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SONETOS Y PÚBLICO DE LA ACTUALIDAD

Perspectiva teórica de un modelo clásico de composición estrófica y sus posibilidades métricas

SONETOS Y PÚBLICO DE LA ACTUALIDAD MÉTRICA / TEORÍA DE LA LITERATURA Índice INTRODUCCIÓN 2 MARCO TEÓRICO 4 ANÁLISIS Y COMENTARIO Ana Enriqueta Terán 4 Joaquín Sabina 11 Pelayo Ortiz 11 Pablo García Baena 27 CONCLUSIONES 29 OBRA CITADA 30 INTRODUCCIÓN Cuando quisimos abordar un estudio métrico sobre poetas jóvenes que se dedicaran al soneto caímos en la paradoja de tomar a sus comentaristas como imparciales respecto de la potencia de su obra. Centrarnos en uno nos parecía escaso e incongruente con nuestra perspectiva y limitar la poesía joven al fruto de una edad o etapa en la producción de su autor injusto para los seleccionados por ejemplos. Bien es cierto que manifestamos una tendencia, pero la conceptualización de la juventud para un crítico puede hacer de su criticado un éxito o un megalómano terrible. En Twitter se confunden máximas con endecasílabos y muchos dicen desconocer el éxito de Ray Quenau y su experimentación en cuanto a las formas de la que seguimos recibiendo ecos, alejándonos de los que reducen la comunicación al dominio de una batería léxica. Nuestra tesis inicial era que un sistema reglado que ponga límite a la creatividad favorece el equilibrio y la gestión de la frustración de aquellos que se enfrentan a composiciones rimadas, y demostrar a un tiempo que las transformaciones históricas se dan lugar a la par que los cambios en los ritmos dentro de la literatura, focalizándonos en una estrofa tenida por clásica, pero las tendencias actuales penalizan a los que se dediquen a los versos y resultan impopulares los que tienen como motor de su estilo ser el que controla, quien mejor se adapta a las normas. Parece un pecado dedicarse al versolibrismo si las Singularidades descritas por Vicente-Luis Mora, donde “se intenta desmontar la mentira crítica de la poesía española contemporánea” (Mora, 2007: 12), son malinterpretadas. Curiosamente, también él nos ha dado una lección desde la prosa y la “impersonación” como técnica desde Quimera. Nuestro principal error ha sido considerar la composición rimada como el plan perfecto para el artificio. Algunos conservamos la capacidad de reflexionar en torno a un lema sin obviar la memoria para desafiar a las convenciones. El conflicto que se plantea es la necesidad de renovar un esquema formal tan rígido como el soneto para hacerlo atractivo, para el lector acostumbrado y para el neófito. En una estrategia integradora, abordamos ejemplos apartados del ámbito de estudios habitual para establecer pautas distintas a las de los estudios métricos consultados, fundiendo las posibilidades que se nos ofrecían para la elaboración del trabajo. Como alternativa al análisis estilístico (Bello, 1997: 23 y ss.), hemos procurado evitar el comentario impresivo. Las ideas pueden ser peligrosas. Quizá los poetas tienen este tipo de pensamientos cuando elaboran sus composiciones. Las transformaciones sociales discurren al margen del sistema literario, y es posible que no haya nada más alienante que descubrir que sólo mediante las comunicaciones privadas se realizan los cambios sustanciales. De un lado nos hemos empeñado en reducir su carácter a ciertas elecciones que determinan la conciencia de estilo y del otro tenemos que considerar que los errores también implican aciertos. La adecuación del contenido a la forma es más rígida cuando se siguen las pautas tradicionales de versificación, pero la actual inclinación a experimentar libremente con las formas construye otra clase de tendencia. Obviar que la consideración pública sobre la poesía no es otra cosa que no pasa de un entretenimiento burgués ha aumentado la tensión que sienten los escritores por ser reconocidos como originales en algún aspecto. MARCO TEÓRICO En este debate, parece que la lírica se haya convertido en un desnudarse fuera de horarios o condiciones. Los poetas y sus lectores son cursis que siempre quisieron elevarse como dueños de una voz exclusiva, mientras que los problemas para definir la libertad son la base de las verdaderas transformaciones. Presumir en el otro el conocimiento necesario para entender cómo gira el planeta es tomado por pedantería. Las presiones que recibimos para señalar tendencias políticas destruyen el compromiso social que los refugios de la intimidad nos aseguraban en los textos. Como críticos no debemos reducirnos a las pautas que el discurso del arte nos entrega. Los medios para la expresión son más abundantes hoy, y el acceso a la cultura se ha democratizado. Sirvan estas líneas para la justificación del investigador que se realiza preguntas sobre la pervivencia o desaparición de las formas tradicionales en contraste con la utilización de nuevos esquemas para combatir la gramática de los sistemas impuestos. Si existe la poesía es para negar el general gregarismo. Nuestra resistencia a las ideas nuevas se rompe sólo con la sorpresa que reside en un lenguaje estructurado. Por oponer el discurso social al poético sólo declaramos que antes y después se conjugan en el presente salvaje. Si el socialismo raya en la utopía es para el que considera las etiquetas imprescindibles para el desarrollo de la teoría o como inamovibles a la hora de razonar conclusiones, al contrario de lo que serían las resoluciones definitivas de los juzgados. ANÁLISIS Y COMENTARIO Si hemos seleccionado para este trabajo la obra de Ana Enriqueta Terán es porque aúna varias características que representan nuestra perspectiva teórica. Las mujeres han sido despreciadas por su intelecto y en época histórica hay muchos ejemplos de escritoras que practicaban bajo un seudónimo por temor a ser represaliadas. Maravilla por la lucidez en sus composiciones pese a su avanzada edad, la poetisa que nos ocupa ha publicado intentando compatibilizar sus responsabilidades como diplomática, pero el auge del bolivarianismo en su patria nos hace plantear si su legado puede quedar manchado por el incesante interés para crear expectativas en lectores sin criterios firmes, a un lado y otro del charco. No dudando de su genialidad, nos preocupa más que su recepción sea alterada y mediatizada. En la bibliografía encontrarán manuales clásicos de prosodia así como manuales sobre estudios poéticos de diversa índole, pero en nuestra audacia quisiéramos negar la primacía del contexto que se supone necesaria para evitar una excesiva referencialidad. De hecho, no es extraño que nuestros parlamentarios utilicen citas de Lorca para defender argumentos que resultan contrarios a la que entendemos su manera personal de describir estéticamente valores que son universales. Que las ideas pueden ser inofensivas es un concepto aún más temible. Entre libertad y tolerancia existe una falla de significado rentable para la comunicación de las sociedades modernas en las que interfieren los modelos de estado que mantienen relaciones de poder con las instituciones religiosas. El ejército en Venezuela supone para sus ciudadanos todavía un medio perenne de ascenso o garantía de mejora de calidad de vida. No es óbice aclarar que las sociedades militarizadas que multiplican sus leyes lo hacen de igual modo con las medidas represivas. Recordando se defiende a la madre de todos. Los planes de la derecha han sido siempre colocar a los débiles en la posición que mejor defienda su manera de interpretar el mundo. Acostumbrados a los tópicos dañinos exigimos a las composiciones que regresen para cambiar los tonos de nuestra conversación interna y nos ayude a mirar con ojos limpios. La de la ciudad de Valera ha demostrado su búsqueda de la perfección formal en un esquema tan rígido como el soneto y ha aglutinado tanto influencias de los clásicos franceses recientes como, en un principio, de los españoles; de hecho, encontramos referencias directas a modo de dedicatoria en A Garcilaso, a San Juan de la Cruz pero sin su misticismo (Cuartín, 1974: en línea) y la renovación del espíritu gongorino en la querencia por recuperar el valor de los mitos. La identificación de un legado cultural y el otro sirve como acto de comunicación trascendental al proyectar los lemas sintéticos a los que todos llegamos cuando intentamos elevarnos sobre las tradiciones. En este punto, la voz de la poetisa desaparece para integrar el antiguo deseo del lector como creador del significado. La misma disposición gráfica que hemos visto que se emplea en las cuartetas nos hace dudar de las posibilidades conscientes que desarrollarían en ellas los encabalgamientos, pero el efecto es en realidad que las aproxima a los tercetos: contando las sílabas se vislumbra el esquema clásico de composición, no entraremos en disquisiciones como la imitación o variaciones de las rimas petrarquistas, pero sí podemos afirmar que supone una “ocultación” del esquema para atraer hacia la naturalidad de los sonidos empleados, por ejemplo, en Esta sed, que copiamos a continuación. Esta sed que rebasa mis sentidos cuando ya nadie clama ni suscita la eternidad en la palabra escrita ni en dioses reciamente anochecidos. Esta sed de lugares restituidos a la humildad de la pasión descrita, con la escritura azul que precipita úngeles sobre pliegos consumidos. Esta inútil, sagrada transparencia que hace indefenso el rostro y le convierte en trasfondo sin máscara oportuna, sin la aviesa costumbre de la muerte, sin ámbito, sin vuelo, sin ninguna valoración que nutra la paciencia. Siempre se atribuyen esta clase de efectos más a la genialidad de los editores, pero lo vamos a considerar como voluntad autorial porque la misma disposición de la que se hablaba produce acoplamientos de sentido entre los términos que se utilizan en los principios de verso que también resultan razonables desde el plano fonológico. La limpieza, por decirlo así, con la que se emplea en la desaparición de los valores gramaticales de femenino/masculino, realza la individualidad del primer aspecto, y la llamada a la atención con el verbo en imperativo singular. Sería ingenuo considerar el esquema del soneto como la adaptación natural a las lenguas vernáculas del ritmo que se fijó para la épica en el hexámetro dactílico, de la misma manera que tener como culmen de la forma los de Shakespeare, Góngora, Quevedo o cualquiera de los italianos del Renacimiento. Las rimas tienen que ser consonantes y acopladas entre las cuartetas y los tercetos, respectivamente; así en Sortija, donde hemos recuperado la disposición gráfica corriente de los versos para señalarlas: Necesito un anillo delirante A para la oculta sombra de mi mano, B un archivo de mar para el verano B y documentos de agua suplicante. A Para mi mano un riguroso guante A de piel de tiempo y pensamiento vano B Y la mesa de juego donde gano B contra la muerte mi color menguante. A Una sortija de algas con países C y lenguas diferentes, con nocturnos D bisontes y cuadernos vegetales, C para mi mano los rebaños grises, C las edades de lacios taciturnos D y el pulso de los secos minerales C El verso de once sílabas tiene la facultad de reproducir al tiempo que huye de alguna manera de la cadencia rítmica de la oralidad, por la que muchos compositores de canciones, hablamos ahora de composiciones con acompañamiento musical, juegan también con las posibilidades del mismo. Por conocido, no vamos a obviar la estructura: catorce versos de once sílabas (aunque pueden ser de doce si la acentuación de la palabra en final de verso lo permite, además de las posibilidades que abren las sinéresis, diéresis y sinalefas, e incluso de catorce sílabas, los llamados alejandrinos) agrupadas en dos cuartetos y dos tercetos. Se intuye que el fundamento de encajar las tres sílabas finales reduce las combinaciones, pero la teoría es sólo base para las composiciones posteriores. Del mismo modo que hay cesuras no se pueden asimilar a las pausas entre hemistiquios. Dejaremos la forma genérica a un lado para animar a los lectores a experimentar con ella. Superada la crisis constante del post-estructuralismo de naturaleza capitalista que describían Deleuze y Guattari, conceptualizaciones como “la muerte del autor” que germinaron en el desarrollo de corrientes nihilistas se han extendido más allá de la literatura y el ámbito cultural (Deleuze & Guattari, 2006: 322, 323). Es en realidad como correctores en el rol en el que nos hacemos responsables del texto. El modernismo, anterior históricamente, ya anticipaba la ruptura del compromiso político necesaria para la experimentación con las formas. Cuando dios y el diablo saltaron a la palestra, el hombre seguramente eligió al primero, aunque afirmar la existencia de uno es garantizar la existencia del otro. La verdad parece imprescindible en el ámbito público, pero los presidentes son miserables que se escudan en pantallas de plasma y los monarcas descendientes de familias que se amparan en el poder que se entrega a los parlamentarios para escudarse en ellos y mantener así que defienden a los votantes. La sensación generalizada es que prefieren al pueblo ignorante. Dios está loco o sus hijos sufren cierto retraso mental. Las biblias son mitos decorados. La burguesía es una máscara que nos hemos inventado para preservar el derecho a ignorar el sufrimiento ajeno. La religión en la postmodernidad es un conjunto de trucos eléctricos para negar que el azar gobierna sobre nuestras voluntades. Para Joana Masó, en Derrida la característica determinante del lenguaje literario es su carácter figurativo (Masó, 2016: 13, 14). En el lenguaje, queremos entender, no todo se termina en su función referencial, y la capacidad de “transracionalización” del registro seleccionado bien por sus deslizamientos semánticos, bien por su sonoridad hace que nunca nos acostumbremos a la sugestión poética, al ser un juego sin serlo, pero nos acostumbramos a las metáforas funcionales que se desactivan en un texto si pierden su capacidad de sugestión. Los poetas son absurdos que intentan devolver a las palabras su origen musical. Sólo mediante la construcción de criterios personales podemos establecer las pautas con las que actúa lo que entendemos por convencional y cambiarlo. Los ministros de la iglesia eran los antiguos sicólogos, pero se han vuelto inútiles en su pretensión de convertir la fe en una voluntad privada que colmara el deseo de una vida más allá de la vida, un lugar en el cielo para los creyentes. Los imbéciles que no creemos en nada somos tomados por pedantes a los que les asusta tener que recordar. Todos somos espejo de la divinidad aunque mantengamos ocultas nuestras aspiraciones. Pese a su avanzada edad, Ana Enriqueta sigue componiendo poemas preciosos que se diría doman la estructura en su rigidez para llenarla de contenido. Tablas lavadas que la mar olvida y alguna vez recoge para luego dejar cerca del alma como ciego resplandor acerado en la medida que la materia deja de ser vida y se vuelve de raso con sosiego de ceniza cayendo en manso riego sobre una luz humilde y extendida. Luz que ciñe el espacio sin adrede distorsión; luz perfecta, no centrada por ave, nube o corazón disperso. No llevar, no tener y el mar no cede su derecho de unir isla sagrada al madero lavado de algún verso. Para Nohemí Sosa evoca en este soneto el misticismo de Sor Juana Inés (Sosa, 2012: en línea), y copia en su artículo en la Red las consideraciones que dirigía a su marido cuando le preguntaba por la cuestión que abordábamos más arriba: “El soneto es la forma más completa que hay. Yo creo que yo tengo en el soneto mucha renovación del propio soneto. Como un vaso que sigue los cánones de lo clásico. Pero encuentro que hay una gran libertad. Por eso cuando me dicen los poetas jóvenes, que está muy desacreditada la poesía en verso rimado, las formas clásicas, les digo yo: Tú te sientes prisionero pero yo no, yo siento una enorme libertad en el soneto, para mí el soneto es un apoyo, es un vaso maravilloso donde la idea se desenvuelve con mucha más seguridad.” (Sosa, 2012: en línea) Sólo con convicción podemos alterar el tipo de convenciones sociales que nos hacen previsibles; en este sentido, encontramos el apoyo de Agustín García Calvo en la parte final de su tratado de rítmica y prosodia, cuando habla de la superficialidad de los juegos fonéticos y a continuación se desdice tratando a la rima según su función inspiradora, de una parte, y a su función memorizante, de la otra (García Calvo, 2006: 1684, 1685). Mucho más que el hecho de repartir ciertas claves léxicas en el conjunto de su producción, atendamos al ritmo interno en el siguiente soneto. Apenas rosas, apenas tallo leve de buen vivir, apenas mariposa por la corriente del samán umbrosa o por la rosa de la tranquila nieve Jazmín en la cintura por lo breve y en los ojos comarcas silenciosas y derramado cuervo en la espaciosa cabellera que el hálito conmueve Luminosa presencia sustituida por desatados ámbitos vitales, ausente al verde oscuro sometida el frágil pecho de incipiente nieve, el pie con su pequeña flor lejana y la sonrisa por su aire leve. Vemos cómo las normativas rígidas de sílabas tónicas combinadas con cesuras en segunda, sexta y décima no tratándose de alejandrinos no pueden adaptarse a cada realización concreta, como hubiera deseado el acérrimo imitador de Rubén Darío. Cada uno elabora sus recursos emocionales para enfrentarse a la conciencia de la totalidad. La anáfora inicial parece reverberar sobre todo el poema, pero la suave aliteración con el fonema vibrante empuja a la forma hacia el último verso, y si recuperamos su sentido, es equilibrado, porque encontramos la ausencia del mismo sonido en el segundo del primer terceto. Los poemas siempre se tienen por la tímida voz que nos protege del ruido de las sociedades. Siendo lamentable que el reconocimiento público adquiera un valor monetario, esta circunstancia parece no haber ahogado la creatividad de nuestra autora. Celebra cada cuatro de mayo su cumpleaños hasta ahora desde 1918 y ha obtenido el Premio Nacional de Literatura en 1990. Los acólitos de Pablo Iglesias y los militantes de su partido son conscientes de que más que animar a sus votantes parece que les dedicara un rap en cada mitin. La misma destreza para con el soneto ha demostrado el denostado cantautor responsable de éxitos como Pongamos que hablo de Madrid. Cuando hablamos de la relación entre texto y música, no hemos mencionado las adaptaciones de textos de Ángel González que hacía Pedro Guerra con el acompañamiento de la guitarra. Pensamos que Joaquín Sabina quedará en la memoria de muchos más por la fama que se ha ganado en los escenarios que por sus poemarios o por las ediciones posteriores de letras de sus canciones, pero que ha cultivado la forma ampliamente desde los periódicos. Cuando censuramos la apropiación como técnica dentro del lenguaje académico nos damos cuenta de que el mismo efecto tiene resultados inversamente proporcionales en términos de rentabilidad para el discurso. De espaldas a un estudio métrico que repitiera la normativa como aleccionando, apreciamos las líneas de Basilio Pujante indagando en la “retórica del rap” (Pujante, 2009: en línea), pero encontramos sencillo señalar que ha sido el mercado librario de alguna manera en colaboración con los responsables del mundo de la crítica quienes deberían adaptarse a las nuevas tecnologías de la información para dar voz a los poetas que diariamente se enfrentan a los tópicos y se deciden por un estilo particular para transformar la realidad, entrando en esa dialéctica del ámbito de un presente siempre obsoleto, obligado a actualizarse. Hemos tropezado con la obra del tercer autor analizado, que ha preferido mantenerse bajo seudónimo. Le propusimos, para cumplir con la extensión del trabajo, poner título a cada composición y extendernos en el comentario, pero tampoco quiso someter el conjunto de poemas a rutinas que pudieran perturbar su creatividad ni a restricciones como la etiqueta de Veinte inéditos y un cerbero. Tampoco ha querido entrevistarse con nosotros, pero nos ha dado el permiso para añadir su práctica a este recorrido por el panorama de la actualidad después del mensaje que nos remitía acerca de los lugares donde normalmente encuentra inspiración: “Los directos me están volviendo loco y creo que es mejor dejarlo. No he llamado hortera a tu madre; yo no la he insultado. Quería prevenirla, como hice contigo, de la cantidad de estúpidos que creen poseerte por contar contigo. Ahora soy uno de ellos. Me has convertido en un monstruo sádico. Me costaba confiar en la gente. Ahora sé que estoy solo, y que no se puede confiar en nadie. Que no puedo creer en nadie que me entregue su alma, porque desalmado soy más fuerte. He perdido. No tengo sentimientos. La realidad es una mierda, y no quiero mancharme de realidades ajenas. Puedo resultar borde, pero es sólo otra fachada del miedo. Lo lamento. No he deseado jamás crearte problemas, sino muy al contrario. Poco a poco, tendrás razón tú, me he quedado sin los recursos emocionales necesarios para construir vínculos con la gente que dice apreciarme. Sólo pretendía ayudarte y en todo he fallado. Le he dicho a tu madre cosas que me habías contado. La stand-up comedy no es un género literario. Cuanto más me remonto en lo que habíamos compartido, menos parece que me hayas contado. Comprendo que tus amigos estaban en su derecho al rechazarme porque también esperaba de ellos que te transmitieran la pena que siento, pero al fin y al cabo, es cuestión de percepciones; cada uno tiene la suya. Yo te mandaba besos cuando no comprendía tus distancias. Nunca gozaré de tu proximidad, porque de una amistad sin piel, ya ves, no surge nada bueno.” Carnaval Ella no duerme si no está la tele encendida. Se ha echado en la cama sin camisón; cómo mi amor inflama. Yo no puedo descansar si la tele sigue hablando. Su brazo, como rama, entra en mi piel: "Pazguato, no soy Sele- ne. Mi carne te desea, te reclama." Me giro, con mirada de pelele. No me besa, pero pierdo el pijama. Su melena me viste. Mis pájaros, sus sombras tibias, buscan a su ama. Una voz en la pantalla, muy lejos: "Curando su soledad con poesía, más hondo, más profundo la metía." (2) Qué bien, han detenido al presidente de la sociedad general de autores, los paletos se van de vacaciones con sus coches nuevos, a ciento veinte, y el perro flauta, jodido demente, conquista otra plaza con sus timbales. Ya no sé qué hacer; si consigo lente- jas tendré algo que comer. Imbéciles, nada más que imbéciles hay en este país, convencidos de que la peste, los versos o el ocio quitarnos iban de pagar impuestos. Los listos y ban- queros no han cogido el color en casa, vuelven rojos de la playa, que abrasa. (3) El pendiente que tienes en la boca en tu sonrisa flota como foca, no consigue tapar el inmenso mar púrpura que intento evocar al cantar: lléname de besos, niña de roca. No me mires así, me vas a matar sin querer saber cuánto te puedo dar, fuente de sangre, si tu ola me toca. Llévame al servicio, que terminemos siendo espuma o arena, clara rosa. Agita mi deseo, aparquemos la vida antes de llegar a la fosa. Olvídate de tu marido, nena. Ésta es enorme, la suya da pena. ῥάπτω igual a un dios me resulta ese hombre hoy sentado en esta cena a tu lado. comeré sintiéndome devorado, ¿cómo él puede tocarte así de libre? ojalá jamás tuviera más hambre. ¡ojalá fuera su último bocado! vivirá en un suave gesto fingido, anciano de caricias, viejo, pobre. furtivo buscaré ser tu cómplice: señas, encontrarte es mi única labor. miras: tus ojos mis labios desnudan. piérdete. mis ojos tus manos oigan. para el indómito es más fiero el amor, sometiéndonos lo hacemos más dulce. Su DNI, por favor Insiste hasta que te mande a la porra. He estado trabajando como enano y no quiero aguantar tonterías. No me gusta tu cara de Ulises, zorra. Sin rencor has hurtado el gesto ufano. Estoy muy cansado, no hagas que corra. He mirado en silencio cómo el corra- lito preparabas. Yo nunca gano. ¿Sigues hablando?¿Este resultado te satisface?¿Vivirás con menos? Las fuerzas del orden parten mis dedos. Me tienes en tu palacio, callado. Entre las llamas, más pronto que tarde, verás que tu nómina también arde. (6) las personas que perpetran sonetos dicen que no hacen más hasta ver cuartos trabajan igual que profesionales inventan palabras originales y están hartos de quedar como tontos amenazan con acosos verbales reiterados y montar más percales no van a cesar los actos violentos no existe una solución pacífica para el conflicto. ésta será la única advertencia. la experiencia lírica escapa de la exigencia métrica hemos desarrollado una ética propia. nuestra obra es genial, magnífica Listo para matar A mi casa voy, de mi casa vengo; un mensaje traigo: no soy el traidor. Entre amor y cariño, prefiero amor. A la muerte voy, de la muerte vengo con un mensaje: es ligero el dolor, pero es más profundo sin gotas de amor. El fuego es mi hogar, de la hoguera vengo. La ropa me molestaba. Vaya engo- rro que es limpiar el viento y las cenizas, buscando al tiempo las viejas palabras. ¿Por qué no recoger sólo lo cierto? ¿Por qué no abandonar los sentimientos? Regar entre dunas a los pimientos y cuidar de un vergel en el desierto. Monedas que no brillan Dos piratas anhelan un tesoro. “Vil Barbapúrpura, corsario brivón: Sal ya de tu cubil, infame escorpión. No pienso compartir contigo el oro. Desapareced, tú y tu tripulación”, chilló Barbararrey, asiendo al toro por los cuernos. Surgiendo ágil de un rincón de la gruta, acariciando al loro, dijo Barbapúrpura: “Saca el sable, aparta del cofre, que la muerte hable.” Cruzan las armas, apesta a cerveza. Dos bucaneros empuñan sus voces como antes hicieron miles de veces, enterrando en silencio la cabeza. (9) Qué bonita esta mañana, qué fresca. Siento al viento jugando entre las horas breves, empujando algunos aromas sobre el arrecife, buscando yesca. Las personas son rosas sin espinas, las rosas son personas sin sus vidas vividas. Yo tuve una tumba cerca del agua, donde la muerte es más terca, pero ahora viajo con tus pensamientos y escucho muchas pisadas, a cientos de hombres que escapan de trenes que embisten, de encantadas mujeres por la noche que ante párpados cerrados se visten. Soy feliz y no preciso de un coche. (10) Para encontrar al poeta del siglo próximo, yo le sugiero, amigo, debería usted callarse y atender, que me ha pillado cansado de leer y puede aprovechar lo que le digo. Gaste su esfuerzo en observar y entender, empezar a inventarse en vez de creer, y dejar ya de mirarse el ombligo. Debería llevarse bien consigo para que este consejo tenga efecto. Continúe bregando, el perfecto endecasílabo es sólo un testigo de sus magníficas aspiraciones. Váyase, no me toque los cojones. (11) Sé por qué los mejores se suicidan. En un rizo su tiempo se convierte, nada de lo que dicen te divierte, su mirada en un secreto transforman. Dan vueltas al mundo, encuentran muerte donde revienta la vida y te estiman, te cuidan bien y te abrazan fuerte, pero si les hieres, pronto te olvidan. A lo largo de la historia su suerte se repite: alcanzan cada cumbre, cuando bajan traen un poco de lumbre, su pasión a todos nos ilumina, y así la felicidad les domina por completo. Se matan por quererte. (12) Me da lo mismo si escribes sonetos, villancicos, elegías o trenos. Hablas y hablas, pero no dices nada. Cuando a tus amigos una calada les pides, te sueltan dos cigarritos para que durante un rato cerrada tengas la boca, pijo, comemierda. Vienes con los ruegos y la bobada, mono, vacilando de mano izquierda, y luego, cuando importa, en el final, te rajas. No quiero que tus problemas me salpiquen. Persigues unas tetas, nunca aprenderás a hacer buenas rimas. A mí me da igual si eres original. (13) La flor que se abre para el paraíso a nadie tiene que pedir permiso. En su centro las horas se detienen. Por alcanzar su esencia los que escriben imaginan un horizonte liso, un cielo sobre el que los mares vuelven, un lenguaje extraño, firme y preciso, una costa deshecha, donde vuelen las promesas y las pesadas piedras. En mis flacos brazos crecen las hiedras y el recuerdo lindo, que me mecía, de tu pecho desnudo, de tus largas piernas, de tus orejas, tan pequeñas, se pudre en mi calavera vacía. (14) Si me traes parné, te vendo la moto. Mi primo arregla lo que veas roto. Mientras el mundo huya de tu rostro, cualquier viaje te parecerá corto. Llevarás un camino detrás de otro, brillarás para las chicas como astro, todas querrán montarse de paquete y encontar asidero en tu bragueta. De pronto el común mortal te respeta. El gitano Ricardo te promete que con esta veloz motocicleta te saldrán muchas citas de repente; llegarás en nada, un periquete. El precio incluye el casco y la chaqueta. (15) sueño sus sueños, vivo sus pesadillas la pasión confunde leyes y derechos regresan sobre extraños pasos estrechos los amantes sólo quieren amarillas tardes y sacar del corazón astillas hacer una de las llamas en sus pechos lecho secreto, que escapa de los hechos escribo su maldición en mis tablillas manos de humo, desaparecen sin palmas buscando un límite para la cordura bocas de lodo, que devoren sus calmas su amor es similar a inmensa tortura los besos de rabia destrozan sus almas claros atravesarán la noche oscura (16) joder, gritar, saltar y meter caña divertirse había sido delito país de buenas costumbres, España hasta estaba prohibido hacer el coito bastaba con saber tocarse el pito con las pintas y una banda pequeña durante "la movida" madrileña cuánta gente abarrotaba el garito tenían sus éxitos en las listas destacaban en todas las revistas muchas drogas reventaron sus cocos no importaba si eran bobos o artistas de aquella época genial quedan pocos tenían veinte años y estaban locos (17) si en vez de arrastrar nuestras falsas cruces, si en vez de levantar falsos ídolos y todos, al punto, ayudásemos a los más desválidos y volubles, muchos bobos se iban a dar de bruces con la verdad, tranquilos, ellos solos. pero hacemos como las avestruces que corren frente a los leones lelos. a mí no me gusta que me hagan caso. del amor al odio sólo hay un paso. los auténticos se ocultan con celo, los francos desaparecen rápido, los cobardes dicen que no han podido. seré el primero que se ponga un velo. (18) el futuro nos ha dado la espalda sigue tu camino, éste es el mío miraré cómo se aleja tu falda mientras me cubre, sordo, todo el frío el pasado respira, pero escalda mis muertes paran para hablar de estío tus ojos escriben hechos un lío el bien calla, sólo existe la maldad tremenda la belleza, me esclaviza en el gran momento que se desliza un recuerdo en tu melena se riza se esfuma, como un corazón de tiza quiero verte otra vez, pero sin prisa que la ternura me ridiculiza (19) mezclar vino y gaseosa es pecado con miel obtendrás mejor resultado la cerveza es un refresco barato cuando aprieta el calor, un trago grato los licores, en un vaso cuidado más por la medida que por pimplado si le das ron al pirata, relato ginebra para las damas, recato qué contentos se ponen los hispanos con un poquito de alcohol, como hermanos en cada fiesta, empinando el codo los ajenos se tratan bien cercanos ven sus problemas de otro modo arreglan el mundo y hablan de todo Himno del castaño mi última palabra será libertad cultivo la sombra, diré la verdad quien mueve piedras mueve corazones si sabe cantar, le sobran razones sé que no existe, no hallaré otra mitad vendo un mundo, olvidaré la ciudad mi figura es carne para balcones mi espíritu nido de las pasiones tengo labios que a besar no aprendieron penas que sonríen, manos que lloran luces de atar, amigos que me ignoran cuando entregué el alma, me la mordieron y ahora ya no quiero, ya no quiero muero por el hierro como el guerrero (21) la batalla por el beso infinito terminará por convertirse en rito entre los más tristes y los amantes que esperaban las noches fascinantes dime tú si hay razón o sólo grito para utilizar cremas reafirmantes dime tú si algo menos necesito no es esto el amor, siempre ha sido antes el arte vive fuera de los marcos mientras las abejas hacen panales despedimos con la mano a los barcos las almas se rompen como cristales perdona a tus dioses ojizarcos nunca existieron palabras mortales (22) en ninguna parte se ven mis ojos miran como hijos de los despojos nadie sabe si son del color puro del chocolate, si son como el duro cristal, si pueden andar o están cojos acaba el día y entonces los curo muere la luz y se mueven seguro han inventado nuevos tonos rojos para fresas dulces en el futuro para poetas que dicen mentiras para fabricar al hombre más duro así encontrarán mi piel hecha tiras los tontos que conocen el conjuro y permiten el silencio de liras (23) aparato de terca referencia admite que algo he tenido que hacer bien cuando rápido me encuentras entre cien te he tratado con mucha paciencia eran otros y no preguntaba quién si una yarda te sirve de distancia marcha corriendo, que no vea tu sien mi afecto resulta en indiferencia por qué te dije que te echo de menos concluyo que no sabes estar sola que te gusta que jueguen con tus senos en tu paisaje sólo una amapola y numerosos fingidos estrenos busca mascotas que muevan tu cola (24) crujo bajo el dibujo de la aguja roja que tira mi cuerpo si empuja el gesto elegido frente al espejo que gime contra la queja del viejo sol que espera a su brujita, su bruja sola, lejana y ajena al reflejo flojo que exige, festeja y estruja las chisteras, hogar para el conejo inútil ha resultado el hechizo repto en el pozo de luz, me deslizo el juego del desprecio tiene final ya soy mayor, no pido más consejos tus trucos guardan la esencia del mortal no puedo descansar si sigues lejos sólo tú conoces mis compromisos nadie sabe que sufro por los versos al encontrarlos siempre limpios, tersos mi alma se encoge y me faltan palabras miro a otra parte si pacen las cabras busco en un plato vacío las sobras cierro ventanas para que las abras echo de menos tus labios perversos permanecen, como los mismos versos agitados, en otro tiempo ciertos pero fingiré cansancio esta vez hasta limpiar las sábanas, despiertos y callar ante tus ojos abiertos todavía en silencio escucho una voz vivo en la sombra, tú prefieres la luz equis las radiografías de mi cerebro querían confirmar el diagnóstico pero masculla fino el cancerbero que sólo me repite lo típico con esta delgada mancha celebro haberme perdido cuando era chico y poder olvidar que fui primero a limpiar y besar a mi borrico mi alma se ha detenido en la pantalla y el médico señala otra raya como al pasear por un sol sin playa aquí estaba tu risa de canalla qué negro es tu futuro, qué oscuro pero yo sé que eres hermoso y duro suspiro - I Si el silencio es carne, voz es cuchillo. Si el cuerpo es del aire, calla con brillo. Secreto caza con jeta: este planeta me aprieta. La soledad, a veces es puerta. Puerca soledad, quieta. Sígueme si sientes lento el acero dentro. Por lo pronto, olvida piernas, pestaña y peseta, recuerda la esperanza inflamada en el encuentro. Como respiración, latir sencillo. suspiro – II cuántas veces me digo esa frase frente al espejo del baño cuántas me la repiten en el curro los babosos y desde el cielo los aviones fumigando el planeta que se muere mientras tanto tú llamando en áfrica también hay gente y el vellocino es dorado nos humillan porque quieren nos estamos arrugando te veo triste monada deberíamos hacer algo Para terminar con la sección de análisis, y lejos del debate planteado entre las posturas que buscan la renovación de la corriente platónica para la crítica y aquellas que se muestran bajo la denominación de neo-aristotélicos, el valor que nos parece más adecuado para juzgar un soneto ha resultado ser “tensión”, porque resume muy bien el hecho de recrear un tópico bajo una forma canónica al tiempo que se quiere mostrar una combinación nueva de sonidos frente a la tradición histórica de adaptar el ritmo y la rima. Es tensión lo que mejor se aprecia en este resultado, perteneciente a Almoneda (1971) de Pablo García Baena. El Greco. Oración del huerto. A Paquita y Pepe Diego García Ángel de nieve y rosa que la oscura noche del huerto alumbras con jazmines: ¿Pañuelo de encajeros serafines traes en tus manos, de la luz blancura? Mira que Aquel que entre la escarcha pura nació en Belén al son de los violines, perlas de sangre llora en los jardines hoy, preparando ya su sepultura. Almohadas de nube son las peñas para los cuerpos sin fe, dormidos, quiebran los fríos lazos de la aurora. Alma, sean tus ojos como aceñas y olvidando el licor de los sentidos bajo las crenchas de la noche llora. (García, 2008: 208) El compromiso para con la forma libera al receptor por un lado del “contrato ficcional” necesario para la prosa, pero oculta también la inversión de tiempo del autor por obtener un tono particular dentro de un mercado que, con sus vicios y virtudes, confunde brevedad y consumo. La evidencia es que el objeto del estudio da para muchas más horas y discusiones de las que imaginábamos. Exagerando, se puede decir que vamos a considerar cualquier soneto que encaje en la forma definida como bueno o con aptitudes para publicarse y entrar en el mercado, entregándole entonces el poder de la gestión de la memoria compartida, una selección cultural y social sobre nuestros recuerdos. Atendiendo a Juan José Rastrollo, hay terrenos por explorar dentro del análisis crítico (Rastrollo, 2016: 585) pero no podemos pretender dirigir el gusto del público. De otro lado, que los poetas necesitan sentirse peligrosos o elementos activos dentro de los inciertos encuentros generacionales; quizá vivimos en una época cuyas estructuras se perciben agotadas por sus pretensiones, por reflejar mejor la ruina humana que la más apropiada ruina emocional. La verdadera pena, se postula, es que las políticas institucionales reduzcan los estudios de lenguas y humanidades esgrimiendo que su rentabilidad no se percibe en la sociedad y se justifiquen así recortes en otros derechos: los hay que tienen que aprender a hacer todo solos. CONCLUSIONES Cuando utilizamos las referencias que consideramos apropiadas, les damos a nuestros lectores una medida del criterio, bien porque nos hayamos encontrado en sus palabras o porque consideremos que podríamos repetir su mensaje alterando de alguna manera el código, pero la lírica es siempre ficción. Gana cuando su discurso es actualizable y consideramos que una obra debe pervivir para representar preocupaciones universales. El análisis sobre la forma del soneto contando con una herramienta tan jugosa como Internet puede llevar a la dispersión si olvidamos el carácter didáctico del artículo. Echamos la culpa al autobombo y a otras estrategias de márketin de la transformación de valores como la autenticidad y de las carencias estéticas que encontramos en autores recientes, los que afirman que los poetas no pueden actualizar su discurso si es el contexto el que no les favorece, cuando ellos se niegan a leer a sus contemporáneos esgrimiendo que esa tarea les quita de dedicar más tiempo a la escritura. Alejado de la poesía, bien es cierto, podemos citar el ejemplo de Juan Soto Ivars, que ha utilizado como título para una novela La conjetura de Perelman. Es muy difícil hacerse un nombre cuando se cree que tiene que cobrar por firmar, y mucho más para los que juzguen que dedicarse a la poesía es una cuestión en la que prima la fama. Seguro recuerdan el que empezaba por encargo de Violante. ¿Es más bonito el mito de la pachamama que la Biblia, o el Corán? ¿El sumo o el boxeo? Para combatir ese tipo de reducciones, no tenemos respuesta. Concluimos entonces con que la actual consideración de poeta joven en un ámbito donde una adolescencia perenne, en el sentido de juventud como actitud del que siempre está dispuesto a aprender es tomada como un síntoma de inmadurez, es imposible hacerse un hueco en un mercado que viene amilanando a los menores de veinte o veinticinco que se dispongan a empezar una carrera como sonetistas. OBRA CITADA ADÓN, P. AGUDO, M. ARAMBURU, F. AUSERÓN, S. AZPEITIA, J. DOCE, J. IRAZOKI, F.J. MOLINA-FOIX, V. REIG, R. VALERO, J. (2011) Cien mil millones de poemas – Homenaje a Raymond Queneau, Madrid: Demipage BELLO, F. (1997) El comentario de textos literarios – Análisis estilísticos, Barcelona: Paidós CUARTÍN, P. (1974) “Exordio a tres textos de Ana Enriqueta Terán”, Arte de ingenio en http://www.saber.ula.ve/bitstream/123456789/26790/1/articulo8.pdf (última consulta 13, 7, 2016) GARCÍA, P. (2008) Poesía completa, Madrid: Visor GARCÍA, A. 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