José Antonio Flores Farfán, Cambiando ideologías y prácticas a favor
de las lenguas originarias: el recurso del español para la valoración y
enseñanza de las lenguas indígenas, p. 5
Sofia Kamenetskaia, La Academia y su concepto de americanismo, p. 35
Nota
José Ramón Cossío Díaz, El derecho de las personas indígenas a ser
asistidas por intérpretes y defensores que tengan conocimiento de su
lengua y cultura, p. 51
VOL. VII • NÚM. 1 • 2013
LINGÜÍSTICA
MEXICANA
LINGÜÍSTICA MEXICANA
Artículos
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VII (2013), NÚM. 1
SUMARIO
Reseña
Eva Salgado Andrade & Frida Villavicencio Zarza, Materiales
multimedia en contextos de diversidad lingüística y cultural (Rebeca
Barriga Villanueva), p. 61
Normas editoriales para la presentación de originales, p. 73
V O L.
AMLA
Resúmenes / abstracts, p. 69
VII
N Ú M.
1
2013
ASOCIACIÓN MEXICANA DE LINGÜÍSTICA APLICADA
LIN GÜÍS TI CA
ME XI CA NA
FUNDADA EN 2000 POR LA
ASOCIACIÓN MEXICANA DE LINGÜÍSTICA APLICADA
MESA DIRECTIVA 2013
Presidenta: Pauline Moore Hanna, Universidad Autónoma del Estado de México
Secretario: Sergio Ibáñez Cerda, Universidad Nacional Autónoma de México
Tesorera: Lilián Guerrero Valenzuela, Universidad Nacional Autónoma de México
Prosecretario: Armando Mora Bustos, Universidad Autónoma Metropolitana
Protesorera: E. Viviana Oropeza Gracia, Universidad Nacional Autónoma de México
Vocal: H. Antonio García Zúñiga, Instituto Nacional de Antropología e Historia
Vocal: Luisa Josefina Alarcón Neve, Universidad Autónoma de Querétaro
Vocal: Carolyn O’Meara, Universidad Nacional Autónoma de México
COMITÉ EDITORIAL
María Eugenia Vázquez Laslop, Coordinadora
Beatriz Arias Álvarez
Rodrigo Octavio Gutiérrez Bravo
Martha Jurado Salinas
Alfonso Medina Urrea
CONSEJO DE ASESORES
Julio Calvo Pérez, Universidad de Valencia
Teresa Carbó, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
Zarina Estrada Fernández, Universidad de Sonora
José Luis Iturrioz Leza, Universidad de Guadalajara
Rosa G. Montes Miró, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Giorgio Perissinotto, Universidad de California, Santa Bárbara
Dietrich Rall, Universidad Nacional Autónoma de México
Cecilia Rojas Nieto, Universidad Nacional Autónoma de México
Thomas C. Smith Stark (†), El Colegio de México
Klaus Zimmermann, Universidad de Bremen
SECRETARÍA DE REDACCIÓN
Fernando Pérez Rodríguez
Lingüística Mexicana es publicada semestralmente por la
Asociación Mexicana de Lingüística Aplicada, A. C.,
Certificado de licitud de título y de contenido: en trámite
Número de reserva: 04-2000-082817423000-102
ISSN: 1405-9517
1. Introducción
A
unque México presenta altos
índices de bi y multilingüismo, los estudios sobre las lenguas en contacto en
nuestro país están en una situación marginal y subdesarrollada. Esto se debe
a varias razones. Entre otras, históricamente nunca existió en el multilingüismo mexicano una verdadera necesidad por desarrollar un pidgin o un
creole o lengua criolla2. De hecho, en las épocas prehispánicas hubo varias
lingua francae, en particular el náhuatl, que siguió siendo lingua franca
hasta el siglo xviii. En la época moderna, al menos desde el nacimiento de la
nación mexicana, una ideología monolingüe ha amenazado la existencia de
la diversidad lingüística. Desde entonces, los avances del español han atentado y alterado el ethos multilingüe que prevaleció antes de la invasión española e incluso durante la época colonial. Si bien los estudios sobre el
contacto son escasos, incluyen obras importantes, sobre todo referidas al
mexicano o náhuatl (por ejemplo, Hill & Hill 1986, Karttunen & Lockhart
1976, Lockhart 1992) y, en menor medida, al maya yucateco (Karttunen
1985). Estos trabajos han abierto indagaciones de fenómenos clave para
entender el futuro de las lenguas amenazadas, como el sincretismo, el man1 Este trabajo es la versión española, corregida y aumentada considerablemente, de una
conferencia presentada en la Universidad de Minnesota, el 14 de febrero de 2011, intitulada
“Sociolinguistic issues of Spanish in contact: Changing the tide in favor of the heritage languages”, como parte de la serie de conferencias Diálogos de la diversidad del Departamento
de Estudios de Español y Portugués. Una primera traducción del texto de referencia se la
debo a Lucrecia Orensanz, a quien agradezco profundamente sus valiosísimos esfuerzos.
2 En México sólo hay una lengua criolla, el seminol, que no se desarrolló aquí, sino
resultó de la inmigración de esclavos afroamericanos que escapaban de Estados Unidos. Es
revelador que esta lengua no ha recibido atención de los académicos mexicanos ni aparece
en el catálogo de lenguas indígenas del inali.
5
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VII (2013), NÚM. 1: 5-34
CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS A FAVOR
DE LAS LENGUAS ORIGINARIAS: EL RECURSO
DEL ESPAÑOL PARA LA VALORACIÓN Y
ENSEÑANZA DE LAS LENGUAS INDÍGENAS1
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
tenimiento y la resistencia y el desplazamiento lingüísticos (cf. Hill & Hill
1986, Hill 1993, Flores Farfán 1999).
El español en contacto con las lenguas indígenas puede adoptar una variedad de formas que van desde el habla bilingüe hasta la monolingüe. Los
esfuerzos por captar esta complejidad se expresan, por ejemplo, como una
teoría de las distintas fases de contacto, que presentan ciertos rasgos característicos, aunque se refieren exclusivamente a las lenguas indígenas. Se han
planteado al menos tres fases para entender el desarrollo del contacto lingüístico en el caso del náhuatl (ver Karttunen & Lockhart 1976, Lockhart
1992). De manera muy resumida puede decirse que el náhuatl actual, comparado con el del siglo xvi, se caracteriza por estar en una etapa de abundantes cambios (socio)lingüísticos, entre ellos el desvanecimiento de ciertas
distinciones, como la temprana bien consabida generalización del plural a
todos los sustantivos (i.e., ya no limitar el plural exclusivamente a las entidades animadas, como en el náhuatl prehispánico y de principios del periodo
colonial, e.g., xoochi-meh, “flore-s”), el desvanecimiento reciente de la nítida distinción, marcada morfológicamente, entre los paradigmas posesivo y
absolutivo (no-kone-w vs. no-kone-tl, “mi hijo”); el cambio de formas polisintéticas a analíticas (n-axka-w vs. in de newa, “esto es mío”), junto con la
incorporación de una serie de fonemas del español en la fonología del náhuatl, en lugar de los fonemas característicos del náhuatl (nemi-n vs. nemi-ʔ
“ellos viven”), por no mencionar los préstamos masivos y los frecuentes
cambios de código (para mayores detalles, ver el ejemplo 1, infra y Flores
Farfán 1999, 2008)3.
Además, hay un rico continuo entre las variedades bilingües y monolingües del español4. Analizar estas variedades tiene una serie de implicaciones
en términos de investigación y de las llamadas “cuestiones aplicadas”. La
historia del contacto entre los pueblos indígenas y los invasores españoles se
expresa en una serie de continuos entre las variedades bilingües y monolingües del español, el náhuatl y el maya; por ejemplo, con distintos grados de
3
Uno de los pocos trabajos sobre lingüística del contacto en México, referido al hñahñu
(otomí), con análisis del español indígena, es el de Hekking (1995) y Zimmermann (1986);
véase también Hekking & Bakker (e. g. 2007), Schrader-Knifkki (e.g. 2001), Villavicencio
(2003), Zimmermann (e.g. 1987, 1992, 2000 y 2011), entre otros. Otra indicación de los relativamente pocos estudios de contacto que existen en México, comparados con otras áreas
de investigación, es la ausencia del rubro contacto en la bibliografía de LingMex, el referente
más importante para conocer las investigaciones lingüísticas en México: <http://lingmex.
colmex.mx/areas/index.aspx>. Para encontrar algunos de los más importantes trabajos de
contacto ahí, hay que visitar el área de bilingüismo.
4 Como hay muy pocos trabajos publicados, tanto en español como en inglés en torno a
estas variedades, sobre todo de las variedades indígenas del español, agrego un apéndice con
algunos de los rasgos más importantes del español de los nahuas y su origen.
6
JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
integración de elementos morfofonológicos y léxicos, entre otros. Proliferan
una serie de ideologías en torno a estas variedades de contacto, tanto de las
lenguas originarias como del español de los hablantes indígenas. Suelen
destacar perspectivas como el purismo, que condena la variabilidad por contacto. En el caso de las lenguas nativas, las ideologías de este tipo han en
general favorecido el desplazamiento lingüístico (ver Hill & Hill 1986: passim, Flores Farfán 2009).
En oposición a esa perspectiva, en esta contribución se destacarán las
posibilidades educativas que permite esta realidad como una variabilidad
rica y diversa, partiendo de la influencia de las lenguas indígenas sobre las
lenguas hegemónicas, en este caso el español. Con este objetivo en mente,
después de revisar algunos de los principales efectos del contacto de las lenguas indígenas sobre el español, presentaré algunos materiales educativos
que hemos desarrollado para revalorar la influencia del náhuatl sobre el español mexicano, en particular el libro y el dvd intitulados Las Machincuepas del Tlacuache (Flores Farfán 2004 y 2006b). Un objetivo concurrente lo
constituye el demostrar que el estudio del español en México requiere distinciones importantes para hacerle justicia a la historia de la diversidad lingüística en nuestro país en particular y en general en Latinoamérica, lo cual desarrollaremos al menos parcialmente aquí, al hablar de la diferencia entre
interlenguas; es decir, el habla de los bilingües que tiene al español como
segunda lengua (nahuas y mayas en el presente artículo), en una situación de
adstrato, en contraposición a variedades monolingües del español, que constituyen las variedades regionales que llegan a constituir estándares regionales como el llamado español mexicano o yucateco, en una situación de sustrato.
2. El español en contacto con las lenguas indígenas
¿Qué efectos ha producido el español sobre las lenguas indígenas? Es posible establecer una tipología de las lenguas en función de los efectos del
contacto, desde los casos en que las lenguas indígenas tienen muy pocos
préstamos del español, tempranos y nativizados (caballo, oveja, etcétera,
como en el totonaco de la Sierra), y casos en que la influencia del español ha
sido nula o está apenas comenzando a sentirse (como en el seri o en las variedades monolingües de náhuatl, maya o totonaco o cualquier otra lengua
donde todavía existen monolingües5), hasta los casos en que se constata un
5 O cualquier otra lengua donde todavía existen monolingües —alrededor del 1% de la
población total de hablantes de lenguas originarias en México, que constituyen alrededor del
10% de la población nacional, es decir, unos 12 millones de personas o más, con lo cual los
7
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
efecto profundo o generalizado del español sobre variedades específicas
(casi extintas; ver el ejemplo 1, infra), pasando por distintas variedades bilingües e incluso monolingües del español. En un contexto de amenaza permanente, estas situaciones tan distintas se pueden organizar en un continuo
de supervivencia y desplazamiento que plantea una serie de dilemas, como
los que se han descrito atinadamente en términos de un proyecto sincrético
(Hill & Hill 1986).
En general, los fenómenos de contacto se han interpretado desde una
perspectiva unilateral, lo cual reduce su complejidad a una sola línea del eje
mantenimiento-desplazamiento, subrayando sobre todo la obsolescencia y el
desplazamiento, pero no las posibilidades de supervivencia planteadas por el
proyecto sincrético. Sin embargo, los hablantes efectivamente encuentran
maneras de dar continuidad a sus lenguas amenazadas y desarrollan estrategias en las que el español no siempre ha tenido un efecto negativo (cf. Hill
1983). Como ejemplo, considérense ciertos pares bilingües surgidos en el
náhuatl del Balsas a partir de préstamos: kristiano, “persona, uno de nosotros” vs. kiixtiano, “extraño, forastero, explotador” (a partir de “cristiano”);
michiin, “pescado comestible” vs. peskaadoh “artesanía de madera tallada
en forma de pescado para el mercado turístico” (a partir de “pescado”); xaaxayaakatl, “máscara ritual” vs. maskarah, “máscara tallada y pintada para
el mercado turístico” (derivado de “máscara”); chieempoh, “tiempo del
pueblo (en San Agustín Oapan)” vs. tiempoh, “tiempo de la ciudad” (derivados de “tiempo”); etc. Con todo, como veremos, los efectos del español sobre el náhuatl o el maya (o en general sobre las lenguas amenazadas) son
mayores, tanto cuantitativa como cualitativamente, que viceversa.
3. Características lingüísticas del español en contacto con el
náhuatl
El náhuatl es la lengua indígena más documentada de todo el continente
americano. Su legado es comparable al de cualquiera de las herencias clásicas del planeta. Por lo tanto, se ha podido reconstruir de manera bastante
sistemática la historia del contacto entre el náhuatl y el español, sobre todo
en términos de la influencia del español sobre el náhuatl en las distintas etamonolingües serían unas 120 mil personas, incluidos niños (cf. inali 2010). La existencia
de monolingües en México constituye un claro indicio de la vitalidad que todavía presentan
muchas de estas lenguas, a diferencia de otros países con diversidad lingüística en los que
sólo existen bilingües en el mejor de los casos, como en el vecino país del norte o lugares
tan remotos como Australia. Con todo, la diversidad lingüística mexicana también incluye
situaciones como las que presentan estos países, con lenguas moribundas o durmientes como
el kiliwa o muchas otras lenguas yumanas de Baja California.
8
JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
pas de su prolongado contacto (ver, entre otros, Karttunen & Lockhart 1976,
Lockhart 1992, Flores Farfán 1999 y 2008).
Este contacto también ha dejado una huella indeleble sobre el español
mexicano, sobre todo en el ámbito léxico, aunque también en otros niveles
del análisis lingüístico en las variedades monolingües del español mexicano,
en particular en el centro de México, por no hablar del español de los hablantes indígenas. Desde un punto de vista sincrónico, la influencia del español
sobre el náhuatl es más fuerte en las variedades más hispanizadas del náhuatl, lo cual genera variedades profundamente sincréticas de la lengua. El
sincretismo puede alcanzar el cincuenta por ciento sumando los distintos tipos de préstamos y produce una especie de lengua mixta, como puede verse
en los préstamos masivos del español del ejemplo 1 (tomado de Flores Farfán 1999: 141)6.
(1) paisanos de aqui tinochimeh. a ve tiwaalaweh de Copalillo sitio de cabecera municipal neke neechilis oome información e tahameh pan dia veintitrés
veinticuatro de ne otii. ootiinenkeh o puerto de Zihuatanejo que see compromiso titlaalikeh pa reuniones anteriores de que... lema nodifundiroska
que iipan lugares kampa tipian gente como partido waan como organiza6 Las locuciones en español están resaltadas con redondas. Este discurso se generó en
el contexto de una lucha comunitaria en contra de una presa hidroeléctrica en el Alto Balsas,
que las comunidades nahuas lograron frenar. El discurso gira en torno a la solidaridad política que otra organización indígena regional le ofrece a la asociación de pueblos nahuas que se
oponen a la construcción de la presa (Flores Farfán 1999). El náhuatl de este texto proviene
de Copalillo, un náhuatl distinto al del Balsas; por ejemplo, la negación en Copalillo es con
la forma más central ah-, como negación ligada, o ahmo, como forma libre; también el uso
del pronombre tahameh en vez de tewameh, “nosotros”. El lector puede notar que la alta
presencia de préstamos permite darse una idea global del contenido del texto sin entender el
náhuatl. La traducción es la siguiente: “A todos los paisanos de aquí. A ver. Venimos de la
cabecera municipal de Copalillo. Queremos darles dos informaciones. En el puerto de Zihuatanejo llegamos a un compromiso en las reuniones anteriores de que [...] difundiríamos nuestro lema en los lugares donde tenemos gente como partido, como organización campesina
ugose. Entonces fuimos los dirigentes de más de trescientos comerciantes y (nos pusimos)
todos de acuerdo de que nos reuniríamos en sus puestos y pondríamos mantas. Sólo de que
nos pedían un mapa [...]. El martes vendrán los compañeros de Chilpancingo y con todos
repartiremos propaganda, no sé si aquí tienen un Consejo para que pudieran apoyarnos. También ya se dijo del acuerdo de difundir, de enseñarles a los gringos, a los mexicanos, los ines
de semana [...], cuando están de vacaciones pero a los gringos después de las vacaciones
normales de aquí de México, pues vienen hasta el puerto de Zihuatanejo. Por esa parte me
informan de que esto se está difundiendo de un problema de aquí aquí de este de la ribera del
Balsas. Algunas cosas como les digo paisanos, nosotros allá en nuestro municipio tuvimos
las diicultades ee normales de las elecciones en las comunidades. Quién sabe para comisarios. Sin embargo, como por un lado nosotros somos de los partidos de oposición, del prd,
con ellos estamos. Por otro lado, otros comisarios del pri querían, ¿verdad?, tal vez querían
que tal vez empezara su gente en los puestos de las comisarías”.
9
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
ción campesina ugose kwakon otiakeh oke waan dirigentes de más de
trescientos comerciantes... nochi see acuerdo de que timoreuniroskeh pan
iipuestos kitlaaliskia mantas solo de que neextlatlaaliniaya see mapa no…
martes mas bien waallase compañeros Chilpancingo iiwan noche tinmamakaskeh propaganda no sé si naan naan kipian Consejo para welis mas
teechapoyaroske, ya no kitokeh de que de acuerdo kidifundiroskeh kiteeemachtiskeh iika gringos iika mexicanos con fines de semana... tan de vacaciones pero gringos después de vacaciones normales de nikaan México
waalloweh hasta en... puerto como Zihutane. por esa parte meechinformaroa de que no difundiroskia yehun dee. o problema nikaan nikaan de un
dee. ribera de río Balsas. seke cosas tlen keno nimeechilis paisanos. tahameh nepan tomunicipio ee kipiakeh dificultades ee normales de de elecciones iipan comunidades...kimateh xuun katka para...comisarios. sin embargo ee como por ese lado tahameh ti de kse partidos de oposición el perrete
iiwan eh por otro lado de me seke comisarios del pri kinekia ¿verda? kinekia cas peewaskia iigente iipan iipan puestos de comisarías.
Un tema mucho menos estudiado es el español de los nahuas cuasi-monolingües y de los pueblos indígenas en general, en este caso en todos los
niveles del análisis lingüístico (no obstante, ver Flores Farfán 1998 y 1999).
Como veremos, es importante distinguir entre distintas variedades de contacto, así como identificar la intensidad de los fenómenos de contacto en los
distintos grupos de la sociedad mexicana.
Los rasgos fonológicos del náhuatl que resultan más problemáticos para
un hispanohablante son /λ/ (ortográficamente, tl), /¢/ (ortográficamente, ts
en náhuatl moderno, tz en náhuatl clásico y colonial), la oclusiva glotal /ʔ/
(representada ortográficamente con ‘ en la escritura moderna, aunque generalmente omitida, rara vez con h en los documentos antiguos y bautizado
como saltillo por los misioneros), la /š/ y las vocales largas que casi nunca se
marcan tampoco. En la época colonial, sólo Carochi (1979) observó sistemáticamente estos rasgos.
Analizaremos brevemente la evolución de estos fonemas en la historia
de la configuración del llamado español mexicano. Antes de entrar en detalles, reiteraremos que es importante distinguir claramente entre las distintas
variedades del español “mexicano”, las de las interlenguas de los hablantes
—sobre todo indígenas, para quienes el español es la segunda lengua— y las
variedades de los hablantes monolingües de español en distintas partes del
país. Debido a la amplitud de este tema, sólo seleccionaré algunos ejemplos
de esta enorme diversidad casi inexplorada. En primer lugar, consideremos
la influencia del náhuatl sobre el español mexicano.
Uno de los registros más antiguos de los fenómenos que surgen en el
contacto del español con el náhuatl (que siguen siendo aplicables a los ha10
JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
blantes actuales) se refiere al uso de la /λ/, curiosamente aparecido en Luces
del Otomí, publicado en el siglo xix:
El [nombre] Otomí, que dan los españoles, parece ser el mismo que dan los
mexicanos, aunque diminuto o mutilado. Es la razón de que los españoles
no pronuncian con perfección todos los términos mexicanos, principalmente los que tienen la partícula tl… Y así se advierte… en la palabra
flor… xochitl… xuchil. Y esto puede haber acaecido [con la palabra otomí]
que diciendo el mexicano Otomitl, el castellano haya dicho Otomí (Anónimo, 1893: 6).
Se observa aquí una mención marginal, pero importante, del uso de /λ/ y
de su sustitución fonológica: /l/ por /λ/7. La otra opción es su elisión completa, como se sugiere para el caso de la palabra otomí. Los mexicanos hispanohablantes siguen utilizando ambos mecanismos en mayor o menor medida,
aunque sobre todo la primera. Otra posibilidad es cuando el fonema /λ/ se
desdobla en dos segmentos; técnicamente, se trata de una desfonologización
resultante de la fonotáctica de los grupos permitidos en español. De esta
manera, históricamente, la mayor parte de los mexicanismos que se integran
en el español mexicano reinterpretan el segmento final /λ/ como la sílaba
abierta -te: tomate, aguacate, chocolate, petate, metate, amate, etc. Es más,
esta estrategia se sobregeneraliza al reinterpretar incluso otros segmentos
con la sílaba abierta -te, como cuando el náhuatl chan-tli se convierte en
chan-te, “hogar”, otro préstamo bien integrado en el español mexicano. Por
otro lado, /λ/ se reinterpreta a veces como la secuencia /kl/, común en español (como en claro); por ejemplo, tlacoyo en ocasiones se articula como clacoyo. Nótese que esto ocurre particularmente en posición inicial, donde /λ/
se pronuncia de manera más cercana a su articulación en náhuatl, como en
tlacoyo y en topónimos como Tlalpan. Como puede observarse, aunque la
reinterpretación de /λ/ como /kl/ se puede producir en posición inicial, las
palabras nahuas que están más sujetas a este mecanismo son las que terminan en -tli. Por ejemplo, la manera más común de articular la palabra náhuatl
/i¢kwi:nλi/, “perro mexicano”, en español mexicano es escuincle, “niño”
(para mayores detalles, ver más adelante). Del mismo modo, el chile chipoctli puede convertirse en chipocle8 y cactli se convierte en cacle, “sanda7 Por cierto, es interesante notar que en ciertas variedades en las que el náhuatl está al
borde de la extinción, los mismos nahuahablantes realizan esta sustitución fonológica, lo
cual acerca más el náhuatl al español y es un claro indicio de desplazamiento lingüístico
(Flores Farfán 2008).
8 Digo “puede” porque en realidad chipotle es una palabra cuya pronunciación náhuatl
está bastante bien integrada al habla de la ciudad de México, por lo menos. Me parece que
esto tiene que ver con el hecho de que chipotle establece una clara oposición con chipote,
11
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
lias, zapatos”, aunque estos dos casos también se pueden interpretar como
sustituciones, que de todos modos producen el mismo resultado en términos
de un grupo de consonantes permitido en español.
Es posible que el fonema /λ/ ya forme parte del repertorio de las variedades de español habladas por los chilangos, los habitantes de la Ciudad de
México, o que al menos esté más integrado en el modo articulatorio del español chilango, más cercano al náhuatl que, desde luego, en el del español
peninsular (por ejemplo, el madrileño), a cuyos hablantes les resulta muy
difícil pronunciar palabras como Tlatelolco, un lugar en el Distrito Federal.
Otro fenómeno con el fonema /λ/ que se presenta en el español chilango,
en particular en la clase media intelectual, es su sonorización en posición
final, la cual no existe en náhuatl. Es común escuchar esta hipercorrección;
por ejemplo, cuando un locutor anuncia que un concierto se realizará “en la
Sala Netzahualcoyotl”. Como sugiere este ejemplo, la hipercorrección se
extiende al fonema /s/, que se convierte en /¢/, “ts”, de modo que en lugar de
la palabra en náhuatl, que se pronuncia /nesa:walko:yoλ/ (con la λ final sorda), “coyote que ayuna” (que fue el nombre del célebre poeta prehispánico
de Texcoco), se produce /ne¢awalkoyoλ/ (con el fonema /¢/ y la pronunciación final de /λ/, aunque irónicamente sin ningún indicio de las vocales largas).
En relación con /¢/, además de la hipercorrección mencionada, el fenómeno más recurrente es su sustitución fonológica: /¢/ por /č/, como en /
ma:¢inkwepa/ /mačinkwepa/, “maroma, pirueta”, o en /malin¢i:/ /malinče/,
“la Malinche, la intérprete de Cortés”. También se ha sugerido que la retención y reforzamiento de la sibilante final -s es otra influencia del náhuatl
sobre el español del centro de México (Lipski 1994). El español mexicano es
seseante (es decir, los fonemas castellanos /s/ y /θ/ se pronuncian ambos
como [s]). Esto pudo reforzarse en parte por la inexistencia de esta oposición
fonológica (el contraste entre /θ/ y /s/) en náhuatl.
También se considera que el español mexicano ha integrado el fonema
/š/, aunque sólo en forma de préstamos, como en “xoloizcuintle o xoloescuintle o xoloescuincle o soloescuincle o soloescuintle (del náhuatl xoloitzcuintli, literalmente ‘monstruo-perro’, de xolotl, ‘monstruo’, + itzcuintli,
‘perro’). pronunc. Esta x se pronuncia /sh/. m. Perro mudo precolonial,
privado de pelo” (Gómez de Silva 2001). Nótese que en esta cita, las primeras
formas que se enlistan son las que inician con /š/, que en español mexicano es
más bien una forma menos frecuente que la /s/ inicial, como en Xochimilco,
“chichón”, con lo que ya estaríamos hablando de la emergencia de un par mínimo entre la
/λ/ y la /t/ en el español mexicano, aunque sea sólo en préstamos. Por tanto, la interpretación
de la mayor integración en el español mexicano de /λ/ se ve reforzada por la emergencia de
por lo menos este par mínimo.
12
JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
“campo sembrado de flores”, que generalmente se pronuncia /sočimilko/.
Un ejemplo en el que la forma palatal /š/ contrasta con /s/ es /šola/, Xola
(topónimo): /sola/, sola, aunque se trata de un ejemplo marginal.
En resumidas cuentas, desde el punto de vista histórico y en comparación con los españoles peninsular y latinoamericanos, se puede decir que los
fonemas /λ/ y /š/ se han integrado gradualmente en el español mexicano o,
más bien, en algunas variedades del español mexicano, como el chilango,
pues no ocurre exactamente lo mismo, por ejemplo, en el español que se
habla en Yucatán, como veremos (cf. Lipski 2005).
4. Morfosintaxis
Cuando se compara la influencia del español sobre el náhuatl, poco se puede
decir en este terreno sobre la influencia inversa —del náhuatl sobre el español—, como ya sugería el ejemplo 1. Esto refleja la asimetría de los efectos
en una dirección y otra, espejo del dilema que plantea el proyecto sincrético
del mexicano en términos de retención o desplazamiento lingüísticos (Hill &
Hill 1986). Es decir, el español ha tenido efectos en todos los niveles del
análisis lingüístico del náhuatl (en particular, aunque no exclusivamente, en
las variedades profundamente hispanizadas), incluyendo la fonología, donde
aparecen nuevas distinciones fonológicas, como sordo/sonoro (kimaka “da”
vs. kimaga “pega”), al tiempo que desaparecen otras distinciones, como las
vocales largas, o ciertos fonemas, como la oclusiva glotal. Los efectos también se observan en la morfología, como en la convergencia de los pluralizadores del náhuatl y del español (nemi-n en lugar de nemi-h, “ellos viven”,
donde -n tiende a sustituir la oclusiva glotal), en la adopción del sufijo agentivo del español en lugar del náhuatl (tlawaank-ero en lugar de tlawaan-ketl,
“borracho”) e incluso en la alteración del contraste antes nítido y obligatorio
entre los marcadores nominales absolutivo y posesivo (no-konee-tl en lugar
de no-konee-w “mi hijo”).
En el caso de la morfosintaxis, se ha confirmado la transición de una
estructura polisintética a una más analítica (por ejemplo, kal-itik cambia a
itik kahli, “adentro de la casa”). En el nivel pragmático observamos, entre
otros fenómenos, la aparición de saludos copiados del español, el préstamo
de todo tipo de partículas funcionales y la presencia generalizada de cambio
y mezcla de códigos. En cuanto al léxico, no sólo hay préstamos en masa
(recordemos el ejemplo 1), sino que se han desplazado subsistemas completos, como el sistema numérico vigesimal, del que sólo persisten destellos; en
su lugar se utiliza el sistema numérico castellano, como en la mayoría de las
13
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
lenguas mesoamericanas (un análisis detallado de la situación actual del
náhuatl en contacto aparece en Flores Farfán, 1999, 2000, 2007, 2008).
En contraste, la influencia del náhuatl sobre el español prácticamente se
limita al léxico y, por este medio, a ciertos rasgos morfofonológicos (en las
variedades estándares del español mexicano monolingüe). La influencia
morfológica del náhuatl sobre el español se observa en el reforzamiento o
predilección de ciertas formas o tendencias léxicas más frecuentes en el español mexicano que en otras variedades, como el uso del diminutivo, probablemente reforzado por el diminutivo náhuatl -tsiin. Por ejemplo, sin negar
el origen latino de palabras como chico, en México el uso de la palabra chiquito puede tener un vínculo cercano con la palabra nahua tsitsiikitoon,
“pequeño, niño”. Como estos fenómenos están bastante bien documentados
en los trabajos sobre el español en general y sobre el español mexicano en
particular, no abundaré sobre ellos aquí. En cambio, expondré elementos
menos trabajados, sobre todo sobre el español en contacto con las lenguas
indígenas9. En lo que sigue presento un enfoque del léxico en el que exploro
interpretaciones antagónicas sobre la etimología de la palabra gachupín en
el español mexicano. Desde una perspectiva monolingüe, esta palabra se
atribuye al español (o, por el contrario, sólo al náhuatl); sin embargo, como
veremos, el origen de esta palabra tiene al menos una contribución concurrente del náhuatl y se entiende mejor si se apela a un enfoque bilingüe o
sincrético. A fin de cuentas, la perspectiva sincrética es la del actor o hablante, al menos en términos históricos.
5. Léxico
Decir que la contribución de las lenguas indígenas a la conformación de las
variantes americanas del español —como el náhuatl en el español mexicano
y el maya en el español yucateco— se limita al léxico no debe entenderse en
el sentido de que es menor o de poca importancia. Por el contrario, la presencia del léxico indígena no sólo le otorga una fisionomía sui generis a las
variedades dialectales americanas del español, sino que también permite la
entrada de otros rasgos característicos, como los revisados brevemente en el
caso de la fonología del español mexicano; esto sin mencionar lo que repre9 En este sentido, como el sistema pronominal del español mexicano, hasta donde alcanzo a ver, no tiene relación alguna con el contacto, no lo trataré aquí. El español mexicano utiliza el pronombre familiar tú en lugar del más formal usted. En algunas regiones de Chiapas,
y al parecer también en Tabasco, la gente usa la forma vos. Aunque los alumnos en la escuela
siguen aprendiendo la forma vosotros, en la práctica lo que se utiliza de manera generalizada
como segunda persona del plural es ustedes.
14
JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
senta en términos de identidad sociolingüística y conciencia de la diferenciación étnica y de clase social, entre otros factores nada menores.
En lo que sigue presentaré como ejemplo la palabra gachupín, que debe
explicarse como derivado de un origen convergente náhuatl-español, un
efecto del bilingüismo y, desde luego, de la creatividad de los hablantes10.
Desde su perspectiva monolingüe, la Real Academia Española (rae), erigida
como principal cancerbera de la lengua española, no reconoce gachupín
como un préstamo del náhuatl. La Academia Mexicana de la Lengua establece: “gachupín, gachupina. (Del americanismo cachupín ‘español que se
establece en América’ o del español cachopo ‘tronco hueco o seco’, de cacho
‘cacharro, vasija rota; pedazo’.) m. y f. despect. Español” (Gómez de Silva
2001). La etimología que ofrece la rae no coincide con esta última versión:
“cachupín, na. (Del dim. del port. cachopo, niño). 1. m. y f. despect. coloq.
Am. Español establecido en América” (rae 2001)11. El primer caso plantea
dos posibilidades, ya sea el americanismo (¿mexicanismo?) gachupín o bien
el español cachopo, de cacho, mientras que la rae establece que deriva simplemente del portugués (¡!) cachopo. Ninguna de estas referencias provee
fuente alguna para sus aseveraciones.
Nótese que tampoco ninguna de las dos entradas explica la sonorización
de la oclusiva velar sorda /k/, una sonorización que pudo haber realizado un
hispanohablante o incluso un hablante bilingüe náhuatl-español como una
hipercorrección o una superdiferenciación fonémica. Por otro lado, la falta
de distinción entre los fonemas españoles /o/ y /u/ probablemente derive del
tratamiento que reciben en náhuatl, es decir, como alófonos, fenómeno bien
documentado en los trabajos sobre el contacto náhuatl-español (ver por
ejemplo Karttunen & Lockhart 1976 e infra). En el sitio web de la rae aparece la entrada gachupín, pero redirige hacia cachupín, con oclusiva sorda:
“gachupín, na. 1. m. y f. despect. Cuba, Hond. y Méx. cachupín” (rae
2001).
En México siempre es gachupín y nunca cachopín, una forma en la que
sólo insiste el diccionario oficial, quizás para volver más creíble su etimología12. Curiosamente, la desonorización que ocurre en cachupín sería típica
de un hablante de náhuatl: recordemos que la oposición sordo/sonoro es una
innovación fonológica reciente, inducida por el español, como se explicó de
paso en el apartado sobre morfosintaxis (ver también Flores Farfán 1999,
10
Otros ejemplos de interpretaciones convergentes de préstamos del náhuatl hacia el
español y viceversa aparecen en Flores Farfán (2006).
En el ichero general de la rae se enlista una serie de fuentes en las que aparece gachupín, pero el origen declarado que se le imputa a la palabra sigue siendo el inverosímil de
cachopo, como queda señalado.
11
12
“cachopín. 1. m. desus. Español establecido en América” (rae 2001, s.v.)
15
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
2000 y 2007). Esto es un indicio que apoya al menos parcialmente la idea de
que gachupín es un préstamo doble, como sugieren Karttunen & Lockhart
(1976) y Karttunen (1983). Es más, Karttunen & Lockhart (1976) encontraron gachupín señalado como préstamo ya en un texto de mediados del siglo
xviii. En una nota (1976: 138) en la que mencionan a Lucas Alamán, un
historiador del siglo xix, estos autores sugieren un origen nahua plausible, a
partir del cual postulan la idea del doble préstamo, explicación que de hecho
parece mucho más factible que la que ofrece la rae. De acuerdo con el planteamiento del doble préstamo, la sonorización la pudieron haber producido
los hispanohablantes, además de imponer la sustitución ya descrita de /¢/ por
/č/, para generar gachupín, derivado originalmente de /kak.¢o.’pi:.nia:/, literalmente “picar (i.e. o lastimar) con cacles, ‘zapatos, botas’”, de cactli,
“sandalias, huaraches” y, por extensión, “zapatos, calzado”, y de /¢o.’pi:.
nia:/, tzopinia, en escritura clásica, “picar, lastimar”, es decir, picar o patear
con los zapatos o botas (que pueden ir combinadas con espuelas), algo que
los españoles muy probablemente les hacían a los indígenas; por ejemplo,
mediante la encomienda, una institución de semiesclavitud en la que los españoles basaban la explotación de los pueblos indígenas. En el texto de
Molina (1970 [1571]: 153), un fraile colonial que produjo el diccionario
léxico más sobresaliente del náhuatl del siglo xvi, aparece: “Tzopinia.nite.
punçar a otro…” (“picar, punzar a alguien”). La sección castellana de esta
fuente señala: “Punçador…tetzopiniani…” En el diccionario de náhuatl de
Karttunen (1983: 19) también se le atribuye a la palabra un origen nahua
plausible, tanto por razones históricas como por la viabilidad de su adaptación fonética del náhuatl al español, como hemos sostenido con los elementos expuestos aquí.
Como es habitual en ella, la rae hace caso omiso de todas estas fuentes
y también del diccionario de mexicanismos de Francisco Santamaría (2000:
541), que también documenta profusamente el origen nahua de gachupín,
aunque se identifica ahí con documentos que se remontan al siglo xvi y alcanzan el siglo xvii (Santamaría, 2000: 542; cf. Alatorre 1992), mucho más
antiguos que los sugeridos por Karttunen & Lockhart (1976).
Quisiera subrayar la posibilidad de que formas análogas desde los puntos de vista de homofonía fonética y semántica pueden converger para dar
fuerza y validez a un uso específico, como supongo ocurre con la palabra que
venimos analizando. En la misma línea, quisiera destacar la palabra gacho,
que me parece un claro ejemplo de lo anterior. Desde el punto de vista del
actor, se puede relacionar tanto con gachupín como con agachar, aunque
este segundo es el único origen que le atribuye la rae: “gacho, cha. 5. adj.
Méx. Malo, feo, desagradable” (rae 2001) y la Academia Mexicana de la
Lengua: “gacho, gacha. (Del español gacho ‘encorvado, torcido’, derivado
16
JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
del verbo agachar ‘inclinar, encoger’.) adj. Malo, feo, desagradable. | bien
gacho. loc. Muy desagradable. || ¡qué gacho! loc. ¡Qué feo!” (Gómez de
Silva 2001).
¿Por qué la palabra gacho sólo se usa en México para referirse a algo
malo o desagradable? Una posibilidad es que se relacione con gachupín,
apocopado, puesto que los españoles no fueron precisamente bien vistos en
su historia con la población mexicana. Al mismo tiempo, la palabra pudo
haber adquirido su significado mexicano o uno análogo por vías independientes, como sugieren las fuentes oficiales. Podemos decir más bien que las
dos posibilidades convergen, acorde con una perspectiva bilingüe, como en
otros casos que he presentado para el náhuatl. Insisto en que este tipo de
explicación es más rica, más cercana a la complejidad real de estos asuntos
y concuerda tanto con la historia de bilingüismo náhuatl-español (cf. Flores
Farfán 1998, 1999, 2000, 2006, 2007) como con sus realidades sincréticas
actuales (cf. Hill & Hill 1986 y Hill 1991).
6. Algunas características lingüísticas del español en contacto con
el maya
Pensemos en que hace un par de generaciones —en la época de mis abuelos— era bastante común tener niñeras mayas (el maya fue la primera lengua
de uno de mis abuelos y la segunda lengua del otro). Esta tendencia ha estado cambiando rápidamente, claro indicio del avance del español, junto con
la urbanización y migración mayas. No analizaré aquí la influencia del español sobre el maya (una discusión al respecto aparece en Karttunen 1985),
que en conjunto parece ser menor a la que tiene sobre el náhuatl. Sin embargo, también el náhuatl ha tenido mayor influencia en términos generales, es
decir, en el español mexicano en contraste con otras variedades nacionales.
Tipológicamente, podemos argumentar que como el maya, a diferencia del
náhuatl, el yucateco tiene una estructura más analítica, converge más fácilmente con el español, en lugar de competir en términos morfosintácticos.
Los efectos se manifiestan más bien en pérdidas de léxico y clasificadores,
sobre todo entre los jóvenes.
Con todo, el maya yucateco es la lengua indígena que a nivel nacional ha
tenido mayor influencia en las variedades locales del español, al nivel de
otras variedades nacionales con profunda influencia de lenguas indígenas,
como el español paraguayo y el andino (ver Palacios Alcaine 2005a, 2005b
y Cerrón-Palomino 2003). Como se ha sugerido, hay que establecer una
distinción clara entre las variedades de la lengua, tanto a nivel nacional como
dentro de cada variedad. Por lo tanto, conviene hablar de español mexicano
17
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
y distinguirlo del español yucateco y, dentro de éste, hablar de una situación
de substratum vs. adstratum, es decir, distinguir entre las variedades monolingües y las bilingües. También es cierto que estas variedades se nutren
entre sí, una práctica que no está bien establecida en los estudios respectivos
(cf. Lope Blanch 1987). Por ejemplo, el español mexicano se identifica como la variedad “prestigiosa” del país, definida como la lengua de los medios
de información y de la alta literatura escrita —como las variedades centrales
“estándares”—, el equivalente mexicano de la “pronunciación recibida”
(que también está en contacto con el español yucateco a través de la televisión y la radio, entre otros medios).
Lipski (2005: 123-24) ofrece algunos ejemplos de la necesidad de distinguir entre el habla monolingüe y bilingüe, aunque sin mayor explicación
de su origen: “los yucatecos bilingües pueden usar el posesivo redundante en
construcciones como me dieron un golpe en mi cabeza, te cortaste tu dedo,
su papá de Pedro”. Sin embargo, de acuerdo con mis observaciones de otros
hablantes y de mi introspección como hispanohablante de maya yucateco, el
posesivo redundante es uno de los rasgos que ha trascendido el habla bilingüe e influido en al menos algunas variedades monolingües del español, especialmente en los registros más coloquiales. Como en muchas otras lenguas
indígenas mesoamericanas, en maya se duplica el posesivo, como en la expresión del náhuatl moderno i-chaan de no-nan, “su casa de mi mamá”. Estas estructuras se han fortalecido porque las usan los bilingües y muchas
veces influyen en las variedades monolingües del español, ya sea mexicano
o yucateco, como se ve en los ejemplos anteriores.
Para el caso de Yucatán, Lope Blanch (1987) reconoce la situación de
adstratum que prevalece en la península, junto con lo que él denomina un
pronunciado polimorfismo y originalidad en la realización fonética, en lo
que reconoce la influencia del maya yucateco. Sin embargo, declara que
debe darse preferencia a las explicaciones “sistemáticas” (sic., léase “sistémicas”), lo cual revela no sólo un enfoque específico centrado en el español,
que considera la vitalidad léxica del maya en el español yucateco como
“exótica” (1987: 8), sino también una perspectiva lingüística cerrada, es
decir, una lingüística sin hablantes.
Los fonemas mayas más problemáticos para un hispanohablante son la
serie de segmentos glotalizados (representados ortográficamente con ’) y la
propia oclusiva glotal, así como las vocales largas y el sistema tonal. Aún
faltan estudios sistemáticos que den cuenta de los efectos de estos rasgos
sobre las variedades del español, tanto con monolingües como con bilingües
mayas, en particular estas últimas y sus rasgos. Los estudios realizados por
Lope Blanch (1987) representan avances reveladores sobre el asunto. Resumiré aquí sus conclusiones, para luego introducir algunos aspectos nuevos
18
JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
para el desarrollo de investigaciones futuras. Es decir, si bien este análisis no
se puede agotar aquí, presentar algunas aclaraciones clave nos permitirá seguir avanzando para un mayor y mejor entendimiento de las variedades del
español yucateco.
Los sonidos característicos del maya han entrado en el español regional
precisamente mediante el léxico, lo cual justifica el tratamiento conjunto de
los dos niveles de análisis. El español yucateco permite colocar en cualquier
posición segmentos considerados “exóticos”; por ejemplo, -m en posición
final, que en otras variedades de español está prohibido: Voy del Colóm a la
colonia Alemám por el pam, “Voy del Colón (una heladería o sorbetería) a la
colonia Alemán (una colonia de Mérida) por el pan”. Éste es el único segmento fonológico maya (en posición final) que se presenta en palabras en
español. Las otras ejecuciones “exóticas” implican préstamos: hach, “el último trago, el que pone la casa”; xix, “sobras, restos, migajas”; xtup, “el hijo
menor, el más pequeño de la familia, el benjamín” (xocoyote en español
mexicano, es decir, del centro de México). Así, es un hecho la vitalidad del
léxico maya en el español yucateco. Se manifiesta no sólo en la preferencia
de los hablantes por las palabras mayas (en contraste con las formas “normales” o “estándares” del español), sino también en usos no literales, pragmáticos, versátiles. Por ejemplo, aunque la palabra xix se refiere literalmente a
los restos o migajas de comida o bebida, también se puede aplicar a otras
situaciones: Se pasó con el último xix del semáforo, “aprovechó el último
instante del semáforo amarillo para pasar”.
Aunque el análisis de la influencia de la glotalización y de la propia
oclusiva glotal representa un avance importante para explicar las articulaciones de las oclusivas aspiradas y plenas —respectivamente—, características
de la serie de oclusivas presentes en el español yucateco, es necesario, una
vez más, distinguir las variedades monolingües de las bilingües. La investigación de Lope Blanch (1987) incluye ambas variedades sin hacer una distinción clara, lo cual genera un efecto homogeneizador de diferencias que
existen en la práctica y que piden a gritos un tratamiento por separado. En
este sentido, casos considerados marginales pueden atribuirse al español de
los bilingües. Por ejemplo, desonorizar las oclusivas sonoras es un fenómeno que se debe al efecto de la lengua indígena sobre el español como segunda lengua; es decir, forma parte del habla de los bilingües, específicamente
un fenómeno de subdiferenciación de la oposición sordo/sonoro, que no se
explota productivamente en las lenguas mayas. Por ejemplo, en tzotzil, una
lengua maya hablada en el estado de Chiapas, están establecidas estas formas, como en “supcomandante Marcos”. Otro fenómeno que ocurre tanto en
maya yucateco como en tzotzil es la desfonologización de la nasal palatal
(que genera la conversión de niño en ninio), con la diferencia crucial de que
19
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
en tzotzil se restringe a los bilingües, mientras que en el español yucateco ya
rebasó el umbral hacia los hispanohablantes monolingües, lo cual lo vuelve
tan único.
En cuanto a las dos formas en que puede darse el polimorfismo, Lope
Blanch (1987: 14) sostiene que es necesario subordinar, si no es que descartar, la segunda, y en cambio analizar a fondo la relación jerárquica y determinación mutua en que subdivide la primera: polimorfismo condicionado
vs. polimorfismo libre. El primero de estos tipos se subdivide a su vez en
histórico y lingüístico. Un análisis más profundo seguramente revelará que
la variación léxica entre formas como xtup, xtupito, tup, tupito (“hijo menor”) incluye no sólo aspectos históricos y lingüísticos, sino que es sensible
sobre todo y en primer lugar a rasgos sociolingüísticos como tipo de locutor,
contexto de la interacción, grado de bilingüismo y, por supuesto, competencia sociolingüística. En este caso específico, como seguramente en varios
otros, las diferencias pueden concebirse provechosamente como un continuum de hablantes, que van desde el más maya, casi monolingüe (xtup)
hasta el hispanohablante monolingüe (tup, tupito). Esto sugiere que si bien
tales diferencias se pueden graficar en el nivel individual, no dependen totalmente de la voluntad del hablante, de modo que como ocurre con la variación libre, no existe tampoco el polimorfismo libre. En este sentido, las formas sincréticas como tulish-e, “libélula”, y mulish-e, “enrulado”, que llevan
una epéntesis final para representar el patrón de la sílaba abierta y evitar
consonantes finales prohibidas en español, son las menos frecuentes. Faltaría determinar qué tipo de hablantes usan estas formas (¡si es que alguno lo
hace!) y en qué contextos. Como hablante yucateco nativo y como lingüista,
sospecho que estas formas se obtienen por elicitación, de modo que corresponden a un léxico inducido entre los hispanohablantes de clase media alta
con los que el autor probablemente tuvo más contacto.
La idea de que deben prevalecer las explicaciones sistémicas constituye
en la práctica un dogma que, en mi opinión, deriva de un hispanocentrismo
difícil de sostener en situaciones de contacto intenso, vinculadas con sobredeterminaciones sociolingüísticas que le otorgan un alto valor a la lengua de
adstratum, como en el caso que estamos tratando aquí. Por ejemplo, declarar
que la influencia del maya sobre el español yucateco es “débil, limitada” (es
decir, marginal, secundaria para el entendimiento de su evolución) contradice la evidencia empírica no sólo del volumen y preferencia por el léxico de
origen maya y su influencia en la fonética del español yucateco, sino también su influencia en otros niveles analíticos, como el semántico, donde el
sistema se ha reorganizado parcialmente según la naturaleza semántica de
ciertos verbos mayas. Esto se observa en una expresión única en el español
yucateco: no lo busqué como equivalente de “no lo encontré”, porque en
20
JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
maya existe un solo verbo para “buscar” y “encontrar”. Aunque estos elementos no permiten hablar del surgimiento de un semicréole, en ciertos
sentidos se le parecen porque implican una reorganización parcial del sistema lingüístico en función de la lengua del adstratum, por mínima que sea.
Aunque es importante buscar las explicaciones complementarias y no oponerlas necesariamente, en el sentido de que puede haber fuerzas internas en
español que arrojen luz sobre fenómenos como la presencia de la -m final,
resulta más bien que la influencia “indirecta, débil y limitada” es la que depende de la deriva interna del español, contrario a lo que Lope Blanch sostiene en varios pasajes de su obra (1987: 32-47, 59 y passim), quizás debido
a su propia voz española monolingüe y sus consecuentes sesgos e ideología.
Queda claro que también el trabajo académico está sometido a relaciones
ideológicas y de poder, que se perciben mejor si se adopta una postura translingüística ante las lenguas (ver Hill & Hill 1986).
Todo esto sugiere que sigue siendo necesario desarrollar una metodología que no sólo considere el peso específico de las fuerzas implicadas en la
aparición de fenómenos específicos, sino que también deconstruya las voces
antagónicas presentes en la producción de los discursos académicos (o de
otro tipo), como parte de una ecología discursiva general. Así, en oposición
a la idea reduccionista de Lope Blanch y sus seguidores sobre una explicación sistémica prevaleciente, la reinterpretación fonotáctica de la nasal alveolar [n] como una [m] bilabial —fenómeno que pudo haberse originado en
el maya y luego haber entrado al español a través del habla bilingüe, para ser
adoptado finalmente por los monolingües— se debe ante todo a cuestiones
de orden sociolingüístico, actos de identidad en términos de la diferenciación de los hablantes respecto de otras variedades de español (es decir, la
española y la del centro de México). Esto habría llevado al debilitamiento de
las formas estándares y “romances” contiguas (es decir, el español yucateco). Limitar la explicación a fuerzas “internas” o incluso “externas” representa una postura que niega la agencia de los hablantes en la configuración
de sus propias variedades específicas y busca imponer una voz solipsista a
fenómenos que exigen enfoques ricos y complejos acordes a los enfoques
más “realistas” sobre las lenguas. Deconstruir estas voces monolingües tiene
una serie de implicaciones, incluido el debate de cuestiones descriptivas,
analíticas y aplicadas, como se ha propuesto aquí, por no hablar de sus implicaciones políticas. Agrego ahora como ejemplo el uso de los clíticos en
español, tratado desde distintos puntos de vista que no pocas veces implican
voces contradictorias, a veces incluso antagónicas.
21
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
7. La investigación de los clíticos en español
El uso de los clíticos lo y le en el español mexicano lo distinguen nítidamente de otras variedades nacionales del español (por ejemplo, el madrileño).
Consideremos algunas expresiones coloquiales típicas del español mexicano: óra-le, quiúbo-le, ánda-le, híjo-le, etc. En oposición a los enfoques puristas, que conciben estas expresiones como “barbarismos” o usos incorrectos,
López Austin (1989) ha demostrado de manera convincente su origen náhuatl. El autor incluso sugiere una explicación basada en la convergencia
entre la forma dativa -le en español con las formas exhortativas en náhuatl,
compuestas por la interjección cue-le!, como en tlayecue-le!, “¡apúrate!”.
Como explica López Austin, es probable que los españoles usaran -le de
manera enfática para dar órdenes a los indígenas, como en ¡trabája-le!, ¡dále!, ¡péga-le!, donde el pronombre -le se adosa a los verbos para formar un
objeto indirecto y generar un efecto enfático. Influido por las interjecciones
del náhuatl e identificado con ellas, el pronombre enclítico se extendió luego
a las expresiones mencionadas inicialmente, con funciones diversas —interjectiva, exhortativa, desiderativa—, y contribuyó así al enriquecimiento de
los recursos expresivos del español mexicano y al reforzamiento de su identidad.
Aunque se han vuelto obsoletas algunas expresiones, como el nahuatlismo cuele!, “¡piérdete!”, o la forma sincrética axcale (equivalente a órale,
pero con la forma nahua axcan, “ahora, hoy”), el uso de las formas mencionadas sigue siendo vigoroso en el español mexicano (sobre todo en las variedades centrales), cuya diversidad está moldeada por el náhuatl, como he insistido (y como han negado o al menos subestimado insistentemente las
posturas hispanohablantes unilaterales). Si de por sí la influencia del náhuatl
y de otras lenguas indígenas sobre el español ha sido el blanco de las condenas de la tradición académica española, la situación del español indígena
—por no mencionar las propias lenguas indígenas— está aún más estigmatizada, y sus variedades corresponden a lo que se consideran las formas más
“bajas” y “vulgares” del español. Tomemos como ejemplo los usos del clítico acusativo lo en el español indígena (por ejemplo, el nahua, pero también
el de otros grupos indígenas, como el totonaco, el hñahñu o el maya), que se
resumen en la tabla 1.
Tabla 1. Distintas funciones de lo en el español indígena (nahua)
Acusativo
(ac)
lo
lo
Dativo
(dat)
le
lo
Pronombre
(pro)
te/se
lo
22
Artículo
(art)
el
lo
JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
Los ejemplos correspondientes son:
(2) ¿Lo quieres café?, en lugar de la forma estándar ¿Quieres café? (ac)
(3) Lo da Juan, en lugar de la forma estándar Le da a Juan (dat)
(4) Lo vinieron traer Juan, en lugar de la forma estándar Vinieron a traérselo
a Juan (pro)
(5) Pero por lo momento, en lugar de la forma estándar Pero por el momento
(art)
A diferencia del español o el inglés, que permiten la elisión de los pronombres, en náhuatl (y en varias lenguas mesoamericanas) obligatoriamente se marca el objeto en el verbo, hecho que explica la duplicación pronominal a la que se someten los verbos transitivos en español, anclándolos a lo
como réplica del objeto (hay pocas discusiones sobre este fenómeno, entre
ellas Hill 1987 y Flores Farfán 1999: 187-193). Hay varios enfoques multivocales sobre esta cuestión. Ya hemos aludido a la postura prescriptiva y
condenatoria de los cancerberos de la lengua, que simplemente la consideran
un error, designado loísmo y definido como el uso del acusativo en lugar del
dativo, como en el ejemplo (3). Desde una perspectiva totalmente distinta, la
del actor y ya no la del observador (prejuiciado), la atención se centra en la
actitud performativa, que básicamente busca un buen desempeño ilocutorio.
Mientras que formas como Usted los haces pescados? se consideran perfectamente válidas en el uso de los hablantes, que señalan un acto de habla específico (un directivo), el cancerbero académico hispanohablante —quien,
por cierto, puede llegar a tener bastante influencia ante el hablante común—
las consideraría agramaticales, o en el mejor de los casos las explicaría como
un efecto inconsciente del náhuatl sobre el español, es decir, una consecuencia del contacto lingüístico.
Quienes usan el clítico redundante son casi exclusivamente los hablantes de náhuatl (o, como se sugirió, también algunos otros hablantes indígenas, como los mayas o los totonacos). Irónicamente, sin embargo, algunos
indígenas hispanohablantes monolingües presentan varios de estos rasgos
del náhuatl en sus etnolectos. Se trata de un tema que prácticamente no se ha
investigado y que sugiere varias cuestiones relacionadas no sólo con el español de los nahuas (o de los indígenas en general), sino también con el papel
o contribución del náhuatl a las variedades monolingües del español mexicano en este nivel, al que aludimos sólo someramente aquí. En todo caso,
faltaría determinar en qué medida esto ha influido en las variedades monolingües del español.
Un último ejemplo nos permitirá reivindicar el enfoque multivocal de
las lenguas, como lo han desarrollado Hill & Hill (1986) y Hill (1993). Se
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LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
trata de la forma léxica maaskeh (y sus variantes maaskih, maasih, maaseh
o incluso simplemente mas en el mexicano malinche; Hill & Hill 1986: 181),
“aunque, pese a” en mexicano. Como he señalado en otras partes (Flores
Farfán 1998), maaskeh es un claro ejemplo de convergencia entre las formas
adversativas en náhuatl y español: por un lado, el māciuhqui del náhuatl del
siglo xvi y, por el otro, la antigua expresión española manque (en uso todavía
en Andalucía), que actualmente se expresa como (por) más que. Subrayemos
que esta interpretación coincide nítidamente con la perspectiva y usos del
propio hablante de mexicano (es decir, el hablante bilingüe), en contraste
con las posturas unilaterales que le atribuyen un solo origen. Pude llegar a
estas conclusiones gracias a las pistas que ofrecen Hill & Hill (1986: 180):
La conjunción adversativa mas es muy común en el mexicano malinche,
pero no la hemos escuchado en español. Mas suele aparecer con que o
qui… La fuente de este elemento, māzqui/māzque puede ser un ejemplo de
sincretismo entre esta forma y una palabra española. Suárez (1977) considera que esta forma proviene del español. Sin embargo, el mexicano clásico tenía una forma muy parecida, māciuhqui “no obstante, pese a que”, de
modo que la coincidencia entre esta forma y la española mas que, con casi
el mismo significado, puede haber llevado a los hablantes a fusionarlas.
Aunque Hill & Hill no observaron el uso de maaskeh en el español local
de la Malinche, los hablantes de mexicano de la región del Balsas sí lo utilizan, sobre todo las mujeres de comunidades nahuas conservadoras, como
San Agustín Oapan:
(6) Esa mujer es chilapeña maaskeh esté viviendo aquí.
“Esa mujer es de Chilapa [una ciudad alejada de la región del Balsas] aunque esté viviendo aquí [en San Agustín Oapan]”
El ejemplo (6), así como el uso abundante de maaskeh en las adivinanzas nahuas, por ejemplo, o en las fórmulas de despedida (7a y 7b), sugieren
que esta forma es más náhuatl que española; sin embargo, es innegable su
función análoga en español, que los bilingües asimilan “naturalmente” a su
forma nativa. La vitalidad de esta forma es tan nítida que se calca incluso
cuando los nahuas del Balsas se despiden en español al abandonar una escena de interacción. Para despedirse en náhuatl del Balsas se usa la expresión
de (7a) y se responde con la de (7b):
(7) a. Ye niaw
“Ya me voy”.
b. Maaskeh teh
“Adiós” (literalmente “aunque pues”).
24
JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
Quizás esté relacionado con estas formas y con la forma le en el uso de
no le aunque, “no importa”, en el español mexicano, especialmente rural e
indígena. La traducción literal de maaskeh teh en español es aunque pues, un
préstamo que los nahuas del Balsas reproducen directamente al hablar español. Pese a usos tan vigorosos, consideremos las maniobras ideológicas que
implican estas formas cuando se juzgan desde la posición de un mestizo
(racista), que señalaría el uso del aunque pues indígena como una forma
descortés que revela una supuesta falta de “educación” o “cultura” de los
pueblos indígenas y su indiferencia por las reglas de cortesía. Desde estos
puntos de vista es común que se manifieste un racismo encubierto en las
burlas de la manera indígena de hablar, parecidas a los juicios de español
“naco” (junk Spanish) descritos por Hill (1995). Estas conclusiones no tienen sólo implicaciones académicas, sino también aplicadas. Pasemos ahora
a considerar algunas de las implicaciones prácticas de estas cuestiones y
otras similares.
8. Construcción de estrategias para defender las lenguas amenazadas
Consideremos algunas implicaciones de esta investigación básica. Pensemos, por ejemplo, en la necesidad de desarrollar una intervención intercultural que contribuya a solucionar los conflictos interétnicos potenciales que
alimentan los malentendidos implicados en estos usos y desarrollar también
los recursos educativos que suponen conocer las características del español
mexicano. Por ejemplo, al menos parte de un curso para enseñar lenguas
indígenas se podría diseñar especialmente para alumnos hispanohablantes
con el náhuatl como segunda lengua o para bilingües indígenas, subrayando
rasgos como la obligación de marcar el objeto en el verbo transitivo en náhuatl o la restricción de los posesivos en la terminología de parentesco, o
bien la necesidad de distinguir distintos paradigmas para el absolutivo y el
posesivo, entre muchos otros. A partir de este conocimiento, es predecible
que los alumnos de habla española o inglesa elidirían los pronombres, de
acuerdo con los patrones de sus propias lenguas, y producirían formas como
–kwa tlaxkahli en lugar de ki-kwa tlaxkahli, “el (la) come tortilla”, fenómeno
ante el cual el maestro llamaría la atención para comenzar a desarrollar la
competencia en la lengua indígena (náhuatl, maya, etcétera).
Además de ser una herramienta pedagógica efectiva, este tipo de reflexión permitiría comenzar a dignificar estas variedades tan marginales y
aún altamente estigmatizadas. Por cierto, estas variedades apenas comienzan
a ser reivindicadas en forma de obras literarias, y este hecho se les podría
25
LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
señalar a los alumnos potenciales de estas lenguas e incluso favorecer más
análisis y desarrollo de este tipo de producciones13.
Como hemos visto, los enfoques monolingües oficiales han oscurecido
el origen de una serie de palabras del español mexicano, ya sea porque no
está bien establecido o porque es motivo de debate, como ocurre con pulque,
taco, gachupín, machincuepa y muchas otras. Otra de las implicaciones pedagógicas evidentes de esta diversidad consiste en reflexionar sobre el léxico indígena (en particular del náhuatl) presente en las variedades del español
mexicano, e incluso ciertas palabras presentes en inglés (y otras lenguas):
tomato, avocado, tamale, taco. La faceta práctica de este conocimiento ya la
estamos enfrentando con algunos materiales educativos, entre ellos el libro
y dvd ya mencionados, Las Machincuepas del Tlacuache (Flores Farfán
2006b), un producto que combina imágenes vivas de lugares del metro de la
ciudad de México con personajes animados. En sus aventuras, el Tlacuache
va jugando con los nombres en náhuatl de algunas estaciones del metro de la
Ciudad de México para despertar la curiosidad e interés de los espectadores
y atraer la atención de un público amplio. La idea básica es que de manera
divertida, los espectadores observen que hay palabras en náhuatl ya integradas en su repertorio del español mexicano, en particular muchos topónimos.
El anfitrión de Las Machincuepas y otros productos es el Tlacuache, el
personaje charlatán y embaucador en las tradiciones mesoamericanas; se le
considera el Prometeo mesoamericano, el responsable de llevarle el fuego a
la humanidad. El tlacuache es un marsupial mesoamericano del que existen
diversas variedades. Su nombre, que significa “tragón, comelón”, deriva de
tla-kwaa “él (la) come algo” y -tsiin, el sufijo diminutivo y honorífico, que
se convierte en -che (recordemos que la /¢/ del náhuatl se convierte en la /č/
del español). Al apelar a la competencia lingüística de los propios actores, se
invita a los espectadores mexicanos, en particular los niños, a reflexionar
sobre el léxico que usan de manera cotidiana y así abrir una perspectiva en la
que su propio repertorio se transforma en una oportunidad para acercarse a
un conocimiento a la vez tan lejano y tan cercano. Con estos materiales, el
usuario cobra conciencia, por ejemplo, de que la /¢/ del náhuatl se transforma en /č/ en español, con lo que puede reconstruir la forma original de distintas palabras aplicando un método sencillo. Así, tepa-che, “bebida fermentada de la piña”, se convierte en tepatsiin, nan-che, “nance (fruta
comestible)”, en nantsiin, etc.
Lo mismo ocurre con /λ/, un segmento que, como hemos visto, se transforma en sílaba abierta en posición final en español. En Las Machincuepas
13 Una de las pocas obras que explotan provechosamente el español indígena en la
literatura es Arguedas (2001) para el caso del español peruano y Subcomandante Marcos &
Taibo (2005) para el caso del español maya-tzotzil.
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JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
se invita al usuario a realizar el recorrido inverso para llegar a la lengua indígena: toma-te: toma-tl, aguaca-te: awaka-tl, etc. Además, con machincuepas sobre las sílabas se va explicando que la acentuación en náhuatl es sobre
la penúltima: Chapultépec, Cuitláhuac, Xochimilco, todos nombres de estaciones del metro, cuyo significado el Tlacuache va descifrando. Junto con
estas invitaciones breves y festivas, que esperamos inspiren curiosidad en el
usuario, el Tlacuache va introduciendo textos en náhuatl —breves pero poderosos— durante su recorrido por las entrañas del metro, como trabalenguas y una pequeña canción en náhuatl:
Otlica tecuatica ca titotecunia
[Si por el camino vas andando, con ella irás tropezando]
Ya tiawe compañero tipaxiaalo te Maria, oome yehuaalootsiin waan tonaali, Santa Maria Guadalupe
[Ya nos vamos compañero, paseamos con la Virgen María, dos vueltas al
sol, Santa María Guadalupe]
Por supuesto, un proyecto dirigido a reevaluar este legado mediante
iniciativas de este tipo debe desarrollarse tanto con hablantes de español
mexicano estándar como con los propios nahuas (u otras poblaciones indígenas). Nuestro grupo ha estado trabajando en esto durante más de una década
(ver Flores Farfán 2011). Recordemos que en el esquema oficial, la población indígena es la que tiene que aprender español (¡o inglés!), no al revés,
de modo que la producción de estos materiales busca contrarrestar esta interculturalidad unidireccional, al tiempo que reivindica las lenguas amenazadas en el nivel de las comunidades indígenas.
9. Conclusión
Es importante subrayar que las posturas unilaterales que apuestan por una
explicación única —y más cuando se traducen en una polémica estéril que
confronte una tradición española con una tradición indígena en los fenómenos descritos— han inhibido el desarrollo de una metodología para entender
las jerarquías de fuerzas simultáneas, como he sugerido aquí y en otras partes. Así, por ejemplo, en el caso de realizar sin fricativización las oclusivas
del español yucateco, es decir, como oclusivas plenas, se puede plantear que
se trata de una convergencia entre el efecto del adstratum —la presencia de
la oclusiva glotal que frena las articulaciones fricativas de las oclusivas, la
resilabización y los vínculos— y un desarrollo interno detonado por ese
mismo efecto del adstratum, junto con el “conservadurismo arcaísta” del
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LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
español mexicano y, en particular, el de la península yucateca (cf. Lope
Blanch 1987: 91), un caso de “causación múltiple” de los fenómenos, donde
los determinantes sociolingüísticos generales no considerados en esas obras
desempeñan una función importante —como la realización de la -m final del
yucateco, como en “vivo en la Colonia Alemám”. Junto con la presencia de
una posible retención del presunto “arcaísmo”, ya prefigurado por el español
medieval, más la presencia de esta realización en la lengua maya, el hablante realiza un acto de identidad consciente que le permite distinguirse, entre
otros, del español “chilango” (cf. Michnowicz 2006a y 2006b).
El hecho de oponerse a las múltiples fuerzas que en la realidad contribuyen para configurar fenómenos específicos es en parte responsable del escaso avance, al menos en México, en la investigación del contacto lingüístico,
que aún requiere más y mejores estudios, por no mencionar las implicaciones prácticas, que se manifiestan como el enorme vacío al que hice referencia en cuanto a la exploración de los vínculos entre la llamada investigación
“básica” y “aplicada”. Es decir, las ideologías opuestas que giran alrededor
del español de contacto han inhibido el avance de los estudios sobre el contacto, que ni siquiera han comenzado a rascar la superficie de las cuestiones
aplicadas (Cerrón-Palomino 2003 describe una situación similar en Perú).
Esto ha conllevado también la ausencia de una metodología adecuada para
discernir el peso específico de las fuerzas internas y externas en la configuración de estos fenómenos. Para los estudios modernos sobre el contacto
lingüístico resulta mucho más realista un enfoque convergente que uno unilateral.
Como se sugirió, revisar críticamente estos enfoques unilaterales permite desarrollar una perspectiva que va más allá de las concepciones monolingües de la lengua, a menudo vinculadas con el purismo lingüístico (Hill &
Hill 1986: passim y Flores Farfán 2009), especialmente en el caso de las
lenguas amenazadas. A su vez, esto permite debatir el propio concepto de
lengua y desarrollar un enfoque más realista de “lenguas” específicas en
términos de variedades, un enfoque sensible a todos los tipos de determinaciones contextuales, más cercano a la perspectiva de los actores. Esta postura parece mucho más adecuada para desentrañar la complejidad del proyecto
sincrético y sus dilemas, tal como sugirieron Hill & Hill (1986), cuyas líneas
retomé y profundicé en esta contribución. Más aún, este enfoque multivocal
lo he hecho extensivo al español mismo, con lo que espero haber contribuido
a avanzar tanto en una postura más moderna del estudio del español “mexicano” o “yucateco”, al distinguir claramente las variedades bilingües de las
monolingües, e introducir la concepción de fuerzas concurrentes para la explicación de los fenómenos lingüísticos y sus procesos de cambio, o lo que
ha sido llamado en la bibliografía moderna del contacto “causación múlti28
JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
ple” (cf., por ejemplo, Klee & Lynch 2009: passim) para el estudio de variedades del español que pueden conceptualizarse como “semicriollos” (Holmes 2000: 10), como el español andino o el paraguayo, y quizá parcialmente,
en el caso mexicano, el español yucateco.
José Antonio Flores Farfán
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social
[email protected]
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JOSÉ ANTONIO FLORES FARFÁN: CAMBIANDO IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS...
Apéndice
Principales características del español de los nahuas
Rasgos fonológicos
• [o ~ u]: cumu tipubres por como tipobres “como somos pobres” (estas vocales son alófonas en náhuatl).
• [γ ~ k]: amiko por amigo (subdiferenciación de la distinción sordo/sonoro presente en
español, ya que el náhuatl no hace originalmente esta distinción).
• Míyel por Miguel (sustitución)
• Límoon por limón; méloon por melón (nativización)
• Anke por aunque (en la sílaba náhuatl no se permiten los diptongos); regunion por reunión, quilavo por clavo, polatano (polan) por plátano (epéntesis)
Réplicas morfosintácticas y semánticas del náhuatl al español
• cien peso por cien peso-s (los numerales ya pluralizan en náhuatl)
• no soy de acuerdo por no estoy de acuerdo (sólo hay un verbo para ser y estar)
• su-s problema por su problema (el náhuatl usa in- como posesivo de la tercera persona
del plural y no requiere concordancia)
• su-s casa por su casa (en náhuatl in-kal); su-s mole, su-s atole por su mole, su atole,
respectivamente
• ¿usted los vendes pescados? por ¿usted vende pescados?
(en náhuatl ti-k-tlanamaka peskaados?)
usted-obj-vender
• el costumbre por la costumbre (no hay distinción de género)
• el violinist-o por el violinista (tampoco hay violinistas mujeres)
• un mula por una mula (derivado del doble préstamo see “uno”, que se ha convertido en
artículo indefinido en náhuatl, como en see chichi “un perro”)
• está queriendo mujer por quiere casarse
Derivado de kine-tok siwaatl
querer-progresivo mujer
• díselo Juan por díselo a Juan (no hay preposiciones: elisión)
• ¿Qué haces a Holanda? por ¿Qué haces en Holanda? (alternancia de preposiciones)
Loismo (uso redundante del clítico lo, considerada por la rae como la forma más vulgar
del uso de lo)
• yo lo conozco su hija por yo conozco a su hija
• lo platicó nada más a Cesar por le platicó nada más a César
• los vas a ir poniendo las botas por te vas a ir poniéndote las botas
• por lo momento por por el momento
Calcos (e.g. aunque pues por adiós, derivado de maaske teh, una fórmula de despedida)
• escuchar por entender, comprender (derivado de –kaki, verbo único que abarca escuchar y comprender)
• como no escuchan nada de español por no entienden el español
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LINGÜÍSTICA MEXICANA, VOL. VII, NÚM. 1, 2013
El español de los nahuas también es rico en arcaísmos; por ejemplo:
• barreta “herramienta del campo”
• culantro por cilantro
• de presto por rápido
• moza, mozo por novia, novio
• silleta por silla
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