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Aznar Eduardo Coherencia textual y lectura

CUADERNOS DE EDUCACIÓN Eduardo Aznar, Anna Cros, Lluís Quintana COHERENCIA TEXTUAL Y LECTURA ice / HORSORl ÍNDICE PRÓLOGO ............................................................................................... INTRODUCCIÓN .............................................................................. PRIMERA PARTE: CONCEPTOS GENERALES I COMPETENCIA COM UNICATIVA ................................... Enunciado, enunciador, destinatario, enunciación ................ Situación, contexto y cote.xto ........................................................ Acto de habla ...................................-.......................................*......... Significado y sentido (e interpretación)..................................... Polifonía enunciativa......................................................................... Coherencia textual ........................................................................ II MECANISMOS DE COHERENCIA .................................... Mecanismos de repetición ............................................................... 1. La d e ix is ........................................................................................... 2. La anáfora ...................................... ,.................. 3. La definización ................................................................ 4. La elipsis ............................ 5. La substitución léxica .................................................... Mecanismos de conexión ......... Mecanismos de progresión ............................................................. Im plícitos........................................................ Polifonía enunciativa, registros y variedades ........................... Tipología textual ................................................................................. 1. El texto narrativo ............................................ 1.1. La estructura de la narración ........... 1.2. La polifonía del texto narrativo .................................... 1.3. Los modos del discurso ................................................... 7 13 17 21 21 22 22 23 24 27 29 29 32 33 34 35 37 39 41 46 47 48 49 50 53 1.4. La focalización......................... 1.5. El orden temporal de la narración. Historia y trama 2. El texto expositivo ..................................................................... 2.1. La estructura del texto expositivo ................................. 2.2. El texto de instrucción .................................. 2.3. El texto argumentativo ............................................ 3. El texto descriptivo .................................................................... 3.1. La estructura del texto descriptivo ............................... 4. El texto conversacional ...... 4.1. La estructura de la conversación................................... Anexo 1.“ Parte. Notas ampliación .................................................. SEGUNDA PARTE: ANALISIS DE LOS TEXTOS Y PREGUNTAS DE CONTROL TEXTOS ANALIZADOS Criterios de selección ............................................................................ Los textos .............................. El análisis .................................................................................................... Las preguntas de control. Objetivos ............. Anexo 2.' Parte. Notas ampliación .................................................... San Salvador ............................................................................................... Análisis ................................................ Preguntas de control ..... Sucesos: La micción de unobrero ..................................................... Análisis ......................... Preguntas de control ................................................ La audacia de los bandoleros ............................................................ Análisis ............................................................................................... Preguntas de control ..................................................................... Ensayos ................... Análisis ............................................................................................... Preguntas de control ................................................. ¿Qué hacer con los bosques quemados? ........................................ Análisis ............................................................................................... Preguntas de control .................... Arado ............................................................................................................ Análisis ............................................................................................... Preguntas de control ..................................................................... San Francisco ................... -...... Análisis ..................... Preguntas de control .................................................. Pistas. El Santuario de la Fontcaida ................................................. Análisis ................................................ Preguntas de control ............................................ REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS .......................................... 55 55 57 59 62 64 66 67 68 70 72 93 94 95 95 99 101 102 115 119 120 126 131 132 136 139 140 143 145 147 152 155 156 159 161 162 166 169 170 173 175 PRÓLOGO El tratamiento de la lengua y la literatura en la Educación Secun­ daria se ha centrado habitualmente en el estudio de los mecanismos internos del lenguaje que proponían las distintas gramáticas y en el repaso histórico, más o menos contextualizado, de los autores y gé­ neros literarios. Sin embargo, este planteamiento se ha visto impo­ tente en la m ayor parte de fos casos para desarrollar habilidades en relación al código ora! y escrito. De hecho, ¡os alumnos se limitaban a memorizar regias que se utilizaban mecánicamente en el análisis de! lenguaje o características literarias ligadas a autores y fechas, sin que fueran capaces de reconocer su pertinencia, bien para mejorar su pro­ pio lenguaje, bien para seleccionar textos literarios. El rechazo a este planteamiento ha conllevado igualmente otro tipo de problemas. De una parte, un buen número de profesores y profesoras, con buen criterio, señalaron que las habilidades implica­ das en el uso del lengua)e se desarrollan desde su práctica. De la otra, y en consonancia con !a ¡dea anterior, fue consolidándose una cierta concepción espontaneísta en la que primaba el uso de las habilidades lingüísticas sin que, a cambio, existieran intenciones educativas ex­ plícitas dirigidas a mejorar dicha práctica. Así, se rechazaban las re­ flexiones lingüísticas, se negaban los modelos en la práctica escrita, el texto libre aparecía en muchos casos como la panacea, se jugaba con ei concepto de creatividad sin que nadie supiera exactamente a qué se refería, etc. Afortunadamente, en los últimos años han surgido numerosas vo­ ces que, sin reivindicar e! planteamiento anterior, han criticado du­ ramente la concepción espontaneísta sobre la enseñanza de la lengua y ¡a literatura. En general, se afirma que la práctica lingüística pre­ supone una intención comunicativa y un receptor a quien comuni­ cársela y, por tanto, ios hablantes empleamos !os recursos lingüísti­ cos de acuerdo a nuestra intención y a las presuposiciones que reali­ zamos en relación a su conocimiento por parte del interlocutor, ju s ­ tamente, el dominio de los recursos lingüísticos comporta una ma­ yor o menor eficacia comunicativa. A la vez, desde este punco de vis­ ta, más allá de las disquisiciones lingüísticas o filosóficas sobre las ca­ pacidades de los humanos para aprender a hablar y a escribir, la ad­ quisición del lenguaje es un aprendizaje social. La posibilidad de em­ plear cada vez mejor (en el sentido de su eficacia comunicativa) los recursos lingüísticos para entender, hablar, leer y escribir no crece de la misma forma que a los pájaros les crecen las alas, sino que supone aprendizajes específicos que sólo se pueden proveer socialmente. En definitiva, la posibilidad de realizar discursos coherentes y cohesio­ nados remite, de una parte, a la práctica lingüística y, de la otra, al aprendizaje específico de mecanismos y recursos lingüísticos para me­ jorarla. Este planteamiento se ha visto apoyado en los últimos años por los estudios en psicoiingüística sobre el desarrollo del lenguaje tar­ dío. Diferentes autores han puesto de relieve que es distinto emplear e! lenguaje en situaciones eontextualizadas en las que el sentido de lo que se dice V lo que se escucha es fácilmente asimilable por las ca­ racterísticas del contexto (conocimiento del tema, producciones an­ teriores, mímica y gestos de los interlocutores, entonación y acentos diversos en el habla, etc.) que en situaciones descontextualizadas en las que el apoyo del contexto no está presente. A veces, esta distin­ ción se ha asimilado con el código informal y el código formal. Sin embargo, esta asimilación no hace justicia completamente a las cues­ tiones que revelan los estudios sobre el desarrollo del lenguaje tar­ dío. De hecho, la distinción más importante se refiere a la posibili­ dad de establecer o no en el propio discurso relaciones signo-signo y, por tanto, emplear recursos como, por ejemplo, la anáfora o el es­ tilo indirecto. Estos estudios muestran que el dominio de las relacio­ nes signo-signo se inician entre los 6-8 años y se consolidan a lo lar­ go de los años de la Educación Secundaria Obligatoria (12-16 años). Por eso, todo el trabajo que se realiza en dicha etapa dirigido a re­ flexionar sobre la lengua y a suministrar recursos lingüísticos debe es­ tar en función de la mejora de la práctica lingüistica, pero si no se reflexiona sobre la le n g u a y n o s e ofrecen nuevos recursos a l o s e s ­ colares, difícilmente accederan a los niveles del discurso que suponen la narración, la argumentación, la explicación o la descripción, entre otros. En este libro se defienden estas ideas y se ofrecen modelos con­ cretos de análisis de textos que presuponen reflexión lingüística y S aportación de recursos implicados en !a mejora del uso de la lengua. De hecho, existen m uy pocos libros en los que, desde el análisis del discurso, se ofrezcan modelos de análisis con un tratamiento didác­ tico que avude a la mejora de ¡a competencia comunicativa de los alumnos. Sin embargo, el acierto no es sólo la existencia de un texto que abogue por esta línea, sino también la rigurosidad con que se tra­ ta el tema. Los autores muestran conocer con detalle las distintas corrientes lingüísticas que animan el estudio del discurso y son ca­ paces de traducir dicho conocimiento en propuestas didácticas con­ cretas. Ciertamente, el libro se centra fundamentalmente en el de­ sarrollo de la competencia escrita, aunque muchas de sus sugerencias son también traducibles al ámbito de la lengua oral. De hecho, más que un manual sobre análisis de textos, el libro muestra cómo se pue­ de utilizar el conocimiento lingüístico para incitar la reflexión sobre el lenguaje y , a través de numerosos ejemplos, resulta un instrumen­ to enormemente útil para iniciarse en el análisis y el tratamiento di­ dáctico tanto de textos escritos como orales. Por eso, estamos segu­ ros que su publicación será de enorme utilidad para todos los ense­ ñantes de lengua y literatura. IGNASI VILA Primera Parte: Conceptos generales INTRODUCCIÓN La mayor parte del trabajo lingüístico que se realiza en lo que ya denominamos Secundaria y Bachillerato, tiene por objeto el lenguaje escrito. Sin duda, esta preponderancia del escrito representaba una anomalía y es posible que a partir de la reforma de las enseñanzas no universitarias el lenguaje oral sea tratado de acuerdo con su capital importancia. No obstante, los textos escritos seguirán siendo vehícu­ lo de la transmisión de conocimientos, y el lenguaje escrito, objeto de reflexión teórica, estudio, trabajo aplicativo, y del juego expresivo y estético. Y en este sentido, el desarrollo de la competencia del alum­ no para producir y comprender textos escritos de tipología e inten­ ción comunicativa diversa continuará siendo preocupación central de la labor lingüística en la Secundaria y el Bachillerato. El trabajo que aquí ofrecemos va dirigido a los enseñantes de Se­ cundaria y Bachillerato y a los formadores de formadores, con la pre­ tensión de ofrecerles una herramienta para el trabajo de aspectos ca­ pitales de la comprensión de los textos escritos, los aspectos relacio­ nados con la coherencia. A lo largo de las páginas que siguen reali­ zaremos un análisis de la coherencia de los textos, desde el punto de vista de la denominada Lingüistica de! Texto, con la finalidad de situar y tratar —para que el enseñante pueda, a su,vez, delimitar y tratar— algunos aspectos de la comprensión textual. No trataremos aquí los problemas específicos de la producción de textos. La utilidad de un trabajo como el que nos hemos propuesto es clara en muchos sentidos. De entrada, hemos de tener en cuenta que desde la Lingüística Textual podemos formular y explicar fenómenos de uso de la lengua que hasta ahora no eran trabajados de forma es- pecííica en la clase. La reflexión lingüística se centraba, sobre todo, en la sintaxis, en el léxico y la semántica, mientras que la construc­ ción y ¡os lazos textuales no eran objeto de trabajo, o bien lo eran de forma intuitiva, con escasa relevancia: en las correcciones de los textos escritos por los alumnos se trataban aspectos como ios conec­ tores, las anáforas, los registros lingüísticos o los mecanismos de subs­ titución léxica, por citar algunos, aunque todo lo que tocaba al al­ cance textual de los mismos era reservado al conocimiento empírico e intuitivo; otros fenómenos, como los implícitos, la progresión, la polifonía o los actos de habla no recibían ningún tipo de atención es­ pecífica porque ni tan sólo tenían nombre en el código gramatical que se aplicaba. Y si nos detenemos a pensar en lo que sucedía en el terreno de la lectura y comprensión de textos, el efecto de intuición, mezcla de criterios y falta de discriminación entre aspectos y niveles textuales que hay que controlar y trabajar es aun más grande. El hecho de adoptar la perspectiva de la Lingüística del Texto nos permite, por otro lado, acercarnos al lenguaje sin perder de vista su carácter comunicativo, no desligar el análisis de los textos de sus as­ pectos de uso en contextos diversos y, por tanto, abordar eficazmen­ te la coherencia de los textos, esa propiedad que hace que se convier­ tan en legibles y comprensibles y sin la cual los textos, no son pro­ piamente textos. Uno de los problemas más importantes que hemos tenido que afrontar a la hora de establecer el marco teórico del análisis es que no existe un corpus único, completo y más o menos definitivo de ¡a lingüística del texto, sino una diversidad de corrientes y de enfoques, de conceptos y léxico teóricos, añadido al problema más general de definición, de delimitación del ámbito de la lingüística textual y de la pragmática. Ante esta situación, nuestra actitud ha sido la de con­ vocar y conjugar perspectivas diversas, con el fin de asegurar un tra­ tamiento más completo de los aspectos que analizamos. Nuestro trabajo se estructura en tres grandes partes: la primera es teórica, la segunda es de análisis de los textos, y la tercera, de pre­ guntas para el control de la realización de los mecanismos de cohe­ rencia por parte del lector. En la primera parte, sin pretender confeccionar un manual ni pre­ sentar una revisión crítica ni un estado de la cuestión, presentamos V explicamos las herramientas teóricas del análisis que después usa­ remos para enfrentarnos a los textos, las que corresponden a los con­ ceptos fundamentales de la Lingüistica Textual: una explicación del concepto de coherencia textual y la descripción, uno por uno, de los principales mecanismos de coherencia que después analizaremos. Añadiremos que la parte primera ha sido estructurada de cal modo que las explicaciones básicas se acompañan de notas situadas en los anexos —y marcadas con asterisco—, donde se ofrece información suplementaria que amplía y ejemplifica la información dada en el tex­ to básico. La lectura de estas ampliaciones es opcional. En la segunda parte, o parte aplicativa, analizamos textos de ti­ pología diversa, y señalamos un camino posible de aplicación de los conceptos de la gramática textual a la comprensión de la coherencia de los textos. De acuerdo con esto, uno de los ob]etivos de la parte aplicativa es el de llamar la atención sobre lo útil que resulta la pers­ pectiva textual, pues permite que el enseñante pueda tener una idea más precisa de la dificultad de los textos que propone al alumno —sea o no ésta una lectura instrumental— y, por tanto, que posea un cri­ terio más sólido a la hora de seleccionar los textos. En tercer lugar, y no como parte segregada, sino al final de cada análisis, ofrecemos una batería de preguntas de control. No concebi­ mos estas preguntas como un control global de la comprensión lec­ tora, sino de la realización efectiva, por parte del lector, de las rela­ ciones textuales que los mecanismos de coherencia describen. I. COMPETENCIA COM UNICATIVA «Com unicar», o «comunicarse» son términos que habitualmente, e incluso de manera coloquial, reconocemos como equivalentes a ex­ presiones como «ponerse en contacto» o a «un cierto tipo de inte­ racción’» —específicamente el intercambio de información mediante signos— o, por supuesto, a «entenderse» —un entendimiento que no supone necesariamente coincidencia de opiniones o de proyectos en­ tre los comunicantes. Así, cuando al respecto de dos personas deci­ mos que se comunican, nos resultaría imposible imaginarlas en la ig­ norancia recíproca, sin ningún tipo de vínculo entre sí o al margen de cualquier tarea que las implique mutuamente. Ahora bien, ni contacto, ni intercambio, ni implicación en tarea común son condiciones suficientes para garantizar una comunicación libre de, por ejemplo, el equívoco, el malentendido, la comunicación «a medías» o cualquier otra disimetría en el intercambio entre dos hi­ potéticos hablantes. Ante, tales casos, todos estaríamos de acuerdo en que los hablantes no se han entendido y en que, sin duda, se da una incomunicación más o menos relativa. ¿Qué condiciones deben darse, pues, para que podamos usar con una cierta garantía el término «comunicación» al designar el inter­ cambio producido entre las dos hipotéticas personas de nuestro ejem­ plo? De entrada, podemos pensar en condiciones relativas a la ausen­ cia de lo que, en términos de la Teoría de la Comunicación, se de­ nominan ruidos: perturbaciones en el canal por donde circula el men­ saje, condicionantes psicofísicos tales como el cansancio que produ­ ce un relajamiento de la atención, o condicionantes meramente psi­ cológicos, como la influencia de la em patia. Es también casi inmediata la consideración de que sin voluntad de comunicarse, es decir, de cooperar para que el trueque ¡nformativo sea máximamente eficaz, no se llega al éxito comunicativo. Finalmente, y dentro todavía de lo casi obvio, reconoceremos que es condición necesaria que los individuos comprometidos en ei acto comunicativo estén capacitados o, mejor aun, que posean capacida­ des similares para la comunicación. Detengámonos en las condiciones que liemos propuesto en últi­ mo lugar. Que dos hablantes cooperan a ía comunicación es obser­ vable en el hecho de que, por ejemplo, contribuyen ambos a identi­ ficar claramente los referentes —las cosas de este o de cualquier otro mundo posible o imaginado— de los que están hablando, de manera que no pueda darse la incertidumbre dei «¿acaso estamos hablando de lo mismo?» La cooperación es patente también en la observación de las de­ nominadas máximas conversacionales,1 aquellas que dan cuenta del comportamiento de los hablantes tanto en orden a hacer sus contri­ buciones informativamente claras, ordenadas, ni exhaustivas ni par­ cas, y, por supuesto, verdaderas —o por lo menos honradas— como en orden a discernir cuándo dichas contribuciones no poseen esas ca­ racterísticas. Desde el punto de vista de !as capacidades, el dominio de estas máximas forma parte de la que algunos autores denominan Competencia R etórica y Pragm ática/ En la enumeración de las capacidades para la comunicación, quizá la primera que debiéramos haber mencionado fuera la Com ­ petencia L in güistica. Dicha competencia designa !a capacidad de los hablantes para producir y entender frases en su propia len­ gua, Supongamos un intercambio como el que sigue, producido entre compañeros a la salida del trabajo: «A —¿Tienes coche? B —No te puedo llevar, no voy hacia casa.» la C om p eten cia L ingüistica de B le capacita para comprender Ía (L:') (Ver página 72) —ei significado— contenida en el p ro p o sició n L Para una explicación de las M áxim as C onversacionales y tam bién del P rincipio de Cooper.U'ion, conceptos am bos de G rice, v para otros principios como el de C o r­ tesía (P oliteness), ete„ de L eeeli, véase el a p añ ad o Im plícitos cu M ecan ism o s de C o ­ h eren cia v, eventualm ente, mus notas. 2. K ei'brat-O recclitoni, C ., L ’im p lic ite . D icha autora no considera, sin em bargo, los m encionados p rincipio s de la nota al pie I, ni otros como el de Interés, Ironía o B urla, propuestos tam bién por Leech com o constituyentes de dicha com petencia. M ás adelante, en este m ism o ap añ ad o , aparecerá la posición d i V.m Di|ls {La c ie n c ia d e l tex to ) acerca de las estrategias retóricas. enunciado —la intervención— de A , incluyendo su modalidad in­ terrogativa. Sin embargo, y a juzgar por su respuesta, B ha interpretado ade­ más alguna otra proposición como quizás, te ru eg o q u e m e a co m p a ­ ñ es en tu co ch e. En cualquier caso, B interpreta que lo que A pre­ tendía producir al enunciar «¿Tienes coche?» era ante todo un ruego. Supongamos ahora que la misma frase es producida por cualquier A en otro lugar, en otra situación, en definitiva, en otro contexto —por ejemplo, en una conversación entre recién conocidos— y que otro B cualquiera le responde: «A —¿Tienes coche? B —No, me lo prohíbe mi religión» B sigue interpretando la misma proposición que en el caso ante­ rior pero ahora sin ei añadido extra; es decir, B no ha visto en A nin­ guna intención de ruego, y sí la de preguntar, por lo menos. Como vemos, un mismo enunciado —«¿Tienes coche?«— puede ser interpretado de manera distinta según el contexto en el que se da: podemos decir que un enunciado a d q u iere sentidos distintos según el contexto. Los ejemplos puestos pretenden ilustrar la idea de que la Com ­ petencia Lingüística del hablante, definida como lo hemos hecho más arriba, no es suficiente para explicar todo lo que los hablantes hacen con el lenguaje al comunicarse. Observemos que en los intercambios entre A y B, al lado de la proposiciones explícitas, B interpreta otras que son sólo im plícitas3 —v. gr., te ru eg o q u e m e llev e s en tu c o ­ c h e — además de interpretar la acción de A de manera alternativa, bien como un ruego, fundamentalmente, bien como una pregunta, en el segundo caso. Por lo tanto es conveniente que, al lado de la Com ­ petencia Lingüística, consideremos la anteriormente mencionada Competencia Pragm ática, el contenido de la cual ampliamos ahora a la capacidad de los hablantes para dar cuenta de los sentidos explí­ citos e implícitos de los enunciados, o de los Actos de Habla —rue­ go, pregunta...— cumplidos por los hablantes en relación con los di­ versos contextos en que aparecen. Todavía deberíamos considerar la concurrencia de otros tipos de competencias en la descripción de la comunicación humana. Pense­ mos una vez más en los ejemplos puestos más arriba e intentemos ver­ los y cirios escénicamente en nuestra imaginación: la gestualidad y 3. Sobre las im plícitos se habla en el aparcado correspondiente dentro de M eca­ nism os tle C o h e ren cia. la entonación —un cierto tono, un encogimiento de hombros...— pueden, en el primer ejemplo, suplir una disculpa verbal por parre de B; mientras que en el segundo ejemplo, entonación y gesto pueden obrar de indicador que coadyuve a marcar el carácter irónico de la respuesta de B, sobre todo si el ingenio de A es romo y B lo sabe, Esta competencia puede ser considerada en parte —por lo que hace a la entonación, sobre todo— como constitutiva de la propia Com­ petencia Lingüística, y en parte como una diferenciada Competencia Paralingüística. Pero esto no !o es todo. En el acto comunicativo interviene tam­ bién y de forma decisiva e! conjunto de conocimientos que el hablan­ te posee —Conocimiento del Mundo o Competencia Enciclopédi­ ca— organizado en los denominados Marcos (2!í). Volviendo a los ejemplos citados, A nunca entenderá el carácter absurdo de la res­ puesta de B —no interpretará, por lo raneo, la ironía-— en «No, me lo prohíbe mi religión» si su conocimiento dei mundo 110 le indica que es altamente improbable que existan religiones contrarias a los automóviles. El Conocimiento del Mundo, siempre que éste sea en algún gra­ do compartido por los hablantes, les libera de ser exhaustivos en la transmisión de información —v. gr. si decimos «se sentaron a la mesa» nuestro conocimiento del mareo nos ahorra la especificación de que «se sentaron en sillas y alrededor de la mesa»— ; les permite evitar equívocos y confusiones —v. gr. si A y B están hablando acer­ ca de Pedro, es imprescindible que ambos conozcan a Pedro o, por lo menos, que lo identifiquen con la misma persona— ; les permite, finalmente, realizar numerosas inferencias como se verá en el espacio dedicado a los implícitos dentro del apartado Mecanismos de Cohe­ rencia. Para acabar la enumeración de competencias podríamos conside­ rar una Competencia Lógica (3':'), imprescindible para, por ejemplo, completar los intercambios verbales que incluyen razonamientos que uno de los interlocutores deja incompletos. No nos extendemos aho­ ra en la ilustración de esta competencia puesto que hemos de volver sobre ella también en el apartado Implícitos. Cómo se articulan escás competencias que hasta aquí hemos visto v cuál es el resultado de su actualización en la producción de enun­ ciados son las cuestiones que abordaremos seguidamente, pero antes de continuar se hace necesario que especifiquemos el sentido que es­ tamos dando a algunos términos surgidos hasta aquí y otros que han de surgir a continuación. ENUNCIADO, ENUNCIADOR, DESTINATARIO, ENUNCIACIÓN La enunciación es el acto por el cual alguien, el enunciador, hace efectiva una intención comunicativa a través de una producción ver­ bal o enunciado, dirigida a algún otro u otros, destmatario/s, en un iugar y un tiempo, una situación, determinados (4*). TEXTO Y DISCURSO Habitualmente asimilamos «texto» a «texto escrito». Sin embar­ go, a partir de aquí la palabra «texto» tendrá para nosotros un valor más amplio, el de unidad comunicativa tanto oral como escrita, Pues­ to que la comunicación es inconcebible fuera de un contexto deter­ minado, consideramos que los textos son conjuntos verbales que re­ miten al contexto en que han sido producidos o, en términos equi­ valentes, todo texto remite a su enunciación: nos comunicamos a tra­ vés de textos(5=:'). En los trabajos de lingüística textual y pragmática es frecuente el uso de la palabra «discurso» con un valor equivalente al de la palabra «texto». Por otro lado, «discurso» es palabra que se usa también en ei sen­ tido de formación lingüística previa ai texto, donde aparecen ya or­ ganizados ei que y el cómo, lo que se puede y/o debe decir en con­ textos determinados: los discursos como organizaciones lingüisticas de las ideologías del conjunto social. Al hablar de, por ejemplo, a n ­ cla je d iscu rsiv o , nos remitiremos a esta acepción (6:'). SITUACIÓN, CONTEXTO Y COTEXTO La situación comprende todos los elementos que tienen relación con la enunciación: enunciador, destinatario, tiempo y lugar. Para la noción de contexto seguiremos a Van D ijk,4 el cual se lo representa como una reducción teórica a todos aquellos elementos de la situa­ ción que determinan sistemáticamente la estructura y la interpreta­ ción de los textos: enunciador—destacando su intención comunica­ tiva—, el destinatario, tiempo, lugar v lugar social. Por lu gar social entenderemos, con Bronckart,3 instituciones, aparatos ideológicos, espacios prácticos cotidianos. 4. V an D ijk, La c ie n c ia d e l tex to . 5. j.P . B m n ck art, I n te r a c ti o n , D is c a it r s S ig n ific a tic o n s . El Cotexto (co-texto) es el conjunto lingüístico que rodea un ele­ mento dado de un texto (7*). ACTO DE HABLA Gracias a la enunciación no sólo transmitimos información sino que realizamos actos que sólo o preferentemente podemos realizar a través del uso del lenguaje, como, por ejemplo prometer, amenazar, preguntar, rogar, avisar, felicitar, aseverar, agradecer, aconsejar, etc, etc. Todo enunciado, todo texto, cumple algún acto de habla y, muy frecuentemente, más de uno. (Para una explicación de los diversos ti­ pos de actos de habla, locutivos, ilocutivos y perlocurivos, prim iti­ vos y derivados o indirectos véase ¡a nota 8;\) SIGNIFICADO Y SENTIDO (E INTERPRETACIÓN) Cuando nos refiramos a la interpretación de un texto, usaremos el término «sentido». El sentido es el significado de las oraciones en su ocurrencia enunciativa, es decir, el contenido significativo que les otorgan efectivamente los hablantes al usarlas. Reservaremos el término «significada» para aludir a la interpre­ tación de las frases u oraciones, cuando éstas no constituyen un tex­ to, es decir, consideradas al margen de su contexto de enunciación. El sentido incluye la consideración del tipo de acto de habla que se cumple en un texto determinado. Así, volviendo al ejemplo del principio (A—«¿Tienes coche? / B— No te puedo llevar ...»), el sig­ nificado, su contenido en cuanto frase y no en cuanto texto, sería la proposición: (interrogación) tu t e n e r (p r e s e n t e ) c o c h e (singular)-, su sentido, el contenido de la frase si atendemos al contexto salida d e l trabajo, es, además de (inter. ) tu t e n e r (pres. ) c o c h e (sing. ), y como veíamos más arriba, y o r o g a r (pres. ) tu a c o m p a ñ a r (pres. )... Puesto que hasta aquí hemos sido generosos en el uso del térmi­ no «interpretación», es ya quizás el momento de expresar de qué modo entendemos el término. Por interpretación entenderemos la hipótesis que el destinatario o el receptor realiza sobre el p r o y e c t o s e ­ m á n tico -p r a gm á tico (en palabras de Kerbrat-Orecchioni, op.cit.) del enunciador. Una interpretación determinada será mejor o peor que otra en virtud de la incorporación de m ayor o menor información tex­ tual v contextúa!. Finalmente, debemos tener en cuenta que, en los intercambios verbales, los hablantes se corrigen, se piden aclaracio­ nes e intentan identificar con claridad los referentes de los que están hablando; en definitiva, los hablantes intentan ponerse de acuerdo so­ bre el sentido de lo que están diciéndose, a través de diversas estra­ tegias como las que acabamos de mencionar: podemos decir que el sentido es finalmente el resultado de una negociación entre los par­ ticipantes. POLIFONIA ENUNCIATIVA Toda enunciación tiene un carácter radicalmente polifónico.1b Si bien, desde la observación empírica, la enunciación es atribuida a un solo sujeto, el enunciador, desde el análisis del acto comunicativo, po­ demos considerar diversas categorías: sujeto hablante, locutor, enunciador. Hablaremos de sujeto hablante al considerar al enunciador des­ de el punto de vista empírico, histórico, como ser del mundo, al mar­ gen de la enunciación. El locutor es el enunciador en tanto que responsable de la enun­ ciación, ser que tiene existencia sólo dentro del texto, de la enuncia­ ción y que se presenta en su seno como la primera persona, y o . En cuanto al enunciador, éste representa una categoría corres­ pondiente a aquellos seres que sin tener necesariamente una manifes­ tación explícita en la enunciación, es decir, que pueden no tener una atribución precisa de palabras, representan puntos de vista no atribuibles al locutor. En el seno de la noción de locutor podemos distinguir también entre el locutor como tal, responsable de la enunciación y locutor como ser del mundo, tal como se presenta a si mismo dentro de la enunciación, dentro del texto. Para ilustrar la diferencia entre ambos supongamos el caso de una entrevista para la consecución de un pues­ to de trabajo, donde se le pide al aspirante que exponga oralmente sus méritos y curriculum: en tanro que habla de sí mismo (estudios, experiencia, responsabilidades, habilidad e inteligencia) el locutor se muestra en calidad de locutor como ser del mundo. El tono y la ca­ dencia de su expresión, su gestualidad, el hecho de usar unas u otras palabras, el énfasis en, y la selección de, unos u otros aspectos bio­ gráficos, por ejemplo, constituyen la imagen del locutor como tal. N i que decir tiene que para el sujeto hablante que pretende el pues­ to es quiza decisivo el partido que pueda sacar de la enunciación el locutor como tal, del cual es el referente (9*). Una ve/, especificado el sentido de algunas de las nociones bási6. Para el concepto de P olifonía enunciativa seguim os a O . D ucrot, y aunque eJ autor hace referencia a este concepto en otras obras su yas, rem itirem os al lector a El d e c i r y lo d ich o , cas que irán surgiendo alo largo del iibro, podemos recuperar el tema de la competencia comunicativa donde lo habíamos dejado, y acer­ carnos al concepto central de nuestro trabajo, el de la coherencia. COHERENCIA TEXTUAL Entendemos por competencia comunicativa la capacidad del ha­ blante/oyente para producir y comprender textos. Ahora bien, en la noción de texto-—en toda la extensión enunciativa de la palabra «tex­ to»— tai como la hemos dado, no hemos hecho mención de una pro­ piedad fundamental de los textos: la coherencia. Diremos que un texto es coherente cuando muestra una relación de conexión entre las unidades que lo constituyen y una relación de adecuación entre el texto y el contexto, incluyendo la intención co­ municativa del hablante. Podemos distinguir, por lo tanto, dos aspectos de la coherencia: co -tex tu a!,' cuando contemplamos la conexión de una unidad dada con e] resto de las unidades anteriores y posteriores del texto, y con­ textúa!, cuando contemplamos las conexiones entre texto y contex­ to. Respecto de la coherencia contextúa!, un caso ilustrativo puede ser el propio de la ironía: es evidente que si digo: «¡U n día precio­ so!» cuando está haciendo un día frío y desapacible, mi texto presen­ ta a priori una clara incoherencia, del mismo modo que podría serlo recitar la C anción d e l pirata de Espronceda —que es un texto per­ fectamente coherente en sí mismo-tras haber pedido la pniabra en un claustro académico. Ciertamente se trata de casos más que patentes de incoherencia, pero justamente su extremismo nos es útil para ilus­ trar mejor !o que sigue. Como decíamos más arriba, para juzgar la coherencia de un texto es imprescindible tener en cuenta la intención comunicativa del hablante.1* Así, en el primer caso, puedo juzgar el texto como coherente, si entiendo que se trata de expresar irónica­ mente —por antífrasis— mi queja por cuanto el estado del tiempo no se adecúa a mis expectativas. En el segundo caso, el texto deviene coherente si considero una intención critica y satírica respecto de ta­ 7. La palabra «c o h e sió n » es tam bién usada por los lin güistas — v .g r.H a llid ay y H asan— com o sinónim o de coherencia y , concretam ente, com o sinónim o de la coheren­ cia co-te.\"tual- A lo largo del lib ro puede dcsli/.ársenos el term ino, y en tal caso equi­ valdrá siem pre a coherencia textual. 8. Entenderem os qu e la in te n c ió n com unicati% 'a del h a b la n te e n u n c ia d o r se bace patente en la interpretación que el los destinatario, s hace/n del texto , desde sus pro­ pias com petencias com unicativas (pragm ática, lógica, conocim iento del m u n d o ...), y en dependencia de los datos d el contesto. Para !a relación entre intención y actos de habla, véase el apartado A cto s d e h a b la y sus notas. les reuniones (quizá por su banalidad mal disimulada tras un ritual envarado). Como vemos, no es suficiente el criterio de la a d ecu a ció n para calibrar !a coherencia contextual, si ésta no incluye la intención en el segundo ejemplo, podemos considerar que también se da un caso de incoherencia co-textual en dos sentidos: a tenor de la inco­ nexión entre la C an ción d e l pirata y el resto de mi intervención, (que podemos suponer ésta: «M i acuerdo con el punto de vista aquí ex­ presado es total, incluso, y sobre todo, si atendemos a que C on d iez ca ñ on es p o r b a n d a...») y a tenor de la flagrante inconexión con las intervenciones del resto de claustrales —«serias— , habida cuenta de que el conjunto de intervenciones que se producen en un claustro constituye también un texto. Debemos considerar que la coherencia textual no es un término absoluto: queremos decir que pueden darse —y de hecho es lo fre­ cuente— textos parcialmente incoherentes. Para definir la coherencia hemos usado el término «conexión». Respecto de un texto son muchos los elementos que aseguran la co­ nexión v muchos los aspectos de la misma que hay que tener en cuen­ ta. Para analizar la coherencia de los textos, observaremos la inciden­ cia y características de dichos aspectos y elementos, agrupados bajo ei título genérico de M eca n ism os d e co h eren cia . Los mecanismos de coherencia textual son numerosos y de diver­ sa categoría. Partiendo de Charolies,9 proponemos una agrupación modificada como la que sigue. Debemos advertir que si bien la pa­ labra «mecanismo» no es en algunos casos, la más adecuada, la con­ servamos en tanto nos proporciona un rótulo genérico en la tradi­ ción del autor mencionado. 1. Mecanismos de repetición: Anáfora Substitución léxica Elipsis Deiimzactón 2. Mecanismos de Conexión: Conectores Puntuación 3. Mecanismos de progresión: Tema / rema 4. Implícitos: Implicaciones, presuposiciones, sobreentendidos, implicaturas conversacionales... 9. C h aro lles, M., I n tr o d u c tio n a u x p r a b lt m e s d e la c o b e r e n c e d e s tex tes. 5. Polifonía enunciativa. Registros y variedades lingüísticas. 6. Tipología textual. A náfora, deixis (1C!;‘) y elipsis son casos particulares del fenóme­ no de la referencia. La referencia, uno de los conceptos fundamen­ tales de la semántica, es la relación que se produce entre las expre­ siones de un texto y las entidades del mundo real; es un mecanismo con el cual los hablantes indican, mediante una entidad lingüística, de qué entidades están hablando. Estas entidades pueden ser objetos o actos (una silla, subir a una montaña), pero también pueden ser as­ pectos de nuestra vida interior {un sentimiento, una creencia). La deixis es un tipo de referencia, concretamente la referencia de un ele­ mento del texto con uno o vanos elementos de la situación [del acto de enunciación]. Si somos consecuentes con esta definición, tenemos que reconocer que dentro del cotexto no hay referencia, porque en principio no consideramos que las palabras de un texto sean «enti­ dades dei mundo rea!-, sino signos que nosotros usamos para repre­ sentarlas. En una frase como « Pedro disimulaba pero ¿I era el culpa­ ble», diríamos, en el lenguaje común, que «él» refiere a «Pedro», pero, en rigor es más correcto decir que «él», a través de «Pedro», refiere a una entidad exterior, que es la persona denominada Pedro. Por lo tanto hemos de distinguir la referencia de la co-referencia, que se de­ finirá como otro tipo de relación; la que se realiza entre expresiones de diferentes partes del texto; propiamente dicho, un pronombre no refiere, sino que co-refiere con su antecedente. La anáfora es un tipo de co-referencia. Un pronombre puede tener un uso a la vez. deíctico y anafórico, como veremos seguidamente. Lo que caracteriza a los deicticos y a las anáforas no es la falta de sentido, que lo tienen, sino la falta de una referencia estable. Es por esto que algunos autores agrupan todos estos elementos bajo el epígrafe de «referencia relati­ va» {a la situación, al co-texto...). I. La DEixis La deixis es un fenómeno que indica cómo los elementos del con­ texto (enunciador, destinatario, tiempo, lugar, lugar social) aparecen en el texto, vistos siempre a través de la perspectiva del enunciador. Estos elementos aparecen, se codifican, mediante signos lingüísticos, como adverbios o pronombres o, incluso, algunos verbos. La deixis nos permite, por lo tanto, ia localización y la identificación de las per­ sonas, hechos, objetos... de qué habla el enunciador al relacionarlas con el contexto. Así, en la oración «Gjrona está a 100 Km de aquí», estoy especiíicando el lugar de la enunciación a través del adverbio «aquí», que me indica que esta enunciación se ha hecho en un lugar que está en un radio de 100 Km de Girona: en Barcelona, por e¡emp!o. F.n cam­ bio. en «Girona está a 1QQ Km de Barcelona» nada me permite saber el lugar de la enunciación, porque puedo haberla hecho en cualquier lugar. De la misma manera, cuando digo «A luán le gustan esas flo­ res», acompañado de un gesto que señala las llores, puedo identifi­ carlas y localizarlas, porque me estoy refiriendo a unas flores que se encuentran cerca del interlocutor, mientras que en - A Juan le gustan las flores» no tengo íniormación alguna para localizarlas. En el poe­ ma «A José María Palacio», A.Machado escribe una carta, fechada en Baeza, a un amigo suyo que vive en Soria, donde antes había vivido el poeta, y le comenta: «Por esos campanarios / ya habrán ido lle­ gando las cigüeñas.» Se está refiriendo a los campanarios que el des­ tinatario puede ver en Soria, y esto sólo lo podemos saber a través del deictico (del uso deíctico del pronombre) «esos*. En ei lenguaje oral, los demostrativos (<-este. ese, aquel..,’») son los deícticos prototípicos.10 Sin embargo, como va hemos dicho antes, muchos de los elementos que tradicionahneme se consideran deícticos no sólo pue­ den indicar la deixis; por eso tendríamos que hablar con más propie­ dad de su uso deíctico.11 A través de mecanismos como el de la deixis podemos determinar si el enunciador refiere a la situación y, en caso positivo, cómo lo hace. Así, las expresiones que indican tiempo pue­ den tener un uso deíctico (*Esta mañana no te he visto por clase», donde el adverbio hace referencia al momento de !a enunciación) o bien no deíctico («Me gustan las mañanas de primavera», donde la locución no indica cuando se produce la enunciación) (11*).) Este vín­ culo de la enunciación con la situación (o la carencia de él) se llama anclaje (o no anclaje); podemos distinguir varios tipos de anclaje, avudados, entre otros elementos, por las deixis que podamos o no en­ contrar.1’ Podemos hablar también del anclaje de un texto a un dis­ curso, desde el momento en que todo texto remite a un discurso. Tradicionalmente se distinguen tres tipos de deixis, según los ele­ mentos de! contexto a que haga referencia: de persona, de lugar y de tiempo (12*). La deixis de persona codifica los roles de los participantes: el enunciador, el destinatario y el que no es ni una cosa ni Otra y que se manifiesta usualmente a través de la tercera persona. La de lugar codifica la localización. La de tiempo, los puntos re­ lativos al tiempo de la enunciación. En los tres casos, hay que recor­ 10. El térm ino deictico es e¡ qu e la gram ática griega usaba para ¡os dem ostrativos, 11. Pensem os com o ejem plo de usos no deícticos en aq uellos pronom bres qu e no tienen rcJerem e, com o en «c argárselas», -tragarse* , o bien eí adverbio -a h o ra », en -T ienes razón ; ahora, que eso no es todo». 12. Véase en el apartado tfe T ipología la propuesta de anclajes hecha por J ,P. B ron ckart (nota 17’*). dar que se parce siempre desde el punto de vista del enunciador: el lugar y el tiempo son los suyos, y si no es así se debe especificar. Persona elementos deicticos pronombres (del enunciador) (del destinatario) (ni e., ni d.) yo (y el paradigma de la primera persona) tu (y el paradigma de la segunda persona) él (y el paradigma de la tercera persona) Lugar elementos deicticos adverbios demostrativos loe.adverbiales preposiciones verbos aquí, allá, izquierda, derecha este, ese, aquel este lado [deíctico de lugar 4- no deictico] delante, detrás1-’ Tiempo Es importante distinguir entre el momento en que se realiza la enunciación (denominado tiempo de codificación o TC) y ei momen­ to en que ei interlocutor la recibe (tiempo de recepción o TR). Así, en una carta puedo leer «Ahora tomo el avión de vuelta», donde «aho­ ra» indica el TC, mientras que en una receta de cocina puedo leer «Ahora añada harina a la salsa» donde «ahora» corresponde al TR. En estos casos, por lo tanto, el tiempo de la enunciación ya no es el del enunciador. 13. U na preposición puede tener tam bién un uso no d eíctico, cuando nos referi­ mos a un lu gar sim bólico, no relatj\o a la situación. Por ejem plo. en «el reo com pa­ reció ante el ju ez», «ante'- puede no indicar una posición frontal respecto al juez, v puede que incluso no h aya juez. «D erecha», «iz q u ie rd a», «d elan te», «d etrás» se en­ tiende que se usan deictieam ente sólo cuando se aplican a objetos que n o tienen una lateralidad o frontalidad específicas. A si. por ejem plo, «El crim inal lleva un tatu aje en el brazo iz q u ie r d o ’: no tiene un uso d eíctico, porque su com prensión no precisa del conocim iento de la situación. Es un m ensaje que puede ser d irigid o, por ejem plo, a todas !as com isarías de policía sin am bigüedad posible. En cam bio, «la d e r e c h a del ca­ m ino», precisa, para su com prensión, conocer la situación del enunciador, A lgunos o b ­ jetos se dotan de una lateralidad especifica para evitar precisam ente am bigüedades, por ejem plo en la m arin ería: «proa/popn/babor,-estribor». 14. C o n un uso deíctico m ucho más pronunciado en castellano que en o tras len­ guas (com o el in g lés, o el catalán). elementos deícticos adverbios loe.adverbiales tiempos verbales otras construcciones ayer, hoy, mañana este lunes, el mes próximo como, comía, comeréls el ex-ministro Puede haber, finalmente, deícticos que afecten a otros aspectos de la realidad, como «así». 2. L a anáfora La definición de anáfora, vista la que hemos dado para la co-refe­ rencia, parece fácil; es un tipo de relación que se da entre dos elemen­ tos de un mismo texto: uno, normalmente un sintagma nominal, que podemos denominar antecedente, y otro, normalmente un pronombre, que refiere a lo mismo que refiera el sintagma nominal (13::'). En el ejemplo antes citado ''Pedro disimulaba pero él era el culpable». «Pe­ dro» es el antecedente, «él», el pronombre que co-refiere con este SN: ambos refieren a una entidad del mundo real, una persona denominada Pedro. La relación del segundo con el primero es anafórica. Un caso particular de relación anafórica es la que se da cuando el antecedente aparece después del pronombre. Por ejemplo, en «Pode­ mos encontrar dos problemas: el primero...», «dos» co-refiere con «el primero» y es de prever que con otro elemento que puede ser «el segundo». Esta relación de «dos» con «el primero» la denominamos catafórica. A menudo, la catáfora va indicada por los dos puntos. Por lo mismo que hemos dicho de la deixis, no podemos dar una lista de pronombres anafóricos, porque la anáfora es sólo uno de los usos posibles de los pronombres, como lo es la deixis. Por ejemplo, antes hemos indicado «yo /nosotros» como deíctico característico del interlocutor, pero también podemos encontrarlo como anáfora. En «Al orador que nos tutea le miramos sorprendidos porque no recor­ damos haber comido con él nunca» (R. Gómez de la Sema G r eg u e­ rías), «nos» refiere catafóricamente con el sujeto elíptico de «mira­ mos», y «él» refiere anafóricamente con el sujeto elíptico de «tutea». En cambio, en el poema citado de A. Machado, «esos» sólo tiene un uso deíctico (algo sorprendente en un texto escrito) porque en nin­ gún otro lugar de poema se habla de los campanarios. Hav un caso particular en el uso de los pronombres que escapa a ¡a definición que hemos dado de anáfora, porque los dos elemen­ 15. El uao deíctico de los nem pos verbales está m uy controvertido. Véase C ervoui, L 'é n o n c ia tio n , pá^. 39. tos, el antecedente y el pronombre, no refieren a la misma «entidad del mundo real» y no hay, por lo tanto, co-referencia. Es la que se da entre los elementos subrayados en «A : Ya he recogido mis m a le­ tas. B: Pues vo aún no las he visto», donde «las» significa lo mismo que «mis maletas», pero la referencia no es idéntica, porque las m a­ letas de ambos no son, verosímilmente, las mismas, La cosa se com­ plica si digo «Se ha casado con la mujer de su vida. Yo aún no la he encontrado», porque «la» difícilmente refiere a alguien. Considera­ remos, de todas formas, estos usos como anafóricos.16 3. L a d e f i n iz a c ió n Un caso concreto de referencíalidad es la definización, el proceso que permite que un SN sea definido o no y que se realiza mediante el uso del artículo determinado o indeterminado. La teoría tradicio­ nal indica que el artículo definido da una referencia al SN. hace que el SN tenga referencia — o no, si el artículo es indefinido. Así, si de­ cimos «Pedro ha ido a lavar ei coche», el artículo definido «el» indi­ ca que hay una referencia a un coche concreto; si decimos «Pedro ha ido a lavar un coche» no hay referencia. Actualmente esta teoría está descartada, porque hay SN definidos que no tienen un referente, como por ejemplo «Aún no ha encontrado a la mujer de su vida», dónde nada garantiza que esta mujer ai siquiera exista. Del mismo modo, entre ios artículos indefinidos se hace la distinción enrre es­ pecíficos (con referente) y no específicos (sin referente). Por ejemplo: A: María se quiere casar con un ministro. B: ¿Con cuál? A l : Con Pérez. A2: Le da igual, mientras sea ministro. Si la respuesta es A l, «un» tiene referente: es un indefinido espe­ cífico. Si la respuesta es A2, «un» no tiene referente: es un indefinido no específico. Por todo ello, quizá es preferible estudiar el artículo como un caso de co-referencia que nos informa de cómo hay que entender al sin­ tagma que caracteriza.58 16. Seguirem os la propuesta de G. R igau (G ra m á tica d e l d is c u r s ), pág. 91, que las denom ina «anáforas de sen tid o » para d istin gu irlas de las anteriores, que serían foras de referencia». Levinson indica que, en estos casos, el pronom bre refiere al SN anterior m ediante una deixis te x tu a l, 17. Véase G. R igau (G ra m A tica d e l d isc u r s . pág. 291 y ss.) p a n estos ejem plos y su discusión. 18. Y que no tiene p o rq u e ser un SN ; puede ser tam bién un verbo o una oración. Para este punto, seguim os a W ein rich (L e n g u a je en te x to s , págs. 242 y ss.) Visto así, podemos definir el artículo determinado como aquél que caracteriza a un sintagma anafóricamente, y el indefinido, como aquél que lo caracteriza catafóricamente. Efectivamente, el artículo determi­ nado nos indica que hemos de buscar los elementos determinantes, coreierentes, en el texto precedente. El indeterminado, que hemos de se­ guir leyendo (o escuchando) para saber cuál es su co-referente. En los ejemplos anteriores, «el coche» co-refiere con otro mencionado previa­ mente; «un ministro» no co-refiere con ningún elemento anterior: para saber de qué ministro se habla, o si no se habla de ningún ministro en especial, he de prestar atención a lo que sigue. Esto tiene varias consecuencias para la coherencia. En lo que ata­ ñe a la oposición tema-rema (véase el apartado 3), los elementos te­ máticos, conocidos, se unen con el artículo definido. Los elementos del rema, que llevan información nueva, se unen con el indefinido. Así, en «Entró un hombre. El hombre, un viejo delgado y macilen­ to...», hay un ¡uego entre los artículos determinados e indetermina­ dos, que se van alternando según si la información es conocida o no. Se han propuesto otras explicaciones para justificar esta alternan­ cia determinado-indeterminado, una de las cuales es la «regla del mar­ co»: en una descripción la presentación del marco se considera tema, y los elementos que la componen, rema, mientras sea previsibles. Por lo tanto, se habla de «una casa», que es la presentación del marco, y los elementos que la componen son «el jardín, la puerta, los balco­ nes»; puede haber, claro está, «un telescopio en el tejado». Muchos títulos de novela no respetan estas explicaciones, para atraer así la atención del lector: usan los artículos definidos para remitirlo a una información previa inexistente. 4. L a e l ip sis La elipsis puede ser considerada un tipo de relación anafórica don­ de se suprime uno de los dos co-referentes; sin embargo, gracias al con­ texto, no es difícil saber de qué elemento se trata: diremos que es fá­ cilmente recuperable. En «Juana baila tangos v Jorge, el cha-cha-cha», se ha omitido «baila» en la segunda oración, y se ha indicado la elipsis mediante una coma, pero la recuperación no presenta ningún problema. Quien mejor ha sistematizado este tipo de omisiones ha sido la retórica tradicional, que, con criterios semánticos y gramaticales, dis­ tingue entre la elipsis propiamente dicha, el zeugma y el asínde­ ton^ 14;;') Otras clasificaciones, basadas en criterios más sintácticos, distin­ guen entre la elipsis del SN, del SV o de toda la oración.(15*) La anáfora acostumbra a funcionar a través de pronombres; la elipsis funciona con sintagmas de todo tipo: es por eso que algunos autores consideran la elipsis un tipo de relación anafórica no prono­ minal. Pero lo que .sobre todo la distingue de la anáfora es el hecho de que la elipsis debe preservar la función gramatical del co-referente: es una restricción que la anáfora no tiene. Por ejemplo: «Había una tenue ceniza enredada en la luz, sillas patas arri­ ba sobre las mesas, el pringoso suelo sembrado de huesos de aceitunas y serrín a medio barrer.»- (j. Marsé, Si te d icen q u e caí)', aquí percibimos la elisión de «había» porque la estructura sintáctica se repite: se suprime el verbo y va cambiando el objeto directo «una tenue ceniza / sillas / el pringoso suelo», y la elisión de «sembrado de» por repetición del complemento «huesos / serrín». Una anáfora, en cambio, no tiene porque mantener la misma fun­ ción para los dos co-referentes. En el ejemplo citado antes «Pode­ mos encontrar dos problemas, el primero es debido a...», «dos» for­ ma parte de! SN con función de objeto directo, mientras que «el pri­ mero» es sujeto. Algunas lenguas, como el castellano, permiten la elisión del su|eto, que se puede recuperar con los pronombres personales tónicos correspondientes a la persona del verbo. Es el co-texto el que indica cuando esta elipsis es peligrosa a causa de las ambigüedades que pue­ de ocasionar. 5. L a su bstitu c ió n L txiC A Los fenómenos de co-referencia que hasta ahora se han mostrado afectaban a elementos morfo-sintácticos: un pronombre co-refería con un sintagma, o bien un verbo se elidía pero se podía recuperar porque co-refería con otro verbo. Ahora bien, puede haber también una co-referencia entre elementos léxicos. Esta co-referencia, que se ha denominado de forma muy general «cohesión o substitución léxi­ ca», se manifiesta a base de reiteraciones de una palabra o pieza léxi­ ca, bajo formas idénticas o, en todo caso, con rasgos coincidentes, entendiendo por rasgo cada uno de los elementos que contribuyen a definir esta pieza. Estas reiteraciones, cuando dos o mas piezas léxi­ cas coinciden, se denominan repeticiones. Veámoslo en el siguiente ejemplo: «Lo que a las letras pide el humanista es un fin moral: a esto va su interés. Y ese fin se concibe en un sentido dinámico, de perfeccionamiento, de reforma interior. Nadie está deter­ minado a ser bueno o a dejar de serlo por su puesto social, por la herencia o por otras causas forzosas y externas. To­ dos son libres de alcanzar progresivamente ese fin y, si son conocidos, y, además fáciles de alcanzar los medios para lle­ gar a él, se comprende la amplia propagación de ¡os ideales de reforma que acontece en Europa cuando esas concepcio­ nes alcanzan su madurez.» (J.A. Maravall, U topía y co n tra u ­ top ía en e l Q u ijote) «Fin» es una palabra que se repite tres veces; la segunda y la tercera vez, van unidas con una anáfora, «ese», a la primera. Pero el autor se refiere indirectamente a ella una cuarta vez, cuando habla de «esas concepciones» que co-refiere con «pedir un fin moral a las letras»: se trata de una sinonim ia entre una palabra y una oración. Hay tam­ bién sinonimia entre «perfeccionamiento» y «reforma interior»; y antonim ia en «ser bueno» y «dejar de serlo». Otras expresiones están relacionadas entre sí; «su puesto social» y «la herencia», que no son en principio sinónimas, están unidas por su dependencia de otro sin­ tagma, «causas forzosas y externas», que las incluye: es su hiperónimo y ellas son hipónimas de ésta últim a.19 Entiéndase que estas pa­ labras quizá no figurarán en un diccionario de sinónimos, puesto que es precisamente el texto el que les da su carácter de palabras o sin­ tagmas coherentes léxicamente. Ni que decir tiene que la coherencia léxica depende también de la comunidad preposicional y, sobre todo, de las presuposiciones da­ das por el conocimiento del mundo: «duelo» y «blanco» son sinóni­ mos en algunas culturas. Un factor que determina la existencia o no de co-referencias léxi­ cas lo da el marco. Así, elementos como «circulación, carruajes, carros, pavimento» van comprendidos dentro del marco «calles», como «traqueteo» va comprendido dentro del marco «carro», y por esto es coherente un texto como: «[En una ciudad medieval] las calles solían verse muy con­ curridas, pero se distinguían radicalmente de las nuestras en lo escaso que era por ellas la circulación de carruajes. Los carros de transporte no eran admitidos en la mayoría de las calles, no sólo porque su estrechez no lo consentía, sino para que con su traqueteo no estropeasen el pavimento.» (J. R u­ bio, Vida esp a ñ ola en la ép oca gó tica ) 19. A lgu nos autores distinguen esta relación de la que se da entre nom bres especjficos y los que denom inan «nom bres generales», de un ám bito m ay o r que cualquier otro hiperónim o. U n nom bre general sería po r ejem plo «p erso n a», que es aq u í hipa­ rónim o de «h u m anista» o de «todos Los conectores son signos que nos sirven para indicar de qué manera las unidades de un texto se relacionan sistemáticamente con el co-texto. Dicho de otra forma, los conectores sirven para es­ pecificar el lazo entre lo que sigue y lo que precede dentro de un texto. La presencia de conectores no es la única que garantiza las co­ nexiones dentro de un texto; también éstas pueden venir dadas por el sentido y la sintaxis. Consideraremos la conectividad que se da no sólo entre palabras, sino también entre secuencias y párrafos. La Lógica, ocupada en discernir valores veritativos, distinguía un número muy limitado de conectores (disyuntivos, coordinantes...}. La gramática tradicional y la estructural de tipo oracional no reco­ nocían una categoría específica para los conectores: los equivalentes de los denominados coordinantes y subordinantes —fundamental­ mente, conjunciones y locuciones—, a los que sólo se reconocía va­ lores de tipo sintáctico y semántico. Ahora bien, si observamos la oración: «¡Vámonos ya, o es que no te das cuenta de la hora?» vemos como el conector «o» no establece ninguna disyunción semán­ tica entre dos proposiciones y que, por lo tanto, no conecta dos ora­ ciones sino que más bien es un lazo entre una exhortación («¡Vámonos!») y una pregunta que indirectamente —sobreentendido que es tarde— puede ser un aviso o incluso un reproche («;E s que no de das cuenta de la hora?»). Es decir, en el ejemplo dado, «o» testimo­ nia la conexión entre dos actos de habla. Así, desde un punto de vista textual —punto de vista del uso, por tanto— deberemos revisar los valores que las gramaticas oracionales otorgaban a los conectores o explicar ciertos valores que no eran de­ bidamente explicados, como: 1. «No me fastidies porque sabrás quien soy» 2. «Ha trabajado duramente y ha obtenido buenos resulta­ dos» 3. «¡N o fui al cine, y dices que me gusta distraerme y per­ der el tiempo!» donde el «porque» de 1 no tiene ningún valor causal sino implicanvo; el «y » de 2 señala una relación de causa/efecto entre dos enun­ ciaciones: y el «v» de 3 sirve para que la secuencia cambie hacia una perspectiva argumentativa. Por lo tanto el listado de elementos lingüísticos que entran en la categoría de conectores ha de ser ampliado y la categoría que la gra­ mática oracional conocía como conjunciones, reconsiderada. Aunque no poseemos una clasificación definitiva20 y un listado completo de los conectores, cuanto menos y de forma provisional po­ demos considerar las categorías: Conjunciones (coordinantes y subordinantes), Adverbios («no obstante», «probablemente»...), Locuciones adverbia­ les o Frases nom inalizadas acompañadas de preposición («debido a», «como resultado de», «a pesar de»...) A djeti­ vos num erales («prim ero»..,), Demarcativos («en primer lugar», «en segundo»...), ciertas Interjecciones y Partículas («¿E h?», «M ira por donde!», «;D e acuerdo?»), también Nombres, Adjetivos, Verbos, Sintagm as, Cláusulas («con­ clusión», «alternativa», «consecuencia», «para finalizar», «podemos añadir que»,.,,). La repetida aparición en los textos de determinadas clases de co­ nectores es característica de los diversos tipos de texto, si bien no po­ demos deducir de ello, sin más, una tipología. Podemos, pues, hablar de la función de m arcadores tipológicos que realizan ios conectores, aunque debamos hacerlo con toda precaución. Con todo, podemos considerar que en los textos narrativos predominan los conectores que denominamos temporales («entonces», «mañana», «al cabo de un tiempo»), en los textos expositivos, los conectores lógicos («ya que», «evidentemente», «no obstante», «para acabar»...) y , en los tex­ tos descriptivos, los conectores espaciales («a la derecha», «delante», «detrás»...). Consideraremos también que los signos de puntuación son ele­ mentos de la clase co n ecto res. 20. H a habido varios intentos clasificáronos com o el de Van D ijk (T ex to y c o n ­ t e x to ), aunque qu izás uno de los m ás com pletos sea el de H allid av y H asan en C o h e ­ sión ín E n glish , donde se establecen cuatro grandes categorías: A d itiv a, A d v e rsativ a , C a u sal y T em p o ral, entre las cuales pueden distinguirse usos sem ánticos y p ragm áti­ cos según el conector sea e x te rn o — propio de aquellos de lo que se h a b k — o in te r ­ no —relacionado con la situación com unicativa de los habíanles/oyentes. Cuando hablamos de !a progresión de un texto nos referimos al hecho de que un texto avanza por la aportación de información cons­ tantemente renovada. Si observamos un texto como e! que sigue: * [Ellos] empezaron a trabajar al despuntar el día. Cuando caía la tarde (...) llegó el cartero. [El cartero] dejó la bicicle­ ta arrimada a la casa y desde el otro lado de la alambrada [el cartero] gritó con la mano en la boca: “Pedro Ferrer”.» enseguida comprobamos que la progresión informativa (sucintamente: tra b a jo d esd e q u e em p iez a el día > llegada, d e l ca rtero > a rrim o d e la b icicleta a la casa > lla m a d a) se apoya en ciertas repeticiones informativas de una oración a otra (situ a ción tem p o ra l —«despuntar del día-— > situ a ción tem p o ra l —«Cuando caía ia tarde». Y también: e l ca rtero — «el cartero»— > e l ca rtero —de «[El cartero] dejó...»— > e l ca rtero —de «[el cartero] gritó...»—) las cuales hacen posible que ei texto progrese con seguridad, sin sal­ tos ni vacíos informativos. Así pues, podemos decir que todo texto manifiesta un equilibrio constante dentro de su progresión entre !o conocido —repetición— y lo desconocido o nuevo. A lo conocido lo denominaremos tema y a lo nuevo, rema. Ambos concepto se manifiestan en toda oración que forme parte de un texto. Podemos distinguir tres tipos de progresión tem ática: 1. Lineal, cuando el rema (r) de una oración es el tema de la siguiente: «Cuando caía la tarde llegó e l ca rtero (í). El ca r­ tero (t) de|ó la bicicleta arrimada a la casa.» 2. De Tema constante, cuando el tema de una oración se repite como tema de la siguiente o de las siguientes: « El ca r­ tero (t) dejó la bicicleta arrimada a la casa. El ca rtero (t), aun­ que, no llevaba puesta la gorra del uniforme, [el cartero] ex­ hibía la flamante uniformidad de siempre.» 3. De Temas derivados, donde se da la presencia de un hipertema (ht), el cual se desglosa en diversos temas (el hipertema puede estar en posición temática o remática en la primera oración): «No todas las regio n es (ht) padecieron por igual ei empobrecimiento: V alencia (t) se benefició de la rui­ na de Barcelona y Andalucía, v e l N orte (t) de ia de Castilla». Se da rup tura tem ática cuando el tema de una oración no se pue­ de encadenar ni de forma lineal ni constante al contexto precedente, es decir, cuando se producen digresiones o interrupciones de cual­ quier tipo en la cadena de progresión temática. A veces el tema sólo aparece expresado en el título, y en el resto del texto no se le menciona directamente. IMPLICITOS En cualquier texto es tan importante la información que el enun­ ciado transmite directamente como k implícita; aquello que se ha de­ nominado el d e cir sin d ecir.2' Supongamos el texto siguiente: ~EI marido de Luisa se lamentaba aquí mismo, delante mío, de que el concierto del sábado pasado fue el más gris e inex­ presivo,* Es explícita la confidencia que alguien, designado por su paren­ tesco con Luisa, hace al enunciador sobre la calidad comparada de un concierto determinado. Y son implícitas, entre otras, las propo­ siciones: (a) Existe a ctu a lm en te un m a rid o d e Luisa. (b) Luisa está casada. (c) Existe un co n ju n to (Vtem p o ra d a ») a ctu a l d e co n cierto s g rises e inex p resivos. (d) El c o n c ie n o d e l sá b a d o fu e gris e inex p resivo. (e) El m a rid o d e Luisa p ro d u jo un en u n cia d o. (f) El e n u n cia d o r tien e ev id en cia d e q u e e l m a rid o d e Luisa d ijo lo q u e dijo. Si el texto continuase y más adelante apareciesen en boca del mis­ mo enunciador afirmaciones como las que siguen: «(i) Luisa considera que su situación de soltería es envidia­ ble.» o: *>(ii) Todos los conciertos de la temporada han sido de gran calidad.» o: “(iii) El marido de Luisa está fuera, en viaje de negocios, desde hace semanas.» el texto dejaría de ser coherente dada la flagrante contradicción entre lo dicho explícitamente en las hipotéticas continuaciones o (i/ii/iii) y 21. D ucrot, O ., D ir e e t n e p a s d ir e . los implícitos del texto anterior. Y si las afirmaciones 1/11/111 fuesen hechas por el interlocutor destinatario éstas comportarían lisa y lla­ namente la descalificación del acto de habla del enunciador (i/iii) o de la enunciación del marido de Luisa (ii). La conclusión es inmediata, los implícitos determinan un marco, en el sentido de que seleccionan los enunciados que eventualmente pueden continuarlo. Los implícitos son de muchos tipos. Ll implícito que hemos de­ signado por (e) corresponde a las denominadas implicaciones, es de­ cir, a aquellas inferencias posibles sólo si el enunciado de las que se extraen es verdadero (si es cierto que el marido de luisa lam entó..., es inferible que p r o d u jo un enuncia do). Los designados por (a), {b), (c), (í¿), corresponden a las denomi­ nadas presuposiciones, las cuales son reconocibles en virtud de que se trata de proposiciones que se dejan inferir de las frases de un texto aunque las transformemos positiva o negativamente. Así, tanto si ne­ gamos («El marido de Luisa no se lamentaba de que el concierto del sábado pasado fue el más gris y desafinado») como si interrogamos («¿Se lamentaba el marido de Luisa de que el concierto fue gris y de­ safinado?»), (a), (b), (c), (id ) todavía son inferencias posibles, mien­ tras que (e) y (j) ya no lo son (16:,t). Ahora bien, las presuposiciones son sensibles tanto al co-texto como al contexto. Respecto del co-texto, supongamos el texto que sigue: «No será Batman quien pueda sacarme de esta situación.» que presupone: H ay a lgu ien q u e p u e d e sa ca rm e d e esta situación. Ño obstante, esta presuposición desaparecería, si el texto comple­ to fuese el siguiente: «No será Batman quien pueda sacarme de esta situación, ni podrá el Hombre Araña, ni Supermán, siquiera el Capitán Trueno; de hecho, no hay nadie que pueda sacarme de este mal paso.» Por lo que respecta al contexto, por ejemplo por lo que toca al conocimiento del mundo de los hablantes, podemos pensar que, si bien podemos presuponer Vanesa le y ó su tesis del texto: «Vanesa lo pasó muy mal antes de leer su tesis.» el conocimiento del mundo que comparten los hablantes impediría que se pudiese realizar la misma inferencia de: «Vanesa se olvidó de hacer la inscripción antes de leer la te­ sis.» dado que e¡ conocimiento del mundo que comparten los hablantes registra que para poder leer públicamente la tesis hace falta haberla inscrito previamente. Igualmente en relación con el conocimiento del mundo, éste per­ mite la realización de inferencias presuposicionales, sobreentendidos o implicaciones como la que sigue: «Laia se ha sacado el carnet de conducir.» de donde inferimos: Laia tien e m ás d e d iecio ch o años. Este tipo de inferencias, dependientes del conocimiento del mun­ do, del m arco, han sido denominadas praxeológicas, Otro aspecto de las presuposiciones que es especialmente destacable en relación con la coherencia textual es el de permitir el enca­ denamiento de las oraciones del texto, mcluso contribuyendo a su progresión. Tomemos nuevamente el eiemplo de! principio, amplia­ do como sigue: «El marido de Luisa se lamentaba aquí mismo, delante mío, de que el concierto del sábado pasado fue e! más gris e inex­ presivo. La temporada anterior fue de mejor calidad, cier­ tamente.» Es evidente que el comentario sobre la falta de brillantez de la tem­ porada musical ha sido coherente con el resto de texto gracias a la presuposición que hemos señalado como c-—, que permite identificar el tema de la segunda oración (La tem p ora d a a n terior) con el rema de la primera (f u e e l m ás gris e in ex p resivo que presuponía ex iste una temporada actual ...). Otro tipo de inferencias que se desprenden de la consideración de las enunciaciones —y no sólo de los enunciados, como en las pre­ suposiciones e implicaciones— se han denominado sobreentendidos. El sobreentendido se produce cuando el interlocutor se pregunta por el sentido de la enunciación —? p o r q u é ha d ich o lo q u e ha d ich o en e l con tex to d e term in a d o en e l q u e esta m os h a b la n d o? — del otro. Este tipo de implícitos, si bien es decisivo para la coherencia, han de ser constantemente contrastados con la información explícita y con la información implícita que los hablantes van produciendo, ya que, por su naturaleza son siempre susceptibles de ser imputa­ dos al destinatario y negados por el enunciador, como ocurre por ejemplo en: «A— ¿Puedo hablar con el encargado? B— H oy no he visto su coche. A— Qué fastidio! No lo puedo ver, y el caso es que no puedo volver otro día» A— ha s o b re e n te n d id o que la respuesta de B— tenía el sentido —y la fuerza ilocutiva— de una denegación. Ahora bien, B— puede negar el sobreentendido de A— : «A— ¿Puedo hablar con el encargado? B— Hoy no he visto su coche. A— Qué fastidio! No lo puedo ver, y el caso es que no puedo volver otro día. B— Yo no le he dicho que no pueda verlo ni que vuelva otro día. Espere aquí un momento...» Otra forma posibíe de enfocar el origen de algunos sobreenten­ didos sería desde ias denominadas Máxim as conversacionales (17*). En c! ejemplo que acabamos de poner, dado que la respuesta de B no ha sido afirmativa, A interpreta que ésta sólo puede tener el sen­ tido de una negativa: a esta conclusión llega al considerar que la res­ puesta de B h a ce a l caso —es decir, que la aportación de B actualiza la máxima que prescribe que ias aportaciones deben ser pertinentes— o que nada indica ia posibilidad de que no sea así. Para finalizar consideremos el ejemplo que sigue en que dos com­ pañeros de trabajo, A v B, comentan de un tercero, Z, jerárquica­ mente superior: «A— Z se ha puesto a dar órdenes sin sentido y una detrás de otra. B— Estaría de mal humor, y ya sabes que !e gusta dejar cla­ ro quien manda.» donde la interpretación que hace B de lo que implícitamente dice A patentiza lo que se ha denominado presuposición pragm ática: dar órdenes por dar órdenes como medio de afirmar la autoridad —caso del ejemplo—, ir deiando caer alguna cita de autor clásico en la con­ versación para tmplicitar que se es culto, etc. En ei mismo ejemplo B realiza otro tipo de inferencia (b o y Z es­ taba m a lh u m ora d o) que depende tanto de! conocimiento que del in­ dividuo Z tienen A y B —conocimiento com partido— como de la aplicación de lo que más arriba (véase el apartado C om p eten cia c o ­ m u n ica tiva ) denominábamos competencia lógica. Dicha competen­ cia se actualiza cuando recomponemos o completamos un razona­ miento incompleto, veámoslo: I. 2 se m u estra a u torita rio siem p re q u e está m a lh u m ora d o II. Z h o y se h a m ostra d o a u torita rio (inferencia de B reali­ zada en calidad de implícito pragmático) ergo H oy 2 esta b a m a lh u m ora d o (inferido por B de lo que ha dicho A, gracias a la recomposición lógica del razona­ miento con el im plícito I.). POLIFONIA ENUNCIATIVA, REGISTROS Y VARIEDADES (Sobre la polifonía enunciativa vease el apartado correspondiente en C om p eten cia C om u n ica tiva .) Los registros lingüísticos son formas características de utiliza­ ción de la lengua que se vinculan a unas íunciones determinadas y que se producen en unos contextos determinados.’ ’ La elección entre unos u otros registros está determinada por el contexto en que se utilizan; es decir, el enunciador, según el lugar so­ cial donde se produce la enunciación, según la intención con la que la produce, etc.,:j escogerá el registro —la forma de uso de la len­ gua— que le parezca adecuado (si la enunciación es una petición de dinero, por ejemplo, el enunciador seguramente preferirá formas de uso de la lengua distintas según si el destinatario es un viejo amigo, el director de su empresa., un banco...). Estas formas de uso de la lengua tienen unas constantes lingüís­ ticas v pragmáticas que suelen ser convencionales; de este modo pue­ de hablarse de registros científicos, literarios, coloquiales... v puede considerarse que la elección de un registro es adecuada o no al con­ texto (seguramente consideraremos inadecuado enviar una instancia a un amigo para pedirle dinero o utilizar un tono m uy coloquial y familiar para pedir dinero a una persona que ocupa un cargo supe­ rior al nuestro). Así como las variedades dialectales (geográficas, sociales, históri­ cas) no son controlables para la inmensa mayoría de los hablantes, puesto que su movilidad social y geográfica es escasa, no sucede lo mismo en el caso de los registros:1a variedad de situaciones en. que se encuentra el hablante es muy amplia y , aunque es raro encontrar un hablante pluridialectal, los hablantes competentes de una lengua dominan diversos registros lingüísticos y saben adecuarlos a las dis­ tintas situaciones comunicativas. Consideramos que ia adecuación de! registro lingüístico al con­ texto de producción de un texto es un mecanismo de coherencia tex­ tual. 22. V an D ijk (La c ie n c ia d e l t e x t o ) habla de coherencia estilística al referirse a la adecuación de los registros lin gü ísticos de los textos a ia situación. 23. I. M ari ( R e g is t r e s i v u n e t a t s d e la M en gu a ) considera que h ay cuatro factores contextúales que determ inan la elección S e un registro: ei tem a que se trata (m ás ge­ neral o m ás especifico), el canal de com unicación (oral o escrito), el grado de form a­ lid ad y U intención. TIPOLOGÍA TEXTUAL Disciplinas diversas, con criterios e intenciones diferentes y en di­ ferentes épocas, se han ocupado del estudio de la clasificación de los textos en tipos. La literatura y la retórica, por ejemplo, utilizan ge­ neralmente el término «género» y se basan en criterios formales y de contenido; algunas tendencias lingüísticas se interesan más por las es­ tructuras internas de los textos y se fi]an en el texto como producto, otras parten de la situación comunicativa donde se producen los tex­ tos y se centran en su proceso de producción... La existencia de estas diversas ópticas en el estudio de este tema dificulta la posibilidad de establecer una clasificación única, de carác­ ter universal y cuestiona, incluso, la necesidad de hacer una clasifi­ cación finita de los tipos de texto. De todos modos, en este apartado proponemos una clasificación limitada de los tipos de texto de cara a la operatividad que ello supone en la enseñanza. Consideramos como un mecanismo de coherencia el reconocimiento de los textos como pertenecientes a un tipo. Los contextos de producción son muy distintos: los textos pue­ den ser producidos por diferentes enunciadores, que se dirigen a di­ ferentes destinatarios, p r e s e n t e s o no e n el momento de la enuncia­ ción, con intenciones diversas... La multiplicidad de situaciones de producción supone la existencia de una gran diversidad de formas de conexión entre las unidades de los textos y , por io tanto, la posibi­ lidad de producir textos heterogéneos. De todas maneras y, pese a esta aparente heterogeneidad, los hablantes reconocen los textos en tanto que pertenecientes a tipos y esto permite agruparlos alrededor de unos esquemas o estructuras textuales globales, que comparten ca­ racterísticas de tipo contextual y cotextual (registros lingüísticos, con­ venciones tipográficas y formales si se trata de un texto escrito, tipo de conectores y de progresión temática, etc.). Llamamos, pues, tipo de texto (o superestructura textual) a cada uno de estos esquemas, que agrupan textos diferentes pero que po­ seen unas características globales comunes. Distinguimos entre supe­ restructura, que se refiere a la forma de un texto, y m acroestructura sem ántica, que se refiere a su contenido (podemos considerar, por ejemplo, que una narración de sucesos aparecida en un periódico, una explicación de un hecho cotidiano y un cuento infantil pertenecen a un mismo tipo de texto —texto narrativo o superestructura narrati­ va— a pesar de sus aparentes diferencias, porque poseen la misma es­ tructura global: se organizan alrededor de un esquema básico: marco / complicación / resolución, desarrollan la historia a partir de conec- tores temporales y lógicos...) El contenido semántico global de cada uno de estos textos constituiría su macroestructura). Los hablantes que poseen competencia textual tienen interioriza­ dos unos esquemas conceptuales para cada tipo de texto y elaboran y reconocen los textos en función de esos esquemas. El receptor de un texto, por ejemplo, adopta una determinada actitud ante el tipo de texto que oye o lee y esto favorece su comprensión, puesto que crea unas expectativas sobre lo que es probable que aparezca en el tex­ to (al leer u oír una narración, por ejemplo, el receptor crea unas ex­ pectativas diferentes que ante un texto expositivo). Clasificamos los textos en cuatro tipos: Narrativo Expositivo Descriptivo Conversacional Esta clasificación, tal como veremos más adelante, tiene en cuen­ ta tanto los aspectos co-textuales (estructura del texto, tipo de co­ nexión entre sus unidades, marcas lingüísticas caracterizadoras de cada tipo de texto) como los c o n textú ales (en u n c ia d o r, d estin ata rio , intención, lugar social). (18*') 1. E l te x to n a rra tiv o El texto narrativo es quizás el tipo de texto que ha sido más estu­ diado, puesto que ha sido uno de ¡os centros de interés tanto de los estudios literarios como de los lingüísticos. Aquí hablaremos de las ca­ racterísticas más generales, escogeremos las propuestas que nos parecen más válidas para aplicar en la enseñanza y nos referiremos, sobre todo, a las narraciones escritas. Hablaremos de la estructura de la narración y, en relación con ella, de la polifonía del texto narrativo, de los modos de discurso, de la localización y de su ordenación temporal. En primer lugar, definimos el texto narrativo como aquel que sue­ le explicar la concurrencia de una serie de sucesos referidos a perso­ nas, que se distribuyen en un período de tiempo y que están relacio­ nados por conectores predominantemente temporales. En tanto que acto de habla, consiste en explicar una historia ( dis­ tinto de, por ejemplo, mostrar como es un objeto) y su fuerza ilocutiva variará según la intención con la que se produzca este enun­ ciado: entretener, informar, argumentar, etc. Consideramos narraciones diversas clases de textos: el artículo de periódico, la novela, el cuento, la narración, la narración histórica, la parábola, el cómic, el cine... Estos textos son aparentemente muy dis cincos: algunos siempre utilizan el código oral y otros siempre el es­ crito; se estudian generalmente desde disciplinas diferentes: la litera­ tura, la lingüística, la ciencia de la imagen... pero los agrupamos den­ tro del mismo tipo de texto porque todos tienen una relación similar respecto del contexto donde se producen: no están en relación inme­ diata con el contexto, no están anclados en él (pueden referirse a una situación comunicativa, anterior, contemporánea o posterior a la del momento de producción, esta situación puede ser real o imaginada, no exige la intervención del interlocutor...); en todos estos textos es importante la ordenación temporal de los hechos y la relación de cau­ sa/consecuencia que los conecta; son textos que evidencian especial­ mente su polifonía (la concurrencia de diferentes voces)... Es decir, todos pueden adaptarse a una misma estructura textual. 1.1. La estru ctu ra d e la n a rra ció n Generalmente, las narraciones pueden dividirse en las siguientes paites: 1. Marco: Expone el contexto donde se producen los hechos (presentación de los personajes y do la situación, relato de sucesos anteriores, si­ tuación en el espacio y el tiempo...). Suele aparecer en el inicio de la narración o en los pasajes descriptivos de ]a complicación, en la ex­ plicación de sucesos secundarios... También puede ser implícito. 2. Complicación: Conjunto de sucesos que provocan un conflicto y suponen una transformación de la situación inicial y de los personajes a través de una serie de acciones. Constituye el núcleo de la narración y, por lo tanto, es indispensable que sea explícita en el texto. 3. Resolución: Resolución de los conflictos: retorno a una situación de equili­ brio. Debe ser también una categoría explícita. Incluida dentro de la resolución o aparte, se puede encontrar una moraleja. A veces, esta moraleja es explícita, se desprende de la propia narración, pero m u­ chas veces es implícita y tiene, pues, un carácter pragmático. (19:") En las narraciones cortas, esta estructura puede constituir toda la narración, pero en las narraciones más largas (una novela o una pe­ lícula, por ejemplo) este esquema es recursivo. Veamos, para ejemplificar la explicación, la estructura del siguien­ te cuento corto: TRANSITO En el momento de ia muerte el sacerdote intentó asis­ tirlo y él, con un hilo de voz, le preguntó: —Perdone reverendo: ¿qué garantías tengo? —Todo depende de la voluntad que ponga de su par­ te... — le contestó el sacerdote en un tono de voz alta­ mente profesional. El moribundo cerró los oíos, con una conformidad que debería servir de ejemplo. Uno se fue y el otro se que­ dó, ambos sumergidos en un mismo misterio. (Pere Calders, Tot s’a p rofita .) En este cuento el marco lo constituye el título: «Tránsito* y las primeras palabras del cuento: «En el momento de la muerte...» El lec­ tor infiere del título que el cuento hablará del paso de una vida a otra de alguna persona justa o santa. La primera línea del cuento sitúa 1a escena en ei momento de la extremaunción, La complicación se desarrolla en pocas acciones: el sacerdote asis­ te al moribundo, se entabla un diálogo entre estos dos personajes, el moribundo muere. El moribundo es definido de un modo catafórico, puesto que en un inicio se hace referencia a él con el uso de pro­ nombres: «asistirlo», «él», «su parte-*, «le», y finalmente aparece el referente: «el moribundo». Hallamos la resolución en las dos ultimas líneas: «uno se fue...», en forma de conclusión: uno muere y ei otro no. 1,2. La p o lifo n ía d e l tex to n a rr a tiv o : (véase más arriba P olifon ía en C om p eten cia co m u n ica tiv a ) En las narraciones, igual que en los otros tipos de texto, se puede reconocer e! carácter polifónico de toda enunciación. En estos tex­ tos, la’ polifonía tiene una importancia especial, y en el texto narrati­ vo literario, un funcionamiento complejo, por eso trataremos sepa­ radamente el funcionamiento de la polifonía en los textos narrativos no literarios y en los textos narrativos literarios. Textos narrativos no literarios: Veamos el funcionamiento de la polifonía a partir de la narración de un suceso cotidiano: «No debía ser muy temprano cuando salió de su casa, porque siempre se le pegan las sábanas, y al ir a coger el coche alguien había aparcado a su lado en doble rila. Em­ pezó a darle a la bocina como un loco y al cabo de un buen rato salió un menda del bar de enfrente diciendo que no era para tanto, que era viajante y que estaba a lo suyo, Tú ya sabes cómo es él, total que ni corto ni pere­ zoso le empezó a gritar: «¡Com o no saque el coche de ahí ahora mismo se va a enterar de con quién está hablan­ do!» Total que si no llega a pasar por allí el guardia, aque­ llo acaba mal. La gente cada día está más de los nervios.» El del ejemplo es un texto que corresponde al relato oral de una anécdota dirigido por alguien a otra persona (mencionada en el texto con el Tu de «Tú ya sabes...») que está presente en un momento de­ terminado, supongamos a la hora del bocadillo, en un lugar como puede ser el de trabajo. Las categorías polifónicas se verían reflejadas de la manera que a continuación expondremos, Por un lado, la persona que relata a la hora del bocadillo, considerada como tal persona del mundo, sería el H qeto h a b la n te; el sujeto hablante, considerado desde el punto de vis­ ta de su actividad enunciativa, seria un lo cu to r, que, caso de repre­ sentarse en el enunciado, lo haría con un y o ; puesto que el enuncia­ do es una narración, podemos denominar ai locutor narrador, sim­ plemente. Por otro lado podemos hablar de un destinatario, el interlocutór del narrador, presente en !a narración —ei «tú» ya citado—, en calidad de lo cual podemos denominar n arratarío. Además, ob­ servamos que la voz del narrador no es la única que se oye: «como no saque el coche de ahí.,.» no esta dicho por él, es la voz citada del tercero del cual se habla. Aun podemos observar otras voces, asumi­ das esta vez por el narrador, es decir sin atribución concreta de ex­ presiones o palabras —sólo proposiciones—, cual es el caso de «que no era para tanto, que era viajante y que estaba a lo suyo»: voz que corresponde a la deí viajante. Tanto la voz del viajante como ía de) tercero de quien se habla serían voces de en u n cia d o res particulares, suscitadas o citadas por el narrador. Podemos ver también que el narrador no sólo relata hechos sino que también los evalúa («La gente cada vez está más de los nervios»), es decir, se introduce explícitamente en su propio enunciado: tanto el destinatario como los posibles oyentes pueden formarse una opi­ nión de la forma de pensar de la persona que hace de narrador, opi­ nión tanto más completa cuanto que además atienden a su posible gestualidad, los énfasis, la fluidez del relato, el registro de la lengua en que tiene lugar, e incluso el tipo de anécdota que ha elegido para con­ tar y el enfoque que le da. Si recordamos la distinción entre lo cu to r co m o s er d e l m u n d o y lo cu to r co m o ta l, podemos atribuir a la prime­ ra categoría la voz. evaluadora explícita y a la segunda los datos e in­ ferencias restantes. Textos narrativos literarios El texto que nos acaba de servir de ejemplo estaba contextualizado en un lugar —trabajo— y un tiempo —hora del bocadillo— de­ terminados. El narrador era claramente el locutor cuyo referente es­ taba en esa persona que a la hora del bocadillo le cuenta a un com­ pañero una anécdota. Supongamos ahora que el texto del ejemplo es un fragmento de un cuento o una novela —-si no es mucho suponer—, la primera pa­ gina en concreto. Veamos qué ocurre con las categorías antes mencionadas. El su jeto h a b la n te, que suele ser designado con el nombre de au­ tor, en tanto que realiza una enunciación —su escrito— se constitu­ ye en lo cu to r, el y o responsable de su enunciación escrita. Suponga­ mos que el autor está produciendo su escrito en su casa, a cualquier hora de la noche, por ejemplo. Ahora bien, y diferentemente a lo que ocurría con la narración no novelística, aunque el escrito sea una narración, no podemos iden­ tificar la voz narradora con la voz del autor locutor, ya que si así fue­ se deberíamos suponer que el autor locutor fue testigo —tal como de la narración se desprende, dado que no hay indicación contraria— de la escena relatada y que su relato sucede en lugar distinto de su casa a horas de la noche, etc., es decir, deberíamos suponer la no ficcionalidad del relato. Diremos que en la narración de ficción, el locutor suscita otra voz —ha elegido una mascara, como se expresa en metáfora habitual—, la voz de un narrado r, la cual reproduce. La relación entre locutor y narrador es similar a la que se da entre un citador (el locutor) y alguien citado (narrador): el locutor no es el responsable det enun­ ciado, sus proposiciones, no son las del enunciado, ni sus palabras, ni sus expresiones, ni el y o es su y o ; se trata de las palabras c o n v o ­ ca d as —sin ningún tipo de «verblim dicendt» ni palabra alguna in­ troductoria— de un narrador. Hemos de tener en cuenta que, puesto que de ficción se tra­ ta, el y lo citado son un narrador y un enunciado ficticios, es de­ cir, que no han tenido ocurrencia más que en la imaginación del autor. El resto de categorías queda aiectado por ese carácter ficticio del texto; así, el n arratario , e! lugar y el tiempo. Los deícticos que pue­ dan aparecer en el texto remiten al contexto en que el narrador está narrando (20*). Por otro lado, en la narración se pueden suscitar, ya lo veíamos, otras voces distintas a las del narrador, voces de en u n cia d o res que ahora denominaremos personajes. Así, «como no saque...» está di­ cho por ese personaje anónimo al que se le pegan las sábanas, tan fic­ ticio como el propio narrador. El lugar y el tiempo en que el perso­ naje se instituye como responsable —ficticio, insistimos— del enun­ ciado —«como no saque...»— no se corresponden con el espaciotiempo en el que el narrador realiza su narración —están situados en un pasado con respecto del relato. Concluyendo, hay que distinguir tres contextos en toda narración ficticia: el del locutor (el autor pro­ duciendo su obra), el ficticio imaginado del narrador y el ficticio tam­ bién de los personajes enunciadores. En la teoría narrativa es frecuente !a apelación a la figura del autor implícito. Por autor implícito se entiende (seguimos a Reyes, G., op.cit.) una voz claramente diferenciada de la del narrador, por ejem­ plo una voz que comenta al margen la narración v/o el conjunto de nor­ mas. técnicas, elecciones y puntos de vista, estilo e ideología que los sus­ tenta. Por lo expuesto, la categoría de autor implícito parece hasta cier­ to punto asimilable a lo que en términos de Ducrot definíamos como el locu tor com o ser d e l m u n do y el locu tor com o tal, con la salvedad de que esa presencia del locutor dentro de la narración ficticia está some­ tida a la voz de! narrador que es quien sostiene la narración: el autor implícito sería pues una voz citada por el narrador. Sólo queda por añadir que a la categoría de autor implícito corres­ ponde simétricamente la de lector implícito, distinto del narratario —-ese tu de la narración a quien se dirige el narrador. Respecto del texto T ransito, por ejemplo, el lector implícito sería el lector de la iro­ nía «antirreligiosa» del texto. (Para una ampliación véase la nota (21*).) 1.3. Los m o d o s d e d iscu rso En tanto que responsable de la manera de ordenar y explicar la historia, el narrador organiza la manera cómo aparecen las voces en la narración. De este modo, su voz puede asimilarse a la del perso­ naje principal, a la de personajes secundarios o puede no coincidir con la de ningún personaje; puede ser una voz «neutra*, situada fue­ ra de los sucesos que se narran. Además de su voz puede suscitar otras voces con las que no se identilica, voces que pueden tener palabras precisas (las de los per­ sonajes cuando hablan en discurso directo) o que no tienen palabras precisas, sino que están más o menos mediatizadas por la del narra­ dor (las voces de los personajes cuando hablan en discurso indirecto o en discurso indirecto libre, o la voz del autor implícito). Como va hemos dicho antes, llamamos en u n cia d ores a estas distintas voces que puede suscitar el narrador. En el discurso directo al cambio de enunciador le corresponde un cambio de voz explícito. El enunciador habla con sus propias pa­ labras: «Juan dijo: —Esta noche me iré al teatro— ». En los textos escritos, los cambios de voz están señalados por mar­ cas tipográficas (guiones, entrecomillado) v, muchas veces, por un «verbum dicendi» («dijo», ^afirmó», etc.). En el discurso indirecto, al cambio de enunciador no le corres­ ponde ningún cambio de voz explícito: el narrador incorpora una voz dentro de la suya, que mediatiza la del enunciador. Este tipo de discurso puede reproducir conceptualmente lo que dice el enun­ ciador: «Juan anuncio a su madre su ida al teatro», o bien reproducirlo más o menos miméticamente: «Juan le dijo a su madre que estaba encantado porque aquella no­ che se iba a ver una obra de teatro muy buena.» El inicio del discurso indirecto siempre está señalado por un «ver­ bum dicendi». El discurso indirecto líbre es una forma intermedia entre la voz del narrador y la del enunciador. El narrador introduce el discurso de otro en el suyo propio y lo traslada a su situación enunciativa: la primera persona se transforma en tercera, el presente en pasado. Pero mantiene algunas características del discurso directo: el narrador res­ peta las palabras —o al menos las proposiciones—. el registro y los deícticos del enunciador: «Juan quería ir al teatro. Era absolutamente necesario que encon­ trara entradas. ¿Podría ir ahora a buscarlas? ;Se lo diría a Marta? Quedarían allí mismo. No le gustaría esta obra v le daría la no­ che...» No pretende reproducir únicamente el sentido de aquello enun­ ciado por el personaje (su proposición) sino también la forma en que lo enunció (sus frases). 1.4. La fo c a liz a c ió n El narrador, ademas de organizar las voces que aparecen en la narración, presenta los sucesos desde una óptica determinada. Presentamos tres tipos de focalización :J+ 1. Focalización «por detrás de los personajes» (coincide con lo que se considera «narrador omnisciente* y con el tipo de «narración no focalizada», de Genette). La «mirada» del narrador domina la historia y ios personajes; su capacidad de maniobra y sus conocimientos son ilimitados. Co­ noce los pensamientos más íntimos de los personajes, puede reve­ lar al lector un detalle conocido por un solo personaje e ignorado por los demás, anticipa lo que todavía no ha sucedido, puede es­ tar presente en distintos sidos a la vez. puede opinar y dirigirse al lector, etc. 2. Focalización «con los personaos» (coincide con lo que Genette lla­ ma «focalización interna»). La «mirada» del narrador queda restringida a lo que ve, sabe, pien­ sa, un personaje. La realidad es presentada y filtrada al lector a tra­ vés de los ojos del personaje. La focalizacion puede ser fija (en un solo personaje), variable (en más de uno) o múltiple (es el caso de las novelas epistolares, por ejemplo). 3. Focalización externa. La «mirada^ del narrador se limita a registrar la realidad y e¡ com­ portamiento de los personajes sin realizar ninguna interpretación. La comprensión de la realidad descrita es, pues, limitada y frag­ mentada (es una técnica cinematográfica utilizada en muchas no­ velas policíacas y por algunos autores del «Nouveau Rom án».Un claro ejemplo en nuestra literatura es el caso de El Ja ra m a , de R. Sánchez Feriosio). Este tipo de focalización no es nunca exclusiva en una narración. 1.5, El o rd e n tejn p o ra l d e la n a rra ción . H istoria y tram a El narrador organiza también la trama de la narración: puede ex­ plicar la historia siguiendo un orden cronológico progresivo, puede subvertir ese orden o las relaciones de causa y consecuencia... La narración se organiza, básicamente, a partir deí orden tempo­ ral y lógico (la explicación de los sucesos suele seguir un orden ero24. Siguiendo G. G enette, F ig u res I II . nológico y la historia progresa generalmence gracias a mecanismos de causa y consecuencia). Esta ordenación queda marcada por los conectores de tipo temporal («un día», «antes», «tiempo después», «cuando».,.), de tipo lógico («así pues», «porque», «como resulta­ do», «finalmente»...) y también por los tiempos verbales, aunque esta idea iia sido m uy discutida. Tanto los conectores como los tiempos verbales están relaciona­ dos con Ja estructura de la narración; de este modo y por ¡o que res­ pecta a los tiempos verbales, por ejemplo, observamos que en una narración relatada en pasado, en el marco predominan los pretéritos imperfectos y los pluscuamperfectos (sirven para describir la situa­ ción y los personajes, los tiempos compuestos se usan para presentar sucesos anteriores al tiempo de la narración), mientras que en la com­ plicación y en la resolución predominan los pretéritos indefinidos (que indican el desarrollo de las acciones). La Ünealidad del lenguaje provoca discordancias temporales res­ pecto del orden de sucesión de ¡a realidad (el lenguaje obliga al or­ den sucesivo para narrar hechos que suceden al mismo tiempo, por ejemplo). Pero, dejando aparte esta discordancia obligada, la narra­ ción puede escoger distintas maneras para presentar los sucesos: pue­ de producir anacronías, cuando explica los hechos de un modo retrospreccivo —analepsis— (partiendo del presente hacia el pasado) o de un modo prospectivo —prolepsis— (partiendo del presente hacia el futuro, avanzando sucesos que todavía no han ocurrido), puede avanzar y retroceder en el tiempo, etc. Esta ha sido la base de la distinción que ha hecho la literatura en­ tre historia v tram a (o argumento y trama, según otros autores): la historia es el conjunto de sucesos que constituye la narración y que se presentan respetando el orden cronológico y causal; la trama es el modo como aparece la historia en la narración (en la novela policía­ ca muchas veces la historia empieza por el final; el juicio por un crimen, por ejemplo. A partir de ahí y a base de «flash back* se re­ construye la historia, se explica todo lo sucedido antes de este mo­ mento). En el apartado dedicado a Tipología Textual hemos considerado que en las producciones reales no existen prácticamente tipos de tex­ tos en estado «puro». En el texto narrativo, como en los demás, sue­ len converger otros tipos de texto, además del narrativo: textos des­ criptivos, conversacionales... (son los que se encuentran con más fre­ cuencia). Es imprescindible que haya una base descriptiva en la narra­ ción y es m uy frecuente ef uso de diálogos para favorecer la sensa­ ción de realismo, de proximidad... 2. E l Tl-X T O EXPOSITIVO El texto expositivo incluye una gran diversidad de textos: defini­ ciones, instrucciones, ensayos, tratados científicos, libros de texto, ar­ tículos periodísticos, conferencias... que nuestro interés en ofrecer una información generalizada al máximo nos ha hecho incluir dentro de este tipo. Estos textos, orales o escritos, comparten las características esen­ ciales de !a misma estructura textual global. Aunque poseen unas ca­ racterísticas pecuLiares que provoca que en ciervos momentos sea útil diferenciarlos en textos expositivos propiamente dichos, textos argu­ mentativos y textos de instrucción, la frontera entre elios es ambigua y difícil de precisar. Por lo que respecta a la oposición entre texto expositivo y texto argumentativo, por ejemplo, podemos considerar en principio que la argumentación tiene la intención de persuadir y utiliza para ello las estrategias necesarias para modificar las creencias y las representacio­ nes más que los conocimientos del destinatario. La exposición, en cambio, tiene la intención de informar y utiliza las estrategias nece­ sarias para ampliar los conocimientos del destinatario. En los textos reales, sin embargo, esto no esta tan claro: un texto expositivo casi siempre posee argumentación. Exponer frecuentemen­ te consiste en dar una información y probarla; para probarla es ne­ cesario utilizar estrategias argumentativas. La distinción entre infor­ mar y hacer creer no es, por lo tanto, definida. También es frecuente que un texto deliberadamente argumentativo contenga pasajes expo­ sitivos para aumentar la persuasión con argumentos supuestamente «objetivos», etc. Si nos basamos en las características comunes de estos textos, po­ demos definir el texto expositivo como aquel que informa sobre cual­ quier tema a un destinatario del cual se presupone que tiene un co­ nocimiento determinado —-nulo, pequeño o elevado— del tema, con la intención de informarle o ampliar sus conocimientos, argumentar o hacer cambiar sus creencias, o regular o planificar su actuación fu­ tura. Este tipo de texto, al igual que el narrativo, no tiene una rela­ ción inmediata con el contexto de producción. Como acto de habla y según la fuerza ilocutiva que posean, estos textos pueden explicar, argumentar, definir, etc. y su fuerza perlocutiva puede ser la de aumentar el conocimiento, convencer, modificar el pensamiento o la actitud, etc. Este tipo de texto se organiza a partir de las relaciones lógicas que se establecen entre las unidades que lo constituyen, de modo que tie­ ne la apariencia de un razonamiento que conduce de una premisa, la problemática inicial, a una conclusión fina!, El orden de aparición de las informaciones está programado según una encadenación de ante­ cedente v consecuencia. Es más difícil de producir y de comprender que el texto narrativo porque su estructura textual no es tan estable como la de la narra­ ción y porque da muclia información nueva, lo que obliga al lector/oyente a utilizar todos los recursos cognitivos. El texto narrativo apor­ ta mucha menos información nueva, ya que habla de situaciones y personajes de los cuales el destinatario ya suele saber cosas; es, por lo tanto, más previsible que el expositivo y es más fácil hacer infe­ rencias. En el texto expositivo, en cambio, no hay necesariamente una referencia situacional ni unos personajes conocidos por el destinata­ rio, sino una serie de elementos relacionados entre sí que éste debe representarse en una estructura lógica. No hay tampoco (ni en el caso de que se trate de un texto oral) un interlocutor que pueda regular la conducción de la explicación.25 La información que aporta el texto expositivo se selecciona en función del punto de vista des del que se aborda el tema, de la nece­ sidad de realizar una explicación completa y exacta y de los conoci­ mientos que se supone que tiene el destinatario. Esto supone que, en el momento de producir o de comprender un texto de este tipo, sea necesario reconocer la relevancia que adoptan algunos mecanismos de coherencia de los textos: el conocimiento del mundo, dentro de los mecanismos de presuposición, la progresión temática y, en el caso del texto escrito, las formas supralingüísticas: títulos y subtítulos, va­ riaciones tipográficas... —- El conocimiento del inundo. (Remitimos al apartado «Cohe­ sión, coherencia y situación»). El productor de un texto expositivo se supone que tiene una cier­ ta idea del tipo de conocimientos y de intereses del receptor (carac­ terizados por la edad, el nivel de estudios, el contexto en que se re­ cibirá el texto...). Por lo tanto, según el tipo de destinatario, selec­ ciona la información y la expone de un modo u otro (utiliza térmi­ nos más o menos técnicos/cien tíficos, supone que el receptor puede hacer determinadas inferencias o no, aclara o ejemplifica determina­ dos conceptos, etc.). 25, N os referim os, sobre codo a Los textos escritos, pero consideram os que en ia exposición oral form a! — una conferencia, una clase m agistral...-— no se produce in ­ tercam bio entre productor y destinatario. El texto expositivo oral no es espontáneo y tiene, en realidad, m uchas características propias del escrito (tipo de planificación y de progresión tem ática, m arcadores lin güísticos, etc.). — La progresión tematica. El conocimiento del mundo esta estrechamente ligado a los me­ canismos de progresión del texto (el texto debe renovar constante­ mente la información). El equilibrio entre la información nueva que aporta el texto (rema) y la relación establecida con la información que ya se conoce (tema) es uno de los factores de coherencia deter­ minantes en este tipo de textos. Normalmente los textos expositivos se estructuran en diversos párrafos distribuidos en función de la progresión temática (sea ésta lineal, de tema constante o de temas derivados). El párrafo funciona como una unidad temática dentro del texto, con unas características demarcadoras específicas (conectares espacio-temporales, referentes anafóricos que remiten al tema del párrafo anterior, conectores lógicos que determinan las etapas sucesivas de una argumentación..,). Constituyen esta unidad una serie de frases en­ cadenadas, reguladas por el doble movimiento de aportación v de progresiva restricción de la interpretación, ya que cada frase prece­ dente limita las posibilidades de interpretación de la siguiente para preservar la coherencia del conjunto. La estructuración de un texto en párrafos puede tener diversas funciones: facilitar su lectura, por ejemplo, o programar la informa­ ción (a la sucesión lineal de frases se superpone la articulación jerar­ quizada en párrafos). La distribución de los párrafos generalmente se realiza en función de la progresión temática. — Las formas supralingüísticas. Para comprender un texto expositivo es importante reconocer, a través de los indicios lingüísticos y supralingüisticos, la jerarquía de las unidades informativas que aparecen en él, la distinción entre las informaciones principales y secundarias (amplificaciones, ejemplificaciones..,), etc. De ahí que en este tipo de texto (nos referimos al texto escrito) sea especialmente importante el uso de títulos, subtítu­ los, cambios tipográficos... 2.1, La estru ctu ra d e l tex to ex p o sitiv o La estructura que proponemos para el texto expositivo, propia­ mente dicho, es la división en las tres partes siguientes (que no deben aparecer forzosamente en este orden): 1. Introducción (que puede incluir el marco —espacio, tiempo—, la bibliografía, los objetivos o las hipótesis,.) 2. Desarrollo 3. Conclusión Veamos el siguiente texto: La p rim era gu er ra m u n d ia l (1914-1918) (A) La primera guerra mundial estalló debido a la rivali­ dad que existía entre los estados europeos a principios de siglo. (B) Las causas de esta rivalidad eran diversas: el desarrollo capitalista que exigía la búsqueda de nuevos mercados, ambi­ ciones colonialistas que chocaban en la conquista y reparto de Africa, el deseo de incremento territorial como premisa de paz duradera, la particular situación de Austria— Hungría con grupos étnicos distintos y a veces disconformes, la arrogancia nacionalista estimulada desde el poder y favorecida por la carrera de armamentos, el deseo alemán de terminar con la su­ premacía militar inglesa y la política rusa en los Balcanes. (C) El asesinato del heredero austríaco archiduque Fran­ cisco Femando y su esposa en Sarajevo (28 junio, 1914} fue la chispa inmediata que hizo estallar el polvorín de tantas ri­ validades acumuladas. Austria acusó a Servia de tener res­ ponsabilidad en el atentado, Alemania dio carta blanca a Austria, Rusia apoyó a Servia... y el 28 de julio de 1914 Aus­ tria declaró la guerra a Servia, (D) Como resultado de estos sucesos Europa quedó di­ vidida en estados beligerantes (Entente, Imperios centrales) y neutrales. (...) (E) Pensada como una guerra rápida, la primera guerra mundial se prolongó cuatro años, provocó la revolución rusa y desembocó, tras la intervención USA, en la victoria aliada. (F) A consecuencia de la guerra el mapa de Europa su­ frió una profunda transformación, los regímenes vencidos fueran sustituidos por otros de corte democrático. Pero no se acertó a solucionar en la paz lo que se había querido so­ lucionar en la guerra. {Atlas h istórico in te g ra l, Ed, Bibliograf, Barcelona, 1977) Podemos considerar este texto como propiamente expositivo puesto que tiene la intención de informar al destinatario sobre un tema determinado, la primera guerra mundial, de un modo objetivo (no nos interesa ahora discutir sobre la objetividad o no de la con­ clusión). Es un texto dirigido a un destinatario adulto del que se su­ pone que tiene bastantes conocimientos sobre la historia de Europa, puesto que la información es muy concisa y hay muchos implícitos (en la segunda línea se supone que «a principios de siglo» es el siglo XX, por ejemplo; se supone que el destinatario conoce los aconteci- miemos sucedidos en Africa durante esta época, se supone que co­ noce el mapa de Europa, etc.). El texto se estructura en tres partes: introducción (párrafo A), de­ sarrollo (párrafos B,C,D,E) y conclusión (párrafo 1;). Cada párrafo funciona como una unidad temática que, por un lado, recupera el tema expuesto en ei párrafo anterior, es decir, actúa como «Tema», y por otro lado hace progresar el texto aportando in­ formación nueva, es decir, actúa como «rema». Los distintos párra­ fos están relacionados entre sí por conectores de tipo lógico («como resultado», «a consecuencia») de modo que la información se enca­ dena mediante mecanismos de causa y consecuencia. El primer párrafo tienen una función introductoria y explica por­ que explotó la primera guerra mundial: «a causa de la rivalidad que existía...». El tema de la guerra ocupa todo ei texto pero cada párrafo aporta nueva información. Veámoslo: El tema de la rivalidad, iniciado en el primer párrafo, se recupera en el siguiente (B), el cual aporta además una nueva información: las causas de la rivalidad existente entre los paises europeos. En el siguiente párrafo (C) se recupera aún el tema inicial ( ...«lúe la chispa inmediata que hizo explotar el polvorín de tantas rivalida­ des acumuladas.») pero de un modo catafórico, porque en primer lu­ gar da una información nueva: el asesinato deJ heredero austríaco y ei inicio de la guerra. El párrafo (D) recupera la información que se ha dado en el an­ terior («Como resultado de estos sucesos»...) y explica cómo queda dividida Europa durante la guerra. El siguiente (E) recupera el tema de la guerra y explica el desenlace. Finalmente, el párrafo (E) habla sobre las consecuencias de la guerra y llega a una conclusión: «Pero no se acertó a solucionar en la paz lo que se había querido solucio­ nar en la guerra». Aunque hemos incluido la instrucción v la argumentación dentro del texto expositivo, puesto que hemos considerado que comparten las características esenciales de la misma estructura textual, propone­ mos una estructura propia para estos dos tipos de texto, a la que se adaptan los textos paradigmáticos de instrucción (una guía turística o una receta de cocina, por ejemplo) y de argumentación (un artículo de opinión, un debate.,.). 2.2, El tex to d e in stru cció n Podemos considerar textos de instrucción desde las recetas de co­ cina, las guías de viajes, la explicación de las reglas de un juego, etc. hasta los textos denominados «predictivos»: el horóscopo, el boletín meteorológico... Estos textos, que hemos incluido dentro de los expositivos, sue­ len presentar una información estructurada de un modo lineal —no jerarquizado— ; es decir, no suele haber una información principa! v otras segundarias, no suele haber tampoco argumentación, sino una serie de informaciones que poseen la misma relevancia y que están ordenadas temporalmente (igual que en la narración, pero se diferen­ cian de ella porque en la instrucción no hallamos ni complicación ni moraleja). La intención de estos textos —su fuerza ilocutiva— es instruir, para conseguir el efecto de regular el comportamiento del destinata­ rio y suelen estar relacionados con el contexto de producción y con el conocimiento del mundo compartido que se presupone que existe entre emisor y destinatario. La intención de instruir hace que el uso del futuro o del impe­ rativo (o del subjuntivo) y de la segunda persona (o de la tercera en el caso de los textos predictivos) caracterice los textos de instruc­ ción. Veamos el texto siguiente: «Durante la visita a una bodega, le conducirán a través de varios edificios de techo alto donde se almacena toda la producción de vinos y brandies. En una de esas plantas se clasifican y prensan las uvas, en otra se embotellan los cal­ dos y en una tercera se vierten en grandes barricas de roble. Después de visitar una bodega vaya a algún bar donde pueda probar diferentes vinos de Jerez, tales como ámbar, oro viejo, crema rojo, dulce y aterciopelado. Si va a jerez en época de vendimia, no deje de visitar los viñedos, que son un verdadero regalo para ia vista. Cuando llegue a la ciudad, lo más conveniente es diri­ girse a la Oficina de Turismo, en la calle Alameda Cristina (tel. 34 20 37) donde le informaran de qué bodegas están abiertas y cuáles se pueden visitar. A menudo es preciso to^ mar un taxi desde la Oficina de Turismo hasta la bodega, donde se le asignará un guía.* (G uía d e A ndalucía y C osta d e l Sol.) 26. J.M . A dam , T y p es da s e q n e n c e s ¿ lé m e n t a ir e s , rom a com o ejem plo de «grado cero » de este tipo de testo s el siguien te: «S T O P ». Este texto provoca un efecto perloe utivo determ inado, en un contexto d eterm in ad o: eJ conductor de un vehículo que conozca el código de circulación se detendrá cuando vea esta señal. Se trata de un texto de instrucción propio de una guía turística. El destinatario se supone que actuará conforme con las indicaciones que lea, para conseguir el objetivo de realizar una buena visita a las bodegas de Jerez. Como el texto pretende regular el comportamien­ to futuro del destinatario utiliza el imperativo, el futuro y la segunda persona ( «vaya», «no de|e de visitar», «se le asignará»). La estructura del texto es lineal: enumera los distintos pasos que debe realizar el viajero (dirigirse a la oficina de turismo, preguntar,.,), siguiendo un orden cronológico, sin que ninguna información sea más importante que las otras. Aunque se supone que el destinatario de este texto no conoce el lugar de que se habla, se le presuponen algunos conocimientos: sabe lo que es una bodega, cual es la época de la vendimia, etc. Esto evita la necesidad de ampliar o ejemplificar las informaciones. Leamos ahora este otro texto: Vuelve el invierno. Seguimos bajo la influencia de las altas presiones, con un anticiclón fuerte situado al oeste de las Azores y otro mo­ derado al sur de las Baleares. Hay una borrasca débil sobre el canal de la Mancha, con un sistema frontal tal que el fren­ te frío alcanzará al mediodía al noroeste de Galicia. En al­ tura la masa fría prácticamente desaparecerá pero mañana se producirá una entrada de aire frío del norte en todos los ni­ veles, con lo cual se iniciará un descenso térmico en la mi­ tad norte peninsular, «El País», martes 30 de abril de 1991 Podemos considerar este texto de información meteorológica como un texto predictivo, puesto que informa al destinatario sobre el futuro: ;C u ál será el tiempo para hoy? De todos modos, esta in­ formación pretende regular de un modo indirecto el comportamien­ to del destinatario (saldrá a la calle más o menos abrigado, con o sin paraguas...) y es por esa razón por lo que este tipo de textos se cla­ sifican entre los de instrucción. La estructura del texto que hemos leído es lineal, como en el an­ terior y la información se ordena también temporalmente («hov», «al m ediodía», «mañana»). El tiempo verbal predominante es el futuro, puesto que el texto informa sobre lo que sucederá y no sobre lo que ha sucedido. 2.3. El tex to a r g u m en ta tiv o Se consideran argumentativos textos de opinión, artículos críti­ cos, deliberaciones... aunque, como ya hemos anunciado anterior­ mente, se puede encontrar argumentación en prácticamente todos los textos. £1 texto argumentativo tiene la intención —la fuerza ilocutiva— de argumentar, para alcanzar el efecto de persuadir, de modificar opi­ niones o creencias del destinatario. Posee una estructura jerarquizada que parte, generalmente, de una tesis para llegar, mediante una serie de argumentos, a una nueva tesis o conclusión. La estructura sería la siguiente.’' Argumentación: Tesis anterior Premisas Cadena de argumentos Conclusión Nueva tesis Las proposiciones de la argumentación suelen estar relacionadas con conectores de tipo lógico. Leamos el texto siguiente: (A) «Hasta hace pocos años una de las situaciones más delicadas en la vida de un hombre se producía cuando lle­ gaba el momento de desnudarse ante una señora o señorita que no era la suya. Evidentemente no me refiero a una vi­ sita al médico y en presencia de la enfermera. (B) Ello parece felizmente superado a favor de las dos partes a causa del cambio sideral que ha experimentado la ropa interior masculína. (C) Antes sólo había dos tipos de calzoncillos, aunque los que tenían forma de slip eran los que llevaba casi todo ei mundo, por supuesto siempre de color blanco. (D) Pero últimamente los fabricantes de ropa interior masculina deben haber enloquecido puesto que cada día sor­ prenden a la clientela con diseños, colores y dibujos más au­ daces. (...) (E) Hasta hace poco, si un hombre se hubiese atrevido a presentarse ante su «partenaire» de lecho con esta facha, 27. J .M . A d im , T y p es d e s e q u e n c e s é lé m e n t a ir e s . todo e! encanto de la situación se hubiese desvanecido entre carcajadas v el insensato hubiera debido retirarse perdién­ dolo todo en ia empresa y coa el honor hecho polvo. (F) Pero las cosas han cambiado mucho y nadie puede aspirar a mantener una vida galante mínimamente exitosa sin disponer de un buen surtido de estas piezas alocadas. (G) Parece ser que se han terminado para siempre los usos y costumbres según los cuales el hombre debía tener un aspecto solemne y tieso, mientras que la mujer adornaba en exclusiva sus encantos (o los disimulaba) con braguitas minúsculas y delicadas, sostenes audaces, inedias sedosas y ligas de satén negro. (H) Los hombres se han apuntado rápida y entusiásti­ camente a la nueva moda y escogen los calzoncillos con la misma preocupación que antes sólo dedicaban a las cor­ batas. (I) El conjunto conduce a pensar que finalmente se ad­ mite que la elegancia y el buen humor también son necesa­ rios cuando uno se desnuda por otra razón distinta a la de irse a dormir.» («Set D ies») La estructura de este texto es la siguiente: El primer párrafo (A) expone la tesis: «Hasta hace pocos años...» que se verá substituida al final del tex­ to por una nueva tesis. El segundo parrafo anuncia que esta tesis actualmente ya no tiene vigencia y expone el argumento que sirve para rebatirla: «el cambio sideral que ha experimentado la ropa interior masculina.» Los siguientes párrafos (C,D,E,F,G) alternan la explicación de lo que sucedía antes: solo había dos tipos de calzoncillos (C), los hom­ bres no podían vestir ropa interior de fantasía (E), sólo la mujer po­ día usar la ropa interior como arma de seducción (G), con la expli­ cación de los cambios que se han producido en la actualidad: apare­ cen diseños nuevos y atrevidos para la ropa interior masculina (D), los hombres tienen que utilizar una ropa interior seductora si quie­ ren triunfar en los temas amorosos (F). Estas explicaciones retuerzan el argumento que se ha utilizado para rechazar la primera tesis y ex­ plican la razón por la que ha cambiado la ropa interior masculina: porque el rol de coquetear que en una relación de pareja antes sólo seguía la mujer, actualmente también lo juega el hombre. El penúltimo párrafo (H) puede considerarse como la conclusión: Ja existencia de tal variedad de ropa interior masculina permite pen­ sar que los hombre se han apuntado rápidamente a esa nueva moda (no sólo en cuanto a la ropa sino también en cuanto al papel que jue­ gan en el flirteo). El último párrafo (I) expone la nueva tesis: actualmente el hom­ bre puede ser elegante incluso cuando se desnuda. En este texto hay no solamente conectores de tipo lógico («a con­ secuencia», «pero», «finalmente»), sino también temporales, porque para defender los argumentos de la nueva tesis, el texto contrasta lo que pasaba antes con lo que pasa ahora («hace pocos años», «última­ mente»...). 3. E l t e x t o d e s c rip tiv o No todas las tipologías textuales contemplan el texto descriptivo como un tipo de texto: algunas tendencias consideran la descripción como un modo de organización de los contenidos, un procedimiento lingüístico, más que como un tipo de texto, mientras que otras dicen que el texto descriptivo tiene una estructura global específica, igual que la tienen los textos narrativos o expositivos; se puede considerar, por lo tanto, como un tipo de texto. En tanto que acto de habla, el texto descriptivo es el acto de mos­ trar como es una cosa. Generalmente este acto no tiene la fuerza ílocutiva de mostrar sino más bien de informar, argumentar, etc. Es por esa razón por la que no suele constituirse en la secuencia dominante de un texto sino en una secuencia subordinada. Lo hemos incluido dentro de la clasificación tipológica de los tex­ tos porque la intuición del hablante le permite reconocer y aislar fá­ cilmente las secuencias descriptivas de cualquier tipo de texto (narra­ tivo, expositivo...) y ello nos parece operativo para la enseñanza. Incluimos entre los textos descriptivos algunas definiciones de diccionario, la ordenación en el espacio de un objeto o de una abs­ tracción, la evocación de una atmósfera (en el inicio de un cuento, por ejemplo), la descripción de acciones, los juegos de lengua del es­ tilo de los crucigramas, etc. Igual que ocurre con los demás tipos de texto, es difícil hablar de un texto descriptivo «puro». Las secuencias descriptivas aparecen in­ sertadas en todos los tipos de texto, pero, a diferencia de los otros, casi nunca ejercen una función dominante; por esa razón no solemos hablar de textos descriptivos sino de descripciones insertadas en un texto de tipo expositivo (es el caso de muchos de los textos que po­ demos encontrar en los libros de texto), narrativo (la descripción del marco de la narración —tiempo, espacio, sucesos anteriores...—, o la descripción física, moral, de los pensamientos... de los personajes), o conversacional (descripción de experiencias, pensamientos, procesos, objetos,..). 3.1. La estru ctu ra d e l tex to d e s c r ip tiv o El texto descriptivo está constituido por una serie de elementos agrupados alrededor de un te m a -títu lo , que condensa la información (lo que caracteriza estos textos és, precisamente, la posibilidad de re­ sumir la información, de reducirla a un título, aunque la expansión de la descripción sea potencialmente ilimitada). El tema-título puede ser explicitado en el texto (un título, una entrada de diccionario...) o puede ser implícito {un caso extremo sería una adivinanza). Ei tematítulo fija un marco y crea expectativas sobre la presencia y función de las unidades que constituyen el texto; de este modo asegura su co­ hesión. La nueva información aparece como una expansión del te­ ma-título (explicación de las partes del objeto descrito, nomenclatu­ ra, ejemplificación..,), que se relaciona con una serie de prop ied ad es o cu alid ad es (denotativas o connotativas) referidas a este objeto. De este modo se establece siempre una relación, o metonímica o sinecdótica, entre el objeto y la descripción. Este tipo de texto se caracteriza porque representa la simultanei­ dad de un todo y sus partes. Está relacionado, por lo tanto, con una ordenación espacial (el texto narrativo se relaciona sobre todo con una ordenación temporal y el expositivo y conversacional con una or­ denación lógica) y aparentemente ob|etivable. Ello no excluye la con­ dición de irrealidad ni de subjetividad de la descripción, pero supone la de verosimilitud, es decir, la conexión, aunque sea ideal, con ele­ mentos externos y objetivos. La explicación de un objeto en relación con el espacio supone la uti­ lización de una serie de conectares que permitan ordenar y exponer en orden lineal la explicación, facilitando así su comprensión, siempre en fun­ ción del punto de vista adoptado por el productor deJ texto (quien se­ lecciona la información en función de sus conocimientos, los conocimien­ tos y expectativas del destinatario, los objetivos de su descripción...). Señalamos tres tipos de conectores fundamentales en el texto des­ criptivo: — Conectores de espacio: frontales (arriba, abajo...), horizonta­ les (lateral derecha-izquierda). — Conectores de focalización (proximidad, distancia...). — Conectores temporales (tiempo del cosmos; horas, estaciones, años..., o tiempo del logos: del escritor y del texto). La estructura que proponemos para el texto descriptivo sería la si­ guiente:28 2S. E squem a propuesto por Ph. H am an , I n tr o d u c tio n ¿ l ’a n a i y s e d u d e s c n p t i f v revisado por A dam , A p p ro ch e lin g u is t iq u e d e la s é q u e n c e d e s c r ip tiv e . y por P e iitic jn , L e te x te d e s c r ip tif. partes o n om enclatura cu alid ad es o p ro p ied ad es Leamos este ejemplo, extraído del diccionario de la Real Academia: cacao : m. Arbol de América, de la familia de las esterculiáceas, de tronco liso de 10 a 12 metros de altura, hojas alternas, lustrosas, lisas, duras y aovadas; flores pequeñas, amarillas y encarnadas, y cuvo fruto es de forma ehptica y aristada, de 20 centímetros de largo, que contiene de 20 a 40 semillas carnosas cubiertas por una cáscara del­ gada, de color pardo, de la cual se despojan tostándolas, y que se em­ plean como principal ingrediente del chocolate. La estructura de este texto sería como sigue: 1. tema-título: cacao 2. expansión: definición: Arbol de América, de la familia de las esterculiáceas. 2.1. partes (con sus cualidades): tronco liso de 10 a 12 metros de altura, hojas alternas, lustrosas, lisas, duras y aovadas, flores pequeñas, amarillas y encarnadas, fruto de forma elíptica y aristada, de 20 centímetros de largo, semillas carnosas cubiertas por una cáscara delgada, de color pardo. 2.2. propiedades: las semillas tostadas se emplean como ingre­ diente principal del chocolate. La palabra de entrada corresponde al tema-título, base y objeto de la descripción. La definición y descripción de las partes constitu­ yen la expansión metalingüística de la palabra de entrada y se rela­ cionan con las cualidades y' propiedades del objeto descrito. 4. E l t e x t o c o n v e r s a c io n a l Este texto es básicamente oral; se presenta siempre como un in­ tercambio o un conjunto de intercambios verbales entre dos o más interlocutores, generalmente presentes, cada uno producido por un hablante distinto, en el turno de palabra correspondiente (el turno de palabra es la oportunidad que tiene cada uno de los hablantes para hacer avanzar la conversación mediante una intervención). Igual que ios demás tipos de texto, la conversación engloba dis­ tintos textos que pueden adaptarse a una misma estructura textual y que agrupamos en dos clases: conversaciones espontáneas en el caso de ¡a interacción cotidiana oral: la conversación espontánea entre dos interlocutores presentes, la conversación telefónica... y conversaciones no espontáneas en el caso de un debate, de una entrevista, un examen, etc. Las conversaciones no espontáneas suelen estar más planificadas que las otras. Normalmente parten de un tema fijado, que dura hasta el final de la conversación y que se desarrolla a través de unos turnos de palabra establecidos. Los distintos contextos limitan los temas: en una entrevista de so­ licitud de trabajo, por ejemplo, el tema girará entorno a la experien­ cia, las aspiraciones.., del solicitante y a las condiciones y sueldo que la institución ofrece; en un examen el tema girará entorno a los con­ tenidos que ha aprendido el estudiante o a las opiniones críticas que se le pidan, etc. Estas conversaciones suelen ser conducidas umlateralmente: el rol social de los interlocutores permite que uno de ellos fije el tema, haga las preguntas o distribuya los turnos de palabra... (en una entrevista entre un médico y nn paciente, el médico formula las preguntas y el paciente las responde; el tema suele estar fijado —!a enfermedad del paciente— y las preguntas y respuestas son pertinentes al tema. En un debate, el moderador centra e] tema, distribuye los turnos de palabra, corta las intervenciones demasiado extensas o que suponen una digresión, etc). Las conversaciones espontáneas son las que más nos interesan puesto que constituyen el medio fundamental de la interacción co­ municativa y de la regulación social.29 Efectivamente, además de constituir la forma más básica de co­ municación, el texto conversacional tiene muy pocas restricciones ge­ nerales: no está planificado previamente ni programado unilateral­ mente, el tema no está decidido a priori, se puede producir en dis­ tintos contextos y tener distintas funciones. A pesar de esta falta de restricciones, la conversación espontanea no se produce de un modo totalmente arbitrario sino que, como los demás textos, es regulada por una serie de comportamientos y posee una estructura interna. En efecto, la conversación se construye en común por los enun­ ciadores. No se trata solamente de un intercambio de actos de habla 29. Ván D ijk, La c ie n c ia d e l tex to . (preguntar-responder, pedir...) sino también de una interacción,’0 en la que los interlocutores se ratifican mutuamente (aceptan tos siste­ mas de valores comunes que les permiten dialogar), poseen un cono­ cimiento del mundo compartido y tienen competencia comunicativa, es decir, son capaces de adaptar su comportamiento textual a la si­ tuación comunicativa, y su competencia a la del interlocutor. Mien­ tras se desarrolla, la conversación se regula a base de repeticiones, pa­ ráfrasis, preguntas o respuestas, signos no verbales.,,, que constitu­ yen un con junto de signos perceptibles (denominados también «Feedback.«) que permiten conocer el resultado de la emisión del mensaje. Los participantes en una conversación, además, se ponen de acuer­ do, n e g o c ia n , sobre los constituyentes de ia acción que realizarán (de­ ciden el grado de formalidad de la conversación, la forma y el tono que utilizarán al hablar del —o de los— temas, etc. Y, por lo tanto, escogen un determinado registro lingüístico, un tono de voz, un rit­ mo, una gestualidad... determinados, según la negociación) y mantie­ nen ese compromiso hasta el final de la conversación.31 La conversación espontánea se caracteriza por la.s marcas verbales propias de la óralidad espontánea: sintaxis implícita, digresiones, re­ peticiones, uso de comodines lingüísticos, de registros coloquiales, entonación, gestualidad... 4.1, La estru ctu ra d e la c o n v e r s a ció n Adoptamos el modelo propuesto por Van D iik (La cien cia d e l tex­ to). Se diferencian cinco categorías: 1. O b e r tu r a (saludos...). tura, la P re p a ra ció n Puede haber una fase previa a la de la ober­ (para establecer la comunicación: «eh», «oiga»...). La estructura de la obertura depende del grado de formalidad de la conversación, del tipo de relación entre los interlocutores, etc. 2. O rientación: prepara el tema de la conversación, controla el in­ terés del interlocutor («¿sabes qué ocurrió ayer?»). 3. O b je to de la co n v e rs a c ió n : es la parte central, constituye la base de la función de la conversación (se comunica un suceso, se in­ terroga, se pide, se ordena...). Puesto que muchas conversaciones tienen más de un tema, esta ca30. A ctos lingüísticos o e xtralin p iístico s qu e form an parte de intercam bios verba­ les entre, com o m ínim o, dos enunciadores 31. La negociación y el com prom iso de m antenerla hasta el final de la conversa­ ción form a parte de lo que G rice denom ina prin cip io de coo peració n c o n v ersa c io n a l, que lleva a los in terlocu tores a p articipar en la conversación de una m anera adecuada v pertinente (véase el apartado Im p lícito s dentro de M ecanism os de co h eren cia). regona debe ser recursiva o debe ofrecer espacio para una secuen­ cia de temas. 4. C o n c lu s ió n : puede ir acompañada de frases síntesis, de evalua­ ción, etc, La parte de contenido de una conversación puede que no acabe después de la conclusión; se pueden añadir cosas, se puede cam­ biar de tema... Es a causa de esto por lo que Van Dijk considera que este gfupo o rie n ta c ió n -o b je to de la co n v e rs a c ió n -c o n c lu s ió n es recursivo. 5. C ie rr e : expresa la evaluación de la conversación, establece con­ venciones, planifica otras conversaciones... Existen muchas fórmu­ las de cierre: lingüísticas {«adiós», «hasta pronto»...) y paralingüísticas (un abrazo, un apretón de manos..,) (22*) Las conversaciones se desarrollan a partir de acto s ilo c u tiv o s: ac­ ciones que se realizan al utilizar el lenguaie: prometer, preguntar... y de acto s in te r a c tiv o s : conductas de los interlocutores ligadas al pro­ ceso de intercambio (oberturas y cierres, propuestas, réplicas, fórmu­ las de cambio de turno de palabra.,.) que se pueden realizar con ele­ mentos lingüísticos o paralingüísticos. Estos actos se realizan en los tumos de palabra y son los cambios de turno los que permiten que la conversación avance. ANEXO V P A R T E . N O T A S A M P L IA C IÓ N (1;>) «Frase» es un término con el que se designa una categoría me­ ramente gramatical correspondiente a la descripción sintáctica del len­ guaje. «Proposición» es un término que proviene de la Lógica y la Se­ mántica y que corresponde al contenido semántico de una frase y que, de hecho, podemos usar como sinónimo de idea expresada pol­ la frase. Una proposición consiste en la atribución de un predicado a un argum ento. En una frase como: «El sombrero loco siempre toma el te», consideramos que del argumento e l s o m b re re ro lo co pre­ dicamos que siem p re tom a e l te. Incluso podemos considerar que el adjetivo lo co representa también una predicación respecto deí argu­ mento e l s o m b r e r e r o , de manera que la oración —o frase— «El som­ brerero loco siempre toma el te* contiene dos proposiciones: e l so m ­ b rerero está lo co y e l s o m b rerero siem p re tom a e l te. (2;í‘) Por Conocimiento del Mundo, Competencia Enciclopédica, o Asunciones previas («Background Assumptions«) entendemos un conjunto de saberes tanto universales (científicos, convenciones so­ ciales, creencias, ideologías...) como particulares (lo que los partici­ pantes en un acto comunicativo dado saben respecto del contexto del acto, incluyendo lo que cada uno sabe del otro y la imagen que cada uno tiene de sí mismo y de su interlocutor), y que los hablantes usan o descartan según la situación comunicativa en la que toman parte. Por C o n o c im ie n to C o m p a r tid o entendemos ia intersección entre el Conocimiento del Mundo de uno y otro(s) de los participantes en un acto comunicativo dado. El M a rco es el resultado de organizar los conocimientos en es­ tructuras. En el siguiente ejemplo: «Juan ya no abrigaba ninguna duda sobre, la necesidad del viaje: depositó las maletas en el suelo del compartimien­ to y le entregó el billete al interventor» no nos sorprendemos de que Juan lleve maletas, no nos sorprende la mención de billetes, compartimientos e interventores, ni nos pregun­ tamos acerca de las razones que pueden llevar a Juan a entregar el bi­ llete al interventor, porque todo ello forma parte —es previsible su aparición en el enunciado, por lo tanto— del Marco v ia je , a la vez que inferimos, gracias al conocimiento que tenemos de las cosas, que se trata de un viaje en tren, atendiendo a la aparición del in ter­ v en to r. (3s:) El término lo tomamos de Kerbrat-Orecchioni, L’im p licite. Al hablar de co m p eten cia ló gica aludimos a la capacidad implicada en los enunciados que expresan razonamientos. La palabra «lógica» no debe ser entendida en el sentido de L ógica F orm al, en todo el rigor del término: la mayor parte de los razonamientos que expresan los hablantes en sus intercambios cotidianos sólo serían lógicos a medias, si es que no repugnarían directamente a la Lógica. Un claro eiemplo puede ser el deslizamiento de la condición necesaria a la suficiente ob­ servable en enunciados del tipo: «Si no realizas tus tareas, no irás ai cine» que los destinatarios acostumbran a entender como que el úni­ co impedimento a la acción de ir al cine sea la realización de las ta­ reas. Pensemos también en el principio «Post hoc, ergo propter hoc» que expresa cómo los hablantes interpretan la sucesión en el sentido de relación causa / efecto: «Ismael ha dejado de fumar, es inteligen­ te», donde la inteligencia de Ismael parece ser la explicación del por­ qué de su acción. En el ámbito de los conectores, la competencia ló­ gica se hace muy patente (ver apartado M eca nism os d e con ex ión ). Y nos referiremos a ella de manera relevante en el apartado Im p lícitos, como señalábamos, (4S,‘) Autores como Ducrot (El d ecir y lo d ich o ) conciben la enun­ ciación como un acontecimiento histórico: ei hecho de que un enun­ ciado aparezca en un tiempo y lugar determinados. Este punto de vis­ ta no se ha visto exento de críticas, por ejemplo P. Ricoeur (S o i-m ém e co m m e un a u tre) opina que la consideración de la enunciación como un hecho objetivo e histórico coarta la subjetividad y el carác­ ter reflexivo del yo enunciador, es decir, de¡ y o enunciador como si jnism o. Por otro lado, el tipo de definición que hemos dado en el tex­ to puede ser criticada por su marcada parcialidad hacia el punto de vista dei enunciador. En efecto, es evidente la actividad lingüística del destinatario en cuanto que pone en funcionamiento todas sus com­ petencias comunítativas, con el objeto de descifrar e interpretar el enunciado, y en cuanto coopera al senrido del mismo [véase más arri­ ba S ign ifica d o y S en tid o (e I n terp reta ció n J]; en este sentido, podemos referirnos al destinatario como a un coenunciador. La calidad y la ac­ tividad del coenunciador es tanto más evidente, nos atreveríamos a decir, cuanto menor es el contacto entre los hablantes: piénsese en la actividad de lectura como actualización de un texto, por ejemplo. (5*) Conviene no confundir la noción de tex to con la de fr a s e o pa la b ra , siendo, estas ultimas, unidades sintácticas consideradas al margen de su uso, de su enunciación y, por lo tanto, de su contexto de ocurrencia. Así pues, una unidad mínima comunicativa, es decir, capaz de comunicar, siempre será un texto. (6*) La noción de discurso nace de la consideración de que nin­ guna palabra es nueva, es decir, que las expresiones que el hablante baila a su disposición para construir sus propias —puntuales e irre­ petibles— enunciaciones ya han sido usadas en otras situaciones, por otros hablantes. En este sentido todo enunciado remite a otras enun­ ciaciones anteriores, todo texto es, en alguna medida, eco de otros textos anteriores —y del contexto de su ocurrencia, obviamente— : este fenómeno es conocido por el nombre de in te r te x tu a lid a d (para la relación entre intertextualidad y polifonía véase el apartado P oli­ fo n ía E nunciativa v eventualmente sus notas). Los discursos son organizaciones previas, por canto, a una enun­ ciación concreta, pero que no hay que confundir con el sistem a abs­ tracto, có d ig o o «langu e». Los discursos se formarían por «sedimen­ tación» de las enunciaciones producidas por el conjunto social de los hablantes en situaciones similares, ofrecerían una codificación previa del sentido de las palabras, y representarían el lugar donde rea lm en te el hablante encuentra el material para sus enunciados. La noción de discurso así expuesta se remonta a M.Bajtin (T eoría y estética d e la n o v ela ). j.P . Bronckarr (ln tera ctio n s, D iscours, S ign ifica tion s) menciona y utiliza el concepto bajtiniano de discurso —así como hace referencia también a Foucaulc— con la finalidad de establecer una tipología tex­ tual (véase el apartado T ipología textual). Los discursos están orga­ nizados en géneros, y Bronckart explica que la acción lingüistica se adecúa a los moldes de los gén ero s del d iscu rso antes de constituirse en texto. Para Bronckart los géneros del discurso se clasifican en libres, o de la vida cotidiana —en relación inmediata con la situación—, y es­ tándar, los que corresponden al intercambio artístico, cultural, cien­ tífico, socio-político... (7if) Es difícil dar una definición precisa de Contexto dada la gran cantidad de aspectos que abarca. Bajo el nombre de Contexto se han llegado a incluir categorías y nociones can diversas como: <■— Objetos e individuos presentes en la situación de enunciación o evocados por ésta. — La totalidad de determinaciones que constituyen el acto de ha­ bla (véase A ctos d e H abla). — El conjunto del comportamiento del locutor y sus oyrentes. — Lo que se sabe o se cree saber de estos objetos, de los com­ portamientos v sus autores. — La identidad de los participantes. — Los parámetros espacio-temporales. — Lo que se sabe o cree saberse respecto de estos parámetros y sobre los acontecimientos que suceden en el cuadro que definen. — Las emisiones verbales anteriores o concomitantes (Cotexto). — Las intenciones de los locutores, sean éstas aparentes o no. — Las opiniones de los oyentes respecto de estas intenciones.» (citado de F.Latraverse, La P ra gm a tiq u e, H istoire et C ritique) Así pues, los intentos de hacer abarcable y mampulable para los estudios del lenguaje la noción de Contexto parecen condenados a un fracaso relativo. No es necesario decir que la reducción operativa del Contexto a aquello que sistemáticamente influye en los textos —la propuesta de van Di]k que mencionábamos— no parece exenta de problemas. (8*) La teoría de los A cto s de H ab la parte de la distinción becha por J.L . Austin (C óm o h a c e r cosas con las palabras) entre dos cipos de enunciados: c o n s ta tiv o s y p e rfo rm a tiv o s. Los p e rfo r m a tivos presentan la cualidad de que su enunciación ya equivale a hacer aquello que su enunciado indica (v.gr. si alguien dice: «Te p ro m e to q u e iré» , no sólo enuncia una promesa sino que, al enunciarla, la hace.) J. Searle (.4cfos d e H abla), siguiendo a Austin, supera la distin­ ción entre actos constativos y performativos, para considerar que to­ dos los enunciados entrañan algún tipo de acto. Searle distingue tres niveles de enunciados y, a cada uno de estos niveles, le hace corresponder un tipo de acto determinado; lo c u tiv o , ilo c u tiv o , p e rlo cu tiv o . El acto L o c u tiv o es el acto de la predicación, el de decir algo so­ bre alguna cosa. Es el acto consistente, pues, en combinar unas pa­ labras y emitir unos sonidos, según una gramática. El acto I lo c u tiv o consiste en aquello que el locutor hace al hablar (prometer, amenazar, aconsejar, ordenar, etc,), Lo que determina el tipo de acto realizado por mediación de un enunciado concreto es la F u e rza U o c u tiv a de ese acto, equivalente a la intención con la que el enunciador ha construido su enunciado. Asi, en el ejemplo que he­ mos puesto, «¿Tienes coche?», en ambos casos una interrogación, en el primer caso actualiza, la fuerza ilocutiva de un ruego o de una pe­ tición y, en el segundo, tiene la fuerza de una pregunta. En ei primer caso, en el que la fuerza era de una petición, estaríamos en presencia de un A c to Ilo c u tiv o In d ire cto o D e riv a d o , por cuanto en el enun­ ciado no aparece ningún verbo ni ninguna marca especial que indi­ que su carácter de ruego, y sólo la ap elació n al c o n te x to de su ocurrencia nos indica que el enunciado posee ese carácter. El acto Perlocutivo es aquel que se cumple p o r e l h e c h o d e d ecir algo. Lo que determina el tipo de acto perlocutivo que se produce en cada enunciación es la F u e rz a P e rlo c u tiv a , la cual, a su vez, de­ pende del efecto o acción que el enunciado —el texto— tiene sobre las creencias, actitudes, o conducta del destinatario. Así, un determi­ nado acto ilocutivo puede tener por efecto perlocutivo en el destina­ tario atemorizarlo, persuadirlo, animarlo, etc., y éstos serán los actos perlocutivos producidos —atemorizar, persuadir...— ; en el ejemplo; «A —¿Tienes coche? B —No, me lo prohíbe mi religión.» a tenor de la respuesta irónica —agresiva y defensiva— de B, pode­ mos inferir que la pregunta de A ha producido sobre B el efecto per­ locutivo de, por ejemplo, molestar o lierir su orgullo —pensemos en el valor emblemático del automóvil en nuestras sociedades. (Repare­ mos en la relación evidente entre lo perlocutivo y la Retórica, en tan­ to ésta se ocupa de las estrategias verbales en función de su efecto —m o v e r é — sobre el oyente.) La existencia efectiva de los actos de habla depende de las deno­ minadas C o n d ic io n e s de Felicidad. Para que una promesa, por ejem­ plo, sea fe liz , es decir, para que se produzca realmente el acto ilocutivo de prometer, se debe dar la co n d ició n de que el enunciador tenga realmente la intención de cumplirla: la absolución de un sacerdote ca­ tólico no tendrá realidad como acto absolutorio si el sacerdote no ha sido perfectamente ordenado, o ha perdido la autoridad por algún tipo de suspensión. Desde el campo de ¡a lingüistica pragmática, el concepto mismo de acto de habla ha sido cuestionado por Otros autores. Por ejemplo A.Berrendoner (E lem entos d e p ra gm á tica lin gü istica ) considera, des­ de ei conductismo lingüístico, que no se puede hablar de actos de ha­ bla pues el lenguaje, no es más que un sustituto de la acción, y que ios enunciados sustituyen gestos cuya realización sería incómoda —v.gr. la enunciación de una condena sustituye la acción del juez de encerrar al condenado. Berrendoner afirma que propiamente, los úni­ cos actos de habla que realizan los hablantes son los locutivos. Otra es la crítica que hace S.C.Levinson (P ragm á tica ). En la cons­ trucción de sentido por parte de los hablantes, el tipo de actividad socialmente regulada (dar clase, participar en un m itin...) que se está desempeñando en el momento de la enunciación, el lugar que ocu­ pan los enunciados en el conjunto de los turnos de palabra dentro de una conversación (corriente del A nálisis C on v ersa cion a l), las máxi­ mas conversacionales (Grice) V el marco, en cuanto fuentes de infe­ rencias sobre la intención dei hablante, son .suficientes para dar cuen­ ta de ello y evitan el recurso a los performativos. (9*) Siguiendo a Ducrot, la evidencia de la distinción polifónica se da en fenómenos como el de los actos de habla indirectos o la iro­ nía. Si observamos el enunciado que nos va sirviendo de ejemplo —«¿Tienes coche?»— en un contexto en el que es evidente que el interlocutor posee el coche de marras, podemos decir que el lo c u to r no se identifica con la pregunta, pues no se puede ignorar lo obvio. Desde el punto de vista polifónico diríamos que el locutor pone en escena un e n u n c ia d o r, enunciador tan obtuso que para el interlocu­ tor y para cualquier observador resultaría inverosímil identificar con el locutor. De esta manera e! locutor tiene ei campo expedito para ser reconocido como responsable de otro acto de habla, una petición o ruego. El mismo mecanismo se produce con la ironía. Si recordamos la respuesta —«No, me lo prohibe mi religión— el desdoblamiento po­ lifónico se da entre un e n u n c ia d o r responsable del supuesto sentido recto —esto es, un enunciador que dijese de sí mismo que practica­ ba una religión tal, cosa que es muy poco verosímil en nuestro ám­ bito cultura!—, y un en u n cia d o r identificado con el sentido im­ plícito —«Por supuesto que sí, eso no se duda», o alguna proposi­ ción distinta y más sutil—, y con el cual se identifica a su vez el lo c u to r. Otro caso de polifonía importante y claro es el literario narrati­ vo, el cual mencionamos aquí con más motivo cuanto que será abor­ dado en la segunda parte de este libro, en el análisis de San S a lva d or al cual remitimos al lector, así como al apartado Texto N arrativo de T ipología Textual. E! desdoblamiento a u to r , n a r ra d o r, p erson a je —este último en cuanto a centro de perspectiva o productor de enun­ ciados-constituye una imagen polifónica en la cual, y según el esque­ ma de Ducrot respectivamente identificamos al su jeto h a b la n te , al lo ­ c u to r y al e n u n cia d o r. La Polifonía Enunciativa tiene relación directa con el fenómeno de la I n te rte x tu a lid a d . Designamos por intertextualidad al hecho de que dentro de un texto puedan aparecer palabras, o bien sólo propo­ siciones, que corresponden a un texto anterior, del cual se puede o no hacer mención explícita. En cuanto corresponden a textos ante­ riores, corresponden a otros enunciadores —es decir, a locutores en contextos diferentes— voces distintas que desencadenan, de ese modo, la polifonía. Por tratarse pues de textos dentro de textos, tie­ nen éstos el estatus de cita s, con lo cual podemos decir que esos otros enunciadores son, dentro del texto, citados. En el extremo —recordemos lo dicho en Texto y d iscu rso -cu a lquier texto presenta un conjunto bastísimo de intertextualidades si consideramos que toda palabra ha sido usada en multitud de textos anteriores. Ahora bien, si podemos interpretar el sentido de los enun­ ciados es porque conocemos eL sentido que han tenido en textos pro­ ducidos con anterioridad. flOv') La consideración de la deixis como un tipo de expresión referencial ha sido discutida por algunos autores a causa de la mayor «intensidad'» con que se efectúa la designación en el caso de la deixis, respecto a las referencias de otro tipo (la de] nombre de un objeto cualquiera, por ejemplo); también se toma en consideración que la deixis designa unos elementos muy determinados: los que indican la situación. (Véase G. Rigau, G ram ática d e l d iscurs pág. 279 y ss. para esta opinion). (11*) Los elementos temporales no siempre pueden ser conside­ rados deícticos, aunque tengan «referencia relativa». Así, en una narración, los tiempos de pasado sí son deícticos, pues este pasado depende de la situación en que se narra, del presente que vive el narra­ dor. En cambio, expresiones como «al dia siguiente» no son deícti­ cos porque remiten a) co-texto (a un día específico mencionado pre­ viamente) y no a la situación. Benvenistc (P rob létn es d e lin gu istiq u e g e n é r a le vo¡. I) considera este tipo de expresiones como anafóricas, pero quizá es preferible considerarlas como un tipo particular de re­ ferencia co-textual: la «relacional» (véase Kerbrat-Orecchioni L’é n on cia tion para esta terminología). (12*) Dos otros tipos de deixis se han distinguido últimamente. La deixis social codifica las distinciones sociales, a través de pro­ nombres (tu/ usted) y de personas del verbo (segunda / tercera). La deixis textual indica como, dentro del texto, se hace referencia a otras partes del co-texto. Los conectores («pero / por lo tanto / en conclusión...-) son los que suelen usarse más a menudo para la deixis textual. Pero también se acostumbra a usar expresiones propias de la deixis de tiempo y de lugar, porque es así como se desarrolla el dis­ curso. Asi en «Seguro que no habéis oído esta historia que os expli­ caré», «esta» hace referencia a un fragmento posterior del co-texto, y se usa un pronombre característico de la deixis de lugar; en «el ca­ pítulo pasado» se usa una forma verbal característica de la deixis de tiempo. La deixis textual sirve como señal para orientarnos dentro del texto, no ya mediante referencias a la situación, sino a otros ele­ mentos del texto: es como un indicador de ruta (según la metáfora propuesta por H. Weinrich, L en gu a je en textos, pág.235). Con esta propuesta, nos alejamos de la definición usual de la deixis (codificar la presencia de la situación en ei texto), pero en cambio res­ petamos la etimología de la palabra (indicar, señalar). Parece difícil considerar la deixis textual como un fenómeno de referencia, a me­ nos que consideremos los elementos indicados del co-texto como «entidades del mundo real», según la definición que hemos dado para la deixis. Tampoco no se puede considerar un fenómeno de co-referencia, pues nada la distinguiría de la anáfora; y, sin embargo, la. re­ lación entre los elementos subrayados de «P ed ro disimulaba pero é l era el culpable» es diferente de la que hay, en un texto dividido en párrafos, entre «En el párrafo anterior,.,» y el párrafo inmediatamen­ te anterior. El primer tipo de relación es una anáfora: el segundo ele­ mento co-retiere con el primero y ambos refieren a un elemento ex­ terior al texto; el segundo tipo es de referencia: el primero refiere a! segundo, que funciona como un elemento exterior. Esta distinción parece muy útil, pero a veces se mueve en un mar­ gen muy estrecho. Veámoslo en el siguiente ejemplo (a partir del pro­ puesto por Lyons, S em án tica). (1) A— He visto un crocodilo. B— Pronúncia/o bien: cocodrilo. (2) A— He visto un cocodrilo. B— Yo también lo he visto. En el caso (1) tenemos una deixis textual; en el (2), una anáfora. {13f')A menudo el concepto de co-referencia es discutible, por­ que el elemento referido por el pronombre no es el mismo que el re­ ferido por el antecedente. Por ejemplo, en una receta de cocina, lee­ mos: Cortamos la merluza en rodajas. Las rebozamos con harina. Lue­ go, las añadimos al sofrito. Los pronombres no co-refieren sinipre al elemento original: el pri­ mer «las» co-refiere a «rodajas» de un pescado fresco; el segundo «las, a las de un pescado va frito, pues si no, la receta no tendría sentido. En estos casos en que lo referido va cambiando, la co-referencia siem­ pre se realiza con el elemento más cercano al pronombre, no con el pri­ mero, y por lo tanto no se da la identidad que indica la definición. (í 4*) Para la retórica, la elipsis es una figura de dicción por su­ presión (detractio). La elipsis propiamente dicha consiste en la omi­ sión de un elemento que se sobreentiende; un ejemplo puede ser: A— ¿No te apetecería un café bien cargado? B — No. La respuesta contiene una elipsis de toda la oración presentada en la pregunta. El z e u g m a consiste en la omisión de palabras que han aparecido anteriormente en una construcción sintáctica análoga, y es una figura característica en et tipo descriptivo. En la frase Juana baila tangos, y Jorge, el cha-cha-chá. hay dos oraciones sintácticamente paralelas: SN+V+SN, pero en la segunda un elemento, V, queda elidido. La elipsis aparece en estructuras sintácticas menos rígidas que las que exige el zeugma. En el a sín d eto n , la elipsis es de conectores. (15*) Algunos autores (Halliday-Hasan) consideran la elipsis como un caso de presuposición, porque la estructura de la frase don­ de se encuentra la elipsis obliga a presuponer un elemento preceden­ te, que es de donde proviene la información que nos falta. (16:>) Las inferencias que hemos denominado p resu p osicion es guardan alguna relación con la estructura sintáctica de las oraciones, de manera que podemos intentar una clasificación de la presuposi­ ciones según criterios sintácticos —y léxicos. Autores como Ducrot consideran que al lado de los criterios de negación e interrogación hay que añadir el de que el texto no puede continuar en ca d en a n d o sobre las proposiciones presupuestas. Así a la oración «Juan ha dejado de dormir», que presupone J u a n an tes d o r­ m ía, no podemos encadenarle otra como «porque estaba muy cansa­ do», coherente con la presuposición e incoherente con la oración. A continuación, algunos de los que podemos denominar m e ca­ n ism os o d esen cad en an tes p resu p o sicion ales, ( para una ampliación nos remitimos a Levinson, P ra gm á tica , quien reproduce las aporta­ ciones de Karttunen y a Kerbrat-Orecchioni, L ’implicite). El lector podrá fácilmente comprobar las presuposiciones que se infieren a par­ tir de los ejemplos propuestos haciendo las transformaciones interro­ gativas y negativas pertinentes. Mecanismos presuposicionales: Oraciones y cláusulas subordinadas: —Temporales: « C u a n d o lle g u é a la e sta ció n me di cuenta de que había olvida­ do el pasaporte.» Que presupone: lleg u é a la estación. — C on d icion a les: &Si h u bieses a te n d id o , no estarías ahora lamentándolo.» Que pre­ supone: no a ten d ía. —Adjetivas (explicativas y especificativas): *Los alumnos q u e n o sab ían lo que les esperaba fueron al exa­ men m uy confiados.» Que presupone —al igual que la explicativa, «Los alumnos, qu e n o sab ían lo qu e les esperaba, fueron...»— : Los alu m n os no sabían lo q u e les esperaba. —Causales: «Nunca me toca la lotería p o rq u e la ju sticia no es de este m u n ­ do.» Que presupone: La justicia n o es d e este m u n d o. —Comparativas, hipotéticas... Partículas como «sólo» o «incluso», «ya», «también, «de nuevo», «pero»... «Sólo me han suspendido tres asignaturas.» Que presupone: H e su sp en d id o tres asign aturas. Nominalizaciones: «El d e s cu b rim ie n to de irreg u la rid a d e s en el contrato de ciertos seguros hace sospechar de las entidades de ahorro.» Que presupone: Se han d escu b ierto irregu la rid a d es en los segu ros. Comparaciones y contrastes: «El Ceuta F.C. es m e jo r equipo de fútbol que el Barcelona. Que presupone; El F.C .B a rcelon a es un eq u ip o d e fú tb o l. Verbos de juicio: «rjuiio acu só a Alfonso de ser un mentiroso». Que presupone: Al­ fo n s o es un m en tiroso. Verbos factivos y contrafactivos (darse cuenta, saber, lamentar, pre­ tender, imaginarse): Se presupone la verdad de la completiva, «Jenifer se d io cuenta de que estaba en la miseria.» Que presupo­ ne: J e n i fe r esta ba en la m iseria. Verbos impi¡cativos: «Jonathan co n s ig u ió lo que quería de ella.» Que presupone: J o n a tba n tra tó d e o b te n e r a lgo d e ella. La focalización determina también el tipo de presuposición que se extrae: «H oy he ido al cine con M ari Puri.» Que presupone: H e id o con M ari p u ri a a lgú n sitio. «H oy he ido con Mari Puri al cine.» Que presupone: H e id o a l cin e co n a lgu ien . (17*) Recordemos que las M áximas Conversacionales han de ser entendidas como concreciones del denominado Principio Coopera­ tivo, por el que entendemos que ios hablantes cooperan para hacer inteligibles sus enunciaciones. Las máximas son: — De C antidad: H a ced v u estra co n trib u ció n tan in fo r­ m a tiva c o m o p od áis. Una transgresión divertida es la que da lugar al conoci­ do chiste dei mayordomo que, en vez de explicar la desgra­ cia más importante de todas las que han sucedido durante la ausencia de sus señora —muerte del marido, incendio de la casa—, explica una desgracia mucho menor que, no obs­ tante, es consecuencia de las otras. De C alidad: No d igáis lo q u e creéis q u e es fa lso , no a se­ v e r é is a q u ello d e lo q u e no ten gá is pru eb a s. Pensemos en el ejemplo que hemos puesto al princi­ pio —«El marido de Luisa...»— la inferencia/— estaría en contradicción con el texto si éste no observase esta má­ xima. — De Pertinencia: D ecid sólo lo q u e h a ga a l caso. Un ejemplo de ella puede ser el intercambio que propo­ níamos: «¿Puedo hablar con el director?...»; donde, sólo si se interpreta que la respuesta de B h a ce a l caso, puede com­ prenderse el sobreentendido de A. — De M anera: No seá is a m b igu o s ni ob scu ros. Como señala Levinson (P ra gm á tica ), la burla de estas máximas es también una fuente importante de inferencias: pensemos, por e)emplo, en el caso en que alguien delante de otros me dice lo que me tie­ ne que decir pero de forma muy elíptica («aquello..tu ya sabes...») o abusando de las imágenes o la perífrasis («lo que cada día usas por la mañana...», etc.): si consigo identificar el referente, no sólo enten­ deré la información explícita sino que además entenderé que no es conveniente, que para los demás presentes debe permanecer secreta; en este caso la burla es de la máxima de manera. Al principio de cooperación y a las máximas conversacionales, Leech (P rincipies o f P ra gm a tics) propone añadir —amén de otros principios como el «Interest Principie»— un Principio de Cortesía («Politeness Principie») que igualmente se concretaría en máximas (de tacto, de generosidad, de aprobación, de modestia y de sim patía), que también regularían los intercambios y serían también fuente de inferencias. (18*) La tipología textual que proponemos resulta de la voluntad de establecer una clasificación limitada, a partir de unos criterios glo­ bales que permitan la inclusión dentro de esta clasificación de todos los posibles tipos de texto que se puedan producir y que tenga en cuenta tanto los textos orales como los escritos, los literarios como los no literarios. Nos inclinamos por la tendencia que toma como punto de parti­ da para la clasificación textual el contexto en que se producen los tex­ tos y que toma en cuenta, por lo tanto, criterios lingüísticos y con­ textúales (ámbito social donde se producen los textos, objetivo, des­ tinatario, etc.). Hemos partido de la tipología textual propuesta por J.M .Adam en uno de sus últimos trabajos (T ypes d e seq u en ces élém en ta ires). Adam propone que se establezcan tipos de secuencias en lugar de tipos de texto, ya que considera que en las comunicaciones reales no se encuentran, generalmente, tipos de texto en estado «puro*. Así pues, considera que el texto es una unidad formada por un número determinado de secuencias insertas unas en las otras (en un mismo texto podemos reconocer secuencias descriptivas, expositivas y narra­ tivas, por ejemplo). Siempre hay una secuencia que ejerce una fun­ ción dominante y los textos se clasifican según la secuencia que ejer­ ce esta función —dominante por la cantidad de ocurrencias o por con­ venciones de tipo contextual. J.M . Adam establece siete tipos de secuencias textuales relaciona­ das con los tipos de actos de habla fundamentales (enunciar, conven­ cer, ordenar, predecir, preguntar). De estos actos de habla se derivan ocho tipos de secuencias: narrativa, descriptiva, explicativa, argumen­ tativa, instruccional, conversacional y poético-autotélica. Los textos están compuestos por una o por diversas secuencias (las cuales presentan unas marcas sintácticas y semánticas caracterís­ ticas) y deben entenderse, pues, como estructuras secuenciales. Hemos suprimido de esta propuesta los textos argumentativos y de instrucción, porque consideramos que son clases de textos que pueden incluirse dentro del tipo expositivo. Tampoco hemos consi­ derado como un tipo de texto el que Adam llama «poético» (litera­ tura, publicidad), ya que algunos de estos textos se pueden incluir en otros y , respecto a la literatura, no la incluimos dentro de ningún tipo de texto porque pertenece a otro ámbito: el ficticio (véase el co­ mentario de! texto San S a lva d or, concretamente el apartado dedica­ do a la tipología). Los diferentes tipos de textos que aparecen en ella tienen las mismas marcas que en la no-literatura pero el contexto al que remiten es distinto: es un contexto ficticio, creado por la propia literatura (nos volveremos a referir a este tema más adelanre, cuando analicemos leí texto literario San S alvador). Finalmente, hemos considerado la conversación como un tipo de texto porque, aunque es eminentemente ora], también tiene una cier­ ta representación en el código escrito (una transcripción de una en­ trevista, etc.). De la tendencia que toma como punto de partida el contexto en que se producen ios textos es interesante destacar también los traba­ jos realizados por j.P . Bronckart y T. Van Dijk, entre otros, T. Van Dijk (La cien cia d e l tex to) establece una tipología textual a partir de la clasificación de las macroestructuras textuales, que se ordenan en superestructuras globales. La macroestruetura de un texto es una unidad superior a las proposiciones que lo forman y constituye ei tema del texto, su con­ tenido. La superestructura constituye la forma del texto. Es una estruc­ tura global que caracteriza el tipo de texto; un esquema al que se adapta. Tiene un carácter convencional que permite que los hablan­ tes de una lengua la puedan conocer o reconocer. Además del contenido y de la forma de los textos, para establecer una tipología textual, Van Dijk considera también la función de las estructuras gramaticales, estilísticas y retóricas de la lengua, además de las funciones pragmáticas y sociales. Van Dijk propone una clasi­ ficación provisional de los textos en veinte tipos. La propuesta de Bronckart (Le fo n c tio n n e m e n t d es d iscou rs) se inscribe en la corriente seguidor de las teorías de Benveniste acerca de la enunciación, que permiten que la atención se centre en la rela­ ción que se establece entre los elementos lingüísticos del texto y los contextúales, en el momento de la enunciación. Así pues, el lugar so­ cial, el emisor, el destinatario, la intención con que se produce, son elementos que condicionan la elección de un tipo de texto (que tiene unas marcas superficiales —tipo de conectores, deícticos, etc— que lo caracterizan). Bronckart no habla de distintos tipos de textos sino que, de acuer­ do con Bajtin, habla de distintos géneros de discurso (recordemos que el discurso, según este autor, es una organización previa a una enunciación concreta y se actualiza en el texto, considerado como un objeto verbal concreto que utiliza las formas lingüísticas disponibles en la lengua). De la infinidad de discursos que se pueden producir (argots pro­ fesionales, lenguas generacionales, lengua de la autoridad, de la pro­ paganda, etc.), Bronkcart basa su tipología en cuatro tipos de discur­ so, elegidos según el tipo de relación (textos anclados o no anclados) que establecen respecto de su situación de producción y de la inte­ racción social. Los arquetipos discursivos son los siguientes: Discurso en situación (conversación) Relato conversacional Discurso teórico Narración (19*) Hemos simplificado a] máximo la estructura de la narración —en realidad hemos respetado la estructura tripartita que se ha es­ tudiado tradicionalmente en literatura: planteamiento, nudo y desen­ lace, porque creemos que es el sistema más productivo para trabajar en clase. Hemos prescindido de las propuestas que vienen de la literatura (Barthes, Propp...) porque se alejan excesivamente de los objetivos de nuestro trabajo. Mostramos, sin embargo, las propuestas de Van D iik V Adam. de las que hemos partido. Adam estructura la narración en cinco estadios, que correspon­ den a cinco partes: 1. Estado inicial: Orientación 2. Fuerza transformadora: Complicación 3. Dinámica de la acción: Acción o evaluación 4. Fuerza equilibradora: Resolución 5. Estado final: Conclusión o moraleja Van Dijk propone el esquema siguiente para organizar la estruc­ tura dé la narración: narración moraleja evaluación complicación resolución La narración es ei resultado de la historia más la moraleja; la his­ toria resulta de ia trama más la evaluación; la trama resulta de la recursividad de los episodios; los episodios están constituidos por los sucesos y el marco y, finalmente, los sucesos aparecen con la suma de la complicación v la resolución. Algunas de estas categorías (marco, evaluación, moraleja) pueden quedar implícitas, porque no pertenecen propiamente a la narración; algunos textos añaden otras: una introducción y un epílogo, por ejemplo. Las únicas categorías que deben ser forzosamente explícitas son, pues, la complicación y la resolución. (20;:') Lo ficticio es un caso en un mundo más amplio, el de lo fic ú v o . Entre lo fictivo se incluyen las citas directas, los chistes, los ejemplos gramaticales, los relatos folclóricos, los textos literarios. En lo fictivo, los elementos contextúales se hallan desplazados. Así, una cita, por ejemplo: «Dijo; [yo] no te pienso dirigir nunca más la pa­ labra», el y o que aparece es el del enunciador citado y no el del citador; igualmente el tu corresponde al de! destinatario de la negación de palabra; el lugar y el tiempo en que alguien dijo lo que está con­ tenido entre las comillas simples es diferente del espacio-tiempo correspondiente a la enunciación del «Dijo...» (para el concepto de fictivo véase. Reves, G., P olifonía tex tual...). El problema de la po­ lifonía de la narraciones literarias se enmarca en otro de carácter más genérico como es el del estatuto enunciativo del texto literario. Para Searle (L’esta tu t lo giq u e...), la literatura es imitación de una enuncia­ ción y, por consiguiente, los actos de habla literarios carecen de va­ lor ¡locutorio; el autor como enunciador imitativo no es sincero, no se compromete, etc., para Searle se trata de actos de habla espúreos. Así pues, desde el punto de vista searleano, la complejidad polifónica dei texto literario se reduce considerablemente. Recientemente G. Genette (F iction e t D iction ) ha propuesto la si­ guiente explicación: el acto —constituido en enunciador— realiza aparentemente un acto de habla aseverativo (Yo a firm o q u e «En un lu ga r d e La M ancha, d e cu y o n o m b re n o q u iero a cord a rm e, no ha m u ­ ch o q u e v iv ía un h id a lgo ...«) que indirectamente tiene la fuerza ilocutiva de una declaración (P or la p re s en te y o d ecla ro q u e «En un lu­ g a r d e la M ancha...» es decir, algo similar a lo que realiza un mate­ mático cuando dice «sea un triángulo A BC »; por el mismo acto de declarar el, tal triángulo tienen existencia, aunque ciertamente en un mundo ficticio (véase apéndice nota 8*')); o petición (Im a gin a d q u e: «En un lu ga r d e La M ancha...*), en la tradición de S.R. Levin (C on ­ sid era cio n es so b re q u é tipo d e a cto d e habla es un p o em a en Pragmá­ tica de la comunicación literaria). En cualquier caso, la explicación de Genette reabre la perspectiva polifónica —que es la que nosotros adoptamos— en tanto que los actos de habla indirectos son sustan­ cialmente polifónicos. (21*) Como vemos, la noción de autor implícito puede ser enten­ dida en un sencido laxo o más estricto, resultando con frecuencia al­ tamente problemática la atribución al autor implícito, y no al narra­ dor, de valoraciones o comentarios metanarracivos. La cosa se com­ plica al considerar que la presencia del autor implícito puede ciarse por medio de cita indirecta —indirecta y sin «verbum dicendi»—, es decir, sin atribución concreta de palabra. Veamos un ejemplo: en el cuento antes citado T ransito, la expresión «con una conformidad que debería servir de ejemplo», que son palabras del narrador, debería­ mos distinguir del tono positivo con que explícitamente se presen­ tan, una valoración negativa de tipo irónico, corroborada por el sen­ tido irónico, contra la f e a ciega s, contra cierto tipo de religiosidad, subyacente o implícito en todo el relato y que determina su sentido. La ironía es la del autor implícito. Respecto de apariciones más explícitas del autor implícito —val­ ga el juego de palabras— podemos considerar el texto de Thackeray (La fe r ia d e las -vanidades) que sigue: «Reconozco que la tonadilla que toco es demasiado me­ losa (aunque seguirán a continuación unos cuantos capítu­ los terribles), y debo pedir ai condescendiente lector que ten­ ga presente que, hasta este momento, no hemos hecho más que divagar sobre la familia de un corredor de bolsa de Ru­ sel! Square... Subamos, pues, al carruaje con el grupo de Rusell Squarc y acompañémoslo hasta los jardines. Casi no queda es­ pacio entre Jos y la señorita Sharp, que se sientan en el si­ llón delantero,.. Todos los ocupantes del coche consideraban como cosa hecha que aquella noche Jos intentaría convertir a Rebecca Sharp en la señora Sedley.» En los primeros párrafos aparece una voz en primera persona: el primer párrafo constituye una reflexión metanarrariva. En el segun­ do párrafo esta voz, como es característico de la literatura folletines­ ca, se dirige al lector y le hace intervenir en la narración: «subamos..» Dicha voz parece ser, en efecto, cla ra m en te distinta a In voz narrati­ va que aparece en pasado y en tercera persona relatando lo que su­ cede en el tercer párrafo. Consideraremos que la voz de los dos pri­ mero párrafos es la del autor implícito, citado directamente —y sin «verbum dicendi»—- por el narrador, conservando el yo de la prime­ ra persona. Observemos además que el uso de la palabra «meloso» tiene el ca­ rácter de una autocrítica, autocrítica de la cual sacará provecho el mis­ mo autor implícito quien, reconociendo la melosidad de su relato, la presenta como un recurso voluntario v controlado y no como una característica que el lector pueda atribuir a su relato y a él mismo. Insistimos, las categorías de lo cu to r co m o tal y lo cu to r co m o ser d e l m u n d o , concretamente la primera, parece un buen referente para la explicación de la noción de autor implícito, salvando las distancias ficcionaies. El lector implícito es también un ser de discurso, creado por las estrategias del texto, con el cual puede identificarse, o no, el lector real. La polifonía narrativa de los textos de ficción permite juegos ex­ tremadamente complejos, como fácilmente puede intuirse. El hecho de que el autor locutor h a b le por medio de otros —-y el hecho de que otros a su vez pueden suscitar otros más, entre los cuales puede ha­ llarse el propio autor implícito— conlleva una compleja red ele me­ diaciones entre enunciado y enunciador, una de cuvas consecuencias es la ambigüedad y la correspondiente dificultad en la atribución de intenciones comunicativas precisas al autor. El problema de la intencionalidad del texto literario está ligado, por un lado, a la cuestión del autor implícito y a la polifonía, como acabamos de ver; y por otro, al problema del sentido —como en cual­ quier texto, según veíamos en C om p eten cia C om u n ica tiva —, del lec­ tor, del destinatario y de la interpretación. Siendo el autor implícito, en mayor medida, un inferencia del lector, la intención es por ese lado dependiente de la competencia lectora, y éste es el aspecto que más nos interesa en este libro. Recordemos que al hablar de interpre­ tación en C om p eten cia C om u n ica tiva , la definíamos como una hipócesis que el destinatario realiza sobre el sentido del enunciado que re­ cibe, y, en cualquier caso, como el producto de la negociación entre los participantes. En la comunicación literaria no sólo debemos tener en cuenta el factor polifónico sino también el hecho de que autor y lector están separados en el tiempo y en el espacio, a veces por gran­ des tiempos y por espacios totalmente disímiles, por lo cual la nego­ ciación es imposible (y no sólo a causa de la distancia, pensemos que el autor es el primer receptor interpretante de su obra, pero este tema nos llevaría ahora muyr lejos). En cualquier caso, adonde queremos ir a parar es a la decantación del sentido —y de la intención— del lado del receptor de la obra literaria. En efecto, y esto es algo que ha puesto sobre la mesa la Hermenéutica y la Teoría de la Recepción Li­ teraria desde Jauss, el sentido de la obra es cambiante según las épo­ cas y los lectores, que son quienes se lo otorgan. El lector (coenunciador) lee interrogando al texto, y las preguntas que le hace guardan estrecha relación con el h o r iz o n te de e x p e c ta tiv a s (normas estéticas, de género, relación de la obra con el entorno literario, diferencia en­ tre ficción y no ficción, discurso literario y resto de discursos) del lec­ tor en la época en que vive. Baste de momento con señalar el valor relativo al tiempo, a la recepción de la obra literaria, de una expre­ sión como «intención comunicativa». Otras relatividades serán abor­ dadas en el apartado T ipología del análisis del texto San S a lva d or de Peter Bichse!. (22'':‘) Por lo que se refiere a la estructura conversacional, Roulet (E change, in te rv en tio n e t a cte d e la n g a g e dans la strn ctu re d e la co n v er sa tio n ) y Adam (T ypes d e seq u en ces élém en ta ires) proponen dos tipos de estructuras según si se producen intercambios confirmativos o intercambios reparadores. Los primeros ratifican una relación establecida y, generalmente, están formados por dos constituyentes. Un ejemplo elemental sería el siguiente: A: «Buenos días!» B: «Buenos días!» Los segundos quieren neutralizar los efectos potencialmente ame­ nazadores de una intervención. Suelen tener tres constituyentes. Vea­ mos el siguiente ejemplo de Adam: A: «Perdón, tiene hora» B.: «Sí, son las seis» A : «Gracias» La conversación (o intercambio) según Roulet se produce por la suma de distintas intervenciones v cada una de ellas puede contener actos directores y actos subordinados, es decir, actos que tienen una fuerza ilocutiva y actos que tienen una fuerza interactiva (de obertu­ ra, de justificación.,.). En la siguiente intervención: A: «Perdón, no conozco bien Girona. Podría indicarme un buen restaurante? Acabo de llegar y todavía no he comido.» Podemos considerar que el acto director es el fragmento: «Podría indicarme un buen restaurante?», ya que tiene la fuerza ilocutiva de pregunta, mientras que los fragmentos: «perdón» / «no conozco bien Girona» y «acabo de llegar y todavía no he comido», son actos su­ bordinados que tienen la fuerza interactiva de preparar la pregunta y justificarla. Adam denomina macro-proposiciones a las intervenciones y mi­ cro-proposiciones a los actos de habla (directores y subordinados, se­ gún la terminología de Roulet) que las constituyen. Segunda Parte: Análisis de los textos y preguntas de control TEXTOS A N A L IZ A O S Los textos que seguidamente presentamos han sido seleccionados a partir de la tipología textual propuesta en la sección 6/, Hemos ex­ cluido textos de tipo conversacional: el no espontaneo tiene muchas marcas que lo aproximan al expositivo; el espontáneo presenta difi­ cultades evidentes para situarse en un estudio como e! nuestro: por un lado, porque al ser un texto de origen oral, hay que transcribirlo mediante un código de signos que indiquen los ra sg os s u p ra se g m e n tales, es decir, aquellas características fónicas como la duración o la entonación que afectan a elementos más amplios que el fonema: una palabra, una oración o, precisamente, un texto. Se habría tenido que comentar un texto con una presentación totalmente diferente a la de los demás, a causa de un código nuevo que, además, se habría tenido que explicar. Esta transcripción seria más comprensible si se pudiera contrastar con el texto original, tal como fue emitido en forma oral, pero por obvias razones técnicas es difícil proveer el segundo. Al querer abarcar la variedad tipológica expuesta, no hemos que­ rido buscar arquetipos, textos que se adecuaran perfectamente a cada uno de los modelos. En el apartado correspondiente ya hemos visto como estos esquemas no se presentan en estado puro: algunos auto­ res hablan de Ja «inserción» de tipos diferentes en un mismo textos, como característica fundamental de los textos reales. Si quisiéramos presentar ejemplos tipificadores, nos vertamos obligados a crear tex­ tos nuevos, o a manipular los que pudiéramos encontrar a nuestro al­ rededor hasta hacerlos irreconocibles, Sin embargo, las ventajas pe­ dagógicas de esta segunda opcion, que de todos modos no parecen muy claras, convertirían nuestro estudio en una obra cerrada: el aná­ lisis y las preguntas de control sólo se podrían aplicar a unos textos en concreto y no, como es nuestra pretensión, a ia mayoría de textos que se puedan adscribir a esta tipología. Cuando quisiera aplicar nues­ tros resultados a su experiencia, el lector se vería obligado a usar los mismos textos o a crear otros nuevos. Por todo ello hemos hecho una selección de textos sin tener en cuen­ ta la mayor o menor calidad de lo escrito ni la fama del autor. Hemos hecho una selección variada, pero restringida al ámbito de la prensa y los libros. No hay, en cualquier caso, ninguna pretcnsión de sistematicidad y, en cierto modo, intentamos reproducir la elección azarosa que realizamos cuando hojeamos un periódico o una revista, una en­ ciclopedia o un manual, para entretenernos o para informarnos: se tra­ ta, por lo tanto, de textos susceptibles de aparecer en el ámbito escolar. Hemos sometido los textos a la mínima manipulación posible: al­ gún texto ha sido recortado por simples problemas de espacio, pero la mayoría son presentados tal como aparecieron, errores tipográfi­ cos incluidos, lo que nos obliga a hacer hipótesis que a menudo no podemos ni siquiera confirmar. L O S TEXTOS Los te x to s son los siguientes (todos los textos son traducción nuestra, si no se especifica lo contrario): San S a lva d or en E igentlich m ó cb te Frau Bluni d en M ilchm ann k en n en lern en de Peter Bíehsel, ^ a lte r Verlag, Olten u. Frieburg, 1964, pág. 5-6 (traducción M.S, y E.A.), «La micción de un obrero deia sin luz media Barcelona» trad. de «La mieció d’un obrer deixa sense llum iníg Barcelona» d’E.P.G. en ■<Dian de Barcelona» 2S de junio de 1989. «La audacia de los bandoleros» trad. de «L’audáeia els bandolers» en H istoria d e C atalunya de Eerran Soldevilla vol. II, Editorial Alp­ ha, Barcelona, 1962 pág. 966-968. «De los viajes» trad. de «Deis viatges» en Assaias de Francis Ba­ con Editorial Curial, Barcelona, 1976 pág. 86-87. «¿Qué hacer con los bosques quemados? trad. de «Que fem amb els boscos cremats» de Josep M. Panareda i Clapés y Josep Nuet i Badia en «Serra d’or» Septiembre 19&6, núm, 324. «Arado» trad. de «Arada» de josep Tarradell en G ran E nciclope­ dia C atalana vol. 2 Barcelona, 1970. «San Francisco», trad, de «San Francisco» de X.D. en «Set Dies» 17 noviembre 1989. «El santuario de la Fontcaida», erad, de «El santuan de la Pont­ eada» de Jordi Portell en «A vui», 23 de noviembre 1990. El a n á l i s is El análisis de estos textos pretende discernir su coherencia, es decir, observar qué grado de conexión hay entre los elementos lin­ güísticos dentro dei texto y qué grado de adecuación entre el tex­ to y su situación de ocurrencia. El análisis textual permitirá que percibamos aspectos conflictivos en algunos textos, coherentes a pri­ mera vista. Finalmente, queremos advertir que no debe confundir­ se nuestro análisis con el Comentario de Texto: no interpreta­ mos los texto, ni los valoramos, ni los situamos históricamente, ni tampoco los comentamos lingüísticam ente. Insistimos en que nuestra pretensión es ver cómo y hasta qué punto el texto es cohe­ rente. Para desentrañar los mecanismos de coherencia, tendremos en cuenta los mismos seis ítems que hemos presentado en la parte teó­ rica. Los ocho textos irán precedidos de una breve presentación. A continuación, se hará un análisis tipológico donde destacaremos es­ pecialmente: el contexto, la estructura y los mecanismos de coheren­ cia que parecen relevantes en cada texto. Dos textos, San Salvador y La micción... serán objeto de un aná­ lisis más amplio; los otros seis textos se usarán para analizar uno u otro mecanismo de coherencia según la importancia que adquiera en cada texto. Finalmente, se propondrán unas preguntas de control, para cubrir aquellos aspectos que se hayan analizado, según los ob­ jetivos que seguidamente expondremos. L a s p r e g u n t a s d e c o n t r o l O b je t iv o s Sí aquí se habla de preguntas de control, hay que tener presente, como ya hemos dicho en el prólogo, que no se pretende en ningún caso efectuar un control de la comprensión lectora, si es que el tér­ mino tiene algún referente claro. Nuestras preguntas no pretenden controlar que macroestructura semántica ha obtenido el lector, qué interpretación ha hecho. Por otro lado, es discutible la eficacia del uso de preguntas para controlar la comprensión: se pueden respon­ der preguntas de un texto sin haberlo entendido y se puede haber en­ tendido un texto pero no saber contestar las preguntas. A estas con­ sideraciones se añade la duda de que de los textos se pueda deducir una tínica interpretación que se pueda considerar canónica, la duda de que exista «la» buena lectura de un texto determinado ( ! “'). (Ver página 99). Aun sabiendo que algunos de los problemas planteados hasta el momento referentes a la formulación de preguntas no son fáciles de resolver, seguimos considerando útil plantearlos, siempre que delimi­ temos de forma muy ciara los objetivos. La teoría que hemos expuesto nos da elementos para elaborar una explicación del texto: sistematiza la observación, fija una terminolo­ gía.,. Insistimos en que nuestro objetivo es controlar si el lector rea­ liza las relaciones que describen los mecanismos de coherencia, con­ dición necesaria pero no suficiente para la comprensión. Por lo tan­ to, una vez realizado el análisis, presentamos preguntas que, como un negativo de la teoría, controlan si ei lector ha captado la coheren­ cia. Las respuestas que se obtengan se pueden evaluar de muy distin­ tos modos; nuestro propósito es que se lean como indicativas de una cierta interpretación, y no que sirvan para puntuar al alumno según el número de respuestas correctas. Deben servir como orientaciones sobre un cierto estadio de la comprensión lectora; a menudo, nos pue­ den indicar qué hipótesis ha hecho el lector anee un fragmento de­ terminado. Las respuestas, además, nos darán pautas para una futura explotación del texto en clase. Citamos a continuación dos casos po­ sibles del tipo de evaluación que proponemos, y del tipo de explo­ tación que sugieren. Ante todo, podemos encontrar enere los alumnos cierta unanimi­ dad en dar una respuesta poco coherente, una lectura poco convincente de los mecanismos de coherencia. Por ejemplo, en el texto San S a lva d or, ante la pregunta 5. ¿Quién se exclama «Alguna cosa habría pasado»? (23-24) (a) Paul, (b) Hildegard. (c) Quien narra la historia. Podemos encontrar que predomina la respuesta (a) o (c), mien­ tras que, cómo indicamos en la nota aneja a la pregunta, es Hilde­ gard, como personaje dentro del «texto» del monólogo de Paul, la res­ ponsable de tal reacción expresiva, y por lo tanto la respuesta prefe­ rible es (b). Si predominan (a) o (c), podemos deducir que a estos alumnos les resulta difícil entender un mecanismo fundamental del discurso indirecto libre, que consiste en el desplazamiento de la voz del narrador o de un personaje hacia otro personaje. La existencia de la polifonía y los mecanismos del discurso indirecto libre son pues aspectos a trabajar en esta clase... o bien hay que descartar momen­ táneamente textos que ofrezcan este tipo de características. Para facilitar este tipo de evaluación, hemos intentado parcelar al máximo las preguntas, asociando cada una con uno, o máximo dos, de los seis ítems repetidamente citados. Ni que decir tiene que la mayoría de estos ítems están interrelaclonados y que, por lo tanto, dicha parcelación resulta a veces muy artificial; hay mecanismos, como los implícitos, que impregnan todo el texto y cuyo dominio es muy difícil de controlar, Hay mecanis­ mos, por otra parte, cuyas dificultades para la comprensión lectora ha sido ya estudiada.32 Pero a menudo escapan a la programación y no por ello su dominio es irrelevante. Otro caso posible es el de la diversidad de respuestas ante una mis­ ma pregunta, lo cual puede indicar que hay mecanismos que unos in­ dividuos practican y otros no. Debemos tener en cuenta que el alum­ no a menudo da respuestas que, aunque insospechadas, no tienen por­ que ser equivocadas o carentes de fundamento. En cualquier caso, se trata de aislar y determinar qué mecanismos de coherencia ha usado el alumno para obtener estos resultados. Se observará e! uso sistemático de las preguntas cerradas. De he­ cho, el control puede hacerse en dos direcciones: la representación que el lector se hace del texto una vez leído y los procesos de for­ mación y revisión de hipótesis. Para la primera, una pregunta abier­ ta, como el resumen es eficaz; son posibles también preguntas cerra­ das que controlen la percepción de la estructura, a través de la atri­ bución de subtítulos a los diferentes párrafos, o su reordenación para conseguir unos objetivos determinados. Para la segunda, abundan las preguntas de selección múltiple para determinar la atribución de una co-referencia, la existencia de una coherencia léxica, el significado de una frase o una palabra según el co-texto... Si hemos preferido !as preguntas cerradas es porque, por una par­ te, evitan la interferencia de otras habilidades con la habilidad lecto­ ra; y por otra parte, porque la preferencia por una u otra respuesta permite explotaciones diferentes. Veámoslo separadamente. En primer lugar, hay que tener presente que el proceso de lectura (que comprende la capacidad de captar la coherencia) se debe separar de otros procesos como son la escritura o el habla: el primero usa un soporte visual e implica una actividad receptora; los otros dos di­ fieren según el soporte (oral o auditivo) o la actividad productora (ac­ tiva o pasiva). Si pretendemos controlar la lectura (o uno de sus as­ pectos, como hacemos aquí) hemos de procurar eliminar o discrimi­ nar la influencia de ios otros procesos; de ahí nuestra preferencia por las preguntas de selección múltiple, donde sólo se usan marcas para la respuesta. 32. Véase G. Shum , A . C ond e, C . D íaz «¿C óm o se adquieren y usan los térm inos deíeticos en lengua española? Un estudio lo ngitu d inal» en I n fa n c ia y a p r e n d i z a je vol, 48 M ad rid , 1989. Véase tam bién A ,R u b ín «.4 T b e o r e t ic a l T a x o n o m y o f t h e D iff c r e n c e s B e t w e e n O r a l a n d W ñ tten L a n g u a g e » en Spiro, Rand J. et alT h eo retical Issues in Reading C om prehension L aw rence ErJbaum ass. N ew Je rse y (U SA ), 1980. En segundo lugar, nuestro propósito de realizar una evaluación, no para determinar el grado de corrección sino para investigar las hi­ pótesis que realiza el lector, nos obliga a prestar tanta atención a la respuesta más correcta como a la más inexplicable. Para ayudar a esta tarea hemos limitado el número de respuestas a tres, y, en el caso de los dos textos analizados con mayor profundidad, hemos propuesto, junto a cada pregunta, una explicación a las distintas respuestas po­ sibles. ANEXO 2.’ P A R T E . N O T A S A M P L IA C IÓ N (1*) Estas consideraciones nos llevan a precisar qué se entiende por «lectura» y por «leer». Los estudios sobre la lectura han intentado, desde hace ya cierto tiempo, combatir la opinión, muy arraigada, de que leer consiste en descifrar unas letras para convertirlas en sonidos, para efectuar una lectura, primero en voz alta (oraiización) y luego, a medida que nos vamos ejercitando en ello, en voz baja o inaudible (lectura interna). Esta opinión es atribuible al hecho de que, en el lenguaje estándar, leer signifique dos cosas: «decir en voz alta lo que está escrito» y «ad­ quirir conocimiento de lo escrito», dos operaciones independientes que a menudo se presentan como casi sinónimas («interpretar men­ talmente o traduciéndolos en sonidos, los signos de un escrito» [M .M oliner]): realizar una no implica realizar la orra. La lectura no es una habilidad, como por ejemplo lo es usar las tijeras, sino un p ro ce so c o g n itiv o , como lo es por ejemplo resolver un problema. Para saber leer es preciso un aprendizaje: no se puede enseñar, en el sentido que podemos enseñar a usar unas tijeras. Sí se pueden enseñar habilidades relacionadas con este proceso cognitivo; el desciframiento, claro está, pero también la concentración, la me­ morización, el conocimiento del vocabulario..., pero no el proceso en sí. Como todos los aprendizajes, leer es un proceso individual y m uy largo, sin origen preciso ni límite final, que mejora a medida que lo vamos ejercitando. Se han propuesto varios modelos psicológicos que intentan expli­ car en qué consiste este proceso. A grandes rasgos podemos decir que leer es un procedimiento basado en la anticipación: leer consiste en formular hipótesis. La anticipación se hace según criterios grama­ ticales (sintácticos y semánticos) o pragmáticos: en la comedia El c a ­ b a llero d e O lm ed o , la escena en que aparecen Inés y Leonor, se ini­ cia con el parlamento de la primera, quien sin más preámbulos ma­ nifiesta: «Y todos dicen, Leonor / que nace de las estrellas.»; el lec­ tor, gracias a su competencia pragmática y a su conocimiento del gé­ nero y de los tópicos del discurso literario de la época, puede reali­ zar la hipótesis —inmediatamente confirmada— de que Inés se está refiriendo al amor, además de otras como 1a de que Inés y Leonor son confidentes, que se trata de muchachas enamoradas o en dispo­ sición para ello, y , a tenor del registro y la familiaridad de la réplica que sigue, la de que ambas pertenecen a un mismo rango social, etc. Otras hipótesis de signo más scmático y sintáctico pueden ser que después de un sintagma nominal al inicio de una oración probable­ mente vendrá un sintagma verbal; si un substantivo va seguido de un adjetivo, es probable que e] adjetivo tenga unas características semán­ ticas que se asocien al substantivo... Un ejemplo concreto !o pode­ mos ver en el caso de los denominados clichés periodísticos: estruc­ turas sintácticas tan conocidas que, a menudo, no hay que seguir le­ yendo para saber qué palabra sigue a otra; así, hablando de una carre­ ra ciclista, se sabe que tras «la serpiente...» aparecerá «...multicolor». Se pueden hacer también hipótesis sobre el significado de una pala­ bra o expresión: para quien no conozca cierto léxico deportivo, «mar­ chamo de gol» puede ser un misterio, que puede quedar desvelado, quizá sólo en parre, si el co-texto dice que «la pelota entró en la por­ tería porque llevaba marchamo de gol*. Según una ley básica de la teoría de la información, cuanto más previsible es una palabra, me­ nos información da; es por eso que una lectura es un equilibrio entre la previsión de palabras poco informativas y la imprevisión de pala­ bras m uy informativas. En ambos casos, si a medida que vamos le­ yendo, se van confirmando las expectativas, eso quiere decir que rea­ lizamos una lectura coherente del texto. Ante una situación conflictiva durante la lectura (una palabra des­ conocida, un pasaje incomprensible), el lector dispone de una serie de estra teg ia s, que son acciones encaminadas a resolver estas dificul­ tades o a «compensarlas». Así, ante una palabra indescifrable, quizás a causa de un error tipográfico, podemos seguir la estrategia rápida de ignorar e! error, porque quizá no es fundamental esta palabra para comprender el texto; una estrategia más lenta consiste en buscar in­ formación en otro sitio. Véase el caso de «La micción de un obre­ ro...», en el fragmento «que [?] de la avenida del Paralelo»: se puede decidir si se continúa la lectura, sin hacer caso, o se puede decidir que es una información fundamenta], y entonces se apelará al co-texto o, en caso extremo, se buscará material de soporte, obras de refe­ rencia... que relacionen lo que se encuentra antes y lo que llega des­ pués del error; por ejemplo, se consultará un plano para saber si la estación está detrás o cerca del Paralelo, lo que permitirá confirmar una de las hipótesis de que el fragmento que falta es «que [está detrás / cerca] de la avenida del Paralelo». 1 2 3 Se h a b ía co m p rad o u n p lu m a e stilo g rá fic a. D espués de h ab e r tra z a d o v aria s veces su firm a sobre u n a h o ¡a. después de h ab e r escrito su s in iciale s, su d irecció n , u nas lin eas o n d u la d a s. !a 4 dirección de sus p adres, cogió u n a h o ja n u e v a , la dobló con cu id ad o y 5 escribió; «a q u í hace dem asiado frío p ara m i» —y después— «m e voy a A m érica 6 del S u r», D espués se detu vo , colocó el capu chó n sobre la p lu m a, m iró la hoja 7 y observó cóm o la tin ta se secaba y se oscu recía (en la p apelería le h a b ía n S g a ra n tiz a d o q u e se v o lv ía n e g ra ), después v o lv ió a coger la p lu m a y añ ad ió 9 su n o m b re : «P a u l* . 10 1] 12 D espués perm an eció sentado, M ás ta rd e le v an tó los periódicos de la m esa, y al h acerlo , dio un vista/o a la c a rte le ra y pensó en c u a lq u ie r cosa, a p a rtó el cenicero, rom pió la 13 hoja de lín eas o n d u la d a s, v ació la p lu m a v la vo lvió a lle n a r. P a ra la sesión 14 de cinc y a era dem asiad o ta rd e. 15 El en sa y o del co ro de la Iglesia d u ra b a b a s ta las nu eve, a las n u e v e y Ib m ed ia H ild e g a rd y a h a b ría v u e lto . E sp erab a a H ild e g a rd . M ie n tras, m ú sica 17 de la rad io . A h o ra ap ago la rad ío . 18 19 20 21 22 E ncim a de la m esa, en m ed io de la m esa, e stab a ah o ra la hoja d o b lad a, y sobre la h o ja , en e s c ritu ra n e g ro a z u la d a , su n o m b re , P a u l. T am bién p o nía * a q u í hace d em asiad o frío p a ra m i*. H ild e g a rd lle g a r ía , pu es, a las n u e v e y m ed ia. A h o ra eran las n u e v e . L eería su aviso , se a s u s ta ría , p ro b ab lem en te no se cree ría aq uello de 23 A m é ric a del S u r, a p esar de todo c o n ta ría las cam isas en el c a ¡ó n : a lg u n a 24 cosa h a b ría pasado. 25 T elefo n earía al «L ó w cn ». 2b El L ów en está c errad o los m iércoles. 27 S o n re iría , se d esesp eraría y se re sig n a r ía , q u iz as. 28 Se a p a rta r ía el cabello de la c a ra , re se g u iría con el dedo a n u la r de la 29 m an o iz q u ie rd a las sienes, en to n ces se d e sa b ro ch aría len ta m e n te el a b rig o . 30 D espués perm an eció se n tad o , pensó a q u ién le podía e n v ia r u n a c a rta , levó 31 de n u evo las in stru ccio n es de uso p ara la estilo g rá fic a (g ira r un poco a 32 la d e rec h a), tam b ié n leyó ei te x to en fran cés, co m p aro el in glés con e! 33 ale m án , v o lvió a v er el papel, pensó en p a lm e ra s, pensó en H ild e g a rd . 34 35 3b 37 P erm an ecía sen tad o . Y i las n u e v e y m edia Ucgó H ild e g a rd y p re g u n tó ; «¡d u e r m e n los n iñ o s?». Se a p a rtó el cabello de la c a ra . Presentación Se trata de un texto del escritor suizo de habla alemana Peter Bichsel. La versión castellana que ofrecemos deriva directamente del ale­ mán y es nuestra. Tipología Respecto del emisor o enunciador, del destinatario, y del resto de categorías enunciativas, de entrada, nos remitimos a lo dicho en el apartado P olifonía en u n cia tiva y en especial a P olifon ía d e l texto n a rra tiv o literario y a sus notas. Antes de perfilar la in te n c ió n comunicativa sería conveniente apuntar algunos rasgos de la especificidad literaria. Y la primera consideración es que el uso literario del lenguaje no es, en primera instancia, un uso comunicativo, por lo menos no en la forma en que lo son las enunciaciones producidas en el intercambio comuni­ cativo cotidiano: como veíamos, el autor no usa el lenguaje para decir propiamente nada a nadie en algún lugar y tiempo determi­ nados. Usábamos el término cita, y concretamente cita ficticia para ca­ lificar las operaciones enunciativas de tipo ficcional literario. Pode­ mos completar ahora la caracterización diciendo que el uso literario del lenguaje tiene un sentido imitativo, donde el objeto imitado no es la realidad —en ei sentido platónico— sino una parte de ésta, el propio lenguaje, y el instrumento de imitación es también el lengua­ je: el autor locutor no realiza actos de habla (110 asevera, no pregun­ ta, no avisa, no promete...) sino que cita mimetizando enunciaciones imaginarias, que no han tenido ocurrencia, y en las que sí se dan esos actos de habla, En el caso de la narración ficticia, lo primero que mimetiza el autor locutor es el acto, o mejor, el inacroacto de contar una historia. Un corolario de esta concepción imitativa es que la enunciación literaria presenta una dualidad: en un sentido, el lenguaie es propues­ to a la contemplación estética como mera estructura lingüística; en otro, y porque detras de todo acto de citar —detrás de todo acto— es predicable una motivación del citador, el uso literario del lenguaje conlleva intenciones comunicativas aunque indirectas, eso sí. Las in­ tenciones estéticas y comunicativas forman parte de lo que hemos de­ nominado a u to r im p lícito. Sirva esce preámbulo para destacar la relatividad y complejidad de la intención comunicativa, cuando de textos literarios se habla. En el texto que nos ocupa, y al lado de —e imbricada con—, una inten­ ción estética que liemos de considerar de primer plano, podemos in­ terpretar una intención argumentativa de tipo crítico hacia las rela­ ciones sociales y familiares, hacia las relaciones del individuo con las instituciones y los mitos de una sociedad de tipo «occidental» de­ sarrollado. Y si vemos la ironía del autor implícito en la plasmación de las conductas de unos personajes concebidos a imagen y semejan­ za de los ciudadanos de nuestras sociedades, podemos predicar una intención crítica respecto de la alienación y los deseos frustrados de los individuos en dichas sociedades. Respecto del destinatario, consideraremos a éste como universal, si bien podemos tener en cuenta su identificación con el lector im ­ plícito, y en ese sencido ef destinatario es aquel con el conocimiento del mundo suficiente para realizar las inferencias y completar las eli­ siones que el texto reclama: sus rasgos mínimos son los de un adul­ to, contemporáneo y europeo. En el plano ficticio, no existe n arratario explícito. Respecto del lu gar social en el que se ancla el texto, habría que distinguir también entre la enunciación ficticia, la del narrador, don­ de el lugar social es irrelevante, en este caso, y la enunciación enten­ dida como la composición literaria de! autor locutor. Para esta últi­ ma consideraremos que el lugar social es la institución literaria en sen­ tido lato. El tiempo y espacio de la narración nos es desconocido, en cual­ quier caso, el narrador narra con posterioridad al presente de los per­ sonajes. Otros datos contextúales de la narración no aparecen. En cuanto al aquí y ahora del mundo evocado en el que se mueven los personajes, más adelante, eri el análisis, veremos cuál puede ser. Se trata de un texto n a r r a tiv o (no hace falta recordarlo) dentro del género del cuenco corto, a cuyo género y discurso se ancla, apa­ recido en la época y en la colección de narraciones que la ficha señala. La estructura de este texto sería la siguiente: 1. Marco (¡ínea 1): alguien, en un tiempo pasado pero no m uy leja­ no (el pluscuamperfecto indica que se trata de un tiempo anterior al de la narración pero no hay indicadores que precisen cual), rea­ liza un acción que tiene por objeto la posesión de un objeto-símbolom, la pluma. 2. Complicación (2-34): Paul espera a Hildegard mientras piensa, ¡magma y fantasea sobre acciones hipotéticas deseadas, por un lado, y sobre un futuro real inminente, por otro. El marco y la complicación explican, ordenados cronológica- mente, los sucesos que ocurren antes de la llegada de Hildegard, Dichos sucesos se dan en dos niveles: uno, donde se habla de los hechos y acciones que suceden en el exterior del personaje (el per­ sonaje prueba la pluma nueva —escribe y dibuja—, mira los pe­ riódicos, etc.), y otro que explica lo que sucede en el mundo in­ terior del personaje (15-29) (piensa en lo que debe estar haciendo Hildegard y en lo que haría si al volver a casa descubriese que é! se había ido). 3. Resolución (35-37): Hildegard vuelve a casa: en principio se corro­ bora la previsión de futuro real y se descartan casi todas las ac­ ciones hipotéticas. Se produce, sin embargo, un hecho mínimo in­ quietante: Hildegard «se aparta el pelo de la cara», realiza algo que antes sólo había previsto Paul en el cotexto de las acciones hi­ potéticas. Por metonimia es posible imaginar que el resto de ac­ ciones de Hildegard pensadas por Paul se realizan también. Se aña­ de a esto que el texto «aquí hace demasiado frío...» no ha sido des­ truido y está todavía encima de la mesa, donde Hddegard podría verlo. No hay ni coda ni una parte específicamente destinada a eva­ luación. P o l if o n ía e n u n c ia t iv a El aspecto polifónico es el que en esta narración tiene más rele­ vancia, ya que toca directamente al juego de significaciones que el tex­ to propone. Para empezar, señalamos el aspecto básico de la polifonía de los textos narrativos: la distinción entre autor y narrador y la distinción entre el narrador }' los enunciadores suscitados por éste («Paul», «H ildegard»). El narrador y Paul son responsables de enunciaciones es­ critas; Paul de los textos que aparecen desde la línea 2 hasta la 9; el de 5-6 y el de 9, citado en discurso directo por el narrador. Hildegard es la enunciadora del texto oral de la línea 35. citado en discur­ so directo por el narrador. Esta narración incluye, cita., incorpora o describe siete textos que pasamos a enumerar. — El primer texto (1-37) es el del relato entero, enunciado por el narrador y focalizado desde una posición externa a los hechos, aunque accede al mundo interior del personaje. Sobre el destina­ tario, recordemos lo dicho más arriba (volveremos a ello más ade­ lante, al analizar los implícitos). No se puede hablar de un único acto de habla sino de un conjunto que se puede considerar inte­ grado en un macroacto de habla, que podría ser el de relatar. El segundo texto (2-4), dentro del relato narrador, corresponde al texto que Paul está escribiendo. La existencia de este texto es dudosa por varias razones: de entrada., no parece tener ninguna intención comunicativa, a menos que no se trate de algo de tipo inconsciente, que probablemente no podemos denominar inten­ ción en el sentido pleno del término, ni parece ir dirigido a nin­ gún destinatario. La intencionalidad de la acción del personaje pa­ rece ser sólo la de realizar pruebas de un instrumento, pruebas que, puesto que se trata de ensayar un instrumento que sirve para escribir, reproducen signos de la lengua. De todos modos, las pruebas que realiza Paul con la pluma si­ mulan lo que serían varios enunciados: dos direcciones, unas ini­ ciales y unas líneas onduladas. La estructura de este hipotético tex­ to reproduce básicamente lo que sería una carta: dirección (de los padres), remitente (dirección de Paul), contenido (líneas ondula­ das) y firma (iniciales), aunque, subrayando su aspecto no comu­ nicativo, le faltan las estrategias y convenciones del género, como son las disposiciones espaciales propias de una carta. Ciertamente, lo que hemos denominado contenido constaría de un enunciado icómco —las líneas onduladas—, que sólo pue­ de tener significado si establecemos una relación de coherencia cotextual con el próximo texto (el tercero). Recordemos que el texto es destruido en la línea 13. Tipológicamente, las lineas onduladas, en el sentido que les he­ mos atribuido, constituirían un texto descriptivo. A pesar de todas las prevenciones expuestas, considerar la exis­ tencia de este pseudo-texto puede ser útil para entender la apari­ ción del siguiente. El tercer texto (5-6 y 9) es un texto escrito, asumido, como cita en discurso directo, dentro del texto del narrador, que tiene por enunciador a Paul. El enunciado corresponde al entrecomillado y a la firma. El destinatario, de momento, no es nadie: más tarde (22), será Hildegard. Se trata de un texto expositivo, —y argu­ mentativo, si consideramos que, gracias a la yuxtaposición de am­ bas oraciones, la primera expresa el motivo de la acción de la se­ gunda— que más tarde se manifestará como mensaje. El cuarro texto (31-32), tiene como enunciador a alguien anóni­ mo, impersonal (la empresa). Su enunciado son las instrucciones de uso de la pluma, citadas en discurso directo. Un par de rasgos estilísticos notables: el primero, que se presenta sin entrecomilla­ do, como en el caso de un texto citado en estilo indirecto, que no tiene verbos introductorios, como en el caso de los textos su­ perpuestos (anuncios, avisos, noticias del periódico...) que son textos tan característicos de la narrativa moderna —en este caso, sin embargo, no se conservan los caracteres tipográficos origina­ les— ; el segundo, que, dado el significado del co-texto inmediato —«leyó...»—, podría, tratarse de un fragmento del discurso men­ tal, interno, del propio protagonista, que reproduciría literalmen­ te las frases del texto de las instrucciones que, a la sazón, estaría leyendo: la pérdida de los caracteres tipográficos originales corro­ boraría tal interpretación. El destinatario es el usuario anónimo. Tipo: instructivo. In­ tención: regulativa de las acciones del usuario de plumas. Acto de habla realizado: orden. — El quinto texto (35-36) es oral y se asume como cita en discurso directo dentro del texto del narrador. La enunciadora es Hilde­ gard v el destinatario Paul. El enunciado es el entrecomillado. El acto de habla, una pregunta. — El sexto texto (15 29) tiene una existencia y, caso de admitirla, una adscripción tipológica, muy problemáticas. Su enunciado correspondería a un monólogo interior del protagonista, asumido en estilo indirecto libre por el narrador. El enunciador sería Paul y también sería Paul el destinatario. Una de las principales objeciones a la existencia como texto del fragmento en cuestión sería que no tiene ocurrencia, en el sen­ tido literal y completo del término, tal como quedó expuesto en el apartado Coherencia y Cohesión. En segundo lugar, y en re­ lación con el hecho de que se trata de un discurso mental de du­ dosa ocurrencia, éste estaría formado no por palabras propiamen­ te dichas, sino por proposiciones.JJ> — El séptimo texto (24-25) tiene una existencia y un estatus aún más dudosa que los del anterior, como veremos. Su enunciador sería Hildegard. El enunciado, tas proposiciones del monólogo interior de Hildegard («alguna cosa habría pasado»). El destinatario, la propia Hildegard, El acto de habla, aseveración. La aseveración de la línea 26 podría tener la misma atribución. La existencia del séptimo texto es aún más problemática por­ que corresponde a un fragmento del discurso indirecto libre que reproduce el monólogo interno del protagonista, Paul, el cual, a su vez, reproduciría el monólogo interior de Hildegard, también en discurso indirecto libre. Paul adoptaría así un papel similar al 33, O bservem os que, al lado de las proposiciones aparecen en el discurso in te rn o de! protagonista, sim ples percepciones del m undo, com o en «Encim a de la m esa... aho­ ra la hoja doblada... su nom bre, P a u l» (18-19), con un «a h o ra» algo am b iguo, que tra­ tarem os en el espacio dedicado a los deicticos. Sin em barco, lo m ás sensato es consi­ derar las percepciones del protagonista com o expresadas en palabras d e l n arrad o r —de un narrador que adopta el enfoque m encionado en el prim er texto— , y , po r lo tam o, como secuencia descriptiva de su texto. que adopta e! narrador cuando relata en estilo indirecto libre el pensamiento de Paul. Consideremos la situación: el personaje Paul está pensando en las palabras, mejor dicho, en los pensa­ mientos que se producirán en Hildegard cuando haya llegado y leído el texto: «aquí hace demasiado frío...». Tal situación y las palabras incluidas son puras hipótesis de Paul, y en este mundo hipotético, Paul, como si pudiera penetrar ei pensamiento ajeno, reproduce —en estilo indirecto libre, insistimos— las palabras que Hildegard se diría a sí misma. En definitiva, lo que nos lleva a considerar la existencia de estos dos últimos testos es la presencia del discurso indirecto libre, en tan­ to que éste permite reproducir proposiciones, percepciones e incluso expresiones internas de los personajes, aunque sean asumidas por el narrador. Si el pensamiento de los personajes hubiera sido relatado por el narrador en estilo indirecto, entonces habríamos considerado simplemente que esta parte constituía sólo una secuencia descriptiva del texto de la narración. Dos aspectos más a destacar por su relación directa con la poli­ fonía: el primero, ei de los actos de habla realizados en el texto, y concretamente los correspondientes al personaje Paul; el segundo, el de la relación de Paul con el que hemos denominado su texto (el ter­ cer texto). En cuanto a los actos de habla, puede sernos útil considerar la evo­ lución psicológica del personaje durante la serie de actos que empren­ de. Paul empieza, mientras hace pruebas imitativas, escribiendo dos direcciones y sus inicíales, y trazando unas líneas onduladas. Como ya hemos comentado, si atendemos a la fuerza connotativa de las lí­ neas, su sentido es muy coincidente con el del texto n°3. En una ac­ ción continuada respecto de la anterior, Paul escribe «aquí hace de­ masiado... América». Dado que no se nos da ninguna evaluación narrativa respecto del sentido de esta acción, la consideramos aún una simple prueba. Después Paul se para, mira, etc.: se distrae, hasta 9 en que vuelve a tomar la pluma para escribir su firma. El lapso de tiempo transcurrido hasta la firma es psicológicamente necesario para que Paul se dé cuenta de que el conjunto de palabras escritas cons­ tituye una carta y que expresa algo: algo que le concierne. En térmi­ nos de teoría de los actos de habla, diríamos que se da una secuencia de actos donde lo que Paul escribe hasta la firma correspondería a un acto de tipo lo c a tiv o , que sólo em p iez a a constituirse en acto ilo cu tiv o a partir de la firma. La firma, realiza un papel importante. El acto de la firma es un acto de identificación del enunciador indicado en el texto con un in­ dividuo em pírico.’4 Se da, por lo tanto, un acto de referencia identificativa y este acto de referencia identificativa de! enunciador del tex­ to no tiene ningún sentido si no hay enunciador, destinatario y texto propiamente dicho, evidentemente. Hemos de suponer que aunque sea vagamente, el texto de Paul tiene un destinatario, si bien todavía no identificado. Tampoco queda aún clara el tipo de intención co­ municativa del texto, y ésta sólo se le hace evidente a! lector mucho más tarde, cuando en la línea 22 sabemos al mismo tiempo que el des­ tinatario es Hildegard, y el tipo de acto de habla en que ha pensado Paul es un aviso —¿una implícita amenaza de abandono, quizá? Podemos interpretar el espacio de tiempo que va de la línea 9 —la firma— hasta la 22 de dos formas: una, que Paul ya tiene claro, des­ de la línea 9, el destinatario y la intención, que medíante una elipsis quedan escondidos a! lector hasta la línea 22; otra, que sólo cuando la errática percepción de Paul redescubre el texto (18) y, a partir del redescubrimiento, se produce la asociación con Hildegard —el tema de Hildegard se presenta ante Paul antes de la confluencia con el avi­ so, ya en la 15—, sólo entonces se cierra ei proceso de producción del acto ilocutivo. Además, ahora sabemos también cuál es la fuerza perlocutiva que el mensaje lleva, o mejor, llevaría en la situación ima­ ginada —recordemos que se trata sólo de especulaciones mentales de Paul— : el objetivo sería espantar a Hildegard (22). Locutivo, ilocutivo, perlocutivo: asistimos al acto completo de co­ municación. El segundo aspecto importante de la polifonía —la relación del personaje Paul con su texto— aparece desde el momento en que Paul se constituye en un enunciador con palabra, que produce un mensaje escrito; entonces, la relación con su enunciado responde a un desdo­ blamiento polifónico similar al triple desdoblamiento que se da entre sujeto hablante, locutor y el enunciador. Paul, personaje, ser dotado de habla —en el mundo ficticio que crea la narración, naturalmen­ te— se constituye como locutor, el cual suscita un enunciador que produce un aviso. El locutor que identificamos como Paul construye este enunciador, este texto/aviso en un contexto ficticio —y asi nos situamos ya en lo ficticio dentro de lo ficticio que es la narración—, donde una dcstinataria también perteneciente a la ficción creada por Paul, v que tiene el mismo nombre que el personaje de la narración, Hildegard, reacciona espantándose, no creyendo, contando camisas... resignándose y apartándose el pelo de la cara (observemos de paso que el gesto de la Hildegard de la ficción de Paul coincide con el ges­ to del personaje Hildegard de la narración, lo cual sugiere metoní34. Véase el breve análisis que O sw ald D ucrot hace de la tirm a en El decir y lo dicho (p. 199) micamente la inquietante posibilidad de coincidencia entre el texto ficticio de Paul y la ficción narrativa). j listamente, la potencial distinción locutor/enunciador es la que, llegado el momento (notemos que en 36, cuando Hildegard llega a casa, el pape! con el mensaje permanece aún encima de la mesa: es por lo tanto posible que ella lo vea), permitiría a Paul identificarse con el enunciador suscitado de un acto ilocutivo de aviso, o de ame­ naza, con todas las co n d icio n es d e fe licid a d (véase nota V'r de la 1." parte), o bien negarlo e identificarse con otro enunciador que no ha producido más que un acto locutivo —que resulta así sólo imitación sin consecuencias comunicativas de un acto ilocutivo— con la inten­ ción de probar un instrumento para escribir, como es una pluma. Ob­ servemos que si se da una sensación de falta de completud estructu­ ral de la narración es por causa de la presencia de esta posibilidad de doble identificación, por esta ambigüedad enunciativa —a parte, na­ turalmente, de la indicada falta de coda. M eca n ism os d e r e p e tició n Deixis. Recordemos que, tal como decíamos al principio al ha­ blar de las características enunciativas del texto literario, los deicticos están anclados en el contexto ficticio, creado. Las palabras iniciales «Había comprado» (1) constituyen ya el pri­ mer deíctico que sitúa la compra de! objeto/símbolo en un pasado an­ terior al momento en que e! personaje Paul produce lo que hemos denominado texto 3" (5-6 y 9) —por sobreentendidos, sabemos que este momento transcurre en miércoles—, y con anterioridad al pre­ sente del enunciador/narrador, situado después de los acontecimien­ tos comprendidos en la narración (en 37 Hildegard «se apartó el ca­ bello»), Ei momento en que Pau! escribe el texto 3" es, al mismo tiem­ po, posterior a las acciones de producción del texto 2" (2-4). Mien­ tras que la producción del texto 2" corresponde al mundo narrado, la producción dei texto 3U, como hemos visto, corresponde al mundo presentado. No hay ninguna referencia de cuál es el aquí de! texto 1“ —la narración—, como es habitual en los relatos en tercera persona, mientras que los textos 2 y 3“ coinciden en el espacio de lo que po­ dríamos considerar comedor o sala de estar de la casa familiar de los personajes. En los deicticos del texto 3" hay algo remarcable: el «aquí* (5), El referente de esta expresión tanto puede ser el lugar preciso donde se produce la enunciación, o bien, si se considera su conexión con la frase «me voy a América del Sur» (lo volveremos a considerar al ana­ lizar los conectores y ios implícitos), puede incluir el país (Europa Central), y finalmente, teniendo en cuenta su ocurrencia hipotética en 20-22, «.aquí» puede tener por referente el lugar social, incluyen­ do la institución familiar y la situación familiar dentro de ella que tie­ ne el enunciador.35 Del texto 4“ ya hemos señalado que su pertinencia bien al mundo narrado, bien al mundo presentado es ambigua. Coherentemente con la intención regulativa de las acciones del destinatario, este texto pre­ senta la locución «a la derecha» (32), que podría ser considerada un deíctico si se tuviera en cuenta el contexto del enunciador (la empre­ sa), lo cual sería aberrante. Respecto al texto 5“, a pesar de su oralidad, no creemos que tenga deícticos relevantes. Para acabar veamos el que hemos considerado 6o texto, enuncia­ do en discurso indirecto libre. Tal como es característico en este modo de discurso, los deícticos pertenecen en parte al narrador (tiempos verbales, 3“ persona), y en parte al personaje (expresiones referentes al aquí y ahora de la enunciación). Estas últimas presentan algunas particularidades. De los tres «ahora» (17, 18 y 21) que leemos, dos aparecen ligados bien a acciones puntuales, que introducen un cam­ bio en el estado de cosas (apagar la radio, 17), o bien a percepciones irrepetibles (que son las nueve, 21). El «ahora» de 18 no se relaciona con un hecho ni con un cambio en el estado de cosas, ni en princi­ pio, se marca la diferencia con ningún estado de las cosas «antes»36 —ni posiblemente a ningún estado después— dado que la «hoja do­ blada» ya estaba encima de la mesa desde que ha salido en 4 (en cam­ bio, si a hora apaga la radio, d esp u és no lo podrá hacer; si a h ora son las nueve, d esp u és no lo serán, como es evidente). Por la lógica del mundo y del estado de Jas cosas, este ahora está ligado a la continui­ dad, dado que en ningún momento se nos dice que el papel con el escrito de 5-6 y 9 haya desaparecido o cambiado de lugar, y conse­ cuentemente el verbo que tendría que aparecer en lugar del < ■había» debería ser con tin u a b a . Existe una posibilidad de que la expresión «estaba ahora» (18) per­ mita inferir un cambio en el marco respecto de un «antes» y un “des­ pués», compatible con el cotexto: el cambio que se da cuando lo con­ sideramos ligado al movimiento de la conciencia del personaje Paul. Veamos la situación: Paul, después de escribir el texto 5-6 y 9 se dis­ trae en diversas ocupaciones y pensamientos (10-17) hasta que redes.15. R ecordem os el carácter interactivo de !a com unicació n; recordem os lo que en C o h e r e n c ia y c o h e s ió n se ha dicho respecto de la dependencia contexn ial del sentido de un texto, y lo que se ha dicho en el apartado D eix is respecto del carácter de acto de h abla qu e tiene la referencia, dependiendo, p o r lo tanto, de un contexto determ i­ nado. 36, M ás adelante verem os el papel que tiene este «ah o ra- en relación con las im plicaturas y ios sobreentendidos. cubre su escrito anterior (18-19): el «ahora» de 18 marca este redescubrimiento por parte de la conciencia de Paul. Se trata aquí de un momento importante porque en ese instante Paul se convierte en lec­ tor de su propio escrito, otorga una intención e imagina un destina­ tario y, por lo tanto, el escrito de 5-6 y 9 se convierte propiamente en texto. La lectura que proponemos de este «ahora» es coherente con la función del discurso indirecto libre que señalábamos: el relato de la conciencia de los personajes. S u b stitu ció n léx ica En este texto, la cohesión pone de manifiesto la existencia de algunos marcos. Así, «viaje» es un marco (tópico) no explicitado que incluye desde «camisas» (23) hasta «América del Sur» (6). A su vez, «Am é­ rica del Sur» incluye desde el título (San Salvador , que no se encuen­ tra en América del Sur) o «líneas onduladas» (3), o «demasiado frío» (5) —por antítesis—, hasta «palmeras» (33). La capacidad que tienen estos marcos para aglutinar expresiones aparentemente alejadas es un elemento fundamental de esta narración. Un caso parecido, qui2 á me­ nos inesperado, es el de «trazar» (2) y sus complementos: «iniciales, dirección, líneas onduladas» (3-4). También «mesa» (11) incluye «ce­ nicero» (12) e incluso «periódicos» (11) y , por lo tanto, «cartelera» (12) y «sesión de cine» (14). Otro marco es el de «estilográfica» (1), que da coherencia desde «capuchón» (6) hasta «tinta» (7), «papele­ ría» (7), «instrucciones de uso» (31), «el texto francés, el inglés, el ale­ mán» (32). En realidad se dan tres grandes marcos implícitos: «viajar», «es­ cribir» y «hogar familiar» (este último da coherencia desde el marco «mesa» hasta «los niños» (36) y permite algunas inferencias impor­ tantes, como ya veremos). El marco «viaje» y el marco «escribir» se interseccionan en «líneas onduladas» y , desde luego, en «me voy a América del Sur». La recurrencia de los marcos es muy importante de cara al juego de implícitos, y, en este texto, por cuanto destaca el carácter tópico y por lo tanto previsible del universo recreado por la narración. Definización. Es también un elemento importante de coherencia en este texto. Señalamos, por ejemplo, «una pluma estilográfica» (1), «una hoja» (2) y «una hoja nueva» (4): a «una hoja» le corresponde «la hoja de líneas onduladas» (12); a «una nueva hoja» le correspon­ de «Ztí hoja» (7), «¿í hoja doblada» (18), « el papel» (33). Gran parte de los substantivos aparecen por primera vez ya acompañados del artículo definido, es decir, como elementos ya conocidos, gracias a la recurrencia de los marcos que acabamos de mencionar. Respecto a esto, hay una definización un tanto compli­ cada «El Lówe» (26), que comentaremos al hablar de los implícitos. Una anáfora fundamental es «lo de América del Sur», que co-refiere con el texto 3Uy nos revela que el escrito que allí aparece no representa unas palabras escritas al azar sino un mensaje en el senti­ do y según el proceso escrito antes. Esta anáfora está precedida por otra: «su aviso» (22), donde el posesivo co-refiere con el escrito del texto 3"; una substitución léxica, «aviso», le da un sentido determi­ nado, que se confirma en «lo de América del Sur». Además, démo­ nos cuenta de que la proposición «leería su aviso» está conectada con «no se creería lo de América del Sur», por la relación de causa / efecto. Destacan dos elipsis: una, el nombre dei protagonista, que sólo se indica al final del primer párrafo; otra, la relación de Hildegard con Paul, que sólo se aclara parcialmente con elementos que conno­ tan intimidad («Contaría las camisas» (23)), afecto («se desesperaría» (27)), o preocupación maternal («duermen los niños» (35)), y señalan su pertinencia al marco «fam ilia». Los implícitos resuelven otra elip­ sis destacable: «Telefonearía al [bar, pub, taberna] Lówen» (25). M eca n ism os d e con ex ión La presencia de conectores de tipo temporal es abundante, tal como es previsible en un texto narrativo. Esta abundancia se convier­ te aquí en una característica estilística. Observemos que los conectores temporales son básicamente dos: «después» y «ahora». El prime­ ro, que corresponde al mundo narrado desde el punto de vista del narrador, conecta las oraciones y refuerza el carácter de linealidad temporal de la serie de actos que realiza Paul. Los «ahora» aparecen en el fragmento en estilo indirecto libre y marcan, también, la suce­ sión lineal de presentes en la conciencia del personaje. Nos detendremos en el texto 3o. Se puede deducir que las dos ora­ ciones que lo constituyen están yuxtapuestas: es pues el hecho sim­ ple de su sucesión la primera marca de conexión. Sin embargo, esta primera conexión entre oraciones no sería relevante si no se diera tam­ bién una conexión entre proposiciones, conexión que se da por cuan­ to una proposición significa la causa —«aquí hace demasiado frío...»— y la otra, el efecto — «me voy...». Y se da pragmáticamente entre dos actos de habla: como ya hemos visto, entre dos actos aseverativos que configuran un macroacto de aviso. I m p lícito s Nos detenemos sólo en algunos implícitos importantes para el sentido global del texto y, por lo tanto, para su coherencia. De entrada, podemos dar cuenta de diversas inferencias praxeo- lógicas sobre el marco, o mejor los marcos, del contexto evocado y, a partir de ellos y de lo que se nos dice que hace el personaje, pode­ mos inferir cosas como falta de proyectos concretos, aburrimiento, etc.; o, teniendo en cuenta también la definización en los niños (35-36), que se trata de pareja con hijos. En la línea 5, la expresión «aquí hace demasiado frío para mi» pre­ supone «aquí hace frío». Si pensamos que la alternativa geográfica es América del Sur,j7 «aquí» debe abrazar evidentemente un espacio más amplio que el de la habitación donde sucede la enunciación: el país o Europa Central. Y si observamos la ocurrencia —hipotética, en la mente de Paul— del texto (20-22), «aquí» designa también un lugar y todo un marco social/familiar. Esta deixis sirve para explicar el me­ canismo por el cual se produce el sobreentendido más importante de «San Salvador»; al preguntarnos porqué Paul dice lo que dice en el contexto determinado que se nos presenta (es decir, en el co-texto de la narración incluidas las inferencias que nuestro conocimiento del mundo nos permite realizar), inferimos que «frío» no denota una sen­ sación física sino más bien la imagen de un malestar psicológico. El mensaje completo implícita un deseo de huida hacia un mundo alter­ nativo y expresa ilocutoriamente un aviso o una amenaza. Unos implícitos inmediatos son: que finalmente Hildegard no te­ lefonearía al Lówen — o que, caso de hacerlo, no encontraría res­ puesta— y que el ahora de los textos I, 2, 3, 5, 6 y 7 corresponde a un miércoles. Estos implícitos se dan si dentro del monólogo inte­ rior de Paul entendemos que «El Lówen cierra los miércoles» (26) es una proposición que rectifica «Telefonearía al Lówen* (25). Que la primera proposición tiene el sentido de una rectificación sería un so­ breentendido que inferimos cuando consideramos que la información que contiene es pertinente. Otro implícito destacable es el que se produce como hipótesis al­ ternativa del referente de «Lówen» (25-26). Aquí el conocimiento del mundo juega un papel importante. De entrada, si sabemos que el Ló­ wen cierra un día determinado de la semana, según la máxima de can­ tidad inferimos que el resto de los días no está cerrado. Nuestro co­ nocimiento del mundo nos dice que lo más probable es que se trate de un local público —que probablemente abre todos los días excepto uno; que es un lugar frecuentado por las noches por el personaje, como alternativa a quedarse en casa y, por lo tanto, que se trata de un lugar de recreo, un pub o algo similar, 37. Es curioso que la altern ativa sea A m erica (Jet Sur, donde se encuentran tierras no precisam ente cálidas (es evidente la contusión con A m érica C en tral, o en todo caso, con el C arib e), to c u al, dicho sea de paso, dice m ucho sobre el estereotipado co noci­ m iento del m undo del personaie, Otra inferencia que se puede extraer y que es importante para la interpretación del texto, es que probablemente, si el Ldwe estuviera abierto, Paul no estaría en casa sin saber muy bien qué hacer y los hechos narrados no se habrían producido. D e la estru ctu ra 1. AI llegar a casa, Hildegard... (a) No puede leer el escrito de Paul porque Paul lo ha roto. (b) No lee el escrito de Paul. (c) No sabemos sí lee o no el escrito de Paul. C om o señ a lá b a m os en e l análisis, es im p orta n te d estacar, a tra vés d e la resp u esta c/, la p eq u eñ a m eer tid u m b re d e un fin a l n o to ta lm en ­ te cerra d o. S ob re p o lifo n ía y a cto s d e ha b la 2. (Sobre la intención com unicativa) Paul escribe su pro­ pia dirección y la de sus padres. (a) Quiere escribir una carta a sus padres. (b) Quiere probar la pluma estilográfica. (c) Quiere escribir una cana a Hildegard. C on la resp u esta b/ co m p ro b a m o s q u e en e l m o m en to d e l cu en to q u e indica e l en u n cia d o d e la p regu n ta no ex iste in ten ción co m u n ica ­ tiva. —si no es d e m a n era to ta lm en te in co n scien te— p o r p a rte d e Paul y q u e, p o r lo tan to, n o p o d e m o s co n sid era r e l escrito co m o la rea liz a ­ ción d e un a cto ilo cu tiv o . 3. (Sobre actos de habla) Cuando Paul escribe «Aquí hace demasiado frío...América del Sur» (5 y 6) (a) Tan sólo está probando la pluma, (b) Está avisando a sus padres de su próxima partida a Amé­ rica del Sur. (c) Está decidido a irse y avisa a Hildegard de que se va. A unque p od ría c a b er c/ d e b em o s d esca rta rla p u esto q u e H ild eg a r d n o a p a rece en la m en te d e P aul basta m ás a d ela n te. En rig o r solo p o d e m o s a seg u ra r a ¡ y a q u e e l a cto d e la firm a se dilata un tan to en el tiem p o (9). 4. (Sobre polifonía y el estilo indire cto libre) ¿Qué indica «a pesar de todo... camisas» (23)? (a) Que Paul piensa que Hildegard contaría las camisas. (b) Que el narrador asegura que cuando llegue Hildegard contará las camisas. (c) Que Hildegard llega y cuenta las camisas. La co rre cta a trib u ció n d e los en u n cia d os a los d istin tos en u n cia d o res es im p o rta n te en la lectu ra d e l estilo in d irecto lib re. Aquí, las resp u esta s b) o c) q u ieren d e cir q u e e l le cto r n o ha a p ercib id o e l ca m ­ b io d e m o d a lid a d y lo q u e éste im plica. 5. (S o b re p o lifo n ía — y ta m b ién so b re e stilo in d ire cto li­ bre) ¿Quién se exclama «Alguna cosa habría pasado»? (23-24) (a) Paul, (b) Hildegard. (c) Quien narra la historia. N otem os q u e la ex cla m a ción p e r t e n e c e a l co n ju n to d e rea ccio n es d e H ild ega rd p rev ista s p o r P aul: es H ild ega rd , com o p erso n a je d e n ­ tro d e l «texto» d el m o n ó lo g o d e Paul, la resp on sa b le d e tal rea cción ex presiva. D e los im p lícito s 6. (D e so b reen ten d id o s) ¿Cuál de las siguientes afirmacio­ nes es la correcta? (a) Hildegard telefoneará al Lówe. (b) Es miércoles. (c) Paul frecuenta el Lówe los miércoles. D e h e c h o la ú n ica in feren cia p o sib le es (b ). La e lec c ió n d e (a), apa­ re n tem e n te p o s ib le , d e b e d esca rta rse p o r cn a n to, en p r im e r lu ga r, (c) es m u ch o m as segui'a y , en s eg u n d o lu gar, (a) está fo rm u la d a en in ­ d ica tiv o y n o en con d icion a l. 7. (D e so b reen ten d id o s) ;C uál de las siguientes afirmacio­ nes refleja mejor lo que nos dice el cuento?: (a) Paul desea irse porque pasa frío en su casa. (b) Paul desea irse porque vive en un país frío. (c) Paul desea irse porque hay algo en su vida que le desa­ grada. Las d iv ersa s resp u esta s rep resen ta n d iferen tes lecturas, En cu a l­ q u ier ca so . si n o se da (c) ca b e la p osib ilid a d q u e en co n trem o s d ificu l­ tad es al p a sa r a un n iv e l in terp reta tiv o superior. 8. (S o b re el m arco ) ¿Qué palabra va a continuación de la siguiente secuencia: «Papelería», «capuchón», «líneas ondu­ ladas»...? (a) «Instrucciones de uso». (b) «Lówe». (c) Ninguna, son palabras inconexas. S ob re d efin iz a ció n 9. La hoja de líneas onduladas de 13-14 es también: (a) «una hoja nueva» de la línea 4. (b) «una hoja» de la línea 2. (c) <*la hoja» de la línea 19. Sobre deixis 10. (Deícticos e implícitos) En 18 se dice que «...encima de la mesa, estaba ahora la hoja doblada» porque... (a) Antes no estaba encima de La mesa. (b) Paul la ha recuperado de! cenicero. (c) Paul se había olvidado de su presencia. S ob re la elip sis 11. (Elipsis e implícitos) ¿Cuál es la información adecuada? (a) Paul y Hildegard son hermanos. (b) Paul y Hildegard son marido y mujer. (c) No podemos hacernos una idea del parentesco que tie­ nen, C a b e d esca rta r (c) p o r los m od a liz a d ores q u e p resen ta su en u n cia ­ d o: ju s ta m e n te es bacía (b) q u e nos llev a e l texto. Laa ltern a tiv a , en este caso, im p lica una gra n v a ria ció n d e l sen tid o d el cu en to , sea éste e l q u e fu e r e . 12. (Elipsis e implícitos) Elige la información más apropiada: (a) El Lowe es un local público donde Paul pasa algunos ra­ tos. (b) El Lówe es el lugar de trabajo de Paul. (c) Ni (a), ni (b). A quí la in feren cia es com p leja —v éa s e e l análisis— p o r lo q u e in ­ sistim os en q u e se trata d e e le g ir la m ejor. SUCESOS I 2 La 3 El corte de su m in istro afectó a C iu ta t V ella y a partes del E ixam ple y de 4 S an t M arti. 5 E.P.G .J 6 ''B arc e lo n a .— [A ] L a im p ru d e n cia de u n o p erario provocó a y e r u n m i c c i ó n d e t r o o b r e r o d e j a su s- l u z a m e d i a B a r c e l o n a 7 ap a g ó n g e n e ral de lu z en la m a y o r p a rte de la C iu ta t V ella y en im p o rta n te s 8 zonas def Eixam ple y del d istrito de S an t M arti, en tre las dos y m edia y las cinco 9 y m edia de la ta rd e . Si bien está c la ro qu e la h u m ed ad estu vo p resente 10 en el o rige n del c o rto c ircu ito , las v ersio n es de unos y o tro d ifieren 11 c o n sid erab lem en te. M ie n tras qu e fuentes oficiosas de la em presa in d ican que 12 el em pleado — q u e su frió q u e m a d u ras leves en m an o s, c a ra y pecho— salpicó 13 con o rines un cable de a lta ten sió n , p rov ocand o el fen o m en al c o rto c irc u ito , ei 14 o p e rario dijo a l s a lir de la u nidad de q u em ad os d el h o sp ital q u e se le h ab ían 15 caído accid en talm e n te u n as g o ta s de a g u a m ie n tras bebía. 16 [B] S e g ú n u n a n o ta o ficial de F E C SA , se p ro d u jo u n «d e rra m am ie n to 17 a c cid en tal de a g u a » . P a ra la em p resa, com o co nsecu encia de este hecho se 18 d esco n ectaro n los in te rru p to re s de a lta ten sió n de la c e n tra l, pro d u ciend o 19 co rtes en el su m in istro de u n m áx im o de h o ra y m ed ia de d u rac ió n . N o 20 o b sta n te el in c id e n te afectó a a lg u n a s zo n a s d u r a n te tres h o ras, pro v o can d o 21 p ro b lem as de trá n sito y a q u e el su m in istro eléctrico de la red de sem áforo s 22 d epende de la co m p añ ía F E C S A . U n p o rta v o z o ficial de la em p resa, sin 23 q u e re r e n tr a r en d etalles sobre el o rige n del accid en te, se refirió sim p lem en te 24 a la «m a la su e rte » de u n em plead o de la co m p añ ía c o n tra tista de las o b ras. 25 26 Acceso m u y re strin g id o 27 [C ] El acceso a la sala re ce p to ra de la calle M a ta , en la c e n tral que de la 28 a v e n id a P aral-leí, está e stric tam e n te p rohibid o al p erso n al no a u to riz a d o po r 29 c a u sa del pelig ro q u e re p resen ta tr a b a ja r cerca de unos cables fabricad os 30 p ara tr a n s p o r ta r 110 q u ilo v o k io s, L os cables de la in stalació n eléctrica 31 do m éstica tra n sp o rta n 220 v o ltio s, y el cable del accid ente de a y e r 32 tra n sp o rta b a 110.000 en el m o m en to d el ap agó n . L a p u e rta de e n tra d a a la 33 s a la está p ro te gid a d u r a n te las 24 h o ras por u n v ig ila n te de se g u rid a d de la 34 c o m p a ñ ía Sass. 35 [D ] El o b rero de la em presa D u m e t-C o p isa — q u e hace v arias ob ras p a ra 36 F E C S A , e n tre ellas la a b e rtu ra de la s calles p ara acced er a las co nd u cciones 37 de e le c tricid ad — tra b a ja b a en u nas o b ras de refo rm a de 1a su b estació n de la 38 calle M a ta , q u e ha de ser tras lad a d a a o tro lu g a r y que F E C SA h a de 39 a b a n d o n a r estos te rre n o s. 40 [E] S e g ú n u n a de tas v ersio n es, que fuentes de la em presa d aban por buena 41 h a sta !a ta rd e de a y e r pero que después u n p o rtav o z o ficial d esm in tió , el 42 ho m b re h a b ría o rin a d o c o n tra u n a p ared , salp ican d o u n a reja del suelo v 43 m o jan do el cable q u e está debajo. 44 [FJ C om o con secu en cia de este rem ojón se h a b ría p ro d u cid o u n a fuerte 45 lla m a ra d a , q u e fue la ca u sa n te del accid en te. El o b re ro , no o b stan te , 46 m an tie n e q u e el líq u id o que cayó era el a g u a q u e estaba bebiendo. 47 [G ] D espués del accid en te, el o b rero fue traslad a d o a la u n id a d de q uem ados 48 del h o sp ital de V alí d ’H eb ró , donde le a p reciaro n q u e m a d u ras de p rim er 4‘l g ra d o . El h o m b re , q u e n o perdió el co nocim ien to en n in g ú n m o m en to , recibió 50 el a lta po r la ta rd e . 51 [H ] U n técnico explicó q u e los tran sfo rm ad o re s de re serv a se h ab ían ido 52 con ectan do uno tras o tro , p ro v ocand o v arios cortes a lo la rg o de la ta rd e . 53 N o o b sta n te portavo ces oficiales de la co m p añ ía a se g u ra ro n qu e esta caída 54 en cad en a d el sistem a no se pro d u jo en n in g ú n m o m en to. 55 [I] El a p agó n afectó a g ra n p arte de los abonad os de la z o n a co m pren d id a 56 e n tre El P araM el y el paseo de C a rie s I, la calle de A ra g ó y el m a r. El 57 in c id e n te colapso los teléfonos de F E C SA . A lgu n o s ab o n ad o s c o n sig u ie ro n el 58 nuevo teléfono de la com pañía — que no debía e n trar en fun cionam iento hasta 59 m edian o ch e— y sa tu ra ro n to ta lm e n te la c e n tral telefó n ica. A n á l is is P resen ta ció n Se trata de un texto escrito, publicado en el «Diari de Barcelona», eí 28 de ¡unto de 1989. Aparece en la sección del diario denominada «Successos» (Sucesos) y va firmada con las iniciales E.P.G. T ip ología No tiene un vínculo inmediato con el contexto de producción y de recepción como muestra el estudio de los deícticos, que corres­ ponden al tiempo y al lugar del destinatario, que son los de la fecha del periódico, y no los del enunciador (el «ayer» de ia línea 8, por ejemplo, es el del lector que lee el suceso, no el del periodista que lo escribe). El destinatario es el anónimo lector de diarios, presumiblemente adulto, y en concreto aquel que la línea del periódico selecciona. La intención es contar una historia como manera de argumentar y/o de mostrar conductas, como las de algunos comportamientos vandálicos de ciertos empleados. Indirectamente, se denuncia la taita de previsión de las empresas responsables al no contratar a personal avisado y no hacer cumplir las normas de seguridad. Clasificamos este texto dentro del tipo narrativo, clase «crónica de sucesos». La crónica de sucesos38 se caracteriza por; la selección de cierto tipo de acontecimientos, por la Üuctuación entre deixis y anáfora, por la polifonía de los enunciadores y por ia admisión de se­ cuencias descriptivas y dialógicas. Considera también Petitjean que este tipo de textos presenta un doble anclaje: en el discurso de los modos de pensamiento colectivo: deberes cívicos, concepto de nor­ malidad y excepción..., y en el discurso considerado como «línea del periódico» (con ello tiene que ver el carácter desenfadado de la elec­ ción del tema y el sentido crítico respecto de empresas con respon­ sabilidades en servicios públicos). En lo que refiere a la estructura, dividimos el texto en dos gran­ des partes: los titulares y el texto restante. 1 titulares (1-5) (macroestructura semántica), 2 Texto restante. 2.1, (línea 6 a 24, párrafos A y B) resumen de lo acontecido 2.2, (26 a 59) contexto del suceso, narración más detallada del su­ ceso en las distintas versiones, dividido en: 2-2.1. el accidente y su circunstancia (27 a 50, párrafos C,D,E,F,G) 2.2.2, consecuencias y sus circunstancias (51 a 59, párrafos H,I). En los titulares ya se informa sobre el qué, el quién y el cómo, lo que cierra el texto. Por lo tanto, el resto, aunque tenga la forma de una encuesta, no tiene por función aclarar lo sucedido y sus cau­ sas y consecuencias, sino contraponer varias versiones que implícita­ mente al final llevan a la versión de ios titulares. M eca n ism os d e r e p e tició n Deixis: Los deícticos del periódico responden al tiempo y el lu­ gar del destinatario, que coinciden con los que indica 1a cabecera del periódico. En lo que refiere a la deixis de lugar, un error atribuible a la trans­ cripción ha suprimido una referencia previsible en 1.27 «en la central que [hay detrás de] la av en id a P arallel». Dos fenómenos de la noticia no tienen una localización precisa 38. Véase Petitjean, A, L es f a i t s d iv e r s ... pág. 87 en el tiempo: el incidente y la comunicación de la noticia. En lo que refiere al incidente, tenemos la deixis temporal «ayer» (1.6); luego lee­ mos que la interrupción se efectuó entre «las dos y media y las cinco de la tarde» (1.8-9), que duró «un máximo de hora y media» (1.19) (luego leeremos que, según una versión, hubo «diversos cortes a lo largo de la tarde» (1.52)), pero que «afectó a algunas zonas (...) du­ rante tres horas» (1.20). En lo que hemos considerado parte 2.2.1., tenemos «después del accidente» (1.47), suceso que es anterior a «por la tarde» (1.50). En nin­ gún momento se nos dice en qué momento preciso se produjo el ac­ cidente: hasta la linea 47 podemos deducir que es antes de las dos y media, pero después de la línea 47, parece que sea por la mañana, dan­ do un espacio suficiente entre el momento del suceso y el recibo del alta médica. A náfora/catáfora: Una anáfora inquietante aparece en «las ver­ siones de unos y otro» (1.10, con el añadido del posible error tipo­ gráfico por «otros»), que se corresponden al colectivo que responde por «FECSA» (y todas sus voces y portavoces), y al obrero, respec­ tivamente. Algunas anáforas, como «estos terrenos» (1.39) muestran una coreferencia ambigua, o bien ofrecen alguna dificultad de comprensión porque suponen un cierto conocimiento del mundo (v.gr. «esta caída en cadena» (1.53-54)). Substitución léxica: «micción» (1.2) presenta como hiperóninio a «imprudencia» (1.6), lo cual es indicativo de la fuerza que toma la in­ tención del narrador. Un sinónimo más previsible es «orines» (1.13). El hiperónimo «humedad» (1.9) juega su papel de kipertema con los hipónimos «orines — gotas de agua — derramamiento accidental de agua» (1.13-17). Un conllicto de interpretación lo presenta la aparente incompa­ tibilidad que se produce entre «la sala receptora de la calle Mata» (1.27) y «la subestación de la calle Mata» (1.37-38), pues la hiponimia entre «central / sala receptora» podría entrar en conflicto con la antonimia aparente «central / subestación». Estos tres términos pare­ cen formar parte del mismo edificio, y asi lo sugiere el pie de 1a foto «estación (...) donde se produjo e! accidente»; pero «subestación» su­ giere, o significa, un ámbito independiente, y esto lo corrobora el que pueda «ser trasladada a otro lugar». Se perfilan dos campos semánticos: uno, alrededor de «orines» se presenta como negativo, por escatológico; el otro, alrededor de «agua» es ei positivo. Las versiones que defienden la inocencia del obrero usan palabras del campo semántico de «agua», mientras que las versiones -—como la del periódico— que inculpan al obrero, usan palabras del campo semántico de «orines». Elipsis: La primera mención de «FECSA» (1.26) no indica en ab­ soluto de qué se trata, si de una empresa, del hospital, o de una uni­ dad del Ayuntamiento, D efinización: «el fenomenal cortocircuito» (1.13) parece co-referir a «un apagón» (1.7), aunque desde el punto de vista técnico no pa­ rece muv exacto, pues los apagones no sólo son producto de los cor­ tocircuitos. En cambio, «el corte de suministro» (1.3) se corresponde sin dificultad con «deja sin luz» (1.2). Puede haber dificultades con «fuentes de la empresa» (1.40), pues si bien «FECSA» (1.38) está mas cerca, la última vez que se ha ha­ blado de «empresa» ha sido en «la empresa Dumet Copisa» (1.35). M eca n ism os d e co n ex ió n : Destaca sobre los demás nexos el papel de la puntuación, que re­ salta el carácter artificialmente dialéctico del texto. Escasean los conectores habituales en el texto narrativo: «des­ pués» (1.41, 1.47), «como consecuencia» (1.44). Abundan los de tipo argumentativo: «si bien» (1.9), «mientras que» (1.11), «no obstante» (1.20, 1.45, 1.53), «pero» (1,41). Destacan unas conjunciones «y» no copulativas: adversativa (1.31), implicativa (1.59). M eca n ism os d e p ro g re s ió n La ligazón entre tema y rema presenta la encadenación de los hechos narrados o de las explicaciones propuestas; a su vez, la exis­ tencia de hipertem as que aparecen desglosados en temas suce­ sivos corrobora la estructura del texto que hemos propuesto anterior­ mente. El titular propone un hípertema («La micción de un obrero»), que es lo que hemos denominado parte 1, y que reaparece en 1.6 («La im ­ prudencia») (inicio de la parte 2), (1.9) («Si bien está claro que la hu­ medad.») y en 1.35 («El obrero de la empresa»). El rema de 1.10 («las versiones de unos y otro») es a su vez hipertema y se repite en 1.11 («fuentes oficiosas» con rema «orines»), 1.14 («el operario» con rema «gotas de agua»), 1.16 («una nota ofi­ cial» con rema «derramamiento accidental», que a su vez es tema en 1.17 «este hecho» con rema en 1.18 «se desconectaron los interrupto­ res») y 1.22 («portavoz oficial» con rema «mala suerte»). Todo ello constituye la parte 2.1. Otro hipertema es el de 1.26 («Acceso muv restringido»), que ini­ cia la parte 2,2.1,, y que reaparece en 1.27-28 («acceso, estrictamente prohibido») cuyo rema {«peligro/ cables»), es a su vez tema («los ca­ bles transportan»); el hipertetna reaparece en 1.32 («la puerta de en­ trada»). Implícitos Una implicación aparece en 1.19-22: la proposición los sem á foros n o fu n cio n a ro n , que sería la conclusión de las dos premisas enuncia­ das: «hubo corles en el suministro [de la compañía FECSA]» y «el suministro eléctrico de ia red de semáforos depende de la compañía FECSA». Si negamos las premisas («no hubo cortes... / el suministro no depende de FECSA...») la implicación desaparece. P o lifo n ía en u n cia tiv a . R eg istro s y v a r ie d a d es estilística s En este texto encontramos vanas versiones sobre el mismo acon­ tecimiento, dispuestas dialógicaniente por un narrador (e! locutor L), con la intención de que los distintos enunciadores (E) se descalifi­ quen mutuamente. La descalificación mutua de actos de habla, de los distintos enunciadores traídos por L, se obtiene gracias a la contra­ dicción de los enunciados. L interviene con fa exposición de los he­ chos, para descalificar la voz oficial de la empresa. (1.22) Toma par­ ado, ya en el mismo titular; lo toma L o lo toma el diario: podemos atribuir el enunciado del titular al diano, puesto que el titular no va firmado. Este partido es el de la versión que se denomina «oficiosa», pero el propio L, al suscitar voces diversas, «dice sm decir» y simula objetividad (1.11). Las voces suscitadas o enunciadores son las siguientes: EO, ia empresa (macroenunciador) E l, «fuentes oficiosas» (II) £2, fuentes oficiales E21, fuentes oficiales de FECSA (16) E22, «un portavoz oficial de la empresa» (22) E3 (posiblemente asimilable a El),«fuentes de la empresa» (40) E4, anónima (emite una de las versiones que E3 da como buena) (40) E5, «un portavoz oficial» (41) E6, «un técnico» (51) £7, (quizás asimilable a E3) «.portavoces oficiales» (53) E8, «el operario» v «el obrero» (14 i 45). La mención de la fuente y la casi desaparición del periodista con­ tribuye a crear la apariencia de obietivsdad, imprescindible en la pren­ sa. La mención de la fuente da mayor validez a ¡a noticia y, además, le da su carácter de texto sobre texto, de paráfrasis. L reformula en diferentes modos de discurso los discursos de otros. Dado que sólo se responsabiliza de la reformulación, de haber suscitado estas voces, puede dejar en suspenso las afirmaciones que éstas hacen, en caso de que la fuente no sea fidedigna, por la razón que sea. El locucor/narra­ dor tiene la función social de retransmitir lo que, estrictamente, no es un hecho o una novedad, sino una situación comunicativa ante­ rior: la que se estableció con anterioridad entre las fuentes y el dia­ rio. El locutor es responsable de la forma de los enunciados pero no de las aseveraciones que pueda haber: tiene un papel de «citador so­ cial». S ob re la estru ctu ra 1. A que párrafos correspondería el subtitulo «Consecuencias del apa­ gón en Barcelona»: (a) A, B, I; (b) C , D, E; (c) G, H, I Esta p regu n ta p r e te n d e co n tro la r la com p ren sión d e la estru ctu ra d e l tex to ca ra cterística d e la crón ica d e su cesos: los d os p rim ero s p á n a f o s (A y B) co n stitu yen un resu m en d e tod a la n oticia ; en e l texto res­ ta n te se narran los m ism os a co n tecim ien to s resalta n d o los a sp ecto s m as in teresa n tes. Lo n orm a l en un tex to d e este tipo, p o r lo tanto, es q u e las con secu en cia s d e los h e ch o s se n a rren a l in icio (resu m en ) y a l fin a l, co m o in d ica la respu esta a. 2. Qué subtítulo sería más conveniente para el párrafo B: (a) «Un obrero imprudente»; (b) «Problemas de transito»; (c) «Versiones contrapuestas''. A unque en este p á rra fo se h a b le d e l o b rero q u e ca u só e l a c ó d e n t e (com o su geriría a), la in form a ción r e le v a n te es la ex plicación so b re los p ro b lem a s d e transito p r o v o ca d o s p o r «e l ap a gón g en era l» . Si h a y q u e b u sca r un su b títu lo , es im p orta n te q u e ca p te cu á l es la in form a ción m ás r e le v a n te d e este fr a g m e n to (lo q u e su giere b). S ob re la p o lifo n ía 3. Qué diferencia hay entre la versión de las «fuentes oficiosas de la empresa» (1.11) y la de «un portavoz oficial de la empresa» (1.22): (a) ninguna: las dos expresiones indican lo mismo; (b) la fuente oficiosa atribuye el accidente a los orines mien­ tras que la oficial no opina así; (c) según el portavoz oficial, el obrero era un imprudente. C on esta p regu n ta s e p r e ten d e co n tro la r la co m p ren sió n d e la p o ­ lifon ía , q u e en este tex to es esp ecia lm en te im p orta n te. H ay q u e d is­ tin gu ir e n tr e los d o s en u n cia d o res suscita d os p o r e l lo cu to r : «las fu e n ­ tes o ficio sa s» (E l) y las «fu e n te s oficia les» (E2), p u e sto q u e expresan d ife r e n te s v er sio n es d e los h e ch o s; este texto se basa, p recisa m en te, en la con tra p osición d e esas v ersio n es. Ello co n lle v a d esca rta r a y a p ro- b a r b. La co n fu sión e n tr e o ficio so y o ficia l, p o r una fa lsa b om ofon ía , p od ría ex plicar c. 4. A quien se refiere «fuentes de la empresa» (1.40): (a) FECSA, (b) Dumet Copisa, (c) Sass. Esta p regu n ta con trola , a d em á s d e la com p ren sión d e la p olifo n ía , la co h eren cia léx ica q u e se e sta b lece en tr e « fu en tes o ficia les / e m p r e ­ sa /fu e n te s d e la em p resa » , q u e refieren siem p re a FECSA (respuesta a). 5. ¿Quien califica de «imprudencia» (1.6) la conducta del operario?: (a) una fuente oficiosa (b) un portavoz oficial (c) el periodista. S ob re los m eca n ism o s d e p ro g r e s ió n 6. Quién atribuye las causas del accidente a la humedad: (a) la empresa, (b) el operario, (c) ios dos Esta p regu n ta con trola si e l le cto r ha a p ercib id o q u e la ex presión «si b ien está claro q u e la h u m ed a d ...» (9) actú a co m o un h ip ertem a d e l cu a l se d esglosa n d os tem a s: 1— «M ientras q u e fu e n te s o ficio sa s...» (11) y 2— « el op era rio dijo...» (14). Tanto una v ersió n co m o otra (c) co in cid en e n co n sid era r a la h u m ed a d , ex presión p o co co m p r o m ete d o ­ ra, c o m o la causa d e l a ccid en te. 7. Porqué está «el acceso, estrictamente prohibido» (1.28)?: (a) porque hay cables que transportan 110 quilovatios, (b) porque los cables de la instalación eléctrica doméstica transportan 220 voltios, (c) porque durante 24 horas hay un vigilante de seguri­ dad. La resp u esta a m u estra e l rem a d e una ex presión cu y o tem a a p a ­ r e c e en la p re g u n ta ; a m bas fr a s e esta b lecen una rela ción d e causa y e fecto . El co n o cim ien to d e l m u n d o serv irá ig u a lm en te a l le cto r , p u es es co n o cid o lo p e lig r o so q u e resulta en tra r en un sitio d o n d e h a y ca ­ b les d e alta ten sión instalados. S ob re m eca n ism o s d e r e p e tició n 8} «esta caída» (1.53) provoca: (a) el derramamiento de agua, (b) el corte de suministro eléctrico, (c) ei accidente del obrero. Este caso d e co h eren cia léxica es re co n o cid o p o r e l e m p leo d e un léx ico esp ecia liz a d o , a ctiv a d o p o r un tex to d o n d e im pera e l ca m p o s e ­ m á n tico « electricid a d » , q u e e sta b lece una sin on im ia e n tr e «caída» y *d esco n ex ió n » (b ); m ien tra s q u e un uso m ás co m ú n rela cion a ría q u i­ zá «caída i d erra m a m ien to» (a) o «caída / a c cid en te » (c). 9) *el cable del accidente de ayer transportaba 110.000» (1.31) quiere decir: (a) 110.000 quilovoltios; (b) 110 voltios; (c) 110.000 voltios. Se in ten ta co n tro la r aqu-i la recu p era ción co rrecta d e la elipsis ■<tra n sp orta b a 110.000 [voltios]» (c). Un tipo d e a yu d a recu rrir al co-tex to in m ed ia ta m en te a n ter io r («transportan 220 v oltios» ), d o n d e e l e le m e n to elid id o es sin tá ctica m en te id én tico. O tra a y u d a la p u e d e d a r e l co n o cim ien to d e l m u n d o q u e esta b lece q u e «quilo» in d ica «■u n i­ d a d es d e m il», y q u e p o r lo tan to a es p ro b a b le m e n te in verosím il, y b, ridícu lo. La a p ela ció n a l co-tex to sin ón im o («ca b les fa b rica d o s para, tra n sp orta r 110 q u ilo v a ltio s» (29*0)) n o es s eg u r o q u e sirv a d e ayuda. 10. En qué empresa trabaja el obrero causante del accidente: (a) Sass, (b) Dumet Copisa, (c) FECSA. 11. En qué momento se produce el accidente: (a) a las 4 de la tarde del día 26 de junio, (b) poco, antes de las 2 ’30 del día 27 de junio, (c) el día 27 de junio por la noche, id La deixis «a yer» (6) d e b e a trib u irse a d ecu a d a m en te a la situación in d ica d a p o r la fe c h a d e l p erió d ico , 28 d e ju n io , lo cu a l desca rta a a. La d ecisión en tr e b i c d e b e realiz a rse a ten d ien d o a otros d eicticos: «el o b rero recib ió e l a lta p o r la ta r d e» (50) d esca rta a c; « en tre las dos y m ed ia y las cin co y m ed ia * (8) co rro b o ra a b d e fo r m a im p lícita: e l a ccid en te d e b e ocu rrir *p o c o a n tes » d e l apagón. S ob re los im p lícito s 12. A que se deben los «problemas de tránsito» (1.21): (a) a que el encargado estaba en el hospital, (b) a que los semáforos no funcionaron. (c) a que hubo un derramamiento accidental de agua. Para re sp o n d er co rre cta m e n te a esta p reg u n ta se ha d e h a b e r r e a ­ liz a do c o r r e cta m e n te e l silogism o ex puesto en e l co m en ta rio y la im ­ p lica ción co rresp o n d ien te (b). Una. respuesta co m o a n o es n ecesa ria ­ m en te in co rrecta , p e r o su p on e una causa d em a sia d o rem o ta ; la res­ p u esta a p od ría rela cion a rse co n la respu esta b d e la p regu n ta 10, a l a trib u ir la resp on sa b ilid a d d e l a ccid en te a un o b rero d e FECSA, y no d e una em p resa con cesion a ria . H ISTORIA DE CATALUÑA. «LA AUDACIA DE LOS BANDOLEROS» F . SOLDEVILA 1 Los d o cu m en to s de la época nos h ab lan c o n sta n te m e n te de las fech orías 2 de los b a n d o le ro s: asalto s, robos, secu estro s, incend ios, sacrilegio s, que 3 co n firm an la sem b lan za de M ello. C o n tin ú a n los asalto s a los «c a rro s del 4 te so ro », a los q u e y a hem os hecho referen cia a propósito del estab lecim ien to 5 de la r u ta de los m etales preciosos B arcelo n a-G én o v a. De ese m odo, u n 6 bandolero llam ado Pere B arbeta, «lad rón público y hom bre facineroso», atacó, 7 en la c a rre te ra re al, e n tre H o stalets de C e rv e ra y M o n tm a n eu , u n a 8 expedició n de 1 1 c a rg a s de p la ta de la que se apod eró en g r a n p a rte, por 9 v a lo r de 180.00C d u cado s. P ara e v ita r esos asalto s se u tiliz ó tam b ién la r u ta 10 V a le n c ia -B a rc e lo n a . Pero no ta rd a ro n m u ch o en ap are c e r c u ad rillas de 11 b an d o lero s po r la c o m arca de T o rto sa, lo q u e tam b ién hizo in se g u ro el 12 cam ino. 13 Las au d ac ias de los ban do lero s llegab an a e xtrem o s inconcebibles: con 14 carteles de desafío, a m e n a z a b a n a los del bando c o n tra rio , a los qu e los 15 a y u d a b a n , a los q u e ten ían tra to s con ellos, a sus p arien tes y am igo s, a todos 16 sus b ienes; im p o n ían m u lta s a su p lacer y se hace referen cia al caso del 17 - b an d o lero la u m e d 'A lb o q u e rs, de la c u a d rilla de R oca G u in a rd a , q u e desafió 18 a los consejeros de M an re sa , si no le lib ra b a n dos m il lib ras. P o r o tro lad o , 19 se in sistía en q u e e n tre los band oleros h a b ía herejes, lo c u al no es 20 so rp re n d e n te a ca u sa de las filtracio n es de h u go n o tes del m ed iod ia de 21 F ran c ia . 22 Y, sin e m b argo , ta l com o o b serva el h isto riad o r lu sita n o , m u ch a gen te 23 — in clu so gen te n o ble, in clu so eclesiásticos— estab an en relació n con ellos, los 24 fav o rec ían a d v irtié n d o les de los p eligro s o d ánd oles re fu g io , fo rm ab an 25 d e n tro de los dos g ra n d e s bandos trad icio n a le s. L a a yu d a de los señores a 26 los bandoleros es u n rasg o c a ra c te rístic o de todo el b and olerism o 27 m e d ite rrá n e o . N o se si lo es ta n to la a y u d a de los eclesiástico s. El abad y los 28 can ó n igo s de R ip o ll e ran am igo s de P ero t R oca G u in a rd a ; lo eran ta m b ié n los 29 fam iliare s del S an to O ficio y los cab allero s de la orden de San J u a n de 30 J e ru s a lé n , a sí com o de sus sucesores, T allafe rro {m uerto en 1616) y 31 Serr.-illonga (m u e rto en Í634), todos ellos -n e r r o s » . M ie n tras, J u lia de N av cl, 32 consejero m a y o r de B arcelo n a y el obispo de U rg e ll, fray B ern at S alv a , 33 estab an relacio n ad o s con G ab riel T o rre n t de G o u la, d enom inad o T ru c a fo rt, 34 del bando de los «c a d ells». P erten ecía tam b ién a ese band o el obispo de V ic, 35 F rancesc R o b u ste r S ala, h asta el p u n to de qu e, en la P lan a de V ic, los 36 «c a d ells» e ran llam ad o s «ro b u sle ro s». El obispo e ra , en re alid ad , el ¡ele del 37 b an do de O sona y el p alacio episcopal su base de o p eracio n es. F ren te a él, 3S sostenidos por R o ca G u in a rd a , se h a lla b a n los can ó n igo s de la cated ra l de 39 Vic. A n á l i s is P resen ta ció n El texto que hemos presentado es un fragmento extraído de un manual de historia de Cataluña, escrito por Ferran Soldevila y pu­ blicado en 1962. Es un texto que podríamos llamar «de alta divulga­ ción» y el teína que trata es e! bandolerismo catalán del siglo XVII. T ip o lo gía Este texto no tiene una relación inmediata con e! contexto, pues­ to que se trata de un texto escrito y por lo tanto no es posible ¡a in­ teracción entre emisor y destinatario. El lu g a r social de producción es la historiografía y la didáctica y está anclado en un discurso hu­ manista/científico (presenta los datos de un modo objetivo, cita las fuentes y los documentos de donde se extraen los datos y existe una notable intertextuaiidad, es decir, hay bastantes referencias a textos que aparecen en el mismo manual). El enunciador se refiere al historiador y el destinatario es un pú­ blico adulto, estudioso o interesado pero no especialista en temas his­ tóricos, que posee algunos conocimientos previos sobre ios aconte­ cimientos históricos de la época que se trata. El texto expone una serie de informaciones con Ja intención de aumentar los conocimientos del destinatario (forma parte de un ma­ nual de consulta) y refiere a una situación comunicativa anterior a la de producción V de recepción. La condición de manual, provoca que se presenten sóío las ideas generales y más importantes sobre el tema que se trata y que se simplifiquen o resuman los daros, que aparecen acompañados de ejemplos. Clasificamos este texto dentro del tipo expositivo, aunque con­ tiene secuencias narrativas y descriptivas. La in te n c ió n dominante es exponer una serie de informaciones (los episodios narrativos aparecen sobre todo en los ejemplos). Las informaciones están relacionadas, como es propio del texto expositi­ vo, por conectores de tipo lógico («por otro lado», «sin embargo») y se presentan siguiendo una progresión por temas derivados, es de­ cir, lo que en primer lugar es un rema se convierte en el tema de la proposición siguiente. Por ejemplo, en el inicio del texto: el rema «las fechorías de los bandoleros», se constituye en el hipertema de «asaltos a los carros del tesoro» (3), el cual, a su vez, se convierte en hipertema de «De ese modo, un bandolero llamado Pere Barbeta...» y así sucesivamente. Ello permite exponer una información y ejem­ plificarla, rasgo característico del texto expositivo. Este texto —recordemos que se trata de un fragmento— se es­ tructu ra en tres partes, según los tres hipertemas que presenta: 1. (1-1S) Las fechorías de los bandoleros. La información sobre estas hazañas es ejemplificada con secuencias narrativas («De ese modo, un bandolero llamado Pere Barbeta (...) atacó (...) una expe­ dición de 111 cargas de plata...» (5-8), por ejemplo). El cambio de la exposición a la narración suele estar señalado por un cambio del tiem­ po verbal: se pasa del presente al pasado. 2. (9-21) Las heredas. Esta parte está introducida por el conector «por otro lado», que puede causar problemas de comprensión, pues­ to que no queda claro si conecta «Había herejes» (19) con «audacias» (13), evidentemente por la creación de un marco,o bien si lo conecta con «los documentos de la época» (1), con lo cual la relación se es­ tablecería por elipsis: «los documentos (dicen que)» y «(en los docu­ mentos) se insistía en que entre los bandoleros había herejes» (19). 3. (22-39) Ayudas que recibían los bandoleros: señores y eclesiás­ ticos. En esta parte hay una larga secuencia descriptiva que iría desde la línea 27 hasta el final de] fragmento. De este texto nos interesan analizar algunos de los mecanismos de repetición y la polifonía enunciativa. M eca n ism os d e r e p e tició n Anáfora/catáfora: «los del bando contrario» (4) co-retiere con una serie de anáforas : «los», «sus»,., pero, en cambio, una sola aná­ fora co-refiere con «Perot Roca Guinarda/Tallaferro/Serrallonga» (28): es importante notar como, en la descripción de las bandas, se distingue entre los bandoleros y sus protectores. Un posesivo, «sus sucesores» (30) puede tener una co-referencia confusa: «Perot Roca Guinarda» (28) y no «Caballeros...» (29) aunque esté situada más le­ jos. Hallamos una catáfora (aunque está en relación anafórica respec­ to de un fragmento del texto que no se ha incluido en la selección) en «los dos grandes bandos» (25), que con «ñerros» (31) v «cadells» (34). D e fin iz a c ió n : Alguna viene dada por el co-texto: «la semblanza» (3); o por conocimiento del mundo: «las filtraciones de hugonotes» (20); o por presuposición: «los documentos de la época» (1) presu­ pone que existen tales documentos (con lo cual el aurorse ahorra mu­ chas explicaciones) y que todas las épocas poseen documentos. Esto permite la definización «los». Se produce un contraste entre indefinido/definido entre un ban­ dolero/una expedición (6-8) y «estos asaltos» (9). Un caso de definización sin un referente concreto lo encontra­ mos en «el abad y los canónigos»/los familiares» (27-29) donde la re­ ferencia es colectiva: «todos los que fueron canónigos, familiares... en aquella época», a diferencia de «el obispo» (34), que se refiere solo a «Francesc Robuster» ( ). S u b stitu c ió n léx ica: «fechorías» actúa como hiperónimode «asal­ tos, robos, secuestros» (2) y este esquema se repite en «audacias» (13). «desafió a los consejeros» (17-18). Aquí, «imponían multas» se rela­ cionaría también con «audacias» (13) por conocimiento del mundo: sólo la autoridad constituida puede imponer multas. Una relación numérica difícil de resolver, pero que suponemos de hiper/hiponimia es la que existe entre «cargas de plata» (8)/ducados <9>' Dos hiperónimos, «noble» (23) (que tiene como sinónimo a «se­ ñores» (25)), y «eclesiásticos» (23), incluyen, para el primer caso, «ca­ balleros» (29), «consejero mayor» (32); para el segundo, «abad y ca­ nónigos» (27-28), «familiares del Santo Oficio» (29), «obispo» (34), «canónigos» (28). Un marco estaría dado por «amenazar» (14) que afecta «ayu­ dar/tener trato con ellos/panentes/ámigos/bienes» (15-16). La distinción a que hemos hecho referencia: bandido/amigo del bandido, viene dada por sintagmas del tipo «eran amigos de» (28) o «estaban relacionados con» (33). En este sentido es necesario darse cuenta de las antítesis: «palacio episcopal (= cadell}» ( ), «catedral de Vic (= ñerro)» (36-39), basadas en la sinonimia «de Vic/Osona/de Vic» (37-39). Elipsis: «así como [eran amigos] de sus sucesores» (30) puede ser difícil de reconocer, porque el elemento co-referido «lo eran» (28), cuenta ya con una anáfora «lo/amigo». P o lifo n ía en u n cia tiv a En este texto reconocemos la voz de un locutor (o narrador) que habla en primera persona y cita otras voces: — Suscita enunciadores que hablan en discurso indirecto: Una voz anónima y colectiva constituida por los documentos de la época: «los documentos de la época nos hablan constantemen­ te...» (1); «ladrón público y hombre facineroso» (6); «se hace re­ ferencia al caso del bandolero...que desafió a los consejeros» (16-18); «se insistía en que...» (19). Una voz que podemos suponer que pertenece al historiador Fran­ cisco Manuel Mello: «...tal como observa el historiador lusitano» (22), citado anafóricamente y que tiene el referente en la primera nota a pié de página del texto. — Suscita enunciadores que hablan en discurso directo: no está cla­ ro si se trata de la voz anónima de los documentos de la época o de la voz del historiador M ello: «carros del tesoro» (3-4). En este testo vemos, pues, como el sujeto hablante se realiza en el locutor en el momento de enunciar esta exposición. El locutor sus­ cita algunos enunciadores: la voz colectiva y anónima de los docu­ mentos de la época y la voz del historiador Mello. En un texto de este tipo, expositivo, didáctico y carente de argu­ mentación, es difícil que se perciba ia voz del locutor como ser del mundo, pero quizá se le pueda atribuir el siguiente fragmento: «no se si lo es tanto la ayuda de los eclesiásticos» (27), puesto que cons­ tituye una reflexión sobre la veracidad de los datos que aparecen en el texto. S ob re e l tem a d e l tex to: 1. ¿Cuál de estas afirmaciones crees que se relaciona más con lo que explica el texto? (a) El texto narra las aventuras de los bandoleros catalanes del s.XVII y sus luchas contra nobles y eclesiásticos. (b) El texto explica las luchas internas en el seno de la igle­ sia, entre los defensores de los «ñerros» y los defensores de los «cadells». (c) El texto hace una exposición sobre el bandolerismo ca­ talán del s.XVII: habla sobre algunos de los actos de ban­ didaje que cometían los bandoleros y las ayudas que reci­ bían. S ob re la estru ctu ra : 2. ¿Qué título crees que les correspondería a la parte del texto que va desde la línea 22 hasta la 39? (a) Fechorías de los bandoleros. (b) Ayudas de nobles y eclesiásticos a los bandoleros. (c) Ayudas de nobles y herejes a los bandoleros. 3. ¿Crees que el hecho de que hubiera herejes entre los bandoleros (19): (a) era considerado como un elemento que los convertía en más malvados? (b) era considerado como un elemento que favorecía las lu­ chas de los bandoleros contra los eclesiásticos? (c) era considerado como una ayuda proveniente de los no­ bles? S ob re los m eca n ism o s d e r e p e tició n : 4. Cuando en la línea 31 del texto leemos: «todos ellos ñerros», ¿a quién se está refiriendo?: (a) A gentes nobles y eclesiásticos. (b) A Perot Roca Guinarda, Tallaferro y Serrallonga. (c) Al abad y a los canónigos de Ripoll. 5. ;D e quién habla el texto, cuando se hace referencia a: «así como de sus sucesores» (30)?: (a) De Perot Roca Guinarda (b) De los familiares del Santo Oficio. (c) De los caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén. 6. ¿Cual de los siguientes fragmentos del texto crees que no se puede incluir entre las «fechorías» (1) de los bandoleros?: (a) «Continúan los asaltos a ¡os carros del tesoro,..» (b) «Con carteles de desafío, amena¿aban a los del bando contrario...» (c) «El abad y los canónigos de Ripoll eran amigos de Perot Roca Guinarda», 7. ¿Cuál de estos personajes queda incluido, en el texto, entre los ecle­ siásticos?: (a) Julia de Navel y Gabriel Torrent de Goula. (b) Tallaferro y Serrallonga, (c) Los familiares del Santo Oficio. S ob re la p o lifo n ía : 8. ¿Quién habla en este fragmento: «Los documentos de la época nos hablan constantemente de...» (1)?: (a) El historiador Mello. (b) Ferran Soldevila. (c) El narrador. 9. ¿Quién califica a Pere Barbeta de «ladrón público y hombre faci­ neroso?: (a) Los documentos de la época. (b) El propio Pere Barbeta, (c) El historiador Mello. ENSAYOS, 1 F . B acon S i q u eréis q u e u n joven p u e d a co n d en sar su v iaje en co rto espacio y 2 re co p ila r q u ién sabe c u an tas cosas en poco tiem po, he ahí lo q u e te n d rá que 3 h a c er. En p rim e r lu g a r , com o y a h a sido a n u n c ia d o , será im p rescin d ib le que 4 te n g a nociones del le n g u a je an tes de sa lir de c asa. Ig u a lm e n te c o n ta rá con 5 u n se rv id o r o tu to r q u e conozca el p aís, com o tam b ién se ha co m en tad o . 6 L lev ará m ap a o lib ro q u e d escriba el país por donde v ia ja r á : serán b u en a 7 clave p a ra sus b ú sq u ed as. T am b ién , que lle v a rá un d iario de lo que v e a . Q ue 8 no se a la rg u e d em asiado su esta n c ia en u n a ciu d ad o en u n a v illa ; m ás o 9 m enos lo que el lu g a r m erezca p ero no m u ch o tiem p o ; y , to d a v ía, que 10 estan d o en v illa o ciu d ad , cam b ie su hosp ed aje de u n a p u n ta a la o tra , lo 11 c u a l es im á n de c o n o cim ien to s. Q ue se a p a rte de la co m p añ ía de sus 12 c o m p a trio tas y com a do n de h a y a b ella c o m p añ ía, ésta d el país por donde 13 v iaje. Q u e. a l c a m b iar de lu g a r , se h a y a p ro c u rad o reco m en d ació n p o r 14 a lg u n a p ersona de calid ad re sid e n te a llá d onde se d ir ig irá y , de ese m odo, 15 podrá se rv irse de su fav o r p a ra to d o lo q u e deseará v er o saber. Y ello le 16 p e rm itirá a b r e v ia r el v iaje con m u ch o p rov echo. En c u an to a las relacio nes 17 q u e le c o n v en ga b a ila r d u ra n te el v ia je : ¡a m ás p rovechosa es la de los 18 se c re ta rio s y fu n cio n ario s de los e m b ajad o re s, lo q u e le p e rm itirá , cu an d o 19 v iaje por u n país, sa c a r p rov echo de ia e xp erien cia de m u ch os. Q u e v ea y 20 v isite tam b ién p ersonas e m in en tes de todo tipo , de g ra n p re stig io en el 21 e x tr a n je r o ; después sa b rá de q u é m odo su v id a se avien e con su fam a. En 22 cu an to a d isp u ta s, las e v ita rá con cu id ad o y d iscreció n : c o m u n m en te las 23 cau san a m ig a s, b rin d is, p reced encia y p a la b ras. Y m u ch a aten ció n con no 24 a c o m p añ a r a personas a ira d a s y p en d e n c ie ras, qu e os e n red a n en sus 25 propias d isp u tas. A l v o lv e r a casa el v iajero , q u e no deje to ta lm e n te a 26 d ista n c ia el país de su v iaje, sino que m an te n g a corresp o n d en cia p o r c a rta 27 con los m ás calificados que h a y a conocid o. Q u e su v iaje se m u estre m ás en 28 su h a b la r qu e en sus gestos o en el v estir y q u e en su h a b la r se m u estre 29 p ru d e n te en las resp u estas m ás q u e an heloso de c o n ta r h isto ria s: q u e deje 30 tr á n s lu c ir q u e no cam b ia las m an eras de su país po r las de tie rra s 31 e x tr a n je r a s, sino que so lam en te a v iv a rá con a lg u n a s flores de lo que h a v a 32 ap ren d id o en el v iaje las co stu m b res n a tiv a s. P resen ta ció n Se trata de un texto escrito por Francis Bacon en 1607. Es un frag­ mento extraído de un libro de ensayo que trata temas diversos. Consti­ tuye un conjunto de consejos para sacar el máximo provecho de un viaje. Tipología Es un texto escrito que no está en relación inmediata con el con­ texto de producción y de recepción. Existe, sin embargo, una rela­ ción en el sentido de que el enunciador pretende regular el compor­ tamiento del destinatario y, por lo tanto, se presupone que existe un conocimiento del mundo compartido entre ambos (de ahí la impor­ tancia que tienen en este texto las presuposiciones e implicaciones). El enunciador se identifica con el autor, Francis Bacon. El lu gar so cial de producción es una institución de enseñanza: un consejero áulico, la corte... y está anclado en un discurso corte­ sano, del estilo «espejo de principes» (en forma de conse|os, de ins­ trucciones, para actuar de un modo determinado). El d e s tin a ta rio a quien va dirigido el texto son los jóvenes bur­ gueses del siglo XVII, seguramente pertenecientes a la corte, que cuentan con amplios medios materiales, con amistades influyentes y poseen un elevado nivel educativo. La in te n c ió n es mostrar a estos jóvenes del siglo XVII como de­ ben comportarse para hacer un viaje ideal, entendiendo el viaje como fuente de instrucción, como una parte de su educación. El texto tie­ ne la fuerza perlocutiva de regular un comportamiento futuro. Las características a las que nos hemos referido y su estructura permiten clasificar este texto entre los expositivos de instrucción, aun­ que posee también secuencias argumentativas. Este texto presenta una estructura lineal, no jerarquizada, donde se exponen una serie de informaciones —de consejos— que aparecen siguiendo una progresión por temas derivados. Es decir, se parte de un hipertema inicial —el viaje— del cual se derivan otros temas or­ denados cronológicamente (antes, durante y después del viaje). Se uti­ liza el recurso de la anáfora para reanudar los temas: la anáfora «Y ello» (15), por ejemplo, recoge un rema (procurarse recomendacio­ nes) y lo propone como tema. Se pueden distinguir dos partes: 1. presentación (1-3) 2. consejos (3-32) 2.1. antes de salir (3-7) 2.2. durante el viaje (7-25) 2.3. después del viaje (25-32) La separación entre la primera y la segunda parte está señalada por el «ahí» catafórico de! tinal de la primera parte, que remite a toda la segunda parte («he ahí lo que tendrá que hacer» (2-3). La separa­ ción entre 2.2. y 2.3. es bastante clara porque está marcada por el sin­ tagma verbal «a! volver a casa» (25)), que indica un cambio de loca­ lización. En cambio, la separación entre 2.1. y 2.2. es más imprecisa porque, si bien c! sintagma «antes de salir de casa» (4) afecta a «que tenga nociones» (4), no sabemos si afecta también a «contará» (4), aunque el conector «igualmente» (4) nos lo haría suponer. De todos modos e implícitamente, hasta la línea 8, los consejos pertenecen al antes: «llevará un diario...» que implica que lo adquirirá antes de sa­ lir, que debe prever que tendrá que escribir. Aunque consideramos este texto como expositivo, hemos señala­ do que contiene también argumentación: se argumenta a favor de un viaje provechoso,a favor de la discreción y en contra del exhibicio­ nismo. De este texto nos interesará analizar el funcionamiento peculiar de sus mecanismos de conexión, provocado por la coexistencia de instruc­ ción y argumentación y, también, analizaremos los mecanismos de pre­ suposición puesto que en este texto son especialmente relevantes. M eca n ism os d e con ex ión Los conectores que aparecen en este texto son mayoritariamente de tipo lógico. Los podemos agrupar en tres clases según la función que realizan: — Por un lado, hay un «será imprescindible» al inicio del texto (3) que determina la estructura de «que» + subjuntivo o «que» + fu­ turo que caracteriza el resto del texto. El sentido de obligatoriedad que posee el verbo «ser imprescindible» provoca que todas las pro­ posiciones que dependen de él se conviertan en instrucciones o con­ sejos y otorga al texto un carácter sentencioso, casi aforístico. — Por otro lado, hay una serie de conectores que tienen un valor estructurador (indican las partes del texto): «En primer lugar» (3), (7), *en cuanto» (16, 22), «y» «Al volver a casa» (25). — Finalmente, hay una serie de conectores que añaden a su valor morfosintáctico un valor textual, generalmente de tipo causal: los dos puntos de la linea 6, o los conectores «lo cual» (11), «de ese modo» (14), «q u e os enredan» (24), tienen el significado de un «porque». I m p lícito s El cexto crea una serie de marcos que permiten cohesionar pala­ bras que pertenecen a distintos campos semánticos (el marco «viaje» por ejemplo, cohesiona palabras como «lenguaje», «mapa», «libro»-, «país»). Hay un marco que está determinado por la época y que re­ quiere que el destinatario posea un determinado conocimiento del mundo: es el dado por «disputas» (22), que incluye elementos apa­ rentemente tan dispares como: «amigas, brindis, precedencia y pala­ bras» (23). H ay dos implícitos constantes que se derivan de la intención del texto. Uno es que el viaje debe ser «breve»; «no mucho tiempo» (9), «abreviar el viaje» (16). El otro es que el viaje supone una actividad investigadora, de aprendizaje: «búsquedas» (7), «imán de conoci­ mientos» (11), «de lo que haya aprendido» (32). Sobre el tema del texto: 1. ¿Cuál de estas afirmaciones crees que se relaciona más con lo que dice el texto? (a) El texto constituye un conjunto de consejos para viajar con el máximo de comodidades. (b) El texto constituye un conjunto de consejos para hacer un viaje lo máximo de breve posible. (c) El texto constituye un conjunto de consejos para sacar provecho de un viaje. Sobre la estructura: 1. Lee atentamente el fragmento que va de la línea 25 (*Ai volver..») hasta e! final. ¿Crees que: (a) este fragmento se podría cambiar de lugar: se podría po­ ner después del punto y seguido de la línea ? (b) no se puede cambiar de lugar? (c) se podría poner al inicio del texto? 3. ¿A qué refiere «Y ello»? (15): (a) A procurarse recomendaciones (13) (b) A cambiar de alojamiento (10) (c) A no quedarse mucho tiempo en una ciudad (8) 4. Y la expresión «he ahí», ¿a qué refiere? (a) A todo el texto que sigue. (b) A la posibilidad de que los jóvenes puedan efectuar via­ jes cortos. (c) A todo el texto que sigue hasta el punto de la línea 25. S ob re los c o n e cto r e s : 5. En la tercera linea del texto podemos leer «En primer lugar». ¿Cuál de estas expresiones crees que le sigue a continuación? (a) «lo que» (7) (b) -de ese modo* (14) (c) «Al volver a casa» (25) 6. Los dos puntos que hay en la línea 6, ¿por cuál de las siguientes expresiones puede substituirse? (a) no obstante (b) porque (cj a continuación 7. «de ese modo» (4) puede substituirse por: (a) ya que (b) a co n tin uación (c) pues 8. La expresión «será imprescindible que tenga nociones del lengua­ je...» (3-4), ¿a qué pregunta crees que responde mejor? (a) ¿Es estético que tenga nociones del lenguaje? (b) ¿Es necesario que tenga nociones del lenguaje? (c) ¿Es excesivo que tenga nociones del lenguaje? Sobre los implícitos: 9. El viajero cuando vuelva a casa: (a) Aprovechará lo que Kava aprendido durante el viaje. (b) Cambiará sus hábitos y adoptará otras nuevos. (c) Cerrará sus relaciones con el extranjero. 10. El viaje tiene varias finalidades, ¿cuál de las siguientes no men­ ciona el texto? (a) Se supone que el viaje debeservir para conocer gente. (b) Se supone que elviaje debe servir para aprender. (c) Se supone que el viaje debe servir para iniciar negocios. 1 ¡ , ¿Porqué debe ser breve ei viaje? (a) Para no gastar mucho dinero. (b) Porque en aquella época era difícil viajar cómodamente. (c) Porque de ese modo se le saca más provecho. ¿QUÉ H ACER C O N LOS BOSQUES QUEMADOS? de M. P a n a r e d a i C lapés y J o s f p N u e t i B a d ia 1 2 Jo sep Los culpables de turno (A ) E xiste !a co stu m b re de q u e re r bu scar siem pre cu lp ab les: los incendios J forestales tam bién los tienen. A ctu alm ente m u ch a gente piensa en dos g la n d e s 4 cu lp a b le s: los v eran o s secos y calu ro so s y los bosques su cio s. V eam os h asta 5 q u e p u n to son los responsables y , so bretod o, si es por a h í por d ónde h a y que 6 b u sc ar la so lu ció n . 7 8 9 10 Los veranos secos (B) B uen a p a rte del te rrito rio c a ta lá n tie n e u n c lim a cla ra m e n te m e d ite rrá n e o : la c a ra c te rís tic a p rin c ip a l que lo define es la co incid encia en u n a m ism a estació n del período m enos seco (m enos llu v io so ) y el m ás 11 c a lu ro so (te m p e ra tu ra s m ás e levad as). T en gám o slo m u ch o en cu e n ta. P uede 12 h ab e r v eran o s m ás o m enos secos, m ás o m enos calu ro so s, pero siem p re 13 serán secos y c alu ro so s. Y la v eg etac ió n e sp o n tán ea lo sabe m ejo r q u e n a d ie . 14 (C ) Es u n a v eg etació n que se h a ad ap tad o p ara su p e rar esta situ a c ió n 15 lím ite e stiv a !. D o m in an las p la n ta s leñosas, con h o jas p ersisten tes, 16 en d u rec id as, d e lgadas y p elu d as, y a m enu d o con espin as. Las especies 17 a ro m á tic a s y resinosas ab u n d a n . Si, ad em ás, se despeja y d esbroza los bosques, 18 se q u em a la m aleza y se rom pe la tie rra p ara la b rarla , los suelos se erosionan, y 19 a u m e n ta la se q u ía g e n e ral del país. El co n tra ste de u n a estació n seca y 20 c a lu ro sa se a c en tú a . 21 (D ) A sí p ues poco podem os h a c er p a ra reso lv er q u e los v eran o s sean 22 com o son. Son y se rán a sí d u ra n te siglos. U n hecho clim á tic o no es u n 23 cu lp ab le v álid o y por lo ta n to no puede ser d eclarad o cu lp ab le. N o es este el 24 cam in o a se g u ir, no podem os a c ep tar estos fenóm enos n a tu ra le s com o un 25 fata lism o c o n tra el c u al no h a y n ad a que h acer. S í, h a y m u ch o q u e h a c er. 26 Pero no c am b ian d o el ré g im e n clim ático , h aciend o n e v ar en las co m arcas 27 lito ra le s en pleno v era n o . D e m o m en to , esto no está en n u e stras m an o s. H a y 28 que b u sc ar solu cion es desde u n a p ersp ectiva diferen te. 29 30 31 L os b o s q u e s s u c io s (E) D u ra n te estos días hem os leído y oído de fo rm a re ite ra d a qu e los bosques su cio s son u n p e lig ro , y q u e y a se veía v e n ir después de a q u e lla 32 tem p estad del p asado in v ie rn o que dejó ra m a s ro ta s p o r todas p a rtes. Se h a 33 rep etid o ta n to esta frase, qu e a l fin al todos se la h a n creído. Se ha 34 en c o n trad o u n cu lp ab le, y todos c o rre n a c a rg a r le el m u erto . N o h a y po rq u e 35 e xag erar. (F) l i n bosque con u n e stra to a rb u stiv o d enso, so b re to d o si es u n a m aleza con estepas, b rezo , ro m ero y to m illo , y si adem ás h a y ram as secas, tien e u n riesgo m ás elevad o de q u e m arse y de q u e el fuego se p ro p agu e con fu e rz a . H asta aq u í es co rre c to . Lo qu e no es c o rrecto es sa c a r la co nclu sión de q u e la so lu ció n sea d e sb ro z a r o, com o se suele d ecir, - lim p ia r - el bosque. 41 Es com o si, p a ra e v ita r el riesgo de incendios, se p ro h ib iera a la g e n te salir 42 de c asa, o se d ecid iera a r r a s a r codos los bosques. 43 44 45 (G ) O s p r e g u n ta ré is: y bien, ;q u é so lu ció n h a y a n te los bosques densos y «su c io s»? (H ) A n te todo h a y q u e d e jar claro q u e fos bosques no so n «su c io s»; son 46 densos, espesos o e m b ro llad o s. « L im p ia r» los bosques no es la m ism a 47 o peració n q u e p ra ctica b a n n u estro s p ad res o ¡os ab u elo s. H ace cien años, los 48 bosques estab an lim pios por el tipo de ap ro v e c h a m ien to ; casi todo se 49 ap ro v e c h a b a. Si no se e x p lo tab an m ás e ra p a ra g a r a n t iz a r la c o n tin u id ad en 50 el a p ro v e c h a m ien to . N o se d ed icab an a lim p iar el bosque, sino a 5) ap ro v e c h arlo o a ex p lo tarlo . 52 (I) S u rg e a h o ra u n a cu estió n c a p ita l. C o n las «lim p iez a s» de los bosques, 53 <se e vita re alm e n te el in cen d io ? O al m enos, ¡d ism in u y e el riesgo de la 54 q u em a? C reem o s qu e n o . A la c o rta , q u iz á se e v ita r á a lg u n o . A la la r g a , 55 n in g u n o . T odo lo c o n tra rio . Lo exp licarem o s d e ten id am en te. 56 (J) El e strato a rb u stiv o denso q u e se d e sa rro lla esp o n tá n e a m en te por 57 todas p a rtes en u n a co m u n id ad v eg etal no es algo e státic o , sin o d in ám ico . 58 E v o lu cio n a, c o n ju n ta m e n te con los árb oles y las h ierb as, de fo rm a 59 p ro g re siv a hacia el estab lecim ien to de co m u nid ad es m ás estab les y m ad u ra s. 60 C on el tie m p o , se c rea u n am b ien te m ás hú m ed o y m ás fresco, el suelo se 61 hace m ás espeso, con la posibilid ad de re ten er m ás a g u a y , p o r lo ta n to , de 62 a p o y a r a u n a v eg etació n p ro p ia de lu g a re s m ás húm ed os. 65 (K.) Si el bosque se lim p ia de a rb u sto s, y se c o rta n los m a to rra le s y las 64 h ierb as, la tie r ra se secará y el suelo se em pobrecerá. C re c e rá u n a v eg etació n 65 propia de lu g a re s m ás secos, m ás fác ilm e n te co m b u stib le. El re su ltad o es que 66 la «lim p iez a » p e rp e tú a u n a lto riesgo de incend io. Si no se «lim p ia » , se 67 fav o recerá u n a v eg etac ió n e sp o n tán e a, de co m b u stió n m ás le n ta , y , a la 68 la r g a , el riesgo de in cen d io es m en o r. Se tr a t a de a c ep tar m o m e n tán eam e n te 69 un rie sg o u n poco m ás a lto , p a ra c o n segu ir lu ego u n bajo riesgo 70 p e rm an e n te . 71 ¡ Q u é q u erem o s d e n u estro s b a sq u esí 72 (L ) S u rg e n a h í a lg u n a s cu estiones. ;Q tié q u erem os que sean nu estro s 73 bosques? Q u é q u erem o s sa c ar de ellos? Q u é provecho nos in te re sa ob ten er 74 p rio rita ria m e n te ? Q u erem o s d ejar bien c la ra n u e stra o p in ió n : el objetivo 75 p rin c ip al de n u e stro s bosques m e d ite rrán e o s no h a de ser en c o n ju n to el 7b a p ro v e c h a m ien to fo restal estric to . Su bajo re n d im ie n to económ ico es el 77 a rg u m e n to m ás sólido. La e s tr u c tu r a a c tu a l de la propiedad fo re sta l, la 78 situ a c ió n socioeconóm ica y las c a ra c te rís tic as dei bosque no p erm iten te n e r 79 persp ectivas m ás o p tim istas. El objetivo p rin c ip al ha de ser el 8C m an te n im ie n to de u n a superficie m áx im a de bosque m e d ite rrán e o com o 81 espacio verde, com o áre a de o x ige n ació n y com o re serv a n a tu ra l. 82 m u ch os los beneficios, directos e ind irecto s que o b ten d ríam o s. Son A n á l is i s Presentación Se traca de un texto aparecido en una revista de divulgación cul­ tural, no científica; trata el cema de los incendios forestales y de su prevención y del uso de los bosques en general. El texto es bastante largo y toca vanos temas, algunos de los cuales (tipos de incendio más abundantes, sitios donde se localizan...) se han elidido en nues­ tra adaptación. Tipología Hay dos autores que se constituyen como un único locutor, por­ que no hay trazos en el texto que permitan distinguir la existencia de más de una voz enunciadora. Este locutor no se presenta como un periodista que informa sobre unos hechos, que recoge opiniones, sino que se presenta en calidad de experto: usa una terminología intencio­ nadamente precisa, a veces descartando términos que juzga impro­ pios; no se limita a exponer, sino que argumenta a favor de unas op­ ciones, a veces incluso contra ia opinión común: su intención es in­ formar, ampliar los conocimientos del destinatario y , al mismo tiem­ po, persuadir al lector sobre un punto de vista determinado. El destinatario es un lector adulto, que está en antecedentes del fenómeno que se está analizando, y que está sensibilizado por Los he­ chos. Esto lo podemos inferir del hecho de que, en un momento de­ terminado (párrafo E), el locutor cita, en discurso indirecto, las pro­ posiciones de un texto. Hace referencia («hemos leído y oído {,..) esta frase» (30)) a la voz de la opinión pública a la que pertenece, ve­ rosímilmente, el destinatario. El lugar social es la institución periodística, pero recoge caracte­ rísticas del discurso de divulgación científica, con la precisión en el uso de la terminología {substitución de ia palabra «limpiar» por «des­ brozar» (40)). El texto tiene la intención de informar y de ampliar los conoci­ mientos del destinatario, para así modificar su actitud sobre unos he­ chos determinados, que son, en primer lugar, la existencia de algunas opiniones sobre el origen de los incendios, opiniones poco funda­ mentadas; sin embargo, el texto no tiene intención de desvelar ia ver­ dadera causa de los incendios, como podríamos esperar de esta pri­ mera intención, sino que se ciñe al tema enunciado por el títuio. Y aquí viene una segunda intención: enunciar cuál ha de ser el tipo de aprovechamiento que se debe hacer de los bosques, y no sólo de los quemados, sino de todos aquellos que se encuentren en una deter­ minada área geográfica. La macroestructura semántica, por lo tanto, resulta al principio más amplia que la que el título designa. Es un tipo de texto que no está anclado en el contexto de enun­ ciación. Sin embargo, la fecha y el lugar de la publicación nos indi­ can un espacio, los bosques mediterráneos, y un tiempo, el verano, en que abundan los incendios. Se puede concretar más diciendo que el espacio es Cataluña y el tiempo, el verano de 1986, como hacen suponer el lugar y la fecha de edición de la revista («Barcelona / sep­ tiembre de 1986»); espacio y tiempo que hacen referencia al contexto de recepción. La estructura (a) Introducción: exposieton del objetivo y tema y de las dos tesis a rebatir. Párrafo A. (b) Desarrollo: Parrafos B-C: argumentación, impugnación de la prime­ ra tesis Párrafo D: conclusión Párrafo E: repetición de la segunda tesis Párrafos F -G -H -l-J: argumentación, impugnación de la segunda tesis Párrafo K: conclusión. (c) Coda y conclusión más general. Párrafo L. Este es un texto de tipo expositivo, que toca las disciplinas de bo­ tánica y ecología. Se rebaten opiniones y se proponen alternativas: hav, por lo tanto, características deí texto argumentativo. La estruc­ tura en introducción, desarrollo y conclusión, característica del texto expositivo, está dispuesta en párrafos, rasgo también característico. Son importantes el conocimiento del mundo, reafirmado aquí por los deícticos que remiten a un contexto bien conocido por el lector (un verano en que ha habido muchos incendios); por las formas supralingüísticas, dadas aquí por los subtítulos, y por la progresión temá­ tica, que estudiaremos más detenidamente. El texto argumentativo también presenta aquí sus principales ca­ racterísticas: concretamente, se argumenta contra dos tesis (que en el estudio de la estructura hemos denominado primera y segunda): 1. Contra la idea de que los bosques se queman a causa de (a) el calor estival (b) la «suciedad». Se concluye que la «limpieza» vegetal de los bosques es más per­ judicial para los bosques que no la «suciedad-'. 2. De forma más general, en contra de ia opinión de que los bos­ ques están abandonados, y en contra de la opinión consiguiente, de que se deberían aprovechar económicamente los bosques, y por lo tanto llevar a término el trabajo necesario: limpiarlos. Esta estructuración se podría esquematizar así: Clima desbroza miento «Lo son y...» Mediterráneo aumenta sequía siglos» Marco limp¡ar=prohibir salir de casa «Un hecho... no es culpable» Densidad =f= Densidad= # suciedad ^frescor Suciedad = —mal menor La alternativa que se propone es la actualidad del uso del bosquecomo espacio verde, El orden propuesto, tal como lo hemos visto en el estudio de la estructura, permite presentar la alternativa (la nueva tesis) como con­ clusión lógica de la inoperancia de las opiniones presentadas. En conclusión, pues, la estructuración del texto en: Introducción (párrafo A) Desarrollo (párrafos B a K) Conclusión (párrafo L), característica del texto expositivo, se funde con la que hemos vis­ to como característica del argumentativo: Presentación de las tesis que se pretenden superar (A y E) Argumentación en contra (B, C y F-G -H -l-j) Conclusión (D y K) Presentación de la nueva tesis (L). De este texto destacaremos la progresión temática. Mecanismos de progresión La progresión temática viene dada por la estructura argumentati­ va: las opiniones o tesis que primero se presentan como rema, hacen después de tema, y así sucesivamente. Es una progresión temática donde alternan los tres tipos de tema (constante, lineal, derivado). El párrafo A plantea la necesidad de buscar un culpable (hiperte­ ma), que se desdoblará en dos: veranos secos y bosques sucios (dos temas derivados). Un segundo hipertema será la búsqueda de una so­ lución. Con eso se plantearán tres hipótesis de trabajo: dos falsos cul­ pables, que hay que indultar, y un camino erróneo, que podría ser buscar culpables, para después denunciarlos. Estas tres hipótesis se­ rán el tema constante que se desarrollará en tres bloques: los dos pri­ meros en el desarrollo, y e! tercero en la conclusión. En cada uno de los bloques, la progresión se desarrolla de forma predominantemente lineal. El párrafo B empieza refutando la primera hipótesis: el clima como responsable de los incendios. Explica las características del cli­ ma mediterráneo y acaba, en el rema, enunciando el tema del próxi­ mo párrafo: la adaptación de la vegetación al clima: «Y la vegetación espontánea lo sabe mejor que nadie» (13). El párrafo C se inicia con el tema enunciado antes («Es una ve­ getación que se ha adaptado...» (14)) y explica los sistemas de adap­ tación de la vegetación al clima mediterráneo. El párrafo C empieza con un conector lógico de consecuencia [«A sí pues» (21)] y explica las consecuencias de las informaciones an­ teriores: el clima no se puede considerar culpable de los incendios fo­ restales. Al final, se anuncia el hipertema de la parte (c): la búsqueda de otras soluciones. El párrafo E recupera el segundo tema derivado expuesto en el párrafo A (la segunda tesis), y acaba anunciando, en rema [«N o hay porque exagerar» (34)], lo que será el bloque E-G -H -I-j: la impug­ nación de esta segunda tesis. Aquí se usa el esquema de tema cons­ tante, que en este caso es «la suciedad», que reaparece, alternativa­ mente con su antónimo, «la limpieza», en G, H, I, y K.. En el párrafo F aparece un segundo tema constante: «un estrato arbustivo denso» (36), que ya había sido anunciado en (E) mediante una relación que, como veremos después en (H), resultará ser de si­ nonimia: «bosques sucios»; por lo tanto, se plantea una incoherencia entre (E) y (F), que después no resultará ser tal. Este segundo tema reaparece en (J). En el párrafo G se hace avanzar la progresión lineal mediante una pregunta retórica. Primero se muestra un tema, que proviene de (F): limpiar el bosque no es solución; y después se pregunta qué solución hay. El mismo esquema se usa en (I), donde el tema se infiere de (H ): no es cierto que el bosque se baya dejado de limpiar (porque de he­ cho no se ha limpiado nunca); entonces, se pregunta que solución hay y se anuncia que !a propuesta no es la buena. Los párrafos j y K desarrollan, de forma catafórica, el pronom­ bre «lo» enunciado en el rema de (I): «lo explicaremos detenidamen­ te» (55). El párrafo L es la conclusión; el hipertema anunciado en A [«bus­ car una solución» (6)] reaparece aquí con «algunas cuestiones» (72): plantearlas equivale a buscar soluciones. En este párrafo alterna la progresión lineal con la constante; «provecho™ se recupera en «ob­ jetivo»; «aprovechamiento» en «rendimiento económico»: son ejem­ plos de progresión lineal; en cambio, un tema constante es «objeti­ vo» (75, 79). Sobre la estructura del texto expositivo 1. Indica a qué párrafos corresponden estos tirulos: Ejemplo: Título Propuestas alternativas Ejercicio: El calor no es el culpable (D) Los bosques ya no son lo que eran (H) Flora mediterránea (C ) Párrafo L Sobre la estructura del texto argumentativo 2. «Si, además, se despeja y desbroza (...) El contraste de una esta­ ción seca y calurosa se acentúa.» (17-20) A partir de aquí, según el autor: (a) se puede concluir que, si hay más sequía, habrá más in­ cendios (b) se puede concluir que la disminución de la sequía es fun­ damental para evitar el fuego (c) no se puede concluir que el aumento de la sequía sea la causa fundamental de los incendios. 3. «Lim piar el bosque» (40) no es una solución contra los incendios porque: (a) se eliminarían los arbustos y esto haría disminuir la hu­ medad (b) las ramas rotas van muy bien para apagar los incendios (c) es un trabajo que actualmente no se realiza. 4. «...no permiten tener perspectivas más optimistas.» (79) Dicho de otra manera, esto quiere decir: (a) nos hacen temer un aumento de los incendios (b) nos obligan a renunciar a obtener un alto rendimiento económico del bosque (c) nos obligan a ver la supervivencia de los bosques con pe­ simismo. Sobre la progresión temática 5. «Veamos (...) si es por ahí por dónde hay que buscar la solución.» (4-6) Según el autor, la solución sé encuentra (a) buscando a un tercer culpable (b) profundizando en la relación entre los dos culpables (c) olvidando la búsqueda de culpables y proponiéndose otros objetivos. 6. «El estrato arbustivo denso» (56) aparece cuando (á) hay ramas rotas por todas partes (b) hay vegetación espontánea (c) hay una combinación de a) y b) ARADO 1 A ra d o F A G R 1 I n stru m en to ag ríc o la que perm ite a b rir su rco s en la 2 tie r ra , g e n e ralm e n te p ara aco n d ic io n a rla m ejo r p ara la siem b ra (ad ecu ació n 3 a la e s tr u c tu r a física del su elo, a irea c ió n , d e stru cció n de las m alas h ierb as, 4 e tc .); suele ser tirad o p o r an im a le s (b u eyes, cab allo s, etc.) o por u n tra c to r. 5 - No se puede p re cisar la fecha de o rig e n de los a ra d o s: de cu an d o e ran b to ta lm e n te de m ad e ra no se h a n co n servad o resto s. Es probable que y a 7 d u r a n te el n eo lítico se u sa ra u n tipo de a ra d o , m ovid o a m an o , com o el que 8 se h a co n servad o en a lg u n a s islas escocesas y de o tro s lu g a re s de a g r ic u ltu ra 9 m u y p rim itiv a . El a rad o tu v o u n papel m u y im p o rta n te en la evo lu ció n 10 h u m a n a , p u esto q u e p e rm itió el cu ltiv o de su p erficies m uch o m ay o re s, 1! lib era n d o u n a p arte de la co m u n id ad de la prod u cción a g ríc o la , hecho que 12 p e rm itió la esp ecialízació n . T am b ién provocó la e n trad a del h om bre en los 13 tra b a jo s a g ríc o la s, m ie n tra s q u e la a g r ic u ltu ra de a z ad a era 14 p re d o m in a n te m e n te fem e n in a. L as rep resen tacio n es p lásticas p e rm ite n saber 15 q u e y a e r a u tiliz a d a en el P ró xim o O rie n te — in clu id o E gipto— h ac ia el año 16 3000 a C , cu an d o ap are c ie ro n las p rim e ra s c iv ilizacio n es h istó rica s, h a c ia e! 17 2500 en el v a lle del Indo y , q u iz á s a l m ism o tiem po o hacia el 2000 aC , en 18 C h in a . El a ra d o p rim itiv o era to ta lm e n te de m ad e ra , de u n p ieza: un tronco 19 del c u al p a rtía n dos ra m a s, u n a de las cu ales se rv ía de re ja v el o tro , de 20 e ste v a : m ás ta rd e , la reja se re cu b rió de bronce. El paso decisivo fue el uso 21 del h ie rro , y la reja to ta lm e n te de h ie rro e in d ep en d ien te, aco p lad a, resu ltó 22 m u ch o m ás eficaz y m ás d u ra d e ra . E ste tipo de ara d o , u sado po r los griego s 2} y los ro m an o s, se e xten d ió po r todos los países m ed iterrán eo s, in c lu id a la 24 Á fric a al n o rte del S á h a ra . Poco eficaz p ara la b r a r la tie rra g ra sa del cen tro 25 de E u ro p a, los pueblos célticos in v e n ta ro n u n tipo de a rad o p ro visto de p ala 26 que g ira b a la tie r ra y q u e y a e x istía en las G alias a n te s de la co n q u ista 27 ro m a n a . En los Países C a tata n e s es p ro bable que el arad o tira d o p o r b u eyes 28 fuese in tro d u c id o por los pueblos ind oeu ropeos de la p rim e ra edad del 29 h ie rro , pero los d ocu m en tos segu ro s son de la p rim e ra época ib érica, siglo 30 IV a C , com o el a ra d o v o tiv o en m in ia tu r a de bronce, en co n trad o en el 31 p oblado de la C o v a lta (V alí d 'A lb a id a ), o las re jas de h ie rro del de la B astid a 32 de les A lcusses de M o ix e n t (C o ste ra). 33 (M iq u e l T a rrad e ll). P resen ta ció n Este es un texto aparecido en una enciclopedia. Va acompañado de dos ilustraciones: un «arado tradicional o romano» y un «arado moderno o de pala»; esto explica que el autor, cuando define el ob­ jeto, use términos que, aún no formando parte del léxico usual, no define, porque verosímilmente confía en la eficacia descriptiva de la ilu strac ió n . El tema es el arado, def cual da las características físicas, históri­ cas y geográficas. T ip ología El artículo va firmado por el autor, lo cual no suele suceder en otras eneradas de esta obra ni en muchas enciclopedias, donde los au­ tores de las entradas son anónimos. El destinatario del texto parece un lector adulto, habitante de los países de habla catalana o intere­ sado en su cultura. El destinatario participa evidentemente de las características del lector de enciclopedia y para entenderlo, se ha de entender el discur­ so en que está anclado este texto, el lu gar social en que se produce, que es una institución dedicada a la divulgación de conocimientos. Al destinatario, en principio, no se le supone ningún conocimiento determinado del mundo: la única restricción que tendría seria saber leer. Si emendemos la enciclopedia como un único texto, veremos que las diferentes entradas tienen un carácter recurrente, que hacen que el lector se instruva sobre lo que no sabe, remitiéndose a otras entradas del co-texto. Algunas enciclopedias, como la que contiene el texto que ahora comentamos, aún manteniendo una pretensión de universalidad, especifican su información dedicando unas líneas a ha­ blar de las características del objeto, suceso, persona... que describen, en un espacio geográfico determinado. Este espacio viene dado por el dominio lingüístico de la lengua en que está redactada. La intención es definir un término e historiar un objeto, dando un conocimiento no especializado. El texto no está anclado en una situación. E structura (a) Tema-título (h'n.l) (b) Expansión (lín.l-38) b l.) definición (lín.1-4) b.2) b.3) b.4) b.5) orígenes (lín.5-9) cualidades y propiedades (lín.9-1 S) nomenclatura y tipos (lín. 18-27) orígenes y tipos en los países de habla catalana (lín.27-32) Este texto tiene una estructura característica del tipo descriptivo, como suelen serlo las entradas de diccionario. En una enciclopedia, además, destacan algunos rasgos: la economía espacial, por ejemplo, que elimina los párrafos y fuerza el uso de elipsis; la co-referencia constante con otros elementos léxicos del co-texto, a veces indicada por signos específicos y a veces sobreentendida; el apoyo de la ilus­ tración, y la consiguiente co-referencia léxico-icómca, que a menudo tampoco se indica. A pesar de que la estructura es de tipo descriptivo, Jos mecanis­ mos y la intención corresponden al texto expositivo, lo que no es ex­ traño puesto que, como hemos señalado anteriormente, el texto des­ criptivo pocas veces se constituye en la secuencia dominante de un texto. Lo clasificamos, pues, dentro de los textos de tipo expositivo. En estos textos toman especial relevancia mecanismos como el cono­ cimiento del mundo, la progresión temática o la distinción entre las diferentes unidades informativas en párrafos. Veremos ahora su rea­ lización. En lo que refiere al conocimiento del mundo, en este texto se usa de un modo peculiar, ya que siempre está presente, al suponerse qué toda la información que necesita el destinatario le viene dada por el co-texto que. forma toda la enciclopedia. Veremos cómo ello se re­ fleja en el uso de la definización. La progresión temática, elaborada .1 partir de un tema único, sue­ le estructurarse en párrafos en el texto expositivo: aquí, la economía espacial lo impide; por otra parte, !a falta de párrafos y la elipsis cons­ tante de los conectores obligan a una coherencia a menudo difícil. Asi, la división en partes, que indica la presencia de diferentes uni­ dades informativas, se hace a menudo con un escaso apoyo de los co­ nectores: no hay puntos y aparte, ni marcas («en primer lugar», «en cuanto a los orígenes»...); el salto de una a otra parte suele ser brusco. El único fragmento clasificable como tipo claramente descriptivo es el apartado que hemos denominado «definición»; se usa el presen­ te de indicativo, como tiempo de descripción y al mismo tiempo de referencia a una realidad externa y objetivable. La definición se rea­ liza mediante la clasificación (el objeto tipo «instrumento» dedicado a la actividad tipo «agricultura») y la especificación de las finalidades de uso («abrir surcos») más alguna información de tipo contingente sobre su funcionamiento. Falta una descripción del objeto: partes constituyentes, materiales..., descripción que se confía a la ilustración adjunta y, dentro del texto, y sólo de paso, a la parce b.3). El hecho de que esta parte vaya muy unida a la anterior y a la siguiente, donde predomina el tipo expositivo, dificulta probablemente la lectura. Se nos especifica porqué aparecieron varios tipos de arado, pero no cuántos tipos hay, ni qué tienen en común. Por ejemplo: se nos dice que el segundo tipo tiene «pala», y esto nos lleva a suponer que no tiene «reja», como el primero, pero en cambio en la ilustración los dos tipos tienen «reja». En este texto trabajaremos detalladamente ios mecanismos de re­ petición. M eca n ism os d e r e p e tició n Las anáforas son escasas porque, como ya hemos indicado, es un texto m uy sintetizado, donde se da el máximo de información con pocas palabras, y donde la co-refe renda a lo que se ha dicho o se dirá no es casi nunca explícita. Es por eso mismo que la detinización abunda. Podemos distinguir una, anafórica, dentro del texto, y otra, también anafórica, fuera del texto, pero dentro de la enciclopedia y, por lo tanto, co- refe rente. Ejemplo de la primera es «el que se ha con­ servado» (8) o bien «la comunidad» (11); ejemplos de la segunda son «el neolítico» (7) o bien «las primeras civilizaciones» (16), que hacen referencia a otras voces de la enciclopedia que, verosímilmente, se de­ nominan así; incluso hay alguna un poco arriesgada, porque es im ­ probable que salga como voz autónoma: «la especializacíón» (12). Esto puede poner en duda que, tal como hemos indicado, al destina­ tario le baste con el co-texto. También es importante el peso de Ja elipsis: el ya citado deseo de economía espacial provoca elipsis difíciles como la del segundo tér­ mino de la comparación en «superficies mucho mayores [que la agri­ cultura de azada]» (10), especialmente difícil por el hecho de que el segundo término de la comparación, «agricultura de azada-, está en posicion cataíórica (13). También hay elipsis en -[Dado que este tipo era] Poco eficaz.,.» (24), Esta elipsis esta agravada porqué la anáfora elidida tendría una co-referencia difícil: «este tipo» (22) no co-refiere con el SN inmediatamente anterior: «[el arado con] la reja totalmen­ te de hierro». De hecho, sólo co-referina con un hiperónimo como «el arado típico», pero en el texto no sale. Una denominación pare­ cida solamente aparece en la ilustración, donde hay un «arado tradi­ cional», que se opone a un «arado moderno, O de pala». Antes de mi­ rar la ilustración, sabemos que el arado citado en la línea 22 resulta poco eficaz en algunos sitios debido a la falta de pala, pero no sabe­ mos si ésta es un tipo de reja, si la substituye o si se añade a ella. S ob re la estru ctu ra 1. ¿A qué líneas correspondería el titulo «Primeros indicios sobre el uso del arado»? (a) 5-9 (b) 27-32 (c) 18-27 2. ¿Por qué cica el autor el uso de¡ arado en los países de habla ca­ talana? (27-32) (a) porque se dirige a un destinatario a quien interesa esta información (b) porque es donde se han encontrado los arados más an­ tiguos (c) porque es un ejemplo del arado de los celtas S ob re a n á fora y elip sis 3. ¿En qué se distingue el arado de los romanos del arado de ios cel­ tas? (a) el arado romano no tiene una pala que gire la tierra, y el celta, sí. (b) el arado romano tiene la reja de hierro, y ei celta, de ma­ dera. (c) el arado romano es de la época de ios romanos y el celta es posterior. S ob re la elip sis 4. ¿Dónde es más eficaz el arado de reja? (a) en una tierra grasa como la de los países mediterráneos (b) en una tierra grasa como la de los países centroeuropeos (c) en una tierra que no sea grasa. 5. ¿Qué caracteriza a la agricultura de azada? (a) que con ella no trabaja toda la comunidad (b) que trabajan sobre todo los hombres y se cultivan ma­ yores superficies que con el arado. (c) que trabajan sobre todo las mujeres y se cultivan meno­ res superficies que con el arado. S ob re la d e fin iz a ció n 6. ¿Qué se consigue con «la especialización» (12)? (a) que unos miembros de la comunidad labren con arado y otros con azada (b) que los hombres trabajen y las mujeres, no (c) que haya miembros de la comunidad que se dediquen a tareas no agrícolas. SAN FRAN CISCO . Set D ies. 17 de noviembre 1989 1 San F rancisco es u n a de las ciu d ad es m ás bellas del m u n d o . Es u n a 2 g r a n c iu d a d , pero de dim en sio n es h u m an as. Q u ie n la conoce y conoce su 3 g en te, sabe q u e de las ru in a s del re cien te terre m o to se le v a n ta rá aú n m ás 4 bella y a co ged o ra. 5 6 7 R e co rre rla de fa m añ an a h a sta la noche p ro c u ra a cada in stan te cam bios de sensaciones plásticas q u e se fijan en la m em o ria p ara siem pre. Las n ieblas d ensas de la m a d ru g a d a , espesas, lechosas, de las cu ates S em erg e n los ú ltim o s pisos de los rascacielos del c en tro de la c iu d ad o tas 9 p u n tas ro jizas del m ajestu o so G olden G ate, se v an ac laran d o a m ed id a que 10 11 a v a n z a n las h o ras. L a ciu d ad y la b a h ía se tiñ e n de e x tra o rd in a rio s colores p astel. V erdes 12 y v io le tas, lilas su aves, la e le g a n c ia s in g u la r del ocre y, fin a lm en te, u n azu l 13 resp lan d ecien te q u e d u ra h a sta qu e el sol se o c u lta y entonces es u n a 14 fan tá stic a y e x tr a v a g a n te o rg ía im p re sio n ista, o m e jo r d icho, u n a re alista 15 m an ifestació n de p o p -art. 16 S an F ran cisco está h ech a de c u a tro m u n d o s, de c u atro c u ltu ra s, de ir c u a tro h u m an id a d es. 1S 19 m ás eu ro p ea de O rie n te y la m ás o rie n ta l de O ccid ente. 20 L a a m e ric a n a , la c h in a , la jap o n esa y la del m e stiz aje . Es la c iu d ad P ara ir a rrib a y ab ajo (n u n c a m e jo r d icho), el h istó rico y peq u eño 21 tr a n v ía es el m e jo r tran sp o rte y m ás d iv e rtid o q u e la m ás v ertig in o sa de las 22 m o n ta ñ a s ru sas de c u a lq u ie r p a rq u e de atrac c io n e s. 23 24 25 D esde la cu m b re h a sta la o rilla del P acífico y desde el m a r h asta los b arrio s a lto s da la v u e lta a la ciu d ad con fu e rz a se g u ra y te sta ru d a . P a ra v is ita r la , los p u n to s m ás in teresan tes pueden ser F o rt M asó n, 26 m u e s tra de la presen cia e sp a ñ o la , el G olden G ate, n a tu ra lm e n te ; G h ira rd e lli 27 S q u a re , p a ra los re sta u ra n te s y el «sh o p p in g », y el m arav illo so «m u e lle de la 28 m ad e ra », hecho po r g e n te in te lig e n te y con g u sto ; Ja p a n to w n y Ja p a n 29 C e n te r, el m o d ern ísim o b a rrio jap o n és, y C h ín a to w n , evid en tem en te. 30 P a ra co m er y e n tr a r po r la cocina a los c u a tro m u n d o s de San 31 F ran cisco , son m u y reco m en d ab les, e n tre los a m erican o s, el H a r r i's ste ac k 32 H ou se, situ a d o en la esq u in a de V a n Ness A v en u e con P acific (carnes 33 in m ejo rab les y e xcelen te b o d e ga); p a ra cocina c h in a , el T he M a n d a rín , en 34 G h ira rd e lli, de los buenos en este bajo m u n d o ; p ara la japonesa está m u y 35 bien el B en in an a of T okio, en el Ja p a n C e n te r y p a ra la c a lifo rn ían a , 36 in te re sa n te m ezcla de cocina ita lia n a y a m e ric a n a , el clásico es B ru n o ’ s, con 37 u n a la r g a b a rra de b ar donde la c lien tela se ju e g a ia bebida a los dados. 38 X .D . P resen ta ció n Se traca de un cexto escrito por el periodista X[avier] D[omingo], publicado en la revista en catalán «Set dies». Es un texto de divulga­ ción, cuyo tema es la información turística. T ip ología Como decíamos, se traca de un texto escrito, sin lazo inmediato con el contexto de producción y de recepción, pero que supone la existencia de un conocimiento del mundo compartido por enunciador y destinatario (aparecen alusiones a la ciudad de Barcelona que exigen que el destinatario sea barcelonés o que conozca bien esta ciu­ dad). El lu gar social correspondería a la institución periodística. El tex­ to se anclaría en un discurso de viaje cosmopolita, muy estandard, subproducto del viaje educativo, que selecciona, por un lado, datos e informaciones (sobre la ciudad y sus características) y, por otro, consejos sobre actividades a realizar (visitar, comprar y comer). El enunciador se identifica con el firmante X.D. El destinatario al que se dirige el texto es un viajero de clase media v/o media-alta, barcelonés, con gustos estandard (cocina típica, compras, paseos...). Se supone que el destinatario posee una cultura media (en el texto se dan diversas referencias culturales: impresionismo, pop-art.,,), y que sus intereses no son m uy elevados. La intención del cexto es, por un lado, dar a conocer una ciudad y ser útil a los posibles turistas proporcionándoles informaciones di­ versas y , por otro, promocional- la ciudad. La intención nos sugiere un texto expositivo de instrucción, pero la estructura que presenta es la característica de un texto descriptivo, y por lo tanto, aunque an­ teriormente hayamos señalado que las secuencias descriptivas casi nunca se presentan como dominantes, preferimos clasificarlo como texto descriptivo. La estructura es la propia de un texto descriptivo; tema y expan­ sión. E! texto está constituido por una serie de informaciones agru­ padas alrededor de un tema título (San Francisco), que crea un mar­ co (la ciudad, sus peculiaridades y las actividades que en ella pueden realizarse) y se expansiona en nuevas informaciones referidas al tema, ligadas a una ordenación temporal y espacial. Esta ordenación se ma­ nifiesta a través de los mecanismos de cohesión léxica (así, por ejem­ plo, vemos cómo el sintagma «De la mañana hasta la noche» (5) tie­ ne como hipónimos «madrugada», «avanzan las horas», «el sol se oculta») y de conexión [en la parte b .l., por ejemplo, el progreso de la acción se da gracias a los hipónimos de -de la mañana a la noche» (5)]. La estructura es la siguiente; A. Tema-título (1-4) B. Expansión (5-37) b .l Ordenación témpora!. Visión de un día completo. Calidades plásticas. (5-15) b-2 Habitantes. Cualidad humana. (16-19). b.3 Ordenación espacial. Orografía; el tranvía. Cualidad humani­ zada (20-24). b.4 Puntos de interés. Cualidades turísticas (25-29). b.4.1. Restaurantes. Características de cada uno (30-37) b.3 y b.4 se ordenan según las actividades características de cual­ quier turista que desea «conocer» una ciudad. De este texto nos interesa destacar ei mecanismo de progresión temática y algunos de los implícitos que se dan. Progresión temática La progresión de este texto (equilibrio entre información conoci­ da v nueva y la aportación de información renovada), se consigue me­ diante la combinación de dos tipos de progresión temática: la pro­ gresión de tema constante, donde el tema de vina oración se repite como tema de 1a siguiente o siguientes, y la progresión de tema de­ rivado, donde se parte de un hípertema que se desglosa después en diversos temas. El tema constante de todo el texto es «San Francisco», que apa­ rece al principio y reaparece por cohesión léxica en: «Es una gran ciu­ dad» (1), «de la ciudad» (donde se produce una defimzación) (8), «la ciudad» (11), «San Francisco»' (16), «Es ¡a ciudad...» (18), «San Fran­ cisco» (31) «San Francisco», o mejor e l co n o cim ien to d e San F rancisco —al que se alude en la línea 2— se convierte en hípertema de: «Recorrer­ la desde la mañana a la noche» (5), «visitarla» (25), «ir de arriba aba­ jo» (20), «para comer» (31). La oración que comienza por -Recorrerla» (5) progresa hacia el rema «produce cambios de sensaciones plásticas» (6) el cua¡ deviene, a su vez, hipertema de «Las nieblas densas...espesas, lechosas...roji­ zas» (7-9), y de «colores pastel» (11). «Colores pastel» se convierte en hípertema de «verdes, azules...azul resplandeciente» (11-13). El tema constante —San Francisco— interrumpe (16) la sucesión de temas derivados que veíamos e introduce el rema «cuatro mun­ dos» (16), el cual, así mismo, es hípertema de «la americana, la china, la japonesa y la del mestizaje» (18) vuelto a tomar en (31) junto al de «para comer» donde introduce de nuevo los temas derivados «ame­ ricanos» (31), «cocina china» (33), «japonesa» (34), «califomiana» (35). Igualmente, el tema derivado «ir de arriba abajo» (20) introduce el rema «tranvía» (21), que se convierte en el tema del rema «mon­ tañas rusas» (22) y reaparece, elíptico, en 24 como tema del rema «da la vuelta a la ciudad». I m p lícito s: La interpretación de este texto supone un conocimiento del mun­ do, compartido entre emisor y destinatario, sobre el que se basan las elisiones y alusiones que en cierto número aparecen. Por ejemplo, se supone que el destinatario de este texto conoce o posee ya alguna imagen construida de la ciudad, aunque nunca haya estado allí (por cultura general, a través de la cultura de masas: pelí­ culas...), lo que permite, junto a la apelación al marco —-como decía­ mos— que se elida una parte de la información supuesta en el uso de la definización y de la deixis. Veamos algunos ejemplos: — De la definización: «el majestuoso Golden Gate» (9), «la bahía» (11), «el tranvía» (21). La primera vez que aparecen estos elemen­ tos en el texto, io hacen ya definidos por que se supone que el destinatario ya sabe que son elementos caracterizadores de la ciu­ dad. — De la deixis: «el reciente terremoto» (3). Reciente respecto del contexto de producción y de recepción de este texto (se supone que una revista de actualidad es leída en el momento que se pu­ blica). — Del marco en las definizaciones: «la clientela» (38), «la bebida» (38), que apelan al marco restauran te-bar. — Del conocimiento compartido: «americana» (18) significa cultu­ ra occidental; «oriental» (19) significa todo lo que no es occiden­ tal. El conocimiento del mundo compartido favorece, también, la existencia de alusiones y sobreentendidos dirigidos al destinatario barcelonés o que conoce Barcelona. Por ejemplo, cuando leemos «maravilloso “muelle de la madera” hecho por gente inteligente y con gusto» (27-28): la alusión al de Barcelona es patente en el uso citativo de las comillas, pero la valoración positiva que merece el de San Francisco no se extiende al de Barcelona. Puesto que no es así, y cuen­ to con que lo que se me dice es pertinente y en la cantidad adecuada, sobreentiendo que ha y m u elles d e la m a d era h e ch o s p o r g e n t e q u e no es in te lig e n te y q u e no tien e gu sto, co m o e l d e B arcelona. Una expresión como es «Es la ciudad más europea del Oriente y la más oriental del Occidente» (18-19) presupone que es oriental y europea. En la parte b.3 se insinúa un inferencia lógica del cual se deduce que San Francisco es una ciudad muy montañosa: si los tranvías son más divertidos que las montañas rusas, y la diversión en las monta­ ñas rusas consiste en bajar y subir vertiginosamente, los tranvías su­ ben y bajan vertiginosamente, la ciudad es m uy montañosa. S ob re e l tem a y la in te n ció n d e l tex to: 1. ¿Cuál de estas afirmaciones crees que se adecúa mejor a lo que ex­ plica el texto? (a) El texto narra un viaje a San Francisco, cuenta cómo es la ciudad y la loa. (b) El texto proporciona una información para el turismo y loa los encantos de la ciudad. (c) El texto realiza un listado de los monumentos de la ciu­ dad de San Francisco y explica cómo son y cómo se hicieron. S ob re in te n ció n y estru ctu ra : 2. ¿En qué lugar de los que a continuación citamos crees que no se podría publicar un texto como éste? (a) Guía turística (b) Manual de Geografía (c) Enciclopedia. 3. ¿Qué título te parece mas correcto para el fragmento comprendi­ do entre las Eneas 25 y 29? (a) Puntos de interés. Cualidades turísticas. (b) Dónde comer y tomar copas. (c) Encuentro de cuatro mundos S ob re im p líc ito s : 4. Una de estas informaciones no es cierta, ¿cuál? (a) San Francisco es la ciudad más oriental de Europa. (b) San Francisco esta hecha de cuatro mundos, cuatro cul­ turas. (c) La cocina californiana pertenece a la cultura mestiza. 5. ¿Por qué dice «naturalmente» en la linea 26? (a) Porque se supone que el destinatario conoce la fama de! Golden Gate. (b) Porque va destinado a un destinatario español y San Francisco es una muestra de la presencia española. (c) Porque es el que más le gusta al autor. 6. «Un muelle de la madera hecho por gente inteligente y con gusto» (27-28), ¿qué información descartarías?: (a) Se sobreentiende que en San Francisco hay un «muelle de la madera». (b) Se sobreentiende que en San Francisco hay un impor­ tante tráfico marítimo de madera. (c) Se sobreentiende que puede haber muelles de la madera hechos por gente poco inteligente y de mal gusto. 7. El texto dice «Para ir arriba y abajo», ¿por qué? (a) Porque el mejor medio de transporte es el tranvía. (b) Porque en San Francisco hay un parque de atracciones muy importante. (c) Porque la ciudad es muy montañosa. P ro g resió n : 8. «La americana, la china, la japonesa y la del mestizaje» (18) equi­ vale a Jo que se dice en: (a) las líneas 31-39 (b) las líneas 25-29 (c) no se vuelve a hablar de ello. PISTAS 9 2 E l s a n t u a r io d e l a F o n t c a l d a 3 J o rd i P ortell 4 F ic h a : 5 — T erra A lta 6 — A ccesos: de P r a t de C o m te 7 — H o ra rio : u nas 2 h . 30 m in u to s 8 — C o m e r: en P rat de C o m te o en H o rta se S an t Jo a n 9 — R e fe ren cias: M apas de la G u ia I tin e ra ria deis P o rts. U .E .C . Edició de! 10 C in q u a n te n a r i, 1989. 11 U no de los lu g a re s predilectos de los h a b ita n te s de la T erra A lta es el 12 s a n tu a rio de la F o n tcald a. Éste está situ ad o donde el río de las C a n alete s 13 flu y e m ás en c ajo n ad o , en u n a p eq u eñ a lla n u r a y rodeado de m o n ta ñ a s. 14 En v era n o es u n p u n to de h u id a de las rig u ro sid a d e s del c lim a ; el río y 15 la v eg etació n p erm iten al recién llegad o d isfru ta r de la fre sc u ra qu e el 16 lu g a r da. 17 P a ra lle g a r a llí h a y dos c a rre te ra s. D e la c a rr e te ra q u e v a de G an d esa a 18 P inell de B ra i sale u n a b ifu rcació n q u e h acia la d erech a co nd u ce al 19 s a n tu a rio . É sta su b e y sig u e la estrib a c ió n a tra v e san d o u n a zo n a sa lv aje 20 y de g r a n b elleza. L a o tr a es la q u e sale de P r a t de C o m te y b aja h a sta el 21 río de las C a n e le tes. El ú ltim o tram o sig u e la vía del tre n y , 22 a tra v e san d o dos tú n eles, lle ga al sa n tu a rio . La c irc u lac ió n de veh ículos 23 por los tú n e le s re su lta esp e c tac u la r y ca u sa u n a e x tr a ñ a sen sació n ; 24 e vid en tem e n te , no c irc u lan tren es. 25 La e xc u rsió n sig u e el G .R . (C a m in o de G ran R eco rrid o ) q u e va desde 26 P rat de C o n ite a la F o n tcald a. Es u n itin e ra rio b o nito y a g ra d a b le q u e 27 a tra v ie sa p e gu jale s con olivos c en ten ario s y bosques form ad os p o r la 28 v eg etació n típ ica m e d ite rrá n e a. 29 S ald rem o s de P rat de C o m te sig u ien d o u n a c a rre te ra a sfa lta d a que lleva 30 h a sta el s a n tu a rio . S e g u id a m e n te e n c o n tram o s u n a h ilera de cipreses 31 alto s v afilados q u e m arc a n el cam in o h a c ia el ce m e n te rio ; éste está 32 au p ad o a m edia p en dien te y ro d ead o de pequeños cu ltiv o s. U n a c o rta 33 su b ida lle v a h a sta u n a c o lin a ; en este p u n to u n a s señales blancas y ro jas (G .R .) g ir a n h ac ia la d erech a y sig u e n u n a p ista e strech a y a sfa lta d a . Los cu ltiv o s p re se n tan u n a c ie rta d ejad ez, sobre todo si la m a q u in a ria a g ríc o la no puede acced er a e llo s; los árb oles crecen d esordenados y los fru to s escasean. £1 asfa lto se acab a y la p ista b aja lig era m en te co n v irtié n d o se en u n c am in o . A h o ra h a y q u e p o n er aten ció n y se g u ir las se ñ ale s; u n flan q u e o h a c ia la iz q u ie rd a y u n a su b id a c o rta. D ejarem os 40 los c u ltiv o s a trá s y lle g a re m o s a u n collado estrecho (45 m in u to s) con 41 u n a v ista im p re sio n a n te sobre la c o m arca. El s a n tu a rio q u ed a a nu estro s 42 pies, al su r de las sie rra s de A ligu es y V a llp la n a y al n o rte de los llanos 4j de la T erra A tta. El p aisaje m o n tañ o so y a b ru p to se p re se n ta en todo su 44 esplendor. 45 El c am in o b aja p o r un tra m o excavad o en la ro c a; h aciend o cortos zig- 46 zags atra v e sam o s u n bosque de pinos despejado. L legam o s a la v ía del 47 tre n y fin a lm en te al s a n tu a rio de la F o n tcald a (i h o ra y JO m in u to s). 48 E sta lín ea de tren u n ía T o rto sa con la P u eb la de H ija r, pero el 49 h u n d im ie n to de un tú n e l y su poca re n tab ilid a d h iz o q u e se 50 c la u su ra se en 1973. H o y , u n a s in stalacio n es costosísim as se co n su m en 51 in ú tilm e n te . 52 La v u e lta se hace por el m ism o c am in o . El tiem po to ta l es de 2 ’30 h o ras. A n á l isis P resen ta ció n : Se trata de un texto escrito, aparecido en el periódico Avui de Bar­ celona, el 23 de noviembre de 1990. El hecho de que esté encabezado por el genérico «Pistas» y que empiece por una ficha invita a la colección y por tanto da a entender que el texto forma parte de una serie de tema excursionista, dedicada probablemente a los itinerarios catalanes. T ip o lo gía Texto escrito, sin un nexo inmediato con el contexto de produc­ ción y recepción. El enuncíador se identifica con el firmante, Jordi Portell. El des­ tinatario es el lector aficionado catalán a las excursiones a pie. La in ­ tención es la de informar e instruir al destinatario sobre cómo llegar a un sitio determinado. Podemos decir que el texto está anclado a va­ rios discursos, en especial aquél del excursionista/turista, amante de la naturaleza y de los paisajes, interesado, o sólo curioso, por el me­ dio humano y la historia del país y sus problemas actuales —indicio de ello son los comentarios de 48 e, implícitamente, 30-31. La estructura es la propia del texto descriptivo: tema y expansión. Concretamente la estructura es la siguiente: 1. Titulares y subtitulares. 2. Ficha: datos más importantes para el excursionista y referencia bibliográfica. 3.1. (11-16) Tema: titulo. Expansión: propiedades (situación) y cualidades (frescura), 3.2. (17-52): Tema: tres itinerarios. Expansión: características de los caminos que llevan a la Fontcalda. 3.2.1. (17-20) Tema: carreteras. Expansión: propiedades («bifur­ cación», «estribación»)) y cualidades («belleza»). 3.2.2. (20-24) Tema: carreteras. Expansión: propiedades («sale de Prat, río, vía del tren»), cualidades («espectacular»). 3.2.3. (25-2S) Tema: Camino de Gran Recorrido. Expansión: pro­ piedades («sale de Prat, G.R., subida, pista, zig-zags, vía de tren*'), cualidades («bonito y agradable, asfaltada, dejadez, vista impresio­ nante») Se trata de un texto de tipología descriptiva, aunque a partir de 17, y especialmente de 29, la descripción aparece entre los marcado­ res típicos del texto instructivo. De este texto nos interesará destacar algunos mecanismos de re­ petición y de conexión. M eca n ism os d e r e p e tició n : C oh esión léx ica De entrada, observamos una cierta imprecisión en la determina­ ción del segundo y tercer itinerarios, que en la descripción estructu­ ral corresponden a 3,2,2 y 3,2.3; concretamente no sabemos si coin­ ciden o no porque: (a) Uno está definido como «La otra [carretera]» (20), v el otro como «el G.R. (Camino de Gran Recorrido)» (25), cuando no suele haber sinonimia entre «carretera» y «cami­ no». (b) Los implícitos de «vehículos» (22) son diferentes de ¡os de «excursión...G.R.» (25) en el sentido de que no es lo mis­ mo ir en coche que ir a pie, como es evidente. (c) Y «una carretera asfaltada» (29) no parece co-referir con «la otra [carretera]» (20) por falta de definización de 29, En cambio, los itinerarios salen del mismo sitio («Prat de Comte» (20 y 26) y pasan por lugares idénticos («vía del tren» (21 y 46)). Otro aspecto es el «Pistas» (1) que es hiperónimo de «itinerario» (26); no sabemos si lo es también de «carreteras» (17) y si en el mar­ co que presenta, además de incluir «excursión» (25) incluye también «vehículos» (22). Para finalizar este apartado nos fijaremos en la «dejadez» (35) de los cultivos que implica «desordenados» y «escasean» (36 v 37), Respecto de la definización, debemos destacar varios aspectos. «La excursión?! (25) no refiere a ninguna de las excursiones propues­ tas en los párrafos anteriores; podemos inferir que refiere a una ex­ cursión a pie (y no en coche, como las anteriores) que suele aparecer en esta sección del periódico. «U na carretera asfaltada» en cambio re­ fiere a «la otra [carretera] es la que sale...» (20), al contrario de lo que hace prever el uso del indefinido. Señalemos también que el hiperónimo «cultivos» (35) explica el uso del artículo determinado en «la maquinaria» (35). Lo mismo pasa con «Prat de Comte» (24-25) y «el cementerio» (31). Por sinonimia, «una vista» (41) queda definizada en «el paisaje» (43). M eca n ism os d e con ex ión Diremos que los conectores que destacan son los de tipos espa­ cial —como se espera de un texto descriptivo— y, aunque en mucha menor cantidad, los temporales. Estos últimos responden tanto a la ordenación instruccional del texto como en el entrañamiento tempo­ ral que el tema «itinerarios» comporta. De tipo espacial citaremos: «seguidamente» (30), «en este punto» (33), «la izquierda» (39), «atrás» (40), «a nuestros pies» (41-42), «al sur» (42), «al norte» (42). De los temporales citaremos: «ahora» (38), aunque con el sentido de en este p u n to. El conector «y» (39), con el valor de e n to n ce s ; «fi­ nalmente» (47). S ob re tem a ¡in t e n ció n : 1. i Qué afirmación crees que se adecúa mejor a lo que pretende el texto?: (a) El texto expone las ventajas e inconvenientes de hacer ex­ cursiones a pie. (b) El texto informa y da instrucciones al excursionista para llegar hasta el santuario de la Fontcaida. (c) El texto describe la comarca donde se halla el santuario de la Fontcaida. S ob re la estru ctu ra : 2. ¿Qué título te parece más apropiado para el fragmento de texto que va desde la línea 2 hasta la 10? (a) Datos para el excursionista. (b) Horarios de autocares y guía de restaurantes. (c) Aceso y comida. 3. ¿Cuántas formas de acceso hay a la Fontcaida? (a) Dos: una carretera sale de Gandesa y otra de Prat de Comte, (b) Dos: dos carreteras que salen de Prat de Comte. (c) Tres: una carretera y un camino que salen de Prat de Comte y una carretera que sale de Gandesa. S ob re d efin iz a ció n : 4. Cuando el texto habla de «Una carretera» (29). (a) Se trata de una carretera distinta a la mencionada en las líneas (17-19). (b) Es la misma carretera que aparece en las líneas (20-21). (c) Es la misma carretera que aparece en las líneas (25-26). S ob re co h e s ió n léx ica : 5. ¿A qué refiere «itinerario»? (26) (a) «La excursión sigue el G.R.» (25). ib) «Uno de los lugares predilectos» (11). (c) «En verano es un punto de huida de las rigurosidades del clima» (14) 6. ¿«.La excursión sigue el G .R .» (25), a qué camino hace referencia? (a) Al que sale de Gandesa. (b) A l que sale de Prat de Com te. (c) A ninguno de los dos. S ob re los m eca n ism o s d e co n ex ió n : 7. ¿Por cuál (38)? (a) (b) (c) de las siguientes expresiones se puede substituir «ahora» H oy. No obstante. En este punto. 8. ¿Por cuál de las siguientes expresiones se puede substituir «y » (39)? (a) Entonces (b) Pues. (c) Porque. 9. ¿Q ué quiere decir «unas señales blancas y rojas (G .R .)» (33-34)? (a) Unas señales blancas y rojas que forman la letra G y la letra R. (b) Unas señales blancas y rojas que significan que hay un cam ino de Gran R ecorrido. (c) Unas señales blancas y rojas que indican que hay que G i­ rar v después seguir Recto. 10. «Llegarem os a un collado estrecho (45 m inutos)» (40) quiere de­ cir: (a) Q ue cruzar el collado cuesta 45 m inutos. (b) Q ue cuando lleguem os al puerto llevarem os 45 m inutos desde el inicio de la excursión. (c) Q ue hay que hacer un descanso de 45 m inutos para apre­ ciar la vista im presionante. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Pragm ática J-J- et ai. (1985) In tro d u cció n a la filo s o fía d e l len gu a je. C á­ tedra, Madrid. u s t t n , J.L. ( 1 9 8 2 ) C óm o h a ce r cosas co n las palabras. P a i d ó s , B u e ­ A c ero , A n o s A ire s . E. ( 1 9 6 6 y 1 9 7 4 ) P r o b le m a d e lin gu isü q u e g é n é r a le . 2 vols. en Gallímard, París. B e r r f .n d o n n e r , A. (1987) E lem entos d e p ra gm á tica lin gü ística . Gcdisa, Buenos Aires. C e r v o n i , J. (1987) L ’én on cia tion . PUF, París. D u c r o t , O. (1972) D ire et n e p a s d ire. 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A lo n s o , EDUARDO AZNAR A NGLÉS es profe­ s o r de lengua y literatura en ell. B. Caries Riba de Barcelona. Ha publicado diver­ sos trabajos y artículos sobre literatura, y sobre enseñanza de la lengua y literatura: ha sido docente en cursos de formación del profesorado, y ha participado en la elaboración de libros de texto de Secun­ daria. Actualmente in vestiga sobre la prag­ mática del texto literario. Además de coautor, ha sido coordinador de este libro. ANNA CR OSALAVEDRA es profesora del Dpto. de Filología Catalana de la E. U. de F. P. d e E .G . B. de la U .A . B. Ha sido docente en actividades de formación del profesorado, ha participado y participa en la elaboración de libros de texto para Secundaria y para la enseñanza de adul­ tos y es coautora de publicaciones sobre didáctica de la lengua. Actualmente tra­ baja sobre la aplicación de la lingüística textual a la enseñanza. LLUÍS QUINTANA TRIAS es profesor del Dpto. de Filología Catalana déla E. U. de F. P. de E. G. B. de la U. A. B. Ha sido docente en actividades de formación del profesorado, ha participado en la elabo­ ración de libros de texto para Secundaria y es autor de diversos artículos sobre literatura y sobre didáctica de la lengua y de la literatura. Actualmente se interesa por la aplicación de la lingüistica textual a la enseñanza y realiza un trabajo de in­ vestigación sobre la crítica literaria de principios de siglo en Barcelona. # « . . . todo ei trabajo que se realiza en dicha Etapa (12-16 anos) dirigido a reflexionar sobre la lenguay a sum inistrar recursos lingüísticos debe estaren función de lam ejorade la práctica lingüistica, pero si no se reflexiona sobre la lengua y no se ofrecen nuevos recursos a los escolares, difícilm ente accederán a los niveles del discurso que suponen la narración, la argumentación, la explicación o la descripción, entre otros. En este libro se ofrecen modelos concretos de análisis de textos que presuponen reflexión lingüística y aportación de recursos implicados en la mejora del uso de la lengua. De hecho, existen muy pocos libros en los que, desde el análisis del discurso, se ofrezcan modelos de análisis con un tratam iento didáctico que ayude a la mejora de la competencia comunicativa de los alumnos. Sin embargo, el acierto no es sólo la existencia de un texto que abogue por esta línea, sino también la rigurosidad con quese trata el tema. Los autores muestran conocer con detalle las distintas corrientes lingüísticas que animan el estudio del discurso y son capaces de traducir dicho conocim iento en propuestas didácticas concretas, Ciertamente, el libro se centra fundam entalm ente en el desarrollo de la competencia escrita, aunque muchas de sus sugerencias son también traducibles al ámbito de la lengua oral. De hecho, más que un manual sobre análisis de textos, el libro muestra cómo se puede utilizar e¡ conocim iento lingüístico para incitar la reflexión sobre el lenguajey, através de numerosos ejemplos, resulta un instrum ento enormemente útil para iniciarse en el análisis y e! tratam iento didáctico tanto de textos escritos como orales. Por eso, estamos seguros que su publicación será de enorme utilidad para todos los enseñantes de lenguay literatura.» (Del prólogo. Ignasi Vila) C U A D E R N O S D E E D U C A C IÓ N quiere contribuir a l proceso de reflexión y debate sobre la educación escolar poniendo al alcance de todos los pro­ fesionales, y m uy especialm ente de los profesores, los trabajos que, p o r la novedad de sus propuestas, el rigor de su formulación y la pertinencia de su temática, pueden ser utilizados como instrumentos de cam bio y de in­ novación educativa, La colección está abierta a todas las áreas y niveles de la educación escolar y pretende situarse en ese espacio intermedio en­ tre la reflexión y la acción -entre lo que se hace o se propone h acer en el aula y e l cuestionam iento del por qué. para qué y cómo se hace o se pro­ pone hacer- que constituye, sin lugar a dudas, un eslabón decisivo en la formación inicial y perm anente d e l profesorado.