Lo que sí aconteció fue que por lo menos trescientos mil ciudadanos aprendieron
para siempre que su verdadero enemigo no era ningún otro sector de la izquierda
[…] y ese aprendizaje no es un milagro, es un proceso, es un desarrollo. Y un
desarrollo irreversible, sin posible retroceso (p .56-57).
Aquellos ejemplos son muestras de que los resultados electorales de noviembre lejos de
desanimar a la militancia frenteamplista la estimularon a redoblar los esfuerzos en pos de
alcanzar las transformaciones definidas en su Declaración Constitutiva (1971). Tal como lo
habían proyectado sus principales impulsores, en ningún momento el frente, y en especial el
MI26M, se autopercibieron como un arma fundamentalmente electoral, sino como un
instrumento que promoviera hondos cambios en el país. Un arma de lucha popular antes,
durante y después de las elecciones.
52
Es importante remarcar que el FA no fue el único partido que observó las irregularidades y se sintió
perjudicado. El 30 de diciembre, Wilson Ferreira Aldunate -candidato del Partido Nacional- denunció que
existían más votos que votantes. Poco después, el Directorio de su partido pidió la anulación del acto electoral
por ausencia de garantías. La Corte Electoral desestimó la solicitud el 27 de enero; al día siguiente, el PN retiró
sus delegados de esta.
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Palabras finales
A lo largo del presente artículo se buscó dejar en evidencia que la conformación del
Frente Amplio, a inicios de la década de 1970, marcó el cierre de una etapa y el inicio de otra.
En primer lugar, mediante una cronología puntillosa y la exposición de la voz de los
protagonistas, se pudo demostrar que su gesta no representó un hecho fortuito ni espontáneo;
sino todo lo contrario, fue la suma de una gran variedad de factores y elementos lo que
permitieron que dicho frente pudiese cobrar vida y perdurar en el tiempo: a) el corolario de un
largo proceso que había dejado tras de sí diversos intentos fallidos de unidad-el FIDEL, la
Unidad Popular, el periódico Época, el MNDLD, entre otros-; b) la pérdida de filiaciones e
identidades políticas que estaban sufriendo las estructuras e instituciones políticas
tradicionales, lo que trajo aparejado que figuras como Enrique Erro, Liber Seregni y Zelmar
Michelini buscasen nuevos espacios; c) las cada vez más frecuentes y multitudinarias
respuestas sociales frente a la envestida violenta del Estado, que tuvo su máxima expresión
durante el gobierno de Pacheco Areco (1967-1972); d)la victoria de la Unidad Popular en
Chile, como un argumento capitalizador de voluntades para la izquierda y otros sectores
progresistas de los partidos tradicionales que pregonaban la senda pacífica y electoralista en la
transición al socialismo.
En segundo lugar, en cuanto al MLN-T y su apoyo crítico al FA, se intentó analizar en
qué contexto interno lo halló y bajo cuales perspectivas brindó dicho apoyo. Para tal fin, se
decidió no solo definir las distintas etapas que había atravesado la organización armada a lo
largo de suexistencia, sino detenernos tanto en hechos puntuales que a nuestro entender
habían terminando impulsado aquella postura -lasdetenciones de la calle Almería, la
concreción de la operación Abuso, la aparición de microfacciones, el aumento de los
postulantes a integrar sus filas, entre otros- como en la estrategia a largo plazo que el
movimiento había promovido para “jugar la carta de las masas”.
Si bien este segundo elemento a simple vista puede parecer más trascendente que el
primero-ya que por el se propició la columna 70, el FLN y el propio MI26M-, la disputa
interna que padeció el movimiento por aquel entonces fue sin lugar a dudas lo que le
imposibilitó implementar una estrategia homogénea frente a las elecciones; un alto el fuego
“salpicado” con el secuestro de altos funcionarios públicos. Situación que Seregni se encargó
de remarcar cuando planteó “nosotros hacíamos un movimiento de masas impactante y venía
una acción tupamara de las que se hacían en aquel entonces y nos tiraba abajo, desde el punto
de vista de la opinión pública” (Seregni en Butazzoni, 2002:43).
Una vez presentados los rasgos más sobresalientes del Frente Amplio y del MLN-T se
procedió a describir con detenimiento al Movimiento de Independientes 26 de Marzo. El
porqué de su nombre, los detalles de su conformación, la composición de su Comité
Ejecutivo, sus líneas programáticas, su estrategia frente a las elecciones de noviembre y la
vinculación con los otros grupos que integraban el frente.
A partir de ello es posible concluir que con este “brazo político legal” los tupamaros se
valieron, parafraseando al dirigente Rubén Sassano (1971), de las tribunas que la democracia
burguesa ofrecía para trasmitir su mensaje y arrancar de raíz al régimen imperante. En ningún
momento el MLN-T vio en las elecciones del 28 un fin en sí mismo, sino la oportunidad para
organizarse, construir comités de base, editar diversas publicaciones (La Idea, Cuestión, Los
Cuadernos del 26 y Mate Amargo) y propiciar actos públicos en donde subrayar la
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importancia de una militancia activa, participante y protagonista antes y después de
noviembre. Postura, que otros militantes del frente, como Oscar Bruschera (1986) criticaron
abiertamente, acusándolos, entre otras cosas, de “asumir actitudes maximalistas” dentro de los
debates acaecidos en los comités de base.
En un clima plagado de violencia y escepticismo, el llamado a las urnas de noviembre
abrió una pequeña luz de esperanza para reflotar el parlamentarismo. No es que el MLN-T se
dejase timar, es que tal como argumentó Jorge Zabalza (2017) -retomando la perspectiva de
Ernesto “Che” Guevara (1961)- abandonar en forma definitiva la vía electoral no era una
decisión fácil ni aceptada por toda la población, más aun teniendo tan próxima la experiencia
triunfal de la Unidad Popular en Chile. Fue bajo dicho contexto que nació el Movimiento de
Independientes 26 de Marzo, no como una herramienta asilada sino como un engranaje legal
dentro de una batalla mucho más amplia que incluía otros campos de lucha y tenía por fin la
completa transformación de la sociedad.
Para las elecciones de noviembre, el adversario -escenificado en las figuras de Pacheco
Areco y Juan María Bordaberry- se valió de las difamaciones, el miedo, la violencia y hasta el
fraude liso y llano para alzarse con la victoria; aquellas artimañas le concitaron el repudio de
todo el arco político opositor y el carecer de legitimidad ante los ojos de gran parte de la
sociedad.
Por lo cual, si bien dicha estrategia “sirvió para ganar” también trajo a colación la
consolidación de la alianza frenteamplista; así lo demostraron las primeras presentaciones
públicas del FA y el MI26M al hablar de “intensificar y ampliar la lucha” y de un “desarrollo
irreversible, sin posible retroceso”. Fue en gran parte por ello que los sectores más
conservadores de la sociedad, acuciados por el futuro incierto, solo pudieron acallar las voces
disidentes, en junio de 1973, clausurando el parlamento e imponiendo por la fuerza un
régimen cívico militar que garantizase la continuidad del sistema; dejando en evidencia como
desactivan el “juego democrático” cuando tienen miedo de “perder”.
Pocos meses después, la escena se repetiría en el Chile de Allende…
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