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FASES de la
Querido
diario
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VENTANA INDISCRETA│N.°15│Universidad de Lima
antología
vida 3
(Continúa de la página 45)
Adultos (bases 4 y 5)
Rodrigo Bedoya Forno
“Ustedes gritaban consignas violentas.
Yo gritaba consignas justísimas y ahora soy un cuarentón espléndido”, dice
Nanni Moretti en Querido diario (1993).
Esa película, notable y sentida, es además el diario de Moretti: lo acompañamos en sus recorridos por Roma, en sus
ideas sobre la televisión y la cultura, en
su lucha contra el cáncer. Seguimos a un
cuarentón espléndido, que mira la vida
desde la experiencia.
El cine suele mostrar la edad de las
cuatro y cinco décadas como una etapa
de maduración, sí, pero también de dudas, de preguntas, de crisis existenciales en las cuales los personajes miran el
pasado y se preguntan si lo han hecho
bien hasta el momento. Y, sobre todo,
se preguntan por el peso que tienen las
ideas que alguna vez defendieron con
ferviente pasión.
Moretti lo hace en Querido diario de
una manera muy particular: la risa y
la ironía son sus armas. Ironías que le
permiten pasearse por Roma mientras
busca una buena película, pero también
hacer comentarios sobre en qué se ha
convertido la cultura hoy en día. Los
ideales por los que peleó ya no tienen la
misma importancia hoy en día, y el cineasta observa esa situación con humor
no exento de melancolía. Quizá la única forma de ver ese mundo que el paso
del tiempo cambia, que acaso ya no es el
nuestro, sea justamente a partir de ese
filtro. Es esa la única manera de mantenerse espléndido.
Pero el derrumbe de las ideologías no
es la única manera en la que el cine ha
encarado el tema de la edad, en especial
con personajes de 40 y 50. Porque los
derrumbes no siempre son ideológicos:
pueden ser personales, íntimos. Los divorcios, los dudas a seguir envejeciendo
y a seguir fracasando se convierten en
fantasmas cada vez más pesados, acaso
porque el recorrido de la vida está cada
vez más cerca de terminar.
Si la adolescencia es la
gran época de la duda, el
cine ha mostrado la adultez
de 40 y 50 como una época
de dudas de otro tipo:
más existenciales, sí, pero
también más urgentes.
Uno de los mejores cineastas contemporáneos que ha sabido representar ese
transcurrir es Alexander Payne. Miles
(Paul Giamatti), el protagonista de Entre
copas (2004), mira la vida a partir de su
propio fracaso: no solo estamos ante un
hombre que arruinó su matrimonio, sino
que no encuentra editor para su novela.
Pero, lejos de hacerse grave y de plantear
un tono áspero, la película decide mirar
la depresión de Miles con complicidad,
mostrándonos su propio proceso de autosabotaje: él mismo se pone las trabas
necesarias para salir de esa situación. De
nuevo, el humor presente para mostrar
VENTANA INDISCRETA│N.°15│Universidad de Lima
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antología
Los descendientes
una historia de dudas, de encrucijadas, de personajes que buscan nuevas oportunidades en sus vidas.
Los descendientes (2011), otra película de Payne, nos muestra a un
personaje en una encrucijada parecida. Matt King (George Clooney) debe
lidiar con dos hechos traumáticos: su
mujer queda en coma tras un accidente y debe negociar la venta de un
terreno familiar en Hawaii. De pronto, se entera que su esposa ha estado
teniendo una relación con otro hombre. De nuevo, un personaje puesto
en confrontación con una serie de
dilemas morales que sirven no solo
para empezar de nuevo, sino para reconciliarse con todo lo que ha venido
antes: los hijos, los amores, la familia.
para otros ha causado simple decepción. En ocasiones ha significado un
impulso para la renovación o, caso
contrario, ha activado una resistencia
por abandonar el último círculo que
los dispensaba de la longevidad. A
Emil Jannings, gran actor durante la
etapa del cine silente, le llega casi de
forma intempestiva en La última carcajada (1924). Desempleado y con la
moral hecha añicos, Jannings, preso
de la frustración, no verá más opción
Candilejas
Si la adolescencia es la gran época de la duda, el cine ha mostrado la
adultez de 40 y 50 como una época
de dudas de otro tipo: más existenciales, sí, pero también más urgentes. Porque el reloj sigue corriendo
y la experiencia no siempre tiene la
respuesta para todo.
Muy adultos (base 6)
Carlos Esquives
Para numerosos personajes del cine
el tránsito de la adultez a la vejez ha
sido asumido por algunos como una
etapa de complicidad, mientras que
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VENTANA INDISCRETA│N.°15│Universidad de Lima
que dejarse atrapar por un falso optimismo plagado de fantasías inalcanzables. Este será su itinerario rumbo
a lo decadente, destino que recuerda
al del veterano Chaplin en Candilejas
(1952) interpretando a un envejecido
cómico en pleno ocaso de su carrera.
Su historia es además una simulación
del ineludible declive del cine silente y
sus héroes; sin embargo, serán homenajeados casi al final de la película.
El cine ha presentado también a
personajes que son revalorados o
rescatados por su propio contexto
a pesar de su decaimiento físico.
Tanto en El luchador (2008) como
en Loco corazón (2009) vemos, por
ejemplo, a dos protagonistas tocando fondo, sea en sus oficios como
en su vida íntima, aunque refutando dicho agotamiento gracias a la
motivación del público. Ajeno a lo
trágico es el sentido de revaloración
que se manifiesta en Los indestructibles (2010). Aquí la mayoría de sus
protagonistas obedece a una revaloración generacional. Es la nostalgia
hacia un imaginario fílmico: el de
los héroes de acción. Cercano a dicha esencia es también Los imperdonables (1992). Aquí Eastwood,
cowboy retirado, juega a ser una
fantasía representada, un mito varado del “viejo oeste” que, a pesar
de su jubilación, no ha extraviado
sus destrezas.
antología
A Eastwood también lo vemos
redimiéndose en Los imperdonables. Ese es otro cauce de cómo los
personajes asumen sus vidas estando a puertas de los sesenta. En
Ikiru (1952) el personaje de Takashi
Shimura, además de envejecido,
ha sido desahuciado. Surge así un
relato que gira en torno a una reflexión sobre la vida y la muerte, y,
en respuesta, un hombre camino a
la redención. La llegada de la vejez
como puente a la sabiduría, en este
caso, desbaratando el protocolo burocrático y criticando de paso el estancamiento productivo del Japón
de entonces. Por último, la llegada
de la vejez ha sido además una ventana a la rutina estancada. Personajes que frente a una pérdida o un
logro ven cristalizada la monotonía
de sus vidas. En Las confesiones del
señor Schmidt (2002) vemos a Jack
Nicholson desorientado en un vacío
personal, tropezando y esquivando con agradable humor sus leves
tragedias, mientras que en Amor y
muerte en Long Island (1997) el personaje de John Hurt se sacude de su
conservadurismo en una lectura moderna de Muerte en Venecia.
Adultos mayores y
vitales
Norly Vera
“Espero que no me ponga tan viejo
que empiece a ser religioso”. Esta
frase dicha por Ingmar Bergman,
que en su momento fue tomada con
bastante sarcasmo, puede reflejar
esa pequeña chispa nerviosa, por
decirlo así, que refleja el llegar a ser
un adulto mayor, un anciano.
Y más aún si fuiste un afamado
director de cine como lo fue Ingmar
Bergman, y es que el cine y la tercera edad tienen una cohesión que
a veces el espectador puede tomar
como prevista. La mayoría de veces uno tiene una idea de qué tipo
de personajes van a interpretar los
actores de la tercera edad, y es que
a los ancianos se les interpretaba
como abuelitos, autoridades o sacerdotes por querer generalizar.
Pero en los últimos años ya no se
ve mucho este estereotipo. En todo
el mundo el cine trata la vejez con
sus temas reales, trata de mostrar
una realidad más acorde a lo que se
vive cuando se llega a esa etapa de la
vida, es como una vitrina para ver la
vejez en sus diferentes dimensiones.
Y para ser un poco más específico
en torno a qué películas tocan estos temas con mayor profundidad,
pueden resaltar Fresas salvajes
(1957) del ya nombrado director,
Amor (2012) de Michael Haneke,
Deja paso al mañana (1937) de
Leo Mccarey, Umberto D (1952)
del gran director italiano ganador
de cuatro premios Oscar Vittorio
de Sica, Una historia verdadera
(1999), dirigida por David Lynch y
que trata de manera más humana
este tipo de temas. Sin dejar de lado
la opera prima del joven director
peruano Fernando Villarán Viejos
amigos (2014).
Esos son solo algunos títulos que
muestran esta nueva visión de la
tercera edad y hacen que exista más
conciencia de su problemática. Sin
embargo, hay largometrajes más
comerciales que tocan estos temas
de manera más “fresca”, más pícara y en algunos casos con bastante
sentido del humor. Sin menospreciar ni querer dejar de lado ningún
largometraje que exponga la vejez
de esta manera, doy a conocer algunos títulos que pueden sobresalir en este género: Ahora o nunca
(2007), dirigida por Robert Reiner
y protagonizada por Morgan Freeman y Jack Nicholson, Dos viejos
gruñones (1993), dirigida por Donald Petrie y protagonizado por
dos grandes del cine, los siempre
recordados Jack Lemmon y Walter
Matthau. También está la exitosa
comedia de los años noventa Vaya
par de amigos (1993) dirigida por
Randa Haines, protagonizada por
los míticos actores Robert Duvall y
Richard Harris. Un poco más moderna y con una trama más familiar es la película animada de Pixar
Studios UP (2009), de los directores Pete Docter y Bob Peterson.
Y así como este listado, existen
muchas más que reflejan esta etapa
de nuestra vida, porque el cine, el
teatro o cualquier forma de expresión para poder contar una historia
tienen la obligación de dejarte un
mensaje, de mostrarte una realidad
a la cual no estás acostumbrado, en
La última carcajada
Umberto D
Una historia verdadera
Fresas salvajes
este caso que sirva como un canto
hacia la vejez, la admiración y el
respeto que todos debemos sentir
hacia los adultos mayores, porque
de alguna u otra manera nosotros
podemos tener la suerte de llegar
hasta esa etapa de la vida, y como
dijo el poeta inglés Robert Browning; “¡Envejece conmigo! Lo mejor
está aún por llegar”.
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