PROTOCOLOS DE PRÁCTICA ASISTENCIAL
Protocolo de prevención del infarto cerebral
L. Castilla Guerraa, M.D. Jiménez Hernándezb, M.C. Fernández Morenoc y J.M. López Chozasd
a
Servicio de Medicina Interna. Hospital de la Merced. Osuna. Sevilla. bServicio de Neurología y Neurofisiología. Hospital Universitario Virgen del Rocío. Sevilla. cServicio
de Neurología. Hospital Universitario de Valme. Sevilla. dServicio de Medicina Interna. Hospital Universitario Virgen del Rocío. Sevilla.
Introducción ..........................................................................................................................................................
La enfermedad cerebrovascular (ECV) aguda o ictus
constituye uno de los principales problemas sanitarios del
mundo, con un coste económico y humano
desproporcionado. En España, en el año 2003 ingresaron
más de 110.000 pacientes por ictus. En ese mismo año, el
ictus fue la primera causa de mortalidad en la mujer, y la
segunda causa de muerte global por detrás de la cardiopatía
isquémica. En general, entre el 16 y 30% de los pacientes
con ictus fallecen. De los supervivientes, entre el 20 y el
50% van a presentar algún tipo de dependencia, además al
cabo de 5 años hasta un 40% habrá presentado un ictus
recurrente, y prácticamente el 50% habrá fallecido,
especialmente por enfermedades cardiovasculares.
No obstante, medidas como las modificaciones en el estilo
de vida, terapias farmacológicas, como el uso de
antiagregantes o antihipertensivos, o incluso la cirugía,
mediante angioplastia carotídea, entre otras, pueden
disminuir el riesgo de ictus entre un 20-50%. Por tanto,
las medidas de prevención primaria que tratan de
modificar los factores de riesgo (FR) para evitar o retrasar
la aparición del ictus, así como las de prevención
secundaria, que incluyen todas aquellas medidas
encaminadas a disminuir la recurrencia del ictus y la
mortalidad en sujetos con ictus establecido, nos van a
servir para disminuir el gran impacto que la ECV tiene en
nuestra sociedad.
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Prevención primaria del ictus
isquémico (fig. 1)
Las medidas de prevención primaria van a ser esenciales,
dado que la mayor parte de los ictus, más del 70%, son primeros eventos. Las estrategias de prevención primaria del ictus en diferentes poblaciones han demostrado ser efectivas
(estrategias colectivas). Así, una pequeña reducción de un FR
de alta prevalencia en una población, como puede ser la hipertensión, puede tener un impacto muy significativo en la
reducción de la incidencia de ictus. Las estimaciones, sobre
la base del riesgo atribuible poblacional en los Estados Unidos suponen que es posible prevenir 246.500 casos de ictus
con el control de la hipertensión, o 61.500 con el abandono
del tabaco. No obstante, puesto que los recursos son limitados, es recomendable identificar a aquellos individuos o poblaciones de mayor riesgo de ictus, como fumadores, hipertensos o diabéticos, para que sean sometidos a estrategias
diagnóstico-terapéuticas más agresivas (estrategias de alto
riesgo).
En la actualidad existen varias tablas que nos pueden ayudar a estratificar el riesgo de presentar un primer ictus basándonos en la valoración de los diferentes FR de un individuo. Las más usadas son las de Framingham y la FSP
(Framingham Stroke Profile).
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Cardioembolismo
El émbolo cerebral de origen cardíaco es responsable del
20% de los ictus isquémicos, correspondiendo en la mitad de
los casos a pacientes con fibrilación auricular sin valvulopatía asociada (FANV). En aquellos sujetos con riesgo de presentar infarto cerebral de origen cardioembólico: con
FANV, miocardiopatía dilatada, enfermedad valvular cardíaca, infarto de miocardio, entre otras, es necesario valorar el
inicio de anticoagulación. En general en estos pacientes se
recomienda la anticoagulación oral para prevenir la aparición de ictus. En aquellos casos de bajo riesgo embolígeno,
por ejemplo FANV en los menores de 65 años y sin enfermedades asociadas, o si está contraindicada la anticoagulación se recomienda el uso del ácido acetilsalicílico (AAS).
Ateromatosis carotídea
Las placas de ateroma carotídeas son causantes frecuentes de
infartos cerebrales, relacionándose con el 15-20% de los ictus isquémicos. En los casos de estenosis carotídea asintomática se puede intentar la corrección quirúrgica, endarterectomía, o angioplastia con catéter en casos seleccionados:
estenosis superiores al 70%, en sujetos menores de 75 años y
Paciente con factores de riesgo
Riesgo cardioembolia
Estratificar el riesgo
No riesgo cardioembolia
Anticoagular
Antiagregar
Ateromatosis carotídea severa
Hipertensión arterial
Diabetes
Valorar endarterectomía
Antihipertensivo
TA < 130/80, LDL < 100-70, HBGA1C < 7%
Dislipemia, alto riesgo vascular,
coronariopatía
Hipolipemiante
Tabaquismo
Dejar de fumar
Alcohol
Disminuir/abandonar
Obesidad
Perder peso
Inactividad física
Ejercicio
Otras condiciones específicas
Tratamiento específico
PROTOCOLOS DE PRÁCTICA ASISTENCIAL
Fig. 1.
Medidas de prevención primaria del infarto cerebral.
TA: tensión arterial.
realizada por cirujanos con una morbi-mortalidad inferior al
3%. La antiagregación con AAS está indicada en los casos no
subsidiarios de cirugía o angioplastia. El tratamiento con estatinas e inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (IECA) son especialmente útiles en sujetos con ateromatosis carotídea.
Hipertensión arterial
La hipertensión es el FR más prevalente en la ECV y el que
mejor predice el riesgo de ictus. La prevalencia de hipertensión en la población española es del 45%, y aumenta hasta
más del 70% en la población mayor de 65 años. Se recoMedicine. 2007;9(72):4638-4642
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ENFERMEDADES DEL SISTEMA NERVIOSO (III)
mienda el screening de hipertensión en todos los sujetos adultos, al menos cada dos años, y con más frecuencia en la población anciana.
Cuándo tratar y hasta cuánto bajar la tensión arterial debe
de ser individualizado. En principio, el objetivo es obtener
una tensión inferior a 140/90 mmHg, aunque pueden ser necesarias cifras menores, inferiores a 130/80 mmHg, en determinados grupos como diabéticos o sujetos con insuficiencia
renal. Aunque hoy en día no está claro cuál es el fármaco mejor a nivel vasculocerebral, los diuréticos, la combinación de
diurético e IECA o los bloqueadores de los receptores de la
angiotensina II (ARA II) parecen ser los más adecuados en
la profilaxis del ictus.
Diabetes mellitus
La prevalencia de la diabetes en la población adulta es aproximadamente del 10%, de los que menos de la mitad están
diagnosticados. El paciente diabético tiene incrementado el
riesgo de ictus entre un 1,8 y casi 6 veces más que un sujeto
de su misma edad. No está suficientemente claro que el control estricto de las glucemias disminuya el riesgo de ictus.
Las recomendaciones actuales en los pacientes diabéticos
señalan la necesidad de ser más rigurosos en el control de la
tensión arterial (objetivo cifras inferiores a 130/80 mmHg) y
del colesterol (LDL inferior a 100 mg/dl o incluso inferior a
70 mg/dl), siendo los fármacos IECA y ARA II los antihipertensivos recomendados en estos pacientes. También se recomienda un control estricto de las glucemias, teniendo como
objetivo una hemoglobina glicada inferior o igual al 7%.
Dislipidemia
La relación entre hipercolesterolemia e infarto cerebral ha
sido demostrada por diferentes estudios. El tratamiento con
estatinas en aquellos pacientes que presentan cardiopatía isquémica disminuye el riesgo de ictus en un 30%. En la actualidad se recomiendan medidas como el cambio de estilo
de vida y el tratamiento con hipolipemiantes como forma de
prevención primaria del ictus en aquellos pacientes en riesgo, basándonos en las recomendaciones del NCEP III (National Colesterol Education Program) que tiene en cuenta los
FR vascular y niveles de LDL de cada persona. En general se
deberían usar en pacientes con cardiopatía isquémica, diabéticos o hipertensos de alto riesgo incluso con niveles normales de LDL.
Tabaquismo
El tabaco es un FR principal para la isquemia cerebral, duplicando el riesgo de ictus. El riesgo de ictus va desapareciendo tras dejar el tabaco, siendo nulo a partir del quinto
año. La exposición pasiva al tabaco también aumenta al riesgo de ictus.
En la actualidad se recomienda el abandono del hábito de
fumar como medida de prevención primaria del ictus.
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Consumo de alcohol
El consumo excesivo de alcohol, por encima de 60 g/día, se
asocia con un riesgo mayor de ictus. No obstante el consumo moderado, 20-30 g/día, equivalente a dos vasos de vino
al día, reduce el riesgo de ictus (riesgo relativo [RR] = 0,72).
En la actualidad se debe recomendar la disminución (a 2 o
menos bebidas alcohólicas al día en el varón y una en la mujer) en los que consumen alcohol.
Obesidad
La obesidad se define como un índice de masa corporal
(IMC) superior a 30 kg/m2. Existe una asociación progresiva del ictus en relación con el incremento del IMC. En general, se ha demostrado que la obesidad presenta un RR de
isquemia cerebral de 2,33. No obstante, otros estudios señalan que es la obesidad abdominal, definida como una circunferencia a nivel del ombligo superior a 102 cm en varón o a
88 cm en la mujer, la que mejor se correlaciona con el riesgo de ictus. Por tanto, en prevención primaria se debe recomendar la pérdida de peso en todos aquellos pacientes con
sobrepeso.
Inactividad física
Tanto en hombres como en mujeres una actividad física moderada o intensa confiere un riesgo menor de ictus, un 20 y
27% menos respectivamente. Se recomienda la realización
de ejercicio físico moderado de al menos 30 minutos el mayor número de días posibles a la semana.
Otras situaciones especiales precisarían de terapias específicas: así, pacientes con apnea obstructiva del sueño
(SAOS) presentan un mayor riesgo de ictus, aproximadamente un 20% más, por lo que debe valorarse el tratamiento con presión positiva continua en las vías aéreas (CPAP).
También en pacientes con estados de protrombóticos, anemia falciforme (AF), etc., es necesario el uso de otras medidas específicas como la antiagregación o la anticoagulación,
o incluso la terapia transfusional, en el caso de AF, para prevenir la aparición de infarto cerebral.
Prevención secundaria del ictus
isquémico (fig. 2)
La prevención secundaria de la isquemia cerebral es también esencial por numerosas razones. En primer lugar, porque la recurrencia del ictus/AIT es frecuente, en torno al
30-40% en los primeros cinco años, aunque varía según el
tipo de ictus, siendo el más propenso a la recurrencia el de
origen aterotrombótico, y es más frecuente durante el primer año, especialmente durante el primer mes tras el evento. Además, el ictus recurrente se asocia a un déficit más
grave, de peor pronóstico y mayor mortalidad que el primer
episodio.
Paciente con infarto cerebral/AIT
Cardioembólico
No cardioembólico
Anticoagular
Antiagregar
Antiagregar
Ateromatosis carotídea
moderada/severa
Tensión arterial normal/alta
Diabetes
Valorar endarterectomía
Antihipertensivo
TA < 130/80, LDL < 100-70, HBGA1C < 7%
Dislipemia, alto riesgo vascular,
ateromatosis carotídea
Hipolipemiante
Tabaquismo
Dejar de fumar
Alcohol
Disminuir/abandonar
Obesidad
Perder peso
Inactividad física
Ejercicio
Otras condiciones específicas
Tratamiento específico
PROTOCOLOS DE PRÁCTICA ASISTENCIAL
Fig. 2.
Medidas de prevención secundaria del infarto cerebral.
TA: tensión arterial; AIT: accidente isquémico transitorio.
Las medidas de prevención secundaria se deben establecer de forma precoz, individualizada y teniendo en cuenta la
etiopatogenia del primer evento.
Por último, todos los pacientes que han sufrido un ictus
deben considerarse de alto riesgo vascular.
Infarto cerebral de origen cardioembólico
En aquellos pacientes que hayan presentado un infarto cerebral de origen cardioembólico, en el contexto de una FANV,
miocardiopatía dilatada, enfermedad valvular cardíaca, infarMedicine. 2007;9(72):4638-4642
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ENFERMEDADES DEL SISTEMA NERVIOSO (III)
to de miocardio, etc., es necesario valorar el inicio de la anticoagulación oral para prevenir la aparición de recurrencias.
En aquellos en que esté contraindicada la anticoagulación se
recomienda el uso del AAS.
Ateromatosis carotídea
Si el paciente ha presentado infarto cerebral o AIT en el contexto de una ateromatosis carotídea con estenosis superiores al
70%, en los 6 meses previos, se recomienda endarterectomía.
En aquellos pacientes en los que la estenosis ipsilateral sea moderada, entre el 50 y el 69%, la angioplastia podría estar indicada, dependiendo de factores del propio paciente como la
edad, sexo, comorbilidad y gravedad de los síntomas iniciales.
La angioplastia y la colocación de stent mediante catéter es una
alternativa, especialmente en sujetos de alto riesgo quirúrgico,
estenosis de difícil acceso, estenosis post-radiación o reestenosis postquirúrgicas. La antiagregación con AAS está indicada
en los casos no subsidiarios de cirugía o angioplastia. El tratamiento con estatinas e IECA son especialmente útiles en la
prevención secundaria de pacientes con ateromatosis carotídea.
aplicar en el caso de presentar de forma concomitante colesterol elevado, cardiopatía isquémica o si se demuestra la existencia de ateromatosis como causante del ictus. El objetivo
es bajar el colesterol LDL a cifras inferiores a 100 mg/dl, o
incluso a inferiores a 70 mg/d en pacientes de muy alto riesgo vascular.
En aquellos sujetos con ictus o AIT con colesterol HDL
bajo en sangre se debe considerar el tratamiento con genfibrocilo.
En la actualidad se está estudiando si las estatinas deben
de darse a todos los pacientes con ictus, independientemente de sus antecedentes y enfermedades concomitantes.
Las recomendaciones para la prevención secundaria del
infarto cerebral en los sujetos diabéticos, fumadores, obesos,
con inactividad física y para el consumo de alcohol son superponibles a las de prevención primaria.
Entre otras medidas específicas se incluirían, como ejemplo, aquellos pacientes que han presentado eventos isquémicos recurrentes en el contexto de enfermedad vertebrobasilar
extracraneal a pesar del tratamiento médico (antitrombóticos, estatinas, etc.), en esos casos se puede intentar el uso de
técnicas de revascularización.
Antihipertensivos
Con relación al uso de antihipertensivos, en todos los pacientes que ya hayan presentado un ictus se recomienda, en general, el uso de fármacos antihipertensivos independientemente
de que presenten hipertensión. Cuándo tratar y hasta cuánto
bajar la tensión arterial debe de ser individualizado. En principio, el objetivo es obtener una tensión inferior a 140/90
mmHg, aunque pueden ser necesarias cifras menores, inferiores a 130/80 mmHg, en determinados grupos como diabéticos o sujetos con insuficiencia renal. Aunque hoy en día no
está claro cuál es el fármaco mejor a nivel vasculocerebral, los
diuréticos, la combinación de diurético e IECA o los ARA II
parecen ser los más adecuados en la prevención del ictus.
Bibliografía recomendada
• Importante •• Muy importante
✔ Metaanálisis
✔ Ensayo clínico controlado
✔ Epidemiología
Antithrombotic Trialists’ Collaboration. Collaborative meta✔•analysis
of randomised trials for the prevention of myocardial in-
••
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Hipolipidemiantes
El uso de medidas higiénico dietéticas y farmacológicas para
disminuir el colesterol en pacientes con ictus o AIT se deben
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farction, stroke or vascular death in high risk patients. BMJ.
2002;324:71-86.
Goldstein LB, Adams R, Alberts MJ, Apple LJ, Brass LM,
Bushnell CD, et al. Primary prevention of ischemic stroke. Stroke.
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2003. Disponible en: www.ine.es. Consultado 24 de noviembre 2005.
Sacco RL, Adams R, Alberts G, Alberts MJ, Benavente O, Furie K, et al. Guidelines for stroke prevention of stroke in patients
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Straus SE, Majumdar SR, McAlister FA. New evidence for stroke prevention. JAMA. 2002;288:1388-95.
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