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Mi Novia - Manual de Instrucciones

Para conocer mejor a las mujeres… Para conocerte mejor.

FABI O FUSARO Mi novia Manual de instrucciones Para conocer m ej or a las m uj eres… Para conocert e m ej or. Qué hacer para no perderlas… Qué hacer para perderlas. Cóm o recuperar a t u ex- novia… Cóm o recuperart e de t u ex- novia. Cóm o volver a sent irt e bien… Cóm o volver… Seguí atentamente el orden correlativo de los capítulos cualquiera sea el momento por el que estés pasando. Si alguna premisa te salió mal volvé al capítulo uno. No sirve continuar con distinta novia… ¡Bienvenido al club! 5 Más vale prevenir que curar 7 Frases prohibidas 9 Cuando voy es porque vengo y cuando vengo es porque voy 11 No les gusta lo que dicen que les gusta 13 Lágrimas de mujer 17 El silencio es salud 21 El aire de mar 25 Siempre quieren algo más 29 Atadas se vuelan 31 La fidelidad 35 No te alejes de tus amigos 39 Si vas a sacar un arma, dispará 41 El objetivo final de todas ellas 45 Siempre les pasa a los demás 47 Lo peor puede pasar 51 El enemigo puede ser cualquiera 53 La transparencia 57 Se dio vuelta la tortilla 59 Epa, te dejó 61 El corazón, el peor consejero 65 El primer paso, asumir la realidad 67 Desaparecé 69 Un encuentro inevitable 71 Consejos de mujeres 73 La lástima, el peor enemigo 75 Si saben que estás muerto, estás muerto 77 Como en el truco 81 No le aflojes la pelota 85 La única jugada ganadora 87 Pero yo te quiero… 91 Esa nueva relación “Free” 93 ¡Glup! Lo hice otra vez 95 Ojo con las canciones 97 El objetivo primario 99 ¡Querete mierda! 103 Distraé tu mente 105 Tu aliado el tiempo 107 Tu amigo el dolor 109 Un clavo saca otro clavo 113 Siempre hay un final feliz 115 ¡Bienvenido al club! Te dej ó t u novia. La única que t e im port a en la vida. Sent ís que nunca vas a encont rar ot ra com o ella. Es m ás, no t e int eresa encont rar ot ra. Todavía no lo podés creer. No sabés com o hacer para seguir viviendo. El dolor es insoport able. Pensás que no puede ser que se haya olvidado de t odo lo que t e dij o, de t odo lo que t e prom et ió, y eso sólo ayuda a que t e sient as peor. ¿I m aginarla con ot ro? Ni hablar. No t enés ganas de com er, ni de salir, im posible concent rarse en est udiar, difícil t rabaj ar. No podés pensar en nada que nos sea en verla, en hablarle, en convencerla, en recordarle que t e am a y que la am ás, y que la única m anera de vivir es est ar j unt os. Sólo querés llam arla por t eléfono o ir a buscarla, y que ella t e abrace llorando y t e diga que fue t odo una equivocación, que t e quiere com o siem pre, que la perdones, que nunca m ás va a pasar, que no puede vivir sin vos, que est os días en los que no est uvo cerca t uyo fueron un infierno, que se la pasó llorando t odo el t iem po y que las a- m igas no sabían com o hacer para consolarla. Y vos decirle: Sí, m i am or, a m í m e pasó lo m ism o, t e quiero, t e am o, ya est á, ya pasó chiquit a, no llores m ás. ¿Ent onces qué hacés? Las vas a buscar con t us m ej ores ropas, recién bañado y perfum ado a la salida del t rabaj o, o de la facult ad, o del colegio. Pero, oh sorpresa, cuando la ves de lej os, ant es de que ella t e vea, not ás que venía m uy divert ida riendo con unos com pañeros. ¿Pero cóm o, no se supone que ella t am bién est á dest ruida por est a rupt ura? Caram ba… Y acá viene lo peor. Cuando t e ve… no t e abraza… no llora, no t e dice que no puede vivir sin vos, ni que t e quiere, ni una m ierda. Es ahí donde t e sent ís en un callej ón sin salida, y el dolor se hace m ás int enso porque cada vez la ves m ás lej os. Sent ís que ya ni vert e le provoca nada. ¿Y ahora? ¿Cóm o sigue est o? De alguna m anera t iene que seguir dado que es im posible asum ir que la perdist e, porque no podrías seguir viviendo, ¿no? Com o si t odo est o fuera poco t e sorprende con alguna frase a m odo de saludo com o “ ¿A qué vinist e?” o “ ¿Qué habíam os hablado?” Y ahí t e quedás con un nudo en la gargant a sin saber para dónde disparar. En realidad dispararías hacia t u sien. Ent onces la m irás a los oj os, con esa m irada que t iem po at rás la hubiera derret ido, pero que aparent em ent e hoy no le m ueve un pelo y le decís: - ¿Podem os hablar?- Y ella, com o m olest a, t e responde: - Ya hablam os t odo, ¿no? - Bueno, est á bien- le decís. Y en un int ent o por provocar algún t ipo de reacción t e das m edia vuelt a y em pezás a cam inar, rezando por Escuchar un “ ¡Esperá, no t e vayas! ” que nunca llega. Cansado de repet ir episodios sim ilares, probás con un llam ado, y una cart a, y unas flores, y un CD, y nada. Cada vez peor. Dios… es el fin. Si est ás viviendo una sit uación sim ilar a ést a, debés sent ir que est ás sobre arenas m ovedizas, donde cada vez que hacés un m ovim ient o para salir a flot e, t e hundís m ás. Bueno, voy a dart e una buena not icia: t enés en t us m anos algo así com o el elefant e de Tarzán para ayudart e a salir de esa sit uación. Est e libro fue escrit o en base al análisis de m is experiencias personales y las de m is am igos, las cuales nos han dej ado m uchas enseñanzas que querem os com part ir con vos. Todas las hist orias narradas son absolut am ent e verídicas. Sólo fueron cam biados los nom bre para respet ar la privacidad de est as personas. No soy el dueño de la verdad, ni t odos los casos son exact am ent e iguales, pero les aseguro que luego de leer est e libro, o a m edida que lo vayan haciendo, van a ir sint iéndose m ás seguros con respect o a esa sit uación que t ant o los t ort ura hoy. Los result ados siem pre van a ser posit ivos, porque si t u novia t e quiere, en est as páginas vas a encont rar herram ient as para recuperarla. Y si no t e quiere, sea por el m ot ivo que sea, ¿para qué querés que vuelva? Más vale prevenir que curar. Tal vez t u sit uación no sea exact am ent e la ant erior, pero t e la ves venir. Desde hace algún t iem po la not ás rara. Aparecieron en su act it ud lo que llam arem os “ I .D.Q.” ( I ndicadores de Quilom bos) que podrían ser: • • • • • • • Ya no t e m ira com o ant es. No reacciona de la m ism a m anera ant e un “ t e quiero” . Cuando t e at iende por t eléfono no dem uest ra la m ism a em oción que hace un t iem po at rás. Se ve m olest a si le pregunt ás “ ¿m e ext rañast e?” Le da lo m ism o hacer el am or que ver una película o ir a t om ar un café. Cuando se ven no se calient a en arreglarse m ucho. Est á m ás peleadora de lo habit ual. Y por lo general t odo est o desem boca en los padres de t odos los I DQ: los fam osos “ Est oy confundida” y “ Necesit o un t iem po” . Por lo general los I DQ nunca vienen de a uno, y son una señal inequívoca de que algo m alo est á por suceder. Seguram ent e son product o de que algún com pañero de colegio, facult ad o t rabaj o le gust a. O t al vez no le gust e pero le anda at rás y las m uy est úpidas se agrandan com o soret e en kerosene. O t al vez alguna am iga le est é llenando la cabeza en cont ra t uyo con el obj et o de present arle algún am igo, herm ano o prim o, o sim plem ent e por rom per las pelot as, que para eso son m andadas a hacer. Ella en realidad t e quiere a vos ( por lo m enos en la m ayoría de los casos es así) , pero el ot ro t urro/ a t e hace la pelea desde las som bras y lam ent ablem ent e eso es una vent aj a a su favor. Lo que erróneam ent e t endem os a hacer cuando em piezan a aparecer los I DQ es int ensificar nuest ras dem ost raciones de am or t rat ando de verla m ás seguido, diciéndole cosas lindas, regalándole flores, chocolat es, sea m onkeys, o cuant a pelot udez se nos ocurra. Con las m uj eres en est os casos hay que act uar com o con los caballos de salt o. Los caballos de salt o t ienen t odos los m ej ores cuidados, duerm en calent it os en un box, t ienen la m ej or com ida, el m ás esm erado aseo, en fin, m ás de lo que cualquier anim al podría pedir. Así y t odo de vez en cuando est os caballit os se ponen m edio loquit os, m edio hist éricos y no quieren darle bola a su dueño. Cabecean, t iran pat adas, no se quieren dej ar m ont ar, et c. ¿Qué hacen sus dueños en est os casos? ¿Les dan m ej or com ida aún? ¿Los bañan m ás seguido? ¿Les agregan una est ufit a en el box? No. Todo lo cont rario. Los m andan al cam po. Sí, los suelt an y les dicen: “ Andá y salt á, cabeceá y pat eá t odo lo que quieras así t e sacás las ganas” . Y el yocaba sale corriendo por el m edio del cam po, sin m ont ura, sin riendas, sin nada, y salt a, cabecea, pat ea, corre, relincha y t odo lo que se le cant a. Al ot ro día vuelve cam inando, m ansit o m ansit o, hacia su dueño y se le para al lado esperando que lo acaricie. Ya se le fue la locura. Ya no t iene m ás ganas de j oder. Bueno, con est as yeguas, perdón, con las m uj eres hay que act uar de la m ism a m anera. ¿Se encabrit an m ás de la cuent a? ¿Te cuest ionan cualquier pavada? ¿Aparecen varios I DQ al m ism o t iem po, y luego el clásico “ Est oy confundida” ? Bueno, m ás vale prevenir que curar. Mandala al cam po com o a los caballos de salt o. Sin dem ost raciones de dolor decile OK y andat e. Eso sí, no la llam es, no la veas y es fundam ent al que no t enga not icias t uyas ni por m edio de am igos en com ún. El t iem po que puede t ranscurrir en est e est ado es variable. Puede ser desde un día a… unos cuant os, pero no queda ot ra que t ener paciencia y ponerse firm e en esa post ura porque ahí es donde se va a dar cuent a de lo que le est á falt ando, y es ahí donde le va a ent rar a ella el m iedo a perdert e. Va a volver sin duda cam inando m ansit a a com er de t u m ano. Frases prohibidas Paula est aba m uy enam orada de su nuevo novio Juan, hast a que a ést e se le ocurrió la gran idea de decirle: “ Mi am or por vos es t an grande que j am ás se va a t erm inar, y no voy a perdert e nunca, porque ese día voy a perseguirt e hast a que vuelvas a est ar conm igo” . Qué rom ánt ico. Un t igre el t ipo. Seguram ent e pensó: “ Con ést a m at o” . Y m at ó nom ás. Pero lo que m at ó fueron las ganas de Paula de seguir con él. Lo dej ó al ot ro día. En realidad no sabem os si Juan lo decía en serio o fue sólo para im presionar. Si fue sólo para im presionar, realm ent e im presionó. Pero dudo que haya provocado el efect o esperado. Algunas veces, en el afán de enam orarlas perdidam ent e, uno ent ra en la variant e de decir cosas que en la t ot alidad de los casos producen un efect o cont rario al que se busca al decirlas. Es que cuando una m uj er t iene la seguridad absolut a de que t e t iene t ot alm ent e ent regado y m uert o de am or por ella, al punt o que si no la t enés t e m orís, es com o que ya se acabó el j uego. ¿Y quién perdió? Bien… vas ent endiendo. • • • • Si m e dej ás m e m at o. Siem pre voy a est ar con vos pase lo que pase. Decim e que m e am ás. Quiero que seas la últ im a m uj er de m i vida. Est as son algunas de las t ant as frases prohibidas que irem os viendo a m edida. Cuando voy es porque vengo y cuando vengo es porque voy. Cesar Luis Menot t i, luego de ganar la copa del m undo en el cam peonat o m undial de fút bol de 1978, realizó una serie de m icroprogram as didáct icos que se em it ían por t elevisión, donde enseñaba algunos de sus secret os. En uno de esos m icroprogram as el, en aquel ent onces, direct or t écnico de la selección argent ina, repet ía varias veces la frase: “ Cuando voy es porque vengo, y cuando vengo es porque voy” . Est e era un t ruco para que los j ugadores recibieran la pelot a lej os de la m arca. Cuando un j ugador quería que su com pañero le ent regara un pase cort it o y al pie, am agaba a alej arse ( Cuando voy es porque vengo…) y cuando quería que la pelot a fuera lej os de su posición para ir picando a buscarla, am agaba a acercarse ( …y cuando vengo es porque voy) . De esa m anera prim ero se desprendían de la m arca y luego podían t om ar el balón m ás cóm odam ent e. Cuando nosot ros sent im os a nuest ra parej a dist ant e, querem os acercarnos. ¿Cóm o lo hacem os? Les pregunt am os qué les pasa, si hay algo que no nos cont aron, querem os verlas m ás t iem po. Querem os provocar por m edio de nuest ro acercam ient o, el acercam ient o de ellas, lo que por lo general no ocurre. ¿Y por qué no ocurre? Analicém oslo un poco fríam ent e. Cuando sent im os a nuest ra novia dist ant e, es porque est á dist ant e. Así de fácil. Lo que pasa es que es m ucho m ás sencillo pensar que es sólo idea nuest ra. Lo que hacem os habit ualm ent e para convencernos de que es de esa m anera es pregunt arle a ella si le sucede algo, si nos est á queriendo m enos, si hay ot ro t ipo, y por lo general lo hacem os con voz m elancólica y cara de carnero degollado. Es m uy probable que alguna de est as cosas le est é pasando, pero no es lo suficient em ent e im port ant e, al m enos en ese m om ent o, com o para decírnoslo. Ent onces, lo que hacen es negar t odo. Te dicen “ no seas t ont o, yo t e quiero com o siem pre, no pasa nada” . Pero la sensación que sent íam os no cam bia, porque en realidad la act it ud de ella a pesar de sus palabras no cam bia. Est á fría y dist ant e y vos, a pesar de obt ener las respuest as que esperabas, t e seguís sint iendo m al porque en el fondo sabés que hay algo que no est á bien. Si en est os casos no se act úa correct am ent e y con rapidez, est a sit uación se puede ir agrandando com o una bola de nieve. Cuando voy es porque vengo y cuando vengo es porque voy. Querés que ella est é m ás lej os, acercat e. Querés que ella est é m ás cerca, alej at e. Cuando voy es porque vengo y cuando vengo es porque voy. Si ellas t ienen algo en m ent e, lo que sea, que les est á pert urbando la relación con vos, cuant o m ás encim a le est és, m ás m olest a se va a sent ir. No hay m ej or defensa que un buen at aque. Si ella est á dist ant e, ponet e dist ant e vos t am bién. No la llam es. No le insist as. No le ruegues. No le pregunt es. Poné dist ancia. Da vuelt a la t ort illa. Hacé que sea ella la que sient a lo que vos est ás sint iendo ahora. Que t enga un poco de m iedo. Que dude. Que sea ella la que t e t erm ine pregunt ando si no la querés com o ant es, si t e pasa algo, si t enés ot ra. Cuando eso suceda, la vas a sent ir m ás cerca que nunca y ya no vas a t ener ningún t em or. Será ent onces ella la que se sient a m al pensando que vos est ás dist ant e. Pero ése no es t u problem a. No les gusta lo que dicen que les gusta. Est án viendo una película de am or, de las que les gust an a ellas. De ésas que con ver el t ít ulo uno ya sabe que se t rat a de un hom bre y una m uj er que se enam oran y luego t ienen un quilom bo pero después se am igan. Esas películas de m ierda que t ienen nom bres t ales com o “ El cariño de t u am or” , “ El am or de los dos” , “ Dos para un am or” , “ Que herm oso es am art e” et c. En el final de esa película el galancet e de t urno, que seguram ent e t iene una facha bárbara y alguno de los hom bres present es lo acusó de ser put o con el asent im ient o de los dem ás hom bre y los “ Callat e, nada que ver” de las dam as, va en busca de una reconciliación. ¿Cóm o lo hace? Se pone su m ej or ropa, com pra un gigant esco ram o de flores y va de noche, debaj o de una lluvia infernal a t ocar el t im bre de su am ada y cuando ella sale, le dice con oj os lagrim osos: “ He com prendido que no puedo vivir sin t i” . Ent onces ella lo abraza y lo besa llorando, y es ahí cuando oím os los suspiros de las m uj eres present es y t enem os que escuchar com ent arios t ales com o “ Qué divino” , “ Cóm o no vas a volver con un t ipo que hace eso” , “ Me m uero con un hom bre así” . Si t rasladam os est o a la vida real pueden pasar alguna de las siguient es cosas: • Que nos quedem os em papados t ocando el t im bre con las flores en la m ano y que nadie salga porque la m ina se fue de j oda. • Que se escuche la voz del padre que le grit a a la hij a: “ ¡Che, nena, ahí en la puert a hay un pelot udo t odo m oj ado con unas flores! ” • Que nuest ra ex le diga al t ipo que est á en bolas en la cam a con ella: “ Esperá que le alcanzo un paraguas a est e nabo para que se vuelva a la casa que se va a enferm ar, pobre” . Del abrazo em ocionado y el llant o, nada. ¿Y ent onces? Es que aunque parezca raro, a las m uj eres no les gust a lo que dicen que les gust a. Cuando yo t enía dieciocho años hicim os en la casa de una com pañera de colegio, una reunión de t odo el curso por el viaj e de egresados. Los viaj es de egresados en aquella época, t enían fam a de t ener un efect o absolut am ent e descalibrant e en cualquier parej a. Las m inas que est aban de novias generalm ent e volvían “ confundidas” de ese viaj e. Sobre el final de la reunión cayó Juan Carlos, el novio de la flaca Mariela, que t enía unos años m ás que nosot ros y pint a de “ guacho m e las sé t odas” . Una de las chicas le pregunt ó: - ¿Y vos que opinás de que t u novia venga con nosot ros de viaj e de egresados?- . Ahí se produj o un silencio t ot al y t odas las m iradas, fem eninas y m asculinas, se dirigieron al bananazo. Su respuest a fue cont undent e: - Ella quiere ir a ese viaj e, y com o yo a ella la quiero, t am bién quiero que vaya. Se escucharon unos “ Ahhhh… qué dulce… qué divino… “ y si m al no recuerdo, algún que ot ro aplauso de la plat ea fem enina” . - Aprendan ust edes lo que es un hom bre… - dij o una. Est aban t odas enloquecidas con el t ipo y nosot ros nos sent íam os unos m icrobios. La novia del chabón lo abrazaba com o con m iedo a perder ese t esoro de hom bre que t enía, ant e la envidiosa y deslum brada m irada de las dem ás com pañeras y nuest ras caras de ort o. Dos m eses m ás t arde. Bariloche. Excursión noct urna a t irarnos en t rineo en un lugar llam ado Piedras Blancas. Hora de subir al m icro para regresar al hot el. El m encionado m icro no podía em prender el regreso porque la flaca Mariela no aparecía por ningún lado. Lo est aba re- garcando al rom ánt ico del novio at rás de unos pinos con un ex- alum no del colegio. ¿Cóm o se ent iende? Sencillo, no les gust a lo que dicen que les gust a. Lo del pibe hubiera est ado perfect o si hubiese sido part e del guión de una película. En la vida real no les gust a. Dicen que sí, pero no. Flavio vivía con sus padres y sus dos herm anos. Esa noche habían ido a cenar su prim a Silvana con su novio Ricardo. A la m adre de Flavio se le ocurrió en ese m om ent o que sería una buena idea invit ar a Carla, la novia de su hij o, a cenar t am bién para que conociera a Silvana y Ricardo. A Flavio t am bién le pareció buena idea y se aprest ó para ir a buscarla, pero ant es de salir se dio cuent a de que en la m esa, que ya est aba puest a con ant erioridad, falt aría un plat o. –Me voy a buscarla, pero ant es agreguen un plat o en la m esa –dij o. Silvana y Ricardo observaban la escena. - Andá, yo ya lo pongo, - le respondió su m adre. - No –dij o Flavio- , t e vas a olvidar y no quiero que lo agreguen delant e de ella, porque va a sent ir que la invit am os de últ im a. Agregalo ahora ant es de que yo m e vaya. Silvana m iraba a su prim o con adm iración. En cam bio Ricardo, viej o bucanero, m iraba de cost adit o y no em it ía sonido porque no t enía la suficient e confianza con la fam ilia de Flavio. Silvana ent onces com enzó a dar rienda suelt a a su adm iración por la act it ud de su prim o: - Qué caballero… vist e Ricardo… qué buen novio… qué suert e que t iene la chica de t ener un novio así. Hast a que Ricardo se hinchó las pelot as y respondió ant e la at ónit a m irada de Silvana y el rest o de los present es: - ¡¡Pero por qué no t e callás! ! ¿A vos sabés cuant o t e dura un gil de est o?.. ¡¡Ni cinco m inut os t e dura! ! ... Y vos… - dirigiéndose a Flavio- , con que sigas así, sos firm e candidat o a los cuernos. “ Est e t ipo est á m al de la cabeza” , pensó Flavio. Ricardo, viej o corredor de pist as, recibido en la universidad de la calle con t ít ulo de honor en su doct orado en m uj eres, predij o con su sabiduría lo que sucedería poco t iem po después. El perfect o novio Flavio, era corneado para el cam peonat o y abandonado por su t an querida y cuidada novia. ¿Hay alguna explicación lógica? Sí. No les gust a lo que dicen que les gust a. Lágrimas de mujer Lloran. Ellas lloran. Y cuando ellas lloran nosot ros afloj am os. Y las abrazam os y en ese m om ent o som os capaces de hacer cualquier cosa. Pero nosot ros los hom bre en realidad no ent endem os ese llant o. Ese llant o no es igual al nuest ro. Marcos había t enido un desengaño am oroso m uy grande y había sufrido m ucho, razón por la cual, cuando luego de un t iem po bast ant e prolongado com enzó ot ra relación que para él era im port ant e, int ent ó t om ar ciert os recaudos para no volver a sufrir. ¿Qué hizo? Puso, a pesar de que est aba m uy enam orado, ciert a dist ancia ent re ellos com o para no com prom et erse ext rem adam ent e y sufrir nuevam ent e con un desengaño. Esa dist ancia consist ía en no reconocer el noviazgo com o t al, sino com o una relación sin m ayores com prom isos. Miriam , que así se llam aba su nueva parej a, est aba t an enam orada de él que est a sit uación ya había com enzado a hacerle daño. Marcos había decidido dar por finalizada su est rat egia de poner esa dist ancia, darle el t ít ulo oficial de “ novia” y decirle que quería com part ir con ella el rest o de su vida. Lo que no t enía claro era cuando hacerlo, dado que quería que ese m om ent o fuera m uy especial. Un buen día Miriam le dice a Marco que quiere hablar con él y se encuent ran a t om ar un café a eso de las siet e de la t arde. - Ya no puedo seguir con est a sit uación- dice ella m ient ras rom pe en llant o. –Te am o con t oda m i alm a y no puedo seguir sint iendo est a inseguridad, est a incert idum bre con respect o a vos- Su llant o se hace m ás int enso. En resum idas cuent as, Miriam le plant ea que no quiere seguir adelant e con la relación, aunque se dest roce por dent ro, porque ella lo am a dem asiado y él no le dem uest ra el m ism o sent im ient o. Miriam ent re llant os y sollozos le hizo saber que no cont inuaría si él realm ent e no la am aba ni quería seriam ent e que fuese su novia “ legal” . Marcos en ese m om ent o est uvo a punt o de abrazarla y decirle t odo lo que realm ent e sent ía por ella, pero creyó que luego de t ant o t iem po de hacerse el duro no era oport uno blanquear t oda la sit uación a la prim era lágrim a, m ot ivo por el cual decidió fingir acept ar la decisión de Miriam de separarse. De t odas m aneras, en breve la llam aría por t eléfono para volver a encont rarse y darle a conocer sus verdaderos sent im ient os. A eso de las ocho de la noche, se despidieron y Miriam , sin dej ar de llorar, se fue para su casa, m ient ras Marcos se fue a encont rar con un am igo. A las diez de la noche Marcos no aguant ó m ás. No t enía sent ido prolongar esa agonía. Le dij o a su am igo: - Llevam e a la casa de Miriam . No había m ot ivo para que ella siguiera sufriendo de esa form a. El la am aba e iba a decírselo ya m ism o. Al llegar en el aut o con su am igo a la casa de su novia, Marcos ve un m uchacho esperando en la puert a del edificio. En ese m om ent o algo, sin saber por qué, le da m ala espina. - Esperem os acá un rat it o- le dice a su am igo y se quedan los dos m irando desde la esquina. - Ese t ipo le est á esperando a Miriam - agrega Marcos. - No digas boludeces… ¿Qué t e hace pensar eso? - No sé… no sé… lo presient o. Pasan com o veint e m inut os y nada. - ¿Qué caraj o est am os esperando? –le pregunt a su am igo. - Ese t ipo le est á esperando a Miriam –insist e Marcos- Ella t iene la put a cost um bre de hacerm e esperar com o veint e m inut os cada vez que la paso a buscar para salir. En ese m om ent o se abre la puert a del edificio y aparece Miriam , super producida y m uy sonrient e. Ella abraza al m uchacho y se besan en la boca durant e com o un m inut o que para Marcos fueron com o dos o t res horas. Luego, abrazados y sin dej ar de sonreír, se dirigen hacia una 4x4 que est aba est acionada a unos m et ros, se suben y luego de quedarse un rat it o besándose y abrazándose, arrancan y se van. Marcos a est a alt ura ya era un dibuj o. No podía ser ciert o lo que acababa de ver. Ella hacía dos horas est aba llorando desconsoladam ent e por él. No podía ser t odo una farsa para dej arlo porque t enía ot ro t ipo. Evident em ent e, sí podía. ¿Y cóm o hizo para llorar de esa form a? No sé, para saber eso hay que ser una m uj er. Pero lo peor es que ese llant o no había sido fingido. Lloraba en serio la m uy soret e. Las lágrim as de las m uj eres, es com o si vinieran de ot ro lado. No sé de cuál, pero de ot ro. Una m uj er puede llorar porque la est am os dej ando, y al ot ro día nos dej a ella. ¿Pero si ayer est aba llorando porque la dej aba yo? Y… sí… es así. Una m uj er puede est ar llorando y m ient ras t odavía le corren las lágrim as por las m ej illas, vos le hacés un chist e y se ríen. Se ríen al m ism o t iem po que se lim pian las lágrim as del llant o, ¿lo podés creer? Si un hom bre t iene un m ot ivo realm ent e valedero para llorar, no lo haces reír ni en t res días. Por eso hay que t rat ar de evit ar conm overse por sus lágrim as. No virem os t ot alm ent e nuest ra conduct a en det erm inado m om ent o sólo porque se pusieron a llorar, porque ese llant o no t e da la seguridad de nada. Uno piensa “ est á llorando por m í… est á m uert a conm igo” , y a los cinco m inut os t e dej an. Y vos no ent endés nada. La explicación es sencilla: sus lágrim as son diferent es a las nuest ras. El m ecanism o que les provoca el llant o es diferent e al nuest ro. En realidad, “ ellas” son diferent es a nosot ros. Por eso no ent endem os m uchas cosas. Las m uj eres no conducen aut os en est ado “ alfa” com o los hom bres. Los hom bres en su m ayoría ( porque t am bién est án los que m anej an m uy m al) conducen m ej or que las m uj eres porque lo hacen en est ado “ alfa” . ¿Qué significa est o? Que no est án concent rados en la pisada del em brague, los cam bios que est án haciendo ni la colocación de la luz de giro. Los hom bres m ient ras conducen pueden ir hablando con el acom pañant e o pensando en cualquier ot ra cosa que no sea el m anej o y de t odas m aneras lo hacen bien. Las m uj eres no. Si van charlando, no m iran el espej o. Si van pensando en ot ra cosa, no hacen los cam bios y son capaces de ir en segunda veint e cuadras. Si van hablando por el celular son direct am ent e un arm a asesina sobre ruedas. Así com o el m ecanism o m ent al que usan para conducir aut os es dist int o al de los hom bre, t am bién es dist int o el m ecanism o que ut ilizan para llorar. Hoy t al vez t e ent erás por un am igo que t u ex novia est uvo llorando por vos, ent onces la llam ás por t eléfono y lo m ás probable es que t e sorprenda con una frialdad insuperable, y vos t e quedes con el t ubo en la m ano com o un boludo habiendo quem ado una ficha y rest ado punt os a t u plan de reconciliación. Si llora que llore. Que se deshidrat e. Vas a ver que cuando ve que sus lágrim as no causan el efect o deseado no llora m ás. Vos t e vas a sent ir un hij o de put a. No t e preocupes. Les gust an los hij os de put a. El silencio es salud Una vez m e cont aron un chist e que m e causó m ucha gracia. Result a que había un t ipo que desde hacía dos años est aba solo en un isla. Era el único sobrevivient e de un naufragio. Ya est aba repodrido de com er siem pre lo m ism o, la pequeña isla y ase la conocía de m em oria y no t ener cont act o con ningún ser hum ano durant e t odo ese t iem po lo t enía bast ant e m al. Un día est aba sent ado en la playa m irando el m ar cuando a lo lej os divisa ot ro náufrago flot ando a la deriva agarrado de una m adera. Al principio piensa que es sólo su im aginación, com o t ant as ot ras veces, pero a m edida que se va acercando a la cost a se va dando cuent a de que est a vez es ciert o. Cuando el nuevo náufrago se encuent ra a poca dist ancia de la playa, corre a socorrerlo y ahí se da cuent a que se t rat a nada m enos que de la m ás fam osa Top Model int ernacional de aquel m om ent o, sex sym bol m undial y t apa de t odas las revist as llam adas St ephanie Lake. Una t errible rubia de casi un m et ro ochent a de alt ura, 110- 60- 90, oj os verdes, cara perfect a, en fin… una locura. El t ipo no lo puede creer, no podía ser que t uviera t ant a suert e, no podía ser ciert o. - ¿Vos sos St ephanie Lake? - Sí. - No lo puedo creer… pero… ¿qué pasó? - Y qué va a pasar. Se hundió el barco en el que viaj aba y soy la única sobrevivient e. - Acá en est a isla est oy yo solo, es m ás, est oy solo desde hace dos años. No sabés las ganas de coger que t enía. - Y las vas a seguir t eniendo, porque yo soy nada m enos que la fam osa m odelo St ephanie Lake y a m í no m e t ocás ni un pelo. El t ipo la t rat a de convencer de las m il m aneras posibles durant e com o t res m eses y nada, hast a que un día ella se da cuent a de que realm ent e podría pasar m ucho t iem po hast a que alguien los rescat ara, y com o el t ipo le caía sim pát ico y de daba un poco de pena que hacía dos años y t res m eses que no est aba con una m ina, va y le dice que esa noche va a acceder a sus deseos. No lo podía creer, pero dicho y hecho al llegar la noche ella se le acerca, se desnuda y hacen el am or una y ot ra vez hast a que se quedan dorm idos. A la m añana siguient e, cuando St ephanie se despiert a lo ve sent ado en la arena, a unos cuant os m et ros de ella con una expresión m uy pero m uy t rist e. Ent onces se le acerca y le pregunt a: ¿Qué t e pasa? Él le responde: - Tengo que pedirt e un favor m uy, pero m uy grande. - Bueno, decim e –dice ella. - Por favor, necesit o que t e disfraces de hom bre, - dice él con una expresión de angust ia enorm e. - Pero, ¿para qué? –pregunt a St ephie. - Por favor, disfrazat e de hom bre –insist e él. - Bueno, est á bien –responde ella y va en busca de algo para disfrazarse. Luego de un rat o aparece con el pelo recogido y t eñido de negro con la savia de unas plant as, un bigot it o y una barba hechos con unas hoj it as y un viej o saco. Él al verla llegar de esa m anera sonríe, se le acerca cam inando m uy canchero, le pone una m ano en el hom bro y le dice al oído: Flaco, ¿a que no sabés a quién m e cogí anoche? Y, no lo podem os negar. Los hom bres som os bocones. No podem os resist ir la t ent ación de cont ar nuest ras hazañas sexuales a t odos nuest ros am igos, o por lo m enos a algunos de ellos. Y así com o cont am os lo bueno, t am bién cont am os lo m alo. Es m uy com ún que cuando un hom bre t iene sospechas de que su novia t iene ot ro t ipo, vaya y se lo cuent e a sus am igos. Est o lo hacem os porque necesit am os sent irnos acom pañados en un m om ent o t an j odido com o es el de suponer que nuest ra novia nos m et ió unos cuernos que parecíam os Bam bi. Y com o si fuera poco, en los casos en los que las sospechas se confirm an, vam os y t am bién lo cont am os y con luj o de det alles. En esos m om ent os en que uno t iene una bronca bárbara y piensa que la rupt ura va a ser definit iva, hace bien descargarse con los am igos. Pero el problem a es que una gran cant idad de casos, la m ina se arrepient e y quiere volver, y si bien al principio los t ipos nos hacem os los duros, a la larga, si la querem os, t erm inam os casi siem pre afloj ando y ent onces t enem os que darle explicaciones a t odo el m undo. Que en realidad con el ot ro no había pasado nada… que ella est aba confundida… que vino bien para que se diera cuent a que m e quería… que lo que les cont é no era del t odo ciert o… En fin, lo único que se ganó por ser un bocón es que a part ir de que nos arreglam os con nuest ra querida novia, quedam os ant e t odo el m undo com o los reyes de los carnudos. ¿Y qué t uvo de posit ivo haberle cont ado t odas nuest ras penas a los dem ás? Nada, porque encim a a ellos en realidad nuest ro problem a no les quit aba el sueño. Con est o no quiero decir que cuando una novia nos m et e los cuernos est á bien am igarse. Eso es algo para analizar en cada caso. Pero es im port ant e que esa decisión sea nuest ra y que no le t engam os que dar explicaciones a nadie. Cuando hay una rupt ura nunca sabem os con seguridad si será definit iva, aunque en el m om ent o nos parezca que sí lo es, por lo que es bueno que los dem ás sepan lo m enos posible. Son asunt os nuest ros. Si uno de los obj et ivos de est e libro es saber com o act uar para recuperar a t u ex novia, es im port ant e t ener en cuent a que m ant ener la boca cerrada sobre ciert os t em as nos puede sim plificar las cosas. El aire de mar Tu novia se va de vacaciones. Que lo parió. Cóm o la vas a ext rañar. Ella t am bién t e dice que t e va a ext rañar, que se va a m orir sin vert e. Llora. ¿Por qué no se queda?, se pregunt aría cualquiera con dos dedos de frent e. Pero bueno, la realidad es que se va. Ya sea que se vaya con la fam ilia o con am igas, ést e es un período donde casi siem pre la est abilidad de la parej a t am balea. ¿Por qué? Porque los hom bres t enem os la habilidad de hacerlas sent ir que son las diosas de la cost a. Los t ipos van en grupo de vacaciones pura y exclusivam ent e de levant e. Em piezan apunt ando alt o y luego van baj ando sus pret ensiones, pero nadie quiere volver de la playa sin alguna hist oria sexual o rom ánt ica. Es el m om ent o para ganar m inas. O sea que si nuest ra novia es una diosa, va a est ar ent re las prim eras en ser at acadas por esa t urba em bravecida de hom bres calient es, y si es un bagrecit o, est ará ent re las t erceras o las cuart as, pero est ará. Y es ent onces cuando se la re- creen y se ponen a pensar qué desperdicio est ar de novias cuando son t an requeridas por t ant os hom bres. Y se agrandan. Y por lo general, alguno que ot ro t am bién a ellas les gust a. Lo m ás probable es que a su regreso llegue “ confundida” y será ent onces cuando t engam os que aplicar t odo lo que est am os leyendo. Pero algo peor puede suceder: que al novio se le haya ocurrido la m aj est uosa idea de ir a visit arla a la cost a. Ya sea que lo haya program ado ant eriorm ent e con su novia o que la quiera sorprender. Mi herm ano y yo veníam os de nuest ro t rabaj o un caluroso j ueves de enero cuando vim os venir a nuest ro am igo Luis cam inando por la calle Art igas. Le vim os la expresión desde unos cincuent a m et ros y nos asust ó. Venía com o un zom bie. Parecía que el m undo a su alrededor se había det enido. Cam inaba porque las piernas se le m ovían solas, prim ero una y después la ot ra, y porque nada se le int erponía en el cam ino com o para que se hiciera pom ada. - ¿Qué t e pasa? - Vengo de Ret iro- nos dij o con voz de ult rat um ba. –Fui a devolver el pasaj e que había sacado para ir a visit ar a m i novia a San Bernardo. - ¿Por qué? ¿Qué pasó?- le pregunt am os. - No sé… no sé… la llam é por t eléfono para avisarle qué día y a qué hora llegaba y m e dij o que no fuera… que no iba a est ar… que… no se qué… Est aba com o m areado. No com prendía. Típico. Una m init a seis punt os que se fue a la cost a y se sint ió Brooke Shields, lo últ im o que necesit aba era al novio al lado. Mi prim o Pat ricio no soport ó la ausencia de su novia Sonia en las vacaciones. Quince días eran una et ernidad. ¿Cóm o podía ser que él est uviera separado de ella durant e t rescient as sesent a horas? Cada m inut o se haría t ot alm ent e insost enible y él debía superar nada m enos que veint iun m il seiscient os m inut os o lo que es igual a cont ar hast a un m illón doscient os novent a y seis m il. Absolut am ent e im posible. Cualquiera con dos dedos de frent e le hubiera dicho: “ Pat ricio, afloj á… son nada m ás que quince días” . Pero para él no eran quince días. Para él eran un m illón doscient os novent a y seis m il et ernos e insoport ables segundos. Sólo había una solución: agarrar un bolsit o, lo que se pueda j unt ar de plat a y em balarse com o sea a Mar del Plat a, a confundirse en ese t an anhelado abrazo. No im port aba dónde dorm ir, ni qué com er, ni nada de nada. Sólo im port aba verla, est ar con ella, dej ar de sent ir esa angust ia que no dej a respirar, esa angust ia que seguram ent e t am bién est aría sint iendo ella. Aunque una vocecit a m uy lej ana que viene desde adent ro nos diga que ella no est á sint iendo un pom o. Pero para qué vam os a andar escuchándola, ¿no?... esa vocecit a no sabe nada de nada… Y ahí fue Pat ricio con sus doscient os t reint a pesos en la billet era, sus diez kilos de equipaj e, y sus dos m et ros de alt ura, hacia la t erm inal de Ret iro. Ya hacía algunos días que ella est aba en Mar del Plat a, m ot ivo por el cual Pat ricio ya se daba por ext rañado. Luego de un reencuent ro casi idént ico al soñado y de una rom ánt ica noche, sobrevino el día de playa. El sol era insoport able, y cansado por el viaj e y la t rasnochada, Pat ricio se encont raba t endido en la arena, a escasos m et ros de su novia y sus am igas, que est aban paradas charlando, o m ás bien podríam os decir “ m ost rándose” , cerca de la orilla. El t arj et ero del boliche de onda pasaba con sus j eans y en pat as ent regando t arj et as y haciendo sonrisit as a cuant o ser con t anga se le cruzara. Gordas, flacas, alt as, baj as, lindas, feas, t odas sent ían que el boliche no abriría si ellas no concurrían. El t arj et ero det uvo su m archa t riunfal en Sonia, la novia de Pat ricio. Ella lo saludó com o si fuera un querido com pañero de colegio y se quedaron hablando. Pat ricio abrió sus verdes oj os t ant o com o el sol de frent e se lo perm it ió. La sim pat ía que derrochaba su novia con el t arj et ero del boliche le provocó un act o reflej o de leve incorporación y agudización de vist a. “ No t iene sent ido que arm e un escándalo por est o” , pensó. “ ¿Qué lograría? ¿Pelearm e y t ener que volver a la Term inal de m icros, t odo por unos t ont os celos?” . Así fue com o Pat ricio se conform ó m om ent áneam ent e, y siguió t endido en la arena. Esa noche, casualm ent e, Sonia y sus secuaces ut ilizaron las t arj et as de la playa para ir a bailar. Pat ricio llegó m ás t arde y se encont ró con un cuadro “ casi” at errador. Su novia y sus am igas sent adas depart iendo m uy alegrem ent e con el t arj et ero y su grupo de am igos. Pat ricio se incorporó al grupo, serio com o peludo en fábrica de charangos. Y dij e “ casi” at errador, porque at errador del t odo fue cuando el t arj et eruj o invit ó a bailar a Sonia en las propias narices de Pat ricio, y ella acept ó com o si su novio fuera un bafle. Conclusión: Pat ricio en la t erm inal de m icros, con sus m enos doscient os pesos, sus diez kilos de equipaj e y sus dos m et ros de alt ura, de regreso a Ret iro. No hay caso. En la playa se agrandan. Será el aire de m ar, el sol, el agua salada, o t al vez una com binación de t odos ellos. Y lo m ej or es est ar lej os cuando eso sucede. Ust edes dirán: “ pero si est am os lej os sonam os” . Sí, t al vez. Pero oj os que no ven corazón que no sient e. Por lo m enos ella no se va a sent ir invadida. Si t iene ganas de j ugar a la diosa del verano, que lo haga. Si nos quiere, al volver de la cost a, va a est ar m edio alt eradit a un t iem po, pero nosot ros, aplicando las t écnicas de recuperación de “ confundidas” que est am os aprendiendo, vam os a norm alizar la sit uación. Ahora, si nos em balam os a visit arlas, vam os a caer com o adoquín en la sopa, y provocarem os ot ra sit uación bast ant e m ás difícil de rem ont ar. Siempre quieren algo más Hace unos días recibí un e- m ail de m i cuñado que adem ás de ser absolut am ent e ciert o, m e divirt ió m ucho. Decía que APRA que una m uj er est é absolut am ent e feliz con un hom bre, ést e debe ser: Fachero, alt o, viril, am igo, com pañero, am ant e, herm ano, padre, m aest ro, cocinero, m ecánico, gom ero, plom ero, j ardinero, decorador de int eriores, elect ricist a, ginecólogo, psicólogo, psiquiat ra, audaz, sim pát ico, at lét ico, cariñoso, at ent o, caballero, int eligent e, im aginat ivo, creat ivo, gracioso, dulce, fuert e, com prensivo, t olerant e, prudent e, am bicioso, capaz, valient e, decidido, confiable, respet uoso, apasionado y sobre t odo m uy solvent e. Tal vez t engas t odas las cualidades m enos la de elect ricist a. No sirve. Vas a cansart e de escuchar frases com o: “ ¡A vos t e parece que t engam os la lám para quem ada desde hace quince días! ¡El m arido de Mart a le arregló hast a la t ost adora cuando se le quem ó! ” ¿Y t odo lo dem ás no sirve? Y… en ese m om ent o parece que no. Pero así y t odo, si t uvieras t odas las cualidades, con la de elect ricist a incluido, hay ot ras cosas que t endrías que t ener en cuent a com o por ej em plo no ser celoso, pero t am poco parecer desint eresado. Tener ot ras act ividades pero no dedicarles m ás t iem po que a ella. Darle su espacio pero m ost rarle preocupado por donde est uvo. Y m uy im port ant e: no olvidar las fechas de cum pleaños, aniversario de novios, de casam ient o, graduación, sant o, últ im a m enst ruación, prim er beso, cum pleaños de la m adre, padre y herm anos. Es im port ant e t ener en cuent a que cum plir con t odos est os requisit os no garant iza el 100% de la felicidad de las m uj eres, porque podrían sent irse inm ersas en una vida de sofocant e perfección y fij arse en el prim er soret e, vago, borracho y golpeador que se les cruce. ¿A qué apunt am os con t odo est o? A que en det erm inado m om ent o ella va a hacert e cuest ionam ient os por equis m ot ivos. Que no sos lo suficient em ent e com prensivo, que no la escuchás, que est ás dem asiado pendient e de ella, que com és m ucho, que vas a j ugar fút bol, que t e ponés la rem a adent ro, que no querés a su m am á, que no t e cort ast e el pelo, que no t e afeit ast e, que t e bañás m uy seguido, que en lo único que pensas es en el sexo, que ella sexualm ent e ya no t e int eresa com o ant es, que no t e caen bien sus am igas, que est ás calient e con sus am igas, que vas a com er m uy seguido con t us am igos, que se ven m uy poco, que se ven m ucho, que nunca le hacés regalos, que no le llenás el vaso, que no t e ponés la servillet a, que le deciás m ucho t iem po al est udio, que no est udiás, en fin… equis m ot ivos. Y por m ás que int ent es m odificarlos, aparecerán indefect iblem ent e ot ros equis m ot ivos para que t e sigua rom piendo las pelot as. Si ella se est á alej ando de vos porque t e est á dej ando de querer, o porque le gust a ot ro, lo prim ero que va a hacer es echart e la culpa aduciendo alguno de los ít em s m encionados ant eriorm ent e o alguno sim ilar. Vos, en el afán de ret enerla, vas a hacer lo im posible por cam biar t u conduct a. Te t engo una m ala not icia. Por m ás que cam bies lo que cam bies, la vas a perder igual. Porque en el 90% de los casos, el problem a no est á en vos, sino en ella. O lo que es peor aún, en algún t ercero del cual desconocés su exist encia. Una vez una novia m e dej ó con el argum ent o de que en m í, encont raba t odo lo que una m uj er puede desear de un hom bre. Por lo cual, ya no t enía nada que buscar. Hij a de put a. Y m ent irosa. Algún buit re le est aría rondando. ¿Yo que t endría que haber hecho ent onces? ¿Ser un poco m ás t urro? ¿Un poco m ás t ont o? ¿No laburar ni est udiar? ¿Pegarle de vez en cuando? Lo dudo. Oj o, no en t odos los casos en que las m uj eres t e rom pen las bolas es porque piensan dej art e, pero si es así, no t e sient as culpable de que la relación se rom pió porque vos no cam biast e det erm inada cosa. Rom per las pelot as est á en su esencia. Si vas t odos los dom ingos a la cancha, t e rom pen las pelot as porque no est ás con ellas. Ent onces dej ás de ir a la cancha y m irás los part idos por t elevisión. Ahí t e rom pen las pelot as porque a ellas les aburre el fút bol. Ent onces dej ás de ver los part idos por t elevisión y ahí viene t al vez el plant eo: “ A vos t e parece, est án t odos reunidos en la casa de m am á viendo el part ido y vos no querés ir. ¡Siem pre el m ism o ant isocial! ” No t rat em os de conform arlas. No se puede. Atadas se vuelan Para Sebast ián el viaj e de egresados no era ot ra cosa que el m om ent o en donde las m uj eres les m et en los cuernos a sus novios. Tal vez al regresar cont inúen la relación, luego de haberlos garcado, o sencillam ent e los dej en. Sea com o sea siem pre era para quilom bo. El había realizado dicho viaj e hacía t res años y había llegado a esa conclusión por su propia experiencia y la de t oda la gent e que conocía. Que problem a voy a t ener el año que viene… se dij o, dado que Fabiana, su novia, est aba en cuart o año. Con lo que Sebast ián no cont aba era con que la división de su novia se ganaría en un sort eo en un boliche, un viaj e de egresados a Bariloche para t oda la división un año ant es de t erm inar, razón por la cual decidieron adelant arlo. Él, hast a ese m om ent o, no había t ocado el t em a con ella dado que no t enía sent ido com enzar a t ener problem as por ese viaj e m ás de un año ant es, pero est o cam biaba t odo. - ¡Nos ganam os el viaj e! - le dij o ella m uy cont ent a. - Si querés seguir conm igo, m ás vale que lo olvides- respondió Sebast ián. Ese fue el com ienzo de un flor de despelot e. Obviam ent e Fabiana no t enía la m enor int ención de no ir al viaj e con t odos sus com pañeros porque el im bécil del novio se lo prohibía, a pesar de que lo am aba. Y Sebast ián no t enía la m enor int ención de dej ar que su novia se fuera a at orrant ear con las am igas a Bariloche y que su relación se fuera a pique. No iba a t olerar ningún t ipo de m et ida de cuernos. Ella le j uraba y le superj uraba que sería m ás fiel que Carolina I ngalls, pero Sebast ián int ent aba explicarle una y ot ra vez que nos e t rat aba de desconfianza, sino que él sabía posit ivam ent e que el am bient e que se vivía en ese viaj e la iba a llevar inevit ablem ent e a t ener algún t ipo de avent ura. Y él no est aba dispuest o a pasar por esa sit uación. Era t erm inant e, si se iba no lo veía m ás. Fabiana t am poco quería dar el brazo a t orcer, dado que le parecía t ot alm ent e inj ust o no poder disfrut ar de ese viaj e com o lo harían t odos sus com pañeros. El día de la part ida se iba acercando y ninguno de los dos m odificaba su act it ud. El t ren saldría a las diez de la m añana del día siguient e. Dado que Fabiana no afloj aba, Sebast ián se despidió de ella la t arde ant erior diciéndole que si ella había elegido viaj ar ant es que cont inuar su relación con él sería porque t al vez no lo quería lo suficient e. Ella le aseguró que al volver lo llam aría y que seguirían adelant e com o hast a ahora. - No se t e ocurra llam arm e cuando vuelvas, porque si t e subís a ese t ren no quiero volver a vert e nunca m ás- respondió él. Eso en realidad no era ciert o, pero quería agot ar los recursos para evit ar que se fuera. A las doce de la noche sonó el t eléfono de Sebast ián. Era Fabiana. No viaj aba. Lo quería m ucho com o para perderlo por un viaj e. “ ¡Tigreeee! ” se dij o a sí m ism o. Podría haber afloj ado él hacía un rat o cuando la cosa se puso fulera. Pero no lo hizo. Y logró su com et ido. Ella no est aba enoj ada, porque ent endió que t odo lo había hecho porque la quería. La relación cont inuó con t ot al norm alidad. Es m ás, est e episodio logró que la parej a est á aún m ás unida. Podríam os decir que t odo era ideal. A los t res m eses la abuela de Fabiana la invit a a un viaj e en barco a Paraguay, j unt o con su m adre y su t ía. El viaj e duró quince días, pero Sebast ián la ext rañó com o si fuera un año, a pesar de que recibió com o diez cart as de ella diciéndole lo int erm inables que se le est aban haciendo los días lej os de él. Parecía com o que quería t irarse del barco y venir nadando a abrazarlo. Es que est aban t an enam orados… A su regreso Sebast ián la fue a buscar al puert o y pasaron el rest o del día j unt os. Ya era de noche cuando sonó el t eléfono en la casa de Fabiana. - Hola- at endió ella. - ¿Pero cóm o conseguist e m i t eléfono?, yo no t e lo dí –cont inuo diciendo, pero sin dem asiado enoj o en su voz. Ahí Sebast ián se puso com o loco y em pezó a pregunt ar: - ¡quién caraj o es? Fabiana, t apando el auricular le respondió en voz baj a: - Un chico del barco… - ¿Un chico del barco?- repit ió Seba exasperado. - Sí… - dij o Fabiana ent re incom oda y dubit at iva- …se llam a Mat ías… es un am igo… - ¿Un am igo? ¡Am igo las pelot as! Sebast ián sabía perfect am ent e que nadie que hubiera conocido a su novia en el barco quería ser su am igo. La única int ención que podría t ener ese t ipo era clavársela com o m ariposa de m useo. Cuando Fabiana t rat ó de ret om ar la conversación t elefónica, el t ipo, evident em ent e asust ado por el quilom bo que escuchó, había cort ado. Sebast ián se arm ó de paciencia para explicarle a Fabiana que ese t ipo que había conseguido su núm ero de t eléfono por algún lado y la est aba llam ando, no t enía ningunas int enciones am ist osas y le pidió que no volviera a hablar con él. Y en el caso de que llam ara nuevam ent e, le dij era que no volviera a hacerlo. Fabiana lo ent endió. Al ot ro día Sebast ián est aba en su t rabaj o y no podía evit ar pensar en el episodio del t eléfono. ¿Qué hubiese pasado si el t ipo llam aba cuando él no est aba? ¿Podía confiar en su novia? Est aba seguro que sí, pero le m olest aba t erriblem ent e t ener un buit re rondando. La próxim a vez que llam ara, ¿ella le diría que no la llam e m ás com o le había prom et ido? Fue ent onces cuando se le ocurrió una idea brillant e para sacarse la duda. Llam ó a un cadet e am igo que t rabaj aba en la em presa y le pidió que llam e por t eléfono a su novia diciendo que era ese t al Mat ías del barco, m ient ras él escucharía la conversación desde ot ro aparat o paralelo. Tenía m uchas ganas de escuchas com o ella le cort aba el rost ro. Que lindo sería oirle decir: “ Me t raes problem as con m i novio, no m e llam es nunca m ás” . - Hola Fabiana, habla Mat ías, - dij o el cadet e. - Vos no sos Mat ías… - respondió Fabiana con una voz ent re dulce y dubit at iva. - Sí, sí… soy yo… - insist ió el cadet e m irando a Sebast ián com o pidiéndole let ra. No funcionaba, había que cam biar la est rat egia. Sebast ián t apando la bocina de su auricular le apunt ó en voz baj a: - Decile que en realidad sos un am igo de Mat ías… que Mat ías no se anim aba a llam arla porque se había dado cuent a que le podía t raer problem as si est aba el novio… En realidad est o sonaba bast ant e pelot udo y poco convincent e, pero fue lo único que se le ocurrió al t oque. De últ im a si no se lo creía, Sebast ián le diría: “ Soy yo m i am or… t e est aba j odiendo un rat it o” . El cadet e le dij o exact am ent e lo que Sebast ián le había apunt ado y fue a apart ir de ahí donde se em pezó a venir la noche. - Pero m i novio ahora no est á, decile a Mat ías que m e llam e… - dij o ella. Luego de est a respuest a, el cadet e m iró nuevam ent e a Seba com o esperando inst rucciones. Sebast ián est aba t an shockeado que no at inaba a decir absolut am ent e nada, por lo cual el cadet e decidió t om ar vuelo en la conversación por sí m ism o. - Decim e la verdad, ¿qué pasa con Mat ías? –pregunt ó el cadet e. - Con Mat ías hay m ucha onda… m ucha onda… - respondió Fabiana con una vocecit a de pelot uda t errible. - ¿A qué llam ás m ucha onda? - Vos m e ent endés… hay m ucha onda. - Pero, ¿pasó algo ent re ust edes? - Y… ¿no t e cont ó Mat ías…? Sebast ián est aba blanco. Lo que est aba sucediendo seguram ent e era una pesadilla de la que pront o se despert aría. - ¿Y con t u novio que pensás hacer? –pregunt ó el cadet e que ya se había puest o canchero en su rol. - Con m i novio est á t odo m al. - ¿Todo m al? –exclam ó m irando de reoj it o a Sebast ián que est aba a punt o de desm ayarse. - Sí, con m i novio est á t odo m al… Decile a Mat ías que no sea t ont o y que m e llam e… Bast a. Ya era suficient e. No se soport aba m ás. Sebast ián le cort ó el t eléfono al cadet e y le dij o a Fabiana con vos seria y t ranquila: - Hola Fabiana, soy yo. Durant e unos quince m inut os est uvo int ent ando obt ener de ella un sonido. Se sent ía su respiración en el t eléfono pero no respondía. - Ya est á –le decía Sebast ián- ya escuché t odo, ahora hablam e… Silencio. El se la había hecho m uy bien y ella est aba t an at urdida que no sabía com o responder. Luego de un rat o de insist encia Fabiana sólo at inó a decir t ím idam ent e: “ Me ahogast e” . ¿Qué t al? Result a que él con sus celos, con su inseguridad, con su cuidaconchism o, la había ahogado. En realidad se t endría que haber ahogado en el Río de la Plat a después de caerse del barco esa hij a de put a. Bueno, la hist oria cont inuó. Se encont raron, se pelearon, después se arreglaron, al t iem po se volvieron a pelear, m ás t arde se am igaron de nuevo, en fin, lo de siem pre. Analicem os un poco la sit uación desde el principio. Sebast ián no la dej ó ir de viaj e de egresados por m iedo a que ella le m et a los cuernos. Al pedo. Se los m et ió igual. Si t enés una novia garca, y al t enés at ada, no t enés una novia fiel. Sim plem ent e t enés una cagadora at ada. Si esa persona no t e conviene, m ás vale dart e cuent a lo ant es posible. O sea, dale libert ad. Que haga lo que quiera. Que t e sea fiel porque t e quiere y no porque vos la est ás cont rolando. Su fidelidad no es algo que vos puedas m anej ar. Sus sent im ient os t am poco. - Me voy de viaj e de egresados. - Que t e diviert as. Si se va con ot ro, dale las gracias a ese ot ro. Ponele un m oño en la cabeza y que se la lleve envuelt a para regalo. No era para vos. La fidelidad Marcelo es t rabaj ador. Myriam es sim pát ica. Cacho es bueno. Andrea es celosa. Carolina es fiel. Marcelo es t rabaj ador. ¿Por qué? Porque le encant a t rabaj ar. Se sient e inút il cuando no lo hace. Siem pre quiere progresar en la vida y sient e que el t rabaj o es el m edio para lograrlo. ¿Hast a cuándo va a ser t rabaj ador? Hast a que se m uera. Porque para él, ser t rabaj ador es una form a de ser. Myriam es sim pát ica. ¿Por qué? Porque es una chica m uy sociable, casi siem pre est á sonriendo y t iene un t rat o m uy agradable con la gent e. ¿Hast a cuándo va a ser sim pát ica? Con excepción de que Myriam t enga algún problem a m om ent áneo que ocult e su sim pat ía, Myriam va a ser siem pre una m uj er sim pát ica. Es su form a de ser. Cacho es bueno. ¿Por qué? Porque siem pre piensa en el bien de los dem ás. Hace cualquier cosa por un am igo que se encuent re en problem as. Es capaz de prest arle lo que le pidas. Siem pre est á dispuest o a escuchar y a dar una m ano. ¿Hast a cuando va a ser bueno? Va a ser bueno siem pre. Lo llega en la sangre. Ser bueno es su form a de ser. Andrea es celosa. ¿Por qué? Porque cree que cualquier m uj er puede quit arle su parej a. Le pasó con t odos los novios que t uvo. Es m uy posesiva e insegura. ¿Hast a cuándo va a ser celosa? Sus celos pueden dism inuir a m edida que su parej a le vaya dem ost rando seguridad, pero nunca van a desaparecer com plet am ent e. No puede evit ar ser celosa aunque luche para lograrlo. Es su form a de ser. Carolina es fiel. ¿Por qué? Porque j am ás m ient ras est uvo de novia, salió con ot ro hom bre. ¿Hast a cuándo va a ser fiel? Hast a que un día se le present e una oport unidad de ser infiel que no rechace. Ser fiel no es una form a de ser. Ser fiel es una circunst ancia. Por supuest o hay m uj eres que son infieles con m ayor facilidad que ot ras. Algunas m uj eres son infieles con un t ot al y absolut o desparpaj o. Est án de novias y se levant an t ipos en el laburo, en la parada del bondi, en las salas de Chat , en el consult orio del dent ist a, en la clase de buceo ( en la pilet a a t res m et ros de profundidad, con t raj e de neoprene, t anques de oxígeno, m áscara y pat as de rana) , en fin, donde sea. En el caso de est as m uj eres, sí podríam os decir que la “ infidelidad” es una form a de ser. Ellas son así. No pueden cam biar. Tal vez est én en un período de enam oram ient o con su parej a que haya que sean fieles por un det erm inado período de t iem po, que pueden ser de dos m eses, dos días o dos horas, pero indefect iblem ent e volverán a las andadas. Porque lo llevan adent ro. La infidelidad para ellas es una form a de ser. La fidelidad en cam bio, com o decíam os ant eriorm ent e, no es una form a de ser sino una circunst ancia. Decim os que una persona es fiel porque hast a el m om ent o no fue infiel, lo cual no asegura la perm anencia de est a cualidad en el t iem po. - Mi novia es fiel –dij o uno. - Mi novia hast a ahora m e fue fiel –dij o ot ro. - Mi novia hast a ahora supongo que m e fue fiel –dij o un t ercero. ¿Cuál de est os t res personaj es creen ust edes que t uvo la apreciación m ás acert ada? El prim ero dice que la novia “ es” fiel. Lo cual supone que esa es su form a de ser y nunca la va a cam biar. Eso es algo que no lo podría asegurar ni ella m ism a. Supongam os que la novia del prim er personaj e naufraga en alt am ar y llega a una solit aria y paradisíaca isla. Junt o con ella t am bién llega a la isla un m uchacho que t rabaj aba en el barco haciendo show de st ripper. Un t ipo alt o, con un lom o m ás que perfect o, una cara que concuerda t ot alm ent e con el cuerpo y com o si t odo est o fuera poco, m uy caballero, sim pát ico e int eligent e. Son los únicos sobrevivient es del naufragio. Con el correr de los días, am bos com ienzan a sent ir deseos por el ot ro. Hast a que ot ro barco los rescat e pasarían años. ¿Qué creen que sucederá ent re ellos? Obviam ent e yo creo lo m ism o. ¿Pero la chica no era fiel? Sí. Pero las circunst ancias hicieron que dej ara de serlo. Ent onces no era fiel. Había sido fiel hast a ese m om ent o, que no es lo m ism o. La fidelidad no era algo que llevaba en la sangre. No era com o Cacho, que era bueno, y aunque est uviera en una isla no le haría m al a nadie. Ella fue fiel hast a que dej ó de serlo. Ust edes podrán pensar que la sit uación descript a es dem asiado ext rem a. ¿Cuánt o m enos ext rem a debía ser la sit uación para que est a chica siguiera siendo fiel a su novio? Si la fidelidad hubiera sido para ella una form a de ser, el st ripper no le hubiese podido t ocar un pelo ni en cien años. El segundo dice: “ Mi novia hast a ahora m e fue fiel” . Sin duda est á m ás acert ado en su apreciación que el prim ero. Claro que para asegurarlo con t ot al cert eza debería haber est ado al lado de ella, desde que se pusieron de novios hast a el present e, sin quit arle la vist a de encim a ni un m inut o. El t ercero dice: “ Mi novia hast a ahora supongo que m e fue fiel” . I ndudablem ent e el m ás acert ado. Fundam ent ales el “ hast a ahora” y el “ supongo” , para hacer de su afirm ación una frase inobj et able. Porque nadie sabe a ciencia ciert a hast a cuando puede durar esa fidelidad. Ni siquiera nadie puede asegurar que esa fidelidad exist a. No lo olvidem os. Ninguna m uj er “ es” fiel. A lo sum o “ est á siendo” fiel. Tal vez. No te alejes de tus amigos Federico cuando se enam oraba, t enía una frase predilect a: “ Olvídense de m i” . Se la decía indefect iblem ent e a sus am igos cada vez que se ponía de novio. El lo decía m edio en j oda, m edio en serio. Pero hay quienes se alej an de t odo sin decirlo. El am or los ciega. No les int eresa ot ra cosa. Dej an el deport e, los event os fam iliares, su grupo de rock, sus hobbies, sus am igos, t odo. Dej an t odo. Sólo les int eresa su novia. Y así pasan un año, dos, t res, hast a que un día la novia les cant a m enos diez y se les acabó el m undo. Ya no pract ican su deport e, est án lej os de su fam ilia, no t ienen m ás grupo de rock, no m ás hobbies. Y lo peor de t odo, est án t ot alm ent e desconect ados de la vida de sus am igos. Su vida se dividía 60% en su novia y 40% en obligaciones com o t rabaj ar o est udiar. O sea que ahora se encuent ra con el 60% de su vida t ot alm ent e vacío y eso es desesperant e. El sent im ient o de abandono de est as personas ant e un alej am ient o de su parej a es m ucho m ayor al de una persona que m ant uvo su relación con sus am ist ades m ient ras duró el noviazgo, y es por est e m ot ivo que las m et idas de pat a que se m andan en pos de una rápida recuperación de su parej a, no hacen m ás que alej arla aún m ás y enviarlos m ás al fondo de las arenas m ovedizas. Los am igos son las personas que van a ocupar el t iem po que cuando est am os de novios ocupa nuest ra parej a. Vam os a necesit arlos. No para cont arles t oda nuest ras int im idades, que com o dij im os ant eriorm ent e es algo que no debem os hacer, sino para dist raernos y no pasar la vida ent era con la m ent e y el corazón enfocados en ellas. Mient ras est em os con nuest ros am igos, no vam os a est ar escribiendo una cart a, ni llam ando por t eléfono, ni yéndolas a buscar al t rabaj o, ni a la facult ad, ni al colegio. Mient ras est em os con nuest ros am igos vam os a t ener m uchas oport unidades de reírnos, y m ient ras se ríe no se sufre. Mient ras est em os con nuest ros am igos t endrem os m ayores posibilidades de que nos present en ot ra m uj er, que si bien no nos hará olvidar a la nuest ra ( o sí) , nos servirá para valorarnos un poco m ás, para darle celos, para salir en grupo en lugar de t irarnos en una cam a a llorar. Cuando m ej or est és con t u novia, m ás cerca t rat á de est ar de t us am igos. Porque un día podés no t enerla, y ese día vas a valorar el hecho de no habert e alej ado de ellos. Los am igos no son ot ra cosa que la fam ilia que elegim os. Alguien escribió una vez: “ Un am igo es una luz, brillando en la oscuridad” . Nada m ás acert ado. Cuando se sufre por am or, t odo se ve oscuro. Y los am igos son esa luz que t e ayuda a encont rar el cam ino. Si vas a sacar un arma, dispará Nos gust a indagar. La vam os de det ect ives y nos enorgullecem os de nuest ra int eligencia cuando las descubrim os en algo t urbio. Hacerlas pisar el palit o nos hace sent ir superiores. ¿Pero después qué? Generalm ent e, y aunque no nos gust e reconocerlo, nos enoj am os, las cagam os a pedos, am agam os con dej arlas, lloran un poco y las perdonam os con la condición de que no vuelvan a hacerlo. Unos t igres. Lo único que se logró con t odo est o fue que ella sepa que a pesar de lo que hizo nosot ros no pudim os dej arla. Punt o en cont ra. Tiene vía libre para hacerlo de nuevo. Federico sospechaba que durant e un período de un m es y m edio en el que est uvieron dist anciados hacía un t iem po, su novia Andrea había salido, o al m enos había t enido algún episodio am oroso, con un vecino llam ado Róm ulo. Ella le había j urado que en ese t iem po no había est ado con nadie. Com o no t enía pruebas, pero est aba bast ant e seguro, elaboró una est rat egia para sacarle la verdad. Fue así com o una t arde, Federico llega a la casa de Andrea con cara de ort o, la sient a en el living, la m ira seriam ent e y le dice: - Me ent eré. - ¿De qué? –pregunt a obviam ent e Andrea. - Me cont aron con quien salist e cuando est uvim os peleados. - ¿Qué t e cont aron? - Decím elo vos –responde Federico en banana. - Yo no salí con nadie –insist e Andrea sin m ucha convicción. - Mirá –dice Federico- m e m olest ó bast ant e ent erarm e por ot ro lado. Me em bola que m e m ient as y no quiero que sigas haciéndolo. Si m e decís vos m ism a la verdad t al vez podam os rem ont ar la sit uación. Si no, no sé. - ¿Qué t e pueden haber dicho? –dice Andrea com o para sí m ism a. - No sé, decím elo vos –insist e Fede. Andrea baj a la cabeza con cara de pobrecit a t em erosa y le confiesa: - Bueno… en aquella época en que est uvim os peleados… yo salí con Marcelo. Ahí a Federico se le t rast ocó t odo. El esperaba escuchar el nom bre “ Róm ulo” y pint ó un Marcelo. - ¿Qué Marcelo? - El chico del segundo piso. “ La put a que lo parió” , pensó Fede, pero com o su sospecha era con Róm ulo siguió adelant e con la farsa. - Asi que con Marcelo… m irá vos… pero no, no fue eso lo que m e cont aron, así que seguí. Andrea, luego de quedarse un rat o en silencio m irando hacia abaj o dij o: - Bueno… t am bién salí con Juan Cruz… - ¿Juan Cruz??? ¿Tu com pañero de t rabaj o? - Sí. Ot ro m ás y de Róm ulo nada. - Eso t am poco fue lo que m e cont aron –dij o Federico, no pudiendo dar crédit o a lo que est aba pasando. - Bueno… no sé que t e pudieron haber dicho… t am bién pasó algo con Dant e… En resum en, Andrea le nom bró al pobre Federico siet e t ipos. Ninguno era Róm ulo. Al reconocer el rom ance con el sépt im o, Andrea le asegura que no hubo ninguno m ás y le exige que le diga que fue lo que le habían cont ado, dado que sí o sí t enía que ser m ent ira. Federico, que a est a alt ura no le daba la cabeza para seguir con ningún t ipo de est rat egia le dice: - Me dij eron que salist e con Róm ulo. - Te m int ieron. Con Róm ulo no salí. Federico se puso m uy m al. Su querida novia era una at orrant a que en un m es y m edio se había at racado a siet e t ipos y le había m ent ido diciéndole que no había salido con nadie. Pero claro, no est aba preparado para dej arla. La quería m ucho y realm ent e no esperaba encont rarse con las respuest as que se encont ró luego de aplicar su est rat egia. Había sacado un arm a pero no est aba list o para disparar. Lo único que logró ent onces con t odo est o fue sent irse m al, pero m al en serio, de sólo im aginarse a Andrea revolcándose con cada uno de los siet e m al paridos esos, y encim a le dem ost ró que est aba t an m uert o con ella que podía perdonarle t odo. Oj os que no ven, corazón que no sient e. No hagas invest igaciones al pedo. Si las hacés y encont rás lo que sospechabas, act uá com o creés que debería act uar ot ro en t u lugar. De lo cont rario lo único que vas a lograr es que t e pierdan respet o y que crean, o m ej or dicho se den cuent a, que con vos pueden hacer cualquier cosa. Si vos la querés t ant o que no t enés la capacidad de dej arla haga lo que haga, son fundam ent ales dos cosas: Que ella no lo sepa. Que cam bies esa form a de act uar y hagas que t u m ent e em piece a m anej ar las cosas y no t u corazón, o t u relación con ella va a t ener cort a vida. El objetivo final de todas ellas Las m uj eres dicen t ener variados obj et ivos en la vida. Muchas de ellas siguen una carrera universit aria para m ás adelant e ej ercer su profesión. Ot ras t al vez quieran ser deport ist as reconocidas, fam osas act rices o m odelos. Esas m uj eres no nacieron para cocinarle al m arido y at ender a los hij os, dicen ellas. Esa es una verdad a m edias, porque la verdad de la m ilanesa es que el obj et ivo final de t odas las m uj eres es casarse y t ener hij os. Aunque lo nieguen. Es lo único que les im port a y para lo único que viven. Y pensar que t al vez se queden solt eras les produce verdadero pánico. Es por eso que cuando est án de novias, y sobre t odo después de det erm inada edad, es m uy difícil que dej en a su parej a si no t ienen a ot ro candidat o bien agarrado de las pelot as. Cuando pasan unos años de noviazgo, t ienen dos opciones: o com ienzan a t rat ar el t em a del casam ient o, o com ienzan a t rat ar de encont rar ot ro novio. Nora, en oct ubre del 97 y luego de cuat ro años de noviazgo, le plant eó seriam ent e a Gust avo que si no ponían fecha de casam ient o no seguiría adelant e con la relación. No quería sent ir que est aba perdiendo el t iem po. Com o verán, para ellas si no hay casam ient o en vist a, t odo es una pérdida de t iem po. Gust avo la quería, pero t enía m enos ganas de casarse que de hacerse gárgaras con horm igas coloradas. Tant o es así que vivía solo, pero en el dorm it orio t enía una cam a de una plaza bien chiquit a, com o para que Nora no se t ent ara de quedarse a dorm ir alguna vez y que luego eso se haga cost um bre y t erm inen viviendo j unt os para luego decir: “ Y ya que est am os por qué no nos casam os” . Dado que se vio en un callej ón sin salida le dij o: “ Bueno, nos casam os en oct ubre del 2000” . El esperaba que ella le pegara una pat ada en el culo y le dij era: “ ¿Me est ás cargando? ¡Para eso falt an t res años! ” Sin em bargo, para su sorpresa, ella salt ó de felicidad y corrió a cont arle a fam iliares y am igos la gran not icia: “ ¡Tenía fecha de casam ient o! ” Gust avo sent ía que era un m aest ro. Había solucionado el problem a pat eando el nefast o event o nada m enos que t res años para adelant e. Claro que Norit a, com o t odas las m uj eres, de boluda no t enía un pelo. Dos años se pasaron m ás que rápido y cuando Gust avo se quiso acordar y falt aba nada m ás que uno, y la t enía rom piendo las bolas con el vest ido, la iglesia, el cura, la m úsica, las flores, la com ida, la luna de m iel y la concha de su herm ana. Est aba a full. No había posibilidades de ningún t ipo de post ergación. Y oct ubre del 2000 llegó nom ás. Y se casaron. Pero si rebobinam os un poco la cint a, vam os a ver que en det erm inado punt o del pasado se creó una encrucij ada: “ O nos casam os o no seguim os” . No im port aba si se querían, ni si est aban bien j unt os, ni nada. El obj et ivo, el único obj et ivo era casarse y t ener hij os. Si no era con él, t enía que ser con ot ro y había que em pezar a buscarlo sin “ pérdida de t iem po” . Si est o aún no t e pasó, ya t e va a pasar. Si ella ve que el casam ient o no est á dent ro de t us planes o posibilidades, lo m ej or que puede pasart e es que com o Nora a Gust avo t e m et a un palo en el culo para que t e pongas las pilas y pongas una fecha. ¿Por qué digo “ lo m ej or que puede pasart e” ? Porque la m ayoría no lo hacen. Siguen de novias porque m ás vale paj ero, perdón, páj aro en m ano que cien volando, y en cuant o aparece algún boludo con plat a y prom esas de m at rim onio las que vuelan son ellas. Y vos ni t e ent erast e cuál fue el verdadero m ot ivo de la rupt ura. Te t ort urás pensando que t e dej ó de querer y que se enam oró de ot ro. Y t e puede pasar com o a t ant os, que ahora ven a sus ex de lej os con sus m aridos gordos y pelados, paseando el nene en el cochecit o y subiéndose a una cuat ro por cuat ro. Después de ciert o t iem po de noviazgo, la facha, el am or, la fidelidad, la dulzura y el buen sexo t e los m et es en el culo. Lo único que les im port a es form ar una fam ilia. Com o Susanit a de Mafalda. Tenelo en cuent a. Siempre le pasa a los demás Nuest ra novia es perfect a. Sería incapaz de hacer algo que realm ent e nos last im e. Todas las m acabras hist orias de m uj eres que les m et en los cuernos a sus novios y/ o m aridos y de las peores m aneras, son aj enas y lej anas. Com o por ej em plo la hist oria de Daniela. Daniela era una pendej a de diecisiet e años que est aba para m at arla. De sólo verla t e enam orabas, t e calent abas, t e volvías loco. Todo j unt o. Est aba de novia hacía dos años con Claudio, un pibe cuyos padres t enían una casa en un count ry al que Daniela iba t odos los fines de sem ana con sus dos herm anas ( que t am poco est aban para t irarlas) y un grupo de am igos del novio que les t enían bast ant es ganas. A las chicas les gust aba ir al club del lugar. Allí podían t om ar sol, ir al bar, o pract icar algo de deport e. Los chicos de ese grupo preferían quedarse en la casa. Het e aquí que de t ant o ir solas al club, Daniela y sus herm anas se hacen am igas de ot ro grupo de chicos. Una t arde, las chicas con sus nuevos am igos, est aban j ugando un ent ret enido part ido de voley cuando inesperadam ent e irrum pen en el club el novio de Daniela y sus am igos, a los cuales el hecho de ver a sus chicas t an divert idas con ot ros t ipos, no les gust ó ni m edio. Fue ent onces cuando em pezaron a hacer com ent arios provocat ivos desde el cost ado de la cancha. Est os com ent arios eran ignorados por t odos hast a que el novio de Daniela dij o claram ent e: - Qué linda que est á la t arde para boxearse… No t uvo en cuent a que los chicos del club t enían bast ant es pocas pulgas. Alej andro, uno de ellos, dej ó de j ugar al voley, se le acercó y le pegó t ant as piñas en diez segundos, que las ganas de boxearse se le borraron inst ant áneam ent e, pero ya era t arde. Los am igos de Alej andro, m ient ras t ant o, corrían a los ot ros am igos de Claudio que huían despavoridos. El novio de Daniela cobró para el cam peonat o. Meses m ás t arde, Daniela est aba en la cam a con Alej andro. Sí m is queridos am igos, leyeron bien. No se confundieron de nom bres. Daniela est aba en la cam a con Alej andro. Ella luego de hacer el am or lo abrazó dulcem ent e y con la cabeza sobre su hom bro le dij o: - ¿Sabés cuándo m e em pezast e a gust ar?... el día que lo cagast e a t rom padas a m i novio. Porque, por si no les dij e ant es, Daniela seguía de novia con Claudio. Pero bueno, no se preocupen, son esas cosas que sólo le pasa a los dem ás. Nuest ra novia es diferent e. Daniela era una hij a de put a. No podem os com parar. Qué bueno es t enerle confianza a nuest ra novia, ¿no? Com o la confianza que le t enía Gabriel a Vict oria. Ellos se querían t ant o que decidieron no separarse en sus vacaciones e irse j unt os a Villa Gesell. Era m uy difícil conseguir pasaj es para esa fecha, dado que era cam bio de quincena, pero Gabriel t uvo suert e. Consiguió dos pasaj es en el m ism o m icro. El único problem a fue que consiguió dos asient os separados. Gabriel viaj aría en la fila t res y Vict oria en la fila cat orce. Pero bueno, no era t an grave. Eran sólo cinco horas en las que adem ás pensaba dorm ir dado que viaj aban de noche. Al lado de Gabriel se sient a una señora de unos sesent a años. Al lado de Vict oria se sient a un negro. Pero negro, negro. De esos que parecen basquet bolist as de la NBA. No se sabe cóm o fue que em pezó la cosa, pero ant es de llegar a Gesell, el negro se la había cogido. ¿A Vict oria?... sí, a Vict oria. ¿En el m icro?... sí, en el m icro. ¿El negro?... sí, el negro. ¿Con el novio a escasos m et ros?... sí, con el novio a escasos m et ros. Al llegar a Gesell, Vict oria y Gabriel se baj aron del m icro, se t om aron de la m ano y com enzaron sus vacaciones com o si nada hubiera pasado. ¿Y si Gabriel se le hubiera dado por ir a buscar j ugo al fondo j ust o en ese m om ent o? ¿O por ir al baño? ¿O por ir a decirle algo? Y bueno… sí… pero no se le dio. Que bueno, pero que bueno que est as cosas sólo le pasan a los dem ás. Aunque Gabriel y Marcos, los cuales nunca se ent eraron de nada, seguram ent e t am bién piensan lo m ism o. Ellos creen que sus novias son las m ej ores del m undo. Piensan que si las llegaran a perder no encont rarían ot ra igual. Que allí t erm inaría su vida. Est án absolut am ent e seguros que ellas los am an y por lo t ant o serían incapaces de engañarlos. Y t al vez “ eran” incapaces de hacerlo. Hast a que un día fueron capaces. Es posible que t u novia sea sincera cuando t e dice: “ Jam ás t e engañaría” , pero puede ser que en algún m om ent o cam bie de opinión y de eso no t e vas a ent erar porque nunca t e lo avisan. “ ¿Te acordás que la sem ana pasada t e dij e que eras lo m ás im port ant e en m i vida y que para m í no podría exist ir ot ro hom bre?... bueno, ¿sabés que m e parece que est oy cam biando un poco de opinión, porque hay un com pañero del laburo que m e est á em pezando a gust ar?” Y… ¿qué opinan? ¿Alguna vez les dij eron algo así? Seguram ent e no. Y no se los van a decir. Lo peor puede pasar Lo peor t am bién puede pasar. ¿Qué es para ust edes lo peor que les puede hacer su parej a? Bueno, eso puede pasar. ¿Qué no? Que sí. Dent ro de un bolillero con un m illón de núm eros est á el 10.000. Si sacam os un solo núm ero, ¿va a salir? Lo m ás probable es que no. Pero, ¿puede salir? Y… sí. Poder puede. Est as hist orias m acabras que t e acabo de relat ar, a vos no t e pasaron. Y lo m ás probable es que no t e pasen. Pero… ¿t e pueden pasar? Sí. Te pueden pasar. Dent ro del bolillero est án t odos los núm eros. Es im port ant ísim o t om ar real conciencia de est o. Las reacciones m ás desfavorables se t ienen cuando nos sucede algo que ni rem ot am ent e sospechábam os que nos podía ocurrir. Lo prim ero que hacem os es no creerlo. Lo segundo es t rat ar de dem ost rarnos que no es ciert o. Al no conseguir ninguna de las dos cosas int ent am os convencernos de que no es t an grave. Todo es un aut oengaño. Volvem os a hacernos t ram pa j ugando al solit ario. Puede ser que las hist orias ant eriores nos hayan divert ido, pero en realidad no serían nada divert idas si nosot ros fuéram os los prot agonist as principales. El hecho de saber que esas cosas pasan, nos pone m ás en sint onía con la realidad. Y el hecho de t om ar conciencia que esas cosas podrían pasarnos a nosot ros, nos va ayudar, en el caso de que alguna vez sucedan, a act uar con coherencia en lugar de t erm inar int ernados en un neuropsiquiát rico con un chaleco de lona grit ando: “ ¡Ella m e am a! ¡Ella m e am a! ” . El enemigo puede ser cualquiera Para las m uj eres, a diferencia de los hom bres, el sexo por el sexo en sí, no exist e. Si un hom bre anda m edio calient e, se va de put as, t iene sexo, paga, y salvo rarísim as excepciones, se va y se olvida. Esa relación significó para él m enos que parar en un kiosco y t om arse una gaseosa. Es m ás, en el 90% de los casos una vez concluido el act o, desearían no haberlo realizado y volver a t ener en el bolsillo el im port e abonado. Un hom bre ve a una m uj er con buen cuerpo y eso es suficient e para que quiera t ener sexo con ella. Según las m uj eres, est o a ellas no les pasa. Un hom bre no las calient a por su aspect o físico. Siem pre t iene que haber algo m ás. Tiene que caerles bien por algún ot ro m ot ivo. Tal vez que sea sim pát ico, com pañero, que las haya ent endido en algún problem a que t enían y las haya aconsej ado pat ernalm ent e; que sea dulce, t ierno, rom ánt ico. Tal vez les cuent an alguna hist oria que han t enido con ot ra m uj er y eso les provoca ciert a adm iración. Est o es lo que hace que t u novia nunca venga de un día para el ot ro a decirt e que est á enam orada de ot ro. Porque t al vez no lo est á aún. Vos pudist e haber t enido una hist oria. Te gust ó ot ra m ina, t e la clavast e, le dist e salida y allí t erm inó la cosa. Luego la fuist e a buscar a t u novia, le dij ist e: “ Hola m i am or” , le dist e un beso y aquí no ha pasado nada. Ellas no. Ellas t ienen ot ros m ecanism os de enam oram ient o. Tal vez exist a un com pañero de t rabaj o o de colegio o de facult ad de nuest ra m uj er que ha com enzado a despert arle ciert o “ no se qué” por algún m ot ivo. Hast a que est o se t ransform e en una relación a la nuest ra, con sexo incluido, puede pasar bast ant e t iem po. Es m ás, puede ser que ella se vaya dando cuent a de a poco. Eso a nosot ros no nos pasa. Los hom bres a prim era vist a sabem os si una m uj er nos cabe o no. Durant e ese período de enam oram ient o, nuest ras novias se van enfriando cada vez m ás con nosot ros a m edida que se van calent ando con el ot ro. Y lo peor es que al principio es com o que no lo saben. Sient en ciert a at racción con el ot ro t ipo, pero no lo asum en de m anera conscient e. En m uchos casos est os sent im ient os hacia ot ra persona no llegan a m ayores, dado que a las m uj eres, aunque se em peñen en disim ularlo, cerebro es lo que les sobra y analizan m uy cuidadosam ent e los riesgos que t raería t ener ot ra relación. Claro que en algunos casos salim os perdiendo en ese análisis y nos m et en unos cuernos que parecem os Olaf el Vikingo o, lo que es peor, luego de un t iem po de culparnos por det erm inadas cosas, nos dej an Es im port ant e saber det ect ar cuando algo así puede est ar sucediendo. Nunca t e confíes por el aspect o físico de alguien que com part e varias horas del día con ella. Tal vez sea gordo, pelado, pet iso, bizco, feo y de t odas m aneras puede ser el enem igo. Porque dado lo que vim os ant eriorm ent e, est e hom bre puede est ar abordando sus sent im ient os desde ot ro lado. Puede ser siendo dulce, com prensivo, com pañero, o cualquier cosa que a ella le im pact e. Marina era una best ia. Era una pendej a de diecisiet e años que no se podía creer. Rubia, pero rubia en serio. Pelo por la cint ura, oj os celest es, un m et ro set ent a y cinco de alt ura y un lom o que t e m orías. Cuando las t enías de frent e, no podías dej ar de m irarle las t et as. Era un verdadero infierno. Cualquier t ipo que se le cruzaba se la quería levant ar. Javier, su novio desde hacía dos años, lo sabía, pero le t enía una confianza ciega. Un día Javier llega sin avisar a la casa de m arina, que vivía en un piso cat orce y sube direct am ent e por el ascensor, sin t ocar el port ero eléct rico porque la puert a de abaj o est aba abiert a. Toca el t im bre en el dpt o. “ D” y t ardando un poco m ás de lo lógico, su novia le abre la puert a. Est aba en cam isón. Javier la saluda y ent ra. La puert a del dorm it orio est aba cerrada. - ¿Qué hacías? –le pregunt a él cariñosam ent e. - Est oy est udiando en el cuart o con Mart ín –responde ella. Mart ín era un com pañero de colegio m ás feo que la m ierda. Cuando nació lo pusieron en una incubadora con vidrios polarizados. Una vez t uvo un accident e y quedó m ej or. Cuando el cuco era chiquit o la m adre le decía: “ Si no t om ás la sopa lo llam o a Mart ín” . Era realm ent e feo, y Javier lo sabía, por lo t ant o no le dio im port ancia al hecho de que est uviera a solas con su novia. Gran error. De eso hablábam os. Las m uj eres se fij an en ot ra cosa. Es im posible saber en qué, porque est as cosas en las que se fij an pueden ser m uy variadas. Javier, que t an boludo com o parece no era, se pregunt ó para sí m ism o: “ ¿Est udiando?... si ést a no agarra un libro ni para apoyar la pava” . “ ¿Y en cam isón?” Con t em or a que ella piense que él est aba dudando de su fidelidad le pregunt ó: - ¿Est ás est udiando con Mart ín en cam isón? - Sí, est oy cóm oda –Respondió Marina. Javier no pudo evit ar decirle: - Mirá, no m e parece bien que est és encerrada con él así vest ida. Puede pensar m al, o t al vez cont arle a alguien que vino a est udiar con vos y est abas así, m edio en bolas, y qué van a decir. La puert a del dorm it orio, a t odo est o, cont inuaba cerrada. La cosa est aba cant ada, pero no podía ser. Marina est aba m uy pero m uy buena y el pobre m uchacho que est aba del ot ro lado de la puert a, seguram ent e t enía el bocho part ido en cuat ro por est ar con ella, pero las posibilidades que t enía de hacerle som bra siquiera a Javier eran absolut am ent e nulas. Luego de aconsej ar a su novia sobre su vest im ent a, Javier se ret iró para que ella siguiera est udiando. La puert a del dorm it orio nunca se había abiert o. Horas m ás t arde, se encont ró con su am igo Eduardo que coincident em ent e conocía a Mart ín, el com pañero de Marina, y le cont ó lo sucedido. Eduardo se rió –Olvidat e –le dij o- . Yo a ese flaco lo conozco y j am ás, pero j am ás t u novia se podría fij ar en él. En realidad Eduardo no le dij o nada nuevo, pero siem pre viene bien que un am igo t uyo avale t us pensam ient os. - ¡Qué dos boludos! Así com o las m uj eres no pueden opinar sobre m uj eres, los hom bres no deberíam os opinar de hom bres. Est á de m ás, m e im agino queridos am igos lect ores, que les cuent e com o t erm inó la hist oriet a ent re Marina, Javier y Mart ín. Ella em pezó con raros plant eos hacia su novio t ales com o: “ Est ás m uy pendient e de m í, necesit o m i espacio” , su voz en el t eléfono no era la m ism a y si no se veían por un par de días, no pasaba nada. Clarísim os I DQ’s. Luego vino la frase “ Necesit o un t iem po” . Com o era de esperarse, ese t iem po Marina lo necesit aba para salir con Mart ín. Moralej a: Feo, gordo, pelado, viej o, boludo o put o, cualquiera t iene posibilidades de am argart e la vida. La transparencia Nos gust a que est én enam oradísim as de nosot ros. Lo m ej or que nos puede pasar es que piensen que com o nosot ros no hay ot ro, y que som os el m ej or novio que pueden t ener. Nos encant a que después de alguna frase m at adora t al com o: “ Sos lo m ej or que m e pasó en la vida” , nos abracen y nos digan: “ Mi am or, com o t e quiero…” Creem os que a las m uj eres les encant a t ener un novio super enam orado y absolut am ent e fiel. Claro que una cosa suele ser consecuencia de la ot ra. Una m uj er, al saber que su novio est á t an, pero t an enam orado, la fidelidad la da por sent ada. Pero por si t ienen alguna duda, nosot ros nos encargam os de decirles y dem ost rarles que j am ás ot ra m uj er podría desviarnos siquiera la at ención. Est am os convencidos de que eso sum ará punt os a nuest ro favor dado que ellas escuchan const ant em ent e hist orias de hom bres que le son infieles a sus parej as y el hecho de t ener la seguridad absolut a de que su novio j am ás haría una cosa así, provocaría que lo considere un t esoro que no puede perm it irse perder baj o ningún punt o de vist a. El razonam ient o es lógico. Pero lo que t enem os que t ener en cuent a es que las m uj eres casi nunca ut ilizan la lógica. Con el correr de los m eses, esa confianza absolut a, ese saber que est am os const ant em ent e pensando en ella, esa seguridad que le brindam os en cada m om ent o, se volverá en nuest ra cont ra. Si la m ont aña rusa no t uviera un par de baj adas que t e ponen los huevos en la gargant a, sería una pelot udez. Para una m uj er, un novio t ot alm ent e t ransparent e es com o una m ont aña rusa casi t oda en línea rect a y que viaj a a una velocidad m oderada. Al principio est án recont ent as porque t al vez ant es de subir t enían un poco de m iedo de sent ir vért igo y no lo sient en, pero con el correr de los m inut os se em piezan a aburrir, y si la vuelt a dura m ás de la cuent a, ya se van a querer baj ar. El diseñador de esa m ont aña rusa no ent endería el por qué del fracaso. “ Si la baj adas violent as les producen nauseas, y la velocidad les produce vért igo, ¿por qué les disgust a m i m ont aña rusa que es t an lent a y t ranquila?” Una m uj er no va a dej art e porque t enga alguna duda sobre t u fidelidad. Menos aún por sospechar que alguna ot ra m uj er quiere ocupar su lugar. Al cont rario, eso hará que t e valore m ás, porque en vos t iene algo que ot ras quieren t ener, y que t al vez podrían quit arle. Es probable que t u vida se desarrolle de t al m anera que realm ent e ella no t enga ningún m ot ivo de sospecha. Si es así, invent at e algo. Cualquier cosa. Una com pañera de t rabaj o que est á m uy buena y es m uy put a, una ex novia que t e llam ó, una reunión de viej os com pañeros de colegio donde van a asist ir un par de ant iguos am ores, una alm acenera que t e m ira, lo que sea. Decile que eso para vos es algo sin im port ancia y que la querés sólo a ella, pero no lo hagas j urándoselo, abrazándola y con los oj os lagrim osos. Decíselo dej ando que ella quede con alguna duda de que le est ás ocult ando algo. Ahí va a t ener su baj ada en la m ont aña rusa. Si som os absolut am ent e t ransparent es, no t ienen nada por descubrir y se t erm inan aburriendo. Es m ás, m ost rarse t ransparent e es com o m ost rarse vacío. En ese caso cuando t e diga “ Hast a la vist a, Baby” no vas a ent ender qué es lo que hicist e m al. Te lo digo yo: lo que hicist e m al, es haber hecho t odo bien. El día que ella t enga la absolut a seguridad de que vas a quererla sólo a ella por siem pre y que j am ás serías capaz de t ener una avent ura, agendalo com o “ el día que com enzast e a perderla” . Se dio vuelta la tortilla ¿Cóm o se llegó a est a sit uación?, t e pregunt arás en det erm inado m om ent o. Si est aba m uert ísim a con vos. Al principio ella t e veía com o si fueras un Dios y vos t enías un t errible agrande. Era ella la que sent ía que t enía que ir t odos los días de rodillas a Luj án por t enert e y eras vos el que j uguet eaba creándole de vez en cuando alguna duda o invent ándole alguna hist oria para ver su reacción desesperada ant e la m ínim a posibilidad de perdert e. Era super celosa y eso t e encant aba. ¿Qué pasó?, t e pregunt as. Lo que pasa en m uchos casos es que de a poquit o y sin darse cuent a el hom bre va dando vuelt a la t ort illa hast a que se coloca por debaj o de la m uj er. Ahora es el hom bre el m uert o que suplica y ella la agrandada. Es fundam ent al darse cuent a de est o a t iem po o vam os sin frenos hacia el precipicio. I m aginem os la siguient e sit uación. Ella no t e llam a un día ent ero y vos al ot ro día t e m ost rás t ot alm ent e m olest o y enoj ado. Le est ás dem ost rando que si no t enés not icias de ella por veint icuat ro horas t e m orís. Le est ás diciendo en ot ras palabras que la necesit as m ás de lo que ella cree. Y ellas perciben t odo. Nunca las subest im es por m ás enam oradas y boludas que parezcan. Tu reacción fue sim plem ent e un act o de sinceridad, pero ella la va a t om ar com o un act o de debilidad. Le est ás diciendo que ella t iene m ás im port ancia en t u vida de la que suponía. Es en esos casos donde la t ort illa com ienza a darse vuelt a. Si no le hubieses dado im port ancia al hecho, o m ej or aún, si al ot ro día no t e hubiese podido ubicar ella, la sit uación sería m uy dist int a. Obviam ent e un solo hecho com o ést e no va a cam biar nada, pero lo que sucede es que ést os nunca son t ot alm ent e aislados. Es la sum a de act it udes sim ilares a la recién descript a lo que va haciendo que nuest ra posición dent ro de la parej a varíe. Es que en realidad al principio t al vez vos t am bién est abas super enam orado, y se lo dem ost rabas pero hast a ahí. Con el paso del t iem po nuest ras dem ost raciones de am or com ienzan a ser m ás fuert es y paralelam ent e las de ellas m ás débiles. ¿Por qué?, porque no t ienen la necesidad de com probar a cada m om ent o lo que sent im os dado que no les dej am os espacio para la duda. De un día pera el ot ro com enzam os a excedernos en los “ t e quiero” , los “ t e am o” y los “ t e ext raño” , som os nosot ros los celosos y pasam os t am bién a ser nosot ros los que dem uest ran m iedo a perderlas. A las m uj eres les gust a que est em os “ enam orados” , no “ ent regados” . Cuando nos querem os dar cuent a, la sit uación inicial est á t ot alm ent e invert ida. Gran cagada. Cagada de la que fuim os art ífices nosot ros m ism os. Est o se puede revert ir pero es bast ant e difícil. Cuando un nene le pierde el m iedo al cuco es m uy difícil que alguien lo vuelva a asust ar con lo m ism o. Si no nos dice que nos quiere t an seguido, lo ideal no es pregunt árselo, sino que sient a el m ism o t em or que nosot ros y sea ella la que se vea obligada a pregunt ar: “ ¿qué t e pasa?, ¿no m e querés com o ant es?” Pensem os ant es de act uar. No perdam os nuest ro espacio. No las llenem os de raros plant eos, dudas, pregunt as, celos y boludeces. Siem pre t ienen que sent ir que som os m ás de lo que ellas pueden pret ender. Y para que realm ent e sient an que som os m ás de lo que ellas pueden pret ender, no t enem os por qué ser nosot ros los t em erosos, los celosos, los babosos… en fin, los boludos. Esas t ienen que ser ellas. “ Nunca perm it as que un ext raño sepa lo que est ás pensado” , dij o Marlon Brando en su papel de Vit o Corleone en la película “ El Padrino” . Y ellas son ext raños. Nos equivocam os si creem os lo cont rario. Cuando som os excesivam ent e abiert os y t ransparent es y expresam os t odo lo que sent im os est am os perdiendo punt os. Y los est án sum ando ellas. Porque com o dij o m i am igo Nando, “ El am or es un j uego. Un j uego de dos” . Epa, te dejó Lo t an t em ido sucedió. Tal vez sin dart e dem asiados I ndicadores de Quilom bo, así com o así t e dej ó. Que increíble. Vos t al vez podrías haber est ado m al con ella alguna vez, pero no la hubieras dej ado de esa m anera porque no t e hubiese gust ado verla sufrir. Tal vez t e pudo gust ar alguna ot ra m ina, pero la dej ast e pasar. Y ella la hizo de una. Lam ent ablem ent e debo decirt e que en un 99.9% de los casos en los que las m uj eres nos dej an, es por ot ro hom bre. ¿Cóm o? ¿Qué ese no es t u caso? Det engám onos en ese punt o. Creés que t u novia, a est a alt ura vam os a em pezar a llam arla ex novia, es un ser único e irrem plazable, y que t u caso es diferent e a t odos los dem ás. Creés que ella est á confundida en serio y t e hizo creer que vos, por ciert as act it udes que t uvist e, sos el culpable de est a sit uación. Son un fenóm eno. Es probable que vos veas t u caso com o el de “ un t ipo m uy enam orado de su novia que hizo algunas cosas m ay y provocó que la pobrecit a indefensa y buena chica se confundiera y est é sufriendo por t ener que dej arlo” . Si vieras t u m ism o caso pero en ot ra parej a lo describirías com o el de “ un pobre pibe que la t urra de la novia lo est á dej ando por ot ro” . Es que cuando est am os m uert os con ellas nos dan vuelt a com o una m edia y nos hacen creer cualquier cosa. ¿Alguna vez analizaron la let ra de la canción “ When a m an loves a wom an” ? Bueno, dice así: When a m an loves a wom an Can’t keep his m ind on not hin’ else He’d t rade t he World For a good t hing he’s found I f she is bad, he can’t see it She can do no wrong Turn his back on his best friend I f he put s her down When a m an loves a wom an Spend his very last dim e Trying t o hold on t o what she needs He’d give up all his com fort s And sleep out in t he rain I f she said t hat ’s t he way I t ought t o be When a m an loves a wom an I give you everyt hing I ’ve got ( yeah) Trying t o hold on To your precious love Baby please don’t t ret a m e bad When a m an loves a wom an Deep down in his soul She can bring him such m isery I f she is playing him for a Fol. He’s t he last one t o know Living eyes can never see Yes when a m an loves a wom an I now exact ly how he feels ‘Cause baby, baby, baby I am a m an When a m an loves a wom an C. Lewis y A. Wright Lo que en cast ellano significa: Cuando un hom bre am a a una m uj er no puede pensar en ot ra cosa. Cam biaría el m undo por eso t an bueno que ha encont rado. Si ella es m ala no puede verlo ella no podría hacer algo equivocado. Le daría la espalda a su m ej or am igo si él la crit ica. Cuando un hom bre am a a una m uj er gast a hast a el últ im o cent avo t rat ando de sost ener lo que necesit a. Renunciaría a sus com odidades y dorm iría baj o la lluvia si ella le dij era que esa es la m anera de hacerlo. Cuando un hom bre am a a una m uj er le da t odo lo que t iene t rat ando de aferrarse a su preciado am or. “ Nena, por favor no m e t rat es m al” . Cuando un hom bre am a a una m uj er profundam ent e en su alm a ella puede volverlo m uy m iserable. Si ella j uega con él com o un t ont o, él es el últ im o en saberlo. Oj os enam orados nunca pueden ver. Sí, cuando un hom bre am a a una m uj er sé exact am ent e com o se sient e. Porque nena, nena, nena, yo soy un hom bre. Cuando un hom bre am a a una m uj er. Y es así nom ás, aunque parezca exagerado es así. Mi am igo Marcelo llevaba un año y m edio de novio, y había t enido poco t iem po at rás un parént esis en su relación donde su novia había salido con ot ro t ipo. Al t iem po de reiniciado el noviazgo, m i am igo le lee la agenda ( la cual su novia guardaba siem pre m uy celosam ent e) , y encuent ra en el día de la fecha lo siguient e: “ Sergio, t e ext raño, t e quiero, Sergio, quiero est ar con vos” . El t ipo, part ido al m edio, va y la encara pidiendo explicaciones. Prim er error, dado que en un caso com o ést e no hay nada que explicar ¿O m e equivoco? Lo único que cabe es dej ar la agenda abiert a com o para que se ent ere que la leím os y t om arnos el buque. Y si quiere, que nos llam e y nos pida perdón. ¿Vieron qué sencillas que se ven las cosas cuando les pasan a los dem ás? Pero bueno, m i am igo Marcelo en lugar de act uar de est a form a fue con la agenda a decirle: “ ¿Qué es est o?” ¿Cóm o t erm inó la hist oria? Con m i am igo diciéndole: “ Perdonam e, sé que no debí haber leído t u agenda, que es algo privado t uyo. Te prom et o que no lo voy a hacer m ás” . When a m an loves a wom an. Sí, ya sé, querido am igo, que est arás pensando que Marcelo es el rey de los pelot udos, y t enés razón. Pero oj o. Nos dom inan. Cuando est am os m uert os con ellas nos t ienen en sus m anos y hacen de nosot ros lo que se les ocurre. Com o por ej em plo hacernos creer que por nuest ra culpa se sient en ahogadas o m il cosas por el est ilo cuando en realidad lo único que les pasa es que se les cruzó ot ro t ipo. ¿Y seguís pensando que no es t u caso? When a m an loves a wom an. ¿Alguna vez escucharon que una m uj er le diga a su novio “ Te dej o porque m e gust a ot ro” ? No. Es que nunca lo hacen. El corazón, el peor consejero Cuando algo nos duele, lo que necesit am os es alivio inm ediat o. Si nos quem am os un dedo lo prim ero que sucede es un act o reflej o de ret irarlo del fuego y enseguida lo soplam os o lo m et em os abaj o del agua. En cuest iones de dolores de am or querem os hacer lo m ism o, pero nunca funciona. Querem os sin pérdida de t iem po que eso t an feo que sent im os desaparezca. ¿Y cuál es la única form a de que desaparezca el dolor porque t u novia t e dej ó? Que vuelva. En realidad est o no es ciert o, pero hoy en t u m ent e no cabe la posibilidad de reem plazarla u olvidarla. No t e preocupes. Es norm al que así sea. Es ent onces cuando debem os saber separar lo que nos dice nuest ro corazón de lo que nos nuest ra m ent e. Nuest ro corazón nos hace hacer cagadas. Siem pre. ¿Por qué? Es sim ple: Porque no piensa. Para pensar est á la m ent e. El corazón est á para sent ir. Y no sólo que el corazón no sirve para pensar, sino que en est os m om ent os est á last im ado. Un pie no sirve para agarrar un vaso, para eso est á la m ano. I m aginá ent onces int ent ar agarrar un vaso con un pie y encim a que ese pie est é last im ado. Se ent iende ¿no? Es m uy com ún t am bién que en est os casos recibas una parva de consej os de fam iliares y am igos, que con sus corazones ent eros t e dirán que hacer. Pero t e sorprendería ver que ellos en t u sit uación no harían nunca nada de eso que hoy est án aconsej ándot e. “An t e s de la pe le a , t odo e l m u n do dice lo qu e t e n é s qu e h a ce r , pe r o cu a n do t e su bís a l r in g t e sa ca n h a st a e l ba n qu it o.” Rin go Bon a ve n a . Cuando t engas necesidad de escuchar su voz, t u corazón t e va a decir: ¡¡Llam ala ya m ism o! ! Cuando t engas necesidad de verla, t e va a decir: ¡¡Andá a buscarla! ! Cuando t engas necesidad de que t e quiera, t e va a decir: ¡¡Mandale flores! ! Y vos, en la necesidad de sent irt e m ej or de m anera inm ediat a, lo vas a hacer. Y es ahí donde vas a est ar m oviéndot e para salir de las arenas m ovedizas. Por eso, para aconsej ar est á la m ent e. Claro que es m uy difícil separar int eligencia de sent im ient os, pero no queda ot ra que int ent arlo porque sino nos hundim os. No es fácil. No es nada fácil. Pero lam ent ablem ent e, lo fácil, o lo que nos dict a el corazón, nunca o casi nunca nos da los result ados que deseam os. En resum en, es m om ent o de decirle: “ Querido corazón, vos m ej or no opines. Dej á que m i cerebro m anej e est o, porque vos est ás hecho m ierda. Mej or descansá, t om at e unas vacaciones. No j odas” . Lo que pasa es que m uchas veces el t urro se hace el desent endido y en cuant o nos dist raem os vuelve a arrem et er con uno de sus consej os espant osos. Así que hay que est ar alert a para no dej arse sorprender. Más adelant e t e va a agradecer a vos y a t u m ent e por haber m anej ado la sit uación de la m anera que lo hicieron y así haber logrado que se sient a bien. El primer paso, asumir la realidad “Miént em e, com o siem pre. Por favor m iént em e. Necesit o creert e, convéncem e. Miént em e con un beso, que parezca de am or. necesit o creert e, culpable o no” . Tem a: Culpable o no. Aut or: Juan Carlos Calderón. I nt érpret e: Luis Miguel. La única form a de que t e vaya bien con las m uj eres pensando así, es que seas Luis Miguel. Y vos no sos Luis Miguel. A veces duele ver ciert as cosas y por eso preferim os no verlas, convenciéndonos a nosot ros m ism os de que son de ot ra m anera. A part ir de est e m om ent o com ienza una bat alla. Y sos vos cont ra ella. Suena feo, pero es así. Y hay que ganarla. Para eso es fundam ent al asum ir la realidad de la sit uación ut ilizando la m ent e y no el corazón, com o dij im os ant eriorm ent e. No nos hagam os t ram pa j ugando al solit ario. Mi am igo Willy una vez en una sobrem esa, hablando de su novia y ant e la sorpresa de t odos dij o: “ La I sa es m uy buena… pero m uy put a” . Un fenóm eno, ¿cóm o iba a decir que la novia era m uy put a? Y bueno, si en realidad lo era, era m ej or asum irlo. Tal vez cuando conocist e a t u ex, ella est aba de novia con ot ro t ipo y lo dej ó por vos. Pero claro, vos eras un t ipo especial y el ex era un paquet e. Las pelot as. Si hace un t iem po ella fue capaz de hacer eso con alguien, ¿por qué no podría volver a hacerlo con vos? Es fundam ent al que asum as la verdad de la sit uación por dolorosa que sea. Dej á de pensar que t u ex es única en el m undo. Es igual que t odas, o que la gran m ayoría. ¿Creíst e que era diferent e? Bueno, los hechos act uales t e est án dem ost rando que no. ¿Duele? Y sí… duele, pero es m ej or darse cuent a de t odo, asum irlo y t irarse a llorar un par de horas ( o de días) en la cam a boca abaj o y a los grit os, que seguir pensando cosas que no son reales. Es clásico engañarse creyéndoles, por ej em plo, cuando nos dicen “ Est oy confundida” . ¿Alguna vez est uvist e “ confundido” con respect o a lo que sent ís por ella? No. Si alguna vez hubieras est ado “ confundido” , ¿se lo hubieras dicho? No. Lo que hubieras hecho en ese caso es esperar a que se t e pase la “ confusión” ant es de abrir la boca y hacer m acanas. Y ent onces, ¿por qué ella dice con t ant a nat uralidad y seguridad “ est oy confundida” ? En el am or nunca nadie est á confundido. La confusión no exist e. Uno se confunde cuando en lugar de agarrar por una calle agarra por ot ra y se va a parar a la m ierda. Todo el m undo sabe perfect am ent e si quiere o no a su parej a. O sea que ahí t e est á m int iendo. Reconocelo. No t e engañes. Puede ser que no t e quiera m ás, o que sí t e quiera pero hay algún nabo que le est á m oviendo el piso. Oj o, dij e el piso y no el guiso ( al m enos por ahora) . Bueno, che… lo del guiso fue un chist e… no t e pongas así… pero guarda, hay que ser fuert e con respect o a t odo. Yo sé que es casi im posible m ancarse la idea de que t u novia o ex novia est é en bolas en la cam a con ot ro t ipo, pero si esa es la realidad que t enem os que enfrent ar, t am bién vam os a t ener que poner huevos y asum irla, y no t rat ar de t aparla para no verla. Porque en ese caso est aríam os viviendo una sit uación irreal y nuest ro accionar nunca nos conducirá a buen puert o. Sería algo así com o est ar en New York creyendo que est am os en París y decirle a un t axist a que nos lleve a la t orre Eiffel. Evident em ent e no vam os a llegar a ningún lado. O sea. Conozcam os y asum am os la realidad de lo que est á pasando. Si le gust a ot ro t ipo, le gust a ot ro t ipo. Si es lesbiana, es lesbiana. Si es m edio at orrant a, es m edio at orrant a. No disfracem os las cosas aunque duelan. Desaparecé Tu novia t e pidió un t iem po. O sim plem ent e t e dej ó. Am bas cosas son lo m ism o. No t e engañes diciendo: “ Sólo m e pidió un t iem po” . ¿Vos le hubieras pedido un t iem po? No. En est e período en que est án separados, ella sabe por m edio de am igos en com ún, o a veces por vos m ism o, t odo cuant o sucede en t u vida: que est ás m al, que no t enés ganas de salir, que t e com prast e una cam isa verde, que se t e rom pió el aut o, que la ext rañás, que dist e m al un exam en, que fuist e a j ugar fút bol, que hicist e un gol de cabeza, et c. Ent onces, ¿qué problem a t iene? Ninguno. Para ella ést a es una sit uación fácil de sobrellevar, porque no t e pierde el rast ro y sabe que vos est ás esperándola y que en el m om ent o en que ella lo decida, con un sim ple llam ado t elefónico vos est ás a sus pies. ¿Y por qué provoca t oda est a sit uación si realm ent e t e quiere? Y bueno… no le t rat em os de encont rar una explicación es una cuest ión de conchudaj e. Pero, ¿qué pasaría si ella de vos no supiera nada? Si vos j am ás la llm ás, ni t e la encont rás “ de casualidad” en ningún lado, si ella “ de casualidad” va a algún sit io donde sería lógico encont rart e y vos no est ás, si los am igos en com ún no le cuent an absolut am ent e nada, pensem os, ¿qué pasaría? Y… ent onces no est aría segura de que t e t iene esperándola. Por prim era vez em pezaría a sent ir que si quiere volver t al vez no pueda. La idea de pensar que vos podés est ar bien sin ella la m at a. Com o la luz del sol a los vam piros. Est as alim añas se m ueren de pensar que est am os bien a pesar de que ellas nos dej aron. Sin duda va a querer saber algo. Es t u t rabaj o hacer que no pueda saber nada de vos. No le cuent es a los am igos en com ún que est ás m al por ella, ni que la ext rañas, ni nada. Dem ost rá que t u vida sigue sin com plicaciones. Salí, reít e delant e de ellos ( aunque no t engas ganas) . Cuant o m ás t iem po t ranscurra sin que ella sepa algo de vos m ej or, y si cuando se ent era de algo es de que vos est uvist e en la fiest a de Pirulit o cagándot e de risa, t e puedo asegurar que se le viene t oda la est ruct ura abaj o. “ ¿Pero cóm o? ¿no m e ext raña?” . Son conchudas. Y el golpe m aest ro es salir con ot ra m ina. Tener un rom ancesit o aunque m ucho no t e ent usiasm e. Es fundam ent al que no parezca hecho a propósit o para darle celos porque ahí sonast e. Ella se va a ent erar. No hace falt a que se la t rat es de m ost rar. Siem pre alguien se lo va a cont ar. Y ahí explot an. No se lo bancan ni un segundo. Si t e quiere, va a volver seguro. Lo principal es de- sa- pa- re- cer. ¿Querías un t iem po? Ahí lo t enés. Un encuentro inevitable En ese período de rupt ura m om ent ánea ( o no m om ent ánea) result a que t e la encont rás en el cum pleaños de un am igo en com ún, o algún ot ro event o sim ilar. Qué sit uación. Pero hay que afront arla y hay que capit alizarla a t u favor. Qué buena oport unidad para volver a verla y decirle cuant o la querés, cuant o la ext rañas y que por qué no vuelven a est ar j unt os ¿no? ¡¡¡NO! ! ! Ponet e t us m ej ores ropas y ej ercit á la sonrisa frent e a un espej o durant e por lo m enos veint e m inut os ant es de ir a la fiest a, para que no se not e que hace m uchos días que no sonreís. Saludala com o a t odos los dem ás. Sin m ás ni m enos efusividad. No busques est ar en el grupo donde est á ella, pero si nat uralm ent e se da, act uá com o si ella fuera uno m ás de t us am igos. Si t enés que decirle algo, decíselo con nat uralidad: “ ¿Me pasás ese vasit o? Gracias” . El darle dem asiada bola, com o el ignorarla t ot alm ent e, son señales de debilidad. Dem uest ran que est ás incóm odo por su presencia y eso sólo puede suceder cuando est ás hecho m ierda por ella, y eso es lo que est am os t rat ando de ocult ar. Una acción int eligent e es est ar en un grupo donde est é ella y de repent e separart e de ese grupo e irt e a hablar con ot ros, o a ot ra habit ación. No lo va a poder creer. Est o la va a desconcert ar t ot alm ent e. Y lo que es la est ocada final: andat e del lugar ant es que ella. Aunque sea t em prano. No im port a. Sin dar m ayores explicaciones saludás a t odos y t e vas. Si algún am igo t e pregunt a adónde vas, com o m ucho sim plem ent e decís: “ Me t engo que ir, bolú…” Si pudist e de ant em ano program ar algo para hacer, m ej or. Y si no, andat e a t u casa, m et et e en la cam a, m irat e alguna película, llorá un rat o y quedat e dorm ido. Te aseguro que ella la va a pasar peor que vos y que ést e será un paso im port ant isim o hacia t u reconciliación. Jam ás podría haberse im aginado que est ando ella en un lugar vos t e irías. ¿Qué est á pasando? Ya no t e t iene baj o su cont rol. Eso es bueno para vos. Consejos de mujeres Germ án y Mariana se conocieron en un cant obar. Am bos iban allí t odos los viernes y sábados con sus herm anos y am igos. Todos eran habit ués del lugar. Un día, Marianit a “ se confunde” y le pide a Germ án “ un t iem po” , a lo que Germ án responde: “ Ningun t iem po, si no m e querés cort am os” . Hast a ahí diez punt os lo del t ipo, a pesar de que después de decir eso, quedó com o si lo hubiera pisado un desfile. Pero het e aquí que de est a m anera, la que quedó t am bién dest ruidit a fue ella, porque con eso de pedir “ un t iem po” las m uj eres se aseguran su libert ad de acción, act úan com o si no t uvieran parej a, pero sabe que cuando quieren vuelven y nosot ros ahí est am os. Adem ás seam os conscient es de que ese t iem po puede ser un día, com o un m es, com o una vida. Germ án y Mariana ent onces no se vieron ni hablaron durant e t oda la sem ana. El sábado siguient e, Germ án no fue al cant obar por consej o de su herm ano, quien sí fue, acom pañado de su novia Mart a. Esa noche Mariana est aba sola sent ada en un rincón y se la veía m uy t rist e y callada. Fue ent onces cuando Mart a ( la novia del herm ano de Germ án) se le acercó para charlar un poco y pregunt arle qué le pasaba. Mariana rom pió en llant o: “ Lo ext raño. Lo quiero” , fueron algunas de las m il cosas que ella dij o ent re llant os y sollozos. Mariana a los t res días se iba a ir de viaj e una sem ana. Est aba desolada. Dest ruida. Al día siguient e Mart a le cont ó a Germ án t odo lo que había pasado. Y adem ás le aconsej ó llam arla “ urgent e” para que hablen y se arreglen. Su herm ano en cam bio le aconsej ó ot ra cosa: “ Si ella est á llorando, - le dij o- , es por una sit uación que ella m ism a buscó. Dent ro de t res días se va una sem ana de viaj e. Dej ala que se vaya llorando, t ot al a vos qué t e cam bia, si igual a ella durant e t oda la sem ana no la vas a ver. ¿O acaso vos no est uvist e dest ruido t am bién est os días? ¿Para qué vas a hacer que se vaya de viaj e con la t ranquilidad de que t e t iene? ¿Para que se confunda de nuevo? Si ella ahora est á t an m al por vos, dej ala que se vaya llorando y llam ala cuando vuelva” . Por supuest o Mart a salt ó para el caraj o: “ No seas hij o de put a, pobrecit a, que est á hecha m ierda. Llam ala, llam ala” . Est á dem ás decir que Germ án le hizo caso al consej o de Mart a y al de su corazón y no al de su m ent e y al de su herm ano. Y llam ó. Riiiiing, riiiiing. Ella: Hola. El: Hola Mariana, soy Germ án. Ella: Ah, com o est ás. ( Epa, no se not aba m ucha em oción) . El: Bien… Me gust aría que hablem os un poco. ¿Podríam os ir a t om ar un café? Ella: Hoy no puedo. El: ¿Mañana? Ella: Mañana t am poco. El: Bueno, ¿cuándo? Ella: Y… podría ser… el viernes. Y ahí fue com o quedaron en verse el viernes, pero obviam ent e algo no olía bien. La act it ud de ella no era acorde a lo descrit o por Mart a. Y se encont raron nom ás. Cuando Germ án le propone que vuelvan a est ar j unt os, ella m uy en superada le dice que no. Que en t odo caso volverían a hablar al regreso de su viaj e. Y ni rast ros de las lágrim as, ni de los “ lo ext raño” y los “ lo quiero” . Y com o si t odo est o fuera poco y por el m ism o precio, la t ipa se va de viaj e ( m uy t ranquila sabiendo que su ex est aba m uert o con ella y esperándola) , conoce ot ro t ipo y se “ confunde” m ás t odavía, m ot ivo por el cual a su regreso, cuando Germ án la llam a, ella le saca una t arj et a roj a m ás grande que una casa. Conclusión, nunca acept es consej os de m uj eres. Ellas ven las cosas desde ot ra ópt ica. Puede ser que alguna vez aciert en en algo, pero ést e sería un hecho fort uit o. Es m uy sencillo, no pueden dar consej os sobre lo que no saben. Ellas, excluyendo las lesbianas, nunca se levant aron una m ina, nunca una m uj er las dej ó, ni nunca t uvieron que rem ar para recuperar una. Ellas que opinen de hom bres porque de m uj eres no saben nada. Y si no fij at e cuando la ven a Pam ela Anderson y t e dicen: “ Mide un m et ro cincuent a” y a vos t e dan ganas de decirle: “ ¡Y a m í que caraj o m e im port a cuant o m ide! ” , o que t al o cual “ est á t oda operada” , y vos la part irías com o un queso. Las m uj eres no pueden opinar sobre m uj eres. La lástima, el peor enemigo “Lo que pasa es que m e da lást im a” , dij o Alej andra con respect o a Albert o, su ex novio. Y ése seguram ent e fue el final de las aspiracione de Albert o de recuperar a Alej andra. Es m uy probable que en el m om ent o de cort ar, ella no sint iera lást im a por él, pero las act it udes que ést e t om ó en pos de recuperarla despert aron ese sent im ient o en ella. Cuando una m uj er sient e lást im a por un hom bre se acabó el j uego. Y el hom bre perdió. La persona que en algún m om ent o sint ió am or por nosot ros, y ahora nos ve m al por su culpa, es probable que sient a lást im a. La lást im a es un recurso que ut ilizan algunos hom bres com o un últ im o salvavidas sin darse cuent a que est án t rat ando de florar agarrándose de un yunque. Com o Pablo, que con un aerosol negro pint ó en una pared en frent e de la casa de su ex un graffit i que decía: “ Me enseñast e a am art e pero no a olvidart e. Pablo” . Pablo cagó. Las m uj eres no vuelven con uno porque le t ienen lást im a. La lást im a no es un sent im ient o que provoque am or. Parece lógico pensar que si una m uj er nos quiere, no le gust e vernos sufrir, y si est am os sufriendo porque ella nos dej ó y no desea last im arnos, va a volver con nosot ros. Pero no. La lást im a y el am or son dos sent im ient os que nunca pueden coexist ir. ¿Y por qué pueden t enernos lást im a? Porque un am igo nuest ro va y le cuent a lo m al que est am os. ( Por lo general por indicación nuest ra) . Porque nos encuent ra hast a en la sopa con cara de “ m i am or no puedo vivir sin vos” . ( Busqué infruct uosam ent e ot ro ej em plo para esa cara, pero no lo encont ré. Es única.) Porque le suplicam os. Porque lloram os. Porque le escribim os una cart a cont ándole que no podem os est ar sin ella. Porque se lo escribim os en una segunda cart a por si no ent endió la prim era. Porque andam os desaliñados y con barba de una sem ana. Porque llam am os por t eléfono doce veces por día. O t e quieren o t e t ienen lást im a, por lo t ant o si provocam os lást im a, est am os evit ando que nos quieran. Y si no nos quieren no vuelven. Elem ent al Wat son. Si saben que estás muerto, estás muerto En una noche de viernes, m e puse a chat ear en una sala donde lo hago habit ualm ent e. Conozco, aunque no personalm ent e, a m ucha gent e de allí. Esa noche m e puse a charlar con “ Dana” ( ese es su nick en la sala) . Dana es una chica que vive en Chascom ús y ya varias veces habíam os est ado chat eando, por lo que t eníam os bast ant e confianza. La conversación que se desarrolló, fue la siguient e. Yo: Hola Dana, ¿Cóm o est ás? Dana: Est oy m uy m al. Yo: ¿Querés cont arm e? Dana: Sí, est oy dest rozada por am or. Yo: Epa, si m e querés cont ar t al vez t e pueda ayudar en algo… Dana: Est oy re- enam orada de alguien con quien no puedo est ar. No puedo m ás… Yo: Pero cont am e bien la sit uación. Dana: El es m i ex parej a, est uvim os j unt os siet e años. Hace un año nos peleam os pero m ant uvim os una relación de am ist ad. Hace com o un m es, em pezam os a hacer el am or de nuevo y m e di cuent a que es el am or de m i vida… lo am o… y él t am bién m e am a con t oda su alm a, pero est á con ot ra m uj er y no la va a dej ar… creo que m e voy a m orir. Yo: si t e am a t ant o, ¿por qué no puede est ar con vos? Dana: Porque dice que no quiere hacerm e m al. Que no quiere borrar la sonrisa que lo enam oró. Yo: Perdonam e, pero que t e am a y no quiere dej ar a la ot ra para est ar con vos es m ent ira. ¿No t e das cuent a que no cierra? Dana: Pero es lo que él m e dice… cuando est am os j unt os haciendo el am or, y est uvo t odo bárbaro, pero ahora que se fue est oy hecha pelot a. Lo am o. Fue ent onces cuando se m e ocurrió ahondar un poco m ás en la sit uación haciendo unas pregunt as cuyas respuest as fueron claves para ent ender t odo. Prest em os at ención y verem os com o fue que Dana llegó a la sit uación de est ar t an enam orada y desesperada por su ex. Yo: Te quiero hacer unas pregunt it as para aclarar un poco la cosa. ¿Puedo? Dana: Dale. Yo: Cuando se pelearon hace un año, ¿lo dej ast e vos a él? Dana: Sí. Yo: ¿Y él cóm o quedó? Dana: Hecho m ierda, hast a una vez am enazó con m at arse. Yo: Y durant e est e últ im o año que no est uvieron en parej a, ¿se siguieron viendo? Dana: Sí. Yo: ¿Y él seguía enam orado de vos? Dana: Sí. Yo: ¿Y cuándo em pezaron a curt ir de nuevo? Dana: Hace un m es. Yo: ¿Y cuándo t e ent erast e que t iene ot ra m ina? Dana: Hace cuat ro días. Yo: ¿Y cuándo em pezast e a sent ir que lo am abas y querías volver a est ar con él? Dana: Cuando m e ent eré que est á con ot ra. Un capo. El ex novio de Dana es un capo. Analicem os un poco la sit uación. Dana lo dej ó hace un año y él quedó m uy m al porque est aba perdidam ent e enam orado de ella. Hast a am enazó con m at arse. Durant e un año se est uvieron viendo pero ella no quería volver con él. Desde hace un m es que se est án viendo com o algo m ás que am igos, pero ella aún no quería volver. Hace cuat ro días Dana se ent eró de que él t enía ot ra y ahí se le vino el m undo abaj o y sient e que es el hom bre de su vida, y sólo quiere que est én j unt os para siem pre. ¿Por qué? Porque durant e t odo el t iem po que est uvieron separados, ella lo t uvo en sus m anos. Sabía que cuando ella quisiera lo podía t ener. A él por supuest o no le ocurría lo m ism o con ella. ¿Cuándo afloj ó? Cuando se dio cuent a de que no lo t enía m ás en sus garras. Que él ya no est aba a su disposición porque est aba con ot ra. Lo había perdido. Y fue ahí cuando se dio cuent a de que quería t enerlo. Lo m ás probable es que la ot ra m ina ni siquiera exist iera. O si exist ía era sólo para darle celos a Dana y que reaccione. El t ipo era un capo. La est aba haciendo super bien. Encim a cuando ella le dice que lo am a y que quiere est ar nuevam ent e con él, el t ipo le dice que no. Un m aest ro, porque si afloj ara enseguida, ella volvería pront o a sent ir lo m ism o que ant es. Y para peor, la próxim a vez que est uviera en una sit uación sim ilar, el verso de la ot ra m ina ya no sería creíble, o si lo era, Dana sabría que cuando ella quisiera, él la dej aría y volvería. Por lo t ant o debía hacer que le cuest e. Dana t enía que sufrir lo m ás posible. No hay duda. Sólo se desea lo que no se t iene. Ent onces, luego de analizar t oda la sit uación le di el siguient e consej o a Dana: Yo: Y bueno, Dana… qué le vam os a hacer… a veces se gana y a veces se pierde. O qué creían, ¿Qué m e iba a pasar de bando y le iba a arruinar al pobre t ipo t odo el t rabaj o que est aba haciendo, que adem ás era m uy pero m uy difícil? Ni loco. Como en el truco Ellas deciden. Nosot ros acat am os. Aunque para despoj arse un poco de la culpa digan: “ Fue algo m ut uo” . Y t ango lo dicen que hast a nosot ros t erm inam os creyéndolo. Si la sit uación act ual es que nuest ra m uj er no quiere est ar con nosot ros por el m ot ivo que fuera y eso nos t iene ext rem adam ent e m al, significa que nosot ros no decidim os nada. Si hubiéram os t enido oport unidad de decidir hubiéram os dicidido seguir j unt os. Y son ellas las que dicen “ Ahora sí” o “ Ahora no” . Puede pasar por ej em plo una sem ana de separación con nosot ros ext rañándolas com o locos y t al vez pensando que la sit uación no se recom pondrá. Suena el t eléfono. Nuest ro corazón com ienza a lat ir com o si acabáram os de correr la m arat ón de 9 de Julio. No querem os que se dé cuent a de que est am os t an hechos de gom a que at endem os al prim er llam ado, ent onces esperam os a que suene t res veces. Jam ás dej aríam os el cont est ador por m iedo a que ella no quiera dej ar un m ensaj e grabado. Respiram os hondo, ponem os voz de locut or de FM y decim os: - Hola. - Hola querido, habla la t ía Francisca. Tía Francisca y al reput a m adre que t e re- m il parió. Y así put eam os para nuest ros adent ros a cuant o fam iliar o am igo llam e en esa sem ana. Porque aunque no nos gust e reconocerlo, est am os esperando que ella quiera volver a vernos y se digne llam arnos. Finalm ent e un día, levant am os el put o auricular y es ella. Quiere vernos. Hay posibilidades de un arreglo. Por supuest o, cuando nos pregunt a - ¿Cuándo podem os vernos? –le cont est am os: - ¿Podés ahora? Prim er gran error. Lo esperable sucede. Nos encont ram os, charlam os un poco, nos abrazam os, nos besam os y creem os que ya est á t odo solucionado y que nos encam inam os j unt os hacia una vida llena de dicha y felicidad donde est e m al t rance sólo se verá com o un pequeño recuerdo que será t apado por m illones de buenos m om ent os. Segundo gran error. Ella decidió dej arnos, nosot ros acat am os. Ella decidió volver, nosot ros acat am os. Ni bien nos ext rañaron un poquit o, nos llam aron y ahí est ábam os. Pero, ¿est á solucionado el problem a de fondo que generó el conflict o? No. Tal vez nosot ros cream os que sí. Pero no. Y ent onces, si no est á solucionado, ¿por qué volvieron? Porque nos ext rañaron un poquit o. Ent onces la cosa no sólo que no m ej oró sino que em peoró. Porque ahora sabe que si una vez pudo irse y volver, puede hacerlo nuevam ent e. Ent onces a la m enor duda en sus sent im ient os se vuelve a ir. Tot al… se puede volver. En esos m om ent os som os com o un yo- yo. Siem pre nos t ienen enganchados del hilit o. Nos t iran cont ra el piso, nos hacen pat inar un rat o y cuando se les da la gana, ¡¡¡Hop! ! ! Dan el t ironcit o y nos t ienen ot ra vez en la m ano. Ent onces se ent usiasm an y em piezan a j ugar m ej or. Y nos hacen hacer el perrit o, y el t riangulit o, y la vuelt a al m undo. Y después vuelven a dar el t ironcit o y ot ra vez arriba. La t endencia es que est o se repit a hast a que un día se aburran de j ugar al yo- yo, se desenganchen el hilo y se lo regalen a algún prim it o o lo t iren a la m ierda. Ant e est as sit uaciones sólo hay una salida. Tener el quiero. Com o en el t ruco. Revert ir la sit uación de m anera t al que sient an que no son ellas las que deciden y nosot ros los que acat am os. Es difícil. Muy difícil. Pero la del yo- yo no nos lleva a ningún lado. Hay que cort ar el hilo. Si est am os separados por decisión de ella, por supuest o hay que esperar que llam e. Jam ás llam ar nosot ros. Aunque encont rem os una m aravillosa excusa t al com o “ Tengo t u osit o” o “ ¿Querés t us fot os?” Si quiere su osit o o las fot os t e las va a pedir. Es probable que lo haga y que est o sea una excusa de ella para vert e. Que no lo logre. Si quiere vert e que t e lo diga con t odas las let ras com o cuando t e dij o que no t e quería ver m ás. Si ese es el caso, decíle que si quiere sus cosas pase a buscarlas en un m om ent o en el que vos no est és. Ahí la vas a desconcert ar y por prim era vez le va a t em blar un poco el piso. Sí, ya sé, para hacer est o t enés que ser San Mart ín. Pero no t e queda ot ra. Te aseguro que si querés reconquist arla en serio, no t e queda ot ra. Com o ya dij im os ant es, si nos quiere va a llam ar, y si no nos quiere, para qué querem os que llam e. Ella, suponiendo que t iene el yo- yo en la m ano, va a llam ar para que se encuent ren y hablar. Y ese es el m om ent o para que el yo- yo cam bie de m ano. Ahí es cuando vos t enés que pasar a t ener “ el quiero” . ¿Cóm o? Sencillo. Hay que t ener huevos, pero es sencillo. Le decís que esa sem ana no podés. Y bueno… t e dij e que había que t ener huevos. ¿No los t enés? Ah bueno, ent onces le decís que esa sem ana no podés, que a vos t am bién t e est án pasando cosas y que t am bién t enés que aclarar un poco t u m ent e ( sanat a t ot al) ant es de hablar con ella. Y lo que es fundam ent al, no pongas en esa prim era conversación ninguna fecha, ni lej ana, para ese encuent ro. Lim it at e a decir: “ Yo t e llam o” . Ese “ Yo t e llam o” hizo que t odo cam biara. Ahora ya no es ella la que decide y vos el que acat a. Ahora ella no puede hacer m ás que esperar t u llam ado y vos ya no t enés ese nudo en el pecho. Te sent ís m ás desahogado porque sabés que el “ quiero” lo t enés vos. Se le cort ó el hilit o del yo- yo. Dej á pasar un t iem po prudencial. ¿Cuál es el t iem po prudencial? No lo sé, depende el caso, pero com o regla general t e diría que cuant o m ás aguant es m ej or, y que nunca ese t iem po sea inferior a t res días. Lo ideal es que t enga un fin de sem ana en el m edio, donde ella se rom pa la cabeza pensando que vos, t eniendo la posibilidad de llam arla, t e fuist e de j oda solt erit o. Si t e vuelve a llam ar insist iendo, volvé sobre lo m ism o: “ No puedo, yo t e llam o” . Eso sí, después de que se arreglen no t e m andes la ranada de cont arle lo m al que est uvist e en el t iem po que est uvieron separados, que no podías dej ar de pensar en ella, que en realidad ese fin de sem ana t e quedast e t irado en la cam a rodeado de sus fot os y sus cart as. Eso le volvería a poner el hilo en el dedo y se t ent aría de volver a j ugar. Que por unos días sient a que t al vez vos no la llam es, que t al vez no quieras volver, que t al vez t engas ot ra. Después la vas a llam ar, se van a encont rar, van a hablar y seguram ent e se van a arreglar. Pero porque vos quisist e. No porque ella lo decidió y vos acat ast e. Eso va a hacer que t odo cam bie de ahí en adelant e. Ahora que sabe que no sos un j uguet e t e va a valorar m ucho m ás. No le aflojes la pelota En sit uaciones com o la ant erior o sim ilares, a veces nos puede dar la sensación de que no est am os excediendo. Que est am os haciendo sufrir a la ot ra persona m ás de la cuent a. Y t al vez sea ciert o, pero ese no es nuest ro problem a. Cuant o m ás nos ext rañe y sufra por nosot ros la ot ra part e, dicho sea de paso la que provocó el conflict o, m enos posibilidades hay de que en el fut uro se vuelvan a repet ir est os acont ecim ient os. En una época yo era em pleado en una em presa m uy im port ant e, donde m i padre era gerent e. Est a em presa un día decide organizar un cam peonat o de t enis. Los favorit os para ganar est e t orneo eran el Sr. González, president e de la em presa, y yo. El Sr. González j ugaba al t enis asiduam ent e, dado que t enía una cancha propia en su est ancia, y pract icaba el j uego desde hacía m uchos años. Si yo quería ganarle sólo t enía una form a: poner absolut am ent e t odo y no perdonarle ni un solo t ant o, olvidándom e que era el president e de la em presa. De lo cont rario, él se agrandaría y a m i m e cost aría volver a encont rar m i j uego. Yo sabía que podía ganarle, pero que perdería si int ent aba regular el part ido. Fue así com o ut ilicé t oda la pot encia en m is golpes, corrí absolut am ent e t odas las pelot as, pegué con furia t odos los sm ash que m e dej ó servidos y busqué sus punt os débiles provocando sus errores im piadosam ent e, ant e la m irada represora de m i padre que quería que am bos conservaram os nuest ros em pleos. Si regulaba perdía. Gané 6- 1; 6- 0. - ¿Era necesario? –pregunt ó m i padre al finalizar el part ido con cara de ort o. Si quería ganar sí. Y yo quería ganar. O sea que cuando t e digan: “ Pobre, llam ala, est á hecha m ierda” o cuando ella insist a con un “ necesit o vert e hoy m ism o” , seguí j ugando sin afloj ar la pelot a. Ganále si es posible 6- 0; 6- 0. Porque el riesgo es perder. La única jugada ganadora Tal vez recibist e de ella una cart a, o un e- m ail, diciéndot e que t e quiere pero que por algún m ot ivo no puede seguir adelant e con la relación. Que nunca va a dej ar de querert e y que sos el am or de su vida, pero… O t al vez en lugar de escribírt elo t e lo dij o personalm ent e y se fue. Te am a pero por algún m ot ivo dice que no quiere seguir adelant e con la relación. Pueden est ar pasando dos cosas: • • Que t e est é diciendo que t e quiere porque t e t iene lást im a, y no quiere que t e sient as t an m al porque t e est á dej ando pero en realidad no quiere vert e m ás. En est e caso no podés hacer ot ra cosa que decir OK y seguir con t u vida de la m ej or m anera posible. Tal vez el hecho de no t enert e m ás la hace dar cuent a de que en realidad sí t e quería. Si est o no sucede, no hay nada que se pueda hacer. Si realm ent e no t e quiere, ¿para qué la querés? O que realm ent e t e quiera. Si es así, act uando de la m anera adecuada, ést a no va a ser m ás que una sit uación pasaj era que vos no sólo vas a revert ir, sino que vas a capit alizar a t u favor. En est e últ im o caso, por lo general el m ás com ún dado que las m uj eres son t odas unas hist éricas y les encant an est as idas y venidas, hay que preparar una j ugada para recuperarlas. Ella ya hizo su j ugada, que aunque parezca una j ugada final seguram ent e no lo es. Ent onces nos ponem os a elaborar nuest ra m ovida con el fin de llevarla a cabo. Las opciones puede ser: 1.- Le cont est o el e- m ail diciéndole que est oy de acuerdo y m e despido. 2.- Le cont est o el e- m ail reput eándola. 3.- Le cont est o el e- m ail diciéndole que por favor no m e dej e. 4.- La voy a ver para pedirle que m e devuelva m is fot os y así provocar en ella alguna reacción. Si llevo a cabo la opción uno, ella podría pensar que realm ent e est oy de acuerdo con t erm inar. No va. Si llego a cabo la opción dos, descargaría la bronca que t engo, pero est o haría que ella piense que est oy enoj ado, que la odio y que no la quiero ver m ás. Tam poco va. Si llevo a cabo la opción t res, m e colocaría m uy por debaj o de ella y no es la im agen que quiero dar. No m e convendría en absolut o. Tam poco va. Si llevo a cabo la opción cuat ro t al vez m e diga “ OK” , m e devuelva m is fot os y ahí se t erm ino la hist oria. Yo ya habría hecho m i j ugada y se t erm inaría el part ido. En la película “ Juegos de Guerra” , exist ía una super com put adora que t enía la facult ad de arm ar una est rat egia de at aque m odificable de acuerdo a la respuest a del enem igo. En cada j ugada de at aque que arm aba la com put adora en una “ Guerra Term onuclear Global” , el enem igo respondía de t al m anera que indefect iblem ent e el m undo era dest ruido. Y si el m undo era dest ruido, evident em ent e nadie ganaba la guerra. Razón por la cual, después de probar t odas las variant es posibles la com put adora se det uvo y le dij o a los present es: “ La única j ugada ganadora, es no j ugar” . • • • • En t u caso es lo m ism o. La única j ugada ganadora es no j ugar. No hagas nada. Sólo quedat e esperando a que ella vuelva a j ugar. No la llam es, no la vayas a buscar, no le m andes decir nada. Act uá com o si realm ent e hubieras ent endido su plant eo y est uvieras respet ando su decisión. Ella no podría reprochart e nada al respect o. Si realm ent e t e quiere, algo va a hacer. Seguram ent e act uó de esa m anera esperando una reacción t uya, que al no producirse la obliga a volver a j ugar si quiere que el j uego siga. Sin duda lo va a hacer. Siem pre lo hacen. Cuando lo haga, vos vas a t ener una posición m ucho m ás ganadora que si hubieras int ent ado cualquier j ugada. Es im port ant e hacer un alt o en est e punt o para m encionar lo difícil que es hacer est o. Porque cuando ella no da señales de vida cada m inut o parece et erno, nuest ra m ent e va a m il por hora enviándole a nuest ro corazón m ensaj es nefast os y nuest ro corazón ent onces nos suplica que hagam os algo para rem ediar la sit uación. Se nos van a ocurrir una gran cant idad de cosas para hacer, com o por ej em plo llam arla con alguna excusa, pasar por la casa, escribirle una cart a, m andarle a decir algo por un am igo, encont rarla com o de casualidad en algún lado, et c. Com o vim os ant es, lo m ej or es no hacer nada. Esperar a que ella vuelva a j ugar, porque si no lo hace t e pierde, y si t e quiere lo últ im o que puede perm it irse es perdert e. Ant es de m arcar su núm ero pensá que si ella se est uviera m uriendo por hablar con vos t e llam aría. Tal vez est é a punt o de hacerlo y t u llam ados em pioj aría t odo. Es difícil aguant arse, pero cuando se t e em piecen a dar los result ados t e vas a felicit ar una y m il veces por haberlo hecho. Pero yo te quiero… “ Dim e si él, t e conoce la m it ad, dim e si él, t iene la sensibilidad, de encont rar el punt o exact o donde explot as al am ar” . “ Dim e si él, t e conoce la m it ad, dim e si él, t e am a la m it ad de lo que t e am a est e loco, que dej ast e en libert ad” . Ricardo Arj ona. Linda canción. Muy rom ánt ica por ciert o. Creo que a t odos los novios abandonados nos gust aría poder cant ársela a nuest ra ex. Claro que ant es de hacer est o sería convenient e t ener en cuent a un par de cosas, com o por ej em plo que si t u novia t e dej ó por ot ro le im port a bast ant e poco cuant o m ás la conocés en com paración con su nueva parej a. Es m ás, el hecho de que el ot ro no la conozca t ant o le da m ás em oción a la nueva relación, dado que hay m ucho por descubrir. Tam bién le im port a bast ant e poco, por no decir nada, cuant o la am ás. De lo cont rario no t e hubiese dej ado. Y dado que ella no t iene bronca, sino que sim plem ent e se enam oró de ot ro, podríam os decir que hast a preferiría que no la quisieras m ás. Y con respect o a si el ot ro t iene la sensibilidad de encont rar el punt o exact o donde explot ar al am ar, lam ent ablem ent e debem os asum ir que sí la t iene. Nos encant aría saber que no, pero sí, la put a que lo parió, la ret iene. Y si no la t iene, ella se va a encargar de enseñarle absolut am ent e t odo cuant o necesit a saber. Hablarle de nuest ros sent im ient os a nuest ra ex, para convencerla de que volvam os a est ar j unt os es com o ir a una concesionaria de aut os y cont arle al dueño cuánt o anhelam os t ener la cupé roj a que est á en exposición. En la put a vida el t ipo nos va a decir “ Bueno, si t ant o la quiere llévela nom ás” . A nuest ra ex le im port a un pit o cuánt o la querem os. Lo único que puede hacer que vuelva es que ella nos quiera. El hecho de decirle: “ Pero yo t e quiero…” no va a conm overla ni a hacer que cam bie sus sent im ient os. A lo sum o le darem os lást im a, y com o vim os unos capít ulos at rás, ese es el com ienzo del verdadero final. Usem os el cerebro. ¿Qué es lo que nos hace pensar que diciéndole lo que sent im os, ella va a sent ir lo m ism o por nosot ros? En ot ras palabras lo que est am os diciéndole es: “ Vos quedat e t ranquila y disfrut á de t u solt ería, o de t u nueva relación que igual yo sigo est ando acá reenam orado, esperándot e para cuando quieras volver a est ar conm igo” . ¿Alguna vez le diríam os aso? Ni en pedo. Pero de una m anera m ás resum ida, con el “ yo t e quiero…” se lo est am os diciendo. Si seguim os usando nuest ro cerebro, nos vam os a dar cuent a t am bién que si ella nos dej ó, no sólo no deberíam os decirle que aún la querem os, sino que deberíam os est ar al m enos algo enoj ados, dado que no hace m ucho t iem po nos dij o un m ont ón de cosas y t al vez nos hizo un m ont ón de prom esas que acaba de t irar por la borda. Si a pesar de t odo est o, cuando la vem os le recordam os que la querem os, ¿qué im agen de nosot ros le est am os dando? ¿No nos est arem os desvalorizando ant e sus oj os? Es m uy lógico que ella piense: “ Le dij e que lo quería, le prom et í m il cosas, lo dej é, quedó al descubiert o que le m ent í, y el t ipo t odavía viene y m e dice que m e quiere” . Am pliando el concept o ant erior creo que est am os en condiciones de asegurar que no sólo que no les im port a que las querram os, sino que adem ás hast a les puede llegar a m olest ar. Recordem os ent onces que la form a de recuperarla no es hablarle de nuest ro am or, sino hacer con diversas acciones que ella se de cuant a de sus propios sent im ient os con respect o a nosot ros. “ Te quiero, t e am o, t e necesit o” , a veces pueden significar “ Soy un idiot a que sin vos no puede vivir a pesar de que t e hayas com port ado conm igo com o la m ism ísim a m ierda” . Guardem os esas palabras rom ánt icas para los m om ent os en que realm ent e las m erecen, y para cuando al decirlas provoquen el efect o que buscam os. Esa nueva relación “Free” Ot ro caso m uy com ún es ret ornar con una ex novia, pero con la consigna ( obviam ent e propuest a por part e de ella) de t ener una relación “ Free” . O sea volver a est ar j unt os pero en una especie de rara am ist ad, donde ninguno de los dos pierde sus libert ades. Sería algo así com o si fueran am igos pero con am or y sexo incluidos de vez en cuando. A vos est e t ipo de relación no t e va ni a palos, pero la acept ás porque es la única m anera posible que ves de est ar con ella. Es m ás, t e hacés el bananón t rat ando de hacerle creer que est ás realm ent e cont ent o con el nuevo sist em a, y hast a t al vez t e est és engañando a vos m ism o diciéndot e que eso es bárbaro y que t iene un m ont ón de vent aj as para vos. Ment ira. Vos querés que sea t u novia com o ant es. Y la querés para vos solo. Lo que pasa es que t e duele m ucho ponert e a analizar el por qué ella quiere est e t ipo de relación. Los m ot ivos pueden ser varios: t iene ot ro y no quiere perdert e del t odo, no est á segura de querer dej art e pero no quiere perdert e, le duele dej art e y est á int ent ando hacerlo de a poco, sea lo que sea lo que est é pasando no es algo bueno para vos. Es hora ent onces de que t enga un t rago de su propia m edicina. Hast a ahora ella propuso el j uego y t om ó para sí m ism a t odas las vent aj as, dado que vos siem pre est uvist e disponible com port ándot e com o el novio que siem pre fuist e y dicho sea de paso, el que querés seguir siendo. ¿Qué hacer ent onces? Ponela en el freezer. No podés negar que si est a relación sigue así se va a pudrir. ¿Qué pasa con los alim ent os cuando est án m ucho t iem po en la heladera? Se ponen feos. ¿Cóm o se hace para que no se pudran y poder disfrut arlos m ás adelant e? Se los pone en el freezer. Ella propuso una relación liberal, sin com prom isos ni at aduras. Ent onces que se at enga a las consecuencias. Congelala. Por un t iem po no la at iendas ni le respondas sus llam ados. Ese era el j uego que ella quería, pero lo quería sólo para su propio beneficio, nunca para el t uyo. Nunca sint ió hast a ahora que su nuevo “ Free relat ion sist em ” podría hacer que vos t e alej aras y t e perdiera. Te aseguro que no le va a gust ar ni m edio. Claro que com o las reglas las puso ella no va t ener ningún derecho a pat alear y lo único que va a poder hacer es volver a cam biar las reglas para que vuelvan a t ener una relación m ás est able. Y eso es exact am ent e lo que vos querés. No t e gast es hablando y t rat ando de convencerla con palabras. Lo que necesit a es un t iem pit o en el freezer. Hablando sólo logram os em barrar m ás la cancha. Recordem os el capít ulo “ Cuando voy es porque vengo y cuando vengo es porque voy” . - No t e pude encont rar ni ayer ni ant es de ayer… - va a decirt e con preocupación. Y… que se j oda. Si pasa un fin de sem ana sin que la llam es para salir va a em pezar a pensar que t e est ás alej ando y va a ent rar en pánico. Vos t ranquilo. Hacet e un cursit o de act uación y fingí que ella no t e im port a com o ant es. Que sient a que la relación que ella propone la va a perj udicar y m ucho si es que realm ent e t e quiere. ¡Glup! Lo hice otra vez Aplicar t odas las t écnicas que est am os viendo es m uy difícil. Vas a fallar en m ás de una ocasión. No t e preocupes. Es norm al. Lo im port ant e es saber qué es lo que “ debem os” hacer en ciert os casos. Si después lo logram os hacer o no es ot ro t em a. Al m enos, si las cosas nos salen m al podrem os det ect ar dónde est uvo la falla. A m í part icularm ent e siem pre m e int eresó analizar el t em a de las rupt uras en los noviazgos y los dist int os com port am ient os de las personas. En base a ese análisis llegué a est ablecer pat rones que m e ayudaron ent re ot ras cosas a m ant ener una relación, a ayudar con algunos consej os a am igos en sit uaciones com plicadas y, por qué no, a escribir est e libro. Así y t odo, nunca dej é de hacer cagadas por com plet o. En m ás de una oport unidad m e encont ré con cara de idiot a frent e a una m uj er de la que est aba enam orado y t em ía perder diciéndole: “ Si t e pierdo m e m uero” , o “ ¿Ya no m e querés com o ant es?” Si le pregunt am os a una m uj er si ya no nos quiere com o ant es, es porque not am os algo m alo en su form a de t rat arnos. Ent onces ¿qué esperam os que nos responda? Si nos dice que sí, no lo vam os a creer del t odo y nos vam os a quedar con la duda. En realidad lo que est am os buscando no es una repuest a sino un cam bio de act it ud. Y los cam bios de act it ud no se logran con pregunt as. Y yo lo sabía. Pero lo volví a hacer. ¿Por qué? Porque en ese m om ent o lo que necesit aba era un efusivo “ Sí m i am or” acom pañado de un abrazo, un rom ánt ico beso y, por qué no, alguna que ot ra lagrim it a de em oción que nunca vino. Es que es así. Com o decíam os al principio, a veces nuest ro corazón necesit a alivio inm ediat o y com o unos giles vam os en busca de él a pesar de que sepam os que lo que est am os haciendo no es correct o. Mi am igo Ariel m e pidió un consej o acerca de cóm o proceder con una chica con la que est aba com enzando a salir a raíz de det erm inada sit uación que se había plant eado en la cual no vale la pena det enernos. Luego de escucharlo pacient em ent e por t eléfono durant e un largo rat o y de analizar su sit uación le aconsej é esperar cuat ro días ant es de llam arla. Ariel ent endió perfect am ent e los m ot ivos por los cuales le di t al consej o y m e lo agradeció m ucho. Prom et ió seguirlos al pie de la let ra y m ant enerm e al t ant o de las novedades luego de efect uar ese llam ado que según lo conversado t endría lugar no ant es del m art es de la próxim a sem ana. A los quince m inut os vuelve a sonar m i t eléfono y era Ariel. - La llam é –m e dice. - ¿Pero vos sos pelot udo? ¿Qué habíam os dicho? - Sí, ya sé… ya sé… pero es que no aguant é. - ¿Y qué le dij ist e? - Que necesit aba hablar con ella lo ant es posible y si podía ir ahora para la casa. - ¿Y qué t e dij o? - Me dij o que sí. ¡¡¡Boludooooo, buenísim o! ! ! Ya est oy saliendo para allá. - Bueno –le dij e- que t e vaya bien, después llam am e y cont am e. Y t al vez le iba a ir bien. ¿Por qué no? Pero hay una realidad indiscut ible. Si ese m ism o llam ado lo hubiera hecho cuat ro días después, com o yo le dij e, le habría dem ost rado que con él no se podía j ugar así com o así y habría provocado que ella lo ext rañe y que t uviese m iedo de que él no la volviera a llam ar. En fin, lo habría valorado m ás. Ariel t uvo la volunt ad de hacer las cosas bien, pero su corazón le j ugó una m ala pasada. Y para peor, no le fue bien. Le fue com o el ort o. En ese caso Ariel t enía que aplicar el ant es nom brado “ cuando voy es porque vengo y cuando vengo es porque voy” . Y lo sabía. Es m ás, lo sabía bien. Pero no pudo. Por eso, alguna que ot ra cagada es probable que nos vayam os a m andar siem pre. Lo im port ant e es que al m enos sean la m enor cant idad posible, y que las vayam os capit alizando com o experiencia para no volver a repet ir los m ism os errores. Ojo con las canciones. Vivim os expuest os a m iles de m ensaj es que nos agarran desprevenidos y penet ran en nuest ra m ent e. Al cam inar por la calle recibim os un verdadero bom bardeo de concept os invent ados por alguien. La publicidad nos dice const ant em ent e por m edio de la radio, la t elevisión, los diarios, las revist as y los afiches, que si no consum im os t al o cual product o o servicio, casi casi no exist im os. Y de alguna m anera, est o nos afect a. Algo parecido sucede con los sent im ient os. Todos escucham os m úsica, vam os al cine y m iram os t elevisión. Y t ant o las canciones com o las películas nos van m et iendo en el inconscient e ciert os concept os que t om am os com o verdaderos. Las em presas para vender m ás, en m uchos casos realizan com erciales con act ores conocidos hablándonos sobre las bondades de sus product os. Est á com probado que est e t ipo de publicidad funciona bast ant e bien, dado que est os act ores le dan credibilidad al m ensaj e. Algo sim ilar sucede con los cant ant es y las let ras de sus canciones. La gran m ayoría de los t em as de am or que venim os escuchando desde que t enem os m em oria, hablan de lo dest rozada que quedó una persona después de una rupt ura. Frases com o: “ Sin t i no puedo vivir” , “ Jam ás podré olvidart e” , “ Con quién est ás ahora” , “ Me m uero por t i” , “ Sin t u am or no soy nada” , “ Cada vez que t e vas, se m e eclipsa el sol” , “ Me est oy m uriendo por vert e” , “ Cuando pienses en m i, yo est aré pensando en t i” , “ En la dist ancia m uero día a día” , “ No dej aré de querert e j am ás” , et c, se fueron m et iendo en nuest ro cerebro y sin que nos diéram os cuent a se fueron incorporando a nuest ros pensam ient os com o prem isas verdaderas. ¿Conocen alguna persona que se haya m uert o realm ent e porque su parej a la dej ó? Y vos t am poco t e vas a m orir, ni vas a poder dej ar de pensar en ella, ni se t e va a apagar el sol, ni nada. Es hora de com enzar a pensar dist int o. Tal vez no podam os evit ar sent ir ciert as cosas, pero sí podem os pensar que vam os a dej ar de sent irlas. Cuando t enem os fiebre nos duele el cuerpo, pero sabem os con cert eza que en un par de días vam os a est ar bien nuevam ent e. No hay canciones que nos digan: “ La fiebre nunca se irá” , “ El dolor m e acom pañará por siem pre porque hoy t engo fiebre” , et c. Sim plem ent e sabem os que llam ando al m édico y haciendo reposo, la fiebre desaparecerá. ¿Por qué ent onces pensar que est e dolor que sent im os por que nuest ra novia nos dej ó, o nos est á por dej ar no se nos va a ir nunca? ¿Acaso no dej ast e de sufrir por aquella ot ra que creías que no ibas a olvidar j am ás? Si querés sufrir, sufrí. Si querés llorar, llorá. Pero t ené siem pre present e que a pesar de lo que digan m iles de cant ant es en sus rom ánt icos t em as, se t e va a pasar. Es m ás, aunque no quieras se t e va a pasar igual. Porque siem pre es así. No t e pregunt es cóm o ni por qué. Es com o la fiebre. El objetivo primario Nuest ra m uj er ya no est á a nuest ro lado. Nos sent im os m uy m al. Es im port ant ísim o t razar un plan de acción, porque dado que la vida sigue, acción va a haber. Y para que est a acción sea posit iva, t iene que est ar planeada. Y para t razar ese plan de acción t enem os que t ener en cuent a nuest ro obj et ivo. ¿Y cuál es ese obj et ivo? Lo prim ero que nos va a venir a la m ent e es: “ Volver a est ar con ella” , pero en realidad ese no es un fin sino un m edio. ¿Un m edio para qué? Para sent irnos bien. O sea que en realidad el obj et ivo final es… “ Sent irnos bien” . Claro que por ahora el único m edio que vem os pot able para sent irnos bien es que ella regrese a nuest ro lado. Pero si abrim os nuest ra m ent e y som os obj et ivos, vam os a darnos cuent a de que en realidad hay “ ot ras” m aneras de sent irnos bien. Una de est as m aneras es perder la m em oria. Si no nos acordam os de ella no vam os a sufrir. Claro, eso no va a pasar, pero el ej em plo es válido para que em pecem os a reconocer que “ sí” hay ot ras m aneras. Ot ra form a sería conocer ot ra m uj er y enam orarnos t an rápidam ent e de ella que dej em os de sufrir inst ant áneam ent e por la ant erior. Claro… ust edes piensan que eso t am poco puede pasar. Eso es t an im posible com o perder la m em oria. Error. Sí puede pasar. Es difícil. Sí, lo es. Pero no im posible. Si yo hoy les dij era que si firm an t al papel m añana van a conocer ot ra m uj er de la cual se van a enam orar, se van a poner de novios, van a t ener una vida j unt os llena de felicidad, com pañerism o y excelent e sexo, ust edes, ¿firm arían o dirían que no y seguirían t rist es esperando el regreso de la ot ra? ¡¡¡Ahá! ! ! Ent onces les gust aría que eso pase. Bueno, pasar puede pasar. El problem a es que en esas circunst ancias uno no est á recept ivo com o para que eso suceda. Ent onces es posible que est a nueva m uj er les est é pasando al lado y ni siquiera se den cuent a. Daniel est uvo de novio cinco años con Adriana. Tuvieron algunas rupt uras en el m edio, pero siem pre volvían. Daniel est aba m ás m uert o que Tut an Kam ón y no concebía la vida lej os de ella. Result a que Adriana un día descubre su vocación. - Quiero ser m odelo –le dij o un buen día a Daniel. - Modelo las pelot as –respondió Daniel, con la esperanza de que sea un berret ín pasaj ero de su novia y t odo quedara en la nada. Porque si algo no est aba dispuest o a t olerar Daniel era que Adriana, su novia y fut ura esposa y m adre de sus hij os, fuera m odelo. Adriana se em pecinó con lo del m odelaj e apoyada por su fam ilia y am igas. Al cabo de unos m eses de t ira y afloj e, Daniel plant eó seriam ent e no querer seguir adelant e con la relación si ella persist ía con su plan de ser una m odelo fam osa. Qué j ugada m aest ra, pensó Daniel, dado que Adriana lo am aba t ant o que j am ás t om aría una decisión que im plicara perderlo. Ay… Dany… Dany… Adriana lo dej ó sin ni siquiera derram ar una lágrim a. Se despidieron por últ im a vez en la puert a de su casa. Adriana vivía frent e a una plaza. Ellos t enían com o cost um bre que cuando él se iba de la casa de su novia, ella se quedaba m irándolo det rás del vidrio de la ent rada de su edificio, y cuando él iba m ás o m enos por la m it ad de la plaza, se daba vuelt a y se volvían a saludar con la m ano. Recién después ella subía a su depart am ent o. Hicieron est o durant e los cinco años que est uvieron de novios. Esa sería la últ im a vez que cruzando esa plaza, Daniel giraría para saludar a Adriana. El dolor que sent ía era casi insoport able. Y digo casi, porque insoport able del t odo fue cuando al llegar a la m it ad de la plaza, se dio vuelt a y Adriana est aba m uert a de risa charlando con una vecina sin prest arle a él ningún t ipo de at ención. Se quedó con su m ano levant ada y quiet a y con la m irada perdida sin poder creer lo que est aba pasando. ¿Podía él t ener t an poca im port ancia para ella en ese m om ent o? Quince días después, su am igo Claudio le cont ó que est aba de novio y que su nueva novia t enía dos am igas que podía present arle. - Te agradezco, pero no est oy de hum or. –dij o Daniel aún dest ruido por haber perdido hacía t an poco t iem po a su novia de cinco años. - Dale boludo, m irá que est án una m ej or que la ot ra. Una es una m orocha de oj os verdes que t e j uro que la vez y t e m orís. - ¿Cóm o se llam a? - Adriana. - ¿Por qué no t e vas a la m ierda? - Y qué querés boludo… si se llam a Adriana. Pero es un bom bón. - No… no… si salgo con una Adriana, m e pongo a llorar. ¿Y la ot ra? - La ot ra es una rubia de oj os celest es que es un infierno. - ¿Rubia? - Sí, sí, rubia. - Pero… ¿rubia rubia? - ¡Sí Nabo! ¡Le m irás el pelo y es am arillo! - ¿Y de lom o? - Una best ia. - ¿Buenas t et as? - I m presionant es. Eso m ot ivó a Daniel un poco m ás, dado que esa part e del cuerpo fem enino era su pasión y su ex novia, si bien él la quería m ucho, no llegaba a las m edidas anheladas. Fue así com o el viernes siguient e salieron los cuat ro. Fue inst ant áneo. Fue conocerse y enam orarse. Había desaparecido t odo el dolor por la m uj er que Daniel había perdido. Sólo quedaba t al vez la bronca por t irar cinco años a la basura por la est upidez de querer ser m odelo. Ella lo había last im ado. Y cuando él se alej aba casi llorando ella reía con la vecina. Y en quince días no llam ó por t eléfono ni siquiera para recuperar alguna boludez que t enía en la casa de Daniel. Y Daniel se puso de novio con Carolina, la rubia infernal. Se sent ía fenóm eno y es m ás, al t ener la m ent e m ás despej ada pudo darse cuent a cuán para el culo est uvo con Adriana en m ás de una oport unidad, y él, por est ar ciegam ent e enam orado, había hecho la vist a gorda. El regreso de Adriana se dem oró un m es. Porque com o vim os ant eriorm ent e, cuando uno desaparece, ellas vuelven. Si nos quieren, siem pre vuelven. Y Daniel, dado que est aba m uy de novio con Carolina, est aba m ás desaparecido que el I t al- Park. Ella, al no t ener not icias por t ant o t iem po, porque seguram ent e esperaba t enerlo al m es llorando, rogándole y pidiéndole perdón para volver a darle salida, se dio cuent a cuant o lo quería y cuant o lo necesit aba. Pero bueno, com o dij im os al principio, el obj et ivo no es que ellas vuelvan sino sent irnos bien. Y Daniel ya se sent ía m uy bien. Se sent ía m uy bien sin Adriana. Se sent ía m uy bien con Carolina. El obj et ivo era sent irse bien. Dej ar de sent ir ese nudo en el pecho. Y est aba cum plido. Adriana nunca m ás. Y la vida cont inuó sin dolor. Est o t am bién t e puede pasar a vos. Ahora creés que sería im posible, pero Daniel t am bién lo creía así. Abrí t u m ent e. No t e cierres. No t e obst ines en que la única solución es recuperarla. No es así. ¡Querete mierda! Te dej ó o est á por dej art e y t e sent ís com o un t rapo de piso. No com és, no salís, no t e afeit ás, no cagás, no t e reís. No t e llam a, es el fin de la vida. Te llam a, la vida es una fiest a. Todo lo bueno o lo m alo que puede pasart e depende de ella. Si ella ya no t e quiere se t erm ina el m undo. ¿Y vos? ¿Y yo qué?, dirás. ¿Y vos t e querés? Si vos m ism o no t e querés, ¿por qué va a querert e ella? ¿Suponés que ella ve algo en vos que vos no ves y por eso t e quiere? Eso es im posible. Vos t e conocés m ej or que nadie. No com er, no salir, no afeit arse, no reír, pensar que t u vida se t erm inó porque una persona no quiere seguir est ando a t u lado, son act it udes de alguien que no se quiere a sí m ism o. Para poder vivir le ganast e una carrera a m illones de esperm at ozoides. O sea que nacist e ganador. Todos nacim os ganadores. Perdedores nos vam os haciendo solit os con el correr de la vida. Vos t e est ás quedando sin ella, pero ella t am bién se est á quedando sin vos. Si vos no t e ocupás de vos, nadie lo va a hacer. Est á dem ost rado. Dej at e de j oder. Levant at e, afeit at e, com prat e alguna pilcha nueva. Dej á de levant ar el t eléfono al prim er ring. Salí. No t engas m iedo a que ella llam e y vos no est és. Si t e quiere va a volver a llam ar. Divert it e, que la vida sigue y sólo vos podés rem ont arla. Es m ás, siem pre que algo t erm ina da paso a cosas nuevas y t al vez m ej ores. Andá en busca de ellas. No pierdas el t iem po. ¡Querét e m ierda! , m e decía m i am igo Tot o en épocas en las que yo andaba dest ruido por una ex. La pregunt a del m illón es la siguient e: Ella ¿se m erece que vos est és com o es´ t as? La respuest a t e la dej o a vos. Volver a sent irt e bien es posible. Y em pieza con una decisión. Com o t odo. El m ecanism o para conseguir cualquier cosa es prim ero desearla, luego decidir t enerla, luego im aginart e que ya la t enés y por últ im o obt enerla. O sea que si est ás hecho bost a por una m ina, no pret endas sent irt e bien de un segundo a ot ro. No t e salt ees ningún paso: Prim ero asum í que t e sent ís m al y que lo que necesit as no es est ar con ella sino dej ar de sent irt e angust iado. Segundo, t om á la decisión de em pezar a sent irt e bien. Tercero, im aginat e riendo, saliendo, divirt iéndot e y levant ándot e ot ras m inas m ej ores. Lindo, ¿no? Cuart o, em pezá. Sólo depende de vos. Distraé tu mente Te peleast e con t u novia y t u m ent e va a m il. Y por eso t u corazón sufre. ¿Cuándo el corazón sufre? Cuando la m ent e le m anda m ensaj es negat ivos. En los m om ent os en que est ás dist raído m irando una película int eresant e, cuando est ás en una reunión de am igos cont ando chist es o cuando est ás en la cancha viendo a t u equipo, t u corazón no sufre. ¿Por qué? Porque la m ent e est á en ot ra cosa. Est o puede parecer m uy sim ple pero casi nunca lo t enem os en cuent a. Si bien hay m om ent os en los que nos causa hast a algún ext raño placer t irarnos en la cam a a escuchar un t em a que nos la recuerde, hay ot ros en los que el sent im ient o no es nada agradable. Ese sent im ient o se puede cam biar. Sería m uy sim plist a decir que ese sent im ient o se puede cam biar m odificando nuest ros pensam ient os, pero si no podem os cam biar nuest ra m ent e, al m enos podem os “ dist raerla” . Trat á de no quedart e solo, m irá películas, leé, andá a la cancha, pract icá un deport e en grupo, andá a com er con am igos. Hacé cualquier act ividad que t e cause placer. Sí, sí, ya sé que a veces parece que nada t e va a causar placer, pero eso no es ciert o. Por ot ro lado supongam os que dent ro de un t iem po volvés a est ar con ella. Qué m ej or que hablarle de las películas que vist e, los libros que leíst e, que t e encuent re m ej or físicam ent e porque est uvist e pract icando t al o cual deport e. O sea, que vea que m ient ras est uvieron separados vos t uvist e una vida. Una buena vida, donde t al vez em pezast e a hacer cosas que no hacías cuando est abas con ella. Si las hicist e para no sufrir por su ausencia es algo que no t iene por qué saber. Es m ás, el t ener la m ent e m ás fresca y por ende el corazón m enos last im ado, va a hacer que puedas act uar de la m anera m ás apropiada cuando ret om es el cont act o con ella. No va a sum ar punt os a t u favor que en un event ual reencuent ro, perciba que sos una pilt rafa hum ana que est ando lej os de ella no sirve ni para ver la hora. Levant ar el t eléfono para ver si t iene t ono es una señal inequívoca de que est ás en el cam ino equivocado. No est ás dist rayendo t u m ent e, ni t e est ás dando el valor que m erecés. Adem ás, en m ás del 99,99% de los casos t iene t ono. No t e est á llam ando porque en ese m om ent o est á “ en ot ra” , no porque t u t eléfono no funciona. ¿Por qué no int ent ar al m enos est ar “ en ot ra” vos t am bién? Tu aliado el tiempo Lucas est aba de novio con Luciana desde hacía t res años. Tenían una relación bast ant e t urbulent a, con m uchas idas y vuelt as pero se querían con locura. Lucas no concebía la vida sin Luciana. Ella t enía que ser la últ im a m uj er de su vida. En varias oport unidades se vieron dist anciados por cort os períodos de t iem po, pero siem pre volvían a est ar j unt os. No podían vivir el uno sin el ot ro. “ Est oy segura que sos el hom bre de m i vida” era una de las frases favorit as de Luciana. “ Te am o” , era ot ra. “ Te necesit o t ant o…” era ot ra. En fin, la cant idad de frases favorit as era innum erable. Tenían un enganche t al que daba la sensación de que pasara lo que pasara, siem pre volverían a est ar j unt os. Se querían dem asiado. Una noche Luciana y Lucas est aban t om ando algo en uno de esos rom ánt icos lugares para parej as, con luz t enue y m úsica lent a. Luciana lo m ira y le dice: - El próxim o j ueves m e voy a Bariloche a vivir un año. Lucas no sabía si lo que había escuchado había sido una ilusión ópt ica del oído, o si lo que est aba t om ando le había afect ado el cerebro, o si Luciana le est aba haciendo un chist e de pésim o gust o. - ¿Qué el j ueves qué? –se lim it ó a pregunt ar. - Sí, lo que escuchast e. El j ueves, ( era lunes) m e voy a vivir un año a Bariloche. - ¿Y qué vas a hacer en Bariloche? Luciana le respondió que no sabía, que necesit aba encont rarse con ella m ism a, o alguna pelot udez por el est ilo. Que sólo cont aba con t reint a pesos y un pasaj e en t ren de ida y que se iba a lanzar a la avent ura de irse y conseguir algún t rabaj o. Unos parient es lej anos t enían una host ería. Em pezaría probando suert e por ahí y luego vería. Obviam ent e algún t rabaj o iba a conseguir seguro, dado que era una t errible yegua rubia de un m et ro set ent a y cinco y 110- 60- 90. Lucas quería despert arse, pero est aba despiert o. La cabeza le daba vuelt as com o un t rom po y le cost aba ordenar sus pensam ient os com o para decir algo coherent e. Luciana seguía hablando, pero él est aba com o volando. De repent e baj ó a la t ierra y escuchó que ella con t ot al nat uralidad est aba diciendo: “ …porque un año pasa pront o…” . ¿Un año pasa pront o? El no podía est ar lej os de ella ni un día. En ningún m om ent o creyó posible el hecho de que se fuera y al año volviera a buscarlo y t odo cont inuara. Era el fin. Si ella se iba, él sabía que no volvía m ás. Y si volvía dent ro de un año, era lo m ism o. Est ar sin ella un año com o diez años o t reint a años, daba exact am ent e igual. Y llegó el j ueves. Y se fue. Lucas se despidió de ella el m iércoles, dado que había decidido no ir a la est ación el j ueves. Hubiera sido dem asiado fuert e ver alej arse ese t ren. Est á de m ás decir com o se sint ió Lucas a part ir de ese m om ent o. Todos los días est aba pendient e de una llam ada, una cart a o t al vez una aparición inesperada. No volvió a verla, ni a hablar con ella nunca m ás. De est o ya pasaron dieciséis años. Al principio le cost ó sobreponerse. Cada nueva relación que int ent aba com enzar le t raía recuerdo de ella. Con el t iem po com enzó a sent irse m ej or, hast a el punt o en que logró hast a reírse de su propia hist oria. Nunca supo bien cuando fue el m om ent o exact o en que dej ó de sufrir por ella, si es que hubo un m om ent o exact o. Claro que Lucas no se t om ó al m es un t ren para ir a verla, ni averiguó donde est aba, ni le escribió, ni nada. Asum ió que si ella se había ido era porque no lo quería y cualquier cosa que él hiciera sería pero. Tenía que ponerse en cam paña de form a inm ediat a para volver a sent irse bien. Si ella volvía m ej or, pero si no, había que seguir viviendo y no había t iem po que perder. El t iem po se encargó de hacer el rest o. El t iem po t ransform a t odo am or en casi nada, dice Robert o Carlos. Y decim os en “ casi” porque lo único que queda es un lej ano recuerdo que no produce absolut am ent e nada. Lucas est á casado desde hace cuat ro años y t iene una hij a de t rece m eses. Hoy en su corazón ya no quedan ni rast ros de Luciana. Lo que le pasó a Lucas fue feo. Su novia se fue porque ya no lo quería y cont ra eso no hay t écnica que valga. Pero hast a en ese caso hay solución para volver a sent irse bien. Se necesit a am or propio y t iem po. Si est ás at ravesado una sit uación sim ilar, pensá que es pasaj era. Aunque t e parezca que no, que va a durar para siem pre. El t iem po es t u aliado. El va a hacer que un día, t al vez no m uy lej ano, t odo est o que est ás pasando sea nada m ás que un m al recuerdo. Tu amigo el dolor Seguir adelant e cuando se t iene un dolor grande por alguien que t e abandonó parece im posible. Es lógico sent ir que no se puede salir y divert irse, reirse con am igos y conocer ot ras m uj eres est ando t an m al por dent ro. Uno t iende a pensar que para lograr t odo eso prim ero hay que dej ar at rás el dolor. No es así. Al dolor no lo podem os echar de un m om ent o a ot ro. Est á con nosot ros y t enem os que aprender a convivir con él hast a que solit o se vaya. No t iene sent ido est ar a las put eadas con el dolor. Más vale hacernos am igos de él, ya que va a est ar con nosot ros equis cant idad de t iem po. ¿Y cóm o nos hacem os am igos del dolor? Fácil. Prim ero asum am os que lo t enem os. No nos engañem os a nosot ros m ism os diciéndonos que est am os bien cuando realm ent e est am os com o el culo. Una vez que som os bien conscient es de que lo que nos pasó nos duele, com encem os el rest o de nuest ra vida llevando el dolor con nosot ros así com o el que fum a lleva los fasos y el encendedor. Est e será el punt o de part ida para que con el t iem po vaya desapareciendo. Si t enés algún am igo que at raviese una sit uación parecida, no se j unt en a llorar sus penas sino a reirse de ellas. Todo t iene el lado cóm ico. Sólo hay que saber verlo. Hace algunos años hice un encuent ro religioso que consist ía en pasar desde un j ueves a la t arde hast a un dom ingo a la noche en una casa de ret iro espirit ual int ent ando encont rarnos con nosot ros m ism os, por decirlo de alguna m anera. Luego de realizar el encuent ro, ese grupo sum ado a t odos los dem ás grupos que lo habían hecho ant eriorm ent e, nos j unt ábam os t odos los sábados a la t arde en una enorm e casa en el barrio de Caballit o con el obj et ivo de reforzar nuest ra fe, ser m ej ores personas y afianzarnos en el nuevo cam ino de vida que t eóricam ent e habíam os elegido. Y digo “ t eóricam ent e” , porque “ realm ent e” lo único que queríam os era levant arnos m inas. Algunos de los varones de ese grupo ( m ás de veint e) , com enzam os a t ener una cost um bre t an pelot uda com o divert ida. Consist ía en que cada vez que un m iem bro de ese grupo se ponía de novio, fuera el día que fuera y a la hora que sea nos j unt ábam os t odos, o la m ayor cant idad posible, y nos íbam os a algún lugar a com er “ queso y dulce de bat at a” . I m aginen a m ás de diez huevones brindando alegrem ent e con queso fresco y el dulce y felicit ando al que se había levant ado una m ina. Claro que est o t enía su cont rapart ida. Cada vez que a alguno de ese grupo la novia lo dej aba, o fallaba en un int ent o de ponerse de novio con alguien que realm ent e le im port ara, t am bién nos j unt ábam os pero a com er “ queso y dulce de m em brillo” . Era una form a de reirnos de nuest ro propio dolor. Y les aseguro que la pasábam os bien. Claro que al t iem po de llevar a cabo est a rut ina, éram os conocidos com o “ La barra del m em brillo” . Nos hubiese gust ado m ás que nos conocieran com o “ La barra de la bat at a” , pero había una realidad: eran m uchas m ás las veces que t eníam os que com er m em brillo. Más adelant e la barra del m em brillo eligió su president e, vicepresident e y vocales. El gordo Pancho fue nom brado president e. Su novia de cinco años lo había dej ado por ot ro. A la sem ana de la rupt ura y con el obj et ivo de dist raerse un poco, Pancho va a j ugar un part ido de fút bol, y por esas put as coincidencias que t iene la vida uno de los j ugadores era am igo o parient e del nuevo novio de su ex y lo había llevado a j ugar. Y com o si est o fuera poco lo ponen en el m ism o equipo de Pancho. O sea que ni siquiera se podía dar el gust o de part irlo de una pat ada. Para peor, la m ayoría del rest o de los j ugadores conocía la sit uación, m ot ivo por el cual decidió no ret irarse y j ugar el part ido para no ponerse en evidencia. Todo venía desarrollándose con norm alidad hast a que falt ando diez m inut os para la final Pancho le pone al chabón un pase perfect o de cóm o veint e m et ros, el t ipo la para de pecho y la clava en un ángulo. Part ido liquidado. Liquidado en realidad quedó Pancho después que el t ipo fue corriendo, lo abrazó y le puso un beso diciéndole “ ¡¡Grande gordo! ! ” . Los veint e j ugadores rest ant es est aban t irados en el piso m eándose de la risa. Esa anécdot a, por lo divert ida que nos result aba y por lo chot o de la sit uación que le t ocó vivir, le valió el t ít ulo de president e. Dent ro del rest o de la com isión direct iva de la barra del m em brillo había de t odo. El vicepresident e era yo. Un elect rocardiogram a de urgencia a dom icilio m ot ivado por una t aquicardia paraoxíst ica que m e agarró al haberm e ent erado que una t urra m e m et ió los cuernos m e dio la posibilidad de acceder a ese cargo. Realm ent e nos divert íam os. Nos habíam os hecho am igos del dolor. Convivíam os con él y de a poco iba desapareciendo. De vez en cuando alguno se ponía de novio con ot ra y de nuevo fest ej ábam os com iendo queso y dulce de bat at a. Después ot ro se peleaba, y ot ra vez m em brillo. Y es que la vida es así. Bat at a, m em brillo, bat at a, m em brillo y ot ra vez bat at a. Mañana t e vas a reír de lo que est ás sint iendo hoy. Te lo aseguro. Levánt at e y anda. Si el dolor est á con vos, hacet e su am igo. El t iem po hará el rest o. Un clavo saca otro clavo Det rás de cada am or viene un nuevo am or. I ndefect iblem ent e. Cuando t erm inás de com er un t errible asado es difícil que al t oque t engas ganas de com ert e un plat o de t allarines, pero seguram ent e al ot ro día t e los com erías con ganas. Hay m om ent os en la vida donde creés que t odo t erm inó para vos en m at eria de am or. Eso nunca es ciert o. Creer que nunca vas a querer a ot ra m uj er com o a la ant erior es com o pensar que nunca m ás vas a t ener ham bre. Ya sea con la m ism a persona en una nueva et apa o con ot ra, vas a volver a sent irt e t an bien o m ej or que ant es. O cuánt as veces com iendo unas m ollej as pensast e que era lo m ás rico que habías com ido en t u vida. Y después ot ro día m ient ras com ías una paella pensast e lo m ism o, y después lo pensast e con un lom o a la pim ient a y ot ro día sim plem ent e con un choclo con m ant equit a y sal. “ Nunca m ás voy a encont rar ot ra Verónica” , dij o Luis un día. Y t enía razón. Esa Verónica era única. No est aba clonada ni nada. Lo que no se puso a pensar era para qué quería encont rar ot ra igual si en realidad no t enía nada que no pudiera encont rar en ot ra. Claro… el am or nubla la vist a y ent orpece el buen funcionam ient o del cerebro, lo que hace que veam os en la ot ra persona virt udes que no exist en. Que con nadie vam os a hacer el am or com o con ella. Ment ira. Que nadie nos va a querer com o nos quería ella. Ment ira. ( Gracias a Dios) . Y así podríam os seguir con una list a int erm inable. Est o es im port ant e t enerlo en cuent a no sólo para sent irnos m ej or en caso de que el dist anciam ient o con nuest ra novia sea irreversible sino t am bién en los m om ent os en los que est am os int ent ando una reconciliación. Nos vam os a sent ir m ás t ranquilos y seguros si t enem os en cuent a que si las cosas no nos salen com o querem os, no es la m uert e de nadie. Y es m ás, t al vez ella est é perdiendo m ás que nosot ros. Es bueno que cuando est em os frent e a ella t engam os en un lugar de nuest ra m ent e la frase: “ Y bueno bom bón… si no sos vos será ot ra” . Porque siem pre viene ot ra. Las m uj eres son com o las olas. Siem pre va a venir una m ej or. Aunque por m om ent os el m ar parezca t ornarse m ás calm o. ¿Vist e alguna vez un surfer t endido en la arena llorando porque esa ola que t an bien surfeó durant e un rat o, se desvaneció en la orilla? Seguro que no. Los t ipos agarran de nuevo la t abla y vuelven a encarar el m ar en busca de ot ra ola que m uy probablem ent e será igual o m ej or a la que se fue. Tal vez la t engan que esperar un poco flot ando, pero siem pre llega. Siempre hay un final feliz A pesar de t odo no podem os dej ar de reconocer que nuest ros m ej ores m om ent os los hem os vivido al lado de una m uj er. Son realm ent e difíciles de ent ender pero nadie puede negar que son el ser m ás at ract ivo del planet a. No hay nada que at raiga m ás a un hom bre que una m uj er. Ni un paisaj e, ni una com ida, ni un aut o, ni una casa, ni nada. Y eso es algo que no va a cam biar a pesar de que hayam os t enido con ellas experiencias negat ivas, angust ias y desengaños. Es por eso que por m ás t raum át ica que haya sido alguna relación o por m ucho que nos haya dolido una rupt ura, siem pre vam os a volver a enam orarnos. Y por m ás que hayam os j urado y perj urado no volver a ent regar nuest ro corazón, vam os a volver a hacerlo. Y est á bien que así sea. Porque si la m uj er de t u vida aún no llegó, ya va a llegar. Esa que t e acept a y t e quiere com o sos. Esa que quiera com part ir t odo con vos. Siem pre llega. Y es ahí donde vas a ent ender un poco m ej or por qué no se t uvo que dar con aquella ot ra. En ese m om ent o vas a reirt e de t u pasado. Te va a parecer m uy pero m uy lej ano t odo el sufrim ient o que sent ist e en ot ra época. Si m irás para at rás t e vas a ver a vos m ism o com o si fueras ot ra persona. Y t al vez la m uj er con la que com part irás el rest o de t u vida sea esa ex novia que t an m al t e t iene hoy. Nadie puede saberlo. Claro que cuando esa m uj er aparezca es m ás que im port ant e que hayas aprendido a m anej ar ciert as sit uaciones sin com et er los errores del pasado. Porque a ella t am poco va a gust arle un t ipo t ot alm ent e ent regado, absolut am ent e t ransparent e, que diga a cada rat o “ frases prohibidas” , que la t enga at ada, que la persiga cuando la not e dist ant e o que no se quiera a sí m ism o. Es m uy probable que esa m uj er en algún m om ent o de t u noviazgo t am bién “ se confunda” o “ necesit e un t iem po” , pero cuando eso pase vos vas a recordar que las m uj eres en algunas oport unidades necesit an que las m anden al cam po com o a los caballos de salt o, que a veces la única j ugada ganadora es no j ugar, que para pensar est á la m ent e y no el corazón, que hay que t ener el quiero com o en el t ruco, que su llant o es diferent e al nuest ro, que si sabe que est ás m uert o sonast e. Esa será la persona a t u m edida. La que est abas esperando y la que de alguna m anera est aba esperándot e a vos. Te pregunt arás: “ ¿Por qué no la conocí ant es?” Y si lo razonás un poco t e vas a dar cuent a de que en realidad t odas las vivencias ant eriores t e sirvieron no sólo com o experiencia sino para valorarla m ucho m ás. Seguram ent e de aquí a un t iem po est arás parado de espaldas al alt ar de una iglesia, y al son de una m aravillosa m úsica se abrirán las puert as y la verás ent rar cam inando lent am ent e hacia vos, m ás herm osa de lo que alguna vez podrías haberla im aginado. Com o si fuera un sueño del que nunca quisieras despert ar. En ese inst ant e serás sin duda el hom bre m ás feliz del universo. A part ir de ese m om ent o… bueno… creo que eso ya es part e del próxim o libro.