Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú
Transición ecológica del Perú
en su tercer siglo
Eduardo W. Calvo Buendia
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
CALVO E. (2022). «Transición ecológica del Perú en su tercer siglo». En A. Castro y M. I.
Merino-Gómez (Eds.) Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú. En el marco
de la conmemoración de los 200 años de vida republicana. Lima: INTE-PUCP, pp. 62-80.
https://doi.org/10.18800/978-9972-674-30-3.003
Enlace al libro completo: https://doi.org/10.18800/978-9972-674-30-3
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Transición ecológica del Perú en su tercer siglo / E. Calvo
Resumen: La transición ecológica es un concepto que migró del
ambiente académico de la antropología y ecología en el siglo XX al
activismo ecológico en la primera década de nuestro siglo y de ahí se
ha llevado tanto a la esfera política con la creación de ministerios de
transición ecológica en Francia, España e Italia —en orden cronológico—,
como a las relaciones internacionales.
En este artículo se analizan las condiciones materiales para una
transición ecológica del Perú en la tercera década del siglo XXI.
Palabras clave: Transición ecológica. Medioambiente. Perú. Siglo XXI.
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Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú
Peru’s ecological transition
in its third century
Abstract: Ecological transition is a concept that migrated from the academic
environment of anthropology and ecology during the 20th century, to ecological
activism in the first decade of our century, and from there it has been transported
both to the political sphere as ecological transition ministries were set up in France,
Spain and Italy, in chronological order, as to the sphere of international relationships.
This paper examines the material conditions for Peru’s ecological transition of Peru
in the 3rd decade of the 21st century.
Keywords: Ecological transition. Environment. Peru. 21st century.
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Transición ecológica del Perú en su tercer siglo / E. Calvo
Introducción
El Perú es un país que ha pasado por profundas transformaciones desde
su independencia del imperio español. Así, luego de su independencia,
ha tenido una vida política y económica marcada por la explotación
de recursos naturales desde metales preciosos, esencialmente plata y
oro, a guano y salitre, y de metales útiles como cobre y cinc a recursos
biológicos como la corteza de la quina, la fibra de vicuña, el látex del
caucho y la hoja de coca, que solo son el inicio de una larga lista de
plantas y animales útiles oriundos del territorio peruano. Además, en el
siglo XX pasó de ser un territorio eminentemente rural para convertirse
en un país urbano, al punto de que en la actualidad aproximadamente
cuatro de cada cinco peruanos viven en ciudades.
El Perú, como la mayoría de los países de la América Latina y el Caribe,
no desarrolló una economía industrial, sino que pasó de una economía
rural a una economía extractivista y de servicios, por lo que hoy se ve
doble y hasta triplemente amenazado por la crisis ambiental del siglo
XXI, en particular por su mayor desafío: el cambio climático.
¿Por qué se afirma esto? En primer lugar, porque a diferencia de otros
países, no solamente estamos amenazados por las alteraciones al
sistema climático, sino que buena parte de nuestra economía depende
de actividades intensivas en el uso de energía como la minería y, por
consiguiente, de energía barata. Además, en aras de proteger al sistema
climático global, se espera que apliquemos políticas de erradicación de
la deforestación, mientras el resto del planeta ingresa a una economía
circular que trata de minimizar la adquisición de materias primas,
como los minerales que el Perú produce. Cabe señalar que el Perú
es productor de combustibles fósiles, aunque de manera insuficiente
para cubrir su consumo; que la agricultura migratoria, principal causa
de deforestación, se hace mayormente para cubrir la pobreza rural,
aunque también ocurre para cultivos industriales e ilícitos, y que la
minería peruana no solo produce metales útiles, sino es también muy
activa en la producción de oro y plata.
Con la creación de ministerios de transición ecológica en Francia, España
e Italia, en orden cronológico, los países de la Unión Europea señalan
su voluntad política de enrumbarse hacia la transición ecológica. En
2020 el Congreso de la República del Perú evaluó el Proyecto de Ley
6935/2020-CR, Ley de Transición Ecológica, del Congresista Lenin
Fernando Bazán Villanueva (Congreso 2020). ¿Qué condiciones tiene
el Perú para adaptarse a la Transición Ecológica?
Las respuestas a estas interrogantes son las que intentaremos esbozar
en esta contribución.
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Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú
1.
El concepto de transición
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), una
transición es la: «Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto»,
proveniente del latín transitio, que significa ‘ir a través de’. De esta manera, una
transición está asociada a un cambio, pero no a uno aleatorio sino a aquel en el que
se conoce hacia dónde se va o se transita, valga la redundancia. Así, el concepto es
usado para expresarse en múltiples áreas en frases como transición demográfica,
transición ecológica, economías en transición o zonas de transición, esta última
usada en diversas ciencias y estudios.
Rotmans, Kemp y Asselt (2000) definen una transición social como un proceso de
cambio a largo plazo durante el cual una sociedad o un subsistema social cambia
con estas características: es un proceso de largo plazo que incluye al menos a
una generación (25 a 30 años), en el que ocurren interacciones entre diferentes
niveles de escala espacial e involucra desarrollos a gran escala en los ámbitos
ecológicos, económicos, institucionales, socioculturales y tecnológicos que se
influencian y refuerzan uno al otro.
Quizás los ejemplos más conocidos de transiciones sociales sean los pasos de la
condición humana de cazadores y recolectores a agricultores, obreros industriales
y al desarrollo de la economía de servicios que caracteriza a nuestra época.
2.
El concepto de transición ecológica
El concepto de transición ecológica fue establecido por John Bennett en 1976, en
su libro Ecological Transition The Ecological Transition: Cultural Anthropology
and Human Adaptation. En él se estudiaban las relaciones entre la sociedad y el
medioambiente. Sus alcances, aunque eran mayormente desde la antropología
cultural, también consideraban otras ramas. Sin embargo, el concepto ya existía
en ecología, en referencia tanto al proceso de cambio en un ecosistema como a los
lugares donde hay cambios de ecosistemas, también conocidos como ecotonos.
La acepción moderna del concepto proviene principalmente del libro de Robert
Hopkins The Transition Handbook (2008) 1. Otras fuentes son el concepto de
transición justa que surgiera a mediados de los años noventa del siglo pasado,
para la «herramienta que el movimiento sindical comparte con la comunidad
internacional, destinada a suavizar el cambio hacia una sociedad más sostenible
y brindar esperanza para la capacidad de una economía verde para mantener
trabajos decentes y medios de vida para todos» (ITUC 2009) y la transición hacia
una economía verde, definida por el Programa de Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA) como «aquella economía que resulta en un mejor bienestar
humano y equidad social, reduciendo significativamente los riesgos ambientales
y las escaseces ecológicas» (2011: 4).
1
A partir de esta publicación se ha generado un movimiento cuyos recursos se encuentran disponibles en
www.transitionnetwork.org, para los interesados.
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Transición ecológica del Perú en su tercer siglo / E. Calvo
En la segunda década de nuestro siglo esto ha llevado a la creación de una serie
de ministerios para la transición ecológica —incluyendo superministerios— en una
variedad de países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico
(OCDE); entre ellos se encuentran Francia —el país pionero desde 2017— España
y a partir de 2021 Italia. Analizando la creación más reciente, la italiana, y su
adscrito Comité Interministerial para la Transición Ecológica, se puede observar
que sus funciones son la «implementación de medidas individuales con respecto
a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, movilidad sostenible,
inestabilidad hidrogeológica contrastante y consumo de suelo, recursos hídricos
e infraestructuras relacionadas, calidad del aire y economía circular» (MITE 2021).
Como se puede apreciar, se está hablando no solo de aspectos ambientales sino
también de aspectos vinculados a la economía como políticas energéticas, el
transporte y la economía circular.
Para hablar de una transición ecológica se necesita una multiplicidad de
conocimientos, en especial sobre el impacto que se está generando sobre el
medioambiente. La discusión sobre el impacto humano al medioambiente se
inicia en los años setenta del siglo pasado con dos escuelas que afirmaban dos
visiones radicalmente opuestas sobre el origen de los problemas: población, por
un lado y desarrollo económico, por el otro (Holdren 2018). Así, Paul Ehrlich y
John Holdren afirmaban que la principal causa del deterioro ecológico era el
crecimiento poblacional, en particular el de los países en desarrollo, mientras
que Barry Commoner sustentaba su tesis de que la mayoría de los problemas
ambientales, eran causados por nuevas tecnologías y los nuevos materiales
asociados a ellas, tales como agroquímicos, detergentes, materiales radioactivos
y plásticos. Finalmente, se acordó que el impacto ambiental resultaba tanto de la
población, como de la riqueza y tecnología (Holdren 2018).
De este debate surgió la conocida ecuación IPAT o I=P*A*T, donde el impacto
ambiental sería el producto de la población, por el nivel de riqueza (en inglés
affluence, entendida como abundancia o riqueza) y la tecnología. De esta forma
se hace necesario hablar de los tres factores que lo determinan: en el caso de
la población, la transición demográfica; en el caso de la riqueza, el desarrollo
económico, y en el caso de la tecnología, las condiciones de los recursos naturales
y el nivel de desarrollo tecnológico propio.
3.
Transición demográfica
Si bien el concepto de la teoría de transición demográfica ya fuera anticipado por
Thompson en 1929 y establecido por Notestein en 1953, el mismo sería revisado
por Van de Kaa en 1987 para Europa y posteriormente por Lesthaeghe para países
occidentales en 1994 y por el mismo Van de Kaa para países industrializados
en 2002, estableciendo así dos distintas transiciones demográficas. El propio
Lesthaeghe en 2014 revisaría su teoría proponiendo un conciso panorama del
desarrollo de la segunda transición demográfica.
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Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú
De esta manera, si la primera transición demográfica, conocida como clásica,
habla de una caída tanto en mortalidad como en fertilidad, se asume que nos
conduce a un crecimiento poblacional de cero con expectativas de vida superiores
a los setenta años. Este modelo asumía sociedades con familias nucleares. Las
teorías de Lesthaege y Van de Kaa en los años ochenta y noventa no perciben esa
estabilidad, sino que llevan a bajas tasas de reproducción. Una de las mayores
críticas a esta segunda transición demográfica, radicaba en que se creía que esta
no ocurriría fuera de idiosincrasias occidentales, excluyendo a otras culturas en
América y Asia.
Sin embargo, el tiempo demostraría lo errada que estaba la teoría. La cohabitación
se volvería la norma ya no únicamente entre nativos o afrodescendientes, sino
que se convertiría en la nueva normalidad, como lo afirmó Esteve en 2012 (Esteve,
Lesthaeghe y López-Gay 2012). Pese a esto, las tasas regionales de natalidad se
mantienen altas en promedio, aunque con notorias excepciones.
Tomando en consideración la variable poblacional, que es una de las que producen
el impacto ambiental, cabe recordar que a diferencia de lo que ocurre en los países
europeos señalados, con crecimiento demográfico cero o negativo, en el Perú las
proyecciones poblacionales anticipan un crecimiento de otro 20% (INEI 2020).
Por consiguiente, la población del Perú oscilará fácilmente entre 40 a 45 millones
o de 7 a 12 millones más que en 2021.
4.
Desarrollo económico
Pese a las archiconocidas metáforas de «mendigo sentado en un banco de oro»
o lemas que caracterizan al Perú como «un país rico», el Perú está lejos de serlo.
De acuerdo con el Banco Mundial, el Perú, aunque supera la riqueza per cápita en
capital natural, tanto a nivel mundial como ligeramente a nivel regional, es muy
deficitario tanto en capital producido como en capital humano (Lange, Wodon
y Carey 2018). Esto es una clara señal del fracaso de la clase dirigente nacional
y revela una profunda brecha, no solo para alcanzar la riqueza per cápita global,
sino incluso la regional.
Por este profundo subdesarrollo económico, el impacto ambiental asociado con
la riqueza solo se puede esperar que crezca en el transcurso de las próximas
décadas debido a que desarrollos tanto concernientes a capital natural como
a capital producido, aunque también a capital humano, estarán asociados a
impactos ambientales, lo que dificultará la transición ecológica.
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Transición ecológica del Perú en su tercer siglo / E. Calvo
Tabla 1. Capital per cápita en el Perú, América Latina y el mundo (en US$)
País o
región
Riqueza
total
Capital
Producido
Capital
Natural
Capital
Humano
Activos
foráneos
netos
Población
Perú
81 931
19 522
24 914
39 502
−2 007
30 973 148
América
Latina y
Caribe
133 614
29 234
24 341
83 142
-3 103
513 384 647
Mundo
168 580
44 760
15 841
108 654
-676
6 781 648 659
Fuente: Lange, Wodon y Carey 2018 (adaptación). Elaboración: Propia.
Pese a que el crecimiento económico se puede lograr con una economía baja en
carbono capturando las emisiones de metano de rellenos sanitarios y plantas de
tratamiento de aguas residuales, así como electrificando el transporte, generando
electricidad con renovables y cambiando la maquinaria, los materiales o la
tecnología industrial; otras emisiones, especialmente relacionadas con cultivos,
ganado y desarrollo de infraestructura que implican el uso de ingentes cantidades
de cemento, serán un desafío durante los próximos años. Adicionalmente, la
meta de reducir la deforestación se ve como casi inviable a menos que se logre
la erradicación de la pobreza rural, meta que se ha alejado durante la presente
pandemia del COVID-19.
5.
Tecnología
En cuanto a tecnología, la transición energética en el Perú no será tan compleja,
ya que las energías renovables han sido parte de la historia permanente de la
región latinoamericana y caribeña, primero con los molinos de agua que luego
dieron paso a las primeras hidroeléctricas que, luego, en los años setenta del siglo
pasado se transformarían en los gigantes que dominarían el mundo hidroeléctrico
hasta la reciente irrupción de China en el mapa global. Cuando estas palabras se
escriben el portal COES, se mostraba que para 2021 casi el 60% de generación
eléctrica era de centrales hidroeléctricas, un tercio de fuentes termoeléctricas y
un 5% de las llamadas energías renovables no convencionales, es decir eólica y
solar (COES 2021). Asimismo, hay que señalar que al igual que en otras partes de
la América Latina y el Caribe —en especial en Centroamérica—, la leña y el carbón
vegetal son parte de la historia y cultura de la tradición energética rural peruana,
en particular para la cocción de alimentos y en zonas rurales.
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Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú
Tabla 2. Costo total instalado, factor de capacidad y costo nivelado de tendencias de electricidad por
tecnología, 2010 y 2020
Costos totales
instalados
Factor de capacidad
Costo nivelado de la
electricidad
(2020 USD/Kw)
%
(2020 USD/Kwh)
2010
2020
Bioenergía
2 219
2 543
Geotérmica
2 620
Energía
hidroeléctrica
Cambio
porcentual
2010
2020
-3%
72
70
4 468
71%
87
1 269
1 870
47%
Solar FV
7 731
883
CSP
9 095
Energía eólica
terrestre
Energía eólica
marina
Cambio
porcentual
Cambio
porcentual
2010
2020
2%
0,076
0,076
0%
83
-5%
0,049
0,071
45%
44
46
4%
0,038
0,044
18%
-81%
14
16
17%
0,381
0,057
-85%
4 581
-50%
30
42
40%
0,340
0,108
-68%
1 971
1 355
-31%
27
36
31%
0,089
0,039
-56%
4 706
3 185
-32%
38
40
6%
0,162
0,084
-48%
Fuente: IRENA 2021.
La historia energética peruana es muy interesante, por algunas características
que nos marcaron como país: escasa disposición de carbón mineral, tanto en
calidad como en cantidad; lugares con disponibilidad de petróleo a flor de tierra
(Hacienda La Brea), uso histórico de molinos de agua (por ejemplo El molino de
Sabandía en Arequipa), fuentes de gas natural en el norte y la Amazonía hasta la
llegada de las ingentes reservas de gas en Camisea, Cusco. Sin embargo, más allá
de la historia energética peruana, el potencial de las energías renovables está solo
por desencadenarse en el futuro cercano.
Esta última información se basa en la Tabla 2, tomada de IRENA (2020). Ahí se
puede apreciar el cambio porcentual y el costo nivelado de electricidad en 2020
en USD/kWh.
Pese a que el cuadro se explica por sí mismo, cabe señalar que solar FV se refiere a
la energía solar fotovoltaica y CSP hace referencia a la energía solar concentrada,
que en los últimos años ha tenido un importante desarrollo en el vecino Chile y
que cuenta con un potencial similar en el sur peruano.
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Transición ecológica del Perú en su tercer siglo / E. Calvo
Ahí se puede apreciar que si en 2010 solo la energía hidroeléctrica y la geotérmica
se encontraban con un costo nivelado de electricidad inferior a 0,05 en USD/
kWh, para 2020 la energía eólica terrestre ya había reemplazado a la geotérmica
en esa categoría e incluso la solar fotovoltaica se acercaba rápidamente a ese
nivel, luego de un vertiginoso descenso de precios del orden de 85 % en tan solo
una década.
En el Perú, por una serie de desafortunadas políticas en las últimas décadas que
sería largo de detallar, el país era uno de los más caros en precios de electricidad
doméstica promedio en el segundo cuartil de 2019 según BNAMERICAS (2019).
De esta manera, el Perú alcanzaba precios en esa categoría que duplicaban a los
de Brasil o Ecuador, quintuplicaban a los de Paraguay y eran alrededor de un 30%
menos caros que el país más caro de la región, Uruguay.
Así, en el Perú la electricidad tiene la leyenda negra, aunque bastante justificada, de
ser una energía cara, además de poco confiable, por los constantes mantenimientos
que dejan sin fluido eléctrico a considerables sectores poblacionales. Por estos
motivos, la mayor parte de la población urbana sigue haciendo uso masivo del gas
licuado de petróleo para la cocción de alimentos e incluso para la producción de
agua caliente y calefacción de ambientes. La promesa inconclusa de llevar gas
natural a los hogares de Lima y Callao ha hecho que en abril de 2021, según el
Ministerio de Energía y Minas (MINEM), haya tan solo un millón trescientos mil
conexiones, de las cuales un millón cien mil están en Lima y otras doscientas mil
se encuentran en el resto del país (ANDINA 2021a).
Por lo antedicho, si el kWh pudiera alcanzar los niveles de precios de Ecuador y,
aún mejor, los niveles paraguayos, el abandono de los combustibles fósiles en la
mayoría de los hogares ocurriría de manera casi natural.
Una electricidad barata y confiable, basada en fuentes renovables llevaría al Perú
a cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible 7 de las Naciones Unidas (UNITED
NATIONS 2015). Para dar cumplimiento con los indicadores de este objetivo
el Perú al 2030 debe haber electrificado todo su territorio, en la medida de lo
posible con fuentes de energía renovables y limpias y haber reducido la intensidad
energética medida en función de la energía primaria y el producto bruto interno.
Por lo tanto, la transición energética peruana debe ser en primer lugar hacia la
asequibilidad y luego al gradual desmantelamiento de la infraestructura basada en
combustibles fósiles, empezando por el petróleo que desangra la economía peruana.
Para ilustrar esto se observa que en febrero 2021 la balanza comercial peruana de
hidrocarburos desfavorablemente superaba los 236 millones de US$ mensuales
(MINEM 2021), lo que se aproxima a unos tres mil millones de dólares anuales.
De esta forma, una política energética sostenible debe apuntar a dos objetivos:
abaratamiento de la electricidad al punto que haga viable la sustitución del
petróleo y sus derivados importados por energías renovables, incluyendo
todas, de acuerdo con su viabilidad ambiental, económica y social; y manejar el
recurso hidrocarburífero como exportación y trasladarlo gradualmente al sector
productivo como insumo material (gasoquímica), en lugar de verlo exclusivamente
como un material combustible.
71
Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú
En esta transición también se hace necesario explorar la viabilidad de transformar
la energía renovable situada en lugares de difícil acceso y alejada de los
consumidores finales con la generación de un combustible bajo en carbono. De
momento, el portador energético que se encuentra en el pináculo de las apuestas
es el denominado hidrógeno verde, que consiste en la generación de hidrógeno a
partir de energías renovables.
En el caso peruano, hay una diversidad de fuentes renovables en su variado
territorio. Así el Perú tiene la posibilidad de desarrollar:
— Biomasa con fines energéticos en costas, mares y regiones degradadas de
la Amazonía.
— Eólica, donde resulta competitiva para generación en tierra, aunque
afronta barreras por su intermitencia y mantenimiento.
— Eólica marina, aún costosa, pero con grandes progresos en los países más
desarrollados y de la que se espera una mejora en competitividad.
— Geotermia, en el sur peruano, en especial alrededor del Valle de los
Volcanes.
— Hidroelectricidad, que ha sido vilipendiada por influencia extranjera y
preocupaciones ambientales locales en las últimas décadas.
— Oceánica o marina, todavía no desplegada a gran escala a nivel global,
cabe notar que no figuraba en el cuadro de IRENA, pero con hasta cinco
formas de fuentes: corrientes, mareas, olas marinas, salinidad y diferencias
de temperatura del océano, por lo que se podrían esperar sorpresas en los
próximos años.
— Solar, que tanto por aprovechamiento directo como energía térmica
(como en los hornos solares de Odeillo, Francia y Taskent, Uzbekistán,
que en el caso peruano podrían fundir metales), como en la generación
eléctrica en sus formas fotovoltaicas y de energía solar concentrada, antes
mencionada.
De estos potenciales, el que tiene menores barreras tecnológicas y que
puede tener una gran cantidad de co-beneficios, incluyendo la adaptación al
cambio climático por el retroceso de glaciares, es el desarrollo hidroeléctrico.
Cabe anotar que en el Perú la hidroelectricidad desarrolló un gran rechazo
por el proyecto de Central Hidroeléctrica de Inambari que implicaba un área
de inundación de más de 46 000 hectáreas, lo que haría de este embalse el
segundo cuerpo de agua más grande del Perú.
Este proyecto, que hubiese sido el mayor del país, fue rechazado por la población
nativa de los alrededores de la zona que iba a ser inundada. El mismo, más allá
de su producción energética, tenía como propósito asegurar la navegabilidad
en territorio brasileño en el río conocido en español como Madre de Dios y en
portugués como río Madeira. Actualmente, el Brasil, considerando la importancia
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Transición ecológica del Perú en su tercer siglo / E. Calvo
de la navegabilidad del Madeira, ha emprendido el desarrollo de centrales
hidroeléctricas con Bolivia en otro de los afluentes, el río Mamoré, las represas
Binacional (Ribeirão) y Cachuela Esperanza.
La industria hidroeléctrica, sin embargo, ha decidido afrontar las reclamaciones
que constantemente se le formulan de una manera proactiva elaborando la
Declaración de San José sobre energía hidroeléctrica sostenible. Esta declaración
identifica un nuevo conjunto de principios, compromisos y recomendaciones para
orientar el nuevo desarrollo y mejorar la contribución del sector a la transición
energética. Esta declaración estuvo abierta a comentarios públicos durante
el Congreso Mundial de Energía Hidroeléctrica de 2021 y se aprobó al final del
evento el 24 de septiembre de este mismo año (IHA 2021).
De no abaratarse la energía eléctrica, la dependencia de los combustibles fósiles
continuará por lo menos en los próximos quince años, hasta que los niveles de
reserva de gas natural comiencen a disminuir. De esta forma, la intensidad de
las emisiones de dióxido de carbono per cápita difícilmente se alejarían de 1,74
toneladas en el que se encontraban en 2018, con el agravante de que la población
peruana habría crecido entre 7 y 12 millones de personas.
En resumidas cuentas, sin contar el crecimiento económico esperado, solo por la
inercia de mantener el uso de combustibles fósiles y el crecimiento demográfico
esperado, las emisiones de dióxido de carbono provenientes de la energía
crecerían en un rango de 12 a 21 millones de toneladas de dióxido de carbono.
Otro resultado preocupante del desarrollo económico esperado en los próximos
años pasa por tres aspectos: motorización, industrialización y construcción de
infraestructura, en particular vial.
En primer lugar, es necesario señalar que en el Perú, el grado de motorización es
muy bajo comparado con estándares internacionales. Según lo registrado en el
Sistema Nacional de Información Ambiental (SINIA), en 2016 en Lima y Callao se
registraba un nivel de motorización menor que el del promedio planetario en 2015
según la Organización Internacional de Fabricantes de Vehículos Automotores
(OICA), 175 versus 182 vehículos por cada mil habitantes. A esto hay que añadir que
en ese año, salvo en Tacna, Arequipa y La libertad, no se llegaba a cien vehículos
por cada mil habitantes.
Los cambios en la motorización en los próximos años determinarán las emisiones
del sector transporte, al igual que el uso de los vehículos. El tema del uso vehicular
tampoco juega a favor de las condiciones peruanas.
Eso ha hecho que la gran esperanza de reducción de emisiones se concentre en el
sector forestal, el que, como se ha visto en los últimos años, tanto en países vecinos
como Chile, como en distantes como Canadá y Australia, año a año los bosques
se vuelven más vulnerables e inestables como consecuencia de los impactos del
cambio climático.
Todo esto se menciona sin considerar la materialización de la propuesta de
«Segunda Reforma Agraria», la que según la exposición del viceministro de
Desarrollo de Agricultura Familiar e Infraestructura Agraria y Riego del Ministerio
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Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú
de Desarrollo Agraria y Riego (MIDAGRI), José Muro, ratifica el compromiso del
sector de tener como uno de los ejes centrales el repoblamiento ganadero y la
mejora de pastos para potenciar y lograr incrementar los ingresos de los pequeños
criadores y elevar la calidad de vida de sus familias.(ANDINA 2021b)
Esto hará que, si se quieren mantener los compromisos de reducción de
emisiones, la reforestación y reducción de emisiones tanto de deforestación
como de energía tenga que ser aún mayor, ya que tanto la intensificación de la
producción de pastos mediante el uso de fertilizantes como el repoblamiento
ganadero implican aumentos considerables de emisiones de óxido nitroso y
metano, respectivamente.
En este punto es preciso señalar que el Perú ha sido partícipe del proyecto de
«Rutas para la descarbonización profunda de América Latina» (DDPLAC), al
igual que otros países como Argentina, Colombia, Costa Rica, Ecuador y México.
En el caso peruano, a diferencia de los demás países que se enfocaron en sus
sistemas energéticos, el estudio elaborado por el Centro de Investigaciones de
la Universidad del Pacífico (CIUP) tuvo como eje principal el sector agricultura,
silvicultura y otro uso de la tierra (AFOLU por sus siglas en inglés); sin embargo,
también se hizo una evaluación del estado y proyecciones del sector energía.
En este estudio, publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo, se
puede observar que de los cinco países adicionalmente estudiados, el Perú se
caracterizaba por tener la menor emisión per cápita, llegando tan solo a 1,51
toneladas de dióxido de carbono por habitante en 2015 (Bataille, Waisman,
Brian et al. 2020). Si toda la humanidad tuviera ese nivel de emisiones, lo más
probable es que el cambio climático no se hubiera convertido en un problema
global a la fecha. Para efectos de comparación, las emisiones per cápita de
Argentina y México duplican o triplican, respectivamente, las peruanas en
cuanto a combustión de hidrocarburos y procesos industriales.
A pesar del alentador dato arriba mencionado, si se revisa el sector AFOLU
combinado con el sector Desechos, el Perú resulta con el segundo mayor per
cápita en dióxido de carbono equivalente seguido por Argentina, con 3,9 y
3,7, respectivamente. Ese 3,9 es resultante de las emisiones de uso de suelo,
cambio de uso de suelo y silvicultura que según el estudio mencionado (Bataille,
Waisman, Brian et al. 2020) alcanzó un resultado de 93 millones de toneladas
en 2015, basado en resultados oficiales. Pese a esto es probable que esa cifra
sea revisada en el futuro, ya que Harris y otros consideran que el flujo promedio
anual neto de emisiones de los países sudamericanos es negativo, es decir que
en ellos el sector remueve dióxido de carbono del aire, siendo de esta manera un
sumidero y no una fuente (Harris, Gibbs, Baccini et. al. 2021). Esta discrepancia se
explicaría por una falla en la contabilidad oficial, al no registrar adecuadamente
la captura de carbono en los bosques secundarios, aquellos que regresan a su
condición forestal luego de la intervención humana.
De producirse esta revisión, esto tendría un profundo impacto en las
contribuciones nacionalmente determinadas (NDC, por sus siglas en inglés)
del Perú al Acuerdo de París, ya que por una parte ya se habrían cumplido las
emisiones cuantitativas establecidas, aunque se haría más complejo alcanzar
74
Transición ecológica del Perú en su tercer siglo / E. Calvo
las reducciones porcentuales previstas al verse reducida de manera drástica la
línea de base.
En este punto es preciso señalar que el sector forestal global no es un gran emisor,
ya que tomando el balance de emisiones y remociones a nivel global, el resultado
para el sector es de 400 millones de toneladas de dióxido de carbono al año
(Tubiello, Conchedda, Wanner et al. 2021), lo que resulta irrisorio comparado con
las emisiones provenientes de los combustibles fósiles, noventa veces mayores a
este promedio en 2019, 36 441 millones de toneladas según Friedlingstein, Jones,
O’Sullivan y otros (2020).
En el futuro la Amazonía se ve amenazada por la llamada «extinción paulatina»,
considerada como uno de los grandes puntos de inflexión del sistema climático, por
lo que si se dan las condiciones de sabanización previstas tendrían en una escala
mucho mayor impactos hidrológicos como los vistos durante las sequías de 2005 y
2010 en esa región. Aunque esto no sería contablemente responsabilidad del Perú
ante la comunidad global, considerando que los inventarios solo tienen en cuenta
los cambios originados por la actividad humana, sí sería muy preocupante lo que
esta sabanización representaría para la atmósfera global.
Por lo señalado, la reducción de las emisiones tanto en el Perú como en toda la
comunidad global se debe enfocar hacia los claros responsables del problema del
cambio climático, los combustibles fósiles. En la región sudamericana los países que
tienen mayor facilidad para lograr la transición ecológica en energía son aquellos
que no cuentan con recursos fósiles como Chile y Uruguay, así como aquellos que
cuentan con grandes recursos hidroeléctricos como es el caso de Paraguay.
Pese a esto, en estos países la mayor dificultad estará vinculada a la reducción
relacionada con la agricultura, principalmente por la ganadería bovina y otras
ganaderías, así como en algunos casos por el cultivo del arroz y otros cultivos que
requieren de elevadas dosis de fertilizantes nitrogenados. En estas áreas a nivel
global, la tecnología también avanza hacia la impresión tridimensional de alimentos
cárnicos, que ya en 2021 están siendo impresos en Estados Unidos, Israel y Singapur,
en algunos casos a nivel comercial.
7.
Conclusiones
De acuerdo con todo lo antes expuesto vemos que los factores que juegan
en contra de una transición ecológica en el Perú son la demografía y el bajo
desarrollo económico expresado en escasa motorización, industrialización y la
pobre tecnificación de gran parte del agro nacional. Pese a esto, un desarrollo
económico bajo en carbono y con adecuadas políticas energéticas que hagan la
electricidad asequible puede tener grandes beneficios sociales y económicos,
especialmente reduciendo la dependencia en la cocción de alimentos, la industria
y el transporte de combustibles importados.
Los bosques, tomando en consideración su vulnerabilidad al cambio climático,
no deberían constituir el principal eje de una política de reducción de emisiones,
75
Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú
debiendo ser protegidos por su diversidad biológica y otros servicios ambientales
que brindan.
Año a año, ante la inercia actual, la lucha contra el cambio climático y las presiones
para una acelerada transición ecológica se harán mayores para países como el
Perú, por lo que viene siendo tiempo de ampliar el debate, incluso a nivel de
ciudadanía, de la visión de esta transición, más allá de funcionarios estatales,
activistas, lobistas y agentes de gobiernos extranjeros.
76
Transición ecológica del Perú en su tercer siglo / E. Calvo
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Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú
Breve reseña del autor
Eduardo W. Calvo Buendia
Magister en Ciencias Ambientales y PhD. (ABD) en Economía. Estudió el
bachillerato y la maestría en Ciencias Ambientales en la Universidad Comenius de
Bratislava, Checoslovaquia (actual Eslovaquia), y el doctorado en Economía en
la Universidad de Nitra, Eslovaquia, y en Ciencias Ambientales en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Es profesor de la UNMSM desde
1995. Ha sido Profesor de Postgrado en la Universidad Nacional de Ingeniería
(UNI), de la Universidad Nacional Federico Villareal (UNFV) y otras. Es miembro
de la Junta Directiva del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático
(IPCC, por sus siglas en inglés) desde 1997.
Correo electrónico:
[email protected]
ORCID: 0000-0001-6730-6053
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