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Hablar hoy

2012, Revista Kogoró

Hace no mucho tiempo tuve la oportunidad de leer en una revista un dato tal vez revelador: los mexicanos ubicados entre los 11 y los 14 años manejan un léxico de 350 palabras en promedio. El dato sólo tiene sentido si se descubre que el promedio que maneja un chango para comunicarse con otro es de 500 sonidos (desconozco la edad del primate). Pero gracias al esfuerzo de muchas personas, el adolescente llega a cubrir un promedio que va de 750 palabras a cerca de 2000 para los eruditos que están por ingresar a la universidad. Sin embargo, en la revista remataban con un gancho al hígado: el número de palabras totales que tiene el Quijote (sin distinguir las conjugaciones y demás) es de 12 640 palabras. Lo anterior sólo demuestra que los alumnos de secundaria no deberían enfrentarse al Quijote, así, con datos duros, como los prefiere la modernidad.

[HABLAR-hoy) Carlos Azar Manzur Hace no mucho tiempo tuve la oportunidad de leer en una revista un dato tal vez revelador: los mexicanos ubicados entre los 11 y los 14 años manejan un léxico de 350 palabras en promedio. El dato sólo tiene sentido si se descubre que el promedio que maneja un chango para comunicarse con otro es de 500 sonidos (desconozco la edad del primate). Pero gracias al esfuerzo de muchas personas, el adolescente llega a cubrir un promedio que va de 750 palabras a cerca de 2000 para los eruditos que están por ingresar a la universidad. Sin embargo, en la revista remataban con un gancho al hígado: el número de palabras totales que tiene el Quijote (sin distinguir las conjugaciones y demás) es de 12 640 palabras. Lo anterior sólo demuestra que los alumnos de secundaria no deberían enfrentarse al Quijote, así, con datos duros, como los prefiere la modernidad. Ya escucho los tambores de los ejércitos que buscan explicar estos datos: la culpa es de la televisión, de los maestros, de las familias, de la cultura moderna, de Giovani Sartori y su Homo videns, y un inmenso etcétera que sólo demuestra que el problema, si lo es, depende de una serie compleja de factores que no permite la superficialidad. No tienen sentido las frases como “en el irreversible proceso de deterioro de nuestra lengua…”. En estos tiempos de correcciones políticas y eufemismos, de masacres idiomáticas en los carteles que leemos en el recorrido de nuestra vida, el idioma se ha topado con un callejón sin salida bastante peculiar. A veces nos preguntamos si algún día la palabra “ti”, perderá el acento torpe que inevitablemente le colocan tanto los diseñadores como los publicistas callejeros. O quizá, la RAE se verá en la penosa situación de inventar un nuevo rubro en la de por sí, ya confusa regla de los acentos: acentuar por imitación. ¿Por qué se acentúa “ti”? porque quiere imitar a “mi”. En México, la palabra “vulcanizadora” tiene tantas ortografías como esos sitios que interrumpen la ciudad cada tanto. Álex Grijelmo menciona que alguna vez leyó semejante letrero: “El servicio de t.v. vía satélite, estará suspendido, alrededor de cuatro días, plazo estimado para la impermeabilización de la zona donde están ancladas las mismas. La comunidad de los propietarios”. Algún día, tal vez algún día, logremos leer un rótulo bien escrito. A pesar de escuchar a los conservadores de siempre 11 quejarse de la pérdida del idioma (como si fuera posible perder un idioma hablado por cerca de 450 millones de personas), o incluso quienes piensan que existe un complot de algún lado del mundo contra el español. Aunque algunos hayan lanzado una propuesta electrónica para salvar al idioma del miserable atentado que sufre o de creer que en la Academia se encuentran los que socavan al español, el idioma parece seguir siendo el espacio capaz de enredarse en nuestros sentidos y de mostrar los sentimientos desnudos y los paisajes luminosos. Sin embargo, lo voy a decir con calma: no encuentro ningún proceso que atente contra el idioma y a pesar de los adolescentes que prefieren economizar palabras y sólo emplear las necesarias para su juvenil supervivencia, el español goza de buena salud. No me preocupan los anglicismos, no pienso cambiar Twitter por “el lugar de los gorjeos” y si puedo agregar una palabra más al hecho de acosar, hostigar, dar pamba y tantas otras gracias que hacemos en la adolescencia, añadiré bullying. Como dijera Antonio Alatorre “vivo tranquilo con los anglicismos normales, inocentes, y hasta dotados de cierta pátina (por ejemplo ginandtonic.)” Completamente de acuerdo, aunque suene feo (y yo siga demostrando que tengo más prejuicios estéticos que morales o lingüísticos), parece inevitable aceptar algún anglicismo recién hecho, como escanear (pues ¿cómo decirlo de otra manera?). Es cierto que es una palabra fea. Todos los neoanglicismos lo son, pero si su utilidad se demuestra el idioma los aceptará y si no, los desechará. El idioma se defiende solo, finalmente. Hace poco alcancé a oír a un vendedor de mercado de la Ciudad de México decir: “lleve a buen precio el jitomate chirris.” Evidentemente se refería al tomate pequeño, al cherry, pero a ese personaje la palabra en inglés no significaba cereza sino diminuto, y así, la relacionó directamente con el mexicanismo chirris, esto es, minúsculo. El idioma se defiende solo, tal vez ésa sea la razón de ser de aquellos que gritan por los cielos que lo estamos perdiendo; como huestes fundamentalistas enviadas por el idioma mismo. Sin embargo, todavía podemos tragar vasos y más vasos de “arrayán venenoso” (expresión que le copio a Arreola, que se la copió a Neruda), cuando leemos, por ejemplo, los subtítulos de las películas. Con un placer de índole seguramente masoquista oímos lo que dicen los actores en inglés, al mismo tiempo que su traducción al spanglish. Los traductores son como máquinas. La máquina está programada para decir que to take es “tomar”, y entonces leemos “tomar un baño” (to take a bath) en vez de “bañarse”, “la acción toma lugar en…” (takes place in) en vez de “tiene lugar”, o simplemente “sucede”. 12 La máquina aprende que it’s about significa “se trata de”, y entonces vemos “Este libro se trata de aves” (is about birds). La máquina aquilata que murder es “crimen”, y observamos “el crimen de Kennedy”. (Quienes ya dominan el spanglish y ven libros llamados El crimen de Silvestre Bonnard y El crimen del padre Amaro entenderán que estos señores murieron asesinados). La máquina aprende que to look es “lucir”, y así leemos “Luces enojado” (You look angry). Aprende que to feed es “alimentar”, y entonces “Ella alimenta al perro”, lo cual nos hace pensar que lo amamanta. ¿No es triste carecer del mínimo de imaginación que hace falta para decir que “le da de comer”? Sí, nuestros contactos con el spanglish son dolorosos. Ya escuchamos (sin leer en la pantalla) cosas como “Lo soltaron por falta de evidencias” (evidences), como elevando a no sé qué alturas la expresión que siempre se ha usado (y que la gente sensata sigue “Por falta de pruebas”. Esas evidencias me duelen. Por fortuna, todo esto no importa. Y aquí termino. Podría seguir y seguir, pero esto también lo puede hacer el lector por su cuenta. Solo recordaré lo que dijo Rubén Darío sobre el futuro invasor de la América hispana y portuguesa, que resultó profecía verídica, como nos consta. Y lanzo una nueva profecía: la vida de nuestra lengua y la vida de la literatura escrita en nuestra lengua van para largo. Lo lamento pero parece que así es. Continúa en la página 74 13