La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
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La casa pequeña
Villa Le Lac, Le Corbusier
Identificación:
Arquitecto:
Propietario Original:
Ubicación:
Número de niveles:
Construcción:
3.1 Breve descripción
Petite Maison, Villa Le Lac, Casa sobre el lago Leman
Le Corbusier (La Chaux de Fonds, 1887 - Cap-Martin, 1965)
George y Marie Jeanneret-Perret
Corseaux, Suiza
Uno
1922-24
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Disección anatómica de la “Petite Maison”
Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
1.
2.
3.
13.
14.
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17.
18.
19.
20.
Hall de acceso
Estar comedor
Desayunador dormitorio de invitados
Dormitorio
Baño
Vestidor - depósito
Inodoro
Cocina
Lavadero
Bajada a bodega
Subida a terraza jardín
Proyección habitación
de huéspedes
Retiro frontal
Porche
Patio
Terraza a lago
Comedor exterior
Mirador perro
Lago
Vía pública
A
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
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18
17
15
14
3
20
2
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13
1
4
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Corte AA
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10
19
A
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Y la nave va: La casa sobre el lago Leman
Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
Aproximación e ingreso, espacios de recibimiento y servicio
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El salón: estar, comedor, estudio y sala de música
Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
La pantalla interactiva de la “fenêtre en longueur”
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El dormitorio de la madre
Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
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El rincón del aseo
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La habitación de huéspedes
Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
El rincón del desayuno y el baño de luz matinal
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La habitación verde
Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
Diálogo polar entre el espacio del porche y el comedor exterior
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La terraza lineal abierta al lago
Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
El panorama desde la cubierta
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La intimidad del “camarote” de invitados
Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
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Nuevamente lo autobiográfico, esta vez “familiarmente” hablando, aparece como variable de interés
para el análisis arquitectónico. El lugar: “Le Lac” (Corseaux, a orillas del Lago Leman en Suiza); el
programa: una “Petite Maison”, espacio doméstico mínimo, afectuosamente compactado en la casa de
retiro que Le Corbusier construye en 1923 para sus padres.
El volumen construido reproduce la forma rectangular y alargada del predio. Solar y vivienda, alineados sobre el borde del agua, se descentran según un primer y decisivo gesto de apropiación del sitio.
El espacio exterior queda así estructurado en tres sectores claramente diferenciados: al norte, la cinta
del retiro frontal, filtro hacia la ruta de acceso; al sur la terraza abierta al lago y, en el extremo este, la
“habitación verde”.
Dentro, un nuevo bloque rectangular (que agrupa en un núcleo abierto la zona de descanso y servicio)
se desfasa de la envolvente, de modo análogo que la casa respecto del predio. Se libera así en torno a
él, un circuito circulatorio continuo que se convierte inmediatamente en elemento determinante de la
identidad espacial de la vivienda.
Hacia el este, los espacios ganan en amplitud y carácter colectivo. En el extremo, la aparición del porche
resuelve la transición hacia el exterior. Sobre la cubierta (“en cubierta”), el suelo ocupado se recupera
en un jardín elevado que otea libremente el horizonte del lago.
El hábil manejo de aperturas y cierres, tanto de la envolvente de la vivienda como del cerco perimetral,
regula a voluntad las relaciones espaciales del conjunto. Una única - y larguísima - abertura horizontal
perfora la fachada del sol y permite que éste bañe todo el interior, intencionalmente poco profundo. El
espacio contenido del jardín se cierra sobre el lago levantando un muro para inmediatamente perforarlo
y recuperar, de un modo aún más intenso y tangible, la espectacular vista.
3.2 Y la nave va
La casa se ancla en el terreno como una nave atracada a su muelle. Sobre la popa se ubica la maquinaria
que la pone en funcionamiento. En el apretado racimo de espacios de servicio y acondicionamiento de
la vivienda encontramos: circulaciones verticales, bodega, baño, cocina, lavadero, despensa y espacios
de almacenamiento. Por debajo, una amplia cava que hace que la casa periódica y literalmente flote.
Adosada a medio nivel entre la planta principal y la terraza, una habitación-camarote (cuarto de huéspedes) comparte el paisaje lacustre de una azotea transformada en cubierta marítima. Hacia la proa,
la nave se hace más ligera. Apenas un delgado plano proyectándose sobre el jardín coronado por una
barandilla náutica.
El destino y las inclemencias del tiempo dieron paso a un último y definitivo gesto expresivo: el “casco” de
la nave, nacido de la estética de la abstracción blanca de la era de la maquina, será revestido por el propio
Le Corbusier hacia 1935, con un ropaje concreto de láminas corrugadas de aluminio galvanizado.
Imagen recortada en toda la variedad imaginable de marcos de referencia, sonido del agua golpeando
contra el muro o reflejo luminoso, el lago es una presencia permanente para todos los sentidos.
Y la nave va.
3.3 Puertas adentro
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Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
En un predio tan estrecho, la casa se ubica, inevitablemente, próxima al límite con la vereda. En esta
situación, el breve (aunque fundamental) espacio entre el portón a la calle y la puerta de ingreso, es el
principal responsable de la transición hacia el ámbito privado de la vivienda.
Le Corbusier prevé, además, un control independiente y cruzado del paso y la visibilidad. El portón
metálico calado se enfrenta a una puerta ciega mientras que la transparencia de las ventanas se encuentra
con la opacidad del muro macizo hacia la calle.
Signos convencionales, eternos y eficientes, indican el acceso (a la hermética): un alero de protección
mínimo en correspondencia con el realce del escalón frente a la puerta ciega flanqueada de hortensias; a la
derecha un pequeño nicho circular donde empotrar una luz; a la izquierda, una tronera vertical que controla
visualmente el acceso desde el interior y permite a unos pocos rayos de luz dar forma al vestíbulo.
Dentro, nos recibe la semi-penumbra del recibidor, en el cual nos despojamos del abrigo, el paraguas
o pasamos rápidamente al baño. La luz nos orienta entonces hacia el salón. El gesto de ingreso es controlado por la aparición de un mueble separador que emerge como un pliegue desde el muro. Hacia un
lado funciona como repisa de teléfono y nicho para el radiador; hacia el otro como contenedor multiuso
abierto.
Nuestro tránsito es derivado así desde el margen exterior hacia el eje central del espacio. Frente a nosotros
cuatro espacios se encadena en progresión lineal: el salón, la sala-dormitorio, el porche y la habitación
verde (jardín).
El contundente gesto de la ventana corrida nos conduce por el borde opuesto (sobre el lago), hacia la zona
íntima del dormitorio y el baño. A través de ella pasamos a la zona de servicio, para retornar, cerrando
el circuito, al punto de partida. El circuito continuo regula el paso desde el resplandor a la penumbra;
desde la amplitud a la contención espacial; desde el ámbito más público al corazón más privado. Como
mecanismo de relojería, la casa pauta el pasaje cíclico por sus distintas estaciones. El circuito se recorre
una y otra vez, en uno u otro sentido. El espacio se concibe vivo, en permanente renacimiento y transformación.
En el centro, un núcleo de muros se pliega como un gran biombo, adaptándose a la curva de la bañera,
la forma de la cama o el nicho del inodoro. El mismo recurso, aplicado a la envolvente exterior, genera
pulsaciones que revelan la presencia de la caldera, el lavabo del rincón de invitados o el sol de la mañana
deslizándose hacia el interior. Se reconoce así la singularidad del evento preservando, simultáneamente,
la pureza geométrica del contenedor espacial.
El propio volumen de la casa hará las veces de núcleo central de un nuevo circuito, ahora exterior. Lentamente, los circuitos comienzan a fundirse y confundirse en la continuidad circular del movimiento.
3.4 Espacio en movimiento
La casa se organiza geométricamente según un orden regular que reproduce rítmicamente un mismo
módulo a lo largo de un único eje longitudinal central. La aparente sencillez esconde una complejidad
develada solo por el movimiento en el espacio.
La experiencia de un número controlado de espacios desde una considerable variedad de situaciones y
puntos de vista, con el consecuente cambio de referencias, afirma la conciencia del propio movimiento y
genera una ilusión de mayor amplitud y variedad perceptiva del espacio. Este se nos presenta como una
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
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serie de revelaciones fragmentarias estructuradas según una visión serial. Nada es absolutamente previsible ni totalmente desconocido. Los eventos espaciales se encadenan entre el preanuncio y la sorpresa
encontrando siempre el justo punto medio entre el disfrute intelectual y la emoción espontánea.
Incluso cuando el movimiento real encuentra sus límites, conserva aún la posibilidad de prolongarse
virtualmente en la proyección de la mirada.
La circularidad y la rotación permanente son constantes tanto de la vivencia interior como exterior de
la casa. Los circuitos a uno y otro lado de la envolvente terminan finalmente por encontrar continuidad
cuando, de improviso y en el punto culminante de la espiral ascendente, recuperamos desde la azotea el
contacto visual con el interior, a través de la abertura que recibe el sol de la mañana.
3.5 Color, teoría y práctica
Para Le Corbusier, todo lo esculpido, modelado, vive por efecto de la sombra, de la penumbra y de la luz,
a partir de lo cual concluye que sólo la monocromía, nos permite la exacta evaluación de la volumetría
de un objeto. Por este motivo, consideraba al color como un agente “peligroso” para la expresión del
volumen, capaz de alterar e incluso destruir su verdadera percepción (camuflaje arquitectónico). El color
clasifica los objetos, modificando el espacio. Es portador de espacio. Adoptará entonces el uso del color
como manipulación consciente del espacio e instrumento de su voluntad arquitectónica.
En su teoría, “el azul y sus componentes verdes crean espacio, generan atmósfera, dan sensación de
distancia, alejan el muro, lo vuelven menos perceptible”. En cambio “el rojo, y sus componentes marrones y naranjas fijan el muro, afirman su situación exacta, su dimensión, su presencia” (textos de “La
Polychromie Architectural” de Le Corbuiser citados en [sanc-00]).
Esta teoría aplicada a la “Petite Maison” (contemporánea a las experiencias cromáticas de la Maison La
Roche) permite moldear desde el color las características de su interior, identificando ámbitos espacial y/o
funcionalmente reconocibles. Se suceden así, la profundidad azul de la sala-dormitorio en penumbra, el
verde pálido y espacial del estar, el ocre solar del dormitorio y el resplandor blanco del baño (enfrentados
al rojo lacre bajo el antepecho de la ventana corrida).
Le Corbusier cuida especialmente que el color no se transforme nunca en un velo que uniformice la
lectura del espacio. Por ello, articulando los cambios de color, encontraremos siempre la neutralidad de
un muro blanco (“culto del vacío, voluptuosidad de lo absoluto”: Léger, 1922 citado en [sanc-00]).
3.6 Luz
El proyecto de iluminación natural de la casa se afirma en la interacción de unas pocas situaciones de luz.
La primera combina una ventana continua, que acompaña el arco central del trayecto solar, con espacios
de poca profundidad, obteniendo en consecuencia, un fuerte asoleamiento durante la mayor parte del
día. La segunda se vale del gesto directo e instintivo de levantar un sector de la cubierta plana (como si
se tratase de una puerta trampa por la cual acceder a cubierta) para que la luz de la mañana se asome al
interior de la casa. La tercera reserva para los espacios de servicio la luz difusa de la fachada en sombra
o el baño preciso de luz desde lucernarios estratégicamente ubicados (vestidor, lavandería, inodoro).
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Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
En todos los casos, la luz ingresa en la vivienda tamizada por un sistema de filtros, tradicional y efectivo.
Cortina de enrollar, aberturas batientes de hierro y, en el interior, cortinas de tela.
3.7 Fenetre en longueur
La ventana hacia el lago es, desde el momento de su concepción, componente clave par la comprensión
del proyecto. Incorpora el paisaje al espacio interior, acompañando su horizonte. Aporta el sentido de
proporción y progresión espacial. El ritmo de las divisiones verticales se transforma en su cadencia espontánea. Once metros de ventana a lo largo de la cual se suceden los eventos singulares que pautan el
encadenamiento de ámbitos domésticos diferenciados (el nicho del armario empotrado, la mesa fija y la
lámpara articulada, la instalación sanitaria y de calefacción bajo el antepecho, el lavatorio).
Orientada al sur, se abre generosamente al sol durante la mayor parte del día. La organización, según
paños alternados fijos y móviles, asegura una adecuada ventilación. La inclusión de la cortina de enrollar
exterior, proporciona una mejor hermeticidad y la incorporación de cortinas interiores, un control más
flexible del resplandor.
Marco para el cambiante paisaje interior y exterior, pantalla interactiva, la fenetre en longueur es un
contundente trazo lineal, que, reflejo de la horizontal quietud de la superficie del lago, se transforma
empáticamente en arquitectura.
3.8 Dormitorio
El dormitorio, como espacio, es un simple ensanchamiento funcional de la circulación sobre la ventana
al lago. Independizable del salón por la frágil mediación de una cortina de tela, el nicho de descanso
deja espacio para unos pocos muebles: el lecho, un armario, un escritorio y una silla. El mismo plano
que se pliega generando el espacio de la cama, se adapta luego al armario, para finalizar su recorrido
abrazando la curva de la bañera. La regularidad de la ventana continua juega como contrapunto expresivo
del sinuoso muro que, al alejarse o acercarse, modifica el espacio.
3.9 Selección natural
El escritorio es la pieza de equipamiento más antigua de la casa, concebida por el maestro para la Maison Blanche, casa de la familia Jeanneret-Perret en La Chaux de Fonds (1912). Es probable que tanto el
armario como las sillas del comedor y la sala tengan el mismo orígen.
La convivencia de piezas de equipamiento tradicionales, con elementos de concepción absolutamente
nueva provoca una agradable sensación de confort y familiaridad (tal y como cuando nos encontramos
con las sillas Thonet en el Pabellón del Esprit Nouveau). No resulta extraño entonces que cohabiten bajo
el mismo techo la concepción histórica del mueble-contenedor, representada en el armario del dormitorio,
y la moderna integración al muro o el rol de divisor espacial, que ostentan el armario empotrado de la
sala y el mueble multiuso del estar. Reflejo de dos actitudes frente al diseño diferentes y distantes en el
tiempo, ambas realidades, no solo coexisten y se complementan, sino que se potencian entre sí.
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
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A pesar de la novedad del contenedor arquitectónico, el equipamiento y los objetos de uso cotidiano
son testigo de una cuidada selección natural producto del tiempo vivido y disfrutado. La sabiduría de la
historia viva habita la casa desde el primero al último de sus días.
Vale la pena recordar que, hasta ese momento, Le Corbusier no había dado a la luz aún sus propuestas
de sistemas de equipamiento fijo (Casiers Standard, Exposición Internacional de París, 1925) y móvil
(salón de Otoño, París, 1928).
3.10 El salón
El salón es, en realidad, un racimo de espacios estructurados axialmente. La previsibilidad de la simetría
es, sin embargo, eficientemente combatida por el modo de perforar la envolvente y abrirse a las vistas y
la luz natural (ventana corrida, lucernario trampa).
Cuando nos ubicamos sobre el eje longitudinal de la vivienda, de espaldas al núcleo central, encontramos a uno y otro lado dos piezas de equipamiento claves que dirigen nuestro movimiento dentro de la
casa: a la derecha y hacia la zona de descanso, la mesa del comedor; a la izquierda y hacia el vestíbulo,
el mueble fijo multiuso.
La ubicación frente por frente de ambos, estrecha el paso y nos obliga a circular centralmente. A este primer
espacio preparatorio, le suceden tres ambientes encadenados: el estar propiamente dicho, una pequeña
sala que, cuando es necesario, puede convertirse en dormitorio auxiliar y, finalmente, el porche.
3.10.1 Casier standard emergente
El mueble fijo, adosado a la pared (extensión material del muro) genera por su sola presencia, un pequeño
vestíbulo previo que reduce la velocidad de ingreso y conduce el recorrido. Al adoptar una altura apenas
superior al antepecho de las aberturas, no cancela la percepción global del espacio, aunque colabora en
la definición de rincones específicos. Muro equipado a doble faz, diferencia su función con relación al
espacio que sirve.
Especie de “Casier standard emergente”, parece prefigurar formal y funcionalmente, las investigaciones
sobre equipamiento junto a Charlotte Perriand, que poco tiempo después, verían la luz en el Pabellón del
Esprit Nouveau (Exposición Internacional de Artes Decorativas, París, 1925).
3.10.2 Mecanismos
Le Corbusier no teme utilizar, para definir algunos de los elementos más característicos del interior de la
vivienda, gestos formales más cercanos a una estética productiva industrial que doméstica.
Simple y exagerado a la vez y sin más alarde formal que la propia evidencia funcional, apenas entramos
al salón, nos encontramos sobre el mueble, con el enorme brazo de una luminaria que barre, en su movimiento semicircular (entre el ingreso y el piano), casi todo el salón.
Enfrente, otra lámpara en ménsula se mueve también circularmente, esta vez, según un plano vertical, de
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Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
modo de controlar la distancia a la mesa del comedor. Esta, a su vez, posee un mecanismo que le permite
regular según un simple movimiento de rebatimiento, la dimensión de su superficie útil.
El estar y la sala están conectados por un amplio pórtico de un par de metros (sobre un total de cuatro).
El uso integrado o independiente de ambos espacios, es confiado a una gran hoja articulada (batiente y
corrediza) que, a través de la combinación de movimientos encadenados, se extiende, pliega y/o desplaza
a requerimiento.
Cuando el área de relación permanece integrada, desaparece tras el muro, ocultando el acceso al armario
empotrado del huésped eventual. Cuando por el contrario, la habitación se utiliza como dormitorio, se
despliega y traslada para independizar transitoriamente la “trastienda”.
3.10.3 Trastienda
Mínimo dentro del mínimo, la habitación posee aceitados mecanismos que no le hacen faltar nada.
Una cama que son dos (separando la cama de la pared, se descubre un nuevo lecho que duplica la capacidad de recibir visitas); un armario que está y no; la mitad del techo que se levanta para recibir la
luz de la mañana y para dejar que la vista escape libre hacia el cielo; el verde enmarcado en la puertaventana al jardín; una mesa de conversación circular; la sorpresa de un espejo y un lavabo que, ocultos
en el muro, dan vida al rincón del aseo y la libertad de intregarse o apartarse y, por lo tanto, de definir
su propia intimidad.
Sala y dormitorio, pública y privada, pequeña y autosuficiente es, para quién conoce el Cabanon donde
Le Corbusier terminará sus días, un “recuerdo del futuro”.
3.11 El porche
El porche, proa frágil de la casa, es esencialmente un refugio. Recuerda, incluso formalmente, la antesala que muchas tiendas de campaña generan frente a su acceso, tensando un toldo sobre delgadísimos
apoyos metálicos. Un techo sostenido apenas sobre dos delgadas columnas de hierro, recostado contra
el testero libre de la vivienda y protegido a voluntad hacia la calle, con la incorporación de un par de
paneles metálicos corredizos. Solo una puerta vidriada (rebatible contra el muro), un par de escalones
(señales tangibles del umbral apenas atravesado), y una larga banca en calma y muda espera, habitan
su interior.
Todo es blanco, con excepción del suelo de piedra partida gris (signo sensorial de “lo exterior”) y del
cielorraso rojo que, de vez en cuando, es invadido por los caprichosos arabescos que proyecta el sol al
reflejarse sobre la superficie del lago.
Marco delicado y oriental para la contemplación del paisaje, el espacio del porche es un prisma apenas
delineado, definido por trazos blancos y delgados planos móviles, y coronado por la filigrana náutica de
la proa de la cubierta. Su vocación expresiva es la ligereza, la unidad y cierto carácter efímero.
3.12 La habitación verde
Así bautizó el propio Le Corbusier al sector de jardín sobre el extremo este de la parcela, en un acto de
confirmación de la frecuente futilidad de la división entre espacios interiores y exteriores. Es evidente
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
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que no alcanza el hecho indiscutible de ser un espacio a cielo abierto, para ser catalogado fuera de la
serie de espacios contenidos, controlados, y por lo tanto, interiores.
La habitación verde, no es más que la culminación anunciada de una secuencia de espacios, que desde
el extremo opuesto del predio, se suceden en progresiva expansión.
Como en el interior, unos pocos elementos de equipamiento controlan la habitación, generando subespacios y rincones diferenciados (para meditar, conversar, estar, comer, para ... el perro). Muros, paneles
corredizos, una banca, el enorme cilindro del tronco de un gran árbol, un par de delgados pilares, cambios
de textura en el suelo, grupos de arbustos, una mesa y un par de asientos junto al cuadro vivo del lago
recortado en el muro.
El espacio, de planta cuadrada (y aproximadamente 10 metros de lado), es controlado perimetralmente
por muros ciegos que impiden el contacto visual, con excepción de algunos puntos estratégicos.
Hacia la calle y a ras de vereda, el muro, que se extiende ciego desde el portón de acceso, se abre de
improviso antes de llegar al ángulo. Una ventana baja y pequeña, cerrada por barrotes de hierro deja
entrever, enigmáticamente, un sector de vereda. La secundan dos pliegues de hormigón, que a modo de
escalera, permiten llegar hasta el nivel del antepecho. Es... el mirador del perro.
Mucho más interesado en el tránsito de personas y vehículos que en la espectacular vista al lago, el perro
de los padres de Le Corbusier prefiere correr de un extremo al otro del terreno entre el portón de acceso
y su mirador. El maestro está atento; el perro feliz.
Hacia el oeste, entre el cerezo junto al porche y un grupo de arbustos, el paso hacia la terraza sobre el
agua se estrecha, configurando una suerte de umbral verde.
Hacia el lago, un sector del muro se cala y rebate dando lugar a una mesa fija recostada sobre una ventana
que enmarca e intensifica la presencia del paisaje. Como brotados del suelo, un par de bancos completan
un rincón esencial de la vivienda: el espacio de conversación y comedor al aire libre al abrigo de la hoy
imponente “pawlonia”.
La techumbre natural del follaje del viejo árbol, más o menos tupida según la estación, afirma la natural
atmósfera de recogimiento del jardín, transformándolo, en uno de los ambientes más íntimos de la casa.
Internamente todo se resuelve desde el diálogo cruzado entre los dos protagonistas (“atractores”) del
espacio: el porche y la ventana exterior junto al árbol.
3.12.1 Capturando el paisaje
El simple hecho de enmarcar, presupone el establecimiento de una frontera. La imagen encuentra en su
marco un valor adicional, que la separa y distingue del resto de las imágenes.
En muchos casos, de lo único que se trata es de censurar lo que el marco, cuidadosamente, no selecciona.
En la “petite maison” no hay, en cambio, nada que esconder. La apertura al lago es naturalmente deseable.
Por eso mismo, nos obliga a saborearla poco a poco, evitando que nuestros sentidos se saturen.
La estrecha ventana corrida que enmarca el horizonte desde el interior, al igual que la abertura en el muro
del jardín, simplemente dosifican el disfrute, para, simultánea y estratégicamente, aumentar su intensidad.
Unicamente luego de cumplido este rito de iniciación, es posible ingresar a la terraza lineal sobre el lago
y abrir nuestros sentidos libremente al paisaje.
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Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
Viene a la memoria el control visual análogo que, sobre el espectacular paisaje de los farallones de Capri,
propone A. Libera, en la ventana del estar de la Casa Malaparte (en franca oposición y complementariedad, con la desmesura de la visión abierta desde la plataforma de la terraza).
3.13 El camarote
El cuarto de huéspedes se incorpora a la estructura de la casa como un volumen anexo e independiente,
adyacente a la envolvente principal y despegado del suelo a una cota diferente al resto de la vivienda.
Si bien se ubica en el espacio del retiro frontal, asoma por sobre el nivel de la cubierta y desde allí se
prolonga visualmente hacia el horizonte del lago.
Casa en el árbol, camarote, atalaya, reducto íntimo y apartado, el cuarto de huéspedes de la “Petite
Maison” reúne todas las características del espacio de recogimiento ideal. Independencia, separación
del mundo (distancia que objetiva la contemplación), dimensión reducida y concentración espacial. Un
verdadero universo-ombligo que permite la proyección hacia el infinito interior y exterior.
La habitación es un sencillo prisma, con la austeridad formal y material de una celda monástica. Alberga
apenas unas pocas piezas de mobiliario: dos camas (cuchetas), un baúl, una repisa y, sobre la ventana, una
silla y una mesa fija sobre un podio que reserva en su interior espacio para un par de cajones. Studiolo
esencial, espacio de recogimiento intemporal, este ángulo justifica y explica por sí solo, la existencia
de la habitación.
Así como la habitación verde aparece como el espacio de recogimiento colectivo, el cuarto de huéspedes
representa el recogimiento individual más íntimo.
3.14 En cubierta
“Subir al techo. Placer olvidado y bien conocido por algunas civilizaciones en tiempos pasados” [corb54].
La azotea evoca la cubierta de un viejo barco encallado en la costa que, con el tiempo, ha sido invadida
por la naturaleza, y donde la emoción de recostarse en la barandilla y contemplar el paisaje se ha conservado, en cambio, intacta.
Tema de investigación permanente en toda su obra (no en vano integra su selecta lista de cinco puntos),
el principio de recuperación del suelo ocupado a través de la incorporación de la azotea-jardín, es aplicado por el maestro en este caso plenamente y sin concesión alguna. La cubierta ofrece no solamente
una superficie plana, accesible y practicable, sino que recrea la porción de naturaleza que la casa releva
al posarse sobre el suelo. “El hormigón posibilita la cubierta-terraza y quince o veinte centímetros de
tierra la transforman en una azotea-jardín” [corb-54].
“Estamos en lo alto a la hora de más calor. El pasto está reseco. No importa, cada brizna de hierba arroja
una pequeña sombra, y tierra y raíces, conforman una excelente aislante. Aislante del calor y del frío.
Producto isotermo gratuito que, además, no necesita mantenimiento alguno”
“A fin de setiembre, las flores de otoño han desaparecido y el techo reverdece. En verano, un pastizal
alto y despeinado lo cubre todo. El jardín de la azotea vive de sí mismo, a merced del sol, las lluvias, los
vientos y los pájaros portadores de semillas. Abril de 1954: el techo se ha recubierto de un denso manto
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
97
de pequeñas flores azules..., nadie tiene idea como llegaron hasta aquí” [corb-54].
3.15 Pequeña casa experimental
Una mirada atenta a la casa permite descubrir tras su callada modestia (e incluso voluntario anonimato)
una actitud permanente y persistente de experimentación.
De algún modo pareciera que Le Corbusier hubiese utilizado de modo consciente esta oportunidad
para montar un verdadero laboratorio de investigación arquitectónica. Temas que le preocupan desde
ese momento y por siempre, encuentran en la casa sobre el lago Leman, la prefiguración de futuras
soluciones.
Tan ocultos o evidentes como se desee, subyacen en esta pequeña casa, elementos claves para la comprensión del conjunto de su obra. Siguiendo un proceso compositivo riguroso pero distendido (al menos
sin la presión de la obra de gran presupuesto y máxima difusión), el maestro ensaya teoría y práctica del
uso del color y de los materiales; esboza ideas clave para la generación de un sistema de equipamiento;
concreta radicalmente el concepto de la terraza-jardín; e investiga, de forma determinante, sobre los
conceptos de espacio mínimo, encadenamiento y fluidez espacial.
Está allí, a la vista de quién quiera descubrirla, la punta de la madeja de obras claves en su carrera como
la Maison La Roche, el Pabellón del Esprit Nouveau o el Cabanon.
3.16 Mínimo e intemporal
El diseño del espacio mínimo requiere precisión. Deseos y necesidades se filtran, sobreviviendo únicamente lo esencial. Una ventana mínima no posee forma hasta que la vista deseada y la condición de luz
imaginada son definidas. Lo mínimo puede ser grande pero nunca sobredimensionado. Se puede soñar
en grande y pensar económicamente.
En su austeridad extrema, la casa pequeña sobre el lago es un modelo de mesura. Cada elemento, cotidiano, simple, funcional (incluso aisladamente poco atractivo), adquiere en el conjunto su verdadero
valor y debe poder ser aprovechado una y otra vez, de muchas y diversas formas.
La “Petite Maison” provoca la admiración del objeto sencillo que se renueva con cada mirada.
Tiene el encanto de lo natural (e incluso de lo tradicional) y se presenta ante el visitante como un ambiente
familiar, de fácil aprehensión y, seguramente, muy confortable para vivir. Pequeños gestos surgen aquí
y allá como respuesta a necesidades espontáneas y repentinas. Una suma infinita de sentidos rincones,
da vida a un espacio doméstico de algo menos de 60 metros cuadrados que, envuelto en una atmósfera
de amable intemporalidad no ostenta, sin embargo, ningún signo de pretensión. Probablemente por eso
mismo retenga, detrás de su ligereza aparente, tanta profundidad.
3.17 Indice de las ilustraciones del capítulo 3
98
Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX
Página 74
1 Porche exterior / 2 - Mirador del perro / 3 - Ventana exterior de la habitación verde / 4 - Detalle del revestimiento exterior en zinc
/ 5, 6 - Fenetre en longuer / 7 - Sector del aseo / 8 - Vestidor / 9 - Lavandería / 10 - Cocina / 11 - Vestíbulo / 12 - Estar comedor
/ 13 - Rincón de invitados.
Página 75
1 - Corte longitudinal y Planta de la vivienda, relevamientos originales.
Página 76
1 - “Le plan est installé...”, esquema circulatorio de la vivienda, dibujo de Le Corbusier, 1954 / 2 - Vista de la casa desde el lago
Página 77
1 - Fachada a la calle. / 2 - Acceso principal / 3 - Vestíbulo, vista hacia Estar comedor / 4 - Estar comedor desde vestíbulo / 5 Cocina, vista hacia vestíbulo / 6 - Cocina, vista hacia lavandería / 7 – Lavandería.
Página 78
1 - Estar comedor, vista hacia la sala-dormitorio. En primer plano, sobre la mesa extensible, luminaria de giro según plano vertical
/ 2 - “Casier stándard” fijo / 3 - Luminaria de giro horizontal, que “barre” toda la habitación / 4 - Sillas de respaldo basculante
diseñadas junto a Charlotte Perriand y presentadas por primera vez en el Salon d’automne de París de 1929.
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1 - Estar comedor, vista desde rincón de invitados. / 2 - Estar comedor. Foto de época, colgada hoy en las paredes del propio
espacio.
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1 - El escritorio diseñado por Le Corbusier para su madre cuando todavía estaba en la casa familiar de La Chaux de Fonds. Foto
de época / 2 - El mismo escritorio hoy día en la Petite Maison / 3 - El dormitorio de la madre de Le Corbusier en una foto de época
que encontramos colgada hoy en el propio espacio.
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1 - El rincón del aseo / 2 - El vestidor desde la tronera abierta sobre la escalera que suber a la azotea / 3 - Detalle de la puerta-espejo
hacia el vestidor / 4 - La circulación y la ventana corrida desde el vestidor / 5 - El dormitorio desde el rincón del aseo.
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1 - El panel corredizo dando intimidad al rincón de la cama en la sala-dormitorio / 2 - La sala-dormitorio desde el estar-comedor
/ 3 - El armario ocultable y el espacio inferior para una segunda cama / 4 - El rincón de la cama .
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1 - Vista del estar y el rincón de invitados desde la ventana superior de la azotea / 2 - Ventana alta que recoge el sol de la mañana.
Las cerámicas fueron traídas por Le Corbusier de su viaje a oriente de 1911 / 3 - Corte esquemático donde Le Corbusier muestra
el ingreso de luz al interior desde el Este / 4 - Vista hacia el estar. Nótese la presencia del lavabo y el espejo ocultables.
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1 - La ventana abierta en el muro de la habitación verde / 2 - La proa de la azotea con la barandilla náutica / 3 - La ventana exterior
vista desde el porche.
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1 - El mirador del perro / 2 - Fachada interior y corte croquizado del mirador del perro hacia la calle / 3 - El espacio del Porche, dos
escalones más abajo que el interior de la vivienda. Puerta vidriada batiente al exterior, banca y paneles corredizos / 4 - El porche
y la vivienda desde el rincón de la ventana exterior sobre el lago.
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1 - Grilla de remate en la medianera y comienzo de la escalera a la azotea / 2 - La terraza abierta al lago, vista hacia el rincón
de la ventana exterior / 3 - Vista hacia el punto de subida a la azotea / 4 - Desembocadura de la terraza lineal sobre la habitación
verde.
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1 - La escalera a la azotea desde la terraza lineal / 2 - Azotea verde, vista hacia extremo este. A la izquierda, la calle; a la derecha,
La casa pequeña. Villa Le Lac, Le Corbusier
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el Lago Leman / 3 - La escalera a la azotea desde lo alto / 4 - El rincón de la ventana exterior visto desde la azotea.
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1 - Habitación de huéspedes, vista hacia rincón del escritorio / 2 - Esquema de planta y corte croquizado del “camarote” de
huéspedes / 3 - Escritorio y plataforma elevada sobre cajones / 4 - Vista hacia la azotea y el lago / 5 - Escalera de ingreso a la
habitación de huéspedes.
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Puertas adentro, interioridad y espacio doméstico en el siglo XX