Revista destiempos N°45
DE NOCHE, TODOS LOS NOCTURNOS SON PARDOS.
CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS EN DOS POEMAS DE
VILLAURRUTIA Y SUPERVIELLE
Om ar Ale ja n d ro Án ge l Co rté s
Universidad Autónom a Metropolitana, Iztapalapa
Para A., por ser suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.
Frente a la maestría creativa de Xavier Villaurrutia, la crítica y
algunos autores han intentado, en m ás de una ocasión, tildar
a la obra del escritor m exicano com o plagiaria o, al m enos,
com o de inventiva dudosa. Casos concretos destacan, por citar
algunos, en Oliverio Girondo quien en su índice de viaje,
apunta “Letra V: Villaurrutia, Xavier. Colim a 160 . México.
Sim pático m uchacho que plagió m is Mem bretes y escribió
una nota sobre m í en ‘El Universal’ de México” (Schwartz
79); 1 o en el m ism ísim o Octavio Paz quien señala que “las
indudables afinidades entre la poesía m oderna francesa y
algunos poem as de esta época [N ostalgia de la m uerte] de
Villaurrutia dieron origen a la acusación de plagio” (62).
1Las
cursivas corresponden al texto de J orge Schwartz.
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Em pero, com o señala Sara Poot, “cuando opta por darle cabida a esos textos (los textos ajenos que confluyen en su
obra) se acerca y se aleja de ellos, m ediante un cuidadoso
trabajo que respeta los orígen es de su elección y al m ism o
tiem po los transfigura en su propia escritura” (277). 2 En ese
sentido, si bien existen tem as y procedim ientos – así com o
m otivos y estilos– creadores presentes y constantes a lo largo
de la Historia literaria, la m aestría de un autor, entre otras
características, se m anifiesta en el apropiam iento de tales
elem entos al grado tal de, en palabras de Adolfo Castañón,
“m ejora[r] la fuente de su inspiración” (en línea).
En lo inherente a este trabajo, resulta de interés la
m aestría de Xavier Villaurrutia, específicam ente en la superación en “Nocturno de la estatua” respecto de “Saisir”, de
J ules Supervielle. La relación anterior encuentra cim iento
crítico en la m irada de Octavio Paz quien, en su obra Xavier
Villaurrutia en persona y obra, “lee unos versos del autor de
N ostalgia de la m uerte en que descubre la presencia de otros
escritores com o en un palim psesto” (Castañón, en línea).
Aunado a dicho juicio, destaca el de Alí Chum acero, quien
señala: “Luego vendrá la invasión de la literatura francesa.
Proust y el contacto con algunos escritores de las escuelas de
vanguardia – Cocteau, Supervielle, Giraudox, los surrealistas–
com pletan el m arco desde donde Villaurrutia desplegará su
trabajo poético […] Poem as com o el N octurno de la estatua
son a veces paráfrasis de poesías francesas” (Villaurrutia
XIX). 3
Ahora bien, considero pertinente señalar, a m anera de
contexto, algunos aspectos esenciales de la vida y obra del
poeta franco-uruguayo de cuya obra bebe Villaurrutia. J ules
Supervielle, “born in Montevideo of French parents [1884],
cam e as a child to live in France [1894], but made m any stays
in South Am erica. He studied in Paris at the Lycée J anson-deSailly, and m arried Pilar in Uruguay. After m ilitary service
during the First World War, he lived prim arily in Paris, and
was in close association with the N ouvelle Revue Française”
(Carm ody 130 ). En cuanto a sus concepciones y procedim ientos poéticos, destacan: a) la unidad de visión, b) la
intensidad del tiem po cósm ico y el espacio com o tem as
2 Si
bien el trabajo de Sara Poot es inherente al proyecto literario de J uan J osé Arreola,
considero que tal juicio es certero en el presente trabajo, a manera de juicio a escritores de
indudable nivel literario creador, com o Xavier Villaurrutia.
3 El subrayado es mío.
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básicos y c) la confianza personal en el m ovim iento poético
dentro de la atm ósfera enrarecida creada, junto a d) la correspondencia entre el m acrocosm os y los espacios del cuerpo
hum ano (Carm odi 130 -131).
En lo inherente al diálogo poético, “Saisir” —prim er
poem a de una serie hom ónim a y perten eciente a Le Forçat
Innocent— presenta en alejandrinos rim ados “un cam bio que
se resuelve en un no-cam bio, en una vuelta a la situación
original” (Paz 63). Me perm ito, para la glosa posterior, la
transcripción del poem a en su versión original, así com o en la
de Octavio Paz.
SAISIR
Saisir, saisir le soir, la pom m e et la
statue,
saisir l’ombre et le m ur et le bout de la rue.
Saisir le pied, le cou de la fem m e couchée
Et puis ouvrir les m ains. Combien d’oiseaux
lâchés,
Combien d’oiseaux perdus qui deviennent la rue,
l’om bre, le m ur, le soir, la pom m e et la statute.
-J ules Supervielle- (Castañón, en línea).
ASIR
Asir, asir la noche, la m anzana y la estatua,
asir la sombra, el m uro y el sin fin de la calle.
Asir el cuello, el pie de la m ujer tendida
y abrir después las m anos. ¡Cuántos pájaros
sueltos!
Cuántos perdidos pájaros convertidos en noche,
en calle, m uro y sombra, en m anzana y estatua.
-Versión de Octavio Paz- (Castañón, en línea).
En el poem a en cuestión, la epanáfora de los tres versos
iniciales sitúa, enfáticam ente, el canto im personal del y o
lírico en un am biente desesperado y de concaten aciones
sim bólicas. Así, los elem entos del prim er verso (noche,
m anzana y estatua) devendrán en el segundo, debido a la
gradación, en som bra, m uro y sinfín de la calle para,
finalm ente, dirigirse hacia el origen a través de la figura de la
m ujer tendida. Al igual que en la poesía de Villaurrutia, “las
parejas enem igas sueño/ vigilia, hielo/ llam as, tiem po/ eternidad y otras análogas” (Paz 60 ) resultarán el centro
del sistem a poético, m ism o que en “Saisir” encuentra
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expresión en el verso cuarto: “y abrir después las m anos.
¡Cuántos pájaros sueltos!”; es decir, en la dualidad sueño/ vigilia, en el eterno retorno. Establezco el núcleo del
poem a en dicho verso debido a lo siguiente: hasta tal m om ento, el y o lírico presenta, com o he referido, de m anera
im personal y m ediante los versos en infin itivo, un denso
paisaje nocturno, aunado al deseo por aprehender la totalidad
de su entorno, a la m ujer tendida. No obstante, en este verso
el poem a recom ienza: “en las dos últim as líneas asistim os a
una m etam orfosis: los objetos que toca la m ano del poeta se
vuelven pájaros; a su vez, esos pájaros regresan al punto de
partida y se convierten en lo que fueron: calles, som bras,
m uros, m anzan as, estatuas” (Paz 62-63).
Mediante el sim bolism o de pájaros, el cual entenderé
com o libertad o presagio negativo, se presentan los elem entos noche, calle, m uro, som bra, m anzana y estatua com o
resultado de la m etam orfosis ya referida. Adem ás, destaca el
sem a noche, prim era conversión de los pájaros (“Cuántos
perdidos pájaros convertidos en noche”), por su connotación
form al poética, el “nocturno”. Octavio Paz señala que el
poem a de Supervielle es crepuscular, a diferencia del de
Villaurrutia, m ism o que percibe com o nocturno. No obstante,
considero que, debido a la inclusión del sem a noche en dos
ocasiones, la clasificación de crepuscular resulta pertinente
sólo en la segunda acepción del DRAE: “Se dice del estado de
ánim o, interm edio entre la conciencia y la in consciencia, que
se produce inm ediatam ente antes o después del sueño
natural, o bien a consecuencia de accidentes patológicos, o de
la anestesia general” (en línea), situando así al poem a de
Supervielle dentro del surrealism o, vanguardia a la cual el
poeta se adhiere desde sus inicios literarios.
Com o señalé, Xavier Villaurrutia retom a ciertos procedim ientos poéticos —así com o tem as y m otivos— de
Supervielle al grado de la superación. Prueba de lo anterior
radica en su prim er nocturno publicado (Contem poráneos Nº
7, diciem bre de 1928), “Nocturno de la estatua”. En cuanto a
la disposición de dicho poem a resulta pertinente señalar que
la prim era parte de N ostalgia de la m uerte – los N octurnos–
representa la asociación poética de la noche y la m uerte. En
ese sentido, “Nocturno de la estatua” presenta, en atención a
la totalidad de las em ociones en y del y o lírico (placer, vicio,
deseo, sueño), los sem as noche, calle, escalera, estatua, grito,
eco, m uro, espejo, entre otros, igualm ente concatenados y ya
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presentes en la poesía de Supervielle. Me detengo en dicho
procedim iento: si bien “Saisir” presenta anáfora y anadiplosis
progresiva com o elem entos esenciales, “Nocturno de la
estatua” hiperboliza el efecto de tales tropos al crear
redoublem ent o redobles, en función de la repetición y aliteración. Así, “Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera”
(Villaurrutia 46) presenta tales elem entos m ediante la
repetición del verbo en infinitivo y del artículo determ inado
la. Adem ás, correr, querer, querer, correr, hallar (vv. 3-7)
resultan, tam bién, anáfora y paracresis. La m aestría del
em pleo de dicho recurso se explicitará internam ente:
encontrar, hallar, encontrar, tocar (vv. 3-6) increm entarán
la sonoridad y fuerza del poem a. 4 Por si fuera poco, la relación
en anadiplosis progresiva de los sem as grito, eco, m uro y
espejo (vv. 3-6) increm entarán, verso a verso, la desesperación y am biente del y o lírico. Sin duda alguna, la gradatio
en el poem a de Villaurrutia —en superación al de
Supervielle— experim enta las m ayores consecuencias.
Por otro lado, al igual que “Saisir”, “Nocturno de la
estatua” posee, en m i opinión, un núcleo poético, m ism o que
sitúo en el séptim o verso: “Hallar en el espejo la estatua
asesina,” debido a la transform ación gram atical. A partir de
tal unidad poética la estatua asesinada ya no representará un
sim ple deseo: será asida. Cabe destacar que estatua, en la
poesía villaurrutiana, posee gran carga sim bólica: representa
el desdoblam iento, la conciencia de vida/ m uerte y
m ente/ cuerpo (parejas sem ánticas ya referidas) en un m ism o
y o. En los versos siguientes, la anáfora, así com o la
aliteración, encontrará lugar en los enclíticos (sacarla,
vestirla, acariciarla [vv. 8-10 ]). Adem ás, el sim bolism o que
en “Saisir” radicaba en pájaros, en “Nocturno de la estatua”
encuentra lugar en la estatua asesinada dentro del espejo, por
trocar el discurso poético, es decir, posibilitar el alcance del y o
lírico respecto su objeto del deseo; en ese sentido, cabe
señalar que “the m odern poet [el y o lírico de “Nocturno de la
4 Perm ítase la siguiente transcripción parcial del “nocturno” en cuestión para la
com prensión de los tropos referidos. Los subrayados son míos:
Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera
y el grito de la estatua desdoblando la esquina.
Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,
querer tocar el grito y sólo hallar el eco,
querer asir el eco y encontrar sólo el m uro
y correr hacia el muro y tocar un espejo,
Hallar en el espejo la estatua asesina,
(Villaurrutia 46-47).
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estatua”] is a person w ho is try ing to find out w hat sort of
person he is; the problem is one solitude, as for exam ple when
he hears ‘el grito de la estatua desdoblando la esquina’”
(Nugent 20 6). 5
Com o m encion é, un procedim iento m ás radica en las
parejas enem igas. En el poem a de Villaurrutia, tal recurso se
m anifiesta en la dualidad sueño/ vigilia, m ediante la concatenación verbal y los obstáculos de cada sustantivo. Si bien el
objeto del deseo del y o lírico radica en asir la estatua, en su
búsqueda, verso a verso, encontrará diversos im pedim entos:
el grito, convertido en eco, a su vez transform ado en m uro el
cual, finalm ente, devendrá en espejo, lugar donde descansa la
estatua asesinada.
La intertextualidad, según Paz, desaparece desde el
tercer verso. En m i opinión, no es sino hasta el séptim o en el
que la fuente de Supervielle se desdibuja. El poeta francouruguayo presenta, en “Saisir”, “Asir el cuello, el pie de la
m ujer tendida / y abrir después las m anos. ¡Cuántos pájaros
sueltos!” (vv. 3-4); es decir, el deseo y la realización por
aprehen der al objeto, así com o su posterior m etam orfosis en
pájaros, junto a su reconversión “en calle, m uro y som bra, en
m anzan a y estatua” (v. 6). En “Nocturno de la estatua”, el
fenóm eno poético resulta distinto: al m om ento del encuentro,
la estatua se encuentra asesinada y, adem ás, dentro del
espejo; por ello, el y o lírico, a m anera de desdoblam iento, le
separa de su som bra para identificarse con ella en grado tal de
“acariciarla com o a una herm ana im prevista / y jugar con las
fichas de sus dedos / y contar a su oreja cien veces cien cien
veces / hasta oírla decir: ‘estoy m uerta de sueño’” (vv. 10 -13).
Precisam ente los versos previos dan prueba del reencauzam iento creador de Villaurrutia: a diferencia del texto
de Supervielle, el cual resulta cíclico, el m exicano lleva la
im agen a la resolución funesta, la m uerte. Por si fuera poco,
cabe destacar que dicha m uerte se m anifiesta dentro de lo
onírico; de ahí la posible adhesión al surrealism o.
Finalm ente, el em pleo de la aliteración resulta constante en todo el “nocturno”; de esa m anera, “y contar a su
oreja cien veces cien cien veces”6 (v. 12), representa la m ayor
puesta en práctica de tal tropo debido a su m ixtura con la
m etáfora, increm entando la nostalgia y el sentim iento desolado del y o lírico. La atención, por parte de Xavier
5El
subrayado es mío.
6 Ídem .
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Villaurrutia, a los recursos y procedim ientos del lenguaje lírico, dan prueba fehaciente de su poética; para él, “‘el problem a
de la operación creadora que es la poesía… es siem pre, ante
todo y sobre todo, un problem a de lenguaje’. En consecuencia,
Villaurrutia es un fetichista de la exactitud de expresión, de la
precisión en las im ágen es, de la perfección del vocabulario […]
del m undo del subconsciente, las preocupaciones oníricas y
aún cierto autom atism o poético” (Monguió 259).
En síntesis, puede afirm arse que la relación entre
Villaurrutia y Supervielle, así com o respecto de sus fuentes en
general, resulta “not so m uch in the way of direct im itation but
m ore in the way of com parisons which seem significant. These
relationships center about those them es of death, night, and
dream , usually present in a discussion of Villaurrutia’s
poetry” (Nugent 20 5).
Alejando el análisis de los poem as en cuestión, m erece
com entar, de soslayo, que “Nocturno sueño” representa, desde m i punto de vista, la m anifestación final y explícita de la
relación autoral en cuestión. Lo anterior se m uestra desde el
paratexto, en la dedicatoria a J ules Supervielle. Aunado a ello,
este poem a retom a ciertos procedim ientos y recursos
lingüísticos, tanto de “Nocturno de la estatua” com o de
“Saisir”. Destacan, por referir algunos “Abría las salas /
profundas el sueño / […] / la calle azogada / dobló m is
palabras / […] / Me robó m i som bra / la som bra cerrada /
[…] / Y al doblar la esquina / un segundo largo / m i m ano
acerada / encontró m i espalda / Sin gota de sangre / sin ruido
ni peso / a m is pies clavados / vino a dar m i cuerpo” (vv. 1-2,
13-14, 15-16, 25-32), 7 m ism os que refieren lo onírico, la
paráfrasis inter e intratextual sem ántica, así com o el carácter
cíclico, respectivam en te. Em pero, el cierre de “Nocturno
sueño” es un tanto catastrófico: si bien el y o lírico encuentra
su cuerpo “sin gota de sangre / sin ruido ni peso” (vv. 29-30 )
– de ahí el retorno al origen– , “Cerraba las alas / profundas el
sueño” (vv. 35-36), pareado de hexasílabos, m anifiesta la
conclusión total de lo onírico y de la búsqueda del y o dentro
del m ism o.
A m anera de conclusión, cabe reparar en lo siguiente:
si bien “la revelación del sueño es inseparable [del
descubrim iento de Villaurrutia] de la poesía m oderna” (Paz
60 ), existen diversas form as y autores de los cuales el poeta
7Ídem .
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m exicano nutre su creación. A través de estas líneas, he
m anifestado cuáles son y de qué m anera se com portan las
aportaciones de Supervielle dentro del re-encauzam iento
creador de “Nocturno de la estatua”. Allende la sim ilitud
sem ántica, m etafórica y trópica, Villaurrutia escucha el dictado del inconsciente, guía al m urm ullo del sueño y lo
transform a en un lenguaje auténtico, bello e inteligible.
Donde Supervielle propone m etam orfosis, Villaurrutia poetiza concatenaciones, m uerte, som bras, la m ixtura del y o
lírico con su objeto del deseo; donde el prim ero propone el
recom ienzo, el segundo concluye fatalm ente con la m uerte
onírica. Ante estos versos habitados de sueño, vigilia,
conciencia y delirio, entre otros elem entos, “Can we say that
there is in poetry, as in science, a com m on basis of thought in
which one poet is indebted to another?” (Nugent 20 8).
Responder tal cuestión, afortunadam ente, tom ará m ás de una
noche.
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