MISCELÁNEA
Eikón / Imago
ISSN-e: 2254-8718
Las joyas como espejo de virtudes: las mujeres
y la Prudencia1
Isabel Escalera Fernández
Universidad de Valladolid
https://dx.doi.org/10.5209/eiko.88438
Recibido: 16 de septiembre de 2022 / Aceptado: 11 de julio de 2023 / Publicado: 1 de enero de 2024
Resumen: En la actualidad los estudios de joyería están cobrando cada vez más importancia. Las alhajas
no solo servían para mostrar el poder que tenía su dueño, sino que contenían información acerca de los
intereses y la personalidad de quien lo llevaba. Estas fueron utilizadas como un instrumento de prestigio
por las élites. Desde fechas tempranas las mujeres comenzaron a usarlas para subrayar sus cualidades,
apareciendo en estos pequeños objetos preciosos alusiones al carácter de su dueña. Uno de los motivos
que comenzó a cobrar fuerza en las alhajas fue la representación de una virtud: la Prudencia. Aunque los
tipos iconográficos de la Prudencia han variado con el paso del tiempo, su presencia en joyeles, pinjantes o
insignias de sombrero aluden a la virtud de su portadora. Así, mediante las piezas que han llegado hasta la
actualidad podremos analizar el papel que cumplieron.
Palabras clave: joyas; mujeres; Prudencia; poder; virtud; prestigio.
ES
ENG
Jewellery as a Mirror of Virtues: Women and Prudence
Abstract: Nowadays, jewellery studies are becoming increasingly important. Jewellery not only served to
show the power of its owner, but also contained information about the interests and personality of the wearer.
Jewellery possessed numerous meanings and was used as an instrument of prestige by the elite. From an
early date women began to wear jewellery to emphasise their qualities, and these small precious objects
alluded the character of their owner. One of the motifs that began to gain significance on jewellery was the
representation of a virtue: Prudence. Although the iconographic types of Prudence have varied over time, its
presence on jewellery, pendants, or hat badges refer to the virtue of the wearer. Thus, thanks to the pieces
that have survived until the present day, we can analyse the role they once played.
Keywords: Jewellery; Women; Prudence; Power; Virtue; Prestige.
ENG
Sumario: 1. Introducción. 2. La prudencia, primera entre las Virtudes Cardinales. 3. La representación
iconográfica de la Prudencia. 4. La Prudencia transformada en un objeto precioso: las joyas. 5. Atribuirse la
Virtud mediante una joya. 6. Declaración de la contribución por autoría. 7. Fuentes y referencias bibliográficas.
Cómo citar: Escalera Fernández, Isabel. “Las joyas como espejo de virtudes: las mujeres y la Prudencia”.
Eikón Imago 13 (2024), e88438. https://dx.doi.org/10.5209/eiko.88438
1. Introducción
En los últimos años los estudios dedicados al campo de las artes decorativas están cobrando cada vez
más relevancia. Una de estas artes suntuarias es la
orfebrería, arte que ha sido relegada durante mucho
tiempo por parte de los investigadores. La escasez
1
de piezas que han llegado hasta nuestros días es
una de las causas responsables. Sin embargo, consideramos que el papel que tuvieron las alhajas fue
muy importante. Una de las características que se
atribuyen a estos objetos preciosos es el de adornar y subrayar la magnificencia de sus poseedores.
Sin embargo, las joyas tuvieron más usos y fueron
El presente trabajo ha sido desarrollado con un contrato Predoctoral de la Universidad de Valladolid dentro del proyecto financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, Agencia Estatal de Innovación y Fondos FEDER, referencia PID2021-124832NB-I00.
Eikón Imago 13 , e88438, 2024
1
2
Escalera Fernández, Isabel. Eikón Imago 13 , e88438, 2024
empleadas también como un espejo en el que sus
dueños pudieron reflejar sus ideas políticas, religiosas o personales. Precisamente queremos centrarnos en este último aspecto y estudiar cómo las joyas
sirvieron para mostrar las cualidades de quienes las
llevaban. Con este fin, hemos decidido analizar un
caso concreto: la relación de las mujeres con una virtud: la Prudencia. A través de su iconografía y de los
objetos que se han conservado podremos observar
cómo usaban las mujeres este tipo de joyas y qué
significado tenían.
2. La Prudencia, primera entre las Virtudes
Cardinales
La conducta del ser humano se rigió desde el mundo
antiguo por el ideal de alcanzar la Virtud. Esta fue objeto de interés por parte de filósofos como Sócrates,
Platón y Aristóteles, quienes conminaron a conseguir
la areté en sus escritos. Aunque existieron múltiples
virtudes se terminaron concretando en cuatro, conocidas como Virtudes Cardinales: la Prudencia, la
Templanza, la Justicia y la Fortaleza. Dichas virtudes
fueron heredadas por el cristianismo, donde se ampliaron y se añadieron otras tres virtudes teologales:
Fe, Esperanza y Caridad.
Dentro de las virtudes cardinales nuestro objeto de estudio se va a centrar en la Prudencia. Esta
virtud ha llamado la atención desde la Antigüedad,
planteándose reflexiones en torno a ella de distinto
signo. Aristóteles en su Ética a Nicómaco afirmó su
primacía y definió la Prudencia de la siguiente forma:
En cuanto a la prudencia, podemos llegar a
comprender su naturaleza, considerando a
qué hombres llamamos prudentes. En efecto, parece propio del hombre prudente el ser
capaz de deliberar rectamente sobre lo que
es bueno y conveniente para sí mismo, no en
un sentido parcial, por ejemplo, para la salud,
para la fuerza, sino para vivir bien en general2.
Después de los griegos, autores como Cicerón o
Séneca discutieron también sobre el carácter de las
virtudes. El propio Cicerón en su tratado De Officis3
se encargó de mostrar las distintas características
de las virtudes y entre ellas señaló la importancia de
la Prudencia, ya que tiene como rasgo fundamental
la elección. Este pensamiento continuó en la Edad
Media prácticamente sin modificaciones, aunque comenzará a relacionarse con la figura del gobernante
por autores como San Ambrosio en De Officiis o San
2
3
Isidoro en sus Sentencias4. En la Baja Edad Media
confluyeron las corrientes clásicas con las medievales y su significado empezó a variar, dando lugar a
que surgiesen nuevos atributos con posterioridad5.
3. La representación iconográfica de la
Prudencia
El interés que suscitaron las virtudes hizo que desde
muy temprano comenzasen a prodigarse por todo
tipo de manifestaciones artísticas. A pesar de que
en un primer momento hubo una indefinición en la
forma de representarlas, finalmente terminaron concretándose6. En el caso de la Prudencia su representación se vio modificada a lo largo del tiempo, sin
embargo, el primer atributo con el que aparece es un
libro, como se observa en el manuscrito de Cambrai
del siglo IX. Los términos sabiduría y prudencia se
utilizaban de manera sinónima desde la Antigüedad,
siendo personificados en la diosa Atenea, por lo que
no resulta extraño encontrar a ambas sosteniendo
un libro7. Así, en ocasiones se puede encontrar la
imagen de un monarca representado junto a las virtudes, apareciendo la Prudencia con un libro entre
las manos en alusión a la sabiduría que debe poseer
un buen gobernante.
Otro atributo con el que suele aparecer la
Prudencia es la serpiente, aunque este proviene del
ámbito francés8. La utilización de la serpiente como
atributo se puede justificar por dos vías: en el mundo
clásico esta virtud fue asociada desde temprano con
Atenea y Minerva, quienes además de la lechuza y
el yelmo tienen como atributo la serpiente. Por otro
lado, las fuentes bíblicas también vinculan a dicha
virtud la serpiente, así en el Evangelio de San Mateo
se dice lo siguiente: “Sed prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas” (Mt. 10, 16).
En tercer lugar, se utilizará el espejo, objeto que
permite reflejar lo que se sitúa delante de él. Ripa,
siguiendo el Nosce te ipsum socrático, afirmó que “El
mirarse en el espejo significa en este caso la cognición de sí mismo, no siéndonos posible regular
nuestras acciones sin tener el debido conocimiento
de nuestros defectos”9. Así pues, el empleo del espejo como atributo de la Prudencia se traduce como
un instrumento para el autoconocimiento. A pesar de
que el libro fue el primer atributo que se utilizó para
personificar a la Prudencia, serán la serpiente y el espejo los más usados a partir del siglo XVI10.
Diferente significado tendrá la calavera, siendo un emblema de las consecuencias que puede
Aristóteles, Ética a Nicómaco (Madrid: Editorial Gredos, 1985), VI: 273.
Cicerón consideraba que la Prudencia era la Virtud Cardinal que más convenía a la naturaleza humana ya que permite conocer
la verdad, “Y en verdad que cuando alguien claramente entiende qué es lo más verdadero en una cosa determinada y puede no
sólo ver con mucha agudeza el porqué, sino también explicarlo con gran prontitud, con razón suele ser tenido por muy prudente
y sapíentísímo, por lo que la verdad le está sometida como materia de que ha de tratar y en la que ha de ejercitarse”. Cicerón, De
Officis (México: Universidad Autónoma de México, 1962), 1, 6.
4
María Montesinos Castañeda, “Los fundamentos de la visualidad de la Prudencia”, IMAGO Revista de Emblemática y Cultura
Visual, no. 6 (2014): 98-100.
5
Montesinos Castañeda, “Los fundamentos de la visualidad”, 116.
6
Salvador Andrés Ordax, “Iconografía de las virtudes a finales de la Edad Media: la fachada de San Pablo de Valladolid”, BSAA arte,
no. 72 (2006-2007): 11.
7
María Montesinos Castañeda, “¿Prudencia o Sabiduría?: Sinonimia e interacción visual”, Cuadernos de arte de la Universidad de
Granada, no. 51 (2020): 45.
8
María Montesinos Castañeda, “Variación en la imagen de la Prudencia: entre la tradición y la Nueva visualidad”, IMAGO Revista de
Emblemática y Cultura Visual, no. 11 (2019): 155.
9
Cesare Ripa, Iconología (Madrid: Akal, 2002), 234.
10
Miguel Ángel León, “Iconografía de la Prudencia en España durante los siglos XV y XVI”, Cuadernos De Arte De La Universidad De
Granada, no. 65-77 (1989): 72, consultado el 13 de julio de 2023, https://revistaseug.ugr.es/index.php/caug/article/view/10995.
Escalera Fernández, Isabel. Eikón Imago 13 , e88438, 2024
acarrear ser imprudente11. Este atributo de origen
italiano hace referencia a la característica principal
de la Prudencia: la elección. Para poder elegir correctamente debe tener en cuenta su presente, pero
también su pasado y su futuro. Cada acción tiene
una consecuencia y la calavera hace referencia a la
precaución que se ha de tener.
Un significado parecido tendrá la representación
de la Prudencia bifaz o trifaz. Dentro de este atributo encontramos variaciones ya que los rostros pueden aparecer de distinta manera12. En ocasiones
uno de ellos, con aspecto anciano, mira al pasado,
mientras que un rostro más joven mira hacia el futuro. Aristóteles aducía que los jóvenes no podían
ser prudentes, dado que no tenían experiencia13. Por
lo tanto, para poder obrar con prudencia uno debe
ayudarse de la Memoria y la Providencia14. En el diseño de Jacques de Gheyn (fig. 1) podemos ver que la
Prudencia aparece representada con una doble faz.
El rostro anciano mira en una dirección, mientras que
el rostro más joven observa su reflejo en el espejo
que sujeta con una de sus manos en la que se enrosca una serpiente.
Figura 1. Jacques de Gheyn. Prudencia, 1591-1595,
Rijksmuseum. Fuente: Rijksmuseum, consultado el 12 de julio de
2023. https://www.rijksmuseum.nl/en/search/objects?q=pruden
ce&p=3&ps=12&st=Objects&ii=1#/RP-P-1892-A-17254,25
Además de los atributos que hemos mencionado
podemos encontrar otros como la criba, que permite discernir entre lo correcto y lo incorrecto; un cirio
encendido que representa la verdad; un ataúd y una
bolsa de dinero que indicaría un rechazo a los bienes
11
12
3
de este mundo15 o un escudo con los símbolos de
la Pasión entre otros16. No obstante, dichos atributos
no continuaron más allá del siglo XVI, siendo los más
habituales los que aparecen en el diseño de Gheyn.
4. La Prudencia transformada en un objeto
precioso: las joyas
En los últimos años se ha trabajado en la relación
que tienen la alegoría y la emblemática con las artes.
Sin embargo, uno de los aspectos menos trabajados
tiene que ver con el mundo de la platería y la orfebrería17. La importancia que cobró esta virtud tanto en el
campo de la filosofía como en el de la literatura hizo
que pronto comenzasen a surgir representaciones
en todo tipo de manifestaciones artísticas, incluida la
orfebrería. Si bien es cierto que conservamos multitud de pinturas, esculturas o grabados donde aparece la Prudencia, son pocas las piezas elaboradas con
metales preciosos que han llegado hasta nuestros
días. Esto tiene que ver con la característica principal
de las joyas: su maleabilidad. Los metales preciosos
con los que se confeccionan se pueden fundir con
el objetivo de crear otras alhajas que se adapten al
gusto de la época. Las modas fueron cambiando y
muchas de las piezas se transformaron en otras para
satisfacer a su propietario. Además, no solo se reutilizaba el material de la pieza, sino que también se
aprovechaban las piedras preciosas y se colocaban
en otras joyas. Como consecuencia, el número de
piezas que han llegado a nuestros días es escaso, lo
que ha hecho que apenas se haya prestado atención
por parte de los investigadores. No obstante, a continuación, mostraremos algunos ejemplos que han
sobrevivido.
Primeramente, al igual que ocurre con el resto
de manifestaciones artísticas, lo más habitual antes de iniciar la propia pieza es elaborar un diseño.
En este sentido, conservamos los diseños de joyas
que hizo Daniel Mignot, orfebre activo a finales del
siglo XVI y principios del XVII que trabajó en la zona
de Augsburgo, uno de los centros más importantes
de joyería europea del siglo XVI. Sus diseños se caracterizaron por emplear una decoración a base de
calado negro, como vemos en este joyel (fig. 2). La
alhaja que aparece representada tiene formas sinuosas con motivos a candelieri, donde se pueden
ver hojas de acanto, cintas y caulículos entre otros
motivos ornamentales y de ella penden tres perlas.
En el centro de la composición, dentro de una hornacina podemos observar una figura femenina vestida
con una túnica. En uno de sus brazos aparece enroscándose una serpiente, mientras que con el otro
brazo sostiene un espejo. Debajo de la hornacina
aparece en latín la palabra “PRVDENTIA”, lo que reafirma que se trata de esta virtud. En cuanto a su uso,
Luis Vives-Ferrándiz, Vanitas: retórica visual de la mirada (Madrid: Encuentro, 2011), 89.
María Montesinos Castañeda, “El tiempo en la visualidad de la prudencia”, en Encrucijada de la palabra y la imagen simbólicas:
estudios de emblemática, coord. Blanca Ballester Morell, Antonio Pablo Bernat Vistarini y John T. Cull (Palma de Mallorca: Medio
Maravedí: 2018), 505-516.
13
Aristóteles, Ética a Nicómaco, 279-280.
14
Philippe Maupeu, “Les aventures de Prudence, personnage allégorique, Ve-XVe siècle”, en La vertu de prudence: entre Moyen
Âge et âge classique, ed. Évelyne Berriot-Salvadore et al. (París: Classiques Garnier, 2012), 45.
15
Miguel Ángel León, “Iconografía de la Prudencia en España durante los siglos XV y XVI”, 66.
16
Émile Mâle, L’art religieux de la fin du Moyen Age en France. Étude sur l’iconographie du Moyen Age et sur ses sources d’inspiration
(París: Armand Colin, 1925), 315.
17
Patricia Andrés González, “Alegoría y emblemática en la platería renacentista: las portadas del Quilatador de Juan de Arfe”, BSAA
Arte, no. 75 (2009): 128.
4
en la parte superior de la pieza podemos observar
una argolla de la que cuelga una cinta. Estos joyeles
o colgantes renacentistas no son característicos de
un país concreto, sino que es posible seguir su rastro
en aquellas ciudades que poseían un taller de joyería
destacado18. El número de piezas de este tipo que se
han conservado en relación con otras indica que fue
una joya muy apreciada, por lo que no resulta extraño que Mignot se sirviese de esta virtud para realizar
uno de sus diseños.
Escalera Fernández, Isabel. Eikón Imago 13 , e88438, 2024
reutilizar piedras preciosas y semipreciosas, dando
una nueva vida a las gemas. Si nos fijamos en los laterales de la pieza podemos ver que aparecen cuatro
argollas, pero no están colocadas de esa forma por
casualidad ni como un elemento decorativo, sino que
cumplían una función. Este tipo de piezas fueron usadas generalmente como un accesorio más tanto para
hombres como para mujeres de la élite. Mediante un
alfiler o a través de puntadas en las argollas se colocaba la alhaja en el ala de un sombrero o en un tocado.
Esta joya fue confeccionada a mediados del siglo XVI,
lo que se corresponde con una moda que se inició en
Francia y que tuvo lugar desde el siglo XIV hasta finales
del siglo XVI, donde el gusto de la época consistía en
llevar insignias en el sombrero21. Parece ser que esta
práctica se inició en la Edad Media con insignias de
plomo de bajo coste que eran adquiridas por los peregrinos cuando visitaban los santos lugares a modo
de recuerdo. Sin embargo, pronto evolucionaron y las
insignias se convirtieron en un elemento que permitía
evidenciar y subrayar la lealtad de su poseedor a ciertas ideas religiosas, personales o políticas, por eso no
resulta extraño encontrarlas en retratos22. Así lo cuenta
el propio Alciato en una carta escrita en 1522: “Doy por
separado en cada epigrama una descripción de algo
que signifique algo agradable tomado de la historia o
de la naturaleza, a partir del cual los pintores, orfebres
y fundidores puedan crear objetos que llamamos insignias y que sujetamos en nuestros sombreros”23.
Figura 2. Daniel Mignot. Diseño de una joya, 1616, Victoria &
Albert Museum. Fuente: Victoria & Albert Museum, consultado
el 12 de julio de 2023. https://collections.vam.ac.uk/item/
O755206/print-daniel-mignot/
La siguiente pieza que se ha conservado es una
alhaja donde se puede ver a una mujer de perfil que
sujeta un espejo con su mano (fig. 3). Resulta evidente que otra vez estamos ante una representación
de la Prudencia, sin embargo, en esta ocasión no
conocemos a su autor. Para su confección se empleó como base principal el esmalte de oro, como
se puede ver en el cabello y en la indumentaria de
la mujer. También se utilizaron otros esmaltes: el esmalte blanco para las decoraciones de su manga
abullonada, el rojo para dotar de color a su túnica y
al espejo y finalmente, el negro para decorar el fondo con arabescos y el borde de la pieza. Asimismo,
en el espejo se engastó una calcedonia en forma de
diamante tallado en tabla19.
Para hacer esta alhaja se utilizó una técnica que
se conoce como commesso, por la cual las piezas se
unían como si de un rompecabezas se tratase20. Dicha
técnica fue utilizada con frecuencia para restaurar y
18
19
Figura 3. Anónimo. Insignia de sombrero que representa la
Prudencia, 1550-1560, Getty Museum. Fuente: Getty Museum,
consultado el 12 de julio de 2023. https://www.getty.edu/art/
collection/object/103RQM
Natalia Horcajo Palomero, “Los colgantes renacentistas”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie VII, Hª. Del Arte, no. 11 (1998): 82-83.
La talla plana de las piedras, denominada como estilo tabla, hace referencia a una talla que presenta un contorno cuadrado y cuya
faceta superior de la corona o tabla se muestra prominentemente desarrollada.
20
Natalia Horcajo Palomero, “¿Un commesso romano?: hipótesis sobre el origen del commesso”, en Estudios de platería: San Eloy
2004, coord. Jesús Rivas Carmona (Murcia: Universidad de Murcia, 2004), 213.
21
Yvonne Hackenbroch, Enseignes: Reinaissance Hat Jewels (Florencia: Studio per edizioni scelte, 1996), 2.
22
Priscilla Muller, Joyas en España 1500-1800 (Madrid: Centro de Estudios Europa Hispánica, 2012), 51.
23
“I give in each separate epigram a description of something, such that it signifies something pleasant taken from history or from
nature, after which painters, goldsmiths and founders can fashion objects which we call badges and which we fasten on our hats”.
Hessel Miedema, “The Term Emblema in Alciati”, Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, no. 31 (1968): 236.
Escalera Fernández, Isabel. Eikón Imago 13 , e88438, 2024
Dicha virtud vuelve a aparecer en un pinjante
de la misma época conservado en el Metropolitan
Museum of Art de Nueva York (fig. 4). En el centro de
la composición, a modo de camafeo, está representada de perfil la Prudencia. La serpiente se muestra
también en esta alhaja, pero esta vez no estará enroscándose en el brazo, sino que la Prudencia la agarra con su mano. En la otra mano sostiene un espejo
cuyo soporte es de oro y sobre él aparece engastado un diamante de talla tabla. Al igual que en el caso
anterior la base de la pieza está confeccionada con
esmalte de oro y sobre ella se añade un esmalte azul
para el fondo de la pieza. A su vez, el esmalte blanco
será utilizado como un adorno que cierra el camafeo. Mientras que en la insignia para sombreros solo
aparecía una piedra preciosa, aquí contamos con
cuatro rubís, cuatro calcedonias y cuatro esmeraldas
rodeando el conjunto, así como una perla berrueca
pinjante que remata la composición.
5
estos momentos estaba en boga. En esta ocasión
tampoco conocemos a su artífice, pero sí que sabemos que la procedencia de la pieza es francesa, de hecho, en su parte posterior se añadió una
decoración de esmalte en el siglo XIX que sigue
uno de los diseños de Étienne Delaune, orfebre
francés que trabajó a mediados del siglo XVI24.
Respecto a su uso, la arandela que aparece en la
parte superior de la pieza se uniría a otras cadenas pudiendo ser utilizada como un joyel o colgada
de un cinturón entre otras muchas posibilidades.
Este tipo de piezas nos permiten observar cómo
la estructura de las alhajas no era rígida, sino que
se desmontaban y se podían colocar de distintas
maneras según lo requiriese la ocasión.
Figura 5. Anónimo. Pinjante con la Prudencia, mediados del
siglo XVI, The Wallace Collection. Fuente: foto de la autora.
Figura 4. Anónimo. Prudencia, 1550-1560, Metropolitan Museum
of Art. Fuente: Metropolitan Museum of Art, consultado el 12 de
julio de 2023. https://www.metmuseum.org/art/collection/search/
193692?ft=prudence&offset=0&rpp=40&pos=1
Una vez más se emplea la técnica del commesso para elaborar la joya y reutilizar las piedras preciosas. El hecho de que esta pieza trate de imitar
un camafeo no debe resultarnos extraño y es que
el Renacimiento trajo consigo una gran devoción
por la Antigüedad Clásica. De este modo, la emulación de los camafeos antiguos fue algo que en
24
Finalmente, la última pieza que vamos a abordar
también es un pinjante (fig. 5). En él vuelve a aparecer
la virtud de perfil agarrando con su mano a la serpiente y sujetando con su otra mano un espejo, decorado también con una calcedonia de talla tabla. Vuelve
a utilizar el esmalte azul y rojo para su indumentaria,
aunque también se vale del esmalte verde para decorar la serpiente, un collar y una corona de laurel.
Si nos fijamos en la joya podemos ver que su estructura es extraña. Aunque no podemos afirmarlo
con total seguridad, parece plausible pensar que en
origen la figura de la Prudencia estaría colocada en
un soporte, seguramente de oro como en el caso
anterior. Si atendemos a la cadena que sostiene la
figura podemos ver que no se trata de una pieza del
siglo XVI, al contrario que el pinjante, sino que es una
Natalia Horcajo Palomero, “El orfebre y el joyero del Renacimiento”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie VII, Hª. Del Arte, no. 10 (1997): 142.
6
Escalera Fernández, Isabel. Eikón Imago 13 , e88438, 2024
cadena que corresponde al siglo XIX25, confeccionada en oro y decorada con una esmeralda, un rubí
y nueve perlas. Quizá la pieza estuviese adherida a
una superficie preciosa a modo de camafeo como
en otras ocasiones. No obstante, aunque después
se utilizase como pinjante, no sabemos si la pieza en
un primer momento sería utilizada con estos fines, si
se utilizaría como una insignia para un sombrero o si
cumplía otra finalidad.
5. Atribuirse la virtud mediante una joya
Como hemos visto, los significados que se atribuían
a la Prudencia eran muchos y su importancia fue tal
que comenzaron a prodigarse representaciones de
todo tipo, incluso en la orfebrería. Ya fuese en diseños de joyas, en insignias para sombreros o pinjantes,
la Prudencia estaba presente. Sin embargo, aunque
hemos visto estos objetos hace falta plantearse una
cuestión: ¿Quiénes llevaban este tipo de piezas? La
respuesta parece evidente: las élites. Pero ¿eran utilizadas por todos los miembros? Si bien es cierto que las
joyas podían ser utilizadas indistintamente por hombres y mujeres, consideramos que fueron mucho más
usadas por las mujeres. Las características que poseía
en sí misma una virtud como esta hacían que fuesen el
complemento ideal para las damas26.
A este respecto cabe plantearse lo siguiente, ¿por
qué las mujeres eligieron esta virtud y no otra? Desde
la Baja Edad Media moralistas y filósofos pusieron el
acento en el tema de la condición femenina considerando que la mujer era mala por naturaleza, comenzando lo que se denominaría posteriormente como la
querella de las mujeres. Autores como Luis Vives, Fray
Luis de León o Baltasar Gracián se pusieron en contra de la mujer y recurrieron a las Sagradas Escrituras
para fundamentar la limitación de la mujer. Empero, las
propias mujeres participaron en el debate. Así, destaca
Christine de Pizan con sus escritos Cómo la buena esposa enseñó a su hija, Le Livre des Trois Vertus o La Cité
des Dames. En este último Pizan se propuso “decidir, en
conciencia, si el testimonio reunido por tantos varones
ilustres podría estar equivocado”27. Asimismo, Teresa
de Cartagena en su segundo tratado Admiraçión operum Dey defendió a las mujeres y reivindicó sus cualidades intelectuales, puesto que Dios podía conceder a
las mujeres los dones que considerase oportunos, incluyendo el don de la escritura28. Si estas no escribían
no era porque no fuesen válidas, sino porque no se les
había educado.
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
En La perfecta casada, Fray Luis de León pone de
manifiesto su conocimiento sobre las prendas y alhajas femeninas e insiste a aquellas que quieran ser perfectas que huyan de estas vanidades. Debían vestirse
“decentemente y su adereço sea modesto y templado,
sin cabellos encrespados, y sin oro, y perlas, sin vestiduras preciosas”29. Ahora bien, si autores como Fray
Luis de León recomendaban a las mujeres alejarse de
los adornos superfluos ¿por qué las mujeres los emplearon? Martín de Córdoba escribió Jardín de nobles
doncellas, un tratado educacional dividido en tres partes donde se presentan las virtudes y los vicios femeninos. Aunque también recomendaba a las mujeres que
fuesen modestas, consideraba que el excesivo pudor
en la indumentaria era un grave error, “pues tan erróneo
es aparentar lo que no se es como no representarlo”30.
Con esta declaración el agustino pone de manifiesto
que se debe representar lo que uno es, entendiendo
que la sociedad era un gran teatro donde ver y ser visto.
Por lo tanto, estas piezas daban la posibilidad de subrayar sus cualidades, siendo una de ellas la Prudencia.
A pesar de que la tónica general de los tratados de
la época fuera menoscabar la imagen de las mujeres,
hubo figuras femeninas que no sufrieron la misma denostación. Álvaro de Luna en su tratado Libro de las
claras e virtuosas mujeres alaba en numerosas ocasiones la figura de la Virgen María, puesto que su figura
reúne todas las virtudes: “[…] porque todas estas cosas, que son virtuosas, aunque mayormente se han de
atribuir á la Virgen sin mancilla Nuestra Señora Santa
María por la su muy grande excelencia”31. A lo largo de
la obra subraya que la Virgen es “una fuente de virtudes muy grandes”32 y que es “espejo de honestidad,
gran templo de santidad, honorable vaso de bondad,
blanco lirio de Virginidad”33. Asimismo, Judit es descrita como una mujer fuerte y prudente, “porque ella
por excelencia, é prudencia, é consejo del su ingenio
floresciente, muy bien entendió lo que había de ser”
[…]34. Teresa de Cartagena sostuvo que “fue por especial graçia [e] industria que Dios quiso dar a la prudente
Iudit”35. Destaca también Esther, quien “fue esclarecida por grandeza de excelente ingenio, é de señalada
sabiduría, é de loable firmeza”36. De hecho, la sabiduría
de Esther no deja de ser una de las cualidades que se
atribuyeron a la Prudencia. Estas figuras femeninas se
convirtieron en un modelo a seguir, las damas buscaban imitarlas y vieron la posibilidad de alcanzarlas mediante alhajas. Las joyas se convirtieron en auténticas
insignias donde las mujeres manifestaban sus virtudes,
En el siglo XIX fue habitual que se modificasen joyas renacentistas y que se basasen en estos modelos para copiarlas. Carolina
Naya Franco ha trabajo sobre este asunto en: Carolina Naya Franco, “¿Reinhold Vasters? Tres pinjantes de perrillo procedentes
de la subasta del Joyero de la Virgen del Pilar (1870)”, BSAA Arte, no. 86 (2020): 141-164.
Patricia Andrés González, “Sicut itur astra. Sobre iconografía femenina en la medallística”, en Entre la política y las artes: señoras
del poder, coord. Miguel Ángel Zalama y María Concepción Porras (Madrid-Frankfurt: Iberoamericana Vervuert: 2022), 280-283.
Christine de Pizan, La ciudad de las damas (Madrid: Ediciones Siruela, 2000), 64.
Yonsoo Kim, El saber femenino y el sufrimiento corporal de la temprana Edad Moderna. Arboleda de los enfermos y Admiraçión
operum Dey de Teresa de Cartagena (Córdoba: Universidad de Córdoba, 2008).
Fray Luis de León, La perfecta casada (Chicago: The University of Chicago Press, 1903), 88.
Blas Sánchez Dueñas, “Una particular visión de la mujer en el siglo XV: Jardín de Nobles Doncellas de Fray Martín de Córdoba”,
Boletín de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, no. 141 (2002): 296.
Álvaro de Luna, Virtuosas é claras mujeres (Valladolid: Editorial Maxtor, 2002), 12.
Álvaro de Luna, Virtuosas é claras, 24.
Álvaro de Luna, Virtuosas é claras, 26.
Álvaro de Luna, Virtuosas é claras, 46.
Teresa de Cartagena, Arboleda de los enfermos. Admiraçión operum Dey (Madrid: Boletín de la Real Academia Española, 1967),
119.
Álvaro de Luna, Virtuosas é claras, 49.
Escalera Fernández, Isabel. Eikón Imago 13 , e88438, 2024
7
convirtiéndose la Prudencia en uno de los adornos por
excelencia.
En la Tate Britain se conserva una pintura donde se
puede ver el retrato de una mujer desconocida (fig. 6).
Esta se encuentra de frente y mira hacia el espectador.
A la izquierda se sitúa un escudo de armas que, sin embargo, se añadió un siglo después, por lo que no puede proporcionarnos información acerca de la dama. El
rico atuendo y las preciosas joyas que porta nos indican que pertenece a la élite, pero no sabemos nada
acerca de su identidad. La indumentaria de la mujer se
compone de una gorguera, unas manguitas y una rica
saya de color rosado decorada toda ella con perlas, un
corsé con alas de globo abiertas y una falda cónica y
rígida de color negro con hilos de oro y piedras preciosas pequeñas.
Su cabeza sostiene un tocado de gorra negro y
plumas al que se adhieren perlas, rubís y diamantes.
Rodeando su cuello se encuentran ricas cadenas de
perlas que acaricia con una de sus manos y de cuyo
centro pende un joyel. Su otra mano sostiene una cinta negra que cuelga de su cintura y que finaliza en un
rico pinjante que se asemeja a las joyas que hemos
visto anteriormente (fig. 7). Sobre una base ovalada de
oro y decorada con diamantes aparece una mujer de
perfil que sostiene en una de sus manos un espejo: la
Prudencia. En el interior del espejo aparece engastada
una piedra preciosa, probablemente una calcedonia o
un diamante, como los que bordean el óvalo. Además,
volvemos a ver otros recursos previamente utilizados
como el esmalte azul para decorar el fondo de la pieza
y la perla pinjante que remata todo el conjunto.
Figura 6. Hans Eworth. Retrato de una mujer desconocida,
1565-1568, Tate Britain. Fuente: foto de la autora.
Figura 7. Hans Eworth. Retrato de una mujer desconocida,
1565-1568, Tate Britain [detalle]. Fuente: foto de la autora.
Ahora bien, ¿por qué esta dama utilizó en su retrato
una joya con la imagen de la Prudencia? Dicha virtud
estaba compuesta por muchas partes y ya Aristóteles
consideraba que dentro de la Prudencia había una
división entre Memoria, Experiencia, Perspicacia y
Deliberación37. Posteriormente Macrobio añadió la
Razón, el Intelecto, la Providencia, la Circunspección
y la Docilidad38. Por otro lado, Santo Tomás en Summa
Theologica afirmó que “la prudencia necesita de precaución para aceptar el bien y evitar el mal”39. Como
vemos, son muchas las características que posee la
37
38
39
40
41
Prudencia, aunque sin duda, Santo Tomás destaca la
Docilidad y dice lo siguiente: “Por la prudencia, según
hemos dicho, impera el hombre no solamente sobre
los demás, sino también sobre sí mismo. Por eso se
da también, como hemos probado, en los súbditos a
cuya prudencia corresponde la docilidad”40.
Cada una de las partes que componían la
Prudencia tenían a su vez distintos atributos que las
diferenciaban entre sí41. De esta forma, Ripa atribuyó
a la Docilidad el atributo del espejo, algo que según
Gaucher se puede explicar del siguiente modo:
María Montesinos Castañeda, “Relaciones visuales entre la prudencia y las virtudes que la componen”, Ars Longa, no. 28 (2019):
200.
Rosemund Tuve, “Notes on the Virtues and Vices 1: Two Fifteenth-century Lines of Dependence on Thirteenth and Twelfth Centuries”, Journal of the Warburg and Cortland Institutes, no. 26 (1963): 270.
Santo Tomás, Summa Theologica (Madrid: Editorial Católica, 1960), 61.
Santo Tomás, Summa Theologica, 61.
Montesinos Castañeda, “Relaciones visuales”, 200-201.
8
Escalera Fernández, Isabel. Eikón Imago 13 , e88438, 2024
Una joven, cuyo semblante anuncia la dulzura,
y dejándose poner un yugo sobre las espaldas, es el emblema con que los iconologistas
representan la Docilidad. Como esta cualidad
es necesaria para aprovechar los consejos,
se coloca un espejo sobre el pecho de la figura que la representa; alusión a la propiedad del espejo de reflejar las imágenes de los
cuerpos42.
De entre todas las partes y atributos que conforman la Prudencia la dama lleva en su joyel el tipo iconográfico de la Prudencia sosteniendo el espejo. Si
seguimos el razonamiento de Gaucher, parece razonable pensar que la elección de esta representación
no es casual y que tiene que ver precisamente con
una de sus partes: la Docilidad. Las joyas además de
mostrar la riqueza de su poseedor y servir como un
elemento de decoración también cumplían una función. Estas podían contener multitud de mensajes
relacionados con el linaje familiar, motivos religiosos
o políticos y además podían subrayar las cualidades
de la persona que las llevaba. Aunque no sepamos cuál es la identidad de la mujer, gracias a la alhaja que cuelga de su cinturón podemos entender
su representación como una forma de manifestar
visualmente una de las cualidades de la dama: la
Prudencia. Por lo tanto, al llevar esta pieza la mujer está resaltando dicha virtud como propia de su
carácter.
Encontramos otro ejemplo en un retrato que
alberga el Metropolitan Museum of Art (fig. 8). En
esta ocasión la mujer que aparece en el cuadro
también tiene una identidad desconocida, aunque
la indumentaria que lleva era típica de la corte inglesa a mediados del siglo XVI. Los investigadores
Susan James y Jamie Franco sugirieron que podía tratarse de Catherine Howard por su parecido
con un retrato en miniatura que se encuentra en el
Yale Center for British Art43. Sin embargo, si bien
es cierto que la indumentaria que ambas mujeres
llevan es muy similar, lo cierto es que sus rasgos
no coinciden.
Figura 8. Hans Holbein. Retrato de una joven mujer, 1540-1545, The Metropolitan Museum of Art.
Fuente: The Metropolitan Museum of Art, consultado el 12 de julio de 2023.
https://www.metmuseum.org/art/collection/search/436667?ft=hans+holbein&offset=160&rpp=40&pos=176
42
Charles-Etienne Gaucher, Hubert Gravelot y Charles Cochin, Iconologie par figures (París: Lattré Graveur, 1791), 87; Luis Pastor,
Iconología o Tratado de alegorías y emblemas (México: Imprenta Económica, 1866), 103; Montesinos Castañeda, “Relaciones
visuales”, 215.
43
Susan James y Jamie Franco, “Susanna Horenbout, Levina Teerlinc and the Mask of Royalty”, Jaarboek Koninklijk Museum voor
Schone Kunsten Antwerpen (2000): 124.
Escalera Fernández, Isabel. Eikón Imago 13 , e88438, 2024
Dejando de lado la identidad de la mujer, si nos fijamos en su indumentaria debemos atender a algunas
cuestiones. Durante el reinado de Enrique VII la vestimenta femenina apenas se vio modificada y conservó
las características de la Baja Edad Media, siendo su
prenda principal el kirtle, formado por un vestido con
un corpiño y una falda ajustada. A comienzos del siglo
XVI la moda femenina empezó a cambiar con la llegada de Catalina de Aragón a la corte. Su matrimonio
con el príncipe Arturo en 1501 hizo que llegase el verdugo, una falda donde iban cosidos los verdugados,
unos aros rígidos que se cosían a las faldas para que
tuviesen forma acampanada44. Dicha moda europea
penetró en la corte inglesa y estuvo presente durante
el reinado de su segundo marido, el rey Enrique VIII,
volviéndose la indumentaria femenina más ostentosa. Además, era habitual que las mujeres llevasen un
moño y sobre él, tapándolo una cofia de lino45. En el
retrato podemos ver que está ricamente vestida y lleva una cofia de lino, siguiendo la moda del momento.
Además, sus mangas abullonadas están decoradas
con puntas y terminan en unos puños ricamente decorados. Su escote cuadrado aparece adornado con
dos cadenas doradas de esmalte negro. De la cadena
más corta pende un joyel dorado que tiene engastado
una piedra preciosa en su centro y seis piedras más
rodeándola. Finalmente, de sus extremos penden tres
perlas. No obstante, esta no será la única alhaja que
luce.
Si nos fijamos en su pecho podemos observar un
broche que probablemente estaría prendido mediante un alfiler en su parte trasera. La joya está compuesta por un armazón dorado y su borde posee motivos
vegetales que recuerdan a la decoración a candelieri
que vimos con anterioridad. En el centro del mismo
aparece una mujer de frente como si de un camafeo
se tratase, sin embargo, si atendemos a la pieza podemos observar que la mujer tiene dos rostros, es bifaz. Desde época romana la iconografía del dios Jano
había sido la bifrontalidad, cualidad que le permitía
observar levante y poniente, cumpliendo su cometido
celestial. Ovidio en Fastos mantiene una conversación con el dios y en ella le pregunta lo siguiente: “Mas
con todo, ¿qué dios diré que eres tú, Jano biforme?
Pues Grecia no tiene numen ninguno parejo a ti. Y a la
vez revela el motivo por el que eres el único entre los
celestiales que ves lo que está a la espalda y lo que
está delante”46. A lo que el dios le responde:
Toda puerta tiene dos frentes gemelas, a un
lado y a otra, de las cuales, la una mira a la
gente y la otra, en cambio, al dios-lar. Y de la
misma manera que vuestro portero, sentado
junto al umbral de la entrada principal, ve las
salidas y las entradas, así yo, portero de la corte celestial, alcanzo a ver a un tiempo la parte
de Levante y la parte de Poniente. […] yo, para
no perder el tiempo torciendo el cuello, tengo
44
45
46
47
48
9
licencia para mirar a dos de ellos a la vez, sin
mover el cuerpo47.
Pero ¿por qué la mujer del cuadro llevaría una
joya en la que aparece el dios Jano? Para entenderlo debemos acudir la hipótesis formulada por
León Coloma,48 quien recurre a Macrobio. Este en
Saturnales explica que Jano “mostraba un doble
rostro, de suerte que veía las cosas que estaban delante de él y las que estaban a su espalda; lo cual, sin
duda, hace referencia a la prudencia y sagacidad del
rey, quien conoce el pasado y prevé el futuro”49. Al
decir esto Macrobio está afirmando que la iconografía de Jano era bifaz y lo une con una característica,
la Prudencia. A partir de este momento ambos quedaron ligados y comenzó a representarse de manera
habitual a la Prudencia con una doble faz, como vimos en el grabado de Gheyn. Ripa en Iconología afirma que “Los dos rostros significan que la Prudencia
consiste en una cierta y verdadera cognición, mediante la cual se ordena y se dirige cuanto se debe
hacer, naciendo tanto de la atenta consideración de
las cosas pasadas como de las futuras”50. Por lo tanto, consideramos que la joya que porta la mujer sería
otro tipo iconográfico de la Prudencia, esta vez caracterizado por el rostro bifaz51. Esta virtud encerraba
una suerte de cualidades que eran adecuadas para
las mujeres de la época, quienes quisieron hacerlas
propias. Así, usaban estas joyas para reflejar su propio comportamiento.
6. Conclusiones
En este trabajo hemos podido comprobar el interés
que ha tenido la Prudencia a lo largo del tiempo, ya
que, aunque surgiese en la Antigüedad Clásica, estuvo presente también durante la Edad Media y la
Edad Moderna. Con el discurrir del tiempo fue adquiriendo diferentes atributos que hacían referencia
a sus cualidades, llegando incluso a dividirse en distintas partes como la Circunspección, la Experiencia
y la Docilidad entre otras. La relevancia de esta virtud
fue tal que pronto comenzó a prodigarse por todas
las manifestaciones artísticas, llegando incluso a los
objetos preciosos. La fragilidad de este tipo de piezas ha tenido una doble consecuencia: apenas se
han conservado ejemplos, lo que ha hecho que no
se hayan dedicado estudios abordando el tema.
El campo de las artes decorativas se ha visto relegado durante décadas por parte de los investigadores, sin embargo, en los últimos años ha comenzado
a cobrar importancia. De esta forma, nuestro estudio
tenía como finalidad arrojar algo de luz y mostrar que
también existen representaciones de esta virtud en
el mundo de la orfebrería. Así pues, hemos escogido
varios ejemplos: en primer lugar, un diseño de Daniel
Mignot que evidencia el interés que había por este
tipo de piezas en la orfebrería. Después, una insignia de sombrero donde aparece sujetando uno de
Carmen Bernis, Indumentaria española en tiempos de Carlos V (Madrid: Instituto Diego Velázquez, 1962), 104.
Eleri Lynn, Tudor Fashion (New Haven: Yale University Press, 2017), 45-47.
Ovidio, Fastos (Madrid: Editorial Gredos, 2001), 26.
Ovidio, Fastos, 28.
Miguel Ángel León Coloma, “Iconografía de la Prudencia en España durante los siglos XV y XVI”, Cuadernos de arte de la Universidad de Granada, no. 20 (1989): 74.
49
Macrobio, Saturnales (Madrid: Editorial Gredos, 2010), 147.
50
Cesare Ripa, Iconología, 234.
51
Montesinos Castañeda, “Los tipos iconográficos de la Prudencia”, 351-360.
10
sus atributos: el espejo. En tercer lugar, un pinjante
donde se muestran el espejo y la serpiente y, finalmente, otro pinjante cuya base es del siglo XVI, pero
que ha sido modificado en el siglo XIX, lo que indica también el interés que tuvieron estas piezas con
posterioridad.
Asimismo, además de estudiar las joyas que se
conservan también hemos analizado el uso que este
tipo de piezas pudieron tener. Para ello nos hemos
acercado mediante dos pinturas donde la protagonista es una mujer. Los retratos muestran dos formas
distintas de llevar las alhajas: en el primero vemos
que cuelga de un cinturón que tiene atado a la cintura, mientras que el segundo aparece como un
broche en el pecho. En las dos piezas aparece representada la Prudencia, la cual sería empleada por
las mujeres como una forma de reflejar sus propias
cualidades. Esta virtud tenía muchas características
positivas, por lo que no resulta extraño que las damas de la época se sirviesen de ellas para construir
su propia imagen.
En definitiva, podemos ver la importancia que
tuvo esta virtud en el campo de la orfebrería y cómo
fueron utilizadas estas joyas para remarcar el prestigio y las cualidades de sus poseedoras. En estos
retratos no solo se ve a dos mujeres poderosas ricamente ataviadas, sino que podemos leer en sus
joyas la característica por la que ellas querían ser
percibidas: la Prudencia.
7. Fuentes y referencias bibliográficas
Andrés González, Patricia. “Alegoría y emblemática
en la platería renacentista: las portadas del
Quilatador de Juan de Arfe”. BSAA Arte, no. 75
(2009): 127-138.
Andrés González, Patricia. “Sicut itur astra. Sobre
iconografía femenina en la medallística”. En
Entre la política y las artes: señoras del poder,
coordinado por Miguel Ángel Zalama y María
Concepción Porras, 277-295. Madrid-Frankfurt:
Iberoamericana Vervuert, 2022.
Andrés Ordax, Salvador. “Iconografía de las virtudes
a finales de la Edad Media: la fachada de San
Pablo de Valladolid”. BSAA Arte, no. 72 (20062007): 9-34.
Aristóteles. Ética a Nicómaco. Libro VI. Madrid:
Editorial Gredos, 1985.
Bernis, Carmen. Indumentaria española en tiempos
de Carlos V. Madrid: Instituto Diego Velázquez,
1962.
Cartagena, Teresa de. Arboleda de los enfermos.
Admiraçión operum Dey. Madrid: Boletín de la
Real Academia Española, 1967.
Cicerón. De Officis. México: Universidad Autónoma
de México, 1962.
Gaucher, Charles-Etienne, Hubert Gravelot y Charles
Cochin. Iconologie par figures. París: Lattré
Graveur, 1791.
Hackenbroch, Yvonne. Enseignes: Reinaissance Hat
Jewels. Florencia: Studio per edizioni scelte, 1996.
Horcajo Palomero, Natalia. “El orfebre y el joyero del
Renacimiento”. Espacio, Tiempo y Forma, Serie
VII, Hª. Del Arte, no. 11 (1997): 133-160.
Horcajo Palomero, Natalia. “Los colgantes
renacentistas”. Espacio, Tiempo y Forma, Serie
VII, Hª. Del Arte, no. 11 (1998): 81-102.
Escalera Fernández, Isabel. Eikón Imago 13 , e88438, 2024
Horcajo Palomero, Natalia. “¿Un commesso romano?:
hipótesis sobre el origen del commesso”. En
Estudios de platería: San Eloy 2004, coordinado
por Jesús Rivas Carmona, 211-226. Murcia:
Universidad de Murcia, 2004.
James, Susan, y Jamie Franco. “Susanna Horenbout,
Levina Teerlinc and the Mask of Royalty”.
Jaarboek Koninklijk Museum voor Schone
Kunsten Antwerpen (2000): 91-125.
Kim, Yonsoo. El saber femenino y el sufrimiento
corporal de la temprana Edad Moderna. Arboleda
de los enfermos y Admiraçión operum Dey de
Teresa de Cartagena. Córdoba: Universidad de
Córdoba, 2008.
León, Fray Luis de. La perfecta casada. Chicago: The
University Chicago Press, 1903.
León Coloma, Miguel Ángel. “Iconografía de la
Prudencia en España durante los siglos XV y
XVI”. Cuadernos de arte de la Universidad de
Granada, no. 20 (1989): 65-77.
Luna, Álvaro de. Virtuosas é claras mujeres. Valladolid:
Editorial Maxtor, 2002.
Lynn, Eleri. Tudor Fashion. New Haven: Yale University
Press, 2017.
Macrobio. Saturnales. Madrid: Editorial Gredos, 2010.
Mâle, Émile. L’art religieux de la fin du Moyen Age en
France. Étude sur l’iconographie du Moyen Age
et sur ses sources d’inspiration. París: Armand
Colin, 1925.
Maupeu, Philippe. “Les aventures de Prudence,
personnage allégorique, Ve-XVe siècle”. En
La vertu de prudence: entre Moyen Âge et âge
classique, editado por Évelyne Berriot-Salvadore,
Catherine Pascal, François Roudaut y Trung Tran,
33-53. París: Classiques Garnier, 2012.
Miedema, Hessel. “The Term Emblema in Alciati”.
Journal of the Warburg and Courtauld Institutes,
no. 31 (1968): 234-250.
Montesinos Castañeda, María. “Los fundamentos de
la visualidad de la Prudencia”. IMAGO Revista de
Emblemática y Cultura Visual, no. 6 (2014): 97-116.
http://dx.doi.org/10.7203/imago.6.4415.
Montesinos Castañeda,María. “El tiempo en la
visualidad de la prudencia”. En Encrucijada de
la palabra y la imagen simbólicas: estudios de
emblemática, coordinado por Blanca Ballester
Morell, Antonio Pablo Bernat Vistarini y John
T. Cull, 505-516. Palma de Mallorca: Medio
Maravedí: 2018.
Montesinos
Castañeda,
María.
“Relaciones
visuales entre la prudencia y las virtudes que la
componen”. Ars Longa, no. 28 (2019): 199-216.
http://doi.org/10.7203/arslonga.28.14663.
Montesinos Castañeda, María. “Variación en la
imagen de la Prudencia: entre la tradición
y la Nueva visualidad”. IMAGO Revista de
Emblemática y Cultura Visual, no. 11 (2019): 153169. http://dx.doi.org/10.7203/imago.11.15428.
Montesinos Castañeda, María. “¿Prudencia o
Sabiduría?: Sinonimia e interacción visual”.
Cuadernos de arte de la Universidad de Granada,
no. 51 (2020): 43-58. https://doi.org/10.30827/
caug.v51i0.15873.
Montesinos Castañeda, María. “Los tipos iconográficos
de la Prudencia”. En En la senda de Alciato. Práctica
y teoría emblemática, editado por Alejandro
Martínez Sobrino, Jesús Bartolomé Gómez, Cirilo
Escalera Fernández, Isabel. Eikón Imago 13 , e88438, 2024
García Román y Pablo Redondo Sánchez, 351360. Valencia: Universidad de Valencia, 2022.
http://dx.doi.org/10.7203/PUV-OA-530-6.
Muller, Priscilla, Joyas en España 1500-1800. Madrid:
Centro de Estudios Europa Hispánica, 2012.
Naya Franco, Carolina. “¿Reinhold Vasters? Tres
pinjantes de perrillo procedentes de la subasta
del Joyero de la Virgen del Pilar (1870)”. BSAA
Arte, no. 86 (2020): 141-164.
Ovidio. Fastos. Madrid: Editorial Gredos, 2001.
Pastor, Luis. Iconología o Tratado de alegorías y
emblemas. México: Imprenta Económica, 1866.
Pizan, Christine de. La ciudad de las damas. Madrid:
Ediciones Siruela, 2000.
Ripa, Cesare. Iconología. Madrid: Akal, 2002.
11
Sánchez Dueñas, Blas. “Una particular visión de la
mujer en el siglo XV: Jardín de Nobles Doncellas
de Fray Martín de Córdoba”. Boletín de la Real
Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras
y Nobles Artes, no. 141, (2002): 291-300.
Santo Tomás. Summa Theologica. Madrid: Editorial
Católica, 1960.
Tuve, Rosemund. “Notes on the Virtues and Vices 1:
Two Fifteenth-century lines of Dependence on
Thirteenth and Twelfth Centuries”. Journal of the
Warburg and Cortland Institutes, no. 26 (1963):
264-303. https://doi.org/10.2307/750495.
Vives-Ferrándiz, Luis. Vanitas: retórica visual de la
mirada. Madrid: Encuentro, 2011.