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Resena de Daniel Tanuro Cambio climatico

Libros CAMBIO CLIMÁTICO Y ALTERNATIVA ECOSOCIALISTA. UN ANÁLISIS MARXISTA DE LA CRISIS ECOLÓGICA GLOBAL Daniel Tanuro Colección Crítica&Alternativa, Editorial Sylone, Barcelona, 2015 116 págs. «El calentamiento climático traduce en términos físicos la tesis formulada en términos políticos por los marxistas revolucionarios hace más de sesenta años: las condiciones objetivas para una sociedad no capitalista no solamente están maduras, sino que empiezan a pudrirse», leemos en la página 85 de este breve y didáctico libro, estructurado en forma de cuarenta tesis complementadas con algún anexo. Negar que la problemática del cambio climático (CC) esté en la agenda del día sería algo desconsiderado; sin embargo, las perspectivas hegemónicas se hallan lejos de poder dar cuenta de la dimensión del problema al no declarar explícitamente su vinculación al modo de producción capitalista. Asumir una perspectiva económico-ecológica materialista, que analice el funcionamiento del modo de producción que estructura tanto nuestras relaciones sociales como las relaciones con la naturaleza, permite comprender la problemática desde sus raíces: tal es el punto de partida metodológico de Daniel Tanuro. En el marco del capitalismo, que parece operar ignorando los límites biofísicos, no es posible encontrar una verdadera solución ecológica a la dramática crisis actual, una de cuyas dimensiones principales es el CC. Daniel Tanuro es un ingeniero agrónomo y periodista belga, que conjuga una importante carrera intelectual con un intenso activismo político. Colaborador del Instituto Internacional de Investigación y Formación de Ámsterdam, así como de diferentes revistas políticas (Le Monde Diplomatique, Viento Sur, Oveja negra, etc.), es también militante de la Liga Comunista Revolucionaria belga (LCR) y miembro de la Comisión de Trabajo sobre Cambio Climático del sindicato belga FGTB. Están al alcance de las y los lectores de lengua española algunas de sus contribuciones sustantivas al pensamiento ecosocialista, especialmente su libro El imposible capitalismo verde: del vuelco climático capitalista a la alternativa ecosocialista (La Oveja Roja, Madrid, 2011). Su objetivo en Cambio climático y alternativa ecosocialista, perseverando en el espíritu de decenas de sus artículos precedentes, consiste en una crítica radical a las políticas climáticas del capitalismo y una contundente defensa de la alternativa ecosocialista. Para ello parte de un exhaustivo análisis de la coyuntura mundial focalizado en la crisis ecológica global donde convergen saberes científicos multidisciplinarios (químicos, físicos, biológicos, agroecológicos, estadísticos, geológicos, geográficos, geopolíticos, etc.) con una rigurosa lectura marxista. La principal fuente científica del autor son los informes publicados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés),1 organización mundialmente reconocida en virtud de su profusa labor de síntesis de los datos e investigaciones acumuladas sobre las dinámicas climáticas y ecosociales. Si bien estos informes científicos permiten mostrar la gravedad del CC, de alguna forma se quedan cortos: Tanuro critica algunas de sus conclusiones por basarse en hipótesis conservadoras. Según el autor los datos aportados por el IPCC consideran solamente fenómenos ambientales continuos y linealmente progresivos, sin tener en cuenta la complejidad de los llamados fenómenos no-lineales; además, el IPCC sobreestima la posibilidad de que la canti- 1 Organización internacional establecida en 1988 por dos organizaciones de Naciones Unidas (Organización Meteorológica Mundial y Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente), a fin de difundir información científica, técnica y socioeconómica sobre el riesgo de cambio climático. de relaciones ecosociales y cambio global Nº 136 2016/17, pp. 189-198 189 Libros dad de energía fósil (y, por consiguiente, el volumen de emisiones de dióxido de carbono) destinada a la producción económica se reduzca espontáneamente. Pero incluso con estas hipótesis conservadoras es posible estimar que, si mantenemos la inercia del sistema productivo actual basado principalmente en la combustión de energía fósil, antes de la brecha del 2100 la temperatura ascenderá hasta 4,5°C: «Esta variación representaría un cambio en las condiciones de existencia al menos igual del que separa la época actual del último periodo de glaciación hace 20.000 años» (p. 24). ¿Qué posibilidades tenemos entonces de frenar esta inercia productivista? El análisis de Tanuro expresa la importancia de reconocer la matriz misma del problema. El núcleo del modo de producción capitalista es la dinámica de acumulación de capital. Si el capital se define por un movimiento constante de valorización del valor, el modo de producción capitalista precisa tanto de una fuente de creación de ese valor, como de posibilidades de crecimiento ilimitado. Mientras la fuente de valor se encuentra en el uso del trabajo asalariado y la explotación de los trabajadores, la producción ilimitada se apoya en la sobreexplotación constante de los recursos naturales. La desigualdad social y el choque con los límites biofísicos de la Tierra, así como con sus ritmos ecológicos, son contradicciones propias de nuestra actualidad globalizada que se desprenden directamente de la estructura productiva del capitalismo: «El trastorno climático no es debido a la actividad humana en general, sino a las modalidades de actividad desde la Revolución industrial capitalista» (p. 14). El análisis histórico que presenta el autor revela que el proceso de acumulación capitalista se centra desde sus inicios en la quema de combustibles fósiles. Si bien contamos con la posibilidad de generar energías renovables desde hace muchos años, el modo de producción no dejó de centrarse una y otra vez en aquella modalidad, que no es sino el núcleo de la gran catástrofe climática que se despliega 190 de relaciones ecosociales y cambio global Nº 136 2016/17, pp. 189-198 intensamente en la actualidad. Además, el proceso se retroalimenta en la medida en que se generan grandes empresas monopólicas con un gran poder económico que les permite ejercer presión en función de sus intereses. Por último, es necesario reconocer que el centro de gravedad de esta modalidad productiva son las grandes metrópolis imperialistas, dando lugar a una importante dimensión geopolítica del problema. En la medida en que la quema de combustibles fósiles es la causa principal del calentamiento global, la reducción (si no supresión) de sus emisiones de dióxido de carbono debe ser la estrategia fundamental para enfrentar este problema. Sin embargo, es imposible llevar a cabo esta estrategia sin un cambio estructural del modo de producción capitalista que se basa en esa modalidad. En este sentido, Tanuro dedica una extensa crítica en su tercer capítulo a la pretendida respuesta capitalista que nos ha «hecho perder treinta años en la lucha por salvar el clima» (p. 41). Los tratados internacionales que regulan este problema no dejan de buscar “soluciones” mercantilistas y liberales, que no solo son insuficientes, sino que, además, aumentan la injusticia social y climática (políticas de austeridad, guerras por los recursos, profundas desigualdades en las realidades sociales frente a los desastres ambientales entre los países del Norte y del sur). Tanuro presenta, frente a esta realidad, la exigencia de una responsabilidad diferenciada en las medidas a tomar para combatir el CC. Mientras los países del Norte deben asumir su responsabilidad histórica y disminuir drásticamente su consumo de energía, los países del Sur deben desarrollarse mediante tecnologías limpias. Es la dialéctica materialista que guía todo el análisis de Tanuro lo que revela el origen del problema, al tiempo que señala el camino hacia su solución: si el ecologismo no es anticapitalista y si el socialismo no incluye una firme responsabilidad ecológica, el futuro de sus propuestas independientes será insuficiente para evitar que las contradicciones de este sistema conduzcan hacia el colapso global: «La lucha contra el CC Libros abre de este modo la posibilidad de revitalizar el enfoque del programa de transición: por un lado, refundando la necesidad para la humanidad de una salida no capitalista y, por otro, aportando una justificación objetiva sólida a un conjunto coherente de reivindicaciones concretas que, tomadas globalmente, son incompatibles con el funcionamiento normal del sistema capitalista» (pp. 89-90). El autor logra aplicar con gran lucidez la dialéctica propia del Programa de Transición de León Trotsky a la coyuntura actual, planteando como programa una lucha prioritaria por la disminución del consumo de energía y la reconvención de los trabajadores y trabajadoras empleados en esos sectores. Y entiende que superar los obstáculos implica necesariamente poner en cuestión la propiedad capitalista. Tanuro es claro: es imperioso construir un movimiento de lucha contra el CC. Este movimiento debe constituirse como una corriente de izquierdas que emprenda una lucha combinada a favor del clima y la justicia social, que reagrupe elementos del sindicalismo, ecologismo, feminismos, altermundismo, tercermundismo y la articulación con intelectuales y científicos críticos: «La lucha contra el cambio climático no será ganada por una combinación de trabajo de lobby, acciones mediáticas espectaculares y campañas a favor de cambios individuales de comportamiento de los consumidores, sino mediante la movilización de masas» (p. 65). Ayelén Branca Profesora de filosofía de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) Helena Bustos y Antonio Navarro Doctorandos de filosofía EDUCACIÓN Y CAMBIO ECOSOCIAL. DEL YO INTERIOR AL ACTIVISMO CIUDADANO Rafael Díaz-Salazar PPC, Madrid, 2016 277 págs. Martin Luther King señaló lo siguiente: «Debemos aprender a vivir juntos como hermanos o morir juntos como tontos». Esta frase expresa de un modo acertado algunos aspectos relevantes de nuestro tiempo. Primero, que el carácter global de los riesgos actuales hace que los seres humanos compartamos un destino común. Segundo, que para que ese destino común no sea fatal, debemos aprender a convivir. En otras palabras: debemos aprender a vivir juntos si queremos perdurar como especie en un planeta habitable, y ese vivir juntos no puede consistir simplemente en sobrellevarnos, sino en reconocernos fraternalmente en la responsabilidad de cuidar la casa común que compartimos. Aunque esta cita no aparezca en la obra aquí reseñada, creo que conecta plenamente con el sentido que el autor ha querido dar a su libro Educación y cambio ecosocial. Del yo interior al activismo ciudadano. En el marco de un proyecto de investigación más amplio titulado Educación, democracia y ciudadanía activa, Díaz-Salazar acaba de publicar este libro con el propósito de contribuir a deliberar en el proceso de construcción comunitaria de un proyecto educativo cuya relevancia no se puede medir por posiciones en rankings tipo PISA sino por su capacidad para «abrir los ojos de los ciegos ante el sufrimiento humano causado por la exclusión social, la explotación y la destrucción del medio ambiente» (p. 227). Así pues, debería quedar claro que el objeto de este libro es la educación reveladora en el contexto de un mundo ciego. Una ceguera que –como en la célebre novela de Saramago– no se produce por falta de luz, sino más bien por todo lo contrario. Vivimos en Libros 191