EL RELOJ SE SUSTRAE EN EL LENGUAJE DIVINO.
El video1 que lo ha compartido Solomon i es muy valioso y por ello amerita
hacer una recapitulación y reflexión al respecto. Varias personas a quienes
he compartido el mismo, han confesado sus dudas de si este tipo de
proceder ante una determinada infracción se lo puede generalizar y si
acaso es el más adecuado para todos los casos. Indudablemente que en
cualquier sociedad en la que los grados evolutivos y los niveles de
conciencia individuales son disímiles, los resultados o efectos van a ser
diferentes. El episodio relata la fina y admirable manera de cómo el
educador escolar enderezar la conducta de un niño que se encuentra en
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https://youtu.be/yf-AlywtY5g
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un proceso formativo y que ha caído en el error. En este caso es el niño
transgresor el cual, ya adulto y como maestro también, se encuentra con
su viejo preceptor de la escuela. Y es allí donde se revela el trasfondo de la
lección moral y pedagógica que el maestro impartió a todos sus alumnos,
trocando el mal en bien, sin lesionar, quizás de forma permanente, la
dignidad y autoestima del muchacho que cayó en la tentación de
apropiarse de algo que no le pertenecía. Imaginaos la escena, en la cual
los compañeros de aula, parados en filas y sus ojos cerrados, con el
corazón latiendo a mil en sus pechos, sus tiernos espíritus alterados,
asustados e incómodos, no porque les acosaba la culpabilidad, sino por
mirarse como potenciales sujetos de sospecha a la vista de los otros y de
su mentor. Y mucho peor estaría el protagonista de la historia, envuelto
en una sensación de indefensión total, absoluta fragilidad y desolación por
cargar en su ser el fardo de la culpabilidad, a la espera de la revisión y el
bochorno posterior ante sus compañeros de aula, cuando se descubra su
falta. Estas escenas las grafico con cierto detalle y dramatismo, porque
quiero señalar que es conocido que, en estas edades de formación
temprana del ser humano, las experiencias buenas y malas se impregnan
más en el cuerpo emocional y son indelebles en la conciencia, sobre todo
cuando están rodeadas de una fuerte carga emocional.
El profesor nunca puso en evidencia ante los demás al compañerito que se
había apropiado del reloj ajeno y aquello fue profundamente apreciado en
el corazón del rapaz jovenzuelo. Muy probable es que también impactó
favorable y hondamente en el ánimo y sentimiento de los demás
muchachos. Y esa lección levantó la admiración y respeto del alumnado
hacia el profesor y fusionó dicha impronta, para siempre, en el alma del
ladronzuelo principiante, señalándole de esta manera el sendero y la
inspiración para decidir luego escoger también el magisterio como su
futura profesión.
Acontecimientos como éste, que no son inusuales en las aulas de
enseñanza escolar, por lo general se enredan en la pesquisa y cacería del
autor o autores del desatino por medios gravosos, a veces muy crueles y,
en la aplicación, por parte de las autoridades, de un “castigo ejemplar”
para que, tanto el actor de la infracción como los demás individuos
involucrados en el suceso reciban el mensaje a través de la acción punitiva
y, por lo general, la vindicta pública del infractor. Esta metodología,
usualmente desemboca en un trastorno severo por estrés post traumático
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de los actores, lo que solo conduce a la inseguridad e incertidumbre, como
consecuencia. Es así, más o menos, cómo actúan las sociedades y la
justicia humana de todos los tiempos frente a sucesos similares. Y los
resultados son magros y de dudoso efecto positivo, de lo que se observa,
pues la violencia, el miedo y el odio se mantienen y se manifiestan todavía
de diferentes formas y los individuos prosperan muy poco en su desarrollo
interno.
Pero allí no culmina toda la instrucción. Lo extraordinario creo ver en el
corolario de la historia, cuando el joven discípulo le indaga a su mentor del
pasado el por qué no le puso en evidencia como el responsable del hurto
ante los demás y por qué nunca le recriminó, a lo que el anciano maestro
le responde que no lo hizo porque había inspeccionado los bolsillos de los
niños en busca del reloj desaparecido, ¡también a ciegas! y, por tanto, no
podía saber cuál alumno era el infractor, sino hasta ese mismo momento
del encuentro tardío, cuando ambos se reconocen, cara a cara y el otrora
ladronzuelo se identifica. Valientemente le confiesa así al ex alumno el
desenlace casi olvidado, en aquel encuentro casual de dos almas fraternas
que lúcida y serenamente se abrazan en pacífica confesión.
No cabe duda que hay muchas mayores enseñanzas agregadas al valor
moral y ético que se extrae de este relato. El profesor tuvo el acierto
espléndido de realizar la dolorosa tarea de la requisa a ciegas, talvez
inadvertidamente o de manera consciente para que el resultado no le
afectase a su conciencia pues, de otra manera, hubiera tenido que
evidenciarle públicamente al niño infractor y no convertirse él mismo en
encubridor. De la forma en que se desarrolló el asunto, con tan sutil
solución, este adquiere o se eleva a una categoría axiológica superior, de
gran peso y valor espiritual.
Gaia, nuestro hogar, y los seres invisibles que ayudan en la evolución de
los reinos de la naturaleza y en nuestro desarrollo espiritual, actúan y
operan de idéntica manera a la del profesor del cuento. Y así mismo
accionan las leyes terrenas y las del Cosmos, impersonalmente, desligadas
totalmente de alguna clase de ligazón o quid pro quo. El lenguaje del Ser
Supremo es el lenguaje del Amor Universal y de la verdadera justicia, tan
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difícil de entender para la limitada conciencia y mente de los seres
humanos, pues estamos esclavizados a los diversos vehículos imperfectos
que compone nuestra compleja estructura corporal y actuamos y
juzgamos en armonía con nuestro desarrollo conciencial e intereses,
muchas veces mezquinos. Los atajos al conocimiento de la verdadera Luz
que se permean desde el trasunto de este tipo de anécdotas, como ocurre
con los mitos y los símbolos, nos ayudan a aprehender verdades absolutas
que se escapan, que se escurren de nuestro pobre entendimiento y sólo
se perciben con el ideal del espíritu. Es así como, en su obra "Misterio de
la Grandes Operas, Max Heindel nos dice que los mitos y símbolos
sutilizan nuestros instrumentos al afirmar que "como la semilla germina
invisiblemente en la tierra antes de que pueda florecer por encima de la
superficie visible del suelo, así estas imágenes impresas por los mitos en
nuestros cuerpos más finos e invisibles, nos han puesto en un estado de
receptividad por el que podemos fácilmente aspirar a ideales superiores y
elevarnos sobre las condiciones sórdidas del mundo material. Estos
ideales hubieran quedado ocultos por la naturaleza inferior, si no hubieran
sido exteriorizados durante muchas edades por medio de mitos,
precisamente como los de Fausto, Parsifal y otros semejantes."
Los pueblos son la acumulación organizada de sus individuos alrededor
de… “una cultura, una historia, tradiciones compartidas (religiosas,
alimentarias, vestimentarias, artísticas, etc.), a veces una lengua”, a decir
del sociólogo judío francés Michel Wieviorka y las naciones, por extensión,
podríamos decir que son racimos de pueblos o comunidades humanas
organizadas política y territorialmente y con ciertas características
culturales colectivas alimentadas de un sentido ético-político. La Tierra,
desde la óptica simplista del humano llano contemporáneo, es una
acumulación de esas naciones y es el hogar material de los seres vivos,
que necesitan de ella, de su cobijo, de sus recursos y energía para vivir. Así
mismo, nuestro planeta es parte de un sistema solar que se organiza
según un esquema celestial y lenguaje perfecto e impersonal, abstracto,
llamado leyes universales, y, así, ad infinitum. El Hombre encierra en su
estructura biológica y espiritual una organización equivalente a la de la
Tierra y del Universo, pero orientada hacia el microcosmos. El aforismo
hermético de “como es arriba es abajo y viceversa”, o Ley de la
Correspondencia es la clave para entender muchos misterios y opera
maravillosamente en los planos de los mortales y de todo lo creado o
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existente, como de todo aquello que es una emanación del Orden
Universal, de la Inteligencia Suprema o Espíritu Universal. Y el Cosmos,
expresión omnipotente del Ser Supremo y nuestro Dios, creado de de
nuestro Sistema Solar y nuestros planeta y dador de nuestras existencias,
dan todo sin pedir nada, y somos nosotros los que decidimos cómo utilizar
esos milagros de gratuidad inagotable y permanente, cada instante de
nuestras vidas. Y, de esta forma avanzamos a veces a tientas o mejor
gracias al hilo de Ariadna y según lo que nuestra mente, nuestro corazón y
la evolución - "historia del progreso del Espíritu en el Tiempo", nos dicte.
El dar sin espera nada a cambio, el hacer el bien, sin ni siquiera la
expectativa de la compensación o reconocimiento interior, como fue el
ejemplo divino de Jesucristo y como así lo hizo este educador, es una perla
de sabiduría.
Como pensamos, así somos, desarrollamos y construimos nuestro destino.
El orientador de la narración no se contaminó a sí mismo con sentimientos
parcializados ni tampoco contagió con una alocución moralista,
apasionada o admonitoria a sus educandos, creció en sapiencia y educó y
pulió, de modo anónimo, sin juzgar a nadie, logrando al mismo tiempo
reproducir su servicio, en el silencio del bien y la paz, en otros.
Jose Mejia
23-Oct. 2019
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Solomon Esha es la persona que trajo esta joya a un grupo de WhatsApp al que tengo el honor de
pertenecer. Para mejor comprensión de los que necesitan ayuda o por no hablar inglés, transcribo una
traducción libre y sucinta al español del contenido del video:
LA ESENCIA DE LA DOCENCIA.
Autor anónimo
Un anciano conoce a un joven quien le pregunta:
– ¿Se acuerda de mí?
Y el anciano dice que no. Entonces el joven dice que fue su alumno. Y el profesor pregunta:
– ¿Qué estás haciendo?
– Soy profesor
– Ah, qué bueno ¿Como yo?
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– Sí. Me convertí en maestro porque usted me inspiró a ser también como usted.
Luego le pregunta al hombre mayor que cuándo lo inspiró a ser maestro. Y el alumno cuenta la historia:
“Un día, un amigo mío, también estudiante, llegó con un hermoso reloj nuevo, y decidí que lo quería
para mí y lo robé. Lo saqué de su bolsillo. Poco después, mi amigo notó el robo y se quejó a usted (el
maestro). Entonces usted se dirigió a la clase y dijo:
– El reloj de vuestro compañero ha sido robado. Quien lo robó que lo devuelva.
No lo devolví porque no quería hacerlo. Luego, usted cerró la puerta y les dijo a todos que se pusieran
de pie y que iría a revisarles de uno en uno para buscar en los bolsillos de todos hasta encontrar el reloj.
Pero les dijo a todos que cerraran los ojos, que haría esto con los estudiantes con los ojos cerrados...
Todos cerraron los ojos y usted fue de bolsillo en bolsillo y cuando llegó al mío encontró el reloj y lo
tomó. Continuó usted buscando en todos, y cuando terminó, dijo: ‘Abran los ojos. Ya tenemos el reloj’.
No me dijo usted nada. Nunca mencionó el episodio. Nunca dijo quién había robado a nadie.
Y ese día usted salvó mi dignidad para siempre. Fue el día más vergonzoso de mi vida. Pero también fue
el día en que mi dignidad se salvó y no me convertí en un ladrón, un pandillero, una mala persona, etc.
Nunca dijo nada. Ni al menos me dio una lección moral. Y recibí el mensaje. Y entendí que esto es lo que
debe hacer un verdadero educador ¿Se acuerda de ese episodio, maestro?
Y el anciano profesor responde:
– Recuerdo la situación, el reloj robado, lo que busqué en todos, etc. Pero no te recordaba. Porque
también cerré los ojos mientras buscaba.
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