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MARTÍN LUTERO Y LA REFORMA DE LA IGLESIA

Unos sencillos apuntes muy bien resumidos

MARTÍN LUTERO Y LA REFORMA DE LA IGLESIA UNIDAD 6 LA EDUCACIÓN LIBERADORA PROFESOR: DAVID BRONDOS PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora En 1528 y 1529, casi una década después de haberse iniciado la Reforma de la Iglesia en Alemania, Martín Lutero realizó un programa de visitaciones a algunas de las iglesias del territorio de Sajonia en compañía de otras personas designadas por el príncipe. El propósito era ver cómo iba avanzando todo lo relacionado con las reformas dentro de la iglesia. Lo que Lutero encontró le sorprendió. Escribió: “Nosotros los visitadores... hallamos en todas partes pobreza y penuria... El aspecto de todas las iglesias es miserabilísimo, pues los campesinos no aprenden nada, no saben nada, no rezan nada...; ni se confiesan ni comulgan.” Según Lutero, lo que predominaba en todas partes era la indiferencia y la ignorancia. Había muchos pastores que no sabían predicar o inclusive leer las Escrituras en público. La gente común no entendía el evangelio ni conocía casi nada de la doctrina cristiana más básica (García-Villosalada 2:275-281; von Loewenich, 309-11). Asimismo, muchas escuelas estaban en ruinas, y los padres no querían enviar a sus hijos a la escuela. En general, tanto la educación en general como la educación cristiana estaban en crisis. Una de las cosas que hizo Lutero para responder a esta situación fue escribir dos Catecismos, un Catecismo Menor y un Catecismo Mayor. Un Catecismo es un resumen sencillo de las doctrinas centrales de la fe cristiana para instruir a los creyentes. En su Introducción al Catecismo Menor, Lutero comentó: “Me ha obligado e impulsado a presentar este catecismo o doctrina cristiana en esta forma breve, sencilla, y simple, el hecho de que haya experimentado la lamentable y miserable necesidad recientemente en mi cargo de visitador. ¡Dios mío! ¡Cuántas miserias no he visto! El hombre común no sabe absolutamente nada de la doctrina cristiana, especialmente en las aldeas, y desgraciadamente muchos pastores carecen de habilidad y son incapaces de enseñar. No obstante, todos quieren llamarse cristianos, están bautizados y gozan de los santos sacramentos, pero no saben el Padrenuestro, ni el Credo o los Diez Mandamientos...” Página | 2 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora Y luego, dirigiéndose a los pastores, escribió: “Por ellos les suplico, por el amor de Dios, mis queridos señores y hermanos, párrocos o predicadores, que tomen de corazón sus funciones, que tengan piedad de su pueblo que les ha sido encomendado y que nos ayuden a llevar el catecismo a la gente, especialmente a los jóvenes. Quienes no puedan hacerlo mejor, recurran a estas tablas y fórmulas y las enseñen al pueblo palabra por palabra...” Las tablas y fórmulas a las que se refiere Lutero aquí eran unas tablas impresas con los puntos básicos de su Catecismo que se colgaban en los muros de las casas para que las familias fueran aprendiendo de ellas. Contenían principalmente los Diez Mandamientos, el Credo Apostólico, y el Padrenuestro. Cuando vemos la forma de instrucción que se usaba en estas tablas y el Catecismo Menor, a primera vista podríamos pensar que es una pedagogía muy anticuada y obsoleta, pues se pretendía que la gente (sobre todo los niños y adolescentes) aprendiera de memoria ciertos contenidos. Al usar el Catecismo Menor, por ejemplo, tenían que aprenderse de memoria el Primer Mandamiento, “No tendrás dioses ajenos delante de mí.” Luego seguía la pregunta: ¿Qué significa esto?, y la explicación que debían repetir de memoria era, “Debemos temer y amar a Dios y confiar en él sobre todas las cosas.” Lo mismo se hacía para cada uno de los demás mandamientos, las tres partes del Credo, y las siete peticiones del Padrenuestro: primero tenían que recitar el texto de memoria, luego se les hacía la pregunta ¿Qué significa esto?, y tenían que responder con la explicación que aparecía en el Catecismo. Cabe mencionar que, aun cuando el Catecismo de Lutero llegó a ser el más usado en Alemania, otros reformadores luteranos y protestantes también produjeron catecismos parecidos. Aunque desde nuestra perspectiva moderna, esta forma de enseñar podría parecer demasiado tradicional, si la vemos dentro del contexto de aquella época, en realidad era algo bastante novedoso, por varias razones. Primero, antes de esta época, muy poca gente tenía acceso a la educación, tanto en la Página | 3 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora iglesia como en la escuela (Everist 77-82). Se pensaba que la educación sólo era para la gente rica, para los que iban a servir en profesiones donde se necesitaba leer y escribir, y para los que iban a ser sacerdotes o monjes dentro de la iglesia (Noll 119-21). Sin embargo, vemos aquí cómo Lutero estaba preocupado por la educación de los campesinos y la gente sencilla y pobre. Esto se debe en gran parte a la doctrina del sacerdocio de todos los fieles que hemos visto anteriormente: si todos los creyentes son sacerdotes, y todos tienen una vocación dada por Dios que deben realizar en la vida, entonces es importante que todos sean instruidos y educados. Asimismo, si se enseña que somos salvos por la fe, es importante que todos entiendan los principios básicos de la fe, pues ya no basta con simplemente cumplir con obras mandadas por la iglesia, como antes se había enseñado (Rosin 206). En segundo lugar, la propuesta de Lutero era novedosa porque afirmaba que las niñas también debían ser instruidas, tanto dentro de la iglesia como en las escuelas. En aquella época, la educación formal estaba limitada casi exclusivamente a los niños varones, y pocas niñas tenían la oportunidad de estudiar. Lutero también quería que se formaran mujeres como maestras, pues con pocas excepciones sólo los varones servían como maestros en las escuelas (Schulte 437-39; Noll 122-23). En tercer lugar, Lutero vio la educación como una responsabilidad de los padres de familia, de modo que cada hogar cristiano debía ser una especie de escuela cristiana (Everist 80-82; Noll 108-13). Los padres debían enseñar la fe a los hijos, hacerles preguntas, y preocuparse por su formación. Aparte de enseñarles en la casa, debían enviarlos a la escuela, pues en aquel tiempo no era Página | 4 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora obligatorio que los niños asistieran a la escuela como lo es hoy día. De esta manera, en los territorios de la Reforma, era común que inclusive las amas de casa estudiaran la Biblia en su hogar y se la enseñaran a sus hijos; también hacían exposiciones de pasajes bíblicos, escribían libros de oraciones, y componían himnos (Schulte 439). En cuarto lugar, Lutero quería que el aprendizaje fuera algo agradable y placentero. Escribió: “Gracias a Dios, las cosas están hoy de tal manera, que los niños podrán aprender lenguas, otras ciencias e historias con gusto y aun jugando. No son ya nuestras escuelas aquel infierno y purgatorio en el que teníamos que sufrir el tormento de los casos [de los sustantivos] y de los tiempos [de los verbos] y todo lo que teníamos que aprender a base de golpes, de temores, de angustia y ansiedades” (A los magistrados de todas las ciudades alemanas, para que construyan y mantengan escuelas cristianas; Egido 228). Esto también respondía a su visión de la fe: en lugar de ser algo impuesto por la fuerza, la fe debe ser espontánea, algo que abrazamos porque lo valoramos y apreciamos, y no por obligación. En la Introducción del Catecismo Menor, Lutero escribió: “no se puede ni se debe obligar a nadie a creer..” El hecho de que se partía de la memorización de textos en la instrucción no debe hacernos pensar que simplemente se pretendía formar a personas que repitieran palabras de memoria de manera mecánica, sin entender lo que decían. La memorización apenas constituía un primer paso, pues la memorización de contenidos básicos es esencial para casi todo lo que aprendemos en la vida, como las matemáticas, los idiomas, la historia, la gramática, la ortografía y muchas otras habilidades. Pero una vez que se tiene esta Página | 5 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora base, ya se puede construir sobre ella. Lutero insistió en la Introducción de su Catecismo Menor que “cuando ya conocen el texto, hay que enseñarles también el sentido, de modo que sepan lo que significa...” Por eso, lo que pretendía Lutero era que realmente entendieran el significado de lo que aprendían de memoria (Reist 107-8). En su Catecismo Menor, constantemente se repite la pregunta, ¿Qué significa esto? Asimismo, Lutero ofrecía esta forma de enseñar el Catecismo como una opción sencilla para los que no sabían hacerlo de otra forma; en las palabras citadas arriba, hay que enfatizar que dice, “Quienes no puedan hacerlo mejor, recurran a estas tablas y fórmulas y las enseñen al pueblo palabra por palabra.” Lo que quería era estimular la creatividad entre los que enseñaban para que desarrollaran su propia pedagogía. Asimismo, escribió en su Catecismo Mayor que después de aprenderse las cosas básicas de memoria, los jóvenes debían reflexionar, cuestionar, y hacer suyo lo que habían aprendido: “no es suficiente el mero hecho de que se puedan entender y recitar las palabras; antes bien, hay que enviar a los jóvenes al sermón, especialmente en el tiempo prescripto para el catecismo, para que escuchen su aplicación y para que aprendan a comprender lo que encierra cada parte... a fin de que penetre bien en ellos y lo retengan en la memoria.” Para Lutero, era sumamente importante que cada creyente aprendiera a leer la Biblia (Schulte 437; Noll 107-8). Por eso, en el pensamiento de Lutero, la educación general iba mano en mano con la instrucción en la fe cristiana, pues era necesario que todos aprendieran a leer y escribir. Sin embargo, para Lutero, no era suficiente que toda la gente pudiera leer la Biblia; también debían aprender a interpretarla y captar su significado. Página | 6 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora Para eso, falta mucho más que saber leer. Hay que estudiar la historia y la literatura clásica para entender los contextos antiguos, aprender las lenguas académicas y bíblicas como el latín y el griego, adquirir cierta cultura general, y desarrollar la habilidad de formular preguntas, cuestionar, analizar, investigar, y pensar de manera crítica. Aunque no se podía esperar que todos alcanzaran un nivel muy alto de formación, es interesante que Lutero proponía inclusive que las niñas aprendieran latín desde pequeñas. Asimismo, el simple hecho de que la gente aprendía a leer les abría nuevos mundos, pues les permitía aprender por sí mismos leyendo lo que más les interesara, incluyendo lo que no tuviera relación inmediata con la fe cristiana (Everist 77-85; Reist 95-103; Harran 319-23; Noll 114-16). Al proponer todo esto, Lutero se encontró con bastante oposición. Muchos padres, por ejemplo, querían simplemente poner a sus hijos a trabajar para que ganaran dinero y apoyaran así a la familia (Everist 80-82). Lutero veía esto como un abuso y una falta de amor de parte de los padres hacia los hijos. Insistió que los padres no son libres para hacer con los hijos lo que les dé la gana, y criticó el hecho de que muchos padres veían a sus hijos como su propiedad o como si fueran criados: “obran como si Dios nos hubiera dado los hijos para nuestro placer y diversión” (Catecismo Mayor, Cuarto Mandamiento). También escribió: “No existe animal irracional que no cuide de sus crías, que no las enseñe lo que les conviene... ¿De qué nos serviría poseer todo, hacer todo, ser santos incluso, si descuidamos lo que constituye la razón fundamental de nuestra existencia, es decir, el cuidado de los jóvenes? Hasta me atrevo a opinar que, a los ojos de Dios, ningún pecado externo del mundo pesa tanto ni ha ganado un castigo tan terrible como éste que cometemos con los niños al no educarlos” (A los magistrados de todas las ciudades alemanas, para que construyan y mantengan escuelas cristianas; Egido 219). Página | 7 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora Lutero también se encontró con la oposición de las autoridades, pues muchas veces querían destinar fondos a obras públicas y otras cosas más aparentosas para ganar popularidad entre el pueblo. Sin embargo, invertir en la educación no mostraba resultados inmediatos, visibles y palpables, y por eso muchos gobernantes no querían hacerlo. Pero Lutero les advirtió de la gran importancia de la educación: “la mejor prosperidad de una ciudad no consiste sólo en acumular gruesos tesoros, en fabricar muros resistentes [y] casas hermosas... La mejor prosperidad, salud y fuerza de una ciudad consiste en disponer de ciudadanos muy inteligentes, razonables, honrados y bien educados” (A los magistrados de todas las ciudades alemanas, para que construyan y mantengan escuelas cristianas; Egido 220). Asimismo, Lutero insistía que si no había gente formada en la fe cristiana y si no había buenos pastores y maestros cristianos, toda la sociedad iba a sufrir, pues descuidar de lo espiritual tiene consecuencias fatales para una sociedad. Igual como hemos visto al analizar otros aspectos de la enseñanza de Lutero, su postura sobre la educación responde de principio a fin a su preocupación por la liberación de la gente de las prácticas opresivas de su tiempo. La realidad, tanto hoy como en aquel tiempo, es que la ignorancia es opresiva. En este mundo, los que tienen poder fácilmente controlan, manipulan, explotan, y abusan de la gente que vive en la ignorancia. En la época de Lutero, eso estaba ocurriendo tanto dentro de la iglesia como en la sociedad en general. Página | 8 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora En cuanto a la Iglesia Católica Romana de aquel tiempo, simplificaríamos demasiado si dijéramos que las autoridades religiosas querían mantener a los fieles en la ignorancia para manipularlos y abusar de ellos, pues en ciertos contextos la Iglesia hacía mucho por impulsar la educación. Sin embargo, había también muchos contextos en los que las autoridades de la iglesia no le daban mucha importancia a la educación, no sólo del mismo clero sino particularmente de la gente común. Muchos de los sacerdotes simplemente aprendían a rezar la misa en latín y repetir ciertas fórmulas de manera mecánica, sin preocuparse por darle sentido a lo que decían. Asimismo, muchos simplemente enseñaban a la gente a someterse a sus instrucciones sin cuestionar y a cumplir con los ritos y prácticas que mandaba la iglesia, sin que la gente entendiera lo que hacía. Podríamos decir, entonces, que la iglesia de aquel tiempo oprimía no sólo cuando no educaba bien a la gente, sino también cuando ofrecía una educación que tenía la finalidad de hacer que la gente fuera sumisa y obediente a las autoridades religiosas. Como vimos en la Unidad 4 al ver la bula papal contra Lutero, se insistía que la obediencia a las autoridades era “la fuente y el origen de todas las virtudes” (Exsurge Domine). En otras palabras, no es lo mismo promover la educación que promover una educación liberadora. De hecho, mantener a la gente en la ignorancia no es la única forma de controlarla y manipularla. También se puede ofrecer la educación de maneras que cumplan con ese fin. ¿Cómo se hace esto? En primer lugar, ejerciendo un control estricto sobre lo que se estudia y se aprende. La Iglesia hacía esto a través de la censura. Se mandaba quemar libros y había listas largas de libros prohibidos. Se catalogaba como herejes a los que cuestionaban la autoridad o las enseñanzas de la iglesia, quemándolos en Página | 9 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora la hoguera, metiéndolos en el calabozo, e inclusive sometiéndolos a torturas; todo esto lo llegó a practicar la Iglesia por medio de la Santa Inquisición. Según esta visión, la Iglesia posee la verdad en toda su plenitud, y esto le da derecho de imponer esa verdad como verdad absoluta e incuestionable sobre todos los demás. Se puede conservar a la gente sumisa y bajo su control no sólo manteniéndola en la ignorancia, sino también promoviendo una educación que obligue a todos a seguir promulgando las ideas que mantienen el poder de las autoridades sobre los demás. En cambio, Lutero y otros reformadores querían una educación liberadora. La importancia que Lutero le daba a la educación para poder leer la Biblia responde a su inquietud de que la gente buscara por sí misma la verdad ahí, en lugar de que esa verdad fuera definida por otros y luego impuesta a la gente por la fuerza. Quería que cada uno pudiera pensar por sí mismo, pues sólo así puede haber una fe sincera y personal. En lugar de una fe que aceptara ciegamente lo que decían otros, Lutero promovía una fe liberadora que llevara a la gente a preguntar, cuestionar y analizar por su propia cuenta. Para tener verdadera fe, uno tiene que investigar y pensar por sí mismo en lugar de simplemente depender de lo que le dicen los que tienen el poder de la palabra. Lutero escribió: “La gente debe conocer y examinar las cosas por sí misma, y no simplemente contentarse con las observaciones y los testimonios de los demás” (Everist 84). Asimismo, la propuesta de que todos tuvieran acceso a la educación, incluyendo los campesinos, la gente pobre, las niñas, y otras personas que tradicionalmente no tenían la posibilidad de estudiar de manera formal, era una propuesta profundamente liberadora. Si en un principio el método de enseñanza de Lutero es muy sencillo, es porque ése era el único tipo de Página | 10 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora método que podía alcanzar a las masas de personas que nunca habían podido tener estudios. Pero una vez que tuvieran las bases, debían ir profundizando en su aprendizaje para poder pensar por sí mismos. En aquel tiempo, igual que ahora, muchos consideraban este tipo de educación como riesgoso y peligroso (Everist 81-82). ¿Por qué? Porque cuando se promueve el pensamiento crítico, uno pierde el control sobre la gente. Llegan a ser libres para pensar y opinar lo que quieran. Esto los puede llevar a cuestionar e inclusive rechazar o perder la fe cristiana. Lutero estaba muy consciente de este riesgo. Pero insistía que la fe tenía que nacer de la libertad, no de la imposición, pues una fe impuesta por la fuerza o por obligación realmente no es fe. No puede haber verdadera fe donde no hay libertad para cuestionar e inclusive rechazar la fe. Tampoco puede haber verdadera fe donde no hay libertad de entender la fe o la doctrina cristiana de diferentes maneras. En cambio, donde se impone cierta forma de entender la fe por la fuerza, poniendo límites a la libertad de pensamiento, la fe no puede crecer y fortalecerse. La fe tiene que pasar por pruebas y ser refinada por dudas y preguntas y retos para ser fuerte. Si no pasa eso, por más fuerte que parezca por fuera, por dentro la fe sigue siendo débil y frágil, y como dice San Pablo, los creyentes fácilmente “son arrastrados por el viento de cualquier nueva enseñanza hasta dejarse engañar por gente astuta que anda por caminos equivocados” (Ef 4:14 DHH). La forma de evitar esto no es usar de la censura para impedir que escuchen nuevas enseñanzas, sino darles las bases necesarias para analizarlas y cuestionarlas desde una perspectiva crítica, al mismo tiempo que uno los guíe y oriente. Todo esto está relacionado con lo que hemos visto acerca de la manera en que Lutero entendía la verdad. Para Lutero, la verdad sólo la tiene Dios, y esa verdad sólo se encuentra en el evangelio. Pero ningún ser humano es Dios, y el evangelio no es posesión exclusiva Página | 11 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora de nadie. Por eso, aun cuando por supuesto podemos entender bien el evangelio, la verdad del evangelio en toda su plenitud siempre permanece más allá de los límites de la comprensión humana, igual que Dios mismo, y no puede estar sólo en las manos de una iglesia en particular o un grupo de seres humanos. Esto significa que ninguna expresión humana de esa verdad podrá captarla perfectamente, y que sólo podemos acercarnos a esa verdad a través de las preguntas, el análisis crítico, y la investigación sin llegar a poseerla completamente, pues somos seres humanos imperfectos y pecadores (Hendrix 10-11). De esta manera, según Lutero, en lugar de poner límites a la investigación libre y la formulación abierta de toda clase de preguntas, es imprescindible fomentar la investigación y las preguntas (Hendrix 7-9). Sólo así se puede llegar a tener fe. Sólo así puede haber entendimiento, y sin entendimiento no hay verdadera fe. Y como para Lutero la fe es lo que nos libera, entonces no puede haber verdadera liberación si no se enseña a los creyentes a preguntar, dudar, analizar, y cuestionar por sí mismos. El tipo de educación propuesto por Lutero es liberador no sólo porque permite que haya verdadera fe sino también porque le permite a la gente defenderse frente a los poderosos que pretendan controlarlos, manipularlos, y oprimirlos. Lutero llegó a comparar la fe con un cuchillo: sin duda, puede ser usado para mal, para herir y matar, pero también es un instrumento muy bueno en las manos de la persona que sabe usarlo para bien. Le permite preparar comida, defenderse del mal, y realizar otras tareas útiles que promueven el bienestar y la vida (Reist 93-94). Por eso, sin duda la educación es riesgosa; pero es un riesgo que hay que asumir, porque solamente corriendo ese riesgo podemos alcanzar el bien. Prohibir la educación o restringir la libertad educativa es opresivo; pero también es opresivo no Página | 12 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora darle importancia a la educación y dejar de promoverla, como hacían muchos padres y gobernantes en la época de Lutero, igual que hoy día. Asimismo, como afirmaba Lutero, es opresivo separar los aspectos espirituales de la educación de lo relacionado con sus aspectos materiales y físicos. Si la gente recibe una educación que sólo le permite ganarse la vida o trabajar en el mundo pero no fomenta su desarrollo espiritual, terminaremos con una sociedad llena de personas materialistas a quienes no les importa la ética, la honestidad, y otros valores fundamentales para el bienestar de todos, como temía Lutero. Así, las labores que desempeñen no cumplirán con el propósito de servir al prójimo, ni llegarán a ver su vida y su trabajo en términos de una vocación dada por Dios para el bien de otros. Y por otra parte, si los creyentes sólo reciben una educación en la fe cristiana pero no se les permite superarse en otras áreas, como las ciencias, las humanidades, las lenguas, el arte, y la cultura, no pueden ejercer su vocación en el mundo ni desarrollar su fe y crecer en ella (Harran 321-26). La fe se ahoga si se aisla del mundo. No puede crecer y fortalecerse si no está en contacto con todo lo que hay alrededor, así como una persona no puede llevar a cabo su vocación y misión si no está inmersa en el mundo. Para que esté fuerte la fe y para que se pueda compartir con los demás, la fe necesita estar en diálogo constante con el mundo y con perspectivas que son diferentes e inclusive contrarias. ¿Cómo puede uno compartir el evangelio en el mundo de una manera eficaz si uno no ha llegado a entender bien cómo se piensa en el mundo? Igual que en tiempos de Lutero, hoy día hay muchas iglesias que no promueven una educación liberadora. Esto ocurre en todas las iglesias, incluyendo las católicas, luteranas, protestantes, y evangélicas. Hay muchas autoridades religiosas, tanto sacerdotes como pastores, que pretenden mantener un control Página | 13 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora absoluto sobre los miembros de su iglesia. Esto lo hacen de diversas formas. A veces prohiben ciertas formas de educación, ya sea en otras iglesias o en instituciones seculares. A veces simplemente no le dan importancia a la educación. En ambos casos, así se mantiene a los creyentes en la ignorancia. Pero también hay muchas autoridades religiosas, tanto católicas como protestantes y evangélicas, que aparentemente promueven la educación, pero en lugar de fomentar una educación liberadora, practican la censura y ponen muchos límites a los creyentes para que “no se salgan del redil.” Hay muchas iglesias evangélicas, por ejemplo, donde todos traen su Biblia y la leen constantemente, tanto en la iglesia como en el hogar, de manera que conocen el contenido de la Biblia muy bien y pueden citar muchos pasajes y textos de memoria. Sin embargo, no se les enseña a interpretar la Biblia por sí mismos, sino que el pastor o maestro les impone su propia lectura e interpretación como la única aceptable, y se les amenaza con excluirlos de la iglesia si la interpretan de una forma diferente o si expresan dudas sobre la interpretación que les es impuesta. No aprenden a pensar, sino simplemente a repetir ciegamente ciertos contenidos e ideas. Así se controla la interpretación de la Biblia de la misma forma que el papa controlaba su interpretación en la época de Lutero. En fin, como hemos visto a través de nuestro curso, hay muchas maneras en que la iglesia, las autoridades, y la fe cristiana se pueden volver opresivas. Las autoridades son opresivas cuando afirman ser los representantes exclusivos o especiales de Dios, controlando el acceso a él de manera que la salvación depende de la sumisión y la obediencia a ellos. También oprimen cuando descuidan la educación o pretenden controlarla para defender sus propios intereses. Muchos de los diferentes conceptos que se manejan de Dios en la iglesia también Página | 14 Seminario Luterano Augsburgo Martín Lutero y la Reforma de la Iglesia Unidad 6: La educación liberadora pueden ser opresivos, así como la negación de la doctrina de la salvación por la fe sola, la conceptualización de la iglesia como una estructura jerárquica, y la prohibición de cosas que en sí no son malas. Frente a todo esto, es necesario proclamar la libertad y la liberación, tal como hizo Lutero, fiel a la Biblia. Para vivir la vida que Dios quiere para nosotros, necesitamos de un Dios que libere, una fe que libere, una visión de la iglesia y del mundo que libere, y una educación que libere. Eso no significa que la libertad y la liberación constituyan un fin en sí mismo. Más bien, sólo podemos vivir como verdaderos hijos e hijas de Dios, gozando de su amor incondicional y compartiéndolo con los demás, cuando somos libres. Con ese fin nos creó Dios, y con ese fin envió a su Hijo Jesucristo a nuestro mundo. Por eso, no debemos dejar que nadie nos quite la libertad que Dios obtuvo para nosotros por medio de la muerte de su Hijo, ni mucho menos que lo hagan en nombre de Dios. Página | 15 Seminario Luterano Augsburgo