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LA INDAGACION ETNOGRÁFICA EN PSICOLOGIA
DR. JUAN JOSÉ YOSEFF BERNAL
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PREÁMBULO
El texto no es ni un manual, ni un documento metodológico; intenta ser un conjunto
de reflexiones y sugerencias –que se pueden desechar o rechazar- para quienes empezamos
a interesarnos en la indagación (Dewey, 1938) por lo que la gente hace día a día y que es el
fondo bajo el cual se construye una persona y forma parte de su comunidad. Dicho en
palabras de Lave (2004, p. 24; citada en Jefferson y Huniche, 2009: 15): “…una teoría del
cambio en la práctica debe empezar por explorar el carácter complejo y multi-lateral de la
participación cotidiana cambiante de los participantes en la práctica”.
La indagación etnográfica es una forma adecuada para el estudio de la persona situada.
Lo que hacen las personas en su vida cotidiana es la base de la subjetividad
(Holskamp, 1983, citado en Jefferson y Huniche, op. cit.) y que se puede indagar mediante
la observación participante.
No obstante, este escrito se dirige a encontrar las herramientas idóneas para la
captura y análisis de la palabra por parte del participante cuando a petición del investigador,
describe las acciones que realiza y establece las razones por las cuales hace lo que hace.
Para el investigador, el uso de esta herramienta discursiva, le permite acceder a la posición
y postura que el participante adopta en las actividades socioculturales en las que participa.
Este texto ha derivado de mis lecturas de aquí y allá, de mi trabajo realizado
(Yoseff, 2003; 2007) y de mi contacto con estudiantes de Licenciatura en Psicología de los
primeros semestres que tienen que habérselas con los llamados estudios cualitativos. Y,
justo va dirigido a los estudiantes con el propósito que les sea útil cuando tengan que
enfrentar la subjetividad desde la perspectiva sociocultural. La subjetividad se manifiesta en
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Profesor Asoc. “C”. Psicología sociocultural en la Carrera de Psicología de la FES Iztacala. Junio de 2017.
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el discurso mediante la posición y postura que el participante adopta ante su existencia, los
acontecimientos y las paradojas que la vida le depara en su devenir del día a día.
El texto tiene dos apartados, el primero de los cuales se ocupa del estudio
etnográfico y el lugar de la observación participante en él. El segundo apartado, el más
abundante, trata el principal de este escrito, la interpretación de entrevistas etnográficas y
temáticas. Se formulan diversas maneras de interpretación, dependiendo de los objetivos
que una investigación persigue. Se habla de Análisis Discursivo, Análisis Conversacional,
y Análisis Dialógico. En mi postura, éste último hace uso de las otras dos tradiciones con
bríos renovados para entender la perspectiva del participante de cómo se ve a sí mismo
realizando su vida; una visión que es co-construida y dirigida a alguien, de ahí que su
subjetividad sea siempre situada y provisional.
LA OBSERVACIÓN PARTICIPANTE Y LA ENTREVISTA ETNOGRÁFICA
Empezaré por hacer una breve consideración sobre el estudio etnográfico que establezca
las razones de la entrevista etnográfica al pretender abordar la subjetividad de las personas.
Asumo una perspectiva situada y del ser aprendiz de etnógrafo (Lave y Wenger, 2007).
APRENDIZ DE ETNÓGRAFO
Para volverse un experto en la investigación etnográfica lo mejor que puede hacer un
estudiante es implicarse junto con un experto que haga trabajo de campo; aunque sería deseable
que el mismo estudiante formulara su propio proyecto y en las discusiones con el experto fuese
precisando sus objetivos, fuese discutiendo cómo observar y participar, cómo escribir sus notas y
cómo analizarlas para que se arribe a una perspectiva propia que tiene que ir construyéndose y
afinándose conforme la investigación proceda.
No se trata sólo de ser un aprendiz de investigación por vía de implicación y observar lo
que hace el otro; sino de hacer lo propio; con sus riesgos y desafíos, con sus miedos y
atrevimientos; con su carácter de aventura e inmersión en lo desconocido pero también con su
dosis de saber lo que se hace, como contando con un mapa del territorio desconocido. Es decir,
embarcado en una expedición planeada pero que el viaje y el terreno deparan muchas sorpresas.
Citaré aquí las consideraciones que hace J. Lave sobre su trabajo de campo:
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“… Todas las mañanas me levantaba e iba de un lado a otro del pasillo [la calle donde hizo
su investigación y estaban los sastres], dándoles los buenos días a todos y luego me sentaba
por dos horas en las diferentes tiendas, platicando con la gente, y les preguntaba qué hacían y
observaba su trabajo. A veces tomaba muchas fotografías entre cada 10 a 20 sgs. (que luego
analizaba en casa) del proceso de producción de ropa. Lo hacía para poder ver si había
diferencias en el trabajo entre los sastres, luego me dedicaba a platicar con los aprendices y
los maestros, preguntándoles lo siguiente: “¿cuéntame qué hiciste cuando estabas haciendo
esta prenda? ¿Qué y cómo lo hiciste? ¿Por qué decidiste ser un sastre?”. Así, tuve muchas
conversaciones, pero ninguna entrevista formal durante nueve meses. No haces entrevistas
hasta que tiene un cierto asunto claro a tratar. …”(Lave & Kvale, 1995: p. 5)
El etnógrafo ha de concebirse como aprendiz de una cultura (haciendo de lo familiar,
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extraño, y pretendiendo hacer de lo extraño, algo familiar) . Alguien que además de describir lo
que la gente hace y cómo lo hace, indaga por qué lo hace. Por supuesto que al ver a la gente
haciendo sus actividades o quehaceres, uno no debe de perder de vista la cultura material y el
medio físico en el cual se lleva a cabo la actividad; es una condición indispensable para entender
ésta. Pero es igualmente significativo describir a las personas implicadas y las relaciones que
guardan entre ellas, su posición social así como sus rasgos físicos. Esas son las condiciones
indispensables para describir los ‘nichos’ ecológicos en los cuales la actividad toma lugar. Dice
Charles Goodwin (2000), que en un estudio etnográfico se revelan diversos estratos semióticos,
actividades y discursos que es preciso dar cuenta cómo se entretejen en la actividad en curso y la
manera en cómo participan quienes realizan la actividad.
Si bien la etnografía clásica formulaba que era necesario vivir y participar por un tiempo
prolongado con la gente que se estudia para poder entender lo que hacen y por qué lo hacen;
actualmente se pueden llevar a cabo estudios que por sus técnicas mucho tienen que ver con la
etnografía clásica y lo más importante es pasar un tiempo con la gente observando para luego
empezar a indagar por qué hace lo que hace (abajo se detallan algunas consideraciones en torno a
la necesidad de observar antes de que la entrevista etnográfica tenga sentido).
No hay que olvidar que hay una variedad de técnicas de observación y que cada una tiene
sus pros y contras, sus alcances y limitaciones. No por el hecho de usar una cámara de vídeo (que
capta lo visual y lo audible), ésta no es selectiva y bastaría para probarlo cuando se enfoca a una
cosa y se deja de ver el contexto. Siempre es posible ver cuál es la mejor técnica de observación
tomando en cuanto el ‘objeto’ a observar que está en relación directa con el objetivo de la
investigación.
No es un cliché, es una perspectiva en la cual lo inesperado y el asombro van de la implicación a la mirada
fría y calculadora; esto es, de la relación intersubjetiva a la objetiva. Es un tránsito de la simpatía a la empatía
y de ahí a la objetividad para poder construir una realidad social compartida.
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“… Cuando se hace investigación etnográfica, las notas de campo se tienen que ordenar
cronológicamente. Hay que escribir mucho, y se gasta mucho tiempo al hacerlo. Por cada hora que se
usa para observar y participar en los eventos cotidianos, se usan dos horas de escritura de lo que
sucedió. Se describe lo más estrechamente posible lo que la gente ha hecho y dicho, los contextos y
eventos en los cuales tomaron parte y los términos y formas en las cuales participaron entre ellos. Al
mismo tiempo se debe tener una explicación que dé cuenta de la manera en cómo va cambiando su
entendimiento de lo que ha estado pasando. …” (Lave & Kvale, 1995:5-6.)
Por supuesto que en la medida que se escribe, se empieza a entender de modo diferente a lo
que se hizo al principio. Ser capaz de reflexionar en las explicaciones cronológicas que se
han hecho, establece la oportunidad para entender los cambios en la manera de entender, y
se va fortaleciendo su forma de ver y las conclusiones que empieza a construir. Las
conclusiones se hacen bajo la confianza que da estar atento a las explicaciones cuidadosas
que se han hecho a lo largo del trabajo.
No se trata de observar por observar, de describir sin implicarse. Recurro nuevamente a lo
que J. Lave le dice a S. Kvale sobre su reflexión del trabajo de campo, cito:
“… Todos los días también te preguntas sobre lo que has aprendido, lo que no has entendido y
las cosas que pasan y que no entiendes. Anotas tus preguntas sobre: “¿Qué pasó aquí?, ¿Esto
se relaciona con lo que alguien hizo ayer?” y te recuerdas preguntarle a esa persona: “¿Qué
había pasado?” y “¿Hay alguna relación entre estas cosas?”
Al final del día, dejaba mis notas de campo y volvía a él.” (Lave & Kvale, p. 6)
Al ver retrospectivamente la investigación, uno puede pensar que se pudieron hacer algunas
cosas de otro modo, de que la visión que se tiene de los acontecimientos iniciales es muy
diferente a la que se tiene de ellos ahora que se ha terminado la investigación. Ese es un
proceso ‘natural’ de pericia pero también de que la perspectiva cambia como producto del
desarrollo de las destrezas investigativas.
Conforme avanza la investigación, uno debe estar atento a las condiciones contextuales:
históricas, sociales y económicas de las prácticas que se están observando. Esta
contextualización ha de ser congruente con los objetivos que se persiguen en la
investigación. (Lave y Kvale, 1995: 7 y sigs.) Haberse implicado en más de un proyecto,
con cierta distancia entre ellos, se esperaría que los aprendizajes del primero sirvieran para
el segundo, de modo que se profundicen las cuestiones y se afines los planteamientos. Se
agudicen los detalles y se esté en mejores condiciones para una mirada atenta y acechante
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en búsqueda de la presa. Se tiene mejor idea de qué conseguir y perseguir y dónde terminar;
los alcances y límites del trabajo realizado. Al cambiar lo anterior, el investigador ha
cambiado; su identidad y su forma de proceder. Esas transformaciones individuales
evidencian que el conocimiento no es un asunto de neuronas que construyeron nuevas
conexiones o de que se generan nuevas dendritas, aunque seguramente haya sucedido esto;
lo que vemos en la experiencia es a una persona con una circunspección que aparece como
una persona con dominio (de sí y de lo que emprende), sabiendo moverse como pez en el
agua.
Así, se entra al segundo objetivo, y principal para el tema que se está tratando, el
entrevistar.
Ochs y Schieffelin (1984) habían dicho que conocer el por qué la gente hace lo que hace,
lleva a encontrar las razones por las cuales las personas actúan. Y no es que éstas sean
como sentencias o verdades inalterables, pero…ya veremos de esto.
LA ENTREVISTA ETNOGRAFICA
Para que se pueda llevar a cabo una buena entrevista, se requeriría que el trabajo de
observación y participación haya llevado a construir una serie de inquietudes que no se les
puede observar dada la privacidad de las personas o porque son hipótesis que se van
configurando como sospechas de que ahí hay ‘gato encerrado’; es decir, que los hechos se
entretejen con una significación que quizá se nos escapa o que nuestra observación es tan
parcial que no alcanza sino a darnos una idea de su situacionalidad, pero que no sabemos el
por qué. Así, la entrevista etnográfica no es sino una resultante de inquietudes a resolver.
Una gana de hablar largo y tendido sobre las cosas observadas y en las que se ha
participado con la gente, o de la vida de la persona con quien hemos compartido hechos y
que se magnifica la inquietud por conocerla a fondo. No se trata de confirmar lo que ya se
sabe, también en necesario encontrar el por qué y de qué modo se liga a la forma de vida
que se está observando (es decir, de cómo se cree que lo hacen los otros miembros
pertenecientes a esa comunidad, si el entrevistado mantiene una actitud de identidad con los
otros y/o una actitud crítica, de ‘distanciamiento’ o de nuevas expectativas).
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Hay que tener mucho cuidado que la entrevista no termine siendo una sarta de preguntas y
opiniones que además para el propio investigador resultan cosas sabidas, el sentido común
y lo que se ‘acostumbra’ decir de lo que se hace. Es necesario ir de la doxa a la episteme.
Para ello hay que ir de la opinión al cuestionamiento y la justificación; hay que ir de ser
meros oyentes a las inquietudes formuladas a que la gente establezca su postura y
perspectiva, a saber cuál es su manera de comprender el asunto en juego; y si es el caso, las
bases de sustentación de su postura: argumentos, justificaciones y razones. Se requiere que
la gente reflexione seriamente sobre lo realizado y que es el tema de la entrevista. Cómo se
refleja y refracta el mundo social en lo que ella sostiene. Y cuando me refiero a si refleja,
quiero decir, qué tan de acuerdo está con el sentido común, con la opinión generalizada; o
cómo se dejan ‘oír las voces de los otros en su dicho’. Puede decirlas convencido, puede
decirlas para criticarlas o puede sarcásticamente vituperarlas para establecer una
‘refracción’; esto es, cómo lo que dicen los demás (parientes, vecinos, grupo social,
autoridades, etc.) toma su propio matiz en boca propia. No dice o sostiene exactamente lo
que dice la mayoría. De ahí tiene que surgir la manera en cómo se decanta la persona con
su subjetividad: su manera de comprender el mundo con sus valores y sus fuerzas en lucha;
esa subjetividad que toma por centro la vida social para establecerla como horizonte de sus
logros, ansiedades, luchas, desafíos y confrontaciones. La vida íntima nunca es la vida
privada inaccesible, puesto que en el momento en que la gente es interrogada sobre ella o es
capaz de hablar de ella, deja de serlo. Por eso es que Bruner (1986) sostiene con Geertz,
que la mente es un hecho público que se revela en la intersubjetividad con los otros. De lo
anterior se desprende la verosimilitud del trabajo que se está realizando, puesto que la vida
de una persona nos tiene que mostrar qué tanto se ha apropiado del mundo sociocultural
que le ha tocado vivir y que el investigador puede compartir como miembro de dicho
mundo (lo que a menudo es el caso, y que resulta ‘peligroso’ porque al vivirlo, lo obvia y se
le vuelve inaccesible por evidente) o tendrá que corroborar en cuanto extraño en un país o
cultura distinta a la suya. Pero también nos tiene que dar cuenta de su modo singular,
personal y parcial de su modo de ser, pensar y sentir.
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La entrevista etnográfica es una colaboración (o si se prefiere, un diálogo), en donde el
mismo entrevistado tiene todo el derecho de indagar las razones de nuestras inquietudes. Si
se ve como un diálogo, se podría llegar a pensar que una entrevista no es sólo para
establecer campos de entendimiento compartido sino de disidencias y oposiciones; de
posturas encontradas o tensiones irresueltas. Inquietudes que se le generan al entrevistado y
que le sorprenden porque nunca había pensado en ello. La entrevista etnográfica ha de ser
tan sensible para desentrañar las contradicciones en las que vive la gente que ésta puede ser
capaz de reflexionar sobre sus acciones y formularse una nueva postura del asunto en
mano. No se trata de llegar al mundo dado por sentado del entrevistado, se trata de
agonísticamente hacerlo comprometerse con ese mundo o su contraparte. Por eso es que el
entrevistador ha de cuidar que, sin herir la sensibilidad del entrevistado, éste pueda
establecer libremente su forma de pensar en oposición a lo establecido o bajo su convicción
que es el ‘mejor mundo posible’.
La entrevista etnográfica no necesariamente tiene que empezar por preguntas, también
puede ser una forma de pedirle a la gente que nos cuente hechos significativos del asunto
que nos interesa. Historias en torno de ello o su propia experiencia. En este sentido, la
entrevista bien puede recibir el nombre de una conversación enfocada o dirigida, pero cuyo
curso es incierto.
Si hemos de pensar que aprender a entrevistar etnográficamente es una artesanía; un
conjunto de tácticas y estrategias en una comunidad de práctica, podría ser muy sugestivo
lo que Kvale (1997) formula:
Un Practicum de la Entrevista:
●
●
●
●
I. Aprenda a entrevistar al observar entrevistar a otros
Siéntese con un investigador más experimentado que esté entrevistando, oiga y observe y poco a poco
actívese, con mucho cuidado registre y participe como un co-entrevistador.
Aprenda las lecciones:
Diferencie entre vivir la situación de la entrevista y el habla registrada en una cinta o en una grabación
Encuentre el significado de las relación social entre el entrevistador y el entrevistado
Vea cuál es la importancia de lo que el entrevistador nos está dando a conocer al abordar los tópicos
que se están indagando
Valore lo que la entrevista ha producido y lo que está poniendo a la luz, su avance y lo que falta
II. Aprenda a entrevistar entrevistando
Aprenda las lecciones:
● Adquiera confianza mediante el dominio gradual de los asuntos prácticos, técnicos, sociales y
conceptuales de lo que es entrevistar, y por supuesto, vuélvase capaz de crear una situación de entrevista
segura y estimulante.
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● Busque opciones para mejorar el contenido, la formulación y secuencia de las preguntas
● Video-grabe algunas entrevistas piloto en las que se resaltarán la sensibilidad al lenguaje corporal del
entrevistador y del entrevistado
III. Aprenda a entrevistar en una comunidad de investigadores de entrevistas
Aprenda de las ocasiones:
● Con algunos de los entrevistadores que trabajan en diferentes etapas de sus proyectos para que se dé una
idea de cómo se diseña todo el proceso de indagación de una entrevista.
● Escuche historias sobre entrevistas tanto por parte de quien entrevista como de la persona
entrevistada
● Obtenga retroalimentación sobre sus propias entrevistas piloto por parte de entrevistadores
más experimentados
● Entrevístese con otro investigador sobre su tema de investigación y descubra sus suposiciones
irreflexivas y sus sesgos personales sobre su tema de entrevista. …”
Con todo y ello hay que tener siempre presente que en una entrevista la gente puede
mentir, la memoria es selectiva de los hechos a narrar o sencillamente no todo lo que la
gente vive y hace es verbalizable. Uno tendría que tener mucho cuidado con esas
limitaciones de las entrevistas, y por ello, se recomendaría que fuese después de lo que se
ha observado.
Veamos ahora cómo analizar el material surgido de las entrevistas. Esta subsección nos
llevará a considerar varias alternativas, dependiendo de los objetivos propuestos y de la
profundidad del análisis; pero antes de esto, se tocarán algunos criterios de rigurosidad por
los cuales el material se vuelva fiable.
1) CÓMO ANALIZAR UNA ENTREVISTA O UN MATERIAL VERBAL
SURGIDO DE UNA CONVERSACIÓN O UN DIÁLOGO
En primer lugar, hay que decirles a quienes desconfían del material verbal surgido de una
conversación, una entrevista o una narración y su análisis, que el análisis cualitativo
también es riguroso, y que no cualquier interpretación es posible. Hay que entender que el
análisis del habla tiene sus acotaciones y requiere que se respeten algunas reglas; que no
todo vale.
También es cierto que un análisis de ese material que en un momento surgió de una
situación particular, se vuelve parte de una grabación de audio, vídeo o ambos; que luego se
transcribe y se pone por escrito. Estas dos actividades no sólo son necesarias; son ya parte
de la labor del análisis y de la interpretación; ya no digamos cuando el investigador
empieza por glosar, por buscar coherencia o dársela al material que ha recogido o por
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construir una perspectiva de él. Todas esas actividades, podría suponerse, tienen cierto
grado de interpretación que no puede subestimarse, pero que también deben valorarse por
separado y ver sus alcances y limitaciones. En los párrafos siguientes intentaré establecer
algunas sugerencias y consideraciones de cada una de esas actividades.
Aunque he dicho que la obtención de información, y toda el proceso de observación y
descripción son ya partes de la interpretación que se sustenta en el objetivo y el marco de
referencia teórico elegido; la catalogación de la información (construcción del dato, acorde
con el objetivo), la selección y diferenciación del material, la categorización del mismo, el
agrupamiento y ordenamiento secuencial del material obtenido, sea en función del
desarrollo o en función de la complejización del tópico son partes importantes del análisis
como etapa propia de la interpretación del material o información recabada. Es a esta parte
a la que me quiero referir para sugerir algunas estrategias para el análisis.
● CRITERIOS DE RIGUROSIDAD
1. CREDIBILIDAD.- Se obtiene mediante la contextualización del estudio y todo lo
que supone la descripción del escenario; los participantes implicados y la descripción
detallada del contexto interactivo. Además y muy importante es que el estudio sea lo más
fiel posible de lo que la gente hace normal y cotidianamente. Lo que significa que la
espontaneidad del comportamiento de las personas tiene que ser máxima. Junto con ello el
o los investigadores deben conocer lo más posible lo que es la cultura de las personas y lo
que hacen cotidianamente. Tener cierta familiaridad con ellas para no constituirse en un
factor de perturbación que genere comportamientos totalmente diferentes a los
acostumbrados; nadie mejor que una persona de la misma comunidad puede convertirse en
un sancionador de este criterio.
2. TRANSPARENCIA.- Quien quiera que sea el lector, éste debe saber cómo se obtuvo la
información, cuáles fueron los criterios de la transcripción y las claves de la misma. Los
criterios para el análisis, los pasos y su tipo. Las razones de por qué se hizo así. La
posibilidad de que otros investigadores cuenten con el acceso a los datos y, si es el caso,
que puedan replicar el estudio.
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3. LA ACOTACION DE LA INTERPRETACION.- En qué se basa la interpretación; si
está sustentada en patrones de ocurrencia, en observaciones repetidas y casos observados,
en tipicidad; si hay casos únicos, mencionar su cualidad y rareza. Por ello es muy
importante que el investigador relate la periodicidad y cantidad de las observaciones
realizadas y que nunca olvide que no puede formular cosas que la persona o personas
participantes nunca dijo o dijeron. Y si hay algún rastro de eso, tendría que justificarlo y
argumentarlo.
Otros criterios que tienen que ver con el análisis, los menciono, para tenerlos presentes
cuando se lleve a cabo éste: (a) Consistencia o inconsistencia de los datos, es decir, el
grado en que la información obtenida permite las observaciones repetidas. (b) La
coherencia del análisis, que se ha de lograr mediante lo que la gente sostiene y las razones
de su proceder. (c) Por lo anterior, el análisis ha de ser persuasivo para el lector; para
convencerlo, el investigador le tiene que dar razones sustentadas en los hechos de por qué
dice lo que dice, y reitero, tomando siempre en cuenta que su interpretación no puede ir
más allá de lo que la gente no dice y si no lo dice, debe sustentarse en lo que son sus
tradiciones y costumbres. (d) Establecer los criterios bajo los cuales la subjetividad del
investigador está considerada, es decir, advertir los sesgos posibles que introducen los
sentimientos, emociones y perspectivas del propio observador.
Establecidos los parámetros de control de la investigación, ahora sí pasemos a uno de los
primeros aspectos de la interpretación del material obtenido mediante las entrevistas. Se
trata de
i. La Obtención de información verbal y la transcripción
Lo que la gente piensa, cree y sostiene se puede desvelar en lo que dice, opina y formula.
Esto es, cuando a la gente se le pregunta el por qué hace lo que hace, a qué se debe lo que
hace y cuál es su perspectiva o punto de vista; se está obteniendo información valiosa sobre
la manera en que la gente, junto con nosotros, los entrevistadores, está creando una realidad
social compartida, un objeto de pensamiento. Así, la información que contiene una
entrevista es la co-construcción de un saber compartido, una realidad que a menudo se
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espera sea la que la gente vive cotidianamente y que el entrevistador está contribuyendo a
desvelar. Pero ese conocimiento así como es co-construido y el entrevistador es el
interlocutor inmediato que contribuye a esa co-construcción no es más que un conocimiento
situado y sólo válido en esas circunstancias; aunque es el mismo diálogo el que tiene que
ayudarnos a descubrir si lo que se dice por los interlocutores tiene carácter de singular,
provisional, situado a una ocasión o circunstancia particular; o por el contrario, están
hablando con una generalidad que se desvela por las estrategias discursivas que usan: “no
sé, pero yo pienso que…”; “quizá la gente piense eso, pero a mí me parece…” son formas
de hablar, estrategias discursivas que distinguen lo que puede ser la generalidad y lo que es
el pensamiento concreto de quien habla. Por ello es que psicólogos discursivos como los
que se organizan en torno de figuras como Potter y Edwards, consideran que el discurso de
la gente, lo que dice está en relación íntima con lo que piensan, sienten, creen, y toda esa
sarta de verbos ‘mentales’ de los que Wittgenstein (1953) considera que son terreno de la
psicología en cuanto disciplina que aborda la mente. Es decir, para los psicólogos
discursivos, la mente no está en la cabeza de las personas, está en lo que se hace público al
hablar y comportarse; y fuera de ahí no hay nada. Al grado exagerado, sostengo yo, que
llegan a dudar de lo que ven, sienten y con lo que interactúan; porque todo ello está
mediado por el lenguaje; que es lo que permite la construcción cognitiva de la realidad.
Como sean sus principios filosóficos (que no hay que desdeñar y que luego será motivo de
disputa con otros filósofos y teóricos), esta perspectiva de la psicología discursiva ha
llevado a los psicólogos a confiar nuevamente en el material verbal y su importancia para
desvelar la mente de quien habla.
Sin que esté muy de acuerdo con esta perspectiva, creo que rescata la idea de Vygotski de
que la mente y la internalización del lenguaje; la parte subjetiva del mundo social se devela
en cuanto que la gente habla. Es en el habla en donde el pensamiento toma forma y éste
sólo es analizable mediante el análisis del habla. Cosa nada sencilla, pero extremadamente
importante para establecer el punto de vista de la gente, su perspectiva subjetiva. Pero
tampoco hay que hacerse la ilusión de que todo lo que piensa la persona es original y único;
aunque es una creación como dice Bajtín (1999), por su carácter expresivo y único del
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enunciado y el tono en que se pronuncia. También es cierto que lo que la gente dice es algo
que ya han dicho otros o que al menos está condicionado por lo que otros han dicho, en una
palabra, también es reproducción; y además, otra vez citando a Bajtín (op. cit.), lo que dice
la gente lo dice respondiendo a otros. De manera que el pensamiento humano siempre y
necesariamente es un pensamiento co-construido, una realidad social. Según Goffman
(1973), el orden social interactivo, es el orden social inmediato; y al abordar el habla en su
realización interactiva, al lenguaje como habla o en el uso (Clark, 1996), estamos
abordando una realidad que nos permite simultáneamente dilucidar los fenómenos sociales
que son también personales y viceversa, que los asuntos de la persona son asuntos sociales
y accesibles públicamente (Bruner, 1991). Y así como la entrevista, dialógicamente
considerada (Briggs, 1989), revela a la persona, también nos puede revelar, por su forma de
habla, por su acento, por su lenguaje social y sus géneros de habla, su lugar o posición
social; su cultura. Así, la entrevista co-construye una realidad, la realidad que puede estar
viviendo la persona a la que la entrevista se refiere; o, se puede decir también, la vida de la
persona y su trayectoria. Dicho de otro modo, la persona es reproducción y creación, es
habitus mental de una comunidad y también es apropiación singular y creativa.
ii. La Catalogación de la Información
No hay que perder de vista que la información obtenida en una entrevista está en relación
estrecha con el objetivo u objetivos planteados y éstos a su vez están en relación con el
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marco de referencia adoptado. La entrevista no es pues una conversación o charla informal
; por el contrario, es una charla o conversación guiada por el entrevistador acerca de un
tópico o sub-tópicos; con cierta libertad para dejar que la persona exprese su punto de vista,
profundice o clarifique. En la medida que la persona entrevistada habla y establece su
perspectiva, el entrevistador puede ir haciendo acotaciones o precisiones; glosa o
Según Ochs (1983; 1986) la charla informal tiene las características predominantes de que cambia
rápidamente de tópico y cualquier acontecimiento externo no sólo puede perturbarla sino hacerla cambiar
totalmente. También se refiere a una forma de conversación no -planeada. Tomando en cuenta que es
prácticamente imposible de que haya una planeación perfecta o al cien por ciento, la charla planeada o, mejor
dicho, relativamente planeada, es la que generalmente realiza un investigador cuando está queriendo dar
cuenta de lo que el participante piensa sobre él, especialmente.
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reformulaciones para cotejar su entendimiento y la posibilidad de negociación del
significado de lo que se está tratando en la entrevista. El proceso es una permanente
negociación entre entrevistador y entrevistado. Luego entonces, aunque la entrevista tenga
tintes de una conversación informal, no lo es porque es el entrevistador quien ha de
reconvenir al entrevistado a volver una y otra vez al tema.
Dado lo anterior, al categorizar la información, se tienen que considerar dos criterios: 1)
que la categoría sea lo más envolvente como para que puede contener la máxima
información obtenida. 2) Que la categoría puede ser establecida mediante una estrategia
emic, derivada del planteamiento adoptado o de la teoría que se sostiene en el marco de
referencia; o mediante una estrategia ethic, es decir, que se adopte un término que haya sido
usado por el entrevistado y que sea típico o singular de lo que se ha estado tratando en la
entrevista. Cualquiera de estos dos criterios deberá ser justificado por el investigador.
Una vez elegida la categoría, sería deseable que el investigador defina los límites de su
categoría y el universo de cosas que comprende. Es decir, que tome en cuenta sus datos
para que su definición sea, ante todo, una definición de trabajo y operativa. De este modo,
no debería tener problemas para identificar la información de su entrevista para catalogarla.
Si hubiera incertidumbre o duda en si la información cabe en más de una categoría; antes de
decidirse por la disyuntiva, debería apreciar si sus categorías son inclusivas o exclusivas. Si
llegara el caso en que son inclusivas, no debería sorprenderse que la misma información
para una, sería citada para la otra. Obvio, que podría elegir pormenorizadamente la
información a contener en una y otra de las categorías.
Puede darse el caso que haya más información de la requerida en sus categorías
contempladas para su objetivo; puede crear una categoría de ‘otro’ para ese resto; o ponerle
etiqueta si es específica e importante.
Hasta aquí, la catalogación no se liga con ningún análisis particular, pero después de ella, se
tiene que elegir el tipo de análisis: discursivo, conversacional o dialógico. Sobre estos
tres, 3, tipos de análisis haré algunas consideraciones, pero antes me parece que se pueden
precisar algunas variantes y el grado de profundización en el análisis.
iii. Glosar y el Uso de Viñetas
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Si el paso anterior consistió en categorizar la información, a partir de este paso que es el
glosar y el uso de viñetas, nos introducimos en lo que se conoce por interpretación.
Hay diferentes ‘niveles’ de interpretación que, dicho llanamente, van de la cita textual de lo
que el o los participantes han dicho, hasta la voz exclusiva del autor. En ambos casos, son
textos monológicos; se escucha una sola voz, o las del participante o la del investigador. En
el primer caso, pareciera que el investigador nada tendría que añadir a lo que ha dicho el
participante. Situación rara en psicología; pues más bien hemos seguido la monología
experimental, en la cual, es el investigador quien habla en nombre de su(s) participante(s).
Si consideramos que la investigación ha de ser dialógica, se le tiene que dar voz a los
participantes pero el investigador también aparece y la cuestión está en calidad de qué y
cómo.
Supongamos que al citar textualmente parte de lo que nuestro(s) participante(s) han dicho o
hecho, queremos ilustrar con ello parte de lo que nosotros hemos catalogado; se tendría que
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poner la ‘transcripción ’ e inmediatamente nuestro análisis e interpretación de la
información. El significado que tiene para las personas participantes lo que estamos citando
en función del contexto en el que se desenvuelven, y lo que nosotros interpretamos de esos
significados en función del marco de referencia que hemos adoptado.
Si hay más de una referencia a lo que hemos agrupado en una categoría, el investigador se
ve obligado a organizar ese conjunto de citas de acuerdo con algún criterio: temporal, por
orden de aparición a lo largo del proceso de recolección de la información; de desarrollo,
según la temporalidad de la trayectoria de vida del informante; esa ‘ilusión biográfica’
(Bourdieu, 1990) que a menudo el psicólogo concibe como etapas de desarrollo y van del
nacimiento a la adultez; o mediante la relevancia de la información en función del tema en
mano, que necesariamente se liga al marco de referencia. En este ordenamiento puede
apelar a las semejanzas y/o diferencias; a las generalidades o a las particularidades y
detalles.
Dado lo anterior, las viñetas se refieren a esas citas textuales de lo que ha hecho o dicho las
personas que colaboran en la investigación. Tenemos como ejemplo de lo anterior, la
Hay pequeñas reglas de transcripción, que por la extensión del escrito, no me es posible referir. Sólo señalo
que se pueden encontrar en la web las que Jefferson construyó para el análisis sociológico de discursos.
4
~ 15 ~
investigación realizada por Judy Dunn (1993) sobre Los Comienzos de la Comprensión
Social en el Niño. En este trabajo, Dunn cita algunas intervenciones de los niños que
pretenden ilustrar la forma en que los niños se refieren a los sentimientos de sus hermanos o
de su madre. La autora paso a paso da cuenta del desarrollo de la comprensión. Primero
formulando con evidencia empírica, la forma en cómo los niños ‘entienden a otros’ y luego
confrontando lo que madre y hermanos dicen. Los niños formulan sus intereses, y se
apartan de los otros. Judy Dunn estructura su obra de manera que se pueden entender las
intervenciones de los niños como un intento por entender las reglas familiares e insertarse
en la política familiar de saber mediar sus intereses con los de la familia. Extraigo un breve
episodio cuando la niña está probando ‘hasta dónde estira la regla’, cito:
Muchos de estos intercambios [de confrontación niño-madre] tenían una deliberada calidad de provocación,
como ilustra este ejemplo:
1. Familia E (estudio1) Niña de 18 meses
La niña sentada sobre las rodillas de su madre, le tira con fuerza del pero
M: ¡No me tires el pelo! ¡Señora! No tire el pelo. No está bien, ¿no?
N: Pelo
M: Pelo, sí, pero no debes tirar de él, ¿no?
N: ¡Sí! (sonríe).
M: ¡No! ¡No!
N: ¡No!
M: No. No. No es amable tirar del pelo ¿no?
N: ¡Lindo!
M: No, no lo es.
N: ¡Lindo!
En intercambio así, los niños parecen a menudo fastidiar intencionalmente a sus madres, y
disfrutar de las consecuencias de sus acciones. …” (Dunn, 1993: 27-28)
Esta forma de citar textualmente lo dicho, apoya la interpretación que la autora está
sosteniendo respecto al acontecimiento al que hace referencia. Así, pareciera que lo que
dicen las participantes refuerza lo que Dunn está sustentando; de ahí que selecciona la
evidencia para ilustrar parte de lo que quiere probar.
Este tipo de análisis es muy común ahora en Psicología, y más cuando se está
popularizando la investigación basada en entrevistas o en captar el habla en curso de las
acciones.
iv. Uso de partes del discurso del o los participantes para gntejer una interpretación
~ 16 ~
En una perspectiva dialógica, recurrir al discurso del o los participantes para construir un
argumento e interpretación en concordancia con el planteamiento teórico es una estrategia
que permite usar las intervenciones del participante, sin distorsionarlo, para ensayar una
interpretación de su forma de ser. Se trata, dicho de otro modo, de apropiarse de las
palabras del otro pero sin que signifique que hay una reproducción de su sentido; sino que
su expresión sea parte del argumento que el investigador está construyendo. Este tipo de
análisis es ensayado por Wertsch (2000), quien al investigar la manera en cómo se trasluce
la historia oficial en las opiniones de los estudiantes de historia de la Unión Soviética. No
repiten tal cual lo que dicen los libros, pero se advierte en lo que dicen que hay cierta
reverencia o sacralización de dicho discurso. Muy diferente sería que al citarlo, lo
parodiaran para criticarlo o burlarse de él. El acento y la forma de expresión así se oigan las
mismas palabras que el discurso oficial, le dan un significado totalmente personal a esa
expresión.
En este caso, nos seguimos valiendo del enunciado del participante, pero lo hacemos para
decir exactamente lo contrario de lo que las palabras ‘textuales’ dicen.
v. Análisis Discursivo
Tienen razón en parte Antaki, Billig, Edwards y Potter (2003) de que las dos estrategias
analíticas anteriores, no son análisis de discurso, porque glosar o citar partes o fragmentos
de lo dicho en una entrevista, hacer un resumen, hacer una relatoría o una narración no son
análisis de discurso; ya que en el primer caso, la glosa filtra a menudo los significados,
postura o preferencias del investigador y no los del participante; la fragmentación no
permite contextualizar y puede distorsionar lo que el participante está sosteniendo; y hacer
un relato o una narración es una traducción de lo que ha dicho la persona y con ello se
puede tener el mismo problema que con la glosa o, en el mejor de los casos, puede
simplificar la forma en la que la persona construye o co-construye el sentido de su
expresión o enunciado, sin añadir más. Tampoco se trata de tomar partido por lo que el
participante formula; antes debería dar cuenta de lo que éste sostiene y su sentido. Y aquí
vale explicar por qué se dijo que los autores citados tienen razón en parte; en lo que creo
~ 17 ~
que es una forma de apropiarse del discurso del participante para tejer una interpretación
posible de su forma de pensar o de su punto de vista, que aún está impregnada, casi
fundida, con la voz del investigador; donde pareciera que el monólogo sólo intercambia de
dueño: a veces se oye la persona participante, a veces el investigador; pero sin dejarse ver
un diálogo constructivo, argumentado y persuasivo.
El investigador da pocas razones de por qué y a menudo no contextualiza el significado y el
sentido de lo dicho. Para mí, ir del diálogo que fue la entrevista en su momento de
realización a la monologación de la interpretación prevaleciendo o el punto de vista del o
los participantes o el del investigador a volver a su carácter interpretativo-dialógico no son
sino extremos de un continuo. Intentaré abundar un poco más cuando me refiera al análisis
dialógico.
Volviendo al análisis discursivo, implica dar cuenta del proceso de co-construcción de los
significados; es atender a los detalles micro-procesales de la práctica discursiva. Es vincular
esa co-construcción y los detalles procesales al marco de referencia usado en el
planteamiento teórico, es resaltar la importancia de la metodología y las estrategias de
investigación ensayadas. Es incluir esta práctica individual y personal a las prácticas
sociales de donde devienen y a la que aportan matices; lo que comparte o no con su grupo
de referencia o su cultura de la cual es un miembro. Es buscar una forma de organizar la
postura personal o de incluirla dentro de lo que es la forma general de pensar de la persona;
es buscar dar forma a lo que el participante nos deja conocer de lo que él es o está por ser.
El análisis discursivo de la Escuela Inglesa de Psicología Discursiva, se ha enfocado
principalmente a dejar claro que el pensamiento de la persona o personas se dilucida en
cuanto hablan de sí y de su relación con el mundo, los otros. Y muchos de los procesos
psicológicos se desvelan mediante el discurso de la persona. Exagerando la nota, podría
decir, que para la Psicología Discursiva, pensar es hablar. No obstante, hay que reconocer
que mucho de lo que decimos se ha vuelto una fórmula social o un patrón de
comportamiento, que la persona casi no se reconoce en ello; pero lo que sí nos deja ver esa
fórmula o patrón es cómo se vincula a esos otros con los que hace grupo o comunidad; la
manera en cómo su forma de hablar lo hace parte o miembro de un grupo o cultura, o de un
~ 18 ~
sector social o comunidad de pertenencia. Y en la forma de hablar se incluyen todos esos
aspectos que se revelan en la gramática, quiero decir, se incluyen cuestiones de prosodia,
sintaxis, semántica o estructuras gramaticales. Pero también y principalmente son géneros
discursivos que incluyen enunciados o lo que para Wittgestein son los ‘juegos de lenguaje’:
órdenes, peticiones, descripciones, etc. Cosas que la Pragmática Lingüística ha investigado
con mucho detalle.
Pero esta cuestión formuláica no es parte importante de lo que distingue al Análisis del
Discurso del Análisis Dialógico. Hay que decir que mientras el Análisis del Discurso pone
5
especial atención a la voz del participante y a su manera de ser al hablar con el psicólogo ,
el análisis dialógico, dirá algo más, que enseguida se detallará.
vi. Análisis Dialógico
En primer lugar, hay que recalcar que la comunicación y el habla son actos creativos de los
participantes y como tales se tienen que tomar en cuenta a los que están implicados en el
diálogo: como participantes directos y ratificados, indirectos o colaterales y fisgones (De
León, 1998). Para ello hay que dar cuenta del proceso dinámico que supone la
interdependencia, la mutualidad y la reciprocidad entre quien dirige el mensaje y la
audiencia que lo responde.
Por diálogo se debe entender el uso del cuerpo como material sígnico, que en relación con
el otro o los otros, todo movimiento de ese cuerpo percibido y respondido por éste o éstos
se convierte en un signo con un significado co-construido entre los participantes.
En el diálogo hay dos aspectos interrelacionados: (1) la construcción de intersubjetividad y
(2) la lucha por imponer el propio punto de vista. En el primer caso, el entonamiento al
entonamiento del otro es la condición mínima necesaria para que la intersubjetividad sea
posible. Y en el segundo, es el esfuerzo de la persona por ser reconocida como agente
Como una formulación de una ‘corriente psicológica’, la Psicología Discursiva, tiene origen o procedencia
de la práctica de los psicólogos: la clínica; y se emparienta fuertemente con el análisis del discurso de la
escuela semántica inglesa, y de otros formulaciones semióticas europeas, principalmente. Surge como una
estrategia para auxiliar en el análisis de las posturas o perspectivas de las parejas en conflicto y ahora se ha
extendido al análisis del discurso pedagógico; como una contribución en el estudio de la dinámica del salón
de clases.
5
~ 19 ~
social: ser comprendida, ser aceptada, o con un punto de vista propio. Hasta aquí y
parafraseando a Linell & Marková (1993), el análisis dialógico no tiene diferencia con el
Análisis Conversacional. Aunque éste surge como necesidad de encontrar regularidades en
lo que la semiótica clásica Saussuriana consideró que era ‘un caos’: lo que hacían las
personas al hablar. Por eso es que su principal interés se centró en las intenciones de los
interlocutores y en las reglas que seguían al hablar. Cuestiones que quedan cortas en un
análisis dialógico, porque no basta estudiar qué ‘quieren decir’ los que hablan; cómo
cambian de turno, qué hacen para indicarle al otro que tiene permiso para hablar o que ya
puede hacerlo al que fue oyente, etc. Cuántos y cuáles son los géneros de habla: en qué se
distingue una orden de una petición; qué es una promesa y qué una declaración o una mera
descripción de una explicación; etc.
Para ir precisando la diferencia entre el Análisis Conversacional y el Análisis Dialógico,
vale la pena volver sobre las propiedades de todo diálogo –sea en curso y actual, como es la
conversación ordinaria; o sea el diálogo mayéutico, como los Diálogos de Platón-;
propiedades como la mutualidad, interdependencia, reciprocidad, entonamiento y asimetría
cognitiva, de control o poder.
Lo que sigue, ruego al lector, que lo lea con mucho detenimiento y ponga atención al
lenguaje fenomenológico al que necesariamente recurro y que retomo de Bajtín (1999) y de
Rommetveit (1974), para poder describir en ‘cámara lenta’ eso que sucede en milisegundos
o décimas de segundo (lo que el ojo humano puede ver como diferente y cambiante en un
acontecimiento, según los expertos tiene una duración de décimas de segundo: de 30
aprox. En cuanto a los otros sentidos, varía en función del sentido y su ejercicio; pero
también del contexto. O sea que no sólo empezamos a abandonar el terreno del sentido
común y lo ordinario, sino que como analistas del diálogo, requerimos tener una teoría que
aborde los fenómenos humanos, complejos que son).
Estas propiedades del diálogo tienen que ser entendidas dentro de lo que es su naturaleza:
Llegar a dialogar ocurre porque quienes aparecen en un encuentro tienen una manera muy
propia de encarar el mundo. Al encontrarse y dialogar, están intentando establecer primero
la postura de cada quien y luego ver si pueden comunicarse. Es decir, el diálogo es primero
~ 20 ~
y primordialmente un intento y ejercicio de ‘compartir una realidad social’, aunque sea
momentáneamente. El encuentro entre personas empieza por establecer el marco de
referencia común sobre el cual se construirá esa realidad social compartida; que se
esclarece en el momento en el cual quien toma la iniciativa, hace un movimiento orientado
al otro y que entre personas del mismo grupo social o cultural, puede ser, entre otras cosas,
o también un movimiento de la voz o el uso de una enunciación que se vale de una práctica
social si no ancestral, sí por lo menos asentada en las tradiciones y costumbres de ese grupo
al que pertenecen. Esto, por lo común, es obvio, se da por supuesto o pertenece a las
presuposiciones que están en la base a la hora de que dos personas entran en inter-acción.
Nótese que estoy hablando de personas y esto también es parte de esas pre-nociones que
entran en juego a la hora que yo me quiero comunicar con ese otro (sea parte de mi grupo,
subcultura o cultura o sociedad; o no). Si este fuera el caso, se evidencian mucho más las
propiedades que estoy intentando dilucidar. En el diálogo intercultural, la ‘humanidad’ está
como la moneda en el aire: aún no sabemos si la persona a la que nos dirigimos cumple o
no mi supuesto de humanidad que me lleva a dirigirme a él como posible inter-locutor;
además, luego se volverá otro problema la ‘calidad de la persona’, su lugar social y su
punto de vista.
Vamos a suponer que ese otro al que me oriento y dirijo mi iniciativa, también se orienta a
mí y así empezamos nuestra mutualidad e interdependencia. Aún falta por ver de qué modo
ocurre la reciprocidad. Es Mutua la orientación porque él pone atención a lo que hago,
como yo a lo que él hace. Yo debo de estar atento a que me entienda como él a entenderme;
debo seguir su idea como él la mía. Es a esto a lo que se refieren Marková & Foppa (1990)
cuando los interlocutores no pueden actuar sin dejar de considerar lo que el otro o los otros
hacen.
En el plano de la deliberación de la acción; yo tengo que seguir la idea, como oyente: tema,
argumento y perspectiva de lo que el hablante ha dicho, lo que está diciendo y hacia dónde
se dirige en lo que está por decir; así, estoy tomando en cuenta el discurrir, la dinámica del
tiempo en sus tres dimensiones (pasado-presente-futuro) aunque todo ocurre en el presente
(Stern, 2004). Esta propiedad de la mutualidad permite entender por qué el que en un
~ 21 ~
instante anterior había fungido como oyente está prediciendo y anticipando lo que está por
decir el actual hablante, que llegan ‘hablar en coro’, a decir lo mismo sin haberse puesto de
acuerdo antes. Y es tal la interdependencia, que como sucede en algunos grupos sociales o
culturas, si el escucha en su momento deja de ver al hablante, éste puede perturbarse en lo
que está diciendo y llegar a decir una incongruencia o hacer una pausa para que el oyente
retome nuevamente su atención. De manera que los actos de uno se convierten en
inter-actos de ambos. Ya que para que la acción de uno sea significativa se debe considerar
la del otro y viceversa. Esta interdependencia está a tono con la reciprocidad. Y ésta debe
entenderse como una acción tanto dirigida al otro como a sí mismo. Y de aquí deriva el
carácter reflexivo de la acción humana: que simultáneamente se dirige al otro y a sí mismo,
y que lo que hace el otro promueve o perturba mi reflexión. Esto es palpable
particularmente en el habla, pues al hablar el hablante está dirigiéndose al otro, su escucha
o interlocutor(es) y simultáneamente se está escuchando él mismo.
Quiero dejar claro que el diálogo es una inter-acción humana que al ocurrir, sucede que se
estructura esa realidad social compartida que han co-construido entre participantes.
Estructurar el mundo (de lo que se habla), es darle forma, y es justo lo que hacemos al estar
hablando de ‘algo’. Nombrar, como un acto de lo más elemental, es dar forma a la realidad
que un momento antes era informe, pues no sabíamos cómo podía ser mentada o usada por
los interlocutores, hasta que no entra a formar parte de la interacción. Claro que ese
nombrar puede ser más o menos específico o mediante un deíctico (es decir, todo aquello
que puede fungir como un acto sustituto de otro) en el que también entre la acción gestual
(o los demostrativos: éste, ese, aquél; o los pronombres: él, nosotros, etc.).
Cuando estas tres condiciones se cumplen (mutualidad, reciprocidad e interdependencia; se
puede añadir la reflexividad), la inter-acción es coherente y si son miembros aviesos de su
cultura, con una larga trayectoria y un repertorio compartido, pueden interactuar bajo
muchos conocimientos dados por sentados. El observador requeriría tener conocimiento de
esas biografías compartidas para poder entender el mundo social compartido y el
significado de lo que se está construyendo entre ellos: el tema o tópico del que hablan, lo
que de él están formulando, los argumentos y posturas que están sosteniendo. Tal situación
~ 22 ~
es más bien coyuntural, puesto que para que se mantenga, se requiere que ambos
interlocutores estén atentos al hilo de la conversación. Dicho negativamente, es muy fácil
que la coherencia se pierda y se hable de otra cosa y, lo más importante que para que ambos
interlocutores se entiendan entre sí, se requiere que ambos seas sensibles al cambio de
tópico. Es evidente la construcción conjunta de la secuencia de turnos así como de las
acciones de cada uno de los participantes.
Decía que es fácil que la coherencia se pierda, sea porque alguno de los interactuantes
intenta sabotear la continuación de la conversación, porque no le conviene, porque le
moleste o porque se le está criticando su proceder. Así, interrumpe, rompe la secuencia de
los turnos o la atención orientada al otro. Esta cuestión es trascendente para delimitar
también la ‘calidad de los conversadores’, pues un niño o una persona con ciertos
problemas de comunicación, difícilmente podrá seguir esos principios del diálogo y más
aún si el tópico de la conversación no es parte de la actividad en curso, sino que hablan
acerca de otras cosa (no presente, o que ocurrió u ocurrirá en otro momento).
Estos principios, como puede ser claro ya, pertenecen a la dinámica en curso de la
conversación y que llevan a dar cuenta de la organización del discurso: argumentos,
perspectivas y posturas.
Otras cuestiones están indexadas (expresiones que se valen de partículas gramaticales, sean
deícticos como pronombres personales –yo tú, él, etc.-, demostrativos –éste, ese, aquél; que
atienden también a la ubicación y geografía del referente u objeto de la conversación-;
términos honoríficos –Usted, vos, etc.; que también se dilucidan por los terminaciones del
verbo: ‘oiga’ en lugar de ‘oye’-; las posiciones sociales –co-dependientes: i.e., padre-hijo,
maestro-alumno, etc.-que se pueden apreciar por el contexto de la conversación en curso);
que son igualmente importantes para poder determinar quién habla con quién, qué relación
existe entre interlocutores y su forma de relacionarse.
La asimetría, es cualquier diferencia de estatus o posición social que entre participantes
aparece al interactuar y se refiere justo a quién puede hablar con quién y cómo. Muchos
niños o el estatus de personas de ‘categoría inferior’ (visitas, extraños, extranjeros) no
tienen acceso a ciertos lugares o a ciertas conversaciones (en rituales, por ejemplo); no
~ 23 ~
pueden escuchar o estar participando de lo que los chamanes, sacerdotes o adultos dicen. Si
los niños están presentes, puede que a pesar de que se habla de él, no pueden sino
someterse a lo que dicen los adultos de él, como puede ser el caso de niños que acuden al
médico con sus madres, es entre éstos que se habla de aquél, son éstos quienes toman
decisiones e interpretan los acontecimientos en los cuales el niño está implicado. Por
supuesto que un niño, puede ingeniárselas para hacerse oír, para influir en la decisión o
para establecer su perspectiva. Se puede valer de muchas estrategias, por ejemplo, insistir
en hablar, decir lo que le parece, mediante la repetición.
Como puede apreciarse, el análisis en estas tres propuestas implica un cúmulo de detalles
que uno necesita revisar muy bien su información para poder elegir aquellos segmentos,
episodios o eventos que se vuelven significativos para la consecución y explicación de los
objetivos (Ochs, 1979).
Ahora sí, con estos principios muy básicos voy a formular lo que es la unidad de análisis
del evento lingüístico según lo formuló inicialmente el antropólogo Hymes, basado tanto en
una crítica al planteamiento gramatical de Chomsky, como en el uso de los postulados,
entre otros, de Bajtín. Una unidad de análisis que no es el original Análisis Conversacional
pero que lo retoma y amplía, sobretodo en dos aspectos importantes para el análisis
sociocultural: que no sólo pone atención a las acciones del hablante, sino que también y al
mismo nivel, a las acciones del oyente. Pues sin éste, las acciones (e intenciones) del
hablante no tienen significado. Principio derivado de Bajtín (op. cit.) al afirmar que el
diálogo es mitad del hablante y mitad de quien le responde. Las acciones de quien dirige
una expresión o enunciado y quien las recibe, se orienta a ellas, son acciones
complementarias, formando una unidad. El diálogo se vuelve un inter-acto de al menos dos
personas compartiendo una realidad. Ambos están a tono uno a otro (el entonamiento al
entonamiento del otro, ver Rommetveit, 1998), como condición inicial de todo diálogo, que
puede ser mediante un gesto, un movimiento, una palabra, una expresión cualquiera o un
~ 24 ~
6
enunciado . El segundo aspecto es una atención pormenorizada al contexto como un
complejo que se esquematiza en su fórmula acróstica: S-P-E-A-K-I-N-G.
Figure 1. The SPEAKING model (Hymes 1974)
Hay que decir que la propuesta de Hymes ha sido recuperada en la Teoría de la Actividad
-variante de la psicología cultural en la línea de la escuela de Leontiev- como un añadido a
la segunda generación de esta perspectiva sustentada principalmente por Engestrom: su
teoría de la actividad extendida. No obstante, ha sido Charles Goodwin (2000) quien ha
ampliado la metodología al estudio de la “situación de actividad”. Su compuesto es un
análisis del evento lingüístico como parte de la actividad en curso y en el que se recurre
7
tanto a los diversos y varios recursos semióticos en juego como a las actividades que se
desarrollan y que el lenguaje puede ser parte de esa ‘construcción de la realidad social en
curso por parte de los participantes’.
Un ejemplo de Análisis dialógico
El ejemplo que retomo de mi tesis de doctorado, versa sobre un juego que ocurrió entre
Jesús, el niño observado y su hermana, Ángela. Tienen un recipiente lo suficientemente
Por lo cual es indispensable el uso de la tecnología del vídeo o la audiograbadora que nos permita la mirada
o la audición detallada y microprocesual de esa coordinación y complementariedad, que en muchas ocasiones
ocurren sin que los inter-actuantes sean conscientes de ello; de modo automático, producto del habitus y del
ser individuos experimentados o en una biografía compartida.
7
Los recursos semióticos, pueden están ‘representados’ en los lugares (socialmente validados con su
simbolismo, por ejemplo, una Iglesia), en las acciones {según su definición social, por ejemplo, cuando se
trabaja en el terreno arqueológico, el suelo no es suelo como tampoco escavar es remover la tierra}, en lo que
se dice entre participantes acerca de lo que hacen [tratando de establecer una realidad compartida] y en los
instrumentos que se usan. Esos diferentes registros semióticos tienen su contribución en la definición de la
realidad que se está constituyendo por los interactuantes.
6
~ 25 ~
grande en donde fácilmente cabe el niño y las pelotas plásticas de colores. También tiene
aros.
Debo anticipar que la transcripción se hizo lineal y de acuerdo a lo que Ochs (1979) postula
en torno al interés por la socialización del lenguaje. Se miró con gran detenimiento el
vídeo, se eligió el ‘episodio’, se transcribió linealmente y luego se ordenó de modo que se
permitiera apreciar la actividad en curso del niño (columna de la izquierda), el habla que
ocurría o como parte de la actividad o en torno de la misma (columna siguiente), la
actividad de la hermana y su decir ocuparon las columnas tres y cuatro. Si llegara a darse el
caso que yo interviera, entonces se añadía una quinta columna. Todo esto está justificado en
el artículo que he citado de Ochs (op. cit.).
El Programa Transana (en su versión primera) se usó para transcribir y luego se ordenó en
columnas en la página de la tesis. En la tesis doy detalles de este proceder.
La tesis estuvo matizada principalmente por los pasos de semana santa en Sevilla. Un
acontecimiento de renombre internacional. Los que somos de otras latitudes, poco sabemos
de los pasos en miniatura que tienen los niños y de que éste es un juego que bien podría
decirse es un modo de socializar a los pequeños en la cultura religioso popular.
Los papás trajeron a casa un paso ‘para niños’. Ya habían acordado que en el vecindario,
los niños harían su festejo.
Soy prolífico porque me interesa dejar constancia de la manera que se presentan los
diálogos entre Jesús y su Mamá, las consideraciones que me motiva
Jesús está bastante emocionado y le urge salir al área común para ir con todos los niños a
realizar su juego. Citaré lo que he escrito-y-transcrito de 18 segundo previos a la salida de
la casa
“… J. no deja que su hermana se acerque al paso, más tarde, cuando la madre
saca el paso del cuarto, dice que el paso es de él. … Se avecina un conflicto
entre él y los demás niños porque no quiere dejarlos jugar, así que la madre
hará lo conducente:
M. está en cuclillas alisándole el pelo a J. mientras ocurren explicaciones de dónde está la delantera y la
trasera del paso. A. está al lado derecho de M. contribuyendo a las explicaciones para J. El episodio dura
38 segundos con una décima.
~ 26 ~
T
ACTOS J.
1
2
3
4
5
PALABRAS
J.
8
9
1
0
1
1
Le acicala el pelo.
Cogido del paso, con
su izquierda en las
flores, adelante su
pie derecho y con su
índice derecho dice:
Está pegando en el
martillo: tres
veces.
Ahí,
confirma:
apuntando
.
Sigue peinándolo con
los dedos.
Sigue pegando en el
martillo. Lo deja,
toca con su índice
derecho los
faldones:
Mueve el paso cogido
del manubrio
izquierdo, jalándolo
a donde está él.
ahí.
6
7
ACTOS M.
Voltea a ver a I,
asiente con la cabeza
dice:
Lo deja de acicalar,
se hace atrás
viéndolo a la cara:
Señala arriba de él:
Mira las flores del
altar, con su mano
izquierda extendidos
los dedos, toca las
flores, dice:
Sube ambos brazos,
con sus manos hacia
abajo apuntando de
arriba abajo:
Ve a M. a la cara.
Coge del manubrio
izquierdo, al que
mira.
Lo suelta y coge las
flores de en medio.
ahí.
Le ajusta el
pantalón. Mira lo que
hace con su manos,
así confirma:
Ahí.
Ahí
enchima.
PALABRAS M.
A.
¿Y el
martillo?
¿Dónde está
el
martillo?
Delantera
(apunta abajo,
casi en sus
pies, da un
paso adelante
y su índice
apuntando a lo
lejos dice:) y
trasera.
Ahí. Ese es
el
martillo,
verdá,
hijo?
¿Y los
faldones?
¿Cuáles son
los
faldones?
ahí.
[↑¿Y las
flore?
Ahí.
[se estira,
con su
izquierda toca
el manubrio
que J. tiene
cogido: Acá
(señala)
¡Vale!, (.)
¿Se lo
enseñamo a
tus amigo?
Shí,
amigo.
Coge el
manubrio
derecho y del
centro del
paso,
lentamente lo
jala a ella.
Jala más el
paso.
Lo mira a la cara:
Voltea rápido, ve el
paso, mueve la mano
↑Escúchame,
pero
escúchame
una cosa:
~ 27 ~
La ve atento a la
cara.
derecha arriba, le
dice rapidísimo a A:
Se incorpora un poco,
se hace adelante,
coge a J. de la mano
derecha, le jala
hasta que éste voltea
a verla a los ojos.
Ella con los ojos muy
abiertos, abre la
boca ∙:
Lo suelta de la mano,
retrae su izquierda
(con la que lo tenía
cogido), adelanta su
cara, arruga la
frente.
Shí
Sin dejar de verlo a
(mueve su los ojos y con ellos
cabeza
bien abiertos, mueve
asintiend su cabeza a su
o)
izquierda, abre la
boca totalmente para
decir:
Se señala a ella
misma, tocándose
sucesivamente el
pecho con su índice
izquierdo
1
2
En esa actitud se
quedan ambos,
mirándose a los
ojos.
1
3
1
4
Ya está echando su
pie izquierdo
adelante para dar el
paso, camina atrás
del paso.
Coge los manubrios
de la parte trasera
y así, junto con A.
empujan hacia la
puerta de salida.
Mm vade!
En esa actitud se
quedan ambos,
mirándose a los ojos.
Mueve ligeramente su
cabeza a la
izquierda, aún
mirándolo de lado
Ve a I, sonríe.
'pérate
Ángela.
(..)
(.) Los
amigo,
también
juegan
con↑tI↓go.
¡NO vayas a
decir, es
mío
es mío, y
te pongas a
↑llorar.
(..)
Que ellos
también
quieren
jugar con
él (.)
↑¡VAle?!
Esta trascripción tiene su relevancia por (1) la forma de comunicarse de la
mamá con su hijo y (2) …el aleccionamiento de la madre al niño sobre cómo
conducirse … con sus vecinos y amigos en relación con los juguetes o las
propiedades.
~ 28 ~
Sobre el punto (1) es necesario reiterar que las preguntas de la madre –en gran
medida son usadas para que el niño identifique los objetos; en el capítulo
anterior se mostró que se usaron como una estrategia cognitiva para el
conocimiento de su entorno, incluido su cuerpo- aquí se usan para que el niño
muestre su conocimiento sobre ese aspecto particular de la cultura religiosa que
trasciende el mismo hogar.
Sobre el punto (2) destaca la manera cómo la madre introduce el tema, sin
cambiar la estrategia: ¡Vale!,
(.) ¿Se lo enseñamo a tus amigo?
Termina de
retroalimentar al niño con sus respuestas sobre la ubicación e identificación de
los diferentes elementos del paso: ¡Vale!; hace una pausa muy breve [(.)], pero
suficiente para introducir el tema y al usar el deíctico: “lo”, da por contado que
se trata del mismo objeto o cosa de la que vienen hablando (ver arriba, turno
8). El niño, por la pausa y por la misma estructura de la pregunta, voltea a ver a
la madre, para luego responderle afirmativamente, repitiendo además el objeto
directo de la intervención de la madre. Con lo que reitera haber comprendido
(turno 9). Hay una ligera acomodación de las posturas corporales de niño y
mamá, como si fuese a suceder otra cosa diferente; la madre no sólo sube el
tono de voz sino que expresamente usa un mandato de llamada de atención que
además reitera; haciendo un énfasis inusitado, pues no se trata de lo que
generalmente hacen cuando los sevillanos quieren hacerse oír, sino que el
‘pero’ intercalado entre ambos ‘escúchame’ es para hacerle saber que no se
trata de un simple llamado de atención y que haga caso, que oiga atentamente.
Es más, le dice a la niña que espere, que no distraiga. Lo que va a decir es tan
importante que: “Se incorpora un poco, se hace adelante, coge a J. de la mano
derecha, le jala hasta que éste voltea a verla a los ojos. Ella con los ojos muy
abiertos, abre la boca ∙: ...” . Así, no sólo se vale de la palabra, para que el
niño voltee a verla, además actúa: se acerca, le coge de la mano y lo jala.
También su expresión facial es parte de la relevancia de la amonestación que le
hace pues no sólo abre más los ojos, sino que: “adelanta
su cara, arruga la
~ 29 ~
frente.”
; el uso de esas tres modalidades semióticas (la palabra, la expresión
facial y la acción) (Goodwin, 2000) hacen patente la forma como la madre
construye su intervención y la importancia que le imprime.
En su dicho: “(.)
Los
amigo,
también
juegan
con↑tI↓go.”,
la
madre
construye esa parte de la realidad social que son las relaciones entre amigos e,
implícitamente, está definiendo la actividad que se desarrollará entre ellos –J. y
sus amigos- como “juego”. A eso es a lo que se refiere Domínguez (2001) de la
actividad de los niños en las Cruces de Mayo.
El niño viendo la seriedad y circunspección de la madre, la mira atento y
responde también con un uso doble de reiteración de los ‘códigos’ semióticos:
su palabra y su gesto de movimiento de la cabeza (turno 12). No obstante, la
madre parece no quedar conforme con esto. Se miran a los ojos por unos
instantes y dramáticamente –su expresión facial (ojos muy abiertos,
movimientos de cabeza y apertura inusual de la boca), así como la elevación
del tono de voz y las gesticulaciones con su mano izquierda- formula el
problema al simularlo o representarlo, como si ella fuese el niño y que se
asocian con que el problema radica en que el niño al decir ‘mío’, lo que haría
sería excluir a sus amigos del juego y el llanto sería una prueba de un
sentimiento negativo para el despliegue de la amistad (ver turno 12). Otra vez,
una ligera pausa, mirándose ambos. La tensión en la interacción está en su
punto álgido. Ahora sí, la madre parece captar que el niño ha comprendido y
que advierte la gravedad del problema. La pausa es más larga: (..), de dos
segundos o un poco más. En la siguiente intervención de la madre, la situación
se distiende y reitera que los otros niños no sólo lo verán (la palabra que usó al
principio de este asunto, era ‘enseñar’) sino que jugarán con él. Vuelve a
hacer una pausa breve para luego buscar el consentimiento y acuerdo con el
niño: “↑¡VAle?!”. J . responde afirmando: “Mm vade!.” Claro que con su
prosodia.
Es probable que la madre haya escuchado al padre al amonestarlo para que no le
jalara el pelo a su hermana porque no quería que jugara con el paso. La madre misma
~ 30 ~
lo vivió al sacar el paso al salón, cuando el niño se acerca rápidamente a decirle que el
paso es de él. La madre, de ese modo anticipa la situación y trata de preparar al niño.
Ya veremos si esta amonestación y ‘regla moral’ (los juguetes se comparten entre los
amigos) se cumple. Lo importante es que todo ello ocurrió como un asunto
circunstancial y situado. Una amonestación ad hoc, en la práctica. …” (Yoseff & Cubero
s/f )
Termino el escrito con una consideración final:
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Forum Qualitative Sozialforschung /Forum: Qualitative social research/