LA IGLESIA
MANUEL ROMERO POBLETE
INDICE
¿En qué consiste la salvación? ¿Por qué debemos salvarnos y de qué? ¿Hay
alguna esperanza de salvación para los hombres?
¿Qué es el arrepentimiento y la fe? (Marcos 1:15)
Jesucristo nuestro Sustituto, Mediador y Salvador (Mateo 1:21) (Hechos 4:12)
Conocimiento (Juan 17, especialmente Juan 17:3)
¿Qué entendemos por justificación? (Romanos 5:1-5; Romanos 8:1-11)
Los creyentes, ¿hemos de cumplir la Santa Ley de Dios, o sea los 10
Mandamientos?
Fe y obras ¿Qué significado tienen a la luz de la Santa Biblia? (Efesios 2:8-10)
¿Qué es el Nuevo Pacto? (Mateo 26:17-29)
Jesucristo restaurará todas las cosas
La iglesia
¿Qué significado tienen Cielos Nuevos y Tierra Nueva en el futuro del planeta
Tierra?
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¿Qué entendemos de la LEY MOSAICA? Pues que está comprendida en los
cinco primeros libros de la Santa Biblia, a saber, Génesis, Éxodo, Levítico,
Números y Deuteronomio, que fue entregada por Dios el Eterno a Moisés para
que éste a su vez instruyera al pueblo de Israel acerca de las leyes y
disposiciones que Él quería que conocieran y obedecieran, ya que ISRAEL es y
lo seguirá siendo el especial pueblo elegido por Dios el Eterno para que todos los
demás pueblos lo reconocieran como el único y verdadero Dios, así como
reconocerían la falsedad de los demás dioses, que no eran nada y a los que
idolatraban, tales como Baal, Astarté, Memmón, etc... y no solamente por lo
indicado, sino que tendría el enorme privilegio de ser el pueblo a través del
cual vendría al mundo su Salvador, nuestro Señor Jesucristo, el Mesías de
Israel.
Bien, Dios el Eterno hizo entrega de las Tablas de la Ley que incluyen los 10
Mandamientos (Éxodo, capítulo 20) y es que la Ley de Dios comprende muchas
disposiciones de la voluntad del Eterno para con su pueblo, como por ejemplo
que conociera lo que Dios quería, esperaba de él y pudieran gobernarse en paz
con unas leyes santas, justas y buenas que procedían del corazón mismo de
Dios.
En la actualidad en Israel una parte importante del judaísmo se siguen rigiendo
principalmente por el Pentateuco (los 5 primeros libros de la Biblia) por lo que es
fácil reconocer a los rabinos en oración ante el Muro de las Lamentaciones de
Jerusalén orando a su Dios, el Eterno.
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Cuando Jesús de niño con sus padres se ven obligados a abandonar Palestina,
porque el rey Herodes quería matarlo para que no llegase a ser el Rey de los
Judíos, la familia sagrada emprende viaje a Egipto, avisado en sueños José por
el ángel Gabriel con lo que se cumple la profecía que se narra en el libro de
Oseas, capítulo 11 versículos del 1 al 15: “De Egipto llamé a mi hijo”;
naturalmente se estaba refiriendo a Jesús porque El salvaría a su pueblo de los
pecados (Mateo 1:21).
Por cierto, en la 2ª venida de Jesucristo a esta tierra (que toda la iglesia
suya estamos esperando) no se le ofrecerá mirra, porque esta sustancia
aromática habla de la muerte y Jesús volverá para reinar como Rey de Reyes y
Señor de Señores de la Tierra.
De la misma manera, era necesario que Jesús regresará de Egipto a Israel,
porque Él había nacido bajo la Ley Mosaica y debía cumplir la Ley, cosa que no
hubiera podido realizar en Egipto dónde vivió. Realmente, fue Jesucristo el único
que la ha cumplido cabalmente, en su totalidad, “No penséis que he venido para
abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”
(Mateo 5:17).
¿Por qué? Pues porque era totalmente necesario que El fuera JUSTO y
SUFICIENTE (con absoluta solvencia) para poder cumplirla (ningún otro ser
humano la ha cumplido, ni la cumplirá jamás), como dice la Escritura “No hay
justo, ni aún uno” (Romanos 3:1), porque sabemos que todo lo que la Ley dice,
lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo
quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la Ley ningún ser humano
será justificado delante de Él, Dios el Eterno, porque por medio de la Ley es
el conocimiento del pecado, como muy bien explica el siguiente texto:
¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya
hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está
escrito: No hay justo ni aun uno; no hay quién entienda, no hay quien busqué a
Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno,
no hay siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan.
Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y
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de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y
desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor
delante de sus ojos. Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los
que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y que todo el mundo
quede bajo el juicio de Dios, ya que por las obras de la Ley ningún ser
humano se justificará delante de Él; porque por medio de la Ley es el
conocimiento del pecado. (Romanos 3; 10-20).
Ahora bien, ¿Podría la Ley (¿recordemos todas las leyes y ordenanzas del
Pentateuco, los 10 mandamientos condenar por sí sola a todos los hombres y
mujeres al infierno? Por supuesto que sí (Si no hubiera venido Jesucristo para
salvarnos). ¿salvarnos de qué? De qué va a ser, de la condenación eterna en
el infierno. Entonces, ¿Sería Dios injusto?, ¡no, de ninguna manera ¡
¿Por qué?, pues porque su perfecta justicia no puede permitir que nada
pecaminoso y terriblemente sucio como es el pecado ensucie y manche su
Santidad perfecta en el cielo, para decirlo brevemente, los pecadores (que
somos todos) que no tengan a Jesucristo en su corazón ¡arrepentidos quiere el
Señor!, si no se arrepienten de sus pecados y creen al Señor Jesucristo como su
Sustituto, Mediador y Salvador, no tendrán ninguna oportunidad para salvarse
(Los 10 Mandamientos que son justos y perfectos, ejercerán su derecho, de
su cumplimiento (como no puede ser de otra forma) pues proceden de Dios
y Dios es santo, justo y perfecto (además de otros atributos).
Así que, ¿existe el infierno?, tristemente sí, pero Dios no quería condenar a los
hombres a ese lugar infame ni quiere Dios que ningún hombre se pierda, sino que
todos procedan al arrepentimiento. “El Señor no retarda su promesa, según
algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2ª Pedro 3:9).
“Mas, oh amados, no quiero que ignoréis esto, que para con el Señor un
día es como mil años, y mil años como un día.” (2ª Pedro 3:8).
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¿Puede Dios crear un lugar de tormento permanente por la eternidad?
¿Poder?, ¡claro que puede! Él es Todopoderoso, pero … Dios en el principio no
creó el infierno para los hombres, sino para Satanás y sus demonios, los ángeles
caídos. “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí,
malditos al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo
25:41). Lo que ocurre, es que a partir de la caída del hombre que fue similar
a la caída del diablo, o sea los tres, Satanás, Adán y Eva quisieron ser como
Dios el Eterno y ese fue su pecado y su condenación.
Ahora bien, Satanás y los demonios están condenados al infierno para siempre
sin ninguna posibilidad de salvación. En tanto, y esta es la gran diferencia con
la humanidad, los hombres sí podemos tener acceso a la salvación, dado
que el Señor por su grande misericordia ¡SI! ha concedido una segunda
oportunidad de salvarse a los hombres y mujeres, oportunidad que le ha
sido negada a Satanás y sus demonios. “Porque justificará mi siervo
(Jesucristo) a muchos, verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará
satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y
llevará las iniquidades de ellos” (Isaías 53:11), pero... no a todos. Esto es, la
salvación será efectiva para los que se acojan a ella, los demás quedarán
expuestos y excluidos del Reino de los Cielos.
Alguien preguntó a Jesús: Señor ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos
procurarán entrar y no podrán. (Lucas 13:23-24) y en otra ocasión “Ellos se
asombraban aún más diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?
Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, más para
Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10: 26-27).
El (Jesucristo) te va a comprender cuando le compartas tu corazón, tus penas, tu
sufrimiento y tu decepción de este mundo, ¡cómo no te va a comprender si El
sufrió lo indecible en la cruz del calvario!, ¡la muerte más horrorosa en su tiempo
de todo el imperio romano! “el justo por los injustos para llevarnos a Dios” (1ª
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Pedro 3:18), o sea, Él tomó nuestro lugar (dónde debíamos estar cada uno de los
hombres y se hizo nuestro Sustituto, ¿por qué?, ¡porque Él tenía que morir por
todos los pecados! “He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del
mundo” (Juan 1:29), o sea por todos, porque todos hemos pecado alguna vez y
la mayoría muchas veces, todos hemos transgredido alguna vez alguno de los 10
mandamientos, o sea no hemos cumplido con los 10 mandamientos de una forma
que agrade a la santidad perfecta del Padre Eterno y aunque solo hubiésemos
fallado en un solo mandamiento, nos hemos hecho acreedores al castigo de Dios.
“Porque cualquiera que guardaré toda la Ley de Dios, pero ofendiere en un
punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás
adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes
adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. Así hablad, y
así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad.
Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere
misericordia; y la misericordia triunfa obre el juicio” (Santiago 2: 10-13), “Id,
pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque
no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mateo
9:13) “Porque el Eterno es bueno, para siempre es su misericordia, y su
verdad por todas las generaciones” (Salmo 100:5).
Por todo ello es que el evangelio son Buenas Noticias, porque cuando parecía
que no podía haber remedio por la barrera que representaba la Ley Divina, Jesús
hace realidad el milagro de la salvación, "Yo soy el camino, la verdad y la vida
y nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6) y “Dijo entonces Jesús a los
judíos que habían creído en él: Si vosotros permanecieréis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad
os hará libres” (Juan 8: 31-32) y “Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres“ (Juan 8:36), aunque con determinadas condiciones
como tratar de llevar una vida santa. “Sed vosotros perfectos como vuestro
Padre Celestial es perfecto” (Mateo 5:48).
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“De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito
(Jesucristo) para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga
la vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es
condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído
en el nombre del unigénito Hijo de Dios “ (Juan 3:16-18) y ¿cómo conocemos
en qué consiste la vida eterna? Por el capítulo completo de Juan 17 y en concreto
el versículo 3 que dice así: “Y ésta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el
único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. “Y éste es el
testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El
que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
Estas cosas os escribo a vosotros, los que creéis en el nombre del Hijo de
Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna y para que creáis en el nombre
del Hijo de Dios. Y ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos
alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos
oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones
que le hayamos hecho. Si alguno viene a su hermano cometer pecado que
no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen
pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo
que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte.
Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues
aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.
Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. Pero
sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para
conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo
Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. Hijitos, guardaos de
los ídolos. Amén (1Juan 5: 11-21)), “Porque no me avergüenzo del evangelio,
porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío,
primeramente, y también al griego (gentiles), porque en el Evangelio, la
justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá”. (Romanos 1:16-17).
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Jesucristo como estamos viendo es también nuestro mediador, “Y en ningún
otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos de los apóstoles 4:12) y
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios el Eterno y los
hombres, Jesucristo hombre” (1ª Timoteo 2:5).
También Él es nuestro redentor como podemos ver en “De modo que, si alguno
está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas
son hechas nuevas, y todo esto proviene de Dios quién nos reconcilió
consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en
cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de
la reconciliación”. (2ª Corintios 5:17-19). “Y que por la ley ninguno se justifica
para con Dios, es evidente, porque: “El justo por la fe vivirá; y la ley no es de
fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. Cristo nos redimió de
la maldición de la Ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de
Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa
del Espíritu” (Gálatas 3:11-14).
Entonces, ¿para qué sirve la Ley? Fue añadida a causa de las transgresiones,
hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por
medio de ángeles en mano de un mediador. Y el mediador no lo es de uno solo;
pero Dios es uno ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna
manera, porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente
por la ley. Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que
es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. Pero, antes que viniese
la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba
a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo o aya (como vimos
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anteriormente) para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados
por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos los que hemos
sido bautizados en Cristo, de Cristo estamos revestidos. Ya no hay judío ni griego,
no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos nosotros somos uno
en Cristo Jesús. Y si nosotros somos de Cristo ciertamente linaje de Abraham
somos, y herederos según la promesa”. (Gálatas 4:19-29).
“Mas ahora que hemos sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios,
tenemos por fruto la santificación y como fin, la vida eterna. Porque la paga
del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro” (Romanos 6:22-23).
“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de
mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la Ley, a fin
de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gálatas 4:4-5). “Porque el fin de la ley
es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4). “Porque el pecado
no se enseñoreará de nosotros; pues no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia”
(Romanos 6:14).
“Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la
ley” (Romanos 3:28).
Quiero referirme ahora dentro del costo que tuvo que pagar Jesús y que tuvo
que sufrir durante el proceso previo a la crucifixión, como fue la cobardía de
Pilatos, esto me hace enojar sobremanera, la total indiferencia y cobardía que
mantuvo durante el supuesto juicio a Jesús. ¡no he visto mayor cobardía durante
mi vida ni creo que volveré a ver una semejante a esa! Sencillamente, porque no
habrá otro juicio como el llevado a cabo con Jesús.
Se supone que Pilatos quiso defender a Jesús en el juicio de éste, pero ese
juicio fue de todo menos legal y justo, solo Jesús se defendió brevemente en un
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juicio dónde solo hubo acusadores (fiscales y falsos testigos), dónde por no
haber, no hubo ningún abogado defensor que le ayudara, lo dejaron
completamente solo; fue una escenificación del mal, una pantomima y la mayor
de las injusticias de la Historia, El, que solo hizo el bien a su paso por
Palestina, le devolvieron mal por bien, ¡ah! pero... ¡Jesús debía morir
aunque fuera completamente inocente!.
Pilatos intuye la inocencia de Jesús y parece que quiere su libertad, él sabe que
Jesús es inocente, su esposa se lo había advertido antes del proceso, ella es
creyente y seguidora del nazareno y le aconseja: “no tengas nada que ver con
ese justo” (Mateo 27.19).
¡Ah! Amigos, pero... Pilatos ama más el poder que la justicia y lo que podía haber
hecho perfectamente (tenía la autoridad pues era el gobernador), como era dejar
libre a Jesús firmando el acta de su liberación prefiere entrar en un juego
diabólico que no podía acabar bien... para Jesús, pero tampoco para el propio
Pilatos... que si me lavo las manos, “Viendo Pilatos que nada adelantaba, sino
que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo,
diciendo: inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros” (Mateo 27:24),
¡hombre! Muy inocente no es que era porque firmó la condena a muerte de Jesús;
¿qué si Barrabás?... si es verdad que quiere liberar a Jesús firma su libertad,
¡así de fácil! Y no sometas al pueblo judío a decidir por ti. Y, por si fuera poco,
Pilatos se declara a sí mismo inocente, ¡toma ya!
Ya veremos el final de Pilatos cuando Jesucristo, ahora sí, ya ha sido juzgado “Y
de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola
vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez
para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin
relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Hebreos 9:27).
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Y por último, el comportamiento del pueblo judío. Solo hacía una semana
que lo había estado vitoreando por toda Jerusalén, ¡Hosanna al Hijo de David!
Y unos días después gritando iracundos, ¡Crucifícale!, ¡crucifícale!
Con el título de Hijo de David, Jesús procedía por parentesco legal y
dinástico del rey David, así que le correspondía por derecho propio la
realeza de Israel. ¡Viva el Hijo del Hombre!, título con el que se le reconocía
su naturaleza divina, porque El además de ser verdadero hombre es
verdadero Dios y el único y verdadero Mesías que el pueblo judío estaba
esperando. Y ahora, el mismo pueblo al que Jesús solo había estado
favoreciendo durante tres años, sanando enfermos, paralíticos, cojos, ciegos,
etc... cómo perdonando sus pecados en público (algo que nadie había hecho
nunca en toda la historia de Israel, porque los pecados solo podía perdonarlos
Dios), pero hizo algo más... resucitó e hizo volver de la muerte a tres
personas, 1) el hijo de la viuda de Naín, ¡joven a ti te digo, levántate! cuando
detuvo la comitiva de los que lo llevaban a enterrar. 2)la hija de Jairo, ¡niña!
A ti te digo ¡levántate!, 3) su amigo Lázaro que llevaba cuatro días muerto y
enterrado, al que Jesús llamó por su nombre, ¡Lázaro, sal fuera!
La resurrección de Jesucristo es el hecho histórico más atacado de la
HISTORIA DE LA HUMANIDAD y al mismo tiempo el más irrefutable,
incontrovertible, único, maravilloso e incomparable.
Y la auto condenación del pueblo judío contra sí mismos, ¡crucifícale,
crucifícale! ¡caiga su sangre sobre nosotros y nuestros hijos! (Mateo 27:25).
¡Atrevida maldición profética!
El pueblo elegido por Dios el Eterno para ser benditos de su Padre se
convirtieron automáticamente en maldecido por causa de ellos mismos, por su
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imprudencia, insensatez y temeridad, profetizaron su ruina y sufrimiento a través
de las distintas etapas de su historia (división del país en dos partes, Judá al Sur
e Israel al Norte, destierro en Babilonia, dispersión por todos los países del mundo
(Diáspora) hasta el 14 de Mayo de 1948, ¡fecha extraordinaria!, porque es
fundado el actual Estado de Israel, sin dejar de mencionar el holocausto, la triste
y lamentable expulsión de Sefarad (España) en 1492 y de muchos otros países,
pero el Señor, la Santa Trinidad en su misericordia se ha acordado de ellos
siempre y los ha sufrido en su corazón y así tenemos en la actualidad a Israel
dividido en dos grupos: 1) Los judíos que siguen creyendo en la Torá que
continúan bajo el yugo de la antigua Ley (Pentateuco) que, aunque es justa y
buena como hemos visto anteriormente, también te condena, de no ser que no
hayas pecado nunca como igualmente ya vimos, claro que solo ha existido una
persona así, Jesucristo, la excepción que confirma la regla. Solo Jesús cumplió
y no quitó la Ley, pero este grupo de judíos están igual que si Jesús no hubiera
venido y siguen esperando a su imaginario Mesías, pues no reconocen a Jesús
como tal.
Y un segundo grupo, que son creyentes, que sí creen en Jesucristo como lo
que es, su AUTENTICO MESIAS Y REDENTOR. Estos son los llamados judíos
mesiánicos, son verdaderos cristianos que han aceptado el Evangelio de
Jesucristo que, como nosotros, los evangélicos están esperando la 2ª Venida de
Jesucristo a este mundo donde reinará como Rey de Reyes y Señor de Señores
que es, aunque llorarán y lamentarán por lo que sus antepasados hicieron a
Jesús, el Mesías, “En aquel día el Dios Eterno defenderá al morador de
Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quién
traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él
como quien se aflige por primogénito” (Zacarias 12: 10) y Ap. 1:7 “He aquí
que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos
los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén”.
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Es una lucha espiritual tremenda porque nuestros hermanos mesiánicos han de
testificar y predicarles para su conversión al Cristianismo a los judíos rabínicos
que están siguiendo y creyendo solo el Antiguo Testamento, en tanto los
mesiánicos están siguiendo la Santa Biblia completa, el Antiguo y el Nuevo
Testamento inspirados por el Espíritu Santo, exceptuando los libros apócrifos que
no están incluidos en el Canon, precisamente por lo mismo, por no estar
inspirados por el Espíritu Santo. “Toda la Escritura es inspirada por Dios el
Eterno, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra. (2ª Timoteo 3:16-17) “Y tenemos también la palabra
profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una
antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el
lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero
esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,
porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los
santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”
(2ª Pedro 1: 19-21).
Y es que no puede ser de otra manera, si no es por la misericordia y la
gracia del Padre estamos perdidos irremisiblemente.
Nuestro verdadero Dios y Padre que está en los cielos busca verdaderos
adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. “Jesús le dijo: Mujer, créeme,
que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que
sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora
es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios
es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y verdad es necesario que
adoren. Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo;
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cuando El venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que
habla contigo”. (Juan 4: 21-26).
Asimismo, es muy importante comprender que todo conocimiento de las
Santas Escrituras supone por añadidura el conocimiento de su autor, o sea de
Dios Padre (El Eterno), su Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. Por lo tanto,
examinemos algunos textos que nos dan luz a este aspecto en nuestra vida como
creyentes e hijos de Dios.
“Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me
envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de
Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:16-17).
“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él. Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de
Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tu: ¿Seréis
libres? Jesús les respondió: De cierto de cierto os digo, que todo aquel que
hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para
siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare seréis
verdaderamente libres. Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis
matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto
cerca del Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído cerca de vuestro padre”
(Juan 8: 31-38).
“Y sabemos que Dios el Eterno no oye a los pecadores; pero si alguno es
temeroso de Dios el Eterno, y hace su voluntad, a ése oye”. (Juan 9:31).
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida
eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre
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que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano
de mi Padre. Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:27-30).
Profundicemos un poco más sobre la PAZ Y LA LIBERACION DEL PECADO
que Dios el Eterno nos da en el santo Evangelio de Jesucristo y para esto vamos
a leer y meditar en un sabroso diálogo entre llamémosles, M. y F.
Existe una disputa entre Dios y el hombre y buscar la paz que Dios nos da
es un asunto muy importante como para no tratarlo como se merece, así
pues, vamos a estar centrados acerca de la paz con Dios del creyente y
precisamente vamos a hablar de hallar la paz con Dios, algo que quizá resulte
obvio o lo damos por fácil o por hecho, por conocido y te preguntamos F, ¿cómo
lo hacemos? ¿cómo hallamos la paz con Dios?, F. pues es ¿Cómo hallar yo
la fe?, se le podría añadir otra pregunta y la haría doble, es decir, ¿cómo por un
lado hallar la fe? Y por otro lado como perdón, ¿Cómo mantener la paz? Y esto
nos va a llevar a dos enfoques, el primero, es decir aquellos que todavía no la
tienen, aquellos que todavía no han encontrado esa paz con el Señor , bueno,
¿cómo la pueden encontrar? ¿cómo la pueden hallar?, esto nos está hablando
de gente no creyente, gente que no conoce al Señor, gente que no ha confesado
sus pecados, gente que no se ha arrepentido y que sigue en ese distanciamiento,
en esa enemistad de acuerdo con las cosas de Dios. Ahora, el segundo enfoque
consiste en que aquellos que ya somos cristianos, que ya somos hijos de Dios,
pero aun así vemos que la ansiedad, el afán, la preocupación, la incertidumbre,
el desasosiego, el estrés, el nerviosismo, a veces nos invaden o nos golpean.
M. Entonces, ya que hemos conocido al Señor y ya que tenemos la paz que
Dios nos ha dado, ¿cómo podemos mantenerla a día de hoy?
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F. Vamos a dividir todo este tema en dos bloques. El primer bloque lo vamos
a dedicar a animar a aquellos que no conocen al Señor para que lo conozcan y
puedan experimentar esa paz. Y en segundo lugar, pues los que somos cristianos
muchas veces las circunstancias, nosotros mismos, nuestros propios
pensamientos, las circunstancias que nos rodean, nos roban la paz.
Bien, comenzamos por aquéllos que no conocen al Señor, por aquellos que
no le han encontrado todavía, que no la han hallado y vamos a dar cuatro
consejos muy sencillos y los iremos comentando.
El primer consejo es ¿cómo podemos tener paz y cómo podemos solucionar
este problema?, pues lo que hay que hacer es reconocerlo humildemente, o
sea algo tan sumamente sencillo, pero que es muy complicado porque tiene que
ver con la voluntad, tiene que ver con reconocer que estas personas tienen un
problema y que lo tienen con Dios, que tienen un problema con el pecado y con
las consecuencias del pecado. Esto lo hemos visto muchas veces en
nuestra propía vida, en la vida de la iglesia y en la vida de las personas que
nos rodean, hasta que la persona no reconoce que tiene un problema, puede
ser con la mentira, el alcohol, la envidia, la amargura, la codicia, la lujuria; y hasta
que alguien no reconoce que tiene un problema, pues no va a solucionar dicho
problema y no va a tener la paz, ¿de acuerdo?, la tranquilidad o el bienestar
que está buscando.
Así que el primer consejo es para aquellos que no conocen a Dios porque ese
problema, el pecado y sus consecuencias nos distancian y crean una enemistad,
una pelea, ¡de acuerdo! Yo estoy peleado con Dios y al mismo tiempo Dios que
es justo, no nos puede aceptar de esa manera.
M. ¡no! claro que Dios resiste a los soberbios. En efecto, ¿qué otra cosa nos
impide reconocer esos pecados a los que te estás refiriendo sino lo que es algo
fundamental en todo ser humano que es el orgullo?.
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F. Primer consejo, es ser sensato, volver en sí, ser cabal, reconocer,
reconozcamos que tenemos un problema y este problema es el PECADO y las
consecuencias del pecado es que nos distancian y nos enemistan con Dios como
estamos viendo, nos hacen sus enemigos o crean esta enemistad y al mismo
tiempo DIOS no nos puede recibir. Así, Isaías 57, versículo 21 dice “no hay
paz dice Dios para los impíos”, entonces, aquel que no reconoce su problema
y que no quiere solucionarlo y que no quiere ir al médico para ser curado no va a
tener reposo, por eso dice no hay paz nunca para aquellos que caminan de
manera injusta, claro impía.
Ahora, el segundo consejo es ok, tengo un problema lo reconozco, ¡vale!, mi
problema se llama pecado y el pecado tiene consecuencias (como estamos
viendo), por lo tanto tenemos que asegurarnos que, si nos vamos a acercar a
Dios lo vamos a hacer con las motivaciones correctas, aquí quiero hacer una
distinción entre la motivación y la intención, la motivación es por qué hago
las cosas, por qué hago lo que hago, qué es lo que me motiva, qué es lo que me
mueve, ¿cuáles son las razones que me hacen hacer lo que hago?. Sin embargo,
las intenciones tienen que ver con el ¿para qué?, a dónde quiero llegar, cuál
es mi intención, cuál mi objetivo, cuál mi meta en todo esto. Entonces, no es lo
mismo una motivación que una intención, debemos analizar estas dos cosas,
por qué me acerco a Dios y para qué me acerco a Dios, qué es lo que me
mueve y qué es lo que quiero obtener y las motivaciones tienen que ser muy
sinceras, tienen que ser muy honestas.
Oye bien, yo creo que hemos visto muchas veces en la vida de la iglesia a lo
largo del tiempo, de los años, que cuando hay ciertas personas que se acercan a
Dios por necesidad, pero... no por amor, es decir, se acercan a Dios no por un
verdadero amor a Dios, ni porque ven reconocido su pecado y su problema y su
problema es que tienen un problema grave y que tienen que solucionarlo,
simplemente vienen por necesidad, quieren sacar algún beneficio de Dios o
bien de la iglesia, pero … no vienen con la motivación correcta, sino ven a
Dios como un instrumento, como un accesorio para lograr algo, qué es lo que
ocurre con ese perfil de persona... que siempre acaban yéndose, nunca llegan a
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conocer al Señor y por qué?, pues muy sencillo, 1) porque si obtienen lo que
buscaban, ya que lo han obtenido se van, y 2) si no obtienen lo que buscaban, es
decir, si Dios no les contesta o la iglesia no les dan lo que querían, entonces
también se van, diciendo: aquí no me hacen caso o aquí no saqué, no tuve lo que
necesitaba o deseaba. Conclusión, de ambas formas el resultado es el mismo:
acaban yéndose o porque reciben lo que buscaban o porque no lo reciben;
tanto necesitamos el segundo consejo, reconocer tu problema, pero... si vas a
venir a DIOS, ven por amor y no vengas buscando un parche, una aspirina, algo
estético, superficial porque nunca vas a encontrar esa PAZ que le Señor te daría.
Este segundo punto no tiene que ver mucho con las motivaciones.
M. Es lo que tú decías F si uno no reconoce su pecado y su culpa delante de
Dios, lo que te va a llevar a volverte a Dios quebrantado, ya no por una
necesidad ni por un deseo, sino motivado por un quebrantamiento, un
reconocimiento sincero que te lleva incondicionalmente a rendirte delante
del Señor, que te lleva a recibirle como tú Señor y como tú Salvador;
mientras esta no sea nuestra motivación va a ser muy difícil efectivamente que
encontremos esa paz con Dios que tanto necesitamos y no vamos a poder
encontrarla.
Muy bien, nos has compartido dos puntos muy interesantes sobre cómo hallar
la paz con Dios, ya llevamos la mitad, ¿Qué nos puedes decir del tercer punto?
F. Pero antes de continuar vamos a recopilar los dos anteriores, hemos dicho
que lo primero es reconocer que tienes un problema. Segundo, si vas a ir al
médico, al sanador, pues a Dios tenemos que ir de una forma muy honesta
y obediente y ¿cómo va una persona al médico?, es decir: ¡Oye!, tengo un
problema y lo que me diga el médico es lo que voy a hacer, de acuerdo, no con
mis condiciones o con mis propias intenciones u hoja de ruta. Ahora el tercer
consejo es: Si vamos a venir delante del Señor para tener paz porque no lo
conocemos y queremos reconciliarnos con El, tenemos que estar
dispuestos a abandonar toda nuestra rebelión y todo nuestro estilo de vida
antiguo. Esto forma parte del arrepentimiento que sabemos que siempre tiene
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dos caras, una es un cambio de dirección, vamos por una carretera, paramos y
tomamos la dirección contraría, o sea 180º sobre nosotros mismos y la otra es la
fe. El arrepentimiento tiene que ver con la separación, con apartarnos, tiene que
ver con huir del pecado, si con esto queremos dejar nuestro viejo estilo de vida y
estamos dispuestos, volviendo al símil que te comentaba, ¿no? Imagínate la
persona que va al médico y va al médico porque ha reconocido que tiene un
problema, le duele el pecho y dice “oye, tengo un problema” y lo que tengo que
hacer es ir al médico de una manera obediente y sincera y con esta motivación e
intención de qué realmente quiero ser sano. Ahora, cuándo el médico te analiza
y te hace los estudios y le dice al paciente, “oiga, mire es que a Vd. le duele el
pecho porque tiene una congestión a causa de que es Vd. fumador, mire tiene
Vd. que dejar de fumar porque si no su problema nunca se va a curar, nunca se
va a sanar, al revés va a empeorar, se va a hacer crónico y puede desarrollar un
cáncer”, pues ¡imagínate! Que esa persona sale del médico diciendo, ¡anda
ya!, está loco, ¡me ha dicho que deje de fumar!, yo voy a seguir fumando,
pues... qué paz, qué bienestar, qué reposo va a tener esa persona, no en su
cuerpo físico, en su salud, en sus pulmones... ¡ninguno!
Por lo tanto, si nos acercamos a Dios, debemos de estar dispuestos a
abandonar toda rebelión pues hemos visto el daño que nos hacíamos a nosotros
mismos, el daño que hacíamos a otros, el daño que le hacíamos al Señor por lo
terrible del pecado , tenemos que venir dispuestos a decir, es que me vuelvo del
pecado, aborrezco y odio al pecado, es como la persona que comió, persona que
bebió algo y le sentó mal y tiene que vomitar lo que tiene, ha de devolver lo
ingerido, así que, eso que nos entró, tan tóxico, tan podrido y envenenado como
es el pecado, lo tenemos que vomitar, lo tenemos que sacar y echar fuera de
nuestra vida y si no, si no estás en ese deseo de separación, de morir a uno
mismo (“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tomé su cruz cada día, y sígame” ( Lucas 9:23), a los deseos
pecaminosos, pues ¡no hay manera! (“Venid luego, dice el Dios Eterno, y
estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve
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serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como
blanca lana” (Isaías 1:18). Hagamos borrón y cuenta nueva porque lo viejo tiene
que pasar (“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”) (2ª Corintios 5:17).
El que está en Cristo nueva criatura es, pero las cosas viejas tienen que pasar “Y
andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante, pero fornicación y
toda inmundicia o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene
a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías que no
convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que
ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idolatra, tiene herencia en el
reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por
estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis,
pues, partícipes con ellos, porque en otro tiempo erais tinieblas, más ahora
sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu
es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al
Señor” (Efesios 5: 2-10).
Tenemos que revestirnos del nuevo hombre, desechar y despojarnos del viejo
hombre, así “Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de
delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo” (Isaías 1:16) y “Buscad al Dios
Eterno mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje
el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Dios
el Eterno, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será
amplío en perdonar, porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Dios el Eterno” (Isaías
55: 6-8) “Así dice Dios el Eterno a la casa de Israel (extensivo a todo el
mundo): Buscadme, y viviréis” (Amós 5:4) y “Porque yo sé los pensamientos
que tengo acerca de vosotros, dice Dios el Eterno pensamientos de paz, y
no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocareis, y vendré
y orareis a mí y yo os oiré; y me buscareis y me hallareis porque me
buscareis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:11-13).
21
Es como si quisiéramos coger alguna cosa, hay que soltar primero lo que tienes
en las manos, liberarte para poder tomar esa cosa; este sería el tercer punto,
tenemos que estar dispuestos a renunciar a toda vida vieja, que no nos daba
para alcanzar a Cristo, por eso hablábamos de un arrepentimiento genuino
porque cuando hemos conocido a Jesucristo y su santidad, en ese
encuentro con EL has podido ver tu pecado y has podido arrepentirte y
tristemente hemos visto mucha gente que venía por una necesidad y acaba
yéndose, que viene al Señor tratando de justificar su pecado, es como tú bien
decías, de aborrecerlo, de entender claro que no trae ningún beneficio para
nosotros y nos impide completamente recibir esa paz que anhelamos.
Es como este hombre que le duele el pecho y el médico le ha dicho que es a
causa de fumar y saliendo de la consulta dice: ¡este médico, que malo es!, que
no sabe lo que a mí me cuesta dejar de fumar, él no se pone en mi lugar, que lo
necesito porque estoy muy estresado en mi trabajo. Mira, ¡déjate de tonterías!
Estás comportándote como un niño mimado, sin madurez y además eres un
tontaina, por no decirte que el pecado no tiene justificación alguna porque...
no se puede justificar. Exactamente, lo único que cabe hacer es eliminarlos,
sacarlos de nuestra vida, ¡correcto!, “¡Humillaos delante del Señor y Él os
exaltará! (Santiago 4:10) y “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios
el Eterno, para que Él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra
ansiedad sobre él, porque Él tiene cuidado de vosotros “(1ª Pedro 5: 6-7).
El cuarto y último consejo que hemos de dar a las personas que todavía
no conocen al Señor y al no conocer al Señor tampoco conocen la paz que
Dios da tiene que ver con la otra cara del arrepentimiento, éste comienza
apartándonos del mal, sacando y vomitando todo aquello que nos ha envenenado
y era tóxico y nos creaba todo ese malestar. La otra cara tiene que ver con
correr hacía Dios, abrazar a Dios, buscar a Dios consagrándonos, decir:
¡Señor! No solamente me aparto del pecado sino que te abrazo a ti, empiezo
a vivir para ti, ya no vivo para el pecado; ahora vivo por ti y para ti, “Todavía
un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis porque yo
22
vivo, vosotros también viviréis” (Juan 14:19), esto es, tiene que ver con la
consagración, entonces las personas que vienen al Señor porque tienen un
problema no van a prevalecer y aquellos que vienen al Señor pero solamente
vienen, en qué no a esto, no tengo porque oir esto, no tengo que ir a tal sitio,
no tengo que hablar con tal persona, ¡no, no, no, no, no y no! Y solamente es la
separación, la separación que dice: no digas, no vayas, ¡no, no, no, no y no!
Terminan en un legalismo. Por todo ello, tenemos que vivir también la
consagración de nuestro llamamiento, es decir estar dispuestos a entregar
nuestras vidas, que es lo más valioso que tenemos, claro?, cuando entregamos
nuestro corazón y nuestro corazón está en las manos de Dios, vamos a reposar
y vamos a tener que dar nuestro corazón al Señor, El Dios Eterno nos dice
“Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos por mis caminos” (Proverbios
23: 26), precisamente, lo que está esperando es que le entreguemos el corazón,
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”
(Proverbios 4:23). Es lógico, hay una frase buenísima que dice un autor: “Puedes
estar seguro de que Dios se haya más dispuesto a darte la paz que tú a
recibirla”, lo que quiere decir es que el corazón de Dios y su deseo para darte la
paz, gana incluso al deseo propio de uno recibirlo, o sea si hay un corazón
deseoso de que alguien pueda tener paz, ese es el corazón de Dios y ese su
deseo ¿de acuerdo?
M. Totalmente de acuerdo y cuando le entregamos nuestro corazón y nuestras
vidas, ya podemos descansar y tener esa paz.
F. Por todo ello, el deseo de entregar toda nuestra vida al Señor sería el
cuarto consejo que nosotros daríamos a las personas que no tienen paz, que no
la han hallado aún, la paz es la consecuencia de conocer a Dios el Eterno y
al Señor Jesucristo.
23
M. ¡Qué bueno!, así que encontramos la paz del Señor cuando estamos
dispuestos a entregarle nuestro corazón, a abandonar nuestra rebelión, a
aceptar la misericordia de Dios y cuando humildemente corremos hacía
Dios, una vez queremos y hemos reconocido nuestros pecados, corremos
hacía el Señor, nos consagramos al Señor y vivimos en consagración.
Y para terminar este tema sobre “cómo buscar la paz” desde la otra
perspectiva, desde la perspectiva de aquellos que ya conocemos a Dios, pues
acabamos de ver la de aquellos que no conocen a Dios.
Ahora, vamos a ver los consejos para los creyentes, los que ya tienen paz
con Dios pero necesitan ciertas recomendaciones para no perder esa misma
paz, claro? para mantenerla, soy hijo de Dios, estoy reconciliado de corazón,
he experimentado esa paz, pero a veces veo que la pierdo, a veces veo que
no soy capaz de mantenerla y para eso vamos a ver seis recomendaciones,
son seis consejos para los cristianos y son tan sencillas que nos vamos a
identificar con cada una de ellas y cada creyente va a poder indicar en cuál
de ellas se ha constituido una puerta abierta a través de la cual el enemigo
entra para robar o a través de la cual la paz se marcha y se nos va. “el ladrón
(Satanás) no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
El primer consejo consiste en no hacer ningún tipo de paz ni ningún tipo
de alianza con el pecado, con el pecado no se puede negociar, no se puede
hacer ningún tipo de negociación, de tramite, de alianza, de acuerdo, ¡No!,
¡no!, y ¡no!, hay un dicho que suelo decir y escuché en CRISTO PARA LAS
NACIONES ¡imagínate! Hace ya 30 años y un predicador dijo: “el pecado, con
el pecado no se puede jugar y si se juega el que juega es el pecado contigo”.
El pecado no se puede controlar, es que el que controla siempre es el pecado y
el pecado te llevará allá dónde no quieres ir y te costará más de lo que puedes
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pagar y ¡es verdad! Tú dices, ¡no!, yo solo quiero llegar, yo controlo, yo controlo,
si yo estoy jugando yo sé lo que estoy haciendo, quiero llegar hasta un límite,
pero... ¡No!, el pecado siempre te va a llevar más allá de dónde tú quieres y el
pecado siempre te llevará al precipicio y la gente dice, no, no, yo controlo, yo
controlo y me voy a quedar en el borde del precipicio, ¡No!, no y no, el pecado te
empujará y te despeñará por el precipicio, entonces a veces negociamos,
toleramos, justificamos cierto pecado, todo el mundo lo hace, no es tan grave.
Dios me entiende, soy humano, soy débil, soy así, ¿no? Por todo esto, no hay
que hacer alianzas con el pecado. La carta a los Romanos, capítulo 8 es muy
claro, el que siembra en cuestiones corruptas o corruptibles va a cosechar lo
mismo y “No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el
hombre sembraré, eso también segará” (Gálatas 6:7), pero... asimismo el que
siembra en lo incorruptible va a cosechar también ese fruto eterno,
incorruptible y en el mismo Romanos 8 nos exhorta que hagamos morir las
obras de la carne por medio del Espíritu Santo “Porque si vivís conforme a la
carne moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne,
viviréis. Porque todos los que son guiados por el ESPIRITU DE DIOS, estos
son hijos de Dios” (Romanos 8: 13-14).
¡No! no se dice coquetear, jugar, hacer las paces a ver si llegamos a algún tipo
de acuerdo, a ver si hacemos una tregua, el pecado jamás nos va a dejar en paz,
por lo tanto, la primera causa de por qué los cristianos no encontramos ese
reposo, sino lo contrario es porque le hemos dado lugar al pecado en nuestras
vidas, que no han sido entregadas o que fueron entregadas, pero, posteriormente
nos hemos ido debilitando, nos hemos ido relajando y esas áreas de pecado han
vuelto a nuestra vida y ahora nos separan de Dios y fomentan intranquilidad en
nuestra propia conciencia y el Espíritu Santo nos hace vivir en lugar de una
vida de santificación, pues de condenación, de no tener esa paz.
Y claro está no podemos olvidarnos de ninguna manera de nuestro archienemigo,
el diablo, el maquinador, usurpador de todo lo que significa alguna
25
bendición para el creyente, porque nos odia a muerte, no nos odia un
poquito y cuando se burla de nosotros lo hace con un cinismo, con un
despotismo, con una burla y un desprecio que pone los pelos de punta, de
miedo y te entran escalofríos, es verdad el diablo es un enemigo de cuidado
al que de ninguna forma se le puede ignorar ni menospreciar y su mejor y
mayor engaño a la humanidad es hacer creer a éste que no existe, pero...
¡vaya! ¡Que si existe! “No deis lugar al diablo” (Efesios 4:27) sino “Vestíos de
toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
asechanzas del diablo” (Efesios 6:11), “Someteos pues, a Dios; resistid al
diablo, y huirá de vosotros, acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.
Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad
vuestros corazones” (Santiago 4:7-8), “Os escribo a vosotros, padres, porque
conocéis al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes
porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros hijitos porque
habéis conocido al Padre” (1ª Juan 2:13) y “El que practica el pecado es del
diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo
de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1ª Juan 3:8).
Así que, el primer consejo es volver a la santidad, volver a la santificación,
esto va a traer mucha paz a nuestras vidas. El segundo consejo ya no tiene
que ver con el pecado, lo que nos roba la paz ahora y aunque suene bruto o raro,
son las personas, relaciones con las personas no adecuadas, cosas que tú has
hecho a gente o cosas que la gente te ha hecho a ti; por lo tanto, debemos buscar
tener relaciones sanas y sanar las relaciones que tenemos, ya sea que nos hayan
ofendido para perdonar o ya sea que nosotros hemos ofendido para pedir perdón,
pero muchas veces la paz no la vivimos en esa paz, en esa tranquilidad porque
no estamos cumpliendo la ley de Cristo de amar a Dios, en primer lugar “Y
amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas
tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5) y amar al prójimo como a nosotros mismos. ¿Por
qué no tenemos paz? Porque a veces no nos hemos dado cuenta de que a
nosotros se nos ha perdonado mucho y nosotros no queremos perdonar a otros,
26
tenemos la parábola del siervo al que se le perdonó mucho y luego ese siervo se
encontró a otro siervo en el escalafón de la jerarquía por debajo de él y siendo
que este segundo siervo le debía dinero y tenía una deuda con él, no quiso
perdonar al siervo y cuando el Señor se entera, lo llama y le dice, pero vamos a
ver, si yo te he perdonado un millón, ¿no eres tú capaz de perdonar mil?, pues a
la cárcel, a la prisión, otra vez a ese entorno dónde no hay paz, reposo ni
bienestar. “Entonces, llamándole su señor, le dijo: siervo malvado, toda
aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener
misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su
señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que
debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de
todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.” (Mateo 18:32-35).
“Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque
amó mucho; más aquel a quién se le perdona poco, poco ama” (Lucas 7:47)
“Y, ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá
multitud de pecados” (1ª Pedro 4:8)
La tercera razón de por qué a veces nos cuesta mantener la paz tiene que ver
con las cosas que nos rodean, por las necesidades, porque a veces pensamos o
no confiamos en el Señor que Dios es nuestro proveedor, que Dios puede suplir
todas nuestras necesidades, que nos cuida, tiene que ver con lo material y
muchas veces vivimos en una angustia porque no voy a llegar a fin de mes, qué
va a pasar con la casa, quién va a poder pagar la hipoteca y qué va a pasar con
los demás pagos, qué va a pasar con los alimentos de cada día (podré pagar el
aceite o la leche) y con la educación de mis hijos (¡cómo no sea gratuita!), ¿quién
va a proveerles de los necesario (alimento y vestido) y estas cuestiones
materiales que son necesarias pero a veces toman un lugar exagerado o
desproporcionado en nuestras vidas al grado que controlan y se hacen tan
grandes que nos roban la fe, nos roban la paz y nos olvidamos que los creyentes
estamos bajo la cobertura del DIOS ETERNO, del TODOPODEROSO, DEL
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CREADOR DEL UNIVERSO (con todas las galaxias de galaxias que tenga) y
claro hemos de recordar “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia
y todas estas cosas se os darán por añadidura”. (Mateo 6:33) y “Joven fui, y
he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que
mendigue pan” (Salmos 37:25), pues estamos confiados y sabemos que el
Señor nos dará por añadidura todas estas cosas que nos faltan, que necesitamos
en cuánto a la vida, el sustento, la ropa, la casa, es más, en este sentido tenemos
otra palabra en los Evangelios dónde el Señor habla de cómo es El, ese buen
padre que sabe y entiende las necesidades de sus hijos y llega a decir “ ¿Qué
padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado,
en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará
un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas
a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el ESPIRITU
SANTO a los que se lo pidan? (Lucas 11:11-13), ¿cuánto más yo que soy el
buen Padre cuando me pedís las cosas que necesitáis voy a suplirlas hasta el
final. Aquí se trata de un tipo de incredulidad en el que uno deja de confiar en la
capacidad de Dios para darnos esa provisión que necesitamos y efectivamente,
eso hace que pierdas la paz, pero no la salvación ya que nos estamos
dirigiendo a hijos de Dios como vimos al principio. “Pero yo os digo: Amad a
vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que
os aborrecen, y orad por lo que os ultrajan y os persiguen; para que seáis
hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre
malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:44-45).
Hemos pasado temporadas duras y difíciles y esa falta de confianza en el Señor
es como un ladrón de la paz, un ladrón de los grandes. Vamos con la cuarta
razón que siempre sale en las encuestas, los problemas, las angustias, las
circunstancias de nuestro alrededor y nos preocupamos muchas veces de
cuestiones que no son reales, que todavía no han sucedido, a veces en medio
de la lucha nuestro corazón sufre de esa falta de paz y ahí es cuándo debemos
entender muchos versículos dónde el Señor habla claramente y uno de ellos es
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es
28
Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir, sino que
dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis
soportar” (1 Corintios 10:13), o sea no hay ninguna prueba o tentación que
no sea humana, sino que, juntamente con esa prueba el Señor también dará
una puerta abierta, saber que el Señor está con nosotros y por nosotros.
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién
acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica ¿Quién acusará a
los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la
diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará
del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos
muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes,
en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que
nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:31-39). Y saber por las
pruebas que el Señor las va a usar para nuestro beneficio, para nuestro
crecimiento, nuestra madurez para que podamos crecer y madurar mucho en el
Señor, entonces, las pruebas son inevitables, lo que sí es evitable es la actitud
con la que afrontamos dichas pruebas y es que la prueba o te acerca a Dios o
te separa de Dios, no hay término medio, la prueba te hace más espiritual o
te hace más carnal, la prueba te aviva o te mata, o te hace crecer directamente
o te hace disminuir; entonces nosotros en medio de la prueba y de la dificultad
tenemos que entender que Jesucristo fue tentado en todo, igual que nosotros,
que Cristo pasó todas las pruebas igual, incluso más que nosotros y que Él está
con nosotros, que podemos mantener la paz y el reposo, pues sabemos que el
Señor está juntamente con nosotros cuando estamos pasando por la prueba y
saber que podemos entregarle a Él todas nuestras ansiedades “Echando toda
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vuestra ansiedad sobre El, porque Él tiene cuidado de nosotros” (1ª Pedro
5:7) por medio de la oración porque si estamos pendientes y obsesionados con
qué va a ser de mí en el futuro, esa aflicción en la que entramos con angustia y
ansiedad y para soportar con paciencia dicha aflicción debemos de estar bien
afirmados en Cristo y confiando descansar en El, experimentar que
nuestras vidas están en sus manos y que Dios obra todas las cosas para
nuestro bien, “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”
(Romanos 8:28).
La quinta recomendación ,sería que muchas veces no podemos mantener la
paz por las prisas, lo instantáneo, lo rápido, esto lo quiero ahora y lo quiero ya,
carecemos de una visión de eternidad, no queremos esperar muchas veces al
CIELO para nuestra RECOMPENSA, no tenemos una visión de largo alcance,
de largo recorrido, tenemos una visión muy miope de las cosas, muy
cortoplacistas, muy hedonista, queremos tenerlo todo solucionado a nuestra
manera y no como Dios quiere; es como el ejemplo del hombre y la mujer que
clamaban y gritaban a Dios, ¡Dame paciencia!, pero Dios ¡Dámela ya!, pues
muchas veces las prisas, el ahora, lo instantáneo, lo rápido te hacen caer, un
estrés, una ansiedad, un desasosiego. ¡Tranquilo! Dios tiene un proceso de
muchas cosas, de hecho, ni se resolverán en esta vida porque pertenecen ya a
la vida eterna, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga
Vida Eterna, porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es
condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído
en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y ésta es la condenación: que la
luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz,
porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece
la luz y no viene a la luz, para que sus obras sean reprendidas. Mas el que
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practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son
hechas en Dios” (Juan 3:16-21).
“Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de
vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra con ella” (Juan
8:7).
Así como: “Estas cosas os he escrito a vosotros los que creéis en el nombre
del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis (en presente) la Vida Eterna” (1ª
Juan 5:13).
Y habrá cosas que tendrán que ser perfeccionadas, consumadas cuando
estemos con el Señor en el Reino de los Cielos. Entonces, debemos tener una
visión de eternidad y si no, nos roba la paz. Yo, pongo el ejemplo de mi vista,
yo oro por sanidad y para que vea de mi ojo derecho, pero sé que veré bien y
perfectamente, pero ya me da igual porque no me quita la paz, si no la recobro
en esta vida, en este lado de la eternidad porque yo sé y tengo paz y estoy
tranquilo en esto, descanso en que tengo toda una eternidad por delante para
curarme. Eso es tener una perspectiva de eternidad, ¡efectivamente!,
tenemos que descansar en eso, de acuerdo, ¡no, no, no! No ser tan terrenales.
En la Santa Biblia, tenemos el ejemplo superconocido de Pablo, él también tenía
una carencia física y le pidió al Señor por tres veces que se la quitara, pero...
veamos la respuesta de Nuestro Señor Jesucristo: “Y me ha dicho: Bástate mi
gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena
gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el
poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades,
en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque
cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2ª Corintios 12:9).
31
Y la sexta y última razón, no tenemos paz, porque no estamos haciendo lo
que deberíamos hacer. M. ¡Sí, señor! F. Porque no estamos cumpliendo
nuestra misión, estamos en el lugar equivocado, haciendo las cosas equivocadas
y no haciendo lo que deberíamos hacer y aquí viene algo que para todos los
cristianos que Sí lo hacemos, nos va a dar paz, esto es cumplir la GRAN
COMISION, predicar el Evangelio, testificar, extender el Reino de Dios esto
nos va a dar paz y cuándo no lo hacemos porque no estamos predicando, no
estamos discipulando ni extendiendo el Reino de Dios, sino que vamos a nuestros
asuntos e intereses, pues no hay paz, pero cuando nos centramos en hacer
la voluntad de Dios y cumplimos nuestra misión de extender el reino de
Dios, predicar el Evangelio y lo dice con gozo la Palabra de Dios, saldréis
y con paz volveréis (aquellos que predican las Buenas Nuevas), “Irá andando
y llorando el que lleva la preciosa semilla; más volverá a venir con regocijo,
trayendo sus gavillas”. (Salmos 126:6).
Así que, una manera de mantener y fortalecer la paz es la de poder cumplir
nuestra misión y descansaremos en El “Porque así dijo Dios el Eterno, el
Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en
confianza será vuestra fortaleza” (Isaías 30:15). Se trata por todo ello de estar
en la voluntad de Dios y cuando estamos dentro de la voluntad de Dios en aquel
propósito que tiene para nosotros, en aquel lugar acertado, allí hay paz, esa paz
que sobrepasa todo entendimiento, que no es una paz como la del mundo que va
y viene, “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la
da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27), sino que es
una paz interna, del corazón, una paz que te preserva, una paz que te da esa
visión de eternidad de la que hablábamos antes, una paz que se puede estar
hundiendo el mundo a tu alrededor y tú vas a mantenerla, vas a estar en esa
parte de DIOS dónde DIOS está.
32
Veámos brevemente como entiende y comprende Nuestro Señor, LA LIBERTAD,
(Juan 8:12-34) y es que ¡la verdad me hace libre! La clave para ser liberados
del pecado es llenar continuamente nuestra mente con la Palabra de Dios.
Los fariseos rechazaron a Jesús a pesar de que estaba diciendo la verdad. Pero
otros escucharon y creyeron, como vemos en este pasaje. A ellos el Señor les
dijo: “Si permanecéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos,
y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres “(Juan 8: 31-32). Mucha
gente, sin embargo, pensó que estaba ofreciendo libertad de la opresión romana
o incluso de todos los problemas de esta vida. Pero eso no es lo que Jesús
quiso decir en absoluto. Él estaba ofreciendo LIBERTAD DEL PECADO.
Cuando creemos en la verdad del evangelio y nos volvemos al Salvador para la
salvación, somos liberados del CASTIGO DEL PECADO que es LA
CONDENACION ETERNA. Pero ¿sabías que la verdad de Dios también nos
libera del PODER DEL PECADO ahora mismo? Aunque continuaremos luchando
con la tentación después de que seamos salvos, ahora tenemos dentro de
nosotros la fuerza divina de Cristo para resistirla y vencerla. ¿Se siente atrapado
en patrones y deseos pecaminosos? Como dijo Jesús, continuar en la Palabra
de Dios es la clave para la verdadera libertad. Llena tu mente con Su verdad,
y el pecado perderá su poder sobre ti, hoy y por toda la ETERNIDAD.
¿Qué entendemos por justificación? (Romanos 5:1-5; Romanos 8:1-11)
Por definición es “conformidad con lo justo” “prueba convincente de una
cosa” y “santificación interior del hombre por la gracia”.
Bien, esta es la conclusión de la Real Academia de la Lengua Española.
33
Pero el apóstol Pablo tiene mucho más para enseñarnos sobre esta cuestión tan
importante, como es presentarnos justos delante de la justicia perfecta de Dios el
Eterno y dónde El mismo nos declara justos, aunque eso sí, solo por el único
sacrificio perfecto de su Hijo, Jesucristo en la cruz del Calvario a favor nuestro.
“Porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree; al judío, primeramente, y también al griego,
porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como
está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:16-17).
“El cuál (Jesucristo) fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para
nuestra justificación” (Romanos 4:25).
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de Nuestro
Señor Jesucristo” (Romanos 5:1)
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya
justificados en su sangre, por El seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9)
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”
(Romanos 8:1)
“Mas por El estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por
Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1ª Corintios 1:30)
“Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma” (Hebreos
10:38)
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“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus
oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal” (1ª
Pedro 3:12)
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por
los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne,
pero vivificado en espíritu” (1ª Pedro 3:18)
“Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por
la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser
justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuánto por las
obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2:16)
“Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque
El justo vivirá por la fe” (Gálatas 3:11)
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la
gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás
murió Cristo” (Gálatas 2:20-21)
Los creyentes, ¿hemos de cumplir la Santa Ley de Dios, o sea los 10
Mandamientos?
Una vez el creyente es liberado del pecado y de su poder, siendo justificado
ante Dios como justo, el creyente no está obligado al cumplimiento estricto
de los 10 mandamientos (porque entonces estaría de nuevo bajo la ley), no
que no procure cumplirlos porque espiritualmente los mandamientos son
35
moralmente y espiritualmente buenos, pero si dicho creyente cayese en
alguno de ellos, el peso de la Ley no caería sobre él, porque no estamos
bajo la ley sino bajo la gracia.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”
(Efesios 2: 8-10).
Esto es lo que les ocurrió a los gálatas que empezaron bien el camino de la
salvación por la fe, pero que... al no poder cumplir los 10 mandamientos,
estaban frustrados y estaban retrocediendo la carrera hacia el Padre y por
esto Pablo tiene que salir a su rescate, a poner las cosas en su sitio y
recriminarles, “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no
obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya
presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo
quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la
ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el
Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? ¿Tantas cosas habéis
padecido en vano? si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que
os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por
las obras de la ley, o por el oír con fe? (Gálatas 3: 1-5)
Fe y obras, ¿Qué significado tienen a la luz de la Santa Biblia?
Vamos a ver qué pasa con este asunto tan espinoso para algunos.
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La iglesia católica ha colocado la Tradición de la historia de su iglesia al
mismo nivel teológico que las Santas Escrituras, cosa que no se puede
hacer porque no hay color. Es como comparar una choza pigmea africana
con el Empire State de Nueva York por poner un ejemplo. Asimismo, ha
enfatizado a lo largo de su historia teológica (mejor de los papas ni los
mencionamos) que la salvación del hombre se conseguía en hacer o producir
obras de caridad, cuántas más mejor y así se llegaba al cielo, pero como
obviamente no se llegaba a la perfección pues no hay problema, inventamos
el purgatorio (no se encuentra en ningún lugar de la Biblia, ni católica, ni
protestante, ni ortodoxa) para los mediocres que sin llegar al cielo irían a un
purgatorio inexistente desde dónde a través de misas, rosarios, liturgias y
quién sabe cuántas cosas más darían el salto al cielo, ¿ah, amigos?, pero
este tinglado tiene un precio que se llama indulgencias con las que
construyeron la basílica del Vaticano en Roma y en este momento preciso de
la historia y por voluntad divina que no podía soportar tanta corrupción en la
iglesia católica romana, que se autoproclamaba como “la única en la cual hay
salvación”, esto es el monopolio perfecto; aparece un joven fraile llamado
Martín Lutero y lo único que pretende Lutero es reformar la iglesia católica
desde dentro (ver su biografía) y lo intenta de la mejor manera que puede y
sabe pero como la curia vaticana se lo impide se ve obligado a romper con
Roma, resultado: clava las famosas 95 tesis en la catedral de Witemberg
(Alemania) en el año 1517 y da comienzo oficial a la Reforma del siglo
XVI. La respuesta del Vaticano no se hizo esperar, declaró a Lutero hereje,
quemó sus tesis, lo declaro la oveja negra de la iglesia, rebelde, etc... e
intentó darle muerte para atajar el movimiento que acababa de empezar.
Siempre ha sido así con los hombres del Dios Eterno, han sido perseguidos
hasta la muerte, son los mártires de la fe, la lista interminable de los héroes
de la fe (Ver carta a los Hebreos), pero... DIOS EL ETERNO preservó la vida
de Lutero y la Reforma triunfó por... la ayuda de DIOS Y DEL ESPIRITU
SANTO.
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Martin Lutero un fraile, católico que no hallaba la paz con Dios y se
atormentaba porque no tenía la paz del corazón ni la seguridad de la
salvación comienza a leer la Palabra de Dios (solo permitido a los
privilegiados nunca al pueblo sencillo y llano, ¡no vayan a descubrir la verdad!
Pues bien, Lutero lee y estudia la Biblia y guiado por el Espíritu Santo
descubre el siguiente texto: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se
enorgullece; más el justo por la fe vivirá” (Habacuc 2:4) y es como si se le
hubieran abierto las puertas del Reino de los Cielos porque acaba de
descubrir la clave para obtener la paz y la seguridad de la salvación,
naturalmente solo en Jesucristo, el que afirmó rotundamente: “Yo soy
el camino, la verdad y la vida y nadie viene al Padre si o por mí” (Juan
14:6).
Y la ironía de todo esto es que si Vd viaja hoy día a Roma (2023, d. de C.) y
todavía más de cuatro siglos después pues podrá comprar sus indulgencias
para Vd, sus familiares o amigos en el Vaticano y alrededores, ¡cómo ha
progresado la iglesia católica romana!, y ¿cuándo se va a reformar? porque
la basilica de Pedro hace ya tiempo que se terminó de construir.
Para terminar este asunto teológico: una cosa son las obras de caridad,
también llamadas de misericordia, que todos hemos hecho alguna vez como
ayudar al prójimo con alimentos, vestidos, dinero o donaciones altruistas,
incluso a la propia iglesia católica (2% Irpf) o a Ong´s, etc. Y otras obras, no
confundir con las obras de la ley (10 mandamientos) que NADIE ha
podido cumplir ni cumplirá, excepción hecha de Nuestro Señor
Jesucristo que nació, vivió y murió SIN PECADO.
EN RESUMEN: Todos podemos salvarnos por Jesucristo y en
Jesucristo ¿Por qué? Muy sencillo, porque Jesucristo es nuestro
Redentor de ambos, Evangélicos (protestantes) y católicos y de los
demás credos y religiones, ya sean con connotaciones cristianas o
paganas, pues la diferencia solo la hace la PERSONA DE JESUCRISTO.
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Y ¿cuál es la inexistente controversia entre la fe y las obras? El apóstol
Santiago lo explica claramente:“Hermanos míos, de qué aprovechará si
alguno dice que tiene fe, ¿y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un
hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del
mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz,
calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el
cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta
en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu
fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tu crees que Dios es
uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres
saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por
las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el
altar? ¿No ves que la fe actúo juntamente con sus obras, y que la fe se
perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó
a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros
veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la
fe. Asimismo, también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando
recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? Porque como el cuerpo
sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (Santiago 2:
14-26)
¿Qué es el El Nuevo Pacto? (Mateo 26:26-29)
“Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el
Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las
escribiré” (Hebreos 10:16).
“La comunión íntima de DIOS EL ETERNO es con los que le temen, y a
ellos hará conocer su pacto” (Salmo 25:14).
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Bien, el Nuevo Pacto fue instituido por Jesucristo en la última cena
cuándo dirigiéndose a sus apóstoles mientras comían, tomó Jesús el
pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed;
esto es mi cuerpo (naturalmente que el pan no era su cuerpo, lo dijo en
sentido figurado, es claramente una alegoría, exactamente lo mismo que con
el vino que naturalmente tampoco es su sangre, ¡tan difícil de entender es
esto!, ¡por Dios!). Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio,
diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del Nuevo
Pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Y
os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta
aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el Reino de mi Padre
(Mateo 26: 26-29).
El Dios Eterno ha realizado la gran diferencia y nos ha abierto las
puertas del cielo y nos ha permitido entrar a EL... SOLO POR LOS
MERITOS DE SU HIJO JESUCRISTO POR SU UNICO Y ETERNO
SACRIFICIO EN LA CRUZ, REDENCION HECHA UNA VEZ PARA
SIEMPRE.
“Pero Cristo, habiendo ofrecido UNA VEZ PARA SIEMPRE un solo
sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (Carta a
los Hebreos 10:12).
Porque:
“Misericordia quiero y no sacrificio, ha dicho Dios el Eterno” (Oseas
6:16).
Y, ¿qué pide mi DIOS de mí?:
40
“Haced justicia, misericordia y ser humilde ante El” y aprender de Jesús
que es manso y humilde de corazón, “Llevad mi yugo sobre vosotros y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallareis
descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga”. (Mateo 11:29-30).
Jesucristo restaurará todas las cosas
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros
pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de
refrigerio y El envíe a Jesucristo (2ª Venida), que os fue antes
anunciado; a quién de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los
tiempos de la restauración de todas las cosas, de qué habló Dios por
boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”.
(Hechos 3: 19-21).
“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor
nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación”
(Romanos 5:11).
“Y todo esto proviene de Dios, quién nos reconcilió consigo mismo por
Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en
Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los
hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la
reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como
si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos con Dios”. (2ª Corintios 5:18-20).
“Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos,
habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es
41
nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared
intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley
de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí
mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante
la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella
las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros
que estabais lejos, y a los que estaban cerca, porque por medio de él
los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”.
(Efesios 2:13-18)
“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos
y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean
dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por
medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas
en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es
el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga
la preeminencia; por cuánto agradó al Padre que en él habitase toda
plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las
que están en tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz
mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1: 15-20).
“Y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque
nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es
el Salvador del mundo, el Cristo” (Juan 4:42).
Desde un punto de vista la restauración espera el regreso del Señor y Pedro
desde el principio considera este hecho como tema de profecía. Se infiere
legítimamente que la restauración señala hacía algún estado de cosas como
la del hombre antes de la caída, aunque no existe ningún pasaje bíblico que
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lo exprese categóricamente. Algunos han sostenido que la expresión
“tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios” habla de
la salvación universal, aunque yo no creo en la salvación universal porque
claramente iría en contra de todo lo expuesto anteriormente, esto es la
esencia del EVANGELIO DE JESUS.
La iglesia
Jesús dijo en Lucas 9:23, “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. Pues en verdad es una
condición dura que hay que asumir si queremos ser sus discípulos, pero en
Mateo 11:30 se destapó el secreto del costo de seguir a Cristo, ya que
afirmo, “Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”. Esta es la esencia
misma del Evangelio de Jesús. El exige un esfuerzo, pero un esfuerzo que
tiene su recompensa. Bueno, Jesucristo es así, nunca nos deja tirados en la
cuneta, pues todos sabemos que en esta vida nada hay completamente
gratis; si exceptuamos la salvación que Jesucristo ofrece que es gratuita
para nosotros, pero a El le costó el mayor precio posible: Ser crucificado
en una ignominiosa cruz como menciona Pedro en 1ª Pedro 3:18,
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo
por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la
carne, pero vivificado en espíritu”. O sea, Jesús murió por toda la
humanidad como afirma Juan en su 1ª carta, 1ª Juan 2:2 “Y él es la
propiciación por nuestros pecados y no solamente por los nuestros
sino también por los de todo el mundo” y en su mismo evangelio, Juan
3:16: “De tal manera amó Dios el Eterno al mundo que ha dado a su Hijo
Unigénito para que todo aquel que crea no se pierda, sino que tenga la
vida eterna” ¿Quiere esto decir que todos van a salvarse? pues no, lo que
el sacrificio de Jesús significa es que El hizo posible la salvación para
todos los que se arrepienten de sus pecados y confiesan a Jesús como
su Señor y Salvador, como dice Pablo en Romanos 10:9 “Que si
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confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón
que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”.
Y el propio evangelista Juan nos confirma en 1ª Juan 5: 13, “Estas cosas os
he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que
sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo
de Dios”.
Y como el mismo Señor Jesucristo aleccionó a sus apóstoles y discípulos:
“Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos,
e higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da frutos buenos, pero el
árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni
el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no dé buen fruto, es
cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis”
(Mateo 7:16-20). Y las promesas que Jesucristo nos ha dado a los creyentes
son tan entrañables como las que siguen entre muchas otras: “Y yo también
te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las
puertas del Hades (morada de los muertos) no prevalecerán contra ella”
(Mateo 16:18).
Vayamos a analizar el famoso pasaje de la confesión de Pedro (Mateo 16:1320), que ha hecho correr ríos de tinta a lo largo de la historia de la iglesia.
“Y vosotros ¿Quién decís que soy yo? Les pregunta Jesús a los apóstoles
y respondiendo Simón Pedro le dijo “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente.” Entonces Jesús le respondió “Bienaventurado eres, Simón hijo
de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre sino mi Padre que está
en los cielos. Y Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca
edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.
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Jesús le contesta a Pedro que sobre esta roca edificaré mi iglesia. (Mateo
16:18). La iglesia católica romana interpreta erróneamente y para su propio
beneficio que sobre Pedro (1er papa (?), Jesucristo iba a construir su iglesia,
la única iglesia de Jesucristo en la declaración de Pedro (Jesús es el Hijo del
Dios viviente). Además, por si esto fuera poco ¿creen Vds. Los católicos que
Jesús iba a fundar su iglesia sobre Pedro, un apóstol, un creyente impulsivo
e inestable que tan pronto te revelaba estas hermosas palabras como era
capaz de negarle por tres veces ¡a la hora de la verdad! cuando Jesús es
apresado por los romanos a instancias del Sanedrín (elite judía). Sí, gracias
a Dios se arrepintió a tiempo “Entonces Pedro se acordó de las palabras de
Jesús, que le había dicho; Antes que cante el gallo, me negarás tres veces.
Y saliendo fuera, lloró amargamente” (Mateo 26: 75) y el Señor, una vez
resucitado le restituyó su ministerio. “Cuando hubieron comido, Jesús dijo a
Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que a éstos? Le
respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo apacienta mis corderos.
Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le
respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo pastorea mis ovejas. Le
dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de
que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Y le respondió: Señor, tú lo sabes
todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. De cierto, de
cierto te digo; Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías;
más cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro y te llevará
a donde no quieras. Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de
glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme. (Juan 21: 15-19).
¿Quién es la cabeza de la iglesia?, ¡Jesucristo!
¡Jesucristo es el mismo, ayer, y hoy, y por los siglos! (Hebreos 13:8)
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“Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.
Si me conocieseis también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le
conocéis, y le habéis visto” (Juan 14: 6-7).
“Yo he venido para que tengáis vida y vida en abundancia” (Juan 10:10).
“Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mi aunque haya muerto
vivirá para siempre” (Juan 11:25)
“En la casa de mi Padre, muchas moradas hay: si así no fuera yo os lo
hubiera dicho, voy pues a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:2)
Porque Dios el Eterno es santo y no puede pasar por alto nuestras
iniquidades, aunque pensemos que son pequeñas e insignificantes, como
Dios el Padre el eterno les dice a los israelitas: “Pero vuestras
iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y
vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”
(Isaías 59:2)
Pero también dice Isaías 53:6 “Todos nosotros nos descarríamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino; más el Eterno cargó en él el
pecado de todos nosotros”.
Jesús, además del dolor físico (que fue horrible), tuvo que sufrir la
separación de Dios en su espíritu (del que no se había separado nunca
antes) y que fue mucho peor que el físico, porque Dios estaba
descargando sobre El el peso de todos nuestros pecados (los tuyos y
los míos) y los de todo el mundo. Ese fue el gran drama de la cruz, “que
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles
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en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación, así que, somos embajadores en nombre de
Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en
nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado,
por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él”. (2ª Corintios 5:19-21).
“Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, eloi, ¿lama
sabactani?, que traducido es, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado? (Mateo 15:34), porque era necesario, de otra manera ningún
ser humano se hubiera salvado, nos hubiésemos quedado sin ninguna
opción de salvación.
“Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo
inclinado la cabeza, entregó el espíritu” (Juan 19:30). ¡Por fin! ¡Jesús ha
vencido! ¡Dramática victoria! ¡Tremenda victoria! ¡Inigualable victoria! ¿Ha
valido la pena, tanto sufrimiento, tanta persecución, tanto odio al Santo de
Israel, su verdadero, único y auténtico Mesías? ¡Naturalmente que SI!
Veámoslo con más detalle:
¡Pero, la muerte no lo pudo retener y ! resucitó al tercer día ! Y ahora
está en los Cielos a la derecha de su Padre, de Dios el Eterno, aprobado
por su sacrificio perfecto, pues como Dios que es puede satisfacer la
justicia impoluta del Eterno y como hombre que era pudo justificar a los
pecadores e injustos ante la justicia perfecta del Eterno Dios.
¡ Señores ! ¿Qué debo hacer para ser salvo? Preguntó el carcelero de
Filipos a Pablo y Timoteo (Hechos de los Apóstoles 16:30). La respuesta de
ambos fue “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”
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(Hechos de los Apóstoles 16:31). Creer en el Señor Jesús, creer que El es el
Hijo de Dios, Dios manifestado en carne.
Pero si andamos en luz, como El está en luz, tenemos comunión unos
con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado
(1ª Juan 1:7)
¿Y si después de creer ha vuelto a pecar? (1ª Juan 2:1) nos dice, “Hijitos
míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere
pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.
¿Cómo debo vivir ahora? En luz.
“Lampara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmos
119:105).
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2ª
Timoteo 3:16-17).
“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en
vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos
espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo
todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio
de él” (Colosenses 3:16-17).
¿Cómo quiere Dios que le hablemos?
48
Orar es expresar a Dios lo que está en nuestros corazones. Orad sin
cesar (1ª Tesalonicenses 5:17), esto es, con frecuencia. Para el Eterno Dios
la comunicación con sus hijos es importante. “Más a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios, los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad
de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13).
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para
alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos
4:16).
“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para
que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago
5:16).
El también nos escucha cuando somos felices y todo nos va bien,
alabémosle, adorémosle, glorifiquémosle. Seamos agradecidos por lo que
Dios es para nosotros.
“Entonces los que temían al Dios Eterno hablaron cada uno a su
compañero; y el Eterno escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria
delante de El para los que temen al Eterno, y para los que piensan en su
nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho el Eterno en el día en
que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo
que le sirve. Entonces os volveréis y discerniréis la diferencia entre el
justo y el malo, entre el que sirve al Eterno y el que no le sirve”
(Malaquías 3:16-18).
49
Debemos tener el mismo espíritu de la comunidad cristiana de la Iglesia
Primitiva, “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se
añadieron aquel día como tres mil personas, y perseveraban en la
doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el
partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos de los Apóstoles 2: 4041), por lo que hemos de compartir con los que no conocen a Dios todas
estas cosas y los milagros que el Señor ha obrado en sus hijos y con
sus hijos.
¡Cómo obró Jesús con el endemoniado gadareno, este pobre hombre estaba
endemoniado y poseído por una Legión de demonios que lo atormentaban
día y noche y vivía entre los sepulcros, destrozaba las cadenas de hierro
como si fueran de papel, tal era su descomunal fuerza y era el temor de la
región de Gadara!. (Marcos 5: 1-20).
El Señor lo libertó y el que había estado endemoniado le rogaba a Jesús
que le dejase estar con él.
Más Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos,
y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha
tenido misericordia de ti. Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis
cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban.
(Marcos 5: 18-20).
Les suena a Vds algo del comportamiento de este hombre, porque a mí me
habla muy de cerca, en verdad yo también con mi testimonio al escribir este
libro estoy publicando las grandes cosas que mi Señor y Salvador
Jesucristo ha hecho y sigue haciendo en mi vida.
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Por veinte siglos y algo más el Dios eterno ha mostrado su paciencia, “Pero
Dios el Eterno habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia,
ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;
por cuánto ha establecido un día en el cuál juzgará al mundo en justicia,
por aquel varón a quién designó, dando fe a todos con haberle
levantado de los muertos” (Hechos de los Apóstoles 17:30-31).
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza,
sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno
perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2ª Pedro 3:9).
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).
La obra del Espíritu Santo
“Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros. Pero
ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A
dónde vas?. Antes porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado
vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me
vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más
si me fuere, os lo enviaré. Y cuando EL venga, convencerá al mundo de
pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuánto no creen en mí;
de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más y de juicio, por
cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. Aún tengo muchas
cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar, pero cuando
venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no
51
hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os
hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque
tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío;
por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene
el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
(Juan 16: 4-15).
La tristeza se convertirá en gozo
“Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis;
porque yo voy al Padre. Entonces se dijeron algunos de sus discípulos
unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: Todavía un poco y no me
veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; y, porque yo voy al Padre?
Decían, pues: ¿Qué quiere decir con: Todavía un poco? No entendemos
lo que habla. Jesús conoció que querían preguntarle, y les dijo:
¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije: Todavía un poco y
no me veréis y de nuevo un poco y me veréis. De cierto, de cierto os
digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero,
aunque vosotros estéis tristes, vuestra se convertirá en gozo. La mujer
cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después
que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo
de que haya nacido un hombre en el mundo. También vosotros ahora
tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y
nadie os quitará vuestro gozo. En aquel día no me preguntaréis nada.
De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi
nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre;
pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16: 1624).
Yo he vencido al mundo
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“Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os
hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del
Padre. En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré
al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros
me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios. Salí del Padre, y
he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. Le dijeron
sus discípulos: He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría
dices. Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que
nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les
respondió ¿Ahora creéis? He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que
seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; más no
estoy solo, porque el Padre está conmigo. Estas cosas os he hablado
para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad
yo he vencido al mundo.” (Juan 16; 25-33).
Viviendo en el Espíritu
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley
del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por
cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de
carne de pecado
y a causa del pecado, condenó al pecado en la
carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no
andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que
son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del
Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es
muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz Por cuanto los
designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan
53
a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no
pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino
según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en
vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el
espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó
de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos
a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su
Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no
a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís
conforme a la carne moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las
obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis
recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!.
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos
con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las
aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria
venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente
de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad,
sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la
creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la
libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la
creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y
no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las
primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros
mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve no es
esperanza; porque lo que alguno ve ¿a qué esperarlo? Pero si
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esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual
manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de
pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede
por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los
corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la
voluntad de Dios intercede por los santos”. (Romanos 8: 1-27).
Mas que vencedores
“Y sabemos que los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los
que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre
muchos hermanos, y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a
los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos
también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él
todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el
que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más
aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de
Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez,
o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos
todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en
todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que
nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni
lo alto, ni lo profundo, ni ninguna cosa creada nos podrá separar del
amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8: 2839).
55
El comienzo de la Iglesia (Hechos de los Apóstoles 1 y 2)
La promesa del Espíritu Santo
“En el primer tratado, oh, Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que
Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido
arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los
apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber
padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables,
apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del Reino
de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén,
sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis
bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” (Hechos de
los apóstoles 1: 1-5).
La ascensión
“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor,
¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a
vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola
potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas,
viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus
ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él
se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras
blancas, los cuáles también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué
56
estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de
vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos de
los apóstoles 1: 6-11).
Elección del sucesor de Judas
“Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar,
el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo (sábado). Y
entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo,
Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo,
Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos estos perseveraban
unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de
Jesús, y con sus hermanos. En aquellos días Pedro se levantó en medio
de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y
dijo: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en
que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas,
que fue guía de los que prendieron a Jesús, y era contado con nosotros,
y tenía parte en este ministerio. Este, pues, con el salario de su
iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la
mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los
habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su
propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. Porque
está escrito en el libro de los Salmos: sea hecha desierta su habitación,
y no haya quién more en ella; y: tome otro su oficio. Es necesario, pues,
que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el
tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando
desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue
recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección.
Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por
sobrenombre Justo, y a Matías. Y orando, dijeron: Tú, Señor, que
conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has
escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de
57
que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. Y les
echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los
once apóstoles.” (Hechos de los apóstoles 1: 12-26).
La venida del Espíritu Santo
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y
de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que
soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les
aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre
cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que
hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de
todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la
multitud; y estaban confusos, porque cada uno los oía hablar en su
propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no
son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros
hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos,
medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en
Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las
regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto
judíos como prosélitos, cretenses y árabes, los oímos hablar en
nuestras lenguas las maravillas de Dios. Y estaban todos atónitos y
perplejos, diciéndose unos a otros; ¿Qué quiere decir esto? Mas otros,
burlándose, decían: Están llenos de mosto.” (Hechos de los apóstoles 2:
1-13).
Primer discurso de Pedro
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló
diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os
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sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como
vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo
dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré
de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas
profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos
soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en
aquellos días derramaré de mi Espíritu y profetizarán. Y daré prodigios
arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de
humo; el Sol se convertirá en tinieblas, y la Luna en sangre, antes que
venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare
el nombre del Señor, será salvo. Varones israelitas, oíd estas palabras:
Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las
maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio
de él, como vosotros mismos sabéis; a éste, entregado por el
determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y
matasteis por manos de inicuos, crucificándole; al cual Dios levantó,
sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese
retenido por ella. Porque David dice de él; Veía al Señor siempre delante
de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. Por lo cual mi
corazón se alegró, y se gozó mi lengua, y aún mi carne descansará en
esperanza; porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu
Santo vea corrupción. Me hiciste conocer los caminos de la vida; me
llenarás de gozo con tu presencia. Varones hermanos, se os puede decir
libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro
está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo
que con juramento Dios le había jurado que, de su descendencia, en
cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,
viéndolo antes, hablo de la resurrección de Cristo, que su alma no fue
dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. A este Jesús resucitó
Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por
la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu
Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no
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subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate
a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a
quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír
esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros
apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo:
Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para
todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed
salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su
palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil
personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la
comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.”
(Hechos de los apóstoles 2: 14-42).
La vida de los primeros cristianos
“Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran
hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos,
y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus
bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y
perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las
casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a
Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a
la iglesia los que habían de ser salvos”. (Hechos de los apóstoles 2: 4347).
60
“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para
que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”. (Santiago
5:16).
“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”
(Efesios 4:32).
Los dones del Espíritu Santo y sus categorías
Podemos dividirlos en tres por cuestiones didácticas:
- Los Carisma o dones de servicio de Romanos 12: 6-8 dados al
cuerpo por el PADRE que comprenden los dones de profecía, servir,
enseñar, exhortar, dar, presidir, misericordia. En el contexto, también
podemos describir estos dones de servicio, como funciones espirituales
o ministerios (avenidas de servicio) en la iglesia. Una persona puede
ejercer varios de ellos, y pueden ser dones que se solapan un poco.
Estos verdaderamente son dones de Dios y no simplemente logros
humanos. Aunque hay algunas habilidades humanas naturales que
corresponden a esta lista, por lo menos en parte, aún los talentos que
recibimos por naturaleza o crianza tienen su última fuente en el diseño,
propósito, y gracia de Dios. Además, la obra de Dios de la gracia en el
cristiano lo capacita para ejercer sus capacidades en el reino espiritual
y para el beneficio de la iglesia, trascendiendo su capacidad carnal
humana. En la vida del cristiano, Dios puede santificar, edificar, y añadir
a los talentos que tenía antes que él se convirtiera a Dios. En cualquier
sentido, estos dones vienen por la gracia de Dios.
- Los Doma o los 5 dones ministeriales de Efesios 4:8 dados al
cuerpo por el HIJO que constituyen a los apóstoles, profetas,
maestros, evangelistas y pastores. Efesios 4 habla de oficios, usando
61
sustantivos para designarlos. La indicación es que los dones de este
pasaje son ministerios más formales o definidos dentro de y para la
iglesia entera. Cuando Jesús ascendió a los cielos, El dio dones a la
Iglesia que son personas o ministros del Evangelio. Como el pasaje
revela, las personas que ocupan estos oficios son líderes reconocidos
en la iglesia, responsables de equipar a otros, y en esta manera ellos
ayudan a la iglesia a funcionar eficazmente, madurar, y establecerse en
verdades doctrinales.
- Los Fanerosis o manifestaciones de 1ª Corintios 12: 7-10 dados
por el ESPIRITU SANTO. Específicamente, estos dones son
sobrenaturales y son descritos en este pasaje como “operaciones” de
Dios y como “la manifestación del Espíritu” en la iglesia por medio de la
palabra de ciencia, sabiduría, discernimiento, lenguas, interpretación de
lenguas, profecía, fe, milagros y sanidades.
- Los dones y la gracia Es obvio que los dones surgen de la Gracia
de Dios constituyendo una expresión y operación de ella pero también
debemos entender que la Gracia que opera en nosotros está limitada al
don recibido. Algunos ejemplos para aclarar este concepto son:
- En cuanto a la salvación, sabemos que fue por pura gracia y amor
que Dios envió a su Hijo Unigénito para morir en nuestro lugar y
de esta manera posibilitarnos para alcanzar el perdón de nuestros
pecados, el favor de Dios, la reconciliación con el Padre y la vida
eterna. En lo anterior vemos que el don surge de la gracia y amor de
Dios para con los hombres. Al preguntarnos, cuál o quién es el don en
este caso la respuesta apunta a Cristo. Cristo mismo es el don que trae
la salvación a los hombres (Juan 3:16 y Romanos 6:23). Por lo tanto
también vemos que la gracia para salvación está limitada al don
entregado, en este caso, Cristo Jesús (Juan 3:16) (“Porque la paga del
pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro” (Romanos 6: 23) y fuera de este don no existe salvación
ni gracia para alcanzarla. La gracia para ser salvo no se halla en las
62
obras, ni en la religión, ni en las habilidades o virtudes personales
sino en el don de Dios, que es Cristo Jesús.
- Al pensar por un momento en un creyente que ha recibido la gracia para
ser maestro en el cuerpo de Cristo conforme al don ministerial recibido.
¿Qué ocurriría si este creyente decidiera renunciar al ejercicio de su
don de maestro y tratara de ejercitarse en el don ministerial del
pastorado sin tenerlo?. La respuesta es que no tiene esa gracia dada
por Dios para ser pastor, como consecuencia inevitable esta situación
derivaría en una ruina para él y la congregación. ¿Por qué sería una
ruina? Porque estaría operando en su fuerza, habilidad, capacidad,…
en definitiva, en su carne pero no en la gracia de Dios. Este creyente
había recibido una gracia de parte de Dios que estaba limitada al
ejercicio de un don particular y no otro. Por eso decimos que la gracia
está limitada al don recibido. “Pero a cada uno de nosotros fue dada
la gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Efesios 4:7).
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está
entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que
debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la
medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Romanos 12:3). “De
manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es
dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe”
(Romanos 12:6). Podemos concluir que la Gracia es la fuente de los
dones y los dones son el límite de esa gracia que opera en
nosotros.
- Los dones y la soberanía de Dios
- Los dones son necesarios porque traen dependencia de Dios en
el ejercicio del ministerio, la edificación de la iglesia y la extensión
de su reino haciéndolo de una manera sobrenatural. La iglesia más
63
allá de una organización religiosa, que surge por accidente, es un
organismo vivo y espiritual traído a existencia por designio divino por lo
que tiene una naturaleza espiritual y celestial. “Y ni mi palabra ni mi
predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría,
sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe
no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder
de Dios” (1ª Corintios 2: 4-5). La soberanía y sabiduría de Dios son
los agentes escogidos por Dios que distribuyen los dones entre
los diferentes miembros del cuerpo como a Él bien le parece. “Y él
mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas, a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros” (Efesios 4:11) “Pero
todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a
cada uno en particular como él quiere” (1ª Corintios 12:11).
- Los dones y la santidad
- Los creyentes juegan un papel vital en el ministerio de los dones.
Observemos los paralelos que se presentan en estos pasajes:
“Presentad vuestro cuerpo y mente en adoración espiritual; probad
y aprobad lo que sea la voluntad buena, agradable y perfecta de
Dios” (Romanos 12: 1-3) y de manera similar: “No perdáis el control
de vuestro cuerpo. No os dejéis engañar por falsas doctrinas, sino
haced de Jesús vuestro Señor” (1ª Corintios 12: 1-3) “Vivid de una
manera digna del llamado que os ha hecho Dios, Tened actitudes
correctas. Mantened la unidad del Espíritu” (Efesios 4: 1-3). Los
dones espirituales requieren una total entrega a la voluntad de Dios. “Y
nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el
Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen” (Hechos
de los Apóstoles 5:32).
- Los dones y la unidad
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- Los dones deben ser ejercidos en amor y unidad pues ellos
mismos promueven una igualdad dependiente en medio de la
diversidad. Es ahí que podemos dar y recibir los unos de los otros
conforme al don que cada cual ha recibido. Los dones traen una
capacitación especial de Dios, ésta debe ser respetada y honrada por
los diferentes miembros del cuerpo para edificarnos mutuamente. La
Iglesia debe tratar de reflejar la naturaleza del Señor al que sirve. No
hay cisma. Divisiones, orgullo carnal, glorificación de sí mismo,
exaltación de uno mismo. No debemos hacer lo que queremos, sino lo
que vemos hacer a Dios “Respondió entonces Jesús, y les dijo: De
cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo,
sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace,
también lo hace el Hijo igualmente” (Juan 5:19). Esto marcará una
gran diferencia en la manera que usemos los dones. Ministrados
adecuadamente, los dones revelan la coordinación, la creativa
unidad en la diversidad, y la sabiduría y el poder que el Espíritu
integra entre sí. Solamente en el contexto de la unidad se pueden
ejercitar correctamente los dones y esperar un buen fruto librándonos
de la superioridad, inferioridad, envidia, comparación, orgullo, jactancia,
y autosuficiencia. Por tanto, los dones se ejercen en unidad y
promueven la unidad también. “Porque de la manera que en un
cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros
tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un
cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”
(Romanos 12:4-5).
- Los dones y el cuerpo
- Los dones del Espíritu dan propósito a cada creyente el cual debe
repercutir en el crecimiento y edificación de la Iglesia.”¿Qué hay, pues,
hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo,
tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación.
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Hágase todo para edificación” (1ª Corintios 14:26) “A fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12). La palabra
perfeccionar significa equipar para la obra del ministerio, esto es
para referirse al servicio cristiano hacia los demás. La idea es que Cristo
ha constituido en la Iglesia diferentes ministerios para equipar a los
cristianos para un trabajo, cuyo objetivo es edificar el Cuerpo de
Cristo. La palabra edificar se refiere al progreso que se ve al levantar
un edificio, en este caso, la Iglesia con la finalidad de llegar a la unidad
de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios y a la estatura de un
varón perfecto que implica madurez. Cuando cada miembro del cuerpo
cumple con su debida función, todo el cuerpo será edificado. El
hecho de que la Iglesia sea el objeto de los dones concedidos por
Dios nos muestra por un lado nuestra insuficiencia personal y por
otro lado la intención de Dios de hacernos pertenecer y depender
de un cuerpo. Cada creyente sólo es un miembro del Cuerpo de
Cristo; necesita de los demás miembros pues la intención de Dios
no es qque los dones deban obrar por sí solos, sino que deban
operar juntos para lograr el objetivo deseado.
- Juntos, pueden hacer lo que uno solo no puede. Aun en el caso de que
diversas personas manifiesten los mismos dones, lo hacen de manera
distinta, con resultados diferentes pues ningún creyente tiene la
totalidad de los dones ni tampoco la plena manifestación de algún don
en particular. “Pero a cada uno le es dada la manifestación del
Espíritu para provecho” (1ª Corintios 12:7) y “Cada uno según el don
que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios” (1ª Pedro 4:10).
- Los dones y la misión
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- Los dones espirituales dan testimonio y confirman la predicación del
Evangelio:
- “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el
Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían.
Amén” (Marcos 16:20).
- ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan
grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el
Señor, nos fue confirmada por los que oyeron” (Hebreos 2:3). “Y
les dijo Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda
criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que
no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que
creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas
lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa
mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus
manos, y sanarán. Y el Señor, después que les habló, fue recibido
arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo,
predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando
la palabra con las señales que la seguían. Amén” (Marcos 16: 1520).
- En el libro de los Hechos de los Apóstoles los dones
sobrenaturales atraían mucha gente nueva al Señor. (Veamos
algunos ejemplos): “Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que
había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al
pórtico que se llama de Salomón” (Hechos de los Apóstoles 3: 11);
“Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el
número de los varones era como cinco mil” (Hechos de los
Apóstoles 4:4); “Y con gran poder los apóstoles daban testimonio
de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre
todos ellos” (Hechos de los Apóstoles 4: 33); “Y por la mano de los
apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y
estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. De los demás,
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ninguno se atrevía a juntarse con ellos, más el pueblo los alababa
grandemente. Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran
número así de hombres como de mujeres; tanto que sacaban los
enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al
pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre algunos de ellos.
Y aún de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén,
trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos
eran sanados” (Hechos de los Apóstoles 5: 12-16).
- Entonces, al fomentar el propósito último de glorificar a Jesús
como el Señor, el propósito inmediato de los dones sobrenaturales
es el de edificar a la Iglesia. Al edificar a la Iglesia, ellos glorifican
a Cristo, porque la Iglesia es el cuerpo de Cristo en la tierra. Este
proceso de edificación se realiza por recibir nuevos creyentes y
por fortalecer los antiguos creyentes.
- Los dones y la Palabra
- Como bien apunta David K. Bernard: “Los dones sobrenaturales no
reemplazan la Palabra escrita de Dios. Ellos no suplantan la autoridad
de la Biblia; no pueden alterar su mensaje. La Biblia es nuestra
autoridad para instrucción en cuanto a la salvación y la vida cristiana.
La Biblia es la Palabra eterna de Dios; Él la inspiró para todo el mundo
en todo lugar. Debemos tener cuidado cuando alguien trata de usar los
dones espirituales como una autoridad para doctrina o para instrucción
en cuanto a como una persona debería vivir. Ningún milagro, visión, ni
ninguna otra experiencia sobrenatural puede cambiar la verdad de la
Escritura. Entonces está claro que el propósito de los dones espirituales
no es el de enseñar doctrina. Su función no es de revelar el plan de
salvación ni los principios de la vida cristiana, aunque pueden proveer
una fuerte confirmación de lo que la Biblia enseña”.
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- “...las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para
la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es
inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios
sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2ª
Timoteo 3: 15-17).
- La preeminencia del amor
- “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor,
vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si
tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y
si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no
tengo amor nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de
comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y
no tengo amor , de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno;
el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se
envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita,
no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la
verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser, pero las profecías se acabarán, y
cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Cuando yo era niño,
hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más
cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por
espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a cara. Ahora
conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y
ahora permanecen la FE, la ESPERANZA y el AMOR, estos tres;
pero el mayor de ellos es el AMOR. (1ª Corintios 13).
- La palabra de vida
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- “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos
visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon
nuestras manos tocantes al Verbo de vida (porque la vida fue
manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la
vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que
hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también
vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas
cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido” (1ª Juan
1:1-4).
- Dios es luz
- “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios
es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos
comunión con El, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como El está en
luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo
nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado,
nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros. Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si
decimos que no hemos pecado, le hacemos a El mentiroso, y su
palabra no está en nosotros” (1ª Juan 1:5-10).
- Cristo, nuestro abogado
- “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si
alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a
Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y
no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el
mundo. Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si
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guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no
guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está
en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el
amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos
en El. El que dice que permanece en él, debe andar como él
anduvo.” (1ª Juan 1:1-6).
- El nuevo mandamiento
- “Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el
mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este
mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el
principio. Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es
verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y
la luz verdadera ya alumbra. El que dice que está en la luz, y
aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su
hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que
aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no
sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos. Os
escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido
perdonados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque
conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros,
jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros,
hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros,
padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os
he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de
Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. No
améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama
al mundo, el amor del Padre no está en El. Porque todo lo que hay
en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el
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mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre” (1ª Juan 2: 7-17).
- ¿Qué significado tienen Cielos Nuevos y Tierra Nueva en el futuro
del planeta Tierra?
- “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y
tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2ª Pedro 3:13).
- “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también
esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará
el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al
cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también
sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3: 20-21).
- “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la
primera tierra pasaron (actuales) y el mar ya no existía más. Y yo
Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo,
de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí
una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios
con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y
Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron. Y el
que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas
las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y
verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el
principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la
fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las
cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e
incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte
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en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”
(Apocalipsis 21: 1-8).
- La nueva Jerusalén
- “Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo,
diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del
Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me
mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo,
de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de
una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el
cristal. Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las
puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son las doce
tribus de los hijos de Israel; al oriente tres puertas; al sur tres
puertas; al occidente tres puertas. Y el muro de la ciudad tenía
doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce
apóstoles del Cordero. El que habla conmigo tenía una caña de
medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. La
ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su
anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la
longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. Y midió su muro,
ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es
de ángel. El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era
de oro puro, semejante al vidrio limpio; y los cimientos del muro
de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El
primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el
cuarto, esmeralda; el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo,
crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo,
crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. Las doce
puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y
la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio. Y
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no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el
templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol
ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y
el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas
andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y
honor a ella. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no
habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación
y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la
vida del Cordero” (Apocalipsis 21: 1-27).
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Manuel Romero Poblete
Ciudad Real, España a 20 de Mayo 2023
Correo Electrónico:
[email protected]
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