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Notas sobre la figura histórica de la Sibila

2018, Roda da Fortuna

El siguiente artículo trata de esbozar algunas notas en torno a la figura histórica de las Sibilas de la antigüedad. Los restos encontrados en el el último templo de Atenea Pronaia, en Delfos, sugieren que hubo allí un culto primitivo a la diosa madre minoico-micénica desde tiempos remotos, por lo que el lugar estaría asociado a lo femenino, a la profecía y a la mántica mucho antes de la llegada de Apolo. La figura de la Sibila, entonces, sería un vestigio de esa huella, con raíces telúrico-mistéricas ancestrales. Palabras-clave: Sibila; Delfos; profecía; mántica. Abstract: The following article tries to outline some notes about the historical figure of the antique Sibyls. The remains found in the last temple of Athena Pronaia, at the site of Delphi, suggest that there was a primitive cult to the Minoan-Mycenaean goddess mother from remote times, which means that the site would be associated to the feminine, prophecy and mantic much before the arrival of Apollo. The figure of the Sybil, then, would be a vestige of this feminine trace, with telluric ancestral roots.

Roda da Fortuna Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo Electronic Journal about Antiquity and Middle Ages Estefanía Bernabé-Sánchez1 Notas sobre la figura histórica de la Sibila Notes about the historical figure of the Sybil Resumen: El siguiente artículo trata de esbozar algunas notas en torno a la figura histórica de las Sibilas de la antigüedad. Los restos encontrados en el el último templo de Atenea Pronaia, en Delfos, sugieren que hubo allí un culto primitivo a la diosa madre minoico-micénica desde tiempos remotos, por lo que el lugar estaría asociado a lo femenino, a la profecía y a la mántica mucho antes de la llegada de Apolo. La figura de la Sibila, entonces, sería un vestigio de esa huella, con raíces telúrico-mistéricas ancestrales. Palabras-clave: Sibila; Delfos; profecía; mántica. Abstract: The following article tries to outline some notes about the historical figure of the antique Sibyls. The remains found in the last temple of Athena Pronaia, at the site of Delphi, suggest that there was a primitive cult to the Minoan-Mycenaean goddess mother from remote times, which means that the site would be associated to the feminine, prophecy and mantic much before the arrival of Apollo. The figure of the Sybil, then, would be a vestige of this feminine trace, with telluric ancestral roots. Keywords: Sybil; Delphi; prophecy; mantic. 1 Doctora en Letras por la Universidade Federal do Rio Grande do Sul (UFRGS), Brasil. 33 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com Desde fecha muy temprana se documenta en Grecia la existencia de mujeres intérpretes de los dioses, ligadas al culto de Apolo. El dios Apolo, de probable origen asiático (Colli, 2000:3; Aldana Nácher 1996:8), llegado a Grecia a través de varios sincretismos, era una de las divinidades centrales del panteón griego, guardián de los ritos iniciáticos y, por tanto, de la purificación que separa lo viejo de lo nuevo. Dios por antonomasia de la colonización, puesto que la situación de los colonizadores fuera de la civilización era semejante a la de aquellos que iban a iniciarse (Bremmer, 2006: 41), Apolo era también el dios de los adivinos, señor del magnífico oráculo de Delfos, pues así como separaba lo puro de lo impuro, podía distinguir lo cierto de lo incierto en el pasado, en el presente y en el futuro. Plutarco, en su Moralia (Ἠθικά, Ethikà, vs. 404e), nos transmite unas palabras de Heráclito de Éfeso (siglo VI a.C., fragmento DK22 B93) que nos aportan una clave a su respecto: “El señor cuyo oráculo está en Delfos no dice (λεγει) ni oculta (κρυπτει), sino que señala por medio de signos (σηµαινει)”2 (Casquillo, 2011: 93) Heráclito elige, para hablar del oráculo de Apolo, un verbo altamente significativo: “semaínein”, significar, sugerir, mostrar a través de signos. Signos que se nos aparecen como elementos definitivos en la comunicación entre lo visible y lo invisible, recurrentemente, a lo largo de los siglos; y que obligan al consultante, en el caso del oráculo, a llevar a cabo un ejercicio intenso de conjetura y resignificación. Recordemos que el santuario de Apolo en Delfos era conocido como el ombligo del mundo, en referencia a la leyenda según la cual Zeus había enviado dos águilas desde cada extremo de la Tierra para encontrar el centro del mundo. Las águilas se encontraron sobre Delfos, y allí fue colocada una roca simbolizando un ombligo de piedra, el ómphalos (García Nos, 2016: 9). Leemos en el Himno homérico a Apolo Pítico (ΕΙΣ ΑΠΟΛΛΩΝ ΑΠΤΘΙΟΝ, 286 y ss.): “En este lugar tengo en mente construir un glorioso templo que sea un oráculo para los hombres, y aquí siempre traerán hecatombes perfectas, tanto los que habitan el rico Peloponeso como los hombres de Europa y todos los que habitan las islas bañadas por las olas, que vendrán a cuestionarme. Y yo les haré llegar el consejo que no falla, respondiéndoles en mi rico templo” (Evelyn-White, 1914:s/n, nuestra traducción) Sin embargo, y gracias a los hallazgos arqueológicos de la segunda mitad del siglo XX, sabemos que el templo de Apolo, situado en la falda del Monte Parnaso, fue 2 Dice Casquillo que sugerir o señalar, en este caso, equivale a despertar a la investigación dialéctica a los que escuchan los oráculos, tal como se desprende de un texto paralelo de Estobeo (2011: 93). Este framento de Heráclito, según se recoge en los Fragmente der Vorsokratiker de Diels y Kranz, es el es el DK22 B93. Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 34 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com en tiempos remotos un lugar de culto de la diosa madre minoico-micénica, la Gran Madre Mediterránea: “En el Mediterráneo, antes de que llegasen las poblaciones europeas del grupo heládico, se había consolidado el culto a una divinidad femenina, madre y generadora, cuya imagen aparece en las representaciones minoicas con dos animales rampantes a sus flancos o con dos serpientes en sus manos alzadas […] se deduce de ello una diosa, ya sea de la tierra, ya del mar, una señora (potnia) omnipotente, símbolo de la fuerza generatriz femenina” (Cantarella, 1996: 20) Parece probado que hubo asentamientos neolíticos en la zona de Delfos, concretamente en la cueva del Parnaso llamada Korykeias Andron (Calvo Escamilla, 2012:132), aunque los primeros restos arqueológicos encontrados pertenecen al bronce tardío, concretamente al periodo micénico; la mayor actividad, sin embargo, se documenta a partir del siglo VIII a.C., cuando se construyeron los templos de Apolo y Atenea Pronaia. Efectivamente, las excavaciones arqueológicas confirman que el lugar había venerado a la diosa Gea, Γῆ, la Tierra, palabra de la que deriva Gaea, esto es Gaia, Γαῖα (otro de sus nombres), una de las deidades primordiales, o protogenoi, del panteón griego, desde aproximadamente el siglo XV a.C., esto es, durante la época micénica, concretamente en la zona que ocupaba el último templo de Atenea Pronaia, donde fueron halladas varias figuras femeninas hechas de terracota que sin duda, representaban a una deidad femenina anterior. Gea, la todopoderosa madre-tierra, es denominada por Esquilo πρωτόμαντις, protómantis, esto es, primera profetisa (en el prólogo a sus Euménides (1-2), lo cual esclarece, por un lado, la idea de que la profetización tuviese raíces telúrico-mistéricas ancestrales y, por otro, que fuese una actividad eminentemente femenina durante buena parte de la Antigüedad, en relación seguramente con la fertilidad y la abundancia. Tenía Gea en Delfos su santuario, protegido por su hija, la gran serpiente Phyton (Πύθων), poseedora de la sabiduría. Aquí es cuando aparece Apolo en escena, a través de uno de los más productivos paradigmas míticos, por el cual el dios joven y másculo termina con el modelo celestial anterior, femenino, ejemplificado en este caso por la diosa Gea y por Pitón. Sin embargo, como bien dice Dietrich (1978: 1) Apolo “fue un intruso” durante mucho tiempo. Escribió Eurípides, en su Ifigenia en Taúride (1235-1257): “enviada por la Tierra desde profundas cuevas, para ser la guardiana de tu oráculo (algo digno de estupor y miedo); pero tú Febo [Apolo], todavía un recién nacido, todavía recién salido de los brazos de tu madre Leto, mataste a la serpiente y te coronaste rey de Pytho, la tierra de la profecía” (Casquillo, 2011: 97). Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 35 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com Precisamente de la serpiente Phyto proviene el nombre de la Pitia, phytia, la sibila, la intermediaria entre el dios y los hombres, la vox dei, instrumento a través del cual se expresaba la divinidad. Varios autores, como Apolodoro en su Biblioteca (I, 4), o Estrabón en su Geografía (IX, 3), recogen que Pitón fue asesinada por Apolo, y Gea desterrada. Después, el dios se instaló en Delfos, aunque solo durante los meses de primavera y verano, cuando el clima le era clemente: el resto del año lo pasaba con los Hiperbóreos3 y era sustituido por Dioniso. Crucial es este complemento que se establece aquí entre lo “apolíneo”, en el sentido de representar el lado más ‘racional’ de la humanidad, y lo “dionisíaco”, o la identidad de lo ‘irracional’, el otro lado de la moneda. Dioniso es el hijo de Dios (textualmente, Διώνυσος), el dios del vino, del éxtasis y la locura ritual. Su origen es incierto y problemático para los investigadores; se le presuponen raíces asiáticas, lidias, tracias… la crítica no se pone de acuerdo debido a la infinidad de testimonios provenientes de diversas localizaciones y épocas. Cabe apuntar que la figura de Dioniso estaba asociada al orfismo, a la inmortalidad y a la reencarnación: un dios sacrificado que, vuelto a la vida, se constituye como uno de los salvadores de la humanidad. Su culto está relacionado con los aspectos más irracionales de la religión. Haremos aquí una precisión: vamos a tratar los términos “sibila” y “pitia” como sinónimos. Lo son, en cuanto refieren una denominación profesional representativa de las sacerdotisas de Apolo, siendo el segundo exclusivamente otorgado a las actuantes en el oráculo de Delfos (en relación a la serpiente Phyto), y el primero a las profetisas de otros santuarios oraculares como Eritrea o Cumas (va a ser el término más recurrente). Algunos investigadores apuntan al carácter itinerante de las sibilas frente a la residencia estable de las pitias (Buisel, 2007: 103). Sea como fuere omnis femina prophetans sibylla vocatur, nos dice el filósofo y teólogo alemán Rabano Mauro (776-856) en su De Universo (15, III). Esto es, que todas las profetisas femeninas reciben en nombre de “sibila” ex officio. Etimológicamente, el origen de la palabra sibila, σίβυλλα, es oscuro y puede estar relacionado con la raíz indoeuropea *sibh- que significaría “sisear”, y que pasó al griego clásico como σιζω (silbar). Esto estaría onomatopéyicamente vinculado al sonido emitido por los ofidios y, por tanto, con Phyto. La serpiente ha estado ancestralmente asociada a motivos como la espiral o el laberinto, esto es, a lo intrínsecamente femenino, el útero, la tierra, la renovación cíclica (cfr. Eliade, 1974: 201-203). Por su carácter ctónico, de pertenencia a la tierra, estaría además en posesión de facultades mánticas, pues carga con ella el conocimiento intrínseco del pasado de la humanidad y el planeta, lo que le confiere la posibilidad Ὑπερβόρε(ι)οι, hiperbóreos, “los que viven más allá del viento del norte (Boreas)”. Se supone que la región de Hiperbórea, a pesar de estar situada “al norte”, era un locus amoenus perfecto, soleado y cálido, siempre visitado por las Musas, como nos dice Píndaro en su décima Pítica: no llegaba allí la enfermedad ni la vejez, ni la labor cansina, ni la guerra. Probablemente, este proceder de Apolo tenga que ver con antiguos desplazamientos de carácter nómada y trashumante en busca de mejores condiciones climáticas. 3 Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 36 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com de prever el futuro. La serpiente está en nuestro subconsciente colectivo, según Bachelard y siguiendo a Jung “como uno de los arquetipos más importantes del alma humana” ([1948] 2006: 293). Juan Bautista Carrasco (1864: 411), sin embargo, hace derivar la palabra sibila de “sios, que en dialecto eólico significa dios, y de boulé, es decir, espíritu, voluntad, consejo”, en clara sincronía con lo que nos propone Varrón (σιός [= θεός] + βούλλα, σίβυλλα = θεοβούλη, "el consejo de dios"), aunque Lactancio (Divinarum Institutionum, I,6) apunta a un probable origen semita, pues la sibila “es nativa de Babilonia” 4, retrotrayéndose al vocablo arameo “saba”, antiguo. Sea como fuere, en la mitología griega es la propia Gea, Gaia, la diosa Tierra, quien otorga a Cronos y a Zeus el favor de sus oráculos en la Teogonía de Hesíodo (vs. 463-5 y 624-8). Esta íntima relación entre el poder profético y la Naturaleza se ve favorecida en lugares agrestes como cavernas, manantiales o emanaciones volcánicas, donde el corazón mismo de la Tierra se proyecta y donde, por cierto, suelen anidar las serpientes. Esquilo, como hemos visto, describe a Gaia como fundadora del oráculo de Delfos llamándola protómantis Gaia. Plutarco, en sus Oráculos de la Pitia (402D) escribe “a la Tierra dicen que perteneció el oráculo”, confirmando nuestras palabras. Aquí es interesantísimo resaltar el vínculo entre Phyto (Gaia)-Apolo con su correlativo en el Enûma Eliš, esto es, Tiamat (la diosa-serpiente) y Marduk5. Según Baring y Cashford (2005: 220-1), Tiamat podría ser una versión tardía de la diosamadre sumeria Nammu (cuneiforme ki, “tierra” en sumerio), representada con cabeza de serpiente y sosteniendo en brazos a su hijo, al estilo de las figuras aparecidas en Ur, que han sido datadas entre los años 4.000 y 3.000 a.C. En Egipto, la serpiente Apofis (encarnación del caos eterno e inmortal) también es una fuerza oscura que amenaza la existencia y el orden. Recordemos que el Enûma Eliš es la primera referencia que tenemos a la sustitución de una diosa (la diosa-madre primigenia que suele tener forma de serpiente o dragón), por un dios que lucha y sale vencedor, aniquilando a la divinidad femenina, que a partir de ahora simbolizará el mal. Durante el transcurso de la Edad del Bronce, este dios fue hijo, consorte y más tarde co-creador junto a la diosa, equilibrio que se perdió con la 4Entrada sibyl de la Jewish Encyclopedia: <http://www.jewishencyclopedia.com/articles/13629-sibyl>. (consultado en 12 mar. 2017). Marduk aniquila a Tiamat com vientos, relámpagos y ardientes llamas: “cuando Tiamat abrió su boca para engullirlo, / él hizo penetrar en ella el Viento malo para imperdirle cerrar sus labios. / Entonces todos los vientos furiosamente llenaron su vientre / y su cuerpo quedó hinchado y su boca desmesuradamente abierta. / Él disparó su flecha y le atravesó el vientre, / así triunfó sobre ella, acabando con su vida. / Después echó abajo su cadáver y se puso de pie sobre él […] con su despiadada maza aplastó su cráneo / después corto los conductos de su sangre” (cfr. Baring; Cashford, 2005: 327-8). 5 Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 37 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com victoria absoluta del dios masculino y el destierro de la divinidad femenina, lo que nos conduce a tener un dios padre supremo, autocreado y sin consorte, que es el que comparten las tres religiones monoteístas del planeta. Este dios crea cielo y tierra, mientras que la diosa era cielo y tierra (cfr. Baring; Cashford, 2005: 322). Aquí tendríamos, entonces, nuestro primer paso en dirección a un paulatino alejamiento de la naturaleza representada por esta femineidad de la Tierra desterrada (qué paradoja) que nos ha conducido hasta un siglo XXI donde nos cuesta distinguir entre una luna creciente o una decreciente, o donde las propiedades de la mayoría de las plantas se ignoran por completo, rebajándose su conocimiento a la categoría de pseudomedicina, de conocimientos propios del curanderismo (peyorativizando, por supuesto, el ancestral concepto de curandero): “semejante aislamiento de la tierra y del animal, pájaro o mundo marino, hubiese sido considerado sacrílego en el Paleolítico” (Baring; Cashford, 2005: 45). Sacrílego y seguramente letal. El oráculo de Delfos alcanzó, en la Grecia clásica, un prestigio formidable, tanto que no se emprendía campaña alguna sin consultarlo, ni se firmaba paz o se fundaba una ciudad sin pasar por allí6. En principio, el oráculo respondía solamente una vez al año, el día séptimo tras el comienzo de la primavera, que era el cumpleaños de Apolo; la fama del lugar, sin embargo, y el aumento de las consultas, hicieron con 6Es maravillosa la visión del lugar que nos ofrece Gabriel García Márquez (en El País, edición impresa del miércoles, 16 de junio de 1982, titulado Lo que no adivinó el oráculo): “El jueves nos fuimos a consultar al oráculo. A las siete de la mañana tomamos en Atenas un autobús refrigerado y tres horas después estábamos en Delfos, la patria del oráculo, la ciudad sagrada de Apolo que fue en su tiempo el ombligo del mundo […] el viaje fue lento, cauteloso, pues los chóferes griegos tienen instrucciones de tomar su oficio con calma para no asustar a las señoras jubiladas que vienen de Nevada, de Maryland, de Kentucky, acompañadas por viejos maridos que a veces no son suyos, sino prestados a escondidas para jugar al amor otoñal después de consultar el oráculo. Viajamos despacio a través de trigales soleados y olivos milenarios, y después por desfiladeros pavorosos donde volaban unos pájaros enormes y oscuros que en épocas mejores fueron las águilas de Zeus. A un cierto momento, el guía se atrevió a decir: "A la derecha pueden ver una torre del siglo XV". Lo dijo con una cierta vergüenza, y con razón, pues en un país donde uno se encuentra de pronto comiendo con una cuchara del siglo VII antes de Cristo, un pedazo de torre como aquella no tiene más interés que una estación de gasolina […] Cuentan que la pitonisa, antes de profetizar, se purificaba en las aguas de la cercana fuente de Castalia y masticaba hojas de laurel y aspiraba vapores de incienso y mirra, hasta el punto de que apenas si era dueña de sí misma cuando debía responder a las preguntas que le hacían los viajeros llegados de todo el mundo conocido, y que bien podían ser reyes o mendigos. Cuentan que sus respuestas eran alaridos y contorsiones incomprensibles que los sacerdotes descifraban a su manera. De modo que era imposible conocer el sentido exacto de la adivinación […] Lo más impresionante del santuario de Delfos, sin duda, es el lugar donde fue construido. Uno estaría dispuesto a creer que, en efecto, era el ombligo del mundo si no se conocieran los altos de Machu Pichu, en los Andes, donde se tiene de veras la impresión de haber cambiado de planeta. Uno estaría dispuesto a postrarse de admiración ante estas construcciones de piedra y de sueño si no se conociera el ámbito mágico de Uxmal y Chichen Itza, en Yucatán, donde todavía parece sentirse la respiración de los seres que lo vivieron. Pero la comparación no es justa, porque los centros ceremoniales de México están casi intactos, y en cambio los monumentos de Grecia son apenas los restos de un saqueo histórico despiadado. En realidad, aquí se viene a conocer los lugares y a imaginar, a través de tantas lecturas atrasadas y del inglés aproximado de los guías, cómo eran los monumentos antes de que pasaran por aquí las hordas imperiales de los países que hoy se sienten civilizados”. Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 38 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com que llegaran a ser respondidas varias veces al mes, previo pago de una tasa y con una extensa lista de espera. Allí, Apolo entraba en el cuerpo de la pitia, utilizando sus órganos vocales para expresarse a través del “entusiasmo”, como dice Dodds (1997: 76), “en el sentido originario y literal de la palabra”, énthheos, ἔνθεος, que solemos traducir como ‘inspiración’ pero que realmente decodificaba esta idea de “con un dios dentro” o “poseído/a por un dios”, plena de la divinidad y vacía de sí, hecho que explica que los oráculos délficos se expresaran en primera persona, y no en tercera (normalmente en hexámetros, aunque también podía ser en prosa). El propio Plutarco, en la misma obra que citábamos, nos dice que “el dios en persona, como en el caso de los ἐγγαστρίμυθος, habla oculto en el cuerpo de sus profetas, valiéndose de la boca y voz de ellos como de un órgano” (Guerra Gómez, 1987: 291). Además de estar representado por esa respiración fatigosa, o tal vez por eso mismo, el oráculo de la Pitia era incoherente, es decir, sus palabras eran ininteligibles: aquí entraban en escena los sacerdotes de Apolo (los prophetai, llamados también ὃσιοι, sagrados, santos), hombres cultos y rigurosamente preparados que “transcribían” las respuestas y las entregaban a los consultantes escritas en tablillas de cera, en una operación que puede describe como un “asesoramiento”, basado en lo que era considerado como la voluntad de los dioses, y que más tarde reinterpretaremos en la figura de los quindecenviros romanos o en el mediador cristiano por antonomasia entre la divinidad y el fiel, esto es, el confesor. Está claro que entre los consultantes del oráculo, y en general, en todo el mundo panhelénico existía una premisa tácita de fe en el dios y en la misma institución: jamás se equivocaban. Se equivocaban, en todo caso, los mortales, que no sabían o no podían interpretar sus signos. En su Apología de Sócrates, Platón nos da entender cómo Apolo no tiene siquiera la posibilidad de no ser veraz (ουγαρθεµιs αυτϖ, 21b 6-7). No olvidemos que uno de los epítetos del dios era loxias, Λοξίας (oblicuo), por la ambigüedad de sus oráculos que, según Plutarco (en La E de Delfos, 386e), era algo totalmente intencional y pretendía “desarrollar y confirmar la dialéctica como necesaria para los que quieran entender correctamente” (Casquillo, 2010: 92). Esto es, descodificar, reflexionar, buscar. De esta ambigüedad multisecular proviene precisamente el carácter peyorativo de nuestro adjetivo actual, sibilino. Pero no faltaron, durante la Antigüedad, quienes dudasen de los oráculos (cfr. Orígenes, Contra Celso, VII, 3) o creyesen que esta enajenación profética de las pitonisas y las sibilas se debía, en realidad, a una voluntad individual, que podría ejercitarse en determinadas condiciones dependiendo siempre del control racional, esto es, de una especie de autosugestión a la que llegaban tras un ceremonial en Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 39 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com forma de abluciones en la fuente Castalia, ingestión de bebidas ritualísticas 7 y purificación a través de hojas de laurel, que iban moviendo en torno de su cuerpo y que después masticaban. Se retiraban entonces a un lugar del fondo del templo conocido como adyton, donde los consultantes no podían acceder, se sentaban en el asiento ritual de Apolo, conocido como trípode (por cierto, confeccionado en piel de serpiente, en “homenaje” a Phyto y recordando su sometimiento) y desde allí profetizaban. Este trance estaba supuestamente relacionado con un vapor (pneuma) que manaba de una fisura en el suelo (dice Esquilo en sus Coéforas, 953, que era una profunda grieta-cueva, μάγαν μυχὸν χθόνος), que puede tener relación con un foco sísmico-tectónico (de hecho, Delfos está sobre una falla y fue destruido varias veces a lo largo de la historia por la actividad sísmica de la zona, lo cual constató en los años 80 el geólogo holandés Jelle Z. De Boer (Hale J. R.; De Boer J. Z.; Chanton J. P.; Spiller H. A., 2003), lo que ligaría al lugar, una vez más, con la Madre Tierra y con su centro neurálgico. Este punto, el de las supuestas emanaciones gaseosas como inductoras del trance de la sibila, sin embargo, es controvertido y ha dado origen a acalorados debates entre la crítica (vide Greene, 2011: 9 y ss., o Guerra Gómez, 1987: 298 y ss., además del artículo mencionado en la nota 17). Sobre esto hay una anécdota recogida por Diódoro de Sicilia (XVI, 26): “Al parecer, el oráculo fue descubierto por un cabrero que recorría la zona de Delfos. Algunas de sus cabras comenzaban a comportarse de un modo extraño cuando se acercaban a una grieta sobre el suelo, balando y brincando de forma inusual. El pastor se acercó al agujero y súbitamente experimentó la facultad de ver el futuro, pues de las profundidades surgían ciertos vapores misteriosos. Las gentes, desde entonces, aprovecharon las propiedades del lugar y se supone que, mucho después, cuando se edificó el templo de Apolo en Delfos en aquel lugar, era sobre aquella grieta donde se situaba la Pitia en su trípode para emitir sus profecías” (Hernández de la Fuente, 2008: 38-9). Es interesantísimo este lazo entre la Madre Tierra, su ómphalos (que hemos traducido como “ombligo”, pero que en griego clásico también atendía por “cordón umbilical”), esto es, la labor oracular mediadora, y los seres mortales. Entre estos y la primera se establece una comunicación a través de signos, como nos decía Heráclito, signos que la Tierra ofrece al hombre de manera críptica para, como buena madre, incentivar la reflexión constructiva, tal como describe Plutarco. 7 El Dr. Vicente Dobroruka es uno de los investigadores que más ha profundizado en el fenómeno de la ingestión de sustancias por parte del profetismo primitivo, especialmente en lo referido a IV Esdras. Puede consultarse su extensa bibliografía en <https://brasilia.academia.edu/VDobroruka>. Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 40 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com Existen indicios de un posible origen mesopotámico de la figura de la Sibila, concretamente provenientes de la civilización semita desarrollada en la ciudad de Mari, un importante centro de la ruta comercial mesopotámica con el este, que vincularía a la sibila con posibles tradiciones proféticas orientales (Suárez de la Torre, 2001: 47) y que, por lo tanto, corroboran nuestra hipótesis sincrética. Esta ciudad estaba situada al oeste del Éufrates, sobre la actual Tell Hariri (Siria). Habitada desde el quinto milenio a.C., fue saqueada por Hammurabi en 1760 a.C., lo que potenció su despoblamiento, hasta desaparecer durante la ocupación griega de la zona. Sus ruinas fueron descubiertas en 1933, junto a más de 25.000 tablillas cuneiformes (Postgate, 1999). Mientras que Suárez vincula la aparición de la figura sibilina a un proceso estrictamente literario y poético (2001: 47-48), Caerols bucea en raíces antropológicas para relacionar a la sibila con cultos naturalistas, específicamente en emplazamientos con actividad volcánica, donde el espíritu profético podría operar por una especie de comunicación con el fuego (2001: 3), dato que está vinculado a ese lazo natural que proponemos entre el centro ctónico de la tierra, tellus mater, su cordón umbilical en forma de oráculo consejero, y el hombre. Lo que sí sabemos es que la profecía extática se practicaba desde antiguo en el Asia Occidental. Nos recuerda Dodds un documento en el que “el rey hitita Mursili II [está] orando para que un ‘hombre divino’ hiciera lo que tantas veces se le pedía al Oráculo de Delfos, revelar por qué pecados se veía el pueblo afligido por una peste” (Dodds, 1997: 76). Cicerón, en su De divinatione (1.11, 2.26) distingue entre dos especies de profecías inspirándose en Platón: la inductiva o artificial (éntekhnos) y la adivinación intuitiva o natural (átekhnos). La primera se basa en la observación por parte del adivino, que interpreta lo que ve y vaticina según esto (cfr. hieroscopia: análisis de vísceras y entrañas; piromancia: análisis del efecto del fuego sobre un cuerpo físico; hidromancia: análisis del agua; catoptromancia: adivinación a través de un espejo, etc). La segunda, en una especie de locura (μανια, manía en griego, furor en latín) o de éxtasis, en la que se encajan los profetas y las Sibilas (Flacelière, 1965: 10). Entonces, la Sibila es una figura femenina inspirada por la divinidad, que profetiza en estado de éxtasis: este hecho, el presentarse como una suerte de encarnación de la sabiduría universal, será fundamental para su desarrollo histórico, pues le otorga independencia frente al oficialismo religioso de cualquier tipo. Nos aclara Plinio, en su Historia Natural (VII, 33): “Divinitas et quaedam caelitum societas nobilissima ex feminis in Sibylla fuit, ex viris in Melampode apud Graecos, apud Romanos in Marcio” (PLINIO, 2015: 71): la adivinación y una especie de unión gloriosa con el mundo celeste han sido privilegio de la Sibila, entre las mujeres, y del griego Melampo y del romano Marcio, entre los hombres (nuestra traducción). Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 41 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com Plutarco (siglo I d.C.), va a ser testigo inigualable de la decadencia histórica del sistema oracular griego. En ese momento, Grecia ya forma parte del Imperio Romano y los centros oraculares van decayendo con el declive de las tradiciones religiosas paganas ante el empuje del cristianismo. Él mismo fue sacerdote de Apolo durante unos años, y nos cuenta que la Pitia debía ser originaria de Delfos, elegida entre las mejores mujeres, y consagrada como sierva de Apolo para el resto de su vida (Moralia 405c). Estas mujeres solían ser jóvenes vírgenes, aunque Diodoro de Sicilia cuenta cómo, tras la violación de una joven pitia, una ley délfica estableció que todas fueran mayores de cincuenta años (Greene, 2011: 6). La sibila posee, además, temperamento salvaje, y dos de sus características intrínsecas son la virginidad y la extrema longevidad (Caerols, 2001: 2). Su multiplicación geográfica viene seguramente de la necesidad de diferentes santuarios de tener cierta legitimidad, que intentaban obtener presentando la figura de su propia profetisa (aunque es discutible, vide al respecto Suárez de la Torre, 2001: 47 y ss.). Los santuarios solían poseer grandes propiedades con las que costeaban su mantenimiento y su personal: personas de a pie, familias, reyes, ciudades enteras ofrendaban al dios sus pertenencias. Las donaciones se guardaban en unas capillas llamadas tesoros (θεσαυρυς) e incluían estatuas de oro, marfil o bronce, monedas, pequeñas fortunas, etc., que han llegado hasta nuestro conocimiento por los listados que los funcionarios hacían de los exvotos. Los diferentes santuarios eran unidades económicas independientes que se sustentaban autónomamente, lo cual ratifica su necesidad creciente de notoriedad, que les aportaba mayores riquezas. Varrón (apud Lactancio) ofrece un catálogo de diez sibilas, mencionando sus nombres y las autoridades a las que recurre. Son las sibilas Persa, Libia, Délfica, Cimeria, Eritrea, Samia, Cumana, Helespóntica, Frigia y Tiburtina. Otros catálogos clásicos sibilinos son el de Pausanias, en su Periegesis, el de Clemente de Alejandría, en el Stromateis, o el del monje Suidas en su Lexicon. Adjuntamos la descripción de la Sibila que nos ofrece un autor hispánico medieval, Isidoro de Sevilla (556-636), en sus Etimologías (Etymologiarum libri, VIII), con la entrada De sibyllis8: 8 Hemos consultado la edición en línea basada en la edición crítica de W. M. Lindsay, publicada en Oxford: Oxford University Press, 1911 y disponible en <http://penelope.uchicago.edu/Thayer/L/Roman/Texts/Isidore/8*.html#8>. Consultado en 25 feb. 2018. Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 42 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com Cuadro 1: Isidoro de Sevilla, Etymologiarum libri, VIII, De sibyllis. 1. Sibyllae generaliter dicuntur omnes feminae vates lingua Graeca. Nam σιὸς Aeolico sermone deos, βουλὴν Graeci mentem nuncupant, quasi dei mentem. Proinde igitur, quia divinam voluntatem hominibus interpretari solebant, Sibyllae nominatae sunt. 1. Sibila se dice en griego a la mujer que adivina, y [de sus étimos griegos se deduce que] sibila se interpreta como mente de dios; y porque solían interpretar la voluntad de dios a los hombres, eran llamadas sibilas. 2. Sicut enim omnis vir prophetans vel vates dicitur vel propheta, ita omnis femina prophetans Sibylla vocatur. Quod nomen ex officio, non ex proprietate vocabuli est. 2. De la misma manera que todo varón que profetizaba se llamaba vate o profeta, así también toda mujer que profetizaba se llamaba sibila. Este nombre viene del oficio y no de la propiedad de la palabra. 3. Decem autem Sibyllae a doctissimis auctoribus fuisse traduntur. Quarum prima de Persis fuit; secunda Libyssa; tertia Delphica in templo Delphii Apollinis genita, quae ante Troiana bella vaticinata est, cuius plurimos versus operi suo Homerus inseruit. 3. Diez son las sibilas de que hablan los más doctos autores: la primera fue la de Persia; la segunda, de Libia; la tercera, de Delfos, nacida en el templo de Apolo en Delfos, la cual vaticinó antes de la guerra de Troya y muchos de sus versos los insertó Homero en su obra. 4. Quarta Cimmeria in Italia; quinta Erythraea nomine Herophila in Babylone orta, quae Graecis Ilium petentibus vaticinata est perituram esse Troiam, et Homerum mendacia scripturum. Dicta autem Erythraea, quia in eadem insula eius inventa sunt carmina. Sexta Samia, quae Phemonoe dicta est, a Samo insula, unde fuit cognominata. Septima Cumana, nomine Amalthea, quae novem libros adtulit Tarquinio Prisco, in quibus erant decreta Romana conscripta. Ipsa est et Cumaea, de qua Vergilius (Ecl. 4, 4): “Ultima Cumaei venit iam carminis aetas”. Dicta autem cumana a civitate Cumas, quae est in Campania, cuius sepulchrum in Sicilia adhuc Manet. 4. La cuarta, Cimeria, en Italia. Quinta, Eritrea, de nombre Erófila, nacida en Babilonia, que vaticinó a los griegos que se dirigían a Troya la destrucción de esta ciudad y que Homero había de escribir ficciones; se llamó Eritrea por haberse encontrado allí sus versos. La sexta, Samia, que se llamó Femónoe, y se le dice Samia por la isla de Samos. 5. 6. Octava Hellespontia in agro Troiano nata, quae scribitur Solonis et Cyri fuisse temporibus; nona Phrygia, quae vaticinata 5. La séptima, Cumana, por nombre Amaltea, que entregó nueve libros a Tarquino Prisco, en los cuales estaban escritos los destinos de Roma. Se conoce también con el nombre de Cumea, de ella dice Virgilio (Egl. 4,4): “ultima cumaei venit iam carminis aetas”. Se llama cumana por la ciudad de Cumas, en la Campania, y su sepulcro aún se conserva en Sicilia. Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 43 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com est Ancyrae, decima Tiburtina, nomine Albunea. 7. Quarum omnium carmina efferuntur, in quibus de Deo et de Christo et gentibus multa scripsisse manifestissime conprobantur. Celebrior autem inter ceteras ac nobilior Erythraea perhibetur 6. La octava es Helespontia, nacida en el campo de Troya, y que se dice vivió en los tiempos de Solón y Ciro. La novena es la Frigia, que vaticinaba en Acira, y la décima Tiburtina, de nombre Albúnea. 7. Los vaticinios de todas ellas son muy célebres; en ellos se habla mucho de dios, de Cristo y de los gentiles; la más célebre e ilustre fue la Eritrea9 Por otro lado, son varios los testimonios clásicos que dan cuenta de la existencia de un conjunto de libros, llamados sibilinos por su supuesta vinculación a la figura de la Sibila griega, que Roma consultaba en casos de necesidad política o ante sucesos de naturaleza extraordinaria. El historiador griego Dioniso de Halicarnaso (60 a.C.-7 a.C.) cuenta en sus Antigüedades Romanas (Ῥωμαική ἀρχαιολογία, IV, 62)10 cómo durante el reinado de Tarquinio11, una mujer extranjera llegó ofreciéndole nueve libros conteniendo los oráculos sibilinos griegos, a un precio desorbitado. Cuando Tarquinio se negó a pagarle el precio que ella pedía, la mujer quemó tres de ellos. Acto seguido le ofreció los seis restantes por el mismo precio. Ante las burlas de los presentes, la mujer quemó otros tres y ofreció los restantes al precio inicial. Tarquinio, extrañado y curioso, llevó el caso a sus augures, quienes declararon el error del rey, y le instaron a comprar los tres libros restantes al precio pedido. Los libros, según relata Dioniso, a menudo salvaron a Roma de “grandes calamidades”. Una vez efectuada la transacción, la misteriosa mujer desapareció. Cuenta Dionisio que no hay posesión, sagrada o profana, que los romanos guarden tan denodadamente como los libros sibilinos: “los consultan, por orden del senado, ante eventuales conflictos o cuando ocurre alguna desgracia, o ante prodigios y apariciones”. Los oráculos fueron guardados en el tempo de Júpiter Capitolino bajo la protección de diez hombres (decemviri), lo cual indica su grado de autoridad y el control absoluto sobre ellos por parte del estado romano; eran consultados solamente en ocasiones especiales, y su uso estaba restringido solamente a estos oficiales. Tras la reconstrucción del templo del Capitolio (76 a.C., recordemos que se había incendiado unos años antes), el cónsul Cayo Escribonio Curión propuso al Senado el envío de tres comisionados a varios puntos del Mediterráneo para que recopilasen la mayor cantidad de 9 Tomamos la traducción de la edición crítica de la obra El Sacro Pernaso, de Calderón de la Barca, hecha por Alberto Rodríguez Rípodas. Kassel: Reichenberger, 2006, p. 67. 10 Nos basamos en la traducción inglesa de Earnest Cary para la Loeb Classical Library. Harvard University Press, 1937. Se encuentra disponible en línea a través de: <http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/Dionysius_of_Halicarnassus/home.html>. 11 Para algunos autores tardíos, como Suidas, se trata de Lucius Tarquinius Priscus, legendario quinto rey de Roma, en el poder desde el año 616 a. C. hasta el 579 a. C. La lectura general es que se trata de su hijo, Tarquinio el Soberbio. Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 44 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com material sibilino posible, y la llevasen a Roma12. Lo que consiguen son alrededor de 1.000 versos de colecciones particulares procedentes, sobre todo, de un entorno hebreo y minorasiático. Pero la colección oracular de Libri Sibyllini romana está perdida: tras sucesivos avatares históricos, su destrucción fue ordenada por el general Estilicón (Flavius Stilicho, 359-408), de origen vándalo y religión arriana, a comienzos del siglo V d.C., poco antes de desmembrarse el Imperio Romano. A pesar de haber estado en manos del Estado, sabemos también que el material circuló ad vivum durante siglos, esto es, compilado por la población y puesto por escrito en algún momento de la historia, llegando hasta Alejandría, donde fue manipulado por las comunidades hebreas de la ciudad ya desde en el siglo II a.C. y durante años, con fines proselitistas. Sin embargo, está claro que, a pesar de la enorme reputación de la sibila en el mundo grecorromano, su figura no hubiera trascendido si no fuese por la propagación que, en su nombre y aprovechando su autoridad, la comunidad judeo-cristiana de Alejandría hizo de los oráculos a ella atribuidos. Un pragmatismo que obviamente tenía dos vías, pues, sin esa autoridad multisecular probada de la Sibila pagana, no les hubiera servido de nada a los apologetas judeocristianos. Este dato nos hace entender la imperiosa necesidad de esta sibila de legitimarse constantemente, algo que sería innecesario en un contexto pagano. Aquí tenemos dos ejemplos claros de los Oráculos: […] alguien se referirá a mí como mensajera de espíritu alucinado. Pero cuando esta persona se aproxime a los libros […] sabrá lo que ha ocurrido, y lo que ha de ocurrir, a partir de nuestras palabras. Entonces, ya nadie más se referirá a una vidente divinamente poseída como vaticinadora barata. (Oráculos sibilinos, libro XI, versos 315-324, Dobroruka, 2009: 127). cuando todo suceda, entonces os acordaréis de mí y ya nadie me llamará loca, sino profetisa del Dios todopoderoso (Oráculos sibilinos, libro III, versos 816-818, Piñero, 2007: 187). Hay que precisar aquí que los Oráculos Sibilinos (en mayúscula) son un corpus de profecías anónimas de origen judeocristiano conservado hasta nuestros días, compuesto por varios textos recabados de diferentes tradiciones. Se trata de un 12Testimonio de Fenestela (66.18, en Caerols, 2001: 720): “Omnes igitur hae Sibyllae unum deum praedicant, maxime tamen Erythraea, quae celebrior inter ceteras ac nobilior habetur [...] restituto Capitolio rettulisse ad senatum C. Curionem consulem, ut legati Erythras mitterentur, qui carmina Sibyllae conquisita Romam deportarent: itaque missos esse P. Gabinium M. Otacilium L. Valerium, qui descriptos a priuatis uersus circa mille Romam deportarunt. idem dixisse Varronem supra ostendimus”. Pues todas estas Sibilas dan alabanza al dios único, sobre todo la Eritrea, a la que se tiene como la más célebre y famosa entre ellas, […] reconstruido el Capitolio, el cónsul Cayo Curión propuso al Senado que se enviaran comisionados a Eritras para que buscaran los poemas de la Sibila y los trajeran a Roma; así pues, se envió a Publio Gabinio, Marco Otacilio y Lucio Valerio, que trajeron a Roma cerca de mil versos copiados por los particulares. Más arriba hemos dicho que Varrón habla en los mismos términos. Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 45 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com producto literario y apologético del monoteísmo13 judeo-cristiano que poco o nada tiene que ver con el trance visionario de las sibilas griegas, compuesto por más de 4.000 versos de hexámetros griegos repartidos en doce libros, numerados del 1 al 14 (el 9 y el 10 están perdidos) de manera arbitraria, pues no siguen un orden cronológico; en concreto, el libro más antiguo parece ser el tercero, datado entre el siglo II y el I a.C. El más moderno es el libro decimocuarto, probablemente compuesto en el siglo VII (Roessli, 2012: 593). Para hacernos una ligera idea del contenido de los Oráculos, extraemos algunos párrafos de varios de sus libros: LIBRO I: (1) A partir de la primera generación de los mortales (2) hasta las últimas emitiré, una por una, profecías (3) de todo cuanto antes existió, cuanto existe y cuanto (4) existirá en el mundo por la impiedad de los hombres […] (323a) Cuando la doncella engendre el Verbo de Dios altísimo (323b) y la esposa de un varón dé nombre al Verbo, (323c) entonces desde el oriente una estrella, (323d) brillante en pleno día, enviará desde el cielo con su resplandor su profecía, (323e) con el anuncio de una gran señal para los infelices mortales; (324) entonces el hijo de Dios poderoso (325) llegará hasta los hombres, hecho carne, igualado a los mortales en la tierra. LIBRO II: (1) En el momento en que Dios hizo cesar el omnisciente canto, (2) después de mis numerosas súplicas, en ese instante depositó de nuevo en mi pecho (3) la muy gozosa voz de divinas palabras: (4) haré estas profecías mientras todo mi cuerpo está lleno de estupor, pues ni siquiera sé (5) lo que digo, pero Dios me ordena que todo lo proclame. LIBRO III: (194) Entonces el pueblo del gran Dios de nuevo será fuerte (195) y será los que guíen en la vida a todos los mortales (196) Pero, ¿por qué Dios depositó en mi mente también, para que lo anunciara, (197) qué desgracia alcanzará primero a todos los hombres, cuál vendrá después, cuál será la última (198) y cuál será su comienzo? LIBRO VIII: (1) Al avecinarse la gran cólera sobre el mundo incrédulo, (2) al final de los tiempos, me dispongo a mostrar las pruebas del enojo de Dios (3) con mis profecías a todos los hombres, de ciudad en ciudad […] (203) El sol, con exhaustiva carrera, brillará incluso de noche, (204) y las estrellas abandonarán la bóveda celestial; entre los zumbidos de un fuerte huracán (205) convertirá la tierra en yermo; tendrá lugar la resurrección de los muertos; (206) la carrera de los lisiados será muy veloz, los sordos oirán, (207) los ciegos verán, hablarán los que no hablaban (208) y todos disfrutarán de vida común y riqueza (Díez Macho, 1982: 265 y ss.; Geffcken, 1902:1 y ss. ) A finales del siglo IV, Teodosio el Grande (347-395) decidió hacer del cristianismo una religión de estado, convirtiendo al dios de los cristianos en el dios único del Imperio Romano. El paganismo es entonces considerado sinónimo de alta 13Cfr. Oráculos Sibilinos I:7 (un solo Dios, que manda solo, inmenso y eterno), I:15 (a él solo se honrócomo creador del mundo), II:3 (el Dios único, el más elevado), VIII:337 (soy el único Dios, y no hay otro Dios) (apud Buisel, 2007: 106). Roda da Fortuna. Revista Eletrônica sobre Antiguidade e Medievo, 2018, Volume 7, Número 1, pp. 32-48. ISSN: 2014-7430 46 Bernabé-Sánchez, Estefanía Notas sobre la figura histórica de la Sibila www.revistarodadafortuna.com traición, y empezará a ser perseguido. La política de Teodosio no enfrentó prácticamente dificultades y el cristianismo, que empezó siendo perseguido, que se hizo fuerte al ser legitimado por Constantino, ostenta ahora el privilegio de ser la religión de un imperio confesionalmente cristiano gracias a él. El oráculo fue clausurado en el año 390. Sin embargo, la figura de la sibila trascendió hasta ser un elemento recurrente en la iconografía cristiana, especialmente durante el Renacimiento, pintada por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, por Pinturicchio (Bernardino di Betto) en los Aposentos Borgia del Palacio Apostólico Vaticano o por Rafael en Santa María della Pace. Están también en la Catedral de Amiens, en León o Santiago de Compostela, en Saint-Leger de Montiey, el altar de Santa María Aracoeli, en el templo de Segismundo Malatesta en Rímini o en la fachada y el púlpito de la catedral de Siena, por citar solamente algunos lugares. Las profecías sibilinas cayeron en el olvido durante gran parte de la Edad Media. En 1545, ocho tomos de los Oracula Sibylina fueron editados por primera vez gracias al erudito alemán Xystus Betuleius (1501-1554), quien se deparó fortuitamente con un manuscrito de los Oráculos mientras preparaba una edición de Lactancio. Cuando pretendía una segunda edición corregida y aumentada, Betuleius murió, dejando el material en manos de su amigo, el humanista francés Sébastien Châteillon (1515-1563), profesor de la Universidad de Basilea, quien lo publicó en 1546, en latín, con versión griega en 1555. El filólogo alemán Johannes Opsopoeus (1556-1596), profesor de la Universidad de Heidelberg, llevó a cabo una edición de los oráculos sibilinos en 1599 (publicada póstumamente) donde ya cuestionaba su supuesto origen pagano. Referencias Bibliografía Aldana Nácher, C. (1996). Mito y concepción espacial del santuario de Apolo en Delfos. Ars Longa, 7-8, 7-13. Bachelard, G. ([1948] 2006). La tierra y las ensoñaciones del reposo. México: Fondo de Cultura Económica. Bachelard, G. (1958). El aire y los sueños. Ensayo sobre la imaginación del movimiento. México: Fondo de Cultura Económica. Baring, A; Cashford, J. (2005). El mito de la diosa: evolución de una imagen. Madrid. Siruela. Buisel de Sequeiros, M. D. (2005). 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