CUADERNOS
DE EDUCACIÓN
Eduardo Aznar, Anna Cros,
Lluís Quintana
COHERENCIA
TEXTUAL
Y LECTURA
ice
/ HORSORl
ÍNDICE
PRÓLOGO ...............................................................................................
INTRODUCCIÓN ..............................................................................
PRIMERA PARTE: CONCEPTOS GENERALES
I COMPETENCIA COM UNICATIVA ...................................
Enunciado, enunciador, destinatario, enunciación ................
Situación, contexto y cote.xto ........................................................
Acto de habla ...................................-.......................................*.........
Significado y sentido (e interpretación).....................................
Polifonía enunciativa.........................................................................
Coherencia textual ........................................................................
II MECANISMOS DE COHERENCIA ....................................
Mecanismos de repetición ...............................................................
1. La d e ix is ...........................................................................................
2. La anáfora ......................................
,..................
3. La definización ................................................................
4. La elipsis ............................
5. La substitución léxica ....................................................
Mecanismos de conexión .........
Mecanismos de progresión .............................................................
Im plícitos........................................................
Polifonía enunciativa, registros y variedades ...........................
Tipología textual .................................................................................
1. El texto narrativo ............................................
1.1. La estructura de la narración ...........
1.2. La polifonía del texto narrativo ....................................
1.3. Los modos del discurso ...................................................
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1.4. La focalización.........................
1.5. El orden temporal de la narración. Historia y trama
2. El texto expositivo .....................................................................
2.1. La estructura del texto expositivo .................................
2.2. El texto de instrucción
..................................
2.3. El texto argumentativo
............................................
3. El texto descriptivo ....................................................................
3.1. La estructura del texto descriptivo ...............................
4. El texto conversacional ......
4.1. La estructura de la conversación...................................
Anexo 1.“ Parte. Notas ampliación ..................................................
SEGUNDA PARTE: ANALISIS DE LOS TEXTOS Y
PREGUNTAS DE CONTROL
TEXTOS ANALIZADOS
Criterios de selección ............................................................................
Los textos ..............................
El análisis ....................................................................................................
Las preguntas de control. Objetivos .............
Anexo 2.' Parte. Notas ampliación ....................................................
San Salvador ...............................................................................................
Análisis ................................................
Preguntas de control .....
Sucesos: La micción de unobrero .....................................................
Análisis .........................
Preguntas de control ................................................
La audacia de los bandoleros ............................................................
Análisis ...............................................................................................
Preguntas de control .....................................................................
Ensayos ...................
Análisis ...............................................................................................
Preguntas de control .................................................
¿Qué hacer con los bosques quemados? ........................................
Análisis ...............................................................................................
Preguntas de control ....................
Arado ............................................................................................................
Análisis ...............................................................................................
Preguntas de control .....................................................................
San Francisco ................... -......
Análisis .....................
Preguntas de control ..................................................
Pistas. El Santuario de la Fontcaida .................................................
Análisis
................................................
Preguntas de control ............................................
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ..........................................
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PRÓLOGO
El tratamiento de la lengua y la literatura en la Educación Secun
daria se ha centrado habitualmente en el estudio de los mecanismos
internos del lenguaje que proponían las distintas gramáticas y en el
repaso histórico, más o menos contextualizado, de los autores y gé
neros literarios. Sin embargo, este planteamiento se ha visto impo
tente en la m ayor parte de fos casos para desarrollar habilidades en
relación al código ora! y escrito. De hecho, ¡os alumnos se limitaban
a memorizar regias que se utilizaban mecánicamente en el análisis de!
lenguaje o características literarias ligadas a autores y fechas, sin que
fueran capaces de reconocer su pertinencia, bien para mejorar su pro
pio lenguaje, bien para seleccionar textos literarios.
El rechazo a este planteamiento ha conllevado igualmente otro
tipo de problemas. De una parte, un buen número de profesores y
profesoras, con buen criterio, señalaron que las habilidades implica
das en el uso del lengua)e se desarrollan desde su práctica. De la otra,
y en consonancia con !a ¡dea anterior, fue consolidándose una cierta
concepción espontaneísta en la que primaba el uso de las habilidades
lingüísticas sin que, a cambio, existieran intenciones educativas ex
plícitas dirigidas a mejorar dicha práctica. Así, se rechazaban las re
flexiones lingüísticas, se negaban los modelos en la práctica escrita,
el texto libre aparecía en muchos casos como la panacea, se jugaba
con ei concepto de creatividad sin que nadie supiera exactamente a
qué se refería, etc.
Afortunadamente, en los últimos años han surgido numerosas vo
ces que, sin reivindicar e! planteamiento anterior, han criticado du
ramente la concepción espontaneísta sobre la enseñanza de la lengua
y ¡a literatura. En general, se afirma que la práctica lingüística pre
supone una intención comunicativa y un receptor a quien comuni
cársela y, por tanto, ios hablantes empleamos !os recursos lingüísti
cos de acuerdo a nuestra intención y a las presuposiciones que reali
zamos en relación a su conocimiento por parte del interlocutor, ju s
tamente, el dominio de los recursos lingüísticos comporta una ma
yor o menor eficacia comunicativa. A la vez, desde este punco de vis
ta, más allá de las disquisiciones lingüísticas o filosóficas sobre las ca
pacidades de los humanos para aprender a hablar y a escribir, la ad
quisición del lenguaje es un aprendizaje social. La posibilidad de em
plear cada vez mejor (en el sentido de su eficacia comunicativa) los
recursos lingüísticos para entender, hablar, leer y escribir no crece de
la misma forma que a los pájaros les crecen las alas, sino que supone
aprendizajes específicos que sólo se pueden proveer socialmente. En
definitiva, la posibilidad de realizar discursos coherentes y cohesio
nados remite, de una parte, a la práctica lingüística y, de la otra, al
aprendizaje específico de mecanismos y recursos lingüísticos para me
jorarla.
Este planteamiento se ha visto apoyado en los últimos años por
los estudios en psicoiingüística sobre el desarrollo del lenguaje tar
dío. Diferentes autores han puesto de relieve que es distinto emplear
e! lenguaje en situaciones eontextualizadas en las que el sentido de lo
que se dice V lo que se escucha es fácilmente asimilable por las ca
racterísticas del contexto (conocimiento del tema, producciones an
teriores, mímica y gestos de los interlocutores, entonación y acentos
diversos en el habla, etc.) que en situaciones descontextualizadas en
las que el apoyo del contexto no está presente. A veces, esta distin
ción se ha asimilado con el código informal y el código formal. Sin
embargo, esta asimilación no hace justicia completamente a las cues
tiones que revelan los estudios sobre el desarrollo del lenguaje tar
dío. De hecho, la distinción más importante se refiere a la posibili
dad de establecer o no en el propio discurso relaciones signo-signo
y, por tanto, emplear recursos como, por ejemplo, la anáfora o el es
tilo indirecto. Estos estudios muestran que el dominio de las relacio
nes signo-signo se inician entre los 6-8 años y se consolidan a lo lar
go de los años de la Educación Secundaria Obligatoria (12-16 años).
Por eso, todo el trabajo que se realiza en dicha etapa dirigido a re
flexionar sobre la lengua y a suministrar recursos lingüísticos debe es
tar en función de la mejora de la práctica lingüistica, pero si no se
reflexiona sobre la le n g u a y n o s e ofrecen nuevos recursos a l o s e s
colares, difícilmente accederan a los niveles del discurso que suponen
la narración, la argumentación, la explicación o la descripción, entre
otros.
En este libro se defienden estas ideas y se ofrecen modelos con
cretos de análisis de textos que presuponen reflexión lingüística y
S
aportación de recursos implicados en !a mejora del uso de la lengua.
De hecho, existen m uy pocos libros en los que, desde el análisis del
discurso, se ofrezcan modelos de análisis con un tratamiento didác
tico que avude a la mejora de ¡a competencia comunicativa de los
alumnos. Sin embargo, el acierto no es sólo la existencia de un texto
que abogue por esta línea, sino también la rigurosidad con que se tra
ta el tema. Los autores muestran conocer con detalle las distintas
corrientes lingüísticas que animan el estudio del discurso y son ca
paces de traducir dicho conocimiento en propuestas didácticas con
cretas. Ciertamente, el libro se centra fundamentalmente en el de
sarrollo de la competencia escrita, aunque muchas de sus sugerencias
son también traducibles al ámbito de la lengua oral. De hecho, más
que un manual sobre análisis de textos, el libro muestra cómo se pue
de utilizar el conocimiento lingüístico para incitar la reflexión sobre
el lenguaje y , a través de numerosos ejemplos, resulta un instrumen
to enormemente útil para iniciarse en el análisis y el tratamiento di
dáctico tanto de textos escritos como orales. Por eso, estamos segu
ros que su publicación será de enorme utilidad para todos los ense
ñantes de lengua y literatura.
IGNASI VILA
Primera Parte: Conceptos generales
INTRODUCCIÓN
La mayor parte del trabajo lingüístico que se realiza en lo que ya
denominamos Secundaria y Bachillerato, tiene por objeto el lenguaje
escrito. Sin duda, esta preponderancia del escrito representaba una
anomalía y es posible que a partir de la reforma de las enseñanzas no
universitarias el lenguaje oral sea tratado de acuerdo con su capital
importancia. No obstante, los textos escritos seguirán siendo vehícu
lo de la transmisión de conocimientos, y el lenguaje escrito, objeto
de reflexión teórica, estudio, trabajo aplicativo, y del juego expresivo
y estético. Y en este sentido, el desarrollo de la competencia del alum
no para producir y comprender textos escritos de tipología e inten
ción comunicativa diversa continuará siendo preocupación central de
la labor lingüística en la Secundaria y el Bachillerato.
El trabajo que aquí ofrecemos va dirigido a los enseñantes de Se
cundaria y Bachillerato y a los formadores de formadores, con la pre
tensión de ofrecerles una herramienta para el trabajo de aspectos ca
pitales de la comprensión de los textos escritos, los aspectos relacio
nados con la coherencia. A lo largo de las páginas que siguen reali
zaremos un análisis de la coherencia de los textos, desde el punto
de vista de la denominada Lingüistica de! Texto, con la finalidad de
situar y tratar —para que el enseñante pueda, a su,vez, delimitar y
tratar— algunos aspectos de la comprensión textual. No trataremos
aquí los problemas específicos de la producción de textos.
La utilidad de un trabajo como el que nos hemos propuesto es
clara en muchos sentidos. De entrada, hemos de tener en cuenta que
desde la Lingüística Textual podemos formular y explicar fenómenos
de uso de la lengua que hasta ahora no eran trabajados de forma es-
pecííica en la clase. La reflexión lingüística se centraba, sobre todo,
en la sintaxis, en el léxico y la semántica, mientras que la construc
ción y ¡os lazos textuales no eran objeto de trabajo, o bien lo eran
de forma intuitiva, con escasa relevancia: en las correcciones de los
textos escritos por los alumnos se trataban aspectos como ios conec
tores, las anáforas, los registros lingüísticos o los mecanismos de subs
titución léxica, por citar algunos, aunque todo lo que tocaba al al
cance textual de los mismos era reservado al conocimiento empírico
e intuitivo; otros fenómenos, como los implícitos, la progresión, la
polifonía o los actos de habla no recibían ningún tipo de atención es
pecífica porque ni tan sólo tenían nombre en el código gramatical
que se aplicaba. Y si nos detenemos a pensar en lo que sucedía en el
terreno de la lectura y comprensión de textos, el efecto de intuición,
mezcla de criterios y falta de discriminación entre aspectos y niveles
textuales que hay que controlar y trabajar es aun más grande.
El hecho de adoptar la perspectiva de la Lingüística del Texto nos
permite, por otro lado, acercarnos al lenguaje sin perder de vista su
carácter comunicativo, no desligar el análisis de los textos de sus as
pectos de uso en contextos diversos y, por tanto, abordar eficazmen
te la coherencia de los textos, esa propiedad que hace que se convier
tan en legibles y comprensibles y sin la cual los textos, no son pro
piamente textos.
Uno de los problemas más importantes que hemos tenido que
afrontar a la hora de establecer el marco teórico del análisis es que
no existe un corpus único, completo y más o menos definitivo de ¡a
lingüística del texto, sino una diversidad de corrientes y de enfoques,
de conceptos y léxico teóricos, añadido al problema más general de
definición, de delimitación del ámbito de la lingüística textual y de
la pragmática. Ante esta situación, nuestra actitud ha sido la de con
vocar y conjugar perspectivas diversas, con el fin de asegurar un tra
tamiento más completo de los aspectos que analizamos.
Nuestro trabajo se estructura en tres grandes partes: la primera
es teórica, la segunda es de análisis de los textos, y la tercera, de pre
guntas para el control de la realización de los mecanismos de cohe
rencia por parte del lector.
En la primera parte, sin pretender confeccionar un manual ni pre
sentar una revisión crítica ni un estado de la cuestión, presentamos
V explicamos las herramientas teóricas del análisis que después usa
remos para enfrentarnos a los textos, las que corresponden a los con
ceptos fundamentales de la Lingüistica Textual: una explicación del
concepto de coherencia textual y la descripción, uno por uno, de los
principales mecanismos de coherencia que después analizaremos.
Añadiremos que la parte primera ha sido estructurada de cal modo
que las explicaciones básicas se acompañan de notas situadas en los
anexos —y marcadas con asterisco—, donde se ofrece información
suplementaria que amplía y ejemplifica la información dada en el tex
to básico. La lectura de estas ampliaciones es opcional.
En la segunda parte, o parte aplicativa, analizamos textos de ti
pología diversa, y señalamos un camino posible de aplicación de los
conceptos de la gramática textual a la comprensión de la coherencia
de los textos. De acuerdo con esto, uno de los ob]etivos de la parte
aplicativa es el de llamar la atención sobre lo útil que resulta la pers
pectiva textual, pues permite que el enseñante pueda tener una idea
más precisa de la dificultad de los textos que propone al alumno —sea
o no ésta una lectura instrumental— y, por tanto, que posea un cri
terio más sólido a la hora de seleccionar los textos.
En tercer lugar, y no como parte segregada, sino al final de cada
análisis, ofrecemos una batería de preguntas de control. No concebi
mos estas preguntas como un control global de la comprensión lec
tora, sino de la realización efectiva, por parte del lector, de las rela
ciones textuales que los mecanismos de coherencia describen.
I. COMPETENCIA COM UNICATIVA
«Com unicar», o «comunicarse» son términos que habitualmente,
e incluso de manera coloquial, reconocemos como equivalentes a ex
presiones como «ponerse en contacto» o a «un cierto tipo de inte
racción’» —específicamente el intercambio de información mediante
signos— o, por supuesto, a «entenderse» —un entendimiento que no
supone necesariamente coincidencia de opiniones o de proyectos en
tre los comunicantes. Así, cuando al respecto de dos personas deci
mos que se comunican, nos resultaría imposible imaginarlas en la ig
norancia recíproca, sin ningún tipo de vínculo entre sí o al margen
de cualquier tarea que las implique mutuamente.
Ahora bien, ni contacto, ni intercambio, ni implicación en tarea
común son condiciones suficientes para garantizar una comunicación
libre de, por ejemplo, el equívoco, el malentendido, la comunicación
«a medías» o cualquier otra disimetría en el intercambio entre dos hi
potéticos hablantes. Ante, tales casos, todos estaríamos de acuerdo en
que los hablantes no se han entendido y en que, sin duda, se da una
incomunicación más o menos relativa.
¿Qué condiciones deben darse, pues, para que podamos usar con
una cierta garantía el término «comunicación» al designar el inter
cambio producido entre las dos hipotéticas personas de nuestro ejem
plo?
De entrada, podemos pensar en condiciones relativas a la ausen
cia de lo que, en términos de la Teoría de la Comunicación, se de
nominan ruidos: perturbaciones en el canal por donde circula el men
saje, condicionantes psicofísicos tales como el cansancio que produ
ce un relajamiento de la atención, o condicionantes meramente psi
cológicos, como la influencia de la em patia.
Es también casi inmediata la consideración de que sin voluntad
de comunicarse, es decir, de cooperar para que el trueque ¡nformativo sea máximamente eficaz, no se llega al éxito comunicativo.
Finalmente, y dentro todavía de lo casi obvio, reconoceremos que
es condición necesaria que los individuos comprometidos en ei acto
comunicativo estén capacitados o, mejor aun, que posean capacida
des similares para la comunicación.
Detengámonos en las condiciones que liemos propuesto en últi
mo lugar. Que dos hablantes cooperan a ía comunicación es obser
vable en el hecho de que, por ejemplo, contribuyen ambos a identi
ficar claramente los referentes —las cosas de este o de cualquier otro
mundo posible o imaginado— de los que están hablando, de manera
que no pueda darse la incertidumbre dei «¿acaso estamos hablando
de lo mismo?»
La cooperación es patente también en la observación de las de
nominadas máximas conversacionales,1 aquellas que dan cuenta del
comportamiento de los hablantes tanto en orden a hacer sus contri
buciones informativamente claras, ordenadas, ni exhaustivas ni par
cas, y, por supuesto, verdaderas —o por lo menos honradas— como
en orden a discernir cuándo dichas contribuciones no poseen esas ca
racterísticas. Desde el punto de vista de !as capacidades, el dominio
de estas máximas forma parte de la que algunos autores denominan
Competencia R etórica y Pragm ática/
En la enumeración de las capacidades para la comunicación,
quizá la primera que debiéramos haber mencionado fuera la Com
petencia L in güistica. Dicha competencia designa !a capacidad
de los hablantes para producir y entender frases en su propia len
gua,
Supongamos un intercambio como el que sigue, producido entre
compañeros a la salida del trabajo:
«A —¿Tienes coche?
B —No te puedo llevar, no voy hacia casa.»
la C om p eten cia L ingüistica de B le capacita para comprender Ía
(L:') (Ver página 72) —ei significado— contenida en el
p ro p o sició n
L Para una explicación de las M áxim as C onversacionales y tam bién del P rincipio
de Cooper.U'ion, conceptos am bos de G rice, v para otros principios como el de C o r
tesía (P oliteness), ete„ de L eeeli, véase el a p añ ad o Im plícitos cu M ecan ism o s de C o
h eren cia v, eventualm ente, mus notas.
2.
K ei'brat-O recclitoni, C ., L ’im p lic ite . D icha autora no considera, sin em bargo,
los m encionados p rincipio s de la nota al pie I, ni otros como el de Interés, Ironía o
B urla, propuestos tam bién por Leech com o constituyentes de dicha com petencia. M ás
adelante, en este m ism o ap añ ad o , aparecerá la posición d i V.m Di|ls {La c ie n c ia d e l
tex to ) acerca de las estrategias retóricas.
enunciado —la intervención— de A , incluyendo su modalidad in
terrogativa.
Sin embargo, y a juzgar por su respuesta, B ha interpretado ade
más alguna otra proposición como quizás, te ru eg o q u e m e a co m p a
ñ es en tu co ch e. En cualquier caso, B interpreta que lo que A pre
tendía producir al enunciar «¿Tienes coche?» era ante todo un ruego.
Supongamos ahora que la misma frase es producida por cualquier
A en otro lugar, en otra situación, en definitiva, en otro contexto
—por ejemplo, en una conversación entre recién conocidos— y que
otro B cualquiera le responde:
«A —¿Tienes coche?
B —No, me lo prohíbe mi religión»
B sigue interpretando la misma proposición que en el caso ante
rior pero ahora sin ei añadido extra; es decir, B no ha visto en A nin
guna intención de ruego, y sí la de preguntar, por lo menos.
Como vemos, un mismo enunciado —«¿Tienes coche?«— puede
ser interpretado de manera distinta según el contexto en el que se da:
podemos decir que un enunciado a d q u iere sentidos distintos según
el contexto.
Los ejemplos puestos pretenden ilustrar la idea de que la Com
petencia Lingüística del hablante, definida como lo hemos hecho más
arriba, no es suficiente para explicar todo lo que los hablantes hacen
con el lenguaje al comunicarse. Observemos que en los intercambios
entre A y B, al lado de la proposiciones explícitas, B interpreta otras
que son sólo im plícitas3 —v. gr., te ru eg o q u e m e llev e s en tu c o
c h e — además de interpretar la acción de A de manera alternativa,
bien como un ruego, fundamentalmente, bien como una pregunta, en
el segundo caso. Por lo tanto es conveniente que, al lado de la Com
petencia Lingüística, consideremos la anteriormente mencionada
Competencia Pragm ática, el contenido de la cual ampliamos ahora
a la capacidad de los hablantes para dar cuenta de los sentidos explí
citos e implícitos de los enunciados, o de los Actos de Habla —rue
go, pregunta...— cumplidos por los hablantes en relación con los di
versos contextos en que aparecen.
Todavía deberíamos considerar la concurrencia de otros tipos de
competencias en la descripción de la comunicación humana. Pense
mos una vez más en los ejemplos puestos más arriba e intentemos ver
los y cirios escénicamente en nuestra imaginación: la gestualidad y
3.
Sobre las im plícitos se habla en el aparcado correspondiente dentro de M eca
nism os tle C o h e ren cia.
la entonación —un cierto tono, un encogimiento de hombros...—
pueden, en el primer ejemplo, suplir una disculpa verbal por parre de
B; mientras que en el segundo ejemplo, entonación y gesto pueden
obrar de indicador que coadyuve a marcar el carácter irónico de la
respuesta de B, sobre todo si el ingenio de A es romo y B lo sabe,
Esta competencia puede ser considerada en parte —por lo que hace
a la entonación, sobre todo— como constitutiva de la propia Com
petencia Lingüística, y en parte como una diferenciada Competencia
Paralingüística.
Pero esto no !o es todo. En el acto comunicativo interviene tam
bién y de forma decisiva e! conjunto de conocimientos que el hablan
te posee —Conocimiento del Mundo o Competencia Enciclopédi
ca— organizado en los denominados Marcos (2!í). Volviendo a los
ejemplos citados, A nunca entenderá el carácter absurdo de la res
puesta de B —no interpretará, por lo raneo, la ironía-— en «No, me
lo prohíbe mi religión» si su conocimiento dei mundo 110 le indica
que es altamente improbable que existan religiones contrarias a los
automóviles.
El Conocimiento del Mundo, siempre que éste sea en algún gra
do compartido por los hablantes, les libera de ser exhaustivos en la
transmisión de información —v. gr. si decimos «se sentaron a la
mesa» nuestro conocimiento del mareo nos ahorra la especificación
de que «se sentaron en sillas y alrededor de la mesa»— ; les permite
evitar equívocos y confusiones —v. gr. si A y B están hablando acer
ca de Pedro, es imprescindible que ambos conozcan a Pedro o, por
lo menos, que lo identifiquen con la misma persona— ; les permite,
finalmente, realizar numerosas inferencias como se verá en el espacio
dedicado a los implícitos dentro del apartado Mecanismos de Cohe
rencia.
Para acabar la enumeración de competencias podríamos conside
rar una Competencia Lógica (3':'), imprescindible para, por ejemplo,
completar los intercambios verbales que incluyen razonamientos que
uno de los interlocutores deja incompletos. No nos extendemos aho
ra en la ilustración de esta competencia puesto que hemos de volver
sobre ella también en el apartado Implícitos.
Cómo se articulan escás competencias que hasta aquí hemos visto
v cuál es el resultado de su actualización en la producción de enun
ciados son las cuestiones que abordaremos seguidamente, pero antes
de continuar se hace necesario que especifiquemos el sentido que es
tamos dando a algunos términos surgidos hasta aquí y otros que han
de surgir a continuación.
ENUNCIADO, ENUNCIADOR, DESTINATARIO,
ENUNCIACIÓN
La enunciación es el acto por el cual alguien, el enunciador, hace
efectiva una intención comunicativa a través de una producción ver
bal o enunciado, dirigida a algún otro u otros, destmatario/s, en un
iugar y un tiempo, una situación, determinados (4*).
TEXTO Y DISCURSO
Habitualmente asimilamos «texto» a «texto escrito». Sin embar
go, a partir de aquí la palabra «texto» tendrá para nosotros un valor
más amplio, el de unidad comunicativa tanto oral como escrita, Pues
to que la comunicación es inconcebible fuera de un contexto deter
minado, consideramos que los textos son conjuntos verbales que re
miten al contexto en que han sido producidos o, en términos equi
valentes, todo texto remite a su enunciación: nos comunicamos a tra
vés de textos(5=:').
En los trabajos de lingüística textual y pragmática es frecuente el
uso de la palabra «discurso» con un valor equivalente al de la palabra
«texto».
Por otro lado, «discurso» es palabra que se usa también en ei sen
tido de formación lingüística previa ai texto, donde aparecen ya or
ganizados ei que y el cómo, lo que se puede y/o debe decir en con
textos determinados: los discursos como organizaciones lingüisticas
de las ideologías del conjunto social. Al hablar de, por ejemplo, a n
cla je d iscu rsiv o , nos remitiremos a esta acepción (6:').
SITUACIÓN, CONTEXTO Y COTEXTO
La situación comprende todos los elementos que tienen relación
con la enunciación: enunciador, destinatario, tiempo y lugar. Para la
noción de contexto seguiremos a Van D ijk,4 el cual se lo representa
como una reducción teórica a todos aquellos elementos de la situa
ción que determinan sistemáticamente la estructura y la interpreta
ción de los textos: enunciador—destacando su intención comunica
tiva—, el destinatario, tiempo, lugar v lugar social. Por lu gar social
entenderemos, con Bronckart,3 instituciones, aparatos ideológicos,
espacios prácticos cotidianos.
4. V an D ijk, La c ie n c ia d e l tex to .
5. j.P . B m n ck art, I n te r a c ti o n , D is c a it r s S ig n ific a tic o n s .
El Cotexto (co-texto) es el conjunto lingüístico que rodea un ele
mento dado de un texto (7*).
ACTO DE HABLA
Gracias a la enunciación no sólo transmitimos información sino
que realizamos actos que sólo o preferentemente podemos realizar a
través del uso del lenguaje, como, por ejemplo prometer, amenazar,
preguntar, rogar, avisar, felicitar, aseverar, agradecer, aconsejar, etc,
etc. Todo enunciado, todo texto, cumple algún acto de habla y, muy
frecuentemente, más de uno. (Para una explicación de los diversos ti
pos de actos de habla, locutivos, ilocutivos y perlocurivos, prim iti
vos y derivados o indirectos véase ¡a nota 8;\)
SIGNIFICADO Y SENTIDO (E INTERPRETACIÓN)
Cuando nos refiramos a la interpretación de un texto, usaremos
el término «sentido». El sentido es el significado de las oraciones en
su ocurrencia enunciativa, es decir, el contenido significativo que les
otorgan efectivamente los hablantes al usarlas.
Reservaremos el término «significada» para aludir a la interpre
tación de las frases u oraciones, cuando éstas no constituyen un tex
to, es decir, consideradas al margen de su contexto de enunciación.
El sentido incluye la consideración del tipo de acto de habla que
se cumple en un texto determinado. Así, volviendo al ejemplo del
principio (A—«¿Tienes coche? / B— No te puedo llevar ...»), el sig
nificado, su contenido en cuanto frase y no en cuanto texto, sería la
proposición: (interrogación) tu t e n e r (p r e s e n t e ) c o c h e (singular)-, su
sentido, el contenido de la frase si atendemos al contexto salida d e l
trabajo, es, además de (inter. ) tu t e n e r (pres. ) c o c h e (sing. ), y como
veíamos más arriba, y o r o g a r (pres. ) tu a c o m p a ñ a r (pres. )...
Puesto que hasta aquí hemos sido generosos en el uso del térmi
no «interpretación», es ya quizás el momento de expresar de qué
modo entendemos el término. Por interpretación entenderemos la
hipótesis que el destinatario o el receptor realiza sobre el p r o y e c t o s e
m á n tico -p r a gm á tico (en palabras de Kerbrat-Orecchioni, op.cit.) del
enunciador. Una interpretación determinada será mejor o peor que
otra en virtud de la incorporación de m ayor o menor información tex
tual v contextúa!. Finalmente, debemos tener en cuenta que, en los
intercambios verbales, los hablantes se corrigen, se piden aclaracio
nes e intentan identificar con claridad los referentes de los que están
hablando; en definitiva, los hablantes intentan ponerse de acuerdo so
bre el sentido de lo que están diciéndose, a través de diversas estra
tegias como las que acabamos de mencionar: podemos decir que el
sentido es finalmente el resultado de una negociación entre los par
ticipantes.
POLIFONIA ENUNCIATIVA
Toda enunciación tiene un carácter radicalmente polifónico.1b Si
bien, desde la observación empírica, la enunciación es atribuida a un
solo sujeto, el enunciador, desde el análisis del acto comunicativo, po
demos considerar diversas categorías: sujeto hablante, locutor,
enunciador.
Hablaremos de sujeto hablante al considerar al enunciador des
de el punto de vista empírico, histórico, como ser del mundo, al mar
gen de la enunciación.
El locutor es el enunciador en tanto que responsable de la enun
ciación, ser que tiene existencia sólo dentro del texto, de la enuncia
ción y que se presenta en su seno como la primera persona, y o .
En cuanto al enunciador, éste representa una categoría corres
pondiente a aquellos seres que sin tener necesariamente una manifes
tación explícita en la enunciación, es decir, que pueden no tener una
atribución precisa de palabras, representan puntos de vista no atribuibles al locutor.
En el seno de la noción de locutor podemos distinguir también
entre el locutor como tal, responsable de la enunciación y locutor
como ser del mundo, tal como se presenta a si mismo dentro de la
enunciación, dentro del texto. Para ilustrar la diferencia entre ambos
supongamos el caso de una entrevista para la consecución de un pues
to de trabajo, donde se le pide al aspirante que exponga oralmente
sus méritos y curriculum: en tanro que habla de sí mismo (estudios,
experiencia, responsabilidades, habilidad e inteligencia) el locutor se
muestra en calidad de locutor como ser del mundo. El tono y la ca
dencia de su expresión, su gestualidad, el hecho de usar unas u otras
palabras, el énfasis en, y la selección de, unos u otros aspectos bio
gráficos, por ejemplo, constituyen la imagen del locutor como tal.
N i que decir tiene que para el sujeto hablante que pretende el pues
to es quiza decisivo el partido que pueda sacar de la enunciación el
locutor como tal, del cual es el referente (9*).
Una ve/, especificado el sentido de algunas de las nociones bási6.
Para el concepto de P olifonía enunciativa seguim os a O . D ucrot, y aunque eJ
autor hace referencia a este concepto en otras obras su yas, rem itirem os al lector a El
d e c i r y lo d ich o ,
cas que irán surgiendo alo largo del iibro, podemos recuperar el tema
de la competencia comunicativa donde lo habíamos dejado, y acer
carnos al concepto central de nuestro trabajo, el de la coherencia.
COHERENCIA TEXTUAL
Entendemos por competencia comunicativa la capacidad del ha
blante/oyente para producir y comprender textos. Ahora bien, en la
noción de texto-—en toda la extensión enunciativa de la palabra «tex
to»— tai como la hemos dado, no hemos hecho mención de una pro
piedad fundamental de los textos: la coherencia.
Diremos que un texto es coherente cuando muestra una relación
de conexión entre las unidades que lo constituyen y una relación de
adecuación entre el texto y el contexto, incluyendo la intención co
municativa del hablante.
Podemos distinguir, por lo tanto, dos aspectos de la coherencia:
co -tex tu a!,' cuando contemplamos la conexión de una unidad dada
con e] resto de las unidades anteriores y posteriores del texto, y con
textúa!, cuando contemplamos las conexiones entre texto y contex
to.
Respecto de la coherencia contextúa!, un caso ilustrativo puede
ser el propio de la ironía: es evidente que si digo: «¡U n día precio
so!» cuando está haciendo un día frío y desapacible, mi texto presen
ta a priori una clara incoherencia, del mismo modo que podría serlo
recitar la C anción d e l pirata de Espronceda —que es un texto per
fectamente coherente en sí mismo-tras haber pedido la pniabra en un
claustro académico. Ciertamente se trata de casos más que patentes
de incoherencia, pero justamente su extremismo nos es útil para ilus
trar mejor !o que sigue. Como decíamos más arriba, para juzgar la
coherencia de un texto es imprescindible tener en cuenta la intención
comunicativa del hablante.1* Así, en el primer caso, puedo juzgar el
texto como coherente, si entiendo que se trata de expresar irónica
mente —por antífrasis— mi queja por cuanto el estado del tiempo
no se adecúa a mis expectativas. En el segundo caso, el texto deviene
coherente si considero una intención critica y satírica respecto de ta
7. La palabra «c o h e sió n » es tam bién usada por los lin güistas — v .g r.H a llid ay y H asan— com o sinónim o de coherencia y , concretam ente, com o sinónim o de la coheren
cia co-te.\"tual- A lo largo del lib ro puede dcsli/.ársenos el term ino, y en tal caso equi
valdrá siem pre a coherencia textual.
8. Entenderem os qu e la in te n c ió n com unicati% 'a del h a b la n te e n u n c ia d o r se bace
patente en la interpretación que el los destinatario, s hace/n del texto , desde sus pro
pias com petencias com unicativas (pragm ática, lógica, conocim iento del m u n d o ...), y
en dependencia de los datos d el contesto. Para !a relación entre intención y actos de
habla, véase el apartado A cto s d e h a b la y sus notas.
les reuniones (quizá por su banalidad mal disimulada tras un ritual
envarado). Como vemos, no es suficiente el criterio de la a d ecu a ció n
para calibrar !a coherencia contextual, si ésta no incluye la intención
en el segundo ejemplo, podemos considerar que también se da un
caso de incoherencia co-textual en dos sentidos: a tenor de la inco
nexión entre la C an ción d e l pirata y el resto de mi intervención, (que
podemos suponer ésta: «M i acuerdo con el punto de vista aquí ex
presado es total, incluso, y sobre todo, si atendemos a que C on d iez
ca ñ on es p o r b a n d a...») y a tenor de la flagrante inconexión con las
intervenciones del resto de claustrales —«serias— , habida cuenta de
que el conjunto de intervenciones que se producen en un claustro
constituye también un texto.
Debemos considerar que la coherencia textual no es un término
absoluto: queremos decir que pueden darse —y de hecho es lo fre
cuente— textos parcialmente incoherentes.
Para definir la coherencia hemos usado el término «conexión».
Respecto de un texto son muchos los elementos que aseguran la co
nexión v muchos los aspectos de la misma que hay que tener en cuen
ta. Para analizar la coherencia de los textos, observaremos la inciden
cia y características de dichos aspectos y elementos, agrupados bajo
ei título genérico de M eca n ism os d e co h eren cia .
Los mecanismos de coherencia textual son numerosos y de diver
sa categoría. Partiendo de Charolies,9 proponemos una agrupación
modificada como la que sigue. Debemos advertir que si bien la pa
labra «mecanismo» no es en algunos casos, la más adecuada, la con
servamos en tanto nos proporciona un rótulo genérico en la tradi
ción del autor mencionado.
1. Mecanismos de repetición:
Anáfora
Substitución léxica
Elipsis
Deiimzactón
2. Mecanismos de Conexión:
Conectores
Puntuación
3.
Mecanismos de progresión:
Tema / rema
4.
Implícitos:
Implicaciones, presuposiciones, sobreentendidos, implicaturas conversacionales...
9. C h aro lles,
M., I n tr o d u c tio n
a u x p r a b lt m e s d e la c o b e r e n c e d e s tex tes.
5. Polifonía enunciativa. Registros y variedades lingüísticas.
6. Tipología textual.
A náfora, deixis (1C!;‘) y elipsis son casos particulares del fenóme
no de la referencia. La referencia, uno de los conceptos fundamen
tales de la semántica, es la relación que se produce entre las expre
siones de un texto y las entidades del mundo real; es un mecanismo
con el cual los hablantes indican, mediante una entidad lingüística,
de qué entidades están hablando. Estas entidades pueden ser objetos
o actos (una silla, subir a una montaña), pero también pueden ser as
pectos de nuestra vida interior {un sentimiento, una creencia). La
deixis es un tipo de referencia, concretamente la referencia de un ele
mento del texto con uno o vanos elementos de la situación [del acto
de enunciación]. Si somos consecuentes con esta definición, tenemos
que reconocer que dentro del cotexto no hay referencia, porque en
principio no consideramos que las palabras de un texto sean «enti
dades dei mundo rea!-, sino signos que nosotros usamos para repre
sentarlas. En una frase como « Pedro disimulaba pero ¿I era el culpa
ble», diríamos, en el lenguaje común, que «él» refiere a «Pedro», pero,
en rigor es más correcto decir que «él», a través de «Pedro», refiere
a una entidad exterior, que es la persona denominada Pedro. Por lo
tanto hemos de distinguir la referencia de la co-referencia, que se de
finirá como otro tipo de relación; la que se realiza entre expresiones
de diferentes partes del texto; propiamente dicho, un pronombre no
refiere, sino que co-refiere con su antecedente. La anáfora es un tipo
de co-referencia. Un pronombre puede tener un uso a la vez. deíctico
y anafórico, como veremos seguidamente. Lo que caracteriza a los
deicticos y a las anáforas no es la falta de sentido, que lo tienen, sino
la falta de una referencia estable. Es por esto que algunos autores
agrupan todos estos elementos bajo el epígrafe de «referencia relati
va» {a la situación, al co-texto...).
I.
La DEixis
La deixis es un fenómeno que indica cómo los elementos del con
texto (enunciador, destinatario, tiempo, lugar, lugar social) aparecen
en el texto, vistos siempre a través de la perspectiva del enunciador.
Estos elementos aparecen, se codifican, mediante signos lingüísticos,
como adverbios o pronombres o, incluso, algunos verbos. La deixis
nos permite, por lo tanto, ia localización y la identificación de las per
sonas, hechos, objetos... de qué habla el enunciador al relacionarlas
con el contexto.
Así, en la oración «Gjrona está a 100 Km de aquí», estoy especiíicando el lugar de la enunciación a través del adverbio «aquí», que
me indica que esta enunciación se ha hecho en un lugar que está en
un radio de 100 Km de Girona: en Barcelona, por e¡emp!o. F.n cam
bio. en «Girona está a 1QQ Km de Barcelona» nada me permite saber
el lugar de la enunciación, porque puedo haberla hecho en cualquier
lugar. De la misma manera, cuando digo «A luán le gustan esas flo
res», acompañado de un gesto que señala las llores, puedo identifi
carlas y localizarlas, porque me estoy refiriendo a unas flores que se
encuentran cerca del interlocutor, mientras que en - A Juan le gustan
las flores» no tengo íniormación alguna para localizarlas. En el poe
ma «A José María Palacio», A.Machado escribe una carta, fechada en
Baeza, a un amigo suyo que vive en Soria, donde antes había vivido
el poeta, y le comenta: «Por esos campanarios / ya habrán ido lle
gando las cigüeñas.» Se está refiriendo a los campanarios que el des
tinatario puede ver en Soria, y esto sólo lo podemos saber a través
del deictico (del uso deíctico del pronombre) «esos*. En ei lenguaje
oral, los demostrativos (<-este. ese, aquel..,’») son los deícticos prototípicos.10 Sin embargo, como va hemos dicho antes, muchos de los
elementos que tradicionahneme se consideran deícticos no sólo pue
den indicar la deixis; por eso tendríamos que hablar con más propie
dad de su uso deíctico.11 A través de mecanismos como el de la deixis
podemos determinar si el enunciador refiere a la situación y, en caso
positivo, cómo lo hace. Así, las expresiones que indican tiempo pue
den tener un uso deíctico (*Esta mañana no te he visto por clase»,
donde el adverbio hace referencia al momento de !a enunciación) o
bien no deíctico («Me gustan las mañanas de primavera», donde la
locución no indica cuando se produce la enunciación) (11*).) Este vín
culo de la enunciación con la situación (o la carencia de él) se llama
anclaje (o no anclaje); podemos distinguir varios tipos de anclaje,
avudados, entre otros elementos, por las deixis que podamos o no en
contrar.1’ Podemos hablar también del anclaje de un texto a un dis
curso, desde el momento en que todo texto remite a un discurso.
Tradicionalmente se distinguen tres tipos de deixis, según los ele
mentos de! contexto a que haga referencia: de persona, de lugar y de
tiempo (12*).
La deixis de persona codifica los roles de los participantes: el
enunciador, el destinatario y el que no es ni una cosa ni Otra y que
se manifiesta usualmente a través de la tercera persona.
La de lugar codifica la localización. La de tiempo, los puntos re
lativos al tiempo de la enunciación. En los tres casos, hay que recor
10. El térm ino deictico es e¡ qu e la gram ática griega usaba para ¡os dem ostrativos,
11. Pensem os com o ejem plo de usos no deícticos en aq uellos pronom bres qu e no
tienen rcJerem e, com o en «c argárselas», -tragarse* , o bien eí adverbio -a h o ra », en
-T ienes razón ; ahora, que eso no es todo».
12. Véase en el apartado tfe T ipología la propuesta de anclajes hecha por J ,P. B ron ckart (nota 17’*).
dar que se parce siempre desde el punto de vista del enunciador: el
lugar y el tiempo son los suyos, y si no es así se debe especificar.
Persona
elementos
deicticos
pronombres
(del enunciador)
(del destinatario)
(ni e., ni d.)
yo (y el paradigma de la primera persona)
tu (y el paradigma de la segunda persona)
él (y el paradigma de la tercera persona)
Lugar
elementos
deicticos
adverbios
demostrativos
loe.adverbiales
preposiciones
verbos
aquí, allá, izquierda, derecha
este, ese, aquel
este lado [deíctico de lugar 4- no deictico]
delante, detrás1-’
Tiempo
Es importante distinguir entre el momento en que se realiza la
enunciación (denominado tiempo de codificación o TC) y ei momen
to en que ei interlocutor la recibe (tiempo de recepción o TR). Así,
en una carta puedo leer «Ahora tomo el avión de vuelta», donde «aho
ra» indica el TC, mientras que en una receta de cocina puedo leer
«Ahora añada harina a la salsa» donde «ahora» corresponde al TR.
En estos casos, por lo tanto, el tiempo de la enunciación ya no es el
del enunciador.
13. U na preposición puede tener tam bién un uso no d eíctico, cuando nos referi
mos a un lu gar sim bólico, no relatj\o a la situación. Por ejem plo. en «el reo com pa
reció ante el ju ez», «ante'- puede no indicar una posición frontal respecto al juez, v
puede que incluso no h aya juez. «D erecha», «iz q u ie rd a», «d elan te», «d etrás» se en
tiende que se usan deictieam ente sólo cuando se aplican a objetos que n o tienen una
lateralidad o frontalidad específicas. A si. por ejem plo, «El crim inal lleva un tatu aje en
el brazo iz q u ie r d o ’: no tiene un uso d eíctico, porque su com prensión no precisa del
conocim iento de la situación. Es un m ensaje que puede ser d irigid o, por ejem plo, a
todas !as com isarías de policía sin am bigüedad posible. En cam bio, «la d e r e c h a del ca
m ino», precisa, para su com prensión, conocer la situación del enunciador, A lgunos o b
jetos se dotan de una lateralidad especifica para evitar precisam ente am bigüedades, por
ejem plo en la m arin ería: «proa/popn/babor,-estribor».
14. C o n un uso deíctico m ucho más pronunciado en castellano que en o tras len
guas (com o el in g lés, o el catalán).
elementos
deícticos
adverbios
loe.adverbiales
tiempos verbales
otras construcciones
ayer, hoy, mañana
este lunes, el mes próximo
como, comía, comeréls
el ex-ministro
Puede haber, finalmente, deícticos que afecten a otros aspectos de
la realidad, como «así».
2.
L a anáfora
La definición de anáfora, vista la que hemos dado para la co-refe
rencia, parece fácil; es un tipo de relación que se da entre dos elemen
tos de un mismo texto: uno, normalmente un sintagma nominal, que
podemos denominar antecedente, y otro, normalmente un pronombre,
que refiere a lo mismo que refiera el sintagma nominal (13::'). En el
ejemplo antes citado ''Pedro disimulaba pero él era el culpable». «Pe
dro» es el antecedente, «él», el pronombre que co-refiere con este SN:
ambos refieren a una entidad del mundo real, una persona denominada
Pedro. La relación del segundo con el primero es anafórica.
Un caso particular de relación anafórica es la que se da cuando el
antecedente aparece después del pronombre. Por ejemplo, en «Pode
mos encontrar dos problemas: el primero...», «dos» co-refiere con
«el primero» y es de prever que con otro elemento que puede ser «el
segundo». Esta relación de «dos» con «el primero» la denominamos
catafórica. A menudo, la catáfora va indicada por los dos puntos.
Por lo mismo que hemos dicho de la deixis, no podemos dar una
lista de pronombres anafóricos, porque la anáfora es sólo uno de los
usos posibles de los pronombres, como lo es la deixis. Por ejemplo,
antes hemos indicado «yo /nosotros» como deíctico característico del
interlocutor, pero también podemos encontrarlo como anáfora. En
«Al orador que nos tutea le miramos sorprendidos porque no recor
damos haber comido con él nunca» (R. Gómez de la Sema G r eg u e
rías), «nos» refiere catafóricamente con el sujeto elíptico de «mira
mos», y «él» refiere anafóricamente con el sujeto elíptico de «tutea».
En cambio, en el poema citado de A. Machado, «esos» sólo tiene un
uso deíctico (algo sorprendente en un texto escrito) porque en nin
gún otro lugar de poema se habla de los campanarios.
Hav un caso particular en el uso de los pronombres que escapa
a ¡a definición que hemos dado de anáfora, porque los dos elemen
15.
El uao deíctico de los nem pos verbales está m uy controvertido. Véase C ervoui, L 'é n o n c ia tio n , pá^. 39.
tos, el antecedente y el pronombre, no refieren a la misma «entidad
del mundo real» y no hay, por lo tanto, co-referencia. Es la que se
da entre los elementos subrayados en «A : Ya he recogido mis m a le
tas. B: Pues vo aún no las he visto», donde «las» significa lo mismo
que «mis maletas», pero la referencia no es idéntica, porque las m a
letas de ambos no son, verosímilmente, las mismas, La cosa se com
plica si digo «Se ha casado con la mujer de su vida. Yo aún no la he
encontrado», porque «la» difícilmente refiere a alguien. Considera
remos, de todas formas, estos usos como anafóricos.16
3.
L a d e f i n iz a c ió n
Un caso concreto de referencíalidad es la definización, el proceso
que permite que un SN sea definido o no y que se realiza mediante
el uso del artículo determinado o indeterminado. La teoría tradicio
nal indica que el artículo definido da una referencia al SN. hace que
el SN tenga referencia — o no, si el artículo es indefinido. Así, si de
cimos «Pedro ha ido a lavar ei coche», el artículo definido «el» indi
ca que hay una referencia a un coche concreto; si decimos «Pedro ha
ido a lavar un coche» no hay referencia. Actualmente esta teoría está
descartada, porque hay SN definidos que no tienen un referente,
como por ejemplo «Aún no ha encontrado a la mujer de su vida»,
dónde nada garantiza que esta mujer ai siquiera exista. Del mismo
modo, entre ios artículos indefinidos se hace la distinción enrre es
pecíficos (con referente) y no específicos (sin referente). Por ejemplo:
A: María se quiere casar con un ministro.
B: ¿Con cuál?
A l : Con Pérez.
A2: Le da igual, mientras sea ministro.
Si la respuesta es A l, «un» tiene referente: es un indefinido espe
cífico. Si la respuesta es A2, «un» no tiene referente: es un indefinido
no específico.
Por todo ello, quizá es preferible estudiar el artículo como un caso
de co-referencia que nos informa de cómo hay que entender al sin
tagma que caracteriza.58
16. Seguirem os la propuesta de G. R igau (G ra m á tica d e l d is c u r s ), pág. 91, que las
denom ina «anáforas de sen tid o » para d istin gu irlas de las anteriores, que serían
foras de referencia». Levinson indica que, en estos casos, el pronom bre refiere al SN
anterior m ediante una deixis te x tu a l,
17. Véase G. R igau (G ra m A tica d e l d isc u r s . pág. 291 y ss.) p a n estos ejem plos y
su discusión.
18. Y que no tiene p o rq u e ser un SN ; puede ser tam bién un verbo o una oración.
Para este punto, seguim os a W ein rich (L e n g u a je en te x to s , págs. 242 y ss.)
Visto así, podemos definir el artículo determinado como aquél que
caracteriza a un sintagma anafóricamente, y el indefinido, como aquél
que lo caracteriza catafóricamente. Efectivamente, el artículo determi
nado nos indica que hemos de buscar los elementos determinantes, coreierentes, en el texto precedente. El indeterminado, que hemos de se
guir leyendo (o escuchando) para saber cuál es su co-referente. En los
ejemplos anteriores, «el coche» co-refiere con otro mencionado previa
mente; «un ministro» no co-refiere con ningún elemento anterior: para
saber de qué ministro se habla, o si no se habla de ningún ministro en
especial, he de prestar atención a lo que sigue.
Esto tiene varias consecuencias para la coherencia. En lo que ata
ñe a la oposición tema-rema (véase el apartado 3), los elementos te
máticos, conocidos, se unen con el artículo definido. Los elementos
del rema, que llevan información nueva, se unen con el indefinido.
Así, en «Entró un hombre. El hombre, un viejo delgado y macilen
to...», hay un ¡uego entre los artículos determinados e indetermina
dos, que se van alternando según si la información es conocida o no.
Se han propuesto otras explicaciones para justificar esta alternan
cia determinado-indeterminado, una de las cuales es la «regla del mar
co»: en una descripción la presentación del marco se considera tema,
y los elementos que la componen, rema, mientras sea previsibles. Por
lo tanto, se habla de «una casa», que es la presentación del marco, y
los elementos que la componen son «el jardín, la puerta, los balco
nes»; puede haber, claro está, «un telescopio en el tejado». Muchos
títulos de novela no respetan estas explicaciones, para atraer así la
atención del lector: usan los artículos definidos para remitirlo a una
información previa inexistente.
4. L a
e l ip sis
La elipsis puede ser considerada un tipo de relación anafórica don
de se suprime uno de los dos co-referentes; sin embargo, gracias al con
texto, no es difícil saber de qué elemento se trata: diremos que es fá
cilmente recuperable. En «Juana baila tangos v Jorge, el cha-cha-cha»,
se ha omitido «baila» en la segunda oración, y se ha indicado la elipsis
mediante una coma, pero la recuperación no presenta ningún problema.
Quien mejor ha sistematizado este tipo de omisiones ha sido la
retórica tradicional, que, con criterios semánticos y gramaticales, dis
tingue entre la elipsis propiamente dicha, el zeugma y el asínde
ton^ 14;;')
Otras clasificaciones, basadas en criterios más sintácticos, distin
guen entre la elipsis del SN, del SV o de toda la oración.(15*)
La anáfora acostumbra a funcionar a través de pronombres; la
elipsis funciona con sintagmas de todo tipo: es por eso que algunos
autores consideran la elipsis un tipo de relación anafórica no prono
minal. Pero lo que .sobre todo la distingue de la anáfora es el hecho
de que la elipsis debe preservar la función gramatical del co-referente: es una restricción que la anáfora no tiene. Por ejemplo:
«Había una tenue ceniza enredada en la luz, sillas patas arri
ba sobre las mesas, el pringoso suelo sembrado de huesos
de aceitunas y serrín a medio barrer.»- (j. Marsé, Si te d icen
q u e caí)',
aquí percibimos la elisión de «había» porque la estructura sintáctica
se repite: se suprime el verbo y va cambiando el objeto directo «una
tenue ceniza / sillas / el pringoso suelo», y la elisión de «sembrado
de» por repetición del complemento «huesos / serrín».
Una anáfora, en cambio, no tiene porque mantener la misma fun
ción para los dos co-referentes. En el ejemplo citado antes «Pode
mos encontrar dos problemas, el primero es debido a...», «dos» for
ma parte de! SN con función de objeto directo, mientras que «el pri
mero» es sujeto.
Algunas lenguas, como el castellano, permiten la elisión del su|eto, que se puede recuperar con los pronombres personales tónicos
correspondientes a la persona del verbo. Es el co-texto el que indica
cuando esta elipsis es peligrosa a causa de las ambigüedades que pue
de ocasionar.
5.
L
a su bstitu c ió n
L txiC A
Los fenómenos de co-referencia que hasta ahora se han mostrado
afectaban a elementos morfo-sintácticos: un pronombre co-refería
con un sintagma, o bien un verbo se elidía pero se podía recuperar
porque co-refería con otro verbo. Ahora bien, puede haber también
una co-referencia entre elementos léxicos. Esta co-referencia, que se
ha denominado de forma muy general «cohesión o substitución léxi
ca», se manifiesta a base de reiteraciones de una palabra o pieza léxi
ca, bajo formas idénticas o, en todo caso, con rasgos coincidentes,
entendiendo por rasgo cada uno de los elementos que contribuyen a
definir esta pieza. Estas reiteraciones, cuando dos o mas piezas léxi
cas coinciden, se denominan repeticiones. Veámoslo en el siguiente
ejemplo:
«Lo que a las letras pide el humanista es un fin moral: a esto
va su interés. Y ese fin se concibe en un sentido dinámico,
de perfeccionamiento, de reforma interior. Nadie está deter
minado a ser bueno o a dejar de serlo por su puesto social,
por la herencia o por otras causas forzosas y externas. To
dos son libres de alcanzar progresivamente ese fin y, si son
conocidos, y, además fáciles de alcanzar los medios para lle
gar a él, se comprende la amplia propagación de ¡os ideales
de reforma que acontece en Europa cuando esas concepcio
nes alcanzan su madurez.» (J.A. Maravall, U topía y co n tra u
top ía en e l Q u ijote)
«Fin» es una palabra que se repite tres veces; la segunda y la tercera
vez, van unidas con una anáfora, «ese», a la primera. Pero el autor
se refiere indirectamente a ella una cuarta vez, cuando habla de «esas
concepciones» que co-refiere con «pedir un fin moral a las letras»:
se trata de una sinonim ia entre una palabra y una oración. Hay tam
bién sinonimia entre «perfeccionamiento» y «reforma interior»; y antonim ia en «ser bueno» y «dejar de serlo». Otras expresiones están
relacionadas entre sí; «su puesto social» y «la herencia», que no son
en principio sinónimas, están unidas por su dependencia de otro sin
tagma, «causas forzosas y externas», que las incluye: es su hiperónimo y ellas son hipónimas de ésta últim a.19 Entiéndase que estas pa
labras quizá no figurarán en un diccionario de sinónimos, puesto que
es precisamente el texto el que les da su carácter de palabras o sin
tagmas coherentes léxicamente.
Ni que decir tiene que la coherencia léxica depende también de
la comunidad preposicional y, sobre todo, de las presuposiciones da
das por el conocimiento del mundo: «duelo» y «blanco» son sinóni
mos en algunas culturas.
Un factor que determina la existencia o no de co-referencias léxi
cas lo da el marco. Así, elementos como «circulación, carruajes,
carros, pavimento» van comprendidos dentro del marco «calles»,
como «traqueteo» va comprendido dentro del marco «carro», y por
esto es coherente un texto como:
«[En una ciudad medieval] las calles solían verse muy con
curridas, pero se distinguían radicalmente de las nuestras en
lo escaso que era por ellas la circulación de carruajes. Los
carros de transporte no eran admitidos en la mayoría de las
calles, no sólo porque su estrechez no lo consentía, sino para
que con su traqueteo no estropeasen el pavimento.» (J. R u
bio, Vida esp a ñ ola en la ép oca gó tica )
19.
A lgu nos autores distinguen esta relación de la que se da entre nom bres especjficos y los que denom inan «nom bres generales», de un ám bito m ay o r que cualquier
otro hiperónim o. U n nom bre general sería po r ejem plo «p erso n a», que es aq u í hipa
rónim o de «h u m anista» o de «todos
Los conectores son signos que nos sirven para indicar de qué
manera las unidades de un texto se relacionan sistemáticamente
con el co-texto. Dicho de otra forma, los conectores sirven para es
pecificar el lazo entre lo que sigue y lo que precede dentro de un
texto.
La presencia de conectores no es la única que garantiza las co
nexiones dentro de un texto; también éstas pueden venir dadas por
el sentido y la sintaxis. Consideraremos la conectividad que se da no
sólo entre palabras, sino también entre secuencias y párrafos.
La Lógica, ocupada en discernir valores veritativos, distinguía un
número muy limitado de conectores (disyuntivos, coordinantes...}.
La gramática tradicional y la estructural de tipo oracional no reco
nocían una categoría específica para los conectores: los equivalentes
de los denominados coordinantes y subordinantes —fundamental
mente, conjunciones y locuciones—, a los que sólo se reconocía va
lores de tipo sintáctico y semántico.
Ahora bien, si observamos la oración:
«¡Vámonos ya, o es que no te das cuenta de la hora?»
vemos como el conector «o» no establece ninguna disyunción semán
tica entre dos proposiciones y que, por lo tanto, no conecta dos ora
ciones sino que más bien es un lazo entre una exhortación («¡Vámonos!») y una pregunta que indirectamente —sobreentendido que es
tarde— puede ser un aviso o incluso un reproche («;E s que no de
das cuenta de la hora?»). Es decir, en el ejemplo dado, «o» testimo
nia la conexión entre dos actos de habla.
Así, desde un punto de vista textual —punto de vista del uso, por
tanto— deberemos revisar los valores que las gramaticas oracionales
otorgaban a los conectores o explicar ciertos valores que no eran de
bidamente explicados, como:
1. «No me fastidies porque sabrás quien soy»
2. «Ha trabajado duramente y ha obtenido buenos resulta
dos»
3. «¡N o fui al cine, y dices que me gusta distraerme y per
der el tiempo!»
donde el «porque» de 1 no tiene ningún valor causal sino implicanvo; el «y » de 2 señala una relación de causa/efecto entre dos enun
ciaciones: y el «v» de 3 sirve para que la secuencia cambie hacia una
perspectiva argumentativa.
Por lo tanto el listado de elementos lingüísticos que entran en la
categoría de conectores ha de ser ampliado y la categoría que la gra
mática oracional conocía como conjunciones, reconsiderada.
Aunque no poseemos una clasificación definitiva20 y un listado
completo de los conectores, cuanto menos y de forma provisional po
demos considerar las categorías:
Conjunciones (coordinantes y subordinantes), Adverbios
(«no obstante», «probablemente»...), Locuciones adverbia
les o Frases nom inalizadas acompañadas de preposición
(«debido a», «como resultado de», «a pesar de»...) A djeti
vos num erales («prim ero»..,), Demarcativos («en primer
lugar», «en segundo»...), ciertas Interjecciones y Partículas
(«¿E h?», «M ira por donde!», «;D e acuerdo?»), también
Nombres, Adjetivos, Verbos, Sintagm as, Cláusulas («con
clusión», «alternativa», «consecuencia», «para finalizar»,
«podemos añadir que»,.,,).
La repetida aparición en los textos de determinadas clases de co
nectores es característica de los diversos tipos de texto, si bien no po
demos deducir de ello, sin más, una tipología. Podemos, pues, hablar
de la función de m arcadores tipológicos que realizan ios conectores,
aunque debamos hacerlo con toda precaución. Con todo, podemos
considerar que en los textos narrativos predominan los conectores
que denominamos temporales («entonces», «mañana», «al cabo de
un tiempo»), en los textos expositivos, los conectores lógicos («ya
que», «evidentemente», «no obstante», «para acabar»...) y , en los tex
tos descriptivos, los conectores espaciales («a la derecha», «delante»,
«detrás»...).
Consideraremos también que los signos de puntuación son ele
mentos de la clase co n ecto res.
20.
H a habido varios intentos clasificáronos com o el de Van D ijk (T ex to y c o n
t e x to ), aunque qu izás uno de los m ás com pletos sea el de H allid av y H asan en C o h e
sión ín E n glish , donde se establecen cuatro grandes categorías: A d itiv a, A d v e rsativ a ,
C a u sal y T em p o ral, entre las cuales pueden distinguirse usos sem ánticos y p ragm áti
cos según el conector sea e x te rn o — propio de aquellos de lo que se h a b k — o in te r
no —relacionado con la situación com unicativa de los habíanles/oyentes.
Cuando hablamos de !a progresión de un texto nos referimos al
hecho de que un texto avanza por la aportación de información cons
tantemente renovada.
Si observamos un texto como e! que sigue:
* [Ellos] empezaron a trabajar al despuntar el día. Cuando
caía la tarde (...) llegó el cartero. [El cartero] dejó la bicicle
ta arrimada a la casa y desde el otro lado de la alambrada
[el cartero] gritó con la mano en la boca: “Pedro Ferrer”.»
enseguida comprobamos que la progresión informativa
(sucintamente: tra b a jo d esd e q u e em p iez a el día > llegada,
d e l ca rtero > a rrim o d e la b icicleta a la casa > lla m a d a)
se apoya en ciertas repeticiones informativas de una oración a otra
(situ a ción tem p o ra l —«despuntar del día-— > situ a ción
tem p o ra l —«Cuando caía ia tarde». Y también: e l ca rtero
— «el cartero»— > e l ca rtero —de «[El cartero] dejó...»—
> e l ca rtero —de «[el cartero] gritó...»—)
las cuales hacen posible que ei texto progrese con seguridad, sin sal
tos ni vacíos informativos.
Así pues, podemos decir que todo texto manifiesta un equilibrio
constante dentro de su progresión entre !o conocido —repetición—
y lo desconocido o nuevo. A lo conocido lo denominaremos tema y
a lo nuevo, rema. Ambos concepto se manifiestan en toda oración
que forme parte de un texto.
Podemos distinguir tres tipos de progresión tem ática:
1. Lineal, cuando el rema (r) de una oración es el tema de
la siguiente: «Cuando caía la tarde llegó e l ca rtero (í). El ca r
tero (t) de|ó la bicicleta arrimada a la casa.»
2. De Tema constante, cuando el tema de una oración se
repite como tema de la siguiente o de las siguientes: « El ca r
tero (t) dejó la bicicleta arrimada a la casa. El ca rtero (t), aun
que, no llevaba puesta la gorra del uniforme, [el cartero] ex
hibía la flamante uniformidad de siempre.»
3. De Temas derivados, donde se da la presencia de un hipertema (ht), el cual se desglosa en diversos temas (el hipertema puede estar en posición temática o remática en la
primera oración): «No todas las regio n es (ht) padecieron por
igual ei empobrecimiento: V alencia (t) se benefició de la rui
na de Barcelona y Andalucía, v e l N orte (t) de ia de Castilla».
Se da rup tura tem ática cuando el tema de una oración no se pue
de encadenar ni de forma lineal ni constante al contexto precedente,
es decir, cuando se producen digresiones o interrupciones de cual
quier tipo en la cadena de progresión temática.
A veces el tema sólo aparece expresado en el título, y en el resto
del texto no se le menciona directamente.
IMPLICITOS
En cualquier texto es tan importante la información que el enun
ciado transmite directamente como k implícita; aquello que se ha de
nominado el d e cir sin d ecir.2' Supongamos el texto siguiente:
~EI marido de Luisa se lamentaba aquí mismo, delante mío,
de que el concierto del sábado pasado fue el más gris e inex
presivo,*
Es explícita la confidencia que alguien, designado por su paren
tesco con Luisa, hace al enunciador sobre la calidad comparada de
un concierto determinado. Y son implícitas, entre otras, las propo
siciones:
(a) Existe a ctu a lm en te un m a rid o d e Luisa.
(b) Luisa está casada.
(c) Existe un co n ju n to (Vtem p o ra d a ») a ctu a l d e co n cierto s
g rises e inex p resivos.
(d) El c o n c ie n o d e l sá b a d o fu e gris e inex p resivo.
(e) El m a rid o d e Luisa p ro d u jo un en u n cia d o.
(f) El e n u n cia d o r tien e ev id en cia d e q u e e l m a rid o d e Luisa
d ijo lo q u e dijo.
Si el texto continuase y más adelante apareciesen en boca del mis
mo enunciador afirmaciones como las que siguen:
«(i) Luisa considera que su situación de soltería es envidia
ble.»
o:
*>(ii) Todos los conciertos de la temporada han sido de gran
calidad.»
o:
“(iii) El marido de Luisa está fuera, en viaje de negocios,
desde hace semanas.»
el texto dejaría de ser coherente dada la flagrante contradicción entre
lo dicho explícitamente en las hipotéticas continuaciones o (i/ii/iii) y
21.
D ucrot, O ., D ir e e t n e p a s d ir e .
los implícitos del texto anterior. Y si las afirmaciones 1/11/111 fuesen
hechas por el interlocutor destinatario éstas comportarían lisa y lla
namente la descalificación del acto de habla del enunciador (i/iii) o
de la enunciación del marido de Luisa (ii).
La conclusión es inmediata, los implícitos determinan un marco,
en el sentido de que seleccionan los enunciados que eventualmente
pueden continuarlo.
Los implícitos son de muchos tipos. Ll implícito que hemos de
signado por (e) corresponde a las denominadas implicaciones, es de
cir, a aquellas inferencias posibles sólo si el enunciado de las que se
extraen es verdadero (si es cierto que el marido de luisa lam entó...,
es inferible que p r o d u jo un enuncia do).
Los designados por (a), {b), (c), (í¿), corresponden a las denomi
nadas presuposiciones, las cuales son reconocibles en virtud de que
se trata de proposiciones que se dejan inferir de las frases de un texto
aunque las transformemos positiva o negativamente. Así, tanto si ne
gamos («El marido de Luisa no se lamentaba de que el concierto del
sábado pasado fue el más gris y desafinado») como si interrogamos
(«¿Se lamentaba el marido de Luisa de que el concierto fue gris y de
safinado?»), (a), (b), (c), (id ) todavía son inferencias posibles, mien
tras que (e) y (j) ya no lo son (16:,t).
Ahora bien, las presuposiciones son sensibles tanto al co-texto
como al contexto.
Respecto del co-texto, supongamos el texto que sigue:
«No será Batman quien pueda sacarme de esta situación.»
que presupone: H ay a lgu ien q u e p u e d e sa ca rm e d e esta situación.
Ño obstante, esta presuposición desaparecería, si el texto comple
to fuese el siguiente:
«No será Batman quien pueda sacarme de esta situación, ni
podrá el Hombre Araña, ni Supermán, siquiera el Capitán
Trueno; de hecho, no hay nadie que pueda sacarme de este
mal paso.»
Por lo que respecta al contexto, por ejemplo por lo que toca al
conocimiento del mundo de los hablantes, podemos pensar que, si
bien podemos presuponer Vanesa le y ó su tesis del texto:
«Vanesa lo pasó muy mal antes de leer su tesis.»
el conocimiento del mundo que comparten los hablantes impediría
que se pudiese realizar la misma inferencia de:
«Vanesa se olvidó de hacer la inscripción antes de leer la te
sis.»
dado que e¡ conocimiento del mundo que comparten los hablantes
registra que para poder leer públicamente la tesis hace falta haberla
inscrito previamente.
Igualmente en relación con el conocimiento del mundo, éste per
mite la realización de inferencias presuposicionales, sobreentendidos
o implicaciones como la que sigue:
«Laia se ha sacado el carnet de conducir.»
de donde inferimos: Laia tien e m ás d e d iecio ch o años.
Este tipo de inferencias, dependientes del conocimiento del mun
do, del m arco, han sido denominadas praxeológicas,
Otro aspecto de las presuposiciones que es especialmente destacable en relación con la coherencia textual es el de permitir el enca
denamiento de las oraciones del texto, mcluso contribuyendo a su
progresión. Tomemos nuevamente el eiemplo de! principio, amplia
do como sigue:
«El marido de Luisa se lamentaba aquí mismo, delante mío,
de que el concierto del sábado pasado fue e! más gris e inex
presivo. La temporada anterior fue de mejor calidad, cier
tamente.»
Es evidente que el comentario sobre la falta de brillantez de la tem
porada musical ha sido coherente con el resto de texto gracias a la
presuposición que hemos señalado como c-—, que permite identificar
el tema de la segunda oración (La tem p ora d a a n terior) con el rema
de la primera (f u e e l m ás gris e in ex p resivo que presuponía ex iste una
temporada actual ...).
Otro tipo de inferencias que se desprenden de la consideración
de las enunciaciones —y no sólo de los enunciados, como en las pre
suposiciones e implicaciones— se han denominado sobreentendidos.
El sobreentendido se produce cuando el interlocutor se pregunta por
el sentido de la enunciación —? p o r q u é ha d ich o lo q u e ha d ich o
en e l con tex to d e term in a d o en e l q u e esta m os h a b la n d o? — del otro.
Este tipo de implícitos, si bien es decisivo para la coherencia, han
de ser constantemente contrastados con la información explícita y
con la información implícita que los hablantes van produciendo,
ya que, por su naturaleza son siempre susceptibles de ser imputa
dos al destinatario y negados por el enunciador, como ocurre por
ejemplo en:
«A— ¿Puedo hablar con el encargado?
B— H oy no he visto su coche.
A— Qué fastidio! No lo puedo ver, y el caso es que no
puedo volver otro día»
A— ha s o b re e n te n d id o que la respuesta de B— tenía el sentido
—y la fuerza ilocutiva— de una denegación. Ahora bien, B— puede
negar el sobreentendido de A— :
«A— ¿Puedo hablar con el encargado?
B— Hoy no he visto su coche.
A— Qué fastidio! No lo puedo ver, y el caso es que no
puedo volver otro día.
B— Yo no le he dicho que no pueda verlo ni que vuelva
otro día. Espere aquí un momento...»
Otra forma posibíe de enfocar el origen de algunos sobreenten
didos sería desde ias denominadas Máxim as conversacionales (17*).
En c! ejemplo que acabamos de poner, dado que la respuesta de B
no ha sido afirmativa, A interpreta que ésta sólo puede tener el sen
tido de una negativa: a esta conclusión llega al considerar que la res
puesta de B h a ce a l caso —es decir, que la aportación de B actualiza
la máxima que prescribe que ias aportaciones deben ser pertinentes—
o que nada indica ia posibilidad de que no sea así.
Para finalizar consideremos el ejemplo que sigue en que dos com
pañeros de trabajo, A v B, comentan de un tercero, Z, jerárquica
mente superior:
«A— Z se ha puesto a dar órdenes sin sentido y una detrás
de otra.
B— Estaría de mal humor, y ya sabes que !e gusta dejar cla
ro quien manda.»
donde la interpretación que hace B de lo que implícitamente dice A
patentiza lo que se ha denominado presuposición pragm ática: dar
órdenes por dar órdenes como medio de afirmar la autoridad —caso
del ejemplo—, ir deiando caer alguna cita de autor clásico en la con
versación para tmplicitar que se es culto, etc.
En ei mismo ejemplo B realiza otro tipo de inferencia (b o y Z es
taba m a lh u m ora d o) que depende tanto de! conocimiento que del in
dividuo Z tienen A y B —conocimiento com partido— como de la
aplicación de lo que más arriba (véase el apartado C om p eten cia c o
m u n ica tiva ) denominábamos competencia lógica. Dicha competen
cia se actualiza cuando recomponemos o completamos un razona
miento incompleto, veámoslo:
I. 2 se m u estra a u torita rio siem p re q u e está m a lh u m ora d o
II. Z h o y se h a m ostra d o a u torita rio (inferencia de B reali
zada en calidad de implícito pragmático)
ergo H oy 2 esta b a m a lh u m ora d o (inferido por B de lo que
ha dicho A, gracias a la recomposición lógica del razona
miento con el im plícito I.).
POLIFONIA ENUNCIATIVA, REGISTROS Y VARIEDADES
(Sobre la polifonía enunciativa vease el apartado correspondiente
en C om p eten cia C om u n ica tiva .)
Los registros lingüísticos son formas características de utiliza
ción de la lengua que se vinculan a unas íunciones determinadas y
que se producen en unos contextos determinados.’ ’
La elección entre unos u otros registros está determinada por el
contexto en que se utilizan; es decir, el enunciador, según el lugar so
cial donde se produce la enunciación, según la intención con la que
la produce, etc.,:j escogerá el registro —la forma de uso de la len
gua— que le parezca adecuado (si la enunciación es una petición de
dinero, por ejemplo, el enunciador seguramente preferirá formas de
uso de la lengua distintas según si el destinatario es un viejo amigo,
el director de su empresa., un banco...).
Estas formas de uso de la lengua tienen unas constantes lingüís
ticas v pragmáticas que suelen ser convencionales; de este modo pue
de hablarse de registros científicos, literarios, coloquiales... v puede
considerarse que la elección de un registro es adecuada o no al con
texto (seguramente consideraremos inadecuado enviar una instancia
a un amigo para pedirle dinero o utilizar un tono m uy coloquial y
familiar para pedir dinero a una persona que ocupa un cargo supe
rior al nuestro).
Así como las variedades dialectales (geográficas, sociales, históri
cas) no son controlables para la inmensa mayoría de los hablantes,
puesto que su movilidad social y geográfica es escasa, no sucede lo
mismo en el caso de los registros:1a variedad de situaciones en. que
se encuentra el hablante es muy amplia y , aunque es raro encontrar
un hablante pluridialectal, los hablantes competentes de una lengua
dominan diversos registros lingüísticos y saben adecuarlos a las dis
tintas situaciones comunicativas.
Consideramos que ia adecuación de! registro lingüístico al con
texto de producción de un texto es un mecanismo de coherencia tex
tual.
22. V an D ijk (La c ie n c ia d e l t e x t o ) habla de coherencia estilística al referirse a la
adecuación de los registros lin gü ísticos de los textos a ia situación.
23. I. M ari ( R e g is t r e s i v u n e t a t s d e la M en gu a ) considera que h ay cuatro factores
contextúales que determ inan la elección S e un registro: ei tem a que se trata (m ás ge
neral o m ás especifico), el canal de com unicación (oral o escrito), el grado de form a
lid ad y U intención.
TIPOLOGÍA TEXTUAL
Disciplinas diversas, con criterios e intenciones diferentes y en di
ferentes épocas, se han ocupado del estudio de la clasificación de los
textos en tipos. La literatura y la retórica, por ejemplo, utilizan ge
neralmente el término «género» y se basan en criterios formales y de
contenido; algunas tendencias lingüísticas se interesan más por las es
tructuras internas de los textos y se fi]an en el texto como producto,
otras parten de la situación comunicativa donde se producen los tex
tos y se centran en su proceso de producción...
La existencia de estas diversas ópticas en el estudio de este tema
dificulta la posibilidad de establecer una clasificación única, de carác
ter universal y cuestiona, incluso, la necesidad de hacer una clasifi
cación finita de los tipos de texto.
De todos modos, en este apartado proponemos una clasificación
limitada de los tipos de texto de cara a la operatividad que ello
supone en la enseñanza. Consideramos como un mecanismo de
coherencia el reconocimiento de los textos como pertenecientes a
un tipo.
Los contextos de producción son muy distintos: los textos pue
den ser producidos por diferentes enunciadores, que se dirigen a di
ferentes destinatarios, p r e s e n t e s o no e n el momento de la enuncia
ción, con intenciones diversas... La multiplicidad de situaciones de
producción supone la existencia de una gran diversidad de formas de
conexión entre las unidades de los textos y , por io tanto, la posibi
lidad de producir textos heterogéneos. De todas maneras y, pese a
esta aparente heterogeneidad, los hablantes reconocen los textos en
tanto que pertenecientes a tipos y esto permite agruparlos alrededor
de unos esquemas o estructuras textuales globales, que comparten ca
racterísticas de tipo contextual y cotextual (registros lingüísticos, con
venciones tipográficas y formales si se trata de un texto escrito, tipo
de conectores y de progresión temática, etc.).
Llamamos, pues, tipo de texto (o superestructura textual) a cada
uno de estos esquemas, que agrupan textos diferentes pero que po
seen unas características globales comunes. Distinguimos entre supe
restructura, que se refiere a la forma de un texto, y m acroestructura
sem ántica, que se refiere a su contenido (podemos considerar, por
ejemplo, que una narración de sucesos aparecida en un periódico, una
explicación de un hecho cotidiano y un cuento infantil pertenecen a
un mismo tipo de texto —texto narrativo o superestructura narrati
va— a pesar de sus aparentes diferencias, porque poseen la misma es
tructura global: se organizan alrededor de un esquema básico: marco
/ complicación / resolución, desarrollan la historia a partir de conec-
tores temporales y lógicos...) El contenido semántico global de cada
uno de estos textos constituiría su macroestructura).
Los hablantes que poseen competencia textual tienen interioriza
dos unos esquemas conceptuales para cada tipo de texto y elaboran
y reconocen los textos en función de esos esquemas. El receptor de
un texto, por ejemplo, adopta una determinada actitud ante el tipo
de texto que oye o lee y esto favorece su comprensión, puesto que
crea unas expectativas sobre lo que es probable que aparezca en el tex
to (al leer u oír una narración, por ejemplo, el receptor crea unas ex
pectativas diferentes que ante un texto expositivo).
Clasificamos los textos en cuatro tipos:
Narrativo
Expositivo
Descriptivo
Conversacional
Esta clasificación, tal como veremos más adelante, tiene en cuen
ta tanto los aspectos co-textuales (estructura del texto, tipo de co
nexión entre sus unidades, marcas lingüísticas caracterizadoras de
cada tipo de texto) como los c o n textú ales (en u n c ia d o r, d estin ata rio ,
intención, lugar social). (18*')
1.
E l te x to n a rra tiv o
El texto narrativo es quizás el tipo de texto que ha sido más estu
diado, puesto que ha sido uno de ¡os centros de interés tanto de los
estudios literarios como de los lingüísticos. Aquí hablaremos de las ca
racterísticas más generales, escogeremos las propuestas que nos parecen
más válidas para aplicar en la enseñanza y nos referiremos, sobre todo,
a las narraciones escritas. Hablaremos de la estructura de la narración
y, en relación con ella, de la polifonía del texto narrativo, de los modos
de discurso, de la localización y de su ordenación temporal.
En primer lugar, definimos el texto narrativo como aquel que sue
le explicar la concurrencia de una serie de sucesos referidos a perso
nas, que se distribuyen en un período de tiempo y que están relacio
nados por conectores predominantemente temporales.
En tanto que acto de habla, consiste en explicar una historia ( dis
tinto de, por ejemplo, mostrar como es un objeto) y su fuerza ilocutiva variará según la intención con la que se produzca este enun
ciado: entretener, informar, argumentar, etc.
Consideramos narraciones diversas clases de textos: el artículo de
periódico, la novela, el cuento, la narración, la narración histórica, la
parábola, el cómic, el cine... Estos textos son aparentemente muy dis
cincos: algunos siempre utilizan el código oral y otros siempre el es
crito; se estudian generalmente desde disciplinas diferentes: la litera
tura, la lingüística, la ciencia de la imagen... pero los agrupamos den
tro del mismo tipo de texto porque todos tienen una relación similar
respecto del contexto donde se producen: no están en relación inme
diata con el contexto, no están anclados en él (pueden referirse a una
situación comunicativa, anterior, contemporánea o posterior a la del
momento de producción, esta situación puede ser real o imaginada,
no exige la intervención del interlocutor...); en todos estos textos es
importante la ordenación temporal de los hechos y la relación de cau
sa/consecuencia que los conecta; son textos que evidencian especial
mente su polifonía (la concurrencia de diferentes voces)... Es decir,
todos pueden adaptarse a una misma estructura textual.
1.1. La estru ctu ra d e la n a rra ció n
Generalmente, las narraciones pueden dividirse en las siguientes paites:
1. Marco:
Expone el contexto donde se producen los hechos (presentación
de los personajes y do la situación, relato de sucesos anteriores, si
tuación en el espacio y el tiempo...). Suele aparecer en el inicio de la
narración o en los pasajes descriptivos de ]a complicación, en la ex
plicación de sucesos secundarios... También puede ser implícito.
2. Complicación:
Conjunto de sucesos que provocan un conflicto y suponen una
transformación de la situación inicial y de los personajes a través de
una serie de acciones. Constituye el núcleo de la narración y, por lo
tanto, es indispensable que sea explícita en el texto.
3. Resolución:
Resolución de los conflictos: retorno a una situación de equili
brio. Debe ser también una categoría explícita. Incluida dentro de la
resolución o aparte, se puede encontrar una moraleja. A veces, esta
moraleja es explícita, se desprende de la propia narración, pero m u
chas veces es implícita y tiene, pues, un carácter pragmático. (19:")
En las narraciones cortas, esta estructura puede constituir toda la
narración, pero en las narraciones más largas (una novela o una pe
lícula, por ejemplo) este esquema es recursivo.
Veamos, para ejemplificar la explicación, la estructura del siguien
te cuento corto:
TRANSITO
En el momento de ia muerte el sacerdote intentó asis
tirlo y él, con un hilo de voz, le preguntó:
—Perdone reverendo: ¿qué garantías tengo?
—Todo depende de la voluntad que ponga de su par
te... — le contestó el sacerdote en un tono de voz alta
mente profesional.
El moribundo cerró los oíos, con una conformidad
que debería servir de ejemplo. Uno se fue y el otro se que
dó, ambos sumergidos en un mismo misterio.
(Pere Calders, Tot s’a p rofita .)
En este cuento el marco lo constituye el título: «Tránsito* y las
primeras palabras del cuento: «En el momento de la muerte...» El lec
tor infiere del título que el cuento hablará del paso de una vida a otra
de alguna persona justa o santa. La primera línea del cuento sitúa 1a
escena en ei momento de la extremaunción,
La complicación se desarrolla en pocas acciones: el sacerdote asis
te al moribundo, se entabla un diálogo entre estos dos personajes, el
moribundo muere. El moribundo es definido de un modo catafórico, puesto que en un inicio se hace referencia a él con el uso de pro
nombres: «asistirlo», «él», «su parte-*, «le», y finalmente aparece el
referente: «el moribundo».
Hallamos la resolución en las dos ultimas líneas: «uno se fue...»,
en forma de conclusión: uno muere y ei otro no.
1,2. La p o lifo n ía d e l tex to n a rr a tiv o : (véase más arriba P olifon ía en
C om p eten cia co m u n ica tiv a )
En las narraciones, igual que en los otros tipos de texto, se puede
reconocer e! carácter polifónico de toda enunciación. En estos tex
tos, la’ polifonía tiene una importancia especial, y en el texto narrati
vo literario, un funcionamiento complejo, por eso trataremos sepa
radamente el funcionamiento de la polifonía en los textos narrativos
no literarios y en los textos narrativos literarios.
Textos narrativos no literarios:
Veamos el funcionamiento de la polifonía a partir de la narración
de un suceso cotidiano:
«No debía ser muy temprano cuando salió de su casa,
porque siempre se le pegan las sábanas, y al ir a coger el
coche alguien había aparcado a su lado en doble rila. Em
pezó a darle a la bocina como un loco y al cabo de un
buen rato salió un menda del bar de enfrente diciendo
que no era para tanto, que era viajante y que estaba a lo
suyo, Tú ya sabes cómo es él, total que ni corto ni pere
zoso le empezó a gritar: «¡Com o no saque el coche de
ahí ahora mismo se va a enterar de con quién está hablan
do!» Total que si no llega a pasar por allí el guardia, aque
llo acaba mal. La gente cada día está más de los nervios.»
El del ejemplo es un texto que corresponde al relato oral de una
anécdota dirigido por alguien a otra persona (mencionada en el texto
con el Tu de «Tú ya sabes...») que está presente en un momento de
terminado, supongamos a la hora del bocadillo, en un lugar como
puede ser el de trabajo.
Las categorías polifónicas se verían reflejadas de la manera que a
continuación expondremos, Por un lado, la persona que relata a la
hora del bocadillo, considerada como tal persona del mundo, sería el
H qeto h a b la n te; el sujeto hablante, considerado desde el punto de vis
ta de su actividad enunciativa, seria un lo cu to r, que, caso de repre
sentarse en el enunciado, lo haría con un y o ; puesto que el enuncia
do es una narración, podemos denominar ai locutor narrador, sim
plemente. Por otro lado podemos hablar de un destinatario, el interlocutór del narrador, presente en !a narración —ei «tú» ya citado—,
en calidad de lo cual podemos denominar n arratarío. Además, ob
servamos que la voz del narrador no es la única que se oye: «como
no saque el coche de ahí.,.» no esta dicho por él, es la voz citada del
tercero del cual se habla. Aun podemos observar otras voces, asumi
das esta vez por el narrador, es decir sin atribución concreta de ex
presiones o palabras —sólo proposiciones—, cual es el caso de «que
no era para tanto, que era viajante y que estaba a lo suyo»: voz que
corresponde a la deí viajante. Tanto la voz del viajante como ía de)
tercero de quien se habla serían voces de en u n cia d o res particulares,
suscitadas o citadas por el narrador.
Podemos ver también que el narrador no sólo relata hechos sino
que también los evalúa («La gente cada vez está más de los nervios»),
es decir, se introduce explícitamente en su propio enunciado: tanto
el destinatario como los posibles oyentes pueden formarse una opi
nión de la forma de pensar de la persona que hace de narrador, opi
nión tanto más completa cuanto que además atienden a su posible gestualidad, los énfasis, la fluidez del relato, el registro de la lengua en
que tiene lugar, e incluso el tipo de anécdota que ha elegido para con
tar y el enfoque que le da. Si recordamos la distinción entre lo cu to r
co m o s er d e l m u n d o y lo cu to r co m o ta l, podemos atribuir a la prime
ra categoría la voz. evaluadora explícita y a la segunda los datos e in
ferencias restantes.
Textos narrativos literarios
El texto que nos acaba de servir de ejemplo estaba contextualizado en un lugar —trabajo— y un tiempo —hora del bocadillo— de
terminados. El narrador era claramente el locutor cuyo referente es
taba en esa persona que a la hora del bocadillo le cuenta a un com
pañero una anécdota.
Supongamos ahora que el texto del ejemplo es un fragmento de
un cuento o una novela —-si no es mucho suponer—, la primera pa
gina en concreto.
Veamos qué ocurre con las categorías antes mencionadas.
El su jeto h a b la n te, que suele ser designado con el nombre de au
tor, en tanto que realiza una enunciación —su escrito— se constitu
ye en lo cu to r, el y o responsable de su enunciación escrita. Suponga
mos que el autor está produciendo su escrito en su casa, a cualquier
hora de la noche, por ejemplo.
Ahora bien, y diferentemente a lo que ocurría con la narración
no novelística, aunque el escrito sea una narración, no podemos iden
tificar la voz narradora con la voz del autor locutor, ya que si así fue
se deberíamos suponer que el autor locutor fue testigo —tal como de
la narración se desprende, dado que no hay indicación contraria—
de la escena relatada y que su relato sucede en lugar distinto de su
casa a horas de la noche, etc., es decir, deberíamos suponer la no ficcionalidad del relato.
Diremos que en la narración de ficción, el locutor suscita otra voz
—ha elegido una mascara, como se expresa en metáfora habitual—,
la voz de un narrado r, la cual reproduce. La relación entre locutor
y narrador es similar a la que se da entre un citador (el locutor) y
alguien citado (narrador): el locutor no es el responsable det enun
ciado, sus proposiciones, no son las del enunciado, ni sus palabras,
ni sus expresiones, ni el y o es su y o ; se trata de las palabras c o n v o
ca d as —sin ningún tipo de «verblim dicendt» ni palabra alguna in
troductoria— de un narrador.
Hemos de tener en cuenta que, puesto que de ficción se tra
ta, el y lo citado son un narrador y un enunciado ficticios, es de
cir, que no han tenido ocurrencia más que en la imaginación del
autor.
El resto de categorías queda aiectado por ese carácter ficticio del
texto; así, el n arratario , e! lugar y el tiempo. Los deícticos que pue
dan aparecer en el texto remiten al contexto en que el narrador está
narrando (20*).
Por otro lado, en la narración se pueden suscitar, ya lo veíamos,
otras voces distintas a las del narrador, voces de en u n cia d o res que
ahora denominaremos personajes. Así, «como no saque...» está di
cho por ese personaje anónimo al que se le pegan las sábanas, tan fic
ticio como el propio narrador. El lugar y el tiempo en que el perso
naje se instituye como responsable —ficticio, insistimos— del enun
ciado —«como no saque...»— no se corresponden con el espaciotiempo en el que el narrador realiza su narración —están situados en
un pasado con respecto del relato. Concluyendo, hay que distinguir
tres contextos en toda narración ficticia: el del locutor (el autor pro
duciendo su obra), el ficticio imaginado del narrador y el ficticio tam
bién de los personajes enunciadores.
En la teoría narrativa es frecuente !a apelación a la figura del autor
implícito. Por autor implícito se entiende (seguimos a Reyes, G.,
op.cit.) una voz claramente diferenciada de la del narrador, por ejem
plo una voz que comenta al margen la narración v/o el conjunto de nor
mas. técnicas, elecciones y puntos de vista, estilo e ideología que los sus
tenta. Por lo expuesto, la categoría de autor implícito parece hasta cier
to punto asimilable a lo que en términos de Ducrot definíamos como
el locu tor com o ser d e l m u n do y el locu tor com o tal, con la salvedad de
que esa presencia del locutor dentro de la narración ficticia está some
tida a la voz de! narrador que es quien sostiene la narración: el autor
implícito sería pues una voz citada por el narrador.
Sólo queda por añadir que a la categoría de autor implícito corres
ponde simétricamente la de lector implícito, distinto del narratario
—-ese tu de la narración a quien se dirige el narrador. Respecto del
texto T ransito, por ejemplo, el lector implícito sería el lector de la iro
nía «antirreligiosa» del texto. (Para una ampliación véase la nota
(21*).)
1.3. Los m o d o s d e d iscu rso
En tanto que responsable de la manera de ordenar y explicar la
historia, el narrador organiza la manera cómo aparecen las voces en
la narración. De este modo, su voz puede asimilarse a la del perso
naje principal, a la de personajes secundarios o puede no coincidir
con la de ningún personaje; puede ser una voz «neutra*, situada fue
ra de los sucesos que se narran.
Además de su voz puede suscitar otras voces con las que no se
identilica, voces que pueden tener palabras precisas (las de los per
sonajes cuando hablan en discurso directo) o que no tienen palabras
precisas, sino que están más o menos mediatizadas por la del narra
dor (las voces de los personajes cuando hablan en discurso indirecto
o en discurso indirecto libre, o la voz del autor implícito). Como va
hemos dicho antes, llamamos en u n cia d ores a estas distintas voces que
puede suscitar el narrador.
En el discurso directo al cambio de enunciador le corresponde
un cambio de voz explícito. El enunciador habla con sus propias pa
labras:
«Juan dijo: —Esta noche me iré al teatro— ».
En los textos escritos, los cambios de voz están señalados por mar
cas tipográficas (guiones, entrecomillado) v, muchas veces, por un
«verbum dicendi» («dijo», ^afirmó», etc.).
En el discurso indirecto, al cambio de enunciador no le corres
ponde ningún cambio de voz explícito: el narrador incorpora una voz
dentro de la suya, que mediatiza la del enunciador. Este tipo de
discurso puede reproducir conceptualmente lo que dice el enun
ciador:
«Juan anuncio a su madre su ida al teatro»,
o bien reproducirlo más o menos miméticamente:
«Juan le dijo a su madre que estaba encantado porque aquella no
che se iba a ver una obra de teatro muy buena.»
El inicio del discurso indirecto siempre está señalado por un «ver
bum dicendi».
El discurso indirecto líbre es una forma intermedia entre la voz
del narrador y la del enunciador. El narrador introduce el discurso
de otro en el suyo propio y lo traslada a su situación enunciativa: la
primera persona se transforma en tercera, el presente en pasado. Pero
mantiene algunas características del discurso directo: el narrador res
peta las palabras —o al menos las proposiciones—. el registro y los
deícticos del enunciador:
«Juan quería ir al teatro. Era absolutamente necesario que encon
trara entradas. ¿Podría ir ahora a buscarlas? ;Se lo diría a Marta?
Quedarían allí mismo. No le gustaría esta obra v le daría la no
che...»
No pretende reproducir únicamente el sentido de aquello enun
ciado por el personaje (su proposición) sino también la forma en que
lo enunció (sus frases).
1.4. La fo c a liz a c ió n
El narrador, ademas de organizar las voces que aparecen en la
narración, presenta los sucesos desde una óptica determinada.
Presentamos tres tipos de focalización :J+
1. Focalización «por detrás de los personajes» (coincide con lo que
se considera «narrador omnisciente* y con el tipo de «narración
no focalizada», de Genette).
La «mirada» del narrador domina la historia y ios personajes; su
capacidad de maniobra y sus conocimientos son ilimitados. Co
noce los pensamientos más íntimos de los personajes, puede reve
lar al lector un detalle conocido por un solo personaje e ignorado
por los demás, anticipa lo que todavía no ha sucedido, puede es
tar presente en distintos sidos a la vez. puede opinar y dirigirse al
lector, etc.
2. Focalización «con los personaos» (coincide con lo que Genette lla
ma «focalización interna»).
La «mirada» del narrador queda restringida a lo que ve, sabe, pien
sa, un personaje. La realidad es presentada y filtrada al lector a tra
vés de los ojos del personaje. La focalizacion puede ser fija (en un
solo personaje), variable (en más de uno) o múltiple (es el caso de
las novelas epistolares, por ejemplo).
3. Focalización externa.
La «mirada^ del narrador se limita a registrar la realidad y e¡ com
portamiento de los personajes sin realizar ninguna interpretación.
La comprensión de la realidad descrita es, pues, limitada y frag
mentada (es una técnica cinematográfica utilizada en muchas no
velas policíacas y por algunos autores del «Nouveau Rom án».Un
claro ejemplo en nuestra literatura es el caso de El Ja ra m a , de R.
Sánchez Feriosio). Este tipo de focalización no es nunca exclusiva
en una narración.
1.5, El o rd e n tejn p o ra l d e la n a rra ción . H istoria y tram a
El narrador organiza también la trama de la narración: puede ex
plicar la historia siguiendo un orden cronológico progresivo, puede
subvertir ese orden o las relaciones de causa y consecuencia...
La narración se organiza, básicamente, a partir deí orden tempo
ral y lógico (la explicación de los sucesos suele seguir un orden ero24. Siguiendo G. G enette, F ig u res I II .
nológico y la historia progresa generalmence gracias a mecanismos de
causa y consecuencia). Esta ordenación queda marcada por los conectores de tipo temporal («un día», «antes», «tiempo después»,
«cuando».,.), de tipo lógico («así pues», «porque», «como resulta
do», «finalmente»...) y también por los tiempos verbales, aunque esta
idea iia sido m uy discutida.
Tanto los conectores como los tiempos verbales están relaciona
dos con Ja estructura de la narración; de este modo y por ¡o que res
pecta a los tiempos verbales, por ejemplo, observamos que en una
narración relatada en pasado, en el marco predominan los pretéritos
imperfectos y los pluscuamperfectos (sirven para describir la situa
ción y los personajes, los tiempos compuestos se usan para presentar
sucesos anteriores al tiempo de la narración), mientras que en la com
plicación y en la resolución predominan los pretéritos indefinidos
(que indican el desarrollo de las acciones).
La Ünealidad del lenguaje provoca discordancias temporales res
pecto del orden de sucesión de ¡a realidad (el lenguaje obliga al or
den sucesivo para narrar hechos que suceden al mismo tiempo, por
ejemplo). Pero, dejando aparte esta discordancia obligada, la narra
ción puede escoger distintas maneras para presentar los sucesos: pue
de producir anacronías, cuando explica los hechos de un modo retrospreccivo —analepsis— (partiendo del presente hacia el pasado) o
de un modo prospectivo —prolepsis— (partiendo del presente hacia
el futuro, avanzando sucesos que todavía no han ocurrido), puede
avanzar y retroceder en el tiempo, etc.
Esta ha sido la base de la distinción que ha hecho la literatura en
tre historia v tram a (o argumento y trama, según otros autores): la
historia es el conjunto de sucesos que constituye la narración y que
se presentan respetando el orden cronológico y causal; la trama es el
modo como aparece la historia en la narración (en la novela policía
ca muchas veces la historia empieza por el final; el juicio por un
crimen, por ejemplo. A partir de ahí y a base de «flash back* se re
construye la historia, se explica todo lo sucedido antes de este mo
mento).
En el apartado dedicado a Tipología Textual hemos considerado
que en las producciones reales no existen prácticamente tipos de tex
tos en estado «puro». En el texto narrativo, como en los demás, sue
len converger otros tipos de texto, además del narrativo: textos des
criptivos, conversacionales... (son los que se encuentran con más fre
cuencia). Es imprescindible que haya una base descriptiva en la narra
ción y es m uy frecuente ef uso de diálogos para favorecer la sensa
ción de realismo, de proximidad...
2.
E
l
Tl-X T O EXPOSITIVO
El texto expositivo incluye una gran diversidad de textos: defini
ciones, instrucciones, ensayos, tratados científicos, libros de texto, ar
tículos periodísticos, conferencias... que nuestro interés en ofrecer
una información generalizada al máximo nos ha hecho incluir dentro
de este tipo.
Estos textos, orales o escritos, comparten las características esen
ciales de !a misma estructura textual global. Aunque poseen unas ca
racterísticas pecuLiares que provoca que en ciervos momentos sea útil
diferenciarlos en textos expositivos propiamente dichos, textos argu
mentativos y textos de instrucción, la frontera entre elios es ambigua
y difícil de precisar.
Por lo que respecta a la oposición entre texto expositivo y texto
argumentativo, por ejemplo, podemos considerar en principio que la
argumentación tiene la intención de persuadir y utiliza para ello las
estrategias necesarias para modificar las creencias y las representacio
nes más que los conocimientos del destinatario. La exposición, en
cambio, tiene la intención de informar y utiliza las estrategias nece
sarias para ampliar los conocimientos del destinatario.
En los textos reales, sin embargo, esto no esta tan claro: un texto
expositivo casi siempre posee argumentación. Exponer frecuentemen
te consiste en dar una información y probarla; para probarla es ne
cesario utilizar estrategias argumentativas. La distinción entre infor
mar y hacer creer no es, por lo tanto, definida. También es frecuente
que un texto deliberadamente argumentativo contenga pasajes expo
sitivos para aumentar la persuasión con argumentos supuestamente
«objetivos», etc.
Si nos basamos en las características comunes de estos textos, po
demos definir el texto expositivo como aquel que informa sobre cual
quier tema a un destinatario del cual se presupone que tiene un co
nocimiento determinado —-nulo, pequeño o elevado— del tema, con
la intención de informarle o ampliar sus conocimientos, argumentar
o hacer cambiar sus creencias, o regular o planificar su actuación fu
tura. Este tipo de texto, al igual que el narrativo, no tiene una rela
ción inmediata con el contexto de producción.
Como acto de habla y según la fuerza ilocutiva que posean, estos
textos pueden explicar, argumentar, definir, etc. y su fuerza perlocutiva puede ser la de aumentar el conocimiento, convencer, modificar
el pensamiento o la actitud, etc.
Este tipo de texto se organiza a partir de las relaciones lógicas que
se establecen entre las unidades que lo constituyen, de modo que tie
ne la apariencia de un razonamiento que conduce de una premisa, la
problemática inicial, a una conclusión fina!, El orden de aparición de
las informaciones está programado según una encadenación de ante
cedente v consecuencia.
Es más difícil de producir y de comprender que el texto narrativo
porque su estructura textual no es tan estable como la de la narra
ción y porque da muclia información nueva, lo que obliga al lector/oyente a utilizar todos los recursos cognitivos. El texto narrativo apor
ta mucha menos información nueva, ya que habla de situaciones y
personajes de los cuales el destinatario ya suele saber cosas; es, por
lo tanto, más previsible que el expositivo y es más fácil hacer infe
rencias. En el texto expositivo, en cambio, no hay necesariamente una
referencia situacional ni unos personajes conocidos por el destinata
rio, sino una serie de elementos relacionados entre sí que éste debe
representarse en una estructura lógica. No hay tampoco (ni en el caso
de que se trate de un texto oral) un interlocutor que pueda regular
la conducción de la explicación.25
La información que aporta el texto expositivo se selecciona en
función del punto de vista des del que se aborda el tema, de la nece
sidad de realizar una explicación completa y exacta y de los conoci
mientos que se supone que tiene el destinatario. Esto supone que, en
el momento de producir o de comprender un texto de este tipo, sea
necesario reconocer la relevancia que adoptan algunos mecanismos
de coherencia de los textos: el conocimiento del mundo, dentro de
los mecanismos de presuposición, la progresión temática y, en el caso
del texto escrito, las formas supralingüísticas: títulos y subtítulos, va
riaciones tipográficas...
—- El conocimiento del inundo. (Remitimos al apartado «Cohe
sión, coherencia y situación»).
El productor de un texto expositivo se supone que tiene una cier
ta idea del tipo de conocimientos y de intereses del receptor (carac
terizados por la edad, el nivel de estudios, el contexto en que se re
cibirá el texto...). Por lo tanto, según el tipo de destinatario, selec
ciona la información y la expone de un modo u otro (utiliza térmi
nos más o menos técnicos/cien tíficos, supone que el receptor puede
hacer determinadas inferencias o no, aclara o ejemplifica determina
dos conceptos, etc.).
25, N os referim os, sobre codo a Los textos escritos, pero consideram os que en ia
exposición oral form a! — una conferencia, una clase m agistral...-— no se produce in
tercam bio entre productor y destinatario. El texto expositivo oral no es espontáneo y
tiene, en realidad, m uchas características propias del escrito (tipo de planificación y de
progresión tem ática, m arcadores lin güísticos, etc.).
— La progresión tematica.
El conocimiento del mundo esta estrechamente ligado a los me
canismos de progresión del texto (el texto debe renovar constante
mente la información). El equilibrio entre la información nueva que
aporta el texto (rema) y la relación establecida con la información
que ya se conoce (tema) es uno de los factores de coherencia deter
minantes en este tipo de textos.
Normalmente los textos expositivos se estructuran en diversos
párrafos distribuidos en función de la progresión temática (sea ésta
lineal, de tema constante o de temas derivados).
El párrafo funciona como una unidad temática dentro del texto,
con unas características demarcadoras específicas (conectares espacio-temporales, referentes anafóricos que remiten al tema del párrafo
anterior, conectores lógicos que determinan las etapas sucesivas de
una argumentación..,). Constituyen esta unidad una serie de frases en
cadenadas, reguladas por el doble movimiento de aportación v de
progresiva restricción de la interpretación, ya que cada frase prece
dente limita las posibilidades de interpretación de la siguiente para
preservar la coherencia del conjunto.
La estructuración de un texto en párrafos puede tener diversas
funciones: facilitar su lectura, por ejemplo, o programar la informa
ción (a la sucesión lineal de frases se superpone la articulación jerar
quizada en párrafos). La distribución de los párrafos generalmente se
realiza en función de la progresión temática.
— Las formas supralingüísticas.
Para comprender un texto expositivo es importante reconocer, a
través de los indicios lingüísticos y supralingüisticos, la jerarquía de
las unidades informativas que aparecen en él, la distinción entre las
informaciones principales y secundarias (amplificaciones, ejemplificaciones..,), etc. De ahí que en este tipo de texto (nos referimos al
texto escrito) sea especialmente importante el uso de títulos, subtítu
los, cambios tipográficos...
2.1, La estru ctu ra d e l tex to ex p o sitiv o
La estructura que proponemos para el texto expositivo, propia
mente dicho, es la división en las tres partes siguientes (que no deben
aparecer forzosamente en este orden):
1. Introducción (que puede incluir el marco —espacio,
tiempo—, la bibliografía, los objetivos o las hipótesis,.)
2. Desarrollo
3. Conclusión
Veamos el siguiente texto:
La p rim era gu er ra m u n d ia l (1914-1918)
(A) La primera guerra mundial estalló debido a la rivali
dad que existía entre los estados europeos a principios de siglo.
(B) Las causas de esta rivalidad eran diversas: el desarrollo
capitalista que exigía la búsqueda de nuevos mercados, ambi
ciones colonialistas que chocaban en la conquista y reparto de
Africa, el deseo de incremento territorial como premisa de paz
duradera, la particular situación de Austria— Hungría con
grupos étnicos distintos y a veces disconformes, la arrogancia
nacionalista estimulada desde el poder y favorecida por la
carrera de armamentos, el deseo alemán de terminar con la su
premacía militar inglesa y la política rusa en los Balcanes.
(C) El asesinato del heredero austríaco archiduque Fran
cisco Femando y su esposa en Sarajevo (28 junio, 1914} fue
la chispa inmediata que hizo estallar el polvorín de tantas ri
validades acumuladas. Austria acusó a Servia de tener res
ponsabilidad en el atentado, Alemania dio carta blanca a
Austria, Rusia apoyó a Servia... y el 28 de julio de 1914 Aus
tria declaró la guerra a Servia,
(D) Como resultado de estos sucesos Europa quedó di
vidida en estados beligerantes (Entente, Imperios centrales)
y neutrales. (...)
(E) Pensada como una guerra rápida, la primera guerra
mundial se prolongó cuatro años, provocó la revolución rusa
y desembocó, tras la intervención USA, en la victoria aliada.
(F) A consecuencia de la guerra el mapa de Europa su
frió una profunda transformación, los regímenes vencidos
fueran sustituidos por otros de corte democrático. Pero no
se acertó a solucionar en la paz lo que se había querido so
lucionar en la guerra.
{Atlas h istórico in te g ra l, Ed, Bibliograf, Barcelona, 1977)
Podemos considerar este texto como propiamente expositivo
puesto que tiene la intención de informar al destinatario sobre un
tema determinado, la primera guerra mundial, de un modo objetivo
(no nos interesa ahora discutir sobre la objetividad o no de la con
clusión). Es un texto dirigido a un destinatario adulto del que se su
pone que tiene bastantes conocimientos sobre la historia de Europa,
puesto que la información es muy concisa y hay muchos implícitos
(en la segunda línea se supone que «a principios de siglo» es el siglo
XX, por ejemplo; se supone que el destinatario conoce los aconteci-
miemos sucedidos en Africa durante esta época, se supone que co
noce el mapa de Europa, etc.).
El texto se estructura en tres partes: introducción (párrafo A), de
sarrollo (párrafos B,C,D,E) y conclusión (párrafo 1;).
Cada párrafo funciona como una unidad temática que, por un
lado, recupera el tema expuesto en ei párrafo anterior, es decir, actúa
como «Tema», y por otro lado hace progresar el texto aportando in
formación nueva, es decir, actúa como «rema». Los distintos párra
fos están relacionados entre sí por conectores de tipo lógico («como
resultado», «a consecuencia») de modo que la información se enca
dena mediante mecanismos de causa y consecuencia.
El primer párrafo tienen una función introductoria y explica por
que explotó la primera guerra mundial: «a causa de la rivalidad que
existía...». El tema de la guerra ocupa todo ei texto pero cada párrafo
aporta nueva información.
Veámoslo:
El tema de la rivalidad, iniciado en el primer párrafo, se recupera
en el siguiente (B), el cual aporta además una nueva información: las
causas de la rivalidad existente entre los paises europeos.
En el siguiente párrafo (C) se recupera aún el tema inicial ( ...«lúe
la chispa inmediata que hizo explotar el polvorín de tantas rivalida
des acumuladas.») pero de un modo catafórico, porque en primer lu
gar da una información nueva: el asesinato deJ heredero austríaco y
ei inicio de la guerra.
El párrafo (D) recupera la información que se ha dado en el an
terior («Como resultado de estos sucesos»...) y explica cómo queda
dividida Europa durante la guerra. El siguiente (E) recupera el tema
de la guerra y explica el desenlace. Finalmente, el párrafo (E) habla
sobre las consecuencias de la guerra y llega a una conclusión: «Pero
no se acertó a solucionar en la paz lo que se había querido solucio
nar en la guerra».
Aunque hemos incluido la instrucción v la argumentación dentro
del texto expositivo, puesto que hemos considerado que comparten
las características esenciales de la misma estructura textual, propone
mos una estructura propia para estos dos tipos de texto, a la que se
adaptan los textos paradigmáticos de instrucción (una guía turística
o una receta de cocina, por ejemplo) y de argumentación (un artículo
de opinión, un debate.,.).
2.2, El tex to d e in stru cció n
Podemos considerar textos de instrucción desde las recetas de co
cina, las guías de viajes, la explicación de las reglas de un juego, etc.
hasta los textos denominados «predictivos»: el horóscopo, el boletín
meteorológico...
Estos textos, que hemos incluido dentro de los expositivos, sue
len presentar una información estructurada de un modo lineal —no
jerarquizado— ; es decir, no suele haber una información principa! v
otras segundarias, no suele haber tampoco argumentación, sino una
serie de informaciones que poseen la misma relevancia y que están
ordenadas temporalmente (igual que en la narración, pero se diferen
cian de ella porque en la instrucción no hallamos ni complicación ni
moraleja).
La intención de estos textos —su fuerza ilocutiva— es instruir,
para conseguir el efecto de regular el comportamiento del destinata
rio y suelen estar relacionados con el contexto de producción y con
el conocimiento del mundo compartido que se presupone que existe
entre emisor y destinatario.
La intención de instruir hace que el uso del futuro o del impe
rativo (o del subjuntivo) y de la segunda persona (o de la tercera
en el caso de los textos predictivos) caracterice los textos de instruc
ción.
Veamos el texto siguiente:
«Durante la visita a una bodega, le conducirán a través
de varios edificios de techo alto donde se almacena toda la
producción de vinos y brandies. En una de esas plantas se
clasifican y prensan las uvas, en otra se embotellan los cal
dos y en una tercera se vierten en grandes barricas de roble.
Después de visitar una bodega vaya a algún bar donde
pueda probar diferentes vinos de Jerez, tales como ámbar,
oro viejo, crema rojo, dulce y aterciopelado.
Si va a jerez en época de vendimia, no deje de visitar los
viñedos, que son un verdadero regalo para ia vista.
Cuando llegue a la ciudad, lo más conveniente es diri
girse a la Oficina de Turismo, en la calle Alameda Cristina
(tel. 34 20 37) donde le informaran de qué bodegas están
abiertas y cuáles se pueden visitar. A menudo es preciso to^
mar un taxi desde la Oficina de Turismo hasta la bodega,
donde se le asignará un guía.*
(G uía d e A ndalucía y C osta d e l Sol.)
26.
J.M . A dam , T y p es da s e q n e n c e s ¿ lé m e n t a ir e s , rom a com o ejem plo de «grado
cero » de este tipo de testo s el siguien te: «S T O P ». Este texto provoca un efecto perloe utivo determ inado, en un contexto d eterm in ad o: eJ conductor de un vehículo que
conozca el código de circulación se detendrá cuando vea esta señal.
Se trata de un texto de instrucción propio de una guía turística.
El destinatario se supone que actuará conforme con las indicaciones
que lea, para conseguir el objetivo de realizar una buena visita a las
bodegas de Jerez. Como el texto pretende regular el comportamien
to futuro del destinatario utiliza el imperativo, el futuro y la segunda
persona ( «vaya», «no de|e de visitar», «se le asignará»).
La estructura del texto es lineal: enumera los distintos pasos que
debe realizar el viajero (dirigirse a la oficina de turismo, preguntar,.,),
siguiendo un orden cronológico, sin que ninguna información sea más
importante que las otras.
Aunque se supone que el destinatario de este texto no conoce el
lugar de que se habla, se le presuponen algunos conocimientos: sabe
lo que es una bodega, cual es la época de la vendimia, etc. Esto evita
la necesidad de ampliar o ejemplificar las informaciones.
Leamos ahora este otro texto:
Vuelve el invierno.
Seguimos bajo la influencia de las altas presiones, con un
anticiclón fuerte situado al oeste de las Azores y otro mo
derado al sur de las Baleares. Hay una borrasca débil sobre
el canal de la Mancha, con un sistema frontal tal que el fren
te frío alcanzará al mediodía al noroeste de Galicia. En al
tura la masa fría prácticamente desaparecerá pero mañana se
producirá una entrada de aire frío del norte en todos los ni
veles, con lo cual se iniciará un descenso térmico en la mi
tad norte peninsular,
«El País», martes 30 de abril de 1991
Podemos considerar este texto de información meteorológica
como un texto predictivo, puesto que informa al destinatario sobre
el futuro: ;C u ál será el tiempo para hoy? De todos modos, esta in
formación pretende regular de un modo indirecto el comportamien
to del destinatario (saldrá a la calle más o menos abrigado, con o sin
paraguas...) y es por esa razón por lo que este tipo de textos se cla
sifican entre los de instrucción.
La estructura del texto que hemos leído es lineal, como en el an
terior y la información se ordena también temporalmente («hov», «al
m ediodía», «mañana»). El tiempo verbal predominante es el futuro,
puesto que el texto informa sobre lo que sucederá y no sobre lo que
ha sucedido.
2.3.
El tex to a r g u m en ta tiv o
Se consideran argumentativos textos de opinión, artículos críti
cos, deliberaciones... aunque, como ya hemos anunciado anterior
mente, se puede encontrar argumentación en prácticamente todos los
textos.
£1 texto argumentativo tiene la intención —la fuerza ilocutiva—
de argumentar, para alcanzar el efecto de persuadir, de modificar opi
niones o creencias del destinatario. Posee una estructura jerarquizada
que parte, generalmente, de una tesis para llegar, mediante una serie
de argumentos, a una nueva tesis o conclusión.
La estructura sería la siguiente.’'
Argumentación:
Tesis anterior
Premisas
Cadena de argumentos
Conclusión
Nueva tesis
Las proposiciones de la argumentación suelen estar relacionadas
con conectores de tipo lógico.
Leamos el texto siguiente:
(A) «Hasta hace pocos años una de las situaciones más
delicadas en la vida de un hombre se producía cuando lle
gaba el momento de desnudarse ante una señora o señorita
que no era la suya. Evidentemente no me refiero a una vi
sita al médico y en presencia de la enfermera.
(B) Ello parece felizmente superado a favor de las dos
partes a causa del cambio sideral que ha experimentado la
ropa interior masculína.
(C) Antes sólo había dos tipos de calzoncillos, aunque
los que tenían forma de slip eran los que llevaba casi todo
ei mundo, por supuesto siempre de color blanco.
(D) Pero últimamente los fabricantes de ropa interior
masculina deben haber enloquecido puesto que cada día sor
prenden a la clientela con diseños, colores y dibujos más au
daces. (...)
(E) Hasta hace poco, si un hombre se hubiese atrevido
a presentarse ante su «partenaire» de lecho con esta facha,
27.
J .M . A d im , T y p es d e s e q u e n c e s é lé m e n t a ir e s .
todo e! encanto de la situación se hubiese desvanecido entre
carcajadas v el insensato hubiera debido retirarse perdién
dolo todo en ia empresa y coa el honor hecho polvo.
(F) Pero las cosas han cambiado mucho y nadie puede
aspirar a mantener una vida galante mínimamente exitosa sin
disponer de un buen surtido de estas piezas alocadas.
(G) Parece ser que se han terminado para siempre los
usos y costumbres según los cuales el hombre debía tener
un aspecto solemne y tieso, mientras que la mujer adornaba
en exclusiva sus encantos (o los disimulaba) con braguitas
minúsculas y delicadas, sostenes audaces, inedias sedosas y
ligas de satén negro.
(H) Los hombres se han apuntado rápida y entusiásti
camente a la nueva moda y escogen los calzoncillos con la
misma preocupación que antes sólo dedicaban a las cor
batas.
(I) El conjunto conduce a pensar que finalmente se ad
mite que la elegancia y el buen humor también son necesa
rios cuando uno se desnuda por otra razón distinta a la de
irse a dormir.»
(«Set D ies»)
La estructura de este texto es la siguiente:
El primer párrafo (A) expone la tesis:
«Hasta hace pocos años...» que se verá substituida al final del tex
to por una nueva tesis.
El segundo parrafo anuncia que esta tesis actualmente ya no tiene
vigencia y expone el argumento que sirve para rebatirla: «el cambio
sideral que ha experimentado la ropa interior masculina.»
Los siguientes párrafos (C,D,E,F,G) alternan la explicación de lo
que sucedía antes: solo había dos tipos de calzoncillos (C), los hom
bres no podían vestir ropa interior de fantasía (E), sólo la mujer po
día usar la ropa interior como arma de seducción (G), con la expli
cación de los cambios que se han producido en la actualidad: apare
cen diseños nuevos y atrevidos para la ropa interior masculina (D),
los hombres tienen que utilizar una ropa interior seductora si quie
ren triunfar en los temas amorosos (F). Estas explicaciones retuerzan
el argumento que se ha utilizado para rechazar la primera tesis y ex
plican la razón por la que ha cambiado la ropa interior masculina:
porque el rol de coquetear que en una relación de pareja antes sólo
seguía la mujer, actualmente también lo juega el hombre.
El penúltimo párrafo (H) puede considerarse como la conclusión:
Ja existencia de tal variedad de ropa interior masculina permite pen
sar que los hombre se han apuntado rápidamente a esa nueva moda
(no sólo en cuanto a la ropa sino también en cuanto al papel que jue
gan en el flirteo).
El último párrafo (I) expone la nueva tesis: actualmente el hom
bre puede ser elegante incluso cuando se desnuda.
En este texto hay no solamente conectores de tipo lógico («a con
secuencia», «pero», «finalmente»), sino también temporales, porque
para defender los argumentos de la nueva tesis, el texto contrasta lo
que pasaba antes con lo que pasa ahora («hace pocos años», «última
mente»...).
3.
E l t e x t o d e s c rip tiv o
No todas las tipologías textuales contemplan el texto descriptivo
como un tipo de texto: algunas tendencias consideran la descripción
como un modo de organización de los contenidos, un procedimiento
lingüístico, más que como un tipo de texto, mientras que otras dicen
que el texto descriptivo tiene una estructura global específica, igual
que la tienen los textos narrativos o expositivos; se puede considerar,
por lo tanto, como un tipo de texto.
En tanto que acto de habla, el texto descriptivo es el acto de mos
trar como es una cosa. Generalmente este acto no tiene la fuerza ílocutiva de mostrar sino más bien de informar, argumentar, etc. Es por
esa razón por la que no suele constituirse en la secuencia dominante
de un texto sino en una secuencia subordinada.
Lo hemos incluido dentro de la clasificación tipológica de los tex
tos porque la intuición del hablante le permite reconocer y aislar fá
cilmente las secuencias descriptivas de cualquier tipo de texto (narra
tivo, expositivo...) y ello nos parece operativo para la enseñanza.
Incluimos entre los textos descriptivos algunas definiciones de
diccionario, la ordenación en el espacio de un objeto o de una abs
tracción, la evocación de una atmósfera (en el inicio de un cuento,
por ejemplo), la descripción de acciones, los juegos de lengua del es
tilo de los crucigramas, etc.
Igual que ocurre con los demás tipos de texto, es difícil hablar de
un texto descriptivo «puro». Las secuencias descriptivas aparecen in
sertadas en todos los tipos de texto, pero, a diferencia de los otros,
casi nunca ejercen una función dominante; por esa razón no solemos
hablar de textos descriptivos sino de descripciones insertadas en un
texto de tipo expositivo (es el caso de muchos de los textos que po
demos encontrar en los libros de texto), narrativo (la descripción del
marco de la narración —tiempo, espacio, sucesos anteriores...—, o la
descripción física, moral, de los pensamientos... de los personajes), o
conversacional (descripción de experiencias, pensamientos, procesos,
objetos,..).
3.1. La estru ctu ra d e l tex to d e s c r ip tiv o
El texto descriptivo está constituido por una serie de elementos
agrupados alrededor de un te m a -títu lo , que condensa la información
(lo que caracteriza estos textos és, precisamente, la posibilidad de re
sumir la información, de reducirla a un título, aunque la expansión
de la descripción sea potencialmente ilimitada). El tema-título puede
ser explicitado en el texto (un título, una entrada de diccionario...) o
puede ser implícito {un caso extremo sería una adivinanza). Ei tematítulo fija un marco y crea expectativas sobre la presencia y función
de las unidades que constituyen el texto; de este modo asegura su co
hesión. La nueva información aparece como una expansión del te
ma-título (explicación de las partes del objeto descrito, nomenclatu
ra, ejemplificación..,), que se relaciona con una serie de prop ied ad es
o cu alid ad es (denotativas o connotativas) referidas a este objeto. De
este modo se establece siempre una relación, o metonímica o sinecdótica, entre el objeto y la descripción.
Este tipo de texto se caracteriza porque representa la simultanei
dad de un todo y sus partes. Está relacionado, por lo tanto, con una
ordenación espacial (el texto narrativo se relaciona sobre todo con
una ordenación temporal y el expositivo y conversacional con una or
denación lógica) y aparentemente ob|etivable. Ello no excluye la con
dición de irrealidad ni de subjetividad de la descripción, pero supone
la de verosimilitud, es decir, la conexión, aunque sea ideal, con ele
mentos externos y objetivos.
La explicación de un objeto en relación con el espacio supone la uti
lización de una serie de conectares que permitan ordenar y exponer en
orden lineal la explicación, facilitando así su comprensión, siempre en fun
ción del punto de vista adoptado por el productor deJ texto (quien se
lecciona la información en función de sus conocimientos, los conocimien
tos y expectativas del destinatario, los objetivos de su descripción...).
Señalamos tres tipos de conectores fundamentales en el texto des
criptivo:
— Conectores de espacio: frontales (arriba, abajo...), horizonta
les (lateral derecha-izquierda).
— Conectores de focalización (proximidad, distancia...).
— Conectores temporales (tiempo del cosmos; horas, estaciones,
años..., o tiempo del logos: del escritor y del texto).
La estructura que proponemos para el texto descriptivo sería la si
guiente:28
2S. E squem a propuesto por Ph. H am an , I n tr o d u c tio n ¿ l ’a n a i y s e d u d e s c n p t i f v
revisado por A dam , A p p ro ch e lin g u is t iq u e d e la s é q u e n c e d e s c r ip tiv e . y por P e iitic jn ,
L e te x te d e s c r ip tif.
partes o
n om enclatura
cu alid ad es o
p ro p ied ad es
Leamos este ejemplo, extraído del diccionario de la Real Academia:
cacao : m. Arbol de América, de la familia de las esterculiáceas,
de tronco liso de 10 a 12 metros de altura, hojas alternas, lustrosas,
lisas, duras y aovadas; flores pequeñas, amarillas y encarnadas, y cuvo
fruto es de forma ehptica y aristada, de 20 centímetros de largo, que
contiene de 20 a 40 semillas carnosas cubiertas por una cáscara del
gada, de color pardo, de la cual se despojan tostándolas, y que se em
plean como principal ingrediente del chocolate.
La estructura de este texto sería como sigue:
1. tema-título: cacao
2. expansión: definición: Arbol de América, de la familia de las
esterculiáceas.
2.1. partes (con sus cualidades):
tronco liso de 10 a 12 metros de altura,
hojas alternas, lustrosas, lisas, duras y aovadas,
flores pequeñas, amarillas y encarnadas,
fruto de forma elíptica y aristada, de 20 centímetros de largo,
semillas carnosas cubiertas por una cáscara delgada, de color
pardo.
2.2. propiedades: las semillas tostadas se emplean como ingre
diente principal del chocolate.
La palabra de entrada corresponde al tema-título, base y objeto
de la descripción. La definición y descripción de las partes constitu
yen la expansión metalingüística de la palabra de entrada y se rela
cionan con las cualidades y' propiedades del objeto descrito.
4.
E l t e x t o c o n v e r s a c io n a l
Este texto es básicamente oral; se presenta siempre como un in
tercambio o un conjunto de intercambios verbales entre dos o más
interlocutores, generalmente presentes, cada uno producido por un
hablante distinto, en el turno de palabra correspondiente (el turno de
palabra es la oportunidad que tiene cada uno de los hablantes para
hacer avanzar la conversación mediante una intervención).
Igual que ios demás tipos de texto, la conversación engloba dis
tintos textos que pueden adaptarse a una misma estructura textual y
que agrupamos en dos clases: conversaciones espontáneas en el caso
de ¡a interacción cotidiana oral: la conversación espontánea entre dos
interlocutores presentes, la conversación telefónica...
y conversaciones no espontáneas en el caso de un debate, de una
entrevista, un examen, etc.
Las conversaciones no espontáneas suelen estar más planificadas
que las otras. Normalmente parten de un tema fijado, que dura hasta
el final de la conversación y que se desarrolla a través de unos turnos
de palabra establecidos.
Los distintos contextos limitan los temas: en una entrevista de so
licitud de trabajo, por ejemplo, el tema girará entorno a la experien
cia, las aspiraciones.., del solicitante y a las condiciones y sueldo que
la institución ofrece; en un examen el tema girará entorno a los con
tenidos que ha aprendido el estudiante o a las opiniones críticas que
se le pidan, etc.
Estas conversaciones suelen ser conducidas umlateralmente: el rol
social de los interlocutores permite que uno de ellos fije el tema, haga
las preguntas o distribuya los turnos de palabra... (en una entrevista
entre un médico y nn paciente, el médico formula las preguntas y el
paciente las responde; el tema suele estar fijado —!a enfermedad
del paciente— y las preguntas y respuestas son pertinentes al tema.
En un debate, el moderador centra e] tema, distribuye los turnos de
palabra, corta las intervenciones demasiado extensas o que suponen
una digresión, etc).
Las conversaciones espontáneas son las que más nos interesan
puesto que constituyen el medio fundamental de la interacción co
municativa y de la regulación social.29
Efectivamente, además de constituir la forma más básica de co
municación, el texto conversacional tiene muy pocas restricciones ge
nerales: no está planificado previamente ni programado unilateral
mente, el tema no está decidido a priori, se puede producir en dis
tintos contextos y tener distintas funciones.
A pesar de esta falta de restricciones, la conversación espontanea
no se produce de un modo totalmente arbitrario sino que, como los
demás textos, es regulada por una serie de comportamientos y posee
una estructura interna.
En efecto, la conversación se construye en común por los enun
ciadores. No se trata solamente de un intercambio de actos de habla
29.
Ván D ijk, La c ie n c ia d e l tex to .
(preguntar-responder, pedir...) sino también de una interacción,’0 en
la que los interlocutores se ratifican mutuamente (aceptan tos siste
mas de valores comunes que les permiten dialogar), poseen un cono
cimiento del mundo compartido y tienen competencia comunicativa,
es decir, son capaces de adaptar su comportamiento textual a la si
tuación comunicativa, y su competencia a la del interlocutor. Mien
tras se desarrolla, la conversación se regula a base de repeticiones, pa
ráfrasis, preguntas o respuestas, signos no verbales.,,, que constitu
yen un con junto de signos perceptibles (denominados también «Feedback.«) que permiten conocer el resultado de la emisión del mensaje.
Los participantes en una conversación, además, se ponen de acuer
do, n e g o c ia n , sobre los constituyentes de ia acción que realizarán (de
ciden el grado de formalidad de la conversación, la forma y el tono
que utilizarán al hablar del —o de los— temas, etc. Y, por lo tanto,
escogen un determinado registro lingüístico, un tono de voz, un rit
mo, una gestualidad... determinados, según la negociación) y mantie
nen ese compromiso hasta el final de la conversación.31
La conversación espontánea se caracteriza por la.s marcas verbales
propias de la óralidad espontánea: sintaxis implícita, digresiones, re
peticiones, uso de comodines lingüísticos, de registros coloquiales,
entonación, gestualidad...
4.1, La estru ctu ra d e la c o n v e r s a ció n
Adoptamos el modelo propuesto por Van D iik (La cien cia d e l tex
to). Se diferencian cinco categorías:
1. O b e r tu r a (saludos...).
tura, la P re p a ra ció n
Puede haber una fase previa a la de la ober
(para establecer la comunicación: «eh»,
«oiga»...).
La estructura de la obertura depende del grado de formalidad de
la conversación, del tipo de relación entre los interlocutores, etc.
2. O rientación: prepara el tema de la conversación, controla el in
terés del interlocutor («¿sabes qué ocurrió ayer?»).
3. O b je to de la co n v e rs a c ió n : es la parte central, constituye la base
de la función de la conversación (se comunica un suceso, se in
terroga, se pide, se ordena...).
Puesto que muchas conversaciones tienen más de un tema, esta ca30. A ctos lingüísticos o e xtralin p iístico s qu e form an parte de intercam bios verba
les entre, com o m ínim o, dos enunciadores
31. La negociación y el com prom iso de m antenerla hasta el final de la conversa
ción form a parte de lo que G rice denom ina prin cip io de coo peració n c o n v ersa c io n a l,
que lleva a los in terlocu tores a p articipar en la conversación de una m anera adecuada
v pertinente (véase el apartado Im p lícito s dentro de M ecanism os de co h eren cia).
regona debe ser recursiva o debe ofrecer espacio para una secuen
cia de temas.
4. C o n c lu s ió n : puede ir acompañada de frases síntesis, de evalua
ción, etc,
La parte de contenido de una conversación puede que no acabe
después de la conclusión; se pueden añadir cosas, se puede cam
biar de tema... Es a causa de esto por lo que Van Dijk considera
que este gfupo o rie n ta c ió n -o b je to de la co n v e rs a c ió n -c o n c lu s ió n
es recursivo.
5. C ie rr e : expresa la evaluación de la conversación, establece con
venciones, planifica otras conversaciones... Existen muchas fórmu
las de cierre: lingüísticas {«adiós», «hasta pronto»...) y paralingüísticas (un abrazo, un apretón de manos..,) (22*)
Las conversaciones se desarrollan a partir de acto s ilo c u tiv o s: ac
ciones que se realizan al utilizar el lenguaie: prometer, preguntar... y
de acto s in te r a c tiv o s : conductas de los interlocutores ligadas al pro
ceso de intercambio (oberturas y cierres, propuestas, réplicas, fórmu
las de cambio de turno de palabra.,.) que se pueden realizar con ele
mentos lingüísticos o paralingüísticos.
Estos actos se realizan en los tumos de palabra y son los cambios
de turno los que permiten que la conversación avance.
ANEXO
V
P A R T E . N O T A S A M P L IA C IÓ N
(1;>) «Frase» es un término con el que se designa una categoría me
ramente gramatical correspondiente a la descripción sintáctica del len
guaje.
«Proposición» es un término que proviene de la Lógica y la Se
mántica y que corresponde al contenido semántico de una frase y
que, de hecho, podemos usar como sinónimo de idea expresada pol
la frase. Una proposición consiste en la atribución de un predicado
a un argum ento. En una frase como: «El sombrero loco siempre
toma el te», consideramos que del argumento e l s o m b re re ro lo co pre
dicamos que siem p re tom a e l te. Incluso podemos considerar que el
adjetivo lo co representa también una predicación respecto deí argu
mento e l s o m b r e r e r o , de manera que la oración —o frase— «El som
brerero loco siempre toma el te* contiene dos proposiciones: e l so m
b rerero está lo co y e l s o m b rerero siem p re tom a e l te.
(2;í‘) Por Conocimiento del Mundo, Competencia Enciclopédica,
o Asunciones previas («Background Assumptions«) entendemos un
conjunto de saberes tanto universales (científicos, convenciones so
ciales, creencias, ideologías...) como particulares (lo que los partici
pantes en un acto comunicativo dado saben respecto del contexto del
acto, incluyendo lo que cada uno sabe del otro y la imagen que cada
uno tiene de sí mismo y de su interlocutor), y que los hablantes usan
o descartan según la situación comunicativa en la que toman parte.
Por C o n o c im ie n to C o m p a r tid o entendemos ia intersección entre el
Conocimiento del Mundo de uno y otro(s) de los participantes en
un acto comunicativo dado.
El M a rco es el resultado de organizar los conocimientos en es
tructuras. En el siguiente ejemplo:
«Juan ya no abrigaba ninguna duda sobre, la necesidad
del viaje: depositó las maletas en el suelo del compartimien
to y le entregó el billete al interventor»
no nos sorprendemos de que Juan lleve maletas, no nos sorprende la
mención de billetes, compartimientos e interventores, ni nos pregun
tamos acerca de las razones que pueden llevar a Juan a entregar el bi
llete al interventor, porque todo ello forma parte —es previsible su
aparición en el enunciado, por lo tanto— del Marco v ia je , a la vez
que inferimos, gracias al conocimiento que tenemos de las cosas,
que se trata de un viaje en tren, atendiendo a la aparición del in ter
v en to r.
(3s:) El término lo tomamos de Kerbrat-Orecchioni, L’im p licite.
Al hablar de co m p eten cia ló gica aludimos a la capacidad implicada en
los enunciados que expresan razonamientos. La palabra «lógica» no
debe ser entendida en el sentido de L ógica F orm al, en todo el rigor
del término: la mayor parte de los razonamientos que expresan los
hablantes en sus intercambios cotidianos sólo serían lógicos a medias,
si es que no repugnarían directamente a la Lógica. Un claro eiemplo
puede ser el deslizamiento de la condición necesaria a la suficiente ob
servable en enunciados del tipo: «Si no realizas tus tareas, no irás ai
cine» que los destinatarios acostumbran a entender como que el úni
co impedimento a la acción de ir al cine sea la realización de las ta
reas. Pensemos también en el principio «Post hoc, ergo propter hoc»
que expresa cómo los hablantes interpretan la sucesión en el sentido
de relación causa / efecto: «Ismael ha dejado de fumar, es inteligen
te», donde la inteligencia de Ismael parece ser la explicación del por
qué de su acción. En el ámbito de los conectores, la competencia ló
gica se hace muy patente (ver apartado M eca nism os d e con ex ión ). Y
nos referiremos a ella de manera relevante en el apartado Im p lícitos,
como señalábamos,
(4S,‘) Autores como Ducrot (El d ecir y lo d ich o ) conciben la enun
ciación como un acontecimiento histórico: ei hecho de que un enun
ciado aparezca en un tiempo y lugar determinados. Este punto de vis
ta no se ha visto exento de críticas, por ejemplo P. Ricoeur (S o i-m ém e co m m e un a u tre) opina que la consideración de la enunciación
como un hecho objetivo e histórico coarta la subjetividad y el carác
ter reflexivo del yo enunciador, es decir, de¡ y o enunciador como si
jnism o. Por otro lado, el tipo de definición que hemos dado en el tex
to puede ser criticada por su marcada parcialidad hacia el punto de
vista dei enunciador. En efecto, es evidente la actividad lingüística del
destinatario en cuanto que pone en funcionamiento todas sus com
petencias comunítativas, con el objeto de descifrar e interpretar el
enunciado, y en cuanto coopera al senrido del mismo [véase más arri
ba S ign ifica d o y S en tid o (e I n terp reta ció n J]; en este sentido, podemos
referirnos al destinatario como a un coenunciador. La calidad y la ac
tividad del coenunciador es tanto más evidente, nos atreveríamos a
decir, cuanto menor es el contacto entre los hablantes: piénsese en la
actividad de lectura como actualización de un texto, por ejemplo.
(5*) Conviene no confundir la noción de tex to con la de fr a s e o
pa la b ra , siendo, estas ultimas, unidades sintácticas consideradas al
margen de su uso, de su enunciación y, por lo tanto, de su contexto
de ocurrencia. Así pues, una unidad mínima comunicativa, es decir,
capaz de comunicar, siempre será un texto.
(6*) La noción de discurso nace de la consideración de que nin
guna palabra es nueva, es decir, que las expresiones que el hablante
baila a su disposición para construir sus propias —puntuales e irre
petibles— enunciaciones ya han sido usadas en otras situaciones, por
otros hablantes. En este sentido todo enunciado remite a otras enun
ciaciones anteriores, todo texto es, en alguna medida, eco de otros
textos anteriores —y del contexto de su ocurrencia, obviamente— :
este fenómeno es conocido por el nombre de in te r te x tu a lid a d (para
la relación entre intertextualidad y polifonía véase el apartado P oli
fo n ía E nunciativa v eventualmente sus notas).
Los discursos son organizaciones previas, por canto, a una enun
ciación concreta, pero que no hay que confundir con el sistem a abs
tracto, có d ig o o «langu e». Los discursos se formarían por «sedimen
tación» de las enunciaciones producidas por el conjunto social de los
hablantes en situaciones similares, ofrecerían una codificación previa
del sentido de las palabras, y representarían el lugar donde rea lm en te
el hablante encuentra el material para sus enunciados. La noción de
discurso así expuesta se remonta a M.Bajtin (T eoría y estética d e la
n o v ela ).
j.P . Bronckarr (ln tera ctio n s, D iscours, S ign ifica tion s) menciona y
utiliza el concepto bajtiniano de discurso —así como hace referencia
también a Foucaulc— con la finalidad de establecer una tipología tex
tual (véase el apartado T ipología textual). Los discursos están orga
nizados en géneros, y Bronckart explica que la acción lingüistica se
adecúa a los moldes de los gén ero s del d iscu rso antes de constituirse
en texto.
Para Bronckart los géneros del discurso se clasifican en libres, o
de la vida cotidiana —en relación inmediata con la situación—, y es
tándar, los que corresponden al intercambio artístico, cultural, cien
tífico, socio-político...
(7if) Es difícil dar una definición precisa de Contexto dada la gran
cantidad de aspectos que abarca. Bajo el nombre de Contexto se han
llegado a incluir categorías y nociones can diversas como:
<■— Objetos e individuos presentes en la situación de enunciación
o evocados por ésta.
— La totalidad de determinaciones que constituyen el acto de ha
bla (véase A ctos d e H abla).
— El conjunto del comportamiento del locutor y sus oyrentes.
— Lo que se sabe o se cree saber de estos objetos, de los com
portamientos v sus autores.
— La identidad de los participantes.
— Los parámetros espacio-temporales.
— Lo que se sabe o cree saberse respecto de estos parámetros y
sobre los acontecimientos que suceden en el cuadro que definen.
— Las emisiones verbales anteriores o concomitantes (Cotexto).
— Las intenciones de los locutores, sean éstas aparentes o no.
— Las opiniones de los oyentes respecto de estas intenciones.»
(citado de F.Latraverse, La P ra gm a tiq u e, H istoire et C ritique)
Así pues, los intentos de hacer abarcable y mampulable para los
estudios del lenguaje la noción de Contexto parecen condenados a
un fracaso relativo. No es necesario decir que la reducción operativa
del Contexto a aquello que sistemáticamente influye en los textos
—la propuesta de van Di]k que mencionábamos— no parece exenta
de problemas.
(8*) La teoría de los A cto s de H ab la parte de la distinción becha por J.L . Austin (C óm o h a c e r cosas con las palabras) entre dos
cipos de enunciados: c o n s ta tiv o s y p e rfo rm a tiv o s. Los p e rfo r m a tivos presentan la cualidad de que su enunciación ya equivale a hacer
aquello que su enunciado indica (v.gr. si alguien dice: «Te p ro m e to
q u e iré» , no sólo enuncia una promesa sino que, al enunciarla, la
hace.)
J. Searle (.4cfos d e H abla), siguiendo a Austin, supera la distin
ción entre actos constativos y performativos, para considerar que to
dos los enunciados entrañan algún tipo de acto.
Searle distingue tres niveles de enunciados y, a cada uno de estos
niveles, le hace corresponder un tipo de acto determinado; lo c u tiv o ,
ilo c u tiv o , p e rlo cu tiv o .
El acto L o c u tiv o es
el acto de la predicación, el de decir algo so
bre alguna cosa. Es el acto consistente, pues, en combinar unas pa
labras y emitir unos sonidos, según una gramática.
El acto I lo c u tiv o consiste en aquello que el locutor hace al hablar
(prometer, amenazar, aconsejar, ordenar, etc,), Lo que determina el
tipo de acto realizado por mediación de un enunciado concreto es la
F u e rza U o c u tiv a de ese acto, equivalente a la intención con la que
el enunciador ha construido su enunciado. Asi, en el ejemplo que he
mos puesto, «¿Tienes coche?», en ambos casos una interrogación, en
el primer caso actualiza, la fuerza ilocutiva de un ruego o de una pe
tición y, en el segundo, tiene la fuerza de una pregunta. En ei primer
caso, en el que la fuerza era de una petición, estaríamos en presencia
de un A c to Ilo c u tiv o In d ire cto o D e riv a d o , por cuanto en el enun
ciado no aparece ningún verbo ni ninguna marca especial que indi
que su carácter de ruego, y sólo la ap elació n al c o n te x to de su
ocurrencia nos indica que el enunciado posee ese carácter.
El acto Perlocutivo es aquel que se cumple p o r e l h e c h o d e d ecir
algo. Lo que determina el tipo de acto perlocutivo que se produce
en cada enunciación es la F u e rz a P e rlo c u tiv a , la cual, a su vez, de
pende del efecto o acción que el enunciado —el texto— tiene sobre
las creencias, actitudes, o conducta del destinatario. Así, un determi
nado acto ilocutivo puede tener por efecto perlocutivo en el destina
tario atemorizarlo, persuadirlo, animarlo, etc., y éstos serán los actos
perlocutivos producidos —atemorizar, persuadir...— ; en el ejemplo;
«A —¿Tienes coche?
B —No, me lo prohíbe mi religión.»
a tenor de la respuesta irónica —agresiva y defensiva— de B, pode
mos inferir que la pregunta de A ha producido sobre B el efecto per
locutivo de, por ejemplo, molestar o lierir su orgullo —pensemos en
el valor emblemático del automóvil en nuestras sociedades. (Repare
mos en la relación evidente entre lo perlocutivo y la Retórica, en tan
to ésta se ocupa de las estrategias verbales en función de su efecto
—m o v e r é — sobre el oyente.)
La existencia efectiva de los actos de habla depende de las deno
minadas C o n d ic io n e s de Felicidad. Para que una promesa, por ejem
plo, sea fe liz , es decir, para que se produzca realmente el acto ilocutivo de prometer, se debe dar la co n d ició n de que el enunciador tenga
realmente la intención de cumplirla: la absolución de un sacerdote ca
tólico no tendrá realidad como acto absolutorio si el sacerdote no ha
sido perfectamente ordenado, o ha perdido la autoridad por algún
tipo de suspensión.
Desde el campo de ¡a lingüistica pragmática, el concepto mismo
de acto de habla ha sido cuestionado por Otros autores. Por ejemplo
A.Berrendoner (E lem entos d e p ra gm á tica lin gü istica ) considera, des
de ei conductismo lingüístico, que no se puede hablar de actos de ha
bla pues el lenguaje, no es más que un sustituto de la acción, y que
ios enunciados sustituyen gestos cuya realización sería incómoda
—v.gr. la enunciación de una condena sustituye la acción del juez de
encerrar al condenado. Berrendoner afirma que propiamente, los úni
cos actos de habla que realizan los hablantes son los locutivos.
Otra es la crítica que hace S.C.Levinson (P ragm á tica ). En la cons
trucción de sentido por parte de los hablantes, el tipo de actividad
socialmente regulada (dar clase, participar en un m itin...) que se está
desempeñando en el momento de la enunciación, el lugar que ocu
pan los enunciados en el conjunto de los turnos de palabra dentro de
una conversación (corriente del A nálisis C on v ersa cion a l), las máxi
mas conversacionales (Grice) V el marco, en cuanto fuentes de infe
rencias sobre la intención dei hablante, son .suficientes para dar cuen
ta de ello y evitan el recurso a los performativos.
(9*) Siguiendo a Ducrot, la evidencia de la distinción polifónica
se da en fenómenos como el de los actos de habla indirectos o la iro
nía. Si observamos el enunciado que nos va sirviendo de ejemplo
—«¿Tienes coche?»— en un contexto en el que es evidente que el
interlocutor posee el coche de marras, podemos decir que el lo c u to r
no se identifica con la pregunta, pues no se puede ignorar lo obvio.
Desde el punto de vista polifónico diríamos que el locutor pone en
escena un e n u n c ia d o r, enunciador tan obtuso que para el interlocu
tor y para cualquier observador resultaría inverosímil identificar con
el locutor. De esta manera e! locutor tiene ei campo expedito para
ser reconocido como responsable de otro acto de habla, una petición
o ruego.
El mismo mecanismo se produce con la ironía. Si recordamos la
respuesta —«No, me lo prohibe mi religión— el desdoblamiento po
lifónico se da entre un e n u n c ia d o r responsable del supuesto sentido
recto —esto es, un enunciador que dijese de sí mismo que practica
ba una religión tal, cosa que es muy poco verosímil en nuestro ám
bito cultura!—, y un en u n cia d o r identificado con el sentido im
plícito —«Por supuesto que sí, eso no se duda», o alguna proposi
ción distinta y más sutil—, y con el cual se identifica a su vez el
lo c u to r.
Otro caso de polifonía importante y claro es el literario narrati
vo, el cual mencionamos aquí con más motivo cuanto que será abor
dado en la segunda parte de este libro, en el análisis de San S a lva d or
al cual remitimos al lector, así como al apartado Texto N arrativo de
T ipología Textual. E! desdoblamiento a u to r , n a r ra d o r, p erson a je
—este último en cuanto a centro de perspectiva o productor de enun
ciados-constituye una imagen polifónica en la cual, y según el esque
ma de Ducrot respectivamente identificamos al su jeto h a b la n te , al lo
c u to r y al e n u n cia d o r.
La Polifonía Enunciativa tiene relación directa con el fenómeno
de la I n te rte x tu a lid a d . Designamos por intertextualidad al hecho de
que dentro de un texto puedan aparecer palabras, o bien sólo propo
siciones, que corresponden a un texto anterior, del cual se puede o
no hacer mención explícita. En cuanto corresponden a textos ante
riores, corresponden a otros enunciadores —es decir, a locutores en
contextos diferentes— voces distintas que desencadenan, de ese
modo, la polifonía. Por tratarse pues de textos dentro de textos, tie
nen éstos el estatus de cita s, con lo cual podemos decir que esos otros
enunciadores son, dentro del texto, citados.
En el extremo —recordemos lo dicho en Texto y d iscu rso -cu a lquier texto presenta un conjunto bastísimo de intertextualidades si
consideramos que toda palabra ha sido usada en multitud de textos
anteriores. Ahora bien, si podemos interpretar el sentido de los enun
ciados es porque conocemos eL sentido que han tenido en textos pro
ducidos con anterioridad.
flOv') La consideración de la deixis como un tipo de expresión referencial ha sido discutida por algunos autores a causa de la mayor
«intensidad'» con que se efectúa la designación en el caso de la deixis,
respecto a las referencias de otro tipo (la de] nombre de un objeto
cualquiera, por ejemplo); también se toma en consideración que la
deixis designa unos elementos muy determinados: los que indican la
situación. (Véase G. Rigau, G ram ática d e l d iscurs pág. 279 y ss. para
esta opinion).
(11*) Los elementos temporales no siempre pueden ser conside
rados deícticos, aunque tengan «referencia relativa». Así, en una
narración, los tiempos de pasado sí son deícticos, pues este pasado
depende de la situación en que se narra, del presente que vive el narra
dor. En cambio, expresiones como «al dia siguiente» no son deícti
cos porque remiten a) co-texto (a un día específico mencionado pre
viamente) y no a la situación. Benvenistc (P rob létn es d e lin gu istiq u e
g e n é r a le vo¡. I) considera este tipo de expresiones como anafóricas,
pero quizá es preferible considerarlas como un tipo particular de re
ferencia co-textual: la «relacional» (véase Kerbrat-Orecchioni L’é n on cia tion para esta terminología).
(12*) Dos otros tipos de deixis se han distinguido últimamente.
La deixis social codifica las distinciones sociales, a través de pro
nombres (tu/ usted) y de personas del verbo (segunda / tercera).
La deixis textual indica como, dentro del texto, se hace referencia
a otras partes del co-texto. Los conectores («pero / por lo tanto / en
conclusión...-) son los que suelen usarse más a menudo para la deixis
textual. Pero también se acostumbra a usar expresiones propias de la
deixis de tiempo y de lugar, porque es así como se desarrolla el dis
curso. Asi en «Seguro que no habéis oído esta historia que os expli
caré», «esta» hace referencia a un fragmento posterior del co-texto,
y se usa un pronombre característico de la deixis de lugar; en «el ca
pítulo pasado» se usa una forma verbal característica de la deixis de
tiempo. La deixis textual sirve como señal para orientarnos dentro
del texto, no ya mediante referencias a la situación, sino a otros ele
mentos del texto: es como un indicador de ruta (según la metáfora
propuesta por H. Weinrich, L en gu a je en textos, pág.235).
Con esta propuesta, nos alejamos de la definición usual de la deixis
(codificar la presencia de la situación en ei texto), pero en cambio res
petamos la etimología de la palabra (indicar, señalar). Parece difícil
considerar la deixis textual como un fenómeno de referencia, a me
nos que consideremos los elementos indicados del co-texto como
«entidades del mundo real», según la definición que hemos dado para
la deixis. Tampoco no se puede considerar un fenómeno de co-referencia, pues nada la distinguiría de la anáfora; y, sin embargo, la. re
lación entre los elementos subrayados de «P ed ro disimulaba pero é l
era el culpable» es diferente de la que hay, en un texto dividido en
párrafos, entre «En el párrafo anterior,.,» y el párrafo inmediatamen
te anterior. El primer tipo de relación es una anáfora: el segundo ele
mento co-retiere con el primero y ambos refieren a un elemento ex
terior al texto; el segundo tipo es de referencia: el primero refiere a!
segundo, que funciona como un elemento exterior.
Esta distinción parece muy útil, pero a veces se mueve en un mar
gen muy estrecho. Veámoslo en el siguiente ejemplo (a partir del pro
puesto por Lyons, S em án tica).
(1) A— He visto un crocodilo.
B— Pronúncia/o bien: cocodrilo.
(2) A— He visto un cocodrilo.
B— Yo también lo he visto.
En el caso (1) tenemos una deixis textual; en el (2), una anáfora.
{13f')A menudo el concepto de co-referencia es discutible, por
que el elemento referido por el pronombre no es el mismo que el re
ferido por el antecedente. Por ejemplo, en una receta de cocina, lee
mos:
Cortamos la merluza en rodajas. Las rebozamos con harina. Lue
go, las añadimos al sofrito.
Los pronombres no co-refieren sinipre al elemento original: el pri
mer «las» co-refiere a «rodajas» de un pescado fresco; el segundo «las,
a las de un pescado va frito, pues si no, la receta no tendría sentido.
En estos casos en que lo referido va cambiando, la co-referencia siem
pre se realiza con el elemento más cercano al pronombre, no con el pri
mero, y por lo tanto no se da la identidad que indica la definición.
(í 4*) Para la retórica, la elipsis es una figura de dicción por su
presión (detractio). La elipsis propiamente dicha consiste en la omi
sión de un elemento que se sobreentiende; un ejemplo puede ser:
A— ¿No te apetecería un café bien cargado?
B — No.
La respuesta contiene una elipsis de toda la oración presentada en
la pregunta.
El z e u g m a consiste en la omisión de palabras que han aparecido
anteriormente en una construcción sintáctica análoga, y es una figura
característica en et tipo descriptivo. En la frase
Juana baila tangos, y Jorge, el cha-cha-chá.
hay dos oraciones sintácticamente paralelas: SN+V+SN, pero en
la segunda un elemento, V, queda elidido.
La elipsis aparece en estructuras sintácticas menos rígidas que
las que exige el zeugma. En el a sín d eto n , la elipsis es de conectores.
(15*) Algunos autores (Halliday-Hasan) consideran la elipsis
como un caso de presuposición, porque la estructura de la frase don
de se encuentra la elipsis obliga a presuponer un elemento preceden
te, que es de donde proviene la información que nos falta.
(16:>) Las inferencias que hemos denominado p resu p osicion es
guardan alguna relación con la estructura sintáctica de las oraciones,
de manera que podemos intentar una clasificación de la presuposi
ciones según criterios sintácticos —y léxicos.
Autores como Ducrot consideran que al lado de los criterios de
negación e interrogación hay que añadir el de que el texto no puede
continuar en ca d en a n d o sobre las proposiciones presupuestas. Así a
la oración «Juan ha dejado de dormir», que presupone J u a n an tes d o r
m ía, no podemos encadenarle otra como «porque estaba muy cansa
do», coherente con la presuposición e incoherente con la oración.
A continuación, algunos de los que podemos denominar m e ca
n ism os o d esen cad en an tes p resu p o sicion ales, ( para una ampliación
nos remitimos a Levinson, P ra gm á tica , quien reproduce las aporta
ciones de Karttunen y a Kerbrat-Orecchioni, L ’implicite). El lector
podrá fácilmente comprobar las presuposiciones que se infieren a par
tir de los ejemplos propuestos haciendo las transformaciones interro
gativas y negativas pertinentes.
Mecanismos presuposicionales:
Oraciones y cláusulas subordinadas:
—Temporales:
« C u a n d o lle g u é a la e sta ció n me di cuenta de que había olvida
do el pasaporte.» Que presupone: lleg u é a la estación.
— C on d icion a les:
&Si h u bieses a te n d id o , no estarías ahora lamentándolo.» Que pre
supone: no a ten d ía.
—Adjetivas (explicativas y especificativas):
*Los alumnos q u e n o sab ían lo que les esperaba fueron al exa
men m uy confiados.» Que presupone —al igual que la explicativa,
«Los alumnos, qu e n o sab ían lo qu e les esperaba, fueron...»— : Los
alu m n os no sabían lo q u e les esperaba.
—Causales:
«Nunca me toca la lotería p o rq u e la ju sticia no es de este m u n
do.» Que presupone: La justicia n o es d e este m u n d o.
—Comparativas, hipotéticas...
Partículas como «sólo» o «incluso», «ya», «también, «de nuevo»,
«pero»...
«Sólo me han suspendido tres asignaturas.» Que presupone: H e
su sp en d id o tres asign aturas.
Nominalizaciones:
«El d e s cu b rim ie n to de irreg u la rid a d e s en el contrato de ciertos
seguros hace sospechar de las entidades de ahorro.» Que presupone:
Se han d escu b ierto irregu la rid a d es en los segu ros.
Comparaciones y contrastes:
«El Ceuta F.C. es m e jo r equipo de fútbol que el Barcelona. Que
presupone; El F.C .B a rcelon a es un eq u ip o d e fú tb o l.
Verbos de juicio:
«rjuiio acu só a Alfonso de ser un mentiroso». Que presupone: Al
fo n s o es un m en tiroso.
Verbos factivos y contrafactivos (darse cuenta, saber, lamentar, pre
tender, imaginarse):
Se presupone la verdad de la completiva,
«Jenifer se d io cuenta de que estaba en la miseria.» Que presupo
ne: J e n i fe r esta ba en la m iseria.
Verbos impi¡cativos:
«Jonathan co n s ig u ió lo que quería de ella.» Que presupone: J o n a tba n tra tó d e o b te n e r a lgo d e ella.
La focalización determina también el tipo de presuposición que
se extrae:
«H oy he ido al cine con M ari Puri.» Que presupone: H e id o con
M ari p u ri a a lgú n sitio.
«H oy he ido con Mari Puri al cine.» Que presupone: H e id o a l
cin e co n a lgu ien .
(17*) Recordemos que las M áximas Conversacionales han de ser
entendidas como concreciones del denominado Principio Coopera
tivo, por el que entendemos que ios hablantes cooperan para hacer
inteligibles sus enunciaciones.
Las máximas son:
— De C antidad: H a ced v u estra co n trib u ció n tan in fo r
m a tiva c o m o p od áis.
Una transgresión divertida es la que da lugar al conoci
do chiste dei mayordomo que, en vez de explicar la desgra
cia más importante de todas las que han sucedido durante
la ausencia de sus señora —muerte del marido, incendio de
la casa—, explica una desgracia mucho menor que, no obs
tante, es consecuencia de las otras.
De C alidad: No d igáis lo q u e creéis q u e es fa lso , no a se
v e r é is a q u ello d e lo q u e no ten gá is pru eb a s.
Pensemos en el ejemplo que hemos puesto al princi
pio —«El marido de Luisa...»— la inferencia/— estaría en
contradicción con el texto si éste no observase esta má
xima.
— De Pertinencia: D ecid sólo lo q u e h a ga a l caso.
Un ejemplo de ella puede ser el intercambio que propo
níamos: «¿Puedo hablar con el director?...»; donde, sólo si
se interpreta que la respuesta de B h a ce a l caso, puede com
prenderse el sobreentendido de A.
— De M anera: No seá is a m b igu o s ni ob scu ros.
Como señala Levinson (P ra gm á tica ), la burla de estas máximas es
también una fuente importante de inferencias: pensemos, por e)emplo, en el caso en que alguien delante de otros me dice lo que me tie
ne que decir pero de forma muy elíptica («aquello..tu ya sabes...») o
abusando de las imágenes o la perífrasis («lo que cada día usas por
la mañana...», etc.): si consigo identificar el referente, no sólo enten
deré la información explícita sino que además entenderé que no es
conveniente, que para los demás presentes debe permanecer secreta;
en este caso la burla es de la máxima de manera.
Al principio de cooperación y a las máximas conversacionales,
Leech (P rincipies o f P ra gm a tics) propone añadir —amén de otros
principios como el «Interest Principie»— un Principio de Cortesía
(«Politeness Principie») que igualmente se concretaría en máximas (de
tacto, de generosidad, de aprobación, de modestia y de sim patía),
que también regularían los intercambios y serían también fuente de
inferencias.
(18*) La tipología textual que proponemos resulta de la voluntad
de establecer una clasificación limitada, a partir de unos criterios glo
bales que permitan la inclusión dentro de esta clasificación de todos
los posibles tipos de texto que se puedan producir y que tenga en
cuenta tanto los textos orales como los escritos, los literarios como
los no literarios.
Nos inclinamos por la tendencia que toma como punto de parti
da para la clasificación textual el contexto en que se producen los tex
tos y que toma en cuenta, por lo tanto, criterios lingüísticos y con
textúales (ámbito social donde se producen los textos, objetivo, des
tinatario, etc.).
Hemos partido de la tipología textual propuesta por J.M .Adam
en uno de sus últimos trabajos (T ypes d e seq u en ces élém en ta ires).
Adam propone que se establezcan tipos de secuencias en lugar de
tipos de texto, ya que considera que en las comunicaciones reales no
se encuentran, generalmente, tipos de texto en estado «puro*. Así
pues, considera que el texto es una unidad formada por un número
determinado de secuencias insertas unas en las otras (en un mismo
texto podemos reconocer secuencias descriptivas, expositivas y narra
tivas, por ejemplo). Siempre hay una secuencia que ejerce una fun
ción dominante y los textos se clasifican según la secuencia que ejer
ce esta función —dominante por la cantidad de ocurrencias o por con
venciones de tipo contextual.
J.M . Adam establece siete tipos de secuencias textuales relaciona
das con los tipos de actos de habla fundamentales (enunciar, conven
cer, ordenar, predecir, preguntar). De estos actos de habla se derivan
ocho tipos de secuencias: narrativa, descriptiva, explicativa, argumen
tativa, instruccional, conversacional y poético-autotélica.
Los textos están compuestos por una o por diversas secuencias
(las cuales presentan unas marcas sintácticas y semánticas caracterís
ticas) y deben entenderse, pues, como estructuras secuenciales.
Hemos suprimido de esta propuesta los textos argumentativos y
de instrucción, porque consideramos que son clases de textos que
pueden incluirse dentro del tipo expositivo. Tampoco hemos consi
derado como un tipo de texto el que Adam llama «poético» (litera
tura, publicidad), ya que algunos de estos textos se pueden incluir en
otros y , respecto a la literatura, no la incluimos dentro de ningún
tipo de texto porque pertenece a otro ámbito: el ficticio (véase el co
mentario de! texto San S a lva d or, concretamente el apartado dedica
do a la tipología). Los diferentes tipos de textos que aparecen en ella
tienen las mismas marcas que en la no-literatura pero el contexto al
que remiten es distinto: es un contexto ficticio, creado por la propia
literatura (nos volveremos a referir a este tema más adelanre, cuando
analicemos leí texto literario San S alvador).
Finalmente, hemos considerado la conversación como un tipo de
texto porque, aunque es eminentemente ora], también tiene una cier
ta representación en el código escrito (una transcripción de una en
trevista, etc.).
De la tendencia que toma como punto de partida el contexto en
que se producen ios textos es interesante destacar también los traba
jos realizados por j.P . Bronckart y T. Van Dijk, entre otros,
T. Van Dijk (La cien cia d e l tex to) establece una tipología textual
a partir de la clasificación de las macroestructuras textuales, que se
ordenan en superestructuras globales.
La macroestruetura de un texto es una unidad superior a las
proposiciones que lo forman y constituye ei tema del texto, su con
tenido.
La superestructura constituye la forma del texto. Es una estruc
tura global que caracteriza el tipo de texto; un esquema al que se
adapta. Tiene un carácter convencional que permite que los hablan
tes de una lengua la puedan conocer o reconocer.
Además del contenido y de la forma de los textos, para establecer
una tipología textual, Van Dijk considera también la función de las
estructuras gramaticales, estilísticas y retóricas de la lengua, además
de las funciones pragmáticas y sociales. Van Dijk propone una clasi
ficación provisional de los textos en veinte tipos.
La propuesta de Bronckart (Le fo n c tio n n e m e n t d es d iscou rs) se
inscribe en la corriente seguidor de las teorías de Benveniste acerca
de la enunciación, que permiten que la atención se centre en la rela
ción que se establece entre los elementos lingüísticos del texto y los
contextúales, en el momento de la enunciación. Así pues, el lugar so
cial, el emisor, el destinatario, la intención con que se produce, son
elementos que condicionan la elección de un tipo de texto (que tiene
unas marcas superficiales —tipo de conectores, deícticos, etc— que
lo caracterizan).
Bronckart no habla de distintos tipos de textos sino que, de acuer
do con Bajtin, habla de distintos géneros de discurso (recordemos
que el discurso, según este autor, es una organización previa a una
enunciación concreta y se actualiza en el texto, considerado como un
objeto verbal concreto que utiliza las formas lingüísticas disponibles
en la lengua).
De la infinidad de discursos que se pueden producir (argots pro
fesionales, lenguas generacionales, lengua de la autoridad, de la pro
paganda, etc.), Bronkcart basa su tipología en cuatro tipos de discur
so, elegidos según el tipo de relación (textos anclados o no anclados)
que establecen respecto de su situación de producción y de la inte
racción social.
Los arquetipos discursivos son los siguientes:
Discurso en situación (conversación)
Relato conversacional
Discurso teórico
Narración
(19*) Hemos simplificado a] máximo la estructura de la narración
—en realidad hemos respetado la estructura tripartita que se ha es
tudiado tradicionalmente en literatura: planteamiento, nudo y desen
lace, porque creemos que es el sistema más productivo para trabajar
en clase.
Hemos prescindido de las propuestas que vienen de la literatura
(Barthes, Propp...) porque se alejan excesivamente de los objetivos
de nuestro trabajo. Mostramos, sin embargo, las propuestas de Van
D iik V Adam. de las que hemos partido.
Adam estructura la narración en cinco estadios, que correspon
den a cinco partes:
1. Estado inicial: Orientación
2. Fuerza transformadora: Complicación
3. Dinámica de la acción: Acción o evaluación
4. Fuerza equilibradora: Resolución
5. Estado final: Conclusión o moraleja
Van Dijk propone el esquema siguiente para organizar la estruc
tura dé la narración:
narración
moraleja
evaluación
complicación
resolución
La narración es ei resultado de la historia más la moraleja; la his
toria resulta de ia trama más la evaluación; la trama resulta de la recursividad de los episodios; los episodios están constituidos por los
sucesos y el marco y, finalmente, los sucesos aparecen con la suma
de la complicación v la resolución.
Algunas de estas categorías (marco, evaluación, moraleja) pueden
quedar implícitas, porque no pertenecen propiamente a la narración;
algunos textos añaden otras: una introducción y un epílogo, por
ejemplo. Las únicas categorías que deben ser forzosamente explícitas
son, pues, la complicación y la resolución.
(20;:') Lo ficticio es un caso en un mundo más amplio, el de lo fic ú v o . Entre lo fictivo se incluyen las citas directas, los chistes, los
ejemplos gramaticales, los relatos folclóricos, los textos literarios. En
lo fictivo, los elementos contextúales se hallan desplazados. Así, una
cita, por ejemplo: «Dijo; [yo] no te pienso dirigir nunca más la pa
labra», el y o que aparece es el del enunciador citado y no el del citador; igualmente el tu corresponde al de! destinatario de la negación
de palabra; el lugar y el tiempo en que alguien dijo lo que está con
tenido entre las comillas simples es diferente del espacio-tiempo
correspondiente a la enunciación del «Dijo...» (para el concepto de
fictivo véase. Reves, G., P olifonía tex tual...). El problema de la po
lifonía de la narraciones literarias se enmarca en otro de carácter más
genérico como es el del estatuto enunciativo del texto literario. Para
Searle (L’esta tu t lo giq u e...), la literatura es imitación de una enuncia
ción y, por consiguiente, los actos de habla literarios carecen de va
lor ¡locutorio; el autor como enunciador imitativo no es sincero, no
se compromete, etc., para Searle se trata de actos de habla espúreos.
Así pues, desde el punto de vista searleano, la complejidad polifónica
dei texto literario se reduce considerablemente.
Recientemente G. Genette (F iction e t D iction ) ha propuesto la si
guiente explicación: el acto —constituido en enunciador— realiza
aparentemente un acto de habla aseverativo (Yo a firm o q u e «En un
lu ga r d e La M ancha, d e cu y o n o m b re n o q u iero a cord a rm e, no ha m u
ch o q u e v iv ía un h id a lgo ...«) que indirectamente tiene la fuerza ilocutiva de una declaración (P or la p re s en te y o d ecla ro q u e «En un lu
g a r d e la M ancha...» es decir, algo similar a lo que realiza un mate
mático cuando dice «sea un triángulo A BC »; por el mismo acto de
declarar el, tal triángulo tienen existencia, aunque ciertamente en un
mundo ficticio (véase apéndice nota 8*')); o petición (Im a gin a d q u e:
«En un lu ga r d e La M ancha...*), en la tradición de S.R. Levin (C on
sid era cio n es so b re q u é tipo d e a cto d e habla es un p o em a en Pragmá
tica de la comunicación literaria). En cualquier caso, la explicación
de Genette reabre la perspectiva polifónica —que es la que nosotros
adoptamos— en tanto que los actos de habla indirectos son sustan
cialmente polifónicos.
(21*) Como vemos, la noción de autor implícito puede ser enten
dida en un sencido laxo o más estricto, resultando con frecuencia al
tamente problemática la atribución al autor implícito, y no al narra
dor, de valoraciones o comentarios metanarracivos. La cosa se com
plica al considerar que la presencia del autor implícito puede ciarse
por medio de cita indirecta —indirecta y sin «verbum dicendi»—, es
decir, sin atribución concreta de palabra. Veamos un ejemplo: en el
cuento antes citado T ransito, la expresión «con una conformidad que
debería servir de ejemplo», que son palabras del narrador, debería
mos distinguir del tono positivo con que explícitamente se presen
tan, una valoración negativa de tipo irónico, corroborada por el sen
tido irónico, contra la f e a ciega s, contra cierto tipo de religiosidad,
subyacente o implícito en todo el relato y que determina su sentido.
La ironía es la del autor implícito.
Respecto de apariciones más explícitas del autor implícito —val
ga el juego de palabras— podemos considerar el texto de Thackeray
(La fe r ia d e las -vanidades) que sigue:
«Reconozco que la tonadilla que toco es demasiado me
losa (aunque seguirán a continuación unos cuantos capítu
los terribles), y debo pedir ai condescendiente lector que ten
ga presente que, hasta este momento, no hemos hecho más
que divagar sobre la familia de un corredor de bolsa de Ru
sel! Square...
Subamos, pues, al carruaje con el grupo de Rusell Squarc y acompañémoslo hasta los jardines. Casi no queda es
pacio entre Jos y la señorita Sharp, que se sientan en el si
llón delantero,..
Todos los ocupantes del coche consideraban como cosa
hecha que aquella noche Jos intentaría convertir a Rebecca
Sharp en la señora Sedley.»
En los primeros párrafos aparece una voz en primera persona: el
primer párrafo constituye una reflexión metanarrariva. En el segun
do párrafo esta voz, como es característico de la literatura folletines
ca, se dirige al lector y le hace intervenir en la narración: «subamos..»
Dicha voz parece ser, en efecto, cla ra m en te distinta a In voz narrati
va que aparece en pasado y en tercera persona relatando lo que su
cede en el tercer párrafo. Consideraremos que la voz de los dos pri
mero párrafos es la del autor implícito, citado directamente —y sin
«verbum dicendi»—- por el narrador, conservando el yo de la prime
ra persona.
Observemos además que el uso de la palabra «meloso» tiene el ca
rácter de una autocrítica, autocrítica de la cual sacará provecho el mis
mo autor implícito quien, reconociendo la melosidad de su relato, la
presenta como un recurso voluntario v controlado y no como una
característica que el lector pueda atribuir a su relato y a él mismo.
Insistimos, las categorías de lo cu to r co m o tal y lo cu to r co m o ser
d e l m u n d o , concretamente la primera, parece un buen referente para
la explicación de la noción de autor implícito, salvando las distancias
ficcionaies.
El lector implícito es también un ser de discurso, creado por las
estrategias del texto, con el cual puede identificarse, o no, el lector
real.
La polifonía narrativa de los textos de ficción permite juegos ex
tremadamente complejos, como fácilmente puede intuirse. El hecho
de que el autor locutor h a b le por medio de otros —-y el hecho de que
otros a su vez pueden suscitar otros más, entre los cuales puede ha
llarse el propio autor implícito— conlleva una compleja red ele me
diaciones entre enunciado y enunciador, una de cuvas consecuencias
es la ambigüedad y la correspondiente dificultad en la atribución de
intenciones comunicativas precisas al autor.
El problema de la intencionalidad del texto literario está ligado,
por un lado, a la cuestión del autor implícito y a la polifonía, como
acabamos de ver; y por otro, al problema del sentido —como en cual
quier texto, según veíamos en C om p eten cia C om u n ica tiva —, del lec
tor, del destinatario y de la interpretación. Siendo el autor implícito,
en mayor medida, un inferencia del lector, la intención es por ese
lado dependiente de la competencia lectora, y éste es el aspecto que
más nos interesa en este libro. Recordemos que al hablar de interpre
tación en C om p eten cia C om u n ica tiva , la definíamos como una hipócesis que el destinatario realiza sobre el sentido del enunciado que re
cibe, y, en cualquier caso, como el producto de la negociación entre
los participantes. En la comunicación literaria no sólo debemos tener
en cuenta el factor polifónico sino también el hecho de que autor y
lector están separados en el tiempo y en el espacio, a veces por gran
des tiempos y por espacios totalmente disímiles, por lo cual la nego
ciación es imposible (y no sólo a causa de la distancia, pensemos que
el autor es el primer receptor interpretante de su obra, pero este tema
nos llevaría ahora muyr lejos). En cualquier caso, adonde queremos
ir a parar es a la decantación del sentido —y de la intención— del
lado del receptor de la obra literaria. En efecto, y esto es algo que ha
puesto sobre la mesa la Hermenéutica y la Teoría de la Recepción Li
teraria desde Jauss, el sentido de la obra es cambiante según las épo
cas y los lectores, que son quienes se lo otorgan. El lector (coenunciador) lee interrogando al texto, y las preguntas que le hace guardan
estrecha relación con el h o r iz o n te de e x p e c ta tiv a s (normas estéticas,
de género, relación de la obra con el entorno literario, diferencia en
tre ficción y no ficción, discurso literario y resto de discursos) del lec
tor en la época en que vive. Baste de momento con señalar el valor
relativo al tiempo, a la recepción de la obra literaria, de una expre
sión como «intención comunicativa». Otras relatividades serán abor
dadas en el apartado T ipología del análisis del texto San S a lva d or de
Peter Bichse!.
(22'':‘) Por lo que se refiere a la estructura conversacional, Roulet
(E change, in te rv en tio n e t a cte d e la n g a g e dans la strn ctu re d e la co n v er sa tio n ) y Adam (T ypes d e seq u en ces élém en ta ires) proponen dos
tipos de estructuras según si se producen intercambios confirmativos
o intercambios reparadores.
Los primeros ratifican una relación establecida y, generalmente,
están formados por dos constituyentes. Un ejemplo elemental sería
el siguiente:
A: «Buenos días!»
B: «Buenos días!»
Los segundos quieren neutralizar los efectos potencialmente ame
nazadores de una intervención. Suelen tener tres constituyentes. Vea
mos el siguiente ejemplo de Adam:
A: «Perdón, tiene hora»
B.: «Sí, son las seis»
A : «Gracias»
La conversación (o intercambio) según Roulet se produce por la
suma de distintas intervenciones v cada una de ellas puede contener
actos directores y actos subordinados, es decir, actos que tienen una
fuerza ilocutiva y actos que tienen una fuerza interactiva (de obertu
ra, de justificación.,.). En la siguiente intervención:
A: «Perdón, no conozco bien Girona. Podría indicarme un buen
restaurante? Acabo de llegar y todavía no he comido.»
Podemos considerar que el acto director es el fragmento: «Podría
indicarme un buen restaurante?», ya que tiene la fuerza ilocutiva de
pregunta, mientras que los fragmentos: «perdón» / «no conozco bien
Girona» y «acabo de llegar y todavía no he comido», son actos su
bordinados que tienen la fuerza interactiva de preparar la pregunta y
justificarla.
Adam denomina macro-proposiciones a las intervenciones y mi
cro-proposiciones a los actos de habla (directores y subordinados, se
gún la terminología de Roulet) que las constituyen.
Segunda Parte: Análisis de los textos
y preguntas de control
TEXTOS A N A L IZ A O S
Los textos que seguidamente presentamos han sido seleccionados
a partir de la tipología textual propuesta en la sección 6/, Hemos ex
cluido textos de tipo conversacional: el no espontaneo tiene muchas
marcas que lo aproximan al expositivo; el espontáneo presenta difi
cultades evidentes para situarse en un estudio como e! nuestro: por
un lado, porque al ser un texto de origen oral, hay que transcribirlo
mediante un código de signos que indiquen los ra sg os s u p ra se g m e n tales, es decir, aquellas características fónicas como la duración o la
entonación que afectan a elementos más amplios que el fonema: una
palabra, una oración o, precisamente, un texto. Se habría tenido que
comentar un texto con una presentación totalmente diferente a la de
los demás, a causa de un código nuevo que, además, se habría tenido
que explicar. Esta transcripción seria más comprensible si se pudiera
contrastar con el texto original, tal como fue emitido en forma oral,
pero por obvias razones técnicas es difícil proveer el segundo.
Al querer abarcar la variedad tipológica expuesta, no hemos que
rido buscar arquetipos, textos que se adecuaran perfectamente a cada
uno de los modelos. En el apartado correspondiente ya hemos visto
como estos esquemas no se presentan en estado puro: algunos auto
res hablan de Ja «inserción» de tipos diferentes en un mismo textos,
como característica fundamental de los textos reales. Si quisiéramos
presentar ejemplos tipificadores, nos vertamos obligados a crear tex
tos nuevos, o a manipular los que pudiéramos encontrar a nuestro al
rededor hasta hacerlos irreconocibles, Sin embargo, las ventajas pe
dagógicas de esta segunda opcion, que de todos modos no parecen
muy claras, convertirían nuestro estudio en una obra cerrada: el aná
lisis y las preguntas de control sólo se podrían aplicar a unos textos
en concreto y no, como es nuestra pretensión, a ia mayoría de textos
que se puedan adscribir a esta tipología. Cuando quisiera aplicar nues
tros resultados a su experiencia, el lector se vería obligado a usar los
mismos textos o a crear otros nuevos.
Por todo ello hemos hecho una selección de textos sin tener en cuen
ta la mayor o menor calidad de lo escrito ni la fama del autor. Hemos
hecho una selección variada, pero restringida al ámbito de la prensa y
los libros. No hay, en cualquier caso, ninguna pretcnsión de sistematicidad y, en cierto modo, intentamos reproducir la elección azarosa
que realizamos cuando hojeamos un periódico o una revista, una en
ciclopedia o un manual, para entretenernos o para informarnos: se tra
ta, por lo tanto, de textos susceptibles de aparecer en el ámbito escolar.
Hemos sometido los textos a la mínima manipulación posible: al
gún texto ha sido recortado por simples problemas de espacio, pero
la mayoría son presentados tal como aparecieron, errores tipográfi
cos incluidos, lo que nos obliga a hacer hipótesis que a menudo no
podemos ni siquiera confirmar.
L O S TEXTOS
Los te x to s son los siguientes (todos los textos son traducción
nuestra, si no se especifica lo contrario):
San S a lva d or en E igentlich m ó cb te Frau Bluni d en M ilchm ann
k en n en lern en de Peter Bíehsel, ^ a lte r Verlag, Olten u. Frieburg,
1964, pág. 5-6 (traducción M.S, y E.A.),
«La micción de un obrero deia sin luz media Barcelona» trad. de
«La mieció d’un obrer deixa sense llum iníg Barcelona» d’E.P.G. en
■<Dian de Barcelona» 2S de junio de 1989.
«La audacia de los bandoleros» trad. de «L’audáeia els bandolers»
en H istoria d e C atalunya de Eerran Soldevilla vol. II, Editorial Alp
ha, Barcelona, 1962 pág. 966-968.
«De los viajes» trad. de «Deis viatges» en Assaias de Francis Ba
con Editorial Curial, Barcelona, 1976 pág. 86-87.
«¿Qué hacer con los bosques quemados? trad. de «Que fem amb
els boscos cremats» de Josep M. Panareda i Clapés y Josep Nuet i
Badia en «Serra d’or» Septiembre 19&6, núm, 324.
«Arado» trad. de «Arada» de josep Tarradell en G ran E nciclope
dia C atalana vol. 2 Barcelona, 1970.
«San Francisco», trad, de «San Francisco» de X.D. en «Set Dies»
17 noviembre 1989.
«El santuario de la Fontcaida», erad, de «El santuan de la Pont
eada» de Jordi Portell en «A vui», 23 de noviembre 1990.
El
a n á l i s is
El análisis de estos textos pretende discernir su coherencia, es
decir, observar qué grado de conexión hay entre los elementos lin
güísticos dentro dei texto y qué grado de adecuación entre el tex
to y su situación de ocurrencia. El análisis textual permitirá que
percibamos aspectos conflictivos en algunos textos, coherentes a pri
mera vista. Finalmente, queremos advertir que no debe confundir
se nuestro análisis con el Comentario de Texto: no interpreta
mos los texto, ni los valoramos, ni los situamos históricamente, ni
tampoco los comentamos lingüísticam ente. Insistimos en que
nuestra pretensión es ver cómo y hasta qué punto el texto es cohe
rente.
Para desentrañar los mecanismos de coherencia, tendremos en
cuenta los mismos seis ítems que hemos presentado en la parte teó
rica. Los ocho textos irán precedidos de una breve presentación. A
continuación, se hará un análisis tipológico donde destacaremos es
pecialmente: el contexto, la estructura y los mecanismos de coheren
cia que parecen relevantes en cada texto.
Dos textos, San Salvador y La micción... serán objeto de un aná
lisis más amplio; los otros seis textos se usarán para analizar uno u
otro mecanismo de coherencia según la importancia que adquiera en
cada texto. Finalmente, se propondrán unas preguntas de control,
para cubrir aquellos aspectos que se hayan analizado, según los ob
jetivos que seguidamente expondremos.
L a s p r e g u n t a s d e c o n t r o l O b je t iv o s
Sí aquí se habla de preguntas de control, hay que tener presente,
como ya hemos dicho en el prólogo, que no se pretende en ningún
caso efectuar un control de la comprensión lectora, si es que el tér
mino tiene algún referente claro. Nuestras preguntas no pretenden
controlar que macroestructura semántica ha obtenido el lector, qué
interpretación ha hecho. Por otro lado, es discutible la eficacia del
uso de preguntas para controlar la comprensión: se pueden respon
der preguntas de un texto sin haberlo entendido y se puede haber en
tendido un texto pero no saber contestar las preguntas. A estas con
sideraciones se añade la duda de que de los textos se pueda deducir
una tínica interpretación que se pueda considerar canónica, la duda
de que exista «la» buena lectura de un texto determinado ( ! “'). (Ver
página 99).
Aun sabiendo que algunos de los problemas planteados hasta el
momento referentes a la formulación de preguntas no son fáciles de
resolver, seguimos considerando útil plantearlos, siempre que delimi
temos de forma muy ciara los objetivos.
La teoría que hemos expuesto nos da elementos para elaborar una
explicación del texto: sistematiza la observación, fija una terminolo
gía.,. Insistimos en que nuestro objetivo es controlar si el lector rea
liza las relaciones que describen los mecanismos de coherencia, con
dición necesaria pero no suficiente para la comprensión. Por lo tan
to, una vez realizado el análisis, presentamos preguntas que, como
un negativo de la teoría, controlan si ei lector ha captado la coheren
cia.
Las respuestas que se obtengan se pueden evaluar de muy distin
tos modos; nuestro propósito es que se lean como indicativas de una
cierta interpretación, y no que sirvan para puntuar al alumno según
el número de respuestas correctas. Deben servir como orientaciones
sobre un cierto estadio de la comprensión lectora; a menudo, nos pue
den indicar qué hipótesis ha hecho el lector anee un fragmento de
terminado. Las respuestas, además, nos darán pautas para una futura
explotación del texto en clase. Citamos a continuación dos casos po
sibles del tipo de evaluación que proponemos, y del tipo de explo
tación que sugieren.
Ante todo, podemos encontrar enere los alumnos cierta unanimi
dad en dar una respuesta poco coherente, una lectura poco convincente de los mecanismos de coherencia.
Por ejemplo, en el texto San S a lva d or, ante la pregunta
5. ¿Quién se exclama «Alguna cosa habría pasado»? (23-24)
(a) Paul, (b) Hildegard. (c) Quien narra la historia.
Podemos encontrar que predomina la respuesta (a) o (c), mien
tras que, cómo indicamos en la nota aneja a la pregunta, es Hilde
gard, como personaje dentro del «texto» del monólogo de Paul, la res
ponsable de tal reacción expresiva, y por lo tanto la respuesta prefe
rible es (b). Si predominan (a) o (c), podemos deducir que a estos
alumnos les resulta difícil entender un mecanismo fundamental del
discurso indirecto libre, que consiste en el desplazamiento de la voz
del narrador o de un personaje hacia otro personaje. La existencia de
la polifonía y los mecanismos del discurso indirecto libre son pues
aspectos a trabajar en esta clase... o bien hay que descartar momen
táneamente textos que ofrezcan este tipo de características.
Para facilitar este tipo de evaluación, hemos intentado parcelar al
máximo las preguntas, asociando cada una con uno, o máximo dos,
de los seis ítems repetidamente citados.
Ni que decir tiene que la mayoría de estos ítems están interrelaclonados y que, por lo tanto, dicha parcelación resulta a veces muy
artificial; hay mecanismos, como los implícitos, que impregnan todo
el texto y cuyo dominio es muy difícil de controlar, Hay mecanis
mos, por otra parte, cuyas dificultades para la comprensión lectora
ha sido ya estudiada.32 Pero a menudo escapan a la programación y
no por ello su dominio es irrelevante.
Otro caso posible es el de la diversidad de respuestas ante una mis
ma pregunta, lo cual puede indicar que hay mecanismos que unos in
dividuos practican y otros no. Debemos tener en cuenta que el alum
no a menudo da respuestas que, aunque insospechadas, no tienen por
que ser equivocadas o carentes de fundamento. En cualquier caso, se
trata de aislar y determinar qué mecanismos de coherencia ha usado
el alumno para obtener estos resultados.
Se observará e! uso sistemático de las preguntas cerradas. De he
cho, el control puede hacerse en dos direcciones: la representación
que el lector se hace del texto una vez leído y los procesos de for
mación y revisión de hipótesis. Para la primera, una pregunta abier
ta, como el resumen es eficaz; son posibles también preguntas cerra
das que controlen la percepción de la estructura, a través de la atri
bución de subtítulos a los diferentes párrafos, o su reordenación para
conseguir unos objetivos determinados. Para la segunda, abundan las
preguntas de selección múltiple para determinar la atribución de una
co-referencia, la existencia de una coherencia léxica, el significado de
una frase o una palabra según el co-texto...
Si hemos preferido !as preguntas cerradas es porque, por una par
te, evitan la interferencia de otras habilidades con la habilidad lecto
ra; y por otra parte, porque la preferencia por una u otra respuesta
permite explotaciones diferentes. Veámoslo separadamente.
En primer lugar, hay que tener presente que el proceso de lectura
(que comprende la capacidad de captar la coherencia) se debe separar
de otros procesos como son la escritura o el habla: el primero usa
un soporte visual e implica una actividad receptora; los otros dos di
fieren según el soporte (oral o auditivo) o la actividad productora (ac
tiva o pasiva). Si pretendemos controlar la lectura (o uno de sus as
pectos, como hacemos aquí) hemos de procurar eliminar o discrimi
nar la influencia de ios otros procesos; de ahí nuestra preferencia por
las preguntas de selección múltiple, donde sólo se usan marcas para
la respuesta.
32.
Véase G. Shum , A . C ond e, C . D íaz «¿C óm o se adquieren y usan los térm inos
deíeticos en lengua española? Un estudio lo ngitu d inal» en I n fa n c ia y a p r e n d i z a je vol,
48 M ad rid , 1989. Véase tam bién A ,R u b ín «.4 T b e o r e t ic a l T a x o n o m y o f t h e D iff c r e n c e s
B e t w e e n O r a l a n d W ñ tten L a n g u a g e » en Spiro, Rand J. et alT h eo retical Issues in Reading C om prehension L aw rence ErJbaum ass. N ew Je rse y (U SA ), 1980.
En segundo lugar, nuestro propósito de realizar una evaluación,
no para determinar el grado de corrección sino para investigar las hi
pótesis que realiza el lector, nos obliga a prestar tanta atención a la
respuesta más correcta como a la más inexplicable. Para ayudar a esta
tarea hemos limitado el número de respuestas a tres, y, en el caso de
los dos textos analizados con mayor profundidad, hemos propuesto,
junto a cada pregunta, una explicación a las distintas respuestas po
sibles.
ANEXO
2.’
P A R T E . N O T A S A M P L IA C IÓ N
(1*) Estas consideraciones nos llevan a precisar qué se entiende
por «lectura» y por «leer».
Los estudios sobre la lectura han intentado, desde hace ya cierto
tiempo, combatir la opinión, muy arraigada, de que leer consiste en
descifrar unas letras para convertirlas en sonidos, para efectuar una
lectura, primero en voz alta (oraiización) y luego, a medida que nos
vamos ejercitando en ello, en voz baja o inaudible (lectura interna).
Esta opinión es atribuible al hecho de que, en el lenguaje estándar,
leer signifique dos cosas: «decir en voz alta lo que está escrito» y «ad
quirir conocimiento de lo escrito», dos operaciones independientes
que a menudo se presentan como casi sinónimas («interpretar men
talmente o traduciéndolos en sonidos, los signos de un escrito»
[M .M oliner]): realizar una no implica realizar la orra.
La lectura no es una habilidad, como por ejemplo lo es usar las
tijeras, sino un p ro ce so c o g n itiv o , como lo es por ejemplo resolver
un problema. Para saber leer es preciso un aprendizaje: no se puede
enseñar, en el sentido que podemos enseñar a usar unas tijeras. Sí se
pueden enseñar habilidades relacionadas con este proceso cognitivo;
el desciframiento, claro está, pero también la concentración, la me
morización, el conocimiento del vocabulario..., pero no el proceso
en sí. Como todos los aprendizajes, leer es un proceso individual y
m uy largo, sin origen preciso ni límite final, que mejora a medida
que lo vamos ejercitando.
Se han propuesto varios modelos psicológicos que intentan expli
car en qué consiste este proceso. A grandes rasgos podemos decir
que leer es un procedimiento basado en la anticipación: leer consiste
en formular hipótesis. La anticipación se hace según criterios grama
ticales (sintácticos y semánticos) o pragmáticos: en la comedia El c a
b a llero d e O lm ed o , la escena en que aparecen Inés y Leonor, se ini
cia con el parlamento de la primera, quien sin más preámbulos ma
nifiesta: «Y todos dicen, Leonor / que nace de las estrellas.»; el lec
tor, gracias a su competencia pragmática y a su conocimiento del gé
nero y de los tópicos del discurso literario de la época, puede reali
zar la hipótesis —inmediatamente confirmada— de que Inés se está
refiriendo al amor, además de otras como 1a de que Inés y Leonor
son confidentes, que se trata de muchachas enamoradas o en dispo
sición para ello, y , a tenor del registro y la familiaridad de la réplica
que sigue, la de que ambas pertenecen a un mismo rango social, etc.
Otras hipótesis de signo más scmático y sintáctico pueden ser que
después de un sintagma nominal al inicio de una oración probable
mente vendrá un sintagma verbal; si un substantivo va seguido de un
adjetivo, es probable que e] adjetivo tenga unas características semán
ticas que se asocien al substantivo... Un ejemplo concreto !o pode
mos ver en el caso de los denominados clichés periodísticos: estruc
turas sintácticas tan conocidas que, a menudo, no hay que seguir le
yendo para saber qué palabra sigue a otra; así, hablando de una carre
ra ciclista, se sabe que tras «la serpiente...» aparecerá «...multicolor».
Se pueden hacer también hipótesis sobre el significado de una pala
bra o expresión: para quien no conozca cierto léxico deportivo, «mar
chamo de gol» puede ser un misterio, que puede quedar desvelado,
quizá sólo en parre, si el co-texto dice que «la pelota entró en la por
tería porque llevaba marchamo de gol*. Según una ley básica de la
teoría de la información, cuanto más previsible es una palabra, me
nos información da; es por eso que una lectura es un equilibrio entre
la previsión de palabras poco informativas y la imprevisión de pala
bras m uy informativas. En ambos casos, si a medida que vamos le
yendo, se van confirmando las expectativas, eso quiere decir que rea
lizamos una lectura coherente del texto.
Ante una situación conflictiva durante la lectura (una palabra des
conocida, un pasaje incomprensible), el lector dispone de una serie
de estra teg ia s, que son acciones encaminadas a resolver estas dificul
tades o a «compensarlas». Así, ante una palabra indescifrable, quizás
a causa de un error tipográfico, podemos seguir la estrategia rápida
de ignorar e! error, porque quizá no es fundamental esta palabra para
comprender el texto; una estrategia más lenta consiste en buscar in
formación en otro sitio. Véase el caso de «La micción de un obre
ro...», en el fragmento «que [?] de la avenida del Paralelo»: se puede
decidir si se continúa la lectura, sin hacer caso, o se puede decidir
que es una información fundamenta], y entonces se apelará al co-texto o, en caso extremo, se buscará material de soporte, obras de refe
rencia... que relacionen lo que se encuentra antes y lo que llega des
pués del error; por ejemplo, se consultará un plano para saber si la
estación está detrás o cerca del Paralelo, lo que permitirá confirmar
una de las hipótesis de que el fragmento que falta es «que [está detrás
/ cerca] de la avenida del Paralelo».
1
2
3
Se h a b ía co m p rad o u n p lu m a e stilo g rá fic a.
D espués de h ab e r tra z a d o v aria s veces su firm a sobre u n a h o ¡a.
después de h ab e r escrito su s in iciale s, su d irecció n , u nas lin eas o n d u la d a s. !a
4
dirección de sus p adres, cogió u n a h o ja n u e v a , la dobló con cu id ad o y
5
escribió; «a q u í hace dem asiado frío p ara m i» —y después— «m e voy a A m érica
6
del S u r», D espués se detu vo , colocó el capu chó n sobre la p lu m a, m iró la hoja
7
y observó cóm o la tin ta se secaba y se oscu recía (en la p apelería le h a b ía n
S
g a ra n tiz a d o q u e se v o lv ía n e g ra ), después v o lv ió a coger la p lu m a y añ ad ió
9
su n o m b re : «P a u l* .
10
1]
12
D espués perm an eció sentado,
M ás ta rd e le v an tó los periódicos de la m esa, y al h acerlo , dio un
vista/o a la c a rte le ra y pensó en c u a lq u ie r cosa, a p a rtó el cenicero, rom pió la
13
hoja de lín eas o n d u la d a s, v ació la p lu m a v la vo lvió a lle n a r. P a ra la sesión
14
de cinc y a era dem asiad o ta rd e.
15
El en sa y o del co ro de la Iglesia d u ra b a b a s ta las nu eve, a las n u e v e y
Ib
m ed ia H ild e g a rd y a h a b ría v u e lto . E sp erab a a H ild e g a rd . M ie n tras, m ú sica
17
de la rad io . A h o ra ap ago la rad ío .
18
19
20
21
22
E ncim a de la m esa, en m ed io de la m esa, e stab a ah o ra la hoja
d o b lad a, y sobre la h o ja , en e s c ritu ra n e g ro a z u la d a , su n o m b re , P a u l.
T am bién p o nía * a q u í hace d em asiad o frío p a ra m i*.
H ild e g a rd lle g a r ía , pu es, a las n u e v e y m ed ia. A h o ra eran las n u e v e .
L eería su aviso , se a s u s ta ría , p ro b ab lem en te no se cree ría aq uello de
23
A m é ric a del S u r, a p esar de todo c o n ta ría las cam isas en el c a ¡ó n : a lg u n a
24
cosa h a b ría pasado.
25
T elefo n earía al «L ó w cn ».
2b
El L ów en está c errad o los m iércoles.
27
S o n re iría , se d esesp eraría y se re sig n a r ía , q u iz as.
28
Se a p a rta r ía el cabello de la c a ra , re se g u iría con el dedo a n u la r de la
29
m an o iz q u ie rd a las sienes, en to n ces se d e sa b ro ch aría len ta m e n te el a b rig o .
30
D espués perm an eció se n tad o , pensó a q u ién le podía e n v ia r u n a c a rta , levó
31
de n u evo las in stru ccio n es de uso p ara la estilo g rá fic a (g ira r un poco a
32
la d e rec h a), tam b ié n leyó ei te x to en fran cés, co m p aro el in glés con e!
33
ale m án , v o lvió a v er el papel, pensó en p a lm e ra s, pensó en H ild e g a rd .
34
35
3b
37
P erm an ecía sen tad o .
Y i las n u e v e y m edia Ucgó H ild e g a rd y p re g u n tó ; «¡d u e r m e n los
n iñ o s?».
Se a p a rtó el cabello de la c a ra .
Presentación
Se trata de un texto del escritor suizo de habla alemana Peter Bichsel. La versión castellana que ofrecemos deriva directamente del ale
mán y es nuestra.
Tipología
Respecto del emisor o enunciador, del destinatario, y del resto
de categorías enunciativas, de entrada, nos remitimos a lo dicho en
el apartado P olifonía en u n cia tiva y en especial a P olifon ía d e l texto
n a rra tiv o literario y a sus notas.
Antes de perfilar la in te n c ió n comunicativa sería conveniente
apuntar algunos rasgos de la especificidad literaria. Y la primera
consideración es que el uso literario del lenguaje no es, en primera
instancia, un uso comunicativo, por lo menos no en la forma en
que lo son las enunciaciones producidas en el intercambio comuni
cativo cotidiano: como veíamos, el autor no usa el lenguaje para
decir propiamente nada a nadie en algún lugar y tiempo determi
nados.
Usábamos el término cita, y concretamente cita ficticia para ca
lificar las operaciones enunciativas de tipo ficcional literario. Pode
mos completar ahora la caracterización diciendo que el uso literario
del lenguaje tiene un sentido imitativo, donde el objeto imitado no
es la realidad —en ei sentido platónico— sino una parte de ésta, el
propio lenguaje, y el instrumento de imitación es también el lengua
je: el autor locutor no realiza actos de habla (110 asevera, no pregun
ta, no avisa, no promete...) sino que cita mimetizando enunciaciones
imaginarias, que no han tenido ocurrencia, y en las que sí se dan esos
actos de habla, En el caso de la narración ficticia, lo primero que mimetiza el autor locutor es el acto, o mejor, el inacroacto de contar
una historia.
Un corolario de esta concepción imitativa es que la enunciación
literaria presenta una dualidad: en un sentido, el lenguaie es propues
to a la contemplación estética como mera estructura lingüística; en
otro, y porque detras de todo acto de citar —detrás de todo acto—
es predicable una motivación del citador, el uso literario del lenguaje
conlleva intenciones comunicativas aunque indirectas, eso sí. Las in
tenciones estéticas y comunicativas forman parte de lo que hemos de
nominado a u to r im p lícito.
Sirva esce preámbulo para destacar la relatividad y complejidad de
la intención comunicativa, cuando de textos literarios se habla. En el
texto que nos ocupa, y al lado de —e imbricada con—, una inten
ción estética que liemos de considerar de primer plano, podemos in
terpretar una intención argumentativa de tipo crítico hacia las rela
ciones sociales y familiares, hacia las relaciones del individuo con las
instituciones y los mitos de una sociedad de tipo «occidental» de
sarrollado. Y si vemos la ironía del autor implícito en la plasmación
de las conductas de unos personajes concebidos a imagen y semejan
za de los ciudadanos de nuestras sociedades, podemos predicar una
intención crítica respecto de la alienación y los deseos frustrados de
los individuos en dichas sociedades.
Respecto del destinatario, consideraremos a éste como universal,
si bien podemos tener en cuenta su identificación con el lector im
plícito, y en ese sencido ef destinatario es aquel con el conocimiento
del mundo suficiente para realizar las inferencias y completar las eli
siones que el texto reclama: sus rasgos mínimos son los de un adul
to, contemporáneo y europeo.
En el plano ficticio, no existe n arratario explícito.
Respecto del lu gar social en el que se ancla el texto, habría que
distinguir también entre la enunciación ficticia, la del narrador, don
de el lugar social es irrelevante, en este caso, y la enunciación enten
dida como la composición literaria de! autor locutor. Para esta últi
ma consideraremos que el lugar social es la institución literaria en sen
tido lato.
El tiempo y espacio de la narración nos es desconocido, en cual
quier caso, el narrador narra con posterioridad al presente de los per
sonajes. Otros datos contextúales de la narración no aparecen. En
cuanto al aquí y ahora del mundo evocado en el que se mueven los
personajes, más adelante, eri el análisis, veremos cuál puede ser.
Se trata de un texto n a r r a tiv o (no hace falta recordarlo) dentro
del género del cuenco corto, a cuyo género y discurso se ancla, apa
recido en la época y en la colección de narraciones que la ficha señala.
La estructura de este texto sería la siguiente:
1. Marco (¡ínea 1): alguien, en un tiempo pasado pero no m uy leja
no (el pluscuamperfecto indica que se trata de un tiempo anterior
al de la narración pero no hay indicadores que precisen cual), rea
liza un acción que tiene por objeto la posesión de un objeto-símbolom, la pluma.
2. Complicación (2-34): Paul espera a Hildegard mientras piensa,
¡magma y fantasea sobre acciones hipotéticas deseadas, por un
lado, y sobre un futuro real inminente, por otro.
El marco y la complicación explican, ordenados cronológica-
mente, los sucesos que ocurren antes de la llegada de Hildegard,
Dichos sucesos se dan en dos niveles: uno, donde se habla de los
hechos y acciones que suceden en el exterior del personaje (el per
sonaje prueba la pluma nueva —escribe y dibuja—, mira los pe
riódicos, etc.), y otro que explica lo que sucede en el mundo in
terior del personaje (15-29) (piensa en lo que debe estar haciendo
Hildegard y en lo que haría si al volver a casa descubriese que é!
se había ido).
3. Resolución (35-37): Hildegard vuelve a casa: en principio se corro
bora la previsión de futuro real y se descartan casi todas las ac
ciones hipotéticas. Se produce, sin embargo, un hecho mínimo in
quietante: Hildegard «se aparta el pelo de la cara», realiza algo
que antes sólo había previsto Paul en el cotexto de las acciones hi
potéticas. Por metonimia es posible imaginar que el resto de ac
ciones de Hildegard pensadas por Paul se realizan también. Se aña
de a esto que el texto «aquí hace demasiado frío...» no ha sido des
truido y está todavía encima de la mesa, donde Hddegard podría
verlo.
No hay ni coda ni una parte específicamente destinada a eva
luación.
P o l if o n ía e n u n c ia t iv a
El aspecto polifónico es el que en esta narración tiene más rele
vancia, ya que toca directamente al juego de significaciones que el tex
to propone.
Para empezar, señalamos el aspecto básico de la polifonía de los
textos narrativos: la distinción entre autor y narrador y la distinción
entre el narrador }' los enunciadores suscitados por éste («Paul», «H ildegard»). El narrador y Paul son responsables de enunciaciones es
critas; Paul de los textos que aparecen desde la línea 2 hasta la 9; el
de 5-6 y el de 9, citado en discurso directo por el narrador. Hildegard es la enunciadora del texto oral de la línea 35. citado en discur
so directo por el narrador.
Esta narración incluye, cita., incorpora o describe siete textos que
pasamos a enumerar.
— El primer texto (1-37) es el del relato entero, enunciado por el
narrador y focalizado desde una posición externa a los hechos,
aunque accede al mundo interior del personaje. Sobre el destina
tario, recordemos lo dicho más arriba (volveremos a ello más ade
lante, al analizar los implícitos). No se puede hablar de un único
acto de habla sino de un conjunto que se puede considerar inte
grado en un macroacto de habla, que podría ser el de relatar.
El segundo texto (2-4), dentro del relato narrador, corresponde
al texto que Paul está escribiendo. La existencia de este texto es
dudosa por varias razones: de entrada., no parece tener ninguna
intención comunicativa, a menos que no se trate de algo de tipo
inconsciente, que probablemente no podemos denominar inten
ción en el sentido pleno del término, ni parece ir dirigido a nin
gún destinatario. La intencionalidad de la acción del personaje pa
rece ser sólo la de realizar pruebas de un instrumento, pruebas
que, puesto que se trata de ensayar un instrumento que sirve para
escribir, reproducen signos de la lengua.
De todos modos, las pruebas que realiza Paul con la pluma si
mulan lo que serían varios enunciados: dos direcciones, unas ini
ciales y unas líneas onduladas. La estructura de este hipotético tex
to reproduce básicamente lo que sería una carta: dirección (de los
padres), remitente (dirección de Paul), contenido (líneas ondula
das) y firma (iniciales), aunque, subrayando su aspecto no comu
nicativo, le faltan las estrategias y convenciones del género, como
son las disposiciones espaciales propias de una carta.
Ciertamente, lo que hemos denominado contenido constaría
de un enunciado icómco —las líneas onduladas—, que sólo pue
de tener significado si establecemos una relación de coherencia cotextual con el próximo texto (el tercero).
Recordemos que el texto es destruido en la línea 13.
Tipológicamente, las lineas onduladas, en el sentido que les he
mos atribuido, constituirían un texto descriptivo.
A pesar de todas las prevenciones expuestas, considerar la exis
tencia de este pseudo-texto puede ser útil para entender la apari
ción del siguiente.
El tercer texto (5-6 y 9) es un texto escrito, asumido, como cita
en discurso directo, dentro del texto del narrador, que tiene por
enunciador a Paul. El enunciado corresponde al entrecomillado y
a la firma. El destinatario, de momento, no es nadie: más tarde
(22), será Hildegard. Se trata de un texto expositivo, —y argu
mentativo, si consideramos que, gracias a la yuxtaposición de am
bas oraciones, la primera expresa el motivo de la acción de la se
gunda— que más tarde se manifestará como mensaje.
El cuarro texto (31-32), tiene como enunciador a alguien anóni
mo, impersonal (la empresa). Su enunciado son las instrucciones
de uso de la pluma, citadas en discurso directo. Un par de rasgos
estilísticos notables: el primero, que se presenta sin entrecomilla
do, como en el caso de un texto citado en estilo indirecto, que
no tiene verbos introductorios, como en el caso de los textos su
perpuestos (anuncios, avisos, noticias del periódico...) que son
textos tan característicos de la narrativa moderna —en este caso,
sin embargo, no se conservan los caracteres tipográficos origina
les— ; el segundo, que, dado el significado del co-texto inmediato
—«leyó...»—, podría, tratarse de un fragmento del discurso men
tal, interno, del propio protagonista, que reproduciría literalmen
te las frases del texto de las instrucciones que, a la sazón, estaría
leyendo: la pérdida de los caracteres tipográficos originales corro
boraría tal interpretación.
El destinatario es el usuario anónimo. Tipo: instructivo. In
tención: regulativa de las acciones del usuario de plumas. Acto de
habla realizado: orden.
— El quinto texto (35-36) es oral y se asume como cita en discurso
directo dentro del texto del narrador. La enunciadora es Hilde
gard v el destinatario Paul. El enunciado es el entrecomillado. El
acto de habla, una pregunta.
— El sexto texto (15 29) tiene una existencia y, caso de admitirla,
una adscripción tipológica, muy problemáticas. Su enunciado
correspondería a un monólogo interior del protagonista, asumido
en estilo indirecto libre por el narrador. El enunciador sería Paul
y también sería Paul el destinatario.
Una de las principales objeciones a la existencia como texto
del fragmento en cuestión sería que no tiene ocurrencia, en el sen
tido literal y completo del término, tal como quedó expuesto en
el apartado Coherencia y Cohesión. En segundo lugar, y en re
lación con el hecho de que se trata de un discurso mental de du
dosa ocurrencia, éste estaría formado no por palabras propiamen
te dichas, sino por proposiciones.JJ>
— El séptimo texto (24-25) tiene una existencia y un estatus aún más
dudosa que los del anterior, como veremos. Su enunciador sería
Hildegard. El enunciado, tas proposiciones del monólogo interior
de Hildegard («alguna cosa habría pasado»). El destinatario, la
propia Hildegard, El acto de habla, aseveración. La aseveración
de la línea 26 podría tener la misma atribución.
La existencia del séptimo texto es aún más problemática por
que corresponde a un fragmento del discurso indirecto libre que
reproduce el monólogo interno del protagonista, Paul, el cual, a
su vez, reproduciría el monólogo interior de Hildegard, también
en discurso indirecto libre. Paul adoptaría así un papel similar al
33, O bservem os que, al lado de las proposiciones aparecen en el discurso in te rn o
de! protagonista, sim ples percepciones del m undo, com o en «Encim a de la m esa... aho
ra la hoja doblada... su nom bre, P a u l» (18-19), con un «a h o ra» algo am b iguo, que tra
tarem os en el espacio dedicado a los deicticos. Sin em barco, lo m ás sensato es consi
derar las percepciones del protagonista com o expresadas en palabras d e l n arrad o r —de
un narrador que adopta el enfoque m encionado en el prim er texto— , y , po r lo tam o,
como secuencia descriptiva de su texto.
que adopta e! narrador cuando relata en estilo indirecto libre el
pensamiento de Paul. Consideremos la situación: el personaje
Paul está pensando en las palabras, mejor dicho, en los pensa
mientos que se producirán en Hildegard cuando haya llegado y
leído el texto: «aquí hace demasiado frío...». Tal situación y las
palabras incluidas son puras hipótesis de Paul, y en este mundo
hipotético, Paul, como si pudiera penetrar ei pensamiento ajeno,
reproduce —en estilo indirecto libre, insistimos— las palabras que
Hildegard se diría a sí misma.
En definitiva, lo que nos lleva a considerar la existencia de estos
dos últimos testos es la presencia del discurso indirecto libre, en tan
to que éste permite reproducir proposiciones, percepciones e incluso
expresiones internas de los personajes, aunque sean asumidas por el
narrador. Si el pensamiento de los personajes hubiera sido relatado
por el narrador en estilo indirecto, entonces habríamos considerado
simplemente que esta parte constituía sólo una secuencia descriptiva
del texto de la narración.
Dos aspectos más a destacar por su relación directa con la poli
fonía: el primero, ei de los actos de habla realizados en el texto, y
concretamente los correspondientes al personaje Paul; el segundo, el
de la relación de Paul con el que hemos denominado su texto (el ter
cer texto).
En cuanto a los actos de habla, puede sernos útil considerar la evo
lución psicológica del personaje durante la serie de actos que empren
de. Paul empieza, mientras hace pruebas imitativas, escribiendo dos
direcciones y sus inicíales, y trazando unas líneas onduladas. Como
ya hemos comentado, si atendemos a la fuerza connotativa de las lí
neas, su sentido es muy coincidente con el del texto n°3. En una ac
ción continuada respecto de la anterior, Paul escribe «aquí hace de
masiado... América». Dado que no se nos da ninguna evaluación
narrativa respecto del sentido de esta acción, la consideramos aún una
simple prueba. Después Paul se para, mira, etc.: se distrae, hasta 9
en que vuelve a tomar la pluma para escribir su firma. El lapso de
tiempo transcurrido hasta la firma es psicológicamente necesario para
que Paul se dé cuenta de que el conjunto de palabras escritas cons
tituye una carta y que expresa algo: algo que le concierne. En térmi
nos de teoría de los actos de habla, diríamos que se da una secuencia
de actos donde lo que Paul escribe hasta la firma correspondería a un
acto de tipo lo c a tiv o , que sólo em p iez a a constituirse en acto ilo cu tiv o a partir de la firma.
La firma, realiza un papel importante. El acto de la firma es un
acto de identificación del enunciador indicado en el texto con un in
dividuo em pírico.’4 Se da, por lo tanto, un acto de referencia identificativa y este acto de referencia identificativa de! enunciador del tex
to no tiene ningún sentido si no hay enunciador, destinatario y texto
propiamente dicho, evidentemente. Hemos de suponer que aunque
sea vagamente, el texto de Paul tiene un destinatario, si bien todavía
no identificado. Tampoco queda aún clara el tipo de intención co
municativa del texto, y ésta sólo se le hace evidente a! lector mucho
más tarde, cuando en la línea 22 sabemos al mismo tiempo que el des
tinatario es Hildegard, y el tipo de acto de habla en que ha pensado
Paul es un aviso —¿una implícita amenaza de abandono, quizá?
Podemos interpretar el espacio de tiempo que va de la línea 9 —la
firma— hasta la 22 de dos formas: una, que Paul ya tiene claro, des
de la línea 9, el destinatario y la intención, que medíante una elipsis
quedan escondidos a! lector hasta la línea 22; otra, que sólo cuando
la errática percepción de Paul redescubre el texto (18) y, a partir del
redescubrimiento, se produce la asociación con Hildegard —el tema
de Hildegard se presenta ante Paul antes de la confluencia con el avi
so, ya en la 15—, sólo entonces se cierra ei proceso de producción
del acto ilocutivo. Además, ahora sabemos también cuál es la fuerza
perlocutiva que el mensaje lleva, o mejor, llevaría en la situación ima
ginada —recordemos que se trata sólo de especulaciones mentales de
Paul— : el objetivo sería espantar a Hildegard (22).
Locutivo, ilocutivo, perlocutivo: asistimos al acto completo de co
municación.
El segundo aspecto importante de la polifonía —la relación del
personaje Paul con su texto— aparece desde el momento en que Paul
se constituye en un enunciador con palabra, que produce un mensaje
escrito; entonces, la relación con su enunciado responde a un desdo
blamiento polifónico similar al triple desdoblamiento que se da entre
sujeto hablante, locutor y el enunciador. Paul, personaje, ser dotado
de habla —en el mundo ficticio que crea la narración, naturalmen
te— se constituye como locutor, el cual suscita un enunciador que
produce un aviso. El locutor que identificamos como Paul construye
este enunciador, este texto/aviso en un contexto ficticio —y asi nos
situamos ya en lo ficticio dentro de lo ficticio que es la narración—,
donde una dcstinataria también perteneciente a la ficción creada por
Paul, v que tiene el mismo nombre que el personaje de la narración,
Hildegard, reacciona espantándose, no creyendo, contando camisas...
resignándose y apartándose el pelo de la cara (observemos de paso
que el gesto de la Hildegard de la ficción de Paul coincide con el ges
to del personaje Hildegard de la narración, lo cual sugiere metoní34. Véase el breve análisis que O sw ald D ucrot hace de la tirm a en El decir y lo
dicho (p. 199)
micamente la inquietante posibilidad de coincidencia entre el texto
ficticio de Paul y la ficción narrativa).
j listamente, la potencial distinción locutor/enunciador es la que,
llegado el momento (notemos que en 36, cuando Hildegard llega a
casa, el pape! con el mensaje permanece aún encima de la mesa: es
por lo tanto posible que ella lo vea), permitiría a Paul identificarse
con el enunciador suscitado de un acto ilocutivo de aviso, o de ame
naza, con todas las co n d icio n es d e fe licid a d (véase nota V'r de la 1."
parte), o bien negarlo e identificarse con otro enunciador que no ha
producido más que un acto locutivo —que resulta así sólo imitación
sin consecuencias comunicativas de un acto ilocutivo— con la inten
ción de probar un instrumento para escribir, como es una pluma. Ob
servemos que si se da una sensación de falta de completud estructu
ral de la narración es por causa de la presencia de esta posibilidad de
doble identificación, por esta ambigüedad enunciativa —a parte, na
turalmente, de la indicada falta de coda.
M eca n ism os d e r e p e tició n
Deixis. Recordemos que, tal como decíamos al principio al ha
blar de las características enunciativas del texto literario, los deicticos
están anclados en el contexto ficticio, creado.
Las palabras iniciales «Había comprado» (1) constituyen ya el pri
mer deíctico que sitúa la compra de! objeto/símbolo en un pasado an
terior al momento en que e! personaje Paul produce lo que hemos
denominado texto 3" (5-6 y 9) —por sobreentendidos, sabemos que
este momento transcurre en miércoles—, y con anterioridad al pre
sente del enunciador/narrador, situado después de los acontecimien
tos comprendidos en la narración (en 37 Hildegard «se apartó el ca
bello»), Ei momento en que Pau! escribe el texto 3" es, al mismo tiem
po, posterior a las acciones de producción del texto 2" (2-4). Mien
tras que la producción del texto 2" corresponde al mundo narrado,
la producción dei texto 3U, como hemos visto, corresponde al mundo
presentado. No hay ninguna referencia de cuál es el aquí de! texto 1“
—la narración—, como es habitual en los relatos en tercera persona,
mientras que los textos 2 y 3“ coinciden en el espacio de lo que po
dríamos considerar comedor o sala de estar de la casa familiar de los
personajes.
En los deicticos del texto 3" hay algo remarcable: el «aquí* (5),
El referente de esta expresión tanto puede ser el lugar preciso donde
se produce la enunciación, o bien, si se considera su conexión con la
frase «me voy a América del Sur» (lo volveremos a considerar al ana
lizar los conectores y ios implícitos), puede incluir el país (Europa
Central), y finalmente, teniendo en cuenta su ocurrencia hipotética
en 20-22, «.aquí» puede tener por referente el lugar social, incluyen
do la institución familiar y la situación familiar dentro de ella que tie
ne el enunciador.35
Del texto 4“ ya hemos señalado que su pertinencia bien al mundo
narrado, bien al mundo presentado es ambigua. Coherentemente con
la intención regulativa de las acciones del destinatario, este texto pre
senta la locución «a la derecha» (32), que podría ser considerada un
deíctico si se tuviera en cuenta el contexto del enunciador (la empre
sa), lo cual sería aberrante.
Respecto al texto 5“, a pesar de su oralidad, no creemos que tenga
deícticos relevantes.
Para acabar veamos el que hemos considerado 6o texto, enuncia
do en discurso indirecto libre. Tal como es característico en este modo
de discurso, los deícticos pertenecen en parte al narrador (tiempos
verbales, 3“ persona), y en parte al personaje (expresiones referentes
al aquí y ahora de la enunciación). Estas últimas presentan algunas
particularidades. De los tres «ahora» (17, 18 y 21) que leemos, dos
aparecen ligados bien a acciones puntuales, que introducen un cam
bio en el estado de cosas (apagar la radio, 17), o bien a percepciones
irrepetibles (que son las nueve, 21). El «ahora» de 18 no se relaciona
con un hecho ni con un cambio en el estado de cosas, ni en princi
pio, se marca la diferencia con ningún estado de las cosas «antes»36
—ni posiblemente a ningún estado después— dado que la «hoja do
blada» ya estaba encima de la mesa desde que ha salido en 4 (en cam
bio, si a hora apaga la radio, d esp u és no lo podrá hacer; si a h ora son
las nueve, d esp u és no lo serán, como es evidente). Por la lógica del
mundo y del estado de Jas cosas, este ahora está ligado a la continui
dad, dado que en ningún momento se nos dice que el papel con el
escrito de 5-6 y 9 haya desaparecido o cambiado de lugar, y conse
cuentemente el verbo que tendría que aparecer en lugar del <
■había»
debería ser con tin u a b a .
Existe una posibilidad de que la expresión «estaba ahora» (18) per
mita inferir un cambio en el marco respecto de un «antes» y un “des
pués», compatible con el cotexto: el cambio que se da cuando lo con
sideramos ligado al movimiento de la conciencia del personaje Paul.
Veamos la situación: Paul, después de escribir el texto 5-6 y 9 se dis
trae en diversas ocupaciones y pensamientos (10-17) hasta que redes.15. R ecordem os el carácter interactivo de !a com unicació n; recordem os lo que en
C o h e r e n c ia y c o h e s ió n se ha dicho respecto de la dependencia contexn ial del sentido
de un texto, y lo que se ha dicho en el apartado D eix is respecto del carácter de acto
de h abla qu e tiene la referencia, dependiendo, p o r lo tanto, de un contexto determ i
nado.
36, M ás adelante verem os el papel que tiene este «ah o ra- en relación con las im plicaturas y ios sobreentendidos.
cubre su escrito anterior (18-19): el «ahora» de 18 marca este redescubrimiento por parte de la conciencia de Paul. Se trata aquí de un
momento importante porque en ese instante Paul se convierte en lec
tor de su propio escrito, otorga una intención e imagina un destina
tario y, por lo tanto, el escrito de 5-6 y 9 se convierte propiamente
en texto. La lectura que proponemos de este «ahora» es coherente
con la función del discurso indirecto libre que señalábamos: el relato
de la conciencia de los personajes.
S u b stitu ció n léx ica
En este texto, la cohesión pone de manifiesto la existencia de algunos
marcos. Así, «viaje» es un marco (tópico) no explicitado que incluye
desde «camisas» (23) hasta «América del Sur» (6). A su vez, «Am é
rica del Sur» incluye desde el título (San Salvador , que no se encuen
tra en América del Sur) o «líneas onduladas» (3), o «demasiado frío»
(5) —por antítesis—, hasta «palmeras» (33). La capacidad que tienen
estos marcos para aglutinar expresiones aparentemente alejadas es un
elemento fundamental de esta narración. Un caso parecido, qui2 á me
nos inesperado, es el de «trazar» (2) y sus complementos: «iniciales,
dirección, líneas onduladas» (3-4). También «mesa» (11) incluye «ce
nicero» (12) e incluso «periódicos» (11) y , por lo tanto, «cartelera»
(12) y «sesión de cine» (14). Otro marco es el de «estilográfica» (1),
que da coherencia desde «capuchón» (6) hasta «tinta» (7), «papele
ría» (7), «instrucciones de uso» (31), «el texto francés, el inglés, el ale
mán» (32).
En realidad se dan tres grandes marcos implícitos: «viajar», «es
cribir» y «hogar familiar» (este último da coherencia desde el marco
«mesa» hasta «los niños» (36) y permite algunas inferencias impor
tantes, como ya veremos). El marco «viaje» y el marco «escribir» se
interseccionan en «líneas onduladas» y , desde luego, en «me voy a
América del Sur». La recurrencia de los marcos es muy importante
de cara al juego de implícitos, y, en este texto, por cuanto destaca el
carácter tópico y por lo tanto previsible del universo recreado por la
narración.
Definización. Es también un elemento importante de coherencia
en este texto. Señalamos, por ejemplo, «una pluma estilográfica» (1),
«una hoja» (2) y «una hoja nueva» (4): a «una hoja» le corresponde
«la hoja de líneas onduladas» (12); a «una nueva hoja» le correspon
de «Ztí hoja» (7), «¿í hoja doblada» (18), « el papel» (33).
Gran parte de los substantivos aparecen por primera vez ya
acompañados del artículo definido, es decir, como elementos ya
conocidos, gracias a la recurrencia de los marcos que acabamos de
mencionar. Respecto a esto, hay una definización un tanto compli
cada «El Lówe» (26), que comentaremos al hablar de los implícitos.
Una anáfora fundamental es «lo de América del Sur», que co-refiere con el texto 3Uy nos revela que el escrito que allí aparece no
representa unas palabras escritas al azar sino un mensaje en el senti
do y según el proceso escrito antes. Esta anáfora está precedida por
otra: «su aviso» (22), donde el posesivo co-refiere con el escrito del
texto 3"; una substitución léxica, «aviso», le da un sentido determi
nado, que se confirma en «lo de América del Sur». Además, démo
nos cuenta de que la proposición «leería su aviso» está conectada con
«no se creería lo de América del Sur», por la relación de causa / efecto.
Destacan dos elipsis: una, el nombre dei protagonista, que sólo
se indica al final del primer párrafo; otra, la relación de Hildegard
con Paul, que sólo se aclara parcialmente con elementos que conno
tan intimidad («Contaría las camisas» (23)), afecto («se desesperaría»
(27)), o preocupación maternal («duermen los niños» (35)), y señalan
su pertinencia al marco «fam ilia». Los implícitos resuelven otra elip
sis destacable: «Telefonearía al [bar, pub, taberna] Lówen» (25).
M eca n ism os d e con ex ión
La presencia de conectores de tipo temporal es abundante, tal
como es previsible en un texto narrativo. Esta abundancia se convier
te aquí en una característica estilística. Observemos que los conectores temporales son básicamente dos: «después» y «ahora». El prime
ro, que corresponde al mundo narrado desde el punto de vista del
narrador, conecta las oraciones y refuerza el carácter de linealidad
temporal de la serie de actos que realiza Paul. Los «ahora» aparecen
en el fragmento en estilo indirecto libre y marcan, también, la suce
sión lineal de presentes en la conciencia del personaje.
Nos detendremos en el texto 3o. Se puede deducir que las dos ora
ciones que lo constituyen están yuxtapuestas: es pues el hecho sim
ple de su sucesión la primera marca de conexión. Sin embargo, esta
primera conexión entre oraciones no sería relevante si no se diera tam
bién una conexión entre proposiciones, conexión que se da por cuan
to una proposición significa la causa —«aquí hace demasiado
frío...»— y la otra, el efecto — «me voy...». Y se da pragmáticamente
entre dos actos de habla: como ya hemos visto, entre dos actos aseverativos que configuran un macroacto de aviso.
I m p lícito s
Nos detenemos sólo en algunos implícitos importantes para el
sentido global del texto y, por lo tanto, para su coherencia.
De entrada, podemos dar cuenta de diversas inferencias praxeo-
lógicas sobre el marco, o mejor los marcos, del contexto evocado y,
a partir de ellos y de lo que se nos dice que hace el personaje, pode
mos inferir cosas como falta de proyectos concretos, aburrimiento,
etc.; o, teniendo en cuenta también la definización en los niños
(35-36), que se trata de pareja con hijos.
En la línea 5, la expresión «aquí hace demasiado frío para mi» pre
supone «aquí hace frío». Si pensamos que la alternativa geográfica es
América del Sur,j7 «aquí» debe abrazar evidentemente un espacio más
amplio que el de la habitación donde sucede la enunciación: el país
o Europa Central. Y si observamos la ocurrencia —hipotética, en la
mente de Paul— del texto (20-22), «aquí» designa también un lugar
y todo un marco social/familiar. Esta deixis sirve para explicar el me
canismo por el cual se produce el sobreentendido más importante de
«San Salvador»; al preguntarnos porqué Paul dice lo que dice en el
contexto determinado que se nos presenta (es decir, en el co-texto de
la narración incluidas las inferencias que nuestro conocimiento del
mundo nos permite realizar), inferimos que «frío» no denota una sen
sación física sino más bien la imagen de un malestar psicológico. El
mensaje completo implícita un deseo de huida hacia un mundo alter
nativo y expresa ilocutoriamente un aviso o una amenaza.
Unos implícitos inmediatos son: que finalmente Hildegard no te
lefonearía al Lówen — o que, caso de hacerlo, no encontraría res
puesta— y que el ahora de los textos I, 2, 3, 5, 6 y 7 corresponde a
un miércoles. Estos implícitos se dan si dentro del monólogo inte
rior de Paul entendemos que «El Lówen cierra los miércoles» (26) es
una proposición que rectifica «Telefonearía al Lówen* (25). Que la
primera proposición tiene el sentido de una rectificación sería un so
breentendido que inferimos cuando consideramos que la información
que contiene es pertinente.
Otro implícito destacable es el que se produce como hipótesis al
ternativa del referente de «Lówen» (25-26). Aquí el conocimiento del
mundo juega un papel importante. De entrada, si sabemos que el Ló
wen cierra un día determinado de la semana, según la máxima de can
tidad inferimos que el resto de los días no está cerrado. Nuestro co
nocimiento del mundo nos dice que lo más probable es que se trate
de un local público —que probablemente abre todos los días excepto
uno; que es un lugar frecuentado por las noches por el personaje,
como alternativa a quedarse en casa y, por lo tanto, que se trata de
un lugar de recreo, un pub o algo similar,
37.
Es curioso que la altern ativa sea A m erica (Jet Sur, donde se encuentran tierras
no precisam ente cálidas (es evidente la contusión con A m érica C en tral, o en todo caso,
con el C arib e), to c u al, dicho sea de paso, dice m ucho sobre el estereotipado co noci
m iento del m undo del personaie,
Otra inferencia que se puede extraer y que es importante para la
interpretación del texto, es que probablemente, si el Ldwe estuviera
abierto, Paul no estaría en casa sin saber muy bien qué hacer y los
hechos narrados no se habrían producido.
D e la estru ctu ra
1. AI llegar a casa, Hildegard...
(a) No puede leer el escrito de Paul porque Paul lo ha roto.
(b) No lee el escrito de Paul.
(c) No sabemos sí lee o no el escrito de Paul.
C om o señ a lá b a m os en e l análisis, es im p orta n te d estacar, a tra vés
d e la resp u esta c/, la p eq u eñ a m eer tid u m b re d e un fin a l n o to ta lm en
te cerra d o.
S ob re p o lifo n ía y a cto s d e ha b la
2. (Sobre la intención com unicativa) Paul escribe su pro
pia dirección y la de sus padres.
(a) Quiere escribir una carta a sus padres.
(b) Quiere probar la pluma estilográfica.
(c) Quiere escribir una cana a Hildegard.
C on la resp u esta b/ co m p ro b a m o s q u e en e l m o m en to d e l cu en to
q u e indica e l en u n cia d o d e la p regu n ta no ex iste in ten ción co m u n ica
tiva. —si no es d e m a n era to ta lm en te in co n scien te— p o r p a rte d e Paul
y q u e, p o r lo tan to, n o p o d e m o s co n sid era r e l escrito co m o la rea liz a
ción d e un a cto ilo cu tiv o .
3. (Sobre actos de habla) Cuando Paul escribe «Aquí hace
demasiado frío...América del Sur» (5 y 6)
(a) Tan sólo está probando la pluma,
(b) Está avisando a sus padres de su próxima partida a Amé
rica del Sur.
(c) Está decidido a irse y avisa a Hildegard de que se va.
A unque p od ría c a b er c/ d e b em o s d esca rta rla p u esto q u e H ild eg a r d n o a p a rece en la m en te d e P aul basta m ás a d ela n te. En rig o r
solo p o d e m o s a seg u ra r a ¡ y a q u e e l a cto d e la firm a se dilata un tan to
en el tiem p o (9).
4. (Sobre polifonía y el estilo indire cto libre) ¿Qué indica
«a pesar de todo... camisas» (23)?
(a) Que Paul piensa que Hildegard contaría las camisas.
(b) Que el narrador asegura que cuando llegue Hildegard
contará las camisas.
(c) Que Hildegard llega y cuenta las camisas.
La co rre cta a trib u ció n d e los en u n cia d os a los d istin tos en u n cia d o res es im p o rta n te en la lectu ra d e l estilo in d irecto lib re. Aquí, las
resp u esta s b) o c) q u ieren d e cir q u e e l le cto r n o ha a p ercib id o e l ca m
b io d e m o d a lid a d y lo q u e éste im plica.
5. (S o b re p o lifo n ía — y ta m b ién so b re e stilo in d ire cto li
bre) ¿Quién se exclama «Alguna cosa habría pasado»?
(23-24)
(a) Paul,
(b) Hildegard.
(c) Quien narra la historia.
N otem os q u e la ex cla m a ción p e r t e n e c e a l co n ju n to d e rea ccio n es
d e H ild ega rd p rev ista s p o r P aul: es H ild ega rd , com o p erso n a je d e n
tro d e l «texto» d el m o n ó lo g o d e Paul, la resp on sa b le d e tal rea cción
ex presiva.
D e los im p lícito s
6. (D e so b reen ten d id o s) ¿Cuál de las siguientes afirmacio
nes es la correcta?
(a) Hildegard telefoneará al Lówe.
(b) Es miércoles.
(c) Paul frecuenta el Lówe los miércoles.
D e h e c h o la ú n ica in feren cia p o sib le es (b ). La e lec c ió n d e (a), apa
re n tem e n te p o s ib le , d e b e d esca rta rse p o r cn a n to, en p r im e r lu ga r, (c)
es m u ch o m as segui'a y , en s eg u n d o lu gar, (a) está fo rm u la d a en in
d ica tiv o y n o en con d icion a l.
7. (D e so b reen ten d id o s) ;C uál de las siguientes afirmacio
nes refleja mejor lo que nos dice el cuento?:
(a) Paul desea irse porque pasa frío en su casa.
(b) Paul desea irse porque vive en un país frío.
(c) Paul desea irse porque hay algo en su vida que le desa
grada.
Las d iv ersa s resp u esta s rep resen ta n d iferen tes lecturas, En cu a l
q u ier ca so . si n o se da (c) ca b e la p osib ilid a d q u e en co n trem o s d ificu l
tad es al p a sa r a un n iv e l in terp reta tiv o superior.
8. (S o b re el m arco ) ¿Qué palabra va a continuación de la
siguiente secuencia: «Papelería», «capuchón», «líneas ondu
ladas»...?
(a) «Instrucciones de uso».
(b) «Lówe».
(c) Ninguna, son palabras inconexas.
S ob re d efin iz a ció n
9. La hoja de líneas onduladas de 13-14 es también:
(a) «una hoja nueva» de la línea 4.
(b) «una hoja» de la línea 2.
(c) <*la hoja» de la línea 19.
Sobre deixis
10. (Deícticos e implícitos) En 18 se dice que «...encima de
la mesa, estaba ahora la hoja doblada» porque...
(a) Antes no estaba encima de La mesa.
(b) Paul la ha recuperado de! cenicero.
(c) Paul se había olvidado de su presencia.
S ob re la elip sis
11. (Elipsis e implícitos) ¿Cuál es la información adecuada?
(a) Paul y Hildegard son hermanos.
(b) Paul y Hildegard son marido y mujer.
(c) No podemos hacernos una idea del parentesco que tie
nen,
C a b e d esca rta r (c) p o r los m od a liz a d ores q u e p resen ta su en u n cia
d o: ju s ta m e n te es bacía (b) q u e nos llev a e l texto. Laa ltern a tiv a , en
este caso, im p lica una gra n v a ria ció n d e l sen tid o d el cu en to , sea éste
e l q u e fu e r e .
12. (Elipsis e implícitos) Elige la información más apropiada:
(a) El Lowe es un local público donde Paul pasa algunos ra
tos.
(b) El Lówe es el lugar de trabajo de Paul.
(c) Ni (a), ni (b).
A quí la in feren cia es com p leja —v éa s e e l análisis— p o r lo q u e in
sistim os en q u e se trata d e e le g ir la m ejor.
SUCESOS
I
2
La
3
El corte de su m in istro afectó a C iu ta t V ella y a partes del E ixam ple y de
4
S an t M arti.
5
E.P.G .J
6
''B arc e lo n a .— [A ] L a im p ru d e n cia de u n o p erario provocó a y e r u n
m i c c i ó n d e t r o o b r e r o d e j a su s- l u z a m e d i a B a r c e l o n a
7
ap a g ó n g e n e ral de lu z en la m a y o r p a rte de la C iu ta t V ella y en im p o rta n te s
8
zonas def Eixam ple y del d istrito de S an t M arti, en tre las dos y m edia y las cinco
9
y m edia de la ta rd e . Si bien está c la ro qu e la h u m ed ad estu vo p resente
10
en el o rige n del c o rto c ircu ito , las v ersio n es de unos y o tro d ifieren
11
c o n sid erab lem en te. M ie n tras qu e fuentes oficiosas de la em presa in d ican que
12
el em pleado — q u e su frió q u e m a d u ras leves en m an o s, c a ra y pecho— salpicó
13
con o rines un cable de a lta ten sió n , p rov ocand o el fen o m en al c o rto c irc u ito , ei
14
o p e rario dijo a l s a lir de la u nidad de q u em ad os d el h o sp ital q u e se le h ab ían
15
caído accid en talm e n te u n as g o ta s de a g u a m ie n tras bebía.
16
[B] S e g ú n u n a n o ta o ficial de F E C SA , se p ro d u jo u n «d e rra m am ie n to
17
a c cid en tal de a g u a » . P a ra la em p resa, com o co nsecu encia de este hecho se
18
d esco n ectaro n los in te rru p to re s de a lta ten sió n de la c e n tra l, pro d u ciend o
19
co rtes en el su m in istro de u n m áx im o de h o ra y m ed ia de d u rac ió n . N o
20
o b sta n te el in c id e n te afectó a a lg u n a s zo n a s d u r a n te tres h o ras, pro v o can d o
21
p ro b lem as de trá n sito y a q u e el su m in istro eléctrico de la red de sem áforo s
22
d epende de la co m p añ ía F E C S A . U n p o rta v o z o ficial de la em p resa, sin
23
q u e re r e n tr a r en d etalles sobre el o rige n del accid en te, se refirió sim p lem en te
24
a la «m a la su e rte » de u n em plead o de la co m p añ ía c o n tra tista de las o b ras.
25
26
Acceso m u y re strin g id o
27
[C ] El acceso a la sala re ce p to ra de la calle M a ta , en la c e n tral que de la
28
a v e n id a P aral-leí, está e stric tam e n te p rohibid o al p erso n al no a u to riz a d o po r
29
c a u sa del pelig ro q u e re p resen ta tr a b a ja r cerca de unos cables fabricad os
30
p ara tr a n s p o r ta r 110 q u ilo v o k io s, L os cables de la in stalació n eléctrica
31
do m éstica tra n sp o rta n 220 v o ltio s, y el cable del accid ente de a y e r
32
tra n sp o rta b a 110.000 en el m o m en to d el ap agó n . L a p u e rta de e n tra d a a la
33
s a la está p ro te gid a d u r a n te las 24 h o ras por u n v ig ila n te de se g u rid a d de la
34
c o m p a ñ ía Sass.
35
[D ] El o b rero de la em presa D u m e t-C o p isa — q u e hace v arias ob ras p a ra
36
F E C S A , e n tre ellas la a b e rtu ra de la s calles p ara acced er a las co nd u cciones
37
de e le c tricid ad — tra b a ja b a en u nas o b ras de refo rm a de 1a su b estació n de la
38
calle M a ta , q u e ha de ser tras lad a d a a o tro lu g a r y que F E C SA h a de
39
a b a n d o n a r estos te rre n o s.
40
[E] S e g ú n u n a de tas v ersio n es, que fuentes de la em presa d aban por buena
41
h a sta !a ta rd e de a y e r pero que después u n p o rtav o z o ficial d esm in tió , el
42
ho m b re h a b ría o rin a d o c o n tra u n a p ared , salp ican d o u n a reja del suelo v
43
m o jan do el cable q u e está debajo.
44
[FJ C om o con secu en cia de este rem ojón se h a b ría p ro d u cid o u n a fuerte
45
lla m a ra d a , q u e fue la ca u sa n te del accid en te. El o b re ro , no o b stan te ,
46
m an tie n e q u e el líq u id o que cayó era el a g u a q u e estaba bebiendo.
47
[G ] D espués del accid en te, el o b rero fue traslad a d o a la u n id a d de q uem ados
48
del h o sp ital de V alí d ’H eb ró , donde le a p reciaro n q u e m a d u ras de p rim er
4‘l
g ra d o . El h o m b re , q u e n o perdió el co nocim ien to en n in g ú n m o m en to , recibió
50
el a lta po r la ta rd e .
51
[H ] U n técnico explicó q u e los tran sfo rm ad o re s de re serv a se h ab ían ido
52
con ectan do uno tras o tro , p ro v ocand o v arios cortes a lo la rg o de la ta rd e .
53
N o o b sta n te portavo ces oficiales de la co m p añ ía a se g u ra ro n qu e esta caída
54
en cad en a d el sistem a no se pro d u jo en n in g ú n m o m en to.
55
[I] El a p agó n afectó a g ra n p arte de los abonad os de la z o n a co m pren d id a
56
e n tre El P araM el y el paseo de C a rie s I, la calle de A ra g ó y el m a r. El
57
in c id e n te colapso los teléfonos de F E C SA . A lgu n o s ab o n ad o s c o n sig u ie ro n el
58
nuevo teléfono de la com pañía — que no debía e n trar en fun cionam iento hasta
59
m edian o ch e— y sa tu ra ro n to ta lm e n te la c e n tral telefó n ica.
A n á l is is
P resen ta ció n
Se trata de un texto escrito, publicado en el «Diari de Barcelona»,
eí 28 de ¡unto de 1989. Aparece en la sección del diario denominada
«Successos» (Sucesos) y va firmada con las iniciales E.P.G.
T ip ología
No tiene un vínculo inmediato con el contexto de producción y
de recepción como muestra el estudio de los deícticos, que corres
ponden al tiempo y al lugar del destinatario, que son los de la fecha
del periódico, y no los del enunciador (el «ayer» de ia línea 8, por
ejemplo, es el del lector que lee el suceso, no el del periodista que lo
escribe).
El destinatario es el anónimo lector de diarios, presumiblemente
adulto, y en concreto aquel que la línea del periódico selecciona.
La intención es contar una historia como manera de argumentar
y/o de mostrar conductas, como las de algunos comportamientos
vandálicos de ciertos empleados. Indirectamente, se denuncia la taita
de previsión de las empresas responsables al no contratar a personal
avisado y no hacer cumplir las normas de seguridad.
Clasificamos este texto dentro del tipo narrativo, clase «crónica
de sucesos». La crónica de sucesos38 se caracteriza por; la selección
de cierto tipo de acontecimientos, por la Üuctuación entre deixis y
anáfora, por la polifonía de los enunciadores y por ia admisión de se
cuencias descriptivas y dialógicas. Considera también Petitjean que
este tipo de textos presenta un doble anclaje: en el discurso de los
modos de pensamiento colectivo: deberes cívicos, concepto de nor
malidad y excepción..., y en el discurso considerado como «línea del
periódico» (con ello tiene que ver el carácter desenfadado de la elec
ción del tema y el sentido crítico respecto de empresas con respon
sabilidades en servicios públicos).
En lo que refiere a la estructura, dividimos el texto en dos gran
des partes: los titulares y el texto restante.
1 titulares (1-5) (macroestructura semántica),
2 Texto restante.
2.1, (línea 6 a 24, párrafos A y B) resumen de lo acontecido
2.2, (26 a 59) contexto del suceso, narración más detallada del su
ceso en las distintas versiones, dividido en:
2-2.1. el accidente y su circunstancia (27 a 50, párrafos C,D,E,F,G)
2.2.2, consecuencias y sus circunstancias (51 a 59, párrafos H,I).
En los titulares ya se informa sobre el qué, el quién y el cómo,
lo que cierra el texto. Por lo tanto, el resto, aunque tenga la forma
de una encuesta, no tiene por función aclarar lo sucedido y sus cau
sas y consecuencias, sino contraponer varias versiones que implícita
mente al final llevan a la versión de ios titulares.
M eca n ism os d e r e p e tició n
Deixis: Los deícticos del periódico responden al tiempo y el lu
gar del destinatario, que coinciden con los que indica 1a cabecera del
periódico.
En lo que refiere a la deixis de lugar, un error atribuible a la trans
cripción ha suprimido una referencia previsible en 1.27 «en la central
que [hay detrás de] la av en id a P arallel».
Dos fenómenos de la noticia no tienen una localización precisa
38.
Véase Petitjean, A, L es f a i t s d iv e r s ... pág. 87
en el tiempo: el incidente y la comunicación de la noticia. En lo que
refiere al incidente, tenemos la deixis temporal «ayer» (1.6); luego lee
mos que la interrupción se efectuó entre «las dos y media y las cinco
de la tarde» (1.8-9), que duró «un máximo de hora y media» (1.19)
(luego leeremos que, según una versión, hubo «diversos cortes a lo
largo de la tarde» (1.52)), pero que «afectó a algunas zonas (...) du
rante tres horas» (1.20).
En lo que hemos considerado parte 2.2.1., tenemos «después del
accidente» (1.47), suceso que es anterior a «por la tarde» (1.50). En nin
gún momento se nos dice en qué momento preciso se produjo el ac
cidente: hasta la linea 47 podemos deducir que es antes de las dos y
media, pero después de la línea 47, parece que sea por la mañana, dan
do un espacio suficiente entre el momento del suceso y el recibo del
alta médica.
A náfora/catáfora: Una anáfora inquietante aparece en «las ver
siones de unos y otro» (1.10, con el añadido del posible error tipo
gráfico por «otros»), que se corresponden al colectivo que responde
por «FECSA» (y todas sus voces y portavoces), y al obrero, respec
tivamente.
Algunas anáforas, como «estos terrenos» (1.39) muestran una coreferencia ambigua, o bien ofrecen alguna dificultad de comprensión
porque suponen un cierto conocimiento del mundo (v.gr. «esta caída
en cadena» (1.53-54)).
Substitución léxica: «micción» (1.2) presenta como hiperóninio a
«imprudencia» (1.6), lo cual es indicativo de la fuerza que toma la in
tención del narrador. Un sinónimo más previsible es «orines» (1.13).
El hiperónimo «humedad» (1.9) juega su papel de kipertema con
los hipónimos «orines — gotas de agua — derramamiento accidental
de agua» (1.13-17).
Un conllicto de interpretación lo presenta la aparente incompa
tibilidad que se produce entre «la sala receptora de la calle Mata»
(1.27) y «la subestación de la calle Mata» (1.37-38), pues la hiponimia
entre «central / sala receptora» podría entrar en conflicto con la antonimia aparente «central / subestación». Estos tres términos pare
cen formar parte del mismo edificio, y asi lo sugiere el pie de 1a foto
«estación (...) donde se produjo e! accidente»; pero «subestación» su
giere, o significa, un ámbito independiente, y esto lo corrobora el
que pueda «ser trasladada a otro lugar».
Se perfilan dos campos semánticos: uno, alrededor de «orines» se
presenta como negativo, por escatológico; el otro, alrededor de
«agua» es ei positivo. Las versiones que defienden la inocencia del
obrero usan palabras del campo semántico de «agua», mientras que
las versiones -—como la del periódico— que inculpan al obrero, usan
palabras del campo semántico de «orines».
Elipsis: La primera mención de «FECSA» (1.26) no indica en ab
soluto de qué se trata, si de una empresa, del hospital, o de una uni
dad del Ayuntamiento,
D efinización: «el fenomenal cortocircuito» (1.13) parece co-referir a «un apagón» (1.7), aunque desde el punto de vista técnico no pa
rece muv exacto, pues los apagones no sólo son producto de los cor
tocircuitos. En cambio, «el corte de suministro» (1.3) se corresponde
sin dificultad con «deja sin luz» (1.2).
Puede haber dificultades con «fuentes de la empresa» (1.40), pues
si bien «FECSA» (1.38) está mas cerca, la última vez que se ha ha
blado de «empresa» ha sido en «la empresa Dumet Copisa» (1.35).
M eca n ism os d e co n ex ió n :
Destaca sobre los demás nexos el papel de la puntuación, que re
salta el carácter artificialmente dialéctico del texto.
Escasean los conectores habituales en el texto narrativo: «des
pués» (1.41, 1.47), «como consecuencia» (1.44). Abundan los de tipo
argumentativo: «si bien» (1.9), «mientras que» (1.11), «no obstante»
(1.20, 1.45, 1.53), «pero» (1,41).
Destacan unas conjunciones «y» no copulativas: adversativa (1.31),
implicativa (1.59).
M eca n ism os d e p ro g re s ió n
La ligazón entre tema y rema presenta la encadenación de los
hechos narrados o de las explicaciones propuestas; a su vez, la exis
tencia de hipertem as que aparecen desglosados en temas suce
sivos corrobora la estructura del texto que hemos propuesto anterior
mente.
El titular propone un hípertema («La micción de un obrero»), que
es lo que hemos denominado parte 1, y que reaparece en 1.6 («La im
prudencia») (inicio de la parte 2), (1.9) («Si bien está claro que la hu
medad.») y en 1.35 («El obrero de la empresa»).
El rema de 1.10 («las versiones de unos y otro») es a su vez hipertema y se repite en 1.11 («fuentes oficiosas» con rema «orines»),
1.14 («el operario» con rema «gotas de agua»), 1.16 («una nota ofi
cial» con rema «derramamiento accidental», que a su vez es tema en
1.17 «este hecho» con rema en 1.18 «se desconectaron los interrupto
res») y 1.22 («portavoz oficial» con rema «mala suerte»). Todo ello
constituye la parte 2.1.
Otro hipertema es el de 1.26 («Acceso muv restringido»), que ini
cia la parte 2,2.1,, y que reaparece en 1.27-28 («acceso, estrictamente
prohibido») cuyo rema {«peligro/ cables»), es a su vez tema («los ca
bles transportan»); el hipertetna reaparece en 1.32 («la puerta de en
trada»).
Implícitos
Una implicación aparece en 1.19-22: la proposición los sem á foros
n o fu n cio n a ro n , que sería la conclusión de las dos premisas enuncia
das: «hubo corles en el suministro [de la compañía FECSA]» y «el
suministro eléctrico de ia red de semáforos depende de la compañía
FECSA». Si negamos las premisas («no hubo cortes... / el suministro
no depende de FECSA...») la implicación desaparece.
P o lifo n ía en u n cia tiv a . R eg istro s y v a r ie d a d es estilística s
En este texto encontramos vanas versiones sobre el mismo acon
tecimiento, dispuestas dialógicaniente por un narrador (e! locutor L),
con la intención de que los distintos enunciadores (E) se descalifi
quen mutuamente. La descalificación mutua de actos de habla, de los
distintos enunciadores traídos por L, se obtiene gracias a la contra
dicción de los enunciados. L interviene con fa exposición de los he
chos, para descalificar la voz oficial de la empresa. (1.22) Toma par
ado, ya en el mismo titular; lo toma L o lo toma el diario: podemos
atribuir el enunciado del titular al diano, puesto que el titular no va
firmado. Este partido es el de la versión que se denomina «oficiosa»,
pero el propio L, al suscitar voces diversas, «dice sm decir» y simula
objetividad (1.11).
Las voces suscitadas o enunciadores son las siguientes:
EO, ia empresa (macroenunciador)
E l, «fuentes oficiosas» (II)
£2, fuentes oficiales
E21, fuentes oficiales de FECSA (16)
E22, «un portavoz oficial de la empresa» (22)
E3 (posiblemente asimilable a El),«fuentes de la empresa» (40)
E4, anónima (emite una de las versiones que E3 da como buena) (40)
E5, «un portavoz oficial» (41)
E6, «un técnico» (51)
£7, (quizás asimilable a E3) «.portavoces oficiales» (53)
E8, «el operario» v «el obrero» (14 i 45).
La mención de la fuente y la casi desaparición del periodista con
tribuye a crear la apariencia de obietivsdad, imprescindible en la pren
sa. La mención de la fuente da mayor validez a ¡a noticia y, además,
le da su carácter de texto sobre texto, de paráfrasis. L reformula en
diferentes modos de discurso los discursos de otros. Dado que sólo
se responsabiliza de la reformulación, de haber suscitado estas voces,
puede dejar en suspenso las afirmaciones que éstas hacen, en caso de
que la fuente no sea fidedigna, por la razón que sea. El locucor/narra
dor tiene la función social de retransmitir lo que, estrictamente, no
es un hecho o una novedad, sino una situación comunicativa ante
rior: la que se estableció con anterioridad entre las fuentes y el dia
rio. El locutor es responsable de la forma de los enunciados pero no
de las aseveraciones que pueda haber: tiene un papel de «citador so
cial».
S ob re la estru ctu ra
1. A que párrafos correspondería el subtitulo «Consecuencias del apa
gón en Barcelona»:
(a) A, B, I;
(b) C , D, E;
(c) G, H, I
Esta p regu n ta p r e te n d e co n tro la r la com p ren sión d e la estru ctu ra
d e l tex to ca ra cterística d e la crón ica d e su cesos: los d os p rim ero s p á n a f o s (A y B) co n stitu yen un resu m en d e tod a la n oticia ; en e l texto res
ta n te se narran los m ism os a co n tecim ien to s resalta n d o los a sp ecto s m as
in teresa n tes. Lo n orm a l en un tex to d e este tipo, p o r lo tanto, es q u e
las con secu en cia s d e los h e ch o s se n a rren a l in icio (resu m en ) y a l fin a l,
co m o in d ica la respu esta a.
2. Qué subtítulo sería más conveniente para el párrafo B:
(a) «Un obrero imprudente»;
(b) «Problemas de transito»;
(c) «Versiones contrapuestas''.
A unque en este p á rra fo se h a b le d e l o b rero q u e ca u só e l a c ó d e n t e
(com o su geriría a), la in form a ción r e le v a n te es la ex plicación so b re los
p ro b lem a s d e transito p r o v o ca d o s p o r «e l ap a gón g en era l» . Si h a y q u e
b u sca r un su b títu lo , es im p orta n te q u e ca p te cu á l es la in form a ción
m ás r e le v a n te d e este fr a g m e n to (lo q u e su giere b).
S ob re la p o lifo n ía
3. Qué diferencia hay entre la versión de las «fuentes oficiosas de la
empresa» (1.11) y la de «un portavoz oficial de la empresa» (1.22):
(a) ninguna: las dos expresiones indican lo mismo;
(b) la fuente oficiosa atribuye el accidente a los orines mien
tras que la oficial no opina así;
(c) según el portavoz oficial, el obrero era un imprudente.
C on esta p regu n ta s e p r e ten d e co n tro la r la co m p ren sió n d e la p o
lifon ía , q u e en este tex to es esp ecia lm en te im p orta n te. H ay q u e d is
tin gu ir e n tr e los d o s en u n cia d o res suscita d os p o r e l lo cu to r : «las fu e n
tes o ficio sa s» (E l) y las «fu e n te s oficia les» (E2), p u e sto q u e expresan
d ife r e n te s v er sio n es d e los h e ch o s; este texto se basa, p recisa m en te, en
la con tra p osición d e esas v ersio n es. Ello co n lle v a d esca rta r a y a p ro-
b a r b. La co n fu sión e n tr e o ficio so y o ficia l, p o r una fa lsa b om ofon ía ,
p od ría ex plicar c.
4. A quien se refiere «fuentes de la empresa» (1.40):
(a) FECSA,
(b) Dumet Copisa,
(c) Sass.
Esta p regu n ta con trola , a d em á s d e la com p ren sión d e la p olifo n ía ,
la co h eren cia léx ica q u e se e sta b lece en tr e « fu en tes o ficia les / e m p r e
sa /fu e n te s d e la em p resa » , q u e refieren siem p re a FECSA (respuesta
a).
5. ¿Quien califica de «imprudencia» (1.6) la conducta del operario?:
(a) una fuente oficiosa
(b) un portavoz oficial
(c) el periodista.
S ob re los m eca n ism o s d e p ro g r e s ió n
6. Quién atribuye las causas del accidente a la humedad:
(a) la empresa,
(b) el operario,
(c) ios dos
Esta p regu n ta con trola si e l le cto r ha a p ercib id o q u e la ex presión
«si b ien está claro q u e la h u m ed a d ...» (9) actú a co m o un h ip ertem a
d e l cu a l se d esglosa n d os tem a s: 1— «M ientras q u e fu e n te s o ficio sa s...»
(11) y 2— « el op era rio dijo...» (14). Tanto una v ersió n co m o otra (c)
co in cid en e n co n sid era r a la h u m ed a d , ex presión p o co co m p r o m ete d o
ra, c o m o la causa d e l a ccid en te.
7. Porqué está «el acceso, estrictamente prohibido» (1.28)?:
(a) porque hay cables que transportan 110 quilovatios,
(b) porque los cables de la instalación eléctrica doméstica
transportan 220 voltios,
(c) porque durante 24 horas hay un vigilante de seguri
dad.
La resp u esta a m u estra e l rem a d e una ex presión cu y o tem a a p a
r e c e en la p re g u n ta ; a m bas fr a s e esta b lecen una rela ción d e causa y
e fecto . El co n o cim ien to d e l m u n d o serv irá ig u a lm en te a l le cto r , p u es
es co n o cid o lo p e lig r o so q u e resulta en tra r en un sitio d o n d e h a y ca
b les d e alta ten sión instalados.
S ob re m eca n ism o s d e r e p e tició n
8} «esta caída» (1.53) provoca:
(a) el derramamiento de agua,
(b) el corte de suministro eléctrico,
(c) ei accidente del obrero.
Este caso d e co h eren cia léxica es re co n o cid o p o r e l e m p leo d e un
léx ico esp ecia liz a d o , a ctiv a d o p o r un tex to d o n d e im pera e l ca m p o s e
m á n tico « electricid a d » , q u e e sta b lece una sin on im ia e n tr e «caída» y
*d esco n ex ió n » (b ); m ien tra s q u e un uso m ás co m ú n rela cion a ría q u i
zá «caída i d erra m a m ien to» (a) o «caída / a c cid en te » (c).
9) *el cable del accidente de ayer transportaba 110.000» (1.31) quiere
decir:
(a) 110.000 quilovoltios;
(b) 110 voltios;
(c) 110.000 voltios.
Se in ten ta co n tro la r aqu-i la recu p era ción co rrecta d e la elipsis
■<tra n sp orta b a 110.000 [voltios]» (c). Un tipo d e a yu d a
recu rrir al
co-tex to in m ed ia ta m en te a n ter io r («transportan 220 v oltios» ), d o n d e
e l e le m e n to elid id o es sin tá ctica m en te id én tico. O tra a y u d a la p u e d e
d a r e l co n o cim ien to d e l m u n d o q u e esta b lece q u e «quilo» in d ica «■u n i
d a d es d e m il», y q u e p o r lo tan to a es p ro b a b le m e n te in verosím il, y
b, ridícu lo. La a p ela ció n a l co-tex to sin ón im o («ca b les fa b rica d o s para,
tra n sp orta r 110 q u ilo v a ltio s» (29*0)) n o es s eg u r o q u e sirv a d e ayuda.
10. En qué empresa trabaja el obrero causante del accidente:
(a) Sass,
(b) Dumet Copisa,
(c) FECSA.
11. En qué momento se produce el accidente:
(a) a las 4 de la tarde del día 26 de junio,
(b) poco, antes de las 2 ’30 del día 27 de junio,
(c) el día 27 de junio por la noche,
id
La deixis «a yer» (6) d e b e a trib u irse a d ecu a d a m en te a la situación
in d ica d a p o r la fe c h a d e l p erió d ico , 28 d e ju n io , lo cu a l desca rta a a.
La d ecisión en tr e b i c d e b e realiz a rse a ten d ien d o a otros d eicticos:
«el o b rero recib ió e l a lta p o r la ta r d e» (50) d esca rta a c; « en tre las dos
y m ed ia y las cin co y m ed ia * (8) co rro b o ra a b d e fo r m a im p lícita: e l
a ccid en te d e b e ocu rrir *p o c o a n tes » d e l apagón.
S ob re los im p lícito s
12. A que se deben los «problemas de tránsito» (1.21):
(a) a que el encargado estaba en el hospital,
(b) a que los semáforos no funcionaron.
(c) a que hubo un derramamiento accidental de agua.
Para re sp o n d er co rre cta m e n te a esta p reg u n ta se ha d e h a b e r r e a
liz a do c o r r e cta m e n te e l silogism o ex puesto en e l co m en ta rio y la im
p lica ción co rresp o n d ien te (b). Una. respuesta co m o a n o es n ecesa ria
m en te in co rrecta , p e r o su p on e una causa d em a sia d o rem o ta ; la res
p u esta a p od ría rela cion a rse co n la respu esta b d e la p regu n ta 10, a l
a trib u ir la resp on sa b ilid a d d e l a ccid en te a un o b rero d e FECSA, y no
d e una em p resa con cesion a ria .
H ISTORIA DE CATALUÑA. «LA AUDACIA DE LOS
BANDOLEROS»
F . SOLDEVILA
1
Los d o cu m en to s de la época nos h ab lan c o n sta n te m e n te de las fech orías
2
de los b a n d o le ro s: asalto s, robos, secu estro s, incend ios, sacrilegio s, que
3
co n firm an la sem b lan za de M ello. C o n tin ú a n los asalto s a los «c a rro s del
4
te so ro », a los q u e y a hem os hecho referen cia a propósito del estab lecim ien to
5
de la r u ta de los m etales preciosos B arcelo n a-G én o v a. De ese m odo, u n
6
bandolero llam ado Pere B arbeta, «lad rón público y hom bre facineroso», atacó,
7
en la c a rre te ra re al, e n tre H o stalets de C e rv e ra y M o n tm a n eu , u n a
8
expedició n de 1 1 c a rg a s de p la ta de la que se apod eró en g r a n p a rte, por
9
v a lo r de 180.00C d u cado s. P ara e v ita r esos asalto s se u tiliz ó tam b ién la r u ta
10
V a le n c ia -B a rc e lo n a . Pero no ta rd a ro n m u ch o en ap are c e r c u ad rillas de
11
b an d o lero s po r la c o m arca de T o rto sa, lo q u e tam b ién hizo in se g u ro el
12
cam ino.
13
Las au d ac ias de los ban do lero s llegab an a e xtrem o s inconcebibles: con
14
carteles de desafío, a m e n a z a b a n a los del bando c o n tra rio , a los qu e los
15
a y u d a b a n , a los q u e ten ían tra to s con ellos, a sus p arien tes y am igo s, a todos
16
sus b ienes; im p o n ían m u lta s a su p lacer y se hace referen cia al caso del
17
- b an d o lero la u m e d 'A lb o q u e rs, de la c u a d rilla de R oca G u in a rd a , q u e desafió
18
a los consejeros de M an re sa , si no le lib ra b a n dos m il lib ras. P o r o tro lad o ,
19
se in sistía en q u e e n tre los band oleros h a b ía herejes, lo c u al no es
20
so rp re n d e n te a ca u sa de las filtracio n es de h u go n o tes del m ed iod ia de
21
F ran c ia .
22
Y, sin e m b argo , ta l com o o b serva el h isto riad o r lu sita n o , m u ch a gen te
23
— in clu so gen te n o ble, in clu so eclesiásticos— estab an en relació n con ellos, los
24
fav o rec ían a d v irtié n d o les de los p eligro s o d ánd oles re fu g io , fo rm ab an
25
d e n tro de los dos g ra n d e s bandos trad icio n a le s. L a a yu d a de los señores a
26
los bandoleros es u n rasg o c a ra c te rístic o de todo el b and olerism o
27
m e d ite rrá n e o . N o se si lo es ta n to la a y u d a de los eclesiástico s. El abad y los
28
can ó n igo s de R ip o ll e ran am igo s de P ero t R oca G u in a rd a ; lo eran ta m b ié n los
29
fam iliare s del S an to O ficio y los cab allero s de la orden de San J u a n de
30
J e ru s a lé n , a sí com o de sus sucesores, T allafe rro {m uerto en 1616) y
31
Serr.-illonga (m u e rto en Í634), todos ellos -n e r r o s » . M ie n tras, J u lia de N av cl,
32
consejero m a y o r de B arcelo n a y el obispo de U rg e ll, fray B ern at S alv a ,
33
estab an relacio n ad o s con G ab riel T o rre n t de G o u la, d enom inad o T ru c a fo rt,
34
del bando de los «c a d ells». P erten ecía tam b ién a ese band o el obispo de V ic,
35
F rancesc R o b u ste r S ala, h asta el p u n to de qu e, en la P lan a de V ic, los
36
«c a d ells» e ran llam ad o s «ro b u sle ro s». El obispo e ra , en re alid ad , el ¡ele del
37
b an do de O sona y el p alacio episcopal su base de o p eracio n es. F ren te a él,
3S
sostenidos por R o ca G u in a rd a , se h a lla b a n los can ó n igo s de la cated ra l de
39
Vic.
A n á l i s is
P resen ta ció n
El texto que hemos presentado es un fragmento extraído de un
manual de historia de Cataluña, escrito por Ferran Soldevila y pu
blicado en 1962. Es un texto que podríamos llamar «de alta divulga
ción» y el teína que trata es e! bandolerismo catalán del siglo XVII.
T ip o lo gía
Este texto no tiene una relación inmediata con e! contexto, pues
to que se trata de un texto escrito y por lo tanto no es posible ¡a in
teracción entre emisor y destinatario. El lu g a r social de producción
es la historiografía y la didáctica y está anclado en un discurso hu
manista/científico (presenta los datos de un modo objetivo, cita las
fuentes y los documentos de donde se extraen los datos y existe una
notable intertextuaiidad, es decir, hay bastantes referencias a textos
que aparecen en el mismo manual).
El enunciador se refiere al historiador y el destinatario es un pú
blico adulto, estudioso o interesado pero no especialista en temas his
tóricos, que posee algunos conocimientos previos sobre ios aconte
cimientos históricos de la época que se trata.
El texto expone una serie de informaciones con Ja intención de
aumentar los conocimientos del destinatario (forma parte de un ma
nual de consulta) y refiere a una situación comunicativa anterior a la
de producción V de recepción. La condición de manual, provoca que
se presenten sóío las ideas generales y más importantes sobre el tema
que se trata y que se simplifiquen o resuman los daros, que aparecen
acompañados de ejemplos.
Clasificamos este texto dentro del tipo expositivo, aunque con
tiene secuencias narrativas y descriptivas.
La in te n c ió n dominante es exponer una serie de informaciones
(los episodios narrativos aparecen sobre todo en los ejemplos). Las
informaciones están relacionadas, como es propio del texto expositi
vo, por conectores de tipo lógico («por otro lado», «sin embargo»)
y se presentan siguiendo una progresión por temas derivados, es de
cir, lo que en primer lugar es un rema se convierte en el tema de la
proposición siguiente. Por ejemplo, en el inicio del texto: el rema
«las fechorías de los bandoleros», se constituye en el hipertema de
«asaltos a los carros del tesoro» (3), el cual, a su vez, se convierte en
hipertema de «De ese modo, un bandolero llamado Pere Barbeta...»
y así sucesivamente. Ello permite exponer una información y ejem
plificarla, rasgo característico del texto expositivo.
Este texto —recordemos que se trata de un fragmento— se es
tructu ra en tres partes, según los tres hipertemas que presenta:
1. (1-1S) Las fechorías de los bandoleros. La información sobre
estas hazañas es ejemplificada con secuencias narrativas («De ese
modo, un bandolero llamado Pere Barbeta (...) atacó (...) una expe
dición de 111 cargas de plata...» (5-8), por ejemplo). El cambio de la
exposición a la narración suele estar señalado por un cambio del tiem
po verbal: se pasa del presente al pasado.
2. (9-21) Las heredas. Esta parte está introducida por el conector
«por otro lado», que puede causar problemas de comprensión, pues
to que no queda claro si conecta «Había herejes» (19) con «audacias»
(13), evidentemente por la creación de un marco,o bien si lo conecta
con «los documentos de la época» (1), con lo cual la relación se es
tablecería por elipsis: «los documentos (dicen que)» y «(en los docu
mentos) se insistía en que entre los bandoleros había herejes» (19).
3. (22-39) Ayudas que recibían los bandoleros: señores y eclesiás
ticos. En esta parte hay una larga secuencia descriptiva que iría desde
la línea 27 hasta el final de] fragmento.
De este texto nos interesan analizar algunos de los mecanismos
de repetición y la polifonía enunciativa.
M eca n ism os d e r e p e tició n
Anáfora/catáfora: «los del bando contrario» (4) co-retiere con
una serie de anáforas : «los», «sus»,., pero, en cambio, una sola aná
fora co-refiere con «Perot Roca Guinarda/Tallaferro/Serrallonga»
(28): es importante notar como, en la descripción de las bandas, se
distingue entre los bandoleros y sus protectores. Un posesivo, «sus
sucesores» (30) puede tener una co-referencia confusa: «Perot Roca
Guinarda» (28) y no «Caballeros...» (29) aunque esté situada más le
jos.
Hallamos una catáfora (aunque está en relación anafórica respec
to de un fragmento del texto que no se ha incluido en la selección)
en «los dos grandes bandos» (25), que con «ñerros» (31) v «cadells»
(34).
D e fin iz a c ió n : Alguna viene dada por el co-texto: «la semblanza»
(3); o por conocimiento del mundo: «las filtraciones de hugonotes»
(20); o por presuposición: «los documentos de la época» (1) presu
pone que existen tales documentos (con lo cual el aurorse ahorra mu
chas explicaciones) y que todas las épocas poseen documentos. Esto
permite la definización «los».
Se produce un contraste entre indefinido/definido entre un ban
dolero/una expedición (6-8) y «estos asaltos» (9).
Un caso de definización sin un referente concreto lo encontra
mos en «el abad y los canónigos»/los familiares» (27-29) donde la re
ferencia es colectiva: «todos los que fueron canónigos, familiares...
en aquella época», a diferencia de «el obispo» (34), que se refiere solo
a «Francesc Robuster» ( ).
S u b stitu c ió n léx ica: «fechorías» actúa como hiperónimode «asal
tos, robos, secuestros» (2) y este esquema se repite en «audacias» (13).
«desafió a los consejeros» (17-18). Aquí, «imponían multas» se rela
cionaría también con «audacias» (13) por conocimiento del mundo:
sólo la autoridad constituida puede imponer multas.
Una relación numérica difícil de resolver, pero que suponemos de
hiper/hiponimia es la que existe entre «cargas de plata» (8)/ducados
<9>'
Dos hiperónimos, «noble» (23) (que tiene como sinónimo a «se
ñores» (25)), y «eclesiásticos» (23), incluyen, para el primer caso, «ca
balleros» (29), «consejero mayor» (32); para el segundo, «abad y ca
nónigos» (27-28), «familiares del Santo Oficio» (29), «obispo» (34),
«canónigos» (28).
Un marco estaría dado por «amenazar» (14) que afecta «ayu
dar/tener trato con ellos/panentes/ámigos/bienes» (15-16).
La distinción a que hemos hecho referencia: bandido/amigo del
bandido, viene dada por sintagmas del tipo «eran amigos de» (28) o
«estaban relacionados con» (33). En este sentido es necesario darse
cuenta de las antítesis: «palacio episcopal (= cadell}» ( ), «catedral de
Vic (= ñerro)» (36-39), basadas en la sinonimia «de Vic/Osona/de
Vic» (37-39).
Elipsis: «así como [eran amigos] de sus sucesores» (30) puede ser
difícil de reconocer, porque el elemento co-referido «lo eran» (28),
cuenta ya con una anáfora «lo/amigo».
P o lifo n ía en u n cia tiv a
En este texto reconocemos la voz de un locutor (o narrador) que
habla en primera persona y cita otras voces:
— Suscita enunciadores que hablan en discurso indirecto:
Una voz anónima y colectiva constituida por los documentos de
la época: «los documentos de la época nos hablan constantemen
te...» (1); «ladrón público y hombre facineroso» (6); «se hace re
ferencia al caso del bandolero...que desafió a los consejeros»
(16-18); «se insistía en que...» (19).
Una voz que podemos suponer que pertenece al historiador Fran
cisco Manuel Mello: «...tal como observa el historiador lusitano»
(22), citado anafóricamente y que tiene el referente en la primera
nota a pié de página del texto.
— Suscita enunciadores que hablan en discurso directo: no está cla
ro si se trata de la voz anónima de los documentos de la época o
de la voz del historiador M ello: «carros del tesoro» (3-4).
En este testo vemos, pues, como el sujeto hablante se realiza en
el locutor en el momento de enunciar esta exposición. El locutor sus
cita algunos enunciadores: la voz colectiva y anónima de los docu
mentos de la época y la voz del historiador Mello.
En un texto de este tipo, expositivo, didáctico y carente de argu
mentación, es difícil que se perciba ia voz del locutor como ser del
mundo, pero quizá se le pueda atribuir el siguiente fragmento: «no
se si lo es tanto la ayuda de los eclesiásticos» (27), puesto que cons
tituye una reflexión sobre la veracidad de los datos que aparecen en
el texto.
S ob re e l tem a d e l tex to:
1. ¿Cuál de estas afirmaciones crees que se relaciona más con lo que
explica el texto?
(a) El texto narra las aventuras de los bandoleros catalanes
del s.XVII y sus luchas contra nobles y eclesiásticos.
(b) El texto explica las luchas internas en el seno de la igle
sia, entre los defensores de los «ñerros» y los defensores de
los «cadells».
(c) El texto hace una exposición sobre el bandolerismo ca
talán del s.XVII: habla sobre algunos de los actos de ban
didaje que cometían los bandoleros y las ayudas que reci
bían.
S ob re la estru ctu ra :
2. ¿Qué título crees que les correspondería a la parte del texto que
va desde la línea 22 hasta la 39?
(a) Fechorías de los bandoleros.
(b) Ayudas de nobles y eclesiásticos a los bandoleros.
(c) Ayudas de nobles y herejes a los bandoleros.
3. ¿Crees que el hecho de que hubiera herejes entre los bandoleros
(19):
(a) era considerado como un elemento que los convertía en
más malvados?
(b) era considerado como un elemento que favorecía las lu
chas de los bandoleros contra los eclesiásticos?
(c) era considerado como una ayuda proveniente de los no
bles?
S ob re los m eca n ism o s d e r e p e tició n :
4. Cuando en la línea 31 del texto leemos: «todos ellos ñerros», ¿a
quién se está refiriendo?:
(a) A gentes nobles y eclesiásticos.
(b) A Perot Roca Guinarda, Tallaferro y Serrallonga.
(c) Al abad y a los canónigos de Ripoll.
5. ;D e quién habla el texto, cuando se hace referencia a: «así como
de sus sucesores» (30)?:
(a) De Perot Roca Guinarda
(b) De los familiares del Santo Oficio.
(c) De los caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén.
6. ¿Cual de los siguientes fragmentos del texto crees que no se puede
incluir entre las «fechorías» (1) de los bandoleros?:
(a) «Continúan los asaltos a ¡os carros del tesoro,..»
(b) «Con carteles de desafío, amena¿aban a los del bando
contrario...»
(c) «El abad y los canónigos de Ripoll eran amigos de Perot
Roca Guinarda»,
7. ¿Cuál de estos personajes queda incluido, en el texto, entre los ecle
siásticos?:
(a) Julia de Navel y Gabriel Torrent de Goula.
(b) Tallaferro y Serrallonga,
(c) Los familiares del Santo Oficio.
S ob re la p o lifo n ía :
8. ¿Quién habla en este fragmento: «Los documentos de la época nos
hablan constantemente de...» (1)?:
(a) El historiador Mello.
(b) Ferran Soldevila.
(c) El narrador.
9. ¿Quién califica a Pere Barbeta de «ladrón público y hombre faci
neroso?:
(a) Los documentos de la época.
(b) El propio Pere Barbeta,
(c) El historiador Mello.
ENSAYOS,
1
F . B acon
S i q u eréis q u e u n joven p u e d a co n d en sar su v iaje en co rto espacio y
2
re co p ila r q u ién sabe c u an tas cosas en poco tiem po, he ahí lo q u e te n d rá que
3
h a c er. En p rim e r lu g a r , com o y a h a sido a n u n c ia d o , será im p rescin d ib le que
4
te n g a nociones del le n g u a je an tes de sa lir de c asa. Ig u a lm e n te c o n ta rá con
5
u n se rv id o r o tu to r q u e conozca el p aís, com o tam b ién se ha co m en tad o .
6
L lev ará m ap a o lib ro q u e d escriba el país por donde v ia ja r á : serán b u en a
7
clave p a ra sus b ú sq u ed as. T am b ién , que lle v a rá un d iario de lo que v e a . Q ue
8
no se a la rg u e d em asiado su esta n c ia en u n a ciu d ad o en u n a v illa ; m ás o
9
m enos lo que el lu g a r m erezca p ero no m u ch o tiem p o ; y , to d a v ía, que
10
estan d o en v illa o ciu d ad , cam b ie su hosp ed aje de u n a p u n ta a la o tra , lo
11
c u a l es im á n de c o n o cim ien to s. Q ue se a p a rte de la co m p añ ía de sus
12
c o m p a trio tas y com a do n de h a y a b ella c o m p añ ía, ésta d el país por donde
13
v iaje. Q u e. a l c a m b iar de lu g a r , se h a y a p ro c u rad o reco m en d ació n p o r
14
a lg u n a p ersona de calid ad re sid e n te a llá d onde se d ir ig irá y , de ese m odo,
15
podrá se rv irse de su fav o r p a ra to d o lo q u e deseará v er o saber. Y ello le
16
p e rm itirá a b r e v ia r el v iaje con m u ch o p rov echo. En c u an to a las relacio nes
17
q u e le c o n v en ga b a ila r d u ra n te el v ia je : ¡a m ás p rovechosa es la de los
18
se c re ta rio s y fu n cio n ario s de los e m b ajad o re s, lo q u e le p e rm itirá , cu an d o
19
v iaje por u n país, sa c a r p rov echo de ia e xp erien cia de m u ch os. Q u e v ea y
20
v isite tam b ién p ersonas e m in en tes de todo tipo , de g ra n p re stig io en el
21
e x tr a n je r o ; después sa b rá de q u é m odo su v id a se avien e con su fam a. En
22
cu an to a d isp u ta s, las e v ita rá con cu id ad o y d iscreció n : c o m u n m en te las
23
cau san a m ig a s, b rin d is, p reced encia y p a la b ras. Y m u ch a aten ció n con no
24
a c o m p añ a r a personas a ira d a s y p en d e n c ie ras, qu e os e n red a n en sus
25
propias d isp u tas. A l v o lv e r a casa el v iajero , q u e no deje to ta lm e n te a
26
d ista n c ia el país de su v iaje, sino que m an te n g a corresp o n d en cia p o r c a rta
27
con los m ás calificados que h a y a conocid o. Q u e su v iaje se m u estre m ás en
28
su h a b la r qu e en sus gestos o en el v estir y q u e en su h a b la r se m u estre
29
p ru d e n te en las resp u estas m ás q u e an heloso de c o n ta r h isto ria s: q u e deje
30
tr á n s lu c ir q u e no cam b ia las m an eras de su país po r las de tie rra s
31
e x tr a n je r a s, sino que so lam en te a v iv a rá con a lg u n a s flores de lo que h a v a
32
ap ren d id o en el v iaje las co stu m b res n a tiv a s.
P resen ta ció n
Se trata de un texto escrito por Francis Bacon en 1607. Es un frag
mento extraído de un libro de ensayo que trata temas diversos. Consti
tuye un conjunto de consejos para sacar el máximo provecho de un viaje.
Tipología
Es un texto escrito que no está en relación inmediata con el con
texto de producción y de recepción. Existe, sin embargo, una rela
ción en el sentido de que el enunciador pretende regular el compor
tamiento del destinatario y, por lo tanto, se presupone que existe un
conocimiento del mundo compartido entre ambos (de ahí la impor
tancia que tienen en este texto las presuposiciones e implicaciones).
El enunciador se identifica con el autor, Francis Bacon.
El lu gar so cial de producción es una institución de enseñanza:
un consejero áulico, la corte... y está anclado en un discurso corte
sano, del estilo «espejo de principes» (en forma de conse|os, de ins
trucciones, para actuar de un modo determinado).
El d e s tin a ta rio a quien va dirigido el texto son los jóvenes bur
gueses del siglo XVII, seguramente pertenecientes a la corte, que
cuentan con amplios medios materiales, con amistades influyentes y
poseen un elevado nivel educativo.
La in te n c ió n es mostrar a estos jóvenes del siglo XVII como de
ben comportarse para hacer un viaje ideal, entendiendo el viaje como
fuente de instrucción, como una parte de su educación. El texto tie
ne la fuerza perlocutiva de regular un comportamiento futuro.
Las características a las que nos hemos referido y su estructura
permiten clasificar este texto entre los expositivos de instrucción, aun
que posee también secuencias argumentativas.
Este texto presenta una estructura lineal, no jerarquizada, donde
se exponen una serie de informaciones —de consejos— que aparecen
siguiendo una progresión por temas derivados. Es decir, se parte de
un hipertema inicial —el viaje— del cual se derivan otros temas or
denados cronológicamente (antes, durante y después del viaje). Se uti
liza el recurso de la anáfora para reanudar los temas: la anáfora «Y
ello» (15), por ejemplo, recoge un rema (procurarse recomendacio
nes) y lo propone como tema.
Se pueden distinguir dos partes:
1. presentación (1-3)
2. consejos (3-32)
2.1. antes de salir (3-7)
2.2. durante el viaje (7-25)
2.3. después del viaje (25-32)
La separación entre la primera y la segunda parte está señalada
por el «ahí» catafórico de! tinal de la primera parte, que remite a toda
la segunda parte («he ahí lo que tendrá que hacer» (2-3). La separa
ción entre 2.2. y 2.3. es bastante clara porque está marcada por el sin
tagma verbal «a! volver a casa» (25)), que indica un cambio de loca
lización. En cambio, la separación entre 2.1. y 2.2. es más imprecisa
porque, si bien c! sintagma «antes de salir de casa» (4) afecta a «que
tenga nociones» (4), no sabemos si afecta también a «contará» (4),
aunque el conector «igualmente» (4) nos lo haría suponer. De todos
modos e implícitamente, hasta la línea 8, los consejos pertenecen al
antes: «llevará un diario...» que implica que lo adquirirá antes de sa
lir, que debe prever que tendrá que escribir.
Aunque consideramos este texto como expositivo, hemos señala
do que contiene también argumentación: se argumenta a favor de un
viaje provechoso,a favor de la discreción y en contra del exhibicio
nismo.
De este texto nos interesará analizar el funcionamiento peculiar de
sus mecanismos de conexión, provocado por la coexistencia de instruc
ción y argumentación y, también, analizaremos los mecanismos de pre
suposición puesto que en este texto son especialmente relevantes.
M eca n ism os d e con ex ión
Los conectores que aparecen en este texto son mayoritariamente
de tipo lógico. Los podemos agrupar en tres clases según la función
que realizan:
— Por un lado, hay un «será imprescindible» al inicio del texto
(3) que determina la estructura de «que» + subjuntivo o «que» + fu
turo que caracteriza el resto del texto. El sentido de obligatoriedad
que posee el verbo «ser imprescindible» provoca que todas las pro
posiciones que dependen de él se conviertan en instrucciones o con
sejos y otorga al texto un carácter sentencioso, casi aforístico.
— Por otro lado, hay una serie de conectores que tienen un valor
estructurador (indican las partes del texto): «En primer lugar» (3),
(7), *en cuanto» (16, 22), «y» «Al volver a casa» (25).
— Finalmente, hay una serie de conectores que añaden a su valor
morfosintáctico un valor textual, generalmente de tipo causal: los dos
puntos de la linea 6, o los conectores «lo cual» (11), «de ese modo»
(14), «q u e os enredan» (24), tienen el significado de un «porque».
I m p lícito s
El cexto crea una serie de marcos que permiten cohesionar pala
bras que pertenecen a distintos campos semánticos (el marco «viaje»
por ejemplo, cohesiona palabras como «lenguaje», «mapa», «libro»-,
«país»). Hay un marco que está determinado por la época y que re
quiere que el destinatario posea un determinado conocimiento del
mundo: es el dado por «disputas» (22), que incluye elementos apa
rentemente tan dispares como: «amigas, brindis, precedencia y pala
bras» (23).
H ay dos implícitos constantes que se derivan de la intención del
texto. Uno es que el viaje debe ser «breve»; «no mucho tiempo» (9),
«abreviar el viaje» (16). El otro es que el viaje supone una actividad
investigadora, de aprendizaje: «búsquedas» (7), «imán de conoci
mientos» (11), «de lo que haya aprendido» (32).
Sobre el tema del texto:
1. ¿Cuál de estas afirmaciones crees que se relaciona más con lo que
dice el texto?
(a) El texto constituye un conjunto de consejos para viajar
con el máximo de comodidades.
(b) El texto constituye un conjunto de consejos para hacer
un viaje lo máximo de breve posible.
(c) El texto constituye un conjunto de consejos para sacar
provecho de un viaje.
Sobre la estructura:
1. Lee atentamente el fragmento que va de la línea 25 (*Ai volver..»)
hasta e! final. ¿Crees que:
(a) este fragmento se podría cambiar de lugar: se podría po
ner después del punto y seguido de la línea ?
(b) no se puede cambiar de lugar?
(c) se podría poner al inicio del texto?
3. ¿A qué refiere «Y ello»? (15):
(a) A procurarse recomendaciones (13)
(b) A cambiar de alojamiento (10)
(c) A no quedarse mucho tiempo en una ciudad (8)
4. Y la expresión «he ahí», ¿a qué refiere?
(a) A todo el texto que sigue.
(b) A la posibilidad de que los jóvenes puedan efectuar via
jes cortos.
(c) A todo el texto que sigue hasta el punto de la línea 25.
S ob re los c o n e cto r e s :
5. En la tercera linea del texto podemos leer «En primer lugar». ¿Cuál
de estas expresiones crees que le sigue a continuación?
(a) «lo que» (7)
(b) -de ese modo* (14)
(c) «Al volver a casa» (25)
6. Los dos puntos que hay en la línea 6, ¿por cuál de las siguientes
expresiones puede substituirse?
(a) no obstante
(b) porque
(cj a continuación
7. «de ese modo» (4) puede substituirse por:
(a) ya que
(b) a co n tin uación
(c) pues
8. La expresión «será imprescindible que tenga nociones del lengua
je...» (3-4), ¿a qué pregunta crees que responde mejor?
(a) ¿Es estético que tenga nociones del lenguaje?
(b) ¿Es necesario que tenga nociones del lenguaje?
(c) ¿Es excesivo que tenga nociones del lenguaje?
Sobre los implícitos:
9. El viajero cuando vuelva a casa:
(a) Aprovechará lo que Kava aprendido durante el viaje.
(b) Cambiará sus hábitos y adoptará otras nuevos.
(c) Cerrará sus relaciones con el extranjero.
10. El viaje tiene varias finalidades, ¿cuál de las siguientes no men
ciona el texto?
(a) Se supone que el viaje debeservir para conocer gente.
(b) Se supone que elviaje debe servir para aprender.
(c) Se supone que el viaje debe servir para iniciar negocios.
1 ¡ , ¿Porqué debe ser breve ei viaje?
(a) Para no gastar mucho dinero.
(b) Porque en aquella época era difícil viajar cómodamente.
(c) Porque de ese modo se le saca más provecho.
¿QUÉ H ACER C O N LOS BOSQUES QUEMADOS? de
M. P a n a r e d a i C lapés y J o s f p N u e t i B a d ia
1
2
Jo sep
Los culpables de turno
(A ) E xiste !a co stu m b re de q u e re r bu scar siem pre cu lp ab les: los incendios
J
forestales tam bién los tienen. A ctu alm ente m u ch a gente piensa en dos g la n d e s
4
cu lp a b le s: los v eran o s secos y calu ro so s y los bosques su cio s. V eam os h asta
5
q u e p u n to son los responsables y , so bretod o, si es por a h í por d ónde h a y que
6
b u sc ar la so lu ció n .
7
8
9
10
Los veranos secos
(B) B uen a p a rte del te rrito rio c a ta lá n tie n e u n c lim a cla ra m e n te
m e d ite rrá n e o : la c a ra c te rís tic a p rin c ip a l que lo define es la co incid encia en
u n a m ism a estació n del período m enos seco (m enos llu v io so ) y el m ás
11
c a lu ro so (te m p e ra tu ra s m ás e levad as). T en gám o slo m u ch o en cu e n ta. P uede
12
h ab e r v eran o s m ás o m enos secos, m ás o m enos calu ro so s, pero siem p re
13
serán secos y c alu ro so s. Y la v eg etac ió n e sp o n tán ea lo sabe m ejo r q u e n a d ie .
14
(C ) Es u n a v eg etació n que se h a ad ap tad o p ara su p e rar esta situ a c ió n
15
lím ite e stiv a !. D o m in an las p la n ta s leñosas, con h o jas p ersisten tes,
16
en d u rec id as, d e lgadas y p elu d as, y a m enu d o con espin as. Las especies
17
a ro m á tic a s y resinosas ab u n d a n . Si, ad em ás, se despeja y d esbroza los bosques,
18
se q u em a la m aleza y se rom pe la tie rra p ara la b rarla , los suelos se erosionan, y
19
a u m e n ta la se q u ía g e n e ral del país. El co n tra ste de u n a estació n seca y
20
c a lu ro sa se a c en tú a .
21
(D ) A sí p ues poco podem os h a c er p a ra reso lv er q u e los v eran o s sean
22
com o son. Son y se rán a sí d u ra n te siglos. U n hecho clim á tic o no es u n
23
cu lp ab le v álid o y por lo ta n to no puede ser d eclarad o cu lp ab le. N o es este el
24
cam in o a se g u ir, no podem os a c ep tar estos fenóm enos n a tu ra le s com o un
25
fata lism o c o n tra el c u al no h a y n ad a que h acer. S í, h a y m u ch o q u e h a c er.
26
Pero no c am b ian d o el ré g im e n clim ático , h aciend o n e v ar en las co m arcas
27
lito ra le s en pleno v era n o . D e m o m en to , esto no está en n u e stras m an o s. H a y
28
que b u sc ar solu cion es desde u n a p ersp ectiva diferen te.
29
30
31
L os b o s q u e s s u c io s
(E) D u ra n te estos días hem os leído y oído de fo rm a re ite ra d a qu e los
bosques su cio s son u n p e lig ro , y q u e y a se veía v e n ir después de a q u e lla
32
tem p estad del p asado in v ie rn o que dejó ra m a s ro ta s p o r todas p a rtes. Se h a
33
rep etid o ta n to esta frase, qu e a l fin al todos se la h a n creído. Se ha
34
en c o n trad o u n cu lp ab le, y todos c o rre n a c a rg a r le el m u erto . N o h a y po rq u e
35
e xag erar.
(F) l i n bosque con u n e stra to a rb u stiv o d enso, so b re to d o si es u n a
m aleza con estepas, b rezo , ro m ero y to m illo , y si adem ás h a y ram as secas,
tien e u n riesgo m ás elevad o de q u e m arse y de q u e el fuego se p ro p agu e con
fu e rz a . H asta aq u í es co rre c to . Lo qu e no es c o rrecto es sa c a r la co nclu sión
de q u e la so lu ció n sea d e sb ro z a r o, com o se suele d ecir, - lim p ia r - el bosque.
41
Es com o si, p a ra e v ita r el riesgo de incendios, se p ro h ib iera a la g e n te salir
42
de c asa, o se d ecid iera a r r a s a r codos los bosques.
43
44
45
(G ) O s p r e g u n ta ré is: y bien, ;q u é so lu ció n h a y a n te los bosques densos y
«su c io s»?
(H ) A n te todo h a y q u e d e jar claro q u e fos bosques no so n «su c io s»; son
46
densos, espesos o e m b ro llad o s. « L im p ia r» los bosques no es la m ism a
47
o peració n q u e p ra ctica b a n n u estro s p ad res o ¡os ab u elo s. H ace cien años, los
48
bosques estab an lim pios por el tipo de ap ro v e c h a m ien to ; casi todo se
49
ap ro v e c h a b a. Si no se e x p lo tab an m ás e ra p a ra g a r a n t iz a r la c o n tin u id ad en
50
el a p ro v e c h a m ien to . N o se d ed icab an a lim p iar el bosque, sino a
5)
ap ro v e c h arlo o a ex p lo tarlo .
52
(I) S u rg e a h o ra u n a cu estió n c a p ita l. C o n las «lim p iez a s» de los bosques,
53
<se e vita re alm e n te el in cen d io ? O al m enos, ¡d ism in u y e el riesgo de la
54
q u em a? C reem o s qu e n o . A la c o rta , q u iz á se e v ita r á a lg u n o . A la la r g a ,
55
n in g u n o . T odo lo c o n tra rio . Lo exp licarem o s d e ten id am en te.
56
(J) El e strato a rb u stiv o denso q u e se d e sa rro lla esp o n tá n e a m en te por
57
todas p a rtes en u n a co m u n id ad v eg etal no es algo e státic o , sin o d in ám ico .
58
E v o lu cio n a, c o n ju n ta m e n te con los árb oles y las h ierb as, de fo rm a
59
p ro g re siv a hacia el estab lecim ien to de co m u nid ad es m ás estab les y m ad u ra s.
60
C on el tie m p o , se c rea u n am b ien te m ás hú m ed o y m ás fresco, el suelo se
61
hace m ás espeso, con la posibilid ad de re ten er m ás a g u a y , p o r lo ta n to , de
62
a p o y a r a u n a v eg etació n p ro p ia de lu g a re s m ás húm ed os.
65
(K.) Si el bosque se lim p ia de a rb u sto s, y se c o rta n los m a to rra le s y las
64
h ierb as, la tie r ra se secará y el suelo se em pobrecerá. C re c e rá u n a v eg etació n
65
propia de lu g a re s m ás secos, m ás fác ilm e n te co m b u stib le. El re su ltad o es que
66
la «lim p iez a » p e rp e tú a u n a lto riesgo de incend io. Si no se «lim p ia » , se
67
fav o recerá u n a v eg etac ió n e sp o n tán e a, de co m b u stió n m ás le n ta , y , a la
68
la r g a , el riesgo de in cen d io es m en o r. Se tr a t a de a c ep tar m o m e n tán eam e n te
69
un rie sg o u n poco m ás a lto , p a ra c o n segu ir lu ego u n bajo riesgo
70
p e rm an e n te .
71
¡ Q u é q u erem o s d e n u estro s b a sq u esí
72
(L ) S u rg e n a h í a lg u n a s cu estiones. ;Q tié q u erem os que sean nu estro s
73
bosques? Q u é q u erem o s sa c ar de ellos? Q u é provecho nos in te re sa ob ten er
74
p rio rita ria m e n te ? Q u erem o s d ejar bien c la ra n u e stra o p in ió n : el objetivo
75
p rin c ip al de n u e stro s bosques m e d ite rrán e o s no h a de ser en c o n ju n to el
7b
a p ro v e c h a m ien to fo restal estric to . Su bajo re n d im ie n to económ ico es el
77
a rg u m e n to m ás sólido. La e s tr u c tu r a a c tu a l de la propiedad fo re sta l, la
78
situ a c ió n socioeconóm ica y las c a ra c te rís tic as dei bosque no p erm iten te n e r
79
persp ectivas m ás o p tim istas. El objetivo p rin c ip al ha de ser el
8C
m an te n im ie n to de u n a superficie m áx im a de bosque m e d ite rrán e o com o
81
espacio verde, com o áre a de o x ige n ació n y com o re serv a n a tu ra l.
82
m u ch os los beneficios, directos e ind irecto s que o b ten d ríam o s.
Son
A n á l is i s
Presentación
Se traca de un texto aparecido en una revista de divulgación cul
tural, no científica; trata el cema de los incendios forestales y de su
prevención y del uso de los bosques en general. El texto es bastante
largo y toca vanos temas, algunos de los cuales (tipos de incendio
más abundantes, sitios donde se localizan...) se han elidido en nues
tra adaptación.
Tipología
Hay dos autores que se constituyen como un único locutor, por
que no hay trazos en el texto que permitan distinguir la existencia de
más de una voz enunciadora. Este locutor no se presenta como un
periodista que informa sobre unos hechos, que recoge opiniones, sino
que se presenta en calidad de experto: usa una terminología intencio
nadamente precisa, a veces descartando términos que juzga impro
pios; no se limita a exponer, sino que argumenta a favor de unas op
ciones, a veces incluso contra ia opinión común: su intención es in
formar, ampliar los conocimientos del destinatario y , al mismo tiem
po, persuadir al lector sobre un punto de vista determinado.
El destinatario es un lector adulto, que está en antecedentes del
fenómeno que se está analizando, y que está sensibilizado por Los he
chos. Esto lo podemos inferir del hecho de que, en un momento de
terminado (párrafo E), el locutor cita, en discurso indirecto, las pro
posiciones de un texto. Hace referencia («hemos leído y oído {,..)
esta frase» (30)) a la voz de la opinión pública a la que pertenece, ve
rosímilmente, el destinatario.
El lugar social es la institución periodística, pero recoge caracte
rísticas del discurso de divulgación científica, con la precisión en el
uso de la terminología {substitución de ia palabra «limpiar» por «des
brozar» (40)).
El texto tiene la intención de informar y de ampliar los conoci
mientos del destinatario, para así modificar su actitud sobre unos he
chos determinados, que son, en primer lugar, la existencia de algunas
opiniones sobre el origen de los incendios, opiniones poco funda
mentadas; sin embargo, el texto no tiene intención de desvelar ia ver
dadera causa de los incendios, como podríamos esperar de esta pri
mera intención, sino que se ciñe al tema enunciado por el títuio. Y
aquí viene una segunda intención: enunciar cuál ha de ser el tipo de
aprovechamiento que se debe hacer de los bosques, y no sólo de los
quemados, sino de todos aquellos que se encuentren en una deter
minada área geográfica. La macroestructura semántica, por lo tanto,
resulta al principio más amplia que la que el título designa.
Es un tipo de texto que no está anclado en el contexto de enun
ciación. Sin embargo, la fecha y el lugar de la publicación nos indi
can un espacio, los bosques mediterráneos, y un tiempo, el verano,
en que abundan los incendios. Se puede concretar más diciendo que
el espacio es Cataluña y el tiempo, el verano de 1986, como hacen
suponer el lugar y la fecha de edición de la revista («Barcelona / sep
tiembre de 1986»); espacio y tiempo que hacen referencia al contexto
de recepción.
La estructura
(a) Introducción: exposieton del objetivo y tema y de las dos
tesis a rebatir. Párrafo A.
(b) Desarrollo:
Parrafos B-C: argumentación, impugnación de la prime
ra tesis
Párrafo D: conclusión
Párrafo E: repetición de la segunda tesis
Párrafos F -G -H -l-J: argumentación, impugnación de la
segunda tesis
Párrafo K: conclusión.
(c) Coda y conclusión más general. Párrafo L.
Este es un texto de tipo expositivo, que toca las disciplinas de bo
tánica y ecología. Se rebaten opiniones y se proponen alternativas:
hav, por lo tanto, características deí texto argumentativo. La estruc
tura en introducción, desarrollo y conclusión, característica del texto
expositivo, está dispuesta en párrafos, rasgo también característico.
Son importantes el conocimiento del mundo, reafirmado aquí por los
deícticos que remiten a un contexto bien conocido por el lector (un
verano en que ha habido muchos incendios); por las formas supralingüísticas, dadas aquí por los subtítulos, y por la progresión temá
tica, que estudiaremos más detenidamente.
El texto argumentativo también presenta aquí sus principales ca
racterísticas: concretamente, se argumenta contra dos tesis (que en el
estudio de la estructura hemos denominado primera y segunda):
1. Contra la idea de que los bosques se queman a causa de
(a) el calor estival
(b) la «suciedad».
Se concluye que la «limpieza» vegetal de los bosques es más per
judicial para los bosques que no la «suciedad-'.
2. De forma más general, en contra de ia opinión de que los bos
ques están abandonados, y en contra de la opinión consiguiente, de
que se deberían aprovechar económicamente los bosques, y por lo
tanto llevar a término el trabajo necesario: limpiarlos.
Esta estructuración se podría esquematizar así:
Clima
desbroza miento «Lo son y...»
Mediterráneo aumenta sequía
siglos»
Marco
limp¡ar=prohibir
salir de casa
«Un hecho... no es
culpable»
Densidad =f= Densidad=
# suciedad
^frescor
Suciedad =
—mal menor
La alternativa que se propone es la actualidad del uso del bosquecomo espacio verde,
El orden propuesto, tal como lo hemos visto en el estudio de la
estructura, permite presentar la alternativa (la nueva tesis) como con
clusión lógica de la inoperancia de las opiniones presentadas.
En conclusión, pues, la estructuración del texto en:
Introducción (párrafo A)
Desarrollo (párrafos B a K)
Conclusión (párrafo L),
característica del texto expositivo, se funde con la que hemos vis
to como característica del argumentativo:
Presentación de las tesis que se pretenden superar (A y E)
Argumentación en contra (B, C y F-G -H -l-j)
Conclusión (D y K)
Presentación de la nueva tesis (L).
De este texto destacaremos la progresión temática.
Mecanismos de progresión
La progresión temática viene dada por la estructura argumentati
va: las opiniones o tesis que primero se presentan como rema, hacen
después de tema, y así sucesivamente. Es una progresión temática
donde alternan los tres tipos de tema (constante, lineal, derivado).
El párrafo A plantea la necesidad de buscar un culpable (hiperte
ma), que se desdoblará en dos: veranos secos y bosques sucios (dos
temas derivados). Un segundo hipertema será la búsqueda de una so
lución. Con eso se plantearán tres hipótesis de trabajo: dos falsos cul
pables, que hay que indultar, y un camino erróneo, que podría ser
buscar culpables, para después denunciarlos. Estas tres hipótesis se
rán el tema constante que se desarrollará en tres bloques: los dos pri
meros en el desarrollo, y e! tercero en la conclusión. En cada uno de
los bloques, la progresión se desarrolla de forma predominantemente
lineal.
El párrafo B empieza refutando la primera hipótesis: el clima
como responsable de los incendios. Explica las características del cli
ma mediterráneo y acaba, en el rema, enunciando el tema del próxi
mo párrafo: la adaptación de la vegetación al clima: «Y la vegetación
espontánea lo sabe mejor que nadie» (13).
El párrafo C se inicia con el tema enunciado antes («Es una ve
getación que se ha adaptado...» (14)) y explica los sistemas de adap
tación de la vegetación al clima mediterráneo.
El párrafo C empieza con un conector lógico de consecuencia
[«A sí pues» (21)] y explica las consecuencias de las informaciones an
teriores: el clima no se puede considerar culpable de los incendios fo
restales. Al final, se anuncia el hipertema de la parte (c): la búsqueda
de otras soluciones.
El párrafo E recupera el segundo tema derivado expuesto en el
párrafo A (la segunda tesis), y acaba anunciando, en rema [«N o hay
porque exagerar» (34)], lo que será el bloque E-G -H -I-j: la impug
nación de esta segunda tesis. Aquí se usa el esquema de tema cons
tante, que en este caso es «la suciedad», que reaparece, alternativa
mente con su antónimo, «la limpieza», en G, H, I, y K..
En el párrafo F aparece un segundo tema constante: «un estrato
arbustivo denso» (36), que ya había sido anunciado en (E) mediante
una relación que, como veremos después en (H), resultará ser de si
nonimia: «bosques sucios»; por lo tanto, se plantea una incoherencia
entre (E) y (F), que después no resultará ser tal. Este segundo tema
reaparece en (J).
En el párrafo G se hace avanzar la progresión lineal mediante una
pregunta retórica. Primero se muestra un tema, que proviene de (F):
limpiar el bosque no es solución; y después se pregunta qué solución
hay. El mismo esquema se usa en (I), donde el tema se infiere de (H ):
no es cierto que el bosque se baya dejado de limpiar (porque de he
cho no se ha limpiado nunca); entonces, se pregunta que solución
hay y se anuncia que !a propuesta no es la buena.
Los párrafos j y K desarrollan, de forma catafórica, el pronom
bre «lo» enunciado en el rema de (I): «lo explicaremos detenidamen
te» (55).
El párrafo L es la conclusión; el hipertema anunciado en A [«bus
car una solución» (6)] reaparece aquí con «algunas cuestiones» (72):
plantearlas equivale a buscar soluciones. En este párrafo alterna la
progresión lineal con la constante; «provecho™ se recupera en «ob
jetivo»; «aprovechamiento» en «rendimiento económico»: son ejem
plos de progresión lineal; en cambio, un tema constante es «objeti
vo» (75, 79).
Sobre la estructura del texto expositivo
1.
Indica a qué párrafos corresponden estos tirulos:
Ejemplo:
Título
Propuestas alternativas
Ejercicio:
El calor no es el culpable
(D)
Los bosques ya no son lo que eran (H)
Flora mediterránea
(C )
Párrafo
L
Sobre la estructura del texto argumentativo
2. «Si, además, se despeja y desbroza (...) El contraste de una esta
ción seca y calurosa se acentúa.» (17-20) A partir de aquí, según el
autor:
(a) se puede concluir que, si hay más sequía, habrá más in
cendios
(b) se puede concluir que la disminución de la sequía es fun
damental para evitar el fuego
(c) no se puede concluir que el aumento de la sequía sea la
causa fundamental de los incendios.
3. «Lim piar el bosque» (40) no es una solución contra los incendios
porque:
(a) se eliminarían los arbustos y esto haría disminuir la hu
medad
(b) las ramas rotas van muy bien para apagar los incendios
(c) es un trabajo que actualmente no se realiza.
4. «...no permiten tener perspectivas más optimistas.» (79) Dicho de
otra manera, esto quiere decir:
(a) nos hacen temer un aumento de los incendios
(b) nos obligan a renunciar a obtener un alto rendimiento
económico del bosque
(c) nos obligan a ver la supervivencia de los bosques con pe
simismo.
Sobre la progresión temática
5. «Veamos (...) si es por ahí por dónde hay que buscar la solución.»
(4-6) Según el autor, la solución sé encuentra
(a) buscando a un tercer culpable
(b) profundizando en la relación entre los dos culpables
(c) olvidando la búsqueda de culpables y proponiéndose
otros objetivos.
6. «El estrato arbustivo denso» (56) aparece cuando
(á) hay ramas rotas por todas partes
(b) hay vegetación espontánea
(c) hay una combinación de a) y b)
ARADO
1
A ra d o F A G R 1 I n stru m en to ag ríc o la que perm ite a b rir su rco s en la
2
tie r ra , g e n e ralm e n te p ara aco n d ic io n a rla m ejo r p ara la siem b ra (ad ecu ació n
3
a la e s tr u c tu r a física del su elo, a irea c ió n , d e stru cció n de las m alas h ierb as,
4
e tc .); suele ser tirad o p o r an im a le s (b u eyes, cab allo s, etc.) o por u n tra c to r.
5
- No se puede p re cisar la fecha de o rig e n de los a ra d o s: de cu an d o e ran
b
to ta lm e n te de m ad e ra no se h a n co n servad o resto s. Es probable que y a
7
d u r a n te el n eo lítico se u sa ra u n tipo de a ra d o , m ovid o a m an o , com o el que
8
se h a co n servad o en a lg u n a s islas escocesas y de o tro s lu g a re s de a g r ic u ltu ra
9
m u y p rim itiv a . El a rad o tu v o u n papel m u y im p o rta n te en la evo lu ció n
10
h u m a n a , p u esto q u e p e rm itió el cu ltiv o de su p erficies m uch o m ay o re s,
1!
lib era n d o u n a p arte de la co m u n id ad de la prod u cción a g ríc o la , hecho que
12
p e rm itió la esp ecialízació n . T am b ién provocó la e n trad a del h om bre en los
13
tra b a jo s a g ríc o la s, m ie n tra s q u e la a g r ic u ltu ra de a z ad a era
14
p re d o m in a n te m e n te fem e n in a. L as rep resen tacio n es p lásticas p e rm ite n saber
15
q u e y a e r a u tiliz a d a en el P ró xim o O rie n te — in clu id o E gipto— h ac ia el año
16
3000 a C , cu an d o ap are c ie ro n las p rim e ra s c iv ilizacio n es h istó rica s, h a c ia e!
17
2500 en el v a lle del Indo y , q u iz á s a l m ism o tiem po o hacia el 2000 aC , en
18
C h in a . El a ra d o p rim itiv o era to ta lm e n te de m ad e ra , de u n p ieza: un tronco
19
del c u al p a rtía n dos ra m a s, u n a de las cu ales se rv ía de re ja v el o tro , de
20
e ste v a : m ás ta rd e , la reja se re cu b rió de bronce. El paso decisivo fue el uso
21
del h ie rro , y la reja to ta lm e n te de h ie rro e in d ep en d ien te, aco p lad a, resu ltó
22
m u ch o m ás eficaz y m ás d u ra d e ra . E ste tipo de ara d o , u sado po r los griego s
2}
y los ro m an o s, se e xten d ió po r todos los países m ed iterrán eo s, in c lu id a la
24
Á fric a al n o rte del S á h a ra . Poco eficaz p ara la b r a r la tie rra g ra sa del cen tro
25
de E u ro p a, los pueblos célticos in v e n ta ro n u n tipo de a rad o p ro visto de p ala
26
que g ira b a la tie r ra y q u e y a e x istía en las G alias a n te s de la co n q u ista
27
ro m a n a . En los Países C a tata n e s es p ro bable que el arad o tira d o p o r b u eyes
28
fuese in tro d u c id o por los pueblos ind oeu ropeos de la p rim e ra edad del
29
h ie rro , pero los d ocu m en tos segu ro s son de la p rim e ra época ib érica, siglo
30
IV a C , com o el a ra d o v o tiv o en m in ia tu r a de bronce, en co n trad o en el
31
p oblado de la C o v a lta (V alí d 'A lb a id a ), o las re jas de h ie rro del de la B astid a
32
de les A lcusses de M o ix e n t (C o ste ra).
33
(M iq u e l T a rrad e ll).
P resen ta ció n
Este es un texto aparecido en una enciclopedia. Va acompañado
de dos ilustraciones: un «arado tradicional o romano» y un «arado
moderno o de pala»; esto explica que el autor, cuando define el ob
jeto, use términos que, aún no formando parte del léxico usual, no
define, porque verosímilmente confía en la eficacia descriptiva de la
ilu strac ió n .
El tema es el arado, def cual da las características físicas, históri
cas y geográficas.
T ip ología
El artículo va firmado por el autor, lo cual no suele suceder en
otras eneradas de esta obra ni en muchas enciclopedias, donde los au
tores de las entradas son anónimos. El destinatario del texto parece
un lector adulto, habitante de los países de habla catalana o intere
sado en su cultura.
El destinatario participa evidentemente de las características del
lector de enciclopedia y para entenderlo, se ha de entender el discur
so en que está anclado este texto, el lu gar social en que se produce,
que es una institución dedicada a la divulgación de conocimientos.
Al destinatario, en principio, no se le supone ningún conocimiento
determinado del mundo: la única restricción que tendría seria saber
leer. Si emendemos la enciclopedia como un único texto, veremos
que las diferentes entradas tienen un carácter recurrente, que hacen
que el lector se instruva sobre lo que no sabe, remitiéndose a otras
entradas del co-texto. Algunas enciclopedias, como la que contiene
el texto que ahora comentamos, aún manteniendo una pretensión de
universalidad, especifican su información dedicando unas líneas a ha
blar de las características del objeto, suceso, persona... que describen,
en un espacio geográfico determinado. Este espacio viene dado por
el dominio lingüístico de la lengua en que está redactada.
La intención es definir un término e historiar un objeto, dando
un conocimiento no especializado. El texto no está anclado en una
situación.
E structura
(a) Tema-título (h'n.l)
(b) Expansión (lín.l-38)
b l.) definición (lín.1-4)
b.2)
b.3)
b.4)
b.5)
orígenes (lín.5-9)
cualidades y propiedades (lín.9-1 S)
nomenclatura y tipos (lín. 18-27)
orígenes y tipos en los países de habla catalana (lín.27-32)
Este texto tiene una estructura característica del tipo descriptivo,
como suelen serlo las entradas de diccionario. En una enciclopedia,
además, destacan algunos rasgos: la economía espacial, por ejemplo,
que elimina los párrafos y fuerza el uso de elipsis; la co-referencia
constante con otros elementos léxicos del co-texto, a veces indicada
por signos específicos y a veces sobreentendida; el apoyo de la ilus
tración, y la consiguiente co-referencia léxico-icómca, que a menudo
tampoco se indica.
A pesar de que la estructura es de tipo descriptivo, Jos mecanis
mos y la intención corresponden al texto expositivo, lo que no es ex
traño puesto que, como hemos señalado anteriormente, el texto des
criptivo pocas veces se constituye en la secuencia dominante de un
texto. Lo clasificamos, pues, dentro de los textos de tipo expositivo.
En estos textos toman especial relevancia mecanismos como el cono
cimiento del mundo, la progresión temática o la distinción entre las
diferentes unidades informativas en párrafos. Veremos ahora su rea
lización.
En lo que refiere al conocimiento del mundo, en este texto se usa
de un modo peculiar, ya que siempre está presente, al suponerse qué
toda la información que necesita el destinatario le viene dada por el
co-texto que. forma toda la enciclopedia. Veremos cómo ello se re
fleja en el uso de la definización.
La progresión temática, elaborada .1 partir de un tema único, sue
le estructurarse en párrafos en el texto expositivo: aquí, la economía
espacial lo impide; por otra parte, !a falta de párrafos y la elipsis cons
tante de los conectores obligan a una coherencia a menudo difícil.
Asi, la división en partes, que indica la presencia de diferentes uni
dades informativas, se hace a menudo con un escaso apoyo de los co
nectores: no hay puntos y aparte, ni marcas («en primer lugar», «en
cuanto a los orígenes»...); el salto de una a otra parte suele ser brusco.
El único fragmento clasificable como tipo claramente descriptivo
es el apartado que hemos denominado «definición»; se usa el presen
te de indicativo, como tiempo de descripción y al mismo tiempo de
referencia a una realidad externa y objetivable. La definición se rea
liza mediante la clasificación (el objeto tipo «instrumento» dedicado
a la actividad tipo «agricultura») y la especificación de las finalidades
de uso («abrir surcos») más alguna información de tipo contingente
sobre su funcionamiento. Falta una descripción del objeto: partes
constituyentes, materiales..., descripción que se confía a la ilustración
adjunta y, dentro del texto, y sólo de paso, a la parce b.3). El hecho
de que esta parte vaya muy unida a la anterior y a la siguiente, donde
predomina el tipo expositivo, dificulta probablemente la lectura. Se
nos especifica porqué aparecieron varios tipos de arado, pero no
cuántos tipos hay, ni qué tienen en común. Por ejemplo: se nos dice
que el segundo tipo tiene «pala», y esto nos lleva a suponer que no
tiene «reja», como el primero, pero en cambio en la ilustración los
dos tipos tienen «reja».
En este texto trabajaremos detalladamente ios mecanismos de re
petición.
M eca n ism os d e r e p e tició n
Las anáforas son escasas porque, como ya hemos indicado, es un
texto m uy sintetizado, donde se da el máximo de información con
pocas palabras, y donde la co-refe renda a lo que se ha dicho o se
dirá no es casi nunca explícita. Es por eso mismo que la detinización
abunda. Podemos distinguir una, anafórica, dentro del texto, y otra,
también anafórica, fuera del texto, pero dentro de la enciclopedia y,
por lo tanto, co- refe rente. Ejemplo de la primera es «el que se ha con
servado» (8) o bien «la comunidad» (11); ejemplos de la segunda son
«el neolítico» (7) o bien «las primeras civilizaciones» (16), que hacen
referencia a otras voces de la enciclopedia que, verosímilmente, se de
nominan así; incluso hay alguna un poco arriesgada, porque es im
probable que salga como voz autónoma: «la especializacíón» (12).
Esto puede poner en duda que, tal como hemos indicado, al destina
tario le baste con el co-texto.
También es importante el peso de Ja elipsis: el ya citado deseo de
economía espacial provoca elipsis difíciles como la del segundo tér
mino de la comparación en «superficies mucho mayores [que la agri
cultura de azada]» (10), especialmente difícil por el hecho de que el
segundo término de la comparación, «agricultura de azada-, está en
posicion cataíórica (13). También hay elipsis en -[Dado que este tipo
era] Poco eficaz.,.» (24), Esta elipsis esta agravada porqué la anáfora
elidida tendría una co-referencia difícil: «este tipo» (22) no co-refiere
con el SN inmediatamente anterior: «[el arado con] la reja totalmen
te de hierro». De hecho, sólo co-referina con un hiperónimo como
«el arado típico», pero en el texto no sale. Una denominación pare
cida solamente aparece en la ilustración, donde hay un «arado tradi
cional», que se opone a un «arado moderno, O de pala». Antes de mi
rar la ilustración, sabemos que el arado citado en la línea 22 resulta
poco eficaz en algunos sitios debido a la falta de pala, pero no sabe
mos si ésta es un tipo de reja, si la substituye o si se añade a ella.
S ob re la estru ctu ra
1. ¿A qué líneas correspondería el titulo «Primeros indicios sobre el
uso del arado»?
(a) 5-9
(b) 27-32
(c) 18-27
2. ¿Por qué cica el autor el uso de¡ arado en los países de habla ca
talana? (27-32)
(a) porque se dirige a un destinatario a quien interesa esta
información
(b) porque es donde se han encontrado los arados más an
tiguos
(c) porque es un ejemplo del arado de los celtas
S ob re a n á fora y elip sis
3. ¿En qué se distingue el arado de los romanos del arado de ios cel
tas?
(a) el arado romano no tiene una pala que gire la tierra, y el
celta, sí.
(b) el arado romano tiene la reja de hierro, y ei celta, de ma
dera.
(c) el arado romano es de la época de ios romanos y el celta
es posterior.
S ob re la elip sis
4. ¿Dónde es más eficaz el arado de reja?
(a) en una tierra grasa como la de los países mediterráneos
(b) en una tierra grasa como la de los países centroeuropeos
(c) en una tierra que no sea grasa.
5. ¿Qué caracteriza a la agricultura de azada?
(a) que con ella no trabaja toda la comunidad
(b) que trabajan sobre todo los hombres y se cultivan ma
yores superficies que con el arado.
(c) que trabajan sobre todo las mujeres y se cultivan meno
res superficies que con el arado.
S ob re la d e fin iz a ció n
6.
¿Qué se consigue con «la especialización» (12)?
(a) que unos miembros de la comunidad labren con arado y
otros con azada
(b) que los hombres trabajen y las mujeres, no
(c) que haya miembros de la comunidad que se dediquen a
tareas no agrícolas.
SAN FRAN CISCO . Set D ies. 17 de noviembre 1989
1
San F rancisco es u n a de las ciu d ad es m ás bellas del m u n d o . Es u n a
2
g r a n c iu d a d , pero de dim en sio n es h u m an as. Q u ie n la conoce y conoce su
3
g en te, sabe q u e de las ru in a s del re cien te terre m o to se le v a n ta rá aú n m ás
4
bella y a co ged o ra.
5
6
7
R e co rre rla de fa m añ an a h a sta la noche p ro c u ra a cada in stan te
cam bios de sensaciones plásticas q u e se fijan en la m em o ria p ara siem pre.
Las n ieblas d ensas de la m a d ru g a d a , espesas, lechosas, de las cu ates
S
em erg e n los ú ltim o s pisos de los rascacielos del c en tro de la c iu d ad o tas
9
p u n tas ro jizas del m ajestu o so G olden G ate, se v an ac laran d o a m ed id a que
10
11
a v a n z a n las h o ras.
L a ciu d ad y la b a h ía se tiñ e n de e x tra o rd in a rio s colores p astel. V erdes
12
y v io le tas, lilas su aves, la e le g a n c ia s in g u la r del ocre y, fin a lm en te, u n azu l
13
resp lan d ecien te q u e d u ra h a sta qu e el sol se o c u lta y entonces es u n a
14
fan tá stic a y e x tr a v a g a n te o rg ía im p re sio n ista, o m e jo r d icho, u n a re alista
15
m an ifestació n de p o p -art.
16
S an F ran cisco está h ech a de c u a tro m u n d o s, de c u atro c u ltu ra s, de
ir
c u a tro h u m an id a d es.
1S
19
m ás eu ro p ea de O rie n te y la m ás o rie n ta l de O ccid ente.
20
L a a m e ric a n a , la c h in a , la jap o n esa y la del m e stiz aje . Es la c iu d ad
P ara ir a rrib a y ab ajo (n u n c a m e jo r d icho), el h istó rico y peq u eño
21
tr a n v ía es el m e jo r tran sp o rte y m ás d iv e rtid o q u e la m ás v ertig in o sa de las
22
m o n ta ñ a s ru sas de c u a lq u ie r p a rq u e de atrac c io n e s.
23
24
25
D esde la cu m b re h a sta la o rilla del P acífico y desde el m a r h asta los
b arrio s a lto s da la v u e lta a la ciu d ad con fu e rz a se g u ra y te sta ru d a .
P a ra v is ita r la , los p u n to s m ás in teresan tes pueden ser F o rt M asó n,
26
m u e s tra de la presen cia e sp a ñ o la , el G olden G ate, n a tu ra lm e n te ; G h ira rd e lli
27
S q u a re , p a ra los re sta u ra n te s y el «sh o p p in g », y el m arav illo so «m u e lle de la
28
m ad e ra », hecho po r g e n te in te lig e n te y con g u sto ; Ja p a n to w n y Ja p a n
29
C e n te r, el m o d ern ísim o b a rrio jap o n és, y C h ín a to w n , evid en tem en te.
30
P a ra co m er y e n tr a r po r la cocina a los c u a tro m u n d o s de San
31
F ran cisco , son m u y reco m en d ab les, e n tre los a m erican o s, el H a r r i's ste ac k
32
H ou se, situ a d o en la esq u in a de V a n Ness A v en u e con P acific (carnes
33
in m ejo rab les y e xcelen te b o d e ga); p a ra cocina c h in a , el T he M a n d a rín , en
34
G h ira rd e lli, de los buenos en este bajo m u n d o ; p ara la japonesa está m u y
35
bien el B en in an a of T okio, en el Ja p a n C e n te r y p a ra la c a lifo rn ían a ,
36
in te re sa n te m ezcla de cocina ita lia n a y a m e ric a n a , el clásico es B ru n o ’ s, con
37
u n a la r g a b a rra de b ar donde la c lien tela se ju e g a ia bebida a los dados.
38
X .D .
P resen ta ció n
Se traca de un cexto escrito por el periodista X[avier] D[omingo],
publicado en la revista en catalán «Set dies». Es un texto de divulga
ción, cuyo tema es la información turística.
T ip ología
Como decíamos, se traca de un texto escrito, sin lazo inmediato
con el contexto de producción y de recepción, pero que supone la
existencia de un conocimiento del mundo compartido por enunciador y destinatario (aparecen alusiones a la ciudad de Barcelona que
exigen que el destinatario sea barcelonés o que conozca bien esta ciu
dad).
El lu gar social correspondería a la institución periodística. El tex
to se anclaría en un discurso de viaje cosmopolita, muy estandard,
subproducto del viaje educativo, que selecciona, por un lado, datos
e informaciones (sobre la ciudad y sus características) y, por otro,
consejos sobre actividades a realizar (visitar, comprar y comer).
El enunciador se identifica con el firmante X.D. El destinatario
al que se dirige el texto es un viajero de clase media v/o media-alta,
barcelonés, con gustos estandard (cocina típica, compras, paseos...).
Se supone que el destinatario posee una cultura media (en el texto se
dan diversas referencias culturales: impresionismo, pop-art.,,), y que
sus intereses no son m uy elevados.
La intención del cexto es, por un lado, dar a conocer una ciudad
y ser útil a los posibles turistas proporcionándoles informaciones di
versas y , por otro, promocional- la ciudad. La intención nos sugiere
un texto expositivo de instrucción, pero la estructura que presenta
es la característica de un texto descriptivo, y por lo tanto, aunque an
teriormente hayamos señalado que las secuencias descriptivas casi
nunca se presentan como dominantes, preferimos clasificarlo como
texto descriptivo.
La estructura es la propia de un texto descriptivo; tema y expan
sión. E! texto está constituido por una serie de informaciones agru
padas alrededor de un tema título (San Francisco), que crea un mar
co (la ciudad, sus peculiaridades y las actividades que en ella pueden
realizarse) y se expansiona en nuevas informaciones referidas al tema,
ligadas a una ordenación temporal y espacial. Esta ordenación se ma
nifiesta a través de los mecanismos de cohesión léxica (así, por ejem
plo, vemos cómo el sintagma «De la mañana hasta la noche» (5) tie
ne como hipónimos «madrugada», «avanzan las horas», «el sol se
oculta») y de conexión [en la parte b .l., por ejemplo, el progreso de
la acción se da gracias a los hipónimos de -de la mañana a la noche»
(5)]. La estructura es la siguiente;
A. Tema-título (1-4)
B. Expansión (5-37)
b .l Ordenación témpora!. Visión de un día completo. Calidades
plásticas. (5-15)
b-2 Habitantes. Cualidad humana. (16-19).
b.3 Ordenación espacial. Orografía; el tranvía. Cualidad humani
zada (20-24).
b.4 Puntos de interés. Cualidades turísticas (25-29).
b.4.1. Restaurantes. Características de cada uno (30-37)
b.3 y b.4 se ordenan según las actividades características de cual
quier turista que desea «conocer» una ciudad.
De este texto nos interesa destacar ei mecanismo de progresión
temática y algunos de los implícitos que se dan.
Progresión temática
La progresión de este texto (equilibrio entre información conoci
da v nueva y la aportación de información renovada), se consigue me
diante la combinación de dos tipos de progresión temática: la pro
gresión de tema constante, donde el tema de vina oración se repite
como tema de 1a siguiente o siguientes, y la progresión de tema de
rivado, donde se parte de un hípertema que se desglosa después en
diversos temas.
El tema constante de todo el texto es «San Francisco», que apa
rece al principio y reaparece por cohesión léxica en: «Es una gran ciu
dad» (1), «de la ciudad» (donde se produce una defimzación) (8), «la
ciudad» (11), «San Francisco»' (16), «Es ¡a ciudad...» (18), «San Fran
cisco» (31)
«San Francisco», o mejor e l co n o cim ien to d e San F rancisco —al
que se alude en la línea 2— se convierte en hípertema de: «Recorrer
la desde la mañana a la noche» (5), «visitarla» (25), «ir de arriba aba
jo» (20), «para comer» (31).
La oración que comienza por -Recorrerla» (5) progresa hacia el
rema «produce cambios de sensaciones plásticas» (6) el cua¡ deviene,
a su vez, hipertema de «Las nieblas densas...espesas, lechosas...roji
zas» (7-9), y de «colores pastel» (11). «Colores pastel» se convierte
en hípertema de «verdes, azules...azul resplandeciente» (11-13).
El tema constante —San Francisco— interrumpe (16) la sucesión
de temas derivados que veíamos e introduce el rema «cuatro mun
dos» (16), el cual, así mismo, es hípertema de «la americana, la china,
la japonesa y la del mestizaje» (18) vuelto a tomar en (31) junto al de
«para comer» donde introduce de nuevo los temas derivados «ame
ricanos» (31), «cocina china» (33), «japonesa» (34), «califomiana»
(35).
Igualmente, el tema derivado «ir de arriba abajo» (20) introduce
el rema «tranvía» (21), que se convierte en el tema del rema «mon
tañas rusas» (22) y reaparece, elíptico, en 24 como tema del rema «da
la vuelta a la ciudad».
I m p lícito s:
La interpretación de este texto supone un conocimiento del mun
do, compartido entre emisor y destinatario, sobre el que se basan las
elisiones y alusiones que en cierto número aparecen.
Por ejemplo, se supone que el destinatario de este texto conoce
o posee ya alguna imagen construida de la ciudad, aunque nunca haya
estado allí (por cultura general, a través de la cultura de masas: pelí
culas...), lo que permite, junto a la apelación al marco —-como decía
mos— que se elida una parte de la información supuesta en el uso
de la definización y de la deixis.
Veamos algunos ejemplos:
— De la definización: «el majestuoso Golden Gate» (9), «la bahía»
(11), «el tranvía» (21). La primera vez que aparecen estos elemen
tos en el texto, io hacen ya definidos por que se supone que el
destinatario ya sabe que son elementos caracterizadores de la ciu
dad.
— De la deixis: «el reciente terremoto» (3). Reciente respecto del
contexto de producción y de recepción de este texto (se supone
que una revista de actualidad es leída en el momento que se pu
blica).
— Del marco en las definizaciones: «la clientela» (38), «la bebida»
(38), que apelan al marco restauran te-bar.
— Del conocimiento compartido: «americana» (18) significa cultu
ra occidental; «oriental» (19) significa todo lo que no es occiden
tal.
El conocimiento del mundo compartido favorece, también, la
existencia de alusiones y sobreentendidos dirigidos al destinatario
barcelonés o que conoce Barcelona. Por ejemplo, cuando leemos
«maravilloso “muelle de la madera” hecho por gente inteligente y con
gusto» (27-28): la alusión al de Barcelona es patente en el uso citativo de las comillas, pero la valoración positiva que merece el de San
Francisco no se extiende al de Barcelona. Puesto que no es así, y cuen
to con que lo que se me dice es pertinente y en la cantidad adecuada,
sobreentiendo que ha y m u elles d e la m a d era h e ch o s p o r g e n t e q u e no
es in te lig e n te y q u e no tien e gu sto, co m o e l d e B arcelona.
Una expresión como es «Es la ciudad más europea del Oriente y
la más oriental del Occidente» (18-19) presupone que es oriental y
europea.
En la parte b.3 se insinúa un inferencia lógica del cual se deduce
que San Francisco es una ciudad muy montañosa: si los tranvías son
más divertidos que las montañas rusas, y la diversión en las monta
ñas rusas consiste en bajar y subir vertiginosamente, los tranvías su
ben y bajan vertiginosamente, la ciudad es m uy montañosa.
S ob re e l tem a y la in te n ció n d e l tex to:
1. ¿Cuál de estas afirmaciones crees que se adecúa mejor a lo que ex
plica el texto?
(a) El texto narra un viaje a San Francisco, cuenta cómo es
la ciudad y la loa.
(b) El texto proporciona una información para el turismo y
loa los encantos de la ciudad.
(c) El texto realiza un listado de los monumentos de la ciu
dad de San Francisco y explica cómo son y cómo se hicieron.
S ob re in te n ció n y estru ctu ra :
2. ¿En qué lugar de los que a continuación citamos crees que no se
podría publicar un texto como éste?
(a) Guía turística
(b) Manual de Geografía
(c) Enciclopedia.
3. ¿Qué título te parece mas correcto para el fragmento comprendi
do entre las Eneas 25 y 29?
(a) Puntos de interés. Cualidades turísticas.
(b) Dónde comer y tomar copas.
(c) Encuentro de cuatro mundos
S ob re im p líc ito s :
4. Una de estas informaciones no es cierta, ¿cuál?
(a) San Francisco es la ciudad más oriental de Europa.
(b) San Francisco esta hecha de cuatro mundos, cuatro cul
turas.
(c) La cocina californiana pertenece a la cultura mestiza.
5. ¿Por qué dice «naturalmente» en la linea 26?
(a) Porque se supone que el destinatario conoce la fama de!
Golden Gate.
(b) Porque va destinado a un destinatario español y San
Francisco es una muestra de la presencia española.
(c) Porque es el que más le gusta al autor.
6. «Un muelle de la madera hecho por gente inteligente y con gusto»
(27-28), ¿qué información descartarías?:
(a) Se sobreentiende que en San Francisco hay un «muelle
de la madera».
(b) Se sobreentiende que en San Francisco hay un impor
tante tráfico marítimo de madera.
(c) Se sobreentiende que puede haber muelles de la madera
hechos por gente poco inteligente y de mal gusto.
7. El texto dice «Para ir arriba y abajo», ¿por qué?
(a) Porque el mejor medio de transporte es el tranvía.
(b) Porque en San Francisco hay un parque de atracciones
muy importante.
(c) Porque la ciudad es muy montañosa.
P ro g resió n :
8. «La americana, la china, la japonesa y la del mestizaje» (18) equi
vale a Jo que se dice en:
(a) las líneas 31-39
(b) las líneas 25-29
(c) no se vuelve a hablar de ello.
PISTAS
9
2
E l s a n t u a r io d e l a F o n t c a l d a
3
J o rd i P ortell
4
F ic h a :
5
— T erra A lta
6
— A ccesos: de P r a t de C o m te
7
— H o ra rio : u nas 2 h . 30 m in u to s
8
— C o m e r: en P rat de C o m te o en H o rta se S an t Jo a n
9
— R e fe ren cias: M apas de la G u ia I tin e ra ria deis P o rts. U .E .C . Edició de!
10
C in q u a n te n a r i, 1989.
11
U no de los lu g a re s predilectos de los h a b ita n te s de la T erra A lta es el
12
s a n tu a rio de la F o n tcald a. Éste está situ ad o donde el río de las C a n alete s
13
flu y e m ás en c ajo n ad o , en u n a p eq u eñ a lla n u r a y rodeado de m o n ta ñ a s.
14
En v era n o es u n p u n to de h u id a de las rig u ro sid a d e s del c lim a ; el río y
15
la v eg etació n p erm iten al recién llegad o d isfru ta r de la fre sc u ra qu e el
16
lu g a r da.
17
P a ra lle g a r a llí h a y dos c a rre te ra s. D e la c a rr e te ra q u e v a de G an d esa a
18
P inell de B ra i sale u n a b ifu rcació n q u e h acia la d erech a co nd u ce al
19
s a n tu a rio . É sta su b e y sig u e la estrib a c ió n a tra v e san d o u n a zo n a sa lv aje
20
y de g r a n b elleza. L a o tr a es la q u e sale de P r a t de C o m te y b aja h a sta el
21
río de las C a n e le tes. El ú ltim o tram o sig u e la vía del tre n y ,
22
a tra v e san d o dos tú n eles, lle ga al sa n tu a rio . La c irc u lac ió n de veh ículos
23
por los tú n e le s re su lta esp e c tac u la r y ca u sa u n a e x tr a ñ a sen sació n ;
24
e vid en tem e n te , no c irc u lan tren es.
25
La e xc u rsió n sig u e el G .R . (C a m in o de G ran R eco rrid o ) q u e va desde
26
P rat de C o n ite a la F o n tcald a. Es u n itin e ra rio b o nito y a g ra d a b le q u e
27
a tra v ie sa p e gu jale s con olivos c en ten ario s y bosques form ad os p o r la
28
v eg etació n típ ica m e d ite rrá n e a.
29
S ald rem o s de P rat de C o m te sig u ien d o u n a c a rre te ra a sfa lta d a que lleva
30
h a sta el s a n tu a rio . S e g u id a m e n te e n c o n tram o s u n a h ilera de cipreses
31
alto s v afilados q u e m arc a n el cam in o h a c ia el ce m e n te rio ; éste está
32
au p ad o a m edia p en dien te y ro d ead o de pequeños cu ltiv o s. U n a c o rta
33
su b ida lle v a h a sta u n a c o lin a ; en este p u n to u n a s señales blancas y ro jas
(G .R .) g ir a n h ac ia la d erech a y sig u e n u n a p ista e strech a y a sfa lta d a .
Los cu ltiv o s p re se n tan u n a c ie rta d ejad ez, sobre todo si la m a q u in a ria
a g ríc o la no puede acced er a e llo s; los árb oles crecen d esordenados y los
fru to s escasean. £1 asfa lto se acab a y la p ista b aja lig era m en te
co n v irtié n d o se en u n c am in o . A h o ra h a y q u e p o n er aten ció n y se g u ir las
se ñ ale s; u n flan q u e o h a c ia la iz q u ie rd a y u n a su b id a c o rta. D ejarem os
40
los c u ltiv o s a trá s y lle g a re m o s a u n collado estrecho (45 m in u to s) con
41
u n a v ista im p re sio n a n te sobre la c o m arca. El s a n tu a rio q u ed a a nu estro s
42
pies, al su r de las sie rra s de A ligu es y V a llp la n a y al n o rte de los llanos
4j
de la T erra A tta. El p aisaje m o n tañ o so y a b ru p to se p re se n ta en todo su
44
esplendor.
45
El c am in o b aja p o r un tra m o excavad o en la ro c a; h aciend o cortos zig-
46
zags atra v e sam o s u n bosque de pinos despejado. L legam o s a la v ía del
47
tre n y fin a lm en te al s a n tu a rio de la F o n tcald a (i h o ra y JO m in u to s).
48
E sta lín ea de tren u n ía T o rto sa con la P u eb la de H ija r, pero el
49
h u n d im ie n to de un tú n e l y su poca re n tab ilid a d h iz o q u e se
50
c la u su ra se en 1973. H o y , u n a s in stalacio n es costosísim as se co n su m en
51
in ú tilm e n te .
52
La v u e lta se hace por el m ism o c am in o . El tiem po to ta l es de 2 ’30 h o ras.
A
n á l isis
P resen ta ció n :
Se trata de un texto escrito, aparecido en el periódico Avui de Bar
celona, el 23 de noviembre de 1990. El hecho de que esté encabezado
por el genérico «Pistas» y que empiece por una ficha invita a la colección
y por tanto da a entender que el texto forma parte de una serie de tema
excursionista, dedicada probablemente a los itinerarios catalanes.
T ip o lo gía
Texto escrito, sin un nexo inmediato con el contexto de produc
ción y recepción.
El enuncíador se identifica con el firmante, Jordi Portell. El des
tinatario es el lector aficionado catalán a las excursiones a pie. La in
tención es la de informar e instruir al destinatario sobre cómo llegar
a un sitio determinado. Podemos decir que el texto está anclado a va
rios discursos, en especial aquél del excursionista/turista, amante de
la naturaleza y de los paisajes, interesado, o sólo curioso, por el me
dio humano y la historia del país y sus problemas actuales —indicio
de ello son los comentarios de 48 e, implícitamente, 30-31.
La estructura es la propia del texto descriptivo: tema y expansión.
Concretamente la estructura es la siguiente:
1. Titulares y subtitulares.
2. Ficha: datos más importantes para el excursionista y referencia
bibliográfica.
3.1. (11-16) Tema: titulo. Expansión: propiedades (situación) y
cualidades (frescura),
3.2. (17-52): Tema: tres itinerarios. Expansión: características de
los caminos que llevan a la Fontcalda.
3.2.1. (17-20) Tema: carreteras. Expansión: propiedades («bifur
cación», «estribación»)) y cualidades («belleza»).
3.2.2. (20-24) Tema: carreteras. Expansión: propiedades («sale de
Prat, río, vía del tren»), cualidades («espectacular»).
3.2.3. (25-2S) Tema: Camino de Gran Recorrido. Expansión: pro
piedades («sale de Prat, G.R., subida, pista, zig-zags, vía de tren*'),
cualidades («bonito y agradable, asfaltada, dejadez, vista impresio
nante»)
Se trata de un texto de tipología descriptiva, aunque a partir de
17, y especialmente de 29, la descripción aparece entre los marcado
res típicos del texto instructivo.
De este texto nos interesará destacar algunos mecanismos de re
petición y de conexión.
M eca n ism os d e r e p e tició n : C oh esión léx ica
De entrada, observamos una cierta imprecisión en la determina
ción del segundo y tercer itinerarios, que en la descripción estructu
ral corresponden a 3,2,2 y 3,2.3; concretamente no sabemos si coin
ciden o no porque:
(a) Uno está definido como «La otra [carretera]» (20), v el
otro como «el G.R. (Camino de Gran Recorrido)» (25),
cuando no suele haber sinonimia entre «carretera» y «cami
no».
(b) Los implícitos de «vehículos» (22) son diferentes de ¡os
de «excursión...G.R.» (25) en el sentido de que no es lo mis
mo ir en coche que ir a pie, como es evidente.
(c) Y «una carretera asfaltada» (29) no parece co-referir con
«la otra [carretera]» (20) por falta de definización de 29,
En cambio, los itinerarios salen del mismo sitio («Prat de Comte» (20 y 26) y pasan por lugares idénticos («vía del tren» (21 y 46)).
Otro aspecto es el «Pistas» (1) que es hiperónimo de «itinerario»
(26); no sabemos si lo es también de «carreteras» (17) y si en el mar
co que presenta, además de incluir «excursión» (25) incluye también
«vehículos» (22).
Para finalizar este apartado nos fijaremos en la «dejadez» (35) de
los cultivos que implica «desordenados» y «escasean» (36 v 37),
Respecto de la definización, debemos destacar varios aspectos.
«La excursión?! (25) no refiere a ninguna de las excursiones propues
tas en los párrafos anteriores; podemos inferir que refiere a una ex
cursión a pie (y no en coche, como las anteriores) que suele aparecer
en esta sección del periódico. «U na carretera asfaltada» en cambio re
fiere a «la otra [carretera] es la que sale...» (20), al contrario de lo
que hace prever el uso del indefinido. Señalemos también que el hiperónimo «cultivos» (35) explica el uso del artículo determinado en
«la maquinaria» (35). Lo mismo pasa con «Prat de Comte» (24-25)
y «el cementerio» (31). Por sinonimia, «una vista» (41) queda definizada en «el paisaje» (43).
M eca n ism os d e con ex ión
Diremos que los conectores que destacan son los de tipos espa
cial —como se espera de un texto descriptivo— y, aunque en mucha
menor cantidad, los temporales. Estos últimos responden tanto a la
ordenación instruccional del texto como en el entrañamiento tempo
ral que el tema «itinerarios» comporta.
De tipo espacial citaremos: «seguidamente» (30), «en este punto»
(33), «la izquierda» (39), «atrás» (40), «a nuestros pies» (41-42), «al
sur» (42), «al norte» (42).
De los temporales citaremos: «ahora» (38), aunque con el sentido
de en este p u n to. El conector «y» (39), con el valor de e n to n ce s ; «fi
nalmente» (47).
S ob re tem a ¡in t e n ció n :
1. i Qué afirmación crees que se adecúa mejor a lo que pretende el
texto?:
(a) El texto expone las ventajas e inconvenientes de hacer ex
cursiones a pie.
(b) El texto informa y da instrucciones al excursionista para
llegar hasta el santuario de la Fontcaida.
(c) El texto describe la comarca donde se halla el santuario
de la Fontcaida.
S ob re la estru ctu ra :
2. ¿Qué título te parece más apropiado para el fragmento de texto
que va desde la línea 2 hasta la 10?
(a) Datos para el excursionista.
(b) Horarios de autocares y guía de restaurantes.
(c) Aceso y comida.
3. ¿Cuántas formas de acceso hay a la Fontcaida?
(a) Dos: una carretera sale de Gandesa y otra de Prat de
Comte,
(b) Dos: dos carreteras que salen de Prat de Comte.
(c) Tres: una carretera y un camino que salen de Prat de
Comte y una carretera que sale de Gandesa.
S ob re d efin iz a ció n :
4. Cuando el texto habla de «Una carretera» (29).
(a) Se trata de una carretera distinta a la mencionada en las
líneas (17-19).
(b) Es la misma carretera que aparece en las líneas (20-21).
(c) Es la misma carretera que aparece en las líneas (25-26).
S ob re co h e s ió n léx ica :
5. ¿A qué refiere «itinerario»? (26)
(a) «La excursión sigue el G.R.» (25).
ib) «Uno de los lugares predilectos» (11).
(c) «En verano es un punto de huida de las rigurosidades
del clima» (14)
6. ¿«.La excursión sigue el G .R .» (25), a qué camino hace referencia?
(a) Al que sale de Gandesa.
(b) A l que sale de Prat de Com te.
(c) A ninguno de los dos.
S ob re los m eca n ism o s d e co n ex ió n :
7. ¿Por cuál
(38)?
(a)
(b)
(c)
de las siguientes expresiones se puede substituir «ahora»
H oy.
No obstante.
En este punto.
8. ¿Por cuál de las siguientes expresiones se puede substituir «y » (39)?
(a) Entonces
(b) Pues.
(c) Porque.
9. ¿Q ué quiere decir «unas señales blancas y rojas (G .R .)» (33-34)?
(a) Unas señales blancas y rojas que forman la letra G y la
letra R.
(b) Unas señales blancas y rojas que significan que hay un
cam ino de Gran R ecorrido.
(c) Unas señales blancas y rojas que indican que hay que G i
rar v después seguir Recto.
10. «Llegarem os a un collado estrecho (45 m inutos)» (40) quiere de
cir:
(a) Q ue cruzar el collado cuesta 45 m inutos.
(b) Q ue cuando lleguem os al puerto llevarem os 45 m inutos
desde el inicio de la excursión.
(c) Q ue hay que hacer un descanso de 45 m inutos para apre
ciar la vista im presionante.
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A lo n s o ,
EDUARDO AZNAR A NGLÉS es profe
s o r de lengua y literatura en ell. B. Caries
Riba de Barcelona. Ha publicado diver
sos trabajos y artículos sobre literatura, y
sobre enseñanza de la lengua y literatura:
ha sido docente en cursos de formación
del profesorado, y ha participado en la
elaboración de libros de texto de Secun
daria. Actualmente in vestiga sobre la prag
mática del texto literario.
Además de coautor, ha sido coordinador
de este libro.
ANNA CR OSALAVEDRA es profesora
del Dpto. de Filología Catalana de la E. U.
de F. P. d e E .G . B. de la U .A . B. Ha sido
docente en actividades de formación del
profesorado, ha participado y participa en
la elaboración de libros de texto para
Secundaria y para la enseñanza de adul
tos y es coautora de publicaciones sobre
didáctica de la lengua. Actualmente tra
baja sobre la aplicación de la lingüística
textual a la enseñanza.
LLUÍS QUINTANA TRIAS es profesor
del Dpto. de Filología Catalana déla E. U.
de F. P. de E. G. B. de la U. A. B. Ha sido
docente en actividades de formación del
profesorado, ha participado en la elabo
ración de libros de texto para Secundaria
y es autor de diversos artículos sobre
literatura y sobre didáctica de la lengua y
de la literatura. Actualmente se interesa
por la aplicación de la lingüistica textual a
la enseñanza y realiza un trabajo de in
vestigación sobre la crítica literaria de
principios de siglo en Barcelona.
#
« . . . todo ei trabajo que se realiza en dicha Etapa (12-16 anos) dirigido a reflexionar sobre
la lenguay a sum inistrar recursos lingüísticos debe estaren función de lam ejorade la práctica
lingüistica, pero si no se reflexiona sobre la lengua y no se ofrecen nuevos recursos a los
escolares, difícilm ente accederán a los niveles del discurso que suponen la narración, la
argumentación, la explicación o la descripción, entre otros.
En este libro se ofrecen modelos concretos de análisis de textos que presuponen reflexión
lingüística y aportación de recursos implicados en la mejora del uso de la lengua. De hecho,
existen muy pocos libros en los que, desde el análisis del discurso, se ofrezcan modelos de
análisis con un tratam iento didáctico que ayude a la mejora de la competencia comunicativa
de los alumnos. Sin embargo, el acierto no es sólo la existencia de un texto que abogue por
esta línea, sino también la rigurosidad con quese trata el tema. Los autores muestran conocer
con detalle las distintas corrientes lingüísticas que animan el estudio del discurso y son
capaces de traducir dicho conocim iento en propuestas didácticas concretas, Ciertamente, el
libro se centra fundam entalm ente en el desarrollo de la competencia escrita, aunque muchas
de sus sugerencias son también traducibles al ámbito de la lengua oral. De hecho, más que
un manual sobre análisis de textos, el libro muestra cómo se puede utilizar e¡ conocim iento
lingüístico para incitar la reflexión sobre el lenguajey, através de numerosos ejemplos, resulta
un instrum ento enormemente útil para iniciarse en el análisis y e! tratam iento didáctico tanto
de textos escritos como orales. Por eso, estamos seguros que su publicación será de enorme
utilidad para todos los enseñantes de lenguay literatura.»
(Del prólogo. Ignasi Vila)
C U A D E R N O S D E E D U C A C IÓ N quiere contribuir a l proceso de reflexión
y debate sobre la educación escolar poniendo al alcance de todos los pro
fesionales, y m uy especialm ente de los profesores, los trabajos que, p o r la
novedad de sus propuestas, el rigor de su formulación y la pertinencia de
su temática, pueden ser utilizados como instrumentos de cam bio y de in
novación educativa, La colección está abierta a todas las áreas y niveles
de la educación escolar y pretende situarse en ese espacio intermedio en
tre la reflexión y la acción -entre lo que se hace o se propone h acer en el
aula y e l cuestionam iento del por qué. para qué y cómo se hace o se pro
pone hacer- que constituye, sin lugar a dudas, un eslabón decisivo en la
formación inicial y perm anente d e l profesorado.