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CIRCUNCISIÓN MASCULINA Y FEMENINA - Sami Aldeeb

2003

CIRCUNCISIÓN MASCULINA Y FEMENINA - Sami Aldeeb

CIRCUNCISIÓN MASCULINA Y FEMENINA. El mito de la diferencia Dr. Sami Aldeeb 2003 [email protected] www.sami-aldeeb.com (Quiero expresar mi agradecimiento a D. Manuel Vázquez Caruncho por la traducción de este artículo) Introducción Alrededor de 15 millones de personas son mutiladas al año, trece millones son niños, y dos millones son niñas. A cada latido del corazón, un niño pasa por el cuchillo[2]. La circuncisión femenina fue, y continua siendo, practicada en los cinco continentes por musulmanes, cristianos, judíos y ateos. Pero es especialmente frecuente en 28 países, fundamentalmente africanos y musulmanes[3]. Los musulmanes son, por consiguiente, el principal grupo religioso que practica la circuncisión masculina y femenina. En Egipto, el 97% de las mujeres es circuncidado: un 99.5% en el área rural, y un 94% en áreas urbanas[4]. Las organizaciones internacionales y nacionales, invocando razones médicas y religiosas fundamentalmente, defienden que la circuncisión masculina y femenina son dos cosas distintas y que sólo debe ser abolida la circuncisión femenina. Doy aquí dos ejemplos para ilustrar esta actitud: 1) El Seminario sobre costumbres tradicionales, organizado por la Comisión de Derechos humanos de las Naciones Unidas y celebrado en Ouagadougou (Burkina Faso), entre el 29 de abril y el 3 de mayo de 1991 recomienda a los estados la elaboración de «legislación que prohiba estas costumbres dañinas para la salud de las mujeres y de los niños, notablemente la ablación»[5]. En el informe del Seminario se añade: Según la opinión de la mayoría de los participantes, las explicaciones extraídas de la cosmogonía y las basadas en la religión tienen que ser consideradas como superstición y denunciadas como tales. Ni en la Biblia, ni en el Corán se prescribe que las mujeres deben ser circuncidadas. En términos de lucha contra la ablación, se ha recomendado separar, en la mente popular, la circuncisión masculina, que tiene una función higiénica, de la femenina, que comporta un riesgo serio para la integridad física de la mujer[6]. 2) He dirigido una serie de preguntas a Mrs. Halimah Al-Warzazi, enviada especial de las Naciones Unidas para las costumbres tradicionales. La primera pregunta fue: ¿Está usted luchando contra la circuncisión masculina y femenina o sólo contra una de ellas? Si lucha contra una de ellas, ¿cuál de ellas?, ¿por qué se olvida de la otra? Respondió: En lo que concierne a Naciones Unidas, tan sólo la circuncisión femenina está considerada como una costumbre perjudicial que es necesario abolir. La cuestión de la circuncisión de niños1 está excluida, por tanto, de las preocupaciones de Naciones Unidas. Considero que esta costumbre, aparte del hecho de tener un carácter religioso para los judíos y musulmanes, tiene una función higiénica y los médicos americanos la practican en el momento del nacimiento a todos los niños, sean judíos, musulmanes, católicos, o lo que fueran. Por lo tanto, no me parece oportuno hacer una amalgama con la circuncisión femenina, considerada peligrosa para la salud, y la masculina que, por el contrario, es beneficiosa [7]. Este artículo tiene dos propósitos: Primero, demostrar a aquellos que se oponen a la circuncisión femenina que también deberían hacerlo a la masculina; la razón que no tienen, tiene mucho que ver con motivos políticos. Segundo, que hay dos conjuntos fundamentales de justificaciones que se utilizan de modo repetido para distinguir entre la circuncisión femenina y la masculina -religiosos y de salud; ninguno de ellos se sustenta con los hechos. La discusión de la relación entre circuncisión masculina y SIDA tiene una especial importancia en este momento, dado que la circuncisión se está considerando seriamente por parte de organizaciones internacionales como preventiva del SIDA. Me gustaría añadir, aquí, que hay otro grupo de razones culturales (ni religiosas, ni relacionadas con la salud) del porqué se practican las circuncisiones masculina y femenina que no puedo tratar aquí por falta de espacio. A quién esté interesado en mayores detalles, lo remito a mi libro[8]. I. Justificación religiosa de la distinción Contrariamente a la opinión de aquellos que pretenden que la circuncisión masculina está justificada por normas religiosas, estas normas han servido tanto para legitimar como para condenar la circuncisión, masculina y femenina. 1. Debate entre los judíos A) La Biblia La Biblia (Antiguo Testamento) no contiene ninguna regla acerca de la circuncisión femenina. Por otra parte, constituye la base para la práctica de la circuncisión masculina entre los judíos, musulmanes y cristianos. Dos textos dictan esta práctica: Cuando Abraham tenía noventa y nueve años de edad, el Señor se le apareció y le dijo: Soy Dios Todopoderoso, anda delante de mí y sé perfecto. Y haré mi pacto contigo, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abram se postró sobre su rostro; y Dios le dijo: Éste es mi pacto contigo: serás padre de una multitud de naciones. No te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abraham, porque te he puesto por padre de multitud de naciones. Te multiplicaré en gran manera, y de ti saldrán naciones y reyes. Estableceré un pacto contigo y con tu descendencia después de ti, de generación en generación: un pacto perpetuo, para ser tu Dios y el de tu descendencia después de ti. Te daré a ti y a tu descendencia después de ti la tierra en que ahora eres un extraño, toda la tierra de Canaán, en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos. Dijo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti, de generación en generación. Éste es mi pacto, que guardaréis entre yo y vosotros y tu descendencia después de ti: Todo varón de entre vosotros será circuncidado. Circuncidaréis la carne de vuestro prepucio, y será una señal del pacto entre yo y vosotros. A los ocho días de edad será circuncidado todo varón entre vosotros, de generación en generación, tanto el esclavo nacido en tu casa y el comprado con tu dinero a cualquier extranjero que no sea de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa y el comprado con tu dinero, de modo que mi pacto esté en vuestra carne a modo de pacto perpetuo. El incircunciso, aquél a quien no se le haya cortado la carne del prepucio, será eliminado de su pueblo por haber violado mi pacto (Génesis, 17:1-14). El Señor habló a Moisés y le dijo: Habla a los hijos de Israel y diles: Si una mujer concibe y da a luz un hijo varón, quedará impura durante siete días; como en los días de su menstruación será impura. Al octavo día se circuncidará al niño la carne de su prepucio. Pero ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre. Ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario hasta que se cumplan los días de su purificación. Si da a luz una hija, quedará impura durante dos semanas, como en su menstruación, y sesenta y seis días estará purificándose de su sangre (Levítico, 12:1-5). En el primer texto, la circuncisión es signo de un pacto entre Dios, Abraham y su descendencia. Por consiguiente, la circuncisión, en hebreo, se llama Berit milah, que significa, literalmente, el pacto del corte. El segundo texto establece la circuncisión como una norma para la purificación de la madre y del niño. En otros muchos textos, la Biblia contrapone a los circuncidados contra los no circuncidados, y considera a estos últimos impuros. Los no circuncidados, por esta razón, tienen prohibido participar en las ceremonias religiosas (Éxodo, 12:48), entrar en un santuario (Ezequiel, 44:9) o, incluso, en Jerusalén (Isaías, 52:1). En la Biblia se hace la distinción, algunas veces, entre la circuncisión física del prepucio y la espiritual del corazón (Jeremías, 4:4) y de los oídos (Jeremías, 6:10). B) Debate reciente Los judíos han practicado la circuncisión femenina[9]. La siguen practicando los judíos de Etiopía (los Falacha)[10]. Pero, a lo que alcanza nuestro conocimiento, no hay un debate religioso concerniente a esta costumbre. Por otra parte, uno se encuentra con que muchos judíos que luchan contra la circuncisión femenina rehusan hacer lo mismo con la masculina. Es el caso de Edmond Kaiser, fundador de «Tierra de hombres» y «Centinelas»[11]. Así que uno predica la moral a los africanos, en vez de hacerlo a los americanos y judíos. Esto sale de la hipocresía, de la cobardía y del imperialismo cultural. La circuncisión masculina sigue siendo practicada por la mayoría de los judíos, aunque abandonaron otros muchas preceptos bíblicos: la ley del «ojo por ojo» (Deuteronomio 19:21), la lapidación de la adúltera (Deuteronomio 22:23), etc. Sin embargo, se puede apreciar que algunos se opusieron desde tiempos muy remotos. Algunos judíos abandonaron la costumbre, y otros, incluso se hicieron reconstruir el prepucio (I Macabeos 1:15; véase también I Corintios 7: 18), razón por la que Dios habría rechazado a Esaú, hijo de Jacob[12]. Las autoridades religiosas judías no fueron tolerantes con aquellos que no estaban circuncidados. Elías se queja amargamente de aquellos que han abandonado la circuncisión. (I Reyes 19:10). En el libro de los Macabeos se puede ver que algunos fanáticos judíos salieron a circuncidar a la fuerza a todos los niños no circuncidados que se encontraron en el territorio de Israel (I Macabeos 2:45-46). Todavía hoy, Cohen escribe que, a los ojos de los judíos de todos los tiempos, aquellos que se resisten a la abolición de la circuncisión con el sacrificio de sus vidas son héroes[13]. En los tiempos modernos, el debate contra la circuncisión masculina empezó después de la Revolución Francesa de 1789, cuyos objetivos eran crear una sociedad laica en la que la conexión con las comunidades religiosas fuera sustituida por una cohesión nacional. En 1842, en Francfort, un grupo de judíos propuso la supresión de la circuncisión y su sustitución por una ceremonia religiosa igualitaria para niños y niñas, sin derramamiento de sangre[14]. En 1866, sesenta y seis médicos judíos de Viena firmaron una solicitud contra la práctica de la circuncisión. En 1871, en Ausburgo, los rabinos decidieron que un niño nacido de madre judía y que no fuera circuncidado por alguna razón debería ser considerado judío [15]. Es de notar que el hijo de Herzl no fue circuncidado al nacer; fue circuncidado de adolescente, ante la insistencia de los discípulos de su padre[16]. Este debate fue transferido a los Estados Unidos con los emigrantes judíos. En este país, los rabinos reformados decidieron, en 1892, no imponer la circuncisión a los nuevos conversos[17]. Pero, con el incremento de nacimientos en los hospitales americanos y la generalización de la circuncisión masculina, los rabinos se encontraron con la práctica de la circuncisión que no cumplía las normas judías, realizada por médicos, en los tres días que seguían al nacimiento y sin ritual religioso. Trataron de remediarlo con el adiestramiento de algunos circuncidadores judíos. Y, como un matrimonio religioso es reconocido en los Estados Unidos, los rabinos trataron de recuperar el terreno perdido rehusando casar a aquellos que no estuvieran circuncidados [18]. Los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial reforzaron la práctica de la circuncisión. En 1979, el Congreso Americano de Rabinos decidió que la circuncisión fuera obligatoria y que tenía que hacerse según las normas judías y con ritual religioso[19]. Actualmente, uno ve una renovación de la crítica contra la circuncisión en ambientes judíos americanos progresistas, basada, principalmente, en sus beneficios o perjuicios médicos. Debido a la progresiva hostilidad del cuerpo médico hacia la circuncisión y la cada vez más reducida tasa de circuncidados, los judíos se encuentran, una vez más, solos para decidir. Al ser su sentimiento religioso débil, no están motivados para practicar ya la circuncisión religiosa, sea al rehusar circuncidar a sus hijos, o por hacer que los circunciden en los hospitales sin ritual. Enfrentados a esta situación, algunos autores judíos piden que la práctica de la circuncisión se suavice, que el ritual debería ser más importante que la amputación del prepucio, que debería haber un ritual paralelo para las niñas que a las mujeres se les debería permitir practicar la circuncisión[20]. Pero otros han optado por la supresión de la mutilación en conjunto y el mantenimiento de un ritual religioso igualitario para niños y niñas. En vez de cortar el prepucio, algunos proponen cortar una zanahoria en su lugar, como símbolo. Finalmente, algunos rechazan el ritual al igual que la mutilación [21]. Este debate llegó a Israel cuando, en 1997, los activistas a favor de los derechos humanos crearon una organización para luchar contra la mutilación sexual. Docenas de padres, a pesar de la oposición de sus familias, rehusaron circuncidar a sus hijos, una costumbre que consideran contraria a la legislación israelí, que prohibe el abuso y los malos tratos infantiles. El cantante y crítico literario Menachem Ben dice que hizo circuncidar a su hijo a su manera, al referirse al texto de la Biblia que habla de la circuncisión del corazón. Para los que defienden los beneficios de la circuncisión, respondió que mueren más niños a causa de la circuncisión que de las infecciones de las que se supone que protege, y que es suficiente lavarse el pene para tenerlo limpio. Citando a Maimónides, añaden que la circuncisión reduce el placer sexual. El Rabino principal de Israel, Eliahu Bakshi Doron, critica esta actitud y dice que, para gran desilusión suya, sabía lo que pasaría: el odio a sí mismo se ha apoderado de la gente. La idea de que cualquier cosa judía es abominable se ha extendido también al Berith Milah (circuncisión), que la mayoría de los judíos firman, un procedimiento sencillo contra el que no se puede decir nada. Incluso las opiniones acerca del posible daño que pudiera ser causado por la circuncisión no justifica, en la opinión del rabino, ninguna duda acerca de esta costumbre ancestral. «Quién pueda, que decida que estamos tratando con algo primitivo, anticuado y doloroso. Dios sea alabado, el pueblo judío vivió así desde hace muchas generaciones. Aunque la circuncisión disminuya el placer sexual, no es una tragedia»[22]. 2. Debate entre los cristianos A) El Nuevo Testamento Jesús atacó firmemente a las autoridades religiosas de su tiempo. Denunció la ley del talión [ojo por ojo] (Mateo 5:38-39) y la lapidación de las adúlteras (Juan 8:3-11). Pero no sabemos de ninguna opinión concreta de Jesús acerca de la circuncisión. De los cuatro evangelios, sólo el evangelio de San Lucas revela que Jesús estaba circuncidado cuando tenía ocho años de edad (Lucas 2:21). Se encuentra otra referencia a la circuncisión en el evangelio de San Juan: ¿Por qué intentáis matarme? La multitud respondió: Tienes un demonio. ¿Quién intenta matarte? Jesús les respondió: Hice una obra, y todos vosotros estáis atónitos. Moisés os dio la circuncisión -no es de Moisés, por supuesto, sino de los patriarcas- y circuncidáis al hombre en sábado. Si a un hombre se le hace la circuncisión en sábado, porque la ley de Moisés no puede ser violada, ¿estáis enfadados conmigo porque curé a un hombre en sábado? No juzguéis por las apariencias, sino juzgad con justo juicio (Juan 7:19-24). Nótese que Jesús no dice que la circuncisión venga de Dios, sino de los patriarcas. Los Hechos de los Apóstoles nos informan de que, cuando los no judíos empezaron a convertirse en cristianos, el asunto de la circuncisión causó una gran discusión. Después de que San Pedro hubiera respondido a la invitación de un centurión romano no circunciso y de que lo convirtiera, los cristianos circuncidados de origen judío lo cuestionaron, maldiciéndole por haber estado con no circuncisos y haber comido con ellos (11:2-3). San Pedro justificó su gesto porque había tenido una visión en la que había oído una voz que le había dicho tres veces: «Lo que Dios ha hecho limpio, no lo puedes llamar profano» (10:15-16 y 11:8-10). Pero los circuncisos no lo entendieron de esta manera; algunos vinieron de Judea y enseñaron a sus hermanos: «A menos que estéis circuncidados, según la costumbre de Moisés, no podéis salvaros» (15:1). El asunto se trató en una reunión de apóstoles y ancianos que tuvo lugar en Jerusalén (15:2). Jacob arbitró el debate y decidió que no era necesario preocuparse porque esos paganos se convirtieran a Dios. Lo único que se les pedía era que «se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de la fornicación, de lo ahogado y de la sangre» (15:19-20). San Pablo, responsable de la conversión de los paganos cuyas leyes prohibían la circuncisión, volvió en repetidas ocasiones al asunto. Dos pasajes resumen su posición: [...] que cada uno viva según los dones que el Señor le repartió y según era cuando Dios lo llamó: esto ordeno en todas las iglesias. ¿Fue llamado alguno siendo circunciso? Quédese circunciso. ¿Fue llamado alguno siendo incircunciso? No se circuncide. La circuncisión nada significa, y la incircuncisión nada significa; lo que importa es guardar los mandamientos de Dios. (I Corintios 7:17-20). Despojaos de lo viejo, con sus prácticas, y vestíos de lo nuevo, que renueva su conocimiento a imagen de su creador. Aquí no puede haber griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todos, y en todos. (Colosenses 3:10-11). De obligatoria, la circuncisión, por tanto, se hizo optativa, por razones teológicas y tácticas. Es de notar que no se encuentra ninguna referencia, en los textos del Antiguo ni del Nuevo Testamento, que evoque la santidad de la integridad física de una persona poco dispuesta, ni una justificación médica para la circuncisión, argumentos fundamentales utilizados hoy en día en la discusión de la circuncisión masculina y femenina. B) Debate reciente El debate acerca de la circuncisión masculina continuó entre los cristianos, en los primeros siglos. Origen (185-254) compara la circuncisión física de Abraham con una circuncisión espiritual: muchas cosas mostró en imágenes la realidad venidera (1 Corintios 10:11). Añade que la circuncisión pedida por Dios es la del corazón (llamada espiritual) y no la del prepucio (llamada física) [23]. Para él, el hombre tiene que circuncidar, no sólo el prepucio, sino todos sus miembros, al abstenerse de usarlos para cometer pecado [24]. Considera que la circuncisión física es una costumbre vergonzosa, repugnante y espantosa, y precisamente su práctica y su apariencia externa la hacen obscena [25]. Esta interpretación alegórica de la circuncisión la encontramos de nuevo en Cirilo, Patriarca de Alejandría (376-444), quien culpa a los judíos de haberse tomado la Biblia al pie de la letra. Menciona a San Pablo (I Colosenses 7:19) y escribe: El significado real de la circuncisión alcanza su plenitud, no en lo que cae de carne, sino en el deseo de hacer lo que Dios mandó[26]. A este argumento religioso, Cirilo añade uno sobre la perfección de la naturaleza humana: Consideráis [...] la circuncisión de la carne como algo de importancia y como el elemento más adecuado del culto [...]. Pues bien, examinemos el uso de la circuncisión qué favores nos traerá el Legislador a través de ella. De hecho, infligir la circuncisión en las partes del cuerpo que la naturaleza utiliza para engendrar, a menos que tengáis una de las más bellas razones para hacerlo, no es sino ridículo, es más, equivale a maldecir el arte del Creador, como si hubiera sobrecargado el contorno del cuerpo con excrecencias inútiles. Sin embargo, si es así y prevemos en este sentido lo que ha sido dicho, ¿cómo no juzgar que la divina inteligencia está equivocada en lo que cabe? Porque si la circuncisión el mejor modo de ajustarse a la naturaleza, ¿por qué no era mejor y preferible desde el principio? Decidme, entonces, si alguien dice que la naturaleza infalible e intacta está equivocada, ¿no parece una sinrazón?[27]. [...] el Dios que está por encima de todas las cosas creó miles de razas de seres vivos desprovistos de razón. Sin embargo, parece que, en su constitución, orientada hacia la más exacta belleza, no hay nada imperfecto o superfluo. Están totalmente libres de estas dos mentiras y eluden esta doble acusación. ¿Cómo pudo Dios, el artista por excelencia, que prestó tanta atención a las cosas más pequeñas, cometer un error en la más preciosa de todas? Y, cuando introdujo en el mundo la que está hecha según su imagen, ¿la habría hecho más fea que los seres desprovistos de razón, si es verdad que en ellos no hay errores, mientras que en ella hay una? [28] La circuncisión se continúa practicando en algunas comunidades cristianas del Oriente Próximo en contacto con musulmanes. Es el caso notable de los Coptos, en Egipto, Sudán y Etiopía, quienes practican la circuncisión femenina y masculina. En mis discusiones con los Coptos de Egipto, percibí que utilizan los mismos argumentos que los musulmanes: la circuncisión de Abraham y Jesús. No están al tanto de los puntos de vista de los Hechos de los Apóstoles o de las Epístolas de San Pablo. En lo que concierne a los líderes religiosos coptos, dicen que, para los cristianos, el bautismo puso la circuncisión en su sitio. Haciendo referencia a San Pablo, Anba Gregorius repite que la circuncisión no es nada. Tan sólo la ve como una costumbre o una medida higiénica optativa. Sin embargo, el cristiano que quiera ser circuncidado tiene que hacerlo antes del bautismo; si lo hace después comete un gran pecado[29]. Maurice As'ad dijo que Dios creó al hombre y a la mujer en espléndida forma, y nadie tiene derecho a cortarles ninguna parte de su cuerpo. Para As'ad, la circuncisión femenina está prohibida porque consiste en cortar parte de un órgano sexual, mientras que la circuncisión masculina es opcional porque tan sólo se toca el órgano sexual de una manera superficial[30]. En el siglo XX, el debate religioso concerniente a la circuncisión masculina comenzó de nuevo en serio entre cristianos, fundamentalmente entre los fundamentalistas protestantes de los Estados Unidos. En este país, los argumentos científicos se utilizan para justificar el Antiguo Testamento. Y no se limita a la circuncisión. Publicado en 1963, y actualmente en su 15ª edición[31], se vendieron más de un millón de copias del libro «Ninguna de estas enfermedades» del médico cristiano McMillen. El título del libro viene de una cita del Éxodo, citado en el prólogo: Si oyes la voz del Señor, tu Dios, y haces lo que es correcto a sus ojos, y cumples sus mandamientos, y observas todas sus leyes, no os mandaré las enfermedades que mandé a los egipcios, porque yo soy el Señor, tu sanador. (Éxodo 15:26). En este libro se dice que la promesa contenida en este versículo aún es aplicable en nuestro tiempo [32]. McMillen dedica un capítulo a la prudencia de la circuncisión[33]. Tras informar de un caso de muerte por cáncer, dice: Lo que hace su muerte todavía más trágica es el hecho de que la ciencia médica ha demostrado que el cáncer de pene es prevenible en su casi totalidad si se sigue una instrucción que Dios había dado a Abraham hace más de cuatro mil años [34]. Tergiversa el hecho de que los judíos raramente padecen cáncer de pene, debido a la circuncisión instituida por Dios [35]. La circuncisión tiene que ser hecha, como prescribió Dios, en el octavo día de edad... por razones médicas: la vitamina K madura al octavo día. Si la operación se hace antes, producirá hemorragias; si se hace más tarde, afectará psicológicamente al niño [36]. El pastor Dan Gayman escribió un panfleto: "He aquí niños... nuestra herencia de Dios"[37], título inspirado por el Salmo 127:3: «Herencia del Señor son sus hijos». Describe la circuncisión, no sólo como una guía para la salud del hombre, sino para su moralidad y espiritualidad. La circuncisión fue dada a Abraham y tiene que ser practicada por todos sus hijos al octavo día, cristianos incluidos[38]. Ayuda a mantener la pureza al reducir la sexualidad y evitar numerosas enfermedades. Aquellos que desobedezcan las órdenes divinas sufrirán las ominosas consecuencias [39]. El tele-evangelista Pat Robertson, candidato a la presidencia de los Estados Unidos en 1988, dijo: «Si Dios dio instrucciones a su pueblo para que se circuncidara, desde luego, debe de ser un buen criterio, ya que Dios es perfecto en sabiduría y conocimiento»[40]. El pastor Jim Bigelow se opone a esta utilización de la Biblia. Si es cierto que la circuncisión prescrita por Dios a los judíos es una buena cosa, entonces es necesario concebir como buenas todas las prescripciones bíblicas acerca de la purificación de las mujeres, de la comida kosher, etc. En la Biblia se dice: «No comeréis la carne de un animal muerto. Se la daréis al extraño que viva en vuestra casa, o se la venderéis al extraño de fuera de ella. En verdad sois un pueblo dedicado al Señor, vuestro Dios» (Deuteronomio 14:21). ¿Cómo puede Dios prohibir a unos y permitir a otros comer carne de un animal muerto?[41] Bigelow añade que la circuncisión que se practica hoy difiere de la circuncisión simbólica predicha en la Biblia. No se debería, por lo tanto, concederle todos los beneficios que avanzan los científicos [42]. Y si Dios consideró que la circuncisión al octavo día era necesaria para la salud, ¿por qué dejó a este pueblo vagar por el desierto durante cuarenta años sin circuncisión[43]? Del mismo modo, sería inconcebible que en el Nuevo Testamento no la considere importante (I Corintios 7:19). ¿Pudo exponer Dios a sus seguidores a un peligro durante dos mil años si la circuncisión fuera realmente útil? Sin embargo, el Espíritu Santo inspira los textos del Nuevo Testamento [44]. Este es el por qué Bigelow concluye: Lógicamente, no puedes ser exigente a capricho. La ley del Antiguo Testamento impuesta por un Dios todo sabiduría es o una buena medicina o, tomada en conjunto, ¡algo fuera de serie! Al revisar estas ordenanzas que hemos discutido en este capítulo, parece totalmente justificable concluir que la intención y el propósito de Dios no era revelar conocimiento médico en la ley, sino formar un pueblo único sobre la tierra [45]. Rosemary Romberg, una enfermera cristiana casada con un judío y autora de un voluminoso libro contra la circuncisión[46], explica que los padres cristianos, aún sabiendo que la circuncisión no es correcta desde el punto de vista médico, se imaginan que la circuncisión es buena porque está prescrita en la Biblia. En desacuerdo con esta opinión, escribió un pequeño documento de seis páginas para disuadir a algunos de ellos [47]. Su posición se puede resumir de la manera siguiente: - Algunas costumbres descritas en la Biblia no se aceptan hoy en día, como quemar pájaros y animales. - Para los cristianos, el asunto de la circuncisión ha sido determinado en el Nuevo Testamento, que lo considera como no importante. - En la Biblia no se prescribe la circuncisión por razones higiénicas. Además, en ella se habla de manera metafórica: circuncisión del corazón, de los oídos. - Jesús estaba circuncidado, pero María y José eran judíos y no tuvieron elección en esa época. San Ambrosio explica: Ya que el precio ha sido pagado por todos por Cristo y su sufrimiento, ya no hay necesidad de derramar sangre por la circuncisión. - Al hacer sufrir a los niños, la circuncisión está en oposición a los dos principios del Nuevo Testamento: «El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, generosidad, fidelidad, bondad y control de uno mismo» (Gálatas 5:22-23), y «Todo lo que queráis que los hombres hagan por vosotros, hacedlo vosotros por ellos» (Mateo 7:12). 3. Debate entre los musulmanes A) El Corán y la Sunnah El Corán, fuente primigenia de la ley musulmana, no menciona ni la circuncisión masculina, ni la femenina. Algunos autores musulmanes encuentran, sin embargo, una justificación para la circuncisión masculina en el versículo 2:124: «... Y cuando su Señor probó a Abraham con sus órdenes (kalimat), al cumplirlas, dijo: Haré de ti guía para los hombres». Si se acude a ciertos dichos de Mahoma, los autores musulmanes clásicos y modernos interpretan el término órdenes en referencia a la circuncisión de Abraham, como se dice en la Biblia. Sin embargo, como Abraham es un modelo para los musulmanes, éstos tienen que actuar como él actuó: «Entonces, te hemos revelado: sigue la religión de Abraham, un verdadero creyente» (16:123). Ante la ausencia de un texto en el Corán, los autores musulmanes clásicos y modernos recurren al texto de Mahoma. He aquí algunos textos de autores árabes contemporáneos: - Mahoma le preguntó a una mujer que hacía circuncisiones si seguía practicando su profesión. Ella respondió afirmativamente, al tiempo que añadía: al menos que esté prohibido y tú no me ordenes que abandone esta costumbre. Mahoma le respondió: Pero sí, está permitida. Ven junto a mí para que pueda enseñarte: Si cortas, no lo hagas mucho, porque da más rubor a la cara y es más agradable para el marido [48]. Según otros autores, él le habría dicho: Corta poco y no exageres porque es más agradable para la mujer y mejor para el marido. Los siítas mencionan a Al-Sadiq como el comunicador de este hecho[49]. - Mahoma dijo: La circuncisión es sunnah para los hombres y makrumah para las mujeres [50]. El término sunnah significa aquí que se está aquilatando a la tradición de Mahoma o simplemente que era una costumbre en los días de Mahoma. El término makrumah significa «acción o hecho meritorio». Lo que implica que es preferible hacer la circuncisión femenina. Los siítas mencionan a Imam Al-Sadiq: La circuncisión femenina es un makrumah; ¿hay algo mejor que un makrumah?[51]. - Mahoma dijo: Aquél que se haga musulmán debe ser circuncidado, aunque sea mayor [52]. - Alguien preguntó a Mahoma si una persona no circuncidada podía hacer el peregrinaje a la Meca. Él respondió: No, mientras no se circuncide[53]. - Mahoma dice: Cinco [normas] pertenecen a la fitrah: el afeitado del pubis, la circuncisión, cortar los bigotes, el afeitado de las axilas y el tamaño de las uñas [54]. El término fitrah indicaría las costumbres que Dios enseñó a su creación. Aquél que busque la perfección tiene que conformarse a estas normas. No son normas obligatorias, sino simplemente consejos [55]. - Mahoma dijo: Si las dos partes circuncidadas se encuentran o se tocan, es necesario hacer una ablución para la oración [56]. Esto significa que la mujer y el hombre estaban circuncidados en la época de Mahoma. Los autores clásicos musulmanes también relatan que Sara, celosa de Hagar, discutió con ella y juró mutilarla. Abraham protestó. Sara respondió que no se retractaría. Entonces, Abraham dijo a Sara que la circuncidara, así la circuncisión se convirtió en una norma entre las mujeres[57]. B) Debate reciente acerca de la circuncisión masculina La circuncisión masculina no parece haber sido siempre practicada entre los musulmanes. He aquí algunos hechos: - Los autores clásicos no tienen una opinión unánime acerca de la circuncisión de Mahoma. Algunos creen que nació circuncidado y otros creen que fue circuncidado por un ángel o por su abuelo [58]. Estas conjeturas contradictorias acerca de un hecho importante en la vida de Mahoma nos lleva a la conclusión de que Mahoma no estaba circuncidado. Esta conclusión parece confirmada por el hecho de que ni Ibn-Ishaq (muerto en 767), niIbn-Hisham (muerto en 828), los dos famosos biógrafos de Mahoma, hablan de su circuncisión. - Tras saber de la muerte de ancianos a los que un gobernador había mandado circuncidar después de su conversión, Hasan Al-Basri se indignó y dice que mucha gente de otras razas se hizo musulmana en los días de Mahoma y nadie les miró bajo las ropas para ver si estaban circuncidados, y no fueron circuncidados [59]. - Ibn-Hanbal relata en su recopilación Al-musnad: Uthman Ibn Abi-al-As fue invitado a una circuncisión, pero declinó la invitación. Al preguntarle por qué, respondió: en los días de Mahoma no practicábamos la circuncisión y no éramos invitados[60]. - Al-Tabari dice que el Califa Umar Ibn Abd-al-Aziz (muerto en 720) escribió al general de su ejército Al-Jarrah Ibn Abd-Allah (muerto en 730) tras haber conquistado la región de Kharassan: «Aquellos que recen ante ti hacia la Meca, sean dispensados del pago del tributo». La gente se apresuró para convertirse al Islam. Alguien indicó al general que la gente no se convertía por convicción, sino para evitar el pago del tributo y que era necesario someterlos a la prueba de la circuncisión. El general consultó al Califa, quien le respondió: «Dios mandó a Mahoma para convertir al pueblo al Islam, no para circuncidarlo»[61]. Más próximo a nosotros, algunos rechazaron la interpretación que se hace del ya mencionado versículo 2:124, interpretación que Muhammad Abdou asigna a los judíos para ridiculizar el Islam[62]. Imam Mahmoud Shaltout también dice que esta interpretación es excesiva[63]. El último, que confía en la autoridad de Imán Al-Shawkani, agrega que los textos concernientes a la circuncisión femenina y masculina no son ni claros, ni auténticos[64]. A pesar de ello, la aplastante mayoría de autores modernos musulmanes mantiene que la circuncisión masculina es obligatoria. Según las autoridades religiosas Sauditas, un hombre que se convierte al Islam debe ser circuncidado, pero para evitar que rechace entrar en Islam por miedo de esta operación, esta exigencia puede ser retrasada hasta que la fe esté consolidada en su corazón[65]. Al-Sukkari garantiza a la mujer el derecho a disolver el matrimonio si el marido no está circuncidado, porque el prepucio podría ser un vector de enfermedades y una razón de la repugnancia que prevendría la realización de los objetivos del matrimonio, supuestamente el amor y el buen entendimiento en la pareja. La mujer, dice, tiene el derecho de haberse casado con alguien hermoso y limpio, ya que el Islam es la religión de la limpieza, de la pureza[66]. Ahmad Amin informa que una tribu sudanesa quiso adherirse al Islam. Su jefe escribió a un científico del Azhar para preguntarle qué era necesario hacer. El científico le envió una lista de exigencias, colocando circuncisión en lo alto. La tribu, entonces, rechazó hacerse musulmana[67]. Sin embargo, hemos encontrado cinco autores musulmanes modernos que se oponen a la práctica de la circuncisión masculina: - El pensador egipcio Issam-al-Dine Hafni Nassif tradujo en 1971 la obra de Joseph Lewis, En el nombre de la humanidad [68], con el título La circuncisión es una dolorosa equivocación de los judíos[69]. En el prólogo, más extenso que el propio texto, Nassif pide finalizar la circuncisión masculina, que considera una costumbre bárbara introducida por los judíos en la comunidad musulmana. - El sarcástico periodista Muhammad Afifi publicó en la revista Al-Hilal, en El Cairo, en abril de 1971, un extenso artículo sobre la obra recién comentada, traducido por Nassif. No oculta su hostilidad para con la circuncisión masculina. - El juez libio Mustafa Kamal Al-Mahdawi, en la actualidad acusado de apostasía, considera la circuncisión masculina como una costumbre de los judíos. Los judíos creen que Dios sólo les ve si llevan la marca de la circuncisión o si marcan sus puertas con sangre. Con esto hace referencia a la orden que Dios dio a los judíos para que marcaran las dos jambas y el dintel de las puertas con la sangre del animal sacrificado porque iba a golpear a todos los primogénitos egipcios (Éxodo 12:7-13). Al-Mahdawi añade que en el Corán no se menciona una lógica tan llana. Dios no bromea así, él no creó el prepucio únicamente como un objeto superficial para ser cortado. Menciona el verso: ¡Señor nuestro, no has creado todo esto en vano! ¡Gloria a ti! Protégenos del castigo del fuego (3:191)[70]. - Jamal Al-Banna, el hermano pequeño de Imam Hassan Al-Banna (fundador del movimiento Hermano Musulmán), invocando el verso «Sí, creamos al hombre en la más perfecta de las formas» (95:4), dice que la circuncisión femenina y masculina no forman parte de la religión musulmana, ya que no están presentes en el Corán[71]. - El autor turco, Edip Yuksel, representante de un grupo musulmán en los Estados Unidos, fundado por el egipcio Rashad Khalifa quien rechaza toda referencia a la historia de Mahoma, dijo en una comunicación en Internet: Uno debe preguntar cómo un Dios misericordioso pudo encomendar tal dolor e injusticia a los niños.... Para todos los verdaderos sabios del Corán la respuesta está clara. Dios, en su infinita misericordia, no puede aceptar un ritual tan cruel. Este acto no se menciona en todo el Corán. Es tan sólo en invenciones recientes (hadiths), trabajo humano, que uno puede encontrarse unas leyes y ritos tan crueles... Pongamos fin a este viejo crimen contra nuestros niños, practicado desde hace muchos siglos. Esta comunicación remite a los lectores a mi artículo en Internet, titulado Mutilar en el nombre de Jehová o de Alá [72]. Establecido contacto por correo electrónico, Yuksel me confió que el artículo en cuestión le abrió los ojos, a él y a sus amigos[73]. Consideremos que el Corán es el único libro sagrado que omite el término circuncisión e insiste, en diez versos, en la perfección de la naturaleza humana [74]. Uno de estos versos dice lo siguiente: [Satanás dijo]: «¡He de tomar a un número determinado de tus siervos, he de extraviarles, he de inspirarles vanos deseos, he de ordenarles que hiendan las orejas del ganado y que alteren la creación de Alá! Quien tome como amigo al Demonio, en lugar de tomar a Alá, está manifiestamente perdido.» (4:118-119). Este verso considera que cambiar la creación de Alá es obediencia al demonio. Por consiguiente, el silencio del Corán con respecto a la circuncisión masculina tiene que ser interpretado como una oposición a esta costumbre. C) Debate reciente acerca de la circuncisión femenina Aunque uno se encuentra muchos autores musulmanes que condenan la circuncisión femenina, la mayoría de estos autores mantienen que es un makrumah, según las palabras de Mahoma. El debate es especialmente acalorado en Egipto. En este país, la Comisión de fatwa proclamó tres fatwas: - La fatwa del 28 de mayo de 1949 declaró que el abandono de la circuncisión femenina no es un pecado[75]. - La fatwa del 23 de junio de 1951 considera que es deseable la práctica de la circuncisión femenina porque contiene a la naturaleza. No consiente tener en consideración las opiniones de los médicos acerca de sus desventajas[76]. - La fatwa del 29 de enero de 1981, cuyo autor es Jad-al-Haq, quien se convirtió después en el jeque del Azhar, afirma que no es posible abandonar las enseñanzas de Mahoma a favor de las de otro, aunque sea un médico, porque la medicina cambia y no es constante. La responsabilidad de la circuncisión de la niña recae en los padres y en los que la tengan a su cargo. Añade: «Si la gente de una región rehusa la realización de la circuncisión femenina y masculina, el jefe del estado les puede declarar la guerra»[77]. Jad-al-Haq reiteró su posición en otra fatwa, en octubre de 1994, en la que repite tres veces la frase relacionada con la declaración de guerra contra aquellos que abandonen la circuncisión masculina y femenina[78]. Los musulmanes que practican la circuncisión femenina creen que es parte de la religión. La no-circuncisión tiene algunas consecuencias importantes desde el punto de vista social. En algunos países, una chica no circuncidada no se casará y la gente hablará de ella como de una persona de mala conducta, poseída por el diablo. En el ambiente rural egipcio, la matrona que practica la circuncisión femenina expende un certificado de matrimonio[79]. El-Masry relata las palabras de una comadrona egipcia que había circuncidado a más de mil niñas. Según ella, los padres que se opusieran a la excisión de sus hijas deberían ser linchados, porque esos padres aceptaban, en suma, que sus hijas se hicieran prostitutas [80]. Numerosas organizaciones en los países musulmanes, en los que se practica la circuncisión femenina, intentan oponerse a ella. Recuerdan que en el Corán se afirma la perfección de la criatura de Dios. La doctora Nawal El-Saadawi, una egipcia que sufrió la excisión, escribe: Si la religión viene de Dios, ¿cómo puede el hombre ordenar la extirpación de un órgano creado por Él, máxime cuando el órgano no ha muerto ni está deformado? Dios no creó los órganos del cuerpo al azar, sin un plan. No es posible que Él haya creado el clítoris en el cuerpo de una mujer sólo para que sea extirpado a una temprana edad[81]. Los que se oponen a la circuncisión femenina añaden que los textos atribuidos a Mahoma tienen poca credibilidad. Es la opinión de Imam Shaltout[82] y del jeque Mohammad Al-Tantawi[83], quienes argumentan que en ausencia de ciertas bases en el Corán y en los textos de Mahoma, es la opinión de los médicos la que hace ley. II. Justificación médica de la distinción En contra de la opinión de aquellos que invocan razones médicas para oponerse a la circuncisión femenina y promocionar la masculina, las razones médicas han servido tanto para legitimar como para condenar ambas prácticas. 1) Efectos dañinos de la circuncisión femenina y masculina En general, oímos que la circuncisión femenina es mucho más dañina que la circuncisión masculina. Así, en septiembre de 2000, UNICEF (Suiza) distribuyó un panfleto titulado La excisión, ¿mutilación o ritual? El panfleto dice: El término excisión es poco explícito. Recuerda la circuncisión de los niños, que consiste en extirpar una parte del prepucio: esta práctica tiene algunas ventajas higiénicas sin perjudicar para nada la función normal del pene. Por el contrario, la excisión es una mutilación del órgano genital femenino de consecuencias duraderas para la salud de las mujeres afectadas y para los niños que traerán al mundo. Tal afirmación es incorrecta porque no tiene en consideración las diferentes formas de cada práctica. De hecho, hay, fundamentalmente, cuatro formas de circuncisión masculina: - Primer tipo: Esta forma consiste en extirpar, en parte o en su totalidad, la piel del pene que sobresale del glande. Esta piel se llama prepucio. - Segundo tipo: Este tipo es practicado fundamentalmente por los judíos. El que circuncida ase con su mano izquierda y con firmeza el prepucio. Una vez determinada la cantidad que será extirpada pone una protección para evitar dañar el glande. Toma, entonces, el cuchillo con su mano derecha y el prepucio es extirpado con un movimiento a lo largo de la protección. Esta parte de la operación se llama la milah. Esto muestra la membrana mucosa (revestimiento interno del prepucio), cuyo borde se agarra firmemente con los dedos pulgar e índice de cada mano y se vuelca hacia el centro hasta la corona. Esta segunda parte de la operación se llama periah. Tradicionalmente, la realiza el que circuncida con sus uñas. Los rabinos introdujeron la periah en el siglo II para hacer más difícil la reconstrucción del prepucio (postioplastia). - Tercer tipo: Este tipo consiste en extirpar totalmente la piel del pene y, algunas veces, la piel del escroto y del pubis. Llamada en árabe salkh y en español desuello, se practicaba (y probablemente se sigue practicando) en algunas tribus del sur de Arabia. Descrita en muchas fuentes occidentales, Henninger cuestionó su honestidad[84], pero los autores occidentales apoyaron sus comunicaciones con fotos [85]. Thesiger afirma que el rey Ibn-Sa'ud la prohibió, porque la consideraba una costumbre pagana [86]. Una fatwa (decisión religiosa) no fechada de Ibn-Baz (muerto en 1999), la más alta autoridad religiosa saudita, la condenó, porque la consideraba proveniente del demonio. Su declaración prueba que fue practicada en Arabia[87]. Jacques Lantier describe una práctica similar en el África negra, en la tribu Namshi[88]. - Cuarto tipo: Este tipo consiste en la abertura del tubo urinario desde el escroto hasta el glande, lo que crea una abertura que semeja la vagina femenina. Llamada subincisión, este tipo de circuncisión todavía la practican los aborígenes australianos[89]. Hay también cuatro formas de circuncisión femenina: - Primer tipo: Este tipo es la excisión del prepucio, con o sin excisión de parte, o todo, el clítoris. - Segundo tipo: Este tipo consiste en la excisión del clítoris con la excisión parcial o total de los labios menores. - Tercer tipo: Este tipo incluye la extirpación de parte, o la totalidad, de los genitales externos y sutura y estrechamiento de la entrada vaginal (infibulación). - Cuarto tipo: Esta categoría incluye todos los demás tipos, incluyendo pinchazo, perforación o incisión del clítoris y/o los labios; estiramiento del clítoris y/o de los labios; cauterización del clítoris y del tejido circundante; cortar el tejido alrededor de la entrada vaginal (cortes anguriya) o de la vagina (cortes gishiri); introducción de sustancias corrosivas o hierbas en la vagina para producir hemorragia con el propósito de endurecerla o estrecharla; y cualquier otro procedimiento que caiga en la definición de mutilación del tracto genital femenino dada más arriba[90]. Está claro, por esta clasificación, que antes de considerar lo que es más dañino, circuncisión masculina o femenina, se debería determinar de qué tipo de circuncisión estamos hablando. 2) Consecuencias sexuales de la circuncisión masculina y femenina Hay una tendencia a exagerar los efectos dañinos de la circuncisión femenina y minimizar los de la circuncisión masculina. Dorkenoo, responsable para la OMS de la política sobre mutilaciones sexuales, en Ginebra, escribe: La clitoridectomía, que es la forma más frecuente de mutilación sexual femenina, es más similar a la penectomía que a la circuncisión. La circuncisión masculina supone la extirpación del extremo de la capucha protectora de piel que cubre el pene, pero no daña el pene, el órgano para el placer sexual. La clitoridectomía daña o destruye el órgano para el placer sexual en la mujer[91]. Esta trivialización de los efectos sexuales de la circuncisión masculina no se comparte en las fuentes antiguas. De hecho, las autoridades religiosas judías veían la circuncisión masculina como un modo de reducción del placer sexual para el hombre y su pareja. Mantienen esta práctica debido a una percepción negativa de la sexualidad. Philo (muerto en 54) escribió que el principal objetivo de la circuncisión es: La supresión del placer embruja la mente. Porque desde que entre los alicientes amorosos de placer la palma se la lleva el apareamiento del hombre y la mujer, los legisladores pensaron que sería bueno cortar el órgano que contribuye al coito, por lo que hacer de la circuncisión la figura de la supresión de placer excesivo y superfluo, no sólo de un placer sino de todos los otros placeres entendidos en uno, y esto es lo más imperioso[92]. En otro sitio, dijo: El divino creador ordenó la circuncisión sólo para los hombres por muchas razones. La primera de ellas es que el hombre tiene más placeres en el coito, y más deseo de él, que la mujer y está más pronto para él. Por lo tanto, Él excluye adecuadamente a la mujer y suprime los impulsos indebidos del hombre por la señal de la circuncisión[93]. Maimónides (muerto en 1204) escribió: En lo que concierne a la circuncisión, creo que uno de sus objetivos es limitar el coito, y debilitar el órgano de la reproducción en la medida de lo posible, y, por consiguiente, hacer que el hombre sea moderado. Alguna gente cree que la circuncisión es extirpar un defecto en la formación del hombre; pero cualquiera puede replicar fácilmente: ¿Cómo puede ser que los productos de la naturaleza sean defectuosos como para necesitar una finalización externa, especialmente cuando la utilidad del prepucio para ese órgano es evidente? Este mandamiento no ha sido añadido como un complemento a una creación física deficiente, sino como un modo para perfeccionar los defectos morales del hombre. El daño causado al cuerpo en ese órgano es exactamente el que se desea; no interrumpe ninguna función vital, ni destruye el poder de la reproducción. La circuncisión simplemente contrarresta una lujuria excesiva; porque no hay duda de que la circuncisión debilita el poder de la excitación sexual, y, algunas veces, disminuye el placer natural; el órgano necesariamente se hace débil cuando pierde sangre y es privado de su envoltura desde el principio. Nuestros sabios (Beresh Rabba, c. 80) dicen con claridad: Es difícil para una mujer, con la que un hombre no circuncidado tiene relaciones sexuales, separarse de él. Ésta es, como yo creo, la mejor razón para el mandamiento que concierne a la circuncisión. ¿Quién fue el primero en cumplir con este mandamiento? Abraham, nuestro padre, de quien es bien sabido cuánto temía pecar[94]. Aún añade: Debemos cumplir en todo el promedio de oro; no debemos ser excesivos en el amor, pero no debemos suprimirlo del todo; porque la Ley nos manda: «Creced y multiplicaos» (Génesis 1:22). El órgano se debilita por la circuncisión, pero no se destruye por la operación. La función natural se le deja en plenas facultades, pero se le previene contra el exceso [95]. El teólogo copto Ibn-al-Assal (d. v. 1265) vio utilidad en la circuncisión: «Algunos médicos y distinguidos filósofos dicen que la circuncisión disminuyen la capacidad de placer, y esto es totalmente deseable»[96]. Esto hace referencia a Maimónides, desde luego, quien murió en El Cairo en 1204. Tomás de Aquino (muerto en 1274) también se refiere a Maimónides cuando escribe que la circuncisión es un medio «para debilitar la concupiscencia en el órgano interesado»[97]. Él justifica que Dios estableciera el signo de la alianza en el pene y no en la cabeza por el hecho de que la circuncisión «tenía el objetivo de disminuir la lujuria carnal, que reside especialmente en estos órganos, debido a la intensidad del entusiasmo carnal» [98]. Se encuentra esta misma idea entre los juristas musulmanes clásicos. Ibn-Qayyim Al-Jawziyyah (muerto en 1351) escribe que la circuncisión (masculina y femenina) refrena la concupiscencia que, «si es exagerada, hace del hombre un animal; y si es anulada, hace de él una cosa inanimada. Así que la circuncisión refrena esta concupiscencia. Por esta razón, nunca encontráis a los hombres y mujeres no circuncidados saciados por el coito»[99]. Al-Mannawi (muerto en 1622) informa del imán Al-Razi (sin determinar su identidad): El glande es muy sensible. Si permanece escondido por el prepucio, aumenta el placer durante el acoplamiento. Si se corta el prepucio, el glande se endurece y el placer se debilita. Esto encaja mejor en nuestra ley: reducir el placer sin suprimirlo completamente, un punto medio entre exceso y descuido[100]. Los detractores actuales de la circuncisión masculina están de acuerdo con los autores antiguos mencionados más arriba de que la circuncisión reduce el placer sexual. Han encontrado explicaciones científicas para afirmar esto. Pero, contrariamente a los autores antiguos, rechazan la circuncisión masculina porque se opone a su percepción positiva de la sexualidad, que consideran un derecho individual. Los detractores dicen que el placer sexual se obtiene, no por el glande, sino por la corona del glande, el frenillo y el prepucio. El glande está inervado por terminaciones nerviosas libres y tiene una sensibilidad fundamentalmente protopática, que se refiere a las sensaciones más groseras y poco localizadas. La única porción del cuerpo con una discriminación menos fina para el tacto que el glande es talón del pie. Al cortar el prepucio, el glande y su corona pierden su protección, se insensibilizan con el tiempo y se resecan, de igual modo que ocurre si uno camina con los pies descalzos. Así, la circuncisión ocasiona la progresiva pérdida de sensibilidad del glande y de su corona. También, priva al hombre de una parte más o menos grande de la piel del pene, según la operación, ya que se puede eliminar hasta el 80% de la piel peneana. La parte amputada contiene más de un metro de venas, arterias y capilares, 78 metros de nervios y más de 20.000 terminaciones nerviosas. La circuncisión destruye los músculos del prepucio, glándulas, membranas mucosas y tejido epitelial. La circuncisión también daña el frenillo [101]. Aunque la circuncisión no impide la erección, la reducción de piel lo hace más tenso, menos elástico y menos móvil. Si la piel amputada es demasiada, la tensión puede inclinar la verga o estirar la piel del escroto para compensarse la pérdida de piel. En el momento de prepararse para el acto sexual, el hombre acaricia el clítoris y el prepucio de la mujer. Ella también acaricia el pene del hombre al deslizar la piel hacia atrás y hacia delante sobre el glande con el fin de mantener la erección hasta que esté preparado para la penetración. Esta maniobra es desagradable cuando la piel ha perdido su longitud natural. Este juego preliminar, así como la penetración, son menos suaves porque la circuncisión, en particular, destruye las glándulas que segregan el esmegma, que tiene un fin lubricante. Para remediarlo, algunas mujeres recurren a un lubricante, algo que puede ser dañino para la mujer y para el hombre. Estos dos problemas podrían explicar por qué las mujeres recurren a la fellatio para compensar la falta de lubricidad con su saliva, y por qué el juego preliminar se acorta, con lo que se priva al hombre y a la mujer de obtener placer antes de la penetración. La amputación del prepucio y la falta de lubricación peneana hacen que el acto sexual mismo sea más doloroso para la mujer y para el hombre. El prepucio intacto se desliza dentro de la vagina a través de la piel que permanece sujeta por los músculos de la vagina. Hay menos fricción para ambos. Pero cuando el pene ha perdido su prepucio, la piel está más tensa y la penetración provoca una fricción y una irritación para ambos en la pareja. Con respecto a esto, uno advierte que la relación sexual del hombre intacto difiere de la del hombre circuncidado. El hombre circuncidado hace una penetración más violenta y rápida, a la búsqueda de una excitación que habría tenido si tuviera su prepucio. Este comportamiento sexual aumenta la fricción, provoca lesiones en ambos y puede crear una situación incómoda para los dos[102]. Un médico americano escribe: El hombre circuncidado, debido a la función y sensibilidad peneanas alteradas, no podrá nunca alcanzar su total potencial y placer sexual, dados por Dios. La mujer, como consecuencia, no podrá nunca ser testigo y receptora de la total respuesta de su amante [...] Un músico dotado, a pesar de su virtuosismo, no podrá realizar nunca una interpretación ejemplar con un instrumento mal afinado o de una calidad menor que excelente [103]. Añadamos que algunos hombres circuncidados en los Estados Unidos se hicieron restaurar el prepucio como solución para los problemas creados por la circuncisión. 3) Pseudobeneficios para la salud de la circuncisión masculina y femenina Vemos, por la cita mencionada más arriba, tomada del panfleto de la UNICEF (Suiza) que los beneficios para la salud son utilizados para distinguir entre la circuncisión masculina y la femenina. Dice: «Al contrario [de la circuncisión masculina], la excisión es una mutilación del órgano genital femenino con consecuencias duraderas para la salud de la mujer afectada y para los niños que traerá al mundo». De hecho, si estudiamos la historia de la circuncisión masculina y femenina, podemos ver que los pseudobeneficios para la salud han servido para legitimar ambas costumbres. Damos aquí una lista de los pseudobeneficios para la salud. A) Limpieza La limpieza constituyó, y todavía constituye, uno de los principales argumentos de los defensores de la circuncisión masculina. Estos defensores dicen que la falta de limpieza es la razón de numerosas enfermedades sexuales que incluyen el cáncer de pene y el de próstata. Pero los detractores rehusan tales argumentos como demostración las actitudes sexistas de la profesión médica. La circuncisión masculina es preconizada precisamente porque se dice que, puesto que las mujeres están mal informadas acerca de sus propios genitales, tienen, por consiguiente, una higiene genital insuficiente. Ergo, ellas no pueden enseñar la propia higiene a sus hijas; y, yendo más al grano, no pueden enseñar una higiene adecuada a sus hijos[104]. El doctor Ritter, médico americano, dice que es un insulto presumir que un niño que se criara cortándose las uñas, sonándose la nariz, cepillándose los dientes y limpiándose el ano sería demasiado estúpido para aprender a retraerse la piel del prepucio y lavarse el glande, un procedimiento no más difícil ni largo que lavarse un dedo. Añade que si uno acepta el argumento de la limpieza como la razón para la circuncisión masculina, sería necesario circuncidar a las mujeres, ya que sus órganos sexuales son más difíciles de lavar que los de los hombres. Sin embargo, nadie en los Estados Unidos aboga por que se extirpe una parte de los genitales femeninos para asegurar la limpieza genital[105]. El argumento de la limpieza se ha invocado, incluso, en los años 50 del siglo XX en Estados Unidos a favor de la circuncisión femenina. En 1958, el doctor McDonald escribió en una revista médica afirmando: El clítoris del lactante está escondido. El prepucio lo recubre al nacer. El rafe medio está invariablemente intacto... Puede permanecer intacto hasta el final de una vida multípara... Cuando el rafe no se abre, la acumulación de esmegma puede causar problemas. Si el rafe se abre sólo en un punto, las bacterias pueden causar contaminación de los residuos. Luego vienen los síntomas de irritación, rascado, irritabilidad, masturbación, frecuencia y urgencia. En las adultas... (coito doloroso) y frigidez... Las mismas razones que se aplican para la circuncisión de los hombres son generalmente válidas cuando se consideran para las mujeres[106]. B) Masturbación La prevención de la masturbación se alegó con frecuencia en Occidente para justificar la circuncisión masculina y femenina. Nunca mencionada en las fuentes árabes clásicas, se repite hoy a menudo en las fuentes árabes contemporáneas para practicar tanto la circuncisión masculina como la femenina[107]. Los cristianos occidentales desarrollaron una fobia a la masturbación por la influencia de los judíos. Su justificación está en el Génesis 38:6-10, en donde se cuenta la historia de Onán, origen de la palabra onanismo, utilizada para designar la masturbación. Este texto se refiere a una norma de los judíos, todavía vigente, que obligaba a un cuñado a casarse con la mujer de su difunto hermano, muerto sin progenie, para asegurarle un hijo (Deuteronomio 25:5-10). Onán violó esta norma al practicar el coitus interruptus para impedir que su cuñada se quedara embarazada, un acto que Jehová le castigó con la muerte. Por extensión, los rabinos dedujeron que la inútil expulsión de semen por medio de la masturbación es reprensible. La Mishná condena la masturbación masculina con estos severos términos: «Cada mano que hace un examen frecuente es, en el caso de la mujer, merecedora de oración, pero, en el caso del hombre, merece ser cortada». En este texto se supone que la mujer se examina a sí misma, en caso de que tenga la regla, y para respetar las normas religiosas de la purificación. Por esta razón, el gesto de ella es merecedor de oración. Además, se considera que la mujer es menos sensible que el hombre, en lo que respecta a la excitación sexual. El Talmud informa de un debate entre rabinos acerca de este texto de la Mishná[108]. En Londres, en 1715 empezó la fobia contra la masturbación, cuando apareció un folleto titulado Onania, o el atroz pecado de la autocontaminación, y consideradas todas sus espantosas consecuencias para ambos sexos, con consejos espirituales y físicos para aquellos que ya se habían dañado con esta abominable costumbre. La mayor influencia del folleto fue sobre el médico suizo Samuel-Augustus Tissot (muerto en 1797), quien contribuyó, por su mala fama, a diseminar la fobia a la masturbación[109] por Europa y, a partir de entonces, por los Estados Unidos durante el siglo XIX. En 1819, el Diccionario de Ciencias Médicas decía: «Los aterradores efectos que arrastra... el funesto hábito de la masturbación fue objeto de las obras de los más famosos médicos de todos los tiempos... De acuerdo con ellos, la excitación continua de los genitales produce casi todas las enfermedades agudas o crónicas que alteran la armonía de nuestras funciones»[110]. John Harvey Kellogg, padre de los famosos cereales para el desayuno Kellogg's, fue una destacada figura en la lucha contra la masturbación. Hizo una fortuna vendiendo libros en los que persuadía a la gente de que la masturbación era una enfermedad. Él culpaba a la masturbación de treinta y una dolencias distintas[111]. Como se podría esperar, en consonancia con una costumbre considerada peligrosa, era necesario encontrar medidas para su erradicación. Además del arrepentimiento espiritual, la mortificación y las buenas obras, los médicos recomendaban remedios no quirúrgicos: lavado de los genitales con agua fría, práctica de deporte hasta quedar exhausto, regulación de la posición al dormir, régimen de comidas, establecimiento de castigos públicos, imposición de ropas especiales y dispositivos mecánicos. La Oficina de Patentes de Estados Unidos expidió alrededor de 20 patentes de dispositivos médicos para prevenir la masturbación; el primero se registró en 1861, el último en 1932[112]. Los médicos también propusieron métodos quirúrgicos, tanto para los hombres como para las mujeres: infibulación, castración, cauterización, utilización de anillos con bordes afilados y circuncisión. Dos de los primeros proselitistas de la circuncisión fueron Abraham Jacobi y M. J. Moisés. Ambos afirmaban que los judíos eran inmunes a la masturbación únicamente porque estaban circuncidados, y que los no judíos eran especialmente proclives a la masturbación y las horribles enfermedades que resultaban de ella únicamente a causa del prepucio. En 1871, Moisés publicó un artículo, que fue muy citado, The value of circuncisión as a hygienic and therapeutic measure, en el New York Medical Journal. En 1914, Abraham L. Wolbarst, otro médico judío, escribía: «Es deber moral de todo médico animar a la circuncisión de los jóvenes». En 1932, incluso argumentó que los adultos que se masturbaban fueran esterilizados y se les prohibiera casarse. Con la recesión de la fobia a la masturbación, los médicos americanos no recomendaban la circuncisión masculina y femenina para parar la masturbación tanto como antes. En 1942, el doctor Benjamin Spock discutía la utilización de la circuncisión, en chicos y chicas, para el tratamiento de la masturbación y concluía que «la circuncisión u otros procedimientos quirúrgicos deberían... ser evitados a cualquier coste para el tratamiento de la masturbación»[113]. A pesar de este comentario, siguió estando a favor de la circuncisión de los niños, y no la abandonó hasta 1976[114]. La circuncisión fue utilizada para prevenir la masturbación como causa de diferentes enfermedades. Pero la circuncisión ha sido utilizada, en un tiempo u otro, como prevención contra casi todas las enfermedades, incluidas la locura, calvicie y dolor de espalda. La única enfermedad que no ha sido mencionada por los médicos es probablemente la fiebre del heno. Pero podrían hacerlo más adelante. Nos limitamos aquí a cinco enfermedades importantes: enfermedades venéreas, cáncer, fimosis, infección urinaria y, más recientemente, SIDA. C) Prevención de enfermedades venéreas Antes del descubrimiento de los microbios, las enfermedades venéreas, como la sífilis, provocaban auténtico pánico en Occidente, tanto como el SIDA en las últimas décadas. En la década de 1880, se creó una auténtica sífilofobia en los Estados Unidos. La sífilis se veía como un castigo de Dios para los malhechores, y algunos médicos llegaron a negarse a tratar a estos pacientes [115]. En el pico de la histeria popular acerca de la enfermedad venérea, el doctor Eugene A. Hand, un médico militar, pronunció una conferencia, titulada La circuncisión y la enfermedad venérea, en la reunión anual de la Sociedad Médica Americana, celebrada el 12 de junio de 1947. Tras comparar las tasas de enfermedades venéreas entre los judíos, gentiles y negros, el doctor Hand expuso la teoría de que la circuncisión podría prevenir la enfermedad venérea. Escribió: La circuncisión no es frecuente entre los negros... Muchos negros son promiscuos. Entre los negros hay poca circuncisión, poco conocimiento o miedo de la enfermedad venérea y la promiscuidad es casi un avispero de infección. Por lo tanto, la tasa de enfermedades venéreas en los negros se mantiene alta. Entre estos dos extremos están los gentiles, con una tasa de enfermedades venéreas más alta que la de los judíos y mucho más baja que la de los negros [116]. En 1973, el doctor Abraham Ravich escribió La prevención de las enfermedades venéreas y el cáncer mediante la circuncisión. Cuando este libro se publicó, las enfermedades venéreas habían ya alcanzado proporciones epidémicas en los Estados Unidos, especialmente entre la gente joven. El doctor Ravich discutió un amplio abanico de asuntos; por ejemplo, dio sus propias interpretaciones de la Biblia, parafraseó citas bíblicas, dio sus propias interpretaciones médicas de ellas y atribuyó las epidemias prehistóricas a la inmoralidad sexual, y las epidemias posteriores a la retención del prepucio. Sugirió la circuncisión obligatoria[117]. Wallerstein indicó que el exceso de énfasis en la relación entre la circuncisión y las enfermedades venéreas tiende a limitar el problema a los hombres. Sin embargo, en algún aspecto, las enfermedades venéreas son más graves en las mujeres. En los hombres, las enfermedades venéreas suelen ser sintomáticas (esto es, aparecen síntomas físicos: úlceras, pus, dolor, etc.). Es más, los genitales masculinos son más fáciles de inspeccionar. En contraste, los genitales femeninos están más escondidos y las infecciones son a menudo asintomáticas (esto es, no aparecen síntomas físicos). Aunque puede no haber síntomas, la mujer puede infectar a su pareja sexual. Además, las infecciones venéreas pueden afectar los genitales externos e internos de las mujeres y de los hombres. ¿Hay que extirpar los genitales externos de las mujeres simplemente porque pueden ser asiento de infecciones venéreas? Tiene tanto sentido como extirpar el prepucio masculino para prevenir las enfermedades venéreas[118]. Tras haber revisado todo lo escrito sobre este tema, desde 1855 hasta 1997, el doctor Van Howe llega a la siguiente conclusión: Hasta hace poco, ningún estudio había examinado el impacto de la circuncisión en la incidencia general de ETS (Enfermedades de transmisión sexual). Los datos indican que un hombre circuncidado puede tener un alto riesgo de ETS. Esto concuerda con las tendencias vistas en Estados Unidos. A medida que la circuncisión neonatal habitual se ha aplicado, la tasa de ETS ha aumentado, no descendido. Entre las naciones desarrolladas, Estados Unidos tiene una de las tasas más altas de ETS, infección por VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) y circuncisión masculina[119]. D) Cáncer de pene y de cuello uterino En 1932, el médico judío, Abraham Wolbarst, escribió un artículo en Estados Unidos, en el que decía que la circuncisión prevenía el cáncer. Basado en la afirmación de que los judíos eran inmunes al cáncer de pene, propuso la teoría de que el cáncer de pene era causado por «la acumulación de productos patogénicos en la cavidad prepucial» [120]. En 1942, ampliando la teoría de Wolbarst del esmegma como carcinógeno, y repitiendo el mito de la inmunidad de los judíos a la enfermedad. El doctor Ravich postuló un vínculo causal entre el prepucio y el cáncer de próstata. También volvió a afirmar que el cáncer del cuello uterino era causado por el esmegma masculino [121]. La popular revista Newsweek informó de las afirmaciones de Ravich y citó su petición de que «hubiera una mayor universalidad de la práctica de circuncidar lactantes masculinos» [122]. Ravich publicó otro artículo en 1951 en el que alegaba que 25.000 muertes por cáncer eran causadas por el prepucio, cada año, y que de tres a ocho millones de hombres americanos, todavía vivos, habían contraído cáncer de próstata por tener el prepucio. Ravich concluía que un programa de circuncisión masiva involuntaria era necesario como «importante medida de salud pública»[123]. En resumen, esta teoría comienza con la hipótesis de que el esmegma es un carcinógeno y que los judíos tienen la menor tasa de cáncer de pene y de cuello uterino porque los circuncidan al octavo día de vida. Los musulmanes los siguen. Y los últimos son los no circuncidados. Esta teoría se ha repetido en muchos artículos, todos referidos al artículo de Wolbarst de 1932[124]. Los detractores rechazan esta teoría. Su posición ha sido confirmada desde 1975 por la Academia Americana de Pediatría [125] y la Sociedad Americana del cáncer, el 16 de febrero de 1996[126]. Además, la realización de la circuncisión es más peligrosa que la enfermedad que previene. El doctor Denniston explica: No es razonable, ni ético, sugerir que se realice la extirpación de tejido normal en 100.000 lactantes varones normales por la posibilidad de prevenir un caso de cáncer de pene del adulto. Por comparación, el riesgo de cáncer de mama es ahora alrededor de cien veces mayor, pero no sugerimos extirpar todas las mamas para prevenir esta temible enfermedad[127]. E) Fimosis y parafimosis La fimosis consiste en la dificultad de retraer el prepucio debido a la estrechez del mismo. En la parafimosis, un prepucio demasiado estrecho se queda detrás del glande, sin poder echarlo hacia delante para recubrir el glande. En el siglo XIX, el médico americano, Lewis Sayre (muerto en 1900) consideró que un prepucio largo y adherente era, no sólo la causa de parálisis, sino de enfermedad de la articulación de la cadera, hernia, malas digestiones, inflamación y parálisis de la vejiga, torpeza, epilepsia y pie zambo. Año tras año, la lista de enfermedades supuestamente causadas por la fimosis continuó creciendo [128]. En 1932, el doctor Abraham Wolbarst asignaba a la fimosis el cáncer, la sífilis y el chancro blando. Otros médicos americanos añadieron la masturbación, la enuresis nocturna, el estreñimiento, las poluciones nocturnas frecuentes, la histeria y la neurastenia. La circuncisión ha sido considerada la curación para todas estas enfermedades. Era necesario examinar a todos los niños después del nacimiento. Si el prepucio no se retraía, se consideraba que tenía fimosis tributaria de circuncisión[129]. Las mismas tendencias predominaron en Gran Bretaña hasta 1949, cuando el doctor Douglas Gairdner trató de demostrar en un artículo científico que lo que era llamado fimosis es, en la gran mayoría de los casos, un fenómeno natural, en absoluto patológico. Tras revisar todas las alegaciones a favor de la circuncisión, las rechazó por no convincentes y concluyó que el prepucio del lactante debería ser dejado en su estado natural[130]. Con respecto a la parafimosis, para la que los médicos recomiendan la circuncisión, es necesario advertir que es el resultado de un abuso, no una enfermedad, al retraer prematuramente y, de modo forzado, el prepucio y atraparlo en el surco balanoprepucial. En la consulta pediátrica, el problema se ve en lactantes cuyos padres han sido instruidos para retraerle el prepucio por un médico o enfermera equivocados, pero no para volverlo a echar hacia delante después, y, a veces, en niños mayores, como consecuencia de una apuesta. La reducción bajo anestesia general es casi siempre posible. La circuncisión debería ser considerada sólo en el caso excepcional de episodios recurrentes [131]. F) Infección del tracto urinario A mediados de la década de 1980, las infecciones del tracto urinario (ITU) emergieron como la nueva excusa para practicar la circuncisión masculina. El líder de esta teoría fue el médico americano Thomas Wiswell. En uno de sus trabajos con 5.261 niños nacidos en hospitales militares americanos, sugirió que la circuncisión podría reducir la tasa de ITU. Según él, esta tasa es de 1,4% para los niños intactos, y 0,14% para los circuncidados[132]. Aunque la diferencia en la tasa fue sólo de 1,2% puntos, se hizo aparecer como significativa al establecerla en términos de un incremento del 10%. Los defensores alabaron la publicación del estudio de Wiswell como la largamente esperada indicación para la práctica de la circuncisión. Los detractores de la circuncisión masculina dicen que, aún siendo correctas las cifras de Wiswell, dicen que para salvar a 1,4 niños, es necesario circuncidar a 100 niños, mientras que es posible prevenir y curar las infecciones sin recurrir al escalpelo. Si tenemos en consideración los riesgos inherentes de la operación, tenemos que admitir que la prevención propuesta por Wiswell es peor que el daño que pretende evitar [133]. Los detractores también apuntan que las mujeres tienen una tasa más alta de infecciones urinarias que los hombres, y que ningún médico aboga por la cirugía genital para reducir las infecciones del tracto urinario femenino. Éstas se tratan con antibióticos y cualquier otro tratamiento está considerado fuera del habitual y acostumbrado Standard of Care que es la referencia en los pleitos por mala praxis en Estados Unidos[134]. Finalmente, ellos señalan que, lógicamente, la conservación del niño intacto es una medida que debería protegerles contra las infecciones urinarias y no lo contrario. El prepucio protege el glande de la orina y los excrementos. Si se corta el prepucio mediante la circuncisión, el tracto urinario está más expuesto a las infecciones[135]. Es al menos tan frecuente para los hombres circuncidados tener infecciones urinarias como para los no circuncidados. G) SIDA La teoría de que la circuncisión previene el SIDA es la última invención de los defensores de la circuncisión, masculina y femenina. Sin entrar en detalles científicos, necesitamos comentarla. Antes de nada, es interesante mencionar que las fuentes árabes indican que no sólo la circuncisión masculina, sino también la circuncisión femenina previene en SIDA. El periódico egipcio Aqidati publicó un artículo el 5 de septiembre de 1995 con el título Un testigo de la casa de la novia dice: la circuncisión protege contra el SIDA. El autor de este artículo, el doctor Shafiq, escribió: «Una organización médica europea confesó que la circuncisión protege contra el SIDA, esta peste de los tiempos modernos». Añadía: «Esta confesión en nombre de una organización médica es, probablemente, la respuesta más firme y elocuente contra la feroz campaña de la CNN animando a atacar al Islam que insiste en la circuncisión». Este artículo se refiere a la película de la CNN del 7 de septiembre de 1994 sobre la circuncisión de una niña en El Cairo. El periódico egipcio Sawt al-ummah del 9 de septiembre de 1995 publicó un artículo con el título La circuncisión protege a las mujeres contra el SIDA. En el artículo se comenta lo siguiente, dicho por el obstetra Izzat Al-Sawi: Si las organizaciones médicas occidentales concluyeron que la circuncisión protege contra el SIDA y el cáncer de pene, no debe asombrarnos porque la circuncisión femenina no presenta ningún problema y no se debe temer nada de ella. Un artículo en el periódico egipcio Al-hadaf, cuya fecha es desconocida, titulado La circuncisión femenina protege contra el SIDA. El artículo dice: Las agencias de prensa internacionales distribuyeron últimamente información acerca de que una organización médica europea confesaba que la circuncisión de niñas protegía contra el SIDA. La información en cuestión añade que el equipo de médicos que llegó a esta conclusión estudió un número de ciudadanas canadienses, noruegas y danesas. Tras haber obtenido la anulación, el 24 de junio de 1997 por un tribunal de El Cairo, del decreto del ministro egipcio de sanidad en el que se prohibía la circuncisión femenina, el jeque Al-Badri declaró: Es nuestra religión. Rezamos, ayunamos y circuncidamos. Durante catorce siglos nuestras madres y nuestras abuelas hicieron la circuncisión. Aquellos que no están circuncidados cogen el SIDA con mayor facilidad[136]. Está claro que la prensa egipcia y el jeque Al-Badri quieren convencer al público egipcio de que la circuncisión femenina protege contra el SIDA, invocando el testimonio del sistema médico europeo. Sin embargo, el procedimiento constituye una gran falsificación. La información occidental mencionada más arriba es falaz, no se refiere a la circuncisión femenina, sino sólo a la circuncisión masculina. En lo que concierne a los detractores de la circuncisión femenina, afirman, por el contrario, de que contribuye a la propagación del SIDA, debido al instrumental no estéril utilizado y a las infecciones derivadas de la herida[137]. Es necesario añadir el peligro inherente a utilizar la misma herramienta para circuncidar a varias niñas. La teoría de la prevención del SIDA por medio de la circuncisión comenzó a finales de 1980, cuando algunos estudios africanos pretendían que había un nexo entre la propagación del virus de la inmunodeficiencia humana y los penes no circuncidados. Los defensores de la circuncisión masculina en los Estados Unidos se aprovecharon de esta teoría para defender esta práctica, que está siendo atacada, cada vez más, por muchos detractores. Entre estos defensores, es necesario mencionar al médico judío Aaron Fink, quien mandó en 1986 una carta a una revista médica para defender esta teoría[138]. Interrogado por un periodista, el doctor Fink tuvo que declarar, no obstante, que no tenía manera de probar esta teoría [139]. Muchos otros médicos, fundamentalmente judíos, apoyaron esta teoría[140]. Los protagonistas de esta teoría comenzaron con una observación de la distribución geográfica del SIDA y de la circuncisión. Notaron que, en las regiones en donde se practicaba la circuncisión, había una tasa más baja de contaminación por SIDA. Se basaron en los datos estadísticos referentes a la circuncisión desde el año 1950, sin tener en cuenta que estos datos pueden cambiar, y despreciaron otros datos sociales que juegan un papel como la edad de la primera relación sexual, la práctica de la circuncisión femenina y la poligamia[141]. Otros examinaron a 283 conductores de camiones y a sus asistentes, quienes recorrían grandes distancias transportando mercancías entre Kenya y Zaire. Pero no se menciona si se confirmó por la exploración física si estaban o no circuncidados. En el estudio se proporcionan sólo las ratios y no los números reales, y no se hizo un intento de explorar otros posibles factores. Otros investigaron la prevalencia de las infecciones por el virus de la inmunodeficiencia humana y sus riesgos asociados en 1.169 hombres consultados en Abidjan, en tres clínicas dedicadas a las enfermedades de transmisión sexual. Otros estudios se referían a gente que frecuentaba prostitutas en diferentes países africanos. Todos estos estudios presuponen que el prepucio es el vector del virus del SIDA, en vez de tener en cuenta otros factores. Un factor olvidado es que los hombres no circuncidados, en determinados países, tienen dificultades para encontrar una mujer. Por esta razón, buscan prostitutas para tener una relación sexual. Ésta puede ser una razón para explicar su mayor riesgo de contraer el SIDA[142]. Los detractores de la circuncisión masculina critican, de estos estudios, que estén basados en datos referentes a África, en vez de datos referentes a Estados Unidos, en dónde el SIDA es muy frecuente [143]. De hecho, las cifras publicadas por la OMS, en 1995, prueban que los Estados Unidos es el país con la tasa más elevada de personas infectadas, entre los países desarrollados. Tasa de infección por VIH por cada 100.000 personas, todos países en los que no se practica la circuncisión Italia 8,9 Suiza 6,5 Dinamarca 4,4 Francia 3,5 Holanda 2,7 Alemania 2,2 Austria 2,0 Suecia 2,0 Noruega 1,6 Finlandia 0,9 Polonia 0,2 Hungría 0,2 La tasa en Estados Unidos es igual a 16,0. Es interesante notar que, en los países europeos con las tasas más altas de infección por el VIH, es en donde hay un mayor número de musulmanes circuncidados entre los trabajadores inmigrantes. Para comentar estas cifras, Fleiss escribió: El mito no comprobado de que la circuncisión puede prevenir el SIDA, no sólo es falso, sino peligroso. Puede hacer creer a los americanos circuncidados que son inmunes al virus de la inmunodeficiencia humana y, por lo tanto, libres de practicar el sexo sin protección con personas infectadas por el VIH. Esto sólo causará más muertes y una mayor diseminación del VIH y del SIDA[144]. Los detractores de la circuncisión masculina afirman que la circuncisión, en vez de prevenir contra el SIDA, puede ser un factor propagador. Alegan los siguientes elementos: - La circuncisión produce cicatrices que hacen que la piel del pene sea más tensa y menos húmeda. Por lo tanto, los penes circuncidados tienen más probabilidades de ser dañados durante el acto sexual. - Los hombres circuncidados practican más el sexo anal y el oral, y son más proclives a la homosexualidad. - Los hombres circuncidados cambian de pareja sexual más a menudo. - Los hombres circuncidados son más reticentes a utilizar condones y a penetrar sin mucho juego preliminar [145]. - Los hombres circuncidados pueden creerse protegidos contra el SIDA y, por lo tanto, tener relaciones sexuales peligrosas. Estos factores, según los detractores, contribuyen a la propagación del SIDA, y no a su reducción. Es necesario añadir que, para prevenir un solo caso de SIDA, sería necesario circuncidar a 23.148 niños, con un coste de 9.600.000 dólares. Si se añaden los peligros inherentes a la circuncisión, recurrir a la circuncisión para prevenir el SIDA se hace más peligroso y caro para una sociedad que el SIDA mismo[146]. El doctor Ritter escribe al respecto: Obviamente, es el contacto con los microorganismos específicos el que produce la enfermedad, y es la educación sobre el sexo seguro, no la amputación de partes sanas a los recién nacidos, lo que es medicina preventiva sana para las enfermedades de transmisión sexual[147]. En septiembre de 1994, el doctor Shimon Glick, director del Centro de Educación Médica de la Universidad Ben-Gurion de Negev, me mandó un artículo acerca de la relación entre no estar circuncidado y el SIDA, acompañado de un papel en el que escribió: «Si Dios manda algo, no puede ser perjudicial». Está claro que la propaganda a favor de la circuncisión masculina tiene el propósito de demostrar que Dios no puede equivocarse al mandar la circuncisión masculina. III. Razones políticas detrás de la distinción Detrás de las razones religiosas y médicas, mencionadas más arriba, que se invocan para justificar la distinción entre la circuncisión masculina y femenina, no se deberían olvidar las políticas. El 12 de enero de 1992, pregunté a la doctora Leila Mehra, de la OMS (Ginebra): «¿Por qué la OMS se preocupa sólo de la circuncisión femenina y no considera la circuncisión masculina?» Respondió: «La circuncisión masculina se menciona en la Biblia. ¿Quiere crearnos problemas con los judíos?» El mismo día, vi a la señora Berhane Ras-Work, presidenta del comité interafricano, en su despacho. Fue bastante extraño, me dio la misma respuesta, lo que ilustraba que las dos, indudablemente, se habían consultado al respecto antes de verme. Recordemos que la OMS publicó muchos documentos y organizó muchas conferencias sobre la circuncisión femenina. Nunca trató la circuncisión masculina. Incluso cambió el nombre de circuncisión femenina por el de mutilación genital femenina para evitar problemas con los judíos. Como sabemos, los rabinos consideran la circuncisión un componente importante del judaísmo y de la identidad de los judíos. Por esta razón, consideran que cualquier campaña contra esta costumbre es un ataque contra sus creencias. Ellos acusan de antisemitismo a los detractores de la circuncisión no judíos, y a los detractores judíos de odio a sí mismos. Los judíos utilizan el término antisemitismo para designar cualquier actitud hostil para con los judíos. Sin embargo, no todos los judíos son semitas, y los que lo son constituyen una pequeña minoría entre los pueblos semíticos. Por otra parte, si hacemos una lista de todos los grupos religiosos que practican la circuncisión, vemos que los judíos son el más pequeño, ya que sólo llegan a 16 millones, contra mil millones de musulmanes y cerca de 350 millones de cristianos. Todavía más, un número creciente de judíos prefiere no circuncidar a sus hijos. Finalmente, se puede considerar que el silencio ante la circuncisión de los niños judíos es una actitud hostil hacia los judíos, porque implica que creemos que no merecen nuestra protección y no tienen el mismo derecho a la integridad física que los niños no judíos. A pesar de la inconsecuencia de la acusación de antisemitismo, tiene repercusiones importantes con respecto al debate de la circuncisión masculina. Para evitar ofender a los judíos, el término circuncisión femenina ha sido reemplazado por el de mutilación genital femenina, con el fin de evitar la sugerencia de cualquier analogía entre las dos costumbres. El término mutilación genital femenina se ha restringido para referirse sólo a la circuncisión femenina porque la utilización de este término para describir la circuncisión masculina podría herir la sensibilidad de los judíos. Por haber comparado la circuncisión masculina y femenina, fue citado en el Antisemitism World Report de 1997, en el que se dice: En abril, se publicó en Lausana un libro de Sami Aldeeb, un jurista suizo de origen palestino cristiano, en el que ataca a los judíos por la práctica de la circuncisión ritual y la compara a la clitoridectomía femenina[148]. El boletín se refiere a un folleto titulado Mutilar en el nombre de Jehová o Alá: legitimación de la circuncisión masculina y femenina. El documento incriminado en el boletín había sido distribuido en el Tercer Simposio sobre mutilaciones sexuales, que tuvo lugar en Maryland, en 1994, en el que participó Miriam Pollack. Ella envió este documento a diferentes grupos judíos para movilizarlos en mi contra. Algunos me escribieron para hacerme reproches. En el Cuarto Simposio internacional, celebrado en Lausana, en 1996, ella atacó algunas ideas mencionadas en mi documento: Los errores de percepción de que los judíos son responsables de la alta tasa de circuncisión entre los no judíos en los Estados Unidos, o de que los judíos defienden la circuncisión de los no judíos para convertir secretamente a cristianos conversos puede que no tenga la intención de ser maliciosa, pero son simplemente equivocadas. Se hacen eco, con todos los peligros de los viejos bulos del poder exagerado de los judíos, de las teorías de la conspiración de los judíos, y que no se apartan mucho de la prolongada imagen de los judíos como personificación del mal. Los judíos, al contrario que los cristianos, no buscan activamente conversos y, una vez que una persona no judía decide hacerlo, el proceso es largo y arduo. La proliferación de tales errores de percepción contribuye inevitablemente a la creación de una atmósfera hostil para con la comunidad judía y provoca que los judíos, incluso los seglares, cierren filas en contra de tales posiciones. Tales errores de percepción no contribuyen al movimiento a favor del fin de la circuncisión[149]. La acusación de antisemitismo no proviene sólo de los judíos, sino también de los cristianos, y está dirigida contra ambos, judíos y no judíos. Betty Katz Sperlich, una enfermera judía que fundó la asociación Enfermeras a favor de los derechos del niño, dice: «He sido tachada de antisemita por gente no judía. Estamos tocando una fibra sensible. Pero, como judía, ¿cómo no podría hablar en alto contra la circuncisión de los judíos? Defraudaría a los niños judíos»[150]. Pongamos ahora un ejemplo de este dilema. El 25 de septiembre de 1998, el Comité nacional de Bioética de Italia adoptó la postura por la que consideraba la circuncisión femenina una violación de la ley, pero no la circuncisión masculina. Este Comité también decidió que, debido al principio de la secularización del estado, la circuncisión masculina no podía estar a cargo de la seguridad social[151]. En una notificación de prensa, el presidente de la Asociación de consumidores criticó esta decisión el mismo día en que fue anunciada, considerándola como ¡«antijudaísmo y antisionismo»! [152] El miedo de ser acusados de antisemitismo llevó a los movimientos anti-circuncisión en Estados Unidos a hablar sólo de la circuncisión habitual practicada en los hospitales tras el nacimiento con pretextos médicos, y no de la circuncisión religiosa. Pero esta actitud pone sobre el tapete un problema moral a estas organizaciones, porque significa que no es necesario proteger a los niños judíos. Un resultado de esta actitud es que algunos hombres judíos se sienten, no sólo víctimas de sus tradiciones, sino también abandonados por aquellos que se oponen a la práctica de la circuncisión. Este abandono, comprensiblemente, les parece una forma de antisemitismo [153]. Pregunté a Marilyn Milos, Presidenta de NOCIRC, si teme ser acusada de antisemitismo debido a su oposición a la circuncisión masculina. Respondió: En un principio, fui tildada de antisemita por hacer este trabajo, aunque en aquellos años nunca mencioné la circuncisión religiosa. En 1987 o así, un abogado judío de Florida me escribió aplaudiendo mis esfuerzos en nombre de los niños. Luego me castigó por no proteger el derecho de los niños musulmanes y judíos a su integridad física. Me preguntó: «¿Es usted antisemita?» ¡No soy en absoluto reticente a decir que todos los niños tienen un derecho inalienable a su integridad física! Un médico americano describe el miedo a la acusación de antisemitismo. Escribe: Debido a que la circuncisión es un asunto religioso de importancia primordial en la fe judía e islámica, muchos médicos no están dispuestos a oponerse a los aspectos mutiladores de la circuncisión por miedo a ofender a sus colegas judíos e islámicos o, lo que es peor, de ser tildados de «antisemitas». Este miedo irracional de afectar la sensibilidad de los judíos se ha extendido al Departamento de Sanidad y Servicios humanos de Estados Unidos. Cuando se les pregunta qué podría hacer la agencia para limitar la circuncisión neonatal no religiosa habitual, la agencia respondió que «cualquier intento por una agencia pública de desaprobar la circuncisión no médica podría ser mal interpretada como un ataque contra los grupos religiosos que la practican», y «no es adecuado por parte de nuestro gobierno adoptar una política que es crítica, de modo directo o indirecto, con las costumbres religiosas»[154]. El 10 de octubre de 1996, la televisión de Ontario difundió la película It's a Boy (Es un niño), sobre un productor judío que cuenta la historia de una circuncisión fallida de un niño judío, practicada por un rabino. Esta película provocó una rápida reacción por parte de la Asamblea Judía de Canadá que la tachó de «propaganda sin adulterar... anti-judía y anti-musulmana». El Centro Simon Wiesenthal para estudios sobre el Holocausto, en Toronto, señaló que «era totalmente inadecuado por parte de una emisora educativa, financiada por el gobierno, lanzar un ataque contra una de las costumbres religiosas más antiguas y sagradas de los judíos y musulmanes». El noticiario judío canadiense apoyó estas dos críticas, afirmando que la «televisión de Ontario actuó de modo vergonzoso» y añadió: Quienquiera que vaya contra esta costumbre -seglar, humanista, ateo- lo hace en vano. A través de la historia, muchos han viajado en este círculo, la mayoría de ellos intentaron causar daño a los judíos. Pero la historia lo ha demostrado, no pueden ya desacreditar la berith milah, como no lo pueden hacer con el arco iris, otro de los signos misteriosos y milenarios de Dios[155]. Tenemos que recordar aquí que las leyes de todos los países mencionan el derecho a la integridad física, imponen sanciones penales a su violación y prevén indemnizaciones civiles a favor de los afectados. Pero, es bastante extraño que este derecho se omita en la Declaración Universal, la Alianza de Derechos civiles, el Convenio del Niño y la Convención Europea de derechos humanos. Esta omisión, desde luego, no es una coincidencia. Los dos únicos documentos internacionales que mencionan este derecho son el Convenio americano de Derechos humanos, de 1969, y la Carta africana de Derechos humanos, de 1981. CONCLUSIÓN: ALGUNOS PUNTOS FUNDAMENTALES 1) El principio de la integridad física Usted no puede estar en contra de la circuncisión femenina y a favor de la circuncisión masculina, a menos que quiera convencernos de que: - Su cultura es mejor que la de los otros, - Su religión es mejor que la de los otros, - Sus libros sagrados son mejores que los de los otros, - Las niñas tienen derecho a ser protegidas, pero los niños no. Hay un principio que tenemos que aceptar o rechazar de plano: el derecho a la integridad física. Si aceptamos este principio, tenemos que aplicarlo a todos, cualquiera que sea su religión, raza, color, sexo y cultura. Como yo acepto este principio, considero que la circuncisión masculina es tan crimen como la circuncisión femenina, que debe ser castigada cuando se practica en una persona que no la consienta y sin una razón médica seria y efectiva. Por esta razón, considero inmoral toda legislación (occidental u otra) que condene la circuncisión femenina y acepte la circuncisión masculina. 2) Diferencias Uno puede admitir que algunos tipos de circuncisión femenina son más dañinas que el primer o el segundo tipos de circuncisión masculina. Del mismo modo, uno puede admitir que la amputación de un dedo meñique es más grave que la amputación de la mano. Una diferencia del estilo no da derecho a extirpar el dedo meñique de otros sin su consentimiento y sin una razón médica efectiva y sólida. También podemos argumentar que matar a una persona es más grave que robarle. Pero la gravedad de matarlo no te da el derecho de robarle. 3) Beneficios médicos Uno puede admitir que la circuncisión masculina o femenina (como la amputación de la mano o del dedo meñique) puede ser practicada, en casos muy raros, por razones médicas. Pero a mí me parece que esos beneficios médicos con intención de generalizar esta costumbre son sólo argumentos para justificar un acto bárbaro de post facto. Aunque no soy médico, me parece que sería demasiada vanidad creer que la naturaleza cometió un error que requiriese una intervención quirúrgica a tan gran escala. 4) Respeto a la voluntad ajena Cuando Abraham pretendió haber recibido la orden de Dios de circuncidarse a sí mismo, tenía noventa y nueve años, según la Biblia (¡y ochenta o ciento veinte años según las fuentes islámicas!). Para mí, un Dios que pide a sus adeptos marcarse a sí mismos en su órgano sexual, como uno marca el ganado, es un Dios de moralidad dudosa. A menos que asumamos que Abraham no estuviera bien de la cabeza a su edad, y que Dios nunca dio tal orden al pobre Abraham. En ambos casos, uno puede olvidarse de Abraham y de su extraña historia. Aquellos que no acepten esta manera liberal de interpretar la Biblia tienen, sin embargo, que reconocer que Abraham era un adulto cuando se circuncidó. Si respetamos a nuestros niños, debemos dejarlos íntegros hasta la edad de dieciocho años. Ellos podrán decidir por sí mismos si se mutilan el pene o no. Pueden, incluso, extirparse las orejas, si quieren. Bibliografía Abd-al-Raziq, Abu-Bakr: Al-khitan, ra'y al-din wal-'ilm fi khitan al-awlad wal-banat, Dar Al-i'tissam, Cairo, 1989. Ad hoc working group of international experts on violations of genital mutilation, POB 197, Southfields, New York 10975, USA. Al-Asbahani: Kitab dala'il al-nubuwwah, Alam al-kutub, Riyad, 1988.. Aldeeb Abu-Sahlieh, Sami A.: Circoncision masculine, circoncision féminine, débat religieux, médical, social et juridique, L'Harmattan, Paris, 2001. Aldeeb Abu-Sahlieh, Sami A.: Khitan al-dhukur wal-inath ind al-yahud wal-masihiyyin wal-muslimin, al-jadal al-dini, Riad El-Rayyes, Beirut, 2000. 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[3] Mutilations sexuelles féminines: dossier d'information, WHO, Geneva (1994); Toubia, Nahid; Izett, S: Female genital mutilation, an overview, WHO, Geneva, 1998. [4] Egypt Demographic and Health Survey 1995, National Population Council, Cairo, September 1996; Le Monde, 26 June 1997, p. 3. [5] E/CN.4/sub.2/1991/48, 12.6.1991, par. 136. [6] E/CN.4/sub.2/1991/48, 12.6.1991, par. 27. [7] Mrs. Al-Warzazi hizo referencia a nuestra correspondencia en su informe sobre las costumbres tradicionales de 1997 (E/CN.4/Sub.2/1997/10, 25.6.1997, par. 18). [8] Male and female circumcision among Jews, Christians and Muslims: religious, medical, social and legal debate, Shangri-La Publications, Warren Center (PA 19951), 2001, 400 pages; y en francés: Circoncision masculine, circoncision féminine, débat religieux, médical, social et juridique, L'Harmattan, Paris, 2001, 537 pages. [9] Strabon: Géographie de Strabon, trad. par Amédée Tardieu, vol. 3, Hachette, Paris, 1909, vol. 3, p. 367 et 465. [10] Leslau, Wolf: Coutumes et croyances des Falachas (Juifs d'Abyssinie), Institut d'Ethnographie, Paris, 1957, p. 93; Davis, Elizabeth Gould: The first sex, Penguin Books, New York, 1972, p. 155; Bruce, James: Travels to discover the source of the Nile in the years 1768-1773, Robinson, Paternoster-Row, London, 1790, vol. 3, p. 341-342. [11] Me he opuesto a la postura de Edmond Kaiser sobre este asunto en los periódicos suizos. Véase, por ejemplo, Le Nouveau Quotidien, 8 de julio de 1997, y la respuesta de Edmond Kaiser en el mismo periódico, 18 de julio de 1997. [12] Ginzberg, Louis: The legends of the Jews, The Jewish publication society of America, Philadelphia, 12th edition, 1937, vol. V, p. 273. [13] Cohen, Eugene J.: Guide to ritual circumcision and redemption of the first-born son, Ktav Publishing House, New York, 1984, p. 4-5. [14] Barth, M. Lewis (ed.): Berit mila in the reform context, Berit mila board of reform Judaism, s.l., 1990, p. 141-144. [15] Ibid., p. 146. [16] Wallerstein, Edward: Circumcision: an American fallacy, Springer Publishing, New York, 1980, p. 250, note 16. [17] Barth, M. Lewis (ed.): Berit mila in the reform context, op. cit., p. 146-147. [18] Ibid., p. 146-147. [19] Ibid., p. 147-148. [20] Hoffman, Lawrence A: Covenant of blood, circumcision and gender in rabbinic Judaism, University of Chicago Press, Chicago & London, 1996, p. 219. [21] Véase este ritual al final del libro de Goldman, Ronald: Questioning circumcision: a Jewish perspective, Circumcision Resource Center, Boston 1995. [22] Mensaje en Internet, 30 mayo de 1997 de Ari Zighelboim, [email protected]. Véase también London Daily Telegraph, 5 May 1997. [23] Origène: Homélie sur la Genèse, Éditions du Cerf, Paris, 1985, p. 125-127. [24] Ibid., p. 135-137. [25] Ibid., p. 139. [26] Cyrille d'Alexandrie: Lettres festales, Éditions du Cerf, Paris, 1991, p. 373-375 [27] Ibid., p. 365. [28] Ibid., p. 367. [29] Anba Gregorius, Al-khitan fil-massihiyyah, Faggalah, 1988, p. 20-27 [30] As'ad, Maurice: Khitan al-banat min manzur massihi, Cairo (s.d.), p. 6. [31] McMillen, S. I. M.: None of these diseases, revisado, actualizado y ampliado por David E. Stern, Revell, Grand Rapids (MI), fifteenth printing 1995. [32] Ibid., p. 15. [33] Ibid., p. 87-96 bajo el título "Circumventing cancer with circumspect circumcision". El título de la primera edición era "Science arrives four thousand years late". [34] Ibid., p. 88. [35] Ibid., p. 38. [36] Ibid., p. 92-94. [37] Dan Gayman: Lo, children... our heritage from God, Church of Israel, Schell City (MO), 1991. [38] Ibid., p. 14-15. [39] Ibid., p. 15-17. [40] Citado porCitado por Bigelow, Jim: The Joy of Uncircumcising, restore your birthright and maximize sexual pleasure, Hourglass Book publishing Aptos, CA 95001, 2nd edition 1995, p. 84-85. [41] Ibid., p. 86. [42] Ibid., p. 86. [43] Ibid., p. 86. [44] Ibid., p. 87. [45] Ibid., p. 87. [46] Romberg, Rosemary: Circumcision, the painful dilemma, Bergin & Garvey Publishers, Massachusetts, 1985. [47] Romberg, Rosemary: Circumcision and the Christian parent, s.d. and s.l. Disponible también en: www.noharmm.org/christianparent.htm. [48] Citado por Jad-al-Haq, Jad-al-Haq Ali: Khitan al-banat, en Al-fatawi al-islamiyyah min dar al-ifta al-masriyyah, Wazarat al-awqaf, Cairo, vol. 9, 1983, p. 3121 y por Al-Sukkari, Abd-al-Salam Abd-al-Rahim: Khitan al-dhakar wa-khifad al-untha min mandhur islami, Dar al-manar, Héliopolis, 1988, p. 84. [49] Al-Jamri, Abd-al-Amir Mansur: Al-mar'ah fi zil al-islam, Dar al-hilal, Beirut, 4th edition, 1986, p. 170-171. [50] Citado por Al-Sukkari: Khitan, op. cit., p. 59. [51] Al-Jamri: Al-mar'ah fi zil al-islam, op. cit., p. 170-171. [52] Citado por Al-Sukkari: Khitan, op. cit., p. 50. [53] Citado por Abd-al-Raziq, Abu-Bakr: Al-khitan, ra'y al-din wal-'ilm fi khitan al-awlad wal-banat, Dar Al-i'tissam, Cairo, 1989, p. 71. [54] Citado por Al-Sukkari: Khitan, op. cit., p. 55. [55] Al-Sukkari: Khitan, op. cit., p. 55-56. [56] Citado por Al-Sukkari: Khitan, op. cit., p. 51. [57] Ibn Abd Al-Hakim: The history of the conquest of Egypt, North Africa and Spain, known as the Futuh Misr, ed. by Charles C. Torrey, Yale University Press, New Haven 1922, p. 11-12. Véase también Al-Tabari: Tarikh Al-Tabari, 3rd edition, Iz-ad-Din, Beirut, 1992, vol. 1, p. 130. [58] Al-Asbahani: Kitab dala'il al-nubuwwah, Alam al-kutub, Riyad, 1988, p. 99-105. Véase también Al-Sukkari: Khitan, op. cit., p. 67-68. [59] Ibn-Qudamah: Al-Mughni, Maktabat al-Riyad al-hadithah, Riyad, (s.d.), vol. 1, p. 85. [60] Ibn-Hanbal: Musnad Ibn-Hanbal, Bayt al-afkar al-dawliyyah, Riyadh, 1998, vol. 4, p. 217. [61] Al-Tabari: Tarikh, op. cit., vol. 3, p. 592. [62] Tafsir al-Qur'an al-karim (Tafsir al-manar), Dar al-ma'rifah, 2nd edition, Beirut, [1980?], vol. 1, p. 373-374. [63] Shaltout, Mahmoud: Al-fatawi, Dar al-shourouq, Cairo & Beirut, 10th edition, 1980, p. 332. [64] Ibid., p. 331. [65] Véanse las dos fatwas saudíes en Magallat al-buhuth al-islamiyyah, Riyadh, no. 20, 1987, p. 161, et no. 25, 1989, p. 62. [66] Al-Sukkari: Khitan, op. cit., p. 70-77. [67] Amin, Ahmad: Qamus al-adat wal-taqalid wal-ta'abir al-masriyyah, Maktabat al-nahdah al-masriyyah, Cairo, 1992, p. 187. [68] Lewis, Joseph: In the name of humanity, Eugenics publishing Company, N.Y., 1956 (first print 1949). [69] Al-khitan dalalah isra'iliyyah mu'dhiyah, Matabi' dar al-sha'b, Cairo (1971). [70] Al-Mahdawi, Mustafa Kamal: Al-Bayan bil-Qur'an, Al-dar al-gamahiriyyah, Misratah y Dar al-afaq al-Jadidah, Casablanca, 1990, vol. 1, p. 348-350. Producido en Sami Aldeeb: Khitan al-dhukur wal-inath ind al-yahud wal-masihiyyin wal-muslimin, al-jadal al-dini, Riad El-Rayyes, Beirut, 2000, annex 22. [71] Producido en Sami Aldeeb: Khitan, op. cit., annex 23. [72] Véase http://www.moslem.org/khatne.htm. [73] E-mail, recibido en 10 de febrero de 1997, de Edip Yuksel ([email protected]). [74] Véase el Corán 3:191; 13:8; 25:2; 30:30; 32:7; 38:27; 40:64; 54:49; 64:3; 95:4. [75] Makhlouf, Hassanayn Muhammad: Hukm al-khitan, in Al-fatawi al-islamiyyah min dar al-ifta' al-masriyyah, Wazarat al-awqaf, Cairo, vol. 2, 1981, p. 449. [76] Nassar, Allam: Khitan al-banat, in Al-fatawi al-islamiyyah min dar al-ifta' al-masriyyah, Wazarat al-awqaf, Cairo, vol. 6, 1982, p. 1986. [77] Jad-al-Haq: Khitan al-banat, op. cit., p. 3119-3125. [78] Jad-al-Haq, Ali Jad-al-Haq: Al-khitan, anexo de Al-Azhar, Octobre de 1994. Producido en Sami Aldeeb: Khitan, op. cit., annex 6. [79] Zenie-Ziegler, Wedad: La face voilée des femmes d'Egypte, Mercure de France, Paris, 1985, p. 66-67. [80] El-Masry, Youssef: Le drame sexuel de la femme dans l'Orient arabe, Laffont, Paris, 1962, p. 3. [81] Al-Saadawi, Nawal: The hidden face of Eve, women in the Arab world, Zed Press, London, 1980, p. 42. [82] Shaltout: Al-fatawi, op. cit., p. 331. [83] Al-Ahram, October 9, 1994, p. 8. [84] Henninger, Joseph: Eine eigenartige Beschneidungensform in Südwestarabien, en: Arabica varia, Universitätsverlag, Fribourg, 1989, p. 393-433. [85] Chabukswar, Y. V.: A barbaric method of circumcision amongst some of the Arab tribes of Yemen, en: Indian medical gazette, vol. 56, no 2, February 1921, p. 48-49; Koriech, O. M.: Penile shaft carcinoma in pubic circumcision, in: BJU, vol. 60, July 1987, p. 77. [86] Thesiger, Wilfred: Arabian sands, Longmans, London, 1959, p. 91-92. [87] Ibn-Baz, Abd-al-Aziz: Majmu'at fatawi, Dar al-watan, Riyadh, 1995, vol. 4, p. 30. [88] Lantier, Jacques: La cité magique et magie en Afrique noire, Fayard, Paris, 1972, p. 95. [89] Bryk, Felix: Circumcision in man and woman, its history, psychology and ethnology, American ethnological press, New York, 1943, p. 128-134; Annand, Mathilde: Aborigènes: la loi du sexe, L'Harmattan, Paris, 2000. [90] Female genital mutilation, a joint WHO/UNICEF/UNFPA statement, WHO, Geneva, 1997, p. 3. [91] Dorkenoo, Efua: Cutting the rose, female genital mutilation: the practice and its prevention, Minority rights publications, London, 1994, p. 52. [92] Philo: The special laws, in: Philo in ten volumes, vol. VII, transl. Colson, Harvard University press, Cambridge, 1984, Book I, II. [93] Philo: Questions and answers on Genesis, transl. Marcus, Harvard University press, Cambridge, 1979, Book III, 47. [94] Maimonides, Moisés: The Guide for the perplexed, en: Rosner, Fred: Sex ethics in the writings of Moisés Maimonides, Bloch Publishing Co., New York, 1974, section III, chapter 49. [95] Ibid., section III, chapter 49. [96] Ibn-al-Assal, Al-Safi Abu-al-Fada'il: Al-majmu al-safawi, Cairo, 1908, vol. 2, p. 418-421. [97] Thomas Aquinas: The Summa Theologica, transl. Fathers of the English Dominican Province, Benziger Bros. edition, 1947, in: www.ccel.org/a/aquinas/summa/home.html, IaIIae, q. 102, a. 5, ad 1. [98] Ibid., IIIa, q. 70, a. 3, arg. 1 et ad 1. [99] Ibn-Qayyim Al-Jawziyyah, in: Aldeeb Abu-Sahlieh: Khitan, op. cit, vol. I, annex 1. [100]Al-Mannawi, Muhammad: Fayd al-qadir sharh al-jami al-saghir, Dar al-ma'rifah, Beirut, 1995, vol. 3, p. 503. [101] Fleiss, Paul M.: Where is my foreskin? The case against circumcision, in: Mothering, Winter 1997, p. 41; Cold, C. J.; Taylor, J.: The prepuce, in: BJU, vol. 83, suppl. 1, January 1999, p. 37-38; Laumann, E. O. (et al.): Circumcision in the United States: prevalence, prophylactic effects, and sexual practice, en: JAMA, 1997, 277, p. 1052-1057. [102] Ritter, Thomas J.: Say no to circumcision, Hourglass, Aptos, 1992, p. 12-4, 15-1; Romberg: Circumcision, the painful dilemma, op. cit., p. 173; Warren, John P.: Norm UK and the medical case against circumcision, a British perspective, in: Denniston, George C.; Milos, Marilyn Fayre (ed.): Sexual mutilations a human tragedy, Plenum Press, New York and London, 1997, p. 89; Zwang, Gérard: Functional and erotic consequences of sexual mutilations, en: Denniston; Milos: Sexual mutilations, op. cit., p. 71; O'Hara K.; O'Hara, J.: The effect of circumcision masculina on the sexual enjoyment of the female partner, en: BJU, vol. 83, suppl. 1, January 1999, p. 79-84; Hammond, Tim: A preliminary poll of men circumcised in infancy or childhood, in: BJU, vol. 83, suppl. 1, January 1999, p. 87. [103] Ritter, op. cit., p. 15-1. [104] Wallerstein, p. 75. [105] Ritter, op. cit., p. 8-1. [106] Citado por Romberg: Circumcision, the painful dilemma, op. cit., p. 23. [107] Rashid, in Aldeeb Abu-Sahlieh: Khitan, op. cit., vol. I, anexo 13; Al-Ghawwabi, Hamid: Khitan al-banat bayn al-tib wal-islam, in: Majallat liwa al-islam, nos 7, 8 and 11, year 11,1951, in: Abd-al-Raziq, Abu-Bakr: Al-khitan: ra'y al-din wal-ilm fi khitan al-awlad wal-banat, Dar al-i'tisam, Cairo, 1989, p. 62; Ammar, Rushdi: Al-adrar al-sihhiyyah al-natijah an khitan al-banat, en: Al-halaqah al-dirasiyyah an al-intihak al-badani li-sighar al-inath, 14-15.10.1979, Jam'iyyat tandhim al-usrah, Cairo, 1979, p. 47; Al-Jamal, Abu-al-Ala Kamal Ali: Nihayat al-bayan fi ahkam al-khitan, Maktabat al-iman, Al-Mansurah, 1995, p. 52. [108] The Talmud of Babylonia, transl. Jacob Neusner, Scholars Press, Atlanta, 1993, (Nidda 31a-31b), vol. 17, p. 84-89. Véase también Bonsirven, Joseph: Textes rabbiniques des deux premiers siècles chrétiens pour servir à l'intelligence du Nouveau Testament, Pontificio Istituto Biblico, Rome, 1955, p. 156, par. 643 and p. 647-648, par. 2319. [109] Ibid., p. 72-89. [110] Stengers; Van Neck, p. 12. [111] Goldman, Ronald: Circumcision the hidden trauma, how an American cultural practice affects infants and ultimately us all, Vanguard publications, Boston, 1997, p. 58-59 [112] Wallerstein, op. cit, p. 36. [113] Ibid., p. 125. [114] Spock, Benjamin: Letter to Editor, in: Moneysworth, vol. 5, no 5, 29.3.1976, p. 12. [115] Wallerstein, op. cit, p. 37. [116] Hand, Eugene A.: Circumcision and venereal disease, in: Archives of dermatology and syphigraphy, 1949; 60, p. 341-346. [117] Ravich, Abraham: Preventing VD and cancer by circumcision, Philosophical Library, New York, 1973, p. 45-46. For more details, see Wallerstein, op. cit., p. 19-20. [118] Wallerstein, op. cit., p. 87. [119] Van Howe, Robert S.: Why does neonatal circumcision persist in the United States? in: Denniston; Milos: Sexual mutilations, op. cit., p. 114. [120] Wolbarst, Abraham L.: Circumcision and penile cancer, in: Lancet 1932, 1, p. 150-153. [121] Ravich, Abraham: The relationship of circumcision to cancer of the prostate, in: Journal of urology, 1942, 48, p. 298-299. [122] Editor: Circumcision vs. cancer, in: Newsweek 1943, 21:110-111. Hodges, Frederick: A short history of the institutionalization of involuntary sexual mutilation in the United States, in: Denniston; Milos: Sexual mutilations, op. cit., p. 27. [123] Ravich, Abraham; Ravich, R. A.: Prophylaxis cancer of the prostate, penis and cervix by circumcision, in: New York State journal of medicine, 1951, 51:1519-20. [124] Fleiss, Paul M.: An analysis of bias regarding circumcision in American medical literature, en: Denniston, George C.; Hodges, Frederick Mansfield; Milos, Marilyn Fayre (ed.): Male and female circumcision: medical, legal, and ethical considerations in pediatric practice, Kluwer Academic/Plenum Publishers, New York and London, 1999, p. 396-397 [125] American academy of pediatrics: Report of the ad hoc task force on circumcision, en: Pediatrics, vol. 56 no. 4, October 1975, p. 610-611; www.cirp.org/library/statements/aap/. [126] Bodily integrity for both: the obligation of Amnesty International to recognize all forms of genital mutilation of males as human rights violations, Amnesty international Bermuda, prepared by LeYoni Junos, Section Director, 2nd ed., 1.8.1998, p. 27 [127] Denniston, George C.: Circumcision: an iatrogenic epidemic, en: Denniston; Milos: Sexual mutilations, op. cit., p. 106. See also Wallerstein, op. cit., p. 109. [128] Hodges, Frederick: The history of phimosis from antiquity to the present, en: Denniston; Hodges; Milos: Male and femalecircumcision, op. cit., p. 40-44. [129] Ibid., p. 46-51. [130] Gairdner, D.: The fate of the foreskin, a study of circumcision, en: British medical journal, 1949, vol. 2, p. 1433-1437. [131] Warren: Norm UK, op. cit., p. 91; Rickwood, A. M. K.: Medical indications for circumcision, en: BJU, vol. 83, suppl. 1, January 1999, p. 45-51. [132] Wiswell, T. E.; Bass, J. W.: Decreased incidence of urinary tract infections in circumcised male infants, en: Pediatrics, 1985, 75, p. 901-903. [133] Warren: NORM UK, op. cit., p. 97; Denniston: Circumcision: an iatrogenic epidemic, op. cit., p. 105; Prescott, James W.: Genital pain vs. genital pleasure: Why the one and not the other? en: The Truth Seeker, July-August 1989, 1, p. 14; Rickwood, op. cit., p. 49. [134] Goldman: Circumcision the hidden trauma, op. cit., p. 30-31 [135] Ritter, op. cit., p. 32-1. [136] Mensaje electrónico mandado por [email protected] le 25.6.1997, firmado por Miral Fahmy. [137] Salim, Muhammad Ibrahim: Dalil al-hayran fi hukm al-khifad wal-khitan kama yarah al-fuqaha wal-atibba, Maktabat al-Qur'an, Cairo, 1994, p. 50, Rizq, Samyah Sulayman: Nahwa istratijiyyah i'lamiyyah li-muwajahat al-khitan, Maktabat al-anglo al-masriyyah, Cairo, 1994, p. 29. [138] Fink, Aaron J.: A possible explanation for heterosexual male infection with AIDS, en: New England journal of medicine, 1986, 315, p. 1167. [139] United Press International, fecha de lanzamiento 29-10-1986. [140] Hodges: A short history, op. cit., p. 35. [141] Van Howe, Robert S.: Neonatal circumcision and HIV infection, en: Denniston; Hodges; Milos: Male and female circumcision, op. cit., p. 99-100. [142] Para más detalles, véase Van Howe: Neonatal circumcision, op. cit., p. 100-105. [143] Kreiss, J. K.; Hopkins, S. 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[154] Van Howe, Robert S.: Why does neonatal circumcision persist in the United States? en: Denniston; Milos: Sexual mutilations, op. cit., p. 114. [155] Shame on TVO, en: The Canadian Jewish news, 17.10.1996. 1 Female, in the original.