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Fases de la vida 3

2016, Ventana Indiscreta

View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk antología brought to you by CORE provided by Portal de Revistas Ulima (Universidad de Lima) FASES de la Querido diario 52 VENTANA INDISCRETA│N.°15│Universidad de Lima antología vida 3 (Continúa de la página 45) Adultos (bases 4 y 5) Rodrigo Bedoya Forno “Ustedes gritaban consignas violentas. Yo gritaba consignas justísimas y ahora soy un cuarentón espléndido”, dice Nanni Moretti en Querido diario (1993). Esa película, notable y sentida, es además el diario de Moretti: lo acompañamos en sus recorridos por Roma, en sus ideas sobre la televisión y la cultura, en su lucha contra el cáncer. Seguimos a un cuarentón espléndido, que mira la vida desde la experiencia. El cine suele mostrar la edad de las cuatro y cinco décadas como una etapa de maduración, sí, pero también de dudas, de preguntas, de crisis existenciales en las cuales los personajes miran el pasado y se preguntan si lo han hecho bien hasta el momento. Y, sobre todo, se preguntan por el peso que tienen las ideas que alguna vez defendieron con ferviente pasión. Moretti lo hace en Querido diario de una manera muy particular: la risa y la ironía son sus armas. Ironías que le permiten pasearse por Roma mientras busca una buena película, pero también hacer comentarios sobre en qué se ha convertido la cultura hoy en día. Los ideales por los que peleó ya no tienen la misma importancia hoy en día, y el cineasta observa esa situación con humor no exento de melancolía. Quizá la única forma de ver ese mundo que el paso del tiempo cambia, que acaso ya no es el nuestro, sea justamente a partir de ese filtro. Es esa la única manera de mantenerse espléndido. Pero el derrumbe de las ideologías no es la única manera en la que el cine ha encarado el tema de la edad, en especial con personajes de 40 y 50. Porque los derrumbes no siempre son ideológicos: pueden ser personales, íntimos. Los divorcios, los dudas a seguir envejeciendo y a seguir fracasando se convierten en fantasmas cada vez más pesados, acaso porque el recorrido de la vida está cada vez más cerca de terminar. Si la adolescencia es la gran época de la duda, el cine ha mostrado la adultez de 40 y 50 como una época de dudas de otro tipo: más existenciales, sí, pero también más urgentes. Uno de los mejores cineastas contemporáneos que ha sabido representar ese transcurrir es Alexander Payne. Miles (Paul Giamatti), el protagonista de Entre copas (2004), mira la vida a partir de su propio fracaso: no solo estamos ante un hombre que arruinó su matrimonio, sino que no encuentra editor para su novela. Pero, lejos de hacerse grave y de plantear un tono áspero, la película decide mirar la depresión de Miles con complicidad, mostrándonos su propio proceso de autosabotaje: él mismo se pone las trabas necesarias para salir de esa situación. De nuevo, el humor presente para mostrar VENTANA INDISCRETA│N.°15│Universidad de Lima 53 antología Los descendientes una historia de dudas, de encrucijadas, de personajes que buscan nuevas oportunidades en sus vidas. Los descendientes (2011), otra película de Payne, nos muestra a un personaje en una encrucijada parecida. Matt King (George Clooney) debe lidiar con dos hechos traumáticos: su mujer queda en coma tras un accidente y debe negociar la venta de un terreno familiar en Hawaii. De pronto, se entera que su esposa ha estado teniendo una relación con otro hombre. De nuevo, un personaje puesto en confrontación con una serie de dilemas morales que sirven no solo para empezar de nuevo, sino para reconciliarse con todo lo que ha venido antes: los hijos, los amores, la familia. para otros ha causado simple decepción. En ocasiones ha significado un impulso para la renovación o, caso contrario, ha activado una resistencia por abandonar el último círculo que los dispensaba de la longevidad. A Emil Jannings, gran actor durante la etapa del cine silente, le llega casi de forma intempestiva en La última carcajada (1924). Desempleado y con la moral hecha añicos, Jannings, preso de la frustración, no verá más opción Candilejas Si la adolescencia es la gran época de la duda, el cine ha mostrado la adultez de 40 y 50 como una época de dudas de otro tipo: más existenciales, sí, pero también más urgentes. Porque el reloj sigue corriendo y la experiencia no siempre tiene la respuesta para todo. Muy adultos (base 6) Carlos Esquives Para numerosos personajes del cine el tránsito de la adultez a la vejez ha sido asumido por algunos como una etapa de complicidad, mientras que 54 VENTANA INDISCRETA│N.°15│Universidad de Lima que dejarse atrapar por un falso optimismo plagado de fantasías inalcanzables. Este será su itinerario rumbo a lo decadente, destino que recuerda al del veterano Chaplin en Candilejas (1952) interpretando a un envejecido cómico en pleno ocaso de su carrera. Su historia es además una simulación del ineludible declive del cine silente y sus héroes; sin embargo, serán homenajeados casi al final de la película. El cine ha presentado también a personajes que son revalorados o rescatados por su propio contexto a pesar de su decaimiento físico. Tanto en El luchador (2008) como en Loco corazón (2009) vemos, por ejemplo, a dos protagonistas tocando fondo, sea en sus oficios como en su vida íntima, aunque refutando dicho agotamiento gracias a la motivación del público. Ajeno a lo trágico es el sentido de revaloración que se manifiesta en Los indestructibles (2010). Aquí la mayoría de sus protagonistas obedece a una revaloración generacional. Es la nostalgia hacia un imaginario fílmico: el de los héroes de acción. Cercano a dicha esencia es también Los imperdonables (1992). Aquí Eastwood, cowboy retirado, juega a ser una fantasía representada, un mito varado del “viejo oeste” que, a pesar de su jubilación, no ha extraviado sus destrezas. antología A Eastwood también lo vemos redimiéndose en Los imperdonables. Ese es otro cauce de cómo los personajes asumen sus vidas estando a puertas de los sesenta. En Ikiru (1952) el personaje de Takashi Shimura, además de envejecido, ha sido desahuciado. Surge así un relato que gira en torno a una reflexión sobre la vida y la muerte, y, en respuesta, un hombre camino a la redención. La llegada de la vejez como puente a la sabiduría, en este caso, desbaratando el protocolo burocrático y criticando de paso el estancamiento productivo del Japón de entonces. Por último, la llegada de la vejez ha sido además una ventana a la rutina estancada. Personajes que frente a una pérdida o un logro ven cristalizada la monotonía de sus vidas. En Las confesiones del señor Schmidt (2002) vemos a Jack Nicholson desorientado en un vacío personal, tropezando y esquivando con agradable humor sus leves tragedias, mientras que en Amor y muerte en Long Island (1997) el personaje de John Hurt se sacude de su conservadurismo en una lectura moderna de Muerte en Venecia. Adultos mayores y vitales Norly Vera “Espero que no me ponga tan viejo que empiece a ser religioso”. Esta frase dicha por Ingmar Bergman, que en su momento fue tomada con bastante sarcasmo, puede reflejar esa pequeña chispa nerviosa, por decirlo así, que refleja el llegar a ser un adulto mayor, un anciano. Y más aún si fuiste un afamado director de cine como lo fue Ingmar Bergman, y es que el cine y la tercera edad tienen una cohesión que a veces el espectador puede tomar como prevista. La mayoría de veces uno tiene una idea de qué tipo de personajes van a interpretar los actores de la tercera edad, y es que a los ancianos se les interpretaba como abuelitos, autoridades o sacerdotes por querer generalizar. Pero en los últimos años ya no se ve mucho este estereotipo. En todo el mundo el cine trata la vejez con sus temas reales, trata de mostrar una realidad más acorde a lo que se vive cuando se llega a esa etapa de la vida, es como una vitrina para ver la vejez en sus diferentes dimensiones. Y para ser un poco más específico en torno a qué películas tocan estos temas con mayor profundidad, pueden resaltar Fresas salvajes (1957) del ya nombrado director, Amor (2012) de Michael Haneke, Deja paso al mañana (1937) de Leo Mccarey, Umberto D (1952) del gran director italiano ganador de cuatro premios Oscar Vittorio de Sica, Una historia verdadera (1999), dirigida por David Lynch y que trata de manera más humana este tipo de temas. Sin dejar de lado la opera prima del joven director peruano Fernando Villarán Viejos amigos (2014). Esos son solo algunos títulos que muestran esta nueva visión de la tercera edad y hacen que exista más conciencia de su problemática. Sin embargo, hay largometrajes más comerciales que tocan estos temas de manera más “fresca”, más pícara y en algunos casos con bastante sentido del humor. Sin menospreciar ni querer dejar de lado ningún largometraje que exponga la vejez de esta manera, doy a conocer algunos títulos que pueden sobresalir en este género: Ahora o nunca (2007), dirigida por Robert Reiner y protagonizada por Morgan Freeman y Jack Nicholson, Dos viejos gruñones (1993), dirigida por Donald Petrie y protagonizado por dos grandes del cine, los siempre recordados Jack Lemmon y Walter Matthau. También está la exitosa comedia de los años noventa Vaya par de amigos (1993) dirigida por Randa Haines, protagonizada por los míticos actores Robert Duvall y Richard Harris. Un poco más moderna y con una trama más familiar es la película animada de Pixar Studios UP (2009), de los directores Pete Docter y Bob Peterson. Y así como este listado, existen muchas más que reflejan esta etapa de nuestra vida, porque el cine, el teatro o cualquier forma de expresión para poder contar una historia tienen la obligación de dejarte un mensaje, de mostrarte una realidad a la cual no estás acostumbrado, en La última carcajada Umberto D Una historia verdadera Fresas salvajes este caso que sirva como un canto hacia la vejez, la admiración y el respeto que todos debemos sentir hacia los adultos mayores, porque de alguna u otra manera nosotros podemos tener la suerte de llegar hasta esa etapa de la vida, y como dijo el poeta inglés Robert Browning; “¡Envejece conmigo! Lo mejor está aún por llegar”. VENTANA INDISCRETA│N.°15│Universidad de Lima 55