ISSN 1668-0227
Internet, o la lógica de la seducción
Adriana Amado Suárez
El tercero del juego
La imaginación creadora como nexo
entre el pensar y el hacer
María Elsa Bettendorff
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
Breve disgresión acerca de los problemas
del método y la creación
Sergio Caletti
De la totalidad a la complejidad
Sobre la dicotomía ver-saber a la luz
del pensamiento de Edgar Morin
Alicia Entel
De la tarta de manzanas a la estética business-pop
Nuevos lenguajes para la sociedad de la información
Susana Finquelievich
De las incertezas al tiempo subjetivo
Claudia López Neglia
La máquina de pensar
Notas para una genealogía de la relación
entre teoría y práctica en Sergei Eisenstein
Eduardo A. Russo
Bauhaus: crítica al saber sacralizado
Gustavo Valdés
15
Cuadernos del Centro de Estudios en
Diseño y Comunicación
[Ensayos]
Noviembre
2003
Facultad de Diseño y Comunicación.
Universidad de Palermo.
Cuadernos del Centro de Estudios en DiseñoBuenos
y Comunicación.
Nº 15.
Ensayos. pp 73-89. ISSN 1668-0219
Aires,
Argentina.
1
Cuadernos del Centro de Estudios en
Diseño y Comunicación.
Universidad de Palermo.
Facultad de Diseño y Comunicación.
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Mario Bravo 1050.
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Facultad de Diseño y Comunicación
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Centro de Estudios en Diseño y Comunicación
Coordinadora
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Comité de Arbitraje
Adriana Amado Suárez. Universidad de Palermo.
Argentina.
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Sylvia Valdés. Universidad de Cambridge, CALA.
Gran Bretaña.
Textos en Inglés
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Textos en Portugués
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Equipo de Diseño
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1º Edición.
Cantidad de ejemplares: 500
Buenos Aires, Argentina.
Noviembre 2003.
Impresión: Imprenta Kurz.
Australia 2320. (C1296ABB) Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, Argentina.
ISSN 1668-0227
Se autoriza su reproducción total o parcial, citando las fuentes. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores.
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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Nº 15. Ensayos. pp 73-89. ISSN 1668-0219
Internet, o la lógica de la seducción
Adriana Amado Suárez
El tercero del juego
La imaginación creadora como nexo
entre el pensar y el hacer
María Elsa Bettendorff
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
Breve disgresión acerca de los problemas
del método y la creación
Sergio Caletti
De la totalidad a la complejidad
Sobre la dicotomía ver-saber a la luz
del pensamiento de Edgar Morin
Alicia Entel
De la tarta de manzanas a la estética business-pop
Nuevos lenguajes para la sociedad de la información
Susana Finquelievich
De las incertezas al tiempo subjetivo
Claudia López Neglia
La máquina de pensar
Notas para una genealogía de la relación
entre teoría y práctica en Sergei Eisenstein
Eduardo A. Russo
Bauhaus: crítica al saber sacralizado
Gustavo Valdés
15
Noviembre
2003
Cuadernos del Centro de Estudios en
Diseño y Comunicación
[Ensayos]
Facultad de Diseño y Comunicación.
Universidad de Palermo.
ISSN 1668-0227
Buenos Aires, Argentina.
Buenos Aires, Argentina
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Nº 15. Ensayos. pp 73-89. ISSN 1668-0219
3
Los Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. [Ensayos], es una línea de
publicaciones semestrales del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación de la Facultad de
Diseño y Comunicación de la Universidad de Palermo. Los Cuadernos reúnen papers e informes de
investigación sobre tendencias de la práctica profesional, problemáticas de los medios de
comunicación, nuevas tecnologías y enfoques epistemológicos en los campos del Diseño y la
Comunicación.
Los estudios publicados están centrados en las líneas de investigación que orientan las acciones del
Centro de Estudios: 1. Empresas, 2. Marcas, 3. Medios, 4. Nuevas Tecnologías, 5. Nuevos
Profesionales, 6. Objetos, Espacios e Imágenes, 7. Recursos para el Aprendizaje y 8. Relevamiento
Terminológico e Institucional.
El Centro de Estudios en Diseño y Comunicación recepciona colaboraciones para ser publicadas en
los Cuadernos del Centro de Estudios. [Ensayos]. Las instrucciones para la presentación de los
originales se encuentran disponibles en la presente publicación (p.83).
4
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Nº 15. Ensayos. pp 73-89. ISSN 1668-0219
Cuadernos del Centro de Estudios en
Diseño y Comunicación
[Ensayos] Nº 15.
ISSN 1668-0227
Sumario
Facultad de Diseño y Comunicación.
Universidad de Palermo.
Buenos Aires, Argentina.
Noviembre 2003.
Internet, o la lógica de la seducción
Adriana Amado Suárez...............................................................................................................................................7-17
El tercero del juego
La imaginación creadora como nexo entre el pensar y el hacer
María Elsa Bettendorff..............................................................................................................................................19-24
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
Breve disgresión acerca de los problemas del método y la creación
Sergio Caletti...............................................................................................................................................................25-33
De la totalidad a la complejidad
Sobre la dicotomía ver-saber a la luz del pensamiento de Edgar Morin
Alicia Entel....................................................................................................................................................................35-41
De la tarta de manzanas a la estética business-pop
Nuevos lenguajes para la sociedad de la información
Susana Finquelievich...................................................................................................................................................43-49
De las incertezas al tiempo subjetivo
Claudia López Neglia..................................................................................................................................................51-58
La máquina de pensar
Notas para una genealogía de la relación entre teoría y práctica en
Sergei Eisenstein
Eduardo A. Russo.........................................................................................................................................................59-68
Bauhaus: crítica al saber sacralizado
Gustavo Valdés.............................................................................................................................................................69-81
Publicaciones del CED&C............................................................................................................................85-86
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Nº 15. Ensayos. pp 73-89. ISSN 1668-0219
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Amado Suarez, Adriana
6
Internet, o la lógica de la seducción
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 7-17. ISSN 1668-0227
Amado Suarez, Adriana
Internet, o la lógica de la seducción
Internet, o la lógica de
la seducción
Adriana Amado Suárez*
Resumen / Internet, o la lógica de la seducción
La autora focaliza la problemática de Internet desde las facetas que ubican a la red en sus interacciones
sociales. Desde los ejes de análisis, que ubican a la red como objeto de prácticas del mercado, tales como
la publicidad y el consumo, los servicios culturales, informativos y científicos, realiza un diagnóstico
crítico en torno a las barreras de acceso a la red.
En continuidad con la vertiente crítica puntualiza los desafíos de la red en torno al problema de las
identidades nacionales y regionales, en tensión con la globalización y el carácter cualitativo de la
información disponible.
Descriptores
Calidad informativa / Comunicación social / Interacciones sociales / Internet / Navegantes / Negocios /
Portales / Proyecto social y cultural / Publicidad / Realidad virtual / Tecnología
Summary / Internet or the logic of the seduction
The author focalizes Internet problematic from the faces that places the net in its social interactions.
From the axis of the analysis, that place the net as an object of the practices of the market such as the
publicity and the consumption, the cultural, informative and scientific services, a critical diagnostic is
realized about the access barriers to the net.
The continuity with the critical flowing fixes the challenges of the net in connection with the problem
of the national and regional identities, in tension with the globalization and the qualitative character of
the available information.
Resumo / Internet ou a logica da seduçao
O autor focaliza a problemática da internet desde as facetas que colocam a Rede em suas interações
sociais. Desde os eixos da analise que fica a Rede como objeto de prática do mercado tais como a
publicidade e o consumo, os serviços culturais, informativos e científicos, faz um diagnóstico crítico em
torno as barreiras de acesso à Rede.
Em continuidade com a vertente crítica sinaliza os desafios da Rede em torno do problema das
identidades nacionais e regionais, em tensão com a globalizaçao e o caráter qualitativo da informação
disponível.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 7-17. ISSN 1668-0227
Internet es una de las últimas innovaciones
tecnológicas que han impactado en la forma en
que la gente se relaciona con su entorno. Quizá
por ello es que se haya constituído, por
antonomasia, en el ícono de la modernidad, de
la tecnología al servicio del hombre y de la
globalización.
Su novedad y su naturaleza tecnológica ha
dejado el desarrollo de este canal en manos de
especialistas que han considerado como
secundarios los aspectos sociales y culturales que
todo medio de comunicación involucra. En un
momento en que el entusiasmo indiscriminado
por Internet se está atenuando resulta
oportuno evaluar las prácticas y los usos desde
una visión más abarcadora, que permita
integrarla a la historia de los medios de
comunicación, a los que Internet busca, sin
lograrlo todavía, pertenecer.
Si se preguntara a boca de jarro cuál avance
tecnológico significó una revolución para nuestra
*Centro de Estudios en Diseño y Comunicación.
[email protected]
Adriana Amado Suárez: Profesora en Letras (UBA). Master en Comunicación Institucional (UCES). Profesora de la Universidad de
Palermo. Doctorado en Ciencias Sociales en curso (FLACSO)
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 7-17. ISSN 1668-0227
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Amado Suarez, Adriana
Internet, o la lógica de la seducción
sociedad finisecular, sin duda una gran mayoría
mencionaría Internet. Aun sin conocer qué
aporte puede brindar a la vida cotidiana.
Distante de ser una certeza, ha sido
indiscutiblemente una de las promesas más
seductoras que ha dejado el siglo que pasa, al
punto de haberse convertido en ciertos ámbitos
en la gran epopeya. ¿Cuándo fue la última vez
que un puñado de muchachos seducía a grandes
grupos económicos con su creatividad y su
empuje? ¿Cuánto hacía que una marca
argentina no lograba imponerse en la mente de
los consumidores del mundo? ¿Qué otro ejemplo
tan contundente de la fuerza de la juventud
empujando al establishment para que cambiara
su foco de interés? Muestras de estas cuestiones
han sido los emprendimientos de los sitios
locales como El Sitio, Patagon, o De remate, que
se convirtieron en el ejemplo a seguir de toda
una generación que veía en el negocio de
Internet la posibilidad de saltar del colegio
secundario a la mesa de Directorio de un banco
multinacional, sin escalas previas. Las fotos de
un muchacho sin corbata y con la mochila al
hombro saliendo de algún lugar en Wall Street
se prendió con alfileres en los escritorios donde
computadoras insomnes trabajaban sin otro
pago que el de un pequeño talismán, que el
mito bautizó como Stock Option, y que en pocos
años decía la creencia- redimiría a todos de la
antigua costumbre de trabajar para vivir.
La fábula, como tal, no tuvo un origen ni un
autor, pero de su espacio digital se corporizó en
los viejos medios de papel, portadores de las
palabras sagradas contemporáneas. Los
seguidores del credo sabían que la pantalla los
conduciría a una sociedad sin tiempo y sin
espacio, donde no era necesario salir a la
hostilidad externa para conseguir los placeres
mundanos, y donde cualquiera, sin más mérito
que una computadora con conexión telefónica,
podía acceder a todos los saberes que valieran la
pena y a todos los lugares que pudieran ser
conocidos. Y más aun, incluso sería posible llegar
a ser miembro de una comunidad, cosa que la
posmodernidad le había negado.
En este contexto es difícil alzar una voz
disidente sin entrar en el grupo de los
apocalípticos más retrógrados. Los intelectuales
empezaron a buscar razones para apoyar el
fenómeno y las casas de estudio se vieron
obligadas a abrir sus puertas al saber que
distraía a tantos jóvenes de los estudios de
siempre. Hasta la Encyclopædia Britannica,
símbolo de la quintaescencia del saber desde
1768, supo que su futuro estaba en un CD ROM,
o no estaba. Si tan venerable institución
8
heredada del siglo de la Ilustración, sucumbió a
una competidora totalmente espúrea, (una
compilación de saberes triviales denominada
Encarta, creada como estímulo de ventas de un
sistema operativo)1, ¿qué esperar de los otros
soportes educativos? ¿Cómo atraer al estudio
entonces a una generación que parece no
entender otra lógica más que la de las imágenes
y de los saberes fragmentados? Como señala
Virilio, La mayoría de los intelectuales se han
transformado en colaboradores, por no decir
publicistas, del auge tecnológico ( ) Internet, las
autopistas electrónicas y los grandes holdings
utilizan millones de dólares para promover sus
productos. Ante esa realidad, no puedo sino
ponerme la máscara de Casandra para mostrar
la cara oculta de esta técnica, su negatividad
(Virilio, 1997: 52).
Quizás sea oportuno revisar, entonces, los mitos
y verdades que circulan alrededor de esta
tecnología, para comprender mejor sus alcances
y analizar los aportes actuales y futuros que
Internet puede dar a la sociedad.
Breve historia de los medios de comunicación
Muchos autores señalan que la era industrial ha
sido superada por lo que llaman la sociedad
informacional, en la que los bienes de cambio
tradicionales se reemplazan por los intangibles
de la información, que circulan mayormente
dentro de canales y medios de comunicación. Sin
embargo esta Era de la información que
parece tan revolucionaria es apenas una parte
minúscula de la historia de la humanidad. Tanto
que siguiendo el ejemplo que menciona Harper
(1998)-, si uno imagina que los años vividos por
el hombre pueden ser representados en 24
horas, el lenguaje humano, tal como lo
conocemos, hubiera aparecido a las 21.30 horas,
y la escritura, ocho minutos antes de la
medianoche. En este ejemplo, los medios
masivos de comunicación que ya parecen
obsoletos, hubieran surgido once segundos
antes de la medianoche, e Internet, apenas dos
segundos antes de finalizar el día. Primera
conclusión obvia: carecemos totalmente de una
mínima perspectiva histórica para pronosticar el
futuro de innovaciones tecnológicas que nos
parecen tan radicales, cuyo impacto se
empequeñece cuando se mira hacia atrás sin
anacronismos.
Piénsese, si no, qué puede haber sentido un
norteamericano adulto de mediados del siglo
XX, que recordaba una niñez sin luz eléctrica,
pero que había ido incorporando la radio, el
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 7-17. ISSN 1668-0227
Amado Suarez, Adriana
automóvil, los ascensores y la televisión a su vida
cotidiana. Este último invento, por ejemplo, se
extendió tan rápidamente que diez años
después de haberse comenzado a comercializar
esto es, a comienzo de los 50- ya estaba en el
85% de los hogares norteamericanos (Dominick,
1999). La computación, que nos parece tan
revolucionaria, llega al público masivo de
manera más gradual. En 1977 aparece la
primera computadora Apple, que buscaba llevar
a los hogares el principio de procesamiento de
datos que se usaba en las empresas desde
mediados de siglo. Cuatro años después aparece
la primera computadora IBM con sistema
operativo DOS, que fue reemplazado en la
mayor parte de las computadoras por el
programa Windows de la empresa Microsoft.
Internet, nacida en los años 60 como un recurso
militar, y luego utilizada en el ámbito
académico, recién se abre al público a partir de
1991. Sin embargo, en marzo del 2000, sólo el
45% de la población de Estados Unidos uno de
los países con más alta penetración de Internetcontaba con acceso a la red (Fuente:
www.census.gov y www.nua.ie), es decir, la
mitad de velocidad con la que se expandió
la televisión.
¿Cómo se sostiene esta conclusión a la luz de
tantas publicaciones que hablan del éxito
inigualable de Internet con relación a otros
medios? En este punto influye el parámetro
usado para explicar las estadísticas que
sustentan tales conclusiones. Considérese, por
ejemplo, que uno de los informes más citados
para avalar la rápida penetración de la red es la
investigación que hizo la consultora Morgan
Stanley, que compara la cantidad de años que
tardó la radio, la televisión, la televisión por
cable e Internet en ser utilizada por 50 millones
de personas, gracias a la cual se llega a la
conclusión de que La red es el medio de más
rápido crecimiento en la historia.2 La limitación
del enfoque es obvia: no es muy lógico comparar
la población y sus condiciones estructurales a
fines del siglo XIX, momento de aparición de la
radio, y las del año 2000, por ello los resultados
cambian totalmente cuando se reemplazan los
números absolutos por valores relativos.
En esta misma línea de exitismo se ubican los
agoreros que pronostican cambios radicales con
el advenimiento de cada innovación tecnológica:
en 1975 la revista Business Week anunció que
en pocos años la informatización iba a llevar a la
desaparición del papel en las oficinas. Para
cualquier oficinista de fin de siglo el pronóstico
suena tan absurdo como el del ocaso de los
lápices, anunciado por el periódico New York
Internet, o la lógica de la seducción
Times a raíz de la aparición de las máquinas de
escribir (Seely Brown y Dugid, 2000).
Pero no resultaría productivo caer en el
extremismo de despreciar el valor de Internet
para compensar la desmesura de su estimación
por parte de algunos sectores. La cuestión que
se plantea es que la idolatría ha llevado a
algunos a negar todo aquello que atente contra
el ídolo. Internet es la superación de muchas
limitaciones de los anteriores canales de
comunicación, pero si sólo se habla de ella como
si fuera perfecta, se dejan de lado aspectos
cruciales que le impiden instalarse como un real
medio de comunicación (por ahora, y haciendo
honor a su propuesta, esta posibilidad todavía
es virtual).
Se propone entonces considerar algunos
aspectos que permitan evaluar la competencia
de la red como medio de comunicación, es decir,
Internet como fuente de información, como
medio de comunicación tanto en su aspecto
comercial como social. No sólo para pensar un
futuro mejor para la red, sino para demostrar,
también, que ya no es un problema de
tecnólogos, que han hecho más de lo que la
gente puede apreciar y utilizar, sino una
cuestión de otros actores sociales, que deberían
superar sus miedos o sus prejuicios para mejorar
la propuesta que hoy da Internet, sobre todo
para el gran público.
De técnica de información a medio social de
comunicación
Antes de resolver si Internet es un medio de
comunicación revolucionario, corresponde
preguntarse si es efectivamente un medio de
comunicación. Según Wolton, para que haya
comunicación de tipo mediático es necesario un
vínculo entre el emisor, el mensaje y el receptor,
es decir una representación de quién habla, a
quién habla, mediante qué mensaje, con qué
intención y a través de qué medio de recepción
( ) no hay medios de comunicación sin
representación a priori de un público (Wolton,
2000: 110). Esta lógica sustentó los llamados
sistemas de comunicación de oferta, que
ofrecen una programación fija en función de
una estimación del público al cual dirigen sus
propuestas de programación. Y aquí reside la
principal diferencia de Internet con los medios
tradicionales. La Red es un sistema de
información vastísimo y ubicuo, pero que por su
naturaleza carece de una representación
específica de una audiencia: cualquier persona
en el mundo puede acceder a cualquiera de los
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 7-17. ISSN 1668-0227
9
Amado Suarez, Adriana
Internet, o la lógica de la seducción
sitios de información. Es éste, por ejemplo, uno
de los grandes dilemas con los que se enfrentan
los portales, que pretenden ser las vías de
acceso a tal diversidad de información y
convertirse en el punto convergente de
propuestas -como un evolucionado canal de
televisión- para audiencia de intereses
incompatibles.
Por otro lado, los medios de comunicación son
estables. Los lectores de periódicos basan su
relación con un medio a partir de un sólido
contrato de lectura, que determina tanto las
expectativas del lector con relación a su
periódico, cuanto el tratamiento que cada
medio dará a las noticias. De manera similar, los
televidentes conocen de antemano las reglas de
comunicación, de modo que saben claramente
cuál es el espacio de la ficción, de las noticias y
de la publicidad, sin que tenga que estar
indicado en cada caso. Las tecnologías, en
cambio, son de por sí variables, y no ofrecen una
condición de recepción clara para el navegante.
Desde la imposibilidad de establecer la
legitimidad de la fuente (¿cómo saber que la
persona que suscribe una información es quien
dice ser?), hasta la dificultad de encontrar un
parámetro que registre las situaciones de
intercambio informativo (¿cómo acceder a la
página publicada ayer, en las mismas condiciones
en que fue publicada?). Mientras el diario tiene
una entidad común y un contenido informativo
definido para cada una de sus ediciones, resulta
difícil recuperar un mensaje emitido en Internet.
Si el sitio decidió eliminar algún contenido, el
navegante no tiene forma de reponerlo (una
situación común es la de los archivos de consulta
libre que luego de un período pasan a ser
tarifados). Esta es la situación que aprovechan
aquellos que ofrecen contenidos que pueden ser
considerados ilegales, como la pornografía o los
fanatismos ideológicos, que cambian de
identificación y de servidor periódicamente para
evitar su responsabilidad legal sobre los
mensajes. Incluso en un ámbito de intercambio
informativo que pueden considerarse
totalmente ético, las direcciones, el formato, la
ubicación de los archivos, los contenidos,
cambian constantemente en Internet,
resultando dificultosa cualquier referencia al
pasado. Esto también crea resistencia entre los
visitantes habituales, que se encuentran con
cambios de formato cíclicos, que les dificultan la
consulta (situación totalmente opuesta a lo que
ocurre con los diarios impresos, que como saben
que sus lectores resisten los cambios,
introduciendo las modificaciones de estilo de
manera gradual, para no atentar contra este
10
contrato de lectura establecido).
Por otro lado, no puede olvidarse que la Red fue
concebida primero para usos militares, después
como lugar de intercambio académico, y
actualmente, se prioriza su uso comercial. Es
decir, que Internet no parece haberse pensado
nunca a sí misma como un medio de masas, sino
como un lugar de intercambio personal.
La seducción del control
¿Cuáles son las razones, entonces, para que
muchos defiendan su carácter de medio de
comunicación? Hay varias circunstancias que
convierten a Internet en un medio muy
atractivo. En primer lugar, significa un desafío al
tiempo, porque el intercambio de información
parece más rápido que en la comunicación
humana (sensación que se tiene cuando se
manda un mismo mensaje a cientos de
destinatarios, pero que se diluye cuando uno
debe contestar cada uno de los emails que
recibe en la casilla). En segundo término, crea la
ilusión de pertenencia a una comunidad, sin las
desventajas de la interacción cara a cara:
cualquier persona puede pertenecer a un canal
de discusión sin tener que mostrar sus créditos
académicos; o puede encarar una relación
íntima sin siquiera tener que dar a conocer sus
reales características personales. Todo lo cual
genera una atractiva sensación de libertad de
acción y de desafío a los límites geográficos o
sociales: La velocidad es el poder mismo
(Virilio, 1997: 17).
Pero el aspecto más interesante para proponer
a la Red como un medio de comunicación es que
permite una irrestricta circulación de
comentarios, rumores, trascendidos, fanatismos,
sin la responsabilidad que genera la misma
información publicada en un medio masivo.
Como señala Kelly, Donde antes había un único
fanático para cada idea, ahora hay una página
web para cada idea de un fanático; muy pronto
puede haber hasta 10.000 entusiastas para cada
fascinación (Kelly, 1999: 186).
Fascinación que se alimenta también desde los
mensajes publicitarios, que plantean Internet
como una necesidad y una condición para entrar
ya no en el futuro, sino en el mundo actual. No
podés no tener tu email, exige el portal UOL, a
la par que la empresa Oracle promete en
nombre de la red Todas las respuestas que Ud.
necesita. En el mismo sentido, el eslogan de
Microsoft desafía ¿Hasta dónde quiere llegar
hoy?, ofreciendo para lograrlo un sistema
operativo que permite manejar Mi
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 7-17. ISSN 1668-0227
Amado Suarez, Adriana
computadora y Mis documentos.
Esta sensación de control que ofrece la
informática, es una clara ventaja con relación a
los medios tradicionales. En éstos, el receptor es
un espectador, término que tiene una
connotación de pasividad frente al espectáculo
del que es testigo. En los medios electrónicos se
habla de navegantes, es decir de personas que
eligen su ruta, y así lo muestra la etimología del
término cibernética, tomada del griego
kybernetiké [h kubernhtikh], que es el arte de
gobernar una nave.
Llegado a este punto merece citarse una frase de
Rousseau, que sentencia que No hay forma más
perfecta de dominio que aquella que preserva la
apariencia de libertad. Y que es más que
oportuna porque la libertad de los internautas no
sólo es aparente, sino que está bastante acotada
a ciertos grupos sociales y países.
Por empezar, el dato más contundente es que a
marzo de 2000 sólo el 5% de la población
mundial tenía acceso a Internet. Si se analiza
además las cifras de participación por
continentes sobre el total de navegantes, se
aprecia una fuerte desigualdad, que reduce a
una mínima expresión la cantidad de usuarios de
este canal en países periféricos.
Esta situación se comprende al evaluar las
razones estructurales y culturales que
representan altas barreras para la penetración
y masificación de esta tecnología. Dentro de las
estructurales pueden señalarse la necesidad de
contar con conexiones telefónicas, o los
requisitos para el acceso y manejo de aparatos
con elevado grado de complejidad, como son las
computadoras. Aníbal Ford (1999) señala que los
países más pobres tienen poco acceso a los
teléfonos, condición necesaria para la conexión a
Internet. Analizando las cifras que arroja el
Informe sobre el desarrollo humano (PNUD,
1998), concluye que a pesar de su antigüedad,
el teléfono es menos democrático que la
televisión (Ford, 1999: 130). Para ilustrar
someramente esta afirmación, considérese que
Canadá tiene 59 teléfonos por cada 100 personas;
Estados Unidos, 62,6; y España, 38,5 (estos tres
países tienen 714, 8 y 404 televisores por cada mil
personas, respectivamente). En el otro extremo,
Brasil cuenta con 13,4 teléfonos por cada 100
habitantes; Argentina, 16; Sudáfrica, 9,5; Irán, 7,6;
e India, 1,3 (que cuentan con 222, 219, 109, y 51
televisores por cada mil personas,
respectivamente según el mismo informe).
A ello se suman cuestiones culturales y sociales,
que plantean dificultades para acceder a este
canal, de diverso grado de complejidad. Y este
aspecto plantea una de las tantas paradojas que
Internet, o la lógica de la seducción
conlleva Internet. Por un lado representa una
posibilidad de acceso de sectores menos
favorecidos económicamente a bienes
culturales, pero por otro, al concepto de
alfabetización, opone el de analfabeto
funcional, que señala que el dominio de la
lectoescritura no garantiza la posibilidad de
manejo de una computadora y un adecuado
acceso a la información. En este sentido, muchos
también señalan el efecto discriminador de
Internet, al acentuar la brecha entre los
distintos segmentos socioculturales.
Ante este planteo, cabe aclarar que no se
discute el valor de Internet como canal de
comunicación. Es innegable que Internet Es un
sistema de transmisión y acceso formidable a un
número incalculable de informaciones (Wolton,
2000: 112). Sin embargo, se impone relativizar
el valor de esta ventaja y contextualizarla en la
realidad de cada sociedad.
Usos reales y promesas virtuales
Internet ofrece una serie de usos seductores: el
uso de la web ofrece contenidos,
entretenimientos, noticias, posibilidad de
comprar en cualquier lugar del mundo sin salir
de casa, formar parte de grupos de discusión,
hablar (o mejor, chatear para usar el
neologismo) con personas con las que uno no
hubiera tenido contacto en la vida. Sin embargo,
los internautas se empeñan en limitarse a usar
servicios básicos: el correo y la búsqueda de
información. Según un informe publicado en
Harper (1998), una de cada tres personas
utilizan Internet para recibir y enviar emails y
para búsquedas de investigación; uno de cada
seis lo hacen por la curiosidad que les despierta
el medio, la misma proporción que lo hace para
informarse de las noticias. Más restringidos son
los usos relacionados con la información de
negocios y financiera (uno de cada ocho
personas), y con el entretenimiento (una de
cada doce). Menos del diez por ciento se conecta
a la red por trabajo o por temas educativos.
Un informe de 1999 de la consultora Prince &
Cooke señalaba que la proporción se mantenía,
habiendo aumentado a más del 90% los
usuarios de servicios de correo electrónico
(indicando también que sólo un tercio de los
usuarios hogareños se conectaban con la World
Wide Web). Una encuesta, publicada en el diario
La Nación, y llevada a cabo en marzo de este
año con usuarios de Capital Federal -el universo
más privilegiado en lo que hace al uso de
Internet en nuestro país- señalaba guarismos
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Amado Suarez, Adriana
Internet, o la lógica de la seducción
similares: 38% de los usuarios la empleaban
para investigación o estudios, un 30% para
trabajar y un 26% para entretenimientos.3
En lo que hace a la gran promesa comercial de
Internet, el e-commerce, los datos no son más
alentadores. La misma encuesta antes citada
señala que sólo el 3% del total de la muestra
había hecho una compra por el canal electrónico.
Sólo los grandes sitios han podido mantenerse
como negocios prometedores (ya que todavía
ninguno ofrece las pingües ganancias esperadas).
Con la paradoja de que los artículos que más se
venden en la red son los libros, es decir, aquellos
soportes que se amenazaba con desplazar.
Tampoco los contenidos han cubierto las
expectativas que se les habían puesto. Es cierto
que Internet permite a los investigadores
acceder a fuentes de información que hubieran
sido excluyentes sin la red y permite que con el
único costo de una llamada telefónica local, se
acceda a medios de comunicación de cualquier
parte del mundo (que obviamente tengan su
sitio Web). El 60% de los lectores de la versión
on line del New York Times jamás tuvieron un
ejemplar impreso en sus manos, lo que muestra
el aspecto poderoso que la red ofrece para la
difusión de información. Pero paradójicamente
los sites más visitados y las imágenes más
bajadas se relacionan con la industria de la
pornografía (razón por la que muchas
empresas se vieron obligadas a restringir el
acceso a la red de sus empleados), así como el
80% de los CD ROM´s vendidos sean de juegos.
Esto muestra el absurdo de especular con una
demanda dirigida a los contenidos culturales
considerados prestigiosos.
Esta desviación de los cibernavegantes hacia
propuesta banales o poco esperables, también
muestra el flanco más débil de la Web como
vehículo de contenidos publicitarios. Los avisos
en Internet comenzaron en octubre de 1994,
con el primer banner vendido por Hotwired. En
cinco años la industria de la tecnología puso
altas expectativas en las posibilidades que
brindaba Internet para los anunciantes. Tantas
que llevó a que muchos proyectos de Internet
basaran su plan de negocios principalmente en
los ingresos por venta de espacios publicitarios.
Las cifras muestran que incluso los sitios más
visitados como www.yahoo.com o
www.lycos.com (recientemente adquirido por la
multinacional Telefónica de España, para
integrarlo en su portal www.terra.com), tienen
un alto porcentaje de sus espacios publicitarios
sin vender ( que representa el 40% o más en
algunos sitios).
12
Este ha sido quizás el golpe más duro para los
que veían en Internet su sueño de riquezas. Y
también es el ejemplo de cómo la falta de un
análisis cabal, hecho desde una perspectiva real
y social, puede hacer fracasar el más promisorio
de los proyectos. Las promesas virtuales se
concretaron en eso: virtualidades que se
proponían como originales por desconocer que
muchas de las técnicas que se decían novedosas
ya habían sido utilizadas antes, incluso cuando
las compras hechas a distancia se hacían en vehículos
de tracción a sangre (el e-commerce es heredero
directo de la antigua compra por catálogo).
Analizemos entonces algunos ejemplos de los
factores que la publicidad y el comercio por
Internet postulaban como prometedores y que
fueron debilitándose por el uso y el
comportamiento real de los usuarios.
Promesa 1: Internet permite segmentar por
contenido y contexto. La forma más sencilla de
generar segmentación es por afinidad de las
personas con la información que buscan o la
actividad que mantienen en Internet. Este
criterio, que determina la selección de un
vehículo (programa de televisión o de radio) en
función de la audiencia afín supuesta, se ha
utilizado desde siempre en los medios masivos.
La superación estaba en que la realimentación
que ofrece un sitio de la red es inmediata y
puede ser recibida directamente por el emisor.
Esto es, una empresa que comunica en televisión
depende de los informes de rating o de los posttest publicitarios para evaluar la efectividad de
su comunicación, en cambio el anunciante de un
sitio puede tener sus informes a diario. La
realidad demostró que son muy pocos los
anunciantes que pueden reaccionar con tanta
flexibilidad y cambiar sus ofertas y contenidos
publicitarios (por lo que sí funcionó para los sitios
totalmente virtuales, en la administración de su
propio contenido, como el caso de la librería
virtual www.amazon.com).
Promesa 2: Internet permite conocer con
exactitud el perfil de sus usuarios. Cada vez más
las empresas acumulan datos de sus clientes
actuales y potenciales con la esperanza de
establecer un vínculo más personal y garantizar
con ello su fidelidad. La realidad muestra que
difícilmente haya una empresa que haga una
explotación inteligente de los datos,
principalmente por los costos del procesamiento
adecuado de información. Prueba de ello son las
administradoras de tarjetas de crédito, que
conocen perfectamente los intereses,
necesidades y debilidades de sus usuarios por el
solo hecho de administrar sus pagos, pero rara
vez usan estos datos para hacer una propuesta
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adecuada (los catálogos de productos que
envían por correo son una muestra de que
venden lo que tienen, estimulando al comprador
a adquirir artículos que ni siquiera sabía que
necesitaba). Nuevamente la velocidad era la
ventaja de la red junto con los recursos de
procesamiento que ofrecía para la
administración de datos. Sin embargo, se
encontró con dos obstáculos. Por un lado, el
registro, para ser completo y eficiente, debe
provenir del propio interesado, que no siempre
está dispuesto a dejar sus datos sin garantía de
confidencialidad (cosa que en nuestro país ni
siquiera cuenta con un marco legal). Por otro, la
misma virtualidad de la relación, es decir, la
ausencia de un vínculo físico, implica un margen
de error: o bien el usuario puede decir que es
quien no es o que tiene pasatiempos que no
cultiva, o bien puede suceder que sus compras o
búsquedas no siempre tengan que ver con sus
auténticos intereses (puede comprar libros por
encargo de terceros, pero el programa asumirá
que le interesan y seguirá mandando ofertas
relacionadas a esa compra).
Promesa 3: Internet permite al sitio identificar
al visitante. Esta tecnología hace posible saludar
al usuario con nombre y apellido cada vez que
ingresa al sitio, o recibirlo con una propuesta
que responde al último pedido realizado, dado
que permite identificar, por ejemplo, la
computadora que se conecta al sitio (además de
por cuánto tiempo, en qué momentos, con qué
sistema operativo, de qué tipo de máquina se
trata, etc.). Claro que esta información es
anónima a menos que se cruce con otros
parámetros más personales. La desventaja es
que este método es intrusivo, es decir, atenta
contra la privacidad del usuarios, así que los más
expertos ya oponen tecnología (disponible
gratuitamente en la red) para evitar la
instalación en su computadora de cookies
(nombre con el que se conoce a los archivos que
permiten la posterior identificación). De todas
maneras, un navegante puede ceder sus datos y
autorizar la instalación de estos archivos, si esto
le garantiza algún beneficio compensatorio. El
problema es que los sitios raramente piensan en
los beneficios para el consumidor, y se limitan a
utilizar la tecnología para enviar más
información publicitaria, que el navegante opta
por ignorar, si no decide finalmente abandonar
la visita del un sitio que se muestra tan
desesperado por vender algo.
Promesa 4: Internet permite personalizar. La
propuesta verdaderamente atractiva de
Internet es que a los perfiles que el propio
consumidor declara, se suman los que evidencia
Internet, o la lógica de la seducción
su comportamiento en la red, y los resultados
del cruzamiento de datos con los de otros
consumidores que tienen comportamientos
similares. Por ejemplo, amazon.com brinda
sugerencias de libros comparando compras de
otros clientes interesados por los mismos títulos.
Además, las variables son analizadas de manera
dinámica y en tiempo real: esto significa que una
vez identificado un dato, la comunicación se
adapta de inmediato. Estos programas de
análisis de perfiles y personalización se conocen
como CRM (Customer Relationship Management) y constituyen la instancia de desarrollo
por la que están empezando a transitar, o ya
están transitando, todos los sitios de la red.4
Este recurso es lo que hizo que muchos hablaran
de narrowcasting, en oposición de broadcasting,
es decir la emisión de mensajes dirigidos a
audiencias segmentadas -y por tanto más
precisos y adecuados- como superación a los
sistemas de emisión masivos, es decir, a
audiencias indiscriminadas. Sin embargo, aquí
también parece haber una confusión: There is,
however, an important difference between
personalization and narrowcasting: in latter
case, the individual still is receiving information
packaged by someone else and it may arrive
wether one requests it or not. Whats novel
about personalization, by constrast, is the ability
of individuals to decide what information they
receive an how they receive it (Shaphiro, 1999:
46). Esta confusión entre narrowcasting y
personalización, llevó a acuñar el concepto mass
customization, oxímoron que alude a la
posibilidad de personalizar masivamente. Es
decir, se pretende combinar lo mejor de los dos
mundos: el poder de penetración de los medios
tradicionales con la posibilidad de adecuarlo a
cada individuo. Lo que muestra que aún la
deseada personalización debe adaptarse a las
leyes de la economía a gran escala para poder
sobrevivir a las reglas del mercado.
Estas promesas a su vez alimentaban un nuevo
proyecto publicitario, que confiado en su
efectividad se construyó desde un modelo de
pago por aviso visto, es decir, que garantizaba
que los anunciantes pagarían sólo las
comunicaciones efectivamente realizadas. El
parámetro inicial -porque ahora convive con
otros esquemas más tradicionales- de compra
de publicidad en Internet es el CPM, que es el
costo que tiene la aparición del logo o el
elemento publicitario en mil oportunidades, con
independencia del tiempo o el lugar de
aparición. Sin embargo, el modelo ya está
evidenciando ciertas limitaciones. Por un lado,
los bajos índices de lo que se conoce como click
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Internet, o la lógica de la seducción
through, o la gente que desde la publicidad
ingresa a la página del anunciante, muy por
debajo del 1%, muestra que la visualización de
una imagen no siempre garantiza la atracción
efectiva del visitante. Es cierto también que en
los medios masivos, la efectividad de la
comunicación es un tema sin una solución, pero
esta limitación se compensa con la llegada
masiva del mensaje y, paradójicamente, su costo
menor. Aquí se plantea el segundo aspecto que
parece haber sido descuidado en la planificación
publicitaria on line: los costos. Mientras los
costos del CPM en Internet oscilan entre $ 20 y
$ 45, según el sitio, el costo para llegar a mil
personas a través de un programa de alto rating
televisión es de $ 12 (proporción que se
mantiene tanto si se considera la TV de
Estados Unidos como la de la Argentina)5. Si
se compara con un aviso de una página en
una revista dominical de un diario de alta
circulación, el índice para las mil personas es
de $ 25, aproximadamente. Es decir, las
cifras desalientan a los anunciantes, que
prefieren todavía el impacto simultáneo y
acotado geográficamente que dan los
medios tradicionales.
Estas observaciones muestran que Internet se
ha encontrado con algunas barreras para su
crecimiento, la mayoría de las cuales surgen de
la imprevisión de los ideólogos de la red, o de
subestimar el poder de los medios conocidos. La
industria cometió aquí el pecado de soberbia y la
publicidad pecó también de exceso de humildad.
Los expertos tradicionales se consideraron
analfabetos funcionales y por dignidad se
retiraron de la escena digital, dejando el tema
en manos de soñadores y programadores, que
conocían mucho de código HTML pero poco del
comportamiento real del consumidor. Es decir,
otra vez, la irreflexión determinó la acción.
Virtual o real: ésa ya no es la cuestión
Si Internet quiere consolidarse como medio de
comunicación debe enfrentar varios desafíos,
dado que la tecnología de suyo no crea
comunicación, a menos que se trabaje en un
proyecto cultural y social.
Existen tres tipos de comunicación: la directa, es
decir el intercambio comunicativo entre
individuos; la tecnológica, o de las tecnologías
que sirven a los procesos de comunicación, y la
comunicación social y política. Entonces El
problema que presenta la ideología tecnológica
propia de las nuevas tecnologías de la
comunicación radica en que cuando se
14
determina la dimensión tecnológica, se
subestima la importancia de los datos culturales
y sociales; incluso se llega a creer que el cambio
tecnológico es el principal factor de cambio,
mientras que el modelo cultural y el proyecto
social se consideran como secundarios (Wolton,
2000: 228). De ahí que en nombre de la
globalización se pretendiera instalar los mismos
modelos de Internet en todos los países, y la
condición de éxito de un sitio fuera la cantidad
de países en los que tiene presencia activa. La
realidad mostró que no sólo era cuestión de
traducir las páginas a varios idiomas.
Es por ello que un número considerable de
países con identidades mal asentadas se
enfrentan al poder de las industrias de la
comunicación, las cuales en nombre de la
modernidad, del libre intercambio, de la
hibridación de culturas y de la mundialización,
desean hacer tambalear los reglamentos
frágiles a favor de la identidad nacional para
alabar los méritos de los nuevos medios de
comunicación (Wolton, 2000: 78). Pero las
cadenas de televisión que buscaron mundializar
su oferta informativa, comprobaron que las
audiencias les están siendo esquivas, al igual que
los portales descubren que su propuesta global
sólo es posible con la adecuación local de
contenidos y lenguaje.
Por otro lado, el problema ya no es el acceso a la
información sino desarrollar la capacidad de qué
buscar. No todo puede ser Hágalo Ud. mismo:
tenga su propia página, edite su propio
periódico, realice su tesis doctoral sin tutoría.
Cada vez hacen falta más intermediarios que
sepan capitalizar las funciones de selección y
legitimación de la información. No en vano
siguen siendo los medios con existencia real,
como diarios o cadenas de televisión, los que
reciben más consultas en sus sitios. Pero
precisamente este ejemplo muestra que el
medio no es el soporte: el diario no es el papel ni
la pantalla. Es algo más, y por eso más que
nunca resulta necesario que Internet se integre
a otros medios de comunicación y canales de
información, en lugar de desestimarlos. Los
diarios por ejemplo, han descubierto el valor de
la sinergia: el último congreso de la Asociación
Mundial de Periódicos (WAN) mostró un
crecimiento de la circulación de diarios, en
muchos casos motivada por la incorporación de
jóvenes lectores que se pusieron en contacto con
la prensa gracias a Internet.6
Si se valora el aporte de Internet a la educación,
queda claro que la lógica es la inversa: es decir
qué puede tomar la educación de Internet. En
este campo, la red brinda inmejorables
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oportunidades: manejo de tecnologías culturales
masificado, aprovechamiento de técnicas para
lograr una enseñanza ilustrativa y facilidad de
acceso a publicaciones y bancos de datos (Schulz7
en Thesing y Priess, 1999: 393). Sin embargo
estas ventajas no atemperan los riesgos, dentro
de los cuales el más peligroso es el del aumento
de la brecha de conocimientos: la multimedia
confirma una teoría ya conocida en la ciencia de
la comunicación: la teoría del abismo de los
conocimientos ( ) ver televisión hace más
inteligentes a los inteligentes y estupidiza más a
los estúpidos (Bergsdorf 8 en Thesing y Priess,
1999: 87). Este punto lleva a reflexionar a su vez
acerca de un emprendimiento educativo oficial,
un portal denominado www.educ.ar, impulsado
por la donación millonaria de un particular y
apoyado por el Ministerio de Educación, que
busca proveer a todas las escuelas del país de
acceso a internet. Es obvio que la igualación
tecnológica no nivela de por sí la multiplicidad de
factores culturales y sociales que atraviesan la
condición educativa de los alumnos y docentes
de todas las escuelas del país. De hecho, el
acceso al medio no está determinado solamente
por la conexión o por el soporte tecnológico (que
es lo que prevé el proyecto inicialmente), sino
también -y fundamentalmente- por la capacidad
de aquellos a los que va dirigido de incorporar y
utilizar adecuadamente los beneficios que
ofrece. Un ejemplo contundente de ello es que
menos del 2% de los contenidos informativos en
internet están en idioma español (Ford: 1999), lo
que muestra que la competencia idiomática es
factor de exclusión contundente si se quiere
aprovechar el medio en su globalidad. Es obvio
que es un paso importante para mejorar las
condiciones de acceso a los bienes culturales de
todas las escuelas del país, pero deberá estar
acompañado por un proyecto social, para que el
beneficio tecnológico brinde sus frutos. Como
manifestó Roger Chartier en un artículo
publicado en Le Monde En un mundo castigado
por el analfabetismo y desgarrado por
desigualdades y exclusiones, la tarea de la
educación requiere una toma de conciencia
colectiva y decisiones políticas muy alejadas del
futuro ideal que prometen los profetas
(interesados) de la felicidad electrónica.9
Relacionado con este tema está la cuestión de
los libros y su función como soporte educativo.
Porque si bien por un lado, la red brinda la
posibilidad de acceso a material inédito o de
ediciones agotadas, complementando la oferta
editada, debe tenerse en cuenta que la versión
digital implica una pérdida del mensaje que
ofrece el contenido impreso. Además la
Internet, o la lógica de la seducción
multiplicidad y fragmentación no siempre son
aliadas de la calidad educativa. La preferencia
por la multiplicidad fragmentaria de materiales
y el consiguiente rechazo del libro, oculta el
miedo a la confrontación con un mundo
enunciativo singularizado. Es en definitiva, un
miedo al Otro (Verón, 1999: 146), miedo que se
transforma en el vacío que la propiedad
intelectual encuentra en Internet. A la
posibilidad de editar un libro sin depender del
circuito comercial, ventaja indiscutible de la red,
se opone la falta de protección de los derechos
de autor. En el mismo sentido se plantea la
trivialización de las propuestas culturales y su
relación, muchas veces oculta, con propuestas
publicitarias o proyectos comerciales. Un
ejemplo de esto es el lanzamiento del último
libro del escritor Ernesto Sábato, que prometía
su versión digital en Internet y que tematizó en
los medios periodísticos la cuestión de los libros
digitales durante la semana previa al
lanzamiento de la obra, pero que apuntaba
principalmente a la estrategia de promocional
de la editorial y los medios asociados.
Otro aspecto a considerar es la función de
Internet como fuente de información, caso en el
que debe luchar contra dos limitaciones. Por un
lado superar la saturación informativa que
brinda un medio con más de un millón de sitios
registrados. Pero por otro, y más importante,
garantizar la confiabilidad de las fuentes. Y en
este punto, al aspecto educativo, se suma el
periodístico.
Ramonet da un ejemplo al referirse al Caso
Lewinsky, que comprometía al presidente
Clinton con una becaria de la Casa Blanca: un
tal Matt Drudge envió a su servidor de Internet
el contenido de las conversaciones telefónicas
grabadas por la amiga denunciadora de
Lewinsky, Linda Tripp. La revista Newsweek
había dudado en difundir esas informaciones,
tomándose tiempo para verificar la información.
Pero Matt Drudge no albergó ninguna duda
(Ramonet, 1998:14). Esto muestra como la
ventaja es a la vez un gran riesgo, porque la
velocidad de información no siempre es garantía
de veracidad, y puede ser un factor que melle la
confianza de la red como fuente de información.
De hecho, según una investigación que hizo la
publicación estadounidense Brills Content, de las
51 historias publicadas en
www.drudgereport.com entre enero y
septiembre de 1998, sólo 11 eran verdaderas.10
Como señala Al Neuhart, fundador del diario
estadounidense USA Today, Lo que debe
preocupar a los periodistas es encontrar formas
de reunir información de una manera cada vez
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Amado Suarez, Adriana
Internet, o la lógica de la seducción
más cuidadosa, más confiable, sea para los
diarios, para la televisión o para Internet ( )
Todas las decisiones son difíciles cuando se trata
de presentar noticias para el público.11
Desafíos de Internet: del narcisismo
a la socialización
Muchas de las paradojas señaladas surgen del
choque entre la información que circula en la
prensa y la que es producto de una investigación
y una reflexión subsidiarias. La contradicción
surge entre los presupuestos y los resultados, o
entre datos en apariencia complementarios,
pero que un análisis profundo muestra por lo
menos contradictorios.
Por eso como primera medida es necesario
contrarrestar lo que Debray llama el narcisismo
tecnológico, que se evidencia en el hecho de que
los mass-media cada vez hablan más de los
mass-media. Y en los periódicos, la página
comunicación se agranda a la vez que se
reducen las informaciones (del mundo exterior).
Con ello se demuestra que en un mundo
íntegramente mediatizado las mediaciones no
pueden ya sino mediatizarse también, hasta
borrar ese espacio vacío, esa carencia exterior
que hasta ahora había estructurado como un
remordimiento nuestro fuero interno y al que
llamábamos lo real. (Debray, 1998: 254)
Porque así como durante el último año mucha
prensa se ha dedicado a hablar graciosamente
del boom de Internet, de los billonarios de la
red, entre otros clichés, ahora a la luz de
algunos fracasos, ha comenzado un mea culpa
de signo contrario. Una muestra de ello son las
notas que publicaron los diarios de mayor
circulación los últimos meses: Millonarios
virtuales: Son muy jóvenes, sus sitios en Internet
valen oro. Pero tienen los bolsillos vacíos.,
planteaba en la tapa la revista La Nación, del 21
de mayo de 2000, o más directamente el
suplemento económico del diario Clarín del 9 de
julio de 2000 pronosticaba en su nota de tapa
Fin de Fiesta: Las empresas de Internet luchan
por sobrevivir, citando como referencia un
informe del Gartner Group que determina que
desaparecerán 9 de cada 10 empresas (claro
que este informe ya tenía tres meses circulando
en Internet, es decir se conocía antes de que la
comitiva presidencial presentara ante el
presidente de los Estados Unidos a los
empresarios punto com de la Argentina como
promesa del desarrollo del país).
Este incipiente derrotismo reemplaza al
16
exitismo de los meses anteriores, pero uno y
otro no dejan de ser lo mismo con diferencia de
grado. Internet no es ni dios ni el diablo, pero
puede ser las dos cosas al mismo tiempo.
Sería más saludable para la red que el fracaso
sea analizado desde los errores de apreciación
que generaron las expectativas desmesuradas
que el canal no pudo cubrir. Es la misma
deducción de aquellos que niegan el valor de la
televisión pública porque no ofrece una
programación culturalmente aceptable.
Nuevamente el error está en confundir el mapa
con el territorio.
Y que se plantee la necesidad de abrir el juego
al mundo real. Internet no necesita una
comunidad virtual, sino usuarios reales con
necesidades reales, interpretadas desde
profesionales que conozcan el mundo real. Éste
puede ser el camino para aprovechar el
verdadero potencial de Internet y su poder
democratizador, en el de la apreciación Umberto
Eco: Hay un universo al estilo Orwell, fundado
sobre tres clases, ya no marxistas: los que están
en interrelación activa con la red, la pequeña
burguesía de usuarios pasivos (como, por
ejemplo, el empleado de una compañía aérea
que utiliza la pantalla para conocer el horario de
los aviones) y la clase proletaria, que lo único que
hace es mirar la televisión. Y como el hijo de una
familia pobre puede aprender rápidamente a
utilizar Internet, la división de clases ya no estará
más fundada en torno a la riqueza.12
Notas
1
Veáse el interesante análisis que realiza Aníbal Ford
(1999) con relación a los contenidos educativos que
ofrece este soporte.
2
Hyland, Tom. Why Internet Advertising?.
En www.iab.net.
3
Encuesta Uso y acceso a Internet en la Capital Federal,
realizada por el Centro de Investigación y Finanzas de la
Universidad Torcuato Di Tella, www.utdt.edu/
departamentos/empresarial/cif/cif.htm. (Encuesta
telefónica por sistema C13 CATI, sobre 302 casos, en
febrero de 2000, con error estadístico +/- 5,5%).
Publicada en el diario La Nación, edición del 23 de abril de
2000, Sección 2, p. 4.
4
Los principales proveedores de este tipo de programas
de personalización son Art Technology Group
(www.atg.com), Broadvsion (www.broadvision.com),
Net Perceptions (www.netperceptions.com), y
GuestTrack (www.guesttrack.com).
5
Boyce, Rick, Exploding the Web CPM Myth,
publicado en www.iab.net.
6
Véanse los artículos La lectura de la prensa escrita
aumenta en numerosos países a pesar de Internet
(diario El País, Madrid, N° 1503, 14.6.2000); Claudio
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 7-17. ISSN 1668-0227
Amado Suarez, Adriana
Escribano, La prensa goza de buena salud en diario La
Nación, Buenos Aires, 13.6.2000; y Fernán Saguier,
Internet no es enemiga de los diarios, fomenta la lectura
en diario La Nación, Buenos Aires, 26 de marzo, 2000.
7
Winfried Schulz, Nuevos medios de comunicación:
oportunidades y riesgos, en Thesing y Priess, 1999, pp.
385-418.
8
Wolfgang Bergsdorf, La gran responsabilidad de los
medios en la sociedad informática, en Thesing y Priess,
1999, pp. 81-93.
9
Reproducido por el diario Clarín, edición del 12 de junio
de 2000, bajo el título Falsas promesas de felicidad
electrónica.
10
Drudge Report: el amarillismo en Internet, publicada
en la revista Un Ojo Avizor, Buenos Aires, N° 10, marzoabril de 1999.
11
Grillo, Cristina, Jornais e Internet se complementam:
Al Neuharth, que ajudou a fundar o USA Today não crê
em conflito, Folha de São Paulo, San Pablo, 19 de junio,
2000, p. 12.
12
Eco, Umberto, citado por Eduardo Febbro, en La
pelea del siglo en Radar, 23 de enero, 2000, p. 14.
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Bettendorff, María Elsa
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El tercero del juego
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 19-24. ISSN 1668-0227
Bettendorff, María Elsa
El tercero del juego
El tercero del juego
La imaginación creadora como nexo
entre el pensar y el hacer
María Elsa Bettendorff*
Resumen / El tercero del juego
Desde un análisis crítico, la autora afirma que la divulgación masiva de los avances de la
tecnociencia, y el territorio del saber legítimo aparentan abrir sus fronteras al ciudadano, sin
embargo la distancia entre el conocimiento general y el conocimiento especializado constituye
una brecha que obtura la realización armónica del proceso social. En la búsqueda de una
justificación tentativa para la imbricación entre teoría y praxis sitúa, desde un punto de vista
semiótico la noción de relación, a través de un tercer elemento vinculante, la creatividad o la
imaginación creadora. Sobre el foco de la creatividad sustenta la posibilidad del sujeto de indagar
por sí mismo acerca de su entorno y sus condiciones de existencia.
Descriptores
Capacidad reflexiva / Conocimiento aplicado / Conocimiento especializado / Conocimiento general /
Creatividad / Imaginación creadora / Innovación transgresora / Pragmatismo / Tecnociencia
Summary / The third game
From a critical analyses the author affirms that the massive spreading of the advances of the
technoscience, the territory of the legal knowledge seems to open its frontiers to the citizen,
however the distance between the general knowledge and the specialized knowledge
constitutes a breach that stops the harmonic fulfillment of the social process. In the searching of
a tentative justification for the imbrication between theory and praxes it paces, from a semiotic
point of view, the notion of relation, through a third associated element, the creativity or the
creative imagination. Over the focus of the creativity it is maintained the possibility of the person
of questioning by itself about its contour and its conditions of existence.
Resumo / O terceiro jogo
Desde uma análise crítica o autor afirma que a divulgação de massa dos avanços da tecnociência, o território do saber legítimo aparentan abrir suas fronteiras ao cidadão,
todavia a distância entre o conhecimento geral e o conhecimento especializado constitui uma
brecha que obtura a realização harmônica do processo social. Na busca de uma justificação
tentativa para a imbricação entre a teoria e a práxis situa, desde um ponto de vista semiótico, a
noção de relação, através de um terceiro elemento vinculador, a criatividade ou a imaginação
criadora.Sob o foco da criatividade sustenta a possibilidade do sujeito de indagar por ele próprio
com respeito a seu entorno e suas condições de existência.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 19-24. ISSN 1668-0227
Con la divulgación de los avances de la
tecnociencia a través de los medios masivos,
el territorio del saber legítimo aparenta
haber abierto sus fronteras al ciudadano de la
posmodernidad; sin embargo, la distancia entre
el conocimiento general y el conocimiento
especializado es más grande que nunca.
En el mismo neologismo tecnociencia anida
una de las dicotomías más arraigadas en la
cultura occidental: la que señala como polos a la
praxis y a la teoría. Los planes de estudio de la
educación formal de distintos niveles y áreas de
formación recogen muchas veces, explícita o
tácitamente, esa polaridad. El concepto de
*Centro de Estudios en Diseño y Comunicación.
[email protected]
María Elsa Bettendorff: Licenciada en Letras (UBA). Profesora de la Universidad de Palermo. Profesora del Ciclo Básico Común de la
Universidad de Buenos Aires.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 19-24. ISSN 1668-0227
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Bettendorff, María Elsa
El tercero del juego
creatividad facilita el acercamiento de los
términos en juego, al intervenir como un tercer
componente con función relacional.
La tecnociencia y el juego de las semejanzas
En tiempos en que el genoma humano sintetiza
los misterios del ser y en que la reflexión
filosófica sobre la condición del hombre se
recodifica en los bits de la información
cibernética, los soportes de la vida y de la cultura
entendiendo por ésta toda la vastedad de
saberes y prácticas que regulan la existencia de
las comunidades de nuestra especie parecen
trabajar desde lo isotópico y lo fractal: al
descomponer la diversidad y la diferencia, se
descubre la unidad última aunque siempre
susceptible a una nueva instancia de análisis: del
átomo al núcleo, del protón y el neutrón al
quark de lo, en apariencia, heterogéneo.
De esta suerte de lógica elemental de las
estructuras burdamente reseñada aquí, que
encuentra antecedentes hasta en la Física
aristotélica del siglo IV a.C. ¿qué otra cosa sino
isótopos o fractales son las sustancias
homeoméricas1 del estagirita?, ha bebido
ansiosos sorbos la cosmovisión posmoderna. Si
todo es, en definitiva, semejante; si entre el
fémur lanzado al cielo por el desafiante primate
de 2001: Odisea del espacio y la nave espacial
que danza al ritmo de Strauss sólo dista la
tecnología además de la elipsis más
contundente de la historia del cine, ¿cómo
mantener la curiosidad por el cambio?; ¿cómo
recuperar el asombro ante la variedad y, más
que nada, cómo seguir pretendiendo que exista
tal variedad? Una perspectiva similar reinaba,
según el epistemólogo Gastón Bachelard, en el
cenit de la Ilustración:
Un dulce letargo inmoviliza ahora a la
experiencia; todas las cuestiones se sosiegan
ante una vasta Weltanschauung 2; todas las
dificultades se resuelven ante una visión general
del mundo, mediante una simple referencia a un
principio general de la Naturaleza. Es así como
en el siglo XVIII la idea de una naturaleza
homogénea, armónica, tutelar, anula todas las
singularidades, todas las contradicciones, todas
las hostilidades de la experiencia. (Bachelard,
1997: 99)
Estos comentarios iniciales no apuntan
advirtamos a alentar una concepción circular de
la historia del pensamiento humano; queda
claro que las ciencias, refugiadas hoy en el
inexpugnable bastión de las especializaciones,
desarrollan su tarea reveladora con la certeza
20
de avanzar linealmente en el dominio de la
realidad visible, invisible y posible posible y
real ya han dejado de ser términos
antitéticos. Pero la distancia entre el
conocimiento científico y tecnológico y la
conciencia colectiva se hace más extensa cuanto
más intervienen los medios masivos en la
divulgación léase vulgarización del primero.
Gracias a la difusión mediática de los avances de
la ciencia y la técnica, los legos nos sentimos
iluminados por el reflejo de un saber y un
poder sobre el mundo cuya verdadera
trascendencia excede ampliamente nuestra
capacidad de comprensión. Y como de un reflejo
se trata, todas las distorsiones son posibles. El
hecho es o digamos, mejor, parece ser, para
no desentonar con el relativismo que tiñe con
sutil rubor nuestro espíritu de época que el
discurso de la semejanza de la unidad intrínseca
de toda la materia, de la reductibilidad de las
teorías a un primer principio, de la
homogeneidad de las prácticas políticas,
económicas y sociales del planeta globalizado,
etc., etc. se instala en nuestro imaginario como
un verosímil que paraliza el deseo de acceder a
otros verosímiles por no decir verdades.
Varias décadas atrás, sostenían ya los filósofos de
la Escuela de Frankfurt:
La civilización actual concede a todo un aire de
semejanza [...]. Cada sector está armonizado en
sí mismo y todos entre ellos. (HorkheimerAdorno, 1969: 193)
Ese aire de semejanza denunciado por la
Teoría Crítica provendría, por supuesto, de los
vigorosos pulmones de la industria cultural y
comunicacional: el mundo tejido y destejido por
los medios es el universo de lo uniforme de la
estandarización, de los estereotipos, de la
tranquilizadora previsibilidad de las explicaciones
de los hechos más inexplicables, y encuentra su
sostén en la racionalidad técnica promovida por
los agentes del mercado de masas. La lógica de
este mercado, en conjunto, sería la de mantener
una identidad de fondo que subsiste bajo las
aparentes diferencias, con el fin de fortalecer la
unidad y la continuidad del sistema.
Algunas aserciones de Cornelius Castoriadis,
deslumbrante pensador griego contemporáneo
¿quién dijo que la filosofía griega es sólo antigua?
, nos ayudarán a apurar el paso hacia el terreno
que queremos pisar: el derecho y el deber que
asiste a cualquier ser dotado de capacidad
reflexiva de no renunciar a la interrogación
racional y a la exploración del mundo.
Ya todo está dicho y todo está siempre por
decir, hecho que, por sí mismo, podría conducir a
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 19-24. ISSN 1668-0227
Bettendorff, María Elsa
desesperar. La humanidad parecería sorda; lo es
en lo esencial [...]. Para la humanidad moderna,
tales son las relaciones entre su saber y su poder
más exactamente: entre el poder en constante
crecimiento de la tecnociencia y la impotencia
manifiesta de las colectividades humanas
contemporáneas. El término relación ya no
sirve. No hay relación. Existe un poder de la
tecnociencia contemporánea el que
básicamente es impotente, poder anónimo en
todos los aspectos, irresponsable e incontrolable
ya que no se puede asignar a nadie y, por el
momento momento bastante largo, a decir
verdad, una pasividad completa de los hombres
incluyendo a los científicos y a los técnicos por el
hecho de ser ciudadanos. Pasividad completa, e
incluso complaciente, ante el curso de
acontecimientos que todavía quieren creer
benéficos, sin estar ya completamente
persuadidos de que lo serán a la larga.
(Castoriadis, 1990: 37)
Y, más adelante:
Lo que se requiere es más que una reforma
del pensamiento humano; es una reforma del
ser humano en tanto ser sociohistórico, un
ethos3 de la mortalidad, una autosuperación de
la Razón. No necesitamos a algunos sabios.
Necesitamos que la mayor cantidad posible
adquiera y ejerza la cordura, lo que a su vez
requiere una transformación radical de la
sociedad como sociedad política, instaurando no
sólo la participación formal, sino también la
pasión de todos para los asuntos comunes.
(Castoriadis, 1990: 62)
No es un debate sobre los modos de apropiación
de los saberes legitimados socialmente entre
los cuales el científico-tecnológico cubre el
espacio de lo verdaderamente útil lo que
propone el filósofo, sino un compromiso
emocional sin fronteras intelectuales para
explicar el mundo, para actuar sobre él y sus
fenómenos, para devolver la razón con
minúscula a la Razón con mayúscula.
Castoriadis se pronuncia, de esta manera,
contra el conformismo generalizado que afecta
a nuestra llamada posmodernidad no sólo en
la esfera del conocimiento, sino también en la
de la acción conformismo que conduce,
peligrosamente, al agnosticismo político y a la
esclerosis social.
El juego de las semejanzas es, en suma, un juego
cuyas reglas permanecen ocultas para la gran
mayoría de los sujetos sociales, independientemente de su rol central o periférico en el
sistema. Si éstas son aceptadas es sólo porque la
capacidad de cuestionarlas se atribuye a esas
abstracciones que denominamos ciencia y
tecnología, cuyos rótulos protegen,
El tercero del juego
maternalmente, a los seres, los objetos y los
discursos que materializan su dominio.
La teoría, la praxis y el juego de las diferencias
A lo largo del apartado precedente intentamos
subrayar la lejanía existente entre los contenidos
del conocimiento científico-tecnológico y los
divulgados a la masa social; sugerimos también,
siguiendo a Castoriadis, que el conjunto de los
saberes de una sociedad no sólo debe movilizarse
verticalmente, sino también en forma horizontal.
En este punto, y concentrándonos ahora en la
educación formal, nos dedicaremos a revisar una
de las dicotomías más inveteradas de la cultura
occidental: praxis y teoría, dualidad ya insinuada
en la expresión tecnociencia que recogimos del
pensador griego.
Con frecuencia, los estudiantes de diferentes
niveles y áreas de formación encuentran
reproducida esa distinción en las asignaturas que
integran sus planes de estudio. Explícita o
tácitamente, el conocimiento teórico y el aplicado
se ubican y se experimentan como distintos
planos de la actividad humana: el pensar y el
hacer. Si bien la psicología cognitiva y la didáctica
misma han insistido reiteradamente en señalar
vínculos indisolubles entre el pensamiento y la
acción, la resistencia a asimilar la mutua
pertinencia de los términos en cuestión se
expresa cotidianamente en la pregunta retórica
más escuchada en las aulas: ¿para qué?
En disciplinas universitarias relativamente
recientes forjadas desde la práctica tales como
la publicidad y el diseño en todas sus
especializaciones, la impronta del hacer parece
justificar la confusión ante el movimiento
pendular que lleva de los conceptos a las
técnicas o viceversa. Por otra parte, los
basamentos teóricos de esas mismas disciplinas
se sumergen muchas veces en un eclecticismo un
tanto arbitrario, que fuerza a la convivencia con
campos del conocimiento ajenos a la profesión
pero defendidos a ultranza por la tradición
académica. Lo que se pone en juego, en este
caso, es la diferencia entre el saber
contemplativo el puro theoreo y el saber
instrumental y/o utilitario: el primero, valorado
desde la Antigüedad clásica como una actividad
propia del espíritu, autosuficiente y
autocomplaciente, y el segundo, meramente
operativo, asociado a la materialidad y a la
manipulación de lo sensible un saber inmediato
sujetado al cuerpo y al mundo exterior y,
consecuentemente, desacreditado por las elites
intelectuales.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 19-24. ISSN 1668-0227
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Bettendorff, María Elsa
El tercero del juego
Dos interrogantes paralelos hacen tambalear,
con su aparente ingenuidad, los fundamentos de
esa división: ¿es posible concebir una actividad
mental sin finalidad concreta?; ¿es posible
controlar el territorio de la materia sin recurrir a
las construcciones del intelecto? El lingüista y
semiólogo Luis Prieto ha respondido sin dudar a
estas preguntas:
Hay siempre una función, es decir, un fin
práctico [...] ligado siempre al punto de vista del
que surge la pertinencia de un conocimiento de la
realidad material; [...] no hay, por lo tanto, nunca
un conocimiento de la realidad material que sea
solamente conocimiento. [...] por otra parte, toda
praxis implica el conocimiento de la realidad
sobre la que se ejerce; conocimiento y praxis son
inseparables. (Prieto, 1977: 139-140).
El intelectualismo y el pragmatismo extremos
son posiciones que no encuentran lugar en la
reflexión contemporánea sobre el conocimiento;
sin embargo, como observa Ander-Egg (1993),
el enfoque dicotómico parece no haber sido
superado en los hechos. Como un matrimonio
acordado para después de un divorcio, las
partes involucradas se vinculan en la voluntad
declarada pero su unión efectiva se aletarga
indefinidamente en las empapeladas oficinas de
las instituciones.
Y si de instituciones hablamos, no debemos
olvidar que éstas son apenas la cara visible de la
trama que define la estructura, a la vez real e
imaginaria, de cada sociedad en un momento
determinado de su historia. En este sentido, la
línea divisoria entre teoría y praxis no sería sino
otro producto de la(s) ideología(s): es el
conjunto de valores, representaciones y
creencias de la colectividad a la que se
pertenece y dentro de la cual se desarrolla
intelectual y emocionalmente el individuo el
que determina, en última instancia, la
jerarquización e incluso la clasificación misma de
los tipos de saber que conforman su cultura. Ese
sistema de valores y representaciones está
históricamente situado; de este modo, el saber
válido nunca es independiente del interés
social en vigencia. Como ha dicho Foucault:
[...]el saber no es la ciencia en el
desplazamiento sucesivo de sus estructuras
internas, sino el campo de su historia efectiva.
(Foucault, 1983: 117)
La imaginación creadora y el juego de las
relaciones
Las objeciones a la tan arraigada distinción
entre teoría y praxis o, en palabras más
familiares y polisémicas, entre el pensar y el
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hacer no nos eximen de buscar una
justificación, al menos tentativa, para su
contrario: la imbricación de ambos términos en
una relación asociativa y no diferencial.
Desde una perspectiva semiótica, la noción de
relación implica la participación de un tercer
elemento que permita la conexión de los
términos de una dualidad. Charles Sanders
Peirce (1974) denomina terceridad a la idea
de la irrupción del elemento vinculante en este
proceso asociativo.
Apoyándonos en esa concepción, y recurriendo
al mismo tiempo a caracterizaciones
procedentes de distintas perspectivas
disciplinarias, proponemos aquí a la creatividad
o a la imaginación creadora, que tomamos
operativamente como su sinónimo como
término relacional entre teoría y praxis, entre
conceptualización y acción.
En términos generales, la creatividad suele
definirse como la capacidad de innovar tanto en
el terreno del pensamiento como en el de los
hechos concretos; desde un enfoque más
restringido, se la liga a la habilidad de encontrar
soluciones originales a determinados problemas,
e incluso a la de proponer nuevos problemas. La
pregunta obligada sería ahora la de cuál es el
origen y cuáles los límites de ese talento
creador que se atribuye a ciertos individuos; si
bien cualquier intento de responderla puede ser
considerado parcial, la mirada de algunos
autores nos proporciona ciertas claves para
comprender su dimensión.
Para el epistemólogo Juan Samaja, la llamada
imaginación creadora y apliquemos esta
caracterización tanto a las ciencias como a las
artes...:
[...] no es absolutamente autónoma; siempre
será posible, mediante una adecuada búsqueda,
recorrer la escala de saltos de analogías que el
espíritu ha efectuado hasta reencontrar un
leitmotiv4 extraído de experiencias
protagónicas. (Samaja, 1994: 140)
Podemos inferir, entonces, que esa falta de
autonomía rasgo que manifiesta el rechazo de
este autor a la idealizada visión de la creatividad
como una suerte de iluminación súbita o como
pura intuición se debe a que la posibilidad de
crear, por ejemplo, una nueva técnica para
abordar una tarea, se encuentra en el punto
medio entre la construcción conceptual y la
acción sobre el mundo: la realidad captada
desde la experiencia práctica es una realidad ya
modelizada por esquemas previos, y las
formalizaciones teóricas que surgen de esa
experiencia están también mediatizadas por
comparaciones con hechos análogos otras
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 19-24. ISSN 1668-0227
Bettendorff, María Elsa
experiencias similares o próximas que
conforman un saber anterior. Citemos otra vez a
Samaja:
Los individuos [...] se relacionan con la cantera de
metáforas y modelos preexistentes en su cultura
y en última instancia, en su lenguaje a partir de
sus abstracciones reflexionantes: de las analogías
de su praxis, de su experiencia protagónica.
(Samaja, 1994: 140)
El sujeto creador investigador, artista u
ocurrente en el ejercicio de su actividad,
específica o no trabaja desde lo percibido y
conocido, ya para asimilarlo en una nueva
perspectiva o ya para servirse de él como
parámetro de una innovación transgresora. Las
metáforas y modelos preexistentes y el mismo
lenguaje que los vehicula son más que una
impronta cultural: se emplean como matrices de
interpretación para combinarse en interacción con
la propia práctica. De allí que la experiencia
creativa se asiente en la comparación y en la
superación de saberes ya incorporados. Las
palabras del epistemólogo argentino no están
muy alejadas de las del cognitivista
estadounidense Howard Gardner cuando alude a
las hipótesis de H. Gruber, discípulo de Piaget,
acerca de la personalidad creadora:
La persona creativa busca relacionar diversas
facetas y teorías que se encuentran dispersas en
su campo de interés, a efectos de encontrar una
síntesis coherente y completa. Lo que es más, el
individuo creativo normalmente produce una
red de actividades, un complejo de búsquedas
[...]. Además de este cúmulo de actividades, el
individuo creativo también persigue una serie de
metáforas dominantes o es perseguido por
ellas. Estas figuras son imágenes de amplio
alcance [...]. Muchas veces, la clave de las
innovaciones más importantes es inherente a
estas imágenes. (Gardner, 1997: 379-380)
Estudiando los métodos de trabajo de científicos
como Charles Darwin o escritores como Henry
James, Gruber y sus alumnos descubrieron que
en sus apuntes existían ciertos motivos
recurrentes los leitmotive a los que se refería
Samaja que podrían reconstruirse en una
suerte de mapas cognitivos, a la manera de
esquemas de ideas relacionadas entre sí. Junto a
estos motivos recurrentes, se presentaban
metáforas o imágenes fuertemente
analógicas como el árbol ramificado de
Darwin, sobre el cual trazó los caminos
ascendente y descendente de las especies, o la
corriente de agua que para James
representaba el fluir de la conciencia y que sirvió
de base a su monólogo interior. Sin
elevarnos a tales cumbres de la innovación
El tercero del juego
científica y estética, y limitándonos a recordar
nuestras propias experiencias protagónicas
como investigadores, docentes, estudiantes o
meros curiosos, no resultaría extraño encontrar
ese tipo de esquemas mentales tomados del
repertorio de metáforas acuñado por la cultura
en nuestros modestos pero siempre nutritivos
procesos creativos.
Volviendo a la epistemología, señalemos que
Mario Bunge, en Intuición y ciencia, describe a la
creatividad científico-tecnológica en relación con
su medio de acción y el saber que involucra:
[...] la imaginación creadora del tecnólogo o del
científico no opera en el vacío; no hay inventiva
científica o innovación tecnológica sin un
conjunto de datos y sin un marco de referencia
constituido por puntos de vista más o menos
articulados. La imaginación creadora de los
científicos y los tecnólogos no es ajena a los
datos, las teorías, los objetivos e incluso a la
atmósfera intelectual general. Las corazonadas
no saltan solas sino en respuesta a problemas, y
a su vez el mero planteo de éstos supone un
fondo cognoscitivo previo en el que se advierten
huecos por llenar; Böhr y Edison no podrían
haber sido producidos por la Edad Media.
(Bunge, 1965: 124-125)
Nuevamente, el complejo paradigma cultural,
ideológico y epistémico de la comunidad
intelectual a la que pertenece el investigador se
postula como un punto de contacto permanente
con la actividad creadora. La espontaneidad es
devuelta otra vez a la oscura corriente del mito;
el ancla del conocimiento instala a la creatividad
en la tierra firme del saber qué, cómo y para qué.
Este rápido paneo de consideraciones sobre la
imaginación creadora en las ciencias, la
tecnología y la estética paneo del que,
conscientemente, hemos excluido las
caracterizaciones psicologistas más difundidas
recoge una percepción común: la creatividad no
es otra cosa que la posibilidad de operar con
experiencias y conceptos previamente
adquiridos, combinándolos según reglas
también conocidas de modo tal que el
resultado sea una construcción intelectual o
material nueva para el sujeto. Y es
precisamente en ese pasaje de lo ya aprendido y
conceptualizado a la concreción de lo nuevo
a la acción, a la praxis donde se establece el
vínculo más nítido entre el pensar y el hacer. La
creatividad es, entonces, una cualidad relacional:
trabaja como un tercer elemento que fija la
conexión entre los términos del par.
Nos atrevemos a afirmar, finalmente, que la
posibilidad de abrir las puertas de la creación no
es, de ningún modo, privilegio de unos pocos
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 19-24. ISSN 1668-0227
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Bettendorff, María Elsa
El tercero del juego
talentosos capaces de consumar una alianza
absolutamente original entre el pensamiento y
la acción. En todo emprendimiento que implique
la aplicación de algún saber de una forma nueva
para el individuo hay una cuota de creatividad
que lo convierte en único y personal, y que
retroalimenta en alguna medida la
predisposición del sujeto a indagar por sí mismo
acerca de su entorno y sus condiciones de
existencia. Como antes sugería Castoriadis, la
mejor arma para luchar contra el conformismo
paralizante de nuestros posmodernos tiempos
es la pasión por la búsqueda, aun cuando las
respuestas aparenten haber sido formuladas de
antemano.
Notas
1
Aristóteles denomina sustancias homeoméricas a
aquellas que se constituyen de un mismo tejido uniforme
y homogéneo, en el que no pueden discriminarse partes.
2
Expresión alemana empleada en la filosofía moderna y
contemporánea para aludir a la visión o concepción del
mundo.
3
Término de origen griego usualmente opuesto a
pathos: sentimiento o pasión que significa carácter,
costumbre, hábito, uso, y del que deriva la palabra
ética.
4
Expresión alemana que significa motivo principal o
recurrente, empleada habitualmente en música en
plural, leitmotive.
Bibliografía
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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 19-24. ISSN 1668-0227
Caletti, Sergio
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
Imaginación, positivismo
y actividad proyectual
Breve disgresión acerca de los problemas del
método y la creación.
Sergio Caletti*
Resumen / El tercero del juego. La imaginación creadora como nexo entre el pensar
y el hacer
La cuestión del método en el diseño constituye el núcleo que focaliza la necesidad de asumir la dimensión
múltiple de la problemática del mismo como una dimensión plural. El autor, desde un enfoque crítico de
orden epistemológico, cuestiona la aplicación de los métodos científicos y su relación con el diseño. El
análisis propuesto puntualiza las especificidades del método científico, enfatizando sobre las tensiones de
las cadenas de procedimientos de la ciencia, el sentido de la creación y las fases asociadas al proceso
creativo. La propuesta formula el interrogante sobre las posibilidades de conceptualizar el hacer y el pensar.
Descriptores
Arte / Ciencias naturales / Empirismo / Imaginación / Método / Patrones estéticos / Percepción / Positivismo /
Tecnología / Teoría del diseño
Summary / The Third game
The theme of the method in the design constitutes the focal point that focalizes the necessity of assuming
the multiple dimension of the problematic of this one as a multiple dimension. The author from a critic
focussing of an etymological order, question the application of the scientific methods and its relation
with the design. The proposed analysis fixes the specifications of the scientific methods, emphasizing the
tensions of the links of science processes, the sense of the creativity and the steps associated to the
creative process. The purpose expresses the question about the possibilities of making a concept on the
thinking and the making.
Resumo / Imaginação, positivismo e a atividade projetante
A questão do método no desenho constitui o núcleo que focaliza a necessidade de assumir a dimensão
múltipla da sua problemática como uma dimensão plural.
O autor desde um enfoque crítico de nível epistemológico, questiona a aplicação dos métodos científicos
e a sua relação com o desenho.
A analise proposta sinaliza as especificidades do método científico, enfatizando sob as cadeias de
procedimentos da ciência, o sentido da criação e as fases associadas ao processo criativo. A proposta
formula o interrogante sob as possibilidades de conceituar o fazer e o pensar.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 25-33. ISSN 1668-0227
La pregunta está planteada desde hace tiempo.
¿Es posible un método para el diseño? A juzgar
por algunas revisiones sobre la cuestión1, la
pregunta se mantiene en pie. El propósito de
estas líneas no es, sin embargo, entrar
propiamente en el centro del asunto, sino
apenas formular algunas reflexiones generales
que puedan tal vez ser de utilidad para
contribuir a su despliegue.
Los motivos de esta estrategia pueden
explicitarse rápidamente: por una parte,
interviene el hecho de mi propia inscripción
disciplinaria si cabe el término para la cual
los problemas del diseño se sitúan en una
*Centro de Estudios en Diseño y Comunicación.
[email protected]
Sergio Caletti: Investigador y profesor regular de Teorías de la Comunicación en las Universidades de Buenos Aires (UBA) y Nacional de
Entre Ríos (UNER), con estudios de posgrado en Comunicación y Ciencias Políticas.
Cuadernos
Cuadernosdel
delCentro
Centrode
deEstudios
Estudiosen
enDiseño
DiseñoyyComunicación.
Comunicación.Ensayos.
Ensayos.Nº
Nº15
15(2003).
(2003).pp
pp19-24.
25-33.ISSN
ISSN1668-0227
1668-0227
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Caletti, Sergio
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
contigüidad; por la otra, y más de fondo, porque
tiendo a pensar que cuando un debate se
estanca (como parecería ser el caso), es
recomendable avanzar por vías laterales a la
búsqueda de nuevos y distintos puntos de apoyo.
Sobre estas bases, me propongo formular un
pequeño conjunto de reflexiones encadenadas.
En todos los casos, mi cometido se verá
satisfecho si alcanzo a traer a esta imaginaria
mesa de intercambios algunas de las
problemáticas que en torno a la cuestión del
método y de los métodos tienden a campear
hoy por otras mesas de discusión.
Vaya una primera observación, casi preliminar. El
obstáculo inicial que afronta una reflexión sobre
el método es que, por decirlo rápido, métodos
los hay de la más diversa índole, sea para la
investigación científica, sea para la guerra, sea
para la construcción de viviendas económicas en
serie, o para otros cien cometidos. Tal parece
que se trata pues de un concepto ómnibus, o
bien fuertemente requerido, cada vez, de una
definición de sus contextos de uso.
Tengo, empero, para mí, que la historia por la
cual esta palabra muy lejos ya de su
etimología y acepción griegas ha ido
generalizando sus competencias semánticas
está estrechamente vinculada a la historia más
amplia de un horizonte epistémico, propio de la
modernidad en la que tal vez aún nos
encontremos. Me refiero a la noción central de
la corrección de los procedimientos en el marco
de una racionalidad instrumental.
Es curioso: hace mucho, mucho tiempo, se le
decía «arte» a la habilidad o competencia
específica para alcanzar buenos resultados en
una actividad. Sin ir más lejos, el arte de la
guerra. O, en relación con la producción de
conocimientos, recuérdese la combinación de ars
inveniendi y ars probandi. Pero el pasaje del arte
al método (en el sentido moderno del término)
sería materia de otro texto.
Hoy, en los hechos, casi todas las actividades
humanas que se precien parecen depender de
un método para su éxito. ¿En qué sentido
cabría hablar entonces de método si de diseño
se tratara? A mi juicio, se presenta aquí una
fuerte paradoja que puede ir adivinándose. Por
una parte, sucede que el meollo conceptual de
la noción dominante de método se forjó
estrechamente ligado a los problemas del
conocimiento, puesto éste en clave de
herramienta necesaria para un hacer (luego
nos detendremos en esta tesis). Por la otra,
ocurre que el diseño no es exactamente una
actividad orientada a la investigación y al
26
conocimiento, aunque pueda suponerlos, sino
más bien a la posibilidad de proyectar hacia el
plano de lo real una cierta creación que, a su
vez, presupone, delimita y resuelve problemas
previamente definidos.
Pero antes de avanzar sobre esta presunta
paradoja, conviene detenernos en la cuestión del
método desde el punto de vista de las ciencias.
I. Primer encuentro con el positivismo
Es posible realizar una distinción entre tres planos
diferenciados en la discusión acerca del lugar que
el método tiene en el desempeño cotidiano de las
ciencias. Vamos aquí a referirnos a estos planos
como los que remiten a 1) la presentación de las
ciencias; 2) la definición de las ciencias; y 3) la
presunta realidad de las ciencias.
Entendamos aquí por «presentación» de las
ciencias los rasgos de aquel rostro con el cual las
ciencias son vistas y reconocidas desde su
periferia, rostro con el que los propios
protagonistas de esas ciencias se dejan ver.
Entendamos, mientras tanto, por «definición»
los términos en los que la ciencia se enuncia a sí
misma. Entendamos, finalmente, como la
«presunta realidad» de las ciencias, aquella que
los especialistas en teoría y/o filosofía de la
ciencia se esfuerzan por dibujar con plena
atención a su historia, sus nudos principales, sus
casos emblemáticos, las prácticas que se
cumplen en diversas disciplinas.2
Pues bien, así ordenadas las cosas, cada uno de
estos tres círculos implica un acercamiento cada
vez mayor al corazón de los procesos de
investigación y producción de conocimientos. Y
ocurre que cuanto más nos adentramos en ese
camino, más se desdibuja el papel asignado al
método en su desenvolvimiento.
Nos explicamos mejor. En los debates propios de
la epistemología, nada fue igual después de que
Thomas Kuhn publicara, en 1962, su libro La
estructura de las revoluciones científicas.3 Más
allá de las numerosas polémicas que desató, de
los apoyos y rechazos suscitados, de las
correcciones y refinamientos que otros
añadieron a sus tesis centrales, el hecho es que
las cuatro décadas siguientes no han podido
sacudirse la marca de sus incisivas observaciones.
¿Hablaba acaso Kuhn de los métodos de la
ciencia? No precisamente, pero a los fines de
lo que aquí nos interesa valga señalar que sus
páginas trazaron un cuadro de la historia y de
los modos de funcionamiento de las disciplinas
científicas en el que se hacía visible un
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 25-33. ISSN 1668-0227
Caletti, Sergio
fenómeno estremecedor: que la devoción por
los métodos canónicos y el respeto sacralizado a
sus hallazgos que se suponían intocables
resultaban, cuando menos, considerablemente
matizados por (y con frecuencia subordinados a)
dispositivos diversos y non sancti propios de la
vida real de las «comunidades científicas».
En definitiva: el reconocimiento de validez de las
grandes proposiciones que las ciencias
formulaban acerca del mundo y las cosas se
advertía más dependiente de la construcción de
un consenso que de la rigurosidad objetiva de los
procedimientos empleados.
Claro está, las posiciones kuhneanas no disfrutan
entre los teóricos de la ciencia de ese mismo
consenso cuya relevancia el propio Kuhn había
contribuido a poner a la luz y que, en esa óptica,
las ungiría con validez universal. Pero las
tradiciones empiristas y positivistas sufrieron un
impacto del que nunca se repusieron por
completo. Es que, a la vez, de allí en más nadie
podría descartar de manera simple la cuestión
que había sido puesta al descubierto, nadie
podría tildar de disparates sus señalamientos.
En el caso específico de las llamadas ciencias
sociales, el proceso seguido en las últimas
décadas ha sido aún más cáustico. Había para
ellas, es claro, una historia cumplida bajo otras
condiciones, una historia capaz de hacer las veces
de terreno fértil a los cuestionamientos que
socavarían las bases del positivismo. Se trata, sin
duda, de una historia relativamente conocida.
Lo cierto es que, si por lo menos durante la
primera mitad del siglo, las corrientes
predominantes en las disciplinas sociales
modélicas libraron una batalla tenaz por
constituirse como tales de acuerdo a un patrón
que no parecía posible que fuera sometido a
discusiones, a saber el patrón ofrecido por las
ciencias naturales (a las que a su vez se suponía
considerablemente más allá de estos
laberintos), la segunda mitad asistirá al
derrumbe estrepitoso este intento.
El impulso que se llamó cientificista se prolongó
todavía durante buena parte de los años 60,
aunque las fuerzas empeñadas reconocían ya
algunas relevantes averías.4 Luego, con lentitud
primero y cobrando velocidad después, el entero
andamiaje de aquellas ambiciones henchidas de
optimismo que apostaban a estar fundando el
verdadero camino del conocimiento de las cosas
sociales y humanas, se hundió como el Titanic. En
el escenario contemporáneo son sólo algunos
rincones de la investigación social los que
mantienen incólume su fe en los recursos de un
método canónico.
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
Por el contrario, las más significativas líneas de
trabajo de estos últimos 30 ó 40 años parecen,
por lo común, caracterizarse por traer consigo
junto a las propuestas teóricas concepciones
de método que rompen con el canon y reclaman
por sus derechos a algún irreverente lugar bajo
el sol. Desde Foucault hasta Ciccourel, desde
Derrida hasta Jauss, desde Bourdieu hasta
Geertz, desde Williams hasta Bajtin, desde
Habermas hasta Luhman, desde Deleuze hasta
Castoriadis, desde Steiner hasta Gadamer.
¿Qué es lo que intentamos señalar con estos
breves trazos, orientados a evocar lo que todos
ya conocemos? Lo insinuábamos en un principio.
Si durante casi tres siglos y medio (desde Bacon y
Descartes), las nociones que operaron acerca de
las posibilidades humanas de acceder a
proposiciones verdaderas hicieron del método su
centro (y sobre todo, del establecimiento de un
método), el hecho es que esta centralidad ha
entrado en una crisis profunda.
Pero si en el corazón de las teorías del
conocimiento la obsesión por el método parece
haber dejado su lugar a otras más productivas,
no ocurre lo mismo ni en el terreno de las
definiciones de rutina que las disciplinas dan de
sí mismas baste consultar cualquier manual de
casi cualquier disciplina y menos aún entre
quienes, desde las orillas de las presuntas
«ciencias», disputan aún por obtener sus
demorados reconocimientos.
Se da, en este sentido, un fenómeno llamativo.
Las corrientes positivistas y cientificistas en el
campo de las disciplinas sociales, confrontadas
desde múltiples flancos, comenzaron a perder
las posiciones predominantes que habían
tratado de mantener hasta entonces. Pero
batidas en la vanguardia, ganan terreno en la
retaguardia. Esto es: con la creciente
incorporación de la población joven a la
educación superior y, a la vez, con la creciente
incorporación de los más diversos saberes,
oficios y competencias a formatos universitarios
más o menos homogéneos, resulta que el
sistema de taxonomías, de organización de los
aprendizajes, de disciplinamiento de los campos
de problemas, de especialización de los
conocimientos y de escalafonamiento de los
honores, tiende a configurarse de acuerdo al
único patrón más o menos extendido y aceptado
en los claustros universitarios, precisamente el
de las llamadas ciencias.
En este juego de institucionalizaciones, el
método está llamado a cumplir un específico
efecto de sentido: su estipulación es indicio de
que la disciplina está constituida como tal, en
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Caletti, Sergio
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
paridad de condiciones con cualquier otra.
Marbete de distinción, su existencia y su
administración permiten imaginar una custodia
de la calidad de las cosas, al tiempo que
justifican la corporación, explican los
requerimientos de complejos aparatos de
enseñanza, fundamentan relaciones de
autoridad y ejercicios sutiles de poder.
En otras palabras: puesta en tela de juicio la
aspiración a un estatuto canónico para
cualesquiera fórmulas que garanticen la
consecución del conocimiento, el fantasma del
método ataca por la espalda. Si se permite la
parábola: las autoridades de esta suerte de
Iglesia admiten crecientemente que no hay
camino preestablecido para avanzar por la
senda de la fe; pero eso sí, los hábitos se tornan
imprescindibles, obligados, y las sastrerías
eclesiásticas constriñen los modelos que está
permitido vestir.
No se trata de desplegar aquí ninguna invectiva
contra el método5 en general o en abstracto.
Carecería por completo de sentido. Quisiera
incluso al respecto ser todavía más explícito:
ciertas orientaciones (a veces ambiguamente
denominadas «posmodernas») tienden a
confundir peligrosamente lo que es el
cuestionamiento radical que puede hacerse (y
muy probablemente corresponda hacer) de ese
lugar totémico que ocupa la preocupación
metodológica en algunos ambientes más o
menos académicos con, por el otro lado, el
desprecio por la atención que cabe
efectivamente prestar a los procedimientos en
cualquier instancia de producción deliberada.
De lo que se trata, en todo caso, es de revisar de
qué se habla cuando se habla de método. En
especial, cuando se habla de ese método que
nos enseñaron a sacralizar.
II. Del positivismo a la metafísica de
las definiciones únicas
A mi modo de ver, una de las cosas de las que
suele hablarse cuando se habla de método la
más feroz, la más imperceptible, la más
extendida es de la univocidad de los objetos
del mundo. Para explicarnos mejor, debemos
formular un pequeño rodeo.
Una de las tradiciones de más arraigo filosófico
en la edificación de las ciencias modernas que
ha calado hondamente en el sentido común que,
con más o con menos, todos habitamos ha
dado por supuesto que el modo de ser de las
cosas es relativamente estable cuando no
atemporal, que la clave que permite inteligirlo
28
se encuentra en las cosas mismas (por así
decirlo, en su «interior») y que esta verdad que
las cosas «encierran» constituye la llamada
realidad, material, objetiva y unívoca. Esta
verdad, pues, espera ser conocida precisamente
por una ciencia que, para ello, habrá de
procurar, con ayuda de la observación y la razón,
convertirse en una suerte de espejo de palabras
bruñidas donde las cosas del mundo se reflejen,
definidas tal y como efectivamente son.
Es en este cuadro de supuestos básicos
subyacentes donde cabe hablar, pues, del
método como una ilusión y donde esta Ilusión
del Método cumple su tarea. La explicación al
respecto, concluido ya el rodeo, resulta bastante
sencilla. Si la verdad de las cosas es en cada
caso una, yace en la realidad y está
esperándonos, los caminos para llegar hasta ella
podrán cumplir meandros o ir derechito, pero no
cabe que varíen demasiado. Si la verdad es una,
en definitiva el método para llegar a ella debe
serlo también. Y, lo que es más importante para
nuestro punto, la ecuación inversa: cuando se
afirma la universalidad del método, se afirma
aquella noción de verdad sin la cual esta idea de
método se cae. Cuando se discute acerca de cuál
es el método capaz de resolver una
universalidad de problemas, lo que se afirma de
manera implícita, en rigor, es que todavía no lo
hemos hallado, al tiempo que se descuenta que
la base misma del sentido que tendrá el hallarlo
radica en que aquella universalidad de
problemas responde, en última instancia, a unas
pocas leyes, objetivas, estables, unívocas, que
traducen los problemas a una materia
homogénea, y que hacen de su conocimiento
una sapiencia virtualmente definitiva.
Permítaseme una aclaración, para no dar por
obvio lo que puede suscitar malos entendidos. El
resumen extremadamente compacto, cerrado y
diría casi brutal con el que he intentado
aludir en los dos párrafos anteriores a una
concepción que, sin embargo, subtiende sus
operaciones en una densa, compleja y variada
gama de tradiciones epistemológicas, no
constituye la transcripción de ninguna posición
identificable, y con seguridad son palabras con
las que ninguna corriente realmente existente
haga bandera. Se trata, antes bien, de una
lectura de la lógica implícita en una multitud de
operaciones teóricas y prácticas que anidan en la
historia de la ciencia, y tal vez hasta la articulan
en buena medida (particularmente en el caso de
las ciencias naturales) desde que Galileo
discutiera con las autoridades de la Iglesia de
acuerdo a la brillante interpretación de Bertold
Brecht dónde debía posarse la vista, si en las
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Caletti, Sergio
imágenes que ofrecía el telescopio o en la letra
de los textos de Aristóteles. En otras palabras: si
el camino a la verdad era fruto del contacto
adecuado con la realidad misma o, por el
contrario, resultado inteligente de la
interpretación de signos. Aún con la extirpación
de sus ojos (por mirar donde no correspondía), el
triunfo fue de Galileo, y el camino que desde
entonces se siguió fue el que preconizaban sus
observaciones del cielo.
Podemos ahora retomar nuestra interrogación
inicial. ¿Hay algo de común en la discusión sobre
los métodos cuando tratan de cuestiones de tan
distinta índole como la investigación, la guerra o
la construcción de viviendas en serie? Por
supuesto que nada en común si se atiende a los
procedimientos que se prescriban, o a las reglas
que pongan a estos procedimientos en hilación.
Sin embargo, la respuesta que se propone es por
la afirmativa. Y cabe desplegarla en dos
distintos registros. El primero tiene que ver con
los dispositivos institucionales específicos y a
los que ya hicimos referencia en relación con
los procesos de universitarización del saber. En
resumen: la búsqueda de cientificidad trae
prestigios y, con ellos, también vicios de los que
no siempre manejamos las consecuencias, tales
como los de una metodologización por
doquier. El segundo de ellos es de un orden
cultural amplio. Y me disculpo por formularlo
mediante un nuevo rodeo.
Quiero decir: las distancias entre el pensar (la
verdad) y el hacer (viviendas) se achican cuando el
hacer es concebido como la manera de encarnar
de un algo que pudo haber sido, a su vez,
pensado de hecho o de derecho como la
verdad ante unos interrogantes del orden de lo
práctico, verdad que por así decirlo yacía en
algún pliegue de la realidad misma. Esta era la
solución que debíamos encontrar, afirma
decidido el herrero, el general o el arquitecto
cuando supone que su respuesta a los problemas
planteados ha dado efectivamente en el clavo
gracias al uso adecuado de un conocimiento
acertado de las condiciones en las que debía
operar. La solución yacía, pues; el talento consistió
en encontrarla, esto es, ir a su encuentro.
En la medida en que para cada interrogante haya
(supongamos que haya), en definitiva, una sola
respuesta y, también en definitiva, un modo correcto
de caminar hacia ella, estaremos así convencidos de
que nuestro hacer es correcto porque responde a
la corrección del diseño propuesto para armonizar
con la verdad de las cosas.
Una perspectiva de esta índole tiene claras
ventajas. Una de ellas, la de empalmar con los
modos más ajustados a sentido común. Véase
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
que sus dichos pueden ratificarse fácilmente en el
encuentro inmediato con la evidencia elemental
(o la presunción de ella). Otra ventaja, la de
cumplir con las exigencias básicas de la razón
instrumental, en cuyas operaciones buena parte
de este Occidente que somos descansa desde
hace, precisamente, casi cuatro siglos.
Pues bien, tal vez ahora que resulta más claro
en qué sentido puede afirmarse la pretensión
totalizante de la cuestión del método, lo que
queda en la oscuridad es cuál es el problema con
ello. En último término, los argumentos que
venimos de dar bien podrían servir de soporte,
contrariamente a lo que pretendíamos, para
una afirmación del tipo siguiente: si bien la
confianza que la teoría de la ciencia y la propia
ciencia depositan en el establecimiento de un
método universal se ha visto deteriorada en las
últimas décadas, los razonamientos ofrecidos
respecto de este asunto llevan a pensar que
bien vale el esfuerzo por resituar al método en
su centro perdido; y no cabe duda de que
sobre estas bases debe ser aspiración de las
disciplinas del diseño darse finalmente el suyo.
Pero esto es justamente lo que nos importa
poner en discusión.
La revisión que propiciamos aquí ha recorrido en
los últimos años múltiples senderos y rozado
vastedad de implicaciones. Me interesa empero
apuntar ahora a una zona particular de esta
vastedad, habida cuenta del carácter que
asignamos inicialmente a las disciplinas del
diseño como telón de fondo para nuestra
reflexión (aunque nos mantengamos en un
plano considerablemente alejado de sus
cuestiones concretas).
El problema es el siguiente. Las nociones básicas
subyacentes que hemos atribuido a las tradiciones
del positivismo y del empirismo tienen dos
consecuencias decisivas, a saber, uno, que la
verdad sólo es concebible en la realidad de lo ya
dado, y dos, que la actividad primaria y fundamental del hombre en el mundo es la percepción.6
Es obvio que estas nociones, adecuadas al
descubrimiento de la Naturaleza cuando ésta
parecía eterna e inmutable, se traslada con
enormes costos al espacio de los procesos
históricos (más allá del nada pequeño detalle de
que tampoco sea ya adecuada a los
problemas de la Naturaleza). Los costos tienen
un nombre y éste ha sido proferido más de una
vez como la pasividad de la conciencia.
Esta pasividad tiene variadas prolongaciones.
En un plano (estrictamente el del pensar y en su
acepción clásica), supone que nuestras ideas o
representaciones de lo real se constituyen con
nuestros registros sensoriales por base y
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Caletti, Sergio
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
alimento, ocluyendo así la problemática de la
interpretación. En otro plano, el del hacer,
ocluyendo la cuestión de la imaginación creadora.
No son cuestiones menores. Casi diría que una
entera tradición las requiere. Es que en tanto la
creación sea sólo cuestión divina, entonces al
hombre le corresponde únicamente espejar la
Naturaleza en las cuestiones del conocimiento, e
imitarla (mimesis) en las del arte.
En los territorios del conocimiento (esto es, los
del pensar), las críticas a esta concepción se
remontan, como se sabe, cuando menos a Kant,
tanto por su demostración de los juicios a priori,
como por su postulación de la imaginación
trascendental. Los doscientes largos años
transcurridos desde entonces pueden verse como
una zigzagueante guerrilla contra el ejército
imperial de la verdades unívocas. Hasta hoy. No
puede decirse, en rigor, que la guerrilla haya
«triunfado», su papel es apenas golpear, pero lo
cierto es que el ejército imperial aparece agotado y
sin parque.
Imaginar, interpretar. ¿Es posible deslindar
radicalmente estas dos operaciones? Tal vez no lo
sea. Lo que sí puede decirse es que ambos verbos
conjugan hoy diferentes series de interrogantes,
crecidos por igual al margen de los tinglados
positivistas. Interpretar parece capaz de tensar las
cuerdas de vastos campos de problemas nuevos,
asociados a los signos, al discurso, a la hermenéutica,
a la cada vez más arrolladora problemática del
sentido. Imaginar, en cambio, adquiere su mayor
brillo en la sinfonía de la creación, de la contingencia,
de la apertura de los procesos sociales, y de la
posibilidad de futuros distintos.
III. Segundo encuentro con el positivismo
y el descubrimiento de la imaginación
¿Cuál es la relevancia de estas alternativas? Más
allá de las que emergen con alguna claridad
para los problemas del conocimiento en general,
la cuestión tiene un valor particularmente
significativo cuando lo que se analiza es la
actividad proyectual. ¿Es posible definir y
canonizar una cadena de procedimientos para la
creación? ¿Pero es acaso razonable hacer caer el
quehacer proyectual en los terrenos de la
creación aun cuando ella deba con frecuencia
subordinar el vuelo imaginativo a precisos
requerimientos de uso, o bien sociales en
general, o bien específicamente legales, o bien
materiales, etcétera?
Vayan dos respuestas rápidas a estas preguntas.
En relación con la última, la respuesta podría ser
una repregunta: ¿es que acaso hay alguna
30
actividad creativa/creadora que pueda
encararse en abstracción de condiciones dadas?
Quien diga que sí, habla pues de Dios, y está
claro que ése es otro tema.
Por lo demás, ¿no es propio del artista
aludiendo apenas a lo básico trabajar bajo las
condiciones de las telas y las texturas de los
óleos, o esculpir habida cuenta de la dureza del
mármol, escribir con las reglas de la lengua,
modelar el barro o tallar madera atendiendo a
las características de los respectivos materiales o
¿por qué no incluirlo? rodar un film con los
créditos del Instituto de Cinematografía? Pero
más allá de esta observación tan elemental
como irrefutable, ¿no son también condiciones
que operan en la actividad creativa la noción de
patrones estéticos socialmente compartidos, o
incluso la noción compartida de qué cosa puede
ser transgredirlos? Pensar la creación abstraída
de las condiciones en las que está compelida a
desarrollarse no alcanza siquiera para cultivar la
noción décimonónica del genio.
Avancemos, entonces, sobre la pregunta
primera, acerca de la mentada posibilidad de
una cadena de procedimientos para la creación.
A mi modo de ver, tal posibilidad simplemente
carece de sentido. Entendámonos: no se intenta
aquí decir que carece de sentido incorporar
resortes metodológicos en todas las fases del
proceso de trabajo. Pero esta incorporación
cobrará valor relativo cuando se trate de fases
más vinculadas al control de las condiciones y lo
perderá cuando se trate de fases más asociadas
a los aspectos propiamente creativos.
Es urgente formular aquí una aclaración de
varias capas. Primera capa: si una más o menos
sutil diferencia existe entre la «producción
artística» y la de los diseños en general, ésta tal
vez sea sugerimos con humildad de
extranjeros que las llamadas artes con
mayúsculas suelen ubicarse más bien del lado en el
que las condiciones a partir de las cuales se trabaja
resultan padecidas o bien aparecen como
restricciones, mientras que en el caso de los
llamados diseños, estas condiciones o al menos
algunas de ellas resultan asumidas como parte
decisiva del desafío: se trata de una creación al
servicio de unas ciertas condiciones, a tal punto
que el término mismo «diseño» está
inextricablemente asociado a la idea de respuesta
a problemas específicos, algo que, en cambio, en el
territorio de las artes constituye eventualmente
un tema arduo para el debate, tema que el slogan
vanguardista de «el arte por el arte» supo en su
momento condensar con claridad y énfasis
polémico con vistas a propiciar justamente una
revisión tanto histórica como teórica.
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Caletti, Sergio
Segunda capa. En un caso o en otro, empero, la
mención a fases más próximas a la creación
o a las condiciones no es más que un discutible y
provisorio recurso analítico. En el trabajo
creativo concreto, imaginación y condiciones
dadas no son escindibles.
Tercera capa. Y sin embargo, nadie negaría que
existen técnicas que el artista, en principio y
para su conveniencia, habrá de dominar cuando
de manejar el cincel se trate. Aunque, a la vez,
lo que efectivamente marque en la materia que
talla no pueda discriminarse entre aquello que
debe a su técnica y lo que debe a su talento.
Si en los párrafos precedentes hemos elegido la
figura del artista para desplegar un cierto
contrapunto, no debe entenderse como una
casualidad o meramente un ejemplo cómodo.
Ocurre, a nuestro entender, que el arte, las
bellas artes, ocupan y han ocupado el lugar de la
molesta piedra en el zapato positivista y en el
de las tradiciones que hemos vinculado a él.
Digámoslo en otras palabras. Las ciencias y
tecnologías modernas y contemporáneas han
ido modelando una suerte de tipología de
relación de los seres humanos con su entorno,
como hemos ya referido, sostenida entre otras
cosas en la racionalidad metódica con arreglo a
fines, la «pasividad» de la conciencia, la
inteligencia para el conocimiento y control de lo
dado, el culto a lo dado como todo lo que es
pasible de existencia, lo dado como matriz de
univocidades. Esta tipología le pareció a
Occidente capaz de dar cuenta de la infinita
heterogeneidad de formas concretas de relación
del hombre con las cosas, arco en el que podrían
quedar comprendidas desde las prácticas de un
laboratorio bioquímico hasta las páginas de un
libro de autoayuda. Hay, sin embargo, un único
rincón del ring que esta lógica no ha podido
nunca reducir a sus términos: el arte.
He aquí por qué la invocación al arte. Al menos
para los propósitos de este texto (sospechamos
que también para una cierta filosofía), el arte
cumple el papel de lo que hoy los diarios
llamarían un leading case: su irreductibilidad
señala la grieta ante la cual el edificio científico
de la modernidad se ve obligado a constreñir su
imperio a fines específicos, abandonando las
aspiraciones a la Ciudad de la Ciencia, o corre el
riesgo de ahondar indefinidamente su crisis. La
existencia del arte denuncia de manera
insoslayable la presencia de lo que las tradiciones
empiristas y positivistas no soportan (porque allí
mueren sus explicaciones), vale decir, la piedrita
que, sin soportarla, tampoco han podido quitar
de sus zapatos: la imaginación creadora.
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
Durante siglos, la razón occidental propuso una
suerte de transacción: sea pues, la imaginación
para el arte, y que quede claro, ¡para ningún
otro dominio! La pregunta contemporánea
después de Kant, después de Nietzsche, después
de Freud, de Husserl y de Heidegger es: ¿para
ningún otro dominio? ¿Es efectivamente posible
inteligir la historia, la vida social, la aventura
humana, las relaciones con la misma Naturaleza
y hasta el conocimiento en el sentido más
estricto como otra cosa que como una
construcción siempre creadora para mal o
para bien, es otro asunto en el que no puede
sino participar la imaginación de un modo
decisivo, esto es, la posibilidad de pensar y
representarse lo que no está dado en parte
alguna sino apenas por venir?
Hoy se abren nuevos horizontes para este orden
de preocupaciones. Y ya no es novedad afirmar
que el conocimiento es construcción y no
constatación. Aunque bajo este término, por
demás frecuente, se abra a su vez una
diversidad de desarrollos heterogéneos.
Tomo el giro de el descubrimiento de la
imaginación de uno de los pensadores
contemporáneos que más insistentemente han
aludido a los modos en que Occidente dio vuelta
el rostro cada vez que se enfrentó al abismo de
esa irreductible capacidad creadora poiética,
es el término que nuestro autor elige que
parecía colocar a los humanos a la vera temida
de la divinidad. O, mejor, digámoslo con la más
temible todavía ecuación inversa: que parecía
suficiente para que se dejara de endiosar lo que
no era sino estrictamente humano. Me refiero a
Cornelius Castoriadis.7 Otros, en una clave muy
distinta, con apoyo en supuestos cognitivistas y
desde las ciencias naturales, aluden hoy al
universo entero como lo opuesto a lo ya dado,
esto es, como un proceso autopoiético.8
No se trata de alimentar ningún irracionalismo
(otro fantasma que nubla nuestra vista). Se
trata apenas de reconocer que las disciplinas del
diseño se ubican en una zona de tensiones cuya
resolución, para colmo, no está ni por mucho
enteramente en sus manos. Entre la tecnología
y el arte, entre la razón que calcula y la
imaginación que inventa aquello que aún no es,
las batallas que libran estas disciplinas por su
reconocimiento pleno sus protagonistas, claro
está parecen a veces verse presionadas hacia
una banda o hacia la otra por historias de las
que no pueden hacerse cargo. Me animo a decir
que este problema de legitimidades tampoco es
enteramente de ellas: en buena medida, resulta
de las violencias que parece a veces imponer una
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 25-33. ISSN 1668-0227
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Caletti, Sergio
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
academia de mano única y, por cierto, escasa
imaginación. Pero, eso sí, con una tenaz
voluntad permítase el doble sentido de
«disciplina-miento».
Este lugar singular de tensiones epistemológicas
e institucionales que las atraviesan y las
desbordan inviste, empero, a las disciplinas del
diseño de un carácter sobre el cual quizá no se
haya reparado lo suficiente. Podría resumirse en
los siguientes términos: sobre el filón principal
de objetos (bienes y mercancías) que tienen un
cierto destino bajo las leyes del mercado, estas
disciplinas condensan como pocas, de un modo
casi frontal, uno de los rasgos decisivos de la vida
social moderna y contemporánea, el de la
actividad que ha dado en llamarse proyectual.
Con el término «proyectual», el diseño pone en
su centro aquello que, mucho más allá de sus
límites profesionales, podría entenderse como
uno de los más densos nudos de la reflexión
contemporánea, a saber, el entendimiento de lo
que constituye ese talante por definición de la
actividad social humana, el de proyectarse sobre
el mundo por vía de su propia imaginación, e
intervenir en él para modificarlo imperceptible o
bruscamente.
No es el caso venir a descubrir que una enorme
porción de las actividades políticas, económicas o
culturales que informan la vida social suponen, si
hablamos con rigor, un proyecto, o que se
desarrollan permanentemente en el plexo incierto
de convergencias y disputas entre distintas
operaciones de agentes que apuestan a la
posibilidad de plasmar bajo condiciones dadas
sus figuraciones de lo que debería advenir.
Eso lo sabemos. Pero, más estrictamente, es sí el
caso de pensar que una teoría del diseño
enfrenta el desafío de conceptualizar así
fuere con alcances restringidos lo que hace al
corazón de una teoría de la praxis social: las
maneras en las que el sujeto interviene en la
realidad ya dada (objetiva) para imprimir su
marca creadora, para instituir un mundo
siempre nuevo que, cada vez, se volverá sobre
sus congéneres como la actualización de unas
condiciones, actualización que ahora son parte
de las que están ya dadas, en las que habrá que
apoyarse y ante las que partirá una nueva
intervención.
Conceptualizar de este modo las relaciones
entre el hacer y el pensar abre muy
probablemente horizontes de especial interés.
En este contexto, hablemos entonces de
método. Pero tal vez haya que admitir, en
relación con las actividades proyectuales, que 1)
será mejor hacerlo en el plural: métodos; 2) será
32
mejor orientar sus posibles eficacias al manejo
de las condiciones dadas antes que a lo por
hacer; 3) será mejor suponer que, lejos de
cualquier univocidad, las respuestas creativas a
un requerimiento pueden ser múltiples y que,
con frecuencia, no será posible establecer entre
ellas una vara de comparación adecuada; 4) será
mejor no reducir los procesos creativos a
ninguna cadena de procedimientos preestablecidos; 5) será mejor, mucho mejor que el
afinamiento de los presuntos métodos, la
educación de la sensibilidad y el entrenamiento
de los talentos.
Notas
1
Cf., entre otros: Rodríguez Morales, Luis, Para una
teoría del diseño, UAM-A, Tilde, México, 1989
2
De ninguna manera intentamos decir por esta vía que
algunos de estos planos diferenciables contiene más
verdad que los otros respecto de las llamadas ciencias:
ellas efectivamente son lo que los tres planos ponen en
juego.
3
Hay edición castellana: Kuhn, Thomas S., La estructura
de las revoluciones científicas, FCE, México, 1971 y
reimpresiones.
4
No es sencillo (y menos posible aquí) cumplir con una
genealogía ni precisa ni exhaustiva de este proceso de
deterioro. Pero, en términos muy generales, no pueden
dejar de señalarse al menos cuatro distintas huellas de
peso en ese itinerario, amén de las implicadas por el
mismo Kuhn: nos referimos al segundo Wittgenstein y su
teoría de los juegos de lenguaje; al psicoanálisis que
para entonces había comenzado una trayectoria de
asentamiento e irradiación de amplia gama en el mundo
de la cultura; a las diversas herencias de la
fenomenología y el existencialismo; por último, al nuevo
ciclo de desarrollos teóricos que con la posguerra y
contra el stalinismo se registraba en el campo marxista
de Europa Occidental.
5
Si de invectivas contra el método se trata, tienen
siempre vigencia las agudas y vibrantes páginas de
Against Method, del epistemólogo Paul Feyerabend,
escritas en 1975. Hay edición castellana en Tecnos:
Tratado contra el método, Madrid, 1981.
6
Como se sabe, David Hume en la tradición de
Locke sostenía que nuestras impresiones (de la
realidad de las cosas sensibles) eran el origen de todas
nuestras ideas. Esta tradición, opuesta al llamado
innatismo de Descartes (que le había sido tan útil en su
singular demostración de la existencia de Dios), permeó
largamente a la Ilustración y a lo que se conociera luego,
precisamente por esta definición, como corrientes
materialistas.
7
Ver: Castoriadis, Cornelius, El descubrimiento de la
imaginación, en Los dominios del hombre: las
encrucijadas del laberinto, Gedisa, Barcelona, 1988.
Castoriadis dedica buena parte de su obra a la crítica de
los supuestos que hemos aludido aquí como propios del
empirismo y el positivismo. En sus términos, se trata de
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 25-33. ISSN 1668-0227
Caletti, Sergio
la lógica conjuntista-identitaria que ha venido tallando
nuestra mirada desde hace 25 siglos. Al respecto, cf. La
institución imaginaria de la sociedad, Tusquets,
Barcelona, 1983 y 1989. En especial, vol. II, capítulo 5.
Imaginación, positivismo y actividad proyectual
Illinois, 1972. Para un examen accesible de estas
posiciones, Varela, F., Conocer, Gedisa, Barcelona, 1990.
Un examen de distintas corrientes próximas a este
enfoque, en Watzlawick, Paul (ed.), La realidad
inventada, Gedisa, Barcelona, 1988.
8
Me refiero, entre otros, a H.R. Maturana y F. Varela.
Ver: Maturana, H.R., Biology of Cognition, University of
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 25-33. ISSN 1668-0227
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Entel, Alicia
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De la totalidad a la complejidad
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 35-41. ISSN 1668-0227
Entel , Alicia
De la totalidad a la complejidad
De la totalidad a la
complejidad
Sobre la dicotomía ver-saber a la luz
del pensamiento de Edgar Morin
Alicia Entel*
Resumen / De la totalidad a la complejidad
La elaboración de la verdad constituye el eje de un análisis que apela a la construcción de una
concepción totalizadora trascendente. La autora sitúa en la historia la realidad humana. Desde el
pensamiento de Edgar Morin rescata la idea de complejidad, como un sistema auto-eco-organizador
que posibilita, a través del tránsito de complejidad en complejidad, llegar finalmente a un sujeto
reflexivo para encontrar su fundamento.
La complejidad permitiría darle mayor apertura al vínculo ver-saber, sería además la expansión de un
pensamiento coherente con la crítica de la época. Finalmente, este cambio de rumbo teórico permitiría,
junto con los aprendizajes acumulados en la memoria, no sólo prever hecatombes, sino evitarlas.
Descriptores
Conocimiento / Marxismo / Morin, Edgar / Praxis / Realidad humana / Sujeto-objeto / Totalidad
Summary / From a whole to a complexity
The making of the true constitutes the axis of an analysis that refers to a construction of a
transcendent totalizer conception. The author places in the history the human reality. Since Edgar
Morins though, she rescues the idea of complexity as a self-organized system that gives, through
the way from complexity to complexity, the final arrival to a reflexive person to find its basis. The
complexity would give a better opening to the link to see/ to know, it would also be the expansion
of a coherent thinking with the critic of the epoch. Finally, this change of theoretical direction
would let, along with the accumulated learning in the memory, not only to prevent hecatombs, but
also to avoid them.
Resumo / Da totalidade à complexidade
A elaboração da verdade constitui o eixo da uma análise que apela à construção de uma concepção
totalizadora transcendente.
O autor situa na história a realidade humana. Desde o pensamento Edgar Morin, resgata a idéia de
complexidade, como um sistema auto-eco-organizador que possibilita, através do trânsito de
complexidade em complexidade, chegar finalmente a um sujeito reflexivo para dar com o fundamento.
A complexidade permitiria dar-lhe maior abertura ao vínculo ver/saber, seria além disso a expansão de
um pensamento coerente com a crítica da época.
Finalmente, esta mudança de rumo teórico permitiria, junto com as aprendizagens acumuladas na
memória, não só prever hecatombes, más evitá-las.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 35-35. ISSN 1668-0227
Ese paradigma de Occidente, hijo de la
herencia fecunda de la esquizofrénica dicotomía
cartesiana y del puritanismo clerical, gobierna
también al doble carácter de la praxis
occidental, por una parte antropocéntrica,
etnocéntrica, egocéntrica, cuando se trata del
sujeto... por otra parte y correlativamente
manipuladora, congeladamente objetiva cuando
se trata del objeto. Ese paradigma no existe si
no es en relación con la identificación de la
racionalización con la eficacia, de la eficacia con
*Centro de Estudios en Diseño y Comunicación.
[email protected]
Alicia Entel: Licenciada en Letras (UBA), Master en Ciencias Sociales (FLACSO), doctorado en Filosofía y Letras (UBA). Profesora titular
de Teorías de la Comunicación FCS-UBA y de Comunicación y Cultura Urbana, y Comunicación y Conocimiento.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 35-41. ISSN 1668-0227
35
Entel, Alicia
De la totalidad a la complejidad
los resultados cuantificables; es inseparable de
toda tendencia clasificatoria, reificatoria, etc.,
tendencia corregida, a veces fuertemente,
apenas otras veces, por contratendencias
aparentemente irracionales, sentimentales,
románticas, poéticas. Efectivamente de la parte a la
vez grávida y pesada, etérea y onírica de la realidad
humana (y tal vez de la realidad del mundo) se ha
hecho cargo lo irracional, parte maldita y bendita
donde la poesía se atiborra y se descarga de sus
esencias, las cuales, filtradas y destiladas, podrían y
deberían un día llamarse ciencia.
(Edgar Morin, Introducción al pensamiento
complejo, :83)
Introducción
Desde hace un tiempo estamos desarrollando
una investigación sobre la centralidad de la
imagen en los modos de conocer
contemporáneos. Promovió que intentáramos
una aproximación al tema de la complejidad el
siguiente problema: existe, al menos en
Occidente, una larga tradición filosófica que ha
consolidado la distinción entre ver y saber como
dos órdenes separados e incompatibles. Se llame
sensibilidad, sentidos, percepción, lo que entra
por los ojos del sujeto debe ser elaborado en
otra instancia para convertirse en verdad.
Sin embargo -tanto lo que obtuvimos en algunos
trabajos de tipo exploratorio en el presente
como reflexiones tan antiguas como las de los
presocráticos -apuntarían a la posibilidad de
elaboraciones cognitivas diferentes, no
disociadoras entre ver y saber. Y esto no debería
ser confundido con ingenuidad por parte de los
que así piensan , ni tampoco con banalización ni
con misticismo. Además, conjeturábamos que en
la consideración de la falsedad de lo percibido independientemente de que esto pudiera ser
realmente así- también estaba presente cierto
carácter represor al cuerpo, a las sensibilidades,
a la subjetividad en sentido amplio. En este
sentido, apelar a una concepción totalizadora
nos parecía fundamental. Permitiría discutir el
valor relativo de la mirada, pero a la vez no caer
en un cientificismo que sólo reconoce leyes
aboliendo los sujetos.
Acerca de la totalidad
En un principio acudimos a la categoría de
totalidad de la tradición marxista. Para G.
Luckács (1969) lo que diferencia decisivamente
36
al marxismo de la ciencia burguesa no es la tesis
de un predominio de los motivos económicos en
la explicación de la historia, sino el punto de
vista de la totalidad. La categoría de totalidad,
el dominio omnilateral y determinante del todo
sobre las partes es la esencia del método que
Marx tomó de Hegel y transformó de manera
original para hacer de él el fundamento de una
nueva ciencia. La separación capitalista del
productor respecto del proceso total de la
producción, la fragmentación del proceso del
trabajo en partes que no tienen en cuenta la
peculiaridad humana del trabajador, la
atomización de la sociedad en individuos que
producen insensatamente, sin plan ni conexión,
etc., todo eso tenía que influir profundamente
también en el pensamiento, la ciencia y la
filosofía del capitalismo. (:30-31)
Incluimos esta cita extensa porque nos permite
vincular la categoría de totalidad y su dificultad
en ser reconocida en los marcos del proceso
capitalista. Pero también porque nos deja en
una encrucijada: plantea cuestiones como el
dominio del todo sobre las partes. A pesar de
adherir a una perspectiva dialéctica -no puede
incorporar lo contrario al mismo tiempo: en qué
consisten las partes, cuánta totalidad cada
una encierra? Desde otra mirada, el texto nos
ofrece un claro ejemplo de la vinculación entre
las modalidades de trabajo y de pensamiento
legitimados en las sociedades capitalistas. A la
vez muestra cierta sobrevaloración -tal vez sea
una palabra exagerada- de la alienación
motivada por la división del trabajo. ¿Acaso
disminuye la alienación en un proceso de trabajo
diferente?1 Existe un importante esfuerzo por
comprender la conciencia de clase y por
enaltecer y legitimar la función históricopráctica de la conciencia de clase (op. cit. :55)
Pero se podría conjeturar que queda en segundo
término aquello que no sería privilegiado por tal
conciencia con todo lo que esto connotaría con
respecto a los órdenes de lo perceptual y lo
simbólico (mundo de las creencias, religión, vida
cotidiana, etc.) Una cita de La Sagrada Familia
de K. Marx como acápite en el libro de Lukács,
da algunas pautas: No se trata de lo que
directamente se imagine tal o cual proletario, o
incluso el proletariado entero. Se trata de lo que
es y de lo que históricamente se verá obligado a
hacer por ese ser. (id,: 49)
Tal vez el privilegio a la formación para el hacer
revolucionario haya descuidado otras prácticas
que involucran a los seres humanos y los
configuran.
En cuanto al tema específico que nos interesaba:
el conocimiento, las sensibilidades, si se tiene en
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 35-41. ISSN 1668-0227
Entel , Alicia
cuenta la producción de Lukács, en los frondosos
tomos de su Estética aparece con mucha
claridad una teoría del reflejo de la realidad.2
Lamentablemente -ya de modo independiente
del pensamiento de Lukács - estas reflexiones
no han derivado en enaltecimiento de la
densidad de la visión sino en empobrecimiento
de la comprensión de aquellos procesos que
permiten al humano crear realidad.
Otro pensador, el checoslovaco Karel Kosik
(1967), dentro de un enfoque marxista, trabajó
expresamente las ideas de totalidad y
pseudototalidad en una perspectiva
explícitamente antidogmática. En la Dialéctica
de lo concreto objeta la tesis del conocimiento
como reflejo o reproducción de la realidad
desligado de la creatividad humana. Para ello
valora el concepto de praxis y de totalidad como
percepción inicial del ser humano:
La tendencia espontánea de la praxis y del
pensamiento, a aislar fenómenos y a desdoblar
la realidad en lo esencial y lo secundario, va
siempre acompañada de una percepción del
todo igualmente espontánea en la cual son
aislados determinados aspectos, aunque esa
percepción sea para la conciencia ingenua
menos evidente y, con frecuencia, inconsciente.
El horizontes -oscuramente intuido- de una
realidad indeterminada como todo, constituye el
fondo inevitable de cada acción y cada
pensamiento, aunque resulte inconsciente para
la consciencia ingenua (:31)
El conocimiento de algo, entonces, no pasa por
una aprehensión ingenua de una realidad
dada sino por una actividad que en el proceso
mismo de conocer recupera la totalidad inicial
olvidada. En verdad, el hombre -según K.
Kosik- debe dar un rodeo para conocer la
realidad como tal:
Para los grandes filósofos de todas las épocas mito platónico de la caverna, la imagen
baconiana de los ídolos , Spinoza, Hegel,
Heidegger y Marx - el conocimiento es
precisamente una superación de la naturaleza,
la actividad o el esfuerzo más alto (:39).
Ahora bien, para tal logro -conocer las cosas
como son en sí mismas - el hombre debe
transformar las cosas en para sí. Por eso Kosik
agrega: El conocimiento no es contemplación.
La contemplación del mundo se basa en los
resultados de la praxis humana. El hombre sólo
conoce la realidad en la medida en que crea la
realidad humana y se comporta ante todo como
ser práctico.
El reconocimiento de la praxis no desde el mero
pragmatismo sino como la praxis objetiva de la
humanidad aporta también a la existencia de
De la totalidad a la complejidad
una historia de las prácticas sociales que actúa a
la hora de las elecciones y definiciones. Así
también la distinción entre totalidad y
pseudototalidad refiere a la admisión de
contradicciones y azar.
Desde el punto de vista de lo que buscábamos
para dirimir ver-saber, ambos estarían
involucrados en ese proceso no lineal que es la
praxis. Y, al decir que la contemplación es el
resultado de la praxis, indica que hay un saber
del ver, pero deja sentado un itinerario de
superación en el humano desde la naturaleza
hasta la cultura.
Con razonamiento similar Kosik redefine lo que
sería conciencia: Todo objeto percibido,
observado o elaborado por el hombre es parte de
un todo, y precisamente ese todo, no percibido
explícitamente, es la luz que ilumina y revela el
objeto singular, observado en su singularidad y en
su significado. La conciencia humana debe, por
ello, ser considerada tanto en su aspecto teórico predicativo, en forma de conocimiento explícito,
fundado, racional y teórico, como en su aspecto
ante-predicativo y totalmente intuitivo. Kosik va
a agregar que La conciencia es la unidad de
ambas formas que se compenetran e influyen
recíprocamente, ya que en esta unidad se basan
la praxis objetiva y la asimilación prácticoespiritual de la realidad. (:44)
Ahora bien, aunque estén unidas en la praxis
objetiva racionalidad e intuición pertenecerían
a órdenes diferentes, casi excluyentes.
Kosik va a agregar que La conciencia humana
es reflejo y, al mismo tiempo, proyección, con lo
cual rescata la idea del carácter productivo de lo
humano para crear realidad. Y -dentro de este
mismo razonamiento- será rotunda su crítica al
economicismo (que creemos importante incluir a
los fines de entender la visión general de Kosik):
Si toda la riqueza del hombre como ser social
es reductible a la frase: la esencia del hombre es
la producción de instrumentos, y si toda la
realidad social se halla determinada, en fin de
cuentas, por la economía, entendida como
factor económico, surge entonces esta
pregunta: ¿por qué ese factor debe disfrazarse
y realizarse bajo formas que son esencialmente
extrañas a ella, como por ejemplo la
imaginación y la poesía? (:47)
Con estas reflexiones logra Kosik no sólo
incorporar la importancia de la praxis sino la
centralidad de los sujetos. Un replanteo que en
los 60 resultaba indispensable en el intento de
repensar el marxismo. Al mismo tiempo insiste
en que la realidad humana no es una sustancia
inmutable, anterior o superior a la historia; se
crea en la historia. A su vez, en todo momento
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 35-41. ISSN 1668-0227
37
Entel, Alicia
De la totalidad a la complejidad
es crítico de las dicotomías armadas
artificiosamente y que no tienen que ver con la
praxis humana.
Sin embargo, en la fuerza puesta en cuestionar
al naturalismo y al espiritualismo como
compartimentos estancos, no se avanza más
que en una crítica que, como señalaría E. Morin
no atraviesa el Rubicón (o por decirlo desde
uno de sus costados no ve la conexión y
contigüidad entre naturaleza y cultura, y más
aún, hay una valoración donde naturaleza
correspondería a los niveles más bajos de lo
humano)...
Hacia la complejidad
Como señaláramos, fue el intento de no tener
desmemoria de la categoría de totalidad, así
como las limitaciones que creímos encontrar en
los textos mencionados lo que nos indujo a
considerar las reflexiones de E. Morin acerca de
la complejidad. Tomamos principalmente
Introducción al pensamiento complejo (1995) y,
también La noción de sujeto (1994), El
método. El conocimiento del conocimiento
(1988, vol. III).
Desde el Edgar Morin que en los años 60 escribía
La industria cultural siguiendo los
lineamientos de la Escuela de Frankfurt hasta lo
que leemos hoy es posible reconocer una vasta
trayectoria, cambio de paradigma, peor no de
perspectiva crítica, ni de utopía. Se reconoce a
primera vista la búsqueda de una totalidad
capaz de dar cuenta del azar, lo no homogéneo,
las transformaciones y, que a la vez sea
expresión de valoraciones éticas. Con una
aseveración: no se debe confundir complejidad
con completud. Uno de los axiomas de la
complejidad es la imposibilidad, incluso teórica,
de una omnisciencia (sic). (El pensamiento
complejo) hace suya la frase de Adorno la
totalidad es la no verdad (1995,: 23)
Inspirado, en principio, en la cibernética y en la
teoría de sistemas, E. Morin (1995) comienza un
derrotero por los tramos de la complejidad sin
asustarse de redimensionar saberes
tradicionales como la Física o la Biología, ni de
dilucidar los reduccionismos a los que se
someten los mismos paradigmas que son su
punto de partida: las formas de racionalización
que sustituyen a la razón, las formas de cierre
simplificación que se imponen sobre la
creatividad, lo abierto, el azar, la incertidumbre.
La idea de complejidad, en principio, supone
un cambio de paradigma en quienes
intenten pensarla-imaginarla. No es lo
38
complicado, ni lo que se opone a lo simple.
... la complejidad -indica Morin (1995, :32) -ha
vuelto a las ciencias por la misma vía por la que
se había ido. El desarrollo mismo de la ciencia
física que se ocupaba de revelar el Orden
impecable del mundo, su determinismo absoluto
y perfecto, su obediencia a una Ley única y su
constitución de una materia simple primigenia
(el átomo), se ha abierto finalmente a la
complejidad de lo real. Se ha descubierto en el
universo físico un principio hemorrágico de
degradación y desorden (segundo principio de la
Termodinámica); luego, en el supuesto lugar de
la simplicidad física y lógica, se ha descubierto la
extrema complejidad microfísica; la partícula no
es un ladrillo primario, sino una frontera sobre
una complejidad tal vez inconcebible; el cosmos
no es una máquina perfecta, sino un proceso en
vías de desintegración y, al mismo tiempo, de
organización.
Finalmente, se hizo evidente que la vida no es
una sustancia, sino un fenómeno de auto-ecoorganización extraordinariamente complejo que
produce la autonomía. (id. , :33)
Pensar la complejidad es entonces la apuesta
inquietante de mantener el diálogo entre lo uno
y lo múltiple, lo racional y lo irracional, las
regularidades y el azar, la repetición y la
novedad, etc. La ceguera consistiría en quedarse
en el edificante sueño del valor de lo unilateral
ocultando su contrario. O en el mito de la vida
sin la muerte...
Pero la complejidad -razona el autor- no
comprende solamente cantidades de unidades e
interacciones que desafían nuestras
posibilidades de cálculo; comprende también
incertidumbres, indeterminaciones, fenómenos
aleatorios. En un sentido, la complejidad
siempre está relacionada con el azar. (id,:60)
La dificultad del pensamiento complejo es que
debe afrontar lo entramado (el juego infinito de
inter-retroalimentaciones, la solidaridad de los
fenómenos entre sí, la bruma, la incertidumbre,
la contradicción. (id., :33)
Se trata de un tejido o trama resistente a
reduccionismos, elaborado filosóficamente pero
dicho con metáforas e imágenes.
Tales reflexiones las realiza Morin no con una
mirada complaciente a la marcha de las
sociedades sino en el marco, cuanto menos, de
una advertencia:
Nos aproximamos a una mutación sin
precedentes en el conocimiento: éste está , cada
vez menos, hecho para reflexionar sobre él
mismo y para ser discutido por los espíritus
humanos, cada vez más hecho para ser
engranado en las memorias informacionales y
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 35-41. ISSN 1668-0227
Entel , Alicia
manipulado por potencias anónimas,
empezando por los jefes de Estado. (id., :31)
Sin embargo los sabios de fin de siglo obran
como si desconocieran esta tendencia. Son, al
parecer, ciegos para controlar las consecuencias
de sus descubrimientos: Las amenazas más
graves que enfrenta la humanidad están ligadas
al progreso ciego e incontrolado del
conocimiento (armas termonucleares,
manipulaciones de todo orden, desarreglos
ecológicos, etc.)
Estas afirmaciones y advertencias tienen
múltiples derivaciones a la hora de especificar:
por qué es posible hablar de sistema abierto
por qué la vida sería un fenómeno de autoeco-organización
qué replanteos implica esto en la relación
sujeto/objeto
cómo se complejiza y diluye al mismo tiempo la
idea de naturaleza-cultura como órdenes
separados y cómo afecta a sus saberes teóricos
correspondientes.
(Estas son sólo algunas de las reflexiones que
nos interesan a los fines de nuestras
preocupaciones en torno a algo que ya
comenzamos a animarnos a llamar
videoconocimiento).
Morin es enfático con respecto a la idea de
sistema abierto. Heredada de la termodinámica,
esta noción ha permitido comprender a los
sistemas cuya existencia y estructura dependen
de una alimentación exterior. En lo abierto
cabe pensar la evolución y las interacciones entre
sistema y ecosistema.
Si nos detenemos en los sistemas vivientes, a
diferencia de otros, son auto-organizados. Tienen
la característica de que sus componentes son
muy poco confiables. Se trata de moléculas que
se degradan muy rápidamente. Pero el
organismo permanece idéntico a sí mismo agregaríamos: en un transcurso temporalaunque todos sus constituyentes se hayan
renovado. La paradojal dinámica de los sistemas
vivientes es que contienen la muerte. Y son
relativamente autónomos aunque dependen del
medio (la auto-organización significa
obviamente autonomía, pero un sistema autoorganizador es un sistema que debe trabajar
para construir y reconstruir su autonomía y que,
por lo tanto, dilapida energía, Heinz Von
Foerster, en Morin, 1994).
De ahí que Morin enfatice: El sistema auto-ecoorganizador no puede bastarse a sí mismo , no
puede ser totalmente lógico más que
introduciendo, en sí mismo, al ambiente ajeno.
No puede completarse, cerrarse, bastarse a sí
mismo. (1995, :58)
De la totalidad a la complejidad
Esta perspectiva da lugar a otros sentidos para
considerar qué es sujeto y qué es mundo:
El sujeto emerge al mismo tiempo que el
mundo (...) Desde la perspectiva de la
cibernética emerge donde un número de rasgos
propios de los seres humanos (...) son incluidos
en el objeto-máquina. Es entonces que
autonomía, individualidad, complejidad,
incertidumbre, ambigüedad se vuelven los
caracteres propios del objeto. Cuando, sobre
todo, el término auto lleva en sí la raíz de la
subjetividad (1995,: 63)
No nos vamos a detener en las críticas que
Morin realiza en torno a lo que se considera
sujeto y objeto desde Descartes en más y
que ha sido tan apreciado en la Modernidad.
(Están sintetizadas en el largo texto que ubicamos
en el principio de estas reflexiones, p. 2) Pero
reiteraremos hasta qué punto el sujeto es visto
como perturbación o como ruido a la hora de
inventar la objetividad científica para estudiar el
mundo. Así como la subjetividad -tal vez pecaminosa
para la mirada científica- queda relegada al arte, la
filosofía, la metafísica o la religión.
En cambio, desde la perspectiva de Morin si
parto del sistema auto-eco-organizador y lo
remonto, de complejidad en complejidad, llego
finalmente a un sujeto reflexivo para encontrar
su fundamento o, al menos su origen, encuentro
mi sociedad, la historia de esa sociedad en la
evolución de la humanidad, el hombre auto-ecoorganizador (...) Así es que el mundo está en el
interior de nuestro espíritu, el cual está en el
interior del mundo (:70)
Pero no debe entenderse esto como armonía o
complementariedad. Más bien se trataría de
una relación con tensiones e incertidumbre: el
sujeto debe estar abierto, desprovisto de un
principio de decibilidad en sí mismo, el objeto
debe permanecer abierto al sujeto y al
ambiente que, a la vez tiene horizontes que
superan los límites de nuestro entendimiento.
Tales afirmaciones implicarían el reconocimiento
de un proceso de conocer, paradojal y
permanen-temente en movimiento cuya
satisfacción total -amén de ser imposibleresultaría inconveniente ya que se asimilaría a la
muerte (o dicho en otros términos, convertiría a
lo viviente en artefacto).
Por otra parte, estas reflexiones distan de las
posturas edificantes no sólo en relación con la
voluntad de saber sino con la imagen del
humano y su narcisismo antropocéntrico. Para la
legitimación de tal modo de cognición, que es ya
una cosmovisión, tendría que existir también un
redimensionamiento de la valoración
individuo, éxito, inmediatez y
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 35-41. ISSN 1668-0227
39
Entel, Alicia
De la totalidad a la complejidad
depredación tan legitimados hoy en casi todo
el planeta. Y ni hablar de reflexionar sobre el
entramado naturaleza-cultura, donde se piense
a la naturaleza como histórica y a la cultura
incorporada a la complejidad del sistema
humano de auto-eco-organización. Quizás nos
equivo-quemos pero tales verdades van a
requerir aún un largo proceso para su
legitimación masiva porque dan en la tecla de
dicotomías, divisiones y cercenamientos de larga
data que han atravesado épocas y climas
culturales diferentes, al menos en la
denominada cultura occidental. Y porque -si no
comprendimos mal- vuelven a pensar la llamada
naturaleza, o mejor aún la physis, lo cual
afectaría profundamente tanto a los criterios
religiosos como a las cosmogonías 3 de la
Modernidad.
Saber-Ver
No caben dudas en seguir la afirmación de
Morin (1995: 84) : (A partir del paradigma de la
complejidad) es toda la estructura del sistema
del pensamiento la que se halla trastornada,
transformada, es toda una enorme estructura
de ideas la que colapsa.
En efecto, reflexionar acerca del paradigma de
la complejidad presupone un descentrarse de las
filosofías de la conciencia (por ejemplo, de Marx
y de Lukács), pero también de las del consenso y
las acciones comunicativas recortadas al ámbito
de la cultura (J. Habermas). No obstante, la
teoría de la complejidad pone el acento en lo
dialógico. Pero habrá que imaginarlo desde la
perspectiva de toda la auto-eco-organización y
no desde un modo de ser de lo humano para
comunicarse, a saber el lenguaje. En este
sentido hay diálogos entre componentes que
son altamente conflictivos así como otros que
resultan complementarios. Por ejemplo, orden
y desorden son dos enemigos: uno suprime al
otro pero, al mismo tiempo, en ciertos casos,
colaboran y producen la organización y la
complejidad (1995, :106)
Ahora bien, ¿cómo, con estas perspectivas
teóricas iniciar un camino para comprender la
relación entre ver y saber no encerrada ni en
horizontes idealistas ni positivistas?
Desde la complejidad sería posible entenderlos
quizás como instancias de la auto-ecoorganización de los seres humanos. A pesar de
las limitaciones de la percepción también allí, en
esa zona considerada rudimentaria, se
desplegaría complejidad. Por lo tanto, habría un
saber que afirmaría y negaría al mismo tiempo
40
el valor de los sentidos. Así también, en las
elaboraciones del pensamiento abstracto,
entendido desde la complejidad, no habría por
qué ocultar o negar los rasgos de la percepción,
y de la sensibilidad en general allí presentes.
Además habría que considerar que en los
fenómenos de auto-eco-organización, la
dimensión eco reviste las modalidades de los
tiempos contemporáneos: íconos, imágenes,
espejos, movimiento, ilusiones de realidad,
forman parte de la vida cotidiana y han dado
lugar a lo que, con una mirada crítica Marcuse
(1975) ha denominado una segunda
naturaleza. Cómo se ha de compaginar con
otras realidades y posibilidades en el ser viviente
llamado humano, qué hay ya en él que a su vez
crea esos mundos, cuánta coherencia o
disonancia existe entre la preservación de la
especie y las tecnologías que la arruinan y/o a su
entorno (que viene siendo lo mismo), todo esto,
a la luz de lo visto, puede ser encarado desde la
complejidad. Y además, desde Morin, reconocer
tal complejidad implicaría también una toma de
posición: es descentrarse de la ciencia por cuyos
caminos avanza una suerte de disociación entre
los descubrimientos y sus usos para la
destrucción. Es, en definitiva, implicar
contradictoriamente a todos los participantes
de la vida.
Pero hay otro descentramiento más que nos
interesa: la reflexión filosófica y el conocimiento
científico modernos han creado y legitimado un
lenguaje para dar cuenta de sus verdades. Así
como despejaron el campo creando
disociaciones y sus jergas específicas, los nuevos
horizontes de la complejidad -si recuperaran la
riqueza de la conjunción percepciónconocimiento -tal vez podrían asumir formas
poéticas, metafóricas sin dejar de encerrar sus
saberes e incluso sabiduría (los textos de los
presocráticos son un real ejemplo de esto en
Occidente y no creemos que Pitágoras, Heráclito
o Parménides hayan sido ingenuos o precarios
en sus elaboraciones).
Tal profunda transformación no es sólo de los
modos expresivos, también lo debe ser de las
condiciones de vida, de los modos de organizar y
acumular memoria, y de la capacidad de
predicción, de planificación del futuro...
No creemos que sea casual la insistencia de
Morin en la ceguera de la inteligencia actual
para advertir la necesidad de profundas
transformaciones que comprometan a la
investigación científica, así como la utilización en
diferentes textos de los juegos de palabras
sobre la capacidad de visión donde menos se la
considera, por ejemplo, en la mera observación.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 35-41. ISSN 1668-0227
Entel , Alicia
A diferencia de la categoría de totalidad de las
filosofías de la conciencia, la complejidad,
creemos, permitiría darle mayor apertura al
vínculo ver/saber. Habría más chance de cruzar
sin prejuicios razón y sensibilidad no como
entidades autónomas sino cada una con parte
de su contrario y a la vez integradas a un
conjunto mayor. Además, desdibujadas las
barreras de la dicotomía naturaleza-cultura,
es posible valorar a los sentidos de un modo
menos peyorativo y relativizante.
Sería además la expansión de un pensamiento
coherente con la crítica de época: se suele aludir
a estos tiempos como a una suerte de neobarroco donde hay una fuerte disociación entre
apariencias y realidad, donde la metáfora de la
ceguera de los que ven está presente en muchos
pensadores, incluido Morin. De ahí que nos
preguntemos -metafóricamente- cómo vería la
teoría de la complejidad a aquel Tiresias ciego y
a muchos similares de otras épocas, incluso la
actual que le advertía a Edipo gobernante y a
su entorno acerca de las atrocidades cometidas
y que sólo fue comprendido cuando la tragedia
ya se había desplegado. Tal vez ese interesante
cambio de rumbo teórico y los aprendizajes
acumulados en la memoria humana permitan
no sólo prever hecatombes sino evitarlas.
De la totalidad a la complejidad
Bibliografía
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Aires, Paidós.
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Gedisa.
Notas
1
Reconocemos que la cuestión de la alienación es mucho
más compleja y no tiene como referentes sólo a la
división del trabajo. De lo contrario, el esquema laboral
que hoy sugestivamente se llama toyotismo evocando
a las modalidades laborales de la Toyota daría grandes
pasos en la desalienación. Pero como se trata de un
simulacro de participación en la propiedad, en verdad,
resulta eficaz arma en esta etapa del capitalismo.
2
Aunque hubo interpretaciones acerca del carácter no
mecánico ni lineal del reflejo estético lukacsiano no es
ingenuo, creemos, el uso de tal palabra.
3
Con Cosmogonías de la Modernidad nos referimos a
la validación taxativa del cientificismo y la expansión de la
razón instrumental (Horkheimer y Adorno en Dialéctica
del Iluminismo hablan de la cifra convertida en mito en el
iluminismo).
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Finquelievich, Susana
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De la tarta de manzanas a la estética business-pop
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Finquelievich, Susana
De la tarta de manzanas a la estética business-pop
De la tarta de manzanas a
la estética business-pop
Nuevos lenguajes para la sociedad de
la información
Susana Finquelievich*
Resumen / De la tarta de manzanas a la estética business-pop
Desde una óptica que focaliza la revolución tecnológica como eje del cambio acelerado de las bases
materiales de la sociedad, la autora sitúa los sistemas de red como un factor que acrecienta la complejidad
de la interacción social emergentes del poder creativo de las lógicas propias de la red. Enfatiza sobre la
circulación de flujos de información, que conforman un nuevo espacio de prácticas sociales, afectando el
poder, las instituciones y los medios de comunicación. A partir de este esquema, la autora analiza el
alcance de la tecnología como un factor no determinante de la sociedad. Focaliza a la revolución
tecnológica en el orden metodológico y a éste, a su vez, en la determinación de factores exógenos país,
momento histórico, cultura- respecto de los resultados de su impacto. En un diagnóstico que define a la
red como la forma virtual y simbólica por excelencia, el análisis enlaza el eje cartesiano con la cultura, los
sujetos y las nuevas formas de producción de objetos culturales.
Descriptores
Ciberespacio / Comunicación multidireccional / Herramientas / Internet / Realidad virtual / Revolución
tecnológica / Sistemas de red / Sociedad informacional / Tecnologías de la información
Summary / From the apple pie to the estetic of the bussiness pop
From an optic that focuses the technological revolution as an axis of the material basis change of the
society, the author places the net systems as a factor that increases the complexity of the social interaction,
emerging from the creative power of the own net logic. It emphasizes on the circulation of the
information flows, that forms a new room of the social practices, having an effect on the power, the
institutions and the media. From this schema the author analyses the reach to the technology as a non
determined factor of the society. She focuses the technologic revolution in a methodological manner and
this last one, in the determination of external factors country, historic moment, culture with respect to
the results of its own impact. In a diagnosis that defines the net as the virtual and symbolic form par
excellence, the analysis links the Cartesian axis with the culture, the persons and the new forms of the
production of the cultural objects.
Resumo / Do pastel de maça à estética business-pop
Desde uma óptica que focaliza a revolução tecnológica como eixo da mudança apressada das bases
materiais da sociedade, o autor situa aos sistemas de Rede como um fator que acrescenta a complexidade
da interação social emergentes do poder criativo das lógicas próprias da Rede. Enfatiza a circulação do
fluxo de informação que conformam um espaço novo de práticas sociais , afetando o poder, as
instituições e os meios de comunicação. A partir de este esquema, o autor analisa o alcance da tecnologia
como um fator que não determina a sociedade. Focaliza à revolução tecnológica na ordem metodológica
e este, a sua vez, na determinação de fatores exógenos país, tempo histórico, cultura- a respeito dos
resultados do seu impacto. Em um diagnóstico que define à Rede como a forma virtual e simbólica por
excelência, analise tece o eixo cartesiano com a cultura, os sujeitos e as novas maneiras de produção de
objetos culturais.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 43-49. ISSN 1668-0227
*Centro de Estudios en Diseño y Comunicación.
[email protected]
Susana Finquelievich: Arquitecta (UNR). Maestría de Urbanismo, Institut d Urbanisme de IAcadémie de Paris, Université Paris VIII.
Doctorado en Sociología Urbana, Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, con la dirección de Manuel Castells, miembro de la
carrera de Investigación del CONICET, e Investigadora Titular del Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias
Sociales, Universidad de Buenos Aires.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 43-49. ISSN 1668-0227
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Finquelievich, Susana
De la tarta de manzanas a la estética business-pop
Un nuevo paradigma tecno-social: La Sociedad
Informacional> Deremate.com, Laborum.com,
Elsitio.com... Desde los últimos meses de 1999
hasta mediados del 2000, se ha producido una
verdadera explosión de Internet en la sociedad
argentina. Los www y los .com son ingredientes
inevitables en la cotidianeidad, y no solamente
en la pantalla de las computadoras: aparecen
incesantemente en todos los medios de
comunicación: afiches callejeros, señales de
calles, programas televisivos y radiales, diarios,
revistas. Una población creciente visita estos
sitios y los usa para diferentes propósitos.
Vivimos actualmente la transición de la sociedad
industrial hacia la sociedad informacional. Las
tecnologías de información y comunicación (TIC)
permean todas las actividades sociales, desde el
teletrabajo a las relaciones virtuales. Su rápida
difusión plantea desafíos sin precedentes para
los países latinoamericanos con respecto a su rol
en la era de la información: la ventana al
mundo representada por Internet se abre a un
panorama de riesgos y oportunidades. Los
programas gubernamentales se multiplican,
surge el e-government, el comercio electrónico
moviliza millones de dólares y las organizaciones
comunitarias conforman redes virtuales.
¿Pueden transmitirse nuevas ideas con viejos
lenguajes? ¿Qué nuevos códigos visuales y
verbales están surgiendo? ¿Conforman éstos
una nueva cultura, formas innovadoras de
pensar y de hacer? Este artículo reflexiona sobre
los ejes sociales de la sociedad informacional y
plantea interrogantes con respecto a las
necesidades en diseño y comunicación.
Vale la pena detenerse para recordar las
definiciones de la sociedad informacional.
Castells, (1997) se refiere a sus orígenes de esta
manera: Una revolución tecnológica, centrada
en las tecnologías de información, está
reconformando, a paso acelerado, las bases
materiales de la sociedad. El antiguo
paradigma de producción, basado en inputs
baratos de energía, es reemplazado por otro,
basado predominantemente sobre inputs
baratos de información, derivados de los
avances de la tecnología microelectrónica y de
telecomunicacio-nes. Castells analiza las
principales características de este nuevo
paradigma: la primera es la materia prima:
tecnologías que actúan sobre la información, al
contrario de las anteriores revoluciones tecnológicas, en las que la información actuaba sobre
las tecnologías; la segunda se refiere a los
efectos de estas tecnologías: dado que la
información es una parte integral de las
actividades humanas, todos los procesos de
44
nuestra existencia individual y colectiva están
conformados por el nuevo medio tecnológico.
La tercera característica se basa en la lógica de
red de cualquier sistema o conjunto de
relaciones que use las tecnologías de
información; la morfología de la red se adapta
perfectamente a la creciente complejidad de
interacción y a las impredecibles formas de
desarrollo que emergen del poder creativo de
dicha interacción. La cuarta se refiere a la
flexibilidad que caracteriza este paradigma; no
sólo los procesos son reversibles, sino que las
organizaciones e instituciones pueden ser
modificadas y alteradas mediante la redisposición de sus componentes. Se pueden
revertir las reglas sin destruir la organización.
Por último, la quinta característica de la
revolución informacional es la creciente
convergencia de tecnologías específicas en un
sistema altamente integrado; La
microelectrónica, las telecomunicaciones, la
optoelectrónica y las computadoras conforman
un sistema informacional.
Munida de estas propiedades, la sociedad de la
información se construye en torno a redes de
circulación de flujos: flujos de capital, de
información, de tecnología, de imágenes, de
interacción organizativa, sonidos y símbolos, que
expresan los procesos que dominan la vida
económica, política y simbólica. Se conforma un
nuevo espacio de las prácticas sociales: el espacio
de los flujos, la organización material de las
prácticas sociales en tiempo compartido que
funcionan a través de los flujos (Castells, M:
1997). El soporte material de las prácticas
sociales dominantes son los elementos que
sostienen los flujos y posibilitan su articulación en
un tiempo simultáneo. Las estructuras
dominantes, sostiene Castells, incluyen los
dispositivos de organizaciones e instituciones cuya
lógica interna desempeña un papel estratégico
para dar forma a las practicas sociales y la
conciencia social de la sociedad en general.
El poder ya no se concentra en las instituciones
dominantes tradicionales (estado, empresas
capitalistas, iglesias, medios de comunicación). El
poder en la sociedad red, como afirma Manuel
Castells(1997): reside en los códigos de
información y en las imágenes de
representación en torno a los cuales las
sociedades organizan sus instituciones y la gente
construye sus vidas y decide su conducta. La sede
de este poder es la mente de la gente.
Subrayemos esto: el poder reside en los códigos
de información y en las imágenes de
representación. Es decir, en la información y la
comunicación.
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Finquelievich, Susana
A partir de la década de los ochenta, las nuevas
tecnologías transformaron los medios de
comunicación. Se extendió el uso de los aparatos
de video y los walkman; los diarios se escriben,
editan e imprimen a distancia, permitiendo
ediciones simultáneas. Durante la década del
noventa se desarrollan las tecnologías de
televisión por cable: las fibras ópticas, la
digitalización y la transmisión por satélite
expandieron la transmisión.
En la segunda mitad de la década del noventa,
se fusionaron los medios de comunicación de
masas y la comunicación mediatizada por
computadoras, formando un nuevo sistema
electrónico de comunicación. El sistema
multimedia integra diversos medios y se
caracteriza por su potencial interactivo. Su uso
se extiende a todos los ámbitos de la vida
cotidiana: desde el hogar, el trabajo, la
educación, la salud y el entretenimiento. Castells
(1999) afirma que quizá el rasgo más
importante de los multimedia sea que captura
dentro de sus dominios la mayor parte de las
expresiones culturales en toda su diversidad. Se
construye un nuevo entorno simbólico. Hace de
la virtualidad nuestra realidad, afirma Castells,
quien define las características del sistema de
comunicación que genera virtualidad real: Es
un sistema en el que la misma realidad (esto es,
la existencia material/simbólica de la gente) es
capturada por completo, sumergida de lleno en
un escenario de imágenes virtuales, en el mundo
de hacer creer, en el que las apariencias no
están sólo en la pantalla a través de la cual se
comunica la experiencia sino que se convierten
en la experiencia. Estamos en los primeros
pasos de una nueva cultura comunicacional.
Tecnología y cultura
La revolución de la información tecnológica,
desde el punto de vista metodológico, es
también un punto de partida apropiado para
analizar las complejidades de la cultura en la
sociedad de la información y en particular, de
uno de sus máximos exponentes, la cultura de la
transición entre los dos milenios. Como lo
recuerda Manuel Castells, esta decisión
metodológica no implica que las nuevas formas
y procesos sociales emerjan como consecuencia
del cambio tecnológico. La tecnología no
determina a la sociedad. Tampoco significa que
la sociedad avance siguiendo fielmente los
meandros de las transformaciones tecnológicas.
Son muchos los factores, incluyendo la inventiva
e iniciativa individuales, el azar, las circunstancias
económicas, políticas o geográficas, que
De la tarta de manzanas a la estética business-pop
intervienen en los procesos de los
descubrimientos científicos, en los de innovación
tecnológica y en los de su aplicación social. Los
resultados y productos finales dependen de una
compleja trama de interrelaciones.
Cuando en la década de los 70 emergió un
nuevo paradigma tecnológico, organizado
alrededor de la tecnología informática, sobre
todo en los Estados Unidos, no fue causado por
toda la sociedad norteamericana, sino por un
segmento específico de esa sociedad, cuya
interacción con la economía global y la
geopolítica mundial, se materializó en nuevas
maneras de producir, comunicar, aprender,
enseñar, administrar y vivir.
El país, el momento histórico y la cultura donde se
originó este proceso no son indiferentes a sus
resultados. Como señala Castells, el hecho de que
la construcción de este paradigma tuviera lugar en
los Estados Unidos, y más precisamente en
California y en los años 70, ha tenido
probablemente fuertes consecuencias sobre las
formas y la evolución de las nuevas tecnologías de
información. Por ejemplo, a pesar del rol decisivo
de la financiación y mercados de origen militar en
el desarrollo de las primeras etapas de la industria
electrónica, el florecimiento tecnológico que tuvo
lugar a comienzos de los 70 puede relacionarse
con la cultura de liberación, innovación,
individualidad, imaginación e iniciativas de todo
tipo que surgió de la cultura setentista en los
campus americanos. Los militares y los Flower
Children fueron los inesperados padres de la
revolución tecnológica, los abuelos de la sociedad
de la información. Esto no se sostiene en términos
políticos sino con respecto a los valores sociales de
ruptura con las pautas establecidas de conducta
individual y social, tanto en la sociedad en general,
como en los laboratorios tecnológicos y en el
mundo empresario.
La cultura hippie influyó en la creación
tecnológica. El énfasis en artefactos
personalizados, en la interactividad, en el
trabajo en red o networking, y la búsqueda
incesante de nuevos medios tecnológicos, aún en
circunstancias en que aparentemente no
tendrían una salida inmediata en el mundo
empresario, marcaban una clara discontinuidad
con la tradición del mundo empresario de la
época. La revolución de la tecnología
informática, según Manuel Castells, difundió,
conscientemente o no, el espíritu libertario que
había florecido en los 60 en la cultura material
de nuestras sociedades.
Tan pronto como estas tecnologías se
difundieron y fueron apropiadas por países y
culturas diferentes, por diversas organizaciones,
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Finquelievich, Susana
De la tarta de manzanas a la estética business-pop
y en respuesta a diferentes objetivos y utilidades, se
desarrollaron todo tipo de aplicaciones y usos. A su
vez éstos retroalimentaron la innovación
tecnológica, acelerando su velocidad, ampliando el
scope del cambio tecnológico y diversificando tanto
las fuentes como sus productos. Se creó una relación
biunívoca entre tecnología y demanda social, entre
tecnología y cultura: si bien es cierto que la oferta
tecnológica, el famoso tirón tecnológico,
determinó en parte la sociedad y las nuevas formas
culturales, también lo es que la demanda fue
condicionando la producción de tecnologías.
Internet ilustra bien estos conceptos. Como se
sabe, se originó en un modelo osado imaginado
en 1960 por los guerreros tecnológicos del USA
Defense Department Advanced Research
Projects Agency (DARPA), para protegerse de los
peligros soviéticos y de la destrucción de las
comunicaciones americanas en caso de guerra
nuclear. Era en cierta forma el equivalente
tecnológico de las guerrillas: flexible,
descentralizado. El producto fue una arquitectura
de red que no puede ser controlada por ningún
centro, y está compuesta por miles de redes
autónomas de computadoras que poseen
maneras innumerables de relacionarse, circunvalando las barreras electrónicas.
Actualmente Internet es un semillero de
empresas, pero también un foro sobre derechos
humanos; una biblioteca casi infinita, pero
también una multiplicidad de comunidades
virtuales. De producto de defensa militar, se ha
vuelto polimórfico. Producto de la cultura
setentista, contribuye a modelar la del fin del
milenio. Como plantea Guy Sorman1 Internet se
ha convertido en la parte más visible de la
cibercultura, pero ésta no se reduce a Internet:
también abarca la inteligencia artificial, la
realidad virtual, las artes y los juegos interactivos
(...). El término cibercultura (...) designa un
universo a la vez técnico y espiritual, donde la
computadora pasa a ser una prolongación de la
personalidad humana, una especie de acelerador
de nuestras capacidades psíquicas.
La influencia de las culturas madres, la hippie
y la tecnológica, sobre Internet, se hace evidente
en los lenguajes usados para la comunicación,
como veremos en el punto siguiente.
La evolución de las imágenes: plazas, darkies
y e-commerce
Es interesante observar cómo el manejo de las
imágenes ha ido evolucionando desde los
comienzos de la difusión de internet hasta el
46
presente, a medida que los comunicadores
modificaron su actitud con respecto a esta
tecnología y se insertaron en forma diversa en
los distintos ámbitos de trabajo.
Internet es, por definición, el reino de las
metáforas, el mundo de los símbolos. Es,
después de todo, el medio de desarrollo de la
virtualidad, en cualquiera de sus formas
posibles. Quizás convenga recordar que la
realidad, tal como se la experimenta, siempre
ha sido virtual, porque se la percibe a través de
símbolos que enmarcan las prácticas con
significados que escapan a las definiciones
estrictamente semánticas. Es precisamente esta
capacidad que poseen todas las formas de
lenguaje, de codificar la ambigüedad y de
abrirse a una multiplicidad de interpretaciones,
lo que hace que las expresiones culturales
difieran del razonamiento de la lógica
matemática formal.
Manuel Castells afirma: Es a través del carácter
polisémico de nuestros discursos que se
manifiesta la cualidad compleja y a veces
contradictoria de los mensajes del cerebro
humano. Este rango de variación cultural de los
significados de los mensajes es lo que nos
posibilita interactuar con los demás en una
multiplicidad de dimensiones, algunas explícitas,
otras implícitas. Por esto, cuando los críticos de
los medios electrónicos argumentan que el
nuevo espacio simbólico no representa la
realidad, están refiriéndose implícitamente a
una noción absurdamente primitiva de
experiencias reales no codificadas que nunca
existieron. Todas las realidades se comunican a
través de símbolos. Y en la comunicación
humana, interactiva, independientemente del
medio, todos los símbolos están en cierto modo
desplazados en relación a su significado
semántico. En cierto sentido, toda realidad es
percibida virtualmente.
¿Cuándo puede decirse que un sistema de
comunicación genera la virtualidad real? Cuando
ese sistema captura la realidad (es decir, la
existencia material/simbólica de las personas) y
la sumerge en un encuadre virtual, en el cual las
apariencias no son sólo imágenes o símbolos en
la pantalla, a través de los cuales se comunica la
experiencia, sino que devienen la experiencia
misma. Pierre Levy, autor de La technologie de
l´intelligence, afirma: Pero lo virtual es real.
Como seres humanos nacemos con el lenguaje,
luego vivimos el fin de la humanidad en el
interior de mundos que son virtuales. No sólo el
signo es virtualidad: la prueba es que podemos
imaginar una posibilidad diversa a la realidad.
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Finquelievich, Susana
Algunos piensan que la realidad virtual no es
verdaderamente real, pero representa o evoca
la realidad. Lo virtual (que según dichas
opiniones debe ser parte del mapa pero no del
territorio) en realidad actúa sobre la realidad.
Por eso el mapa es el territorio, ya que es un
operador del mismo, y añade: No se puede
razonar en términos de virtual y real de manera
separada. Por consiguiente, no se necesita
imaginar la cuestión en términos de sustitución,
sino de complejidad, de imbricación, de
redefinición, de apertura de nuevos espacios. La
invención de la escritura ha producido enormes
cambios y muchas cosas están captadas por este
nuevo sistema de signos. La gente, sin embargo,
no ha dejado de hablar2.
El mundo virtual es infinito, y en él todo es
posible, cualidades ambas que infunden temor, a
la vez que euforia. Quizá por eso surgió, en los
primeros tiempos de su difusión, la necesidad de
refugiarse en metáforas visuales conocidas,
familiares, seguras. Geocities ofrecía terrenos
en manzanas de un barrio virtual, para
que los usuarios construyeran allí sus web pages.
Los cibernautas ansiosos de discutir
determinados temas con otros navegantes de
Internet acudían a una plaza diseñada como
las plazas en las que jugábamos en nuestra
infancia: nada faltaba, ni los canteros bordeados
de prolijos cerquitos, ni las fuentes de agua, ni
los bancos. Una web page era el hogar en el
ciberespacio. Las asociaciones comunitarias que
se habían extendido a la Red ofrecían
comunidades virtuales, pequeños y
acogedores pueblos diseñados con mayor o
menor detalle, pero siempre usando imágenes
familiares y reconocibles. Se podía hacer
trámites en el edificio de la Municipalidad,
comprar en el shopping o más localmente, en
la plaza del mercado, circular por una calle
libre de accidentes de tránsito y bordeada de los
hogares de los residentes en la comunidad,
hacia el café, donde luego de chatear con
amigos o desconocidos, se recalaba en la
biblioteca para consultar algún libro o
documento. Si Internet hubiera estado dotado
de olores, se hubiera podido percibir el perfume
de las tartas de manzana en las cocinas y de los
sachets de lavanda en los placares. Los
espacios eran acotados, diseñados
conservadoramente, al estilo de los suburbios de
clase media de América del Norte, a salvo de
perturbadoras nociones del infinito.
Poco a poco, este manejo de las imágenes ha ido
cambiando. Cibernautas y diseñadores
aprendieron a usar el ciberespacio, a aprovechar
sus múltiples posibilidades. Alrededor de 1998-
De la tarta de manzanas a la estética business-pop
1999, se impuso la tendecia darkie en sitios
de todo tipo, impulsada por la estética tecno
del cine de ciencia-ficción, fundamentalmente
por peliculas como Matrix o Johny
Mnemonic. El ciberespacio se pintó de negro,
azul y plateado, pero el mundo de la oscuridad
tuvo una vida corta. Las empresas virtuales
comenzaron a florecer, con la consiguiente
demanda de nuevos diseños para convertirse en
competitivas. Con la explosión del e-commerce,
el diseño adquirió una importancia
fundamental: más de una empresa virtual plena
de ideas originales y con buen respaldo
financiero fracasó porque el diseño desacertado
de su sitio no invitaba a los visitantes a quedarse
y menos aún a explorarlo.
La cultura hippie, madre no reconocida de la
revolución tecnológica, hizo sentir su influencia.
El mundo empresario del ciberespacio usa
actualmente un lenguaje y un diseño
inimaginables en el ámbito empresario real.
Reinan las competencias de informalidad y
creatividad, mientras el lenguaje verbal y visual
se juveniliza, se vuelve casi adolescente. Sitios
como Uyuyuy.com, Felizcumple.com,
Mercadolibre.com, Netjuice.com, celebran la
facilidad de comprar y consumir con diseños
fáciles y colores primarios. Los nombres de las
empresas se refieren directamente a los bienes
y servicios que ofrecen: Casamiento.com,
Deregalo.com, Laboris.net, Kids.com,
Saberdefutbol.com. En la Expo Internet de junio
de 2000, en Buenos Aires, los stands
multicolores eran atendidos por adolescentes
embutidos en mamelucos y pelucas flurescentes
y reinaba una atmósfera de libertad y excitación
cercana a los recitales de rock.
En otros ámbitos, el diseño se mantiene
conservador. Los sitios de instituciones de
gobierno nacionales, provinciales y locales se
atienen a un diseño oficial, poco aventurero,
continuador de la estética gubernamental del
mundo presencial. Los websites de los partidos
políticos recuerdan los folletos partidarios y
expresan los mismo que los dicursos de los
diarios cotidianos. Evidentemente, el mundo
político aún no ha aprendido los lenguajes de la
Sociedad de la Información.
La comunicación y el diseño en la Sociedad
Informacional
¿Qué requiere la Sociedad de la Información de los
comunicadores y diseñadores? ¿Qué les ofrece?
Por primera vez en historia, los profesionales del
diseño y la comunicación poseen un canal de
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Finquelievich, Susana
De la tarta de manzanas a la estética business-pop
comunicación de multimedios poderoso,
interactivo: Internet. Herramientas impensables
hace una década para diseñar y discutir la
comunicación bidireccional o mutidireccional de
ideas visuales y espaciales con clientes, usuarios,
funcionarios y ciudadanos, son ahora posibles. El
hipertexto les da a los diseñadores la posibilidad
poderosa de conectar trozos aislados de
información, apoyando al creador individual tanto
como a la creación grupal.
Dos tendencias en comunicaciones que aparecían
en el Siglo XX están empezando a converger al
principio del nuevo siglo. La primera es la
concentración
de medios de comunicación audiovisuales,
notablemente la televisión, como el lugar de una
acción predominante para la expresión cultural en
la sociedad occidental. La segunda es la aparición
de Internet. La convergencia se hace posible
porque la información de todos los tipos puede
digitalizarse en una corriente de unos y ceros, y
puede trasladarse sin la necesidad a ser contenida
en un objeto físico. Un libro es, después de todo,
información guardada en el papel, una película,
información guardada en un film, y un modelo
arquitectónico, es información preservada en
cartón y madera. Estas formas de registro de
datos pueden guardarse y transmitirse a través de
Internet alrededor del mundo.
Esta modalidad tiene consecuencias en el mundo
del diseño: en la sociedad industrial, diseñadores
y clientes rara vez trabajaban juntos. En la
sociedad conectada, los clientes demandan
crecientemente una participación en la
planificación de una campaña y en el diseño
audiovisual. La integración y la síntesis son las
habilidades fundamentales en los diseñadores y
comunicadores. Tomar trozos de información en
Internet o en la realidad, transformarlos,
combinarlos, sintetizarlos en una realización
coherente, y hacerlo ágil y rápidamente, con una
comprensión cabal del entorno al que se destina,
se vuelve una necesidad imperiosa del oficio. Los
profesionales deben manejarse en juegos
complejos de interrelaciones profesionales y
asumir un rol de facilitador e integrador del
conocimiento y las disciplinas que se requieran.
La profesion también se des-localiza. Equipos
virtuales es un término que está de moda, pero
que no representa nada nuevo en el campo del
diseño. Durante los últimos años, equipos de
especialistas en diseño y comunicación se han
armado, trabajado, disuelto y vuelto a formar
con otros integrantes. Lo nuevo en la sociedad
de la información es que estos equipos virtuales
pueden liberarse de las localizaciones físicas, de
48
las oficinas de ladrillos y hasta de la afiliación
organizacional. La administración de estos
equipos se vuelve, por lo tanto, más compleja
que nunca antes.
¿Qué respuestas debe dar la enseñanza en
Diseño y Comunicación a los nuevos
requerimientos? Evidentemente, no se pueden
abordar nuevas necesidades sociales y laborales
sin transforma-ciones en las culturas
organizacionales, sin cambios en las carreras
tradicionales, y sobre todo, sin crear nuevas
carreras, aptas para desarrollarse en la Sociedad
de la información. Pero innovación no significa ni
improvisación ni des-profesionalización.
Posedora de interrogantes, aunque no de
respuestas, dejo abierto el debate, que
presiento apasionado y rico.
Notas
1
Sorman, Guy: Un mundo dividido por la cibercultura en
La Nación, Notas, Viernes 26 de marzo, 1999.
2
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López Neglia, Claudia
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De las certezas al tiempo subjetivo
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 51-58. ISSN 1668-0227
López Neglia, Claudia
De las certezas al tiempo subjetivo
De las incertezas al
tiempo subjetivo
Claudia López Neglia*
Resumen / De las incertezas al tiempo subjetivo
La búsqueda del lugar de la posición subjetiva, constituye el núcleo que interroga sobre la educación en el
campo de la comunicación y el valor del lenguaje en la construcción del sujeto.
Cuestiones tales como la desaparición de certezas, el sustento del pensar el hacer o el hacer el pensar, el
desmembramiento del arte, la ciencia, la ética y la aparición de una nueva herida narcisista, que hace presente
la ausencia de emancipación e igualdad, organizan un anclaje en la visión dilemática de la realidad.
Desde una óptica que destaca las barreras para las elecciones del sujeto, y exalta a la escritura como
práctica constitutiva que puede permitirse burlar las reglas de la retórica, la autora reflexiona sobre los
nuevos modelos culturales de juventud apoyados en el individualismo. Focaliza los modos que
posibilitan establecer vínculos transferenciales para la construcción de un nuevo lazo, proponiendo al
lenguaje, la nominación, la interpretación de signos, como oportunidad de producir una realidad,
desde una dimensión simbólica, capaz de cohesionar y relacionar mejor el conjunto social.
Descriptores
Certezas / Escritura / Interioridad / Lenguaje / Mecanismo simbólico / Medios de comunicación /
Significados culturales / Trascendencia
Summary / From the uncertainties and the subjective time
The searching of the subjective position place, constitutes the nucleus that questions on the education
in the field of the communication and the value of the language in the subject construction.
Themes like the desertion of certainties, the support of thinking about the making and the making of
the thinking, the dismemberment of the art, the science, the ethic and the apparition of a new
narcissism wound that makes present the absence of emancipation and equality, organizes an stay in
the dilemmatic vision of the reality.
From an optic that marks the barriers for the elections of the subject, and exalts to the writing as a
constitutive practice that can evade the rules of the rhetoric, the author make a revelation about the
new cultural models of youth based on the individualism. She focalizes the ways that make it possible to
establish links of transference for the construction of a new connection, proposing to the language, the
nomination, the interpretation of signs, as an opportunity for producing a reality, from a symbolic
dimension, which is able to make a cohesion and to relate in a better way the social group.
Resumo / Das incertezas ao tempo subjetivo
A busca do lugar da posição subjetiva, constituem o núcleo que interroga acerca da educação no campo
da comunicação e a importância da linguagem na construção do sujeito.
Questões como a desaparição das certezas, o sustento do pensar o fazer ou do fazer o pensar,
desmembração da arte, a ciência, a ética, e a aparição da nova ferida narcisista que apresenta a ausência
da emancipação e da igualdade, organizam uma ancoragem na visão dilemática da realidade.
Desde uma óptica que salienta as barreiras para as eleições do sujeito, e exalta a escrita como pratica
constitutiva que pode se permitir transgredir as regras da retorica, o autor reflete acerca dos novos
modelos culturais de mocidade sustentados no individualismo.
Focaliza os modos que possibilitam estabelecer vínculos transferidores para a construção de um novo
laço, propondo à linguagem, a nominação, a interpretação de signos, como oportunidade de produzir
uma realidade, desde uma dimensão simbólica, que possa coesionar e relacionar melhor o grupo social.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 51-58. ISSN 1668-0227
*Centro de Estudios en Diseño y Comunicación.
[email protected]
Claudia López Neglia: Licenciada en Psicología (UBA). Profesora de la Universidad de Palermo.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 51-58. ISSN 1668-0227
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López Neglia, Claudia
De las certezas al tiempo subjetivo
¿Cómo hacer lugar a una posición subjetiva que
viene decayendo, en una pérdida progresiva de
la facultad simbólica bajo el predominio de lo
imaginario especular; atadura a ver lo que los
medios intentan mostrar como lo más real de lo
real; alienación deshumanizante como correlato
de un tiempo histórico, donde los discursos se
quiebran, se fragmentan, pierden sentido, y las
prácticas se ofrecen a lo inmediato, lo
instantáneo,perdiendo la proyección hacia el
futuro?
El quiebre de la cadena metafórica, como
síntoma de un puro discurrir, no logra hacer
marca ni anclarse, vía la implicación subjetiva.
Este artículo propone la posibilidad de plantear
un nuevo paradigma: No busco, encuentro,
para propiciar un tiempo subjetivo, enfrentado
al tiempo de las certezas.
Cultura y estado de sitio
¿Cómo hacer pensar o pensar el hacer, cuando el
gran muro donde habitaban las certezas fue
derribado?
No es el lugar para pensar cómo, por qué,
cuándo, y quiénes produjeron tal quiebre. Lo
cierto es que el quiebre se instaló marcando
por un lado una pérdida y por el otro una
crónica obviedad anunciada en el discurso de
diversas ciencias.
El arte, la ciencia y la ética que en la
modernidad fueron concebidas bajo el ideal de
una razón basada en principios lógicos, hoy, en
el decir de Esther Díaz (1988), están
desmembradas en la multiplicidad.
En un recorrido diacrónico, la historia ha ido
construyendo su devenir atravesando distintas
marcas, o heridas que tuvo, no sin dificultades,
que elaborar.
Freud diría que el narcisismo del ser humano
crea el obstáculo más sólido para el progreso de
los conocimientos. La astronomía, la biología o el
psicoanálisis sólo pudieron constituirse en
ciencias después de haber vencido las creencias
espontáneas, según las cuales la tierra es el
centro del universo; el hombre, el rey del reino
animal; el yo conciente, el centro de la
personalidad. Creencias, imaginarios sociales,
que son una proyección del antropocentrismo
natural para el sujeto.
Una nueva herida narcisista se hace presente al
comprobar que la historia no dispone para
nosotros ni la emancipación, ni la igualdad, ni la
sabiduría. No nos une la promesa de un mañana
mejor. (Díaz, Esther, 1988: 33).
52
Producto de esta nueva herida narcisista, fueron
las ideologías que tomaron como mercancía el
Fin de las Utopías, para especular con la libertad
en ascenso de la subjetividad.
Por qué a la libertad en ascenso se la puede
pensar como una mercancía con la cual
especular a la hora de un nuevo hacer o un
nuevo construir.
Si a una tesis modernista como Prohibido
Prohibir, se le pudo oponer una antítesis
posmoderna como Fin de las Utopías, a este
binomio le falta producir una síntesis que
permita relanzar el movimiento dialéctico a
nuevas construcciones. Sin embargo todo
parecería señalar un estancamiento en lo
dilemático, donde no hay posibilidad de elección.
Si no hay posibilidad de elección es porque todo
lo que daba garantías ya no existe, garantías de
verdades, saberes, producciones.
La falacia, o ingenuidad, sería creer que en
algún momento de la corriente histórica, o de la
historia personal sí hubo garantías,
encontrándose el sujeto actual en la encrucijada
de ¿para qué pensar o, para qué hacer?
Juventud y transición
Del sujeto actual que se hace imprescindible hoy
hablar es del joven, que se encuentra ante un
presente cultural desesperanzado, donde los
discursos que lo atraviesan, se presentan
ambiguos, vacíos de contenido, pero a la vez
efectivistas a la hora de ofrecer la posibilidad de
entrar en contacto con toda la información (vía
correo electrónico, cable, Internet) que el
mercado actual les pone en sus manos.
La influencia que han tenido los medios masivos
de comunicación en las últimas décadas,
penetrando y fortaleciendo su presencia dentro
de la sociedad a través de un trastocamiento de
las modalidades de comunicación social, llegaron
a ocupar lo que en otros tiempos se situaban los
vínculos interpersonales.
Desde los medios se impulsa al consumo, y se
encuentra en los jóvenes el centro de atención
por donde entrar, con mensajes repletos de
códigos imperativos que comunican lo nuevo
como única modalidad de la imagen; perdiendo
la tradición, la ética, la moral y hasta la ley, su
capacidad rectora y evidenciando su trivialidad,
su banalidad.
El vacío resultante lo llena el mercado,
fortaleciendo el narcisismo y el culto al cuerpo
para pertenecer al reino de los pares, donde la
salud y la enferme-dad se entraman en confusa
convivencia.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 51-58. ISSN 1668-0227
López Neglia, Claudia
Lenguaje e imagen joven, son slogans que
provocan en los posibles consumidores un efecto
de individualidad, en un sentirse único, aunque
no exterior al grupo de pares.
Pero a pesar de la devoción por el consumo, las
escasas perspectivas de inserción y progreso se
hacen también presentes para los que aspiren a
trabajar e incorporarse en la actividad
económica. Ilusión de libertad para elegir dentro
de un contexto de individualismo social y de
escasas posibilidades de proyectar.
Envuelto en cantidades de mensajes que lo
ensordecen, el joven se encuentra inmerso en un
bombardeo informatizado, que lo lleva a
desplazar las reflexiones que provenían de la
educación y de los distintos discursos las ciencias,
como las armas para el desarrollo del
conocimiento y su autonomía personal. Faltan
las razones que peleen por las utopías, y el
presente solo implica gratificarse, disfrutar ya,
revalorizando la autonomía del egoísmo.
Claro que dentro de esta apretada introducción,
están también lo jóvenes que sufren las
exclusiones y el aislamiento que promueven las
políticas económicas vigentes, limitando la
posibilidad de ingreso al mercado laboral, al
desarrollo profesional, la formación de la
familia, el acceso al consumo cultural, y que hoy
piensan en emigrar, o emigran.
Quedan al margen de la oferta cultural,
ubicándose en periféricos circuitos de consumo;
las leyes del mercado promueven la oferta
cultural a quienes puedan pagarla. La cultura
hoy industrializada termina aplicando los
mismos valores que la economía.
Dentro de este marco contextual, tanto social
como político, económico, ideológico y cultural, la
amenaza real de una pérdida de lugar en el
mundo, afecta tanto los proyectos de jóvenes
como adultos.
Pero el alcance de este escrito se dirigirá a la
reflexión sobre un presente cultural desesperanzado, donde los jóvenes, nuestros estudiantes,
aparecen como los más perjudicados del
sistema, teniendo en cuenta que el tiempo de
elaboración psíquica de la reedición edípica, el
desprendimiento del núcleo de origen y la
proyección de los ideales, se ven amenazados
por ciertas propuestas culturales que en sus
discursos paradojales idealizan al adolescente en
su juventud pero lo ignoran en los
requerimientos propios de su momento vital.
Una cultura que promueve evitar el contacto
con la propia interioridad, devalúa la dimensión
proyectual, y estimula el repliegue narcisista de
la satisfacción inmediata, señala
De las certezas al tiempo subjetivo
significativamente la indeterminación de un
lugar a ser construído para el futuro social.
Unas breves líneas que caracterizan el período
de transición del adolescente (como podemos
observar en una gran mayoría de nuestros
alumnos universitarios), serían oportunas para
delinear el marco de referencia con el que
trabajamos cotidianamente.
...La mutación adolescente, signada de este modo
por pérdidas que son la condición propiciatoria
para la circulación deseante, se liga desde lo
metapsicológico a la castración simbólica. La
prohibición del incesto y la imposibilidad de
realización plena del goce pulsional, se sientan en
una lógica de la triangulación y de la incompletud
que habrá de trazar los senderos de un deseo por
siempre insatisfecho.
Desde el punto de vista identificatorio, este
atravesamiento habilita al adolescente para la
salida exogámica, y más ampliamente, para la
búsqueda de su lugar en el mundo. Piera
Aulagnier se ha referido extensamente a la
importancia del proyecto identificatorio (aquello
que el Yo espera devenir) relacionándolo con la
posibilidad de asunción de la prueba de
castración. La renuncia a los atributos de la
certeza instala una diferencia entre el Yo actual
y el Yo del tiempo futuro.
Así el yo renuncia a convertir el futuro en el
lugar en el que el pasado podría retornar, para
investir ideales futuros y un proyecto
identificatorio tan singular como aún incierto en
su posibilidad de realización. (Rojas, María C. y
Sternbach, S., 1994:120)
Entonces el yo es tanto sede de renuncia como
de espectativa, renuncia que implica duelo; y
espectativa que anuncia una espera, intervalo y
esperanza futura. Ambos son imprescindibles
para el tránsito hacia el cambio, la madurez; sin
duelo no se asume la pérdida, y sin esperanza no
hay ideales futuros.
Este es el movimiento dialéctico entre el Yo ideal y
el Ideal del Yo, que posibilita en el sujeto transitar
su mundo incestuoso y narcisita, operando la
castración simbólica, y habilitándolo para
proyectar su futuro en tanto sujeto deseante.
Hoy la exaltación de la juventud no conlleva su
vertiente liberadora, que requiere del
cuestionamiento de rígidos mandatos de épocas
anteriores, sino que se exalta ante el terror de
una adultez que se presenta como carente de
productividad y bienestar, entonces de qué vale
proyectar hacia el futuro.
Una frase de Santiago Kovadloff nos va a dar la
llave desde la cual abrir la temática que ste
texto propone: Idealizar a los jóvenes es, en
realidad, condenarlos al silencio. Acariciándoles
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 51-58. ISSN 1668-0227
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López Neglia, Claudia
De las certezas al tiempo subjetivo
el lomo con la mano tersa de la adulación, se les
impide tomar la palabra. Decir qué les ocurre y
cómo se ven desde su propio punto de vista.
(Rojas, M.C. y Sternbach, S., 1994: 122)
Si nos detenemos a observar los discursos
vigentes del poder, en sus vertientes políticas,
sociales, económicas e idelógicas de nuestra
época , donde reina a todas luces el triunfo de la
corrupción, esto no es sin consecuencias; por el
contrario implica un gran trastorno de la
legalidad simbólica repercutiendo directamente
en la relación narcisista del sujeto con la cultura.
Si la ley bajo su forma simbólica requiere de
enunciados que garanticen la no arbitrariedad
para poder ser tramitados desde las distintas
subjetividades, hoy esta función se encuentra
destituída en sus representantes, perdiendo la
sujeción a la ley y quebrando el orden simbólico.
La regla en cambio será el ejercicio del poder a
partir de los propios intereses.
El discurso de los medios de difusión no puede
ser otro, aportando su cuota de banalización
ante el horror violento de lo cotidiano,
produciendo una creciente insensibilidad y falta
de capacidad de reacción ante un presente
naturalmente obsceno, donde lo real
anestesiado es parte del espectáculo de la
posmodernidad.
Los nuevos modelos culturales de juventud,
apoyados en el individualismo antes señalado,
bello, superficial, exitoso y divertido, promueven
desestimar la interioridad, con las consecuencias
que hoy vemos: problemas en el pensamiento, la
simbolización y las modalidades operatorias.
Prima el mandato de una precoz autonomía,
dosis de hedonismo e individualismo que liberaría
al joven posmoderno de las pesadas culpas del
sujeto de la modernidad.
Ante la apariencia de un movimiento deseante,
es el goce el que se escucha imperativamente. En
su vertiente cruel, el Superyo, obsceno y feroz,
ordena un goce como sometimiento a ese Otro
absoluto e invasor, representado por la cultura y
sus nuevos mandatos, pero disfrazado de formas
de placer y libre elección. Queda abolido el deseo,
irrumpiendo la escena un goce pulsional, que
aparenta disfrazar el terror al futuro.
No es este el espacio para profundizar las
transformaciones de la familia actual, las
patologías parentales o violencia familiar, la
pareja hoy, los modos de relacionarse entre
sexos, ni tampoco para quedarse en un
diagnóstico fundado en la evaluación de la
sintomatología actual de los jóvenes, ligadas al
narcisismo y sus articulaciones patológicas como
las adicciones y las enfermedades
psicosomáticas.
54
En busca del tiempo subjetivo
El punto central es poder preguntarnos ¿cómo
establecer un vínculo transferencial con ellos,
donde poder construir juntos, un nuevo lazo que
les permita transitar la adolescencia para
tramitar la constitución subjetiva?
Desde nuestro presente, el disparador pensar el
hacer, nos sitúa en una doble encrucijada: por un
lado enfrentarnos a una creciente incapacidad en
los jóvenes para la puesta en palabras,
empobrecimiento del lenguaje que se torna formal
y desafectivizado, y una modalidad operatoria con
déficit en los niveles imaginario y simbólico, un
modo deslibidinizado del pensar, ligado a un
accionar concreto y pragmático, carente de
implicación personal; y por otro lado, cómo proveer
los significantes que puedan agujerear el puro
discurrir que no hace marca ni anclaje, para
reconstruir el quiebre de la cadena metafórica,
desde su operatoria sustitutiva y portadora de
símbolos. Esto último requiere de una reflexión y
puesta en acto de nuestra propia subjetividad,
capaz de captar los códigos de los jóvenes y hacer
lectura de sus mensajes, para poder interrogar en
sus discursos, quién es el sujeto del enunciado y
quién el sujeto de la enunciación. Vía de acceso a la
implicación subjetiva.
Pensar el hacer, en este caso no puede ser
unidireccional, requiere por lo menos de dos
sujetos en vínculo dialéctico.
En la práctica docente, son constantes los
trabajos que presentan los alumnos, y que con
satisfacción muestran todo lo que bajaron de
Internet, toda la información y todas las
imágenes; un todo en bruto sin procesar, un
puro lenguaje cristalizado, favorecido por los
medios fílmicos, fotográficos y electrónicos, que
refuerzan la captura imaginaria, narcisista, a
través de una discursividad plena, donde solo
aparece el sujeto del enunciado sin posibilidad
de emergencia de un sujeto de la enunciación.
Carencia de un posicionamiento que de cuenta
de una posición subjetiva; la predominancia de
un deslizamiento mínimo de significantes
carentes de significación propia; retirada de la
capacidad metafórica, la asociación, la
representación. Sintagmas cristalizados, que en
su adherencia formal, convencional, reproducen,
repiten como único movimiento; repetición que
es compulsiva, y adherente a un goce pulsional,
que señala una muerte, la del deseo. Inercia,
inmovilidad, deseo de no deseo.
Sería pertinente partir de la dificultad de poner
en marcha los mecanismos imaginario y
simbólico, por parte del sujeto actual , que se lo
observa reforzando su registro de lo real, para
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 51-58. ISSN 1668-0227
López Neglia, Claudia
poder ubicar mejor este déficit. Si lo real,
recordémoslo, es opaco, informe e ininteligible,
su acceso es a través de una construcción; la
construcción de la realidad se produce dándole
forma a lo real; informar es dar forma a lo real.
Para que esto sea posible y la realidad emerja y
se asiente son necesarios los códigos como
instrumentos, herramientas que darán forma.
La capacidad de significación, de traducción o
interpretación de signos, dependerá del
lenguaje, como productor de la realidad,
ordenador y modificador, capaz de hacer
soportable lo real desnudo.
El poder nombrar, nominar lo objetos, no solo
estructura la percepción sino que hace posible
que esos objetos existan, tengan consistencia.
Lacan diría Si el sujeto humano no denomina...
en primer lugar las especies principales, si los
sujetos no se ponen de acuerdo sobre este
reconocimiento, no hay mundo alguno, ni
siquiera perceptivo, que pueda sostenerse más
de un instante.(Gonzalez Requena, J., 1989: 51)
Cómo acceder entonces al signo y su capacidad
semiótica que escape a su adherencia actual a lo
real, sino es a través de la palabra, el
significante ordenador y llave de la cultura.
El lenguaje verbal es lo que institucionaliza y
consolida los significados de una cultura;
también los puede cristalizar desde sus discursos
abusivos, intrusivos, autoritarios, si no se
cuestionan y dialectizan los diversos mensajes
que hoy los distintos medios culturales parecen
querer imponer; en su vertiente perversa de
pretender mostrarlo todo, decirlo todo, como si
se pudiera mostrar lo real de lo real, con el
carácter de obscenidad que hoy revelan las
imágenes mediáticas.
Poner en práctica el lenguaje, darle su valor de
ordenador, es poder reconocer el material con el
que trabaja; el lenguaje verbal es aquel que no
solo se describe a sí mismo sino también a otros
como el icónico.
Para entender cómo son los materiales a los que
acceden nuestros alumnos y cómo trabajarlos
para que logren un vínculo que haga hincapié en
la producción subjetiva, sería conveniente
recordar la clasificación que hace Gonzalez
Requena de las imágenes, que las divide en
especulares, delirantes e icónicas.
Brevemente las imágenes especulares son las
retinianas, poseyendo estas una cualidad de
espejos; no constituyen signos, ya que son
huellas visuales de lo que tienen allí delante. No
son representativas, porque no representan
algo ausente, son presentativas de ese real.
Las imágenes delirantes son las que mienten,
pues remiten a lo que ahí no está presente;
De las certezas al tiempo subjetivo
tampoco son signos (aunque signo nombra a
algo ausente), porque al mentir tan bien
generan la certeza de la presencia de lo
ausente. Son presentativas como las
especulares, pero no ya de lo real sino de lo
imaginario, o lo fantasmático.
Y las imágenes icónicas que son las únicas que
pueden considerarse como signos, nombran algo
ausente, no presentan sino representan la
realidad, tienen carácter semiótico.
Si bien las imágenes electrónicas, fotográficas y
televisivas tienen un estatuto de especulares, la
huella, el espejo o reflejo de lo real, y pueden
también invitar a cierta lectura semiótica o descodificación, poseen una capacidad de seducción
que es lo que requeriría mayor atención.
Por qué seduccción, porque lo que allí se
presenta escapa al signo y a lo real,
entramándose con un orden como el
imaginario, el del fantasma singular. Algo se
reconoce inconcientemente y es a alguna
imagen identificatoria, como Lacan nombraría
captura, o identificación especular o imaginaria.
Lo que seduce es algo que se reconoce (no que
se lee) en una fotografía, espejo u otro medio,
eso que el otro como un espejo, puede
reconocer en uno cuando mira con deseo. Es una
imagen identificatoria, alojada en el inconciente,
donde uno se quedó atado y sobre ella se
construyó el yo (fase del espejo, en Lacan).
Lo que allí se produce es un delirio, una imagen
delirante que nada tiene que ver con lo
significativo (semiótico), ni con lo insignificante
(real), sino lo identificatorio; un enamoramiento
de un fantasma. La seducción narcisística,
imaginaria, escapa a toda posibilidad
significante, al margen de códigos y de
diferencias; se pega a lo mortífero, porque lo
uno se fusiona, se incorpora, se devora.
En las imágenes mediáticas es conveniente
reconocer tanto el espejo identificatorio,
tendiente a lo absoluto, al yo, a la imago
narcisista; como el espejo real, independiente de
toda mirada y deseo, independiente de alguien
que pueda mirarlo; excesivo, capta todo, obliga
a mirar todo, y esto amenaza y desordena,
despoja y es inhumano.
Es en nuestro tiempo donde hay que poner el
énfasis en el desorden que produce la
emergencia de lo real, que ocasiona lo caótico, lo
imprevisible, conoce solo la ley de lo singular,
desconoce el sentido. Se desmoronan los
discursos míticos, filosóficos, utópicos, que le
daban una cohesión a la realidad, más allá de
regiones dominadas por saberes especializados,
como técnico operativos. (Gonzalez Requena,
J.:1989)
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 51-58. ISSN 1668-0227
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López Neglia, Claudia
De las certezas al tiempo subjetivo
A pesar de poseer más códigos, más saberes
especializados, más aparatos discursivizadores y
un aparato semiótico más flexible para leer la
realidad, todo indica que la crisis de nuestro
tiempo se asienta en una pérdida de la
dimensión simbólica capaz de cohesionar o
relacionar mejor el conjunto.
Nuestra tarea tendrá que ver con cómo hacer
frente a esta grieta por donde se ha filtrado lo
real y que amenaza el orden de la realidad, el
vacío de los diversos discursos culturales y su
pérdida simbólica; que equivale tanto a pérdida
de legalidad como a pérdida de prohibición, del
orden necesario que instituye el estar
atravesados por el lenguaje.
Al deseo de saber que reclama por una realidad
inteligible, se lo permuta por un deseo
diferente, el deseo de ver, que es atractivo y
espectacular, satisfaciendo solo un aspecto
subjetivo, el visual. La realidad entonces cobra
peso desde su real de espectacularidad,
alejándose de lo verosímil.
Cambio de paradigma
Ante este estado de las cosas sería deshonesto
pensar que nada se puede hacer frente a tal
apocalipsis cultural. Toda cultura siempre ha
tenido mecanismos de defensa y de
enfrentamiento de sus malestares. La obligación
ético-moral de la educación será no sólo
reconocer sus síntomas sino cómo preparar los
caminos y las alternativas para levantar las
barreras de los mismos.
El desafío, decíamos en páginas anteriores,
tendrá que ver con cómo hacer de soporte para
la posibilidad de la constitución subjetiva que se
ve amenazada en los jóvenes.
No solo la escucha sino la acción sobre esta
insuficiencia sería la clave. Acción que deberá
replantear los paradigmas educativos hasta
ahora vigentes.
Sin caer en las mismas soberbias de los discursos
actuales, se podrían tomar como disparadores las
ideas provenientes de campos como la estética, el
arte. Fue primero Picasso quien revierte algunos
conceptos que se manejaban en la pintura: Yo
no busco, encuentro. Luego Lacan hace suya la
frase del artista para referirse al movimiento
particular del inconciente.
El sujeto descentrado, de las certezas, de la
completud, y de las garantías de buscar lo
perdido, irá, en cambio, encontrando en su
camino aquellos significantes que lo representen
para otro significante. En cada apertura y cierre
del inconciente se producirá un hallazgo, alguna
56
posibilidad de saber; movimiento que reedita
cada vez la puesta en marcha del deseo. Y esta
es la dimensión subjetiva, la marca del deseo
que conduce al encuentro de los significantes que
lo representen y lo impliquen, en tanto es sujeto
representado y representante.
La apertura a un nuevo paradigma: No busco,
encuentro, nos permitirá encarar un nuevo
hacer con nuestra práctica educativa.
Acompañar, sostener, brindar los significantes
que ayuden a construir su posición subjetiva,
desde las lecturas múltiples que requiere la
imagen, la interrogación de los textos, hacer letra
de su decir, propiciar la escritura. Para que el
proceso que se inicie tenga el circuito mismo de
su acontecer psíquico inconciente: instante de ver,
momento de comprender y tiempo de concluir.
Quedarse en el instante de ver sería reforzar
la amenaza de lo especular, que no hace más
que encapsular en el yo al deseo, capturado
por lo imaginario.
El momento de comprender implicaría toda una
batería significante, que necesita colocar la
pregunta, la interrogación en el centro.
Ayudarlos a interrogarse, poner en cuestión,
buscar las preguntas, favorecer lo crítico.
Tiempo de concluir, íntimo, síntesis productiva,
que necesita de un acto, la concreción de un
hacer traducido en palabras.
La escritura sería ese encuentro con uno mismo,
la posibilidad de traducción, corrección del
malentendido, hacer letra de lo que se dice;
decir estaría en el orden del significante y leer o
hacer letra, escritura, estaría en el orden del
significado, del sentido. Y de esto se trata, de
recobrar el sentido. Un trabajo que invierta la
ecuación vigente: discursos fragmentados,
carentes de densidad semántica y cohesión
discursiva, vacíos de contenido; por discursos
narrativos que construyan un tiempo sincrónico
constante y reconocible, dotado de sentido,
restituyendo la cadena simbólica.
La síntesis creativa
Respecto de la escritura se podrían puntualizar
otros aspectos, tomando como ejemplo, algunas
ideas de Roland Barthes, quien distingue los
lenguajes encráticos de los acráticos, como
guerra de lenguajes.
Los lenguajes encráticos se desarrollan bajo la
sombra del poder, através de sus distintos
aparatos estatales, institucionales, ideológicos.
Son vagos, difusos, aparentemente naturales
pero difícilmente perceptibles. Son los de la
cultura de masas, y en cierto sentido el de la
opinión común, el de la conversación.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 51-58. ISSN 1668-0227
López Neglia, Claudia
Los acráticos se elaboran, se arman fuera del
poder, o contra él. Son clandestinos, difícilmente
reconocibles y, a la vez triunfantes, imposible de
escapar a ellos. Son lejanos, tajantes, se separan
de la doxa (opinión), son paradójicos, y la fuerza de
ruptura que poseen proviene de lo sistemático,
constituídos por pensamientos y no ideologías.
Los ejemplos de estos últimos son: el discurso
marxista, el psicoanalítico, y Barthes se permite
agregar el estructuralista. También dentro de
estos ubica divisiones, como son los discursos
críticos, que él llamaría ficciones (y que ve en los
intelectuales).
Estos lenguajes entran en combate, una
verdadera guerra; las armas de combate de
estos son de tres tipos:
Una representación (un show), una puesta en
escena de argumentos, agresiones, fórmulas.
Figuras de sistema (figuras de retórica),
formas parciales del discurso para dar una
consistencia absoluta.
La frase como estructura sintáctica cerrada, que
es un arma, un operador de intimidación, toda
frase acabada tiene algo de imperativo. Hay
dominio de la frase cercano al poder; ser fuerte
ante estas circunstancias sería acabar con las frases.
La reflexión de Barthes nos puede servir de
apoyo al trabajo con los jóvenes, y marca el
contexto antes descrito de la actual discursividad
posmoderna.
Por compromiso con nuestra época es imposible
huir, sino comprometernos a participar dentro
de ella. Tampoco se puede renunciar al placer,
por utópico que parezca, a un lenguaje
descolocado y desalienado del presente.
Propone una filosofía plural de los lenguajes,
desde el compromiso y del placer.
Dice del Texto, que no es la obra, y que se lee
poco, es producto de la escritura, cuya
producción es libre y no respeta la totalidad del
lenguaje, la ley.
Siendo la escritura lo único que puede asumir el
carácter de ficcional, y de mezclar las hablas.
(Barthes, R.: 1973)
Es ella la que puede permitirse burlar las reglas
de la retórica, las leyes del género, todas las
arrogancias de los sistemas: la escritura es
atópica; respecto de la guerra de los lenguajes, a
la que no suprime, sino que desplaza, anticipa un
estado de prácticas de lectura y escritura en las
que es el deseo, y no el dominio, lo que está
circulando. (Barthes, 1973:139)
No hay creación si no hay interrogación, e
interrogarse es abrir el camino del deseo, único
capaz de emprender el movimiento por los
senderos de la representación.
De las certezas al tiempo subjetivo
Pensar la representación dentro de un contexto
donde el sujeto parece estar perdido, ocluído,
detrás de las palabras y las cosas, será pensar en
desconstruir los códigos actuales por su intento
de erigirse como los únicos absolutos modos
verdaderos de representación.
Y es dentro del tesoro de la lengua por donde se
pueden interrogar los lenguajes de las imágenes
y los lenguajes de las palabras.
Si es la escritura un intento de reconstruir el
espacio simbólico, subjetivo; también la
descomposición de un universo continuo de
elementos ópticos, diferenciados e identificables
es una operación de abstracción conceptual y
cultural. (Schnaith, N., 1987: 26,27)
El espacio visualmente representado, es un
espacio a simbolizar, metaforizar,
conceptualizar.
Por eso pensar la imagen es un trabajo también
de lectura, de escritura, donde intervienen los
códigos del saber, de la percepción y de la
representación, relacionados dialécticamente.
Cuestionar la representación y sus relaciones con
lo real y verdadero somos nosotros mismos los
cuestionados como así también la realidad con la
que creemos tratar. (Schnaith, N., 1987: 29)
Es nuestro trabajo promover una lectura crítica de
los discursos que se ven, se conocen o se
representan, tanto sea el de las cosas, las
imágenes o las palabras; para preguntarnos por lo
real que supone también lo irreal, lo imaginario.
Lo imaginario en su vertiente de deseo, productor
de fantasmas; como la imaginación en tanto
independencia en la imagen de lo percibido, y por
el lenguaje que en sus signos la produce.
En toda imagen sea percibida o representada,
está el sujeto y sus condicionamientos ,
culturales, personales, sociales, inconcientes,
lingüísticos, que afectan tanto la verdad de la
representación del objeto, como la del sujeto.
Ver y representar dentro de una cultura visual,
implican un movimiento subjetivo que va desde
el reconocimiento de los códigos que constituyen
una época, como el cuestionamiento de los
mismos para una transformación de la realidad
tanto del objeto como del sujeto; permitiendo
una apertura constante a los múltiples
contextos de referencia (subjetivos, sociales,
culturales e históricos), que enfrenten una
realidad gobernada por el prejuicio, los
estereotipos y la costumbre.
Para ir intentando un cierre a partir de lo
expuesto, se podría colocar en el centro de
nuestra cuestión a una educación que proclama
por una metodología más creativa en la
enseñanza de carreras con una fuerte base
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 51-58. ISSN 1668-0227
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López Neglia, Claudia
De las certezas al tiempo subjetivo
comunicativa; debate que será necesario retomar.
Dentro de la multiplicidad de los discursos
visuales, en una época donde la reproducción
técnica (de los medios masivos de comunicación)
promueve la cultura del cambio (nada
permanece, todo cambia), se ensancha la brecha
entre lo singular y la repetición, siendo la
multiplicidad la cara del retorno de lo mismo.
Por esto resulta imprescindible una lectura
creativa de los distintos discursos actuales, para
ubicar allí al sujeto observador y al objeto
observado, en sus dimensiones semánticas y
psicosociológicas; ya que en todo texto visual se
articulan el ver y lo visto en torno a una
estructura de hacer ver (mostrar, exhibir)
como actividad del enunciador y un ver-hacer
(mirar) como actividad propia del
enunciatario.(Zunzunegui, S., 1992: 83)
Esto presupone la puesta en acto de una
comunicación, una conversación, que implica en
el espectador un intercambio simbólico, una
lectura del texto (visual, escrito,etc.) en tanto
trama de múltiples significantes; logrando esta
productividad el pasaje de un instrumento de
cambio a un valor de uso, en una ganancia de
placer hacia el texto.
Desde esta perspectiva se podría abrir un
proceso continuo de interrogación a los binomios
creación-recreación, presentaciónrepresentación, reproducción-producción, para
correr la lógica de la simulación (presente en la
imagen contemporánea o de los media) a una
lógica del sentido, donde las distinciones entre
verdad y mentira, realidad e imaginario,
falsedad y secreto, demandan un
cuestionamiento constante.
Quizás, si la enseñanza dentro de carreras de
base proyectual y comunicativa tomaran
algunos principios filosóficos del arte,
estaríamos propiciando una educación crítica,
capaz de promover la autonomía desde una
responsabilidad interpretativa, que reniega de
58
los dogmas para consolidarse como intérprete
de un estilo propio. Sólo como intérprete la
verdad se deja abrir en toda su complejidad.
Para el pintor, lo incitante nunca es una forma
servida sino el hecho de poder dar forma. El
crear antes que lo creado y lo creado apenas
como lo que remite al flujo infinito del acto
creador. (Kovadloff, S., 1993: 135)
El sujeto actual, heterónimo, cuya identidad
cartesiana se vio derrumbada, vive en un tiempo
donde la certeza de que existe no proviene de
su pensar, sino de la constante tensión entre la
realidad y el deseo de aprehensión de ella.
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Schnaith, Nelly
(1987), Los códigos de la percepción del saber y de la
representación en una cultura visual, Ponencia en el Primer
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(1992), Pensar la imagen, Madrid, Edit. Cátedra/Univ. del
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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 51-58. ISSN 1668-0227
Russo, Eduardo A.
La máquina de pensar
La máquina de pensar
Notas para una genealogía de la relación
entre teoría y práctica en Sergei Eisenstein
Eduardo A. Russo*
Resumen / De las incertezas al tiempo subjetivo
El delineamiento de la estética y la poética de Eisenstein y su relación con los formalistas
rusos constituyen el eje del ensayo. Las relaciones entre el pensar y el hacer, entre teoría y praxis ubican
a la filmografía de Eisenstein como un intento de pensar con imágenes los conceptos desarrollados en
forma colectiva por el mencionado formalismo. El autor define al sujeto einsensteniano como reflexivo.
Hacer un film y ver un film no serían más que otra instancia de las formas de pensar. Desde esta óptica
el análisis de la filmografía de Eisenstein es abordado desde tópicos tales como el montaje, la idea del
tipaz, de la pantalla como ícono de emoción, de la analogía musical, etc., en un recorrido que
transita desde el formalismo inicial hasta la obra de Eisenstein en el marco del stalinismo.
Descriptores
Automatismos / Cambio social / Cine / Estructuralismo / Formalismo ruso / Inteligencia colectiva /
Lingüística / Montaje / Revolución rusa
Summary / The thinking machine
The delineation of Eisensteins esthetic and poetic and his relation with the Russian formalists constitute
the axis of the essay. The relations between the thinking and the making, between the theory and the
praxis place Eisensteins filming as an attempt of thinking on images the developed concepts in a
communal manner by the mentioned formalism. The author defines the eisenstenian subject as a
reflexive one. Making a film od watching a film would not be more that another step in the way of
thinking. From this optic the analysis of Eisensteins filming it is faces from topics like the montage, the
idea of the tipaz, the screen as an emotional icon, of the musical analogy, etc., in a space that goes
from the initial formalism to Eisensteins work in the Stalinism background.
Resumo / A máquina de pensar
O delineamento da estética e da poética de Eisentein e a sua relação com os formalistas russos
constituem o eixo do ensaio. As relações entre o pensar e o fazer, entre teoria e práxis coloca a
filmografia de Einsentein como uma tentativa de pensar por meio de imagens os conceitos
desenvolvidos de modo coletivo pelo citado formalismo.
O autor define o sujeito eisensteniano como reflexivo.
Fazer um filme e assistir a um filme seriam somente uma outra instância dos modos de pensar. Desde
esta óptica a analise da filmografia Eisentein é abordada desde tópicos como o copião, a idéia do
tipaz, da tela como ícone da emoção e da analogia musical, etc., e um percurso que transita desde o
formalismo inicial ate a obra de Eisenteim no marco do Stalinismo.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 59-68. ISSN 1668-0227
*Centro de Estudios en Diseño y Comunicación.
[email protected]
Eduardo Russo: Doctor en Psicología. Profesor Titular en la Universidad Nacional de La Plata y de la Universidad de Palermo.
Cuadernos
Cuadernosdel
delCentro
CentrodedeEstudios
EstudiosenenDiseño
Diseñoy yComunicación.
Comunicación.Ensayos.
Nº 15. Ensayos.
Nº 15 (2003).
pp 59-68.
pp 51-58.
ISSN 1668-0227
ISSN 1668-0227
59
Russo, Eduardo A.
La máquina de pensar
La articulación entre teoría y praxis en la
realización audiovisual se ha desplegado, en la
obra de Sergei Eisenstein, de acuerdo a una
lógica de excepción, contrariando las fronteras
que usualmente se instalan entre la creación y
recepción fílmicas como actos
fundamentalmente irreflexivos, y su
conceptuali-zación desde una exterioridad o en
un a posteriori. Como parte indisoluble de su
producción teórica, los films eisensteinianos se
ofrecen como un intento de pensar con
imágenes, en una iniciativa fundada
particularmente en conceptos desarrollados en
forma colectiva por el pensamiento del
formalismo ruso.
El sujeto eisensteiniano se erige así como
partícipe de una actividad reflexiva, producida
en el contacto mismo con el discurso audiovisual:
ver un film, hacer un film, no serían de acuerdo
a este modelo sino otros modos de pensar,
mediante un soporte que hoy llamaríamos
multimediático, con imágenes, sonidos, palabra
oral y escritura en el contacto mismo con el
discurso audiovisual.
Introducción
Este escrito intenta concentrarse en un aspecto
de la producción de Sergei Eisenstein: el del
delineamiento inicial de su poética a partir de su
contacto estrecho y determinante con el núcleo
de investigadores conocidos bajo la denominación
colectiva de formalistas, prolongado durante la
segunda mitad de los años 20. No obstante lo
ajustado de este recorte, algunos de los puntos
que trataremos como podrá verse se
expanden hacia la totalidad del pensamiento y la
producción cinematográfica de Eisenstein, y
también hacia la manera en que él supo pensar la
experiencia audiovisual. Más aún, algunos de los
ítem a trabajar incorporarán ciertas ideas que se
extienden a un campo más vasto, el del arte y el
pensamiento en general, buscando una conexión
entre teoría y praxis, entre palabras e imágenes,
en busca de una poética que suture la brecha
tradicionalmente determinada a partir de su
establecimiento como territorios separados.
Por la índole de las preocupaciones sostenidas
tanto por Eisenstein como por los integrantes
del grupo formalista, nuestra exposición se
ubicará insistente-mente en una zona donde se
disuelven fronteras dentro del campo de la
experiencia. En lugar de terrenos rigurosamente
delimitados, observaremos cómo algunos
desarrollos se empeñan en tender puentes
entre el pensar y el hacer, la teoría y la praxis, la
60
ciencia y el arte, lo visual y lo atinente a otros
sentidos, o entre el cine y otras disciplinas
estéticas. Pero antes de adentrarnos en esta
relación crítica, la de Eisenstein y el formalismo,
se hace conveniente despejar el segundo de los
términos participantes en este vínculo.
En vida, a Eisenstein no le fue ajeno el
calificativo de formalista, aunque no
precisamente para designar su adscripción al
grupo original. Su uso como denominación de
una escuela (para algunos, un método aunque
más bien podría calificárselo como una
perspectiva, una forma de abordaje del hecho
estético) que había sido esgrimido con orgullo,
como una carta de identidad en los
efervescentes años 20 de la revolución, poco
más tarde derivaría hacia el epíteto, esgrimido
por los comisarios del realismo socialista. Para
Eisenstein, en sus últimos años, la de
formalista solía ser una de la acusaciones más
corrientes. Se la utilizaba para aludir a un cierto
privilegio en la atención a la forma sobre el
contenido, con el necesario correlato
contrarrevo-lucionario y decadente. Por cierto es
que aquel núcleo de estudiosos revolucionarios
que desarrollaron el formalismo en las teorías y
prácticas ligadas al lenguaje verbal también
padecieron, en mayor o menor medida, las
penurias de la fosilización cultural bajo el
stalinismo. Aquello duró un período muy
prolongado, por lo que la referencia al
formalismo hasta hoy suele despertar dentro de
ciertos ámbitos, en una primera evocación y casi
de modo inadvertido, aquel tono descalificador.
De modo que será precisando el término como
accederemos a un sentido estricto: ¿de qué
formalismo se trata cuando lo mencionamos en
la poética de Sergei Eisenstein?
El formalismo ruso: Itinerario de una década
(1916-1927)
En occidente, los formalistas rusos fueron
apreciados en conjunto hacia el auge del
estructuralismo de los 60. Críticos y teóricos
literarios pudieron advertir, en contacto con
algunos de sus sobrevivientes, la complejidad y
la condición pionera de aquellos que ya en los
últimos tramos de la Rusia zarista estaban
dando forma a una nueva manera de entender
a la literatura y a la producción estética en
general. La primera antología de trabajos
formalistas, Compilaciones sobre la teoría del
lenguaje poético, editada por el lingüista
Jakubinski en 1916, ya provee en su estado
maduro algunas de las premisas del grupo. Dos
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos.Nº 15 (2003). pp 59-68. ISSN 1668-0227
Russo, Eduardo A.
años antes, en su ensayo La resurrección de la
palabra, Victor Sklovski definía a la percepción
artística como aquella en la cual se experimenta
la forma (quizá no sólo la forma, sino
necesariamente la forma) (Todorov, 1973: 30).
Más allá de algún célebre título de artículo, lo
que caracterizaba a los formalistas no era
propiamente un método, sino una serie de
asunciones básicas, un enfoque general sobre el
hecho estético y sobre la obra de arte. Sobre
esta última, fue crucial la noción formulada de la
manera más concisa por Boris Eijenbaum en La
obra como construcción: la obra no es un
reflejo, ni de las emociones de su autor, ni de la
realidad, sino que es siempre construcción y
juego. Yuri Tinianov, en La noción de
construcción, elevaría al grado de consigna esta
condición, considerando que lo característico de
la producción estética consiste en descomponer
el mundo en signos y recombinarlo en forma
artística. (Todorov, 1973: 85-88)
Hacia 1915, un año antes de la primera
publicación colectiva del formalismo, Sklovski
postuló, atendiendo a la percepción de lo
artístico, la existencia de un proceso que designó
como ostranenie, traducido a nuestra lengua de
formas diversas, como singularización,
distanciamiento o extrañamiento. Esta
ostranenie no era el único procedimiento por el
que la obra de arte opera en el espectador (al
menos Sklovski propuso otro, de similar
importancia, el de zatrudnenie, o
enrarecimiento perceptivo), pero le prestó
especial atención por ser el responsable de
provocar, en la recepción estética, un estado
despegado de la condición automática con la
que habitualmente percibimos el mundo. Para
los formalistas, a partir de esta proposición de
Sklovski (expandida en su célebre ensayo El
arte como artificio) la ostranenie es un
antídoto contra la automatización que acecha
en la vida cotidiana, que desvitaliza la
experiencia. Sklovski fue conciso al respecto: El
arte existe para que uno pueda recobrar la
sensación de la vida (Todorov, 1973: 60;
Thompson, 1988: 10). Con esto, el formalismo
rompe la oposición entre arte y vida,
adjudicando a lo estético una función en el
enriquecimiento de la experiencia, dado que la
percepción artística era concebida como una
actividad compleja que reordenaba tanto los
sentidos como el sentido, involucrando razón,
sensación y sentimiento.
Si las preocupaciones originales del grupo
concernían a la literatura y a la lengua, lo hacían
con una irreverencia acorde a esta disolución de
barreras entre arte y vida. Sklovski resumiría
La máquina de pensar
mucho más tarde el sentido de aquella empresa,
que consideraba a la escritura como un
artesanado, en La disimilitud de lo similar: Yo
solía decir que no destronamos a la literatura,
sino que la desatornillamos (Sklovski, 1973: 34
). Por otra parte, vieron tempranamente en el
cine el medio por excelencia para poner a
prueba su crítica a la idea romántica del genio
creador; un arte colectivo, de factura
tecnológica y grupal, y de alcance
potencialmente masivo. Sklovski fue acaso el
más consecuente en el desarrollo de sus ideas
sobre el cine, desde un temprano ensayo
titulado A propósito del cinematógrafo
(1918) hasta su tardío Eisenstein (1972), pero no
fue el único: Eichenbaum, Tinianov, Jakobson,
Kazanski y Piotrovski estuvieron entre los
formalistas destacados que se ocuparon
consecuentemente del cine, y junto a los
camarógrafos Mijailov y Moskvin publicaron en
1927 el volumen Poetika Kino (Poética del cine),
epicentro de la reflexión del formalismo sobre
este arte.
Aunque la influencia del grupo desde el
apogeo del estructuralismo ha sido vasta
desde los 60 especialmente en relación a la
teoría y crítica literarias (también en cuanto a la
estética general, aunque en menor grado) sus
efectos sobre la teoría del cine durante las
décadas siguientes fueron de mucha menor
difusión que algunas de las ideas eisensteinianas
a las que estuvieron íntimamente ligadas. El del
formalismo fue el intento colectivo más
consistente producido en las primeras décadas
del siglo por formular un enfoque teórico y
analítico sobre lo audiovisual, al que todavía
puede volverse con provecho, dado que está
lejos de haber agotado sus frutos. Y subrayamos
audiovisual dado que, a pesar de que Poetika
Kino se centrara por razones históricas
evidentes en el cine del período mudo, aportes
tardíos aunque innegablemente ligados con este
modo de abordaje, como el de Roman Jakobson
en ¿Decadencia del cine? (Eagle, 1981: 161-166)
incorpora hacia 1931 la reflexión sobre el sonido
como parte no solo legítima sino constitutiva del
fenómeno cinematográfico, en una perspectiva
semiótica claramente adelantada a su tiempo, si
consideramos la gran dificultad para integrar lo
acústico que manifestaba la teoría
cinematográfica junto a buena parte de los
cineastas consagrados de entonces.
A todas luces, sería extremadamente parcial
concentrar el impacto del legado formalista
como centrado en los ecos de su presentación
dentro del auge del estructuralismo, al que
hicimos mención al comienzo de este parágrafo.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 59-68. ISSN 1668-0227
61
Russo, Eduardo A.
La máquina de pensar
Lo que parece haberse evidenciado en aquel
tramo inicial del período posrrevolucionario es la
conciencia de un grupo compacto, activo, con un
enfoque o premisas básicas comunes. La
dispersión dio lugar a variadas secuelas, en
distintos entornos geográficos y culturales. De
modo fragmentario, los desarrollos formalistas
pudieron apreciarse en otros lugares y períodos.
Desde los años 30 en el Círculo de Praga, gracias
a la influencia de Jakobson y Mukarovsky,
pasando por el notable emprendimiento de
Todorov en la Francia de los 60, hasta el
despliegue que en la ex Unión Soviética pudo
tener, hacia los 70, la escuela de Tartú liderada
por Juri Lotman, mientras que en los Estados
Unidos, al mismo tiempo, Fredric Jameson, entre
otros, emprendía su revisión dentro del terreno
de la crítica cultural (Jameson, 1972).
Es necesario resaltar que la atención al cine, si
bien intermitente, no cesaba de reaparecer en
estas variadas corrientes y autores que a lo
largo de varias décadas, fueron influidas por la
empresa formalista (baste reparar, al respecto,
el peso que el cine como objeto de estudio posee
en las obras de investigadores por otra parte
tan disímiles como Lotman o Jameson). Y dentro
del campo estricto de la teoría cinematográfica
ya no de la semiótica general o la reflexión
sobre la literatura ha sido crucial su herencia
en los desarrollos que Kristin Thompson
promovería a mediados de los 80, que
permitieron bautizar a su enfoque como
neoformalista, en directo reclamo del linaje de
aquellos precursores.
Numerosas ideas que usualmente leemos y
discutimos a partir de Eisenstein nacieron en el
diálogo con los formalistas y su particular
intrincación de teoría y praxis. Trataremos en lo
que sigue de exponer algunos de estos cruciales
puntos de contacto.
Eisenstein en el caldero formalista
Un dato que sólo en apariencia es meramente
cronológico o circunstancial: los años de mayor
ebullición teórica del pensamiento eisensteniano
corrieron a la par del auge formalista: puede
localizárselos entre su fecha de arribo al cine con
La Huelga (1924) y La línea general (1929). En
los términos usuales, se trata del período que
suele conocerse como el del primer Eisenstein,
aquel del momento más efervescente de su
práctica cinematográfica. En ese lapso,
Eisenstein tenía relación cotidiana con los
formalistas, así como con algunos de los poetas
futuristas: era un diálogo de pares, donde no se
62
ponía énfasis en la paternidad de las ideas sino
en la manera en que estas circulaban, y
permitían el acuerdo o la polémica. Cabe
destacar que varios de los integrantes del grupo
formalista, contemporá-neamente a sus
desarrollos en teoría y práctica literarias,
incursionaron en la realización cinemato-gráfica.
En particular, Victor Sklovski, con su guión para la
excepcional Dura Lex (1926), de Lev Kulechov, dio
forma a una contribución que impulsó la
articulación teórico-práctica en términos insólitos,
todavía hoy por apreciar en su justa medida.
Entre los formalistas, el trío compuesto por
Sklovski, Tinianov y Eichenbaum fue a Eisenstein
el más cercano. La Huelga, Potemkin, fueron
intensamente discutidas y comentadas en los
artículos de Poética Kino. Octubre y La línea
general fueron objetos de debate teórico
durante su realización. Pero a la vez, en los
mismos escritos y films de Eisenstein cabe
advertir la impronta formalista. Reseñemos
algunos de los puntos más remarcables de este
contacto, que exponen claramente su gestación
colectiva. La imagen de la factoría era, en el
grupo, algo más que una figura recurrente: daba
forma a un procedimiento típico de elaboración
de ideas que, a la vez, reclamaba una forma de
despliegue estético, fuera discutida en forma
verbal, escrita en papel o en pantalla.
Del montaje de atracciones al montaje
intelectual
En una primera aproximación, los conceptos
eisenstenianos que más ligados se presentan a
la poética formalista del cine son los de sus
teorías del montaje. Formuladas en mutación
permanente desde su aparición precinematográfica en El montaje de atracciones
(1923), estas nociones se encuentran
notablemente ligadas al concepto sklovskiano
de ostranenie. En ambos casos se trata de
descolocar al espectador para sacudir sus
automatismos, para presentar una conmoción
estética que aisle a la obra del resto del mundo,
como realmente presenciada. El espectáculo en
el que Eisenstein pensaba desde el inicio
también se proponía recuperar la sensación de
la vida. El choque eisensteniano equivale a la
desautomatización propuesta por Sklovski. En
eso se alinea frente al resto de las prácticas
montajísticas de los 20 en la Unión soviética, ya
fuera el constructivismo de Pudovkin como los
collages de Vertov o la experimentación con los
artificios del raccord en Kulechov. Este principio
de colisión en cada operación de montaje se
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Russo, Eduardo A.
mantendría en la evolución hacia el montaje
intelectual, donde se acentuaría la consideración
del film como un artificio compuesto por signos
que de por sí, en forma aislada, se encontrarían
carentes de significado, cobrando sentido en la
función a que los somete la construcción. Incluso,
Tinianov y Kazanski fueron adelantados en
postular la existencia de signos dentro de los
planos que autorizarían a pensar el montaje no
sólo como maniobra de edición, sino también
como una potencialidad interior al plano e incluso
al cuadro: no se trata de otra cosa que del germen
de los posteriores conceptos eisensteinianos de
montaje interno y montaje vertical.
La máquina de pensar
poético, se asemejaran en su misma forma a
sentimientos. Una analogía musical funda esta
postulación, que permitiría a Eisenstein pensar
en estructuras composicionales que remitirían a
estados emocionales de fuerte captura. De allí
derivaría a sus posteriores elaboraciones sobre
el pathos y el éxtasis. Esta presencia de formas
de organización musical en el film sería
promovida por el cineasta como compartida por
construcciones semánticas que apuntan a un
modo inédito de lenguaje que, sin dejar de ser
poético, apunta a una forma superior de
pensamiento.
El film como construcción
Los actores y el tipaz
Otra de las ideas eisenstenianas desarrolladas
en íntimo contacto con el formalismo fue la del
tipaz, el uso de actores funcionales, operando de
acuerdo a su aspecto físico muy especialmente
su rostro y no su despliegue interpretativo.
Boris Kazanski, en el ambicioso ensayo La
naturaleza del cine donde toma como punto
de partida la propuesta de fundación de una
ciencia del cine llamada cinematología
propuso su visión del actor como modelo,
superficie a ser capturada por la cámara como
otro signo más a ser organizado en el film. En la
misma orientación, algo muy diferente a la
totalidad impuesta por el cuerpo del actor es lo
que operaba en los films de Eisenstein:
compuestos por fragmentos de cuerpos o caras,
mezclándose con animales o máquinas en La
Huelga, los modelos eran preferentemente
extraídos de la calle. Pero esta noción de actor
en Eisenstein llegaría lejos; baste ver en qué
extraña criatura se transforma Nikolai
Cherkasov con todo su bagaje stanislavskiano
a cuestas en Iván el Terrible para apreciar los
alcances de esta noción de personaje como
construcción semántica, como un sistema de
signos en acción dramática.
Hemos dado cuenta del peso de la noción de
construcción en el pensamiento formalista. En
Eisenstein, esta idea llega al extremo de
proponer que la imagen que importa no es la
tomada por la cámara desde el mundo visible,
sino la que se construye en ese artificio llamado
film. La experiencia formalista propone al arte
en general y al cine en particular como una
percepción que por su separación de la vida
cotidiana produce el efecto estético que amplía
los márgenes de lo vivido. Para ellos, la
interpretación del sentido de una obra no era el
fin del análisis, sino una tarea entre otras. Les
interesaba ante todo conocer sus mecanismos,
desatornillarla en términos de Sklovski;
empresa que no podía sino seducir a Eisenstein.
La interpretación era para ellos algo
operacional: se trataba de entender esas
maquinarias, para mejor construirlas (lo hemos
señalado, una de las ocupaciones usuales de
varios formalistas consistía en la escritura de
guiones para cine). Y entendiéndolas tanto
como produciendo obras artísticas trataban
de contribuir a la construcción de un mundo
donde la vida, a la vez de proponerse como más
plena, se hacía más inteligible.
Del cine como fábrica de ideas
La imagen y la emoción
Aunque Kazanski no parece haber sido en lo
personal tan cercano a Eisenstein como otros
formalistas, dentro de su contribución teórica a
Poetika Kino pueden establecerse notorios
puntos de contacto con preocupaciones y
desarrollos eisenstenianos. A los citados, cabe
agregar la idea de que al cine le era posible
proponer en pantalla íconos de emociones,
imágenes que más allá de su valor referencial o
De acuerdo a lo considerado por Herbert Eagle
en su exhaustiva compilación Russian Formalist
Film Theory, hubo en aquellos años un
trascendental impacto tanto en Eisenstein
como en los formalistas de ciertas ideas que
provenían no del campo de la teoría estética o
literaria, sino de la psicología. No era la primera
oportunidad que el grupo y el cineasta eran
permeables a los desarrollos científicos (baste
recordar que la primera publicación formalista
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 59-68. ISSN 1668-0227
63
Russo, Eduardo A.
La máquina de pensar
se hizo bajo el padrinazgo de la lingüística,
mientras que Eisenstein era una verdadera
esponja teórica, traduciendo y aprovechando
con avidez todo tipo de teorías de distinta
procedencia) pero cuando todos ellos se
encontraron con los estudios de Lev Vigotsky,
creyeron hallar una cantera de ideas muy
cercanas a las que se encontraban conjeturando
por otros caminos.
Los estudios de Vigotsky, por entonces en
abierta polémica con las teorías tempranas de
Jean Piaget, iban a ser recogidos en el volumen
Pensamiento y Lenguaje (cuya primera edición
data de 1934, año de la temprana muerte de su
autor) pero ya circulaban en publicaciones
especializadas a fines de los 20. Sus
investigaciones sobre un lenguaje
interiorizado o endofasia, a medio camino
entre el pensamiento y la expresión verbal,
como una formación específica, con sus propias
leyes y sus específicas relaciones complejas con
otras formas de la actividad lingüística,
entusiasmaron a los formalistas tanto como a
Eisenstein (Vigotsky, 1962). Como los primeros,
Vigotsky proponía el primado de la gramática
sobre la lógica y el del sentido sobre el
significado. La propuesta del zaum, el lenguaje
transmental formalista, desplegado en un más acá
de la palabra, adquirió nuevo relieve con las
investigaciones del psicólogo. Por su parte, a
Eisenstein le sirvieron para elaborar una teoría del
funcionamiento del cine como un dispositivo de
pensamiento, una máquina de pensar en imágenes.
Hacia fines de los 20, el cineasta comenzó a
esbozar la idea de que había dos tipos de
pensamiento; el temático-lógico, que se
transmitía por medio de la expresión verbal, y
el imago-sensual, cuyo vehículo privilegiado era
la imagen. El cine debería basar su poder en
este último terreno, diseñando una forma de
pensamiento icónico. En su conocido ensayo
Perspectivas (1929), Eisenstein postulaba: el
movimiento de avance de nuestra época en el
arte debe derribar la muralla china que se
levanta entre la antítesis primaria de lenguaje
de la lógica y lenguaje de las imágenes.
(Aumont, 1987: 63) En su ayuda acudían la
pintura y escritura japonesas y el teatro kabuki,
en una particular lectura que las convertía en
acabados ejemplos de montaje intelectual, así
como demostraciones de esta ruptura de
barreras entre palabra e imagen.
En su decurso hacia lo que David Bordwell
denominaría un cine sin argumento (Bordwell,
1993), Eisenstein intentó, guiado por la
búsqueda de una intrincación creciente entre la
imagen y el concepto, elaborar un discurso en el
64
que la narración cediera lugar a una estructura
lógica que permitiera pensar mediante la
articulación de imágenes estilizadas, que
intentaban compartir la condición escrituraria
de los ideogramas. En La huelga, el relato de
una medida de fuerza revolucionaria desde su
organización, su crecimiento y desgaste hasta la
violenta represión final deja lugar a un análisis
formal de la maquinaria social, los dispositivos
de poder arquitecturados en el seno y alrededor
de una huelga fabril. El argumento, en sentido
narrativo, da paso a la argumentación, en
sentido retórico. El anclaje en la narración sería
prácticamente desvanecido en algunos pasajes
de Octubre, donde el análisis de la situación
política de los momentos anteriores a la
revolución de 1917 (especialmente el tramo de
doble poder protagonizado por el gobierno
nominal de Kerenski y la fuerza militar de
Kornilov) da curso a la disolución de la diégesis
en pro de una estructura de razonamiento por
la imagen, con el cual Eisenstein postulaba
incluso una nueva posición para el espectador
cinematográfico, destinatario de un cine todavía
en germen, que todavía hoy parece dotado de
una extrañeza ejemplar cuanto más en detalle
se lo observa.
Entre 1927 y 1929 años de Octubre y de La
línea general respectivamente y del epítome de
la discusión formalista sobre el cine, a partir de
la publicación de Poética Kino Eisenstein
emprende algunos de sus proyectos más
audaces, de una rareza tan extrema que
durante largo tiempo se pensó que no pasaban
de ser caprichos, iniciativas vagas, o rudimentos
de ideas apenas formuladas. Entre ellos se
destacan El capital y La casa de cristal, que
abordaremos algo más abajo. Proyectos de los
cuales las notas de Eisenstein, publicadas muy
tardíamente, dejan traslucir un verdadero
método que apunta a un cine todavía no
inventado, desprendido de toda anécdota
narrativa y posibilitador de una experiencia que
aúna estética y pensamiento, lógica y emoción.
Una utopía cinematográfica que encontraba su
germinación en los mismos momentos en que el
formalismo y el realizador comenzaban a ver
trunca su experiencia cuando más se acercaba a
una sistematización radical, por medio de una
radicalización sistemática. Los hechos históricos
asfixiaron ambas empresas, que evidentemente
eran de alto riesgo para las pretensiones
oficiales. Como bien reflexiona Todorov sobre
este brusco desenlace: La única lección positiva
de este fin violento de la reflexión formalista es
que la literatura y la crítica no encuentran, con
toda evidencia, su fin en sí mismas. De otro
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos.Nº 15 (2003). pp 59-68. ISSN 1668-0227
Russo, Eduardo A.
modo, el estado no se hubiera molestado en
reglamentarlas. (Todorov, 1994: 44) Lo mismo
vale para la experiencia eisensteiniana. Esto
indicaría que la actividad de uno y otros no era,
de modo alguno, una cuestión de formalismo en
el sentido descalificador que luego se haría
durante largo tiempo imperante, como
preocupación banal por el ornamento o lo
insustancial. Dicho abordaje, de un claro sentido
político, tenía efectos concretos sobre un modo
de pensar y de producir. No se los reprimió por
decadentes, sino por inconvenientes; allí
comenzó otra historia, que no es la que aquí nos
ocupa. Pero ésta dejó marcas que se extienden
hasta el presente. En el caso del grupo
formalista, la diáspora o el largo opacamiento
en el propio territorio fue el destino casi
obligado. En cuanto a Eisenstein, su carrera
prosiguió de modo oficial, hasta derivar en
una problemática y engañosa afiliación a una
ortodoxia intelectual y cinematográfica en
décadas siguientes. No obstante, la articulación
entre teoría y praxis iba a ser, a cada momento,
el centro mismo de su gesto desafiante a
cualquier cristalización académica. A riesgo de
simplificar en extremo, pero en virtud de
diseñar un trazado de conjunto, es posible
advertir dos orientaciones básicas de este
tránsito a lo largo de su obra:
El ciclo Eisenstein: la práctica cinematográfica
provoca a la teoría...
En ese primer movimiento produce los textos
que van desde el célebre Montaje de
atracciones (1923), producto de sus actividades
como decorador y director de escena en el
Proletkult y previo a su primer largometraje, La
huelga , hasta La línea general.
Fue diseñando proyectos como SME arribó al
punto de máxima intensidad en este primer
movimiento. Dos de ellos luego de ese
increíble ensayo argumentativo puesto en
pantalla que fue Octubre y la no menos
experimental La línea general fueron, como
ya señalamos, considerados durante largo
tiempo como meras y enigmáticas ocurrencias
eisenstenianas: se trata de El Capital y La casa
de cristal.
a. Filmar El Capital de Karl Marx parecía una
provocación máxima, un alegato extremo contra
el cine narrativo, a la vez de un intento
superlativo por postular al cine como una
maquinaria de generación de ideas: el objetivo
era ni más ni menos que poner al alcance del
proletariado el materialismo dialéctico no la
La máquina de pensar
propaganda, sino el análisis marxista de la lucha
de clases mediante el poder del cine. Por
supuesto, el de un cine que todavía debía ser
construido más allá de la anécdota; que
proveyera elementos cuya disposición
provocaran en el espectador un estado de
intervención activa, procesos mentales que lo
convertirían en autor del film. Las notas sobre El
Capital, publicadas en 1973, muestran hasta qué
punto SME había avanzado en la
fundamentación de este proyecto, buscando
diseñar ese lenguaje que necesitaría de la
invención de un nuevo cine.
b. Hubo además otro intento de igual grado de
extrañeza: La casa de cristal. Eisenstein llegó a
Hollywood con ese proyecto obsesivo que creía
iba a producirle la Paramount. Una ficción
satírica según Marie Seton, inspirada en
Nosotros, de Eugene Zamiatin donde los
personajes residían en celdas de vidrio
transparente. Planificaba permanentemente
situaciones de conflicto entre las distintas celdas,
para lo que requeriría espacios difícilmente
imaginables (paredes y pisos vidriados, planos en
profundidad que ya había experimentado en La
línea general, trayectorias de cámara y
elementos disonantes que hasta contaban con la
aparición de un hombre artificial; Al parecer,
SME la pensó durante varias temporadas como
su contestación a la Metrópolis languiana). Sus
interlocutores excepto Charles Chaplin no
parecían tomar muy en serio un proyecto al que
él concedió un buen tiempo hasta intentó
retomarlo en la última etapa de su vida. La
publicación, en 1979, de sus escritos sobre el
proyecto indica hasta qué grado la ideación de
este film que con una tenacidad a toda prueba
confiaba que pronto serían películas lo obligó a
teorizar sobre los alcances del cine, y la necesidad
de extensión de sus fronteras, anticipándose a lo
que hoy llamaríamos espacios virtuales.
... y la teoría retorna sobre la práctica
cinematográfica
Si el primer período de intensa reflexión
eisensteiniana sobre el cine se sitúa en la
segunda mitad de los años 20 (y del cual el
primer testimonio conocido bajo la forma de
libro fue La forma en el cine (Eisenstein, 1949)
hubo otro momento privilegiado, que se puede
localizar al final de la siguiente década. Aquí
parece haber un movimiento simultáneo en dos
sentidos opuestos. El de la reflexión a posteriori
sobre sus primeros films (ensayos tardíos, por
ejemplo, sobre aspectos de La Huelga y
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 59-68. ISSN 1668-0227
65
Russo, Eduardo A.
La máquina de pensar
Potemkin) y el de la preparación programática
para los nuevos intentos, que incorporarían de
un modo prácticamente único en toda la historia
del cine factores como la música y el color. En
este tramo, las películas parecen la continuación
de la teoría por otros medios, y la reflexión
parece la continuación de un montaje
inacabado, como lo prueban los ensayos
recogidos en El sentido del cine (Eisenstein,
1970). El insistía a Marie Seton: en sus ensayos
nada había de teoría para ser aplicada. Las
imágenes seguían el camino de su pensamiento
allí donde las palabras mostraban sus
limitaciones. El nudo de teoría y praxis se
mantenía ajustado, como en los momentos más
plenos del formalismo inicial: filmar le permitiría
avanzar en la teoría, así como escribir en los
largos intervalos en que se veía ligado a la
enseñanza, entre proyectos inacabados o
trabados no era sino otra forma de hacer
cine. Y siempre progresando de un conflicto a
otro. Apunta Aumont: Parece que (SME) es casi
incapaz de trabajar intensivamente un concepto
de manera lógica prefiriendo siempre, en lugar
de eso, inventar otro nuevo. (Aumont, 1987:
25) A falta de método estable y vocación de
sistema, Eisenstein hizo suya la divisa de
Leonardo, ostinato rigore, y la acompañó de
movimiento perpetuo: la consigna fue no
detenerse nunca en esa lucha tenaz.
Solo, enfermo, a pesar de que durante la
temporada anterior telegrafiara a su amigo Jay
Leyda que todo iba bien, y seguía trabajando en
la tercera parte de su opera magna
(Everything OK continue working Ivan), no lo
sorprendió a los 50 años una muerte que venía
augurando insistentemente: fue trabajando
como lo encontró la crisis final un 11 de febrero
de 1948. De ella dejó testimonio en unas líneas
escritas mientras sobrevenía el ataque. Tal como
recordaba su amigo Viktor Sklovski, entre
referencias a Pushkin, a Gogol y al color en el
cine en una carta que estaba escribiendo a
Kulechov quedó en la caligrafía su registro de
los primeros síntomas del espasmo cardíaco. Las
palabras finales del texto decían: Entonces, voy
a brindar una breve descripción de cómo fue
construída la secuencia en color de Iván el
Terrible. La construcción obedecía a un
elaborado andamiaje teórico que ya no
conoceremos. El infarto fatal interrumpió el
escrito. (Sklovski, 1972: 193) Lejos estaban
aquellos momentos fundantes donde la
conexión directa entre el pensamiento y la
acción parecía el punto ideal donde se generaba
la obra colectiva, donde al decir de Sklovski,
todos los protagonistas tenían la concencia de
66
estar viviendo un tiempo de precursores
(Sklovski, 1973: 52).
(In)conclusión de una idea
Si atendemos a esa condición de tránsito de
doble orientación mantenido por Eisenstein y el
grupo formalista, no debería entenderse que lo
anteriormente expuesto evidencia algo así como
una fuente oculta de algunos conceptos clave
del pensamiento eisensteinano. Más bien parece
hablar de la factura colectiva de algunas
nociones que nos apartan del resistente mito del
genio solitario, destilando sus ideas desde
alguna interioridad inefable, para instalarnos de
lleno en la imagen de la fábrica que tanto
sedujera a los artistas como a los teóricos del
arte de la revolución. Eisenschitz y Grinbaum
han resaltado este clima común de confianza en
la factura colectiva tanto de lo artístico como del
pensamiento, que incluso determinó en ellos
una temporaria fascinación por Hollywood y su
versión cinematográfica de la línea de montaje
(Eisenschitz y Grinbaum,1993: 49). Una revisión
en detalle de lo que eran las variantes de esa
orientación común hacia una inteligencia
colectiva, tal como la apreciaron los críticos
constructivistas de la revista Kinephot, los
intelectuales de LEF que unían por igual a
constructivistas y formalistas o las discusiones
en torno a la función y sentido del cine, tal como
se desplegó en la última publicación hacia 1927,
nos llevarían fuera de los márgenes del
presente artículo. De todas maneras, es con el
formalismo donde se advierten las mayores
coincidencias, y hasta puede apreciarse que lo
que muchos han considerado como producciones
singulares de la genialidad eisensteinana eran
conceptos que, por así decirlo, flotaban consensuados
en el ambiente formalista. Sólo que ardua tarea
cupo a Eisenstein llevarlos a su forma concreta, de
existencia fílmica, como fragmentos de un cine que si
llegó a la obra maestra no fue por vocación de lograr
piezas consumadas, sino de producir hitos en el
seguimiento de un proyecto inconcluso. Su
producción testimonia una labor monumental que
no ha contado (pese a la canonización, a los
homenajes y a su temprana presencia en las
currículas académicas) con una herencia
aprovechada sistemáticamente. Más bien, la obra de
Eisenstein se erige como una anomalía magnífica y
un enigma que todavía es preciso descifrar.
Más que en las diversas manifestaciones de las
que podrían considerarse formas de la
modernidad en el cine (el neorrealismo, los
nuevos cines de los años 60), que
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos.Nº 15 (2003). pp 59-68. ISSN 1668-0227
Russo, Eduardo A.
compartieron con SME más que otra cosa ciertos
ideales de intervención del cine en procesos de
cambio social, en el plano de la creación las
influencias más directas se advirtieron, si bien en
forma esporádica, a lo largo de la prolongada
y siempre lateral al cuerpo principal del cine
tradición del experimentalismo: desde los
trabajos en fílmico hasta las actuales
experiencias del videoarte. La imbricación entre
la innovación y lo programático en SME ha sido
íntima para estas corrientes: Hay que preparar
un lugar en los cerebros para el advenimiento
de temas totalmente nuevos que, multiplicados
por las posibilidades de una tecnología
renovada, exigirán una estética absolutamente
nueva para la materialización inteligente de
estos temas en las grandes obras del mañana.1
Además, los efectos eisensteinianos insisten en
el heterogéneo campo de lo que hoy se suele
denominar como arte multimedia o digital.
Esto no significa que el cine del siglo XXI será
eisensteiniano ni nada parecido. Simplemente
indica que la modernidad sostenida por
Eisenstein a lo largo de sus ocho films y sus
todavía no calculables escritos nos los instalan en
una posición levemente distinta que aquella
propia de la contemporaneidad. El revelador
estudio de Bordwell culmina con una evaluación
sobre la vigencia de SME que elige titular:
Eisenstein, nuestro contemporáneo (Bordwell,
1993: 265) Demos un paso más: un anacronismo
desviante hace que Eisenstein adelante, como se
suele decir de los relojes cuando avanzan más
rápidamente que lo que indica la hora oficial.
Conecta un concepto a otro siempre demasiado
rápido, ametrallando con sus ideas y quemando
las conexiones para devolver al todo su condición
de ígneo estallido de fragmentos, propicios
para la nueva combinatoria.
Eisenstein adelantaba cuando proyectaba El
Capital y La casa de cristal; se anticipaba
dramáticamente a la técnica de su tiempo y al
estado de un medio que reclamaba y aún
sigue formas de organización apegadas a la
linealidad narrativa, al armado de espacios
según códigos de continuidad, a la búsqueda de
cierto efecto de totalidad en respuesta a las
expectativas del espectador frente a una
película. Eisenstein pedía una actividad distinta,
para la cual ese de la butaca acaso mereciera
otro nombre que el de espectador. La apuesta
eisensteniana promueve un cine potenciado
como máquina de pensar, aunque un
pensamiento que trascendiera las tradicionales
dicotomías entre palabra e imagen, entre lo
sensorial y el sentido. Bajo ese aspecto, algo de
La máquina de pensar
lo más importante de su legado parece todavía
por ser descifrado. El desajuste entre lo que SME
trataba de pensar y lo que uno se encuentra
dispuesto a entender (o desea entender) ha
provocado un equívoco tras otro. Y no estaría mal
contar con que lo estipulado aquí bien puede
sumarse a la larga lista, aunque uno espera que
al menos se trate de esos casos felices que Harold
Bloom supo designar como creative misreadings.
Lecturas que no obstante su desajuste consciente
permiten pensar algo nuevo.
Desde una perspectiva genealógica, una
atención al entorno y a las ideas en las que el
cineasta pensaba y era pensado (por su lenguaje,
por sus semejantes que oficiaban de
interlocutores, de los cuales los formalistas
fueron porción destacada) en su período
formativo en cuanto a la reflexión sobre el cine,
puede dar algunas claves decisivas. Nos
detendremos aquí, entonces, contemplando el
aspecto elegido de esa tarea de conjunto sin
equivalentes en el arte o la teoría estética del
siglo XX y la parte que tocó a Eisenstein en ese
diálogo, concretado en sus películas y escritos.
Notas
1
Eisenstein, S.M. en Notas de un director, citado por
Bongiovanni, Pierre, Eisenstein y digital, en La Ferla, Jorge
(comp.), La revolución del video, Buenos Aires, UBA-CBC,
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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos.Nº 15 (2003). pp 59-68. ISSN 1668-0227
Valdés, Gustavo
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
Bauhaus: Crítica al
saber sacralizado
Gustavo Valdés*
Resumen / De las incertezas al tiempo subjetivo
El autor propone desmontar la mitología que sacraliza la Bauhaus, con decisiva influencia hoy en el
Diseño Gráfico, para desmantelar la significación de la Escuela en el desarrollo teórico y práctico de la
disciplina.
Canonizada, fetichizada, la Bauhaus debe ser historizada más que invocada o exorcizada. La propuesta
es situarla en un análisis crítico dentro del contexto histórico que le dio origen para lograr la remisión de
sus determinaciones. La importación del modelo Bauhaus al campo del Diseño Gráfico argentino y la
función legitimadora del mismo en la nueva profesión, devienen en una barrera para el surgimiento de
perfiles genuinos.
Descriptores
Bauhaus / Comunicación / Diseño gráfico / Mito / Modernismo / Nacional-socialismo
Summary / Bauhaus: critic to the sacred knowledge
The author proposes to knock down the mythology that mades sacred the Bauhaus, with a decisive
influence in the today Graphic Design to demolish the meaning of the School in the theoretical and
practical development of the discipline.
Canonized, mades fetishism, the Bauhaus must be place in the history more than invoked or
exorcised.
The purpose is to place it in a critical analysis into the historic context, that has given the origin to get
the forgiveness of its determinations.
The importance of the Bauhaus model in the argentine Graphic Design and the legitimating function
of it in the new profession, in a barrier at the arising of the genuine profiles.
Resumo / Bauhaus: Critica ao saber sacralizado
O autor propõe desarrumar a mitologia que sacraliza Bahaus, com influência decisiva hoje no
desenho gráfico para desmantelar a significação da escola no desenvolvimento teórico e pratico da
disciplina.
Canonizado, feito fetiche, a Bauhaus deve ser historiada mas do que invocada ou exorcismada.
A proposta é situá-la em uma analise critica no contexto histórico que lhe deu origem para atingir a
remissão das suas determinações.
A importação do modelo Bauhaus ao campo do desenho gráfico Argentino e a função legitimadora
dele na nova profissão, tornam-se uma barreira para o surgimento de perfis genuínos.
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 69-81. ISSN 1668-0227
El hacer es decir la intensa práctica
pedagógica y productiva de la Bauhaus (Weimar
1919 / Dessau 1932), no obstante ser la
expresión moderna del racionalismo
cartesiano y del humanismo de la Ilustración,
terminó por complejos factores políticoculturales convertido en mito y, como tal,
sacralizado. Esta mitología debe ser
desmontada para que su herencia ideológica,
hoy hegemónica en la enseñanza del Diseño
*Centro de Estudios en Diseño y Comunicación.
[email protected]
Gustavo Valdés: Profesor de la Universidad de Palermo. Profesor Regular Adjunto de la Universidad de Buenos Aires.
Cuadernos
Cuadernosdel
delCentro
CentrodedeEstudios
EstudiosenenDiseño
Diseñoy yComunicación.
Comunicación.Ensayos.
Nº 15. Ensayos.
Nº 15 (2003).
pp 69-81.
pp 59-68.
ISSN 1668-0227
ISSN 1668-0227
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Valdés, Gustavo
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
Gráfico, no siga obturando el desarrollo teórico
y práctico de la disciplina.
Introducción
Un fantasma recorre el mundo del Diseño: la
Bauhaus. Muerta, esto es, cerrada en 1932 por
decisión del Parlamento (Landtag) de Anhalt
(Dessau), su fantasma, como el alma en pena de
un cadáver molesto, sigue recorriendo el mundo
de la mano de Gropius, sus deudos y
colaboradores, inspirando programas de
enseñanza, lecciones y proyectos en cuanta
escuela de arte o diseño se ponga a su alcance,
lugares donde su enseñanza es repetida, una
y otra vez, devotamente, transformada en
síntoma, liturgia y coartada.
Canonizada, fetichizada, La Bauhaus debe ser
historizada más que invocada o exorcizada.
Unicamente analizándola críticamente dentro
del contexto histórico que le dio origen y la
condenó a muerte, el fantasma volverá a
descansar, el síntoma será remitido.
Tarea de carácter urgente, sobre todo si se
examinan las consecuencias negativas que el
culto al mito Bauhaus acarrea en relación a
nuestra disciplina, el Diseño Gráfico, que gracias
a ese mito no ha logrado hasta ahora afirmar su
carácter radicalmente distinto, su diferencia
cualitativa con respecto al conjunto de los
diseños y continúa ocupando una posición
subordinada y menor en la tipología del
Movimiento moderno, encarnado, entre
nosotros, por el pensamiento de la
Arquitectura.
Intentar desmontar el mito Bauhaus, al tiempo
que se pretende dar cuenta de las causas de su
perduración, no es tarea sencilla, especialmente
si aceptamos, desde la perspectiva freudiana, las
raíces inconscientes que alimentan los mitos.
Pero además los mitos cumplen una función
legitimadora de una situación de poder dada
sobre todo cuando, además, están incorporados
al imaginario colectivo como parte del orden
natural de las cosas. Aunque en verdad se
trate de un orden histórico.
En la Argentina, como en otros países, con
diferencias de tiempo determinadas por ritmos
y modalidades diferentes del proceso de
acumulación capitalista, el diseño gráfico surge
como una práctica social que en un momento
dado de su desarrollo, se asume en tanto
dominio de conocimiento alcanzado un cierto
grado de profesionalización empírica, para
luego acceder a las aulas universitarias y
70
entramarse en la trama de las cuestiones del
poder y la política.
Es en esta circunstancia de disciplina nueva, sin
tradición propia, cuando surge la necesidad de
instituir un mito fundador que legitime el
naciente saber, la nueva profesión. En un país
tecnodependiente como la Argentina correlato
de su condición de país agroexportador- así
como el Ejército debió importar el modelo
prusiano para la formación de sus cuadros lo
que da cuenta de su germanofilia y su toma de
partido durante la II Guerra- los padres
fundadores del Diseño gráfico importaron el
modelo Bauhaus, paradigma del racionalismo
alemán y el Movimimiento moderno: si no
hubiera existido la Bauhaus, se la habría
inventado, y algo de eso ocurrió.
Mientras el mito bauhausiano no sea removido
del lugar totémico que todavía ocupa en
nuestros centros de enseñanza, no será posible
construir un nuevo paradigma del diseño
gráfico, caracterizado hasta hoy por su pobreza
teórica como consecuencia de la repetición
litúrgica de la enseñanza de Bauhaus.
En última instancia, la función del pensamiento
crítico no es otra que la de cuestionar el dogma
teológico: si examinamos los hechos objetivos
que constituyeron el fenómeno Bauhaus, si los
instalamos en el movimiento de la historia,
observaremos cómo se fue construyendo el
mito, a que propósitos político-culturales ha
obedecido esa construcción y podremos
entonces, sin remordimiento, ubicar sus
venerables reliquias en el museo. Se trata no
sólo de describir el síntoma, sino de erradicarlo.
Realidad y relato de la realidad
Ya en 1963 Tomás Maldonado, entonces en la
Escuela de Diseño de Ulm (Hoschule fur
Gestaltung) afirmaba: la Bauhaus, antes
realidad es hoy fábula.(Maldonado, Tomás,
1971:175). Benévolo, Maldonado atribuía el
surgimiento de esa fábula a un inevitable
proceso, casi didáctico de simplificación: cuando
una realidad es demasiado rica o compleja y la
realidad de la Bauhaus siempre ha sido así- la
fábula llega en su ayuda para hacerla más
fácilmente legible. Y concluye señalando las
diferencias entre la Bauhaus legendaria y la
Bauhaus real (en la correspondencia con Walter
Gropius que Maldonado hace pública en el
artículo citado, esa diferencia queda clara,
incluso desde el propio Gropius).
Sólo cabe agregar que el asunto es bastante
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 69-81. ISSN 1668-0227
Valdés, Gustavo
más complejo de lo que Maldonado creía, puesto
que el mito Bauhaus no es un mito homogéneo,
transparente como el de Edipo lo fue para la
mirada de Freud- por el contrario, está
conformado por una serie de mitos menores,
cada uno de los cuales puede asumir un rol
protagónico según sea el cuestionamiento en
particular; más que un mito se trata de un
verdadero sistema mitológico, con temáticas y
personajes versátiles, ambiguos y cambiantes.
Es necesario precisar que nuestra crítica,
siguiendo la distinción que establece Maldonado,
no va dirigida tanto a la Bauhaus real
aunque como se verá se trata de varias
Bauhaus- cuanto a las manipulaciones,
deliberadas o no, que desde 1925, por lo menos
se vienen practicando sobre esa realidad hasta
transformarla en relato legendario.
La cuestión se hace más compleja si se observa
que la mitologización o, si se prefiere, idealización también alcanza a la República de Weimar
en cuyo marco institucional nace y muere
Bauhaus, por lo que será necesario ir contextualizando los hechos en relación con el marco
histórico en el cual se producen, sin perder de
vista, por último pero no menos importante, las
consecuencias teóricas y prácticas del mito
Bauhaus en el campo de la enseñanza del
Diseño gráfico en el ámbito local.
Los estudiosos de las cuestiones relativas a la
cultura y la sociedad deberían interrogarse
acerca de cómo y por qué un discurso
eurocéntrico, autoritario y dogmático,
atravesado por estratos profundamente
irracionalistas, como es el discurso de la
Bauhaus, se ha convertido en discurso
hegemónico en nuestras instituciones de
enseñanza del Diseño y sigue perpetuándose.
Se presentan a continuación algunos (pocos) de
los tantos mitos que se han tejido en torno a
Bauhaus, para pasar luego a discutirlos.
Mito 1: La Bauhaus dió origen institucional al
Diseño y al Diseño Gráfico en particular
Estos mitos quedan expresados con suma
claridad en el documento El Diseño gráfico y su
perfil profesional publicado por la ADG
(Asociación de Diseñadores Gráficos) en 1981,
documento que nos ayuda a entender el proceso
de autoconciencia que se genera en esa época
en el conjunto de diseñadores gráficos en
actividad, en su casi mayoría sin formación
universitaria específica y provenientes de las
más diversas disciplinas y de qué manera se hace
presente el espíritu bauhausiano.
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
Tras una larga enumeración de los momentos
de la evolución histórica de la sociedad en los
que hubo aportes significativos en el plano de la
comunicación visual, el documento sostiene:
La experiencia de Bauhaus dio fin
progresivamente, en el nivel educativo, a la
concepción artesanal de la producción del
diseñador, proveyó al mundo de un repertorio
de formas nuevas obtenidas por procesos
industriales, enfatizó el objetivo de responder a
las necesidades reales de la sociedad y dio
nacimiento institucional a nuestra profesión
(ADG,1981:7)
No hace falta insistir en el carácter laudatorio
del párrafo citado: asistimos al momento
fundacional del mito en su versión doméstica.
Ahora intentemos ir del relato a la realidad.
Desde su fundación en Weimar, Turingia, en
1919, la Bauhaus contó con una modesta
imprenta dedicada casi exclusivamente a la
impresión de grabados, en el espíritu de las
artes gráficas. El tantas veces citado
Frontispicio Catedral de Lyonel Feininger que
ilustraba el Programa de la escuela se imprimió
allí. Feininger fue también el primer maestro de
forma del Taller de Imprenta de Bauhaus.
Las primeras experiencias con tipografía,
ejercicios de carácter morfológico, fueron
programadas por Josef Albers, como colaborador
de Lazlo Moholy-Nagy, a cargo del Curso Básico (o
curso preliminar o Período de Prueba) Vorkurs,
tras la partida de Johannes Itten.
En 1923, al calor de la Primera Exposición
Bauhaus el taller despliega una gran actividad,
produciendo postales, mapas, catálogos y carteles
entre ellos el muy conocido de Joost Schmidt.
Actividad que se incrementa cuando la Casa de la
Moneda de Turingia encarga a la escuela el diseño
de nuevos billetes por un millón, dos millones y un
billón (!) de marcos recordar que nos
encontramos en pleno proceso de hiperinflación
tarea que realiza el entonces aprendiz Herbert
Bayer, quien también diseña la invitación para la
fiesta de despedida (la Bauhaus ha sido expulsada
de Weimar)
Ya en Dessau (Land de Anhalt) el taller adquiere
otra importancia produciendo abundante
material gráfico bajo la dirección del ahora
joven maestro Herbert Bayer, con fuerte
presencia de Moholy-Nagy. La actividad del taller
se incrementa incluyendo publicidad, diseño de
pabellones de exposición, folletos promocionales,
avisos y proyectos de identidad visual, contando
para ello con equipamiento moderno.
Es en esta etapa cuando se desarrolla el estilo
Bauhaus en gráfica, caracterizado por el uso
sistemático de caracteres sin serif, filetes
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Valdés, Gustavo
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
gruesos, composición asimétrica, líneas oblicuas
o dispuestas en sentido vertical, que denuncian
una marcada influencia de la estética de De
Stijl y del constructivismo soviético de la época.
Siguiendo las ideas de gustavo nagel (con
minúsculas) uno de los tantos pintorescos
personajes que proliferaron en Bauhaus en la
etapa Itten, quien proponía la eliminación de las
mayúsculas, Bayer diseña (1925) el alfabeto
universal, tipografía construida
programáticamente sobre la base de círculos, de
carácter experimental y dificultosa lectura. El
nombre que Bayer elige para su fallido alfabeto
revela como se ubicaban algunos de los
integrantes de Bauhaus con respecto al resto del
mundo: en su centro.
Conteporáneamente Josef Albers diseña un
alfabeto del tipo stencil, prolija aplicación del
programa bauhausiano, construido mediante
cuadrados, triángulos y cuartos de círculos,
ejercicio que todavía se sigue realizando en
nuestras facultades de imposible legibilidad y
desequilibrio formal, válido, según los términos
de Enric Satué (1998:158) como inofensivo
ejercicio del curso de enseñanza preliminar,
pero indigno del rigor teórico de su autor. En
síntesis toda la producción de diseño tipográfico
de Bauhaus se reduce a dos alfabetos inservibles.
El lugar de Bayer, que abandona la escuela tras
el nombramiento de Hannes Meyer como
director, para dedicarse en Berlín a la actividad
profesional (revistas Vogue y Die Neue Linie,
agencia Dorland Berlin Studios, afiches para el
partido Nazi) es ocupado por Joost Schmidt: el
taller de Imprenta es ahora Departamento de
Publicidad y ya no está subordinado al
Departamento de Arquitectura. Para entonces
la tipografía estaba incorporada como materia
obligatoria del Curso preliminar.
En este, que es su momento de mayor
esplendor, la Bauhaus ha producido 11 libros de
la colección Bauhaus Bücher en su mayoría
diseñados por Moholy-Nagy- revistas, gran
cantidad de afiches, folletos, catálogos,
etiquetas comerciales, aplicaciones gráficas, en
edificios, tanto para uso interno de la escuela
como para clientes externos- y ha generado una
copiosa literatura.
Ahora bien, esta práctica, en tanto tal, ¿es
suficiente para afirmar en forma terminante
que lo que se está produciendo es
efectivamente diseño gráfico?
Si por Diseño gráfico se entiende:
la disciplina que posibilita comunicar
visualmente informaciones, hechos, ideas y
valores útiles al hombre, mediante un
procesamiento de términos de forma de
72
factores perceptivos, económicos, tecnológicos,
ergonómicos y ambientales (ADG, 1981:7),
esto es, como pura manipulación y disposición de
formas en el espacio, la producción gráfica de
Bauhaus se encuadra en el campo del diseño
gráfico con toda legitimidad.
Pero si, por el contrario, sostenemos que esta
visión del diseño gráfico peca de estrecha y
formalista puesto que elude deliberadamente la
cuestión central del Diseño gráfico, la cuestión
de la comunicación, se apreciará mejor por qué
nos negamos a reconocer a Bauhaus, a pesar de
su esforzada producción gráfica, el carácter
fundacional que se le atribuye. Entendemos que
la comunicación aún y especialmente en un
subgénero, la trajinada comunicación visualno una simple cuestión de formas sino un
complejo fenómeno subjético e intersubjetivo
que se produce en un espacio social atravesado
por tensiones de clase, por intermedio de un
sofisticado sistema de signos y códigos
combinatorios, de carácter artificial, que
constituye el lenguaje, que posibilita el
intercambio simbólico entre los hombres. Un
fenómeno, permítasenos redundar, exclusiva y
excluyentemente humano y social, fundante del
sujeto y del lazo social.
Desde este perspectiva, el diseño gráfico será
comunicación o no será y si es comunicación es
en definitiva un hecho lingüístico, un discurso
que asume formas visuales a los efectos de
alcanzar con mayor eficiencia a interlocutores
de carácter masivo, en virtud de la cual
rechazamos con energía la existencia autónoma
de los llamados lenguajes visuales.
Y esto es justamente lo que no aparece en
Bauhaus: en su frondosa y heterogénea
producción teórica no encontramos referencia
alguna a la problemática comunicacional, a la
cuestión del lenguaje, a la consideración de los
procesos de construcción de sentido, a la
psicología de las masas: para Bauhaus todo se
resuelve en términos de forma, invocación
mágica que no impide que muchas veces,
desafortunadamente, las formas sean idénticas
a si mismas: el estilo Bauhaus.
Esta desconsideración a lo comunicacional se
produce, además, en un momento particularmente rico en estudios sobre estas cuestiones:
Freud, Pavlov y Wilhelm Reich han publicado sus
obras fundamentales. El Curso de Lingüística
General circula por Europa, Peirce ha dado a
conocer sus teorías sobre el signo, la Escuela de
Chicago ha iniciado sus investigaciones sobre el
público y la sociedad, las tesis de J. Dewey y G. H.
Mead son divulgadas fuera del mundo
académico, Laswell ha publicado Propaganda
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Valdés, Gustavo
Techniques in the World Mar, sin mencionar a
Comte, Durkheim y Max Weber.
En este sentido no resulta plausible alegar
desconocimiento o desinformación (como
intenta Gropius con respecto a la pedagogía de
Dewey en su correspondencia con Maldonado);
parece más honesto admitir que la temática de la
comunicación no figuraba entre las
preocupaciones de los maestros de Bauhaus, más
interesadas en la construcción y en los objetos.
Esta gruesa falencia, a partir de la cual la
práctica de la enseñanza del diseño gráfico, en
tanto comunicación visual pierde toda base
conceptual, se percibe en las dificultades que
evidencias los autores locales enrolados en al
teología del Movimiento moderno a la hora
de intentar definir científicamente el fenómeno
comunicacional.
En su conocido manual Estudio de Diseño de
generalizada lectura por los estudiantes de
diseño, Guillermo González Ruiz arriesga una
versión casi seráfica de la comunicación, que
hace recordar el trascendentalismo ingenuo de
la primera Bauhaus:
La comunicación es la energía que está en la
misma esencia de todo lo que evoluciona: las
galaxias, el hombre, en fin, todos los organismos
vivos se encuentran en permanente intercomunicación (González Ruiz, Guillermo,
1994:81)
De esta primera caracterización, en la cual la
comunicación se nos aparece como una esencia
metafísica universal (¿la idea platónica?) se pasa
sin más trámite al psicologismo:
hoy no se concibe a la comunicación social como
un aspecto de la psicología sino inversamente a
ésta como un aspecto de la Comunicación,
para deslizarse finalmente al terreno de la
biología y la zoología:
Cada organismo es comunicación. Entre todos
los seres vivos hay innumerables códigos de
emisión y recepción. Cada especie orgánica se
encuentra inmersa en un estado propio y
permanente de comunicación, las abejas se
comunican de una manera y los delfines de otra,
las aves según su especie lo hacen de modos
distintos. Cada célula, tejido o sistema orgánico
transmite sus señales en forma diferente.
(González Ruiz, Guillermo, 1994:82)
Conclusión, si todo es Comunicación, es
imposible aislar el objeto específico, particular
de la investigación científica: la comunicación o
bien es una sustancia metafísica inasible, o bien
un fenómeno físico de emisión-recepción o bien
un producto orgánico o en fin algo tan banal
que hasta las abejas lo practican con éxito.
Es en esta empresa, la del vaciamiento
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
conceptual del diseño gráfico del cual se
excluye al sujeto, la sociedad, la historia y la
política- donde la herencia de Bauhaus ha
producido sus efectos más devastadores y
duraderos.
Mito 2: La Bauhaus implementó, en
particular en el Curso Preliminar una
propuesta original, coherente y articulada,
que continua siendo válida
La contribución pedagógica de Bauhaus,
concretamente los métodos que se empleaban
en el Vorkurs producto de los aportes, no
siempre coherentes de Itten, Moholy-Nagy,
Albers, Klee y Kandinsky- constituye uno de los
legados de la herencia más alabados y
devotamente repetidos. Es también su costado
más represivo y autoritario.
Tomás Maldonado (1971) sostiene que la
aparente unidad, coherencia y articulación de
esta pedagogía es más el resultado de una reelaboración ad hoc efectuada por Albers y
Moholy-Nagy en el exilio (la Bauhaus
legendaria) que un producto auténtico de la
Bauhaus real. Mas allá de esta distinción, lo
que si puede comprobarse es que tal pedagogía,
caracterizada como original y moderna,
reconoce una larga y rancia genealogía.
Sus orígenes pueden rastrearse en los ideales
humanistas de la Ilustración, en particular en
Jean Jacques Rousseau (Emile, 1762) que
serán desarrolladas y llevados a la práctica
docente por Heinrich Pestalozzi, a fines del siglo
XVIII y retomadas por Friedrich Froebel, el
pionero de los Kindergarten en el siglo XIX.
Froebel es el inventor de los Dones y
Ocupaciones, juguetes didácticos que el infante
construía a partir de sólidos geométricos
elementales en un proceso que iba de lo simple
a lo complejo, acompañando el crecimiento físico
e intelectual del niño. En este sentido, Froebel
anticipa las teorías evolutivas de Jean Piaget. El
objetivo de esta formación, que siguiendo una
secuencia estrictamente ordenada comenzaba a
los dos meses y concluía a los seis años, era
proveer al párvulo de un básico vocabulario de
elementos. Vale la pena destacar que la
experiencia de los Kindergarten fue prohibida
en 1851 por el gobierno de Prusia que les
atribuía intenciones ateas y socialistas (Abbot
Miller, J., 1994:18). Esta prohibición, que
prefigura las expulsiones de Weimar y Dessau
que sufrirá Bauhaus, no pudo impedir que la
experiencia trascendiera las fronteras prusianas
y obtuviera buena acogida en el exterior.
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73
Valdés, Gustavo
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
Desde un punto de vista más técnico, Johannes
Ramseuer, colega de Pestalozzi propone
(Manual de dibujo, 1821) la idea de las
formas elementales (Hauptformen) que
Bauhaus retomará oportunamente, aunque
tamizada por el velo místico que teñía la
enseñanza de Itten.
Todos estos antecedentes, entre los cuales no
puede faltar el aporte de Johann Wolfgang
Goethe, quien fuera ilustre vecino de Weimar,
cuna de la Bauhaus que incursiona en la teoría
sobre el color en Contribuciones de óptica
(Beiträge zur Optik, 1791) teoría que ejercerá
considerable influencia en los maestros de
Bauhaus, todos estos antecedentes, repetimos,
convergen, a fines del siglo XIX y comienzos del
XX, bajo el común denominador de educar por
el arte, la Acción y el Trabajo, en las propuestas
educativas del movimiento de la escuela
activa (Hans von Mareés, Adolf Hildebrandt),
del movimiento de la escuela activa (Georg
Kerschensteiner), del activismo (María
Montesori) y del progresismo (John Dewey),
todos enrolados en el proyecto de una reforma
moderna de la educación.
¿En donde radica entonces, la originalidad de la
tradición pedagógica de Bauhaus? Según
Maldonado, a quien seguimos en estas líneas,
está en haber intentado transferir estas
propuestas, pensadas para la educación infantil,
a la formación artística y técnica de jóvenes y
adultos. (Ante esta afirmación de Maldonado,
Gropius, en la correspondencia citada,
manifiesta sorpresa y supuesta ignorancia:
usted está en un error al relacionar la Bauhaus
con las teorías de Dewey. Yo no sabía nada de él
antes de venir a este país (se refiere a los
Estados Unidos) en 1937. Maldonado se
encarga de probar que ya en 1908 Georg
Kerschensteiner en su conferencia sobre El
problema de la educación del pueblo se había
referido a las teorías de Dewey, algo de lo que
Gropius, por entonces empleado de el Estudio
Beherens, ¡se enteró en 1961!. O dice haberse
enterado en esa fecha.
Las tendencias modernizadoras de la enseñanza
se potencian en la Alemania guillermina con la
profunda reforma educativa que se pone en
marcha en los primeros años del siglo: la
urgencia de vincular el arte con la industria por
medio de la fundación de escuelas de Artes y
Oficios (Kunstgewerbeschule) viene de la
necesidad política del Imperio por formar los
técnicos y profesionales que la industria
alemana necesita de inmediato para poder
competir en el mercado internacional, espacio
en el cual el Reino Unido le lleva una
74
considerable ventaja. (Es sabido cómo en última
instancia, esta competencia por los mercados
fue una de las causas, si bien no la única, de la
Gran Guerra).
Es en estas circunstancias en las que Hermann
Muthesius, designado Superintendente de las
Escuelas de Artes y Oficios por el Consejo de
Comercio Prusiano convoca a arquitectos y
artistas para incorporarlos a las direcciones de las
nuevas instituciones educativas: Peter Beherens,
Hans Poelzig y Bruno Paul toman a su cargo,
respectivamente, las Kunstgewerbeschule de
Dusseldorf, Breslau y Berlín.
Este es el contexto en el cual Walter Gropius,
envía al gobierno de Turingia (Weimar) su
conocido Memorandum (enero, 1916)
proponiendo la fundación de una nueva
institución educativa que pueda concretar la
asociación entre el artista, el industrial y el
técnico, en el espíritu y la ideología del
Deutscher Werkbund, iniciativa que dará origen,
tras el armisticio y la proclamación de las
repúblicas alemanas (1918) a la Statliches
Bauhaus de Weimar.
Desafortunadamente la pedagogía activa,
liberadora y progresista que Bauhaus hereda
degenerará en la práctica concreta en una
nueva escolástica, dogmática y autoritaria que
sigue siendo reproducida como tal por sus
epígonos, a pesar de su irremediable
anacronismo.
Mito 3: En la Bauhaus se sitúa el origen del
Movimiento Moderno, su pensamiento es de
orden racional, además propuso la adecuación
de la formación y la producción a las exigencias
sociales de la época
El racionalismo de Bauhaus es cuestionable
desde los mismos orígenes de la escuela, su
recurrencia medievalista en línea con el
utopismo reaccionario de William Morris se
expresa en el nombre elegido por Gropius, que
alude tanto a construcción (Bau) como a la
fraternidad o cofradía de los constructores de la
Edad Media (Bauhutten) gremio del cual
surgirá la masonería y la acción de cosechar
(Bauen) lo sembrado (Whiford, Frank, 1991:29).
Esta raíz místico-expresionista se hace explícita
en la xilografía Catedral del Frontispicio de
Lyonel Feininger. Curiosamente, en 1932, ya en
plena ofensiva Nacional-socialista, el Vülkischer
Beobachter definía a la Bauhaus, en relación a
aquella xilografía, como catedral del
marxismo sin reparar que la estética nazi,
arcaizante y medievalista tenía con la estética
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Valdés, Gustavo
gótico-expresionista de la primera Bauhaus más
de un punto de contacto. (El tema de la
Catedral ícono antimoderno por excelencia,
reaparecerá en los actos de masas del partido
nazi [Partido Nacionalsocialista de los
Trabajadores Alemanes, NSADP] en Nuremberg
en los que la aparición del Führer era
acompañada por la aparición de una catedral
de luz concebida por Albert Speer: un edificio
de luz creado por los reflectores de la defensa
antiaérea).
En ese contexto fundacional no desentona el
delirio alucinatorio-oriental (Comunicación
1971:11) de Johannes Itten a cargo, por
recomendación de Alma Mahler, a la sazón
esposa virtual de Gropius, del Vorkurs. Las
creencias místicas y esotéricas de Itten estaban
inspiradas en la doctrina Mazdaznan, un híbrido
seudoreligioso creado por un tipógrafo
germano-americano que se hacía llamar doctor
O.Z. A. Hanish -la Z es en referencia a
Zaratrusta-. Estas creencias impregnan toda la
actividad de Itten en Bauhaus y constituyen el
fundamento filosófico de su teoría de los
contrastes y de su teoría del color, teorías que,
absolutamente fuera del contexto seudomístico
al que pertenecen aún se siguen enseñando en
nuestras escuelas de diseño.
Tampoco desentona en este clima Adolf Meyer,
el socio arquitecto de Gropius, adherente a la
Teosofía ni menos aún Wassily Kandinsky quien,
a pesar de su experiencia soviética y más allá de
su publicitada y sospechosa sinestesia, influído
por Rudolf Häusser practica la Antroposofía, ni,
por última, gustav nagel, ya mencionado, quien
inventa la eliminación de las letras
mayúsculas, imprescindibles en el alemán
escrito. Resulta, en verdad, difícil percibir signos
de racionalidad en estos personajes, algunos de
ellos protagónicos en la vida de Bauhaus.
El supuesto cambio que implicó la sustitución de
Itten por Moholy-Nagy, ex simpatizante de la
experiencia revolucionaria de Bela Kun en la
efímera República Soviética Húngara no implica
un cambio de fondo en la pedagogía de
Bauhaus, a la que Moholy define como:
la sistemización de aquellos intemporales
fundamentos biológicos de la expresión que
encierran un significado universal
(Comunicación, 1971:11)
Es sintomático la frecuencia con que la
pretensión de dictar leyes universales aparece
en el discurso de la escuela.
Desde Adorno y Horkheimer la razón
instrumental puede ser entendida como esa
voluntad conquistadora y destructiva del género
humano por dominar la naturaleza
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
pretendiendo imponerle leyes creadas por los
hombres, razón que lleva en general a la
fetichización de la tecnología y al desastre.
El Movimiento Moderno, categoría lábil,
evanescente coartada ideológica, que se
sustenta en la fe en la razón (proposición
incompatible por excelencia) inevitablemente
deriva en la razón instrumental al quedar
fascinado por la tecnología. Ya sea que se lo
encare desde su costado más oscuro, gótico y
totalitario (el régimen nacional-socialista) ya
desde su costado progresista y democrático
(los regímenes occidentales) el sueño
tecnológico de la modernidad conduce a la
catástrofe: o Auschwitz o Hiroshima. Desde esta
perspectiva lo que diferencia al lento y doloroso
trámite del Holocausto del instantáneo y masivo
explosivo nuclear es apenas una cuestión de
método, una diferencia técnica. No otra es la
lúcida advertencia de Galileo a Andrea (en
Galileo Galilei de Bertolt Brecht) cuando, sin
descon-siderar la necesidad de la suave
violencia de la razón, nos pone en guardia
contra su uso como mero instrumento
cientificista al servicio de la dominación política o
de la dominación del mercado que vienen, en la
actualidad a ser la misma cosa.
Sería injusto atribuir a Bauhaus participación en
este debate pero sí es oportuno señalar que en
su programa fundacional ya se encuentran
presentes los gérmenes de su destrucción en
tanto se debate, impotente, en una
contradicción irresoluble entre las consignas
modernizantes y racionales, en última instancia
tayloristas, de los industriales del Deutscher
Werkbund y el medievalismo arcaizante,
morrisiano, mesiánico, teñido de expresionismo
subjetivista que inspira la Bauhaus temprana.
Esta contradicción acompañará la historia de
Bauhaus y cada uno de sus términos, a su vez,
entrará en conflicto con aspectos de la realidad
político-social de la República de Weimar que, en
un momento dado de correlación de fuerzas
determinará su disolución.
La cuestión de la utilidad social
Cierta lectura idealista del Manifiesto
fundacional de Bauhaus pretende hacernos
creer que El Diseño (así, cosificado) existe
para satisfacer necesidades humanas
materiales y no mate-riales: en eso consiste
su función social. Por supuesto en ningún
momento tales necesidades son formuladas
en los términos específicos del sistema
económico concreto de una sociedad en
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 69-81. ISSN 1668-0227
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Valdés, Gustavo
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
particular, por lo que devienen en abstractos,
ideales, apolíticos, declaratorios.
Es esta la concepción que subyace a la definición
que de Diseño proponía la ADG en 1981:
Diseño es un proceso intuitivo, racional y
operativo de creación de formas útiles al
hombre... y que, coherentemente se aplica
también a la definición del Diseño gráfico: la
disciplina que posibilita comunicar informaciones,
hechos, ideas y valores útiles al hombre...;
ambas afirmaciones se sostienen en la existencia
ideal de una utilidad genérica para un hombre
igualmente genérico, que existe fuera de la
historia y de la sociedad de clases.
Para Gropius la adecuación a las exigencias
sociales (de la República de Weimar) constituía
la dimensión revolucionaria de Bauhaus,
expresada en la condena explícita al artista
romántico marginado e inútil y el apoyo a las
nuevas exigencias de productividad y profesionalidad. Esta dimensión revolucionaria
figuraba ya en el Programa del
Novembergruppe, organización de intelectuales
y artistas de izquierda a la que Gropius
perteneció y, en las condiciones concretas de la
Republica de Weimar, era un programa inviable,
como Hannes Meyer lo comprobaría en carne
propia en 1930 cuando se vio obligado a
renunciar a la Bauhaus (este episodio será
examinado más adelante) y como la publicación
de izquierda AIZ lo expresara, a propósito de
dicha renuncia: una Bauhaus revolucionaria era
una ilusión en un Estado capitalista (citado por
Whitford, Frank, 1991:191) lo que nosotros
agregaríamos, en un estado capitalista
crecientemente fascistizado.
Con respecto a la cuestión de las exigencias
sociales que El Diseño debería satisfacer, es
necesario puntualizar la confusión ideológica y la
actitud mesiánica de Gropius, en tanto autor de
aquel manifiesto y director de la Bauhaus. Por
una parte, toma de los expresionistas alemanes
el Manifiesto está fuertemente influído por el
expresionismo- la convicción de que el arte
puede, por si sólo, cambiar el mundo, convicción
que alcanza su formulación más ambiciosa en el
proyecto utópico de Bruno Taut, compañero de
ruta de Gropius en las organizaciones culturales
de izquierda, según el cual el Arquitecto podría
transformar el mundo y la conciencia de los
hombres. Por otra parte ambos, Gropius y
Taut, participan de las actividades del Deutscher
Werkbund, cuyos objetivos eran
eminentemente pragmáticos e inmediatos.
Muy pronto, sin embargo, Gropius abandonará
la utopía revolucionaria y su inicial posición
anti-maquinista y anti industrial (ver su discurso
76
de Leipzig, 1919, donde condena la peligrosa
adoración del poder y la máquina que nos
conduce desde el abismo espiritual al abismo
económico), (Whitford, Frank, 1991:34) para
asumir una actitud más funcional respecto a
las demandas de la industria alemana.
Alrededor de 1920 Gropius se ha alejado
definitivamente de las posiciones radicales del
Consejo de Trabajadores del arte (Arbeitsrat für
Kunst) que se constituye en 1918 al calor de la
organización de Consejos de Trabajadores y de
Soldados en las primeras fases de la Revolución
alemana, para asumir las posiciones más
conservadoras del Werkbund más preocupada,
desde su fundación en 1907 de mejorar la
competitividad de la industria alemana y la
plusvalía a obtener con el valor agregado del
Diseño, entre cuyos fundadores no podemos
omitir a Peter Beherens responsable del diseño
total de AEG (Allgemeine Elektricitaes
Gesellschaft) ni a Henry van de Velde, por
entonces director de Kunstgewerbeschule de
Weimar en cuyas instalaciones empezaría a
funcionar la futura Bauhaus.
El Artetstrat für Kunst del que Gropius formara
parte en 1918 en su etapa militante, sostenía
una ideología radical y voluntarista: El Arte y el
Pueblo deben formar una unidad, proclama el
Manifiesto de fundación, redactado por Bruno
Taut, en tanto Gropius afirmaba, en una de las
publicaciones del grupo que la verdadera tarea
del Estado socialista es el exterminio del
demonio del mercantilismo y lograr que el
espíritu activo de la construcción florezca de
nuevo entre el pueblo (citado por Whitford,
Frank, 1991:38).
Frente a semejante declaración de principios y,
más aún, el compromiso personal que Gropius
asume al diseñar el Monumento erigido en
Weimar a los huelguistas asesinados por la
policia socialista en marzo de 1921, llama la
atención que muchos años después en la ya
citada correspondencia con Tomás Maldonado y
a propósito de la expulsión de Meyer y de la
intervención policial en la Bauhaus de Dessau
por pedido expreso de su nuevo director, Mies
van der Rohe, para lograr un mínimo de
disciplina, Gropius declare: mis intereses
apenas si rozaban el campo social y usted tiene
razón en establecer con esa base uno de sus
desacuerdos con mi pensamiento. (Maldonado,
Tomás, 1971:190)
Como se ve, del mesianismo arrogante de los
orígenes, en los que se proponía la creación de
un hombre nuevo la Bauhaus se precipita en
un blando humanismo resignado el mismo que
campea en las definiciones de ADG antes
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 69-81. ISSN 1668-0227
Valdés, Gustavo
citadas- que se conforma con predicar la
humanización de la tecnología y el
capitalismo.
En síntesis, lo que ni Gropius ni la Bauhaus llegan
a comprender incomprensión radical que los
herederos locales comparten y repiten
devotamente en orden a la utilidad del
diseño es que sin el control efectivo de los
medios de producción, la intervención del artista
(o del diseñador) en la industria, reinvindicada
por la vanguardia revolucionaria, no es sino
dependencia de los intereses de la clase
dominante. (Comunicación, 1971:10)
Mito 4: La politización de Bauhaus, promovida
por su director, Hannes Meyer, fue la causa de la
clausura
En enero de 1928 Walter Gropius renuncia a la
dirección de Bauhaus proponiendo como sucesor
al arquitecto Hannes Meyer; esta decisión
motivó la inmediata renuncia de Moholy-Nagy,
seguidas por las de Marcel Breuer y Herbert
Bayer. Llama la atención que las renunciantes en
la carta que envían al Consejo de Profesores
justifican su decisión, un tanto anacrónicamente,
en su condición de revolucionarios:
rechazamos una escuela de formación
vocacional que evalúa únicamente el resultado
final y no presta atención al desarrollo de la
totalidad de la persona; el espíritu comunitario
se sustituye por la competitividad individual
(Whitford, Frank, 1991:185)
Bajo la dirección de Meyer la Bauhaus asume por
fin, a nueve años de su fundación, su carácter de
Escuela de Arquitectura. Esta se organiza en dos
áreas, Teoría y Práctica de la construcción y
Diseño Interior, que comprende también el
diseño de muebles y utensillos; todos los talleres,
ahora Laboratorios quedan subordinados a la
Escuela de Arquitectura, a excepción, como
antes se indicó del flamante y cada vez más
activo Departamento de Publicidad (Joost
Schmidt), el laboratorio de Teatro que
posteriormente será cerrado tras la renuncia de
Oskar Schlemmer y las clases de pintura a
cargo de Klee y Kandinsky.
La nueva orientación que impone Meyer incluirá
en la currícula materias que eran normales en
las escuelas de arquitectura de la época y que
Bauhaus no impartía, como Planificación
Urbana, que dictará Ludwig Hilbersheimer.
Además se instala un nuevo taller de Fotografía
(Walter Peterhaus), la escuela contrata a
profesores invitados que dictan cursos de
Sociología, Teoría política marxista, Física,
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
Ingeniería, Psicología y Economía; un verdadero
centro universitario que, además, está volcado
al diseño y producción de artículos prácticos y
económicos destinados a la producción en serie.
El auge económico que la República
experimenta en esos años garantiza un
mercado en crecimiento.
En este marco se realizan contratos con la
fábrica de papeles para decoración de Emil
Rasch a partir de diseños realizados en el
laboratorio de pintura mural, se producen
artefactos eléctricos para las piscinas de Dessau
y para el Museo de Higiene de Dresde, así como
accesorios y mobiliario para las ferias
comerciales de Dessau y Leipzig; el Diseño
Industrial, como disciplina autónoma adquiría su
definitivo perfil profesional. Además el
Departamento de Publicidad firmaba un
importante contrato con IG Farben, una de las
concentraciones industriales más poderosas de
Alemania, que cubría el 50% de la industria
química, todo lo cual colocaba a la Hoschule fur
Gestaltung (Instituto de la Forma o del Diseño)
el nuevo nombre de la Bauhaus de Dessau, por
primera vez en su corta historia, a punto de
autofinanciarse contaba para ello con su propia
compañía comercial, fundada con el aporte
económico de Adolf Sommerfeld, el comitente
berlinés de la casa expresionista diseñada por
Gropius en 1921, que se encargaba de
comercializar las patentes y los productos del
instituto; autofinanciación que le hubiera
posibilitado prescindir del políticamente riesgoso
patronazgo estatal; y más en la convulsionada
Alemania de la época.
Todos los testimonios coinciden en que entre
1928 y 1930, bajo la dirección del marxista
Meyer y gracias a una coyuntura económicamente
favorable, Bauhaus, por primera vez, estaba
cumpliendo en el propósito para el cual había sido
fundada: contribuir al desarrollo capitalista de la
nueva Alemania de posguerra colaborando,
desde el Diseño, en la producción de artículos de
buena calidad y bajo costo.
Está claro que ya no se trata de la Bauhaus
expresionista y mística de Itten, ni de la
Bauhaus constructivista de Moholy-Nagy, sino
de una nueva Bauhaus, verdaderamente
moderna, racional e industrialista, más volcada a
la eficacia y a la productividad que a estériles
devaneos teóricos sobre la amarillez del
triángulo, a esa altura francamente
anacrónicos digo, en 1928. Y está claro, por
último que ante este nuevo rumbo los
sobrevivientes de la era Gropius no se sentían
demasiado cómodos, a decir verdad, se sentían
sumamente incómodos por diversos motivos: el
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Valdés, Gustavo
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
énfasis que se ponía en la construcción cosa que
sorprende puesto que este era el objetivo
original y principal de la escuela; - la importancia
que se daba a la publicidad en general los
adictos del Movimiento Moderno profesan
una sorda hostilidad a la Publicidad que, para su visión
maniquea representa el lado malo del diseño y la
comunicación visual; y, finalmente, no compartían el
enfoque sociológico desde el cual se abordaban las
distintas temáticas y proyectos. A partir de ese
malestar, la vieja guardia trascendentalista y
subjetivista tratará de deshacerse de Meyer; la
política servirá como pretexto y Kandinsky se
encargará de montar la intriga.
Es cierto que hacia 1930 la política ocupaba un
lugar en Bauhaus, se impartían cursos de teoría
política, se había organizado una pequeña pero
activa célula del Partido Comunista Alemán
(KDP). En los Carnavales de 1930 el coro de la
escuela había tenido la osadía de interpretar
canciones revolucionarias rusas, hechos que
pueden hoy parecer banales pero que en
aquellas condiciones de extrema tensión política,
fueron rapidamente aprovechados por la
oposición de derecha de Turingia hasta
entonces gobernada por la socialdemocracia
(SPD) para acusar al Instituto de ser un nido de
bolcheviques.
Contexto histórico de la República de Weimar,
1928-1933
Resulta inevitable describir el contexto histórico
de Alemania en estos años. La crisis económica
mundial, consecuencia del crack de la bolsa de
Nueva York en 1929, empieza a manifestarse
con el retiro de los capitales extranjeros, la
deflación y el desempleo. La breve prosperidad
de 1928/29 ha llegado a su fin; el total de
parados, que en septiembre de 1929 sumaba
1.300.000 había aumentado un año después a 3
millones y seguirá subiendo hasta llegar a más
de 5 millones en 1932: el 44,4 por ciento de la
fuerza de trabajo.
En el aspecto político, concretamente en las
elecciones del 14 de septiembre de 1930,
mientras el todavía mayoritario partido socialdemócrata (SPD) veía disminuir sus votos en más
de medio millón tendencia declinante que se
mantendría hasta las elecciones del 6 de
noviembre de 1932, las últimas que realizará la
República- sus enemigos (el mito de la doble
amenaza a la frágil República democrática será
examinado en otro lugar) de izquierda y de
derecha aumentan su caudal de votos: por un
78
lado el Partido Comunista (KPD) acusa un
moderado crecimiento (de 3.265.000 obtenidos
en las elecciones del 20 de mayo de 1928, pasa a
obtener 4.592.000) pero por el otro lado, el
Partido nazi (NSDAP) experimenta un
crecimiento verdaderamente extraordinario: de
apenas 810.000 votos en 1928 pasa a cosechar
6.383.000 que lo convierten en el segundo
partido de la República (a la cual odia
visceralmente). La tendencia creciente
continuará, en 1932 alcanzará 13.769.000 votos,
muy por delante del SPD y del KPD.
La lucha de clases que en los meses posteriores a
la Revolución de Noviembre había adquirido la
forma de guerra civil asumía de nuevo una
extrema dureza. Las Secciones de Asalto (Sturm
Abteilung o SA) y las Cuadrillas de Protección
(Schutz Staffel o SS) los brazos armados del
nazismo, comandados por Ernst Röhm y Heinrich
Himmler, respectivamente, imponían en las
calles el terrorismo político, ante la mirada
tolerante de las autoridades.
En este clima de extrema tensión política donde
el futuro inmediato de la República parecía ser o
un golpe de estado del Reichswehr o el
inevitable acceso del nazismo al poder, resulta
explicable la politización y aún la
radicalización de amplios sectores de la
población; en este contexto la politización de
Bauhaus era poco menos que inevitable, no era
tiempo para apolíticos ni indiferentes cuando la
República estaba al borde de la disolución. Este
es el momento que Kandinsky aprovecha para
forzar la expulsión de Meyer.
Whitford (1991:191) le dice sin ambages:
Kandinsky estuvo claramente implicado en una
conspiración para deshacerse de Meyer. Para
conseguirlo utilizó los buenos oficios del crítico
de arte Ludwig Grote quien se encargó de
denunciar ante Fritz Hesse, el burgomaestre de
Dessau, la desviación politizante en que había
caído el Instituto, copado por peligrosos
radicales de izquierda, con la complicidad de
su director.
El pretexto formalmente utilizado para su
expulsión fue deleznable: la solidaridad que el
Instituto había hecho llegar a mineros en huelga
donando dinero para el fondo sindical. El Consejo
de Profesores aceptó por mayoría la renuncia
de Meyer, con excepción de Gunta Stolzl y de Paul
Klee, más preocupado entonces por encontrar un
puesto cómodo en otra institución.
Walter Gropius no fue ajeno a esta maniobra.
Años después, en su Correspondencia con Tomás
Maldonado, se autojustifica: Desde la
experiencia de Weimar estaba firmemente
convencido de que la intromisión de la actividad
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 69-81. ISSN 1668-0227
Valdés, Gustavo
política en el interior del Instituto acabaría con
él. Considera que la actividad de Meyer
convulsionó la idea de la Bauhaus y llevó al
Instituto a una situación comprometida para
concluir con un juicio tajante y, curiosamente,
político: Tanto su estrategia como su táctica
eran demasiado restringidas; era un radical
pequeñoburgués. (Maldonado, Tomás;
1971:189,190).
Desde 1930, a partir de su excomunión, el
nombre de Hannes Meyer quedó definitivamente
demonizado para el Movimiento moderno que
trata de tender sobre su gestión al frente de
Bauhaus, la más fructífera de su historia, un velo
de sombras.
El verdadero epílogo
Pero Bauhaus sobreviviría a la politización y la
expulsión de Meyer dos años más. Ludwig Mies
van der Rohe, antiguo compañero de Gropius en
el estudio Beherens y autor del monumento a
Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg los líderes de
la Liga espartaquista (Spartakus Bund)
asesinados en enero de 1919, se hace cargo del
Instituto en agosto de 1930, con el objetivo
inmediato de restablecer la reputación de
Bauhaus volviendo a la tradición de la
prescindencia política. Consecuente con el
humanismo abstracto del pensamiento liberal
para imponer el orden recurrirá a la represión.
A la expulsión de Meyer seguirá la de los
estudiantes comunistas. Ante la protesta
estudiantil que lo sindican de formalista y de
dedicarse a construir casas para ricos, a la vez
que exigen la continuidad de los cursos de
Sociología, Economía y Psicología, van der Rohe
responde solicitando la intervención policial y
clausurando temporalmente el Instituto;
después de que la Bauhaus fuera cerrada en
Weimar por la presión de la mayoría derechista
en el Landtag de Turingia, es la primera vez que
la Bauhaus se clausura a si misma por decisión
de su director.
Antes de reabrir la escuela para reiniciar el año
lectivo de 1931 todo el affaire Meyer se ha
tramitado en el período de vacaciones de
verano van der Rohe cita a los estudiantes
uno por uno para advertirles que serán
expulsados si no obedecen las nuevas normas
que incluyen la absoluta prohibición de
actividades políticas y envía a cada estudiante
una declaración que deberá firmar para ser
readmitido:
El firmante se compromete a asistir a los
cursos regularmente; a no permanecer en la
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
cantina más tiempo que el que dure la comida, a
no acudir a la cantina por la noche, a evitar las
discusiones políticas, a no causar molestias en la
ciudad, y a salir a la calle bien vestido
(Whitford, Frank, 1991:193).
La intolerancia, en sí misma una actitud fascista,
se ha instalado en Bauhaus.
Bajo la dirección de van der Rohe que alterna su
función en Dessau con la atención de su Estudio
en Berlín, entonces abocado de la célebre Casa
Tugendhat en Brno, Checoeslovaquia, Bauhaus
se convierte en una Escuela de arquitectura
tradicional, con fuerte acento en lo teórico y en
las cualidades formales de los proyectos, en
tanto la práctica productiva de los Talleres va
declinando hasta su virtual paralización. En una
coyuntura económica cada vez más crítica y en un
contexto político cada vez más opresivo, Bauhaus
inica un proceso de lenta pero irresistible erosión
que conducirá a su muerte. Tras la renuncia de
Gunta Stolzl y de Paul Klee que por fin ha logrado
su ansiado puesto cómodo en la Academia de
Arte de Duseldorf, de la era Gropius sólo
sobrevive Kandinsky en una función casi
decorativa de subdirector, puesto que su
asignatura de pintura ha sido suprimida.
Años después Hannes Meyer (Bauhaus Dessau,
publicado en Edificación Nº 34, México, 1940)
realiza su propio balance respecto a la etapa
terminal de Bauhaus:
La influencia de los estudiantes en el estilo de
vida de la Bauhaus fue borrada. Todos los temas
sociológicos desaparecieron, especialmente en la
actividad de los laboratorios. Otra vez
ingresaron los hijos de las clases altas como
estudiantes y en los laboratorios se producían
muebles de lujo con materiales suntuarios. Entre
los estudiantes aparecieron los primeros nazis
organizados (Whitford, Frank, 1991:193 y
Nicolini, Renato, 1971:164).
Mientras tanto en la República de Weimar se
producía la desintegración final del sistema
democrático, el Reichstag se encontraba
prácticamente paralizado y, haciendo uso de las
facultades que el artículo 48 de la Constitución
le permitía, el presidente Hindemburg, reelecto
en 1930 con el apoyo de la socialdemocracia,
gobernaba mediante decretos. La Socialdemocracia (SPD) se debatía ante su impotencia
para movilizar a las masas y hacer frente a la
marea nazi y la insalvable hostilidad que la
oponía al Partido Comunista (KPD) desde el
sangriento aplastamiento dirigido por Gustav
Noske de la asonada espartaquista de 1919,
hacía inviable cualquier intento por organizar un
Frente de izquierda, además el KPD, en la línea
sectaria que imponía la III Internacional, veía en
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Valdés, Gustavo
Bauhaus: Crítica al saber sacralizado
la Socialdemocracia, caracterizada como socialfascismo su enemigo principal.
Después de las elecciones para el Reichstag de
noviembre de 1932 en las que el NSDAP obtiene
la mayoría, Hindenburg resuelve el impasse
designando a su lider Adolf Hitler Canciller del
Reich, el 30 de enero de 1933, sellando así la
muerte de la República de Weimar.
Dos años antes, en 1931, el NSDAP había
conseguido la mayoría en el Landtag de Anhalt,
cuya capital Dessau hospedaba a Bauhaus y al
año siguiente, invocando pretextos por demás
banales (la cuestión de los tejados planos, el
cosmopolitismo, su estilo frío y racional
contrario al espíritu alemán, etc.) suspendía la
subvención que otorgaba a la escuela y rescindía
los contratos de los profesores. El 30 de
septiembre de 1932 Bauhaus cierra sus puertas
definitivamente. La prolija prescindencia política
de van der Rohe no había dado resultado;
convertida para la peculiar visión
nacionalsocialista en símbolo de la
Kulturbolschewismus, sin pena ni gloria la
Bauhaus de Dessau también había muerto.
NOTA: La Bauhaus que a finales de 1932
Mies van der Rohe estableció en Stegliz, Berlín,
fue un emprendimiento de carácter privado
que iba a ser solventado con las cuotas de los
alumnos y el usufructuo de las patentes de la
legítima Bauhaus.
Por lo tanto su clausura, el 11 de abril de 1933
por la Policía de Berlín no puede ser vinculada a
la historia de la Bauhaus estatal.
La violencia nazi no justificó, sin embargo, la
hábil instrumentación política que Gropius y sus
seguidores hicieron de este episodio para
instalar el mito (otro más) del martirologio de
Bauhaus, que alcanzó repercusión internacional,
estimulado más tarde por la emigración.
Sobre las negociaciones que por entonces van
der Rohe mantuvo con el Presidente de la RKK
(Reichchskulturkammer o Cámara de Cultura del
Reich) doctor Joseph Goebbels, nos
extenderemos en otro lugar.
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Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 85-91. ISSN 1668-0227
1999-2003
Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Ensayos. Nº 15 (2003). pp 85-91. ISSN 1668-0227
Publicaciones del CED&C
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Zena, Marcela
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