El Milagro Japonés.
Indice
1. Introducción
2. Capacidad De Trabajo
3. Solidaridad
4. Bibliografia
1. Introducción
Tomado de la revista: Capacitación y Desarrollo # 11
Asombra al mundo el ascenso del Japón a superpotencia mundial y la constante expansión de su economía. Es en verdad sorprendente lo que ha hecho ese país, que hoy cuenta ya con 120 millones de seres, pero cuya extensión territorial es de solo 337,780 kms cuadrados es decir menos que los estados de Coahuila y Chihuahua juntos, que entre ambos suman 394,920 kms. Cuadrados. Debe además tenerse en cuenta que las islas que forman el Japón son de naturaleza volcánica, con solamente un 14% de superficie cultivable, y una carencia casi total de materias primas como el carbón, hierro, petróleo. Y sin embargo, Japón ocupa hoy en día el segundo lugar, después de los E.U.A. en términos del valor de exportaciones, y el primer lugar en términos de la balanza comercial.
¡Qué hay!, ¿Que existe detrás del pasmoso éxito económico del Japón, en los mismos momentos en que Estados Unidos parece quedar atrás, Europa permanece adormecida en su comercio y en industrias, y la economía rusa se convierte rápidamente en anacrónica?.
En el llamado milagro japonés intervienen toda una serie de elementos históricos, culturales, sociales y políticos que se han combinado de una manera excepcionalmente benéfica para la economía y la prosperidad del país del sol naciente. Examinar esos factores resulta fascinante y está lleno de lecciones, lo mismo para los países que para los individuos.
Hay 7 factores que han permitido el sorprendente éxito económico del Japón, el tercer país más grande en la economía mundial de hoy:
2. Capacidad De Trabajo
Los japoneses forman un pueblo extremadamente trabajador. A tal grado, que el éxito de su país no debe atribuirse tan solo a sus excelentes dirigentes empresariales, sino sobre todo a sus millones de empleados y obreros, animados por un ardor infatigable en sus tareas, por una valiosa disciplina y por una sobriedad difícilmente igualada en el occidente. El desenvolvimiento económico de Japón es una realidad percibida y apreciada en toda su importancia por el pueblo, no de un modo pasivo, sino de una manera activa que contribuye considerablemente a la grandeza industrial nipona. Ningún otro pueblo ha demostrado tanta perseverancia y fervor en el esfuerzo nacional.
La ética japonesa de trabajo bien puede resumirse en esta frase del viejo y desaparecido empresario Shibusawa Eiichi, fundador del Dai Ichi Bank y de más de 500 negocios: "Fomentar la productividad es una manera de practicar la virtud".
Ahora bien, para entender al obrero japonés y la ética que lo anima, hay que tomar en cuenta que en el Japón cada persona que entra a trabajar en una empresa está consciente de poseer en ella una participación social y moral muy profunda. Así la relación amistosa del obrero japonés suele circunscribirse a la gente de la empresa para la que trabaja, excepción hecha de sus parientes y de algunos amigos íntimos y por lo común antiguos excondiscípulos.
La unidad de la fuerza laboral se ve reforzada por un sistema educativo fundado en disciplinas de enseñanza básica, que ponen énfasis especial en la importancia de participar con entusiasmo en proyectos de grupo. Ese sentimiento de participación constituye un factor significativo en las buenas relaciones entre los distintos niveles de las empresas.
Alrededor de trece millones de trabajadores nipones pertenecen a organizaciones sindicales, las cuales existen en Japón desde la época desde la época antigua. Los sindicatos tuvieron un desarrollo amplio en la década de los veinte; pero a finales de los treinta los obreros fueron rigurosamente encuadrados en una gigantesca organización manejada por el Estado, aboliéndose los sindicatos no oficiales. Pero al terminar la guerra mundial, una de las reformas promovidas por la ocupación norteamericana consistió en la promulgación de una amplia serie de leyes y reglamentos laborales. Una ley básica estableció el derecho de los trabajadores a organizarse y a negociar colectivamente.
La acción de los sindicatos laborales es sin duda poderosa en Japón, si bien la mayoría de los obreros pertenecen a sindicatos de empresa, es decir, sindicatos organizados dentro de una sola compañía, que corresponden al gran sentido comunitario característico del trabajador japonés, para quien la asociación con sus compañeros y jefes significa mucho.
Los sindicatos japoneses de empresa contribuyen indudablemente al desarrollo económico de la nación, pues tanto los líderes sindicales, como los trabajadores y los directivos de una empresa tienen por meta primordial la productividad. Todas las diferencias se discuten y resuelven bajo esta premisa.
Educación
El sistema educativo del Japón ha servido y continúa sirviendo para formar recursos humanos calificados, fundamentales en el desarrollo de un país que carece casi por completo de recursos naturales.
Indiscutiblemente, una de las claves del éxito japonés es el afán de un pueblo admirable por instruirse y cultivarse.
3. Solidaridad
Los japoneses de hoy se ven a sí mismo como el pequeño país isleño que son y que, carente de recursos naturales pugna por avanzar paso a paso, venciendo los obstáculos inconmensurables, saben que deben de seguir juntos y de común acuerdo a fin de no quedarse a la zaga. Esta visión realista permite que el gobierno, las industrias, las empresas comerciales y financieras y el pueblo enfoquen con acierto sus energías y almacenen éxitos cada vez más espectaculares. Fue esta visión del Japón acerca de sí mismo y de las circunstancias en que se mueve su economía, lo que le permitió ser el primer país que comprendió todo el significado que había detrás de los aumentos de precios fijados al petróleo por la OPEP, de su situación precaria, y percatarse de que la era de la energía barata terminaba; reorganizó su economía dando el paso a los productos de alta tecnología y bajo consumo.
De inmediato, iniciaron un vasto programa de conservación energética. Sus fábricas de autos empezaron a producir grandes cantidades de carros de bajo consumo de gasolina. El país comenzó a sentar los cimientos eventuales de su tecnología. Todos los cambios que siguieron pudieron ser realizados gracias a la unidad de propósitos existentes entre los distintos sectores de su población.
Existe un proceso informal y continuo de intensa comunicación entre el ministerio de comercio Internacional e Industrial (MITI), las empresas principales, los sindicatos y las estructuras gubernamentales. Casi todos los ejecutivos japoneses se reúnen con funcionarios sindicales y del gobierno, para comentar noticias, puntos de vista y tendencias económicas. Los estudiantes universitarios también mantienen vínculos estrechos entre sí, al mismo tiempo guardan excelentes relaciones con las empresas y los distintos departamentos del gobierno.
Por lo demás, los altos ejecutivos se interesan mucho en sus trabajadores, los cuales a su vez colaboran arduamente con los directivos con el propósito de lograr altos rendimientos en la producción. La alta productividad nipona se alcanza por medio de la mutua lealtad, el compromiso común, la identificación de los individuos con el éxito de las empresas, y la buena relación que existe entre el trabajador y los mandos superiores.
La solidaridad existente entre los japoneses tiene raíces muy profundas. Lo mismo en la familia que en la escuela y los lugares de trabajo, los japoneses viven siempre en grupos. Cada japonés sirve a un grupo, el que por su parte le ayuda, brindándole calor humano y ofreciéndole seguridad económica. Se estudia, se vive y se trabaja en un círculo de compañeros y amigos. Resulta significativo que en las fábricas, las decisiones se tomen de abajo para arriba, lo que solamente es posible gracias a la profunda integración de los trabajadores a sus empresas. Una vez tomada una decisión, todos la apoyan y emplean lo máximo de sus habilidades para hacer que se convierta en un éxito.
Poseedor de un gran sentido solidario, el gobierno japonés considera su obligación el hacer avanzar a las industrias del país, en vez de ponerles trabas que las obstaculicen, como ocurre en otras naciones, y reducir al 0 sus gravámenes.
Japón constituye el ejemplo de una democracia de libre empresa que ha sabido planificarse su futuro y avanzar hacia metas comunes, sin desviarse hacia el estatismo, la violación de los derechos humanos o el desmantelamiento del libre mercado.
4.- Ahorro
El ahorro japonés posee en alto grado la virtud del ahorro. Con base en ella, el país alimenta su poderosa máquina económica, habiendo construido una estructura organizativa que absorbe los ahorros nacionales y los canaliza hacia las industrias. Esta captación de ahorros aporta al gobierno alrededor de 40 millones de dólares por año, que de inmediato convierte en créditos a largo plazo y de bajo interés, para fomentar el crecimiento de las industrias y las exportaciones. Esta estructura fue creada después de la guerra para asegurar el flujo continuo de crédito barato, destinado a la reconstrucción de las empresas desbastados por la guerra. Estos ahorradores satisfechos con el pago de intereses libres de impuestos, representan un gran peso en el desarrollo económico del país, puestos que las empresas japonesas no han tenido que preocuparse mayormente a causa de los altibajos en los mercados de valores. Siempre ha tenido capital disponible de sobra para ponerlos en marcha.
5.- Imitación Y Perfeccionismo
Hay aun muchos que piensan que los japoneses únicamente son hábiles para imitar, que se aprovechan de las ideas de los demás solamente.
En realidad, Japón dispone de una rica tradición de investigación básica, y es un hecho poco conocido que ocupa la vanguardia normal mundial en ramas como el cálculo de probabilidades, la física estadística, la física de los metales y la microbiología. Además revelan una gran capacidad de inteligencia y sentido práctico, el hecho de valerse de tecnologías importadas, y terminar mejorándolas.
Es bien conocido que después de la guerra los japoneses comenzaron a obtener toda la información técnica y científica disponible. Compraron patentes tecnológicas al occidente y adquirieron la maquinaria más moderna de aquellos tiempos. Lo mismo hicieron los soviéticos, pero pronto se arruinaron por falta de mantenimiento o por la utilización inadecuada a que fueron sometidas. Los japoneses al contrario, la desarmaron para estudiarlas y descubrir hasta sus menores defectos y fallas. Luego empezaron a producir mejores modelos a menor precio que los originales.
De acuerdo con una estadística publicada en Tokio, este país pagó entre 1950 y 1978 solamente 9;000 millones de dólares para un total de 32 mil convenios para construir bajo licencias y técnicas de vanguardia. Esta cantidad representa alrededor de la quinta parte de lo que gasto Estados Unidos por año durante este período. Muy sensatamente, los japoneses prefieren pagar por las tecnologías occidentales, lo que resultó mucho menos costosos que invertir en el desarrollo de una tecnología propia.
La capacidad excepcional de los japoneses para utilizar tecnología importada y producir con base a ella productos mejores y más baratos, así como su capacidad para innovar, han conducido poderosamente a la milagrosa expansión de su economía.
6.- Estructuras Empresariales Sui Generis
Al finalizar el fenómeno del espectacular desarrollo económico del Japón, necesariamente se deben tomar en cuenta las estructuras tan características de sus empresas, destacar los siguientes aspectos: el grupo desempeña un papel de verdadera importancia en los distintos niveles de la empresa. Ello corresponde a la antigua y arraigada tendencia a agruparse, inclinación que las empresas aprovechan para alcanzar las realizaciones de sus objetivos.
El principio de consenso es decisivo en la toma de decisiones, y es de tenerse en cuenta la aversión de los japoneses por todo acuerdo que pueda resultar nocivo para cualquier minoría.
La empresa da una gran importancia a los años de servicio, en el momento de determinar sueldos y salarios. Con ello se garantiza a todos los trabajadores de una empresa, empleo vitalicio, seguridad económica y social así como prestigio personal.
Las relaciones obrero-patronales están concebidas bajo la idea de pertenecer a una misma familia. Cada trabajador se siente integrado a esa segunda familia en la que se convierte para la empresa, familia que se hará cargo de el hasta el día de su jubilación. Trabajará celosamente y dará los mejor de sí para valerse una promoción. A sus superiores les exigirá ser buenos "hermanos mayores", y al patrón, ser un buen "padre". Cuando consideran necesario sustituir a sus viejos obreros por otros más jóvenes, lo hacen sin vacilación, entrenándoles para nuevos puestos.
El concepto japonés de empresa, basado en la columna o pueblo, es totalmente distinto al criterio empresarial del occidente, para los comunes. Los directivos tienen su mayor responsabilidad en trabajar por el bienestar del personal de la empresa.
En las empresas de Japón no predomina la filosofía del dinero. El enriquecimiento de una firma industrial o comercial, raramente es el objetivo primordial de sus directivos. Prefieren el progreso al provecho monetario, buscan la expansión de la empresa, la modernización de su equipo y por ocupar un buen sitio dentro de la competencia nacional y mundial.
Otra característica de las empresas japonesas en su flexibilidad. Las fábricas son cascarones adaptables al cambio inmediato de actividad industrial. Se puede rehacer cuantas veces sea necesario por medio de pequeñas innovaciones, adaptaciones y agregados de maquinaria. Con la introducción de robots industriales, las fábricas cambian en cuestión de horas y se dedican a nuevas actividades productivas.
La flexibilidad en las instalaciones industriales existe también en lo que respecta a los obreros. Los obreros pasan de una tarea a otra sin dificultades de ninguna clase, lo que le importa es el trabajo, no la tarea particular. Dado el sistema de empleo permanente, la automatización de las empresas no representa una amenaza para la base trabajadora.
Las constantes reconversiones industriales, para las que siempre hay flexibilidad y se cuenta con la solidaridad de los trabajadores y sus sindicatos, están situando al país a la vanguardia de la era de la alta tecnología.
7.- Valores Espirituales
De los 7 factores que hemos enumerado creo que el profundo valor espiritual de los japoneses es lo que ha fomentado el desarrollo de los otros 6.
Para empezar, los japoneses tienen 3 religiones que practican e influencian su vida sin presentar conflictos de ideología ni rivalidad.
El Shinto es la religión oficial que rige con el nacimiento de un niño, el matrimonio de una pareja y el entierro de un anciano, además de participar en la apertura de una empresa o cualquier evento de importancia de gobierno.
El Confucionismo que es la base moral del japonés, que ha prestado muchas de las características sociales con los cuales viven los japoneses actuales: el valor del grupo sobre el valor individual, la necesidad de mantener una relación armónica y solidaria con los demás. Esta forma de pensar se filtra y ampara a la sociedad industrial y mercantil nipona.
El Confucionismo es de carácter racional y rechaza el misticismo y las conjuras de otras religiones. La habilidad de los japoneses para asimilar la tecnología occidental con rapidez y sensatez se debe en buena parte a su educación bajo el Confucionismo.
Aún tienen otra poderosa fuente de influencia que fortalece el espíritu japonés: El Zen Budismo. Esta es un antigua disciplina que formó los samurai en el pasado y actualmente entrena a los gerentes y directores de empresas japonesas además de los jefes y supervisores de línea. El Zen les enseña a meditar, a canalizar su energía, a relajarse y a encontrarse a si mismo. Su entrenamiento es antilógico, contrapuesto a lo intelectual, basado en el aquí, no en el pasado o el futuro.
En un terreno estructural, desde hace algunos años, se ha hecho notar la fuerte diferencia, en el terreno de la economía mundial, entre las esferas productiva, la comercial y la financiera. Sobre todo, la inmensa separación de esta {ultima con relación a las anteriores. En el propio terreno financiero, ya de lleno en la situación de las bolsas de valores, se percibe también una considerable distancia entre los valores derivados, en relación a los valores subyacentes. En crisis anteriores, que también han tenido gatilladores locales, se ha hecho notar la importancia de estas diferencias. Las crisis, las rasgadutras de la esfera financiera se han dado sin exccepción en lugares "recalentados", sobresaturados por la compresión de valores trillonarios que no encuentran un exponente de multiplicación, o que han perdido desde hace tiempo toda relación con la producción real En este sentido puede recordarse el meltdown del milagro japonés, de comienzos de los 90, derivado del estallido de su economía"burbuja" fundada precisamente en el mercado de derivados y de la especulación de la propiedad raíz; o la crisis mexicana, con tantas dimensiones especulativas, que todavía se conmemora y viene a incertarse en la actual crisis que sopla desde el sudeste asiático. Esta sucesión dada como ejemplos, no implica que cada uno de esos lugares en donde se vió con alguna claridad desde hace algunos años la debilidad del sistema, estén ya vacunados frente a la crisis que comienza a desplegarse. Ya que ésta más que orientarse hacia una tranquila recesión, tiene potencial suficiente para poner en cuestión la operatividad del sistema financiero en su conjunto, a través de una serie de episodios explosivos, que como lo demuestra la debilidad revelada en esta ocasión por países como Argentina, Brazil o Indonesia, son bastante probables.
El fenómeno que estamos presenciando desde hace una semana, iniciado mediante una baja dramática de los valores, vale la pena enfatizar esto, no fue ni casual ni inadvertido. Desde 1995, se ha venido examinando muy de cerca el curso que tomaba el proceso económico y financiero en el sudeste asiático. En numerosas reuniones del FMI, del Banco Mundial, de comisiones especiales y de grupos de interés, como la Fundación RAND, amén de los informes de ministerios y bancos de la zona, se venía expresando el temor de una catástrofe inminente en el terreno financiero, la negociación de nuevas fórmulas en la paridad monetaria, y el examen del entorno social y político que eventualmente pudiera tornarse adverso a la continuidad de los negocios. En lo que ha sido una larga y a veces agotadora inquisición a las estructuras económicas del Asia, se ha estado monitoreando muy de cerca los comportamientos económicos y financieros de Japón, de Hongkong, de Thailandia, de
Indonesia, de Birmania, Filipinas, Ceilán, Taiwan, Cambodia, y China. Lo curioso es que todos los dictámenes vienen a coincidir en señalar en todos ellos, causas de inestabilidad y hasta condiciones abiertas a la provocación de crisis muy serias.
Estos exámenes no se agotan con un diagnóstico regional; proveen también alcances y advertencias para otras zonas de las esferas productivas, comerciales y financieras involucradas, como los EEUU, Europa o América Latina.