Un viaje de descubrimiento
con múltiples escalas
Alma Dorantes González
INAH-Jalisco ◆
Edward Wright-Rios,
Este libro coloca en el vértice dos
Revolutions in Mexican Catholicism.
movimientos religiosos encabezaReform and Revelation in Oaxaca,
dos por mujeres indígenas en las
1887-1934, Durham y Londres,
primeras décadas del siglo XX y los
Duke University Press, 2009, 376 pp.
examina desde la perspectiva de la
historia sociocultural y del enfoque
de género. Explica los complejos
procesos históricos del cambio sociocultural situando en el primer plano
a los participantes de los hechos de estudio y relaciona las características
de su entorno sociopolítico, económico y cultural con las transformaciones experimentadas en todas esas dimensiones de la vida social a que
dio lugar la modernidad, tanto en la Europa católica como en México, en
especial en Oaxaca. Analiza desde el enfoque de género el papel de las
mujeres creyentes como pensadoras y líderes en el espacio público. Discute diversas concepciones de modernidad, poscolonialismo, religiosidad
popular, religión e identidad.
De principio a fin de la obra el autor hace un llamado a huir de rígidos
esquemas teóricos, así como de la tentación de dar interpretaciones unívocas o estereotipadas a términos como modernidad, religiosidad popular
y religión. Nos demuestra, en cambio, el variado y profundo conocimiento
que puede extraerse cuando se privilegia la evidencia histórica y se emplean los conceptos teóricos que realmente nos ayudan a interpretarla.
Siguiendo este camino, logra plenamente su cometido de obligarnos a
reexaminar nuestras nociones del papel del catolicismo en el México rural
e indígena.
La amplia variedad de fuentes de primera mano que constituyen el
fundamento de esta investigación comprenden documentos, folletería,
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Letras Históricas / Número 3 / Otoño-Invierno 2010 / pp. 251-255
fotografías, periódicos y fuentes primarias publicadas; provienen del Archivo General de la Nación, el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de
Oaxaca, los Archivos Parroquiales de San Pedro Etla, Juquila y San José
Miahuatlán, la Biblioteca Pública del estado de Oaxaca, la Hemeroteca de
la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y de fondos documentales privados. También se recolectó información de primera mano por
medio de entrevistas realizadas en 2001, 2002 y 2003.
En 1911 y en 1928 surgieron dos movimientos católicos aparicionistas
en el arzobispado de Oaxaca. El primero comenzó cuando Bartola Bolaños, una mujer nahua de San Mateo Tlacocalco, en el estado de Puebla
(entonces perteneciente a la provincia eclesiástica oaxaqueña), proclamó
que se le había aparecido el Señor de las Llagas, una imagen de Cristo
muy conocida en la región. Hablando náhuatl, Cristo mismo administraba
los sacramentos, pronunciaba sermones y dirigía a sus devotos para que
le construyeran una capilla e instituyeran celebraciones religiosas en su
nombre. Con la intermediación de Bartola hizo también curaciones milagrosas. En tan sólo cuatro meses los fieles organizaron una cofradía que
incorporaba a comunidades localizadas fuera de los límites de la parroquia, crearon elaborados rituales litúrgicos, establecieron un calendario
de peregrinaciones y empezaron la edificación de una capilla. El segundo caso ocurrió en Ixpantepec, pueblo localizado en las montañas de la
costa del Pacífico, en el estado de Oaxaca, tierra de los indios chatinos.
A estas etnia y localidad pertenecía Dionisia, una niña de ocho o nueve
años que anunció sus encuentros y conversaciones con la Virgen María
en una cueva cercana a su pueblo y predijo varios movimientos sísmicos
de consecuencias para la zona. Poco después de observar a la vidente en
acción, Matilde Narváez, una ferviente y activa católica, se convirtió en
la portavoz de esos sucesos milagrosos ante su párroco y las autoridades
eclesiásticas del arzobispado; asimismo, guió e instruyó a los fervientes
peregrinos que deseaban estar cerca de la Virgen de Ixpantepec. En ambos movimientos las líderes y sus seguidores se enfrentaron, en mayor o
menor medida, con el clero, pero en todo momento se rehusaron a ceder
en sus reclamos de interpretar los mensajes divinos y de dirigir sus respectivas devociones. Por el contrario, insistieron en que sus experiencias
espirituales constituían auténticos milagros merecedores del reconocimiento de la Iglesia.
De esos movimientos aparicionistas se vale Wright-Rios para conducirnos a los complejos mundos y temporalidades que configuran la trama
de hechos que por su naturaleza religiosa, popular e indígena son frecuentemente calificados de tradicionales y antimodernos. El periodo de
estudio es el siglo XIX, definido como el que inicia en la década de 1770 y
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concluye en la de 1930; dicho periodo, sin embargo, se amplía hasta comprender las centurias coloniales y el despuntar del siglo XXI. Los mundos
en que están inmersos los actores sociales estudiados hunden sus raíces en
el advenimiento de la modernidad y el cúmulo de procesos socioculturales, políticos y económicos que fueron su consecuencia. Por ejemplo,
en las ideas y acciones del clero ilustrado y los intelectuales católicos
del arzobispado de Oaxaca convergen la política de renovación católica
proyectada en Roma, acogida y adaptada en México; el liberalismo juarista, la política conciliadora porfirista y el anticlericalismo revolucionario.
En las comunidades de población predominantemente indígena confluyen la milenaria tradición sociocultural de las distintas etnias, el sistema
patriarcal, el activismo de católicas laicas (que inicia en el decenio de
1880 y perdura durante cuarenta años) y la ambigua actitud del clero bajo
que esgrime el discurso dogmático y normativo de la institución religiosa
al mismo tiempo que adopta posiciones más flexibles cuando se enfrenta
a problemas específicos en sus parroquias, posiciones que permiten la
continuidad de las prácticas religiosas de las zonas rurales indígenas.
Wright-Rios sostiene, desde un punto de vista metodológico, que el
camino para permitir que aflore la naturaleza multifacética de la religión,
en cualquier sociedad, está en delinear y moverse de un lado al otro en
los diversos horizontes de abstracción, mientras que se trazan las articulaciones entre las varias esferas de acción. Tratándose del catolicismo
decimonónico en Oaxaca, el reto consistió en juntar las arenas de la agencia institucional internacional, nacional y estatal con los escenarios del
íntimo y local juego de práctica religiosa y cambios. En otras palabras, el
desafío consistió en infundir una nueva dimensión a los acontecimientos
de las localidades oaxaqueñas, al situarlos en el contexto de sucesos que
se desarrollan en México y en el mundo católico al cual pertenecen esas
localidades. Dado el papel protagónico desempeñado por varias mujeres
en los movimientos aparicionistas estudiados, el género como categoría
de análisis da pie a que el autor profundice, entre otras cuestiones, en la
identificación de la maldad con lo masculino que propagó el clero durante la centuria decimonónica con gran aceptación por parte de mujeres y
niños, y en la abrumadora presencia de las mujeres en las organizaciones
piadosas y de acción social que el clero impulsó y trató de controlar en
las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, empeño en el que no
siempre tuvo éxito como lo demuestran casos como los de Bartola Bolaños y Matilde Narváez.
La investigación de Wright-Rios abrevó en estudios etnográficos sobre Oaxaca que han mostrado que los individuos de las comunidades
indígenas con frecuencia entienden el ordenamiento de los recursos y las
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energías humanas como producto de interacciones con fuerzas extraordinarias. En algunos grupos, las apariciones de seres sobrenaturales son
comunes y los individuos las comentan en términos utilitarios. Interpretaciones como éstas indujeron a Wright-Rios a enfocar la revelación divina
como un recurso para introducir el cambio, crear contextos de comportamiento colectivo y remodelar identidades a fin de que éstas asuman
necesidades que son percibidas por ciertos grupos sociales.
El autor de esta obra reconoce también la influencia de la obra del
sociólogo Jorge Larrain y la del especialista en literatura Carlos Alonso,
que le ayudaron a entender los movimientos aparicionistas de Tlacoxcalco e Ixpantepec como parte de procesos más amplios en América Latina que, algunas veces más y otras menos, metabolizaron lo moderno,
incorporando ciertos aspectos de los modelos predominantes en Europa
y Norteamérica, al mismo tiempo que dejaban de lado otros de sus rasgos característicos. Los latinoamericanistas están dispuestos a reconocer
esas actitudes ambivalentes en las elites modernizantes, en los políticos
y los escritores, pero se niegan a hacerlo en los actores sociales religiosos.
En esa negativa influye, señala Wright-Rios, la historia del conflicto entre
el Estado y la Iglesia, una identificación generalizada de la creencia y la
práctica religiosa como aspectos del quehacer humano “tradicionales” y
la simplificación de los vínculos entre la modernidad y la secularización.
En oposición a estos enfoques, el autor señala: “este estudio descansa
en la convicción de que los movimientos aparicionistas indígenas y el
reformismo del clero de Oaxaca representan compromisos con la modernidad en la transformación del catolicismo decimonónico y de principios
del siglo XX”.
Los acontecimientos centrales de este estudio ocurrieron en pleno
auge del movimiento revolucionario y durante la Cristiada, que de acuerdo con muchos autores fue el último capítulo de la confrontación armada
que había comenzado en 1910; sin embargo, Wright-Rios le concede poco
espacio a la descripción de los acontecimientos de esa etapa histórica,
asumiendo la postura revisionista de quienes, desde la historia sociocultural, han demostrado que la Revolución no se experimentó de una manera uniforme en las distintas zonas del país y cuestionan la naturaleza
transformadora de dicho conflicto. Señala el autor: “Aludo a la ‘revolución’ para llamar la atención hacia otras ‘revoluciones’ que aún hoy en día
no han recibido la debida atención por parte de los estudiosos”. Así pues,
el libro explora las revoluciones en el catolicismo mexicano “con la esperanza de que se comprendan los esfuerzos de videntes indígenas, líderes
laicos y clero activista para infundir a sus vidas significado espiritual y
fortalecer el catolicismo”.
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Revolutions in Mexican Catholicism es una obra que enriquece sustancialmente nuestro conocimiento sobre las repercusiones del proyecto
de renovación y fortalecimiento implantado por la Iglesia para recuperar
su primacía en el espacio público. Hasta ahora, la historiografía ha enfocado ese tema en escenarios urbanos, enfatizando el reinicio de conflictos
entre la institución religiosa y el Estado que originó el activismo del clero
y de laicos pertenecientes a estratos medios y altos de la sociedad. En
cuanto a la religiosidad popular en el medio rural e indígena, los estudios
han privilegiado la investigación de las mayordomías y sus implicaciones
en la redistribución de los recursos, el poder y el estatus social. El libro
de Wright-Rios nos descubre el multifacético fenómeno de las prácticas y
creencias religiosas populares, así como de la lucha y la negociación que
se dan entre laicos indígenas y el clero, que por su misma división interna
reacciona de diferentes formas.
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